Educacion Para La Liberacion

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LC82 abril-junio de 2014 ISSN 1405-6313 Educación para la liberación: una propuesta desde la filosofía latinoamericana ZENÓN CUERO-CERA* *Instituto Superior de Ciencias de la Educación del Estado de México, México Correo-e: [email protected] Recibido: 6 de noviembre de 2013 Aceptado: 29 de enero de 2014 Resumen: El ensayo discute los términos ‘filosofía latinoamericana’, ‘filoso- fía de la liberación’ y ‘educación para la liberación de América Latina’. A partir de las ideas en torno a la existencia de una filosofía latinoamericana, que es resultado del esfuerzo por filosofar desde las necesidades sociales y políticas del subcontinente, se argumenta a favor de la existencia de una ‘educación para la liberación de América Latina’, la cual —se concluye— debe entender- se como una práctica pedagógica que permita leer el mundo críticamente, que sea transformadora de conciencias, pero también de la vida comunitaria de los individuos, lo cual, ahora, exige una búsqueda incesante de la identidad mediante la experiencia histórica y el diálogo, pues la educación es un proce- so de acción y transformación de la vida y de la historia que en ella persiste. Palabras clave: América Latina, educación para los derechos humanos; diver- sidad cultural. 41 Este documento forma parte de la inves- tigación doctoral del autor titulada: “La educación para la liberación en el contex- to de la filosofía latinoamericana: plantea- mientos contemporáneos”. LA COLMENA 82 abril-junio de 2014 pp. 41-50 ISSN 1405-6313

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Educación para la liberación de Larroyo

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    Educacin para la liberacin: una propuesta desde la

    filosofa latinoamericana

    Zenn Cuero-Cera*

    *Instituto Superior de Ciencias de la

    Educacin del Estado de Mxico, Mxico

    Correo-e: [email protected]

    Recibido: 6 de noviembre de 2013

    Aceptado: 29 de enero de 2014

    Resumen: El ensayo discute los trminos filosofa latinoamericana, filoso-

    fa de la liberacin y educacin para la liberacin de Amrica Latina. A partir

    de las ideas en torno a la existencia de una filosofa latinoamericana, que es

    resultado del esfuerzo por filosofar desde las necesidades sociales y polticas

    del subcontinente, se argumenta a favor de la existencia de una educacin

    para la liberacin de Amrica Latina, la cual se concluye debe entender-

    se como una prctica pedaggica que permita leer el mundo crticamente, que

    sea transformadora de conciencias, pero tambin de la vida comunitaria de

    los individuos, lo cual, ahora, exige una bsqueda incesante de la identidad

    mediante la experiencia histrica y el dilogo, pues la educacin es un proce-

    so de accin y transformacin de la vida y de la historia que en ella persiste.

    Palabras clave: Amrica Latina, educacin para los derechos humanos; diver-

    sidad cultural.

    41

    Este documento forma parte de la inves-

    tigacin doctoral del autor titulada: La

    educacin para la liberacin en el contex-

    to de la filosofa latinoamericana: plantea-

    mientos contemporneos.

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    Educacin para la liberacin: una propuesta desde la filosofa latinoamericana Zenn Cuero-Cera

    1 Cuando se estudia cualquier ciencia, generalmente, se comienza definindola. En filosofa esto no es posible, porque entre los filsofos no hay un acuerdo respecto a la definicin. Es ste, en-tonces, el primer problema al que se enfrenta la filosofa y, por ello, empieza cuestionndose a s misma; sin embargo, quien se acerca a ella tiene ya una idea de lo que sta es o, al menos, de lo que puede ser.

    2 Respecto al tema de si existe una filosofa latinoamericana, cuestionado y debatido a lo largo de los aos, vase Salazar Bondy (1968), Zea (1987), Frondizi y Gracia (1974), Mir Que-sada (1974, 1981) y Fornet-Betancourt (1992).

    3 Mediante el logos el hombre no slo se sita en el mundo y el uni-verso, sino que hace de ellos su hogar. Por el verbo deja de ser un ente entre entes, para transformarse en habitante. Esto es, en aquel que da sentido, distinguiendo, separando, igualando y unificando al resto de los entes que carecen de esta cualidad.

    4 La expresin nuestra Amrica aparece en la escritura de Jos Mart entre 1875 y 1878, aos en los que estuvo exilado en Mxico y Guatemala. Esa frase supona otra Amrica que no sera la nuestra, la que a partir de 1884 Mart designar como la Amrica europea. Destaca el modo en que esta tensin de significados contrapuestos se carga de sentido durante el exilio de Mart en Estados Unidos entre 1880 y 1895, lapso en que la nacin del norte evoluciona hacia el capitalismo monopolista y en el que el pensador cubano advierte y seala con preocupa-cin los rasgos del naciente imperialismo.

    Hablar de filosofa latinoamericana supo-ne la existencia de diferentes concepciones o modos

    de hacer filosofa.1 Esto, sin duda, anula la concep-

    cin universalista, lisa y llana de la filosofa, fun-

    damento que posibilita lo que se propone en este

    artculo: justificar la existencia de una educacin

    para la liberacin de Amrica Latina.2 La idea, sin

    embargo, no es nueva en el mbito latinoamericano.

    Enrique Dussel en la dcada de los setenta ya la des-

    criba cuando afirmaba que no era lo mismo nacer

    en el Polo Norte o en Chiapas que en Nueva York

    (1977:19). A cada hombre corresponde una proyec-

    cin diferente de la cual no se puede desprender.

    El espacio geopoltico, el contexto cultural y social

    son determinantes en todo discurso filosfico que se

    emite, en cuanto sirve como principio de una deter-

    minada epistemologa.

    A la pregunta sobre la existencia de una filosofa

    latinoamericana se hace manifiesta una forma par-

    ticular de pensar: el logos3 se expresa en el ser propio

    de esta Amrica. La expresin hace explcita una

    manera de ser, de actuar, que posee relacin con la

    realidad y la historia particular de los habitantes de

    esta nuestra Amrica;4 as,

    con el nombre genrico de filosofa latinoame-

    ricana se conoce la produccin filosfica elaborada

    con una perspectiva latinoamericanista explcita. La

    expresin remite al resultado del esfuerzo por filo-

    sofar desde las necesidades prioritariamente sociales

    y polticas de esta regin geocultural con el hori-

    zonte del proyecto que lleva por nombre ms abar-

    cador y aceptable Nuestra Amrica [] la expresin

    apunta ms bien a un proyecto de unidad subconti-

    nental (Cerutti, 2001: 31).

    El trmino filosofa latinoamericana alude a

    dos cuestiones: en primer lugar, a una reflexin

    hecha por latinoamericanos; en segundo, a que

    dicho pensamiento surge de las necesidades que

    imperan en esta parte del continente. La existencia

    de una filosofa latinoamericana deja una paulatina

    sensacin de que todo lo que se tena por cierto a

    partir de la comprensin de la filosofa occidental es

    dudoso, cuando no falso; de que nuestras certezas

    acerca de la filosofa, que se consideraban firmes e

    incuestionables, ahora parecen perder sentido en

    un contexto social, poltico y cultural diferente. ste

    es el reto que implica asumir dicha filosofa, pues,

    precisamente, desde este punto inicia un pensar

    diferente del contexto latinoamericano.

    Un problema filosfico es autntico cuando se

    encuentra situado en relacin con el problema radical

    de una configuracin histrico-cultural. La filosofa

    es inseparable del contexto en el que surge; su

    preguntar nace de l, existe en l y a l se refiere.

    El espacio y el tiempo, el contexto cultural y polti-

    co desde el cual se emite un discurso filosfico es

    su lugar y en tanto que tal, es central para efectos

    de su constitucin como discurso filosfico. Am-

    rica Latina es el lugar en el cual surge la filosofa

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    latinoamericana [] de all obtiene su nacionali-

    dad, su nombre, su figura particular y su especial

    fisonoma (Santos Herceg, 2010: 133).

    La mayor parte de los pensadores latinoamericanos

    se ha caracterizado por mantener una posicin que

    vincula su labor con la preocupacin poltica y las

    exigencias histrico-sociales de la poca en la que

    le toc vivir.5 Acaso los grandes sistemas filosficos

    de la cultura occidental no han culminado siempre en

    la propuesta de un determinado orden social, de un

    determinado orden poltico? No han sido a fin de

    cuentas, sino ideologas para justificar a grupos

    de poder y hacer aceptar este poder a quienes lo

    sufren? (Zea, 1987: 40). El pensamiento filosfico

    latinoamericano no puede estudiarse desde la ptica

    de las tradiciones acadmicas europeas, sino desde

    la realidad misma en que se generan:

    Esto abre espacio para poder estudiar, al lado del

    trabajo acadmico, las filosofas implcitas en el

    pensamiento de las culturas indgenas y popula-

    res, del mismo modo las distintas formas de pen-

    samiento poltico, econmico, pedaggico, etctera.

    Ms an, hace posible continuar con la etapa de

    elaboracin de las historias de la filosofa de tipo

    nacional, condicin necesaria para encarar histo-

    rias continentales (Magalln, 1989: 238).

    El arraigo de la filosofa pasa evidentemente por el

    sujeto de la enunciacin filosfica: es l quien est

    vinculado con su mundo, con su cultura.6 La situacin

    de la filosofa en Amrica Latina es un fenmeno que

    no remite directa ni exclusivamente a la filosofa

    como dimensin cultural particular, sino al estado de

    la cultura en la que se desenvuelve y expresa.

    En este sentido todo hombre es un ente compro-

    metido, esto es, inserto, arrojado o puesto en un

    mundo dentro del cual ha de actuar y ante el cual

    ha de ser responsable. El compromiso es condena

    5 La lista de publicaciones que refieren esta cuestin es suma-mente extensa, menciono a modo de ejemplo a Soler (1959), Zea (1978), Ardao (1979) y Rovaira (1997).

    6 El hombre es el nico ente de la creacin que tiene la capaci-dad de pensar y dar sentido por medio de la palabra a todo cuanto le rodea: hombres y cosas, a sus semejantes y a la naturaleza; situado en el mundo es obligado a colocarse en l, por esto su tendencia a mirar en funcin de la concepcin que tiene de s mismo.

    Independencia de Cuba, representada por la revista La Flaca en 1873.

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    y no cmodo contrato que se cumple libremente

    segn convenga o no a determinados intereses

    (Villegas, 1979: 140).

    Se asume, de modo explcito, la situacin especfica

    de Amrica Latina como modo de reflexin.

    Desde esta perspectiva, la filosofa latinoame-

    ricana se convierte en un problema filosfico, cuya

    peculiaridad radica en pensar desde las fuentes de

    su propia tradicin cultural; intenta, as, redefinir

    y reubicar el quehacer filosfico, en el sentido de

    que ya no se quiere practicar la filosofa sin ms,

    sino que se busca justamente la contextualizacin e

    inculturacin de la reflexin filosfica. Hablar de

    una filosofa latinoamericana no significa reducirla

    a una filosofa para Amrica Latina; representa ms

    bien la posibilidad de una visin crtica y universal,

    una alternativa, dentro de una situacin histrica

    determinada.

    La tradicin latinoamericanista ha denunciado

    la influencia ideolgica de la filosofa occidental;7

    de los autores que as lo han hecho puede ofrecerse

    una lista mnima: Enrique Dussel, Francisco Mir

    Quesada, Augusto Salazar Bondy, Jos Carlos Mari-

    tegui, Arturo Andrs Roig y Leopoldo Zea, por citar

    algunos. En estos pensadores latinoamericanos se

    nota, a pesar de que utilizan ideas y mtodos dife-

    rentes, un rasgo comn: el inters de fundamentar

    filosficamente la liberacin, la convergencia entre

    la teora como fundamento y la praxis que, aunque

    pueda constituirse por diferentes motivaciones, que-

    da iluminada por la razn.

    Los oprimidos y excluidos latinoamericanos slo

    comienzan a creer en ellos mismos cuando descubren

    las causas de su dominacin y se unen a la lucha

    organizada para liberarse. Este descubrimiento no

    puede ser meramente intelectual, sino que debe

    incluir una praxis. Hacia esta reflexin, que incluyera

    una prctica para superar la historia de dominacin

    y desigualdad social, se orient la filosofa de la

    liberacin, que, junto con la pedagoga de la liberacin,

    constituy una clara iniciativa para configurar un

    pensamiento latinoamericanista autntico, vido

    de nuevos modelos interpretativos que generaran

    prcticas sociales ms justas y creativas; asimismo

    represent una crtica radical al pensamiento occidental

    desde la periferia latinoamericana. Para responder a

    estas condiciones, la filosofa latinoamericana se torna

    necesaria: en medio de la miseria y confrontacin de

    sus habitantes debe nacer una filosofa de liberacin.

    Para construirla es importante reconocer que lo

    nuevo, lo que muestra en su contexto la historicidad

    del hombre y su lucha por potenciar su alteridad

    no se halla en las filosofas acadmicas, sino en el

    discurso de los marginados, indignados y excluidos. La

    propuesta sera una filosofa con conciencia crtica,

    que necesariamente parta de un anlisis de la realidad

    del hombre que siente opresin y dependencia.

    Desarrollo

    En la actualidad, la relacin entre la filosofa latino-

    americana y la educacin ha cobrado especial signi-

    ficacin, entre otras razones, porque se ubica en un

    contexto donde la desigualdad se ha profundizado; en

    Enrique Dussel y Noam Chomsky en Loyola University, Chicago (1994). Foto: dominio pblico.

    7 La nmina de libros que trata este tema es muy extensa. Vase al respecto Zea (1974) y Salazar Bondy (1968).

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    l los contrastes y las diferencias sociales, polticas,

    econmicas y educativas se acentan en lugar de

    atenuarse, lo cual ha causado un deterioro en la

    educacin del pueblo. As, ante los problemas que hoy

    plantea la regin, la filosofa latinoamericana ofrece

    una visin diferente de anlisis educativo:

    Para nosotros educar significa integrar, mostrar,

    ensear, y filosofar a partir de una perspectiva

    donde el alumno clarifique y asocie desde un sis-

    tema y mtodo. Esta educacin presupone cualida-

    des especiales como son: el respeto a la libertad, a

    la dignidad e integridad de la persona humana y

    del maestro (Magalln, 1993: 175)

    Si bien la filosofa es un esfuerzo del espritu humano

    por llegar a conocer lo que nos rodea mediante el

    logos razn y palabra en que se hace manifiesta,

    la filosofa latinoamericana no tiene un carcter

    teleolgico, libre de contaminacin ideolgica, ms

    bien asume en su ser un compromiso tico, social,

    histrico y poltico. Representa una lucha social que

    se resiste a ser mediatizada, alienada y sometida a los

    intereses de los grupos ideolgicamente dominantes.

    El punto de partida de este anlisis radica en la

    toma de conciencia de la situacin que caracteriza a

    los pueblos latinoamericanos en diferentes mbitos:

    pobreza, educacin, violencia, corrupcin, violacin a

    los derechos humanos, todos ligados al problema

    educativo. Los filsofos latinoamericanos somos los

    escpticos de la filosofa del centro, dudamos de su

    validez universal. Pero no pretenderemos [] que

    nuestro horizonte de comprensin [sea] la naturaleza,

    sino [] un proyecto histrico de liberacin (Dussel,

    1980: 29).

    Hablar de liberacin, de opresin, de violencia,

    de educacin no implica la referencia a categoras

    abstractas, sino histricas. As, cuando se habla de la

    mujer y del hombre, se alude a seres histricos y no a

    abstracciones ideales; se trata de seres cuya conciencia

    est ntimamente ligada a su vida real y social. La

    palabra libertad, en el contexto latinoamericano,

    tiene el sentido de un proceso permanente dentro del

    devenir histrico, ya que resulta imposible prefigurar

    un plano histrico en donde fuese manifiesta la

    libertad absoluta, pues para ser se debe estar siendo,

    en pleno devenir. Se destaca, por ello, una clara

    oposicin espacio-temporal desde la cual hay una

    crtica del presente para proyectar un futuro, pues

    ninguna idea puede ser comprendida fuera de este

    contexto (Magalln, 2012: 138).

    Lo filosfico, en este sentido, no consiste en

    liberarse de los presupuestos con argumentaciones,

    sino en reconocerlos. El hombre no se define como

    un yo pienso, el ego cogito de Descartes, antes bien

    en un sentido de estar ya siempre comprendiendo,

    un inacabamiento del hombre constituye su poder

    ser. La manera en que el hombre comprende su

    mundo y sus posibilidades inherentes se basa en una

    dialctica comprensiva del ethos de quien lo vive y

    experimenta.

    La educacin en Amrica Latina ha de cum-

    plir con uno de sus objetivos fundamentales:

    ser educacin conscientizadora y constituir a los

    individuos en sujetos de accin social y pol-

    tica, que privilegie la organizacin econmi-

    ca con sentido de distribucin equitativa de la

    riqueza y asegure mnimamente la dignidad,

    instaurando justicia en un contexto de lucha

    con los poderosos intereses creados. Una edu-

    cacin debe servir de algn modo para trans-

    formar nuestras sociedades. La educacin as

    concebida tiene una dimensin poltica y es un

    elemento de apoyo y orientacin de los hechos

    sociales (Magalln, 1993: 82).

    A los latinoamericanos les debe importar la realidad

    y la forma en que sta se expresa, ya mediante las

    masas que viven cotidianamente de una forma

    diferente a lo que nosotros pensamos ya mediante lo

    que el concepto muestra. Debe partirse de la realidad

    y emplearse el concepto, que tiene que ser cientfico,

    no relativo: debe permitir tomar la creatividad de la

    realidad, que exija la transformacin de s mismo y

    no que ste exija la transformacin de la realidad.

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    eDucacin liberaDora

    Describir qu es la educacin liberadora resultara

    una pretensin, pero intentar dar razones de su

    validez y actualidad en Amrica Latina parece ser, en

    s misma, una tarea ingenua. Vivimos un vertiginoso

    devenir social, en el que la multiculturalidad an

    no encuentra razn de su propia identidad; tal

    vez, por ello, lo nico que resta es aproximarse a

    los acontecimientos presentes y pasados, y as la

    recuperacin de la historia de las ideas constituir

    una analoga de lo que sucede en la actualidad.

    Desde la perspectiva de Enrique Dussel,

    la filosofa de la liberacin es una operacin

    pedaggica, desde una praxis que se estable-

    ce en la proximidad maestro-discpulo, pensador-

    pueblo, intelectual orgnico, dira Gramsci, en el

    pueblo. Aunque pedaggica, es una praxis con-

    dicionada por la praxis poltica (y tambin erti-

    ca). Sin embargo, como pedaggica, su esencia

    es especulativa, terica. La praxis terica, o la

    accin poitico intelectual esclarecedora del

    filsofo, se encamina a descubrir y exponer (en

    la exposicin y el riesgo de la vida del filsofo),

    ante el sistema, todos los momentos negados y

    toda la exterioridad sin justicia. Por ello es una

    pedaggica sin analctica de la liberacin. Es

    decir, es el magisterio que cumple en nombre

    del pobre, del oprimido, del otro, el que como

    rehn dentro del sistema testimonia el fetichis-

    mo de dicha totalidad y predice su muerte en el

    acto (Dussel, 1995: 206).

    La educacin lleva consigo una concepcin y una

    idealizacin del ser humano, por lo cual no pueden

    entenderse una teora y una prctica educativa sepa-

    radas de su relacin espacio-temporal, de la histo-

    ricidad y la temporalidad de la finitud humana,

    porque la educacin permite a los seres humanos

    alcanzar libertades fundamentales en el orden

    intelectual, poltico, civil y econmico, adems de

    constituir el principal elemento de paz y estabilidad

    en el mundo (Vargas, 2008: 27). As podra

    afirmarse que la educacin o es liberadora o no

    es educacin. Los sistemas educativos en Amrica

    Latina manipulan y alienan al educando, porque la

    alfabetizacin y la educacin actual tienen miedo

    a la libertad y niegan al pueblo el derecho a decir

    su palabra. Se debe hablar de educando-educador

    con educador-educando como primer paso para la

    integracin de una realidad nacional, con toma de

    consciencia (Cerutti, 93: 143). Si bien la educacin

    es un proceso multidireccional mediante el cual se

    socializan conocimientos, valores, costumbres y

    formas de actuar entre muchas otras, ste no es el

    nico camino para la necesaria transformacin social.

    La educacin otorga mayor claridad para interpretar

    el mundo, claridad que abre las posibilidades de

    intervencin poltica. La posibilidad de ser y es-

    tar en el mundo ofrece, a su vez, la posibilidad

    de transformarse y transformar el entorno del su-

    jeto, por ello, la principal responsabilidad de los

    educadores consiste en intervenir en la realidad,

    mantener la esperanza y ser copartcipe del cambio

    o transformacin de tipo educativo, el cual repercute

    indisolublemente en lo social.

    Si en la educacin como situacin gnoseol-

    gica, el acto cognoscente del sujeto educador

    (tambin educando) sobre el objeto cognoscible

    no muere o en ella se agota, porque analgica-

    mente se extiende a otros sujetos cognoscibles,

    de tal manera que el objeto cognoscible se hace

    mediador de la cognoscibilidad de los dos, en la

    teora de la accin revolucionaria se da lo mis-

    mo [...] En esta teora de la accin, exactamente

    porque es revolucionaria, no es posible hablar

    ni de actor, en singular, ni siquiera de actores en

    plural, sino de actores en intersubjetividad,

    en intercomunicacin (Freire, 1970: 163).

    La realidad, la interaccin cara a cara enriquece al

    sujeto, quien al llevar a cabo un acto creativo, en una

    relacin dialctica, participa en la humanizacin del

    objeto y en la objetivacin del sujeto. Esta apropiacin

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    de la realidad por el sujeto, este crecimiento personal

    y aprendizaje puede ser denominado educacin para

    la liberacin. No puede darse una prctica liberadora,

    o bien educacin en y para la liberacin, sin que

    el educando y el educador cuenten con los medios

    concretos para la produccin creativa de soluciones

    a los problemas sociales que los aquejan, donde, por

    cierto, la conciencia crtica tiene un papel destacable.

    En cuanto distinto el discpulo tiene un nuevo

    proyecto histrico de ser hombre (el Otro real e

    histricamente). El maestro no puede simple-

    mente depositar un cierto nmero de conoci-

    mientos ya adquiridos (concepcin bancaria

    de la educacin, donde slo es cuestin de ense-

    ar para la memoria: para recordar), sino que

    debe trasmitir lo ya adquirido, pero desde la

    situacin existencial del discpulo y de manera

    tal que su revelacin creadora llegue a confun-

    dirse con la propia invencin problematizadora

    del educando. Es decir, y esto lo vio en parte

    Heidegger, debe establecerse una analctica

    pedaggica que supere la aparente distincin

    entre padre-hijo, maestro-discpulo, analcti-

    ca alterativa imposible de pensar dentro de la

    ontologa de la Totalidad (Dussel, 1973: 141).

    En la educacin liberadora, el educando debe abrir-

    se al otro, al maestro, quien, mediante un proceso

    analctico, asume un compromiso con el otro al

    negarse como totalidad y aceptarse como finito.

    ste es el compromiso tico de una educacin para

    la liberacin latinoamericana. Respecto a esta

    afirmacin, Paulo Freire confirma que un educador

    humanista, revolucionario, no puede esperar esta

    posibilidad. Su accin al identificarse, desde luego,

    con la de los educandos, debe orientarse en el

    sentido de la liberacin de ambos. En el sentido de

    pensamiento autntico (1970: 77).

    En la analctica, educador y educando debern ser

    reeducados como ejercicio y prctica transformadora

    del ser humano en su totalidad, en lo ntico, en lo

    ontolgico, en la existencia y en lo epistemolgico.

    Slo transformndonos a nosotros mismos es posible

    transformar la naturaleza y el mundo. El pensamiento

    latinoamericano ha descubierto que el cultivo de

    la filosofa forma una mente crtica gracias a la

    educacin: la filosofa, precisamente porque forma

    primero la mente crtica de los individuos, ejerce una

    funcin liberadora mediante el proceso educativo

    (Unesco, 2011: 40). Por lo que sera imposible hablar

    de educacin si el educando no se educase a s

    mismo en el proceso de su liberacin, en una praxis

    de liberacin. La educacin no est desligada de

    los problemas que afectan a los hombres concretos,

    sino que brota de ellos, de su derecho a una vida

    digna y justa, de su derecho a decir su palabra, la

    palabra del pasado, la palabra transformadora del

    presente, que desvela la realidad y permite descubrir

    las contradicciones; pero tambin la palabra del

    futuro todava no dicha, la palabra de la esperanza.

    En una educacin liberadora, nunca se les pide

    a los educandos que piensen de manera crtica

    sobre los factores que condicionan su propio pen-

    samiento o que reflexionen sobre el porqu de su

    propia situacin; tampoco se les pide que hagan una

    relectura de la realidad, de una realidad que se les

    presenta como algo que es, que est ah.

    El oprimido en cuanto alienado o en cuanto

    refleja en l el orden dominador, tiene vicios que

    pasan por ser virtudes (paciencia, educacin,

    Escolares en un aula de la provincia de Guantnamo, Cuba. Fotografa: Mijal Yevstfiev.

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    etc.) del orden imperante. Esas sern las virtu-

    des del orden futuro (vicios mistificados). En

    cambio las virtudes reales del oprimido, no en

    tanto oprimido sino en cuanto exterior al orden

    vigente, virtudes que permanecen ocultas para

    el dominador y despreciadas como incultas,

    supercheras, populacheras, etc., son el pun-

    to de apoyo del thos de la liberacin, que el

    maestro de liberacin sabe descubrir en su propia

    vida y cultivar en el Otro, el pobre y despreciado

    en sus propios valores (que son las mediaciones

    del proyecto histrico de liberacin). En este sen-

    tido las virtudes o el thos liberador luchan con-

    tra la entropa o ley del uso que convierte todo

    en habitual (Dussel, 1973: 109).

    Una libertad postulada concretamente es exaltada

    por el sector dominante, para poder educar al pueblo.

    En la educacin liberadora es necesaria la relacin

    cara a cara de la totalidad con la alteridad, escuchar

    la voz del discpulo en la negacin de la tradicin

    anterior. En el descubrimiento de la experiencia

    nica y diferente se reafirma la propia identidad. En

    la supuesta libertad, el pensamiento-lenguaje est

    desconectado de la realidad objetiva y los meca-

    nismos de absorcin de la ideologa dominante

    nunca son discutidos, sino aceptados como la rea-

    lidad imperante.

    Si se quiere rescatar y dar un aporte a la

    educacin en Amrica Latina, deber defenderse

    el derecho a repensar y replantear los objetivos y

    los fines que la educacin, en todos sus grados, se

    proponga desde un proyecto integral e integrador.

    La propuesta de una educacin para la liberacin

    busca recuperar la mxima de aprender a aprender,

    lo cual significa reconstruir al sujeto social educable

    y reconocerlo como un ser ticamente valioso. En ella

    los seres humanos tendran un compromiso consigo

    mismos para poder interactuar con su medio, su

    vida y su entorno.

    Los seres humanos son configurados por las dis-

    posiciones culturales: tradiciones, creencias, educa-

    cin, enseanza de experiencias y de conocimientos

    transmitidos de generacin en generacin, todo ello

    gracias a la capacidad de interactuar con los otros. La

    pedaggica es esencialmente la bipolaridad metafsica

    del cara a cara del que es anterior al otro (Dussel,

    1980: 43). Para la realizacin del acto pedaggico, en

    este sentido, es necesaria la concurrencia de varias

    perspectivas. La cultura y la educacin no se pueden

    ver separadas: en el trasfondo educativo es imposible

    ensear algo que no corresponda a la realidad del

    fenmeno educativo. Lo contrario llevara a una falsa

    interpretacin de la realidad. Al respecto, el filsofo

    mexicano Mario Magalln Anaya comenta:

    Mi propuesta es educar con base en una filoso-

    fa de la educacin. No se entienda sta exclusi-

    vamente como la forma escolarizada estndar,

    sino dirigida a un proceso liberador que tome en

    cuenta las diferencias entre la cultura de masas

    media o cultura de masas, con aquellas que con-

    sideren las propias identidades y tradiciones

    (1993: 176).

    Una educacin para la vida, pero aplicada en la

    vida misma. Los pases dependientes estn sujetos

    a los modelos educativos que les son impuestos; sin

    embargo, la adopcin de modelos ajenos da como

    resultado nuevas formas de dominio pedaggico:

    Tzompantli, mscaras y un ngel (1995), detalle. leo y acrlico sobre tela: Rafael Cauduro.

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    Una pedaggica liberadora tiene conciencia que

    el maestro slo es un sujeto procreador, fecun-

    dante del proceso, desde su exterioridad crtica.

    No pretender no influir en nada como Scrates

    o el preceptor del mile. Por el contrario, adverti-

    r al discpulo su posicin fecundante, y le dar

    conciencia refleja de lo que l agrega al proceso

    del educando, permitindole as ser crtico con

    respecto al maestro crtico, sin embargo, la nica

    manera de hacerlo avanzar es dndole algo que

    le falta: la crtica liberadora como mtodo; pero

    para que esa misma crtica no se vuelva domina-

    dora debe advertirle el cmo esa crtica la ejerce

    l mismo (Dussel, 1980: 102).

    Se postula, de esta suerte, una educacin dialogante

    y crtica de los condicionamientos polticos; as cada

    sector que integra el sistema social debe cambiar y

    adecuarse a las transformaciones. Es necesario iden-

    tificar la pedagoga imperante e indicar un camino

    liberador.

    conclusin

    Est claro que no se puede hablar de educacin desde

    el contexto de la filosofa latinoamericana sin desligar

    los aspectos poltico, social, cultural y filosfico, que se

    contraponen a un pensar meditativo en un aprender a

    trascender al plano fundamental. La filosofa latino-

    americana plantea que

    la educacin es domesticacin, aprendizaje por

    repeticin tanto en la familia (padres-hijos) como

    en la poltica (estado-pueblo), la violencia, el cas-

    tigo, la represin ensea que toda rebelda es

    imposible. El hallar ya escarmentado y, al mismo

    tiempo, sometido frente al poder real, lo predis-

    pone a preferir formas de vida totalitarias (Dus-

    sel, 1980: 92).

    Una educacin represora es lo que la condicin mo-

    derna impone en Latinoamrica, una educacin para

    legitimar el poder poltico se observa, definitiva-

    mente, en el entorno de los pases latinoamericanos.

    La ingenuidad de muchos acadmicos consiste

    en pensar que sta es la educacin sistemtica de

    la sociedad que se pretende transformar, y que, ms

    bien, acta como un instrumento de control social que

    debe preservarse. En realidad, desde una perspectiva

    latinoamericana, la educacin no tiene autonoma y,

    por ende, no participa de la transformacin social.

    Una educacin ligada a las estructuras polticas

    y econmicas de las clases sociales responde a los

    intereses y aspiraciones de la clase dominante; no

    se debe creer que la educacin sea nicamente una

    cuestin tcnica y pedaggica y que, por lo mismo,

    no se deba mezclar con la poltica. Toda educacin

    entraa en s misma una intencin poltica. Una

    instruccin no es educacin. La verdadera educacin

    puede hacer que los seres humanos se trasciendan

    a s mismos, se concienticen y constituyan a los

    individuos en sujetos de accin social, poltica,

    adems de garantizar la dignidad humana. En resu-

    men, la educacin se transforma en el medio capaz

    de impulsar, al lado de otros factores, la dinmica de

    los cambios sociales. Si, como hemos afirmado, toda

    educacin busca la liberacin, es porque no se ajusta a

    una absoluta y exclusiva determinacin.

    Una verdadera educacin no consiste en la trans-

    misin de contenidos y conceptos, sino en un proceso

    por el cual los seres humanos se van construyendo en

    comunicacin con otros. El hombre en este proceso va

    encontrando su propia manera de convertirse en el ser

    humano que autnticamente quiere llegar a ser.

    La realidad social puede ser modificada cuando

    se descubre que es modificable y puede hacerse.

    ste ha de ser el primer objeto de la educacin, por

    lo que hace falta una actitud crtica, reflexiva, que

    se comprometa con la accin. No es posible entender

    la realidad sino en su desarrollo histrico y, por

    consiguiente, en su proceso de institucionalizacin.

    La escuela socialmente reconocida y legitimada es el

    lugar privilegiado para la enseanza formal.

    Habra que pugnar por una educacin que permita

    leer el mundo crticamente, que sea transformadora

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    de conciencias, pero tambin de la vida comunitaria

    del individuo. El momento y el contexto actual del

    hombre latinoamericano exigen una bsqueda ince-

    sante de la identidad que parece no encontrarse y

    la nica manera de hallarla es mediante la expe-

    riencia histrica y en el dilogo. En este espacio los

    participantes observamos, nos apartamos de l y con

    l coincidimos; en l nos ponemos y oponemos, nos

    relacionamos con ms densidad subjetiva.

    La educacin en todas sus formas es un proceso

    de accin y transformacin de la vida y de la historia

    que en ella persiste, una progresiva y continua

    reflexin que va ms all de sus propios lmites

    y que encuentra una expresin crtica de las

    circunstancias. La libertad como caracterstica de

    toda experiencia alternativa es aquella que favorece,

    estimula y promueve la realizacin de la persona.

    Ms an, puede despertar en los estudiantes la

    fuerza para explorar, inventar futuros, en fin,

    impulsar a aprender y hacer del aprendizaje una

    experiencia enriquecedora y humana. LC

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    Zenn Cuero-Cera. Maestro en Estudios Latinoamericanos, estu-diante del doctorado en Ciencias de la Educacin en el Instituto Superior de Ciencias de la Educacin del Estado de Mxico. Divisin Toluca, Mxico. Su campo de conocimiento es Filosofa y teora educativa.