Dominguez Monedero, Adolfo J. - La Polis y La Expansión Colonial Griega (Siglos VIII a VI) -...

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  • 8/3/2019 Dominguez Monedero, Adolfo J. - La Polis y La Expansin Colonial Griega (Siglos VIII a VI) - Captulos III y IV

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    CONSEJO EDITOR: LA POL/SY LA EXPANSIO NCO LONIAL G RIEG A

    (Siglos VIII-VI)Director de la colecci6n: DOMINGO PLAcIDO s uAR EzjI1

    Coordinadores: Prehistoria: MlINUEL FERNANDEZ-MIRANDA Historia Antigua: JAIME ALVAR EZQUERRA Historia Medieval: JAVIER FACI LACASTA Historia Modema: M _ a VICTORIA L6PEZ-CORD6N Historia Contemporanoa: ELENA HERNANDEZ SANDOICAROSARIO DE LA TORRE DEL Rfo

    Adolfo J . Dominguez MonederoProfesor Titular de Historia Antigua

    de la Universidad Aut6noma de Madrid

    E D I T O R I A LS I N T E S I S

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    3. _L a c o n f i g u r a c io nde la polis

    IIII!1ig

    3.1. lntroduccton, Rasgos generales de la polis arcaicaHasta ahora hemos estado viendo, en forma analitica, los distintos

    elementos sociales que, como deciamos anteriormente, en cierto modopreexistenpero al tiempo contribuyen a dar forma al fen6meno queconocemos como polis. Es ya tiempo, pues, de entrar de lleno en e1problema crucial, cual es e1de la configuraci6n de esta estructura. Parair avanzando poco a poco en este espinoso tema, he preferido, igual-mente, una aproximaci6n analitica, consistente en ir poniendo de mani-fiesto algunos de los aspectos que caracterizan dicho proceso, no sinantes realizar algunas observaciones que juzgo de interes, empezandocon la propia definicion que da Duthoy (DUTHOY;1986,5) de la polisen cuanto que fenomeno socio-politico (vease 2.3):

    Lapolis es unacomunidad' 'micro-dimensional", juridlcamentesobe-rana y aut6noma,de caracter agrario,dotadade un lugarcentralquele sirve de centro politico, social, administrativo y religioso y que estambian, frecuentemente, su unica aqlomeracion.

    Asumida esta definicion. ello nos evita el intentar tan siquiera tra-ducir (ytraicionar el terrnino polis a nuestra lengua. Veamos, pues,a continuaci6n, algunos de los rasgos previos que debemos tener pre-sentes para entender 10que la polis griega implica.

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    En primer lugar, hay que decir que lapolis representa, en un ciertosentido, un equilibrio. Equilibrio, sin duda, inestable en muchos casospero equilibria al fin, aun cuando s610sea porque en ocasiones encar-ne el unico punto de acuerdo entre grupos enfrentados. Por ella mis-rna, la polis necesita, ante todo en los momentos en que la misma estasurgiendo, una serie de puntas de anclaja que la estabilicen.

    Ensegundo lugar, 1apolis representa una forma de vida, con todo 10que ella implica tanto desde e1punto de vista material (desde el propioemplazarniento de 1amisma, con todas sus necesidades logisticas, inclu-yendo el fundamental aspecto del abastecimiento) cuanto desde e1ideo16gico. A esa forma de vida, por ende, parece haberse Uegadoacaso mas par reflexi6n que par azar. Sinquerer negar su importanciaa los perfodos previos al siglo VIIIen la historia de Grecia, que en unaperspectiva teleo16gica parecen estar preparando e1'camino hacia lapolis hay en su creaci6n unabuena parte de intencionalidad, Por ellomismo he hablado de un equilibrio, puesto que, al admitir tal idea deintencionalidad hemos de dar justa cuenta de los intereses enfrentadosque son puestos en juego y que son combinados para dar lugar a estanovedosa forma politica,

    En tercer lugar, la polis introduce en la Historia una concepci6nabsolutamente nueva: Ia posibilidad para una serie de individuos dedotarse de sus propios instrumentos de gobierno y de organizaci6n atodos los nive1es, prescindiendo de la referencia al ambito sobrehuma-no, 10que convierte a la polis en la unica experiencia de este tipoconocida hasta ese momenta en todos los ambitos que directa 0 remota-mente se asoman alMediterraneo: de hecho, e1poder se hallaba en losciudadanos, en todos, en muchos 0 en pecos, pero en cualquier casosiempre en un conjunto mas 0menos amplio de ciudadanos. S610encasos excepcionales (tiranias) era uno solo quien ejercia e1poder. Enello influye, naturalmente, toda una serie de precedentes hist6ricos,que no es lugar este para analizar, pero, al tiernpo, un conjunto denuevos plantearnientos, en gran medida originales, que, construycndosabre ese trasfondo, dan su propia personalidad a este experirnentoque, en sus fases iniciales, supone lapolis griega.

    Dire aqui, casi como un inciso que, aun admitiendo que quiza sonmas importantes los elementos de continuidad que los rupturistas en e1periodo comprendido entre e1 final del rnundo micenico y la epocaarcaica (MORRIS,en City and Country in the Ancient World: 1991),noparece factible asignar Iaexistencia de poleis a momentos anteriores alsiglo VTIIy, por consiguiente, con mucho menos motive ala Edad delBronce, como ha side propuesto recientemente (por ejemplo, VANEFFENTERRE:1985,correctamente contestado por MUST!:1989,74-80).

    Tras estas observaciones podemos tratar de analizar los principales62

    factores que identifican a 1apolis arcaica antes de entrar en algunos delos aspectos que caracterizan su formaci6n.Lapolis puede ser considerada, ante todo, como una estructura quesurge al servicio de unos intereses determinados. Esos intereses son,en su mayor parte, de tipo econ6mico y los beneficiarios directos sonlos sristoi, si bien y en e1 transcurso de pocas generaciones, otrosgrupos sociales pueden consequir beneficios parejos y, en algunoscasas, superiores. Podemos afiadir que lapolis implica Ia existencia deun centro en el que residen los 6rganos de gobierno y, ante todo, elsantuario de la divinidad tutelar; igualmente, que la misma necesita unterritorio (chora) del que extraer los medics de vida, principalmenteagricolas; ello se traduce en la estrecha vinculaci6n que habra deexistir entre e1territorio, mediante cuya unificaci6n politica surge lapolis, y esta misma, cuya base de subsistencia se encuentra en elpropio territorio.Ademas, habria que indicar que es necesario un ordenamiento juri-dico, unas leyes 0 normae, no escritas en un primer momenta y s610conocidas y aplicadas par los etistoi, producto mas de la costumbreque de una reflexi6n abstracta, pero sobre las cuales se ordena laconvivencia de quienes viven en esa polis. Efectivarnente, todos estoselementos son necesarios para que podamos considerar que existe unestado, segUn el modelo griego.A pesar de ella, no obstante, los propios griegos si bien considera-ban todos esos elementos como importantes, no los veian como Iunda-mentales 0 imprescindibles; algo que silo era, sin embargo, eran losciudadanos:

    Pues una ciudad consiste en sus hombres y no en unas murallas niunas naves sin hornbres. (Tuctdides, V1I.77, 1: traduccion de F. R.Adrados.)

    Aunque pueda parecer una cierta tautologia, lapolis surge cuandosurge la idea del polites 0 ciudadano, es decir, cuando un conjunto deindividuos se consideran relacionados entre si par un vinculo comun,ajeno a ellos, pero que al tiempo les define como miembros de unrnismo circulo. Ese vinculo no es ya estrictamente familiar ni comunalsino, precisamente, politico (y, en cierta medida, religioso y oultual):Levy (LEVY:1985),en un estudio reciente sobre los tE:rminosestes ypolites, ha senalado el matiz politico que implies e1 empleo de estesegundo terrnino segUn se va saliendo de la sociedad aristocratica.

    Para plasmar ese lazo que les ata, los politsi necesitan de una seriede puntos de referencia, materiales e ideo16gicos, que sancionen esarelaci6n par encima de cualesquiera otras que puedan haber poseidooriginariamente. Es par ella mismo par 10 que he hablado anterior-

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    mente de un equilibrio: en efecto, la polis es un equilibrio porque Losciudadanos, los politai deben sacrificar algo de su propia libertad enbeneficio de un fin comun: aceptando una forma de gobierno, unasnormas, un marco territorial, posiblemente renuncian a una serie deaspiraciones personales; es en este equilibrio entre 1 0 comunitario y 1 0individual donde halla su explicaci6n la polis.

    Un pasaje de Plutarco, referido al sinecismo de Atenas par obra deTeseo, explica bien e1 proceso, aun cuando hemos de aislar, por unlado, el caracter personalista del proceso, representado por Teseo ye1caracter dernocratico: del misrno, debido ala propaganda poste-rior:

    y que podian emprender empresas comunes son los que definen a laprimitiva polis corintia pre-cipselida, Para resurnirlo, dire con Y. Barel(BAREL:1989, 29) que

    Ida nueva ciudad griega es un fsnomsno social, politico y religiosoantes de ser un fenomeno flsico.

    Naturalmente, y retomando e1hilo, esa idea misma del ciudadanoirnplica la del no ciudadano. Es este otro dato que debe valorarse. Notodos los habitantes de un tarritorto determinado van a ser considera-dos sujetos de derechos y deberes a1mismo nivel que aquellos que seconvierten en politai; en las ciudades que empezamos a conocer mejora partir del siglo VII podemos hallar grupos enteros de poblacion que,recibiendo distintos nombres, no han side integrados dentro del cuer-po ciudadano. Ya sean esclavos (una servidumbre cornunitaria comola denomina Garlan [CARLAN: 1984]), como los hilotas espartanos, 0libres, como los periecos espartanos 0 los metecos atenienses, no go-zan de derechos politicos. Y es evidente que, en muchos casos, estesgrupos han quedado marginados en el mismo momenta en el que lapolis esta surgiendo.

    Que factores pueden haber determinado Ia exclusion de la ciudada-nia de grupos de poblacion enteros, es algo aun no suficientementeesclarecido y, sin embargo, debe de haber sido un fen6meno bastantemas comun de 10 que habitualmente se cree. Pueden haber influidofactores economicos, sociales, religiosos incluso, pero todos enos hantenido una evidente traducci6n politica: elios no van a contar para lapolis mas que como individuos sujetos a obligaciones, principalmentede tipo fiscal y, en ocasiones, militares. Pero esto no hace sino recalcarun hecho que no debe perderse de vista nunca: des de su inicio, lapolises restrictiva; se configura como un conjunto de personas que partici-pan de un centro comun y en cuyas decisiones todos participan(naturalmente, de acuerdo con la calidad de cada uno). Pero junto aeste data naqativo, este rasgo de lapolis tambien tiene un lade positivo:laexclusion de toda una serie de individuos va a alimentar laidea de laigualdad 0 semejanza entre todos aquellos que S1forman parte plena-mente del estado; la lucha por lograr la sancion oficial de ese hechopor parte de aquellos ciudadanos que no participan del poder, favore-cida por otro conjunto de factores CIarecurrencia hesiodica a laDike, laparticipacion en el ejercito hoplftico, el ejemplo del mundo colonial,etc.) caracterizara a un amplio pertodo de la historia griega, a partirsobre todo del siglo VII a.C.

    Acosturnbrados como estamos, desde tiempo inmemorial. a dispo-ner de estados que, al menos desde el Renacimiento (si no antes) nos

    Despues de la muerte de Egeo, se propuso. [Teseo] una ingente yadmirable empresa: reunio a los habitantes del Atica en una solaciudad y proclamo un solo pueblo de un solo Estado, rnientras queantes estaban disperses y era dificil reunirlos para el bien comun detodos e, incluso, a veces tenian diferencias y guerras entre enos.Yendo, par tanto, en su busca, trataba de persuadirlos por pueblos yfamilias; y los particulares y pobres acogieron al punto su llamarnien-to, mientras que a los poderosos, con su propuesta de Estado sin rey yuna democracia que dispondria de 81 solamente como caudillo en laguerra y guardian de las leyes, en tanto que en las demas eompeten-eias proporcionaria a todos una participaci6n igualitaria, a unos estasrazones los conveneieron y a otros, temerosos de su poder, que yaera grande y de su decision, les parecia preferible acaptarlas por lapersuasion mejor que por .la fuerza. (plutarco, ViI. Thes., 24, 1-2;traduccion de A. Perez jirnenez.)

    Por 10que sabemos del proceso de forrnacion de la polis en otrossitios, como puede ser Corinto, la poblacion que afluye a 10que en sumomento sera el centro urbane, en torno al templo de Apolo, procededel resto del territorio, de la Corintia, 10que debe de estar implicandola actuacion de un grupo, llamemosle qobierno. que fomenta y favo-rece esa concantracion, en este caso los Baquiadas. Las fuentes sefialan'para Corinto. ciertamente, una unificaci6n politica bastante antigua yhacia mediados del siglo VIII era capaz de anexionarse definitivamentedos distritos de la vecina Meqara: persuasion y fuerza igualmente,como en e1ejemplo recien citado del ateniense Teseo. No obstante, y apesar de esa unidad polltica tempranamente alcanzada, Corinto comociudad no ha surgido realmente hasta un momento bastante posterior;10importante en Corinto, como se veiaantes, eran mas sus ciudadanos(poJitai) y su estructura politica (politela) que sus muros (inexistentes) 0sus casas, aun no unidas para formar un unico centro urbano; estosciudadanos, que podian establecerse en cualquier lugar de la Corintia64

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    han ~enido dados y que se han erigido, a pesar de 10que se proclama,en un fin Ultimo,quiza resulte difieil entender la verdadera revolu-cion que el surgirniento de la polis supuso en la Historia, No meatrevere a afirmar que la polis. surgi6 de la nada, puesto que no seriadel todo cierto, pero S 1 dire que las formas de gobierno, par llamarlasde alguna manera, existentes durante los Siglos Obscuros no irnplica-ban mas que un laxo control de un cierto territorio, sin una definicion

    _ clara de objetivos, sin una conciencia clara de solidaridad territorial,etc. E1transite a la polis irnplic6 edificar, sobre esta base ciertamenteendeble, e1nuevo edificio. Para ello, obviamente, fue necesario cons-truir cimientos. A los mismos dedicare las pr6ximas paqinas.

    3.2. Tendencias centrifugas y tendencias centripetasEs evidente que la unificacion politica, pero tambien juridica, terri-

    torial, sconomica, etc., de los individuos que vivian en un espaciodeterminado implioaun irnportante movimiento centripeto; e1empezara considerar como conciudadanos a individuos can los cuales, pre-viamente, no se habia tenido apenas nada en cornun: en solidarizarsecon sus necesidades, siquiera defensivas, el ir reconociendo paulatina-mente que son mas los factores que unen que los que separan es unlagro indiscutible, E1mismo se percibe mas claramente si pensamosque durante los Siglos Obscuros las relaciones entre los habitantes deuna misma region, de producirse, pueden estar tefiidas de un clarocomponente belico. El ir renunciando a considerar enemigo potencialal vecino proximo y, por el contrario, lleqar a reconocerle como parti-cipe de unos rnismos intereses es un paso importante en el proceso deconstitucion de lapolis, Lainteqracicn de 10individual en el ambito de10comunal es tambien una etapa trascendental en este camino.

    Sin embargo, no todo.el proceso es lineal; en ocasiones la integra-cion en esa unidad en formaci6n se produce en detrirnento de determi-nados intereses particulares: en un primer momenta tiende a favorecermas a unosque a otros al privar 0 reducir el poder de aquellos que ensus estructuras farniliares y aldeanas, marcadarnente autarquicas, quecaracterizarian buena parte de la situacion en los Siglos Obscuros, seven en Iaobliqacion de reconoeer laautoridad de un grupo de basiieisde los que no todos los aristoi formarian parte, Fuera del ambito de loseristoi, otros grupos sociales, especialmente el campesinado puedensentir que la concentracion de poder en una serie de manos, limitadasy restringidas, puede empeorar su situacion, tanto desde e1punto devista economico cuanta, inmediatamente, desde e1juridico.

    Como se vera, la fcrmacion de la polis significa la eleccion de un66

    lugar desde e1que dirigir e1conjunto de los territorios integrados en lamisma y en e1cual se ubicaran las rudimentarias instituciones politicasy religiosas iniciales. Sera este lugar el.que reciba la mayor parte delos recursos de que dispone la comunidad, a fin de dotarle de toda unaserie de equipamientos que Ie permitan curnplir su funcion: al tiernpo,centralizara la mayor parte de los recursos generados can vistas a sureparto y redistribucion (vesse 3.2.1).

    Par ella mismo, sibien en la teoria se tratara de evitar, en lapracticase producira un desequilibrio entre el centro urbano (llamemosle asty)y e1territorio (chora) , asi como entre aquel y todas aquellas antiguasaldeas, especialmente las mas importantes, que hubieran podido as-pirar, en muchos cases con los misrnos 0 can mas titulos, a convertirseen los centros de decision politica, como muestra, a las claras, la si-guiente version de Tucidides del sinecismo de Atenas, alga distinta dela de Plutarco, que veiamos paqinas atras (v~ase 3.1):

    ." pues desde Ceerope y losdernas reyes hastaTeseo,la poblaciondelAticaestuvosiempre repartida enciudades (poieis) cansusPrita-neosy maqistrados...MascuandoTeseosubio altrona, "', adernasdeorganizar en otros conceptosel territorio, elimin6losConsejosy lasmaqistraturasde lasdernasciudadesy lasunificocan L a ciudadactual,designando un soloConsejoy un soloPritaneo;y oblig6a todas laspoblaciones a que, aun continuandocada una habitando su propioterritorio comoantes, tuvieran a la solaAtenaspor capital. (Tucldi-des, II,15;traducci6nde F. R Adrados.)

    Todos estes factores contribuiran, pues, a la creacion de tendenciasque podriamos calificar de centrifugas y con las que tambien hay quecontar a la hora de explicar el proceso de formacion de la polis,

    3.2.1. Los ejes sobre los que se conforma la polis

    En los siquientes subapartados analizare, par consiguiente, algunosde los anclajes, materiales y simbolicos, sabre los que se configura lapolis; e1exito de la polis, diqamoslo ya, radica en la superacion cons-tante de las tendencias centrifugas, en beneficia de las centripetas. Noen todas sus epocas se lleva a cabo de la rnismamanera y no siempre e1exito acompafia a todas y cada una de las poJeis en la consecuci6n deun equilibria entre ambos palos. Naturalmente, no son estes los unicosprincipios sobre los que se articula la polis griega aunque par e1momenta me referire fundamentalmente a ellos.

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    es 10 que los griegos Haman agora que, antes de pasar a denotar unSImple lugar de mercado, era e1nombre que recibia la asamble 11ugar donde la mis~a se cele~rab~, Este es, pues, uno de los lu~Ir:scentrales que perrrnte la constrtucion de 1apolis,

    En las ciudades que surgieron en la costa minorasiatica can motivode l~s,rmqracrones que se sucedieron despues del colapso del mundorrncemco. como ocurre con una de la mejor conocidas de eHas en estaepoca, 1aAntigua Esmima, junto con una aparatosa muralla y un tem-plo, es posib1e que ya axistiera un 1ugar destinado a reuniones publicaedurante el siqlo VIII; parece existir, a1menos, en la nueva ciudad quesurge hacia e1700 a.C.. En las ciudades que en la segunda mitad delsiqlo VIII estan siendo fundadas par doquier, impropiamente llamadasc?lomas, se, reserv~ un es~acio con esta finalidad, como puede apre-ciarse en Megara Hiblea (FIgura 4). En lasviejas ciudades del continen-te, ~oc~ a poco se van despejando lugares, previamente ocupados porhabitaciones 0 por tumbas, indicios de un habitat disperse y no unitario,

    _ Lugares'Gomunes Y centreiesDiversos tratadistas han puesto de manifiesto c6mo una de las carac-

    teristicas del sistema de la polis griega, frente a otros sistemas, espe-cialmente los orientales, fue 1apublicidad de las decisiones. Esta publi-cidad venia dada, tal y como se apuntaba anteriormente, por la necesa-ria presentacion de las propuestas elaboradas par el basileus y suconsejo ante e1demos, reunido en asamblea al efecto. Es cierto, comotambien se veia, que en estas primeras asambleas la capacidad dediscusion de los miembros no nobles de la misma estaba seriamentecoartada; sin embargo, es ya un dato importante que los gobemantesse vean en la obligaci6n de cantar con e1apoyo formal de los gobema-dos 10 que hace, por ellomismo, que la publicidad sea un factor valioso(vease 2,3.2).Dentro del restringido conseja nobiliario, par otro lado, el debatede los asuntos es fundamental; el basileus, como habiamos visto, deberesolver 10que corresponda daspuesde haber escuchado y tornado enconsideracion las opiniones de su consejo, de aquellos que, con elnombre qenerico de basileis participan, en cuanto colectivo, de lamisma realeza 0 basileia que e1 propio basile us. Son e1 debate y ladiscusion los que estan tambien en el origen de lapolis; palabras comosinecismo 0 koinonia destacan, claramente, esta voluntad de integra-cion consequida mediante e1debate. Undebate politico irnplica, en e1mundo griego, situar los temas en e1centro, es decir, en aque11ugarqueequidista de todos los que se situan en tomo a la cuesti6n a tratar.Los.besileis colocan sus asuntos en e1 centro, los debaten y llegan auna resoluci6n; acto seguido, vuelven a presentarla, nuevamente, antee1 demos reunido, que se encarqara de dar su asentimiento. Pocoimporta que Ia Iliada nos describa a los oradores inoportunos can lossombrios tintesde Tersites y nos indique su castigo, tenido por ejem-plar par el resto de sus iguales: poco a poco, las asamb1eas se irianabriendo al verdadero debate y discusion de los problemas, Es anton-ces cuando se produciria 1a situacion que describe Vernant (VER-NANT: 1983, 198) (vease 2,3,2):

    El meson, e1centro, define poria tanto, en oposici6n a 10 que esprivado,particular,el dominic de 10 cornun, de 10 publico, el xynon.Por diferentesque sean=-por la vivienda, la familia,la riqueza-, losciudadanosa mas bien las casas que componen una dudad constitu-yen por su participaei6ncarotinen este centro unico, unakoinonia axynonie politica.

    r

    Es, pues, en tomo a un centro, sirnbolica y materialmente en e1media mismo de la ciudad, donde surge realmente la polis, Este centro

    o 10 20 30 40 50 mFigura 4. El agora de MeqaraHiblea.

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    a fin de dedicarlos a uso publico. Esto ocurre, por ejemplo, en Corintoyen Atenas. .Par si fuera poco, en la propia Odisea encontramos la pnmerareferencia a un agora, en la (quiza no tan) imaginaria Esqueria, Iaciudad de los feacios;/transcribamos el pasaje porque, adernas, nossirve para introducir e1otro elemento importante dentro de estos lu-gares comunes y centrales:

    Posidon tiene alia un bello temple y en torno se extiende la granagora can suela de lajas hundidas en tierra. (Odisea, '11, 266-267;traduccion de J . M. Pab6n.)

    Asi pues, e1 agora, marco de referencia civil; alli tienen luqar lasdeliberadones y alli se produce la comunicacion, mas 0 menos fluida,entre gobernantes y gobernados, colocados, todos ellos, en pie deigualdad can relacion al punto central, sirnbolico y material, que lamisma representa. No es, sin embargo, e1unico: e1texto hornerico queacabo de acotar menciona otro: el templo 0 e1santuario de la divinidadtutelar a la que acostumbramos a llamar poliada, esto es, guardianade 1apolis.La raaparicion de edificios destinados exclusivamente a fines reli-giosos, alga acerca de 10 cua1hay poco debate, tiene lugar a 10 largodel siglo VIII, puesto que no son muy numerosos los testimonies de laexistencia de los mismos antes de ese momenta. Ai igual que e1agora,el templo tiene un caracter central pues, de alqun modo, ambos feno-menos se hallan relacionados; conocemos las plantas de estes primerostemplos del sig10 VIII a traves de la arqueologia, que ha mostrado elneto predominio de la estructura absidada; algunos modelos en terra-cota, procedentes de los tsmplos de Hera en Perachora y en Argos,respectivamente, nos dan una idea del alzada de estas prirnitivas eons-trucciones (Figura 5) que, a partir de los mementos finales del sigloconoceran una amplia monumentalizaci6n y el empleo generalizado dela planta que devendra can6nica, la rectangular.Trascendiendo del aspecto puramente material, la recurrencia a unadivinidad como ente tutelar del bienestar de la comunidad supone, engran medida, objetivar este concepto. Pero a pesar de 10 que el textohornerico mencionado pueda sugerir, el emplazamiento habitual delsantuario poliada es la acropolis, es decir, e1 lugar que, en la epocamicenica habia servido de sede a los reyes y que durante los SiglosObscures habia permanecido practicarnente deshabitado, aunque re-cordando a quienes vivian a sus pies que alli se habia alzada en tiern-pos el centro del poder. Es posible, al hila de las interpretaciones de C.Berard (BERARD: 1970), que esta misma legitimacion de la divinidad

    Figura 5. Modelosen terracota procedentes del santuario de Heraen Argos(izqu.erda) y de HeraenPerachora (derecha).

    derive, hasta cierto punto, del espacio que ocupa en la polis quesuele ser, precisamente, el reservado, en epoca micenica, al poder, alpalacio del wanax.

    El nuevo poder que desarrolla lapolis radica en 1acomunidad, bienen su conjunto, bien representada par sus eiisioi: enos son quienes 10colocan en el centro y, al hacerlo, convierten a todos en participes(en mayor a menor grado) del mismo. Iqualmente, tal poder trasciendede sus propias personas y es puesto bajo la proteccion de la divinidad,garante siempre del mantenimiento del equilibria. No deja de sersignificativo que e1 auge de los templos poltadas vaya acompafiadotanto de la construccion de los propios edificios de culto cuanto de ladeposicion en e110sde incontables ofrendas. Parece como S 1 e1atesora-miento de riquezas y armas y la amortizacion de las misrnas en lastunibas de sus propietarios estuviese tocando a su finy ello no es sinola plasmacion material de que estamos entrando en otra epoca, la depolis. Tarnbien da la impresion de que de cualquier transaccion, econ6-mica a no, la divinidad recibe su parte, su diezmo a carnbio deproteger Ia misma,A partir del siglo VIII el prestigio y el poderio de una ciudad va amedirse par el tipo de santuario dedicado a su divinidad tutelar; en suembellecimiento y en el almacenamiento en 81de riquezas va a inter-venir toda lacomunidad par medio de su accion coordinada. Los aunimponentes muros y sorprendentes tesoros que los arqueoloqos estandesenterrando en algunos de e110sdesde hace mas de un siglo son laprueba mas evidente de la acumu1aci6n de los esfuerzos de toda unacomunidad en el auge del templo de su divinidad tutelar. El temple,

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    pues, es e1OtTO polo sobre e1que se cimenta Laidea de la comunidadpolitica. (Figura 6), donde permaneee Lamayor parte de sus habitantes, de Laque se extraen los recursos alimenticios y donde poseen sus propieda-

    des los ciudadanos que configuran e1estado. Frente a 10 que sucede enotros momentos historicos, la polis tiene voeaci6n de integrar en unmismo ambito al que vive en e1 centro urbane y al que vive en elcampo; no siempre los resultados seran satisfactorios y cada polis se-guira modelos que pueden diferenciarse de los del vecino. No obstan-te, esta integraci6n sera una preoeupad6n desde los primeros momen-tos.

    La polis debe definir, ante todo, sus propios llmites territoriales;tiene que marear, ffsicamente si es neeesario, deride aeaba su radio deaccion y donda empieza el del estado vecino; igualmente, tiene quedefinir, ya dentro del propio territorio, espacios, a saber, que partesse dedicaran a tierra de cultivo, cuales seran de aprovechamiento parael ganado, cuales otras seran de caracter boscoso. Ciertamente, estadefinicion viene dada en gran medida por Lapropia naturaleza pero suracionalizacion implica una labor de reflexion, que afecta a un conjuntode tierras, propiedad, en su conjunto, de la comunidad politiea. Losoikistai que fundan colonias han visto considerablemente facilitada estalabor por e1 propio caracter del emplazamiento de sus fundaciones,estabLeddas en tierras no habitadas por griegos, aun cuando algunosrasgos de la orqanizacion existente antes de la llegada helenica puedanhaber sido tenidos en cuenta. En las ciudades del continente e1proble-ma es algo mas arduo por cuanto hay que luchar contra las tendenciaslocalistas de aquellos que desde hacfa generaciones habian vivido ydisfrutado de su terreno, sin ingereneias externas y se resisten a queuna nueva autoridad, residente en una ciudad mas 0 menos distante,interfiera en sus habitos de siempre.

    No obstante, la toma de posesion del territorio es inexcusable,tanto en una ciudad recien fundada en pais barbaro, cuanto en una polisen proceso de formacion en Ia vieja Grecia. Los procedimientos pue-den variar en cierto modo pero e1resultado debe ser el mismo: lapolistiene que controlar un territorio concreto, someterlo a un ordenamientodeterminado y busear para sus distintas partes un uso apropiado enbeneficio de todos los ciudadanos. En definitiva, e1 territorio tarnbiendebe ser puesto en medic, tambien debe pasar del control privado alcontrol, siquiera teorico, de la comunidad.

    Como ocurria en el propio centro urbano, se necesitan unos puntosde referencia que sirvan para garantizar la relacion del ter'ritorio canla ciudad, al tiempo que marquen la especificidad de tales ambitosdentro de Lapolis. Seran los santuarios extraurbanos los encargados decumplir esta funcion. Dedicados, en buena medida, a divinidades queprotegen los cultivos, 0 la caza, 0 los bosques, 0 la propia frontera

    - Lugares extremes: santuarios extraurbanosHasta ahora nos hemos referido a dos aspectos que eonsolidan lapolis: ambos son lugares centrales por cuanto a ellos confluyen las

    personas que se han integrado en la misma y los intereses que cadauna de eUas representa. No hemos de olvidar, sin embargo, que la ideade Lapolis irnplica, necesariamente, la cuestion del territorio, la chora

    S.SOSTI

    Figura G. La chora de la ciudad de Sibaris y sus localidades mas destacadas.72

    MONTALTOU FFU GO - -ROSE

    ROGLIANO. Savulo

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    - EI heroe y la configuraci6n de Ja polisEl culto a los heroes griegos ha sido objeto de atenci6n desdehace

    considerable tiempo y a partir de descripciones transrnitidas par lasfuentes escritas ya habia quedado claro que en buena parte los mismossolian tener 1ugar en torno a 10que eran a parecian ser las tumbas desus titulares. La arqueologia ha contribuido decididamente a un majorconocimiento del aspeeto de estos centres de devoci6n; asi, un casoampliamente difundido fue el del culto surgido en torno a una tumbadoble, sin duda de personajes eminentes, puesto que contenia tarnbienrestos de cuatro caballos sacrificados, de hacia mediados del siglo X,hallada en Lafkandi, Eubea, sabre la que se construyo inmediatamentedespues un gran tumulo y a cuyo alrededar se extandio una necropolis;tambien habia llamado ya la atencion e1heche de que desde mediadosdel siglo VIIIempezasen a aparecer en algunos lugares sefiales inequi-vocas del surgimiento de un culto en torno a antiguas tumbas, habitual-mente de epoca rnicenica, (re-)descubiertas a la saz6n (referencias enBURKERT:1985). Esto irnplicaria una recuperaei6n del pasado, bajo la

    forma de un culto heroieo, en cierto modo indiscriminada, si bien nocabe duda de que e1ancnimo difunto seria identificado con alguno delos personajes heroicos de la tradici6n local. Sin embargo, fueron lasexcavaeiones en la puerta Oeste de la antigua ciudad de Eretria, en laisla de Eubea, aIM por los afios 60, las que reavivaron, sabre unaperspectiva algo distinta, el tema de los cultos heroicos, ante tododesde e1punta de vista de su incideneia en el proceso de confiquracionde la polis.

    Brevemente, dire que, en el lugar en que a inicios del siglo VI I sealzara la puerta Oeste de las murallas de Eretria, surge, en el periodocomprendido entre 720 y 680 a.C, una pequsna necropolis, indudable-mente de caracter principesco. En ella se hallaron siete turnbas deincineraci6n y nueve inhumaciones, de entre las que sobresalia la nu-mero 6. Lamisma presentaba, dentro de un bloque de toba convenien-temente ahuecado, un caldera de bronce en e1 que se hallaban losrestos carbonizados del difunto, as! como una serie de pequefios obje-tos, todo ella envuelto en una tela. Dicho caldera se hallaba cubiertopar otro, invertido. Alrededor, seis grandes piedras; entre ellas y loscalderas, se hallaban las armas del alli enterrado, convenientementedobladas con e1 fin de inutilizarlas: cuatro espadas, as! como cincopuntas de lanza de hierro y una en bronce, cuya tipologfa la remonta alHeladico Tardio, es decir, al final de la epoca micenica. Entre losobjetos depositados can los restos incinerados, hay un esearaboide deorigen sirio-fenicio. El resto de las rumbas de incineraci6n retoma,aunque con menos profusion de objetos, este rnismo esquema; en algu-na de elias se observan, ademas, restos de animales sacrificados (caba-llos sobre todo). La ceramica esta practicamente ausente.

    El ritual empleado no puede dejar de reeordar el que utilizan en laseeremonias funebres los heroes hornericos y puede ser un claro ejem-plo de aquello a 10que me referia en un apartado anterior, en el queabordaba la cuestion de la incidencia de la propia tradicion homericasabre los comportamientos de los individuos que son los destinatariosde dicha tradicion. Pareee probado que en Eretria (como, par 10gene-ral, en todo el ambito euboico) la incineraci6n se reserva a los indivi-duos adultos, quedando las inhumaciones destinadas a los nines y a losj6venes (vease 2.3.1).

    Todo el conjunto se rodeo de un peribolos delirnitado par mojonesde madera. Basta aqui tendriamos simplemente una necropolis mas 0menos importante y rica, pero sin apenas ninguna caracteristica extra-ordinaria mas, puesto que turnbas de un tipo exactamente igual, aunquemas rieas, aparecen en la colonia euboiea de Cumas, como la numero104 del Fondo Artiaeo, datable hacia el 720 a.C.. Sin embargo, lastumbas eretrias SOnobjeto de un tratamiento posterior que no se detec-

    estatal, segUn los entornos en ~os que se haHen emplazados, sirven,ademas de a su funci6n puramente religiosa (y quiza, demasiadas ve-ces, olvidada a relegada a un segundo plano) de jalones del control dela polis sabre su propio territorio.

    Puesto que parece evidente (yes mucho mas clare en el ambitocolonial) que su surgimiento es una consecuencia directs de la apari-ci6n de lapolis, hemos de ver estos centres cultuales como e1media deque se sirve la misma para dejar sentir su autoridad sobre todas y cadauna de las partes que la configuran territorialmente. Asi, F. de Polignac(DE POLIGNAC: 1984) ha hablado de la ciudad bipolar y, en lineaegenerales, podemos aceptar esta vision: 1apolis, organizada en torno alagora y a1 templo de la divinidad poliada, da cuenta de las diversida-des del territorio mediante la ereccion de edificios sacros a traves delmismo que, ala vez, marcan su toma de posesion. Son, en los puntasmas distantes de 1aehora, e1recordatorio de que la accion de una polis,a traves del acto de dedicar un lugar sagrado a una divinidad, se hagarantizado la tutela del entorno en e1que e1misrno surge. Este, pues,sera otro de los poles sabre los que se configure la polis y sera tantomas importante cuanto que, como los acontecimientos se encarqaran demostrar, esa sustancial unidad centro-periferia (0 asly-chola) sabre laque se eimenta la polis, si bien funcionara desde e1 punto de vistainstitucional, en ocasiones se resentira de la propia heterogeneidad eintereses locales que tendran como centro los distritos rurales de lapolis.

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    ta en Cumas,Bn efecto, hacia e1680 a.C/, en el mismo momenta en quela construccion de la muralla marca la fijaci6n definitiva de los limitasde laciudad, por encima de esas turnbas se construye ungran trianqulosquilatero, de 9',20m. de lado, realizado a base de losas de piedra. Esteempedrado marca, definitivamente, el final de. los enterramientos en lazona; ademas, la recien construida muralla engloba esta area, quequeda justamente junto a la puerta. Es claro que 10 que se pretende esdestacar y monurnentalizar este antiguo lugar de enterramiento. Yadesde ese memento ellugar ha recibido constantes ofrend as y sacrifi-cios. Es evidente, por 10 tanto, que alli ha surgido, inmediatamentedespues del cese de los enterramientos, un culto heroico (Figura 7).

    G r -- ~ f . f - - - - - - - - - - _ _ _ .- [email protected],nR'UJRr--------r--l f i kiwu .' [, l l' .r - - - - - - - - - - - - - - - - - - _ j \! \ G 1_-_\/ \ lV! :j:i1 .- _ . _ ,, - -- -- -~ - -- -- _ . , . _ _ ~ ~ . .~1 H~._4--j.--i~m_

    E1testimonio eretrio ha servido, pues, para replantear toda la cues-t ion de la relaci6n de los cultos heroi cos con 13 1surgimiento de lapolis.En opinion de C. Berard (BERARD:1970),la rumba numero 6 seria la deun principe eretrio, tal vez un besileus; su desaparici6n implicaria untransito hacia una nueva forma de gobiemo, seguramente de tipo aris-tocratico, segUn 13 1proceso ya definido en un apartado anterior. Paraese autor el slrnbolo de ese transite 10hallariamos en la punta de lamamicenica de dicha tumba 6, que el interpreta (aunque no es adrnitidounanirnernente) como el cetro de ese principe, convertido ast en por-tador de cetro (skeptouchos) como gusta de llamar Homero a susbasileis. Su muerte marcaria el final de una epoca y, par ello mismo,ese cetro, sirnholo de un poder ya periclitado, serfa enterrado con suUltimo representante. En la Iliada hallamos, curiosamente, el procesode transmisi6n del cetro de Agamen6n, al que vemos pasar por variasmanes durante algunas generaciones (Iliada, II, 100-108). Precisamente,y para servir como nexo de uni6n entre ese penodo. ya pasado, perono olvidado y e1presente, e1 basileus es convertido en heros; la perma-nencia de su culto leqitima a la nueva polis eretria en 13 1momenta de sumismo nacimiento (vease 2.3.1).

    E1proceso, aunque sin la conversion en heroe de ninguno de e11os,10 tenernos atestiguado en Atenas, donde, posiblemente, a partir de lamitad del siglo VIII, la antigua familia real de los Medontidas va per-diendo atribuciones en beneficia del conjunto de los Eupatridas mien-tras surgen paulatmamente magistraturas decenales, poco a poco sus-traidas del control Med6ntida hasta finalizar el proceso en la aparicionde maqistraturas anuales enmanos, desde luego, de la nobleza atenien-se, Significativamente, este ultimo paso tiene 1ugar entre el 683 y e1682a.C., mas 0menos en lamisma epoca en que Eretria heroiza al Ultimode sus reyes, Es un signo de los tiempos: la vieja basileia hornericase esta transformando en un gobiemo de los eristoi; eUosheredan susfunciones y sus privilegios; en el mejor de los oases, erigen heroa enlas tumbas de aquellos reyes y los mismos, si no siempre si en muchasson ocasiones, son la partida de nacimiento de la polis.

    La vinculacion de heroes can procesos de formaci6n de poleis hasido, pues, un tema bastante tratado y desarroUado en los afios recien-tes; ello ha permitido volver a considerar el papel de los heroa en lasciudades griegas que, en una buena parte de casas suelen hallarse,precisamente, en tomo al agora, Significativamente, sabemos, que en 13 1proceso de configuraci6n de las poleis coloniales- a los oikistsi se lassuele reservar como 1ugar para su entierro, precisamente, e1 agora;del misrno modo, se constata 13 1 caracter de bero que sus tumbasadquiriran inrnediatamente. En todo caso, 1a ubicaci6n de tales heroaen torno a lugares publicos (131agora, la puerta de las m urallas ... ) es unigura 7. Lanecropolis de la puerta Oeste, en Eretria.

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    '"indicia mas (\el caracter centrab que asumen; su presencia parecesancionar el caracter politicoade los lugares en los que aparecen: ellugar de reunion, e1 confin del asty, etc ..

    AI rnismo tiempo y como muestran a la perfsccion las nuevas funda-clones coloniales, todas las demas tumbas van a quedar fuera del recin-to urbano; del mismo modo, en las rnejor conocidas de entre las ciuda-des de la Greeia propia (por ejemplo, Atenas), a 10 largo de los ultimosarios del siglo V1Il e iniciales del siq lo VII, van siendo abandonados loslugares de enterramiento que existian dentro de 10 que se esta configu-rando como e1centro urbano y las tumbas van siendo situadas mas allade la zona habitada. Lazona donde surqira en el siqlo V11e1agora deAtenas va a dejar de ser utilizada Confines funerarios hacia el 700a.C.;posiblemente hay que ver aqui e1signo evidente de la adquisicion decaracter politicoxpor parte

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    Por si 81]5 implicaciones econ6micas no han quedado suficiente-mente claras, dire que e1comercio-prexis al que aludia anteriormentepresupone un status aristccratico entre sus practicantes (0, at menos,entre alguno deellos) siendo e1intercambio que se produce concebi-do, en cierto modo, como e1 resultado-de tal relacion de xenia; lasceramicas del Ceometrico Media atico, a las que aludia en un apartadoanterior, halladas en muy diversos puntas parecen haber side ernplea-das, igualrnente, con esta funcion de regalo aristocratico, previo 0simultaneo al establecimiento de un vinculo de caracter economico,arnparado en la relacion de xenia que une a ambos co-parncipes de larelaci6n (vease 2.2.1 y 2,3,2),Cuando esta solidaridad se manifiesta entre todos aquellos eristoique van a quedar integrados en la polis, no hay excesivos problemas,par mas que puedan existir tensiones lagicas entre eHos que e1pasodel tiempo, par 10 demas, ira aqudizando. Sin embargo, e1 propiocaracter de la relacion puede hacer peligrar e1equilibrio intracomuni-tario cuando la xenia implica a miembros de comunidades diferentes.Es este uno de los peligros que amenazan a la polis y a los que aludia

    .anteriormente alreferirme a las tendencias centrifugas; puede darse elcaso (y, de heche, se da) de que determinados eristoi se sientan masvinculados a los etistoi de otra ciudad que al demos de la suya propia;en ese caso, fallauno de los pilares basicos sobre los que se cimenta lapolis, es decir, 1a idea de que todos los que configuran el cuerpopolitico son iguales (isoi) y semejantes (homoioi) en cuanto a su partici-pacion del poder politico conjunto, que emana, precisamente, de todosellos, En otras palabras, la polis se basa en una solidaridad intracomu-nitaria que vincula a todos aquellos que, como politei, forman e1estado;la solidaridad aristocratica implica, por el contrario, la preeminenciade los vinculos personales (tipo xenia), incluyendo los extracornunita-rios, entre los individuos cuyo nivel social y economico es igual, inde-pendientemente de la polis a que, por otro lado, se hallen vincuiados.

    Uno de los ejemplos mas palpables de este tipo de relacion nos 10proporciona el dialoqo entre Glauco y Diomedes, cuando este manifies-ta a su oponente en el campo de batalla 10 siguiente:

    Este pasaje muestra, pues, tanto la hereditariedad del vinculo dexenia, cuanto la renuncia al combate que ambos acuerdan, aun cuandoDiomedes no renuncia a seguir matando troyanos. No es necesariodestacar 10peligrosas que pueden ser las consecuencias de unas actitu-des de este tipo para una estructura como 1apolis: e1eristos, en virtudde una relaci6n personal se considera exonerado de la obligaci6n decombatir contra alguno 0 algunos de aquellos que su propia ciudadconsidera como enerniqos. En 1aMegara anterior al sinecismo, segUnnos informa Plutarco C Q G " 17), incluso la captura de un individuo parparte de su enemigo durante e1combate daba origen a un tipo especifi-co de relaei6n de hospedaje, la dorixenie, de caracter, igualrnente,permanents. En su memento, aludiremos a algunos cases mas en losque se materializan, ya en plena epoca historica, algunos de esos com-portarnientos (vease 6,5; 9,1.2),

    Sila xenia vincula a1etistos con cua1quiera de sus iguales, indepen-dientemente de su luqar de residencia, e1symposion, por el contrario,reafirmaria 1asolidaridad aristocratica intracomunitaria. RecientementeO. Murray (MURRAY:1983; MURRAY,en HAGG, 1983) ha dedicadovarios estudios significativos al tema del simposio y, si bien otorga almismo un peso politico alga desmesurado, no podemos olvidar que lareuni6n de nobles, con e1fin de festejar, aparece por doquier a 10largode toda la historia de Grecia; en algunas ciudades, incluso, esa costum-bre de Iacomida en comun (syssiUa) afectara a buena parte del cuerpocivico, a quienes se extenderan ciertos privilegios aristooraticos, comoocurrira en Esparta, En gran medida, el simposio es una manifestaci6nmas de la xenia y de su inevitable secuela, la redistribuci6n en estecaso de productos alimenticios, si bien su principal ambito es, precisa-mente, el de la polis; su finalidad es claramente competitiva (efiestas demerito, como 10 considera Murray) y 10 que se consume es, sobretodo, el excedente de la producci6n aqricola. Ella no excluye, natural-mente, 1acelebracion de symposia en homenaje a xenoi venidos defuera, si bien los mas habituales son los que reunen a un conjunto mas amenos habitual de comensales.

    Su asiduidad permits, por un lade, establecer el caracter de reci-procidad, por otro, reafirmar 1a vinculacion y 1a solidaridad de lossimposiastas y, por fin, atraer a toda una serie de simposiastas, menosbeneficiados econ6micamente, al circulo de hetairai de aquellos queexhiban mayor prodigalidad y reqularidad. En e1 siglo VIII parecepredominar su caracter de reuni6n de nobles guerreros, el cual se iraperdiendo con e1paso del tiempo, cuando nuevas grupos accedan a lamilicia y, 0 bien qusdara como simple fiesta aristocratica, vinculada aveces con grupos de presion a clubes politicos, 0 bien, y en algu-

    Contoda certeza eres mihuesped de padre, un antiguohuesped ,..Por ello,ahora yo sere tu caro huesped en el centrode Argos y ill10seras para mi enLicia,cuandoHegueal territorio de 9stos,Eviternos,pues. mutuarnente las lanzas, Inclusoen el enfrentarruentoen masa,que muchos troyanos e ilustres aliados tengo yo para malar ... Masintercambiemos las armaspara que tambiansepan aqui que estamosorgullososde ser huespedes de padres.: (1Jiada, VI,211-231;raduc-ci6nde C,RodriguezAlonso.)80

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    nos casos, como veiamos, se extsndera a un conjunto amplio de ciuda-danos, conservando su originario caracter de reunion de querreros.

    - La funci6n politica del aristocrata en eJ marco de la comunidad,manifestaci6n de la integracion po Iftic a

    En Ifneas generales, podemos decir que la tensi6n expresada en elapartado anterior y referida a los eristoi, entre las solidaridadas intra yextracomunitarias es resuelta, por 10 general, en beneficio de las pri-meras, aunque no se excluya jamas la decision, personal a colectiva, delos sristoi, par las segundas, en determinados momentos y circunstan-cias. Laprueba del compromiso aristocratico con la polis viene dada,aparte del hecho, ya mencionado, de que a elios corresponde, antetodo, la iniciativa de su constitucion, par las funciones que en ellaasumen y que, como hemos ida viendo, abarcan absolutamente todoslos aspectos del gobiemo, la administraci6n y el ejercito, par no hab1arde los aspectos rituales y religiosos. Conel paso del tiempo, depen-diendo de las poleis, iran perdiendo algunas de sus prerrogativas, bienporque pasaran al conjunto del demos, bien porque se restrinqira elacceso a los cargos dirigentes a unos pocos (oligoi, de donde oliqar-quia). Pero, inc1uso, en ciudades que alcanzaran sistemas democrati-cos, como Atenas, aristoi sequiran siendo sus magistrados principales yel antiguo consejo nobiliario, el Are6pago, retendra competencias so-bre delltos de homicidio.

    Todo ella no ssta sino expresando el hecho de que el caracteraristocratico con el que nace la polis sequira formando parte de lamisma a 10 largo de toda au historia, bien en sentido positive (manteni-miento de ideales, etc.), bien en negativo (oposicion a tal caracter),Sera, precisamente, esta asuncion y esta resistencia a los erisioi 0 a 10que representan, 10que caracterizara la vida politica de las ciudadesgriegas a 10 largo de todo el arcaismo, siendo las soluciones adoptadassumamente diferentes en cada caso, a las que tendremos ocasion dereferirnos en proxirnos capitulos. Aqui 10 unico que me interesa desta-car y ello me da pie para pasar a1siguiente apartado, es que, comomostraba tarnbien en cierto modo e1ya analizado proceso de heroiza-cion de personajes destacados, 0 la delirnitacion de espacios comu-nes, tambien los etistoi ceden algunas de sus caraoteristicas mas genui-nas durante e1proceso de constituci6n de lapolis, dentro de ese proee-so mas arnplio de objetivacion de las relaciones y, en definitiva, decreaci6n del marco politico. Me referire a continuacion, concretamente,a agones y alhla (vease 5.7; 5.8).82

    - Agones y ath!aCan motivo de los funerales de Patroclo, una vez sofocada la pira

    funeraria y reeogidos los hussos de su amigo, Aquiles pone a disposi-cion de los aqueos toda una serie de premios para los que resultenvencedores en una carrera de cuadriqas (IJfada, XXllI,262 ss.), a laquesequiran competiciones de pugilato, lucha, tiro con lanza y carreras(Iliada, XXIII,620 S8.). A esas pruebas se le aiiade un duelo, presumible-mente a muerte, entre dos guerreros armados can el equipo habitualde combate, el1anzamiento de pesos y el tiro con arco (/liada, XXI II , 7 99ss.). En la ceramica geometric a griega (especialmente atica) no suelenser frecuentes los motives refaridos a la realizaci6n de juegos funera-rios, aun cuando algunos pueden ser susceptibles de tal interpretaci6n(carreras de carros, danzas de hombres arrnados y de mujeres canramas, etc.).En la Odisea, y ya anticiparido el futuro de este tipo de certamen,encontramos un clare ejemplo de cornpeticiones atleticas sin ningunaconnotaci6n funeraria, sino mas bien basicamente ludica. En el parececlaro el deseo de los feacios de mostrar a su huesped Ulises sus habili-dades en tales lides:

    Escuchad, regidores y jefes del pueblo Ieacic, sat isfecho nos t iene yae1 gusto la buena cornida y la lira tarnbien, compafiera del rico ban-quete: vamos fuera, por tanto, probemos en todos los juegos nuestrasfuerzas y asi pueda e1 h uesped contar a los suyos, cuando vuelva a suhoqar, la ventaja que a todos sacamos en luchar can el cuerpo y lospuii.os y en salto y carrera. (Odisea, VIII, 97-104: traducci6n de J.M.Pab6n.)

    En los versos siguientes asistirnos a la menci6n de toda una serie deactividades atleticas, que e1propio Ulises ejerce, igualmente sin carac-ter funerario (lanzamiento de pesos, tiro con arco, lanzamiento de jaba-lina) (Odisea, Vlll, 186 ss.): como ya veiamos anteriormente, estas act~vi-dades son siempre aristocratioas y Ulises se ofende cuando su negatlvainicial a participar en ese certamen se interpreta como deb ida a sucaracter no aristocratico (Odisea, Vlll, 159-164).Tanto las competiciones que figuran en la Iliada, como las que secitan en la Odisea reciben el nombre de aethla; hay, sin embargo,desde mi punto de vista, ya una modliicaci6n importante entre lascompeticiones recien mencionadas y que se refieren al caracter de lasmismas: claramente sacral y funerario en e1 ejemplo tornado de laIliada, profano y ludico en el de la Odisea. No quiero decir, sin embar-go, que hayan desaparecido los athia funerarios; simplemente, que losaristoi van secularizando esas ceremonias can la finalidad de mostrar

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    su propia fuerza y destreza. En Hesiodo, sin embargo, hallamos refe-rencias a athla vinculados claramente con un contexto funerario: lasceremonias en honor del besileus Anfidamante de Calcis:

    Entonces hice yo la travesia hacia Calcis para asistir a los juegos(aeth1a) del belicoso Anftdamante; sus maqnanirnos hijos establecieronlos numerosos prernios anunciados. Yentonces te aseguro que obtuveIa victoria con un hirnno y me lleve un tripode de asas; 10dediqus alas Musas del Helicon, donde me iniciaron en el melodioso canto.(Los Trabajos y los dies, 654-659;traducci6n de A. Perez Jimenez y A.Martinez Diez.)

    En el Certamen (agon) de Homere y Hestodo, de composicionbastante mas tardia (siglo V a.C., con interpolaciones hasta el siglo nd.C.) se nos da alqun detalle mas acerca de estes juegos funerarios:

    Por la rnisma epoca Ganlctor celebr6 el funeral de su padre el reyAnfidarnante de Eubea y convoco a los juegos (agona) a todos losvarones que sobresalian tanto en fuerza y rapidez como en sabiduria,recompensando con imponantes prernios. (Certamen, 62-66; traduc-cion de A. Perez Jimenez y A Martinez Dtez.)

    De tal manera vernos, a fines del siglo vm , uses diferentes de estascsrtamenes aristocraticos, as! como modalidades diversas, que no soloineluyen las cornpeticiones puramente atleticas, sino tambisn la recita-cion de poemas y composiciones, posiblemente en honor del difunto.En todos los cases (empezando por los homericos). estaba en juego unpremio (domn) que acreditaba al vencedor como tal.

    En la sociedad del siglo VIIIe1srisios, al tiempo que se responsabi-Iizaen buena medida de Ia defensa de la comunidad, tiene necesidadde exhibir sus habilidades ffsicasen competiciones realizadas ex.proie-so. El proceso de integraci6n de la nobleza en la falange hoplitica, alque he hecho una breve referencia con anterioridad, va a ir haciendomenos palpable 1afuncion defensiva del noble, al lucharse en forma-ci6n cerrada. Este proceso va a determinar, indudablemente, el augede la actividad atletica, bien con caracter privado, como muestra elpasaje de la Odisea, VIII,97-104, acotado anteriormente, bien con unaproyecci6n publica, como mostraba el ejemplo de Hesiodo. No es, entodo caso, extrano, hallar en Calcis las elaras reminiscencias homericasque poseen los athla en honor de Anfidamante si consideramos que, apocos kil6metros de alli y mas 0 menos en los mismos mementos, en lapuerta Oeste de Eretria y tal y como nos muestra la arqueologia, seestaba enterrando a un personajs, lamentablemente anonirno, de unaforma seguramente muy similar a como 10 estaba siendo ei propio84

    Anfidamante. No me atreverfa a afirmar que Eubea representa unaexcepci6n en e1panorama helenico, pero, en todo caso, los certamenesatleticos van a ir dejando de tener connotaci6n funeraria para ir que-dando relegados al ambito de 10 privado, por una parte. y para acabarsufriendo una transformaci6n de importancia trascendental: su inclusionen festivales en honor de divinidades (vease 2.3.2).

    Seglin la tradicion, los juegos que se celebraban en Olimpia, enhonor de Zeus fueron establecidos en el 776 a.C.; del mismo modo,otros jueqos mas 0 menos similares tueron creados a 10 largo del sigloV1 a.C.: los Piticos (S86/5), lstmicos (581/80) y Nemeos (573/2). En todoslos cases. la vinculacion con un dies es clara y su caracter panhelenicotambisn queda fuera de duda, aun cuando en el ejemplo mas antiquo,e1 de Olimpia, pareee observarse como de ser un santuario local yadesde aproximadamente el aiio 1000 a.C., a 10largo del siglo VIIIvarecibiendo visitantes de regiones mas 0 menos alejadas de la Elidecomo Mesenia y Acaya, no iniciandose una apertura a ambitos masremotes hasta e1siqlo VII.El programa de estos juegos no diferia demasiado de las habilida-des atleticas que los textos de Homero y Hesiodo nos han ido mostran-do y, sin embargo, hay una diferencia fundamental, que ya podia ob-servarse en los athla de Anfidamante: van unidos en todos esos casas auna esfera claramente politica. En efecto, los juegos que celebran losheroes de la Iliada satisfacen los deseos y aspiraciones de un gruporestringido que, con su acto, honra lamemoria del difunto; e1hecho, sinembargo, no trasciende mas alla y la esfera politica parece ausente. Losjuegos a los que asiste Hestodo tienen ya una proyecci6n politica: setrata de honrar, por la mayor parte de participantes, a un gobemanteen el momenta de su entierro; es la polis calcidica quien se beneficiade ese certamen. Un paso ulterior significa la instituci6n de juegospanhelenicos, centrados noya en ciudades, sino en tomo a santuariosfrecuentados por griegos de diversas procedencias. Ahora ya no setrata de honrar a ningUn ciudadano ilustre desaparecido, sino que elcombate de los eristoi se objetiva: su esfuerzo es dedicado ala divini-dad. Perc, de otro lade, la victoria de un contendiente es asumida, nos610por e1grupo social alque pertenece, sino por lapolis de la que enese momento es representante.

    Ha habido, ciertamente, un proceso de transferencia: e1 eristosque a 10largo de los Siglos Obscuros ha garantizado la defensa de lacomunidad, queda subsumido en la nueva formaci6n hoplitica. Perc, altiempo, el horizonte restringido de la a1dea de aquel periodo se haampliado notablemente, hasta e1punto de abarcar, progresivamente, atoda la Helade. Ahora el eristos, integrado y vinculado a la polis va adefenderla, siquiera simb6licamente, en una competici6n atletica, en la

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    que va a sequir contando su habilidad y su destreza. Esa victoria de lapolis, sin embargo. se halla vigilada por la divinidad en cuyo honor secelebran los juegos; el triunfo, por consiguiente, es controlado y racio-nalizado. E1noble expresa su arete mediante la victoria, nuevamenteindividual; pero es la ciudad en su conjunto la que se beneficia de ella.E1prestigio de lapolis va parejo al prestigio de sus vencedores en losjuegos de mayor renombre; los Olimpionicos 0 vencedores en losJuegos Olirnpicos, par ejemplo, serviran de orqullo para sus ciudadesrespectivas a las cuales, a su vez, dedicaran su triunfo. Ni que decirtiene que ese triunfo se traducira en un incremento del prestigio exte-rior de la polis y, al tiempo, en la gloria del vencedor y el aumento dela influencia politica del grupo aristocratico.

    El aristos se halla, por fin. plenamente integrado en la polis; al fintriunfan las tendencias centripetas frente a las centrifugas, sin perjuiciode que perviva una cierta solidaridad aristocraticas durante e1arcais-mo y aun despues, Por otro lado, los vencedores en competicionesacreditadas recibiran, ademas del apoyo de su ciudad, importantescontrapartidas materiales y su opinion y consejo seran apreciados. Elnobl~, nuevamente, mediante el ejercicio de esta actividad agonal,justifica tambien el ascendiente social que la clase a la que perteneceposee. Elpaso del tiempo hara del atletamas un individuo profesio-nal, no necesariamente aristccratioo. Enlos primeros siglos, sin embar-go y, sobre todo, en el VIIIy en el VIT,ambas facetas se hallan intima-mente unidas,

    3.3. Factores econ6micos coadyuvantesEn el origen de la polis no podemos perder de vista dos aspectos.

    sobre los que tratare a continuaci6n: uno del que ya he esbozado alga,el despegue econ6mico; otro, al que me referire mas adelante laincidencia de la colonizaci6n, especialmente en su vertiente econornica.

    3.3.1. EI despegue econcmtco y el incremento demograficoComo ya ve.1amosanteriormente, a 10 largo del siglo VIIIse atesti-

    guaba una serie de indicios que eran sefial clara del resurgimientoecon6mico del mundo griego y que se centraban, ante todo, en larecuperaci6n de la intercomunicaci6n entre las distintas regiones grie-gas,. as! como en el inicio de las navegaciones hacia Levante y haciaOccidente. Naturalmente eso demuestra que las sociedades helenicas,que estan experimentando el proceso de constitucion de lapolis, gene-86

    ran unos excedentes (unos outputs, si queremos expresarlo en termi-nos economicos) que son dirigidos, por un lado hacia la producci6n deobjetos manufacturados y. por otro, hacia la adquisici6n de materiasprimas, susceptibles de transformacion y de productos ex6ticos yaelaborados, Ni que decir tiene que la concentraci6n de recursos en loscentros urbanos y el drenaje. en beneficia de los mismos, de laproduc-cion agricola del territorio, favoreci6 esta concentracion de riqueza ycontribuy6 al despegue econ6mico (vesse 2.2).

    El despegue economico puede atestiguarse, en otro sentido, por elimportante incremento quesufre lapoblaci6n, sibien este fen6meno nopuede estudiarse en todos los lugares conocidos por falta de datos. Elejemplo mejor conocido es, con mucho, Atenas, cuya evolucion resultaaltamente significativa. En efecto, los estudios llevados a cabo parSnodgrass (SNODGRASS;1977;1980)sabre las tumbas aticas del perio-do comprendido entre el ano 1000y el 700 a.C. muestran un numeromas 0 menos similar de tumbas por generaci6n hasta el inicio delGeometrico Medio II, que se situan en torno a las 266 28.Estatendenciase modifica, precisamente, a partir de este periodo del GeornetricoMedia (ca. 800-760)en que el numero de enterramientos por genera-cion asciende a unos 35. Es, sin embargo, a partir del GeometricoReciente (cs. 760-700a,C,) cuando se produce un aumento sorprenden-te, alcanzando el numero de tumbas par generaci6n la cifra de 204,siendo mas numerosas durante el Geometrico Reciente IIque duranteel 1. Los datos de Snodgrass parecen estar bastante bien comprobadosy por las precauciones que toma son dignos de credito. Es, por consi-guiente, necesario dar cuenta de este innegable incremento de pobla-cion; en Argos, aunque peor conocida, parece haber tenido lugar unproceso similar y hay cada vez mas indicios de que 10 mismo ha ocurri-do en muchos otros luqares,

    Seguramente, una causa importante parece haber sido lallegada deindividuos procedentes del territorio que se instalan en 10 que se estaconfigurando como e1centro urbano de la polis ateniense; sin embar-go, y como e1propio Snodgrass apunta, ese incremento tan importantede la poblaci6n puede haberse debido, igua1rnente, a la introducci6nde nuevas tecnicas agricolas, en un territorio cuyos niveles de despo-blaci6n eran sumamente elevados can anterioridad. Ese incremento depoblaci6n en un solo centro habitado implica, ademas de una diversifi-caci6n de funciones y una division del trabajo, la producci6n de exce-dentes con que alimentar a esos individuos que viven en laciudad. Enefecto, como sabemos por otras poleis y por otros momentos, parte delos que viven en la ciudad se dadican, personalmente,al cultivo delcampo pero, igualmente, a ella acuden los desheredados 0 los grandespropietarios que empiezan a convertirse en absentistas.

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    En un reciente libro, Morris (MORRIS: 1987) ha propuesto inter-pretar los datos de Snodgrass en el sentido de que no ha existidoseguramente tanto un incremento dernoqrafico real. cuanto, sobre todo,la concesion del derecho de enterramiento formal a los miembros noaristocraticos de Ia comunidad 10 que ha producido ese espejismodel incremento de poblacion. Sea como fuere, de ser cierta la inter-pretacion de Morris, 10 que se pierde en el aspecto del despegueecon6mico se gana en elde la integraci6n politica de los distintosgrupos que configuran 1apolis y asi ha acabado por verlo Snodgrass(SNODGRASS,en City and Country in the Ancient World, 1991). De cual-quier modo, incluso, el reconocimiento de estos derechos funerariosa los grupos no aristocraticos puede venir dado, adsmas de por sucreciente intervencion en el ejercito, por su peso en laactividad econo-mica durante la segunda mitad del siglo VIII. Del mismo modo, esnecesario reconocer la existencia de un incremento de poblaci6n (0 deuna disponibilidad, 10 que no es exactamente 10 rnismo) que permitaexplicar e1auge de la colonizacion a partir, precisamente, de la mitaddel siqlo VIIIa.C.

    3.3.2. La incldencia de la colonlzaclon

    Sinperjuicio de 10 que se diga en e1apartado correspondiente, S1 sepuede afirmar que el fen6meno conocido con el terminc de coloniza-cion posee una incidencia fundamental en el proceso de constitucionde la polis; al dar salida a un excedente de poblaci6n que ha idoacumulandose en las ciudades griegas, alivia latensi6n social existents.Pero, al mismo tiempo, la extensi6n del radio de accion del mundogriego, determinada par el auge del proceso colonizador, va a favore-cer el surgimiento de un nuevo ambito, de tipo mediterraneo, en el quese va a desenvolver a partir de ahara la cultura helenica, En el aspectopuramente econ6mico, el incremento de las actividades comerciales vaa ser el factor mas destacado; unas actividades que abarcaran variasfacetas: relaciones entre las nuevas fundaciones y las poblaciones indi-genas circundantes, relaciones entre las colonias y sus metr6polis, enlas ouales aquellas aportaran toda una serie de productos que escaseana son desconocidos en estas, al tiempo que, como contrapartida, halla-r a n facil salida los excedentes agrarios y artesanales que tales metro-polis producen. 19ualmente, y mas alla del restringido ambito de lasrelaciones metropolis-colonia, cada ciudad (colonial 0 no) buscara suspropios mercados, tanto desde el punta de vista de las importacionescuanto desde el de las exportaciones, 10 cual favorecera el transite de88

    objetos y de ideas a 10largo y ancho de todo el mundo griego, de todala Helade,Este auge economico que se detecta como consecuencia de la colo-nizacion, al cantribuir a la supsracion definitiva del aislamiento existen-te durante los Siglos Obscuros, no podra dejar de afectar a1proceso deconcentracion de recursos Y personas que supane la polis; del mismomodo, y como he apuntado, tambien circulan las ideas y los experimen-tos politicos que surgen en alqun lugar del cada vez mas ampliomundogriego, tienden a repercutir rapidarnente en otrcs, detennma~dose,igualmente, unos netas avances, adernas de en el campo econonuco,tambien en e1politico, social. ideol6gico, etc.

    3.4. La ideoiogiade la poliS nacienteComo es sabido, entrar en cuestiones ideo16gicas es siempre arries-

    gado yes, por ella, muy dificil abordar este punta de la ideoloqta de lapolis naciente. Como he ida mostrando en los aparta~os antenares,parece claro que la polis (al menos su estructura politica, que n? espoco) surge del deseo, voluntad, necesidad, etc. de un grupo de aristo-cratas que ponen en el centro sus respectivas parcelas de pader,limitado a unas pacas tierras e individuos; esta suma de parcelas dalugar a una unificaci6n de territorio y poblaci6n, ex~resada en la crea-cion de un centro urbano, bien a partir de la nada, bien, generalmente,sabre alqun lugar preeminente por una serie de razones (restos mice-nicos, existencia de alqun santuario, lugar residencia del mas poderosoo prestigiaso de entre los aristoi, etc.). Dentro de ese centro urbane. e1templo poliada y el agora seran centros impo_rtantes,que expresan unarelacion de igua1dad entre quienes han participado de ese prcceso,

    Esa unificacion politica, deseada par los nobles, traera como co~se-cuencia inevitable la inteqracion politica de tados los grupos no ansto-craticos que, previamente dispersos y sometidos a la autoridad ~erso-nal del sristos correspondiente, van a comprobar ahora que su union essu fuerza. La intervenci6n, cada vez mas intensa, en la forma de comba-te hoplitica, de estos elementos no aristocraticos, del demos, favorece-ra la aparicion de nuevas ideales que, si bien contrapu~stos a los de lossristoi, contribuiran tarnbien a la definicion de la polis. Aunque seranecesario un periodo de luchas politicas, avivadas par las deSlgu~lda-des econ6micas y, par ende, sociales y juridicas, que marcaran lahistoria de la polis en los siglas sucesivcs, la dialectica entre lO~ dosideales ya definidos se convertira en el trasfondo del enfrentamientoprimero latente y luego dec1arado. Naturalmente, cada una de las p o -leis solucionara este conflicto de forma distinta y es ello 10 que sxplica-

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    ra la diversidad de formas politicas que tenemos atestiguadas 0, almenos, las peculiaridades de cada ciudad griega.

    3.4.1. LaIdeologia arlstocratlcaDe la ideologia aristocratica apenas tenemos mucho mas que afiadir

    a 10 ya visto anteriormente. Los eristoi, que en e1"nicio del proceso queestamos describiendo, tenfan en sus manos e1control politico del esta-do, de cuya creaci6n son responsables, junto con el control econ6micoy militar, van a irsufriendo un proceso de transforrnacion a 10 largo delsiglo VIII. Sibien conservaran e1poder politico y, por ser propietariosde tierras, el econ6mico, no van a seguir poseyendo el rnonopolio de laactividad militar, pues iran perdiendo su privilegiada posicion en elcombate homerico al integrarse en la formaci6n hoplitica. Sin embar-go, sus aspiracionas en e1terreno politico, que iran perdiendo s610trasgraves conflictos internos en la mayor parte de los cases, van a sarsustentadas por e1 desarrollo de unas formas de vida peculiares, apo-yadas por una ideologia de tipo exclusivista, que trataran de paiiar las

    . consecuencias de este proceso. E1desarrollo del atletismo, la practicadel sirnposio, la ocasionalmente rigurosisima endogamia, la organiza-cion de clubess saran medios merced a los cuales la aristocraciatratara de superar e1proceso. No nos engafiemos, sin embargo, acercadel verdadero papel de los etistoi, puesto que no podemos olvidar quelos circulos dirigentes de las poleis griegas fueron siernpre de origenaristccratico, incluso en e1 caso de las ciudades democraticas y queellos siguieron poseyendo la mayor parte de las tierras. Ademas, lassolidaridades aristocraticas sequiran plenamente vigentes y ocasionescomo los agones panhelenicos 0 como pactos y alianzas, a veces sella-dos mediante matrimonies, una forma mas de afirmar la xenia, contri-buiran a mantenerlas. Sus propias disensiones internas repercutiran, ymucho, en la marcha de la polis (vease 2.3.1 y 3.2.2).

    Durante e1siglo VllI los aristoi exhibiran sus rasgos diferenciadores,ademas de en su forma de vida, distinta de la que llevan a cabo otroselementos sociales y en los aspectos ya mencionados, en sus ritualesfunerarios. Tumbas como las ya comentadas de Eretria. las tumbasat~nienses cuyos semata 0 estelas funerarias son las bellas anforas ycrateras del Maestro del Dipil6n, las tumbas de lanecr6polis del FondoArtiaco, en Cumas de Opicia 0las muy parecidas de Leontinos y Siracu-sa, son ejemplos patentes del nivel econ6mico alcanzado y de la rnani-f~~taci6nsirnb?lica, en el momento del enterramiento, de esa equipara-cion can los heroes hornericos que real 0 simbolicamente se pretende.Yes, ciertamente, la recurrencia a esos ideales homericos uno de los90

    rasgos ideo16gicos mas elaros del mundo aristocratico del siglo V1II,que psrdurara adernas largo tiempo; por ello mismo, no sera casualque segUn vaya avanzando. con e1paso del tiernpo, la institucionaliza-ci6n de lapolis, lamisma tienda a restringir, mediante leyes suntuarias.esos dispendios privados en e1ambito funerario, signos de formas devida pre-politicas que no oncajaran en los ideales que la polis estacontribuyendo a desarrollar.

    3.4.2. La ideologia hoplitlcaA estos ideales aristocraticos que mvadiran practicamente todos los

    aspectos de la vida griega, podriamos decir que se, oponen lo~ quehemos llamado ideales hopliticos. Con esta precision (10 hoplitico),quiero dar a ente.nder que, en mi opinion, en els iqlo VIIIno surge un~verdadera ideologia que tenga como protagomsta al demos; eso seraun desarrollo ulterior que algunas ciudades alcanzaran, pero segura-mente no todas. Por ideologia noplitica entiendo la representaci6n queaquellos que integran la falange hoplitica se hacen de su situaci6n e~ e1seno de la polis y como intentan que la misrna de cabida a sus asprra-ciones politicas. Se ha hablado en muchas ocasiones de un p:-esuntoestado hoplitico y, en mi opinion. se ha abusado mucho del termmo.Como veiamos anteriorrnente, ya en los Poemas Homericos se atestiguael emp1eo de la tactica hoplitica (0, al menos, proto-hoplitica), si bien sedan pocos detalles al respecto. No cometo, pues, anacronismo alguno alplantear una supuesta ideolog1a hoplittca ya para los ultimos momentosdel siqlo VHI; par otro lado, creo que es mas precise este enunciadoque uno referido al carnpesinado en general (vease 2.3.2).

    Morris (MORRIS:1987), en su reciente libro, llega a afirmar que loscombates en formaci6n cerrada fueron la forma de lucha normal yque la impresi6n habitual de que 10 que se practicaban eran ,duelosderiva de los propios recursos expresivos del poeta que, par asi decir-10 , descompone)) e1combate general en una serie de duelos represen-tativos. Sin embargo, esta opinion parece contradecir el enfasls que laliteratura Iirica posterior pone en el combate de tipo hoplitico, dondeson las formaciones las que se enfrentan, sin que el poeta Iirico. que seexpresa habitualmente en un lenguaje muy ~a~ecido, haya sentido esanecesidad que Morris atribuye al poeta homenco. Por otro lado, leyen-do a autores griegos posteriores. algunos de e110s con una buenapraparacion [ilo16gica, observamos como ellos destacan tambien laimportancia del duelo a combate individual (monomachla) CpeJ., Estra-bon, X, 1, 13). .Par otro lado, los estudios realizados sabre el arrnamento gnego,

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    asi como sus representadones graJicas en pinturas sobre ceramics,parecen mostrar como 10 que lleqara a ser e1 equipo habitual delcombatiente hoplitico a saber, casco, grebas, pica, coraza y, sobretodo, el escudo u hoplon con el innovador sistema de abrazadera (por-pax) y agarrador (antilabe), ha ido surgiendo, paulatinamente a 10 largodel siglo VIII para no hal lar su pleno desarrollo sino en e1siglo VIT. LosPoemas Homericos muestran, ciertamente, yacombates de tipo hopliti-co, pero sin que aun se hayan extinguido los ecos del combate indivi-dual entre guerreros aristocraticos. E1ejemplo de 1aguerra Lelantina,al que aludire mas adelante, parece mostrar, precisamente, c6mo dosconcepciones diferentes de la guerra se hallan enfrentadas en el mismomomento. Esta situacion de transite es la que, en cierta rnedida, refleja-nan los Poemas Homericos .. De 10anterior parece desprenderse, por consiguiente, que el surqi-

    rruento de la tactica hoplitica es eonsecuencia de un proceso que haempezado a gestarse en el siglo VIII, mediante e1cual se va a ampliar 1abase militar de 1apolis. Las ya mencionadas innovaciones en e1campodel armamento pueden preceder ocasionalmente a 1a funcion a Ia quevan a servir pero parece mas razonable pensar que es e1surgimientode nuevas necesidades belicas 10 que va a llevar a esos cambios.Incidentalmente. dire que en mi opini6n la situaci6n a la que tienen queenfrentarse aquellos individuos que forman parte de las expedicionescoloniales griegas ha podido influir decisivamente en la expansi6n deesta nueva tactica. En efecto, las guerras que habian tenido lugar antesde ese movimiento colonizador tenian como prctagonistas a una seriede nobles de aldeas 0 de territories distintos, que combatian sequn unaserie de normas de obligado eumplimiento. Lasituacion en ambientescoloniales debe de haber side netamente distinta, por cuanto las pobla-ciones no griegas tenian sus propios habitos de cambate y, sobre todo,porque a diferencia de 10 que suponia una guerra en e1ambito griego(limitada, habitualmente, a disputas por zonas de cultivo 0 pasto) en elambito colonial una derrota podia implicar la perdida definitiva de laoportunidad para estableeerse. En estas condiciones, se imponia unesfuerzo conjunto de todos los miernbros de la expedici6n, sin distin-ci6n de status, en el esfuerzo cornun. Del misrno modo, si los nobles dela Grecia propia combatian a caballo (10 cual tampoco es totalmenteseguro), las expediciones coloniales, que sepamos, no iban provistasde tal animal, 10 que obUgaba a un tipo de combate en e1 que lamfanterfa tendria el mayor peso.

    Dado este primer paso, el sistema se extenderfa poco a poco partodo el mundo griego, por obvias razones, a las que aludire a prop6sitode 1~ guerra Lelantina. Paulatinamente, el sistema de la falange, iriasurqiendo como el procedimiento mas eficaz para aprovechar el es-92

    II fuerzo flsico del soldado de infanteria pesada. Esta interpretaci6n dun-donal no debe ocultar, empero, un hecho facilmente apreciable, cuales la disponibilidad de individuos susceptibles de costearse su arma-mento y de intervenir en el cornbate: perc esto tampoco explica porque se produce la aparicion de un ejercito hoplitico. En mi opinion eS.lanecesidad de disponer de una fuerza mayor frente al eventual contnn-cante la que Uevaa echar mano de esos individuos capaces de armarsepar su cuenta y que habian permanecido infrautilizados. Que es~ Ieno-meno se haya producido antes en ambitos coloniales 0 metropolitanos,no sabria decirlo: que, no obstante, el ejemplo colonial haya ace1eradoun proceso tal vez ya en marcha en 1aGrecia propia creo que tampoeopuede dejar de tenerse en cuenta.Sea como fuere, laverdadera expansi6n del sistema no tendra lugarhasta el siglo VII a.C.; sin embargo, en el siglo VIlI, sobre todo en susmomentos finales, ya empezamos a atisbar alglin rasgo de la nuevaideologia que e1 nuevo sistema lleva implicita. Ella 10 encantramos,daramente, en e1 discurso de Tersites (Iliada, II , 225-242) Y en lasreferencias a la dike de Hesiodo. Ciertamente, yo no me atreveria aafirmar sin mas que el papel de Tersites en la Iliada sea el del hoplitapero si es, en todo caso, un hombre del pueblo, por usar la expre-sion homerica, como se observa por el hecho de que es golpeado porUlises, del mismo modo que golpea a esos hombres del pueblodurante la desbandada del ejercito aqueo (IJ1ada, II, 198-206).Y puestoque Tersites parece tener participacion en los asuntos militares, hernosde concluir que, tal vez, tenemos en su breve parlamento la prunerareclamaci6n explicita de aquellos que, sin ser eristoi, luchan a su lado.Destaco, solamente, la siguiente frase:

    . . . volvamos decididamente a casa con las naves y dejernosle a el quedigiera sus derechos en latierra de Troya, para que vea si vale algo 0no la ayuda que nosotros le prestamos. (lliada, II, 236-238:traducci6nde C. Rodriguez Alonso.)

    Por 10 que respecta a las referencias de Hesiodo a l~ dike y ~usquejas del mal gobiemo Y la amenaza que pende sobre q~enes actuande tal modo, remito a 10 que en su momento he dicho (vease 2.2.3).

    De esta manera. si bien no se puede hablar en propiedad aun parael siglo VIII de ideologia hoplitica, si podemos observar c6mo existeya un descontento latente entre aqueUas personas, integradas en lapoiis aristocratica, a quienes se les mage cada v~z un esfue:zo m_ayoryque no encuentran adecuadas contrapartidas illen 10 social, TIl en 10econ6mico, ni en 10 politico. Estan ya sentadas las bases de. 10 q~ecaracterizara en buena medida al siglo VII griego: la stasis, la discordia

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    civil, que llevara al establecimiento de nuevas relaciones sociales pore1tramite del conflicto, mucnas veces cruento, entre opciones enfrenta-das, Antes de abordar esas cuestiones, sin embargo, tendre que hablarde la colonizaoion griega, pero previamente me refarire, a modo deexcurso, ala cuesti6n de Ia guerra Lelantina 10que me permitira seguirabundando en la cuestion hoplitica.- La guerra Lelantina

    En paqinas anteriores he esbozado el proceso de expansion delsistema de combate hoplitico y en las mismas proponia como motorimportante, pero seguramente no unico, e1proceso de colonizacion. Elcaso de la guerra Lelantina permite comprobar de que manera hapadido irse extendiendo este sistema desde los lugares originarios(donde quiera que hayan estado estes) a las restantes poleis. De esteeonflicto, que enfrent6 a Calcis y Eretria por la posesi6n de la llanura~el Lelanto, que se hallaba entre los territorios de ambas, no nosmteresa aqui la politica de alianzas que, en palabras de Tucidides (I,IS), afeet6 a buena parte del mundo griego, sino mas bien el pacto quese conc1uy6 entre ambos contendientes sobre e1modo de Hevar a caboe1 cornbate. Las principales informaciones de que disponernos, queparecen remontar a la misma fuente, son las siguientes:

    Tanto es as! que eonvinieron en usar, en las peleas de UllOS contraotros, ni annas secretas ni arrojadizas a distancia: consideraban que1inicamentela lucha euerpo a cuerpo, en formaci6ncerrada, podiadirimirverdaderamente lasdiferencias. (Polibio,XIII, 3,4; traducci6nde M.Balasch.)Enefeeto, estas ciudades casi siempre mantuvieronentre si puntasde vistasemejantes,y nocesaron par completeni tansiquieracuandose enfrentaron a eausa de (la llanura del) Lelanto, 10 que hubieraproducidoquecadaunohubiese acruadoenlaguerra a su antojo,sinoque, por el contrario, se preocuparon de fijar entre ellos las reglasdel combats. Esprueba de ella cierta estelaque esta enel (santuario)Amarintio,en la que.S8 indicaque nosepodianemplear armasarroja-dizas.i (Estrab6n.X, 1, 12;traducci6ndel autor.)

    El pacto surge de 1aexistencia de dos concepciones tacticas diferen-tea: por un lade, la tradicional y aristocratica, empleada par Calcis y,par otro lado, una forma aproxiroada a la hoplitica, usada par Eretria.La incompatibilidad entre ambos sistemas lieva al establecimiento denormas que permitan el combate; eventualmente, Ca1cis acaba poradoptar, como muestran los terrninos del tratado, el sistema hoplitico.Se prohibiria, en opinion de Fernandez Nieto (FERNANDEZNIETO:94

    1975),el uso de armas arrojadizas (dardos, lanzas) y de instrumentospara lanzar otras (arcos, hondas): estaba permitido el uso de caballeriacomo fuerza de ataque y para traslado de tropas y equipo en carros, asicomo el empleo de espada y pica en lucha cuerpo a cuerpo. La epocadel conflicto ha suscitado, igualmente, numerosas controversias; es po-sible, como se ha sugerido (Plutarco, Sept. Sap . Conv. , 10), que e1basile us Anfidamante de Calcis muriese durante el conflicto; igual-mente, el prmcipe enterrado en la necr6polis de la puerta Oeste deEretria puede haber side par ticipante y quiza victima del enfrentamien-to. Todo ello y otros argumentos, situartan la Guerra Lelantina entre e1final del sigl0 VIII y e1primer cuarto del siqlo VII.No es extrafio ver a una ciudad euboica, Eretria, entre las precurso-ras de este nuevo sistema de lucha: no alvidemos que los euboicoshabian estado implicados, de modo muy importante, durante al menoslos cincuenta anos previos al conflicto, en e1proceso colonizador. Ellacorroboraria la impresi6n manifestada anteriormente sequn 1acual laspeculiares condiciones del mundo colonial pueden haber favorecido laadopci6n, incluso en la Grecia propia, del nuevo sistema. Pero, a1mismo tiempo, e1 ejemplo de la guerra Lelantina muestra como elsistema hoplitico va siendo aceptado, en la mayor parte de los casos,como necesidad ineludible en e1mismo momenta en que otras poleisya 10han adoptado. Seria un claro sjemplo de difusion de una nuevatactica belica; e1que Eretna disponga de un ejercito (pre- )hoplitico Ysu vecina Calcis, tanto 0mas involuerada en el proceso colonizador, no10 tenga, seria la prueba de ello. Laaristocracia calcidica se resistiria aintroducir en el cuerpo combatiente a aquellos ciudadanos capacitadospara e1mismo, mientras que en Eretria, aunque ciertamente no sabe-mas muy bien por que, sus sristoi habrian empezado a combatir juntocon hombres del demos}). Para mantener su capacidad ofensiva, Cal-cis se ve obligada a incorporar 1anueva tactics 0, al menos, algunos desus elementos mas caracteristicos. El transite al ejercito haplitico es,desde ese momento, inevitable. Es, pues, 1afuerza de las circunstanciasla que en muchos casos determina e1paso al sistema hoplitico, sin quede ahi se deriven las pertinentes contrapartidas. Como adelantabarnosanteriormente, la reacci6n del grupo de los hoplitas no se hara esperar.Nosotros, por nuestra parte, si aguardaremos antes de acometer dichotema, puesto que ahara es llegada e1momento de abordar la cuestionde la colonizaci6n qrieqa (vease 5.3).

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    Quiza convenga recalcar, antes de entrar propiamente en materia,algo que no por repetido deja de ser importante. Ello es que tanto e1concepto de colonizacion como el de colonia tienen en nuestralengua unas connotaciones determinadas que no son las que caracteri-zan e1fen6meno que, con esos terminos, pretendemos analizar, referi-do almundo griego. Loque nosotros llamamos, impropiamente, colo-nia, en griego se decia apoikia, termino que implica una idea deemigraci6n, mas literalmente, de estab1ecer un hogar (oikos) en otrolugar, distante del oriqinario. Por consiguiente, si bien en las paqinassiguientes utilizare, indistintamente, ambos terminos, quede aclaradodesde ahora mismo que cuando emplee la pa1abra colonia, debeentenderse que me estoy refiriendo a una colonia griega, es decir, auna epoikie.

    Aclarado este aspecto termino16gico, dire que a 10largo de estecapitulopretendo esbozar, ante todo, los mecanismos y procedimientosde que se sirven los griegos para establecer nuevaspoieisen diversasregiones mediterraneas, al tiempo que tratare, igualmente, de msertar,dentro del contexte de la formaci6n de la polis griega, este proceso,bien entendido que e1panorama que aqui presentare de forma mas 0menos monograJica, circunstancialmente tendra que realizar ocasiona-les saltos crono16gicosque, en algunos casos, nos llevaran incluso hastae1siglo VI a.C.; ni que decir tiene que en los capitulos que dedi que aestudiar los restantes siqlos que confi:guranel arcaismo tratare de inte-

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    grar, igualwente, los ambitos coloniales ya existentes 0 en trance deconstituci6n.

    4.1. La colonlzaclon, en funclon de, y al serviciode la ccnstituclon de la polis griegaE1titulode este apartado responde a una premise fundamental que a

    veces queda, lamentablemente , oculta debido a las necesidades forma-les del tratamiento de los hechos historicos, a saber, la presentaci6nanalftica, que obJiga a desmenuzar y a tratar por separado diferentesaspectos referidos a un mismo momenta y a unmismo y amplio proce-so. Par eso mismo se olvida frecuentemente que e1proceso de confor-macion de lapolis griega y e1inicio de la colonizacion(que llevara a lainmediata formacion, igualmente, de poleis) no son s610procesos sin-cr6nicos sino, ademas, intimamente relacionados. Asi pues, si en loscapitulos previos se han analizado los aspectos generales del mundogriego en e1 siglo vrn, se debera ahora, al estudiar la colonizaci6n,integrar los datos que se obtengan en ese esquema general, a fin decomprender 10que a partir de ahora se diga pero, igualmente, paraque 10ya expuesto adquiera plena Significado.

    Es un hecho ampliamente reconocido que la emiqracion, mas 0rnenos rnasiva, de individuos procedentes del ambito griego haciadiferentes lugares rnediterraneos es una consecuencia clarisima de 10que esta ocurriendo en Grecia en ese momento; la reuni6n de losaristoi en torno a centros urbanos y santuarios determina un notableincremento de su poder conjunto. Ellose traduce en una presion mayorsobre aquellas personas que, en muchos casos independientemente desus origenes, poseen parcelas de tierra cada vez mas pequefias queapenas pueden cultivar can sus propios medios. Yase ha visto anterior-mente c6mo la tierra que posee el hermano de Hesiodo, Perses, leobliga a este, por mas que su situacion sea relativamente acomodada, adesarrollar todo tipo de actividades, no con la finalidad de enriquecer-se sino, par el contrario, de librarse de las deudas. Aquello