Documentos de La Revol. Mexicana

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  • TEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    Javier Garciadiego

  • BIBLIOTECA AYACUCHO es una de las

    experiencias editoriales ms importantes de la

    cultura latinoamericana. Creada en 1974 como

    homenaje a la batalla que en 1824 signic la

    emancipacin poltica de nuestra Amrica, ha

    estado desde su nacimiento promoviendo la

    necesidad de establecer una relacin dinmica

    y constante entre lo contemporneo y el pasado

    americano, a n de revalorarlo crticamente con la

    perspectiva de nuestros das.

    El resultado es una nueva forma de enciclopedia

    que hemos denominado Coleccin Clsica,

    la cual mantiene vivo el legado cultural de

    nuestro continente, como conjunto apto para la

    transformacin social, poltica y cultural.

    Las ediciones de la Coleccin Clsica, algunas

    anotadas, con prlogos conados a especialistas y

    con el apoyo de cronologas y bibliografas, hacen

    posible que los autores y textos fundamentales,

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    poca prehispnica hasta el presente, estn al

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    y especialistas en las diferentes temticas

    latinoamericanas y caribeas, como medios de

    conocimiento y disfrute que proporcionan slidos

    fundamentos para nuestra integracin.

  • TEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

  • TEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    PRLOGO

    Javier Garciadiego

    SELECCIN, CRONOLOGA Y BIBLIOGRAFA

    Mara del Rayo Gonzlez Vzquez

    NOTAS

    Javier Garciadiego Mara del Rayo Gonzlez Vzquez

    247

    Javier Garciadiego

  • Fundacin Biblioteca Ayacucho, 2010Coleccin Clsica, N 247Hecho Depsito de Ley

    Depsito Legal lf50120109003659 (rstica)ISBN 978-980-276-485-3 (rstica)

    Apartado Postal 14413Caracas 1010 - Venezuela

    www.bibliotecayacucho.gob.ve

    Edicin: Pedro Elas Mart y Anyely Marn CisnerosCorreccin: Andrena Amado y Mara Josefina Barajas

    Concepto grfico de coleccin: Juan Fresn

    Actualizacin grfica de coleccin: Pedro MancillaDiagramacin: Yessica L. Soto G.

    Impreso en Venezuela / Printed in Venezuela

  • IXBIBLIOTECA AYACUCHO

    PRLOGOAPROXIMACIN SOCIOLGICA A LA HISTORIA

    DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    CRISIS DEL PORFIRIATO

    LA REVOLUCIN MEXICANA fue un amplio y complejo movimiento so-cial, algunas de cuyas causas se remontaban varios siglos. Asimismo, la Revolucin Mexicana fue el factor determinante en la evolucin de Mxico a lo largo del siglo XX. Su estallido se debi a varios factores: la crisis gene-ralizada del gobierno de Porrio Daz; la imposibilidad de resolver pac-camente la sucesin presidencial de 1910; las aspiraciones de las clases me-dias y de los sectores populares; el agotamiento del rgimen oligrquico, y el complejo contexto internacional de aquellos das.

    A principios del siglo XX la situacin mexicana era muy distinta a la de los dems pases latinoamericanos1. Como varios de estos, especialmen-te los situados en las regiones centroamericana y andina, Mxico sufra un gobierno dictatorial y una muy desequilibrada distribucin de la pro-piedad agraria. Sin embargo, a diferencia de ellos, gozaba de un notable cre cimiento econmico. La combinacin de crecimiento econmico con gobierno dictatorial y con graves problemas agrarios result explosiva. El pas vio desarrollarse, como producto del crecimiento econmico, en particular de la urbanizacin y la industrializacin, a un contingente apre-ciable de clases medias y de proletariado [La clase media, pp. 3-6 de

    1. Acerca de las diferencias mexicanas respecto a los dems pases latinoamericanos, vase Friedrich Katz, Mxico: la restauracin de la Repblica y el Porriato, 1867-1910, His-toria de Amrica Latina, Leslie Bethell; ed., Barcelona, Editorial Crtica, 1992 (16 v.), v. 9, pp. 11-77.

  • XTEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    esta edicin]*. Si bien en otros pases sudamericanos, como Argentina, Brasil y Chile, tambin hubo crecimiento econmico, con su consecuente desarrollo de clases medias y trabajadoras, lo cierto es que en estos pases del Cono Sur haba instituciones polticas sindicatos, partidos y parla-mentos que servan para la defensa y promocin de los intereses de esas nuevas clases sociales. En cambio, el gobierno dictatorial de Daz result inadecuado para representar y defender los intereses de dichas clases. Al contrario, dicult el ascenso de las clases medias y reprimi los reclamos obreros. Para colmo, la estructura agraria de estos pases sudamericanos se caracterizaba por la coexistencia de los poderosos pero modernizantes es-tancieros, con muchos pequeos y medianos propietarios, mientras que en Mxico solo haba este segundo tipo de propietarios en ciertas regiones del norte y del occidente del pas2, prevaleciendo en el resto una distribucin de la propiedad muy desigual, con pocos pero extensos latifundios y con un nmero enorme de comunidades campesinas, las que sufran un grave proceso de prdida de sus tierras pero conservando su organizacin y su memoria, lo que las haca polticamente conictivas. El ms claro ejemplo de las comunidades que sufrieron usurpaciones pero que conservaron su estructura tradicional y su identidad es el de los pueblos campesinos del estado de Morelos3. Las aspiraciones de estas comunidades a conservar su autonoma y su identidad y a recuperar sus tierras hacan predecible un conicto muy violento. Lo mismo podra decirse de las comunidades

    * En lo sucesivo todas las menciones entre corchetes se reeren a los documentos presen-tados en este volumen.2. Para un correcto anlisis de la estructura de la propiedad agraria, vase George Mc-Cutchen McBride, Los sistemas de propiedad rural en Mxico, Problemas Agrcolas e Industriales de Mxico (Mxico), v. III N 3 (1951), pp. 11-114. Respecto al desarrollo de la mediana propiedad agraria, vase Luis Gonzlez y Gonzlez, Pueblo en vilo. Microhis-toria de San Jos de Gracia, Mxico, El Colegio de Mxico - Centro de Estudios Histricos (Nueva serie, 1), 1968. Vase tambin David Brading, Haciendas y ranchos del Bajo. Len, 1700-1860, Mxico, Editorial Grijalbo, 1988.3. Vase John Womack, Zapata y la Revolucin Mexicana, Mxico, Siglo XXI Editores, 1969. Otro caso similar es el de las comunidades de los estados de Puebla y Tlaxcala; al respecto vase Raymond Buve, El movimiento revolucionario en Tlaxcala, Masar Sugawara; present., Mxico, Universidad Autnoma de Tlaxcala - Secretara de Extensin Universita-ria y Difusin Cultural / Universidad Iberoamericana - Departamento de Historia, 1994.

  • XIBIBLIOTECA AYACUCHO

    indgenas: si en pases como Argentina y Chile casi fueron exterminadas las tribus indgenas como resultado de las campaas militares que se hicieron para despojarlos de sus tierras y poder integrarlas a un modelo moderno de explotacin econmica, en Mxico subsistieron con relativo vigor y man-tuvieron su capacidad de lucha: el ejemplo de los yaqui es muy ilustrativo. En resumen, solo en Mxico se dio esta explosiva combinacin, que haca posible la alianza de campesinos, obreros y clases medias; esto es, que hara posible una revolucin y no solo una rebelin campesina, o una revolucin y no solo una reforma poltica.

    Adems de esta limitacin estructural, el gobierno porriano sufri varias crisis profundas4. Daz era un mestizo oaxaqueo, haba destacado en los ejrcitos liberales que haban luchado contra los conservadores y la intervencin francesa, pero luego se distanci de Benito Jurez y de sus compaeros liberales por sus aspiraciones a la presidencia. Su prolongado rgimen dio comienzo con el triunfo de la rebelin de Tuxtepec, que estall en 1876 contra la reeleccin del presidente Sebastin Lerdo de Tejada. Una vez en el poder, su gobierno pas por tres etapas. La primera se extendi hasta nales de la dcada de 1880 o principios de los noventa, y se caracteri-z por ser el perodo de ascenso y consolidacin en el poder, durante el cual Daz construy su aparato poltico con equipos de colaboradores propios. Sobre todo, cambi el proyecto nacional, pues si con los gobiernos liberales anteriores al suyo los de Benito Jurez y Lerdo de Tejada los objetivos haban sido la libertad y la ley, con Daz lo seran el orden y el progreso.

    Durante sus primeros aos de gobierno se apoy en militares de su total conanza, tanto para la impostergable pacicacin del pas como para adquirir el control del ejrcito. Su nalidad era contener o desplazar a los principales jefes militares, competidores naturales suyos en tanto que

    4. Las mejores historias generales del perodo siguen siendo la de Jos C. Valads, El Por-ris mo. Historia de un rgimen, Mxico, Antigua Librera Robredo, de Jos Porra e hijos / Editorial Patria, 1941-1948 (3 v.); y la de Daniel Coso Villegas, et al., Historia moderna de Mxico. El Porriato, Mxico, Editorial Hermes, 1955-1972 (10 v.), vs. 4-10. Una visin sin-ttica de esta ltima es la de L. Gonzlez y Gonzlez, El liberalismo triunfante, Historia general de Mxico, Mxico, El Colegio de Mxico - Centro de Estudios Histricos, 2000, pp. 633-705.

  • XIITEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    tambin eran hroes de las guerras de Reforma e Intervencin. Asimismo, carente de un equipo civil sucientemente amplio, al principio Daz desa-rroll prcticas conciliatorias e incluyentes, gobernando con polticos y bu-rcratas provenientes de equipos ajenos y diversos. Durante sus primeros aos tambin acudi a la represin de sus enemigos: si para los que estaban conformes con su planteamiento hubo canonjas, para los renuentes hubo diversos castigos; por ltimo, si tuvo que apoyarse en los grupos polticos previos, en cuanto pudo impuso gente suya, aunque fueran inexpertas o externas a la regin donde se les coloc.

    Con base en estos mecanismos se logr una desconocida estabilidad du rante la primera etapa del largo rgimen de Daz, como lo conrman sus relativamente fciles reelecciones de 1884 y 1888. Esto implicaba la falta de competidores polticos. Tambin implicaba la falta de conictos polticos o sociales mayores. Dado que Daz era un hombre intuitivo y pragmtico, percibi que el anticlericalismo liberal haba dividido al pas, por lo que fue tolerante con la Iglesia y la religin catlicas, mostrndose renuente a aplicar ciertas disposiciones de la Constitucin de 1857, con lo que se obtuvo una considerable reconciliacin ideolgica nacional5. La estabilidad poltica y la paz social logradas, adems de las nuevas condicio-nes econmicas nacionales e internacionales, explican que durante esos aos se haya obtenido el reconocimiento del gobierno estadunidense y el restablecimiento de las relaciones diplomticas con los principales pases europeos, como Francia e Inglaterra.

    La segunda etapa del largo rgimen porrista, que se prolong desde 1890, aproximadamente, hasta los inicios del siglo XX, se distingui por el perfeccionamiento del control poltico y por el notable crecimiento eco-nmico alcanzado. Es indudable que durante los aos de la primera etapa se haban sentado las bases de este crecimiento, al sanearse la hacienda p-blica mediante la reduccin de los gastos militares y la renegociacin de la

    5. Se ha sostenido que la segunda esposa de Daz, Carmen Romero Rubio, logr, junto con el obispo de Oaxaca, Eulogio Gillow y Zavalza, una reconciliacin entre el gobierno mexicano y la Iglesia catlica. Para un anlisis de las relaciones entre la Iglesia catlica y el gobierno de Porrio Daz, vase Jorge Fernando Iturribarra, La poltica de conciliacin del general Daz y el arzobispo Gillow, Historia Mexicana (Mxico), v. 14 N 1 (1964), pp. 81-101.

  • XIIIBIBLIOTECA AYACUCHO

    deuda externa. El crecimiento econmico tambin tuvo como antecedente la modernizacin de los cdigos minero y comercial, la instalacin de las primeras instituciones bancarias modernas y el tendido de vas ferroviarias y de lneas telefnicas y telegrcas6. Sin embargo, fue entre 1890 y 1904, aproximadamente, cuando se logr un crecimiento econmico cuantioso y sos tenido. Arribaron entonces los emprstitos y las inversiones europeas y estadunidenses; se realizaron inmensas obras de infraestructura; surgi una agricultura moderna, con cultivos de exportacin, y tambin apare-ci una minera industrial que rebas la de los metales preciosos; a su vez, la industria progres notablemente, y los ferrocarriles y el telgrafo dieron impulso al comercio interno7 y ayudaron a la integracin del pas y al for-talecimiento gubernamental. El comercio exterior tambin recibi gran impulso, con lo que Mxico adquiri un nuevo puesto entre las naciones del mundo8.

    El sistema poltico correspondiente al segundo perodo, el del auge econmico, se bas en una autntica despolitizacin de los habitantes del pas. Fueron aos denidos, ilustrativamente, con el lema de poca poltica y mucha administracin. En ellos Daz goz de un respaldo generalizado, sin oposicin alguna: prcticamente desaparecieron las contiendas electo-rales, la independencia de los poderes legislativo y judicial y las crticas en los grandes peridicos. Sobre todo, desaparecieron las oposiciones arma-das, que haban sido constantes a todo lo largo de siglo XIX: las ltimas expresiones violentas de oposicin fueron la rebelin de Tomochic, en

    6. Adems del libro ya clsico de John H. Coatsworth, Crecimiento contra desarrollo: el impacto econmico de los ferrocarriles en el Porriato, Mxico, Secretara de Educacin P-blica, 1976 (2 v.), ahora debe consultarse tambin a Sandra Kuntz, Empresa extranjera y mer-cado interno. El Ferrocarril Central Mexicano (1880-1907), Mxico, El Colegio de Mxico - Centro de Estudios Histricos, 1995. Respecto al asunto bancario, vase Leonor Ludlow, Funciones y estructura inicial del Banco Nacional de Mxico, Historia de las grandes em-presas en Mxico, 1850-1930, Carlos Marichal y Mario Cerutti; comps., Mxico, Fondo de Cultura Econmica / Universidad Autnoma de Nuevo Len, 1997, pp. 137-165.7. Para el fomento del comercio interior tambin result fundamental la supresin, en 1896, de las alcabalas.8. Vase los dos tomos dedicados a la vida econmica dentro de la obra de Daniel Coso Villegas, Historia moderna de Mxico, entre cuyos autores destacan Francisco R. Caldern, Luis Nicolau DOlwer y Fernando Rosenzweig.

  • XIVTEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    Chihuahua, [Causas ostensibles, pp. 7-12] y la de Canuto Neri, en Gue-rrero9. La poltica se hizo excluyente y vertical, reservada para Daz y una pequea camarilla compuesta por los miembros de su gabinete, los go-bernadores, jefes polticos, senadores, diputados y jueces10, casi todos permanentemente reelectos, lo que impeda que las nuevas generaciones ingresaran al aparato poltico. Adems, los polticos porrianos estaban encuadrados en dos equipos: uno era el grupo de los cientcos, decisivo en los mbitos de la economa y la educacin; el otro era el encabezado por Bernardo Reyes, artce del progreso en el noreste del pas y responsable de la modernizacin, la disciplina y la despolitizacin del Ejrcito Federal.

    El crecimiento econmico no poda ser permanente. Su naturaleza implicaba ciertas limitaciones profundas, que amenazaban con provocar serios problemas polticos y sociales. El sistema poltico tambin adoleca de contradicciones. Por lo tanto, era ms que probable que el perodo de auge deviniera de crisis y decadencia, transformacin perceptible desde principios del siglo. Las crisis de nales del rgimen porriano fueron gra-ves, mltiples, simultneas e insolubles, y afectaron con intensidad variada los aspectos poltico, econmico, social, diplomtico y cultural del pas.

    La crisis del sistema poltico se debi en parte al envejecimiento de Daz nacido en 1830 y de su camarilla; tambin inuy el carcter cerra-do del aparato gubernamental, reacio a las imprescindibles renovaciones generacionales; ms grave aun fue su carcter excluyente, que impeda la participacin de grupos ajenos a los equipos porristas. Sin embargo, el problema mayor estrib en su cambio de naturaleza, composicin y proce-dimientos: hasta 1903 el sistema poltico de Daz se haba apoyado en dos equipos, cada uno con sus propios espacios de poder y sus funciones espe-ccas, los que se autobalanceaban por tener fuerzas semejantes. Cuando el problema de la sucesin cobr importancia por el envejecimiento de don Porrio, pues ya no poda continuar con los mecanismos reeleccio-

    9. Vase Porrio Daz frente al descontento popular regional (1891-1893). Antologa docu-mental, Friedrich Katz; direccin e introd., Jane-Dale Lloyd; coord., Mxico, Universidad Iberoamericana, 1986.10. Un muy interesante anlisis del aparato y del sistema poltico porrianos es el que pre-senta Franois-Xavier Guerra, Mxico: del antiguo rgimen a la Revolucin, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1988 (2 v.).

  • XVBIBLIOTECA AYACUCHO

    nistas, Daz rompi su imparcialidad con sus equipos y eligi como virtual sucesor, mediante la gura de la vicepresidencia11, a un miembro del grupo cientco, Ramn Corral [Secretara de gobernacin, pp. 13-18]. Dicha decisin oblig a reducir la fuerza poltica y las cuotas de poder del otro grupo, el reyista. Comprensiblemente, sus miembros pasaron a ser opositores, para colmo peligrosos por su capacidad, experiencia y presti-gio. A partir de ese momento los reyistas se convirtieron en severos crticos de los cientcos12. Esta escisin de la lite debilit profundamente al gobierno porriano, antes fuerte y unicado, luego dividido. El argumento puede resumirse fcilmente: uno de sus soportes, el reyismo, pas a gene-rarle inestabilidad [El rompimiento, pp. 19-23].

    El sistema poltico porriano sufri otra costosa transformacin du-rante los mismos aos. Adems del apoyo complementario brindado por

    11. La creacin de la vicepresidencia ofreca una solucin efectiva para la sucesin presi-dencial. Sin embargo, planteaba tambin el problema de encontrar a aquel personaje pol-tico alrededor del cual conuyeran las preferencias polticas. Para 1904 Porrio Daz tuvo que pensar en un sucesor. El Gran Partido Nacionalista Mexicano postul a Ramn Corral como candidato a dicho puesto, para cubrir el perodo que nalizara en 1910. En la Cons-titucin de 1824 se sealaba que la vicepresidencia la ocupara quien obtuviera el segundo lugar en las elecciones presidenciales; en la Constitucin de 1857 desapareci dicho cargo, pero a partir del decreto de 6 de mayo de 1904 se restableci el puesto, fundamentalmente por la preocupacin que exista por la avanzada edad del presidente Daz. Como es obvio, la vicepresidencia de la primera mitad del siglo XIX result ser un rgano provocador de inestabilidad, pues antes que el Vicepresidente colaborara con quien lo haba vencido en los comicios, en varias ocasiones luch por desplazarlo. En cambio, para 1904 se busc que se eligieran por mancuerna dos compaeros del mismo grupo poltico. Vase Manuel Calero, El problema actual. La vicepresidencia de la Repblica. Ensayo poltico, Mxico, Tipografa Econmica, 1903; D. Coso Villegas, op. cit., v. 10, El Porriato. Vida poltica interior. Se-gunda parte; y Jess Luna, La carrera pblica de don Ramn Corral, Mxico, Secretara de Educacin Pblica, 1975.12. Los mejores testimonios para estudiar el reyismo son el de Jos Lpez-Portillo y Rojas, Elevacin y cada de Porrio Daz, Atenedoro Monroy; prl., Mjico, Librera Espaola, [1921]; y el de Rodolfo Reyes, De mi vida. Memorias polticas, Madrid, Biblioteca Nueva, 1929-1930 (2 v.). Una memorable crtica a los cientcos hecha por un reyista es la de Luis Cabrera, a travs de varios artculos de prensa agrupados con el ttulo de Cargos concretos e incluidos en el libro Obras polticas del Lic. Blas Urrea. Recopilacin de escritos publicados durante los aos de 1909, 1910, 1911 y 1912, con numerosas notas histricas y ex-plicativas y un apndice con los documentos polticos principales de esa misma poca, Mxico, Imprenta Nacional, 1921. La Universidad Nacional Autnoma de Mxico public en 1992 la Obra poltica de Luis Cabrera, en cuatro volmenes, Eugenia Meyer; estudio preliminar y ed. Antes haba sido publicado por la Editorial Oasis, en 1975.

  • XVITEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    cientcos y reyistas, otra caracterstica del sistema haba sido el mante-nimiento de por lo menos dos grupos poderosos en cada regin, uno en la esfera econmica y otro en la poltica. Sin embargo, y a consecuencia del alejamiento creciente del reyismo, los cientcos aumentaron su fuerza y sus cotos, producindose una concentracin de poder econmico y po-ltico en varias regiones. As sucedi en Chihuahua, Morelos y Yucatn13.

    En 1904 un miembro de la familia Terrazas asumi la gubernatura en Chi-huahua. Asimismo, en 1909 se entreg por primera vez la gubernatura de Morelos a un conocido hacendado, Pablo Escandn. Ambos, los Terrazas y Escandn, estaban muy ligados a los cientcos, lo mismo que Olegario Molina, miembro del gabinete de Daz y cuyo grupo dominaba la poltica y la economa henequenera de Yucatn. El proceso de cambio gener de-sajustes y reclamos. No es casual que estas tres entidades hayan desempe-ado un papel protagnico en la lucha iniciada en 1910.

    La crisis econmica tuvo causas estructurales y coyunturales, inter-nacionales y nacionales. Primero que todo, el crecimiento haba sido de-sigual: hubo varias regiones, numerosos sectores y amplios grupos sociales no beneciados. Adems, en 1907 una severa depresin econmica azot a Europa y Estados Unidos, encareciendo las importaciones y disminuyendo nuestras exportaciones. La situacin repercuti inmediatamente en nues-tro todava incipiente sistema bancario, que redujo al mximo los crditos a industriales y hacendados y busc cobrar los adeudos que estos ya tenan. Las secuelas en la economa mexicana fueron de enorme gravedad14. La disminucin de las exportaciones, el encarecimiento de los insumos y la suspensin de los crditos para los industriales hizo que muchos disminu-yeran sus actividades productivas, con lo que se redujo la jornada diaria o el

    13. Hctor Chvez Barrn, Luis Terrazas, Mxico, Editorial Clo, 2004. Vase Mark Was-serman, Capitalistas, caciques y revolucin. La familia Terrazas de Chihuahua, 1854-1911, Mxico, Editorial Grijalbo, 1987. Vase tambin el primer captulo de la obra de J. Wo-mack, Zapata; y Gilbert Joseph, Revolucin desde afuera. Yucatn, Mxico y los Estados Unidos, 1880-1924, Alan Knight; present., Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1992.14. Luis Cerda, Causas econmicas de la Revolucin Mexicana, Memoria del Congreso Internacional sobre la Revolucin Mexicana, Leopoldo Ortiz; present., Mara Isabel Mon-roy; intro., Mxico, Gobierno del Estado de San Luis Potos / Instituto Nacional de Estu-dios Histricos de la Revolucin Mexicana, 1991 (2 v.), v. 1, pp. 489-511.

  • XVIIBIBLIOTECA AYACUCHO

    nmero de das laborales a la semana, estrategias que se tradujeron en una disminucin de los ingresos reales de los trabajadores; peor an, algunos industriales disminuyeron el nmero de sus trabajadores o incluso cerraron sus empresas, lo que golpe a muchos ocinistas y obreros. Por lo que res-pecta a los hacendados, la falta de crditos tambin los oblig a reducir sus cultivos, afectando el nivel de empleo y los ingresos de sus diversos tipos de trabajadores15. A diferencia de los industriales, los hacendados buscaron resolver la falta de crditos aumentando las rentas a sus rancheros, medie-ros y aparceros, y endureciendo las condiciones laborales de sus jornaleros y peones16. Lo ms grave de la crisis econmica fue que se vieron afectados todos los sectores sociales del pas: industriales y hacendados; ocinistas y rancheros; obreros, medieros, jornaleros y peones; esto es, las clases altas, medias y bajas, tanto del campo como de la ciudad. Dado que la poblacin del pas era bsicamente rural doce de los quince millones17 de habitantes vivan en el campo, los graves y longevos problemas agrarios fueron consi-derados por Andrs Molina Enrquez, uno de los intelectuales ms atinado y sensible de entonces, como el mayor y ms agudo problema del pas18.

    De otra parte, la disminucin de las actividades econmicas abati los ingresos gubernamentales, problema que se busc remediar castigando sa larialmente a la burocracia y aumentando los impuestos y el nmero de contribuyentes, decisiones que afectaron a las clases altas no favoritas del

    15. La crtica ms pertinaz a la poltica bancaria hecha desde la perspectiva de los hacen-dados fue la sostenida por Toribio Esquivel Obregn. Consltese la recopilacin hemero-grca titulada Toribio Esquivel Obregn. Una visin sobre la economa de Mxico de 1891 a 1945. Recopilacin hemerogrca, Vctor Manuel Harari, Ma. Teresa Matabuena y Magda-lena Orta; eds., Mxico, Universidad Iberoamericana, 1997. Sobre todo, vase La reforma bancaria de 1908. Una discusin entre Toribio Esquivel Obregn y Joaqun Casass, Mnica Blanco; estudio introductorio y seleccin documental, Mxico, Universidad Nacional Au-tnoma de Mxico - Direccin General de Asuntos del Personal Acadmico - Facultad de Economa, 2008.16. La servidumbre agraria en Mxico en la poca porriana, Friedrich Katz; introd. y selec., Mxico, Secretara de Educacin Pblica (Col. SepSetentas, 303), 1976.17. Estadsticas sociales del Porriato, 1877-1910, Moiss Gonzlez Navarro; premb., Mxico, Secretara de Economa - Direccin General de Estadstica / Talleres Grcos de la Nacin, 1956. 18. Vase Andrs Molina Enrquez, Los grandes problemas nacionales, Mxico, Imprenta de A. Carranza e Hijos, 1909.

  • XVIIITEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    grupo en el poder y a las clases medias, tanto urbanas como rurales. Otro problema fue el carcter internacional de la crisis, por lo que muchos mexi-canos que trabajaban en Estados Unidos quedaron desempleados y tuvie-ron que regresar al pas, donde encontraron que la actividad econmica estaba muy mermada, convirtindose en desempleados y vagabundos, en inminentes oposicionistas. Para colmo, se padeci sequa en los aos 1908 y 1909, la que provoc serias disminuciones en la produccin agrcola: el aumento del precio del maz lo sufrieron todos, aunque en mayor medida las regiones que lo tenan que importar, o los hacendados que tenan que ali-mentar un alto nmero de peones; hubo regiones, como Zacatecas, que pa-decieron doble: la sequa y la cada del precio de la plata19. En resumen, la magnca situacin de nales del siglo XIX se torn dramtica a p rincipios del XX, y la crisis econmica termin siendo tambin crisis social y crisis poltica, porque haba acabado con el prestigio de los cientcos, enca-bezados por el secretario de Hacienda y Crdito Pblico20, grupo que Daz haba escogido para sucederlo.

    El Porriato padeci tambin una severa crisis social desde nales del siglo XIX. En el mbito rural, tuvo su origen en la prdida de tierras sufrida por las comunidades campesinas en favor de las haciendas vecinas desde que el crecimiento urbano-demogrco provoc un aumento en la deman-da de productos agropecuarios, y cuando dicha demanda pudo ser satis-fecha con un extenso sistema ferroviario21. En efecto, la modernizacin y la pacicacin del pas trajeron consecuencias negativas para las comuni-dades campesinas. Por ejemplo, en el lejano norte la derrota de los apa-ches22 dio como resultado que las colonias agrcola-militares establecidas para combatirlos dejaran de ser necesarias, por lo que algunos hacendados comenzaron a desear sus tierras. Otro aspecto de este proceso fue que el

    19. Moiss Gonzlez Navarro, Cinco crisis mexicanas, Mxico, El Colegio de Mxico - Cen-tro de Estudios Histricos, 1983. 20. Alfonso de Mara y Campos, Jos Yves Limantour. El caudillo mexicano de las nanzas (1854-1935), Mxico, Centro de Estudios de Historia de Mxico Condumex, 1998.21. Vase John H. Coatsworth, Railroads, Landholding, and Agrarian Protest in the early Porriato, The Hispanic American Historical Review (Durham, North Carolina), v. 54 N 1 (1974), pp. 48-71.22. El uso del concepto es genrico y engloba a todas las comunidades indgenas belicosas que a nales del siglo XIX habitaban el sur de Estados Unidos y el norte de Mxico.

  • XIXBIBLIOTECA AYACUCHO

    sometimiento de aquellas tribus permiti el crecimiento de la industria ganadera, lo que hizo que muchos ganaderos dejaran de permitir el libre acceso de los vecinos a sus pastizales, como se proceda desde haca un par de siglos. Las consecuencias sociopolticas de todo este proceso fueron variadas y no necesariamente secuenciales: para comenzar, los campesinos tuvieron que buscar empleo en las haciendas vecinas o en las ciudades cer-canas para reemplazar los ingresos perdidos por la usurpacin de alguna parte de sus tierras, aunque tambin hubo casos de migraciones distantes. Asimismo, numerosas comunidades usurpadas acudieron a las instancias legales, comenzando as complejos procesos de politizacin, [La destruc-cin de pueblos, pp. 24-30]. No fueron pocas las comunidades que con el tiempo radicalizaron sus posturas polticas, terminando algunas por sumarse a la lucha armada contra Daz a nales de 191023. Obviamente, adems de en el norte ganadero, un proceso similar se dio en el estado de Morelos y en las otras entidades cercanas a la ciudad de Mxico, pues el aumento en la demanda de diversos productos agrcolas, como maz, trigo, arroz, frijol y azcar, auspiciaron las usurpaciones de tierras24.

    La crisis social afect tambin a los sectores urbanos: los conictos obreros en Cananea y Ro Blanco fueron los principales pero no los nicos. Dado que ambos conictos antecedieron a la crisis econmica de 1907 y 1908, sus causas deben buscarse en otros factores, ya sea en los reclamos nacionalistas contra el nmero y las ventajas de los trabajadores estaduni-denses, o en las quejas contra las condiciones salariales y laborales, respec-tivamente25. Adems, no fueron pocos los trabajadores que se politizaron

    23. Para el caso de Morelos vase la obra de J. Womack, Zapata; para el caso de Chihua-hua vase Friedrich Katz, Las rebeliones rurales a partir de 1810, Revuelta, rebelin y revolucin. La lucha rural en Mxico del siglo XVI al siglo XX, F. Katz; comp., Mxico, Ediciones Era (Col. Problemas de Mxico), 1990 (2 v.), v. 2, pp. 177-213. 24. Tambin sucedi que algunos hacendados dejaron de rentar tierras a los rancheros y a las propias comunidades, pues se hizo ms productivo explotarlas directamente. El resul-tado fue el mismo: prdida de acceso a la tierra de los sectores medios y bajos del mbito rural. Vase Horacio Crespo, La hacienda azucarera del estado de Morelos: modernizacin y conicto, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico - Facultad de Filosofa y Letras, 1996, tesis de doctorado en Estudios Latinoamericanos.25. La bibliografa sobre los conictos obreros a nales del Porriato es muy abundante; entre otros trabajos vase el de Rodney D. Anderson, Outcasts in their Own Land. Mexican

  • XXTEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    al constatar que se restringan sus derechos, por sufrir condiciones labo-rales severas o al conocer la mejor situacin socioeconmica y jurdico-poltica que se disfrutaba en Estados Unidos, pas al que muchos migraban temporalmente26. Las represiones obreras de 1906 y 1907 fueron prueba de que Daz haba perdido su habilidad como negociador poltico y su ca-pacidad para encontrar soluciones positivas para la mayora. Sobre todo, mostraron que Daz haba sido un poltico til para cohesionar e integrar al pas a nales del siglo XIX, para disciplinarlo y darle orden, estabilidad y rumbo, pero que el suyo no era un rgimen adecuado para enfrentar los problemas que traera la modernizacin del siglo XX [Los verdaderos acontecimientos, pp. 31-45].

    La crisis diplomtica fue de las primeras en manifestarse, y sus secue-las fueron incalculables. Desde su ascenso al poder Daz haba dedicado grandes esfuerzos al restablecimiento de relaciones con Estados Unidos y con algunos pases europeos. La estabilidad poltica alcanzada y las cre-cientes relaciones econmicas desarrolladas con estos pases dieron a don Porrio una buena imagen internacional. Luego de un siglo de vida in-dependiente, el pas comenzaba a ser apreciado por otras naciones. Sin embargo, a nales del siglo XIX sobrevino un cambio maysculo: Estados Unidos adquiri gran fuerza en el Caribe, pues Cuba y Puerto Rico se le aliaron despus de independizarse de Espaa. Daz percibi la ame-naza de que el vecino evolucionara a potencia imperial moderna. Para contrapesar su creciente inuencia aument sus relaciones econmicas y polticas con Europa y Japn, decisin que fue resentida por Estados Unidos. A partir de entonces dejaron de considerar a don Porrio como

    Industrial Workers, 1906-1911, DeKalb, Illinois, Northern Illinois University Press, 1976. Una versin ms actualizada es la de Nicols Crdenas, Empresas y trabajadores en la gran minera mexicana (1900-1929). La Revolucin y el nuevo sistema de relaciones laborales, Mxico, Instituto Nacional de Estudios Histricos de la Revolucin Mexicana, 1998. Para un anlisis del resentimiento de los trabajadores mexicanos contra los inmigrantes chinos, vase Juan Puig, Entre el Ro Perla y el Nazas. La China decimonnica y sus braceros emi-grantes, la colonia china de Torren y la matanza de 1911, Mxico, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1992.26. Para la migracin laboral a Estados Unidos de nales del siglo XIX y principios del XX vase Moiss Gonzlez Navarro, Los extranjeros en Mxico y los mexicanos en el extranjero, 1821-1970, Mxico, El Colegio de Mxico - Centro de Estudios Histricos, 1993-1994 (3 v.).

  • XXIBIBLIOTECA AYACUCHO

    el gobernante ideal. Si bien el gran volumen de sus inversiones haca muy riesgoso cualquier intento de desestabilizacin desde el exterior, Estados Unidos se distanci de Daz y decidi esperar la aparicin de una alterna-tiva poltica en Mxico que les favoreciera27. Para colmo, la competencia entre Estados Unidos e Inglaterra por el petrleo mexicano autntica manzana de la discordia hizo ms tirante la relacin28. Esto explica que Estados Unidos haya credo haber encontrado la solucin en el movimien-to antirreeleccionista de 1910.

    La crisis en el mbito cultural fue igualmente importante. A princi-pios del siglo XX comenz a ser cuestionado el positivismo como ideolo-ga gubernamental. Como consecuencia, revivi el anhelo por la libertad, desplazando a la obsesin por el orden. El declive del positivismo implic el descrdito del darwinismo social. As, la minora criolla afrancesada en concreto los cientcos dej de ser percibida como congnitamente superior y como el nico grupo adecuado para dirigir la vida nacional. La mayora mestiza comenz a reclamar participacin en la toma de de-cisiones, demanda que tambin ayuda a explicar la movilizacin nacional iniciada hacia 191029.

    CRTICOS, OPOSICIONISTAS Y PRECURSORES

    Los diferentes problemas enfrentados durante los ltimos aos del gobier-no porrista generaron crticas y movimientos opositores entre diversas clases sociales y grupos polticos; es ms, las posturas radicalizadas de al-

    27. Vase los dos volmenes dedicados a la vida poltica exterior en la obra de D. Coso Villegas, Historia moderna; vase tambin el ya clsico Friedrich Katz, La guerra secreta en Mxico, Mxico, Ediciones Era, 1982 (2 v.).28. Vase Lorenzo Meyer, Mxico y Estados Unidos en el conicto petrolero (1917-1942), Mxico, El Colegio de Mxico, 1968; y Su Majestad britnica contra la Revolucin Mexi-cana, 1900-1950. El n de un imperio informal, Mxico, El Colegio de Mxico - Centro de Estudios Internacionales, 1991.29. Leopoldo Zea, El positivismo en Mxico: nacimiento, apogeo y decadencia, Mxico, Fon-do de Cultura Econmica, 1968; Abelardo Villegas, Positivismo y porrismo, Mxico, Se-cretara de Educacin Pblica, 1972; William D. Raat, El positivismo durante el Porriato (1876-1910), Mxico, Secretara de Educacin Pblica, 1975; y Charles A. Hale, La trans-formacin del liberalismo en Mxico a nes del siglo XIX, Mxico, Editorial Vuelta, 1991.

  • XXIITEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    gunos de ellos justican que se les considere precursores de la Revolucin Mexicana.

    Los primeros en expresar sus crticas fueron ciertos sectores catlicos, inuidos por las renovadoras ideas en materia social sostenidas por el Va-ticano desde 1891, cuando Len XIII proclam la encclica Rerum Nova-rum, que pretenda ofrecer una solucin cristiana a los conictos sociales. Su objetivo era convencer a los industriales europeos y estadunidenses de otorgar mejores condiciones laborales para evitar la radicalizacin del mo-vimiento obrero. Sus repercusiones en Mxico fueron evidentes: si a pesar del acercamiento entre el gobierno y la Iglesia catlica logrado en el Por-riato se censuraba moderadamente a Daz por conservar los principios liberales anticlericales de la Constitucin de 1857, por el alto nmero de masones que haba entre sus colaboradores, por el apoyo otorgado a los protestantes, especialmente en el norte del pas30, y por la decisin guber-namental de que la losofa positivista, abiertamente anticatlica, domina-ra parte de la educacin pblica nacional31, luego vino a sumarse la crtica sociopoltica, cuando la encclica Rerum Novarum, pensada para el mundo industrial europeo, fue adaptada por los catlicos mexicanos para su en-torno, abrumadoramente rural. Aunque defendan la propiedad privada como un derecho natural, criticaban los excesos de la injusta estructura agraria, as como las inhumanas condiciones laborales imperantes en la mayora de las haciendas mexicanas. De los reclamos contra la situacin agraria los catlicos pasaron a censurar el militarismo, el caciquismo y la falta de democracia32. Si bien no se critic personalmente a Porrio Daz, al que siempre reconocieron grandes mritos histricos, lo cierto es que las constantes crticas dirigidas a algunos aspectos de su gobierno en peridi-cos tan importantes como El Pas y El Tiempo tuvieron que erosionar su

    30. Jean-Pierre Bastian, Los disidentes: sociedades protestantes y revolucin en Mxico, 1872-1911, Mxico, El Colegio de Mxico / Fondo de Cultura Econmica, 1989.31. Leopoldo Zea, Del liberalismo a la Revolucin en la educacin mexicana, Mxico, Instituto Nacional de Estudios Histricos de la Revolucin Mexicana, 1956; C. Hale, op. cit.; y Mlada Bazant, Historia de la educacin durante el Porriato, Mxico, El Colegio de Mxico, 1993.32. Manuel Ceballos, El catolicismo social: un tercero en discordia. Rerum Novarum, la cuestin social y la movilizacin de los catlicos mexicanos (1891-1911), Mxico, El Cole-gio de Mxico, 1991.

  • XXIIIBIBLIOTECA AYACUCHO

    prestigio y el favorable consenso alcanzado33. El impacto sociopoltico de tales cuestionamientos, aunque moderados y dirigidos a las clases medias, no puede ser minimizado [El problema social-agrario, pp. 46-58].

    Motivaciones de signo contrario dieron lugar al surgimiento, hacia 1900, de otro importante grupo antiporrista, encabezado por descendien-tes de los liberales de mediados de siglo como Camilo Arriaga, sobrino de Ponciano y en el que participaron diversos sectores de la clase media urbana, como profesionistas, periodistas, maestros y estudiantes. Recla-maban el alejamiento gubernamental de los principios liberales originales. Su propuesta era reorganizar al llamado Partido Liberal, con el objeto de que presionara a Daz para que volvieran a aplicarse dichos principios: an-ticlericalismo, libertad de expresin, democracia electoral, separacin de poderes, adecuada administracin de justicia y autonoma municipal.

    Para iniciar sus labores reorganizativas se convoc a los defensores de las ideas liberales a un congreso en San Luis Potos, en pleno centro del pas34. Entre los asistentes destacaron los hermanos Jess y Ricardo Flores Magn, hijos de un oaxaqueo juarista que haba luchado en el bando libe-ral, pero avecindados en la ciudad de Mxico, donde cursaron estudios ju-rdicos y donde publicaban, desde 1900, el peridico crtico R egeneracin, [Regeneracin, pp. 59-62]. El inicio de sus actividades polticas dio como resultado la radicalizacin de los liberales: Regeneracin agreg a su nombre el subttulo de peridico de combate, lo que acaso motiv su primera clausura; Antonio Daz Soto y Gama, joven abogado potosino, fue encarcelado por un discurso en el que, en forma inusitada, dirigi crticas directas contra Daz. Hacia 1903 extendieron sus crticas a los cientcos y a Bernardo Reyes; adems, comenzaron a cuestionar la conveniencia de la inversin extranjera y a ocuparse del mayor problema social del pas: la situacin de los campesinos y los obreros35. Como respuesta, el gobierno

    33. Manuel Len Snchez; compilador y anotador, Trinidad Snchez Santos. Editoriales de El Pas en 1910, 1911 y 1912, Mxico, Ediciones Len Snchez, 1923.34. James Cockcroft, Precursores intelectuales de la Revolucin Mexicana (1900-1913), Mxico, Siglo XXI Editores, 1971.35. Regeneracin 1900-1918. La corriente ms radical de la revolucin de 1910 a travs de su peridico de combate, Armando Bartra; prl., selec. y notas, Mxico, Editorial Hadise, 1972; Jacinto Barrera Bassols; comp. y prl., Correspondencia de Ricardo Flores Magn, (1904-

  • XXIVTEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    increment la represin, lo que forz a muchos de aquellos liberales a op-tar por el exilio, radicndose en Estados Unidos.

    La experiencia norteamericana fue dramtica y decisiva, con deser-ciones, escisiones y radicalizaciones36. A travs del mismo peridico, Re-generacin, durante un tiempo siguieron proponiendo mtodos paccos de lucha y se mantuvieron anes a la ideologa liberal: as lo demuestra su Programa del Partido Liberal, redactado en 1906 [pp. 63-91]. A par-tir de entonces asumi el liderazgo Ricardo Flores Magn, quien pronto evolucionara hacia la ideologa anarquista37. Son varias las explicaciones de dicho trnsito: sus relaciones eran con miembros de las organizacio-nes socialistas y anarquistas norteamericanas; adems, al residir en un pas ms industrializado que Mxico, Flores Magn y sus allegados tendieron a otorgar la funcin de vanguardia al movimiento obrero y a los intelectuales de clase media ligados a l38, diagnstico inadecuado para un pas rural, lo que los llev a cometer errores de estrategia poltica. Su alejamiento de Mxico se agrav cuando las inuencias que llegaron a tener en el movi-miento obrero se vieron disminuidas por las represiones en Cananea y Ro Blanco. Como resultado de la represin de Cananea fueron encarcelados Manuel M. Diguez y Esteban Baca Caldern, ambos militantes locales del magonismo39, y en Ro Blanco el encarcelado fue Heriberto Jara, quien tambin simpatizaba con el magonismo y con el movimiento obrero.

    1912), Puebla, Mxico, Universidad Autnoma de Puebla, 1989; y J. Barrera Bassols; comp., prl. y notas, Correspondencia 1 (1899-1918), Mxico, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2000. A la fecha, Barrera Bassols se encuentra editando la correspondencia completa de Flores Magn.36. Adems de la obra de J. Cockcroft, Precursores intelectuales, vase Juan Gmez-Qui-ones, Las ideas polticas de Ricardo Flores Magn, Mxico, Ediciones Era, 1977; y William D. Raat, Los revoltosos. Rebeldes mexicanos en los Estados Unidos, 1903-1923, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1988.37. Eduardo Blanquel, Ricardo Flores Magn y la Revolucin Mexicana, y otros ensayos his-tricos, Josena Mac Gregor; prl., sel. y ed., Mxico, El Colegio de Mxico, 2008.38. Adems de las obras citadas en la nota 36, vase Ethel Duffy Turner, Ricardo Flores Magn y el Partido Liberal Mexicano, Morelia, Mxico, Editorial Erandi, 1960; y Salvador Hernndez Padilla, El magonismo: historia de una pasin libertaria, 1900-1922, Mxico, Ediciones Era, 1984.39. Vase La huelga de Cananea, Manuel Gonzlez Ramrez; prl., selec. y notas, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1956.

  • XXVBIBLIOTECA AYACUCHO

    El mayor error estratgico magonista, producto de la radicalizacin y el distanciamiento, consisti en convocar a las armas en 1908, decisin que gener nuevas escisiones. Adems de que el gobierno haba aumentado sus precauciones, incluso inltrando al grupo exiliado, este no hizo los preparativos adecuados dentro del territorio nacional; sobre todo, el lla-mado a la lucha armada estaba fuera de tono, pues despus de la entrevista concedida por Daz al periodista norteamericano James Creelman el pas haba entrado en un optimismo democrtico autntico, en espera de las elecciones de 1910, pues se haba prometido que seran libres, sin la par-ticipacin reeleccionista de don Porrio [El presidente Daz. Hroe, pp. 92-137].

    La represin contra los obreros hizo que los magonistas perdieran bue na parte de sus aun reducidas bases proletarias, y su llamado a las armas acab con la simpata que pudieran haber gozado entre las clases medias. A pesar de que desde 1908 decay su inuencia, es incuestionable su im-portancia histrica: negaron al gobierno de Daz su liacin liberal, lo que erosion notablemente su prestigio; fueron ellos quienes dirigieron las cr-ticas ms constantes y certeras al rgimen porrista; gracias a Regeneracin se concientizaron y politizaron muchos mexicanos; en sus las adquirieron experiencia varios lderes que luego destacaran en la Revolucin Mexica-na como Antonio I. Villarreal; su estancia en Estados Unidos sirvi para minar el prestigio internacional de don Porrio, pues el socialista John Kenneth Turner era uno de sus amigos y cont con un gua magonista para realizar los reportajes que luego conformaran el impactante e inuyente libro Mxico brbaro40 [Los peones del campo, pp. 138-146].

    La autntica importancia poltica no siempre coincide con el prestigio histrico. A diferencia de los magonistas, cuya inuencia declin a partir de 1908, las preferencias de Daz por los cientcos provocaron que los

    40. La mejor edicin, por el apndice documental y las reseas transcritas, es la de la clebre revista Problemas Agrcolas e Industriales de Mxico (Mxico), Talleres Grcos de la Na-cin, v. VII N 2 (1955). Para un anlisis completo de su vida y obra, subrayndose su rela-cin con la Revolucin Mexicana, vase Rosala Velzquez Estrada, Mxico en la mirada de John Kenneth Turner, Mxico, Universidad Autnoma Metropolitana / Consejo Nacional para la Cultura y las Artes / Instituto Nacional de Antropologa e Historia, 2004.

  • XXVITEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    reyistas, hasta entonces leales porristas, se convirtieran en un muy impor-tante grupo opositor. La carrera poltico-militar de Bernardo Reyes haba sido intensa: hasta 1885 realiz labores de pacicacin en varias regiones del pas; durante los siguientes aos fue un exitoso jefe porrista lase procnsul en el noreste del pas, destacando su gubernatura de Nuevo Len; de 1900 a 1903 tuvo un destacado aunque conictivo paso por el gabinete de Daz como secretario de Guerra y Marina, puesto que lo pro-yect a nivel nacional. Este ascenso motiv los celos del grupo cientco, por lo que el secretario de Hacienda, Jos Yves Limantour, disminuy su presupuesto y convenci a don Porrio de que Reyes sera un psimo su-cesor. Sobre todo, introdujo en Daz la desconanza y la suspicacia, al con-vencerlo de sus ambiciones y su deslealtad, y argument que Reyes haba organizado la Segunda Reserva para introducirse en ese amplio sector de la sociedad civil como parte de su estrategia sucesoria, ms que buscando dar educacin militar a los jvenes. Las obvias preferencias de Daz en el conicto entre los cientcos y Reyes hicieron que este renunciara al ga-binete y regresara en 1903 a su gubernatura de Nuevo Len. Sin embargo, ya no sera el gobernador favorito de Daz; todo lo contrario: ahora Reyes encontrara obstculos y crticas orquestadas desde la capital del pas41.

    Consciente de haber perdido el respaldo presidencial y con un proyec-to diferente al de los cientcos, Bernardo Reyes busc sus propios so-portes a partir del diseo de un programa de gobierno distinto: gracias a un par de leyes avanzadas en materia laboral pudo establecer buenas relacio-nes con el movimiento obrero; asimismo, con su moderado naciona ismo foment el desarrollo de la burguesa y de las clases medias autctonas42. Sobre todo, la buena fama de Reyes creci al mismo tiempo que los cient-cos se desprestigiaban por la crisis econmica de 1907 y 1908. De hecho,

    41. Aunque retorn disminuido a la regin y estuvo vigilado desde el centro, durante las elecciones estatales de 1903 cont con la conanza y el apoyo de Daz para reelegirse.42. Vase Eberhardt Victor Niemeyer, El general Bernardo Reyes, Alfonso Rangel Guerra; prl., Monterrey, Nuevo Len, Gobierno del Estado de Nuevo Len / Centro de Estudios Humansticos de la Universidad de Nuevo Len, 1966; Josena G. de Arellano, Bernardo Reyes y el movimiento reyista en Mxico, Mxico, Instituto Nacional de Antropologa e Historia, 1982; y Artemio Benavides Hinojosa, El general Bernardo Reyes. Vida de un liberal porrista, Monterrey, Mxico, Ediciones Castillo, 1998.

  • XXVIIBIBLIOTECA AYACUCHO

    las promesas respecto a la sucesin hechas por Daz mediante su entrevista a Creelman sirvieron para que los numerosos partidarios de Reyes empeza-ran a organizarse y movilizarse, con el objetivo de presionar a don Porrio para que recapacitara y lo escogiera como su vicepresidente en las elec-ciones de 1910: rpidamente surgieron agrupaciones, clubes, peridicos y libros en contra de los cientcos y a favor de Reyes.

    Fue tal la capacidad y fuerza mostradas por sus partidarios, que Daz, preocupado, envi a Reyes comisionado a Europa a nales de 190943. La mayor parte de sus seguidores, al quedar el grupo acfalo, cambi su lia-cin en favor de un movimiento que apenas naca, contrario a la reeleccin y encabezado por un hacendado y empresario coahuilense, Francisco I. Madero. As, el valor de los reyistas radica en que su escisin debilit al rgimen; en que se dedicaron a desprestigiar a los cientcos, grupo ele-gido como sucesor por don Porrio; en que fortalecieron al movimiento antirreeleccionista al traspasarle numerosos cuadros con prestigio y ex-periencia burocrtica, poltica y hasta militar; y en que tal apoyo era mul-ticlasista, con clases altas, medias y bajas, predominantemente urbanas. Algunos de los reyistas importantes que devinieron antirreeleccionistas fueron Venustiano Carranza, Francisco Vzquez Gmez, Luis Cabrera y Jos Ma. Maytorena, entre muchos otros44. De todos los movimientos que antecedieron a la Revolucin Mexicana, el reyista fue, seguramente, el que ms elementos le aport. Es ms, el propio Reyes acus a Madero de haber organizado su movimiento aprovechndose del suyo.

    43. El general Reyes, leal a Daz, acept el 29 de octubre de 1909 una comisin para ir a Eu-ropa a estudiar la organizacin y los sistemas de reclutamiento militar. El 3 de noviembre march rumbo a Nueva York; de ah se dirigira a Cherbourg, para terminar en Pars. Llama la atencin que desde 1903 haba abandonado sus intereses en los temas militares para con-centrarse en el gobierno de Nuevo Len.44. Para los datos biogrcos de estos, y de cualesquiera otros personajes, vase el riqusimo Diccionario histrico y biogrco de la Revolucin Mexicana, Mxico, Instituto Nacional de Estudios Histricos de la Revolucin Mexicana, 1990-1994 (8 v.). Una detenida lectura de este Diccionario sirve para hacer un inventario de los muchsimos revolucionarios, sobre todo en las facciones maderista y carrancista, que tenan antecedentes reyistas.

  • XXVIIITEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    DE LA OPOSICIN A LA LUCHA ARMADA

    Los conictos que haba entre cientcos y reyistas y la tarda concentra-cin de los poderes poltico y econmico se expresaron regionalmente en competidas contiendas electorales en Coahuila, Sinaloa, Morelos y Yuca-tn45. Estos procesos se agravaron y redimensionaron con el surgimiento del movimiento antirreeleccionista, de pretensiones nacionales. La impor-tancia de estas campaas regionales fue mayscula: sirvieron de experien-cia para muchos, facilitaron las primeras alianzas entre los diversos grupos oposicionistas y se formaron numerosos cuadros de gran inuencia en los aos venideros. Su importancia creci cuando pudieron ser integrados en un movimiento general, el que contaba con un lder que se dedic a arti-cularlos en su proyecto. El lder del antirreeleccionismo era Madero, miem-bro de una destacada familia del noreste del pas con inmensos y variados intereses econmicos46. Dado que se beneciaban de la poltica econmica porriana, los Madero tenan una buena relacin con el grupo de los cien-tcos. Sin embargo, sus relaciones con Bernardo Reyes, el hombre fuerte en Nuevo Len y Coahuila, haban sido bastante speras. Aprovechando la prdida de inuencia de Reyes, desde 1904 el joven Madero inici acti-vidades polticas para oponerse electoralmente a las autoridades reyistas en su pueblo San Pedro de las Colonias y en su estado, actividades que obtuvieron la simpata y el discreto apoyo de los cientcos.

    A consecuencia de sus fallidos intentos antirreyistas y de la crisis eco-nmica de 1907 y 1908, y acaso motivado tambin por su espiritismo, Ma-dero radicaliz su oposicionismo: se distanci de los cientcos y lleg a la conclusin de que se deba crear un partido poltico de alcance nacional que se opusiera a la reeleccin de Daz en 1910. Al efecto escribi un libro, La sucesin presidencial en 1910, [Mviles que me han guiado, pp.

    45. Para las oposiciones electorales en Morelos, Coahuila, Yucatn y Sinaloa, vase Josena Mac Gregor, La poltica regional y la crisis porriana, Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad (Zamora, Mxico), v. 6 N 21 (1985), pp. 99-114.46. Mario Cerutti, Burguesa, capitales e industria en el norte de Mxico. Monterrey y su m-bito regional (1850-1910), Mxico, Alianza Editorial / Universidad Autnoma de Nuevo Len - Facultad de Filosofa y Letras, 1992. Vase tambin Jos Vasconcelos, Don Evaristo Madero. Biografa de un patricio, Mxico, Impresiones Modernas, 1958.

  • XXIXBIBLIOTECA AYACUCHO

    147-163] y posteriormente se aboc, durante la segunda mitad de 1909 y los primeros meses de 1910, a la creacin del Partido Nacional Antirre-eleccionista47. Este objetivo lo llev a realizar tres giras para promover la creacin de clubes antirreeleccionistas, los que a su tiempo organizaran convenciones estatales en las que deberan nombrarse delegados ante la convencin nacional en que se constituira formalmente el partido y se designara a sus candidatos para las elecciones presidenciales. Su objetivo era crear un partido desde abajo, de principios, de alcance nacional y no personalista.

    Las giras llevaron a Madero por diversas regiones del pas (vase Mapa 1). En la primera, de mediados de 1909, se dirigi al este, hacia Veracruz, de donde se embarc al sureste, a la pennsula de Yucatn. Dicha gira destac por su visita a lugares conictivos: Orizaba Ro Blanco haba sido teatro de la represin obrera a principios de 1907; en Yucatn haba habido poco antes una campaa militar contra los indios mayas y las condiciones labora-les en las ncas henequeneras eran de las peores del pas; adems, Yucatn acababa de tener una conictiva contienda electoral. La segunda gira tuvo lugar a nales de 1909, y los destinos fueron los estados del occiden te y no-roeste del pas: Jalisco, Colima, Sinaloa, Sonora y Chihuahua48. La carac-terstica principal de esta fue la captacin que Madero hizo de numerosos reyistas, quienes se haban quedado acfalos con la salida de su caudillo rumbo a Europa. El notable crecimiento del antirreeleccionismo a partir

    47. La mejor biografa de Madero sigue siendo la de Stanley Ross, Francisco I. Madero. Aps-tol de la democracia mexicana, Mxico, Editorial Grijalbo, 1959. Tambin es muy apreciable la de Charles Cumberland, Madero y la Revolucin Mexicana, Mxico, Siglo XXI Editores, 1977. Asimismo, debe consultarse el estudio pionero de Jos C. Valads, Imaginacin y realidad de Francisco I. Madero, Mxico, Antigua Librera Robredo, 1960 (2 v.), y el libro de Enrique Krauze, Francisco I. Madero. Mstico de la libertad, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1987. Para documentar su labor poltica, vase su Epistolario, Agustn Yez y Catalina Sierra; eds., Mxico, Ediciones de la Secretara de Hacienda, 1963-1966 (2 v.).48. La obra clsica para esta etapa del antirreeleccionismo fue escrita por un compaero de campaa del propio Madero; vase Roque Estrada, La Revolucin y Francisco I. Madero. Primera, segunda y tercera etapas, Guadalajara, Mxico, Talleres de la Imprenta Americana, 1912. Vanse tambin las obras de S. Ross y Ch. Cumberland citadas en la nota 47. Una reconstruccin de sus discursos, en Obras completas de Francisco Ignacio Madero, edicin de Alejandro Rosas, Mxico, Editorial Clo, 1998-2000 (7 v.).

  • XXXTEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    de la incorporacin de numerosos elementos reyistas, as como de la de al-gunos magonistas que prerieron luchar electoralmente y no con las armas en la mano, orill a Daz a dirigir contra l sus medidas r epresivas. La ter-cera gira, a principios de 1910, por el centro del pas, lo llev a Guana juato, San Luis Potos, Aguascalientes, Zacatecas y Durango. Esta gira se dio ya en un clima de abierta hostilidad. Comprensiblemente, la represin gu-bernamental provoc, al margen de algunas deserciones, la radicalizacin del movimiento antirreeleccionista, que se convirti en partido poltico y design como sus candidatos a Madero y al ex reyista Francisco Vzquez Gmez para la vicepresidencia, [Convencin de 1910, pp. 164-178], frmula que sellaba un cierto pacto entre ambos movimientos49.

    Hasta ese momento Madero haba demostrado tener una gran capa-cidad poltica, pues en poco tiempo haba transitado de la oposicin local y regional a la nacional; adems de haber expandido enormemente su po-pularidad haba terminado por desplazar a otros movimientos oposicio-nistas ms legitimados y experimentados, como lo eran el magonismo y el reyismo, integrando bajo su liderazgo a gran parte de las bases y dirigentes del ltimo de estos movimientos. Ya como candidato presidencial inici otra gira, pero pronto fue aprehendido acusado de incitar a la rebelin y connado en una prisin de San Luis Potos. Durante su encarcelamiento tuvieron lugar las elecciones, resultando reelectos Daz y Ramn Corral. Los antirreeleccionistas clamaron ser vctimas de un fraude [Ciudadanos que integran la mesa de la Primera Junta, pp. 179-189], sin ser atendi-dos por las autoridades50, y poco despus Madero huy a Estados Unidos, refugindose en San Antonio, Texas.

    49. El resultado de la votacin para designar al candidato a la presidencia fue de 159 para Madero, frente a 23 para Toribio Esquivel Obregn y 3 para Fernando Iglesias Caldern. En la votacin para vicepresidente, Francisco Vzquez Gmez obtuvo el voto de 113 de-legados, mientras que Toribio Esquivel Obregn obtuvo 82, Jos Ma. Pino Surez 14, y Fernando Iglesias Caldern 4 votos. Consltese Francisco Vzquez Gmez, Memorias pol-ticas, 1909-1913, edicin facsimilar, Mxico, Universidad Iberoamericana - Departamento de Historia / Ediciones El Caballito (Col. Clsicos de Fragua Mexicana, 5), 1982.50. El 8 de septiembre de 1910 los antirreeleccionistas sometieron al Congreso Nacional un amplio memorial en el que reclamaron por el fraude en las elecciones y por las infracciones cometidas a la ley electoral, exigiendo especialmente la nulidad de las elecciones para presidente y vicepresidente de la Repblica.

  • XXXIBIBLIOTECA AYACUCHO

    Madero y un pequeo grupo de ntimos redactaron all un plan, [Plan de San Luis Potos, pp. 190-199] en el que se convocaba a la lucha arma-da, el que fecharon antes de su salida de San Luis Potos para evitar ser acusados por las autoridades norteamericanas de organizar una rebelin en su territorio contra un pas con el que se tenan plenas relaciones di-plomticas, adems de cuantiosos tratos comerciales. Cmo se explica que apelara a las armas un pacista convencido de los males que estas aca-rrean a los pases y de que el nico procedimiento adecuado era la lucha democrtica? Con quines pens Madero que se hara esta lucha arma-da? Imagin las secuelas que traera la violencia? Acaso la explicacin se encuentre en el perl de los redactores del Plan, entre los que haba antirreeleccionistas, ex reyistas y hasta ex magonistas, mientras que pro-fesionalmente haba abogados y militares51; por ltimo, socialmente eran miembros de las clases medias, a excepcin del propio Madero, pertene-ciente a la alta burguesa. Esto explica la compleja naturaleza del Plan, el que hace un llamado a las armas al mismo tiempo que propone una lucha contenida. Es indudable que Madero, y casi todo su movimiento, hubieran preferido una transicin pacca a la alternancia52. Madero saba que sus bases eran mayoritariamente de clase media urbana, pues en las giras solo haba entrado en contacto con este sector social. Como era previsible, el llamado a las armas para el 20 de noviembre de 1910 no fue secundado por sus seguidores antirreeleccionistas, pues no reunan las condiciones ade-cuadas para una aventura armada; adems, ser conocidos como maderistas y habitar en poblaciones urbanas los haca vulnerables: la muerte de los

    51. Los testimonios fundamentales aseguran que en la redaccin del Plan de San Luis Poto-s participaron compaeros cercanos de Madero, entre los que se encontraban el ex reyista capitalino y aspirante a abogado, Juan Snchez Azcona; el abogado y militar guanajuatense, simpatizante del magonismo, Enrique Bordes Mangel; y el abogado Roque Estrada, quien despus de ser miembro del Partido Liberal Mexicano se uni al maderismo.52. El mismo da que fech el Plan de San Luis Potos dirigi Madero una proclama al Ejrcito Federal, invitndolo a luchar y ofrecindole ascensos. De haber atendido su llamado, en lo que conaba por el enorme nmero de militares que rechazaban a los cientcos, abiertamente civilistas y contrarios de Bernardo Reyes, no habra habido combatientes que encarnaran la lucha. Vase Proclama de Francisco I. Madero al Ejrcito Libertador, Planes polticos y otros documentos, prlogo de Manuel Gonzlez Ramrez, Mxico, Fondo de Cultura Econ-mica (Col. Fuentes para la Historia de la Revolucin Mexicana, I), 1954, pp. 47-49.

  • XXXIITEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    hermanos Serdn53, en Puebla, fue una cruel advertencia gubernamental y un paradigma del sacricio que esperaba a los antirreeleccionistas citadi-nos que se involucraran con la rebelin.

    El impacto de la muerte de Aquiles Serdn fue grave, al grado de poder armarse que el llamado a las armas ya no tuvo mayor eco entre los anti-rreeleccionistas. A diferencia de en la etapa electoral, falt organizacin para iniciar una lucha armada. Sin embargo, esta s se desarroll en la regin montaosa del occidente de Chihuahua, extendindose luego la violencia a otras zonas del estado e incluso a las entidades vecinas: Sonora, Durango y Coahuila. Obviamente, el perl social de los alzados era distinto: popular y ru ral; sus reclamos tambin fueron diferentes a los de los antirreeleccionis-tas originales: la salida de Daz les importaba mucho menos que la mejora de sus condiciones socioeconmicas. Si durante los primeros tres meses los grupos alzados eran pequeos, estaban mal armados y desorganizados, y practicaban las tpicas tcticas guerrilleras, en febrero de 1911 Madero nalmente penetr al pas para asumir el liderazgo de la lucha, mejorando con ello la organizacin del movimiento. A partir de entonces crecieron las dimensiones de los grupos alzados, lo que les permiti atacar poblaciones mayores y enfrentar combates formales54; sobre todo, surgieron movimien-tos en otras partes del pas [La revolucin maderista, pp. 200-211], destacando las zonas de Guerrero y Morelos55 (vase Mapa 1).

    53. Documentos del archivo personal de Aquiles Serdn, Antonio Pompa y Pompa; comp., Mxico, Instituto Nacional de Antropologa e Historia / Instituto Poblano de Antropologa e Historia, 1960; Manuel Fras Olvera, Aquiles de Mxico, Mxico, Instituto Nacional de Estudios Histricos de la Revolucin Mexicana, 1978; y David G. LaFrance, Francisco I. Ma-dero y la Revolucin Mexicana en Puebla, Mxico, Universidad Autnoma de Puebla, 1987.54. Tambin pudo ser que el crecimiento de la lucha haya convencido a Madero de que haba llegado el momento oportuno para penetrar al pas.55. Una obra rica en documentos es la de Miguel A. Snchez Lamego, Historia militar de la Revolucin Mexicana en la poca maderista, Mxico, Instituto Nacional de Estudios His-tricos de la Revolucin Mexicana (Col. Biblioteca del Instituto Nacional de Estudios Hist ricos de la Revolucin Mexicana, 67), 1976-1977 (3 v.). Vase tambin Luis Muro y Berta Ulloa, Gua del ramo Revolucin Mexicana, 1910-1920, del Archivo Histrico de la De-fensa Nacional y de otros repositorios del gabinete de manuscritos de la Biblioteca Nacional de Mxico, Mxico, El Colegio de Mxico - Centro de Estudios Histricos, 1997. Un detallado estudio de la lucha armada maderista es el de Santiago Portilla, Una sociedad en armas. In-surreccin antirreeleccionista en Mxico, 1910-1911, Mxico, El Colegio de Mxico - Centro

  • XXXIIIBIBLIOTECA AYACUCHO

    Sera un error sostener una visin dicotmica, que atribuyera a la lu-cha electoral un contenido exclusivo de clases medias urbanas, y a la lucha armada solo un componente procedente de los sectores populares rurales. Lo cierto es que la Revolucin tuvo una apreciable participacin pluricla-sista, porque las crisis poltica, econmica y social haban afectado a todas las clases sociales, rurales y urbanas. Adems de Madero, en Coahuila par-ticip Venustiano Carranza, miembro de la lite poltica local y ejemplo de los reyistas que se pasaron al antirreeleccionismo. En Sonora destac la participacin de Jos Mara Maytorena, miembro de una de las familias de la oligarqua estatal56, pero distanciado del rgimen porrista por haber sido relegado del poder estatal y de sus benecios.

    El que hayan sido hacendados los dirigentes del maderismo en los esta-dos norteos de Coahuila y Sonora se debe a ciertas peculiaridades: por un lado, debido a los constantes ataques de los indios brbaros residentes en la faja fronteriza, muchos hacendados norteos tenan, ante la poca presencia de las autoridades, la costumbre de nanciar y de coordinar las campaas militares para repeler al enemigo comn, en las que participaban los ran-cheros, los colonos agrcola-militares, los habitantes de los pueblos libres, los medieros y los diversos empleados de las haciendas. De otra parte, dada la poca densidad demogrca y la gran disponibilidad de tierras, en el norte fueron pocas las usurpaciones sufridas por los pueblos libres y los pequeos y medianos propietarios. Para los peones, jornaleros, aparceros, rancheros y habitantes de las colonias agrcola-militares y de los pueblos libres, los hacendados no se caracterizaban por haberles arrebatado sus tierras sino por darles proteccin fsica o trabajo relativamente bien remu-nerado57. Adems, dada la lejana de la capital del pas y las deciencias

    de Estudios Histricos, 1995. Para la zona de Morelos y Guerrero vase J. Womack, op. cit.; Francisco Pineda Gmez, La irrupcin zapatista. 1911, Mxico, Ediciones Era, 1997; y Fe-lipe Arturo vila, Los orgenes del zapatismo, Mxico, El Colegio de Mxico / Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 2001.56. Vase Hctor Aguilar Camn, La frontera nmada: Sonora y la Revolucin Mexicana, Mxico, Siglo XXI Editores, 1977. Tambin vase Laura Alarcn Menchaca, Jos Mara Maytorena. Revolucionario notable o notable revolucionario?, tesis de maestra en Histo-ria, Mxico, Universidad Iberoamericana, 2000.57. La servidumbre agraria, op. cit.

  • XXXIVTEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    en las comunicaciones, la inmensa regin nortea haba gozado hasta los inicios del siglo XX de una gran autonoma. La debilidad de las institucio-nes estatales haba provocado que los hacendados heredaran algunos de los papeles desempeados por los caudillos de principios y mediados del siglo XIX. Solo as se explica que las otras clases sociales norteas hayan acudido a nales de 1910 y principios de 1911 al llamado a las armas hecho por hacendados como Madero y Maytorena.

    Esta particularidad regional no puede ser generalizada ni prolongada indenidamente. A nales del Porriato aument la presencia de las au-toridades e instituciones estatales, modicndose la anterior colaboracin entre las diversas clases sociales norteas y perdindose parte de la autono-ma, para algunos mera autarqua, para otros libertad de que gozaban.

    De otra parte, la pacicacin de los indios brbaros tambin hizo que esa vieja colaboracin militar ya no fuera imprescindible. Al mismo tiempo, el crecimiento demogrco y la posibilidad de enviar carne a mercados distantes, gracias al ferrocarril, hizo que en lugares como Chihuahua los ha-cendados comenzaran a usurpar las tierras de sus vecinos, o que impidieran el acceso de estos a sus pastizales. Esta condicin particular explica dos si-tuaciones: que en Chihuahua ningn hacendado encabezara la lucha arma-da, y que en esa regin la lucha tuviera buena dosis de radicalismo popular. Acaso esto explique, al menos parcialmente, el protagonismo nor teo a lo largo del decenio armado de la Revolucin, a pesar de que en esa regin no se padecan las peores condiciones socioeconmicas del pas. Obviamente, la actitud de los hacendados durante la primera fase de la Revolucin dist de ser homognea: en el centro del pas haba una vieja competencia por la tierra entre las haciendas y las numerossimas comunidades rurales. Ms que colaboracin, all haba confrontacin, la que se agrav dramticamen-te a partir de 1910. En el sur del pas era tal la dependencia de los pueblos a sus caciques y a los nqueros y hacendados vecinos, que prerieron el mantenimiento del statu quo a involucrarse en la violencia revolucionaria.

    Por lo que se reere a las clases medias, las rurales y pueblerinas f ueron mucho ms activas en la lucha armada58 que las urbanas, cuyo protagonis-

    58. Alan Knight, La Revolucin Mexicana. Del Porriato al nuevo rgimen constitucional, Mxico, Editorial Grijalbo, 1996 (2 v.).

  • XXXVBIBLIOTECA AYACUCHO

    mo se dio durante la etapa electoral. Ambas haban sido golpeadas por la crisis econmica de 1907 y 1908. Los rancheros propietarios vieron au-mentar sus impuestos; los rancheros arrendatarios vieron crecer el costo del arriendo; los medieros y aparceros vieron endurecerse las condiciones contractuales que tenan con los hacendados. Adems de que algunos to-maron las armas, como el arriero Pascual Orozco59, otros fueron los que in-trodujeron a los sectores populares en el proceso revolucionario: el mayor ejemplo de tal mediacin fue Abraham Gonzlez60.

    Por lo que se reere a las clases medias urbanas, estas sobresalieron como polticos, organizadores e idelogos. Adems de profesionistas in-conformes, no fueron pocos los profesores y periodistas antiporristas. Adems de la crisis econmica de 1907 y 1908, les afectaba el carcter cerrado y excluyente del aparato poltico; de otra parte, las inversiones norteamericanas muchas veces llegaron junto con empleados y tcnicos suyos, lo que provoc el enojo de nuestras clases medias. Entre las clases bajas participaron ms los campesinos que los obreros, seguramente por lo aun reducido de la industria nacional. La lucha armada antiporrista se concentr en el norte, primero en Chihuahua y luego en Coahuila, Du-rango y Sonora, as como en el centro-sur del pas; o sea, en el estado de Morelos y zonas vecinas. La composicin social del ejrcito sureo tena como elemento fundamental a los pueblos, algunos de ellos con graves conictos agrarios con las haciendas vecinas, pero todos ellos con una sli-da organizacin comunal, con sus propios lderes y sus fuerzas defensivas, las que sumadas conformaran el llamado ejrcito zapatista61. En el norte la composicin social de los alzados fue muy heterognea, popular pero no necesariamente campesina. Participaron muchos jornaleros, los habitan-

    59. Michael C. Meyer, El rebelde del norte. Pascual Orozco y la revolucin, Mxico, Universi-dad Nacional Autnoma de Mxico - Instituto de Investigaciones Histricas, 1984.60. Francisco R. Almada, Vida, proceso y muerte de Abraham Gonzlez, Mxico, Instituto Nacional de Estudios Histricos de la Revolucin Mexicana, 1967; y William Beezley, Re-volutionary Governor: Abraham Gonzlez and the Mexican Revolution in Chihuahua, 1909-1913, tesis de doctorado en Filosofa, Lincoln, Nebraska, University of Nebraska, 1969.61. Vase J. Womack, op. cit.; Miguel A. Snchez Lamego, Historia militar de la revolucin zapatista bajo el rgimen huertista, Mxico, Instituto Nacional de Estudios Histricos de la Revolucin Mexicana, 1979; F. Pineda Gmez, op. cit.; F.A. vila, op. cit.

  • XXXVITEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    tes de colonias militares como las de Cuchillo Parado, Janos y Namiquipa, en Chihuahua, los vaqueros, mineros62, ferrocarrileros, arrieros y algunos obreros. Por sus diferencias sociales, los ejrcitos populares del norte y del sur tenan reclamos y banderas propias.

    A principios de 1911 ya haba grupos operando en numerosos puntos del pas, lo que aunado a la destruccin de las lneas frreas y telegr-cas dicultaba su represin. Por la desconanza de Daz contra Reyes el Ejrcito Federal haba sido castigado presupuestalmente y los numerosos ociales reyistas haban sido trasladados a regiones aisladas o retirados del mando directo de tropas, lo que rest efectividad al envejecido ejrcito, enmohecido adems por tantos aos de paz. Don Porrio era consciente de estas limitaciones, y sabedor adems de la simpata de las autoridades norteamericanas por el movimiento maderista, resolvi hacer algunas con-cesiones cambi casi todo su gabinete, prohibi la reeleccin y ofreci una revisin de la estructura de la propiedad agraria e iniciar negociacio-nes con representantes de los alzados con el objetivo de restablecer la paz [Llegada de Vzquez Gmez, pp. 212-220]. Adems de anacrnicas, las concesiones fueron una prueba fehaciente de su debilidad.

    La cada de la poblacin fronteriza de Ciudad Jurez durante la segun-da semana de mayo fortaleci la capacidad negociadora de los rebeldes63. Al saberse que nalmente Daz haba aceptado presentar su renuncia, muchos decidieron incorporarse a los alzados aunque fuera tardamente, esperando con ello obtener algunos benecios. A su vez, la noticia paraliz al Ejrcito Federal y a muchas autoridades locales, trayendo como consecuencia un alto nmero de tomas incruentas de poblaciones durante la tercera semana del mes, como Mazatln, Cananea, Torren y Durango, proceso que se agudiz luego de rmarse los llamados Tratados de Ciudad Jurez, a nales de aquel mayo de 1911 [[Tratados de Ciudad Jurez, pp. 221-222], por los que se acept la renuncia de Daz, y con ello el triunfo de la lucha.

    62. F.X. Guerra, Territorio minado (Ms all de Zapata en la Revolucin Mexicana), Nexos (Mxico), v. 6 N 65 (1983), pp. 31-47.63. Toribio Esquivel Obregn, Democracia y personalismo. Relatos y comentarios sobre pol-tica actual, Javier Garciadiego; prl., Mxico, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Col. Memorias Mexicanas), 1997.

  • XXXVIIBIBLIOTECA AYACUCHO

    El proceso militar implic la transformacin de la naturaleza del mo-vimiento antirreeleccionista. Dado que cambi de oposicin electoral a rebelin, los participantes y los escenarios tuvieron que ser otros: el mo-vimiento urbano y de clase media devino lucha rural y popular. Surgieron nuevos lderes, ms aptos para una lucha armada rural y quienes no haban participado en el antirreeleccionismo electoral, o que no lo haban hecho de manera destacada. Fue entonces cuando aparecieron, protagnicamente, gente como el arriero y comerciante chihuahuense Pascual Orozco; como Pancho Villa, quien en cierto sentido era un bandolero nacido en Duran-go y que operaba en Chihuahua, donde haba desempeado tambin una amplia cantidad de ocios y trabajos, y como Emiliano Zapata, domador de potros que encabezaba los reclamos agrarios de su pueblo, San Miguel Anenecuilco, en Morelos. En trminos sociales, implic la incorporacin de rancheros norteos, de miembros de las viejas colonias militares, de medieros y aparceros, jornaleros, vaqueros, ferrocarrileros, mineros res-ponsables seguramente de los ataques dinamiteros contra las vas frreas, de obreros, artesanos y profesores rurales, o de rancheros sureos como los hermanos Figueroa, en el estado de Guerrero y de numerosos habi-tantes de las comunidades campesinas del centro y sur del pas, como los hermanos Zapata y Genovevo de la O64.

    La participacin de los grupos sociales populares, distintos de las pri-meras bases del antirreeleccionismo y muy poco anes a Madero, forz que rpidamente se acordara el nal de la lucha y la desmovilizacin y el desarme de los alzados. A pesar de lo deseado por las autoridades guber-

    64. Para la participacin de los ex colonos militares, vase Friedrich Katz, Pancho Villa, Mxico, Ediciones Era, 1998 (2 v.). Para la de los rancheros norteos, A. Knight, op. cit. Para el proletariado agrcola, William Meyers, Forja del progreso, crisol de la revuelta. Los orgenes de la Revolucin Mexicana en la Comarca Lagunera, 1880-1911, Mxico, Gobierno del Estado de Coahuila / Instituto Estatal de Documentacin del gobierno de Coahuila / Instituto Nacional de Estudios Histricos de la Revolucin Mexicana / Universidad Ibe-roamericana, 1996. Sobre los mineros, el ensayo de F.X. Guerra, Territorio minado. Respecto a la de los rancheros del estado de Guerrero, vase Ian Jacobs, La Revolucin Mexicana en Guerrero. Una revuelta de los rancheros, Mxico, Ediciones Era, 1990. Para las comunidades campesinas del centro de Mxico, consltese la obra de J. Womack, Zapata Tambin vase el boceto biogrco hecho por Enrique Krauze con el ttulo Emiliano Zapa-ta. El amor a la tierra, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1987.

  • XXXVIIITEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    namentales y por Madero y los otros lderes antirreeleccionistas origina-les, los grupos populares se haban involucrado indefectiblemente en el proceso. De hecho, a una movilizacin que reclamaba paccamente un cambio poltico la haban convertido en un proceso revolucionario. Las diferencias entre ambos momentos fueron tan profundas que obligan a denir la Revolucin Mexicana como un proceso caracterizado por sus discontinuidades, sus variantes regionales y su participacin pluriclasista.

    LOS CAMBIOS INICIALES

    En los llamados Tratados de Ciudad Jurez se pact que Daz sera sus-tituido, de acuerdo con la Constitucin, por su secretario de Relaciones Exteriores, Francisco Len de la Barra, quien tendra como principales responsabilidades llevar a cabo el desarme y la desmovilizacin de las fuer-zas maderistas y organizar las nuevas elecciones65 [Maniesto del licencia-do, pp. 223-225]. Lo primero result un proceso muy complicado: de los cerca de 60 mil rebeldes reconocidos, solo 16 mil fueron organizados en nuevos cuerpos Rurales66. El resto regres a la vida civil y pacca lue-go de recibir unas muy modestas graticaciones. Comprensiblemente, los principales alzados se mostraron inconformes con los acuerdos de Ciudad Jurez y sus secuelas: Pascual Orozco y sus lugartenientes y seguidores fueron relegados una vez obtenido el triunfo; peor an, consideraron in-sucientes los benecios logrados; a su vez, Emiliano Zapata y los alzados en la regin de Morelos se negaron a disolverse y a entregar sus armas antes de que les devolvieran las tierras que consideraban como usurpadas por los hacendados, actitud que los enfrent al gobierno interino de Len de la Barra, y a Madero en su funcin de mediador.

    65. Peter V.N. Henderson, In the Absence of Don Porrio. Francisco Len de la Barra and the Mexican Revolution, Wilmington, Delaware, Scholarly Resources, 2000.66. La polica montada rural de Mxico conocidos como Rurales era una organizacin que particip en la pacicacin del agro mexicano y se encarg de mantener el orden social interno; esto es, vigilaba caminos, vas frreas, carreteras, fundos mineros y haciendas, para mantener, en buena medida, la paz social. Vase Paul J. Vanderwood, Los Rurales: pro-ducto de una necesidad social, Historia Mexicana (Mxico), v. 22 N 1 (1972), pp. 34-51.

  • XXXIXBIBLIOTECA AYACUCHO

    Respecto a las nuevas elecciones, Madero decidi transformar el Par-tido Nacional Antirreeleccionista en uno llamado Partido Constitucional Progresista; decidi tambin que para esta segunda contienda su compa-ero de frmula ya no fuera Francisco Vzquez Gmez sino Jos Mara Pino Surez, abogado y periodista nacido en Tabasco pero radicado en Yucatn, donde colabor destacadamente con el movimiento antirreelec-cionista67. Resulta cuestionable la pertinencia de ambas decisiones: si bien es cierto que ya no se peleaba contra un aspirante a reelegirse, pues don Porrio estaba exiliado en Europa desde mediados de ao68, en ausencia de un proyecto propositivo de gobierno el principio antirreleccionista, aunque fuera de carcter negativo, haba mostrado sus cualidades uni-cadoras; adems, el Partido Antirreeleccionista tena entonces una imagen muy positiva, ganadora, incluso heroica. De otra parte, el rompimiento con Vzquez Gmez fue desilusionante para muchos maderistas por el procedimiento seguido; peor an, provoc el alejamiento de muchos ex reyistas, muy experimentados, cualidad poltica de la que careci el equi-po de Madero durante su administracin presidencial. Pese a todo, este obtuvo un triunfo arrollador en las elecciones de octubre de 1911, aunque es indudable que cuando accedi al poder ya haba perdido muchos poten-ciales colaboradores experimentados. Para colmo, tambin haba perdido el apoyo de dos importantsimos grupos populares en la lucha armada con-tra Daz: el orozquismo y el zapatismo69.

    La presidencia de Madero, iniciada a nales de 1911 y concluida vio-lentamente en febrero de 1913, se distingui por las transformaciones po-lticas a que dio lugar. Efectivamente, llegaron al gabinete jvenes perte-necientes a un sector social inferior al de los ministros porrianos, lo que explica que tuvieran distinta ideologa. La libertad electoral impulsada por Madero y el derrumbe del grupo porrista permitieron la llegada de gobernadores muy diferentes a los anteriores, y lo mismo podra decirse

    67. Diego Arenas Guzmn, Jos Mara Pino Surez, Mxico, Secretara de Educacin P-blica, 1969.68. Carlos Tello Daz, El exilio: un relato de familia, Mxico, Editorial Cal y Arena, 1993.69. J. Womack, op. cit.; M.C. Meyer, op. cit.; F. Pineda Gmez, op. cit.; F.A. vila, op. cit.

  • XLTEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    de los diputados y senadores70. Asimismo, tuvo gran importancia el des-plazamiento de los viejos jefes polticos por nuevas autoridades locales electas libremente. Si a esto se agrega la integracin de los nuevos cuerpos Rurales, conformados por ex rebeldes antiporristas, tendr que aceptarse que la salida de Daz trajo, a la vuelta de algunos meses, la transformacin de casi toda la pirmide de poder71, no obstante la sobrevivencia de varios polticos porrianos, unos reciclados y otros ahora en funciones oposicio-nistas. En trminos sociales puede concluirse que, si bien hacia 1911 y 1912 las clases medias irrumpieron en el aparato gubernativo y en la toma de decisiones, los obreros y los campesinos siguieron marginados del proceso poltico.

    Consecuentemente, la presidencia de Madero trajo prcticas polti-cas ms democrticas: hubo elecciones libres y libertad de expresin; el Poder Ejecutivo dej de dominar al Legislativo72 y al Judicial, y el poder central dej de imponerse a las autoridades estatales y locales. Con todo, esa libertad electoral, la mayor experiencia y la mejor organizacin de los polticos del viejo rgimen permitieron que triunfaran en algunas contien-das electorales, parlamentarias y publicitarias sobre los de nuevo cuo, inexpertos y desorganizados, carentes de un programa propositivo que los cohesionara. La principal consecuencia fue el enorme nmero de conic-tos polticos que caracterizaron la inestable presidencia de Madero.

    Junto a estos cambios en la esfera poltica, Madero y las nuevas auto-ridades trajeron proyectos novedosos en materia agraria y obrera. Madero,

    70. Recurdese que Madero pas parte de su presidencia con la XXV Legislatura, electa a mediados de 1910, junto con Daz y Corral, y parte con la clebre XXVI Legislatura, electa a mediados de 1912.71. Un buen seguimiento de estos cambios polticos en la regin del centro del pas es el hecho por Mnica Blanco, Revolucin y contienda poltica en Guanajuato (1908-1913), M-xico, El Colegio de Mxico / Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1995.72. La legislatura maderista, plural e independiente, ha sido analizada por Josena Mac Gregor, La XXVI Legislatura. Un episodio en la historia legislativa de Mxico, Mxico, Ins-tituto de Investigaciones Legislativas / Cmara de Diputados LII Legislatura, 1983. Va-se tambin Pablo Piccato, Congreso y revolucin, Mxico, Instituto Nacional de Estudios Histricos de la Revolucin Mexicana, 1991. Un testimonio de la poca es el de Flix F. Palavicini, Los diputados. Lo que se ve y lo que no se ve de la Cmara. Los ms importantes discursos, Mxico, Tipografa El Faro, s.a.

  • XLIBIBLIOTECA AYACUCHO

    hacendado algodonero y miembro de una familia empresarial, era partida-rio de la propiedad privada de la tierra. Capitalista defensor del liberalis-mo, no conaba en la propiedad comunal agraria y sostena que lo ptimo para el pas sera construir un sistema dominado por pequeos y medianos propietarios, junto con hacendados ecientes y modernos. Para Madero el problema de la distribucin de la tierra era importante pero no grave, por lo que las propuestas de solucin no deban tomarse en forma precipitada sino estudiarse pensando en resolverlo a mediano plazo [Programa de trabajos, pp. 226-241]. Ms que en la restitucin de las tierras usur-padas, Madero conaba en la venta de terrenos nacionales y en la disolu-cin del latifundismo ineciente mediante su venta, como resultado del aumento de los impuestos. Obviamente, durante la presidencia de Madero hubo otras propuestas de solucin del problema agrario, gubernamentales y oposicionistas, y de moderadas a radicales73.

    En tanto liberal y demcrata, Madero fue respetuoso de los derechos organizativos de los obreros y pretendi que estos mejoraran sus salarios y sus condiciones laborables, pero sin afectar gravemente las nanzas de los industriales; adems, su gobierno comenz a actuar como rbitro en los conictos entre los empresarios y sus trabajadores, para lo que se cre el De partamento del Trabajo. El resultado fue que durante 1912 aument el nmero de las organizaciones obreras [La Casa del Obrero, pp. 242-245] y hubo muchas huelgas74. Obviamente, algunos obreros aprove-charon el nuevo contexto poltico nacional para crear organizaciones radi-cales abiertamente contrarias al gobierno, destacando la Casa del Obrero Mundial, de orientacin anarquista75. Lo mismo sucedi en el escenario

    73. Jess Silva Herzog, El agrarismo mexicano y la reforma agraria. Exposicin y crtica, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1959; y Manuel Gonzlez Ramrez, La revolucin social de Mxico, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1960-1966 (3 v.), v. III. El pro-blema agrario. Algunas de las principales propuestas agrarias de los aos 1911 y 1912, en J. Silva Herzog, La cuestin de la tierra, Mxico, Instituto Mexicano de Investigaciones Econmicas, 1960-1962 (4 v.).74. Barry Carr, El movimiento obrero y la poltica en Mxico, 1910-1929, Mxico, Secretara de Educacin Pblica, 1976 (2 v.); y Ramn Eduardo Ruiz, La Revolucin Mexicana y el movimiento obrero, 1911-1923, Mxico, Ediciones Era, 1978.75. Alberto Morales Jimnez, La Casa del Obrero Mundial. Ensayo histrico, Mxico, Insti-tuto Nacional de Estudios Histricos de la Revolucin Mexicana, 1982.

  • XLIITEXTOS DE LA REVOLUCIN MEXICANA

    rural: con el enorme aumento del capital poltico de las masas campesi-nas, logrado por su participacin en la lucha armada contra Daz y con la prdida de inuencia de los hacendados, en ese ao cambi la balanza de fuerzas en el campo: hubo numerosas ocupaciones de las tierras antes reclamadas como usurpadas, y muchas solicitudes de aumento de jornales; para su desgracia, los hacendados no contaron con el apoyo irrestricto de las autoridades, pues ya no estaban los viejos jefes polticos ni los anti-guos rurales para respaldarlos.

    Sin embargo, las propuestas reformistas de Madero dejaron insatis-fechos a casi todos los grupos polticos y clases sociales del pas, lo mismo que a los diplomticos e inversionistas extranjeros. Los hacendados y em-presarios vean tales reformas como un precedente peligroso; los obreros y campesinos que antes haban apoyado a Madero, los primeros durante el perodo electoral y los segundos en la fase armada, las consideraron in-sucientes. Esa insatisfaccin generalizada se tradujo en crticas abiertas y constantes, sobre todo en la prensa y en la tribuna parlamentaria, o en movimientos de oposicin a Madero; incluso en rebeliones armadas. Las principales oposiciones violentas que padeci el gobierno fueron cuatro: dos encabezadas por beneciarios del rgimen porrista: Bernardo Reyes y Flix Daz, y dos por alzados antiporristas desilusionados: Emiliano Zapata y Pascual Orozco76. Si los primeros pelearon para recuperar su po-dero, los segundos lo hicieron para que su nueva fuerza se tradujera en puestos polticos y, sobre todo, trajera inmediata satisfaccin a sus viejos reclamos socioeconmicos. Las luchas de Reyes y Flix Daz no fueron reaccin directa contra las moderadas reformas agrarias y laborales made-ristas. De hecho, Reyes comenz a preparar su lucha desde antes de que Madero asumiera la presidencia y delineara su proyecto gubernamental. Reyes crea que en ausencia de Daz a l le corresponda gobernar el pas; no reconoca mritos ni capacidades a ningn otro, y menos a Madero, a quien acusaba de haberle usurpado su movimiento oposicioni