EJEMPLO DE CASO CLÍNICO TERAPIA NARRATIVA

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    Un caso ilustrativo:Abuso y Terapia FamiliarPor

    Juan Luis Linares

    Camila, segunda hija de Carlos y Carolina, fue sometida a abusos sexuales por su padre,ininterrumpidamente entre los 6 y los 16 aos. Se trata de la modalidad ms grave de abusosexual, tanto por la precocidad del inicio y por la duracin, como por la intensidad del mismo, queinclua relaciones genitales completas. El dao psicolgico, por tanto, fue muy importante,partiendo de una triangulacin complementaria, en la que Camila fue engaosamente promovida ala condicin de "pseudocnyuge".

    El maltrato psicolgico fue, pues, triangulador, comportando una serie de componentes quedistorsionaron la vida de Camila durante un largo y trascendental perodo. Desde el principio, ellaexperiment con una extraa ambivalencia el halago y la seduccin con que su padre la trat,puesto que la relacin privilegiada que, en algunos aspectos, comportaba, no compensaba lapesada amenaza que le acompaaba ("nunca le debes contar esto a nadie, so pena de gravsimasconsecuencias para ti y para toda la familia"), as como la prdida del acceso fluido a su madre,Carolina, que, aun no sabiendo conscientemente lo que pasaba, intua en Camila ms a una rivalque a una hija. Adems, la relacin con sus hermanos se vio tambin afectada negativamente,puesto que ellos no entendan la atmsfera enrarecida que rodeaba a Camila y la interpretabancomo manipulatoria por parte de la chica.

    Por eso, cuando, a los 16 aos, Camila rompi el juego y anunci que se marchaba de casa, sumadre y sus hermanos hicieron causa comn con su padre, acusndola de caprichosa eirresponsable. Aos ms tarde, Carolina dira que, aunque su hija le revel lo que estaba pasandoantes de irse, ella pens "que slo se trataba de algunos tocamientos menores".

    Es una circunstancia gravsima, que se produce a menudo cuando las chicas ponen fin al abuso,generalmente en la adolescencia, y que las coloca en situacin de alto riesgo. Tras cobrar

    conciencia plena de la estafa relacional a que han estado sometidas, se hunden en laautodesvalorizacin y se sienten abandonadas por todos. No es raro que, sumergidas en unavorgine catica, incurran en conductas altamente autodestructivas.

    Camila no fue una excepcin. Anduvo perdida entre traficantes y otros delincuentes, con uno de loscuales se emparej de forma tan precipitada como precaria. Y de esa relacin tuvo tres hijossucesivos, una nia, Rosa, y dos nios, Alberto y Martn, con los cuales se sumi en un proceso dedegradacin y deterioro sociales. Pero entre el alcohol, las drogas y los malos tratos que reciba desu pareja, Camila tuvo la idea de recurrir a los nicos de los que intua poder obtener ayuda: suspadres. Y la obtuvo. Fue una ayuda envenenada para ella, pero eficaz para sus hijos, que tuvieronen los abuelos a unas buenas figuras parentales, cuidadosos y protectores.

    Pero, paradjicamente, ello supuso un aumento de la degradacin de la imagen familiar de Camila,

    que apareci ante todos como una irresponsable promscua, capaz de arrastrar a sus hijos a suscaprichos autodestructivos, de donde los abuelos los rescataban gracias a su amorosaabnegacin. Carlos y Carolina suspiraban y suban las cejas resignadamente, comunicando atodos la sensacin de que con Camila no haba nada que hacer, aunque, ay!, ellos estabandispuestos a cualquier sacrificio por salvar a los nios.

    Carlos diriga una empresa familiar en la que iran trabajando todos sus hijos menos, naturalmente,Camila. As es como los hermanos de sta, Felipe, Rodrigo, Magdalena, Ignacio y Roberto,participaron sin proponrselo del entramado de complicidades que confirmaban la descalificacin yel descrdito de Camila, "esa loca mimada en la que no se poda confiar". Con el paso del tiempo,

    http://www.redsistemica.com.ar/libros.htm#ABUSOhttp://www.redsistemica.com.ar/articulo94-6.htmhttp://www.redsistemica.com.ar/articulo94-6.htmhttp://www.redsistemica.com.ar/libros.htm#ABUSO
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    los hijos de sta tambin recibiran propuestas de incorporacin futura a la red que exclua ymarginaba a su madre. Todos estaban interesados en hacer verosmil la historia de lairresponsabilidad de Camila. Los padres para combatir los sentimientos de culpa que evocaban losrecuerdos del abuso e incluso para borrar su misma evidencia, y los hermanos para justificar suprivilegio frente a la marginacin de la excluda. Incluso a Rosa, Alberto y Martin les resultabatranquilizador creer en la insolvencia injustificable de su madre, que les permita gozar con losabuelos de unas ventajas materiales que ella no los poda dar.

    As las cosas, ocurri que Camila, tras haber tocado fondo, inici un lento remonte en su vida.Conoci a Fernando, un buen hombre que, muy enamorado, le ofreci la posibilidad de crear unafamilia estable, a la que Camila aport lo nico que para ella conduca a la estabilidad: ms hijos.Nacieron Javier y Fernandito, que unidos a Tamaris, fruto de un anterior matrimonio de Fernando,completaron un panorama tan novedoso como comprometido. Por una parte, no haba duda deque, por primera vez, Camila vislumbraba la posibilidad de ser reconocida como mujer capaz yresponsable, al frente de una familia respetada. Tanto que se atrevi a denunciar a su padre en uncentro de atencin al menor, alegando que exista peligro de que les hiciera a sus hijos lo que lehaba hecho a ella. Ello bast para que los tres chicos mayores regresaran junto a su madre,aunque de mal talante y sin comprender por qu deban renunciar a las comodidades quedisfrutaban con sus abuelos. Por otra parte, lo arduo de la tarea pona de manifiesto suslimitaciones: sencillamente no se senta con fuerzas de sacar adelante una familia tan compleja.Fernando trabajaba jornadas interminables como agente de seguridad, mientras ella deba bregarcon la sobrecarga que suponan los pequeos y con la permanente descalificacin a que lasometan los mayores: "T, que nos abandonaste para darte la gran vida, ahora tienes la cara desacarnos de casa de los abuelos alegando que son un peligro.T s que eres una embusterapeligrosa!" Y Camila se sumi en la depresin.

    Fue entonces cuando empez una terapia familiar, que, en una primera etapa, se propusoconsolidar el nuevo papel de Camila como esposa y madre en su familia creada. Fernandocolabor plenamente, y Rosa, Alberto y Martn se calmaron lo suficiente como para empezar apoder escuchar a su madre. Seguan sin entender el alcance del dao que sta haba sufrido en suinfancia, siendo ellos tambin nios damnificados por una historia tormentosa, pero, al menos, leconcedieron el beneficio de la duda: s, ella los quera y, a su manera, buscaba lo mejor para ellos.Comprendieron que no podan regresar con los abuelos, pero se resistan a vivir en unas

    condiciones que, obviamente, no eran las adecuadas. Aceptaron de buen grado ir a una residenciaque ofrecieron los servicios sociales y, durante los fines de semana que pasaban con Camila, staempez a experimentar, por primera vez en su existencia, la sensacin de tener una familia bienavenida por la que vala la pena esforzarse. Sobre todo Rosa, de 17 aos, y Martn, de 12, semostraron tranquilos y cariosos con sus hermanos, as como razonablemente respetuosos conFernando. Pero con Alberto hubo ms problemas, ya que la turbulencia adolescente de sus 14aos se reforzaba por el hecho de ser el ms consentido por los abuelos, quienes haban alentadoen l fantasas de una pronta incorporacin a la empresa familiar. La depresin de Camila habadesaparecido, pero lo inestable de la situacin exiga nuevos planteamientos.

    Por eso el terapeuta le propuso a Camila abrir otro captulo: "Usted es una mujer formidable, queha sacado fuerzas de flaqueza hasta conseguir lo que nadie habra imaginado hace unos aos:crear una hermosa familia y organizar bien el presente. El problema es que el pasado es tan atroz

    que se le cuela por las rendijas, amenazando con arruinar en cualquier momento lo construido. Loque yo le ofrezco es que, ahora, focalicemos el pasado y nos centremos en su familia de origen,sus padres y sus hermanos principalmente, para que usted pueda obtener la reparacin quemerece y necesita. Esa es una condicin necesaria tambin para que su relacin con sus hijos, ymuy especialmente con Alberto, se clarifique y se estabilice definitivamente. Pero, para eso, tieneusted que traerme a sus padres."

    Y los trajo. No le cost mucho porque Carlos tema el escndalo e incluso las posiblesconsecuencias legales, y Carolina segua a su marido incondicionalmente. As que Camila se

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    present con ambos a la sesin, as como con Rosa, a la que haba escogido en calidad de hijamayor para que la acompaara y fuera testigo de todo lo que se hablara. Y el padre protagonizuna actuacin memorable, en la que reconoci todas sus culpas: "No slo la somet a unos abusosespantosos, sino, lo que es peor, luego he permitido que fuera ella la que apareciera comoculpable de los fracasos de su vida. No puedo pedir perdn porque no lo merezco." La madreafirmaba no haberse dado cuenta de nada y su marido, caballerosamente, refrendaba suinocencia: "Yo soy el nico culpable". No obstante, Carolina mantena un tono crtico con su hija:"Yo no saba nada, y el hecho de que hayas sufrido por lo que te hiciera tu padre no justifica queno me hayas dicho nada a m. T no te portaste bien, ni conmigo ni con tus hijos".

    Pero, a esas alturas, ni Camila ni el terapeuta iban a permitir que se perpetraran nuevasmistificaciones. As que se rechazaron tajantemente las acusaciones y se plante la necesidad deuna asamblea familiar que aclarase definitivamente las cosas y que restaurase el prestigio deCamila. Ella deba elegir las personas que asistiran, y as lo hizo: sus hermanos con las parejas ydos tas maternas como representantes de la familia extensa, as como Rosa en representacin desus hijos.

    La sesin se celebr con la asistencia de 15 personas, y el padre se reiter en su autoacusacin.Con voz firme y gesto digno, explicit que haba cometido los peores abusos sexuales con su hija y

    que luego haba permitido que se la acusara de irresponsable, sin aclarar nunca hasta esemomento que tena razones de peso para andar perdida en la vida. La madre, que insista en queella no saba nada ("...bueno, todo lo ms me imaginaba que poda haber habido unos tocamientosmenores..."), se mostr compungida, llorando desconsoladamente y reprochando a su marido quehubiera podido hacerle una cosa as a su hija. Las cuadas fueron muy duras con Carlos,insistiendo en que Camila ahora era otra persona ante sus ojos. Pero los que desempearon unpapel decisivo, que no cesara de aumentar en importancia desde ese momento, fueron loshermanos.

    Felipe, el mayor, era un caso especial, porque tena una larga historia de consumo de drogas y eraun hombre sumamente reservado, que no pronunci una palabra durante toda la sesin. PeroRodrigo, el tercero, lider un proceso reparador admirable. Cuando tom la palabra, empezreconociendo su parte de responsabilidad en la marginacin a que todos haban sometido aCamila: "Debimos habernos dado cuenta, pero no quisimos ver. Algo intuamos, pero cerramos losojos por comodidad, por que se viva mejor en la ignorancia. Era ms fcil acusar a una hermanade irresponsable, mientras se debata en la tormenta de su vida y nos iba trayendo hijos a casapara que se los cuidramos, que aceptar que lo que estaba podrido eran los cimientos de la familia,que el culpable de todo era nuestro padre y que el crimen se haba prolongado durante aos bajola mirada de nuestra madre y ... de todos nosotros. Nada volver a ser igual a partir de hoy. Ledebemos a Camila algo muy grande, muy importante ..."

    Magdalena llor mucho, pero, a diferencia del llanto de la madre, el suyo expresaba unaconmocin sincera y un ntido arrepentimiento, ya que ella haba sido, de entre los hermanos, laque ms haba criticado a Camila. Ignacio y Roberto, de 22 y 20 aos, eran mucho menores quesus hermanos y ni siquiera recordaban el momento de la salida de casa de Camila. Para ellos, suhermana haba sido siempre una extraa lejana e imprevisible, que incluso se haba inventado unriesgo de abuso sexual de ellos para con Rosa como motivo urgente para recuperar a sus hijos.Estaban conmovidos, pero necesitaban ms tiempo para elaborar la nueva situacin.

    En definitiva, la sesin de esclarecimiento fue todo un xito, y el terapeuta as lo seal, insistiendoen que el proceso de reparacin no haba hecho sino empezar. Destac que la reaccin de todosera un indicativo de la calidad humana de la familia. "Usted, Carlos, le ha hecho muchsimo dao aCamila, pero ella es ahora una mujer fuerte, hermosa y capaz, que est tomando definitivamente elcontrol de su vida. En esa fuerza suya, en esa capacidad de resistir y de recuperarse, seguramentehay tambin algo bueno de usted. En cualquier caso, yo querra contar con todos para continuar y

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    concluir esta terapia, que acabe propiciando una situacin justa y reparadora para Camila y parasus hijos."

    La intencin del terapeuta era seguir trabajando con los padres, con la idea de generar un procesode reconciliacin... slo en la medida en que Camila lo quisiese. Sustenta esta opcin la evidenciade que una persona abusada o maltratada por sus padres sigue siendo su hija, por lo que, en cierta

    medida, siempre llevar dentro a sus maltratadores. Todo lo que pueda avanzarse en el sentido dela comprensin y, si es posible, del perdn y de la reconciliacin, ser una ayuda para aligerarle lacarga. Dicho con otras palabras, es ms llevadero sentirse hija de unos padres que la maltrataronpor sus propios problemas, al fin y al cabo humanos, que de unos monstruos incomprensiblementesatnicos.

    La terapia continu, pues, y en las sesiones que siguieron se pudo trabajar con unos padres quemostraron sombras y luces, y cuya colaboracin permiti reconstruir sus historias. Carlos habaperdido a su padre siendo un nio, y su madre se volvi a casar con un hombre que nunca la hizofeliz. Los dos hicieron su vida, recordando Carlos haber descubierto a su madre en la cama con unamante, mientras las infidelidades de su padrastro eran igualmente notorias. En un contextoabandnico, l se forj una personalidad muy independiente y luchadora, abandonando pronto losestudios para trabajar con gran denuedo. Por su parte, Carolina era hurfana de padre y madre, y

    su infancia transcurri en un internado, vigilada de lejos por sus dos hermanas mayores, de las quedependa hasta en los menores detalles. Cuando, a los 17 aos, Carlos y Carolina se conocieron,cayeron textualmente el uno en los brazos del otro, constituyendo desde entonces una parejaindisoluble, de extrema complementariedad. l llevaba el timn y ella pona flores en los jarrones.

    A los 18 aos estaban casados y tenan un primer hijo, cuando apenas haban tenido tiempo uocasin de jugar como nios ni de retozar como adolescentes. Y con 19 aos tuvieron a Camila.En ese contexto de prematuridad relacional, con Carlos jugando cada vez con ms fuerza alsuperhombre y con Carolina entregada al rol de frgil muequita dependiente, se produjo laprdida de papeles. Felipe fue maltratado fsicamente, porque era un mocoso llorn que norespetaba la necesidad de descanso de su padre, y Camila fue abusada sexualmente porque ste,todopoderoso, se mereca "el reposo del guerrero", y Carolina estaba demasiado agotada tras susegundo parto.

    Carlos tuvo su momento ms honesto cuando, hablando de todos estos temas, manifest, entrelgrimas, un sincero arrepentimiento: "Nunca ms pude fiarme de m mismo. Siempre mantuve unadistancia con mi otra hija, Magdalena, y, desde luego, con mi nieta Rosa, por miedo a volver aperder el control con ellas. Pero, en el fondo, siempre supe que no pasara nada, porque lo mo conCamila fue una especie de enfermedad, una obsesin morbosa de muy difcil repeticin. Yo sahora que he arruinado su vida y tambin la de toda mi familia ..." En cuanto a Carolina, ellainsista en no haber ni imaginado que pudiera estar pasando algo semejante, y se mostraba muyenfadada con su marido. Durante unos das lo abandon, marchando a vivir a una casa que tenanen la playa, a 200 kilmetros del domicilio familiar, y tuvo varios contactos con Camila que fueronbien acogidos por sta y que parecieron marcar una nueva relacin.

    Sin embargo, este cambio tan espectacular de los padres no se mantuvo mucho tiempo. Pronto

    Carlos empez a emitir mensajes de que la vida y la empresa familiar tenan que continuar, lo cualprovoc en los hijos una reaccin de intenso rechazo. Su carcter autoritario no le permitamantener el perfil humilde que haba mostrado durante la confesin. Ahora volva a atrincherarseen el papel de gran hombre, pecador pero arrepentido, junto al que corra a posicionarse suesposa, demasiado dependiente para atreverse a afrontar una vida sin l.

    Las sesiones de terapia con los hermanos, incluida Camila con todos los honores, e incorporadosIgnacio y Roberto, generaron un ambiente de entusiasta apoyo a aqulla y de intensa crtica a lospadres. Rodrigo se constituy en lder de una autntica revolucin familiar: "Cmo puede ser queeste seor siga pretendiendo actuar como si nada hubiese pasado? Es que se cree que por haber

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    reconocido lo que hizo, al fin y al cabo cuando no le ha quedado otro remedio, ya est todoresuelto?Y mam? Cmo se entiende que, despus de su marcha, haya vuelto a vivir con l,diciendo que no lo perdona, pero que no lo puede dejar solo? Tenemos que hacer algo para que aCamila no le quede la menor duda de que sus sufrimientos son cosa del pasado."

    Y vaya si hicieron! Reunidos en consejo, los hermanos acordaron despojar a los padres de

    cualquier responsabilidad en la empresa familiar, concedindoles un vitalicio digno que lespermitiera vivir lejos, en la casa de la playa. Y todos se alinearon junto a Camila, ofrecindole unlugar en la empresa y manifestando su solidariedad de diversas formas. Felipe cambiespectacularmente, hablando con libertad de los malos tratos que l mismo haba sufrido yalinendose, junto a Camila, en el grupo de los damnificados. Rodrigo, en su condicin de nuevolder, organiz hbilmente la empresa, ayudando a que todos pudieran encontrar un lugar en ella.Magdalena se ofreci a ayudar a Camila hacindose cargo de los hijos de sta que lo necesitarandurante algn tiempo. Ignacio se uni a los hermanos mayores con el entusiasmo del converso yRoberto fue el nico que decidi seguir manteniendo relacin con los padres, aunque tambin seacerc a los hermanos y especialmente a Camila. En concreto, y aunque se trataba de un chicomuy joven, organiz varias comidas en su casa a las que invit a todos los hermanos, as como aCamila y su familia. Adems, pudo resolver con sta el equvoco de las acusaciones por abuso aRosa, que, an siendo infundadas, haban servido para que Camila recuperara a sus hijos. Robertola comprendi y perdon, aunque el asunto trajo para l algunas molestias judiciales.

    Por ltimo, Camila acab de tomar el control de su vida: estudi unos cursos de formacinprofesional y se hizo trabajadora familiar, alternando esa ocupacin con algunas colaboraciones enla empresa familiar. Al final de la terapia, Rosa, ya con 19 aos, se fue a vivir independientemente,primero con unas amigas y luego con un chico. Era una muchacha que, en el fragor de loscombates que la haban rodeado desde pequea, haba madurado con precocidad, y ahora semostraba bastante estable. Ella haba comprendido a su madre y haba ayudado tambin a laestabilizacin de la familia. Martn no presentaba problemas, y viva con su madre con buenaadaptacin. En cuanto a Alberto, fue el que ms se resisti a aceptar la nueva situacin,combinando su identificacin con el abuelo con una actitud desafiante propia de su condicin deadolescente. Sin embargo, su ta Magdalena se ocup de l durante una temporada, hasta quedisminuy su conflictividad y pudo adaptarse a su madre y a su nueva familia.

    El caso de Camila ilustra bien cmo una historia de maltrato puede infiltrarse en el tejido relacionalde una familia a lo largo de varias generaciones. Los padres ya sufrieron las consecuencias deunas pautas de crianza inadecuadas, que los obligaron a afrontar la vida en circunstanciasdesventajosas. As se entiende mejor su fracaso con sus hijos, y sobre todo con Felipe y Camila, alos que siguieron sometiendo a situaciones manifiestamente disfuncionales. La cadena delmaltrato, a travs de la patologa adictiva de Felipe y de la conducta inadaptada y la depresin deCamila, amenazaba con transmitirse a los hijos de stos, entrelazndolos en juegos perversos conlas otras dos generaciones. Por suerte, la cadena del maltrato pudo ser interrumpida por unaintervencin teraputica, que fue tambin preventiva de males ulteriores y rehabilitadora de lassecuelas del pasado. Y la terapia liber unos recursos que, con relativa autonoma de lasintenciones iniciales del terapeuta, condujeron el proceso por cauces insospechados. El grupo dehermanos adquiri protagonismo, supliendo en su capacidad reparadora los lmites de los padres.Tal es la lgica del ecosistema.

    Bibliografa general del libro: "Las formas del abuso. La violencia fsica y psquica en lafamilia y fuera de ella". El Dr. Linares es psiquiatra y psiclogo, profesor titular de Psiquiatra dela Universitat Autnoma de Barcelona y director de la Unidad de Psicoterapia y de la Escuela deTerapia Familiar del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo. Asesor Editorial de PerspectivasSistmicas. En Paids tambin ha publicado Identidad y narrativa, Tras la honorable fachada (conC. Campo), Del abuso y otros desmanes y Ser y Hacer en Terapia Sistmica (con M. R. Ceberio).

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