EDICIÓN OCTUBRE 2014

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BIOMA VIDA AL SUR DE LA TIERRA PARQUE NACIONAL LLANOS DE CHALLE Entre el mar, la Tierra y el cielo REVISTA ISSN 0719-093X FLORA Cuando la belleza brota sin agua FAUNA Vida salvaje y elusiva OCTUBRE 2014

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Revista BIOMA 2014

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BIOMAVIDA AL SUR DE LA TIERRA

PARQUE NACIONAL LLANOS DE CHALLEEntre el mar, la Tierra y el cielo

REVISTA

ISS

N 0

719-

093X

FLORACuando la belleza brota sin aguaFAUNA Vida salvaje y elusiva

OCTUBRE 2014

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BIOMAVIDA AL SUR DE LA TIERRA

REVISTA

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523006Parque Nacional Llanos de Challe, entre el mar, la Tierra y el cielo

Es la tierra, es el aroma del mar que se mezcla con el desierto, es el cielo tan azul como el zafir, son sus cactáceas solitarias que parecen caminar para reunirse en un momento del tiempo con sus pares…

EN ESTA EDICIÓN

Flora en el Parque Nacional Llanos de Challe, cuando la belleza brota sin agua

En los escabrosos cerros de la cordillera de la costa de la Tercera Región de Antofagasta, este año las lluvias han estado tan ausentes como las estrellas en una noche de luna llena...

Especial Parque Nacional Llanos de Challe

Fauna en el Parque Nacional Llanos de Cha-lle, vida salvaje y elusiva

El silencio es el terrateniente en las tierras del Parque Nacional Llanos de Challe, en ocasiones esta profunda mudez puede descolocar hasta al más avezado explorador, la vastedad de este paisaje guarda secretos...

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César Jopia QuiñonesDirector

Bienvenidos a esta nueva edición de Revista BIOMA

EDITORIALLa profunda impresión que nos cau-só el Parque Nacional Llanos de Cha-lle fue una experiencia que nos tras-ladó a miles de años atrás, cuando la cultura de Camanchaca deambula-ba por sus llanuras, cerros y dunares, sentimos la presencia constante de sus miradas vigilantes y protectoras. Así mismo, presenciamos la inago-table actividad biótica de un paisaje que sobrevive ante la adversa condi-ción de sequía, sin perder su extraor-dinaria belleza escénica ni su fuerza natural de renovación perenne.Un paisaje que nos robó el aire de los pulmones es el que presenta los llanos que dieron origen al nombre de este territorio, Llanos de Challe, que en alguna lengua desconocida podría significar "Arenas blancas", lo que es visiblemente comprobable. Estos parajes están sembrados de cuarzo, generando un enigmático mundo donde parece que los cactus caminan para tratar de encontrarse con sus pares en medio de la nada, maravillados por esta escenano po-demos sino más que decir que tal vez sólo un poeta es digno de caminar por estos arcaicos suelos, que, segu-ramente, vieron pasar a extintas cria-turas de la Prehistoria y apreciaron cómo el hombre de culturas desapa-recidas se comunicaba con el univer-so y con su cosmovisión interpretaba la maravillosa experiencia de estar en Llanos de Challe, tal y como nos sucedió a nosotros.

En esta oportunidad, además, par-ticipamos como observadores del Censo de Guanacos, gracias a esta importante actividad pudimos reco-rrer con los guardaparques diversas rutas y realizando transectos* reco-pilando información y datos vitales, no sólo para determinar el número de la población de esta especie sino que nos permitió conocer y entender su comportamiento habitual.

Además, Revista BIOMA participó en la coproducción de un documental francés sobre camélidos del mundo, el cual es realizado en Chile por un equipo de cámara de la productora Grand Angle de Paris.

En resumen, podemos concluir que descubrimos sobrecogedores paisa-jes para ustedes y entendimos nues-tro lugar en la naturaleza. Somos invasores, pero con una finalidad noble, que es difundir el valor patri-monial de estos santuarios naturales de Chile.

*Ruta geográfica técnica de observación y regis-

tro de datos ecológicos o biológicos.

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Parque Nacional Llanos de Challe

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E s la tierra, es el aroma del mar que se mezcla con el desierto, es el cielo tan azul como el zafir, son sus cactáceas solitarias que parecen ca-minar para reunirse en un momento del tiempo con sus pares… son re-flexiones y no preguntas, para inter-pretar la belleza inhóspita de Llanos de Challe.Viajamos hasta el sector costero de la Tercera Región de Atacama, tras alejarnos de Huasco, tomamos una ruta sin asfaltar, la tarde ya estaba en la oración y el camino se volvía cada vez más solitario al punto que no sa-bíamos si íbamos en la dirección co-rrecta, el mar se mecía bravo, engreí-do y constante en el ya oscurecido día. No hay prácticamente nada en este camino, el C470, que serpentea por la costa, muy lejos de la Ruta 5 Norte, tras un poco más de una hora llegamos a la guardería de Conaf, sólo para sorprendernos con una luna más brillante que de costumbre que salía por el este, revelándonos un paisaje sobrenatural.El día siguiente nos llena de misticis-mo, con un simple espectáculo coti-diano de la naturaleza, y que era ver al Cerro Negro (774 m.s.n.m.) que separa la costa de los llanos, emerger teatralmente desde lo profundo de una cubierta de camanchaca que lo baña de humedad cada día.Su vastedad nos empequeñece, este territorio protegido se extiende por 45.708 hectáreas entre la parte oriental de la cordillera de la costa y su antigüedad nos avergüenza, por diez mil años los camanchacas vie-ron en estas tierras, como nosotros las vemos hoy, un paraíso de la na-turaleza.

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Al entrar en sus dominios ancestrales nos parece que el sustrato se despier-ta al amanecer y abre sus fauces que parecen engullirse al Sol, asimismo la fauna se mimetiza inteligentemente con el dibujo natural de su geogra-fía, como los distantes guanacos, o los escurridizos gatos Colo Colo, y quién sabe también como los místi-cos pumas que han convertido de estos accidentados recodos su hogar permanente.El parque fue creado en el año 1997 con el fin de proteger y preservar las formaciones vegetales reconocidas como Desierto Costero de Huasco, las que no estaban presentes en otras reservas, el Parque Nacional Llanos de Challe tiene un clima de-sértico influenciado directamente por la corriente de Humboldt, la que nos enseña que este aparente inhós-pito lugar tiene hasta tres variantes climatológicas visibles también en casi toda la región, una es el clima desértico costero con nubosidad abundante, la otra es el clima desérti-co transicional y una tercera el clima de desierto frío de montaña.Por ello escogemos una fría mañana para entrar en sus tierras altas, don-de nos percatamos de una importan-te presencia de conchas, que no di-cen relación con el factor antrópico arcaico, esto es porque en el área sur oeste del parque se encuentran for-maciones Triásicas media-Liásica las que son sedimentitas marinas, are-niscas y conglomerados cuarcíferos que en parte son portadoras de es-tos restos de fauna fósil.Estas características geológicas, en otro ámbito, probablemente expli-can el origen del nombre de "Challe"

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palabra de origen desconocido por-que podría provenir de alguna de las lenguas de sus paleo habitantes, y que significaría "arenas blancas", la alta presencia de cuarcita o cuarzo a flor de suelo, nos hace pensar en aquel momento en que las culturas ancestrales se encontraron ante un desierto llano y blanco lejos del mar y más cerca del cielo.Hoy Llanos de Challe es un reflejo de la sequía que ha afectado a la zona hace varios años, lo que nos presen-ta una escena un tanto lóbrega ya que el déficit pluvial ha hecho desa-parecer algunas unidades de cober-tura herbácea y arbustiva, situación que parece no mejorar dejando muy atrás a las épocas de bonanza cono-cidas como “desierto florido”, donde estas mismas coberturas vegetacio-nales aumentaban hasta un cuaren-ta por ciento.Mientras extendemos nuestros co-nocimientos y nuestro entendimien-to por el hábitat de Challe, crecemos instintivamente como humanos dentro de nuestra situación de “in-vasores” y a su vez nuestro rol como “protectores” de este entorno, cierta-mente hay mucho aún que aprender de la biota de este parque.Cientos de guanacos (Lama guani-coe) buscan refugio en las alturas mientras nosotros buscamos el nues-tro más abajo en la costa, donde el mar brama para marcar su lugar en este espacio y la no<che da rienda suelta a otra infinidad de animales que pululan bajo su manto, como la yaca (Marmoza elegans), el ratón chinchilla (Abrocoma benetti) e in-cluso el mismo zorro chilla (Pseuda-

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lopex griseus) que como buen anda-riego sale en busca de éstas y otras especies para alimentarse.El Llanos de Challe no descansa, como todo en la madre natura, ya sea aquí en el desierto tipo saharia-no, en el borde costero o en los ce-rros más altos de su geografía, las altas y fornidas cactáceas de copao parecen silbar mientras el viento las atraviesa de lado a lado, juguetean-do con sus infranqueables espinas, en tanto encontramos en nuestro andar extrañas disposiciones de pie-dras que hablan de una suerte de cementerio indígena, sin nombre ni tiempo, sólo a pasos de una aguada milenaria, que brota milagrosamente en medio de la nada, y que los gua-nacos han convertido en un centro de convergencia para aplacar su poca, pero necesaria necesidad de agua.Por doquier, por donde enfoquemos nuestras cámaras o hacia donde agudicemos nuestros sentidos el Lla-nos de Challe nos guarda prodigio-sas sorpresas.Las estrellas brillan y titilan a miles de millones de años luz de este pa-raje, sin embargo nos parece que cada piedra, cada cactus y cada ser viviente se confabula con ellas, para guardar el secreto de su maravillosa existencia.

Texto y fotografías: César Jopia Q.Revista BIOMA

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UNA ONG PARA LA CONSERVACIÓN DEL PATRIMONIO NATURAL & CULTURAL DE CHILE

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Fauna en el Parque Nacional Llanos de Challe

VIDA SALVAJE Y ELUSIVA

Guanaco (Lama guanicoe)

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E l silencio es el terrateniente en las tierras del Parque Nacional Llanos de Challe, en ocasiones esta profun-da mudez puede descolocar hasta al más avezado explorador, la vastedad de este paisaje guarda secretos que muy posiblemente nadie ni tan sólo por un momento se puede imaginar.Caminamos entre cactáceas y milla-res de piedras de todos los tamaños, el paisaje muta tan rápido que no nos damos cuenta, que de pronto grandes bancos de arena que se des-cuelgan cual ventisquero, dominan la vista… luego sustratos de otro color distinto al anterior, formaciones ro-cosas color arcilla o blanca, después quebradas y llanos que se hunden y emergen ondulantes o abruptamen-te, esto nos confunde, pero logra-mos salir de nuestro asombro cuan-do la quietud se ve interrumpida por un "relinche" lejano, tal vez a más de un kilómetro…, nada se mueve, sur-gen los binoculares y el lente de ma-yor alcance de nuestra cámara juega un papel distinto, rastrear al emisor de dicho sonido… se repite… ¡guana-cos! exclama el guardaparques de Conaf…, ¡a las doce!... nos confirma, la distancia nos habla de la forma en que el guanaco (Lama guanicoe) da la voz de alerta al grupo, es segu-ramente el vigía, un macho joven, quien hace el primer llamado…, más

de mil metros y su alerta se expande en 360º, a esto se le llama "distancia de huida" un margen de tolerancia entre el humano -la amenaza- y el animal, todas las especies en estado salvaje o silvestre lo experimentan, por cierto, unas más que otras.

Esperamos que la buena fortuna mejore para encontrarnos con este espléndido camélido chileno, un poco más cerca. En esta aventura acompañamos a un equipo de cá-mara franco-chileno que realiza un documental para Grand Angle, una productora de documentales de na-

...El Sol cae en el océano Pacífico, permitiéndonos ser testigos del mítico

"Le rayon vert"...

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Un mítico habitante del PNLLCH el gato Colo Colo (Leopardus colocolo). Fotografía: Johan Sanchez, CONAF Atacama

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turaleza en Francia, ellos graban al-rededor del mundo a todas las espe-cies de la gran familia de camélidos para entender su comportamiento y adaptabilidad a los hábitats más ex-tremos del planeta.No a mucho andar, el hielo se rom-pe con la fauna local, un aguilucho (Buteo polysoma) nos observa en avezadas maniobras áreas que bus-can las corrientes ascendentes, al parecer el aviso está dado. Otras es-pecies, como el Cometocino de Gay (Phrygilus gayi), no dejan de mero-dear para ver si dejamos caer acci-dentalmente algo para comer, pero el rey de la curiosidad es el Tapaculo (Scelorchilus albiscollis), que no deja de arrebatar todo lo que le es posible de nuestro campamento base, con la agilidad que lo caracteriza ya que no es en esencia un ave muy voladora sino más bien un caminante, aunque se puede decir "saltante" ya que da hiperquinéticos saltitos para despla-zarse a alta velocidad.Más allá, en una perfecta mimetiza-ción con el suelo, la herpetofauna se luce con atractivos decorados para tomar el sol, como la lagartija nítida (Liolaemus nitida) o la lagartija de Plate (Liolaemus platei) o la colorida iguana chilena (Callopistes palluma) que se congela y posa en una tibia piedra.

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El Cometocino de Gay (Phrygilus gayi) -arriba-, no dejan de merodear para ver si dejamos caer accidentalmente algo para comer, pero el rey de la curiosidad es el Tapaculo (Scelor-chilus albiscollis) -abajo-Y la Diuca (Diuca diuca) -página opuesta- son quienes están encargados de dar la bienve-nida al Parque.

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En una perfecta mimetización con el suelo, la herpetofauna se luce con atractivos decora-dos para tomar el sol, como la lagartija nítida (Liolaemus nitida) o la lagartija de Plate (Lio-laemus platei) o la colorida iguana chilena (Callopistes palluma)

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La lista de especies herpetológicas presentes en el parque es muy inte-resante ya que su desarrollo está su-peditado al entorno como el caso de la salamanqueja (Homonota gaudi-chaudii) que hace del cactus de Co-pao (Eulychnia acida) su hogar para los ciclos diarios de vida.La particular geografía del parque también tiene como escenario el bor-de costero, que es la puerta de en-trada a este reservorio, la playa for-ma parte de este hábitat, definiendo tipos biológicos opuestos al desierto sahariano interior. Como en gran parte del borde costero norte se pue-den apreciar la variopinta avifauna costera como el chorlo nevado (Cha-radrius alexandrinus), que no da tre-gua para tratar de captar su apresura-do andar buscando frenéticamente su alimento en la arena húmeda al retiro de las olas. En una fría tarde decidimos ver cómo el Sol cae en el océano Pacífico, permitiéndonos ser testigos del mítico "Le rayon vert" o el rayo verde que nos sirvió de fondo para captar a dos de las tres especies de pilpilenes el común o simplemen-te pilpilén (Haematopus palliatus) y el pilpilén negro (Haematopus ater) que se paseaban plácidamente por las orillas mientras algunos zarapitos (Numenius phaeopus hudsonicus) escapaban de nuestro escrutinio.Finalmente, un personaje que nos cautivó con su presencia fue el zo-rro chilla (Pseudalopex griseus), su amable y tímida actitud nos permitió ver su espíritu silente y fantasmagó-rico tanto como el mítico gato Colo Colo (Leopardus colocolo) captado el 2013 en el Parque Nacional Llanos

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de Challe con cámaras trampa en zo-nas de aguadas (vertientes de agua dulce provenientes de napas subte-rráneas) y quebradas.A decir verdad, ésta es una pince-lada a la rica diversidad biótica del Parque Nacional Llanos de Challe, la vida brota por doquier, es un santua-rio natural que merece atención, so-bre todo por la siempre amenazante presencia y cercanía de la industria minera, sin mencionar la caza furti-va y los animales asilvestrados como perros que cazan guanacos destru-yendo el delicado equilibrio natural de supervivencia de las especies sil-vestres.Por ende, hay una labor importan-te que cada uno de nosotros puede hacer en pos de la educación para la conservación, proteger la flora y la fauna es vital para el equilibrio natu-ral del planeta, no sólo como un lu-gar para ir y apreciar sino más bien un hogar para cuidar.

Texto y fotografía: César Jopia Q.Fotografía Gato Colo Colo: Johan Sanchez (Conaf Atacama)Revista BIOMA

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Un aguilucho (Buteo polysoma) nos observa en avezadas maniobras áreas que buscan las corrientes ascendentes para obtener mayor altura y velocidad para cazar a sus presas.

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Dos pilpilenes, el común o simplemente pilpilén (Haematopus palliatus) y el pilpilén negro (Haematopus ater)

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Como en gran parte del borde costero norte se pueden apreciar una variopinta avifauna como el Chorlo nevado (Charadrius alexandrinus) o el Zarapito (Numenius phaeopus hud-sonicus)

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La tarde cae y al parecer las aves se despiden del Sol, en tanto a la mañana siguiente, ellos ni bien el Sol regresa y ya cantan para él...

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un personaje que nos cautivó con su presencia fue el zorro chilla (Pseudalopex griseus), su amable y tímida actitud nos permitió ver su espíritu silente y fantasmagórico

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FOTOGRAFÍA PROVÍDEO PRO

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Flora en el Parque Nacional Llanos de Challe

CUANDO LA BELLEZA BROTA SIN AGUA

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E n los escabrosos cerros de la cordillera de la costa de la Terce-ra Región de Antofagasta, este año las lluvias han estado tan ausentes como las estrellas en una noche de luna llena, tanto que la tierra parece estar parsimoniosa, triste y yerta, sin esperanza. Sin embargo, la naturale-za no abandona a este paisaje bello e indómito, como buena madre se mantiene fiel a su lado, encargándo-se de que cada día o noche su magia no se extinga, siempre mística…, mile-naria…, como seguramente la vieron nuestros ancestros y las criaturas an-tes de ellos.Estamos en el corazón del Parque Nacional Llanos de Challe, buscamos vestigios de uno de los fenómenos de la naturaleza más apreciado de nuestro territorio; el famoso desierto florido, pero desde el momento que comenzamos a divisar el panorama que caracteriza a estos páramos, nos dimos cuenta de que sería una tarea infructuosa, sabíamos de sobra que la sequía en las regiones del Norte Chico es dramática, llegando a un nivel alarmante, causando estragos tanto a las especies silvestres como al ser humano, no obstante también sabíamos que la madre natura don-de sea y como fuere nos entregaría lo mejor de sí, era nuestra misión entender esta situación, y cómo so-brevive la escasa flora ante el déficit extremo del vital elemento. Un cla-ro ejemplo de la supervivencia no del más fuerte sino del que mejor se adapta.Con los guardaparques iniciamos caminatas de varios kilómetros en

busca de guanacos (Lama guanicoe) para el Censo 2014, durante la exte-nuante ruta fuimos siendo testigos de las predominancias de las cactá-ceas como amos y señores de todo el campo visual, era como entrar a su mundo oculto y punzante y no sólo una especie sino varias… 12 para ser exactos, primero nos maravillamos con uno de los más representativos del parque la copiapoa (Copiapoa dealbata) una masa impenetrable de cactus unidos cual arrecife de coral que forma un gran cojín de espinas, que se autodefiende de la sequía ge-nerando en su epidermis una cera blanquecina para no deshidratarse, una verdadera maravilla de la familia de las cactáceas que se distribuye en la Región de Atacama.Las llanuras y los cerros están pla-gados con copaos (Eulychnia bre-viflora), coquimbanos (Copiapoa coquimbana), ilaves (Trichocereus desertícola) entre otros como el duro (Copiapoa echinoides), el espinudo escenario no cambia de aspecto, pero a medida que avanzamos y nos empinamos por las laderas también notamos especies de otra familia muy distinta como el palo negro (He-liotropium floridum) una especie ar-bustiva que en años de lluvia mues-tra hermosas flores como la amancay (Balbisia peduncularis) o el churque (Oxalis gigantea) todos estos ejem-plares hoy están opacos y sin más que resequedad en sus estructuras, una representación gráfica de los efectos del cambio climático.

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Los líquenes son bioindicadores del estado de salud ambiental, ya que son frágiles y sen-sibles a la contaminación atmosférica o hídrica, por ende el parque representa un lugar seguro para este organismo que es capaz de crecer en distintas formas...

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La copiapoa (Copiapoa dealbata) una masa impenetrable de cactus unidos cual arrecife de coral que forma un gran cojín de espinas...

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Sin darnos cuenta la temperatura ha descendido y el calor que sentíamos más a nivel del mar, que a momentos se transformaba en sudor, ahora nos daba su cara más cruel enfriándonos al punto de necesitar urgentemente cubrir la humedad de las ropas, una neblina densa y fría nos rodea como si entráramos a un mundo descono-cido del norte de Chile, se trata de la tan nombrada vaguada costera, un centro de baja presión que se pre-senta en estas solitarias costas que al desplazarse y chocar con las cor-dillera de la costa genera esta niebla húmeda que es captada suavemente por este hábitat de altura.Si bien la flora no cambia mucho en relación a puntos más bajos de es-tos cordones de cerros y valles, nos encontramos con la extraña presen-cia de líquenes que dan color a las formaciones vegetales desérticas, ciertamente es un habitante no es-perado de este ambiente seco, pero se trata de una simbiosis perfecta en-tre los hongos y las algas, el primero aporta con el sustrato (Micobionte) y el segundo, el alga, hace la fotosín-tesis asimilando los nutrientes (Foto-bionte) obteniendo el desarrollo de este organismo simbiótico.Los líquenes son bioindicadores del estado de salud ambiental, ya que son frágiles y sensibles a la conta-minación atmosférica o hídrica, por ende el parque representa un lugar seguro para este organismo que es capaz de crecer en distintas formas (Crustoso, folioso, escuamuloso, fru-ticoso, dimórfico y péndulo) y en superficies clasificables sorprenden-temente en cualquier cosa, como

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Los diminutos y casi imperceptibles napines (Thelocephala napina) una maravilla de la evo-lución adaptativa, que crecen a ras de suelo sin superar los tres centímetros de diámetro.

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en las rocas (Saxícola), en el suelo (Terrícola), en cortezas (Corticícola) y en otros sustratos como en huesos o conchas.Descendiendo nuevamente por el lado oriente (dirección noroeste) del parque dejando atrás el fantás-tico mundo conquistado por los lí-quenes nos encontramos con un desierto realmente "desierto", pero lleno de vida oculta, grandes y soli-tarios copao ácido (Eulychnia acida) emergen del suelo con soberbia, im-pávidos ante la soledad hasta cuatro metros expandiendo su aliviadora sombra sobre los diminutos y casi im-perceptibles napines (Thelocephala napina) una maravilla de la evolu-ción adaptativa, que crecen a ras de suelo sin superar los tres centímetros de diámetro, existiendo en el Parque Llanos de Challe varias subespecies exclusivas de esta reserva, como el ssp. Challenesis y el ssp. Llanensis.

Este increíble paisaje que por lado de la flora recibe la humedad de la va-guada costera, por el otro sobrevive ante todo pronóstico sin una gota de agua, nos cuenta la historia viva de la flora chilena que alimenta, enrique-ce y embellece los suelos, que aún sin las lluvias, sin el desierto florido, genera una escena digna de enten-der y de conservar para no dejar de apreciar jamás.

Texto y fotografías: César Jopia Q.Revista BIOMA

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Las llanuras y los cerros están plagados con copaos (Eulychnia breviflora),

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Para explorar... para descubrir... para conservar...

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