EKAI Center en NAIZ. ESTANCAMIENTO DE LA ECONOMIA EUROPEA

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1 2014/08/12 EKONOMIA | ANÁLISIS | Salidas a la crisis EKAI GROUP ESTANCAMIENTO DE LA ECONOMÍA EUROPEA Los autores del análisis consideran que se ha generalizado la idea de que el paso del tiempo aumenta las posibilidades de superación de la crisis, sin embargo, recuerdan que el sobreendeudamiento y los riesgos del sector financiero siguen siendo disparatados. La nueva caída de la economía italiana en recesión técnica, el estancamiento de la francesa y la grave desaceleración de Alemania nos revelan, en conjunto, una situación preocupante, agravada por las negativas repercusiones previstas para las sanciones occidentales a Rusia y la reacción de este país a las mismas, que van a afectar gravemente al conjunto de Europa y, muy especialmente, a países con diferentes estructuras productivas, como Grecia en sus exportaciones agrícolas- o Alemania en sus exportaciones de productos industriales-. Este es el contexto en el que hay que ubicar los datos positivos sobre evolución de la economía real -incluyendo los datos de recaudación- de los territorios vascos de los últimos meses. Desgraciadamente, como EKAI Center viene apuntando desde hace años, los sucesivos "brotes verdes" o datos positivos a corto plazo de la evolución de la economía real en nuestro entorno deben ubicarse en un contexto que, a medio plazo, resulta tremendamente problemático. Lo cierto es que ni Europa ni Estados Unidos han resuelto, ni siquiera parcialmente, los problemas estructurales que afloraron con el estallido de la crisis en 2007. Los niveles de endeudamiento global en nuestros países se sitúan entre un 300 y un 400 por ciento sobre PIB. A lo que hay que añadir los riesgos acumulados por el sector bancario en los mercados especulativos, fundamentalmente en el mercado de derivados financieros, cuya cuantificación es más compleja. Esperar un relanzamiento -que no sea meramente transitorio- de la economía occidental mientras estos problemas estructurales no se resuelvan es ilusorio.

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2014/08/12

EKONOMIA | ANÁLISIS | Salidas a la crisis

EKAI GROUP

ESTANCAMIENTO DE LA ECONOMÍA EUROPEA

Los autores del análisis consideran que se ha generalizado la idea de que el paso del tiempo aumenta las posibilidades de superación de la crisis, sin embargo, recuerdan que el sobreendeudamiento y los riesgos del sector financiero siguen siendo disparatados.

La nueva caída de la economía italiana en recesión técnica, el estancamiento de la

francesa y la grave desaceleración de Alemania nos revelan, en conjunto, una

situación preocupante, agravada por las negativas repercusiones previstas para las

sanciones occidentales a Rusia y la reacción de este país a las mismas, que van a

afectar gravemente al conjunto de Europa y, muy especialmente, a países con

diferentes estructuras productivas, como Grecia –en sus exportaciones agrícolas- o

Alemania –en sus exportaciones de productos industriales-.

Este es el contexto en el que hay que ubicar los datos positivos sobre evolución de la economía real -incluyendo los datos de recaudación- de los territorios vascos de los últimos meses. Desgraciadamente, como EKAI Center viene apuntando desde hace años, los sucesivos "brotes verdes" o datos positivos a corto plazo de la evolución de la economía real en nuestro entorno deben ubicarse en un contexto que, a medio plazo, resulta tremendamente problemático. Lo cierto es que ni Europa ni Estados Unidos han resuelto, ni siquiera parcialmente, los problemas estructurales que afloraron con el estallido de la crisis en 2007. Los niveles de endeudamiento global en nuestros países se sitúan entre un 300 y un 400 por ciento sobre PIB. A lo que hay que añadir los riesgos acumulados por el sector bancario en los mercados especulativos, fundamentalmente en el mercado de derivados financieros, cuya cuantificación es más compleja. Esperar un relanzamiento -que no sea meramente transitorio- de la economía occidental mientras estos problemas estructurales no se resuelvan es ilusorio.

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La opinión pública, y una gran parte de los economistas oficiales, tienden a pensar que, lógicamente, el simple transcurso del tiempo aumenta las posibilidades de que la crisis esté cerca de su superación. Lamentablemente, esto sólo es así cuando los problemas estructurales de fondo están resueltos o correctamente enfocados. En estos casos, es cierto, el transcurso del tiempo puede por sí mismo permitir el ajuste de los desequilibrios generados, por ejemplo, como consecuencia del sobreendeudamiento o de un desequilibrio temporal entre consumo y capacidad de producción. Los economistas liberales aciertan cuando atribuyen al paso del tiempo efectos positivos en cuanto a la corrección de las inversiones excesivas o inadecuadas, o del sobreendeudamiento de familias y empresas. Pero, como sabemos, este análisis no es válido en el ámbito de las políticas monetarias y bancarias, donde las estrategias desarrolladas en Europa y USA no han buscado el ajuste de la actividad de las entidades financieras a dimensiones lógicas sino, al contrario, el mantenimiento del status quo previamente existente, a costa de disparatados desembolsos a través de los rescates bancarios y de las políticas monetarias expansivas. Este es el origen del contexto actual de Europa y de Estados Unidos. Los desequilibrios estructurales acumulados son de tal magnitud que han llevado a las políticas económicas de nuestros países a fijarse como objetivo no la resolución de los problemas estructurales sino, simplemente, evitar el estallido de la economía occidental y, muy en particular, de la gran banca privada. El sobreendeudamiento y el riesgo del sector financiero continúan en niveles equivalentes a los existentes en el momento del estallido de la crisis, o son incluso crecientes en el ámbito de los derivados financieros. Como consecuencia de este sobreendeudamiento desbordado, nuestras economías familiares, nuestras empresas y nuestros gobiernos deben dedicar una parte sustancial de sus recursos a hacer frente al servicio de la deuda. Y el crédito bancario a las actividades productivas continúa sin reactivarse. Todo ello supone un lastre permanente del consumo y de la inversión y mantener el sistema financiero en una permanente situación de alto riesgo, incluso en la actual situación de tipos de interés artificialmente reducidos a mínimos históricos. De ahí que, mientras no se adopten las necesarias medidas de reestructuración de la deuda y del sector financiero, los bancos centrales no tengan más remedio que mantener los tipos de interés en esos mínimos históricos, como única forma de evitar el estallido de la economía occidental. Y ello a pesar de ser conscientes de que estas políticas monetarias expansivas -destinadas simplemente a mantener los niveles de deuda y a evitar la quiebra de los grandes bancos- son estrategias de corto plazo que

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resultan gravemente perjudiciales a medio y largo plazo, puesto que no consiguen sino agravar los problemas de fondo. En seis años de políticas anti-crisis, la introducción de los mecanismos de rescate interno bancario como sustituto de los rescates bancarios con cargo a fondos públicos es posiblemente el único paso positivo dado por las políticas económicas occidentales. Sin olvidar la necesidad de permanecer alerta frente a los riesgos de una utilización de estos mecanismos contra los depositantes. En este contexto, Europa se permite el lujo de ceder a las presiones de Estados Unidos para entrar en una guerra de sanciones comerciales contra Rusia. Un nuevo acto de irresponsabilidad de nuestros dirigentes políticos. Frente a ello, sólo una decidida actuación política destinada a una rápida reestructuración del sistema bancario europeo -incluyendo la separación radical de banca de inversión y banca comercial como complemento de los mecanismos de rescate interno- puede sacarnos de esta situación de estancamiento y salvarnos de los riesgos cada vez mayores de huida hacia adelante a través de una confrontación abierta con Rusia y con los países emergentes.