Devocional-un Nuevo Liderazgo

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Devocional – Un Nuevo Liderazgo Pasaje clave: Deuteronomio 31. Dios levanta a los líderes. Nadie puede tener la soberbia o el orgullo de autoproclamarse líder de algo. ¿Deseas llegar a ser líder de algo? OK. Quédate tranquilo, conságrate a Dios, prepárate, aprende de otros líderes y espera a que Él te levante si se le da la gana hacerlo. Así de simple. Cuando Dios levanta a alguien en el liderazgo, los otros líderes lo reconocen (y no solo los de la propia iglesia o denominación). Pero además la iglesia misma reconoce y valora ese liderazgo (aunque siempre habrá hermanos carnales e inmaduros que critiquen, hablen mal o rechacen a ese líder, pero son los menos y no la mayoría). Y además los frutos espirituales de su liderazgo serán vistos por todos. No te hagas propaganda a ti mismo. Ni vayas por ahí diciendo: “Soy líder. Soy líder. Reconózcanme, obedézcanme”. No somos un partido político, somos el Cuerpo de Cristo. No caigas en el pecado de invitar gente a tu casa para hablar mal de otros líderes y tratar de convencerlos de que tú deberías ocupar ese puesto o estar en ese lugar de liderazgo. “Crecer” tú desprestigiando a otros. Esa sería una actitud muy sucia. No pidas oración para que Dios te levante en determinado puesto de liderazgo. Esto revela que las intenciones de tu corazón no son santas. Haz como hizo Josué. Estuvo al lado de un líder escogido por Dios, aprendiendo de él. De sus actitudes, de sus reacciones, de sus palabras. De sus éxitos y fracasos.

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Devocional – Un Nuevo Liderazgo

 

Pasaje clave: Deuteronomio 31.

 

Dios levanta a los líderes. Nadie puede tener la soberbia o el orgullo de autoproclamarse líder de algo.

¿Deseas llegar a ser líder de algo? OK. Quédate tranquilo, conságrate a Dios, prepárate, aprende de otros líderes y espera a que Él te levante si se le da la gana hacerlo. Así de simple.

Cuando Dios levanta a alguien en el liderazgo, los otros líderes lo reconocen (y no solo los de la propia iglesia o denominación). Pero además la iglesia misma reconoce y valora ese liderazgo (aunque siempre habrá hermanos carnales e inmaduros que critiquen, hablen mal o rechacen a ese líder, pero son los menos y no la mayoría).  Y además los frutos espirituales de su liderazgo serán vistos por todos.

No te hagas propaganda a ti mismo. Ni vayas por ahí diciendo: “Soy líder. Soy líder. Reconózcanme, obedézcanme”. No somos un partido político, somos el Cuerpo de Cristo.

No caigas en el pecado de invitar gente a tu casa para hablar mal de otros líderes y tratar de convencerlos de que tú deberías ocupar ese puesto o estar en ese lugar de liderazgo. “Crecer” tú desprestigiando a otros. Esa sería una actitud muy sucia.

No pidas oración para que Dios te levante en determinado puesto de liderazgo. Esto revela que las intenciones de tu corazón no son santas.

Haz como hizo Josué. Estuvo al lado de un líder escogido por Dios, aprendiendo de él. De sus actitudes, de sus reacciones, de sus palabras. De sus éxitos y fracasos.

Haz como hizo Josué. No sólo estaba al lado de un líder escogido sino también al lado de Dios, en comunión con Él. Consagrado y comprometido.

Haz como hizo Josué. Se sujetó siempre y esperó el tiempo de Dios y cuando Dios quiso, él fue levantado como líder.

No escuches, no te enredes, “no te enamores” de aquellos que, queriendo ser lideres o siéndolo, nunca se sujetan, nunca se comprometen, nunca participan, nunca se consagran totalmente a Dios y, además, hablan mal de otros liderazgos. Te van a liderar muy mal y el único perjudicado serás tú.

Extracto del libro: “Desafíos Para Jóvenes y Adolescentes: Números/Deuteronomio”