Ejercicio Santo Del via Crucis - Extraído Del Libro ...Camino Real de La Salvación

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Via CrucisExtraído del Libro "TERROR DEL INFIERNO y CAMINO REAL DE LA SALVACIÓN", León, México, 1888

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  • 1

    EJERCICIO SANTO

    DEL

    VIA-CRUCIS

    Sacado del libro titulado

    TERROR DEL INFIERNO

    y

    CAMINO REAL DE LA SALVACIN

    LEN - Mxico

    1888

  • 2

    A CRISTO CRUCIFICADO

    Ese que ves tan plido y sin vida,

    desfigurado su semblante bello,

    con sangre endurecido su cabello

    y abierto el pecho con fatal herida.

    Ese Dios hombre que sucumbi al tormento

    y ha espirado a fuerza de pesares,

    vale ms que la tierra con sus mares

    y ms que el hermoso firmamento.

    Vendr tiempo en que prncipes y sabios

    doblen ante El sumisos la rodilla,

    deseando con humildad sencilla

    en sus sangrientos pies poner sus labios.

    Colocar su trono reluciente

    ms all del cielo diamantino,

    ante su rostro esplndido y divino,

    el querubn humillar su frente.

    A sus pies pasarn con vuelo inmenso

    las potestades todas a millones,

    que humildes le darn adoraciones

    entre el humo y el aroma del incienso.

  • 3

    ADVERTENCIA

    Piadoso lector: Es grande el tesoro de gracias e indulgencias que te

    pongo a la vista, concedidas por los Santos Padres al Santo Ejercicio del

    Va-Crucis.

    Cuando considero que vas a ocupar tu piadosa consideracin en mis-

    terios tan elevados como son los de la Sagrada Pasin y muerte de nuestro

    amado Jess, y dolores de su Santsima Madre, te pido procures sacar de l

    el debido fruto, aplicndolo en beneficio de las Santas Almas del Purgato-

    rio.

    INDULGENCIAS CONCEDIDAS AL VIA-CRUCIS

    La Santidad del Seor Sixto V y Paulo V concedieron a todas las per-

    sonas que devotamente practicaren el Va-Crucis, trescientas setenta in-

    dulgencias plenarias, y sacar veinticuatro almas del Purgatorio; y por con-

    cesin particular, en las tres ltimas estaciones se saca otra Anima ms.

    El Sr. Obispo de Monterey, concedi doscientos das de indulgencia

    por cada palabra de las contenidas en este Ejercicio.

    MODO DE PRACTICAR ESTE SANTO EJERCICIO

    Reunida la concurrencia que ha de practicar este Santo Ejercicio, se

    persignar, y a continuacin dir el Acto de Contricin que va en seguida;

    y continuar con el ofrecimiento, y cuando est concluido se rezar un Pa-

    drenuestro, Avemara y Gloria, diciendo inmediatamente la siguiente Jacu-

    latoria:

    Te adoramos Cristo y te bendecimos, que por tu Santa Cruz, vida,

    Pasin y muerte redimiste al mundo. Amn.

    Y a continuacin la Estacin.

  • 4

    ACTO DE CONTRICIN

    Seor mo Jesucristo, mi Dios, mi Redentor; Padre de mi alma, a

    quien tanto he ofendido, pequ, Seor, contra ti y contra m mismo, y ms

    me pesa ser t el ofendido que yo el perjudicado; mas siento mi ingratitud

    que el que t, Padre mo, me castiguis; y ms me pesa y aflige haberte

    ofendido, que el infierno todo que por mis muchos pecados merezco. Alma

    y corazn mo qu aguardas, qu esperas? con que tuve atrevimiento pa-

    ra entregarte al demonio por el pecado, y no tengo valor para sacarte de su

    dominio? Tuve corazn para agraviar a la suma bondad, y no tengo sen-

    timientos de cristiano para sentir en mi corazn tan enormes ofensas? Oh

    Jess de mi alma! para qu me permitiste venir al mundo si haba de au-

    mentar con mis gravsimas culpas el nmero de los desdichados? Re-

    nuncio, Seor, el ser y el vivir, si te he de ofender; menos mal me fuera la

    infelicidad de la nada que la infelicidad de la culpa. Dadme, Seor, un do-

    lor verdadero por medio de una constante penitencia de mis pecados, que

    llegue hasta mi muerte. Mas como creo, Seor, que tu misericordia es ma-

    yor que toda la miseria humana, espero por tu santsima Pasin y muerte

    salvarme. Te amo, Dios mo, ms que a todo lo criado, y mientras ms te

    amo, ms y ms deseo amarte; y como creo en un Dios verdadero, como

    espero en un Dios tan poderoso, y como amo a un Dios y Padre benigno,

    creo no puede faltar tu misericordia a mi fe, tu promesa a mi esperanza, y

    tu gracia a mi contricin. Aumenta, Seor, mi arrepentimiento, dame un

    eficaz odio a todos mis pecados, y muera yo de amor y de dolor de haberte

    ofendido. Amn.

  • 5

    OFRECIMIENTO

    Oh Soberano Emperador de los cielos y Rey Supremo de los reyes!

    Qu coronado os veo con amargos laureles de penetrantes espinas, que la

    heredad de mis maldades produjo para castigo de vuestra inocencia y acre-

    centar ms las penas y dolores de vuestra angustiada Madre. Oh sazonada

    uva del racimo ms floreciente de virtudes! Qu pendiente os veo en ese

    lugar maravilloso de la Cruz, exprimindoos todo con ansia de que los pe-

    cadores, vuestros hijos, lleguen a gustar del dulce man que destilas por

    esas cinco fuentes que la gravedad de mis culpas os causaron. Hoy llega a

    vuestras plantas, gran Seor, el ms ingrato pecador de vuestros hijos, can-

    sado de seguir al mundo y sus vanidades; pero desengaado ya de su per-

    dicin, cual otro hijo prdigo de quien nos habla el Evangelio. Y pues que

    vos, amoroso Padre mo, me dejasteis como piadoso, tantos y tan eficaces

    remedios en la meditacin de vuestra Pasin santsima en este santo ejerci-

    cio de la Va-Sacra, te ofrezco, por lo mismo, todo cuanto en l hiciere,

    meditar y rezar; que a ti te sea agradable, y a m, por tu inmensa bondad,

    de algn mrito. Tambin hago intencin de ganar todas las indulgencias

    que han concedido los Sumos Pontfices, tus vicarios en la tierra, y te las

    ofrezco en satisfaccin de todos mis pecados, y particularmente por el des-

    canso eterno de las Almas Santas del Purgatorio, o sea por las almas de

    mis mayores obligaciones, y por el feliz estado de nuestra Santa Madre

    Iglesia, unin, paz y concordia entre los prncipes cristianos y conversin

    de los infieles, o como ms agradable a ti fuere. Concdeme tambin, Se-

    or, aquella humildad y perfeccin con que vuestra dolorida Madre os me-

    dit en todo el tiempo de su vida despus de vuestra dichosa muerte; y re-

    cibiendo en vuestras divinas manos nuestras splicas, por intercesin de tu

    Santsima Madre, nos concedas una feliz y dichosa muerte, por la cual va-

    yamos todos a veros y gozaros eternamente en la gloria. Amn.

  • 6

    PRIMERA ESTACIN

    Azotes mand le dieran

    a Jess el cruel Pilato,

    y que por el mundo ingrato

    en una vil cruz muriera.

    Considera, alma cristiana, como el inconstante ministro Pilato, fal-

    tando a la palabra que haba dado de dejar libre al Salvador, y despus de

    haberle mandado azotar contra razn y justicia, lo sentencia a muerte de

    Cruz y lo entrega a la voluntad de sus sangrientos enemigos. Medita tam-

    bin como le notificaron la sentencia, y el amantsimo Cordero la acepta

    sin hablar palabra, resignndose en la voluntad de su Eterno Padre.

    Alabado sea mi Dios y Seor.

    Oh Redentor mo! Oh mi suavsimo Jess! No bastaron cinco mil

    y ms azotes con que a la violencia de seis feroces soldados, que descan-

    sando unos y entrando otros de nuevo con nudosos nervios de animales, os

    rasgaron vuestras inocentes y virginales carnes hasta descubrir los huesos?

    No bastaban tantas espinas que por mil partes penetraron vuestras sienes?

    Tampoco bastaban, Seor, tantos oprobios e injurias? Mas ay de m, que

    mis culpas a tanta pena os condenan! Bendita sea vuestra misericordia y

    piedad, pues por librarme a m de la pena eterna que merezco, admitiste

    pena tan acerba y afrentosa. Con que yo Seor, soy el reo y vos el senten-

    ciado? Con qu os pagar, Dios mo, tanto amor? Dadme dolor de haberte

    ofendido. Seor, pequ ten piedad de m, pecamos y nos pesa, ten piedad y

    misericordia de nosotros.

    Al fin de cada Estacin se dir: Bendita y alabada sea la sagrada vi-

    da, Pasin y muerte de nuestro Redentor Jess, y los dolores y angustias

    de su Santsima Madre y Seora nuestra, concebida en gracia sin la culpa

    original. Amn. Padre nuestro, Ave Mara y gloria.

  • 7

    SEGUNDA ESTACIN

    Advierte lo que le cuestas,

    alma ingrata a tu Creador,

    pues, por ser tu Redentor

    carg con la cruz a cuestas.

    Considera, pecador, como despus de la sentencia, cargaron el pesado

    leo de la Santa Cruz, sobre los lastimados hombros del Seor, aquellos

    ministros de maldad; repara que no les mueve a lstima la suma flaqueza

    de nuestro dulce Jess, que estaba todo desangrado con los azotes y corona

    de espinas; llegando cuando le azotaron casi al ltimo trmino de su vida;

    las fuerzas eran casi ningunas y la carga insoportable, y aunque el Seor

    sabia le haba de rendir su peso, se abraza con la cruz gustoso dicindole

    mil ternezas: oh cruz bendita! oh cruz amada! Dame tus brazos y recbate

    yo en los mos para hacer dulce tu aspereza y que mis criaturas te quieran

    por m.

    Alabado sea mi Dios y Seor.

    Oh Rey caritativo! Oh inocente y pacientsimo Isaac, que caminas

    con la lea del sacrificio a ofrecerte vctima olorosa para la salud de todo

    el mundo! Oh ejemplar vivo de obediencia! Quin rehusar obedecer a

    sus mayores, si t obedeces a unos sayones? Oh pecadores, oh pecados!

    cmo as maltratis al que es inocente? Oh pesada carga! Cmo no

    siento yo tu peso si al mismo Dios tanto pesa? Dadme, Seor, pesar de mis

    culpas, dadme parte de vuestros tormentos, dadme dolor y sentimiento de

    haberte ofendido.

    Seor, pequ, etc.

  • 8

    TERCERA ESTACIN

    Pecador qu te disculpa?

    Mira, advierte, y considera,

    que en esta Estacin tercera

    me postr en tierra tu culpa.

    Considera, alma cristiana, cmo camina poco a poco el Salvador,

    cargado con nuestras culpas y sus penas; la suma flaqueza no le permite

    dar un paso, mrale con los ojos del alma, y vers su cuerpo inclinado,

    oprimido con una dura soga a la garganta, el rostro sangriento y afeado con

    inmundas salivas, polvo, sudor y sangre; sus bellos ojos casi ciegos; mir-

    mosle aqu caer debajo de la Santa Cruz, en donde le dan para que se le-

    vante muchos palos, golpes y puntapis.

    Alabado sea mi Dios y Seor.

    Qu es esto, Redentor y dueo mo? Qu es esto? Cmo rendido y

    en tierra? Mis pecados sin duda os han hecho caer. Oh cunto debo sentir

    vuestros trabajos y penas! Mi Dios cado y por m? Dadme, Seor, com-

    pasin para tenerla de m mismo: llore yo por ver si mi llanto os alivia el

    peso intolerable que os oprime; custeme a m lgrimas y no a vos baldo-

    nes el haberos as cado; cayendo manifestis vuestra misericordia y pie-

    dad, pues para levantar a un cado, forzoso parece que el Seor se incline.

    Seor, pequ, etc.

  • 9

    CUARTA ESTACIN

    Considera cual sera

    en tan recproco amor,

    la pena del Salvador

    y el martirio de Mara.

    Considera, alma, con ternura de corazn, como la benditsima Virgen

    por ver ms cerca a su Hijo, lo esper en la calle de la Amargura. Piensa lo

    que sentira su corazn al or el pregn pblico, las roncas trompetas, la

    gritera de la gente y lo que es ms, las angustias de su alma, al ver al Hijo

    de Dios y suyo, tan llagado y desfigurado, tan dolorido y maltratado, que a

    no tenerlo en s mismo retratado, de ningn modo lo pudiera conocer. Ad-

    vierte tambin cuanto sentira el Seor las angustias de su dolorida Madre

    a quien tan tiernamente amaba, perdido el color, desmayado el aliento, sin

    vida el alma y oprimido entre mil ayes el ms puro corazn.

    Alabado sea mi Dios y Seor.

    Oh dolor, oh pena de la mejor Madre por tal Hijo! oh dolor del me-

    jor Hijo por tal Madre! oh dolor de ambos por las consecuencias del pe-

    cado! oh fortaleza invencible! oh resignacin y magnanimidad inefable!

    oh Virgen pursima! oh Madre amada de mi pobre y miserable corazn!

    Cmo vuestro dolor no se traslada a mi alma para acompaaros en tan

    justos sentimientos? Encended con los ardores y llamas de vuestra abun-

    dantsima caridad a todos vuestros esclavos, para que con sentido amor,

    sientan algo de lo mucho que aqu sentiste, y si bien no puede haber dolor

    en nosotros pecadores, que supla el vuestro, gran Seora, y si con lgrimas

    os podemos aliviar, ddnoslas vos, que con eso sentirn los corazones lo

    que pronuncia la voz. Seor, pequ, etc.

  • 10

    QUINTA ESTACIN

    Perdi la ira el comps

    cuando dispuso severa,

    que algo menos padeciera

    porque padeciera ms.

    Considera, alma piadosa, como temiendo los judos que se les murie-

    se el Seor en el camino, con rabiosas ansias de crucificarlo vivo, alquila-

    ron un hombre de Cirene, llamado Simn, para que ayudase a llevar la

    Santa Cruz al Redentor: desea t ser aquel dichoso hombre.

    Alabado sea mi Dios y Seor.

    Oh alma! no perdamos esta ocasin; no, salgamos al encuentro a los

    sayones, y ofrezcamos nuestras fuerzas y corazones por una caridad tan

    piadosa. Oh dichoso cirineo, si lo que llevas t pagado lo hiciera yo de

    balde! Oh cruz bendita, si yo te tuviera en mis hombros! Oh mi cansado

    Jess, qu fatigado y desmayado os mira este esclavo vuestro! Oh si me-

    reciera ayudaros sin ms inters que el de serviros! Dadme, Seor, gracia

    para que en todo os imite; no me aparte yo jams de vos; yo os he puesto

    cual os veo! Oh y qu mal hice! Seor, pequ, etc.

  • 11

    SEXTA ESTACIN

    La Vernica oh Seor!

    tu bello rostro limpi

    del polvo, sangre, salivas,

    y de aquel mortal sudor.

    Considera, alma cristiana, como yendo el Salvador sumamente fati-

    gado, y borrada la hermosura de su rostro, tuvo nimo aquella bendita mu-

    jer para llegar a limpiarlo, sacando por premio de su piedad la imagen del

    Salvador en tres dobleces del lienzo.

    Alabado sea mi Dios y Seor.

    Oh rostro bello de mi Jess! oh candor de la eterna luz! Quin os

    ha afeado con golpes, herido a bofetadas y lleno de sucias e inmundas sali-

    vas? Oh Dios y Seor mo, a qu extremo de miserias os han trado mis

    culpas, pues tenis necesidad de que se limpien de sus horrores! Oh co-

    razn mo! ablanda tu dureza y sean tus telas toalla suave para el Hijo de la

    Virgen. Pero qu alivio tendr mi Jess con un corazn que es ms duro

    que el diamante? Ablandadlo vos, mi Dios, y si no, dadme licencia para

    que con lgrimas de vuestra Madre se ablande, o dadme otro corazn para

    que sienta vuestras penas y mis culpas. Seor, pequ, etc.

  • 12

    SPTIMA ESTACIN

    Tus culpas fueron la causa

    del peso que le rindi,

    pues por segunda vez cay;

    no hagas en llorarlas pausa.

    Considera, pecador, como despus de andar el Seor por las calles

    pblicas de Jerusaln al salir por la puerta Judiciaria cay por segunda vez

    en tierra. Mira como aquellos crueles verdugos le hacen con violencia le-

    vantar, estirndole uno de los cabellos, otros de la soga que llevaba al cue-

    llo, aadiendo a tan indigno tratamiento mil oprobios y palabras injuriosas:

    le llamaban hipcrita, engaador, embustero, hombre maldito y fingido.

    Alabado sea mi Dios y Seor.

    Oh Santos Angeles, testigos de tantas afrentas! Oh inteligencias so-

    beranas, las que visteis debajo de las ms infames plantas al Creador del

    universo! Cmo no acudisteis a su alivio vindole tan ultrajado? Oh Vir-

    gen Pursima! cmo permitisteis, gran Seora, que tratasen tan mal los

    hombres a vuestro Santsimo Hijo? Oh Rey de la Gloria, oh inhumanos

    hombres! Cmo con tanta indecencia aplastis al que a lo menos es hom-

    bre como vosotros, ya que ignoris otros misterios? Pues qu mal os ha

    hecho Cristo que as os mostris con l? Cuando tuviera alguna culpa, me-

    reciera compasin verle en tierra tan postrado ya, casi sin aliento. Mas

    hay de m! Contra quin me enojo yo, si soy el malhechor? Mis manos le

    hieren, mis pies le pisan, mis pecados le arrastran, los cordeles de mis cul-

    pas le ahogan.

    Seor, pequ, etc.

  • 13

    OCTAVA ESTACIN

    Si a llorar Cristo te ensea

    y no aprendes la leccin,

    o no tienes corazn

    o eres de bronce o de pea.

    Considera, alma, como yendo Cristo sumamente afligido y lastimado,

    su Madre Santsima llorando tras l, unas piadosas mujeres lamentaban

    con amargura tan lastimoso espectculo: gimen las penas de Jess y de

    Mara con lgrimas arto devotas. Mira tambin como el celestial Maestro

    se detiene a consolarlas y ensearlas a llorar. Llorad, les dice, no sobre mi

    pena, llorad sobre vuestras culpas y la de vuestros hijos presentes y veni-

    deros.

    Alabado sea mi Dios y Seor.

    Oh piadossimo Jess, solcito de mi bien y olvidado de vos mismo,

    que llore yo mis pecados me mandis! Mucho, Seor, he de llorar, porque

    he pecado infinito. Hagan, Seor, eco en mi alma vuestras temerosas voces

    cuando dijisteis: si en m ocasionan tantas afrentas las culpas qu ser en

    el pecador que las comete? Pues, Seor, si las lgrimas de mis ojos son

    medicina de vuestras dolencias, aprobada por vuestra sabidura, ddmelas

    vos, Jess mo; enderezad mi llanto a lo que ms os agrade; leo seco soy,

    estril y sin fruto; pero planta de vuestra heredad, pues vos me hicisteis

    cristiano; cristiano soy aunque malo, hacedme, vos, Seor, bueno; llore yo

    mis errores y vuestros tormentos; llore, y el haberlos yo aumentado me di-

    vida el corazn de dolor. Seor, pequ, etc.

  • 14

    NOVENA ESTACIN

    Por tercera vez mi Jess

    te veo en la tierra postrado,

    y tambin muy fatigado

    con el peso de la Cruz.

    Considera, ingrato pecador, como estando Jess cerca del Monte

    Calvario, cay tercera vez en tierra y qued sin aliento en este paso, tanto,

    que dudaron los sayones si acaso haba espirado; pero para salir de sus du-

    das le daban de palos en la corona de espinas, penetrando ms las puntas

    hasta llegar a los ojos; le estiran fuertemente de la soga, le dan de punta-

    pis, le pican con las alabardas, repiten las diligencias de las dems cadas;

    creen que ha muerto, y dicen: Vaya arrastrado, que aunque sea despus de muerto le hemos de crucificar.

    Alabado sea mi Dios y Seor.

    Oh cristianos corazones, considerad devotos lo que haran estas vo-

    ces en el corazn santsimo de Mara! Oh inhumanos hombres! oh crue-

    les verdugos! Cmo os enfurecisteis en un paso que os debiera hacer llo-

    rar? Oh mi cado Jess! oh mi maltratado dueo! oh flor de Nazaret aja-

    da! Nadie os quiere, siendo tan digno de ser querido. Os quiera yo, mi al-

    ma os quiera; yo os adoro por mi Dios y Redentor, aunque cado y maltra-

    tado.

    Seor pequ, etc.

  • 15

    DCIMA ESTACIN

    Luego que al Calvario llega

    la tnica le han quitado,

    y las llagas renovado

    que en todo su cuerpo lleva.

    Considera, compasiva alma, la crueldad con que despojaron los ver-

    dugos a Jess: luego que llega al Calvario le quitan la tnica inconstil que

    estaba pegada con la sangre a las heridas; se la quitaron con violencia

    arrancndole al mismo tiempo la corona, de modo que muchas de sus agu-

    das puntas se quebraron, quedando enterradas en su divino cerebro. Con-

    templa la desnudez vergonzosa de un hombre que era la misma honesti-

    dad: se pasmaron los cortesanos del Cielo en este caso; qued la Madre sin

    vida mirando a su hijo avergonzado. Oh cmo deseara cubrirlo con las

    alas de su pursimo corazn! Desea t, cristiano, hacer aquello mismo.

    Alabado sea mi Dios y Seor.

    Oh alma ma! no s en qu he de meditar, si en los tormentos que su-

    fre, o en la vergenza de quedar desnudo. Todo, todo es devoto y eficaz;

    pues si al renovarle las llagas sacan sangre, al verse Jess puesto a la ver-

    genza le hara bajar los ojos corrido y avergonzado. Oh mi Dios! oh Je-

    ss mo! Desnudo me reconcilias con vuestro Eterno Padre, y desnudo me

    abrs las puertas del Paraso? Desnudo satisfacis por mis culpas, y des-

    nudo me mandis que me desnude de mis terrenos afectos? Desndeme yo

    de todo cuanto os ofende, para que con la tnica de la gracia me haga

    digno de ir a veros a la gloria.

    Seor, pequ, etc.

  • 16

    UNDCIMA ESTACIN

    Su cuerpo descoyuntaron

    al clavarlo los sayones,

    y en medio de dos ladrones

    en la Cruz lo enarbolaron.

    Considera, alma ma, como aquella inhumana e impa gente, manda

    con soberbia al Seor que se extienda sobre la Cruz, a quienes luego hu-

    mildemente obedece. Mralo tendido en ella y que su dolorida Madre llega

    a recibir la bendicin de su Dios, de su querido Jess, del Hijo de sus en-

    traas. Empiezan luego a clavarlo: oye los golpes que dan los martillos en

    los clavos duros; repara como penetran manos y pies del Seor traspasan-

    do al mismo tiempo el corazn dolorido de Mara.

    Alabado sea mi Dios y Seor.

    Qu es esto Redentor y dueo mo? As se enclavan las manos

    obradoras de tantas maravillas? Pues qu no estuvieran mejor libres para

    remediar al mundo? Mas ay! que como en el padecer est nuestro mayor

    inters, padece gustoso Dios para remediar a sus hijos. Lleguemos, si el

    dolor nos lo permite, a recibir su bendicin antes que lo levanten. Llegue-

    mos, que como est clavado no nos herirn sus manos: no, antes ahora

    maniroto nos desea hacer beneficios. Oh Dios amoroso, qu afligido os

    veo! qu estirado en ese palo os contemplo! qu cosido a ese rbol di-

    choso os medito! No bastaba a vuestro cario abrazaros con la Cruz, sino

    que en ella os enclaven? Sean esas esquinadas puntas las que hieran nues-

    tras almas; para que con el dolor lloren los ojos lo mucho que os ofendi-

    mos. Seor, pequ, etc.

    En la duodcima estacin y en las dos subsecuentes, se saca nima

    del Purgatorio.

  • 17

    DUODCIMA ESTACIN

    Ya muri mi Redentor

    en la cruz atormentado,

    si la causa fue el pecado

    cmo vive el pecador?

    Considera, alma cristiana, como despus de clavado el Hijo del

    Eterno Dios en el rbol santo de la Cruz, lo levantaron en alto dejndolo

    caer de golpe en el hoyo que tenan hecho en una dura pea, ponindolo a

    vista de todo el pueblo, en medio de los ladrones, que tambin ajusticiaron

    en su compaa: se desangraba el Salvador por las roturas de los pies y

    manos que se iban alargando con el peso de su santsimo Cuerpo.

    Alabado sea mi Dios y Seor.

    Oh almas! por aqu os convida Salomn: venid, venid y oiris la

    confusa vocera de las gentes divididas. A unos veris llorar, pero muy po-

    cos, a muchos blasfemar y maldecir. Acrqueme yo a los que lloran, y hu-

    ya de los que maldicen y blasfeman. Este es el espectculo ms doloroso

    que pudieran imaginar todos los siglos. Un Dios humanado entre ignomi-

    nias? Jess en medio de dos ladrones? Una Madre que no hay voces para

    decir sus ahogos, su llanto y desconsuelo? Entre el cielo y la tierra han

    puesto nuestros pecados al Supremo Hacedor de la tierra y cielo, y no me

    admira se quebrantasen unas con otras las piedras, que el velo del templo

    se dividiese, que se abriesen los sepulcros, que el sol y la luna se eclipsa-

    sen, y que la naturaleza toda se alterase, pues que padece el autor que la

    conserva. Oh Cruz dichosa! oh Cruz amada! cmo retiris de nosotros a

    nuestro amoroso bien? Ya conozco que no lo merece el mundo, pues ni

    aun conocerlo quiso: mas ya lo confiesa el alma y lo adora el corazn.

    Dadnos, leo santo, a nuestro amante Jess, desprndelo de tus bra-

    zos y entrgalo a Mara, para que descanse en los suyos. Pero, ay dolor,

    que est a punto de espirar! Oh quin llegara al Calvario antes que acaba-

    ra la vida para or alguna palabra tierna que consolara mi alma! Pues, cris-

    tiano mo, escucha siete, que son las ltimas que habl. Perdon a sus

    enemigos; dio a su Madre por hijo a su amado discpulo Juan; seal a este

    por hijo de la ms angustiada y dolorida de todas las madres; prometi el

  • 18

    Paraso al buen ladrn Dimas; pidi de beber, porque con las ansias de la

    muerte tuvo sed y le dieron hiel y vinagre; lament su desamparo, y por

    ltimo, ya espira nuestro muy amado Jess, y con voz trmula y balbucien-

    te levanta sus moribundos ojos al cielo, y la ltima palabra que dice a su

    Eterno Padre, es: Padre mo: en tus manos encomiendo m espritu, e incli-

    n la cabeza.

    Se reza un Credo,

    Ya muri mi amor, ya acab mi Jess, pendiente de tres duros clavos,

    desnudo y avergonzado, en medio de dos ladrones, y acusado de todo el

    pueblo, quedando su Santsimo Cuerpo exnime, desfigurado, denegrido y

    lleno de llagas; pies y manos barrenados con duros clavos de hierro, la ca-

    beza taladrada con juncos marinos, su rostro afeado, escupido y abofetea-

    do, el que era la flor de Nazaret, la belleza de los cielos, el espejo del

    Eterno Padre, el encanto de su tiernsima Madre, el recreo de los ngeles y

    el escogido entre millares: qued con las inmundas salivas desfigurado,

    descompuesto a estirones, quebrantado y desunido todo el artificio de la

    naturaleza, despreciada la divinidad, despedazada la humanidad, y en fin

    difunto el que nos anima y conserva la vida. As lo miraba su Santsima

    Madre; desaliado y sin adorno, de que nadie lo reputara por hombre, sino

    por el ms desdichado gusano; as lo dice su Majestad.

    El oprobio de los hombres y el desecho de la plebe es mi Hijo, mi

    Redentor y Padre! Afligida la Seora del mundo, al verse tan pobre y des-

    tituida de todo cuanto era Seora, que ni tena escala para bajarlo, sbana

    para envolverlo, sepulcro para enterrarlo, ni fuerza para ejecutarlo, porque

    estaba ms muerta que viva la Madre de la misma vida. San Juan y la

    Magdalena llenos y ocupados de notables sentimientos, unos y otros vivan

    de milagro; pues los desahogos de sus amorosos corazones todos eran l-

    grimas de tribulacin, y estas muy copiosas y abundantes.

    La ocupacin de los sayones toda, era sortear las vestiduras: la de la

    plebe despreciar al Seor crucificado, y reprender con mofas, risadas y es-

    carnios a Mara Santsima. Oh brbaros, insensatos! oh ignorantes, oh

    infames! Qu mejor Hijo, ni qu mejor adorada Madre? Todas estas blas-

    femias y burlas aadan penas sobre penas, martirios sobre martirios, a

    aquel pursimo corazn.

    Todas las amorosas ansias de esta gran Seora eran de dar sepultura a

    su Hijo querido: le tocaba de justicia este cuidado, porque era despus de

    Dios nica duea de aquel tesoro. Se quejaba con San Juan y la Magdale-

    na, hablaba con los santos ngeles y les deca: Ministros del Altsimo,

  • 19

    ayudadme a bajar de la Santa Cruz al que ama mi corazn, a mi querido

    Jess; o a lo menos presentad, ante el divino acatamiento mis justas que-

    jas. Estando en estos tiernos yo dolorosos coloquios, se acerca un tropel de gente de a caballo, y oyendo a estos, dijo la afligida Madre: Ay de m, que llega ya el dolor hasta lo sumo de mi corazn, que se me divide en el

    pecho! Si por ventura no estarn satisfechos los judos de haber muerto a

    mi Hijo y Seor? Si pretendern ahora alguna nueva ofensa contra su sa-

    grado cuerpo ya difunto?. As fue como se lo avis su recelo en cuyo momento llegados que fueron, un soldado llamado Longinos, arrimndose

    a la Cruz de Cristo nuestro Redentor, le hiri con una lanza, penetrndole

    su santsimo costado, abrindole una profunda herida de la que sali hasta

    la ltima gota de sangre que tena aquel sacrosanto cuerpo ya difunto. Esta

    herida que ya no pudo sentir el yerto cadver, la sinti Mara Santsima,

    recibiendo en su sacrosanto pecho aquel inmenso dolor, como si efecti-

    vamente recibiera la herida; herida fue para su alma, que viendo la nueva

    crueldad con que haban abierto el costado a su difunto Hijo, olvidada de

    aquel tormento, la movi su abundantsima caridad y su inmensa piedad a

    decirle a Longinos: El Todopoderoso te mire con ojos de misericordia por la pena que has dado a mi alma. Aqu no ms lleg su enojo, o por mejor decir, su abundantsima mansedumbre.

    Oh llaga divina, oh puerta del amor! Deja que mi alma entre por ella.

    Oh Seora de los cielos, y lo que os deben los hombres! Todo el dolor de

    la herida fue vuestro, y el provecho y utilidad para nosotros. Oh ros de

    misericordia indecibles! Lavad, gran Seora, con esa sangre preciosa, con

    vuestras lgrimas divinas, nuestras, almas y corazones, y si por lanzada se

    da gracia, como sucedi a Longinos solo porque vos as lo pedisteis, mu-

    chos auxilios debo esperar de Dios, porque le he herido muchas veces con

    lanzadas de pecados.

    Seor, pequ, etc.

  • 20

    DCIMO TERCERA ESTACIN

    Los clavos, qu compasin!

    y corona le quitaron,

    y a Mara los presentaron

    partindole el corazn.

    Considera, alma, que habiendo llegado Jos y Nicodemo, habida la

    licencia de Pilatos, a donde estaba el Salvador y su Santsima Madre con

    todo lo necesario para bajar el sagrado cadver, se postraron a los pies de

    Mara y la pidieron perdn con muchas lgrimas de no haber podido impe-

    dir el que quitaran la vida con tanta crueldad a su preciossimo Hijo. No

    pudieron decir muchas palabras porque las lgrimas y sollozos les anud la

    garganta, dejndolos sin aliento para hablar.

    Hacan los ojos el oficio de la lengua, y baados en lgrimas de sen-

    timiento, solo hallaban alivio en sus lamentos. Los recibi la Seora con

    cario de Madre: les agradeci la buena obra, y les prometi el premio de

    la caridad que con su hijo tenan; les dio licencia para que bajasen de la

    cruz al Salvador; subieron por las escaleras y le quitaron la corona de espi-

    nas, que bien halladas estaban por haber mejorado de sitio, por lo que se

    resistan algn tanto; la presentaron a la Seora que reg con lgrimas de

    sus ojos, y aplicndolas a sus hermosas mejillas, les deca: Oh espinas de mi dolor! oh puntas dichosas! Cmo no mirasteis que era vuestro Hace-

    dor a quien punzabais? cmo heristeis la cabeza de mi amado Hijo por

    tantas partes, atravesndome a m el corazn sin reparar lo que hacas? Di-

    chosas las criaturas que os poseyeren en los futuros tiempos, pues mirn-

    doos desde el cielo el que fue herido de vuestra crueldad inculpable, llena-

    r de favores a quien os venere y adore.

    Quitaron luego los clavos y se cayeron los brazos que sustentaron y

    sustentan toda la mquina del mundo. Los salud la Seora, los bes y ve-

    ner. Y bajando aquellos piadosos varones el cadver difunto de Jess con

    gran veneracin, le recibi su Santsima Madre puesta de rodillas en sus

    pursimos brazos, y vindose ya en la posesin de su amoroso Hijo, solt

    el cauce de sus sentimientos y los diques de sus ojos. Qu lengua podr

    explicar lo tierno de este paso? Qu voces sern proporcionadas para ma-

    nifestar lo que la Seora haca abrazada con su Hijo? Suelte cada uno las

  • 21

    velas de su devocin y engolfe su alma en mares tan anchurosos de amar-

    guras, de tribulaciones y penas que cercaron a Madre e Hijo. San Juan y la

    Magdalena, Jos y Nicodemo con las dems almas piadosas que asistieron

    a aquel doloroso espectculo, y mudas con la pena, con la tribulacin y

    amargura, no hacan otra cosa que llorar. Alabado sea mi Dios y Seor.

    Acerqumonos oh corazn mo!, acerqumonos al Calvario, llegue-

    mos a Jess y Mara, acompaemos a San Juan y dems almas piadosas,

    para que con tan santa compaa demos culto al sagrado cuerpo de Cristo

    nuestro Redentor, que no es posible nos falten lgrimas para llorar, siendo

    tan justo el motivo del sentimiento. Oh Jess divino, oh mi sumo bien tan

    bueno! Qu bien te pertenece el ser varn de dolores, pues no hay cosa ni

    parte sana en tu santo cuerpo! Desde las plantas de tus divinos pies hasta la

    cabeza te miro hecho una llaga: te desollaron vivo y te descoyuntaron to-

    do. Es posible que no tuviesen piedad con mi dueo? Oh vida muerta!

    Quin me hablar ahora palabras de vida eterna? Oh mi difunto amor!

    dad licencia a esta alma que quisiera ser toda vuestra, para que llegue a

    vuestros sagrados pies, con el mismo amor que la Magdalena. Menos, me-

    nos merezco, Dios mo, dejadme estar siquiera a la vista para ver gemir a

    vuestra tiernsima Madre, para atender a sus suspiros, para solicitar con

    mis lgrimas su alivio y para darle mi corazn de una vez. Oh Seora

    ma!, mucho es vuestro desconsuelo, y yo lo tengo grande por haber sido

    la causa de vuestros ahogos sin cuento: besar el suelo dichoso que rega-

    ron vuestras lgrimas, para que el flujo de ellas encienda en mi helado co-

    razn el amor de mi Jess. Qu har, madre ma, vindoos tan triste?

    Qu har vindoos tan llorosa? Qu har mi alma para templar vuestra

    pena? Cmo aminorar yo esa amargura? Mas ay Seora!, que aunque os

    miro tierna, yo estoy ms duro que una piedra. Vos dolorida y yo sin pena.

    Vos triste y llorosa, y yo sin lgrimas. Mis ojos enjutos y los vuestros ba-

    ados en sangre! Cmo no grito de sentimiento? Cmo no me mata el

    dolor? Por qu no espiro de una vez, conociendo que mis pecados pu-

    sieron as a Hijo y Madre? Yo por no dejar mis gustos di muerte a mi Re-

    dentor; mis culpas le quitaron la vida con afrenta e ignominia. Qu mal

    hice! Cmo deshar yo este yerro tan cruel? Cmo volver yo a su divi-

    na gracia? Cmo alcanzar su amistad? A vuestras plantas, Seora, hu-

    mildemente postrado confieso mis muchas ofensas cometidas contra vos;

    pido a vuestra infinita misericordia el perdn de todas ellas, y confieso mis

    muchas miserias y mi suma obstinacin; y solo lo que mi corazn siente es

    no morir de pena humillado a vuestros divinos pies.

    Seor, pequ, etc.

  • 22

    DCIMO CUARTA ESTACIN

    Puesto ya el cadver Santo

    en los brazos de Mara,

    contmplala t, alma ma,

    y acompala en su llanto.

    Considera, alma cristiana, en esta ltima estacin, como aquellos pia-

    dosos varones sepultaron al Seor, y al corazn de la Seora en un sepul-

    cro nuevo que prepar la caridad y les dieron de limosna. Considera tam-

    bin la soledad de Mara, su desconsuelo y amargura; cmo qued sin Pa-

    dre, sin Hijo y sin Esposo; hurfana, viuda y triste. Considera su justo sen-

    timiento y acompala en tanta afliccin. Un Avemara.

    Considera oh alma ma!, que habiendo acompaado la Reina del cie-

    lo a su santsimo Hijo en su lastimosa pasin hasta verle espirar y bajarle

    de la Cruz, viendo quitarle de sus brazos despus y poner en el sepulcro el

    santo cadver del Seor, primer paso de su soledad, con verdaderas lgri-

    mas de madre y con cuanta ternura pudo su alma, suplic a todos no le pu-

    siesen en aquel sitio, sino que le depositasen en su pecho, para tener el

    consuelo de traer aquel Cordero de Dios. Y ya que no le podan hacer este

    favor, que le dejasen sola dentro del sepulcro con l, para esperar all la luz

    de su resurreccin. Y viendo que por muchas razones no podan acceder a

    la peticin de la Virgen, arrojndose como herida sierva a la fuente de sus

    amarguras, abrazada con el santo cadver, con ayes, suspiros y congojas,

    se mora de dolor por haber de separarse de Jess; y temerosos todos de

    que se quedase muerta en este lance, levantaron a la Virgen; y cerrando el

    sepulcro con una grande piedra, dio el mayor golpe en el corazn de Ma-

    ra, no dejando ya el menor resquicio de alivio a su alma, pues ni vivo ni

    muerto vea ya a su crucificado Hijo. Y abrazndose con el sepulcro, ba-

    ndole con vivas lgrimas, que hasta hoy da perseveran impresas y con-

    geladas en aquella piedra dichosa, en triste soliloquio, deca:

    Oh amabilsimo Jess de mi alma! Cay en este lago mi vida, y

    pusieron sobre mi corazn la piedra! Ya lleg, Hijo mo, la hora que se

    acabase nuestra compaa. Ya lleg la triste hora de que me lloren todas

    las criaturas, y ya lleg, por fin, la ltima de apartarme de tu sepulcro;

  • 23

    pero dnde ir y morir sin tu compaa? cmo podr vivir sin tu vis-

    ta? Oh Hijo de mis entraas! Aqu en este sepulcro he de perseverar de

    noche y da aunque me consuma el fro, el sol y el agua. Si tuve valor en

    mi pecho para verte crucificado, muerto, y el pecho abierto a mis ojos,

    tambin tendr aliento en mi alma para estarme en tu sepulcro sola. Gus-

    tosa aqu me estara para estar siempre donde t estuvieras, mas ya que

    no puede ser mi persona, se sepult contigo mi alma, pues es tan tuya;

    aqu la pongo a tus pies con todo mi corazn, imprimiendo en esta pie-

    dra mis lgrimas, para eterna memoria de mi soledad.

    Se reza un Avemara.

    CONSIDERACIN

    Oh humano corazn! Considera que viendo el Evangelista San Juan

    que se llegaba la noche, le dijo a esta desconsolada Madre: No dudo Se-ora lo sensible que te ser ausentarte del sepulcro donde yace el cadver

    de tu amado, y retirarte del Calvario que reg con su ltima sangre mi

    Maestro; pero ni es decente a tu honestidad perseverar aqu, ni conveniente

    que entremos anocheciendo en Jerusaln; y as te ruego hagas a Dios este

    nuevo sacrificio, que a no ser preciso, no te persuadira a este quebranto.

    Vamos, Seora y Madre ma, a mi casa, que es obligacin ma mirar por tu

    importante vida; y cuantos te miraren tan desfallecida y necesitada, culpa-

    rn mi cuidado, si no te procuro algn alivio. El deseo de obedecer Mara Santsima a San Juan, dio algn aliento a su corazn, y abrazndose con el

    sepulcro se despidi con este tiernsimo

    SOLILOQUIO

    Oh Hijo de mis entraas, Jess! Ya me es preciso el separarme de

    aqu. Pero qu digo cmo es posible el irme, si es el dejarte? Qu emba-

    razo hallas en que yo aqu muera? Si ya se acab tu pasin y tu vida, ac-

    bese tambin la ma arrimada a esta piedra, y darn a mi cuerpo la honra

    de enterrarme junto a tu sepultura. Pero Hijo y Dios mo, no quiero la

  • 24

    muerte si t quieres que yo en tanta soledad viva; pues siendo tu querer el

    mejor, a ste se rinde gustosa mi voluntad. Adis, Hijo mo Jess, adis,

    Hijo de mi corazn! A Dios pido resucites con presteza, para que resucite

    mi alma. Oh sepulcro del ms hermoso cielo! Adis, tesoro del cadver

    ms rico! Adis, relicario del ms bello cuerpo: qudate en paz glorioso

    con mi Jess, mientras voy yo a llorar mi soledad. Avemara.

    CONSIDERACIN

    Oh compasivo corazn! Considera que entrando la Virgen en Jerusa-

    ln, los modestos sollozos que respiraba, las silenciosas lgrimas que ver-

    ta, y lo ensangrentado del manto y ropa que llevaba, iba diciendo quien

    era, y cuantos la miraban decan: Oh cunta injusticia se ha cometido hoy

    en Jerusaln contra esta Seora, y contra su Hijo Jess! Tal iba esta Seo-

    ra, que solo de mirarla podan enternecerse hasta las mismas piedras; hasta

    la dura obstinacin judaica se compadeca de verla; salan de sus casas las

    doncellas y Seoras de Jerusaln, solo por ver aquella afligida Seora. Y

    enternecidas de lstima, unas la convidaban a llevrsela consigo, y otras le

    ofrecan alimento, y muchas le acompaaron hasta la casa de San Juan,

    donde con la mayor cortesa y amor les manifest su agradecimiento a to-

    dos por aquella caridad y dndoles las gracias a las piadosas Maras, se les

    ofreci por su sierva toda su vida; y reconociendo ellas tal favor, besndo-

    le la mano, le pidieron descansase un poco y tomase algn alimento; a que

    respondi la Reina del Cielo: Mi descanso y alimento ha de ser ver a mi Hijo resucitado; vosotras carsimas de mi corazn, fortaleced vuestras ne-

    cesidades, y hacindoles una humilde inclinacin se entr al ms retirado aposento a sentir ms a solas su soledad, y vindose entre aquellas paredes,

    puestos sus divinos ojos en el suelo, cruzadas sus pursimas manos, entre

    suspiro y suspiro, deca este tiernsimo

    SOLILOQUIO

    Oh dulcsimo Hijo mo Jess! Dnde ests? cmo ya no te veo?

    cmo sin verte vivo? Sepultado mi Hijo Dios, y yo sin morir? No lo

  • 25

    creyera de mi corazn! Oh Juan!, discpulo amado, mustrame a tu divino

    Maestro. Oh Magdalena! dnde est aquel amabilsimo Jess que tanto

    amabas? Oh parientas mas, Mara Cleofs y Mara Salom! Qu se ha

    hecho vuestro pariente Jess? Muri todo nuestro gozo, y muri en una

    afrentosa Cruz, clavados sus pies y manos, lanceado su tierno y delicado

    pecho, desnudo y desamparado de todos. De qu hombre por malsimo

    que haya sido se lee tal vilipendio? Oh Jess mo! Anoche te presentaron,

    esta maana te azotaron y sentenciaron, a medioda te crucificaron, esta

    tarde te vi muerto y sepultado, y ahora tan lejos de m que aun no puedo

    ver tu sepulcro. Oh qu bien dijo el profeta: que mis amarguras haban de

    pasar amargusimas! Porque qu amargura ms grande que esta soledad?

    Un Avemara y la siguiente

    ORACIN A MARA SANTSIMA

    Dios te salve, tiernsima Mara, divina, sagrada aurora, luna hermosa

    sin menguante, solitaria Madre, corderita mansa, dolorida reina, que an-

    gustiada y combatida de un mar de sangrientas penas, llorosa tortolita,

    buscaban tus ansias el desnudo tronco para llorar tu viudez, y el primero

    que encontraste fue el madero de la Cruz. Ya Seora y Madre ma, de

    aquella espada que empu la profeca del anciano Simen, lleg hasta el

    monte Calvario su rigor, y hasta atravesar tu materno corazn las puntas de

    su crueldad, el tirano Hebreo no la dej de esgrimir, pues registraron tus

    ojos en el mejor rbol de la mayor genealoga, la ms soberana Sangre,

    pendiente de sus ramas, la mejor flor que la raz de Jos produjo, cuyo re-

    nuevo glorioso labr el Espritu Santo en la virginal tierra de sus entraas

    pursimas, y a quien mis culpas, mis ingratitudes y maldades han oca-

    sionado tanta borrasca de penas, tanta porcin de llagas, tanta multitud de

    heridas, tanta tempestad de azotes y diluvio de tormentos. Por estos, por

    las siete palabras que habl en la Cruz, por las agonas que en ella padeci

    y por los agudos dolores que traspasaron tu alma cuando ya difunto tu Hijo

    te hallaste hurfana sin padre, viuda sin esposo, y Madre sin Hijo; y por el

    cruel desamparo que padeciste no hallando quien lo bajase de la Cruz, ni

    mortaja en que envolverle, ni sepulcro en que enterrarle, te suplico Seora

    y Madre ma, que en el trance ltimo de mi vida, en las agonas de mi

    muerte, cuando no tenga boca para invocarte, ojos para verte ni accin pa-

  • 26

    ra llamarte, entonces, Madre de piedad, vuelve a m esos tus ojos miseri-

    cordiosos: en aquel trance te espero: para aquella hora te aguardo y tu pa-

    trocinio imploro; no se pierda, Seora, pues tanto le cuesta a mi Jess de

    penas, y a ti de dolores, mi pobrecita alma, que desde este punto para en-

    tonces con el corazn detesto cuantas ocasiones y asechanzas pueden ofre-

    cerme mundo, demonio y carne. Y puesto que eres vida y dulzura, en ti se

    afianza para esta partida la esperanza nuestra: para aquella extrema necesi-

    dad a ti llamamos los desterrados hijos de Eva; y para aquel trance a ti,

    Mara suspiramos; dulete Dolorosa reina, de nuestras miserias, haz que se

    parta mi corazn, y el de las criaturas todas, de un verdadero dolor, gi-

    miendo y llorando las culpas que contraemos por nuestra mucha flaqueza

    en este valle de lgrimas, para que despus de este destierro, mostrndonos

    por tus penas y dolores a Jess, fruto bendito de tu pursimo vientre, me-

    rezcamos or de su boca aquella dulcsima palabra: hoy estars conmigo en

    el Paraso de la gloria. Amen.

    ORACIN A CRISTO CRUCIFICADO

    Oh Redentor de las almas, que diste la vida a la muerte, con la muer-

    te de tu vida! Por aquellos pasos que anduvo esta Seora, bajando la calle

    de la Amargura, lavando con sus lgrimas vuestra sangre derramada, vien-

    do donde cay vuestra Majestad, donde os arrastraron, donde os encontr

    y mir con sus tiernsimos ojos, os suplico me deis verdadero conocimien-

    to, y gobernis mis pasos para que siguiendo en esta vida vuestras benditas

    pisadas, camine a la gloria, donde con el Padre y el Espritu Santo para

    siempre vives y reinas. Amen.

    FIN

    Todas las personas que rezaren y propagaren esta piadossima devo-

    cin, tienen concedidos por muchos Sres. Arzobispos y Obispos, doscien-

    tos ochenta das de indulgencias, y sacar nima del Purgatorio.

    (Se suplica se rece un Padrenuestro por intencin de la persona que

    mand hacer esta reimpresin.)