Educacion Para La Liberacion
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Educacin para la liberacin: una propuesta desde la
filosofa latinoamericana
Zenn Cuero-Cera*
*Instituto Superior de Ciencias de la
Educacin del Estado de Mxico, Mxico
Correo-e: [email protected]
Recibido: 6 de noviembre de 2013
Aceptado: 29 de enero de 2014
Resumen: El ensayo discute los trminos filosofa latinoamericana, filoso-
fa de la liberacin y educacin para la liberacin de Amrica Latina. A partir
de las ideas en torno a la existencia de una filosofa latinoamericana, que es
resultado del esfuerzo por filosofar desde las necesidades sociales y polticas
del subcontinente, se argumenta a favor de la existencia de una educacin
para la liberacin de Amrica Latina, la cual se concluye debe entender-
se como una prctica pedaggica que permita leer el mundo crticamente, que
sea transformadora de conciencias, pero tambin de la vida comunitaria de
los individuos, lo cual, ahora, exige una bsqueda incesante de la identidad
mediante la experiencia histrica y el dilogo, pues la educacin es un proce-
so de accin y transformacin de la vida y de la historia que en ella persiste.
Palabras clave: Amrica Latina, educacin para los derechos humanos; diver-
sidad cultural.
41
Este documento forma parte de la inves-
tigacin doctoral del autor titulada: La
educacin para la liberacin en el contex-
to de la filosofa latinoamericana: plantea-
mientos contemporneos.
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Educacin para la liberacin: una propuesta desde la filosofa latinoamericana Zenn Cuero-Cera
1 Cuando se estudia cualquier ciencia, generalmente, se comienza definindola. En filosofa esto no es posible, porque entre los filsofos no hay un acuerdo respecto a la definicin. Es ste, en-tonces, el primer problema al que se enfrenta la filosofa y, por ello, empieza cuestionndose a s misma; sin embargo, quien se acerca a ella tiene ya una idea de lo que sta es o, al menos, de lo que puede ser.
2 Respecto al tema de si existe una filosofa latinoamericana, cuestionado y debatido a lo largo de los aos, vase Salazar Bondy (1968), Zea (1987), Frondizi y Gracia (1974), Mir Que-sada (1974, 1981) y Fornet-Betancourt (1992).
3 Mediante el logos el hombre no slo se sita en el mundo y el uni-verso, sino que hace de ellos su hogar. Por el verbo deja de ser un ente entre entes, para transformarse en habitante. Esto es, en aquel que da sentido, distinguiendo, separando, igualando y unificando al resto de los entes que carecen de esta cualidad.
4 La expresin nuestra Amrica aparece en la escritura de Jos Mart entre 1875 y 1878, aos en los que estuvo exilado en Mxico y Guatemala. Esa frase supona otra Amrica que no sera la nuestra, la que a partir de 1884 Mart designar como la Amrica europea. Destaca el modo en que esta tensin de significados contrapuestos se carga de sentido durante el exilio de Mart en Estados Unidos entre 1880 y 1895, lapso en que la nacin del norte evoluciona hacia el capitalismo monopolista y en el que el pensador cubano advierte y seala con preocupa-cin los rasgos del naciente imperialismo.
Hablar de filosofa latinoamericana supo-ne la existencia de diferentes concepciones o modos
de hacer filosofa.1 Esto, sin duda, anula la concep-
cin universalista, lisa y llana de la filosofa, fun-
damento que posibilita lo que se propone en este
artculo: justificar la existencia de una educacin
para la liberacin de Amrica Latina.2 La idea, sin
embargo, no es nueva en el mbito latinoamericano.
Enrique Dussel en la dcada de los setenta ya la des-
criba cuando afirmaba que no era lo mismo nacer
en el Polo Norte o en Chiapas que en Nueva York
(1977:19). A cada hombre corresponde una proyec-
cin diferente de la cual no se puede desprender.
El espacio geopoltico, el contexto cultural y social
son determinantes en todo discurso filosfico que se
emite, en cuanto sirve como principio de una deter-
minada epistemologa.
A la pregunta sobre la existencia de una filosofa
latinoamericana se hace manifiesta una forma par-
ticular de pensar: el logos3 se expresa en el ser propio
de esta Amrica. La expresin hace explcita una
manera de ser, de actuar, que posee relacin con la
realidad y la historia particular de los habitantes de
esta nuestra Amrica;4 as,
con el nombre genrico de filosofa latinoame-
ricana se conoce la produccin filosfica elaborada
con una perspectiva latinoamericanista explcita. La
expresin remite al resultado del esfuerzo por filo-
sofar desde las necesidades prioritariamente sociales
y polticas de esta regin geocultural con el hori-
zonte del proyecto que lleva por nombre ms abar-
cador y aceptable Nuestra Amrica [] la expresin
apunta ms bien a un proyecto de unidad subconti-
nental (Cerutti, 2001: 31).
El trmino filosofa latinoamericana alude a
dos cuestiones: en primer lugar, a una reflexin
hecha por latinoamericanos; en segundo, a que
dicho pensamiento surge de las necesidades que
imperan en esta parte del continente. La existencia
de una filosofa latinoamericana deja una paulatina
sensacin de que todo lo que se tena por cierto a
partir de la comprensin de la filosofa occidental es
dudoso, cuando no falso; de que nuestras certezas
acerca de la filosofa, que se consideraban firmes e
incuestionables, ahora parecen perder sentido en
un contexto social, poltico y cultural diferente. ste
es el reto que implica asumir dicha filosofa, pues,
precisamente, desde este punto inicia un pensar
diferente del contexto latinoamericano.
Un problema filosfico es autntico cuando se
encuentra situado en relacin con el problema radical
de una configuracin histrico-cultural. La filosofa
es inseparable del contexto en el que surge; su
preguntar nace de l, existe en l y a l se refiere.
El espacio y el tiempo, el contexto cultural y polti-
co desde el cual se emite un discurso filosfico es
su lugar y en tanto que tal, es central para efectos
de su constitucin como discurso filosfico. Am-
rica Latina es el lugar en el cual surge la filosofa
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latinoamericana [] de all obtiene su nacionali-
dad, su nombre, su figura particular y su especial
fisonoma (Santos Herceg, 2010: 133).
La mayor parte de los pensadores latinoamericanos
se ha caracterizado por mantener una posicin que
vincula su labor con la preocupacin poltica y las
exigencias histrico-sociales de la poca en la que
le toc vivir.5 Acaso los grandes sistemas filosficos
de la cultura occidental no han culminado siempre en
la propuesta de un determinado orden social, de un
determinado orden poltico? No han sido a fin de
cuentas, sino ideologas para justificar a grupos
de poder y hacer aceptar este poder a quienes lo
sufren? (Zea, 1987: 40). El pensamiento filosfico
latinoamericano no puede estudiarse desde la ptica
de las tradiciones acadmicas europeas, sino desde
la realidad misma en que se generan:
Esto abre espacio para poder estudiar, al lado del
trabajo acadmico, las filosofas implcitas en el
pensamiento de las culturas indgenas y popula-
res, del mismo modo las distintas formas de pen-
samiento poltico, econmico, pedaggico, etctera.
Ms an, hace posible continuar con la etapa de
elaboracin de las historias de la filosofa de tipo
nacional, condicin necesaria para encarar histo-
rias continentales (Magalln, 1989: 238).
El arraigo de la filosofa pasa evidentemente por el
sujeto de la enunciacin filosfica: es l quien est
vinculado con su mundo, con su cultura.6 La situacin
de la filosofa en Amrica Latina es un fenmeno que
no remite directa ni exclusivamente a la filosofa
como dimensin cultural particular, sino al estado de
la cultura en la que se desenvuelve y expresa.
En este sentido todo hombre es un ente compro-
metido, esto es, inserto, arrojado o puesto en un
mundo dentro del cual ha de actuar y ante el cual
ha de ser responsable. El compromiso es condena
5 La lista de publicaciones que refieren esta cuestin es suma-mente extensa, menciono a modo de ejemplo a Soler (1959), Zea (1978), Ardao (1979) y Rovaira (1997).
6 El hombre es el nico ente de la creacin que tiene la capaci-dad de pensar y dar sentido por medio de la palabra a todo cuanto le rodea: hombres y cosas, a sus semejantes y a la naturaleza; situado en el mundo es obligado a colocarse en l, por esto su tendencia a mirar en funcin de la concepcin que tiene de s mismo.
Independencia de Cuba, representada por la revista La Flaca en 1873.
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y no cmodo contrato que se cumple libremente
segn convenga o no a determinados intereses
(Villegas, 1979: 140).
Se asume, de modo explcito, la situacin especfica
de Amrica Latina como modo de reflexin.
Desde esta perspectiva, la filosofa latinoame-
ricana se convierte en un problema filosfico, cuya
peculiaridad radica en pensar desde las fuentes de
su propia tradicin cultural; intenta, as, redefinir
y reubicar el quehacer filosfico, en el sentido de
que ya no se quiere practicar la filosofa sin ms,
sino que se busca justamente la contextualizacin e
inculturacin de la reflexin filosfica. Hablar de
una filosofa latinoamericana no significa reducirla
a una filosofa para Amrica Latina; representa ms
bien la posibilidad de una visin crtica y universal,
una alternativa, dentro de una situacin histrica
determinada.
La tradicin latinoamericanista ha denunciado
la influencia ideolgica de la filosofa occidental;7
de los autores que as lo han hecho puede ofrecerse
una lista mnima: Enrique Dussel, Francisco Mir
Quesada, Augusto Salazar Bondy, Jos Carlos Mari-
tegui, Arturo Andrs Roig y Leopoldo Zea, por citar
algunos. En estos pensadores latinoamericanos se
nota, a pesar de que utilizan ideas y mtodos dife-
rentes, un rasgo comn: el inters de fundamentar
filosficamente la liberacin, la convergencia entre
la teora como fundamento y la praxis que, aunque
pueda constituirse por diferentes motivaciones, que-
da iluminada por la razn.
Los oprimidos y excluidos latinoamericanos slo
comienzan a creer en ellos mismos cuando descubren
las causas de su dominacin y se unen a la lucha
organizada para liberarse. Este descubrimiento no
puede ser meramente intelectual, sino que debe
incluir una praxis. Hacia esta reflexin, que incluyera
una prctica para superar la historia de dominacin
y desigualdad social, se orient la filosofa de la
liberacin, que, junto con la pedagoga de la liberacin,
constituy una clara iniciativa para configurar un
pensamiento latinoamericanista autntico, vido
de nuevos modelos interpretativos que generaran
prcticas sociales ms justas y creativas; asimismo
represent una crtica radical al pensamiento occidental
desde la periferia latinoamericana. Para responder a
estas condiciones, la filosofa latinoamericana se torna
necesaria: en medio de la miseria y confrontacin de
sus habitantes debe nacer una filosofa de liberacin.
Para construirla es importante reconocer que lo
nuevo, lo que muestra en su contexto la historicidad
del hombre y su lucha por potenciar su alteridad
no se halla en las filosofas acadmicas, sino en el
discurso de los marginados, indignados y excluidos. La
propuesta sera una filosofa con conciencia crtica,
que necesariamente parta de un anlisis de la realidad
del hombre que siente opresin y dependencia.
Desarrollo
En la actualidad, la relacin entre la filosofa latino-
americana y la educacin ha cobrado especial signi-
ficacin, entre otras razones, porque se ubica en un
contexto donde la desigualdad se ha profundizado; en
Enrique Dussel y Noam Chomsky en Loyola University, Chicago (1994). Foto: dominio pblico.
7 La nmina de libros que trata este tema es muy extensa. Vase al respecto Zea (1974) y Salazar Bondy (1968).
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l los contrastes y las diferencias sociales, polticas,
econmicas y educativas se acentan en lugar de
atenuarse, lo cual ha causado un deterioro en la
educacin del pueblo. As, ante los problemas que hoy
plantea la regin, la filosofa latinoamericana ofrece
una visin diferente de anlisis educativo:
Para nosotros educar significa integrar, mostrar,
ensear, y filosofar a partir de una perspectiva
donde el alumno clarifique y asocie desde un sis-
tema y mtodo. Esta educacin presupone cualida-
des especiales como son: el respeto a la libertad, a
la dignidad e integridad de la persona humana y
del maestro (Magalln, 1993: 175)
Si bien la filosofa es un esfuerzo del espritu humano
por llegar a conocer lo que nos rodea mediante el
logos razn y palabra en que se hace manifiesta,
la filosofa latinoamericana no tiene un carcter
teleolgico, libre de contaminacin ideolgica, ms
bien asume en su ser un compromiso tico, social,
histrico y poltico. Representa una lucha social que
se resiste a ser mediatizada, alienada y sometida a los
intereses de los grupos ideolgicamente dominantes.
El punto de partida de este anlisis radica en la
toma de conciencia de la situacin que caracteriza a
los pueblos latinoamericanos en diferentes mbitos:
pobreza, educacin, violencia, corrupcin, violacin a
los derechos humanos, todos ligados al problema
educativo. Los filsofos latinoamericanos somos los
escpticos de la filosofa del centro, dudamos de su
validez universal. Pero no pretenderemos [] que
nuestro horizonte de comprensin [sea] la naturaleza,
sino [] un proyecto histrico de liberacin (Dussel,
1980: 29).
Hablar de liberacin, de opresin, de violencia,
de educacin no implica la referencia a categoras
abstractas, sino histricas. As, cuando se habla de la
mujer y del hombre, se alude a seres histricos y no a
abstracciones ideales; se trata de seres cuya conciencia
est ntimamente ligada a su vida real y social. La
palabra libertad, en el contexto latinoamericano,
tiene el sentido de un proceso permanente dentro del
devenir histrico, ya que resulta imposible prefigurar
un plano histrico en donde fuese manifiesta la
libertad absoluta, pues para ser se debe estar siendo,
en pleno devenir. Se destaca, por ello, una clara
oposicin espacio-temporal desde la cual hay una
crtica del presente para proyectar un futuro, pues
ninguna idea puede ser comprendida fuera de este
contexto (Magalln, 2012: 138).
Lo filosfico, en este sentido, no consiste en
liberarse de los presupuestos con argumentaciones,
sino en reconocerlos. El hombre no se define como
un yo pienso, el ego cogito de Descartes, antes bien
en un sentido de estar ya siempre comprendiendo,
un inacabamiento del hombre constituye su poder
ser. La manera en que el hombre comprende su
mundo y sus posibilidades inherentes se basa en una
dialctica comprensiva del ethos de quien lo vive y
experimenta.
La educacin en Amrica Latina ha de cum-
plir con uno de sus objetivos fundamentales:
ser educacin conscientizadora y constituir a los
individuos en sujetos de accin social y pol-
tica, que privilegie la organizacin econmi-
ca con sentido de distribucin equitativa de la
riqueza y asegure mnimamente la dignidad,
instaurando justicia en un contexto de lucha
con los poderosos intereses creados. Una edu-
cacin debe servir de algn modo para trans-
formar nuestras sociedades. La educacin as
concebida tiene una dimensin poltica y es un
elemento de apoyo y orientacin de los hechos
sociales (Magalln, 1993: 82).
A los latinoamericanos les debe importar la realidad
y la forma en que sta se expresa, ya mediante las
masas que viven cotidianamente de una forma
diferente a lo que nosotros pensamos ya mediante lo
que el concepto muestra. Debe partirse de la realidad
y emplearse el concepto, que tiene que ser cientfico,
no relativo: debe permitir tomar la creatividad de la
realidad, que exija la transformacin de s mismo y
no que ste exija la transformacin de la realidad.
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eDucacin liberaDora
Describir qu es la educacin liberadora resultara
una pretensin, pero intentar dar razones de su
validez y actualidad en Amrica Latina parece ser, en
s misma, una tarea ingenua. Vivimos un vertiginoso
devenir social, en el que la multiculturalidad an
no encuentra razn de su propia identidad; tal
vez, por ello, lo nico que resta es aproximarse a
los acontecimientos presentes y pasados, y as la
recuperacin de la historia de las ideas constituir
una analoga de lo que sucede en la actualidad.
Desde la perspectiva de Enrique Dussel,
la filosofa de la liberacin es una operacin
pedaggica, desde una praxis que se estable-
ce en la proximidad maestro-discpulo, pensador-
pueblo, intelectual orgnico, dira Gramsci, en el
pueblo. Aunque pedaggica, es una praxis con-
dicionada por la praxis poltica (y tambin erti-
ca). Sin embargo, como pedaggica, su esencia
es especulativa, terica. La praxis terica, o la
accin poitico intelectual esclarecedora del
filsofo, se encamina a descubrir y exponer (en
la exposicin y el riesgo de la vida del filsofo),
ante el sistema, todos los momentos negados y
toda la exterioridad sin justicia. Por ello es una
pedaggica sin analctica de la liberacin. Es
decir, es el magisterio que cumple en nombre
del pobre, del oprimido, del otro, el que como
rehn dentro del sistema testimonia el fetichis-
mo de dicha totalidad y predice su muerte en el
acto (Dussel, 1995: 206).
La educacin lleva consigo una concepcin y una
idealizacin del ser humano, por lo cual no pueden
entenderse una teora y una prctica educativa sepa-
radas de su relacin espacio-temporal, de la histo-
ricidad y la temporalidad de la finitud humana,
porque la educacin permite a los seres humanos
alcanzar libertades fundamentales en el orden
intelectual, poltico, civil y econmico, adems de
constituir el principal elemento de paz y estabilidad
en el mundo (Vargas, 2008: 27). As podra
afirmarse que la educacin o es liberadora o no
es educacin. Los sistemas educativos en Amrica
Latina manipulan y alienan al educando, porque la
alfabetizacin y la educacin actual tienen miedo
a la libertad y niegan al pueblo el derecho a decir
su palabra. Se debe hablar de educando-educador
con educador-educando como primer paso para la
integracin de una realidad nacional, con toma de
consciencia (Cerutti, 93: 143). Si bien la educacin
es un proceso multidireccional mediante el cual se
socializan conocimientos, valores, costumbres y
formas de actuar entre muchas otras, ste no es el
nico camino para la necesaria transformacin social.
La educacin otorga mayor claridad para interpretar
el mundo, claridad que abre las posibilidades de
intervencin poltica. La posibilidad de ser y es-
tar en el mundo ofrece, a su vez, la posibilidad
de transformarse y transformar el entorno del su-
jeto, por ello, la principal responsabilidad de los
educadores consiste en intervenir en la realidad,
mantener la esperanza y ser copartcipe del cambio
o transformacin de tipo educativo, el cual repercute
indisolublemente en lo social.
Si en la educacin como situacin gnoseol-
gica, el acto cognoscente del sujeto educador
(tambin educando) sobre el objeto cognoscible
no muere o en ella se agota, porque analgica-
mente se extiende a otros sujetos cognoscibles,
de tal manera que el objeto cognoscible se hace
mediador de la cognoscibilidad de los dos, en la
teora de la accin revolucionaria se da lo mis-
mo [...] En esta teora de la accin, exactamente
porque es revolucionaria, no es posible hablar
ni de actor, en singular, ni siquiera de actores en
plural, sino de actores en intersubjetividad,
en intercomunicacin (Freire, 1970: 163).
La realidad, la interaccin cara a cara enriquece al
sujeto, quien al llevar a cabo un acto creativo, en una
relacin dialctica, participa en la humanizacin del
objeto y en la objetivacin del sujeto. Esta apropiacin
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de la realidad por el sujeto, este crecimiento personal
y aprendizaje puede ser denominado educacin para
la liberacin. No puede darse una prctica liberadora,
o bien educacin en y para la liberacin, sin que
el educando y el educador cuenten con los medios
concretos para la produccin creativa de soluciones
a los problemas sociales que los aquejan, donde, por
cierto, la conciencia crtica tiene un papel destacable.
En cuanto distinto el discpulo tiene un nuevo
proyecto histrico de ser hombre (el Otro real e
histricamente). El maestro no puede simple-
mente depositar un cierto nmero de conoci-
mientos ya adquiridos (concepcin bancaria
de la educacin, donde slo es cuestin de ense-
ar para la memoria: para recordar), sino que
debe trasmitir lo ya adquirido, pero desde la
situacin existencial del discpulo y de manera
tal que su revelacin creadora llegue a confun-
dirse con la propia invencin problematizadora
del educando. Es decir, y esto lo vio en parte
Heidegger, debe establecerse una analctica
pedaggica que supere la aparente distincin
entre padre-hijo, maestro-discpulo, analcti-
ca alterativa imposible de pensar dentro de la
ontologa de la Totalidad (Dussel, 1973: 141).
En la educacin liberadora, el educando debe abrir-
se al otro, al maestro, quien, mediante un proceso
analctico, asume un compromiso con el otro al
negarse como totalidad y aceptarse como finito.
ste es el compromiso tico de una educacin para
la liberacin latinoamericana. Respecto a esta
afirmacin, Paulo Freire confirma que un educador
humanista, revolucionario, no puede esperar esta
posibilidad. Su accin al identificarse, desde luego,
con la de los educandos, debe orientarse en el
sentido de la liberacin de ambos. En el sentido de
pensamiento autntico (1970: 77).
En la analctica, educador y educando debern ser
reeducados como ejercicio y prctica transformadora
del ser humano en su totalidad, en lo ntico, en lo
ontolgico, en la existencia y en lo epistemolgico.
Slo transformndonos a nosotros mismos es posible
transformar la naturaleza y el mundo. El pensamiento
latinoamericano ha descubierto que el cultivo de
la filosofa forma una mente crtica gracias a la
educacin: la filosofa, precisamente porque forma
primero la mente crtica de los individuos, ejerce una
funcin liberadora mediante el proceso educativo
(Unesco, 2011: 40). Por lo que sera imposible hablar
de educacin si el educando no se educase a s
mismo en el proceso de su liberacin, en una praxis
de liberacin. La educacin no est desligada de
los problemas que afectan a los hombres concretos,
sino que brota de ellos, de su derecho a una vida
digna y justa, de su derecho a decir su palabra, la
palabra del pasado, la palabra transformadora del
presente, que desvela la realidad y permite descubrir
las contradicciones; pero tambin la palabra del
futuro todava no dicha, la palabra de la esperanza.
En una educacin liberadora, nunca se les pide
a los educandos que piensen de manera crtica
sobre los factores que condicionan su propio pen-
samiento o que reflexionen sobre el porqu de su
propia situacin; tampoco se les pide que hagan una
relectura de la realidad, de una realidad que se les
presenta como algo que es, que est ah.
El oprimido en cuanto alienado o en cuanto
refleja en l el orden dominador, tiene vicios que
pasan por ser virtudes (paciencia, educacin,
Escolares en un aula de la provincia de Guantnamo, Cuba. Fotografa: Mijal Yevstfiev.
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etc.) del orden imperante. Esas sern las virtu-
des del orden futuro (vicios mistificados). En
cambio las virtudes reales del oprimido, no en
tanto oprimido sino en cuanto exterior al orden
vigente, virtudes que permanecen ocultas para
el dominador y despreciadas como incultas,
supercheras, populacheras, etc., son el pun-
to de apoyo del thos de la liberacin, que el
maestro de liberacin sabe descubrir en su propia
vida y cultivar en el Otro, el pobre y despreciado
en sus propios valores (que son las mediaciones
del proyecto histrico de liberacin). En este sen-
tido las virtudes o el thos liberador luchan con-
tra la entropa o ley del uso que convierte todo
en habitual (Dussel, 1973: 109).
Una libertad postulada concretamente es exaltada
por el sector dominante, para poder educar al pueblo.
En la educacin liberadora es necesaria la relacin
cara a cara de la totalidad con la alteridad, escuchar
la voz del discpulo en la negacin de la tradicin
anterior. En el descubrimiento de la experiencia
nica y diferente se reafirma la propia identidad. En
la supuesta libertad, el pensamiento-lenguaje est
desconectado de la realidad objetiva y los meca-
nismos de absorcin de la ideologa dominante
nunca son discutidos, sino aceptados como la rea-
lidad imperante.
Si se quiere rescatar y dar un aporte a la
educacin en Amrica Latina, deber defenderse
el derecho a repensar y replantear los objetivos y
los fines que la educacin, en todos sus grados, se
proponga desde un proyecto integral e integrador.
La propuesta de una educacin para la liberacin
busca recuperar la mxima de aprender a aprender,
lo cual significa reconstruir al sujeto social educable
y reconocerlo como un ser ticamente valioso. En ella
los seres humanos tendran un compromiso consigo
mismos para poder interactuar con su medio, su
vida y su entorno.
Los seres humanos son configurados por las dis-
posiciones culturales: tradiciones, creencias, educa-
cin, enseanza de experiencias y de conocimientos
transmitidos de generacin en generacin, todo ello
gracias a la capacidad de interactuar con los otros. La
pedaggica es esencialmente la bipolaridad metafsica
del cara a cara del que es anterior al otro (Dussel,
1980: 43). Para la realizacin del acto pedaggico, en
este sentido, es necesaria la concurrencia de varias
perspectivas. La cultura y la educacin no se pueden
ver separadas: en el trasfondo educativo es imposible
ensear algo que no corresponda a la realidad del
fenmeno educativo. Lo contrario llevara a una falsa
interpretacin de la realidad. Al respecto, el filsofo
mexicano Mario Magalln Anaya comenta:
Mi propuesta es educar con base en una filoso-
fa de la educacin. No se entienda sta exclusi-
vamente como la forma escolarizada estndar,
sino dirigida a un proceso liberador que tome en
cuenta las diferencias entre la cultura de masas
media o cultura de masas, con aquellas que con-
sideren las propias identidades y tradiciones
(1993: 176).
Una educacin para la vida, pero aplicada en la
vida misma. Los pases dependientes estn sujetos
a los modelos educativos que les son impuestos; sin
embargo, la adopcin de modelos ajenos da como
resultado nuevas formas de dominio pedaggico:
Tzompantli, mscaras y un ngel (1995), detalle. leo y acrlico sobre tela: Rafael Cauduro.
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Una pedaggica liberadora tiene conciencia que
el maestro slo es un sujeto procreador, fecun-
dante del proceso, desde su exterioridad crtica.
No pretender no influir en nada como Scrates
o el preceptor del mile. Por el contrario, adverti-
r al discpulo su posicin fecundante, y le dar
conciencia refleja de lo que l agrega al proceso
del educando, permitindole as ser crtico con
respecto al maestro crtico, sin embargo, la nica
manera de hacerlo avanzar es dndole algo que
le falta: la crtica liberadora como mtodo; pero
para que esa misma crtica no se vuelva domina-
dora debe advertirle el cmo esa crtica la ejerce
l mismo (Dussel, 1980: 102).
Se postula, de esta suerte, una educacin dialogante
y crtica de los condicionamientos polticos; as cada
sector que integra el sistema social debe cambiar y
adecuarse a las transformaciones. Es necesario iden-
tificar la pedagoga imperante e indicar un camino
liberador.
conclusin
Est claro que no se puede hablar de educacin desde
el contexto de la filosofa latinoamericana sin desligar
los aspectos poltico, social, cultural y filosfico, que se
contraponen a un pensar meditativo en un aprender a
trascender al plano fundamental. La filosofa latino-
americana plantea que
la educacin es domesticacin, aprendizaje por
repeticin tanto en la familia (padres-hijos) como
en la poltica (estado-pueblo), la violencia, el cas-
tigo, la represin ensea que toda rebelda es
imposible. El hallar ya escarmentado y, al mismo
tiempo, sometido frente al poder real, lo predis-
pone a preferir formas de vida totalitarias (Dus-
sel, 1980: 92).
Una educacin represora es lo que la condicin mo-
derna impone en Latinoamrica, una educacin para
legitimar el poder poltico se observa, definitiva-
mente, en el entorno de los pases latinoamericanos.
La ingenuidad de muchos acadmicos consiste
en pensar que sta es la educacin sistemtica de
la sociedad que se pretende transformar, y que, ms
bien, acta como un instrumento de control social que
debe preservarse. En realidad, desde una perspectiva
latinoamericana, la educacin no tiene autonoma y,
por ende, no participa de la transformacin social.
Una educacin ligada a las estructuras polticas
y econmicas de las clases sociales responde a los
intereses y aspiraciones de la clase dominante; no
se debe creer que la educacin sea nicamente una
cuestin tcnica y pedaggica y que, por lo mismo,
no se deba mezclar con la poltica. Toda educacin
entraa en s misma una intencin poltica. Una
instruccin no es educacin. La verdadera educacin
puede hacer que los seres humanos se trasciendan
a s mismos, se concienticen y constituyan a los
individuos en sujetos de accin social, poltica,
adems de garantizar la dignidad humana. En resu-
men, la educacin se transforma en el medio capaz
de impulsar, al lado de otros factores, la dinmica de
los cambios sociales. Si, como hemos afirmado, toda
educacin busca la liberacin, es porque no se ajusta a
una absoluta y exclusiva determinacin.
Una verdadera educacin no consiste en la trans-
misin de contenidos y conceptos, sino en un proceso
por el cual los seres humanos se van construyendo en
comunicacin con otros. El hombre en este proceso va
encontrando su propia manera de convertirse en el ser
humano que autnticamente quiere llegar a ser.
La realidad social puede ser modificada cuando
se descubre que es modificable y puede hacerse.
ste ha de ser el primer objeto de la educacin, por
lo que hace falta una actitud crtica, reflexiva, que
se comprometa con la accin. No es posible entender
la realidad sino en su desarrollo histrico y, por
consiguiente, en su proceso de institucionalizacin.
La escuela socialmente reconocida y legitimada es el
lugar privilegiado para la enseanza formal.
Habra que pugnar por una educacin que permita
leer el mundo crticamente, que sea transformadora
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Educacin para la liberacin: una propuesta desde la filosofa latinoamericana Zenn Cuero-Cera
de conciencias, pero tambin de la vida comunitaria
del individuo. El momento y el contexto actual del
hombre latinoamericano exigen una bsqueda ince-
sante de la identidad que parece no encontrarse y
la nica manera de hallarla es mediante la expe-
riencia histrica y en el dilogo. En este espacio los
participantes observamos, nos apartamos de l y con
l coincidimos; en l nos ponemos y oponemos, nos
relacionamos con ms densidad subjetiva.
La educacin en todas sus formas es un proceso
de accin y transformacin de la vida y de la historia
que en ella persiste, una progresiva y continua
reflexin que va ms all de sus propios lmites
y que encuentra una expresin crtica de las
circunstancias. La libertad como caracterstica de
toda experiencia alternativa es aquella que favorece,
estimula y promueve la realizacin de la persona.
Ms an, puede despertar en los estudiantes la
fuerza para explorar, inventar futuros, en fin,
impulsar a aprender y hacer del aprendizaje una
experiencia enriquecedora y humana. LC
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Zenn Cuero-Cera. Maestro en Estudios Latinoamericanos, estu-diante del doctorado en Ciencias de la Educacin en el Instituto Superior de Ciencias de la Educacin del Estado de Mxico. Divisin Toluca, Mxico. Su campo de conocimiento es Filosofa y teora educativa.