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DON JUAN: MITO E INVERSION. TRATAMIENTO DE LO TRASCENDENTE EN LA VERSION DE TORRENTE BALLESTER ÂLVARO MONTOYA RODRÎGUEZ Universidad de Borgofia Una vez le aseguré que podfa ser el diablo. [ ... ] -Ahora le aseguro que lo soy. 1 Es indudable que el mito, al menos el tipo, donjuanesco ha seguido presente en el siglo XX, prueba de ello han sido los diferentes acercamientos literarios y filmicos que se han sucedido en estos cien afios de historia. Necesariamente hemos de tener conciencia que estos textos son hijos de una tradici6n amplia y variada, con un tronco comun. Con anterioridad al tratamiento concreto de la novela de Gonzalo Torrente Ballester intentaremos bosquejar, de forma breve, las caracteristicas fundamentales del mito, sobre todo las relacionadas con su naturaleza trascendente, con las fuerzas basicas del bien y del mal. No vamos a cuestionarnos la naturaleza mitica del don Juan, para ello remitimos al lector al ensayo de Jean Rousset 2 , y aceptaremos el estatuto 1 Parlamento de Leporello al periodista espafiol, G. Torrente Ballester, Don Juan, Madrid: Alianza Editorial, 1998, p. 77. A partir de este momento solo se indicarâ la pâgina en las citas de la obra de Torrente, puesto que seguiremos esta edici6n en todo caso. 2 J. Rousset, Le mythe de Don Juan, Paris : Librairie Armand Colin, 1978, pp. 5-17. HISP. - 22 - 2005 313

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DON JUAN: MITO E INVERSION. TRATAMIENTO

DE LO TRASCENDENTE EN LA VERSION DE

TORRENTE BALLESTER

ÂLV ARO MONTOY A RODRÎGUEZ

Universidad de Borgofia

Una vez le aseguré que podfa ser el diablo.

[ ... ] -Ahora le aseguro que lo soy.1

Es indudable que el mito, al menos el tipo, donjuanesco ha seguido

presente en el siglo XX, prueba de ello han sido los diferentes

acercamientos literarios y filmicos que se han sucedido en estos cien afios

de historia. Necesariamente hemos de tener conciencia que estos textos

son hijos de una tradici6n amplia y variada, con un tronco comun.

Con anterioridad al tratamiento concreto de la novela de Gonzalo

Torrente Ballester intentaremos bosquejar, de forma breve, las

caracteristicas fundamentales del mito, sobre todo las relacionadas con su

naturaleza trascendente, con las fuerzas basicas del bien y del mal.

No vamos a cuestionarnos la naturaleza mitica del don Juan, para ello

remitimos al lector al ensayo de Jean Rousset2

, y aceptaremos el estatuto

1 Parlamento de Leporello al periodista espafiol, G. Torrente Ballester, Don Juan, Madrid: Alianza

Editorial, 1998, p. 77. A partir de este momento solo se indicarâ la pâgina en las citas de la obra de

Torrente, puesto que seguiremos esta edici6n en todo caso. 2 J. Rousset, Le mythe de Don Juan, Paris : Librairie Armand Colin, 1978, pp. 5-17.

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de rnito literario que se ha dado tradicionalmente 1 al don Juan como punto de partida para esta disquisici6n. Los acercamientos al mito, o en ocasiones al personaje, que se han sucedido desde el siglo XVII han dado lugar a numerosas variaciones e interpretaciones, sin embargo siguen presentes una serie de invariantes sin cuya presencia no podemos decir que nos encontremos ante un verdadero don Juan. Las invariantes2 serian tres: la presencia de la muerte, encamada por el Comendador; la aparici6n del grupo femenino, mas o menos amplio (recuérdese la lista de conquistas en la opera de Mozart y Da Ponte, por ejernplo); y por ultimo la presencia del héroe.

Centrémonos en la primera de estas invariantes, la presencia de la muerte, o lo que es lo mismo, la aparici6n de un elemento trascendental en el ambito terreno, hecho que confiere al don Juan su naturaleza mitica, y que sera el que mas nos interese dado nuestro prop6sito.

La muerte justiciera aparece encarnada en la figura del Comendador ya en la obra de Tirso de Molina, El burlador de Sevilla, en la que don Gonzalo de Ulloa porta sobre sus hombros el peso de la ley y la moral, es decir, es el maximo representante de la ley humana, mas también de la ley divina: « Tradicionalmente, y sobre todo en las versiones espaîiolas, al Comendador de Ulloa se le atribuyen dos funciones: una funci6n social (representando el honor que don Juan atropella) y una funci6n trascendente ( como emisario o enviado del mas alla para castigar el pecado de héroe) »3

. Mas adelante veremos como estas funciones se ven subvertidas en la obra de Torrente.

En cuanto al pape! de las mujeres burladas o seducidas, el mito reconoce tres, son una prueba de los delitos de don Juan, el indice de su capacidad de seducci6n, de su puissance, y reflejan la constante busqueda del héroe. Por ultimo la tercera invariante, la presencia del héroe, ya sea para condenarlo por sus pecados, o para salvarlo por medio de la gracia divina (piénsese por ejemplo por un lado en los don Juan de Tirso o de Molière, y por el otro en los de Zorrilla o Merimée).

1 Véase la entrada « mito » en E. Estébanez Calder6n, Breve diccionario de términos literarios, Madrid:

Alianza Editorial, 2000, pp. 323-25. 2

Para el estudio de las invariantes resulta Util acudir a Jean Rousset, op. cit. 3 Cito a partir del estudio introductorio de Carmen Becerra en G. Torrente Ballester, Don Juan,

Barcelona: Destino, 1997, p. XXXVI.

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En el Don Juan de Torrente Ballester encontramos todos estos

elementos miticos 1, que nos van a ayudar en la comprensiôn del

tratamiento que el mal, y el bien, lo trascendente, reciben por parte del

escritor gallego. Nos detendremos también en el analisis de la figura de

Leporello, criado de don Juan, especialmente relevante en lo referido a la

relaciôn entre el bien y el mal, el cielo y el infierno, en esta obra.

-El Cielo, para mi, es esta estatua solemne en que me siento

perfectamente retratado.

-Pero pertenece a lajurisdicciôn de los infiemos.

-Admitido, pero con trato excepcional. Y la raz6n de por qué

estoy aqui no esta muy clara. Hubo un error. Cuando quise entrar en

el Cielo me lo impidieron porque, segun ellos, llegaba disfrazado. jYa

ves! jYo, que nunca me he vestido mas que de mi mismo!2

Con este dialogo comenzamos la reflexiôn sobre el tratamiento de lo

trascendente en la obra torrentina. Nos encontramos frente a frente con el

traido y llevado convidado de piedra, uno de los elementos canônicos del

mito, el portavoz de la justicia divina que viene a castigar a don Juan por

sus pecados, mas 2,qué pecados son ésos? Cabria preguntarse si don Juan

es juzgado y condenado, al menos en las versiones anteriores a la época

romantica, por su actitud para con el grupo femenino, sus continuas

burlas y promesas, o bien muy de otro modo, su juicio corresponde a su

actitud hacia lo divino, su falta de respeto hacia la muerte, reflejada en la

invitaciôn a la estatua del Comendador3. Sin embargo Torrente Ballester

no hace al Comendador portador de la justicia divina, ni aun de la terrena, ya en el breve fragmenta reproducido se nos muestra el hecho de que don

Gonzalo no se halla en el paraiso, sino bien al contrario su lugar se situa

en la ôrbita infernal. Y es que el comendador de Torrente es una figura

opuesta a aquel don Gonzalo que ideara Tirso, sobre sus hombros lleva

los vicias que se achacaban a la sociedad del siglo XVII: jugador,

mujeriego, mentiroso, ... pero lo mas importante es lo que él mismo <lice

que es la causa de su exclusiôn del Cielo, su disfraz, es decir, la

hipocresia que reina en las clases nobles de la época, todo esta permitido

1 Si bien han sida objeto de una profunda reelaboraci6n (léase subversion), coma veremos. 2 Diàlogo entre don Juan y la estatua de don Gonzalo (p. 368). 3 Para una vision de conjunto sobre la problemàtica del juicio y sus causas es inexcusable acudir a J.

Rousset, op. cit., pp. 68-81.

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mientras no se sepa, mientras el honor quede a salvo. Torrente toma partido por la discutida critica social del mito, pero no es en su obra don Juan la figura a fustigar, sino el Comendador 1

, que llega a confesar uno de los pecados peor vistos por la sociedad: el incesto2

. Asi tenemos una figura mitica, la del convidado de piedra, figura que trae la muerte a don Juan, que es la muerte misma, precipitando el desenlace tragico de la trama, figura que es consustancial al mito, pero que sin embargo en la version del escritor gallego no es estandarte de justicia alguna, sino que encarna un acto de venganza, acto que en si mismo porta dos de los pecados capitales reconocidos por la Iglesia Catolica, la envidia y la ira, envidia por el amor que su hija Elvira profesa por don Juan, y la ira que le lleva a apufialar a don Juan al ser consciente de que Elvira no puede matarlo.

Acerquémonos a la figura del héroe, el persona je creado por Torrente, Juan Tenorio y Ossorio de Moscoso, lresponde sin fisuras a los parametros mfticos de don Juan? Ya hemos visto como en la version torrentina el personaje que encarna los vicios de la sociedad es el Comendador. lCual es el pape! del héroe entonces? La intencion del autor gallego es bien otra a la tradicional, don Juan no es un pecador que merece un castigo por su amoralidad, a Torrente no le preocupa tanto la ruptura de un sistema moral imperante como los motivos que fuerzan al individuo a ir contra <licha norma, es decir, adopta una posicion, como ya dijera Carmen Becerra3

, antropologica frente al personaje, se cuestiona qué es lo que ha empujado al joven Juan Tenorio y Ossorio de Moscoso a convertirse en don Juan. El resultado de la posicion adoptada por Torrente frente al personaje es un don Juan que se nos presenta, siempre a

1 Corno decia Eliane Lavaud, el Comendador torrentino es « hypocrite, subversif, transgresseur et

finalement puni, en un mot, il a tous les vices et le châtiment du Don Juan mythique», en « Juan, Don

Juan ou anti-Don Juan chez G. Torrente Ballester », Hispanistica XX, Dijon, 1985, p. 215. 2 Ya indica Carmen Becerra como éste es un elemento original de la versi6n de Torrente: « el

Comendador ama tanto a su hija que su amor sobrepasa el admitido como amor paterno-filial; la ama

como hombre [ ... ]. Su defensa del honor es realmente una venganza persona), es el fruto del odio que

brota del amante ante alguien que intenta hurtar al ser amado »,op.cil., p. XXXIX. 3 « [Torrente] no se interesa por la moralidad o inmoralidad de la conducta de don Juan, sino por los

motivos que la sustentan; es decir, se interroga acerca de (,por qué don Juan es don Juan? », op. cit.,

p. Lill.

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través de una mirada externa, como un ser retlexivo, coherente, piadoso y que en ningun caso es un burlador de mujeres, como veremos 1

Una vez esbozada la postura de Torrente ante las invariantes del mito acudamos al tema que nos ocupa, la vision del mal en esta version moderna del don Juan. En el mito donjuanesco hay una Jucha entre las fuerzas basicas del bien y del mal. A lo largo de cuatro siglos de Tenorios y burladores esta confrontacion ha tenido diversas formulas de resolucion, y eso sin entrar a valorar las versiones no miticas del personaje. Con Torrente Ballester la historia, que venia de un proceso de pérdida de valor mitico por, precisamente, la desaparicion del combate entre el Bien y el Mal, Dios y el Diablo, toma nuevo impulso trascendente que intentaremos acercar al lector de esta retlexion.

En términos teologicos lo que se nos plantea en esta obra es la problematica De Auxiliis. Esta discusion teologica se produce en el siglo XVII y enfrenta a jesuitas, con Luis de Molina al frente, y dominicos, cuyo mayor representante lo hallamos en Domingo Bafiez. Grosso modo

el objeto de disputa es como « conciliar la potencia infinita de Dios y su omnisciencia con la libertad humana »2

. Y es precisamente este término, libertad humana, el marco en el que se van a insertar acontecimientos y relaciones de esta version del don Juan.

El otro pilar sobre el que se asienta el discurrir de la historia es la problematica del pecado original, desarrollada por Torrente en el poema de Adan y Eva que Leporello atribuye a dom Pietro. La tradicion cristiana presenta el pecado original como de desobediencia al mandato de Dios, sin embargo, tal como indica Erich Fromm, « el concepto de pecado como desunion ha sido expresado por algunos Padres de la Iglesia, que siguieron el concepto no autoritario de pecado »3

. En efecto, en la version de Torrente podemos rastrear esta concepcion del pecado original, que sera de vital importancia en el desarrollo de don Juan, quiza el principal motivo de la metamorfosis de Juan Tenorio y Ossorio en don Juan, veamoslo con detenimiento:

1 Eliane Lavaud <lice de él que « jamais il n'abuse par une promesse de mariage ; il ne se fait pas passer

pour un autre.[ ... ] Sans entrer plus dans les détails, on peut constater que les rapports entre le héros et les femmes sont complètement transformés», op. cil., pp. 214-15. 2 J. A. Hevia Echevarria (tr.), introducci6n del traductor a O. Bâi'iez, Apologia de los hermanos dominicos

contra la 'Concordia' de Luis de Molina (1595), Biblioteca Filosofia en Espano!, Oviedo, 2002. 3 Cite a partir de C. Becerra, op. cit., p. LIX.

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-Si esta noche hubierais seguido mi pensamiento en su interior; sihubierais tenido ojos para algo mas que para la burla de don Gonzalo, habriais advertido c6mo pasé del entusiasmo casi religioso, del deseo de hallar a Dios en el cuerpo de Mariana, a la decepci6n, a la soledad incomunicable del placer. Ahora me pregunto, delante de vosotros: lPor gué no lo hizo Dios de otra manera? [ ... ] Se lo pregunto a Dios. Y me atrevo a decirle que esta mal hecho.

[ ... ]

-[ ... ]Solo en nombre de Dios puedo rebelarme contra loque esta mal en este mundo. Pero si Dios no apoya mi rebeldia, es contra Dios contra qui en me rebelo 1•

Pongamos en antecedentes esta intervencion de don Juan. El Comendador y él mismo se hallan en una finca propiedad de los Tenorio a orillas del Guadalquivir. En un momento de soledad Juan experimenta un sentimiento de union simbiotica con la naturaleza, sensacion que no se repite en su primera experiencia sexual horas mas tarde. Juan se acerca a Mariana con el anhelo de repetir la sensacion de plenitud que habia experimentado en el rio, y cuando constata que la union carnal le provoca un intenso sentimiento de soledad y vacio sufre una terrible frustracion, que sera una de las causas de su enfrentamiento con Dios, de su transformacion en pecado; él mismo dira: « No estoy en pecado; soy pecado » (p. 205).

La importante escena onirica que le enfrenta a sus antepasados sera el comienzo de la andadura de don Juan. Agui vemos el conflicto entre la ley de Dios y la ley de los Tenorios, la ley del honor que sus ancestros le exhortan a cumplir: Juan ha sido burlado por don Gonzalo y para reparar tal afrenta los mayores de Juan le indican que es necesaria la muerte del Comendador. Sin embargo Juan, en una brillante reflexion teologica, muestra como si cumple con la ley de casta se desvia de la ley de Dios, y viceversa. Esto, unido al sentimiento de frustracion del que hemos hablado, le lleva a desviarse de ambas: « Mi conclusion honrada es que tengo que matar al Comendador porque se burlo de mi, y romper con el Sefior, que desde los cielos decreto la burla » (p. 199). Don Juan, ahora si, se aleja del camino de Dios pero al tiempo se aleja también del camino marcado por los Tenorio, que le aconsejan matar al Comendador y

1 Parlamento de don Juan ante sus antepasados en el que expone los motivas que sustentan la elecciôn de

una vida para el pecado (p. 201 ).

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arrepentirse después, postura hipocrita para salvar el honor, es decir, don

Juan esta preparado para seguir su propio camino, para dictar su propia

ley: « no volveré a cegar. Es una de las cosas que mi ley me vetara en el

futuro 1 » (p. 197). El héroe se convierte en un rebelde ante Dios, y

consagra su vida al enfrentamiento divino. No es, sin embargo, este don

Juan un personaje que tenga nada que ver con el diablo, bien al contrario,

es consciente de la presencia del maligno, fuerza opuesta a Dios, e intenta

mantenerse alejado de arnbos:

Pude sentirme sin la gracia de Dios y sin las tentaciones de

Satanas. Sin embargo, mi coraz6n comprendia que aquello no podia

durar, que ni Dios ni el Diablo permanecerian etemamente mudos,

que uno y otro me acosarian, como es su oficio. Aproveché la ocasi6n

para quejarme al Sefior de que no hubiera otro camino, una tercera via

de independencia. « El que no esta conmigo, esta contra mi », habia

dicho el Sefior; pero lPOr qué necesariamente con el diablo? lNo se

podia estar -por ejemplo- con los hombres? (pp. 207-08)

Torrente Ballester, aun aceptando las reglas del juego 'mitico', es

decir, manteniendo las invariantes que citaba Jean Rousset, se aleja de la

tradicional identificacion o aproximacion -pensarnos en Hoffmann o en

Tirso de Molina2, por ejernplo- del personaje con el diablo. El don Juan

de Torrente se aleja de las concepciones diabolicas, se situa del lado del

hombre y desde esa posicion se atreve a reprocharle a Dios, a « decirle

que [el mundo] esta mal hecho ». No creemos aplicable, por tanto, para

esta version del rnito las palabras de Losada-Goya3 « même si parfois il

semble adopter une forme démoniaque précise, Don Juan reste et se veut

homme qui nie toute trascendence. [ ... ] Loin d'assimiler Don Juan au

Diable, on peut le dissocier du prince de ! 'Enfer sans pour autant le croire

moins dangereux ». Ni el don Juan de Torrente niega toda trascendencia -

en principio- ni se nos antoja un ser peligroso.

Don Juan mantiene su lucha contra Dios a través de la mujer. La

funcion del grupo fernenino es, no obstante, diferente a la tradicional,

como veremos, en la version de Torrente. Aun apareciendo, al menos

1 El subrayado es mio. 2 E. Th. A. Hoffmann, Don Juan. Der Sandmann, Paris : Le Livre de Poche, 1991 ; Tirso de Molina, El

Burlador de Sevi/la, Madrid: Catedra, 1995. 3 J. M. Losada-Goya, entrada «Diable» en Brunel, P. (dir.), Dictionnaire de Don Juan, Paris : Robert

Laffont, 1999.

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insinuada, la lista o catalogo que entronaran Mozart y Da Ponte, el pape! de la mujer en la obra torrentina es casi instrumental:

... en mi existia una posibilidad de rivalizar con el Sefior, y [que]

obraban en mi persona -o, mejor, desde ella- facultades hasta entonces

ignoradas que arrebataban a las mujeres, que las hacian desear unirse

a mi para toda la eternidad, y que en union semejante hallaban una

suma de <licha cuya naturaleza, pensada, me estremeci6. (p. 236)

El mismo Leporello dice que « para don Juan la seduccion de las mujeres nunca fue un fin, sino un medio » (p. 76), una manera de rivalizar con Dios, de competir con Él. Asi el pecado de don Juan no tiene que ver tanto con el sexo como con el orgullo 1, al pretender situarse a la altura del mismo Sefior.

A pesar de la funcion instrumental que se concede a la mujer en esta version, es indudable que la actitud de don Juan para con ellas es sustancialmente distinta a la tradicional:

Yo estoy intentando hacer el mal a mi manera, es decir, sin que

intervenga el diablo, e incluso contra su voluntad. Quiero hacerlo por

mi y ante mi, un mal que dafie a los hombres lo menos posible, un mal

que sea como un juego académico entre el Sefior y yo. Y que no salga

de los dos (p. 24 7).

Este no querer hacer mal a ningun hombre -léase también mujer­supone una vision peculiar del mal por parte de don Juan, un mal de tinte intelectual, dirigido unicamente a Dios, procurando no dafiar la herramienta utilizada para llevarlo a cabo: la mujer. Corno consecuencia el héroe ideado por Torrente no engafia a las mujeres, no acude a subterfugios -disfraces, suplantaciones, etc.- para llevar a término sus conquistas, y hace gala, en definitiva, de una honestidad y miramientos hacia sus 'vîctimas' 2 irreprochables. Por medio de la seduccion, que en este don Juan no es cuantitativa en términos generales3

, sino cualitativa -

1 Resulta reveladora la reflexi6n que sobre este tema realiza C. Becerra, op. cil., pp. LXII-LXIII. 2 Nos resistimos a pensar en las mujeres seducidas por este don Juan como 'victimas', a nuestro juicio la

victima de los actos del persona je es, esto solo vamos a apuntarlo, él mismo. 3 En cualquier caso Leporello deja entrever que en algùn momento su amo acudia a las mujeres de un

modo automàtico para mantener su estado de pecado ante Dios.

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su técnica de seduccion llega a ser comparada con la lidia,

necesariamente diferente dependiendo del tipo de toro-, las mujeres,

otrora victimas del seductor, alcanzan tras el paso del personaje por sus

vidas un estado de felicidad que no disfrutaban antes del encuentro con

don Juan. Mariana, prostituta en una venta sevillana, queda convertida en

una santa; la comunista de la resistencia francesa, Simona, vuelve sus

ojos al Sefior; la mujer fria y distante que es al principio Sonja pierde su

compostura y su racionalidad, se convierte en una ardiente amante ... La

seduccion es un elemento liberador que mejora la existencia de estas

mujeres 1, se nos muestra un don Juan que casi parece un benefactor en su

relacion con el grupo femenino.

Figura especialmente relevante en esta version, como ya hemos

apuntado, es la del criado, Leporello. En primer lugar debemos tener en

cuenta que él es el filtro entre don Juan y el narrador, ese periodista

espafiol innominado, y con el lector en la medida en que toma la voz de la

narracion en muchos momentos de la obra. Sabemos lo que sabemos del

héroe a través de Leporello, y unicamente aquello que el criado nos hace

saber -a excepcion, quiza, de las paginas que el periodista escribe

supuestamente poseîdo por el lalma? de don Juan-.

El pape! de cronista no le es ajeno, ya en el Catalinon de Tirso

aparece; la accion se enmarca entre dos intervenciones de Sganarelle en la

version de Molière; y la opera de Mozart y Da Ponte se inicia con una

aria de Leporello.

Si la presencia del criado no es una invariante del mito2, al menos si

es habituai su presencia. El roi que juega, sin embargo, en la historia ha

conocido numerosas posibilidades. Famosas son las tesis defendidas por

Otto Rank en Don Juan et le doubte3, en las que no nos vamos a detener,

por no ser especialmente pertinentes para nuestro objetivo. En la version

torrentina Leporello no actua como doble comico de su sefior; tampoco es

1 En este sentido deberiamos preguntamos por la naturaleza de ese estado de felicidad tras el paso de don

Juan por sus vidas. Si ese estado es realmente provocado por el seductor-benefactor y Dios no tiene parte

en él, lhasta qué punto esa felicidad podria ser aceptada por el Sei\or? Torrente no da indicios para una

respuesla a esta cuestion, posiblemenle porque màs que el resultado de estos actos, le interesen las

motivaciones subyacentes. 2 Encontramos ejemplos de versiones en las que el criado se diluye hasta desaparecer completamente en

la de Carlo Goldoni, Don Juan Tenorio, ossia il dissoluto.

3 O. Rank, Don Juan et le double, Paris : Payol, 1973. Sobre la idea de doble conviene acercarse también

a la entrada 'double' en P. Brunel, Dictionnaire de Don Juan, Paris: Robert Laffonl, 1999, pp. 337-49.

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un consejero, pues intenta mantenerse al margen de las decisiones de su amo, como veremos; no se muestra como portavoz de las normas sociales que don Juan transgrede; y mucho menos porta el tradicional valor de voz de la conciencia de su sefior.

lQué pape! desempefia Leporello en la creaci6n de Torrente? Es un demonio 1, un demonio cat6lico, hecho que tendra su importancia. Anteshemos hablado de la disputa De Auxiliis, esta discusi6n a la que antes hemos apuntado cobra ahora especial relevancia a través del criado: de su naturaleza y de la relaci6n que establece con don Juan.

En el capitulo 2 del Don Juan de Torrente Ballester, titulado « Narraci6n de Leporello » (pp. 79-108) se nos cuenta la historia del criado, alias Garbanzo Negro2, historia que va a darnos las claves para interpretar algunas de las aventuras y desventuras de don Juan. El Garbanzo es un experto en conseguir aimas para Satanas, es un « tentador » (p. 90). Encontrandose al servicio de un agustino ateo, el Padre Téllez, en Salamanca, recibe un nuevo encargo. El mensajero que porta el pr6ximo destino es otro demonio, Polilla. El encuentro de ambos nos da la llave para comprender toda la complejidad teol6gica acerca de la libertad que don Juan se planteara después. Poli lia es calvinista, cree en la predestinaci6n, mientras Garbanzo es defensor del libre albedrio. El mismo diablo calvinista le <lice a Garbanzo:

-[ ... ] Tienes que acompafiar a ese sujeto hasta la muerte, enterarte de sus pensamientos y llevar cuenta de sus actos; tienes, sobre todo, que presenciar c6mo opera en su alma la Gracia y c6mo no puede operar porque no puede dejar de salvarse, y cuando el Otro le abra las puertas del Cielo, gritar un « jNo hay derecho! » con todas las voces del infiemo. En resumen, tienes que demostrar que ese hombre no es libre, que esta predestinado a la salvaci6n.

-Ya me diras a qué viene todo eso.-Se trata de una disputa entre vosotros y nosotros, y a ese hombre

le ha tocado servir de prueba (pp. 90-91 ).

Asi pues, desde esta perspectiva, don Juan seria una cobaya utilizada para dirimir una divergencia teol6gica en el infierno. Y Leporello seria un

1 C. Becerra sei\ala como Carlos Feal ve un antecedente del criado ideado por Torrente en Les Âmes du

Purgatoire, de Prosper Merimée, pero rechaza tal relaci6n acertadamente, creemos, op. cil., p. LXXIV. 2 En relaci6n al nombre 'real' del criado véase C. Becerra, op. cit., p. LXXVII.

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Don Juan: mita e inversion

mero observador1• De ello se da cuenta en la escena final de la obra que

presencia el periodista espafiol, La muerte de Don Juan, en la que se

juzga al héroe, primera en un tribunal civil-eclesiastico, presidido por el

Comendador, y posteriormente, tras haber matado el propio Comendador

a don Juan, aparece un tribunal infernal, formado por seis demonios, tres

que pudieran ser calvinistas y tres catolicos, que pretenden llegar a una

conclusion sobre la libertad de don Juan:

-De todos modos, tenemos que interrogarte. Has sido, lc6mo tediria?, el conejillo de indias de una experiencia trascendental. La disputa entre estos y nosotros no quedara zanjada hasta haber puesto en claro el resultado de la experiencia.

-lPuedo negarme? -le pregunt6 don Juan.

-No habiamos contado con eso pero supongo que si.

-Me niego, entonces.

[ ... ]

-[esto] Demostraria que es endemoniadamente libre (pp. 393-94).

La vision de lo trascendente en esta novela2

se nos revela vital en el

proceso de remitificacion que Torrente !leva a término, feliz término, en

su version del mita donjuanesco. Sin trascendencia no hay mita, y

Torrente, que es consciente de ello, toma los elementos canonicos del

mita para moldearlos a su gusto. Introduce un demonio, pero no un

demonio que exhala maldad, sino uno encarnado por la figura tradicional

del gracioso, y hace girar alrededor de él su historia, hacienda quedar a

don Juan en un segundo piano. Es a través de este demonio, cuya

naturaleza se podria vincular a aquella del 'diafio' que aparece en el

folclore gallego, que Torrente vehicula la trascendencia en su novela.

Don Juan se mantiene hombre, aun consciente de lo ultraterreno, rechaza

Cielo e infierno, y finalmente, en un guifio mitico, rechaza también el

apellido que le vio nacer, Tenorio, sentenciando: « Y, ahora,

Comendador, a ser yo mismo para siempre ».

1 Corno é\ mismo dice a don Juan: « ... y yo he estado a su lado con el mayor respeto para su libertad »

(p. 356). 2 Hemos rehuido de la denominaci6n 'novela' a causa de la compleja situaci6n narrativa que presenta esta

obra, para cuestiones de esta indole es ûtil la consulta de los articulos de E. Lavaud, op. cit., y C. Becerra,

op. cil.

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