Domingos 23-24TO (A) Guía

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Para utilizar como esquema de homilías o para moniciones.

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VISIN DE CONJUNTO DE LOS DOMINGOS XXIII Y XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO.(Ciclo A, 2011)

Introduccin generalA partir del domingo 23, hasta el 31 inclusive, las percopas evanglicas se centran ya todas, siguiendo a san Mateo, en la vida comunitaria de los discpulos de Cristo, y en la presentacin del verdadero Israel. Este domingo y el siguiente constituyen, dentro del conjunto, una pequea unidad temtica sobre el ejercicio del amor en el perdn.Domingo XXIII, 4 de septiembre.Primera lectura: Ez 33,7-9: Si no hablas al malvado, te pedir cuenta de su sangreLa paz en la vida comunitaria se fundamenta en la verdad, la justicia, la libertad y el amor. La paz comunitaria se resiente cuando se instalan en ella la mentira, la injusticia, la opresin o el odio. En la construccin de la paz es necesario erradicar de la vida comunitaria el pecado que la destruye.Cargamos la responsabilidad de las crisis econmicas y sociales sobre los gobiernos, la banca, los sindicatos...pero nos resistimos a reconocer nuestra propia responsabilidad. El hombre de hoy ha perdido el sentido de Dios y consiguientemente el sentido del pecado, y no toma en consideracin que la raz ms profunda y determinante de los males sociales es el mal que anida en su propio corazn. La primera lectura de hoy nos recuerda que la misin del profeta es denunciar el origen personal de los males sociales y llamar a la conversin a Dios. Si no cumple su servicio se hace cmplice de los causantes del mal.Las comunidades cristianas estn formadas por quienes participan en la misin proftica de Cristo. Por el bautismo estn llamados y enviados a ejercer esta misin en el interior de las mismas comunidades y en el mundo en que viven.Salmo 94,1s.6s.8s.: Ojal escuchis hoy su voz: ``No endurezcis vuestro corazn''

Segunda lectura: Rm 13,8-10: La plenitud de la ley es el amor

Entre las formas de ejercicio de la misin proftica de los cristianos, ya sea en la comunidad familiar, eclesial, social o poltica, la ms importante es la del testimonio. La palabra resulta ineficaz sin la garanta de una conducta evanglica. Y la ley suprema de la conducta evanglica es la del amor:A nadie le debis nada ms que amor; porque el que ama a su prjimo tiene cumplido el resto de la ley.

Quien ama a su hermano no le hace dao y desea eficazmente lo mejor para l. Unas comunidades cristianas que viven segn la ley del amor denuncian, antes con su conducta que con la palabra, el egosmo que impera en muchas sociedades humanas y muestran que, como suele decirse, otro mundo es posible.

Evangelio: Mt 18,15-20: Si te hace caso has salvado a tu hermano.

El evangelio de este domingo recoge una parte de la enseanza de Jess que incluye tres temas: la correccin fraterna, la autoridad apostlica y la plegaria en la comunidad cristiana.

La correccin fraterna tiene como finalidad la salvacin del hermano, y es una tarea delicada que requiere ir con discrecin y prudencia desde la accin interpersonal y confidencial hasta la intervencin de la autoridad comunitaria. Muchos escndalos se hubieran evitado en la Iglesia teniendo en cuenta que el amor a las personas no siempre se expresa con el silencio y la ocultacin de sus comportamientos. Cuando est en riesgo el bien de toda la comunidad, es necesario hablar, guiar y corregir, siempre de manera caritativa. En cuanto a la autoridad apostlica, la Iglesia ha entendido desde sus comienzos que Cristo le ha concedido poder para perdonar el pecado. El Cristo perdonador del Evangelio se hace presente y acta de manera sensible en el sacramento de la Reconciliacin, para curar el corazn y renovarlo por su perdn creador (cf Sal 50,12). La plegaria en comn, especialmente la litrgica en que la Iglesia ora en unin con Cristo su cabeza, tiene garantizada la eficacia. Y siempre que dos o tres estn reunidos en nombre del Seor l se hace presente y suscita la comunin entre los suyos y con el Padre.

Domingo XXIV, 4 de septiembre.

Primera lectura :Si 27,3-28, 9: Perdona las ofensas a tu prjimo y se te perdonarn los pecados cuando lo pidas.

En nuestra poca, a pesar de muchas buenas intenciones y no escasos esfuerzos, persisten manifestaciones de furor, de clera y violencia que llegan hasta destruir la vida dentro de las comunidades familiares y tambin en las comunidades polticas. El terrorismo aparece en formas diversas, originndose no slo en ambientes de incultura y pobreza, sino tambin en sociedades que se consideran avanzadas econmicamente y con sistemas democrticos consolidados. El progreso en la tcnica, en la economa y en la poltica no garantiza por s mismo la paz en la familia y en la sociedad.

Escrito dos siglos antes de Cristo, el libro del Eclesistico contiene reflexiones acerca de la necesidad de educacin moral para que el perdn venza al odio y la indulgencia a la venganza. Para romper la espiral del furor, la clera, el odio y la venganza es necesaria la educacin moral en la compasin y el perdn.

No dudamos de la conveniencia de cualquier forma de educacin en valores humanos. Pero esta lectura se caracteriza por vincular estrechamente estos valores a una concepcin religiosa de la vida. La alianza con el Seor, el recuerdo de sus mandamientos, la experiencia de su misericordia y compasin, y tambin el temor de ofenderle, son una fuente inagotable de respeto, de compasin, de misericordia con los ms dbiles y, en definitiva, de vida y de paz.

Salmo 102,1s.3s.9s.11s.: El Seor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia

Segunda lectura Rm 14,7-9: En la vida y en la muerte somos del Seor.

En la lectura de la carta a los cristianos de Roma, que omos el domingo anterior, San Pablo deca que Uno que ama a su prjimo no le hace dao; por eso amar es cumplir la ley entera Hoy llegamos a comprender, con la enseanza del Apstol, cual es la razn ms profunda que tenemos los cristianos para no hacer dao, para perdonar y amar: Somos del Seor. Para esto muri y resucit Cristo; para ser Seor de vivos y muertos.

La oferta especfica que los cristianos hacemos al mundo es Cristo crucificado que, con su palabra y su vida muestra la eficacia del amor y del perdn. Las comunidades eclesiales no viven para si mismas sino para el Seor, el cual nos ha dado ejemplo de entrega hasta la muerte para que el mundo viva. Como la levadura en la masa, los cristianos han de aportar a la sociedad actual un fermento transformador de reconciliacin y perdn.

Evangelio Mt 18, 21-35: No te digo que le perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete

Jess no ha venido a abolir la ley sino a darle plenitud. Los preceptos de la ley mosaica encuentran en el evangelio una llamada a trascenderse a s mismos, de manera que quienes tratan de seguir a Jess no deben poner lmites a la prctica del bien y del amor. La lectura del libro del Eclesistico, que hemos odo anteriormente, invita a perdonar la ofensa del prjimo. El que no perdona no puede esperar perdn de Dios. Cuando Pedro trata de establecer un lmite que le parece generoso, Jess no fija trmino. Perdonar setenta veces siete es perdonar siempre.

Esta forma de perdn encuentra justificacin en todo el Nuevo Testamento. En la oracin que Jess nos ense pedimos: perdona nuestras ofensas como tambin nosotros perdonamos..... En las normas de conducta para sus discpulos, Jess nos recuerda que la la regla de oroes: tratad a los dems como queris que ellos os traten a vosotros (cf Mt 7,12). Porque nuestra relacin con Dios se regula, de acuerdo con la enseanza de la parbola del evangelio de hoy, segn sean nuestras relaciones con el prjimo.

Tenemos experiencia de que perdonar no es fcil. Cuando hay ofensa, el ofensor debe mostrar arrepentimiento y pedir de alguna manera perdn, como hicieron los empleados de la parbola. Las victimas tienen derecho a memoria, justicia y dignidad. No est en nuestra mano no sentir ya la ofensa y olvidarla; pero el corazn que se abre al Espritu de Cristo cambia la herida en compasin y purifica la memoria transformando la ofensa en intercesin (cf. Catecismo de la IC, 2843; 2842-2844).

Por otra parte, conviene tener en cuenta, adems, que la psicologa humana herida necesita un tiempo para su recuperacin. Con todo, los textos de la celebracin, la recitacin del padrenuestro, y el memorial de Cristo, que muri perdonando en la cruz, vienen en ayuda de nuestra debilidad y nos hacen ms capaces de perdonar.

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