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Pintura medieval Cristo como pantocrátor (el que todo lo gobierna) en un mosaico de San Apolinar el Nuevo. Rávena. Mosaico bizantino del siglo VI. El nimbo crucífero y el gesto de la mano en bendición son representaciones convencionales de su divinidad. El fondo dorado expresa la eternidad. Pintura medieval es el término genérico con el que puede designarse a las producciones pictóricas del arte medieval. La Edad Media es un periodo histórico que tiene validez fundamentalmente para la civilización occidental ( siglo V al siglo XV ). En las civilizaciones no occidentales se desarrolló contemporáneamente, aunque sin relación entre sí, el arte pictórico; sobre todo en Extremo Oriente ( pintura china , pintura japonesa - arte del Japón -), y también en zonas de la América Precolombina ( pintura maya - cultura maya -). El arte islámico estuvo mucho más directamente vinculado con el arte occidental, y con una extendida presencia en Próximo Oriente y el Norte de África (desde el siglo VII) y en la Península Ibérica (desde el siglo VIII -arte andalusí-); pero la pintura islámica no tuvo (por razones religiosas -prohibición de representar figuras humanas-) un desarrollo comparable al efectuado en el arte cristiano a partir de la pintura paleocristiana (arte paleocristiano).

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Pintura medieval

Cristo como pantocrátor (el que todo lo gobierna) en un mosaico de San Apolinar el Nuevo. Rávena. Mosaico bizantino del siglo VI. El nimbo crucífero y el gesto de la mano en bendición son representaciones convencionales de su divinidad. El fondo dorado expresa la eternidad.

Pintura medieval es el término genérico con el que puede designarse a las producciones pictóricas del arte medieval.

La Edad Media es un periodo histórico que tiene validez fundamentalmente para la civilización occidental (siglo V al siglo XV).

En las civilizaciones no occidentales se desarrolló contemporáneamente, aunque sin relación entre sí, el arte pictórico; sobre todo en Extremo Oriente (pintura china, pintura japonesa -arte del Japón-), y también en zonas de la América Precolombina (pintura maya -cultura maya-). El arte islámico estuvo mucho más directamente vinculado con el arte occidental, y con una extendida presencia en Próximo Oriente y el Norte de África (desde el siglo VII) y en la Península Ibérica (desde el siglo VIII -arte andalusí-); pero la pintura islámica no tuvo (por razones religiosas -prohibición de representar figuras humanas-) un desarrollo comparable al efectuado en el arte cristiano a partir de la pintura paleocristiana (arte paleocristiano).

A pesar de que pueden rastrearse algunos vagos recuerdos o elementos de continuidad de la pintura medieval con el arte clásico grecorromano (como por ejemplo, el drapeado de los paños o algunas convenciones de representación de la figura humana), lo que predomina es una radical discontinuidad entre ambos, resaltando los fuertes rasgos de personalidad propia del periodo.

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La pintura medieval es sobre todo una pintura religiosa (arte religioso) salvo excepciones, que se hacen más numerosas al final de la Edad Media (retratos, sobre todo como donantes que aparecen en una composición principalmente religiosa). La representación de paisaje suele limitarse al fondo de las composiciones, que en muchas ocasiones se limita a un color plano (dorado simbolizando la eternidad) o se llena con figuras de forma casi obsesiva (horror vacui) que se agolpan en el primer plano, se yuxtaponen en horizontal o incluso en vertical, sin buscar efectos de profundidad. No se utiliza la perspectiva geométrica hasta los periodos finales (se insinúa en el gótico -escorzos imperfectos de muebles o arquitecturas- y se culmina con su estudio matemático consciente en el renacimiento); y la perspectiva aérea está del todo ausente. Suele usarse la perspectiva jerárquica (representación a un mayor tamaño de la figura más importante en rango teológico o social, sin consideración de su ubicación en el espacio). Es muy importante la utilización de simbolismos y un complejo lenguaje iconológico.

Periodos y estilos

Beato de Osma. La victoria del cordero (escena del Apocalipsis).

Icono de San Antipas de Pérgamo, Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, siglo XIII.

Alta Edad Media

Prerrománico

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La pintura prerrománica (desde el año 500 hasta el año mil) es la correspondiente al arte prerrománico, concepto propio de la Europa Occidental sujeta a las invasiones bárbaras y el establecimiento de los reinos germánicos y el Imperio carolingio. Los escasísimos restos se limitan casi exclusivamente a las miniaturas con que se ilustraban los manuscritos en los scriptorium de los monasterios (Evangelario de Kells en el arte anglo-celta o hiberno-sajón,1 Beatos en la pintura mozárabe -arte mozárabe-).

Bizantino

La pintura bizantina se desarrolló a través de dos vehículos principales: los mosaicos (en paredes y cúpulas) y los iconos (en tablas, cuyo lugar en las iglesias era el iconostasio que separa a los fieles del altar). La mayor parte de la producción de su primera época ha desaparecido como consecuencia de varias oleadas de destrucciones, con motivo de la querella iconoclasta (un enfrentamiento interno), las sucesivas invasiones islámicas (árabes en Siria, Palestina y Egipto; turcos en Anatolia y los Balcanes), y las cruzadas (en que el saqueo fue a manos de los cristianos latinos). Testimonios excepcionales son los mosaicos bizantinos de primera época localizados en Rávena (San Vital de Rávena, San Apolinar de Rávena) y los de San Marcos de Venecia. En Oriente se han conservado algunos de época posterior (Mistra, Hosios Loukas). El Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, respetado a pesar de los siglos de dominio musulmán, conserva una extraordinaria colección de iconos. La tradición de pintura de iconos, que se conservó con rígidos convencionalismos, se continuó en los países eslavos (pintura rusa) con una evolución en sutiles variaciones.

La geometría, vitral del medallón del rosetón del transepto norte de la Catedral de Laon; comienzos del siglo XIII.

Frescos románicos de las bóvedas del Panteón de los Reyes de la Colegiata de San Isidoro de León.

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Baja Edad Media

Aunque la ilustración de manuscritos se siguió realizando durante todo el periodo (Las muy ricas horas del Duque de Berry, Libro de horas de Isabel la Católica), la pintura se desarrolló como forma de cubrir grandes superficies arquitectónicas o en soportes exentos, tanto fijos como muebles. Un arte pictórico muy particular fue la confección de vidrieras, en las que el artista trabaja directamente con la luz y sus efectos en el espacio arquitectónico. Los tapices fueron objeto en la época de un aprecio superior al que se tributaba a lo que hoy consideramos pintura (Tapiz de Bayeux, colección del Museo Cluny). En los últimos siglos medievales, la invención del grabado produjo una revolución en el campo del dibujo y las artes gráficas, con decisivas consecuencias, sobre todo a partir de la invención de la imprenta.

Románico

Pintura románica (siglo XI y siglo XII). Se caracteriza por frescos de vivos colores y líneas marcadas, con gran expresividad y esquematismo, que cubren las paredes del interior de las iglesias, sobre todo en los ábsides. Los temas más repetidos son de tradición bizantina, representados con gran hieratismo (pantocrátor, tetramorfos, theotokos), así como las representaciones narrativas de escenas evangélicas o vidas de santos.

Gótico

Pintura gótica (siglo XIII y siglo XIV). Sin dejar de utilizar el fresco, es más abundante el uso del soporte tabla, aislada o en retablos, al temple. Las figuras se dulcifican o buscan una mayor expresividad. Se representan escenas de la vida de Cristo, muy humanizadas (natividad, crucifixión). La técnica se hace más compleja, buscando la representación de la tercera dimensión del volumen (sombreado, colores menos planos).

Gótico internacional. La Pintura del Duecento italiano (Duecento: años 1200s ó

siglo XIII) tiene características peculiares, que en perspectiva histórica se consideran un precedente del Renacimiento.

La Pintura del Trecento italiano (Trecento: años 1300s ó siglo XIV) se afirma en la misma evolución.

Siglo XV

Pintura del Quattrocento

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El pago del tributo, de Masaccio.

La pintura del Quattrocento se enmarca dentro del Primer Renacimiento. Se desarrolló, como su nombre indica, en la Italia del siglo XV. Sus características principales son, junto a la evocación de lo antiguo, la observación de la naturaleza de manera que se pueda reflejar fielmente en la pintura. El dominio de la perspectiva hace que se supere la bidimensionalidad de la superficie pictórica.

Características generales

La técnica que predominantemente se utiliza sigue siendo el mural, tanto en capillas, conventos e iglesias, como en los palacios renacentistas., se pinta sobre tabla e incluso sobre determinados muebles, como los arcones o los cassone de bodas, muy populares en el Renacimiento italiano. Sigue usándose la pintura al temple, en la que el aglutinante es el huevo o la cola. Sólo en la segunda mitad de siglo, y empezando por Venecia comienza a introducirse el óleo.

Siguen siendo predominantes los temas religiosos, aunque los mecenas privados comienzan a encargar otros asuntos, como la Mitología o las escenas históricas.

Estos artistas se diferenciaron del gótico precedente al colocar las figuras en espacios arquitectónicos que procuran representar con la debida perspectiva. El centro de atención es la figura humana, generalmente idealizada, estudiada en diversas posturas y movimientos. Las proporciones humanas volvieron a normalizarse. Se perfeccionó así la tridimensionalidad y se sentaron las bases del estilo renacentista.

Evolución del estilo

Primera mitad del siglo

En un primer momento, hay una serie de pintores que enlazan perfectamente con el gótico internacional. Mantienen rasgos como los fondos dorados de las imágenes religiosas o la atención minuciosa al detalle. Como figura que anticipa el Quattrocento puede citarse, en el

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centro de Italia, a Gentile da Fabriano (h. 1370 - h. 1427), perteneciente al estilo gótico internacional.

Dos pintores contemporáneos que, partiendo del gótico internacional, están ya trabajando en algo distinto, son Fra Angélico (h. 1390 – 1455) en Florencia y Pisanello (h. 1395-1455) en el Norte de Italia. El primero de ellos realiza obras religiosas de un gran idealismo, en las que introduce elementos clásicos en la decoración. Destacan las obras que de él se conservan en el Convento de San Marcos de Florencia y los frescos, posiblemente pintados por ayudantes a partir de diseños suyos, en la capilla del papa Nicolás V del Vaticano, con episodios de las Vidas de san Lorenzo y de san Esteban (1447-1449).

Pisanello, por su parte, fue uno de los más distinguidos pintores de su época. Se le conoce sobre todo por sus frescos de grandes dimensiones, llenos de pequeñas figuras. Su color es brillante y el trazo, preciso, mostrando gran minuciosidad en los detalles. Finalmente, cabe mencionar, en este primer momento y como figura de transición hacia una generación posterior, a Masolino da Panicale (1383–1440), el maestro de Masaccio (1401-1428). Masolino se distinguió por una mayor preocupación por la representación fiel del espacio. Este rasgo lo tomaría su alumno, que perfecciona las reglas de la perspectiva hasta el punto de que muchos de sus cuadros parecen perfectos trampantojos. Destacan los frescos que realizó para la Capilla Brancacci en la iglesia del Carmen de Florencia.

Detalle de la Batalla de San Romano, tabla «Nicolás de Tolentino liderando a los florentinos», año 1456, temple sobre tabla, que evidencia la maestría de Uccello a la hora de representar escorzos.

Con Masaccio se pone en evidencia una tendencia más hacia el estudio de la perspectiva. Estos pintores florentinos crean pinturas de carácter monumental en las que introducen elementos de la antigüedad grecorromana. A partir de este momento, varios cuadros experimentaron estudio de perspectiva, como el famoso cuadro de Piero

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della Francesca Vista de una ciudad ideal en donde se trabaja con la perspectiva central a un punto de fuga. Otro punto que se puso en práctica fue el escorzo, el cual era una de las técnicas más difíciles. Precisamente el este aspecto destaca Paolo Ucello (1397-1475) quien se esforzó por representar la figura humana desde todas las perspectivas posibles. Sus Cuadros de Batalla contienen escorzos forzados que demuestran su maestría a la hora de reflejar posturas diversas. Andrea del Castagno (h. 1421 - 1457), influido por Masaccio y Giotto, se centra igualmente en la figura humana, a la que dota de una monumentalidad prácticamente escultórica. Sus obras incluyen frescos en el Cenáculo de Santa Apolonia de Florencia y la pintada Estatua ecuestre de Niccolò da Tolentino (1456) en la Catedral de Florencia. Piero della Francesca (1416-1492) es la figura cumbre de esta tendencia. Armonizó lo intelectual (es autor de un tratado sobre la perspectiva pictórica) con lo científico. Destaca el uso que hace de la luz como un elemento simbólico. A él se deben los frescos de San Francisco de Arezzo.

Esta primera generación florentina acaba con la obra de Fra Filippo Lippi (1406 –1469), discípulo de Masaccio, quien dentro de su pintura religiosa, sobresale por la originalidad del paisaje y la elegancia nerviosa en el dibujo, que influyó decisivamente en Botticelli.

Segunda mitad del siglo

Se produce en este momento una mayor complejidad en el estilo. Frente a la perspectiva y la monumentalidad anteriores, se tiende más a la búsqueda del dinamismo. Igualmente, se introducen numerosos detalles cotidianos que dan más vivacidad a las escenas, aproximándolas a la pintura flamenca de la época.

Botticelli creó el ideal femenino del Quattrocento, tomando como modelo a Simonetta Vespucci; detalle del Nacimiento de Venus.

Dentro de esta tendencia cabe situar a la segunda generación florentina, que se hace muy refinada; mantiene los fondos de arquitectura clásica, pero introduce elementos concretos de la vida cotidiana. Benozzo Gozzoli (h. 1421- 1497) es un pintor de frescos alumno de Fra Angélico.

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En 1459 comenzó la decoración de la Capilla de Los Magos, en el Palacio Medici Riccardi, donde se encuentra su obra más conocida, el «Viaje de los magos». Domenico Ghirlandaio (1449-1494) muestra su preocupación por los detalles cotidianos en los objetos y las vestimentas, de manera que más que pintura religiosa parece en ocasiones de género. Esta segunda generación tiene en Sandro Botticelli (1445-1510) su figura cumbre. Protegido de los Médicis, crea escenas mitológicas refinadas, de contornos precisos, líneas sinuosas y gran atención al detalle. En Botticelli se encuentra el modelo de mujer cuatrocentista, en sus representaciones de Simonetta Vespucci. En sus últimos años se dedicó a la pintura religiosa, una vez que los Médicis fueron expulsados del gobierno de Florencia y con el puritanismo de Savonarola dominando la República. Varias de sus obras fueron quemadas en la hoguera de las vanidades.

Otros autores florentinos de la época fueron Filippino Lippi (h. 1457 –1504), los hermanos Pollaiolo (Antonio Benci 1432-1498 y Piero Benci 1441-1496), Andrea del Verrocchio (h. 1435 – 1488, maestro de Leonardo) y Piero di Cosimo (1462-1522).

Perugino, Jesús entrega las llaves a san Pedro, 1481-1482, Capilla Sixtina, Vaticano.

Luca Signorelli, Los condenados, 1499-1508, capilla de San Bricio, catedral de Orvieto.

En la zona central de Italia surge la Escuela de Umbría, que presta particular atención al marco en que se encuadraban las escenas religiosas, creándose un paisaje sereno y armonioso que posteriormente se transmitió a la obra de Rafael, pues su maestro, Pietro Vanucci, llamado el Perugino (1450-1523), perteneció a esta corriente. Destacó el Perugino por sus personajes afeminados y sentimentales, dentro de un orden simétrico. Pintó la «Entrega de las llaves a San Pedro» en la Capilla Sixtina, obra que logra la tridimensionalidad y recuerda en su

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composición, inevitablemente, a Los desposorios de la Virgen de Rafael. Pese a cultivar casi exclusivamente la pintura religiosa, era conocido su ateísmo, a lo que algunos atribuyen la monotonía de las imágenes: todos los personajes tienen las mismas facciones, hasta el punto de parecer de la misma familia, y el paisaje siempre es el mismo, el propio de Perugia; sin embargo, destaca en su obra la composición espacial: dota a sus cuadros de gran profundidad, permitiendo que la vista alcance hasta planos muy alejados, pudiéndose casi captar la atmósfera, el aire, el espacio entre las figuras. Perugino inspiró en un principio a Pinturicchio (1454-1513), quien después evolucionó hacia un estilo más personal, inclinado por la anécdota y el lujo. Se le conoce sobre todo por los frescos de los Aposentos de los Borgia en el Vaticano y los de la Biblioteca de la Catedral de Siena, a iniciativa del cardenal Francisco Piccolomini, sobrino del papa Pío II, cuya vida allí se representa.

Un último cuatrocentista de la zona de Umbría es Luca Signorelli (h. 1445-1523), con una obra muy personal que anticipa algunos rasgos que pueden verse después en Miguel Ángel. Formado en Florencia, viajó constantemente a lo largo de su dilatada existencia, pero conservó siempre el arte de la Umbría. Gusta de representar el cuerpo humano en diferentes posturas, con gran tensión y dramatismo, como puede verse en su «Caída de los condenados», fresco en la Catedral de Orvieto (1499-1503), admirado por Miguel Ángel, que le copió algunas de sus composiciones. Estos frescos realizados en la capilla de San Brizio, de la catedral de Orvieto, son considerados su obra maestra. En estos grandes frescos se pone en evidencia la familiaridad de Signorelli con la Divina Comedia de Dante.

El escorzo del Cristo Muerto de Andrea Mantegna

Más al norte, hay dos escuelas locales, las de Padua y Ferrara. En la primera destaca Andrea Mantegna (h. 1431-1506), quien se complace en mostrar su gran habilidad con la perspectiva, realizando monumentales representaciones de los cuerpos humanos casi estatuarias. Aunque reproduce paisajes de la región, como puede verse en el Tránsito de la Virgen también conoce la arquitectura clásica e introduce fielmente en sus obras arcos de triunfo antiguos y bóvedas clásicas. Recibe influencia de Altichiero, de quien conoció la capilla Lido con leyendas de San Jorge, de Donatello que dejó en Padua lo mejor de

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su obra como el Gattamelata y finalmente de Giotto cuya Capilla de los Scrovegni pintó por completo. Un ejemplo paradigmático de su estilo es su Cristo muerto (h. 1500-1505). Emparentado por matrimonio con los Bellini, su obra se relaciona más con Venecia que con Florencia o Milán; además de trabajar en Venecia y Roma, lo hizo en Verona (el Tríptico de San Zenón) y, finalmente, fue llamado a la corte de Mantua, donde realizó numerosas obras para los Gonzaga. En Ferrara predomina la influencia flamenca en la obra de artistas como Cosimo Tura (h. 1430-1495) y Francesco del Cossa (h. 1436-h. 1477).

Finalmente, en Venecia comienza una escuela regional propia, que siente las influencias orientales del mismo modo que le alcanzan antes los avances técnicos del Norte de Europa. Antonello da Messina, siciliano, se formó en Flandes, y a su vuelta a Italia trabajó en el norte de la Península, donde difundió el uso del óleo y también el tratamiento objetivo de la realidad a la hora de representarla en un cuadro. Características de esta escuela es su gusto por el Cromatismo y también la importancia que se le da a la representación realista del paisaje. Las figuras más emblemáticas de este momento pertenecen a la familia Bellini (Jacopo, Gentile y Giovanni), siendo el más destacado de sus miembros Giovanni Bellini (h. 1424 - 1516) en cuyo taller se formarían Giorgione y Tiziano. Artistas venecianos menores fueron Vittore Carpaccio (h. 1460-h. 1525) y Carlo Crivelli (h. 1435 – h. 1495).

Leonardo da Vinci (1452-1519, prácticamente coetáneo del Perugino, puede considerarse el último cuatrocentista. No obstante, normalmente se le estudia dentro de la pintura del Cinquecento, junto con Rafael y Miguel Ángel.

Pintura flamenca (siglos XV y XVI)

Virgen del Canciller Rolin de Jan van Eyck (Museo del Louvre, París).

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Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa, National Gallery, Londres.

Primitivos flamencos es la denominación historiográfica para los maestros de la escuela flamenca de pintura en sus siglos iniciales.

Dentro de la pintura flamenca existen varias escuelas: la italianista y la reaccionaria durante los siglos XV al XVI, y la naturalista o colorista de la Escuela de Amberes del siglo XVII.

Las dos primeras hacen referencia a la pintura de los Países Bajos que surgió dentro del Renacimiento Europeo. Estaban formadas por un conjunto de artistas relativamente aislados de la revolución del Renacimiento y algunos, como la escuela reaccionaria, contrarios a influencias italianizantes.

Aún conservaban rasgos del estilo gótico, técnicos, como el uso de la tabla en lugar del lienzo, y temáticos, sobre todo religiosos y espirituales. Sin embargo, su habilidad detallista e intereses les impulsaron a investigar y a descubrir de forma empírica la perspectiva, a perfeccionar la técnica del retrato al que dotaron de gran profundidad psicológica y a reivindicar el paisaje como tema pictórico.

Su concepción medieval del artista como artesano evitó que muchos de estos pintores fueran conocidos puesto que bastantes no firmaban sus obras hasta bien avanzado el siglo XVI. Tampoco se entregaron demasiado a la reflexión sobre su arte por lo que son escasas las biografías y los tratados sobre sus técnicas, aunque alguno nos ha llegado.

De la pintura flamenca se pueden observar obras maravillosas en España, ya que sus reyes fueron admiradores de su pintura. Destacan por su importancia los depósitos del Museo del Prado, como por ejemplo el retablo del Descendimiento de Van der Weyden.

Contexto histórico y geográfico

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Con frecuencia nos referimos a esta pintura con la expresión “Primitivos flamencos”, dando a entender que se trata de un arte que no ha alcanzado su plenitud, que es torpe, ingenuo, etc. Este término surgió cuando se tomó como punto de referencia el arte del Renacimiento, y se tomaba la Edad Media como una época de tinieblas.[cita requerida]

Desde luego, nada más lejos de la realidad. Cuando nace esta espléndida escuela, la pintura de los Países Bajos tiene tras de sí una larga historia, con momentos tan excelentes como los que corresponden al Románico y al Gótico Internacional. Por otro lado, seguimos llamándolo “flamenco”. Pero Flandes solo constituye una parte de los Países Bajos.

Durante el siglo XV se darán unas circunstancias favorables que colaborarán en la creación de una importante escuela de pintura en esta zona de Europa. En esta época las ciudades más destacadas de este territorio eran Gante, Brujas e Ypres, pues todas ellas formaban nudos de enlace entre las redes comerciales que unían el norte europeo con el resto del Occidente conocido. Esta región formaba parte, en esta época, del ducado de Borgoña, cuyos gobernantes, los duques, habían sido mecenas del arte gótico. Poseía una alta densidad de población, de las más altas de Europa, con una concentración urbana también superior a la media europea, donde eran varias las ciudades destacadas, ricas, con comerciantes importantes y numerosos artesanos.

Santa Bárbara, 1438, Museo del Prado de Madrid. La minuciosidad en el detalle es una de las características más notables de la pintura flamenca, como puede apreciarse en el paisaje que se contempla a través de la ventana de esta tabla de Robert Campin.

Además, ya desde 1380 aproximadamente, a causa de la Guerra de los Cien Años, París dejó de ser la capital artística que había sido hasta entonces. Así que quienes antes emigraban, ahora se quedan y trabajan para la burguesía de las ciudades o los grandes comerciantes europeos, sobre todo italianos y españoles, que apreciaban cada vez más su arte.

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En aquel momento fue cuando en Tournai residió Robert Campin y, casi al mismo tiempo, en Gante, Hubert van Eyck con su hermano menor, y mejor conocido, Jan van Eyck. Fueron, seguramente, los que revolucionaron la pintura, perfeccionando el uso del óleo con importantes consecuencias sobre el resultado final, usando colores de gran calidad, obteniendo extraordinarios efectos con las veladuras, etc.

En el cambio del siglo XV al XVI los artistas ya comenzaban a percibir los ecos del Renacimiento italiano. En 1477 el ducado, estimado por su relevancia económica, pasó a la corona austriaca de Habsburgo. Los Habsburgo tenían una rama española desde la época de Carlos I, la dinastía de los Austrias, lo que determinó que el arte español del Renacimiento y el Barroco estuviera íntimamente relacionado con las formas flamencas.

Pese a la progresiva aceptación del Renacimiento, los artistas siguieron siendo fieles a la propia y rica tradición, ya que se trataba de algo aún vivo y con capacidad de creación. Muchos no renunciaron al buen oficio, al gusto por el detalle, al realismo en los retratos o al paisaje que se constituye en protagonista de sus obras en muchas ocasiones.

Características técnicas

La pintura flamenca carece de precedentes en gran formato, a excepción de las vidrieras. Pero sí en las miniaturas, sobre las cuales posee una larga tradición de excepcional calidad. Esto determinará algunas características del arte flamenco, como serán el empleo de colores brillantes, que recuerdan a los pigmentos usados para la iluminación de las miniaturas. También el detallismo aplicado a estas pequeñas obras maestras se transmite a la pintura de gran formato. Este rasgo lo permite en gran medida el avance técnico que sobre el óleo que ya existía, pero tenía un proceso de secado tan lento que no lo hacía demasiado útil.

Los pintores flamencos del s. XV no inventaron la técnica al óleo, pero si se encargaron de aplicarla sistemáticamente, contribuyendo a su consolidación y difusión durante el siglo XV y XVI. Utilizaban tintas fluidas y transparentes, aplicadas por medio de veladuras para obtener las luces, para sombrear delicadamente, o para matizar el color del fondo.

Los flamencos usaban una técnica mixta de temple y óleo. Una primera capa, normalmente al temple, se usaba para definir el dibujo y el modelado con sus luces y una ligera indicación del color. La siguiente capa, al óleo, servía para que el artista se dedicase exclusivamente a la representación del efecto cromático.

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Conservaron como soporte, sin embargo, la tabla, que había sido el más importante durante la Baja Edad Media, a pesar de que en Venecia ya se estaba empezando a generalizar el uso del lienzo. Esto es indicativo de lo íntimamente unidos que estaban los conceptos de artista y artesano aún en aquella época.

Escuela Flamenca y Renacimiento

El suyo fue un avance técnico y artesanal que nada tiene que ver con el carácter intelectual y reflexivo de las primeras aproximaciones al Renacimiento que se dan en la Toscana al mismo tiempo. Los pintores de la Escuela Flamenca no recuperan la Antigüedad Clásica como modelo, ni se pone en cuestión el concepto artesanal del oficio. Aparte de trabajar para la corte, tenían clientes entre la burguesía y los comerciantes que residían en las ciudades.

Los flamencos no suelen teorizar sobre sus descubrimientos, o sobre las personalidades de sus artistas como hacían sus contemporáneos italianos. Se sigue trabajando en parámetros tardo-medievales, aunque ciertos autores, como Jan van Eyck, empiezan a tener conciencia clara de su arte particular y empiezan a firmar sus obras.

No existen apenas tratados de pintura flamenca de la época ni tampoco biografías de sus principales autores. Esta falta de elaboración teórica puede que responda a una vocación espiritual: mientras los italianos trataban de renovar el conocimiento del mundo mediante la medida humana, empleando para ello las ciencias y la razón, los flamencos vivían de cara a una experimentación religiosa o espiritual de lo visible.

Recuperación de la perspectiva

El Triunfo de la Muerte (Brueghel el viejo). Ejemplo de perspectiva caballera

Descubren, al tiempo que los italianos, la perspectiva lineal y la aérea, pero de manera empírica y no según un desarrollo matemático u óptico. El proceso de transición del planismo medieval a la perspectiva lineal del Quattrocento es lento, y los últimos siglos del Medievo transcurren en experimentos, tanteos y ensayos imperfectos para romper el plano pictórico y recuperar la tercera dimensión.

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Entre estos tanteos puede contarse la llamada "perspectiva caballera" o "a vista de pájaro", consistente en representar la escena como si el pintor se hallase situado en un punto de vista elevado (como una persona que va a caballo), de manera que los objetos supuestamente más próximos al espectador se disponen en la parte inferior del cuadro, en primer plano, desde donde se van superponiendo en vertical a medida que se les supone más alejados, escalando el cuadro hasta su parte más alta, donde con frecuencia se dibuja la línea del horizonte.

Así se inicia tímidamente la sugerencia de la tercera dimensión en un retorno de la pintura hacia el mundo natural. Estos ensayos de "perspectiva caballera" se generalizan en el periodo de la pintura gótica, conocido como Gótico Internacional o Cortesano. Tales técnicas permiten una representación extremadamente naturalista del mundo, que se satura de símbolos espirituales.

Ya en el siglo XV, los pintores flamencos y alemanes utilizaban experimentalmente todo tipo de sistemas perspectivos, métodos empíricos en ocasiones como el del espejo convexo (utilizado por Jan van Eyck en su obra El matrimonio Arnolfini) para representar a modo de gran angular abarcando un espacio más vasto. El texto teórico que recoge los sistemas perspectivos nórdicos es el De artificiali perspectiva, de Jean Pélegrin, conocido como Viator, y que es el equivalente al Tratado de Alberti para la pintura renacentista.

Entre otros sistemas se recoge en este texto la llamada "perspectiva cornuta" conocida como perspectiva angular u oblicua, que fue un procedimiento utilizado por los pintores flamencos durante el siglo XV. Pero la representación de mayor interés en este tratado es la que trata del sistema "con punto de distancia". En realidad es similar a la perspectiva lineal albertiana, de la que parece una fórmula simplificada, de ejecución más fácil y clara, y que procede, desde luego, de la práctica de los talleres de pintura nórdicos.

Mientras que en los cuadros del Renacimiento italiano la luz tiene la función de hacer visibles los objetos y arquitecturas resaltando los valores volumétricos, en la pintura flamenca, en la que la perspectiva se aproxima más a la visión natural, el aire se palpa sensorialmente, como una realidad individual, como un elemento más que está presente en el cuadro. Se apuesta así por el uso de la gradación de color hacia grises azulados para los objetos lejanos, como haría Leonardo da Vinci en su "perspectiva aérea".

Temas

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El tema religioso predomina en esta etapa, desde la recreación de pasajes bíblicos, hasta los referentes a la vida de santos o anacoretas.

Algunos, como El Bosco o Brueghel el viejo, pintan cuadros ejemplarizantes donde se describen los pecados y sus consecuencias o concepciones más bien filosóficas del mundo basadas en creencias o dichos populares. Para ello se ayudan de una desbordante fantasía de elementos y composición que logra comunicar a través de un lenguaje muy simbólico y sofisticado.

Reivindicación del paisaje

En un cuadro flamenco encontraremos una escena que siempre remite al paisaje, bien sea a través de una ventana, bien porque se desarrolle efectivamente al aire libre. Estos paisajes se realizaban sin apuntes del natural, con lo cual sus elementos estaban completamente estereotipados: la forma de las rocas, aristadas y sin vegetación, las ciudades en la lejanía, torreadas y de colores, los árboles en forma de pluma, con troncos delgados y largos, etc.

Los personajes se distribuían equilibradamente, bien en el centro si era uno sólo, bien simétricamente si eran varios. Las acciones eran muy comedidas y apenas se dejaban lugar al movimiento. Los personajes podían compartir pero jamás robar protagonismo al paisaje.

Retrato de Felipe el Bueno, de Roger van der Weyden.

El retrato

Flandes es, además, una de las primeras regiones en llevar a cabo retratos con penetración psicológica del modelo. El retrato típico flamenco, que será adoptado con éxito en España durante siglos, es el que capta al personaje de menos de medio cuerpo, no frontalmente, sino ligeramente girado sobre sí mismo, sobre fondo neutro de color oscuro, e incluyendo el rostro y las manos con algún símbolo.

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El hecho de que el personaje aparezca levemente girado permite involucrarle en el espacio, el cual no se representa mediante trucos de mobiliario o fondo arquitectónico. Tan sólo la presencia de la figura, sobre un fondo perdido, insinúa la existencia del volumen y el espacio que ocupa.

Posteriormente, ya en el siglo XVII, en la escuela de Amberes el retrato flamenco evolucionaría hasta su máximo esplendor en un estilo más naturalista y colorista.

Autores

En los siglos anteriores, tuvieron como predecesores al maestro Broederlam, y a los Hermanos Limburgo "Limbourg".

Los principales pintores flamencos de los siglos XV y XVI fueron:

Robert CampinJan Van EyckRoger van der Weyden

Descendimiento de la cruz (Roger van der Weyden), h. 1436.Hugo van der GoesHans MemlingPetrus ChristusDieric BoutsEl BoscoPieter Bruegel el ViejoAmbrosius BensonPieter Coecke

En la segunda mitad del siglo XV, el estilo flamenco se difunde por Europa:

Francia:o Jean Fouquet

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o Enguerrand Quartono Nicolas Fromento Maestro de Moulins

Alemania:o Konrad Witzo Martin Schongauero Hans Holbein el Viejoo Michael Wolgemut

Portugal: Nuno Gonçalves España

o Corona de Aragón: Luis Dalmau, Jaime Huguet, Jaime Vergós, Rafael Vergós, Pablo Vergós, Jacomart, Joan Reixac, Bertomeu Baró, Pere Nisart, Bartolomé Bermejo

o Corona de Castilla: Jorge Inglés, Maestro de Sopetrán, Juan de Segovia, Sancho de Zamora, Maestro de los Reyes Católicos, Fernando Gallego, Juan Sánchez de Castro.

Pintores por siglo

► Pintores del siglo VII (1 pág.)

► Pintores del siglo VIII (3 págs.)

► Pintores del siglo IX (1 pág.)

► Pintores del siglo X (1 cat, 1 pág.)

► Pintores del siglo XI (1 cat, 1 pág.)

► Pintores del siglo XII (2 cat)

► Pintores del siglo XIII (2 cat)

(cont.)

► Pintores del siglo XIV (4 cat)

► Pintores del siglo XV (4 cat, 3 págs.)

► Pintores del siglo XVI (7 cat, 14 págs.)

► Pintores del siglo XVII (8 cat)

► Pintores del siglo XVIII (6 cat, 9 págs.)

► Pintores del siglo XIX (7 cat, 30 págs.)

► Pintores del siglo XX (9 cat, 83 págs.)

(cont.)

► Pintores del siglo XXI (4 cat, 34 págs.)

-

► Pintores del siglo VI a. C. (3 págs.)

► Pintores del siglo V a. C. (6 págs.)

► Pintores del siglo IV a. C. (4 págs.)

C

► Pintores de Chile por siglo (3 cat)

E

► Pintores de

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España por siglo(11 cat)

F

► Pintores de Francia por siglo(7 cat)