Directrices justicia y paz

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Comisión Episcopal para la Pastoral SocialTintoreto No. 106, Col. Ciudad de los Deportes, C.P. 03710 México, D.F.

Email: [email protected]

www.ceps-caritasmexicana.org

Tels: (52) (55) 55 63 16 04; (55) 55 63 65 43

Fax: (52) (55) 55 63 39 68

Directrices para la Dimensión de Justicia, Paz y Reconciliación Fe y

Política en México

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Conferencia del Episcopado Mexicano Comisión Episcopal para la Pastoral Social

Trienio 2012-2015

Comisión Episcopal para la Pastoral Social

Mons. José Leopoldo González González Obispo Auxiliar de Guadalajara

Presidente

Justicia Paz y Reconciliación, Fe y Política Mons. Ramón Castro Castro

Obispo de Cuernavaca

Pastoral del Trabajo Mons. Jorge Alberto Cavazos Arizpe

Obispo Auxiliar de Monterrey

Pastoral de la Salud Mons. Enrique Sánchez Martínez

Obispo Auxiliar de Durango

Pastoral Penitenciaria Mons. Andrés Vargas Peña Obispo Auxiliar de México

Pastoral Indígena Mons. Guillermo Fco. Escobar Galicia

Obispo de Teotihuacán

Pastoral de la Movilidad Humana Mons. Guillermo Ortíz Mondragón

Obispo de Cuautitlán

Pbro. Patricio Enrique Sarlat Flores Secretario Ejecutivo

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INDICE

Presentación ................................................................................. 6

Introducción ................................................................................. 8

Capítulo I. Fundamentos de la Dimensión de Justicia, Paz y Reconciliación, Fe y Política ....................10

Antecedentes e Historia ....................................................................10

Fundamentos bíblicos ........................................................................14

Fundamentos del magisterio.............................................................17

Principios de la Doctrina Social de la Iglesia..................................20

Valores fundamentales ......................................................................25

Capítulo II. La Transversalidad de la Construcción de la Paz en la misión evangelizadora de la Iglesia .................................................................................29

La Construcción de la Paz como eje transversal ............................29

Instrumento vinculante .....................................................................31

Consideraciones de la realidad mexicana .....................................32

Objetivo de la Dimensión de JPRFP ..............................................35

Líneas de acción .................................................................................37

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Capítulo III. Pautas estratégicas para la Construcción de la Paz en los niveles de Iglesia: nacional, provincial, diocesano y parroquial ........................................39

Construcción de relaciones para la Incidencia ..............................39

Construcción y Fortalecimiento de capacidades para la Paz .......41

Desarrollo de iniciativas locales de paz...........................................43

ANEXO: Orientaciones Generales para implementar la Estrategia deConstrucción de Paz con enfoque de Transformación Social. .................................................................44

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Presentación.

La Iglesia tiene una misión que busca la verdad en todo tiempo y circunstancia a favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación; está interesada en considerar los valores con los cuales juzgar y orientar su pra-xis; su dimensión social está al servicio de la verdad, única garantía de libertad y de la posibilidad de un desarrollo humano integral.1

Como contribución en este cometido, la Comisión Episcopal para la Pastoral So-cial en su Dimensión de Justicia, Paz y Reconciliación, Fe y Política; (JPRFP) ofrece este documento de apoyo: Directrices de la Dimensión de Justicia, Paz y Recon-ciliación, Fe y Política en México y Orientaciones Generales para implementar la Estrategia de Construcción de Paz con Enfoque de Transformación Social, como herramienta para la reflexión, comprensión y práctica de la dimensión so-cial en orden a la Construcción de Paz y Ciudadanía en la realidad mexicana.

Creemos que la situación de violencia e inseguridad en México puede transfor-marse con la contribución de distintas voluntades y como Iglesia, los discípulos misioneros de Jesucristo podemos colaborar principalmente en la prevención, en el acompañamiento y en la animación de la sociedad civil responsable2.

Con la certeza de que la presencia del Espíritu Santo sigue alentando a hombres y mujeres en la creación e impulso de iniciativas de paz en nuestra Patria, asu-mamos el gran reto de fortalecer la capacidad de respuesta articulada frente a los desafíos que las dinámicas sociales nos plantean para que México tenga Vida Digna.

1 Cf. Benedicto XVI, Carta Encíclica Caritas in Veritate,9

2 Cf. CEM, Exhortación Pastoral Que en Cristo Nuestra Paz México tenga Vida Digna, 2010, 187

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María, Reina de la paz, camine con nosotros. México, D.F. septiembre de 2014.

Ramón Castro Castro Obispo de Cuernavaca

Encargado de la Dimensión de Justicia, Paz y Reconciliación Fe y Política.

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Introducción:

Para la Iglesia Mexicana la Exhortación Pastoral Que en Cristo Nuestra Paz Mé-xico tenga Vida Digna es un documento referente para la reflexión y acción de la dimensión social en la Evangelización en favor de la Construcción de la Paz con justica social favoreciendo la promoción integral de todas las personas y conformando sociedades fraternas, solidarias y en desarrollo.

La Comisión Episcopal para la Pastoral Social en su Dimensión de Justicia Paz y Reconciliación, Fe y Política, continúa dando seguimiento al mensaje y com-promisos de los obispos mexicanos3, promoviendo encuentros de diálogo, re-flexión, coordinación y diseño de caminos para impulsar la transversalidad del eje de Construcción de Paz en la pastoral de conjunto del país; además ha presentado una ruta estratégica con enfoque de transformación social como propuesta orientadora para cada realidad local, que suscita creatividad, espe-ranza y organización en los diferentes niveles de Iglesia: nacional, provincial, parroquial y en espacios comunitarios e interinstitucionales; con la finalidad de construir y fortalecer capacidades para la paz y la participación ciudadana con fundamento en los Principios de la Doctrina Social de la Iglesia, integrando el conocimiento de las ciencias sociales, que le permitan discernimientos y respuestas pastorales estratégicas en las diversas realidades.

Reconocemos que en el país existen múltiples y valiosas iniciativas a favor de la construcción de la paz, y aunado a esto sigue resonando el clamor por ¡La Paz y la Justicia! en nuestra realidad mexicana, “ ¿Qué hacer?”, “¿Cómo hacerlo?”, “ ¿Dónde estamos?” y más preguntas que surgen que vale la pena escuchar y com-prender en el campo de las experiencias comunitarias locales, entre los actores sociales y eclesiales gestores de iniciativas y entre los líderes responsables en la toma de decisiones que favorezca la apertura y fortalecimiento de caminos para la coordinación y articulación «ad intra » y «ad extra» de la Iglesia a partir de nuevas y sanas relaciones que promuevan procesos a largo plazo de Construcción de paz.

Este documento surge como respuesta a las interrogantes de los agentes de pastoral con quienes nos hemos encontrado en el camino, tal vez no responda

3 Recapitulados en la mencionada Exhortación Pastoral.

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a todas ellas, por lo cual es un trabajo en proceso de construcción, aún no concluido y cada iniciativa local lo irá completando con la contribución de sa-beres y aprendizajes particulares. Considerando lo anterior, presentamos las Directrices de la Dimensión de Justicia, Paz y Reconciliación, Fe y Política (JPRFP) en México y Orientaciones Generales para implementar la Estrate-gia de Construcción de Paz con Enfoque de Transformación Social, son in-sumos de reflexión, fundamentación y herramientas de apoyo a los interesados en contribuir para que el aporte de la Iglesia a la Nación actualice la perspectiva de esperanza y consuelo, de la cual es portadora, con la convicción de que la situación de violencia e inseguridad puede transformarse generando procesos conjuntos, interdisciplinares e interinstitucionales, construyendo relaciones de confianza que irrumpan en capacidad de incidencia y desarrollo de iniciativas locales de paz con hombres y mujeres que quieren ir como buenos samaritanos al encuentro de las necesidades de los pobres y de los que sufren y «crear las estructuras justas que son una condición sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad»4

Esperamos que sea un insumo generador de diálogo, de construcción y fortale-cimiento de habilidades en la búsqueda de estrategias que desarrollen una inci-dencia significativa de los cristianos en la política, en la economía, en la cultura y en todos los campos de la vida social abiertos a la evangelización5.

Nuestra Señora de Guadalupe, bendiga los esfuerzos de los mexicanos que tra-bajan por Construir la Justicia y la Paz duradera y por aquellos que la imploran desde el dolor, soledad y abandono.

DIMENSIÓN

4 CEM, Exhortación Pastoral Que en Cristo Nuestra Paz México tenga Vida Digna, 2010, 16.

5 CEM, Exhortación Pastoral Que en Cristo Nuestra Paz México tenga Vida Digna, 2010, 16.

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Capítulo I. Fundamentos de la Dimensión de Justicia, Paz y Reconciliación, Fe y Política

1.1 Antecedentes6 e Historia.

1. El desarrollo de los pueblos, y muy especialmente el de aquellos que se esfuerzan por escapar del hambre, de la miseria, de las enfermedades endé-micas, de la ignorancia, de la inseguridad y violencia; que buscan una más amplia participación en los frutos de la civilización, una valoración más ac-tiva de sus cualidades humanas; es observado por la Iglesia con atención. El Concilio Vaticano II obliga a la Iglesia a ponerse al servicio de los hombres para ayudarles a captar todas las dimensiones de este grave problema y con-vencerles de la urgencia de una acción solidaria en este cambio decisivo de la historia de la humanidad; para esto, propuso la creación de “un organis-mo universal de la Iglesia que tenga como función estimular a la comunidad católica para promover el desarrollo de los países pobres y la justicia social internacional”7. El Papa Pablo VI instituyó la Pontificia Comisión “Justitia et Pax”, con un Motu Proprio publicado el 6 de enero de 1967 Catholicam Christi Ecclesiam y dos meses más tarde en la Populorum Progressi anuncia: “Justicia y Paz es su nombre y su programa” que junto con la Constitución Gaudium et Spes, constituyen el punto de partida y referencia del nuevo organismo.

2. El mismo Pablo VI, después de un período experimental de diez años, con un nuevo Motu Proprio Justitiam et Pacem, del 10 de diciembre de 1976, dio a la Comisión su mandato definitivo y posteriormente, el Papa San Juan Pablo II en la reorganización de la Curia Romana, efectuada por la Constitu-ción Apostólica Pastor Bonus del 28 de junio de 1988, transformó la Ponti-ficia Comisión en Pontificio Consejo Justicia y Paz ratificándole a grandes líneas sus funciones.

6 Tomado de: http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/justpeace/documents/rc_pc_justpeace_pro_20011004_sp.html

7 GS 90

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3. “El Consejo tiene como finalidad promover la justicia y la paz en el mundo según el Evangelio y la doctrina social de la Iglesia” (PB 142).

a. Profundiza la doctrina social de la Iglesia, trabajando para que se di-funda ampliamente y se aplique entre los hombres y comunidades, es-pecialmente en lo que se refiere a que las relaciones entre obreros y empresarios se impregnen más y más del espíritu del Evangelio.

b. Recoge informaciones y resultados de encuestas sobre la justicia y la paz, el desarrollo de los pueblos y las violaciones de los derechos huma-nos, los evalúa y, según los casos, comunica a las asambleas de obispos las conclusiones obtenidas; fomenta las relaciones con las asociaciones católicas internacionales y con otras instituciones existentes, incluso fuera de la Iglesia católica, que trabajen sinceramente por alcanzar los bienes de la justicia y de la paz en el mundo.

c. Trabaja con afán para que se forme entre los pueblos una sensibilidad respecto al deber de promover la paz, especialmente con ocasión de la Jornada para lograr la Paz en el mundo (PB 143).

4. El Pontificio Consejo Justicia y Paz está integrado por unas 40 personas, cuenta con un Presidente, un Secretario, un Subsecretario y un equipo de laicos, religiosos y sacerdotes, de diferentes nacionalidades; todos nom-brados por el Papa para un período de cinco años. Se reúnen regularmente en Roma en Asamblea Plenaria para contribuir en el discernimiento de los “signos de los tiempos” según sus diversas sensibilidades y sus trabajos pas-torales o profesionales y trazan las grandes líneas de la actividad del Conse-jo. Sus campos de acción son:

JUSTICIA. Entran en este ámbito las cuestiones correspondientes a la justicia social, con los problemas específicos del mundo del trabajo; la justicia internacional, los problemas relativos al desarrollo y su di-mensión social. También anima la reflexión, bajo el perfil ético, de la evolución de los sistemas económicos y financieros y examina la pro-blemática unida a la cuestión ambiental y al uso responsable en la admi-nistración de los bienes de la tierra.

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PAZ. Encargado de reflexionar sobre los problemas relativos a la guerra, las armas, la seguridad internacional y la violencia bajo sus diversos y cambiantes aspectos (terrorismo, nacionalismo exacerbado, etc.) Fija su atención en los sistemas políticos y en el compromiso ciudadano de los católicos. Promueve anualmente la Jornada Mundial de la Paz.

DERECHOS DEL HOMBRE. Pone especial atención en la dignidad de la persona humana como fundamento para la promoción y la defensa de sus derechos inalienables. La actividad del Dicasterio8 se desarrolla a través de tres líneas principales: profundización doctrinal, el estudio de los temas debatidos en el cuadro de las organizaciones internacionales y la preocupación por las víctimas de las violaciones de los derechos del hombre.

5. Justicia y Paz en México9. Después de la visita a México en 1997 del car-denal Roger Etchegaray, como presidente del Consejo Pontificio Justitia et Pax y del Pontificio Consejo Cor Unum10, se reflexionó la necesidad de que la Iglesia mexicana tuviera un Departamento de Justicia y Paz, y a partir de su aprobación por el Episcopado Mexicano, en abril de 1998, se encomendó a la Comisión Episcopal para la Pastoral Social (CEPS) la creación de dicho Departamento.

6. En el trienio 1997-2000 se creó en CEPS el Departamento de Justicia y Paz, cuyo objetivo fundamental fue sensibilizar y concientizar al conjunto de la Iglesia a favor de la dignidad humana y la necesidad de una pastoral de los Derechos Humanos; el diálogo con diversas organizaciones sociales de de-rechos humanos fue decisivo en este proceso fundacional.

8 Denominación que se utiliza para referirse a los departamentos u organismos especializados de la Curia Romana.

9 Informe Trienio 1997-2000, Comisión Episcopal de Pastoral Social, págs. 59-61, México, 2000.

10 Es una parte de la Curia de la Iglesia Católica apostólica. Fue establecida por el Papa Pablo VI el 15 de julio de 1971. Su misión es “el cuidado de la Iglesia católica hacia los necesitados, que se favorezca la frater-nidad humana y se manifieste la caridad de Cristo”, y se compromete a esta misión mediante la realización de operaciones humanitarias de socorro después de los desastres, el fomento de la caridad, y fomentar la cooperación y la coordinación de otras organizaciones católicas.

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7. En el marco electoral nacional del año 2000, el Departamento de Justicia y Paz atendió “los signos de los tiempos” y en colaboración con múltiples actores sociales en la transición democrática, estableció en su planeación pastoral dos ejes temáticos transversales y complementarios: el de Justicia, Paz y Reconciliación y otro sobre Democracia y Participación Ciudadana. A través de la Campaña de Fe y Política se sensibilizó y se dio formación a los agentes de las diversas pastorales dirigida hacia una presencia activa en los esfuerzos de construcción de ciudadanía participativa, en los procesos electorales e involucramiento en las políticas públicas y sociales. 11

8. En el trienio del 2006-2009 se inicia una nueva etapa en la que se constitu-yen dos Dimensiones que trabajan de manera articulada, una denominada Fe y Política y la otra Justicia, Paz y Reconciliación; la primera insiste en tres líneas de trabajo: la ética política, la formación ciudadana y la necesidad de capacitarse en la incidencia política; la segunda empieza a vislumbrar la seria problemática nacional sobre la violencia y la inseguridad.

9. En noviembre de 2008, por decisión de la LXXXVIII Asamblea General de la CEM, las dos dimensiones antes mencionadas se integran en una sola, denominándose Dimensión de Justicia, Paz y Reconciliación, Fe y Política (JPRFP) y la Comisión Episcopal para la Pastoral Social recibe la enco-mienda de coordinar el discernimiento y análisis de la realidad nacional sobre la misión de la Iglesia en el contexto de inseguridad y violencia que vive nuestro país, el cual está contenido en la Exhortación: “Que en Cristo, Nuestra Paz, México tenga Vida Digna”, presentada por la CEM en febre-ro de 2010; a partir de entonces la CEPS, a través de la Dimensión JPRFP ha socializado y propuesto estrategias para la implementación de los 101 Compromisos emanados de este discernimiento que desafían a la Iglesia mexicana en todas sus expresiones y dimensiones pastorales.

11 CEPS-Cáritas Mexicana, Campaña Fe y Política, Taller: Participar y Decidir el Bien Común en la Justicia y

la Paz , México, 2000.

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1.2 Fundamentos Bíblicos12

10. Sentido del Reino. El Reino es realización de la “nueva alianza” (Jer 31,31 ss) y, fruto de uno y de otra, es el shalom, la PAZ. Su artífice y realizador definitivo será el Mesías, o mejor, Dios a través de su Mesías (Ungido). La consecuencia de ese reinado que sella la alianza, es la convivencia pacífica y armoniosa, no sólo de los hombres entre sí “Forjarán azadones de sus espadas, y podaderas de sus lanzas” (ls 2,5), sino entre ellos y la naturale-za “serán vecinos el lobo y el cordero “ (ls 11, 6ss). Pero fundamento de esa situación nueva que instaura el Reinado de Dios, serán la “justicia” y la “verdad” (ls 11,5), esto es, la armonía y amistad entre Dios y el hombre, y la verdad cimentada en la sabiduría.

11. Jesús y el Reino. En el tiempo de Jesús existía una situación de ardiente expectativa relacionada con la cercanía, el cumplimiento definitivo de la Promesa y la irrupción del Reino. Unos pensaban en el reinado político del Mesías que expulsaría a los extranjeros y traería libertad y prosperidad para Israel; otros, por el contrario, pensaban en un Reino fuera de la histo-ria: Dios intervendría de manera extraordinaria para castigar a los impíos con castigos cósmicos y desastres inimaginables, pondría fin a la historia e iniciaría una era completamente nueva.

12. En ese contexto predica Jesús; el centro de su mensaje es el Reino: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva” (Mc 1,15). Pero Jesús toma distancia frente a unos y otros, su Reinado no es de naturaleza política o militar (Jn 18,36) ni se instaura por la fuerza de las armas (Lc 22,35-38.49); no es, por tanto, un Reinado a la manera del mun-do cuya “paz” es fruto del poder o de la fuerza (Jn 14,27); no es tampoco fruto de las conquistas y los esfuerzos de los hombres. Pero tampoco es un Reino al margen de la historia que no implica ninguna consecuencia para la existencia temporal. Es un Reino YA presente, porque Jesús lo ha inaugurado, y sus efec-

12 Secretariado Nacional de Pastoral Social, Conferencia Episcopal de Colombia, Hacia una pastoral para la

paz Bienaventurados los que trabajan por la Paz, Santa Fe de Bogotá, 1994.

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tos empiezan a verse ya igual que los retoños de la higuera (Mt 24,32), en el corazón de aquellos que se abren a la acción salvadora de Dios, fuente de paz, y en las comunidades (Hch 2,42ss; Sant 4, 1ss) e instituciones (Ga 3,27-29; Flm 15-16) que ellos crean, transforman e inspiran.

13. El Reino de Dios está presente ahí donde se crean situaciones, relaciones y estructuras de paz, justicia, fraternidad y fidelidad; el Reino se manifiesta y se puede reconocer por unos indicios o señales (Mt 7,15; 12,54), que ya está presente, pero TODAVIA NO está plenamente consumado; su realiza-ción definitiva queda abierta hacia el “futuro de Dios”, cuando alcanzará su plenitud.

14. El Reino es, ante todo, un DON; también son don de Dios sus frutos e indicios; la paz, la justicia, el amor, la fraternidad (Mc 4,26-29; Mt 5,3; 6,10; 12,33). Pero, al igual que la Gracia y todo don según la fe cristiana, es también TA-REA de los hombres. Jesús anuncia el Reino, y al hacerlo invita a los oyentes a aceptarlo y a “entrar en él” (Mt 7, 21; 22, 1ss); se trata de una invitación que ha de ser admitida libremente, y que implica, por un lado, una actitud de conversión, un cambio radical de mentalidad y actitudes (Mc 1,15); por otro, implica una transformación que es concedida por la gracia de Dios (Mt 7,15); y un compromiso con unos valores y unas tareas; quien acepta el Reinado de paz del Dios de Jesucristo debe comprometerse con la construcción de la paz a través de todos los medios posibles; el diálogo, la acción política, la denuncia y el anuncio, la creación de estructuras y organizaciones, la lucha por la justicia.

15. Pero quien acepta el Reino debe saber que ha hecho opción por unos valo-res y por lo tanto ha renunciado a otros; “entrar en el Reino” y “aceptarlo” implica romper con un estilo de vida, unas opiniones, incluso unos esque-mas sociales y políticos, unas condiciones y privilegios; se trata de cam-biarlo todo por la perla fina o el tesoro escondido (Mt 13,44-50). Quien quiera comprometerse con el Reinado de la paz de Dios, deberá renunciar a privilegios y prebendas, a ciertos esquemas políticos, y “pagar una cuota” de sacrificio por la paz. El Reino de paz no se alcanza sin esfuerzo, sacrificio y renuncia.

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16. La Iglesia y el Reino. La Iglesia es la comunidad de los discípulos de Jesús; su misión es continuar su obra de salvación; para eso fue fundada y esa es su razón de ser. Por ello, al igual que Cristo, debe anunciar el Reino que el Señor ha inaugurado.

17. La Iglesia realiza esa misión, en primer lugar, siendo signo del Reino; puesto que ella es la comunidad de los que han aceptado el Reino y han entrado en ese nuevo orden ,los “ciudadanos del Reino”, ella es la señal del amor de Dios y de su Reinado de salvación; y, porque es signo del Reinado de Dios, todos en ella y todo en ella debe hacer visible el Reino y sus valores: justicia, diálogo, tolerancia, comprensión, perdón, indulgencia, fraternidad, paz.

18. Cumple su misión, en segundo lugar, realizando las acciones y compromi-sos que hagan presente y extiendan el Reinado de Dios; es su deber ineludi-ble impulsar la justicia tanto en las relaciones interpersonales como en las instituciones y estructuras sociales; luchar por la fraternidad que se funda en la justicia y la caridad, siendo instrumento de diálogo, de reconciliación y de acercamiento entre personas y entre grupos; trabajar, en fin, por la paz; ella la ha recibido del Señor (Jn 14,27), y por lo tanto la debe testimoniar con su vida y la debe construir con su palabra y su acción.

19. La Paz es mucho más que la simple ausencia de guerra: representa la ple-nitud de la vida (Mt 12,5); más que una construcción humana, es un DON DIVINO ofrecido a todos los hombres. La promesa de paz, que recorre todo el Antiguo Testamento, halla su cumplimiento en la persona de Jesús. La paz es el bien mesiánico por excelencia, que engloba todos los demás bienes salvíficos. (Is 2,1-5; Jer 33, 14-16; Is 11, 1-10; Is 40,1-11; Sof 3,14-18; Is 35, 1-10; Is 61, 1-3; Is 7,10-14; Miq 5,1-4; Is 9,1-7; Is 52,7-10)

20. La paz también es fruto del amor: “La verdadera paz tiene más de caridad que de justicia, porque a la justicia corresponde sólo quitar los impedimen-tos de la paz: la ofensa y el daño; pero la paz misma es un acto propio y específico de caridad”. (Jn 14,23-31)

21. La violencia no constituye jamás una respuesta justa. La violencia es un mal, es inaceptable como solución de los problemas y es indigna del hombre. (Is 2, 4-5; Jn 18,9-11)

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1.3 Fundamentos del Magisterio

22. Es el momento de acercarnos a la realidad reconociendo que la situación de violencia e inseguridad, acontece en un pueblo profundamente religioso, con algunas manifestaciones, auténticas o no, de vinculación con la comu-nidad cristiana y con una creciente manifestación de superficialidad en su experiencia de fe que desafía la misión Evangelizadora de la Iglesia13.

23. La construcción de la paz se circunscribe como Misión Evangelizadora de la Iglesia, por lo tanto se orienta por la comprensión de Evangelizar que significa llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad: “He aquí que hago nuevas todas las cosas”. Pero la verdad es que no hay huma-nidad nueva si no hay en primer lugar hombres nuevos con la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio14.

24. La finalidad de la evangelización es por consiguiente este cambio interior por la sola fuerza divina del Mensaje que la Iglesia proclama, trata de conver-tir al mismo tiempo la conciencia personal y colectiva de los hombres, la actividad en la que ellos están comprometidos, su vida y ambiente concretos15.

25. Para la Iglesia no se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geo-gráficas cada vez más vastas o poblaciones cada vez más numerosas, sino de alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamien-to, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la palabra de Dios y con el designio de salvación16.

26. Las estructuras eclesiales y todos los planes pastorales de diócesis, parro-quias, comunidades religiosas, movimientos y de cualquier institución de la

13 Cf. CEM, Exhortación Que en Cristo Nuestra Paz, México tenga Vida Digna, 2010, 107-109

14 Cf. Papa Pablo VI, Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi, 1975, 18

15 Cf. Ídem

16 Cf. Papa Pablo VI, Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi, 19

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Iglesia han de entrar decididamente, con todas sus fuerzas en los procesos constantes de renovación misionera, y de abandonar las estructuras cadu-cas que ya no favorezcan la transmisión de la fe17.

27. Obispos, presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y consagradas, lai-cos y laicas, estamos llamados a asumir una actitud de permanente conver-sión personal y pastoral, que implica escuchar con atención y discernir “lo que el Espíritu está diciendo a las Iglesias” (Ap 2,29) a través de los signos de los tiempos en los que Dios se manifiesta18.

28. Las Jornadas Mundiales de la paz19 resaltan la enseñanza de la Iglesia a favor de la construcción de la paz: “La paz es fruto de la justicia” 20 entendida en sentido amplio, como el respeto del equilibrio de todas las dimensiones de la persona humana (Am 5,24). La paz peligra cuando al hombre no se le reconoce aquello que le es debido en cuanto hombre, cuando no se respeta su dignidad y cuando la convivencia no está orientada hacia el bien común. Para construir una sociedad pacífica y lograr el desarrollo integral de los individuos, pueblos y Naciones, resulta esencial la defensa y la promoción de los derechos humanos.

29. La paz se construye día a día en la búsqueda del orden querido por Dios y sólo puede florecer cuando cada uno reconoce la propia responsabilidad para promoverla. La paz es, por tanto, “el fruto del orden plantado en la sociedad humana por su divino Fundador, y que los hombres, sedientos siempre de una justicia perfecta, han de llevar a cabo”.21

17 Cf. Documento de Aparecida , 7.2.4

18 Cf. Ibíd 7.2.5

19 El Papa Pablo VI instituyó las Jornadas Mundiales de la paz con el fin de “dedicar a los pensamientos y a los propósitos de la Paz, una celebración particular en el día primero del año civil”. Los Mensajes Pontifi-cios para esta ocasión anual constituyen una rica fuente de actualización y desarrollo de la doctrina social, e indican la constante acción pastoral de la Iglesia en favor de la paz.

20 Cf. Pablo VI, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1969 y Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1999.

21 Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral Gaudium et Spes, 78.

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30. La promoción de la paz en el mundo es parte integrante de la misión con la que la Iglesia prosigue la obra redentora de Cristo sobre la tierra. La verda-dera paz es una expresión de la fe cristiana en el amor que Dios tiene por cada ser humano. De la fe liberadora en el amor de Dios se desprenden una nueva visión del mundo y un nuevo modo de acercarse a los demás22.

31. La Iglesia enseña que una verdadera paz es posible sólo mediante el perdón y la reconciliación. El peso del pasado, que no se puede olvidar, puede ser aceptado sólo en presencia de un perdón, recíprocamente ofrecido y reci-bido: se trata de un recorrido largo y difícil, pero no imposible.23 El perdón recíproco no debe anular las exigencias de la justicia, ni mucho menos im-pedir el camino que conduce a la verdad: justicia y verdad representan, en cambio, los requisitos concretos de la reconciliación.

32. La Iglesia lucha por la paz haciendo suyo el deseo del Padre de construir el Reino y de anunciar la Buena Nueva a los pobres y a todos los que sufren, con la consigna de vencer el mal con la fuerza del bien, teniendo un esti-lo de vida pobre y siendo sacramento de reconciliación y paz que abre el corazón, no sólo a la profunda relación con Dios, sino también al encuen-tro con el prójimo inspirados por la caridad fraterna24 , respeto, confianza, comprensión, estima y amor.

33. Edificar la ciudad de Dios nos pide recorrer los caminos necesarios para hacer posible la civilización del amor. Hay que ir como buenos samaritanos al encuentro de las necesidades de los pobres y de los que sufren y «crear las estructuras justas que son una condición sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad»25. Junto a los valores fundamentales se requiere el empeño de la razón política, económica y social26.

22 Cf. CEM, Que en Cristo Nuestra Paz México tenga Vida Digna, México, 2010, 155-156

23 Cf. Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 1997, 3.

24 Cf. Papa Francisco, Mensaje de la Jornada Mundial para la Paz 2014.

25 Cf. Aparecida, documento conclusivo, No. 537

26 Cf. Benedicto XVI, Discurso inaugural a la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, No. 4

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1.4 Principios de la Doctrina Social de la Iglesia

34. La Iglesia atenta a los “signos de los tiempos” busca dar respuesta a los desafíos de la humanidad con principios fundamentados en el Evangelio y contenidos en la Doctrina Social, esta tarea la menciona el Papa Benedic-to XVI: “Dejamos atrás un siglo de tantas proclamas y programas “huma-nistas” - recién hemos conmemorado el 60º aniversario de la Declaración universal de los derechos humanos, alta expresión de la conciencia ética de la humanidad-, pero, a la vez, se trató de un siglo de las más masivas y sistemáticas experiencias de opresión del ser humano, de devastación de lo humano. Pese al desplome de los ateísmos mesiánicos que pretendieron retomar y reformular, sustituir y, a la vez, cancelar la esperanza de tradición hebreo-cristiana, la pretensión soberbia de autosuficiencia del hombre se re-presenta siempre de nuevo, bajo diversas formas, pretendiendo así cons-truir el mundo con un Dios hecho a la medida del ser humano, con lo cual “entra en crisis el más profundo motivo de reconocimiento de la dignidad originaria de todo ser humano27”.

35. La Iglesia tiene una misión de verdad que cumplir en todo tiempo y cir-cunstancia a favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación; está interesada en considerar los valores con los cuales juzgar y orientar su praxis. Su dimensión social está al servicio de la verdad, única garantía de libertad (Cf. Jn 8,32) y de la posibilidad de un desarrollo humano integral.28

36. La dignidad humana, como punto de partida del proyecto de Reino, ya que esta dignidad tiene en el mismo Dios su fundamento y perfección. Es Dios creador el que constituye al hombre inteligente y libre en la sociedad. Y, sobre todo, el hombre es llamado, como hijo, a la unión con Dios y a la participación de su felicidad. Dios, llama al hombre a pensamientos más altos y a una búsqueda más humilde de la verdad.29

27 S.S. Benedicto XVI, Discurso de inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoa-mericano, 13.05.07.

28 Cf. Benedicto XVI, Carta Encíclica Caritas in Veritate,

29 Cf. Constitución Pastoral Gaudium et Spes, 1965, 21

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37. La Iglesia sabe perfectamente que su mensaje está de acuerdo con los de-seos más profundos del corazón humano cuando reivindica la dignidad de la vocación del hombre, devolviendo la esperanza a quienes desesperan ya de sus destinos más altos. Su mensaje, lejos de empequeñecer al hombre, difunde luz, vida y libertad para el progreso humano. Lo único que puede llenar el corazón del hombre es aquello que “nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”30.

38. El Principio de la sociabilidad del hombre demuestra que el desarrollo de la persona humana y el crecimiento de la propia sociedad están mutuamen-te condicionados, porque el principio, el sujeto, y el fin de todas las insti-tuciones sociales es y debe ser la persona humana, la cual, por su misma naturaleza, tiene absoluta necesidad de la vida social. La vida social no es, pues, para el hombre sobrecarga accidental. Por ello, a través del trato con los demás, de la reciprocidad de servicios, del diálogo con los hermanos, la vida social engrandece al hombre en todas sus cualidades y le capacita para responder a su vocación31.

39. La acción evangelizadora de la Iglesia, es obra pacificadora, por lo tanto no es un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas, al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñar-se por el bien común; es decir por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos, este es el punto de llegada de la Pastoral de Conjunto.

40. La Iglesia se empeña por lograr la actividad caritativa organizada a favor de un orden justo del Estado y una sociedad donde prevalezca el bien común. Reconoce su tarea mediadora, contribuyendo en la purificación de la razón y la revitalización de las fuerzas morales, sin lo cual no se instauran estruc-turas justas, ni pueden ser éstas operativas a largo plazo32.

30 Ídem.

31 Cf. Ibíd 25

32 Cf. Benedicto XVI, Carta encíclica Deus Caritas Est, 2005, 29

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41. A los fieles laicos corresponde participar en primera persona en la vida pú-blica, por lo tanto, “no pueden eximirse de la « multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promo-ver orgánica e institucionalmente el bien común.» La misión de los fieles es, por tanto, configurar rectamente la vida social, respetando su legítima au-tonomía y cooperando con los otros ciudadanos según las respectivas com-petencias y bajo su propia responsabilidad. Aunque las manifestaciones de la caridad eclesial nunca pueden confundirse con la actividad del Estado, sigue siendo verdad que la caridad debe animar toda la existencia de los fie-les laicos y, por tanto, su actividad política, vivida como « caridad social »” porque el hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre necesidad de amor33.

42. A un mundo mejor se contribuye solamente haciendo el bien ahora y en primera persona, con pasión y donde sea posible, independientemente de estrategias y programas de partido. El programa del cristiano -el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús- es un « corazón que ve ». Este corazón ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia. Obviamente, cuando la actividad caritativa es asumida por la Iglesia como iniciativa co-munitaria, a la espontaneidad del individuo debe añadirse también la pro-gramación, la previsión, la colaboración con otras instituciones similares34.

43. La igualdad fundamental entre todos los seres humanos, se refiere a las relaciones “justas” entre los miembros de una sociedad y entre ésta y Dios, tal como Él lo enseña, lo cual significa armonía, respeto y solidaridad entre unos y otros seres humanos, así como entre las personas y su medio am-biente. Es, esencialmente la noción de la justicia social35 como base de toda convivencia pacífica duradera.

44. Establecer relaciones de igualdad, en las que sea reconocida la dignidad hu-mana de toda persona, sea cual sea su condición de raza, color, credo y con-

33 Íbidem

34 Íbid 31 b)

35 Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, México, 2006, 201-203

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dición; hacer de este mundo donde, entre otras cosas, los niños no sufran por la falta de alimentos, educación e instrucción; los jóvenes puedan tener una formación adecuada; los campesinos tengan su propia tierra y vivan y crezcan con dignidad; los trabajadores no sean tratados injustamente y privados de sus derechos, los gobiernos no justifiquen la explotación de los individuos por el Estado o personas; no haya corrupción o atisbos entre los que no tienen nada y los que tienen todo, porque los primeros no tienen ninguna culpa; no existan familias destrozadas, mutiladas e incapaces de ocuparse de sus miembros; todos tengamos la oportunidad de defendernos ante la ley y ésta nos defienda a todos sin diferencias; la verdad y los dere-chos triunfen sobre la fuerza y no lo contrario; en fin, un mundo en el que el sistema político y económico no gane a los hombres.36

45. El principio de solidaridad implica que los hombres de nuestro tiempo cultiven aún más la conciencia de la deuda que tienen con la sociedad en la cual están insertos: son deudores de aquellas condiciones que facilitan la existencia humana, así como el patrimonio, indivisible e indispensable, constituido por la cultura, el conocimiento científico y tecnológico, los bie-nes materiales e inmateriales, y todo aquello que la actividad humana ha producido37.

46. Principio de subsidiariedad38. Se entiende por “sociedad civil” el conjunto de relaciones entre individuos y sociedades intermedias que se realizan en forma originaria y gracias a la “subjetividad creativa del ciudadano”; esta red de relaciones forma el tejido social y constituye la base de una comuni-dad. Todas las sociedades de orden superior deben ponerse en actitud de ayuda “subsidium”, apoyo, promoción, desarrollo, respecto a las menores.

47. Sin embargo es importante tener presente que la ayuda que se preste a las personas y a los grupos menores debe hacerse sin hacer daño, sin atrofiar,

36 Mensajes sociales del Papa Juan Pablo II en América Latina, 1981-1991

37 Cf. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 193

38 Cf. Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Ediciones CEM, págs. 272-290, México 2006, 185-187

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sin sustituir la iniciativa, la libertad y la responsabilidad de estas células menores de la sociedad. Deben evitarse todas las formas de paternalismo y asistencialismo.

48. También debe evitarse la excesiva centralización de las funciones públicas, que derivan de una excesiva burocracia, que retarda los procesos. Asimis-mo, la ayuda debe limitarse a lo esencial, no debe prolongarse y extenderse más allá de lo necesario y tener como criterio de discernimiento siempre el bien común.

49. La participación39 se expresa como una serie de actividades mediante las cuales, el ciudadano, como individuo u asociado a otros, directamente o por medio de los propios representantes, contribuye responsablemente al bien común en sus distintos ámbitos: a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece.

50. Se hace imprescindible la exigencia de favorecer la participación, sobre todo, de los más débiles, así como la alternancia de los dirigentes políticos. La participación solidaria de los ciudadanos en los destinos de la propia co-munidad, requiere una obra informativa y educativa.

51. La participación es condición necesaria para una vida social más humana y al mismo tiempo un derecho y deber fundamental a cualquier ordenamien-to social que debe inspirar cualquier decisión socio política o económica, en cualquier nivel de la vida social. La participación de los ciudadanos no puede restringirse sólo a algunas de las dimensiones de la vida social.

52. No puede haber cambios reales en el mundo, sin la participación de todos, en especial de los pobres. Solo mediante la participación podrá asegurarse la realización de las exigencias éticas de la justicia social. Vencer la apatía, la indiferencia, la falta de compromiso, motivadas por cualquier causa, es una de las mayores apuestas de nuestro tiempo40.

39 Cf. Ibíd. 189-191

40 Cf. CEPS, Directorio de Pastoral Social, México, 2008, 270-274

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53. La participación del cristiano más que un derecho es un deber, el Papa San Juan XXIII señalaba que “en lo que respecta a la comunidad política, resulta importante que en todas las categorías sociales, los ciudadanos se sientan cada día más obligados a velar por el bien común”.41

54. El Papa San Juan Pablo II decía que “para animar cristianamente el orden temporal -en el sentido señalado de servir a la persona y a la sociedad- los fieles laicos de ningún modo pueden abdicar de la participación en la políti-ca, es decir, de la multiforme y variada acción económica, social, legislativa, administrativa y cultural, destinada a promover orgánica e institucional-mente el bien común”42.

1.5 Valores fundamentales.

55. La Paz43 antes que un don de Dios al hombre y un proyecto humano con-forme al designio divino, es, ante todo, un atributo esencial de Dios: “Yah-veh-Paz”” (Jc 6,24). La creación, que es un reflejo de la gloria divina, aspira a la paz. Dios crea todas las cosas y todo lo creado forma un conjunto armó-nico, bueno en todas sus partes44 .

56. La promesa de paz, que recorre todo el Antiguo Testamento, halla su cum-plimiento en la Persona de Jesús. La paz es el bien mesiánico por excelencia que engloba todos los demás bienes salvíficos. La paz de Cristo es, ante todo, la reconciliación con el Padre, que se realiza mediante la misión apos-tólica confiada por Jesús a sus discípulos y que comienza con un anuncio de paz: “En la casa en que entréis, decir primero: “Paz a esta casa” (Lc 10, 5-6). La paz es además reconciliación con los hermanos, porque Jesús en la oración que nos enseñó, el Padre Nuestro, asocia el perdón pedido a Dios con el que damos a los hermanos (Mt 6,12).

41 Cf. Papa San Juan XXIII, Carta Encíclica Mater et Magistra, 1961, 96

42 Cf. Papa San Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Christifideles Laici, 1987, 42

43 Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, Ediciones CEM, págs. 272-290, México, 2006.

44 Gn 1,4.10.12.18.21.25.31

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57. “Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los albañiles; si el Señor no vigila la ciudad, en vano se desvelan los centinelas” (Sal 126,1). Este salmo expresa de manera preciosa y clara el fundamento de nuestra visión de la existencia y de la paz: la paz es un don (Jn 14,27); si el Señor no cons-truye la paz, en vano trabajamos por alcanzarla. La paz es, pues fruto de la acción de Dios y realización de su deseo de salvación y de su promesa.

58. Justicia45 “La paz no es auténtica si no es fruto de la justicia: justicia entre las partes sociales, justicia entre los pueblos. Y una sociedad no es justa si no respeta los derechos fundamentales de la persona humana. Por lo demás, el espíritu de guerra surge y madura allí donde se violan los derechos ina-lienables del hombre. Incluso cuando la dictadura y el totalitarismo sofocan por un tiempo el lamento de los explotados y ofendidos, el hombre justo está convencido de que nada puede justificar esta violación de los derechos del hombre; tiene el coraje de defender a los demás en sus sufrimientos y se niega a capitular ante la injusticia, a comprometerse con ella; y , por muy paradójico que parezca, el que desea profundamente la paz rechaza toda forma de pacifismo que se reduzca a cobardía o simple mantenimiento de la tranquilidad”.46

59. La justicia tiene diferentes niveles en su ejecución, por cuanto comprende no sólo acciones en relación con los victimarios, sino también con las víc-timas y con las estructuras socioeconómicas y culturales. La justicia es uno de los asuntos de mayor dificultad en los procesos de reconciliación, dado que un tratado de paz puede acordar amnistías que dejen en la impunidad algunas violaciones de los derechos humanos, buscando imponer un manto de olvido y silencio frente a atrocidades cometidas.

60. Misericordia “La justicia es, al mismo tiempo, virtud moral y concepto le-gal. En ocasiones, se la representa con los ojos vendados; en realidad, lo pro-pio de la justicia es estar atenta y vigilante para asegurar el equilibrio entre los derechos y los deberes, así como el promover la distribución equitativa

45 Aportes para la construcción e la Paz, Secretariado Nacional de Pastoral Social Caritas Colombia, Sec-ción Vida, Justicia y Paz, Fascículo N°3, Bogotá, 2002.

46 Mensaje Pontificio, Juan Pablo II, 1° de enero de 1984.

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entre los costes y beneficios. La justicia restaura, no destruye; reconcilia en vez de instigar a la venganza. Bien mirada, su raíz última se encuentra en el amor, cuya expresión más significativa es la misericordia. Por lo tanto sepa-rada del amor misericordioso, la justicia se hace fría e hiriente”.47

61. Desde la visión cristiana el proceso restaurador de la justicia comienza por las víctimas y luego mira hacia la restauración del victimario. Estos dos aspectos no son opuestos, sino que constituyen las caras de una misma mo-neda: se ha afectado la dignidad de la víctima y necesita restauración, el victimario también ha lesionado su propia dignidad y necesita igualmente restauración. Se sale así de la idea de entender la justicia como un conjunto de acciones que se inclinan hacia un solo lado para entrar en un concepto de justicia más integral y completo.

62. La Reconciliación48 puede tener muchos significados. Hay quienes conside-ran que es restablecer la armonía después de un periodo de conflicto, otros piensan que es el final de las hostilidades o diferencias entre dos o más par-tes, para los cristianos, la reconciliación es un proceso que empieza con el perdón de las acciones pasadas y termina con la paz.

63. La reconciliación cristiana debe contemplar cinco puntos fundamentales.

1) Es obra de Dios: las experiencias vividas son muchas veces tan doloro-sas, que solos somos incapaces de reconciliarnos. Dios es el único capaz de producir la reconciliación en nosotros. Nosotros somos instrumen-tos de Dios y participamos en la reconciliación. Todos nuestros planes y estrategias para la reconciliación deben considerarse desde esta pers-pectiva.

2) El proceso de reconciliación comienza con las víctimas: busca restituir-les su dignidad e identidad.

47 Mensaje Pontificio, 1° de enero de 1998.

48 Cáritas Internationalis, Construcción de Paz, Manual de Capacitación de Cáritas, Octubre 2002, Sección II, Módulo2.

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3) La reconciliación convierte a la víctima y al victimario en una “nueva humanidad” (2 Cor. 5,17). La reconciliación no es la restauración del pasado, sino una nueva condición para las víctimas y los victimarios, se trata de una “nueva humanidad” resultado de la acción de Dios que conduce a víctimas y victimarios hacia una nueva vida en el futuro que supera las heridas del pasado.

4) Esta nueva humanidad se puede encontrar en la histo-ria de pasión, muerte y resurrección de Cristo: Para los cristianos los sufrimientos y la muerte de Jesús constituyen el camino de la derrota de las estructuras injustas de poder y del mal en el mundo. La historia de la pasión y muerte de Jesús debe ser para los cristianos motivo de reflexión, nos invita a tener presente que el mal no triunfará jamás. El poder de la reconciliación de Dios siempre es más fuerte y puede conducir a las víctimas a una nueva humanidad pasando por esa experiencia.

5) La visión cristiana de la reconciliación revela una verdad más sobre el propio mundo: la lucha activa para conseguir la reconciliación refleja el mismo compromiso de Dios con el mundo, a favor de las víctimas del mal. El poder a pesar de ser cómplice de las fuerzas del mal, es incapaz por sí mismo de remediar los efectos de éste; solo la acción de Dios puede hacerlo, la cruz de Jesús revela que el poder está realmente con el Creador y con aquellos que Él ama, aunque el mundo los considere débiles, vulnerables y locos.

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Capítulo II. La Transversalidad de la Construcción de la Paz en la misión evangelizadora de la Iglesia.

2.1 La Construcción de la Paz como eje transversal.

64. La transversalidad es una herramienta que nos impulsa a una pastoral in-tegral desde cada plataforma eclesial, favorece una actitud a trabajar la or-ganicidad y la mutua complementariedad de las labores pastorales en co-munión y participación; pone énfasis en la visión holística y la implicación axiológica del saber49.

65. La transversalidad implica la interdisciplinariedad de los saberes y el com-promiso coherente del agente con la vida, el ser humano y la sociedad. La persona con sentido de transversalidad ve la realidad de manera orgánica, interactiva y con relaciones significativas de interdependencia50.

66. Designar el tema de Construcción de paz51, como eje transversal de la Pastoral de la Iglesia, es porque constituye una respuesta a los problemas coyunturales de trascendencia que afectan a la sociedad y a la naturaleza que le demanda una atención prioritaria y permanente; como tal, se plasma fundamentalmente en valores y actitudes, contribuyendo así en la forma-ción de personas autónomas, capaces de enjuiciar críticamente la realidad y participar en su mejoramiento y transformación52.

67. Por Construcción de paz se comprende el conjunto de iniciativas, esfuerzos y procesos que a largo plazo buscan la construcción de sociedades y comu-nidades pacíficas y estables, con bases sólidas y de prevención, abordando las causas estructurales de los conflictos violentos; y desde una perspectiva eclesial, se vincula a dos temas centrales: las relaciones y la participación53.

49 CEM, Programas de las Comisiones Episcopales 2012-2015, México, 2014, pág. 220-221

50 Íbid. Pág. 218

51 Íbid. Págs. 72 y 224

52 Íbid. Pág. 219

53 Universidad Jorge Tadeo Lozano, Facultad de Relaciones Internacionales y Ciencias Jurídicas y Políticas, Propuesta

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68. La Construcción de la paz requiere de una fundamentación teológica, moral y de una espiritualidad comunitaria. Promueve la evangelización integral incluida dentro de la pastoral de conjunto. “Ser una Iglesia en salida, como comunidad de discípulos y misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan; a ejemplo de Jesús el Señor que tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (Cf. 1,Jn 4,10); y, por eso, ella sabe ade-lantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos”54.

69. Es responsabilidad de todos los cristianos y debe estar dirigida a todas las personas, especialmente a quienes han sido víctimas de las distintas formas de violencia y a los que están más directamente implicados en el proceso de paz en orden a la construcción de una sociedad justa y fraterna, libre y solidaria. Todo agente y toda acción pastoral tiene una dimensión y res-ponsabilidad propias, sustentada con una formación específica en orden a generar procesos de paz55.

70. Tiene una insoslayable dimensión política, aunque “la comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas. Ambas están al servicio de la vocación personal y social del hombre”56. En consecuencia, “es de justicia que pueda la Iglesia predicar la fe con auténtica libertad, enseñar su Doc-trina Social... [] y dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al orden político cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación.”57, de esta forma consolida la paz en la humanidad.58

de Lineamientos de Política Pública en Construcción de Paz desde una Perspectiva Eclesial, Conferencia Episcopal de Colombia XC Asamblea Plenaria, Bogotá, 2011, 5

54 Papa Francisco, Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 2013, 24

55 “Que la pastoral ordi naria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agen-tes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la res puesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad.” EG 27

56 GS 76c

57 GS 76 e

58 GS 76 f

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71. En la Construcción de la Paz, compete a los laicos “la tarea y el dinamismo secular”59 y a los pastores, todos ellos ministros de unidad60, compete la ta-rea de iluminar y acompañar leal y evangélicamente el compromiso secular de los laicos.

72. Es a partir de un estudio y análisis serio y objetivo de la realidad que la Pas-toral puede elaborar sus programas que respondan coherentemente al diag-nóstico de la misma, por lo que deberá tener en cuenta todos los ámbitos: político, económico, social y cultural. Todo análisis de la realidad permite a los agentes de pastoral y a los interlocutores de la acción tener conocimiento y comprensión de su contexto lo más entendible posible con el fin de iden-tificar y discernir el paso de Dios por la vida de su comunidad y determinar las estrategias a favor del proyecto de Dios en las realidades concretas en la salvaguarda de la dignidad de toda persona y consolidación del Bien Común.

73. Con la pedagogía de la paz la Iglesia educa a la comunidad cristiana en la metodología de confrontar e iluminar la realidad con el Evangelio y su Doctrina Social; la cual tiene una doble tarea: deslegitimar toda forma de violencia y educar a hombres y mujeres para que asimilen las convicciones, actitudes y comportamientos fundamentales para una cultura de la paz; ge-nerando procesos de diálogo, convivencia, tolerancia y reconciliación.

2.2. Instrumento Vinculante.

74. La Conferencia del Episcopado Mexicano en la Exhortación Pastoral Que en Cristo, Nuestra Paz, México tenga Vida Digna61 sirviéndose del método ver, juzgar y actuar articula , de modo ordenado la perspectiva creyente de ver la realidad, con criterios provenientes de la fe y de la razón para discer-nirla y valorarla con sentido crítico y proyectar su compromiso, y el de toda la Iglesia en México, de ser discípulos misioneros de Jesucristo, buscando clarificar y proponer la misión de la Iglesia en la construcción de la paz.62

59 GS 43, DP 524

60 DP 526

61 México, febrero de 2010

62 CEM, Exhortación Pastoral, Que en Cristo Nuestra Paz, México tenga Vida Digna, 2010, 9

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75. Por lo tanto, la Dimensión de JPRFP, organismo de animación, promoción y desarrollo pastoral al servicio de la CEM63, reconoce en dicha Exhortación como instrumento vinculante en la que encuentra recursos para el análisis de la realidad y para generar sinergias, mecanismos de coordinación y co-municación entre las diversas iniciativas y procesos de construcción de paz a nivel local, regional y nacional, ad intra y ad extra de la Iglesia.

76. En este documento, la Iglesia mexicana, encuentra un instrumento para avanzar de manera estratégica en la construcción de confianza y superación de protagonismos que hagan posible todo un andamiaje para responder de manera coordinada y de mayor impacto en la mitigación de la crisis ocasio-nada por los altos niveles de violencia e inseguridad, como a los problemas estructurales y de largo plazo a los que se requiere atender para corregir una problemática alcanzada por décadas de marginación, inmoralidad, co-rrupción y debilitamiento del tejido social. Establece con criterio crítico los puntos de especial atención para enfrentar la situación del país, abriendo la posibilidad de diálogo y debate público sobre los temas que considera rele-vantes para que el pueblo mexicano pueda establecer unos mínimos sobre los que debe replantearse un nuevo proyecto de país posible con garantías para la vida digna.

2.3 Consideraciones de la realidad mexicana.

77. En referencia a la realidad nacional, la CEM señaló que en los últimos años se ha incrementado en nuestro país la violencia causada por organizaciones cri-minales, distinta de la violencia intrafamiliar y de la que es causada por la de-lincuencia común. Esta violencia tiene sus propias características, sus causas y sus circunstancias. Se caracteriza por la crueldad, por la venganza, por la exhi-bición de poder y por la intención de intimidar a quienes son considerados ri-vales y a toda la sociedad. Algunas de las actividades criminales más comunes en este contexto son: el narcotráfico, el secuestro, la trata de personas, el la-vado de dinero, distintos tipos de extorsión y las ejecuciones intimidatorias64.

63 CEM, Programas de las Comisiones Episcopales 2012-2015, México, 2014, 9

64 CEM, Exhortación Pastoral, Que en Cristo Nuestra Paz, México tenga Vida Digna, 2010, 12

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78. Esta violencia, que tiene su origen en las actividades de la delincuencia or-ganizada, es una realidad compleja, difícil de explicar en una sencilla rela-ción de causalidad; es también una realidad multidimensional, que toca distintos ámbitos de la vida, en los que debemos descubrir los factores que contribuyen a su existencia y sobre los que se debe intervenir, para preve-nirla, atenuar sus efectos y atender a las personas más vulnerables65.

79. La actividad económica, es uno de los ámbitos en los que debemos buscar los factores que contribuyen a la existencia de la violencia organizada. La desigualdad y la exclusión social, la pobreza y el desempleo, los bajos salarios, la discriminación, la migración forzada y los niveles inhumanos de vida, ex-ponen a la violencia a muchas personas: por la irritación social que implican, por hacerlas vulnerables ante las propuestas de actividades ilícitas y porque favorecen, en quienes tienen dinero, la corrupción y el abuso de poder66.

80. En la vida política. En medio de la crisis de inseguridad y violencia, se van organizando grupos sociales que buscan hacer sentir su frustración social ante las insuficientes garantías de seguridad que tienen los ciudadanos y ante la impunidad en que quedan muchos delitos del crimen organizado. Muchas personas, al dolor de haber perdido un ser querido o a su condición de víc-timas inocentes, añaden la impotencia de respuestas parciales, en ocasiones contradictorias y hasta cómplices de las instancias de servicio público.67

81. Corrupción e impunidad. Hay disimulo y tolerancia con el delito por parte de algunas autoridades responsables de la procuración, impartición y eje-cución de la justicia. Esto tiene como efecto la impunidad, las deficiencias en la administración de justicia, por incapacidad, irresponsabilidad o co-rrupción, haciendo evidente la infiltración de la delincuencia organizada en instituciones del Estado. Si no hay justicia, se puede delinquir con mayor facilidad68.

65 Íbid. 27

66 Íbid. 28

67 Íbid. 41

68 Íbid. 45

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82. La corrupción es una forma de violencia, que, al inocularse en las estructu-ras del servicio público, se transforma en delincuencia organizada, ya que de manera descarada se impone “la mordida” como condición a los ciuda-danos para recibir un beneficio o servicio gratuito69.

83. La violencia social tiene muchas manifestaciones, entre ellas: la violencia de grupos por razones políticas; la violencia en las relaciones laborales; la vio-lencia vinculada a actitudes discriminatorias y que es padecida no sólo por cuestiones étnicas, sino también por las personas que sufren maltrato por su orientación sexual; la violencia en las escuelas; la que es padecida por delitos comunes como el robo; la que se da entre generaciones y entre las comuni-dades; la violencia en el tránsito vehicular, de la que resulta un alarmante número de víctimas.70

84. En la cultura, tenemos de nosotros mismos el concepto de ser un pueblo hospitalario, fraterno, alegre y solidario. En la pluralidad cultural del pueblo de México hay elementos valiosos de unidad e identidad nacional, muchos de ellos relacionados con la fe cristiana. Sin embargo, se asocian también al “modo de ser” de los mexicanos anti-valores y actitudes negativas, entre ellas: la violencia. El comportamiento violento no es innato, se adquiere, se aprende, y se desarrolla. Son muchos y distintos los prejuicios culturales que legitiman o inducen prácticas violentas. La crisis de valores éticos, el predominio del hedonismo, del individualismo y competencia, la pérdida de respeto de los símbolos de autoridad, la desvalorización de las institucio-nes educativas, religiosas, políticas, judiciales y policiales, los fanatismos, las actitudes discriminatorias y machistas, son factores que contribuyen a la adquisición de actitudes y comportamientos violentos.71

85. La Religión y cultura, la mayoría de los mexicanos profesan la fe cristiana []La identidad católica es uno de los rasgos de nuestra cultura []Hoy percibi-mos una evangelización con poco ardor y sin nuevos métodos y expresiones,

69 Íbid. 46

70 Íbid. 59

71 Íbid. 82 y 83

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un énfasis en el ritualismo sin el conveniente itinerario formativo; movimien-tos y grupos religiosos que se olvidan de la dimensión social de la fe, una espi-ritualidad individualista; una mentalidad relativista en lo ético; en la pastoral persisten lenguajes poco significativos para la cultura actual.72

86. La CEM expone que para abordar la realidad de violencia e inseguridad en México, se necesita reconocer que es compleja y multidimensional, no pue-de atribuirse a una sola causa, por ello conviene abordarla desde un enfoque de salud pública que permita asegurar para el mayor número de personas el beneficio de la seguridad y de la paz, esto implica reconocer que el esfuerzo por erradicarla debe ser multidimensional; que se requiere un diagnóstico interdisciplinar y que es necesaria la cooperación de todos los sectores pú-blicos y sociales para abordar el problema mediante la acción colectiva73.

87. Entre los factores de riesgo sobre los que urge intervenir se descubren tres: la crisis de legalidad, cuyo signo más elocuente es la corrupción generaliza-da que se vive en todos los ámbitos; el debilitamiento del tejido social, que ha introducido en distintos ambientes de la convivencia social la ausencia de normas, que tolera que cualquier persona haga lo que le venga en gana, con la certeza de que nadie dirá nada, y una crisis de moralidad que se hace pa-tente cuando la falta de respeto a la integridad de las personas, la mentira y la corrupción campean fácilmente.74

2.4 Objetivo de la Dimensión de JPRFP.

88. La CEPS en su dimensión de JPRFP, tiene como Objetivo: “Propiciar la re-flexión y articulación para la generación de estrategias de respuesta de cons-trucción de paz en la realidad nacional, en la intervención en crisis, como en el fortalecimiento de ciudadanía; buscando activar la transversalidad de estos temas en la Pastoral de Conjunto de la Iglesia”75.

72 Íbid 93-95

73 Íbid. 99-100

74 Íbid. 102-105

75 CEPS, Documento Trienio 2012-2015, México 2012, Pág. 9

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Directrices para la Dimensión de Justicia, Paz y Reconciliación Fe y Política en México

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89. Se establece la importancia de ver la construcción de la paz como un pro-ceso que responda de manera coordinada a la mitigación de la crisis ac-tual, atendiendo y aportando a la superación de problemas estructurales que están asociados al debilitamiento del papel del Estado en las garantías, para el goce efectivo de derechos y a la pobreza estructural producto de la marginación y exclusión social. Esto debe ser asumido con una intención de construir capacidad de prevenir en las generaciones futuras las condiciones que las actuales tienen y que hacen de esta realidad todo un caldo de cultivo para la violencia y la inseguridad.

90. Desde esta perspectiva, la Dimensión de JPRFP reconoce la importancia de intervenir de manera integral en la promoción de cambios en las personas como ciudadanos no solo empoderados de sus derechos sino conscientes y responsables de sus deberes, unas relaciones que favorezcan la sana convi-vencia interpersonal, familiar, comunitaria, organizativa y social; cambios en las instituciones y del nivel estructural que corrijan las situaciones que se encargan de perpetuar males sociales que sirven de raíz a toda esta com-pleja problemática de la violencia. (Fig. 1)

91. Se identifican tres grandes bloques temáticos o momentos lógicos de la acción asociados a la crisis emergente y además responden a los males es-tructurales que hay que atender para garantizar que México camine hacia una paz sostenible con justicia social. (Fig. 1)

1) Intervención en tiempo de crisis.

2) Reconstrucción del tejido social, participación ciudadana. Democracia/Gobernabilidad

3) Desarrollo y paz

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Figura 1.

2.5 Líneas de acción

92. La Construcción de la Paz se centra en las relaciones y en un proceso parti-cipativo, para ello es necesario identificar los distinto actores que intervie-nen en los diferentes niveles del conflicto, la etapa del mismo y los posibles roles para los Constructores de Paz. De este modo el aporte pastoral de la dimensión se orienta en tres líneas de acción, que pueden identificarse en la Fig. 2

Primera línea: Acompañamiento a la Incidencia Política, contribuir en el discernimiento permanente de la realidad, para incidir de manera signi-ficativa en los ámbitos social, económico, político, ambiental y cultural, en orden a la construcción de un proyecto de Nación.

Segunda línea: Construcción de confianza entre constructores de Paz, promover relaciones de confianza y articulación entre instancias eclesiales y de la sociedad civil para potenciar la capacidad de incidencia de alto nivel

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y generar condiciones a los procesos e iniciativas de base.

Tercera línea: Fortalecimiento de capacidades comunitarias para la Paz, promover capacidades en las iglesias particulares para potenciar procesos locales de construcción de paz y ciudadanía.

Fig. 2

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Justicia, Paz y Reconciliación - Fé y Política

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Capítulo III. Pautas estratégicas76 para la Construc-ción de la Paz en los niveles de Iglesia: nacional, pro-

vincial, diocesano y parroquial.

3.1 Construcción de relaciones para la Incidencia.

93. Considerando la importancia de ganar capacidad estratégica a partir de la sumatoria de esfuerzos con otros entes y actores tanto de la misma Iglesia, como de otras denominaciones de fe, sociedad civil, institucionalidad pú-blica y comunidad internacional, se define una ruta: “Estrategia Nacional de Construcción de Paz” a largo plazo, que pide construir relaciones de confianza con otros constructores de paz en los diferentes niveles de Igle-sia, con el propósito de servir de fuerza catalizadora de esfuerzos por la paz en toda la sociedad y contar con una infraestructura facilitadora de condiciones para lograrla; esta capacidad ha de empezarse a construir en la misma casa.

94. Tenemos la certeza de que la Iglesia tiene un enorme potencial catalizador en la sociedad, pero no puede hacer la tarea sola; por esta razón se ha de empezar a trabajar desde el primer momento en identificar actores con los cuales ir generando esta gran red de constructores de paz para impulsar una pastoral orgánica pacificadora que cuente con las estructuras adecuadas que la promuevan en los distintos niveles y con una coordinación interins-titucional, facilitando espacios seguros para construir confianza entre los diversos actores sociales, de tal forma que la diversidad sea riqueza más que factor de conflictividad.

95. Estas estructuras deben contar con equipos multidisciplinarios que per-mitan una acción integral, articulada y comprometida, no solo de toda la Iglesia sino de ésta con los demás organismos de la sociedad civil y de las instituciones públicas77.

76 Cf. CEM, Exhortación Pastoral Que en Cristo Nuestra Paz, México tenga Vida Digna, 2010

77 Cf. Íbid. 106

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96. La Iglesia con el aporte al servicio de la Nación desde una perspectiva de la esperanza y con la convicción de que esta situación puede transformarse, quiere generar procesos conjuntos de reflexión y práctica en tres tipos de acciones subsidiarias: trabajar en la prevención, en el acompañamiento y en la animación de la sociedad civil responsable78.

97. Las Iglesias locales han de incorporar su aporte a la construcción de la paz en los ámbitos con los que ya trabajan con sus diferentes formas de trans-misión de la fe en la parroquia, la escuela, la familia y la vida comunitaria79.

98. Se trata de Identificar, crear y fortalecer espacios propicios para la difusión e interlocución como Iglesia con otras denominaciones de fe, organizacio-nes de sociedad civil en general, instancias gubernamentales y comunidad internacional; cualificando su presencia histórica, forjando la apertura a que se escuche la voz de los que se ha ignorado, los adeudos de la historia, las víctimas, las comunidades golpeadas por todos los factores estructurales que hoy son la raíz profunda de toda la inseguridad y violencia80.

99. Para lograr lo anterior, implican acciones lideradas por organismos impul-sores constituidos en los niveles: local, regional y nacional81:

1. Actualización periódica del análisis de la realidad.

2. Creación y fortalecimiento de espacios de interacción con otras dimen-siones de la Pastoral y otras instancias eclesiales.

3. Incorporación de herramienta metodológica para el monitoreo y segui-miento de los procesos locales.

4. Focalización de escenarios donde se requiere realizar la incidencia.

78 Cf. Íbid. 187

79 Cf. Íbid. 189-197

80 Dimensión JPRFP-CEPS, Estrategia Nacional de Construcción de Paz, México, Marzo 2012, No. 2.4.

81 CEM, Exhortación Pastoral Que en Cristo Nuestra Paz, México tenga Vida Digna, 2010, 216 a)…j)

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5. Mapeo de actores y relaciones que permita identificar “lugares claves para la incidencia”.

6. Construcción de ruta y metodología de Incidencia desde la labor de la Iglesia por niveles.

7. Acompañamiento y sistematización de aprendizajes en el desarrollo de iniciativas locales, regionales y nacionales de Incidencia para la Paz.

100. En los diferentes niveles de Iglesia urge apuntalar la estrategia comuni-cacional que genere opinión pública que movilice respuestas sociales y gubernamentales cada vez más favorables a la paz; ya que tiene un papel importante para el aprendizaje de un lenguaje de paz y para la difusión de los gestos de paz a partir de lecturas críticas sobre lo que alimenta sus ima-ginarios sociales, educar para la legalidad y promover una Cultura de paz82.

3.2. Construcción y Fortalecimiento de capacidades para la Paz83.

101. La estructura de la Iglesia cuenta con agentes de pastoral en todo el terri-torio nacional con una fe profunda y generosa disposición en la obra apos-tólica que enfrentan el gran desafío de desarrollar capacidades para la paz para impulsar procesos de largo plazo, concentrados en los cambios que se quieren generar como la toma de conciencia, la conversión personal y pastoral84, pasando por las relaciones, las instituciones y el nivel estructural, que refleje una Iglesia pobre y misionera, comprometida en la transforma-ción de todas aquellas realidades contrarias al plan salvífico de Dios.

102. Implementar el fortalecimiento de capacidades en las Iglesias particulares para la construcción de la paz, requiere de:

1. Partir de lo que hay, siempre la comunidad tiene recursos e iniciativas, procesos, dinámicas, el camino recorrido.

82 Cf. Íbid. 198-208

83 Cf. Estrategia Nacional de Construcción de Paz, III.

84 Cf. DA 7 y 8

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2. Una Pastoral de la Esperanza que acompaña a las comunidades a re-cuperar su capacidad de soñar, consiste en ayudar a poner la mirada del cristiano en un horizonte más allá del caos del hoy para ayudar a ver un mañana alternativo que ponga en camino de salvación al pueblo de Dios.

3. Una Pastoral que promueve una percepción crítica y corresponsable de la propia realidad y el reconocimiento de los propios valores y potencia-lidades para su transformación.

4. Una Pastoral que camina con la comunidad en el proceso de la realiza-ción de su futuro deseado, que es también el de Dios85.

103. Formación de agentes y equipos de pastoral como levadura crítica de la transformación, dinamizadores de cambio social, inspirados en los valores del Evangelio y del aporte del Magisterio de la Iglesia y de las ciencias so-ciales.

104. Los contenidos básicos para la construcción de la paz fundamentalmente son:

1. Principios de la construcción de la paz.

2. Análisis proximal, intermedio y estructural de la violencia y conflic-tos sociales.

3. Transformación social, no violenta de conflictos.

4. Momentos lógicos de la construcción de la paz.

5. Niveles de transformación social y construcción de la paz.

6. Herramientas metodológicas para construir la paz desde la transfor-mación comunitaria.

7. Incidencia local para la paz

85 Cf. GS 1

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8. Mecanismos de evaluación y auto-monitoreo en la construcción de la paz.

3.3 Desarrollo de iniciativas locales de paz86.

105. Pone a la comunidad donde interviene el equipo de pastoral u organismo le-vadura87 en acciones concretas de transformación de realidades identificadas por ellos mismos como focos generadores de violencia. Son muy diversas ini-ciativas que surgen con temas “pretexto”88 de acercamiento a la comunidad que permite ponerla en camino sobre un consenso en torno al “futuro desea-do” que les haga fijar la mirada en un horizonte común y no ensimismarse en la realidad conflictiva del momento.

106. La iniciativa local de paz es la escuela práctica donde los agentes de pas-toral apropian los aprendizajes y los van asumiendo a partir de entrar en relación con una comunidad, una experiencia y un proceso concreto. Pero también es el espacio donde la comunidad se inicia en su camino propio y se asume como protagonista de su futuro deseado, por lo tanto allí es fun-damental que se apropien del sueño y todo el acontecer de la iniciativa es espacio para construir conocimiento en torno a teorías de cambio y la co-munidad focalizada se constituye en comunidad de aprendizaje.

86 Cf. Íbid.3.3.

87 Ver en el Anexo la explicación en torno al Organismo Levadura

88 “Es el mecanismo seguro que la comunidad focal sienta que los puede poner en relación para empezar a construir confianza y transformar relaciones en aras a la construcción de la paz”

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ANEXO

Orientaciones Generales para implementar la Estrategia de Construcción de Paz con enfoque de Transformación Social89.

1. La construcción de paz para la transformación social

Parábola de la Cantera

Las tres respuestas de los trabajadores de la cantera nos ayudan a entender nues-tro trabajo en construcción de paz. A veces solo estamos rompiendo piedras y nos enfocamos en la tarea inmediata, que es un trabajo muy duro. En ocasiones nos centramos en ganarnos la vida, que es importante para subsistir y para el sostenimiento y la salud de nuestras familias. A veces entendemos que nuestro trabajo es parte de una visión más grande que incluye a muchos trabajadores. Picar piedra es necesario para construir una hermosa catedral y trabajar en las relaciones y programas locales es parte de la construcción de paz a largo plazo y para que muchos puedan disfrutarla.

Se dice que los astronautas toman “conciencia global inmediata” cuando van al espacio. Mirando la Tierra, ellos ven la íntima naturaleza del mundo y nuestra conexión global. Este es el mismo concepto de la construcción de la catedral. ¿Cómo realizamos eso? Este es el reto para los trabajadores por la paz. Tener una visión más amplia, al mismo tiempo que nos enfocamos en las tareas inmediatas.

89 Cáritas Internationalis, Construcción de Paz, Manual de Capacitación de Cáritas, Octubre 2002. http://es.slideshare.net/caritasmexicana/manual-constuccin-de-paz-caritas-internationalis

Un día, una mujer caminaba a través de una cantera y le pre-guntó a tres trabajadores distintos qué estaban haciendo. El pri-mero respondió: “yo estoy rompiendo piedras”. La mujer siguió su camino por la cantera y le preguntó al segundo trabajador qué estaba haciendo. Él respondió: “me estoy ganando la vida”. Siguió caminando la mujer y le hizo al tercer trabajador la mis-ma pregunta. Él respondió: “estoy construyendo una catedral”.

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La construcción de la paz se refiere a proyectos a largo plazo para llegar a la paz, a comunidades y sociedades estables. Esto requiere construir sobre bases firmes de justicia y reconciliación, lo cual implica fortalecer y reconstruir las relaciones y transformar las instituciones y los sistemas injustos.

En el trabajo de desarrollo se requiere mirar cómo se dan las relaciones y la toma de decisiones en la realización de los proyectos. En vez de simplemente buscar formas específicas para mejorar la producción y comida o construir nuevas ca-sas, la construcción de paz enfatiza sobre la construcción de relaciones correctas con las organizaciones pares, y los beneficiarios de los programas, como parte integral para establecer una paz duradera en zonas de violencia. Entender la construcción de paz de esta manera nos permite tomar una nueva óptica para desarrollar proyectos y programas90.

Al fundamentar la construcción de paz en las relaciones, queremos decir que nos comprometemos en un proceso que respeta las habilidades y talentos que aporta cada persona al proyecto y a la programación. Las relaciones se constru-yen a partir de la confianza entre el equipo de trabajo y las co-partes y de éstos con los grupos en conflicto. Éstas también ayudan a fortalecer y mantener a las personas en los procesos de cambio social. Para respetar plenamente a aque-llos con quienes estamos trabajando, necesitamos involucrarnos con ellos en el proceso de planeación e identificación de metas, las formas para alcanzarlas y las formas de evaluación en conjunto. La participación fluye de manera natural cuando se trata de un proceso centrado en las relaciones.

Para centrarnos plenamente en las relaciones, necesitamos enfocar nuestro co-nocimiento y nuestro talento en las interacciones, sacar a relucir y construir sobre el conocimiento y el talento de quienes nos rodean. Esto implica que de-bemos respetar y escuchar a la gente que se encuentra cerca de nosotros e in-corporar sus aportes, su retroalimentación, además de participar con nuestro propio conocimiento.

90 Sampson, Cynthia, John Paul Lederach, Contribuciones menonitas a la construcción internacional de la paz, 1997, 2001.

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2. ¿Quiénes participan en la construcción de paz?

Los roles que hombres y mujeres juegan en la construcción de paz no son nece-sariamente los mismos y varían según el lugar y la cultura, pero se necesitan a ambos juntos para la construcción de una paz duradera. Un enfoque de proceso, centrado en las relaciones en Construcción de Paz, requiere incluir tanto hom-bres y mujeres, jóvenes, niños y adultos, como personas de diferentes grupos étnicos y religiones.

A menudo muchas personas asumen que las mujeres son por naturaleza cons-tructoras de paz, pero no es siempre el caso, así como tampoco es cierto que los hombres sean guerreros por naturaleza. Sin embargo, los hombres y mujeres ex-perimentan el conflicto violento de manera diferente. Por eso hombres y mujeres pueden ser involucrados en la toma de decisiones sociales, económicas y políticas de diversas maneras, durante y después del conflicto. Además las desigualdades en los roles de género pueden aumentar conflictos dentro de las comunidades que son parte de estructuras injustas que necesitan ser tomadas en cuenta para construir la paz a largo plazo en un país. Todos estos aspectos deben tenerse en cuenta porque el análisis sobre equidad entre hombres y mujeres es importante en el trabajo de construcción de paz.

La programación de construcción de paz debe enfocarse en las necesidades pro-pias de hombres y mujeres a nivel local, así como en sus necesidades comunes, para ayudar efectivamente a la reconstrucción de la comunidad y a la consecución de una paz duradera y justa. Si se incluye un análisis de género, identificando las actividades de construcción e paz y dónde y cuándo involucrase en un trabajo de paz, se contribuirá a una mayor comprensión sobre el análisis de contexto y el éxito de las actividades programadas.

3. Perfil de los agentes

Trabajar en construcción de paz y reconciliación requiere un compromiso y vo-cación, Juan Pablo Lederach, nos ayuda a través de imágenes de las diferentes partes del cuerpo humano para profundizar en lo que significa la vocación de constructores de paz, se necesitan:

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OJOS GRANDES pues es necesario estar siempre atento a lo que hay alrededor. Como constructor de paz es importan-te acercarnos y conocer la realidad tal y como es, se debe construir un horizonte

sobre el cual desarrollar nuestras acciones y poder visualizar opciones.

OIDOS GRANDES para escuchar con atención y claridad, so-bre todo en situaciones de conflicto, debemos desarrollar la capacidad de escucha. Se trata de una escucha que crea el es-pacio para reflexionar y profundizar sobre lo que nos sucede y lo que nos sentimos. Como constructores de paz estamos llamados a escuchar. Una buena manera de medir esta capa-cidad es escuchar a nuestros enemigos, a aquel que me con-fronta y piensa diferente. No basta con hacer silencio, para que el otro hable. Es escuchar profético implica buscar a Dios

en el otro, de reconocer que Dios nos dice algo.

BOCA PEQUEÑA capaz de controlar las palabras que pronuncia. Cuando hay momentos de tensión o rabia, decimos palabras que después no quisi-mos decir, por eso hay que manejar nuestra boca, aprender a decir la verdad de una forma coherente y tranquila, de manera que se entienda y sin herir

a los demás. Debemos buscar el “cómo, cuándo y con qué”. La verdad como fundamento de paz, debe invitar al otro a establecer un compromiso con lo que significa en vez de crear rechazo inmediato por la forma como se han abordado los hechos.

PIES GRANDES para dejar huella, el conflicto es como el hu-racán, puede arrasar y el terreno y destruir. El reto es pues que ante los conflictos nos mantengamos en pie y retomar el horizonte para aprovechar las oportunidades que se nos ofre-cen. Como constructores de paz estamos invitados a hacer algo importante, nuestro actuar debe marcar la diferencia, debe ser esperanzador y positivo.

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CORAZÓN MUY GRANDE donde surge el amor, donde ha-bita Dios, donde se reconoce que hay algo profundo del ser, de ahí surge el ser verdaderamente humano.

Las cualidades claves que identifican a un constructor de paz eficiente son:

Adaptabilidad: significa estar preparado para cambiar la dirección de lo pla-neado durante cualquier capacitación y profundizar en temas que preocupan más los participantes, en lugar de seguir estrictamente con la propia agenda. Un constructor de paz debe estar actualizado, adaptarse a la realidad y a los cambios que la sociedad exige.

No estar a la defensiva: un constructor de paz tiene que tener la capacidad de aprender a escuchar a las personas y sobre todo recibir las críticas de la gente y no responder de igual manera.

Empatía: implica relacionar las emociones que un individuo expresa y luego de-volver esas emociones al individuo y al grupo entero. Empatía significa ser capaz de ponerse en la situación de la otra persona o “en sus zapatos” y entender lo que la gente está experimentando durante el conflicto. Una parte importante de ser un constructor de paz eficiente es entender por lo que pasa la gente y mos-trar su entendimiento hacia sus emociones y experiencias.

Creatividad: significa ser diferente, proyectarse hacia el futuro, es una prácti-ca de su conocimiento. Ser creativo es adaptar la realidad, transformarla aun cuando ésta sea adversa. La creatividad es necesaria para mirar hacia el futuro y encontrar nuevas formas de llegar allí. La imaginación es una parte importante de la creatividad y los constructores de paz deben fomentarla, o por lo menos no tenerle temor. Construir una paz justa requerirá la creatividad de todos.

Habilidad para exponer temas y relaciones: moldear temas de resolución de conflictos y comportamiento de las relaciones es esencial para un constructor de paz eficiente. Enseñamos por lo que decimos, pero también y sobre todo por lo

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que hacemos. Si nuestro comportamiento contradice el mensaje que tratamos de transmitir, agotamos nuestro mensaje y perdemos el respeto de quienes trabajan con nosotros.

Comodidad con la ambigüedad: sentirse cómodo con la ambigüedad significa que no se tiene que saberlo todo, ni tener claras las actividades o la dirección que tomará un grupo. Esto es importante porque la paz es un objetivo a largo plazo, y muchas veces, no estamos seguros de que nuestras actividades nos lleven direc-tamente allí. A menudo, la ruta directa y las actividades del programa no son lo más razonable o fácil para llevarnos a una paz justa, sino la ruta con más vueltas que implica gastar tiempo con colegas y otra gente y construir relaciones que generan las bases para la construcción de paz. Estar a gusto con la ambigüedad nos permite seguir por la ruta con más vueltas, aunque tengamos el ojo clavado en el objetivo final.

4. ¿Dónde se construye la paz?

Si visualizamos la manera como están estructuradas nuestras sociedades, es po-sible imaginarlas como un triángulo que puede tener varias medidas.

Cualquiera que sea el tipo de triángulo, la base del mismo puede ser tomada para representar a los líderes de las comunidades locales y de las organizaciones de base. Las parroquias y las Cáritas locales y diocesanas normalmente trabajan con estos líderes. La sección media del triángulo representa a los líderes del nivel medio, aquellas personas que infunden respeto, como los directores de ONG’s, líderes étnicos y religiosos entre otros. La punta del triángulo representa el nivel más alto o el liderazgo altamente visible. Incluye a los funcionarios gubernamen-tales, al personal militar y a los líderes religiosos entre otros.

Utilizando estos tres niveles como guía, es posible identificar los distintos nive-les de la sociedad hacia los cuales debemos dirigir la programación en la cons-trucción de paz: podemos trabajar con organizaciones de base, líderes del nivel medio y con líderes del nivel alto, ya sea separadamente o de forma coordinada. Trabajar en un nivel no excluye trabajar en los otros. De hecho la construcción de una paz duradera implica articular e integrar múltiples y diversos esfuerzos, ver la siguiente figura.

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Fuente: Adaptación a partir del esquema propuesto en el Manual de Capacitación de Cáritas, Construc-ción de Paz, Cáritas Internationalis.

La construcción de paz para la transformación social presenta la necesidad de construir capacidades a nivel vertical y horizontal. Es necesario reducir las brechas entre la polarización de la sociedad y las brechas existentes entre los diferentes niveles.

Considerando los diversos niveles de sociedad de los que se ha hablado, se pueden ejemplificar algunas actividades en construcción de paz:

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Actividades en construcción de paz en las organizaciones de base (antes, durante y/o después del conflicto violento):

• Trabajo en la resolución de conflictos y la reducción de prejuicios.• Educación y formación en derechos humanos.• Incidencia en no-violencia y capacitación en incidencia.• Apoyo psicosocial y atención al trauma post guerra.• Trabajo de reconciliación, incluyendo comisiones locales de paz.• Reconstrucción de la infraestructura física.• Mejoramiento o reconstrucción de las bases económicas o agro eco-

nómicas.• Educación para la paz a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes.• Ayuda humanitaria de emergencia.• Apoyo o promoción de redes de trabajo conjuntas con organizaciones

locales de paz.

Actividades en construcción de paz a nivel medio (antes, durante y/o después del conflicto violento):

• Talleres sobre resolución de conflictos y resolución de problemas.• Trabajo en reconciliación, incluyendo comisiones de paz.• Actuar como intermediario entre las partes.• Trabajo en comunicaciones alternativas y en medios masivos.• Apoyo a las redes de trabajo de gente interesada en la paz.• Capacitación en resolución de conflictos y reducción de los prejuicios.

Actividades en construcción de paz a nivel alto (antes, durante y/o después del conflicto violento):

• Desempeñarse como intermediarios entre las partes.• Incidencia política, nacional e internacional en situaciones de conflic-

tos para el cese al fuego, el mantenimiento de la paz y otras medidas políticas.

• Aportar contenidos para iniciar negociaciones de alto nivel.• Diálogo interreligioso e interétnico.

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5. Construcción de paz ¿cuándo?

Los conflictos no son estáticos, cambian a través del tiempo, en cada etapa hay oportunidades para estilos particulares de trabajo en construcción de paz. Si comparamos el conflicto con el fuego podemos identificar cinco etapas con elementos particulares cada una de ellas:

Etapa 1 Recolección de los materiales para el fuego /con-flicto potencial

Se recolectan los materiales para el fuego. Algunos de estos son más secos que otros, pero aún no hay fuego.

Etapa 2 El fuego comienza a arder/ la confrontación

Un cerillo es encendido y el fuego empieza a arder. Normal-mente una confrontación entre las partes, como una gran manifestación pública, sirve como cerillo, que rápidamente hace arder los materiales secos.

Etapa 3 Hoguera/crisis

El fuego arde tan lejos y tan rápido como puede, quemando salvajemente y fuera de control. En esta etapa, el conflicto alcanza una crisis y, justo como el fuego, consume los mate-riales que lo alimentan.

Cuando el conflicto “arde” las personas que están involucra-das en él muchas veces recurren a la violencia directa para vencer; aunque nor-malmente ambas partes terminan perdiendo algo. La violencia directa se refiere a acciones de las personas que a propósito hacen daño, hieren a otras personas.

Etapa 4 Cenizas /conflicto potencial

En este punto el fuego disminuye, las llamas se desvane-cen y solamente las cenizas siguen brillando, pues casi todo el combustible ha ardido. En esta etapa, los conflic-

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tos pueden continuar disminuyendo o si, se le añade nuevo combustible, pueden comenzar de nuevo.

Etapa 5 Fuego extinguido/regeneración

El fuego está extinguido y las cenizas están frescas. Es mo-mento de enfocarse en otras cosas además del fuego y re-construir y ayudar a regenerar lo que se ha perdido.

6. Principios Operativos en la Construcción de Paz

El marco conceptual para la Construcción de Paz fue construido sobre cinco principios básicos adaptados del trabajo de Lederach. Estos principios brindan una guía útil para el diseño y la asesoría de intervenciones específicas en Cons-trucción de Paz.

Los principios estipulan que la Construcción de la Paz necesita ser:

Globalizante

Significa que necesitamos ver la totalidad del panorama para poder realizar un cambio desde adentro. La paz dura-dera se logra abordando las múltiples fuentes del conflicto en los diversos niveles de la sociedad: las organizaciones de base, los niveles de liderazgo medio y alto.

Necesitamos desarrollar unos lentes especiales para iden-tificar las necesidades de quienes trabajan con nosotros, una visión de para qué estamos trabajando, unas acciones que nos pueden llevar a ello y un diseño o un plan que podamos utilizar como guía para poder alcanzar este propósito.

Para lograr esto, debemos salir del ajetreo cotidiano del trabajo y las crisis que nos rodean, dirigir nuestras acciones y eventos diarios con una visión y objeti-

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vos suficientemente amplios, lo cual requiere un análisis profundo del contexto para la Construcción de Paz.

Interdependiente

La Construcción de Paz involucra un sistema de perso-nas, roles y actividades interconectados. La interdepen-dencia tiene que ver con la conexión entre lo que hace-mos y la manera como lo hacemos.

Ninguna persona, actividad o nivel de la sociedad es ca-paz de diseñar y transmitir la paz por si solo. Todo está

vinculado, todo se afecta mutuamente. Con personas en el núcleo de la Construc-ción de Paz, nuestras actividades están íntimamente conectadas a la naturaleza y a la calidad de nuestras relaciones sociales. La construcción de Paz apoya y fortalece las relaciones interdependientes necesarias para continuar y sostener los cambios deseados, lo cual necesariamente implica procesos que forjen relaciones entre las personas que no piensan igual, pero que sin embargo son interdependientes.

La interdependencia de las personas y las actividades en construcción de paz es como la red de una araña. Cada hebra es importante, pero se necesitan muchas hebras para completar la red. De igual manera, muchas actividades en Construc-ción de Paz deben unirse para alcanzar juntos la paz. Las hebras de la red nece-sitan ser lo suficientemente fuertes y pegajosas como para mantener toda la red, aun cuando sea oprimida o forzada.

Sostenible

Construir la paz es un proyecto a largo plazo. Los conflic-tos violentos tienen lugar a través de generaciones y no podemos esperar a que la Construcción de Paz tome me-nos tiempo. Para que sea sostenible por generaciones, ne-cesitamos poner atención hacia dónde nos están llevando nuestras actividades y nuestras energías. Mientras que la mirada globalizante requiere que pensemos más allá de lo inmediato y planteemos respuestas efectivas a los asuntos

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y las crisis para lograr una visión a largo plazo, la sostenibilidad requiere que pense-mos en lo necesario para crear una capacidad continua y procesual para responder y transformar los ciclos recurrentes del conflicto y de las crisis.

Las actividades en construcción de paz necesitan ser conformadas para que pue-dan ser sostenibles a través de las diferentes etapas en la vida de las personas.

Estratégico

La Construcción de Paz necesita incluir una asesoría y una visión globalizantes, pero también requiere tener acciones programáticas específicas elegidas estratégica-mente para hacer algunas cosas muy bien. Ser estratégico significa aprender a responder proactivamente a situacio-nes sociales emergentes y dinámicas y dar respuesta a las necesidades y las preocupaciones inmediatas, mientras que al mismo tiempo se fortalece un proceso de cambio

a largo plazo. Por consiguiente al valorar las acciones de construcción de paz, de-bemos conocer las necesidades inmediatas y el trabajo hacia la visión deseada de cambio. Evaluando estratégicamente las actividades en las que trabajamos inclu-yendo, lo que hacemos, donde nos comprometemos y cómo enfocamos nuestras actividades, nuestro trabajo en construcción de paz responderá a una crisis pero no será manejada por ella.

Infraestructura

Se necesita una infraestructura que brinde los espacios sociales, los mecanismos logísticos y las instituciones ne-cesarias para apoyar el proceso de cambio y una visión de paz a largo plazo. La infraestructura suministra el soporte básico que le permite a las personas y a los procesos de construcción de paz sobrevivir a alguna crisis inmediata, mientras que se persigue pacientemente el cambio desea-do a largo plazo. Una infraestructura en construcción de

paz está fundamentada en las personas, en sus relaciones y en los espacios sociales que crean, necesarios para la reconciliación y la transformación del conflicto.

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Una casa necesita cimientos firmes para que no se sacuda o se mueva. En Cons-trucción de Paz necesitamos ser como la persona que en la Parábola (Lucas 6, 48-49) del hombre edifica su casa sobre roca, es decir sobre una base sólida.

En Construcción de Paz los cimientos son las personas, sus relaciones y los espa-cios sociales que necesitan para soportar el proceso de transformar la fragmen-tación social y la violencia en pro del respeto, la interdependencia, el compromi-so y la responsabilidad de construir la paz.

7. Estrategia de Construcción de Paz

A) Elementos de la Construcción de la Paz91

Es importante para la Construcción de la Paz implementar planes de vida comu-nitarios que contengan los siguientes elementos:

Centralidad de las relaciones para transformar realidades, es el espacio opor-tuno para evangelizar.

Curiosidad paradójica, no dejarse atrapar por la bipolaridad ni los estereotipos, fijarse en elementos no visibles a primera vista pero que están ahí y son parte de la realidad. Es la capacidad de construir sin dividirnos.

Espacio para el acto creativo, ese conectarse con otras alternativas, encontrar los momentos preñados de vida en situaciones de muerte, rescatar las aspira-ciones más profundas por la paz, por la vida que surgen en el caminar con la comunidad.

Capacidad de asumir riesgos, tener la voluntad de arriesgar y a crear, desde un nosotros, no a nombre personal.

B) Pasos para la implementación de la Estrategia con enfoque de Transfor-mación social:

1. Punto de partida: ¿Dónde estamos ahora?

91 John Paul Lederach, Imaginación Moral, Editorial Norma, Bogotá 2008.

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Identificar una necesidad pastoral que hay que atender en el área focalizada.

Ejemplo: víctimas de las violencias no son atendidas adecuadamente, el incremen-to de suicidios y adictos, violencia en las escuelas, migración forzada y desplaza-mientos, amenazas y extorsiones, deficiencia en los servicios públicos, espacios públicos prohibidos o invadidos, inseguridad en el libre tránsito, violaciones múl-tiples de los derechos humanos, aumento del reclutamiento de niños y jóvenes en el crimen organizado o en el ejército, etc.

Preguntas que plantea el contexto:

- ¿Cómo recuperar el respeto por la vida y los derechos humanos de la sociedad?

- ¿Cómo mantener la esperanza?

- ¿De qué manera sería posible establecer estrategias de mediación que permitan procesos de diálogo en la mira de un acercamiento a la paz?

- ¿Cómo habilitar a las personas para enfrentar el miedo y fortalecer espacios donde puedan ser oídas y participar en los diálogos y la negociación?

2. Proceso de conformación e integración de un organismo (equipo) levadura que impulse y active el proceso. En la Lógica de Levadura.

Para impulsar procesos comunitarios es importante tener una infraestructura o equipo impulsor que se puede denominar “organismo levadura” o “equipo le-vadura” inspirados en la parábola del Reino Mt 13,33; y que como “organismo”, como Cuerpo92 vive las dinámicas propias de la vida en relaciones al interno y externo del mismo. Su sentido organizacional está inspirado en la enseñanza de la Iglesia misterio de Comunión93 y Solidaridad.94 Por lo cual es importante su capacitación e integración como tal.

92 Cf. LG 7, Col 2,19

93 Cf. Const. Lumen Gentium, nn.4,8,13-15,18,21,24-25; Const. Dei Verbum, n.10; Const. Gaudium et Spes, n.32; Decr. Unitatis redintegratio, nn. 2-4, 14-15, 17-19, 22.

94 GS 1-3; Dcto. De Aparecida Capítulo 8

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Los elementos básicos para la formación de una organización comunitaria des-de la perspectiva eclesial95 son los siguientes:

• Un primer compromiso respecto al objetivo común,• La aceptación mutua entre los miembros,• La ulterior clarificación y apropiación del objetivo,• La creación de un sentido de pertenencia,• El compromiso con la tarea del equipo,• La mutua ayuda y colaboración,• El sentido de realización y constatación de logros,• El entusiasmo y satisfacción personal,• El reconocimiento del propio trabajo y • La satisfacción del deber cumplido

3. Planeación en el organismo levadura y con la comunidad o sector a atender:

Análisis de la realidad96

• Identificar el problema o los problemas a solucionar• Los tipos de violencias que se dan• Señalar las causas: identificar las raíces que causan las violencia ¿cuáles son

los factores que atraen o que motivan al uso de la violencia?• Mapa de actores relacionados con los problemas y/o las violencias, pueden

ser personas

individuales, grupos, instituciones y comunidades.

ü Quién(es) las producen

ü A quién afecta(n)

95 GS 1-3; Dcto. De Aparecida Capítulo 8 Material “II Procesos Grupales” de la Fundación Socio-Pastoral San Juan Diego, Guadalupe Huila, Colombia

96 Algunas herramientas: cartografía social, árbol de problemas, mapas de actores y relaciones, etc

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ü Quién está haciendo ya algo para lograr la solución.

ü Quién(es) pudieran ser parte de la solución como aliados.

ü Quién(es) deberían trabajar para solucionarlos.

• Las relaciones que se dan entre los actores.• Mapear el territorio que los hace comunidad ubicando los espacios clave, los

elementos que los conforman.• ¿Qué es lo que ya se está haciendo a favor de la solución del problema?

4. Discernimiento del Futuro deseado, poner la mirada en el horizonte, for-mular:

¿Cómo queremos que sea la realidad de la comunidad, municipio diócesis, Pro-vincia? ¿Qué quiere lograse en el proceso de Construcción de la Paz?

Focalizar y definir el área desde dónde se va abordar el fenómeno de la violen-cia, es decir, desde dónde se va a intervenir, por ejemplo: Atención a víctimas y comunidades afectadas, atender áreas empobrecidas proclives a la violencia, reducir el uso dañino del alcohol, creación de empleos y generación de ingresos, capacitación para padres de familia para lidiar los conflictos, calidad de vivien-da, gestión de conflictos socio-ambientales generadores de violencia, atención a víctimas y comunidades afectadas, mediación y negociación, etc.

5. Matriz de cambios, resultados por alcanzar:

¿Qué es lo que esperamos lograr? ¿Cuáles son los resultados deseados y necesa-rios a obtener? ¿Qué actitudes y comportamientos se quieren lograr en los dis-tintos niveles: Personal, relacional, institucional, estructural; en cada uno de los momentos lógicos de acción: intervención en la crisis, reconstrucción del tejido social, participación ciudadana y democracia, desarrollo y paz; que contribuyan a lograr el futuro deseado?

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Fuente: Adaptación a partir del esquema propuesto en el Manual de Capacitación de Cáritas, Construcción de Paz, Cáritas Internationalis.

6. Fortalecimiento de capacidades97

Identificar en los agentes y en la población las capacidades que aportan a la re-solución de los conflictos y cuáles son aquellas que se necesitan obtener y desa-rrollar para acompañar el proceso. Por ejemplo en las áreas: pastoral, espiritual, psicológica, jurídica, economía social, comunicacional, planeación, mediación, sistematización, estadística, etc.

En la intervención en la crisis: para transformar y enfrentar la crisis, es impor-tante que las comunidades se integren y desarrollen iniciativas de cambio que les permitan identificar, crear y movilizar alternativas de solución frente a las realidades que los aquejan. Aquí el equipo levadura juega un papel clave para que las comunidades fortalezcan sus capacidades para la transformación, se organi-cen, participen y se articulen a actores clave capaces de jalonar las iniciativas y cambios deseados.

97 Tomado del documento =ad experimentum= Módulo I, Escuchen los clamores de mi pueblo, Equipo de formación SELACC, 2013, pág 94-98.

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En el fortalecimiento de capacidades e integración comunitaria: los agentes de pastoral y los grupos levadura buscan desarrollar las capacidades propias, por ejemplo: dar lugar a la conciencia pública y movilización social, construir capaci-dades en las comunidades: en los policías, en los periodistas, en los profesores, etc.

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