Discurso Un Dios de Milagros

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7/23/2019 Discurso Un Dios de Milagros http://slidepdf.com/reader/full/discurso-un-dios-de-milagros 1/3 de ellos. Y ven algo divino en cada hombre y son siempre, inocentemen- te, increí blemente agradecidos13 . Miqueas, el profeta del Antiguo Testamento, al igual que nuestro pro- feta viviente, el presidente Hinckley, se preocupaba por nutrir el desarrollo de la humildad. A su pueblo, dijo: Oh hombre, él te ha declarado lo que es bueno, y qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios14 . Que Dios nos bendiga a todos para que nos humillemos ante Dios y ante todos los hombres. Testifico que el presidente Gordon B. Hinckley es un profeta verdadero y que su consejo Sean humildes proviene de Dios. Testifico que Jesucristo, el manso y dócil Hijo de Dios, personifica la hu- mildad. S é  que ser á  en humildad que un dí a nos arrodillaremos a los pies del Salvador para ser juzgados por Él 15 . Que vivamos para estar prepara- dos para ese humilde momento, es mi oraci ón, en el nombre de Jesucristo. Amén. NOTAS 1. Neal A. Maxwell, Los artificios y las tentaciones del mundo, Liahona, enero de 2001, pág. 43; Dallin H. Oaks, El desaf í o de lo que debemos llegar a ser  , Liahona, enero de 2001, p á gs. 40 43. 2. Albert Choules, Jr., minutas no pu- blicadas de una reunión del Quórum de los Setenta, 15 de abril de 1993. 3. The Screwtape Letters, 1982, págs. 6263. 4. Mateo 18:1, 4. 5. Mosí ah 3:19. 6. Véase Truman G. Madsen, Hugh B. BrownYouthful Veteran, New Era , abril de 1976, pág. 16. 7. Presidente Ezra Taft Benson, Cuidaos del orgullo, Liahona , mayo de 1989, p á g. 6. 8. Mere Christianity, 1960, pág. 95. 9. 2 Nefi 33:11. 10. Juan 3:30. 11. Véase Mormón 9:31. 12. Moisés 1:10. 13. The Works of John Ruskin, ed. E. T. Cook y Alexander Weddenburn, 39 tomos, 19031912, tomo 5, pág. 331. 14. Miqueas 6:8. 15. Véase Mosí ah 27:31; D. y C. 88:104. T al como Moroni de antaño, creo en un Dios de milagros. Moroni escribi ó  a la gente de nuestra dispensación: Mas he aquí ,  yo os mostraré un Dios de milagros y es ese mismo Dios que creó los cielos y la tierra, y todas las cosas que hay en ellos  (Mormón 9:11). Moroni proclamó que Jesucristo hizo muchos milagros grandiosos, que por mano de los apóstoles se realizaron potentes milagros, y que un Dios que es el mismo ayer, hoy y siempre, debe ser un Dios de milagros también hoy (véase Mormón 9:18; 9:9). Piensen en los milagros del Antiguo Testamento. Recuerden a Moisés al dividir el Mar Rojo. Para todas las generaciones futuras de is- raelitas, los grandes milagros que lle- varon a su liberaci ó n de Egipto proporcionaron una prueba innega- ble de la existencia de Dios y de Su amor por ellos. Muchos profetas del Libro de Mormón, incluso Nefi, señalaron el relato de Moisés para infundir fe y creencia en un Dios que podrí a libe- rar a Su pueblo de sus aflicciones (véase 1 Nefi 4:13). Otros profetas del Libro de Mormón le recordaron al pueblo que ellos mismos hab í an sido testigos de milagros que debí an convencerlos del poder de Dios. En el Nuevo Testamento, el ap ó s- tol Juan dio a saber la razón por la cual registraba muchos de los mila- gros del Salvador; concretamente, para que cre á is que Jes ú s es el Cristo (Juan 20:31). En esta dispensación, somos testi- gos del gran milagro de la restaura- ci ó n del Evangelio de Jesucristo sobre la tierra, el cual comenz ó cuando un jovencito fue a una arbo- leda, cerca de Palmyra, Nueva York,  y volc ó su corazón en preguntas a un Dios que é l cre í a podr í a contes- tarle: un Dios de milagros. Y han se- guido ocurriendo milagros en esta dispensaci ó n grandiosos mila- gros entre ellos la salida a luz del Libro de Mormón, el cual es en sí otro Testamento de Jesucristo. De igual importancia que esos grandiosos milagros, son los mila- gros privados más peque ños que nos enseñan a tener fe en el Señor; éstos se reciben al reconocer y dar oí do a los susurros del Esp í ritu en nuestra vida diaria. Estoy agradecida por el maestro que alentaba a sus alumnos a llevar un diario personal de los susurros o la inspiración del Espí ritu en la vida de ellos. Él nos indicaba que anotá- ramos lo que hab í amos sentido y cu á l hab í a sido el resultado. Las cosas pequeñas se hicieron eviden- tes. Un dí a me encontraba suma- mente apresurada para terminar Un Dios de milagros Sydney S. Reynolds Primera Consejera de la Presidencia General de la Primaria Creo que todos nosotros podemos testificar de esos peque ños milagros. LIAHONA 12

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de ellos. Y ven algo divino en cadahombre y son siempre, inocentemen-te, increí blemente agradecidos”13.

Miqueas, el profeta del AntiguoTestamento, al igual que nuestro pro-feta viviente, el presidente Hinckley,se preocupaba por nutrir el desarrollo

de la humildad. A su pueblo, dijo:“Oh hombre, él te ha declarado loque es bueno, y qué  pide Jehová deti: solamente hacer justicia, y amarmisericordia, y humillarte ante tuDios”14.

Que Dios nos bendiga a todos paraque nos humillemos ante Dios y antetodos los hombres. Testifico que elpresidente Gordon B. Hinckley es unprofeta verdadero y que su consejo“Sean humildes” proviene de Dios.Testifico que Jesucristo, el manso ydócil Hijo de Dios, personifica la hu-

mildad. Sé que será en humildad queun dí a nos arrodillaremos a los piesdel Salvador para ser juzgados porÉl15. Que vivamos para estar prepara-dos para ese humilde momento, es mioración, en el nombre de Jesucristo.Amén.

NOTAS

1. Neal A. Maxwell, “Los artificios y las

tentaciones del mundo”, Liahona, enero de

2001, pág. 43; Dallin H. Oaks, “El desaf í o

de lo que debemos llegar a ser” , Liahona,

enero de 2001, págs. 40–43.2. Albert Choules, Jr., minutas no pu-

blicadas de una reunión del Quórum de los

Setenta, 15 de abril de 1993.

3. The Screwtape Letters, 1982,

págs. 62–63.

4. Mateo 18:1, 4.

5. Mosí ah 3:19.

6. Véase Truman G. Madsen, “Hugh B.

Brown—Youthful Veteran”, New Era, abril

de 1976, pág. 16.

7. Presidente Ezra Taft Benson,

“Cuidaos del orgullo”, Liahona, mayo de

1989, pág. 6.

8. Mere Christianity, 1960, pág. 95.

9. 2 Nefi 33:11.

10. Juan 3:30.

11. Véase Mormón 9:31.

12. Moisés 1:10.

13. The Works of John Ruskin, ed. E. T.

Cook y Alexander Weddenburn, 39 tomos,

1903–1912, tomo 5, pág. 331.

14. Miqueas 6:8.

15. Véase Mosí ah 27:31; D. y C. 88:104.

Tal como Moroni de antaño,creo en un Dios de milagros.

Moroni escribió a la gente denuestra dispensación: “Mas he aquí , yo os mostraré un Dios de milagros… y es ese mismo Dios que creó  loscielos y la tierra, y todas las cosasque hay en ellos”  (Mormón 9:11).Moroni proclamó que Jesucristo hizomuchos milagros grandiosos, que pormano de los apóstoles se realizaronpotentes milagros, y que un Dios quees el mismo ayer, hoy y siempre, debeser un Dios de milagros también hoy(véase Mormón 9:18; 9:9).

Piensen en los milagros delAntiguo Testamento. Recuerden aMoisés al dividir el Mar Rojo. Paratodas las generaciones futuras de is-raelitas, los grandes milagros que lle-varon a su liberación de Egiptoproporcionaron una prueba innega-ble de la existencia de Dios y de Suamor por ellos.

Muchos profetas del Libro deMormón, incluso Nefi, señalaron el

relato de Moisés para infundir fe ycreencia en un Dios que podrí a libe-rar a Su pueblo de sus aflicciones(véase 1 Nefi 4:1–3). Otros profetasdel Libro de Mormón le recordaronal pueblo que ellos mismos habí ansido testigos de milagros que debí anconvencerlos del poder de Dios.

En el Nuevo Testamento, el após-tol Juan dio a saber la razón por lacual registraba muchos de los mila-gros del Salvador; concretamente,“para que creáis que Jesús es elCristo” (Juan 20:31).

En esta dispensación, somos testi-gos del gran milagro de la restaura-ción del Evangelio de Jesucristosobre la tierra, el cual comenzócuando un jovencito fue a una arbo-leda, cerca de Palmyra, Nueva York, y volcó  su corazón en preguntas a

un Dios que él creí a podrí a contes-tarle: un Dios de milagros. Y han se-guido ocurriendo milagros en estadispensación —grandiosos mila-gros— entre ellos la salida a luz delLibro de Mormón, el cual es en sí otro Testamento de Jesucristo.

De igual importancia que esos“grandiosos milagros”, son los “mila-gros privados” más pequeños quenos enseñan a tener fe en el Señor;éstos se reciben al reconocer y daroí do a los susurros del Espí ritu en

nuestra vida diaria.Estoy agradecida por el maestroque alentaba a sus alumnos a llevarun diario personal de los susurros ola inspiración del Espí ritu en la vidade ellos. Él nos indicaba que anotá-ramos lo que habí amos sentido ycuál habí a sido el resultado. Lascosas pequeñas se hicieron eviden-tes. Un dí a me encontraba suma-mente apresurada para terminar

Un Dios de milagrosSydney S. ReynoldsPrimera Consejera de la Presidencia General de la Primaria

“Creo que todos nosotros podemos testificar de esos pequeños milagros”.

L I A H O N A  

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pulmón colapsado sana y después, apesar de todo, sigue funcionandobien; se contrarresta la pulmoní a; sur-gen más infecciones graves que se su-peran; las sondas intravenosas nofuncionan debidamente y son reem-plazadas. Después de dos meses y

medio, el niñ

o aumenta 910 gramos ypuede respirar sin oxí geno adicional.Le quitan el oxí geno; aprende acomer y sus padres agradecidos lo lle-van a casa conectado a los monitores.

La niña se sigue sacando la sondadel respirador, haciendo sonar laalarma por toda la sala. Pensamosque quizás desea progresar como suhermano, pero cada vez se le cierrala garganta y no puede respirar porsí  misma. Tiene la garganta tan in-flamada que a veces los terapeutasde respiración tienen mucha dificul-

tad para volverle a conectar lasonda y ella casi fallece. Su progresonormal es dif í cil debido a su depen-dencia permanente en el respirador.

Finalmente, después de que suhermanito ha estado en casa dosmeses, los doctores se ven obligadosa sugerir una operación para ella, lacual le permitirá respirar por un ori-ficio que se le hará  en la garganta;una operación que podrí a resolverlos problemas que tiene en el estó-mago al abrí rsele un orificio en el

costado; pero una operación queafectará  su pequeño cuerpecito pormuchos meses más y, quizás, por elresto de su vida. Mientras los padresse debatí an por tomar una decisión,una tí a mandó un mensaje a toda lafamilia. Ella explicaba la situación,el crí tico asunto del momento opor-tuno, de la importancia de quitarleel respirador, y sugerí a que uniéra-mos nuestra fe una vez más y, me-diante el ayuno y la oración,pidiéramos que se efectuara un mi-

lagro más, si esa era la voluntad delSeñor. La noche del 3 de diciembre

terminarí amos nuestro ayuno conuna oración.

Permí tanme leer una porción deuna carta que se envió a la familia lamañana del 4 de diciembre.“Querida familia: ¡Buenas noticias!Bendiciones del Señor. Nuestro mássincero agradecimiento por sus ora-ciones y ayuno en beneficio de

nuestra pequeña. Ayer por la maña-na le quitaron el respirador y desdehace ya 24 horas no lo tiene. Paranosotros, es un milagro. El cuerpomédico aún procede con cautela encuanto a lo que se habrá de esperar,pero estamos muy agradecidos al

Señ

or y a ustedes. Oramos para queéste sea el comienzo del final de suestadí a en el hospital; e incluso nosatrevemos a esperar tenerla en casapara Navidad”.

Y sí   estuvo en casa para laNavidad y ambos bebés se encuen-tran ahora “muy bien”. Nuestra fa-milia ha tenido su propia “divisióndel Mar Rojo” y estamos preparadospara testificar de que hoy, al igualque en el pasado y por siempre, hayun “Dios de milagros”  que ama aSus hijos y desea bendecirlos.

Sabemos, al igual que ustedes,que todos los ruegos que se hagan alSeñor y todos los ayunos no recibenesta misma respuesta esperada. Elresto de la familia ha tenido tam-bién que afrontar la muerte de seresqueridos, enfermedades graves, lasaflicciones del divorcio e hijos quehan elegido otro sendero. No siem-pre comprendemos las razones quehay detrás de las pruebas que recibi-mos en la vida terrenal, pero nues-tra fe ha crecido, y quizás la de

ustedes también, al ver a seres que-ridos, amigos y gente a la que sóloconocemos de oí das soportar con feen el Señor las pruebas más duras.Ellos también conocen al Dios de

milagros y testifican en sus tribula-ciones que, sea cual fuere lo que elfuturo les depare, el Señor los cono-ce y los ama y los bendice. Ellosestán sellados a Él, y los unos a losotros para siempre, y están dispues-tos a someter su voluntad a la de Él.

¿Cómo han llegado a ese punto?¿Cómo tenemos acceso al silencioso

milagro que el Señor lleva a cabo amedida que nos transforma, a Sushijos, en dignos herederos del reinode Dios? Creo que es posible porque“de tal manera amó Dios al mundo,que ha dado a su Hijo unigénito, paraque todo aquel que en él cree, no sepierda, mas tenga vida eterna” (Juan3:16). Creo que se logra al someter-nos al influjo del Espí ritu, despojarnosdel hombre natural y ser llenos delamor de Dios (véase Mosí ah 3:19).

“…por la Expiación de [Jesucristo],todo el género humano puede sal-varse, mediante la obediencia a lasleyes y ordenanzas del Evangelio”(Artí culos de Fe 1:3). Toda la huma-nidad — y entre ella me incluyo a mí  y a ustedes— puede tener parte en laExpiación, el más grandioso de todoslos milagros de Dios.

Dios sí   dividió  las aguas del MarRojo y s í   nos dio el Libro deMormón. Él puede sanarnos denuestros pecados y puede bendecir-

nos, y lo hará, a nosotros Sus hijos,en nuestra vida diaria. Sé  que Élvive y nos ama, y que es hoy unDios de milagros. En el nombre de Jesucristo. Amén.

L I A H O N A  

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Miembros descansan cerca de una fuente dentro del Centro de

Conferencias.