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149 ZERBITZUAN 46 ABENDUA•DICIEMBRE 2009 El presente escrito surgió de una ponencia elabora- da para el Foro de Bienestar Social 2008, de la Dipu- tación Foral de Alicante. Se pretende, con este artí- culo, hacer un esfuerzo de sistematización de una experiencia de trabajo en el ámbito de la exclusión social que surge con la visión de crecer en, desde y con las redes de su entorno. La idea fundamental que se quiere trasmitir es la de la necesidad de incluir en los desarrollos de red los espacios más cercanos a las personas excluidas. Éste es el valor añadido que podemos aportar las personas que tra- bajamos en la atención directa. Desde este presu- puesto fundamental, también se elabora el recorrido que hemos seguido en la construcción de redes comunitarias, así como algunos de los aprendizajes con los que nos hemos llenado en este caminar. 1. Presentación 1.1. El mundo, el sistema, se conoce desde sus límites, desde su periferia, desde su espalda El título de este epígrafe es una cita de Horkheimer 1 , y es una buena referencia para situarnos en el con- texto de esta reflexión. En un primer término, por- que la mayor parte de las ideas que dan contenido a estas páginas han sido vertebradas desde este lugar, desde la espalda social de este corpus común que reconocemos como nuestro; ese lugar del que nos acordamos en momentos en los que el dolor aprieta y que tantas y tantas veces permanece olvi- dado. Sin embargo, en este escrito queremos hablar desde una espalda tan presente como una forma de envés, o de cruz, como el reverso que nos contiene, de la misma manera que cualquier otra de las partes de nuestra anatomía. También somos espalda, y aun siendo éste un lugar atípico desde el que alzar la mirada, también desde aquí podemos acceder a nuestra corporalidad común, a nuestro común bie- nestar. En todo caso, será responsabilidad de quie- nes transitamos por esta piel escondida a la mirada cotidiana trasmitir la realidad que se nos revela, y que será tan necesaria para la construcción y el mantenimiento de la salud del común denominador, o cuerpo compartido. En general, mi experiencia de trabajo en el ámbito de intervención social ha tenido –aparte de otras muchas– dos notas comunes. Por un lado, las perso- nas destinatarias/participantes de los proyectos en El trabajo en red. Reflexiones desde una experiencia Raúl Castillo Trigo Psicólogo y educador social 1 Horkheimer, M. El espacio social en Ocasso, Barcelona, Anth- ropos, 1986, pág. 108. Citado en García Roca, J. (2006), “Memorias silenciadas en la construcción de los servicios sociales”, Cuadernos de Trabajo Social, nº 191, págs. 197-212.

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El trabajo de redes.

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El presente escrito surgió de una ponencia elabora-da para el Foro de Bienestar Social 2008, de la Dipu-tación Foral de Alicante. Se pretende, con este artí-culo, hacer un esfuerzo de sistematización de unaexperiencia de trabajo en el ámbito de la exclusiónsocial que surge con la visión de crecer en, desde ycon las redes de su entorno. La idea fundamentalque se quiere trasmitir es la de la necesidad deincluir en los desarrollos de red los espacios máscercanos a las personas excluidas. Éste es el valorañadido que podemos aportar las personas que tra-bajamos en la atención directa. Desde este presu-puesto fundamental, también se elabora el recorridoque hemos seguido en la construcción de redescomunitarias, así como algunos de los aprendizajescon los que nos hemos llenado en este caminar.

1. Presentación

1.1. El mundo, el sistema, se conoce desde suslímites, desde su periferia, desde su espalda

El título de este epígrafe es una cita de Horkheimer1,y es una buena referencia para situarnos en el con-texto de esta reflexión. En un primer término, por-que la mayor parte de las ideas que dan contenido aestas páginas han sido vertebradas desde estelugar, desde la espalda social de este corpus comúnque reconocemos como nuestro; ese lugar del quenos acordamos en momentos en los que el doloraprieta y que tantas y tantas veces permanece olvi-dado.

Sin embargo, en este escrito queremos hablar desdeuna espalda tan presente como una forma de envés,o de cruz, como el reverso que nos contiene, de lamisma manera que cualquier otra de las partes denuestra anatomía. También somos espalda, y aunsiendo éste un lugar atípico desde el que alzar lamirada, también desde aquí podemos acceder anuestra corporalidad común, a nuestro común bie-nestar. En todo caso, será responsabilidad de quie-nes transitamos por esta piel escondida a la miradacotidiana trasmitir la realidad que se nos revela, yque será tan necesaria para la construcción y elmantenimiento de la salud del común denominador,o cuerpo compartido.

En general, mi experiencia de trabajo en el ámbitode intervención social ha tenido –aparte de otrasmuchas– dos notas comunes. Por un lado, las perso-nas destinatarias/participantes de los proyectos en

El trabajo en red. Reflexiones desdeuna experienciaRaúl Castillo TrigoPsicólogo y educador social

1 Horkheimer, M. El espacio social en Ocasso, Barcelona, Anth-ropos, 1986, pág. 108. Citado en García Roca, J. (2006), “Memoriassilenciadas en la construcción de los servicios sociales”, Cuadernosde Trabajo Social, nº 191, págs. 197-212.

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los que he trabajado, por su situación –ya sea vital,o contextual–, se encontraban afectadas por proce-sos de exclusión, y en muchas ocasiones, de profun-da exclusión. Por otro lado, mi acercamiento se hallevado a cabo desde estructuras de intervencióndirecta, y la mayor parte del tiempo, desde un espa-cio de proximidad, desde ‘sus’ espacios, espaciosque, con el tiempo, he podido reconocer también–en la medida que he dejado una parte de mí enellos– como míos.

Fundamentalmente ‘armo’ esta reflexión desde estecontexto de intervención. Un acercamiento que, encuanto a disciplina, se ha articulado desde los pará-metros de la educación social especializada, y tam-bién, la mayor parte del tiempo, desde una combina-ción de educación de calle, educación comunitaria yde adultos, menores y familia, en barrios como el deEntrevías, en el sur de Madrid o, sobre todo, el deSan Francisco, en Bilbao.

Toda esta acotación tiene que ver con la idea de queel lugar desde el que he tenido la oportunidad dever la realidad es un lugar muy concreto, con suslímites y con sus posibilidades de visión. Por unlado, con esto quiero resaltar la cercanía a la reali-dad como un valor añadido, no tanto en lo que refie-re a esta aportación –que también–, sino en lo quetiene de reconocimiento a todas las personas que,como yo, coincidimos en este espacio común. Qui-siera resaltar, desde este afán de construcciónsocial que poseemos –compartiéndolo siempre conlas personas participantes/destinatarias que nosdan sentido–, una suerte de mirada, en todo caso,necesaria para una intervención social que quieraresponder a lo que dice ser su planteamiento. Porotro lado, también quiero reconocer en esta miradael defecto propio del lugar parcial del que surge, notanto por su condición tendente a la deformidadcomo por su carencia y necesidad de complementa-riedad con tantas otras visiones presentes en laintervención.

2. Dos consideraciones iniciales

2.1. Los procesos de exclusión trascienden el ámbi-to individual-familiar

“El concepto de exclusión que se extiende enEuropa permite incluir tres aspectos claves deesta concepción de las situaciones de dificultad:

su origen estructural, su carácter multidimensio-nal y su naturaleza procesual, dinámica. La tradi-ción francesa de análisis sociológico, de la queparte el término exclusión, entiende que éste esun proceso social de pérdida de integración queincluye no sólo la falta de ingresos y el aleja-miento del mercado de trabajo, sino también un debilitamiento de los lazos sociales, un descenso de la participación social y, portanto, una pérdida de derechos sociales” (Fundación Foessa, 2008).

Con esta definición, queremos hacernos una idea dela complejidad del ‘fenómeno’ al que nos enfrenta-mos. Queremos recordar su trascendencia más alládel alcance de respuestas parciales, que no com-prendan los diferentes planos que se citan. Apunta-mos esta definición en el inicio de este escrito porcuanto entendemos que, en la actualidad, en elámbito en el que trabajamos se está viviendo unatendencia de respuesta cada vez más fragmentada,centrada en dimensiones micro, relacionadas conintervenciones con personas y familias en un marcode resolución de problemáticas. Éste va a ser uno delos motivos por los que consideramos que el trabajode red tiene un papel fundamental a la hora dedesarrollar espacios de complementariedad y, sobretodo, de construcción conjunta.

2.2. La necesidad de ser complementarios

“No podemos pretender abordar o resolver sólo anivel micro, mediante la construcción y recons-trucción de vínculos (en una vida individual, enuna familia, en un barrio), problemas de caráctermacro en lo que tiene que ver con acceso a recur-sos y derechos […] Sin embargo, la acción macrodesde lo público se queda corta en la lucha con-tra la exclusión social y la promoción de la cali-dad de vida porque no penetra en los espaciosmicrosociales que resultan sin duda claves parala inclusión social y el bienestar de la gente”(Fantova, 2007).

Continuando con la misma idea, queremos adentrar-nos en la complejidad del entramado de interven-ción social en el que estamos trabajando. Hoy díanos encontrando con un diseño de servicios cadavez más tupido y ramificado. El Gráfico 1 ilustra acer-tadamente la estructura de servicios en la que esta-mos enmarcados.

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Debemos recordar que la historia del desarrollo denuestro sistema de servicios cuenta con una juven-tud de una bisoñez casi sonrojante. Podemos citar elperiodo de reinstauración de la democracia como elinicio de un desarrollo sistemático y moderno. Esta-mos hablando de 30 años, en los cuales hemospasado de una visión totalmente esperanzadora enla construcción de unos caminos de respuesta a lascarencias sociales, a un tiempo en el que cada vezestá menos clara la dirección que se ha de seguir,dada la magnitud y fragmentación de la construc-ción. Se ha pasado en este periodo de las institucio-nes totales (inclusas, psiquiátricos) a una estructu-ración muy compleja de servicios, dentro de unsistema que aún se está configurando y que quiereconstituirse en uno de los pilares fundamentales delEstado de bienestar, en el mismo plano que el siste-ma educativo o el sanitario.

En este tiempo, la tendencia hacia la especializaciónha sido uno de los motores fundamentales de desa-rrollo de este sistema. Esta tendencia, tan necesariade cara a ofrecer una respuesta acorde a la compleji-dad, se ha desarrollado desde claves de matrizdemasiado centradas en los parámetros de la ges-tión. La lógica de la división del trabajo en muchasocasiones se ha enfrentado con la necesidad deofrecer respuestas más globales e integrales en lasolución de los problemas. Hoy día es demasiadocomún la ‘disección’ de las personas en exclusiónmediante servicios diferenciados. Cuando me rela-ciono con un joven desde un servicio de justicia,habré de contactar con el servicio que atiende a lamisma persona desde una perspectiva de reducciónde consumo, sin olvidar el contacto con la unidad de

base en relación a la renta básica, o a cualquier otra‘porción’ de individuo que se ha de atender. Es biencierta la necesidad de realizar una atención especia-lizada en cada uno de estos contextos, sencillamen-te porque será imposible (y quizá indeseable) tornaral servicio ‘total’ que comprenda una respuesta‘completa’; sin embargo, no deja de ser una opciónmetodológica con implicaciones ideológicas relevan-tes y que dificulta los abordajes que buscan respon-der a la persona como un todo. En este contexto, eltrabajo de las redes se convierte en una necesidadde cara a entretejer los huecos de una integralidad,sin la que nos quedamos, en muchas ocasiones,vacíos de significatividad para las personas a lasque atendemos.

La acumulación en este espacio de intervenciónsocial de diferentes metodologías y marcos de inter-vención es cada vez más patente, sin que, por otrolado, exista una clara estratificación entre unos yotros. Frente al sistema sanitario, en el que los médi-cos ocupan la cúspide de la pirámide (al menos ensu ámbito de intervención directa), el sistema de ser-vicios sociales es compartido por múltiples aborda-jes, entre los que destacan fundamentalmente el tra-bajo social (unidades de base) y la educación social(con un reciente proceso de colegiaturas repetido alo largo de todo el Estado), sin olvidar significativosespacios de intervención por parte de psicólogos(bien sean especialistas en determinados enfoques,o integrados en servicios que no sean de su ámbito),sociólogos o abogados. En este sistema en constanteredefinición (para bien y para mal) no existe un lide-razgo definido, y sí un espacio compartido de inter-vención, en el que la tendencia se encamina hacia el

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Gráfico 1. Componentes de una red

Poderes y administracionespúblicas Otras

organizacionesvoluntariasy redes

Ciudadanía

Socias ysocios

Voluntariado

Personalremunerado

Empresas ClientesProveedoras y proveedores

Prescriptoras yprescriptores

Entornos familiarescomunitarios y

socialesDestinatarias ydestinatarios

Fuente: Fantova, 2006.

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desarrollo de cada uno de los marcos de intervenciónpor separado y, a veces, en franca rivalidad. Éste esotro de los motivos fundamentales por los que elaporte de la redes se hace indispensable.

Finalmente, debemos tener en cuenta el momentocrucial en el que se encuentra nuestro sistema deservicios sociales. Si anteriormente nos referíamos ala juventud de este sistema en construcción, ahoraqueremos apelar a la importancia de atinar con elcamino más certero en un momento en el que losúltimos desarrollos (Ley de Dependencia, nuevasleyes de servicios sociales), nos están ubicando enuna mayor centralidad con respecto a los pilaresfundamentales del Estado de bienestar (sanidad,educación, empleo). En este momento, coincidentecon la mayor crisis económica de nuestra limitadahistoria en su punto álgido, es fundamental propi-ciar el funcionamiento en red como un eje transver-sal en el ámbito de los servicios sociales en general,y en el trabajo en exclusión en particular.

3. El trabajo en red. Consideracionesprevias y desarrollo

Una vez elaborada una pequeña justificación de porqué entendemos que es imprescindible el trabajo enred, pasamos a desarrollar lo que entendemos porred y cómo funciona. Vamos a partir de una de lasmuchas definiciones de red que existen y que consi-deramos muy cercana al modelo que se defiende eneste escrito:

“Las redes son, antes que nada, formas de inte-racción social, espacios sociales de convivencia yconectividad. Se definen fundamentalmente porlos intercambios dinámicos entre los sujetos quelas forman. […] Las redes son sistemas abiertos yhorizontales, y aglutinan a conjuntos de perso-nas que se identifican con las mismas necesida-des y problemáticas”2.

“Las redes, por tanto, se erigen como una formade organización social que permite a un grupo depersonas potenciar sus recursos y contribuir a laresolución de problemas [...]. Su lógica no es lade homogeneizar a los grupos sociales, sino lade organizar a la sociedad en su diversidad,mediante la estructuración de vínculos entre gru-pos con intereses y preocupaciones comunes. Dealguna manera, las redes implican un desafío a laestructura piramidal, vertical, de la organizaciónsocial y proponen una alternativa a esta forma deorganización que pueda hacer frente a las situa-ciones de fragmentación y desarticulación que sevive en la actualidad” (Rizo, 2006).

Una vez definido el concepto, vamos a hablar de doscuestiones importantes antes de entrar en la crea-ción y el desarrollo de las redes. Y lo vamos a hacerdesde la perspectiva de la que venimos, que no esotra que la atención directa y en un espacio deexclusión social. Son dos cuestiones previas queconsideramos que, aun no siendo propiamenteconstrucciones de red (al menos en el sentido estric-to que queremos expresar) son, de alguna manera,imprescindibles para cimentar su construcción.

Por un lado, está la idea de que, para entrar en unared, uno debe tener algo que ofrecer, un contenido,un aporte diferencial. En el caso de los que nosmovemos en este tipo de ámbitos, el aporte no esotro que la conexión y el vínculo con la realidad, elbarrio y las personas, la inserción en las redes natu-rales. En este sentido, adelantamos dos pasos quedeben ‘densificarse’ (dotarse de contenidos dedensa realidad) si es que se quiere llegar a caminarlos siguientes. Por eso, empezaremos con la idea deintervenir siendo parte de las redes naturales, y con-tinuaremos con la de fortalecer y hacer viables losespacios de coordinación.

Por otro lado, deberemos tener en cuenta que elobjetivo de una red no es, de por sí, juntarse (ciertoes que será uno de los objetivos, pero no el único);el objetivo común nos trasciende, y por eso nosaglutina, y no es sino en la medida que caminamoshacia él cuando estamos realmente construyendoredes. Las redes nacen con un PARA QUÉ, y crecen ytienen sentido en la medida en que caminan haciaese horizonte.

3.1. Ser parte de sus redes, creando capital social

El punto de partida, el contenido que aportamos,para iniciar un trabajo de creación o participación enuna red nace, en nuestro caso, de la capacidad quetengamos o no para establecer un vínculo real y sig-nificativo con las personas destinatarias/participan-tes de nuestros programas y con el lugar que habi-tan. En la medida en que podamos integrarnos enlas redes que existen en el barrio, en la medida enque seamos capaces de formar parte de su capitalsocial, entonces podremos contener un aporte queenriquecerá desarrollos posteriores.

Debemos tener en cuenta que el lugar en el que nosqueremos hacer presentes ya posee sus propiasdinámicas y redes, y que nuestra relación, nuestrosservicios, se ofrecen en un marco en el que nuestrasignificatividad va a depender de la capacidad quetengamos de integrarnos en esa red sin dejar de serquienes somos. Es evidente que no podemos pre-tender formar parte de una red de relaciones natura-les cuando partimos de creaciones formales y, en lamayoría de los casos, estandarizadas; sin embargo,sí que podemos aprovechar(¿nos?) del caudal de

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2 Yo me fijaría en los aspectos positivos al hablar de objetivoscomunes.

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apoyos que suponen las redes naturales que dibu-jan el telar de los barrios.

“[…] la red social, las relaciones de apoyo, norequieren de la presencia de grupos ni de institu-ciones. Son redes espontáneas, implícitas, asu-midas, extendidas, no formales, variables. […] la ayuda no se decide de antemano, no se plani-fica: no se busca a quién ayudar, se aporta laayuda cuando surge la situación. Por otra parte, ypuesto que son relaciones de apoyo espontáne-as, no surgen ante la ausencia de otros apoyosinstitucionales. […]. Simplemente la gente seapoya ante las dificultades (dificultades que enbuena parte son impuestas por las instituciones,como es el caso de las trabas y exigencias dedocumentación o la negación de derechos bási-cos)” (Díaz, 1999)3.

Esta descripción, tomada de un análisis centrado enlas redes de apoyo de inmigrantes realizado porBeatriz Díaz, ejemplifica muy bien las dinámicas delas que parten las personas con las que queremoscrear una vinculación sinérgica. Estas redes seránmás o menos tupidas, más o menos formales, perovan a estar ahí y, en la medida en que nos ‘enfrente-mos’ a realidades más alejadas de nuestro espacionormativo, aparecerán más ocultas e ininteligibles anuestra visión. Por ello necesitaremos más tiempo ycercanía, para poder identificarlas y ser identifica-dos y aceptados como un aporte interesante paraellas.

Cuando Putnam (2003) conceptualiza la idea decapital social, habla fundamentalmente de confian-za, reciprocidad y cercanía como elementos clavespara su creación. De la misma manera, cuando Gra-novetter (1973) define los elementos fundamentalespara determinar la fuerza de un vínculo, estableceque “es una (probablemente lineal) combinación deltiempo, la intensidad emocional, la intimidad (con-fianza mutua) y los servicios recíprocos que caracte-rizan a dicho vínculo” (Granovetter, 1973). Éstas sonlas ‘herramientas’ de las que nos vamos a servir a lahora de ‘trabajar’ esta vinculación. Son claves senci-llas en su formulación, pero muy complejas de man-tener y llevar a la práctica. Sin embargo, son de unaeficacia contundente cuando se saben utilizar y seles da el tiempo necesario para germinar.

Concretando en estos términos nuestro aporte dife-rencial, queremos recordar que la presencia demuchos de nosotros en contextos cada vez más ale-jados de la normatividad vigente tiene un sentido decercanía a unas realidades cada vez más convulsas y

que –aun sin contar con el agravamiento de la crisisactual–, de no ser tomadas en consideración, pue-den devenir en explosiones de carácter similar a lasya vividas en lugares no demasiado lejanos de nues-tra geografía4.

Por último, queremos reseñar que el trabajo en redno va a ser únicamente un ingrediente de mejora denuestra forma de trabajar. Queremos también quesignifique una oportunidad para las personas queintegran y con las que construimos nuestros progra-mas. La exclusión tiene, en la mayoría de los casos,un componente muy fuerte de aislamiento con res-pecto a otros espacios sociales y a otras personasdiferentes. La pérdida de esta riqueza es una pérdi-da fundamental, entre otras cosas, de oportunida-des y de vivencias. Es por esto por lo que queremosplantear las redes como una contracorriente frente aestas tendencias.

Cuando desde el vínculo creado ofrecemos a las per-sonas encuentros con otros, por ejemplo, cuandoplantemos propuestas en las que las personasentran en las dinámicas del barrio en una clave departicipación (en fiestas, encuentros, incluso estu-dios), cuando son las personas las que presentannuestros programas ante otros, cuando planteamosintercambios con otros proyectos, o con grupos depersonas de perfil similar o (mejor) diferente, esta-mos en la línea de romper este aislamiento, y seráde nuevo un elemento de contenido que podremosrescatar y que facilitará la creación de redes.

3.2. La coordinación

El segundo paso que hemos de tener en cuentaantes de plantearnos la entrada o participación enred, a nuestro parecer, será el de reforzar las coordi-naciones imprescindibles para un desarrollo integralde nuestro trabajo. En la línea de lo expresado ante-riormente, la coordinación es un espacio fundamen-tal, en el que nos jugamos mucho en relación a laintegralidad del trabajo en exclusión. Frente a lafragmentación de la multiplicidad de enfoques y

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3 Beatriz Díaz, en este lúcido y certero trabajo, escribe muchospasajes en los que define concretamente a que nos referimos cuan-do hablamos de redes naturales y cómo son éstas las que nos ubi-can en un determinado lugar de significatividad.

4 “En Gran Bretaña, las peleas entre pobres, calificadas deinterétnicas, son corrientes, y a menudo acaban en llamas. En Esta-dos Unidos, la no integración de hispanos y negros provoca explo-siones urbanas con cierta regularidad. En Alemania, la situación esmuy tensa, y los incendios de viviendas de inmigrantes ocurren confrecuencia. En Holanda y Bélgica, los conflictos de identidad pue-den encender el odio en cualquier momento. En Italia, los proble-mas de integración son inmensos, pero la tradicional porosidad dela sociedad permite, de momento, disimular la marginalidad de losnuevos pobres. Y finalmente, España como gran interrogante. Lallegada masiva y rápida de los inmigrantes plantea el problema delderecho a la residencia y a la nacionalidad. Pero la demanda deintegración es muy fuerte. La cólera que surge del racismo y de laexclusión urbana que hay en el país puede ser neutralizada a travésde una verdadera educación ciudadana” (Naïr, S., “Una lección paratodos”, El Periódico de Catalunya, 13-XI-2005 [también disponibleen <www.ierem.com/IMG/pdf/Una_leccion_para_todos_13.11.2005.pdf>]).

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prácticas, la coordinación nos ofrece un primerpunto de vista para alcanzar una visión más global y,por tanto, más centrada, una respuesta cercana a larealidad.

Pero la coordinación no ‘funciona’ por el mero hechode existir. Es común para nosotros la experiencia deespacios de coordinación que perviven por el merohecho de la necesaria lógica de su existencia. Aquívolvemos al punto anterior: la coordinación tiene susentido si uno puede aportarle algo al otro y, paraello, no basta únicamente con recoger la informa-ción que se nos ofrece por estar posicionados en ellugar que estamos, sino que cada servicio deberáponer en común lo que cada uno tiene de aportediferencial. En nuestro caso, será el conocimientocercano y el vínculo; en el caso, por ejemplo, de lastrabajadoras sociales, será –además de su vínculo–su conexión con otras redes de servicios; o en el delpsicólogo, su visión desde su especialidad concreta.

En este punto, volvemos a traer a colación la idea dela necesidad de poner en valor los vínculos tambiéndentro de los procesos de coordinación. Al fin y alcabo, las coordinaciones son espacios en las que secomparte información, se valora y se toman decisio-nes con respecto a personas que no están ahí, quese conocen por ser destinatarios/participantes denuestros servicios, y con los que se puede, o no,haber desarrollado una relación vincular. Sin embar-go, la coordinación sin este lazo de unión se puedeconvertir en un proceso ajeno a las personas paralas que, en último término, tiene su sentido. Es cier-to que, en algunas ocasiones, esto deberá ser así,pero, en la mayoría, el vínculo es posible y necesariono sólo para lograr una mayor eficacia a la hora dellevar a cabo las decisiones que se tomen, sino fun-damentalmente a la hora de valorar de una maneraatinada –contando con el punto de vista de la perso-na interesada– la situación de la persona, familia ogrupo de personas. En definitiva, si queremos desti-nar nuestros esfuerzos a facilitar cambios significati-vos (que tengan un significado para las personas), laúnica manera de hacerlo será partiendo de sus sig-nificados y siendo para ellos parte de un nuevo con-texto de significatividad.

Otro punto que se ha de valorar se relaciona con lajerarquización de las coordinaciones. Entendemosque, en su mayoría, forman parte de una estructuraestratificada y, de alguna manera, jerarquizada derelaciones. El que un educador posea una relaciónfuerte con una persona destinataria en el marco deuna coordinación con trabajadoras sociales, o técni-cos en muchas ocasiones, no es definitorio a la horade aportar soluciones, pues prevalece generalmentela opinión de las trabajadoras sociales o de los técni-cos intermedios por un mero hecho jerárquico. Evi-dentemente, esto no es siempre así y, en otrasmuchas ocasiones, tiene todo el sentido que lo sea(a mayor jerarquía, en general, mayor posibilidad de

visión estratégica); sin embargo, proponemos enestos contextos una jerarquización más centrada enla funcionalidad que en la jerarquía formal. Cuandonos reunimos en estos espacios, contamos con lariqueza de varios enfoques y posibilidades de inter-vención. Será en la medida en que pongamos envalor esa fuerza cuando aprovecharemos todas lasposibilidades que la coordinación nos puede ofrecer.

También destacaremos la coordinación como unespacio dinámico, en el que el juego de la formali-dad y la informalidad5 va a tener un papel crucial ala hora de hacerlo eficaz y perdurable. Será tannecesario para el buen desarrollo de la coordinaciónel clima de cooperación como la estructura formal,la periodicidad, la eficacia de las reuniones ydemás.

Finalmente, recogemos la idea de que, en muchasocasiones, es desde los espacios de coordinacióndesde donde nacen muchas de las redes en las quehemos participado. La constancia de un compartirsedesde la diferente visión de cada uno, y en contactocon diferentes fragmentos de realidad, nos lleva a lanecesidad de trascender lo que hacemos por separa-do y –más allá de compartir información y caminarjuntos con las mismas personas– crear espacioscomunes en forma de red, de unión, de construcciónconjunta.

3.3. Construyendo juntas y juntos. Las redes

3.3.1. Creando espacios de convivencia a través de laactividad

Éste es, a nuestro modo de ver, el primer nivel deltrabajo en red, el más cercano y, sin embargo, muyaccesible y básico a la hora de buscar espacios deencuentro.

Recuerdo una de las primeras experiencias de traba-jo a este nivel, en un momento en el que las asocia-ciones de voluntarios y profesionales que trabajába-mos con menores éramos varias y, a menudo,coincidíamos en la intervención con los mismos cha-vales. El hecho de irnos encontrando, acercando,intercambiando información, compartiendo cafés(fase informal) fue derivando en la idea de haceralgo conjunto, que nos implicara a nosotros y a laspersonas con las que estábamos trabajando. De ahísalieron, como en tantos otros lugares, unas jorna-

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5 Estamos hablando de un juego de ida y vuelta, de un caminoque se ha de construir con opuestos no tan opuestos. En relación aesta idea, José Emiliano Ibáñez platea lo siguiente: “las redes infor-males, si quieren mantenerse en el tiempo buscando objetivos nopuntuales, tienen que apoyarse en ciertas redes organizadas, y, porel contrario, si las redes organizadas no quieren quedarse enestructuras cerradas y/o burocráticas, necesitan estar enlazadas enredes informales abiertas y significativas” (Ibáñez, J. E., El ‘trabajoen red’ de los colectivos sociales [disponible en<www.pangea.org/jei/soc/c/e-trabajo-red- mmss.htm>]).

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das infantiles. En el marco más cercano, al menosconozco tres experiencias similares, de las cualesdos continúan llevándose a cabo.

En este espacio, tienen valor los dos niveles apunta-dos en el título. Es tan importante el encuentrocomo la actividad. Es tan importante salir de lasdinámicas propias y de las propias redes para enri-quecerse con el encuentro, como que aquello quevayamos a hacer salga bien y cumpla sus objetivos.

De nuevo, hablamos de dinámicas que se nutrenunas a otras. Si estamos vinculados a nuestra reali-dad, si traemos un ‘aporte diferencial’ a esta pro-puesta de encuentro, nos será más fácil implicar amás personas en este empeño. De la misma manera,el hecho de encontrarnos y de hacer juntos se con-vertirá en el mejor aporte para mantener fluidasnuestras redes de comunicación información y coor-dinación.

En este nivel de elaboración de redes, como entodos los demás, pasaremos por varios momentos ofases:

1. Encuentro y búsqueda del objetivo común.2. Elaboración de acuerdos y estructuras para tejer

la red que hace posible la consecución de losobjetivos planteados.

3. Puesta en marcha del plan de trabajo acordado.4. Evaluación

El recorrido será casi lineal, y quizá lo que se puedamantener es una estructura –en el caso en el queacuerde dar periodicidad a la actividad– que conec-te con el reinicio para la próxima vez.

Los ejemplos de actividades de unión, además delas lúdicas (conexión nada desdeñable con la vitali-dad de las personas de los barrios) pueden tenerrelación con dinámicas de carácter grupal en su másvariada dimensión, desde talleres de autoconoci-miento hasta espacios de crecimiento cultural osesiones de conocimiento de otras realidades. Entodo caso, nos centraremos en los proyectos queincluyan entre sus objetivos el fomento de la rela-ción y que nos permitan también a nosotros relacio-narnos desde otro lugar, tanto con las personas deotras entidades como con el barrio o con las perso-nas participantes/destinatarias.

3.3.2. Respuestas, encontrar las puertas abiertas dela realidad

Éste es el desarrollo más propio de las redes que seconstruyen en nuestra dimensión de intervención.En él se evidencia la necesidad de trascendernospara conseguir juntos algo que solos no podemosalcanzar. En este sentido, quiero recordar sinergiascomo las que han llevado a crear tantos y tantos ser-

vicios y respuestas. Es cierto que hace unos añosera muy habitual, al menos en el tejido social delque vengo, la creación de respuestas organizadas aproblemas de y, sobre todo, desde las comunidades.Me gusta recordar el proceso de creación del barriodel Pozo del Tío Raimundo, por el recuerdo de suscalles cuando habité en sus cercanías, que nació desus chabolas y organizó a toda una comunidad enpos de una vivienda digna y un barrio de todos.

Son tiempos lejanos, y quizá las dinámicas que vie-nen desde abajo son, hoy día, más difíciles de llevara la práctica que los desarrollos verticales quenacen de las nuevas leyes o de los nuevos reglamen-tos. Y, sin embargo, sigue siendo necesario recurrira la creación de respuestas nuevas a necesidadesnuevas.

Recordar experiencias muy actuales, como las de unservicio de atención a menores inmigrantes que alos 18 años salen de las residencias en las que estánacogidos, y que pululan por diversos servicios, loscuales, llegado el momento, deciden hacer causacomún y lanzar (por pura necesidad) un nuevo servi-cio que atienda a estos ‘adultos legales’ en la urgen-cia de buscar un mejor acomodo en su nueva situa-ción. También pueden ejemplificar esta dimensiónde la red todo tipo de proyectos de creación conjun-ta nacidos de la lectura de la realidad desde el nivelque sea y que engloban a varios en un ímpetucomún. La creación de un proyecto formativo desdevarias entidades que no ven salida a los jóvenes conlos que trabaja desde los recursos al efecto, el naci-miento de un centro para niños en un barrio con uninteresante aumento demográfico con el esfuerzo devarias asociaciones y el apoyo municipal…: comoéstos, podríamos mostrar muchos otros ejemplos.

Esta dinámica de creación a partir de la realidaddeberemos valorar dos elementos fundamentalesque se imponen ante nuestra presencia: el aisla-miento, la fragmentación, por un lado; y la rapidez yla complejidad de la realidad, por el otro. Hoy día, enmuchas ocasiones, los desarrollos de intervenciónestán más pendientes de sí mismos, de sus metodo-logías e identidades propias, que de la realidad. Esuna tendencia peligrosa, pero muy cierta, a la vezque muy lógica si tenemos en cuenta las razones dela gestión y la estratificación necesaria y derivada detanta complejidad en el entramado de la intervenciónsocial. Uno de los problemas que acarrea esta ten-dencia es el del alejamiento de las realidades quehan fundamentado su emergencia y, con ello, la len-titud derivada a la hora de responder a sus necesida-des. La realidad está cambiando a un ritmo vertigino-so. Ayer, estábamos en la cresta de una ola deexpansión económica, y hoy, somos pasto de la peorde las crisis. Estos vaivenes en los lugares más cerca-nos a la espalda del mundo tienen traducciones muydirectas, y nos dejan sin capacidad de reacción, dadasu inquietante rapidez de cambio.

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La experiencia de golpearnos varias veces con unamisma piedra, de conectar con otros que ven lomismo y, desde ahí, buscar la implicación de cuan-tos más mejor, elaborar proyectos y programas queden salida a las necesidades de las personas y suscomunidades.

Finalmente, consideramos que, además de respon-der, será importante no perder el pulso de lo coti-diano. En esta línea sitúan los espacios de encuen-tro que van más allá de la pura coordinación y másallá de la idea de responder y abrir puertas y cami-nos. De esta manera, se concretan estructuras comolas comisiones vecinales, o los espacios de encuen-tros sectoriales e interdisciplinares. Nos pareceoportuno, en este punto, resaltar de nuevo la impor-tancia de aglutinar a cuantas más personas mejordentro de una estructura dinámica. Desde nuestraexperiencia, cuando estos espacios se nutren deperfiles muy cercanos y conectados entre sí, tienenel peligro de acabar monopolizando la verdad y pre-sentándose como una exigencia ante otros estamen-tos. Es importante la identidad como colectivos,pero, de nuevo, optamos por la posibilidad y por elencuentro de sinergias. También es importante enestos espacios la conexión con los descritos ante-riormente. Si una comisión que se centre cierto sec-tor no es capaz de propiciar espacios de coordina-ción fluidos, no surte de ideas para la respuestaefectiva a las necesidades, o no proporciona unamayor fluidez a las relaciones entre agentes, acaba-rá por erigirse en un lugar testimonial, casi en elsentido estricto de la palabra.

3.3.3. Crecimientos: hacia nuevos horizontes

Pero el desarrollo del trabajo en red no concluye enla respuesta a una demanda o necesidad concreta;puede ir, si se desea y se cree en ello, mucho másallá.

A veces, la realidad, sus urgencias y durezas no es laque nos motiva a unirnos para responder y sortearlos problemas con los que nos enfrenta. En la actua-lidad, la intervención social está muy centrada enesta perspectiva, en esta tensión entre demandas ynecesidades. Sin embargo, proponemos volver alterreno de las potencialidades. De la misma maneraque, cuando estamos con las personas destinata-rias/participantes de nuestros proyectos, nos nega-mos a mirarlas como problemas y a mirarnos comosolucionadores, nos negamos a mirar la realidadúnicamente como un cúmulo de problemáticas a lasque tenemos que responder. Las experiencias detrabajo encapsuladas en una mirada exclusivamentepragmática nos cortan las alas de imaginar otrasposibilidades.

Como ya advertía Marcuse, el hombre no puede úni-camente quedarse en la dimensión de “lo real” (con

la pequeña porción de aprehensión de ésta a la quesomos capaces de llegar), de “lo que es”; existenotras dimensiones, y entre ellas, la de lo “que puedeser”. Sin llegar a Tomás Moro, podemos y debemosponer la mirada más allá de “lo real” (entendamospor esto lo que entendamos). En nuestra experien-cia, los espacios de creatividad, de imaginación y,sobre todo, de sinergias pueden ofrecer retos yperspectivas con las que nunca habríamos contado.

Como construcciones concretas de este tipo de red,podemos destacar experiencias como la de los huer-tos sociales comunitarios, nacidos en algunos luga-res del empeño articulado de asociaciones de veci-nos, recursos sociales y administraciones; un campode trabajo en el que las personas presas cuidan aancianos en una residencia; jóvenes de barrio forma-dos para trabajar en ámbitos educativos; encuentrosde opuestos, víctimas y condenados; metodologíasinnovadoras (world café); o los bancos del tiempo.Este tipo de planteamientos no dejan de rescatar unay otra vez la misma idea: que cuando las personasnos juntamos y creemos que la sola unión ya es unaporte, podemos crecer hacia horizontes de ‘sumapositiva’, en la que podemos ganar todos.

En este apartado, queremos también destacar elesfuerzo por ir más allá de la tendencia hacia la ato-mización disciplinar, como parte de un horizonte deencuentro. Por eso, cuando hablamos de red, tantoen éste como en los demás niveles, nuestra propues-ta va a tender hacia la transdisplinariedad que, entérminos de Fantova (2006, pág. 6), se define comoaquello que pasa “cuando el proceso de compartircompetencias y tecnologías lleva a una integraciónentre las disciplinas, y las funciones de las personas(cada vez más polivalentes) tienden a basarse másen el proyecto que en su profesión original”.

No podemos dejar de reconocer la fluidez y la rique-za de sinergias, como las de encontrar abogados enespacios educativos, o personas con recorrido edu-cativo en espacios de gestión. Es ciertamente enri-quecedor, un juego de suma positiva, en el que,lejos de perder la especificidad de cada enfoque deintervención, se enriquecen los enfoques de losdemás y el propio.

3.3.4. Conocimientos

“Un buen profesional, una persona competente,vale tanto por lo que ‘sabe’, como por las ‘rela-ciones’ que tiene. Una cosa sin la otra puedenfuncionar aisladamente más o menos de maneraeficaz, durante más o menos tiempo, pero sucombinación aumenta el potencial personal, elimpacto y la proyección social” (Dorado, 2006).

Como última aportación, como último desarrollo,queremos destacar las redes nacidas para recoger el

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saber en que cada uno de nosotros empezamos aser, o ya de hecho somos, expertos. Cada vez setiene más en cuenta, en los ámbitos de construccióndel conocimiento, las aportaciones de personas yentidades que, por su cercanía de pertenencia o detrabajo directo, se encuentran más directamentevinculadas a la realidad. Éste es un buen motivo yuna buena oportunidad para hacerse cargo de nues-tra experiencia y ponerla en valor en estos espacios;y en el caso de no surgir, para tener el arrojo de cre-arlos por cuanto estamos ciertos de que tenemosalgo que contar.

Como se sugería en el encabezamiento, la cuestióndel saber como un producto exclusivo de las perso-nas dedicadas al binomio formación-investigaciónse queda pobre en los actuales enfoques de gestióndel conocimiento. En estos enfoques, se valora cadavez más la aportación de las personas implicadas enacciones transformadoras, así como de los propiosdestinatarios de dichas acciones. En esta línea,podemos recoger las llamadas recibidas para participar de una u otra manera en estudios, eninvestigaciones y alguna que otra reunión político-sectorial. Por ello, hemos sido requeridos tambiéncomo mediadores para acercar a las personas desti-natarias/participantes a estos espacios.

Sin embargo, en este apartado queda mucho porhacer. El fortalecimiento de la conciencia de nuestropropio valor y, sobre todo, el esfuerzo por sistemati-zar los conocimientos que la práctica nos va ofre-ciendo con el día a día siguen siendo tareas pen-dientes. Llegar a ser capaces de construir un knowhow, un saber hacer, fundamentado, basado en losconocimientos, pero, sobre todo, en la experiencia,y ser capaces de hacer valer ese aporte en redes deaprendizaje compartido son retos que guían nuestrocaminar.

Pero será importante, en este apartado, acotar que,en la medida en que hablamos de ‘cono-cimientos’,queremos referirnos a la importancia de la accióntransformadora que deviene del propio hecho dedotar de nombre a la realidad. En la raíz del hechotransformador, está el verbo con el que construyamoslos cimientos del mundo que queremos transformar,la palabra que define el origen desde el que inicia-mos el camino. En este sentido, creemos que partici-par en redes de conocimiento debe tener, desde uninicio, un sentido de praxis, no únicamente por lafuncionalidad de los desarrollos posteriores que pue-dan surgir, sino más allá, por el hecho mismo de lafundación del conocimiento como acto inicial6 y nece-sario de construcciones más cercanas a la realidad ya su posibilidad de ser más humanizadora.

Es por eso por lo que, quizá, la inquietud másimportante en relación con esta dimensión de lasredes de conocimiento tiene que ver con la capaci-dad, o mejor, con la incapacidad cada vez más mani-fiesta de producir un conocimiento compartido conlas personas destinatarias/participantes de nues-tros programas (sobre todo, cuanto más inmersasestán en procesos de exclusión). En la medida enque no seamos capaces de acercarnos al mundo enuna suerte de interpretación conjunta, en la medidaen que no seamos capaces de encontrar juntos a lapalabra que signifique y dé valor al mundo querecrea, estaremos faltando a la realidad y lejanos asu superación transformadora. De la misma manera,en la medida en que, desde la convivencia, la vincu-lación y la cercanía, tomamos contacto y creamos unespacio de intersección que nos permite construiralgo común, podemos comenzar a crear conocimien-to juntos; y es bien cierto que este conocimiento–cómo perciben la intervención que se realiza sobreellos; cómo explicamos nuestra visión; cómo valora-mos, cribamos y determinamos las necesidadesmás significativas, y los problemas más sentidos– es un aporte densamente diferencial, con el quepoder regar las redes de conocimiento no sólo rele-vantemente, sino sencillamente, de una frescuracontagiosa.

4. Algunas consideraciones finales

4.1. Para que sean posibles estos desarrollos, serequiere de condiciones para nacer, pero no nacensólo por unas buenas condiciones

No podemos olvidar que el trabajo en red hoy día nodeja de ser un añadido a la tarea que se nos consig-na de manera palmaria. En general, son pocos losrecursos o entidades que recogen el trabajo en redcomo una tarea dentro de las funciones consigna-das, equiparable, por ejemplo, a la intervencióndirecta, o a la recogida de memorias. Más allá de losequipos nacidos para facilitar estos espacios de red,o equipos de alguna manera experimentales querecogen este contenido como parte fundamental,son pocos los que pueden concederle un espacio detiempo y dedicación que pueda responder a algunade las casillas por las que se subvenciona (canal definanciación por excelencia7) nuestro trabajo.

A este condicionamiento, hemos de unir la realidadde encontrarnos con un sector de intervención socialen el que las condiciones laborales, pese a encon-

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6 En este sentido, no podemos olvidar dos de los trinomiosmás importantes en la metodología de la intervención, a saber:VER-juzgar-actuar, y acción-REFLEXIÓN-acción.

7 “Respecto a los canales de financiación, no existen grandesdiferencias ni por subsectores, ni por otras variables. El principal (yen ocasiones único) proveedor de fondos es la administraciónpública (71,6% de los fondos), ya sea a través de subvenciones(57,3%) o de convenios y concertaciones (14,3%)” (Ados Consulting,Condiciones de trabajo en el tercer sector de intervención social,serie Informes Extraordinarios/Txosten Bereziak, Vitoria-Gasteiz,Ararteko, 2008, pág. 90).

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trarse en un proceso de dignificación y mejora,siguen siendo precarias. Este hecho, sobre todo, enlo que respecta a fenómenos como, por ejemplo, lamovilidad o el burn out, influye negativamente en laidea de adquirir compromisos más allá de los estric-tamente necesarios (retribuidos).

Ante este panorama, y con la consideración añadida–ya consignada de manera persistente en este escri-to– de la fragmentación existente, no podemos másque valorar la importancia de estos procesos encuanto al propio rendimiento en todos los sentidos.En la medida en que las asociaciones y entidadesson capaces de formar parte de redes que les supe-ran más allá de su propia labor, crecen en perspecti-vas y, en la mayoría de los casos, en trascendencia.Defendemos desde aquí que la participación enredes es un factor de crecimiento y, siempre que sedesarrolle de una manera atinada y en proporción ala propia capacidad, puede suponer, en la mayoríade los casos, un fortalecimiento como proyecto, ins-titución o entidad, y, en ocasiones, puede inclusoviabilizar posibilidades de subsistencia.

En todo caso, y a pesar de los contras o de los atrac-tivos de los desarrollos de red, no debemos olvidarque la idea fundamental de este planteamiento esque la red nace por una cuestión de convicción y, enmuchos casos, de necesidad. Creemos en que el cre-cimiento en red nos permite llegar a lugares a losque no podemos llegar de forma aislada, y es poreso por lo que nos ponemos en la tarea.

4.2. Hablamos de procesos: el zigzag, aperturas ycierres continuos

Una idea que nos llamó mucho la atención mientrasnos formábamos en tareas relacionadas con el tra-bajo comunitario fue la de los procesos continuos decierre y apertura (Gráfico 2). Es una idea recogidapor Joel Martí, que refiere al continuo ir y venir delos procesos. Habla del dinamismo, pero, a su vez,

nos alerta sobre la consideración de los cierrescomo finales o como nuevos inicios.

Nos parece importante tener esta claridad frente alos continuos sube y baja de las redes. Son espaciosde roce, con lo que esto aporta, pero también conlos conflictos que genera. Muchas veces considera-mos los procesos acabados como un fracaso, y esesta idea la que nos cierra a nuevos comienzos, anuevas redes, a nuevos desarrollos. Es por eso porlo que queremos rescatar esta referencia, que cree-mos que puede ayudarnos a comprender algo mejorsu fluctuar constante y a redimensionar su enverga-dura.

4.3. Eficacia frente a inclusión

Ésta va a ser una de las tensiones fundamentales detoda construcción de red. En muchas ocasiones, nosvamos a encontrar con que la multiplicidad de vocesva a complicar el desarrollo de la red. Saber com-prender donde está el límite entre la apertura nece-saria para que puedan participar todas las personasque la red pueda abarcar y el mantenimiento de unnivel de operatividad aceptable va ser una de lasdecisiones más importantes en el transcurso de suestructuración.

En la literatura del trabajo en red, existen variosmodelos, o tipos de redes y estructuraciones posi-bles, que nos pueden ayudar a estratificar –si fueranecesario– los niveles de participación que se hande conjugar y poner en juego los diversos –legítima-mente diversos– niveles de implicación. No es ésteun escrito para adentrarnos en estos vericuetosmetodológicos. Sin embargo, sí que queremos resal-tarlo aquí, por cuanto que, con la respuesta quedemos a esta tensión, podemos jugarnos mucho delo que queramos construir.

En nuestra experiencia, no contamos con una res-puesta fácil a la cuestión. Por un lado, las redes con

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Diagnóstico Ideas-Fuerza Concreción de propuestas

Negociación/consensoMoviliación

Puesta en marcha

Evaluación continua

SíntomasUbicación

NegociaciónProgramación

Gráfico 2. Ciclos de apertura y cierre de las redes

Fuente: Martí, 2004.

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personas más cercanas nos han ayudado a perfilarmás, y a fortalecer aspectos más identitarios y comu-nes, y a conseguir procesos más operativos y, aveces, incluso gratificantes. Sin embargo, en la medi-da en que nos hemos abierto a proyectos de red másamplios, hemos ganado en visión y en riqueza, a lavez que se complicaba la estructura operativa y que,en ocasiones, era difícil encontrar un espacio de con-fluencia. Por otro lado, teniendo en cuenta cómo larealidad de la intervención nos está conduciendocada vez más hacia caminos de aislamiento, nosparece oportuno considerar la necesidad de tenderhacia la apertura más que hacia la eficacia.

En todo caso, siempre lo fundamental va a ser laconstrucción de un sentido, y la respuesta a las pre-guntas iniciales sobre el qué y el para qué, puesdesde ahí podremos responder mejor a la concre-ción sobre el con quién.

4.4. Los círculos de comparación (benchmarking)

De entre las técnicas más utilizadas en los procesosde construcción de red, se podrían destacar elanálisis DAFO, la técnica Delphi o el sociograma. Sin embargo, queremos detenernos en los círculosde comparación (benchmarking), quizá por el resul-tado que nos ha aportado en su utilización y por laimportancia de redundar en la misma dinámica cen-trífuga a la que nos deviene la red, y que nos abre aotros espacios quizá más delimitados metodológica-mente.

La de los círculos de comparación es una metodolo-gía recogida del mundo empresarial que “se basa enla cooperación voluntaria entre organizaciones quepermite el intercambio de información con tal deconseguir una mejora de sus procesos organizativosy de actuación. De esta manera, se puede lograr unaprendizaje rápido y práctico, basado en la expe-riencia de los otros” (Ballester et al., 2004). Funda-mentalmente se trata de identificar fuentes de cono-cimiento o de procesos con objetivos o desarrollossimilares a los que se quieren acometer.

Puede haber tres tipos de círculos: interno (entre losrepresentantes de una misma organización), compe-titivo (con organizaciones con las que no hay acuer-dos de cooperación) y operativo funcional. A su vez,podemos recoger tres maneras de desarrollarlo efec-tivamente: comparación a distancia (estudio dematerial redactado o similar de las fuentes de lasque se quiere beber), comparación basada en elasesoramiento directo (se invita a alguna personaque haya liderado la experiencia de referencia paraque realice una presentación directa de aquélla) ycomparación basada en la participación en un proce-so conjunto (se invita a alguna persona que hayaliderado la experiencia de referencia para que seintegre en el equipo que impulsa la experiencia).

Quisiera recordar varias experiencias en este senti-do que han tenido calado en los procesos que nosha tocado vivir, como por ejemplo, el inicio del pro-yecto Bost8 (análisis participativo del distrito V deBilbao) con el motor inicial surgido de las brasas deuna comunicación de Marco Marchioni, o de cómoen ese mismo proceso decidimos contratar a unaconsultoría social (Ados Consulting) con la idea deque nos aportara su experiencia en unos procesosque rebasaban nuestros conocimientos.

4.5. La dimensión pública

Una de las últimas ideas que me gustaría compartirtiene que ver con la necesidad de visibilizar losesfuerzos realizados. Si anteriormente comentába-mos que este tipo de proyectos se han convertido enaccesorios, dentro de las tareas que deben realizarlos servicios de intervención social, de la mismamanera deberemos esforzarnos en dar cobertura alos desarrollos para poder consignarlos comoimprescindibles. Es necesario crear cultura en estesentido y no olvidar la naturaleza cada vez másmediática de la acción social –como de cualquierotra de las dimensiones sociales–. Esto no quieredecir que trate de ‘vender imagen’, sino más bienque debemos estar atentos a que los resultados deaquello que vamos haciendo tengan la trascenden-cia adecuada.

La trasmisión de la información va a ser vital durantetodo el proceso y, sobre todo, al final. En este parti-cular, nos resultó de gran ayuda la regla de inversaproporcionalidad que nos trasmitió Marchioni(2006) en algunas de sus consignas9 sobre eluso de la información en el marco de planes comuni-tarios: poca información (tamizada, global, fácil deentender, destacable) a muchas personas, másinformación a un grupo intermedio (técnicos conpoca implicación) y máxima información (dosiercompleto) a pocas personas (técnicos y personasmás implicadas en el proceso). Este esquema nos parece muy adecuado para trabajar este aparta-do, como también destacable en otros momentosdel proceso de red. En el punto final, deberemossaber destacar del grueso de información lo másllamativo, teniendo en cuenta el público objetivo, ydesde ahí hacerla llegar en formatos atractivos yaccesibles.

Nos resulta llamativo que muchos de los trabajos dered se quedan en parcelas muy reducidas de difu-sión, a pesar del valor del trabajo que se desarrolla.Por ello invitamos a dar la vuelta a esta tendencia ya llevar el proceso de red hasta su último espacio:las redes más amplias en las que se incluye.

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8 <bilbaobost.net/inicio.htm>.9 “El modelo de participación que seguimos ofertando es el de

pocos metidos en todo y delegando en muchos” (ibídem).

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Como punto final, y teniendo en cuenta que el marcode las redes que estamos dibujando tiene que vercon los espacios de exclusión, marcaremos comofundamental que todo contenido que se deseedifundir responda y tenga en cuenta a todos los inte-grantes del proceso, y evidentemente también a laspersonas destinatarias/participantes de nuestrosproyectos. En este momento, es importante compar-tir entre todos los niveles participantes la informa-ción. En ocasiones, la falta de control sobre la infor-mación puede producir efectos indeseables, como elde estigmatizar a las personas por las que se dicetrabajar10. Sin embargo, si se cuenta con todas laspersonas participantes, los resultados son sorpren-dentemente frescos y alentadores.

4.6. La evaluación

En este último epígrafe, queremos cerrar esta refle-xión con algunas consideraciones sobre lo que debeser en un dinamismo de red, el último acto del pro-ceso –si bien, como mencionábamos en un apartadoanterior, los procesos se pueden vivir como un conti-nuo de cierres y nuevas aberturas–.

En un primer lugar, queremos volver a la idea depraxis como argumento evaluativo, necesario entodos los desarrollos de red. Por eso decimos que elresultado tendrá que ver con la capacidad de res-ponder a las personas11. En este sentido, seráimportante preguntarnos desde varias perspectivasqué se está ‘consiguiendo’ con el esfuerzorealizado12. En algunas ocasiones, las respuestasserán claras (se ha creado un nuevo recurso, ohemos realizado una actividad que ha aglutinado a200 personas); sin embargo, en otras no vamos a

poder responder con tanta contundencia. En todocaso, será importante no sólo recoger datos sobre lorealizado, sino, sobre todo, –al ser un desarrolloeminentemente inclusivo– preguntar a las personasparticipantes sobre los logros y carencias del proce-so. En este punto, volvemos a insistir en la necesi-dad de incluir a las personas destinatarias/partici-pantes en estas evaluaciones.

Otra de las consideraciones que se han de tener encuenta en este punto del proceso tiene que ver conel parámetro anteriormente remarcado sobre ladimensión alcanzada con la red, esto es, evaluar lacapacidad para juntar y hacer conjuntamente: ¿estántodos los que queríamos que estuvieran?, ¿todos losque podíamos alcanzar?, ¿quién ha faltado?, ¿quése podría haber hecho para incluirlo? Será importan-te no olvidar que las redes deben hacer un esfuerzopor incluir de manera significativa e inteligente a‘cuantos más mejor’ y que una de las fuerzas másimportantes a la hora de poner en valor y aquilatarel proceso realizado va a ser ésta.

También recogiendo la reflexión antedicha, debere-mos valorar el alcance del proceso en su dimensiónde impacto social. Este apartado es espacialmenterelevante cuando queremos evaluar procesos deredes de conocimiento, pero no deja de ser relevan-te en todos y cada uno de los desarrollos de red.

En todo caso, y éste es el punto central de este epí-grafe final, no podemos obviar que, si consideramosen serio la reflexión aportada, el ejercicio evaluati-vo, amén de ser imprescindible, no deja de teneruna complejidad considerable a la hora de atinarcon su aportación fundamental: ¿se puede evaluarun desarrollo de red únicamente por sus resultadosobjetivos si los hubiera?, ¿únicamente se medirá porla cantidad de personas adheridas al proceso?, ¿dequé manera evaluar la trascendencia del proceso dered? Éstas y muchas otras cuestiones evidencian lanecesidad de atinar mucho más con las preguntasque se han de formular que con las respuestas con-siguientes. Es importante que las evaluaciones abar-quen la complejidad de los fenómenos a los que nosenfrentamos. De la misma manera que proponemosla red como una respuesta más en un tiempo defragmentación y de modernidad líquida e inasible,deberemos saber valorarla en su justa medida, den-tro de esta complejidad, por parámetros más com-plejos que el simple producto final, o la suma deadhesiones durante y al final del proceso.

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10 En ocasiones, con motivo de algún tipo de difusión de nues-tro trabajo en medios de comunicación, hemos visto como mensa-jes que se han enviado han llegado a las personasdestinatarias/participantes, quienes se han sentido dolidas por ladefinición que se hace de ellos (“personas en exclusión”) o delentorno en el que viven (“ámbitos delincuenciales”). Al volver a losbarrios, hemos sido confrontados con razón por el mensaje recibi-do, y eso nos ha enseñado a tener mucho más cuidado en controlaresta difusión, por otra parte tremendamente necesaria.

11 Recuerdo cómo una persona de mi entorno nos conminaba acuantificar las horas ‘gastadas’ en estos desarrollos y contrastarlascon el número de personas que van a utilizar el servicio que lanueva red creada acababa de construir. Cuando nos juntamos enuna red personas que tenemos como encargo el trabajo en unmarco de exclusión, debemos tener siempre presente la rentabili-dad de las horas que invertimos en estos desarrollos.

12 Dentro de las cuestiones a las que habría que responder, sepodrá recoger la medida en la que la red ha ‘servido’ de cara a losdestinatarios/participantes, pero también al contexto social en elque se inserta la red (barrio, distrito, ciudad), a las administracionesy a los equipos de trabajo (entidades, servicios). Esta matriz de cua-tro elementos (participantes/destinatarios, barrio/contexto, Admi-nistración y equipo) ha sido una herramienta comprensiva importan-te en muchos de los desarrollos de red en los que hemos trabajado,así como un esquema constante para la programación y la evalua-ción. También en este punto nos resulta interesante la propuesta delya citado Marchioni (2006) sobre los tres actores principales de losprocesos comunitarios: población, recursos y Administración.

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