Democracia, gobernabilidad y malestar social en América ...

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93 Cuestiones Contemporáneas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Resumen En este artículo, la autora examina la dicotomía de la liberalización económi- ca y política que se presenta en América Latina a partir de las décadas de los 70 y 80. Se analiza la ambigüedad entre la apertura de los mercados nacionales y los procesos democráticos que se gestan en la mayor parte en los países de la re- gión que, al no responder a las expecta- tivas de sus sociedades, han coadyuvado a polarizar internamente a las mismas y en algunos casos a crear un ambiente de ingobernabilidad y de malestar social por las promesas incumplidas de la democra- cia, dañando la imagen de la política y de la propia democracia. Abstract In this article, the author explores the dichotomy of political and economical liberalization that has been present in Latin America since the decades of the 70’s and 80’s. The ambiguity between the opening of national markets and the democratization processes emerging in most countries of the region is ana- lyzed. As the above mentioned processes proved not to respond to the needs and requirements of the societies in which they took place, they instead contri- buted to the internal polarization of society itself and, in some cases, they fostered an environment characterized by the difficulty of implementation of governance combined with a pervasive social unease due to the many unful- filled promises of democracy that have been damaging the image of politics and democracy itself. Democracia, gobernabilidad y malestar social en América Latina. Una reflexión Marycela Córdova Solís* Palabras clave: Globalización, democracia, modernización, go- bernabilidad, malestar social, deuda externa, mercados, liberalización económica, economía internacional, neoliberalismo, regionaliza- ción, Estado. * Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV-EHU) (Universidad del País Vasco), Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Sociales y de la Comunicación, Barrio de Sarriena, s/n, 48940 Lejona, Bilbao

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93Cuestiones Contemporáneas

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _

Resumen

En este artículo, la autora examina la

dicotomía de la liberalización económi-

ca y política que se presenta en América

Latina a partir de las décadas de los 70

y 80. Se analiza la ambigüedad entre la

apertura de los mercados nacionales y

los procesos democráticos que se gestan

en la mayor parte en los países de la re-

gión que, al no responder a las expecta-

tivas de sus sociedades, han coadyuvado

a polarizar internamente a las mismas y

en algunos casos a crear un ambiente de

ingobernabilidad y de malestar social por

las promesas incumplidas de la democra-

cia, dañando la imagen de la política y

de la propia democracia.

Abstract

In this article, the author explores the

dichotomy of political and economical

liberalization that has been present in

Latin America since the decades of the

70’s and 80’s. The ambiguity between

the opening of national markets and the

democratization processes emerging in

most countries of the region is ana-

lyzed. As the above mentioned processes

proved not to respond to the needs and

requirements of the societies in which

they took place, they instead contri-

buted to the internal polarization of

society itself and, in some cases, they

fostered an environment characterized

by the difficulty of implementation of

governance combined with a pervasive

social unease due to the many unful-

filled promises of democracy that have

been damaging the image of politics

and democracy itself.

Democracia, gobernabilidad y malestar social en América Latina.Una reflexión

Marycela Córdova Solís*

Palabras clave:

Globalización, democracia, modernización, go-

bernabilidad, malestar social, deuda externa,

mercados, liberalización económica, economía

internacional, neoliberalismo, regionaliza-

ción, Estado.

* Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV-EHU)

(Universidad del País Vasco), Departamento

de Ciencia Política y de la Administración de

la Facultad de Ciencias Sociales y de la

Comunicación, Barrio de Sarriena, s/n,

48940 Lejona, Bilbao

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Durante los años 80 del siglo pa-sado, diversos Estados latinoameri-canos atravesaron por importantesy profundas transformaciones po-líticas. La globalización en la re-gión coincidió con la desapariciónde las antiguas dictaduras que du-rante años cobijaron al sistemacapitalista; tanto la transición a lademocracia como sus principiosse volvieron los ejes rectores nosólo para modernizar la políticanacional, sino para poner en mar-cha las nuevas necesidades de laeconomía internacional y la inser-ción de estos Estados en dichaeconomía. El nuevo papel econó-mico y político adquirido por Es-tados Unidos en el mundo comoúnica potencia mundial lo obliga-ron a retirar su antiguo apoyoincondicional a este tipo de gobier-nos que habían gozado, duranteel periodo de la Guerra Fría, de subeneplácito. Las dictaduras lati-noamericanas dejaron de ser fun-cionales para los intereses de lapotencia hegemónica.

Una vez caídos el Muro de Berlíny el régimen comunista, EstadosUnidos hubo de enfrentar unacompetencia comercial intercapi-talista con sus viejos aliados; jun-tos, han venido redefiniendo lasnuevas relaciones económicas in-ternacionales a través del neolibe-

ralismo y la globalización. En estecontexto, desde el punto de vistaestadounidense, se hizo perentorio“apoyar” un cambio en las estruc-turas internas de los gobiernos lati-noamericanos para consolidar unatransformación económica afines ala nueva competencia internacionaly, para ello, tanto los Estados lati-noamericanos paternalistas y popu-lares de los años 60-70 como losdictactoriales de los 70-80 debíanser abandonados para consagrar unEstado neoliberal, abierto, reformis-ta y moderno en toda la región. Lademocracia en América Latina sur-gió, entonces, como una exigenciay necesidad misma de la poten-cia norteamericana. Como lo aseguraSamuel Huntington,1 después dela caída del socialismo real la demo-cracia pasó a convertirse en laúnica alternativa legítima y viablea cualquier tipo de régimen auto-ritario.

La democracia en los regímenespolíticos latinoamericanos no sólose instaló como una política pú-blica global,2 ha sido utilizadatambién como un poderoso instru-mento ideológico de legitimacióndel orden internacional. Durante eldesarrollo de este proceso políti-co, los emergentes gobiernos de-mocráticos de América Latina hanenfrentado una ambigüedad: por

un lado, se ha intentado afianzary perfeccionar el sistema de re-presentación democrática paraoptar por el progreso económicoy la justicia social;3 por otro, estapolítica se ha edificado, a su vez,sobre un terreno de pobreza y de-sigualdad agudas, con poco margenpara la defensa de los derechosciviles y sociales y escasa partici-pación de la llamada sociedadcivil en los asuntos públicos. Estoúltimo, resultado de la culturapolítica diseñada por los antiguosgobiernos de la región que inhibióla relación Estado-sociedad.

La democracia latinoamericana, adiferencia de la europea y estadou-nidense, emergió con estas caren-cias después de un largo periodode gobiernos militares y corpora-tivistas que opacaron la formaciónde una ciudadanía civil fuerte yparticipativa y crearon, por el con-trario, una ciudadanía híbrida e“imaginaria”,4 así como partidos po-líticos y procesos electorales dé-biles y poco creíbles. Y aunque cadauno de estos sistemas políticosvariaron en función de los proce-sos históricos que tuvieron lugar enlas respectivas sociedades latinoa-mericanas, el común denominadoren casi toda la región fue que elEstado se confundió con el mismosistema político.

1 Samuel Huntington, La tercera ola de la democratización a finales del siglo XX, Barcelona, Paidós, 1994.2 Wolfgang H. Reinick, Global Public Policy, Washington, Brooking Institution, 1998, p. 52.3 José Luis Valdés Ugalde, “Reto democrático y globalismo modernizador: Estados Unidos y América Latina o de la inutilidad elespejo”, en Revista Latinoamericana de Economía. Problemas del Desarrollo, vol. XXV, nº 96, enero-marzo de 1994, México,Universidad Nacional Autónoma de México, p. 15.4 Fernando Escalante, Ciudadanos imaginarios, México, El Colegio de México, 1992, p. 37.

Introducción

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5 Marcelo Cavarozzi, “Más allá de las transiciones a la democracia en América Latina”, en Revista Paraguaya de Sociología, nº 80,1991.6 Sergio Ramírez, “Centroamérica. Periodo de gracia”, en Nexos, nº 306, junio de 2003, México, p. 59.7 Dieter Nohlen, Democracia, transición y gobernabilidad en América Latina, México, Instituto Federal Electoral, 1996 (Temas dela Democracia). p. 16.8 Francisco Zapata, “Las perspectivas de la democracia en América Latina”, en Foro Internacional, vol. XLI, no. 163, enero-marzodel 2001, México, El Colegio de México, p. 46.9 Ibid., p. 47.10 Dicha cláusula estipula que los golpes de Estado o cualquier otra forma de gobierno ajena a la democracia no podrá instalarsemás en toda la región latinoamericana. Todo grupo que llegue al poder por estos medios sufrirá ipso facto repercusiones políti-cas y económicas por parte de la Organización de Estados Americanos. Esta cláusula se puso en vigor en Venezuela cuandoChávez fue sorprendido por un golpe de Estado el 11 de abril del 2002. El intento golpista fue rechazado por la OEA al reivin-dicar la “cláusula democrática”. Algún tiempo después, el 15 de agosto del 2004, Chávez fue sometido a un referéndum dondese decidiría su remoción o su permanencia en la jefatura del Estado venezolano. El presidente logró un triunfo contundente (másdel 58%) hecho que legitimó aún más su poder. Este triunfo fue reconocido por todos los observadores internacionales inclui-do el ex-mandatario estadounidense Jimmy Carter y la propia OEA.

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Aunque la transición democrá-tica latinoamericana se dio deforma diversa en cada uno de lospaíses, sus causas bien puedenser resumidas en tres procesosgenerales: el agotamiento de lasdictaduras y los sistemas políti-cos clientelistas y patrimonialis-

tas —de la llamada matriz esta-tocéntrica, como la denominóMarcelo Cavarozzi;5 el añoro poruna democracia y la idea de queeste sistema es el mejor cuandono se le ha tenido —en el senti-do del analista Sergio Ramírez—6

y el nuevo contexto internacional

(fin de la guerra fría, la competen-cia intercapitalista en el mercadointernacionalizado y globalizado,el auge de las redes financierasinternacionales, las nuevas tec-nologías de la información y eltriunfo de los Estados Unidos comoúnica potencia mundial).

El espacio público latinoamericano

El advenimiento de las “democra-cias jóvenes”7 —como se lesdenominó a las latinoameri-canas— coincide con la llegadade una “nueva economía”, cuyosrasgos centrales son la interpe-netración de las economías naciona-les en un espacio transnacional yla centralidad del mercado en lasrelaciones económicas, sociales ypolíticas. Algunas de estas demo-cracias, basadas en el modelo dedesarrollo transnacionalizado,8 hanmantenido, sin embargo, una coexis-tencia con viejas herencias heredadasde los antiguos y tradicionales regí-menes latinoamericanos como lapresencia de instituciones autori-

tarias, la preeminencia de las fuer-zas militares, la imposición delPoder Ejecutivo sobre el congresoy la debilidad de una sociedadcivil subordinada al Estado.9

El caso venezolano, por ejem-plo, es muy específico. El presi-dente Hugo Rafael Chávez Frías,ante su fracaso de golpe deEstado a principios de los años90, tuvo que usar a la democraciapara obtener el poder y ya con él,al viejo estilo, llevó a cabo cier-tas medidas autoritarias que nosólo han dañado la legitimidadde su gobierno sino del congresoy de la democracia misma. Entreèstas, la creación de una nueva

constitución; la remoción de todoslos miembros del congreso; lalimitación a la libertad de prensa yel cambio de nombre del país porRepública Bolivariana de Venezuela.Todas estas acciones “chavistas”,justificadas a nombre de la demo-cracia, han lastimado a la transi-ción democrática en Venezuela apesar de los diversos intentos de losgrupos opositores a Chávez, tantointernos como externos, de desco-nocer su mandato. El presidentebolivariano se vio incluso res-paldado regional e internacional-mente por la llamada “cláusulademocrática”10 para no perder elpoder.

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Pero el caso de Chávez no es elúnico, la región ha sido vulnera-ble a estas prácticas desde que sedio la transición. La falta de ins-tituciones fuertes y de consensospolíticos acordes con el procesodemocrático son terreno fértil paraestas acciones autoritarias. Otroscasos, como el de los ex-presi-dentes Alberto Kenya FujimoriFujimori (1990-2000) en Perú o elde Abdalá Bucaram Ortiz (1996-1997) en Ecuador, por citar sóloalgunos, dejan en claro que si fuepor las urnas por las que llegaronal poder, también fue por ellaspor donde lo perdieron.

Por otro lado, si bien las socie-dades latinoamericanas han tenidoun mayor interés en las cuestionespúblicas, éste sigue siendo todavíamuy incipiente. Aunque la demo-cracia implica una mayor aperturade canales para la política y laparticipación crítica y decisiva so-bre la cosa pública, las sociedadeslatinoamericanas, por desgracia,siguen siendo las grandes perde-doras. En el momento en que latransición se vuelca como un logroen la región, con la lógica delmercado internacional de com-petitividad y productividad, laparticipación del conjunto socialdeja de ser parte del juego políti-co; se reproduce un nuevo ordensocial basado en un novedoso sis-tema de control y dominación po-

lítica frente al cual la sociedad civilpierde identidad y sentido comofuerza de articulación y como fun-damento de las relaciones socia-les, de sus contextos locales deinteracción y de su reestructura-ción sobre tramos indefinidos detiempo y espacio.11

Este proceso desarticulador tam-bién es posible en la región por lafalta de circuitos de comunicaciónentre el Estado y la sociedad,cimientos para la institucionali-zación y la gobernabilidad,12 detal forma que la transición demo-crática se vuelva aún más débil.El Estado ha sido incapaz de crearespacios públicos autónomos yde desarrollar regulaciones parala consolidación social de su pro-pio espacio político; en otros tér-minos, ha sido incapaz de crearuna relación congruente, comodiría David Held,13 entre los quehacen las políticas públicas y losque las reciben. Al Estado le hafaltado redescubrir su relacióncon la sociedad en un contextopolítico mucho más amplio desdelo local, lo nacional y lo global yentender que estos tres nivelesse encuentran estrechamentevinculados.

Una primera conclusión pare-cería sugerir que la transicióndemocrática en la región fue másque nada una imposición14 por elsistema internacional y no una

lucha directa de las masas puesno ha logrado crear los espaciospúblicos independientes del con-trol del Estado; en lugar de ello,la transición ha constituido unaciudadanía débil y alineada a laacción del gobierno en turno enel ámbito nacional y local. Parainvestigadores como Dieter Nohlen,sin embargo, la democracia no esresponsable de esta debilidad de laciudadanía ni tampoco de los pro-blemas económicos y la margina-ción social de grandes sectoresde la población. Por el contrario, lacultura política latinoamericanaha tenido que desarrollarse bajocondiciones sumamente desfavo-rables.15

Nohlen tiene cierta razón, noobstante, el grave problema delos gobiernos latinoamericanosfue que generaron grandes expec-tativas en la democracia y en loscambios a corto y mediano plazo.La democracia fue vista como lagran panacea de todos los males.No obstante, una característicaque han tenido casi todos losgobiernos de la región es que almomento de llegar al poder se ol-vidan del populismo electoral quelos llevó a la presidencia y, en sulugar, éste es transformado enuna política elitista. Las expecta-tivas de un mejoramiento real delas condiciones socio-económicasson entonces sustituidas por la

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11 Anthony Giddens, Consecuencias de la modernidad, trad. Ana Lizón Ramón, Madrid, Alianza Editorial, 1993, p. 21.12 Esta es una de las apreciaciones que realiza Jürgen Habermas en su obra Los problemas de legitimidad en el capitalismo tardío,Buenos Aires, Ed. Amorrortu, 1984.13 David Held, La democracia y el orden global. Del Estado moderno al gobierno cosmopolita, Barcelona, Paidós, 1997.14 Lawrence Whitehead, “The Imposition of Democracy”, en Abraham F. Lowenthal (comp.), Exporting Democracy. The UnitedStates and Latin America, Baltimore, John Hopkins University, 1991, p. 55.15 Dieter Nohlen, op.cit., p. 20.

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16 Quien, por cierto, acaba de ganar de nuevo las elecciones para la presidencia de su país al derrotar, en segunda vuelta, alopositor Ollanta Humala. Alan García iniciará su segunda administración a partir del 28 de julio del 2006 y la terminará en el2011. (N.E.).17 El caso de Fox en México es emblemático de la paradoja de la democracia en Latinoamérica: por un lado, hay un deseo sin-cero por este tipo de regímenes, por otro, se expresa una terrible desilusión por los gobiernos elegidos. En este marco, Foxdesaprovechó tanto el gran capital político y social con el que asumió la presidencia como el fuerte apoyo y expectativa inter-nacionales que generó tras haber abatido al Partido Revolucionario Institucional (PRI) después de 71 años en el poder. Si bienFox encarnó al líder esperado que vendría a solucionar los difíciles problemas sociales y las secuelas dejadas por un régimenautoritario e incapaz, también ha ocasionado, desde mediados de su mandato, un muy fuerte malestar social al no haber llena-do las expectativas que la gente esperaba de su administración.18 Guillermo O’Donnell, “Introducción a los casos latinoamericanos”, en Guillermo O’Donnell y Philippe C. Schmitter, Transicionesdesde un gobierno autoritario. América Latina 2, Buenos Aires, Paidós, 1988, p. 15.

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aplicación de políticas neolibe-rales, por el desmantelamiento delEstado y por la disminución del na-cionalismo y de la soberanía. Talespolíticas son justificadas con laidea de que el mercado es no sóloel generador del desarrollo social,sino también el creador de la so-ciedad civil.

Este tipo de proceder públicono necesariamente se ha identifica-do con la democracia y difícilmenteha obtenido apoyo popular. Y aun-que la democracia en la región hasido excluyente para amplios sec-tores de la población, ha sido undiscurso constante en los distin-

tos gobiernos desde la adminis-tración de Alan García16 en Perú(1985-1990) a la de Vicente Foxen México (2000-20006).17

El propio presidente de Brasil,Luiz Inácio Lula da Silva, al igualque su predecesor, Fernando Hen-rique Cardoso, tuvo que dejar atrássu retórica estatista-desarrollistapor posiciones más liberales dedesarrollo, como fueron las reformasa las pensiones y jubilaciones ensu país, perdiendo el fuerte apoyoobtenido durante su campaña. Engeneral, las reformas económicas im-plementadas han sido ineficaces ylimitadas y más que una transición,

como diría Guillermo O’Donnell, sesigue observando en ciertos paísesel “autoritarismo burocrático”,18

—como definió a los sistemaspolíticos “pretransitoriales”, obien una “democradura”— carac-terizado por políticas liberadoraslimitadas, emprendidas tambiénpor gobiernos como Chile, Argen-tina y Bolivia, así como por lafalta de pactos políticos y eco-nómicos, formales y explícitosindispensables para la transicióny que indiscutiblemente conllevana confrontaciones directas entrepartidos, facciones e interesesorganizados.

El problema de la gobernabilidad en la región

Desde los años 80 del siglo pasa-do, cuando se inició el proceso detransición democrática en la re-gión, también apareció el problemade la gobernabilidad como un fan-tasma que rodea a la política. Secreyó que con la llegada de go-biernos civiles mediante procesoselectorales limpios, la gobernabi-lidad era un asunto resuelto. Conella, in situ, se aseguraría el orden

en la sociedad y la eficacia en susinstituciones, en la construcción yarticulación de los diversos acto-res sociales en un orden colectivoque fuese sustentable socialmente.Sin embargo, la polarización de lasdistintas fuerzas sociales y polí-ticas latentes en el continente hadificultado la gobernabilidad.

La región necesita recomponerel escenario de poder a fin de que

éste se traduzca en una verdade-ra democracia donde se articulengobierno y sociedad. La mayoría delos países de América Latina ca-recen de un sistema político com-patible con las necesidades y eldesarrollo de sus naciones. La bús-queda de esta compatibilidad esel verdadero reto de la democracialatinoamericana pues ella estáligada sistémicamente con el de-

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sarrollo y con la elaboración depolíticas que impulsen, tanto en loeconómico como en lo político y so-cial, una auténtica modernización.

Si bien Latinoamérica se adhirióa los tiempos de la globalizaciónpolítica a través de elecciones elec-torales libres y transparentes, loque fue de por sí un gran logro, elmecanismo electoral ha sido, sinembargo, el único a través del cualse ha invitado a la ciudadanía deestos países a formar parte de lacosa pública. La democracia elec-toral ha dejado poco margen deacción para que la sociedad civilpueda participar más activamenteen las decisiones políticas. De aquíque podamos asegurar que aunque“haya votos sin fraude, ello no hagarantizado necesariamente la de-mocracia”.19

Gobernabilidad implica insti-tuciones fuertes y consensos entrelas diversas fuerzas políticas delpaís que permitan robustecer larelación Estado-sociedad. Hastael momento, hay un vacío de dis-cusión entre los distintos gobiernoslatinoamericanos para la formula-ción de nuevas políticas vía el con-senso institucional. Uno de losfactores que han dificultado esteproceso ha sido el sistema de par-tidos políticos imperante. Por unlado, la izquierda realmente nunca

ha constituido una verdadera opciónpolítica pues no se ha compro-metido a ser una alternativa eralde gobierno, primero por su papelclandestino en el que estuvo su-mida a lo largo de su historia y,segundo, por la falta de unidadpolítica entre los diferentes gru-pos que la componen. Más tardansus militantes en ponerse de acuer-do sobre programas verdaderamen-te sociales que en entrar en crisisinternas. Con la caída del socialis-mo real se quedaron aún más huér-fanos en la elaboración de proyectosde Estado alternativos y compro-metidos con las causas sociales.

Los antiguos partidos, a su vez,que solían actuar como paterna-listas y populistas, si bien hancambiado sus discursos de acuer-do a las circunstancias, no hanlogrado crear auténticos debatesnacionales y mucho menos for-mular programas políticos de largoalcance; por el contrario, las dis-tintas pugnas internas de los mismosy la ola de corrupción en el quese han visto envueltos han debili-tado aún más su credibilidad ylegitimidad frente a la sociedad.Esto ha sido un problema graveno sólo para la democracia sinopara la política en sí al reducirlasúnicamente a meros “apoyos” delmomento.

Esta crisis de los partidos ha lle-vado incluso a que se proponga latercera vía —al estilo Gidden—20

para América Latina a fin de poderreducir las desigualdades y contri-buir a la formación de un verdaderosistema de partidos y de una so-ciedad civil fuerte en cada uno delos países de la región. Aun así,en los países en los que se haaplicado este modelo (como Chile yBrasil), no obstante estar a la van-guardia del resto de las nacionesde la zona, tampoco se han logra-do abatir problemas añejos como lamiseria y la desigualdad social.21

¿Cómo adoptar una tercera víacuando ésta reduce el papel delEstado de bienestar en la sociedad,cuando en sociedades como la lati-noamericana prácticamente el Es-tado se ha desatendido de las mismasy no ha creado bases suficientes parasiquiera apuntalar el desarrollo quetanto esperan las naciones?

Este panorama es lo que ha pro-vocado el desencanto ciudadano porla democracia como gobierno. Lospolíticos han sido incapaces de en-tender la percepción que la socie-dad civil tiene de la pobreza asícomo de cumplir la promesa demejorar el bienestar social; por elcontrario, hay una mayor polariza-ción social y los actores políticosno son capaces de enfrentar esa

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19 J.L. Valdés Ugalde, op. cit., p. 17. El subrayado es nuestro.20 Desarrollada, defendida y alentada por el sociólogo inglés Anthony Giddens (1938-), la Tercera Vía (The Third Way) es unaideología política y económica de gobierno que pretende hacer de la desregulación, la descentralización y la reducción deimpuestos las bases de una nueva administración de lo público. Su objetivo es hacer compatibles la política social de los par-tidos tradicionales de centro-izquierda (la solidaridad, la justicia social, la responsabilidad y las oportunidades para todos) conlos postulados económicos del libre mercado (la reducción del intervencionismo del Estado en la vida económica de los paísesasí como de los impuestos). En América Latina, las administraciones del ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso ydel ex presidente chileno Ricardo Lagos, fueron ejemplo de la aplicación de este tipo de política pública. Vid. Anthony Giddens,The Third Way. The renewal of Social Democracy, Cambridge, Polity Press, Blackwell Publishers, 1998. (N.E.).21 Vid. Manuel Antonio Garretón, “La izquierda chilena contemporánea”, en este mismo número.

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realidad y de actuar contra ella. Lapolítica, en lugar de constituirsecomo una fuente de acciones parala solución de los problemas so-ciales, entra al esquema de la efi-cacia, la competitividad y laproductividad como si fuera unproducto más del mercado. Másaún cuando entra en juego el lla-mado proceso de tecnificación ymediatización de la política porlos medios de comunicación y lapublicidad. En dicho proceso la po-lítica deja de ser una acción enbeneficio del bien público y seconvierte en un bien privado. Enmomentos electorales, por ejem-plo, la figura de los candidatos y laforma en que movilizan adheren-tes en torno a ellos es más im-portante que los programas deacción, convirtiendo a la políticaen una arena de lucha publici-taria y corporativista más que en larealización de hechos concretos.

Aunque América Latina es laregión donde más regímenes demo-cráticos existen, es, al mismo tiem-po, una de las zonas con mayordesigualdad en la distribución dela riqueza. Esto puede representarun grave peligro para las demo-cracias, sobre todo si tomamosen cuenta que, históricamente, elautoritarismo ha podido ser acep-tado por una gran mayoría cuando

ha sido capaz de traer mayoresbeneficios a la sociedad.

La última encuesta de Latino-barómetro,22 llevada a cabo del1º de agosto al 10 de septiembredel 2005, afirma, con cierta preo-cupación, que:

- - - - - - - - • - - - - - - - -Cualquier observador extranjero diría

que muchas cosas han cambiado. Sin

embargo, lo que muestran los datos es

que todo cambia para seguir igual. No

hay avances en los temas esenciales de

la cultura democrática: la desconfianza

aumenta o se mantiene igual, la cultura

cívica no cambia, la percepción del

Estado de derecho no avanza, las expec-

tativas crecen. Los problemas que la gen-

te percibe como prioritarios no parecen

ceder a lo largo de la década y la partici-

pación política no se ha fortalecido.- - - - - - - - • - - - - - - - -

Sin embargo, los últimos acon-tecimientos políticos en algunospaíses como Bolivia, Ecuador yArgentina muestran que el ciu-dadano de América Latina estásaliendo a la calle a sacar del pa-lacio de gobierno a quienes no con-sideren que estén cumpliendo conel mandato para el cual fueron elec-tos. No se trata de romper con elsistema democrático, ni llamar alos militares al poder, sino es exi-gir que las demandas ciudadanassean respetadas, dentro del mismo

sistema, pero muchas veces en ellímite.23

El balance de esta situaciónarroja, a fin de cuentas, un saldopositivo: “El 70% de los habi-tantes de la región cree que lademocracia tiene problemas, peroes el mejor sistema de gobierno.Mientras que el 66% dice que esel mejor sistema para ser desarro-llado”. En corto, “En una escalade 1 a 10, América Latina sesitúa de acuerdo a su imagen , enel medio con un 5.5.”24 La forta-leza de la democracia como sis-tema, se ve también en el hechode que pocos países latinoameri-canos preferirían hoy por hoygobiernos militares y autoritariosen lugar de ella. Mientras que el62% rechaza apoyar de nuevo aun gobierno militar,25 otro 53 %sostuvo que “la democracia espreferible a cualquier otra formade gobierno”.26 Empero, por otrolado, estos datos no son tan hala-gadores con relación a la insatis-facción que existe con el actuarde los gobiernos democráticos: tansolo una minoría de la opiniónpública —31%— de la región sos-tuvo estar “muy satisfecha con lademocracia”.27 Estos datos refuer-zan la paradoja anteriormenteseñalada y que caracteriza a lasdemocracias latinoamericanas: la

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22 Con sede en Santiago de Chile, esta Organización No Gubernamental (ONG) es un proyecto privado dirigido por Marta Lagos.Realiza desde 1995 una encuesta anual sobre la situación política, económica y social de los países de Latinoamérica. Duranteeste periodo, se llevaron a cabo diez mediciones en 18 países latinoamericanos con un total de 176,554 entrevistas.23 Corporación Latinobarómetro, Informe Latinobarómetro 2005 (1995-2005). Diez años de opinión pública, Santiago de Chile,Corporación Latinobarómetro, 2005, p. 5, en http://www.latinobarometro.org/uploads/media/2005.pdf24 Ibid., pp. 48 y 50 respectivamente.25 Ibid., p. 48.26 Ibid., p. 53.27 Ibid., p. 54.

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mayoría apoya este tipo de siste-ma político y también la mayoríaestá insatisfecha con sus resultados.

La percepción generalizada quetienen los ciudadanos latinoame-ricanos sobre el quehacer políticoy la democracia es que se hanalejado de la realidad. Así, demo-cracia, sistema de gobierno y lapolítica misma se cuestionan comoformas de resolver los problemassociales. Hay una clara aprecia-ción de que los actores políticos,encargados de ver esa realidad,se han olvidado de enfrentar losgrandes retos y, por lo tanto, hayun claro desencanto por la demo-cracia. Esto, obviamente, tieneuna relación directa con las pro-mesas que hicieron en campañalos políticos quienes le atribuyerona este sistema la cura para lograrel esperado desarrollo de las nacio-nes. América Latina, frente a estassituaciones, constituye un bumerangentre lo prometido y lo esperado:por una parte, los políticos creangrandiosas expectativas para ob-tener el poder y, por la otra, elincumplimiento de éstas provocaque la sociedad, hambrienta deesperanzas, se vea al final frus-trada, desencantada y polarizada.

Latinoamérica no es ajena alas consecuencias políticas que elpropio proceso de la globaliza-ción diseña en el mundo. En este

proceso global, los lazos entre loeconómico, lo político y lo socialse han diferenciado y el Estadose ha vuelto menos sensible a laparticipación democrática; sedesliga de sus responsabilidadesy espacios sociales debido a sucreciente autonomía con respectoa la sociedad, a pesar de la fuertepresión ejercida por esta últimapara que responda a sus deman-das. Dicha autonomía estatal, noobstante, ha hecho resurgir enmuchas partes del mundo, inclusoen algunos países latinoameri-canos, la llamada sociedad civil.28

Aunque el Estado ha sido inca-paz de crear redes de comuni-cación efectivas con la sociedad,la globalización ha permitidoampliar la difusión de conceptosy acciones en favor de los dere-chos básicos de los individuos almismo tiempo que ha creadocanales, actores participantes eidentidades con demandas y con-ceptos nuevos.29 En otras pala-bras, la globalización ha bajadoel mundo a la sociedad; Latinoamé-rica no está ajena a los circuitosdesarrollados por tal proceso.

Es un hecho que en nuestrosubcontinente la sociedad civiles mucho más limitada que laeuropea o la estadounidense,pero la realidad en cada uno delos países y el imaginario colecti-

vo en la región han despertado laparticipación de los diversos gru-pos sociales y elaborado nuevasidentidades a favor de una causao de algún interés material o sim-bólico ya sea a nivel local o nacio-nal. Estas han sido algunas de lasformas en que se ha promovido lademocracia y la lucha por con-quistar nuevas utopías aprove-chando el espacio y la solidaridadpolítica internacional, como hasido el caso del movimiento indí-gena de Chiapas a través delEjército Zapatista de LiberaciónNacional (EZLN) y los diversosgrupos indígenas en el conti-nente como los productores de lahoja de coca en Bolivia y elMovimiento de los Sin Tierra enBrasil, por citar unos casos.

Por un lado, esta globalizaciónsocial ha consentido la interac-ción y compenetración de estructu-ras y redes de diferente nivel alalcance regional y mundial; porel otro, ha formado fuertes lazossistémicos capaces de potenciali-zar al mismo tiempo posibilidadesy riesgos de proyección global.Sin embargo, independientementede que los movimientos sociales yla sociedad civil latinoamericanasean mucho más diversos y com-plejos que antaño, no han podidoabrir grandes espacios locales ynacionales ni logrado producir una

100 Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _

28 “El concepto de sociedad civil comprende actualmente tres características comunes: 1) la sociedad en contraste con el Estado(por lo general en contraste con la élite económica tanto del capitalismo como del comunismo); 2) una sociedad plural y diver-sa (intereses diversos, individuos, grupos, e instituciones) y 3) se considera algo ‘bueno’ que la sociedad civil posea un valormoral. La diversidad y el pluralismo de la sociedad civil incluye trabajadores organizados, el sector voluntario, grupos de igle-sias y de fe, organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales, grupos basados en identidades, asociaciones profesiona-les, universidades, ideólogos, ciudadanos, etcétera.” Vid. Steven Lee, “La posición de la sociedad civil ante la globalización”,en Revista de Comercio Exterior, vol. 52, nº. 5, mayo de 2002, p. 377.29 Clara Inés Charry S., “La globalización de la sociedad civil y su respuesta a los problemas mundiales”, en Ibid., p. 383.

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representación de intereses comoconjunto. Por el contrario, en nopocas ocasiones la sociedad civilha sido manipulada y controladapor los partidos políticos que sealejan en mayor medida de susverdaderos intereses y dejan de seruna parte importante para la cons-trucción de la governance30 en susrespectivos países. En general, lasorganizaciones políticas siguencareciendo de propuestas institu-cionales novedosas que inhibenla democratización real de la vidapública.

América Latina ingresó a la globa-lización sin haber superado todavíalos grandes desafíos internos depobreza, marginación y exclusión.De aquí que su inserción se hayadado de manera ambivalente: porun lado, manteniendo una posi-ción periférica frente al sistemaglobal capitalista y, por el otro,construyendo un espacio democrá-tico sobre las cenizas de la desi-gualdad con la aspiración delograr un trato simétrico con lasnaciones industrializadas.

La región ha transitado a lademocracia sin antes haber edifi-cado instituciones y valores fuertese independientes. Al mismo tiem-po, ha creído que con el arribo dela democracia los grandes proble-mas estructurales internos se resol-verían por la mano invisible de laglobalización y su libre mercado.Entre la falta de visión política yla ingenuidad que han acompa-ñado a los distintos gobiernos,Latinoamérica ha perdido un valiosotiempo para lograr su desarrollo.

Como consecuencia, sus socie-dades han caído en graves contra-dicciones que parecen muy difícilesde superar. Primero, la democraciano se consolida por las deficienciaseconómicas y sociales y, segundo,estas últimas no logran superarsesin antes haber construido sólidasinstituciones políticas. Su paso ala democracia se da en un estira yafloja entre dos situaciones fuer-

temente relacionadas. Por un lado,las innegable condiciones adversasque han operado en la región hancondicionado a que la política seavista como un obstáculo a la tran-sición y desarrollo económico; porel otro, las políticas neoliberaleshan impedido la consolidación de-mocrática. En este sentido:

- - - - - - - - • - - - - - - - -...las asimetrías globales en política y

economía no constituyen un sistema de

incentivos para América Latina, bloque-

an las formas activas de su integración,

desembocando en adaptaciones pasivas

de estos países a las nuevas realidades

políticas mundiales (se convierten en

rule takers) e impiden el desarrollo de

capacidades autónomas en el seno de las

sociedades nacionales.31

- - - - - - - - • - - - - - - - -

Dicho proceso ha inhibido nosólo el fortalecimiento de losvínculos sociales en la regiónprovocando un proceso de indi-vidualización y de privatizaciónde las acciones que debilitan laacción colectiva y ciudadana, sinotambién los rasgos culturales yde convivencia han sido modifica-dos. Al igual que la modernidad,como bien ha subrayado AlainTouraine, la globalización es unmarco de promesas incumplidaspara los pueblos para alcanzar eldesarrollo; éste no llega equitati-vamente a todos, por el contrario, haycada vez una fragmentación social:una élite que aspira a insertarse en

101Cuestiones Contemporáneas

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30 Robert Putnam, Making Democracy Work, Princeton, Princeton University Press, 1993, p. 89.31 Claudio Maggi y Dirk Messner (edit.) Gobernanza global: una mirada desde América Latina. El rol de la región frente a la globa-lización y a los nuevos desafíos de la política global, Caracas, Nueva Sociedad, 2002, p. 18.

Democracia y malestar social

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la modernidad y a los intercambiosglobales mientras que un ampliosector de la población quedaexcluido de estos proyectos y, enrespuesta a ello, intenta refugiar-se en sus tradicionales étnicas,religiosas y locales. Todavía no sealcanza la modernidad cuando yahay una “desmodernización”.32

Ni la supuesta modernidad nila globalización han logradosuperar las grandes desventurassocioeconómicas de los puebloslatinoamericanos. Al igual que elresto de los países no industriali-zados, la región no sólo tiene queconvivir con las grandes dispari-dades con el norte, sino tambiéncon las enormes desigualdades quese producen internamente. Noobstante que en América Latina yel Caribe, la economía creciódurante el 2005 una media de4,3%; que en este año la pobrezadescendió de 44% a 40,6% y eldesempleo de 10,3% a 9,3% yque se aumentó un 3% en elProducto Interno Bruto (PIB) porhabitante33 (se estima que el PIBtuvo durante el periodo unaexpansión de alrededor de un4,3%),34 miles de latinoamericanos

aún carecen de agua potable y deservicios de salud y educaciónelemental. Un par de ejemplos:

- - - - - - - - • - - - - - - - -...en términos de relación entre edu-

cación y bienestar, la CEPAL ha señala-

do hace casi una década que se

requieren entre 11 y 12 años de edu-

cación formal para contar con claras

posibilidades de salir de la pobreza o no

caer en ella mediante el acceso a

empleos con remuneraciones o ingresos

suficientes. Sin embargo, en la región el

40% de los niños no terminan la escuela

primaria y entre el 72% y 96% de las

familias pobres tienen jefes de hogar

con menos de 9 años de educación for-

mal, mientras el 80% de jóvenes

urbanos tienen padres con menos de 10

años de educación formal, lo que los

hace proclives a no alcanzar el nivel

educativo requerido para superar la con-

dena de la pobreza.35

- - - - - - - - • - - - - - - - -

- - - - - - - - • - - - - - - - -La actual situación nutricional de la

población de América Latina y el Caribe

constituye un indicador más de las desi-

gualdades sociales existentes en la región.

Si bien la producción de bienes e insumos

alimentarios más que triplica los requeri-

mientos energéticos de la población,

existen 53 millones de personas que care-

cen de alimentos suficientes, 7% de los

niños menores de 5 años de edad tiene

un peso inferior al normal y 16% presenta

una talla bajo la media para su edad.36

- - - - - - - - • - - - - - - - -

Al problema de la educación yde la alimentación, se aúna el delcrecimiento económico pues sibien “Desde una perspectivahistórica, el período de crecimien-to que atraviesa América Latina yel Caribe constituye un hechosumamente positivo. Sin embar-go, la mayor parte de los países dela región está creciendo menosque otras regiones del mundo, enalgunos casos incluso menos quelos países desarrollados.”37 Frentea todos estos hechos, señala elsociólogo francés, hay una caren-cia de ideas, propuestas y depolíticas para definir y salir de losproblemas. El silencio político,intelectual e ideológico inhibena tomar conciencia de nuestrapropia capacidad de actuar.38

Aunque el crecimiento econó-mico latinoamericano para los si-guientes años será, generalmente,positivo,39 los índices de pobreza,marginación, desnutrición y falta

102 Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales

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32 Alain Touraine, Crítica de la modernidad, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 88.33 Centro de noticias ONU, “CEPAL reporta que la economía latinoamericana sigue en expansión”, enhttp://www.un.org/spanish/News/fullstorynews.asp?newsID=5936&criteria1=Latina34 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)/ONU, Balance preliminar de las economías de América Latina y ElCaribe, Santiago de Chile, publicación de las Naciones Unidas, División de Desarrollo Económico con la colaboración de laDivisión de Estadística y Proyecciones Económicas, 2005, p. 9.35 Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)/OREALC/UNESCO, Invertir mejor para invertir más. Financiamientoy gestión de la educación en América Latina y el Caribe, Santiago de Chile, publicación de las Naciones Unidas, 2005, p. 14.36 Rodrigo Martínez (coord.), Hambre y desnutrición en los países miembros de la Asociación de Estados del Caribe, Santiago deChile, Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), División de Desarrollo Social, Programa Mundial deAlimentos, 2005 (Serie Políticas Sociales, 111), p. 5.37 CEPAL/ONU, Balance preliminar de las economías... op. cit., P. 9.38 Alain Touraine, “El fin de la ola liberal”, en Robert Castel, Desigualdad y globalización. Cinco conferencias, Barcelona, Ed.Manantial/Universidad Autónoma de Barcelona, 2001, p. 41.39 “Se estima que el PIB tendrá un alza de alrededor del 4,3%, lo que supone un aumento del PIB per cápita cercano al 3%. Para

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de educación continuarán siendonada halagadores para el futuro dela región que cada día se en-frenta a las dos dualidades que locaracterizan: la existencia de unnúmero muy reducido de ricos queacaparan toda la riqueza nacionaly que, efectivamente, son losbeneficiarios de la globalización(la televisión por cable, paradóji-camente, representa muy bien estaasincronía: sólo unos pueden teneracceso a los programas y publici-dad) y un número cada vez másnumeroso de pobres que se venexcluidos de las políticas moder-nizadoras de sus gobiernos.

En consecuencia, las políticas neo-liberales y las políticas de Estadoa nombre de la globalización em-piezan a producir en esta zona so-ciedades de “riesgo” caracterizadaspor la segregación, separación ymarginación social progresiva. Y paradarle respuesta a estos riesgossociales surgen nuevos disposi-tivos de control como un métodoeficaz para neutralizar las ame-nazas al orden social.

Mientras las grandes empresastransnacionales presionan paraque el Estado deje de ser partí-cipe en los procesos económicosy sean ellas las que se ocupen de que“la economía camine de acuerdoa sus intereses”, a los gobiernosse les deja como simples contro-

ladores del orden social o dise-ñadores de programas de cortesocial que no alteren los interesesdel capital transnacional peroque les proporcionen legitimidada sus acciones. En un ensayo muypuntual, el sociólogo mexicanoPablo González Casanova señalaque estas clases de programassociales hacen creer a la pobla-ción que el Estado no sólo cumplesu promesa de hacer llevar el pro-greso y la prosperidad a las comu-nidades más pobres, sino tambiénacercan políticamente al gobier-no a dichas comunidades.40

Estas políticas sociales disfra-zan al neoliberalismo de populistay prometen cambiar el rumbo; cal-man el dolor momentáneamentepero sin curar la enfermedad ver-daderamente. Mientras el Estadose desatiende de los verdaderossíntomas de sus sociedades, laatención se concentra fuerte y pro-fundamente en los problemas ynecesidades de las grandes élitesy empresas tantos nacionales comoextranjeras; es, lo que podríamosdenominar, “populismo de élite”.Sus problemas son una prioridad yrequieren una atención más urgenteya que constituyen el “motor” delas economías nacionales.

Acciones de esta naturalezadegradan a la política y a los pro-cesos electorales, elevan la crisis

de legitimidad y de representa-tividad en cada uno de los paísesy reducen los espacios políticosde la misma democracia. Junto a loanterior, la corrupción política yeconómica hace estragos a lapoblación como un mal endémi-co. Con relación a este punto sonmuy significativos los datos de laCorporación Latinobarómetro41 enel año del 2005 en su ya acos-tumbrada encuesta anual. Si bienla actitud que tienen los lati-noamericanos hacia la corrupciónha mejorado, aún queda muchocamino por recorrer:

- - - - - - - - • - - - - - - - -Sólo dos países se destacan con altos

porcentajes de eficacia en la lucha con-

tra la corrupción y a la vez los más

bajos niveles de percepción de la canti-

dad de funcionarios públicos corruptos:

Uruguay y Chile.

Todos los otros países de la región tie-

nen una percepción mayoritaria por encima

del 60% de que los funcionarios públicos

son corruptos, y muestran una baja per-

cepción de eficacia en la lucha en contra

de ella, con la excepción de Colombia y

Venezuela donde mas de un 40% de los

ciudadanos dicen que hay progreso en

la lucha contra la corrupción...

...En promedio en la región aumenta de

26% en el 2004 a 30% en el 2005 la

percepción de que se ha progresado en

la lucha contra la corrupción.42

- - - - - - - - • - - - - - - - -

103Cuestiones Contemporáneas

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _

el 2006 se prevé una prolongación de la fase expansiva del ciclo económico, aunque a una tasa algo menor que en el actual, del4,1%. Si estas proyecciones se confirman, la tasa de crecimiento promedio del período 2003-2006 será ligeramente superior al 4%,mientras que el PIB per cápita habrá acumulado un aumento de poco menos del 11%”, CEPAL/ONU, Balance preliminar de laseconomías... op. cit., P. 13.40 Pablo González Casanova, “Lo particular y lo universal a fines del siglo XX”, en Nueva Sociedad, nº 180-181, julio-agosto/sep-tiembre-octubre 2002.41 Corporación Latinobarómetro, op. cit.42 Ibid., p. 27.

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104 Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales

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Este tema tiene una clara relacióncon la confianza a las instituciones.La Iglesia es la institución que cuen-ta con mayor confianza con un 71%seguida de los medios de comuni-cación (radio: 55%, prensa: 47%y televisión: 44%) y las fuerzasarmadas con 42%. Las menos confia-bles resultaron ser el gobierno con

un 36%, el congreso con un 28%,los sindicatos con 26% y los par-tidos políticos con un 19%.44

Sin duda alguna la corrupciónse ha convertido en un verdaderoactor antisistémico que, a pesarde los esfuerzos por combatirlo,ha cobrado gran relevancia y cons-tituye una forma de oposición

democrática que se subleva frentea las políticas tanto del gobiernocomo del capital transnacional.Al respecto, coincidimos con laconclusión del Latinoabarómetroen el sentido de que “La corrup-ción es uno de los problemas másgraves y más generalizado en Amé-rica Latina; estos datos muestran

43 Fuente: Latinobarómetro 1995-2005 en Ibid p. 28.44 Hay que aclarar que, aunque siguen siendo las más confiables, la Iglesia y los medios de comunicación han sufrido una dis-minución en su índice de confiabilidad en los últimos diez años. Por el contrario, aunque siguen siendo las instituciones menosconfiables, el gobierno en general y la figura presidencial en particular han aumentado su índice de confiabilidad en este mismoperiodo. Vid. Ibid. p. 54 y 56.

La percepción sobre la corrupción43

País Progreso porcentual enReducción de La corrupción

Cantidad percibida defuncionarios públicos corruptos(de una lista hipotética de 100)

Uruguay 45 41Chile 41 48Venezuela 42 65Colombia 45 64Argentina 34 74Paraguay 24 68Panamá 27 67Costa Rica 33 63México 31 77Brasil 30 62República Dominicana 30 73Honduras 29 67Bolivia 26 72Nicaragua 26 76Ecuador 21 82Perú 24 74El Salvador 18 69Guatemala 18 76Promedio América Latina 30 68

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105Cuestiones Contemporáneas

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muy modestos avances puntualesen algunos países, manteniéndosela mayor parte de los países conproblemas en este aspecto.”45

A la par de los problemas depobreza, falta de educación, des-nutrición y corrupción se agregantambién fenómenos como el terro-rismo, el narcotráfico y, especial-mente, la migración que implicasiempre un desplazamiento geográ-fico (a nivel nacional e internacio-nal) de valores y de contenidossociales. Según datos de las Na-

ciones Unidas hay 150 millonesde migrantes en el mundo (el2.5% de la población mundial) yde ellos más de 40 correspondena latinoamericanos y caribeños.Estados Unidos, y en menor me-dida Europa y Oceanía, es el des-tino hacia donde más emigran lospobladores de la región. Única-mente en Norteamérica esta pobla-ción asciende a 35.3 millones (el13% de la población total de esepaís) y, de acuerdo al censo esta-dounidense del 2000, los hispanos

—entiéndase latinoamericanos—se han convertido ya en la pri-mera minoría del país. México, ElSalvador, República Dominicana,Colombia, Ecuador y Brasil consti-tuyen los países que más migran-tes tienen fuera de sus territoriosy concentran el 74% de los ingresostotales de las remesas, las cuales,según estimaciones del BancoInternacional de Desarrollo, sobre-pasaron los 45 mil millones dedólares en el 2004, lo que repre-sentó un 20% de aumento.46

45 Ibid., p. 27.46 “BID: crecen las remesas en A. Latina” enBBC Mundo. Com en http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/latin_america/newsid_4373000/4373627.stm

Conclusión

La democracia ha sido la formade gobierno que más ha llamadola atención en todos los tiempos.Sin embargo, desde el surgimien-to de la llamada “democracia repre-sentativa” con el advenimientode Estados Unidos como Estado-nación y, particularmente, despuésde la primera y segunda guerrasmundiales, al concepto se le rela-cionó con la elaboración de elec-ciones limpias y dejó de constituiruna noción de desarrollo social.Después de años de autoritarismoy dictadura en América Latina,esta región inició un proceso detransición democrática que tuvoque ver en gran medida con losgrandes cambios nacionales e in-

ternacionales simplificados en lallamada globalización.

Desafortunadamente, los dis-tintos regímenes creyeron que lademocracia sólo implicaba el diseñode elecciones restando una fuerteimportancia a los cambios que susrespectivas sociedades necesita-ban. Se pensó que con los simplesreemplazos de gobierno la solucióna los otros problemas como la ins-titucionalización, la gobernabili-dad, el desarrollo económico ysocial se solucionarían por aña-didura. La respuesta quedaba enmanos de una economía de mer-cado que se insertaba de manerafuerte en las incipientes econo-mías nacionales latinoamericanas.

Desde entonces, nunca se haentendido que las elecciones sonuna parte de la democracia, no sutotalidad. Ésta es un conceptomucho más amplio que tiene quever con la cultura, la estructura yla evolución económica, políticay social de un país. Desde que sedio inicio el proceso de transi-ción democrática en toda laAmérica Latina desde mediadosde los años 80, pero fundamen-talmente a partir de los 90, loúnico que se creó fue una granexpectativa y un fuerte apoyociudadano. Se pensó que a partirde entonces los pueblos de laregión accederían a mejoresniveles de vida, de desarrollo

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social y participación política encada una de sus naciones.

La transición democrática enAmérica Latina no ha sido fácil.Ha estado marcada por fuertes con-tradicciones no sólo por la herenciade su pasado inmediato sino porla compleja interrelación entre elsistema y los individuos, entre larealidad y los deseos y expectati-vas. Los latinoamericanos creyeronque con la llegada de la democra-cia el ciclo de ese pasado llenode ambigüedades y antagonismosfinalmente se cerraba, así de sen-cillo, y en un tiempo muy breve.Sin embargo, en la actualidad, laspreocupaciones no resueltas hanresurgido con mayor fuerza —lalápida nunca se cerró diría IsaiahBerlin— por el simple hecho deque no se han podido superar. Lafalta de soluciones inmediatas yla carencia de instituciones políti-cas adecuadas, por desgracia, hanlastimado la percepción tenidasobre la democracia y han hechoque la gobernabilidad sea aún máscompleja, así como el proceso demodernización instaurado en laregión. Todos estos vacíos handesfasado la relación entre lossistemas sociales, económicos ypolíticos.

La gobernabilidad suele enten-derse como una condición de ajusteintra e inter-sistémico capaz dealimentar la institucionalizacióny estabilidad del orden social através de la generación de legiti-midad y eficacia por parte del

Estado, pero también del merca-do y la sociedad civil.47 Pero, comoparte de la crisis de la sociedadcontemporánea, esta relación hasido inapropiada y, en términosde Clauss Offe, ha tenido un efectodirecto en la relación entre capi-talismo y democracia, resultandouna serie de contradicciones entérminos sociales.48 Desde el puntode vista sistémico, el entendi-miento entre las expectativas (en-tradas o inputs) y sus resultados(salidas u outputs) se ha perdido.Es decir:

Sistema Político+-

sistema económico+-

sistema social = crisis estructural

Lo lamentable de esta parado-ja es que los gobiernos latinoa-mericanos entraron en una crisisal no poder manejarla y penetra-ron en un laberinto como nuncaantes en la historia de la región.Con el inicio de la transiciónestos regímenes emplearon laúnica fórmula para resolver la cri-sis estructural: la implementaciónde las primeras reformas delEstado para atender la moderni-zación de los sistemas económicosy sociales pero basadas en medi-das neoliberales: el debilitamientodel papel estatal para poder pro-porcionar un marco institucional ysocial para el crecimiento, desarro-llo y autonomía del mercado. La

crisis del sistema social, por tanto,fue asimilada por la llamada so-ciedad civil dentro del sistemademocrático y control social.

La reforma del Estado ha tenidoefectos sobre el tejido social quese manifiesta en una pérdida dereferentes para entender el mun-do,49 una profunda descomposiciónde las identidades tradicionalesligadas a la nación, la familia y eltrabajo y una fuerte desvinculacióncon lo público, resultando un ma-lestar social que se ve reflejadoen el aumento de la violencia, lafalta de cohesión y la solidaridadsocial, la apatía por lo político,la atomización del sujeto y laanomia.

En un texto muy interesantesobre “Las reformas del Estado yla gobernabilidad”, elaborado porun grupo de investigadores de laFacultad Latinoamericana de Cien-cias Sociales (FLACSO), sede Mé-xico, el tema del malestar socialadquiere un significado muy im-portante en el estudio. Una de lashipótesis que plantea este es-crito señala que “el concepto demalestar sintetiza los efectossubjetivos de la reforma del Esta-do y por primera vez adquiere uncontenido empírico a partir delcual su análisis puede concre-tarse en diversos indicadores” yplantea tres tipos de malestares:

- - - - - - - - • - - - - - - - -1) [El malestar] cultural, consistente en

una sensación de inseguridad existencial

y de futuro acompañada de un fuerte

106 Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _

47 Manuel Alcántara, Gobernabilidad, crisis y cambio, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 25.48 Clauss Offe, Contradicciones del Estado de bienestar, Madrid, Alianza, 1990.49 Norbert Lechner, Cultura política y gobernabilidad democrática, México, Instituto Federal Electoral, 1995, p.12.

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escepticismo sobre las instituciones

políticas y sociales; 2) [el malestar] con la

democracia, que se expresa en desconfian-

za y falta de credibilidad hacia las insti-

tuciones y prácticas democráticas; 3)

[el malestar] ético, por el que se cues-

tionan las normas vigentes, se expande

el relativismo, se desdibujan los valores

y se padece una aguda pérdida de sen-

tido dada la carencia de mapas interpre-

tativos de la realidad.50

- - - - - - - - • - - - - - - - -

En este marco, señalan losautores, el malestar lleva a acti-tudes irresponsables del individuosobre los otros y el entorno, a laincapacidad de conformar estruc-turas afectivas estables y al privi-legio de racionalidades cortoplacistas frente a las acciones delargo plazo. Con la democracia, elmalestar agudiza su desvinculaciónhacia lo público y expresa la nece-sidad del sujeto de reducir com-plejidad e incertidumbre a travésdel retorno a instituciones antilibe-rales que anulan su voluntad yceden su autonomía a otros. Porúltimo, el malestar ético reduceal sujeto a un ser anómico, carentede valores y de fe frente a suentorno y frente a sí mismo. Estesujeto comienza una búsquedade nuevos valores que inciden enla irracionalidad, en su conver-sión voluntaria en masa o en suaislamiento con respecto a losotros. Vivimos un retorno a las ins-tituciones voraces, diría ErnestGellner.51

En términos políticos, estaactitud incide en el proceso degobernabilidad, legitimidad y ciu-dadanía, en la falta de creenciaen las políticas públicas, en la efi-ciencia gubernamental y ausenciadel papel cohesionador del Estado.El individuo pierde la confianzaen lo público y lo social comogarantes de su futuro y como refe-rentes que le ayuden a autocons-truirse. El entorno se proyectacomo algo distante y como pérdi-da de la solidaridad social y laseguridad. Este quebranto fue másvisible cuando entraron al círculodel mercado la salud, el trabajo, laeducación, la vivienda y otros ser-vicios que a partir de los años 80de la pasada centuria empezarona adquirir cierta autonomía pro-porcionadas por el Estado, opera-ción que antes era celosamenteguardada por este mismo.

Aunque la investigación delgrupo de FLACSO-México fue enca-minada al análisis situacional deMéxico, la hemos querido recu-perar, sin embargo, para ejempli-ficar su modelo en toda la regiónlatinoamericana. Incluso NorbertLechner desarrolló uno similarpara el caso de Chile y no difiereen lo sustancial del de México.Nos ha parecido pertinente tomaralgunos de los resultados estadís-ticos obtenidos de la EncuestaNacional sobre Malestar Social(EMAS 2002), realizada por la em-presa Consulta Mitovsky, para

entender la relación entre malestarsocial y democraciamodernización.

Por ejemplo, se destacan los si-guientes datos: el 40% de los en-trevistados respondió que en sufamilia hay alguien que ha perdi-do el empleo en los últimos años;el 54% piensa que el Estado deberesolver la pobreza, el 44% pien-sa que si el gobierno cambia serámás fácil resolver los problemas;el 73% piensa que sería mejoratendido en un hospital privadofrente a un 17% en el público.

Aunque no se tienen los datosen cuanto a la educación tam-bién se percibe que la privada esde mejor calidad y, además, tienemayor aceptación aquellos egre-sados de estos centros que lospúblicos para acceder a un traba-jo. En este mismo rubro, un altoporcentaje que piensa que paratener éxito es necesario contarcon educación se asemeja a aquélque sostiene que lo que importaes, más bien, tener suerte (46%).En cuanto al trabajo, el 22% sesiente inseguro y el 52% cree quesi lo perdiera sería muy difícil en-contrar otro a corto plazo; el 58%piensa que para conservar el tra-bajo hay que cuidarse las espaldasde los compañeros; el 57% noahorra y el 62% opina que con sutrabajo no podría asegurar su vejez;el 61% siente que es mejor pla-near la vida frente a las circuns-tancias que lo rodean (58.9%).52

Esto coincide con el dato de

107Cuestiones Contemporáneas

_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _

50 Andrés Opazo citado por Germán Pérez del Castillo (coord.), “Los efectos subjetivos de la reforma del Estado en México”, enReforma del Estado y gobernabilidad, México, FLACSO-sede México, mimeo.51 Ernest Geller en ibid., p. 6.52 Ibid., pp. 1-39.

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108 Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales

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Latinobarómetro sobre las expec-tativas pues el 53% respondióque más de 10 años le llevarápara tener el nivel de vida que lecorresponde y el 47% opina quees el mismo tiempo que le llevaráal país en ser desarrollado.53

Siguiendo los resultados deFLACSO-México, en cuanto a la in-seguridad pública se refiere, másdel 45% teme que él o alguien desu familia sea asaltado en la calle yel mismo porcentaje piensa que pa-ra defenderse ya es necesario tenerun arma en casa, aunque difierecon el 51% que todavía piensa queno hay que tomar la justicia porlas propias manos (aún se cree en lasleyes nacionales), a pesar de que

es el mismo porcentaje que opinaque a los delincuentes no leshace nada la justicia, aunado al80% que opina que es el propioEstado quien infringe las leyes.54

Lo anterior nos lleva a formu-larnos las siguientes preguntas:¿será necesario entonces cons-truir otro Estado u otro modelode la democracia? ¿La moderni-zación ha sabido interpretar larealidad de cada una de las so-ciedades que conforman Latinoa-mérica? Cómo afecta el malestara la política? ¿Estamos realmenteante “la muerte institucional”,como la llamara Ulrich Bech?55

Probablemente lo más inme-diato para la región es la consti-

tución de un sistema semiparla-mentario que lleve a la construc-ción de pactos entre los distintosactores políticos y la sociedadpara la solución de los problemassociales. América Latina tieneque dejar de mirar hacia atrás,dejar de vivir de su pasado y pen-sar en su futuro que ya llegó.Esta es una batalla que tiene queganar, es su más fuerte desafío y,junto con ello, entender cómo serrelevante en la globalización.

Recibido el 22 de marzo del 2005

Aceptado el 28 de febrero del 2006

53 Nexos, nº 306., op. cit., p. 76.54 Germán Pérez del Castillo, op. cit.55 Ulrich Beck, “La reinvención de la política” en Ulrich Beck, Anthony Giddens y Scott Lash, Modernización reflexiva. Política,tradición y estética en el orden social moderno, Madrid, Alianza, 1997, p. 59.

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