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    Javier Sdaba Garay Por qu interesa a un agnstico la Filosofa de la Religin

    BAJO PALABRA. Revista de Filosofa

    II poca, N 4 (2009): 21-32 21

    Por qu interesa a un agnstico laFilosofa de la Religin1

    Javier SDABA GARAY

    Universidad Autnoma de Madrid

    Recibido: 05/04/2009Aprobado: 10/05/2009

    La predisposicin a la creencia religiosa es la fuerza ms poderosa y compleja de la mentehumana y con toda probabilidad una parte inseparable de la naturaleza humana (E. O. Wilson)

    Si el sentimiento religioso est tan extendido eso quiere decir que, al menos en ciertomomento, tuvo que conferir ciertas ventajas selectivas en la evolucin de la lnea humana (I.

    Christen)

    1 El presente texto es la transcripcin de la ltima lectio que pronunci el Dr. Javier Sdaba en la Facultad deFilosofa y Letras de la Universidad Autnoma de Madrid.

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    I

    La religin goza de buena salud si por ello se entiende la aparicin de libros a favor o encontra de la existencia de Dios, slogansen el mismo sentido que utilizan cualquier medio

    publicitario o las interminables discusiones sobre el tema, teidas, la mayor parte de lasveces, de una insoportable emotividad fantica. Si a esto aadimos las guerras, conquistas,invasiones o la justificacin de la poltica en nombre de Dios, no hay ms remedio queconceder que la religin, contra lo que pens tanto espritu ilustrado, se mantiene firme sinla menor indicacin de desfallecimiento. El gen de Dios, por usar la extravagante

    expresin, luego convertida en libro por D. Hammer2, sigue activo. Y segn el WordChristianity Enciclopedy, en la actualidad se contabilizaran 10.000 religiones, el doble delas lenguas que se hablan en el mundo. Si lo expuesto es cierto, y parece difcil negarlo, lolgico es que se investigue tal hecho como algo realmente importante. Una de las formas deestudiarlo lo constituye la rama filosfica que recibe el nombre de Filosofa de la Religin;

    o, lo que es lo mismo, la reflexin que desde la filosofa se hace de un importantefragmento de la actividad humana, in casu, la religin.

    Paradjicamente, la Filosofa de la Religin no goza de tanta salud sino que, rodeadade sospechas, trata, con dificultad, de remontar el vuelo. Las causas de esta desproporcinson varias. Una de tales causas es que huele an demasiado a teologa. Sera como unretoo de sta, el ltimo producto secularizado de nuestra religin. Cuando ilustrados yromnticos cambian de acera y se pasan de Dios a la religin, sta contina en manos o dela mano de demasiados telogos. Por otro lado, las discusiones que desde Celso3, hasta elbilogo R. Dawkins, por poner un ejemplo actual, han tenido y tienen lugar se suelenreducir a lo que en nuestros das se llama Teologa Filosfica. Se polemiza, por ejemplo,sobre la existencia de Dios, sus atributos o la inmortalidad del alma. Pero, dejando de ladoque se trata de una tradicin aeja, que constituye un aspecto importante de nuestra cultura,la Teologa Filosfica no es Filosofa de la Religin. Porque sta, lo veremos enseguida, esuna investigacin que cartografa las creencias religiosas. Y, cosa decisiva, es trasversal atodas las creencias, ms all de la que a nosotros nos envuelve. Un ltimo reparo a laFilosofa de la Religin procedera de aquellos que, al despreocuparse de la religin,consideran intil cultivarla, ya que sera una prdida de tiempo, una especie de jeroglficoacadmico que ni siquiera combate el aburrimiento; y, para colmo, se sita lejos de losexcitantes problemas del mundo de todos los das. La FR, en suma, o huele a sotana o seempea en introducirse en una lgica entre divertida e inservible o, sencillamente, poconos dice sobre nuestras vidas. Pienso, por mi parte, que las objeciones en modo alguno

    anulan el inters que debemos mostrar por la FR. La articulacin de la FR no solo es unatarea acadmica sino que posibilita, como pocas otras materias, entendernos y, as, andarcon paso ms firme por esta tierra; sin olvidar que de esta manera llegamos a una de lasraces delHomo Sapiens(incluido el Neanderthal), arrebatamos la religin a los clrigos yarrojamos luz sobre un depurado laicismo. Para mostrar que todo esto es as, lo queharemos, paso a paso, es desarrollar cmo tendra que estudiarse y ensearse la FR.

    2 En realidad habla de trece genes relacionados con el lbulo temporal. La verdad es que no se le ha tomado

    muy en serio.3 Por remitirnos a uno de los primeros filsofos que se opusieron al nacimiento del judeocristianismo, cuya

    obra,Alethes Logos, slo conocemos por la rplica de Orgenes ya que sus escritos fueron destruidos.

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    II

    La Religin, en cualquiera de sus formas, nicamente es posible si existe una base

    gentica y ha sido conservada, en funcin de su utilidad, por la evolucin. Que posea unabase gentica no quiere decir, obviamente, que determine que Javier sea musulmn, Aitorbudista o Roco no posea creencia religiosa alguna. De la misma manera, valga la analoga,que el hecho de que la moral se apoye en una base gentica no determina que Javier seadeontologista, Aitor utilitarista y otros casi emulen a los chimpancs en su falta demoralidad. La creencia religiosa o la teora moral de Javier o de Aitor dependern de susdecisiones. Y tales decisiones, condicionadas como estn por genes y redes neuronales,nacen de una voluntad que opta por ser musulmn, jainista, utilitarista, ateo o amoral. Estoltimo no pertenece, sin ms, al reino de la naturaleza sino que se sita en el de la cultura; yaqu, eso s, se someter a sus propios condicionamientos. Conviene, sin embargo, que nos

    quedemos antes en la naturaleza, en la base gentica condicionadora de la religin, tomandosta ahora en su sentido ms amplio. Luego tendremos ocasin de delimitarla.

    Los genes humanos, en un cincuenta por ciento, estn relacionados con el cerebro ydicho cerebro es uno de nuestros dos grandes procesadores. Es ah, por tanto, en dondedebemos pararnos para sealar los condicionamientos a los que acabo de referirme. En losltimos tiempos, la neurociencia ha estudiado con ahnco el fenmeno de la creenciareligiosa u otros asociados a ella, como son la mstica, la oracin, la espiritualidad o lameditacin. No es extrao, por eso, que haya surgido una polmica disciplina, llamadaNeuroteologa. Sin entrar en muchos detalles y sintetizando al mximo, digamos que lascreencias religiosas, como cualquier otra creencia, tienen su asiento en los sustratos delcerebro. Es sa la razn de que la citada Neuroteologa estudie las bases cerebrales yevolutivas de la religin. Numerosos estudios4 estn de acuerdo en que es en el lbulotemporal en donde se originan las experiencias religiosas en general. Y es que dicho lbuloest conectado con el sistema lmbico, que es la sede de las emociones. El llamado cerebroemocional, la amgdala y el hipocampo en concreto, enlazan con el lbulo temporal encuestin. Nada tiene de raro, por cierto, que tanto en las numerosas investigacionesrealizadas como en las biografas de los grandes fundadores se haya detectado la presenciapatolgica de la epilepsia. Y es que sta se relaciona con un trastorno del citado lbulotemporal. No habra que olvidar tampoco que el cerebro es modular. De ah la importanciadel lbulo frontal en lo que atae a la atencin caracterstica por excelencia del fundamentalproceso religioso que es la meditacin. Es tambin desde ese juego modular desde donde se

    pueden enfocar esos fenmenos en los que se afirma escuchar voces, tener vaco interior,fusionarse con el universo, ser transportado a otro lugar, vivir experiencias cercanas a lamuerte y un largo etctera5. Pero a nosotros nos interesa, de modo especial, la creenciareligiosa. Y sta, dado el conocimiento actual de las neurociencias, reside en el cerebro y noen un extrao e inalcanzable lugar. Salvo, naturalmente, para quien, desde su fe, interpretetodo lo que descubra la ciencia como la mano invisible de Dios que as mueve lo creado.

    4 Habra que destacar, por su repercusin, los de M. Persinguer, Neuropsychological Bases of God Beliefs, N.

    Y. Praeger Publ., 1987.5 Es lo que se suele llamar religin subyacente, al igual que se habla de tica subyacente. Se tratara de

    algo natural y universal. Con los ritos, por cierto, sucedera otro tanto.

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    Si observamos ahora dinmicamente el hecho religioso tendramos que concluir quetampoco la evolucin ha sido indiferente a su permanencia y desarrollo; o, para decirlo deotra manera, si ha quedado registrado tan profundamente en el cerebro es porque nos ha

    sido evolutivamente til en nuestra supervivencia. Es precisamente sta otra de las causasque ha hecho difcil, contra la opinin de ciertos librepensadores, que la religin nodesaparezca6. Y es que la religin habra servido para atemperar los instintos ms agresivosy depredadores del animal humano. La ritualizacin de las conductas canalizara la energadestructiva que, siempre dispuesta a transgredir los controles culturales, se convierte ensocialmente nociva. Las normas morales no habran bastado para mantener en pie lahominizacin y la humanizacin. El hecho de que alguien, revestido con poder supremo,contemple todos nuestros actos, especialmente aquellos que nadie de los mortales podraadivinar, habra servido para atemorizar a quienes estuvieran dispuestos a saltarse cualquierregla moral. El incesto, una sexualidad desbocada, el infanticidio, la reproduccin o la

    contracepcin llenas de arbitrariedad, encontraran freno en la religin; una religin que sesuperpone a la siempre renqueante moralidad; sin contar los aspectos higinicos,econmicos o de convivencia en los que han insistido, de manera especial, losantroplogos. Por ejemplo, las abluciones que debe hacer el fiel musulmn antes de suscinco oraciones diarias tienen ms que ver con la limpieza corporal que con la oracin en s.Pero, y es un contrapunto a lo que acabamos de exponer, las creencias religiosas, al generarendogamia entre sus seguidores, han hecho que algunas enfermedades sean propias de unau otra confesin. Es conocido que entre los judos azkenazies abunda la enfermedad Tay-Sachs; entre el muy reducido grupo de los protestantes amish, emigrados a Amrica, elseudomongolismo, la hemofilia B o ELA; y, entre los musulmanes de Israel, el daltonismo.La religin, en suma, se ha enroscado en la evolucin; y, como en tantas otras cosas, a sus

    hipotticos beneficios, hay que sumar costes, en algunos casos nada gratos.

    Dentro de la evolucin, los humanos hemos adquirido un instrumento, basado en losgenes y en el cerebro, que nos abre al conocimiento del mundo y, al mismo tiempo, esfuente de errores y confusiones. Se trata del lenguaje. Aunque no de cualquier lenguaje. Enun sentido amplio, los animales poseen tambin un lenguaje que les sirve para comunicarse.En nuestro caso, la situacin es distinta porque usamos un lenguaje con estructurapredicativa; es decir, aislamos un objeto y predicamos de l esta o aquella cualidad. Enefecto, podemos afirmar que los leones son mansos o feroces, que los nios son deliciosos operversos, lo cual ser verdadero o falso, segn lo dicten los hechos en cuestin. Pero, yesto es lo decisivo, est en nuestro poder romper con lo espacio-temporal y lanzarnos a una

    creacin infinita de ficciones. Por ejemplo, podemos afirmar que el diablo es malo, que lashadas nos protegen o que los duendes nos barren la casa. Y as hemos poblado ese mundofantstico con dioses de todo tipo. Ms an, hablamos de la nada y, en consecuencia, nosatemorizamos o, en raras ocasiones, gozamos con ella. Es ah en donde se instalan lasreligiones y, concretamente, las creencias. Se ha dicho que los elefantes lloran a susmuertos, que los chimpancs poseen una jerarqua que recuerda las veneraciones que tienenlugar en las religiones de los humanos. Y se ha especulado si el Homo Ergaster, de hacems de un milln de aos, o el Neanderthal, mucho ms reciente, deberan considerarsecapaces de religin. Coloreaban a sus muertos o les enterraban con objetos para que,supuestamente, los utilizaran en un viaje ms all de este mundo. De los animales, sin

    6 A. Hardy, The Biologie of God, Londres, Jonathan Cape, 1975.

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    embargo, slo es posible afirmar que tienen religin en un sentido puramente anlogo. Y esque, carentes de lenguaje predicativo, son incapaces de creencias en sentido estricto. Y,respecto a aquellos que nos han precedido en el tiempo, nicamente podemos conjeturarque tal vez gozaran de alguna religin auroral. Poco ms podemos decir. Aunque s

    conviene insistir en que las creencias religiosas suponen, como su fundamento ms slido einmediato, el lenguaje que nos es propio y que distingue entre sujeto y predicado. As noselevamos por encima de las estrellas7.

    III

    Situados ya en el terreno de la cultura, nos encontramos con las diversasmanifestaciones religiosas y, de modo especial, con las creencias. stas poseen, luego loveremos, un determinado contenido y su mirada quiere posarse en el Ms All; un Ms Allsalvador, que redima de todos los males. Tales creencias desdoblan, al modo platnico, el

    mundo, colocando, por encima de los datos de la experiencia, un final paradisaco quecolme nuestros insatisfechos deseos. Es por eso que la supervivencia, en sus distintasformas, y que van desde la inmortalidad a la resurreccin, pasando por la reencarnacin, esesencial a la creencia religiosa; en otros trminos, a las religiones que se atienen a unarevelacin procedente de un lugar invisible y poderoso. El ncleo duro de las religiones sonlas creencias. Conviene, por tanto, situarlas y, para ello, debemos precisar antes qu abarcala religin en general. Comencemos, en consecuencia, dibujando el cuadro de lo que es loreligioso. No entraremos en su intratable y eterno problema de cmo hay que definirlo.Espero que lo que a continuacin sigue sirva para poner a la vista la amplitud de lo que esposible entender por religin. De esta manera nos evitamos, adems, pasar por el martiriode las mil y poco operativas definiciones de religin.

    La religin puede entenderse en sentido amplio y en sentido estricto. En sentido amplio,la religin parece no tener lmites. Se entronca en las ms diversas actitudes humanas.Seleccionar algunas que considero relevantes. A todas ellas, lo adelanto ya, les falta unacreencia que no sea pura vaguedad y la afirmacin tajante de que sobreviviremos. Antes denada, se podra afirmar que todos o casi todos somos religiosos si por religin se entiendehacerse las preguntas elementales que probablemente ninguno ha dejado de plantearsealguna vez en la vida. As, de dnde venimos, a dnde vamos o cul es el origen y fin delmundo que habitamos. Son las clsicas preguntas o, mejor, pseudopreguntas, ya que notienen contestacin, de raigambre ignaciana o kantiana; o las pseudopreguntas del nio, alas que respondemos con evasivas. En frmula clsica, de lo que se trata, en un paso ms,

    es de si merece la pena la pena vivir o no, de si la vida, en suma, tiene sentido. En segundolugar, habra que encuadrar, dentro de la religin en sentido amplio, ciertas prcticaspsicosociales. Por ejemplo, el sacrificio o entrega de la propia vida a favor de una causa ode un ideal. Es ya un tpico referirse a aquellos miembros de grupos, movimientos opartidos polticos que han solido considerarse santos laicos, locos cuasirreligiosos ovisionarios que poco se diferencian de los fieles pertenecientes a una Iglesia. Es clebre lafrase de J. Bergamn en la II Repblica: Con los comunistas, hasta la muerte; despus no.La frase, en interpretacin ampliada, refleja el hecho de que el militante, y si exceptuamosla creencia en una vida post mortem, es similar al creyente religioso en entusiasmo,compromiso y autonegacin. En esta concepcin ancha de la religin, se incluiran tambin

    7 El lenguaje, adems, es tambin monolgico. De ah la capacidad que tenemos de ficciones, simulaciones,etc. Y, as, se ponen en funcionamiento agentes no fsicos.

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    aquellos movimientos con ritual pararreligioso que dicen servir de autoayuda o seconcentran al amparo de una figura que los aglutina y gua. La Iglesia del exfutbolistaargentino Maradona, y no es un chiste, ejemplifica ese conjunto de actividadespararreligiosas que no necesitaran ir ms all de este mundo. Un caso especial y

    controvertido es el de la magia. Algunos, continuando en la vieja estela de Frazer, entiendenla magia como ciencia embrionaria o como sombra de la ciencia. Y otros, pienso enWittgenstein, en sus Observaciones a la Rama Dorada de Frazer, la enlazan con lareligin; siempre y cuando se considere la religin algo puramente expresivo, una especiede exutorio pragmtico, una emocin que da rienda suelta a deseos insatisfechos.

    Bien distinta es la religin en sentido estricto. En este punto, lo insinuamos ya y es unacuestin decisiva, la religin se concreta en creencias. Tales creencias se componen devarios dogmas o tenets que, trascendiendo el cerco espacio-temporal, se abren a unasupervida postmundana. Se objetar inmediatamente que las creencias se nutren de lasemociones y de los rituales, por lo que no conviene intelectualizarlas. Y, por otro lado, seobjetar tambin que existen autores, pinsese en inmortalistas como Kurzweil o Moravec 8,

    genetistas, movimientos futuristas o trashumanistas, resurreccionistas, etc., que creen que esposible obtener algn tipo de inmortalidad sin recurrir a poder externo alguno. Y lainmortalidad, luego volveremos sobre ello, es el santo y sea, tal y como sentenciSchopenhauer, de las creencias religiosas. Sin la idea de aquella, difcilmente existiranstas. Respondiendo a la primera objecin, habra que decir que, sin duda, hay queconceder que las emociones o sentimientos son el motor de las creencias. Lo que ocurre esque dichas emociones se estabilizan en proposiciones; supuestas proposiciones sin las

    cuales en modo alguno hablaramos de, por ejemplo, el Cristianismo o el Islamismo. Y elculto no las elimina sino que, por el contrario, las acenta y alimenta. En relacin a laobjecin de obtener por medios naturales lo que la religin, en sentido estricto, con sus

    libros sagrados y revelaciones nos promete, la respuesta es sta: si alguien se empeara endenominar a estos esfuerzos religin laica o recurriera a expresiones similares, contestaraque es cosa de lenguaje y ah acabara el problema. Ms correcto, en cualquier caso, meparece colocar estos intentos sobrehumanos, que no sobrenaturales, junto a la ciencia; pormuy atrevidos o prximos a la ficcin que nos puedan, muchas veces, parecer9.

    Antes de entrar en las creencias, conviene todava preguntarnos qu las origina. Porquees raro que se haya disparado la fantasa humana de esta manera si alguna Intensa fuerza nolas pusiera en marcha. Se trata de saber por qu surgen y no cundo nacieron. Antes hemossugerido algo. Ahora nos ceiremos a responder diciendo que la religin y, muyconcretamente, las creencias se originan al chocar con los lmites que nos rodean. Taleslmites son internos y, sobre todo, externos. Los internos tienen que ver con lasfrustraciones que nos asolan a lo largo de la vida. No logramos cumplir todos nuestrosdeseos y las satisfacciones son superadas por las insatisfacciones. Pero es el lmite externoel que hace saltar las creencias de manera especial. Ese lmite no es otro sino la cesacin omuerte. En realidad, es sta la madre de todas las religiones. Se dir que no todos desean lainmortalidad o que sta es un concepto confuso. Es cierto que no son pocos los quepresumen de estar a gusto con lo que nos ha tocado de mundanos y que se despreocupan dela muerte y sus consecuencias. Al margen de que podamos albergar sospechas sobre lasinceridad de estas posturas, el hecho es que no entenderamos a la humanidad y a las

    8 Otros nombres a aadir sera los de Bostrom, Drexler o Peterson.

    9 Aqu topamos con una dificultad. Porque existira, en esta postura naturalista, cierta creencia y apertura a lainmortalidad. Se podra llamar religin o creencia natural. Y se distinguira del desmo al no necesitar de diosalguno.

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    distintas culturas si no colocramos la muerte en el centro de sus desvelos. Respecto a laidea de inmortalidad10, lo que habra que contestar es que, en general, queremos no tantola inmortalidad sino no ser mortales. Desde un punto de vista lgico son lo mismo, pero ensu contenido varan. Inmortalidad es un concepto confuso. Es ms probable que

    tengamos el deseo de no mortalidad, en el sentido de no morir ahora o durar ms o morircuando a uno se le antoje o cosas semejantes. En cualquier caso, es la muerte o cesacin lapartera de las religiones, la que estimula las creencias, la que hace que poblemos el mundocon los ms variados salvadores, con sus revelaciones, sus hierofanas, sus profetas, susmandatarios y sus libros.

    Dos observaciones antes de entrar en la clasificacin de las creencias. Se suele aadir ala dificultad que representa su dispersin, como enseguida veremos, el hecho de que no hayforma de analizarlas situados, como estamos, en la racionalidad filosfica. La razn seraque las creencias en cuestin se insertan en un contexto de fe. Se trata de una verdad amedias que conviene despejar antes de seguir adelante. Es cierto que el creyente se reserva

    una zona oscura, impenetrable por subjetiva. No es menos cierto, sin embargo, que, a no serque fuera absolutamente silente, manifiesta una parte pblica y, por eso mismo, posibilitaque sus creencias se sometan a la crtica de manera anloga a como criticamos las distintasteoras morales. Si no fuera as, todas las creencias seran iguales. Y los creyentes de lareligin A o de la B no se ocuparan de hablarnos de Dios, los dioses o lo que fuera. Muypor el contrario, su celo misionero no para de predicar e intentar convertirnos. EscribiWittgenstein que podra existir una religin sin palabras. Esto es, sin duda, posible en elcampo de la religin en sentido amplio. Es imposible, sin embargo, en las creencias encuanto tales. La segunda observacin tiene que ver con las credenciales de credibilidad decualquier religin hoy. En una poca ilustrada o posilustrada, como la nuestra, todas se hanvuelto increbles. Por mucho que se las maquille, desmitologice o se las adapte, es difcil

    tomarlas en consideracin a no ser por sus consecuencias benficas o malficas. No valdracontraargumentar recordando que desde la ciencia, y sobre todo echando mano de laversin fuerte del Principio Antrpico, segn la cual es ms probable que este mundo tengaun Hacedor, se ha devuelto la credibilidad a las creencias. Porque tal Hacedor, Demiurgo oSuperman, a lo ms que podran aspirar, por utilizar las palabras de un colega, es a ser unMonarca Constitucional; en modo alguno a convertirse en un ser trascendente que se habrarevelado a travs de libros y de profetas; o de l mismo, como sucede en el Cristianismo 11.Por eso, la trinchera de un creyente no est en nuestros das en Apologtica alguna sino enla mentada fe.

    Es hora de pasar a las creencias en cuanto tales. Lo que inmediatamente llama la

    atencin es su variedad y hasta su contraposicin. Hay creencias austeras en dioses,mientras que otras convierten cualquier cosa en divino. Tal variedad tiene su explicacin. Yes que si desde un punto de vista gentico somos, a pesar de nuestros polimorfismos, casiclnicos, culturalmente somos muy diferentes. El mundo de la cultura es como un lienzo

    10 Y sin entrar en las trivializaciones como la de Nietzsche cuando se rea de ella por aburrida.11 No es extrao, por eso, que el conocido como Argumento por Designio, a pesar de ser intuitivamente el

    ms apropiado para probar la existencia de un Ser Superior, haya quedado en un segundo plano. Y sea sustituidopor el Argumento Cosmolgico en donde, desde lo contingente, se quiere llegar a un Ser Necesario. Tal Ser stendra aquellos atributos propios de un Dios trascendente. Slo que, como puso de manifiesto ejemplarmenteKant, para ello hay que dejarse llevar por el tobogn de una pura Ilusin Trascendental. Que tal ilusin sea vaca

    no arredra a quienes, an hoy, continan defendiendo la posibilidad de alcanzar un Ser Necesario. Si se recuerda lafamosa polmica entre el jesuita Copleston y B. Russell se patentiza cmo sigue presente ese, por otro lado vano,intento por alcanzar el Dios de la tradicin judeo-cristiana.

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    con innumerables colores. Si en una escala colocamos las creencias fuertes en la cima y lasmenos duras en la parte baja, las monotestas ocupan el lugar ms alto. Todo lo concentranen un nico y poderoso Dios, mientras que el resto palidece. Tal vez sea el Islamismo, en suvuelta a Abraham, el monotesmo ms consecuente. Odia y repudia cualquier vestigio de

    politesmo y el poder de Al es tan grande que incluso crea el mal. El Cristianismo se sitaen un nivel ms bajo, puesto que con la Trinidad rompera la unidad total que adoran losseguidores del Islam. En este contexto no es extrao que se produzcan, dentro delCristianismo, fenmenos como el espectacular renacimiento actual de pentecostalistas ocarismticos, stos, que se extienden y aumentan vertiginosamente por todo el mundo, conla excepcin de Europa, se acogen al soplo del Espritu Santo. Su explosin espiritual tuvolugar a comienzos del siglo XX en Los ngeles y toman al pie de la letra el comienzo delcaptulo II de los Hechos de los Apstoles en el que se nos dice que el Espritu se possobre los Apstoles posibilitndoles hablar todas las lenguas; una especie de Babelinvertido. Para estos carismticos, una de sus consignas es todo es posible, lo que leshace tan arriesgados como temibles. Sea como sea, en modo alguno repudian el

    monotesmo12. Descendiendo en la escala, nos encontramos con el henotesmo. No seraarriesgado considerar al zarvismo, la antigua religin persa y, sobre todo, al zoroastrismocomo un muy especial henotesmo. En el monotesmo estricto, sin embargo, Dios es uno ynico. Los politesmos vienen a continuacin y son los ms numerosos en el abigarradomundo de las religiones. En la parte baja de la tabla, habra que situar a las creencias ateas.Es el caso del budismo y, sobre todo, del muy atractivo jainismo. A algunas mentesestrechas en esta materia les suena raro que existan creencias o religiones ateas o que se lasincluya como una religin ms. Se trata de meros prejuicios. En el jainismo, por ejemplo ya pesar de que se llegan a ofrecer fuertes pruebas contra la existencia de Dios, se cree en lainmortalidad de las almas que, a diferencia del budismo, no perderan, ms all de este

    mundo, la conciencia. Lo importante, en suma, para poder hablar de creencia religiosa esque dichas creencias se proyecten en el Ms All, rompiendo los lmites espacio-temporales. Si a ello sumamos sus mitos, culto o cdigos morales, tenemos todo el derechoa denominarla creencia religiosa; y no slo sabidura oriental como, entre otros, lasllamara Dilthey. En otros casos, imaginemos el confucionismo, sera ms arriesgadointroducirlas en el conjunto de las creencias religiosas. Pero nos suena un tanto exagerada laopinin de aquellos que sostienen con rotundidad que en China no existi religin sinonicamente reglas morales. Ms prudente es contemplar estos movimientos en una mvilfrontera.

    12 El monotesmo es un tema por s mismo. Ese ser, necesariamente nico, parece que se escapa a larepresentacin; tan por encima se sita de la mente humana. Pero, de esta manera, se cae en la Teologa Negativa,que es atesmo larvado; y si no, en el politesmo. A Al se le dan cien nombres en el Corn. En la Biblia existe unacuriosa analoga entre lo humano y Yavh. As, la relacin matrimonial se aplica a Yavh y al pueblo elegido. Porotro lado, es el texto lo que pasa a un primer lugar. El protestantismo radical, por su parte, niega rotundamenteanaloga alguna. Todo se juega, como ocurre en la sinagoga, en la intimidad de la fe. Los ngeles, a su vez, podranhacer sombra al monotesmo. Es probable que los ngeles, presentes en todas las culturas, den la impresin decompetir con la unidad de Dios. La Biblia se nutre de la angeologa del zoroastrismo y la angeologa actual,espectacular en EEUU, pone de manifiesto hasta qu punto las especulaciones teosficas continan en nuestrosubconsciente, en el consciente o en una combinacin de ignorancia y logomaquia. Finalmente, nos podemos

    preguntar si Dios es un nombre comn o propio. Parece quees comn, ya que nuestro lenguaje slo apunta a loque es divino. Por mi parte opino que si Dios es un ser personal algn tipo de singularizacin tendra que darse enlo que se designa como comn.

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    El cometido principal de la Filosofa de la Religin consistira en el estudio y crticafilosfica de todaslas creencias posibles. Obviamente se trata de una tarea ingente que rozalo imposible. Es uno de los dramas de la Filosofa de la Religin. En cualquier caso, esnecesario introducirse en el inmenso y excitante campo de la Historia de las Religiones. No

    hay Filosofa de la Religin sin una investigacin seria de las innumerables religiones quehan inundado el planeta. Las Ciencias de la Religin y, muy en concreto, la citada Historiade las Religiones son el bculo principal en el que se apoya la Filosofa de la Religin. Es laque aporta el material sobre el que reflexiona el filsofo, quien ha de analizar y evaluar lasdistintas creencias.

    Llegados a este punto, conviene deshacer una posible confusin bastante extendida. LaFilosofa de la Religin no es Ciencia de la Religin. No investiga directamente elamplsimo hecho religioso sino, lo repetimos, las creencias religiosas. El hecho religioso esun conjunto enormemente amplio, que incluye desde las procesiones o el culto a lasreliquias hasta los cdigos morales o las ceremonias de los sacerdotes. Este conjunto es el

    que exploran las Ciencias de la Religin y que van de la socioantropologa a la etnologa,incluida, naturalmente, la citada Historia de las Religiones. Dentro de tal conjunto seencuentra lo que es su ncleo; es decir, las creencias religiosas a las que hemos hechoreferencia. La Filosofa de la Religin, equipada con el mximo de ciencia posible, seenfrenta, con las herramientas del filosofar, a las creencias en cuestin. Y de cada una dirlo que racionalmente le parezca correcto. Tomemos el monotesmo radical islmico. No haypor qu creer, filosficamente hablando, que el arcngel Gabriel dict a Mahoma un libro,el Corn, escrito en el cielo; y, adems, en rabe. La evidencia emprica acumulada queposeemos choca contra este tipo de relatos de la misma forma que chocaramos contraquien nos diga que existen realmente fantasmas, dragones o duendes. Al mismo tiempo, ydesde una perspectiva moral, chocar tambin contra su proselitismo fundamentalista, trato

    discriminatorio a la mujer o aplicacin de una ley que permite lapidar a las adlteras. Viene,sin embargo, a cuento aqu recordar lo que, segn sus discpulos, dijo Wittgenstein apropsito del Cristianismo, hermano mayor, no lo olvidemos, del Islamismo: Lo entiendo

    y no lo entiendo, habran sido sus palabras. Pienso que lo que quiso decir es lo siguiente.

    Si juzgamos los relatos religiosos, nos causa estupor que alguien se tome en serio esosmitos; esto es, que alguien crea que sea verdad lo que ngeles, demonios o el mismsimoDios revelan. Si nos volvemos, no obstante, a nuestros deseos y necesidades, al humus de lareligin en sentido amplio, comprenderemos bien que los humanos quieran que un SerSalvador nos espere al final de una cansada vida, que la comunidad nos proteja o que lasdistintas ceremonias y smbolos calmen la ansiedad psicolgica. Entendemos las ganas de

    creer. No entendemos aquello en lo que se dice creer13

    .Se podra preguntar todava por qu la Filosofa de la Religin se ocupa exclusivamentede las creencias y no del resto de los variados materiales de los que est compuesto eledificio de toda creencia religiosa. La respuesta es sta. De los hechos religiosos se ocupan,como vimos, las Ciencias de la Religin, de la misma manera que las Ciencias Morales se

    13 Un estudio ms detallado exigiran tener en cuenta adems la Fenomenologa de la Religin. Porque estacompleja disciplina unas veces quiere abarcar todas las Ciencias de la Religin y otras, suplantar a la Filosofa dela Religin. Si se reduce a Historia Comparada de las Religiones no habra problema alguno. Lo que sucede es queen manos, en muchas ocasiones, de telogos interesados o de antroplogos anclados en sociedades arcaicas noshabla de lo sagrado con arrogancia; y coloca en un lugar privilegiado a la conciencia y su intencionalidad. Y eso

    no es de recibo. Porque no nos referimos a nada con la conciencia. Porque si algo importa a todos es pblico.Porque la intencionalidad no es un concepto unvoco. Y porque no damos sentido a nuestras sensaciones de modo

    privado. De ah que todo se reduzca a mostrar materiales directos y no a sugerir supraentes.

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    ocupan de los hechos morales. Siguiendo con la analoga, la Filosofa de la Religininvestiga la estructura de las creencias religiosas y las evala de modo semejante a cmo laFilosofa Moral investiga la estructura de las Teoras Morales y las evala. La Filosofa dela Religin es una filosofa de, al igual que otras filosofas de. Pinsese en la de la

    citada moral, de la ciencia, del conocimiento o del arte. Todas las filosofas de se centranen un determinado aspecto. La del arte, en el arte en cuanto tal y no en esta o aquella obrade Picasso; la del conocimiento, en los lmites de ste y no en si Juan cree que Irene estenamorada de l; la moral, en si es ms convincente el deontologismo o el utilitarismo, y noen si los ingleses, como opinaba frvolamente Nietzsche, son, casi por naturaleza,utilitaristas; y la de la ciencia, en las diversas teoras cientficas y no por qu en Espaa haestado prcticamente siempre ausente. Es obvio que cuanto ms se sepa de pintura, de lasdisonancias cognitivas de Juan, de la conducta moral de este o aquel pueblo, o de la historiade las revoluciones cientficas, mejor funcionarn las distintas filosofas de. Exactamentelo mismo habra que afirmar de la Filosofa de la Religin. Por eso, lo digo de paso, da unpoco de lstima contemplar cmo una buena parte de las Filosofas de la Religin,

    especialmente las de corte analtico y al margen de otros mritos, son bastante ciegasrespecto a los hechos religiosos que estudian, con mirada universal, las Ciencias de laReligin.

    IV

    Existen, y no hay duda de ello, personas que tienen creencias religiosas. Pero, y es unaobviedad, hay, no menos, otros que son ateos y agnsticos. El testa, e incluso el desta,afirman que Dios existe. El ateo lo niega. Se trata, por tanto, de dos proposicionescontradictorias. Si una es verdadera, la otra es falsa. La postura del agnstico es ms

    compleja. Algunos, como es el caso de Flew, antes de su cuasiconversin, o el filsofo de laciencia, Hanson, opinan que no hay diferencia entre el ateo y el agnstico. Este ltimo obien tiene una actitud vergonzante y no se atreve a confesar por miedo a s mismo o a losdems su real atesmo, o no es consciente de que est preso de un error lgico. Porquesostener, por ejemplo, que no se ha probado que los duendes no existen no equivale a serescptico respecto a los duendes. Nadie podr probar nunca la no existencia de algo. Perode ah no se sigue que se sea escptico o dudoso acerca de la existencia de los duendes.Sencillamente no se cree en ellos. Otros, por el contrario, pensamos que se da una relevantediferencia entre el atesmo y un matizado agnosticismo, palabra esta, por cierto, que notiene una larga vida sino que fue bautizada en el siglo XIX por Huxley. Y es que el ateo

    afirma que no existe Dios; o, expresado de otra manera, que no hay nada salvo los objetosdel mundo de la experiencia. El agnstico que no cae en el error lgico, por el contrario, selimita a sealar que no sabe nada; es decir, que en relacin a lo desconocido se calla y sesume en el ms profundo no saber. En trminos lgicos, el ateo se queda en la proposicinque niega a Dios. El agnstico, por su parte, desplaza la atencin a lo que suele llamarseactitud proposicional y que, en este caso, es su no saber.

    Permtaseme, y de esta forma aclaro ms lo que acabo de exponer, hacer referencia ados figuras filosficas que, en apariencia, las tomaramos como igualmente agnsticas,cuando no es as. Se trata del misticismo, enseguida volver de nuevo sobre l, de E.Tugendhat14y el de L. Wittgenstein15. El supuesto agnosticismo de E. T. es atesmo sin ms.

    14 E. Tugendhat,Egocentricidad y mstica, Barcelona, Gedisa, 2004.15 L. Wittgenstein, Tractatus Logico-Philosophicus, Madrid, A. U. 1973.

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    Para Tugendhat, lo mstico consiste en un retorno a uno mismo, cierto cobijo en el Universoy moderacin de los deseos. Es totalmente cismundano. Wittgenstein, al menos en susprimeros escritos, representa el agnosticismo que se cie al no saber. No niega,sencillamente desconoce. A propsito del misticismo y en relacin con la creencia,

    conviene aadir que lo mstico es un concepto muy amplio. Por eso, muchas de lasinvestigaciones cientficas a las que en su momento hicimos referencia engloban toda lareligin en lo mstico. Lo mstico, sin embargo, posee o puede poseer un bajsimocontenido de creencias. Momentos ms o menos msticos los tiene cualquiera a lo largo desu vida. En consecuencia, si se quiere estudiar la religin en su ncleo duro hay queconcentrarse, lo repetimos una vez ms, en las creencias. La Filosofa de la Religin, lorepetimos tambin, estudia directamente tales creencias. Indirectamente, sin embargo, ha decontrastarlas con el atesmo y el agnosticismo.

    En la vida acadmica, la Filosofa de la Religin se estrecha hasta convertirse enTeologa Filosfica. sta es el trasunto actual de la vieja Teologa Natural. Y as se analizan

    ad nauseamtemas como, por ejemplo, los que ataen a las pruebas de la existencia de Dios.En nuestros das ha saltado fuera de los recintos acadmicos y casi se ha convertido en unamoda escribir sobre la existencia o no de Dios. Nombres como los de Dawkins, Sam Harrisu Onfray, llenan las libreras. Pero tales estudios, por importantes que sean, no equivalen ala Filosofa de la Religin. Son, en todo caso, parte de sta. Una parte que habra, sin duda,que conocer, puesto que pertenece a nuestro suelo cultural. La Teologa cristiana, adems,posee un alto grado de racionalizacin, por lo que no es extrao que la filosofa tenga encuenta dichos productos teolgicos. Pero sustituir la Filosofa de la Religin por la TeologaFilosfica sera tan parcial y mutilador como sustituir la Lgica Dentica por la FilosofaMoral. La Lgica Dentica es una parte, y slo una parte, de la Filosofa Moral. Esnecesario recordar esta elemental cuestin, puesto que, en caso contrario, la Filosofa de la

    Religin se convierte en un ejercicio lgico que, por divertido y pedaggico que sea,oscurece el estudio de las creencias religiosas, se den stas donde se den.

    V

    Acabo ya. Espero que se haya hecho claro por qu a un agnstico, como es mi caso, yen la estela de Wittgenstein, le interesa y no poco, la Filosofa de la Religin. Aado que miinters no es estrictamente sociolgico. Escriba R. Bellah16 que Norteamrica esincomprensible sin una religin civil, un indiferenciado tesmo al que considera el vnculomoral bsico para unirse como nacin e, incluso, para cumplir lo que piensan que es su

    misin en el mundo. Esto es indudable y se patentiza, por ejemplo, en la toma de posesinde un presidente de los EEUU o en la acuacin de su moneda. Pero no se trata de nadanuevo. De religin civil habl ya Varrn y Agustn de Hipona se le ech encima paraentronizar como Dios universal al cristiano. Y filsofos que van de S. Mill a Rousseau,pasando por Schopenhauer, acariciaron un difuso tesmo para embridar a mujeres yhombres en su funcin social. Y en nuestros das17 encontramos expresiones tales comotrascendencia inmanente, alteridad envolvente, sombra de lo real, etc. En unos y en

    otros se intenta sociologizar la religin; es decir, dar cuenta de cmo algo que perteneceraa una de las dimensiones humanas es socialmente rentable. Por eso, cuando se habla de unapoca posrreligiosa que, al mismo tiempo, no quiere perder un aura mtico-simblica, se

    16Beyond Belief: Essais on Religion in a PostTradditional World,Nueva York, Harper&Row, 1970.17VideFerry y Gauchet,Lo religioso despus de la Religin,Barcelona. Anthropos, 2007.

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    mira de reojo a los bienes sociales que ese eco religioso podra aportar. Todo esto no meparece ni bien ni mal; o, mejor, me parece unas veces bien y otras, mal. Me parece, porejemplo, mal cuando dificulta un proceso de real secularizacin en el que el laicismo sea lanorma de una vida democrtica. En cualquier caso, lo que he querido subrayar se sita en

    un terreno ms individual y, permtaseme la palabra, filosfico-antropolgico. Y, as, meimporta que se pongan de manifiesto cmo las fantasas ms absurdas nacen de nosotros.Poblamos el mundo de smbolos de todo tipo. Y nuestra imaginacin no descansa. Creamosmiles de mundos posibles mientras pasamos unos das en el nico real. Tal vez sea estasituacin la que nos empuja hacia el absurdo citado. A ello se une lo que siempre admir aHume: nuestra capacidad para transgredir los lmites de la experiencia. Nuestros deseos nose satisfacen con lo que hay y saltan, con una prtiga infinita, hasta endiosarnos oendemoniarnos. Los lmites de la experiencia no consiguen retrotraernos a este mundo sinoque nos revolvemos tratando de encontrar huecos para escabullirnos ante una implacablemuralla. A algunos nos resulta sorprendente cmo personas ilustradas y cabales se adentrancon tanta credulidad en fantasas incomprensibles. Es lo que llam el antiguo (el viejo es el

    de ahora) Flew double-thinking. Pero, as es la vida humana, que dira Wittgenstein. Esnecesario, por eso, primero, conocer la religin; despus, comprenderla y, finalmente,encauzarla. Respecto a conocer la vida humana, las creencias religiosas nos ofrecen uncuadro de valor incalculable. Me atrevera a afirmar que es ms valioso que ningn otro.Respecto a la comprensin que deberamos mostrar ante estas proyecciones del ser humano,una vez que es autoconsciente y se ha puesto de pie, conviene ser precavidos. La Filosofade la Religin posee una parte indispensable y que consiste en el juicio moral. Loindicamos ya antes. No se puede dar todo por bueno, por muy humano que sea. La Filosofade la Religin criba las creencias religiosas. Las pone al descubierto y ha de emitir un juicioque, en trminos generales, las destruye. Respetar, eso s, la intimidad de los individuos.

    Tal intimidad, sin embargo, como en aquel juego wittgensteiniano en el que existe un objetoque no juega, queda fuera de la argumentacin. Es, por tanto, como si no existiera.Nosotros, siguiendo a Wittgenstein, discutimos sobre lo que conocemos, no sobre lo quecada uno internamente tiene o siente. Por lo dems, fantasas, imgenes desbocadas,smbolos que se prolongan como espadas y tantas cosas ms, nos producen cierta ternura.Proceden de nuestros deseos de una felicidad total; tan total como, por lo que sabemos,imposible. La imposibilidad de un deseo es la madre de cualquier cosa. Y, en relacin aencauzar las creencias, slo quiero aadir que la parte moral citada de la Filosofa de laReligin ha de poner coto a los desmanes religiosos. Un sano laicismo sera la consecuenciade tal Filosofa de la Religin. Explicarlo con detenimiento nos llevara lejos. Y una ltimaadvertencia: no es tolerable otorgar a ninguna religin o creencia una relevanciasociopoltica que est por encima del resto de los que habitamos la ciudad. Al mismotiempo, no me reir de quien se satisface en su interior con una fe, siempre y cuando noquiera imponerla colocndose en el centro de la sociedad con la bandera de una verdadsuperior. Todas las verdades se escriben con minscula. Y, por supuesto, con minscula estescrito lo que acabo de exponer. No exijamos un desmesurado reconocimiento, moderemosnuestras apetencias, rompamos unyorgido como el acero. Seremos ms felices.