UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR

FACULTAD DE CIENCIAS Y HUMANIDADES

DEPARTAMENTO DE FILOSOFÍA

MONOGRÁFICO DE FILOSOFÍA MEDIEVAL

PROFESOR:

Lic. Jorge Montenegro

ALUMNOS:

Rojas López, José Gustavo

Quinteros Portillo, Edgar Ernesto

Ciudad Universitaria, 02 de Mayo de 2012

ÍNDICE

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Introducción 3

A. TOMÁS METAFÍSICO 4-5

B. LAS CINCO VÍAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS 6-10

C. ATRIBUTOS DEL SER SUPREMO NECESARIO11

CONCLUSIÒN 12

Bibliografía 13

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INTRODUCCIÓN

Es primera vez que tenemos la oportunidad de realizar una lectura más profunda del filósofo más importante del Medioevo o más específicamente de la filosofía cristiana. Un pensamiento nuevo y estructurado, propositivo a su causa y a su finalidad.

Decía Julián Marías en su historia de la filosofía, que no podemos hablar de filosofía cristiana, ya que es una actividad intelectual dada o enfocada hacia un sector de la realidad, al mundo cristiano, que por filosofía cristiana debemos entender propiamente la filosofía de los cristianos para los cristianos.

Traemos esto a colación, ya que de una cosa no se despega la aseveración de Marías, y es que dicha actividad realizada por cristianos como Tomás, fue filosofía, a su modo, para sus convicciones y con sus conclusiones pero “lo fue”.

Y quizá el culmen de un pensamiento filosófico muy especial y complejo, fue el de Santo Tomás de Aquino, quien usando filosofías anteriores como los Averroistas y el Aristotelismo se dio la tarea de ejecutar una metafísica singular para dar -por lo menos en el capítulo que exponemos a continuación- demostraciones metafísicamente reflexivas de la existencia de “Dios”.

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A. TOMÁS METAFÍSICO

Copleston realiza en las primeras páginas del tercer capítulo “Dios y la Creación”, un calificativo especial del método de estudio de Tomás de Aquino en su obras, y para ser más específico, en sus pruebas de la “existencia de Dios” que da en la Summa teologiae, escritas como “manual” que servía para instruir a los novicios aspirantes a teólogos en monasterios y universidades.

El estudioso, del Aquinatense inicia su planteamiento con estas palabras “Tomás era cristiano antes de ser metafísico”, y continua reforzando su postura mencionando que Tomás ya creía en una realidad última poseedora de los atributos adjudicados a Dios. Se trae esto a colación, porque podríamos considerar que aquí radica lo novedoso de la lectura de Tomas por medio de Copleston.

Copleston aduce en Tomás una capacidad de trabajar con la metafísica y hacer de ella su método y herramienta de trabajo, para dar al mundo cristiano un panorama nuevo, fiable y sustentable de la fe y el dogma cristiano.

“Nadie puede concebir lo opuesto a lo que es verdad evidente… pero lo contrario a la existencia de Dios se puede pensar… luego la existencia de Dios no es verdad evidente.” Tomás de Aquino

Con estas palabras Tomás estaba trazando un nuevo panorama de la forma de estudiar la naturaleza de dios; buena parte del capítulo se dedica a dar los por qué de este tipo de apreciaciones tan contundentes por parte de Tomás.

Y llama la atención cuando se menciona que Tomás sentencia de ilícita la práctica de formar un plano ideal y aplicarlo sin más al plano existencial, y según palabras de Tomás, quien hace eso, es culpable de una transición ilegal del orden conceptual al existencial. Y para él, este error se ha venido cometiendo por todos sus predecesores, cosa por la cual, él en sus pruebas de la existencia de Dios se propone remediar basándose en otras herramientas y otro análisis de lo que él creerá más conveniente utilizar para demostrar la existencia de un ser supremo.

Podríamos decir que la postura filosófica general de Tomás es que: “El entendimiento debe partir de los datos de la experiencia sensible; Tomás estaba convencido de que la reflexión sobre estos datos descubre la relación existencial de dependencia de las realidades empíricas con respecto a un ser que las trasciende”.

Justamente este proceso de reflexión, cuando se lleva a cabo sistemáticamente, es el que constituye las pruebas de la proposición de que dios existe. Esto es lo que se asocia como el aspecto empírico de Tomás: “cualquier conocimiento natural que tengamos de un ser o seres que

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trasciendan el mundo visible se ha logrado por la reflexión sobre los datos proporcionados por la experiencia.”

Tomás- como el texto expone- se negó a admitir que podamos partir de una idea de dios, o de una definición del término “dios”, y concluir inmediatamente que dios existe.

Para sopesar la insalvable brecha creada por él en su postura, de la antigua concepción del mundo de frases, proposiciones e ideas llanas, y su nuevo método empirista, de hechos y demostraciones, menciona que, habría una tercera forma de llegar a un conocimiento pleno del ser de la divina esencia, y esta forma sería contar con una “intuición” tal que nos permitiera contemplarla en su totalidad, solo así podríamos hacer válido la frase “dios existe”, pues no hay distinción entre dicha intuición y la esencia divina. Pero no gozamos de tal intuición y la proposición “dios existe” no es evidente ni analítica para la inteligencia humana.

Teniendo determinado a Tomás como un genuino y original metafísico, Copleston arguye más, para reforzar y defender el trabajo filosófico del Santo de Aquino, hace referencia para comenzar que Tomás no era un empirista en el sentido moderno del término, pero fueron los elementos “empíricos” de su filosofía los que determinaron, en gran medida, su manera de tratar el problema de la realidad última, es decir, el tratarla por medio de la reflexión sobre los datos de la experiencia. A fin de ver la relación de las cosas finitas con el ser del que dependen, no necesitamos de una investigación científica, que descubra hechos empíricos hasta ahora desconocidos.

Copleston luego de haber expuesto y defendido el carácter metafísico de Tomás, reconoce que la metafísica no es una actividad sencilla, y que no todo el mundo la maneja. Pero para salvedad de la filosofía de Tomás dice que los datos “empíricos” en que se basa esta reflexión son datos conocidos por todos. Lo que cambiaría en todo caso sería la forma de tratar estos datos o hechos empíricos para llegar a conclusiones metafísicas y la frase que citamos a continuación parece ser clara y determinante, el papel del metafísico es: “El metafísico no descubre a dios en forma semejante a la del explorador que de pronto se encuentra con una isla desconocida. Lo que quiere es atención y reflexión, más que investigación o exploración.”

La dificultad que puede experimentarse ante las pruebas que Tomás da a la existencia de dios, no se refieren tanto a los hechos empíricos con que las inicia, sino en ver que estos hechos implican la existencia de dios. Luego de haber expuesto en perspectiva una primera idea importante en el capítulo III, Copleston, se da la tarea de realizar un análisis de la metafísica Tomasina de las cinco vías para demostrar la existencia de Dios.

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B. LAS CINCO VÍAS DE LA EXISTENCIA DE DIOS

Debemos reconocer que no se puede realizar análisis prematuros basados con nuestros prejuicios en temas que quiérase o no, son de mucha importancia en filosofía. La filosofía de Tomás ha sido criticada fuertemente de no ser en absoluto filosofía, tampoco es el objetivo realizar una defensa a favor de él, ya que estamos conscientes de nuestro limitado bagaje de conocimiento con relación al tema, pero, estamos conscientes a la vez de nuestro limitado conocimiento de su filosofía como para a secas y con simpleza decir: no fue filósofo!

Se menciona lo anterior, ya que leer dicho capitulo, y verse frente al análisis metafísico de la metafísica de Tomás y leer la forma original, paciente y dedicada que Copleston realiza sobre la obra de Tomás, es de una sencilla admiración.

Pues bien, Copleston inicia haciendo un breve recorrido por las cinco vías, haciendo de cada una de ellas su mención y una exposición a grosso modo.

En la imagen de la izquierda se presenta en un cuadro la exposición de dichas vías, y, sirviéndonos de la lectura exponemos lo que para Copleston viene a ser la más sana

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y correcta (a nuestro parecer) lectura e interpretación de las vías de la existencia de dios.

La convicción de Tomás era que una plena comprensión de los hechos empíricos seleccionados para ser considerados en las cinco vías implica el ver la dependencia de estos hechos respecto a una causa trascendente.

1. Primera vía

“Es innegable, y consta por el testimonio de los sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven”

En la primera vía expone que hay cosas que se mueven o cambian, y que para dicho movimiento que realizan, debe haber un ser previo que le de ese movimiento, y el ser que mueve a la vez es movido, y así sucesivamente; para no llegar a caer en una concepción de entidades motoras que mueven hasta el infinito, debe haber, necesariamente un ser primero que dé movimiento a todos los demás, y a este ser es quien conocemos por “Dios”.

Tomás como Aristóteles entendía el término “movimiento” en el amplio sentido de cambio, reducción de un estado de potencia al de acto. Y no solamente como una actividad de desplazamiento. A la vez que cambia radicalmente una perspectiva del infinito e inyectaba la nueva idea cristiana de la creación, dando un nuevo sentido a la concepción teleológica y un nuevo rol a Theos Aristotélico, y nuevos sentidos a conceptos tan elementales como el Ser, Esencia, etc.

Pero hablando de su nulidad del infinito, y explicando sus primeras dos vías, Copleston dice que Tomás en su “Summa contra gentile” hace una fantástica aclaración de lo que se debía entender por la forma de apreciar eso que los antiguos parecían ver como algo infinito. Expone que no debemos ver el progreso teleológico como una línea horizontal, ni como un espiral, sino más bien, como una línea vertical, que parte de un punto cero (creación) hacia un punto máximo, límites de límites y techo único alcanzable (Dios), así pasamos de una concepción de una eternidad e infinitud, a una concepción verticalista de la creación y el fin en Dios.

Regresando a la primera vía, para darle un refuerzo empírico, y mostrar a todo mundo su planteamiento, nos dice que veamos a nuestro alrededor y que apreciemos que hay ciertas cosas que se mueven y cambian, que son movidas y otras que mueven, pero que esto para saber qué es lo que lo mueve, solo nos

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puede servir de analogía para saber que dios es quien lo hace. Nos pareció interesante esa última frase, porque Tomás lo que no quería hacer era caer en discursos arrogantes y quizá abusivos de decir “esto es dios”, “así es dios”, sino más bien dice que veamos lo que nos rodea y que se mueve, y que cambia, ya que nuestra capacidad limitada y humana de saber, nos permite conocer la existencia de dios sólo por las analogías que podamos realizar con su creación.

En resumen la primera vía, se presenta como lo más obvio que de la experiencia sensible Tomás pudo citar para dar a entender su demostración de dios, por la vía del movimiento y del cambio; ¿!quién no sabe que las cosas se mueven, y que son movidas por otras!?

2. Segunda vía.

“hallamos en este mundo de lo sensible un orden determinado entre las causas eficientes”.

En la segunda vía, en cambio, supone que en el mundo existen causas eficientes que, aun en su actividad causal, dependen aquí y ahora del al actividad causal de otras causas.

A diferencia de la primera causa donde las cosas creadas no tienen -a simple análisis- más capacidad de poner en movimiento a nada, porque se habla de que esas cosas son movidas; la segunda vía plantea un nuevo panorama, Tomás habla aquí de causas eficientes que hacen que una cosa haga que otra exista, o sea que las cosas son potencialmente causantes de otras por así decirlo, pero que, al buscar esa causa que se vale por sí misma para ser causa suficiente y primera de las demás, solo podemos decir que es Dios.

Dios es la causa incausada y eficiente, y que al igual que en la explicación de la primera vía, no podríamos llegar a una secuencia al infinito de causas, y por ello debemos pensar que existe un ser supremo que es causa de movimiento, de cambio, de existencia de todo cuanto existe.

Como ya hemos mencionado Tomás habla (segunda vía) de un “orden” de causas eficientes, no está pensando en una serie que se prolonga hacia el pasado, sino en una jerarquía de causas, en la que cada miembro subordinado depende aquí y ahora de la actividad causal de un miembro superior.

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Estructuralmente las primeras dos vías para la demostración de la existencia de dios, son idénticas, y Tomás procura basar su asentimiento en datos empíricos que están a la mano de cualquier persona, que con un poco de esfuerzo intelectual y reflexión metafísica se puede a llegar a notar la relación causal de dependencia de las cosas, con un ser que las trasciende y es su primera causa.

3. Tercer Vía

“Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen”.

Tomás parte desde este punto que en el mundo hay cosas que existen y otras que dejan de existir y concluye que no existen “necesariamente”. De aquí continua defendiendo la imposibilidad de auto dependencia por parte de las cosas y su dependencia por consiguiente de un ser supremo.

“Lo que tiene probabilidad de no ser, hubo un tiempo en que no fue”. Con esta frase se pone de claro manifiesto el carácter contingencial de las cosas y su relación con dios, el ser supremo creador. Entendiendo al sentido Tomasino la contingencia como algo que puede o no puede existir, pero no por voluntad de la cosa, sino por la voluntad divina de dios de permitirle su existencia.

Ninguna cosa puede darse a sí misma la existencia. Pero es un hecho evidente que existen cosas. Por ello, no puede haber sido cierto jamás que no hubiera literalmente nada. En consecuencia, es imposible que todas las cosas puedan existir o no existir, sino que debe haber un ser necesario. Por ello, debemos afirmar la existencia de un ser que sea absolutamente necesario (per se necessarium) y completamente independiente. “A lo cual todos llaman Dios”.

4. Cuarta Vía

“Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que otros”.

A palabras secas, podemos decir que en esta vía Tomás argumenta que hay grados de perfección en las cosas. Por ejemplo, nos referimos a menudo que alguien es más inteligente que otro, así necesitamos un punto de referencia que a la vez es de partida. Y aun cuando estas afirmaciones necesiten un análisis más detallado, se refiere a algo que cae dentro de la experiencia común y que encuentra expresión en el lenguaje corriente.

Diversas clases de cosas finitas poseen diferentes perfecciones en un grado diversamente limitado. Pasa de ahí a decir que si hay diferentes grados de una perfección como la bondad, hay una bondad suprema a las que las otras cosas buenas se aproximan. Y como bondad es un término intercambiable con el de

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ser, ya que una cosa es buena en la medida en que tiene ser, la bondad suprema es el ser supremo y la causa de todo lo que existe.

“Existe por consiguiente, algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad, y de todas sus perfecciones, y a esto llamamos dios”.

Un punto que parece interesante mencionarlo aquí, es la división que propone Copleston de las cinco vías, alegando que de las primeras tres vías si existen hechos evidentes comprobables que existen cosas que se mueven y cambian, que son causas de otras cosas y que de destruyen y producen, pero, que la cuarta y quinta vía no tienen forma alguna de evidenciar su contendido. Aunque el mismo autor, hace un refuerzo y esfuerzo teórico para fundamentar más en principio, la intención de Tomás por dar a conocer esta vía.

En las primeras tres vías se trabaja por medio de analogía con las cosas, nuestra capacidad de inteligir y de concebir la existencia de dios, pero en la cuarta y quinta se hace un intento por trascender del plano analógico, a uno de proposición semi empírico de la naturaleza divina, al decir que existen grados de perfección en las cosas, y que debe haber un ser del cual participen todos esos grados como un todo, o mejor dicho que debe haber un ser perfecto el cual sirve de medida para los grados de perfección.

5. Quinta Vía

“Vemos cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin, como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma manera para conseguir lo que más les conviene”

En la quinta vía vemos cosas puramente materiales obrando por un fin, NO quiere decir que actúen en forma análoga a la de los seres humanos que actúan conscientemente por un propósito determinado. Estas cosas cooperan, no conscientemente sino de hecho, en tal forma que existe un orden o sistema relativamente estable.

Podemos observar que cosas materiales de tipo muy diferente cooperan de tal manera que producen y mantienen un orden o sistema universal relativamente estable. Logran un “fin”, la producción y mantenimiento de un orden cósmico.

“Pero es evidente que las cosas materiales sin inteligencia no cooperan conscientemente con vistas a un fin. Tomás piensa más bien en la cooperación

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inconsciente de diferentes clases de cosas materiales para producir y mantener un sistema cósmico relativamente estable”.

Su argumento es que esta cooperación por parte de las cosas materiales heterogéneas señala claramente la existencia de un autor inteligente de esta cooperación, quien obra con vistas a un fin. Y debemos reconocer que este ser de suprema inteligencia es “a quien todos conocemos por Dios”.

Al final de la exposición de las cinco vías, Copleston dice que Tomás no consideró que la validez de un argumento particular dependiera necesariamente de la validez de los otros cuatro. Pensó, sin duda, que cada argumento era válido por derecho propio. Además, cada argumento no debe ser tratado como elementos independientes, ya que el hecho que exista una cosa que se mueva o cambie (vía primera), ésta puede ser causa para que otras cosas cambien también (vía segunda) y, el hecho que sea movida por un agente que la puso en existencia y movimiento, significa que necesariamente no existía antes, con lo que también es una cosa contingente (vía tercera).

Se conforman a un cierto patrón y se complementan mutuamente, en el sentido de que en cada argumento se consideran las cosas desde un diferente punto de vista o bajo aspecto distinto. Son otras tantas maneras de acercarse a dios. Todos los argumentos tratan, de una forma o en otra, de la dependencia de un ser supremo. Y creo que esta idea puede encontrarse implícita en todos los argumentos sobre la existencia de dios.

C. ATRIBUTOS DEL SER SUPREMO NECESARIO.

“De Dios no podemos saber lo que es, sino solo lo que no es”

La teología negativa proclama que todo lo que puede decirse de Dios habrá de expresarse mediante proposiciones negativas, es decir, el único saber sobre Dios es el no saber.

Por la vía negativa llegamos a alcanzar alguna idea de Dios, considerando cualquier limitación de las cosas creadas y negándola en Dios. Podemos decir que en Dios no se encuentra esa limitación, que “Dios no es…” Por ejemplo, llegamos a saber algo de Dios al reconocer que no es una sustancia corpórea. Cuantos más predicados de este tipo neguemos de Dios, tanto más nos aproximamos a un conocimiento de su naturaleza.

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Por la vía negativa, San Tomás establece que Dios es Acto puro, pues en Él no puede darse la limitación de la potencialidad: Dios no puede ser compuesto ni de materia ni de forma, ni de sustancia y accidentes, ni de esencia y existencia, pues en este caso debería su existencia a otro ser. Esta idea de Dios se alcanza negando de él las formas de composición que se encuentra en las criaturas.

La Suma Teológica comienza por la simplicidad: en Dios no hay composición alguna; ni de materia-forma, ni de esencia-existencia. De la simplicidad se hacen derivar otros atributos divinos: primero, la perfección y la bondad, luego la infinitud, la inmensidad (u omnipresencia), la inmutabilidad y la eternidad, como negación del tiempo. En realidad, Sto. Tomás de Aquino reconoce que aunque Dios es, en sí mismo lo más cognoscible (puesto que es acto puro, sin mezcla alguna de potencialidad o materia), sin embargo, para nosotros es lo más incognoscible: “Como de Dios no podemos saber lo que es, sino sólo lo que no es, tampoco podemos tratar de cómo es, sino más bien de cómo no es”

Niega que a Dios le pueda pertenecer todo lo que sea parcial y limitado (vía de negación). Sin embargo, también predica de Dios atributos positivos, atribuyéndole las perfecciones que se dan en el universo elevadas al máximo grado posible (Ej. Dios es absolutamente bueno, que lo puede todo, que lo llena todo; que es eterno, etc.)

Santo Tomás clasifica los atributos divinos en dos grupos: atributos entitativos, que son aquellas propiedades o perfecciones que resultan de la consideración del ser divino en sí mismo; y atributos operativos, aquellos que resultan de la consideración operativa del ser divino.

Atributos entitativos: Acto puro, simplicidad, perfección, infinitud, inmutabilidad, etc.

Atributos operativos: Se dividen en dos clases, por lo mismo que las operaciones divinas se pueden dividir en inmanentes (cuando el término de las operaciones es Dios mismo) como por ejemplo la inteligencia y la voluntad, y transitivas o transeúntes (cuando el término de la operación es exterior a Dios) como la creación, la providencia y la conservación.

CONCLUSIÓN

Como mencionamos en el párrafo primero de literal “B” de este reporte, no es posible desvirtuar o defender a ultranza posturas, pensamientos, filosofías, sólo

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basándonos en nuestros limitados conocimientos del tema a tratar; conocimientos que, muchas veces va altamente cargado de prejuicios que limitan por no decir que anulan la capacidad de llegar a otras comprensiones o clarificaciones del tema a tratar.

Copleston en esta obra se dio la tarea ni de defender ni de apoyar la filosofía del Aquinatense, pero de una forma imparcial hace un recorrido y una lectura de la filosofía de Tomás, dando así una interpretación que a nuestro parecer, por su neutralidad, llega a enriquecer más el vasto campo de literatura acerca de los filósofos pasados, en este caso del Medioevo.

Concluimos que llevando una lectura profunda, sistemática e imparcial se puede llegar a vislumbrar partes importantes o ideas originales dentro de cualquier forma de pensar y de cualquier autor; una invitación y llamado a nuestra naturaleza para erradicar prejuicios.

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BIBLIOGRAFÍA

Copleston, Friedrick Charles El pensamiento de Santo Tomás; Fondo de Cultura Económica, México DF

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