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    DULCE MARA LOYNAZ

    Seleccin y nota introductoria deALEJANDRO GONZLEZ ACOSTA

    UNIVERSIDADNACIONAL AUTNOMA DE MXICO

    COORDINACIN DE DIFUSIN CULTURALDIRECCIN DE LITERATURA

    MXICO,2012

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    NDICE

    NOTA INTRODUCTORIA,ALEJANDRO

    GONZLEZACOSTA 3

    CANTO A LA MUJER ESTRIL 6

    LTIMOS DAS DE UNA CASA 10

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    NOTA INTRODUCTORIA

    Dulce Mara Loynaz Muoz (La Habana, 1903) es, almismo tiempo, una presencia y una leyenda en laliteratura cubana.1 Hoy resulta la nica con vida deaquel grupo de voces femeninas latinoamericanas quevigorizaron la lrica con un nuevo acento: GabrielaMistral, Juana de Ibarbourou, Alfonsina Storni, Del-mira Agostini... todas sus amigas han desaparecido.Tambin otros afectos han quedado atrs: FedericoGarca Lorca, Juan Ramn Jimnez, tantos y tantoshuspedes de esa casona de El Vedado habanero,cuna de poetas, que era lugar de visita obligada:Vamos a donde los Loynaz, era la consigna com-partida por propios y extraos en Cuba. El padre,noble patricio que interpuso su pecho en Costa Ricapara salvar al Titn de Bronce, Antonio Maceo y aquien recomendaba Mart como amigo a toda prueba,que estaba compartiendo la metralla del combatejunto a su general Serafn Snchez cuando cay stemortalmente herido en Paso de las Damas, el MayorGeneral Enrique Loynaz del Castillo, era poeta; ahest la letra del Himno de la Invasin que lo de-muestra: A las armas, valientes cubanos, a Occiden-te nos llama el deber.... Sus hijos Enrique y Flor,tambin poetas; el primero, labraba versos y, avaro,los esconda pues recin ahora se conocen algunos; lasegunda, mezcla de Gandhi y San Francisco, es supalacio de La Coronela, rodeada de docenas, de pe-rros y gatos en inexplicable convivencia, teja poemasa una hoja de hierba o al ratoncito del stano... YDulce, inevitablemente, tena que ser poetisa an si nohubiera tenido esa familia rodendola. Porque unania que escucha un ruido por la noche, sale al patioy encuentra a la luna quebrada que se cay del cielo y

    1 Reproducimos el contenido ntegro de este volumen publicadopor primera vez en 1991. Dulce Mara Loynaz falleci el 27 deabril de 1997 en La Habana, Cuba. (N. del e.)

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    la siembra a los pies de un almendro tierno, como laBrbara de su novela Jardn, tiene que andarle lapoesa por dentro con mucha fuerza; porque la mu-chacha cubana que en una inslita peregrinacin deadolescencia llega a El Cairo y al ver emocionada la

    tumba recin descubierta del joven faran Tutan-kamn, se enamora de ste con pasin imposible, esdiferente a muchas otras. Porque la mujer que viajapor las Islas Afortunadas y, nueva Georges Sand,escribe un libro como Un verano en Tenerife y en-cuentra lo bello dentro de lo adusto de las Canarias,tiene un ingrediente especial nadie sabe dnde. Por-que la hembra intensa que recoge sus poemas en suObra lrica (varias ramas componen el rbol: Ver-sos, Juegos de agua y Poemas sin nombre), dondehabla de su tristeza suave y sus conversaciones con el

    alba, que le reza a la rosa y le canta a la nia coja y alenano contrahecho, la que se ofrece entera, la quetraduce el amor de la leprosa y se baa en el Almenda-res de su recuerdo, es sin duda alguna una mujer dife-rente y que para estar bien, se basta con ella y por esoanda sola, pensando, tejiendo palabras en su ensoa-cin.

    Pero de encaje fino y de cuerda marinera al mismotiempo est fabricada su poesa. Porque en ella alter-na la ternura con la fiereza, como en ese inmensopoema que es el Canto de la mujer estril, de entraadesgarrada que mira al sol, germen de vida. Magn-fico poema, sntesis de su contenido de resonanciauniversal, le llama Raimundo Lazo. Porque en ellala queja suele venir acompaada de la ensoacin,del recuerdo que depura en la distancia y el tiempo, elperfume perdido de una puesta de sol. Como en l-timos das de una casa, cuando el viejo hogar sedespide del ruido familiar que era sinnimo de supropia vida; de ah ese tremendo patetismo en queuna casa en trance agnico, nos cuenta delgada, sua-vemente, su historia y clama por la familia que comoel alma del cuerpo, se le ha ido, segn retrata Anto-nio Oliver.

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    Cuando es ms autntica y efectiva la poesa deDulce Mara es, no hay duda alguna de ello, cuandohabla, siente, canta a la soledad. Ser nico, hoy reco-rre su casona vedadense con paso tardo, como quienlleva mucho recuerdo encima, cruzando mil veces

    los senderos del jardn en un recinto fabricado dehistoria, historia ella misma, tejiendo y destejiendo suinacabable manto de Penlope, en la espera del dafinal. Sola, como siempre ha estado y le gusta estar,mujer que se guarda en la sombra en pas de tanto solporque desde aqulla se puede ver mejor el brillo deste que cuando se le mira insolente al rostro. Buscaan en el aire el olor de los jazmines que se le fueron,el choque del mar en el traspatio, que le robaron; si-gue pensando en el Almendares como el ro puro queya no es; sigue sintiendo a Cuba con fe ciega en sus

    palmas, que ya no estn en el horizonte de su jardn,ahora encerrado por edificios; sigue reuniendo lospedacitos de la luna para ponerlos al pie del almendroaquel, ya viejo y casi seco, pero que como ella, guar-da memoria de todo lo que fue, en esa insondablesoledad de los que no requieren compaa porque deadentro les brota, como manantial, la poesa.

    ALEJANDRO GONZLEZ ACOSTA

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    CANTO A LA MUJER ESTRIL

    Madre imposible: Pozo cegado, nfora rota,catedral sumergida...

    Agua arriba de ti... Y sal. Y la remotaluz del sol que no llega a alcanzarte: La vidade tu pecho no pasa; en ti choca y rebotala Vida y se va luego desviada, perdida,hacia un lado hacia un lado...Hacia dnde?...Como la Noche, pasas por la tierrasin dejar rastrosde tu sombra; y al grito ensangrentadode la Vida, tu vida no responde,sorda con la divina sordera de los astros...

    Contra el instinto terco que se aferraa tu flanco,tu sentido exquisito de la muerte;contra el instinto ciego, mudo, manco,que busca brazos, ojos, dientes...tu sentido ms fuerteque todo instinto, tu sentido de la muerte.T contra lo que quiere vivir, contra la ardientenebulosa de almas, contra laoscura, miserable ansia de forma,de cuerpo vivo, sufridor... de normas

    que obedecer o que violar...Contra toda la Vida t sola!...T: la que estscomo un muro delante de la ola!

    Madre prohibida, madre de una ausenciasin nombre y ya sin trmino... Esenciade madre... En tutibio vientre se esconde la Muerte, la inmanenteMuerte que acecha y rondaal amor inconsciente...

    Y cmo pierde sufilo, cmo se vuelve lisay clida y redonda

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    la Muerte en la tiniebla de tu vientre!...Cmo trasciende a muerte honda

    el agua de tus ojos, cmo rizael soplo de la Muerte tu sonrisaa flor de labio y se la lleva de entre

    los dientes entreabiertos!...Tu sonrisa es un vuelo de ceniza!...De ceniza del Mircoles que recuerda el maanao de ceniza leve y franciscana...

    La flecha que se tira en el desierto,la flecha sin combate, sin blanco y sin destino,no hiende el aire como t lo hiendes,mujer ingrvida, alargada... Suaire azul no es tan finocomo tu aire... Y t

    andas por un caminosin trazar en el aire! Y t te enciendescomo flecha que pasa al sol y queno deja huellas!... Y no hay manode vivo que la agarre, ni ojo humanoque la siga, ni pecho que se leabra... T eres la flechasola en el aire!... Tienes un caminoque tiembla y que se mueve por delantede ti y por el que t irs derecha.

    Nada vendr de ti: Ni nada vinode la Montaa, y la Montaa es bella.T no sers camino de un instantepara que venga ms tristeza al mundo;t no pondrs tu mano sobre un mundoque no amas... T dejarsque el fango siga fango y que la estrellasiga estrella...Y reinarsen tu Reino. Y sersla Unidadperfecta que no necesitareproducirse, como nose reproduce el cielo,

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    ni el viento,ni el mar...

    A veces una sombra, un sueo agitala ternura que se qued

    estancada

    sin cauce...

    en el subsuelode tu alma... El revuelto sedimentode esa ternura sorda que te pasaentonces en una oleadade sangre por el rostro y vuelve luegoa remontar el rode tu sangre hasta la raz del ro...!

    Y es un polvo de soles cernido por la masade nervios y de sangre!... Una alboradantima y fugitiva!... Un fuegode adentro que ilumina y sella

    tu carne inaccesible!... Madre que no podrasaun serlo de una rosa,hilo que romperael peso de una estrella...Mas no eres t misma la estrella que repliegasus puntas y la rosaque no va ms all de su perfume...?

    (Estrella que en la estrella se consume,flor que en la flor se queda...)

    Madre de un sueo que no lleganunca a tus brazos: Frgil madre de seda,de aire y luz...

    Se te quema el amor y no calientatus fras manos!... Se te quema lenta,lentamente la vida y no ardes t!...Caminas y a ninguna parte vas,caminas y clavada estsa la cruzde ti misma,mujer fina y doliente,mujer de ojos sesgados donde huyede ti hacia ti lo Eterno eternamente!...Madre de nadie... Qu invertido prisma

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    te proyecta hacia dentro?... Qu ro negro fluyey afluye dentro de tu ser?... Qu lunate desencaja de tu mar y vuelveen tu mar a hundirte?... Empieza y se resuelveen ti la espiral trgica de tu sueo. Ninguna

    cosa pudo salirde ti: Ni el Bien, ni el Mal, ni el Amor, nila palabrade amor, ni la amarguraderramada en ti siglo tras siglo... La amarguraque te llen hasta arriba sin volcarseque lo que en ti cay, cay en un pozo!...

    No hay hacha que te abrasol en la selva oscura...Ni espejo que te copie sin quebrarse

    y t dentro del vidrio...

    agua en reposodonde al mirarte te veras muerta...Agua en reposo t eres: Agua yertade estanque, gelatina sensible, talco heridode luz fugazdonde duerme un paisaje vago y desconocido:El paisaje que no hay que despertar...

    Pdrale Dios la lengua al que la muevacontra ti; clave tieso a una paredel brazo que se atrevaa sealarte, la mano oscura de cuevaque eche una gota ms de vinagre en tu sed!...Los que quieren que sirvas para loque sirven las dems mujeres,no saben que t eresEva...

    Eva sin maldicin,Eva blanca y dormidaen un jardn de flores, en un bosque de olor!...No saben que t guardas la llave de una vida!No saben que t eres la madre estremecidade un hijo que te llama desde el Sol!...

    Julio de 1937

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    LTIMOS DAS DE UNA CASA

    a mi ms hermana que prima,Nena A. de Echeverra

    No s por qu se ha hecho desde hace tantos daseste extrao silencio:silencio sin perfiles, sin aristas,que me penetra como un agua sorda.Como marea en vilo por la luna,el silencio me cubre lentamente.

    Me siento sumergida en l, pegadasu baba a mis paredes;

    y nada puedo hacer para arrancrmelo,para salir a flote y respirarde nuevo el aire vivo,lleno de sol, de polen, de zumbidos.

    Nadie puede decirque he sido yo una casa silenciosa;por el contrario, a muchos muchas vecesrasgu la seda plida del sueoel nocturno capullo en que se envuelven,con mi piano crecido en la alta noche,

    las risas y los cantos de los jvenesy aquella efervescencia de la vidaque ha barbotado siempre en mis ventanascomo en los ojos delas mujeres enamoradas.

    No me han faltado, claro est, das en blanco.S; das sin palabras que deciren que hasta el leve roce de una hojapudo sonar mil veces aumentadocon una resonancia de tambores.

    Pero el silencio era distinto entonces:era un silencio con sabor humano.

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    Quiero decir que provena de ellos,los que dentro de m partan el pan;de ellos o de algo suyo, como la propia ausencia,una ausencia cargada de regresos,porque pese a sus pies, yendo y viniendo,

    yo los senta siempreunidos a m por algunacuerda invisible,ntimamente maternal, nutricia.

    Y es que el hombre, aunque no lo sepa,unido est a su casa poco menosque el molusco a su concha.No se quiebra esta unin sin que algo mueraen la casa, en el hombre... O en los dos.

    Deca que he tenidotambin mis das silenciosos:era cuando los mos marchaban de viaje,y cuando no marcharon tambin... Aquel veranocmo lo he recordado siempre! en que se nos murila mayor de las nias de difteria.

    Ya no se mueren nios de difteria;pero en mi tiempo bien lo s...algunos se moran todava.Acaso Ana Mara fue la ltima,con su pelito rubio y aquel nidode ruiseores lentamente desmigajado en su garganta...

    Esto pas en mi tiempo; ya no pasa.Puedo hablar de mi tiempo melanclicamente,como las personas que empiezana envejecer, pues en verdadsoy ya una casa vieja.

    Soy una casa vieja, lo comprendo.Poco a poco sumida en estuporhe visto desaparecera casi todas mis hermanas,

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    y en su lugar alzarse a las intrusas,poderosos los flancos,alta y desafiadora la cerviz.

    Una a una, a su turno,

    ellas me han ido rodeandoa manera de ejrcito victorioso que invadelos antiguos espacios de verdura,desencaja los rboles, las verjas,pisotea las flores.

    Es triste confesarlo,pero me siento ya su prisionera,extranjera en mi propio reino,desposeda de los bienes que siempre fueron mos.No hay para m camino que no tropiece con sus muros;

    no hay cielo que sus muros no recorten.Haciendo de l botn de guerra,

    las nuevas estructuras se han repartido mi paisaje:del sol apenas me dejaronuna racin minscula,y desde que llegara la primerapuso en fuga la orquesta de los pjaros.

    Cuando me hicieron, yo vea el mar.Lo vea naturalmente,cerca de m, como un amigo;y nos saludbamos todaslas maanas de Dios al salir juntosde la noche, que entoncesera la nica que conseguaponer entre l y yo su cuerpo algero,palpitante de lunas y rocos.

    Y aun a travs de ella, yo sabaadivinar el mar;puedo decir que me lo respirabaen el relente azul, y que seguatenindolo, durmiendo al lado suyocomo la esposa al lado del esposo.

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    Ahora, hace ya mucho tiempoque he perdido tambin el mar.Perd su compaa, su presencia,su olor, que era distinto al de las flores,

    y acaso perciba slo yo...Perd hasta su memoria. No recuerdo

    por dnde el sol se le pona.No acierto si era malva o era prpurael tinte de sus aguas vesperales,ni si alciones de plata le volabansobre la cresta de sus olas... No recuerdo, no s...Yo, que le deshojaba los crepsculos,igual que ptalos de rosas.

    Tal vez el mar no exista ya tampoco.O lo hayan cambiado de lugar.O de sustancia. Y todo: el mar, el aire,los jardines, los pjaros,se haya vuelto tambin de piedra gris,de cemento sin nombre.

    Cemento perforado.El mundo se nos hace de cemento.Cemento perforado es una casa.Y el mundo es ya pequeo, sin que nadie lo entienda,para hombres que viven, sin embargo,en aquellos sus mnimos taladros,hechos con arte que se llama nueva,pero que yo olvid de puro vieja,cuando la abeja fabricaba miely el hormiguero, hurfano de sol,me horadaba el jardn.

    Ni aun para morirseespacio hay en esas casas nuevas;y si alguien muere, todos tienen prisapor sacarlo y llevarlo a otras mansioneslabradas slo para eso:acomodar los muertos

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    de cada da.

    Tampoco nadie nace en ellas.No dir que el espacio ande por medio;mas lo cierto es que hay casas de nacer,

    al igual que recintos destinadosa recibir la muerte colectiva.

    Esto me hace pensar con la nostalgiaque le aprend a los hombres mismos,que en lo adelanteno se ver ninguna de nosotrascomo se vieron tantas en mi pocacondecoradas con la noble tarjade mrmol o de bronce,cliz de nuestra voz diciendo al mundo

    que nos naciera all un tribuno antiguo,un sabio con el alma y la barba de armio,un hroe amado de los dioses.

    No fui yo ciertamentede aqullas que alcanzaron tal honor,porque las gentes que yo vi naceren verdad fueron siempre demasiado felices;y ya se sabe, no es posibleserlo tanto y ser tambin otrashermosas cosas.

    Sin embargo, recuerdoque cuando sucedi lo de la nia,el padre se escondapara llorar y escribir versos...Seran versos sin rigor de talla,cuajados slo para darlecaminos a la pena...

    Por cierto que la otramaana, cuandosacaron el bargueo grande,volcando las gavetas por el suelo,me pareci verlos volar

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    con las facturas viejasy los retratos de parientesdesconocidos y difuntos.

    Me pareci. No estoy segura.

    Y pienso ahora, porque es de pensar,en esa extraa fuga de los muebles:el sof de los novios, el piano de la abuelay el gran espejo con dorado marcodonde los viejos se miraron jvenes,guardando todava sus imgenesbajo un formol de luces melanclicas.

    No ha sido simplemente un trasiego de muebles.Otras veces tambin se los llevaronnunca el piano, el espejo,

    pero era slo por cambiar aqullospor otros ms modernos y lujosos.Ahora han sido todos arrasadosde sus huecos, los huecos donde algunoshaban echado ya races...Y digo esto por lo que dolieronlos ltimos tirones;y por las manchas como sajadurasque dejaron en suelo y en paredes.Son manchas que persisten y afectan vagamentelas formas desaparecidas,y me quedan igual que cicatricesregadas por el cuerpo.

    Todo esto es muy raro. Cae la nochey yo empiezo a sentir no s qu miedo:miedo de este silencio, de esta calma,de estos papeles viejos que la brisaremueve vanamente en el jardn.

    Otro da ha pasado y nadie se me acerca.Me siento ya una casa enferma,una casa leprosa.Es necesario que alguien vengaa recoger los mangos que se caen

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    en el patio y se pierdensin que nadie les tiente la dulzura.Es necesario que alguien vengaa cerrar la ventanadel comedor, que se ha quedado abierta,

    y anoche entraron los murcilagos...Es necesario que alguien vengaa ordenar, a gritar, a cualquier cosa.

    Con tanta gente que ha vivido en m,y que de pronto se me vayan todos!...Comprendern que tengo que decirpalabras insensatas.Es algo que no entiendo todava,como no entiende nadie una injusticiaque, ms que de los hombres,

    fuera injusticia del destino...Que pase una la vida

    guareciendo los sueos de esos hombres,prestndoles calor, aliento, abrigo;que sea una la piedra de fundarposteridad, familia,y de verla crecer y levantarla,y ser al mismo tiempocimiento, pedestal, arca de alianza...Y luego no ser msque un cascarn vaco que se deja,una ropa sin cuerpo, que se cae...

    No he de caerme, no, que yo soy fuerte.En vano me embistieron los ciclonesy me ha rodo el tiempo hueso y carne,y la humedad me ha abierto lceras verdes.Con un poco de cal yo me compongo:con un poco de cal y de ternura...

    De eso mismo sera,de mis adoleceres y remedios,de lo que hablaba mi seor la tardeltima con aquellos otros

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    que me medan muros, huerto, patioy hasta el solar de paz en que me asiento.

    Y sin embargo, mal sabor de bocame dejaron los hombres medidores,

    y la mujer que vino luegoponiendo precio a mi cancela;a ella le hubiera preguntadocunto valan sus riones y su lengua.

    No han vuelto ms, pero tampocoha vuelto nadie. El polvome empaa los cristalesy no me deja ver si alguien se acerca.El polvo es malo... Bien hacanlas mujeres que conoc

    en aborrecerlo...All lejos

    la familiar campana de la iglesiaan me hace compaa,y en este medioda, sin relojes, sin tiempo,acaban de sonar lentamente las tres...

    Las tres era la hora en que la madrese sentaba a coser con las muchachasy pasaban refrescos en bandejas; la horadel rosicler de las sandas,escarchado de azcar y de nieve,y del sueo cosido a los holanes...

    Las tres era la hora en que...La puerta!

    La puerta que ha crujido abajo!La estn abriendo, s!... La abrieron ya.Pisadas en tropel avanzan, suben...Ellos han vuelto al fin! Yo lo saba;yo no he dejado un da de esperarlos...Ay frutas que granar en mis frutales!Ay campana que suenas otra vezla hora de mi dicha!

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    * * *

    La hora de mi dicha no ha duradouna hora siquiera.

    Ellos vinieron, s... Ayer vinieron.Pero se fueron pronto.Buscaban algo que no hallaron.Y qu se puede hallar en una casavaca sino el ansia de no serloms tiempo? Y qu perdanellos en m que no fuera yo misma?Pero tenindome, seguan buscando...

    Despus, la ms pequea fue al jardny me arranc el rosal de enredadera;

    se lo llev con ella no s adonde.Mi dueo, antes de irse,volvise en el umbral para mirarme,y me mir pausada, largamente,como los hombres miran a sus muertos,a travs de un cristal inexorable...

    Pero no haba entre l y yocristal alguno ni yo estaba muerta,sino gozosa de sentir su aliento,el aprendido musgo de su mano.Y no entenda, porque me mirabacon pauelos de adioses contenidos,con anticipaciones de gusanos,con ojos de remordimiento.

    Se fueron ya. Tal vez vuelvan maana.Y tal vez a quedarse, como antes...Si la ausencia va en serio, si no vienenhasta mucho ms tarde,se me va a hacer muy largo este verano;muy largo con la lluvia y los mosquitosy el aguafuerte de sus das cidos.Pero por mucho que demoren,para diciembre al fin regresarn,

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    porque la Nochebuena se pasa siempre en casa.

    El que naci sin casa ha hecho que nosotras,las buenas casas de la tierra,tengamos nuestra noche de gloria en esa noche;

    la noche suya es, pues, la noche nuestra:nocturno de belenes y alfajores,villancico de anmonas,cantar de la inocenciarecuperada...

    De esperarla se alegra el corazn,y de esperar en ella lo que espera.De Nochebuenas creoque podra ensartarme yo un rosariocomo el de las abuelas

    reunidas al amor de mis veladas,y como ellas, repasar sus cuentasen estos das tristes,empezando por la primeraen que jugaron los recin casados,que estrenaban el hueco de mis alas,a ser padres de todos los chiquillosde los alrededores...Qu fiesta de patines y de aros,de pelotas azules y muecasen cajas de cartn!Y qu luz en las caras mal lavadasde los chiquillos,y en la de l y la de Ella, adivinando,olfateando por el aire el suyo!

    Cuenta por cuenta, llegarasin darme cuenta a la del ao1910, que fue muy triste,porque sobraban los juguetesy nos faltaba la pequea...Asimismo: al revs de tantas veces,en que son los juguetes los que faltan;aunque en verdad los nios nunca sobren...

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    Pero vinieron otros nios luego!Y los nios crecieron y trajeronms nios... Y la vida era as: un renuevode vidas, una noria de ilusiones.Y yo era el crculo en que se mova,

    el cauce de su clido fluir,la orilla cierta de sus aguas.

    Yo era... Pero yo soy todava.En mi regazo caben siete hornadasms de hombres, siete cosechas,siete vendimias de sus inquietudes.Yo no me canso. Ellos s se cansan.Yo soy toda a lo largo y a lo ancho.

    Mi vida entera puede pasar por el rosario,

    pues aunque ha sido ciertamenteuna vida muy larga,me fue dado vivirla sin premuras,hacerla fina como un hilo de agua...

    Y llegara as a la Nochebuenadel ao que pas. No fue de las mejores.Tal vez el vinose derram en la mesa. O el salero...Tal vez esta tristeza, que pronto habra de serel nico sabor de mi sal y mi vino,ya estaba en cada uno sin saberlo,como en vientre de nube el agua por caer.

    Ahora la tristeza es slo ma,al modo de un amorque no se comparte con nadie.Si era lluvia, cay sobre mis lomos;si era nube, prendida est a mis huesos.Y no es preciso repetirlo mucho:por ms que no conozca todavasu nombre ni su rostro,es la cosa ms ma que he tenidoyo que he tenido tanto... La tristeza.

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    Y de qu hablaba aqu? Resbaloen mis propios recuerdos... La memoriaempieza a diluirse en las cosas recientes,y recental reacio a hierba nueva,se me apega con gozo

    a las sabrosas ubres del pasado.Pero de todos modos,

    he de decir en este altoque hago en el camino de mi sangre,que esto que estoy contando no es un cuento;es una historia limpia, que es mi historia;es una vida honrada que he vivido,un estilo que el mundo va perdiendo.

    A perder y a ganar hecho est el mundo,

    y yo tambin cuando la vida quiera;pero lo que yo he sido, gane o pierda,es la piedra lanzada por el aire,que la misma mano que lalanz no alcanza a detenerla,y sola ha de cortar el aire hasta que caiga.

    Lo que yo he sido est en el aire,como vuelo de piedra, si no alcanc a paloma.En el aire, que siendo nada,es vida de los hombres; y tambin en la Epstolaque puede desposarlos ante Dios,y me ofrece de espejo a la casadapor mi clausura de ciprs y nardo.

    La Casa, soy la Casa.Ms que piedra y vallado,ms que sombra y que tierra,ms que techo y que muro,porque soy todo eso, y soy con alma.

    Decir tanto no pueden ni los hombresflojos de cuerpo,bien que imaginen ellos que el alma es patrimonioparticular de su heredad...

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    Ser como ellos dicen; pero la ma es ma sola.Y, sin embargo, pienso ahoraque ella tal vez me vino de ellos mismos,por haberme y vivirme tanto tiempo,y por estar yo siempre tan cerca de sus almas.

    Tal vez yo tenga un alma por contagio.Y entonces, digo yo: Ser posible

    que no sientan los hombres el alma que me handado?Que no la reconozcan junto a ella,que no vuelvan el rostro si los llama,y siendo cosa suya les sea cosa ajena?

    * * *

    Amanecemos otra vez.Un da nuevo, que serigual que todos.O no ser, tal vez... La vida es siemprepuerta cerrada tercamentea nuestra angustia.

    Da nuevo. Hombres nuevos se me acercan.La calle tiene olor de madrugada,que es un olor antiguo de neblina,y mujeres colando caf por las ventanas;un olor de humo frescoque viene de cocinas y de fbricas.Es un olor antiguo, y sin embargo,se me ha hecho de pronto duro, ajeno.

    Sbitamente se ha esparcido por mi jardn,venida de no s dnde,una extraa y espesanube de hombresY todos burbujean como hormigas,y todos son como una sola manchasobre el trmulo verde...

    Qu quieren esos hombres con sus torsos

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    desnudosy sus picas en alto?El ms joven ya viene a m...Alcanzo a ver sus ojos azules e inocentes,que as, de lejos, se me han parecido

    a los de nuestra Ana Mara,ya tan lejanamente muerta...

    Y no s por qu vuelvo a recordarla ahora.Bueno, ser por esos ojos,que me miran ms cerca ya, ms fijos...Ojos de un hombre como los dems,que, sin embargo, puede ser en cualquier instanteel instrumento del destino.

    Est ya frente a m.

    Una cancin le juega entre los labios;con el brazo velludoenjgase el sudor de la frente. Suspira...La maana es tan dulce,el mundo todo tan hermoso,que quisiera decrselo a este hombre;decirle que un minuto se volvieraa ver lo que no ve por estarme mirando.Pero no, no me mira ya tampoco.No mira nada, blande el hierro...Ay los ojos!...

    He dormido y despierto... O no despiertoy es todava el sueo lacerante,la angustia sin orillas y la muerte a pedazos.He dormido y despirtome al revs,del otro lado de la pesadilla,donde la pesadilla es ya inmutable,inconmovible realidad.

    He dormido y despierto. Quin despierta?Me siento despegada de m misma,embebida por unespejo cncavo y monstruoso.Me siento sin sentirme y sin saberme,

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    entraas removidas, desgonzado esqueleto,tundido el otro sueo que soaba.

    Algo hormiguea sobre m,algo me duele terriblemente,

    y no s dnde.Qu buitres picotean mi cabeza?De qu fiera el colmillo que me clavan?Qu pez luna se hunde en mi costado?

    Ahora es que trago la verdad de golpe!Son los hombres, los hombres,los que me hieren con sus armas!Los hombres de quienes fui madresin ley de sangre, esposa sin harturade carne, hermana sin hermanos,

    hija sin rebelda.Los hombres son y slo ellos,

    los de mejor arcilla que la ma,cuya codicia pudo msque la necesidad de retenerme.Y fui vendida al fin,porque llegu a valer tanto en sus cuentas,que no vala nada en su ternura...Y si no valgo en ella, nada valgo...Y es hora de morir.

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    Dulce Mara Loynaz, Material de Lectura,Serie Poesa Moderna, nm. 169,

    de la Coordinacin de Difusin Cultural de la UNAM.La edicin estuvo al cuidado de Ana Cecilia Lazcano.