Desobediencia civil y otros escritos henry d. thoreau

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Figura singular y enemiga deconvenciones, el estadounidenseHenry D. Thoreau (1817-1862)desarrolló una obra fértil yheterogénea impregnada de unindividualismo y de una integridadradicales. Si su obra más conocida,«Walden», fue el resultado de suvoluntad de experimentar la libertady la vida autosuficiente en lanaturaleza, en sus «Diarios»,ensayos y conferencias fueconsignando su propia construccióncomo persona. Su ideología fueheterodoxa, radical, casi libertaria,

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antiimperialista y antiesclavista, y suinfluencia en los movimientoscontemporáneos de desobedienciacivil, desde Gandhi a nuestros días,ha sido enorme. De su discurso, tanfirme como revolucionario, y que porotro lado, lejos de haber perdidoactualidad, se revela hoy más quenunca como un referente para unasociedad asustada y secuestradapor poderes tan difusos comosospechosos, son excelentemuestra los cuatro ensayos reunidosen este volumen —«Una vida sinprincipios», «Desobediencia civil»,«La esclavitud en Massachusetts» y

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«Apología del capitán JohnBrown»— que la introducción deJuan José Coy ayuda a situar en elcontexto oportuno.

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Henry D. Thoreau

Desobedienciacivil y otros

escritos

ePub r1.0

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Daruma 08.12.13

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Título original: Life without principle,Civil Disobedience, Slavery inMassachusetts, A Plea for Captain JohnBrownHenry D. Thoreau, 1863, 1849, 1854,1859Traducción: M.ª Eugenia DíazIntroducción y notas: Juan José CoyDiseño de portada: Daruma

Editor digital: DarumaePub base r1.0

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Introducción

Henry Thoreau nació en el pueblecillode Concord, en el Estado deMassachusetts, el 12 de julio de 1817.Su infancia y adolescencia transcurrenen el mismo marco, el de su pueblonatal, en el que habría de discurrir hastael final de sus días su vida entera. Elpropio Henry Thoreau resumía conhumor su «experiencia viajera» diciendosencillamente: «He viajado mucho enConcord».

En 1833, a los dieciséis años,

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ingresa en Harvard. Y allí se graduó, sinpena ni gloria, cuatro años más tarde.De su estancia en Harvard dejaconstancia en sus Diarios, comenzadosjustamente a su salida de la doctainstitución. Lo mejor que Harvard tuvoque ofrecerle fue su biblioteca, y enverdad que hizo buen uso de ella. Luego,ya graduado, siguió visitando estabiblioteca, y contra todas las normasentonces establecidas, y después de unapequeña batalla burocrático-administrativa por conseguirlo, obtuvoel permiso oficial para poder seguirsacando libros. Por cierto que sudesapego por su alma mater —como

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algunos dicen— fue tal que hasta senegó a pagar un dólar por el diplomaoficial que le acreditaba como tal.«Bástale a cada oveja su propia piel»,consignó en su Diario al comentar estepequeño desprecio por un cartón medioridículo al que ni él mismo le concedíaapenas importancia alguna.

Para cuando Thoreau se graduó enHarvard, ya se había trasladado a vivira Concord la familia Emerson. Laamistad de Ralph Waldo Emerson yHenry Thoreau constituye uno de loshitos más significativos en la vida deambos. En un comienzo, Thoreauencuentra en Emerson a un mentor y guía

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comprensivo, un poco paternal, peropara el joven Henry, catorce años másjoven que «el maestro», aquello tuvoimportancia.

En este contexto hay que tener encuenta un dato significativo. En laceremonia de graduación en Harvard, dela que se conservan «programas demano», nos encontramos, en cuartolugar, con la intervención al alimón deCharles Wyatt Rice, de Brookfield; deHenry Vose, de Dorchester, y de HenryThoreau, de Concord. El título de laconferencia compartida fue el de «Elespíritu comercial de los tiemposmodernos, desde la perspectiva de su

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influencia en el carácter político, moraly literario de una nación». Los tresconceptos enunciados los desarrollaron,por ese orden, los tres personajesmencionados. Los espectadores yoyentes se debieron quedar algoestupefactos cuando Henry Thoreau, alhacer uso de la palabra, propugnó sinambages el axioma de que todos susconciudadanos deberían, por lo pronto,invertir el precepto divino, «trabajandotan sólo un día a la semana ydescansando los otros seis».

En este sentido, al graduarse einiciar su vida «activa», Henry Thoreause inclina más bien por la «pasiva».

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Ante su falta de interés en los«negocios» y el «espíritu emprendedor»,esperables de todo joven de pro, dadaslas circunstancias, Ralph WaldoEmerson le ofrece a Thoreau un arreglode más o menos mecenazgo: a cambio deocuparse de su casa, de pequeñaschapuzas en el jardín y el mantenimientode los desperfectos, tendría allívivienda y manutención. Henry Thoreauaceptó encantado la oferta, no sólo porvenir de su admirado Emerson, sinoporque, con semejante trato, el joven yávido lector tenía acceso a la bibliotecadel propio Emerson, una de las másextensas en aquellos momentos en los

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Estados Unidos. Allí vivió durante dosaños, a partir de 1841.

Y el día 4 de julio de 1845,memorable fecha ya en los analesoficiales de la Historia oficialnorteamericana, Henry Thoreau serecluye en una cabaña, construida por élmismo desde la primavera anterior, enWalden Pond. En un extremo alejado deuna propiedad, también de Emerson,Thoreau inicia una experiencia de vidarelativamente solitaria; y se dice que«relativamente» porque también paraThoreau, como para ese entrañablepersonaje camusiano de «Jonás o elartista en el trabajo», «solitario» es

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sinónimo de «solidario». Allípermanecerá Thoreau, ojo avizorsiempre, durante dos años, dos meses ydos días, y concluye con su experimentocuando cree haber conseguido losobjetivos que se había autopropuesto aliniciar esta especie de aventura,proyectada al interior, que intenta desdeel comienzo.

Al salir de Harvard, Thoreau habíacomenzado la redacción de su Diario. Yen esta época lo continúa, al mismotiempo que redacta las dos únicas obrasque habría de ver publicadas en vida:Una semana en los ríos Concord yMerrimack, consecuencia de una

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excursión con su hermano John en 1839;y el clásico Walden o la vida en losbosques, publicada en 1854 tras unlaborioso proceso de redacción ycorrecciones sucesivas. Hasta sieteborradores de Walden van siendoelaborados sucesivamente antes de quela obra final vea la luz.

Desde luego, la obra más importantede Thoreau son sus Diarios, publicadosen 1906 en dieciséis volúmenes. De ahíprocede todo lo demás: sus reflexiones,sus ensayos, sus obras más extensas, susconferencias, su observación de lanaturaleza, sus pensamientos máspersonales y sus juegos de palabras.

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Desde el otoño de 1837, reciéngraduado en Harvard, hasta muy pocassemanas antes de su muerte, Thoreau ahíconsigna, día a día, el germen de laconstrucción de sí mismo y de laconstrucción, en consecuencia, de todasu obra literaria.

La ideología política de Thoreauqueda perfectamente al descubierto entodas sus obras, en general, y en loscuatro ensayos ahora agrupados en estevolumen en particular. Su talanteradical-liberal —por etiquetarlo dealguna manera, un hombre que comoThoreau resulta inclasificable eirreductible a fórmulas simplistas o

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etiquetas empobrecedoras—, su talantelibertario y a un tiempo solidario,resulta de una extraordinaria actualidad.Antiimperialista, en el apogeo delimperialismo norteamericano de laprimera mitad del siglo XIX; defensordel derecho a pensar por uno mismo,como defensa irreductible ante laavalancha de oportunismo político ycompromisos ideológicos; ecologistaconvencido, en contacto con lanaturaleza, cien años antes de los«verdes»; defensor acérrimo de lasminorías indias, en proceso deexterminio; antiesclavista convicto yconfeso, en plena efervescencia racial

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que había de culminar muy poco antesde su muerte en el estallido de la guerracivil; defensor del derecho a la pereza,o reivindicador de aspectos creativosdel ocio con dignidad, mucho antes de laformulación de Paul Lafargue. Y todoesto hasta límites de un radicalismo quelejos de disminuir con los años, se fueagudizando conforme éstos pasaban.Defensor ardiente y convencido decausas perdidas. No por perdidas menosjustas.

Poniendo al descubierto estasterribles y sangrantes contradiccionesdel sistema, Thoreau lleva a caboefectivamente un acto revolucionario

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constante. En 1908 iba a estrenarse enNueva York una obrilla de teatro sinapenas sustancia literaria, pero que tuvola fortuna de acuñar, con su título, unade las hermosas teorías del AmericanDream siempre desmentidas por larealidad: el mito del Melting Pot, elcrisol en el que se funden, como decíaCrève-coeur ya en el siglo XVIII, lasoleadas sucesivas de inmigrantes quellegan a América en busca del paraísoya en Europa perdido. Hasta tomarconsistencia progresivamente, con elpaso de los años, la denominada anglo-conformity: los que se adaptan, los quepierden sus propias señas de identidad

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nacionales y raciales o culturales olingüísticas: negros, judíos, italianos,irlandeses, balcánicos, griegos, hispanoslatinoamericanos de toda procedencia…Todos estos «marginales» deberán«reconvertirse» y dejarse asimilar, encierto sentido «blanquearse» yconformarse a los denominados yankeesde viejo cuño —old-times Yankees—que dictan la norma de lo que es o no es«americano». El lema fundacional,recogido posteriormente por lasmonedas de centavo —e pluribus,unum—, encierra unos riesgos deuniformismo, por las buenas o por lasmalas, que Thoreau supo muy bien

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entrever. Y resulta significativo que lostres personajes más admirados porHenry Thoreau a lo largo de su vidafueran, precisamente, un poeta marginaly maldito como Whitman; un guía indioque le acompañó en su excursión porMaine en 1857, Joe Polis, y el personajemedio héroe medio bandolero —perosiempre mito—, antiesclavista porexcelencia, el capitán John Brown.

En consecuencia, otra de lascaracterísticas sobresalientes de HenryThoreau, a lo largo de su vida y de suobra, es el rechazo de lo establecido ysus actitudes de resistencia no violentapero contumaz en busca de su propia

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libertad de pensamiento, palabra y obra.Esto exige un renunciamiento constante,es cierto. El resumen de esta actitud delibertad y de pobreza, de escasasnecesidades a las que atender, deauténtica ascesis liberadora, loencontramos en la frase que consigna enla página 162 del tomo cuarto de suDiario y que más tarde reproduce, talcual, en uno de sus ensayos: «Deacuerdo con mi experiencia, nada seopone tanto a la poesía como losnegocios, ni siquiera el crimen».

Max Lerner, en un breve peroatinadísimo comentario, con respecto alsignificado de Thoreau, lo ha sabido

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comprender con clarividencia:«Rechazó el sistema de las fábricasporque significaba la explotación de losdemás; rechazó igualmente el culto aléxito y el credo puritano del trabajoconstante porque ello significaba laexplotación de uno mismo». Y por elloThoreau prescribe la siguiente cura a lasamenazas del industrialismo enexpansión de su época: «La renunciatotal a lo tradicional, lo convencional, losocialmente aceptable; el rechazo de loscaminos o normas de conducta yatrillados, y la inmersión total en lanaturaleza». Como no puede extrañar,esta segunda opinión procede de Lewis

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a propósito de su tipología sobre elAdán americano.

Teniendo en cuenta estosantecedentes, ¿cómo extrañarnos de loscuatro ensayos seleccionados en estevolumen? El primero de ellos constituyeuna especie de «declaración deprincipios». Los otros tres, coyunturales,expresan el pensamiento de Thoreau enuna gradación progresiva que WalterHarding ha sabido poner de manifiesto:

Existe incuestionablemente unaprogresión perfectamente definida enlas tres principales declaraciones deThoreau con respecto al asuntoantiesclavista, desde Desobediencia

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civil hasta la Apología del capitánJohn Brown , pasando por la Esclavituden Massachusetts. Se trata de unaprogresión de resistencia al Estadocomo institución. En primer lugar,tenemos la resistencia «civil» o«moderada» rehusando pagar impuestos.En segundo lugar, en la Esclavitud enMassachusetts nos encontramos con laarenga o la exhortación a violar una leyespecífica y concreta. La tercerainstancia de este proceso aconseja larebeldía abierta no ante una leyespecífica, sino contra el Estado comotal.

Lo cierto es que los tres últimosensayos no constituyen sino unamanifestación concreta, lógica y

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escalonada, como consecuencia de unaserie de «principios» o actitudes éticasincuestionables que aparecen comomeollo de la cuestión en el primero delos cuatro ensayos, y que por eso aquí seconsidera como clave o piedra angular.Éste es el orden lógico adoptado en laselección, y en la ordenación, de lo queconstituye este volumen.

Una vida sin principios

Desde los primeros años de la décadade 1850, en el Diario hay ya fragmentosde este texto. Los sucesivos títulos queThoreau le fue dando a su reflexión

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revelan perfectamente cuáles eran susintenciones. «Ganarse la vida», «Vidasmalgastadas», «De qué le aprovecha alhombre», en evidente alusión al pasajeevangélico de Marcos 8, 36. The HigherLaw fue otro de los títulos utilizados. Enmarzo de 1862 el ensayo como tal fueaceptado para su publicación en elAtlantic Monthly. A los editores no lesgustó demasiado ese título y sugirieronun cambio. Thoreau, que ya por entoncesestaba muy gravemente enfermo y sinfuerzas ni para escribir, dictó larespuesta: Life without principle. Latraducción, a gusto de cada cual. Hastaoctubre de 1863 no apareció el ensayo,

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año y medio después de haber muertoThoreau. Una especie de anticipo ytestamento.

El día 6 de diciembre de 1854, apropósito de una conferencia queacababa de dar en Providence,reflexiona Thoreau sobre esta cuestiónde hablar en público. Lo primero esestar convencido plenamente de lo quese dice y de la forma de decirlo. El«gustar» o no gustar al público es asuntomás que secundario. Las reflexiones lasintegra Thoreau en su charla, y de hechose trata en definitiva de «reflexiones envoz alta». Ya resulta que estaconferencia de Providence, pronunciada

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en el Railroad Hall, es la que ahora nosocupa. Y, por cierto, fue un fracasocompleto por lo que a la reacción delpúblico se refiere.

Significativamente, como el propioThoreau consigna también en el Diario,aprovecha la ocasión para visitar los«santos lugares» de Roger Williams, eldisidente puritano que tuvo la osadía, yaen su tiempo, de luchar denodadamentepor la separación de la Iglesia y delEstado, por reivindicar hasta sus últimasconsecuencias el derecho inalienabledel individuo a su libertad deconciencia, y que puso en tela de juicioel derecho del blanco a expoliar al indio

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de sus tierras y propiedades.«Pensemos de qué forma se nos va

la vida». A partir de esta invitación a laautorreflexión, Thoreau construye suobra ensayística más significativa. Conun juego de palabras, muy característicosuyo, nos aconseja: Read not the Times,read the Eternities, «no leáis lostiempos sino atentos a la eternidad». Yde acuerdo con su teoría del ensayo, dela que mucho se podría decir, en lapágina 167 del tomo III del Diariotambién dice exactamente: «No trato deapresurarme para detectar la leyuniversal: permítaseme más biencomprender con más claridad una

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instancia particular de ella». El juegodialéctico, continuo en Thoreau,reaparece en estos cuatro ensayos demodo evidente: y bien se podría afirmarque el primero de los que ahora nosocupan, «Una vida sin principios»,constituye el punto de partida, lapreocupación por lo universal, pero sinprisas; a modo de testamento, cuandoapareció en octubre de 1863, secomprendía ya en toda su extensión ellargo viaje desde la noche más cerrada ala plena luz del día del conocimiento.Este conocimiento pasa por lo particulary lo que de universal encierra, a la luzde lo cual se puede comprender

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cualquier fenómeno aislado o«pequeño» de la vida humana. «Vidassin fundamento», sin duda, nos da laclave.

El contexto del que surge esteensayo se ha estudiado por extenso enotra ocasión, y a él hay que referirsenecesariamente al tratar de valorar looriginal, lo irreductiblemente personal,de la reflexión de Thoreau (40, 41 y 42).Es toda esa efervescente segunda mitaddel siglo XIX americano en la que seestá empezando a comprobar en qué sehan quedado los viejos ideales de losPadres Peregrinos, de los PadresFundadores y de los Padres de la Patria

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redactores de la Constituciónnorteamericana. Al sumidero van tantasy tantas esperanzas de una sociedad másjusta, más libre, más igualitaria, en laque el hombre no sea lobo para elhombre ni los capitanes de empresa yreyes de la industria sigan explotando alamparo de un sistema, económico ypolítico, que Thoreau detesta y contra elque se rebela.

Este elogio a la pereza que lleva acabo Thoreau en su ensayo, comomecanismo de defensa, como táctica deresistencia civil y pacífica, pretendellegar a la preservación interior, a nodejarse contaminar ni convencer por las

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doctrinas económicas y sociales«liberales» al uso, de las que seconvierten en portavoces interesados —es decir, beneficiarios de la corrupción— los políticos.

Henry Thoreau fue dándole vueltas asu propia experiencia a lo largo demuchos años. De hecho, incluso, elcapítulo undécimo de Walden se titula«Higher Law», más altas leyes: porencima siempre de lo legal, pura ysimplemente considerado, está lo moral.Y su primer capítulo, «Economía», estambién rigurosamente paralelo, en suformulación de «valores», a este ensayode comienzos de su vida, de mediada su

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vida y de legado póstumo.Lo curioso del caso es que para el

estudiante de la literaturanorteamericana este ensayo confrecuencia pasa desapercibido,oscurecida su trascendencia por otrasobras más «famosas», no menos perotampoco más significativas, básicamenteWalden y «Desobediencia civil». Y elconocimiento, digamos «popular», deThoreau se debe simplemente, enmuchos casos, a las dos anécdotas mássignificativas de su vida: su ingreso enprisión por negarse a pagar unosimpuestos que él consideraba injustos ysu vida retirada en una cabaña en mitad

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del bosque. The American Tradition inLiterature, de Bradley, Beatty, Long yPerkins, ni lo menciona. La Antología deMacmillan no lo recoge, así comotampoco la de Poirier y Vanee. Y una delas mejores, la de Cleanth Brooks, R. W.B. Lewis y Robert Penn Warren,American Literature: The Makers andthe Making, Book B. 1826-1861,tampoco recogen, en su selección deThoreau, este texto fundamental. De lasantologías más conocidas o de mayoruso, la única que recoge todos estosensayos, con buenas introducciones ynotas, es la Norton Anthology ofAmerican Literature, a cargo de siete

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profesores de literatura norteamericana,relativamente desconocidos: quiéresedecir, no consagrados del calibre dealgunos de los anteriormentemencionados. Quizá por esoprecisamente sí se hacen más eco de unThoreau esencialmente contestatario,marginal, pero de cuya importancia en elcontexto de la literatura de los EstadosUnidos ya no hay nadie en su sano juicioque dude.

Desobediencia civil

Este texto, sí; naturalmente, éste apareceen todas esas antologías, con

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selecciones de Walden y algo de lapoesía de Thoreau. Y es que este ensayoha tenido de hecho una difusión mundialincuestionable y una influencia decisivaen personajes de la significación deGandhi o Lanza del Vasto. En una cartaal presidente F. D. Roosevelt, el propioGandhi le confesaba que dos de lospensadores que más influencia habíanejercido sobre su pensamiento habíansido Emerson y Thoreau. Se supone queestas afirmaciones sí aparecerán entodos los libros escolares paraamericanos probos.

Lo que ocurre es lo de siempre, ytampoco hay para qué extrañarse

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demasiado: a un personaje contestatarioo marginal en su época, más tarde se leasimila, el sistema le canoniza, y susteorías se someten al escrutinio de los«académicos». Ya lo tenemos disecado.A fuerza de minuciosidad en el análisisse pierde de vista, sin imaginación, queaquello marginal de entonces lo siguesiendo, que aquella sociedad deentonces muy poco más o menos es la deahora, que las personas de allí lastenemos aquí, que los cambios tanenormes que la Declaración de laIndependencia y la Constituciónanticipaban siguen en buena medida sinrealizarse. Y que a Henry Thoreau,

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«decimonónico y anticuado», «utópico eidealista», sin pragmatismo ni sentido dela realidad, visionario y medioexcéntrico —es decir, apartado delcentro—, se le puede estudiar sinpeligro, porque se le tiene yacontrolado, clasificado y neutralizado.La Academia es la especialista en estosmenesteres: la «academia» hay quedecir, por supuesto. Como tancerteramente nos cuenta Marcuse, éstaes la «pseudoneutralidad de laacademia». Muy poco neutral, despuésde todo.

Si el trasfondo de «Una vida sinfundamentos» es el panorama general de

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los Estados Unidos de la época, el de«Desobediencia civil» es másconcretamente el de la guerra de México(1846-1848). Pretextando ridículas ysupuestas ofensas por parte de losmexicanos, los Estados Unidos ledeclaran la guerra, toman Veracruz, leroban la mitad de su territorio al paísvecino y firman la paz de GuadalupeHidalgo. Todo así de sencillo. La guerrade México es, probablemente, el primeracto de jingoísmo clamoroso en lahistoria de los Estados Unidos. NoamChomsky desempolvó el término endiciembre de 1986, a propósito de laventa engañosa de armas a Irán y del

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desvío de fondos para la «contra»nicaragüense. Pero el escándalo es unomás de tantos. Thoreau se indigna ante laprepotencia, la agresividad y lamarrullería de la acción norteamericanacontra su país vecino. No le faltó másque acuñar la expresión. En unacancioncilla de music hall londinensede 1878 se decía:

We don’t want to fight, but by Jingo if wedo

We’ve got the ships, we’ve got the menWe’ve got the money, too!

(«No queremos luchar pero, por Jingo, si lohacemos, disponemos de los barcos,disponemos de los hombres y disponemos

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también del dinero»).

Se les empezó a llamar jingoístas alos defensores de la política de lordBeaconsfield, que propugnaba el envíode la flota británica a Turquía paraimpedir el alegado avance ruso sobreaquella zona. Por extensión, «jingoísta»fue, desde entonces, sinónimo de«patriotero vocinglero, chovinista». Enlos Estados Unidos, el primero, que sesepa, que utilizó el término fue elpresidente de la Universidad de Harvardpara descalificar las pretensionesagresivas de Teddy Roosevelt en 1895,por aquel entonces comisionado de la

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Policía de Nueva York, y quepropugnaba sin más ni más la anexióninmediata del Canadá. Charles W. Eliot,entonces, no dudó en tachar de«jingoístas» al propio Roosevelt y a suilustre amigo Henry Cabot Lodge, deluenga descendencia, y que sostenía lapintoresca teoría de que «lo que estepaís necesita es una guerra». Muy pocomás tarde, en 1898, los Estados Unidosya tenían su «pequeña gloriosa guerra»en la isla de Cuba. Como la han tenidoen Nicaragua, en Chile, en Granada o enGuatemala… La excepción a la regla fueVietnam. A los ardientes defensores dela «liberación» de Cuba se les aplicó el

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mismo término de «jingoístas»,aceptado, por cierto, por la RealAcademia y definido como «del inglésJingo, partidario de una política exterioragresiva. Patriotería exaltada quepropugna la agresión contra las demásnaciones». Por una vez, vale.

El jingoísmo norteamericanoempieza de hecho antes que de palabra:Thoreau denuncia la agresión, critica losprocedimientos, desvela los trucos y vaa la cárcel, tan sólo una noche, pero sepasa seis años sin pagar impuestos quealimentan esa política gubernamentalcon la que él no está de acuerdo. Estenuevo escrito de Thoreau sigue la misma

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génesis y evolución que el resto de susescritos y que el propio Thoreau resumeen el tomo I de su Diario, página 413:

Desde todos los puntos cardinales,desde la tierra y desde el cielo, desdeabajo y desde arriba, me han llegadoestas inspiraciones y han quedadoconsignadas en su debido orden en midiario. Después, a su debido tiempo,fueron aventadas en forma deconferencias, y de nuevo,oportunamente, pasaron deconferencias a ensayos.

Éste es también el caso de su famosaexhortación a la desobediencia civil.

El ensayo apareció impreso por

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primera vez en mayo de 1849, en unarevista que se llamaba un pocopretenciosamente Aesthetic Papers y dela que era mentora la cuñada deHawthorne, Elizabeth Peabody, hermanade Sophia. La revista duró poco, porqueaquel primer número fue, al mismotiempo, el último. En enero y febrero de1848, Henry Thoreau ya había soltadosu soflama al menos en dos ocasiones,ambas en el famoso Liceo de Concord.Si Thoreau se descuida un poco no le datiempo, porque la guerra concluyó enese mismo mes de febrero de 1848,aunque, desde luego, no comoconsecuencia del activismo de Thoreau.

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Todo hay que decirlo, porque pensarque al jingoísmo pueda detenerlo yeliminarlo una conferencia más o menos,un panfleto más o menos, un libro más omenos, sería ilusión desmedida y másque vana esperanza depositada en lafuerza de la razón. Los jingoístas, no esnecesario decirlo —y tantos otros—,vencen pero no convencen, sin másdialéctica ni más razón que la de lafuerza.

Cuando en la tarde del 23 de julio de1846 Thoreau abandonómomentáneamente su retiro de WaldenPond para acudir al zapatero, elcarcelero de Concord le recordó que

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llevaba tiempo sin pagar impuestos.Thoreau se negó por principio a hacerlo,y Sam Staples, con toda consideración,le dijo que le ponía en el brete detenerle que encerrar. Thoreau contestóque muy bien: y en un apartadosignificativo de su ensayo nos relataThoreau su noche en la cárcel y lasreflexiones que aquello le suscitó. Mástarde incorporó este fragmento al ensayocon una erudita alusión a Silvio Pellico,porque su experiencia la tituló «Misprisiones». Realmente, en un país queencarcela injustificadamente, el únicositio digno para las gentes decentes es lacárcel.

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La esclavitud en Massachusetts

Por lo que al tema de la esclavitud serefiere, la historia de los EstadosUnidos está jalonada de«compromisos». Es cierto que, confrecuencia, en los «compromisos»interviene siempre un elementoinnegable de buenas intenciones: perotampoco hay que olvidar que «de buenasintenciones está empedrado el caminoque conduce al infierno». El primercompromiso grave con respecto a laesclavitud lo encontramos ya en lamismísima Declaración de

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Independencia: el compromiso,evidentemente, estriba en que no loencontremos. Ni la más mínimareferencia al asunto de la «instituciónpeculiar», según reza el eufemismoconsagrado.

Sostenemos como verdades evidentesque todos los hombres nacen iguales;que a todos les confiere su Creadorciertos derechos inalienables entre loscuales están la vida, la libertad y labúsqueda de la felicidad: que, paragarantizar esos derechos, los hombresinstituyen gobiernos que derivan susjustos poderes del consentimiento delos gobernados…

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¿Los negros o los indios no sonhombres? Eso debe ser.

Un segundo «compromiso» loencontramos en la mismísimaConstitución de los Estados Unidos: pormor de la Unión, que la esclavitud sigadonde está, y no se instaure donde ya noexista. Un nuevo «compromiso» es el deMissouri de 1820 —ya nos acercamos aThoreau—. Para admitir en la Unión aMissouri como nuevo Estado se desgajade la Commonwealth de Massachusettsel actual Estado de Maine. El empate deonce Estados libres y once Estadosesclavistas se mantenía, esta vez a doce.Después de la compra de la Louisiana,

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la esclavitud en los eventuales nuevosterritorios o Estados se proscribía alnorte del paralelo 36° 30', excepto elterritorio mismo de Missouri, en el quese admitía la esclavitud.

Todavía un nuevo compromiso, el de1850. Verdaderamente se estabaempezando a cumplir la predicción deEmerson cuando la guerra de México:«Puede que los Estados Unidosconquisten México, pero si ello sucedele acontecerá lo que al hombre queingiere arsénico y muere. México nosenvenenará». Realmente, la cuestión delatropello y el robo descarado a México,con su anexión de inmensos territorios

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nuevos, proyectó mucho más allá deMissouri el problema de la esclavitud.La evasión de negros hacia el Norte,preferentemente a Canadá, ya habíacomenzado. Y entonces Henry Clay,como nuevo compromiso ante la Uniónde nuevo amenazada, introdujo en elCongreso una propuesta de resoluciónde ocho puntos fundamentales. Cuatro deestos puntos se referían al tema delcomercio de esclavos, y uno de ellosespecíficamente, la Fugitive Slave Act,reforzaba las medidas de fuerza paraque los negros evadidos, y aunrefugiados en Estados libres, fuerandevueltos a sus legítimos

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«propietarios». Sobre esta Ley deEsclavos Fugitivos el propio Emersonreflexionaba en su Diario: «Esta sucialey se ha promulgado, en pleno sigloXIX, por gentes que saben leer yescribir. ¡Por Dios que no laobedeceré!».

La reacción de Henry Thoreau anteesta sucia norma legal, y ante el casoconcreto del esclavo evadido AnthonyBurns, detenido en Boston el 24 de mayode 1854, la encontramos en el tomo VId e l Diario, páginas 313 y siguientes.Muy poco después, a Henry Thoreau sele invita a pronunciar un discurso conmotivo de la celebración del Día de la

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Independencia, el 4 de julio de 1854. Seorganiza un acto paralelo a lasconmemoraciones oficiales, enFramingham, y allí Henry Thoreau sueltaesta nueva soflama sobre «La esclavituden Massachusetts». Una pequeña obramaestra de sarcasmo, pletórica deindignación moral, que recuerda demodo espontáneo la afirmación deMerleau-Ponty: «Al revolucionario nolo hace la ciencia, sino la indignaciónética». La ira de Thoreau antesemejantes «compromisos», incluido elde la Constitución que él mencionaexpresamente, se desata incontenible eneste documento que enseguida vio la luz,

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impreso, en The Liberator, de WilliamLloyd Garrison, el día 21 de ese mismomes y año.

Pocos escritos de Thoreau rebosantanto de lógica revolucionaria, de ataquefrontal al sistema, de desprecio abierto ydeclarado a unas leyes injustas einmorales, consagradas por unospolíticos interesados pero no por Dios,ni por la ley natural, ni por la propiaconciencia. Thoreau se muestrainmisericorde con los órganos deprensa, las iglesias o los hombrespúblicos, con la administración dejusticia y los magistrados, con la policíay el ejército, colaboradores irracionales

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y serviles de unas decisiones delCongreso de los Estados Unidos quecarecen, por este mismo hecho, delegitimidad alguna para inducir o forzara nadie a semejantes bajezas.

La prosa de Thoreau es incontenible;su desprecio, irrefrenable. Nada decompromisos; viene más o menos adecir: ni en el contenido ni en lasformas. Thoreau lleva a cabo también«el elogio del panfleto y lareivindicación de la demagogia»,simplemente llamándole pan al pan, vinoal vino, y al compromiso para seguirperpetuando la esclavitud, traición atodos los proclamados ideales de la

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Unión, desde la independencia hastaestos mismos días, los suyos y losnuestros.

Y es que la libertad de expresión no haproducido una dialéctica enriquecedora,sino el rebaje a un miserable parloteo,plagado de lugares comunes, dondetodos se han obligado, merced aldiabólico mecanismo de la autocensura,a batirse en un terreno de juego que abase de concesiones ha pasado de ser unestadio olímpico a convertirse en unarmario empotrado. Al campo le hanpuesto puertas, alambradas, paredes ytecho, sobre todo techo. (José MaríaIzquierdo, El País, «Elogio del panfletoy reivindicación de la demagogia», 7 defebrero de 1986, pp. 11 y 12).

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Thoreau, libre totalmente deprejuicios y de compromisos, enfurecidoante las iniquidades que contempla,escribe, pronuncia en público y, mástarde, publica su ataque frontal a lainjusticia y el pasteleo. Y es capaz dehacerlo con absoluta libertad depalabra, porque mucho antes ypreviamente ha conquistado, para símismo, la libertad de pensamiento. AThoreau sí le quedan, realmente, la voz,la palabra y la calle. Y es que como noaspira a cargo político alguno, ni aprebendas o sinecuras en ningúnpesebre, denuncia la esclavitudabiertamente, y las innobles medidas

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legales dictadas por el Congreso paraperpetuarla «sin poner en peligro laUnión de los Estados».

Otro de los acontecimientos que estáen el fondo de este apasionado alegatode Henry Thoreau se encuentra,igualmente, en un nuevo «compromiso»,esta vez alentado y formulado porStephen Douglas, la denominadaKansas-Nebraska Act de 1854. Douglas,un político prominente y conambiciones, naturalmente buscaba lacuadratura del círculo al anular lacláusula del Compromiso de Missourirelativa a los 36° 30' y sustituirla poruna nueva disposición según la cual

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cada territorio o nuevo Estado, deacuerdo con la voluntad mayoritaria desu población censada, aceptaría orechazaría la legalidad o no de laesclavitud. Con esto Douglas intentaba«satisfacer las aspiraciones del Sur sinofender las del Norte». Como decostumbre: la esclavitud, o laantropofagia, o la guerra, dejadas porlos políticos a la «legitimación» de lasurnas. Éste es el género de democraciaque Thoreau no puede jamás aceptar, yasí lo declara una y otra vez en susescritos: aunque la esclavitud quedesancionada en la Constitución de losEstados Unidos, como así sucede, hay

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que ser antiesclavista, anticonstitucionalen este punto concreto, y si es necesarioarrastrar el remoquete de antidemócrata:a Thoreau le tiene muy sin cuidado. Suconciencia, la ley divina —lo que quieraque ello sea— y el respeto a la dignidadde la persona humana, de toda personahumana, están muy por encima decualquier otra consideración. Y, no hacefalta decirlo, muy por encima decualquier «compromiso».

Un negro fugado, Thomas Sims, ymás tarde otro, Anthony Burns,apresados en Massachusetts, Estado«libre», son devueltos a sus amos. Losdos casos tuvieron amplias

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repercusiones, desde la detención, elsimulacro de juicio, el intento de rescatepor parte de ciudadanos indignados consus autoridades, serviles y cumplidorasde una letra de ley: si despreciable laley, mucho más su letra. Henry Thoreause indigna de modo incontenible; y estaindignación es la espoleta que pone enmarcha, también incontenible, su prosa.Pocos ensayos o discursos de Thoreaualcanzan tales límites de humorsarcástico, de furia desatada y delimpieza lógica en el razonamientoargumental.

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Apología del capitán John Brown

Desde el punto de vista histórico, lafigura del capitán John Brown es unfenómeno más que controvertido. Paraunos, Brown no pasa de ser unfacineroso, un asesino, un fanático y unloco. Para otros, al menos en sumomento, John Brown fue una figuramítica, poco menos que un héroe, unluchador denodado contra el esclavismoy un defensor casi «caballeresco» dedébiles e indefensos, de negros yesclavos, y de toda causa justa. Parece

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totalmente cierto que este hombre, en suafán de deshacer entuertos, cometióotros no menos lamentables.

John Brown estuvo en Concord almenos en tres ocasiones. A finales delinvierno de 1857, John Brown vino aConcord para visitar a su amigo —yamigo de Thoreau— F. B. Sanborn.Desde luego, Thoreau lo conocióentonces, aunque de esta primera visitano hay ni rastro en el Diario. Brownregresó a Concord el 7 de mayo de 1859y visitó a Emerson, charló también conThoreau y siguió recogiendo donativospara la organización de losunderground railroads , que ayudaban a

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la escapatoria hacia el Norte de losesclavos negros que buscaban suliberación, tanto como para la comprade armas. Por esas fechas, desde luego,John Brown ya había cometido algunasde sus fechorías, concretamente enKansas, en mayo de 1836, enPottawatomie Creek, cuando asesinó asangre fría a varias personas, comoconsecuencia de los tumultosorganizados con motivo de la Kansas-Nebraska Act. Y estaba a punto deconsumar su «obra maestra» en Harper’sFerry, Virginia, el 16 de octubre de1859.

El 19 de octubre llegaron noticias a

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Concord según las cuales John Brownhabía muerto en Harper’s Ferry el día18, como consecuencia de la luchaentablada con tropas federales pararecuperar el arsenal del que Brown sehabía apoderado por la fuerza. Aquellanoticia luego quedó desmentida, porquea John Brown lo cogieron vivo, losometieron a consejo de guerra y loajusticiaron, ahorcado, el día 2 dediciembre de 1859, al amanecer. Encualquier caso, a partir de esa fecha del18 de octubre, después del ataque enHarper’s Ferry, Thoreau reflexiona ens u Diario amplísimamente sobre lafigura y el significado de la acción de

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John Brown. Ahí tenemos el germen desus varios ensayos sobre Brown, tomoXII a partir de la página 400: de ahí enadelante Thoreau reflexiona y escribe, yfragmentos enteros de estas reflexionesescritas van a pasar más tarde, como decostumbre, a sus discursos y a susensayos.

Walter Harding discuteampliamente, en su biografía deThoreau, este episodio más que confusocon relación a John Brown. SegúnHarding, si Thoreau hubiera conocidolas barbaridades perpetradas por Brownen Kansas, seguramente no se hubieramanifestado tan entusiasta defensor y

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admirador del capitán. Incluso delincidente en Harper’s Ferry Thoreausupo poco. Lo cierto, en cualquier caso,es que Thoreau se mostró siempremucho más atraído por los idealesexpresados por Brown que por Brownmismo. Como expresó tan certeramenteVirginia Woolf, muchos años más tarde,«a Thoreau no le atrajo tanto Brown,cuanto la “brownidad”». Es unadistinción por una vez feliz y muysignificativa y elocuente de lo que aHenry Thoreau le acontece con JohnBrown.

A partir de la captura de JohnBrown el 18 de octubre de 1859,

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Thoreau se embarca en una frenéticacampaña en defensa del capitán y sussecuaces. Primero exigiendo un juiciojusto, y luego tratando de movilizar a laopinión pública para así impedir laejecución de la sentencia que lecondenaba a muerte. Pero todo fueinútil. En su Diario reflexiona Thoreaupor aquellas fechas:

La puesta de sol del día 25 de octubrefue más que notable. Pero me resultabadifícil por entonces captar toda aquellabelleza, mientras mi mente estabasaturada del capitán John Brown (XII,443).

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La primera vez que Thoreaupronunció su «Apología del capitán JohnBrown» fue el 30 de octubre de 1859, enel Town Hall de Concord, y casi nadiequiso acudir a la cita, medioatemorizados como estaban por lasconsecuencias peligrosas, de represiónoficial, que corrían cuantos en aquelmomento se manifestaran públicamenteen defensa de Brown, en un clima deopinión negativo y manipulador que lamayoría de los periódicos llevaban acabo en aquellos momentos. Inclusoalgunos de sus colegas abolicionistas leaconsejaron que, por prudencia, seabstuviera de pronunciar aquel discurso

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incendiario en aquellos momentos decrisis. Thoreau les contestó: «No os heavisado buscando vuestros consejos,sino para haceros saber que piensohablar». Y así lo hizo.

El primero de noviembre repitió eldiscurso esta vez en Boston, y el día 3en Worcester. Verdaderamente, la figurade John Brown había llegado a fascinara Thoreau como, según Emerson, sólo lohabían conseguido otras dos personas:el indio Joe Polis, su guía de tantashoras, y el poeta maldito Whitman, tanmaldito al menos como Poe, aunque demuchísima más calidad poética. Si Poesobresale de modo extraordinario en el

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contexto de la literatura norteamericana,parece claro que ello se debe a otrasaportaciones, no precisamente a lapoética.

En cualquier caso, Henry Thoreausigue escribiendo y hablando en defensade John Brown. «Los últimos días deJohn Brown» es otra de sus piezasoratorio-ensayísticas de aquellas fechas.La coincidencia de fondo con losargumentos expuestos en «La esclavituden Massachusetts» es evidente: deaquellos principios, estas consecuenciasconcretas. Y en ambos casos, se podríatambién añadir, como en el caso de«Desobediencia civil», efecto todo ello

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de una misma causa: «Una vida sinfundamentos». De este modo se termina,de una vez por todas, con el mito o elprejuicio superficial de la«incoherencia» de Thoreau y supensamiento. Tiene toda la razón HenryMiller, en un prólogo definitivo a esteúltimo ensayo mencionado, peroprimero de nuestra selección, cuandodice:

Tan sólo hay cinco o seis hombres, enla historia de América, que para mítienen un significado. Uno de ellos esThoreau. Pienso en él como en unverdadero representante de América, uncarácter que, por desgracia, hemosdejado de forjar. De ninguna manera es

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un demócrata, tal y como hoyentendemos el término. Es lo queLawrence llamaría «un aristócrata delespíritu», [o un ácrata civilizado,también se podría apostillar]. O sea, lomás raro de encontrar sobre la faz de latierra: un individuo. Está más cerca deun anarquista que de un demócrata, uncomunista o un socialista. De todosmodos, no le interesaba la política. Eraun tipo de persona que, de haberproliferado, hubiera provocado ladesaparición de los gobiernos, porinnecesarios. Ésta es, a mi parecer, lamejor clase de hombre que unacomunidad puede producir. Y por estosiento hacia Thoreau un respeto y unaadmiración desmesurados.

Algo de todo esto se le podría

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aplicar a Thoreau con respecto a suactitud hacia John Brown. Y, comomuestra, esta «apología» que matiza,desde un nuevo punto de vista, de modoescalonado y perfectamente lógico ycoherente, el tipo de personalidad quefue Henry Thoreau. «John Brown habríacolocado del revés un acento griego;pero le habría ayudado a levantarse a unhombre caído». En el pequeño esbozobiográfico que hace Thoreau en suensayo, naturalmente la imaginación y lainventiva están muy por encima de loestrictamente histórico: porque Thoreau,realmente, trasciende de lo particular alo general, de lo específico a lo

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genérico, del John Brown de carne yhueso a la «brownidad» que aquel leparece encarnar y en cuya defensaThoreau se había comprometidosiempre, y se sigue comprometiendoahora —con qué género tandiametralmente opuesto de compromisoal estudiado en páginas anteriores—hasta sus últimas consecuencias. De un«compromiso» a otro «compromiso»media el mismo abismo semántico quemedia entre «transigencia» y«radicalidad», entre «prudencia» y«honradez», entre «verdades a medias»y «Verdad»; en fin, entre «política» y«ética». Y el juego de palabras, también

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muy thoreausiano.Henry Thoreau lleva a cabo su

apología del capitán John Brown deacuerdo con su conciencia, no con laoportunidad —o con el oportunismo—que las circunstancias dictan. Por eso eshombre grande.

Conclusión

Como se ha comentado en otro sitio,León Felipe nos lo tiene dicho de formamagistral: «En la mañana nos bautizan;al mediodía, el sol ha borrado nuestronombre; al atardecer, quisiéramosbautizarnos nosotros». David Henry

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Thoreau fue bautizado por sus padres y,a lo largo de su infancia y sus años deestudios, David Henry siguió firmandoDavid Henry. Al salir de Harvarddecide cambiar de nombre, y lo hace demodo característico suyo: sin acudir alregistro civil, sin hacerlo de modooficial y sin atender para nada acuestiones legales. También él podríamuy bien afirmar aquello de que «lomenos real de mi persona es mi realidadlegal». Hace lo que quiere, porquequiere y cuando quiere: y a partir deentonces es Henry David, o casi siempreHenry a secas. Para escándalo de susvecinos de Concord, a los que les

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parecía una irreverencia cambiar elcurso de los acontecimientos«normales» y «consabidos». Inclusohasta después de su muerte existentestimonios pintorescos en este sentido.Cita Harding a una tal señora de DanielChester French, que en su obraMemorias de la esposa de un escultor—tres palabras y dos etiquetas— dicetextualmente, a este respecto, con unaindignación digna de mejor causa:

Henry D. Thoreau-Henry D. Thoreau…Su nombre verdadero no es Henry D.Thoreau más de lo que el mío propio esHenry D. Thoreau. Y todo el mundo losabe, y él mismo lo sabe. ¡Su nombre es

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David Henry y nunca será de ningunaotra forma, sino David Henry! ¡Y él losabe!

Realmente pintoresca la «esposa» deun «escultor».

Henry David Thoreau es una de lasfiguras de mayor belleza de la historiadel pensamiento americano del sigloXIX.

Porque de tres cosas depende labelleza: en primer lugar, de la integridado perfección, y por eso consideramosfeo lo que está incompleto; luego, de lajusta proporción, o sea, de laconsonancia; por último, de la claridady la luz, y, en efecto, decimos que son

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bellas las cosas de colores nítidos.

Permítasenos la analogía paraconcluir y completar esta semblanza,apresurada y fragmentaria, de HenryThoreau: la integridad de Thoreau, laconsonancia, la claridad y la luz que sedesprenden de la vida y de la obra deeste hombre ejemplar y entrañable,poner todo esto de relieve ha sido laintención básica de esta introducción.Esperemos que el lector, con la lecturade los cuatro ensayos aquí presentados,llegue a sus propias conclusiones encontacto directo, el único realmenteválido e importante, con la obra

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ensayística de Henry Thoreau, que, en unmomento determinado de su vida,decidió cambiar de nombre y ser «élmismo». «A decir verdad, siendo niñoya leí un anuncio, para marineros conexperiencia, un día que paseaba por mipueblo natal: y, en cuanto tuve la edad,me embarqué». En la apasionanteaventura de construirse a sí mismo, esdecir, de «hacerse hombre». Lametáfora, del propio Thoreau, procedede «Una vida sin principios»: seembarcó en su momento y siguenavegando. Porque, como afirmabaEmerson en el elogio funeral, que leyóen su entierro, su alma estaba hecha para

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la más noble de las comunidades; agotóen su corta vida con intensidad lascapacidades de este mundo; dondeexista conocimiento, donde haya virtud,en donde exista la belleza, allí tieneThoreau su propia casa.

Henry Thoreau murió a las nueve dela mañana del día 6 de mayo de 1862. Eldía 5 de mayo vinieron a visitarle susamigos Alcott y Channing y ya loencontraron moribundo. Cuando Alcott,el venerable Alcott, abandonaba lahabitación del enfermo, se inclinórespetuosamente y le besó la frente aHenry Thoreau. Más tarde recordabaChanning la escena:

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Fue conmovedor ver a este hombrevenerable besándole la frente, cuando yalos indicios de la muerte se habíanapoderado de ella, aunque ya Henry nose diera cuenta. Me pareció como laextremaunción oficiada por el mejorsacerdote posible: un amigo.

Cuando el propio Alcott llevó acabo los preparativos para el funeral, nohizo, con muy buen criterio, sinoseguirle los pasos al propio Thoreau yorganizado todo exactamente igual queHenry había hecho para el funeral deJohn Brown. El servicio fúnebre tuvolugar el día 9 de mayo de 1862 a las tresde la tarde. «El país no sabe todavía —dijo Emerson—, ni en lo más mínimo,

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qué grande es el hijo que ha perdido».Ahora, más de cien años más tarde, elpaís sigue sin saberlo.

Gandhi, que sí lo supo, escribió ens u Autobiografía: «Es mejor seranalfabeto y picar piedra o destriparterrones por amor a la libertad, queadquirir una cultura literaria ypermanecer, a pesar de ella, encadenadocomo un esclavo». Henry Thoreau fue unhombre libre: ¿cabe más?

Esta edición

Con respecto al volumen que aquí se

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presenta hay que hacer las siguientesobservaciones:

1.ª La introducción es una brevesíntesis o resumen de un trabajo muchomás amplio, ya redactado en suintegridad, con destino a un proyectomás extenso. La aparente desproporciónentre la bibliografía consignada y labibliografía utilizada obedece a estehecho que exigencias editorialesineludibles han propiciado.

2.ª La base para la traducciónprocede de la Norton Anthology ofAmerican Literature, que recoge loscuatro textos en una versión fidedigna.

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3.ª La traducción de los cuatro textosha sido cuidadosamente realizada porMaría Eugenia Díaz, profesora delDepartamento de Inglés de laUniversidad de Salamanca.

4.ª Las notas que acompañan a loscuatro ensayos se han confeccionado deacuerdo con los siguientes criterios:

— En lo que se refiere a datos«objetivos» —fechas, nombres, hechosconcretos, etc.—, reconozco mi deudacon el Oxford Companion to AmericanLiterature, con The Limits of Liberty deMaidwyn A. Jones, con The Reader’sEncyclopedia of American Literaturede Max J. Herzberg, y con la edición

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anotada de los cuatro ensayos de la yamenci onada Norton Anthology ofAmerican Literature, volumen primero.

— Algunas notas muy obvias enpublicaciones con destino a un públiconorteamericano las he suprimido cuandolas he considerado irrelevantes para unpúblico español.

— Y, a la inversa, he añadido lasnotas que me han parecido oportunas,teniendo en cuenta el público español alque esta edición va destinada.

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Bibliografía básica

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Norton Critical Edition, segundaedición, W. W. Norton, Nueva York,1991.

7. Henry THOREAU, «A Week on theConcord and Merrimack Rivers»,«Walden», «The Maine Woods»,«Cape Cod», The Librery ofAmerica, notas y selección de textosde Robert F. Sayre, LiteraryClassics of the United States, NuevaYork, 1985.

8. Robert F. SAYRE (ed.), New Essayson Walden , Cambridge, MS, 1992,General Editor Emory Elliot.

9. Frederick GARBER «Thoreau», pp.399-412 de Emory Elliot ed.,

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Columbia Literary History of theUnited States, Columbia UniversityPress, Nueva York, 1988. Haytraducción española de esta obrapublicada en la Editorial Cátedra,Madrid, 1991, «Thoreau», pp. 385-397, traducción de María Coy Giróny la colaboración de Juan José Coy.

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Desobediencia civil yotros escritos

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Una vida sinprincipios[1]

No hace mucho experimenté en unateneo la sensación de que elconferenciante había elegido un temaque le era absolutamente desconocido ypor tanto no conseguía interesarme tantocomo hubiera sido de esperar. Hablabade cosas de las que no estabaconvencido y sus argumentos erandébiles y simples. Además no había unpensamiento central o centralizador a lo

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largo de la conferencia. Hubierapreferido que hablara de susexperiencias más íntimas, como hace elpoeta. El mayor elogio que mededicaron en toda mi vida fue cuandoalguien me preguntó qué opinaba yesperó mi respuesta. Cuando ocurre algoasí me sorprendo, aunque por supuestome agrada, ya que se hace un uso tanpoco corriente de mí, que siento como sise me conociera y respetara.Normalmente, si alguien quiere algo demí, es sólo para saber cuántos acresmide su tierra —pues soy agrimensor—o, a lo sumo, para saber de qué noticiastriviales me he enterado. Nunca parece

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interesar mi esencia, sino sólo misuperficie. Un hombre vino una vezdesde bastante lejos para pedirme quediera una conferencia sobre laesclavitud, pero al hablar con éldescubrí que su camarilla esperabareservarse siete octavos de laconferencia y sólo un octavo sería paramí; por tanto decliné la invitación.Cuando se me invita a dar unaconferencia en cualquier sitio —puestengo cierta experiencia en ese menester— doy por supuesto que existe un deseode oír mis opiniones sobre algún tema,aunque yo sea el mayor chiflado delpaís, y desde luego no de que me limite

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a decir sólo cosas agradables o aquellocon lo que esté de acuerdo el auditorio.Con estas condiciones me comprometo aentregarles una fuerte dosis de mímismo. Me han venido a buscar y se hancomprometido a pagarme; a cambioestoy dispuesto a entregarme a ellos,aunque les aburra lo indecible.

Así pues, ahora os diría algo similara vosotros, lectores. Puesto quevosotros sois mis lectores y yo no heviajado mucho, no hablaré de gentes amiles de kilómetros de distancia sino deaquellos que están más cerca denosotros. Como hay poco tiempo dejaréde lado la adulación y expondré todas

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las críticas.Consideremos el modo cómo

pasamos nuestras vidas.Este mundo es un lugar de ajetreo.

¡Qué incesante bullicio! Casi todas lasnoches me despierta el resoplido de lalocomotora. Interrumpe mis sueños. Nohay domingos. Sería maravilloso ver ala humanidad descansando por una vez.No hay más que trabajo, trabajo, trabajo.No es fácil conseguir un simplecuaderno para escribir ideas; todosestán rayados para los dólares y loscéntimos. Un irlandés, al verme tomarnotas en el campo, dio por sentado queestaba calculando mis ganancias. ¡Si un

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hombre se cae por la ventana de niño yse queda inválido o si se vuelve locopor temor a los indios, todos lo lamentanprincipalmente porque eso le incapacitapara… trabajar! Yo creo que no haynada, ni tan siquiera el crimen, másopuesto a la poesía, a la filosofía, a lavida misma, que este incesantetrabajar[2].

Un tipo codicioso, rudo y violentode las afueras de nuestra ciudad va aconstruir un muro al pie de la colinarodeando su propiedad. Las autoridadesle han metido esto en la cabeza paraevitar que origine otros problemas y élquiere que me pase tres semanas allí

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cavando a su lado. Al final, él quizásacaparará más dinero y se lo dejará asus herederos para que éstos lodespilfarren. Si lo hago, muchos mealabarán por ser un hombre trabajador ylaborioso, pero si me dedico a otrasfaenas que me proporcionan másbeneficio, aunque menos dinero,comenzarán a mirarme como a unholgazán. De todos modos, como nonecesito una política de trabajo inútilpara ordenar mi vida, y no veoabsolutamente nada digno de encomio enque este tipo emprenda más negociosque nuestro gobierno u otros gobiernosextranjeros, por muy divertido que le

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parezca a él o a ellos, yo prefieroterminar mi educación en una escueladiferente.

Si un hombre pasea por el bosquepor placer todos los días, corre el riesgode que le tomen por un haragán, pero sidedica el día entero a especularcortando bosques y dejando la tierraárida antes de tiempo, se le estima porser un ciudadano trabajador yemprendedor. ¡Como si una ciudad notuviera más interés en sus bosques queel de talarlos!

La mayoría de los hombres sesentirían insultados si se les empleara entirar piedras por encima de un muro y

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después volver a lanzarlas al otro lado,con el único fin de ganarse el sueldo.Pero hay muchos individuos empleadosahora mismo en cosas menosprovechosas aún. Por ejemplo, antes delamanecer, una mañana de verano, diviséa un vecino mío caminando con su yuntade bueyes que cargaba lentamente unapiedra grande colgando del eje. Parecíaenvuelto en una atmósfera delaboriosidad; comenzaba su jornada detrabajo y le sudaba la frente —unreproche para todos los gandules yvagos—. Se paró frente al lomo de unode sus bueyes y dio media vuelta paraostentar su misericordioso látigo

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mientras ellos avanzaban hacia él. Y yopensé: éste es el trabajo que debeproteger el Congreso americano, elesfuerzo honrado y viril, honrado comoel discurrir diario del sol sobre nosotrosque hace que tengamos pan fresco cadamañana y que la sociedad cultive lacordialidad, algo que todo el mundorespeta y venera: era un ser humanollevando a cabo una faena necesariaaunque penosa. Ciertamente sentí unleve reproche porque me limitaba aobservar desde la ventana y no estabaafuera, realizando un trabajo semejante.Pasó ese día y por la noche crucé elpatio de otro vecino que tiene muchos

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criados y despilfarra el dinero, altiempo que no hace nada de provecho, yallí reconocí la piedra de por la mañanajunto a una estructura extravagantepretendiendo adornar el patio de LordTimothy Dexter[3] e inmediatamente sedesvaneció a mis ojos la dignidad deltrabajo del carretero. A mi parecer, elsol luce cada día para alumbrar laboresmás provechosas que ésta. Debo añadirque poco después, el tal Dr. Dexter sefugó dejando deudas por toda la ciudady, tras pasar por los tribunales, se habráestablecido sin duda en cualquier otraparte para convertirse de nuevo en unmecenas de las artes.

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Los caminos por los que se consiguedinero, casi sin excepción, nosempequeñecen. Haber hecho algo por loque tan sólo se percibe dinero es habersido un auténtico holgazán o peor aún. Siun obrero no gana más sueldo que el quele paga su patrón, le están engañando, seengaña a sí mismo. Si ganaras dinerocomo escritor o conferenciante, seríaque eres popular, lo cual implica undescenso perpendicular. Esos serviciospor los que la comunidad está másdispuesta a retribuir, son los másdesagradables de cumplir. Se te pagapara que seas menos que un hombre.Normalmente el Estado no recompensa a

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un genio con más benignidad. Incluso elpoeta laureado preferiría no tener queensalzar los incidentes de la realeza. Sele tiene que sobornar con un tonel devino, y tal vez se aparte de su musa aotro poeta para que beba de ese mismotonel. Respecto a mis propios negocios,resulta que el tipo de trabajo deagrimensura que yo podría hacer con lamayor satisfacción, no satisface a losque me contratan. Ellos preferirían quehiciera un trabajo burdo y no demasiadobien, no lo suficientemente bien. Cuandohago notar que hay distintos modos demedir, mi patrón generalmente mepregunta cuál le proporcionaría más

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metros, no cuál es el más exacto. Unavez inventé una regla para cubicar lamadera cortada en trozos de metro ytraté de introducirla en Boston, pero elagrimensor de allí me dijo que los quevendían no deseaban que se midiera sumadera con exactitud, que él era yademasiado justo para ellos, y por tantosiempre medían su madera enCharlestown antes de cruzar el puente.

El propósito del obrero debiera ser,no el ganarse la vida o conseguir «unbuen trabajo», sino realizar bien undeterminado trabajo y hasta en unsentido pecuniario sería económico parauna ciudad pagar a sus obreros tan bien

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que no sintieran que estaban trabajandopor lo mínimo, para seguir viviendo sinmás, sino que trabajaban por finescientíficos o morales. No contrates a unhombre que te hace el trabajo pordinero, sino a aquel que lo hace porquele gusta.

Es significativo que existan pocoshombres tan bien empleados, quetrabajen tan de acuerdo con susintereses, que un poco de dinero o famano les arranque de su tarea actual. Veomuchos anuncios para jóvenes activos,como si la actividad fuera la virtudfundamental de un joven. Sin embargo,me sorprendí cuando alguien me

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propuso en confianza, un hombre adulto,que me embarcara en una de susempresas, como si yo no tuviera nadaque hacer o mi vida hubiese sido uncompleto desastre hasta ese momento.¡Qué dudoso cumplido me dedicó!¡Como si me hubiese encontrado enmedio del océano luchando contra elviento y sin tener adonde dirigirme y mepropusiera que le siguiera! Si lo hiciera,¿qué creéis que dirían los hombres delas compañías de seguros? ¡No, no! Noestoy sin empleo a estas alturas delviaje. A decir verdad, vi un anunciopara marineros con experiencia cuandoera niño, paseando por mi pueblo natal,

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y en cuanto tuve la edad, meembarque[4].

La comunidad carece del sobornocapaz de tentar al hombre sabio. Podéisjuntar dinero suficiente para perforaruna montaña, pero no podréis juntardinero suficiente para contratar elhombre que está ocupándose de susasuntos. Un hombre eficiente y valiosohace lo que sabe hacer, tanto si lacomunidad le paga por ello como si nole paga. Los ineficaces ofrecen suineficacia al mejor postor y estánsiempre esperando que les den unpuesto. Como podemos imaginar,raramente se ven contrariados.

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Tal vez esté siendo más celoso quenunca de mi libertad. Siento que miconexión y mi obligación para con lasociedad son aún débiles y transitorios.Esos leves trabajos que me reportan elsustento y por los cuales se me permiteque sea útil de algún modo a miscontemporáneos, me son tan agradablesque casi nunca recuerdo que son unanecesidad. Hasta ahora voy teniendoéxito, pero preveo que si misnecesidades aumentan mucho, el trabajorequerido para satisfacerlas seconvertirá en una labor penosa. Situviera que vender mis mañanas y mistardes a la sociedad, como hace la

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mayoría, estoy seguro de que no mequedaría nada por lo que vivir. Confíoen que jamás venderé mi primogeniturapor un plato de lentejas[5]. Lo quepretendo sugerir es que un hombre puedeser muy trabajador y en cambio noemplear bien su tiempo. No hay mayorequivocación que consumir la mayorparte de la vida en ganarse el sustento.Todas las grandes empresas seautomantienen. El poeta, por ejemplo,debe alimentar su cuerpo con la poesíaal igual que la máquina de vapor delaserradero alimenta sus calderas con lasvirutas que produce. Debéis ganaros lavida amando. Pero lo mismo que se dice

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de los comerciantes que noventa y sietede cada cien fracasan, así la vida de loshombres medida por este patrón esgeneralmente un fracaso y se puedepredecir el desastre.

Haber nacido heredero de unafortuna y nada más, no es nacer sinonacer muerto. Que a uno lo mantenga lacaridad de los amigos o una pensión delgobierno, supuesto que se siguerespirando, no importa qué hermosossinónimos se empleen, es entrar en unasilo. Los domingos el pobre deudor vaa la iglesia a hacer recuento de susbienes y descubre, como es lógico, quesus gastos han sido mayores que sus

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ingresos. En la Iglesia católicaespecialmente, acuden a losconfesionarios, se confiesan y renunciana todo y tratan de volver a empezar. Deeste modo los hombres se acostaránhablando alegremente del pecado ynunca harán un esfuerzo por levantarse.

Respecto a la ambición de loshombres en la vida hay una diferenciaimportante entre dos tipos: unos estánsatisfechos con el éxito mínimo, con quesus modestas metas se alcancen de lleno;pero otros, por muy ínfima ydesgraciada que sea su vida, elevanconstantemente sus objetivos sobre elhorizonte, aunque muy despacio.

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Preferiría con mucho ser el segundo delos dos, aunque como dicen losorientales: «La grandeza no se acerca alque siempre mira al suelo; y todos losque miran a lo alto, se estánempobreciendo»[6].

Es sorprendente que haya tan poco ocasi nada escrito, que yo recuerde, sobreel tema de ganarse la vida; cómo hacerdel ganarse la vida no sólo algo valiosoy honorable sino también algoapetecible y glorioso, porque si ganarsela vida no es de ese modo, esto no seríavivir. Cualquiera pensaría, revisando laliteratura, que esta cuestión jamás turbólos pensamientos de un solo individuo.

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¿Sucede acaso que la experiencia de loshombres es tan desagradable que noquieren hablar de ella? La lección másvaliosa que enseña el dinero, la que nosha enseñado el Creador del Universocon tanto esfuerzo, nosotros nossentimos tentados a ignorarla. Y encuanto a los medios de ganarse la vida,es maravilloso lo indiferentes que semuestran los hombres de todas lasclases, incluso los llamados reformistas—tanto los que heredan, ganan el dineroo lo roban—. Yo creo que la sociedadno ha hecho nada por nosotros a esterespecto y encima ha deshecho lo quehabíamos conseguido. El frío y el

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hambre me parecen más acordes con minaturaleza que esos métodos que hanadoptado los hombres.

El adjetiva sabio está, por logeneral, mal aplicado. ¿Cómo puede sersabio el que no sabe mejor que otroscómo se ha de vivir?, ¿no será tan sóloun hombre más astuto y más sutil?,¿opera la sabiduría como el burro en unanoria?, ¿o por el contrario nos enseñacómo tener éxito siguiendo su ejemplo?¿Existe algún tipo de sabiduría que no seaplique a la vida?, ¿o es la sabiduría tansólo el molinero que muele la lógicamás fina? Es pertinente preguntarse siPlatón se ganó la vida mejor o con

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mejores resultados que suscontemporáneos, ¿o sucumbió ante lasdificultades de la vida como los demáshombres? ¿Sobresalió por encima dealgunos por mera indiferencia oasumiendo aires de superioridad?, ¿o leresultó más fácil la vida porque su tía seacordó de él en su testamento? Lasformas con las que la mayoría se gana lavida, es decir, viven, son simplestapaderas y un evitar el auténticoquehacer de la vida, y sucede asíporque, en primer lugar, no saben; peroen parte también porque no quierenhacer nada por aprender algo mejor.

La afluencia masiva de buscadores

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de oro a California[7], por ejemplo, y laactitud no simplemente de loscomerciantes, sino también de losfilósofos y los profetas respecto a ella,refleja el gran desastre de la humanidad.¡Que tantos esperen vivir de la suerte yasí tener el modo de encargar el trabajoa otros menos afortunados y todo ellosin aportar nada a la sociedad! ¡Y a esole llaman un negocio! No conozcodesarrollo más sorprendente de lainmoralidad en el comercio y en losdemás procedimientos habituales paraganarse la vida. La filosofía y la poesíay la religión de semejante humanidad nomerecen el polvo de un bejín. El cerdo

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que se gana el sustento hozando,removiendo la tierra, se avergonzaría detal compañía. Si yo pudiera disponer dela riqueza de todos los mundoslevantando un dedo, no pagaríasemejante precio por ella. InclusoMahoma sabía que Dios no ha hechoeste mundo en broma. Esto convierte aDios en un acaudalado caballero quetira un puñado de monedas porque legusta ver a los hombres arrastrarse porel suelo. ¡La lotería del mundo!¡Subsistir en el reino de la Naturaleza,algo que debemos echar a suertes! ¡Vayauna crítica, vaya sátira para nuestrasinstituciones! La consecuencia será que

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toda la humanidad se colgará de unárbol. ¿Y es esto lo que nos hanenseñado los preceptos de todas lasBiblias? ¿Acaso el último invento de laraza humana y el más digno deadmiración es un simple rastrillo parabasura? ¿Es bajo estas premisas dondeconfluyen los orientales y losoccidentales? ¿Fue Dios quien nosindicó que ganáramos así la vida,cavando donde no plantamos, y que Élnos recompensaría acaso con una pepitade oro?

Dios entregó al hombre honrado uncertificado capacitándolo paraalimentarse y vestirse, pero el hombre

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malvado encontró un facsímil del mismoen los cofres de Dios, se apropió de él yobtuvo alimento y vestido como elprimero. Es uno de los sistemas defalsificación más extendidos que conoceel mundo. Yo no sabía que la humanidadpadeciera por falta de oro. Yo lo hevisto en pequeña cantidad. Sé que esmuy maleable, pero no tan maleablecomo el ingenio. Un grano de oro puededorar una gran superficie, pero no tantocomo un grano de buen juicio.

El buscador de oro en los barrancosde las montañas es tan jugador como sucolega de los casinos de San Francisco.¿Qué diferencia hay entre revolver el

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polvo o remover los dados? Si ganas, lasociedad pierde. El buscador de oro esel enemigo del trabajador honrado, seancualesquiera las restricciones y lascompensaciones que haya. No essuficiente que me digas que trabajastemucho para conseguir el oro. También elDiablo trabaja intensamente. El caminode la transgresión puede ser difícil demuchas maneras. El más humildeespectador que vea una mina dirá quebuscar oro es una especie de lotería, eloro obtenido de ese modo no es lomismo que el sueldo del trabajohonrado, Pero, en la práctica, olvida loque ha visto porque sólo percibe el

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hecho, no el principio, y entra en esadinámica, es decir, compra un boleto enlo que resulta ser otra lotería aunque notan obvia.

Una tarde, después de leer el relatode Howitt sobre los buscadores de oroen Australia[8], me quedaron grabadosen la mente toda la noche los numerososvalles con sus arroyos, todo cortado porpozos pestilentes de tres a treinta metrosde profundidad y cuatro metros deancho, tan justos como les fue posiblecavarlos y medio cubiertos de agua; ellugar al que se lanzan con furia muchoshombres para buscar fortuna, sin saberdónde deben abrir sus agujeros; sin

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saber si el oro está bajo su mismocampamento; cavando a veces cincuentametros antes de dar con la veta operdiéndola por centímetros,convertidos en demonios y sin respetarlos derechos de los demás en su sed deriqueza. Valles enteros a lo largo decincuenta kilómetros aparecen derepente como panales de miel por lospozos de los mineros, de tal suerte quecientos de éstos mueren allí agotados.Metidos en el agua y cubiertos de barroy arcilla trabajan día y noche y muerende frío y de enfermedad. Tras leer esto yhabiéndolo olvidado en parte, me puse apensar, por casualidad, en mi propia

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vida que me resulta tan pocosatisfactoria, haciendo lo mismo queotros muchos y, con la visión de lasexcavaciones todavía en mi mente, mepregunté por qué no iba yo a lavar orotodos los días, aunque sólo fueranpartículas mínimas, por qué no iba yo atrazar una galería hasta el oro de miinterior, y trabajar esa mina. Ahí estánuestro Ballarat y Bendigo[9]. ¿Quéimporta que la galería sea estrecha? Detodos modos yo debo seguir el sendero,por muy solitario, estrecho y tenebrosoque sea, por donde caminar con amor yrespeto. Allí donde un hombre se separade la multitud y sigue su propio camino,

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allí sin duda hay una bifurcación en lacarretera, aunque los viajeros asiduosno vean más que un boquete en laempalizada. Su sendero solitario acampo a través resultará el mejorcamino de los dos.

Muchos hombres se apresuran a ir aCalifornia y Australia como si elverdadero oro se encontrara en esadirección. Al contrario, están yendojusto al lugar opuesto de donde seencuentra. Hacen prospecciones más ymás lejos del lugar adecuado y cuandocreen que han triunfado resulta que sonlos más desafortunados. ¿No es auríferonuestro suelo natal? ¿No riega nuestro

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valle un arroyo que viene de lasmontañas doradas? ¿No nos ha traídoéste partículas resplandecientes y no haformado pepitas desde antes incluso delas eras geológicas? Sí, por extraño queparezca, si un buscador se desvíabuscando este auténtico oro del interiorde las inexploradas soledades que nosrodean, no hay peligro de que algunosiga sus pisadas y se empeñe ensuplantarlo. Puede incluso reclamar yexcavar el valle entero, las parcelascultivadas y sin cultivar, durante toda suvida, porque nadie le discutirá suderecho. No se meterán con sus artesaso sus herramientas. No se les confina en

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una propiedad de doce pies cuadrados,como en Ballarat, sino que puede cavaren cualquier sitio y lavar toda la tierradel mundo en sus gamellas.

Howitt dice lo siguiente del hombreque encontró la gran pepita de docekilogramos en las excavaciones deBendigo, en Australia: «Pronto empezóa beber, cogió un caballo y cabalgó porlos alrededores, casi siempre al galope,y cuando encontraba gente la llamabapara preguntarle si sabía quién era él y acontinuación le informaba muy amablede que él era el maldito miserable quehabía encontrado la pepita. Al final,cabalgando a todo galope, se estrelló

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contra un árbol, casi se salta los sesos».De todos modos, yo creo que no huboningún peligro en su caída porque ya sehabía saltado los sesos contra la pepita.Howitt añade: «Es un hombrecompletamente acabado». Pero es unejemplo de esa clase. Todos éstos sonhombres disipados. Escuchad algunosnombres de los lugares que excavan:«llano del imbécil», «barranco de lacabeza de carnero», «vado del asesino».¿No hay sátira en estos nombres?Dejadlos que arrastren su mal ganadariqueza a donde quieran, yo creo que ellugar en que vivan será siempre el«llano del imbécil», si no el «vado del

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asesino».La última fuente de nuestra energía

ha sido el saqueo de sepulturas en elIstmo de Darien[10], una empresa queparece estar en sus comienzos porque,según referencias recientes, ha ganado lasegunda votación en la comisión deNueva Granada[11] un decreto pararegular este tipo de minas y uncorresponsal del Tribune ha escrito:«En la estación seca, cuando el tiempopermita que la zona sea debidamenteinspeccionada, no cabe duda de que seencontrarán otras ricas guacas (es decir,cementerios)». A los emigrantes lesdice: «No vengáis antes de diciembre;

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tomad la ruta del istmo mejor que la dela Boca del Toro; no traigáis equipajeinútil, no carguéis con una tienda, unbuen par de mantas será suficiente; unpico, una pala y un hacha de buenacalidad será todo lo que necesitéis»;consejo éste que bien podría estarsacado de la «Guía de Burke»[12]. Yconcluye con esta línea en bastardilla yletras mayúsculas: «SI OS VA BIEN ENCASA QUEDAOS AHÍ», que muy bienpuede interpretarse: «Si estáis sacandobastante dinero de los expolios de loscementerios de vuestro Estado, quedaosahí».

¿Por qué ir a California por un

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lema? California es la hija de NuevaInglaterra, criada en su propia escuela yen su iglesia.

Es sorprendente que de entre todoslos predicadores haya tan pocosmaestros de moral. Los profetas estándedicados a perdonar el comportamientode los hombres. Muchos reverendos deedad avanzada, los illuminati de estaera, me dicen con una sonrisa amable ycordial, entre un suspiro y unestremecimiento, que no sea demasiadoblando con estas cosas, que lo aglutinetodo, es decir, que haga con todo esto unlingote de oro. El mejor consejo que heoído sobre estos temas era rastrero. A

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grandes rasgos era esto: no merece lapena emprender una reforma del mundoen ese particular. No preguntes cómo seconsigue la mantequilla para tu pan; sete revolverá el estómago al enterarte, ycosas parecidas. Le sería mejor a unhombre morir de hambre, que perder suinocencia en el proceso de conseguir elpan. Si dentro del hombre sofisticado nohay otro ingenuo, entonces se trata deuno de los ángeles del diablo. Alhacernos viejos, vivimos con menosrigidez, nos relajamos un poco de ladisciplina y de algún modo dejamos deobedecer nuestros instintos más puros.Pero deberíamos ser escrupulosos hasta

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el extremo de la cordura, despreciandola mofa de aquellos que son másdesafortunados que nosotros.

Incluso en nuestra ciencia y filosofíano existe por lo general una sola verdadobjetiva de las cosas. El espíritu desecta y la intolerancia han puesto suspezuñas en medio de las estrellas. Sólotenéis que discutir el problema de si lasestrellas están deshabitadas o no, paradescubrirlo. ¿Por qué tenemos queembadurnar los cielos como hicimos conla tierra? Fue triste descubrir que el Dr.Kane era masón y que Sir John Franklinlo era también[13]. Pero es más duro aúnpensar que posiblemente ésa fue la razón

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por la que el primero fue en busca delsegundo. No hay ninguna revista popularen este país que se atreva a publicar laopinión de un niño sobre cuestiones decierta importancia sin hacer algúncomentario. Todo debe someterse a losdoctores en teología. Yo preferiría quelo sometieran a la opinión de losarrapiezos.

Uno vuelve del funeral de lahumanidad para asistir a un fenómenonatural. Una pequeña idea entierra atodo el mundo.

No conozco a casi ningún intelectualque sea tan abierta y auténticamenteliberal que se pueda hablar con libertad

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en su presencia. La mayoría de aquelloscon los que intento hablar pronto seponen a atacar una institución en la quetienen algún interés, es decir, tienen unpunto de vista particular, no universal.Interpondrán continuamente su propiotejado con un estrecho tragaluz para verel cielo, cuando es el cielo lo quedeberían contemplar sin obstáculoalguno. ¡Yo os digo, quitad de en mediovuestras telarañas, limpiad vuestrasventanas! En algunos ateneos me dicenque han aprobado la exclusión del temade la religión y si estoy tocando esetema o no. He llegado a tener muchaexperiencia y he hecho todo lo posible

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por reconocer con franqueza mi propiavivencia de la religión, de tal modo quemi auditorio nunca sospecha el origen demis ideas. El conferenciante era taninofensivo para ellos como la luz de laluna. En cambio si les hubiera leído labiografía de los grandes picaros de lahistoria, habrían pensado que habíaescrito las vidas de los diáconos de suiglesia. Por lo general, la pregunta es:¿De dónde vino usted?, o ¿adónde va?Hay una pregunta más pertinente aún queoí hacer una vez a dos personas de miauditorio: «¿A favor de qué es laconferencia?». Todo mi cuerpo seestremeció.

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Para ser imparcial, los mejoreshombres que conozco no estántranquilos, no son todo un mundo en símismos. En general, se preocupan de losmodales y adulan y estudian lassituaciones con más perspicacia que elresto. Seleccionamos el granito para loscimientos de nuestras casas y establos,construimos vallas de piedra, peronosotros no nos asentamos sobre unentramado de verdad granítica, la máselemental roca primitiva. Nuestras vigasestán podridas. ¿De qué pasta está hechoese hombre que no se corresponde ennuestro pensamiento con la verdad máspura y sutil? A menudo acuso a mis

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mejores amigos de una inmensafrivolidad, porque mientras que haybuenos modales y cumplidos que norespetamos, no nos enseñamos unos aotros las lecciones de honradez ysinceridad que enseñan los animales, olas elecciones de estabilidad y solidezque proceden de las rocas. La culpa es,sin embargo, habitualmente mutuaporque, por lo general, no nos exigimosmás unos de otros.

¡Esa agitación en torno a Kossuth[14],observad qué típica, pero quésuperficial fue! Simplemente otro tipode política o de baile. Se le dedicarondiscursos por todo el país, pero todos

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expresaban la opinión o la falta deopinión de la multitud sin más.

Nadie mantuvo la verdad. Seagruparon en una camarilla como decostumbre: unos se apoyaban en otros ytodos juntos en nada. Del mismo modolos hindúes colocan el mundo sobre unelefante, el elefante sobre una tortuga yla tortuga sobre una serpiente y no tienennada que poner bajo la serpiente. Comofruto de toda esa agitación tenemos elsombrero de Kossuth.

Así de vacía e ineficaz es nuestraconversación cotidiana. Lo superficiallleva a lo superficial. Cuando nuestravida deja de ser íntima y privada, la

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conversación degenera en simplecotilleo. Es difícil conocer a un hombreque te cuente una noticia que no hayaaparecido en un periódico o que no se lahaya contado su vecino y, la mayoría delas veces, la única diferencia entrenosotros y nuestro amigo es que él haleído el periódico o salido a tomar el té,y nosotros no. En la misma medida quenuestra vida interior fracasa, vamos conmás constancia y desesperación a laoficina de correos. Puedes estar segurode que el pobre tipo que se aleja con elmayor número de cartas, orgulloso de suabultada correspondencia, no ha habidonada de sí mismo desde hace tiempo.

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Yo creo que leer un periódico a lasemana es ya demasiado[15]. Lo heintentado recientemente y me parecíaque todo este tiempo no había vivido enmi región natal. El sol, las nubes, lanieve, los árboles no me dicen tanto. Nopuedes servir a dos amos[16]. Requieremás de un día de atención conocer yposeer el valor de un día.

Podemos, con razón, avergonzarnosde decir las cosas que hemos leído uoído. No sé por qué mis noticias tienenque ser tan triviales, teniendo en cuentaque abrigamos sueños e ilusiones,nuestro progreso no debería ser taninsignificante. Las noticias que oímos no

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son, en su mayoría, interesantes. Sonrepeticiones vacías. A menudo nossentimos tentados de preguntar por quése da tanto énfasis a una experienciapersonal que hemos tenido. ¿Por quédespués de veinticinco años, tenemosque volver a encontrar en nuestrocamino a Hobbins, registrador desucesos? ¿No hemos avanzado ni uncentímetro, acaso? Así son las noticiasdiarias. Los acontecimientos flotan en laatmósfera insignificantes como lasesporas de los helechos, y caen sobre untalo abandonado o sobre la superficie denuestros montes que les proporcionanuna base en la que crecer como

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parásitos. Deberíamos librarnos de talesnoticias. ¿De qué serviría, en el caso deque explotara nuestro planeta, quehubiera un personaje involucrado en laexplosión? Si somos sinceros notendremos la menor curiosidad por talessucesos. No vivimos para divertirnosestúpidamente. Yo no correría a lavuelta de la esquina para ver el mundoexplotar.

Todo el verano e incluso el otoño,tal vez os hayáis olvidadoinconscientemente del periódico y de lasnoticias, y ahora descubrís que eraporque la mañana y la tarde estabanllenas de noticias. Vuestros paseos

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estaban llenos de incidentes. Osinteresaban no los asuntos de Europa,sino los asuntos de los campos deMassachusetts. Si tenéis la suerte deexistir, de vivir y moveros[17] dentro deese estrecho ámbito en el que se filtranlos acontecimientos que constituyen lasnoticias —un ámbito más estrecho quela fibra de papel en el que se imprimen— entonces estas cosas llenarán vuestromundo, pero si os eleváis por encima deese plano u os sumergís muy por debajode él, ya no las recordaréis más, ni ellasa vosotros. La realidad es que ver salirel sol cada día y verlo ponerse,participar de ese modo en el curso del

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universo os conservará sanos parasiempre. ¡Naciones! ¿Qué son lasnaciones? ¡Tártaros, hunos y chinos!Pululan como insectos. El historiadorlucha en vano por hacerlos memorables.Hay muchos hombres pero ni uno soloque lo sea auténticamente. Son losindividuos los que pueblan el mundo.Cualquier hombre que piense, puededecir con el Espíritu de Lodin[18]:

Desde la altura miro a las nacionesY observo cómo se convierten en

cenizas;Mi vivienda en las nubes es

tranquila.Son placenteros los grandes campos

de mi descanso.

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Os lo ruego, dejadnos vivir sin serarrastrados por perros, como hacen losesquimales, cruzando a través de colinasy valles, y mordiéndose las orejas unosa otros.

No sin un leve temblor de miedo, amenudo me doy cuenta de la facilidadcon la que mi mente admite los detallesde cualquier asunto trivial, las noticiasde la calle; y me asusta observar conqué facilidad la gente abarrota susmentes con tales basuras y deja querumores e incidentes ociosos einsignificantes se introduzcan en unterreno que debiera ser sagrado para el

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pensamiento. ¿Debe ser la mente unescenario público donde se discutan losasuntos de la calle y los cotilleos de lasobremesa?, ¿o debería ser una estanciadel cielo mismo, un templo hipetro[19]

consagrado a servir a los dioses? Meresulta tan difícil deshacerme de lospocos datos importantes; solo una mentedivina me lo podría aclarar. Así son, engeneral, las noticias de los periódicos yde las conversaciones. Es importanteconservar la castidad de la mente a esterespecto. ¡Pensad que aceptarais envuestras mentes los detalles de un solocaso de la sala de lo criminal,profanando su sanctum sanctorum[20]

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durante una hora o muchas horas!¡Hacéis de lo más íntimo delapartamento de vuestra mente, una salade los tribunales, como si todo estetiempo el polvo de la calle nos hubieracubierto, como si la calle misma contodo su tráfico, su ajetreo y suciedadhubieran atravesado el santuario denuestros pensamientos! ¿No sería ese unsuicidio intelectual y moral? Cuando mehe visto obligado a sentarme comoespectador y oyente en un tribunal dejusticia durante varias horas, y he visto amis vecinos, entrando y saliendo ahurtadillas y caminando de puntillas conlas manos y el rostro bien lavados, me

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parecía en ese momento que, al quitarselos sombreros, sus orejas crecíanrápidamente hasta convertirse engrandes tolvas auditivas entre las cualesse apretaban sus pequeñas cabezas.Como aspas de molinos de viento,captaban las ondas de sonido, que trasalgunas vueltas que les excitaban en suscerebros dentados, salían por el otrolado. Yo me preguntaba si al llegar acasa prestaban la misma atención alimpiarse las orejas que antes habíanprestado a lavarse las manos y losrostros. Me pareció entonces que elpúblico y los testigos, el jurado y elabogado, el juez y el criminal de la sala

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—si se me permite considerarloculpable antes del veredicto— erantodos igualmente criminales, y yohubiera deseado que un rayo losalcanzara y los aniquilara a todos.

Evita con todo tipo de trampas yseñales, amenazando con el peor castigodivino, que alguien profane ese terrenoque para ti es sagrado. ¡Es tan difícilolvidar todo eso que es inútil guardar enla memoria! Si tengo que ser un camino,prefiero serlo por torrentes, por arroyosdel Parnaso que por alcantarillas deciudad. Existe la inspiración, esechismorreo que llega al oído de la menteatenta desde los patios celestiales.

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Existe otra revelación profana y caduca,la de las tabernas y la comisaría depolicía. El mismo oído es capaz decaptar ambas comunicaciones. Elcriterio del que escucha es el que debedeterminar cuál oír y cuál no. Yo creoque la mente se puede profanarpermanentemente con el hábito deescuchar cosas triviales, de modo quetodos nuestros pensamientos se teñiránde trivialidad. Nuestro propio intelectodebería ser de asfalto, es decir, deberíatener un buen firme para que las ruedasse deslizaran fácilmente, y si quieressaber cómo darle mejor consistencia ala carretera, mejor que la que se

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consigue con cantos rodados, contraviesas de abeto o con asfalto, lo quetienes que examinar son algunas denuestras mentes que se han vistosometidas tanto tiempo a estetratamiento.

Si nos hemos profanado a nosotrosmismos —¿y quién no?— el remedioserá la cautela y la devoción para volvera consagrarnos y convertir de nuevonuestras mentes en santuarios.Deberíamos tratar nuestras mentes, esdecir, a nosotros mismos, como a niñosinocentes e ingenuos y ser nuestrospropios guardianes, y tener cuidado deprestar atención sólo a los objetos y los

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temas que merezcan la pena. No leáis elTimes, leed el Eternidades[21]. Losconvencionalismos son a la larga tanmalos como la mezquindad. Incluso losdatos científicos pueden manchar lamente con su aridez, a no ser que os laslimpiéis cada mañana, o las fertilicéiscon el rocío de la verdad fresca y viva.La sabiduría no llega hasta nosotros porlos detalles sino a través de rayos de luzprocedentes del cielo. Sí, todopensamiento que cruza la mentecomporta un desgaste irreversible y unprofundizar los baches que, como en lascalles de Pompeya, daban muestra deluso que se les dio. Cuántas cosas hay

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sobre las que deberíamos deliberar paradecidir si las aceptamos o no. ¡Mejorhubiéramos dejado que los carromatosde los vendedores ambulantes avanzarana un trote muy lento, incluso al paso, porese puente glorioso de la mente por elque confiamos pasar al final del últimoinstante de nuestra vida a la orilla máspróxima de la eternidad! ¿Tan sólotenemos habilidad para vivir comozafios y para servir al diablo y nada decultura ni delicadeza? ¿Para adquirirriquezas mundanas o fama o libertad, ydar una falsa imagen a los demás, comosi fuéramos todo cascara y concha, sinun corazón tierno y vivo dentro de

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nosotros? ¿Por qué tienen que sernuestras instituciones como esas nueceshueras que sólo sirven para pincharselos dedos?

Se dice que América va a ser elcampo de batalla donde se librará labatalla por la libertad, pero en realidadno puede ser que se refieran a libertaden un sentido exclusivamente político.Incluso si aceptamos que el americanose ha librado de un tirano político,todavía es esclavo de un tiranoeconómico y moral. Ahora que larepública —la res-publica— estáinstituida, es hora de buscar la res-privata —los asuntos privados— para

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cuidar de que, como el senado romanoaconsejaba a sus cónsules: «ne quid res-PRIVATA detrimenti caperet» , losasuntos privados no sufran deterioroalguno.

¿Llamamos a ésta la tierra de loshombres libres? ¿Qué supone ser libresrespecto del rey George y seguir siendoesclavos del rey Prejuicio? ¿Qué sentidotiene nacer libres y no vivir libres?¿Cuál es el valor de una libertad políticasino el de hacer posible la libertadmoral? ¿Alardeamos de la libertad deser esclavos o de la libertad de serlibres? Somos una nación de políticos ynos preocupamos sólo por una defensa

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superficial de la libertad. Los hijos denuestros hijos tal vez se sientan un díarealmente libres. Nos sometemos aimpuestos injustos. Hay un grupo deentre nosotros que no está representado.Son impuestos sin representación.Nosotros alojamos a las tropas, a tontosy ganado de todas clases. Alojamosnuestros cuerpos bastos en nuestraspobres almas, hasta que los primerosconsumen toda la sustancia de lassegundas.

Con respecto a la auténtica cultura ya la hombría de bien, somos aúnesencialmente provincianos porque noadoramos la verdad sino el reflejo de la

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verdad; porque estamos pervertidos ylimitados por una devoción exclusiva alnegocio y al comercio y a las fábricas ya la agricultura y cosas semejantes, queson sólo medios y no fines.

De esta manera es tambiénprovinciano el Parlamento inglés.Simples paletos que se traicionan unos aotros cada vez que se les presenta unasunto importante que resolver: elproblema irlandés, por ejemplo. ¿Porqué no lo llamé el problema inglés? Susnaturalezas se corrompen en contactocon la propia bajeza de los temas quetratan. Su «buena crianza» respeta sólocuestiones secundarias. Los mejores

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modales del mundo pasan a ser fatuos ytorpes al compararlos con unainteligencia superior. Su apariencia noes sino como la de las modas de otrostiempos: simples cortesías,genuflexiones y calzas hasta la rodillapasados de moda. Es el vicio y no losmodales exquisitos lo que hace quepierdan la firmeza de carácter. Enrealidad no son más que ropasdesechadas o conchas huecas clamandopor el respeto que se debía al ser quelas habitaba. Se os regala la concha enlugar de la carne y no es excusa que, enel caso de ciertos moluscos, las conchastengan más valor que la carne. El

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hombre que me impone sus buenosmodales actúa como si se empeñara enmostrarme el cuarto de sus colecciones,cuando lo que yo quería era verle a él.No fue éste el sentido con el que elpoeta Decker llamó a Cristo «el primerauténtico caballero que jamás hayaexistido». Repito que en este sentido lacorte más gloriosa de la cristiandad esprovinciana, pues sólo tiene autoridadpara decidir sobre interesestransalpinos, y no sobre los asuntos deRoma. Un pretor o un procónsul seríasuficiente para resolver los problemasque acaparan la atención del Parlamentoinglés y del Congreso americano.

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¡Gobierno y legislación! A éstas lasconsideraba yo profesiones respetables.Hemos oído hablar en la historia delmundo de Numas, Licurgos y Solones deorigen divino, nombres que pueden almenos representar legisladores ideales;¡pero pensad lo que supone dictar lasnormas para producir esclavos oexportar tabaco! ¿Qué tienen que ver loslegisladores divinos con la importacióno la exportación del tabaco? ¿Y loslegisladores humanos con respecto a laproducción de esclavos? Suponed quetuvieseis que someter esa cuestión a unhijo de Dios, ¿no tiene Él ningún hijo enel siglo XIX? ¿Se trata de una familia

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extinguida? ¿Con qué condiciones larecuperaríais? ¿Qué dirá el estado deVirginia el último día cuando éstas hansido sus principales y básicas cosechas?¿Qué lugar ocuparía el patriotismo ensemejante Estado? Tomo los datos delas estadísticas que han publicado lospropios estados.

¡Un comercio que surca los marespara comprar nueces y pasas, y queincluso esclaviza a los marineros coneste propósito! El otro día vi un barcoque había naufragado y en el cual sehabían perdido muchas vidas y sucargamento de ropas, nebrinas yalmendras amargas. ¡América va al

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Viejo Mundo por sus frutos amargos!¿No es el mar o el naufragio lo bastanteamargo como para hacer que la savia dela vida se vierta en ellos? Sin embargo,así es en su mayor parte nuestroensalzado comercio y hay algunos quetodavía se consideran estadistas yfilósofos y que están tan ciegos quepiensan que el progreso y la civilizacióndependen, precisamente, de este tipo deintercambio y de tal actividad que másbien parece la actividad de las moscasalrededor de una cuba de melaza. Seríaestupendo, alguien ha dicho, que loshombres fueran ostras y estupendo, lecontestaría yo, si fueran mosquitos.

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El teniente Herndon, enviado pornuestro gobierno a explorar elAmazonas y, según parece, a extender elárea de esclavitud, advirtió que allíhacía falta «una población laboriosa yactiva que conozca las comodidades dela vida y que tenga necesidadesartificiales que le induzcan a extraer delpaís sus múltiples recursos». Pero¿cuáles son esas «necesidadesartificiales» a estimular? No son el amora los lujos como el tabaco y losesclavos, tan abundantes en su Virginianatal ni el hielo y el granito y otrasriquezas materiales de nuestra NuevaInglaterra natal. Ni tampoco son «los

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grandes recursos de un país» lafertilidad o la esterilidad del suelo quelos produce. La necesidad básica detodo Estado donde he vivido es laelevada y seria ambición de sushabitantes. Esto es lo único quedesarrolla «los grandes recursos» de laNaturaleza y que, a la larga, le exigeexplotarlos por encima de susposibilidades, porque desde luego elhombre se mueve con el curso natural delas cosas. Cuando preferimos la culturaa las patatas y el entendimiento a lasciruelas, entonces los grandes recursosdel mundo se extraen y el resultado o laproducción básica no son esclavos ni

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obreros sino hombres: esos escasosfrutos que llamamos héroes, santos,poetas, filósofos y redentores.

En resumen, al igual que se formanlos ventisqueros cuando cesa el viento,así mismo cuando cesa la verdad surgeuna institución. Pero la verdad siguesoplando por las alturas y al final acabapor destruirla.

Eso que llaman política es algo tansuperficial y poco humano que en lapráctica nunca he reconocido que meinteresara. Los periódicos, según veo,dedican varias columnas gratuitamente ala política o a los asuntos de gobierno yesto, diría yo, es lo que los salva. Pero

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como yo amo la literatura y en ciertomodo también la verdad, no leo nuncaesas columnas. No quiero embotar hastaese punto mi sentido de la justicia. Notengo que rendir cuentas por haber leídoun solo mensaje del Presidente. ¡Ésta esuna época extraña del mundo, en la quelos imperios, los reinos y las repúblicasvienen a pedir a la puerta de un hombrecorriente y le cuentan sus problemas aloído! No puedo coger el periódico sinencontrarme con que un desdichadogobierno, acorralado y en sus últimosdías, me está pidiendo a mí, el lector,que le vote, más inoportuno que unmendigo italiano y si se me ocurre leer

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su certificado, escrito tal vez por elsecretario de un comerciante benévolo opor el patrón del barco que le trajo —puesto que no sabe ni una palabra deinglés— probablemente me informaríade la erupción de un Vesubio, o eldesbordamiento de un Po, verdadero oinventado, que le redujo a esta situación.Y en tal caso no dudo en sugerirle quetrabaje o que acuda a un asilo. ¿O si no,por qué no mantiene su vida privada ensilencio, como hago yo normalmente? Elpobre presidente[22], entre conservar supopularidad y cumplir con su deber, seencuentra perplejo. Los periódicos sonel poder dominante. Cualquier otro

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gobierno se reduce a unos cuantosinfantes de marina de FortIndependence[23]. Si un hombre se niegaa leer el Daily Times el gobierno sepondrá de rodillas ante él porque ésa esla única traición en estos tiempos.

Las cosas que más acaparan laatención, de los hombres, como lapolítica y la rutina diaria, son realmentefunciones vitales para la sociedadhumana, pero deberían realizarseinconscientemente como sucede con lascorrespondientes funciones del cuerpofísico. Son infrahumanas, una especie devegetación. A veces me despierto en unasemiconsciencia y las noto funcionar del

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mismo modo que alguien puede sentirseconsciente de algunos procesos dedigestión en un estado mórbido y llegaraasí a lo que llaman la dispepsia. Escomo si un pensador se sometiera a serdigerido por la gran molleja de lacreación. La política es, por así decirlo,la molleja de la sociedad, está llena dearena y grava y los dos partidospolíticos son sus dos mitadesenfrentadas. A veces se dividen encuatro y entonces se restriegan unascontra otras. No sólo los individuos sinotambién los Estados han confirmado deeste modo su dispepsia, lo cual semanifiesta por una inusitada sonoridad

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que podéis imaginar[24]. Nuestra vida noes únicamente un olvidar, sino también,en gran medida, un recordar aquello delo que nunca debimos ser conscientes, almenos no en nuestras horas de vigilia.¿Por qué no nos reunimos alguna vez, nocomo dispépticos, para contarnosnuestros malos sueños, sino comoeupépticos, para congratularnosmutuamente por el glorioso amanecer decada día? No pido nada exorbitante, oslo aseguro.

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Desobediencia civil[25]

Acepto de todo corazón la máxima: «Elmejor gobierno es el que gobiernamenos»[26], y me gustaría verlo puestoen práctica de un modo más rápido ysistemático. Pero al cumplirla resulta, yasí también lo creo, que «el mejorgobierno es el que no gobierna enabsoluto»; y, cuando los hombres esténpreparados para él, ése será el tipo degobierno que tendrán. Un gobierno es, enel mejor de los casos, un mal recurso,

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pero la mayoría de los gobiernos son, amenudo, y todos, en cierta medida, uninconveniente. Las objeciones que se lehan puesto a un ejército permanente (queson muchas, de peso, y merecen tenerseen cuenta) pueden imputarse también algobierno como institución. El ejércitopermanente es tan sólo un brazo de esegobierno. El gobierno por sí mismo, queno es más que el medio elegido por elpueblo para ejecutar su voluntad, esigualmente susceptible de originarabusos y perjuicios antes de que elpueblo pueda intervenir. El ejemplo lotenemos en la actual guerra deMéxico[27], obra de relativamente pocas

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personas que se valen del gobiernoestablecido como de un instrumento, apesar de que el pueblo no habríaautorizado esta medida.

Este gobierno americano, ¿qué essino una tradición, aunque muy reciente,que lucha por transmitirse a laposteridad sin deterioro, pese a irperdiendo parte de su integridad a cadainstante? No tiene ni la vitalidad ni lafuerza de un solo hombre, ya que un solohombre puede plegarlo a su voluntad. Esuna especie de fusil de madera para elpueblo mismo. Sin embargo, no es porello menos necesario; el pueblo ha detener alguna que otra complicada

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maquinaria y oír su sonido parasatisfacer así su idea de gobierno. Deeste modo los gobiernos evidenciancuan fácilmente se puedeinstrumentalizar a los hombres, o puedenellos instrumentalizar al gobierno enbeneficio propio. Excelente, debemosreconocerlo. Tan es así que estegobierno por sí mismo nunca promovióempresa alguna y en cambio sí mostrócierta tendencia a extralimitarse en susfunciones. Esto no hace que el país sealibre. Esto no consolida el Oeste. Estono educa. El propio temperamento delpueblo americano es el que haconquistado todos sus logros hasta hoy,

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y hubiera conseguido muchos más, si elgobierno no se hubiera interpuesto en sucamino a menudo. Y es que el gobiernoes un mero recurso por el cual loshombres intentan vivir en paz; y, comoya hemos dicho, es más ventajoso el quemenos interfiere en la vida de losgobernados. Si no fuera porque elcomercio y los negocios parecen botarcomo la goma, nunca conseguirían saltarlos obstáculos que los legisladores lesinterponen continuamente, y, situviéramos que juzgar a estos hombresúnicamente por las repercusiones de susactos, y no por sus intenciones,merecerían que los castigaran y los

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trataran como a esos delincuentes queponen obstáculos en las vías delferrocarril.

Pero, para hablar con sentidopráctico y como ciudadano, a diferenciade los que se autodenominan contrariosa la existencia de un gobierno, solicito,no que desaparezca el gobiernoinmediatamente, sino un mejor gobiernode inmediato. Dejemos que cadahombre manifieste qué tipo de gobiernotendría su confianza y ése sería unprimer paso en su consecución.

Después de todo, la auténtica razónde que, cuando el poder está en manosdel pueblo, la mayoría acceda al

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gobierno y se mantenga en él por unlargo período, no es porque posean laverdad ni porque la minoría loconsidere más justo, sino porquefísicamente son los más fuertes. Pero ungobierno, en el que la mayoría decida entodos los temas no puede funcionar conjusticia, al menos tal como entiendenTos hombres la justicia. ¿Acaso nopuede existir un gobierno donde lamayoría no decida virtualmente lo queestá bien o mal, sino que sea laconciencia? ¿Donde la mayoría decidasólo en aquellos temas en los que seaaplicable la norma de conveniencia?¿Debe el ciudadano someter su

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conciencia al legislador por un soloinstante, aunque sea en la mínimamedida? Entonces, ¿para qué tiene cadahombre su conciencia? Yo creo quedebiéramos ser hombres primero yciudadanos después. Lo deseable no escultivar el respeto por la ley, sino por lajusticia. La única obligación que tengoderecho a asumir es la de hacer en cadamomento lo que crea justo. Se ha dicho ycon razón que una sociedad mercantil notiene conciencia; pero una sociedadformada por hombres con conciencia esuna sociedad con conciencia. La leynunca hizo a los hombres más justos y,debido al respeto que les infunde,

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incluso los bienintencionados seconvierten a diario en agentes de lainjusticia. Una consecuencia natural ymuy frecuente del respeto indebido a laley es que uno puede ver una fila desoldados: coronel, capitán, cabo,soldados rasos, artilleros, todosmarchando con un orden admirable porcolinas y valles hacia el frente en contrade su voluntad, ¡sí!, contra su concienciay su sentido común, lo que hace que lamarcha sea más dura y se les sobrecojael corazón. No dudan que estáninvolucrados en una empresacondenable; todos ellos son partidariosde la paz. Entonces, ¿qué son: hombres,

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o por el contrario, pequeños fuertes ypolvorines móviles al servicio decualquier mando militar sin escrúpulos?Visitad un arsenal y contemplad a uninfante de marina; eso es lo que puedehacer de un hombre el gobiernoamericano, o lo que podría hacer unhechicero: una mera sombra y remedode humanidad; en apariencia es unhombre vivo y erguido, pero, sinembargo, mejor diríamos que estáenterrado bajo las armas con honoresfunerarios, aunque bien pudiera ser:

No se oían tambores ni himnosfunerarios

cuando llevamos su cadáver

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rápidamente al baluarte;ningún soldado disparó salvas de

despedidasobre la tumba en que enterramos a

nuestro héroe[28].

De este modo la masa sirve alEstado no como hombres sinobásicamente como máquinas, con suscuerpos. Ellos forman el ejércitoconstituido y la milicia, los carceleros,la policía, los ayudantes del sheriff, etc.En la mayoría de los casos no ejercitancon libertad ni la crítica ni el sentidomoral, sino que se igualan a la madera ya la tierra y a las piedras, e incluso sepodrían fabricar hombres de madera que

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hicieran el mismo servicio. Talesindividuos no infunden más respeto quelos hombres de paja o los terrones dearcilla. No tienen más valor quecaballos o perros, y sin embargo se lesconsidera, en general, buenosciudadanos. Otros, como muchoslegisladores, políticos, abogados,ministros y funcionarios, sirven alEstado fundamentalmente con suscabezas, y como casi nunca hacendistinciones morales, son capaces deservir tanto al diablo, sin pretenderlo,como a Dios. Unos pocos, como loshéroes, los patriotas, los mártires, losreformadores en un sentido amplio y los

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hombres sirven al Estado además consus conciencias y, por tanto, las más delas veces se enfrentan a él y, a menudo,se les trata como enemigos. Un hombreprudente sólo será útil como hombre yno se someterá a ser «arcilla» y «taparun agujero para detener el viento»[29],sino que dejará esa tarea a los otros:

Soy de estirpe demasiado elevadapara convertirme en un esclavo,en un subalterno sometido a tutela,en un servidor dócil, en instrumentode cualquier Estado soberano del

mundo[30].

Al que se entrega por entero a los

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demás se le toma por un inútil y unegoísta, pero al que se entrega solamenteen parte, se le considera un benefactor yun filántropo.

¿Cómo le corresponde actuar a unhombre ante este gobierno americanohoy? Yo respondo que no nos podemosasociar con él y mantener nuestra propiadignidad. No puedo reconocer ni por uninstante que esa organización políticasea mi gobierno y al mismo tiempo elgobierno de los esclavos.

Todos los hombres reconocen elderecho a la revolución[31], es decir, elderecho a negar su lealtad y a oponerseal gobierno cuando su tiranía o su

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ineficacia sean desmesurados einsoportables. Pero la mayoría afirmaque no es ése el caso actual, aunque sífue el caso, dicen, en la revolución de1775. Si alguien me dijera que ése fueun mal gobierno porque gravó ciertosartículos extranjeros llegados a suspuertos, lo más probable es que no meinmutara porque puedo pasar sin ellos.Toda máquina experimenta sus propiosroces, pero es posible que se trate de unmal menor y contrarreste otros males. Enese caso sería un gran error mover undedo por evitarlo. Pero cuando resultaque la fricción se convierte en su propiofin, y la opresión y el robo están

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organizados, yo digo: «hagamosdesaparecer esa máquina». En otraspalabras, cuando una sexta parte de lapoblación de un país que se hacomprometido a ser refugio de lalibertad, está esclavizada, y toda unanación es agredida y conquistadainjustamente por un ejército extranjero ysometida a la ley marcial, creo que hallegado el momento de que los hombreshonrados se rebelen y se subleven. Yeste deber es tanto más urgente, porcuanto que el país así ultrajado no es elnuestro, sino que el nuestro es elinvasor.

Paley[32], autoridad reconocida en

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temas morales, en un capítulo sobre«Deber de sumisión al gobierno civil»,reduce toda obligación civil al grado deconveniencia, y continúa: «mientras elinterés de la sociedad entera lo requiera,es decir, mientras la institución delgobierno no se pueda cambiar orechazar sin inconvenientes públicos, esvoluntad de Dios que se obedezca a esegobierno, pero no más allá[…]Admitido este principio, la justicia decada caso particular de rebelión sereduce a un calcular por un lado laproporción del peligro y del daño; y porel otro la posibilidad y coste decorregirlo». A continuación nos dice que

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cada hombre debe juzgar por sí mismo.Pero nos parece que Paley no hacontemplado los casos en los que laregla de la conveniencia no se aplica; esdecir, cuando un pueblo o un soloindividuo deben hacer justicia acualquier precio. Si le he quitadoinjustamente la tabla al hombre que seahoga, debo devolvérsela aunque meahogue yo. Esto, según Paley, seríainconveniente. Aquel que salve su vida,en este caso, la perderá[33]. Este pueblodebe dejar de tener esclavos y de lucharcontra México aunque le cueste suexistencia como tal pueblo[34].

Por experiencia propia, muchas

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naciones están de acuerdo con Paley,pero ¿acaso alguien cree queMassachusetts está haciendo lo correctoen la crisis actual?

Un estado prostituido; una mujerzuela acuyo traje plateado se le lleva la cola,pero cuya alma se arrastra por elpolvo[35].

Descendiendo a lo concreto: los quese oponen a una reforma enMassachusetts no son cien mil políticosdel Sur sino cien mil comerciantes ygranjeros de aquí[36], que están másinteresados en el comercio y laagricultura que en el género humano y no

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están dispuestos a hacer justicia ni a losesclavos ni a México, costase lo quecostase. Yo no me enfrento conenemigos lejanos sino con los que cercade casa cooperan con ellos y les apoyan,y sin los cuales estos últimos seríaninofensivos. Estamos acostumbrados adecir que las masas no están preparadas,pero el progreso es lento porque laminoría no es mejor o más prudente quela mayoría. Lo más importante no es queuna mayoría sea tan buena como tú, sinoque exista una cierta bondad absoluta enalgún sitio para que fermente a toda lamasa[37]. Miles de personas están, enteoría, en contra de la esclavitud y la

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guerra, pero de hecho no hacen nada poracabar con ellas; miles que seconsideran hijos de Washington yFranklin, se sientan con las manos en losbolsillos y dicen que no saben quéhacer, y no hacen nada; miles queincluso posponen la cuestión de lalibertad a la cuestión del mercado librey leen en silencio las listas de precios ylas noticias del frente de México tras lacena, e incluso caen dormidos sobreambos. ¿Cuál es el valor de un hombrehonrado y de un patriota hoy? Dudan yse lamentan y a veces redactan escritos,pero no hacen nada serio y eficaz.Esperarán con la mejor disposición a

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que otros remedien el mal, para poderdejar de lamentarse. Como mucho,depositan un simple voto y hacen un levesigno de aprobación y una aclamación ala justicia al pasar por su lado. Por cadahombre virtuoso, hay novecientosnoventa y nueve que alardean de serlo, yes más fácil tratar con el auténticoposeedor de una cosa que con los quepretenden tenerla.

Las votaciones son una especie dejuego, como las damas o elbackgammon[38] que incluyesen unsuave tinte moral; un jugar con lo justo ylo injusto, con cuestiones morales; ydesde luego incluye apuestas. No se

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apuesta sobre el carácter de losvotantes. Quizás deposito el voto quecreo más acertado, pero no estoyrealmente convencido de que eso debaprevalecer. Estoy dispuesto a dejarlo enmanos de la mayoría. Su obligación, portanto, nunca excede el nivel de loconveniente. Incluso votar por lo justoes no hacer nada por ello. Es tan sóloexpresar débilmente el deseo de que lajusticia debiera prevalecer. Un hombreprudente no dejará lo justo a merced delazar, ni deseará que prevalezca frente alpoder de la mayoría. Hay muy pocavirtud en la acción de las masas. Cuandola mayoría vote al fin por la abolición

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de la esclavitud, será porque les esindiferente la esclavitud o porque seatan escasa que no merezca la penamantenerla. Para entonces ellos seránlos únicos esclavos. Sólo puedeacelerar la abolición de la esclavitud elvoto de aquel que afianza su propialibertad con ese voto.

He oído decir que se va a celebraruna convención en Baltimore o en algúnotro sitio, para la elección del candidatoa la presidencia y que está formadafundamentalmente por directores deperiódicos y políticos profesionales, yyo me pregunto: ¿qué puede importarleal hombre independiente, inteligente y

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respetable la decisión que tomen? ¿Esque no podemos contar con la ventaja dela prudencia y la honradez de esteúltimo? ¿No podemos esperar quetambién haya votos independientes?¿Acaso no son numerosísimos loshombres que no asisten a convencionesen este país? Pero no: yo creo que elhombre respetable como tal ya se haescabullido de su puesto y desespera desu país, cuando es su país el que tienemás razones para desesperar de él.Inmediatamente acepta a uno de loscandidatos elegidos de ese modo, comoel único disponible demostrando que esél quien está disponible para cualquier

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propósito del demagogo. Su voto notiene más valor que el de cualquierextranjero sin principios o el decualquier empleadillo nativo que puedenestar comprados. ¡Loado sea el hombreauténtico que, como dice mi vecino,tiene un hueso en la espalda que no lepermite doblegarse! Nuestrasestadísticas son falsas, la población estáinflada. ¿Cuántos hombres hay en estepaís por cada 250.000 hectáreas?Apenas uno. ¿No ofrece América ningúnatractivo para que los hombres seasienten aquí? El americano hadegenerado en un Odd Fellow[39], un serque se reconoce por el desarrollo de su

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sentido gregario y una ausenciamanifiesta de inteligencia y una alegreconfianza en sí mismo, cuyo primer ybásico interés en el mundo es ver quelos asilos se conservan en buen estado yantes se ha puesto su vestimenta en todaregla y ha ido a recabar fondos paramantener a las viudas y huérfanos quepueda haber; en fin, en alguien que sepermite vivir sólo con la ayuda de laCompañía de Seguros Mutuos que se hacomprometido a enterrarledecentemente.

Por supuesto, no es un deber delhombre dedicarse a la erradicación delmal, por monstruoso que sea. Puede

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tener, como le es lícito, otros asuntosentre manos; pero sí es su deber almenos, lavarse las manos de él. Y si nose va a preocupar más de él, que, por lomenos, en la práctica, no le dé su apoyo.Si me entrego a otros fines yconsideraciones, antes de dedicarme aellos, debo, como mínimo, asegurarmede que no estoy pisando a otroshombres. Ante todo, debo permitir quetambién los demás puedan realizar suspropósitos. ¡Fijaos qué graninconsistencia se tolera! He oído decir aconciudadanos míos: «me gustaría queme ordenaran colaborar en la represiónde una rebelión de esclavos o marchar

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hacia México; veríamos si lo hago»; yen cambio ellos mismos han facilitadoun sustituto directamente con su propialealtad e indirectamente al menos con sudinero. Al soldado que se niega a lucharen una guerra injusta le aplaudenaquellos que aceptan mantener algobierno injusto que la libra; leaplauden aquellos cuyos actos yautoridad él desprecia y desdeña, comosi el Estado fuera un penitente quecontratase a uno para que se fustigasepor sus pecados, pero que noconsiderase la posibilidad de dejar depecar ni por un momento. Así, con elpretexto del orden y del gobierno civil,

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se nos hace honrar y alabar nuestrapropia vileza. Tras la primera vergüenzapor pecar surge la indiferencia y loinmoral se convierte, como si dijéramos,en amoral y no del todo innecesario enla vida que nos hemos forjado.

El mayor error y el más extendidoexige la virtud más desinteresada. Elligero reproche al que es susceptiblemuy a menudo la virtud del patriota, esaquel en el que incurren fácilmente loshombres honrados. Los que, sin estar deacuerdo con la naturaleza y las medidasde un gobierno, le entregan su lealtad ysu apoyo son, sin duda, sus seguidoresmás conscientes y por tanto suelen ser el

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mayor obstáculo para su reforma.Algunos están interpelando al Estado deMassachusetts para que disuelva laUnión y olvide los requerimientos delPresidente. ¿Por qué no la disuelven porsu cuenta (la unión entre ellos mismos yel Estado) y se niegan a pagar susimpuestos al tesoro? ¿No están en lamisma situación con respecto al Estadoque el Estado con respecto a la Unión?¿Acaso las razones que han evitado queel Estado se enfrentara con la Unión nohan sido las mismas que han evitado queellos se enfrentaran al Estado?[40].

¿Cómo puede estar satisfecho unhombre por el mero hecho de tener una

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opinión y quedarse tranquilo con ella?¿Puede haber alguna tranquilidad enello, si lo que opina es que estáofendido? Si tu vecino te estafa un solodólar no quedas satisfecho con saberque te ha estafado o diciendo que te haestafado, ni siquiera exigiéndole que tepague lo tuyo, sino que inmediatamentetomas medidas concretas pararecuperarlo y te aseguras de que novuelvan a estafarte. La acción que surgede los principios, de la percepción y larealización de lo justo, cambia las cosasy las relaciones, es esencialmenterevolucionaria y no está del todo deacuerdo con el pasado. No sólo divide

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Estados e Iglesias, divide familias eincluso divide al individuo, separandoen él lo diabólico de lo divino.

Hay leyes injustas: ¿noscontentaremos con obedecerlas ointentaremos corregirlas y lasobedeceremos hasta conseguirlo? ¿O lastransgrediremos desde ahora mismo?Bajo un gobierno como este nuestro,muchos creen que deben esperar hastaconvencer a la mayoría de la necesidadde alterarlo. Creen que si opusieranresistencia el remedio sería peor que laenfermedad. Pero eso es culpa delpropio gobierno. ¿Por qué no está atentopara prever y procurar reformas? ¿Por

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qué no aprecia el valor de esa minoríaprudente? ¿Por qué grita y se resisteantes de ser herido? ¿Por qué no anima asus ciudadanos a estar alerta y a señalarlos errores para mejorar en su acción?¿Por qué tenemos siempre que crucificara Cristo y excomulgar a Copérnico yLutero y declarar rebeldes a Washingtony Franklin?

Se pensaría que una negacióndeliberada y práctica de su autoridad esla única ofensa que el gobierno nocontempla; si no, ¿por qué no haseñalado el castigo definitivo, adecuadoy proporcionado? Si un hombre sinrecursos se niega una sola vez a pagar

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nueve monedas al Estado, se leencarcela (sin que ninguna ley de que yotenga noticia lo limite) por un períodoindeterminado que se fija según elarbitrio de quienes lo metieron allí; perosi hubiera robado noventa veces nuevemonedas al Estado, en seguida se ledejaría en libertad.

Si la injusticia forma parte de lanecesaria fricción de la máquina delgobierno, dejadla así, dejadla. Quizásdesaparezca con el tiempo; lo que sí escierto es que la máquina acabará porromperse. Si la injusticia tiene un muelleo una polea o una cuerda o una manivelaexclusivamente para ella, entonces tal

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vez debáis considerar si el remedio noserá peor que la enfermedad; pero si esde tal naturaleza que os obliga a seragentes de la injusticia, entonces osdigo, quebrantad la ley. Que vuestravida sea un freno que detenga lamáquina. Lo que tengo que hacer esasegurarme de que no me presto a hacerel daño que yo mismo condeno.

En cuanto a adoptar los medios queel Estado aporta para remediar el mal,yo no conozco tales medios. Requierendemasiado tiempo y se invertiría toda lavida. Tengo otros asuntos que atender.No vine al mundo para hacer de él unbuen lugar para vivir, sino a vivir en él,

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sea bueno o malo. Un hombre no tieneque hacerlo todo, sino algo, y debido aque no puede hacerlo todo, no esnecesario que haga algo mal. No esasunto mío interpelar al gobierno o a laAsamblea Legislativa, como tampoco elde ellos interpelarme a mí y si noquieren escuchar mis súplicas, ¿quédebo hacer yo? Para esta situación elEstado no ha previsto ninguna salida, suConstitución es la culpable[41]. Estopuede parecer duro y obstinado eintransigente, pero a quien se ha detratar con mayor consideración yamabilidad es únicamente al espíritu quelo aprecie o lo merezca. Sucede pues

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que todo cambio es para mejor, como elnacer y el morir que producen cambiosen nuestro cuerpo.

No vacilo en decir que aquellos quese autodenominan abolicionistasdeberían inmediatamente retirar suapoyo personal y pecuniario al gobiernode Massachusetts, y no esperar aconstituir una mayoría, antes de tolerarque la injusticia impere sobre ellos. Yocreo que es suficiente con que tengan aDios de su parte, sin esperar a más[42].Un hombre con más razón que susconciudadanos ya constituye unamayoría de uno. Tan sólo una vez al añome enfrento directamente cara a cara con

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este gobierno americano o surepresentante, el gobierno del Estado enla persona del recaudador de impuestos.Es la única situación en que un hombrede mi posición inevitablemente seencuentra con él, y él entonces diceclaramente: «Reconóceme». Y el modomás simple y efectivo y hasta el únicoposible de tratarlo en el actual estado decosas, de expresar mi poca satisfaccióny mi poco amor por él, es rechazarlo. Miconvecino civil, el recaudador deimpuestos es el único hombre con el quetengo que tratar, puesto que, después detodo, yo peleo con personas y no conpapeles, y ha elegido voluntariamente

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ser un agente del gobierno, ¿cómo va aconocer su identidad y su cometidocomo funcionario del gobierno o comohombre, si no le obligan a decidir si hade tratarme a mí que soy su vecino aquien respeta, como a tal vecino yhombre honrado o como a un maníacoque turba la paz? Después veríamos sipuede saltarse ese sentimiento de buenavecindad sin recurrir a pensamientos opalabras más duros e impetuosos deacuerdo con esa actuación. Estoy segurode que si mil, si cien, si diez hombresque pudiese nombrar, si solamente diezhombres honrados, incluso si un solohombre honrado en este Estado de

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Massachusetts, dejase en libertad a susesclavos y rompiera su asociación conel gobierno nacional y fuera por elloencerrado en la cárcel del condado, estosignificaría la abolición de la esclavitudde América. Lo que importa no es que elcomienzo sea pequeño; lo que se hacebien una vez, queda bien hecho parasiempre. Pero nos gusta más hablar deello: decimos que ésa es nuestra misión.La reforma cuenta con docenas deperiódicos a su favor, pero ni con unsolo hombre. Si mi estimado vecino, elembajador del Estado, que va a dedicarsu tiempo a solucionar la cuestión de losderechos humanos en la Cámara del

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Consejo, en vez de sentirse amenazadopor las prisiones de Carolina, tuvieraque ocuparse del prisionero deMassachusetts, el prisionero de eseEstado que se siente tan ansioso decargar el pecado de la esclavitud sobresu hermano (aunque, por ahora, sólo hadescubierto un acto de falta dehospitalidad para fundamentar suquerella contra él), la legislatura nodesestimaría el tema por completo elinvierno que viene.

Bajo un gobierno que encarcela aalguien injustamente, el lugar que debeocupar el justo es también la prisión.Hoy, el lugar adecuado, el único que

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Massachusetts ofrece a sus espíritus máslibres y menos sumisos, son susprisiones; se les encarcela y se lesaparta del Estado por acción de éste, delmismo modo que ellos habían hecho yapor sus principios. Ahí es donde elesclavo negro fugitivo y el prisioneromexicano en libertad condicional y elindio que viene a interceder por losdaños infligidos a su raza deberíanencontrarlos; en ese lugar separado,pero más libre y honorable, donde elEstado sitúa a los que no están con élsino contra él: ésta es la única casa, enun Estado con esclavos, donde elhombre libre puede permanecer con

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honor. Si alguien piensa que suinfluencia se perdería allí, que sus vocesdejarían de afligir el oído del Estado, yque ya no serían un enemigo dentro desus murallas, no saben cuánto más fuertees la verdad que el error, cuanto máselocuente y eficiente puede ser combatirla injusticia cuando se ha sufrido enpropia carne. Deposita todo tu voto, nosólo una papeleta, sino toda tuinfluencia. Una minoría no tiene ningúnpoder mientras se aviene a la voluntadde la mayoría: en ese caso ni siquiera esuna minoría. Pero cuando se opone contodas sus fuerzas es imparable. Si lasalternativas son encerrar a los justos en

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prisión o renunciar a la guerra y a laesclavitud, el Estado no dudará cuálelegir. Si mil hombres dejaran de pagarsus impuestos este año, tal medida nosería ni violenta ni cruel, mientras que silos pagan, se capacita al Estado paracometer actos de violencia y derramar lasangre de los inocentes. Ésta es ladefinición de una revolución pacífica, sítal es posible[43]. Si el recaudador deimpuestos o cualquier otro funcionariopúblico me preguntara —como así hasucedido—: «pero ¿qué debo hacer?»,mi respuesta sería: «Si de verdad deseascolaborar, renuncia al cargo». Una vezque el súbdito ha retirado su lealtad y el

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funcionario ha renunciado a su cargo, larevolución está conseguida. Inclusoaunque haya derramamiento de sangre.¿Acaso no hay un tipo de derramamientode sangre cuando se hiere la conciencia?Por esa herida se vierten la auténticahumanidad e inmortalidad del hombre ysu hemorragia le ocasiona una muerteinterminable. Ya veo correr esos ríos desangre.

Me he referido al encarcelamientodel objetor y no a la incautación de susbienes, aunque ambos cumplen losmismos fines, porque aquellos queafirman la justicia más limpia y, portanto, los más peligrosos para un Estado

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corrompido, no suelen haber dedicadomucho tiempo a acumular riquezas. Aestos tales el Estado les presta unservicio relativamente pequeño, y elmínimo impuesto suele parecerlesexagerado en especial si se venobligados a ganarlo con el sudor de sufrente. Si hubiera alguien que viviera sinhacer uso del dinero en absoluto, elEstado mismo dudaría en reclamárselo.Pero los ricos (y no se trata decomparaciones odiosas) están siemprevendidos a la institución que les hacericos. Hablando en términos absolutos, amayor riqueza, menos virtud; porque eldinero vincula al hombre con sus bienes

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y le permite conseguirlos y, desde luego,la obtención de ese dinero en sí mismono constituye ninguna gran virtud. Eldinero acalla muchas preguntas que deotra manera tendría que contestar,mientras que la única nueva que se leplantea es la difícil pero superflua decómo gastarlo. De este modo, susprincipios morales se derrumban a suspies. Las oportunidades de una vidaplena disminuyen en la mismaproporción en que se incrementan lo quese ha dado en llamar los «medios defortuna». Lo mejor que el rico puedehacer en favor de su cultura es procurarllevar a cabo aquellos planes en que

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pensaba cuando era pobre. Cristorespondió a los fariseos en una situaciónsemejante: «Mostradme la moneda deltributo», dijo y uno sacó un céntimo delbolsillo. Si usáis moneda que lleva laefigie del César y él la ha valorado yhecho circular, y si sois ciudadanos delEstado y disfrutáis con agrado de lasventajas del gobierno del César,entonces devolvedle algo de lo suyocuando os lo reclame: «Dad al César loque es del César y a Dios lo que es deDios»[44]. Y se quedaron como estabansin saber qué era de quién, porque noquerían saberlo.

Cuando hablo con el más

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independiente de mis conciudadanos, medoy cuenta de que diga lo que digaacerca de la magnitud y seriedad delproblema, y su interés por latranquilidad pública, en última instanciano puede prescindir del gobierno actualy teme las consecuencias que ladesobediencia pudiera acarrear a susbienes y a su familia. Por mi parte no megustaría pensar que algún día voy adepender de la protección del Estado. Sirechazo la autoridad del Estado cuandome presenta la factura de los impuestos,pronto se apoderará de lo mío y gastarámis bienes y nos hostigaráinterminablemente a mí y a mis hijos.

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Esto es duro. Esto hace que al hombre lesea imposible vivir con honradez y almismo tiempo con comodidad en la vidamaterial. No merece la pena acumularbienes; con toda seguridad se losvolverían a llevar; es mejor emplearse oestablecerse en alguna granja y cultivaruna pequeña cosecha y consumirlacuanto antes. Se debe vivirindependientemente sin depender másque de uno mismo, siempre dispuesto ypreparado para volver a empezar y sinimplicarse en muchos negocios. Unhombre puede enriquecerse hasta enTurquía si se comporta en todos losaspectos como un buen súbdito del

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gobierno turco. Decía Confucio: «Si unEstado se gobierna siguiendo losdictados de la razón, la pobreza y lamiseria provocan la vergüenza; si unEstado no se gobierna siguiendo larazón, las riquezas y los honoresprovocan la vergüenza». No: mientrasno necesite que Massachusetts mesocorra en algún lejano puerto del Sur,donde mi libertad se halle en peligro, omientras me dedique únicamente aadquirir una granja por medios pacíficosen mi propio país, podré permitirme ellujo de negarle lealtad a Massachusetts ysu derecho sobre mi vida y mis bienes.Además, me cuesta menos trabajo

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desobedecer al Estado, que obedecerle.Si hiciera esto último, me sentiría menosdigno.

Hace algunos años, el Estado meinstó en nombre de la Iglesia a quepagara cierta suma para mantener alclérigo a cuyos oficios solía asistir mipadre, aunque no yo. «Paga —se me dijo— o serás encarcelado». Me negué apagar pero lamentablemente otrodecidió hacer el pago por mí. No veíapor qué el maestro tenía que contribuircon sus impuestos al sustento del clérigoy no el clérigo al del maestro; dado queademás yo no era maestro del Estado yme mantenía gracias a una suscripción

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popular. No veía por qué la escuelacarecía del derecho a recibir impuestosdel Estado, mientras que la Iglesia sí lotenía. De todos modos, ante elrequerimiento de los concejales, meavine a redactar una declaración en lossiguientes términos: «Sepan todos por lapresenté, que yo, Henry Thoreau, nodeseo ser considerado miembro deninguna sociedad legalmente constituidaen la que no me haya inscritopersonalmente». La entregué al alguacily él la tiene. El Estado sabiendo de estemodo que no deseaba ser consideradomiembro de esa Iglesia, no ha vuelto areclamarme aquel impuesto, aunque

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mantuvo su exigencia inicial por aquellasola vez. Si hubiera sabido entoncescómo denominarlas me habría borradouna por una de todas las sociedades delas que jamás me hice miembro, pero nosabía dónde conseguir una listacompleta.

No he pagado «los impuestos sobrelos votantes» desde hace seis años. Porello me encarcelaron una vez, duranteuna noche, y mientras contemplaba losmuros de piedra sólida de 60 u 80 cm deespesor, la puerta de hierro y madera de30 cm de grosor y la reja de hierro quefiltraba la luz, no pude por menos quesentirme impresionado por la estupidez

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de aquella institución que me tratabacomo si fuera mera carne, sangre yhuesos que encerrar. Me admiraba quealguien pudiera concluir que ése era elmejor uso que se podría hacer de mí, yno hubieran pensado en beneficiarse demis servicios de algún otro modo. Meparecía que si un muro de piedra meseparaba de mis conciudadanos, aúnhabría otro más difícil de rebasar operforar para que ellos consiguieran sertan libres como yo. No me sentíconfinado ni un solo instante, y losmuros se me antojaban enormesderroches de piedra y cemento. Mesentía como si yo hubiera sido el único

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ciudadano que había pagado misimpuestos. Sencillamente no sabíancómo tratarme y se comportaban comopersonas ineducadas. Lo mismo cuandoalababan que cuando amenazabancometían una estupidez, ya que pensabanque mi deseo era saltar al otro lado delmuro. No podía hacer otra cosa quesonreír al ver con qué esfuerzo mecerraban la puerta, mientras mispensamientos les seguían fuera de allísin obstáculo ni impedimento, cuandoeran ellos los únicos peligrosos. Comono podían llegar a mi alma, habíandecidido castigar mi cuerpo como hacenlos niños que, cuando no pueden

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alcanzar a la persona que les fastidia,maltratan a su perro. Yo veía al Estadocomo a un necio, como a una mujersolitaria que temiese por sus cubiertosde plata y que no supiese distinguir a susamigos de sus enemigos. Perdí todo elrespeto que aún le tenía y me compadecíde él.

El Estado nunca se enfrentavoluntariamente con la concienciaintelectual o moral de un hombre sinocon su cuerpo, con sus sentidos. No searma de honradez o de inteligencia sinoque recurre a la simple fuerza física. Yono he nacido para ser violentado.Seguiré mi propio camino. Veremos

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quién es el más fuerte. ¿Qué fuerza tienela multitud? Sólo pueden obligarmeaquellos que obedecen a una leysuperior a la mía. Me obligan a sercomo ellos. Yo no oigo que a loshombres les obliguen a vivir de tal ocual manera las masas. ¿Qué vida seríaésa? Cuando veo que un gobierno medice: «La bolsa o la vida», ¿por qué voya apresurarme a darle mi dinero? Puedeque se halle en grandes aprietos y nosepa qué hacer: yo no puedo hacer nadapor él: debe salvarse a sí mismo, comohago yo. No merece la pena lloriquear.Yo no soy el responsable del buenfuncionamiento de la máquina de la

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sociedad. Yo no soy el hijo delmaquinista. Observo que cuando unabellota y una castaña caen al lado, unano permanece inerte para dejar espacioa la otra, sino que ambas obedecen suspropias leyes y brotan y crecen yflorecen lo mejor que pueden, hasta queuna acaso ensombrece y destruye a laotra. Si una planta no puede vivir deacuerdo con su naturaleza muere, y lomismo le ocurre al hombre.

La noche en prisión fue una novedadinteresante. Cuando entré, los presos enmangas de camisa disfrutaban charlandoy tomando el fresco de la tarde en lapuerta. Pero el carcelero dijo: «¡Vamos,

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muchachos, es hora de cerrar!», y todosse dispersaron y oí el sonido de suspasos volviendo a los oscurosaposentos. El carcelero me presentó ami compañero de celda como un«individuo inteligente y de buennatural». Cuando cerraron la puerta meenseñó dónde podía colgar el sombreroy cómo se las arreglaba uno allí dentro.Blanqueaban las celdas una vez al mes yésta, si no las demás, era la habitaciónmás blanca, más sencillamenteamueblada y probablemente más limpiade toda la ciudad. Mi compañero seinteresó inmediatamente por mí: queríasaber de dónde era y qué me habíatraído aquí, y cuando se lo dije lepregunté a su vez cómo había venido él,dando por supuesto que se trataba de unhombre honrado, y tal como está el

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mundo, creo que lo era. «Pues —dijo—me acusan de incendiar un granero, perono lo hice». Según pude averiguar,probablemente había ido a dormir laborrachera a un granero y al fumar allísu pipa, el granero se incendió. Teníafama de hombre listo, llevaba tresmeses esperando el juicio y tendría queesperar otro tanto aún; pero se habíaadaptado y aceptaba su situación puestoque le mantenían gratis y le tratabanbien.

Él ocupaba una ventana y yo la otra,y me di cuenta de que si uno permanecíaallí mucho tiempo su quehacer principalconsistiría en mirar por la ventana. Muypronto había leído todos los panfletosque se habían ido dejando allí yexaminando por dónde se habíanescapado otros presos y dónde habían

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aserrado una reja y también conocíanécdotas de varios ocupantes deaquella celda. Descubrí que inclusohabía una historia y unos chismes quejamás salían de los muros de la prisión.Probablemente sea ésta la única casa enla ciudad donde se componen versosque luego se copian aunque no lleguen apublicarse. Me enseñaron una larga listade versos compuestos por variosjóvenes a los que habían descubierto enplena huida, y los cantaban paravengarse.

Le saqué a mi compañero de celdatoda la información que pude temiendono volver a verlo nunca más; perofinalmente me indicó cuál era mi camay se alejó para apagar la lámpara.

Pernoctar allí esa noche fue comoviajar a un país que jamás hubiera

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imaginado conocer. Me parecía quenunca antes había oído las campanadasdel reloj del Ayuntamiento, ni losruidos de la noche en la ciudad y es quedormíamos con las ventanas abiertaspor dentro de la reja. Era comocontemplar mi ciudad natal a la luz de laEdad Media y nuestro Concordconvertido en el Rin, con visiones decaballeros y castillos desfilando antemí. Eran las voces de mis vecinos en lascalles lo que yo oía. Me convertí en unespectador y oyente involuntario de loque sucede en la cocina de la posadacontigua, una experiencia totalmentenueva y extraña para mí. Meproporcionó un conocimiento deprimera mano de mi ciudad natal. Estabaabsolutamente dentro de ella. Nuncahasta entonces había visto sus

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instituciones. Ésta es una de susinstituciones más peculiares, pues setrata de una cabeza de partido.Empezaba a comprender de verdad a sushabitantes.

Por la mañana nos pasaron eldesayuno por una abertura en la puertaen pequeñas latas ovaladas hechas a lamedida que contenían medio litro dechocolate con pan moreno y unacuchara de hierro. Cuando volvieronpara recoger los cacharros caí en lanovatada de devolver el pan que mehabía sobrado, pero mi compañero loagarró y me dijo que debía guardarlopara la comida o la cena. Enseguida ledejaron salir para acudir a su trabajo derecogida de heno en un campo cercanoal que iba cada día y del que no volvíahasta el mediodía; por tanto se despidió

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diciendo que no sabía si nosvolveríamos a ver.

Cuando salí de la prisión (puesalguien intervino en mis asuntos y pagóel impuesto) no observé que se hubieranproducido grandes cambios en la gente,como le hubiese sucedido al que semarchase de joven y volviese hecho unviejo tembloroso y lleno de canas. Sinembargo sí aprecié un cierto cambio enla escena: en la ciudad, en el Estado yen el país; un cambio mayor que eldebido al mero paso del tiempo. ElEstado en el que vivía se me presentabacon mayor nitidez. Vi hasta qué puntopodía confiar como vecinos o amigosen la gente con la que vivía, que suamistad era de poco fiar, que no seproponían hacer el bien. Eran de unaraza distinta a la mía por sus prejuicios

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y supersticiones, como los chinos y losmalayos que, en sus sacrificios a lahumanidad, no corren riesgo alguno nitampoco sus bienes. Después de todo,no eran tan nobles y trataban al ladróncomo les había tratado a ellos; yesperaban salvar sus almas mediante laobservancia de ciertas costumbres yunas cuantas oraciones y caminando devez en cuando por senderos rectos peroinútiles. Puede que esta crítica a misvecinos parezca severa, puesto quemuchos de ellos no saben que existeuna institución como la cárcel en suciudad.

Antes era costumbre en nuestraciudad que, cuando un deudor pobresalía de la cárcel, sus conocidos lesaludaran mirando a través de los dedoscruzados, para representar las rejas de la

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cárcel: «¿Qué tal?». Mis vecinos nohicieron eso sino que primero memiraron a mí y luego se miraron unos aotros, como si hubiera vuelto de unlargo viaje. Me prendieron cuando iba alzapatero a recoger un zapato que mehabían arreglado. Cuando me soltaron, ala mañana siguiente, procedí a finalizarmi recado y tras ponerme el zapatoarreglado, me uní a un grupo que iba arecoger bayas y que me esperaban paraque les hiciese de guía, y en media hora(pues aparejé el caballo con rapidez)estaba en medio de un campo de bayas,en una de nuestras colinas más altas, a 3kilómetros de distancia, y allí no se veíaal Estado por ningún lado. Ésta es lahistoria completa de «Misprisiones»[45].

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Nunca me he negado a pagar elimpuesto de carreteras porque tandeseoso estoy de ser un buen vecino,como de ser un mal súbdito; y respectodel mantenimiento de las escuelas, estoycontribuyendo ahora a la educación demis compatriotas. No me niego a pagarlos impuestos por ninguna razón enconcreto; simplemente deseo negarle mílealtad al Estado, retirarme ymantenerme al margen. Aunque pudierasaberlo, no me importaría conocer eldestino de mi dinero, hasta que secomprara con él a un hombre o a unmosquetón para matar —el dinero esinocente— pero me interesaría conocer

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las consecuencias que tendría mi lealtad.A mi modo, en silencio, le declaro laguerra al Estado, aunque todavía harétodo el uso de él y le sacaré todo elprovecho que pueda, como suele hacerseen estos casos.

Si otros, por simpatía con el Estado,pagan los impuestos que yo me niego apagar, están haciendo lo que anteshicieron por sí mismos, o por mejordecir, están llevando la injusticia másallá todavía de lo que exige el Estado.Si los pagan por un equivocado interésen la persona afectada, para preservarsus bienes o evitar que vaya a la cárcel,es porque no han considerado con

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sensatez hasta qué punto sussentimientos personales interfieren conel bien público.

Ésta, pues, es mi postura en estosmomentos. Pero en tales casos hay queestar muy en guardia para evitar actuarllevado por la obstinación o por unindebido respeto a la opinión delprójimo. Lo que hay que comprender esque actuando así se está haciendo lo queuno debe y lo que corresponde a esemomento.

A veces pienso que estas gentestienen buenas intenciones pero sonignorantes; serían mejores si entendierantodo esto. ¿Por qué obligar a tu vecino

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al esfuerzo de tratarte en contra de suspropias inclinaciones? Sin embargo, yocreo que ésta no es razón suficiente paraque yo les imite o para que permita queotros sufran otras calamidades muchomayores. A veces me digo a mí mismo:cuando muchos millones de hombres sinodio, sin mala voluntad, sin sentimientospersonales de ningún tipo, os piden unaspocas monedas, y no existe laposibilidad —según su propiaconstitución— de retirar o alterar taldemanda, ni la posibilidad, por tu parte,de ayudar a otros millones, ¿por qué tetendrías que exponer a esta aplastantefuerza bruta? Tú no te resistes con esa

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obstinación al frío y al hambre, al vientoy a las olas; sino que te sometesresignada-mente a esas y a otras muchaspenalidades similares. No metes lacabeza en el fuego innecesariamente.Pero exactamente en la mismaproporción en que considero que ésta noes completamente una fuerza bruta, sinoque es en parte una fuerza humana, ycreo que tengo relaciones con esosmillones, que son relaciones conmillones de hombres, y no con simplesanimales o cosas inanimadas, veo que laapelación es posible, en primer lugar, yde modo inmediato, de ellos hacia suCreador; y en segundo lugar de ellos

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hacia sí mismos. Pero sideliberadamente meto la cabeza en elfuego, no hay apelación posible ni alfuego ni al Creador del fuego, y yo sólosería responsable de las consecuencias.Si me pudiese convencer a mí mismo deque tengo el más mínimo derecho asentirme satisfecho de los hombres talcomo son, y tratarlos en consecuencia, yno, en cierto sentido, según miconvicción y mi esperanza de cómoellos y yo deberíamos ser, entonces,como un buen musulmán y fatalista melas arreglaría para quedarme tranquilocon las cosas tal como son, y diría quese trataba de la voluntad de Dios. Y,

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sobre todo, hay una diferencia entreresistir a esto y a una mera fuerza animalo natural: al resistir a esto consigo algúnefecto; pero no puedo esperar cambiar,como Orfeo[46], la naturaleza de lasrocas, los árboles y las bestias.

No tengo interés en discutir conningún hombre o nación. No deseo serpuntilloso y establecer distincionessutiles; ni tampoco quiero presentarmecomo el mejor de mis conciudadanos.Lo que yo busco, en cambio, es unaexcusa para dar mi conformidad a lasleyes de este país. Estoy totalmentedispuesto a someterme a ellas. Dehecho, siempre tengo razones para dudar

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de mi postura y cada año, cuando pasael recaudador de impuestos, medispongo a revisar las leyes y lasituación de ambos gobiernos, el federaly el del Estado, así como la opinión delpueblo en busca de un pretexto para daresa conformidad.

Debemos interesarnos por nuestro paíscomo si fuera nuestro padre y si enalgún momento nos negamos a honrarlecon nuestro amor o nuestro esfuerzo,debemos, sin embargo, respetarle yeducar al alma en cuestiones deconciencia y religión, y no en deseos depoder ni de beneficio propio.

Creo que el Estado podrá evitarme

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pronto toda esta preocupación, yentonces no seré más patriota que misconvecinos. Desde cierto punto de vista,la Constitución, con todos sus fallos, esmuy buena; las leyes y los tribunales sonmuy respetables, incluso el gobiernofederal y el de este Estado son, enmuchos sentidos, admirables yoriginales; algo por lo que debemosestar agradecidos, tal como mucha gentelos ha descrito. Pero si elevamos unpoco nuestro punto de vista, en realidadno serían más que como los he descritoyo, y si nos elevamos aún más, ¿quiénsabe lo que son o si merece la penaobservarlos o pensar en ellos?

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De todos modos, el gobierno no esalgo que me preocupe demasiado, y voya pensar muy poco en él. No son muchaslas ocasiones en que me afectadirectamente, ni siquiera en este mundoen que vivimos. Si un hombre piensa conlibertad, sueña con libertad e imaginacon libertad, nunca le va a parecer quees aquello que no es, y ni losgobernantes ni los reformadores ineptospodrán en realidad coaccionarle.

Sé que la mayoría de los hombrespiensan de distinto modo, pero sonaquellos que se dedicanprofesionalmente al estudio de estostemas u otros semejantes, los que más

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me preocupan; los estadistas ylegisladores, que se hallan tanplenamente integrados en lasinstituciones que jamás las puedencontemplar con actitud clara y crítica.Hablan de cambiar a la sociedad, perono se sienten cómodos fuera de ella.Puede que se trate de hombres de ciertaexperiencia y criterio, y, sin lugar adudas, han inventado solucionesingeniosas e incluso útiles, por lo quesinceramente les damos las gracias; perotodo su talento y su utilidad seencuentran dentro de límites muyreducidos. Suelen olvidar que al mundono lo gobiernan ni la política ni la

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conveniencia. Webster [47] jamás ve másallá del gobierno y por tanto no puedehablar de él con autoridad. Sus palabraslas consideran válidas aquelloslegisladores que no contemplan lanecesidad de una reforma social en elgobierno actual, pero a los inteligentes ya los que legislan con idea de futuro lesparece que ni siquiera vislumbra elproblema.

Conozco a unos cuantos que con susserenos y sabios argumentos sobre estetema pondrían de manifiesto cuanlimitada es la capacidad de Websterpara la reflexión y la apertura a nuevasideas. Y, sin embargo, si lo comparamos

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con el pobre quehacer de los reformistasy el aún más pobre ingenio y elocuenciade los políticos en general, sus palabrasresultarían ser las más sensatas yválidas, y damos las gracias al Cieloporque existen. En comparación con losotros, él es siempre fuerte, original ysobre todo práctico. Con todo, su mayorcualidad no es su sabiduría sino suprudencia. Lo que el abogado llamaverdad no es la auténtica Verdad sino lacoherencia o una convenienciacoherente. La Verdad está siempre enarmonía consigo misma y no sepreocupa, al menos básicamente, deponer de relieve la justicia que pueda

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ser consistente con el mal. Bien mereceque le llamen, como ha ocurrido, elDefensor de la Constitución. Los únicosgolpes que ha dado, han sido siempredefensivos. No es un líder sino unseguidor. Sus líderes son los hombresdel 87[48]. «Nunca me he esforzado —dice— y nunca pienso esforzarme; jamáshe aprobado un esfuerzo, y no piensohacerlo ahora, para alterar el acuerdooriginal por el cual los diferentesEstados llegaron a constituirse en laUnión»[49]. Respecto del hecho de que laConstitución sancione la existencia de laesclavitud, dice: «Dado que forma partedel contrato original, dejémoslo como

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está». Pese a su especial agudeza yhabilidad es incapaz de extraer un hechoy sacarlo de sus meras implicacionespolíticas, para contemplarlo de unamanera exclusivamente intelectual (porejemplo, lo que le tocaría hacer a unhombre hoy en América, en relación conel problema de la esclavitud) sino quemás bien se aventura o se ve llevado adar una respuesta tan descabellada comola siguiente, mientras anuncia que hablaen términos absolutos y a título personal(y, ¿qué nuevo sistema de valoressociales podríamos deducir de ahí?):«El modo —dice— en que el gobiernode esos Estados donde existe la

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esclavitud hayan de regularla, es asuntosuyo, responsabilidad suya ante suselectores, ante las leyes generales de loque es apropiado, de la humanidad y dela justicia y ante Dios. Las asociacionesque puedan formarse en otros lugaressurgidas de un sentimiento de humanidado de otras causas, no tienen nada que vercon esta cuestión. Nunca han recibido miapoyo y nunca lo tendrán».

Quienes no conocen otras fuentes deverdad más puras, quienes no hanseguido su curso hasta sus orígenes,están, y con razón, del lado de la Bibliay la Constitución y beben de ellas conreverencia y humildad. Pero aquellos

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que van más allá y buscan el origen delagua que gotea sobre el lago o la charca,se ciñen los lomos una vez más y siguensu peregrinación en busca del manantial.

No ha habido en América ni un solohombre con genio para legislar[50]. Sonescasos en la historia del mundo. Haycentenares de oradores, políticos yhombres elocuentes, pero el oradorcapaz de resolver los acuciantesproblemas de hoy, aún no ha abierto laboca. Nos gusta la elocuencia por símisma y no porque sea portadora deninguna verdad o porque inspire ciertoheroísmo. Nuestros legisladores aún nohan aprendido el valor relativo que

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encierran el libre comercio y la libertad,la unión y la rectitud, para una nación.Carecen de genio o talento paracuestiones relativamente sencillas, comoson los impuestos y las finanzas, elcomercio, la industria y la agricultura.Si nos dejáramos guiar por la ingeniosaverborrea de los legisladores delCongreso, sin que la oportunaexperiencia del pueblo y sus protestasconcretas les corrigieran, Américapronto dejaría de conservar su rangoentre las naciones. El Nuevo Testamentose escribió hace mil ochocientos años—aunque tal vez no debería referirme aello— y, sin embargo, ¿dónde está el

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legislador con sabiduría y talentosuficiente como para aprovechar la luzque de él dimana y aplicarla sobre laciencia legislativa?

La autoridad del gobierno, aunaquella a la que estoy dispuesto asometerme —pues obedeceré a los quesaben y pueden hacer las cosas mejorque yo, y en ciertos casos, hasta a losque ni saben ni pueden— es todavía muyimpura. Para ser estrictamente justahabrá de contar con la aprobación yconsenso de los gobernados[51]. Nopuede ejercer más derecho sobre mipersona y propiedad que el que yo leconceda. El progreso desde una

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monarquía absoluta a otra limitada en supoder, y desde esta última hasta unademocracia, es un progreso hacia elverdadero respeto por el individuo.Incluso el filósofo chino fue losuficientemente sabio como paraconsiderar que el individuo es la basedel imperio. ¿Una democracia, tal comola entendemos, es el último logroposible en materia de gobierno? ¿No esposible dar un paso adelante tendente areconocer y organizar los derechos delhombre? Jamás habrá un Estadorealmente libre y culto hasta que noreconozca al individuo como un podersuperior e independiente, del que se

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deriven su propio poder y autoridad y letrate en consecuencia. Me complazcoimaginándome un Estado que por fin seajusto con todos los hombres y trate acada individuo con el respeto de unamigo. Que no juzgue contrario a supropia estabilidad el que haya personasque vivan fuera de él, sin interferir conél ni acogerse a él, tan sólo cumpliendocon sus deberes de vecino y amigo. UnEstado que diera este fruto y permitieraa sus ciudadanos desligarse de él allograr la madurez, prepararía el caminopara otro Estado más perfecto y gloriosoaún, el cual también imagino a veces,pero todavía no he vislumbrado por

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ninguna parte.

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La esclavitud enMassachusetts[52]

Recientemente asistí a una reunión delos ciudadanos de Concord, con laintención, como otros muchos, de poderhablar sobre el tema de la esclavitud enMassachusetts; pero me sorprendió y ala vez me decepcionó descubrir que, loque había congregado allí a misconvecinos era el destino de Nebraska yno el de Massachusetts, con lo cual midiscurso habría estado totalmente fuera

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de lugar. Yo creía que era nuestra casala que estaba ardiendo y no el campo;pero a pesar de que varios ciudadanosde Massachusetts están ahora en prisiónpor intentar rescatar a un esclavo de lasgarras del Estado[53], ninguno de losoradores de esa asamblea expresó pesaralguno, ni tan siquiera hubo referenciasal tema. Lo único que parecíapreocuparles era la distribución de unatierra salvaje a miles de kilómetros dedistancia. Los habitantes de Concord noestán preparados para vivir junto a unode sus puentes, pero hablan en cambiode asentarse en las tierras altas, al otrolado del río Yellowstone. Nuestros

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Buttricks y Davises y Hosmers estánbatiéndose en retirada hacia allí, y temoque no van a dejar un LexingtonCommon[54] entre ellos y el enemigo. Nohay ni un solo esclavo en Nebraska,pero puede que haya un millón de ellosen Massachusetts.

Los que se han educado en laescuela de la política son incapaces unay otra vez de enfrentarse a los hechos.Sus medidas lo son a medias, merossubterfugios. Posponen la fecha delasentamiento indefinidamente y mientrastanto, la deuda se incrementa. Aunque laLey de Esclavos Fugitivos no fue temade discusión en esa ocasión, mis

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conciudadanos decidieron por fintímidamente, en una reunión posterior,según supe, que habiendo sidorechazado por uno de los partidos elacuerdo de compromiso de 1820, «portanto […], la Ley de Esclavos Fugitivosde 1850 debe derogarse»[55]. Pero ésano es la única razón por la que sedebiera revocar una ley inicua. El hechoal que se enfrenta el político es tan sóloque hay menos honor entre ladrones delque se supone, y no al hecho de que seanladrones.

Como no tuve la posibilidad deexpresar mis opiniones en esa asamblea,¿me permitiréis que lo haga aquí?

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De nuevo está sucediendo que elPalacio de Justicia de Boston está llenode hombres armados escoltando a unprisionero y juzgando a un HOMBREpara saber si realmente es unESCLAVO. ¿Cree alguien que a lajusticia o a Dios le interesa la decisiónque tome Mr. Loring[56]? Que él estésentado ahí decidiendo aún cuando esapregunta ya está decidida desde laeternidad, y el esclavo analfabeto y lamultitud que le rodea hace tiempo quehan oído y aceptado la decisión, essencillamente ponerse en ridículo.Podemos sentirnos tentados a preguntarde quién recibió su cargo, y quién es él

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para recibirlo, qué nuevos estatutosobedece y qué precedentes tiene deautoridad. La existencia de tal arbitro esuna impertinencia. No le pedimos quetome una decisión, le exigimos que sevaya[57].

Presto atención a la voz de ungobernador, comandante en jefe de lastropas de Massachusetts. Oigo tan sóloel cri-cri de los grillos y el zumbido delos insectos que llenan el aire delverano. La proeza del gobernadorconsiste en pasar revista a las tropas losdías señalados. Le he visto a caballo,descubierto, y escuchando las oracionesdel capellán. Nunca más he visto a un

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gobernador. Creo que me las arreglaríabien sin ninguno. Si no sirve tan siquierapara evitar que me secuestren, ¿qué otrautilidad importante puede prestarme?Cuando más amenazada está la libertad,él permanece en la más profundaoscuridad. Un distinguido sacerdote medijo una vez que había elegido laprofesión del sacerdocio porque lepermitía tener más tiempo libre para susaficiones literarias. Yo le recomendaríala profesión de gobernador.

Hace tres años cuando ocurrió latragedia de Sims[58], yo me dije: existeun funcionario, no un hombre, que es elgobernador de Massachusetts, ¿qué ha

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estado haciendo los últimos quincedías? ¿Ha hecho todo lo posible pormantenerse a cubierto durante esteterremoto moral? Se me antojaba que nose hubiera podido lograr mayor críticani lanzarle insulto más mordaz que loque ha sucedido, que nadie se dignaraconsultarle en aquella crisis. Lo peor, ytodo lo que he llegado a saber de él, esque no aprovechó esa oportunidad paradarse a conocer y ser apreciado. Almenos pudo haberse sometido al pesode la fama. Todos parecían haberolvidado que existiera tal hombre o talcargo. Sin embargo no hay duda de queestaba luchando por ocupar el sillón

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gubernamental. No era mi gobernador.No me gobernaba a mí.

Pero por fin, en ese caso, sí hemosoído al gobernador. ¡Después de que ély el gobierno de los Estados Unidoshubieran logrado con éxito robarle sulibertad de por vida a un pobre negroinocente, y tras arrancarle la más íntimasemejanza con su Creador, pronunció undiscurso ante sus cómplices en una cenade celebración!

He leído una ley reciente de esteEstado que penaliza al oficial de la«Commonwealth» que «detenga o ayudea… la detención», siempre dentro de suslímites, «de cualquier persona que sea

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acusada de ser un esclavo fugitivo»[59].También es sabido que la orden delibertad para arrancar al fugitivo de lacustodia del oficial federal, no puedecumplirse, por falta de fuerza suficientepara ayudar al funcionario.

Yo pensaba que el gobernador era,de algún modo, el funcionario ejecutivodel Estado, que ésa era su función comogobernador, procurar que las leyes delEstado se cumplan; mientras que comohombre tendría cuidado, al hacerlo, deno transgredir las leyes de la humanidad;pero cuando se requiere de él algúnservicio especial e importante, resultaser un inútil, o peor que un inútil, y

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permite que las leyes del Estado seanincumplidas. Tal vez yo no conozcacuáles son los deberes del gobernador,pero si ser gobernador requieresometerse a tanta ignominiairremediable, si consiste en poner unfreno a mi propia naturaleza, me cuidaréde no ser nunca gobernador deMassachusetts. No he seguido leyendolas leyes de esta «Commonwealth». Noconstituyen una lectura beneficiosa. Nosiempre dicen la verdad, y no siemprequieren decir lo que dicen. Lo único queme preocupa saber es que la influencia yla autoridad de ese hombre estaban departe del amo y no del esclavo; de parte

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del culpable y no del inocente; de lainjusticia y no de la justicia. Ciertamentenunca he visto al hombre del que hablo,no sabía que era el gobernador hasta quetuvo lugar este suceso. Oí hablar de él yde Anthony Burns al mismo tiempo, yasí, sin duda, oirá hablar de él lamayoría. Estoy muy lejos de sentirmegobernado por él. No quiero decir quevaya en detrimento suyo el que yo nohubiera sabido de él, tan sólo lo afirmo.Lo peor que diré de él es que nodemostró ser mejor que la mayoría desus electores. En mi opinión no estuvo ala altura de las circunstancias.

La totalidad de las fuerzas armadas

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del Estado están ahora al servicio de untal Mr. Suttle[60], un dueño de esclavosde Virginia, para posibilitarle la capturade un hombre que considera de supropiedad, ¡pero ningún soldado se haofrecido para evitar el secuestro de unciudadano de Massachusetts! ¿Para estohan servido todos estos soldados, todaesta instrucción en los últimos setenta ynueve años?

¿Se han instruido sólo para saquearMéxico y devolver a los fugitivos a susamos?

Estas últimas noches he oído elredoble de un tambor en nuestras calles.Todavía hay hombres que ensayan, y

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¿para qué? Con un pequeño esfuerzopodría perdonar el cacareo de los gallosde pelea de Concord, porque tal vez noles hayan derrotado esa mañana; peronunca podría excusar este bang-bang delos que «ensayan». Al esclavo loentregó un hombre exactamente igual aésos, es decir, un soldado de quien lomejor que se puede decir es que es unidiota pero lleva un uniforme que lehace parecer más importante.

Hace tres años también, justo unasemana después de que las autoridadesde Boston se reunieran para entregar aun hombre totalmente inocente a laesclavitud y sabiendo ellos que era

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inocente, los habitantes de Concordtocaron las campanas y dispararon loscañones para celebrar su libertad y lavalentía y el amor a la libertad de susascendientes que lucharon en el puente.Como si esos tres millones hubieranluchado por el derecho a ser libresellos, pero poder esclavizar a otros tresmillones. Ahora los hombres llevan unagorra de loco y la llaman gorra de lalibertad. Incluso juraría que hay algunosque si les ataran a un poste deflagelación y no tuvieran libre más queuna mano, la usarían para tocar lascampanas y disparar cañonescelebrando su libertad. Así sucedió que

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algunos de mis convecinos se tomaron lalibertad de tocar y disparar; ése era todoel alcance de su libertad, y cuando elsonido de las campanas dejó de oírse, sulibertad también se extinguió; cuandotoda la pólvora se hubo gastado, sulibertad se desvaneció con el humo.

El chiste sería inmejorable si losreclusos de las prisiones hicieran unasuscripción para la pólvora de esassalvas y contrataran a los carcelerospara que tocaran y dispararan, mientrasque ellos disfrutaban observando através de las rejas.

Esto es lo que yo pensaba de misvecinos.

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Todos los honrados e inteligenteshabitantes de Concord, al oír esascampanas y esos cañones, no pensaráncon orgullo en los sucesos del 19 deabril de 1775, sino en la vergüenza delos sucesos del 12 de abril de 1851[61].Pero ahora tenemos medio enterrada esavieja vergüenza bajo otra nueva.

Massachusetts se sentó a esperar ladecisión de Mr. Loring, como si esopudiera afectar de algún modo a supropio delito. Su crimen, el más funestoy llamativo de todos, fue el de permitirleser el arbitro en este caso. Era elproceso de Massachusetts. Cada vez queel Estado de Massachusetts dudaba en

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dar la libertad a este hombre, cada vezque dudaba en enmendar su propiocrimen, se estaba confesando culpable.El comisario en este caso es Dios, noEdward G. God, sino únicamente Dios.

Me gustaría que mis compatriotasconsideraran que cualquiera que sea laley humana, ni un individuo ni unanación pueden cometer el menor acto deinjusticia contra el hombre másinsignificante, sin recibir por ello uncastigo. Un gobierno que cometeinjusticias deliberadamente, y persisteen ellas, a la larga se convertirá inclusoen el hazmerreír del mundo.

Se han dicho muchas cosas acerca

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de la esclavitud americana, pero yo creoque todavía no somos conscientes de loque realmente significa la esclavitud. Siyo propusiera seriamente al Congresoque hiciera salchichas de la humanidad,no dudo que la mayoría de los miembrosse sonreirían ante mi propuesta, y sialguno creyera que lo decía en serio,pensaría que estaba proponiendo algomucho peor de lo que el Congreso hayahecho nunca. Pero si alguien me dijeraque hacer salchichas de un hombre esmucho peor, o es absolutamente peorque convertirlo en un esclavo —queaprobar la Ley de Esclavos Fugitivos—le acusaría de necedad, de incapacidad

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intelectual, de hacer distinciones sinhaber diferencias. Una y otra sonpropuestas igualmente sensatas.

Oigo que se habla mucho de pisotearesta ley. No se precisa ningún esfuerzopara hacerlo. Esta ley no se eleva a laaltura de la cabeza o de la razón, suhábitat natural es la inmundicia. Nació yse crio y tiene su vida en el polvo y ellodo, a la altura de los pies, y el quecamina con libertad y no evita conmisericordia hindú pisar cada reptilvenenoso, la pisará sin remedio y laaplastará bajo su pie a ella y aWebster[62], su autor, como si fuera unescarabajo y su bola.

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Los acontecimientos recientes seránmuy válidos como crítica a nuestraadministración de justicia o mejor, comomuestra de cuáles son los auténticosrecursos de la justicia dentro de unacomunidad. Hemos llegado a unasituación en la que los amigos de lalibertad, los amigos del esclavo, hantemblado al comprender que el destinode éste dependía de la decisión de lostribunales legales de la nación. Loshombres libres no confían en que seimparta justicia en este caso; el juezpuede decidir de un modo u otro: en elmejor de los casos se trata de un meroaccidente. Es evidente que ésa no es una

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autoridad competente en un caso de tantaimportancia. No es el momento de juzgarde acuerdo con los precedentes, sino deestablecer un precedente para elfuturo[63]. Yo confiaría mucho más en laopinión del pueblo. Con su voto seconseguiría algo de cierto valor, aunqueno demasiado, pero de otro modo sólotendréis, decida lo que decida, el juicioequivocado de un individuo sin valoralguno.

En cierto modo es fatal para lostribunales que la gente se vea obligada aobedecerlos. No quiero pensar que lostribunales estén ahí para los procesossencillos y para los casos civiles tan

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sólo. ¡Pensad qué pasaría si se dejara ala decisión de un tribunal del país si másde tres millones de personas, en estecaso la sexta parte de la nación, tienenderecho a ser libres o no! Pero se haconfiado a los llamados tribunales dejusticia —al Tribunal Supremo del país— y como, según todos sabéis, éstos noreconocen otra, autoridad más que laConstitución[64], decidieron que esostres millones son esclavos y continuaránsiéndolo. Jueces como éstos sonsimplemente inspectores de ganzúas yherramientas de criminal, cuya funciónconsiste en decirle a éste si están enbuenas condiciones o no, y creen que ahí

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termina su responsabilidad. Había uncaso previo en el sumario que, comojueces designados por Dios, no teníanningún derecho a desestimar, caso quede haberse resuelto legítimamente, leshubiera salvado de esta humillación. Setrataba del caso del propio asesino.

La ley nunca hará libres a loshombres, son los hombres los que debenhacer libre a la ley. Los amantes de laley y el orden cumplen la ley cuando elgobierno la infringe.

Entre los seres humanos, el juezcuyas palabras determinan el destino deun hombre en la lejana eternidad, no esel que simplemente pronuncia el

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veredicto de la ley, sino ése,quienquiera que sea, que por amor a laverdad y sin prejuicios basados encostumbres o leyes humanas, pronunciaun juicio justo o una sentencia respectoa ese hombre. Ése es el que lesentencia. El que sea capaz de discernirla verdad, ha recibido sus poderes demanos de una fuente más alta que la delmás alto juez del mundo al que sólo lepreocupa la ley. Se constituye así enjuez del juez ¡Resulta extraño quetengamos necesidad de establecerverdades tan elementales!

Cada vez estoy más convencido deque, para tratar de un problema público,

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es más importante saber lo que opina elcampo que lo que opina la ciudad. Laciudad no piensa demasiado. En unacuestión moral, preferiría contar con laopinión de Boxboro[65] que con la deBoston y Nueva York juntas. Cuandohabla el primero siento como si alguienhubiera hablado, como si la humanidadexistiera todavía, y un ser razonablehubiera hecho valer sus derechos; comosi varios hombres sin prejuicios allá enlas colinas del país hubieran prestadoatención al tema, y con unas palabrassensatas hubieran redimido la reputaciónde la raza. Cuando en un puebloperdido, los granjeros organizan una

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asamblea especial para expresar suopinión sobre algún asunto que estápreocupando a esa zona, ése, creo yo, esel verdadero y el más respetablecongreso que se reúne en los EstadosUnidos.

Es evidente que hay, al menos queesta Commonwealth, dos partidos queson cada vez más distintos: el partido dela ciudad y el partido del campo. Ya séque el campo es muy mezquino, pero mealegra saber que hay una leve diferenciaa su favor. Por ahora existen pocosmedios si es que hay alguno por el cualse pueda expresar esta gente. Loseditoriales que leen, como las noticias,

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vienen de la costa. Cultivemos elrespeto mutuo entre nosotros, loshabitantes del campo. No traigamos dela ciudad nada más que nuestras ropas ynuestros víveres y, si leemos lasopiniones de la ciudad, consideremostambién las nuestras.

Entre las medidas a adoptar, yosugeriría un serio y vigoroso ataque a laprensa[66], como se acaba de hacer conmucho éxito con la Iglesia. La Iglesia hamejorado en pocos años pero la prensa,casi sin excepción, está corrompida. Yocreo que en este país la prensa ejerceuna influencia mayor y más perniciosaque la Iglesia en su peor época. No

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somos un pueblo religioso, pero sísomos una nación de políticos. No nospreocupa la Biblia pero sí nospreocupan los periódicos. ¡En cualquierreunión de políticos —como aquella deConcord la otra noche, por ejemplo—cuan impertinente resultaría citar de laBiblia!, ¡qué apropiado citar de unperiódico o de la Constitución! Elperiódico es la Biblia que leemos cadamañana y cada tarde, de pie y sentados,en coche o caminando. Es una Bibliaque todo hombre lleva en el bolsillo,que está sobre todas las mesas y losmostradores, y que el correo y miles deagentes de publicidad están

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continuamente distribuyendo. Ése es, endefinitiva, el único libro que hapublicado América y que América lee.Así de amplia es su influencia. El editores un predicador al que mantenéisvoluntariamente. Vuestra contribución esnormalmente de un céntimo al día yalquilar un banco en su iglesia no cuestanada. ¿Pero cuántos de estospredicadores predican la verdad? Mehago eco del testimonio de muchosextranjeros inteligentes y también de mispropias convicciones, cuando digo queprobablemente ningún país se gobernójamás por una clase tan mezquina detiranos, con unas pocas excepciones,

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como los directores de la prensaperiódica de este país. Y como viven ymandan sólo por servilismo, y apelandoa la peor y no a la mejor naturaleza delhombre, la gente que los lee se iguala alperro que vuelve a su vómito.

E l Liberator y el Commonwealthfueron, según mis noticias, los únicosperiódicos de Boston que hicieron oír sucondena de la cobardía y la vilezapuestas de manifiesto por lasautoridades de esa ciudad en 1851. Losotros periódicos, casi sin excepción, alreferirse y hablar de la Ley de EsclavosFugitivos y de la entrega del esclavoSims, menospreciaron el sentido común

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del país. Y, por lo general, hicieron talcosa porque de ese modo confiabanprocurarse la aprobación de suspatronos, olvidando que un sentimientomucho más sólido prevalecía en algunamedida en el corazón de laCommonwealth. Me han dicho quealgunos han mejorado recientemente,pero todavía son eminentementecontemporizadores. Ésa es la reputaciónque han adquirido.

Pero, por suerte, este predicador esmás vulnerable al ataque del reformistaque el sacerdote cobarde. Los hombreslibres de Nueva Inglaterra sólo tienenque abstenerse de comprar y leer estas

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hojas, sólo tienen que guardar suscéntimos para acabar rápidamente conuna veintena de ellas. Una persona a laque aprecio me dijo que había compradoe l Citizen de Mitchell en el tranvía yluego lo había tirado por la ventana.¿Pero, no habría expresado su despreciocon más firmeza si no lo hubieracomprado?

¿Son americanos?, ¿son de NuevaInglaterra?, ¿son habitantes de Lexingtony Concord y Framingham los que leen ymantienen al Post, Mail, Journal,Advertiser, Courier y Times de Boston?¿Son ésas las banderas de nuestraUnión? No soy lector habitual de

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periódicos y puede que haya omitido elnombre del peor.

¿Conlleva la esclavitud mayorservilismo del que exhiben algunos deestos periódicos? ¿Queda alguna basuraque no hayan lamido ellos con suconducta ensuciándola aún más con supropia baba? No sé si existe todavía elHerald de Boston, pero recuerdohaberlo visto por las calles cuando Simsfue atrapado. ¿No representó bien supapel, no sirvió a su dueño con totalfidelidad? ¿Cómo pudo doblegarse hastaese extremo? ¿Cómo puede un hombreinclinarse hasta más abajo del suelo,poner sus extremidades a la altura de la

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cabeza, o convertir su cabeza en laextremidad inferior? Cuando cogí estepapel con mis puños arremangados, oí elgluglú de la cloaca discurrir por cadacolumna. Sentí que tenía en las manos unpapel sacado de la alcantarilla pública,una hoja del evangelio de la casa dejuego, de la taberna y del burdel,armonizando con el evangelio de laBolsa de los Comerciantes.

La mayoría de los habitantes delnorte y del sur, este y oeste, no sonhombres de principios. Si votan, noenvían hombres al Congreso con el finde que sean humanitarios, sino quemientras que sus hermanos y hermanas

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son azotados y colgados por amar lalibertad —y aquí debería aludir a lo quees, e implica la libertad— lo que a ellosles preocupa es la mala administraciónde la madera, el hierro, la piedra y eloro. Haz lo que quieras, oh gobierno,con mi esposa e hijos, mi madre yhermano, mi padre y hermana, yoobedeceré tus órdenes al pie de la letra.Sin duda me dolerá que los lastimes, quelos entregues a capataces que lospersigan con sabuesos o los azoten hastala muerte, pero, de todos modos, yoseguiré pacíficamente mi destino en estahermosa tierra, hasta que tal vez un día,cuando me haya puesto de luto por sus

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muertes, logre persuadirte de que temoderes. Ésta es la actitud, éstas son laspalabras de Massachusetts.

Antes de tomar semejante actitud, noes necesario que os diga que yo tocaríaalgún resorte, accionaría algún sistemapara hacerlo explotar; pero como en elfondo amo la vida, me alinearía con laluz y dejaría que la oscura tierraretumbara bajo mis pies, y llamaría a mimadre y a mi hermano para que mesiguieran.

Quisiera recordarles a miscompatriotas que ante todo deben serhombres, y americanos después, cuandoasí convenga[67]. No importa lo valiosa

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que sea la ley para proteger laspropiedades e incluso para mantenerunidos el cuerpo y el alma, si no nosmantiene unidos a toda la humanidad.

Siento decir que dudo mucho quehaya un juez en Massachusetts dispuestoa renunciar a su cargo y a ganarse lavida con honradez, cada vez que se lepide que dicte sentencia siguiendo unaley contraria a la ley de Dios. Es obvioque en este caso se ponen a la altura delsoldado que descarga el mosquetón encualquier dirección que se le ordena.Son herramientas en la misma medida, yestán a la misma mezquina altura. Enrealidad no son más dignos de respeto

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porque sus amos esclavicen sus mentes ysus conciencias en vez de sus cuerpos.

Los jueces y los abogados —dentrode sus funciones, quiero decir— y todoslos hombres con responsabilidad trataneste caso de un modo muy burdo eincompetente. No consideran si la Leyde Esclavos Fugitivos es justa, sinoúnicamente si es lo que ellos llamanconstitucional. ¿Es la virtudconstitucional o lo es el vicio?, ¿esconstitucional la justicia o la injusticia?En cuestiones morales y vitales tanimportantes como ésta, es igual deimpertinente preguntar si una ley esconstitucional o no, que preguntar si es o

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no beneficiosa. Siguen siendo losservidores de los peores hombres y nolos servidores de la humanidad. Lacuestión es, no si tú o tu abuelo, hacesetenta años, llegasteis o no al acuerdode servir al diablo, y si ese servicio encuestión ha finalizado ahora; lo queimporta es si vas a servir a Dios de unavez por todas —a pesar de tu propiopasado desleal o el de tus antecesores—obedeciendo a esa eterna y sólo ellajusta CONSTITUCIÓN, que Él, y noJefferson o Adams, ha escrito en tucorazón.

La consecuencia de todo esto es quesi la mayoría vota al diablo para ser

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Dios, la minoría vivirá y se comportaráde acuerdo con ello y obedecerá alcandidato vencedor, confiando que undía u otro, tal vez por medio del voto deun parlamentario, puedan reinstaurar aDios. Éste es el más alto principio quepuedo desear o imaginar para misvecinos. Estos hombres actúan como sicreyeran que se pueden deslizar colinaabajo y volver luego a deslizarse colinaarriba. Esto es lo conveniente, elegir elcamino que ofrece menos resistencia alas piernas, es decir, la cuesta abajo.Pero no sucede así cuando se trata deconseguir una reforma justa: lo«cómodo» no está a nuestro alcance. No

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hay posibilidad de deslizarse colinaarriba. En moral los únicosdeslizamientos son hacia abajo.

De este modo estamos continuamenteadorando a falsos ídolos, tanto a laescuela y al Estado como a la Iglesia, yel séptimo día maldecimos a Dios de unextremo a otro de la Unión[68].

¿Nunca aprenderán los hombres quela política no es la honradez, y quejamás dictamina como justo lo moralsino que simplemente se guía por lo quees útil? La política elige al candidatopresentado que invariablemente es eldiablo y, ¿qué derecho tienen suselectores de sorprenderse porque el

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diablo no se comporte como un ángel dela luz? Lo que se necesita son hombres,no políticos, hombres íntegros quereconozcan que existe una ley superior ala Constitución o a la decisión de lamayoría[69]. El destino de un país nodepende de cómo se vote en laselecciones, el peor hombre vale tantocomo el mejor en este juego; no dependede la papeleta que introduzcas en lasurnas una vez al año, sino del hombreque echas de tu cuarto a la calle cadamañana.

Lo que debería preocupar aMassachusetts no es la Ley de Nebraskao la Ley de Esclavos Fugitivos sino su

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propia esclavitud y servilismo. Que esteEstado disuelva su unión con el dueñode esclavos. Puede que Massachusettsse inquiete y dude y pida permiso paraleer la Constitución una vez más, perono puede encontrar una ley respetable oun precedente que apoye la continuidadde esa unión en estas circunstancias.

Que cada habitante del Estadodisuelva su unión con él mientras retraseel cumplimiento de su deber.

Los sucesos del mes pasado meenseñaron a desconfiar de la fama. Nodiscrimina con delicadeza sino quelanza hurras con grosería. No tiene encuenta el simple heroísmo de una acción

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más que en la medida en que vaconectado con su beneficio evidente.

¡Alaba hasta la ronquera la fácilproeza de la «Boston tea party»[70], peroen cambio calla el ataque heroico,valiente y desinteresado al Palacio deJusticia de Boston, sólo porque resultófallido!

Rodeado de desgracias, el Estado seha sentado fríamente a enjuiciar lasvidas y las libertades de los hombresque intentaron cumplir con la obligaciónque le correspondería a él. ¡Y a esto lol l a ma n justicia! Aquellos que handemostrado que pueden comportarseexcepcionalmente, tal vez sean puestos

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entre rejas por su buena conducta.Aquellos que en honor a la verdad sonahora culpables, serán inocentes deentre todos los demás habitantes delEstado. Mientras que el gobernador y elalcalde e incontables oficiales de laCommonwealth están en libertad, loscampeones de la libertad estánencarcelados.

Sólo están libres de culpa los quecometen el delito de desacato asemejante tribunal. A todo hombre lecorresponde asegurarse de que suinfluencia está puesta a favor de lajusticia y dejar que los tribunalesrealicen sus propios juicios. Mis

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simpatías en este caso estánabsolutamente de parte del acusado, yabsolutamente en contra de susacusadores y jueces. La justicia es dulcey musical, mientras que la injusticia esáspera y discordante. El juez siguesentado a su organillo dando a lamanivela pero no se oye música, sólooímos el ruido de la manivela. Él creeque toda la música reside en lamanivela, y la muchedumbre le tiramonedas igual que siempre[71].

¿Creéis que ese Massachusetts queestá cometiendo semejantes atrocidades,que duda en ensalzar a estos hombres,cuyos abogados e incluso jueces tal vez

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se verán obligados a refugiarse en algúnpobre subterfugio para que no sufra uninstintivo sentido de la justicia, es otracosa que un infame y un servil?, ¿oacaso creéis que es el campeón de lalibertad?

Mostradme un Estado libre y unauténtico tribunal de justicia y lucharépor ellos si es necesario; pero si memostráis a Massachusetts, le negaré milealtad y le manifestaré mi despreciopor sus tribunales.

La meta de un buen gobierno esdarle más valor a la vida; el de un malgobierno, restarle valor. Podemospermitirnos que el ferrocarril y todos los

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bienes materiales pierdan algo de suvalor, porque eso sólo nos obligaría avivir con mayor sobriedad y economía,pero ¡suponed que el valor de la propiavida se devaluara! ¿Cómo vamos aexigir menos del hombre y de lanaturaleza, cómo vivir con mayoreconomía de virtud y de todas lascualidades honrosas? He vivido estemes último —y creo que todo hombre deMassachusetts capaz de sentirpatriotismo debe haber tenido unaexperiencia similar— con la impresiónde haber sufrido una gran pérdida. Alprincipio no sabía qué era lo que meafligía. Por fin me di cuenta de que

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había perdido mi patria[72]. Nunca habíarespetado a mi gobierno, pero habíapensado estúpidamente que podría viviraquí dedicado a mis asuntos privados yolvidarme de él. Por mi parte, misviejos y preciados propósitos hanperdido no sé cuánto atractivo, y sientoque mi inversión de vida aquí vale unbuen tanto por ciento menos desde queMassachusetts entregó deliberadamentea un hombre inocente, Anthony Burns, ala esclavitud. Antes vivía con la ilusiónde que mi vida transcurría en algún sitioentre el cielo y el infierno, pero ahorano puedo convencerme de que no vivocompletamente dentro del infierno. El

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espacio ocupado por esta organizaciónpolítica llamada Massachusetts está porlo que se refiere a la moral cubierta deescoria volcánica y ceniza, tal y comodescribe Mil-ton las regiones delinfierno. Si existe algún infierno másfalto de principios que nuestrosgobernantes y nosotros, los gobernados,siento curiosidad por verlo. Al perdervalor la vida, todo con ella, todo lo quecontribuye a vivir, pierde valor.Suponed que tenéis una pequeñabiblioteca con cuadros adornando lasparedes y un jardín alrededor y osentregáis a empresas científicas yliterarias, y descubrís de repente que

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vuestra casa con todos sus enseres estáenclavada en el infierno, y que el juez depaz tiene pezuñas y una cola bífida, ¿noes cierto que todas esas cosas perderánde repente valor a vuestros ojos?

Tengo la sensación de que de algúnmodo el Estado ha interferidonegativamente en mis legítimos asuntos.No sólo ha interrumpido mi paso porCourt Street al ir de compras, sino queme ha interrumpido a mí y a todos loshombres en nuestro camino recto yascendente cuando confiábamos dejaratrás Court Street muy pronto. ¿Quéderecho tiene a recordarme CourtStreet? He encontrado hueco lo que

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incluso yo creía que era tierra firme.Me sorprende ver que hay hombres

que continúan con sus asuntos como sinada hubiera pasado. Yo me digo:«¡Desgraciados!, no han recibido lanoticia». Me sorprende que el hombreque acabo de encontrar a caballo tuvieratanta prisa por recuperar a sus vacasrecién compradas que se le habíanescapado, ya que toda propiedad carecede seguridad, y si no vuelven aescaparse, tal vez se las roben. ¡Necio!¿No sabe que la semilla del maíz haperdido valor este año, que todacosecha con beneficios fracasa alaproximarse el imperio del infierno?

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Ningún hombre prudente construiría unacasa de piedra en estas condiciones, nise embarcaría en una empresa científicaque requiriera mucho tiempo. El artedura eternamente, pero la vida es másbreve[73] y menos adaptable a losintereses propios del hombre. No es éstauna época de tranquilidad. Hemosagotado toda la libertad que heredamos.Sí queremos salvar nuestras vidas,debemos luchar por ellas.

Voy caminando hacia uno denuestros estanques; pero ¿quésignificado tiene la belleza de lanaturaleza cuando los hombres sonmalvados? Nos aproximamos a los lagos

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para ver nuestra serenidad reflejada enellos; cuando no tenemos serenidad, novamos allí. ¿Quién puede estar sereno enun país cuando ambos, gobernantes ygobernados carecen de principios? Alpensar en mi país se me estropea elpaseo. En mis pensamientos asesino alEstado e involuntariamente tramocomplots contra él.

Pero el otro día acerté a oler unnenúfar y me di cuenta de que laestación que ansiaba, acababa de llegar.Él es el emblema de la pureza. Brota tanblanco y hermoso a la vista y tiene tanbuen aroma, que parece simbolizar lapureza y la dulzura y, sin embargo, nace

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del légamo y del estiércol de la tierra.Arranqué el primero que había brotadoen una milla. ¡En la fragancia de estaflor se confirman nuestros deseos! Novoy a rendirme tan rápidamente ante elmundo, opondré resistencia a laesclavitud, a la cobardía y a la falta deprincipios de los hombres del Norte.Ella nos sugiere cuáles son las leyes quehan prevalecido más tiempo y en máspaíses y aún prevalecen, de tal modoque llegará el tiempo en que los actosdel hombre despedirán la mismafragancia. Así es el olor de esta planta.Si la naturaleza aún puede crear esafragancia cada año, yo creo que todavía

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es joven y está llena de vigor, que suintegridad y su fuerza creadora no tienenpar y que hay virtud incluso en elhombre, porque es capaz de percibirla yamarla. Esto me recuerda que laNaturaleza no se ha asociado al Acuerdode Missouri. No hay olor a acuerdo enla fragancia del nenúfar. No es unNymphoea Douglassii[74]. En él, lodulce, puro e inocente estánabsolutamente separados de lo obscenoy lo vil. No hay en él olor a lacontemporizadora irresolución delgobernador de Massachusetts o la delalcalde de Boston. Así sucede que elolor de vuestros actos puede realzar la

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frescura general del ambiente, quecuando contemplamos u olemos una flor,podemos no darnos cuenta de loinconsistente de nuestros actos enrelación con ella, porque todos losolores no son sino una forma de anunciaruna cualidad moral, y si no se hubieranrealizado buenas acciones, el nenúfar noolería tan bien. El fétido légamorepresenta la pereza y el vicio delhombre, la decadencia de la humanidad;la fragante flor que crece de élrepresenta la pureza y la valentía, queson inmortales.

La esclavitud y el servilismo no handado lugar cada año a flores de suave

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fragancia para hechizar los sentidos delos hombres, porque no tienen una vidareal; son tan sólo decadencia y muerte,ofensivos para todos los olfatos sanos.No nos quejamos de que existan sino deque no los entierren; incluso ellos sonbuenos como abono.

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Apología del capitánJohn Brown[75]

Confío en que me perdonen por estaraquí. Preferiría no tener que forzarles aoír mis ideas, pero creo que no tengomás remedio. A pesar de lo poco que sédel capitán Brown quisiera intervenircon el fin de corregir el tono y lasafirmaciones de los periódicos y de miscompatriotas en general, con respecto asu carácter y a sus acciones. No noscuesta nada ser justos. Al menos

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podemos expresar nuestra simpatía yadmiración por él y sus compañeros yeso es lo que me propongo hacer.

Me referiré primero a su historia.Procuraré omitir, dentro de lo posible,lo que ustedes ya han leído. No espreciso que les describa su físico, yaque la mayoría de ustedesprobablemente lo han visto y no loolvidarán en mucho tiempo. He sabidoque su abuelo, John Brown, era unoficial de la Revolución, que él nació enConnecticut a principios de siglo[76] yque de muy joven se trasladó con supadre a Ohio. Le oí decir que su padreera un contratista que suministraba carne

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al ejército en la guerra de 1812[77], quele acompañaba al campamento y leayudaba en su trabajo, lo cual le enseñómucho de la vida militar —tal vezmucho más que si hubiera sido soldado,porque siempre estaba presente en lasreuniones de los oficiales—. Suexperiencia le enseñó sobre todo cómose abastece y mantiene a los ejércitos enel campo de batalla, un trabajo que,según su opinión, requiere tantaexperiencia y destreza como la propiaestrategia de la lucha. Decía que sonmuy pocas las personas que tienenconciencia del coste, incluso del costepecuniario que supone lanzar un solo

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cañonazo en la guerra. De este modo,vio lo suficiente como para hacerlerechazar la vida militar e incluso leincitó a aborrecerla hasta tal punto queaunque le tentó una oferta de un pequeñoempleo en el ejército, cuando teníadieciocho años, no sólo lo rechazó sinoque se negó a hacer el servicio militarcuando le llamaron a filas, y le multaronpor ello. Entonces decidió que nuncatendría nada que ver con una guerra, ano ser que fuera una guerra en favor dela libertad.

Cuando empezaron las revueltas deKansas[78], envió allí a varios de sushijos para apoyar al partido de los

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«Free State men» equipados con lasarmas que pudo conseguir y les dijo quesi los enfrentamientos se incrementabany le necesitaban, se uniría a ellos parasocorrerlos con sus manos y susconsejos. Así lo hizo, como ya sabéis, yfue su contribución más que la de ningúnotro, la que llevó la libertad a Kansas.

Durante una época de su vida fueagrimensor y luego estuvo algún tiempodedicado al comercio de lana y viajó aEuropa como agente de este negocio.Allí, como en todas partes, se mantuvoalerta e hizo observaciones muyoriginales sobre todo lo que vio. Decía,por ejemplo, que había visto por qué la

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tierra era tan fértil en Inglaterra y enAlemania (creo recordar) tan pobre, ypensó en escribir a algunos miembros dela realeza al respecto. La razón era queen Inglaterra los campesinos vivían enlas tierras que trabajaban, mientras queen Alemania se les recogía de noche pordistintos pueblos. Es una pena que nohaya escrito un libro con susobservaciones.

Debo decir que fue un hombreanticuado debido a su absoluto respeto ala Constitución y a su fe en laestabilidad de esta Unión. Consideró laesclavitud como algo totalmente opuestoa ambas, y fue siempre su enemigo[79].

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Fue un campesino de NuevaInglaterra por nacimiento y ascendenciahombre de gran sentido común, decididoy práctico como los de su clase pero conesas cualidades multiplicadas por diez.Fue como el mejor de los que sereunieron en Concord Bridge, enLexington Common y en Bunker Hill[80],pero más firme y de principios máselevados que los de cualquier otro quehubiera estado allí. No le convirtióningún predicador de la abolición. EthanAllen y Stark[81], con quienes se lecompara en ciertos aspectos, fueronluchadores en un campo mucho menosimportante. Ellos podían enfrentarse con

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valor a los enemigos de la patria, peroél tuvo el valor de enfrentarse a supropia patria cuando actuabaerróneamente. Un escritor del Oestedice, al contar su huida de tantospeligros, que se ocultaba bajo un «trajede campesino», como si en esas tierrasde llanuras lo apropiado fuera que unhéroe se vistiera con un traje de ciudad.

No se educó en una Universidadllamada Harvard, buena y antigua almamater como es. No se aumentó de lapapilla que allí se elabora[82]. Como élsolía decir: «No sé más gramática queuno de vuestros terneros». Se educó enla gran Universidad del Oeste, donde

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asiduamente acometió el estudio de laLibertad, por la cual había mostrado unatemprana afición. Y, tras obtenerdiversos diplomas, finalmente comenzósu actividad pública de Humanidades enKansas, como todos sabéis. Ésas eransus humanidades y no el estudio de lagramática. Habría colocado un acentodel griego al revés pero ayudado alevantarse al hombre caído[83].

Pertenecía a ese grupo del que sedicen muchas cosas pero del que lamayoría de las veces, no sabemos nadaen absoluto: los puritanos[84]. Matarlesería inútil. Murió al final de la épocade Cromwell, pero reapareció aquí.

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¿Por qué no? Se dice que algunospuritanos han venido aquí y se hanestablecido en Nueva Inglaterra. Era ungrupo que hacía algo más que celebrarel día de la llegada a Plymouth de susantepasados, y comer maíz tostado enrecuerdo de esa fecha. No eran nidemócratas ni republicanos sino tan sólohombres de costumbres sencillas, rectosy devotos; no confiaban en losgobernantes que no temían a Dios, nohacían demasiadas concesiones y no sededicaban a la política[85].

«En su campamento», como alguienha escrito recientemente, y como yomismo le he oído afirmar «no permitía

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la blasfemia, no toleraba la presencia dehombres de moral dudosa, a no ser, porsupuesto, como prisioneros de guerra.“Preferiría —dijo-tener la viruela, lafiebre amarilla y el cólera todos a la vezen mi campamento, antes que un hombresin principios… Es un error el quecometen los nuestros cuando creen quelos matones son los mejorescombatientes o que son los adecuadospara enfrentarse a los del Sur. Dadmehombres de principios, hombrestemerosos de Dios, orgullosos de símismos y con una docena me enfrentaréa otros cien de esos rufianes deBuford”»[86]. Dijo también que si se le

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presentaba un soldado bajo su mandoque alardeara de lo que haría o podríahacer en cuanto pusiera sus ojos sobre elenemigo, depositaría muy pocaconfianza en él.

Jamás pudo conseguir más de veintereclutas que tuvieran su aprobación ysólo una docena, entre ellos sus hijos,contaban con su plena confianza. Cuandoestuvo aquí hace varios años, mostró aunos cuantos un pequeño libromanuscrito —su «libro de ordenanzas»creo que le llamaba— donde figurabanlos nombres de los miembros de sucompañía en Kansas y las normas a lasque se sometían todos, y añadió que

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varios de ellos incluso las habíansellado con su sangre. Cuando alguien leseñaló que con la incorporación de uncapellán se convertiría en una tropaperfectamente cromwelliana[87], contestóque le hubiera gustado contar con uncapellán en la lista si hubieraencontrado uno que fuera capaz decumplir su misión satisfactoriamente. Esmuy fácil hallar uno que sirva en elejército de los Estados Unidos. De todosmodos, en su campamento teníanoraciones de mañana y tarde, segúncreo.

Fue un hombre de costumbresespartanas, y a los sesenta años era muy

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escrupuloso con su dieta incluso fuerade casa, y se excusaba diciendo quedebía comer frugalmente y hacer muchoejercicio, como corresponde al soldadoo a cualquiera que se prepare paraempresas difíciles y lleve una vidaarriesgada.

Hombre de gran sentido común y declaridad de expresión y acción, untrascendentalista ante todo, un hombrede ideas y de principios, eso era lo quemás le caracterizaba. Sin rendirse alcapricho del impulso fugaz sinopersiguiendo toda su vida un mismopropósito. Me di cuenta de que nuncaexageraba sino que hablaba dentro de

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los límites de la razón. Recuerdo enespecial, cómo en el discurso quepronunció aquí, se refirió a lo muchoque su familia había sufrido en Kansas,pero sin dar rienda suelta a su furiacontenida. Era como un volcán con lachimenea de una casa normal.Refiriéndose a los ataques de ciertosrufianes de la frontera[88] dijo, cortandorápidamente su discurso, como unsoldado con experiencia que haceacopio de valor y de fuerza: «Teníanperfecto derecho a ser colgados». Nuncafue un orador retórico, no hablaba conBuncombe o con sus electores enninguna ocasión, no necesitaba inventar

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nada, simplemente decía la verdad ytransmitía su propia firmeza; así escomo conseguía parecerincomparablemente fuerte y laelocuencia en el Congreso o encualquier otra parte tan sólo le hubierarestado valía.

Eran como los discursos deCromwell al lado de los de cualquierrey.

Por lo que se refiere a su tacto yprudencia, tan sólo diré que en unaépoca en que nadie de los Estados librespodía llegar a Kansas por un caminodirecto, por lo menos sin que se ledespojara de sus armas, él, equipado

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con rifles y otras armas poco adecuadasque pudo conseguir, condujo un carrolentamente y sin ninguna protección através de Missouri, aparentando ser unagrimensor con su teodolito bien a lavista, y así pasó sin sospechas y tuvo laoportunidad de conocer la situación delenemigo. Continuó ejerciendo estaprofesión algún tiempo después de sullegada. Por ejemplo, cuando veía ungrupo de enemigos en el campodiscutiendo por supuesto sobre el únicotema que les obsesionaba entonces, élcogía su brújula y con uno de sus hijosprocedía a trazar una línea imaginariapor el preciso lugar en que se estaba

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celebrando la reunión y cuando seacercaba a ellos hacía una pausa connaturalidad y charlaba con ellos paraenterarse perfectamente de las últimasnoticias y de todos sus planes. Trascompletar su estudio real recogía susinstrumentos y seguía con el imaginariohasta que se perdía de vista.

Cuando expresé mi sorpresa de quepudiera vivir en Kansas, donde habíanpuesto precio a su cabeza y tenía tantosenemigos, incluyendo a las autoridades,él lo explicaba diciendo: «Esperfectamente lógico que no me cojan».Durante varios años pasó la mayor partedel tiempo oculto en las ciénagas,

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sufriendo una absoluta pobreza yenfermo a causa de su vida a laintemperie, ayudado sólo por los indiosy unos pocos blancos. Pero aunque sesupiera que estaba escondido en unadeterminada ciénaga, sus enemigos no seatrevían a ir a buscarlo. Incluso podía ira cualquier ciudad donde hubiera más«Border Ruffians» que «Free State men»y hacer algún recado sin entretenersedemasiado, y nadie le molestaba porque,como él decía: «un simple puñado dehombres no se atrevía a acometer talempresa y un grupo grande no se podíareunir a tiempo».

No conocemos las razones de su

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reciente fracaso. Evidentemente no setrató de una tentativa insensata ydesesperada. Su enemigo, Mr.Vallandigham[89] se ve obligado aconfesar que «fue una de lasconspiraciones mejor planeadas yllevadas a cabo que jamás hayafracasado».

Pero había que mencionar sus otrosmuchos éxitos. ¿Acaso fue una derrota ouna muestra de mala organización librarde la esclavitud a una docena de sereshumanos y guiarlos a plena luz del díadurante semanas, e incluso meses, apaso lento, de un Estado a otro por todoel Norte? Todos sabían por donde

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andaba, tenía precio puesto a su cabeza,pero así y todo entró en un juzgado ycontó lo que estaba haciendo y logróconvencer a Missouri de que no lesbeneficiaba tratar de mantener esclavoscerca de donde él viviera[90]. Y esto nosucedía porque los servidores delgobierno fueran indulgentes, sino porquele tenían miedo.

Sin embargo, él nunca atribuía susvictorias tontamente, ni a su buenasuerte, ni a ninguna clase de magia.Decía, y con razón, que si tanta gente seamedrentaba ante él, era porquecarecían de una causa, una especie deescudo que nunca les faltó ni a él ni a su

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grupo. Llegado el momento de laverdad, muy pocos hombres semostraban dispuestos a entregar susvidas en defensa de algo que sabíaninjusto. No les gustaba que ése pudieraser su último acto en este mundo.

Pero apresurémonos para llegar a suúltimo golpe y sus consecuencias.

Los periódicos parecen ignorar, o talvez realmente ignoren, el hecho de quehay al menos dos o tres personas encada ciudad por todo el Norte quepiensan lo mismo que éste que os hablarespecto a él y a su empresa. No vaciloen decir que son un grupo importanteque va en aumento. Aspiramos a ser algo

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más que estúpidos o tímidos esclavosfingiendo que leemos historia y laBiblia, pero profanando cada casa ycada día en que vivimos. Tal vez lospolíticos ansiosos puedan probar quesólo diecisiete hombres blancos y cinconegros estaban involucrados en estaempresa última, pero su misma ansiedadpor probarlo debe sugerirles que no estádicho todo. ¿Por qué siguen esquivandola verdad? Se sienten ansiosos porqueson ligeramente conscientes del hecho,aunque no lo reconozcan con claridad,de que al menos un millón de loshabitantes libres de los Estados Unidosse hubieran alegrado si la empresa

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hubiera tenido éxito. Como muchocriticarían el método.

Aunque no llevemos un crespón,pensar en la situación en que se hallaeste hombre y su probable destino estáamargando a muchos hombres del Nortepor varias razones. Pensar de otramanera, después de haberlo visto aquí,implicaría estar hecho de una pasta queno me atrevería a calificar. Si hayalguien que pueda dormir toda la nocheyo le garantizaré que es capaz de seguirengordando en cualquier circunstancia,con tal que no le afecte ni a su piel ni asu cartera. Yo, en cambio, puse papel ylápiz bajo mi almohada, y cuando no

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podía dormir escribía en la oscuridad.En general, mi respeto por mis

compañeros, excepto en un caso de entreun millón, no va en aumento estos días.Me he dado cuenta de la frialdad conque hablan de este tema la prensa y lagente en general. Parece como si sehubiera atrapado a un vulgar malhechor,aunque de «valor» fuera de lo común(como parece que dijo el gobernador deVirginia[91] usando la jerga de las peleasde gallos, «el hombre más bravo que heconocido») y estuvieran a punto decolgarlo. No era en sus enemigos enquienes pensaba cuando el gobernadorlo encontraba tan valeroso. Cuando

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tengo que oír estas observaciones de misvecinos, o las oigo comentar, todo en míse vuelve hiel. Al principio, cuandooímos que había muerto[92], uno de misconciudadanos hizo la siguienteafirmación: «Murió como muere unidiota»[93] lo cual —y perdonadme— mesugirió por un instante la semejanzaentre él muerto y mi vecino vivo. Otros,de espíritu cobarde, dijeronmenospreciándole que «habíadesperdiciado su vida» por enfrentarseal gobierno. ¿De qué modo handesperdiciado ellos sus vidas? Parececomo si elogiaran a un individuo quehubiese atacado él solo a una vulgar

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banda de ladrones y asesinos. Oigo queotro pregunta, con un estilo yanqui:«¿Qué gana con eso?»[94], como sihubiera pretendido llenarse los bolsilloscon esta empresa. Tal sujeto no entiendeposible que exista otro tipo de beneficiodistinto del material. Si no nos conducea una fiesta «sorpresa», si no nosproporciona un par de botas nuevas o unvoto de gracias, debe considerarse unfracaso. «Pero no va a ganar nada conello». Pues no, supongo que no le van adar un sueldo durante todo el año porser ahorcado; pero de este modo tiene laoportunidad de salvar una parteconsiderable de su alma —¡y qué

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alma!— mientras que ellos no. No hayduda de que en vuestro mercado dan máspor un litro de leche que por un litro desangre, pero no es ése el mercado al quellevan su sangre los héroes.

Estos hombres no saben que el frutosale según la semilla, y que en el mundode la moral, cuando se siembra buenasemilla, es inevitable un buen fruto, y nodepende de nuestro riego y nuestrocultivo; del mismo modo, cuandosiembras o entierras a un héroe en supatria, una cosecha de héroes surgirá sinduda. Es una semilla de tal fuerza yvitalidad que no necesita nuestropermiso para germinar.

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La carga de la Brigada Ligera enBalaclava[95], obedeciendo una ordenestúpida, prueba que el soldado es unaperfecta máquina, y ha sido celebrada,como era de esperar, por un poetalaureado[96]; pero la firme y ademásafortunada carga de este hombre durantevarios años contra las legiones de laesclavitud, obedeciendo a un mandatoinfinitamente superior, es mucho másmemorable que esta carga de lacaballería inglesa, del mismo modo queel hombre inteligente y consciente essuperior a la máquina. ¿Creéis que todoesto pasará sin ser proclamado?

«Bien merecido lo tiene». «Es un

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hombre peligroso». «Sin duda es undemente». Por tanto proceden a vivir sussanas, sabias, así como admirablesvidas, leyendo algo de Plutarco peroprincipalmente parándose ante lasproezas de Putnam[97], que fueabandonado dentro de la madriguera deun lobo; y de esa sabiduría se alimentanpara poder acometer hazañas valientes ypatrióticas algún día. La Tract Societyse pudo permitir la publicación de lahistoria de Putnam. Deberíais abrir lasescuelas del distrito con su lectura, yaque no hay nada en ella sobre laesclavitud o la Iglesia, a no ser que leparezca al lector que algunos sacerdotes

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son lobos con piel de corderos. La JuntaAmericana de Delegados para lasMisiones Extranjeras podría inclusoatreverse a protestar contra ese lobo. Heoído hablar de Juntas y de Juntasamericanas, pero da la casualidad deque nunca he oído hablar de este barulloen concreto, hasta hace muy poco. Yademás he sabido que hombres ymujeres y niños del Norte, familiasenteras, se hacen socios de por vida detales sociedades. ¡Socio de por vida deuna tumba! ¡Imposible conseguir unfuneral más barato!

Nuestros enemigos están entrenosotros, a nuestro alrededor.

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Difícilmente se podrá encontrar un hogarque no esté dividido porque nuestroenemigo no es otro que la ausenciauniversal de sensibilidad en la cabeza yen el corazón, la falta de vitalidad en elhombre, que es la consecuencia denuestro vicio; y de aquí surgen todos lostipos de miedo, superstición, fanatismo,persecución y esclavitud. Somos merosmascarones sobre una proa, tenemoshígados en lugar de corazones. Lamaldición es adorar a los ídolos, locual, a la postre cambia al adoradormismo en una imagen de piedra; y noolvidemos que el hombre de NuevaInglaterra es tan idólatra como el hindú.

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En cambio este hombre fue unaexcepción, porque no levantó ni siquieraun ídolo político entre él y su Dios.

¡Una iglesia que mientras exista nodejará de excomulgar a Cristo! ¡Abajocon vuestras iglesias anchas y bajas yvuestras iglesias estrechas y altas! Dadun paso adelante e inventad un nuevoestilo de retretes. Inventad una sal queos salve y proteja nuestro olfato[98].

El cristiano moderno es un hombreque ha conseguido recitar todas lasplegarias de la liturgia, con tal que se ledeje después ir derecho a la cama ydormir en paz. Todas sus oracionesempiezan con: «Ahora me acuesto a

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dormir», y siempre está esperando elmomento de ir a su «descanso eterno».Ha consentido también, hasta ciertopunto, en llevar a cabo ciertas caridadesde viejo uso, pero no quiere oír hablarde ninguna de nueva instauración; noquiere tener ningún artículosuplementario añadido a su contrato,para adaptarlo a los nuevos tiempos.Muestra el blanco de sus ojos eldomingo y el negro el resto de lasemana. El mal no es sólo una parálisisde la sangre sino también del espíritu.Sin duda alguna, muchos de ellos tienenbuena intención pero son perezosos pornaturaleza y por hábito, y no pueden

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concebir que un hombre se mueva pormotivos más elevados que los suyos. Enconsecuencia, declaran a este hombredemente porque saben que en toda suv i d a ellos mismos nunca podríancomportarse como él.

Soñamos con países extraños, conotras épocas y otras razas, situándolosen el tiempo y en el espacio; pero dejaque nos ocurra algún suceso importantecomo el presente y descubriremos ladistancia y el desconocimiento quemedia entre nosotros y nuestros vecinosmás próximos. Ellos son nuestrasAustrias, nuestras Chinas y nuestrasIslas del Mar del Sur. Nuestra sociedad

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amontonada abre espacios de repente, eslimpia y hermosa a la vista; una ciudadde grandes distancias. Ésa es la razónpor la que hasta ahora nunca habíamospasado de los cumplidos y de un tratosuperficial con los demás. De pronto noshacemos conscientes de que hay tantoskilómetros entre ellos y nosotros comoentre un tártaro vagabundo y una ciudadchina. El hombre reflexivo se convierteen un ermitaño en medio del bullicio delmercado. Mares impracticables seinterponen de repente entre nosotros omudas estepas se extienden antenosotros. Es la diferencia de manera deser, de inteligencia y de fe, y no los

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arroyos y las montañas los que originanauténticos e intransitables límites entrelos individuos y entre los Estados.Únicamente los que piensan igual quenosotros pueden acudir con plenoderecho a nuestra corte.

He leído todos los periódicos quepude conseguir la semana siguiente aeste suceso, y no recuerdo que hubieraentre ellos una sola expresión desimpatía hacia este hombre. Desdeentonces he leído una sola afirmaciónsensata y era en un periódico de Bostony no en el editorial. Algunos periódicosde gran extensión decidieron que no seimprimiría el informe completo de las

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palabras de Brown, para no excluirotros temas. Fue como si el editorhubiera rechazado el manuscrito delNuevo Testamento para publicar elúltimo discurso de Wilson[99]. El mismoperiódico que incluía esta noticia tanvaliosa se dedicaba esencialmente, encolumnas paralelas, a los informes delas convenciones políticas que seestaban celebrando. La comparaciónproducía vértigo. Debieron haberevitado el contraste y haberlo publicadocomo un extra, al menos. ¡Pasar de laspalabras y los hechos de hombres seriosa l cacareo de las convencionespolíticas! ¡Candidatos a puestos

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públicos y habituales del discurso quecarecen de toda honestidad y además deser un fraude se permiten presumir! Sugran juego es el juego de las pajas, omejor ese juego aborigen universal delos dados con el cual los indiosexclamaban hub, hub[100]. Excluid losinformes de las convenciones políticas oreligiosas y publicad las palabras de unhombre vivo.

Pero no me opongo tanto a lo quehan omitido como a lo que hanpublicado. Incluso el Liberator[101] localificó de «un esfuerzo equivocado,salvaje y aparentemente loco». Por loque respecta a la caterva de periódicos

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y revistas, da la casualidad que noconozco a ningún director en todo elpaís que publique deliberadamente algoque sabe que a la larga, le disminuirápermanentemente el número desuscriptores. No lo consideranventajoso. ¿Cómo van a publicar laverdad? Si no les decimos las cosas queles agradan —argumentan— nadie noshará caso. Por tanto hacen lo quealgunos vendedores ambulantes quecantan canciones obscenas para hacersecon la muchedumbre en torno suyo. Losredactores republicanos, obligados atener terminadas sus columnas para laedición de la mañana y acostumbrados a

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verlo todo bajo el prisma de la política,no muestran admiración, ni siquiera unsincero pesar, sino que llaman a estoshombres «fanáticos capciosos»,«hombres equivocados», «dementes» o«locos». Esto nos sugiere qué clase decuerdos redactores nos protege, no son«hombres equivocados», saben muy bienal menos de qué lado se les unta el pan.

Un hombre realiza un acto valiente yhumano y de repente, por todas partesoímos gente y partidos que declaran:«Yo no lo hice, y de ningún modo loanimé a él a hacerlo. No es justo que sededuzca tal cosa de mi trayectoria»; porlo que a mí respecta, no tengo interés en

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oírles definir su posición. No creohaberlo tenido antes, ni creo que lotendré nunca. En mi opinión esto no esmás que puro egoísmo o impertinenciaen estos momentos. No necesitáistomaros tantas molestias en lavaros lasmanos respecto a él. Ningún serinteligente creerá nunca que él tuvieraalgo que ver con vosotros. Él mismodijo que siempre hizo y deshizo «bajolos auspicios de John Brown y de nadiemás». El Partido Republicano[102] no seda cuenta del número de personas quedebido a este fallo tratarán de acertarmejor en su voto en el futuro. Hancaptado los votos de Pennsylvania &

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Co., pero no han conseguido el voto delcapitán Brown. Les ha arrebatado elviento de las velas —el poco viento quetenían— y ahora se han quedadoestancados y reparan sus averías.

¡Y qué si no se suma a nuestrabanda! ¡Aunque no aprobéis su método osus principios, reconoced sumagnanimidad! ¿No aceptaréis vuestraafinidad con él en este tema aunque nose asemeje a vosotros en ninguna otracosa? ¿Acaso teméis perder vuestrareputación? Lo que perdisteis por elespiche lo ganaréis por la piquera.

Si no están de acuerdo con todo esto,entonces no dicen la verdad y no dicen

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lo que piensan. Simplemente continúancon sus viejos trucos.

«Siempre se admitió que era —diceuno que le llama loco— un hombreconsciente, muy modesto en su conducta,aparentemente inofensivo hasta quesurgió el tema de la esclavitud, momentoen que exhibió una incomparablecapacidad de indignación».

La esclavitud está de caminocargada de víctimas moribundas; sesuman nuevos barcos desde el océano;una pequeña tripulación de traficantesde esclavos, tolerados por una granmasa de pasajeros, están sofocando acuatro millones de esclavos bajo la

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escotilla, y todavía aseguran lospolíticos[103] que el único medio deobtener la liberación es a través de la«pacífica difusión de sentimientoshumanitarios» sin ningún «tumulto».Como si los sentimientos de humanidadse hallaran alguna vez sin la compañíade los hechos, y vosotros pudieraisdispersarlos, acabar con el orden tanfácilmente como esparcir agua con unaregadera, para asentar el polvo. ¿Qué eslo que oigo arrojar por la borda? Loscuerpos de los muertos que han logradosu liberación. Éste es el modo de«difundir» humanidad, y con ella sussentimientos.

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Directores de prensa eminentes einfluyentes, acostumbrados a tratar conpolíticos, hombres de un nivelinfinitamente más bajo, dicen, en suignorancia, que actuó «dejándose llevarpor el sentimiento de venganza». Desdeluego no conocen a este hombre. Debencrecer ellos mismos antes de empezar aimaginar cómo es él. No dudo quellegará el día en que conseguirían verletal como era. Tienen que concebirlecomo hombre de principios religiosos yde fe, y no como a un político o a unindio[104]; como un hombre que noesperó a que le perjudicaranpersonalmente o le frustraran en algún

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pequeño interés propio, para entregar suvida en favor de los oprimidos.

Si consideramos a Walker [105] elrepresentante del Sur, me encantaríapoder decir que Brown fue elrepresentante del Norte. Fue un hombresuperior. No valoraba su existenciafísica tanto como sus ideales. Noreconocía las leyes humanas injustas,sino que se enfrentaba a ellas siguiendosu conciencia. Por una vez nosencontramos por encima de lo trivial yrastrero de la política, en la región de laverdad y la hombría. Ningún otrohombre en América se ha levantado contanta persistencia y eficacia en favor de

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la dignidad del género humano,reconociéndose a sí mismo hombre ypor tanto tan válido como cualquiera delos gobiernos. En este sentido fue másamericano que todos nosotros. Nonecesitó a ningún abogado charlatánpronunciando falsos discursos paradefenderlo. Él pudo con todos los jueceselegidos por los electores americanos, ycon los funcionarios y con cualquier otrosector. No le hubiera podido juzgar untribunal de su misma clase, porque nohabía más personas de su clase. Cuandoun hombre se enfrenta con serenidad a lacondena y la venganza de la humanidad,elevándose literalmente un cuerpo

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entero por encima de ellos, aunque fuerael criminal más vil que se hubiesereconciliado consigo mismo, elespectáculo es sublime. ¿No os habíaispercatado vosotros Liberators, vosotrosTribunes, vosotros Republicans[106]?; yal compararnos con él los criminalessomos nosotros. Haceos a vosotrosmismos el honor de reconocerle. Él nonecesita de vuestro respeto.

Por lo que se refiere a losperiódicos demócratas, no son losuficientemente humanos como paraafectarme. No me indigna nada de lo quepuedan decir.

Soy consciente de que me anticipo

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un poco, ya que por las últimas noticias,él está vivo todavía en manos de susenemigos; pero, a pesar de ello, me hedejado llevar, al pensar y al hablar, porla idea de que estaba físicamentemuerto.

No me gusta que se erijan estatuasde aquellos que aún viven en nuestroscorazones y cuyos huesos aún no se handesmenuzado en la tierra cerca denosotros, pero preferiría ver la estatuadel capitán Brown en el patio del State-House de Massachusetts antes que la decualquier otro hombre conocido. Mecongratulo de vivir en estos tiempos, deser contemporáneo suyo.

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Qué contraste cuando nos volvemoshacia ese partido político[107] que estátan ansioso de quitárselo de en medio, aél y a su conspiración, y busca por todaspartes un dueño de esclavos disponibleque figure como candidato, uno que almenos haga cumplir la Ley de EsclavosFugitivos[108] y todas las demás leyesinjustas contra las cuales él levantó susarmas con el fin de anularlas.

¡Demente! ¡Un padre y seis hijos yun nieto y varios otros hombres —almenos en número de doce— todosafectados de demencia al mismo tiempo;mientras que un tirano cuerdo, sujeto conmás tenacidad que nunca a sus cuatro

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millones de esclavos, y mil directoresde prensa cuerdos, sus instigadores,están salvando al país y su pan! Igual dedementes fueron sus esfuerzos enKansas[109]. Preguntad al tirano quién essu enemigo más peligroso; ¿el hombrecuerdo o el demente? ¿Acaso los milesque le conocen bien, que se hanregocijado con sus hazañas en Kansas yle han proporcionado ayuda materialallí, le consideran un demente?Semejante uso de esta palabra es unsimple tropo en boca de muchos quepersisten en emplearlo, y no me cabeduda de que el resto ya se ha retractadode sus palabras en silencio.

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¡Leed sus admirables respuestas aMason[110] y a otros! ¡De qué modoquedan ellos ridiculizados y derrotados!Por un lado preguntas medio torpes,medio tímidas; por el otro, la verdad,clara como la luz estrellándose contrasus sienes obtusas. Están hechos parafigurar junto a Pilatos y Gessler[111] y laInquisición. ¡Qué ineficaces suspalabras y sus acciones!, ¡y qué vacíossus silencios! No son más queherramientas inservibles a esta granempresa. No fue ningún poder humano elque les congregó en torno a estepredicador.

¿Para qué han enviado a

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Massachusetts y al Norte a unos cuantoscuerdos representantes del Congreso,estos últimos años?, ¿para declarar contodas sus fuerzas cuáles son sussentimientos? Todos sus discursosjuntos y reducidos a la más simpleexpresión —probablemente ellosmismos lo confiesen así— no alcanzanla rectitud y la fuerza propias dehombres, y en vez de la verdad simple,hacen alusiones casuales al loco de JohnBrown en la sala de máquinas enHarper’s Ferry, a ese hombre que estáisa punto de ahorcar, de enviar al otromundo, aunque allí no será vuestrorepresentante. No, no ha sido

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representante nuestro en ningún sentido.Fue una clase de hombre demasiadojusto para representar a seres comonosotros. ¿Quiénes, pues, fueron suselectores? Si leéis sus palabras conatención lo descubriréis. En su caso nohay elocuencia hueca ni discursoselaborados o artificiosos, no halaga alopresor. Le inspira la verdad, y laseriedad pule sus afirmaciones. No leimportaba perder sus rifles Sharpsmientras le quedara la facultad dehablar, que es un rifle Sharps de unainfinita mayor seguridad y alcance.

¡Y el New York Herald publica laconversación verbatim! Esa publicación

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ignora que se ha convertido en vehículode unas palabras inmortales.

No siento ningún respeto por laperspicacia de cualquiera que, despuésde leer esa conversación, aún insista enque es la palabra de un loco. Suena conuna mayor cordura de la que puedenproporcionar una disciplina normal y loshábitos de vida organizados y seguros.Extraed cualquier frase: «Toda aquellapregunta que pueda contestar consinceridad, la contestaré así y no de otromodo. En lo que a mí respecta, hehablado con total veracidad. Señores, yovaloro mi palabra». Esos que lereprochan su espíritu de venganza,

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mientras que lo cierto es que valoran suheroísmo, carecen de capacidad parareconocer a un ser noble, y no poseenmineral alguno que cambiar por su oropuro. Lo mezclan con su propia escoria.

Es un alivio pasar de estosdifamadores al testimonio de suscarceleros y verdugos que, aunqueamedrentados, son más veraces. Elgobernador Wise habla de él con muchamás justicia y aprecio que cualquierperiódico del Norte, político opersonaje público del que yo hayatenido noticia. Creo que no os importaráoír sus palabras acerca de este tema.Dice: «Se engañan a sí mismos los que

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le consideran loco […] Es frío,sosegado e indómito y es justo decir deél que fue humanitario con susprisioneros […] Y me inspiró una granconfianza como hombre de bien. Es unfanático, vanidoso y locuaz» (no hagomías estas palabras de Mr. Wise), «perofirme, sincero e inteligente. Sushombres, los que sobreviven, tambiénson así[…] el coronel Washington[112]

dice que fue el hombre más frío y tenazque conoció, cuando se trataba dedesafiar el peligro y el hambre. Con unode sus hijos muerto a su lado y otroherido de bala, le tomaba el pulso a suhijo agonizante con una mano y con la

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otra sujetaba su rifle y mandaba a sushombres con gran serenidad,animándoles a mantenerse firmes y avender sus vidas tan caras como lesfuera posible. De los tres prisionerosblancos, Brown, Stevens y Coppoc,sería difícil decir quién mostraba másentrega».

¡Casi el primer ciudadano del Norteque ganó el respeto del dueño deesclavos!

El testimonio de Mr. Vallandigham,aunque menos valioso, sigue en lamisma línea; dice que «es estúpidomenospreciar a este hombre o a suconspiración… Él es lo opuesto a un

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rufián, un fanático o un loco».«Sin novedad en Harper’s Ferry» —

dicen los periódicos—. ¿De qué clasees esa calma que persiste cuando la leyy los dueños de esclavos triunfan? Yoconsidero este suceso como una piedrade toque diseñada con el fin dedescubrirnos, con absoluta claridad, lanaturaleza de este gobierno.Precisábamos de una ayuda como éstapara verlo a la luz de la historia.Debería verse a sí mismo. Cuando ungobierno utiliza todo su poder enproteger la injusticia, como hace elnuestro, sosteniendo la esclavitud ymatando a los libertadores del esclavo,

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se está comportando como una fuerzabruta, o peor, como una fuerzademoníaca. Es la cabeza de los PlugUglies[113]. Ahora es más manifiesto quenunca que la tiranía gobierna. Veo queeste gobierno se ha aliado de hecho conFrancia y Austria para reprimir a lahumanidad. En él se sienta un tiranosujetando las cadenas de cuatro millonesde esclavos; aquí viene su heroicolibertador. Este gobierno hipócrita ydiabólico levanta la vista sobre loscuatro millones jadeantes y preguntadesde su escaño, adoptando un aire deinocencia: «¿Por qué me atacáis? ¿Nosoy acaso un hombre honrado? Dejad de

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agitaros por este tema u os convertiré enesclavos u os colgaré».

Estamos hablando de un gobiernorepresentativo; pero ¿qué monstruo degobierno es ése en el que las facultadesmentales más nobles y todo el corazónno están representados! Se trata de untigre semihumano o de un buey queavanza con paso majestuoso sobre latierra, con el corazón arrancado y latapa del cráneo levantada de un tiro. Loshéroes han luchado valientemente desdesus trincheras incluso después de que lasbalas alcanzaran sus piernas, pero nuncase ha oído que un gobierno de talescaracterísticas hiciera algo bueno.

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El único gobierno que reconozco —y no importa que tenga pocas personas ala cabeza o que tenga un ejércitopequeño— es el poder que establece lajusticia en su territorio, nunca el queestablece la injusticia. ¿Qué pensaremosde un gobierno para el que todos loshombres realmente valientes y honradosde su territorio son enemigos que seinterponen entre él y aquéllos a los queoprime? ¡Un gobierno que alardea de sercristiano y crucifica a un millón deCristos cada día!

¡Traición! ¿Dónde se originasemejante traición? No puedo evitarpensar en vosotros como os merecéis, en

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vosotros, gobiernos. ¿Podéis secar lasfuentes del pensamiento? La altatraición, cuando no es sino resistencia ala tiranía de aquí abajo, tiene su origen yestá inspirada por el poder que crea yrecrea al hombre. Cuando hayáiscapturado y colgado a todos esosrebeldes humanos, no habréisconseguido nada excepto vuestra propiaculpabilidad, ya que no habréisextirpado las raíces. Dais por sentadoque os enfrentáis con un enemigo al queno apuntan los cadetes de West Point nilos cañones. ¿Puede todo el arte delfundidor del cañón hacer que la materiase vuelva contra su creador? ¿Es la

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forma en que el fundidor quiere forjarlomás importante que la materia queconstituye al cañón y a él mismo?

Los Estados Unidos tienen unacantidad de esclavos que suma cuatromillones. Este país está decidido amantenerlos en esas condiciones yMassachusetts es uno de lossuperintendentes confederados que debeevitar su huida. No piensan así todos loshabitantes de Massachusetts, pero sí almenos los que mandan y los queobedecen. Fue Massachusetts junto conVirginia quien sofocó esta insurrecciónde Harper’s Ferry. Tras enviar allí a lossoldados deberá pagar el castigo por su

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pecado.Suponed que exista en este Estado

una sociedad que, de su propio bolsilloy por su magnanimidad, salve a todoslos esclavos fugitivos que acuden anosotros, proteja a nuestrosconciudadanos de color y deje el restodel trabajo al así llamado gobierno. ¿Nole supondría eso perder rápidamente susfunciones de gobierno y hacersedespreciable para la humanidad? Sialgunas sociedades privadas se venobligadas a llevar a cabo las tareas delgobierno para proteger a los débiles yhacer justicia, entonces el gobierno seconvierte tan sólo en un asalariado, un

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empleado para desempeñar serviciosmínimos o sin trascendencia. Porsupuesto, un gobierno que precisara uncomité de vigilancia[114], no sería sino lasombra de un gobierno. ¿Quépensaríamos incluso del cadi oriental,tras el cual funcionase en secreto uncomité de vigilancia? Y, hasta ciertopunto, estos gobiernos desquiciadosreconocen y aceptan esa relación. En lapráctica, vienen a decir: «Nos alegrarátrabajar por vosotros con esascondiciones, con tal de que no sepublique demasiado». Y así el gobierno,con el sueldo asegurado, se retira a latrastienda llevándose la Constitución y

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dedica la mayor parte de su esfuerzo arepararla. A veces, cuando oigo decirtales cosas en el trabajo, me acuerdo, enel mejor de los casos, de esoslabradores que maquinan el modo desacar algún dinero extra en inviernodedicándose al negocio de los barriles.¿Y qué bebida alcohólica almacena esebarril? Especulan en la bolsa y hacenagujeros en las montañas, pero no tienenla capacidad de construir siquiera unacarretera decente. La única carreteralibre, la Underground Railroad[115], espropiedad del Comité de Vigilancia y élla administra. Ellos han cavado galeríasa lo largo de toda esta tierra. Semejante

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gobierno está perdiendo su poder y surespetabilidad con la misma rapidez queel agua se filtra por una vasija agrietada,pero no se escapa de una en buen estado.

Oigo a muchos que condenan a estoshombres por su número tan reducido.¿Cuándo estuvieron en mayoría loshonrados y los valientes? ¿Hubieraispreferido que su acción se interrumpieraesperando ese momento, hasta quevosotros y yo nos uniéramos a él? Estemismo hecho de que no tuviera unachusma o una tropa de mercenarios entorno suyo lo distingue de los héroescorrientes. Su compañía era reducidaporque los dignos de pasar revista eran

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bien pocos. Allí, cada hombre queofrecía su vida por los pobres y losoprimidos era un hombre elegido,sacado de entre varios miles, millones;un hombre de principios, de valor pocousual y acendrada humanidad; dispuestoa sacrificar su vida en cualquiermomento por el beneficio de sushermanos. Yo dudo que hubiera máshombres de estas características en todoel país (y esto por lo que se refiere sóloa sus seguidores); respecto al líder, nocabe duda de que barrió todo lo ancho ylargo de estas tierras para incrementarsu tropa. Éstos fueron los únicoshombres dispuestos a colocarse entre el

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opresor y los oprimidos. Fueron sinduda alguna los mejores que podíaisseleccionar para colgarlos. Ése es elmayor cumplido con que podía pagarleseste país. Ellos estaban preparados parala horca. Ya se ha colgado a bastantes,pero a pesar de haberlo intentado nuncaantes se había dado con los másadecuados.

Cuando pienso en él, en sus seishijos y en su yerno, sin mencionar a losotros alistados en su lucha,comportándose fríamente, conreverencia, con solidaridad en sutrabajo, durmiendo y despertándose porla lucha, pasando veranos e inviernos

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sin esperar recompensa alguna exceptouna conciencia limpia, mientras que casitoda América se alineaba en el ladoopuesto, digo de nuevo que esto meafecta a mí como un espectáculosublime. Si él hubiera tenido algúnperiódico apoyando su causa; unórgano, como se suele decir, repitiendomonótona y tristemente la misma viejacanción y después pasara la gorra, esohubiera sido fatal para su eficacia. Sihubiera manifestado de algún modo suenfrentamiento al gobierno, hubieraresultado sospechoso. Lo que ledistinguía de todos los reformadores queconozco hasta hoy era el hecho de que

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no estaba dispuesto a pactar con eltirano.

Su peculiar doctrina era que unhombre tiene perfecto derecho ainterferir por la fuerza contra el amo,como medio para rescatar al esclavo.Yo estoy de acuerdo con él. Aquellosque se sienten continuamenteescandalizados por la esclavitud tienencierto derecho a escandalizarse por lamuerte violenta del amo, pero no losdemás. Éstos se escandalizarán más porsu vida que por su muerte. No seré yo elprimero que considere un error sumétodo para liberar esclavos lo másrápidamente posible. Hablo por boca

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del esclavo cuando digo que prefiero lafilantropía del capitán Brown a esa otrafilantropía que ni me dispara ni melibera. De todos modos, no creo que seabueno pasarse la vida hablando oescribiendo sobre este tema, a no serque uno esté continuamente inspirado, yyo no lo estoy. Un hombre puede tenerotros asuntos legítimos que atender. Yono deseo matar ni ser matado, peropuedo vislumbrar circunstancias en lascuales ambas cosas me resulteninevitables. Mantenemos la llamada pazde nuestra comunidad con pequeñosactos de violencia cotidiana, ¡ahí está laporra del policía y las esposas!, ¡ahí

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tenemos la cárcel!, ¡ahí tenemos lahorca!, ¡ahí tenemos al capellán delregimiento! Confiamos en vivir a salvoúnicamente fuera del alcance de esteejército provisional. Por tanto, nosprotegemos a nosotros y a nuestrosgallineros y mantenemos la esclavitud.Sé que la masa de mis compatriotaspiensan que el único uso justo que sepuede hacer de los rifles Sharps y de losrevólveres es librar duelos cuando otrasnaciones nos insultan, o cazar indios, odisparar a los esclavos fugitivos o cosasparecidas. Yo creo que por una vez losrifles Sharps y los revólveres seemplearon en una causa justa. Los

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instrumentos estaban en las manos delque sabía utilizarlos.

La misma indignación que se diceyació el templo[116] una vez, volverá avaciarlo. La cuestión no está en el arma,sino en el espíritu con que se use. No hanacido todavía ningún hombre enAmérica que amara tanto a sussemejantes y les tratara con tantaternura. Vivía para ellos. Tomó su viday se la ofreció a ellos. ¿Qué clase deviolencia es esa que promueven, no lossoldados, sino los pacíficos ciudadanos;no tanto las sectas no pacifistas, sino loscuáqueros; y no tanto los hombrescuáqueros como las mujeres

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cuáqueras?[117].Este suceso me recuerda que existe

algo llamado muerte, la posibilidad dela muerte de un hombre. Parece como sitodavía no hubiera muerto ningúnhombre en América, ya que para morir,uno tiene que haber vivido antes. Yo nocreo en los coches fúnebres, los pañosmortuorios y los funerales que hantenido. No hubo muerte en esos casosporque no hubo vida; simplemente sepudrieron y se degradaron bajo la tierradel mismo modo que se habían podridoy degradado en vida. No se desgarróningún velo del templo[118], sólo se cavóuna fosa en cualquier parte. Que los

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muertos entierren a sus muertos. Losmejores simplemente dejaron defuncionar, como un reloj, Franklin,Washington, ellos salieron bien libradossin morir; tan sólo desaparecieron undía. Oigo a muchos que fingen que sevan a morir, o que se han muerto,incluso ¡Tonterías! Les reto a que lohagan. No hay suficiente vida en ellos.Se licuarán, como los hongos ymantendrán a cien aduladores enjugandoel lugar en que se desvanecieron. Sólohan muerto media docenaaproximadamente desde que empezó elmundo. ¿Cree usted, señor, que se va amorir? ¡No! No hay ninguna esperanza.

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No ha aprendido la lección aún. Debequedarse después de clase. Estamosprotestando demasiado a causa de lapena de muerte: arrancar vidas, cuandono hay vidas que quitar. ¡Mementomori! No entendemos esa frase sublimeque algún personaje hizo esculpir sobresu tumba en alguna ocasión. La hemosinterpretado en un sentido rastrero ylastimoso; hemos olvidadocompletamente cómo se muere.

Pero así y todo, aseguraos de quemorís. Haced vuestro trabajo yterminadlo. Si sabéis cómo empezarlo,sabréis cuándo terminarlo.

Estos hombres al enseñarnos a

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morir, nos han enseñado al mismotiempo a vivir. Si los actos y laspalabras de este hombre no originan unrenacimiento, ésta será la sátira másdura posible que se escriba sobre actosy palabras que sí lo originan. Ésta es lamejor noticia que América hayaescuchado. Ha acelerado el débil pulsodel Norte e infundido más y más sangregenerosa a sus venas y a su corazón, quevarios años de los que se suele llamarprosperidad comercial y política.¡Cuántos hombres que considerabanrecientemente la idea del suicidio tienenahora algo por lo que vivir!

Un escritor dice que la peculiar

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monomanía de Brown le hizo ser«temido por los habitantes de Missouricomo si fuera un ser sobrenatural». Sinduda alguna, un héroe entre nosotros, tancobardes, es siempre temido así. Él esasí. Aparece como superior a lanaturaleza. Hay una chispa de divinidaden él.

¡Si sobre él mismo no logra elevarse,qué pequeña cosa es el hombre![119]

¡Los directores de periódicosargumentan también que una prueba des u demencia es que se creía destinadopara el trabajo que hizo, que no dudó niun momento! Hablan como si fuese

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imposible que un hombre pudiera hacerun trabajo hoy en día «destinado a él porDios»; como si las promesas y lareligión estuvieran pasados de moda enrelación con cualquier otro trabajocotidiano[120]; como si el agente paraabolir la esclavitud pudiera sersolamente alguien designado por elpresidente, o por un partido político.Hablan como si la muerte de un hombrefuera un fracaso y la continuación de suvida, sea del tipo que sea, fuera un éxito.

Cuando reflexiono sobre la causa ala que se entregó este hombre, y cuanreligiosamente, y después reflexionosobre la causa a la que se entregan sus

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jueces y todos los que le condenan contanta energía y ligereza, me doy cuentade que hay la misma distancia entreambos que hay entre el cielo y la tierra.

Esto pone de manifiesto que nuestros«líderes» son una gente inofensiva, ysaben demasiado bien que ellos nofueron designados por Dios sinoelegidos por los votos de su partido.

¿Quién es el que precisa para suseguridad que se cuelgue al capitánBrown? ¿Es acaso indispensable paraalgún ciudadano del Norte? ¿No hay otrasalida que arrojar a este hombre alMinotauro[121]? Si no lo deseáis, decidloclaramente. Mientras se estén haciendo

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cosas como ésta, la belleza permanecevelada y la música es una mentira quechirría. ¡Pensad en él, en sus rarascualidades!, es el tipo de hombre quetardará mucho en repetirse y tardarámucho en ser comprendido; no se tratade un héroe cómico, ni del representantede ningún partido. El sol no volverá asalir en esta bendita tierra sobre otrohombre como él. ¡Para el que nació conmás cualidades; para el inquebrantable,enviado para redimir a los cautivos; y loúnico que se os ocurre es colgarlo delextremo de una cuerda! Vosotros queaparentáis sufrir por Cristo crucificado,considerad lo que vais a hacer al que

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ofreció su vida por la salvación decuatro millones de hombres[122].

Todo hombre sabe cuándo estájustificado, y todos los inteligentes delmundo serían incapaces de darle luzsobre el tema. El asesino siempre sabráque se le castiga justamente; perocuando un gobierno quita la vida a unhombre sin el consentimiento de suconciencia, nos encontramos ante ungobierno audaz que está dando un pasohacia su propia disolución. ¿Acaso esimposible que un solo individuo tenga larazón y un gobierno esté equivocado?¿Deben imponerse las leyes tan sóloporque se hayan aprobado?, ¿o

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declararlas válidas por un númerocualquiera de hombres, si no sonválidas? ¿Tiene que ser el hombrenecesariamente el instrumento que llevea cabo un acto que su propia naturalezarechaza? ¿Acaso pretenden loslegisladores que los hombres buenossean colgados siempre? ¿Pretenden losjueces interpretar la ley de acuerdo conla letra y no con el espíritu? ¿Quéderecho tenéis vosotros a llegar alacuerdo de que haréis esto o lo otro, encontra de vuestra propia razón? ¿Esl a b o r vuestra, al tomar cualquierresolución, decidir sin aceptar lasrazones que se ofrecen, que muchas

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veces ni siquiera comprendéis? Yo nocreo en los abogados, en ese modo deacusar o defender a un hombre, porquedescendéis para tratar con el juez en supropio campo y, en los casos másimportantes, no tiene mayortrascendencia si un hombre transgredeuna ley humana o no. Dejad que losabogados decidan en casos triviales.Los hombres de negocios puedensolucionar esas cosas entre ellos. Siellos fueran los intérpretes de las leyeseternas que obligan al hombre conauténtica justicia, eso ya sería distinto.¡Esto es como una fábrica falsificadorade leyes que se sitúa parte en un país de

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esclavitud y parte en un país delibertad[123]! ¿Qué clase de leyes podéisesperar de ella para el hombre libre?

Estoy aquí para interceder por sucausa ante vosotros. No intercedo por suvida sino por su naturaleza, por su vidainmortal, y eso sí es enteramente asuntovuestro y no de ellos. Hace milochocientos años Cristo fue crucificado;esta mañana posiblemente, el capitánBrown haya sido colgado. Esos son losdos extremos de una cadena que nocarece de eslabones. Ha dejado de serel viejo Brown; es un ángel de laluz[124].

Ahora comprendo que fue necesario

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que el hombre más valiente y humano detodo el país fuera colgado. Tal vez élmismo lo haya comprendido. Casi temoenterarme de que le hayan liberado,porque dudo que la prolongación de suvida, o de cualquier otra pueda hacermás bien que su muerte.

«¡Descarriado!». «¡Granuja!».«¡Demente!». «¡Vengativo!». Esoescribís desde vuestras poltronas, y elherido responde así desde el suelo delArmory, claro como un cielo sin nubes,con la verdad en los labios, como sifuera la suya la voz de la naturaleza;«No me envió aquí hombre alguno, fuemi propia voluntad y la de mi Creador.

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No reconozco a ningún jefe de condiciónhumana»[125].

Y con qué noble y dulce talantecontinúa dirigiéndose a los que leapresaron y que se sitúan por encima deél: «Creo, amigos, que sois culpables deun gran error contra Dios y lahumanidad, y sería perfectamente justoque alguien interfiriera en vuestras cosascon el fin de liberar a esos que vosotrosmantenéis voluntaria y cruelmente encautiverio».

Y, refiriéndose a su actividad: «Éstees, en mi opinión, el mayor servicio queun hombre puede ofrecerle a Dios».

«Me apenan los pobres cautivos que

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no tienen a nadie que les ayude; por esoestoy aquí, no para satisfacer ningunaanimosidad personal, venganza oespíritu revanchista, sino por misimpatía hacia los oprimidos y losagraviados que son tan buenos comovosotros y tan preciosos a los ojos deDios».

Vosotros no reconocéis vuestrotestamento cuando lo tenéis delante.

«Quiero que entendáis que yorespeto los derechos de los hombres decolor más pobres y más débiles,oprimidos por el poder esclavizador,del mismo modo que respeto los de losmás ricos y poderosos».

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«Me gustaría decir, además, queharíais mejor, vosotros, todos loshombres del Sur, en prepararos parasolucionar esta cuestión, que deberáterminarse de una vez antes de que estéisdispuestos a ello. Cuanto antes ospreparéis, mejor. Os podéis deshacer demí muy fácilmente. Ya casi estoyeliminado, pero esta cuestión aún tendráque solucionarse —este problema de losnegros, me refiero—; el fin de eseproblema no ha llegado aún[126]».

Imagino el momento en que el pintordibujará esa escena sin ir a Roma enbusca del modelo; el poeta la cantará; elhistoriador la registrará; y, con el

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desembarco de los Peregrinos y laDeclaración de Independencia[127], seráel ornamento de un futuro museonacional, cuando al fin la forma actualde esclavitud ya no persista. Entoncestendremos libertad para llorar por elcapitán Brown. Entonces, y no antes,llegará nuestra venganza[128].

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HENRY DAVID THOREAU. Concord(EE. UU.), 1817 - Ídem, 1862. Escritory ensayista estadounidense. Nacido en elseno de una familia modesta, se graduóen Harvard en 1837 y volvió a Concord,donde inició una profunda amistad conel escritor Ralph Waldo Emerson yentró en contacto con otros pensadores

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trascendentalistas. En 1845 seestableció en una pequeña cabaña que élmismo construyó cerca del pantano deWalden a fin de simplificar su vida ydedicar todo el tiempo a la escritura y laobservación de la naturaleza. En esteperíodo surgieron Una semana en losríos Concord y Merrimack (1849),descripción de una excursión que diezaños antes había realizado con suhermano, y, finalmente, Walden (1854),que tuvo una notable acogida.

En 1846, concluida su vida en elpantano, Thoreau se negó a pagar losimpuestos que el gobierno le imponía,como protesta contra la esclavitud en

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América, motivo por el cual fueencarcelado; este episodio le llevó aescribir Desobediencia civil (1849),donde establecía la doctrina de laresistencia pasiva que habría de influirmás tarde en figuras de la talla deGandhi y Martin Luther King. Cercano alos postulados del trascendentalismo, sureformismo partía del individuo antesque de la colectividad, y defendía unaforma de vida que privilegiara elcontacto con la naturaleza.

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Notas

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[1] Publicado en el Atlantic Monthly enoctubre de 1863. Se sigue en latraducción esa versión. Como diceWalter Harding, este ensayo de Thoreaues incuestionablemente el favorito de losverdaderos «aficionados» a Thoreau.(El término «aficionados», en españolen el original). Sobre el largo procesode elaboración y corrección de esteensayo, véase la Introducción. <<

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[2] El constante elogio a la pereza, o elocio creativo, es cosa muy distinta de laholgazanería. Thoreau elabora unaantítesis a las tesis de Franklin sobre lalaboriosidad, con raíces en la éticapuritana del trabajo por el trabajo, o enlas doctrinas calvinistas alentadoras delcapitalismo crudo. <<

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[3] El término Lord es por supuestoirónico porque Dexter, de Newburyport,Massachusetts, no era más que un nuevorico, pretencioso y estúpido, que sehabía enriquecido de la noche a lamañana. Se construyó un «palacio»amueblado y decorado con un mal gustolegendario. En definitiva, el tal Dexterera un hortera venido a más. <<

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[4] Sentido metafórico ya explicado en laIntroducción. <<

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[5] Génesis, cap. 25, versículo 34. <<

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[6] Confucio. En una época de su vida,como revela su Diario, Thoreau leyóbastante literatura oriental y quedóprofundamente impresionado por lasabiduría china e hindú. <<

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[7] En 1849 comenzó la primera «fiebredel oro» que arrastró hacia California amiles de aventureros. <<

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[8] William Howitt, Tierra, trabajo yoro, Longman, Londres, 1855. <<

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[9] Dos enclaves mineros en Australia,de los que habla Howitt. <<

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[10] La actual Panamá. <<

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[11] La actual Colombia. <<

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[12] Guía para asesinos, de WilliamBurke (1792-1829). Una especie decazador de cadáveres que recurrióincluso a asesinos, como proveedoresde cuerpos para estudios de anatomía,ante la escasez de oferta en el mercado,y la mucha demanda. <<

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[13] El Dr. Kane estuvo en NuevaInglaterra en 1852 para recaudar fondoscon los que poder organizar su segundaexpedición al Ártico en busca de sirJohn Franklin. Kane no sabía queFranklin había muerto ya en 1847. En susegundo intento, el propio Kane se dejóla vida en el empeño. <<

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[14] Lajos Kossuth (1802-1894),revolucionario húngaro. Inicialmente, alpoco de su llegada a Estados Unidos,tuvo gran éxito popular. Pronto se sumióen la oscuridad y el olvido y casi elúnico recuerdo que dejó fue el detalleanecdótico de su sombrero, que tambiéncomo él pasó de moda. <<

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[15] Ya por esas fechas la crecienteimportancia del denominado «cuartopoder» en Estados Unidos se dejabasentir profusamente. Cuando en realidadla mayoría de los grandes periódicosamericanos lo único que pretendían eravender más ejemplares que el rival. Losresultados son conocidos. <<

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[16] Alusión a Mateo 6, 24. No dejan desorprender las interpretaciones «laicas»o «irreligiosas», radicales, que haceThoreau de tantos textos bíblicos. Susupuesta «impiedad» ya vemos en qué sequeda y qué significa. <<

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[17] Alusión a Hechos de los Apóstoles,17, 28. <<

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[18] Traduzco literalmente la nota 9 de laNorton Anthology, p. 1762: «En elAtlantic Monthly dice “Lodin”. PeroThoreau se refiere al Espíritu de Lodacuyo discurso, procedente del Carric-Thura en los Ossian Poems, de JamesMacpherson, sigue a continuación,parafraseado con ligeras variantes». <<

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[19] Sin techo, abierto por arriba al cielo.<<

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[20] Así en singular, en el original. <<

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[21] Uno más de los juegos de palabras,tan característicos de Thoreau, y quejalonan su estilo como uno de sus rasgosmás constantes. <<

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[22] El presidente de los Estados Unidosa la sazón era Franklin Pierce, 1852-1856. <<

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[23] Fort Independence estabaestratégicamente situado en el puerto deBoston. <<

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[24] Chiste de más que dudoso gusto,como se suele decir. <<

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[25] Pronunciado inicialmente en enero yfebrero de 1848. Publicado en 1849.Otras versiones se titulan «Resistenciaal Gobierno», «Los derechos y deberesdel individuo con respecto alGobierno», o el más conocido quizá detodos ellos, «Sobre el deber de ladesobediencia civil». <<

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[26] Lema de la Democratic Review,publicación neoyorquina que ya porentonces había publicado variostrabajos de Thoreau. Los orígenes dellema vienen de los postulados de lademocracia agraria de Jefferson, frente alas pretensiones centralizadoras defortalecer el gobierno de la nación, quepropugnaban los denominados«federalistas» con Hamilton a la cabeza.La discusión estuvo ya desde elcomienzo en los debates en torno a laredacción de la Declaración de laIndependencia, y más tarde de laConstitución de los Estados Unidos. <<

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[27] La guerra de México, de 1846-1848,estuvo promovida básicamente porintereses económicos: el algodón poruna parte, las industrias fabriles delNorte, por otra. Y en el fondo de todoello, la ampliación de territorios en losque la esclavitud fuera legal, comoprocedimiento para mantener laeconomía norteamericana del momento.<<

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[28] El verso procede de la obra deCharles Wolfe (1791-1823), El entierrode Sir John Moore en Coruña (1871).Éstos son los versos iniciales. <<

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[29] Alusión procedente de Hamlet, actoV, escena 1, versos 236-237. <<

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[30] Shakespeare, El rey Juan, acto V,escena segunda, versos 79-82. <<

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[31] He aquí uno de los principiosfundamentales de Thomas Paine, eincluso antes en el carácter pactista delMayflower Compact, que influyeron deforma decisiva hacia la independenciade las colonias de la Gran Bretaña. <<

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[32] William Paley (1743-1805). La obraa la que alude Thoreau es Principios defilosofía moral y política, de 1785. <<

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[33] Evangelio según Mateo, capítulo 10,versículo 39. <<

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[34] Frente a este criterio radical,naturalmente, el pensamiento de lospolíticos siempre fue el de preservar laUnión a toda costa. Incluso años mástarde, la única preocupación de Lincolncomo presidente fue básicamente la deno permitir la ruptura de esa Unión. <<

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[35] Cyril Tourneur (1575?-1626), Latragedia del vengador, acto cuarto,escena cuarta. <<

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[36] Como ya quedó indicadoanteriormente, los intereses fabriles delos industriales del Norte exigían lamateria prima que los agricultores delSur les podían proporcionar, el algodónsobre todo. <<

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[37] Primera carta a los corintios,capítulo 5, versículo 6. <<

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[38] Antiguo juego, sobre un tablero,cuyas piezas los dos contendientesmovían según dictaran los dados. <<

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[39] Los Odd Fellows formaban unaasociación secreta y Thoreau realizaaquí uno de sus juegos de palabras: elverdadero americano resulta ser el«conformista», no precisamente el «tiporaro». <<

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[40] Vuelve a reaparecer el gran asuntopendiente en esta época: o la Unión acosta de la injusticia de la esclavitud; ola eliminación de la esclavitud, a riesgode romper la Unión. <<

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[41] Thoreau ni sacraliza la Constitución,ni la considera instrumento legalintocable o inatacable. Desde el puntode vista de su teoría del gobiernolegítimo sólo cuando alcanza laaquiescencia de los ciudadanos, estaactitud crítica y racional tiene plenosentido. <<

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[42] La frase procede del reformadorescocés John Knox, quien acuñó laexpresión, utilizada luego con tandiversos matices manipulados: «unhombre con Dios de su parte, siempreestá en mayoría». <<

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[43] Esta formulación ha inspirado luegomovimientos de resistencia pacíficaactiva, o de desobediencia civil, algunosde cuyos exponentes más representativosfueron Gandhi, por supuesto, y MartinLuther King. <<

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[44] Evangelio según Mateo, capítulo 22,versículos 16-21. <<

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[45] Alusión a la obra de Silvio Pellico(1789-1854) Mis prisiones. [N. del T.]<<

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[46] Orfeo, hijo de Calíope, «la máselevada en dignidad de las nueve Musas.Orfeo es el cantor por excelencia, elmúsico y el poeta. Toca la lira y lacítara. Orfeo sabía entonar cantos tandulces que las fieras lo seguían, lasplantas y los árboles se inclinaban haciaél, y suavizaba el carácter de loshombres más ariscos» (Pierre Grimal).<<

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[47] Daniel Webster (1782-1852),destacado político americano demediados del siglo xix. <<

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[48] Se refiere a los redactores de laConstitución que en 1887 aprobaron losEstados. Puesto que la esclavitud allí seacepta, que todo quede como estaba. <<

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[49] El 22 de diciembre de 1845,Webster pronunció un famoso discursosobre la admisión de Texas comoEstado de la Unión. Estas frasesproceden de este documento. <<

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[50] En esto coinciden otrosobservadores más recientes, algunos deellos ilustres, sobre la mimesisideológica constante de los EstadosUnidos; Santayana, por ejemplo: «unpaís nuevo con mentalidad vieja», etc.Alguien ha preguntado: ¿pero existealgún pensador americano? <<

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[51] Vuelve Thoreau a mencionar elpactismo y la voluntad de losgobernados como única fuente legítimade validez para cualquier gobierno.Como ha quedado indicado un pocoantes, ésta fue una de las aportacionesoriginales, y hasta revolucionarias, delos puritanos. Si bien en cuestionesdoctrinales resultaron ser dogmáticos yrepresores, en materia política encambio sentaron bases democratizadorasy progresistas. Las influenciasideológicas de Locke se dejaron sentirprofundamente en la Revoluciónamericana, a través principalmente de

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Tom Paine. Thoreau recuerda y ahondaen esa tradición. <<

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[52] Discurso pronunciado el 4 de juliode 1854, en Framingham, en unacelebración antiesclavista, con motivode la Independencia de Estados Unidos.Publicado en The Liberator, elsemanario de William Lloyd Garrison,el 21 de julio de ese mismo año. <<

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[53] Anthony Burns. La historia de esteacontecimiento la relata Thoreau porextenso en su Diario. La acción tuvolugar el 25 mayo de 1854. <<

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[54] Alusión a una escaramuza durante laGuerra de la Independencia, enConcord. Los nombres de las personasmencionadas son los de diversos«héroes nacionales» muertos en esaacción bélica el 19 de abril de 1775. <<

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[55] Henry Clay llevó adelante elcompromiso de 1850. El punto 7.° dedicho compromiso recomendaba que elCongreso aprobara una ley más eficazcontra los esclavos fugitivos. Stephen A.Douglas le tomó el relevo a Clay en lalucha en favor de ese compromiso. Amediados de septiembre todos lospuntos del compromiso, planteados enenero, fueron aprobados por elCongreso, incluida esta nueva Ley deEsclavos Fugitivos que sustituía a lalegislación de 1793. <<

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[56] Edward G. Loring, delegado delGobierno Federal en Massachusetts yejecutor de la Ley de EsclavosFugitivos, por lo que al caso de Burns serefiere. <<

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[57] Insiste Thoreau de nuevo en suarraigadísima convicción, ya expresadaen otros escritos, sobre el papel delgobierno como servidor del pueblo, y noa la inversa. <<

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[58] Otro negro, también esclavo,igualmente devuelto a sus amos. Elhecho ocurrió el 12 de abril de 1851. <<

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[59] La Commonwealth de Massachusettsrechazó la ley de esclavos fugitivos ensu territorio, y ordenó que no sedetuviera a nadie bajo estos cargos.Pero en los casos en los que se produjoconflicto entre la jurisdicción estatal yla federal, naturalmente la fuerza brutasiempre estuvo de parte de losfederales, y ella prevaleció. <<

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[60] Mr. Suttle, plantador de Virginia, erael amo de Anthony Burns. A su servicioactuaron tropas y jueces que arrestaron,condenaron y devolvieron a su dueño,«la propiedad» en litigio, el propioBurns. <<

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[61] Contraste entre el significado deestas dos fechas: la primera, durante laGuerra de la Independencia, en Concordy alrededores, de carácter «glorioso».La segunda, al servicio de la represiónde la libertad, por la que antaño se habíaluchado. <<

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[62] A Webster se le consideraba enMassachusetts como uno de losprincipales políticos responsables delcompromiso de 1850. <<

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[63] Nuevo ataque de Thoreau a laalegada «intangibilidad» de laConstitución. <<

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[64] Severa crítica, esta vez contra laMagistratura, incluido el TribunalSupremo, por su irracional empeño enatenerse a la letra de la Constitución, yen convertir en inmutable algo que debeservir al pueblo, sin subordinar losintereses del pueblo a ese instrumentolegal. <<

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[65] Utiliza Thoreau «Boxboro» comosinónimo de «un pueblecillocualquiera», o una pequeña comunidaden la que las decisiones se tomandemocráticamente mediante asambleasde vecinos. Democracia directa. <<

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[66] Al The Liberator abolicionista, deGarrison, y al The Commonwealth,también antiesclavista, la demás prensahonorable americana los considerabapoco menos que panfletosdespreciables. El «compromiso» de laprensa también en todo este asunto esmuy de destacar. <<

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[67] Resulta muy lúcida la distinción deThoreau entre «patrioterismo» y«humanidad», y cuál de esos criteriosdebe prevalecer cuando entren enconflicto. <<

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[68] Otra muestra significativa de la«crítica de la religión», o de ciertareligiosidad, que lleva a cabo Thoreau,cuando ésta queda manipulada ydesvirtuada por intereses ajenos, endefinitiva, a ella misma. Thoreau podríasuscribir la famosa sentencia de lafamosa novela, «no hay idea más útilpara los tiranos que la de Dios». <<

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[69] De nuevo reivindica Thoreau laintangibilidad de la propia conciencia,frente a cualquier tipo de ley, por muyconstitucional que sea, o por muyrefrendada por la mayoría que se alegue.<<

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[70] El 16 de diciembre de 1773, enBoston, un grupo de hombres,disfrazados de indios, y al mando de untal Sam Adams, tiraron al agua elcargamento de té en los buques allíanclados. Este signo de protesta contrala política comercial de Inglaterra conrespecto a las colonias americanas, máso menos una pequeña mascarada, tuvoluego repercusiones importantes comodetonante. Y se mitificó la acción, paragloria de manuales de historiaamericana, y para beneficiosailustración patriótica de escolaresinocentes. <<

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[71] No se puede por menos de recordar,al leer esta comparación, un pasaje de lavida de Thoreau, casi al final de susdías, casi moribundo ya. Lo relataChanning en Thoreau: The Poet-Naturalist (8, 323). Oyó pasar por lacalle a un organillero, se le saltaron laslágrimas, y les pidió a sus acompañantesque le echaran unas monedas por laventana. <<

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[72] El «patriotismo» de Thoreau quedade nuevo matizado en este pasaje. <<

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[73] Alusión al ars longa, vita brevis deHipócrates. La frase la tradujo yaChaucer como «la vida es corta, el artenecesario para aprender a vivirla eslargo». Frecuentemente repetida enmultitud de ocasiones, una de ellas, sinirnos muy lejos, Antonio Machado enCXXXVII, iv. <<

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[74] Alusión, despectiva naturalmente, alsenador Stephen A. Douglas, de Illinois,ya mencionado en la nota 55. Político deextraordinaria notoriedad que unos añosmás tarde iba a perder la nominación desu partido para la Presidencia de losEstados Unidos a manos de AbrahamLincoln. <<

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[75] Discurso pronunciado por primeravez en Concord, el 30 de octubre de1859. El ataque al arsenal de Harper’sFerry había tenido lugar el día 16 de esemismo mes. <<

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[76] Nació John Brown en Torrington,Connecticut, en 1800. <<

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[77] Declarada por el Congreso el día 18de junio de 1812, contra Inglaterra, porrazones básicamente comerciales.Terminó con la Paz de Gante el 24 dediciembre de 1814. Con todo, ladenominada batalla de Nueva Orleanstuvo lugar el 8 de enero de 1815; de ahísalió convertido en héroe AndrewJackson. <<

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[78] Como consecuencia del Kansas-Nebraska Act de 1854 que permitía laesclavitud en aquellos territorios si lamayoría de los habitantes así lodecidían, en contra de lo acordado en elCompromiso de Missouri de 1820. <<

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[79] Como se ve reaparecen los dosviejos temas en litigio siempre, el de laintegridad de la Unión por una parte, yel de la intangibilidad de la Constituciónpor otra. <<

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[80] Gestas bélicas de la Guerra de laIndependencia o Revolución americana.<<

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[81] Allen se distinguió en Ticonderoga yStark en Bunker Hill. <<

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[82] Es conocida la poca simpatía queThoreau le mantuvo siempre a Harvard,no a pesar de haberse educado allí sinoquizá precisamente por ello. Esta actitudse la solía reprochar, como es lógico, elmaestro Emerson. <<

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[83] Contraposición más quesignificativa, no sólo aplicada a JohnBrown sino por lo que al propioThoreau se refería. <<

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[84] No deja de tener sentido el recuerdoal puritanismo, en este contexto einmediatamente después su alusión aCromwell. Ya por entonces se habíacomenzado a extender por EstadosUnidos una aversión al puritanismo,cuyo significado más pro fundo no se haempezado a reconocer y rescatar sino enépocas muy recientes. También en estoThoreau sabe detectar, con antelación,aquellos valores, con todos los aspectosnegativos que se quiera. <<

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[85] Sí se dedicaron a la política.Naturalmente, Thoreau juega con elconcepto: política y políticos en sumomento fueron términos, para Thoreau,sinónimos de oportunismo, corrupción,abuso de poder y exhibicionismopapanatas. La paradoja de la frase deThoreau queda clara. <<

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[86] En mayo de 1856, un tal JeffersonBuford asoló Kansas con una pandillade facinerosos favorables a laesclavitud. <<

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[87] Oliver Cromwell (1599-1658).Líder puritano inglés que se hizo con elpoder y se convirtió en dictador entre1653 y 1658. También éste, un pococomo John Brown, fue «mitad fraile,mitad soldado». Las consecuencias de lacombinación no siempre son demasiadosatisfactorias. <<

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[88] Border Ruffians en el original,pandillas de hombres armados quecometían las tropelías que se lesantojaban, atemorizando a losantiesclavistas. <<

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[89] Congresista demócrata por Ohio. Porestas fechas ha cristalizado ya enEstados Unidos el sistema bipartidista,aunque hay que señalar que por aquelentonces los demócratas eran más bienlos conservadores, y los republicanossignificaban una instancia política algomás progresista. Lincoln, por supuesto,fue republicano. <<

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[90] La acción liberadora de esclavos deJohn Brown, antes de Harper’s Ferry,tuvo casi siempre como escenario elEstado de Missouri. <<

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[91] Harper’s Ferry, pueblecillo deVirginia; era por aquel entonces elgobernador del Estado Henry A. Wise,también del partido demócrata. <<

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[92] Efectivamente, el 18 de octubrellegó a Concord la noticia, luegodesmentida, de la muerte de John Brownen combate. <<

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[93] Alusión al libro segundo de Samuel,capítulo 3, versículo 33. El lamento deDavid por la muerte de Abner: «¿Teníaque morir Abner como muere uninsensato?». <<

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[94] El utilitarismo inmediato, herenciade la mentalidad de Franklin, virtudtípica del yanqui, según Thoreau. Susconstantes ataques a este espíritu«adquisitivo» se han puesto de relieveen la Introducción. <<

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[95] La carga de la Brigada Ligera fue unacontecimiento histórico ocurrido en1854 durante la Guerra de Crimea. Elpoeta «laureado» Alfred Tennyson seencargó de «inmortalizarla». <<

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[96] Poeta «laureado» u oficial de unacorte determinada, encargadoexpresamente de ensalzarle las glorias ala monarquía que lo mantenía. Segúnparece, el primero institucionalmenteestablecido en la corte británica fueDryden. <<

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[97] Israel Putnam, héroe legendariotambién de Bunker Hill. 1718-1790.Parece que mató a una loba en su propiaguarida. Figura folclórica enMassachusetts. <<

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[98] Evangelio según Mateo, capítulo 5,versículo 13. «Vosotros sois la sal de latierra. Y si la sal se pone sosa, ¿con quése salará?». <<

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[99] Henry Wilson, senador republicanopor Massachusetts. <<

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[100] «Los primeros colonos de NuevaInglaterra le aplicaron el término deorigen celta hubbub a una especie dejuego de dados que los indiospracticaban, utilizando huesos, en unabandeja o fuente» (Norton). Jugar a lataba. <<

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[101] The Liberator, semanarioextremadamente abolicionista, fundadopor William Lloyd Garrison. Su primernúmero apareció el 1 de enero de 1831.<<

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[102] El Partido Republicano surgió casiespontáneamente en 1854, comoconsecuencia del escándalo producidopor el Kansas-Nebraska Act. Recogió alo más consciente de los antiguos whigs,se declaró antiesclavista sin ambages, yapeló a los intereses del pequeñogranjero y los modestos comerciantes yempresarios, al mismo tiempo queglorificaba el free labor o trabajo libre.Pretendían que sus puntos de vistaprevalecieran a la larga en el Oeste,frente a la mentalidad sureña. <<

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[103] Como muestra hasta la saciedad lanovelilla de Gore Vidal, Lincoln, elmítico Abe de Illinois no fue un radicalen modo alguno con respecto al tema dela esclavitud. Sí lo fue en su empeñodecidido a mantener la Unión. Y aunqueen definitiva fue él quien proclamó elActa de Emancipación, todavía durantela guerra, no hay que olvidar que el 22de julio de 1861 aún el Congreso adoptóla denominada Crittenden Resolution,asegurando solemnemente que el únicopropósito de la guerra era mantener laUnión, no interferirse para nada en eltema de la esclavitud. La ley de

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Emancipación de 1 de enero de 1863tuvo básicamente motivos políticos, másque raciales o de mera justicia. Sólo seaplicaba a los territorios ocupados porla Confederación. <<

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[104] En la mitología americana, el indioes el ser vengativo por excelencia,desde los relatos iniciales, como el dela señora Rowlandson, o los mediofolclóricos de Cooper. <<

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[105] Robert J. Walker, gobernador delterritorio de Kansas. <<

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[106] Se refiere Thoreau a tres de losperiódicos más influyentes de la época,bien que por muy diversos motivos. TheLiberator, de Boston, de William LloydGarrison, ya mencionado. El New YorkTribune, dirigido por Horace Greely,amigo del propio Thoreau. La visión quede este personaje y de su periódico seofrece en la ya mencionada novela deGore Vidal, Lincoln, no deja de sers i gni f i c a t i v a . The Republican,publicado en Springfield,Massachusetts, era un poco el órganooficioso de los antiesclavistasmoderados. Más que moderados,

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medrosos. <<

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[107] Se refiere Thoreau al PartidoRepublicano para el que, a pesar de sudeclarado antiesclavismo, la acción deBrown u otras parecidas las considerabapeligrosas, inoportunas y de muy dudosaeficacia política. <<

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[108] Como ya se ha mencionado, partedel Compromiso de 1850, punto 7. <<

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[109] Véase nota 78. <<

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[110] James M. Mason, senadordemócrata por Virginia. <<

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[111] De Pilatos no es menester hablar.Gessler, represor austríaco en Suiza,asesinado por Guillermo Tell durante laguerra de independencia. <<

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[112] Este coronel Washington que aquíse menciona era un descendiente delhéroe de la Guerra de la IndependenciaGeorge Washington. Fue capturadocomo rehén en Harper’s Ferry por JohnBrown. Como de costumbre, captor ycapturado cuenta la leyenda quemantuvieron largas conversacionessobre la situación política del momento.<<

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[113] Estos Plug Uglies era un términoque se aplicaba a pandilleros y matonesen Baltimore. Éstos fueron los queplanearon el asesinato de Lincolncuando pasara por Baltimore, camino deWashington, para tomar posesión de sucargo de presidente en marzo de 1861.Pero la jugarreta no tuvo éxito porquelos de Lincoln, con Pinkerton a lacabeza, supieron cambiar de itinerario atiempo. <<

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[114] En este contexto, sinónimo deabolicionistas. <<

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[115] El legendario UndergroundRailroad, o ferrocarril subterráneo,constituyó una eficaz organizaciónclandestina para facilitarles a los negrosque así lo desearan evadirse de susplantaciones del Sur, atravesarsubrepticiamente los Estados del Norte,y alcanzar la meta de la liberación enCanadá. Entre 1810 y 1850 se calculaque más de 100.000 esclavos, por unvalor de más de 30 millones de dólares,consiguieron la libertad por esteprocedimiento. Numerosos blancos delNorte aportaban esfuerzo personal,dinero e instalaciones adecuadas para

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mantener esta organización. Tambiéncolaboraron en ello numerosos blancosque, aunque del Sur, eran abolicionistas.<<

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[116] Evangelio según Mateo, capítulo21, versículos 12-13. <<

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[117] Los cuáqueros, desde los tiemposde John Woolman e incluso antes, erandecididamente antiesclavistas,protectores y defensores de los indios,pacifistas y objetores de conciencia, ypor todo ello los puritanos lesdeclararon guerra a muerte ypersecución implacable. El Diario deJohn Woolman es un texto modélico eneste sentido. <<

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[118] Evangelio según Mateo, capítulo27, versículos 50-53. <<

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[119] Samuel Daniel (1562-1619), poetainglés. <<

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[120] Como se puede comprobar, lasensibilidad religiosa de Thoreauaparece y reaparece constantemente. Ysu conocimiento de la Biblia esinnegable. <<

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[121] «Se da el nombre de Minotauro a unmonstruo que tenía cabeza de hombre ycuerpo de toro. Se le hizo construir elLaberinto. Cada año —otros dicen quecada tres años, o incluso cada nueve—le daba en pasto a los siete jóvenes yotras tantas doncellas que, como tributo,pagaba la ciudad de Atenas» (cfr. PierreGrimal). <<

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[122] Es reiterada la comparación que alo largo del ensayo lleva a cabo Thoreauentre Cristo y John Brown. <<

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[123] La dialéctica esclavitud-libertad, oSur y Norte, iba a desembocar casienseguida en guerra civil (1861-1865).<<

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[124] Id., nota 48. <<

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[125] El discurso de John Brown, queaquí Thoreau parafrasea y resume, sepuede encontrar, con otra multitud dedocumentos sobre este tema, en AlbertP. Blaustein y Robert L. Zangrando,Civil Rights and the Black America, ADocumentary History, WashingtonSquare Press, Nueva York, 1970,«Incident at Harper’s Ferry», pp. 174 ss.<<

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[126] «El fin de este problema no hallegado aún». Así fue. Así es. <<

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[127] Los Padres Peregrinos quedesembarcaron en Plymouth. Sobre laDeclaración de la Independencia y susprincipios básicos ya se ha hablado porextenso en la Introducción. <<

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[128] Durante la guerra civil la figura deJohn Brown se convirtió en un mito. Lastropas del Norte cantaban una cancióntradicional, el Glory, Glory, hallelujah!con la siguiente estrofa:

John Brown’s body lies amouldering in thegrave…But his soul goes marching on.He’s gone to be a soldier in the army of theLord.But his soul goes marching on.The stars of heaven, they are looking kindlydown,On the soul of old John Brown.

(«El cuerpo de John Brown yace

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descomponiéndose en su tumba…, / pero sualma sigue avanzando. / Se fue para ser unsoldado en el ejército del Señor. / Pero su almasigue avanzando. / Las estrellas del cielo miranamablemente / el alma de John Brown»). <<