El Acontecimiento Guadalupano hecho vida y oración · Sugerencias para una novena ... Nuestra...

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El Acontecimiento Guadalupano hecho vida y oración Sugerencias para una novena Prólogo de Monseñor Diego Monroy Ponce Vicario General y Episcopal de Guadalupe y Rector del Santuario Leandro Chitarroni Miembro fundador del Instituto de Estudios Guadalupanos Diciembre 12 del año 2006 después del parto de la Virgen En el 475 aniversario de su estampación en la tilma de San Juan Diego

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El Acontecimiento Guadalupano hecho vida y oración Sugerencias para una novena

Prólogo de Monseñor Diego Monroy Ponce

Vicario General y Episcopal de Guadalupe

y Rector del Santuario

Leandro Chitarroni Miembro fundador del Instituto de Estudios Guadalupanos

Diciembre 12 del año 2006 después del parto de la Virgen

En el 475 aniversario de su estampación en la tilma de San Juan Diego

1

Chitarroni, Leandro Horacio

El acontecimiento guadalupano hecho vida y oración: sugerencias para una novena / Leandro

Horacio Chitarroni; dirigido por José Luis Guerrero Rosado; con prólogo de Diego Monroy

Ponce. - 1a ed. - Villa Ramallo: el autor, 2007.

158 p.; 22x18 cm.

ISBN 978-987-05-2894-4

1. Mariología. I. Guerrero Rosado, José Luis, dir. II. Monroy Ponce, Diego, prolog. III. Título

CDD 232.91Chitarroni, Leandro Horacio

Fecha de catalogación: 20/06/2007

Primera edición, julio de 2007

Nada obsta a la Fe y a la Moral católicas para su publicación

José C. Caamaño

Puede imprimirse

S.E.R. Mons. Héctor S. Cardelli, Obispo de la Diócesis de San Nicolás

San Nicolás, 12 de junio de 2007

ISBN 978-987-05-2894-4

Queda hecho el depósito que ordena la ley 11.723

Corrección: José Guerrero Rosado, Ana Rodríguez Francia y Bernardina Vercelli

Diseño: Mar Chitarroni, Ricardo Galindo, Lidia Binzhá, Laura Casterés y Leandro Chitarroni

Ayudantes fotos y textos, de tapa y contratapa: Miguel Devito, Germán Pahuasi y Néstor Auza

Colaboradores: Virginia Padilla de Benoit, Verónica Lassalle, Mirta Franco y José Coronel

Leandro H. Chitarroni, Pte. Illia 865, (2914) Villa Ramallo, Bs. As., Argentina

2

“¿No estoy aquí, yo, que soy tu madre?

¿No estás bajo mi sombra y resguardo?

¿No soy la fuente de tu alegría?

¿No estás en el hueco de mi manto, en el cruce de mis brazos?

¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?” Nican mopohua, versículo 119

Con mucho amor a

Nuestra Madre de Guadalupe,

San Juan Diego Cuauhtlatoatzin,

Alicia, Vicky, María, Claudia,

Carmelo, Tobías Antonio Juan Diego,

Marcelo Zúcaro y los más pobres.

Con especial admiración

a mi familia, a Ramallo, a la Diócesis de San Nicolás,

a todo México, que nos contagia su existencia guadalupana,

a los bolivianos y filipinos, que nos muestran una Iglesia festiva e inculturada,

a Cai Danlin, y a todo el sabio pueblo chino.

3

México, 12 de agosto de 2006

Queridísima Madre de Guadalupe:

Nos has colmado con tantas delicadezas y

atenciones, con tantos e inmerecidos regalos... Quiera Dios que esta Novena, sirva

para agradecerte, aunque sea un poco de lo mucho con que has favorecido a nuestros

pueblos y familias y, también, a un servidor y a sus amigos.

Casi entre lágrimas te escribo estas líneas,

porque Tú sabes que te he pedido la gracia, al igual que al santísimo y admirado

Juan Diego Cuauhtlatoatzin, de no morir antes de poder difundir la oración que

contiene este libro. Todo se demoró y al mismo tiempo se enriqueció, por variados y

providenciales motivos; pero ya está, Virgencita. Ojalá contribuya a un Pueblo de

Dios, a una Iglesia, más capaz de ayudar a impregnar, mutuamente y entre sí,

culturas y Evangelio; siendo de esta forma, ocasión y posibilidad, para que muchos

puedan disfrutar de un pedacito del Tepeyac.

Madre, si ya me quieres llevar contigo voy

gustoso; si todavía me quieres en la tierra, también seguiré disfrutando. En todo

caso, por favor, que se haga tu plan, y no el mío. Te dejo un beso grande en

representación de tanta gente a la que amas, sobre todo de los más pobres, y que

también te corresponde, con un amor igualmente indestructible. Gracias Madre,

muchas gracias...

Leandro Chitarroni

4

Resumen

Ante la necesidad actual de crecer en el respeto entre los diferentes, se nos

propone, en el vínculo con María Santísima y con los más pobres, dejarnos educar

por ellos para aprender, de sus modos de estar, de relacionarse y de ser, caminos de

diálogo y de enriquecimiento mutuo.

Específicamente, ahondamos en las vitales enseñanzas de Nuestra Señora de

Guadalupe y de sus mensajeros o “Juan Diegos”, de ayer y de hoy, en cuanto a su

capacidad y manera de recibir, transmitir y hacer abrazar, a cada pueblo, la Buena

Noticia o Evangelio de Jesucristo. A cada pueblo, en y desde su cultura propia,

penetrando y empapando, con actitud cordial y misericordiosa, su corazón común y

el de cada uno de sus integrantes.

Al profundizar esa dinámica inculturante e inclusiva del acontecimiento

guadalupano, hacemos sugerencias que desean aproximar a apropiarse de ella,

existencialmente y en la plegaria, al ofrecer un camino concreto para suplicar la

gracia de encarnar el modelo que la sustenta. Modelo humano, pedagógico y

eclesial, sumamente emocionante, desafiante y fecundo, que estamos llamados a

asumir para que, de dicha forma, dejemos alcanzar y tocar lo nuestro por el Amor

Salvador de Dios y, a la vez, sepamos comunicarlo o compartirlo en el servicio,

queriendo lo otro y desde su peculiaridad.

Dinámica y modelo que entonces orientan cabalmente, y más allá de los límites

visibles del Pueblo de Dios, a ser protagonistas en la construcción de un presente

más fraterno y plural. A la edificación de sociedades multicolores y festivas, donde

cada uno pueda recrear su memoria o tradición y vivir su identidad, colaborando al

bienestar general, y en la búsqueda compartida de un futuro más pleno y feliz para

todos, seamos como seamos y pensemos como pensemos.

5

Índice

Prólogo ............................................................................................................................. 7

Introducción ................................................................................................................... 10

Sentido y recomendación .......................................................................................... 11

María y los pobres, educadores en la oración y en el diálogo ................................... 11

Nuestra Señora de Guadalupe y sus “Juan Diegos”, posibilidad y modelo de

evangelización inculturada ........................................................................................ 21

Una Buena Noticia, muchos pueblos ............................................................... 33

Una propuesta para aprovecharla .............................................................................. 34

Historia de Salvación y la pedagogía del Tepeyac ........................................... 37

Al corazón de las culturas y personas, plegaria de la visita de Nuestra Madre de

Guadalupe ...................................................................................................................... 38

Partes y modo de uso ................................................................................................. 39

Sugerencias para recibirla, vivirla y rezarla hoy .............................................. 42

Novenario: ................................................................................................................. 44

Primer día:

las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, de la incomprensión al encuentro

entre pueblos diferentes ........................................................................................ 46

Camino de diálogo y protagonismo ................................................................. 53

Segundo día:

los indios, colapso cultural y feliz reconciliación con la propia historia .............. 54

Paso hacia paz de vida y plenitud .................................................................... 62

Tercer día:

Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de Dios y Madre Nuestra ......................... 63

Modo de ser que reconcilia y fecunda.............................................................. 70

Cuarto día:

San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, embajador muy digno de confianza................. 71

Para ser mensajeros hoy ................................................................................... 78

Quinto día:

el obispo Zumárraga, sus ayudantes y españoles en general, celoso pastor y

prejuicioso hostigamiento ..................................................................................... 79

6

Hacia un mundo y comunidades más hermosos ...............................................87

Sexto día:

el tío Juan Bernardino, símbolo del pueblo que pasa de la postración de muerte al

movimiento de vida ...............................................................................................88

Cultivando un saludable pluralismo .................................................................95

Séptimo día:

las flores de Dios, realidad y signo de su salvación y pascua ...............................96

Caracterización de existencia y acción ...........................................................103

Octavo día:

la Sagrada Imagen, comunión con Dios y visita que continúa ............................104

Modelo de Iglesia y de su modo de servir ......................................................112

Noveno día:

el milagro guadalupano, madurez y armonía comunitaria y personal .................113

Madre que da la vida y educa .........................................................................121

Día final:

advenimiento de Dios y su Luz, nacimiento y oración de un nuevo pueblo .......122

Evangelización y evangelizador inculturados ................................................128

Apéndice: Pascua, camino recorrido y a seguir ............................................................130

Para una comprensión más profunda .......................................................................131

Palabra, códices o escritura y vida ......................................................................131

Autor y Género literario del Nican mopohua ......................................................136

Trasfondo religioso y escolar .........................................................................159

Código interno y caracterizaciones .....................................................................142

Estructura educativa y posibilidad ..................................................................144

Fuentes principales .......................................................................................................164

7

Prólogo

“Mientras peregrinamos, María será la Madre educadora en la fe

(LG 63). Cuida de que el Evangelio nos penetre, conforme nuestra vida diaria y produzca frutos de santidad. Ella tiene que ser cada vez

más la pedagoga del Evangelio en América Latina”

Documento de Puebla, n. 290

La presente obra del P. Leandro H. Chitarroni, que elaboró su Tesis Doctoral

en Educación examinando a Nuestra Madre Santísima de Guadalupe no como

sería usual, es decir como Madre de Dios y Nuestra, sino como educadora, como

maestra, es decir, examinando qué y cómo hizo Ella para hacerse entender, instruir y

formar a discípulos tan problemáticos como fueron, al momento de su encuentro-

choque inicial, nuestros padres indios y españoles1. El presente libro no es esa tesis

sobre pedagogía, sino un producto de ella inspirado en la piedad, o sea el

Acontecimiento Guadalupano hecho vida y oración. Se trata, pues, de una obra que

1 La Tesis Doctoral en Educación titulada: El modelo pedagógico de Nuestra Señora de Guadalupe en el

Nican mopohua, fue presentada y defendida por su autor, obteniendo las máximas calificaciones, en la

Universidad Católica de Santa Fe (Argentina), el día 18 de octubre de 2003. Incluida, por su carácter y

relevancia científica, en el primer Registro Nacional de Investigaciones Educativas del Ministerio de

Educación de la República Argentina, ha sido aprobada en forma de Jornada, por el Consejo General de

Cultura y Educación de la Provincia o Estado de Buenos Aires, para capacitar a los docentes, tanto de

las escuelas públicas de gestión estatal como de gestión privada, de su territorio. Actualmente, se ha

difundido también, en otros ambientes de educación formal e informal de México, de Estados Unidos de

América y de diversos países del lejano oriente.

Fue publicada en el mismo año de su defensa (CHITARRONI, LEANDRO, El modelo pedagógico de

Nuestra Señora de Guadalupe en el Nican mopohua, Córdoba: edición del mismo autor, 2003 -en

adelante citado como CHITARRONI, El modelo pedagógico-), y aunque al presente dicha edición está

agotada, se puede acceder a su texto completo, y a esquemas y resúmenes que facilitan su lectura, en el

sitio oficial de Internet de esta Insigne y Nacional Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe

(http://www.virgendeguadalupe.org.mx/apariciones/pedagogia/pedagogia_index.htm). Como así

también, a diversas propuestas de acción e implementación (además de la ya mencionada) a las que ha

dado lugar (http://www.virgendeguadalupe.org.mx/apariciones/pedagogia/jornada_index.htm) y a otros

obras de difusión surgidas de ella (http://www.virgendeguadalupe.org.mx/sugerencias/sugerencias.htm),

incluido un anticipo de esta Novena

(http://www.virgendeguadalupe.org.mx/oraciones/Novena/ind_novena.htm).

8

no resulta muy fácil de definir ni catalogar, no porque le falten méritos, sino por lo

contrario, porque es sumamente rica, al conjuntar ternura y devoción, con

fundamentación y solidez.

Se trata de una “Novena”, o sea que, de suyo, puede adscribirse al género de la

literatura piadosa que, de hace siglos, usan los fieles para prepararse a alguna fiesta

importante o para implorar de Dios algún favor especial. Está, por supuesto,

enfocada a fomentar la devoción a la Virgen de Guadalupe y a San Juan Diego

Cuauhtlatoatzin2, objetivo que logra plenamente, a base de ir recorriendo, en nueve

días, los protagonistas, las acciones y los aspectos esenciales del milagro del

Tepeyac. Pero, al realizar lo anterior, brinda no sólamente un cálido y filial

acercamiento a Ella y a su mensajero, y un aprecio por los otros que intervienen en

dicho suceso, sino también una concisa información de carácter histórico y

científico sobre cada aspecto y tema.

Como el mismo autor explica, cada uno de los días del novenario sobre las

apariciones

“...se fundamenta en el Nican mopohua (en castellano significa “Aquí se

narra”), que es el relato que las cuenta, [...] cuyo texto distribuimos y

vamos leyendo en cada jornada, [...incluyendo] explicaciones de su

sentido profundo. [...] A continuación, desprendemos, partiendo […del

mismo], ruegos de gratitud y petición, a los que nos abre en nuestro hoy

lo que el relato nos dice. Vinculado a lo anterior, proponemos intercalar

momentos para compartir comentarios o interrogantes, tiempos de

silencio y de canto, como así también la realización de gestos de

veneración, súplica o consagración y de obras de misericordia.”3

De modo que, junto con la instrucción y la plegaria, también sugiere iniciativas

concretas, oportunas y pertinentes, que permiten llevar a la práctica el refrán

castellano de “a Dios rogando y con el mazo dando”, al propiciar el

aprovechamiento del impulso que desata el tópico de cada día, para impulsar a

realizar acciones relacionadas con él, para, en definitiva, vivir hoy el

acontecimiento guadalupano.

2 Cuauhtlatoatzin es el nombre indígena de nuestro querido San Juan Diego (ver ESTA OBRA, subtítulo

“Cuarto día”). 3 ESTA OBRA, subtítulo “Partes y modo de uso”, p. 42 y 43 (ver nota al pie 52).

9

Su simple lectura podría ser de gran utilidad, pero está demostrado, por la

experiencia de gentes y comunidades que han asumido esta propuesta en su totalidad,

que además de lo ya señalado con anterioridad, resulta un excelente medio para animar

a transitar caminos, junto con Nuestra Madre y sus embajadores dignos de

confianza, hasta el logro de una evangelización inculturada, es decir, para

intercompenetrar con el Evangelio lo propio y diario de “...todos los que en esta tierra

estamos en uno y [lo de] las demás variadas estirpes de hombres...”4.

Entre esas experiencias de gentes y comunidades que ya se han servido de esta

Novena, la más significativa es quizá que el Cabildo de la Basílica de Santa

María de Guadalupe, consciente de su responsabilidad de que este gran milagro se

de a conocer y se presente ante el mundo, “…no sólo como un ejemplo de

evangelización perfectamente inculturada, sino como posible respuesta a graves problemas de solución humanamente imposibles”

5, adoptó los temas de esta Novena

para su propio “Solemne novenario en honor de Nuestra Señora de Guadalupe”

de 20066. Año importante, por tratarse del 475 aniversario de las Apariciones e

inicio de una preparación conciente para el año 2031, en que se cumplirá el quinto

centenario de las mismas.

En el mismo año, con anterioridad, la estación televisiva María Visión, que

tiene alcance continental, la difundió a partir del 30 de agosto, día de Santa Rosa de

Lima. Se hizo con la intención de rezarla y terminarla el día 8 de septiembre,

Natividad de Nuestra Madre, y así ofrecerle a Ella un regalo de cumpleaños.

4 Cfr. ROJAS SÁNCHEZ, MARIO (TRADUCTOR), Nican mopohua, México: Desingn&Digital Print,

2001, VERSÍCULOS 30 y 31 (en adelante citado como ROJAS SÁNCHEZ, Nican mopohua). 5 MONROY PONCE, DIEGO, Mensaje del Rector, en Boletín Guadalupano, Información del Tepeyac

para los Pueblos de México (Revista de la Insigne y Nacional Basílica de Nuestra Señora de

Guadalupe), México: Año 5, Edición Especial, n. 72 (diciembre de 2006), p. 3 (en adelante citado como

BOLETÍN GUADALUPANO, Información). 6 Cfr. BOLETÍN GUADALUPANO, Información, p. 62 y 63.

10

Introducción

“...La aparición de María al indio Juan Diego en la colina del Tepeyac, el año 1531, tuvo una repercusión decisiva para la

evangelización. Este influjo va más allá de los confines de la nación

mexicana, alcanzando todo el Continente. Y América, que históricamente ha sido y es crisol de pueblos, ha reconocido „en el

rostro mestizo de la Virgen del Tepeyac, [...] en Santa María de Guadalupe, [...] un gran ejemplo de evangelización perfectamente

inculturada‟.

[...Dicho rostro] fue ya desde el inicio en el Continente un símbolo de la inculturación de la evangelización, de la cual ha sido la estrella y

guía. Con su intercesión poderosa la evangelización podrá penetrar el corazón de los hombres y mujeres de América, e impregnar sus

culturas transformándolas desde dentro”

Ecclesia in America, n. 11 y 70

11

Sentido y recomendación

A continuación, en el texto principal, se cuentan y comparten momentos,

intensidades y reflexiones que han marcado el trayecto vital de un servidor y han

desembocado en esta propuesta y en parte de lo que él, humildemente, siente y

piensa ante ella y sus posibilidades.

Se recomienda considerarlo, en tanto y en cuando, pudieran favorecer un mayor

aprovechamiento y fecundidad existencial de la Novena que se ofrece. Así también,

el tener en cuenta o no, los fundamentos y profundizaciones que se presentan en las

abundantes y densas notas al pie y en el apéndice, que para los fines de la presente

obra, nos parece que, al igual que lo anterior, tendrían que leerse sólo a la luz de su

corazón piadoso y en la medida en que ayudaran al mismo.

Las citas que se destacan en las páginas con diseños gráficos o con títulos

principales, y los esquemas y cuadros con sus síntesis, que distribuimos y

presentamos a lo largo de todo el libro, pretenden facilitar e incentivar tanto el hacer

vida, como el uso y entendimiento de la plegaria sugerida.

María y los pobres, educadores en la oración y en el diálogo

Hoy se percibe intensamente la necesidad del cultivo de seres comunitarios y

personales más amables. Ante pretensiones o indiferencias exclusivistas,

excluyentes y/o egoístas de diversos fanatismos, creciendo en el diálogo, estamos

llamados a poner al servicio del bien común, las afinidades y simpatías que definen

nuestras comunidades y personas. Así también, en el caso de los que profesamos

alguna religión, el conjunto de creencias o sentimientos que tengamos acerca de la

divinidad, las normas morales para la conducta social e individual que manifiesten

12

lo que somos a la luz de dicha fe, y las prácticas rituales con que celebramos todo lo

anterior7.

En el caso de los católicos, es conveniente recordar además, que consideramos

“...que „la Iglesia no tiene el monopolio de los signos del Reino, y que,

por lo tanto, el diálogo no es sólo una condición previa necesaria a la

misión, sino una dimensión interna de la […misma]‟ [...que] no tiene

solamente su justificación en el respeto a la libertad religiosa del otro,

[...] sino sólidos fundamentos teológicos.”8

Se trata pues para nosotros de un diálogo de salvación, a concretar por lo que

nos acerca o distancia con los demás, en el buscamos festejar y aproximarnos a una

Verdad que trasciende cualquier parcial punto de vista9. De un diálogo inherente a

7 En nuestro tiempo, con todas sus posibilidades tecnológicas de atenuar distancias y barreras físicas, en

la cercanía entre los diferentes, muchas veces esto se experimenta como molestia, y se acentúan los

choques. A veces, por lo anterior, se levantan muros, tanto en las fronteras internacionales, como dentro

de los países y ciudades (barrios o colonias cerradas, autos blindados, etc.). Estas iniciativas aislantes y

negadoras de porciones humanas, en el mejor de los casos, hacen más leves los conflictos o postergan su

desenlace, pero sin sanarlos e incubando, en general, estallidos y discordias mayores.

El diálogo entendido como la escucha, manifestación y donación alternativa de lo propio de cada uno

de los diversos, es la senda a recorrer, pensamos nosotros, para generar y experimentar relaciones

superadoras de dichos males y sus raíces. El mismo, posibilita intentar edificar y estimular la simpatía,

que permite descentrarse, ponerse en el lugar del distinto y reconocerlo en su alteridad irreductible.

Ayuda así, este camino, al asistirnos para alcanzar la concordia, a poner en contacto y a aproximar a los

diversos tú, a constituir de verdad un nosotros, a vivir la diferencia en la igualdad.

Cfr. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario de la lengua española, Madrid: Espasa Calpe, 199221

,

p. 743 (en adelante citado como REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario) y DUCH, LLUÍS, La

educación y la crisis de la modernidad, Barcelona: Piadós, 1997 (Colección “Piadós Educador”, n. 128),

p. 21 a 23, 49, 50, 62, 63, 120, 135 a 137 y 139 a 141 (en adelante citado como DUCH, La educación). 8 COORDINACIÓN NACIONAL DE PASTORAL INDÍGENA, Plan de Pastoral Misionero-Indígena: Ad

experimentum, Asunción: Conferencia Episcopal Paraguaya, 2006, p. 18 (cita a GEFFRÉ, CLAUDE,

Pluralismo religioso e indiferentismo, s/d. En adelante citados como PASTORAL INDÍGENA, Plan de

Pastoral y GEFFRÉ, Pluralismo religioso). 9 Sólo podemos compartir o enseñar algo si, al mismo tiempo aprendemos o nos dejamos transformar

por nuestros interlocutores, cultivando una interacción efectiva y afectiva, en la cual juntos vamos

desvelando y manifestando la verdad (ver ESTA OBRA, nota al pie n. 42). Es que somos muy limitados

en lo que cada uno puede ver y saber: dentro del “mundo humano objetivo”, que es aquella porción de

lo existente que se encuentra al alcance de nuestra especie y está constituido por lo que todas las mujeres

y los hombres, en igualdad de condiciones, podemos llegar a percibir, se recorta además el “mundo

propio”, que es la pequeña parte que efectivamente cada uno de nosotros puede llega a conocer, con

13

nuestra vocación, pero que, en las actuales circunstancias, estamos especialmente

interpelados a ser y a vivir; tal vez más que nunca, para que, dejándonos conducir

por él, como Pueblo de Dios, como Pueblo de y entre pueblos y naciones,

realicemos nuestra donación, ofrenda y comunicación de la Buena Noticia.

Concretando de esta forma, nuestro servicio evangelizador, estaremos atentos a

dar lugar a la manifestación de cada particularidad colectiva o singular con la que

interactuemos, y a ser compañeros de todos, sean como sean y piensen como

piensen. Atentos, entonces, a tratar de aumentar nuestra capacidad de mirar bien al

otro y a lo ajeno, de entender la diversidad como ocasión de mejoría general, y de

fomentar sanas y enriquecedoras vinculaciones de mestizaje entre los distintos. Bien

despiertos para asociarnos especialmente a los que se esfuerzan en edificar felicidad

y siempre más ocupados en nuestra propia conversión que en demandas a los

demás10

.

inevitables afinidades, intereses y prejuicios, de ese “mundo humano objetivo”. Este poquito, sin

embargo, como pueblos y personas, al mismo tiempo con humildad y valentía, estamos llamados a

ponerlo al servicio del bien general. Así, y para ejemplificar lo que se quiere expresar, como Iglesia

latinoamericana debemos intentar vivir la relación fe-razón, embelleciendo a todo el pueblo de Dios,

desde la lógica y pensamiento conciliador y sincrético que caracterizan a nuestra gente.

Cfr. GUARDINI, ROMANO, El contraste. Ensayo de una filosofía de lo viviente-concreto, Madrid:

Biblioteca de Autores Cristianos, 1996, p. 207 y 208; PARKER, CRISTIAN, Otra Lógica en América

Latina, Religión popular y modernización capitalista, Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica,

1993, p. 366, 367, 370, 379, 380 y 382 y CHITARRONI, LEANDRO, Fe-razón: desde nuestra

particularidad, en Jornadas 1 (Publicación periódica del equipo de fe y cultura de la Diócesis de San

Nicolás), San Nicolás: Año 1, n. 1 (julio de 2000), p. 23 a 26. 10

Para lograrlo es necesario propiciar y robustecer identidades maduras en el arte de ejercer la crítica, es

decir, con criterio para saber discernir y ubicarse, sabia y responsablemente, en y desde su lugar propio

y constitutivo. Identidades dinámicas, flexibles y empáticas, capaces de habitar el mundo

reflexivamente, sin equiparar el universo de lo verdadero con lo que cada una pueda ser, hacer o

concebir. Y que, de esta manera, no se afirmen a costa de negar a los otros, al dar carácter metafísico o

de inamovible interpretación a sus perspectivas, y generando perversas e inalterables

fundamentalizaciones y/o a la repetición mecánica y estéril de recetas o posiciones fijas y ahistóricas.

En el contexto de lo afirmado, es una gran liberación el fin de cualquier vivencia eclesial, tanto hacia

adentro como hacia fuera de sus dimensiones visibles, que pretenda erigirse en la interpretación o

manifestación única, absoluta o definitiva de Dios y su mensaje. Es decir, de toda vivencia del mandato

de evangelizar como imposición caprichosa o adoctrinamiento, y no como generoso y humilde servicio

de diálogo, muy criterioso a la hora de reformularse, en los aspectos que así lo permiten y exigen, según

las enseñanzas de las diversas coyunturas.

Cfr. DUCH, La educación, p. 28, 64, 66, 67, 119, 120, 123, 124, 132 y 133.

14

Es así, nos parece, cómo la Iglesia, siempre llamada a ser y significar un surco

de eternidad en la historia, siendo lugar de encuentro con Dios y con los hermanos,

para fraguar la integración y comunión universal, debe colaborar en este presente a

la consolidación de las diversas identidades. Pero animándolas, en su peculiar

asimilación del Evangelio y de los avances de hoy, y en consecuencia con lo

explicitado, a afirmarse y a reconocerse en su conexión con las diferentes y por su

mediación11

.

En tal sentido y para crecer en lo anterior, la interrelación cotidiana, en la

profundidad de la contemplación y oración, con María y con los pobres, es

posibilidad a veces no suficientemente valorada. Participando y estando con ellos,

en diversas situaciones, podemos aprender a identificarnos más como Cuerpo de

Cristo, en los hechos y actitudes, con nuestra Cabeza, con Jesucristo. Dejándonos

enseñar por la fe vivida de Nuestra Madre y de los más sencillos, por su humilde

apertura al prójimo y al Espíritu, seremos sin duda educados en la capacidad de

abajarnos al modo del Salvador. Requisito necesario e imprescindible, sin duda, para

evangelizar colaborando al logro de un sano clima solidario, fraterno y plural12

.

11

Podemos y debemos contrarrestar, con la universalidad del mensaje evangélico y su trascendencia de

toda entidad colectiva o singular, a todos los particularismos de signo egoísta y dominador.

Favoreciendo de esta forma, y al mismo tiempo, tanto el respeto del derecho que toda identidad tiene de

vivir la Buena Noticia desde sí misma, como su comunicación con las otras.

Cfr. EPISCOPADO LATINOAMERICANO, III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano,

Puebla, Bogotá: Conferencia Episcopal Latinoamericana, 1979, n. 425 (en adelante citado como

EPISCOPADO LATINOAMERICANO, III Conferencia General) y BARUFALDI, ROGELIO, Filosofía de la

Cultura: [informes de Cátedra del Bachillerato en Teología del Seminario Nuestra Señora de Nazaret.

San Nicolás, 1991]. (Ad usum privatum –en adelante citado como BARUFALDI, Filosofía–). 12

Nuestro Señor Jesucristo, para salvarnos, se anonada y asume en su persona divina, sin mezcla ni

confusión, la condición humana; sin anularla o eliminarla, todo lo contrario, restaurándola y elevándola.

Él es así, verdadero Dios y verdadero hombre, a la vez rostro y definición del Ser Supremo y del ser

humano pleno, que compendia y representa en si mismo a toda la humanidad, particularmente a la

doliente.

Y, es de este modo, con su abajamiento, como El nos manifiesta entonces tanto ese Misterio Inasible

del Amor Uno y Trino, como el de nuestra dignidad. Es así, tomando nuestra naturaleza en forma

concreta y, por lo tanto, coasumiendo con ella toda su índole espacial e histórica, perteneciendo en su

vida terrena a un pueblo, a una cultura, a un sector social, la manera en que nos hace partícipes de su

Vida eterna.

El Pueblo de Dios, encarnándose y coasumiendo como Cristo, al modo de Él, es cómo debería siempre

continuar su ser, misión y mediación a lo largo de los tiempos, para mejor hacer patente que la historia,

es historia de salvación (ver ESTA OBRA, nota al pie n. 24). Revelando y creciendo así en semejanza con

el Padre, Hijo y Espíritu Santo, a la vez único, diverso y armónico en sí mismo, que nos salva y regala

todo por pura y libre Bondad.

15

Por regalo de Dios, lo antedicho, lo he vivenciado, y lo sigo haciendo, de modo

muy agudo y permanente. Y sin pretensiones de absolutizar este limitado testimonio

personal, al saber y reconocer que los senderos del Señor son insondables, con la

misma honestidad, afirmo sí, con toda certeza, que hasta dónde puedo ver, casi todas

las veces, por no decir todas, “no sabemos”, y el testimonio de Nuestra Reina y de

los hermanos más sufridos, pacientes y bienaventurados nos muestra el rumbo a

seguir13

.

Los pasos de mis días cambiaron caminando en noches de verano, con gente

simple y con Ella (siendo los pies de su Imagen), desde Villa Ramallo hasta el

Santuario de Nuestra Señora de Luján14

. “¡Madre -decía en mi interior-¿cómo esta

Cfr. GERA, LUCIO, El Documento de Puebla: Visión de conjunto, en SEDOI-Documentación, Buenos

Aires: Año 7, n. 52 (septiembre de 1980), p. 30 y 31(en adelante citado como GERA, El Documento),

KASPER, WALTER, Jesús, el Cristo. Salamanca: Sígueme, 19866, p 197 en adelante y PIRONIO,

EDUARDO, María y los pobres, Buenos Aires: Patria Grande, 1980, p 7 a 9.

13 El acto de testimoniar es la proclamación de una verdad existencial, que a la vez que la sustenta, es

garantizada por la vida del que lo da, cuando intenta que no haya disociación entre decir, hacer y ser.

Dicho acto hace que la dicción y la palabra humana adquieran así toda su fuerza, tanto para el que quiera

recibirla como para el que la emite. Y si bien todo testimonio se da encarnado en un tiempo y en un

espacio concretos, y expresa una limitada manera de vivirlos, sin disociación de lo anterior, contiene una

significación que trasciende esa circunstancia y a la existencia de la comunidad o persona que lo

protagoniza. Particularísimamente, el de los más sencillos y simples, muestra con intensidad especial la

experiencia que los marca a fuego: la plena seguridad de que, finalmente, no tendrán la última palabra ni

el mal ni la muerte. Uno de los principales intereses de esta obra, tal como lo expresamos en esta

“Introducción”, es ayudarnos a aprender de ellos a estar más con María y a dejarnos transformar por

Ella, para crecer, como Pueblo de Dios y a nivel personal, en nuestra identificación y parecido con la

Madre que nos da a luz a la Vida de Cristo.

Cfr. DUCH, La educación, p. 124 a 127 y 143. 14

Villa Ramallo, mucho más pequeña, y Luján, son dos ciudades de la Provincia o Estado de Buenos

Aires, en la República Argentina. La distancia entre ellas es de aproximadamente unos doscientos veinte

kilómetros que, en las mencionadas peregrinaciones de verano, recorríamos en cinco días. En ellas, que

conforman gran parte de los recuerdos más hermosos de mi adolescencia, siempre experimentábamos el

gran cuidado de la Providencia Divina.

Cada una de esas peregrinaciones (más o menos unas diez), a las que fui llevado por regalo de Dios,

la Virgen y su Pueblo, las vivencié como un reflejo y fragmento, que revelaba y concentraba una gráfica

muestra de lo que es la vida y el trayecto humano en general. Así, por ejemplo y en relación con esto

último, me quedaron grabadas muchas certezas, tales como las siguientes: intentar caminar siempre

cerca de la Imagen para no quedar muy atrás o desfallecer, que el Santo Rosario hace más fraterno y

rápido el avanzar y que el diálogo con los otros ayuda a amigarnos, a encontrar el rumbo y a tornarlo

más placentero.

16

gente te canta, te reza el rosario y otras oraciones, te baila y te hace danzar, y yo no

sé ni quién sos, ni por qué estoy acá?...!”. No me daba cuenta, pero ellos, María y

sus hijos más necesitados, me estaban contagiando su específico modo de avanzar,

su plegaria, su oración. Me estaban, de alguna forma, “pariendo” hacia otro

horizonte al constituirme peregrino; y ese “nacimiento”, “por gracia divina”, he

intentado prolongar, tratando siempre de dejarme instruir por la Virgencita y por la

oración total del Pueblo de Dios, magistralmente condensada y expresada, por los

más humildes, por los que aparentemente nada valen, ni saben15

.

15

Nuestro Padre ha elegido y elige para revelarse, y Jesucristo lo alaba por eso, a la gente sencilla. El

paso del Antiguo Testamento al Nuevo, efectivamente, se realizó en la fe de los pobres, y aún hoy la fe

de ellos sigue siendo el más precioso tesoro que posee la Iglesia.

La fe de los pequeños y sencillos, de las personas comunes que cruzamos cada día en la calle, merece

siempre respeto, pues capta, en una especie de intuición que abarca lo principal, el núcleo central del

Misterio del Dios Amor, reconociendo el don recibido e intentado corresponderle. Y aunque esa fe no se

haya desplegado en una reflexión intelectual, tipo cartesiana por ejemplo, detenida y desmembrada en

muchos pasos y conocimientos parciales, puede captar incluso mejor, que la que si lo ha hecho, ese

centro fundamental.

Y es sobre todo María la mujer pobre y de fe sencilla; Ella, que es la Madre del Pueblo, y que entrega

constantemente, en todo lugar y momento, su humanidad y asentimiento a Dios, y que suscita así la

epifanía de su Hijo, al darse y adherirse sin dudas, a la voluntad y al plan divinos. Ella, en su vida

terrena, construye así historia desde ese creerle sin reservas a Él, y por esa firme fe, en que Dios está

salvando en cada instante, da carne, sangre y alimento a Aquel que es la gracia y la verdad y, además, lo

lleva, lo hace presente, lo muestra y lo comparte. Como en la anunciación (momento cumbre de su vida

-lo anterior la prepara a él y lo posterior es prolongación de su respuesta al Arcángel-), como en su visita

y ayuda a Isabel (o en el Pesebre, o en Caná, o al pie de la Cruz, o en Pentecostés).

Es así que, en Nuestra Madre (ver ESTA OBRA, nota al pie n. 21) y en los más pobres en general, la

Iglesia, llamada a configurarse en la humildad y abnegación y no según la gloria del mundo, debe

reconocer especialmente a Cristo, su fundador y paradigma. Contemplando entonces en ellos la norma

de su ser y estar y, por lo mismo, la de su desinteresado y gratuito servicio. Procuremos, en

consecuencia, siempre pedir la gracia de tener “...los ojos y el corazón abierto a la Palabra de Dios que

el Señor quiere pronunciar, a favor nuestro, por la boca de los sencillos y de los que son como los

niños...” (homilía de Monseñor Licenciado PEDRO TAPIA ROSETE, Canónigo Arcipreste de la Insigne

y Nacional Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe de México, 12 de marzo de 2005).

Cfr. GUARDINI, ROMANO, La Madre del Señor, Buenos Aires: Lumen, 1990, p 30 y 31; RATZINGER,

JOSEPH, Palabra en la Iglesia, Salamanca: Sígueme, 1976 (Colección Verdad e Imagen), p. 30 a 32;

BARAUNA, GUILLERMO (DIRECTOR), La Iglesia del Vaticano II, t. II, Barcelona: Juan Flors, 19683, p.

1179; GERA, El Documento, p. 59 y CAAMAÑO, JOSÉ, El misterio de la Iglesia, pueblo de Dios en

comunión, en Teología (Revista de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica

Argentina), Buenos Aires: Año 42, t. XLII, n. 88 (diciembre de 2005), p. 615 (en adelante citado como

CAAMAÑO, El misterio).

17

En la continuidad de esa maternidad y educación recibidas, me ha movido

particularmente en estos días, a la confección y difusión de esta obra y su propuesta,

el ejemplo y enseñanza de nuestros hermanos bolivianos y descendientes de

bolivianos, residentes en la localidad de San Nicolás de los Arroyos16

. Los mismos,

rezando juntos y constantemente diversas novenas, nos muestran con gran fervor,

cómo ellas se constituyen en una oportunidad adecuada para crecer, al mismo

tiempo, como Pueblo de Dios y como particular comunidad17

. En un ámbito de

muchísimo provecho, al ser un concreto espacio de encuentro con “lo Otro” y con

los otros, para darle cuerpo a Cristo desde la propia identidad, en la fidelidad y

recreación de lo recibido o heredado, y en su intercambio con lo que procede de

otras memorias o tradiciones18

.

16

Es otra ciudad del Estado o Provincia de Buenos Aires, situada en el extremo norte de la misma y a

unos treinta kilómetros de Villa Ramallo (ver ESTA OBRA, nota al pie n. 14). 17

Como miembro de Cristo y como sacerdote, veo ciertamente en estas novenas, un perseverante

testimonio de vida cristiana, que es ocasión para que sus protagonistas puedan recibir y compartir la

claridad de Dios (que nos hace existir y percibir como Él). Claridad que reanima con su fulgor el cirio o

vela que recibieron en sus bautismos, en esos días que, según la sabiduría de los bolivianos y sus

descendientes de aquí, conforman un tiempo análogo al que sigue al nacimiento o a la muerte. Esto

último se comprende, si tenemos en cuenta que, según ellos, un niño ve la luz recién nueve días después

de nacer y, un difunto, la Luz Eterna (y por eso también se lo acompaña especialmente con la plegaria

en ese período), nueve días después de su paso a la otra vida (entrevista personal con la señora

ALEJANDRINA MALDONADO DE ROCHA, octubre de 2004).

Ahora bien, esta costumbre de nuestra Iglesia “...de propagar una devoción durante nueve días es de

raíz romana: la „parentalia novendialia‟ [, en cierta convergencia con lo anterior,] era un noveno día

de observación celebrado por los antiguos romanos en honor de los parientes fallecidos. La costumbre

fue adoptada para el uso cristiano durante el siglo XVII, aunque su prototipo es a veces situado en el

período de oración utilizado por los discípulos de Jesús antes del descenso del Espíritu Santo,

Pentecostés (He. 1-2) [...] Aunque […esta] práctica puede parecer supersticiosa, es considerada una

legítima ayuda devocional…” (NOVENA [cd-rom], en Enciclopedia multimedia Microsoft Encarta,

Microsoft Corporation, 2000) y consiste en una serie “…de oraciones o de ejercicios de piedad que se

practican durante nueve días consecutivos con el fin de honrar a un santo o de obtener una gracia”

(ROUILLARD, PHILIPPE [ET ALTER, COORDINADORES], Diccionario del Cristiano, Barcelona: Herder,

1974 -Biblioteca Herder, “Sección de Teología y Filosofía”, vol. 131-, p. 521). 18

Cualquier existencia humana se da inserta y se expresa en el flujo de una particular tradición. Ella es

precisamente la forma más codificada de la memoria colectiva y posibilita la epifanía de los pueblos y

personas, tanto al organizar dicha memoria, como al habilitarla para ese trabajo comunitario e individual

de interpretación continua. Al mismo tiempo que nos enriquece, preservándonos del olvido y de la

insignificancia, nos condiciona, al ofrecernos modos de vida y palabras siempre limitados. Modos de

vida y palabras, que estamos llamados a fecundar con nuestras propias realizaciones, favoreciendo la

vivencia de la tradición como recreación.

18

Gracias a ustedes mis queridos hijos, hermanos y amigos de las comunidades de

Nuestra Señora de Urkupiña, de Nuestra Señora de Copacabana y del Niño Dios

que, entre nosotros, ejercitan esta práctica de nuestra Iglesia Católica de propagar

una devoción, en forma pública o privada, durante nueve días19

. Ritual ancestral en

el que ustedes viven y concretan, aquí y ahora, asumiendo las novedades, el sentido

sobrenatural y primero en el que intuitivamente se afirma y descansa su vida, su

entrega generosa y sin reservas en favor de los intereses de Dios y del prójimo. Y,

en él y por su mediación, nos muestran un carril cierto, tanto a nivel macro social

como eclesial, de cómo crecer abiertos a lo de los otros pueblos, conservando y

labrando, empapada de Buena Noticia, la propia cultura o modo de ser común20

.

Esto último, la recreación de la memoria, supone y exige un manejo del poder entendido como

servicio; es decir, que los que lo ejercen sean realmente autoridades, que respetando la libertad de todos

los demás, favorezcan su crecimiento, despliegue y aporte existencial.

Además, cuando se da el encuentro entre personas de tradiciones diversas, reconocer al otro, y evitar

que esa coincidencia (espacio-temporal) derive en un choque o conmoción, implica, al mismo tiempo,

cierta traición y renuncia a las canonicidades de la propia memoria, para poder así acercarse, y llegar a

ser ciertamente prójimo o próximo de aquel o aquello que es diferente. Aceptando amablemente que sus

modos de ser y manifestaciones, aunque no coincidan con los de uno, son también patrimonio, regla o

norma de lo humano. A la vez, esos cambios o renuncias, no pueden darse sin el mantenimiento de

algunas constantes que nos sigan situando y habilitando para la comunicación.

En esa dinámica evolutiva de las tradiciones, es por lo tanto limitada, tanto en el interior de cada una

de ellas como en su relación con las otras, en lo colectivo y en lo individual, la capacidad para admitir y

asumir innovaciones. Es que la “...aceptación de cambios [...] no puede ser tan veloz y excluyente que

torne imposible, hasta hacerlo irreconocible, [... el recorrido histórico] del cual procedemos y en el

cual, querámoslo o no, nos encontramos ubicados lingüística y emocionalmente” (DUCH, La educación,

p. 39).

Cfr. DUCH, La educación, p. 38, 43 a 45, 92, 99, 100, 109, 111, 118 y 131. 19

Ver ESTA OBRA, nota al pie n. 17.

Los inmigrantes bolivianos y sus descendientes, que tanto enriquecen entonces a la República

Argentina con su cultura y trabajo, han traído también sus más importantes devociones e imágenes. Con

respecto a las de Nuestra Madre, y que nos comparten aquí en San Nicolás, podemos agregar que en

territorio de Bolivia, la Virgen de Copacabana, querida patrona nacional de ese país, preside su

santuario a orillas del lago Titicaca (en la parte oeste del departamento de La Paz), en tanto que, Nuestra

Señora de Urkupiña, es sobre todo venerada y celebrada en la ciudad de Quillacollo (perteneciente al

departamento de Cochabamba). Sus respectivos y principales festejos, se realizan los días 5 y 15 de

agosto (entrevista personal con la señora CLAUDIA TERRAZAS DE ROCHA y con el señor VALERIO

ROCHA, abril de 2007). 20

Es cultura la forma o el modo en que trascurre la historia entre los orígenes del género humano hasta

su consumación y plenitud en el fin de los tiempos. Es el cultivo que las personas reunidas en pueblo

hacen de las relaciones consigo mismas, entre ellas, con la naturaleza en general y con lo trascendente.

Es un esfuerzo creador con el que buscan perfeccionar todo lo existente, al mismo tiempo que

19

Práctica y ritual muy pío, ejemplo nítido de fe hecha historia, que desemboca en

preciosas y danzadas procesiones y fiestas, y que nos reafirma también en esa vital

convicción que el pueblo argentino, gracias a Dios, comparte con el de ustedes, con

desarrollan y maduran su humanidad; es entonces esa actividad que realizan las mujeres y los hombres,

y en la cual se autorrealizan como tales, haciendo del mundo un auténtico hogar.

Y hablamos de culturas, porque cada pueblo realiza ese cultivo, humanizador y humanizante, de

acuerdo a un estilo de vida propio, en consonancia con una peculiar jerarquía o escala de valores o

desvalores. Lo hace así, de acuerdo a preferencias o indiferencias, a inclinaciones profundas o a hábitos

buenos (virtudes) o malos (vicios), que son el talante que identifica la totalidad de su vida colectiva, en

las diversas dimensiones de su existencia (familiar, política, económica, religiosa, etc.). Encarnando de

esta manera un modo de ser común, que a la vez es configurado y manifestado, por un mundo de

estructuras o formas (simbólicas, sociales, tecnológicas) en las que se corporiza.

Ahora bien, como ninguna cultura agota el universo de lo humano, cada una de ellas debe, además de

respetar la autonomía de las demás, dejarse cuestionar e interpelar por las realidades profundas y

visibles de las diferentes y de la vida en general. Así, vinculando con lo que exponíamos anteriormente

(ver ESTA OBRA, nota al pie n. 18), hay que evitar tanto la sobrevaloración como el rechazo de

cualquiera de ellas y de sus memorias. En tal sentido, es prudente y edificante, esforzarnos por tener

aprendizajes o experiencias, que nos posibiliten superar y transgredir, los inevitables cercos que

implican las riquezas recibidas de aquel modo de ser común y tradición que nos da a luz (ver ESTA

OBRA, notas al pie n. 9 y 49).

Cultura debería ser así equivalente a “…vivir para comprender y comprender para vivir...» (DUCH,

LLUÍS, Religión y mundo moderno, Introducción al estudio de los fenómenos religiosos, Madrid: PPC,

1995, p. 123 -en adelante citado como DUCH, Religión y mundo moderno-). Es de esta forma como

tendría siempre un carácter personal y personalizador, originando procesos auténticamente

humanizadores centrados en el diálogo total. Ayudando a todos en la búsqueda permanente de entender,

de interpretar e interpretarnos, de adaptarnos permanentemente con sucesivas y constantes lecturas y

redefiniciones a las condiciones inéditas que surgen por doquier, en el fluir constante de todo lo que es y

existe sobre la faz de la tierra.

Eclesialmente, es sumamente perentorio, que logremos transitar hoy una post-cristiandad (no un post-

cristianismo), superando actitudes o concepciones que no respeten, comprendan o entiendan a una

cultura o persona no cristiana (ver ESTA OBRA, nota al pie n. 37). Si no lo logramos, nada nos

diferenciará, por ejemplo, con los que no pudieran llegar a concebir que haya una tradición fuera de la

musulmana o del Corán.

Cfr. GAUDIUM ET SPES (Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual) n. 53, en

CONCILIO ECUMÉNICO (21º: 1962-1965, Ciudad del Vaticano), Documentos del Vaticano II:

Constituciones, decretos, declaraciones, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1979, p 252 (en

adelante citado como CONCILIO ECUMÉNICO, Documentos del Vaticano II); EPISCOPADO

LATINOAMERICANO, III Conferencia General, n. 386 y 391; KUSCH, RODOLFO, Esbozo de una

antropología filosófica americana, Buenos Aires: Castañeda, 1978, p. 7 a 12 y 87 a 99; GERA, El

Documento, p. 46 a 49; BARUFALDI, Filosofía; CAAMAÑO, El misterio, p. 619 y DUCH, La educación,

p. 109, 110, 118 y 120 y Religión y mundo moderno, p. 123.

20

el de México y con el de toda Latinoamérica: es sumamente importante hablar con

la “Mamita” y celebrarla, expresándole nuestra gratitud por darnos al “Niñito” y

porque siempre nos escucha. Convicción común entonces, que nos anima a buscar

modos y a participar en momentos adecuados, con el fin de alimentar esa

comunicación y conversación con la Madre que nos alcanza al Salvador; y que, por

lo mismo y como Maestra, nos contagia su ser y educa, para que podamos actualizar

y expresar el misterio de su Hijo, en el diálogo con los hermanos y desde nuestras

peculiares raíces y circunstancias21

.

21

María, totalmente unida a Cristo, es miembro eminente y único de la Iglesia, el primero, principal y

más excelente. Por ser Ella una persona fuera de serie, lo que se dice universalmente de todo el Pueblo

de Dios se aplica a la Virgencita especialmente, e individualmente o singularmente, sin connotar

particular excelencia, al resto de cada uno de sus miembros.

“Mientras que la Iglesia ha alcanzado en la Santísima Virgen la perfección, en virtud de la cual no

tiene mancha ni arruga (Cf. Eph 5, 27), los fieles luchan todavía por crecer en santidad, venciendo

enteramente al pecado, y por eso levantan sus ojos a María, que resplandece como modelo de virtudes

para toda la comunidad de los elegidos. La Iglesia, meditando piadosamente sobre ella y

contemplándola en la luz del Verbo hecho hombre, llena de reverencia, entra más a fondo en el

soberano misterio de la encarnación y se asemeja cada día más a su Esposo [...] Por eso también la

Iglesia, en su labor apostólica, se fija con razón en aquella que engendró a Cristo, concebido del

Espíritu Santo y nacido de la Virgen, para que también nazca y crezca por medio de la Iglesia en las

almas de los fieles. La Virgen fue en su vida ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario que

estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de

los hombres.” (LUMEN GENTIUM -Constitución dogmática- n. 65, en CONCILIO ECUMÉNICO,

Documentos del Vaticano II, p. 106)

Por todo lo anterior, mucho puede aportarnos entonces la contemplación de Nuestra Madre, tanto a

nivel comunitario como personal, a la hora de vivir, transmitir y dejarnos educar en la vida cristiana.

Cfr. BEATO ISAAC, abad del monasterio de Stella, Sermón 51, en CONFERENCIA EPIOSCOPAL

ARGENTINA (Comisión Episcopal de Culto), Liturgia de las horas según el rito romano, 4 t., Mallorca:

Regina, 1987, t. I, p. 119 y 120 (remite a PL 194, 1862-1863. 1865. En adelante citado como

CONFERENCIA EPIOSCOPAL ARGENTINA, Liturgia) y DE LUBAC, HENRI, Meditación sobre la

Iglesia, Pamplona: Desclée de Brouwer, 19644 (Colección “Veritas et Justitia”), p. 310 a 312.

21

Nuestra Señora de Guadalupe y sus “Juan Diegos”, posibilidad y modelo de evangelización inculturada

En el marco de lo que venimos reflexionando y expresando, la visita, el

mensaje y la enseñanza de Nuestra Señora de Guadalupe y sus “Juan Diegos”, es

una ocasión y paradigma privilegiado para hacerlo viable y posible hasta límites

insospechados22

. Es una oportunidad concretísima y un ejemplo universal, mucho

más allá de la muy limitada experiencia personal y pastoral de un servidor, para

aprender a aprovechar la fuerza del testimonio de la Virgen y de los más pobres, que

nos anima a ser más humanos y cordiales, al nutrirnos y robustecernos con la paz del

pesebre23

.

Es que, en el acontecimiento guadalupano, se revela de modo supereminente,

cómo ese diálogo con Ella y con ellos, nos cualifica para encarnar concretamente a

Cristo y así poder ofrecerlo a todos. Cómo, esa interrelación, nos proporciona la

potencia necesaria para que, viviendo lo creído, evangelicemos llegando al corazón

de los pueblos y de las personas; cómo, ese vínculo, nos da luz y virtud, para

alcanzar y tocar, de esa manera y con la Palabra, a los valores inspiradores de sus

22

Precisamente, entendemos por acontecimiento guadalupano, la intervención de la Virgen María en

México, entre los días 9 y 12 de diciembre de 1531, y sus consecuencias próximas y remotas; es decir,

lo que inmediatamente provocó y su prolongación y viva permanencia hasta nuestros días, a través de

su Amada Imagen y de diversas manifestaciones y expresiones de devoción y religiosidad popular.

Cfr. CHITARRONI, LEANDRO, El modelo pedagógico de Nuestra Señora de Guadalupe en el Nican

mopohua, en Guadalupe -Revista de la Basílica de Guadalupe de la ciudad de Santa Fe, Argentina-,

Santa Fe: Impresos S. A., junio de 2004, p. 40. 23

Utilizamos el término “cordial” (ver, por ejemplo, ESTA OBRA, oración final sugerida para cada día),

y rogamos entenderlo así, para referirnos a un ser caracterizado por poseer la virtud o la fuerza para

robustecer los corazones.

Cfr. REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario, p. 571.

22

modos de ser y a las estructuras, instituciones y formas en las cuales, dichos valores,

se materializan u objetivan en su existencia diaria24

.

Inmerecidamente y por puro regalo divino, desde el ser queridos por María de

Guadalupe y sus mensajeros, desde la contemplación y el pertenecer al Tepeyac25

,

24

La Evangelización de las culturas, que presupone tanto el respeto de la autonomía de lo temporal,

como el de la trascendencia y libertad de la fe, se trata de un encuentro, intercompenetración y

enriquecimiento mutuo entre la única Buena Noticia y el modo de ser peculiar de cada pueblo. Para que

cada uno de ellos, recibiendo esa transmisión salvadora; es decir, a Cristo, crezca en semejante con El y

en su eficacia mediadora de lo divino, al ser ayudado a lograr la integración y unidad armónica entre

todos sus niveles, dimensiones y elementos constitutivos.

En la búsqueda de dicho encuentro, para que todas las culturas lleguen a ser “...renovadas, elevadas y

perfeccionadas por la presencia activa del Resucitado, centro de la historia...” (EPISCOPADO

LATINOAMERICANO, III Conferencia General, n. 407; ver ESTA OBRA, nota al pie n. 30) y radical

fundamento de todo, el evangelizador esta llamado y desafiado, para dejar trasvasar por ellos y ellas su

mensaje, a conocer el lenguaje, los símbolos y las inclinaciones profundas de cada particularidad a la

que hace su anuncio. Es que, si bien “...la fe (que es aquello que busca suscitar la evangelización) y la

Iglesia (la institución evangelizadora) se distinguen de la cultura y las culturas [,…] la evangelización

se realiza en ellas, [y] ha de alcanzarla en sus raíces...” (GERA, El Documento, p. 55; ver ESTA OBRA,

nota al pie n. 49) para llegar a inspirarlas con el dinamismo evangélico.

Respetando y asumiendo entonces los valores humanos de los variados modos de ser, la misión tiene

por meta encarnar, práctica e históricamente, el sentido cristiano de la vida en cada una de las

identidades y circunstancias concretas. De este modo, cuando el Pueblo de Dios “...anuncia el

Evangelio y los pueblos acogen la fe, se encarna en ellos....” (EPISCOPADO LATINOAMERICANO, III

Conferencia General, n. 400). Y exactamente en el momento en que dichos pueblos y sus integrantes,

reciben, recrean y transmiten protagónicamente el Evangelio (ver ESTA OBRA, subtítulo “Primer día”),

es cuando propiamente se concreta la inculuración de la fe, generándose e instaurándose efectivamente

esa mutua interacción salvadora, esa vinculación permanente entre su modo de ser común y la Palabra.

Vemos así entonces, que el término inculturación y la expresión evangelización de la cultura hacen

referencia a dos polos de una misma realidad, considerada más en cuanto acto según dicho término y

más en cuanto proceso según la mencionada expresión (entrevista personal con el Presbítero Doctor

JOSÉ CAAMAÑO, diciembre de 2005). Ahora bien, en ambas caras de esa única moneda, hay que saber

morir a todo prejuicio de univocidad cultural (por ejemplo, cultura es la europea y sólo ella);

aprendiendo y sabiendo vivir lo católico, la unicidad y universalidad de la Iglesia, abiertos a las distintas

tradiciones. Es decir, como la sinfonía de lo cultural, y no como la latinización o romanización

excluyente de todo lo que no proceda de esa particularidad, sea a nivel de la acción, la celebración o la

especulación.

Cfr. EPISCOPADO LATINOAMERICANO, III Conferencia General, n. 403; AZCUY, VIRGINIA [ET

ALTER], Escritos Teológico-Pastorales de Lucio Gera, t. I, Buenos Aires: Ágape-Facultad de Teología,

2006, p. 836; SCANNONE, JUAN, Evangelización, cultura y teología, Buenos Aires: Guadalupe, 1990, p.

38 y BARUFALDI, Filosofía. 25

“TEPEYAC o TEPEYACAC: De tépetl: „cerro‟, yácatl: „nariz‟, „extremo‟ y el locativo c: „EN LA

NARIZ DEL CERRO‟, „AL EXTREMO DE LA CORDILLERA‟. Es un montecito al norte de la ciudad de

México [...] donde en diciembre de 1531 tuvo lugar la aparición de María Santísima a Juan Diego”

23

desde el estudio sistemático y continuado, experimentamos al gran hecho

americano26

, en relación con todo lo ya afirmado, como una cantera ilimitada e

inagotable. Vemos en él a una auténtica “mina de oro” o “diamante en bruto”,

Navidad, Epifanía, Pascua y Pentecostés al mismo tiempo27

, que transforma incluso

a los errantes o a los turistas distraídos, con todo lo que son y poseen, en

emocionados peregrinos a la Casita Sagrada28

.

Y, por eso, estamos convencidos, de que hacer oración de la historia de Nuestra

Señora de Guadalupe y de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, puede orientarnos a ser

una Iglesia mejor. Puede, sin duda, movilizarnos a saciar el anhelo de ser una

comunidad más parecida a la Madre de Dios y Madre Nuestra y a sus hijos más

sencillos. Puede efectivamente guiarnos a vivir nuestra misión en el mundo,

participando más y mejor del anonadamiento, renuncia y sacrificio de Cristo, más

identificados con Él, Señor de la Historia29

. Y puede hacerlo, al contribuir a

(GUERRERO ROSADO, JOSÉ, Flor y canto del nacimiento de México, México: Realidad, Teoría y

Práctica, 20006, p. 473 -en adelante citado como GUERRERO ROSADO, Flor y canto-).

En general no hay palabras agudas en el idioma nahuatl (salvo el vocativo cuando es empleado por un

varón) y no existe el acento expreso. Cuando citamos a otros autores, como en el párrafo anterior, respetamos

su grafía; ellos, a veces, colocan tilde en algunos términos para indicar su modo de pronunciación (entrevista

personal con Monseñor JOSÉ LUIS GUERRERO ROSADO, Canónigo Magisterial de la Insigne y

Nacional Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe de México, marzo de 2007). 26

Cfr. ESQUIÚ, MAMERTO, El Porvenir de América, en GONZÁLEZ, MAMERTO (RECOPILADOR),

Fray Mamerto Esquiú y Medina. Su vida pública, Córdoba: Imprenta La Moderna, l914, p. 970. 27

María, mujer síntesis, articulación y realización consumada de todo lo que creemos, esperamos y

amamos, suscita con su visita al Tepeyac una Pascua. Y lo hace porque esa visita, es a la vez, Navidad,

Epifanía y Pentecostés. Porque da a luz a Jesús (Navidad) y nos lo manifiesta (Epifanía), haciéndonos

vivir y comprender su Misterio al llenarnos del Espíritu Santo (Pentecostés), suscita esa Pascua (ver

ESTA OBRA, subtítulos “Primer día” y “Séptimo día”). 28

“Hace poco, un grupo de turistas japoneses, no católicos, no cristianos, vino a conocer este

Santuario, y ante el impacto que les provocaron, tanto la Imagen de Nuestra Madre de Guadalupe,

como la devoción de la gente, pidieron permiso para volver al año siguiente y poder honrar a la

Virgencita con un gesto propio y muy apreciado de su cultura. Y así efectivamente lo hicieron,

ofreciéndole a Nuestra Madre, ataviados con sus trajes típicos, la ceremonia del te. La taza, en la cual

le sirvieron el te a la Morenita, se conserva en su tesoro de esta Basílica” (entrevista personal con

Monseñor JOSÉ LUIS GUERRERO ROSADO, Canónigo Magisterial de la Insigne y Nacional Basílica de

Nuestra Señora de Guadalupe de México, septiembre de 2005). 29

Es precisamente ese anonadamiento y singularidad de la encarnación del Hijo de la Virgen, “el”

modo humano-divino de comunicarnos su Vida, de ponerla al alcance de todos. Su nacimiento en la

humildad, su vida y muerte en el servicio y en la caridad, son entonces nuestro paradigma o modelo

principal para aprender a prolongar visiblemente, con mayor eficacia, su presencia en la historia. Como

24

engendrar y alimentar en nosotros, un modo de estar, de ser y de relacionarnos

escandalosamente materno y misericordioso, que priorice siempre el regalo de Dios

y no absurdas exigencias sólo humanas; y, por lo mismo y entonces, muy llano,

favorable y buen servidor del designio divino de salvación universal.

Ocurre que, Nuestra Señora de Guadalupe, viendo y mostrando al que hace que

Ella nos mire con Amor, se manifestó y se manifiesta como mujer conciliadora, con

una dinámica que, con toda intención, llena de vida cristiana, ligando y mezclando

distintos y hasta contrarios. Y ese ardor o energía, con todas sus consecuencias

positivas, fue lo que milagrosamente concretó y participó a todos los habitantes de la

ciudad de México en el siglo XVI. Y Ella lo logró, porque inició un suceso que es

diálogo, cuando era imposible que ellos siquiera pensaran en esa alternativa, y al

conducirlos a superar las limitaciones que se lo impedían y que solos no podían

sortear30

.

comunidad de bautizados, como Iglesia, ese es el espejo primero en el cuál mirarnos para inculturar el

Evangelio, que es un modo de estar y de ser, y no sólo, aunque también, la forma más conveniente para

mediar o compartir la Salvación (ver ESTA OBRA, notas al pie n. 12 y 15).

Cfr. SANTA CLARA, Carta a la beata Inés de Praga, en CONFERENCIA EPIOSCOPAL ARGENTINA,

Liturgia, t. IV, p. 1282 (remite a Escritos de Santa Clara, Madrid: Ignacio Omaechevarría, 1970, p 339

a 341). 30

Es necesario buscar un conocimiento de las culturas “...no sólo por vía científica, sino también por la

connatural capacidad de comprensión afectiva que da el amor...” (EPISCOPADO LATINOAMERICANO,

III Conferencia General, n. 397). Sólo desde el amor y amor misericordioso, desde el compartir y

dejarse afectar por la existencia del otro, y no desde un escritorio, encontraremos las llaves para llegar a

cada específico modo de ser común. Para llegar a empaparlo de y con Jesucristo, confirmando y

fortaleciendo lo positivo que tengan a nivel visible o en su horizonte de sentido, y denunciando,

criticando y corrigiendo, si hemos hecho ya lo anterior (repito: si hemos hecho ya lo anterior -ver ESTA

OBRA, nota al pie n. 37-), y para hacer más humanas las estructuras en que los pueblos y personas viven

y se expresan, lo que en esas culturas, tanto en sus inspiraciones profundas o en sus manifestaciones

concretas, pueda haber de pecado o idolatría.

Cuando Nuestra Señora de Guadalupe visita América es así, amando (ver ESTA OBRA, subtítulos

“Tercer día” y “Octavo día”), cómo Ella conoce a los demás, les muestra a su Hijo y genera la

inculturación; al participarles de esa manera la profundidad de su ser y acción, y al conducirlos al

protagonismo (ver ESTA OBRA, subtítulos “Primer día” y “Noveno día”). Participación y protagonismo

superadores, que reciben y es suscitado en todos los que se vinculan con Ella, pero en forma especial, en

su sencillo y muy digno de confianza embajador, San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, y en el postrado y

mortalmente enfermo tío de dicho mensajero, el anciano Juan Bernardino (ver ESTA OBRA, subtítulos

“Cuarto día” y “Sexto día”). Concede, sin dudas, a estos humildes, empobrecidos, despreciados y

perseguidos indios, de modo supereminente, el lugar de mayor privilegio: hablar y estar con Ella, antes

que los otros y en persona. Privilegio que luego, en su Sagrada Imagen e historia, extenderá y pondrá al

alcance de todos los que quieran contemplarlas.

25

Nuestra Señora de Guadalupe se constituyó de esta manera, en la matriz que

comenzó a hermanar a esas mujeres y a esos hombres, en el seno del Pueblo de Dios

y como un pueblo (valga la redundancia) al mismo tiempo único y multicolor. Y

Ella ayuda a continuar lo anterior, en la misma medida en la que hizo y hace, que su

visita para todos sus “Juan Diegos”, “...se transforma en una experiencia de

diálogo con el „radicalmente otro‟ y, a través de él, de diálogo consigo mismo y

con los demás...”31

. Y haya sido y sea, de este modo, remedio de situaciones

nocivas que nos alejen de una saludable hermandad.

Concreta y realiza aún así, Nuestra Mamá, una evangelización y tarea educativa

dialógica, de la que el santo indio también es garante32

. Un servicio evangelizador

que, consustanciándose y haciéndose uno con los códigos y con las experiencias

previas de sus hijos33

, y con lo que a ellos les está pasando, lo toma en su totalidad

Cfr. EPISCOPADO LATINOAMERICANO, III Conferencia General, n. 395 y 405. 31

GIURIATI, PAOLO Y MASFERRER KAN, ELIO (COORDINADORES), No temas... yo soy tu madre.

Estudios sociantropológicos de los peregrinos a la Basílica de Guadalupe, México: Plaza y Valdés,

1998, p 255 (en adelante citado como GIURIATI Y MASFERRER KAN –COORDINADORES-, No temas...).

Como ejemplo, en cuanto al diálogo que Nuestra Señora sigue generando con Ella y su Hijo, que es lo

que posibilita todos los demás, coloreamos lo afirmado con el siguiente testimonio:

“...todo aquél que acuda a la Basílica de Guadalupe con el alma y con el corazón dispuestos, tiene la

posibilidad de vivir la experiencia de una aparición de María. No sólo de verla, sino de sentirla, de

vibrarla, de entablar un real diálogo con Ella.

Y no. No es privilegio de unos cuantos.

Se ha creído que los ríos humanos que visitan a la Guadalupana acuden a un acto idolátrico ante una

imagen, un retrato, una pintura. No es así. La devoción a la Virgen de Guadalupe es más profunda de

lo que pueda suponer la razón.

En realidad, cuantos acudimos a la Basílica, llegamos a conversar con Ella desde los abismos del

corazón, porque se percibe claramente su presencia; porque se comprende que está viva y atenta para

escucharnos y para cobijarnos bajo su mirada, bajo sus manitas y bajo su manto de cielo y de

estrellas” (ALVAREZ DE LA PEZA, MARÍA ISABEL, Escucharé sus lágrimas, México: Norma, 1999, p.

11). 32

Cfr. GIURIATI Y MASFERRER KAN (COORDINADORES), No temas..., p. 255.

Aprovechamos a explicitar, que utilizamos los términos “indio” e “indígena”, para referirnos a lo

que tiene su origen en América y sin ninguna connotación peyorativa. 33

Cfr. BERNSTEIN, BASIL, Clases, códigos y control, T. II, Hacia una teoría de las transmisiones

educativas, Madrid: Akal, 1989, p. 16, 81, 84, 85, 89, 99, 112, 113 y 184 y CHITARRONI, LEANDRO, El

Nican mopohua: sus bases sociales, Trabajo Final del Seminario sobre el Valor del Discurso

Pedagógico en la Problemática Social de la Educación del Doctorado en Educación de la Universidad

Católica de Santa Fe. Santa Fe: [s.n.], 2000.

26

como camino de sentido para conducirlos a vivencias elevantes y, por lo tanto,

superadoras, transformadoras y sanantes34

.

Es notable como en los sucesos iniciales de su bajar a América, de esa manera,

la Amada Niña, armonizando y complementando lo intuitivo con lo racional, en

contexto de tremenda crisis, haciéndose presente y acompañándolo35

, penetró para

siempre el subsuelo religioso de indígenas y españoles, y desde esa zona principal y

última de sentido, la de las cuestiones fundamentales, fundacionales y definitivas,

impregnó los restantes órdenes de la vida de ambos36

.

34

Cfr. CHITARRONI, El modelo pedagógico, p. 162 a 273 (especialmente 199 a 248).

“La educación es la „acción y efecto de educar‟, es decir de „dirigir, encaminar, doctrinar‟; mientras

que la pedagogía es la „ciencia que se ocupa de la educación y la enseñanza‟. […] realmente la

educación es un suceso, sumamente complejo agregamos, que es precisamente el objeto estudiado por

la pedagogía, que reflexiona sobre él.

En relación con lo anterior, un modelo pedagógico, que se elabora para facilitar el estudio,

comprensión y vivencia del hecho educativo, se caracteriza para nosotros por un modo de concebir al

hombre, una finalidad que se persigue y un camino o método transitado para alcanzarla”

(CHITARRONI, El modelo pedagógico, p. 24 –remite a REAL ACADEMIA ESPAÑOLA, Diccionario, p.

791 y 1556-) 35

La palabra del hombre, tal como lo es él mismo y la realidad de todo lo existente, es sacramental. Es

por eso que cualquier comunicación es auténticamente humana y humanizadora, cuando evita caer tanto

en la sobrevaloración acrítica e intelectualista del logos o iconoclastía, como en la idolatría o postura

igualmente unilateral que sobredimensiona ingenuamente la manifestación o imagen.

Ilustramos, con otro testimonio actual, la importancia que tiene lo expresado desde una mirada india:

“Para el mundo indígena la importancia de la madre es tan grande que ella y la vida no se pueden

separar jamás. Por eso nosotros, con mucha alegría, comprendemos y sabemos bien el papel de la

Morenita del Tepeyac. De Ella, que regresó y regresa la dignidad del oprimido, del que no ha sido

escuchado por el que se considera el sabio, por el que piensa que el poder esta en la fuerza y no en la

sencillez de corazón. En Ella, así como en la tierra que da el sustento y da la vida, está el maíz, está el

cimiento, la raíz que alimenta a sus hijos. Así la Señora del Cielo se gana el título de Tonantzin

(Nuestra Madrecita) y viene a ser Tonacayotl; es decir, nuestra carne, nuestro alimento, que al darnos

a Jesús nos da la Palabra Encarnada, el Pan que no perece jamás y que nos da la vida eterna. Y es por

eso que, como Madre y Maestra, su presencia invita a luchar para conjugar, superando los

racionalismos, la fe, la historia y las culturas, invita a ser mujeres y hombres íntegros y completos,

buenas hermanas y hermanos de su Hijo” (entrevista personal con la señorita LILIANA JAMAICA

SILVA, miembro de la Comisión de Pastoral Indígena de la Arquidiócesis de México, agosto de 2006).

Cfr. DUCH, Religión y mundo moderno, p. 348 y 349 y La educación, p.49. Con respecto al tema de

la armonización y complementación entre intuición y razón, agradecemos los aportes de la señora

MARÍA JOSÉ FORNO DE MAMBERTO, en diversas entrevistas personales, durante el año 2006. 36

La dimensión religiosa de la cultura, en la que se plantean los interrogantes fundacionales de los

misterios de la vida y de la muerte, es la más integradora y la que subyace a todas las demás.

27

“María, desde este primer momento, evangeliza con una ternura, acierto,

sobriedad y verdad que, consideradas las intricadísimas circunstancias,

pueden en verdad considerarse sobrehumanos: Ni quiere forzar a los

españoles a un salto de siglos en su desarrollo teológico, imponiéndoles

aceptar la validez de la religión de los indios, ni ser menos que

inequívocamente explícita en reconocérsela a éstos. ¿Podría una mente

humana, en ese momento, resolver ese problema? Y Ella lo hace con

tanta naturalidad y sencillez que parecería que no hubiese problema

alguno: Es transparentemente clara con ambos, sin engañar, ofender o

desplazar a ninguno”37

.

“Lo esencial de la cultura está constituido por la actitud con que un pueblo afirma o niega una

vinculación religiosa con Dios, por los valores o desvalores religiosos. Estos tienen que ver con el

sentido último de la existencia y radican en aquella zona más profunda, donde el hombre encuentra

respuestas a las preguntas básicas y definitivas que lo acosan, sea que se las proporcionen con una

orientación positivamente religiosa o, por el contrario, atea. De aquí que la religión o la irreligión sean

inspiradoras de todos los restantes órdenes de la cultura -familiar, económico, político, artístico, etc.-

en cuanto los libera hacia lo trascendente o los encierra en su propio sentido inmanente.”

(EPISCOPADO LATINOAMERICANO, III Conferencia General, n. 389).

¿De dónde provengo?, ¿hacia dónde voy?, ¿cuál es el sentido de mi hoy y dónde puede encontralo?,

¿en qué consisten el amor y la culpa, la justificación o la condenación personal?, son preguntas

radicales que relacionan y vinculan con el principio y el fin. Son cuestiones que pulsan siempre en el

subsuelo de nuestro peregrinar histórico e influyen sobre el mismo, a veces secretamente y siempre con

intensidad, y que nos ponen en la frontera con el Infinito o con la nada. Su planteo, búsqueda, expresión

e intentos de llegar a respuestas, necesarios para una vida responsable, exigen saberes que superen lo

meramente técnico.

Este nivel del modo de ser de un pueblo es religioso en cuanto totalizante y último; es decir, en cuanto

impregna de modo esperanzado o fatalista a los demás. Cabe aclarar, que en tanto brota del ser humano

(de su existencia experimentada como no necesaria, fugaz e inestable -pues hay muchas situaciones

sobre las que no podemos disponer con nuestras solas fuerzas-), se distingue de la religión de Cristo, que

es fruto de la revelación de Dios y no de la capacidad de nuestra naturaleza. Revelación, eso sí, que nos

enseña realidades jamás sospechadas, tanto sobre nuestro origen y destino, como sobre nuestro

peregrinar. Ahora bien, ya sea cuándo la Iglesia anuncia la Buena Noticia a una cultura determinada,

cómo si ella la recibe, hay que saber aprovechar las oportunidades que nos brindan su núcleo y forma de

religiosidad propia, sean como sean.

Cfr. GERA, El Documento, p. 49 a 52; BARUFALDI, Filosofía y DUCH, La educación, p. 18 a 20, 44,

49, 92, 94, 95, 104 a 107, 109, 110, 130 y 138. 37

GUERRERO ROSADO, JOSÉ, El Nican mopohua. Un intento de exégesis, 2 t., México: Realidad,

Teoría y Práctica, 19982, t. I, p. 173 (en adelante citado como GUERRERO ROSADO, El Nican mopohua).

28

De este modo Nuestra Señora de Guadalupe, siempre ayudada por sus

mensajeros dignos de confianza, evangelizó en ese entonces y evangeliza hoy a

México, desde la hondura de los modos de ser, tanto de sus padres americanos como

europeos, y atenta a las expresiones y transmisiones de los mismos38

. Pasando a ser

En un momento, en el que a lo sumo algunos caritativos y excelentes evangelizadores, se dejaron

cuestionar por un mundo muy distinto al suyo, asumiendo sólo algunos elementos objetivos del universo

de los indios, pero en el que nunca, imposible que fuera de otra forma, dejaron de transmitir la fe ligada

al excluyente modo hispánico de vivirla e imponiéndolo; Ella evangelizó la cultura del pueblo indio y

evangelizó al pueblo indio desde su cultura, insertando y dejando traspasar su mensaje, en y por aquello,

que en ese modo de ser, preparaba la llegada de su Hijo. Y al mismo tiempo, y con idénticos criterios,

evangelizó más profundamente a los españoles, desde la cultura cristiana que ya poseían. Luego de

afirmar y plenificar lo positivo de ambos pueblos, al propiciar el crecimiento de sus bondades, buscó

corregir sus desvalores, pero sin matar o mutilar ninguna semilla o brote del Verbo.

Nuestra Señora de Guadalupe encarnó ya entonces, adelantándose al menos cinco siglos, el concepto

que hoy tenemos de evangelización, no concebible, ni aplicable para los europeos de esa época (y a

veces, tampoco vivido por nosotros en el presente): lograr que los evangelizandos recibieran, expresaran

y vivieran el Evangelio desde su propio modo de ser común y no desde el de otro pueblo. 38

La praxis pedagógica es un proceso en el cual las transmisiones son las acciones fundamentales.

Acciones que tendrían que articular siempre, de modo recreador, la secuencia pasado-presente-futuro,

coimplicando el punto de partida o lugar de procedencia (protología) con el final del trayecto

(escatología). De lograrlo, se constituyen en el medio adecuado para armonizar tradición y progreso, al

concretar la difusión y relectura de los puntos de referencia o criterios que confieren consistencia a la

personalidad y existencia de una determinada sociedad y de cada uno de sus miembros. Sitúan, ubican y

abren de esta forma, en un presente y hacia el futuro, al conjunto del recorrido histórico de una cultura.

Asumiendo entonces, la incidencia que la memoria antecedente o rememoración y la memoria

consecuente o anticipación, tienen para la actividad y el pensamiento humanos, el cometido primordial

de las transmisiones pedagógicas debe ser educar en la esperanza y para ella. Es decir, en la confianza y

el firme convencimiento de que ni el mal ni la muerte tendrán la última palabra (en esto nos puede

ayudar mucho el testimonio de los más pobres y sencillos -ver ESTA OBRA, nota al pie n. 13-).

Son de este modo las trasmisiones, si realizan lo anterior, salvadoras, y habilitan para edificar el

mundo como hogar, al iniciar a las mujeres y a los hombres en el arte de ponerle palabra a su ser y a la

realidad toda, y dándoles así la capacidad para construir caminos (pensamientos, denominaciones,

sentimientos y acciones) de felicidad. Senderos y momentos de vital armonía y reconciliación con uno

mismo, la naturaleza y todos los demás, que son, en cuanto tales, un eficaz medio de dominación de la

contingencia; un verdadero y contundente remedio y antídoto de cualquier negatividad, sin sentido o

experiencia de vacío de futuro.

Ahora bien, las transmisiones, con esa propiedad terapéutica y gratificante, para poder afianzar

realmente en la esperanza a la existencia humana y orientarla a consumarse en la felicidad, no deben

concretarse según el paradigma gnóstico de salvación. Salvación evasiva e interior, mediada sólo por el

conocimiento meramente intelectual, y prescindente de toda vinculación concreta, roce y

responsabilidad comunitaria.

Cfr. DUCH, Religión y mundo moderno, p.300 y La educación, p. 15, 70, 86, 106, 108, 118, 121, 122,

128 a 132, 137 y 138.

29

Ella, y esto es lo que queremos subrayar, parte indisociable de lo que cada

generación recibe, recrea y comunica a la siguiente, para todo asumir y hacer crecer

en la línea de sus posibilidades, pero más allá de lo que se lo permitirían sus fuerzas

meramente humanas39

.

Se superó así, en 1531,

“...toda posibilidad y actitud terrena de la época, en „...asombroso

derroche de habilidad al manejar dos teologías tan distintas...‟; y al

dirigirse „...a dos sensibilidades exacerbadas en condiciones trágicamente

conflictivas...‟, [...logrando de esta forma] „...una perfecta

39

Cfr. FARRELL, GERARDO [ET ALTER], Comentario a la exhortación apostólica de su santidad Pablo

VI Evangelii Nuntiandi, Buenos Aires: Patria Grande, 1978, p. 132 (en adelante citado como FARRELL,

Comentario).

El encuentro entre el proyecto religioso-político del yo castellano con los pueblos originarios de

América, ocurrido a partir de 1492, provocó un trauma y un conflicto social de enormes dimensiones. Es

un acontecimiento que, además y en cierta forma, revela las actitudes, ideologías y comportamientos

generales de occidente y su religión cristiana ante el diferente y lo no occidental.

La conquista emprendida por el europeo fue principalmente el resultado de las relaciones de los

españoles del Reino de Castilla con los indígenas, de las vinculaciones de ese yo hispánico, que se

consideraba superior, normativo y ortodoxo, con los indios (ver ESTA OBRA, subtítulo “Quinto día”). Y

sin olvidar que no hubo unanimidad de opiniones y sí muchas controversias, en cuanto a la

consideración y el consecuente trato que debían dar a los indígenas, partiendo de un bagaje intelectual

propio de la época medieval y de sus experiencias previas con judíos y musulmanes, casi todos

emitieron un juicio de valor totalmente negativo sobre las posibilidades intelectuales y morales de los

americanos.

Juicios que, como consecuencia última, llevaron a la negación de la identidad cultural y religiosa de

los pueblos indios; que, en definitiva, quedaron sumidos en una situación de desestructuración

simbólica. Es decir, que se vieron descolocados con respecto a su propia tradición, sin sentido, sin saber

o dudando de dónde venían, de dónde se encontraban y de si tenían hacia dónde dirigirse. Sumergidos

en una coyuntura de mucha angustia, de la que podría haber resultado, finalmente, su muerte total (ver

ESTA OBRA, subtítulo “Segundo día”).

El trauma no se consumó en esta línea apocalíptica porque milagrosamente fue revertido por Nuestra

Señora de Guadalupe (ver ESTA OBRA, subtítulos “Noveno día” y “Día final”). Su visita es así muy

actual también en este sentido, ya que todavía, y Ella puede ayudarnos a hacerlo, la llamada cultura

occidental, muy habituada a dominar e imponer, tiene el desafío de llegar a reorientarse

responsablemente ante la alteridad. El desafío de admitir, para no provocar situaciones análogas a la

explicitada, que hay aspectos de la vida ajena que no se pueden manipular.

Cfr. DUCH, Religión y mundo moderno, p. 301 y 367 a 374.

30

„inculturación‟, un engaste de belleza y justeza insuperables del

Evangelio...‟, tanto en la cultura española como en la india...”40

Suscitando, desde esa doble inculturación, que la Muchachita encarnó y a la

que dio lugar, que el pueblo evangelice al pueblo. Haciendo que su visita y la

correspondencia de sus hijos, que trasformaron en oportunidad de gozo mil veces

multiplicado el dolor que Ella vino a compartir, se prolonguen vivamente hasta

nuestros días en su Amada Imagen y en la religiosidad de la gente; a través de

diversas manifestaciones de devoción de los “Juan Diegos” de hoy, frutos de sus

existencias penetradas de Rocío y Aroma Celestial, de Jesucristo, tanto en sus

núcleos invisibles como en sus exteriorizaciones perceptibles de diverso orden.

Así, actualmente, en el cerro del Tepeyac, “...el peregrino se dirige a su propia Madre con espontánea confianza. [...]Le habla con su propio lenguaje, en el que se

funden las varias raíces culturales y expresivas de México y de los mexicanos de

ayer y de hoy”41

. Le responde a Ella, reconociendo, agradeciendo y ofrendando y, a

la vez y por lo mismo, nos proclama a los demás con su lenguaje holista o total,

tanto a la Virgen Morena, como el rumbo que, junto con Ella, nos enseñan a seguir

para construir un mundo mejor42

. Mostrándonos el sendero para encaminar

sabiamente nuestro yo ante lo otro y diferente, tanto considerando la problemática

en general, como en el caso específico de nuestra misión eclesial.

Continúan de este forma vigentes el propósito, desafío y pedido de Nuestra

Señora de Guadalupe y la ayuda de sus mensajeros más dignos y sufridos, que con

múltiples y profundas inclinaciones, actitudes y expresiones, de extraordinaria

fuerza evangelizadora, siguen comunicando y abriendo, en nuestra tierra tan

40

CHITARRONI, LEANDRO, Sugerencias Guadalupanas: para meditaciones,charlas u homilías, San

Nicolás: edición del mismo autor, 2005, p. 49. Las dos primeras citas textuales que incluye son de

GUERRERO ROSADO, El Nican mopohua, t. I, p. 173 y, la tercera, de la p. 116 de la misma obra y tomo.

En el caso de esta última, aclaramos que su autor alude, con la afirmación que citamos, a la

inculturación de Nuestra Señora de Guadalupe para con sus destinatarios indios y, en cambio aquí,

dándole mayor alcance, y como queda dicho en el texto, la referimos también a lo que Ella hace y

suscita con sus interlocutores españoles. 41

GIURIATI Y MASFERRER KAN (COORDINADORES), No temas..., p 252. 42

Limpia nuestros ojos, dignificadora Madre, para que sepamos ver siempre cómo los peregrinos, con

su lenguaje multifacético y polifónico, nos muestran y conducen hacia Tu persona y enseñanzas. Así,

por ejemplo, con sus miradas y vestimentas, con su música y danzas, con sus flores, veladoras y copal o

incienso, con sus aplausos, gritos y exclamaciones, con sus bombas y fuegos artificiales.

31

bendecida, “...al proyecto que Dios tiene sobre la vida, la historia y el destino del

hombre...”43

.

Es de esta manera, realmente notable, como el peregrino

“...se identifica con la figura de Juan Diego [..., a quien...] la Virgen [...]

escogió como intermediario para dar a conocer su amor y su entrega a

todos sus otros hijos, acusiados por los problemas de la vida. […Y así]

quien quiere ser hijo de la Madre del Cielo encuentra en Juan Diego un

modelo y un hermano mayor. […Además, igual que el vidente del

Tepeyac,] el peregrino considera a la Virgen de Guadalupe como la

Madre de Dios, que acoge a sus hijos que acuden a Ella en el lugar

donde, con sus apariciones a Juan Diego, reveló su solicitud maternal”44

.

Y es así que la Madre, visitando y explicitando esa solicitud, generó un caminar

coincidente, un magno acontecimiento religioso “...profundamente insertado y

radicado en el contexto humano social y cultural propio. [Y esto] resulta evidente, ya sea que se le considere en la perspectiva de la historia de lo ya pasado, o como

en la de lo contemporáneo”45

; que es a la vez el símbolo y el útero de un mixtura

total, racial y axiológica, que hoy comienza a reconocerse y a aceptarse y, por

consiguiente, a apreciarse y disfrutarse46

.

43

FARRELL, Comentario, p. 144. 44

GIURIATI Y MASFERRER KAN (COORDINADORES), No temas..., p. 252. 45

GIURIATI Y MASFERRER KAN (COORDINADORES), No temas..., p. 251. 46

Los símbolos poseen la virtud “...de rememorar y de anticipar en el presente el origen y las metas

que plasman el conjunto de las peripecias del trayecto humano...” ( DUCH, La educación, p. 100).

Permiten, tomando cuerpo en las manifestaciones icónicas y lingüísticas, pregustar lo misterioso y

absoluto en lo efímero. Lo presencializan y expresan, remitiendo hacia ello la conciencia, que lo

aprehende y conoce no al modo de la evidencia racional.

Un símbolo tiene el atributo de ser equívoco y no pueden ser explicado de una vez para siempre.

“...Posee como momento interno de su propia constitución un vigor transgresor, que permite al ser

humano que ponga en movimiento su inherente capacidad interpretativa...” ( DUCH, La educación, p.

98), entrar en diálogo con él, y hallar constantemente sentidos.

Cfr. DUCH, La educación, p. 97 a 100.

32

De esta forma, y como decíamos, es un acontecimiento que a “...distancia de

casi cinco siglos […]continúa siendo actual y reproduciéndose fielmente...”47

con

toda su fuerza inclusiva para hacer convivir y fusionar los diversos. También los de

hoy, y hasta los aparentemente antagónicos e incompatibles, no sin integración; sino

por el contrario, como una síntesis orgánica, a la vez dinámica y estabilizada, fruto

del encuentro y reencuentro profundo de las culturas, respetadas en su relativa

autonomía, con Cristo y entre sí48

.

47 GiURIATI Y MASFERRER KAN (COORDINADORES), No temas..., p. 252. 48

Es sumamente impactante comprobar, y lo hemos podido experimentar por pura gracia, como Nuestra

Señora de Guadalupe, ayudada por sus “Juan Diegos”, contagia, comparte y prolonga esa dinámica de

afirmación propia y de apertura al diferente que rezaremos. En la oración, superando y consumando

análisis, explicaciones y conceptos, Dios nos puede regalar la fuerza para protagonizar, cada vez mejor,

acontecimientos animados por esa potencia de crecimiento e inclusión.

Cfr. GIURIATI Y MASFERRER KAN (COORDINADORES), No temas..., p. 254.

33

Una Buena Noticia, muchos pueblos

Ojalá que tanto como Pueblo de Dios como a nivel personal, compartiendo la vida

con Nuestra Madre y sus hijos más pobres y sencillos, dejándonos educar por Ella y

ellos, cada vez más participemos de su sabiduría; y que guiados por la Palabra que el

Señor nos dirige por su medio, seamos capaces de impregnar con el Evangelio a los

diferentes pueblos.

Que siendo capaces de suscitar la irrupción de la novedad, fecundación y orientación

permanente del mensaje de Cristo, sin pretender imponer, asociada al misterio

inagotable de la Palabra y Persona del Salvador, una determinada forma cultural de

vivirla y expresarla; demos lugar al encuentro, intercompenetración y

enriquecimiento mutuo entre cada particularidad y la única Buena Noticia.

34

Una propuesta para aprovecharla

Se constituye entonces también, la maternidad, proceder y deseo de Nuestra

Madre de Guadalupe y la obediencia de Juan Diego, en una posibilidad y modelo de

inculturación del mensaje cristiano, en cualquier época y sitio, que puede

existencialmente orientarnos a colaborar a la armonía general, ofreciendo mejor a

todos los pueblos el único Evangelio. Que puede ayudarnos a extender, con la eficaz

pedagogía que nos muestran Ella y los receptores de su visita, las raíces del Pueblo

de Dios en los diferentes suelos culturales. Diversificando de esta forma la

experiencia cristiana, según las potencialidades de cada uno de ellos, y fecundando a

la vez las riquezas intrínsecas de dichos suelos, al proponerles y propiciar su

intercompenetración con Cristo49

.

Con tal incentivo y su consecuente motivación, como resultado de las vivencias

y reflexiones que especificábamos -hace ya un tiempo- en la Parroquia Nuestra

Señora de Guadalupe y Santa Rosa de Lima (de la ciudad y querida Diócesis de San

Nicolás de los Arroyos), en un intento concreto por dejarnos educar por Nuestra

49

Dado que el ser humano no tiene ninguna posibilidad extracultural, si bien el Evangelio es

supracultural, las mujeres y los hombres no tienen ninguna probabilidad de vivirlo sin encarnarlo en un

modo de ser común y peculiar. La fe siempre se recibe, toma cuerpo y se comparte, en y a través de una

cultura concreta (sea la propia -hay que procurarlo- o la de otro), no pudiendo jamás ser etérea o

ahistórica.

Es así que la misión, entendida como evangelización de la cultura y de las culturas, busca un

encuentro con Cristo; pero, a veces, de hecho, lo que se da es un choque, entre la fe inculturada del

evangelizador y el modo de ser común del pueblo que recibe el anuncio de la Buena Noticia (sea que en

esta última cultura se la escuche o no por primera vez). Y realmente, para que se produzca dicho

encuentro (y se medie la salvación, sin ser abortada por una colisión), como por consecuencia del

mismo, deben producirse además de afirmaciones y continuidades, conversiones en las particularidades

del evangelizador y del evangelizado (ver ESTA OBRA, notas al pie n. 18 y 20). Dinámica de cambios

siempre enriquecedores, pero que exigen sacrificios, podas o transgresiones de aspectos, profundos o de

manifestación, no esenciales al Amor de Dios y lo que Él implica, y justamente por esto último.

Y esperamos en Dios, tanto en la búsqueda de la coincidencia y comunión entre diferentes en general,

como en la que específicamente se busca al anunciar al Salvador, pueda ayudarnos esta Novena, por vía

de plenificación o florecimiento, a realizar las renuncias y modificaciones necesarias en cada caso. Ha

suscitar, en el Amor, las necesarias novedades en la continuidad, tanto en el que transmite el Evangelio,

como en el que lo recibe. Subyace en esta dinámica, la necesidad de encarnar una pedagogía acorde que

permita concretar ese camino de fecundidad.

Cfr. PASTORAL INDÍGENA, Plan de Pastoral, p. 18.

35

Madre y los más sencillos, por la Amada Niña Celestial y sus “Juan Diegos”, por su

integral, inculuturada e inculturante palabra y proclamación, comenzamos a hacer

experiencia de este novenario que hoy podemos imprimir.

Es libro de oración, fruto de años de plegarias e investigaciones comunitarias y

personales, que sale a la luz luego de varias etapas de trabajo y ante la amable y

valorada solicitud de amigos y conocidos. Sin ese estímulo y aliento, esta Novena,

tal vez nunca hubiera sido difundida de este modo, pues varias veces hemos sentido

la tentación de claudicar ante la enorme dificultad que implicó cada instante de su

escritura. Parecía que nunca se terminarían de armonizar, al menos provisoriamente

como ahora, sus partes y contenidos.

El hecho de esta publicación, es también una oportunidad de reconocer, una vez

más, la ayuda y enseñanzas recibidas por parte de muchísimas personas, que Dios,

en su Providencia, me regaló conocer a lo largo de los años. Sin su generosidad,

hospitalidad, consejo y colaboración intelectual, jamás hubiera podido concretar este

aporte, como así tampoco, en su momento, los estudios que lo sustentan50

.

Ponemos de esta forma, al servicio, un instrumento de probados resultados

entre las comunidades en las que ya hemos podido compartirlo, que permite

enamorarse o enamorarse más, en la imitación y en la oración, de lo que Nuestra

Señora de Guadalupe y San Juan Diego Cuauhtlatoatzin iniciaron y siguen haciendo

desplegar. Ojalá que pueda ser de ayuda también en otros lugares, con el fin suplicar

y recibir las gracias suficientes y eficaces, para encarnar lo que nos comunican

50

En particular mi gratitud se dirige, en México, a Monseñor DIEGO MONROY PONCE y a Monseñor

JOSÉ LUIS GUERRERO ROSADO y, en sus personas, a todos los peregrinos y miembros del personal que

atiende en la Insigne y Nacional Basílica de Nuestra Madre de Guadalupe. Además y en especial, a la

señora VIRGINIA PADILLA DE BENOIT, que desinteresadamente solventó gran parte de los gastos de

esta publicación.

En Argentina, a los Presbíteros EDGARDO TRUCCO (que en paz descanse), LUCIO GERA, JOSÉ LUIS

ARÁMBURU y JOSÉ CARLOS CAAMAÑO y, finalmente, a todos los integrantes de las comunidades que,

con este último y en el servicio, nos regala Dios presidir.

La totalidad del aparato crítico que constituye la base científica de la presente obra, y aunque aquí (en

notas al pie y al final) presentamos algunas de sus fuentes, puede encontrarse en la Tesis Doctoral de un

servidor (CHITARRONI, El modelo pedagógico -ver ESTA OBRA, nota al pie 1-), que de algún modo es

complementada por este librito. Y no sólo en cuanto la Novena intenta ser una aplicación,

aprovechamiento e implementación pastoral de lo que en aquella se sostiene en otro nivel de discurso,

sino también, en cuanto este novenario explicita los motivos últimos y algunos de los fundamentos

mediatos de la mencionada Tesis.

36

Nuestra Madre y sus embajadores dignos de confianza; y, de este modo, posibilitar

una comprensión más honda del siempre actual acontecimiento guadalupano.

Se trata de una propuesta que, considerada en su conjunto y desde una

terminología pedagógica, podemos describirla como una auténtica aula taller. La

distribución y organización temática de los nueve días podría servir como base para

ordenar no sólo transmisiones en contextos informales (fuera de los sistemas

educativos oficiales y sean sistemáticas o no), sino también hasta para crear una

Cátedra Guadalupana, de cualquier nivel de educación formal, incluso el

universitario (de grado o posgrado)51

.

Con mucha esperanza, presentamos entonces este material no cerrado, de vida y

oración, implorando sea un medio que colabore a abrirnos más y más, a una

existencia y pedagogía profundamente arraigada e inspirada en el don de Dios, en la

visita de la Virgen, en el testimonio de los más pobres y en el ser su Pueblo entre

pueblos. Ojalá que en nuestra vinculación con Nuestra Señora de Guadalupe, con

San Juan Diego Cuauhtlatoatzin y con todos nuestros hermanos más pequeños,

aprendiendo de ellos, podamos aproximarnos a ser diálogo total, que es el piso

común y el camino de realización de todo lo anterior.

51

Con respecto a las transmisiones informales, gracias a Dios, ya hay personas utilizando este material

en catequesis, misiones y retiros espirituales. Esa experiencia nos reafirma, en el proyecto que teníamos

de antemano, de confeccionar un completo catecismo, que tomando como base y disparador el Nican

mopohua y su tratamiento en esta Novena, aborde exhaustivamente lo que creemos, esperamos, rezamos

y debemos hacer, según la vida y palabra de Nuestra Santa Madre Iglesia.

Con respecto a la Cátedra Guadalupana, ojalá que alguien con el poder necesario, pudiera algún día

hacerla realidad. Próximamente, siguiendo la mencionada estructuración temática del presente libro y a

propósito de esa posibilidad que enunciamos, estaremos difundiendo una obra de mayor consideración,

análisis y despliegue; tanto de los fundamentos y de las precisiones que se presentan en las notas de esta

introducción y en el apéndice, como de los contenidos explicativos que favorecen la comprensión

profunda del la historia del milagro guadalupano, que brevemente son presentados y propuestos en cada

jornada de este novenario. Esa futura publicación, incluso, podría ser útil a quién se acercara a este

acontecimiento con un interés meramente intelectual o desde una óptica no creyente. Interés y mirada,

que pueden ser saciadas también por esta Novena, si se consideran sólo las mencionadas explicaciones y

dichos fundamentos y precisiones.

Podría ser así, ese libro aún por terminar, además de un material de estudio en sí mismo, una obra

subsidiaria de esta, al servicio de una mayor apropiación vital y comprensión del suceso guadalupano.

Desde este interés, proporcionaría diversas lecturas opcionales a utilizar o a desarrollar en novenarios

sucesivos; sirviendo de esta manera para enamorarnos aún más del gran acontecimiento americano, al

darnos la posibilidad de meditar y pensar con más tiempo y detalles, lo que en esta obra condensamos.

37

Historia de Salvación y la pedagogía del Tepeyac

El acontecimiento evangelizador, en cuanto hecho educativo, plasma y se sustenta

en un modelo pedagógico. Quiera Dios que en este tiempo, para vivir más

lúcidamente nuestra vocación y servicio evangelizador, nos dejemos penetrar por la

pedagogía del diálogo de Nuestra Madre de Guadalupe y sus “Juan Diegos”. Que

las intuiciones y búsquedas, modos de estar y de ser, de actuar y de proceder, de Ella

y sus mensajeros, nos enseñen a todos y cada uno, a hacer presente en la historia,

desde nuestra particular cultura y como pueblo, al Amor Eterno y Misericordioso y a

su designio salvador.

38

Al corazón de las culturas y personas, plegaria de la visita de Nuestra Madre de

Guadalupe

“En nuestros pueblos, el Evangelio ha sido anunciado,

presentando a la Virgen María como su realización más alta. Desde los orígenes -en su aparición y advocación de Guadalupe, María

constituyó el gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de Cristo con quienes ella nos invita a entrar en

comunión. María fue también la voz que impulsó a la unión entre los

hombres y los pueblos. Como el de Guadalupe, los otros santuarios marianos del continente son signos del encuentro de la fe de la Iglesia

con la historia latinoamericana”

Documento de Puebla, n. 282

39

Partes y modo de uso

Es así entonces que ofrecemos este conjunto de sugerencias para ser parte del

suceso del Tepeyac, a la vez que lo contemplamos en jornadas sucesivas. El

propósito e idea es, en consonancia con lo ya enunciado, transitar, de esa manera, un

recorrido de vital apropiación y conocimiento, que nos oriente y permita entrar y

comulgar más y más, con creciente sagacidad, de toda su dinámica de diálogo, de

afirmación propia en la apertura al diferente y de inculturación, que rezaremos y

desarrollaremos. En un itinerario que nos impulse, al comenzar el tercer milenio, a

redescubrir y recrear sus enseñanzas, aprovechándolas para vivir más lúcidamente

nuestra identidad, acontecer y servicio como Pueblo de Dios.

Cada uno de los días de este novenario de las apariciones de Nuestra Señora de

Guadalupe, se fundamenta en el Nican mopohua (en castellano significa “Aquí se

narra”52

), que es el relato que las cuenta y es considerado su más autorizada

descripción en escritura fonética. El indio Don Antonio Valeriano es el autor de esta

auténtica joya literaria y verdadero relato, que nos presenta la visión indígena de los

hechos originarios de dicha visita (ocurridos entre los días 9 y 12 de diciembre de

1531 en México) y sus consecuencias inmediatas (y permanentes, en cuanto siguen

ocurriendo)53

.

52

Cfr. ROJAS SÁNCHEZ, Nican mopohua, p. 5.

Nican mopohua son las “...primeras palabras del relato de las apariciones de la Virgen de Guadalupe

[...] que han venido a constituir el título por el que se conoce dicho relato” (GUERRERO ROSADO, Flor y

canto, p. 464). Para profundizar los temas relacionados con la autoría y el género literario de dicho texto,

se puede ver ESTA OBRA, subtítulo “Apéndice”. En todos los casos en que se lo cita o reproduce en este

libro, utilizamos la traducción al castellano realizada por nuestro querido y recordado Padre MARIO

ROJAS SÁNCHEZ. 53

“La narración es la simbólica en acción...” (DUCH, Religión y mundo moderno, p. 345 y ver ESTA

OBRA, nota al pie 46), y, por lo tanto, una comunicación, que recreando algún hecho, lo hace presente y

permite que nos acerquemos a él con las fuerzas del sentimiento y la imaginación, pudiendo llegar a

recibir de lo que nos cuenta, sentidos, orientaciones y rumbos para nuestra vida concreta. Para los que

asumen así alguna narración en particular, lo que relata, compromete su cotidianidad, y se constituye en

una influencia y fuerza que directamente los constituye y conforma.

Situando narrativamente en un entorno, los relatos construyen un mundo y se transforman en ocasión,

para el que los escucha y medita y por su carácter conductor, ordenador y curador, de resolver conflictos

internos. Abiertos a las peculiaridades y posibilidades de cada oyente o lector, no son coercitivos y sí

creadores de libertad, al incentivar una respuesta personal a las cuestiones fundamentales (ver ESTA

40

En torno a esta historia, cuyo texto distribuimos y vamos leyendo en cada

jornada, incluimos explicaciones de su sentido profundo. Al leer o comentar las

mismas, es conveniente partir de mostrar como es posible escuchar o leer lo mismo,

en la escritura con glifos o dibujos, que es la Imagen-Códice, no pintada por mano

humana, de Nuestra Madre de Guadalupe. Ojalá, próximamente y para facilitar la

implementación de dicha recomendación, podamos costear una edición con fotos y

gráficos a color, que nos permitiera insertar lo anterior en el corazón de este libro.

Es que es realmente conmovedor e impresionante, lo hemos comprobado

fehacientemente, lo que suscita y provoca en los participantes de la plegaria la

evidencia de dicha vinculación.

A continuación desprendemos, partiendo de ese explicitado sentido profundo de

las apariciones, ruegos de gratitud y de petición, a los que nos abre en nuestro hoy lo

que el relato nos dice. Vinculado a lo anterior, proponemos intercalar momentos

para compartir comentarios o interrogantes, tiempos de silencio y de canto, como así

también la realización de gestos de veneración, súplica o consagración y de obras de

misericordia54

.

Veremos que el texto del Nican mopohua y la serie de propuestas de acción,

bien concretas, para hacerlo historia en este tiempo, es lo que se quiere enfatizar, lo

OBRA, nota al pie 36). Su misión y función no es entonces resolver problemas cotidianos de carácter

técnico, sino crisis existenciales, al proporcionarnos la posibilidad de ubicarnos significativamente, y al

ayudarnos así a superar la negatividad y el caos que amenazan constantemente nuestra frágil existencia.

Al darse las narraciones en una tradición (ver ESTA OBRA, nota al pie 18), y al presentar de dicho

modo una visión del ser humano y de lo que es, ofrecen entonces a las comunidades y personas la

oportunidad de encontrar o reencontrar su identidad en el seno de un nosotros que los trasciende,

estableciendo una corriente vital que va de lo individual a lo colectivo y viceversa. Es por eso, que una

“...narración es algo sumamente personal y sumamente comunitario, porque actualiza el con-vivir, el

com-partir, la solidaridad, la misericordia, es decir, aquellas actitudes que son los indicadores...”

(DUCH, Religión y mundo moderno, p. 357) del grado de humanización alcanzado.

Las narraciones se constituyen entonces en una “...comunicación comunitaria...” ( DUCH, Religión y

mundo moderno, p. 354) con las que su/s autor/es comparte/n a otros la sabiduría de la que vive/n y los

hace/n participes de la misma. Es por eso que el narrador, al igual que el maestro, “... son lo que han de

ser en la medida que son capaces de comunicar su experiencia personal a los que les escuchan”

(DUCH, La educación, p. 59), por medio de su palabra-testimonio (ver ESTA OBRA, nota al pie 13 y

subtítulo “Apéndice”)

Cfr. DUCH, Religión y mundo moderno, p. 351 a 357 y La educación, p. 59, nota 101. 54

En el caso de preguntas o dudas que no se puedan resolver, se aconseja visitar el sitio web de la

Insigne y Nacional Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe de México

(www.virgendeguadalupe.org.mx). En dicho sitio se puede encontrar mucha información y, tal vez, lo

necesario para encontrar las respuestas.

41

más importante, y por eso se presentan recuadrados. Se busca colaborar a que la

devoción sea realmente la entrega y ofrenda de nuestro ser y voluntad a la de Dios, y

no un mero momento aislado e individualista de concentración sólo intelectual. Se

busca incentivar a hacer camino, como comunidad, desde la fe, la esperanza y la

caridad, para embellecer y perfeccionar, modos de ser, vocaciones, posibilidades y

ocupaciones, ya sean colectivas o de alguien en particular55

. Todo intenta, en

congruencia con lo ya enunciado en esta obra, que nos dejemos y las dejemos

empapar, contagiar lo más posible, en la interrelación con Nuestra Señora de

Guadalupe y sus “Juan Diegos”, por el modelo de Ella y de ellos; es decir, por un

tipo humano, pedagógico y eclesial, de amor, donación y dignificación, vigente y

desafiante, con tanta relevancia para este tiempo, como sencillo, efectivo y

emocionante.

Sin duda, lo sugerido para cada día se constituye en un conjunto de elementos o

instrumentos, que pueden o no tomarse en su totalidad, o asumirse o desplegarse por

partes, en novenarios o jornadas de diferentes meses56

. De la misma manera, cada

momento, gesto o acción propuesta, puede redistribuirse y concretarse de diferentes

formas, o ser reemplazado por otros más acordes a cada circunstancia; bien sea que

se rece esta Novena en forma grupal o personal, dentro de la Santa Misa o asociada

con el Santo Rosario, o cómo a cada uno se le ocurra que pueda ser más conveniente

su realización, según el específico contexto en que se la utilice.

Ojalá que este material sea críticamente recibido y reinterpretado por diversos

miembros del Pueblo de Dios, que seguramente lo podrán mejorar mucho. En todo

caso, siempre serán necesarias decisiones prudenciales, vinculadas o no con las ya

mencionadas, que en cada situación cultural, y para que no se contradiga lo que el

mismo expresa, lo adapten y lo hagan pastoralmente más fecundo57

. Quiera Nuestra

55

SAN FRANCISCO DE SALES, Introducción a la vida devota (Parte 1, cap. 3), en CONFERENCIA

EPIOSCOPAL ARGENTINA, Liturgia, t. III, p. 1331 y 1332. 56

Incluso, este novenario puede recorrerse durante días consecutivos o utilizando sus jornadas en meses

sucesivos. En el primer caso, por ejemplo, y para terminar el día doce, se puede iniciar a partir del tercer

día del mes; en el segundo, abordar cada día nueve o doce, una jornada del novenario. En esta última

opción, si se comienza en marzo, se culmina en diciembre el día propio de la fiesta de San Juan Diego

Cuauhtlatoatzin o de Nuestra Señora de Guadalupe. 57

En un contexto indígena, por ejemplo, es muy apropiado introducir o dar lugar a sus danzas u

oraciones propias, como así también a sus ritos de purificación y a sus ofrendas de copal o incienso o

de papel picado.

42

Madre también, que nos compartan o lleguemos a conocer, al menos algunas de esas

decisiones y experiencias, para poder también hacer crecer con ellas nuestras praxis

y modos de ser.

Sugerencias para recibirla, vivirla y rezarla hoy

Nuestra Señora de Guadalupe, que participa su ser, proceder y aspiración a todos los

que se vinculan con Ella, a sus “Juan Diegos”, se manifiesta capaz de asumir los

diferentes pasados de sus interlocutores, de releerlos sin traicionarlos y

armonizándolos en el presente, para ponerlos al servicio de la construcción conjunta

de un nuevo destino humano-divino.

43

La revolucionaria visita de la Virgen Morena, que se prolonga hasta nuestros días, se

inicia en el siglo XVI. La historia de sus apariciones del año 1531 es narrada por el

texto Nican mopohua. A continuación, hacemos una propuesta que, fundamentada

en dicha historia, nos ayude a ser parte de ella; es decir, a recibir las gracias de

encarnarla, de ser sus instrumentos y de hacerla plegaria hoy. Imploremos pues la

fuerza que viene de lo alto para que podamos hacer existencia propia, en cada uno

de nuestros pueblos y comunidades, el milagro guadalupano.

44

Novenario:

“La devoción guadalupana, dentro de la piedad y religiosidad de nuestro pueblo, ocupa un lugar especialmente relevante. El mensaje y

la pedagogía del acontecimiento guadalupano son un medio

eminentemente evangelizador. Los pastores inculquen constantemente en los demás misioneros una profunda confianza en la intercesión de

la Virgen de Guadalupe, y el deseo de imitar la fidelidad y generosidad [... de San] Juan Diego [Cuauhtlatoatzin] en difundir el

mensaje evangélico”

La Misión Permanente en Nuestra Iglesia Local

[Arquidiócesis de México], n. 74

45

46

Primer día: las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe, de la incomprensión al encuentro entre pueblos diferentes

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mientras rezamos la siguiente oración, podemos encender una vela a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

A continuación, leemos o proclamamos el resumen con que se inicia el Nican mopohua o

historia de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe.

Aquí se cuenta, se ordena, cómo hace poco, milagrosamente se

apareció la Perfecta Virgen Santa María Madre de Dios, Nuestra

Reina, allá en el Tepeyac58

, de renombre Guadalupe.

Primero se hizo ver de un indito, su nombre Juan Diego; y después se

apareció su Preciosa Imagen delante del reciente Obispo Don Fray

Juan de Zumárraga.

Podemos leer el comentario que sigue, en su totalidad o en parte, para ir viviendo y

comprendiendo más profundamente tan milagrosa historia. En este primer día proponemos

58

Ver ESTA OBRA, nota al pie 25.

47

el especial punto de vista, desde el cual apropiarnos existencialmente y rezar, a lo largo del

novenario, de todo lo que nos irá diciendo el Nican mopohua59

.

Nuestra Señora de Guadalupe visita México y concreta un milagro de

evangelización inculturada. Ella se manifiesta escuchando y respondiendo desde el

lugar de sus interlocutores, asumiendo integralmente el modo de ser y situación de

cada uno de ellos. Origina así acciones obedientes que suscitan progresivamente el

protagonismo generalizado de todos los demás. De ese modo, un par de personas

son sus mensajeros y una el primer destinatario de su pedido; algunos se ofrecerán

para edificar la ermita que la Virgen solicita y, luego, la totalidad de los habitantes

de la ciudad, sin faltar nadie, irán a admirarla, a estar con Ella y a formar parte de su

acontecimiento.

El diálogo es entonces el camino que la Virgencita utiliza para comunicar y

conducir a concretar todo su mensaje de vida, para hacer superar una situación de

mutua incomunicación entre dos pueblos. Para animarlos a dejar atrás un conjunto

de interrelaciones sociales muy conflictivas; una coyuntura histórica de mutua

incomprensión y sin posibilidad humana de solucionarse. Es que indios y españoles,

sumamente fieles a sus respectivas religiones, que ocupaban el centro de sus

mundos, y precisamente por esa centralidad y heroica fidelidad existencial y buena

fe, no podían llegar a un punto de encuentro.

Pero Nuestra Señora de Guadalupe, integra en sí misma y hace unir con su

intervención, sus modos de ser y fidelidades, sus consecuentes conductas y

cosmovisiones, que no podían dejar de desencontrarse. Ella, milagrosamente,

afirma, asume, superpone y hace crecer actitudes, vivencias, signos y conocimientos

previos de orden religioso propios de ambos pueblos, conciliando lo antiguo de cada

uno con la novedad que le presentaba el otro. Sin herir la sensibilidad del

exclusivista catolicismo español, que no aceptaba nada que no fuera su modo

específico de entender, expresar y practicar la religión, y adaptándose perfectamente

al pluralismo indio, que admitía cambios, crecimiento y aportes de otros en lo

religioso, aunque con la condición de que se conservara lo anterior. Americanos y

59

En el seno de estas explicaciones, para tomarlo como disparador o punto de partida de las mismas y

para aprovechar todo lo que provoca, es dónde nos gustaría poder incluir fotos y materiales gráficos, que

evidenciaran y permitieran escuchar o leer lo mismo, en la Imagen-Códice de Nuestra Madre de

Guadalupe (ver ESTA OBRA, subtítulo “Partes y modo de uso”) .

48

europeos, de modo diferente pero en la continuidad y consumación de sus creencias

previas, vieron en Ella a la Madre de su Dios de siempre y de todos los seres

humanos.

La Señora se aparece en el cerro del Tepeyac, sitio donde ancestralmente los

indios habían venerado a esa mujer tan especial. Y lo hace, plenificándolos y

poniéndolos al servicio de su manifestación y del anuncio del Evangelio, los

positivos sentidos maternos prehispánicos que implicaba ese lugar; sentidos muy

valiosos, ya presentes entonces en estas tierras, antes de la llegada del cristianismo.

De inmediato también, ante la estampación de Nuestra Señora de Guadalupe,

Fray Juan de Zumárraga y sus ayudantes reconocerán, en la Sagrada Imagen impresa

en la tilma de Juan Diego, a la Madre por excelencia. Vieron en Ella a la

Inmaculada, a la Mujer descripta por el libro del Apocalipsis, y luego también, al

conocer su nombre, a la que se llamaba igual que la Patrona de Extremadura, que era

la patria de Cortés y de la mayoría de los conquistadores.

De este modo la Virgencita, siempre capaz de recibir y comunicar a Jesús,

encarnó y comenzó a desencadenar en ese momento y con su visita, una doble

inculturación del Evangelio, concretándola Ella misma y suscitando que todos sus

interlocutores la vivieran, desplegaran y continuaran. Impresiona hoy cómo Ella,

que sigue presente y obrando de modo semejante, tiene una capacidad de diálogo y

comunicación que trasciende dicha época, sigue produciendo las mismas

consecuencias y es siempre actual.

Reviviremos entonces en esta Novena, cómo Ella se apareció a San Juan Diego

Cuauhtlatoatzin y a su tío Juan Bernardino y, con posterioridad y en su Imagen

Sagrada, al obispo Zumárraga y a todos los habitantes de la ciudad (en nuestros días,

podemos decir, del mundo). Contemplaremos de qué manera, en el año 1531,

devolvió la fe y la vida a los indios y, al mismo tiempo, fecundó los mejores deseos

y esfuerzos de los misioneros europeos. Esfuerzos casi estériles hasta ese momento,

en comparación con lo que Ella causa, al provocar que los naturales del nuevo

continente se bautizaran en forma masiva. Meditaremos de esta manera, cómo la

Amada Reina, con su persona y proceder, tal como lo sigue haciendo, armonizó y

plenificó lo mejor de las culturas, credos y aspiraciones de todos sus hijos.

Y lo reviviremos y rezaremos, suplicando a la Virgencita, a la vez mexicana y

de todos, que nos contagie ese modo de hacerse presente y de actuar, que superó

todas las actitudes terrenas de hace casi V siglos, que recién comenzamos a

comprender y que Juan Pablo II nos propuso como modelo para ser Iglesia hoy.

49

Se sugiere emplear algunos minutos para orar y meditar, en forma personal e interior, lo que

hemos leído recién. Luego, podrían decirse o pronunciarse las plegarias que siguen.

Madre, gracias porque te acercas a nosotros, respetando y asumiendo los modos

de ser y de entender de nuestros pueblos, su historia y tradiciones, para a la vez

enriquecerlas y saciar nuestra sed de Dios y de vida. Concédenos, por favor,

dejarnos animar por tu manera de obrar; regálanos crecer en la imitación de tu ser y

originar diálogo.

Gracias porque con tu milagrosa visita a América y al mundo, nos llenas de

esperanza, pues nos das la certeza de que nuestras fuerzas humanas no están solas en

la búsqueda de un futuro mejor; sino que contamos con la intervención de tu Hijo en

la historia. Y nos enseñas que nuestro servicio, acción y palabra para mostrarlo a Él,

a Jesucristo, y lograr lo anterior, tienen que asumir integralmente la realidad

profunda y circunstancial de nuestros interlocutores. Y que estamos llamados a

dialogar, amando la cultura y el modo de comprender y expresarse de aquellos que

nos escuchan, para hacer nuestro anuncio en respuesta a sus concretas necesidades,

búsquedas y demandas.

Querida Virgencita, haz entonces que vivamos tu pedagogía y la de San Juan

Diego. Haz que nos dejemos enseñar por aquéllos a quiénes tenemos que anunciar la

Buena Noticia de Jesús, especialmente los más sencillos, considerando y haciendo

crecer todo lo bueno que tengan, sin jamás pretender extirpar o anular nada de lo ya

sembrado por Él. Por favor, que demos lugar al desarrollo de sus realidades

positivas y a la responsabilidad y actividad de los diferentes grupos humanos, para

que podamos encarnar el Evangelio en cada comunidad. Y que sepamos entonces

recibir y compartir maternalmente la Palabra de Dios, dando lugar a la inculturación

de la fe por el protagonismo del pueblo.

Danos de esta forma la gracia, Madre, de parecernos a Ti, de ser capaces de

abrirnos a lo de los demás, a lo de los diferentes de nosotros, y ante las novedades

que nos aporta su epifanía o manifestación, de redescubrir, renombrar y hacer crecer

propias y ajenas experiencias, gestos y sentidos religiosos previos. Así podremos

conservar y aprovechar, al mismo tiempo que las fecundamos en el diálogo, tanto las

diversas raíces culturales, como los distintos tesoros de lo creído y vivido por la

Iglesia. Podremos lograr que la Buena Noticia llegue a tocar e impregnar a cada

50

pueblo, que “Jesús sea su cabeza, su corazón y su pulso”60

y que cada uno de ellos,

miembro diverso de su Cuerpo, manifieste, revele y comparta, desde su peculiar

identidad, el misterio inagotable del Salvador.

En nuestras tareas evangelizadoras, danos obrar con esta buena fe y disimula

los límites de nuestras acciones y concepciones. En todo caso, haz que nuestras

miopías y errores en contra del diálogo y de todo lo bueno que él provoca, no

afecten los anhelos del Señor, y las sanas aspiraciones y deseos de la gente.

Partiendo de todo lo anterior, se puede dar lugar a comentarios o a preguntas de viva voz.

Otra posibilidad es que, cada uno, recuerde o anote las apreciaciones o interrogantes que se

le van ocurriendo, para luego compartirlas o buscar su respuesta.

En un momento de silencio y de encuentro entrañable con Nuestra Señora de

Guadalupe y con San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, suplicamos la gracia de que

todas las comunidades, familias y habitantes del mundo podamos crecer en la

capacidad de diálogo. Especialmente encomendamos a nuestra Iglesia, para

que en nuestro servicio a Dios y al género humano, aprendamos a dialogar,

más y mejor, con todos los pueblos, tradiciones y personas.

También les solicitamos su ayuda para poder colaborar a resolver alguna

situación, cercana a nosotros, de incomunicación o incomprensión.

En este silencio, agradecemos y pedimos además, por intercesión de Nuestra

Madre y de su mensajero, lo que nos parezca oportuno.

Como un signo de que consagramos nuestros pueblos y personas para que se haga en todos

y cada uno de nosotros el plan de Dios, mientras cantamos o leemos en voz baja la letra del

60

Entrevista personal con Monseñor DIEGO MONROY PONCE, Rector de la Insigne y Nacional Basílica

de Nuestra Señora de Guadalupe de México, marzo de 2006.

51

poema que está a continuación, podemos pasar a ofrecer una flor a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin y/o a tocar o besar sus imágenes61

.

Desde el cielo una hermosa mañana (2 veces),

la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac (2 veces).

Suplicante juntaba sus manos (2 veces)

y eran mexicanos y eran mexicanos y eran mexicanos su porte y su faz (2

veces).

Su llegada llenó de alegría (2 veces),

de luz y armonía, de luz y armonía, de luz y armonía todo el Anahuac 62

(2

veces).

Junto al monte pasaba Juan Diego (2 veces)

y acercóse luego y acercóse luego y acercóse luego al oír cantar (2 veces).

Juan Dieguito, la Virgen le dijo (2 veces):

“este cerro elijo, este cerro elijo, este cerro elijo para hacer mi altar” (2 veces).

Y en la tilma entre rosas pintada (2 veces),

su imagen amada, su imagen amada, su imagen amada se dignó dejar (2

veces).

Desde entonces para el mexicano (2 veces),

ser guadalupano, ser guadalupano, ser guadalupano es algo esencial (2

veces).

En sus penas se postra rezando (2 veces)

y eleva sus ojos y eleva sus ojos y eleva sus ojos hacia el Tepeyac (2 veces) 63.

61

En algunas regiones de Argentina, aludimos al gesto piadoso de pasar a tocar o besar las imágenes,

con la expresión “pasamos a tomar gracia de las imágenes”. 62

“ANAHUAC: De atl: „agua‟ y el adverbio náhuac: „alrededor de‟, „En el circuito de‟: EN EL CERCO

DEL AGUA, nombre dado a las costas, y, por extensión, a todo el país. El mundo de denominaba

CENANAHUAC. Cen es adverbio que significa totalidad” (GUERRERO ROSADO, Flor y canto, p. 440). 63

El autor de este hermoso poema, titulado “Desde el cielo”, es SATURNINO JUNQUERA (entrevista

personal con Monseñor Licenciado JESÚS GUÍZAR VILLANUEVA, Canónigo de la Insigne y Nacional

Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe de México, marzo de 2006).

Si bien se puede reemplazar o acompañar por muchos otros cantos o poemas semejantes, lo

recomendamos por presentar una buena síntesis de la visita de Nuestra Madre de Guadalupe y por ser

muy pegadizo. Sin duda, el hecho de recordarlo, que se producirá inevitablemente si se utiliza en

diversas jornadas del novenario, transportará inmediatamente a meditar el milagro y a recordar lo

vivido, compartido y decidido.

52

Para finalizar rezamos la siguiente oración o alguna otra que se considere apropiada.

Dios, Padre de misericordias, que constituyes y edificas a tu Pueblo por la visita y bajo el Amor de Nuestra Santísima Madre de Guadalupe, concédenos por su intercesión, ser una comunidad fervorosa en la fe, la esperanza y la caridad, abierta a los diferentes modos de ser y enriquecida por ellos. Una Iglesia cordial, capaz de dialogar con todos y de suscitar su protagonismo, que encarnando de este modo tu santa voluntad, y al sembrar así caminos de vida, fraternidad y felicidad, esté al servicio de impregnar de Evangelio el corazón de las culturas y de las personas.

Que la Madre de Jesús y Madre Nuestra nos eduque, y nos haga entonces un Pueblo de peregrinos y humildes embajadores suyos como San Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Mensajeros muy dignos de confianza, que estando con Ella y haciéndola presente, aprendamos de los más pobres a recibir, buscar y compartir, la salvación y realidades divinas, desde nuestra particular tradición e identidad.

Te lo pedimos Padre, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Espacio para apuntes personales.

53

Camino de diálogo y protagonismo

Nuestra Señora de Guadalupe se hace cercana, escucha, y responde amablemente

desde el modo de ser, lugar y situación de los demás. Así, origina acciones

obedientes, que suscitan progresivamente el protagonismo convencido de todos

ellos.

El diálogo es entonces el camino que Ella utiliza para comunicar a su Hijo y

conducir a concretar todo su mensaje de vida. Mensaje que a la vez que recupera,

relaciona, superpone y hace crecer conocimientos anteriores, hace superar

situaciones de incomunicación e incomprensión entre pueblos y personas diferentes.

54

Segundo día: los indios, colapso cultural

y feliz reconciliación con la propia historia

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mientras rezamos la siguiente oración, podemos encender una vela a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

A continuación, a una o a varias voces, leemos, proclamamos o representamos una parte de

la historia de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe.

Diez años después de conquistada la ciudad de México, cuando ya estaban

depuestas las flechas, los escudos, cuando por todas partes había paz en los

pueblos,

así como brotó, ya verdece, ya abre su corola la fe, el conocimiento de Aquél

por quien se vive: el verdadero Dios.

En aquella sazón, el año 1531 a los pocos días del mes de diciembre, sucedió

que había un indito, un pobre hombre del pueblo,

55

su nombre era Juan Diego, según se dice, vecino de Cuauhtitlán

64,

y en las cosas de Dios, en todo pertenecía a Tlatilolco65

.

Era sábado, muy de madrugada, venía en pos de Dios y de sus mandatos.

Y al llegar cerca del cerrito llamado Tepeyac ya amanecía.

Oyó cantar sobre el cerrito, como el canto de muchos pájaros finos; al cesar sus

voces, como que les respondía el cerro, sobremanera suaves, deleitosos, sus

cantos sobrepujaban al del coyoltototl y del Tzinitzcan y al de otros pájaros

finos66

.

Se detuvo a ver Juan Diego. Se dijo: ¿Por ventura soy digno, soy merecedor de lo que oigo? ¿Quizá nomás lo estoy soñando? ¿Quizá solamente lo veo como

entre sueños?

¿Dónde estoy? ¿Dónde me veo? ¿Acaso allá donde dejaron dicho los antiguos nuestros antepasados, nuestros abuelos: en la tierra de las flores, en la tierra

del maíz, de nuestra carne, de nuestro sustento; acaso en la tierra celestial?

Hacia allá estaba viendo arriba del cerrillo, del lado de donde sale el sol, de

donde procedía el precioso canto celestial.

64

Cuauhtitlan (literalmente significa entre los árboles) era el lugar en el cual, en ese momento, Juan

Diego vivía o tenía alguna propiedad (ver ESTA OBRA, subtítulo “Cuarto día”).

El “…texto lo llama „vecino de Cuauhtitlán‟[…y] esa palabra traduce a „chane‟= „Dueño de casa‟,

de chantli= „casa‟ y el posesivo „e‟, de modo que indica tanto „habitante‟, „residente‟ como

„propietario‟, „casateniente‟. No contradice, pues, la tradición […] de que al tiempo de las apariciones

vivía en Tulpetlac, más cerca de México, conservando la propiedad de su casa natal, en Cuauhtitlán.

Además de que, aun cuando residiera establemente en Tulpetlac, seguía viviendo legalmente en

Cuauhtitlán, en el „Reino de Cuauhtitlán‟, al que Tulpetlac pertenecía” (GUERRERO ROSADO, El

Nican mopohua, t. I, p. 122 y 123). 65

Tlatelolco (literalmente en el montón de tierra o montecillo), sede evangelizadora desde la cual en

1531 se atendía Cuauhtitlan (como bien dice el Nican mopohua), se ubica al sur del cerro del Tepeyac,

no muy lejos de lo que en ese entonces se denominaba Mexico-Tenochtitlan (entre las tunas o corazones

de piedra), donde se encontraba el palacio del Obispo Zumárraga, y que hoy es el centro de la ciudad de

México.

Cfr. GUERRERO ROSADO, El Nican mopohua, t. I, p. 200 y 201. 66

Se destacan aquí, de entre los pájaros finos, al coyoltototl (pájaro cascabel), de bello canto, y al tzinitzcan

(pariente del quetzal), de deslumbrante plumaje.

Cfr. GUERRERO ROSADO, El Nican mopohua, t. I, p. 133.

56

Y cuando cesó de pronto el canto, cuando dejó de oírse, entonces oyó que lo

llamaban, de arriba del cerrito, le decían: “JUANITO, JUAN DIEGUITO”.

Luego se atrevió a ir a donde lo llamaban; ninguna turbación pasaba en su

corazón ni ninguna cosa lo alteraba, antes bien se sentía alegre y contento por

todo extremo; fue a subir al cerrillo para ir a ver de dónde lo llamaban.

Y cuando llegó a la cumbre del cerrillo, cuando lo vió una Doncella que allí

estaba de pie, lo llamó para que fuera cerca de Ella.

Para ir viviendo y comprendiendo más profundamente tan milagrosa historia, se pueden leer

o comentar, todas o algunas, de las siguientes explicaciones.

Rezamos en este día contemplando cómo Nuestra Señora de Guadalupe, antes

de llamar a Juan Diego Cuauhtlatoatzin e invitarlo a ir cerca de Ella, ya le ha

hablado y ha dialogado con él por medio del ambiente, presentando al Tepeyac

como la plenitud y respuesta de todo lo anhelado por los de su raza. A tal punto que,

antes de escuchar su palabra y de verla, el indio, que andaba buscando las cosas de

Dios, en un tiempo de tristeza y de muerte para su gente, por la pretensión española

de sustituirle sus creencias y costumbres prehispánicas, se pregunta lleno de alegría

e interpretando desde todo lo que le han enseñado sus abuelos, si no ha llegado al

cielo, al lugar de la vida y felicidad sin fin.

En ese momento, el más traumático de la historia de su pueblo, desde la

sabiduría ancestral de su cultura, al escuchar el canto de pájaros finos, canto que era

equivalente, según esa sapiencia, a voz divina, se da cuenta con claridad de que está

ante el comienzo de algo verdadero y fecundo. Que está presenciando el inicio de

una realidad fundamental, de un período de salvación, principio y origen de un

mundo y de una sociedad nueva.

Al escuchar que lo llaman “Juanito, Juan Dieguito” (“Juantzin, Juan

Diegotzin”), comprende inmediatamente que lo hace una mujer (en náhuatl el

vocativo termina distinto según el sexo del que habla), que es cristiana (utiliza su

nombre de bautismo), que lo quiere y estima mucho (emplea la terminación con el

diminutivo, que connota para el indígena reverencia e inmenso cariño y, de ningún

modo, menosprecio).

57

Es por todo lo anterior, que ese llamado le resulta sumamente atrayente,

dignificador, y lo alegra al extremo. Siente claramente que su fe cristiana ya no

implica contradicción, ni ruptura con sus raíces culturales y religiosas, sino

reafirmación y enriquecimiento tanto de ellas, a las que no tiene necesidad de

renunciar por el hecho de haber sido bautizado, como de las mismas personas de sus

antepasados. El acontecimiento que comienza a protagonizar lo reafirma no sólo

como cristiano, sino también como indio mexicano.

Y a la luz de este hecho guadalupano, todos los pueblos que ya estaban desde

antes en el Anahuac, encontraron la posibilidad de seguir adelante, releyendo con

mayor profundidad sus tradiciones, en esos nuevos y desconcertantes tiempos que

vivían. Desconcertantes para los aztecas que habían sido derrotados por los

españoles, y también, para las tribus que se habían aliado a estos últimos en la lucha.

Es que todos los indígenas, los de uno y otro bando, habían peleado por fidelidad a

su dios; y como resultado, experimentaban que él incomprensiblemente los

abandonaba en manos de los recién llegados, a sus destructoras iniciativas para

eliminarles toda su religión de siempre. Debido a esto, se sentían huérfanos

sobrenaturales, y ese sentimiento los sumía en el caos total, al cuestionarse el valor

de lo que a lo largo de su existencia siempre habían sido y vivido. Es que ellos

nunca habían pretendido tal exclusivismo en tiempos prehispánicos, pues el

vencedor siempre preservaba y conservaba también las creencias del vencido.

Incluso, la simple mención a la finalización de la guerra, al decir que “las

flechas y los escudos estaban depuestos”, era por sí sola el planteamiento sintético

del drama de los mexicanos. Dicha referencia, más que un dato cronológico,

indicaba precisamente el fin de la historia de los indios, pues la guerra en sí misma,

a la que consideraban sagrada y que les permitía conquistar y exigir tributos, era

como concepto y realidad, expresión simbólica de su ser y soberanía. Así, por

ejemplo, en el códice referido a la fundación de Mexico-Tenochtitlan, el águila y el

nopal, signos de su identidad, están sostenidos por las flechas y el escudo, es decir,

por la guerra.

Ahora bien, las flechas y escudos no sólo eran el fundamento de su sociedad,

también lo eran del universo, cuya existencia se sentían llamados a garantizar. Es

que para ellos, la guerra, sobre todo era un servicio religioso, permanente e

impostergable, con el que buscaban capturar prisioneros vivos, para luego

ofrendarlos como víctimas en el altar. Era un apostolado bélico, que les posibilitaba

cosechar corazones, en los que veían la fuente de la vida o movimiento, para

58

alimentar al dios sol. Buscaban de esta manera fortalecerlo, para lo cual no bastaban

las solas autosangradas que se provocaban, con el fin de que él siguiera venciendo a

las fuerzas de la oscuridad y, en consecuencia, se mantuviera el equilibrio del

cosmos y la existencia de todo.

De este modo, vivían un tiempo de temor y de paz mortal, y a medida que

pasaban los años de la caída definitiva de la capital azteca en manos españolas,

ocurrida el 13 de agosto de 1521, se acentuaba aún más la desorientación, ante la

evidencia de que el sol seguía saliendo, sin que ellos lo estuvieran alimentando con

los sacrificios humanos. En ese preciso momento, la oportunísima y providencial

visita de Nuestra Señora de Guadalupe, al mismo tiempo que los reconcilió con su

pasado, suscitó su evolución, y los hizo revivir y ver distinto el presente, al ponerle

sentido y palabra. Como consecuencia y de esta forma, Ella los llenó así de una paz

de vida y, librándolos de la orfandad y el caos existencial, los abrió al futuro.

Es que Nuestra Madre, con su intervención, en 1531, hace recomenzar la fe, el

conocimiento de Dios; el Nican mopohua describe ese resurgimiento con las ideas,

totalmente idóneas y apropiadas para una mentalidad indígena, de “brotar, verdecer,

crecer, reventar la corola”. Ideas, que implican que esa fe provenía del desarrollo

de lo que los indios ya poseían, de lo que estaba latente en su cultura y religión y

ahora germinaba. Entendieron también así, gracias al acontecimiento guadalupano,

en esa continuidad y superación de lo anterior, de la herencia recibida de sus padres

y abuelos, que ellos ya no tenían que ofrecer físicamente sangre humana, propia o

ajena, para sostener al universo; comprendieron que, para la salvación o

supervivencia del todo, ya había derramado la suya Jesucristo en la Cruz.

Se sugiere emplear algunos minutos para orar y meditar, en forma personal e interior, todo

lo que nos va manifestando la profundidad del Nican mopohua. Luego, podrían decirse o

pronunciarse las plegarias que siguen.

Gracias, Madre Nuestra, porque nos vigorizas en la fe, e inspirando y

sosteniendo en nosotros la capacidad de recibirla y testimoniarla, siempre nos

animas a vivir. Cuidando y alimentando en nosotros esta fuerza sobrenatural, con su

luz y potencia, a la vez que nos haces ver, protagonizar y expresar la historia según

la mirada y criterios de Dios, nos libras de todo desaliento y temor paralizante, de

toda muerte o sin sentido.

59

Gracias, Madre, porque para concretar lo anterior, aprovechas todo lo previo y

bueno que podamos tener, reconciliándonos con lo mejor de nosotros mismos, con

la sabiduría de nuestras identidades y memorias comunitarias y personales, para

hacerlas florecer y abrirnos a las de los demás.

Te suplicamos nos hagas como Tú, capaces de no separar el anuncio del

Evangelio y el amor por el modo de ser de cada pueblo y de los seres humanos que

los encarnan. Haz que misionemos entonces, asumiendo dichas realidades colectivas

o singulares, fecundando y armonizando los ambientes de cada uno, al aprovechar

las posibilidades que ellos nos proporcionan.

Sabiendo considerar tiempos y lugares, estar y hablar con gestos entendibles,

para decir el Evangelio de forma atrayente, generando una atmósfera que movilice a

su escucha y a un acercamiento gozoso a la casa materna. Utilizando, para mostrar a

Jesús, los elementos concretos que con familiaridad simbolizan o remiten a lo divino

en cada cultura y comunidad.

Y que todas las herencias propias y ajenas, las pongamos entonces al servicio

del crecimiento común, viviendo lúcidamente las siempre nuevas situaciones.

Ayúdanos y enséñanos, de esta forma, a no cerrarnos a ninguna riqueza humana,

colaborando al despliegue de todas ellas. Siendo capaces así, desde el respeto por lo

diferente y el generoso compartir lo que cada uno es y posee, de transitar hacia una

mayor felicidad.

Partiendo de todo lo anterior, se puede dar lugar a comentarios o a preguntas de viva voz.

Otra posibilidad es que, cada uno, recuerde o anote las apreciaciones o interrogantes que se

le van ocurriendo, para luego compartirlas o buscar su respuesta.

En un momento de silencio y de encuentro entrañable con Nuestra Señora de

Guadalupe y con San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, encomendamos a los

diversos pueblos y a sus modos de ser, alabando a Dios por todo lo bueno que

ha sembrado en cada uno de ellos.

También recordamos a nuestros queridos difuntos y suplicamos por su eterno

descanso, dando gracias por toda la sabiduría y bienes que nos han heredado o

transmitido.

60

En este silencio, agradecemos y pedimos además, por intercesión de Nuestra

Madre y de su mensajero, lo que nos parezca oportuno.

Como un signo de que consagramos nuestros pueblos y personas para que se haga en todos

y cada uno de nosotros el plan de Dios, mientras cantamos o leemos en voz baja la letra del

poema que está a continuación, podemos pasar a ofrecer una flor a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin y/o a tocar o besar sus imágenes.

Desde el cielo una hermosa mañana (2 veces),

la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac (2 veces).

Suplicante juntaba sus manos (2 veces)

y eran mexicanos y eran mexicanos y eran mexicanos su porte y su faz (2

veces).

Su llegada llenó de alegría (2 veces),

de luz y armonía, de luz y armonía, de luz y armonía todo el Anahuac (2

veces).

Junto al monte pasaba Juan Diego (2 veces)

y acercóse luego y acercóse luego y acercóse luego al oír cantar (2 veces).

Juan Dieguito, la Virgen le dijo (2 veces):

“este cerro elijo, este cerro elijo, este cerro elijo para hacer mi altar” (2 veces).

Y en la tilma entre rosas pintada (2 veces),

su imagen amada, su imagen amada, su imagen amada se dignó dejar (2

veces).

Desde entonces para el mexicano (2 veces),

ser guadalupano, ser guadalupano, ser guadalupano es algo esencial (2

veces).

En sus penas se postra rezando (2 veces)

y eleva sus ojos y eleva sus ojos y eleva sus ojos hacia el Tepeyac (2 veces).

Para finalizar rezamos la siguiente oración o alguna otra que se considere apropiada.

Dios, Padre de misericordias, que constituyes y edificas a tu Pueblo por la visita y bajo el Amor de Nuestra Santísima Madre de Guadalupe, concédenos por su intercesión, ser

61

una comunidad fervorosa en la fe, la esperanza y la caridad, abierta a los diferentes modos de ser y enriquecida por ellos. Una Iglesia cordial, capaz de dialogar con todos y de suscitar su protagonismo, que encarnando de este modo tu santa voluntad, y al sembrar así caminos de vida, fraternidad y felicidad, esté al servicio de impregnar de Evangelio el corazón de las culturas y de las personas.

Que la Madre de Jesús y Madre Nuestra nos eduque, y nos haga entonces un Pueblo de peregrinos y humildes embajadores suyos como San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Mensajeros muy dignos de confianza, que estando con Ella y haciéndola presente, aprendamos de los más pobres a recibir, buscar y compartir, la salvación y realidades divinas, desde nuestra particular tradición e identidad.

Te lo pedimos Padre, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

62

Paso hacia paz de vida y plenitud

El Nican mopohua, luego de un breve resumen inicial de su contenido (ver ESTA

OBRA, subtítulo “Primer día”) comienza hablando de un contexto de paz mortal

para los aborígenes (ver ESTA OBRA, subtítulo “Segundo día”) y, por la visita de

Nuestra Señora de Guadalupe, culmina hablando de que su vida o movimiento sigue

y continúa, unida ya a la de los europeos. Todos los habitantes de la ciudad

peregrinarán para siempre juntos al Tepeyac, a contemplar a la amada Reina del

Cielo, a presentarle sus plegarias y a recibir al Salvador y sus regalos (ver ESTA

OBRA, subtítulo “Día final”).

Que como San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, podamos dejarnos concebir, recibir y

ser transmisores de esa Pascua que suscita Nuestra Señora de Guadalupe, para

favorecer en lo que dependa de nosotros, también el paso de realidades o signos de

muerte a realidades o signos de mayor vida y felicidad.

63

Tercer día: Nuestra Señora de Guadalupe, Madre de Dios y Madre Nuestra

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mientras rezamos la siguiente oración, podemos encender una vela a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

A continuación, a una o a varias voces, leemos, proclamamos o representamos una parte de

la historia de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe.

Y cuando [Juan Diego] llegó frente a Ella [la Doncella] mucho admiró en qué

manera sobre toda ponderación aventajaba su perfecta grandeza:

Su vestido relucía como el sol, como que reverberaba,

Y la piedra, el risco en el que estaba de pie, como que lanzaba rayos;

el resplandor de Ella como preciosas piedras, como ajorca -todo lo más bello-

parecía;

64

la tierra como que relumbraba con los resplandores del arcoiris en la niebla67

.

Y los mezquites y nopales y las demás hierbecillas que allí se suelen dar,

parecían como esmeraldas. Como turquesa aparecía su follaje. Y su tronco, sus

espinas, sus aguates, relucían como el oro.

En su presencia se postró. Escuchó su aliento, su palabra, que era

extremadamente glorificadora, sumamente afable, como de quien lo atraía y

estimaba mucho.

Le dijo: “Escucha hijo mío el menor, Juanito. ¿A dónde te diriges?”.

Y él le contestó: “Mi Señora, Reina, Muchachita mía, allá llegaré, a tu casita

de México Tlatilolco, a seguir las cosas de Dios que nos dan, que nos enseñan quienes son las imágenes de Nuestro Señor, nuestros Sacerdotes”.

En seguida, con esto dialoga con él, le descubre su preciosa voluntad;

le dice: “Sábelo, ten por cierto hijo mío, el más pequeño, que yo soy la

Perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del Verdaderísimo Dios por

quien se vive, el creador de las personas, el dueño de la cercanía y de la

inmediación, el dueño del cielo, el dueño de la tierra. Mucho quiero, mucho

deseo que aquí me levanten mi casita sagrada.

En donde lo mostraré, lo ensalzaré al ponerlo de manifiesto:

Lo daré a las gentes en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en

mi auxilio, en mi salvación:

Porque yo en verdad soy vuestra madre compasiva,

tuya y de todos los hombres que en esta tierra estáis en uno,

y de las demás variadas estirpes de hombres, mis amadores, los que a mí

clamen, los que me busquen, los que confíen en mí,

porque ahí les escucharé su llanto, su tristeza, para remediar, para curar

todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores.

67

Los arcos, estructuras con muy diversas ofrendas y adornos, que hoy los bolivianos y descendientes

de bolivianos en San Nicolás, conservando lo de sus ancestros, dedican a Nuestra Madre y al Niño

Jesús, también remiten al arco iris. Al arco iris que se hace presente cuando el sol sale entre nubes de

lluvia y que por eso significa o refiere, en algunas culturas indígenas, a la llegada de la Luz o Sol por

antonomasia, Nuestro Señor Jesucristo (entrevista personal con la señora ALEJANDRINA MALDONADO

DE ROCHA, diciembre de 2006).

65

Y para realizar lo que pretende mi compasiva mirada misericordiosa, anda al

palacio del Obispo de México, y le dirás cómo yo te envío, para que le

descubras cómo mucho deseo que aquí me provea de una casa, me erija en el

llano mi templo; todo le contarás, cuanto has visto y admirado, y lo que has

oído.

Y ten por seguro que mucho lo agradeceré y lo pagaré,

que por ello te enriqueceré, te glorificaré,

y mucho de allí merecerás con que yo te retribuya tu cansancio, tu servicio

con que vas a solicitar el asunto al que te envío.

Ya has oído, hijo mío el menor, mi aliento, mi palabra; anda, haz lo que esté

de tu parte”.

E inmediatamente en su presencia se postró; le dijo: “Señora mía, Niña, ya voy a realizar tu venerable aliento, tu venerable palabra; por ahora de Tí me

aparto, yo, tu pobre indito”.

Luego vino a bajar para poner en obra su encomienda: vino a encontrar la

calzada, viene derecho a México.

Para ir viviendo y comprendiendo más profundamente tan milagrosa historia, se pueden leer

o comentar, todas o algunas, de las siguientes explicaciones.

Nuestra Señora de Guadalupe, con gran ternura y autoridad, establece una

presencia divina y divinizante. Se revela a Juan Diego Cuauhtlatoatzin como la

Madre compasiva del verdaderísimo Dios, de él y de todas las mujeres y los

hombres, sin excepción. Tanto al anunciar su maternidad divina como la humana,

enaltece a todos sus hijos, dando a entender que es para Ella una gran dicha y

privilegio, por el cual se siente muy honrada y agradecida.

Toda la persona, comportamiento y palabras de la Señora del Tepeyac son

amorosamente incluyentes. Judía de nacimiento, asume en Ella lo mejor del ser de los

indios mexicanos (que tienen en sí todo el aporte de lo que hoy llamamos lejano

Oriente, de donde provenían), y del ser de los españoles (crisol, por su historia, de la

herencia de Occidente, y de lo que actualmente denominamos Oriente medio y

próximo). Comprendemos hoy, que el nombre que se dará a sí misma,

simultáneamente con una delicadeza con los europeos (ver ESTA OBRA, subtítulo

66

“Primer día”), es otro aspecto que manifiesta su identidad y maternidad universal.

Es que se identificará con un título árabe, “Wadi al Lub” o río de grava negra,

evitando hacerlo con uno exclusivamente náhuatl o español, y, por lo tanto, menos

adecuado para designar a alguien que es síntesis y Madre de la entera humanidad, y no

sólo de los habitantes de México. Sus gestos y mensaje muestran eso sí, que a la vez

que es cristiana, conoce y hace propia tanto la cultura en general, como el saber

religioso en particular, de cada uno de sus interlocutores.

Así, inmediatamente hace comprender a Juan Diego que su Madre, Ella en

persona, les traía a Aquél al que en toda su historia habían adorado, al arraigadísimo

Dios de sus ancestros, que era el mismo que el de los cristianos. Para lograr lo

anterior, Ella acepta, aprovecha y hace crecer, denominaciones y conceptos sobre

dios de la América prehispánica, para con su mediación nombrar al fruto bendito de

su vientre. Pero utiliza precisamente aquellos títulos cuyo sentido se aproxima al de

la concepción cristiana del único eterno y que, por lo tanto, no sonaron mal a oídos

europeos. Oídos, que de ningún modo pudieron captar la explicitada identificación y

referencia, que llenó sí de felicidad a los indios.

Cuánta alegría y consuelo para los mexicanos saber que Jesucristo, el Hijo de la

Muchachita que los visitaba, era el “Señor del cerca y del junto”, el “Causante de toda vida”, el “Creador de todos” y el “Dueño del Cielo y de la Tierra”; es decir,

su Dios de siempre y tan cercano, artífice pleno y sustentador de todo lo bello y

precioso, y a quien sus padres y abuelos habían fielmente obedecido y seguido.

La Virgencita del Tepeyac habla y comunica su anuncio utilizando la lengua del

indio, de su enviado, que la identifica y trata como a una mujer noble de su

sociedad. La maternidad y palabras de Nuestra Señora de Guadalupe, muy

afectuosas y amables, son a la vez y precisamente por eso mismo, de sumo imperio.

De este modo, la Reina del Cielo a la vez protege y conduce, contiene y desafía,

suscitando al mismo tiempo que veneración y amor, el respeto y movimiento

obediente de Juan Diego y de los demás protagonistas del acontecimiento que Ella

inicia.

Revelándose también como creatura y sometiéndose a la autoridad de su Hijo

en el obispo, lo envía y manda a Juan Diego Cuauhtlatoatzin a solicitarle a él la

construcción de un templo asequible, en el llano. Es decir, a solicitar la edificación

de un pueblo muy solícito y disponible, para poder Ella mostrar a su Primogénito a

los otros hijos. Un templo o pueblo, al que todos puedan entrar y pertenecer, para

manifestar y dar su Amor. Ese Amor que es el mismo Jesús, que hace que Ella nos

67

mire con compasión y ternura, nos auxilie y medie la salvación, poniéndola al

alcance de todos los seres humanos.

Se sugiere emplear algunos minutos para orar y meditar, en forma personal e interior, todo

lo que nos va manifestando la profundidad del Nican mopohua. Luego, podrían decirse o

pronunciarse las plegarias que siguen.

Querida Virgencita, que tengamos la gracia de recibirte por Madre de Dios y

Madre Nuestra y así seamos constructores del Pueblo de Dios.

Gracias porque tenemos la felicidad y el honor de estar llamados, como

comunidad, a ser también Madre, a la vez afectuosa y firme, que contiene y desafía

a crecer, que da al Hijo y hace hermanos a los hijos, enalteciendo de este modo a

todas las personas.

Haz, por favor entonces, que manifestemos y hagamos accesible a Jesús con

nuestro testimonio, prolongando tu visita y mensaje, rescatando del olvido histórico

a los pueblos y a las personas. Acompañando misericordiosamente a las mujeres y a

los hombres, haciendo llegar tus ojos vivos, tu mirada de amor compasivo y, de este

modo, la reparación o corrección de toda miseria. Sin excluir a nadie, incluyendo a

todos, pero comenzando especialmente por los más pobres y angustiados.

Compartiendo nuestra fe y poniendo al servicio, de acuerdo a la Bondad de Dios y

no según criterios mezquinos, ni de mera justicia, la presencia y tesoros del

Salvador.

Para poder vivir lo anterior llénanos e inspíranos con ardiente caridad, con esa

fuerza que nos comunica la amistad de Dios para con todos los seres humanos y por

cada uno en particular, con una predilección por los humildes y abandonados. Que

podamos de esta manera ofrendar gratuitamente nuestra vida, para mostrar y hacer

encontrar, delicadamente y sin ofender a nadie, con Aquél que es la Preciosura

misma, con ese Dios siempre cercano y amable, plenitud de toda belleza que

tengamos o podamos anhelar.

Partiendo de todo lo anterior, se puede dar lugar a comentarios o a preguntas de viva voz.

Otra posibilidad es que, cada uno, recuerde o anote las apreciaciones o interrogantes que se

le van ocurriendo, para luego compartirlas o buscar su respuesta.

68

En un momento de silencio y de encuentro entrañable con Nuestra Señora de

Guadalupe y con San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, encomendamos a alguna

comunidad o persona a la que luego podremos contar algo sobre Ella y su

visita.

En este silencio, agradecemos y pedimos además, por intercesión de Nuestra

Madre y de su mensajero, lo que nos parezca oportuno.

Como un signo de que consagramos nuestros pueblos y personas para que se haga en todos

y cada uno de nosotros el plan de Dios, mientras cantamos o leemos en voz baja la letra del

poema que está a continuación, podemos pasar a ofrecer una flor a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin y/o a tocar o besar sus imágenes.

Desde el cielo una hermosa mañana (2 veces),

la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac (2 veces).

Suplicante juntaba sus manos (2 veces)

y eran mexicanos y eran mexicanos y eran mexicanos su porte y su faz (2

veces).

Su llegada llenó de alegría (2 veces),

de luz y armonía, de luz y armonía, de luz y armonía todo el Anahuac (2

veces).

Junto al monte pasaba Juan Diego (2 veces)

y acercóse luego y acercóse luego y acercóse luego al oír cantar (2 veces).

Juan Dieguito, la Virgen le dijo (2 veces):

“este cerro elijo, este cerro elijo, este cerro elijo para hacer mi altar” (2 veces).

Y en la tilma entre rosas pintada (2 veces),

su imagen amada, su imagen amada, su imagen amada se dignó dejar (2

veces).

Desde entonces para el mexicano (2 veces),

ser guadalupano, ser guadalupano, ser guadalupano es algo esencial (2

veces).

En sus penas se postra rezando (2 veces)

y eleva sus ojos y eleva sus ojos y eleva sus ojos hacia el Tepeyac (2 veces).

69

Para finalizar rezamos la siguiente oración o alguna otra que se considere apropiada.

Dios, Padre de misericordias, que constituyes y edificas a tu Pueblo por la visita y bajo el Amor de Nuestra Santísima Madre de Guadalupe, concédenos por su intercesión, ser una comunidad fervorosa en la fe, la esperanza y la caridad, abierta a los diferentes modos de ser y enriquecida por ellos. Una Iglesia cordial, capaz de dialogar con todos y de suscitar su protagonismo, que encarnando de este modo tu santa voluntad, y al sembrar así caminos de vida, fraternidad y felicidad, esté al servicio de impregnar de Evangelio el corazón de las culturas y de las personas.

Que la Madre de Jesús y Madre Nuestra nos eduque, y nos haga entonces un Pueblo de peregrinos y humildes embajadores suyos como San Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Mensajeros muy dignos de confianza, que estando con Ella y haciéndola presente, aprendamos de los más pobres a recibir, buscar y compartir, la salvación y realidades divinas, desde nuestra particular tradición e identidad.

Te lo pedimos Padre, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Espacio para apuntes personales.

70

Modo de ser que reconcilia y fecunda

Nuestra Señora de Guadalupe integra y une en sí misma, con su persona y proceder

mestizos, dos cosmovisiones que no podían dejar de desencontrarse. Ella se presenta

como Madre de Dios y Madre Nuestra y, por lo tanto, con gran ternura y autoridad,

que a la vez contiene y gobierna hacia una nueva realidad comunitaria. Es de este

modo, como al mismo tiempo abre a lo diferente, armoniza y plenifica, lo mejor de

las culturas, creencias y aspiraciones, de europeos y americanos.

71

Cuarto día: San Juan Diego Cuauhtlatoatzin,

embajador muy digno de confianza

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mientras rezamos la siguiente oración, podemos encender una vela a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

A continuación, a una o a varias voces, leemos, proclamamos o representamos una parte de

la historia de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe.

Cuando [Juan Diego] vino a llegar al interior de la ciudad, luego fué derecho al

Palacio del Obispo, que muy recientemente había llegado, Gobernante

Sacerdote; su nombre era D. Fray Juan de Zumárraga, Sacerdote de San

Francisco.

En cuanto llegó, luego hace el intento de verlo, les ruega a sus servidores, a sus

ayudantes, que vayan a decírselo;

después de pasado largo rato vinieron a llamarlo, cuando mandó el Señor

Obispo que entrara

.

72

Y en cuanto entró, luego ante él se arrodilló, se postró, luego ya le descubre, le

cuenta el precioso aliento, la preciosa palabra de la Reina del Cielo, su

mensaje, y también le dice todo lo que admiró, lo que vió, lo que oyó.

Y habiendo escuchado toda su narración, su mensaje, como que no mucho lo

tuvo por cierto,

le respondió, le dijo: “Hijo mío, otra vez vendrás, aún con calma te oiré, bien

aún desde el principio miraré, consideraré la razón por la que has venido, tu voluntad, tu deseo”.

Salió; venía triste, porque no se realizó de inmediato su encargo.

Luego se volvió, al terminar el día, luego de allá se vino derecho a la cumbre

del cerrillo,

y tuvo la dicha de encontrar a la Reina del Cielo: allí cabalmente donde la

primera vez se le apareció, lo estaba esperando.

Y en cuanto la vió, ante Ella se postró, se arrojó por tierra, le dijo:

“Patroncita, Señora, Reina, Hija mía la más pequeña, mi Muchachita, ya fui a donde me mandaste a cumplir tu amable aliento, tu amable palabra, aunque

difícilmente entré a donde es el lugar del Gobernante Sacerdote, lo ví, ante él

expuse tu aliento, tu palabra, como me lo mandaste.

Me recibió amablemente y lo escuchó perfectamente, pero, por lo que me

respondió, como que no lo entendió, no lo tiene por cierto.

Me dijo:„Otra vez vendrás; aún con calma te escucharé, bien aún desde el

principio veré por lo que has venido, tu deseo, tu voluntad‟.

Bien en ello miré, según me respondió, que piensa que tu casa que quieres que te hagan aquí, tal vez yo nada más lo invento, o que tal vez no es de tus labios;

mucho te suplico, Señora mía, Reina, Muchachita mía, que a alguno de los

nobles, estimados, que sea conocido, respetado, honrado, le encargues que conduzca, que lleve tu amable aliento, tu amable palabra para que le crean.

Porque en verdad yo soy un hombre del campo, soy mecapal, soy parihuela,

soy cola, soy ala; yo mismo necesito ser conducido, llevado a cuestas, no es

lugar de mi andar ni de mí detenerme allá a donde me envías, Virgencita mía,

Hija mía menor, Señora Niña;Por favor dispénsame: afligiré con pena tu rostro, tu corazón; iré a caer en tu enojo, en tu disgusto, Señora Dueña mía”.

73

Le respondió la perfecta Virgen, digna de honra y veneración:

“Escucha, el más pequeño de mis hijos, ten por cierto que no son escasos

mis servidores, mis mensajeros, a quienes encargué que lleven mi aliento, mi

palabra, para que efectúen mi voluntad;

pero es muy necesario que tú, personalmente vayas, ruegues que por tu

intercesión se realice, se lleve a efecto mi querer, mi voluntad.

Y mucho te ruego, hijo mío el menor, y con rigor te mando, que otra vez

vayas mañana a ver al Obispo,

y de mi parte hazle saber, hazle oír mi querer, mi voluntad, para que realice,

haga mi templo que le pido,

y bien, de nuevo dile de que modo yo, personalmente, la Siempre Virgen

Santa María, yo, que soy la Madre de Dios, te mando”.

Juan Diego, por su parte, le respondió, le dijo: “Señora mía, Reina,

Muchachita mía, que no angustie yo con pena tu rostro, tu corazón; con todo

gusto iré a poner por obra tu aliento, tu palabra; de ninguna manera lo dejaré de hacer, ni estimo por molesto el camino.

Iré a poner en obra tu voluntad, pero tal vez no seré oído, y si fuere oído quizás no seré creído.

Mañana en la tarde, cuando se meta el sol, vendré a devolver a tu palabra, a

tu aliento, lo que me responda el Gobernante Sacerdote.

Ya me despido de Tí respetuosamente, Hija mía la más pequeña, Jovencita,

Señora, Niña mía, descansa otro poquito”.

Y luego se fué él a su casa a descansar.

Para ir viviendo y comprendiendo más profundamente tan milagrosa historia, se pueden leer

o comentar, todas o algunas, de las siguientes explicaciones.

Juan Diego no hablaba español, y al producirse las apariciones, era un hombre

maduro, de 57 años de edad. Ya viudo, fallecida su esposa María Lucía Malintzin,

había pasado toda su vida en el regazo de la antigua cultura y religión mexicana. Su

74

nombre indígena, Cuauhtlatoatzin o “águila que habla”, hace referencia a aquél que

explica la sabiduría de Dios y la de su pueblo; pues el águila era el símbolo del Dios

Sol y del pueblo del Sol.

Muy posiblemente haya sido un príncipe indio, aunque de esto no tenemos

certeza. Según el Nican mopohua y otra fuentes, sabemos sí que era propietario de

casas y tierras, que había heredado de sus antepasados, y era por eso de condición

noble. De todos modos, el texto enfatiza su pobreza, a tal punto que, antes del

milagro, anda solo y debe esperar para ser atendido. Así, el relato lo muestra

entonces como un “macehual” o un hombre del pueblo. Esta condición coincide

exactamente con el destino que tuvo la nobleza, a la que él pertenecía, de las tribus

indias que lucharon contra los aztecas aliándose a los españoles. Nobleza que, luego

de alcanzada la victoria, fue traicionada por los europeos. Ciertamente entonces es

Juan Diego, al momento de las apariciones, más dolorosamente pobre que si siempre

hubiera sido pobre.

Aún durante su vida terrena, los indios acudían a su intercesión, ya que lo

consideraron y estimaron como alguien ejemplar, con cualidades muy apreciadas en

su mundo; tales como ser humilde, pacífico, cuerdo y celoso en las costumbres,

misericordioso y compasivo, amigo de todos y temeroso de dios. A lo largo del

Nican mopohua se lo describe con una admirable personalidad, y se manifiesta

siempre muy desinteresado, diligente y bien dispuesto a renunciar a sí mismo para

contentar a los demás. Al igual que su tío Juan Bernardino, consideraba que los

sacerdotes católicos, “imágenes del Señor Dios amadas por Él”, eran quienes les

proporcionaban las realidades divinas.

Nunca duda de lo que le dice Nuestra Señora de Guadalupe y, aún a riesgo de

su propia vida, intenta siempre seguir su mandato. Y en verdad la ponía en juego,

pues era muy posible que se lo acusara o condenara de idolatría, al solicitar la

construcción de una Casita Sagrada en nombre de la Madre de Dios y Madre

Nuestra, en el preciso sitio en el cual los españoles habían destruido un templo

prehispánico dedicado a Ella. Contemplamos hoy cómo, a pesar de dicho riesgo,

realiza lo que la Señora le pide y va a entrevistarse con el obispo Zumárraga. Este no

le cree y el indio, herido por eso en la fina sensibilidad propia de los de su raza,

habiendo fracasado inicialmente en su misión porque no se da crédito a su palabra,

sale totalmente abatido; sumamente triste porque no ha logrado, a pesar de todo su

esfuerzo, lo que la Niña deseaba.

De regreso al Tepeyac, la Virgencita, que lo estaba esperando, escucha su

súplica de que envíe a otro. Por la sutil delicadeza y cortesía india, se reconoce

75

inepto e indigno para el cargo que se le encomienda cumplir. Grosería y petulancia

para con quien lo enviaba, hubiera sido, no utilizar frases autodenigratorias; frases

que eran de rigor y expresaban honestidad, buena educación e idoneidad, y que no

manifestaban entonces una baja autoestima o una minusvaloración de las propias

capacidades y posibilidades. De hecho ya ha obedecido y él también las emplea, en

este caso y visto lo sucedido en su primer encuentro con el obispo, para sugerirle

que envíe, a solicitar la construcción del templo, a un mensajero más creíble para el

español.

Tanto al hacer Juan Diego Cuauhtlatoatzin esa propuesta a la amada

Muchachita, como en otros momentos a lo largo de la historia de las apariciones, en

ningún caso protesta por lo que le toca padecer, ni habla mal de Zumárraga o de sus

ayudantes. Es destacable además, que al hacer dicha sugerencia y como siempre,

piensa más en los intereses de Nuestra Señora de Guadalupe que en él mismo. La

Madre, con mucha dulzura y también con gran firmeza, lo confirma como su

embajador muy digno de confianza y él, nuevamente, obedecerá gustoso.

Se sugiere emplear algunos minutos para orar y meditar, en forma personal e interior, todo

lo que nos va manifestando la profundidad del Nican mopohua. Luego, podrían decirse o

pronunciarse las plegarias que siguen.

Gracias Madrecita nuestra, porque siempre nos esperas y animas a entregar

nuestra vida. Te suplicamos nos confirmes como obedientes, discretos y laboriosos

pregoneros de tu Amor y deseos, como otros “Juan Diegos”, que colaboremos en la

realización de tu voluntad, en la edificación del Pueblo de Dios, con la concreción

del plan divino en la historia. Como lo hiciste con él, ante todas las dificultades

internas y externas, sostén y aumenta nuestra confianza en Ti, para que podamos

afrontarlas libres de toda tristeza.

Somos ineptos e indignos para ser mensajeros tuyos muy dignos de confianza,

incapaces muchas veces de pensar más en tus intereses que en nosotros mismos. Por

favor, edúcanos y haznos idóneos embajadores y enviados; que pongamos a tu

servicio y al del mundo entero, sin quejarnos jamás, nuestro ser comunitario y

personal, con todas sus riquezas y posibilidades. Al hacer lo anterior, danos la gracia

de ser humildes, siendo capaces de aceptar y disimular las carencias de pueblos,

individuos y circunstancias.

76

Por favor, mira con bondad nuestra pobreza y haznos santos. Llena de sabiduría

de Dios y del pueblo el modo en que vivimos, regalándonos una actitud amical para

con todos. Haz que, para gloria divina y bien de los demás, siendo muy marianos y

misericordiosos, encarnemos virtudes y cualidades significativas y edificantes en el

mundo de hoy, y en especial, en las tradiciones y sociedades a las que pertenecemos.

Concédenos, Virgencita de Guadalupe, para poder hacer realidad lo anterior, y

que toda nuestra acción y anuncio puedan impregnar de Evangelio, los regalos de

escuchar siempre tus llamadas y tus palabras, de aceptar y de recibir tus invitaciones

y tus visitas y de estar siempre cerca de Ti y de tu Luz.

Partiendo de todo lo anterior, se puede dar lugar a comentarios o a preguntas de viva voz.

Otra posibilidad es que, cada uno, recuerde o anote las apreciaciones o interrogantes que se

le van ocurriendo, para luego compartirlas o buscar su respuesta.

En un momento de silencio y de encuentro entrañable con Nuestra Señora de

Guadalupe y con San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, encomendamos a alguna

familia, grupo o persona a la que luego podremos contar algo sobre este santo

indio.

En este silencio, agradecemos y pedimos además, por intercesión de Nuestra

Madre y de su mensajero, lo que nos parezca oportuno.

Como un signo de que consagramos nuestros pueblos y personas para que se haga en todos

y cada uno de nosotros el plan de Dios, mientras cantamos o leemos en voz baja la letra del

poema que está a continuación, podemos pasar a ofrecer una flor a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin y/o a tocar o besar sus imágenes.

Desde el cielo una hermosa mañana (2 veces),

la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac (2 veces).

Suplicante juntaba sus manos (2 veces)

y eran mexicanos y eran mexicanos y eran mexicanos su porte y su faz (2

veces).

77

Su llegada llenó de alegría (2 veces),

de luz y armonía, de luz y armonía, de luz y armonía todo el Anahuac (2

veces).

Junto al monte pasaba Juan Diego (2 veces)

y acercóse luego y acercóse luego y acercóse luego al oír cantar (2 veces).

Juan Dieguito, la Virgen le dijo (2 veces):

“este cerro elijo, este cerro elijo, este cerro elijo para hacer mi altar” (2 veces).

Y en la tilma entre rosas pintada (2 veces),

su imagen amada, su imagen amada, su imagen amada se dignó dejar (2

veces).

Desde entonces para el mexicano (2 veces),

ser guadalupano, ser guadalupano, ser guadalupano es algo esencial (2

veces).

En sus penas se postra rezando (2 veces)

y eleva sus ojos y eleva sus ojos y eleva sus ojos hacia el Tepeyac (2 veces).

Para finalizar rezamos la siguiente oración o alguna otra que se considere apropiada.

Dios, Padre de misericordias, que constituyes y edificas a tu Pueblo por la visita y bajo el Amor de Nuestra Santísima Madre de Guadalupe, concédenos por su intercesión, ser una comunidad fervorosa en la fe, la esperanza y la caridad, abierta a los diferentes modos de ser y enriquecida por ellos. Una Iglesia cordial, capaz de dialogar con todos y de suscitar su protagonismo, que encarnando de este modo tu santa voluntad, y al sembrar así caminos de vida, fraternidad y felicidad, esté al servicio de impregnar de Evangelio el corazón de las culturas y de las personas.

Que la Madre de Jesús y Madre Nuestra nos eduque, y nos haga entonces un Pueblo de peregrinos y humildes embajadores suyos como San Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Mensajeros muy dignos de confianza, que estando con Ella y haciéndola presente, aprendamos de los más pobres a recibir, buscar y compartir, la salvación y realidades divinas, desde nuestra particular tradición e identidad.

Te lo pedimos Padre, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

78

Para ser mensajeros hoy

Encarnar actos de fe, esperanza y caridad, tales como tener una actitud amical para

con todos (especialmente con los más pobres), contar la historia de las apariciones, y

portar y regalar las imágenes de Nuestra Señora de Guadalupe y de San Juan Diego

Cuauhtlatoatzin; nos ayudan a vivir y compartir el milagro del Tepeyac hoy.

Imploremos la gracia de ser embajadores y enviados muy dignos de confianza.

79

Quinto día: el obispo Zumárraga, sus ayudantes y españoles

en general, celoso pastor y prejuicioso hostigamiento

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mientras rezamos la siguiente oración, podemos encender una vela a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

A continuación, a una o a varias voces, leemos, proclamamos o representamos una parte de

la historia de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe.

Al día siguiente, Domingo, bien todavía en la nochecilla, todo aún estaba

oscuro, de allá salió [Juan Diego], de su casa, se vino derecho a Tlatilolco,

vino a saber lo que pertenece a Dios y a ser contado en lista; luego para ver al

Señor Obispo.

Y a eso de las diez fue cuando ya estuvo preparado: se había oído Misa y se

había nombrado lista y se había dispersado la multitud.

Y Juan Diego luego fué al palacio del Señor Obispo.

Y en cuanto llegó hizo toda la lucha por verlo, y con mucho trabajo y otra vez

lo vió;

80

a sus pies se hincó, lloró, se puso triste al hablarle, al descubrirle la palabra, el

aliento de la Reina del Cielo,

que ojalá fuera creída la embajada, la voluntad de la Perfecta Virgen, de

hacerle, de erigirle su casita sagrada, en donde había dicho, la quería.

Y el Gobernante Obispo muchísimas cosas le preguntó, le investigó, para

poder cerciorarse, dónde la había visto, cómo era Ella; todo absolutamente se

lo contó al Señor Obispo.

Y aunque todo absolutamente se lo declaró, y en cada cosa vió, admiró que

aparecía con toda claridad que Ella era la Perfecta Virgen, la Amable,

Maravillosa Madre de Nuestro Salvador Nuestro Señor Jesucristo,

sin embargo, no luego se realizó.

Dijo que no sólo por su palabra, su petición se haría, se realizaría lo que él

pedía,

que era muy necesaria alguna otra señal para poder ser creído cómo a él lo

enviaba la Reina del Cielo en persona.

Tan pronto como lo oyó Juan Diego, le dijo al Obispo:

“Señor Gobernante, considera cuál sería la señal que pides, porque luego iré

a pedírsela a la Reina del Cielo que me envió”.

Y habiendo visto el Obispo que ratificaba, que en nada vacilaba ni dudaba,

luego lo despacha.

Y en cuanto se viene, luego les manda a algunos de los de su casa en los que

tenía absoluta confianza, que lo vinieran siguiendo, que bien lo observaran a

dónde iba, a quién veía, con quién hablaba.

Y así se hizo. Y Juan Diego luego se vino derecho. Siguió la calzada,

y los que lo seguían, donde sale la barranca cerca del Tepeyac, en el puente de

madera lo vinieron a perder. Y aunque por todas partes buscaron, ya por

ninguna lo vieron.

Y así se volvieron. No sólo porque con ello se fastidiaron grandemente, sino

también porque les impidió su intento, los hizo enojar.

Así le fueron a contar al Señor Obispo, le metieron en la cabeza que no le

creyera, le dijeron cómo nomás le contaba mentiras, que nada más inventaba lo

81

que venía a decirle, o que sólo soñaba o imaginaba lo que le decía, lo que le

pedía.

Y bien así lo determinaron que si otra vez venía, regresaba, allí lo agarrarían, y

fuertemente lo castigarían, para que ya no volviera a decir mentiras ni a

alborotar a la gente.

Entre tanto, Juan Diego estaba con la Santísima Virgen, diciéndole la respuesta

que traía del Señor Obispo;

la que, oída por la Señora, le dijo:

“Bien está, hijito mío, volverás aquí mañana para que lleves al Obispo la

señal que te ha pedido;

con esto te creerá y acerca de esto ya no dudará ni de tí sospechará;

Y sábete, hijito mío, que yo te pagaré tu cuidado y el trabajo y cansancio que

por mí has emprendido;

Ea, vete ahora, que mañana aquí te aguardo”.

Para ir viviendo y comprendiendo más profundamente tan milagrosa historia, se pueden leer

o comentar, todas o algunas, de las siguientes explicaciones.

Fray Juan de Zumárraga, vasco que no hablaba el idioma materno de Juan

Diego Cuauhtlatoatzin, trabajó y rezó esforzada e incansablemente por la felicidad

de todos los fieles, proporcionándoles los sacramentos, y colaborando en la

concreción de diversas iniciativas que mejoraran las condiciones de vida de los

naturales de América. Nombrado por el monarca español “Protector de Indios” en

1528, hombre de virtud, humilde y honesto, sustentaba su actividad en su vigoroso y

violento carácter; y a veces era, incluso, sumamente duro al realizar sus tareas de

padre y pastor. El 27 de agosto de 1529, seriamente angustiado por la carga, ante la

difícil circunstancia que se vivía en México, escribió al rey y emperador Carlos V,

que sólo un remedio provisto por la mano misma de Dios, salvaría a esta tierra.

Remedio o intervención por la cual el fraile suplicaba, ante la oscuridad y los

insuperables obstáculos de todo orden.

82

En el momento de las apariciones, ya había sido nombrado obispo, aunque fue

consagrado como tal recién en abril de 1533. Era muy poco afecto a una

espiritualidad mediada por las imágenes y devociones populares, y se opuso

férreamente a la religión prehispánica. En sus decisiones fue muy escrupuloso, y

hasta severo, a la hora de defender lo que entendía como doctrina ortodoxa. Por todo

lo anterior, había en la ciudad de Mexico-Tenochtitlan otras personas que hubieran

sido más accesibles, y con más poder concreto a la hora de materializarlo, para

recibir un pedido como el que el mensajero del Tepeyac es enviado a hacerle. Pero

ninguno de esos otros personajes era, como Zumárraga, a ojos de María Santísima,

el representante de Cristo en este lugar.

Hemos contemplado como en su primer entrevista con Juan Diego, el obispo

rechazó la solicitud que aquél, indio recién converso y por eso mismo sospechoso

para los europeos, le hizo en nombre de Nuestra Señora de Guadalupe. En la

segunda entrevista, que meditamos hoy, vemos que, ante la insistencia del

embajador de la Virgencita, lo examinó con rigor; y aunque no pudo encontrar nada

que lo descalificara, le mencionó la necesidad de una señal que acreditara su

palabra. “Una señal para poder creer que a él lo enviaba personalmente la Madre

de Dios”. Por último, al asumir Juan Diego esta exigencia, no dejó de dudar de él.

Zumárraga, que era Inquisidor, al interrogarlo, procede con apego al modo de

operar de los tribunales inquisitoriales de la época; es decir, buscando en todo

momento el error del examinado. Además, siguiendo las normas de la Iglesia, aún

vigentes, en cuanto al discernimiento de posibles apariciones: considerarlas falsas e

impugnarlas hasta que se demuestre lo contrario. Normas, estas dos últimas, que en

ese momento, además, era muy necesario respetar, pues las historias de

intervenciones sobrenaturales abundaban, tanto de parte de los españoles como de

los indígenas, con la pretensión de humillar y aplastar a los del bando contrario.

Escuchamos que al despedir al vidente de la Madre Celestial, manda el obispo a

algunos de su absoluta confianza a seguir y vigilar al indio, con la misión de espiar e

informar sobre los lugares y personas que frecuentara. Sabemos, con seguridad, que

Zumárraga siempre tuvo miembros de su familia y criados muy cercanos. En su

caso, el modo prejuicioso y despectivo con que ellos tratan a Juan Diego

Cuauhtlatoatzin antes de la estampación de Nuestra Señora de Guadalupe, expresa

nítidamente cómo los europeos, casi en su totalidad, se vincularon con los naturales

de América en general.

Pensaban que los indios se hallaban en poder del demonio e infectados por su

perversa e idolátrica religión y, consecuentemente, buscaban o convertirlos,

83

sustituyendo sus creencias, o exterminarlos, si no lograban dicha conversión.

Consideraban los evangelizadores que, arrebatándoles su cultura y religión e

imponiéndoles la propia, no los despojaban, sino que los salvaban y enriquecían.

Es más, los frailes, salvo excepciones, se lamentaban de que no habían sido

sistemáticamente eliminados los ancianos indígenas, a los que consideraban

pervertidores de los más jóvenes, cuando les transmitían sus conocimientos y

costumbres prehispánicas. Desde su desconfiada mirada y creyéndose superiores,

consideraban a los indios como semianimales y fabuladores, como eternos niños que

debían subordinarse y someterse a sus designios.

Ahora bien, aquéllas personas de la casa del prelado y que gozaban de su

confianza, nada más pierden de vista a Juan Diego en el Tepeyac, lugar en el cuál no

puede obrar su mirada persecutoria; pero, en consecuencia y como muestra de lo

expresado, informan diciendo que es mentiroso el indio. En realidad la ausencia de

verdad estaba en sus palabras, que transmitían una calumnia, buscando que el obispo

no creyera en el enviado de la Virgen y, que además, terminaron generando en ellos

propósitos violentos o de castigo injusto para con el inocente. Mientras tanto, el

embajador muy digno de confianza, estaba en la cima del cerro con la Amada Reina,

disfrutando de su presencia y conversando con Ella, comunicándole el mensaje del

prelado y escuchando su alentadora palabra.

Se sugiere emplear algunos minutos para orar y meditar, en forma personal e interior, todo

lo que nos va manifestando la profundidad del Nican mopohua. Luego, podrían decirse o

pronunciarse las plegarias que siguen.

Gracias Madre, porque tu presencia y aliento nos confortan y acreditan siempre.

Nos dan fuerzas para seguir adelante, para continuar en la misión y, de este modo,

nos ayudan a vivir como Dios quiere, pareciéndonos a Él.

Danos por favor el regalo de ser fieles, con honestidad y prudencia, a las

autoridades y enseñanzas de la Iglesia. Concédenos crecer en lo anterior, dando

siempre lugar a la edificante persona y palabra de los más pobres. Para dejarnos

enseñar por su espiritualidad y modos de expresarla, viendo en todo esto una palabra

de Dios. Que no menospreciemos jamás los gestos sensibles y símbolos con los que,

con profundidad sobrenatural, expresan su gran fe los más sencillos.

84

Danos amor por la religión del pueblo, por su talento para celebrar y descubrir

la presencia de lo divino con diversas acciones y en múltiples signos, íconos de lo

sagrado. Por favor, que no andemos persiguiendo o buscando algo para acusar esa

piedad, de la que somos fruto y debemos aprender y, en todo caso, contribuir a

mejorar, haciendo crecer lo que ya tiene de bueno.

Líbranos, Virgencita, de prejuicios nocivos y de palabras mentirosas, que nos

alejan de respetarnos y de enriquecernos con nuestras diferencias culturales y

personales. Sálvanos de cualquier pensamiento y actitud negativa, que no nos

permita vivir como buenos hijos tuyos y hermanos de todos.

Haz que siempre consideremos más dignos a los demás y que, sin dejar de ver

lo que pueda limitar su ser, valoremos sus capacidades y colaboremos a su

despliegue. Te lo pedimos para todos, pero especialmente para los que ejercen

mayor poder y tienen más responsabilidades sobre vidas ajenas.

Particularísimamente, te lo suplicamos, para los que representan a Cristo en la tierra,

rogando los hagas perseverar en la oración y servicio, siempre iluminador por Ti.

Y si nos toca padecer alguna injusticia, cualquiera que sea, concédenos las

gracias de saber estar contigo y de confiar en tu intervención. Tenemos la seguridad

de que, más bien temprano que tarde, precisamente en el momento más conveniente,

siempre con tus visitas pones las cosas en su lugar.

Partiendo de todo lo anterior, se puede dar lugar a comentarios o a preguntas de viva voz.

Otra posibilidad es que, cada uno, recuerde o anote las apreciaciones o interrogantes que se

le van ocurriendo, para luego compartirlas o buscar su respuesta.

En un momento de silencio y de encuentro entrañable con Nuestra Señora de

Guadalupe y con San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, pedimos por la santidad de

algún obispo, sacerdote, posible vocación o de alguien que participe en el

servicio pastoral de la Iglesia. Con posterioridad podríamos tener algún otro

gesto amical para con la persona encomendada.

En este silencio, agradecemos y pedimos además, por intercesión de Nuestra

Madre y de su mensajero, lo que nos parezca oportuno.

85

Como un signo de que consagramos nuestros pueblos y personas para que se haga en todos

y cada uno de nosotros el plan de Dios, mientras cantamos o leemos en voz baja la letra del

poema que está a continuación, podemos pasar a ofrecer una flor a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin y/o a tocar o besar sus imágenes.

Desde el cielo una hermosa mañana (2 veces),

la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac (2 veces).

Suplicante juntaba sus manos (2 veces)

y eran mexicanos y eran mexicanos y eran mexicanos su porte y su faz (2

veces).

Su llegada llenó de alegría (2 veces),

de luz y armonía, de luz y armonía, de luz y armonía todo el Anahuac (2

veces).

Junto al monte pasaba Juan Diego (2 veces)

y acercóse luego y acercóse luego y acercóse luego al oír cantar (2 veces).

Juan Dieguito, la Virgen le dijo (2 veces):

“este cerro elijo, este cerro elijo, este cerro elijo para hacer mi altar” (2 veces).

Y en la tilma entre rosas pintada (2 veces),

su imagen amada, su imagen amada, su imagen amada se dignó dejar (2

veces).

Desde entonces para el mexicano (2 veces),

ser guadalupano, ser guadalupano, ser guadalupano es algo esencial (2

veces).

En sus penas se postra rezando (2 veces)

y eleva sus ojos y eleva sus ojos y eleva sus ojos hacia el Tepeyac (2 veces).

Para finalizar rezamos la siguiente oración o alguna otra que se considere apropiada.

Dios, Padre de misericordias, que constituyes y edificas a tu Pueblo por la visita y bajo el Amor de Nuestra Santísima Madre de Guadalupe, concédenos por su intercesión, ser una comunidad fervorosa en la fe, la esperanza y la caridad, abierta a los diferentes modos de ser y enriquecida por ellos. Una Iglesia cordial, capaz de dialogar con todos y de suscitar su protagonismo, que encarnando de este modo tu santa voluntad, y al

86

sembrar así caminos de vida, fraternidad y felicidad, esté al servicio de impregnar de Evangelio el corazón de las culturas y de las personas.

Que la Madre de Jesús y Madre Nuestra nos eduque, y nos haga entonces un Pueblo de peregrinos y humildes embajadores suyos como San Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Mensajeros muy dignos de confianza, que estando con Ella y haciéndola presente, aprendamos de los más pobres a recibir, buscar y compartir, la salvación y realidades divinas, desde nuestra particular tradición e identidad.

Te lo pedimos Padre, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

87

Hacia un mundo y comunidades más hermosos

Nuestra Señora de Guadalupe nos anima a ser y transmitir diálogo; es decir, a

ofrendarnos y a donar generosamente lo nuestro, abiertos al despliegue de los otros.

Es de esta forma, superando prejuicios nocivos e ideologías, cómo podremos

colaborar en la edificación de realidades sociales y eclesiales más fraternas, al

favorecer el fecundo encuentro entre diferentes tradiciones y personas. Siendo

capaces de vivir el poder que tengamos como servicio y entrega, y no como

imposición caprichosa o violenta que pretenda ignorar o anular a lo diverso.

88

Sexto día: el tío Juan Bernardino, símbolo del pueblo que

pasa de la postración de muerte al movimiento de vida

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mientras rezamos la siguiente oración, podemos encender una vela a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

A continuación, a una o a varias voces, leemos, proclamamos o representamos una parte de

la historia de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe.

Y al día siguiente, Lunes, cuando debía llevar Juan Diego alguna señal para ser

creído, ya no volvió.

Porque cuando fué a llegar a su casa, a su tío, de nombre Juan Bernardino, se le

había asentado la enfermedad, y estaba muy grave.

Aún fué a llamarle al médico, aún hizo por él, pero ya no era tiempo, ya estaba

muy grave.

Y cuando anocheció, le rogó su tío que cuando aún fuera de madrugada,

cuando aún estuviera oscuro, saliera a llamar a Tlatilolco algún Sacerdote para

que fuera a confesarlo, para que fuera a prepararlo,

89

porque estaba seguro de que ya era el tiempo, ya el lugar de morir, porque ya

no se levantaría, ya no se curaría.

Y el Martes, siendo todavía mucho muy de noche, de allá vino a salir, de su

casa, Juan Diego, a llamar el Sacerdote a Tlatilolco,

y cuando ya acertó a llegar al lado del cerrito terminación de la sierra, al pie,

donde sale el camino, de la parte en que el sol se mete, en donde antes él

saliera, dijo:

“Si me voy derecho por el camino, no vaya a ser que me vea esta Señora y

seguro, como antes, me detendrá para que le lleve la señal al gobernante eclesiástico como me lo mandó;

que primero nos deje nuestra tribulación; que antes yo llame de prisa al

Sacerdote religioso; mi tío no hace más que aguardarlo”.

Enseguida le dió la vuelta al cerro, subió por en medio y de ahí atravesando,

hacia la parte oriental fue a salir, para rápido ir a llegar a México para que no

lo detuviera la Reina del Cielo.

Piensa que por donde dió la vuelta no lo podrá ver la que perfectamente a todas

partes está mirando.

La vió cómo vino a bajar de sobre el cerro, y que de allí lo había estado

mirando, de donde antes lo veía.

Le vino a salir al encuentro a un lado del cerro, le vino a atajar los pasos; le

dijo:

“¿Qué pasa, el más pequeño de mis hijos? ¿A dónde vas, a dónde te

diriges?”.

Y él, ¿tal vez un poco apenado, o quizá se avergonzó?, ¿o tal vez de ello se

espantó, se puso temeroso?

En su presencia se postró, la saludó, le dijo:

“Mi Jovencita, Hija mía la más pequeña, Niña mía, ojalá que estés contenta;

¿cómo amaneciste? ¿Acaso sientes bien tu amado cuerpecito, Señora mía, Niña mía?

90

Con pena angustiaré tu rostro, tu corazón; te hago saber, Muchachita mía,

que está muy grave un servidor tuyo, tío mío.

Una gran enfermedad se le ha asentado, seguro que pronto va a morir de ella.

Y ahora iré de prisa a tu casita de México, a llamar a alguno de los amados de

Nuestro Señor, de nuestros Sacerdotes, para que vaya a confesarlo y a

prepararlo,

porque en realidad para ello nacimos, los que vinimos a esperar el trabajo de nuestra muerte.

Más, si voy a llevarlo a efecto, luego aquí otra vez volveré para ir a llevar tu

aliento, tu palabra, Señora, Jovencita mía.

Te ruego me perdones, tenme todavía un poco de paciencia, porque con ello

no te engaño, Hija mía la menor, Niña mía, mañana sin falta vendré a toda

prisa”.

En cuanto oyó las razones de Juan Diego, le respondió la Piadosa Perfecta

Virgen:

“Escucha, ponlo en tu corazón hijo mío el menor, que no es nada lo que

espanto, lo que te afligió que no se perturbe tu rostro, tu corazón; no temas

esta enfermedad, ni ninguna otra cosa punzante, aflictiva.

¿No estoy aquí, yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra y

resguardo? ¿No soy la fuente de tu alegría? ¿No estás en el hueco de mi

manto, en el cruce de mis brazos? ¿Tienes necesidad de alguna otra cosa?

Que ninguna otra cosa te aflija, te perturbe; que no te apriete con pena la

enfermedad de tu tío, porque de ella no morirá por ahora. Ten por cierto que

ya está bueno”.

(Y luego en aquél mismo momento sanó su tío, como después se supo).

Y Juan Diego, cuando oyó la amable palabra, el amable aliento de la Reina del

Cielo, muchísimo con ello se consoló, bien con ello se apaciguó su corazón,

y le suplicó que inmediatamente la mandara a ver al Gobernante Obispo, a

llevarle algo de señal, de comprobación, para que creyera.

91

Para ir viviendo y comprendiendo más profundamente tan milagrosa historia, se pueden leer

o comentar, todas o algunas, de las siguientes explicaciones.

En este día vemos cómo Juan Diego Cuauhtlatoatzin está apurado por hacer

llegar la ayuda de Dios a su tío Juan Bernardino, que está moribundo. Los indios

consideraban que los ancianos eran los portadores de la verdad que daba vida, hacía

crecer y llevaba a madurez al pueblo. “Colhua”, “Colli-hua”, o “el que tiene abuelos” era el equivalente psicológico de “nelly” o “verdadero”, que equivale a “el

que tiene raíz”. Particularmente el tío, entre los mexicas, era la persona que marcaba

la descendencia, como para nosotros hoy el papá, y que se consideraba la raíz y

origen de la comunidad.

Sabemos que la dolencia que lo afectaba, repentina y fulminante, es el

sarampión. Una de las tantas pestes traídas por el europeo y para la cual los indios

no tenían defensas. En tanto que enfermo, y desde una mirada india, “imagen” de

dios; la persona y situación de Juan Bernardino, reales e históricas, son tanto

símbolo del pueblo indio y su circunstancia, como de aquello que principalmente la

ha causado. Su corazón o parte dinámica está segura del fin de su historia, los

indígenas quieren dejar de nacer y de vivir, pues se sienten paralizados ante el

colapso cultural y mal integral que les ha provocado el choque con el exclusivismo

español. Actitud esta última, hemos ya contemplado, que al despreciar toda la

antigua religión y sabiduría de los naturales de América, que enseñadas por sus

mayores, daban base, sostén y sentido a su existencia, los sumergía en una situación

de completa desorientación y muerte.

Nuestra Señora de Guadalupe, que siempre está “mirando perfectamente y muy

bien a todos y a todo”, se interpone en el camino del indio. Sale al cruce de ese

dolor mortal, de ese no querer demorarse de Juan Diego para conseguir más rápido

un sacerdote que atendiera a su tío moribundo. Ella se interpone a ese apuro que

hacía que el indio quisiera evitarla porque no podría satisfacerla; a esa angustia por

la que él pretendía “dar la vuelta al cerro” y esquivar los ojos de la Virgencita, a su

misma persona y a su envío. Y Ella sale al cruce precisamente para modificar la

historia, para sanar y salvar al tío Juan Bernardino y a todos los de su raza,

librándolos del trauma provocado por la intransigencia e intolerancia europea,

devolviéndoles el movimiento y restaurando sus vidas. Sale al cruce para

anunciarles y anunciarnos el gozo de que estamos siempre bajo su Amor y

protección, y que por eso nada debemos temer.

92

Es más, veremos más adelante que Nuestra Señora de Guadalupe le concede a

Juan Bernardino el importantísimo privilegio de hacerlo también su embajador y

mensajero, al revelarle para que lo transmita, tanto su nombre como el de todo el

acontecimiento (ver ESTA OBRA, subtítulo “Noveno día”). El acontecimiento

guadalupano, que restablece también así el digno y respetable lugar de los ancianos

y de la autoridad de su testimonio y palabra, y pasa a ser una de esas raíces

vivificantes que eran enseñadas por ellos. De este modo, se expresa claramente que

lo enseñado por el viejo tío y por todo el pueblo, hecho ya simbólicamente en él

receptor, custodio y difusor de la visita de Nuestra Madre, sigue teniendo valor para

dar forma a la existencia comunitaria y de cada uno y, que incluso, en este caso, es

también una enseñanza bien recibida por algunos españoles.

Se sugiere emplear algunos minutos para orar y meditar, en forma personal e interior, todo

lo que nos va manifestando la profundidad del Nican mopohua. Luego, podrían decirse o

pronunciarse las plegarias que siguen.

Gracias, Madre, por estar mirando con Amor Misericordioso nuestras

situaciones colectivas y personales. Gracias, porque siempre te haces presente en

nuestro camino para alcanzarnos la salvación, la salud, el consuelo y los desafíos de

Dios. Para “apaciguar nuestros corazones” y sacarnos de todo aquello que nos

amarga y deja postrados. Para rescatarnos también de nuestros miedos y apuros

mortales, de todas nuestras urgencias, a veces no tan buenas y elogiables como la de

San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Que tu ejemplo, por favor, nos movilice a ser una Iglesia servidora. Una Iglesia

capaz de salir al cruce con generosidad, aun cuando quieran esquivarnos, de los

pasos y dolores de los pueblos y de las personas. Una comunidad capaz de llenarlos

con los regalos del Señor, para que sean transformados en fuente de una existencia

plena y de vida abundante.

Haznos de esta manera, un Pueblo comunicador de la justificación y perdón

divinos, difusor de la gracia; es decir, de esa semejanza de y con su naturaleza, que

Dios nos participa y con la que nos transforma y auxilia. Un Pueblo que sea

trasmisor magnánimo de esa fuerza misteriosa que viene de Él y que, penetrando

hasta lo más íntimo de nuestra naturaleza, diviniza todo nuestro ser y facultades,

para que podamos encarnar acciones virtuosas y bellas, para que podamos existir y

obrar cristianamente, con y en el Amor.

93

Ayúdanos, al vivir lo anterior, a cuidar con esmero a nuestros mayores y a

dejarnos siempre guiar por su experiencia de vida, por su memoria, que es la

memoria del pueblo. Y concédenos ver y servir a Jesús, también con especial

entrega, en los que están o se sienten enfermos, explotados o deprimidos.

Partiendo de todo lo anterior, se puede dar lugar a comentarios o a preguntas de viva voz.

Otra posibilidad es que, cada uno, recuerde o anote las apreciaciones o interrogantes que se

le van ocurriendo, para luego compartirlas o buscar su respuesta.

En un momento de silencio y de encuentro entrañable con Nuestra Señora de

Guadalupe y con San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, suplicamos por alguna

persona anciana, enferma, pobre o necesitada. Luego podríamos visitarla,

ofrecer por ella algún otro acto de caridad y/o ayudar, si fuera necesario, para

que recibiera el Perdón de los pecados, la Comunión y la Unción de los

enfermos.

En este silencio, agradecemos y pedimos además, por intercesión de Nuestra

Madre y de su mensajero, lo que nos parezca oportuno.

Como un signo de que consagramos nuestros pueblos y personas para que se haga en todos

y cada uno de nosotros el plan de Dios, mientras cantamos o leemos en voz baja la letra del

poema que está a continuación, podemos pasar a ofrecer una flor a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin y/o a tocar o besar sus imágenes.

Desde el cielo una hermosa mañana (2 veces),

la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac (2 veces).

Suplicante juntaba sus manos (2 veces)

y eran mexicanos y eran mexicanos y eran mexicanos su porte y su faz (2

veces).

Su llegada llenó de alegría (2 veces),

de luz y armonía, de luz y armonía, de luz y armonía todo el Anahuac (2

veces).

94

Junto al monte pasaba Juan Diego (2 veces)

y acercóse luego y acercóse luego y acercóse luego al oír cantar (2 veces).

Juan Dieguito, la Virgen le dijo (2 veces):

“este cerro elijo, este cerro elijo, este cerro elijo para hacer mi altar” (2 veces).

Y en la tilma entre rosas pintada (2 veces),

su imagen amada, su imagen amada, su imagen amada se dignó dejar (2

veces).

Desde entonces para el mexicano (2 veces),

ser guadalupano, ser guadalupano, ser guadalupano es algo esencial (2

veces).

En sus penas se postra rezando (2 veces)

y eleva sus ojos y eleva sus ojos y eleva sus ojos hacia el Tepeyac (2 veces).

Para finalizar rezamos la siguiente oración o alguna otra que se considere apropiada.

Dios, Padre de misericordias, que constituyes y edificas a tu Pueblo por la visita y bajo el Amor de Nuestra Santísima Madre de Guadalupe, concédenos por su intercesión, ser una comunidad fervorosa en la fe, la esperanza y la caridad, abierta a los diferentes modos de ser y enriquecida por ellos. Una Iglesia cordial, capaz de dialogar con todos y de suscitar su protagonismo, que encarnando de este modo tu santa voluntad, y al sembrar así caminos de vida, fraternidad y felicidad, esté al servicio de impregnar de Evangelio el corazón de las culturas y de las personas.

Que la Madre de Jesús y Madre Nuestra nos eduque, y nos haga entonces un Pueblo de peregrinos y humildes embajadores suyos como San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Mensajeros muy dignos de confianza, que estando con Ella y haciéndola presente, aprendamos de los más pobres a recibir, buscar y compartir, la salvación y realidades divinas, desde nuestra particular tradición e identidad.

Te lo pedimos Padre, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Espacio para apuntes personales.

95

Cultivando un saludable pluralismo

Viviendo y suscitando diálogo, es entonces cómo podremos encontrar y transitar

caminos de acción y edificación de un mundo verdaderamente plural y de la

inculturación de la fe. Sólo su mediación, lejos de todo exclusivismo e intolerancia,

posibilita a la vez, tanto la afirmación, continuidad y manifestación de etnias,

tradiciones y particularidades, como su apertura a novedades, mestizaje y

enriquecimiento mutuo, ya sea de ellas entre sí como con el Evangelio.

96

Séptimo día: las flores de Dios,

realidad y signo de su salvación y pascua

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mientras rezamos la siguiente oración, podemos encender una vela a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

A continuación, a una o a varias voces, leemos, proclamamos o representamos una parte de

la historia de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe.

Y la Reina Celestial luego le mandó [a Juan Diego] que subiera a la cumbre del

cerrillo, en donde antes la veía;

Le dijo: “Sube, hijo mío el menor a la cumbre del cerrillo, a donde me viste y

te dí órdenes;

allí verás que hay variadas flores: córtalas, reúnelas, ponlas todas juntas;

luego baja aquí; tráelas aquí, a mi presencia”.

Y Juan Diego luego subió al cerrillo,

y cuando llegó a la cumbre, mucho admiró cuantas había, florecidas, abiertas

sus corolas, flores las más variadas, bellas y hermosas, cuando todavía no era

su tiempo;

porque de veras que en aquella sazón arreciaba el hielo;

estaban difundiendo un olor suavísimo; como perlas preciosas, como llenas de

rocío nocturno.

97

Luego comenzó a cortarlas, todas las juntó, las puso en el hueco de su tilma.

Por cierto que en la cumbre del cerrito no era lugar en que se dieran ningunas

flores, sólo abundan los riscos, abrojos, espinas; nopales, mezquites,

y si acaso algunas hierbecillas se solían dar, entonces era el mes de Diciembre,

en que todo lo come, lo destruye el hielo.

Y en seguida vino a bajar, vino a traerle a la Niña Celestial las diferentes flores

que había ido a cortar,

y cuando las vió, con sus venerables manos las tomó;

luego otra vez se las vino a poner todas juntas en el hueco de su ayate, le dijo:

“Mi hijito menor, éstas diversas flores son la prueba, la señal que llevarás al

Obispo;

de mi parte le dirás que vea en ellas mi deseo, y que por ello realice mi

querer, mi voluntad.

Y tú... tu que eres mi mensajero... en tí absolutamente se deposita la

confianza,

y mucho te mando con rigor que nada más a solas, en la presencia del

Obispo, extiendas tu ayate, y le enseñes lo que llevas.

Y le contarás todo puntualmente, le dirás que te mandé que subieras a la

cumbre del cerrito a cortar flores, y cada cosa que viste y admiraste,

para que puedas convencer al Gobernante Sacerdote, para que luego ponga

lo que está de su parte para que se haga, se levante mi templo que le he

pedido”.

Y en cuanto le dió su mandato la Celestial Reina, vino a tomar la calzada,

viene derecho a México, ya viene contento.

Ya así viene sosegado su corazón, porque vendrá a salir bien, lo llevará

perfectamente.

Mucho viene cuidando lo que está en el hueco de su vestidura, no vaya a ser

que algo tire;

viene disfrutando el aroma de las diversas preciosas flores.

98

Para ir viviendo y comprendiendo más profundamente tan milagrosa historia, se pueden leer

o comentar, todas o algunas, de las siguientes explicaciones.

Hemos meditado ya en parte, cómo Nuestra Señora de Guadalupe suscita con

su visita el paso de una situación de muerte y desaparición histórica (de lado indio) y

de escasa fecundidad misionera (de lado español), a una de vida del pueblo y de

mayor plenitud eclesial. Esta Pascua, la dimensión salvadora de este acontecimiento,

es también simbolizada y expresada por el Tepeyac florecido, en un tiempo y lugar,

en que era imposible que eso ocurriera.

La intervención Nuestra Madre culmina con preciosas flores o rosas (dos

términos que significaban lo mismo en el México del siglo XVI), lo que ha

comenzado a realizar y manifestar con los cantos de pájaros sagrados, indicando de

este modo que iniciaba algo sobrenatural y muy positivo. “Flor y canto” eran las dos

palabras, el difrasismo, que usaban y usan los indios para expresar y concebir lo

verdadero y bueno existente sobre la tierra, aquello que sacia y colma remitiendo a

la verdad y bondad por antonomasia, que es la del Ser supremo.

La sequedad y el frío seco hacían especialmente maravillosas esas flores de

Dios en ese sitio y en ese tiempo: en invierno, y donde hay “riscos, abrojos,

huizaches, nopales, mezquites” decididamente “no es lugar donde se den flores”.

Esto último refuerza el mensaje salvador, si tenemos en cuenta que al mezquite se lo

considera el árbol de la muerte, porque se dice en náhuatl “mizquitl” y así remite en

dicha lengua indígena, por correspondencia de sonido, a “miquiztli” o muerte.

Entonces el hecho de que el Tepeyac sea lugar propio de mezquites, que luego, por

la intervención de Nuestra Señora de Guadalupe se llena de flores preciosas, es otro

detalle que indica también ese asombroso paso de la muerte a la vida; paso que hizo

dar Ella a los indios, al devolverles la fe, y a los españoles, de modo semejante, al

hacer que dieran muchos frutos sus esfuerzos evangelizadores.

Para los indios, las flores de Dios, realmente arraigadas y cortadas en la tierra,

constituían la realización de la máxima ventura que podía caber al hombre: la

comunión efectiva y definitiva con Él y con el mundo divino. Los indios estaban

convencidos de que algún sabio noble podía llegar a percibir fugazmente algo de

ellas, e incluso a compartir efímeramente esa visión y esas flores; aunque sólo con

otros de su misma condición. Pero en este caso y superando lo anterior, la

99

Virgencita las hace crecer en el cerro, manda a Juan Diego Cuauhtlatoatzin que las

corte y, luego, se las acomoda en su tilma; y en sus personas y en su vestiduras (de

Ella y su mensajero68

), contemplaremos cómo serán la señal para el obispo, al

mismo tiempo que las regalarán y ofrecerán, comenzando por los más sufridos, a

todos los habitantes del mundo; sean cuáles fueren sus conocimientos y situación

social.

Las flores de Dios es lo que siempre habían buscado y anhelado los indios, y es

con ellas como la Reina del Cielo, ayudada por su embajador, está acercando a su

Hijo y la salvación que Él nos trae; como está mediándonos la gracia, aquello que

nos hace hijos en el Hijo. Es así Nuestra Madre junto a Juan Diego, el cultivo de

nuestro vínculo con Ella y con sus hijos más sencillos; una posibilidad cierta de ser

otros Cristos y de una existencia repleta en obras de misericordia. Un camino seguro

que nos conduce a la identificación con Jesús, y nos hace conocerlo vitalmente.

Se sugiere emplear algunos minutos para orar y meditar, en forma personal e interior, todo

lo que nos va manifestando la profundidad del Nican mopohua. Luego, podrían decirse o

pronunciarse las plegarias que siguen.

Gracias, Madre, por todo lo que nos obsequia tu presencia; por la Vida y dones

que nos alcanzas de Dios, al dar a luz a Jesús en nuestras comunidades y personas.

Edúcanos en Él, concediéndonos ser peregrinos como San Juan Diego

Cuauhtlatoatzin, capaces de ver, admirar, recibir, cuidar, gozar, llevar y compartir

como este mensajero, lo que nos traes y das mientras vamos hacia lo eterno. Por

favor, fecunda de esta manera a todo el Pueblo de Dios, para que seamos sendero de

encuentro con tu Hijo; al dar muchas flores y frutos de santidad, que a la vez

orienten, beneficien y alimenten la unión de toda la familia humana.

En particular, facilitando lo más posible el acceso a los Sacramentos, que

significan y eficazmente causan la gracia. Favoreciendo la vivencia de esos gestos

sensibles, que Dios regaló a su Iglesia para darlos, y con los que Cristo mismo, en la

persona de sus ministros, se hace visible y especialmente presente para salvar,

acompañar y fecundar, a las mujeres y a los hombres, a lo largo de su caminar.

68

Esto se entiende más, si tenemos en cuenta que tanto “tilma” como “imagen”, significan o refieren a

persona (ver ESTA OBRA, subtítulo “Octavo día”).

100

Siendo entonces misericordiosos a la hora de iniciar en la vida cristiana y de

alimentarla, con el Bautismo, la Comunión y la Confirmación; al momento de

reanimarla o fortalecerla con la Reconciliación o Perdón de los pecados y con la

Unción de los enfermos; al tiempo, si fuera el caso, de especificarla en el

Matrimonio o el Orden Sagrado.

Que así, dialogando siempre contigo, Madre, y con los más pobres, seamos para

todos fragancia, olor, preciosura, rocío, que contribuya a empapar y traspasar las

dimensiones de nuestra existencia con lo divino. Y a construir el mundo y la

historia, en lo que dependan de nuestras comunidades y de cada uno de nosotros, de

un modo más coherente con el Dios Amor y su benévolo designio de salvación

universal.

Partiendo de todo lo anterior, se puede dar lugar a comentarios o a preguntas de viva voz.

Otra posibilidad es que, cada uno, recuerde o anote las apreciaciones o interrogantes que se

le van ocurriendo, para luego compartirlas o buscar su respuesta.

En un momento de silencio y de encuentro entrañable con Nuestra Señora de

Guadalupe y con San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, pedimos por algún niño o

adulto que tenga que completar su Iniciación Cristiana. Luego podemos ayudar

a poner los medios necesarios para que esa persona efectivamente reciba los

Sacramentos del Bautismo, la Comunión y/o la Confirmación.

En este silencio, agradecemos y pedimos además, por intercesión de Nuestra

Madre y de su mensajero, lo que nos parezca oportuno.

Como un signo de que consagramos nuestros pueblos y personas para que se haga en todos

y cada uno de nosotros el plan de Dios, mientras cantamos o leemos en voz baja la letra del

poema que está a continuación, podemos pasar a ofrecer una flor a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin y/o a tocar o besar sus imágenes.

101

Desde el cielo una hermosa mañana (2 veces),

la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac (2 veces).

Suplicante juntaba sus manos (2 veces)

y eran mexicanos y eran mexicanos y eran mexicanos su porte y su faz (2

veces).

Su llegada llenó de alegría (2 veces),

de luz y armonía, de luz y armonía, de luz y armonía todo el Anahuac (2

veces).

Junto al monte pasaba Juan Diego (2 veces)

y acercóse luego y acercóse luego y acercóse luego al oír cantar (2 veces).

Juan Dieguito, la Virgen le dijo (2 veces):

“este cerro elijo, este cerro elijo, este cerro elijo para hacer mi altar” (2 veces).

Y en la tilma entre rosas pintada (2 veces),

su imagen amada, su imagen amada, su imagen amada se dignó dejar (2

veces).

Desde entonces para el mexicano (2 veces),

ser guadalupano, ser guadalupano, ser guadalupano es algo esencial (2

veces).

En sus penas se postra rezando (2 veces)

y eleva sus ojos y eleva sus ojos y eleva sus ojos hacia el Tepeyac (2 veces).

Para finalizar rezamos la siguiente oración o alguna otra que se considere apropiada.

Dios, Padre de misericordias, que constituyes y edificas a tu Pueblo por la visita y bajo el Amor de Nuestra Santísima Madre de Guadalupe, concédenos por su intercesión, ser una comunidad fervorosa en la fe, la esperanza y la caridad, abierta a los diferentes modos de ser y enriquecida por ellos. Una Iglesia cordial, capaz de dialogar con todos y de suscitar su protagonismo, que encarnando de este modo tu santa voluntad, y al sembrar así caminos de vida, fraternidad y felicidad, esté al servicio de impregnar de Evangelio el corazón de las culturas y de las personas.

Que la Madre de Jesús y Madre Nuestra nos eduque, y nos haga entonces un Pueblo de peregrinos y humildes embajadores suyos como San Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Mensajeros muy dignos de confianza, que estando con Ella y haciéndola presente, aprendamos de los más pobres a recibir, buscar y compartir, la salvación y realidades divinas, desde nuestra particular tradición e identidad.

102

Te lo pedimos Padre, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Espacio para apuntes personales.

103

Caracterización de existencia y acción

Nuestra Señora de Guadalupe nos desafía a amar, a asumir y a respetar

integralmente los modos de ser comunes y singulares; para así construir juntos, en la

fidelidad a las buenas herencias, en la consideración de las circunstancias presentes

y abiertos a su consumación en el cielo, un futuro más pleno en la historia. Para

lograr vivir y plasmar lo anterior, necesitamos recibir y compartir, encarnando obras

de misericordia, los regalos de Dios.

104

Octavo día: la Sagrada Imagen,

comunión con Dios y visita que continúa

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Mientras rezamos la siguiente oración, podemos encender una vela a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

A continuación, a una o a varias voces, leemos, proclamamos o representamos una parte de

la historia de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe.

Cuando [Juan Diego] vino a llegar al Palacio del Obispo, lo fueron a encontrar

el portero y los demás servidores del Sacerdote Gobernante,

y les suplicó que le dijeran cómo deseaba verlo, pero ninguno quiso; fingían

que no le entendían, o tal vez porque aún estaba muy oscuro;

o tal vez porque ya lo conocían que nomás los molestaba, los importunaba,

y ya les habían contado sus compañeros, los que lo fueron a perder de vista

cuando lo fueron siguiendo.

Durante muchísimo rato estuvo esperando la razón.

Y cuando vieron que por muchísimo rato estuvo allí, de pie, cabizbajo, sin

hacer nada, por si era llamado, y como que algo traía, lo llevaba en el hueco de

su tilma; luego pues, se le acercaron para ver qué traía y desengañarse.

105

Y cuando vió Juan Diego que de ningún modo podía ocultarles lo que llevaba

y que por eso lo molestarían, lo empujarían o tal vez lo aporrearían, un poquito

les vino a mostrar que eran flores.

Y cuando vieron que todas eran finas, variadas flores y que no era tiempo

entonces de que se dieran, las admiraron mucho, lo frescas que estaban, lo

abiertas que tenían sus corolas, lo bien que olían, lo bien que parecían.

Y quisieron tomar y sacar unas cuantas;

tres veces sucedió que se atrevieron a tomarlas, pero de ningún modo pudieron

hacerlo,

porque cuando hacían del intento ya no podían ver las flores, sino que, a modo

de pintadas, o bordadas, o cosidas en la tilma las veían.

Inmediatamente fueron a decirle al Gobernante Obispo lo que habían visto,

cómo deseaba verlo el indito que otras veces había venido, y que ya hacía

muchísimo rato que estaba allí aguardando el permiso, porque quería verlo.

El Gobernante Obispo, en cuanto lo oyó, dió en la cuenta de que aquello era la

prueba para convencerlo, para poner en obra lo que solicitaba el hombrecito.

En seguida dió orden de que pasara a verlo.

Y habiendo entrado en su presencia se postró, como ya antes lo había hecho.

Y de nuevo le contó lo que había visto, admirado, y su mensaje.

Le dijo: “Señor mío, Gobernante, ya hice, ya llevé a cabo según me mandaste;

así fuí a decirle a la Señora mi Ama, la Niña Celestial, Santa María, la Amada

Madre de Dios, que pedías una prueba para poder creerme, para que le hicieras su casita sagrada, en donde te la pedía que la levantaras;

y también le dije que te había dado mi palabra de venir a traerte alguna señal,

alguna prueba de su voluntad, como me lo encargaste.

Y escuchó bien tu aliento, tu palabra, y recibió con agrado tu petición de la

señal, de la prueba, para que se haga, se verifique su amada voluntad.

Y ahora, cuando era todavía de noche, me mandó para que otra vez viniera a verte;

106

y le pedí la prueba para ser creído, según había dicho que me la daría, e inmediatamente lo cumplió.

Y me mandó a la cumbre del cerrito en donde antes yo la había visto, para que

allí cortara diversas rosas de Castilla.

Y cuando las fuí a cortar, se las fuí a llevar allá abajo;

y con sus santas manos las tomó,

de nuevo en el hueco de mi ayate las vino a colocar,

para que te las viniera a traer, para que a tí personalmente te las diera.

Aunque bien sabía yo que no es lugar donde se den flores la cumbre del cerrito, porque sólo hay abundancia de riscos, abrojos, huizaches, nopales,

mezquites, no por ello dudé, no por ello vacilé.

Cuando fuí a llegar a la cumbre del cerrito miré que ya era el paraíso.

Allí estaban ya perfectas todas las diversas flores preciosas, de lo más fino que

hay, llenas de rocío, esplendorosas, de modo que luego las fuí a cortar;

y me dijo que de su parte te las diera, ya que ya así yo probaría, que vieras la

señal que le pedías para realizar su amada voluntad,

y para que aparezca que es verdad mi palabra, mi mensaje,

aquí las tienes; hazme favor de recibirlas”.

Y luego extendió su blanca tilma, en cuyo hueco había colocado las flores.

Y así como cayeron al suelo todas las variadas flores preciosas,

luego allí se convirtió en señal, se apareció de repente la Amada Imagen de la

Perfecta Virgen Santa María, Madre de Dios, en la forma y figura en que ahora

está,

en donde ahora es conservada en su amada casita, en su sagrada casita en el

Tepeyac, que se llama Guadalupe.

107

Para ir viviendo y comprendiendo más profundamente tan milagrosa historia, se pueden leer

o comentar, todas o algunas, de las siguientes explicaciones.

Las flores, por ser manifestación de la presencia y cercanía divina, les

resultaban a los indios muy apreciadas y amables; y eran para ellos objeto de mucha

gratitud y estima. Así, las arreglaban para contemplarlas, intercambiarlas y

acompañar regalos. Es más, pensaban que, a través de la mediación humana, Dios

creaba las cosas pintándolas con flores.

Nuestra Señora de Guadalupe, asume esa estima y modos de proceder, tanto

humano como divino según ellos, y se obsequia entre flores. Se estampa entonces,

como códice, con y en aquellas flores que Ella hizo maravillosamente crecer en el

Tepeyac, y que con tanta fe había ido a cortar Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Estampa

y regala su pintura, acompañada por esas rosas que Ella misma había arreglado en la

tilma de su embajador, y se manifiesta de esta forma luego de que el indio las

transportara hasta la presencia del obispo.

Esas flores o rosas son las mismas que unos momentos antes le han querido

arrebatar a Juan Diego los cercanos a Fray Juan de Zumárraga, reiteradamente y sin

éxito, pues de la Sagrada Tilma no pueden tomarlas con sus manos. Dichas flores

también de esta manera, simbolizan y son, el florecimiento de las buenas raíces de la

religiosidad prehispánica, que vivían, conocían y conservaban con fidelidad todos

los indios; de esas prácticas y certezas que la Virgencita plenifica, haciéndolas

brotar y abrir sus corolas, pero con delicadeza, de un modo imperceptible y no

hiriente para la teología de los europeos, que querían extirparlas.

Es por eso que las flores, generando la Imagen de Nuestra Señora de Guadalupe

y pintadas en Ella, se convierten también, ante el prelado y sus ayudantes, en una

señal y prueba de la voluntad de la Virgen y de Dios, que a ellos los hará arrodillarse

inmediatamente y con mucha admiración. Esto ocurrió, porque nunca

comprendieron en ese tiempo, que los indios vieron (y ven) en esas flores que la

Madre dejó impresas en su vestido, las que siempre habían deseado y que con este

acontecimiento les eran entregadas para saciar ese anhelo, resolver sus más

profundos cuestionamientos existenciales y hacer continuar su historia.

De este modo, Nuestra Señora, hace de su Imagen saturada de flores, un

espacio divino, fuente y río de salvación, en el que cualquiera que quiera hacerlo, en

el momento que sea, podrá acceder a ellas al acercarse a su Sagrada Estampa, en la

que aún podemos verlas y disfrutarlas. A la luz de todo lo expresado, vemos cómo la

108

intervención de la Virgencita se asocia entonces a un acto salvador o creador de

Dios, sobre cuya cercanía y presencia no deja ningún tipo de dudas.

Ahora bien, si las solas flores crecidas en el cerro ya hubieran parecido a

cualquier indio el “non plus ultra” concebible del favor divino, con la estampación

quedaron amplísimamente superadas, pues Dios les había otorgado una señal

infinitamente mejor y más contundente: ¡La Imagen de su Madre pintada en la tilma

de uno de ellos!. Es que la imagen no era para los indios un mero recuerdo de

alguien, sino su continuidad y viva prolongación; a su vez, la tilma también era

símbolo de un sujeto o individuo.

La fusión de tilma e Imagen, si tenemos en cuenta entonces que ambas

realidades son símbolo y sacramento de la persona, se constituye en una magistral

adaptación a la cultura india, para expresar comunión de un modo mucho más

vehemente que con las solas flores. Para expresar comunión con Dios a quienes eran

muy sensibles respecto de lograr una unión permanente con la divinidad, y de ser

siempre sus colaboradores y, más aún, sus familiares.

Todavía hoy, asombrosa e inexplicablemente, la tilma de Juan Diego

Cuauhtlatoatzin no se ha destruido ni deteriorado; y esa mismísima Imagen de

Nuestra Señora de Guadalupe, no pintada por mano humana, continúa aparecida en

el Tepeyac, arrobando los corazones de los mexicanos y de peregrinos de todas las

nacionalidades. Y así, en la actualidad, Ella sigue admirando y respondiendo,

escuchando y generando plegarias, suscitando Evangelio encarnado y vida hecha

Buena Noticia.

Podemos ver cómo la totalidad de la Preciosa Imagen de Nuestra Señora, su

misma persona, es diálogo y mestizaje entre etnias y humanidades diferentes.

Rezando con las manos juntas, a modo español, pero también a punto de iniciar una

danza, que es para los indios la máxima forma de reverenciar a Dios, su rostro es

mezcla de razas, y revelándose Madre de todos, asume eso sí, el color de sus hijos

más humillados de ese momento. Es que en ese entonces ya había una gran cantidad

de niñas y niños, de padre español y madre india, frutos en su mayoría de

violaciones, que crecían rechazados y abandonados por sus progenitores.

Rostro moreno entonces, que al mismo tiempo que consuela, nos desafía a ser

colaboradores del parto, nacimiento y crecimiento de un nuevo pueblo sin excluidos.

Cara amable, que con su misericordiosa mirada de perfil, de sumo respeto,

delicadeza y autoridad, nos sigue provocando a edificar un mundo mejor, en el que

todos podamos tener un lugar, en el que nadie se quede afuera.

109

Se sugiere emplear algunos minutos para orar y meditar, en forma personal e interior, todo

lo que nos va manifestando la profundidad del Nican mopohua. Luego, podrían decirse o

pronunciarse las plegarias que siguen.

Gracias, Madre, por continuar tu visita y mensaje salvador al quedarte en la

tilma de Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Gracias a ese regalo, el santo indio te sigue

haciendo encontrar con todos.

Concédenos, por favor, anunciar el Evangelio como él, contando tu historia y

siendo los pies de tu Sagrada Imagen, que nos recibe, dignifica y desafía, al

mostrarnos y conducirnos a tu Hijo. Ayúdanos, Niña celestial, tú que sigues

asumiendo el modo de ser y la realidad de las mujeres y de los hombres, para

generar diálogo y oración, a llevar, establecer y disfrutar siempre de tu persona y

visita, construyendo de esta forma el Pueblo de Dios en todos los suelos culturales,

empapando con Cristo tanto sus capas subterráneas como sus manifestaciones

visibles.

Madre, al igual que Tú, haz que sepamos llegar a la entraña religiosa de las

tradiciones y de tus hijas e hijos de nuestro tiempo, haciendo crecer y florecer las

semillas del Verbo que hay en cada particularidad, y que efectivamente seamos así

familia y colaboradores de Jesús, siendo su cuerpo y prolongación en la historia.

Que lo apreciado y amable, que aquello que mueva a gratitud en nuestro hoy,

sea mediación para concretar nuestra misión eclesial, saciando todas las nobles

aspiraciones.

Que hagamos todo lo anterior sin descuidar a ningún pueblo o individuo, pero

desde el rostro y lugar de los más desamparados. Siendo Madre universal, pero

cuidando especialmente y con más pronta solicitud, como lo hace cualquier buena

mamá, a los hijos que la están pasando peor.

Partiendo de todo lo anterior, se puede dar lugar a comentarios o a preguntas de viva voz.

Otra posibilidad es que, cada uno, recuerde o anote las apreciaciones o interrogantes que se

le van ocurriendo, para luego compartirlas o buscar su respuesta.

110

En un momento de silencio y de encuentro entrañable con Nuestra Señora de

Guadalupe y con San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, encomendamos a alguna

persona, familia, grupo, comunidad o institución (escuela, hospital, comercio,

etc.), a la que luego podremos obsequiar algunas medallas o estampitas y/o

proponer entronizar alguna imagen, ya sea de la Virgencita, del santo indio o

de ambos.

En este silencio, agradecemos y pedimos además, por intercesión de Nuestra

Madre y de su mensajero, lo que nos parezca oportuno.

Como un signo de que consagramos nuestros pueblos y personas para que se haga en todos

y cada uno de nosotros el plan de Dios, mientras cantamos o leemos en voz baja la letra del

poema que está a continuación, podemos pasar a ofrecer una flor a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin y/o a tocar o besar sus imágenes.

Desde el cielo una hermosa mañana (2 veces),

la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac (2 veces).

Suplicante juntaba sus manos (2 veces)

y eran mexicanos y eran mexicanos y eran mexicanos su porte y su faz (2

veces).

Su llegada llenó de alegría (2 veces),

de luz y armonía, de luz y armonía, de luz y armonía todo el Anahuac (2

veces).

Junto al monte pasaba Juan Diego (2 veces)

y acercóse luego y acercóse luego y acercóse luego al oír cantar (2 veces).

Juan Dieguito, la Virgen le dijo (2 veces):

“este cerro elijo, este cerro elijo, este cerro elijo para hacer mi altar” (2 veces).

Y en la tilma entre rosas pintada (2 veces),

su imagen amada, su imagen amada, su imagen amada se dignó dejar (2

veces).

Desde entonces para el mexicano (2 veces),

ser guadalupano, ser guadalupano, ser guadalupano es algo esencial (2

veces).

En sus penas se postra rezando (2 veces)

y eleva sus ojos y eleva sus ojos y eleva sus ojos hacia el Tepeyac (2 veces).

111

Para finalizar rezamos la siguiente oración o alguna otra que se considere apropiada.

Dios, Padre de misericordias, que constituyes y edificas a tu Pueblo por la visita y bajo el Amor de Nuestra Santísima Madre de Guadalupe, concédenos por su intercesión, ser una comunidad fervorosa en la fe, la esperanza y la caridad, abierta a los diferentes modos de ser y enriquecida por ellos. Una Iglesia cordial, capaz de dialogar con todos y de suscitar su protagonismo, que encarnando de este modo tu santa voluntad, y al sembrar así caminos de vida, fraternidad y felicidad, esté al servicio de impregnar de Evangelio el corazón de las culturas y de las personas.

Que la Madre de Jesús y Madre Nuestra nos eduque, y nos haga entonces un Pueblo de peregrinos y humildes embajadores suyos como San Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Mensajeros muy dignos de confianza, que estando con Ella y haciéndola presente, aprendamos de los más pobres a recibir, buscar y compartir, la salvación y realidades divinas, desde nuestra particular tradición e identidad.

Te lo pedimos Padre, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Espacio para apuntes personales.

112

Modelo de Iglesia y de su modo de servir

Las acciones que narra el Nican mopohua responden a dos modos de ser Iglesia y de

evangelizar: uno, parte de una concepción del ser humano que separa a los pueblos y

personas, hace complicada su interrelación y produce tristeza; el otro, el

guadalupano, que se termina imponiendo y siendo el de todos los que se relacionan

con Nuestra Madre, considera a las mujeres y a los hombres de un modo que

favorece el encuentro de los protagonistas colectivos y singulares de la

evangelización, su interacción en el diálogo y la felicidad de los mismos.

113

Noveno día: el milagro guadalupano,

madurez y armonía comunitaria y personal

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mientras rezamos la siguiente oración, podemos encender una vela a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

A continuación, a una o a varias voces, leemos, proclamamos o representamos una parte de

la historia de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe.

Y en cuanto la vió [a la Amada Imagen de la Perfecta Virgen Santa María,

Madre de Dios] el Obispo Gobernante y todos los que allí estaban, se

arrodillaron, mucho la admiraron,

se pusieron de pie para verla, se entristecieron, se afligieron, suspenso el

corazón, el pensamiento...

Y el Obispo Gobernante con llanto, con tristeza, le rogó, le pidió perdón por no

luego haber realizado su voluntad, su venerable aliento, su venerable palabra.

Y cuando se puso de pie, desató el cuello de donde estaba atada, la vestidura,

la tilma de Juan Diego

en la que se apareció, en donde se convirtió en señal de la Reina Celestial.

114

Y luego la llevó; allá la fue a colocar a su oratorio.

Y todavía allí pasó un día Juan Diego en la Casa del Obispo, aún lo detuvo.

Y al día siguiente le dijo: “Anda, vamos a que muestres dónde es la voluntad

de la Reina del Cielo que le erijan su templo”.

De inmediato se convidó gente para hacerlo, levantarlo.

Y Juan Diego, en cuanto mostró en dónde había mandado la Señora del Cielo

que se erigiera su casita sagrada, luego pidió permiso:

quería ir a su casa para ir a ver a su tío Juan Bernardino, que estaba muy grave

cuando lo dejó para ir a llamar a un sacerdote a Tlatilolco para que lo confesara

y lo dispusiera, de quien le había dicho la Reina del Cielo que ya había sanado.

Pero no lo dejaron ir solo, sino que lo acompañaron a su casa.

Y al llegar vieron a su tío que ya estaba sano, absolutamente nada le dolía.

Y él, por su parte, mucho admiró la forma en que su sobrino era acompañado y

muy honrado;

le preguntó a su sobrino por qué así sucedía, el que mucho le honraran;

Y él dijo cómo cuando lo dejó para ir a llamarle un sacerdote para que lo

confesara, lo dispusiera, allá en el Tepeyac se le apareció la Señora del Cielo;

y lo mandó a México a ver al Gobernante Obispo, para que allí le hiciera una

casa en el Tepeyac.

Le dijo que no se afligiera, que ya su tío estaba contento, y con ello mucho se

consoló.

Le dijo su tío que era cierto, que en aquel preciso momento lo sanó,

y la vió exactamente en la misma forma en que se le había aparecido a su

sobrino,

y le dijo cómo a él también lo había enviado a México a ver al Obispo;

y que también, cuando fuera a verlo, que todo absolutamente le descubriera, le

platicara lo que había visto

y la manera maravillosa en que lo había sanado.

115

Y que bien así la llamaría, bien así se nombraría: La Perfecta Virgen Santa

María de Guadalupe, su Amada Imagen.

Y luego trajeron a Juan Bernardino a la presencia del Gobernante Obispo, lo

trajeron a hablar con él, a dar testimonio,

y junto con su sobrino Juan Diego, los hospedó en su casa el Obispo unos

cuantos días,

en tanto que se levantó la casita sagrada de la Niña Reina allá en el Tepeyac,

donde se hizo ver de Juan Diego.

Para ir viviendo y comprendiendo más profundamente tan milagrosa historia, se pueden leer

o comentar, todas o algunas, de las siguientes explicaciones.

Nuestra Señora de Guadalupe hace presente a su Hijo y la salvación que Él nos

trae. Así, ayuda a conseguir la madurez colectiva e individual a los pueblos y a las

personas con las que interactúa. Forjando en ellos modos de ser y personalidades

más plenas, cambia milagrosamente la finalidad de sus vinculaciones y engendra o

concibe una nueva y común identidad, aún en nacimiento. Es de este modo como

nos incentiva, a todos y para siempre, a tener cada vez más positivas y mejores

interrelaciones.

La Virgencita es también presentada, de este modo, como madre y educadora,

que además de vivificar y reanimar a todos sus hijos, de colaborar con su salud y

movimiento, los orienta a alcanzar el ideal de la educación del pueblo indio: tener,

como ser colectivo y singular, “un rostro sabio y un corazón de piedra”. Es decir, a

llegar a vivir siendo capaces de asumir el tiempo presente y sus novedades, en la

permanente fidelidad a los conocimientos y creencias ancestrales; con una

movilidad o vida enraizada en una voluntad firmemente anclada en el bien y en la

verdad, para buscar de esta manera un futuro mejor y compartido, con mucha

decisión.

La evangelizadora de América educa entonces a los que están bajo su sombra y

resguardo; bajo su Amor y Mirada Misericordiosa, modificando sus decisiones y

conocimientos; haciendo que se vean entre ellos de otro modo y se traten mejor.

Ella, aún cuando en ocasiones no lo perciban los principales implicados, y con la

116

colaboración de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, dignifica y acredita a cada uno delante

de los demás, y hace que sus existencias se unan e integren.

Luego de su estampación o aparición en su Sagrada Imagen, de un modo

inmediato, aunque sin producir saltos bruscos, la Virgen suscita que todos los

protagonistas del suceso inicial de su visita, cambien sus actitudes de modo

asombroso y revolucionario. Sin que haya solución de continuidad con los modos

previos de ser y relacionarse de sus hijos, la intervención de la Madre introduce con

suavidad, novedades; y produce, entre los que se vinculan en el acontecimiento,

acercamientos impensados desde sus solas fuerzas humanas. En el caso de haberlas,

lleva a modificar conductas nocivas; y que la existencia y movimientos de todos

puedan continuar, en los hechos, sin desechar las realidades fundamentales de

ninguno de los otros.

En consecuencia, son sustanciales los cambios que produce la estampación, en

las relaciones sociales de ese entonces. Debido a Ella, los servidores del obispo, en

vez de hostigar al indito, lo acompañan de un modo que es percibido como

ennoblecedor. Juan Diego no sólo podrá entrar ya sin dificultad al palacio del

obispo; sino que, junto con su tío, varios días serán huéspedes en la casa del prelado.

Este último, además, ahora sí y con relativa docilidad, se dejará enseñar por ellos

tanto el lugar como el nombre del acontecimiento. De este modo, de su incredulidad

inicial, pasará a la aceptación y apoyo de la palabra de los dos indios y, con ello, a

autorizar y a favorecer la edificación del templo solicitado por Nuestra Señora de

Guadalupe.

Al mismo tiempo y al mandar la Niña Celestial que sólo al obispo se entregue

su señal y mensaje, él se convierte en el dueño de la Imagen guadalupana y, por lo

mismo, en alguien a quien, aún cuando los había hecho o hiciera sufrir, los indios

tenían ya que obedecer y seguir. Es que es presentado así ante ellos, acostumbrados

a padecer en favor de los intereses divinos, como uno de esos sacerdotes

prehispánicos o guías confiables, que estaban a cargo de las pinturas y

conocimientos sagrados, y sin los cuales no podían concebir su existencia. Guía que,

sin darse cuenta de esa autoridad con que el Sagrado Códice de la Señora lo había

investido a ojos indígenas, primero lo recibió el en el oratorio de su palacio; luego lo

puso en la Iglesia Mayor de la ciudad (al tiempo Iglesia Catedral) y, a los pocos

días, lo acompañó hasta su casita del Tepeyac.

También Juan Diego Cuauhtlatoatzin es constituido por la Virgen de

Guadalupe, al igual que el purpurado, en una autoridad moral de máxima jerarquía y

prestigio ilimitado, al hacerlo no el dueño pero si el portador de su Estampa. Lo

117

equipara a aquéllos que, antes de la llegada del español, cargaban las imágenes, y eran

por ello tan venerados que se les llamaba “padres y madres de Dios”. Lo acredita

como a uno de esos sabios que, llevando los códices, presidían toda importante empresa

o peregrinación.

De esta manera, ya en el resto de sus días sobre la tierra, María cumplió con la

promesa de glorificar al primer indio santo, para agradecerle todo su servicio y

esfuerzo de obediencia, ya tan dignificador de por sí. Vemos entonces como Ella no

sólo lo sacó del abatimiento e insignificancia, sino que lo colmó de plenitud, al

hacerlo testigo, difusor, servidor e imitador de su amoroso proceder. Amoroso

proceder que él seguirá custodiando y compartiendo con los peregrinos al Tepeyac,

al tener su casa junto a la ermita de Nuestra Señora de Guadalupe. Al ser entonces el

encargado de cuidar tanto el templo como la Sagrada Imagen, tareas que eran

asimismo muy valoradas y enaltecedoras en la sociedad indígena.

Recordemos que, ya desde el inicio de su visita, cambiando la visión que Juan

Diego Cuauhtlatoatzin tenía de sí y de su circunstancia (ver ESTA OBRA, subtítulo

“Segundo día”), la Amada Niña Celestial había transformado sus momentos de

tristeza en felicidad; y que, cada vez que están juntos, el indio sale decidido y

fortalecido a cumplir con la misión que Ella le pide. Y es este movimiento personal

o vida del mensajero, el origen del que ambos participarán o transmitirán a los otros

protagonistas del suceso; provocando de este modo también, que todos los que

lleguemos a formar parte de él o tengamos noticias del mismo, podamos caminar

con más gozo en la historia.

Se sugiere emplear algunos minutos para orar y meditar, en forma personal e interior, todo

lo que nos va manifestando la profundidad del Nican mopohua. Luego, podrían decirse o

pronunciarse las plegarias que siguen.

Gracias, Virgencita, por desafiarnos y enviarnos a construir una nueva realidad,

tanto general como eclesial, en la cual todos podamos sentirnos y efectivamente ser

parte o pertenecer.

Gracias, porque estás dispuesta a educarnos; a hacer crecer y plenificar nuestro

ser comunitario y personal, para que podamos protagonizar mejores relaciones

sociales. Por favor, que seamos dóciles a tu acción y podamos madurar; que pasando

118

de esta forma de la tristeza a la felicidad, colaboremos en la sanación de los vínculos

entre los pueblos y sus integrantes.

Edúcanos entonces, para que podamos vivir llenos de sabiduría y con una gran

decisión por el bien. Danos, para poder existir así, la firmeza y flexibilidad del que

es el Amor en sí. Ayúdanos a permanecer sólidamente enraizados en las prácticas y

certezas de la vida cristiana y, por lo mismo, con la luz necesaria para nunca

cerrarnos a las permanentes novedades que viven y manifiestan las culturas,

personas y situaciones. Llénanos de gracia para que sepamos al mismo tiempo ser

fieles, tanto a lo permanente de lo bueno y verdadero, como a sus variables o

mudables formas de expresión.

Enséñanos a cambiar la manera de tratarnos y considerarnos entre nosotros.

Ayúdanos a mirar bien a los demás y a tomar decisiones que acrecienten la

solidaridad. Concédenos, por favor, como Pueblo de Dios y a cada uno en particular,

dar entonces pasos hacia la superación de hostilidades, resentimientos e

incomprensiones.

Oh Madre, suscita entre nosotros, y haz que sembremos en lo cotidiano,

confianza y diálogo, para que podamos cultivar la hermandad. Que sepamos querer

a los otros tal como son y que, desde ese quererlos, trabajemos desinteresadamente

por su bien, donando y compartiendo lo propio, poniéndolo al servicio. Que tu hija,

la Iglesia, pueda de esta forma respetar y acompañar a todos, y ser luz en el mundo

de hoy, manifestando la amabilidad de Dios.

Partiendo de todo lo anterior, se puede dar lugar a comentarios o a preguntas de viva voz.

Otra posibilidad es que, cada uno, recuerde o anote las apreciaciones o interrogantes que se

le van ocurriendo, para luego compartirlas o buscar su respuesta.

En un momento de silencio y de encuentro entrañable con Nuestra Señora de

Guadalupe y con San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, encomendamos,

perdonando y perdonándonos de corazón, a alguien con el que estemos

distanciados (o tengamos alguna dificultad de relación). Además de lo anterior,

o en su reemplazo, podemos suplicar por un conocido, amigo o familiar, por el

cual queramos interceder. Luego podríamos tener con esa o esas personas otro

gesto concreto o hacerle un favor, manifiesto u oculto.

119

En este silencio, agradecemos y pedimos además, por intercesión de Nuestra

Madre y de su mensajero, lo que nos parezca oportuno.

Como un signo de que consagramos nuestros pueblos y personas para que se haga en todos

y cada uno de nosotros el plan de Dios, mientras cantamos o leemos en voz baja la letra del

poema que está a continuación, podemos pasar a ofrecer una flor a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin y/o a tocar o besar sus imágenes.

Desde el cielo una hermosa mañana (2 veces),

la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac (2 veces).

Suplicante juntaba sus manos (2 veces)

y eran mexicanos y eran mexicanos y eran mexicanos su porte y su faz (2

veces).

Su llegada llenó de alegría (2 veces),

de luz y armonía, de luz y armonía, de luz y armonía todo el Anahuac (2

veces).

Junto al monte pasaba Juan Diego (2 veces)

y acercóse luego y acercóse luego y acercóse luego al oír cantar (2 veces).

Juan Dieguito, la Virgen le dijo (2 veces):

“este cerro elijo, este cerro elijo, este cerro elijo para hacer mi altar” (2 veces).

Y en la tilma entre rosas pintada (2 veces),

su imagen amada, su imagen amada, su imagen amada se dignó dejar (2

veces).

Desde entonces para el mexicano (2 veces),

ser guadalupano, ser guadalupano, ser guadalupano es algo esencial (2

veces).

En sus penas se postra rezando (2 veces)

y eleva sus ojos y eleva sus ojos y eleva sus ojos hacia el Tepeyac (2 veces).

Para finalizar rezamos la siguiente oración o alguna otra que se considere apropiada.

120

Dios, Padre de misericordias, que constituyes y edificas a tu Pueblo por la visita y bajo el Amor de Nuestra Santísima Madre de Guadalupe, concédenos por su intercesión, ser una comunidad fervorosa en la fe, la esperanza y la caridad, abierta a los diferentes modos de ser y enriquecida por ellos. Una Iglesia cordial, capaz de dialogar con todos y de suscitar su protagonismo, que encarnando de este modo tu santa voluntad, y al sembrar así caminos de vida, fraternidad y felicidad, esté al servicio de impregnar de Evangelio el corazón de las culturas y de las personas.

Que la Madre de Jesús y Madre Nuestra nos eduque, y nos haga entonces un Pueblo de peregrinos y humildes embajadores suyos como San Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Mensajeros muy dignos de confianza, que estando con Ella y haciéndola presente, aprendamos de los más pobres a recibir, buscar y compartir, la salvación y realidades divinas, desde nuestra particular tradición e identidad.

Te lo pedimos Padre, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

121

Madre que da la vida y educa

Nuestra Señora de Guadalupe hace presente a su Hijo y la salvación que Él nos trae,

constituyéndose de este modo en la matriz, el destino y la luz de un muevo pueblo

(ver ESTA OBRA, subtítulo “Día final”). A todos los que se relacionan con Ella los

dignifica, acredita y ayuda a madurar colectiva y personalmente, llenándolos de

júbilo y orientándolos a considerarse mejor y a cultivar vínculos más positivos. Así,

al mismo tiempo que consuela, incentiva a construir realidades comunitarias e

individuales superadoras.

122

Día final: advenimiento de Dios y su Luz,

nacimiento y oración de un nuevo pueblo

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Mientras rezamos la siguiente oración, podemos encender una vela a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios y Madre Nuestra, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

A continuación, a una o a varias voces, leemos, proclamamos o representamos el final, que

sigue ocurriendo hoy, de la historia de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe.

Y el Señor Obispo trasladó a la Iglesia Mayor la amada Imagen de la Amada

Niña Celestial.

La vino a sacar de su palacio, de su oratorio en donde estaba para que todos la

vieran, la admiraran, su amada Imagen.

Y absolutamente toda esta Ciudad, sin faltar nadie, se estremeció cuando vino

a ver, a admirar su preciosa Imagen.

Venían a reconocer su carácter divino.

Venían a presentarle sus plegarias.

Muchos admiraron en qué milagrosa manera se había aparecido,

puesto que absolutamente ningún hombre de la tierra pintó su amada Imagen.

123

Para vivir y comprender más profundamente el desenlace de tan milagrosa historia, se

pueden leer o comentar, todas o algunas, de las siguientes explicaciones.

Nuestra Señora de Guadalupe provocó maternalmente, con sus apariciones del

año 1531, la continuación de la larga y ancestral peregrinación de los mexicas,

expresión de sus raíces históricas y de su ser, pero con la novedad de unirla y

asociarla con la de los nuevos habitantes llegados a su ciudad, a su mundo.

La Virgen del Tepeyac, Madre de todos, suscita y les muestra el advenimiento o

llegada de Dios, que hace superar a los indios el sentimiento de orfandad

sobrenatural que los sumía en la muerte. De este modo, a la vez y por lo mismo, al

devolverles la fe y la vida o movimiento, animó su pervivencia en el mestizaje, ya

sanado en Ella de sus aspectos traumáticos, de lo de ellos con lo de los europeos. Al

mismo tiempo enriqueció también así, aunque de una forma imperceptible para los

españoles, lo que estos traían, con lo de los indígenas.

Es entonces, a partir de ese mes de diciembre, en el cual la Virgencita habló a

Juan Diego Cuauhtlatoatzin, su primer peregrino, y al tío Juan Bernardino, que los

bautismos empiezan a tener entre los pueblos originarios de América un carácter

masivo nunca antes alcanzado. Esto llevaba a plenitud los mejores deseos y

aspiraciones del trabajo de muchos de los llegados desde Europa, y enaltecía

enormemente a los indios.

En el caso de estos últimos, hacía que se percibieran a sí mismos como

imitadores, colaboradores y amigos de Dios; pues ellos y sus ancestros, con el

esfuerzo de su acción humana siempre fiel, habían favorecido la visita de la Madre y

la venida y llegada de Dios, de Aquél que los había creado o merecido con su

sacrificio y penitencia. Y nótese que lo afirmado, que predicamos a los pueblos

indígenas, desde otro credo, desde su fe católica y romana, también los europeos,

igualmente dignificados por Nuestra Señora, pudieron llegar a pensarlo de sí

mismos, con análoga o semejante significación, ante el hecho de difundirse más y

más la vida cristiana entre los indios.

De esta forma, la Preciosa Imagen, al mismo tiempo que afirmó y mejoró las

culturas y religiosidades, a la vez tan distintas y convergentes, de indígenas y de

españoles, se convirtió en su meta y punto de encuentro, en el sentido y orientación

124

de su caminar y oración. Comenzó de este modo, transformando el doloroso choque

de dos mundos en posibilidad de gozoso encuentro, a dar a luz a un México distinto.

Con su Acción y Pintura, Iconos de un inédito mundo enraizado en lo anterior

de sus padres europeos y madres indias, comenzó Nuestra Señora de Guadalupe a

parir desde el Amor, a ese pueblo que hoy, casi cinco siglos después, está en el

umbral de aceptarse y reconocerse como tal. Su Imagen y ermita del Tepeyac se

erigieron entonces, y lo siguen siendo, en el antiguo y original lugar hacia el cual ir,

el rumbo y sitio donde se encuentran para siempre el don de Dios y los esfuerzos de

los hombres.

Flor y Canto de felicidad permanente y señal cumplida: La Virgen Morena,

asumiendo en sí misma las tradiciones de sus interlocutores y abriéndolas a lo

diferente, se erigió en su único destino o tonalli; es decir, en la fuente de vida, de

energía, de luz y de calor de todos ellos. Trayendo al que es el Día por sí mismo en

su seno, Ella marcaba el amanecer y comienzo de un nuevo período del cosmos y

del movimiento de los seres humanos. Nuestra Madre se convirtió así en la matriz y

el núcleo en torno al cual habría de originarse y gravitar la esencia misma y la historia

posterior de todos los habitantes del lugar. A tal punto, que tanto ellos como sus

descendientes, no podrán ya jamás concebir su vida sin referencia al acontecimiento

guadalupano.

Para la mentalidad de los indígenas, muy dispuestos a levantar templos, la

construcción de uno, por más pobre que éste fuera, se identificaba con la fundación

de una nación. Es así como con la edificación de la ermita de Nuestra Señora,

comenzaba a fraguarse también el nacimiento de otra sociedad. Y es por todo lo

anterior, que su Imagen y su Casita Sagrada, logran unir a las mujeres y hombres de

ese tiempo, poniéndolos en camino de crecer como un nuevo pueblo o templo, a la

vez material y espiritual.

Ocurre también, reforzando lo ya explicitado, que si bien la ermita es de Ella,

que la pide y la promueve, no es para Ella, sino para mostrar a su Hijo y para

restauración y gloria de los hijos, de todos aquéllos, sea cual fuere su origen, a

quienes se concede el honor de colaborar en su construcción y epifanía. Y en

nuestros días, cada vez más grandes multitudes vienen a admirar a Nuestra Señora

de Guadalupe, a estremecerse ante su Imagen y a rezarle, a contemplarla y

presentarle sus plegarias en su Casa del Tepeyac.

Ya para el año 1556, concurrían muchísimas personas de diferentes razas y

condiciones. Esa devoción y masiva concurrencia, el peregrinar y el constante e

ininterrumpido aumento de la popularidad de la Amada Niña Celestial, están

125

acreditados por numerosísimas fuentes históricas, pero, sobre todo, por la memoria

viva de los hijos que Ella hizo y sigue haciendo nacer. De este modo, la primera

ermita, inicia la serie de cada vez más amplios templos, que se han construido

sucesivamente para albergar a su Preciosa Pintura y a ese pueblo siempre creciente y

educado por Nuestra Madre.

Se sugiere emplear algunos minutos para orar y meditar, en forma personal e interior, todo

lo que nos manifiesta la profundidad de la culminación, siempre actual, del Nican mopohua.

Luego, podrían decirse o pronunciarse las plegarias que siguen.

Gracias, Virgencita, por ser dócil a Dios y concedernos el regalo de haberte

constituido en el seno materno de este nuevo pueblo, que sigue en gestación. Gracias

por quedarte con nosotros, gracias por tu Imagen y presencia, que nos sigue

haciendo familia y conformando como comunidad. Gracias, porque al mirarnos y

alimentarnos con tu Amor, nos sigues dando a tu Hijo y nos haces sus miembros

vivos.

Gracias, porque continúas en nuestros días ese milagro de evangelización y

pedagogía inculturadas, esa visita y plegarias que siguen plenificando lo bueno de

cada uno para unirlo a lo mejor, también ya fecundado, de lo de los otros. Gracias,

Madre, por ese final de diálogo y oración; por este final abierto, que sigue

ocurriendo y siendo hoy, en cualquier lugar del mundo en que se establezca a tu

Imagen Amada o se cuente tu historia.

Gracias, Señora, porque tu persona es nuestra luz, el lugar y el punto de

encuentro y coincidencia, que nos abre a la posibilidad de reconocernos y tratarnos

como miembros del único, pero multicolor y pluricultural, Pueblo de Dios.

Condúcenos, por favor, querida Niña Celestial, a estar contigo, a admirarte y a rezar.

Concédenos la gracia de recibir así a la Fuerza y el Calor que vienen de lo alto, a

Jesús, para poder comprometernos con la historia y ser capaces de compartir y

construir hoy, en la cordialidad con todos y abiertos a su consumación en la

eternidad, un destino común, de paz y vida plena.

Haz que podamos recrearnos en ti, Madre Santa, para que el Tepeyac, la

anticipación del cielo en la tierra, se concrete y se agrande más y más en nuestra

actualidad.

126

Partiendo de todo lo anterior, se puede dar lugar a comentarios o a preguntas de viva voz.

Otra posibilidad es que, cada uno, recuerde o anote las apreciaciones o interrogantes que se

le van ocurriendo, para luego compartirlas o buscar su respuesta.

En un momento de silencio y de encuentro entrañable con Nuestra Señora de

Guadalupe y con San Juan Diego Cuauhtlatoatzin, rezamos para que haya más

ermitas y templos en su honor y por los peregrinos a las mismas. Suplicamos

también por las novenas y las fiestas con que se los celebra y por todos los que

las preparan o a ellas concurren. Luego, podríamos participar e invitar a algún

otro a hacerlo, en alguna peregrinación, plegaria o fiesta, o en la construcción

de una ermita o templo dedicado a la Virgencita, a Juan Dieguito, o a los dos.

En este silencio, agradecemos y pedimos además, por intercesión de Nuestra

Madre y de su mensajero, lo que nos parezca oportuno.

Como un signo de que consagramos nuestros pueblos y personas para que se haga en todos

y cada uno de nosotros el plan de Dios, mientras cantamos o leemos en voz baja la letra del

poema que está a continuación, podemos pasar a ofrecer una flor a Nuestra Señora de

Guadalupe y a San Juan Diego Cuauhtlatoatzin y/o a tocar o besar sus imágenes.

Desde el cielo una hermosa mañana (2 veces),

la Guadalupana, la Guadalupana, la Guadalupana bajó al Tepeyac (2 veces).

Suplicante juntaba sus manos (2 veces)

y eran mexicanos y eran mexicanos y eran mexicanos su porte y su faz (2

veces).

Su llegada llenó de alegría (2 veces),

de luz y armonía, de luz y armonía, de luz y armonía todo el Anahuac (2

veces).

Junto al monte pasaba Juan Diego (2 veces)

y acercóse luego y acercóse luego y acercóse luego al oír cantar (2 veces).

Juan Dieguito, la Virgen le dijo (2 veces):

“este cerro elijo, este cerro elijo, este cerro elijo para hacer mi altar” (2 veces).

127

Y en la tilma entre rosas pintada (2 veces),

su imagen amada, su imagen amada, su imagen amada se dignó dejar (2

veces).

Desde entonces para el mexicano (2 veces),

ser guadalupano, ser guadalupano, ser guadalupano es algo esencial (2

veces).

En sus penas se postra rezando (2 veces)

y eleva sus ojos y eleva sus ojos y eleva sus ojos hacia el Tepeyac (2 veces).

Para finalizar rezamos la siguiente oración o alguna otra que se considere apropiada.

Dios, Padre de misericordias, que constituyes y edificas a tu Pueblo por la visita y bajo el Amor de Nuestra Santísima Madre de Guadalupe, concédenos por su intercesión, ser una comunidad fervorosa en la fe, la esperanza y la caridad, abierta a los diferentes modos de ser y enriquecida por ellos. Una Iglesia cordial, capaz de dialogar con todos y de suscitar su protagonismo, que encarnando de este modo tu santa voluntad, y al sembrar así caminos de vida, fraternidad y felicidad, esté al servicio de impregnar de Evangelio el corazón de las culturas y de las personas.

Que la Madre de Jesús y Madre Nuestra nos eduque, y nos haga entonces un Pueblo de peregrinos y humildes embajadores suyos como San Juan Diego Cuauhtlatoatzin. Mensajeros muy dignos de confianza, que estando con Ella y haciéndola presente, aprendamos de los más pobres a recibir, buscar y compartir, la salvación y realidades divinas, desde nuestra particular tradición e identidad.

Te lo pedimos Padre, por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Espacio para apuntes personales.

128

Evangelización y evangelizador inculturados Nuestra Señora de Guadalupe, ayudada por sus “Juan Diegos” y en relación con la

misión de la Iglesia Católica, se revela como un paradigma de evangelizadora y de

evangelización inculturadas. El modo de ser de Ella, la finalidad que busca y el

medio que utiliza para alcanzarla, armonizan e integran dualidades

complementarias, muy animadoras, fecundas y orientadoras, para que hoy podamos

colaborar a la bienaventuranza de todos, siendo amables, y sembrando caminos de

generalizado diálogo y protagonismo.

Que nuestras comunidades y personas integren ternura que contenga y autoridad que

gobierne, para que así nuestro servicio misionero dignifique y desafíe a crecer

integralmente, con una actitud y mensaje a la vez suave y firme, que recupere y

conduzca a plenificar lo propio de todos y cada uno, es el perfil de evangelizador

inculturante encarnado por Nuestra Madre y que Ella nos anima a vivir.

129

130

Apéndice: Pascua, camino recorrido y a seguir

“...„la ruptura entre Evangelio y cultura es sin duda alguna el

drama de nuestro tiempo‟. [...] El Hijo de Dios, al asumir la naturaleza humana, se encarnó en un determinado pueblo, aunque su

muerte redentora trajo la salvación a todos los hombres, de cualquier

cultura, raza y condición. El don de su Espíritu y su amor van dirigidos a todos y cada uno de los pueblos y culturas para unirlos

entre sí a semejanza de la perfecta unidad que hay en Dios uno y trino. Para que esto sea posible es necesario inculturar la predicación, de

modo que el Evangelio sea anunciado en el lenguaje y la cultura de

aquellos que lo oyen…”

Ecclesia in America, n. 70

131

Para una comprensión más profunda

En suma, el contenido integral de esta Novena, nos ayuda a desprender,

partiendo de una síntesis de su esencia, protagonistas y temas centrales; algunas

consecuencias existenciales y entitativas para nuestro contexto, del gran

acontecimiento americano, de este magno suceso que cambia la historia de nuestro

continente y del mundo.

Contemplamos ya que luego de la Estampación, que es entonces el punto de

inflexión de todo lo que se cuenta, el momento cumbre y bisagra de la historia, tanto

las intervenciones del obispo y sus cercanos, como los resultados de las mismas,

comienzan milagrosamente a tener características semejantes a las de la Madre de

todos, comienzan a ser factores de Pascua69

.

Para aprovechar más lo sugerido a través de los días, para mejor favorecer el

paso de muerte a vida, en lo poco o mucho que dependa de las decisiones de

nuestras comunidades y/o de cada uno, cuándo volvamos a recorrer la Novena, nos

puede servir tener en cuenta todo o algo de los siguientes contenidos. Como

decíamos en la Introducción, los mismos pueden ayudarnos a una mayor

apropiación vital y comprensión del milagro guadalupano.

Palabra, códices o escritura y vida

Hasta la llegada del español, en la sociedad india a la que pertenecieron San

Juan Diego Cuauhtlatoatzin y el autor del Nican mopohua, la finalidad del templo-

escuela Calmécac era educar a los futuros miembros de la clase dirigente, que

concentraba en sus manos el poder religioso, político, económico y militar. Era la

casa sagrada y de cultura en la que se formaban los gobernantes, los que habían

recibido el alto encargo del Estado, como oráculos de Dios o transmisores de sus

69

Y podemos decir también (ver ESTA OBRA, nota al pie n. 27), factores o mediadores de Navidad,

Epifanía y Pentecostés.

132

designios, de expresar la fe de toda la comunidad y de guiarla por medio de la

palabra70

.

Palabra, que en sus formas oral, pronunciada o cantada, y escrita, plasmada en

pinturas o códices, era entonces un instrumento de los poderosos para señalar el

rumbo al pueblo, que siendo obediente a sus autoridades, podía aspirar a realizar el

destino que el Ser Supremo les había prometido.

Se buscaba así, entre otros aspectos, que los futuros líderes, llegaran a ser

sabios y maduros maestros de la palabra, que aprendieran a utilizarla adecuada y

dignamente, diciendo lo que ayudara a dar plenitud y contento a toda la gente. Que

fueran al mismo tiempo hábiles para interpretar y crear escritos sagrados, coherentes

con su ideología, y al servicio de esa misión de gobernar y conducir71

.

70

Etimológicamente, “Calli - mécatl - c = „En la cuerda de casas‟, nombre debido al estilo de su

construcción, algo simular a un claustro monástico” (GUERRERO ROSADO, JOSÉ, Los dos mundos de un

indio santo, México: Realidad, Teoría y Práctica, 20013, p. 133, nota 8 -en adelante citado como

GUERRERO ROSADO, Los dos mundos-), el nombre Calmécac encierra, si tenemos en cuenta que el

sentido figurado de mécatl es “linaje”, más que el sentido literal de “hilera de casas”, la idea de “lugar

del linaje de la casa”, o más explícitamente de “casa de tradición” y “casa de cultura”. Esto se reafirma

si consideramos que “...era una casa de educación que estaba puesta bajo la protección del dios

Quetzalcóatl, que es por excelencia el dios representativo [principio y origen] de la respetable cultura

tradicional...” (KOBAYASHI, JOSÉ, La educación como conquista (empresa franciscana en México),

México: El Colegio de México, 19852 (1ª. reimp. 1997) [Centro de Estudios Históricos], p. 57 -en

adelante citado como KOBAYASHI, La educación-), de la que los mexicas se consideraban herederos y

transmisores.

Si bien la entrada al Calmécac no estaba determinada por la pertenencia a una clase social, sino que

dependía de si los padres consagraban al niño o lo ofrecían como don a su divinidad protectora, “...al

parecer, pocos eran los plebeyos que ingresaban al […mismo], porque las fuentes, aun hablando de la

permisión, son insistentes en que la normalidad de la distribución era por origen. No sólo la

prohibición tajante es forma de limitar el acceso del pueblo a las instituciones que se reservan al grupo

dirigente” (LÓPEZ AUSTIN, ALFREDO, La educación de los antiguos nahuas 1, México: Ediciones El

Caballito, 1985, p. 28).

Cfr. SAHAGÚN, BERNARDINO DE, Historia General de las Cosas de Nueva España, México: Porrúa,

199910

(Colección “Sepan Cuantos...”, n. 300), lib. III, cap. VII, p. 212 (en adelante citado como

SAHAGÚN, Historia General); MENDIETA, GERÓNIMO DE, Historia eclesiástica indiana. Obra escrita a

fines del siglo XVI, México: Porrúa, 19934, lib. IV, cap. XV, p. 414 (Colección “Biblioteca Porrúa”, n. 46,

en adelante citado como MENDIETA, Historia eclesiástica) y KOBAYASHI, La educación, p. 55 a 58.

Peden verse un análisis pedagógico del Calmécac en CHITARRONI, El modelo pedagógico, p. 111 a

133. 71

Cfr. SAHAGÚN, Historia general, lib. III, cap. VII, p. 211 y lib. VI , cap. XL , p. 403; SEGALA,

AMOS, Literatura náhuatl. Fuentes, identidades, representaciones, México: Grijalbo, 1990 (Colección

“Los Noventa”), p. 66 y 68 a 71 (en adelante citado como SEGALA, Literatura náhuatl); LEÓN-

PORTILLA, MIGUEL, Cuícatl y tlahtolli, en Estudios de cultura náhuatl (revista), vol. XVI, México:

133

La vida perdía sentido, y el grupo identidad, si no era posible conocer y

expresar su ubicación cosmológica y social, la posición que ocupaba dentro de la

trama de las leyes del universo y de la historia. Y en esta cuestión, la utilización de

la palabra entendida como memoria, comentario y metáfora del pueblo, era

fundacional en el origen, sostenimiento y permanencia de la cultura o ciudad y del

cosmos en general. Al perpetuar las tradiciones y prever lo posterior, mantenía o

restablecía el orden e indicaba los caminos para concretar el equilibrio de lo

existente y la unidad colectiva72

.

De este modo, la palabra, en sus diversas formas, fijaba la peregrinación de

todos y cada uno. Signo eficaz y rito, era religiosa y salvadora, manifestación y

seguridad de supervivencia e inmortalidad. Y a tal punto, que su gran poder era

superior a cualquiera de las calamidades que pudieran atentar contra la vida y la

existencia73

.

En este marco general, para ellos, sobre todo lo conservado en los códices o

escritos, regía el comportamiento pasado, presente y futuro del universo y de la

totalidad de lo humano. Es que por medio de estos documentos o pinturas, fijaban su

trayecto y conocimientos, generando tradiciones de carácter compartido o impuesto.

Minuciosamente registraban en ellos, de los sucesos principales y más relevantes,

día, año, lugar, nombre de sus protagonistas y detalles importantes de su acción74

.

En correspondencia con lo anterior, sobre todo leyendo o haciendo hablar a los

códices, los maestros indios mediaban la enseñanza del tesoro cultural de su pueblo.

Aunque también utilizaban representaciones dramáticas, danzas y música,

principalmente lo hacían comentando o cantando lo que estaba escrito en esos libros

o lienzos, en los que dibujaban las pinturas que plasmaban y preservaban

gráficamente su sabiduría75

.

Universidad Nacional Autónoma de México, 1983 [Instituto de Investigaciones Históricas], p. 19 (en

adelante citado como LEÓN-PORTILLA, Cuícatl y tlahtolli) y KOBAYASHI, La educación, p. 62 y 63. 72

Cfr. SEGALA, Literatura náhuatl, p. 80. 73

Cfr. SEGALA, Literatura náhuatl, p. 80 y 142. 74

Cfr. SEGALA, Literatura náhuatl, p. 146 y 148. 75

Cfr. LEÓN-PORTILLA, MIGUEL, Los Antiguos Mexicanos a través de sus crónicas y cantares,

México: Fondo de cultura económica, 1961 (16ª. reimp. 2001) (Colección “Popular”, n. 88), p. 66 (cita

Ms. Cantares Mexicanos -Biblioteca Nacional de México-, reproducción facsimilar de ANTONIO

PEÑAFIEL, México, 1904); GARIBAY KINTANA, Historia de la literatura náhuatl, México: Porrúa,

19921 (Colección “Sepan Cuantos...”, n. 626), p. 290 y 291 y KOBAYASHI, La educación, p. 66 y 67.

134

Como esa escritura con glifos o pinturas era aún deficiente para proporcionar

unidad orgánica a lo que consignaba y luego se quería transmitir, pues no tenía

capacidad de retener y expresar la totalidad de los aspectos morales y sentimentales

que se deseaban inculcar y cultivar, las intervenciones orales de los sabios

remediaban dichas deficiencias. Lo dicho por los maestros, a la vez que se apoyaba

en los dibujos, hacía inteligible lo graficado en los manuscritos prehispánicos76

.

Así, la palabra oral, aclaraba los hechos inmodificables, que los códices habían

fijado de manera precisa, y desalentaban e impedían cualquier tipo de interpretación

heterodoxa. Se recurría al aprendizaje mnemotécnico de estos datos suplementarios;

aprendizaje que aumentaba la capacidad y rendimiento de la memoria, utilizando

frases rítmicas para la realización de los comentarios de lo pintado77

.

Culminado el período prehispánico, perdida su autonomía, los indios intentaron

conservar el legado de sus ancestros, pasando a la escritura fonética lo que

consignaban los antiguos códices o sus tradiciones orales memorizadas. En la

realización de esta tarea, poco a poco, el uso del alfabeto latino, que aprendieron de

los misioneros, se va imponiendo para preservar y transmitir sus composiciones. En

un primer momento, antes de llegar a suplir totalmente a las pinturas, su utilización

las acompaña. Aparecen así en ese período, junto a los jeroglíficos indígenas,

palabras o textos escritos en idioma náhuatl, empleando las letras del mencionado

abecedario78

.

Y si bien el relato de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe a San

Juan Diego Cuauhtlatoatzin, el Nican mopohua, escrito con caracteres latinos y

utilizando el elegante náhuatl que hablaban los aztecas (probablemente sobre papel

hecho con pulpa de maguey o con la corteza y albura del amate), no es la lectura y

trascripción de un códice elaborado en la época prehispánica, si lo es del códice

guadalupano o imagen de la Virgencita del Tepeyac, no pintada por mano humana,

en la tilma o manta del indio79

.

76

Cfr. KOBAYASHI, La educación, p.67, LEÓN-PORTILLA, Cuícatl y tlahtolli, p. 21 y SEGALA,

Literatura náhuatl, p. 148. 77

Cfr. SAHAGÚN, Historia general, lib. III, cap. VIII, p. 214; SEGALA, Literatura náhuatl, p. 148 y

KOBAYASHI, La educación, p. 67. 78

Cfr. GARIBAY KINTANA, ÁNGEL, Los hechos del Tepeyac. En AA VV, Conmemoración

Guadalupana, p. 192 y 193 (en adelante citado como GARIBAY KINTANA, Los hechos) y LEÓN-

PORTILLA, Cuícatl y tlahtolli, p. 86 y 87. 79

Cfr. CARRILLO, SALVADOR, El mensaje teológico de Guadalupe, en Nuestra Señora de América, t.

II, Colección Mariológica del V centenario, Bogotá: Consejo Episcopal Latinoamericano, 19882, p. 57

135

En ese documento, el Nican mopohua, que hemos hecho plegaria, y al cual los

investigadores más sabios le atribuyen una autoridad única y decisiva, se registraron

tanto las palabras y mensaje que brotan de los grifos de Nuestra Madre, como de lo

relatado por su santo mensajero y por el anciano tío Juan Bernardino; es decir, la

tradición y transmisión oral que explicaba el anuncio que Ella, en su Sagrada

Imagen, había concentrado, grabado y compartido para siempre80

.

El Códice 1548 (por el año de su realización, que se exhibe en la parte superior

central del mismo) o Códice Escalada (en referencia al apellido de su difusor en la

actualidad), parece ser el término medio o transición entre el Sagrado Ayate

Guadalupano y el Nican mopohua. Su autor consigna, por medio de glifos mexicas y

palabras en náhuatl utilizando el alfabeto latino, datos certificados por autoridades

de ese entonces, tanto de las apariciones de la Amada Niña Celestial como del

primer indígena canonizado81

.

(en adelante citado como CARRILLO, El mensaje); FLORES SEGURA, JOAQUÍN, Nuestra Señora de

Guadalupe. México: Progreso, 1998, p. 8 (en adelante citado como FLORES SEGURA, Nuestra Señora)

y ROBLEDO GUTIÉRREZ, MANUEL, Introducción, en Nican mopohua, Buenos Aires: Fundación La

Peregrinación, 1998, p. 13. 80

Con respecto al Nican mopohua GARIBAY KINTANA afirma que es un documento “...de auténtico

valor histórico [...] profundamente imbuido [...] del estilo náhuatl...” (GARIBAY KINTANA, Los hechos,

p. 193). 81

El Códice 1548 “…fue descubierto recientemente y es la prueba irrefutable que habla de las

apariciones de la Virgen de Guadalupe. [...]

El códice está conformado por: la fecha de su realización; dos apariciones de la Virgen de

Guadalupe (la primera en la cumbre del cerro del Tepeyac, en pequeño, en la parte superior izquierda,

y la cuarta en el llano, con las rosas de la prueba pedida por el obispo Zumárraga, en primer plano); el

glifo del juez Antón Valeriano, y la firma de fray Bernardino de Sahagún; además aparece escrito dos

veces el nombre de Juan Diego Cuauhtlatoatzin y tres inscripciones en náhuatl con caracteres latinos

(„también en 1531, se hizo ver la amada madrecita nuestra niña Guadalupe México; murió con

dignidad Cuauhtlatoatzin; Juez Antón Valeriano‟)” (DE LA TORRE VILLAR, Fuentes guadalupanas, en

Virgen de Guadalupe, guía México desconocido (revista), edición especial, México: México

desconocido, 2001, p. 37).

Nótese que Sahagún (ver ESTA OBRA, nota al pie n. 84), que se oponía a la devoción a Nuestra

Señora de Guadalupe (cfr. SAHAGÚN, Historia general, lib. XI, Apéndice, p. 704 y 705), certifica el

códice con su firma.

136

Autor y Género literario del Nican mopohua

Coincidimos, con diversos investigadores (la mayoría de los modernos y la

totalidad de los antiguos), en considerar como posibilidad más segura que el Nican mopohua fue compuesto, al igual que el Códice 1548, y también a mediados del

siglo XVI, por Don Antonio Valeriano. En todo caso, y aunque no fuera exclusiva

su autoría del relato que hemos hecho Novena, prácticamente no existen dudas de

que este indígena de raza tecpaneca, muy culto, nacido en Atzcapotzalco entre los

años 1516 y 1526, fue al menos uno de sus coautores y su redactor82

.

Si bien no era de una familia de la nobleza americana, al casarse con doña

Isabel Huanitzin pasó a ser sobrino del emperador Moctezuma y posiblemente

82

“En suma, tenemos por conjetura la más plausible y segura que Valeriano compuso el Nican

mopohua en 1556...” (O´GORMAN, EDMUNDO, Destierro de Sombras. Luz en el origen de la imagen y

culto de Nuestra Señora de Guadalupe en el Tepeyac, México: Universidad Nacional Autónoma de

México, 19912 -1ª. reimp. 2001- [Instituto de Investigaciones Históricas], parte I, cap. III, p. 50). En

coincidencia con lo anterior, se puede ver carta de MIGUEL LEÓN-PORTILLA dirigida a Fidel González

Fernández el 12 de agosto de 1998 (Cfr. GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, FIDEL; CHÁVEZ SÁNCHEZ,

EDUARDO Y GUERRERO ROSADO, JOSÉ, El encuentro de la Virgen de Guadalupe y Juan Diego,

México: Porrúa, 19992, p. 145 y 146) y postura de ERNEST BURRUS, que establece fecha de

composición entre 1540 y 1545, cercana a la propuesta por los anteriores investigadores (Cfr. BURRUS,

ERNEST, La copia más antigua del Nican mopohua, en Histórica -revista-, México: Centro de Estudios

Guadalupanos, col. I, n. 2, 1987, p. 23).

Sobre Antonio Valeriano y su autoría del Nican mopohua, cfr. también GUERRERO ROSADO, El

Nican mopohua, t. I, p. 75 (cita textualmente a SIGÜENZA Y GÓNGORA, Piedad Heróica, cap. X, n.

114) y p. 83 y LEÓN-PORTILLA, MIGUEL, Tonantzin Guadalupe. Pensamiento náhuatl y mensaje

cristiano en el “Nican mopohua”, México: Colegio Nacional y Fondo de Cultura Económica, 2000 (1ª.

reimp. 2001), p. 89 (en adelante citado como LEÓN-PORTILLA, Tonantzin Guadalupe).

Para lo afirmado en todo el párrafo del texto principal, cfr. TORQUEMADA, JUAN DE, Monarquía

Indiana. De los veinte y un libros rituales y monarquía indianana, con el origen y guerras de los indios

occidentales, de sus poblazones, descubrimiento, conquista, conversión y otras cosas maravillosas de la

mesma tierra, México: Universidad Nacional Autónoma de México, 19753 (Colección “Serie de

historiadores y cronistas de indias”, n. 5) [Instituto de Investigaciones Históricas], vol. II, lib. V, cap. X,

p. 360 y 361 (en adelante citado como TORQUEMADA, Monarquía Indiana); MENDIETA, Historia

eclesiástica, lib. IV, cap. XV, p. 416; CUEVAS, MARIANO, Álbum Histórico Guadalupano del IV

Centenario, México: Escuela Tipográfica Salesiana, 1930, p. 73; GARIBAY KINTANA, Los hechos, p.

192 y 193; SILLER ACUÑA, CLODOMIRO, Para comprender el mensaje de María de Guadalupe.

Buenos Aires: Guadalupe, 19903, p. 13 a 15 (en adelante citado como SILLER ACUÑA, Para

comprender); GALERA LAMADRID, JESÚS, Nican mopohua. Breve análisis literario e histórico,

México: Porrua, 20012, p. 11, 103 y 104 (en adelante citado como GALERA LAMADRID, Nican

mopohua); FLORES SEGURA, Nuestra Señora, p. 7 y CARRILLO, El mensaje, p. 57.

137

también sobrino político de Juan Diego Cuauhtlatoazin. Reconocido por su elevada

capacidad intelectual, fue un excelente alumno, investigador y maestro del Colegio

de la Santa Cruz de Tlatelolco83

.

Dicha institución educativa, funcionó en las mismas instalaciones en las que

antes lo había hecho el templo-escuela Calmécac de ese lugar. Con fines análogos,

en cuanto buscaba formar también futuros líderes, fue una iniciativa brillante para

esa época. En sus claustros, a los que debemos mucha información sobre el México

precolombino, se dio un diálogo y mutua asimilación entre culturas diversas. Eso sí,

esto ocurrió como resbalón no controlado, es decir, de forma fortuita y como

consecuencia no deseada, y no porque se buscara intencionadamente un intercambio

o hibridismo entre lo traído por los españoles con lo de los naturales de América84

.

83

Don FERNANDO ALVARADO TEZOZÓMOC “...nació probablemente en l5l9 y murió en l598. Era

hermano de Isabel Huanitzin, esposa de Valeriano, y es un escritor de los básicos entre las fuentes de la

historia de México…” (GUERRERO ROSADO, El Nican mopohua, t. I, p. 76, nota 27). Sostiene que su

cuñado era un gran sabio pero no de origen noble; aunque sí sabemos que, como consorte, perteneció

tanto a la casa real de Mexico-Tenochtitlan (la de Moctezuma) como a la de Texcoco (de la cual, al

parecer, formaba parte San Juan Diego -entrevista personal con Monseñor GUERRERO ROSADO,

febrero de 2003-).

Cfr. ALVARADO TEZOZÓMOC, FERNANDO, Crónica Mexicáyotl, traducción directa del náhuatl por

Adrián León, México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1949 (1ª. reimp. 1975) [Instituto de

Investigaciones Históricas] n. 356 y 372, p. 171 y 176; GUERRERO ROSADO, El Nican mopohua, t. I, p.

101; SENTÍES RODRÍGUEZ, Genealogía de Juan Diego, México: Tradición, 1998, p. 5 a 69; FLORES

SEGURA, Nuestra Señora, p. 7 y GALERA LAMADRID, Nican mopohua, p. 103. 84

Posibilitó la preparación y concreción del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, entre otros factores,

el concurso de la acción y de los esfuerzos de los franciscanos, del virrey Antonio de Mendoza y de Fray

Juan de Zumárraga.

Es indiscutible la idoneidad docente de todos los frailes que se desempeñaron en el Colegio de la

Santa Cruz, ellos fueron “...notables y gravísimos maestros...” (MENDIETA, Historia eclesiástica, lib.

IV, cap. XV, p. 415). Uno de ellos fue Bernardino de Sahagún, que afirmó de Antonio Valeriano, al

hablar de los gramáticos indígenas que fueron sus colaboradores y discípulos, que fue el “...principal y

más sabio...” ( SAHAGÚN, Historia general, lib. II, Prólogo, p. 74).

Fray BERNARDINO DE RIBEIRA de la Orden de los Frailes Menores, es “ ...mejor conocido por su

lugar de origen: SAHAGÚN... Llegado joven a la Nueva España, en 1529, aprendió rápidamente la

lengua náhuatl y desplegó desde un principio un interés insaciable en documentarse [para eliminarla]

sobre la „gentilidad‟ de sus ovejas, alentado además por el mandato de sus superiores. Hubo de

inventar su propio método, pero lo hizo tan bien que no desmerece ante el más exigente antropólogo

moderno [...]

El resultado fue una obra monumental, verdadera enciclopedia del mundo náhuatl en la que hay

literalmente de todo: desde teología hasta recetas de cocina. Tenemos, además, la gran ventaja de que tuvo

138

Comprometido con los intereses de su pueblo y con la defensa de los mismos,

Valeriano también incursionó en el campo político y ocupó un lugar destacado y

distinguido en esa sociedad que empezaba a surgir. Se desempeñó como gobernador

de indios en México, desde el año 1573 hasta el momento de su muerte (ocurrida en

el año 1605), siendo muy querido tanto por los de su raza, como por los

representantes de la corona e hispanos en general85

.

El relato lo muestra como un perfecto conocedor de la teología católica y de la

sabiduría y psicología de su cultura de origen; como un cristiano sincero, y a la vez,

muy consustanciado con diversos aspectos del pensamiento indígena. En

consonancia con todo lo expresado, su obra lo revela entonces como un hombre de

dos mundos diversos, que logra describir cómo los une, haciendo que se encuentren

y mezclen etnias, tradiciones e ideas provenientes de cada uno de los mismos, y en

su caso sí con toda intención y no como dinámica no deseada, la intervención de

Nuestra Señora de Guadalupe. Intervención que de esta forma entonces, mejoraba y

trascendía incluso a la pedagogía del Colegio de la Santa Cruz, una de las mejores

(sino la mejor) de su tiempo86

.

La narrativa de la obra, en la que aparecen coordenadas de referencia y

localización, que indican que se estaría escribiendo precisamente desde Tlatelolco,

lo revela entonces, contemplada desde su horizonte cultural originario, como un

escritor mentalmente mestizo. Como un autor partícipe de la circunstancia que se da

luego del contacto entre los españoles y americanos; pero que se manifiesta, al

la honestidad de conservar todo, también los borradores con […los] textos originales [de sus informantes

indios]. Pocas veces sucumbió a la tentación de criticar y condenar lo que traducía y, como conservamos

esos originales, podemos hoy detectar y corregir los inevitables prejuicios y errores de su traducción”

(GUERRERO ROSADO, Los dos mundos, p. 13).

Cfr. MENDIETA, Historia eclesiástica, lib. III, cap. XXXII, p. 257 y lib. IV, cap. XV, p. 414 a 418;

TODOROV, TZVETAN, La conquista de América, el problema del otro, México: Siglo Veintiuno, 1987,

p. 253 y 254; LEÓN-PORTILLA, MIGUEL, Bernardino de Sahagún pionero de la antropología, México:

Universidad Nacional Autónoma de México-El Colegio Nacional, 1999 [Instituto de Investigaciones

Históricas], p. 78 y KOBAYASHI, La educación, p. 209 a 212 y 250. 85

Cfr. MENDIETA, Historia eclesiástica, lib. IV, cap. XV, p. 416; TORQUEMADA, Monarquía Indiana,

vol. V, lib. XV, cap. XLIII, p. 176 y 177; LEÓN-PORTILLA, Tonantzin Guadalupe, p. 42 y 43 y

GALERA LAMADRID, Nican mopohua, p. 104. 86

Cfr. GUERRERO ROSADO, El Nican mopohua, t. I, p. 115 y LEÓN-PORTILLA, Tonantzin Guadalupe,

p. 36, 87 y 90. Sobre el modelo pedagógico que se plasmó en el Colegio de la Santa Cruz se puede ver

CHITARRONI, El modelo pedagógico, p. 89 a 104.

139

mismo tiempo y con rigor, como un pensador nahua

87. Es que Valeriano, para

concretar su descripción o transmisión, elabora un tlahtolli o narración con

abundantes características temáticas, estilísticas y estructurales propias de los

diversos subgéneros narrativos prehispánicos.

Y si bien lo anterior, no es obstáculo para que se manifiesten en el Nican

mopohua algunas particularidades propias de los cuícatl o cantos indígenas, es

propiamente y sin duda una narración. Hemos visto, al meditar su contenido, cómo

presenta una serie de hechos sucesivos, que ocurren en distintos lugares y tiempos

que se enuncian con precisión, hasta alcanzar una plenitud de sentido. Y todo para

relatar un acontecimiento originario, y acciones protagonizadas por personajes

nobles o vinculados de modo diverso con Dios y la cultura. Así, cuenta y dice sobre

ellos, lo que hicieron y el fruto de su acción, manifestando a la vez una profunda

conciencia histórica, ocupación por conocer el destino y por el culto religioso88

.

Aflora en su textualidad, como en toda la narrativa india, la utilización de

elementos concretos o metafóricos, para expresar y alcanzar a través de ellos sutiles

abstracciones. Lo que se transmite se organiza acumulando predicados, atribuciones

o explicitación de circunstancias o rasgos, para decir mucho, pero en forma gradual

y paso a paso. Además, se realizan múltiples descripciones para expresar un hecho o

idea desde muy variados puntos de vista89

.

Incluye muchas veces difrasismos y paralelismos, lo cual es muy relevante si

consideramos que la estructura de su cultura exigía, que la comunicación más

importante o el pensamiento que se deseaba destacar, se concretara en base a estos

recursos o procedimientos. El primero, consiste en expresar una misma idea por

medio de dos palabras o símbolos yuxtapuestos (flechas y escudos -ver ESTA OBRA,

subtítulo “Segundo día”-, flor y canto -ver ESTA OBRA, subtítulo “Séptimo día”-,

rostro y corazón -ver ESTA OBRA, subtítulo “Noveno día”-), que se completan o

87

Cfr. GUERRERO ROSADO, El Nican mopohua, t. I, p. 200 y 201; DIAZ, DOMINGO, El Nican mopohua

se escribió en Tlatelolco, en Tepeyac (revista), México: publicación mensual del Centro de Estudios

Guadalupanos, año III, n. 56, mayo l de l978, p. 1, 3° columna; SILLER ACUÑA, Para comprender, p. 14

y LEÓN-PORTILLA, Tonantzin Guadalupe, p. 36. 88

Cfr. LEÓN-PORTILLA, MIGUEL, El destino de la palabra. De la oralidad y los códices

mesoamericanos a la escritura alfabética, México: Fondo de Cultura Económica y El Colegio Nacional,

1996 (2ª. reimp. 1997), p. 290, 338 y 342 (en adelante citado como LEÓN-PORTILLA, El destino) y

Cuícatl y tlahtolli, p. 48, 59 y 84 a 86 y SEGALA, Literatura náhuatl, p. 140, 142, 146 y 147. 89

Cfr. LEÓN-PORTILLA, El destino, p. 294, 306 y 337 y Cuícatl y tlahtolli, p. 57 a 60 y 85.

140

complementan en el sentido, ya por ser equivalentes, ya por ser adyacentes, y de los

que brota una particular significación. El paralelismo, que es un desarrollo de lo

anterior, consiste en el uso de dos expresiones paralelas, que reiteran una idea; es

decir, en aparear dos frases complementarias, generalmente sinónimas, que iluminan

desde doble perspectiva lo que se quiere decir90

.

90

Cfr. LEÓN-PORTILLA, El destino, p. 298 a 302, 307 y 308 y Cuícatl y tlahtolli, p. 53; GARIBAY

KINTANA, ÁNGEL, Llave del náhuatl, México: Porrúa, 1999 (Colección “Sepan Cuantos...”, n. 706),

p.115 a 117 y SILLER ACUÑA, Para comprender, p. 13.

141

Trasfondo religioso y escolar La consideración de los problemas de autoría y género literario del Nican mopohua,

ofrece un doble trasfondo religioso y educativo. Valeriano se formó y trabajó en el

colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, iniciativa evangelizadora que propició de

hecho, tanto la conservación del pasado de los americanos como la difusión de las

novedades traídas por los europeos. Es decir, en el ambiente de esa institución

escolar, en la que se recibía lo propio de los recién llegados, pero sin dejar de

abrazar la antigua sabiduría de los indígenas y sus formas de expresión.

En tiempos prehispánicos, los indios, que concedían valor salvador a la palabra,

aprendían en el templo-escuela Calmécac (en y sobre el de Tlatelolco se erigió el

Colegio de la Santa Cruz), a realizar composiciones que al mismo tiempo

conservaran sus tradiciones y las hicieran crecer. El Nican mopohua, considerando

su tema, estructura y estilística, según los géneros literarios indígenas, es un tlahtolli o narración.

142

Código interno y caracterizaciones

Todo relato o discurso posee una armonía que no es fruto de la simple suma de

proposiciones. Tiene una organización que siendo inherente a todo sistema de

sentido, en su caso, va más allá de la frase91

.

Dando un paso más, lo que queremos destacar en este momento, es que la

organización propia y estructura literaria del texto tlahtolli del Nican mopohua; es

decir, su código interno, es en sí mismo pedagógico92

. Es por esto también, entre

otros factores, que la meditación de las principales acciones que nos relata y de los

paradigmas de acción que contiene, nos abre a la posibilidad de hacer súplicas,

reflexiones y planteos, que favorezcan la mejor vivencia de los hechos educativos

que nos toca protagonizar. Nos abre a la ocasión, como hemos podido comprobar al

transitar el novenario, a aproximarnos a concretar nuestros acontecimientos

evangelizadores, en la línea de lo que nos desafía a ser, encarnar y buscar el milagro

del Tepeyac.

Es que sus grandes escenas o secuencias, correspondientes a los encuentros de

Juan Diego con Nuestra Señora de Guadalupe y a sus entrevistas con el obispo, se

estructuran con momentos que son análogos a los que se dan en todo acontecimiento

educativo, asistemático o sistemático, sea cual fuere93

. De modo idéntico, en ambos

casos, se suceden y reproducen en su interior unidades lógicas o sub-escenas de

aproximación, desarrollo y desenlace. Las mismas, antes de que, entre flores (ver

91

Considerando que “...el lenguaje acompaña continuamente al discurso, tendiéndole el espejo de su

propia estructura...” (BARTHES, ROLAND, Introducción al análisis estructural de los relatos. En AA

VV, Análisis estructural del relato, Buenos Aires: Tiempo Contemporáneo, 19744 -Colección

“Comunicaciones”, n.8-, p. 13 -en adelante citado como BARTHES, Introducción-), surgido de la

lingüística (cuyo estudio se detiene en la frase), el análisis estructural es un modelo de inteligibilidad

que busca explicitar la mencionada organización de los textos.

Dicho análisis trata, por medio de la clasificación y jerarquización de los diversos elementos que

componen un relato (acciones, informaciones, etc.), de descubrir su lógica interna; es decir, las

relaciones que constituyen su estática o estructura.

Cfr. BARTHES, Introducción, p. 11 a 14. 92

Cfr. CHITARRONI, El modelo pedagógico, p. 141 a 161. 93

Así, por ejemplo, y situándonos en ámbitos sistemáticos de educación, las aproximaciones, desarrollos

y desenlaces de las grandes escenas del Nican mopohua, son en parte semejantes a los tiempos de

introducción, desarrollo y desenlace que se suceden en una clase y, de esta manera, entonces, pueden

proporcionarnos criterios concretos para planificarlos, concretarlos y/o reflexionar sobre ellos.

143

ESTA OBRA, subtítulo “Séptimo día”), Ella se pinte en la tilma (ver ESTA OBRA,

subtítulo “Octavo día”), se plasman eso sí, según dos modelos pedagógicos

contradictorios.

Y es por esto último que los encuentros de Juan Diego con Nuestra Señora de

Guadalupe o sus entrevistas con fray Juan de Zumárraga, antes de esa estampación,

tienen un carácter marcadamente antitético u opuesto. En toda ocasión, las acciones

de la Virgen realmente hacen muy fácil el acercamiento y el estar con Ella al indio, a

tal punto que incluso le habla con el mismo ambiente, o lo “espera”, o bien se

“cruza” en su camino cuando éste la pretende evitar. Por el contrario, antes de que

la Niña Celestial regale su Imagen, la narración muestra al vidente del Tepeyac

dirigiéndose a la presencia del obispo pero padeciendo hechos que dificultan su

acceso a él. Las conversaciones en los encuentros con la Madre, parten de su

confianza en el indígena y de escucharlo; entonces su palabra lo dignifica y da lugar

a su despliegue y acción (ver ESTA OBRA, subtítulo “Primer día”); o, por el

contrario, tienen su raíz en la sospecha de los europeos y adquieren un carácter

inquisitorial (ver ESTA OBRA, subtítulo “Segundo día”). Así, y como consecuencia

de todo lo anterior, confiado y feliz se va Juan Dieguito luego de estar con la Reina

del Cielo, abatido y triste tras pasar por el palacio episcopal.

Observamos de esta forma, al considerar los sucesos detenidamente, que entre

otros aspectos, se puede identificar o caracterizar a la Virgen Morena con el amor

compasivo y atrayente, a su mensajero con una obediencia reflexiva, al anciano tío

con el ser testigo calificador de la palabra de su sobrino. Al obispo, con la

incredulidad desconfiada y la fe activa y entusiasta; y a sus próximos y ayudantes,

con el hostigar y perseguir hipócrita o acompañar respetuoso y generoso, según los

consideremos, antes o después de que se quede en la tilma del indio la Persona de la

Amada Madre de Dios.

De los diversos protagonistas capitales que participan en la historia del milagro,

Nuestra Madre de Guadalupe (ver ESTA OBRA, subtítulo “Tercer día”) es entonces

el más importante, en tanto y en cuanto es la heroína que conduce a pasar de una

situación de paz mortal, como la del sepulcro, a una de paz de plenitud, propia del

Resucitado. Ella es ayudada en su deseo de que todos sus hijos sean más felices y se

traten como hermanos, recibiendo al Hijo y su salvación (ver ESTA OBRA, subtítulos

“Noveno día” y “Día final”), aunque de distinto modo, por sus colaboradores y

enviados: Juan Diego Cuauhtlatoatzin (ver ESTA OBRA, subtítulo “Cuarto día”) y

su tío Juan Bernardino (ver ESTA OBRA, subtítulo “Sexto día”). También, hacia el

144

final, por el destinatario inicial de su mensaje, el obispo Zumárraga, y por las

personas cercanas a él, que anteriormente se oponían. El primero con algo de

comprensible prudencia y los últimos, con una cuota de agresividad y malicia, no

presente en el prelado (ver ESTA OBRA, subtítulo “Quinto día”).

Estructura educativa y posibilidad

En la cultura mexica conservaban y protegían lo que consideraban necesario y clave

para su vida social y la existencia de todo, por mediación de la palabra oral y la

composición escrita. Antonio Valeriano se expresa entonces desde esa concepción y

con su lógica discursiva propia; y el Nican mopohua busca así perpetuar, con toda su

eficacia salvadora, con todos sus sentidos y connotaciones históricas, cósmicas y

sagradas, el acontecimiento guadalupano. Este hecho o suceso que reinterpretó lo

indio y lo español poniéndolo en diálogo y al servicio de un horizonte común.

145

El texto del Nican mopohua reproduce y reitera momentos de aproximación,

desarrollo y desenlace, que son análogos a los que componen cualquier hecho

evangelizador y/o educativo. Esto favorece la posibilidad de extraer plegarias y

conclusiones pedagógicas que nos orienten, como Pueblo de Dios, hacia una

evangelización inculturada.

146

Fuentes principales

“El ejemplo más impresionante de continuidad dentro de un

cambio es la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe [...] En las

formas y símbolos en que aparece se ha incorporado toda la riqueza

de las religiones precedentes, y se ha reducido a una unidad desde un nuevo núcleo procedente de lo alto. Está, por así decir, por encima de

las religiones, pero no las aplasta. De esta manera, Guadalupe es en

muchos aspectos, una imagen de la relación del cristianismo con las religiones. Todos los ríos confluyen en ella, se purifican y renuevan,

pero no se destruyen. También es una imagen de la relación entre la verdad de Jesucristo y las verdades de las religiones: la verdad no

destruye, sino que purifica y une”

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La unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia, p. 11

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Esta tirada de 2000 ejemplares se terminó de imprimir el

día 9 de julio de 2007, fiesta de Nuestra Madre de Itatí,

en los talleres de Gráfica Industrial S.R.L., Morteo 445,

San Nicolás, Provincia de Buenos Aires, República Argentina