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Derechos y reclamos de la Mujer.La mujer entre el Sexo y el Género.

26/08/2011Aimar, Dutto y Jalabert

Trabajo realizado en el marco de la cátedra Fundamentos de Sociología y Ciencias Políticas – Colegio Santo Tomás - 2011

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Introducción. Reseña Histórica. Las mujeres en Nuestra Constitución Nacional Las mujeres y la Educación. Conclusión.

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Reseña Histórica

En su historia, la mujer permaneció al margen de la vida política de las naciones.

La supremacía masculina institucionalizada, debió enfrentar en este siglo, a mujeres que se rebelaron contra la represión y la discriminación a las que eran sometidas por la sociedad patriarcal, lo hicieron para lograr la igualdad de derechos, a través de movimientos feministas.

A lo largo de la historia de la humanidad encontramos muchas sociedades donde la mujer fue considerada

inferior con respecto a los hombres.

A mediados del siglo XVIII, con la Revolución Industrial, muchas mujeres se vieron obligadas a abandonar su lugar en sus hogares y comenzaron a trabajar en las fábricas, pero su salario era controlado por sus maridos o padres.

El 8 de marzo de 1857, en una fábrica de Nueva York, un grupo de mujeres obreras organizaron una manifestación para mejorar sus condiciones de trabajos, y fueron totalmente reprimidas.

Una de las grandes revoluciones de la mujer en el siglo XX, fue su irrupción en la vida pública, dado que en siglo XIX solo los hombres participaban en la esfera pública, accedían al trabajo y a la política. En cambio, la mujer solo realizaba las tareas del hogar y se encargaba de la crianza de los hijos, basada en el ideal femenino impuesto por la religión: pureza, sumisión y obediencia a las normas sociales establecidas.

El discurso de género habla de confinación al terreno doméstico o privado en oposición al espacio público o político.

A fines del siglo XIX, la mujer empezó a exigir sus derechos a la educación, el trabajo y al sufragio.

Nueva Zelanda fue el primer país que estableció en 1893 el sufragio femenino; en 1901 fue Australia. Las mujeres inglesas exigieron lo mismo, ya no querían depender para hacer uso de sus bienes, sino que querían trabajar y acceder al sufragio. Estaban convencidas que el luchar por sus derechos, era cosa de vida o muerte por lo que realizaron manifestaciones en las que se incluyo la a pedrada al Ministerio del Interior, y destrucción de obras de artes. Como consecuencia de esto, hubo detenciones entre las que se encontraban Pankhurts y Richardson, que en sus celdas iniciaron una huelga de hambre.

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A principios del siglo XX la mujer no era considerada ciudadana, es decir poseedora de derechos políticos, en casi ningún país del mundo.

La mujer en nuestra Constitución Nacional

En Argentina, en la Constitución Nacional de 1853, otorgaba el derecho al voto únicamente al hombre.

Las dificultades para llevar a cabo esos derechos, llevo a las clases populares a luchar por una nueva Ley Electoral.

En 1912 la Ley Sáenz Peña estableció el voto Universal, secreto y obligatorio, aunque excluía a la mujer de elegir a sus representantes.

En 1927 en San Juan, una Ley Provincial aprobada por iniciativa del Socialismo permitió el sufragio femenino.

Durante la presidencia de Juan Domingo Perón y por la presión ejercida por su mujer Eva Duarte se dicto la Ley 13.010 que concedía a la mujer derechos políticos, convirtiéndolas en sujetos capaces de ser electoras y de ser elegidas.

Se consiguió de esta manera la igualdad de derechos políticos con respecto al hombre.

El 11 de noviembre de 1951, fue en argentina una votación histórica, dado que las mujeres votaron por primera vez, y resultaron electas 24 diputadas, y 9 Senadoras.

A pesar de esto las mujeres fueron excluidas de la política durante mucho tiempo, por lo que en 1991 se sanciono en el Congreso la Ley de Cupos, que establece que en las listas que se presenten deberán tener mujeres en un mínimo de 30 % de los candidatos a los cargos a elegir y en proporciones con la posibilidad de resultar electa.

Cuando estallo la Primera Guerra Mundial, las mujeres tomaron el lugar de los hombres, lo que trajo independencia económica y acelero el voto femenino.

Este hecho fue muy importante en el movimiento de liberación femenina, dado que hasta ese momento la sociedad ultra burguesa otorgaba a la mujer un papel secundario.

La guerra provoco que la mujer entrara al mundo del trabajo, en reemplazo del hombre, que estaba cumpliendo el rol de soldado.

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Con esto se terminaron ciertos prejuicios, como el de la supremacía del hombre para los asuntos políticos y públicos.

Así muchas mujeres supieron lo que era ser independientes económicamente y ser jefas de hogar, es decir, una doble imposición, ya que empiezan a ocupar el espacio público sin resignar su participación exclusiva en el terreno domestico.

En Argentina dos mujeres lucharon en la mitad del siglo XX por conseguir la igualdad política, económica y social entre hombres y mujeres en nuestro país, fueron Alicia Moreau de Justo, quien fue la creadora del Centro Socialista Feminista, y de la Unión Gremial Femenina y Eva Duarte luchadora incansable por los derechos de la mujer, a ella se le debe el sufragio femenino en nuestro país, fue organizadora y fundadora de la rama femenina del peronismo formada por mujeres de distintos extractos sociales, que recibieron el nombre de delegadas censistas.

Desarrollo un trabajo intenso tanto en lo político como en lo social.

LAS MUJERES Y LA EDUCACION

Durante los primeros años de este siglo, las mujeres chilenas, comenzaron a salir a la calle, sin la compañía masculina, se reunían para realizar actos de beneficencia, sindicales, temas literarios, etc.

En los colegios de monjas se les enseñaban a realizar ciertas labores, como bordado, cocina, temas de trabajo hogareño.

En las casas la lectura estaba censurada.

Una vez terminado sus estudios, la opción de la mujer era limitada: decidía casarse y criar hijos o ser monja.

Cuando la mujer de principios de siglo aspiraba a ser profesional, se veía limitada por el hombre porque estos consideraban que estaban invadiendo un territorio, estrictamente masculino. No podían acceder a un estudio universitario, por los impedimentos políticos y legales.

La primera mujer en Chile en ingresar en la Universidad fue Eloísa Díaz, y Ernestina Pérez, quienes sufrieron los prejuicios de compañeros y profesores.

Ellas fueron las primeras Profesionales de América Latina.

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El presidente de Chile en esa época apoyo a las mujeres que querían ingresar a una Universidad, pero solo el cupo estaba reservado para el 10 % de estudiantes mujeres.

En 1910 se realizo en Copenhague La Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, donde se propuso que el 8 de marzo, se estableciera como Día Internacional de la Mujer, en homenaje al primer grupo de mujeres que se organizaron en busca de mejorar su situación, luchando por sus derechos.

En la década del 1960 los cambios en el mundo dieron origen a los nuevos movimientos feministas.

La labor de estos grupos permitió superar la discriminación política, económica, y social que sufrían las mujeres.

En 1975 la ONU (Organización de las Naciones Unidas) estableció el 8 de Marzo como Día Internacional de La Mujer; y en 1979 aprobó La Convención de la eliminación de toda forma de discriminación contra la mujer, que en la actualidad forma parte de nuestra Constitución Nacional.

Aunque la situación de la mujer históricamente a lo largo de los años fue mejorando, todavía queda muchas cosas por hacer, como por ejemplo equiparar los sueldos, dado que un estudio realizado en nuestro país demostró que las mujeres cobran un 30 % menos que los hombres, también se ve en el acceso a los altos cargos públicos.

A este tipo de discriminación en el siglo XXI se la denomina “Discriminación por Genero”.

Discriminación cuando decimos que a la mujer le corresponden ciertos papeles y no otros.

Discriminación cuando ante un mismo trabajo, reciben una paga inferior. Discriminación cuando son marginadas de las jerarquías más altas y de los puestos

de dirección.

También encontramos diferentes prejuicios tales como afirmar que la mujer conduce peor que los hombres.

El movimiento feminista es un movimiento de lucha social, liderado por las mujeres y dirigido a conseguir mejores condiciones de vida, establecer nuevos valores y adelantar la causa del derecho de igualdad entre el hombre y la mujer.

Dentro de esta lucha el trabajo asalariado es fundamental, dado que sin este la mujer no puede tener independencia económica, y sin esta independencia no sería posible conquistar su emancipación.

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En un principio las metas feministas eran netamente de carácter económico, luego lucharon por conseguir igualdad en el plano educativo.

Debieron soportar la hostilidad y el prejuicio por parte de los hombres, se encontraron con dificultades para conseguir reformas, pero a medida que avanzaba la industrialización, los grupos feministas se fortalecieron cada vez más.

El derecho a educarse, a trabajar como profesional y a votar, fueron reclamados por el feminismo que se convirtió en un movimiento de masas.

Surgió primeramente en Estados Unidos y luego en Inglaterra, vinculado a los cambios políticos y económicos durante el siglo XIX.

Las mujeres de todo el mundo han sido sometidas y discriminadas.

Si bien la lucha por sus derechos es cada vez mayor, en algunos países la posición de la mujer está lejos de lo que debería ser, tal es el caso de las mujeres de Puerto Rico (aunque otros países no es menor la situación de cosificación), que son explotadas como mujer.

Siempre se coloca a la mujer como género en subordinación al género masculino, por eso se sigue luchando por la igualdad de los derechos.

Esto también se ve reflejado en la sexualidad donde se describe a la mujer como: pasiva, dependiente, tímida, abnegada, débil, superficial, maternal, etc.

Y al hombre como: activo, independiente, extrovertido, inteligente, indiferente, racional, intelectual, padre ausente, etc.

Lo que busca la mujer es no tener límites intelectuales, ni espirituales, en su potencial y desarrollo, donde no hay área del quehacer social o del pensamiento donde la mujer no pueda incursionar y aportar creativamente.

La participación igualitaria de la mujer en la adopción de decisiones no solo es una exigencia básica de justicia o democracia, sino que constituye una condición necesaria para que se tengan en cuenta sus intereses.

Sin su participación y la incorporación de su punto de vista a todos los niveles del proceso de adopción de decisiones, no se podrán conseguir los objetivos de igualdad, desarrollo y paz.

Conclusión

Existen ciertos interrogantes sobre los que es interesante reflexionar por ejemplo:

¿Qué diferencias reales existen entre un hombre y una mujer? ¿Sobre qué base se ha desarrollado el dominio de un sexo sobre el otro? ¿Los hombres comparten ciertas características que no poseen las mujeres?

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¿O viceversa, las mujeres cuentan con virtudes que les son ajenas a los hombres? ¿Se nace mujer u hombre o es una construcción social?

La célebre pensadora francesa Simonne de Beuvoir dijo aquella frase que se convirtió en una importante pieza del pensamiento feminista: "No nací mujer, me hice."

Con esta idea tan breve y llena de significado quiso decir que:

Que se puede nacer con ciertas características biológicas que determinarán el sexo de la persona: varón o mujer; además de ello, existen elementos sociales que determinarán la forma de ser de la persona, elementos que se fortalecen con todo un sistema cultural y que empiezan desde el nacimiento cuando se eligen los colores propios para niños (azul) y niñas (rosa), marcando con ello una diferencia entre lo que será la vida futura de un hombre y de una mujer. Lo que realmente dará una identidad que implique un comportamiento masculino o femenino no el sexo con el que se nació; esto significa que tendremos comportamientos atribuidos a uno u otro sexo fomentados por hábitos y costumbres inculcados desde la familia, la escuela, la religión, etcétera.

Así entonces, hacía falta un concepto que ayudara a comprender las diferencias que son reales entre hombres y mujeres y aquellas que han sido construidas a través de las relaciones sociales.

Surgió entonces la categoría género diferenciada de la categoría sexo.

Por sexo debemos entender las diferencias físicas que se relacionan con la biología en tanto que cuando hablamos del género debemos ubicarlo como algo social.

Con la frase "biología no es destino", se comenzó a plantear la diferencia que se da entre los sexos pero que no es biológica sino social y que además implica la subordinación de las mujeres.

El sexo no determina comportamientos que son sociales y el sexo no es el género.

¿Qué significa que biología no es destino?

Que por tener diferencias biológicas y nacer con diferente sexo hombres y mujeres no por ello los hombres reúnen ciertas características, que les son ajenas a las mujeres y ellas otras con las que ellos no se identifican.

Significa que se ha ido construyendo un sistema que determina lo que los hombres y las mujeres pueden o no hacer por contar con cierto sexo.

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Mezclar lo biológico con lo social implica partir de la idea de que existen comportamientos femeninos y masculinos así como actividades que sólo les son propias a los hombres o las mujeres; unos ejemplos: existen algunas profesiones que se consideran femeninas como el magisterio, la enfermería u otras que se relacionan con el cuidado a los demás. En tanto que profesiones masculinas son aquellas que se vinculan con la fuerza o la inteligencia.

Esta idea fomenta los roles diferenciados para cada sexo y limita las capacidades iguales con las que cada sexo cuenta para realizar una u otra actividad.

La categoría género también nos remite a relaciones desiguales entre los sexos y es por ello una forma primaria de relaciones de poder.

Y esta relación primaria de poder implica una subordinación que se justifica a través de discursos que se han impregnado en la sociedad.

El sexo es una referencia biológica pero a partir de ella (de esta característica natural) se justifica una desigualdad social fundada en esa diferencia sexual.

Las relaciones de poder que se generan a partir de las supuestas diferencias genéricas se establecen sobre la base del dominio masculino sobre el sexo femenino.

La perspectiva de género implica partir de ubicar este domino y cuestionarlo para romper con el esquema social que argumenta el poder de un sexo sobre el otro pero, la perspectiva de género no se limita a terminar con el dominio de los hombres sobre las mujeres sino que busca terminar con todo tipo de opresión, con la desigualdad social que incluye, entre otras, la de las mujeres que históricamente han estado excluidas de ciertos ámbitos.

Comprender estas desigualdades pero también pensar en transformarlas es uno de los planteamientos de una perspectiva de género.

La desigualdad entre hombres y mujeres, esto es desigualdad de género, no es la única existente en las sociedades modernas y pensar que solamente ésta es la que se debe combatir, es una limitante paralela como pensar que habría que esperar a que cambien las relaciones sociales de producción y explotación para terminar con toda forma de discriminación, incluida la que se ejerce hacia las mujeres.Así entonces, aquello que miramos como natural, es una construcción social que implica desigualdad y que puede y debe ser modificada. Romper con el esquema de los roles impuestos que reproduce la sociedad es un reto no fácil de romper pero impostergable.

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