Diccionarios - Conciencia

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Diccionario de Psicoanálisis bajo la dirección de Roland Chemama

Conciencia

s. f. (fr. conscience; ingl. consciousness, awareness, conscience; al. Bewußtheit, Bewußtsein, Gewissen). Lugar del psiquismo que recibe las informaciones del mundo exterior y las del mundo interior, sin conservarlas empero.Los problemas de la definición psicoanalítica. Varias acepciones que se refieren al término conciencia se distinguen en el inglés (consciousness, estado de conciencia; awareness, conciencia, conocimiento; conscience, conciencia moral) y en alemán, contrariamente a lo que ocurre en francés [y en castellano]. En alemán, se distingue: 1) Bewußtheit: (hecho de) conciencia (término más bien filosófico). 2) Bewußtsein: (acto de) conciencia, que designa a la vez, en Freud, la conciencia y lo conciente. 3) Gewissen: conciencia moral. Este término está más particularmente ligado a las consideraciones de Tótem y tabú, de la segunda tópica y de la tercera de las Nuevas conferencias.La segunda acepción fluctúa entre los dos sentidos, tomados a menudo el uno por el otro: conciencia, conciente, pero este último, bewußt, en tanto distinto del inconciente, unbewußt, y del preconciente, vorbewußt, es empleado en el sistema percepción-conciencia. De hecho, Freud se ve llevado a utilizar dos sistemas: el sistema inconciente-preconciente-conciente, en el que lo conciente es un lugar particular del aparato psíquico, lugar separado del inconciente por el preconciente que constituye el pasaje obligado para un eventual acceso a lo conciente. Se ve aquí inmediatamente la proximidad conciente-conciencia; el sistema percepción-conciencia, que aparece más tardíamente, donde la conciencia tiene el papel de un órgano de los sentidos.En textos que se escalonan desde 1895 (Proyecto de psicología) hasta 1938 (Esquema del psicoanálisis), Freud dice que la conciencia es una cualidad de lo psíquico. En realidad, parece que la noción de conciencia lo deja en medio de un muy grande engorro.Desarrollo. El lugar que Freud da al inconciente lo inscribe necesariamente en contra del presupuesto básico de las filosofías de su tiempo, para las que la conciencia es la esencia del psiquismo, es decir, la facultad que permite al hombre tomar conocimiento del mundo exterior como de lo que pasa en sí mismo y dirigir sus comportamientos. Su experiencia clínica conduce a Freud, por lo contrario, a afirmar que la conciencia no es sino una parte de lo psíquico y que no tiene conocimiento de ciertos fenómenos, aquellos que precisamente lo obligan a postular lo inconciente. Esta posición, en cierto modo negativa, no es una definición. Freud no siente la necesidad de dar una: «(ella) no se puede explicar, ni describir. Sin embargo, cuando se habla de conciencia, cada uno sabe inmediatamente por experiencia de qué se trata», escribe. Y va consignando sus características a medida que avanza su trabajo.Características. Se podía haber esperado encontrarlas reunidas en el artículo que con este título escribió en 1915 [se trata de los artículos de la Metapsicología perdidos, entre ellos, «Conciencia»], pero este no será publicado nunca. Nos vemos así obligados a reunir datos dispersos. En Freud, en La interpretación de los sueños, las distinciones: inconciente, preconciente, conciente «suponen una concepción particular de la esencia de la conciencia. El hecho de llegar a ser conciente es para mí un acto psíquico particular, distinto e independiente de la aparición de un pensamiento o de una representación. La conciencia me aparece como un órgano de los sentidos que percibe el contenido de otro dominio».El acto psíquico que permite este llegar a ser conciente es sostenido por la atención, función psíquica en la que Freud insiste en reiteradas oportunidades, destacando su necesidad en razón de la fugacidad espontánea de la conciencia. La orientación de la atención favorece el paso hacia lo conciente de las representaciones preconcientes tanto como de la energía investida en esas representaciones, energía que fuerza -estos son los términos freudianos- ese paso.El inconciente, por su parte, «no puede devenir conciente en ningún caso» fuera del trabajo de la cura, que permitirá tomar conciencia de lo reprimido (lo que se llama el retorno de lo reprimido).La función psíquica de la atención permite que se constituya un sistema de marcas que se consignan en la memoria cuya sede es el preconciente, pues memoria y conciencia se excluyen.Sucede, en efecto, con el polo conciente del aparato psíquico imaginado por Freud como con su polo perceptivo: son filtros que no retienen ninguna información. Es el «examen de realidad»

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el que ha hecho la selección y decidido el rechazo o la aceptación de las percepciones que llegan a la conciencia. Por el hecho de que la memoria y la conciencia se excluyen, esta última no puede ser la sede del conocimiento, punto que va entonces en contra del pensamiento contemporáneo a Freud. Por el contrario, la identidad de la conciencia y de la razón se comprende mejor en la medida en que el ejercicio de esta es discontinuo. Al respecto dice Freud que la relación con el tiempo está «ligada al trabajo del sistema conciente».También a la conciencia le pertenece «el pronunciamiento del juicio imparcial» y la trasformación «de la descarga motriz en acción», según su expresión en Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico (1911). Es ella, en fin, la que rige la afectividad.Tótem y tabú ve la introducción de la conciencia moral como «la percepción interna del rechazo de ciertos deseos que experimentamos». Los textos ulteriores, y más particularmente la segunda tópica: el yo, el superyó y el ello, distinguen la conciencia moral de la conciencia. A la conciencia moral «la contaremos junto a la censura de la conciencia y la prueba de la realidad, entre las grandes instituciones del yo». A partir de ahí el yo ocupa una posición central, y la conciencia moral, a la que se encuentran ligadas la culpabilidad y la angustia, toma una dimensión analítica.Lacan. Cincuenta años después de La interpretación de los sueños (1900), Lacan verifica que, en su auditorio, «hay más de uno formado en la filosofía tradicional, para quien la captación de la conciencia por ella misma es uno de los pilares de la concepción del mundo», es decir que lo esencial del mensaje de Freud parece olvidado, hasta rechazado. Numerosos discípulos de Freud -especialmente su hija- centran el trabajo de la cura en el yo y sus resistencias, es decir, en lo conciente.Lacan insiste en «el vuelco de perspectiva que impone el análisis». Sostiene, partiendo de la crítica del cogito, que «lo que piensa está tachado [barré: rayado, atravesado por la barra] de la conciencia y que el sujeto que habla es el sujeto del inconciente». A partir de allí opera una verdadera fractura en la teoría analítica, separando este sujeto del inconciente del yo conciente y reafirmando la dimensión imaginaria de este, como lo había hecho desde 1936, en su comunicación sobre «El estadio del espejo». Por cierto, la fascinación se revela como necesaria para la constitución del yo, pero no puede proseguirse en la cura.Aquí, la conciencia, soporte del yo, ya no tiene más un lugar central; el yo no es, según Lacan, sino la suma de las identificaciones sucesivas, lo que le da el estatuto de ser otro para sí mismo.Es el sujeto del inconciente el que nos interroga. Entre los dos, «hay no sólo disimetría absoluta, sino diferencia radical» dice todavía Lacan, quien ilustra su proposición con la ayuda del esquema L (cf. matema, fig. l), donde son representados en S el sujeto y en a el yo [moi], mientras que el Otro A [Autre] introduce el orden simbólico.Lacan no descuida la conciencia pero denuncia sus ilusiones. Para él, la conciencia no es conocimiento sino des-conocimiento [mé-connaissance], jugando con el doble sentido del «mé» [en francés, prefijo privativo homófono de «me», pronombre personal de la primera persona del singular]: conocimiento (¿hasta qué punto?) del yo e inverso del conocimiento. Agreguemos que no deja a la percepción en su estatuto freudiano de puro filtro. Lacan la estructura ligándola a lo simbólico, pues, ¿de qué serviría lo percibido si no fuera nombrado? «Es por medio de la nominación como el hombre hace subsistir los objetos en una cierta consistencia». En cuanto al deseo, siendo en gran parte inconciente, en esa misma medida escapa de la conciencia. Esta no está colocada en ninguna de las configuraciones del nudo borromeo.A pesar de la recuperación por Lacan de los textos de Freud, entre sus dos concepciones de la conciencia se establece una distancia que no puede más que repercutir en la conducción de la cura.Sin embargo, Lacan escribe: «Su experiencia le impone a Freud refundir la estructura del sujeto humano descentrándola respecto del yo, y remitiendo la conciencia a una posición sin duda esencial, pero problemática. Yo diría que el carácter inapresable, irreductible en relación con el funcionamiento del ser viviente, de la conciencia, es en la obra de Freud algo tan importante de aprehender como lo que nos ha aportado sobre el inconciente».

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Elementos para una enciclopedia del psicoanálisisEl aporte FreudianoObra dirigida por Pierre Kaufmann

Conciencia

Una vez recusada la asimilación del psiquismo a lo consciente, le restaba a Freud investigar en qué condiciones precisas el psiquismo adquiere esa propiedad de ser consciente. La cuestión podía plantearse en dos terrenos: el reflexivo, en una determinación conceptual más o menos en deuda con la tradición, o bien a partir de las adquisiciones del psicoanálisis. El primero de esos puntos de vista aparece atestiguando la época de la correspondencia con Fliess. cuando Freud invoca a Lipps.«En lo que concierne a la psicología -escribe el 31 de agosto de 1898-, las cosas han mejorado.He encontrado en Lipps mis propios principios, muy claramente expuestos, un poco mejor, quizás, de 10 que yo hubiera deseado. Según Lipps, lo consciente no sería más que un órgano sensorial; el contenido psíquico sería una simple ideación, y los procesos psíquicos seguirían siendo todos inconscientes.» Sin duda, hay concordancia hasta en los detalles; quizás, añade Freud, «la bifurcación de la que partirán mis nuevas ideas se revelará más tarde».De hecho, en la época del «Proyecto de psicología», Freud se apartará de Lipps al hablar de desplazamientos de energía psíquica a lo largo de ciertas vías asociativas y de la persistencia de huellas casi indelebles.La «conciencia» tendrá no obstante una acepción distinta cuando se la refiera específicamente a la práctica del psicoanálisis. Desde este punto de vista, de lo que se trata es de interrogarse sobre la operación de la toma de conciencia, objetivo original de la cura en la formulación de los Estudios sobre la histeria. De «dar palabras» a la sobrecarga energética no abreaccionada, es decir, a la moción pulsional. En adelante, el problema de la «conciencia» se planteará en relación con ese recorrido en el que se lleva a cabo el levantamiento de la represión. «El psicoanálisis -escribe Freud en 1915 en «Lo inconsciente»- nos ha enseñado que la esencia del proceso de represión no consiste en suprimir, anular una representación que representa la pulsión, sino en impedirle que se vuelva consciente. Decimos entonces que ella se encuentra en estado "inconsciente", y podemos proporcionar pruebas sólidas de que, mientras está inconsciente, puede producir efectos, algunos de los cuales incluso llegan finalmente a la conciencia. Todo lo reprimido sigue siendo necesariamente inconsciente, pero deseamos plantear de entrada que lo reprimido no abarca todo lo inconsciente. Lo inconsciente tiene una extensión mayor; lo reprimido es una parte de lo inconsciente.»Además, según el mismo texto, la condición esencial de la conciencia, que es la verbalización del psiquismo, tal como lo atestigua la cura, queda determinada precisamente por el contraste con las características de lo inconsciente. «Yo me permito señalar -escribe Freud- que muy temprano hemos estado en posesión de la idea que hoy en día nos vuelve comprensible uno de los caracteres más sorprendentes de la esquizofrenia. En las últimas páginas de La interpretación de los sueños, publicado en 1900, se encuentra expuesta la idea de que los procesos de pensamiento, es decir, los actos de investidura más alejados de las percepciones, están en sí mismos desprovistos de cualidad, y son inconscientes; sólo adquieren la aptitud de volverse conscientes por su enlace con los restos de las percepciones de palabra. Ahora bien, las representaciones de palabra, por su lado, provienen de la percepción sensorial, de la misma manera que las representaciones de cosa. «Sin duda, en esta presentación genética, el "preconsciente" interviene como una etapaintermedia entre lo inconsciente y lo consciente. La asociación de la representación con un resto verbal no asigna por sí la condición de consciente, sino la capacidad para volverse consciente.»Los dos puntos de vista se conjugan en la perspectiva de la segunda tópica. En El yo y el ello, en particular al comienzo de la primera parte, Freud asocia, bajo el título de «Conciencia e inconsciente», dos representaciones de la conciencia. «Ser consciente -afirma- es en primer lugar una expresión puramente descriptiva que invoca la percepción más inmediata y cierta. En segundo lugar la experiencia nos muestra que un elemento psíquico, una representación, por ejemplo, no es nunca consciente de manera permanente. Lo característico de los elementos psíquicos es más bien la desaparición rápida de su estado consciente. Una representación, consciente en un momento dado, ya no lo es al instante siguiente, pero puede volver a serlo en

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ciertas condiciones, fáciles de realizar. En el intervalo, ignoramos lo que es; podemos decir que está latente, entendiendo por ello que es capaz de devenir consciente en cualquier momento. Al decir que una representación ha subsistido inconsciente en el intervalo, damos una definición correcta, coincidiendo ese estado inconsciente con el estado latente y con la aptitud para volver a la conciencia. Los filósofos nos plantearían aquí la objeción siguiente: el término inconsciente no se puede aplicar en este caso, pues mientras una representación se encuentra en estado latente, no es nada psíquico. Nos cuidaremos de responder lo que sea a esta objeción, pues ello nos arrastraría a una polémica puramente verbal, en la cual no tenemos nada que ganar.»No obstante, continúa, «hemos obtenido el término o la noción de lo inconsciente siguiendo otra vía, y sobre todo utilizando experiencias en las cuales interviene la dinámica psíquica. Hemos aprendido o, más bien, nos hemos visto obligados a admitir, que existen intensos procesos psíquicos, o representaciones -tenemos aquí en cuenta principalmente el factor cuantitativo, es decir, económico-, capaces de manifestarse por efectos semejantes a los producidos por otras representaciones, incluso por efectos que, tomando a su vez la forma de representaciones, son susceptibles de volverse conscientes, sin que se vuelvan conscientes los procesos en sí que los han producido. Es innecesario repetir en detalle aquí lo que ya se ha dicho tantas veces. Nos basta recordar que en este punto interviene la teoría psicoanalítica para declarar que, si ciertas representaciones son incapaces de volverse conscientes, es a causa de una cierta fuerza que se opone a ello; sin esa fuerza podrían volverse conscientes, lo que nos permitiría comprobar cuán poco difieren de otros elementos psíquicos oficialmente reconocidos como tales. Lo que hace irrefutable a esta teoría es que ha encontrado en la técnica psicoanalítica un medio que permite cancelar la fuerza de oposición y llevar a la conciencia esas representaciones inconscientes. Al estado en que se encuentran esas representaciones antes de ser llevadas a la conciencia, nosotros le hemos dado el nombre de represión; en cuanto a la fuerza que produce y mantiene la represión, decimos que la experimentamos, en el trabajo analítico, bajo la forma de resistencia».Subsiste el hecho de que esta experiencia apela a una división de la noción de inconsciente. En efecto, existen dos variedades de inconsciente: «los hechos psíquicos latentes, es decir, inconscientes en el sentido descriptivo pero no dinámico de la palabra, son hechos preconscientes, y reservamos el nombre de inconsciente para los hechos psíquicos reprimidos, es decir, dinámicamente inconscientes. Tenemos entonces tres términos -consciente, preconsciente e inconsciente- cuya significación ya no es puramente descriptiva. Admitimos que el preconsciente está más cerca de la conciencia que el inconsciente y, como no hemos vacilado en atribuir a este último un carácter psíquico, tanto menos vacilaremos en reconocerle ese carácter al preconsciente, es decir, a lo que está latente».Así queda abierta la vía para una elaboración de la noción de conciencia que tenga en cuenta esa doble relación.Desde el primer punto de vista, «la conciencia forma la superficie del aparato psíquico». Dicho de otro modo, escribe Freud en El yo y el ello, «vemos en la conciencia una función que atribuimos a un sistema que desde el punto de vista espacial es el más cercano al mundo exterior. Esta proximidad espacial debe entenderse no sólo en el sentido funcional, sino también en el sentido anatómico. A su vez, también nuestras investigaciones deben tomar como punto de partida esas superficies que corresponden a las percepciones».El análisis del «devenir consciente» saca partido de esa referencia a la percepción: «Ya he formulado en otra parte la opinión que la diferencia real entre una representación inconsciente y una representación preconsciente (idea) consistiría en que la primera se relaciona con materiales que permanecen no conocidos, mientras que la segunda (la preconsciente) estaría asociada a una representación de palabra. Primera tentativa de caracterizar lo inconsciente y lo preconsciente sin basarse en sus relaciones con la conciencia. La pregunta "¿cómo algo deviene consciente?" se puede reemplazar con ventaja por "¿cómo algo deviene preconsciente?". Respuesta: gracias a la asociación con las representaciones verbales correspondientes. Estas representaciones verbales son huellas mnémicas: antes fueron percepciones y, como todas las huellas mnérmcas, pueden volver a ser conscientes. Antes de abordar el análisis de su naturaleza, se nos impone una hipótesis: sólo puede volverse consciente lo que ya ha existido en estado de percepción consciente y, aparte de los sentimientos, todo lo que, proviniendo del interior, quiere devenir consciente, debe tratar de transformarse en una percepción exterior, transformación que sólo es posible gracias a las huellas mnémicas».

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«Imaginamos esas huellas mnémicas contenidas en sistemas, que están en contacto inmediato con el sistema percepción-conciencia, de manera que sus cargas psíquicas pueden fácilmente propagarse a los elementos de este último.«Las huellas verbales provienen principalmente de percepciones acústicas, las cualesrepresentan entonces como una reserva especial de elementos sensibles para el uso delpreconsciente.» La segunda tópica aporta por otra parte su concurso a esta presentación, en cuanto considera que «el yo recubre al ello con su superficie formada por el sistema P (perceptivo), más o menos como el disco germinal recubre el huevo. Además, entre el yo y el ello no existe ninguna separación tajante, sobre todo en la parte inferior del primero, donde tienden a confundirse.»En definitiva, la segunda tópica habrá permitido instaurar una relación genética entre ladiferenciación cualitativa de las situaciones, propia del sistema perceptivo, y el núcleoinconsciente del ello, regido por la ley económica de la menor tensión.

Diccionario de Psicoanálisis. Elisabeth Roudinescoy Michel Plon

Conciencia

Alemán: Bewusstsein, Selbstbewusstsein. Francés: Conscience. Inglés: Conscience, Consciousness.

Término empleado en psicología y fisiología para designar, por una parte, el pensamiento en sí y la intuición que tiene la mente de sus actos y de sus estados y, por otro lado, el conocimiento que tiene el sujeto de su estado y de su relación con el mundo y consigo mismo. Por extensión, la conciencia es también la propiedad que tiene la mente humana de generar juicios espontáneos.Asociado al término sujeto, el de conciencia se confunde, en la historia de las sociedades occidentales, desde René Descartes (1596-1650) y Immanuel Kant (1724-1804) hasta Edmund Husserl (1859-1938), con la filosofía en sí, en tanto ésta supone una universalidad y una singularidad de la subjetividad humana, es decir, un sujeto de la conciencia, sea esta conciencia empírica, trascendental, fenoménica, o esté dividida en una conciencia reflexiva y una subconciencia de naturaleza automática.En este sentido, el término conciencia no forma parte del vocabulario del psicoanálisis, aunque la teoría freudiana del inconsciente tiene que ver con la historia de la filosofía de la conciencia, de la cual es heredera crítica. Desde el punto de vista clínico, la cuestión de la conciencia se encuentra en todas las escuelas de psicoterapia que toman como referente la fenomenología o la movilización en la cura de la voluntad consciente de los pacientes.

Diccionario de PsicoanálisisJean Laplanche - Jean Bertrand Pontalisbajo la dirección de Daniel Lagache

Conciencia (psicológica)

Al.: Bewusstheit. Al Bewusstsein.Fr.: être conscient. Fr.:conscience psychologique.Ing.: the attribute (o the fact) of being conscious,being conscious.Ing.: consciousness. It.: consapevolezza. It.: coscienza.

Por.: o estar consciente. Por.: consciência psicológica.

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A) En sentido descriptivo: cualidad momentánea que caracteriza las percepciones externas e internas dentro del conjunto de los fenómenos psíquicos.B) Según la teoría metapsicológica de Freud, la conciencia sería la función de un sistema, el sistema percepción-conciencia (Pc-Cs).Desde el punto de vista tópico, el sistema percepción-conciencia se sitúa en la periferia M aparato psíquico, recibiendo a la vez las Informaciones del mundo exterior y las provenientes del interior, a saber, las sensaciones pertenecientes a la serie placer-displacer y las reviviscencias mnémicas. Con frecuencia Freud relaciona la función percepción-conciencia con el sistema preconciente, que entonces recibe el nombre de sistema preconsciente-consciente (Pcs-Cs).Desde el punto de vista funcional, el sistema percepción-conciencia se opone a los sistemas de huellas mnémicas que son el Inconsciente y el preconsciente: en aquél no se Inscribe ninguna huella duradera de las excitaciones. Desde el punto de vista económico, se caracteriza por disponer de una energía libremente móvil, susceptible de sobrecatectizar tal o cual elemento (mecanismo de la atención).La conciencia desempeña un papel importante en la dinámica del conflicto (evitación consciente de lo desagradable, regulación más discriminativa del principio del placer) y de la cura (función y límite de la toma de conciencia), pero no puede definirse como uno de los polos que entran en juego en el conflicto defensivo.Aun cuando la teoría psicoanalítica se constituyó rehusando definir el campo del psiquismo por la conciencia, no por ello ha considerado la conciencia como un fenómeno no esencial. En este sentido, Freud ridiculizó la pretensión de ciertas tendencias psicológicas: «Una tendencia extrema, como por ejemplo la del conductismo, nacida en América, cree poder establecer una psicología que no tiene en cuenta este hecho fundamental».Freud considera la conciencia como un dato de la experiencia individual, que se ofrece a la intuición inmediata, y no intenta dar una nueva descripción de la misma. Se trata de «[...] un hecho que no tiene equivalente y que no puede explicarse ni describirse [...]. Sin embargo, cuando se habla de conciencia, todo el mundo sabe inmediatamente, por experiencia, de qué se trata».Esta doble tesis (la conciencia sólo nos da una visión lacunar de nuestros procesos psíquicos, que en su mayor parte son inconscientes, y: no es en modo alguno indiferente que un fenómeno sea consciente o no) exige una teoría de la conciencia que determine su función y el puesto que ocupa.Desde que Freud crea su primer modelo metapsicológico, nos presenta dos afirmacionesfundamentales: por una parte, asimila la conciencia a la percepción, cuya esencia sería la capacidad de recibir las cualidades sensibles. Por otra parte, atribuye esta función depercepción-conciencia a un sistema (el sistema ? o W), autónomo respecto al conjunto del psiquismo, cuyos principios de funcionamiento son puramente cuantitativos: «La conciencia sólo nos da lo que llamamos cualidades, sensaciones muy variadas de diferencia, y en las cuales la diferencia depende de las relaciones con el mundo exterior. En esta diferencia se encuentran series, similitudes, etc., pero nada encontramos que sea propiamente cuantitativo».La primera de estas tesis la mantendrá Freud a lo largo de toda su obra: «La conciencia es, a nuestro modo de ver, la cara subjetiva de una parte de los procesos físicos que se producen en el sistema neuronal, especialmente los procesos perceptivos [...] ». Esta tesis concede una prioridad, dentro del fenómeno de la conciencia, a la percepción, principalmente a la percepción del mundo exterior: «El acceso a la conciencia va unido ante todo a las percepciones que nuestros órganos sensoriales reciben del mundo exterior». En la teoría de la prueba de realidad se constata una sinonimia significativa entre los términos: «índice de cualidad», «índice de percepción» e «índice de realidad». Inicialmente existe una «ecuación: percepción-realidad (mundo exterior)». También la conciencia de los fenómenos psíquicos es inseparable de la percepción de cualidades: la conciencia no es más que un « [...]órgano sensorial para la percepción de las cualidades psíquicas». Percibe los estados de tensión pulsional y las descargas de excitación, en forma de cualidades de displacer-placer. Pero el problema más difícil lo plantea la conciencia de lo que Freud denomina «procesos de pensamiento»,entendiendo por tales tanto la reviviscencia de recuerdos como el razonamiento y, de un modo general, todos los procesos en los que intervienen « representaciones ». A lo largo de su obra, Freud sostuvo una teoría que hace depender la toma de conciencia de los procesos de pensamiento de su asociación con «restos verbales» (Wortreste) (véase: Representación de cosa y de palabra). Éstos (debido al carácter de nueva percepción inherente a su reactivación: las palabras rememoradas son, al menos en esbozo, re-pronunciadas) permiten a la conciencia

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encontrar una especie de punto de refuerzo a partir del cual puede irradiar su energía de sobrecatexis: «Para conferir una cualidad (a los procesos de pensamiento), éstos se asocian, en el hombre a los recuerdos verbales, cuyos restos cualitativos son suficientes para atraer sobre ellos la atención de la conciencia, después de lo cual una nueva catexis móvil se dirige sobre el pensamiento».Esta unión de la conciencia a la percepción induce a Freud a reunirlas casi siempre en un solo sistema, que denomina sistema ? en el Proyecto de psicología científica (Entwurf einer Psychologie, 1895), y que a partir de los trabajos metapsicológicos de 1915 llamará«percepción-conciencia» (Pc-Cs). La separación entre este sistema y todos aquellos queconstituyen el lugar de inscripción de las huellas mnémicas (Pcs e Ics) se basa, por una especie de deducción lógica, en una idea ya desarrollada por Breuer en las Consideraciones teóricas(Theoretisches, 1895): "[...] un solo y mismo órgano no puede cumplir estas dos condiciones contradictorias ": restablecer lo más rápidamente posible el statu quo ante, a fin de poder recibir nuevas percepciones, y almacenar las impresiones a fin de poderlas reproducir. Más tarde, Freud completará esta idea mediante una fórmula que intenta explicar la aparición "inexplicable" de la conciencia: "[ ... ] ella aparece en el sistema perceptivo en el lugar de las huellasduraderas".La situación tópica de la conciencia plantea un problema no exento de dificultad: si bien, en el Proyecto, se la sitúa "en los niveles superiores" del sistema, pronto su íntima conexión con la percepción hará que Freud la sitúe en la periferia entre el mundo exterior y los sistemasmnémicos: "El aparato perceptivo psíquico comporta dos capas: una externa, el protector contra las excitaciones, destinado a reducir la magnitud de las excitaciones procedentes del exterior; la otra, situada tras la anterior, es la superficie receptora de las excitaciones, el sistema Pc-Cs" (véase: Protector contra las excitaciones). Esta situación periférica viene a representar la misma que se asigna al yo; en El yo y el ello (Das Ich und das Es, 1923), Freud considera el sistema Pc-Cs como el "núcleo del yo": " [ ... ] el yo es la parte del ello que resulta modificada por la influencia directa del mundo exterior a través de Pc-Cs; en cierto modo es una continuación de la diferenciación superficial" (véase: Yo).Desde el punto de vista económico, la conciencia plantea a Freud un especial problema. En efecto, la conciencia es un fenómeno cualitativo, despertado por la percepción de las cualidades sensoriales; los fenómenos cuantitativos de tensión y distensión sólo se vuelven conscientes en forma cualitativa. Pero, por otra parte, una función eminentemente ligada a la conciencia, como la de la atención, con lo que parece implicar de más y menos intensidad, o un proceso como el acceso a la conciencia (Bewusstwerden), que tan importante papel desempeña en la cura, exigen ciertamente una interpretación en términos económicos. Freud establece la hipótesis de que la energía de la atención que, por ejemplo, "sobrecatectiza" una percepción, es una energía que procede del yo (Entwurf) o del sistema Pc (Traumdeutung) y se halla orientada por los índices cualitativos proporcionados por la conciencia: "La regla biológica de la atención se enuncia así por el yo: cuando aparece una señal de realidad, la catexis de una percepción que se halla simultáneamente presente debe ser sobrecatectizada".Asimismo la atención que se dedica a los procesos de pensamiento permite una regulación más fina de éstos que la que proporciona únicamente por principio de placer: "Vemos que la percepción a través de nuestros órganos sensoriales da por resultado el dirigir una catexis de la atención a las vías sobre las que se despliega la excitación sensorial aferente; la excitación cualitativa del sistema Pc sirve de regulador del flujo de la cantidad móvil dentro del aparato psíquico. Podemos considerar que de la misma forma funciona este órgano superior de los sentidos que es el sistema Cs. Al percibir nuevas cualidades, contribuye aún más a orientar y repartir en forma apropiada las cantidades de catexis móvil» (véase: Energía libre-Energía ligada; Sobrecatexis). Finalmente, desde el punto de vista dinámico, se observa cierta evolución en cuanto a laimportancia atribuida por Freud al factor conciencia, tanto en el proceso defensivo como en la eficacia de la cura. Sin pretender describir aquí esta evolución, cabe señalar algunos elementos de la misma:1° Un mecanismo como el de la represión se concibe, al principio del psicoanálisis, como un rechazo intencional, aún próximo al mecanismo de la atención: «La escisión de la conciencia en estos casos de histeria adquirida es [...] una escisión querida, intencional, o al menos se inicia a menudo por un acto de libre voluntad [...]».

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Como es sabido, es la acentuación cada vez mayor del carácter inconsciente, por lo menos parcialmente, de las defensas y de la resistencia que se traducen en la cura, lo que condujo a Freud a la nueva elaboración del concepto de yo y a su segunda teoría del aparato psíquico.2° Una etapa importante de esta evolución viene marcada por los escritos metapsicológicos de 1915, en los que Freud enuncia que «[...] el hecho de ser consciente, único carácter de los procesos psíquicos que nos viene dado de forma inmediata, no es en modo alguno capaz de proporcionar un criterio de distinción entre sistemas». Freud no pretende renunciar a la idea de que la conciencia debe atribuirse a un sistema, a un verdadero «órgano» especializado; pero indica que la capacidad de acceder a la conciencia no basta para definir la posición tópica de un determinado contenido en el sistema preconsciente o en el sistema inconsciente: «En la medida en que pretendemos abrir un camino hacia una concepción metapsicológica de la vida psíquica, hemos de aprender a emanciparnos de la importancia atribuida al síntoma "ser consciente"». Ver nota(126)3° Dentro de la teoría de la cura, un tema fundamental de reflexión continúa siendo laproblemática de la toma de conciencia y de su eficacia. Conviene apreciar aquí la importancia relativa y el juego de los diferentes factores que intervienen en la cura: recuerdo y construcción, repetición en la transferencia y trabajo elaborativo, y finalmente interpretación, cuyo impacto no se limita a una comunicación consciente, en la medida en que da lugar a modificaciones estructurales. «La cura psicoanalítica se ha construido basándose sobre la influencia del Cs sobre el Ics, y en todo caso nos muestra que esta tarea, por difícil que sea, no es imposible» .Pero, por otra parte, Freud hizo siempre hincapié en el hecho de que no basta comunicar al paciente la interpretación, aunque ésta sea adecuada, de una determinada fantasía inconsciente para producir modificaciones estructurales: «Si se le comunica a un paciente una representación que él ya ha reprimido, pero que el analista ha adivinado, esto no cambia de momento nada en su estado psíquico. Especialmente esto no levanta la represión ni anula sus efectos [...] ».El paso a la conciencia no implica por sí solo una verdadera integración de lo reprimido en el sistema preconsciente; debe completarse con toda una labor capaz de levantar las resistencias que impiden la comunicación entre los sistemas inconsciente y preconsciente y capaz de establecer una ligazón cada vez más estrecha entre las huellas mnémicas inconscientes y su verbalización. Solamente al final de esta tarea pueden unirse « [...] el hecho de haber entendido y el de haber vivido [que] son de naturaleza psicológica absolutamente distinta, incluso aunque su contenido sea el mismo» (8 e). El tiempo del trabajo elaborativo sería el que permitiría esta integración progresiva en el preconsciente.

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