Dextros y zurdos

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Dextros y zurdos FLORENCIO OLLE RIBA Licenciado en Pedagogía y Director técnico (P. E.) del Colegio Nelly. Barcelona ACTUALIZACION DEL PROBLEMA El problema que la zurdez plantea ha entrado en vías de franca actualización en los medios educativos, gracias a la labor callada pero efi- caz de médicos alineístas, neurólogos y demás especialistas, quienes, con el intento de hallar una terapéutica apropiada para atajar los dife- rentes trastornos ocasionados por las lesiones ce- rebrales, han puesto de relieve toda la trascen- dencia de tales anomalías. Estas investigaciones pronto pusieron de ma- nifiesto el enorme valor que encerraban y más desde el momento que, gracias a ellas, fue po- sible establecer la profunda relación que existe entre la actividad sensitivo-motriz y la expresión oral, así como en la dinámica vital del hombre. Pero estos estudios, que durante mucho tiempo sólo interesaron al campo de la medicina, pronto fueron derivados hacia el de la educación, con el propósito de prevenir algunos desórdenes fun- cionales que, partiendo de una predisposición in- nata, eran ampliados, cuando no provocados, por una educación defectuosa. De aquí nació el problema de la educación del niño zurdo. Por fin, psicólogos y educadores se dieron cuen- ta de las grandes posibilidades que se les ofrecía para estructurar una educación más lógica en muchos de los casos en que la especial constitu- ción del individuo lo presenta como un ser anor- mal, debido a una serie de anomalías de orden funcional que afectan de manera directa lo mis- mo al lenguaje que a la habilidad manual, con proyecciones negativas hacia la personalidad, por los múltiples complejos que desencadenan. Naciones como Estados Unidos, Alemania, Francia, Suiza, etc., dirigieron, pues, sus esfuer- zos e iniciativas hacia el campo de la educación. con resultados altamente satisfactorios. Estas experiencias me sirvieron de base para iniciar una serie de estudios sobre el problema de la zurdez, en el plano de la educación, y al ni- vel de nuestros niños. Fruto de ello fue un trabajo publicado en las páginas de esta revista (1), en el que recogía el (I) «La educación del niño zurdo», en REVISTA DE EDUCACIÓN núm. 83, junio de 1958. resultado de mis observaciones en una época en que en nuestra patria era casi desconocida la sintomatologia de la zurdez en el campo de la educación. Es por ello que, a la altura de las investigacio- nes llevadas a cabo en estos últimos arios, creo de interés pasar revista a las grandes perspec- tivas que se ofrecen al educador para perfilar su misión en términos más realistas, al tratar de encuazar las preferencias manuales que de ma- nera reiterada nos vemos obligados a afrontar en el limitado campo de nuestras aulas. Con fre- cuencia se nos presentan una serie de problemas que nos sumergen en inevitables confusiones al desconocer todo su valor potencial. Al carecer de una base lo suficientemente científica donde fundamentar nuestras preocupaciones, nos expo- nemos a malograr los mejores procesos evoluti- vos en menoscabo de la personalidad de nues- tros educandos. Sirva, pues, de información, más no se preten- de, el contenido de este trabajo que ha sido ela- borado con el propósito de proyectar un rayo de luz en el enmarañado laberinto de la zurdez. ANTECEDENTES HISTORICOS Y ETNOLOGICOS Si hemos de tomar en consideración los testi- monios dejados por el hombre primitivo, plas- mados en dibujos y pinturas hallados en grutas y cavernas, llama la atención el hecho de que algunos de los guerreros y cazadores en ellos re- presentados empuñan el arco y la lanza con la mano izquierda. A la vista de estos imprecisos datos, algunos autores han llegado a la conclusión de que nues- tros antepasados seguramente serían ambidex- tros. Su especialización manual vendría después, al compás de las necesidades, de las costumbres o de la presión social. Como justificante de esta pretendida predis- posición ambidextra se arguye que hallándose los primitivos próximos a la vida natural, se halla- ban, por tanto, muy cerca de lo que podríamos calificar de nivel animal, y los animales, se afir- ma, son ambidextros.

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Dextros y zurdosFLORENCIO OLLE RIBA

Licenciado en Pedagogía y Director técnico (P. E.)del Colegio Nelly. Barcelona

ACTUALIZACION DEL PROBLEMA

El problema que la zurdez plantea ha entradoen vías de franca actualización en los medioseducativos, gracias a la labor callada pero efi-caz de médicos alineístas, neurólogos y demásespecialistas, quienes, con el intento de hallaruna terapéutica apropiada para atajar los dife-rentes trastornos ocasionados por las lesiones ce-rebrales, han puesto de relieve toda la trascen-dencia de tales anomalías.

Estas investigaciones pronto pusieron de ma-nifiesto el enorme valor que encerraban y másdesde el momento que, gracias a ellas, fue po-sible establecer la profunda relación que existeentre la actividad sensitivo-motriz y la expresiónoral, así como en la dinámica vital del hombre.

Pero estos estudios, que durante mucho tiemposólo interesaron al campo de la medicina, prontofueron derivados hacia el de la educación, conel propósito de prevenir algunos desórdenes fun-cionales que, partiendo de una predisposición in-nata, eran ampliados, cuando no provocados, poruna educación defectuosa.

De aquí nació el problema de la educación delniño zurdo.

Por fin, psicólogos y educadores se dieron cuen-ta de las grandes posibilidades que se les ofrecíapara estructurar una educación más lógica enmuchos de los casos en que la especial constitu-ción del individuo lo presenta como un ser anor-mal, debido a una serie de anomalías de ordenfuncional que afectan de manera directa lo mis-mo al lenguaje que a la habilidad manual, conproyecciones negativas hacia la personalidad, porlos múltiples complejos que desencadenan.

Naciones como Estados Unidos, Alemania,Francia, Suiza, etc., dirigieron, pues, sus esfuer-zos e iniciativas hacia el campo de la educación.con resultados altamente satisfactorios.

Estas experiencias me sirvieron de base parainiciar una serie de estudios sobre el problema dela zurdez, en el plano de la educación, y al ni-vel de nuestros niños.

Fruto de ello fue un trabajo publicado en laspáginas de esta revista (1), en el que recogía el

(I) «La educación del niño zurdo», en REVISTA DE

EDUCACIÓN núm. 83, junio de 1958.

resultado de mis observaciones en una época enque en nuestra patria era casi desconocida lasintomatologia de la zurdez en el campo de laeducación.

Es por ello que, a la altura de las investigacio-nes llevadas a cabo en estos últimos arios, creode interés pasar revista a las grandes perspec-tivas que se ofrecen al educador para perfilar sumisión en términos más realistas, al tratar deencuazar las preferencias manuales que de ma-nera reiterada nos vemos obligados a afrontaren el limitado campo de nuestras aulas. Con fre-cuencia se nos presentan una serie de problemasque nos sumergen en inevitables confusiones aldesconocer todo su valor potencial. Al carecer deuna base lo suficientemente científica dondefundamentar nuestras preocupaciones, nos expo-nemos a malograr los mejores procesos evoluti-vos en menoscabo de la personalidad de nues-tros educandos.

Sirva, pues, de información, más no se preten-de, el contenido de este trabajo que ha sido ela-borado con el propósito de proyectar un rayo deluz en el enmarañado laberinto de la zurdez.

ANTECEDENTES HISTORICOSY ETNOLOGICOS

Si hemos de tomar en consideración los testi-monios dejados por el hombre primitivo, plas-mados en dibujos y pinturas hallados en grutasy cavernas, llama la atención el hecho de quealgunos de los guerreros y cazadores en ellos re-presentados empuñan el arco y la lanza con lamano izquierda.

A la vista de estos imprecisos datos, algunosautores han llegado a la conclusión de que nues-tros antepasados seguramente serían ambidex-tros. Su especialización manual vendría después,al compás de las necesidades, de las costumbreso de la presión social.

Como justificante de esta pretendida predis-posición ambidextra se arguye que hallándose losprimitivos próximos a la vida natural, se halla-ban, por tanto, muy cerca de lo que podríamoscalificar de nivel animal, y los animales, se afir-ma, son ambidextros.

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Por tanto, la especialización manual se sitúaen los albores de la Edad del Bronce. Para jus-tificarla se ha intentado urdir una especie deleyenda en la que se afirma que para protegerseen sus luchas contra el enemigo, el hombre pri-mitivo ideó cubrir la parte izquierda de su cuer-po con un rudimentario escudo que le guardabael corazón, órgano vital donde dirigían sus lan-zas durante el combate. La mano derecha seríala que llevaría el peso de la lucha y por tal mo-tivo se fue adiestrando, activando.., hasta con-vertirse en la mano preferente, pasando la manoizquierda a asumir el papel de mera auxiliar.

Luego, esta preferencia se transmitiría por lacostumbre y por la herencia hasta nuestros días.

Esta hipótesis, debida a Carlyle, tiene sus másdirectos impugnadores en Percy y Hetz, quieneshacen destacar que entre las mujeres, que no to-maban parte en la lucha, también se aparecía elfenómeno de la zurdez, así como el hecho de queen los pueblos primitivos que no usaron jamásel escudo también se daba el mismo fenómeno.

Por otro lado, cabe puntualizar que no es ciertoQue los animales sean ambidextros. En la mayoríade ellos se observa una marcada dextralidad ensus miembros anteriores. No obstante, segúnKohler, en el chimpancé y el gorila la preferen-cia se inclina hacia la izquierda, mientras queen el orangután y el gibón se manifiesta por laderecha.

Más tarde apareció la teoría de la «divisióndel trabajo». Con ella se pretendía justificar lapreferencia manual hacia la derecha con argu-mentos parecidos, pero de orden sedentario:viéndose el hombre obligado, por necesidad na-tural, al uso de una mano, para una mayor fir-meza en el manejo de sus utensilios y herramien-tas de trabajo, le correspondió a la derecha elpapel preferente.

Esta hipótesis, divulagada por Mortillet, fué re-batida por Ludwig a la vista de numerosos crá-neos primitivos en los que aparecían huellas evi-dentes de una zurdez de signo cerebral.

Los caracteres adquiridos nunca podían haberdejado una tan marcada huella en el cerebro hu-mano, y menos aún cuando tal evolución estaríaen sus inicios. La ley de Lamark, «la función creael órgano», que encuadraría perfectamente enesta ocasión para sustentar tal teoría, no esaceptada en la actualidad, por no correspondera la realidad.

Otras teorías han sido formuladas sucesiva-mente con más o menos fortuna, todas ellas ba-sadas en motivos ya religiosos, ya sociales o as-tronómicos, etc., pero la realidad es que el pro-blema tiene raices más profundas que eviden-cian la gran trascendencia que entraña para elindividuo afectado.

El hecho de que tales suposiciones hayan sidoformuladas a posteriori, es decir, en una época enla que el problema de la especialización manualcarecía de datos concretos donde sustentarse, re-duce a todas ellas a simples opiniones personales

desprovistas del valor científico necesario parapoder ser tenidas en cuenta al tratar de precisareste problema.

Las primeras noticas de carácter histórico queposeemos se encuentran en la Biblia. En efecto,en el Libro de los Jueces, capítulo XX, versículos15 y 16. se hace mención a 26.000 guerreros, per-tenecientes a la tribu de Benjamín, entre loscuales se contaban 700 zurdos y ambidextros,«todos los cuales tiraban una piedra con la hon-da a un cabello y no erraban».

Pero los primeros estudios científicos sobre laespecialización funcional de cada hemisferio ce-rebral se deben a Marc Dax, quien en 1836 señalóque el fenómeno de la afasia estaba relacionadocon una lesión localizada en el hemisferio iz-quierdo. Estos estudios, que quedaron en el ol-vido durante mucho tiempo, fueron luego con-tinuados por Broca, llegando a la conclusión deque la función del lenguaje estaba localizada enla parte izquierda del cerebro.

Esta afirmación daría luego pie a muchas teo-rías y a no pocas controversias.

LA ZURDEZ. PREOCUPACION SOCIAL

En la antigüedad se consideraba a los zurdoscomo seres infradotados, susceptibles de las másabsurdas reacciones. Por tal motivo, en muchascomunidades se les miraba con desconfianza eincluso se llegó a apartarlos del común vivir delgrupo a que pertenecían.

Para nuestros antepasados, la prevalencia ma-nual tenía un marcado y especial significado queenvolvía todos los actos de la vida, ya fueranreligiosos o profanos, ya fueran colectivos o in-dividuales.

Así, la mano derecha era el símbolo de la di-vinidad, de la virilidad, del poder, de la valentía,etcétera, mientras que la mano izquierda repre-sentaba todo lo contrario, es decir, los poderesnefastos, la hipocresía, la cobardía, etc.

Ante tales perspectivas es inútil subrayar elpapel que les correspondía representar a los zur-dos en una sociedad de tal naturaleza. Induda-blemente, su vida, amargada por toda clase defrustraciones y de inhibiciones emotivas, justifi-caría esta malquerencia tan general que les ro-deaba, cayendo por tal causa en un círculo vicio-so imposible de superar, lo que daría pábulo a latradición que los presentaba como individuos ra-ros, capaces de las peores calamidades.

Por consiguiente, no es de extrañar, pues, queaquellos pueblos, en su vida comunitaria, todassus actividades y sus más simples manifestacio-nes tuvieran un marcado matiz dextro. Las ce-remonias religiosas, los ritos guerreros, lasactividades sociales, etc., se organizaban y desen-volvían en el sentido de izquierda a derecha,como homenaje simbólico hacia esta lateraliza-ción, la más calificada según ellos.

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Por tal motivo no debe sorprendernos el que enlos actos colectivos de toda clase que puedenverse en la actualidad, en la mayoría de las tri-bus de ciertos pueblos subdesarrollados, se con-serven estas costumbres que nos recuerdan an-tiguas tradiciones ancestrales.

Asimismo, nuestra sociedad actual conserva to-davía resabios inconscientes de aquellas costum-bres y de estas tradiciones.

Principalmente, el considerar a los zurdos comoseres defectuosos ha sido —y es por desgracia—un concepto muy extendido por doquier. Afortu-nadamente, poco a poco, van imponiéndose nue-vas ideas, nuevas normas de conducta encamina-das todas ellas a una mejor comprensión de estarealidad funcional.

Particularmente los padres —y también muchoseducadores— quieren ver en el niño zurdo un serdefectuoso, una afrenta para la familia (1), unser del que nada practico y posible puede espe-rarse en la vida.' Esto es lo que se toma comopretexto al pretender resolver este estado de co-sas por el camino mas expeditivo, pero tambiénel más inapropiado y equivocado: la habilitacióngradual de la mano derecha a base de toda clasede imposiciones, incluso la violencia.

Por tanto, es necesario divulgar de la maneramás reiterada posible que tanto corporal comopsíquicamente el uso de la mano izquierda conpreferencia a la derecha no perjudica en absolu-to, tanto en el medio social a que se pertenezcacomo en el medio profesional o laboral en el queel niño se verá inmerso después.

Cualquier individuo, aunque sea zurdo, tienelas mismas posibilidades que cualquier personaque podríamos calificar de normal.

Lo que el zurdo necesita es sólo un poco decomprensión. Como todos los mecanismos socia-les y todas las estructuras laborales han sidopensadas para los dextros, es natural que loszurdos tengan que pasar por un periodo de adap-tación para ciertas técnicas. Ello, como es natu-ral, puede presentarles momentáneamente comoInhábiles e inferiorizados. Pero esto también su-cede a los que utilizan la mano derecha comopreferente, al tener que habituar su mano iz-quierda a ciertas actividades y mecanismos, comolos pianistas, por ejemplo.

Por otro lado, es oportuno destacar que en mu-chas actividades los zurdos tienen ciertas venta-jas al adaptar su actuación a ciertas especiali-dades. Principalmente en el mundo del deportees en donde mejor pueden imponer su peculiarcaracterística. Su actuación desconcertante alenfrentarse con una situación que ha sido pen-sada para los dextros, pero que ellos dominan ala perfección, es donde mejor pueden imponersu personalidad.

En la esgrima, el tenis, el boxeo, el fútbol, etc.,

(1) Expresión textual que me dió hace poco unamadre afligida, bastante culta por cierto, al intentardemostrarle el error en que se hallaba con relación auno de sus hijos zurdo.

se han dado casos verdaderamente excepciona-les a este respecto. Por ejemplo, hace arios, enel boxeo, se hizo mundialmente famoso el púgilespañol Paulino Uzcudum por su potente pegadaizquierda, asi como en la actualidad todo el mun-do admira la maravillosa técnica futbolistica deljugador Puskas cuando chuta con la pierna iz-quierda en el campo de fútbol.

CAUSAS DETERMINANTESDE LA ZURDEZ

Ante todo, para situar el problema en su de-bida dimensión, hay que dividir a los zurdos endos categorías: los zurdos verdaderos y los zur-dos patológicos.

Los primeros son los que nos vienen dados poruna estructura funcional innata, producto de laherencia o debido a causas específicas de con-figuración cerebral. Los zurdos patológicos, delos que hablaremos más adelante, son los que seven afectados por una lesión cerebral que afectaa un determinado hemisferio del cerebro.

En efecto, cuando la zurdez manual es el re-sultado de una lesión cerebral, las representacio-nes de las diferentes funciones gnoso-praxiastienden a concentrarse sobre el único hemisferiosano.

No obstante, hay que señalar que los mismospeligros, tanto psíquicos como emotivos, amena-zan al niño en uno y otro caso, cuando se quie-re vencer la anomalía por la imposición. En elprimer caso por querer corregir lo que la natu-raleza ha creado, y, en el segundo, porque alniño, antes de someterle a una determinada im-posición de dextrismo, es necesario aplicarle unaterapéutica apropiada para ayudarle a superartal anomalía, cosa que no siempre es factible yrealizable.

El desarrollo de la preferencia por una manodeterminada depende en primer lugar de ciertamadurez cerebral. Luego, de varias circunstan-cias específicas imposibles de determinar, a pe-sar de la gran variedad de opiniones que existenen la actualidad.

Así, por ejemplo, la prevalencia de la manoderecha sobre la izquierda vendría determinadapor una superioridad funcional del lado izquier-do del cerebro (Broca), o bien por una diferenciaen el abastecimiento sanguíneo favorable al he-misferio izquierdo (Waada), o a la preponderan-cia de la mano derecha a la posición fetal (Rife),o a la presión social (Mortillet), o bien a la su-perioridad estructural del brazo derecho sobre elbrazo izquierdo (Carlyle), o, en fin, a un fenó-meno morfológico en el sentido de representaruna asimetría dinámica, un principio significa-tivo de asimetría funcional (Gesell).

La variedad de tales hipótesis ha dado pie auna serie de estudios cuyos resultados no siem-pre han sido aceptados sin reservas.

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Fue Broca quien, basándose en los estudios deDax sobre la afasia, precisó el hecho de la domi-nancia cerebral izquierda para las funciones dellenguaje. Esta hipótesis, que luego fue confir-mada por Bastian, Jackson y Wernicke, dió lu-gar a la teoría que sostiene la predominancia delhemisferio cerebral izquierdo sobre el derechoen el acto del lenguaje. Posteriormente, los tra-bajos de Liepman sobre la apraxia confirmarontal aserto, si bien, como puntualiza este mismoautor, se pueden admitir ciertas excepciones enalgunos casos patológicos.

Por otro lado, tal como afirma Janet, el len-guaje es un fenómeno físico-psiquico que no sólosirve de expresión al pensamiento, sino también alos sentimientos y voliciones, casi siempre deforma motriz a base de gestos, por medio delos nervios motores y al margen del aparato fo-nético. Por tanto, cuando alguna alteración pa-tológica afecta al hemisferio izquierdo la conse-cuencia inmediata, a más de la dificultad en laexpresión oral, será la inhabilitación de la manoderecha como miembro dominante.

Por consiguiente, el lenguaje mímico, comple-mento del oral (o cualquier otra actividad en laque interviene pensamiento-acción), se manifies-ta por signos exteriores mediante el movimientode las manos y del rostro y, en general, de todoel cuerpo.

Este proceso propio de la expresión, tanto oralcomo mímica, no plantea problemas cuando laconstitución del individuo se halla de acuerdocon una estructura funcional que podríamos ca-lificar de normal. Pero algunas veces, debido aanomalías específicas o adquiridas por herencia,este proceso se desarrolla por cauces completa-mente opuestos.

La relación existente entre la actividad de lamano y el centro lingüístico del hombre es cosatotalmente demostrada. Las fibras sensitivas ymotrices de la sustancia blanca de la médula es-pinal son los elementos constitutivos de la fo-nación y expresión, siendo el centro nervioso,control de tales funciones, el bulbo raquideo, quees la terminación de la médula oblonga o istmodel encéfalo, masa nerviosa situada debajo delcerebro y delante del cerebelo.

Tanto las fibras sensitivas como las motorastienen su origen en la médula espinal, y queen número de 31 pares, salen por los agujerosde las vértebras. Tanto unas como otras nacenpor dos órdenes de raíces: unas anteriores, quevan a los músculos y determinan los movimien-tos, y otras posteriores, que van a todas las par-tes del organismo y determinan la sensibilidad.

Estas fibras se entrecruzan en el bulbo raquí-deo antes de entrar en el cerebro, lo que nosda la inversión en la lateralidad manual. Detodo ello se deduce que cuando el centro dellenguaje se halla situado en la tercera circun-

volución frontal izquierda (1), el niño, de manerainnata y espontánea, tenderá al uso de la manoderecha como mano preferente en todos los mo-vimientos, tanto de expresión como de relación.Por el contrario, si debido a causas patológicas elcentro del lenguaje se halla situado en el hemis-ferio derecho, por todo lo expuesto, 21 niño ten-derá al uso espontáneo y natural de la manoizquierda como miembro preferente en todos losmovimientos: de aquí los zurdos.

Estos serán los zurdos verdaderos en oposicióna los patológicos, cuya determinación puede obe-decer a otras causas más profundas y complica-das, en cuyo caso, como hace observar Hecaen,no se puede admitir de una manera rotunda queentre los zurdos manuales el lenguaje esté obli-gatoriamente localizado en el hemisferio dere-cho. Existen varios factores que inducen a su-poner que la representación verbal está másrepartida en los dos hemisferios. Esta dualidadpodria muy bien ser el origen de la bilateralidado ambidextria, más corriente de lo que común-mente se cree.

Otros autores, a la vista de nuevos estudios,han llegado a las mismas conclusiones, admitien-do que si la bilateralidad cerebral puede existiren ciertos casos, la representación unilateral dellenguaje (habitualmente izquierda, ocasionalmen-te derecha) es la forma prevalente de la orga-nización cerebral.

FRECUENCIA DE LA Z1URDEZ

Para determinar la frecuencia en que se pre-senta la zurdería debe tenerse en cuenta la no-ción precisa que a este término le dan los másdiferentes investigadores.

En general, al hablar de la zurdez, se entiendereferida al individuo que normalmente usa lamano izquierda con preferencia a la derecha.No obstante, hay que tener en cuenta que mu-chos individuos son zurdos del pie o del ojo,mientras que la mano dominante es la derecha, oal revés.

Por todo lo cual, cuando el zurdo lo sea entodos los sectores de su cuerpo tendremos lalateralización homogénea, cosa poco frecuentepor cierto.

De aquí la gran diferencia que se observa enlos datos estadísticos que nos dan los diversosautores que han tratado este problema. Talesdatos no responderán más que a sus respectivospuntos de vista o a aquellos propósitos deter-minados que les han guiado al realizar sus in-vestigaciones, así como también según los mé-

(1) La corteza cerebral (superficie externa) no eslisa, sino que está surcada por una serie de incisurasque la dividen en lóbulos (seis en cada hemisferio ce-rebral) y por unos surcos que dividen cada lóbulo enunos pliegues más o menos amplios que reciben el nom-bre de circunvoluciones. En ellas se encuentran loscentros de la vida psíquica y los centros nerviosos quepresiden la sensibilidad y la motricidad del organismoentero.

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todos empleados para obtener su respectiva in-formación.

Así, desde Hasse, que nos da el 1 por 100, hastaWile, que nos da el 30 por 100. hay toda unagama de valores cuyos porcentajes se apartansensiblemente de aquellas proporciones. Por ejem-plo, Jones nos da el 4 por 100, Jasper el 6 .Trankell el 8, Hecht el 12, Ramaley el 15, Roseel 20 y Bryngelson el 25 por 100.

Por tanto, cuando queramos precisar nuestrosestudios o nuestras observaciones debemos teneren cuenta estos pormenores. Debemos partir decierta especialización, según queramos referirlaal uso de una mano u otra, o al uso de deter-minado pie u ojo, o al conjunto general de lahomogeneidad lateral.

Según Hildertd la lateralización ocular izquier-da es más frecuente que la lateralización manualzurda. La proporción que este autor da es comosigue: preferencia por el ojo derecho, entre el 62y el 73 por 100; preferencia por el ojo izquierdo,entre el 21 y el 30; preferencia indistinta poruno u otro ojo, entre el 1 y el 8 por 100.

Sobre el particular de la relación que existeentre ojo y mano, Burt afirma que tiende a des-aparecer con la edad. Según este autor, en losniños comprendidos en la edad escolar la prefe-rencia ocular izquierda es más del doble de laque se manifiesta en la mano.

Esto parece evidente si tenemos en cuenta losdatos facilitados por Christiaens, Bize y Maurin,cuando nos dan los resultados de la frecuenciaobservada en el cruzamiento ojo-mano en ungrupo de control sometido a su estudio. Dichafrecuencia la han establecido así:

como afirma Bersot, se ha comprobado que elnúmero de zurdos es seis veces mayor durantela primera infancia que al final de la edad es-colar.

A titulo de información, y como complementoa estos detalles, diremos: la preferencia manualempieza ya a manifestarse hacia finales del pri-mer ario, haciéndose más pronunciada entre losdieciocho meses y los dos arios. No obstante, esfrecuente que la acción ambilateral o unilateralizquierda se mantenga por estas fechas de ma-nera imprecisa en muchas actividades de la vidadel niño.

Ahora bien, debemos tener en cuenta que losniños, desde los dieciocho meses a los cinco arios,conservan mejor el equilibrio corporal, actúanmás rápida y directamente y asen con mayorprecisión cuando usan la mano derecha quecuando usan la mano izquierda en todos los ca-sos de correcta lateralización derecha, que es laforma más corriente y general. Si este procesose desarrolla a la inversa, es decir, si estas par-ticularidades manuales tienen un marcado ca-rácter de lateralidad izquierda, puede afirmarsecasi con seguridad que pasada esta fase de in-decisión el niño será zurdo.

Asimismo, cabe destacar que la zurdez estámás extendida entre los hombres que entre lasmujeres. Las discrepancias que se observan en-tre los que han investigado sobre el caso son muyequilibradas, lo que parece confirmar el valorreal de esta afirmación.

Así, el tanto por ciento que nos dan algunosde estos autores es como sigue:

Hombres MujeresHombres Mujeres

Porcentaje PorcentajeOgle Meurath

5,74,5

2,83,4

Muller 8,5 7,1Zurdería ocular en los dextros. 14 21 Clark 8 5,9Dextrería ocular en los zurdos. 34 19 Schaefer 5,2 3

Baldwin 6,6 3,8

La preferencia ocular zurda, por regla general,nos pasa desapercibida debido a que sus mani-festaciones no son fácilmente observables a sim-ple vista en la vida de relación del niño. Ello,Indudablemente, facilita la evolución natural deesta anomalía, ya que al no ser sometida a im-posiciones ni violencias, tal como ocurre con lamano, de forma progresiva, el niño va centrandola preferencia imprecisa o circunstancial de losprimeros tiempos. Si en lo referente a la manose actuara con igual prudencia muchas frustra-ciones a que se ve sometido el niño zurdo seríaninnecesarias, ya que la preferencia manual iz-quierda, muy común en los primeros tiempos dela vida, va poco a poco desplazándose hacia lamano derecha a medida que la evolución seconsolida.

Al final de la infancia únicamente quedaránlos zurdos naturales y los patológicos, mientrasque los demás serán totalmente dextros, pues,

Observaciones personales, realizadas sobre ungrupo de 1.458 escolares barceloneses de ambossexos, comprendidos entre los cinco y diez arios,me han dado el siguiente resultado:

Niños observados: 758. Zurdos, 60=(7,9 por 100).Niñas observadas: 700. Zurdas, 26=(3,7 por 100).

LA HERENCIA Y LA ZURDEZ

El factor hereditario, en el problema de lazurdez, es fenómeno no aclarado todavía, a pesarde las numerosas controversias que ha suscitadoentre los investigadores más calificados. Los da-tos que poseemos en la actualidad y que hacensuponer una herencia condicionada, adolecen dela falta de precisión necesaria en toda investi-gación biológica Por tanto, las opiniones que

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han sido divulgadas lo han sido más a título per-sonal que basadas en trabajos de verdadera ca-lidad científica.

No obstante, cabe suponer que la herencia,aunque se desconozca el proceso empleado paraello, debe jugar un papel de capital importanciaen esta transmisión de dominancia.

Y así, por ejemplo, Chamberlain, en sus tra-bajos, nos informa que los datos por él obteni-dos le hacen suponer que la proporción de zurdosnacidos de padres dextros es de un 2.1 por 100,mientras que esta proporción se eleva al 17,3por 100 cuando uno de los progenitores es zurdo.Asimismo, también, menciona el hecho de queen 33 familias, por él estudiadas, cuyos padreseran zurdos los dos, el porcentaje de hijos zurdosnacidos se elevó al 46 por 100.

Esto, como es natural, nos da claros indiciosdel papel que la herencia puede tener en tanImportante cuestión.

Si bien el proceso de transmisión, como anteshemos apuntado, nos es desconocido, existen al-gunas hipótesis que pretenden explicarlo de ma-nera más o menos convincente. Así, por ejemplo,Ramaley, le atribuye un signo de tipo mende-liano recesivo, al igual que Trankell, cuando llegaa la conclusión de que el dextrismo es un carác-ter mendeliano dominante, mientras que la zur-dería es, seguramente, un carácter recesivo (1).

Un recurso, usado por muchos autores paradeterminar la importancia que el factor here-ditario puede ejercer en la determinación de lazurdería, ha sido el estudio del problema de losgemelos.

La mayoría de tratadistas están de acuerdoen que esta predisposición se da con más fre-cuencia entre los gemelos que entre la poblaciónen general. Gesell, Wilson, Jones y Lauterbach,entre otros, admiten esta suposición.

Pero a esta teoría se ha opuesto Zazzo, afir-mando que en muchos casos de gemelos mono-cigotos se han hallado individuos de lateralidaddiferente, lo que parece contradecir, en principio,las teorías hereditarias de la lateralidad.

A tal efecto, Newman ha elaborado una teoría,de por sí ingeniosa, con el intento de explicar ladiferente lateralidad observada en algunos ge-melos monocigotos.

(1) El hecho observado de que todos los descen-dientes de un individuo afectado de determinada ano-malía no contraen también esta disposición se explicapor el sistema recesivo.

En el mecanismo de la herencia hay factores domi-nantes y factores recesivos. Cuando el factor es domi-nante todos los descendientes heredan ineludiblementeesa característica, pero cuando es recesivo, no. Sucedeasi porque ese factor es sojuzgado, ocultado, por el factorantagónico.

Supongamos a un cónyuge que lleva y transmite elfactor (gen) de la predisposición a la zurdez, mientrasel otro cónyuge proporciona a la descendencia el factorcontrario, que impide el desarrollo de esta predisposi-ción. Siempre que una persona herede este factor, nuncapresentará esta predisposición, aunque herede tambiénel otro. Pero cuando falte surgirá la zurdez por fal-tarle el inhibidor natural proporcionado por el factor4s1ominante.

En efecto, según Newman, esta particularidadse origina por una «bipartición simétrica» delhuevo fecundado, es decir, que el huevo se divi-diría en dos partes, derecha e izquierda, cadauna de las cuales regeneraría rápidamente laotra. El embrión nacido de la parte derecha seríadextro y se «fabricaría» una parte izquierda. Elembrión nacido de la parte izquierda sería zurdoy se «fabricaría» una parte derecha. Newmancompleta su teoría admitiendo que en un estadoprecoz las dos mitades del huevo son «equiva-lentes». Si la división del huevo sobrevive a esteestadio, la lateralización será la misma para losdos miembros de la pareja monocigota. Por elcontrario, si la gemelización se produce en unestado larvario, la pareja resultante tendría mu-chas posibilidades de presentar una disposiciónespecial.

Pero para sostener esta teoría es necesario queel porcentaje de zurdos sea mas elevado entrelos gemelos monocigotos que entre los gemelosheterocigotos o no gemelos, particularidad que,según Newman, ocurre en efecto.

No obstante, Rife discrepa de esta teoría, afir-mando que la zurdez es un fenómeno que se dade manera equilibrada entre los gemelos mono-cigotos y los heterocigotos. Si en apariencia apa-recen porcentajes mas elevados en unos que enotros, ello es debido a la posición del feto en elútero: según como se presente puede provocarserios inconvenientes funcionales para uno delos gemelos.

Pero para Hecaen esta explicación no es sufi-ciente para argumentar tal suposición, ya que,de ser así, opina, esta posición en el útero debe-ría afectar a todos los gemelos de la mismamanera, lo cual, al parecer, no es así.

Ante tal objeción, Rife completa su teoría ha-ciendo intervenir los factores genéticos: Si ladeterminación genética de la lateralidad es muyacusada, la posición de los fetos en el útero notendrá ninguna importancia, por lo que los ge-melos adoptarán la lateralidad de acuerdo con elgenotipo de donde proceden, es decir, una latera-lización idéntica si se trata de gemelos monoci-gotos. Si la determinación de la lateralidad esdébil, próxima al ambidextrismo, la posición es-pecial en que se hallen los fetos en el útero serásuficiente para orientar la lateralización hacia lazurdería en uno, mientras el otro la orienta ha-cia el dextrismo.

La posición del feto en el útero puede, desdeluego, tener alguna relación específica en la de-terminación de la lateralidad, en casos determi-nados. Conozco a una comadrona experimentadaque, sin técnicas ni conocimientos especiales, ba-sándose únicamente en su larga experiencia pro-fesional, y de acuerdo con la posición del feto enel útero, ha profetizado varios casos de futurazurdez, diagnóstico que se ha confirmado, poste-riormente, en casi todos los casos.

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DETERMINACION DE LA LATERALIDAD

El problema de la lateralidad es muy impor-tante desde el punto de vista funcional, pues desu perfecto conocimiento dependen, en gran par-te, las orientaciones positivas necesarias para elcorrecto encauzamiento de la zurdez.

Es un hecho cierto que las oscilaciones de lalateralidad son muy variables en los diferentesindividuos. Esta es la causa por la que la preva-lencia manual va modificándose, poco a poco, conla edad. Es decir, a medida que la función propiade cada hemisferio cerebral se va especializandoy consolidando el niño se va afirmando en unadeterminada lateralidad.

Por tal motivo, los zurdos transitorios van su-perando estas deficiencias iniciales mientras, conel tiempo, van manifestando una mayor actividadhacia la mano derecha hasta su total afirmación.

No obstante, esta especialización no siemprepuede lograrse de manera natural. Existe grandiferencia entre lo que podemos llamar zurderíaverdadera y zurdería patológica. La zurdería ver-dadera, como hemos dicho en otro lugar, obede-ce a circunstancias hereditarias o a otras causasinnatas imposibles de superar, a no ser que elsujeto se vea contrariado en sus manifestaciones,lo que siempre será en menoscabo de su des-arrollo, tanto funcional como psíquico y volitivo.

La zurdería patológica se debe, principalmente,a lesiones localizadas, normalmente, en el hemis-ferio izquierdo, sobrevenidas en la infancia y que,muchas veces, no sólo son las responsables direc-tas de un déficit intelectual, sino que tambiénson las causantes de los trastornos, más o me-nos importantes que se observan en el uso dela mano derecha.

El tratamiento oportuno y las circunstanciasexternas pueden reducir tales tendencias y faci-litar una gradual evolución hacia la correctautilización de la mano derecha. Pero debe te-nerse muy en cuenta que la imposición y la vio-lencia, como método de rehabilitación, será tanperniciosa como cuando la usemos para corregira los zurdos verdaderos.

Ahora bien, hay que subrayar que, con fre-cuencia, se encuentran sujetos atacados por al-guna lesión cerebral que, a pesar de su enfer-medad, conservan su preferencia manual dere-cha, por lo que hay que estar atentos paradescubrir, a su debido tiempo, esta sintomatologiaa fin de poder emplear la terapéutica adecuada.

Por tanto, es esencial poder partir de una base,lo más segura posible, para determinar, en cadacaso, la existencia y el valor real de la lesión yaque, como hemos apuntado, muchas veces éstase nos aparece totalmente velada. En particular,cuando la actividad de la mano del enfermo nose ve afectada es posible que caigamos en unatotal desorientación. En tal caso, el niño sólodará muestras, más o menos intensas, de una tor-peza mental, imposible de precisar en una edaden que las iniciativas y los reflejos mentales son

difíciles de valorar adecuadamente por los quecon él conviven.

Para ello, y con el fin de poder determinar laverdadera lateralidad, ya sea homogénea (mano-ojo-pie), parcial, o simplemente una lesión cere-bral, se han ideado una serie de tests, metodiza-dos según la finalidad a que van dirigidos. Mu-chos son los tests ideados, pero los más comun-mente empleados son los de Roudinesco y Thyss,el de Subirana, el de Clark, el de Rey y el deZazzo.

Pero si bien estos tests pueden darnos unaidea muy aproximada de la lateralización en ge-neral, cuando se trata de una lesión cerebral di-fusa o defectuosamente localizada, no siemprepueden suministrarnos una respuesta satisfac-toria.

Para salvar este inconveniente se han ideadoalgunas pruebas de orden clínico, cuyos resulta-dos, al parecer, empiezan a ser totalmente satis-factorios.

Una de ellas ha sido propuesta por Gernacek.Consiste en una especie de test basado en la cons-tatación electromiográfica de la irradiación mo-triz en el músculo simétrico, cuando toda con-tracción voluntaria viene condicionada por unmúsculo de otro lado del cuerpo. Mediante unaserie de pruebas a base de flexión, extensión, etc.,en cada una de las manos, en cada uno de losdedos, en cada una de las piernas, etc., se someteal paciente a una serie de ejercicios encaminadosa obtener una respuesta apropiada. Con tal pro-cedimiento es fácil precisar cuál es el lado do-minante por el número de frecuencias que seregistran. En los ambidextros las frecuencias soniguales en cada lado del cuerpo.

Otro método, de reciente difusión, ha sidoideado por Waada. Se trata de un método clínicomuy curioso y del que se espera obtener grandesresultados.

En efecto, Waada ha propuesto inyectar amitalsódico a la arteria carótida interna (1) del indi-viduo. Según que la inyección sea aplicada allado dominante o no, los efectos son muy dife-rentes. Si la inyección ha sido aplicada en ellado de donde proviene la dominancia, el sujeto,al serle ordenado que cuente en voz alta, ße de-tiene unos instantes, para continuar luego enmedio de grandes errores. Al propio tiempo nole es posible nombrar los objetos que se lespresentan, dando todos los síntomas de una ver-dadera parafasia o alteración del habla. Por elcontrario, si la inyección ha sido aplicada en ellado no dominante, el sujeto, después de uncorto intervalo, empieza a contar correctamente,pudiendo asimismo hablar, leer, etc., de maneranormal.

(1) Las carótidas son cada una de las venas que poruno y otro lado del cuello llevan la sangre al cerebro.Cada una de estas arterias está formada por un troncoinicial único (carótida primitiva), el cual a nivel delborde superior del cartílago tiroides de la laringe sedivide en dos ramas : la carótida externa, que irriga desangre la cara y la cabeza, y la carótida interna, queirriga de sangre al cerebro.

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DOMINANCIA CEREBRAL

El problema de la especialización de cada unode los hemisferios cerebrales nace de los estu-dios realizados sobre la afasia.

En principio, y durante mucho tiempo, se partióde la hipótesis de que todos los desórdenes men-tales, tanto sensoriales como motrices, observa-bles en individuos que presentaban signos de la-teralización defectuosa, tenían como causa laslesiones cerebrales que, teóricamente, se locali-zaban en el hemisferio cerebral izquierdo.

Por tal motivo, era corriente y general atribuirtodos los síntomas que se registraban en los másvariados casos a esta zona cerebral, en menos-cabo de las lesiones que podían desarrollarse enel hemisferio derecho y que podían influir —in-fluyen— en el proceso de muchas anomalías ce-rebrales.

Ulteriores investigaciones demostraron queaquella suposición era sólo válida en parte. Con-cretamente, sólo podía tomarse en consideraciónen el caso de la afasia, y en algunas apraxiasdeterminadas. Por el contrario, cuando el indi-viduo se ve afectado por ciertas apraxias, y porlas agnosias en general, tal dominancia lateralizquierda no es absoluta, ni mucho menos, pu-diéndose admitir, por tanto, una dominancia va-riable, según la función a examinar. Este des-cubrimiento, por consiguiente, autoriza a atribuirfunciones particulares a cada hemisferio.

En la actualidad prevalece el criterio de que, •

en los desórdenes funcionales, tanto los obser-vados en las manifestaciones de la actividad mo-triz, como los observados en la actividad sen-sorial pueden depender de lesiones localizadas enuno u otro hemisferio, aunque la lateralizaciónhacia la izquierda es la más frecuente.

Es, quizá, debido a ello que Nielsen nos hablade un hemisferio mayor y de un hemisferio me-nor para una función determinada, queriendoIndicar una simple diferencia cuantitativa de po-tencial funcional de las zonas simétricas.

Por tanto, es de gran importancia que al pro-ponernos mitigar los efectos de ciertas anomalías,tales como los desórdenes del lenguaje (afasia),los desórdenes del gesto (apraxia) o los desórde-nes de la percepción (agnosia) (1), tener en

(1) Afasia.—Se denomina así cualquier trastorno dela palabra causada por la alteración de los centros psí-quicos del cerebro que presiden la compleja función dellenguaje hablado. La más importante de las afasias es lallamada de Broca. Esta afasia es conocida también porafemla. El cerebro del paciente no es capaz de evocar,de recordar la «imagen motora» de la palabra, o sea, queha olvidado los movimientos que tienen que efectuar losmúsculos laríngeos, linguales y labiales (que no estánparalizados) para que la palabra sea articulada, esdecir, pronunciada.

Apraxia.—Pérdida —producida por causas que afectanal sistema nervioso central— de la capacidad normal deejecutar correctamente los movimientos dirigidos a unfin determinado, a pesar de que la movilidad de losmúsculos que tales movimientos exija se mantenga ín-tegra.

En la apraxia ideatoria o ideomotriz resulta imposiblela ejecución correcta de los movimientos que se inten-

cuenta el fondo estructural de donde proceden,pues tal como afirman Hécaen y Ajuriaguerra,las observaciones anatómicoclinicas reunidas has-ta la fecha parecen ser lo suficientemente im-portantes para admitir una sintomatología propiade cada hemisferio, sin menoscabo de sus fun-ciones particulares.

A la vista de esta nueva concepción, en la lo-calización de las lesiones cerebrales específicas.el problema de una profilaxis adecuada hallaamplio campo de intervención efectiva al tratarde resolver situaciones que hasta ahora parecíaninsolubles.

Principalmente, en el terreno de la apraxia, enel que, hasta poco, se venía siguiendo el criteriosustentado por Liepman en el sentido de queesta anomalía se hallaba localizada en el lóbuloparietal inferior izquierdo. Tal criterio ha sidorectificado gracias a los estudios de Kleis. Susinvestigaciones le han llevado a la conclusión deque en el hemisferio derecho existen sectores queen determinadas circunstancias pueden provocaruna apraxia.

Posteriormente, esta afirmación ha sido am-pliada por Foix al puntualizar que, con frecuen-cia, una apraxia se puede localizar en el hemis-ferio derecho, «admitiendo, no obstante, que unalesión unilateral puede provocar una apraxia bi-lateral».

Por tanto, a la vista de estas modernas con-cepciones, sobre el terreno de la dominancia ce-rebral, podemos elaborar el siguiente cuadro dediagnóstico:

1.° La afasia, en todas sus manifestaciones,tiene su origen en el hemisferio cerebral iz-quierdo.

2.° La apraxia ideomotriz y la ideativa depen-den íntegramente de lesiones izquierdas o bila-terales.

3.° La apraxia constructiva se localiza en le-siones izquierdas y derechas, pero, con frecuencia,es de origen derecho.

4.° La apraxia de la habilidad tiene su ori-gen en una lesión localizada en el hemisferioderecho.

5.° La agnosia para los objetos está localizadaen el hemisferio izquierdo. Lo mismo ocurre conla agnosia de los colores.

6.° La agnosia espacial se halla siempre loca-lizada en el hemisferio cerebral derecho.

7.° La agnosia fisionómica se puede localizarsiempre en el hemisferio cerebral derecho.

tan, porque falta la sucesión lógica de las representacio-nes psíquicas necesarias de la imagen motora.

Agnosia.—Es la pérdida de la capacidad de reconocer.Las agnosias principales son : la auditiva, la visual y latáctil. Se tiene agnosia auditiva y visual cuando de unapalabra oída y leída el cerebro es incapaz de reconocerel significado. (La agnosla auditiva es la sordera verbaly la agnosia visual es la ceguera verbal.)

La agnosia táctil es la pérdida de la capacidad de re-conocer, con los ojos cerrados, un objeto al tacto.

Estas agnosias son debidas a lesiones de los centroscerebrales especiales donde tienen su sede los fenómenosde reconocimiento.

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Resumiendo: Se puede afirmar que las lesio-nes localizadas en el hemisferio izquierdo ponende relieve deficiencias más acusadas en las abs-tracciones verbales, mientras que en las lesioneslocalizadas en el hemisferio derecho sobresalenlas deficiencias de orden espacial.

ZURDEZ Y EDUCACION

En el complicado mecanismo de las funcionesmentales, tanto en el plano motriz, como en elplano sensitivo, hay que tener en cuenta la par-ticular misión que a cada uno de los hemisferiosle ha sido asignada.

Cuando la estructura cerebral se halla confor-mada en orden a lo que podríamos calificar denormal, las dificultades evolutivas son poco me-nos que inexistentes. Ahora bien, cuando la es-tructura cerebral se halla conformada por unaparticular configuración, ya sea innata, ya seaadquirida —y que ambas pueden afectar en lamisma medida a la actividad funcional—, debe-mos actuar con la máxima prudencia si no que-remos provocar en el niño una serie de frustra-ciones de orden psicológico que indudablementeafectarán, en mayor o menor cuantía, a su evo-lución, dificultando su desarrollo armónico.

En el caso concreto de la zurdería manual,cuando es contrariada, las consecuencias puedenser irreparables en la mayoría de los casos. Esdecir, el zurdo, objeto de tales imposiciones, pue-de sufrir un profundo impacto emotivo-funcionalcapaz de desencadenar un peligroso hándicap,de acuerdo con la intensidad de la imposicióny según la predisposición natural a esta pref e-rencia.

Como los síntomas principales de la zurdez seponen de manifiesto, de manera espectacular, enel uso de la mano, por regla general, todos losesfuerzos se centran en querer corregir esta«anomalía», sin pensar que tal inhibición puedeser la chispa que desencadene las más peligrosasreacciones mentales.

De entre las principales anomalías afectivas ymotrices a que puede dar lugar, citaremos lossiguientes: Los desórdenes de lenguaje —la tar-tamudez, en particular—, desórdenes de la visión—algunas modalidades de estrabismo—, la tor-peza mental, la torpeza manual, ciertos tics ner-vioso, alteraciones del carácter, inhibición de lapersonalidad, y, en general, desórdenes ideo-motrices en la mayoría de las actividades quedebe realizar el individuo.

En el acto del lenguaje es en donde con ma-yor precisión pueden ser observadas estas ano-malías provocadas por una educación equivocada,capaz de desencadenar verdaderas afasias yauténticas apraxias.

La imposición a determinada mano de las f un-ciones que naturalmente corresponden a la otra—y que en apariencia parece tener poca impor-

tancia—, en el plano profundo de la vida inte-lectiva, provoca, nada menos, que el cambio detoda la estructura mental del individuo.

En efecto, la inhibición manual provoca auto-máticamente la inhibición de uno de los hemis-ferios cerebrales (al que lógicamente se dirigenlos impulsos), mientras se imponen al otro he-misferio unas funciones para las que normal-mente no se halla conformado.

Según Orto, no se puede considerar este fenó-meno de la alteración de las funciones hemis-féricas como una simple inversión en la domi-nancia cerebral, sino como una verdadera rivali-dad hemisférica.

Cuando la dominancia está bien precisada, lasimpresiones recibidas por el hemisferio no domi-nante son eliminadas, pero cuando esta domi-nancia no está bien establecida el individuo tienetendencia a invertir el orden de los elementos.Las impresiones sensoriales son registradas a lavez por los dos hemisferios, pero de manera si-métrica y con orientaciones opuestas.

Esta desorientación mental explica perfecta-mente los desórdenes del lenguaje, la torpezamental y las inhibiciones de la personalidad.

La confusión con que algunos escolares se en-cuentran en la lectura y escritura obedecen adesórdenes de esta naturaleza, iniciados en losprimeros arios de su vida, cuando se intenta co-rregir actitudes manuales que los padres consi-deran nocivas e incorrectas.

Por tanto, se impone una comprensión totalpara el niño zurdo en todos los campos de suactividad; en particular, entre los padres y edu-cadores, principales forjadores de la personalidady de la formación integral del niño.

Es natural que, en los .primeros arios de suexistencia, el niño zurdo se vea enfrentado conuna serie de dificultdes que le cohiben constan-temente. Los primeros inconvenientes se inicianen el hogar para ser luego continuados y amplia-dos en el transcurso de su vida escolar y familiar,si la suerte no le depara unos padres y unos edu-cadores lo suficientemente capacitados sobre laterapéutica que debe serle aplicada en su casoparticular.

Es indudable que, en la escuela, el niño zurdoplantea algunos problemas, fácilmente superablesen una atmósfera de comprensión. Particular-mente, en el aprendizaje de la escritura es endonde halla sus mayores dificultades. Como nues-tra escritura ha sido pensada para los dextros,es lógico y natural que, para imponerse en estatécnica, debe someterse a una serie de minucio-sos acoplamientos.

Psicológicamente, ningún zurdo escribe comolo hace un dextro. Para llegar al mismo resul-tado debe idear una serie de movimientos queal dextro le salen espontáneamente. Principal-mente en el acto mecánico de escribir, se hallaen la dificultad de que debe de empujar lapluma en lugar de tirar de ella, como hacen losdextros. No obstante, esta dificultad inicial es

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muy relativa, pues he visto a gran número dezurdos ingeniarse de manera muy expeditiva losmovimientos apropiados para vencer esta difi-cultad. En cambio, y contra lo que puede supo-nerse, en el dibujo libre, los zurdos son tanhábiles como los dextros.

Pero, sea como sea, pasada una fase en la quelos borrones, las chapucerías y los trazos im pre-cisos dominan la escena, la escritura de los zur-dos en nada se diferencia de la de los dextros,y de tal manera que nadie podría adivinar estaparticularidad de no serle advertida.

Por otro lado, con reiterada frecuencia, se hasugerido que ya que el hombre en sus inicios fueambidextro, sería una buena norma educativaintentar el retorno a esta primitiva facultad. Alpropio tiempo se ensalzan las ventajas de estadoble condición manual.

Con ello, se arguye, ganaríamos en efectividadal repartir nuestras funciones de manera equili-brada entre las dos manos, tal como hace, porejemplo, una buena mecanógrafa.

Esta idea está lejos de la verdadera realidad, aligual que de las auténticas posibilidades huma-nas, tanto en el orden afectivo, como en el psi-cológico y biológico.

En primer lugar, porque este pretendido ambi-dextrismo no pasa de ser una ingeniosa utopía,y luego, porque se ha comprobado científicamen-te que en el niño, así como en los adultos, eluso de una sola mano —la derecha o la izquier-da, según los casos— reporta una mayor seguri-dad afectiva, así como una mayor firmeza en laactitud y en las realizaciones manuales, muy su-periores al uso indistinto de las dos manos oempleando las dos a la vez.

Por tanto, podemos afirmar que las actividadesde orden mecánico o automatizadas no son váli-das para pretender o sugerir una educación deorden ambidextral.

Una mecanógrafa, un pianista, un violinista,un obrero especializado, etc., que utilice su manoizquierda con precisión no puede tomarse comoargumento sólido para pretender tal objetivo.

La mayor parte de las actividades a que aque-llos se entregan se desarrollan de manera ruti-naria y casi inconsciente, por ser impuesta abase de un aprendizaje limitado que se concentraúnicamente en aquella actividad. Tal habilidaddesaparece automáticamente tan pronto cesaaquella actividad circunstancial.

La mecanógrafa que copia o escribe al dictado,el obrero especializado que maneja un instru-mento determinado, etc., dejan de obrar en talsentido desde el mismo momento que cesa suocupación profesional. Esta misma mecanógrafaal teclear espontáneamente su máquina, al que-rerse asegurar del buen funcionamiento de lamisma, así como el pianista en el momento deimprovisar una escala, etc., siempre lo harán conla mano que les sea más afín (la derecha o laizquierda, según sea dextro o zurdo).

Por consiguiente, esta espontaneidad que semanifiesta de manera tan general, demuestra alas claras que cualquier presión que voluntariau obligatoriamente es necesario imponer en esteparticular aspecto, sólo crea un hábito manualde orden mecánico, pero de ninguna manera im-pregna la estructura biológica que regula el con-tenido y la expresión de la mentalidad humanacuando ésta se halla conformada dentro de unadeterminada ley de constitución.