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DÍA DEL EVANGELIZADOR MARISTA: FIJOS LOS OJOS EN JESÚS ¿Qué pretende? Ayudar a tomar conciencia de la labor evangelizadora que se realiza en nuestro centro educativo y que es tarea de todos Promover la identidad y misión de los animadores de pastoral del centro (departamento de pastoral) Celebrar la memoria de hermanos o laicos que han sido ejemplo en su misión. Para ayudar a tomar conciencia de la labor evangelizadora 1. Motivación al inicio de las clases 2. Ambientación en el centro educativo 3. Hoja de reflexión para personal docente, administrativo y de mantenimiento, padres de familia Para promover la identidad y misión de los animadores de pastoral 4. Hoja de reflexión para los miembros del departamento de pastoral 5. Eucaristía de envío o de renovación de la misión Para celebrar la memoria de hermanos o laicos ejemplares 6. Hoja de reflexión y actividades para estudiantes MOTIVACIÓN PARA INICIAR LA JORNADA Buenos días a todos, en esta jornada queremos centrar nuestra atención en las personas que desarrollan un papel importante en la vida de nuestro centro educativo: nos referimos a todos aquellos que directa o indirectamente contribuyen con su trabajo y su ejemplo a acercarnos a Jesús y a recordarnos que somos comunidad cristiana en crecimiento. Algunos de ellos trabajan como docentes, otros ofrecen gratuitamente parte de su tiempo en la catequesis, los grupos de amigos en marcha, aventúrate, remar, fraternidades. Cada uno de ellos ha escuchado la voz de Dios que pedía ayuda para transmitir la buena nueva y han respondido: heme aquí señor, envíame. Que a lo largo de este día agradezcamos a Dios el don que descubrimos en ellos y que sigan siendo para nosotros hombres y mujeres de fe, de paciencia y de compasión. En la clase de religión tendremos también la oportunidad de conocer y dejarnos cuestionar por el testimonio de personas que hicieron de la evangelización, el centro de sus vidas.

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DÍA DEL EVANGELIZADOR MARISTA:

FIJOS LOS OJOS EN JESÚS ¿Qué pretende? Ayudar a tomar conciencia de la labor evangelizadora que se realiza en nuestro centro educativo y

que es tarea de todos Promover la identidad y misión de los animadores de pastoral del centro (departamento de

pastoral) Celebrar la memoria de hermanos o laicos que han sido ejemplo en su misión. Para ayudar a tomar conciencia de la labor evangelizadora

1. Motivación al inicio de las clases 2. Ambientación en el centro educativo 3. Hoja de reflexión para personal docente, administrativo y de mantenimiento, padres de familia

Para promover la identidad y misión de los animadores de pastoral

4. Hoja de reflexión para los miembros del departamento de pastoral 5. Eucaristía de envío o de renovación de la misión

Para celebrar la memoria de hermanos o laicos ejemplares

6. Hoja de reflexión y actividades para estudiantes

MOTIVACIÓN PARA INICIAR LA JORNADA Buenos días a todos, en esta jornada queremos centrar nuestra atención en las personas que desarrollan un papel importante en la vida de nuestro centro educativo: nos referimos a todos aquellos que directa o indirectamente contribuyen con su trabajo y su ejemplo a acercarnos a Jesús y a recordarnos que somos comunidad cristiana en crecimiento. Algunos de ellos trabajan como docentes, otros ofrecen gratuitamente parte de su tiempo en la catequesis, los grupos de amigos en marcha, aventúrate, remar, fraternidades. Cada uno de ellos ha escuchado la voz de Dios que pedía ayuda para transmitir la buena nueva y han respondido: heme aquí señor, envíame. Que a lo largo de este día agradezcamos a Dios el don que descubrimos en ellos y que sigan siendo para nosotros hombres y mujeres de fe, de paciencia y de compasión. En la clase de religión tendremos también la oportunidad de conocer y dejarnos cuestionar por el testimonio de personas que hicieron de la evangelización, el centro de sus vidas.

AMBIENTACIÓN EN EL CENTRO EDUCATIVO Estas son algunas imágenes que podemos utilizar para ambientar. Pueden hacerse en forma de pancarta si se ve la conveniencia.

HOJA DE REFLEXION PARA PERSONAL DOCENTE, ADMINISTRATIVO Y DE MANTENIMIENTO, PADRES DE FAMILIA

Me llamo Andrés Gil, tengo 39 años. Nací y vivo en Bilbao, en donde

también desarrollo mi actividad profesional de arquitecto. Soy el quinto

de 8 hermanos por lo que, a pesar de estar soltero, formo parte de una

gran familia, casi una “tribu”. En ella he siempre he vivido en clave

cristiana.

“Tú me sondeas y me conoces. ¿A dónde huir de tu rostro?”.

Aunque mi primera vinculación con los maristas fue la de haber sido alumno durante

12 años del colegio “El Salvador”, de Bilbao, la experiencia realmente significativa es mi

pertenencia a la agrupación juvenil marista “Zabalik Eskuak”, grupo de vida cristiana.

Ingresé en ella con 13 años y participé de sus actividades durante los años escolares.

Posteriormente continué realizando tareas de monitor durante mis años universitarios hasta

el día de hoy, en que realizo el acompañamiento de un grupo de universitarios en su etapa

de catecumenado. También soy acompañante personal.

Gracias a Zabalik Eskuak he podido conocer a innumerables personas, -hermanos

maristas, monitores, compañeros de grupo, chicos y chicas-, que han sido mediaciones

fundamentales en mi proceso personal. Con ellos y gracias a ellos he descubierto mis

capacidades y mis limitaciones, he afianzado la confianza en mí mismo, y he experimentado

mi vida en relación con la de otros; ha sido mi espacio de búsqueda de Dios y de celebrar el

encuentro con él; he participado de un completo proceso de formación humana, social,

cristiana y marista. Así es como he conocido la persona y el proyecto de Champagnat, de

forma palpable.

Siento que he estado acompañado en cada paso que he dado, aunque no fuera

totalmente consciente de ello hasta verlo con una cierta distancia en el tiempo, y con la

perspectiva que dan los años y la reflexión de las experiencias vitales. Destaco la confianza

que otros han depositado en mí y en mis posibilidades, más allá de lo que yo mismo veía.

Sin estas experiencias, hoy no sería el que soy.

“No fuiste tú quien me escogió. Fui yo quien te llamé a ti”.

Haciendo lectura de mi historia, descubro la presencia cercana de un Dios Padre que

me quiere, me llama y me escoge personalmente a ser herramienta de su obra.

Hacia los 20 años hago una primera opción personal por el seguimiento de Jesús. En este

momento sitúo el sacramento de la Confirmación y la opción por una vivencia comunitaria

cristiana, primero en comunidad juvenil y después concretada en Fraternidad. Pertenezco al

Movimiento Champagnat de la Familia Marista desde 1990, y a la fraternidad Andra Mari de

Bilbao desde sus comienzos, en 1995.

Durante unos años estuve comprometido además con otras realidades eclesiales,

como el programa de formación para el empleo de Cáritas, o la colaboración con los planes

de dinamización y formación de agentes de pastoral juvenil de la diócesis de Bilbao.

Soy seguidor de Jesús a la manera de Champagnat porque me hace feliz. Porque me hace

sentir mejor persona y vivir más plenamente. Porque me ha convencido la vida de otros

seguidores suyos: soy marista por contagio.

En mi vida trato de ser coherente con lo que digo creer. La sencillez, el trato

cercano, la presencia, el cuidado a los detalles, son valores que intento ir haciendo míos, en

todos los aspectos de mi vida. No sólo en mis tareas pastorales, sino que trato de llevarlos

al mundo laboral, a las relaciones familiares y de amistad: estando disponible, dando

prioridad a lo realmente importante y no sólo a lo rentable, procurando adelantarme a las

necesidades, interesándome por los otros, acordándome con una llamada o un mensaje en

un momento concreto,… disfrutando en la vida de lo que me regala en cada momento. Mi

vida se abre a los que me rodean. Creo que en mi forma de ser otros descubren una forma

especial de vivir; lo veo en la comprensión, el respeto y el cariño que recibo de mis

familiares, compañeros y amigos.

“Es imposible conocerte y no amarte. Es imposible amarte y no seguirte”.

Mi opción de ser seguidor de Jesús me obliga a una continua revisión de vida.

Entiendo mi persona como proceso en continuo desarrollo, y creo que una comunidad de

referencia es una ayuda fundamental para esa continua revisión. En la Fraternidad

compartimos y celebramos nuestros proyectos personales y construimos nuestro proyecto

comunitario, desde la comunicación y el interés por el otro. Es el espacio cercano y

cotidiano que fundamenta mi seguimiento de Jesús.

En mi relación con los maristas, hermanos o seglares, me siento en casa, como un

miembro más de una gran familia. Para mí, la vocación marista no ha sido algo buscado,

decidido, o meditado: ha sido algo vivido cotidianamente. Ha sido ir descubriendo en mi

vida el privilegio de un don que se me ha concedido sin yo pedirlo, pero que ha ido

configurando mi persona. Entre los hermanos siento cercanía, que cuentan conmigo, que

soy “de los suyos”. Y algo de mí se debe trasmitir hacia el exterior: si cada vez que alguien

me cree hermano marista me dieran un euro, a estas alturas tendría un buen capital…

En hermanos concretos encuentro maestros de vida, acompañantes de mi camino y

amigos de verdad. Me ayudan a ser protagonista de mi vida. Aprovecho la mínima ocasión

que me brindan para compartir con ellos oración, trabajo, espiritualidad y vida.

Con los Hermanos como institución, la impresión en algunos momentos es la de

tener que estar “justificando” la presencia. Veo que hay más dificultad de “encajar”; no

tanto a nivel personal, en el tú a tú, sino en el sentimiento de que sea un proyecto común,

de ambas partes. La sensación a veces es la de pertenecer al mundo marista porque los

hermanos me lo han permitido, y que debo de estar agradecido por lo mucho que me han

dado. Con ser en parte cierto, me gustaría ser reconocido marista desde mi opción y porque

me siento marista y laico por vocación. Y ser corresponsable de lo que significa ser

maristas, como iguales; vivir una misma espiritualidad desde un estado de vida diferente.

No tengo claro que siempre me hayan entendido así.

“Quiero que seas sal y luz”

Sobre el futuro: aunque muchos aspectos de mi vida ya están definidos, me

preocupa que la comodidad frene mi disponibilidad. Quiero estar abierto a nuevos retos.

Continuar preguntándome en cada momento qué quiere el Padre de mí, con mayor

radicalidad.

Para poder ser referencia para los que vienen por detrás, he de transmitir que vivo

feliz y convencido de lo que soy. Creo que debo de estar ahí con el testimonio de mi vida, y

con mi presencia cercana a los jóvenes. Y ser testimonio y signo de la presencia de Dios en

el mundo actual, en mis quehaceres.

Creo que el Movimiento Champagnat puede ser un buen medio para experimentar

nuevas formas de vivir la espiritualidad marista, de establecer nuevas formas de relación

entre hermanos y seglares, y de propiciar espacios que generen nueva vida, incluso nuevas

estructuras de animación del Instituto.

Y me ilusiona este momento de definir la identidad laica marista como colectivo.

Espero que esta humilde aportación pueda ayudar en esa tarea. Un abrazo y hasta cuando

queráis.

Andrés J. Gil Crespo, Bilbao, España

Provincia Marista Ibérica

HOJA DE REFLEXIÓN PARA LOS MIEMBROS DEL DEPARTAMENTO DE PASTORAL

EL JOVEN MARCELINO… SEGUIDOR DE JESÚS EN LA ESCUELA DE LA VIDA.

Estamos acostumbrados a mirar a Marcelino como alguien “ya hecho” lo reconocemos en su adultez como el fundador de los Maristas. Y miramos su infancia como la de un “elegido” a quien Dios bendijo y fue guiando. Si bien todo eso es cierto, quisiera invitarte a que nos detengamos un momento en la etapa “adolescente” de Marcelino. ¿Qué pasó en su vida en esos años que van de los 12 a los 17, y que en la vida de toda persona pueden ser tan decisivos? Te propongo que lo observemos, porque quizá, en esos años, Marcelino fue viviendo y descubriendo todo lo que necesitaba para “armar” su proyecto de vida, en sintonía con el sueño de Dios.

A los doce años Marcelino es un joven común. Como la mayoría de los chicos de su edad en aquellos

tiempos, comienza a hacer “su propio camino”. Y con un par de ovejas que le habían regalado empieza una pequeña empresa, que le permitirá descubrir algunas de sus habilidades.

A los trece años experimenta un golpe duro y cruel: la muerte de su hermano. Marcelino conoce el dolor, sabe lo que es llorar de soledad, rabia e impotencia…

A los catorce, un acontecimiento inesperado transforma el rumbo de su vida: un sacerdote lo invita a pensar en la posibilidad de consagrarse a Dios. Para Marcelino este hecho lo pone de frente a su vida y su futuro de un modo muy decisivo. Se toma un tiempo, lo piensa, explora su corazón y descubre su sueño.

A los quince vuelve a recibir la visita del dolor, de forma repentina muere su papá. Marcelino siente amenazado su sueño. Por esa época él va sintiendo que Dios comienza a ser “alguien” en su vida. Se acerca a Él de modo personal, como amigo, confiándole sus secretos, temores y sueños.

Por esa época entre los catorce y los dieciséis años, Marcelino le pone esfuerzo y disciplina a sus sueños. Analfabeto como era, le resultaba imposible entrar en el Seminario, por lo que durante varios meses se aleja de su casa para estudiar en Saint Sauveur y recibir clases particulares.

A los dieciséis Marcelino experimenta una de las mayores pruebas. El maestro que lo había preparado le explica que “no le ve cualidades” para estudiar como Sacerdote y le recomienda volver a su casa y abandonar su proyecto. Marcelino sufre, piensa, se pregunta… finalmente se la juega por lo más difícil y realiza, acompañado de su mamá una peregrinación al Santuario en La Luovesk. Marcelino de niño, había sido educado en la devoción a María. Pero aquí descubre algo más, experimenta que María no solamente es su Madre, sino también la “cómplice” de sus mejores sueños. A partir de allí contará con ella para siempre.

Hacía los diecisiete años, ya en el Seminario, Marcelino descubre el don de la amistad, le costó porque era más bien tímido y se sentía extraño entre sus compañeros. Pero pocos meses después, su corazón hecho para estar en grupo fue encontrando un lugar del que nunca se alejaría “la fraternidad”

Y allí en el Seminario, junto a sus compañeros, empezó a definir su más grande sueño: el de una familia de educadores que den cariño y educación a los niños, niñas y jóvenes del mundo.

Hno. Juan Ignacio Fuentes, Provincia Marista Cruz del Sur

EUCARISTÍA DE ENVÍO O DE RENOVACIÓN DE LA MISIÓN CELEBRACIÓN DE ENVÍO Nota: Este rito está pensado para llevarse a cabo dentro de la Celebración Eucarística o en una Celebración de la Palabra. Puede llevarse a cabo luego de la homilía. Se puede añadir si no es muy pesado, el testimonio de algún agente de pastoral que quiera compartir con la asamblea por qué desarrolla esa misión y qué significa para ella. Las lecturas pueden ser las que señala el ordo litúrgico o bien: Is 53, 10-11; Sal 32; Hb 4, 14-16; Mc 10, 35- 45 Detalles previos:

Tener encendido el Cirio Pascual

Repartir una vela por cada agente evangelizador

Un lector para las moniciones Desarrollo del rito:

a. Monición introductoria A continuación vamos a celebrar el envío de nuestros agentes de pastoral. Todos somos responsables de acoger y anunciar el Evangelio, pero de manera especial, confiamos a algunos de nosotros para que sean garantes de que esta misión se realice de manera organizada y eficaz. Es una bendición de María el que podamos tener personas que, primeramente con su testimonio de vida y con su trabajo nos ayuden a hacer presente el cariño misericordioso de Dios Padre para cada uno de nosotros.

b. Llamamiento El celebrante invita a los agentes a acercarse al altar Estimados agentes de Pastoral, en nombre del Señor Jesús que nos reúne y de la Comunidad Educativa que celebra, los invito a acercarse al Altar, junto al Cirio que representa a Cristo Resucitado.

c. Monición al rito de envío La Provincia Marista de América Central, por medio de sus agentes de pastoral, realiza la misión encargada por Marcelino Champagnat, de dar a conocer a Jesús y hacerlo amar. Al encender nuestras velas del Cirio Pascual comprendemos que adquirimos el compromiso de ser guías de niños, jóvenes y adultos iluminando su camino y ayudándoles a discernir lo que Dios quiere de ellos.

d. Envío o renovación de envío Los agentes se van acercando por grupos de misión pastoral. Uno de ellos (el coordinador o coordinadora) da su vela al celebrante y él la enciende del cirio y la da para que ahí pasen la luz para los demás agentes. El celebrante puede acompañar este gesto diciendo lo que sigue:

- Profesores de Educación en la Fe: enciendan en los niños y jóvenes la luz de la fe en Jesús.

- Catequistas de Primera Comunión: enciendan en los niños y niñas el deseo de recibir a Jesús-Eucaristía.

- Catequistas de Confirmación: enciendan en sus adolescentes la inquietud por confirmar la fe que recibieron de niños.

- Guías de Amigos en Marcha: enciendan en sus niños y niñas la alegría de vivir la amistad con Jesús y con los demás.

- Asesores de Aventúrate: enciendan en sus adolescentes la audacia por crecer y vivir a tope las cualidades que Dios les ha dado.

- Timoneles de Remar: enciendan en los jóvenes la sed de conocer y acoger el don de Reino de Jesús.

- Acompañantes de Comunidades Remar: enciendan en los jóvenes la esperanza de hacer una nueva sociedad

- Encargados de liturgia y semanas especiales: enciendan en la comunidad educativa el amor a escuchar la Palabra de Dios.

- Encargados de las actividades de solidaridad: enciendan en los miembros de esta comunidad el fuego por un mundo más justo y generoso.

- Acompañantes de Fraternidades Maristas: enciendan en las Fraternidades el deseo de vivir el ideal propuesto por Marcelino Champagnat.

- Encargados de Escuela de Padres: enciendan en los padres y madres de familia el ánimo por formarse día a día en la tarea de edificar familias felices.

- Colaboradores de convivencias: enciendan en los niños y jóvenes el deseo de compartir con todos y de vivir los valores del Reino propuestos por Jesús.

- Encargados de Pastoral Vocacional: acrecienten en los niños y jóvenes la llama de la vocación que Dios ha puesto en cada persona para su felicidad y la de los demás.

(Cada dentro adapte las anteriores frases a la realidad que tienen) Al final el celebrante dice lo siguiente: Y Jesús llamándolos les dijo: saben que los que son tenidos por líderes de las naciones, se hacen señores de ellas y ejercen su autoridad. Pues bien, que no sea así entre ustedes, sino que el que quiera ser el más grande y eficiente entre ustedes, que sea primeramente servidor de todos y sepa escuchar a todos. Porque el Hijo de hombre no vivo a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos.

HOJA DE REFLEXIÓN Y ACTIVIDADES PARA ESTUDIANTES DE 7º EN ADELANTE

El Hno. Julio Valbuena o el encanto de ser Marista

Posiblemente no hayas conocido u oído hablar del Hno. Julio Valbuena. La mayor parte de su vida transcurrió fuera de los colegios. Y es que al Hno. Julio se le encargó una tarea especial: acompañar a los jóvenes que, diciendo sí a Jesús, querían ser Hermanos Maristas. Con algunas pinceladas rápidas podemos recorrer su larga vida, desde el día 1 de octubre de 1916, fecha de su nacimiento. Fue hijo de Agustín y Julia, campesinos en un pueblo español llamado San Pedro de Valderaduey. Entró al Seminario para ser Hermano Marista a los 14 años. Los compañeros de su grupo decidieron pedir la protección de María bajo la advocación de “Virgo Fidelis” (Virgen Fiel). Hizo su profesión

religiosa el 2 de agosto de 1935, y su profesión perpetua el 15 de agosto de 1940, en Cuba, donde llegó en enero de 1936, para trabajar en el Colegio Champagnat de la Víbora, en la Habana; su primer cargo fue el de profesor auxiliar. Dentro de la misión que los Superiores le confiaron, que siempre atendió con prontitud, pasó por El Cerro, Santa Clara, y Camagüey, para volver de nuevo a la Habana, pero ahora para trabajar en el seminario de Villa Marista como profesor. Posteriormente es enviado a España en 1960, donde fue sucesivamente profesor y Director del Seminario. En agosto de 1966 fue destinado a otro Seminario para continuar su tarea. En 1975 fue destinado al Liceo Salvadoreño, para trabajar como profesor y administrador de la comunidad de Primaria. Un gran salto cuando sus 59 años ya no le favorecían tanto. A finales de 1978, le piden una nueva responsabilidad, hacerse cargo de una experiencia de Postulantado durante todo el año 1979: vivía en una casa de Mejicanos y tenía a su cargo cuatro postulantes, tres de los cuales son hoy Hermanos: Roberto Linares, Gerardo Contreras y Salvador Salinas. Al final de ese mismo año se traslada el Postulantado a Guatemala, y el Hno. Julio sigue siendo el encargado del mismo, misión que fue transcurriendo hasta el año 2002, alternando responsabilidades con nuevos Hermanos que se hicieron cargo del Postulantado. En octubre del año 2002, el Postulantado pasó a una casa de la Zona 6, y el Hno. Julio también. Luego estuvo tres años en el Escolasticado, y volvió nuevamente al Postulantado, en casa nuevamente distinta, siempre en la Zona 6. En enero de 2010 decide quedarse en la Residencia Champagnat, aquejado de sus problemas cardíacos, pero viviendo como si nada pasara. Hasta el 21 de enero de 2011. Su partida hacia la casa del padre deja un gran vacío entre los hermanos. El título que lleva esta reflexión se debe al Hno. Jesús León, cuando en la mañana del día de su sepelio dijo en la comunidad: “con el Hno. Julio sí se puede hablar del encanto de ser Marista”. Su hoja de vida es un itinerario fecundo, un camino de fidelidad. ¡Cuánta siembra! Y ya sabemos, el grano se siembra bajo tierra, con esperanza, como él contemplaba que su papá sembraba el trigo en las tierras de su pueblo natal. Como el grano escondido, así fue su vida. El Hno. Teódulo Hernando, que lo conoció bien, así lo manifiesta: “fue un monumento al silencio que grita por sí sólo. Humilde, sencillo, callado, siempre con ánimo positivo, atento. Hombre responsable, trabajador”. Más aún, sin hablar mucho, su presencia ha dejado una gran huella. ¿Cómo no ver en esta actitud el silencio de María, que se proclama sierva del Señor?

El Hno. Roberto Linares destaca en su persona y trayectoria de vida su gran humanidad y la capacidad de abrirse a lo nuevo; el hecho de ser hermano y amigo, pero un amigo noble y fiel. Se distinguió por su cariño para los jóvenes. En esto coincide con lo que expresa el Hno. Severiano, que tuvo también la oportunidad de compartir años de comunidad con él: “Era una presencia viva entre los jóvenes, adaptándose a las nuevas presencias, compartiendo con las nuevas generaciones, abriendo su mente y su corazón”; añade: “era un hombre de Dios”. Cuando se preguntó al Hno. Eduardo Alburez, ¿quién era para él el Hermano Julio?, respondió con una de sus expresiones lapidarias: “Un Marista químicamente puro”, “austero como un maragato”. El Hno. Julio Liébana pudo observar en él al Hermano que observaba todo lo que prescribían las Constituciones, y lo hacía con gran perfección. Un discípulo del Hno. Julio del seminario y que llegó a ser Hermano marista, al recibir la noticia, comunica: “La noticia de la muerte del Hno. Julio Valbuena no me ha entristecido, me ha servido para ponerme en contacto con Dios y orar teniendo presente lo que Jesús dice en el Evangelio: dichosos los mansos y humildes de corazón, vente, siervo bueno y fiel. Recordar su persona es comprobar las maravillas que Dios hace cuando todo ocupa la totalidad de nuestro ser, así son los santos” (Eusebio Cermeño, carta al Hno. Marcelino Ganzaraín). Sin embargo, el Hno. Julio también era un ser humano, siempre delgadito, eso sí, que también sufrió crisis, dudas, momentos buenos y otros no tanto. Pero cuantos lo hemos conocido, sabemos que llevaba todo esto a la oración de cada día. Qué bien lo expresaba hace unos dos meses el Hno. Marcelino Ganzaraín, al celebrar sus 75 años de vida Marista, cuando nos recordaba lo que le preguntó en cierta ocasión: “Hno. Julio, cómo hace usted con la oración?” Y le respondió sencillamente: “Antes les explicaba y les enseñaba a rezar a los postulantes, ahora soy yo el que hago oración con ellos”. Ciertamente, encarnaba la espiritualidad del Padre Champagnat, salpicada muchas veces de humor y comprensión para sus Hermanos. El mismo Hno. Marcelino, que lo consideró hermano, amigo y padre, fue el que sugirió una lectura del Evangelio para la Celebración de su funeral, porque la muerte del Hno. Julio es la oración continuada de ofrenda y gratitud al Señor, y con Jesús proclama hoy ante la plena transparencia de la presencia del Padre: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y prudentes, y se las has dado a conocer a los sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, y al Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar…” Y todos nosotros hoy podemos proclamar con gratitud con la comunidad de los Santos de la que ya goza el Hno. Julio, con Champagnat y los primeros Hermanos, abrazados a la Buena Madre: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y prudentes, y se las has dado a conocer a los sencillos…”

Hno Santiago Otero

Guatemala de la asunción, 22 de enero de 2011

Para el trabajo personal y grupal

- Lee reposadamente el texto de la vida del hno. Julio. - Menciona tres aspectos de la personalidad del h. Julio que te llamen la atención - ¿Por qué el hno. Julio puede ser un ejemplo de evangelizador marista?

HOJA DE REFLEXIÓN Y ACTIVIDADES PARA ESTUDIANTES DE 4º A 6º

José de Veuster, el futuro Padre Damián, nació en 1840 en Bélgica, en una familia profundamente cristiana. Desde pequeño demostró un gran amor a Dios y a los pobres. A los 13 años tuvo que dejar la escuela para ayudar en los trabajos de la finca. Más tarde, cuando tenía 18 años, su padre lo destinó al comercio de granos y lo mandó, fuera de casa, a estudiar el francés. Allí descubre su vocación. Escribe a sus padres: “- Quiero ser sacerdote.” Sin más tardar los convence de dejarle ingresar a la Congregación de los Sagrados Corazones. Esta Comunidad, nacida durante la Revolución Francesa, tenía la finalidad de llevar el amor del Corazón de Cristo al mundo y así renovarlo.

Cuatro años más tarde, en 1863, su hermano mayor, religioso de la misma Comunidad y recién ordenado sacerdote, es designado para ir de misionero a las islas Hawai. Pero, habiendo caído enfermo de gravedad, no puede partir. Con la entereza que lo caracteriza, Damián escribe al Superior General de su Congregación: “- Quiero ir en lugar de mi hermano.” Aunque no ha terminado sus estudios, su ofrecimiento es aceptado.

Ordenado sacerdote en Honolulu, a los 24 años, Damián, joven misionero, toma inmediatamente posesión de un extenso y difícil territorio misionero en el distrito de Puna al oeste de la gran isla Hawai. Poco después, el gobierno de Honolulu, para detener la epidemia de la lepra, decide recluir a los enfermos, a la fuerza, en una cárcel natural de un promontorio pedregoso y azotado por los vientos, en la isla de Molokai. En 1873, el obispo confía a sus sacerdotes su angustia respecto del infierno en que viven los recluidos. Damián exclama: “- Heme aquí. Estoy dispuesto a sepultarme vivo con esos pobres infortunados.” Tiene 33 años, la edad en que Cristo murió en la cruz. La semana siguiente, sin más bienes que la ropa que lleva puesta, desembarca en la isla, de la que solo la muerte le iba a librar 16 años más tarde.

De inmediato pone manos a la obra, armado del poder de la cruz. Sin más recursos que el amor de Dios,

un amor apasionado por la vida, por la salud y la dignidad, venciendo el asco que le causa el horrible

hedor de las carnes en putrefacción, hace prioritariamente de sacerdote; hombre vigoroso y de

inagotable energía física, hace también de enfermero y médico, de arquitecto e ingeniero; y, con más

agrado aún, de peón.

Consigue el agua potable, levanta bonitas casas pintadas de blanco, promueve el cultivo de la tierra y

organiza la vida social. Monta el orfanato para evitar que los niños fueran explotados. Funda el

cementerio pues, antes, los cadáveres de los leprosos yacían donde la muerte los encontraba; y

convierte los funerales diarios en fiesta. Se identifica con sus pobres enfermos para devolverles el sentimiento de su dignidad: “- Nosotros, los leprosos...” - les dice, aunque todavía no lo fuera. En sus prédicas, les habla de su grandeza de hijos de Dios, les comunica la esperanza de una vida mejor: “- Nosotros, los leprosos, somos los amigos de Dios; un día gozaremos de un cuerpo nuevo...”

Poco a poco, bajo su impulso de pastor, el pueblo de los leprosos va organizándose, progresa a nivel

material y moral y descubre la dimensión religiosa y espiritual. EI secreto de esta entrega y energía inagotables era Jesús al que encontraba en la Eucaristía. “Sin la presencia permanente de nuestro divino Maestro en el altar de nuestras pobres capillas - escribía - no hubiera podido quedarme aquí ni un día.”

Poco a poco, gracias a su acción, la cruz de Cristo produce el más grande de los milagros: el infierno de Molokai se convierte en paraíso, en antesala del cielo.

Once años después de su llegada a Molokai se produjo el acontecimiento que va a trastornar su vida: aparecieron en sus piernas los primeros síntomas de la lepra. A fines de 1884, el examen médico confirmó la presencia del terrible mal. El año siguiente, el rostro es atacado; le quedan cuatro años de vida. Dios quiso que Damián, el buen pastor, se solidarizara del todo con sus ovejas, participando de su misma enfermedad. Igual como Jesús se hizo uno de nosotros, encarnándose en una humanidad pecadora, Damián se volvió un leproso más. Cosa extraordinaria, se siente más feliz que nunca: “- Mis párpados empiezan a caer; pronto mi cara quedará desfigurada. Me quedo tranquilo y resignado y hasta me siento más feliz en medio de mi gente.”

En sus últimas semanas de vida, ya no puede salir a visitar a sus enfermos; pero ahora son ellos que vienen, llenos de desesperación, a asaltar su casa para verle una última vez. El 15 de abril de 1889, lunes de la semana santa, muere a los 49 años, en medio de los llantos de los que lo consideraban como su padre. La noticia se difundió por el mundo entero... Y desde aquel entonces, su ejemplo sigue siendo un incentivo en la lucha contra todas las «lepras», y no cesa de suscitar, entre jóvenes y menos jóvenes, el anhelo de servir con total entrega a los más necesitados. Para el trabajo personal y grupal

- Leer detenidamente el texto subrayando las frases que más llamen la atención. - Averigua qué es la lepra y si la medicina ha encontrado la cura definitiva. - Buscar en internet datos acerca del P. Damián, su obra y la celebración de su canonización. - Damián supo ver a Jesús en los rostros concretos de los leprosos. ¿En quiénes podrías reconocer

el rostro de Jesús hoy?

HOJA DE REFLEXIÓN Y ACTIVIDADES PARA ESTUDIANTES DE K A 3º

Llevando las Buenas Noticias

¿Has leído alguna vez el periódico? Yo lo leo todos los días. Así es como me mantengo al día de lo que está pasando en el mundo. Todas las mañanas, antes del desayuno, voy a la puerta del frente de mi casa y recojo el periódico que ha sido traído por una persona cuyo trabajo es el llevar las noticias.

Cuando abro mi periódico, lo primero que miro es la portada. Ahí es donde escriben lo más importante. Después, busco la página de deportes. Me agradan los deportes y me gusta ver si mis equipos favoritos ganaron. Algunas veces lo hacen y otras no. Finalmente, voy a mi parte favorita: ¡las tirillas cómicas! ¿Por qué lo hago a lo último? Bueno, en ocasiones algunas de las noticias no son muy buenas, así que ¡me gusta terminar de leer el periódico con una sonrisa! ¿Sabes?, no conozco a la persona que me trae el periódico. Él o ella se levanta muy temprano en la mañana cuando aún yo estoy durmiendo, enrolla los periódicos y va llevando las buenas nuevas o buenas noticias.

La Biblia nos dice que Jesús viajó por todos los campos. Fue a muchos pueblos y villas, y dondequiera que iba veía a muchas personas que estaban perdidas y necesitando ayuda. Esto le rompía el corazón. Un día, se giró hacia sus seguidores y les dijo: "Hay muchos que necesitan ayuda, pero no hay suficientes que estén prestos a ayudarlos. Oren para que el Señor envíe trabajadores para ayudarlos".

Cuando terminaron de orar, Jesús llamó a doce de sus seguidores para que lo siguieran. "Vayan", les dijo, "sanen a los enfermos, resuciten a los muertos, limpien de su enfermedad a los que tienen lepra, expulsen a los demonios". ¿Sabes que más le dijo Jesús a sus discípulos? Les dijo: "Dondequiera que vayan, prediquen este mensaje: El Reino de los cielos está cerca."

¡Uau! Esas son buenas nuevas (buenas noticias), ¿no es así? Piensa: "El Reino de los cielos está cerca". No es un lugar inalcanzable que tengamos que esperar demasiado tiempo para llegar a él. De hecho, puedes decir: "Está aquí…, ahora" (Juan 10:10) ¡Esas son unas buenas nuevas que todos deben escuchar!

A la persona que me trae el periódico se le ha encargado el trabajo de llevar las noticias. Cuando salgo a recoger mi periódico, espero que esté frente a la puerta. Si la persona no hace su trabajo, no recibo las noticias. Al igual que Jesús llamó a los doce discípulos para llevar las buenas nuevas, él también nos ha llamado a ti, a tus profesores y a mí a llevar las buenas nuevas. Si no hacemos nuestro trabajo, alguien no recibirá las buenas nuevas de salvación hoy.

¿Qué buenas noticias puedes dar tú… … en casa? … en la clase? … a tus amigos?