El Análisis de Un Texto Oral Coloquial

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1 El análisis de un texto oral coloquial* Antonio Briz 1. Introducción Llevamos ya varios años intentando abrir una senda en el frondoso bosque del discurso oral, de la conversación coloquial; buscando un modelo de base pragmática que permita acometer de manera sistemática su descripción y explicación. Una propuesta general apareció en un trabajo publicado por A. Briz en 1998 en esta misma editorial: El español coloquial en la conversación. Esbozo de pragmagramática. El propósito del grupo de investigación Val.Es.Co. es ahora conseguir engarzar este análisis pretendidamente científico con la difícil tarea docente de analizar en clase la comunicación oral y, en concreto, la conversación, que nos viene impuesta de algún modo con la reforma de los planes de estudio tanto en la universidad como en la enseñanza secundaria. Este capítulo constituye una propuesta didáctica general de análisis de una interacción cotidiana, la cual insiste en la rentabilidad de explotar en clase ciertos hechos lingüísticos relacionados con el registro coloquial y el tipo de discurso en que más auténticamente se manifiesta, la conversación, así como en la incorporación de la perspectiva pragmática para explicar tales hechos. Sirva, asimismo, de presentación y guía del análisis más concreto que de estos se realiza en los capítulos restantes. 2. La elección de los materiales Sin duda, el material básico es la conversación grabada y transcrita (una muestra de este tipo de materiales en Briz, coord., 1995). Ahora bien, parece recomendable, como modo de graduar convenientemente nuestra enseñanza de lo oral, empezar por los reflejos de la oralidad en los textos escritos, de las modalidades lingüísticas empleadas en estos y, en concreto, de la coloquial. De lo escrito, y como transición hasta llegar al estudio de estos rasgos en la conversación espontánea, pueden utilizarse algunos diálogos de radio o televisión, coloquios, programas que por su intento de conectar rápidamente con el público no dudan en utilizar registros poco elaborados. Ello nos servirá de base para abordar con más garantía de éxito el análisis más complejo del discurso conversacional. La elección de los materiales conversacionales constituye ya el primero de nuestros problemas. Leamos el fragmento de (1):

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Análisis de un texto oral coloquialCaracterísticas léxicas, morfosintácticas y fonológicas del registro coloquial.

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    El anlisis de un texto oral coloquial* Antonio Briz 1. Introduccin

    Llevamos ya varios aos intentando abrir una senda en el frondoso bosque del discurso oral, de la

    conversacin coloquial; buscando un modelo de base pragmtica que permita acometer de manera

    sistemtica su descripcin y explicacin. Una propuesta general apareci en un trabajo publicado

    por A. Briz en 1998 en esta misma editorial: El espaol coloquial en la conversacin. Esbozo de

    pragmagramtica. El propsito del grupo de investigacin Val.Es.Co. es ahora conseguir engarzar

    este anlisis pretendidamente cientfico con la difcil tarea docente de analizar en clase la

    comunicacin oral y, en concreto, la conversacin, que nos viene impuesta de algn modo con la

    reforma de los planes de estudio tanto en la universidad como en la enseanza secundaria.

    Este captulo constituye una propuesta didctica general de anlisis de una interaccin cotidiana, la

    cual insiste en la rentabilidad de explotar en clase ciertos hechos lingsticos relacionados con el

    registro coloquial y el tipo de discurso en que ms autnticamente se manifiesta, la conversacin,

    as como en la incorporacin de la perspectiva pragmtica para explicar tales hechos. Sirva,

    asimismo, de presentacin y gua del anlisis ms concreto que de estos se realiza en los captulos

    restantes.

    2. La eleccin de los materiales

    Sin duda, el material bsico es la conversacin grabada y transcrita (una muestra de este tipo de

    materiales en Briz, coord., 1995). Ahora bien, parece recomendable, como modo de graduar

    convenientemente nuestra enseanza de lo oral, empezar por los reflejos de la oralidad en los textos

    escritos, de las modalidades lingsticas empleadas en estos y, en concreto, de la coloquial. De lo

    escrito, y como transicin hasta llegar al estudio de estos rasgos en la conversacin espontnea,

    pueden utilizarse algunos dilogos de radio o televisin, coloquios, programas que por su intento

    de conectar rpidamente con el pblico no dudan en utilizar registros poco elaborados. Ello nos

    servir de base para abordar con ms garanta de xito el anlisis ms complejo del discurso

    conversacional.

    La eleccin de los materiales conversacionales constituye ya el primero de nuestros problemas.

    Leamos el fragmento de (1):

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    (1)

    A: doscientas mil pesetas mhe encontrao este reloj

    C: alucina

    A: yy el hombre no nos dijo quee (( ))

    C: pero eso es de una marca determinada oo?

    A: pues dijo que era un reloj buensimo/ dijo que la piedra esa que lleva ah/ el

    hombre no nos dijo porque no- claro no- nosotros no quisimos ya/ porque al decirnos eso

    claro ustedes lo compraron y sabran lo que les cost/ ya no quise decirlo pero la perla es

    buena?/ el hombre s que dijo esta perla que lleva aqu/ y digo es que- es que no tiene

    NMEROS/ y dice no dice pero es que esta perla que lleva aqu esta perla/ sabes?/// y as se

    qued

    Realmente no se entiende demasiado.

    Desde textos como este, nuestro anlisis puede avanzar muy poco por los reinicios y

    reelaboraciones, los anacolutos, la mezcla de estilos en lo que parece una narracin, etc.; sin

    embargo, no es solo el complejo entramado sintctico lo que dificulta su comprensin, sino la

    ausencia de saber compartido y de contexto previo. Si el lector, en cambio, conociera el contexto

    de comunicacin preciso y la situacin en que tiene lugar; esto es, que A se ha encontrado un reloj

    de oro, que lo lleva a un relojero para que se lo tase y que este le ha ofrecido comprrselo por

    doscientas mil pesetas, no solo llegara a entender lo principal, sino que sera capaz de extraer

    algunas inferencias: el intento por parte de A de ocultar al relojero su procedencia y de evitar ciertas

    preguntas para que este no sospeche, ms an tras la respuesta que este ha dado: ustedes lo

    compraron y sabran lo que les cost.

    A la hora de elegir los materiales de conversacin es fundamental, por tanto, precisar el contexto

    exacto y los saberes compartidos por los interlocutores. No se olvide que el discurso coloquial est

    fuertemente sometido al contexto y que muchos fenmenos lingsticos coloquiales se explican de

    este modo. Plantear en clase la recuperacin del material lingstico que, gracias al contexto, est

    elidido puede servirnos para reflexionar, ya en un primer acercamiento, sobre los fenmenos de

    elipsis no solo gramatical, sino contextual, sobre ciertos procedimientos endofricos y exofricos,

    etc.

    3. Algunas pautas generales de actuacin. Una gua para el anlisis

    En una poca en la que parece que todo se globaliza, se nivela, se neutraliza, incluidos los varios

    modos de hablar, parece fundamental, por un lado, intentar deslindar en clase los distintos

    registros, los usos coloquiales de otros ms elaborados, y, lo que es ms importante, que nuestros

    estudiantes sean capaces de emplearlos adecuadamente en su comunicacin e interaccin diarias.

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    Por otro lado, la necesidad docente de analizar discursos orales conversacionales, de acuerdo con

    las nuevas programaciones, impone el conocimiento de su gramtica, entendida como conjunto

    de hechos lingsticos sometidos a una serie de reglas sociopragmticas y de pertinencia situacional,

    as como de su estructura o conjunto de unidades relacionadas lineal y jerrquicamente.

    Estas son algunas de las actividades o pautas que pueden guiar nuestro anlisis:

    Eleccin de los materiales de conversacin. Su contextualizacin.

    Ejercicio de reconocimiento de algn rasgo sociolectal y dialectal (vulgarismos,

    dialectalismos, jerga juvenil), as como del registro coloquial empleado.

    Ejercicio de identificacin de errores en los distintos planos gramaticales, y de su correccin.

    Ejercicios de sustitucin del lxico [+ coloquial] por su correspondiente [+ formal].

    Ejercicios de transformacin de algunas estructuras sintcticas coloquiales en otras ms

    elaboradas.

    Conversin de textos conversacionales dados [+ formales] en otros [+ coloquiales] con

    rasgos que identifiquen lingsticamente a los usuarios.

    Conversin de textos conversacionales dados [+ coloquiales] en otros [+ formales] y

    eliminacin de los rasgos sociolectales y dialectales explcitos.

    Comprobacin y reconocimiento final de los cambios lingsticos de acuerdo con el registro

    empleado en cada caso.

    Como puede observarse, los ejercicios presentan finalidades diferentes:

    el estudio de las variedades del lenguaje (diatpicas, diastrticas y diafsicas), en especial,

    del uso coloquial; y

    el reconocimiento y la identificacin de las constantes lingsticas (paralingsticas y

    extralingsticas) en el mismo, puestas siempre en contraste con las de registros ms

    elaborados.

    4. Los reflejos de las variedades en el texto. Registros, sociolectos y dialectos

    Es bien sabido que la lengua vara segn la situacin de uso y segn el usuario. Horizontalmente, en

    la lnea de la variedad de uso en situacin y en virtud de ciertas condiciones de produccin y

    recepcin del discurso, tales como la relacin de proximidad entre los participantes, su saber y

    experiencia compartidos, el grado de cotidianidad y de planificacin, y la finalidad de la

    comunicacin (interpersonal, transaccional), se distinguen dos registros: el formal, y el informal o

    coloquial.

    A tales variedades de uso se asocian verticalmente determinadas solidaridades dialectales y

    sociolingsticas que, a la postre, no hacen sino diferenciar ms an el habla de los individuos: el

    espaol de un andaluz en relacin al espaol de un valenciano; el de un hablante de nivel

    sociocultural alto respecto al de otro de nivel bajo.

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    Y, en fin, de la interseccin en algn punto del continuum de todas estas variedades horizontales y

    verticales resulta una modalidad de habla ms concreta: por ejemplo, el espaol coloquial de un

    andaluz, varn, mayor de 55 aos, de nivel de lengua alto.

    5. El usuario ante el espejo de la lengua. Hacia el anlisis sociolingstico

    Iniciemos nuestro anlisis con el reconocimiento de los reflejos sociolingsticos en la conversacin

    [RB.37.B.1]. No ser difcil adivinar a partir de ciertos datos lingsticos y extralingsticos algunas

    de las caractersticas sociolgicas, culturales (estrato alto, medio o bajo), de edad ( 25, 25-55, >55),

    de sexo e, incluso, la procedencia o pertenencia a una comunidad de habla determinada

    geogrficamente de algunos de los participantes en esta conversacin.

    Los frecuentes vulgarismos o los excesos fonosintcticos, incluso algn que otro arcasmo o forma

    antigua en desuso en las intervenciones de A (quies, pue, teno, pos, to, na, pa, me sha cado, pall,

    pol, mencontrao, pol, a primeras, en total), son indicadores de su nivel sociocultural bajo. Si nos

    fijamos ahora en su modo de contar y en las indicaciones derivadas del propio contexto, es posible

    concluir que no pertenece a un estrato de edad joven. Si a ello se aade ahora el empleo de ciertas

    voces o expresiones como es una monera, concluiremos que es mujer.

    Como vemos, ciertos datos lingsticos pueden llegar tambin a reflejar el gnero o sexo del

    hablante. Por ejemplo, el empleo del sufijo diminutivo -ito, los numeritos del viaje y los varios usos

    de -in en la expresin de C, pequen, pequeines, constituyen, aqu y en este caso, una marca

    sociolectal del sexo mujer, como lo es tambin el empleo por parte de B del apelativo chica. Que C

    y B pertenecen a un estrato de edad ms o menos joven se comprueba, por ejemplo, al observar la

    presencia de ciertas formas lxicas como vaya tela!, alucina, mogolln, pelas. As tambin, algunas

    de las expresiones empleadas por estos y tambin por D, yo pienso en principio, es de una marca

    determinada, que te lo tasen, no quisiera desprenderme, permiten considerar que poseen un nivel

    sociocultural no bajo.

    Finalmente, el lenguaje refleja algunas caractersticas dialectales y ciertos hechos derivados del

    contacto de lenguas. Por ejemplo, tanto A como C emplean algunas voces catalano-valencianas, b,

    diu, etc., que permiten su adscripcin a dicha rea lingstica. Se trata de fenmenos de cambio de

    cdigo (vase el cap. 12, dedicado a esta cuestin).

    Como puede apreciarse, se trata solo de una prctica de reconocimiento de la variacin sociolectal

    y dialectal, es decir, para mostrar, que no demostrar, ciertos hechos de covariacin sociolingstica

    (en Briz, 1996: 65-67, y Gmez Molina, 1997, pueden encontrarse otras prcticas similares).

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    6. La gramtica del espaol coloquial en el texto. Las constantes lingsticas

    Nuestro anlisis en clase puede centrarse ms tarde en el reconocimiento de las frecuencias o

    constantes lingsticas, as como en las estrategias que en ocasiones estas esconden. Lo que sigue

    es solo una presentacin del modus operandi sobre esta especie de gramtica de la conversacin y

    a su vez una introduccin a algunos de los temas que sern tratados con ms detalle y exhaustividad

    en los captulos siguientes. Nuestra propuesta se organiza teniendo en cuenta las disciplinas o

    niveles lngsticos establecidos para la descripcin general de la lengua: nivel lxico-semntico,

    morfosintctico y fnico, sin olvidar, por ello, que cualquier forma lingstica va asociada en uso a

    una funcin comunicativa.

    En efecto, un estudio estrictamente gramatical supone una reflexin sobre la lengua; el anlisis del

    uso la conversacin es una de sus manifestaciones discursivas exige, adems, una reflexin

    sobre los mecanismos estratgicos que se emplean al hablar (actuar) y sobre todo al interactuar con

    alguien. Eso es lo que yo entiendo por anlisis pragmtico de un texto.

    6.1. NIVEL LXICO. UN REPASO SOBRE EL TEXTO DE LAS FRECUENCIAS LXICAS COLOQUIALES

    Es recomendable iniciar nuestra andadura por el nivel lxico por ser el que presenta menos

    complejidad si lo comparamos con el sintctico y porque su descripcin puede ajustarse a los

    modelos establecidos por las gramticas y los vocabularios; es decir, el estudio de los campos

    lxicos, creacin de palabras, neologismos, etc. Adems, en una primera aproximacin al estudio de

    los hechos coloquiales en un texto, son siempre los aspectos lxicos, sobre todo si estos presentan

    alguna particularidad argtica o jergal, los que se destacan de forma inmediata o primero llaman la

    atencin del estudiante.

    En el anlisis lxico-semntico de una conversacin conviene empezar sealando:

    por un lado, el rea o reas temticas dominantes en el texto, que por lo general estarn

    relacionadas con hechos y problemas de la vida diaria (tngase en cuenta que el lxico es

    uno de los recursos que posee el hablante para organizar la informacin y que sirve ms

    tarde al estudioso para estudiar la estructura del mensaje), y,

    por otro, la reduccin y seleccin que sufre el lxico comn, reduccin a veces debida a la

    escasa disponibilidad lxica del interlocutor, que se suple con el aumento de la capacidad

    significativa y el empleo genrico de ciertas voces, gestos, etc.

    Al hilo de lo anterior, nuestro anlisis puede insistir en el estudio de algunas frecuencias lxicas

    coloquiales, entre las que destacan, por ejemplo:

    el empleo de ciertos comodines, proformas que sirven para expresarlo todo o casi todo

    (tener, haber, hacer, bicho, cosa, esto, eso, esas cosas, desos, as); y

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    todo un conjunto de palabras que presentan asimismo el rasgo [+ coloquial] (cp. los dobletes:

    sitio/lugar; mejor/preferible; as/de este modo; casi/apenas; dejar/permitir; primero/en primer

    lugar; a lo mejor/quizs; o sea/esto es), algunas de las cuales proceden de lxicos especiales,

    argticos, o son neologismos semnticos, extranjerismos, dialectalismos, metforas de la vida

    cotidiana, entre otros (enrollarse entablar relaciones amorosas; cutre sucio, de mala calidad;

    alucinado sorprendido; (de) alucine divertido; muermo aburrido; mogolln mucho, gran

    cantidad de algo; bocata bocadillo; kilo milln de pesetas; abrirse marcharse; currar

    trabajar, pegar; trincar y pillar coger; basca grupo de personas; talego crcel, billete

    de mil pesetas; chupa chaqueta, cazadora; camello traficante de drogas; mangui ladrn;

    la mare que va!; hay que coger el toro por los cuernos; llueve a cntaros; est ms chupado que la

    pipa de un indio; no ve tres en un burro; es un gallina; est sordo como una tapia; le cost un ojo de

    la cara). Ntese que a la marca coloquial de algunas de estas voces o expresiones coloquiales se

    unen otras marcas sociolectales y dialectales (por ejemplo, la de la edad o la de la procedencia

    valenciana del usuario que las emplea). Ciertamente, una unidad lxica el enunciado lingstico

    en general no es solo un significado, sino que hay varias informaciones tras ella, unos usuarios,

    unos estilos y, con frecuencia, adems, un propsito. Propsito fracasado es el de la mujer que, de

    paso por el Corte Ingls, le dice al marido: Cario, he visto un traje oye precioso, y este,

    respondiendo literalmente a sus palabras, dice: Ah, muy bien! la verdad es que hay muchos trajes

    bonitos. La respuesta literal, antes que un fracaso conversacional, desoye el verdadero propsito de

    la esposa (la compra del traje), a la vez que supone un mecanismo estratgico para ganar en el juego

    interaccional.

    Un paseo por nuestra conversacin nos permite extraer algunas de esas formas significativamente

    extensas, verba omnibus, como las denominaba Beinhauer, o proformas (prosustantivos,

    proverbos, proadjetivos, proadverbios, proenunciados): hacer, eso, esa, ah, algo:

    (2)

    Hacer fijo, hacer un contrato, hicimos una cara to(do)s, al lao de este es que hace dos, eso ser un

    rub, al decirnos eso, la piedra esa, la piedra que lleva ah, que a lo mejor fuee la polica detrs o algo

    En la propuesta didctica podra plantearse un ejercicio, de gran rendimiento lxico-semntico, de

    sustitucin de la proforma por la forma precisa y ms elaborada; por ejemplo: hacer un

    contrato/contratar, eso (ser un rub)/la piedra del reloj, (la piedra que lleva) ah/incrustada.

    El rasgo [+ coloquial] es apreciable en voces y expresiones como las recogidas en (3):

    (3)

    sitio

    igual

    la verdad es que

    a lo mejor

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    al la(d)o de este

    lo dijo de (por) cachondeo

    el to ese

    todos se meten con ella

    se puso a rer

    le dieron la noticia

    fue bajar del coche y verlo

    estoy que si entro o no entro

    Se trata de frecuencias lxicas coloquiales o de voces ms disponibles (en el cap. 4 se desarrolla

    ampliamente este tema), que en clase podran compararse con las correspondientes [+ formales]:

    Busque un equivalente ms elaborado:

    Equivalentes ms elaborados seran, respectivamente: lugar, posiblemente, en verdad, quiz, junto

    a, de chanza o broma, la persona en cuestin, todos la molestan o incordian, comenz a rer, le

    notificaron, lo vio inmediatamente despus de bajar del coche, dudo de entrar.

    De otro modo, coloque la etiqueta [+ coloquial] o [+ formal] en estos pares de ejemplos: sitio/lugar,

    a lo mejor/quizs, etc.

    En el uso coloquial son frecuentes las intensificaciones. Mucho es mogolln, lo bonito es una

    monera, lo bueno es una maravilla, la broma o chanza es cachondeo y lo divertido es de alucine. A

    travs de recursos fonticos, morfolgicos, sintcticos, lxico-semnticos, fraseolgicos, etc., el

    hablante refuerza su argumentacin, lo que dice o la actitud que mantiene en la negociacin, y, as

    tambin, el acuerdo o el desacuerdo:

    (4)

    mogolln

    monera

    una maravilla

    menuda semana

    desde luego habis tenido una suerte

    seguro seguro an no lo s

    pues toma cachondeo

    qu va!

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    No extraa en este sentido que una y otra vez los interlocutores recurran a expresiones

    exclamativas, manifestaciones sintomticas elativizadas: S? Qu BIIEEN!, madre ma!, vaya

    tela!, algunas de carcter fraseolgico (para el anlisis fraseolgico vase cap. 7).

    Y ese lxico frecuente da cobijo a ciertas voces argticas y jergales, las cuales en ocasiones nos

    transmiten, segn sealbamos ms arriba, algunos datos sociolectales: alucina, mogolln, pelas,

    apuntan la edad joven de dos de nuestros protagonistas, B y C. (Para un estudio ms detallado de

    los prstamos de estos lenguajes y de otras lenguas, as como de ciertos neologismos formales,

    vase el cap. 6).

    Y las palabras se mezclan con imgenes, y aparece as la metfora cotidiana, un modo sinttico y

    simple de ofrecer la informacin de mil palabras: parece que t nos venga rodando, quedarse de

    piedra (el cap. 5 se dedica ntegramente a su anlisis).

    Y la palabra descubre el entorno geogrfico-lingstico de los hablantes, sea por el cambio o

    imitacin de otro cdigo: est, b, diu, sea porque la palabra interfiere en otra: empez con

    cachondeo en el dichoso reloj (interferencia en el uso preposicional: en por con) (sobre dicha

    cuestin trata el cap. 12).

    Y las hay que controlan continuamente el contacto, llamadas de atencin, recursos fticos o

    apelativos como oye, fjate, eh?, no?, sabes?

    Al hilo de lo anterior, pueden ser productivas en clase algunas actividades prcticas como:

    Describa los recursos de intensificacin en el texto.

    Cambie el trmino elativizado por otro neutro o no marcado en relacin con la

    intensificacin. Observa alguna prdida de informacin?

    Extraiga y explique las metforas nuestras de cada da.

    Sustituya la metfora por el sinnimo o expresin sinonmica +/ coloquial correspondiente.

    Si dejamos de usar la metfora, se modifica la informacin o el efecto pragmtico que se

    desea transmitir? Se altera desde el punto de vista estratgico?

    Algunas de las preguntas anteriores pretenden insistir en la relacin entre las formas lingsticas y

    sus funciones comunicativas no solo en el qu sino en el por qu o finalidad de su uso.

    Reconozca las voces argticas y jergales. Intente precisar su mbito de uso, incluso al

    usuario de las mismas (cf. lenguaje de los estudiantes, de los jvenes en general, del toreo,

    del ftbol, de la delincuencia). Piense en algn trmino o expresin del estndar +/

    formal que coincida, al menos, en su significado representativo.

    6.2. NIVEL SINTCTICO

    De la sintaxis coloquial presentar algunos hechos lingsticos de gran rentabilidad para el anlisis

    de cualquier conversacin coloquial, que sern estudiados con mayor profundidad en captulos

    posteriores. Algunos se relacionan con la construccin, conectores (se vuelve sobre el tema en el

    cap. 8), orden de palabras (cap. 9), recursos decticos (cap. 10) y otros, con la estructura del texto,

  • 9

    ms concretamente, las secuencias de historia (cap. 2, para el anlisis de las unidades de la

    conversacin en general, y cap. 3, del relato dramatizado, como unidad secuencial).

    Los distintos aspectos que se tratan en cada uno de estos temas no son sino meras sugerencias

    descriptivas y, a veces, explicativas para su presentacin en clase.

    6.2.1. LOS CONECTORES PRAGMTICOS

    La conversacin es una negociacin por y para el acuerdo. De ah que, con otros autores, hayamos

    afirmado en varias ocasiones que hablar es argumentar, dar argumentos para una conclusin. En

    efecto, todo discurso prctico tiene una intencin, incluso cuando alguien dice que solo habla por

    hablar, y todo se dispone en este para lograr el fin o meta previstos. Pues bien, los conectores,

    adems de elementos de unin entre los enunciados de un texto y, por tanto, de su cohesin, son

    muchas veces marcas, a la vez que refuerzos, de esa actividad argumentativa, del proceso

    argumentativo que se sigue en la conversacin. Estos conectores argumentativos

    introducen argumentos;

    introducen conclusiones.

    En el intercambio pregunta-respuesta de (5),

    (5)

    A: vais a ir a la reunin de antiguos alumnos el veintisis en Sevilla?

    E: s quiero/ pero no tengo pelas

    P: pues mira yo empiezo mis vacaciones el quince / as que yo s que ir / porque tengo ganas de ver

    a los amiguetes de entonces y tomar unas copas con ellos y recordar viejos tiempos / adems que

    me apetece verle la cara a los guapos y guapas de entonces

    la intervencin de E es un movimiento concesivo-opositivo. A pesar de la concesin (s quiero), E no

    parece estar dispuesto a viajar, segn se desprende del argumento antiorientado (no tengo pelas).

    Pero, el conector prototpico de oposicin o restriccin ms frecuente en la conversacin, marca la

    citada antiorientacin. En cambio, P responde afirmativamente a la cuestin planteada por A. S

    es la conclusin explcita en este caso de toda la intervencin de P y dicha conclusin est marcada

    por el conector as que. Toda una serie de argumentos coorientados se aaden con el fin de justificar

    dicha respuesta (tengo vacaciones, ver a los amiguetes, tomar unas copas con ellos,

    recordar, etc.), algunos de estos introducidos por conectores. El porque, conector de justificacin

    por excelencia, marca e introduce el segundo de los argumentos. Conectores como y y adems,

    aditivos, permiten el aadido de otros enunciados con la misma orientacin argumentativa.

    Segn lo anterior y como ya adelantbamos, entre los conectores argumentativos hay unos que

    introducen argumentos a veces orientados hacia una misma conclusin y, otras veces,

    antiorientados, y los hay tambin que introducen una conclusin.

    Puede notarse, sobre nuestro texto, el valor de introduccin y refuerzo conclusivo que presenta

    pues en las tres intervenciones de B, recogidas en (6):

  • 10

    (6)

    (seala A que el relojero le ofreca doscientas mil pesetas por el reloj)

    B: pues Pepita si l te daba doscientas es porque el reloj vale medio kilo seguro eh?/ seguro

    B: pues seguro que es el doble de dinero seguro eh?

    B: (si el reloj te gusta y no necesitas el dinero) chica pues qudatelo

    Asimismo, puede observarse el valor justificativo que presentan los enunciados introducidos por

    porque en (7):

    (7)

    A: yo digo / ya vers este meter la pata // porque es que lo que pasa no sa[bemos =]

    B: [si]

    A: = menTIR / porque t fjate mi marido cuando le dijo a l [lo que =]

    B: [claro]

    A: = vala/ el hombre en seguida contest/ cuando ustedes lo compraron/ mira si sabra

    La meta y el conjunto de enunciados dirigidos eficazmente para alcanzarla constituyen la actividad

    argumentativa de un texto. Ahora bien, a dicho proceso se une otro que tiene que ver con la

    formulacin del discurso conversacional, sin duda, una formulacin la de este tipo discursivo que se

    produce al instante, cara a cara, que se planifica sobre la marcha y, as pues, presenta escaso control

    de la produccin de habla. A dicha actividad formulativa se vincula la segunda de las funciones

    generales del conector pragmtico, la que de forma general hemos llamado funcin metadiscursiva,

    como elemento ahora de demarcacin y de soporte de la progresin del discurso, del inicio,

    continuacin o cierre de los turnos, intervenciones, intercambios y de las secuencias de una

    conversacin.

    Entre estos tpicos marcadores de progresin, que regulan el avance lento, pero seguro, del

    discurso, se encuentran los denominados reformuladores [bueno, por cierto, entonces, en fin,

    quiero decir, ms claro, en otras palabras, para precisar, como habis dicho, quiero decir una cosa,

    digo, esto es, o sea, es decir, por as decir(lo), ay], a travs de los cuales el hablante (oyente) puede

    cambiar, rectificar, recuperar, precisar, explicar a modo de parfrasis, reorientar, ya sea un tema,

    un acto o actos argumentativos, e incluso una actitud.

    Volviendo a nuestra conversacin, puede observarse que la progresin de la narracin de la historia

    principal (el hallazgo de un reloj y la tasacin del mismo) se logra mediante conectores

    continuativos; el ms frecuente es y (cp. 8). Si hay que rectificar, reorientar o en general reformular

    se recurre, como en (8) y (9), a bueno, en total (el empleo de este conector est en relacin con el

    sociolecto bajo del hablante A), si bien el primero, segn se observa en (10), tambin adquiere en

    el texto el valor de marca de cierre conversacional:

  • 11

    (8)

    A: lo que pasa es que sin la saeta// y dice es que no tiene segundero desos/ y digo s digo ya lo s

    y l dice as no se nota si va o no va/ bueno empez el to all a darle vueltas// y mi cu- mi

    cuao QU vale poco verd? vale poco / vale pocoo y aquel hombre se rea/ dic(e) hombre

    a eso del bolsillo cada uno sabr lo que le cost// yo digo/ ya vers este meter la pata/ porque

    es que lo que pasa no sa[bemos=]

    B: [si]

    A: = menTIR / porque t fjate mi marido cuando le dijo a l [lo que =]

    B: [claro]

    A: = vala/ el hombre en seguida contest/ cuando ustedes lo compraron/ mira si sabra/ EN

    TOTAL que el hombre dice mire sin mirarlo sin ponerle la saeta// y dice doscientas mil pesetas

    si quiere se lo doy yo

    (9)

    B: s yoo hoombre yo pienso en principio si sera de oro

    A: DE ORO qu va! bueno la correa s que era bueno de oro

    (10)

    A: bueno voy a seguir yo

    B: [vale Pepita]

    E: [vaale]

    En (11), la primera aparicin del conector oye permite la reformulacin y aadido valorativo; el

    segundo empleo se presenta con un valor reformulativo digresivo ms concreto. Se trata de un

    conector que, adems de ser una llamada de atencin, permite a C introducir un nuevo tpico

    discursivo o, de otro modo, llama la atencin sobre el nuevo tema:

    (11)

    A: lo han hecho fijo a mi marido

    B: AAYY! QU ALEGRA! por qu no me lo has [DICHO? =]

    A: [(RISAS)]

    B: = fjate el otro da comentndolo eh?/ oye pues estar [contento el hombre no? =]

    A: [contento (( )) s]

    B: = vaya tela!

  • 12

    C: oye los numeritos del viaje?

    En general, segn se desprende de lo anterior, la funcin de los conectores en un texto se vincula a

    la actividad argumentativa y discursiva en este. Su anlisis ser, por tanto, ms sencillo si

    previamente se precisa dicha actividad.

    En nuestro texto, algunos de los interlocutores creen que el relojero que tas el reloj, ofreciendo

    doscientas mil pesetas por l, estaba engaando a A. El conector es un trazo de la actividad

    argumentativa, que podra quedar resumida como: no lo vendas, porque seguro que vale ms.

    As pues, no extraa la presencia del conector pero al principio de algunos enunciados que marcan

    los argumentos en contra de la venta (C: s s s pero eso no se te ocurra vendrselo a ese to por

    doscientas mil eh?) ni tampoco la de porque, que acta en varias ocasiones como introductor de

    los argumentos justificativos de esa conclusin (B: cuando- cuando el to ese te daba doscientas

    mil eso es porque vale ms eh? si- si alguna vez decides venderlo no lo vendas all).

    6.2.2. EL ORDEN DE PALABRAS

    A diferencia de los rdenes morfolgico y sintctico, fijados en la propia evolucin de la lengua, el

    pragmtico es un orden ms libre, ya que queda regulado contexto a contexto y, muy

    frecuentemente, por la intencin del que habla. Libertad, ciertamente, pero vigilada por dicha

    intencin.

    En la conversacin coloquial se presentan a menudo enunciados que no responden al orden de

    palabras neutro, regular o no marcado Sujeto-Verbo-Objeto, como muestran los ejemplos de (12):

    (12)

    a. digo por lo menos la correa/ mil pesetas por lo menos la correa valdr/

    b. doscientas mil pesetas si quiere se lo doy yo

    c. Sara sabes quin es?

    Las palabras se adelantan en estos como anticipos o titulares de la informacin que se dar a

    continuacin. Tales realces informativos, si bien a veces meramente subjetivos, tienen con

    frecuencia una funcin pragmtica, responden a un fin, esconden un propsito.

    Ntese cmo la presencia del yo (con tonema ascendente) en las dos intervenciones de A de (13) es

    un realce del papel de hablante o de locutor o preludio de opinin o punto de vista:

    (13)

    A: y yo viniendo pac yo digo

    A: (ee son- )) das porque yo cuando me lo dijo mira nos MIRBAMOS y no saBAMOS qu

    decir

  • 13

    Parece evidente el valor explicativo, matizador o de precisin informativa que supone ahora el

    movimiento tpico a la derecha en los ejemplos de (14):

    (14)

    a. lo han hecho fijo a mi marido

    b. o que se le haba perdido a la chica

    c. aqu- al volver la esquina no hay un poyete en una ventana/ de mrmol? pues ah estaba

    d. s a la puerta/en el poyete

    e. eso es porque vale el doble como mnimo como mnimo eh?

    f. a setiembre se le acababa la primera semana

    Funcin reparadora, de autocorreccin o reformulacin presenta la estructura subordinada

    condicional en (15), sin la presencia ahora de conector (cp. bueno si lo quieren vender):

    (15)

    A: mil pesetas te doy dl // si lo quies vender

    El segmento pospuesto con si presenta un valor conversacional de autorreparacin, con la

    consiguiente anulacin o suspensin de algunas de las presuposiciones e inferencias del primer

    segmento. Es este adems un valor informativo fijado en esta posicin; de hecho, si el orden se

    altera, el efecto de sentido se modifica. Incluso, a veces, ni siquiera es posible la anteposicin del

    segmento con si: Me lo dijeron tus amigas, si es que se pueden llamar as.

    Con frecuencia se ha afirmado que los cambios de orden de los miembros en ciertas estructuras

    oracionales no altera la construccin ni sintctica ni semnticamente. Y, en efecto, as parece que

    sucede con las llamadas coordinaciones homogneas o simtricas: Juan toca el piano y Mara la

    flauta > Mara toca la flauta y Juan toca el piano. Pero solo es en apariencia, porque en el uso puede

    ser relevante una u otra sucesin temporal: en el primer caso se puede estar afirmando que primero

    toca Juan y despus Mara. La inversin de los miembros en el segundo estara ahora informando

    de lo contrario.

    Aunque gramaticalmente tampoco hay diferencia entre Juan opt por la poltica y se enriqueci y

    Juan se enriqueci y opt por la poltica, la inversin de los miembros coordinados modifica, desde

    un punto de vista semntico-pragmtico, no solo la sucesin temporal de los hechos, sino las

    presuposiciones e inferencias que se ponen en marcha en cada caso. Toda esta informacin sobre

    la intencin, la interpretacin, etc., se obtiene del orden entendido ahora pragmticamente. Y, por

    supuesto, el cambio de orden de los miembros en estructuras coordinadas heterogneas o

    asimtricas, Juan estaba enfermo y fue al mdico, ni siquiera sera posible en el mismo contexto

    semntico-pragmtico: Juan fue al mdico y estaba enfermo.

    6.2.3. LOS DECTICOS

  • 14

    La estricta actualizacin en la conversacin coloquial hacen del YO-AQU-AHORA el centro dectico

    personal, espacial y temporal; esta es la orientacin subjetiva a partir de la cual se organizan las

    expresiones decticas.

    En relacin con la deixis personal, la presencia del yo hablante se manifiesta de forma constante,

    explcita o latente. Pero, adems de ser una de las voces principales del dilogo, es preciso destacar

    los valores pragmticos que su empleo aade al discurso, por ejemplo, como estrategia retrica de

    intensificacin o atenuacin. El hablante maximiza o minimiza su papel en la conversacin de

    acuerdo con sus objetivos, como muestran los ejemplos de (16a) y (16b), respectivamente:

    (16)

    a. yoo no estoy hablando de cachondeo

    b. mujer yo-yo digo

    yo es que- por lo menos usted tasmelo a ver quee

    Sin duda, la aparicin constante del pronombre de primera persona no es sino un modo de

    construccin del espacio interpersonal, de la autoimagen o de proteccin de la misma ante el

    interlocutor. Yo soy yo y mis circunstancias y t has de conocerlas y tenerlas presentes antes y

    durante nuestra interaccin.

    Junto al yo, centro del discurso coloquial, aparece la voz del t. A l se apela casi siempre de forma

    directa:

    (17)

    a. cuando lo tengas arreglao llvaloo llvatelo a un sitio que sea bueno

    b. ves y que te lo tasen por el centro.

    Ciertos usos mitigadores explicaran, por ejemplo, algunos desplazamientos de los centros decticos

    como salvaguardas de la imagen del Yo o del T:

    (18)

    a. nosotros no quisimos ya/ porque al decirnos eso claro ustedes lo compraron y sabran lo

    que les cost/ ya no quise decirlo

    b. yoo- nos quedamos mirando

    c. hombre a eso del bolsillo cada uno sabr lo que le cost

    d. hay que cortarlo hay que cortarlo

  • 15

    El realce de los papeles del sujeto y objeto de la enunciacin se refleja en el uso de todo el conjunto

    de morfemas personales de referencia al Yo y al T, en la redundancia pronominal, a veces extrema,

    en una fuerte presencia de pronombres dativos ticos o simpatticos.

    Adems de las voces principales del dilogo y de los distintos enunciadores que estas esconden, en

    el escenario coloquial surgen las voces de los personajes en los dialogismos o relatos

    conversacionales. El hablante se convierte en emisor, narratario y en la voz de distintos personajes,

    a los que incluso llega a imitar.

    Los sealamientos espaciales son continuos, tanto referidos al espacio de la elocucin, a la situacin

    de los conversadores o a la que ocupan determinados objetos, como al conjunto de lugares y

    entornos que surgen por la presencia o referencia a otros locutores o enunciadores. El contexto

    anterior y, sobre todo, el saber compartido llenan de contenido todas esas formas decticas.

    En (19) sitan el suceso en relacin con el espacio actual de los participantes:

    (19)

    a. aqu- al volver la esquina no hay un poyete en una ventana/ de mrmol? pues ah estaba

    b. as que all est el reloj en mi casa

    O, dentro de los relatos, los distintos acontecimientos u objetos referidos:

    (20)

    a. ESTO que lo habrn tirao a la basura y algn cro lo habr puesto ah

    b. porque ya comentndolo pall

    c. en total que all nos fuimos los cuatro

    d. y llegando all dice/ dos MIL/ DOS MIL / dos mil pes- digo no te he dicho que no!?// y llegamos

    all y el hombre empez a mirarlo

    e. ESTO que lleva aqu esto ser un rub

    6.2.4. LOS RELATOS CONVERSACIONALES

    Una de las constantes estructurales de la conversacin coloquial es la presencia de las secuencias

    de historia y especialmente del relato dramatizado. Estas historias sirven no solo para animar y

    provocar el inters en la negociacin que se lleva a cabo, sino que en muchos casos actan de

    verdaderos soportes argumentativos del que habla y de lo enunciado por este. En ambos sentidos,

    se entiende que el recurso intensificador sea frecuente en tales relatos.

  • 16

    Buena parte de nuestra conversacin es una narracin sobre el hallazgo de un reloj y su tasacin

    por parte de un relojero, que desea comprarlo, etc. El narrador y actor principal, A, vivifica y

    actualiza el suceso, ampla las voces del dilogo con otras no presentes, desdobla su personalidad y

    en esta representacin colabora toda una serie de actores secundarios, el resto de participantes.

    Junto a las voces, la polifona del relato, pueden estudiarse, desde el punto de vista de su estructura

    interna, los recursos a travs de los cuales se aaden las intervenciones de los personajes. Se trata,

    como puede observarse, de verbos de decir, con frecuencia en presente, o mediante el sujeto

    emisor (yo, t, l). En su defecto, las pausas, los tonemas o conectores demarcativos

    (metadiscursivos), como pues, se encargan de establecer las entradas y salidas de dichos actores

    en la narracin. Y, asimismo, puede tratarse la presencia continua de intensificadores en dicha

    narracin, verdaderos soportes del texto y del propsito y actuacin de los interlocutores, incluso a

    veces del mismo proceso de produccin del relato. En nuestro texto se maximiza la suerte de A

    (parece que to nos venga rodando, desde luego habis tenido una suerte); se intensifica el acuerdo

    y satisfaccin con la buena fortuna de esta y de su marido, una manifestacin de la llamada cortesa

    positiva (ay qu alegra!, sii, qu bien!); y, en concreto, en la historia dramatizada del reloj, se

    intensifican las cualidades del reloj (una maravilla de reloj, una monera) y, as pues, su valor, y se

    refuerzan los argumentos en torno a la posible venta o no del dichoso reloj (eso es porque vale

    el doble como mnimo como mnimo eh? s s s pero eso no se te ocurra vendrselo a ese

    to por doscientas mil eh? eso es porque ese reloj vale medio milln de pesetas; ese reloj vale

    medio kilo). La historia termina con una recomendacin intensificada final de B, chica pues

    qudatelo pa lucirlo.

    El abuso de las historias dramatizadas a lo largo de una interaccin y, por tanto, del empleo en estas

    del estilo directo puede vincularse a veces al estrato sociocultural bajo de los informantes o a la falta

    de destreza lingstica. Puesto que la experiencia me dice que algunos estudiantes no saben contar

    una historia de otro modo, convendra insistir en otras formas de narracin. Un ejercicio interesante

    que podra plantearse en clase sera el de convertir el relato dramatizado coloquial en un relato ms

    elaborado sin dramatizar.

    6.3. NIVEL FNICO

    En relacin con el nivel fnico, nos parece fundamental insistir en el papel clave de los

    suprasegmentos, sobre todo de la entonacin (una exposicin ms detallada sobre las funciones de

    la entonacin en cap. 11). El hablante, mediante los recursos prosdicos en general, organiza los

    contenidos informativos, cohesiona su mensaje y realza, por razones subjetivas o de ndole

    pragmtico-comunicativa, algunos de los elementos. Concretamente, los tonemas o inflexiones

    finales manifiestan las relaciones y los lmites entre los enunciados o partes de estos, con frecuencia

    parcelados y no siempre relacionados lgicamente:

    (21)

    a. a setiembre se le acababa la primera semana

    b. QUE de ponerle la saeta qu me va a cosTAR?

  • 17

    c. pero l- pero l entenda dee- de reLOJES ooo?

    d. y yoo digo por lo menos la correa/ mil pesetas por lo menos la correa valdr

    La presencia de tales inflexiones hace posible la sucesin coherente de ciertos enunciados sin pausa

    perceptible (22a) o modifica el sentido (22b):

    (22)

    a. s no desde luego habis tenido una suerte

    b. no bastante

    En repetidas ocasiones se ha sealado como caracterstica del espaol coloquial la entonacin

    regularmente expresiva, prominente, de constante manifestacin de actitud, de posicin ante lo

    afirmado. As es, adems de signo de enlace y continuidad, los tonemas contribuyen, en (23), al

    efecto rtmico y a la expresividad deseados:

    (23)

    VAMOS que si es BUENO ya te lo dir y si es malo

    En este caso refuerzan expresivamente ciertos argumentos con el fin de modificar la actuacin de

    alguien. Y, en (24), la curva meldica y las inflexiones en esta sugieren el tono preciso, el modo

    disimulado que ha de emplear A cuando se dirija al tasador:

    (24)

    D: es que/ no s me sabe mal/ desprenderme pero yo quisiera que me lo tasara porque

    B: ves y que [te lo tasen por el centro]

    D: [porque es quee] estamos un poco apuraos pero en fin ee yo es que por lo menos usted

    tasmelo a ver quee (( ))

    A: por saber lo quee me dara

    D: por saber lo que me dara/ y ya est

    Segn lo anterior, la curva meldica no solo expresa los diferentes tipos de actos (aseveracin,

    pregunta, mandato, etc.) sino la actitud. La alegra, la tristeza, la sorpresa, la clera, la irona, etc.,

    en fin, la manifestacin de aceptacin o de rechazo, son valores que se superponen a aquellos otros

    de carcter distintivo. Por ejemplo, en (25), el enunciado irnico del relojero se marca con una

    entonacin expresiva (frente al enunciado estrictamente aseverativo, este presenta mayor ascenso

    del primer grupo de entonacin, anticadencia o menor descenso del segundo y ms aceleracin de

    habla o transicin ms rpida entre ambos grupos entonativos):

  • 18

    (25)

    dice hombre/ cuando ustedes lo compraron s que lo sabran

    No cabe duda de la informacin pertinente que aaden en ciertos enunciados suspendidos los

    tonemas. En (26) se trata de un recurso de intensificacin, a partir del cual se destaca lo valioso que

    es el reloj y, por tanto, la validez de la conclusin a la que se dirige:

    (26)

    si ya entonces nos cost

    Si bien se emplea a veces como recurso de atenuacin, por ejemplo en (27), para minimizar y evitar

    la responsabilidad sobre lo dicho:

    (27)

    a. o que a lo mejor fuee la polica detrs o algo

    b. (como el relojero empez a dudar de lo que deca) yo ya no quise

    Es preciso que el estudiante comience a captar estos hechos prosdicos, as como los efectos

    rtmicos y la informacin adicional en la expresin que las inflexiones tonales ofrecen.

    Un hecho fnico, tambin muy frecuente en la conversacin, sobre el que cabe llamar la atencin

    es el de los alargamientos silbicos. Adems de aquellos que se producen por causas externas al

    propio discurso (sea, por ejemplo, la propia carencia expresiva del interlocutor) y cuyo valor es el

    de una pausa para pensar lo que se va a decir a continuacin, hay otros alargamientos significativos

    que actan como refuerzos del decir o de lo dicho.

    El alargamiento en (28), adems de una funcin retardataria, manifiesta la duda de A:

    (28)

    a.

    B: QUE cundo iris al pueblo por fin?

    A: al puebloo?

    b. yo digo que eso deba de ser un robo oo

  • 19

    En los ejemplos de (29) maximiza el acuerdo, la sorpresa, el contento del interlocutor, y en los de

    (30) refuerza la exhortacin, convertida en (30b) en recriminacin:

    (29)

    a. AAYY!

    b. SII? qu BIIEEN!

    (30)

    a. y si no Pepita cuando lo tengas arreglao llvaloo

    b. yo digo pero djaloo que ahora no quieroo arreglarlo

    Por el contrario, en (31) el alargamiento voclico atena la aseveracin. Y en (32), ms exactamente,

    como marca de modestia, la imagen del hablante:

    (31)

    no oye paa normalmente toos los das no se lo ponDR/ pero asi algn Da que see vista bien

    o algo

    (32)

    EEs que a mi marido lo han hecho fijo

    Con frecuencia, en la conversacin (coloquial) se encuentran ciertas pronunciaciones enfticas,

    marcadas, que aaden informacin a lo comunicado. As, en (33), enunciados, palabras, slabas, con

    este aumento en la intensidad, actan de refuerzos ilocutivos, valorativos, intensificadores de

    actitud o de lo dicho:

    (33)

    a. AAYY! QU ALEGRA!

    b. SII? qu BIIEEN!

    c. DE ORO qu va!

    d. QU VA!

    e. digo MADRE MA!

    f. ests moREna

    La relajacin articulatoria, favorecida entre otras razones por el escaso control de la produccin de

    habla, conlleva, como queda reflejado en la conversacin, numerosas prdidas y adiciones de

  • 20

    sonidos; fenmenos de juntura, a veces extremos; reelaboraciones; y cortes en lo comunicado, que

    sera muy oportuno ir corrigiendo en clase.

    7. A MODO DE CONCLUSIN

    El anlisis de lo coloquial en la conversacin no se agota con lo dicho en las pginas anteriores. No

    era nuestro propsito dar cumplida cuenta de todos los hechos lingsticos y paralingsticos que

    podran ser objeto de comentario en un texto coloquial; ni siquiera hemos hecho mencin de los

    elementos extralingsticos (quinsica, proxmica, etc.), que juegan un papel fundamental en la

    interaccin cara a cara; y tampoco hemos prestado atencin ahora al anlisis de la conducta

    interaccional, a los principios que controlan y explican el desarrollo de la conversacin como

    conducta social, negociacin, argumentacin o estructura (nos asomaremos en algunos de los

    captulos que siguen). S creo, en cambio, que consigue apuntar algunas pautas para iniciar en clase

    el estudio de la variedad de habla coloquial en el discurso conversacional, tambin aplicables a otras

    manifestaciones de dicho registro en otros discursos hablados o escritos.

    LECTURAS RECOMENDADAS

    Dado que estos temas se tratan con detalle en los captulos siguientes, tal y como he venido

    sealando al hilo de este anlisis pautado, remito a la bibliografa bsica que al final de cada uno se

    propone. Una muestra y tratamiento ms amplio de estas y otras constantes y estrategias del

    espaol coloquial puede encontrarse en Briz, A. (1996 y 1998) y en Briz, A.; Gomz Molina, J. R.;

    Martnez Alcalde, M. J. y Grupo Val.Es.Co. (eds.) (1997). En este sentido puede consultarse la

    monografa de Vigara, A. M. (1992) y la compilacin de estudios sobre lengua hablada de Kotschi,

    T.; Oesterreicher, W. y Zimmermann, K. (eds.) (1996). Unas muestras de anlisis descriptivo ms

    concreto en Seco, M. (1973) y Hernndez Alonso, C. (1980). Para el anlisis argumentativo del texto

    oral, Briz, A. (1994) y Fuentes, C. (1998). Para el comentario sociolingstico, Gmez Molina, J. R.

    (1997). Una propuesta de comentario de textos conversacionales en Gallardo, B. (1998). El anlisis

    de otros tipos de textos orales, tertulias, entrevistas y debates, en Corts, L. y Ban, A. (1997a y

    1997b); y en Haverkate, H. (1998). Especial atencin merece la revista Oralia, ntegramente

    dedicada al estudio del discurso oral.

    BIBLIOGRAFA

    Beinhauer, W. (1929). El espaol coloquial. Madrid: Gredos, 1991.

    Briz, A. Hacia un anlisis argumentativo de un texto coloquial. La incidencia de los conectores

    pragmticos. Verba, 1994, n. 21, pgs. 369-395.

  • 21

    Briz, A. (coord.) La conversacin coloquial (Materiales para su estudio). Anexo XVI de la revista

    Cuadernos de Filologa. Valencia: Universidad de Valencia, 1995.

    Briz, A. El espaol coloquial: situacin y uso. Madrid: Arco-Libros, 1996.

    Briz, A. El espaol coloquial en la conversacin. Esbozo de pragmagramtica. Barcelona: Ariel, 1998.

    Briz, A.; Gomz Molina, J. R.; Martnez Alcalde, M. J. y GRUPO VAL.ES.CO. (eds.). Pragmtica y

    gramtica del espaol hablado. El espaol coloquial. Zaragoza: Prtico, 1997.

    Corts, L. y Ban, A. Comentario lingstico de textos orales. I, Teora y prctica (La tertulia).

    Madrid: Arco-Libros, 1997a.

    Corts, L. y Ban, A. Comentario lingstico de textos orales. II, El debate y la entrevista. Madrid:

    Arco-Libros, 1997b.

    Fuentes, C. Acercamiento a ciertos procesos argumentativos del texto oral. Oralia, Universidad

    de Almera, 1998, n. 1, pgs. 119-139.

    Gallardo, B. Comentario de textos conversacionales. II, Los textos. Madrid: Arco-Libros, 1998.

    Gmez Molina, J. R. El comentario sociolingstico de textos. En VV. AA. El anlisis textual.

    Comentario filolgico, literario, lingstico, sociolingstico y crtico. Salamanca: Ediciones Colegio

    de Espaa, 1997.

    Haverkate, H. La entrevista periodstica. Anlisis discursivo e interaccional. Oralia, Universidad de

    Almera, 1998, n. 1, pgs. 27-45.

    Hernndez Alonso, C. Comentario de un texto coloquial. Hispanic Journal, 1980, vol. IV, n. 2,

    pgs. 89-103.

    Kotschi, T.; Oesterreicher, W. y Zimmermann, K. (eds.). El espaol hablado y la cultura oral en Espaa

    e Hispanoamrica. Franckfurt, Vervuert: Bibliotheca Ibero-americana, 1996.

    Payrat, Ll. Pragmtica y lenguaje cotidiano. Apuntes sobre el cataln coloquial. Revista de

    Filologa Romnica, 1992, n. 9, pgs. 143-153.

    Seco, M. La lengua coloquial: Entre visillos, de Carmen Martn Gaite. En El comentario de textos

    I. Madrid: Castalia, 1973, pgs. 361-379.

    Tusn, A. El anlisis de la conversacin. Barcelona: Ariel Practicum, 1998.

    Vigara, A. M.. Morfosintaxis del espaol coloquial. Esbozo estilstico. Madrid: Gredos, 1992.