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    La pedagoga teolgica en Edith Stein (1891-1942)

    La pedagoga teolgica en Edith Stein(1891-1942)

    por Conrado VILANOU TORRANOUniversidad de Barcelona

    Pocas mujeres del siglo XX presentanuna biografa tan atrayente como EdithStein (1891-1942), que despus de serbeatificada el ao 1987 fue canonizadaposteriormente (el 11 de octubre de 1998),celebrndose su festividad el da 9 de oc-tubre. Ahora, los carmelitas porfan a fa-

    vor de que se declare doctora de la Iglesiaa quien ya es desde 1999 patrona de Eu-ropa junto a Santa Brgida de Suecia ySanta Catalina de Siena. Si hasta enton-ces Europa contaba con tres santoscopatronos (San Benito, San Cirilo y SanMetodio) todos ellos pertenecientes alprimer milenio, ahora este patronazgose comparte con tres santas correspon-dientes al segundo milenio [1]. En reali-

    dad, Teresa Benedicta de la Cruznombre con el que profes en 1934 enmuestra de aprecio por Santa Teresa deJess y San Juan de la Cruz tuvo subsqueda de la verdad por una especiede plegaria: Quien busca la verdad, bus-ca a Dios, sea de ello consciente o no.

    La pequea Edith naci en la ciudad

    de Breslau en la Silesia entonces tie-rra alemana y actualmente polaca enuna familia juda con una madre practi-cante [2]. Ella misma al referirse a supropia historia describi su ambientefamiliar como el tpico judasmo prusiano-alemn. Su padre muri joven quedando

    al cuidado de su madre, una mujer decarcter que influy sobre Edith que nun-ca vio en la imagen materna a la mujerociosa de los crculos elegantes. En efec-to, Auguste Stein se dedic con ahnco alas tareas domsticas sacando adelanteel negocio de maderas que haba monta-do su esposo. Se trataba, por tanto, deun matriarcado marcado por la fuertepersonalidad de una madre que tuvo asu cargo once hijos, lo cual confiri a laeducacin de Edith Stein un sentido derigurosidad y exigencia. Este medio fa-miliar hizo que Edith se sintiese mejoren la escuela que en su propia casa, aun-que nunca intent disgustar inclusocuando se convirti al catolicismo a suprogenitora. De hecho, Edith fue una bue-na alumna en un momento en el que las

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    mujeres tenan muy difcil el acceso al

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    gen de las clases particulares. Encualquier caso, a los catorce aos Edithabandona los estudios porque est har-ta ya de aprender. Son los difciles aosde la adolescencia en los que su fe sedebilita, a la vez que colabora en las ta-reas domsticas y familiares. Poco des-pus, prosigue sus estudios hasta el puntode convertirse en una figura destacadadel pensamiento contemporneo. Por con-siguiente, su biografa ofrece una pers-pectiva polidrica hebrea, atea, filsofa,cristiana, pedagoga, defensora del papelde la mujer, monja carmelita, mstica,finalizando su trayectoria vital enAuschwitz donde encontr la muerte, jun-tamente con su hermana Rosa, el 9 deagosto de 1942.

    1. Aos de formacin y evolucinde su pensamiento

    Despus de estudiar psicologa en suciudad natal al lado de Wilhelm Sterndirector del Seminario de Psicologa deBreslau, donde desarroll cursos de Psi-cologa experimental y Pedagoga partien-do del estudio emprico de sus propioshijos se sinti insatisfecha con la psi-cologa naturalista, que, de conformidad

    con el trabajo experimental iniciado por

    Wundt en su laboratorio de Leipzig elao 1878, se caracterizaba por una lgi-ca fenomnica de corte mecanicista y cau-sal. Stein se refiri diversas veces a laslimitaciones de aquella psicologa sinalma hasta el punto de optar, bajo la in-fluencia de las ciencias del espritu(Dilthey, Brentano, Husserl) a favor deuna psicologa que destaca el potencialespiritual de la persona [3]. La antropo-loga de Edith Stein apunta hacia un

    planteamiento tridico (cuerpo, alma yespritu) que recuerda el esquema teol-gico trinitario que influy en la filosofade Hegel y, a travs suyo, en el histori-cismo de Dilthey y en el culturalismo deSpranger. Con todo, se ha de aadir queStein respeta la tradicin dualista de lafilosofa perenne que afirma que el cuer-po y el alma se encuentran en la unidadde la persona que ofrece tres niveles: cor-poral, anmico y espiritual. En cualquiercaso, para Edith Stein el espritu no tie-ne un fundamento histrico-cultural yen consecuencia relativista al dependerde las circunstancias de cada momentosino que implica una antropologapersonalista ya que el hombre es un serespiritual abierto a la esfera de lo divino.En este punto, Edith Stein sigue los pa-sos de la tradicin carmelita de SantaTeresa de Jess y San Juan de la Cruz

    que exhorta a la transcendencia, es de-cir, a la contemplacin mstica de Dios.

    Toda la biografa de Edith Stein sepuede ver como un itinerario hacia Dios.Se trata de un camino que ofrece tresetapas bien diferenciadas: la fenomenol-gica, la tomista-cristiana y, finalmente,la mstica. Propiamente, Edith Stein par-

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    ticipa de la reaccin espiritualista que se

    dio en el campo de la psicologa durantela dcada de los aos veinte y en la quedestaca la figura de Spranger. Un impor-tante grupo de intelectuales se percatque la investigacin cientfico-natural re-duce la conciencia humana a una psico-loga mecanicista que atomiza la vidaanmica que as se despoja de cualquierconsideracin metafsica. Ahora bien,Stein tambin se desmarcar de la psico-loga cientfico-espiritual de Spranger

    y por extensin de los seguidores de lasciencias del espritu que confiaban en unmundo histrico-cultural (Dilthey) porsu carga idealista. En realidad, el idea-lismo especulativo origen de la Univer-sidad alemana (Humboldt, Fichte,Hegel) haba sido marginado por lairrupcin del positivismo cientfico(Virchow, Wundt, etc.) que se entronizen la Universidad germana a partir de1880 al socaire del Kulturkampf deBismarck. Se trataba de una cienciamecanicista que no se preocupaba de losvalores, ni de los ideales: no se vea en elalma y en lo espiritual otra cosa que unamanifestacin concomitante (epifenme-nos) del cuerpo.

    No estando conforme con esta orien-tacin naturalista y positivista de la psi-cologa de su poca, Stein se acerc a la

    fenomenologa de Husserl, de quien fueasistenta entre 1916 y 1918. Fue justa-mente en el crculo de la fenomenologadonde se dieron diversas conversionesreligiosas entre las que destaca la de suamigo Adolf Reinach muerto en el frentede guerra el ao 1917 cuando comenza preocuparse por las cuestiones religio-sas. Edith Stein que desde temprana edad

    haba mostrado una vocacin hacia los

    dems se inscribe en un cursillo de en-fermera para jvenes estudiantes, sien-do destinada a un hospital de soldadosenfermos de tifus. No hay duda que estaexperiencia comportar un cambio en suvida, sobre todo a partir del momento queencuentra entre los papeles de un solda-do difunto la oracin de su esposa pi-diendo a Dios que conserve la vida de sumarido.

    Edith Stein se convirti al catolicismodespus de leer en una sola noche laautobiografa de Teresa de Jess, queStein reconoce como la autntica verdad;de manera que fue bautizada el 1 de ene-ro de 1922 con el consiguiente enfado desu familia, en especial de su madre. Des-pus de su conversin, Edith que ya sehaba dedicado a la enseanza domsti-ca se responsabiliza de la enseanza dela literatura y de la lengua alemana en

    el colegio Santa Magdalena de las domi-nicas en Espira. Anteriormente haba in-tentado sin xito su incorporacin a laUniversidad que la haba rechazado porsu doble condicin de mujer y juda. Enaquella poca se introdujo en el estudiodel tomismo gracias a las indicacionesdel padre jesuita Eric Pzywara, autor dela valorada Analogia entis [4]. De estemodo, pas de una filosofa basada en el

    yo y en su conciencia como lahussserliana a una filosofa como latomista, abierta a la transcendencia, yque ofrece, por tanto, un horizonte teol-gico. Y ello ocurri en un momento en elque el catolicismo alemn segn losplanteamientos de Peter Wust con quienStein coincidi en Mnster promovi,bajo la influencia del tomismo, el movi-

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    miento de recuperacin de la metafsica

    que se extendi por toda Europa (Gilson,Maritain, Zarageta, etc.).

    En conjunto se rehabilita un realismoque retorna la confianza ontolgica en elser y, por extensin, en las cosas natura-les y en el fin teleolgico; un plantea-miento que incidir directamente sobrelas cuestiones pedaggicas. Al ser la edu-cacin uno de los temas centrales deaquellos aos de la Repblica de Weimar

    (1919-1933), Stein alcanza un papel pri-mordial en lo relativo a la reflexin pe-daggica catlica. A partir de estemomento la vida de Edith Stein se carac-teriza por dos aspectos bien notorios: vo-cacin pedaggica en la formacin de lasfuturas maestras catlicas y preocupacinintelectual alentada por los consejos delpadre Przywara. En este sentido, inten-tar conciliar tal como insinuScheler la fenomenologa y el catolicis-mo. Para ello, Edith Stein despus de en-trar en contacto con la neoescolsticavivificada por el cardenal Mercierproceder a comparar la filosofa deHusserl con la de Santo Toms. Pero sindesdear su trabajo intelectual, EdithStein se convierte en una gran propa-gandista de la pedagoga catlica en unasfechas en las que Alemania vive una ac-tiva campaa de reforma pedaggica al

    socaire del movimiento de la EscuelaNueva [5].

    2. Edith Stein y la tradicinpedaggica alemana

    El catolicismo alemn no se senta sa-tisfecho con la cosmovisin pedaggica dela repblica de Weimar que defenda un

    modelo de escuela nica, laica y abierta

    al trabajo (para algunos Kerschensteinerfue el principal pedagogo de aquel rgi-men) en sintona con una actitud refor-mista, democrtica y pacifista resultadodel compromiso electoral que sustentabadesde 1919 a la nueva repblica. Es sa-bido que la ideologa que dio soporte a lanueva repblica era fruto de un pactoelectoral tripartito entre el socialismo re-formista (Sozialdemokratische ParteiDeutschlands), el liberalismo progresista

    del Partido Demcrata (DeutscheDemokratische Partei) y el catolicismo so-cial del Partido del Centro (Zentrums-partei).

    Por su parte, Edith Stein defenderuna pedagoga catlica en consonanciacon las aspiraciones de las asociacionesde profesores alemanas catlicas, sin ol-vidar en ningn momento la defensa delos derechos de la mujer a los que se ha-

    ba dedicado durante su juventud cuan-do militaba en el Partido Demcrata. Enrealidad Edith Stein actualiza una peda-goga catlica en consonancia con los nue-vos tiempos. Para ello haba queestimular a los jvenes a su encuentrocon Dios a travs de la instruccin slidaen los dogmas cristianos, destacando laimportancia de la formacin eucarsticay litrgica. Pero no slo se interesa por

    la dimensin individual de la educacincatlica, sino tambin por su vinculacinsocial porque tanto el individuo como lacomunidad no son nunca algo acabado;siempre se hallan en devenir, en desa-rrollo. La familia y la escuela como co-munidades educadoras se encargarnde armonizar las energas individuales ysociales. Para divulgar este ideario a fa-

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    vor de una educacin catlica, Edith Stein

    pronuncia a partir de 1926 en directoo a travs de las ondas radiofnicasconferencias en las asociaciones catlicas,intervenciones que sern recogidas porla revista Zeit und Schule.Hasta tal pun-to fue as que despus de fracasar porsegunda vez en su intento de acceder ala docencia universitaria (a pesar de lasrecomendaciones de Husserl yHeidegger), decidi aceptar una plaza enel Instituto Alemn de Pedagoga Cient-

    fica de Mnster, que entonces diriga elprofesor de Teologa Johann Peter Steffes[6].

    A estas alturas, Edith contaba con elsoporte de Mara Schmitz, presidenta dela Asociacin de profesoras alemanas ca-tlicas, entidad que junto a la Uninde profesores catlicos de Alemania fun-daron conjuntamente aquel Instituto pe-daggico con la intencin de asegurar al

    profesorado catlico una formacin ade-cuada a las nuevas necesidades. Con elapoyo de los responsables de la pedago-ga catlica alemana, Edith Stein iniciasus clases el 29 febrero de 1932 impar-tiendo durante aquel primer semestre lec-ciones sobre los Problemas de lamoderna educacin de las muchachas.Stein parte de la idea que el valor de lofemenino presupone una ndole propia de

    la mujer, es decir, que cada mujer debedesarrollar su propia fisonoma esencialdentro de sus posibilidades de modo quecualquier joven debe recibir una forma-cin profesional. De hecho, Stein reco-mienda las profesiones docentes yasistenciales aquellas en las que laempata ocupa un lugar relevante yaque la mujer est dotada y cualificada

    para lo personal, a diferencia del talento

    del hombre ms orientado hacia lo obje-tivo. No ha de extraar el inters deEdith Stein por los aspectos relacionadoscon la formacin femenina, cosa lgica sitenemos en cuenta que la constitucinalemana de 1919 comport el reconoci-miento del derecho de igualdad para lasmujeres. A su parecer, la educacin de lamujer se ha de abordar desde una pers-pectiva que respete su vocacin natural,porque el ethos profesional slo es posi-

    ble cuando la profesin se ejercevocacionalmente. En atencin a su dis-posicin natural a la maternidad, la mu-jer pr esen ta una in cl in ac in po r laempata, es decir, por tener cura de losotros, especialmente de la familia, perono slo de ella, sino que esta habilidadse hace extensiva al mbito de la educa-cin y a la esfera del trabajo social. Aho-ra bien, y al margen de su vocacinnatural, hay otras vocaciones que permi-ten a la mujer desarrollar otros tipos deactividades profesionales siempre que noperjudiquen y eso tambin sirve parael hombre la vida familiar. Adems dela vocacin natural y profesional hay unatercera vocacin de carcter sobrenatu-ral. Para Edith Stein, la especificidadanmica de la mujer no es independientede la constitucin corporal, porque, deacuerdo con el principio de que el alma

    es la forma del cuerpo (anima formacorporis), todo se articula en una totali-dad personal y vital que se abre a lo so-brenatural. As se confiere a la vidahumana una dimensin religiosa quehace que la vida contemplativa femeninaa la que ella finalmente se dedictenga un sentido vocacional de absolutaplenitud.

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    En Mnster permaneci el ao acad-

    mico 1932-1933 habida cuenta que lasdisposiciones nazis (que prohiban la en-seanza a las personas de raza no aria)la obligaron a abandonar su cargo docen-te. Edith Stein estaba llamada a sentarlas bases antropolgicas y teolgicas dela pedagoga catlica de acuerdo con lasaspiraciones de los movimientos de maes-tros catlicos alemanes. Ahora bien, noadmite ninguna duda que se encontrabaun poco incmoda en el mbito de la pe-

    dagoga cientfica que en aquellos momen-tos era influida por el movimiento de laEscuela Nueva que en Alemania habaadoptado el nombre de Reformpdagogik,cuyas propuestas se distanciaban de laorientacin funcional del Instituto Jean-Jacques Rousseau de Ginebra abierto en1912. Mientras la pedagoga francfonase caracterizaba por la vinculacin entreel conocimiento psicopedaggico del nioy la sociedad democrtica segn el mode-lo del republicanismo racionalista-positi-vista, la tradicin pedaggica germanamostr en especial despus de la Pri-mera Guerra Mundial una cierta leja-na respecto lo positivo y experimental.De hecho, la discusin pedaggica se ins-criba en el contexto de la idea de forma-cin (Bildung), propia de la culturaalemana desde la poca de la Ilustracin(Humboldt, Goethe, Hegel, etc.) deseosa

    de una autntica lucha en pro de la cul-tura (Kulturkampf). En realidad, los idea-les de formacin de la poca imperialhaban sido impugnados por Nietzsche,inscribindose las discusiones en el pla-no de la crtica a la cultura (Kulturkritik).

    Sin abandonar las aportaciones cien-tfico-positivas, la pedagoga en Alema-

    nia asumi (Pestalozzi, Fichte, Natorp,

    etc.) una dimensin social que buscabala formacin del individuo en el mbitode la comunidad segn la tradicin delidealismo alemn, preocupado por situarel individuo en la perspectiva de una rea-lidad social de orden superior (patria,pueblo, humanidad). Este estado de co-sas propici que la discusin pedaggicagirase en Alemania ms en la rbita dela moral (educacin de la voluntad) queno en el horizonte de un debate cientfi-

    co, tal como confirman las propuestas pe-daggicas del neokantismo abocadasfrente a las pretensiones de la pedago-ga experimental (Lay, Meumann, etc.)a defender una pedagoga normativa quehaba de indicar el deber-ser del procesoeducativo. Pero la pedagoga catlica tam-bin insiste en las limitaciones de lasaportaciones puramente cientficas parala pedagoga reivindicando tal comohar Friedrich Wilhem Foerster (1869-1966) la renovacin tica de la cultura,confiriendo a la reflexin pedaggica unaorientacin inequvocamente culturalista:la verdadera pedagoga es cultura delalma, cultura moral, cultura cristiana [7].

    Situados en este contexto, no puedesorprender que en una carta dirigida asu amiga Hedwig Conrad-Martius y fir-mada el 24 de febrero de 1933, pregunte

    a su corresponsal si ha pensado algunavez qu es la pedagoga, reconociendo ladificultad que existe en unificar criteriosy mtodos. Sus compaeros haban ad-quirido el compromiso de editar un com-pendio de pedagoga y para tal finhaban impartido un curso en Berln del2 al 5 de enero de 1933 pero EdithStein cuestion sus principios, de mane-

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    ra que decidieron no publicarlo hasta que

    no hubiesen aclarado los puntos de par-tida que diferan segn la preparacinintelectual de cada profesor. Al margende las divergencias, Stein destaca que lagente del Instituto de Pedagoga slo co-incida en un nico punto: la voluntad deconstruir una pedagoga catlica sobreuna base comn para todos [8].

    De hecho, pronto se dio cuenta que enel ideal educativo surgido de la Ilustra-

    cin predomina un saber enciclopdico.En su opinin, la educacin no consisteen la acumulacin de conocimientos sinoen la configuracin de una adecuada es-tructura interior, esto es, una personali-dad madura y plenamente desarrolladaque tenga la posibilidad de abrirse al es-pritu. En realidad, la educacin en-tendida como un proceso integral queana cuerpo, alma y espritu con todassus potencias es una cosa ms comple-

    ja, ms misteriosa, que aquello que laIlustracin primero y el positivismo des-pus consideraron. Adems, y an reco-nociendo los mritos pedaggicos delidealismo alemn que explica el optimis-mo y el activismo de la reforma educati-va iniciada a fines del siglo XVIII, Steincensura las limitaciones de la concepcinpedaggica del humanismo idealista un neohumanismo pedaggico, a fin de

    cuentas heredero de la bondad de lanaturaleza humana de Rousseau y delracionalismo y que, en consecuencia, sloconfa en la educacin intelectual de laconciencia. A su vez, tambin se desmarcade una concepcin pedaggica basada enla psicologa profunda de Freud que va-lora positivamente el mundo de los ins-tintos e, igualmente, se alej de la

    filosofa existencial de Heidegger que pre-

    senta al hombre como un ser (Dasein)abocado a la finitud existencial. A mane-ra de alternativa a estas tres corrientesde pensamiento neohumanismo idealis-ta, psicoanlisis y existencialismo,nuestra autora defender una pedagogabasada en una antropologa de alcancemetafsico que permita una consideracinteolgica y no slo filosfica de la vidahumana.

    Al ser obligada a abandonar la docen-cia en el Instituto de Pedagoga Cientfi-ca de Mnster decidi su ingreso en laorden del Carmelo, dando as el ltimo ydecisivo giro en su trayectoria personal:la va mstica. En efecto, la mstica cul-mina un proceso, un itinerarium mentisin Deum segn la tradicin medieval, queen su caso supone ms un credere inDeum que no un credere Deum o uncredere Deo. La persona humana no es

    un simple Dasein que se halla lanzado almundo, sino que es alguna cosa ms: unser dotado de espritu que es capaz dealcanzar las ms altas cimas de espiri-tualidad. Por ello, para Edith Stein, laciencia despus de sentirse incmodacon la ciencia natural y de acercarse alas ciencias del espritu culmina en unaverdadera ciencia de la cruz Kreuze-wissenschaft, texto que comenz a es-

    cribir el mes de noviembre de 1941 porindicacin de la priora del Carmelo deErch (Holanda) a donde se haba trasla-dado el ltimo da del ao 1938 desdeColonia por razones de seguridad. Laciencia de la cruz consiste en una ontolo-ga espiritualista que, de acuerdo con lamstica de San Juan de la Cruz, conside-ra el matrimonio espiritual entre el alma

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    y Dios como el signo ms apreciado de

    esta ciencia secreta de Dios[9].3. La Bildungneohebraica

    No hay duda que la dinmicasecularizadora de la modernidad deter-min la orientacin de la Bildung, here-dera de la paideiagriega, de la humanitaslatina y de la paideia Christi. El paso dela ciudad de Dios a la ciudad de los hom-bres que, a modo de proceso al cristianis-mo, se dio en el trnsito del siglo XVIIIal XIX origin que la componente religio-sa de la Bildung fuese diluyndose demanera paulina. La educacin del gne-ro humano segn planteaba Lessing(1780) exiga una educacin universal, lai-ca y cosmopolita, conforme al ideario dela masonera y en sintona con los valo-res de la Ilustracin. Por extensin estemismo proyecto que responde a los tni-cos del neohumanismo idealista se en-

    cuentra en otros autores (Kant,Pestalozzi, Humboldt, Krause y Natorp).De conformidad con esta lnea de pensa-miento, el objetivo de la formacin(Bildung) estribar en la propia humani-dad que se articula como un verdaderoideal regulador del acontecer pedaggico.La Bildung neohumanista se identificacon una cultura animi destinada a pro-mover los valores del espritu (Geist) hu-manamente considerados, configurndoseas una orientacin inequvocamente hu-manista que deja en suspenso segn elplanteamiento kantiano la hora de losdioses pero que insiste en la dimensinmoral de las acciones humanas al defen-der la religin de la humanidad. Es sig-nificativo que la idea de formacin(Bildung) se d en conexin ntima con

    otros conceptos como espritu (Geist) y

    libertad (Freiheit), que, en conjunto, cons-tituyen los pilares sobre los que se le-vanta una pedagoga que atiende a laplenitud de lo humano en el hombre. Vis-tas as las cosas, es lgico que la religinde la humanidad sea el referente que,desde la filosofa de la religin, alentabaaquellos proyectos formativos delneohumanismo alemn del siglo XIX queinsistan en la importancia de unos valo-res espirituales que no se pueden des-

    vincular de la esfera religiosa, hecho queexplicara el gran nmero de conversio-nes que se dieron el caso de Scheler esemblemtico entre los que cultivaronlas ciencias del espritu a partir deDilthey.

    Stein constata una serie de coinciden-cias entre la pedagoga del idealismo ale-mn y la pedagoga catlica ya que ambas

    parten de los mismos supuestos: la bon-dad de la naturaleza humana, la liber-tad del hombre, la llamada a la perfecciny la responsabilidad del gnero humano.Ahora bien, sus reticencias respecto losplanteamientos del neohumanismo idea-lista son evidentes en lo que concierne aun punto crucial: el idealismo defiendeuna posicin puramente humanista elideal de perfeccin es una consecuenciade la evolucin natural de la humani-dad mientras que la concepcin cris-tiana, adems de sostener que el hombrees bueno por haber sido creado por Dios,defiende un horizonte de transcendenciams all de la pura inmanencia munda-na. Por consiguiente, la educacin nece-sita del concurso divino porque Dios esel nico educador de manera que los edu-

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    cadores humanos no son ms que ins-

    trumentos al servicio de los designios di-vinos.

    Es obvio que la Bildung entr en cri-sis durante el siglo XIX, tal como denun-ci Nietzsche. Al margen de aquellascrticas que cuestionaban los excesos delacademicismo, lo cierto es que durantelos aos de la repblica de Weimar (1919-1933) se asisti a un esfuerzo para larenovacin de la Bildung, aspecto que no

    ha de extraar si tenemos en cuenta queAlemania adems de superar el nihi-lismo de Nietzsche y el pesimismo deSpengler pretenda reformar la socie-dad a travs de la educacin.

    Slo ser posible evitar el nihilis-mo pedaggico que se sigue del nihi-lismo metafsico si se logra superar aeste ltimo con una metafsica positi-va, que d una respuesta adecuada a

    la nada y a los abismos de la existen-cia humana. Quisiera por ello termi-nar esbozando la idea del hombrecorrespondiente a una metafsica cris-tiana y desarrollando sus consecuen-cias pedaggicas [10].

    Por otra parte, la prdida de la con-fianza en aquel mundo de la seguridadanterior a 1914 reclamaba una nueva or-

    denacin pedaggica que diese respues-tas a la desconfianza en la autoridad quehaban representado hasta entonces lafamilia, la escuela y la moral pblica. Dehecho, el rgimen republicano de Weimarfavoreci la articulacin de una Bildungdemocrtica, con connotaciones platnicasy, por tanto, espiritualizadoras. La ges-tacin de la Paideia de Jaeger se puede

    entender desde esta perspectiva en

    sintona con la tradicin de las cienciasdel espritu que, en aquellos difcilesmomentos de crisis, asumieron el papelde administradoras del humanismo.

    Con independencia de otras posiblesinfluencias, podemos decir que la reno-vacin de la Bildung tambin dependide la tradicin neohebraica y de su inci-dencia en el pensamiento contemporneo.En efecto, Franz Rosenzweig, Martin

    Buber y Emmanuel Lvinas sin olvi-dar a Edith Stein que tambin participade los valores de la cultura hebrea [11]favorecieron, con la recuperacin de lascategoras teolgicas de Israel, la reno-vacin de la Bildung, que asume as lamemoria bblica. Este pensamiento de ori-gen judo que desea ser posthelnico ypostidealista pretende rescatar del ol-vido la tradicin cultural que se inici enJerusaln. Si es verdad que la culturaoccidental tiene dos almas Atenas y Je-rusaln no es menos cierto que nos he-mos esforzado en trazar una lnea rectaque va de Atenas a Berln, pasando porRoma y la Ilustracin, descuidndose elcamino que va o viene de Jerusaln. Anteesta situacin, se reivindica la herenciasemtica frente a la helenista, acen-tundose el protagonismo del Dios deAbraham, de Isaac y de Jacob, lo cual

    permite el redescubrimiento del horizon-te de la intersubjetividad porque ahoraDios no es el Uno de Plotino sino el nicoDios de Israel delante el cual cada hom-bre se perfila como un ser radicalmentenico.

    De esta manera, la Bildung asume,ante el neopaganismo totalitario del fas-

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    cismo, la herencia de los valores espiri-

    tuales de la tradicin juda. Sobre la basede la conciencia religiosa se articula lareconstitucin de la Bildung que, ademsde defender la autonoma del individuo yel desarrollo de la persona, garantiza lalibertad religiosa y el ejercicio de la tole-rancia. Una Bildung que, gracias a la es-pecificidad hebraica, no gira en torno alyo de la modernidad el yo que va deDescartes a Husserl sino que atiendepreferentemente al otro. Tal actitud per-

    mite descubrir el horizonte de laintersubjetividad y, por esta va, el ros-tro de aquel radicalmente Otro, tema pre-sente en la filosofa de EmmanuelLevinas. El deber ya no consiste comoen la filosofa kantiana en el imperati-vo categrico del propio yo sino en la aper-tura hacia el otro, lo cual permitir laarticulacin de una pedagoga dialgicay personalista que se abre al encuentrocon Dios.

    De acuerdo con lo que decimos laBildung no es el resultado de un produc-to de dominio, de una actividad tcnicarealizada segn los postulados obje-tivistas de la ciencia positiva, sino la con-secuencia de una interaccin, de un en-cuentro, de una relacin entre sujeto yobjeto, planteamiento que ya se encuen-tra en la fenomenologa y que ser de-

    fendido igualmente por intelectualescatlicos como Romano Guardini (Mundoy persona, 1939), que, de esta manera,establece las bases de un personalismopedaggico que sintoniza con el horizon-te dialgico de Martin Buber (Yo y t,1923). De lo que hemos expuesto se des-prende que ahora la Bildung encuentrasu razn de ser en el prjimo. Tanto es

    as que la educacin se resuelve de una

    manera dialgica (Buber), simptica(Scheler) o emptica (Einfhlung) en elcaso de Edith Stein. En efecto, nuestraautora dedic su tesis doctoral publi-cada el ao 1917 al problema de laempata, que es, por definicin, una ex-periencia intersubjetiva que nos permiteintroducirnos en el reino del espritu yen el mundo de los valores (Scheler) yque, a la larga, consolida las bases de laidea de comunidad (Gemeinschaft) [12].

    Frente a la voluntad objetiva de dominiosobre las cosas, se articula una oberturaque posibilita la transcendencia que aca-ba mirando hacia el Misterio. En reali-dad, y de idntica manera a lo que habasucedido con el Maestro Eckhart, la pe-dagoga se transforma precisamentedurante los obscuros aos del nazismo(1933-1945) en mistagoga, es decir, ca-mino hacia la luz para alcanzar aquellototalmente desconocido e ignoto donde re-

    side aquel verdaderamente Otro que seesconde en el silencio del Absoluto quees Dios.

    4. Hacia una pedagoga teolgicaEs sabido que la Pedagoga vivi du-

    rante la poca de la Repblica de Weimar(1919-1933) una etapa dorada. Fue en-tonces cuando, despus del fracaso de laPrimera Guerra Mundial, se institucio-

    naliz el estudio de la Pedagoga en dife-rentes Universidades alemanas. Dehecho, la pedagoga se convirti en untema controvertido y objeto de disputaideolgica. Diferentes fueron las posicio-nes que se dibujaron por ms que la pe-dagoga de las ciencias del espritu (lageisteswissenschaftliche Pdagogik) obtu-vo un xito extraordinario hasta el punto

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    de convertirse en una de las piezas cla-

    ves del movimiento de la reforma peda-ggica (Reformpdagogik) que asuma enAlemania los principios de la EscuelaNueva. El movimiento de la reforma pe-daggica germana y por extensin aus-traca era dirigido por intelectuales yeducadores de la talla de Spranger, Nohl,Flitner, etc., manteniendo buenas rela-ciones con la pedagoga del trabajo(Arbeitsschule) de Kerschensteiner y, almismo tiempo, con aquellos idearios edu-

    cativos que deseaban fortalecer la ideade comunidad (Natorp). La pedagoga delas ciencias del espritu, que se haba pre-sentado como una alternativa al modeloinstructivo defendido por el herbartismo,se enraiz en la tradicin hermenuticaque provena de Schleiermacher y deDilthey, de manera que ofreca una ver-tiente claramente histrico-culturalistaen una lnea luterana que encontr uninequvoco referente en la pedagoga dePestalozzi [13].

    El catolicismo reaccion a fin de inci-dir en la sociedad alemana de postgue-rra. La frmula que la Iglesia catlicasigui fue sencilla: renovacin del espri-tu de la liturgia entendida a manera deuna nueva Bildung (Romano Guardinipublic el ao 1923 Liturgische Bildung),y la resurreccin de la metafsica (die

    Auferstehung der Metaphysik) de PeterWust, que favoreci la consolidacin deuna filosofa perennis de tradicintomista. Al iniciarse la dcada de 1920,el catolicismo alemn pretendi dar res-puestas a la crisis existente de una ma-nera optimista, abrindose a nuevossectores de la sociedad como la juventudque fue objeto de una atencin especial a

    travs del Movimiento de la Juventud

    (Jugendbewegung) en el que participGuardini. En este contexto, Edith Steindespus de ser bautizada el 1 de enerode 1922 inici una activa campaa afavor de la educacin catlica de la ju-ventud que haba perdido, despus de laderrota militar de la Primera GuerraMundial (1914-18), la confianza en la tra-dicin en la que se haban educado losjvenes desde haca dcadas.

    Efectivamente, la crisis de la moder-nidad se desencaden a partir de 1919,cuando aquellos jvenes que haban lu-chado durante cuatro aos en las trin-cheras de la vieja Europa volvan a suscasas. Aquella juventud que haba vistode cerca la muerte, el hambre y el dolorya no crea en lo que decan sus padres,los polticos de turno o sus antiguos maes-tros. La fe cristiana tambin era cuestio-nada de modo que, a manera desubstitutivo, se difundan creencias designo diverso (teosofa, ocultismo,quiromancia, grafologa, orientalismo, as-trologa, etc.) segn los vientosirracionalistas que soplaban por aquelentonces y que, de alguna manera, pro-piciaron el inicio de experiencias educa-tivas de talante antroposfico como lapedagoga Waldorf de Rudolf Steiner.

    Todo se vea con desconfianza de modoque la generacin de postguerra la quelleg a su mayora de edad en la dcadade los aos 20 se emancip de golpe.Haba que construir un mundo comple-tamente nuevo con un orden diferente entodos los mbitos de la vida. Resulta l-gico, pues, que Edith Stein se dedicase ala formacin de la juventud catlica du-

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    rante el perodo que va de 1922 a 1931.

    De esta poca proceden una serie de es-critos sobre el ethos de las vocacionesprofesionales femeninas, los fundamen-tos y problemas de la educacin de lamujer, la misin de la universitaria cat-lica que felizmente han sido vertidos anuestra lengua y que confieren una ima-gen de la mujer que supera los estrictosmarcos de referencia de su poca. ParaEdith Stein la educacin de la mujer noha quedar supeditada a la del varn, asu-

    miendo unas caractersticas propias (laformacin de la voluntad, de los senti-mientos y de los afectos) que la alejandel intelectualismo masculino. Y todo ellosin olvidar la sobrenatural vocacin pro-fesional de la mujer:

    una verdadera vocacin profesio-nal femenina es aquella vocacin pro-fesional en la que el alma femeninaexpresa su ser, y que puede ser confi-

    gurada a travs del alma femenina.El constitutivo formal ntimo del almafemenina es el amor, tal y como brotadel corazn divino. El alma femeninagana este principio formal a travs dela ms estrecha unin al corazn divi-no en una vida eucarstica y litrgi-ca [14].

    Fue entonces cuando nuestra autora

    colabor con las asociaciones de maes-tros y estudiantes catlicos alemanas,impartiendo conferencias sobre la cues-tin femenina y la educacin catlica des-de la doble perspectiva de la renovacinlitrgica y de la filosofa tomista. En estesentido, cabe destacar que la dinmicade la oracin constituye una pieza clavede la espiritualidad de Edith Stein que

    conecta con la tradicin carmelita Te-

    resa de Jess como ejemplo para la edu-cacin y formacin humana con elespritu de renovacin litrgica iniciadopor Guardini. Con motivo del CongresoEucarstico diocesano celebrado en Espi-ra con ocasin de los 900 aos de su ca-tedral, Stein reclama en una conferenciapronunciada el 14 de julio de 1930 unaEducacin Eucarstica en la que reivin-dica la comunin y la plegaria diaria, ala vez que destaca la importancia del ao

    litrgico: Igualmente l nos permite vi-vir su vida, especialmente cuando nosasociamos a la Liturgia y ah experimen-tamos su vida, su pasin y muerte, suresurreccin y ascensin, y el devenir ycrecer de su Iglesia [15]. Esta relevan-cia pedaggica de las verdades euca-rsticas hace que Stein afirme que laaccin eucarstica sea el acto pedaggicoms esencial: la cooperacin de Dios y elhombre de cara a la adquisicin de lavida eterna. Este planteamiento la vidaeucarstica ha de conducir a la unin conDios implica una renovacin de la ca-tequesis ya que se impone la instruc-cin en las verdades eucarsticas que esuna materia preferente de la enseanzade la religin a fin de despertar una feviva.

    El ideario pedaggico de Edith Stein

    se fundamenta en un personalismo deraz tomista que no se cierra, empero, alas aportaciones de la fenomenologa alpresentar la filosofa como apertura ha-cia nuevos horizontes de sentido, siendouno de sus mritos haber vivificado latradicin de la filosofa perenne con laaportacin de la fenomenologa [16]. Hayque tener en cuenta que Edith Stein es-

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    taba llamada a establecer los principios

    de una pedagoga catlica que haba dedar respuestas a las grandes cuestionesque se planteaban en aquel momentocrucial para la historia de la humanidad.Si la pedagoga haba de ser una autn-tica ciencia, hay que admitir sealaStein que en su estadio actual de de-sarrollo no constituye una base suficien-te para la labor educativa prctica, sinoque necesita del complemento proporcio-nado por la fe [17].

    De hecho, la pedagoga ocup en elcontexto cultural de la Europa deentreguerras una extraordinaria centra-lidad asumiendo diferentes connotacionessegn el lugar donde se cultivase. En Gi-nebra la pedagoga tom con Ferrire yClaparde una orientacin basada en lamoral cosmopolita y laica que deseabadar respuestas pacifistas al ambiente be-ligerante derivado de la Primera Guerra

    Mundial. Por su parte, la pedagoga so-vitica al socaire de la revolucin de1917 haba fomentado el sentido de laproduccin industrial a partir de una an-tropologa basada en el homo faber quesera asumida por el internacionalismoproletario. Pero el catolicismo alemn nose senta cmodo con ninguno de estosmodelos la pedagoga ginebrina por ori-llar lo sobrenatural, la pedagoga soviti-

    ca por su materialismo, la pedagoga delas ciencias del espritu por responder alos tnicos del idealismo alemn de ma-nera que haba que actuar con rapidez afin de construir una pedagoga que, ade-ms de basarse en la fe viva, presupusie-se confianza en la veracidad del maestro.La pedagoga no puede circunscribirse alas verdades cientficas y morales. Ms

    all de las ciencias de la naturaleza y de

    las ciencias del espritu, existe un tercernivel el que se deriva de la ciencia dela cruz que conduce a la unin con Cris-to. La pedagoga no se puede justificarepistemolgicamente a travs de las cien-cias de la naturaleza (como pretenda lapedagoga positivo-experimental), ni tam-poco por medio de las ciencias del espri-tu (como deseaban los herederos delidealismo historicista de Dilthey), sinoque se precisa del auxilio de la ciencia de

    la cruz porque no todas las verdades sonaccesibles por el conocimiento natural yfilosfico. A la vista de lo cual queda cla-ro que la pedagoga necesita el auxiliodel mtodo teolgico para estructurar unsaber pedaggico que sin excluir lasaportaciones positivas y filosficas dcabida a los dogmas de la fe catlica. Aspues, al asumir el valor del tomismo re-habilitado por la neoescolstica (Mercier,Zarageta, Maritain) y al conocer las mo-dernas corrientes filosficas (fenome-nologa de Husserl, existencialismoheideggeriano), Edith Stein teoriz lasbases de la nueva pedagoga catlica quesintonizaba con los aires de renovacindel catolicismo alemn sin renunciar alas positivas aportaciones de la EscuelaNueva que haba soslayado las referen-cias a la educacin religiosa.

    Por todo ello, el Padre Walzer (1888-1966) la hizo entrar en el Instituto Ale-mn de Pedagoga Cientfica de Mnsterpara que estableciese las basesantropolgicas y teolgicas de la nuevaeducacin catlica. As se confirmaba laviabilidad del camino hacia Dios y, lo quees ms destacado desde un punto de vis-ta educativo, que el hombre se educa se-

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    gn la imagen de Dios. Pero antes de

    continuar, es necesario precisar que lacuestin antropolgica que gira alrede-dor de la pregunta qu es el hombrealcanz durante aquellos aos una abso-luta radicalidad hasta el punto que MaxScheler se interrog sobre El puesto delhombre en el cosmos (1928). Tanto lasciencias de la naturaleza basadas en unaconcepcin fenomnica de la vida comolas ciencias del espritu, articuladas entorno a una cosmovisin humanista de

    los problemas, haban partido de una po-sicin previa: empirismo o idealismo. Sinembargo, el ambiente de crisis econ-mica, poltica y social oblig a replan-tear las cosas y a construir una teoracristiana del hombre que descansa en laidea de persona, de una persona que noes lanzada al mundo trgicamente comopropugna el existencialismo heidegge-riano sino que ha de vivir con ilusin yesperanza porque despus de esta vidahay una existencia sobrenatural.

    Es sabido que sus lecciones de antro-pologa recogidas en la obra La estructu-ra de la persona humana, fijada segnlos guiones de las clases que imparti enMnster durante el invierno de 1932-33,a las que deban seguir un curso sobreantropologa teolgica que ya no pudo im-partir, constituyen un intento de inter-

    pretar el misterio del hombre a la luz dela antropologa teolgico-metafsica cris-tiana. Stein considera insuficiente unaantropologa natural que bajo la in-fluencia del evolucionismo biologicista es-tudia el hombre como especie paraservir de fundamento del saber pedag-gico. A pesar de que manifiesta sus sim-patas por la antropologa de las ciencias

    del espritu tambin la considera insufi-

    ciente como fundamento de la pedagoga.Segn Stein una antropologa que no tu-viese en cuenta la relacin del hombrecon Dios no sera completa, ni poda ser-vir de base para la pedagoga. De aquque las ciencias de la naturaleza(nomotticas) y las ciencias del espritu(idiogrficas) no den una visin globaldel hombre porque siempre se ha de irms all de manera que la antropologanecesita del concurso de la teologa, o di-

    cho con otras palabras, se ha de pasar dela consideracin filosfica del hombre ala teolgica.

    De filosofa y teologa se componeel edificio de la metafsica cristiana,que disea una imagen global delmundo real. La construccin ms im-presionante de este tipo es el sistemade santo Toms de Aquino. En estesistema la antropologa ocupa una po-

    sicin central, al igual que el hombreocupa una posicin nica en el cos-mos: es un microcosmos que rene ens los diferentes reinos del mundo crea-do. Por ello, en la antropologa conflu-yen todas las cuestiones metafsicas,filosficas y teolgicas, y tambin des-de ella parten caminos en todas lasdirecciones [18].

    Con el objetivo de elaborar una peda-goga que presenta al hombre como unser que busca a Dios, Edith Stein partede una concepcin antropolgica que con-sidera que la persona est dotada de cuer-po, alma y espritu. Y aunque estos treselementos constituyen tres nivelesirreductibles entre s, la verdad es quese encuentran mutuamente integrados y

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    reflejan en el hombre la imagen trinita-

    ria de Dios (Padre, Hijo y Espritu San-to) segn la consideracin agustiniana dememoria, entendimiento y voluntad [19].Gracias a su condicin de sujeto libre, lapersona humana es capaz de salir a labsqueda de Dios porque la educacin seorquesta como un ideal de vida, de unavida espiritual que, al configurarse comouna salida hacia el Espritu, choca con laespontaneidad natural que reclamaba elmovimiento de la Escuela Nueva. La ver-

    dadera educacin no es ms que un ade-cuado desenvolvimiento de la persona quecontempla, desde esta perspectiva, la vidaespiritual porque Dios el verdadero es-pritu habita en el alma humana, ins-talndose en una especie de reductoinexpugnable, un autntico castillo en elque hay que penetrar.

    El trasfondo agustiniano de esta po-

    sicin es bien claro, toda vez que Steinreconoce que en el interior del hombrehabita la verdad: cuando el alma se co-noce a s misma reconoce Dios en suinterior. Slo as podr alcanzar el ob-jetivo lt imo de toda labor educat iva:pasar de la educacin a la autoedu-cacin [20]. De este modo el hombreencuentra su razn de ser cuando optadecididamente como hicieron SantaTeresa de Jess y San Juan de laCruz por la va del espritu:

    cuanto ms hondamente el almase sumerge en el espritu y ms fir-memente se instala en su centro, tan-to ms libremente puede elevarsesobre s misma y liberarse de las ata-duras materiales [21].

    A pesar de los esfuerzos de la pedago-

    ga de las ciencias del espritu y del cato-licismo en su cruzada por reimplantarun mundo de valores humanistas, el as-censo del nacionalsocialismo el ao 1933gener la perversin de la Bildung. Tan-to es as que algunas disciplinas y lapedagoga fue una de las ms afectadasquedaron desacreditadas al impregnarsede una atmsfera neopagana, destructivay totalitaria. De esta manera, la Bildungse transform en Bindung, es decir, en

    dependencia y sometimiento. En efecto,mientras las autoridades nazis separa-ban a Edith Stein del Instituto de Peda-goga Cientfica de Mnster el 1 de abrilde 1933, aquel mismo ao se abra enBerln una ctedra de Pedagoga Polticael responsable de la cual fue AlfredBaeumler, que defendi una educacinantisemista, racista y ultranacionalistaal interpretar Hlderlin y Nietzsche comolos apstoles de la doctrina nacionalso-cialista. A partir de aquel momento, lavida de Edith Stein experimenta un cam-bio radical, ya que una vez separada dela docencia activa y, por tanto, de la vidamundana, opta por ingresar el 14 de oc-tubre de 1933 en el Carmelo de Colonia.A partir de este momento, la espirituali-dad carmelita de Santa Teresa de Jessy San Juan de la Cruz se convertir enla gua de los trabajos de Edith Stein

    que se configuran a manera de una ver-dadera mistagoga que ya haba antici-pado en sus escritos anteriores:

    La perfeccin completa del idealhacia el cual tiende la filosofa encuanto bsqueda de la sabidura, esnicamente la sabidura divina mis-ma, la visin simple por la cual Dios

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    se comprende a s mismo y a todo lo

    creado. La realizacin suprema quepuede ser alcanzada por un espritucreado seguramente no por s mis-mo es la visin gloriosa que Dios leda al unirse a l: el ser adquiere laparticipacin del conocimiento divinoviviendo la vida divina. El mayor acer-camiento a este fin supremo durantela vida terrestre es la visin mstica[22].

    Da la impresin como si despus desu ruptura con el mundo exterior, la filo-sofa y en consecuencia, la pedagogaya no fuese una va suficiente: una vezen el interior del convento se ha de in-tentar gozar, con la ayuda de los grandesmaestros de la espiritualidad, de la pre-sencia divina que habita en el castillodel alma, esto es, el interior del mismohombre.

    Y es en este momento cuando SanJuan de la Cruz se convierte en el graninterlocutor de Edith Stein hasta el pun-to que dar forma a una verdadera cien-cia de la cruzque confirma el paralelismoentre la manera de pensar y actuar deambos autores y que no es otro que laexperiencia de la comunin con Dios. Ade-ms, esta experiencia exige la muerte delhombre sensible a fin de nacer a una vida

    espiritual de desprendimiento: slo la per-fecta purificacin de todo aquello sensi-ble (mundo, demonio, carne) nos llevarhasta el espritu. Este dinamismo pascualde muerte y resurreccin se canaliza atravs de la alegora de la noche, querepresenta una inmersin progresiva delalma en el reino del espritu. Ya San Juande la Cruz estableci en su poema Noche

    oscura la unin con Dios a travs del ca-

    mino de la negacin espiritual, que aho-ra se presenta a manera de unafenomenologa que conduce de la nocheactiva a la noche pasiva, en la que se dala unin sobrenatural del alma con Dios.El objetivo es la unin con Dios. El cami-no y el ejemplo, Cristo crucificado. El pun-to de partida, la fe cristiana. Lasinstancias: una asctica disciplina inte-rior que, al reclamar a travs de la medi-tacin una metanoia de la persona, se

    convierte en una verdadera mistagogaque posibilita la contemplacin msticay, lo que es ms destacado para EdithStein, el matrimonio espiritual.

    Cuando se otea este horizonte, la ver-dad ya no se encuentra en las cienciaspositivas ni tampoco en las ciencias delespritu, entendidas a la manera de lafilosofa. Los misterios son parte esen-cial de la fe catlica y la nocin de miste-

    rio es inaccesible a cualquier conoci-miento natural. Pero que sean inaccesi-bles no quiere decir que sean incompren-sibles: se precisa una luz sobrenaturalpara alcanzar el conocimiento del miste-rio. As pues, hay una tercera y definiti-va ciencia, la ciencia de la cruz, que hade cambiar el centro de gravedad del pen-samiento. Desde esta perspectiva, se pue-de salir del solipsismo del yo

    transcendental (Husserl) y del yo en elmundo (el Daseinde Heidegger) a travsde un peregrinaje que no es ms que uncamino espiritual de perfeccin que con-duce hasta Dios. De este modo, la vidahumana se hace de nuevo experienciamstica y la formacin (Bildung) se trans-forma como en los tiempos del MaestroEckhart en mistagoga, porque la as-

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    censin hacia Dios es un camino en la

    oscuridad y en el silencio que nos hacedescubrir, finalmente, la luz, aquella luzque Edith Stein encontr en el campo deexterminio de Auschwitz el 9 de agostode 1942. Su sacrificio como el de tan-tos millones de personas no puede per-manecer por ms tiempo en el olvidoporque educar despus de Auschwitz exi-ge, tal como han reclamado diversos au-tores [23], ser conscientes de lasposibilidades de la barbarie humana.

    Auschwitz uno de los lugares ms ho-rrorosos del siglo XX contempl, empe-ro, la culminacin de una pedagogateolgica que en consonancia con suspostulados exige la libre entrega y sa-crificio del ser humano.

    Direccin del autor:Conrado Vilanou Torrano. Departa-mento de Teora e Historia de la Educacin de laUniversidad de Barcelona. Paseo de la Vall dHebron,171; 08035 Barcelona

    Fecha de recepcin de la versin definitiva de este artcu-lo: 17.VI.2002.

    Notas[1] GARCA ROJO, E. (2001) Edith Stein, patrona de Euro-

    pa, Monte Carmelo, 109, pp. 363-388.

    [2] En estos momentos ya se han publicado ms de uncentenar de biografas sobre Edith Stein. Slo en elmbito de la lengua espaola tenemos ms de 30biografas entre las que citamos: ESPARZA, M. (1998)El pensamiento de Edith Stein (Pamplona, Eunsa).

    FELDMANN, Ch. (1998) Edith Stein. Juda, filsofa ycarmelita(Barcelona, Herder). GARCIA, C. (1998) EdithStein. Una espiritualidad de frontera(Burgos, MonteCarmelo). GARCIA, C. (1998) Edith Stein o la bsque-da de la verdad (Burgos, Monte Carmelo). GARCIAROJO, E. (1998) Edith Stein: existencia y pensamien-to(Madrid, Editorial de Espiritualidad). GMEZ RO-BLEDO, A. (1988) El pensamiento filosfico de EdithStein (Mxico, Instituto de Investigaciones Filosficas).HERBSTRICH, W. (1999) El verdadero rostro de EdithStein (Madrid, Encuentro). LPEZ QUINTS, A. (1999)

    Cuatro filsofos en busca de Dios(Madrid, Rialp).MLLER, A. U. y NEYER, M. A. (2001) Edith Stein.

    Vida de una mujer extraordinaria (Burgos, MonteCarmelo). SANCHO FERMN, F. J. (1998) Una espiri-tualidad para hoy segn Edith Stein(Burgos, MonteCarmelo). TERESA RENATA DEL ESPRITU SANTO(1998) Edith Stein: una gran mujer de nuestro siglo(Burgos, Monte Carmelo).

    [3] Justamente el alma es un elemento bsico en la onto-loga espiritual de Edith Stein ya que el alma y elespritu son una misma cosa si bien se distinguenclaramente: el alma es lo oculto e informe, y elespritu es lo libre que fluye de dentro, la vida que semanifiesta. STEIN, E. (1998) El castillo del alma enObras Selectas (Burgos, Monte Carmelo), p. 447.

    [4] La analogia entis est presente en la obra de madu-rez intelectual de Edith Stein, tal como se evidenciaen el estudio de los problemas de la educacin de lamujer: Pues todo ser creado es un anlogo del divi-no. La analogia entis, empero, es distinta para cadagrado. A cada grado corresponde un diverso modode ver y una diversa forma fundamental de los entes:ser material, orgnico, animal, espiritual. STEIN, E.(1998) La mujer. Su papel segn la naturaleza y lagracia(Madrid, Ediciones Palabra), p. 219.

    [5] El captulo cuarto de la biografa de Andreas UweMller y Mara Amata Neyer aborda la dimensin de

    maestra, traductora y conferenciante de Edith Stein,profundizando en su perodo de profesora de Peda-goga en Mnster (1932-1933): MLLER, A. U. yNEYER, M. A. (2001) Edith Stein. Vida de una mujerextraordinaria (Burgos, Monte Carmelo), pp. 149-215.

    [6] Un perfil de Edith Stein como pedagoga puede encon-trarse en la presentacin al volumen quinto de susObras Completas en alemn que incluye diversos tra-bajos en torno a la formacin de la mujer y de lajuventud. STEIN, E. (1959) Die Frau. Ihre Aufgabenach Natur und Gnade (Louvain-Freiburg, EditionsNauwelaerts). Adems de la traduccin de Carlos Dazindicada en la cuarta nota, sealamos las siguientesversiones en espaol: (1998) La mujer. Su naturalezay misin(Burgos, Monte Carmelo) y (1998) La mujer.Su misin segn la naturaleza y la gracia(Mxico DF,Provincia OCD de Mxico).

    [7] Con relacin al movimiento de la pedagoga catlicapuede consultarse: DEL VALLE, A. (2000) La pedago-ga de inspiracin catlica (Madrid, Sntesis).

    [8] STEIN, E. (1996) Autorretrato epistolar (1916-1942)(Madrid, Editorial de Espiritualidad), p. 150.

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    revista

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    epedagoga

    aoLX,n.223,septiembre-diciembre2002,481-500

    La pedagoga teolgica en Edith Stein (1891-1942)

    y a las novedades del pensamiento

    neohebraico. En conjunto, Edith Stein es-taba llamada a poner las basesantropolgicas y teolgicas de una peda-goga catlica que en aquellos aos debarbarie se presentaba como una granfuerza espiritualizadora.

    Descriptores: Edith Stein, Alemania,Bildung, Filosofa de la Educacin, Teo-loga de la Educacin, Pedagogateolgica, Pedagoga catlica.

    Summary:The theological pedagogy in EdithStein (1891-1942)

    This paper presents a synthesis ofEdith Steins thinking on education. Afterher conversion to Catholicism, she was ateacher at the German Institute ofScientific Pedagogy in Mnster (1932-

    1933), until she was removed fromUniversity teaching as a consequence ofthe anti-Semitic regulations decreed byNational Socialism. Although hereducational background was in thepositive sciences, she evolved towards thespiritual sciences (Dilthey, Husserl,Scheler) and, ultimately, the science ofthe cross which connects with the mystictradition of Saint John of the Cross andSaint Theresa of Jesus. All of this givesa theological and transcendent horizonto her pedagogic vision reminiscent ofMaster Eckharts Bildung, althoughwithout excluding the contributions ofChristian philosophy and the innovationsintroduced by neo-Hebraic thinking. Ingeneral, Edith Stein was called to lay theanthropological and theological founda-

    tions of a Catholic pedagogy that, in those

    years of barbarity, appeared as a majorspiritualising force.

    Key Words: Edith Stein, Germany,Bildung, Philosophy of Education,Theology of Education, Theologicalpedagogy, Catholic pedagogy.