EEl Gran Teatro l Gran Teatro MMontanoontano · Las escenas representadas con evidente teatralidad...

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15 15 El Gran Teatro El Gran Teatro Montano Montano V isitar un Sacro Monte puede convertirse, aún hoy, en un momento lleno de emociones, de sorpresas y de misterio. Y sin lugar a dudas lo era en los siglos XVI y XVII, cuando una gran parte de la población era analfabeta o de modesta cultura, y por eso más fácil de sugestionar ante la visión de las escenas sagradas presentes en las capillas con la actitud dramática, propia del teatro, para cautivar y emocionar al visitante. Entrar en la sombra de los edificios sagrados, asomarse a través de las rejas de madera, descubrir las expresiones tan humanas de las estatuas con la luz de los rayos de sol que filtran por las pequeñas cúpulas, es siempre una experiencia que asombra y cautiva. Las escenas representadas con evidente teatralidad y dramatismo, narran momentos de vida a los que los escultores dieron una forma tan sumamente real - fotográfica diríamos hoy - que parecen de verdad. Las numerosas estatuas en tondo de ángeles y santos, de hombres y mujeres, de niños y animales evocan situaciones reales, reforzadas por la ambientación pictórica y decorativa de los interiores, así como por el juego de luces y sombras, también éstas estudiadas atentamente por el artista. Colocar centenares de figuras dentro de un pequeño edificio, situado en las terrazas escarpadas de un monte aislado, era una empresa completa y el resultado era la suma de numerosos y convergentes esfuerzos de los diferentes artistas y artesanos: capataces, escultores y modeladores, pintores y carpinteros, cristaleros y herreros a los que se añadían, involuntarios colaboradores, los mismos familiares obligados a seguir a los lugares de trabajo a los artistas errantes. Los artífices de los Sacromontes, en su conjunto, fueron muchos y cada uno, con su propio papel y su propio taller de colaboradores y alumnos, actuaba como en una compañía teatral: firmaba contratos, creaba proyectos y escenografías que, una vez aprobadas, se representaban en las capillas y a veces se repetían en otro lugar para un encargo nuevo. El aspecto de teatralidad de las escenas se destacaba también porque, en el primer período de formación de los Sacromontes, las capillas estaban abiertas al público y el recorrido de visita permitía acercarse a los personajes. El visitante podía leer la expresión de una sonrisa o de un gesto, el detalle de las ropas y la trama de los tejidos, el dibujo de los botones o el fluir de los cabellos verdaderos; la veracidad de los detalles contribuía a dar fuerza a la veracidad del mensaje religioso. Ese período duró poco, los recorridos cambiaron y pasaron a ser externos respecto a las escenas: el peregrino dejó de ser actor para ser espectador: Se colocaron rejas de madera al principio, y de hierro forjado después, en los pasos de tránsito para proteger las obras y para secundar las intenciones didáctico-religiosas impuestas por las prescripciones postridentinas. Las escenas se organizaron de modo que se pudieran ver bien desde ciertos puntos de vista prefijados y, por consiguiente, realizadas con estatuas como de verdad, pero acabadas sólo por el lado que quedaba a la vista y con frescos y decoraciones en las paredes que servían de fondo para los conos visuales deseados por el director de la escena. Así se afirmó y se desarrolló en centenares de capillas, pobladas de estatuas y distribuidas por los montes de Piamonte y de Lombardia, el gran teatro montano que todavía hoy, después de cinco siglos, sigue siendo meta de fieles apasionados y de espectadores curiosos. 108 Sacro Monte de Oropa Capilla de la Presentación de María en el Templo, interior Pietro Giuseppe y Carlo Francesco Auregio, 1702 109 Sacro Monte de Oropa Capilla de las Bodas de Caná, interior Giovanni y Melchiorre d’Enrico, inicio siglo XVII 110 Sacro Monte de Varallo Capilla de Pilatos que se lava las manos, interior Giovanni, Melchiorre y Antonio d’Enrico llamado el Tanzio, 1608-1621 111 Sacro Monte de Varallo Capilla de la Crucifixión, detalle interior Gaudenzio Ferrari, 1520-1528 113 Sacro Monte de Varallo Capilla de la Matanza de los Inocentes, interior Hermanos d’Enrico, Giacomo Bargnola, Michelangelo Rossetti, Michele Prestinari y otros, 1586-1587 115 Sacro Monte de Varallo Capilla de la Crucifixión, interior Gaudenzio Ferrari, 1520-1528 112 Sacro Monte de Varallo y Sacro Monte de Orta Ejemplos de rejas de madera, siglo XVII Ejemplos de rejas de hierro forjado, siglos XVII-XVIII 116 Sacro Monte de Crea Capilla de la Coronación de María o del Paraíso, detalle de la bóveda Jean y Nicolas de Wespin llamados los Tabacchetti, 1598-1604 114 Sacro Monte de Varallo Capilla de Cristo que sube al Pretorio Estatua de madera de Cristo flagelado Gaudenzio Ferrari (atrib.) 1510-1514

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El Gran Teatro El Gran Teatro MontanoMontano

Visitar un Sacro Monte puede convertirse, aún hoy, en un momento lleno de emociones, de sorpresas y de misterio. Y sin lugar a dudas lo era en

los siglos XVI y XVII, cuando una gran parte de la población era analfabeta o de modesta cultura, y por eso más fácil de sugestionar ante la visión de las escenas sagradas presentes en las capillas con la actitud dramática, propia del teatro, para cautivar y emocionar al visitante.

Entrar en la sombra de los edifi cios sagrados, asomarse a través de las rejas de madera, descubrir las expresiones tan humanas de las estatuas con la luz de los rayos de sol que fi ltran por las pequeñas cúpulas, es siempre una experiencia que asombra y cautiva.

Las escenas representadas con evidente teatralidad y dramatismo, narran momentos de vida a los que los escultores dieron una forma tan sumamente real -

fotográfi ca diríamos hoy - que parecen de verdad. Las numerosas estatuas en tondo de ángeles y santos, de hombres y mujeres, de niños y animales evocan situaciones

reales, reforzadas por la ambientación pictórica y decorativa de los interiores, así como por el juego de luces y sombras, también éstas estudiadas atentamente por el artista.

Colocar centenares de fi guras dentro de un pequeño edifi cio, situado en las terrazas escarpadas de un monte aislado, era una empresa completa y el resultado era la suma de numerosos y convergentes esfuerzos de los diferentes artistas y artesanos: capataces, escultores y modeladores, pintores y carpinteros, cristaleros y herreros a los que se añadían, involuntarios colaboradores, los mismos familiares obligados a seguir a los lugares de trabajo a los artistas errantes.

Los artífi ces de los Sacromontes, en su conjunto, fueron muchos y cada uno, con su propio papel y su propio taller de colaboradores y alumnos, actuaba como en una compañía teatral: fi rmaba contratos, creaba proyectos y escenografías que, una vez aprobadas, se representaban en las capillas y a veces se repetían en otro lugar para un encargo nuevo.

El aspecto de teatralidad de las escenas se destacaba también porque, en el primer período de formación de los Sacromontes, las capillas estaban abiertas al público y el recorrido de visita permitía acercarse a los personajes. El visitante podía leer la expresión de una sonrisa o de un gesto, el detalle de las ropas y la trama de los tejidos, el dibujo de los botones o el fl uir de los cabellos verdaderos; la veracidad de los detalles contribuía a dar fuerza a la veracidad del mensaje religioso.

Ese período duró poco, los recorridos cambiaron y pasaron a ser externos respecto a las escenas: el peregrino dejó de ser actor para ser espectador: Se colocaron rejas de madera al principio, y de hierro forjado después, en los pasos de tránsito para proteger las obras y para secundar las intenciones didáctico-religiosas impuestas por las prescripciones postridentinas. Las escenas se organizaron de modo que se pudieran ver bien desde ciertos puntos de vista prefi jados y, por consiguiente, realizadas con estatuas como de verdad, pero acabadas sólo por el lado que quedaba a la vista y con frescos y decoraciones en las paredes que servían de fondo para los conos visuales deseados por el director de la escena.

Así se afi rmó y se desarrolló en centenares de capillas, pobladas de estatuas y distribuidas por los montes de Piamonte y de Lombardia, el gran teatro montano que todavía hoy, después de cinco siglos, sigue siendo meta de fi eles apasionados y de espectadores curiosos.

108 Sacro Monte de Oropa Capilla de la Presentación de María en el Templo, interior Pietro Giuseppe y Carlo Francesco Auregio, 1702

109 Sacro Monte de Oropa Capilla de las Bodas de Caná, interior Giovanni y Melchiorre d’Enrico, inicio siglo XVII

110 Sacro Monte de Varallo Capilla de Pilatos que se lava las manos, interior Giovanni, Melchiorre y Antonio d’Enrico llamado el Tanzio, 1608-1621

111 Sacro Monte de Varallo Capilla de la Crucifi xión, detalle interior Gaudenzio Ferrari, 1520-1528

113 Sacro Monte de Varallo Capilla de la Matanza de los Inocentes, interior Hermanos d’Enrico, Giacomo Bargnola, Michelangelo Rossetti, Michele Prestinari y otros, 1586-1587

115 Sacro Monte de Varallo Capilla de la Crucifi xión, interior Gaudenzio Ferrari, 1520-1528

112 Sacro Monte de Varallo y Sacro Monte de Orta Ejemplos de rejas de madera, siglo XVII Ejemplos de rejas de hierro forjado, siglos XVII-XVIII

116 Sacro Monte de Crea Capilla de la Coronación de María o del Paraíso, detalle de la bóveda Jean y Nicolas de Wespin llamados los Tabacchetti, 1598-1604

114 Sacro Monte de Varallo Capilla de Cristo que sube al Pretorio Estatua de madera de Cristo fl agelado Gaudenzio Ferrari (atrib.) 1510-1514