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rompiendo esquemas

Ingenieras en el mundo:

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Misión cumplida, pero nunca terminada

El papel de las mujeres en la tecnología ha padecido de brechas temporales en que se proyectan como minoría en un sector tan necesitado de aplicación social, y por qué no, de elegancia. Afortunadamente en la actualidad esta lucha posee la colaboración de organizaciones y de mujeres valientes, que mantienen el tema en corriente, que no permiten que se pierda en el imaginario común.

Sin embargo, esta lucha posee antecedentes de grandes mujeres, pioneras y atrevidas que retaron los muros infranqueables de los estatus establecidos en sociedades que para su momento, y para el pensamiento de estas mujeres, se podían considerar primitivas.

Nos devolvemos 200 años en la historia para encontrarnos con el nacimiento de la que posteriormente sería considerada la primera programadora: Ada Lovelace. Si bien su trabajó inició colaborando con el inventor Charles Babbage en un proyecto inconcluso, su participación la retribuyó con la invención del primer algoritmo de la historia que le permitía a la máquina de Babbage realizar cálculos. Podríamos pensar que sería un desperdicio pero Lovelace en cambio, en plena época victoriana, vaticinó el alcance de su ingenio “Probablemente ejerza una fuera directa y recíproca sobre la ciencia misma.”

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Si se trata de derribar muros, es necesario retratar a mujeres con inquietudes científicas pero que no respondían a los cánones raciales, sexuales y de clase. Y para esto Evelyn Boyd Granville constituye una referencia fiel: afroamericana, mujer, y de escasos recursos. Boyd se interpuso a la segregación educativa de la mitad del siglo XX en Estados Unidos, y con el apoyo financiero de su tía, se convirtió en la segunda mujer afroamericana en doctorarse en matemáticas, y además participó activamente en los movimientos liderados por el gran Martin Luther King.

En las décadas más recientes podemos destacar el papel de Mitchell Baker en su paralelo trabajo entre balancear la participación femenina como fomentar el software libre, dos tareas con gran impacto social como mencionamos al inicio, y que realiza desde su silla de presidente de la Fundación Mozilla… vamos, que todos sabemos qué es Mozilla. Baker es la responsable de organizar y motivar una masa masiva, internacional y colectiva de empleados y voluntarios que le están dando nueva vida al internet por medio de los proyectos de Mozilla.

“Mami, yo quiero hacer eso”

El centro de atención es una reciente caja de madera lacada, patas de cobre y perillas que traquean al girarlas, que enmarca uno de los hitos históricos de mayor trascendencia en el desarrollo de la humanidad. Corren las horas del 20 de julio de 1969 y a 384 000 km de altura, Neil Armstrong y Buzz Aldrin plasman sus palabras en la eternidad, mientras que a la misma distancia y en dirección contraria una niña de 7 años en Costa Rica pronuncia las que decidirán su destino.

Desde Lovelace hasta Baker, atravesando un siglo con el mayor desarrollo tecnológico registrado en la historia, podemos admitir que es una misión cumplida, porque su papel trascendió, porque ya no sería igual la ciencia sin la participación de estas mujeres, y porque el ejemplo ya está, y hoy en día muchísimas mujeres siguen alcanzando logros que gritan para todos “Si nos necesitan: aquí estamos”. Esa es la misión cumplida, pero nunca terminada.

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Al mismo tiempo que la costarricense Sandra Cauffman recibía la inspiración divina por medio de imágenes borrosas en blanco y negro, en la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA) otra mujer celebraba la materialización de sus sueños. Margaret Hamilton, de 33 años en el momento, desarrolló el software de navegación “On board” para el programa espacial Apolo con el que el módulo de exploración Eagle aterrizó sobre la Luna.

Mujeres y tecnología, #ILookLikeAnEngineer

En la época en que una soñaba y la otra celebraba era extraña la palabra ‘ingeniera’, en conjugación femenina, rompiendo esquemas y paradigmas. Hoy el 32% de las personas tituladas en Costa Rica son mujeres, y es un dato que crece a un ritmo del 7,7% anualmente.

También hoy, Sandra Cauffman, la niña de 7 años que soñó con acompañar a Armstrong y Aldrin en su alunizaje, es la subdirectora de la misión MAVEN… de la NASA. Esta misión que inicio en 2003 tiene como propósito estudiar la atmosfera superior de Marte. En 2014 la sonda viajó 72 millones de km hasta ubicarse exitosamente en la órbita marciana, un gran éxito.

La perspectiva de la ‘mujer profesional’ ha cambiado totalmente. Aunque existe una mayoría masculina tradicional en los campos de ingeniería, si alguna vez existió un estigma con respecto a la oportunidad de contar con mujeres ingenieras, en la actualidad se encuentra erradicado. Si bien no se puede hablar de un balance total, el proceso de diversificación de género entre los profesionales cuenta con mayor respaldo de vitrinas y organizaciones con alto impacto social.

La presencia femenina en sectores de la ingeniería y tecnología que han sido históricamente moldeados por el trabajo masculino, ofrece una perspectiva diferente ante situaciones variadas, la cual puede tener una mayor inclinación hacia el desarrollo social y la diversificación de oportunidades en otros ámbitos, aparte del tema de género.

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Iniciando el pasado mes de agosto, la ingeniera en software – y ahora emprendedora – Isis Anchalee de la compañía OneLogin, realizó una publicación en la que se refería a la normalidad de su presencia en un valla publicitaria de su empresa. El asunto radicaba en que según quienes observaron el anuncio, Isis - de hermosas facciones – estaba lejos de representar físicamente a una ingeniera en software, y acusaban al anuncio de posiblemente ser una farsa. De ahí que ella decidiera hacerles saber que simplemente es una ingeniera, y que al igual que ella existen muchas mujeres hermosas en la profesión.

Así nace el movimiento #ILookLikeAnEngineer, con el que invitó a todas sus colegas a mostrar como lucen las ingenieras, y con el obvio resultado de una avalancha de mujeres hermosas y orgullosas de su trabajo e intelecto. El movimiento terminó por convertirse en un proyecto en desarrollo, basado en una red social para ingenieras, y colocó a Isis Anchalee como embajadora de la diversidad de género en la tecnología.

Ahora Isis es asesora para otra gran vitrina de mujeres tecnológicas, Women Who Code, que se presenta como una organización dispuesta a educar, desarrollar y asesorar a las mujeres del campo tecnológico y fomentar su unificación por medio de una gran comunidad.

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Cuando la omnipresente Google dio a conocer su planilla laboral en 2014 reveló que solo el 17% de sus trabajadores son mujeres, y admitió en su blog oficial que “esto confirmó lo que mucha gente sospechaba: la industria tecnológica necesita hacer más cuando se trata de diversidad”.

Ante esto Google lanzó su proyecto “Made with code”, una iniciativa que pretende fomentar el interés y aprendizaje en tecnología por parte de las niñas en todo mundo, con el propósito de ayudar a cerrar la brecha de género en la tecnología.

Esta proyecto de $50 millones, cuyo eslogan es “Las cosas que amas están hechas con código”, ofrece conectar a las niñas con coaches, recursos de programación, proyectos y una comunidad en la cual apoyarse en sus esfuerzos de aprendizaje.

Las coaches seleccionadas por Google para instruir a las niñas que participen en su programa, son ingenieras emprendedoras, destacadas por implementar la tecnología en ámbitos muy variados. Una de ellas es Ayah Bdeir fundadora de littleBits, una iniciativa que consta de bloques electrónicos – similares a ‘legos’ – con open source que se ensamblan con imanes. Su invento se utiliza en más de 2000 escuelas y recientemente recibió un financiamiento de $44 millones para lanzar su “serie B”.

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“Si educas a un niño, tendrás a un hombre; si educas a una niña, tendrás una aldea”

De igual manera apoya aplicaciones de ingeniería diferentes y novedosas, como el proyecto de la coach Miral Kotb, iLluminate, el cual consiste en diseñar y programar trajes luminosos para bailarines; los cuales se encienden o apagan acorde a la interpretación del bailarín. El creativo proyecto de Kotb ya se presenta en dos shows en Six Flags, otro en Broadway y sigue contando.

Este antiguo proverbio oriental retrata a la perfección la experiencia de Anastasia, Magalys, María Milagro, María Luisa, y Catalina. Ellas salieron por primera vez de Colombia, alejándose de sus familias y hablando solo español y “wayuunaiki”, su destino: la India.

Bajo el lema de “Empoderamiento rural, una mujer a la vez” la organización Barefoot College se ha dado a la tarea de capacitar mujeres de zonas rurales, mayores de 35 años, con el fin de convertirlas en ingenieras solares, capaces de construir paneles solares que abastezcan de energía a sus comunidades.

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Estas cinco mujeres, analfabetas viajaron hasta Tilonia en la India donde fueron capacitadas durante seis meses; pues serían las encargadas de brindar energía a cerca de 300 rancherías de cinco comunidades de la región guajira en Colombia.

La razón por la que la organización selecciona a estas mujeres en su edad adulta es porque ellas saben qué quieren, cuál es su rol; ya tienen hijos y nietos, y dicen que quieren mejorar su condición, la condición de sus familias; transcender, dar ejemplo y llevar luz.

Desde el 2008 Barefoot College en sus programas de cooperación internacional ha capacitado en temas de energía solar al menos a 1.100 mujeres de 64 países, provenientes específicamente de zonas rurales.

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