Desafío y dilema en la política pública del “pueblo mágico...

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Topofilia Revista de Arquitectura, Urbanismo y Ciencias Sociales Centro de Estudios de América del Norte, El Colegio de Sonora Vol. IV Número 3, Octubre del 2013 Desafío y dilema en la política pública del “pueblo mágico” mexicano Isabel Rodríguez Chumillas * ¿Teatralización y apropiación del pueblito méxicano? En los pueblos mágicos, como en cualquier otro lugar, lo visible del pasado, cualquier pasado, son teselas, reliquias y testimonios que requieren ser descifrados. El proceso histórico de construcción territorial queda aprehendido en formas materiales e inmateriales y codificado en clave histórico-cultural y natural-medioambiental, y puede ser, como de hecho sucede, clasificado, seleccionado, protegido e inmovilizado por su herencia “patrimonial” o como sucede en la mayoría de otros lugares, sencillamente, poco a poco desmantelado. A mayor dinámica económica, más rápido es el desmantelamiento del lugar heredado sometido al azote de renovaciones y expansiones continuas que refuerzan dualidades y esquilman herencias en su facilitación del presente. Como señala Montaner “Cada vez que se arrasa la vida comunitaria y el patrimonio existente, se produce un proceso de impostación de una falsa memoria sobre la memoria que había existido. Es un valor reconocido que los grandes operadores financieros e inmobiliarios exigen terrenos en su estado óptimo: habiendo borrado toda construcción en él para poder implantar una ciudad genérica y homogénea. Y aunque se admite que este borrado sistemático de culturas y memorias crea heridas físicas y psicológicas en la * Profesora Titular de Análisis Geográfico Regional, Universidad Autónoma de Madrid, 034 91 4972019, [email protected], Departamento de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, C/ Marx s/n, Ctra. de Colmenar Viejo, Km.15`5, Cantoblanco, Madrid, 28049.

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Desafío y dilema en la política pública del “pueblo mágico” mexicano

Isabel Rodríguez Chumillas*

¿Teatralización y apropiación del pueblito méxicano?

En los pueblos mágicos, como en cualquier otro lugar, lo visible del pasado, cualquier

pasado, son teselas, reliquias y testimonios que requieren ser descifrados. El proceso

histórico de construcción territorial queda aprehendido en formas materiales e inmateriales

y codificado en clave histórico-cultural y natural-medioambiental, y puede ser, como de

hecho sucede, clasificado, seleccionado, protegido e inmovilizado por su herencia

“patrimonial” o como sucede en la mayoría de otros lugares, sencillamente, poco a poco

desmantelado. A mayor dinámica económica, más rápido es el desmantelamiento del lugar

heredado sometido al azote de renovaciones y expansiones continuas que refuerzan

dualidades y esquilman herencias en su facilitación del presente.

Como señala Montaner “Cada vez que se arrasa la vida comunitaria y el patrimonio

existente, se produce un proceso de impostación de una falsa memoria sobre la memoria

que había existido. Es un valor reconocido que los grandes operadores financieros e

inmobiliarios exigen terrenos en su estado óptimo: habiendo borrado toda construcción en

él para poder implantar una ciudad genérica y homogénea. Y aunque se admite que este

borrado sistemático de culturas y memorias crea heridas físicas y psicológicas en la

* Profesora Titular de Análisis Geográfico Regional, Universidad Autónoma de Madrid, 034 91

4972019, [email protected], Departamento de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, C/ Marx s/n, Ctra. de Colmenar Viejo, Km.15`5, Cantoblanco, Madrid, 28049.

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población, se considera que es un «mal menor» o un «efecto colateral» que se exige sea

asumido” (Montaner 2004, 60). Un proceso de sustitución continúa sin preexistencia sin

memoria urbana sin sentido.

El espacio escenario frío se activa a cada instante en cada rincón y todos cuentan para que

el hombre tome consciencia, por un solo segundo, del sentido de la existencia, de la de cada

uno y en cada tiempo, la de todos los que fueron, son y serán. Teselas de paisaje

experimentado, visto, conocido. Cuándo y cómo se capta el devenir y se atraviesa el puente

de la visión, no se conoce a priori, hay que cuidarlos todos. Cualquier rincón lo posibilita.

Son testimonio físico del pasado, reliquias. Porque sin la posibilidad de ese “paso” que

propicia el espacio construido, en cada paisaje diferente sobre el territorio, se aleja el

paraíso. Pero es también desde la óptica de ese frío escenario quieto, visible, presente,

presentado, que está también la razón de cualquier espacialidad, esto es, estar, ser, existir

para engendrar la posibilidad del ser y el sentir. El paisaje atrapa el existir pero es difícil

distinguir entre los rincones pervivientes del reciclado incesante, la obra de arte de cada

individuo. Cualquier ciudad contiene, en el acomodo universal de los lugares para la

habilitación de la existencia del hombre, lugares singulares, que son seña de identidad,

señales a enseñar.

Delacroix dijo de un modo simple y entendible qué es el imaginario social y como llegar a

través de un puente misterioso que se establece entre las almas, entre lo que se ve, la

naturaleza exterior, que sin embargo se “piensa interiormente, el verdadero pensamiento

que es común a todos los hombres (…) y que desaparece al accederse al sentido”

(Delacroix 1822, 3). A su vez, Charles Baudelaire señaló de él su distinción sugestiva,

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cargado de “sentidos implícitos, velados, connotados”1, “apasionadamente enamorado de

la pasión, y fríamente decidido a buscar los medios de expresar la pasión de la manera más

visible” (Baudelaire 2011, 15). Y si Delacroix lo dice para la pintura, aquí se concibe en

toda su plenitud y expresión, la materialidad misma en cualquier composición que el

hombre fija y redefine sobre la misma naturaleza, la mira, la atrapa, la pinta, la fotografía,

la construye, la expresa visualmente. La ciudad misma como una pintura es una escritura

más material de comunicación profunda que posibilita lo implícito connotado del

imaginario. Esto es, aplicable al entendimiento general de lo visible, cualquier paisaje

urbano que preserva el valor del signo visible, su figuración y tangibilidad es el puente a la

sensación misteriosa y profunda de los imaginarios sociales.

Desde la morfología urbana a las múltiples expresiones del dibujo del territorio

reconocemos en la materialidad visual el modo de concretar la visión del hombre y, por

consiguiente, un medidor o registro posible de su quehacer y su sentir. Si escribimos sobre

la ciudad diciéndolo todo de ella como un conocimiento verbal-discursivo y despreciamos o

infravaloramos el conocimiento intuitivo –simbólico, somos tan explícitos tan denotativos,

tan del pensamiento que se cierra la visión de lo invisible, lo impalpable, lo implícito, lo

velado, lo connotativo. Es otro modo de los múltiples en los que se ha expresado pues como

el propio Delacroix dice, “lo que hace a los hombres de genio o, más bien, lo que ellos

hacen no son las nuevas ideas; es esa idea que los domina, de que lo que ha sido dicho no lo

ha sido todavía bastante” (Delacroix 2011, 5)2. Por tanto, más explicaciones posibles ante la

imparable creación de conocimiento que, paradójicamente, contrae la capacidad de

1 P. XV a XVIII, Introducción, Guillermo Solana Díez.

2 Diarios, sábado, 15 de mayo de 1824, durante el día.

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comprender. Porque las maneras de decir y de explicar desde los discursos del

conocimiento verbal, imprescindibles, no son suficientes, de ahí que la foto, el croquis,

hasta el garabato son necesarios para una comprensión mejor y mayor de la ciudad,

intentando también escapar de una vez de lo que Christine Boyer –nos recuerda David

Harvey- llama “el hedor de la memoria”3 y que “se vuelve el problema más intrincado a la

hora de conceptualizar y representar a la ciudad” (Harvey 2008, 70). Porque como dice

Josep Montaner “si hasta los años sesenta se fue construyendo el concepto ideal de

memoria colectiva (especialmente siguiendo a Maurice Halbwachs), a partir de los años

noventa este concepto se ha ido deconstruyendo en dos direcciones opuestas: por la parte

del sistema productivo, se han reforzado los mecanismos de borrado y sustitución de la

memoria; y por la parte de los movimientos sociales, se ha reivindicado la diversidad de

memorias existente en cada ciudad, cómo conviven o cómo unas se imponen sobre las

otras. Ambos procesos han incrementado la complejidad y conflictividad de la construcción

urbana (…) Una de las más grandes ambigüedades, paradojas y dificultades de la condición

postmoderna es el proceso de eliminación de la memoria real y la invención de memorias

temáticas e impostadas. Véase la facilidad con la que las culturas postmodernas crean

inmediatamente tradiciones de fiestas y celebraciones. Con ello se produce el proceso

psicológico de la «distracción», cuando sin que la colectividad sea muy consciente de ello,

una falsa memoria, de golpe, expulsa a la memoria existente, que es sustituida por un

«imago»” (Montaner, 2004). Puede ser aclaratorio pero sin duda reduccionista y en parte

contradictorio, quizás cargado del hedor de la memoria de Boyer, y convencen más sus

últimas palabras, sin ánimo de codificar tan compactamente la explicación sobre que una

3 Boyer, Christine, 1994, pp.187-197, 372-379.

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variante de este proceso de distracción de la memoria es la que se produce cuando se vacía

su contenido simbólico y se cambia su significado al apropiarse el sitio. Es decir, un

proceso común en la valorización cultural con fines turísticos donde el proceso de

invención institucional de las tradiciones, consustancial con la historia humana, se

condensa, además de poseer una mayor complejidad y dificultad: “al tiempo que han

aumentado las habilidades técnicas de las tecnologías de la comunicación para imponer

nuevas memorias, también ha aumentado la capacidad social para resistir, reivindicar y

conocer aquellos testimonios que quieren ser borrados” (Montaner 2004). Aunque sólo sea

por su contribución a elementos claves de la comprensión del pasado, de un conocimiento

menos mediatizado de la memoria histórica, es trascendental vincular un estudio del paisaje

contemporáneo con esta vocación dialogante que posibilita con las dimensiones invisibles

de la realidad.

Un método para la visión de lo invisible

Los Pueblos “mágicos” y el discurso político que lo crea apelan, quizás sin quererlo, a

dimensiones profundamente subjetivas de la percepción de nuestra relación con el espacio,

a reconocer sin entenderlo o al menos abre las puertas para un análisis comprometido

remitiendo a lo tangible y lo intangible en el estudio de los lugares turísticos. Un método

para la visión de lo invisible es, el paisaje, el griego Minca y su renombrado Farinelli, “el

geógrafo de Bolonia”, hablan de la argucia del paisaje que ha mutado desde un modelo

estético-literario a otro científico, “no para describir lo existente, sino para hacer posible lo

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subsistente” (Minca 2008, 228)4. Ayuda a seguir intentando comprender la innata

duplicidad del mundo, su ambigua e inexorable dualidad (Farinelli 1992, 209).

Orden y armonía, estética y ciencia, poesía y razón están presentes cuando nos

interrogamos por los lugares y su configuración: “Significa, sobre todo, intentar descubrir

cómo el paisaje, el modo de sentir y percibir nuestra relación con la Tierra ha podido

transformarse en cosa, en objeto, en dispositivo cognitivo que prevé, por así decirlo, la

muerte aparente del sujeto” (Minca 2008, 210). La perspectiva del paisaje congeló al sujeto

y de ahí arranca el cuerpo teórico de muchas corrientes de pensamiento de las ciencias

sociales. La velocidad y el cambio tecnológico aún tienen zarandeando el concepto matriz

en la actualidad, aún interpretando los cambios que asume la visibilidad del territorio.

Según Minca “el paisaje, en la experiencia de lo vivido, es siempre y sólo una secuencia de

imágenes, el fruto de nuestro cambio a través de una serie de espacios en continua

transformación tanto en términos de perspectiva como en términos de atmósfera, luz,

presencia, ausencia y estructura narrativa” (Minca 2008, 225). Habla de la metafísica de la

representación al no poder reducir el paisaje ni a texto ni a imagen, que son las guías de las

dos corrientes de reflexión, básicamente. Él plantea cómo gestionar un concepto que

describe conexiones territoriales y sus representaciones, manejando profusamente a

Farinelli también cuando afirma que el paisaje es un concepto que desde siempre ha tenido

lo que se ha atribuido al concepto típicamente posmoderno “la ambivalencia de los

significados y una cierta indistinción entre significantes, significado y referente,

4 Palabras de Farinelli.

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características intrínsecas precisamente a su capacidad para referirse al mismo tiempo a la

cosa y a la descripción de la cosa” (Minca 2008, 227).

De lo visible el asunto central es comprender, según Montaner (2008, 233), que vivimos en

desfase con las imágenes que consideramos representativas, por eso el mensaje es el

mismo, seguir buscando. Él lo resuelve recomendando “una puesta al día crítica de las

imágenes emblemáticas de cada lugar” (Montaner 2008, 233) abogando por proponer

nuevos paisajes con los que la sociedad se identifique sobre todo por la extensión de

paisajes comunes, cotidianos “lo que domina cada vez más en nuestros territorios son las

manifestaciones de fenómenos globales y genéricos, lo que podríamos denominar, por

ejemplo, suburbio explosión, trasteros urbanos, planeta automóvil, nación asfalto, islas,

entre otras denominaciones” (Ibídem).

Probablemente muchos más, como los centros históricos rehechos a la moda global, con

homointervenciones turísticas señalizando y monumentalizando reliquias y teselas del

esqueleto de la herencia patrimonial de la ciudad. Un interesado respeto por las

preexistencias, cualquiera en desuso de la etapa anterior que aún sobreviva, se reusa, si son

símbolos de la revalorización de la memoria colectiva hegemónica; por supuesto, así sucede

con las localidades mexicanas que han deseado y alcanzado la condición política de Pueblo

Mágico. Es sólo eso, la aplicación de las intervenciones habituales de la promoción turística

del lugar, independientemente de su trayectoria hasta la fecha, sean los diez años -o menos

según el caso- de vigencia de esta línea de política de turismo aplicada cualquier lugar del

interior, de la costa, pueblito o ciudad,….

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Lo invisible, sin embargo, es el ámbito entero de nuestras experiencias y a través de mitos y

ritos toma forma lo real invisible, nada de lo que nace todo, esencia sutil que permite

traspasar el velo. Sólo lo susceptible de adoptar forma es la materia, y todo lo que tiene

forma es sólo subjetivo, desde mi punto de vista y real, pero no real-objetivo; un

pensamiento neoplatónico según Montiel de algunos visionarios del conocimiento del

sujeto (Montiel 2012, 38)5. Por eso es imposible el viaje al sujeto dentro de la ortodoxia de

las ciencias sociales, no es que no lo reconozcan, es cuestión de hacerse valer y hacerlo

operativo, y solo hegemonizando se puede crear institución, jerarquía, y hasta teorías,

entonces, si se construye ciencia, aunque sea invisibilizando lo invisible como objeto de

conocimiento, porque además éste ya aparecerá y permitirá derivas, entreteniéndose otro

rato, viendo el imaginario a través de espejos empañados por el vao de cada rocío.

¿Ya te pasearon por Álamos? Es lo más bonito que tenemos…

Los siguientes esquemas dan cuenta de algunos rasgos destacados desde la lectura formal

de la mancha de ocupación urbana. Son interpretaciones del territorio que toman forma

gráfica -y en ocasiones pictórica- que pretenden, por un lado, contribuir a la producción de

imágenes de Álamos y, por otra parte, como acción de resistencia a la homogeneidad del

imaginario dominante y de las imágenes cliché y, por consiguiente, de combate a la

producción de imágenes turísticas. Pero su razón de ser, es propiciar acercamientos que

recarguen la especialidad del lugar y su especificidad, para reconocerle el valor de la

5 Refiriéndose a Gustav Meyrink que aclara sólo recupera el pensamiento de Platón porque los

neoplatonianos como Ficino son, según Hillman, J, (1999) mucho menos subjetivistas reconociendo la existencia de un animal mundi que hace que todas las cosas estén tan vivas como los seres humanos. Nota 70.

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territorialidad como verdadero patrimonio poco o nada modificable con la recarga de

infraestructuras y servicios y la modificación de todos los rasgos y referentes numéricos.

Su geografía es singular por los contrastes y la riqueza de elementos claves como montañas

y ríos que buscan, después de descender de importantísimas altitudes de la Sierra Madre,

encontrarse en la confluencia del estrecho valle de paso. Ahí ubican la fundación del núcleo

(Figura 1). Es Álamos parte de las pocas tierras llanas, entre unos cerros de las

estribaciones potentes de sus alrededores, Sierra Madre Occidental, por lo queda protegida

en todas direcciones y en todos los sentidos, también en los recursos que a estas latitudes

incorpora su altitud. Los croquis esquematizan la acción combinada de la topografía y red

hidrográfica principal. Allanan el desfiladero con depósitos deleznables de arenas que

amplían su suelo firme de escueta planicie, pero suficiente para aplicar con la traza

colonial, la idea de la fundación de nuevas poblaciones en América, tardía para esta zona

del Norte mexicano.

Los núcleos urbanos coloniales se constituyeron a partir de sus plazas y fue frecuente ubicar en la

periferia más abrupta otros usos que las equiparan en su condición de ciudades completas, de

modo que aquí, son los cerros inmediatos que sirvieron para cementerio y cárcel. La plaza mayor

integra la traza con notable singularidad respecto al ideal de la cuadrícula, precisamente, en el

extremo del terreno firme al resguardo del cerro y lejos del río. Ser sitio colonial trae un amplio

paquete de características: plaza, templo y artificios sucesivos del mobiliario urbano que desde el

siglo XIX recalcan y sustituyen el ideario urbano. Desde luego esta Plaza de Armas de Álamos es

de generosas dimensiones, además de desproporcionada respecto a la morfología física del medio

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natural que ocupó. Sin duda, ambos rasgos no hacen sino confirmar la importancia del lugar en la

geopolítica del dominio territorial del Norte.

Figura 1 Panorámica de Álamos. Dibujos del autor6

6 Ibídem resto de las figuras. Material de procedencia Google eart y Google maps.

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Figura 2 Esquema físico del territorio de Álamos

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Figura 3 Fundación de Álamos entre cerros y ríos

Figura 4 Álamos. Manzanedo y estructura viaria desde el cerro central dónde se ubicó la

Cárcel. La Álamos colonial muestra su morfología urbana condicionada por el poco espacio

plano dónde aplicar la traza en su regularidad más ortodoxa. La multiplicación de manzanas

irregulares es un dato significativo de su génesis, bien por su adaptación al discurrir

longitudinal de los divagantes sedimentos que la sustentan, bien por escalar parte de las

pendientes de los terrenos rocosos adyacentes.

La plaza mayor integra la traza con notable singularidad respecto al ideal de la cuadrícula,

precisamente, en el extremo del terreno firme al resguardo del cerro y lejos del río. Ser sitio

colonial trae un amplio paquete de características: plaza, templo y artificios sucesivos del

mobiliario urbano que desde el siglo XIX recalcan y sustituyen el ideario urbano. Desde

luego esta Plaza de Armas de Álamos es de generosas dimensiones, además de

desproporcionada respecto a la morfología física del medio natural que ocupó. Sin duda,

ambos rasgos no hacen sino confirmar la importancia del lugar en la geopolítica del

dominio territorial del Norte. Hoy la ciudad sigue organizada en torno a la plaza y templo

principales y mantiene un tejido construido armonioso que mucho debe a la intrusión del

turismo norteamericano de segunda residencia que ha logrado cohesionarse en colonia a la

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vez que integrado a la comunidad residente. Plaza que, entonces, no ha perdido importancia

respecto al énfasis funcional de su origen, condensando entonces y ahora la idea del lugar.

A falta de estudios precisos sobre los expedientes de fundación dónde encontrar la idea que

reinterpretaba, para esta tardía fundación en las ariscas tierras norteñas, el modelo de planta

regular de las nuevas poblaciones en América, por qué no pensar que las irregulares y

generosas formas de su manzanero original, bien pueden responder a estos particulares

condicionamientos del terreno estrecho e inundable con el que se contaba para el

asentamiento; incluso la resolución de tanta arquería podría explicarse también como una

segunda solución a estos condicionantes previos de la estructura matriz en la búsqueda de

unicidad.

La multiplicación de portales daba uniformidad a una ordenación laxa y de proporciones

desmesuradas impuesta por la disponibilidad y características del medio, retando a

aprovechar una llanura de naturaleza diferente y orientación divergente; el tramo

longitudinal de la cañada de tierras inundables era un potencial a medio plazo que no había

que desdeñar pero tampoco aconsejaba fijar el centro urbano, cargando como hacía su nodo

principal, la plaza, con el conjunto de los edificios más importantes que le acompañaban,

por eso, la plaza hace de nexo, de gozne entre los dos tramos aprovechables, el anterior, de

entrada en la ciudad (siguiendo la Carretera y calle principal Francisco I. Madero), donde

con la vegetación de ribera natural -probablemente de álamos- se adecuaba

inteligentemente al programa de ocupación territorial a medio plazo con la ubicación de una

Alameda que centraría la ordenación del sector, y otro tramo de aprovechamiento a corto

plazo, de orientación oriental y al resguardo del cerro de la cárcel, contorneado por la calle

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Benito Juárez. Hoy Álamos tiene una estructura urbana que ha superado con mucho la traza

fundacional.

Figura 6 Mancha urbana actual de Álamos desde el Cerro del Cementerio. El crecimiento

espacial de la ciudad al norte se ha producido sobre las faldas de la Sierra (a la derecha del

dibujo) además de hacia el sur y poniente, sobrepasando el cerro central y apoyándose en la

accesibilidad y rectitud de la vieja carretera.

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Figura 7 Jerarquía del callejero y estructura de la ocupación urbana. La proliferación

de discontinuos urbanos (rayado: espacio sin construcción urbana) y los contrastes entre la

ocupación histórica, generadora de un callejero enredado en la topografía (el gran atractivo

residencial) y fortalecido por la riqueza biogeográfica (de gran valor medioambiental), y la

expansión reciente de loteo sobre traza rectilínea (al Norte y sobre el acceso a la población).

Figura 8 Ámbitos territoriales del paisaje urbano de Álamos. En la estructura urbana de

Álamos la dicotomía entre los ámbitos urbanos 1, 2 y 3, por su localización, morfología y

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desarticulación del conjunto, contrasta con el territorio urbano históricamente ligado al

lugar habitado de la fundación colonial dieciochesca (4, 5 y 6). La urbanización del cerro

(números 4) constituye el modelo de ocupación urbana característico de Álamos (equilibrio

con el medio en la traza sinuosa de ciudad jardín con calles y callejones empinados en su

adaptación a una naturaleza abrupta y de gran riqueza vegetal). El nexo con la mancha

urbana actual (5 y 6) se realiza en el estrecho espacio ocupado por la Alameda y la Plaza,

un ámbito de confluencia de la red hidrográfica y viaria, sin duda, de gran interés para la

configuración del lugar turístico de Álamos.

A diferencia de la lectura físico-territorial, subjetiva, otras visiones centran su indagación

en presupuestos bien distintos a estos. Vale la pena mostrar algunos que en absoluto

cuestionan de dónde viene la magia, también como el propio Programa la dan por hecho,

afirmándose que “la adopción de características que generan y promueven lo que es un

pueblo mágico, permiten que el turismo se consolide, y así resurja y se mantenga el carácter

del propio pueblo, evitando la pérdida de la imagen, historia y cultura tradicional”, de modo

que no hay como decir que tal es tal para que acontezca por arte de magia, el tesoro

escondido. Interesados por el caso de Santa Anita en el rururbano jaliscense de la capitalina

Guadalajara, se quiere ahondar en conceptos de identidad manejando se dice variables

cualitativas como la pertenencia, que “son las características que dan al poblado su propio

carácter, como fachadas unificadas, física y temporalmente, vialidades, mobiliario urbano,

etc.”

Lo peor no es comprobar que el Programa despierta interés de seguimiento por parte de los

estudiosos de su tiempo sin cuestionar sus planteamientos, sino constatar el tremendo

despropósito de sus conceptos y métodos de análisis, que no para ahí sino que entre otras

variables cualitativas también se manejará la “calidad de vida” entendiéndose por ello:

“puntos específicos ofrecen bienestar, satisfacción, sentido de percepción, impacto visual,

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psicología de la percepción, etc. Un ejemplo de ello es la sensación que tiene una persona

ante un tipo de arquitectura en un espacio físico abierto; que tanto afecta el turismo a los

mismos pobladores y al espacio en sí”7. El Programa despierta interés, al punto que desde la

academia se encarga a los alumnos preguntarse por los factores que intervienen para que los

turistas pierdan el interés de visitar, conocer y disfrutar los Pueblos Mágicos de Hidalgo8.

En fin, la magia, parece ser una suerte de imagen-historia-cultura que se va y viene como

los turistas.

Estos “pueblos” son pues lugares que acumulaban percepciones varias, publicidad, un

acercamiento al consumo que ya tenía una trayectoria en función de la cual los lugares se

fueron rehaciendo. La veterana Álamos ya era turística antes de ser un Pueblo Mágico

mexicano que había asentado su vocación de turismo interior y cultural con la segunda

residencia de extranjeros de América del Norte. Una comunidad activa de procedencia

mayoritariamente estadounidense que irrumpe antes que ninguna página oficial con su Web

en la red: “Álamos, México es un museo viviente con 360 días de sol, ubicado en las

estribaciones de la Sierra Madre de Sonora y ofrece el encanto de un pueblo colonial, con

una rica historia, un menor costo de vida y una comunidad establecida que habla inglés. ¿El

sueño de una jubilación o una segunda casa para escapar de los duros inviernos? Álamos,

México puede hacer esos sueños una realidad”.

7 “La designación de pueblo mágico como herramienta para conservar la identidad cultural en el

poblado de Santa Anita, Jal.” En http://arqnormaarciniega.wordpress.com/tesis-la-designacion-de-pueblo-magico-como-herramienta-para-conservar-la-identidad-cultural-en-el-poblado-de-santa-anita-jal/ (consulta 18 julio 2012). 8 Otro Caso es el de unos estudiantes de turismo de la Universidad Autónoma del Estado de

Hidalgo, Instituto de Ciencias Económico Administrativas de la Licenciatura en Turismo, Guzmán Roque, Melania Velasco, cuyo objetivo es investigar porqué hay “desinterés para conocer los pueblos mágicos del Estado de Hidalgo”, dirigidos por la profesora Nancy Teston Franco (sep, 2010).

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Entonces, sobre el entramado preexistente al Programa de Pueblos Mágicos ya se habían

concebido y reconstruido los lugares requeridos para apropiar realmente ese sueño. La

intervención intrusiva, al menos en el caso de Álamos, es algo más compleja por la

condición de esta dualidad entre los lugareños muy probablemente con visiones distintas e

incidencia desigual según su protagonismo y poder; en cualquier caso, se trataría así de

intervenciones sucesivas que sin duda convergen con la propuesta presupuestaria y de

marca turística del PPM dirigidas a facilitar la accesibilidad y transparencia del tejido

urbano. En cada pueblo se concretan la yuxtaposición de realidades materiales y sus

representaciones para un presente como parte del PPM mexicanos sobre el mismo

escenario. Así, preservación, simulación, reorganización de la estructura urbana sintetizan

los más importantes procesos de transformación de estos lugares.

Valga como ejemplo el muestrario (Figura 13) de mapas turísticos dónde sólo la imagen del

lugar del plano del INEGI refleja proporciones reales a la materialidad urbano-territorial de

Álamos, aunque en absoluto a la totalidad de esa realidad urbana pues se enfatiza el centro

actual, la extensión que alcanzó su pasado. Se reconoce la torpe retícula de piezas

desiguales en la confluencia de ríos y arroyos que como fracturas rompen los alrededores

históricos, todos marginales en su momento por sus usos y localización periférica, como La

Campaña dónde se ubica el cementerio o el espigón entre los Arroyos de la Aduana y La

Barranca, donde se ubicaba una capilla que da nombre al actual Barrio de la Capilla. El

resto de representaciones gráficas enfatizan algunas de estas formas materiales pervivientes

siempre sobre una proyección del lugar marcada por una estructura urbana de convergencia

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de los cauces de agua, que en el ejemplo superior se magnifica coloreando y acotando

Álamos a ese espacio: la alameda, la plaza, la iglesia principal, el palacio y la cárcel.

La reiteración es elocuente de la carga simbólica del espacio visitable concentrado en el

núcleo fundacional a excepción de elementos de concreción territorial que fueron

inicialmente nodos de la ocupación del suelo periférico y de la organización de los

alrededores. Elementos dispersos y periféricos de la ciudad colonial que hoy son dos de los

pocos lugares visitables y reconocidos en los planos y guías turísticos como de interés por

sus valores; en el caso del cementerio por una arquitectura funeraria posiblemente más

expresiva de la importancia de sus titulares que sus moradas del núcleo habitado

previsiblemente transformadas.

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Figura 13 Mapas turísticos de Álamos. Arriba una representación cartográfica a escala del

INEGI, Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática y abajo, cuatro reproducciones

de planos del lugar con someras leyendas que explicitan la visión del mensaje netamente turístico

(la localización de elementos de interés y singularidad del lugar, sitios principales junto con

aquellos que cubren las necesidades del visitante: comer y dormir) circunscribiéndose

exclusivamente al centro histórico y los alrededores, es decir, reconociendo y habilitando aquello

del pasado con interés en el presente9.

Sin duda, el ejemplo permite detectar que este esquema repetido de las singularidades

urbanas de los asentamientos coloniales que atesora el valor turístico, en este caso, amplia

su interés a numerosos tramos de sus calles, indistintamente situados en la centralidad de la

cuadrícula chueca o en las singulares callejuelas del paisaje urbano empinado en algunos

fragmentos de la ciudad. Básicamente, aquello que constituyó el esqueleto de la ciudad

9 INEGI y http://www.alamosmexico.com/category.asp?ID=61

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colonial, en su centro y en su periferia, y con esa intensidad, condensa el interés de lo

enseñable, su configuración histórica urbana que, en este sentido, regresa al origen.

Reflexión final a modo de conclusión

El siglo XXI con el que se inauguró el Programa “Pueblos Mágicos” muestra como México

repite esquemas probados y poco eficaces del siglo pasado, reproduciendo políticas

públicas que ya han demostrado los perjuicios colaterales, es obvio, que el gobierno no

desconoce esos efectos, también que apuesta por ello, que aceptó el desafío de que la magia

al ponerse en venta desaparezca. Es casi seguro que debe disponer de una relación larga de

otros muchos lugares llenos de magia y encanto, valiosos de conocer y que salvaguardará

en silencio. Álamos en Sonora, quizás como el resto, ha apostado por tener futuro a costa de

su pasado.

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