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Amor por los libros > LA PRENSA DOMINGO 9 de septiembre de 2012 Año 14 No. 730

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Suplemento de arte y cultura

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Amor por los libros

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Domingo 9 de septiembrede 2012

Año 14 No. 730A Juan Villoro, el Premio

Iberoamericano de Letras

José DonosoEl jurado dEstaca El “diEstro manEjo lingüístico y

litErario” dEl Escritor mExicano

El narrador y cronista Juan Villoro (DF, 1956) obtuvo el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2012, otorgado por la Uni-versidad de Talca, Chile. “Un diestro manejo lingüístico y literario

en toda materia que aborda”, la cual “ha ensayado con reconocido mérito por parte de la crítica especializada”, lo hacen acreedor al galardón, según un comunicado emitido por los organizadores. Luego del anuncio, el coordinador del premio, Javier Pinedo, afirmó que en adelante el escritor “tendrá un motivo más agradable para recordar a Chile, donde para su mala suerte le tocó vivir el terremoto del 27 de febrero de 2010”, experiencia que impulsó a Villoro a escribir el libro: 8.8: el miedo en el espejo. Así, Villoro y su obra, en la que hay novela, ensayo, crónicas, cuento, obras infantiles, guiones y artículos periodísticos, fueron exaltados por los jueces Anthony Stanton (El Colegio de México), Mechthild Albert (Universidad de Bonn), Geneviève Fabry (Universidad Católica de Lovai-na, Bélgica), Pedro Luis Barcia (presidente de la Academia Argentina de Letras) y Carmen Alemany Bay (Universidad de Alicante).

EntrEga En la fEria dE Santiago

Además de 30 mil dólares, Juan Villoro recibirá una medalla y un diploma como parte de lo previsto por los organizadores, que le serán entregados en la próxima edición de la Feria del Libro de Santiago, que se desarrol-lará del 25 de octubre al 11 de noviembre en la capital chilena. Villoro es autor de más de treinta libros, entre los que se encuen-tran las novelas El disparo de argón, El testigo y Arrecife; los volúmenes de cuento La noche navegable, La casa pierde y Los culpables; las cróni-cas Safari accidental y Dios es redondo; los ensayos La voz en el desierto y La máquina desnuda. El Premio Iberoamericano de Letras José Donoso fue instituido en 2001 por la Universidad de Talca en memoria del destacado escritor chileno fallecido en 1996. Entre los galardonados figuran los escritores Sergio Ramírez (2011), Diamela Eltit (2010), Jorge Volpi (2009), Javier Marías (2008), Antonio Lobo Antunes (2006), Ricardo Piglia (2005), Isabel Allende (2003) y José Emilio Pacheco (2001).

Tomado de La Jornada

Inauguran en Panamá feria del libro con

homenaje a FuentesDe Notimex

La ministra de Educación de Panamá, Lucinda Molinar, inauguró esta noche la octava feria internacional del libro, dedicada a Fran-cia y que incluye un homenaje al extinto escritor mexicano Carlos

Fuentes. "Queempiecelafiesta",señalóMolinarenlaaperturadelfestivaldelasletrasenelCentrodeConvencionesAtlapadelacapitalpanameña,con la asistencia de embajadores y representantes de la cultura local, además de los escritores invitados. En su discurso, Molinar destacó que como parte de programa edu-cativo para incentivar la lectura y el arte de escribir, el Ministerio recibió 532milcuentosdeestudiantespanameños,deloscualesunmillarfueroncolocados en la paredes del centro de convenciones. Por su parte la presidenta del comité organizador de la feria, Orit Btesh, recordó que el lema del festival de las letras es "un mundo mara-villoso". "Sin imaginación no habría descubrimientos, no existirían bel-lasartes,filosofía,tampocotecnología",indicóBteshalcomentarquelaferia está pensada "para que imaginadores se encuentren y multipliquen". Durante la feria, Francia compartirá su cultura, historia, gas-tronomía y tradiciones con la presencia de escritores contemporáneos, quienescompartiránconautorespanameños,dijoBtesh. En este punto, el embajador de Francia en Panamá, Hugues Gois-bault, dijo que decidió apoyar la celebración de la feria con la asistencia de autores franceses porque "los libros y la literatura son de particular importancia para mi país". Bteshseñalótambiénenlaceremoniadeinauguraciónqueseprevé para el viernes una remembranza sobre la vida y obra del creador de "La región más transparente". Laactivistaculturalseñalóquelaferiapresentaráunpabellóninfantil y juvenil con alusiones al escritor Julio Verne y sus inventos y al obra "El principito". En los cinco días de feria se desarrollarán actividades de danza, teatro, cine foros, talleres artísticos, debates, recitales poéticos y lecturas de cuentos, entre otras actividades.

NTX/AGI/FUP/

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de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.

1er Coloquio Internacional de Arte

El pasado 16 de agosto dio inicio el Primer coloquio Interna-cioal de Arte en la ciudad de Xalapa, Veracruz, con la con-

ferencia "Los libros de artista. Historias de familia, historias del arte", impartida por Vania Macías, a la par de un Foro Académico "De la periferia al centro", en la Galería de Arte Contemporáneo. La idea del foro en el que participaron delegaciones de artistas belgas, japoneses y mexicanos, era ampliar los horizontes del arte plástica al compartir experiencias y trabajos, conside-rando de manera preponderante el aspecto académico, todo esto aunado a la invitación al público en general. El encuentro, que durara tres días, programó diversas activ-idades, que incluyeron no sólo conferencias y mesas de diálogo, sino también exposiciones y visitas a talleres. Se abordaron temas como "Problemáticas del arte contem-poráneo en Veracruz", con los ponentes Roberto Santa Anna, Ser-gio Domínguez, David Hernández y Leomar; "Archivos de arte y prácticas de creación: el caso Pinto mi Raya", con Mónica Mayer y Víctor Lerma, moderados por Gladys Villegas, entre otros. Cabe señalar la importancia de Pinto mi Raya ya que es un archivo de documentos de prensa especializados en artes visuales iniciado en 1989 por los artistas Mayer y Lerma, investigadores con amplia trayectoria. Este proyecto conceptual incluye archivos de diferentes temas, como arquitectura, espacios alternativos, arte digital, insta-lación, fotografía, performance, entre otros. Otro de los temas a destacar fue "Problemáticas del arte y la literatura actual en Veracruz", con Diego Salas, Lucía Pruden-cio, Silvia Gutiérrez y Carmen María Espinosa, moderados por Augusto Mandujano, ya que en este estado vecino la literatura, en muchos de sus géneros, ha tenido mucho auge y reconocimien-to a nivel internacional. Este Primer Coloquio Internacional de Arte Contemporá-neo, se efectuó gratuitamente con apoyo del Gobierno del Estado de Veracruz, a través del Instituto Veracruzano de la Cultura, en coordinación con el Conaculta y la Universidad Veracruzana; re-sultando en un evento relevante que ofreció a participantes y asis-tentes la posibilidad de recononer nuevas propuestas artísticas. y a los ponentes la base para proyectar sus trabajos y experiencias. Esperemos una segunda edición.

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Archivo

pag. 3

• DIRECTORIO •Lic. Felix Garza Elizondo

Director General

Mtra. Adriana Quintana CoordinaCión General

consejo eDitorial

MARTíN MENDO CANTÚ (†)OLGA FRESNILLO OLIVARES

GRACIELA RAMOS DOMÍNGUEZ

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pag. 4

Jorge ConsuegraCuando uno se enamora

aumenta el amor por los librosZaida Capote Cruz

Crítica y ciudadaníaRebelión10 alternativas libres más populares

que superan al software privativo

De Rebelión

El software libre permite copiar, modificar y compartir el programa sin límites. Esta filosofía ha conseguido que millones de personas dediquen sus esfuerzos a crear

programas que satisfagan las necesidades de los usuarios sin que estos tengan que recurrir al pirateo o al pago de carísimas licencias por su uso. Conoce diez alternativas libres y gratuitas a los programas informáticos más populares.

Libre Office, alternativa a Microsoft Of-fice. El uso de un procesador de textos, un pro-grama para hacer presentaciones u hojas de cálculo es imprescindible tanto en el ámbito doméstico como laboral.

La mayoría de opciones privativas tienen limitaciones en su uso dependiendo del tipo de li-cencia que tengamos que pagar. Libre Office ofrece una potentesuite ofimática con todas las herramien-tas que necesitamos sin ninguna restricción.

Gimp, alternativa a Photoshop. La afición por la fotografía es cada vez más común y eso se refleja en el mundo de la informática. Photoshop es uno de los programas más populares para reto-car imágenes, pero requiere el pago de una licen-cia bastante cara para el usuario doméstico, que muchas veces recurre a copias piratas para poder usarlo. Gimp es un programa de edición de imá-genes que cubre el 100% de las necesidades de los usuarios corrientes y el 90% de las profesionales. Tiene cantidad de opciones y configuraciones, y su funcionamiento es muy similar al programa de Adobe.

Firefox, alternativa a Explorer y Safari. Lejos queda ya el dominio de Internet Exporer en el ámbito de los navegadores web. Safari sigue siendo popular en los Mac, pero está claro que las alter-nativas de código abierto como Firefox o Chrome han ganado mucha cuota de mercado en los últimos años. Firefox es software libre y se ha convertido en uno de los navegadores más usados. VLC, alternativa a Windows Media Player y Quicktime. Si hay un reproductor multimedia todoterreno ese es VLC. Este programa se ha consolidado como uno de los más ligeros, rápidos y capaces, ya que puede leer casi cualquier formato sin necesidad de añadidos extra.

Hotot, alternativa a TweetDeck. A menudo es más sencillo gestionar nuestros 'tuits' desde un cliente de Twitter como TweetDeck. Nuestra alter-nativa libre se llama Hotot, un cliente multiplata-forma (se puede usar en GNU/Linux, Windows y Mac) que dispone de múltiples opciones, una interfaz muy cómoda y una ligereza asombrosa.

7-Zip, alternativa a WinRAR. WinRAR sucedió a WinZip como uno de las aplicaciones decompresión de archivos más populares. 7-Zip sin embargo se presenta como una gran alternativa para los usuarios de Windows. Es compatible con los mismos formatos que WinRAR, pero libre y gratu-ito. Existe una versión llamada P7zip que también funciona en Mac y GNU/Linux.

Songbird, alternativa a iTunes. Hay muchos programas para reproducir nuestra música,

pero Songbird es uno de los mejores. Su interfaz es similar a iTunes y cuenta con varias herramientas para reproducir audio y vídeo, además de poder organizar nuestras listas de reproducción.

Thunderbird, alternativa a Outlook. Mozilla, la misma empresa que desarrolla el naveg-ador Firefox, nos ofrece una alternativa muy sólida al clásico Outlook de Microsoft, elgestor de correo electrónico más conocido. Tiene prácticamente las mismas herramientas y opciones, pero este es más flexible y se pueden usar complementos para mejo-rar sus capacidades. Jitsi, alternativa a Skype. Pese a que Skype sigue siendo el rey en cuanto a llamadas y video-conferencias por IP, existen alternativas libres muy competentes como Jitsi. Con una interfaz muy sencilla y práctica, Jitsi nos permite manetener conversaciones con y sin vídeo además de chat con nuestros contactos. Y es multiplataforma.

SparkleShare, alternativa a Dropbox. Almacenar y compartir archivos en la Red se ha vuelto mucho más sencillo con los servicios en la nube. Dropbox es una buena opción, pero su capa-cidad es limitada y funciona bajo las condiciones de la empresa que lo desarrolla, lo que puede acar-rear problemas de privacidad con datos y archivos personales. Sparkle Share es una de las mejores al-ternativas libres. La única diferencia es que son los usuarios los que deben disponer del servidor o el equipo para almacenar los archivos, a los que luego se accederá remotamente y desde cualquier lugar como Dropbox. Hacerlo de esta manera aumenta la seguridad de nuestros contenidos y no quedan a merced de los caprichos de las empresas. Todos estos programas se pueden descargar de manera gratuita y legal desde sus páginas oficia-les. El software libre provee alternativas de calidad para la mayoría de las necesidades de los usuarios domésticos y gran parte de los profesionales. Este tipo de programas son generalmente más seguros (gracias al código abierto) y no necesi-tan licencias de uso. Además, dado que sus usuarios pueden compartirlos sin restricciones, suelen ser gratuitos, con lo que no hay ninguna necesidad de optar por programas privativos “pirateados”.

Este tipo de programas suelen ser más seguros y no necesitan licencias de uso, así que adiós programas privativos “pirateados”

10 alternativas libres más populares que superan

al software privativo

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de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.

Para muchos podrá ser algo loco o absurdo que después de haber dedicado tanto tiempo a estudiar veterinaria, a alguien le de por

dejar a un lado los bramidos de las vacas, el batir de las colas de los perros y el maullido de los gatos por la literatura y el arte. Pero la vida te da sorpre-sas, sorpresas te da la vida… Celso Román fue de aquellos estudiantes dedicados con alma, vida y sombrero a sus estudios universitarios; jamás llegó tarde a clase y era uno de los primeros en cumplir con los trabajos y las investigaciones en medicina veterinaria; siempre fue un hombre dedicado a los animales, los amaba con el alma y siempre vio en ellos su mejor futuro, pero justo en el momento de recibir su diploma con todos los honores, lo enrolló, sacó su vieja máquina de escribir y dejó que la musa de la inspiración lo consintiera y se dedicó desde ese mismo momento a la producción literaria con el mayor de los éxitos. Celso nació el 6 de noviembre de 1967 en Bogotá; al dejar la veterinaria estudió literatura y artes y se formó como maestro en artes plásticas con especialización en escultura; pero además realizó estudios de postgrado en el Pratt Institute de Nueva York y ha exhibido sus esculturas en salas como la del Museo de Arte Contemporáneo, la Galería San Diego y el Museo de Arte de la Uni-versidad Nacional. Combinó muy bien sus labores como escul-tor y escritor con la docencia, ya que fue profesor de bellas artes en la Universidad Pedagógica, en la Jorge Tadeo Lozano y en la Universidad Nacional. En 1972 publicó cuentos cortos en El Es-pectador, El Tiempo y en varias revistas literarias, durante los dos años siguientes. Ha escrito para los niños varios libros de cuentos y novela como El pirótico barco fantástico, El hombre que soñaba, De ballenas y de mares, Los animales domésticos y electrodomésticos, El maravilloso viaje de Rosendo Bucurá, Ezequiel Uricoechea: el niño que quería saberlo todo, Acerca y de lejos, etc. Su obra literaria ha sido galardonada en varias ocasiones. Ganador del premio Latino-americano de Literatura Infantil y Juvenil Norma-Fundalectura 1998 con la obra El imperio de las

cinco lunas; la Asociación Colombiana para la Literatura Infantil le otorgó un premio por su libro Las cosas de la casa (1988); ganador en ciudad de México del premio Netzahualcoyotl de literatura latinoamericana para niños (1982); primer premio en el concurso nacional Enka de literatura infantil (1979) con Los amigos del hombre; primer premio en el concurso de cuento 90 Años de El Espectador "Mejor en la montaña " (1978); primer premio en

el concurso del libro de cuentos Universidad del Tolima (1977) por su libro "Cuentos para tiempos poco divertidos" El Maestro Román además de escribir trabaja para una fundación que se deno-mina Taller de la Tierra, un programa de educación ambiental. - ¿Cuál es el primer libro que recuerda haber tenido en sus manos? - Tuve la suerte de ser hijo de educadora normalista, Helena Campos Bonilla, y siempre hubo libros cerca de ella, y me encantaba un libro bellamente ilustrado, de Constancio C. Vigil, que se llamaba "Cuentos para gente menuda", y recu-erdo con alegría cómo solía soñar con esos textos y dibujos. - ¿En los años de la educación primaria tuvo profesores que lo hubieran enamorado de los libros? -Indudablementeunprofesoresfiguraclave para inculcar a los niños el amor a las letras, y en mi caso fue el profesor Rafael Aramendiz, un opita cultísimo, siempre impecable en su vestimen-ta y que nos inculcó a sus estudiantes el amor a los libros, a la poesía y a la palabra en general. - ¿Qué personajes de literatura, en su infan-

cia y adolescencia, recuerda con especial cariño? - Además del Profesor Aramendiz tuve un tío que se llamaba Alejandro Patiño Patiño, esposo de una de mis tías, quien había sido un personaje aventurero y rebelde, que de joven se había esca-padoconuncirco,habíasidomilitar,científicoyprofesor universitario de Bioquímica en la Univers-idad Nacional. De su amor por la aventura le quedó una inmensa colección de libros de Emilio Salgari, Alejandro Dumas, y Julio Verne -entre otros- así como revistas de un famoso ladrón llamado John C.Raffles.Mishermanosyyodevorábamosesaliteratura que nos hacía soñar en la adolescencia. - ¿Ya en la juventud aumentó su afecto por los libros? - Cuando uno se enamora en la juventud aumenta proporcionalmente el amor por los libros, y es la etapa en la cual nos hundimos como busca-dores de perlas en el estanque de la poesía. - ¿De qué se trató su primer cuento? - Me acuerdo que una vez iba por la calle y pasaba delante de una pared donde había una gran cantidad de avisos de papel superpuestos -los "Carteles Olympia" que pegan con engrudo unos sobre otros, anunciando espectáculos populares, propaganda política y cosas por el estilo. Me dio por desgarrar un aviso de esos y toda la masa acar-tonada de papel se desprendió de la pared y cayó al suelo. Allí nació el cuento "Carteles" que me publicaron en el magazín dominical de El Tiempo, y en el relato decía que los carteles apelmazados se desprendieron como una piel viva, y la pared sangró con surtidores de pequeñas arterias, como si la pared fuera un ser vivo y quedara al aire la carne palpitante, y salí corriendo. - ¿Cómo supo que podía llegar a ser escri-tor? - Cuando me siguieron publicando mis cuentos y relatos en periódicos universitarios -Púe, Xúe, Monimbó- y magazines dominicales. Luego gané un concurso universitario de libro de cuentos convocado por la Universidad del Tolima. El libro se llamaba Cuentos para los compañeros y eran los cuentos cortos que leía a mis compañeros de clase en los espacios entre clase y clae, tomando tinto en la Facultad de Veterinaria.

...Continuará

Cuando uno se enamora aumenta el amor

por los libros

Celso nació el 6 de noviembre de 1967 en Bogotá; al dejar la

veterinaria estudió literatura y artes y se formó como maestro en artes plásticas con especialización en

escultura

Por Jorge Consuegra

similar. No es por azar que la literatura de los años 80 -y hablo sobre todo de la narrativa, el género que mejor conozco- que dio a luz li-bros poderosos, trabajados, escarbadores en los males sociales y en la realidad del día a día de esos años, haya sido casi olvidada, borrada por el entusiasmo de una crítica que, en época de quiebre de modelos políticos y de incertidum-bre económica, optó rápidamente por enaltecer la literatura “del cambio”, olvidando que ese cambio debía mucho más de lo que la propia crítica reconocía a los autores precedentes. ¿Quién piensa hoy, cuando se habla de narrativa cubana contemporánea, en Un tema para el griego, de Jorge Luis Hernández, Don-juanes, de Reinaldo Montero, Las iniciales de latierra,deJesúsDíaz,o,yaafinesdeladéca-da, Habanecer, de Luis Manuel García? ¿Quién reconoce que en libros como esos -y otros que ahora no menciono- estaba el germen de lo que vino luego? Para la crítica de los 90, en un gesto que todavía dura, la juventud se convirtió de re-pente en un valor en sí misma y la literatura de los “novísimos” fue elevada al rango de modelo incluso para aquellos creadores que tenían una trayectoria consistente. El reconocimiento de la crisis de un modelo de sociedad, además de incidir en la eclosión de temas “problemáticos”, trajo consigo, por otra parte, como casi todos los grandes momentos de crisis y de transfor-maciónsocial,lafloracióndeunanarrativafemenina que aprovechó las grietas del discurso dominante para establecerse con una riqueza y diversidad hoy envidiables. ¿Cómo dudar que una cosa viniera aparejada con la otra, y que gracias a aquellas grietas pudiera hacerse vis-ible la creación de tantas escritoras? La debilidad de la crítica literaria, tan llevada y traída en foros diversos, responde, a menudo, más que a la carencia de estímulos, a la fragilidad de un modelo de cultura de la discusión, difícilmente aceptable por quienes detentan el dominio de los espacios literarios (institucionales o no, sean publicaciones, pro-gramas de enseñanza o la simple maledicencia cotidiana), muchas veces creadores ellos mis-mos y negados a escuchar disensiones de sus

propios modelos o puntos de vista. También la carenciadeespaciosfijosenlaprensaperiódica(uno de los baluartes habituales de la difusión de reseñas críticas) ha incidido en el desamparo atribuido al género en los últimos tiempos. Siguiendo con los 90, el rescate por esos años de dos “luciferinos” como Casal y Piñera tiene mucho que ver, además de con sus indiscutidas calidades literarias, con una sobre-saturación previa de sus “opuestos” (Martí y los origenistas “buenos”) y se potencia el en-frentamiento, además, por ciertos usos políticos precedentes a la discusión, que en ambos casos provee de modelos de conducta discrepantes de la teleología revolucionaria con que llegó a identificarsetantoaMartícomoaOrígenes. Conlacrisisylafloracióndeincer-tidumbres se potencia lo irresuelto del proyecto nacional y emergen las disensiones, los con-flictos,lasfallasqueponenenentredichounacoherencia monolítica. La crítica participa del diálogo político, de las prácticas de la polis; y no hay imposición o dominio sin resistencia. A lo largo de la historia, la sucesión de rescates opera con idéntica lógica. La discusión, a me-diados de los años 90, acerca del legado de Orí-genes y su pertinencia a la cultura de la época posterior a 1959 es, además de una querella cultural, el hito de una crisis de credibilidad de un modelo social, la discusión sobre cuál sería el proyecto válido para la nación cubana, sobre cuáles bases debía asentarse nuestro ideal del futuro. Como ya dije, no existe la inocencia, y, como en toda guerra, se vale la trampa: la exclusión, en los arduos 70, de autores cuyos mundos, ajenos a lo entonces considerado digno de elogio e imitación, no cumplían las expectativas de quienes dictaban la política cultural o educativa, es tan engañosa como podría serlo una exclusión —idéntica en su radicalidad— de los autores considerados centrales en aquellos años. Lezama y Piñera vs. Guillén y Carpentier es una ecuación que, por más que se repita, no hace sino empobrecer la percepción de una tradición de tanto multi-forme ingenio que puede acunar en su seno a autores de concepciones —y usos políticos, por supuesto— distantes e incluso contrarios; pero

el afán de dominación, la ambición por dictar qué es bueno y qué no lo es, cuáles autores nos sirven y cuáles son inútiles, tiene que ver tanto, deboreiterarlo,conlaaficiónpolíticacomoconel juicio estético. Cuestionar, por ejemplo, la centralidad deMartí-eseinfinito-enelcanoncubano,pre-sentándola como un capricho de Cintio Vitier, una imposición suya a despecho de presencias como las de Casal o Varona, parece más un ar-did político que un juicio de cultura. Pretender una unanimidad engañosa sería tan falso como desconocer el impulso político de todo juicio literario, por elaborado o sutil que parezca. La historia literaria cubana abunda en muestras de este aserto, reconocer esa propensión de la crítica, ese limo oscuro en el que se asienta y del cual se alimenta, nos hará más libres en tanto lectores y críticos. Para volver a la disputa sobre el Espejo de paciencia como obra primigenia de la litera-tura cubana; no es casual que tal calidad inau-gural -como han notado algunos estudiosos- se discuta con más ahínco en momentos de crisis de identidad, de reacomodo social: en los años 40 -los mismos en que el lúcido Mañach pen-aba porque éramos “una patria sin nación”- y en los días actuales, cuando la pervivencia de tantas certidumbres está en riesgo. En tiempos de crisis de identidad, incluso el mito de fun-dación de la nacionalidad se pone en solfa. El ejercicio de la crítica es, pues, un acto político, una intervención en la vida pública, por eso es preciso defender la tradición crítica, e imprescindible reeducarnos en el respeto mu-tuo, en la práctica civil de la discusión abierta, y en la seriedad de nuestros juicios.

Intervención en el panel Ciclos en movimiento. Estado de la crítica literaria actual en Cuba. Sala Federico García Lorca, Centro Dulce María Loynaz. La Habana, 28 de junio de 2012.

Notas:1- Citado por Anna Wayne Ashurst, La literatura his-panoamericana en la crítica española. Madrid, Gredos, 1980, p. 210.2- Rafael Enrique Marrero, “Alrededor de una an-tología”, publicado en el periódico Mañana.3- “Situación actual de la cultura cubana” (1968), en Cuaderno cubano. Schapine Editor S. R. L., Buenos Aires, 1974, pp. 105- 106.

Los criollos ilustrados, interesados en la modern-ización industrial y el fin de la trata, se enfren-taron a España de mil modos; en aquellos años de forja de la nación el ejercicio de la crítica era una cuestión de supervivencia. Recuerden por ejemplo la sonada polémica entre Saco y La Sagra sobre la poesía de José María Heredia, que trascendió toda restricción estilística. A propósito de la poesía de Heredia el descontento español sobrevivió largamente: tam-bién Menéndez y Pelayo consideraba que la poe-sía patriótica de Heredia no valía la pena y que solo “un elemento político que vicia y tuerce la imparcialidad del juicio estético”[1] podía apos-tar, comprometiendo la posteridad de la fama del poeta, por esa rama de su obra. Sus críticos cuba-nos, sin embargo, enaltecían el verbo herediano, sobre todo sus versos patrióticos, precisamente, con argumentos estéticos. Piénsese también en el destino de Gertrudis Gómez de Avellaneda ante la crítica -y en su tan llevada y traída “neutralidad”-, y se verá cuán influyente ha sido el juicio político en la evaluación de los méritos literarios de un au-tor. Para fines del siglo XIX, la batalla por el dominio cultural se libraba, pluma en mano, con el mismo brío con que se combatía a machete limpio en la manigua. Quienes entendían los códigos al uso podían distinguir sin mayor esfuerzo un es-tilo autonomista (por su contención lingüística, su gusto por los clásicos y su reformismo político) de otro separatista (con imágenes y giros inusitados y coloridos, gusto por lo moderno y tan radical en el uso del lenguaje como en su anhelo de inde-pendencia: era, a fin de cuentas, el preámbulo del modernismo). Un notable discípulo de Luz, Antonio An-gulo y Heredia, llegaba a preguntarse por enton-ces, mientras alababa la “libertad de espíritu” de países como Inglaterra, Francia y Alemania, “¿Qué se publica hoy en España, digno de leerse y estu-diarse en la esfera de las ciencias y las letras?”. El afán de superación por la negación de la herencia española llegó a extremos tan tremendos, que en su La sensibilidad en la poesía castellana (1898), Nicolás Heredia declaraba sin reparos, desconoci-endo la calidad de la lírica española, a los poetas españoles incapaces de expresar las emociones in-dividuales, una tesis que no por riesgosa e injusta dejó de merecer, en el encendido campo cultural del momento, elogio de notables críticos cubanos, como Enrique José Varona. La relación con Espa-ña seguía siendo problemática aún en las primeras

décadas del siglo XX y sobreviviría, como suele recordarse, en la discusión sobre el meridiano in-telectual sostenida por los escritores del continente con La Gaceta Literaria, de Madrid. La cruzada emprendida en los textos críti-cos de José Manuel Poveda y Regino E. Boti, con su interés por la renovación del verso, también solía manifestarse como revulsivo de la crisis nacional, y algunas de las apasionadas lecturas de Don Quijote que se hicieran con motivo del tercer centenario de su publicación -la de Esteban Bor-rero, por ejemplo- incorporaban sin máscaras la voluntad de rescatar lo español frente a la dolo-rosa realidad de la intervención norteamericana. Las discusiones sucesivas en el ámbito crítico a menudo llevaban el signo ineludible de un desacu-erdo previo, muchas veces ajeno a lo propiamente literario, pero cuyas huellas podían seguirse sin esfuerzo en ensayos y reseñas. Este año se cumplen 60 de la publicación de Cincuenta años de poesía cubana, de Cintio Vitier; hablar de la poesía suele ser algo así como un salvoconducto, un modo seguro de mantenerse al margen, pudiera pensar cualquiera. Pues bien, basta con leer la virulenta de-fensa de esa selección que se vio obligado a hacer José Lezama Lima frente a un comentario vulgar que acusaba al antólogo de “amiguismos y conde-scendencias de intereses creados”[2] y amenazaba incluso con el fantasma de la violencia, si bien metafórica: anunciaba que el General Batista —se escribía en agosto de 1952— había propuesto im-primir un apéndice para incluir a su poeta favorito. La desmesura de la indignación lezamiana fue breve; luego de calificar a los críticos de “bar-bados letargíricos” y otras lindezas, se dedicó a exaltar la labor de Orígenes. Entre los origenistas, tantas veces acusados de permanecer de espaldas a la realidad, en su torre de marfil imaginaria, Fina García Marruz propondría, en un inspirado ensayo sobre el martirologio útil de Martí, titulado sen-cillamente “José Martí”, y publicado también en 1952, servirse de Martí como refugio, en tiempos de desazón espiritual, legible en tanto desazón política. Varios años antes, la polémica que enfren-tara a Rubén Martínez Villena con Jorge Mañach, podría ejemplificar claramente ese trasfondo político de muchas de las discusiones literarias de nuestra tradición. La calidad de unos versos, las formas del arte nuevo, encontraron margen para discutir cómo sería, cómo debía ser, el arte ameri-cano. Así, Marinello estudió a Martí como escri-

tor continental y se negó a reducirlo -era la ob-sesión de la época- a ser un modernista más, en su condición de revolucionario; la discusión sobre la pertenencia de José Martí al modernismo seguiría soliviantando opiniones críticas por mucho tiem-po. La crítica siempre ha sido un ejercicio de discusión pública, y como estos ejemplos nos recuerdan, a menudo la disputa subyacente tenía raíces más profundas que la motivación expresada como pretexto. Con el triunfo de la Revolución en 1959, hubo tal explosión de la inserción civil del pueblo en el destino nacional que ese año fue el de mayor asociacionismo en toda la historia de Cuba

—creo haberlo leído en un artículo de Temas—; mientras la práctica de discusión de temas de ac-tualidad entre dirigentes y ciudadanos era habitual en lugares públicos, la crítica literaria y artística conoció un auge sin precedentes: todo era objeto de crítica: los espectáculos, las novedades editoria-les, las exposiciones; la polémica era, consecuent-emente, el pan del día. Con la creación de nuevas estructuras educativas, editoriales y de difusión cultural, tuvo lugar otro enfrentamiento en el que las fuerzas críticas en activo se disputaron, a veces agria-mente, la creación de un nuevo canon. La crítica, baluarte del gusto literario de la época, no es solo manifestación de ese gusto o de la dirección esté-

tica dominante; de hecho, el gusto mismo conlleva una fuerte marca social e histórica, decisiva en su asentamiento y promoción. La elección estilística pronto se vio relacionada con las intenciones políticas, como ha sido estudiado ya, por ejem-plo, en relación con “El Puente” o con la narrativa femenina de esos años. Cuando hablamos de la crítica no se vale fingir candidez. Toda crítica parte del interés por establecer modelos o por negarlos. Los vaivenes del canon (perceptibles en la alternancia de esos modelos) responden con frecuencia más que a cambios en la percepción del arte y la literatura a forcejeos bastante más terrenales, como las discusiones y enfrentamientos por el poder de decidir qué es bueno o malo y, consiguientemente, influir en la percepción de la realidad. En otro lugar he ex-presado cómo de las pugnas entre las posiciones intolerantes de quienes participaron en el debate formal (en la batalla cultural) de los primeros años de la década del 60 provenía el humus que fertilizó la dominación e imposición de un canon realista y muchas veces simplón en la literatura de los 70. Entre intolerancia e intolerancia se fue de-bilitando la cohesión del campo intelectual mien-tras se forjaba, alimentándose de los miasmas de esas diferencias, la capacidad de intervención de ciertos funcionarios en los problemas de la cre-ación artística y literaria que, en épocas anteriores, habían sido predominantemente de la incumbencia de los creadores. Lo cierto es que la creación de un canon amplio, representativo de valores disímiles, conlleva una educación para el debate y una cul-tura del respeto a la opinión ajena que no abunda hoy entre nosotros. Con perplejidad advertía Mario Benedetti, en fecha tan temprana como 1968, la mutilación de uno de los rasgos más productivos de la cultura cubana: la del entrenamiento civil indispensable para vitalizar el ensayo y la crítica: Este es quizá el único campo cultural en que la Revolución se encuentra en notoria des-ventaja con respecto a la época anterior a 1959 […]. En Cuba, las pocas veces en que alguien deja constancia pública de su violento desacuerdo con una obra cualquiera, el ambiente se escandaliza, la bóveda generacional se estremece. Es curioso comprobar que un país que ha hecho de la lucha armada poco menos que un evangelio, muestre sin embargo en los medios culturales una total falta de costumbre a la agresividad crítica.[3] Si miráramos ahora mismo en derredor, po-dríamos, sin mucho esfuerzo, reconocer un paisaje

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de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.4

Crítica y ciudadanía

por Zaida Capote Cruz

Cuando Basilia Papastamatíu me invitó a integrar este panel sobre el “Estado de la crítica literaria actual en Cuba” acepté sin pensarlo mucho. Además del interés que suele des-pertar el tema, me gustaba la idea de compartir con ustedes el anuncio de la próxima publicación del primer tomo de un Diccionario de obras cubanas de ensayo y crítica

que estamos redactando en el Instituto de Literatura y Lingüística. El Diccionario... ofrece la posibilidad de pensar la crítica y el ensayo cubanos como parte de un proceso histórico continuo, con líneas de cruce más o menos permanentes, e ilustra la con-vivencia de impulsos disímiles en el trayecto de nuestra historia literaria. Una muestra del Diccio-nario... se puede consultar en www.cubaliteraria.cu, el sitio del Instituto Cubano del Libro. Así que no es solo por vicio de investigadora que voy a referirme de un modo oblicuo a la crítica actual: para reflexionar sobre el presente de la crítica, lo mismo que sobre su destino, es preciso recordar algunas claves de cómo se fue armando un código del género en Cuba. El ejerci-cio de la crítica puede entenderse como un modo de ejercer ciudadanía, como una posibilidad de intervención pública, es decir, política. Es frecuente en la literatura cubana la expresión política mediante el juicio crítico y es una cualidad que deberíamos atender si intentamos explicar el es-tado actual del género entre nosotros. A menudo la discusión crítica ha intentado establecer opciones de interpretación de la identidad nacional; esa lucha por definir lo cubano, e incluso la declaración de que lo cubano es una entelequia inexistente, forjada por el desmedido amor propio o el interés público para saciar lectores crédulos, es también una opción política. Me interesa mucho explorar la historia de la crítica tomando nota de ciertas desavenencias que, aunque fueron expresadas como disidencias de perspectiva o incluso de estilo, enmascaran, cuando no muestran rotundamente, cómo tales de-sacuerdos provienen de discrepancias no siempre estrictamente literarias. Leer la historia de la crítica literaria cubana en clave de ciudadanía nos descubre el lazo ineludible entre la acción política y la práctica crítica. Desde mediados del siglo XIX cuando Domingo del Monte y sus contertulios comenzaron a imaginar una literatura propiamente criolla, hasta los desencuentros entre autonomistas y separatistas, explícitos en “el pleito del estilo” que testimoniara con pluma maestra Manuel de la Cruz, y los sinsabores que su propia ejecutoria críti-ca le trajera en los sarcásticos juicios de su admirado Manuel Sanguily sobre sus desmesurados, coloridos y sincerísimos Cromitos cubanos, son apenas el inicio de un largo proceso de construc-ción del saber crítico y ensayístico en la literatura cubana, amasado con palabras y sensaciones, metáforas y colores, pero a menudo significante como declaración de uso político. Pero empecemos por el comienzo, es decir, por el Espejo de paciencia. Cuando José An-tonio Echeverría declaró en El Plantel su hallazgo del poema, los críticos del momento, liderados por Domingo del Monte, le dieron carta de naturaleza instantánea a su declaración. La crítica posterior ha estimado posible, sin embargo, que al menos parte del poema haya sido escrito por el propio Echeverría o alguno de sus colegas; una de las razones que asisten la duda es, claro está, política: propugnadores del fin de la trata negrera, la inclusión de un héroe negro, Salvador Golomón, sería una estrategia de dignificación del personaje, de su humanización, de su equipa-ración con sus iguales blancos, en tiempos en que se escribían la Autobiografía de Juan Francisco Manzano, o Francisco, de Anselmo Suárez y Romero. La posibilidad de que el descubrimiento del poema fundacional de la literatura cubana no sea más que una superchería útil a sus propugnadores ha sido explorada también por Leonardo Padura en La novela de mi vida, aunque, más allá de una tesis cierta o falsa acerca de la condición apócrifa del Espejo... lo que importa aquí es cómo la crítica puede variar la percepción de un texto. Si la discusión carece de mucho sentido fuera del ámbito historiográfico, la tesis, sin em-bargo, puede sostenerse sin esfuerzo: por esos días, Del Monte y sus discípulos se empeñaban en encontrar una voz y un estilo propiamente cubanos, al mismo tiempo que intentaban versiones de romances populares españoles con temas del país y narraciones románticas ambientadas en Cuba.

“La debilidad de la crítica literaria responde, a menudo, más que a la

carencia de estímulos, a la fragilidad de un modelo de cultura de la

discusión, difícilmente aceptable por quienes detentan el dominio de los espacios literarios” Literatura“La

debilidad de la crítica literaria responde, a menudo, más que a la

carencia de estímulos, a la fragilidad de un modelo de cultura de la

discusión, difícilmente aceptable por quienes detentan el dominio de los

espacios literarios”

Los criollos ilustrados, interesados en la modern-ización industrial y el fin de la trata, se enfren-taron a España de mil modos; en aquellos años de forja de la nación el ejercicio de la crítica era una cuestión de supervivencia. Recuerden por ejemplo la sonada polémica entre Saco y La Sagra sobre la poesía de José María Heredia, que trascendió toda restricción estilística. A propósito de la poesía de Heredia el descontento español sobrevivió largamente: tam-bién Menéndez y Pelayo consideraba que la poe-sía patriótica de Heredia no valía la pena y que solo “un elemento político que vicia y tuerce la imparcialidad del juicio estético”[1] podía apos-tar, comprometiendo la posteridad de la fama del poeta, por esa rama de su obra. Sus críticos cuba-nos, sin embargo, enaltecían el verbo herediano, sobre todo sus versos patrióticos, precisamente, con argumentos estéticos. Piénsese también en el destino de Gertrudis Gómez de Avellaneda ante la crítica -y en su tan llevada y traída “neutralidad”-, y se verá cuán influyente ha sido el juicio político en la evaluación de los méritos literarios de un au-tor. Para fines del siglo XIX, la batalla por el dominio cultural se libraba, pluma en mano, con el mismo brío con que se combatía a machete limpio en la manigua. Quienes entendían los códigos al uso podían distinguir sin mayor esfuerzo un es-tilo autonomista (por su contención lingüística, su gusto por los clásicos y su reformismo político) de otro separatista (con imágenes y giros inusitados y coloridos, gusto por lo moderno y tan radical en el uso del lenguaje como en su anhelo de inde-pendencia: era, a fin de cuentas, el preámbulo del modernismo). Un notable discípulo de Luz, Antonio An-gulo y Heredia, llegaba a preguntarse por enton-ces, mientras alababa la “libertad de espíritu” de países como Inglaterra, Francia y Alemania, “¿Qué se publica hoy en España, digno de leerse y estu-diarse en la esfera de las ciencias y las letras?”. El afán de superación por la negación de la herencia española llegó a extremos tan tremendos, que en su La sensibilidad en la poesía castellana (1898), Nicolás Heredia declaraba sin reparos, desconoci-endo la calidad de la lírica española, a los poetas españoles incapaces de expresar las emociones in-dividuales, una tesis que no por riesgosa e injusta dejó de merecer, en el encendido campo cultural del momento, elogio de notables críticos cubanos, como Enrique José Varona. La relación con Espa-ña seguía siendo problemática aún en las primeras

décadas del siglo XX y sobreviviría, como suele recordarse, en la discusión sobre el meridiano in-telectual sostenida por los escritores del continente con La Gaceta Literaria, de Madrid. La cruzada emprendida en los textos críti-cos de José Manuel Poveda y Regino E. Boti, con su interés por la renovación del verso, también solía manifestarse como revulsivo de la crisis nacional, y algunas de las apasionadas lecturas de Don Quijote que se hicieran con motivo del tercer centenario de su publicación -la de Esteban Bor-rero, por ejemplo- incorporaban sin máscaras la voluntad de rescatar lo español frente a la dolo-rosa realidad de la intervención norteamericana. Las discusiones sucesivas en el ámbito crítico a menudo llevaban el signo ineludible de un desacu-erdo previo, muchas veces ajeno a lo propiamente literario, pero cuyas huellas podían seguirse sin esfuerzo en ensayos y reseñas. Este año se cumplen 60 de la publicación de Cincuenta años de poesía cubana, de Cintio Vitier; hablar de la poesía suele ser algo así como un salvoconducto, un modo seguro de mantenerse al margen, pudiera pensar cualquiera. Pues bien, basta con leer la virulenta de-fensa de esa selección que se vio obligado a hacer José Lezama Lima frente a un comentario vulgar que acusaba al antólogo de “amiguismos y conde-scendencias de intereses creados”[2] y amenazaba incluso con el fantasma de la violencia, si bien metafórica: anunciaba que el General Batista —se escribía en agosto de 1952— había propuesto im-primir un apéndice para incluir a su poeta favorito. La desmesura de la indignación lezamiana fue breve; luego de calificar a los críticos de “bar-bados letargíricos” y otras lindezas, se dedicó a exaltar la labor de Orígenes. Entre los origenistas, tantas veces acusados de permanecer de espaldas a la realidad, en su torre de marfil imaginaria, Fina García Marruz propondría, en un inspirado ensayo sobre el martirologio útil de Martí, titulado sen-cillamente “José Martí”, y publicado también en 1952, servirse de Martí como refugio, en tiempos de desazón espiritual, legible en tanto desazón política. Varios años antes, la polémica que enfren-tara a Rubén Martínez Villena con Jorge Mañach, podría ejemplificar claramente ese trasfondo político de muchas de las discusiones literarias de nuestra tradición. La calidad de unos versos, las formas del arte nuevo, encontraron margen para discutir cómo sería, cómo debía ser, el arte ameri-cano. Así, Marinello estudió a Martí como escri-

tor continental y se negó a reducirlo -era la ob-sesión de la época- a ser un modernista más, en su condición de revolucionario; la discusión sobre la pertenencia de José Martí al modernismo seguiría soliviantando opiniones críticas por mucho tiem-po. La crítica siempre ha sido un ejercicio de discusión pública, y como estos ejemplos nos recuerdan, a menudo la disputa subyacente tenía raíces más profundas que la motivación expresada como pretexto. Con el triunfo de la Revolución en 1959, hubo tal explosión de la inserción civil del pueblo en el destino nacional que ese año fue el de mayor asociacionismo en toda la historia de Cuba

—creo haberlo leído en un artículo de Temas—; mientras la práctica de discusión de temas de ac-tualidad entre dirigentes y ciudadanos era habitual en lugares públicos, la crítica literaria y artística conoció un auge sin precedentes: todo era objeto de crítica: los espectáculos, las novedades editoria-les, las exposiciones; la polémica era, consecuent-emente, el pan del día. Con la creación de nuevas estructuras educativas, editoriales y de difusión cultural, tuvo lugar otro enfrentamiento en el que las fuerzas críticas en activo se disputaron, a veces agria-mente, la creación de un nuevo canon. La crítica, baluarte del gusto literario de la época, no es solo manifestación de ese gusto o de la dirección esté-

tica dominante; de hecho, el gusto mismo conlleva una fuerte marca social e histórica, decisiva en su asentamiento y promoción. La elección estilística pronto se vio relacionada con las intenciones políticas, como ha sido estudiado ya, por ejem-plo, en relación con “El Puente” o con la narrativa femenina de esos años. Cuando hablamos de la crítica no se vale fingir candidez. Toda crítica parte del interés por establecer modelos o por negarlos. Los vaivenes del canon (perceptibles en la alternancia de esos modelos) responden con frecuencia más que a cambios en la percepción del arte y la literatura a forcejeos bastante más terrenales, como las discusiones y enfrentamientos por el poder de decidir qué es bueno o malo y, consiguientemente, influir en la percepción de la realidad. En otro lugar he ex-presado cómo de las pugnas entre las posiciones intolerantes de quienes participaron en el debate formal (en la batalla cultural) de los primeros años de la década del 60 provenía el humus que fertilizó la dominación e imposición de un canon realista y muchas veces simplón en la literatura de los 70. Entre intolerancia e intolerancia se fue de-bilitando la cohesión del campo intelectual mien-tras se forjaba, alimentándose de los miasmas de esas diferencias, la capacidad de intervención de ciertos funcionarios en los problemas de la cre-ación artística y literaria que, en épocas anteriores, habían sido predominantemente de la incumbencia de los creadores. Lo cierto es que la creación de un canon amplio, representativo de valores disímiles, conlleva una educación para el debate y una cul-tura del respeto a la opinión ajena que no abunda hoy entre nosotros. Con perplejidad advertía Mario Benedetti, en fecha tan temprana como 1968, la mutilación de uno de los rasgos más productivos de la cultura cubana: la del entrenamiento civil indispensable para vitalizar el ensayo y la crítica: Este es quizá el único campo cultural en que la Revolución se encuentra en notoria des-ventaja con respecto a la época anterior a 1959 […]. En Cuba, las pocas veces en que alguien deja constancia pública de su violento desacuerdo con una obra cualquiera, el ambiente se escandaliza, la bóveda generacional se estremece. Es curioso comprobar que un país que ha hecho de la lucha armada poco menos que un evangelio, muestre sin embargo en los medios culturales una total falta de costumbre a la agresividad crítica.[3] Si miráramos ahora mismo en derredor, po-dríamos, sin mucho esfuerzo, reconocer un paisaje

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Crítica y ciudadanía

por Zaida Capote Cruz

Cuando Basilia Papastamatíu me invitó a integrar este panel sobre el “Estado de la crítica literaria actual en Cuba” acepté sin pensarlo mucho. Además del interés que suele des-pertar el tema, me gustaba la idea de compartir con ustedes el anuncio de la próxima publicación del primer tomo de un Diccionario de obras cubanas de ensayo y crítica

que estamos redactando en el Instituto de Literatura y Lingüística. El Diccionario... ofrece la posibilidad de pensar la crítica y el ensayo cubanos como parte de un proceso histórico continuo, con líneas de cruce más o menos permanentes, e ilustra la con-vivencia de impulsos disímiles en el trayecto de nuestra historia literaria. Una muestra del Diccio-nario... se puede consultar en www.cubaliteraria.cu, el sitio del Instituto Cubano del Libro. Así que no es solo por vicio de investigadora que voy a referirme de un modo oblicuo a la crítica actual: para reflexionar sobre el presente de la crítica, lo mismo que sobre su destino, es preciso recordar algunas claves de cómo se fue armando un código del género en Cuba. El ejerci-cio de la crítica puede entenderse como un modo de ejercer ciudadanía, como una posibilidad de intervención pública, es decir, política. Es frecuente en la literatura cubana la expresión política mediante el juicio crítico y es una cualidad que deberíamos atender si intentamos explicar el es-tado actual del género entre nosotros. A menudo la discusión crítica ha intentado establecer opciones de interpretación de la identidad nacional; esa lucha por definir lo cubano, e incluso la declaración de que lo cubano es una entelequia inexistente, forjada por el desmedido amor propio o el interés público para saciar lectores crédulos, es también una opción política. Me interesa mucho explorar la historia de la crítica tomando nota de ciertas desavenencias que, aunque fueron expresadas como disidencias de perspectiva o incluso de estilo, enmascaran, cuando no muestran rotundamente, cómo tales de-sacuerdos provienen de discrepancias no siempre estrictamente literarias. Leer la historia de la crítica literaria cubana en clave de ciudadanía nos descubre el lazo ineludible entre la acción política y la práctica crítica. Desde mediados del siglo XIX cuando Domingo del Monte y sus contertulios comenzaron a imaginar una literatura propiamente criolla, hasta los desencuentros entre autonomistas y separatistas, explícitos en “el pleito del estilo” que testimoniara con pluma maestra Manuel de la Cruz, y los sinsabores que su propia ejecutoria críti-ca le trajera en los sarcásticos juicios de su admirado Manuel Sanguily sobre sus desmesurados, coloridos y sincerísimos Cromitos cubanos, son apenas el inicio de un largo proceso de construc-ción del saber crítico y ensayístico en la literatura cubana, amasado con palabras y sensaciones, metáforas y colores, pero a menudo significante como declaración de uso político. Pero empecemos por el comienzo, es decir, por el Espejo de paciencia. Cuando José An-tonio Echeverría declaró en El Plantel su hallazgo del poema, los críticos del momento, liderados por Domingo del Monte, le dieron carta de naturaleza instantánea a su declaración. La crítica posterior ha estimado posible, sin embargo, que al menos parte del poema haya sido escrito por el propio Echeverría o alguno de sus colegas; una de las razones que asisten la duda es, claro está, política: propugnadores del fin de la trata negrera, la inclusión de un héroe negro, Salvador Golomón, sería una estrategia de dignificación del personaje, de su humanización, de su equipa-ración con sus iguales blancos, en tiempos en que se escribían la Autobiografía de Juan Francisco Manzano, o Francisco, de Anselmo Suárez y Romero. La posibilidad de que el descubrimiento del poema fundacional de la literatura cubana no sea más que una superchería útil a sus propugnadores ha sido explorada también por Leonardo Padura en La novela de mi vida, aunque, más allá de una tesis cierta o falsa acerca de la condición apócrifa del Espejo... lo que importa aquí es cómo la crítica puede variar la percepción de un texto. Si la discusión carece de mucho sentido fuera del ámbito historiográfico, la tesis, sin em-bargo, puede sostenerse sin esfuerzo: por esos días, Del Monte y sus discípulos se empeñaban en encontrar una voz y un estilo propiamente cubanos, al mismo tiempo que intentaban versiones de romances populares españoles con temas del país y narraciones románticas ambientadas en Cuba.

“La debilidad de la crítica literaria responde, a menudo, más que a la

carencia de estímulos, a la fragilidad de un modelo de cultura de la

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de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.

Para muchos podrá ser algo loco o absurdo que después de haber dedicado tanto tiempo a estudiar veterinaria, a alguien le de por

dejar a un lado los bramidos de las vacas, el batir de las colas de los perros y el maullido de los gatos por la literatura y el arte. Pero la vida te da sorpre-sas, sorpresas te da la vida… Celso Román fue de aquellos estudiantes dedicados con alma, vida y sombrero a sus estudios universitarios; jamás llegó tarde a clase y era uno de los primeros en cumplir con los trabajos y las investigaciones en medicina veterinaria; siempre fue un hombre dedicado a los animales, los amaba con el alma y siempre vio en ellos su mejor futuro, pero justo en el momento de recibir su diploma con todos los honores, lo enrolló, sacó su vieja máquina de escribir y dejó que la musa de la inspiración lo consintiera y se dedicó desde ese mismo momento a la producción literaria con el mayor de los éxitos. Celso nació el 6 de noviembre de 1967 en Bogotá; al dejar la veterinaria estudió literatura y artes y se formó como maestro en artes plásticas con especialización en escultura; pero además realizó estudios de postgrado en el Pratt Institute de Nueva York y ha exhibido sus esculturas en salas como la del Museo de Arte Contemporáneo, la Galería San Diego y el Museo de Arte de la Uni-versidad Nacional. Combinó muy bien sus labores como escul-tor y escritor con la docencia, ya que fue profesor de bellas artes en la Universidad Pedagógica, en la Jorge Tadeo Lozano y en la Universidad Nacional. En 1972 publicó cuentos cortos en El Es-pectador, El Tiempo y en varias revistas literarias, durante los dos años siguientes. Ha escrito para los niños varios libros de cuentos y novela como El pirótico barco fantástico, El hombre que soñaba, De ballenas y de mares, Los animales domésticos y electrodomésticos, El maravilloso viaje de Rosendo Bucurá, Ezequiel Uricoechea: el niño que quería saberlo todo, Acerca y de lejos, etc. Su obra literaria ha sido galardonada en varias ocasiones. Ganador del premio Latino-americano de Literatura Infantil y Juvenil Norma-Fundalectura 1998 con la obra El imperio de las

cinco lunas; la Asociación Colombiana para la Literatura Infantil le otorgó un premio por su libro Las cosas de la casa (1988); ganador en ciudad de México del premio Netzahualcoyotl de literatura latinoamericana para niños (1982); primer premio en el concurso nacional Enka de literatura infantil (1979) con Los amigos del hombre; primer premio en el concurso de cuento 90 Años de El Espectador "Mejor en la montaña " (1978); primer premio en

el concurso del libro de cuentos Universidad del Tolima (1977) por su libro "Cuentos para tiempos poco divertidos" El Maestro Román además de escribir trabaja para una fundación que se deno-mina Taller de la Tierra, un programa de educación ambiental. - ¿Cuál es el primer libro que recuerda haber tenido en sus manos? - Tuve la suerte de ser hijo de educadora normalista, Helena Campos Bonilla, y siempre hubo libros cerca de ella, y me encantaba un libro bellamente ilustrado, de Constancio C. Vigil, que se llamaba "Cuentos para gente menuda", y recu-erdo con alegría cómo solía soñar con esos textos y dibujos. - ¿En los años de la educación primaria tuvo profesores que lo hubieran enamorado de los libros? -Indudablementeunprofesoresfiguraclave para inculcar a los niños el amor a las letras, y en mi caso fue el profesor Rafael Aramendiz, un opita cultísimo, siempre impecable en su vestimen-ta y que nos inculcó a sus estudiantes el amor a los libros, a la poesía y a la palabra en general. - ¿Qué personajes de literatura, en su infan-

cia y adolescencia, recuerda con especial cariño? - Además del Profesor Aramendiz tuve un tío que se llamaba Alejandro Patiño Patiño, esposo de una de mis tías, quien había sido un personaje aventurero y rebelde, que de joven se había esca-padoconuncirco,habíasidomilitar,científicoyprofesor universitario de Bioquímica en la Univers-idad Nacional. De su amor por la aventura le quedó una inmensa colección de libros de Emilio Salgari, Alejandro Dumas, y Julio Verne -entre otros- así como revistas de un famoso ladrón llamado John C.Raffles.Mishermanosyyodevorábamosesaliteratura que nos hacía soñar en la adolescencia. - ¿Ya en la juventud aumentó su afecto por los libros? - Cuando uno se enamora en la juventud aumenta proporcionalmente el amor por los libros, y es la etapa en la cual nos hundimos como busca-dores de perlas en el estanque de la poesía. - ¿De qué se trató su primer cuento? - Me acuerdo que una vez iba por la calle y pasaba delante de una pared donde había una gran cantidad de avisos de papel superpuestos -los "Carteles Olympia" que pegan con engrudo unos sobre otros, anunciando espectáculos populares, propaganda política y cosas por el estilo. Me dio por desgarrar un aviso de esos y toda la masa acar-tonada de papel se desprendió de la pared y cayó al suelo. Allí nació el cuento "Carteles" que me publicaron en el magazín dominical de El Tiempo, y en el relato decía que los carteles apelmazados se desprendieron como una piel viva, y la pared sangró con surtidores de pequeñas arterias, como si la pared fuera un ser vivo y quedara al aire la carne palpitante, y salí corriendo. - ¿Cómo supo que podía llegar a ser escri-tor? - Cuando me siguieron publicando mis cuentos y relatos en periódicos universitarios -Púe, Xúe, Monimbó- y magazines dominicales. Luego gané un concurso universitario de libro de cuentos convocado por la Universidad del Tolima. El libro se llamaba Cuentos para los compañeros y eran los cuentos cortos que leía a mis compañeros de clase en los espacios entre clase y clae, tomando tinto en la Facultad de Veterinaria.

...Continuará

Cuando uno se enamora aumenta el amor

por los libros

Celso nació el 6 de noviembre de 1967 en Bogotá; al dejar la

veterinaria estudió literatura y artes y se formó como maestro en artes plásticas con especialización en

escultura

Por Jorge Consuegra

similar. No es por azar que la literatura de los años 80 -y hablo sobre todo de la narrativa, el género que mejor conozco- que dio a luz li-bros poderosos, trabajados, escarbadores en los males sociales y en la realidad del día a día de esos años, haya sido casi olvidada, borrada por el entusiasmo de una crítica que, en época de quiebre de modelos políticos y de incertidum-bre económica, optó rápidamente por enaltecer la literatura “del cambio”, olvidando que ese cambio debía mucho más de lo que la propia crítica reconocía a los autores precedentes. ¿Quién piensa hoy, cuando se habla de narrativa cubana contemporánea, en Un tema para el griego, de Jorge Luis Hernández, Don-juanes, de Reinaldo Montero, Las iniciales de latierra,deJesúsDíaz,o,yaafinesdeladéca-da, Habanecer, de Luis Manuel García? ¿Quién reconoce que en libros como esos -y otros que ahora no menciono- estaba el germen de lo que vino luego? Para la crítica de los 90, en un gesto que todavía dura, la juventud se convirtió de re-pente en un valor en sí misma y la literatura de los “novísimos” fue elevada al rango de modelo incluso para aquellos creadores que tenían una trayectoria consistente. El reconocimiento de la crisis de un modelo de sociedad, además de incidir en la eclosión de temas “problemáticos”, trajo consigo, por otra parte, como casi todos los grandes momentos de crisis y de transfor-maciónsocial,lafloracióndeunanarrativafemenina que aprovechó las grietas del discurso dominante para establecerse con una riqueza y diversidad hoy envidiables. ¿Cómo dudar que una cosa viniera aparejada con la otra, y que gracias a aquellas grietas pudiera hacerse vis-ible la creación de tantas escritoras? La debilidad de la crítica literaria, tan llevada y traída en foros diversos, responde, a menudo, más que a la carencia de estímulos, a la fragilidad de un modelo de cultura de la discusión, difícilmente aceptable por quienes detentan el dominio de los espacios literarios (institucionales o no, sean publicaciones, pro-gramas de enseñanza o la simple maledicencia cotidiana), muchas veces creadores ellos mis-mos y negados a escuchar disensiones de sus

propios modelos o puntos de vista. También la carenciadeespaciosfijosenlaprensaperiódica(uno de los baluartes habituales de la difusión de reseñas críticas) ha incidido en el desamparo atribuido al género en los últimos tiempos. Siguiendo con los 90, el rescate por esos años de dos “luciferinos” como Casal y Piñera tiene mucho que ver, además de con sus indiscutidas calidades literarias, con una sobre-saturación previa de sus “opuestos” (Martí y los origenistas “buenos”) y se potencia el en-frentamiento, además, por ciertos usos políticos precedentes a la discusión, que en ambos casos provee de modelos de conducta discrepantes de la teleología revolucionaria con que llegó a identificarsetantoaMartícomoaOrígenes. Conlacrisisylafloracióndeincer-tidumbres se potencia lo irresuelto del proyecto nacional y emergen las disensiones, los con-flictos,lasfallasqueponenenentredichounacoherencia monolítica. La crítica participa del diálogo político, de las prácticas de la polis; y no hay imposición o dominio sin resistencia. A lo largo de la historia, la sucesión de rescates opera con idéntica lógica. La discusión, a me-diados de los años 90, acerca del legado de Orí-genes y su pertinencia a la cultura de la época posterior a 1959 es, además de una querella cultural, el hito de una crisis de credibilidad de un modelo social, la discusión sobre cuál sería el proyecto válido para la nación cubana, sobre cuáles bases debía asentarse nuestro ideal del futuro. Como ya dije, no existe la inocencia, y, como en toda guerra, se vale la trampa: la exclusión, en los arduos 70, de autores cuyos mundos, ajenos a lo entonces considerado digno de elogio e imitación, no cumplían las expectativas de quienes dictaban la política cultural o educativa, es tan engañosa como podría serlo una exclusión —idéntica en su radicalidad— de los autores considerados centrales en aquellos años. Lezama y Piñera vs. Guillén y Carpentier es una ecuación que, por más que se repita, no hace sino empobrecer la percepción de una tradición de tanto multi-forme ingenio que puede acunar en su seno a autores de concepciones —y usos políticos, por supuesto— distantes e incluso contrarios; pero

el afán de dominación, la ambición por dictar qué es bueno y qué no lo es, cuáles autores nos sirven y cuáles son inútiles, tiene que ver tanto, deboreiterarlo,conlaaficiónpolíticacomoconel juicio estético. Cuestionar, por ejemplo, la centralidad deMartí-eseinfinito-enelcanoncubano,pre-sentándola como un capricho de Cintio Vitier, una imposición suya a despecho de presencias como las de Casal o Varona, parece más un ar-did político que un juicio de cultura. Pretender una unanimidad engañosa sería tan falso como desconocer el impulso político de todo juicio literario, por elaborado o sutil que parezca. La historia literaria cubana abunda en muestras de este aserto, reconocer esa propensión de la crítica, ese limo oscuro en el que se asienta y del cual se alimenta, nos hará más libres en tanto lectores y críticos. Para volver a la disputa sobre el Espejo de paciencia como obra primigenia de la litera-tura cubana; no es casual que tal calidad inau-gural -como han notado algunos estudiosos- se discuta con más ahínco en momentos de crisis de identidad, de reacomodo social: en los años 40 -los mismos en que el lúcido Mañach pen-aba porque éramos “una patria sin nación”- y en los días actuales, cuando la pervivencia de tantas certidumbres está en riesgo. En tiempos de crisis de identidad, incluso el mito de fun-dación de la nacionalidad se pone en solfa. El ejercicio de la crítica es, pues, un acto político, una intervención en la vida pública, por eso es preciso defender la tradición crítica, e imprescindible reeducarnos en el respeto mu-tuo, en la práctica civil de la discusión abierta, y en la seriedad de nuestros juicios.

Intervención en el panel Ciclos en movimiento. Estado de la crítica literaria actual en Cuba. Sala Federico García Lorca, Centro Dulce María Loynaz. La Habana, 28 de junio de 2012.

Notas:1- Citado por Anna Wayne Ashurst, La literatura his-panoamericana en la crítica española. Madrid, Gredos, 1980, p. 210.2- Rafael Enrique Marrero, “Alrededor de una an-tología”, publicado en el periódico Mañana.3- “Situación actual de la cultura cubana” (1968), en Cuaderno cubano. Schapine Editor S. R. L., Buenos Aires, 1974, pp. 105- 106.

Í n d i c e

>LA PRenSA Domingo 9de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.

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de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.

1er Coloquio Internacional de Arte

El pasado 16 de agosto dio inicio el Primer coloquio Interna-cioal de Arte en la ciudad de Xalapa, Veracruz, con la con-

ferencia "Los libros de artista. Historias de familia, historias del arte", impartida por Vania Macías, a la par de un Foro Académico "De la periferia al centro", en la Galería de Arte Contemporáneo. La idea del foro en el que participaron delegaciones de artistas belgas, japoneses y mexicanos, era ampliar los horizontes del arte plástica al compartir experiencias y trabajos, conside-rando de manera preponderante el aspecto académico, todo esto aunado a la invitación al público en general. El encuentro, que durara tres días, programó diversas activ-idades, que incluyeron no sólo conferencias y mesas de diálogo, sino también exposiciones y visitas a talleres. Se abordaron temas como "Problemáticas del arte contem-poráneo en Veracruz", con los ponentes Roberto Santa Anna, Ser-gio Domínguez, David Hernández y Leomar; "Archivos de arte y prácticas de creación: el caso Pinto mi Raya", con Mónica Mayer y Víctor Lerma, moderados por Gladys Villegas, entre otros. Cabe señalar la importancia de Pinto mi Raya ya que es un archivo de documentos de prensa especializados en artes visuales iniciado en 1989 por los artistas Mayer y Lerma, investigadores con amplia trayectoria. Este proyecto conceptual incluye archivos de diferentes temas, como arquitectura, espacios alternativos, arte digital, insta-lación, fotografía, performance, entre otros. Otro de los temas a destacar fue "Problemáticas del arte y la literatura actual en Veracruz", con Diego Salas, Lucía Pruden-cio, Silvia Gutiérrez y Carmen María Espinosa, moderados por Augusto Mandujano, ya que en este estado vecino la literatura, en muchos de sus géneros, ha tenido mucho auge y reconocimien-to a nivel internacional. Este Primer Coloquio Internacional de Arte Contemporá-neo, se efectuó gratuitamente con apoyo del Gobierno del Estado de Veracruz, a través del Instituto Veracruzano de la Cultura, en coordinación con el Conaculta y la Universidad Veracruzana; re-sultando en un evento relevante que ofreció a participantes y asis-tentes la posibilidad de recononer nuevas propuestas artísticas. y a los ponentes la base para proyectar sus trabajos y experiencias. Esperemos una segunda edición.

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Crítica y ciudadaníaRebelión10 alternativas libres más populares

que superan al software privativo

De Rebelión

El software libre permite copiar, modificar y compartir el programa sin límites. Esta filosofía ha conseguido que millones de personas dediquen sus esfuerzos a crear

programas que satisfagan las necesidades de los usuarios sin que estos tengan que recurrir al pirateo o al pago de carísimas licencias por su uso. Conoce diez alternativas libres y gratuitas a los programas informáticos más populares.

Libre Office, alternativa a Microsoft Of-fice. El uso de un procesador de textos, un pro-grama para hacer presentaciones u hojas de cálculo es imprescindible tanto en el ámbito doméstico como laboral.

La mayoría de opciones privativas tienen limitaciones en su uso dependiendo del tipo de li-cencia que tengamos que pagar. Libre Office ofrece una potentesuite ofimática con todas las herramien-tas que necesitamos sin ninguna restricción.

Gimp, alternativa a Photoshop. La afición por la fotografía es cada vez más común y eso se refleja en el mundo de la informática. Photoshop es uno de los programas más populares para reto-car imágenes, pero requiere el pago de una licen-cia bastante cara para el usuario doméstico, que muchas veces recurre a copias piratas para poder usarlo. Gimp es un programa de edición de imá-genes que cubre el 100% de las necesidades de los usuarios corrientes y el 90% de las profesionales. Tiene cantidad de opciones y configuraciones, y su funcionamiento es muy similar al programa de Adobe.

Firefox, alternativa a Explorer y Safari. Lejos queda ya el dominio de Internet Exporer en el ámbito de los navegadores web. Safari sigue siendo popular en los Mac, pero está claro que las alter-nativas de código abierto como Firefox o Chrome han ganado mucha cuota de mercado en los últimos años. Firefox es software libre y se ha convertido en uno de los navegadores más usados. VLC, alternativa a Windows Media Player y Quicktime. Si hay un reproductor multimedia todoterreno ese es VLC. Este programa se ha consolidado como uno de los más ligeros, rápidos y capaces, ya que puede leer casi cualquier formato sin necesidad de añadidos extra.

Hotot, alternativa a TweetDeck. A menudo es más sencillo gestionar nuestros 'tuits' desde un cliente de Twitter como TweetDeck. Nuestra alter-nativa libre se llama Hotot, un cliente multiplata-forma (se puede usar en GNU/Linux, Windows y Mac) que dispone de múltiples opciones, una interfaz muy cómoda y una ligereza asombrosa.

7-Zip, alternativa a WinRAR. WinRAR sucedió a WinZip como uno de las aplicaciones decompresión de archivos más populares. 7-Zip sin embargo se presenta como una gran alternativa para los usuarios de Windows. Es compatible con los mismos formatos que WinRAR, pero libre y gratu-ito. Existe una versión llamada P7zip que también funciona en Mac y GNU/Linux.

Songbird, alternativa a iTunes. Hay muchos programas para reproducir nuestra música,

pero Songbird es uno de los mejores. Su interfaz es similar a iTunes y cuenta con varias herramientas para reproducir audio y vídeo, además de poder organizar nuestras listas de reproducción.

Thunderbird, alternativa a Outlook. Mozilla, la misma empresa que desarrolla el naveg-ador Firefox, nos ofrece una alternativa muy sólida al clásico Outlook de Microsoft, elgestor de correo electrónico más conocido. Tiene prácticamente las mismas herramientas y opciones, pero este es más flexible y se pueden usar complementos para mejo-rar sus capacidades. Jitsi, alternativa a Skype. Pese a que Skype sigue siendo el rey en cuanto a llamadas y video-conferencias por IP, existen alternativas libres muy competentes como Jitsi. Con una interfaz muy sencilla y práctica, Jitsi nos permite manetener conversaciones con y sin vídeo además de chat con nuestros contactos. Y es multiplataforma.

SparkleShare, alternativa a Dropbox. Almacenar y compartir archivos en la Red se ha vuelto mucho más sencillo con los servicios en la nube. Dropbox es una buena opción, pero su capa-cidad es limitada y funciona bajo las condiciones de la empresa que lo desarrolla, lo que puede acar-rear problemas de privacidad con datos y archivos personales. Sparkle Share es una de las mejores al-ternativas libres. La única diferencia es que son los usuarios los que deben disponer del servidor o el equipo para almacenar los archivos, a los que luego se accederá remotamente y desde cualquier lugar como Dropbox. Hacerlo de esta manera aumenta la seguridad de nuestros contenidos y no quedan a merced de los caprichos de las empresas. Todos estos programas se pueden descargar de manera gratuita y legal desde sus páginas oficia-les. El software libre provee alternativas de calidad para la mayoría de las necesidades de los usuarios domésticos y gran parte de los profesionales. Este tipo de programas son generalmente más seguros (gracias al código abierto) y no necesi-tan licencias de uso. Además, dado que sus usuarios pueden compartirlos sin restricciones, suelen ser gratuitos, con lo que no hay ninguna necesidad de optar por programas privativos “pirateados”.

Este tipo de programas suelen ser más seguros y no necesitan licencias de uso, así que adiós programas privativos “pirateados”

10 alternativas libres más populares que superan

al software privativo

Amor por los libros

>LA PRENSA Domingo 9 de septiembre de 2012 / Reynosa, Tam.NotA8 > LA PRENSA

Domingo 9 de septiembrede 2012

Año 14 No. 730A Juan Villoro, el Premio

Iberoamericano de Letras

José DonosoEl jurado dEstaca El “diEstro manEjo lingüístico y

litErario” dEl Escritor mExicano

El narrador y cronista Juan Villoro (DF, 1956) obtuvo el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso 2012, otorgado por la Uni-versidad de Talca, Chile. “Un diestro manejo lingüístico y literario

en toda materia que aborda”, la cual “ha ensayado con reconocido mérito por parte de la crítica especializada”, lo hacen acreedor al galardón, según un comunicado emitido por los organizadores. Luego del anuncio, el coordinador del premio, Javier Pinedo, afirmó que en adelante el escritor “tendrá un motivo más agradable para recordar a Chile, donde para su mala suerte le tocó vivir el terremoto del 27 de febrero de 2010”, experiencia que impulsó a Villoro a escribir el libro: 8.8: el miedo en el espejo. Así, Villoro y su obra, en la que hay novela, ensayo, crónicas, cuento, obras infantiles, guiones y artículos periodísticos, fueron exaltados por los jueces Anthony Stanton (El Colegio de México), Mechthild Albert (Universidad de Bonn), Geneviève Fabry (Universidad Católica de Lovai-na, Bélgica), Pedro Luis Barcia (presidente de la Academia Argentina de Letras) y Carmen Alemany Bay (Universidad de Alicante).

EntrEga En la fEria dE Santiago

Además de 30 mil dólares, Juan Villoro recibirá una medalla y un diploma como parte de lo previsto por los organizadores, que le serán entregados en la próxima edición de la Feria del Libro de Santiago, que se desarrol-lará del 25 de octubre al 11 de noviembre en la capital chilena. Villoro es autor de más de treinta libros, entre los que se encuen-tran las novelas El disparo de argón, El testigo y Arrecife; los volúmenes de cuento La noche navegable, La casa pierde y Los culpables; las cróni-cas Safari accidental y Dios es redondo; los ensayos La voz en el desierto y La máquina desnuda. El Premio Iberoamericano de Letras José Donoso fue instituido en 2001 por la Universidad de Talca en memoria del destacado escritor chileno fallecido en 1996. Entre los galardonados figuran los escritores Sergio Ramírez (2011), Diamela Eltit (2010), Jorge Volpi (2009), Javier Marías (2008), Antonio Lobo Antunes (2006), Ricardo Piglia (2005), Isabel Allende (2003) y José Emilio Pacheco (2001).

Tomado de La Jornada

Inauguran en Panamá feria del libro con

homenaje a FuentesDe Notimex

La ministra de Educación de Panamá, Lucinda Molinar, inauguró esta noche la octava feria internacional del libro, dedicada a Fran-cia y que incluye un homenaje al extinto escritor mexicano Carlos

Fuentes. "Queempiecelafiesta",señalóMolinarenlaaperturadelfestivaldelasletrasenelCentrodeConvencionesAtlapadelacapitalpanameña,con la asistencia de embajadores y representantes de la cultura local, además de los escritores invitados. En su discurso, Molinar destacó que como parte de programa edu-cativo para incentivar la lectura y el arte de escribir, el Ministerio recibió 532milcuentosdeestudiantespanameños,deloscualesunmillarfueroncolocados en la paredes del centro de convenciones. Por su parte la presidenta del comité organizador de la feria, Orit Btesh, recordó que el lema del festival de las letras es "un mundo mara-villoso". "Sin imaginación no habría descubrimientos, no existirían bel-lasartes,filosofía,tampocotecnología",indicóBteshalcomentarquelaferia está pensada "para que imaginadores se encuentren y multipliquen". Durante la feria, Francia compartirá su cultura, historia, gas-tronomía y tradiciones con la presencia de escritores contemporáneos, quienescompartiránconautorespanameños,dijoBtesh. En este punto, el embajador de Francia en Panamá, Hugues Gois-bault, dijo que decidió apoyar la celebración de la feria con la asistencia de autores franceses porque "los libros y la literatura son de particular importancia para mi país". Bteshseñalótambiénenlaceremoniadeinauguraciónqueseprevé para el viernes una remembranza sobre la vida y obra del creador de "La región más transparente". Laactivistaculturalseñalóquelaferiapresentaráunpabellóninfantil y juvenil con alusiones al escritor Julio Verne y sus inventos y al obra "El principito". En los cinco días de feria se desarrollarán actividades de danza, teatro, cine foros, talleres artísticos, debates, recitales poéticos y lecturas de cuentos, entre otras actividades.

NTX/AGI/FUP/