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  • D E S O B E D I E N C I AC I V I L

    H E N R Y D A V I DT H O R E A U

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz

  • Editado porelaleph.com

    1999 Copyrigth www.elaleph.comTodos los Derechos Reservados

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    SEMBLANZA DE THOREAU

    Henry David Thoreau fue el ltimo descendiente varn deun antepasado francs que lleg de la isla de Gernesey parainstalarse en Amrica. Conservaba en su carcter ciertasmodalidades de ese origen, en raro contraste con su marcadogenio sajn.

    Thoreau naci en Concord (Massachusetts) el 17 de juliode 18171. Se diplom en la Universidqd de Harvard, dondeno se distingui por cierto en letras. Escritor iconoclasta, nodemostr nunca reconocimiento y estima a las universidades, apesar de deberles mucho de su cultura. Cuando egres deHarvard, dirigi una escuela libre, junto con su hermano, pararenunciar muy pronto a la enseanza. Su padre era fabricantede lpices, y Henry se dedic durante algn tiempo a ese oficio,

    1 Muri el 6 de marzo de 1862.

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    creyendo que llegara a fabricar un lpiz superior a los usuales.Al terminar sus experiencias, las someti a qumicos y artistasde Boston, quienes certificaron la buena calidad y excelencia desus lpices, que podan competir con los mejores de fabricacininglesa. Thoreau volvi a su casa satisfecho; sus amigos lofelicitaron por el xito, que era un camino abierto hacia lafortuna, pero l respondi indistintamente a todos que ya nofabricara ms lpices. "Para qu? declar Si nolograr ms de lo que hice!" Reanud entonces sus prolongadospaseos y sus variados estudios, pero sin ocuparse an de labotnica y la zoologa. Todos los hechos naturales acuciabansu inters, pero la ciencia puramente tcnica y natural lecausaban indiferencia.

    Su habilidad para medir terrenos era el resultado de unamplio conocimiento de las matemticas, y de su habitualprctica en verificar medidas y en comprobar distancias de loque solo pudiera interesarle: dimensiones de rboles,profundidad y extensin de lagos y de ros, altura demontaas, apreciacin a vuela-pjaro de sus cumbres favoritas.Todo esto, unido a un conocimiento ntimo de la regin deConcord, hzole escoger la profesin de agrimensor, que leofreca la ventaja de mostrarle horizontes insospechados, yfavoreca sus estudios de la Naturaleza. Su exactitud y periciaprofesional fueron rpidamente apreciadas y no careci detrabajo.

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    Permaneci siempre soltero; viva solo; jams asisti a laIglesia; no vot nunca; rehus pagar impuestos al Estado; nocoma carne ni beba vino; ignor siempre el uso del tabaco, yaunque era naturalista, no recurri al lazo ni al fusil. Habadecidido, sin duda sabiamente para su temperamento,permanecer soltero, clibe del pensamiento y de la naturaleza.Careca de aptitudes para adquirir riqueza; saba ser pobresin el mnimo gesto de lamentacin o inelegancia. Escogi talgnero de vida sin mayor esfuerzo, sin preverlo, y concluy poradaptarse a conciencia. Cuntas veces pens escribe en Midiario que an rico como un Creso, mis ambiciones nohabran variado, igual que mi costumbre de vida...

    Su manera de sentirse rico consista sencillamente enreducirse a lo indispensable y en subvenir a sus necesidades porsus propios medios. Para viajar, utilizaba el ferrocarrilnicamente para atravesar regiones que no le interesaban.Recorra a pie centenares de kilmetros, evitando tabernas yposadas, pagando alejamiento a los granjeros y a lospescadores, y as poda encontrar gentes e informaciones quebuscaba.

    Haba en su carcter algo de militar e irreductible, siempreviril, siempre apto, raramente tierno, como si se sintieranicamente bien en la oposicin. Una mentira para poner aldescubierto, una idiotez en tela de juicio, el ms nfimo aire detriunfo, un redoble cualquiera de tambor; ya eran suficiente

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    motivo para que desplegara plenamente sus facultades. No lecostaba mucho decir no; le era ms fcil que decir si. Alescuchar una proposicin, su primer movimiento instintivotenda a refutarla. Tanto le impacientaba lo que pone lmitesal pensamiento. Claro est que esa costumbre no puedeprolongarse en demasa sin enfriar todo vnculo o afecto social,y si bien quienes frecuentaban su trato no le acusarn demalicia o insinceridad, tal manera conclua por rehuirleconversacin. Semejante franqueza y sinceridaddescorazonaban para un intercambio afectuoso. "Apreciomucho a Thoreau confesaba uno de sus amigos, pero nome place mucho tratarlo; en cuanto a tomar su brazo,preferira el brazo de un olmo."

    En 1845 construy una choza con troncos de rbol, en lasorillas del lago de Walden, y all, durante dos aos, llev unavida de trabajo y de estudio. Su aislamiento era natural.Nadie de quienes lo frecuentaban podra tacharle de afectacin.Distinguase de sus vecinos ms por sus pensamientos que porsus actos. Cuando agot los beneficios de la soledad, renunci aella. En 1847, al no aprobar el destino dado o ciertas sumasdel erario pblico, rehus pagar el impuesto municipal y lotomaron preso. Un amigo pag el impuesto en lugar suyo, yThoreau recobr la libertad. Le amenazaron con igual suerteal ao siguiente, pero como a pesar de sus protestas sus amigospagaron la tasa, dej, segn creo, de resistirse. Ni la oposicin

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    ni el ridculo hicieron presa en l. Expresaba francamente sumanera de pensar, no afectando creer que as ocurriera en losdems. Aunque todos los presentes opinaron en contrario, no leimportaba absolutamente nada.

    Dcese de Plotino que senta vergenza de su cuerpo, y esmuy probable que hartas razones tuviera para sentirla. Sucuerpo sera tal vez un mal servidor, y como ocurre en generalcon las inteligencias abstractas, carecera de destreza en susrelaciones con el universo material. Thoreau, por el contrario,dispona del ms adaptable y til de los cuerpos: baja estatura,constitucin slida, tez clara, graves y severos ojos azules,aspecto de austeridad.

    Hacia el fin de su vida, dej crecer su barba, y le quedabamuy bien. Posea agudeza de sentidos, un cuerpo robusto yfuerte, manos vigorosas, hbiles para sacar tiles yherramientas, cuerpo y espritu maravillosa y mutuamenteadaptados. Poda medir cien metros con sus piernas, msexactamente que otros con la prtica o la cadena. Deca quedurante la noche se orientaba en los bosques mejor con los piesque con los ojos.

    Nada le resultaba tan fcil como calcular a simple vista ladimensin de un rbol, y de valuar a ojo el peso de un lechn ode un ternero. De una caja conteniendo un bushel o mayorcantidad de lpices, sus manos extraan sin mirar una docenajusta de cada puado. Destacbase en natacin, pedestrismo,

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    patinaje y remo; en cuanto a su resistencia en la marcha,venca a cualquier campesino en veinticuatro horas. Ajusteadmirable de su cuerpo a su espritu. Hacale falta decacualquier movimiento de sus piernas. Su marcha era enextensin proporcional a la de sus escritos. No hubiera podidoescribir encerrado en su cuarto.

    Sin que le estorbase o mortificase su memoria, Thoreauviva al da. Si ayer nos traa una idea nueva, hoy aportabauna ms revolucionaria an. Industrioso el que ms, comotodos los hombres superiores el tiempo tena para l un valorinestimable. Y sin embargo pareca ser la nica persona queholgaba en el pueblo, siempre dispuesto para una excursin enproyecto o para una conversacin prolongada horas y horas.Las reglas de la prudencia cotidiana no paralizaban su buensentido incisivo, constantemente al nivel de las ocasiones.Prefera y practicaba el rgimen ms sencillo posible denutricin; pero, al encontrarse con vegetarianos, se mofaba detodos esos regmenes, afirmando que "el hombre que mata albfalo vive mejor que el que almuerza en el hotel Graham". Yagregaba: "Se puede dormir cerca de las vas frreas sin sermolestado. La Naturaleza sabe perfectamente qu sonidosdebemos escuchar, y ha dispuesto no escuchar el silbido de lostrenes. Las cosas respetan al espritu piadoso y el xtasismental no se interrumpe nunca". Preocupbale un hecho quesola ocurrirle, y era que despus de haber recibido de lejos una

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    planta rara, la encontraba por doquiera iba. Estos golpes deazar, muy comunes en los hbiles jugadores, solan favorecerle.Cierta vez pasebase con un extranjero, y ste le preguntdnde poda hallar flechas indias. "En cualquier parte" lerespondi. Dicho lo cual, inclinse a tierra y recogi una delsuelo. En una mala cada que tuvo en una barranca del monteWshington, se resinti un tobillo. Al levantarse, apercibi porvez primera las hojas de la Arnica mollis.

    Su robusto buen sentido, reforzado por manos vigorosas, depenetrantes y fuertes proporciones, no bastan para explicarnosla superioridad que resplandeca en su vida simple y oculta.Debo agregar un hecho capital: la presencia en l de unaexcelente sabidura, propia de una clase rara y privilegiada deindividuos, que le permita ver el mundo material bajo elaspecto de un instrumento o de un smbolo. Esta revelacinespiritual que suele otorgar al poeta cierta claridad accidental yfugitiva, como adorno de sus poemas, era en cambio en l unaluz nunca atenuada. Sus defectos de carcter no llegaban aoscurecerla, ni eran tampoco obstculos, pues se cuidaba de nodesobedecer a la visin celeste. Ya lo haba dicho en sujuventud: "El otro mundo es todo mi arte; mis lpices nodibujarn otro; ni otro cincelar mi buril, porque ese mundono es un medio para m". Tal era la inspiracin, tal el genioque regulaba sus opiniones, sus conversaciones, sus estudios, sutrabajo y el curso de su vida. Esta modalidad lo haba

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    convertido en juez escrutador de los hombres. Meda a suscamaradas con una simple ojeada, y aunque ciego para ciertosbellos rasgos de cultura, saba juzgarlos bien, en peso y medida.Y es as como produca en los dems esa impresin de genioque flua a veces de su conversacin.

    Thoreau consagr su genio con tal amor al campo, a lascolinas y a las aguas de su villa natal, que se obstin enhacerlos conocer y en interesar a todos los lectores americanos, ya los lectores de allende los mares. El ro Concord, en cuyasorillas naci y muri, rale conocido desde su fuente hasta suconfluencia con el Merrimac. Lo haba estudiado, observadodurante tantos aos, en otoo como en invierno, a todas horasdel da y de la noche. Todo lo que bulle en su seno, en lasorillas o en el aire que lo circunda, los peces, sus posturas y susnidos, sus costumbres, su nutricin, las moscas que en ciertosatardeceres del ao invaden la atmsfera y que los pecesengullen tan vorazmente que mueren atragantados; losmontculos cnicos de pequeas piedras a flor de agua, los nidosinermes de los pequeos peces, que a veces bastaran paracargar un carro; los pjaros que frecuentan las orillas. garzasreales, nades, somormujos, halcones; las serpientes, ratas conolor de almizcle, nutrias, marmotas, zorros, en las orillas, lastortugas, ranas, rubetas, grillos, que son como la voz de lasorillas; todos estos seres que conoca tan bien, constituan paral sus camaradas y compatriotas. Cuando oa mencionarlos

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    aisladamente, cuando algunos hablaban de su talla evaluadaen centmetros, cuando le exhiban sus esqueletos o lemostraban una ardilla o un pjaro conservados en alcohol,encontraba esto absurdo o contra naturaleza. Gustaba referirsea las costumbres del ro, como si l no fuere una personaviviente, pero siempre hablaba con exactitud y previaobservacin. Tambin como a los ros conoca los lagos de laregin.

    A mi juicio, su obstinado empeo en relacionar todo con elmeridiano de Concord, no provena de que ignorara odespreciara otras longitudes y latitudes. Ms bien significbaleun medio ameno y jovial de expresar su indiferencia para todoslos sitios, y la conviccin acendrada de que, en todo lugar, elmejor es el que ocupamos. As lo expres un da en esteprrafo: "Pienso que no hay que esperar nada vuestro, si elrincn de polvo que hallis no es ms dulce a vuestro labio quecualquier otro rincn del mundo o de todos los mundos."

    Otra arma que le serva para superar todos los obstculosen ciencia, era su admirable paciencia. Poda quedarseinmvil, como si integrara el bloque de piedra en que seapoyara, hasta que el pjaro, el reptil, el pez que haban huidoo desaparecido, volviesen, retomaran sus costumbres, y,empujados por la curiosidad, se aproximaran para mirarlo.

    Constitua un placer y un privilegio pasearse en compaasuya; conoca la comarca igual que un zorro o un pjaro, y la

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    recorra libremente por senderos que le eran familiares.Conoca cualquier pista en el cielo o en le nieve, y podainformarnos sobre quin pas antes. Con tal gua no habams que someterse dcilmente, pues la recompensa era valiosa.Llevaba bajo el brazo una vieja sierra de mano para aserrarlas plantas. Nunca faltaban en sus bolsillos un carnet y unlpiz, un largavistas para los pjaros, un microscopio, uncuchillo y un ovillo de hilo. Usaba sombrero de paja, gruesoszapatos, fuertes pantalones grises, resistentes al roce de losrobles enanos y de los matorrales espinosos, o bien para trepara un rbol en busca de un nido de halcones o de ardillas. Seadentraba en lagunas y pantanos para observar de cerca lasplantas acuticas, y sus robustas piernas no eran partedespreciable de su equipo. Cierto da en que le acompaaba,Thoreau iba en busca de una planta acutica denominada"Menyanthis". Recorri la extensin de la laguna hastaencontrarla, y al mirar su corola declar que haba florecidohaca cinco das. Extrajo del bolsillo una libreta de apuntes yley los nombres de todas las plantas cuyo nacimientocorresponda a ese da, pues anotaba sus cuentas como unbanquero sus vencimientos. Claro, pues, si el Cypripediumflorecer recin maana! Porque, a creerle, si de prontodespertara de letargia en medio de la laguna, podra decirnos,segn las plantas, tal vez con diferencia de un par de das, elmomento del ao en que vivamos.

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    En torno nuestro revoloteaba el inquieto colirrojo; seguanlede cerca los vistosos pioneros, mostrando en su vuelo pesado yondulante, el color rojo vivo de su plumaje, que "haca frotarselos ojos al imprudente observador", y cuyo canto comparabaThoreau, por su clara meloda, con el canto de la tanagracurada de su ronquera. Ms luego oyse un cntico suave, quedeba ser el del pinzn nocturno. Nunca le haba identificado;haca doce aos que vena buscndolo, y siempre le vea apunto de sumergirse en la frondosidad de un rbol o de unamaleza, donde era ya intil buscarlo. Es el nico pjaro quecanta tan bien de noche como de da. Le aconsej que no seesforzara en hallarlo para incluirlo en sus apuntes, por temor aque la vida no le reservara ya sorpresa alguna. "Lo quebuscamos en vano durante media vida me respondipodemos encontrarlo inesperadamente un da, como sisorprendiramos a toda la familia sentada en la mesa. Se lebusca como un sueo, y al hallarlo nos consideramos presasuya."

    Su inters por las flores y los pjaros tena origen en lasprofundidades de su espritu y se una a la naturaleza, cuyosentido jams se arriesg a definir. Rehus presentar unamemoria de sus observaciones a la Sociedad de HistoriaNatural. "Con qu objeto?, deca. "Si despojar a ladescripcin en s de todo vnculo con mi espritu, sera quitarle

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    su veracidad y su valor para m, y ste qu puede interesarle aesas gentes!.

    Su poder de observacin revelaba en l sentidos mltiples.Vea como un microscopio, oa como un cornete acstico, y sumemoria fotografiaba todo lo que vea u oa. Y sin embargonadie apreciaba mejor que l, que no es el hecho por s mismoel que importa, sino la impresin o efecto que espiritualmentenos produce. Cada hecho ocupaba en su espritu un lugar deprivilegio, casi glorificado, prototipo del orden y de la bellezadel todo.

    Se consagr a la historia natural por una especie defatalidad orgnica.

    Arga que de vez en cuando poda convertirse en perro opantera, y que de haber nacido entre los indios hubiere llegadoe ser un fiero cazador. Pero la cultura de Massachusettspesaba sobre l, y se redujo a la botnica y el estudio de lospeces ms inofensivos.

    Al verlo intimar con los animales, vena a nuestramemoria lo que contaban de un observador de abejas: "o biendecan hablaba con las abejas, o las abejas hablabancon l". Las serpientes se enroscaban a sus piernas; los pecesnadaban en su mano y l los retiraba del agua; tiraba de lacola de las marmotas para sacarlas de sus cuevas, y protega alos zorros contra los cazadores. La magnanimidad de nuestronaturalista era perfecta. No conoca secretos. Si os conduca

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    hasta un nido de garzas reales o hasta el pantano de ricavegetacin que l prefera, era porque saba a ciencia cierta queyendo solos no volverais a hallarlo an aceptando correr losriesgos.

    Ninguna universidad le ofreci diploma o ctedra; ningunaacademia designlo secretario correspondiente, exploradortitular o simple miembro.

    Posiblemente tales corporaciones de sabios teman la stiraque representaba su presencia entre ellos. Y sin embargo, pocosconocam como l los secretos y el genio de la naturaleza, nimenos en forma tan extensamente sinttica y religiosa. Letenan sin cuidado las opiniones ajenas. Limitaba su culto a laverdad. Como por todas partes descubra en los sabiospropensin al servilismo y a la cortesana, los juzgaba endescrdito. Al principio sus conciudadanos preferan ver en l aun tipo muy original, pero al fin terminaron por respetarlo yadmirarlo. Los colonos-granjeros que utilizaban sus serviciosde agrimensor, bien pronto descubrieron su rara exactitud ydestreza, en el amplio conocimiento de sus tierras, de losrboles, de los pjaros, de las antigedades indias y otras ms,que le permitan referir a los colonos ms an de lo que ellosmismos saban sobre sus granjas, tanto que terminaron porconvencerse de "que el Sr. Thoreau era ms dueo y con mslegtimos derechos, de sus propiedades." Asimismo

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    evidenciaron su superioridad de carcter cuando se diriga atodos con definida autoridad moral.

    Abundan en Concord los restos fsiles indios, puntas deflechas, piedras labradas, morteros y fragmentos de alfarera.En las orillas del ro del mismo nombre, montones deconchillas de almejas, y cenizas, indican los lugaresfrecuentados otrora por los salvajes. Esto, y todo lo concernienteal indio, llamaban poderosamente la atencin de Thoreau. Susviajes por el Maine le motivaban e inspiraban su amor a losindios. Tuvo la satisfaccin de ver construir canoas de corteza,y de conocer su manejo en las rpidas corrientes. Intrigbalesobre todo la fabricacin de puntas de flechas de slex; en laspostrimeras de su vida le encarg a un joven que parta rumboa las Montaas Rocosas, encontrar a un indio que pudierarevelarle el secreto. "Bien vale la pena aseguraba ir hastaCalifornia para conocerlo". De cuando en cuando, una tribude indios Penebacots acampaba cerca de Concord, y durantealgunos das enclavaba sus tiendas al borde del ro. Thoreauno descuidaba relacionarse con los mejores de entre ellos,aunque bien supiere que sonsacarle a los indios cualquier datoera como predicar el catecismo a los castores y a los conejos. Ensu ltimo viaje por el Maine tuvo la inmensa satisfaccin dehablar con Joseph Polis, un indio inteligente que le sirvi degua durante varias semanas.

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    Todos los hechos naturales le atraan por igual. Con susprofundas percepciones descubra la identidad de las leyes atravs de la total naturaleza, y no conozco otro genio que hayapodido inducir como l, de un simple hecho, la ley universal.No haba en su modalidad nada del especialista o del pedante.Sus ojos admirabsn la belleza, su odo se estremeca con lamsica. Y no era esta cualidad una rareza suya, pues bellezay msica se hallaban por doquier a su paso. Y as perciba lams delicada musicalidad en los acordes ms simples y hallabasu gestin potica hasta en el bordoneo de los hilos telegrficos.

    Valorizaba la imaginacin, que eleva y consuela nuestraexistencia y gustaba crear smbolos con sus pensamientos. Paral no era el hecho comprobado lo que importaba, sino laimpresin producida. He aqu porqu su misma presencia erapotica y atraa hacia su persona la curiosidad de conocer msa fondo sus secretos espirituales. Recatado en grado sumo,nadie le haca descubrir a los ojos del profano lo que erasagrado ante sus propios ojos, y agradbale el arte de ocultarsus experiencias tras un velo potico.

    Quienes hayan ledo Walden2 recordarn el mstico relatode sus desiluciones: "Perd hace mucho un perro, un caballo yuna trtola, y siempre me hallo sobre sus pistas. Refer amuchsimos viajeros mi prdida, les habl de ellos, les describ

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    sus rasgos y el llamado al que respondan. Conoc a uno o dosviajeros que encontraron al perro, que oyeron el galope delcaballo, y que aun vieron a la trtola desaparecer tras de unanube, y estaban tan deseosos de hallarlos como si ellos mismoslos hubieran perdido".

    Thoreau era la sinceridad misma. El hbito del realistaque ve en toda cosa lo contrario de su apariencia, impulsbalea convertir todos sus juicios en parbolas. Cierta propensinagresiva. desfiguraba sus primeros escritos, un giro retrico queno ha desaparecido totalmente de sus ltimos escritos y queconsiste en substituir la palabra y el pensamiento corriente conlo que les es diametralmente opuesto. Elogiaba el aire familiarde los montes salvajes y de las selvas en invierno. Encontrabaalgo de pesado y clido en el hielo y la nieve y atribua a lasoledad semejanza con Roma y con Pars. Haba talsequedad, escribe, que hubiere podido creerse que habahumedad."

    Su tendencia a magnificar el momento presente que le hacaunificar las leyes de la Naturaleza en un solo objeto ocombinacin de objetos puestos ante su vista, quizs podrparecer risible para quienes no compartan la percepcin deidentidad del filsofo. Para l no exista la extensin. El lagoera un ocano en pequeo. El Atlntico un gran lago de 2 Libro publicado en vida, hoy clsico en N. Amrica. (N. del

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    Walden. Estableca la relacin del ms insignificante hechocon la totalidad csmica. Aunque apasionado por laexactitud, pareca dominado por la idea fija de que la cienciade uno solo de nuestros das es ya una ciencia completa. Lossabios segn l deca: acababa de descubrirlo) desdearonsiempre descubrir tal variedad botnica particular y habanseolvidado de describir los granos, contar los spalos..." "Claroest respondamosle, los imbciles no han nacido enConcord; pero quin sostuvo jams que hubieran nacido?Ah, s, desgraciados, por haber nacido en Londres, en Pars oen Roma! Pobre de ellos! Hicieron lo que pudieron, sin habervisto nuestros lagos y nuestras lagunas. Por lo dems, paraqu ha sido creado y puesto al mundo el seor Thoreau, si nopara enriquecer las observaciones de tales sabios?

    Aunque ridiculizara toda elegancia convencional, poseabuen nmero de elegancias propias. Y es as que no podasoportar el ruido de sus pasos o el rechinar del casquijo. Porello prefera no andar por rutas conocidas y marchaba sobre lahierba, por las montaas y en los bosques. Posea en sussentimientos una maravillosa acuidad. Y aseguraba quedurante la noche, las casas exhalaban un aire nocivo como laatmsfera de los mataderos. Gustaba de la fragancia pura deltrbol. Dedicaba un culto especial a ciertas plantas,

    T.).

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    especialmente al nenfar, luego a la genciana, a la MikaniaScandens, a la siempreviva, y a un tilo silvestre que solevisitar todos los aos cuando a mediados de junio floreca.Consideraba el olfato ms oracular y ms digno de confianzaque la vista para sus descubrimientos. El olfato revela lo queescapa a los dems sentidos. Gracias a l descubra lo terrestre.Amaba los ecos y declaraba que eran las nicas vocesfraternales que oa. Amaba de tal modo a la Naturaleza, lasoledad le haca tan feliz, que la prefera a las ciudades quecorrompen al hombre y sus moradas, a fuerza de refinamientoy de artificio.

    El hacha continuaba destruyendo la selva. "A Diosgracias exclamaba, no podrn nunca derribar las nubes!Cuntas figuras forma su blanco fibroso sobre ese fondoazul!"

    A manera de apndice reproduzco algunas frases escogidasen sus manuscritos inditos, no solamente para recordar lo queThoreau pensaba y senta, sino ms bien por su fuerzadescriptiva y su perfeccin literaria.

    "Hay argumentos tan convincentes como una trucha en laleche."

    La carpa es un pez blanduzco, con el gusto del papel deembalaje mojado, y con sal encima."

    "El joven rene materiales para construir un puente hastala luna, o un palacio o un templo sobre la tierra; finalmente el

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    hombre maduro se contenta con edificar un buen galpn dondeaserrar su madera.

    "Liblulas (agujas del diablo) zigzagueantes sobre elarroyo de Nut-Meadow."

    El azcar es menos dulce al paladar que el sonido denuestros tmpanos.

    He puesto a arder ramas de cedro; y el chasquido de lasal crepitosa de sus hojas repercute en m odo como mostaza,como el crepitar de innmeros regimientos. Los rboles aman elfuego."

    "El pjaro-azul lleva el cielo sobre su espalda.""La tanagra prpura atraviesa al vuelo el verdor de las

    hojas como si quisiere prender fuego al follaje.""Agua inmortal, viviente hasta en las superficies."."La Naturaleza cre los helechos para las hojas puras, a

    fin de mostrar lo que puede brindarnos en el reino vegetal.""Ningn rbol posee tan hermoso tallo ni empeine tan

    elegante como el abedul.""Cmo pudieron penetrar los bellsimos tonos del arco iris

    en la escama de la almeja de agua dulce, enterrada en el lgamosombro del agua profunda?"

    "Nada es ms temible que el temor. En comparacin, elatesmo puede ser popular, casi ante Dios."

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    "Qu importancia pueden tener las cosas que olvidamos!Un pequeo pensamiento puede convertirse en sacristn delmundo entero."

    "Cmo esperar una cosecha de pensamientos si falta lasiembra del carcter?"

    "Slo se puede ser confidente con quien sabe mostrar unrostro de bronce al deseo."

    Pido ser fundido como los metales. Lo ms que puedepedrsele al metal es que sea tierno para el fuego que lo lice.Para quien otro podra ser tierno?

    Existe una flor conocida por los botnicos, de igual especieque la siempreviva, que crece sobre los peascos msinaccesibles de las montaas del Tirol, donde apenas si searriesgan las gamuzas. El cazador, atrado por su belleza eimpulsado por el amor (ya que es flor muy codiciada por lasjvenes suizas) escala los altos peascos en su bsqueda, suelehallrsele muerto el pie de las monteas, con la flor en la mano.Los suizos llaman a la flor Edelweiss, que significa NoblePureza. Thoreau, al parecer, viva esperanzado en hallar laEdelweiss y tena derecho adquirido para lograrlo. Elcampo de estudio que se extenda ante su vista era tan amplio,que habrale hecho falta gran longevidad para recorrerlo, ynada nos predispona para su desaparicin inesperada.Amrica no prev lo grande que era el hijo que ha perdido. Y

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    que nos deje en la mitad de su obra interrumpida que nadiepodr terminar, parceme que en ello hay una injuria!

    Qu indignidad ver un alma tan noble ausentarse parasiempre de la Naturaleza sin haber mostrado a sus semejanteslo que era realmente! El, por lo menos, es feliz. Posea un almahecha para la compaa de los ms nobles espritus; en su cortaexistencia haba agotado todo lo que el mundo puedebrindarnos. All donde florezcan la ciencia, la virtud, labelleza, Thoreau estar siempre.

    Ralph Waldo Emerson

    (Tomado del libro Un filsofo en los bosques, deHenry D. Thoreau, Ediciones Guin, Bs. Aires,

    1937).

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    PRLOGO

    Escriba Thoreau en su Diario que "posea unabiblioteca de novecientos volmenes de los cualesms de setecientos haba escrito l mismo". Habanacido en 1917, y muri antes de cumplir los 45aos. Estuvo lejos de ser un hombre de xito, deaquellos que suman puntaje en las sociedades comola norteamericana de Concord, un distritorelativamente cercano a Boston, lleno de bosques ycolinas cubiertas de hiedra, que como un anfiteatrorodean el lago Walden, al que Henry David dedicuno de sus libros publicado en el ao 1854. Consacrificio, su familia lo enva a la prestigiosa ycercana Universidad de Harvard, en donde sedestaca por la rareza de sus opiniones sobre textos y"ramas de estudio" que nunca alcanzan ninguna

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    "raz". Lo cierto es que en cuanto se grada retornaa Concord, de donde ya no saldr. Forma parte deun circuito ulico integrado por Emerson como lagran figura, el padre de Louise May Alcott, E.Channing, y otros que trabajaban en una "utopa deConcord", en el perodo ms creativo deltrascendentalismo, movimiento en el que Emersonsera la persona ms rutilante y conocida. Thoreau,adems de sus lecturas, fabricaba lpices con supadre y los venda casa por casa lejos de la bu-llanguera actividad de la ciudad de Boston, recluidoentre bosques y colinas. De hecho, a la trgicamuerte de su hermano su indignacin ante prdidatan injusta debida a la infeccin producida por unaherida cortante, encuentra alivio yndose a vivir aun predio de bosques frente al lago Walden propie-dad de Emerson quien le facilita la posibilidad deque l mismo se construya all su cabaa de troncosy deambule sin meta fija por ese entorno de puranaturaleza intacta. Para 1847, hacia septiembre, re-gresa a su hogar, restablecido, y con el texto deWalden a medio terminar, etapa que le llev nomenos de cinco aos hasta ser editado en 1854.

    En el nterin, hallndose en los bosques, escribeel ensayo ms famoso de todo lo suyo, La

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    desobediencia Civil, movido por la indignacin que leprovoca la exigencia de pagar un impuesto de $1,50.Fue un alarde de individualismo, es cierto, unido ala crtica del estado liberal, y de la representatividadque garantiza la legalidad del gobierno republicanoen sus dudosos entreveros. El marco es la guerra deTexas contra Mxico, y la poltica esclavista que seva poniendo al rojo vivo y que en la dcadasiguiente alcanzar el paroxismo en la Guerra Civil,de 1861 a 1865. No se trata de un manifiesto demilitante del abolicionismo, que por entonces co-menzaba a ganar los corazones, y a organizar elfamoso corredor hacia el norte canadiense, sino quees puro pensamiento poltico, exasperado ante lainjusticia, y ante el desvalimiento del ciudadano queno encuentra el modo de sortear la maraa deintereses que rodean la cosa pblica.

    Durante medio siglo se consider a Thoreau unexcntrico, como lo haba sido en Harvard cuandose negaba a usar sacos negros uniformes, se vestade verde, y se ganaba la calificacin de perverso yfalto de humor. Hoy es el autor ms ledo de sutiempo, traducido a todos los idiomas, y apreciadopor la profundidad incisiva de su crtica social yfilosfica, quizs ms que el propio Emerson, en

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    cuya temtica trascendentalista estuvo siempreinvolucrado Thoreau. Precisamente la vigencia desu obra puede recobrarse leyendo a Walden. desdeuna visin metafsica-ecologista, Y en este sentidoquiero recordar aqu que en 1994, mientras asista aun seminario especializado en ciencias sociales,organizado por el Boston College, se program parael grupo un viaje a Concord, y una tarde junto alWalden Pont. Luego de visitar la casa de los Alcott,y la construccin circular aledaa donde se reunanhabitualmente los filsofos ya citados para elaboraruna utopa posible, bajamos la cuesta y dimos con elcementerio primero del lugar donde las lpidas deEmerson, de Channing, y de tanto otro prcer,estaban all, guardando escolta a un pasado buclicoy casi religiosamente impregnado de tras-cendentalismo. All abajo, por entre los bosques, sedivisaba la cinta de plata del lago iluminada por elsol, todava alto. Tardamos en llegar hasta allporque en el camino nos topamos con un seor dealta copa, saco largo y pantaln rstico, que recitabapartes de Walden con sin igual dramaticidad ante ungrupo atento sentado sobre troncos cados o sobrehojas secas del bosque y que, en total silencio,recoga esos decires plenos de imantacin de la

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    naturaleza, consustanciada con la hechura de lacreacin. Luego fuimos al lago donde manoshacendosas y generosas mujeres haban provistomantas y ricos bocados para paliar el apetito dequienes se remojaron en las sabias aguas del Wal-den.

    Ahora bien, si en Walden se privilegia la relacincon la naturaleza, La desobediencia civil gira en torno ala relacin social y el individuo. Su profundasingularidad radica en que no trata de elaborar unaresistencia doctrinaria contra las institucionesorganizadas -lo cual supone tambin un cambio degobierno como se plantea habitualmente en elpensamiento politico- sino que su objetivo centrales el comportamiento individual, el desarrollo de lasposibilidades personales y el uso incoercible de la li-bertad.

    De hecho, se opone a la esclavitud pero noparticipa ni milita en el movimiento abolicionista y,en general, no expresa estima alguna por las figurasms elocuentes de esa campaa. Se lo calificmuchas veces de arrogante y presuntuoso en suspuntos de vista, pero basta leer unas pocas pginaspara quedar prendido a su orden de ideas, a sucalidad expresiva, al ejercicio de una libertad de

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    conciencia que abomina de sumisiones y cobardas yque configura una especie de testamento paracualquier generacin acerca de cmo expresar esased de libertad y dignidad inherente a la personahumana que destacan las mejores expresiones deltiempo histrico.

    Aunque las ediciones que han circulado de estetrabajo son numerosas, esta editorial decide publicaresta nueva y cuidada edicin porque en los umbralesdel ao 2000 y del siglo XXI quienes lean sucontenido podrn hallar una viva corriente desimpata con las encrucijadas que hoy se viven ydejarse ganar por un slido optimismo en ltimainstancia. Porque si bien la crtica hacia el Estado ysus deficiencias es tan feroz como acertada, tambindeja un espacio importante para mostrar la labor delpueblo, autnoma y fundadora en la construccinde la sociedad, a partir de las capacidades del indi-viduo y de su conciencia indicadora del bien, no porobediencia a la ley sino por imperio de la justiciainherente. En tanto que la obediencia, a contrapelodel sentido comn y la conciencia, slo engendrasoldados al servicio de inescrupulosos poderes(reminiscen-cias de seres humanos, hombres depaja), la posibilidad de la desobediencia civil est

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    vista a la luz de sus consecuencias favorables para lavida individual y social.

    Una lectura estimulante, totalmente anticipatoriade las cuestiones y rigideces en que hoy nos vemossumergidos; una lectura inolvidable y formativa que,de paso, nos permite una ojeada reveladora sobre lasociedad de la que form parte Thoreau y de la cualfue expresin elocuente su genio.

    HEBE CLEMENTI

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    Estoy cordialmente de acuerdo con la doctrinade que el mejor gobierno es el que gobierna lomenos posible; y me gustara ver que esto selograra pronto y sistemticamente. En la prcticasignifica virtualmente esto, en que tambin estoy deacuerdo: El mejor gobierno es el que no gobiernaen absoluto; y cuando los hombres se hallenpreparados para ello, ese ser el gobierno que sedarn. En el mejor de los casos, el gobierno esapenas un expediente; pero la mayora de losgobiernos son por lo general, y todos los gobiernosson a veces inexpedientes, una inconveniencia. Lasobjeciones que se hacen valer contra los ejrcitospermanentes -y son muchas y de peso- podranaplicarse en ltimo trmino a un gobiernopermanente. El ejrcito permanente no es ms queun brazo del gobierno permanente. El propio

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    gobierno, que no es ms que la forma escogida porel pueblo para poner en efecto su voluntad, estigualmente expuesto a abusos y corruptelas antes deque el pueblo llegue a intervenir. Recuerden la gue-rra declarada contra Mxico, obra de un puado deindividuos que emplearon al gobierno como suinstrumento, pues en los comienzos del conflicto elpueblo no hubiese aprobado la agresin.

    Qu es este gobierno americano sino unatradicin, bastante reciente por lo dems, que seesfuerza en pasar intacta a la posteridad, pero queva perdiendo a cada instante parte de su entereza?No tiene el vigor y la fuerza de un solo individuo,porque un individuo solo puede plegarlo a suvoluntad. Pero el pueblo mismo, es un especie deescopeta de palo. Pero no por eso es menosnecesaria, porque el pueblo ha de tener entre manosalguna clase de mecanismo complicado y orlofuncionar a fin de satisfacer la idea de un gobiernoque tiene metida en la cabeza. As los gobiernosprueban cun eficazmente los hombres se dejanimponer una autoridad, aun imponindosela a s mismospara su propia ventaja. Todos los hombresdebemos reconocer que es una cosa excelente. Sinembargo, este gobierno jams hizo avanzar una

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    empresa por s mismo, salvo en cuanto aqulla sepuso fuera de su alcance. Este gobierno nomantiene libre al pas. No puebla las regiones delOeste. No provee educacin. El carcter inherenteal pueblo norteamericano ha sido el de que ha lo-grado realizar todo lo que se ha conseguido, yhabra realizado algo ms si a veces el gobierno nole estorbara. Pues el gobierno es un expediente pormedio del cual los individuos pretenden lograrmantenerse libres de la intervencin del prjimo; ysegn ya se dej expresado, el gobierno es tantoms eficaz cuanto menos estorba a los gobernados.Si el comercio y las industrias no tuviesen laelasticidad del caucho, no alcanzaran jams a saltarpor encima de los obstculos que los legisladores lesestn poniendo de continuo por delante, y sihubisemos de juzgar a esos polticos nada ms quepor las consecuencias de sus actos, sin dar crditoalguno a sus intenciones, mereceran que se les con-denara y se les castigara junto con aquellosmalintencionados que ponen tropiezos en la vafrrea.

    Para hablar sin embargo prcticamente, comociudadano y no como esos que niegan todogobierno, no pedir que se anule en seguida toda

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    forma de gobierno, sino que se nos d en seguida ungobierno mejor. Que cada cual declare cul sera elgobierno que mirara con respeto, y con eso sehabr dado un paso para obtenerlo.

    Al fin de cuentas, la razn inmediata por la que,una vez llegado el poder a manos del pueblo, se lepermite a una mayora que gobierne y que continepor largo tiempo en el gobierno no es porque hayams probabilidades de que tenga derecho a ello, niporque la minora la considere ms justa, sinoporque son los ms fuertes. Pero un gobierno enque la mayora manda no puede en todo casobasarse en la justicia, ni siquiera en la medida en quelos hombres la entienden. No podr haber ungobierno en que no sea la mayora la que decidaentre lo justo y lo injusto, sino la conciencia? Unamayora que se limite a resolver en esas materias quetengan que ver solamente con asuntos prcticosinmediatos. Es posible que el ciudadano puedasiquiera por un momento y en lo ms mnimo,someter su conciencia al legislador? Para quentonces posee cada hombre una conciencia? Meparece que debemos ser hombres primero y despussbditos. No es tan deseable cultivar el respeto porla ley, como por el derecho. La nica obligacin que

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    tengo el derecho de asumir es la de hacer en todaocasin aquello que creo justo. Se dice con verdadque una sociedad mercantil no tiene conciencia;pero una sociedad de hombres concienzudos es unasociedad con una conciencia. La ley no hace a loshombres una pizca ms justos; y por culpa de surespeto por la legalidad, aun las gentes de buenadisposicin se convierten da a da en instrumentosde la injusticia. Un resultado natural y bien co-nocido del respeto por la ley, es que se vea elespectculo de una fila de soldados, con su coronel,capitn, cabos, y sirvientes de batera, marchando enadmirable orden por cerros y quebradas con destinoa la guerra, contra su voluntad, y lo que es peortodava, contra su sentido comn y su conciencia, locual hace la marcha ms cuesta arriba en verdad yproduce palpitaciones del corazn. Estnconvencidos sin duda de hallarse metidos en unadetestable aventura, opuesta a lo pacfico de sunaturaleza. Ahora bien, qu son ellos? Sonrealmente hombres o son pequeas fortalezasambulantes, o polvorines a la disposicin decualquier gobernante inescrupuloso? Vistese unarsenal y pngase la vista en un soldado dedesembarco, tal como lo ha manipulado un

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    gobierno americano o cualquier otro poder maligno:una mera sombra y reminiscencia de humanidad, unhombre amortajado de pie, sepultado bajo susarmas con acompaamiento de clarines y tambores.

    La masa de los hombres sirve as al Estado, nocomo hombres primordialmente, sino comomquinas, meramente con sus cuerpos. Componenel ejrcito regular, las milicias, carceleros, alguacilesy patrullas, etc. En los ms de esos casos no existeen absoluto el ejercicio del juicio propio o delsentido moral; pero se ponen al nivel de la madera,el hierro y la piedra; y es posible que se pudieseconstruir soldados de palo que sirvieran tan apropsito como los otros. Tales criaturas no des-piertan ms respeto que un espantapjaros o unmontn de tierra. No se les aprecia sino como seestima a los caballos o los perros. Y sin embargogentes de esa laya son tenidas comnmente porbuenos ciudadanos. Otros -tales como legisladores,polticos, abogados, clrigos y funcionarios- sirvenal Estado principalmente con la cabeza; y como raravez hacen distingos morales, se hallan tanpropensos a servir al diablo, sin proponrselo,como a Dios. Muy pocos -en su condicin dehroes, patriotas, mrtires, reformadores en el ms

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    alto sentido de la expresin, y hombres de verdad-sirven al Estado tambin con su conciencia, y por lotanto se sienten impulsados a hacerle resistencia enmuchos casos, y en consecuencia se vencomnmente tratados como enemigos de aqul. Unhombre de conciencia slo puede ser til en sucalidad de hombre, y no se dejar emplear comoarcilla para tapar agujeros, por lo menos mientras ledure el aliento. Quienquiera que se entregue porentero al servicio de sus semejantes les parece unser intil y egosta; pero en cambio el que slo se daen parte pasa por un benefactor pblico y unfilntropo.

    Cul es la conducta propia de un hombre deverdad con respecto del gobierno americano actual?Mi respuesta es que no puede asociarse con l sindesacreditarse. Ni por un momento puedo recono-cer esa organizacin poltica como mi gobierno,mientras sea igualmente el gobierno de los Estadosque mantienen la esclavitud.

    Todo hombre reconoce el derecho a larevolucin, o sea el derecho a negar obediencia y aresistir a un gobierno cuya tirana e incapacidadsean excesivas e intolerables. Pero casi todos dicenque eso no ocurre ahora; pero que s era el caso, a su

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    juicio, en vsperas de la Revolucin de laIndependencia. Si alguien viniera a decirme que elgobierno colonial era malo porque gravaba ciertasmercaderas extranjeras que llegaban a nuestrospuertos, es probable que no me hiciese ningunaimpresin, puesto que puedo vivir perfectamentesin ellas. Todas las mquinas tienen sus puntos defriccin, y posiblemente eso produzca ciertosbeneficios que compensen por sus males. En todocaso, es una maldad protestar por ello. Pero cuandola friccin se convierte en sistema, y la opresin y eldespojo estn reglamentados, entonces yo declaroque ha llegado el tiempo de descartar la mquina.En otras palabras, cuando la sexta parte de los ha-bitantes de una nacin que se ha propuesto ser elasilo de la libertad, son esclavos, y un pas esinvadido injustamente y conquistado por un ejrcitoextranjero sometindolo a la ley marcial, creo que hallegado el momento de que los hombres honradosse rebelen y se levanten en armas. Lo que hace taldeber ms urgente es el hecho de que el pasinvadido no es el nuestro, sino nuestro ejrcito elinvasor.

    Paley, autoridad reconocida por muchos enmateria de principios morales, en su captulo sobre

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    el Deber de someterse al gobierno civil, reducetodas las obligaciones ciudadanas a lo expediente, osea aquello que se justifica por su convenienciaprctica, ya que no por su valor ideal; y aade queen tanto que el inters de toda la sociedad as lorequiera; en tanto que el gobierno establecido nopueda ser reemplazado o resistido sin causarpblica molestia, es la voluntad de Dios que tal go-bierno sea obedecido hasta all, y no ms. Admitidoese principio, el grado de justicia de cada casoparticular de resistencia se reduce al clculo delvolumen de peligro y abusos, por una parte, y a laposibilidad y el costo de remediarlos, por la otra.En cuanto a eso, agrega, cada uno debe juzgar por smismo. Pero Paley a lo que parece no lleg a pensarnunca en esos casos en que las consideraciones demera experiencia no son ya aplicables; aquelloscasos en que un pueblo o el individuo debe hacersejusticia a cualquier costa. Si contra toda justicia le haarrebatado a un nufrago la tabla a que se asa, miobligacin es devolvrsela aunque en ello me vaya lavida. Esto, segn Paley, no sera conveniente. Peroen tal caso, aqul que prefiera salvar su vida, laperder. Este pueblo debe renunciar a la esclavitudy a llevar la guerra a Mxico, aun cuando eso le

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    cueste su existencia como nacin.En la prctica las naciones siguen a Paley; pero

    hay alguien que crea que Massachusetts cumpleexactamente con su deber en la crisis actual?

    Hablando en plata, los que se oponen a lasreformas en Massachusetts no son un centenar demiles de polticos de los Estados del Sur, sino otrostantos comerciantes y agricultores de aqu, cuyointers dominante est en el comercio y laagricultura y no en los principios humanitarios, yque no se sienten por lo tanto preparados parahacer justicia a los esclavos y a Mxico cueste lo quecueste. No lucho pues con enemigos remotos, sinocon aquellos que en nuestra vecindad les ayudan yobedecen sus rdenes, y sin los cuales los primerosresultaran inofensivos. Nos hemos acostumbrado adecir que las masas humanas no estn preparadas,pero el progreso es lento porque los pocos no sonen realidad ms sabios o mejores que la multitud.No es tan importante que el gran nmero est alnivel de uno, como que exista un mrito superior enalguna parte, pues con esa levadura se compondrtoda la masa. Hay infinidad de gentes que sustentanuna opinin contraria a la esclavitud y a la guerracontra Mxico, pero que en puridad no hacen nada

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    para concluir con ambas; gentes que,considerndose herederos de Washington yFranklin, siguen arrellanados con las manos en losbolsillos, diciendo que no saben qu hacer, y nadahacen; gentes que llegan a preferir la cuestin de lalibertad de comercio a la de la libertad pura ysimple, y se entretienen leyendo los precioscorrientes en plaza junto con los boletines quellegan de Mxico, a la hora de la sobremesa, cuandoposiblemente se quedan dormidos en su asiento.En cunto se estima hoy en el mercado un hombrehonrado y patriota? Algunos vacilan, sienten lo quepasa y en ocasiones firman una peticin, pero nadahacen resueltamente y con resultado. Con la mejorintencin esperan que otros remedien los males afin de no sentir remordimientos de conciencia.Cuando mucho, ofrecen su pobre voto, un dbilsigno de aprobacin y una expresin de buenasuerte a aquellos que sustentan el derecho, al verlespasar a su lado. Hay unos novecientos noventa ynueve devotos de la virtud por cada hombrevirtuoso. Pero es ms fcil entenderse con ellegtimo posesor de una cosa que con el guardintemporal de ella.

    Todo sistema electoral es una especie de juego

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    de azar, semejante al ajedrez o la brisca, con suligera tara moral por aquello de oscilar entre el bieny el mal, con sus derivaciones ticas, puesnaturalmente corre dinero en las apuestas. Elcarcter de los votantes no se refleja en el voto.Puede que uno d su voto por lo que cree justo,pero no alcanzamos a sentirnos vitalmenteinteresados en que llegue a triunfar la justicia. Eso selo dejamos de buena gana a la voluntad de lamayora. El mandato del voto no sobrepasa por lotanto a las conveniencias del momento. Aun dandonuestro voto por lo que creemos justo, no hemoshecho nada por ponerlo en efecto, pues no hacemosnada ms que expresar tmidamente el deseo de queas sea. Un hombre ntegro no se contentar condejar lo justo a merced de la casualidad, ni menosesperar que llegue a prevalecer con el apoyo de unamayora. La masa humana puede bien poco. Cuandola mayora se pronuncie por la abolicin de laesclavitud, ser porque no les importe la esclavitudo porque quede poco de ella que deba ser abolidocon sus votos. Ellos sern por entonces los nicosesclavos. Solamente el voto de aqul que afirme supropia libertad con su voto, llegar a apresurar el finde la esclavitud.

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    He odo hablar de una convencin que secelebrar en Baltimore o por ah, para la seleccinde un candidato a la Presidencia, y la mayora de susmiembros sern polticos profesionales o redactoresde diarios y revistas; pero yo me pregunto, qupuede importarle a un hombre respetable, inteli-gente y honrado el acuerdo a que se llegue? Notendremos a pesar de todo el beneficio de sus lucesy su honradez? Por qu no hemos de contar conun nmero de ciudadanos independientes? No haymuchos individuos en el pas que no aparecen en lasconvenciones electorales? Pues, no seor! Resultaque ese que tenamos por respetable sujeto, se hadesviado inmediatamente de su posicin, y haperdido la fe en su pas, cuando su pas tendra msrazn en darlo a l por perdido. Sin ms ni ms eseciudadano adopta a uno de los candidatos allelegidos como el nico disponible, probando con estoque l mismo se halla disponible para lo que quieranhacer de l los demagogos. Su voto no vale ms queel de cualquier inmigrante inescrupuloso o nativovenal que pudo haberse hecho pagar el suyo. Ah,quin viera a un hombre que fuese todo un hombre,y que posea, segn el dicho de mi vecino, una espinadorsal que no resulte blanda como la cera! Nuestro

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    censo nacional est equivocado y las cifras sonexageradas. Cuntos hombres hay por cada cien milmillas cuadradas en todo el pas? Escasamente uno.Acaso Amrica no ofrece bastante incentivo paraque hombres de verdad vengan a radicarse en elpas? El ciudadano americano se ha reducido a ungregario miembro del club de ayuda mutua; unsujeto que acusa su poquedad intelectual y falta deserena confianza en s mismo, y cuya preocupacinms urgente es la de ver que los hospicios estnlistos para recibir a sus huspedes; uno que antes dealcanzar la madurez, ya est pensando en recogerfondos para el sostenimiento de las viudas yhurfanos que estn por venir, y que, en unapalabra, se atreve solamente a hacer cara a la vidacon la ayuda de la Compaa de Seguros y SocorroMutuo que le promete darle decente sepultura.

    Se entiende que no es deber de cada cual eldedicarse a la enmienda de abusos, ni siquiera de lospeores. Con toda propiedad el individuo puedededicar su atencin a otros asuntos; pero por lomenos le asiste la obligacin de no tener arte niparte en esos abusos, y si ya no le llaman laatencin, tampoco les prestar apoyo de ningunaclase. Si me voy a dedicar a otras tareas y otras

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    preocupaciones, por lo menos debo ver primeroque no voy a ponerme a la obra encaramado en loshombros del prjimo. Hay que comenzar por librara ese hombre de su carga, a fin de que l puedadedicarse tambin a sus contemplaciones. Ntenselas inconsistencias que toleramos! He odo aalgunos de mis paisanos declarar: Me gustara quealguien viniese a ordenarme que vaya a reprimir unainsurreccin de los esclavos, o que me incorpore ala expedicin contra Mxico... Ya veran ustedes siiba a hacerle caso. Y, sin embargo, cada uno deesos hombres ha contribuido, ya sea directamentecon su adhesin o con su dinero, a proporcionar unreemplazante. Aplauden al soldado que se niega acombatir en una guerra injusta aquellos mismos queno rehusan sostener al gobierno que dirige esaguerra; le aplauden aquellos cuyos propios actos yautoridad desobedece y anula, si el Estado fuese unpenitente que le pagase a alguien para que lo azoteen el momento de cometer una falta, pero sin quepor eso deje de pecar por un solo momento. De talmanera, bajo el emblema de Orden y GobiernoCivil, todos nos vemos obligados a rendir homenajey sostener nuestra propia flaqueza. Tras losprimeros rubores que trae el pecado, sobreviene la

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    indiferencia, y de inmoral se pasa a ser como quiendice amoral, lo cual no deja de ser conveniente en laclase de vida que nos hemos trazado.

    Los ms considerables y permanentes erroresrequieren se les sostenga con las virtudes msdesinteresadas. Un carcter noble est ms expuestoque ninguno a incurrir en el ligero reproche que sehace a la virtud del patriotismo. Aquellos quedesaprueban el carcter y los procedimientos de ungobierno y sin embargo le prestan su adhesin yapoyo, son indudablemente su ms concienzudosostn y por lo mismo el obstculo ms serio paracualquier reforma. Hay quienes elevan solicitudes algobierno del Estado de Massachusetts a fin de quese separe de la Unin Federal; que no obedezca lasrequisiciones ordenadas por el Presidente de laRepblica. Por qu no se separan ellos mismos -disolviendo la unin entre ellos y el Estado- yrehusan pagar su cuota al Erario? No estn ellos enla misma relacin con respecto al Estado en queste se halla con respecto de la Unin Federal? Noson unas mismas las razones que impiden que elEstado resista la Unin, que las que les impiden aellos resistir al Estado?

    Cmo puede un hombre limitarse a abrigar una

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    opinin y contentarse con eso? Qu satisfaccinpuede encontrar en ello, si esa opinin le lleva asentirse agraviado? Si alguien se siente defraudadoaunque no ms no sea en un solo peso por suvecino, no quedar tranquilo con saber que fueengaado, o con decir que ha sido engaado, ni auncon pedir que se le devuelva su dinero, sino queproceder a obtener sin tardanza que se le paguehasta el ltimo centavo, y tendr cuidado de que nose le vuelva a engaar nunca ms. El actuar deacuerdo con un principio moral, confirmndose enlo que es justo y ponindolo en prctica, altera larelacin de las cosas y es esencialmenterevolucionario en cuanto corta toda relacin con elestado de cosas anterior. No tan slo causadivisiones en el Estado y en el seno de la familia; esmucho ms grave todava, divide al individuo, se-parando en l lo diablico de lo divino.

    Existen leyes injustas; debemos contentarnoscon obedecerlas, o procuraremos enmendarlas,obedecindolas mientras lo conseguimos, o lasquebrantaremos desde ahora? La generalidad de loshombres, bajo un gobierno como el actual, piensanque estn en la obligacin de esperar hasta tanto nohayan convencido a una mayora de que deben

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    enmendar la ley. Se figuran que, en caso de resistirla,el remedio sera peor que la enfermedad. Pero esculpa del propio gobierno que la medicina sea peorque el achaque, por cuanto es l quien lo empeora.Por qu no se cuida de anticipar la posibilidad dereforma? Por qu no es ms solcito con lainteligente minora? Por qu se lamenta y resisteantes de que se le haga violencia? Por qu no invitaa los ciudadanos a que se esmeren en descubrir lasfaltas de su gobierno, procurando seguir unaconducta mejor que la que exige de cada uno deellos? Por qu ha de crucificar siempre a Cristo,excomulgar a Coprnico y a Lutero, y declararrebeldes a Washington y a Franklin?

    Sera de creer que la deliberada y efectivadenegacin de su autoridad es la nica ofensa queun gobierno no contempla jams; si no, por qu nole asigna una pena definida, proporcionada y conve-niente? Si un hombre desprovisto de bienes rehusauna sola vez ganarse los nueve chelines que debepagar al Estado, se le manda a la crcel por unperodo cuyo lmite no est sealado por ningunaley que yo conozca, y el cual queda al arbitrio de losmismos que le hicieron arrestar; pero si llegase adefraudar al Estado en una suma noventa veces

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    nueve chelines, pronto se le dejara en libertad.Si la injusticia es parte integrante de la necesaria

    friccin de la mquina gubernativa, qu le hemos dehacer; djenla pasar: puede que se suavice con eltiempo, y con ms seguridad, la tal mquinaterminar por gastarse. Si la injusticia tiene racesque son parte de su naturaleza misma, en tal casovaldra detenerse a pensar que acaso el remediofuese peor que la enfermedad; pero si el mandatofuera de tal carcter que quisiera obligarnos acometer una injusticia contra uno de nuestrossemejantes, entonces mi opinin es que sequebrante la ley. Gastemos si es necesario nuestravida hasta conseguir detenerla. Lo que tengo quehacer en todo caso es no servir de instrumento paraque se cometa una injusticia que yo condeno.

    En cuanto a adoptar los procedimientos que elEstado provee para remediar el mal, no meconvence tal medio. Tomara demasiado tiempo, yun hombre gastara su vida en ello. Por mi partetengo otras cosas en que ocuparme. No vineparticularmente a este mundo a hacerlo mshabitable, sino a vivir en l, sea bueno o malo. Unhombre no est destinado a hacerlo todo, sino ahacer algo, y no porque no pueda hacerlo solo, va a

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    verse obligado a hacer algo malo. No me concierneestar haciendo peticiones ante las Cmaras o elgobernador del Estado, as como tampoco serapropio que ellos me hicieran peticiones a m. Y si noatendieran a mi peticin, qu me corresponderahacer entonces? Para tales casos el Estado no haprovedo ningn recurso: el mal est en su mismaConstitucin. Mi procedimiento podr parecerviolento, contumaz e intransigente, pero tiene laventaja de reservar todos los miramientos yamabilidades para el nico espritu que puedeapreciarlos y merecerlos. As todos los cambios enla vida son para bien, como lo son el nacimiento y lamuerte, que se operan entre convulsiones.

    No vacilo en declarar que todos los que sellaman abolicionistas (de la esclavitud) deban retirarsin tardanza su apoyo, tanto el de su persona comoel de sus recursos, al gobierno de Massachusetts, sinesperar la mayora absoluta antes de ponerse dellado del derecho. Creo que tienen bastante contener a Dios de su parte, sin aguardar ese voto demayora que les falta. Adems, cualquier hombreque tenga ms razn que sus prjimos ya constituyeuna mayora de uno.

    Me encuentro cara a cara con este gobierno

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    americano, o con su representante el gobierno delEstado, solamente una vez al ao -no ms- en lapersona del cobrador del impuesto de capitacin.Esta es la nica forma en que un hombre de miposicin llega a tener contacto con l, y en tal casome dice bien claro: Reconceme; y la manera mssencilla, eficaz y, en las presentes circunstancias, lamanera ineludible de tratar con l en este particular,y de expresar lo poco que uno lo estima y apetece sutrato, es negrsele ah mismo. Este prjimorevestido de funcionario, el cobrador de impuestos,es el hombre con quien tengo que habrmelas, puesdespus de todo nuestra disputa es con hombres yno con documentos, y l ha escogido de librevoluntad servir de agente al gobierno. Por qu otromedio podra l llegar a darse cuenta de lo que es ylo que hace como funcionario de gobierno, o en sucalidad de hombre, sino es cuando tiene que refle-xionar acerca de la forma en que ha de tratarme am, su prjimo, una persona que respeta comovecino y como individuo de buen natural; o si debetratarme como a un manitico y agitador, y buscar elmedio de dominar este tropiezo en sus relacionespersonales sin necesidad de recurrir a ms rudosprocedimientos que correspondan a su mandato? S

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    perfectamente que si mil, si cien, si diez hombres -qu digo-, si un solo hombre honrado solamente, eneste Estado de Massachusetts, negndose a reteneresclavos, se negara efectivamente a continuar siendoparte de tal comunidad, dejndose llevar a la crcelpor tal delito, con eso la esclavitud habra llegado asu fin en Amrica. Pues no importa lo modesto delos comienzos en la apariencia: lo que se hizo bienuna vez, ha de durar para siempre. Pero preferimoshablar de tales cosas: a eso le llamamos cumplir connuestra misin. Hay centenares de peridicos que seocupan de la reforma, pero ni un solo hombre. Si miestimado vecino, el embajador de este Estado en elSur, que se propone dedicar sus das a la solucindel problema de los derechos del hombre dentro dela cmara del Concejo, en vez de verse amenazadocon prisin en las Carolinas se constituyese presoen Massachusetts, el Estado que se muestra tandeseoso de echar toda la culpa de la esclavitud a unEstado sureo -aun cuando hasta hoy slo lo acusede haber quebrantado los deberes de hospitalidadcon su representante-, entonces veramos quenuestros legisladores no se atreveran a dejar delado el asunto en la sesin del invierno venidero.

    Bajo un gobierno que pone a un individuo

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    injustamente en la crcel, el puesto ms digno pararesidencia de un hombre honrado, es la crcel. Elsitio ms apropiado hoy da, el nico lugar que elEstado de Massachusetts ha provedo para susespritus ms libres y menos resignados, est en unacelda, a fin de excluirlos de la comunidad delEstado por sus estatutos como ya ellos seexcluyeron a s mismos al dictado de su conciencia.All deben ir a parar el esclavo fugitivo, elprisionero mexicano en libertad condicional, y elindio que viene a denunciar los abusos que secometen contra su raza; as confinados estarn enun ambiente ms libre y honorable all donde elEstado pone a los que no estn con l sino contra l-el nico recinto en un Estado esclavo donde unhombre libre puede conservar su honra. Si alguienpiensa que su influencia se perdera all y que su vozno alcanzara a llegar a odos del Estado, o que nollegara a ser considerado como enemigo dentro desus murallas, ser porque no habr llegado a com-probar hasta qu punto la verdad es ms fuerte queel error, ni cunto ms capaz de combatir lainjusticia ser aquel que la haya sufrido en su propiapersona. Es preciso no contentarse con depositar elvoto en la urna; hay que reforzarlo con toda nuestra

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    conviccin. Una minora es impotente cuando seconforma al parecer de la mayora (en tal caso no essiquiera una minora); pero es irresistible cuandocarga todo su peso en la balanza. Si se pone alEstado en el dilema de meter a la crcel a todos loshombres ntegros, o renunciar a la guerra y laesclavitud, el Estado no vacilar en lo que debepreferir. Si un millar de ciudadanos se negasen apagar sus impuestos este ao, eso no sera unamedida violenta y brutal, como lo ser el pagar esetributo a fin de que el Estado pueda seguircometiendo violencia y derramando sangreinocente. Esa es en realidad la definicin de unarevolucin pacfica, si es que existe tal fenmeno. Siun colector de impuestos, o cualquier otrofuncionario pblico, viniera a preguntarme, talcomo uno ya lo hizo: Pero, qu debo hacer?, mirespuesta es: Si en realidad usted est dispuesto ahacer algo, renuncie a su cargo. Una vez que elsiervo rehuse obediencia y el funcionario hayarenunciado a su cargo, la revolucin estar yaconsumada. Pero supongamos que se llega a las vasde hecho y se derrama sangre. Acaso no corre algoas como sangre cuando la conciencia est herida?Por esa herida se escapa la verdadera hombra e

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    inmortalidad del individuo, y por ella se desangra enuna muerte inacabable. Esta es la sangre que veocorrer ahora.

    He tenido en vista el encarcelamiento delculpable antes que el embargo de sus bienes -auncuando uno u otro cumplan el mismo propsito-,fundndose en que aquellos que sostienen los msaltos principios y son en consecuencia ms peligro-sos en un Estado corrompido, por lo comn no handedicado mucho tiempo a adquirir fortuna. A talespersonas el Estado no ofrece mucha utilidad, y unimpuesto por bajo que sea les resulta exorbitante,particularmente en caso de tener que ganarse la vidaen alguna ocupacin manual. Si hubiese alguien queviviera por entero sin emplear moneda alguna, elpropio Estado vacilara en cobrarle su parte. Pero elhombre adinerado -y esto sin entrar encomparaciones odiosas- siempre est dispuesto aprestar su concurso a la institucin que le haenriquecido. Hablando en trminos absolutos,mientras ms dinero se tiene, menos virtud se po-see, pues el dinero se interpone entre el hombre y suobjetivo y se lo ofrece sin esfuerzo. Ciertamente noes prueba de virtud el alcanzarlo. Con eso ya se danpor descontados muchos problemas que de otra

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    manera embargaran al hombre en su solucin, entanto que el nico problema que el dinero traeconsigo, es uno tan difcil cuanto superfluo: de qumanera gastarlo. As es cmo sus fundamentosmorales se escurren de bajo sus pies. Lasoportunidades para una vida plena disminuyen amedida que crecen los llamados medios de vida.Lo mejor que un hombre que se ha enriquecidopuede hacer en pro de su cultura, es procurar larealizacin de los planes que forjara cuando eratodava pobre. Cristo respondi a los sirvientes deHerodes de acuerdo con la condicin que tenan.Mustrenme el dinero del tributo, les dijo. Uno deellos sac una moneda de cobre del bolsillo. Si usisdinero con la efigie del Csar, y que l ha valorizadoy puesto en circulacin -o sea, si sois funcionariosdel Estado y os sents a gusto gozando de lasventajas del gobierno del Csar-, entonces pagadlecon una parte de lo que habis recibido de lcuando os lo pida. Dad por lo tanto al Csar lo quees del Csar, y a Dios las cosas que pertenecen aDios. Con eso los herodianos quedaron tanignorantes como al principio, sin saber culcorresponda a quin; pues en realidad no deseabansaberlo.

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    Cuando converso con los independientes entremis vecinos, noto que a despecho de lo que puedandecir respecto de la magnitud y seriedad de lacuestin y de su preocupacin por la tranquilidadpblica, lo que resulta al fin de cuentas es que nopueden renunciar a la proteccin del gobiernoactual, y les asustan las consecuencias que pudierantener para ellos y su familia en caso de negarse aobedecerle. Por mi parte, sentira tener quereconocer que alguna vez me haya confiado a laproteccin del Estado. Pero si niego la autoridad delEstado cuando me presente su recibo decontribuciones, pronto confiscar y arruinar misbienes, y no dejar ya de perseguirme a m y a losmos. Es una cosa harto dura. Esto hace imposibleque un hombre viva honradamente y al mismotiempo con desahogo en su apariencia externa. Novaldra ya la pena acumular propiedades, que deseguro uno se expondra a perder pronto. Espreferible alquilar una vivienda cualquiera oinstalarse en cualquier parte sin permiso de nadie, ylimitarse a sembrar solamente lo ms necesario yconsumirlo pronto. Uno debe vivir para adentro,depender de uno mismo y estar siempre listo amudarse y comenzar de nuevo, sin muchas cosas

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    que atender. Un hombre hasta podra enriquecerseen Turqua, siempre que quisiera ser en todo unbuen sbdito del gobierno turco. Confucio dice:Cuando un Estado se gobierna por los principiosde la razn, la pobreza y la miseria son motivo devergenza; si un Estado no se gobierna por losprincipios de la razn, la riqueza y los honores sonmotivo de vergenza. No, mientras no necesite laproteccin del Estado de Massachusetts en algnpuerto distante del Sur donde mi libertad se halle enpeligro, o en tanto no est empeado nicamente enacumular propiedades por la va pacfica de losnegocios en esta localidad, puedo darme el lujo derehusar pleito homenaje a Massachusetts y negar susderechos sobre mi vida y mis bienes. Me cuestamenos en todo sentido incurrir en las penas dedesobediencia al Estado que lo que me costaraobedecerle. En tal caso me sentira hombre demenos vala.

    Aos atrs, el Estado se me present en nombrede la Iglesia exigindome que pagara cierta sumapara el sostenimiento de un pastor a cuyos serviciosasista mi padre, pero no yo. Paga -me deca- o irsa la crcel. Yo rehus pagar; pero, desgra-

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    ciadamente, un vecino3 crey conveniente pagar porm. En mi opinin, no vea por qu el maestro debapagar un impuesto para sostener al pastor de laiglesia, y no el pastor al maestro de escuela; pues yono era un preceptor pagado por el Estado, sino queviva de lo que me pagaban voluntariamente lospadres de mis alumnos. No vea por qu el Liceo nopudiera presentar su cuenta a los contribuyentes conel apoyo compulsivo del Estado, tal como lo hace laIglesia. Sin embargo, a indicacin de los concejales,me avine a hacer una declaracin escrita por esteestilo: Hago saber a todos que yo, Henry Thoreau,no quiero ser considerado miembro de ningunasociedad legal en la que no haya solicitadoadmisin. Ese documento lo puse en manos delsecretario municipal, y sigue en su poder. El Estado,notificado en tal forma de que yo no deseaba serconsiderado miembro de esa iglesia, no ha vuelto apresentarme la misma exigencia desde entonces, auncuando haya dicho que debe continuar creyendoque estaba en su derecho al exigrmelo la primeravez. De haber conocido a los hombres de todas lasasociaciones de la regin, yo me habra ocupado de

    3 Se dice que fue Emerson (N. del T.)

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    renunciar en detalle en todos los casos en que nome haba incorporado individualmente; pero nuncapude hallar a mano la lista completa.

    No he pagado el impuesto electoral desde haceseis aos. Con este motivo se me mand una vez ala crcel, por una noche. Mientras examinaba lasmacizas paredes de pura piedra, de una vara deespesor; la puerta de madera reforzada con hierro,de un pie de espesor, y el ventanillo enrejado pordonde se colaba la luz, no pude dejar deasombrarme ante la torpeza de una institucin queme trataba como si yo fuese nicamente de carne yhueso, pura materia que se puede encerrar bajollave. No dejaba de maravillarme que hubiesellegado a la conclusin de que este destino era el quems me convena, y jams hubiese pensado enaprovechar mis servicios en otra forma. Me dicuenta de que, si haba un muro de piedra que meseparaba de mis paisanos, haba otro ms difcil detransponer o traspasar antes de que ellos pudieranestar tan libres como yo estaba. Ni por un momentome sent preso, y esas paredes me parecieron underroche intil de piedra y cemento. Qued conven-cido de que yo solo, entre todos mis paisanos, habapagado el impuesto. Estaba a la vista que no saban

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    de qu manera tratarme, mostrndose en todo comogentes mal educadas. Tanto sus amenazas como susalabanzas mostraban su incomprensin, pues unosy otros crean que mi mayor deseo era hallarme delotro lado de la pared de mi prisin. No pude dejarde sonrer al verles cerrar meticulosamente la puertay dejarme a solas con mis pensamientos, sinsospechar que stos les seguan sin tropiezo alguno,y en realidad solamente en esa parte de mi personaera donde estaba el peligro. Visto que no podantocarme en lo ntimo, haban resuelto castigar micuerpo, igual que esos muchachos que no pudiendomolestar directamente a alguien contra quien tieneninquina, se contentan con maltratar a su perro. Medi cuenta de que el Estado es medio idiota; que estan miedoso como una mujer que vive sola y temeque a cada momento vengan a despojarla de sus cu-charas de plata; comprend que el Estado no sabedistinguir sus amigos de sus enemigos, y perd elescaso respeto que todava senta por l, y le tuvelstima.

    De este modo, el Estado no confronta jamsintencionalmente al hombre espiritual, en suintelecto o su alma, sino apenas su cuerpo ysentidos corporales. Su poder no est en una

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    inteligencia o una moral superiores, sino en unafuerza bruta mayor. Pero yo no nac para que se mefuerce, y me gusta respirar a mi manera. Veremosquin es el ms fuerte. Qu poder tiene la multitud?Los nicos que podran obligarme a obedecerlesseran aquellos que siguen principios ms altos quelos mos; y su nica exigencia sera que viviera comoellos. Jams he odo decir que la multitud obligue anadie a vivir de esta manera o la otra. Qu clase deexistencia sera una que hubiese que vivir as?Cuando un gobierno me sale al paso y me dice: Labolsa o la vida!, por qu habra de apresurarme yoa entregarle mi dinero? Puede que se halle en ungran apuro y sin saber cmo remediarlo. Eso no esculpa ma. Es cosa que debe remediar el mismoEstado; salir de sus propios apuros como yo salgode los mos. No vale la pena echarse a llorar porello. Yo no soy responsable si la maquinaria socialno funciona bien, pues no me hallo emparentadocon su conductor. He notado que cuando unabellota y una castaa caen al suelo, una junto a otra,ninguna se queda inerte a fin de hacer lugar a la otra,sino que cada una por su lado sigue su propioimpulso y se prende al suelo, para crecer y fructificartan bien como le sea posible, hasta que al fin puede

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    que una eche sombra sobre la otra y la fuerce asecarse y morir. Si una planta no puede vivirconforme a su naturaleza, muere, y otro tanto leocurre al hombre.

    Pasar una noche en prisin fue como haberviajado a un pas remoto, tal como no imagin verjams. Me pareci que nunca hasta entonces habasentido al reloj del pueblo dar la hora, ni los ruidosnocturnos del vecindario, pues pudimos dormitarcon la ventana abierta, ya que los postigos seresguardaban con la reja. Mi pueblo nativo setransforma en un burgo de la Edad Media, y el roConcord era ahora un afluente del Rhin, en tantoque por mi imaginacin desfilaban castillos ycaballeros revestidos de coraza. Las voces que oaen la calle sonaban como las de antiguosburgueses. Mientras tanto, involuntariamente eratestigo y oyente de cuanto se haca y se deca en elpatio de la posada colindante con la crcel: unaexperiencia rara, enteramente nueva para m. Nuncahaba observado de tan cerca la vida de mi aldea. Laestaba viendo por dentro, y era como si nuncahubiese observado sus instituciones hasta entonces.Esta es una de sus instituciones peculiares, puesConcord es cabecera de distrito. Comenzaba ahora

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    a comprender lo que mova a los habitantes.Cuando sal en libertad -porque alguien se

    entrometi y pag mi impuesto- no descubrgrandes cambios en la plaza, como le ocurrira auno que hubiese ingresado joven a la crcel yhubiese salido arrastrando las piernas y con lacabeza encanecida; y con todo, un cambio se habarealizado a mi ver en la vecindad -en el pueblo, en elEstado y en la nacin-, un cambio ms considerableque el que un mero pasar de los aos pudiese traerconsigo. Pude percibir ms claramente que nunca elcarcter del Estado en que vivo; vi hasta dndepuedo confiar en los vecinos entre quienes estoyviviendo y si poda tenerlos por buenos camaradas yamigos, o si su amistad era solamente para los tiem-pos favorables y no los adversos; que no hacangrandes esfuerzos por modelar su conducta deacuerdo con los ms altos principios; que con susprejuicios y supersticiones me daban la impresinde ser tan extraos a m como los malayos o loschinos; que en sus sacrificios humanitarios noarriesgaban gran cosa, ni siquiera en sus bienes; que,despus de todo, no se excedan en nobleza ytrataban al ladrn ni ms ni menos como ste loshabra tratado a ellos, y que confiaban, gracias a

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    ciertas prcticas externas y unas cuantas oraciones, ycon confinar sus pasos de vez en cuando a la sendaestrecha y estril del deber convencional, en llegar asalvar su alma. Bien pudiera ser que estuviese juz-gando a mis vecinos con excesiva severidad, puessospecho que hay muchos entre ellos que no se handado cuenta de que existe una institucin tal comoes la crcel de la aldea.

    En tiempos pasados los vecinos del puebloacostumbraban saludar a un conocido que vinierasaliendo de la crcel, donde fuera confinado comodeudor moroso, poniendo la mano con los dedosentreabiertos delante de los ojos, como simulandolas rejas de una celda. Mis vecinos no me recibieronde esa manera, pero se limitaron a mirarme y luego acambiar una mirada entre ellos, como suele hacersecon uno que vuelve de un largo viaje. Cuando metomaron preso, yo iba en camino al taller delremendn, a buscar un zapato que tena acomponer. Al salir en libertad a la maana siguiente,me fui a completar esa diligencia, me calc el zapato,y me fui con un grupo que me buscaba para que lessirviera de gua en una excursin campestre. Enmedia hora me hallaba a caballo en la falda de unode los cerros ms altos del contorno, a una media

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    legua del pueblo, recogiendo frutillas silvestres; y delEstado, ni la sombra por ninguna parte.

    Esa es la historia completa de Mi Prisin.Jams me he negado a pagar la contribucin de

    caminos, pues estoy tan deseoso de ser buen vecinocomo de ser mal siervo; y por lo que toca a sostenerlas escuelas, estoy haciendo todo lo posible poreducar a mis conciudadanos. Si me niego a pagar elimpuesto electoral, no es porque me oponga a unartculo cualquiera de esa ley, sino porque no deseoprestar mi adhesin al Estado, y prefiero seguiralejado y ajeno a l. No me intereso en seguir eldestino de mi tributo hasta el momento en que seemplee en comprar los servicios de un hombre o unfusil para matar a otro (el dlar es inocente); perome importa seguir las consecuencias de mi adhesinal Estado. En realidad, le declaro la guerra alEstado, a mi manera, aun cuando contine haciendouso de l y sacndole todas las ventajas posibles, talcomo se hace en casos semejantes.

    Si otros pagan el impuesto que se exige de m,por simpata con el Estado, no hacen sino repetir loque ya hicieron en su propio caso, o ms bien dichofavorecen la injusticia en mayor medida de lo que elmismo Estado exige. Si pagan mi impuesto por un

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    inters mal entendido en la persona delcontribuyente, a fin de poner sus bienes a salvo oimpedir que aqul vaya a parar a la crcel, serporque no se han detenido a reflexionar bastantehasta qu punto dejan que su sentir personal estorbeal bien general.

    Esa es pues mi posicin por el momento. Perouno no estar jams bastante prevenido en talescasos, para evitar que nuestras acciones se veanfalseadas a fuerza de obstinacin o por un respetoexcesivo hacia la opinin ajena. Que cada cual cuidede ser consecuente consigo mismo y con elmomento. A veces me digo: Qu vamos a hacerle,estas gentes son bien intencionadas aunqueignorantes, y seguramente sus acciones seran mscorrectas si tuvieran ms luces. A qu entoncesponerlos en el caso de tratarte con un rigor que lesrepugna? Pero luego, pensndolo mejor, me digo denuevo: Esa no es una razn para que vaya aproceder igual que ellos, o a permitir que otros su-fran penalidades de otra naturaleza. Y otras vecespienso todava de otra manera y me digo: Cuandomillones de hombres constituidos en nacin tepiden sin rencor, sin mala voluntad, sin animosidadpersonal de ninguna clase, que les pagues unas

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    cuantas monedas solamente, sin que hayaposibilidad legal de que modifiquen o anulen supedido, ni tampoco la posibilidad de que puedasapelar a otros millones de individuos por tu parte,a qu exponerte a ser vctima de la fuerza bruta?Uno no se pone a porfiar con el fro o el hambre, elviento o las olas de esa manera, sino que se sometea cualquier necesidad de fuerza mayor. No se ponela cabeza en el fuego por el puro gusto. Pero por lomismo que no considero la fuerza del Estado comopura fuerza bruta, sino en parte humana, y sientoque mis relaciones con esos millones de hombresposeen un carcter espiritual y no meramente comoel contacto entre cosas inanimadas, veo que esposible un llamado inmediato e instantneo de partede ellos hacia su Hacedor, y luego de ellos mismos asu conciencia. Pero si meto voluntariamente micabeza en el fuego, no debo esperar consideracinde parte del fuego o del que hizo el fuego, y slotendr que culparme a m mismo de lasconsecuencias. Si llegase a convencerme de quetengo cierto derecho a darme por satisfecho con missemejantes tales y como son, y a tratarles de acuerdocon eso y no de acuerdo con lo que estimo y deseoque ellos fuesen, entonces, a la manera de un buen

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    musulmn y fatalista, procurara darme porsatisfecho con el presente, y lo aceptara como lavoluntad de Dios. Y, por encima de todo, existe estadiferencia entre resistir a las fuerzas humanas o auna fuerza bruta de la naturaleza: que puedo resistira aqulla con algn resultado, pero que no puedoesperar, como Orfeo, cambiar la naturaleza de lasrocas, de los rboles y las bestias.

    No pretendo disputar con nadie ni con ningunanacin. No quiero meterme en sutilezas, ni partircabellos en el aire, o drmelas de superior a misprjimos. Ms bien dira que lo que busco es unpretexto para conformarme a las leyes del pas. Loque hay es que estoy demasiado pronto a aceptarlas.Tengo por cierto buenas razones para sospecharmede conformista, y todos los aos, por la poca enque el cobrador de impuestos toca a mi puerta, meencuentro listo a reexaminar las actas y el espritudel gobierno local o nacional, y el espritu de losciudadanos, a fin de descubrir un pretextocualquiera para acceder en todo. Espero que elEstado se incaute pronto de todas misresponsabilidades y efectos, y entonces yo no serun mejor patriota que cualquiera de mis conciuda-danos. Mirada desde un punto de vista ordinario, la

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    Constitucin, con todas sus faltas, es excelente; lasleyes y los tribunales, respetables; aun este mismoEstado de Massachusetts y el gobierno nacionalson, en muchos respectos, harto admirables y algoexcepcional de lo que uno debe mostrarseagradecido, segn tantos lo han declarado ya. Perocontemplados desde un punto de vista algo mselevado, no son ni ms ni menos que como los hedescrito; vistos desde un punto de vista ms alto, ode ms alto, quin podra decir lo que son, o si valesiquiera la pena mirarlos o pensar en ellos enabsoluto?

    Por otra parte, el gobierno no me preocupa grancosa, y le dedicar la menor atencin posible. Sonpocos los momentos de mi vida que vivo encontacto con l, ni siquiera en el bajo mundo. Si unhombre deja su pensamiento correr en libertad,igual que su imaginacin, si no da importancia a loefmero y pasajero, ni malos gobernantes nireformadores lograrn perturbarle.

    S que la mayora de los hombres piensandistinto que yo; pero aquellos que dedican su vida alestudio de la poltica o de la moral no me satisfacenms que los otros. Estadistas y legisladores, tanmetidos como estn dentro de la institucin, jams

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    pueden llegar a verla en toda su desnuda realidad.Nos hablan de la sociedad en marcha, pero ellos nocuentan con un punto fijo de observacin fuera deella. Puede que algunos sean hombres de ciertaexperiencia y discernimiento, y a no dudarlo haninventado ingeniosos y hasta tiles sistemas, de losque les estamos sinceramente agradecidos; perotodo su ingenio y utilidad se limita a una zona nomuy vasta. Suelen olvidar que el mundo no segobierna slo por las artes de la poltica o lasconveniencias del momento. Daniel Webster no venunca ms all del gobierno, y por lo tanto nopuede hablar de l con autoridad. Sus palabrassuenan muy bien para aquellos legisladores que noaspiran a ninguna reforma esencial en el presentesistema; pero para los pensadores y para todos losque legislan para la historia, Webster ni siquiera haechado una ojeada al asunto. S de algunos serenosy profundos pensadores que harn ver lo superficialy estrecho de las ideas de aqul sobre el tema encuestin. Sin embargo, cuando uno compara suspalabras con las mezquinas ideas y fraseologa delos polticos en general, l nos parece el nico quetenga algo valioso y bien fundado que decir, ydamos gracias al cielo por l. Comparado con los

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    dems, Webster es siempre vigoroso, original, y, porencima de todo, prctico. Sin embargo, su don no esla sabidura, sino la prudencia. La verdad del abo-gado no es la Verdad, sino la lgica y laconveniencia. La Verdad est siempre en armonaconsigo misma, y no atiende de preferencia a revelarla justicia que puede estar de parte del culpable.Webster merece que se le llame, segn se le ha califi-cado, Defensor de la Constitucin. En realidad, nodescuella en el ataque, sino en la defensa. No es ungua sino un hombre de retaguardia. Susinspiradores son los hombres de 1787. Nunca hiceun esfuerzo -declara- ni espero llegar a hacerlojams, ni tampoco me gustara que otros lo hicieran,para alterar las bases sobre las cuales se estableci launin de los Estados. Con referencia a la sancinque la Constitucin le dio a la esclavitud, ha dicho:Puesto que ello fue parte del convenio original,dejmoslo como est. Pese a lo agudo de sumentalidad, es incapaz de separar un hecho de susrelaciones meramente polticas, para examinarlo a lapura luz de la razn (lo que un norteamericano dehoy debe hacer respecto de la esclavitud, porejemplo), sino que se atreve, o lo compelen, a daruna respuesta tan desesperada como la siguiente, de

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    la cual podra desprenderse un novel y singularcdigo de deberes sociales: La manera en que losgobiernos de los Estados donde exista la esclavitudprocedern a su reglamentacin queda a su propiocriterio y sus responsabilidades se limitan a susrelaciones con los electores, y con los principiosgenerales de buena conducta, humanidad y justicia,y con Dios. Las instituciones que se formen en otraspartes con fines humanitarios o cualquier otroobjeto, no tienen derecho a intervenir. Yo no les heprestado jams mi apoyo, ni nunca lo har.

    Aquellos que no conocen las fuentes ms purasde la verdad y que no han seguido su curso hastasus orgenes, se atienen, con razn, a laConstitucin y a la Biblia, y se contentan con eso,pero los que han observado cmo sus aguas seinfiltran en este pozo o aquel pantano, vuelven aceirse los lomos y prosiguen su peregrinacinhasta alcanzar el puro manantial.

    No ha aparecido todava en nuestro pas unhombre con el genio de legislador. Ellos sonescasos en la historia de la hum