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    Contra la memoria

    David Rieff (2012).

    Debate: Colombia.Traduccin de Aurelio Major.

    El libro Contra la memoria, del escritor David Rieff,

    es un intento provocador de socavar la ilusin de

    nuestra fe en la memoria, principalmente, la que

    denominamos histrica y colectiva.

    Para David Rieff, una larga tradicin en Occidenteha exaltado la memoria en su dimensin pica, como

    lo haca Kipling al endiosar al imperio britnico.

    Los imperios tienen sueos de eternidad. En honor

    a Kipling, este comprendi en sus ltimos aos, no

    sin melancola, que lo que los hombres han exaltado

    luego se convierte en cenizas y olvido. Los poetas como Shelley ya haban enunciado

    esa condicin efmera de cualquier creacin humana, incluyendo las marciales.

    La comprobacin emprica de lo fugaz de cualquier obrar humano puede ser

    abrumadora y, sin embargo, nos gusta pensar en la perdurabilidad de las cosas,las relaciones con los otros o nosotros mismos, quiz porque es difcil fomentar

    o conservar una conciencia moral en una sociedad semejante (p. 22), que, sin

    engao, acepta la provisionalidad de todo lo existente. El bello texto de Freud, Lo

    efmeroes una sutil reexin en torno a esta perturbadora idea.

    Adolfo Hitler, en el ao 1939, justicaba el exterminio, por parte de los alemanes

    hacia otros grupos sociales al recordar, Quin, al n y al cabo, habla hoy del

    aniquilamiento de los armenios? (citado por Rieff, 2012, p. 55). El exterminio de

    los armenios, veinte aos antes de la frase del dictador, fue el primer exterminio

    de un pueblo por razones tnicas del siglo XX; su exterminio dio la invencin delconcepto, problemtico, de genocidio.

    La gloricacin de imperios o Estados, forjada en espejismos de

    eternidad, no es ms que la ilusin identitaria e histrica de la

    experiencia que tenemos con nuestros antepasados y nuestras

    proyecciones futuras. Esta hace parte del frgil referente que

    llamamos memoria colectiva.

    Para citar este artculo

    Arroyave, O. (2013). Contra la

    memoria [Resea del libro Contra

    la memoria, por David Rieff (2012)].

    Revista de Psicologa Universidad

    de Antioquia, 5 (2), 131-134.

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    Universidad de Antioquia

    Vol . 5 . No. 2 . Jul io-Dic iembre de 2013

    Esta es una ilusin necesaria, pues, a pesar de las

    patraas [] con las que los kantianos se consue-

    lan (p. 23), armando la conmensurabilidad en

    asuntos morales, la verdad es que hay una incon-

    mensurabilidad entre la realidad y la necesidad.

    El hombre, esa breve pieza musical, como

    la dene el autor a la especie humana, ha uti-

    lizado el concepto de memoria colectiva por

    su utilidad emocional e intelectual, ya que le

    permite tener el recurso de la eternidad, como

    consuelo y fuerza identicatoria como especie,

    grupo social, cultural o personal.

    Para Rieff la esencia de la memoria histrica,fundamento de la memoria colectiva, tiene

    ms proximidad con la identidad psicolgica

    que con la precisin histrica o la hondura

    poltica. La idea de una construccin nacional,

    hoy tambaleante por una globalizacin a la vez

    plural y homognea, se congura a partir de esas

    identidades colectivas, sin asidero en lo fctico.

    Cuestionar los mitos nacionales, implica socavar

    parte de la identidad de un pueblo o una nacin;

    lo que es inevitable, pues los pases, las nacioneso los pueblos, incorporan elementos antiguos y

    nuevos a su conguracin colectiva, o, cuando

    no, se produce una disolucin de esa identidad

    colectiva. Las culturas se transforman a veces en

    forma acelerada, casi siempre en forma lenta.

    Cada ao, el dato lo trae Rieff, diez lenguas

    minoritarias se extinguen. Todos los imperios,

    tarde que temprano, fenecen.

    La memoria colectiva tiene para nosotros, ade-ms de una funcin identitaria, despus de los

    horrores blicos de las ltimas centurias, una

    pretendida fuerza moral o tico-poltica. La

    memoria colectiva es el intento de reconstruir

    y dejar testimonio de los horrores padecidos

    en los conictos armados o los abusos de los

    Estados.

    La memoria, quiz desde mediados del siglo XX,

    con los horrores de los Estados totalitarios eu-

    ropeos (stalinismos, fascismo, nazismo), invoc

    el viejo sueo ilustrado de encontrar, por n,

    una moral universal, compartida por todas lasnaciones, como se comparten, casi con natura-

    lidad, el capitalismo y la migracin. Para Rieff,

    este esperanto moral, noble y deseable, es, a

    pesar de su fuerza moralizante, una esperanza

    desperdiciada (p. 39).

    Se invoca, dentro de esta fe, casi dogma de

    la moral laica, que hay una relacin necesaria

    entre la verdad, la justicia y la paz. La memoria

    colectiva, entraara esta santa triada de lamodernidad. Se arma, casi sin duda, que ms

    memoria, trae ms justicia y paz, y algo de

    dignidad para los vejados por esos exabruptos

    propios de los totalitarismos; las evidencias

    empricas no avalan este aserto.

    Se puede exigir la mxima de verdad, o la mxi-

    ma justicia, y sin embargo, obtener lo mnimo,

    cuando no nada. Elie Wiesel (al que Rieff calica

    como un autor de reclamos melodramticos)armaba, haciendo eco de esta triada, que

    la justicia sin memoria es incompleta, falsa

    e injusta. [Pues] El olvido sera el triunfo de-

    nitivo del enemigo (p. 55). Para Rieff, esa

    radicalizacin de la memoria de crmenes como

    el holocausto, siempre condenables, no revivir

    los muertos y sirve de poco en lo prctico.

    La ausencia de la memoria colectiva se presen-

    ta, esa es la queja, como un desastre moral opoltico. Se nos conmina a no olvidar las atroci-

    dades del pasado. Esa invocacin tan noble, se

    convierte al pasar el tiempo, en una ancdota o

    una fecha conmemorativa sin fuerza sentimental

    o moral para las generaciones venideras. Los

    traumas que sufren los supervivientes de un

    conicto armado se transmiten hasta la gene-

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    3/4Facultad de Ciencias Sociales y Humanas. Departamento de Psicologa

    racin siguiente, o tal vez hasta la tercera; casi

    nunca va ms all. Las generaciones posteriores

    no hacen como suyas estas obligaciones morales

    o polticas que padecieron los padres de sus

    abuelos.

    La paz soportada sobre la memoria reivindi-

    cativa y dadora de justicia, es casi imposible.

    Hay ejemplos exitosos como el sudafricano, en

    que los afectados haban cometido un crimen

    o eran vctimas de uno (o parientes de una

    vctima) (p. 67), pero en la mayora de veces

    la memoria sirve de poco para mitigar el dolor,

    para dar paz, para traer justicia o dar reparacin

    a las vctimas en sus mltiples afectaciones. Lamemoria histrica no es pacicadora; privilegia,

    en cambio, las semillas futuras de la guerra

    como el rencor, los martirologios contendientes

    y la animadversin perdurable (p. 68).

    Para Rieff, y puede ser una conclusin polti-

    camente incorrecta, lo que trae la salud a una

    sociedad o un individuo, no es su capacidad de

    recordar, sino su capacidad para el olvido. No

    es que el ensayista admita que debe dejarsesuelto los criminales por las calles, sino que al

    nal, a pesar de los lloros y las proclamas, la

    tendencia de los humanos es hacia el olvido.

    El pasado se vuelve anodino y poco importante

    para las generaciones futuras.

    Los gestos de perdn son necesarios y el poder

    catrtico de la memoria es conveniente, mas la

    verdad no debe estar sobre otras consideracio-

    nes como la paz o tranquilidad pblica. La pazy la justicia no se logran solo con una memoria

    que busca reconstruir el dolor padecido o la

    invocacin de los derechos humanos. Muchas

    guerras cesan, y los defensores de los derechos

    humanos lo saben en lo emprico, sin una amplia

    justicia. Rieff arma que ese imperativo de ver-

    dad y justicia, siguiendo al metafsico Kant, que

    se pone como jerrquicamente por encima de

    toda otra consideracin moral, es poco prctico.

    Pragmticamente, se preere una paz injusta

    a la continuacin de la masacre, la muerte y elpadecimiento continuo. Puede que los defensores

    de la memoria tengan razn, ms la experien-

    cia muestra que la paz y la justicia pueden ser

    adversas en algunas ocasiones (p. 71). Los que

    piensan que justicia es sinnimo paz, se engaan.

    Rieff se arriesga a proponer una defensa moral

    de una tica del olvido. Lo que no implica un

    Alzaheimer moral. No podemos prescindir de

    la memoria. Tampoco sostiene que no haya querendir memoria a los muertos; eso nos empo-

    brecera moral y psicolgicamente en una forma

    trgica (p. 95).

    Mas los pactos de olvido, dentro de reglas de

    juego, pueden conducir a una paz duradera. A

    veces lo importante son los propsitos comunes

    para progresar, o lo que llamamos progresar

    hoy. La unidad de una nacin no es poca cosa.

    A pesar de nuestra invocacin del deber moralde la memoria, el olvido, concluye Rieff, es, por

    el contrario, una necesidad para una sociedad

    pacca y decente (p. 51).

    Quiz Rieff tenga razn, y su mirada, ms prag-

    mtica que cnica, ayude a entender la dicul-

    tad de hacer partcipe a otros de lo padecido

    por colectivos o individuos, pero no podemos

    olvidar que quiz no haya otra memoria que

    la memoria de las heridas (Milosz citado porRieff, p. 73).

    Puede que Rieff no est convencido de la sabia

    frase de Nietzsche, es totalmente imposible

    vivir sin olvidar, mas quiz lapaz en cualquier

    sentido estricto, es decir, duradera, es imposible

    sin l (p. 115).

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    Universidad de Antioquia

    Vol . 5 . No. 2 . Jul io-Dic iembre de 2013

    Este libro puede orientar en el debate sobre

    el uso de la memoria colectiva, los horrores

    padecidos y el perdn, en pases que padecen

    conictos armados y que suean con la paz.

    Puede orientar preguntas, respuestas o dar,simplemente, perplejidades.

    Orlando Arroyave lvarez

    Departamento de Psicologa

    Universidad de Antioquia