Desde París - Revista de la Universidad de México · ALFREDO BRYCE ECHENIQUE LA GENERACiÓN DE...
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ALFREDO BRYCEECHENIQUE
LA GENERACiÓNDE DESPUÉSDE LOS POSTERS
DesdeParís
I!
quedarse solos si no se subían al trende una nueva experiencia. Abandonaron la ciudad por el campo, seacercaron a algún movimiento ecologista, conocieron ex-presidiariospodridos por el mundo y por ladroga, han tenido cómplices, camaradas, compañeros (la palabra amigocasi no existe entre ellos). Regresaron del campo a la ciudad - tampocoeso valía la pena-, de la vida en comunidades al aislamiento más total-la comunidad como que pasó demoda-, del amor libre al amor porahí, donde caiga, sin sentirlo -elasunto del amor libre y aquel otro delintercambio de parejas, sobre todo,de pronto les resultó excesivamenteparecido a la juerga del burgués -ypor lo menos el podrido burgués sedivertía-, y a veces por ahí conocieron a alguien cuyo apellido, cuyonombre apenas recuerdan o apenaslogran pronunciar. No, no es quefuera una mala persona; no, no esque no sintiera cariño por esa persona. Es que.
Es que. Esta es la manera de expli·car las cosas entre esta juventud envejecida. Su manera de hablar consiste precisamente en casi no hablar,en no completar las frases, ni siquieralas palabras, en tragarse sílabas comotragos amargos. Resulta así muy difícil acercarse a estos jóvenes cuandono han bebido muchas copas o cuando no se han drogado convenientemente. Pero acercarse a ellosen estas circu nstancias es presenciaruna serie de gestos que. más es lo queesconden que lo que muestran sobreellos. Bailan aparatosamente, incesantemente, bailan para oculatarse,para alejar posibles incursiones a sumal definida intimidad, a su difícilmente accesible identidad, bailanpara alejar y espantar al posible compañero de baile. Sólo las copas y elavanzar de las horas los hacer caerpor fin desplomados, inertes. Vieneun largo silencio sin lágrimas o una
Trotsky, han quedado lejos en un lapso muy corto de tiempo. La realización de las necesidades y de los deseos, el alcanzar cualquier bienestaraquí y ahora se convirtió para algunosen violencia, cuando no en terrorismo, en una última forma pesimista odesesperada del activismo político.
Aliado de este fenómeno, yalladode aquellos jóvenes cuya situación,conveniencia y creencias (y puedenser las tres cosas al mismo tiempo),están de acuerdo con el mundo quelos rodea, existe la juventud envejecida de que hablaba el profesor francés. ¿Qué es lo que la caracteriza? Talvez la pobreza de su bagaje cultural,tal vez la pobreza de su bagaje psicológico. Pero antes que nada algo quesorprende enormemente al latinoamericano en Europa: una enorme incapacidad para gozar de la vida hoy ymañana, un desapego total de todolo que pueda implicar una inversiónde energías afectivas, una casi fatalausencia de valores propios.
Estos jóvenes de hoy mantienen sirembargo las apariencias. Así, porejemplo, se matriculan en las universidades, aunque a medida queavanza el año de estudios vayan desapareciendo de ellas, y se presententan sólo al final, en el período deexámenes, cargados de excusas queel profesor debe comprendersiempre, sobre todo si se trata de unprofesor progresista y conciente deque no es precisamente la universidad de hoy la que mejor los equipapara la vida que los espera. ¿Cuántasexcusas son sinceras, cuántas inventadas? Imposible saberlo, porque estos jóvenes practican un cierto miserabilismo que los uniformiza en susquejas y súplicas y porque son, además, a diferencia de los que los precedieron hace unos años, profundamente dóciles. Claro, no hay que engañarse: esta docilidad es a menudoparte también de su profunda indiferencia. Pueden aceptar ciertas imposiciones, ciertas tareas a cumplir; loharán con el mínimo esfuerzo, invirtiendo un mínimo de tiempo y unmínimo de interés y de energías afectivas o intelectuales.
Sus biografías suelen ser tristes.Como si desde la primera adolescencia hubiesen vivido demasiado, de talmanera que al llegar a los veinte,veintitrés años, no es sorprendenteque en momentos de confesión (lamejor palabra seria depresión), sedeclaren definitivamente cansados eincreiblemente viejos. Han vivido,diríase casi que por ósmosis, milideas, mil clisés de nuestros días, milprácticas novedosas que habí.a quevivir, casi a pesar de ellos ml~mos,
como por temor a quedarse atras o a37
"Las ciudades de Europa occidentalse van plagando de este nuevo modelo de juventud", me decía hacepoco un profesor universitario francés, haciendo hincapié en la palabramodelo. y cuando le pregunté por alguna característica que precisara mejor su afirmación, añadió simplemente: "Una juventud envejecida".
Es ya casi un lugar común hablar dela muerte de las ideologías, en Europa. Pero para los jóvenes de hoy,para los muchachos y muchachasque tienen veinte años hoy, ni siquiera se trata de eso, se trata simpley llanamente de la muerte de la política. No hay manera de hacerlos hablar de este tema y mucho menos deeste o aquel partido. No les interesa.Se aburren. Hablar de partidos políticos sería hablar de proyectos para elfuturo y ellos desean vivir mejor hoy,alcanzar cualquier bienestar ahora yaquí. Nada más lejano de sus antecesores, los actores de las rebeliones juveniles internacionales y apátridas defines de la década del sesenta. Diez,once años han pasado, y los grupúsculos surgidos como protestanueva y feroz contra una sociedad deinsoportables valores, surgidos también de todas las crisis y fracturas delmovimiento comunista internacionalpre y post-staliniano, parecen haberse esfumado. Las épocas en quehabía siempre mucho de qué hablar,en que este mucho se hablaba a menudo en una habitación en cuyosmuros colgaban uno o varios posters,Papá Ha, El Che, Mao, Marx, Lenin,
DIBUJOS DECARMEN RIVADENEYRA
verdadera crisis de llanto. En amboscasos están hartos de aburrirse en elmundo en que viven, en ambos casosacaban de vivir mal ahora y aquí, y enambos casos estás díspuestos a irse oa que se los lleven a cualquier parte.De preferencia a algún lugar exótico(tercer mundo), de preferencia a algún lugar soleado. Hablan muy pocosobre sus padres o hermanos, y unonunca sabrá si es porque nunca hansabido mucho sobre eso, porque hanolvidado mucho en ese desgaste permanente de vivir diversos fracasos yun solo aburrimiento, o porque haycosas de las que jamás hablan con nadie. Ni con ellos mismos.
No leen. O llevan a algún autor fa·varita escondido en el bolso, por timidez. Les encanta, eso sí, escucharhistorias mientras beben o fuman.Historias contadas por cualquiera yque a menudo son el contenido deuna película o de una novela o delbuen fin de semana que pasó el queestá contando. Miran con admiración, sus ojos rejuvenecen,encuentran simpá al narrador, lesgustaría beber más con él. Pero elgrupo es grande y otros conversan ysurgen discusiones sobre problemasde nuestro tiempo o hechos del día.Podrá notar el observador cómoaquellos ojos se ausentan, cómo serepliegan, cómo se van. y si algunopor ahí trae a \=olación su marxismo,su maoismo, su guevarismo, estosjóvenes personajes envejecidos caenen el más profundo de los sueños. Depronto, se han agotado; de pronto,han sumado sus agotamientos queson también aburrimientos largos,perpetuos, en una sociedad que sólolos atraería si ahora y aquí. .. Se handormido sin decir más. No hay posters de nadie en sus paredes. Ni si_oquiera de Humphrey Bogart. Veintiuno, veintidós, veintitrés años.
"Mayo del 68 no tendrá un ma·ñana, dijo Alain Touraine. Pero sí unfuturo. "Era la época en que los sociólogos se preocupaban intensamente por la evolución de los movimientos estudiantiles. Hoy los sociólogos han olvidado a estos jóvenes, a menudo estudiantes, a menudo desertores a medias de loscampus universitarios, y el propioTouraine reconoce haberse ocupadode ellos durante las fracasadas huelgas del año 76, únicamente con elafán de perfeccionar un nuevométodo de análisis de los movimientos sociales. Para el proletariado, alque sus antecesores del 68 tratarontanto de acercarse, continúan siendo
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seres privilegiados, hijos de papá.Ellos, por su parte, detestan los valores que la sociedad actual les propone. El consumismo los agota, lapublicidad los angustia, los hace sentirse miserables. El poder, las multinacionales son culpables de ese estado de ánimo que hace que esténdormidos incluso cuando se toca estetema. Son desesperantes, son aburridos, son conmovedores, no saben vivir ... Tantas cosas se podría decir deellos. Pero ellos sólo parecen poderdecir; isálvese quien pueda!
DESDEESPAÑA
FEDERICO ÁLVAREl
LA CULTURA, LACOMIDA Y LA MUERTEDE BLA5
Los encuentros culturales abiertosque empiezan a producirse en España con cierta frecuencia están poniendo de relieve, no solamente lavariedad de tendencias que existenen el país, sino también lo difícil queresulta movilizar de nuevo una sociedad cuarenta años desmovilizada- ¿no era ese el propósito del franquismo?- tanto en el campo de lapolítica como en el de la vida social ycultural. Claro que hubo y hay pintores y poetas, arquitectos y músicos,pero el diálogo abierto desde las posiciones más dispares no sólo estabalejos de ser costumbre, sino que, dehecho y de derecho, estaba prohibido. La lucha contra suspensiones oficiales y amenazas semioficiales quetodavía tiene que mantener, porejemplo, el programa semanal de televisión La clave, debate abierto y endirecto sobre grandes problemas públicos (el divorcio, la pena de muerte, el derecho a la huelga, el aborto,las drogas, etc.), con un panel siempre distinto de seis especialistas nacionales o extranjeros, y con preguntas telefónicas directas de los telespectadores, es una muestra elocuente de esta confusa situación. A tran-
cas y a barrancas, pisando cada vezterrenos más polémicos, La clave halogrado llegar a su centésima aparición, pero se ciernen sobre el programa negros nubarrones, y se hansuspendido varios debates, ya anunciados, sobre la homosexualidad, laBanca española, el caciquismo político ...
En el campo literario las cosas noandan mucho mejor, aunque prolife-
-ran -es una ventaja- las guerras yguerritas entre posiciones antitéticasque, poco a poco, van cristalizándoseen torno a revistas, editoriales y suplementos culturales. Recuerdo la"de las Vistillas" como una especiede apertura de temporada. Tambiénhubo su revuelo en ell Congreso deEscritores Iberoamericanos reunidosbajo el sombrajo contestado del Cabildo Insular de Canarias, y circulanya por ahí las inevitables anécdotasde fin de fiesta. Tuvo por lo menos lagran virtud de habernos permitidovolver a ver a los amigos de México, yandar de aeropuerto y tasca primerocon Arturo Azuela, que llegó de adelantado, y luego con Rulfo, José Emilio Pacheco y Monsiváis. Ellos habráncontado ya al lector mexicano las incidencias del Congreso y las anécdotas archiconocidas - ¿no son siemprelas mismas?- que yo, que no asistí ala reunión, sólo conozco de oídas.(Onetti se acerca parsimonioso a lamesa en que come entre quejas -todos los delegados se quejaron de lacomida- José Emilio Pacheco. "Ybien, querido José Emilio- le diceOnetti poniendo una mano en suhombro-, ¿qué le pareció mi ponencia?". Respuesta previsible de José Emilio: "Muy buena, maestro". YOnetti, triunfante: "Pues, qué raro,porque no he presentado ninguna".
•Murió Bias de Otero. Quiso ser enterrado en el Cementerio Civil, juntoa los réprobos y los herejes. Extraño