Defensores de la Rosa

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Libro de Ciencia ficción

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Una de las sondas Voyager, la última de la serie que diseñaran los habitantes de la Tierra para descubrir si hay vida en otros mundos llega a un lejano planeta. Éste aparato se convierte en una especie de culto para tres grandes pueblos, quienes al conocer los diferentes tipos de gobierno, sabiduría, ciencia y religión, adoptan el que creen más indicado para sí mismos. Orid es un planeta muy variado en ese aspecto: culturas y pueblos. Los Oridi, el pueblo más extendido en cuanto a conocimiento y tecnología, eligen a la corte del rey Arturo como modelo. Las Elas son un pueblo que a la manera de las Amazonas se gobiernan bajo los preceptos de la diosa griega de la Sabiduría, Atenea. Y los Mehte, un pueblo más atrasado, son guiados por un desertor del ejército de Orid, quien vio una excelente opción en el modelo oligárquico nazi. Son tres culturas predominantes y hay otras más, quienes rinden pleitesía o son aliados a estas tres. Nae, rey de los Mehte, busca el poder absoluto del planeta y para ello necesita de algo... ¿Qué es?Cinco jóvenes nobles del pueblo de Orid son los principales protagonistas de ésta novela. Adiestrados por los príncipes Maled y Kum, tendrán toda clase de oportunidades para demostrarse a sí mismos quiénes son y cual es su misión. Personajes míticos, guerras, leyendas y valores familiares son parte de lo que se incluye en éste libro. Como el rey Ancet lo diría, la guerra es completamente inútil. Y como añadidura otra realidad, la maldad nunca será felicidad, por lo que para los Oridi no hay otra opción. Tienen que defenderse de Nae.Es mejor que el lector dé su opinión en cuanto a éste libro, y a nuestra propia historia como planeta. ¿Somos tan sabios como los Oridi o tan salvajes como los Mehte? Quién sabe...

Luis Mora.

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CAPÍTULO IEL LLAMADO DE LOS PRIMOGÉNITOS

Después de una larga y feliz existencia, el rey Ancet de Orid, el cuarto planeta del sistema Nai-ze, sintió la necesidad de llamar a los líderes de cada una de las treinta y seis órdenes de su reino, esto debido a que a su larga edad sabía que no tendría fuerzas suficientes para protegerlo durante mucho tiempo, ni a su amada hija, Kara. Esto cumplía dos propósitos, conseguir leales caballeros jóvenes y fuertes para defender el reino y un pretendiente que fuera digno de su hija. El rey conocía la historia de otro famoso gobernante de un lejano planeta llamado Tierra, quien tenía por nombre Arthur, sus anales y otras cosas habían llegado a su planeta en una sonda espacial llamada Viajero IV, según los sabios que descifraron lo que contenía ese pequeño artefacto. Música, idiomas, historia. Y esa nave había fascinado a los jefes de ese planeta así que decidieron usar un modelo de regencia que aludía ese curioso ingenio, entre otros tantos que les parecieron inadecuados. Fue elegido como primer monarca Fike, abuelo de Ancet, quien gobernó de manera justa durante 152 años, nadie se explicaba su longevidad. Tuvo tres hijos y una hija, Lyne. Sus hijos, Tahred, Meink y Nerim fueron llamados a formar tres clanes, ellos decidieron cuáles serían: el Clan del Fuego, el Clan del Agua y el Clan de Hierro. Treinta y seis familias de nobles de cada región del reino se unieron a los tres clanes, doce en cada uno y formaron los ejércitos del rey protegiéndose de los Mehte, una raza de bárbaros que con sus armaduras dentadas y armas filosas azotaban el reino. El mejor amigo del príncipe Nerim, Dahre, se casó con Lyne y tuvieron un hijo, Saam. Nerim fue nombrado segundo rey cuando su padre falleció y nombró a Dahre su asesor personal junto con Ceg el Sabio y a sus hermanos como parte del Consejo de Guías y a los dos consejeros de éstos, como había pedido su padre, pues en su vida el rey Fike se había dado a la tarea de estudiar a su propio pueblo y conocer sus necesidades. Un nuevo reino había iniciado.Nerim también fue un rey justo, fuerte y decidido. Había alejado del reino a los Mehte, liberando al pueblo de éstos, pues terminaban con poblados enteros. Se usó magia y tecnología por igual, pues los tres clanes tenían ese poder heredado de sus padres: el fuego es ataque, el agua es agilidad, y el hierro es defensa. Tres poderes mágicos y tres tecnologías: espadas de luz, látigos de energía y armaduras que los hacían casi invulnerables... Casi.Desgraciadamente Nae, jefe de las hordas de Mehte, había descubierto el Secreto del Explorador al apropiarse de uno de los registros de la nave, y había logrado crear un orden contrario al del

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pueblo de Orid, el gobierno de un solo hombre y con toda la autoridad para guiar a su pueblo convenciéndolos con mentiras y falsas promesas, como hizo un hombre llamado Adolf Hitler. Odiaba a los Oridi y a las Elas, grupo de hermosas mujeres que no tomaban parte en ninguna de las contiendas de éstos pero que defendían a su pueblo con mucho valor. Ellas tenían el talismán de Athena, una diosa de la Tierra, ese talismán de oro llegó con la nave y tenía forma circular. Aquel y otro legado, las leyendas Greek eran dos cosas que tenían ellas y pertenecieron a ése planeta. Las Elas tomaban como cónyuges a hombres de ambos pueblos que no quisieran participar de las luchas entre ellos mismos y que fueran gente de paz. Los Oridi lo veían bien, pero la mayoría de los Mehte lo veían como una afrenta a su pureza de sangre y trataron inútilmente de destruir a las Elas. El secreto de las Elas era que el rey Fike, en uno de sus viajes les dio el poder del Aire, pues su primera esposa, la reina Mina, madre de Lyne, le pidió que se lo otorgara a su pueblo, antes de morir al defender al rey atravesada por una flecha de un Mehte. Él cumplió su promesa y las Elas tuvieron ese poder… y con ellas la princesa Lyne, descendiente directa de la reina. Su magia era la capacidad de volar, la invisibilidad, y la de atravesar paredes, su tecnología era la medicina.La corona pasó a manos del príncipe Ancet de Fuego por medio de la prueba de las tres fuerzas. Sus hermanos, Maled, de Agua y Kum, de Hierro, líderes de las otras dos castas, unieron sus manos en el cáliz sagrado, hermoso vaso incrustado de piedras preciosas y cuya magia marcaba en el dorso al sucesor del trono con el sello de Orid, una rosa dorada encerrada en un escudo. Ésa rosa jamás desaparecería de la mano del rey hasta que éste muriera o heredara el trono por su propia voluntad. Kum puso su mano; sobre la suya, Ancet y al final Maled. La magia atravesó las palmas de los tres príncipes y Maled quedó marcado con una estrella azul y Kum con un dragón plateado. Algo que nunca había sucedido, pues anteriormente sólo el rey quedaba tatuado con la rosa, que en éste caso se formó claramente sobre la piel de Ancet. Así pues, Ancet, príncipe de Fuego, fue proclamado rey de Orid y servidor del pueblo.Ancet tomo muy en serio este último llamamiento, pues se convirtió en siervo anónimo del pueblo, mendigo o agricultor, ebanista o pintor, todo lo aprendió de su padre en su juventud y cada que tenía una oportunidad salía del castillo a hurtadillas para conocer a su pueblo, para evitar injusticias y para ver a sus amigos, sus niños, sus hermanos de fe. Siempre con guantes de hag, hermoso animal parecido a un carnero, para ocultar el tatuaje del rey. Esto simulaba a la perfección la piel azulada del joven soberano, quien se curtió en cada oficio, castigó las injusticias y premió las buenas acciones entre los suyos. Los conoció y los amó a todos por igual.

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Ancet no tenía hijos varones, pues él y la reina Alida sólo tuvieron a Kara, a pesar de todo lo que intentaron por procrear a un varón, sin embargo un mensajero se le presentó en sueños a Ancet y le hizo saber que no se preocupara, entre sus nobles llegaría un primogénito que sería digno de el amor de la princesa Kara y ser sucesor del trono. Esto debido a que sus dos hermanos no habían tenido descendencia alguna, y después del sueño los tres decidieron que el mensajero venía de parte de Dios, quedando de acuerdo en el Plan. He aquí la carta que fue enviada a los jefes de cada casta en los tres clanes del reino:

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Amados Nobles del pueblo de Orid:

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Habiendo recibido una revelación muy importante yo, Ancet de Fuego, y mis dos hermanos, Kum de Hierro y Maled de Agua, viendo que es necesario un grupo de nobles defensores al servicio del reino y de la princesa Kara, instamos a cada uno de vuestros fieles primogénitos a acudir en veinte días al castillo de Dun, para ser entrenados en el Servicio Real. El príncipe Kum, con su amplio conocimiento de armas y defensa les adiestrará en el uso de las habilidades heredadas de vuestros antepasados, y el príncipe Maled, sabio y buen conocedor de magia, química y ciencias, les mostrará todo su gran conocimiento para que lleguen a ser gente de provecho en sus respectivas familias y en la comunidad. Ambos les mostrarán también los conocimientos que

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ellos poseen acerca de las artes del fuego, agua y metal de vuestras familias y que sabemos les han sido enseñadas ya, pero creemos que será útil pues los jóvenes también pueden ser maestros de sus propios tutores. Conociendo su lealtad enviamos nuestro amor a vosotros y a vuestras respectivas familias deseando que Dios os otorgue bendiciones y dicha a cada momento de sus vidas.

Con Mucho Amor y Respeto

Ancet de FuegoKum de HierroMaled de Agua

Servidores del Pueblo.

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— Amado hermano, tu encargo fue cumplido—dijo Kum, al llegar a la sala real, donde se encontraba el rey Ancet, la princesa Kara y el príncipe Maled—todas las cartas fueron entregadas ya a cada familia en el reino y se ha dispuesto la llegada de los jóvenes en veinte días al castillo de Dun.

— Gracias, Kum—dijo Ancet despaciosamente.

— Padre mío, el castillo de Dun fue usado para adiestrar a los viejos nobles ¿no es así?

— Cierto, hija mía.

— También es un lugar desolado y peligroso… ¿por qué envías a un grupo de jóvenes a ese lugar inhóspito a ser enseñados si en sus familias ya deben haber recibido instrucción?

— Hija mía. Yo no lo decidí, ni el Consejo. Recibí una visita en espíritu y debo obedecer, como siempre lo he hecho, además tengo malas noticias, Nae está preparando tropas porque desea atacar al pueblo de Banze, y como es un pueblo que no tiene muchas posibilidades para sustentar un ejército, vamos a preparar a éstos jóvenes para defenderle, de manera que Nae se aleje de ellos y las Elas, sus vecinas.

— ¿Por qué Nae sólo busca la guerra y el poder?—dijo Maled—Tiene las excelentes tierras de Lishe y su pueblo puede cultivar y arar, o producir tecnología de manera pacífica naves, energía y casas, pero lo único que desea es la guerra y la destrucción de nuestro pueblo.

— Eso es algo que se llama codicia, hermano. Además los Mehte son gente perezosa que odia el trabajo honrado, no se han dado a la tarea de reconocer sus tierras y de saber que les fueron otorgadas de manera justa y sin reclamo alguno, sus tierras son ricas en metales y piedras preciosas, mas ellos no lo saben. Pidieron las tierras después de perder la guerra de Sawteb y se les otorgó, pidieron herramientas, las convirtieron en artefactos de guerra. Ganado, y grano y lo devoraron, para luego decir que eran pobres y volver a la batalla. Su única gran producción son las armas. Otra cosa terrible de ellos, se regocijan en el mal… y son caníbales—la princesa Kara se estremeció, atemorizada.

— ¿Caníbales? No creí que pudiera haber gente tan malvada.

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— La hay, hija mía. Desgraciadamente.

— Entonces, sea pues. Aunque pobres nobles, el castillo de Dun es tan peligroso.

— Mas que peligroso es fascinante, sobrina mía—comentó Kum—¿recuerdas nuestros tiempos de instrucción, Maled? Los entrenamientos, los monstruos encerrados, los amigos.

— Ah, si… bellos recuerdos, también las clases de ciencias, astronomía, filosofía…—dijo añorante el príncipe Maled.

— Y Mizah, nuestro eterno amor ¡no lo niegues!

— También ella—susurró Maled—¿recuerdas que los tres éramos sus fieles admiradores, Ancet?—el rey no contestó, meditaba calladamente cerca del balcón de mármol construido por sus antepasados con el fuego, metal y agua de sus propias manos. Fundieron, moldearon y terminaron el castillo con esfuerzo y dedicación, y lo mismo hicieron con el pueblo. Tocó la brillante superficie, es tersa y cálida como los pobladores de Orid, se dijo a sí mismo. Pensó en cada niño, cada hombre y mujer de Orid. En Alida y Kara.

— Kum, por favor, expide un nuevo edicto. Quiero que los jóvenes estén aquí en siete días. No hay tiempo que perder.

— Está bien, Ancet. Se hará como tú lo ordenas ¿pero cómo llegarán ahí los primogénitos?

— Usa las naves reales si es necesario, una para cada área. Son tres y en cada una de ellas caben perfectamente doce jóvenes y sus pertenencias.

— Padre ¿estas bien?—preguntó Kara—te veo muy preocupado.

— No es nada, hija. Maled, prepara las instalaciones del castillo de Dun. Salgo hacia allá mañana en la mañana.

— Sí, hermano—el rey se alejó a paso vivo, en su rostro se percibía la inquietud y la tristeza.

— Tío… ¿de verdad es tan grave lo que sucede en Banze?

— Aún no lo sé—contestó Maled—pero que tu padre esté tan serio y meditabundo es muestra de que algo muy malo está por suceder.

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Notas del Capítulo I

Hago notar algunos detalles que usted mismo ya debe haberse dado cuenta:

1. Usé las nomenclaturas anglosajonas, griegas y arias usados originalmente en cuanto a Arturo, Atenea y Adolfo Hitler, debido a que el artefacto contenía esa información originalmente en inglés, así que los Oridi no podían saber cómo traducir “griegas”, “Arturo” o “Adolfo” como lo hacemos en el idioma español.

2. en cuanto al Voyager, ero lógico que su nombre lo tradujeran correctamente pues es una palabra que ellos usaban comúnmente.

3. el talismán de Atenea o Athena es simplemente uno de los discos que contiene la información acerca de nuestro planeta, en ése caso información acerca de Grecia y su cultura, los Mehte poseen el de la época actual, aunque Nae decidió que sólo se tradujera lo relacionado con el nacional-socialismo alemán y los Orid tienen dos discos más: el relacionado con las religiones y edad media y el de la ciencia. Aparentemente se perdieron dos discos más, sin embargo no es así.

4. elegí el número doce por razones simples. doce es el número de las tribus de Israel, doce son los apóstoles de Jesucristo y doce es también el número de divinidades principales entre los griegos (Afrodita, Apolo, Artemisa, Atenea, Ares, Cronos, Efestos, Hades, Hera, Hermes, Poseidón y Zeus.)

5. las Elas en sí no son amazonas por ser un pueblo violento como las terrícolas, son un pueblo pacífico, sin embargo su gobierno está basado en un modelo matriarcal que pasa de madre a hija y en su defecto, su más cercana descendiente. Nunca varón alguno ha ostentado el cetro de éste reino.

6. los poderes de cada pueblo corresponden a otra cuestión bastante curiosa. Fuego, Agua, Metal, Aire y Tierra son los 5 elementos que maneja el horóscopo chino, el fuego significa autoridad, el agua inteligencia, el metal resistencia, el aire paciencia y la tierra constancia. Son virtudes. Todos saben cual es la razón de ser de su poder, y lo ocupan según sus necesidades excepto los Mehte, quienes creen que su poder es para subyugar y destruir.

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CAPÍTULO IIEL VIAJE AL CASTILLO DE DUN

El duque Nehram, jefe de la casta de los Fash-Ka y padre de Anthon, llego entusiasmado a la sala de estar de su familia, era hombre fuerte y alegre.

— ¡Anthon! Hijo mío, ven acá, muchacho. Acabo de recibir noticias muy buenas del rey—dijo con su voz gruesa y estridente.

— ¿Del rey?—dijeron Pelid y Messe, hermanas de Anthon, emocionadas. Cebi, su madre, palideció inexplicablemente.

— Dejen que les lea, ven aquí muchacho—Anthon era alto y fuerte, pero su padre, a pesar de no ser muy alto, le intimidaba por su jovialidad y euforia, el chico no lo era tanto, mas bien era callado y tímido, muy dado a la introspección y al estudio.

— Miren, es un edicto real, tú tienes que presentarte en el castillo de Dun para entrenamiento a su servicio ¡serás parte de un cuerpo de elite como lo fui yo a tu edad!—le palmeó la espalda con fuerza. Anthon leía en silencio el segundo documento, originalmente se había pedido que llegaran en veinte días ¿por qué ahora en siete? Y usando las naves del rey. Apenas escuchaba a su padre, hasta que levantó la vista y fijó en él sus grandes ojos de color violeta.

— … ¡Sí señor! ¡Eran días grandiosos! Yo fui entrenado en el campo de Gashme ¡pero tú lo serás en el palacio de Dun! Más estricto, más entrenamiento ¡Ah! Con ellos perfeccioné el uso del fuego—dijo, y apuntó con su mano abierta hacia un jarrón de cristal que se fundió rápidamente—el rey es miembro de nuestro clan, yo fui enseñado por Su Majestad y aprendí todo lo que sé, y todo lo que te he enseñado. La labranza, el uso de tecnología, mi magia. Claro que en ese tiempo era diferente… mis armas son viejas pero no creo que estén tan mal. Hoy hay rumores de guerra y van a ser entrenados los nobles, tienes que hacerte tu propia armadura Anthon. Ya sabes cómo, yo prepararé lo que necesitas para llevar.Las chicas escuchaban embelesadas a su padre, preguntando si los caballeros eran guapos y qué era lo que hacían. Anthon vio a su madre en un rincón de la sala… sentada en una silla mirando al suelo. Cerca estaba el jarrón aún humeante y derretido como cera.

— Madre mía ¿qué tienes?

— Nada, Anthon. ¿Ya viste el jarrón? Tu padre está emocionado. Era un bello adorno...

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— Sí madre, era bello, pero eso no te preocupa, es otra cosa.

— Hijo… ¿has sentido alguna vez que algo muy hermoso se aleja de ti y no sabes si regresará?

— No, madre. Aún no.

— Yo sí, y ya lo veía venir. Los ejércitos de los Mehte están cerca de Banze, la tierra de mis antepasados, me dijo tu tío Ladde. Me pidió que hospedara a tus primos, Samme y a Tayne pues él se quedará con un grupo de pobladores a defender la ciudad hasta que llegue el famoso “grupo de elite” que menciona tu padre. Él ya no tiene fuerzas, es hombre viejo, y sé que puede morir en la contienda, pero es terco como un tug y no quiere salir del pueblo. Samme es una chica de sólo catorce años y Tayne es un niño de ocho…—se alisó su cabello azul oscuro y una lágrima cayó en las manos de Anthon, quien sujetaba las de su madre— ¿Qué voy a hacer si algo les pasa? ¿Cómo se lo explico a los niños? Tus hermanas están tan emocionadas como tu padre, y yo estoy preocupada por ti, por mi familia y amigos. Por eso me siento así. Odio la guerra.

— ¿Qué esperas Anthon?—dijo Nehram—tienes que hacer tu armadura, con los mejores materiales, la más ligera y resistente, la mía era demasiado grande y el rey me explicó en mis tiempos de estudiante que la mejor que se puede hacer es de una aleación de Milea y Sunte, que son materiales ligeros y resistentes, lo más ajustada al cuerpo. Después impondrás tus manos para otorgarle tu magia, la debes tener lista en tres días, hijo ¿qué esperas? ¡Corre!

— Sí padre. Voy a hacerla en seguida.

— Muy bien. Quiero practicar algo de ataque y defensa contigo cuando esté lista, a ver si no me he oxidado mucho—Sonrió y le dio otra palmada en el hombro al joven, alejándose canturreando. Anthon le devolvió la sonrisa para luego voltear a ver a su madre, quien ya no pudo soportar y soltó el llanto.

— Madre, calma. Yo cuidaré del tío Ladde y volveré sano y salvo, tu cuida de los niños y ora por mí… y por mi padre.

— Lo haré hijo, lo hago ya. Ten cuidado, Anthon—sus ojos de color amarillo se posaron en los de su hijo, era tan guapa como él, e igual de apacible. Sonrió secándose las lágrimas—has crecido tan rápido ¿dónde quedó ese chiquillo que se escondía quién sabe donde y aparecía de repente después de hacer una diablura?—Anthon se acercó y besó una mejilla de su madre, se levantó y fue al taller para preparar la armadura.

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Anthon era experto en el uso del fuego. Moldeó y ajustó la armadura y la hizo a su medida. La puso en un perchero especial y apuntó hacia ella para hacerle las pruebas de resistencia. Apuntó con su mano y disparó, una bola de fuego salió de ella y pegó contra el traje, la bola rebotó con fuerza hacia Anthon, quien con el escudo de la misma repelió el fuego. Repitió la prueba varias veces y descolgó la armadura para revisar por si tenía algún defecto… encontró algunas magulladuras y las reparó. Iba a volver a poner el traje en su perchero cuando oyó una voz detrás de él.

— Ponte la armadura, Anthon—era su padre. Vestía su vieja armadura.

— Padre, aún no le he impuesto las manos—Contestó el joven.

— No importa. Póntela—estaba serio y sereno… su armadura plateada había sido pulida y enderezada, parecía casi nueva.El chico obedeció, le quedaba perfecta, el casco, la espada y el escudo también. Todo era color negro con una línea dorada rodeando las esquinas.

— Te quedó bien, hijo.

— Me enseñó el mejor maestro—contestó Anthon.Sorpresivamente Nehram lanzó una bola de fuego y Anthon sujetó el escudo, brincando hacia la derecha.

— Suelta el escudo, Anthon.

— Padre, eso podría matarme.

— ¡Suelta el escudo, te digo!—gritó iracundo Nehram—Anthon obedeció. Nehram aventó otro rayo ágilmente y Anthon se mantuvo firme en su lugar. La bola de fuego lo aventó hacia atrás y cayó ileso en el piso.

— ¡Ataca, Anthon, ataca! ¡Tu armadura es excelente, que también lo sea tu espíritu!—lanzó otra bola hacia el chico, pero esta era tan poderosa que se volvió azul. Anthon recibió el golpe con la mano, se agarró de la pared, saltó y soltó una bola de fuego hacia su padre. Su bola era amarilla. Nehram sujetó su escudo y recibió el golpe, que lo lanzó hacia atrás y lo hizo caer unos cuatro metros de donde él se encontraba, su escudo humeaba.

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— Excelente golpe, Anthon. ya no soy joven, acabo de verlo. Mira lo que le hiciste a mi escudo. Tiene una abolla…—al levantarlo, el escudo se rompió en pequeños pedazos y quedó en su brazo una marca negra—¡Vaya! ¡Fabuloso! ¿dónde aprendiste eso, hijo mío?

— Te dije… tengo el mejor maestro. Dame tu armadura, yo la arreglo.

— Hijo, vamos a imponerle las manos a la tuya, la mía no sirve ya. Estoy orgulloso de ti—Anthon se quitó el traje y lo puso en la mesa, buscó errores en la armadura y los corrigió, no eran más que rozones. Después él y Nehram pusieron sus manos sobre el pectoral, la espada y el escudo, que estaban sobre de él y la bendijeron. Al terminar, de la armadura salió un haz de luz y se formó una bola de fuego negra con llamas doradas, las cuales se extendieron elegantemente hacia los costillares de la misma.

— La tuya tiene una figura más estilizada que la mía, mira Anthon—Nehram levantó su abollada armadura y mostró una flecha roja vuelta hacia arriba.

— Ponla sobre la mesa la arreglaremos en seguida, padre. Tu escudo será del mismo material que el mío y a la armadura la ajustaremos como te dijo el rey.

— Bien hijo. Pero dime ¿quién te enseñó a hacer esto?—preguntó Nehram.

— Tú, padre. Yo guardo las notas de la escuela que tanto amabas, y también el plano de una armadura que nunca hiciste pues se acabó tu tiempo de instrucción. Tu armadura es ésta—se la mostró nuevamente y su padre la observó mejor que antes.

— Es verdad… solo que más precisa, mejor hecha de lo que nunca pensé, y en color negro. Yo la pensaba hacer dorada o plateada, pero el negro es elegante y discreto, además de que en la noche es difícil que te vea un enemigo. Tu espada es más fina que la mía—Había un tocón de pié en la habitación, dispuesto para practicar con él. La blandió y asestó un golpe. La parte superior del leño salió volando por la habitación y cayó bastante lejos de ahí, como si fuera de papel.

— Vaya, es una excelente creación tu arma… mi espada nunca pudo hacer eso.

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— Es la calidad de los materiales y el buen diseño de tus planos, padre. Yo no tengo más que mi fuego y la tecnología que tú me has enseñado.

— No Anthon. Nada de esto sirve sin la paciencia aprendida de tu madre, de eso estoy seguro. Además estoy convencido que por lo menos parte del traje has de haberlo empezado a hacer desde hace algo de tiempo, hijo mío. En dos días no se hace una armadura—era la primera vez que ellos hablaban realmente, Nehram estaba descubriendo que su hijo no era el soñador que él creía sino ya un hombre. Anthon también meditaba acerca de eso. Su padre no era el hombre rudo y tosco que él creía. Nehram salió de la habitación sabiendo que nada sería igual ya.Tras de varios días y habiendo corregido las fallas de la armadura de Nehram, que Anthon arregló y soldó con su propio fuego, de manera que ésta quedo con la forma de rayas que aparentaban las de un feg, que es como un tigre y su flecha se convirtió en una estrella de cuatro puntas. Estudió meditación con su madre y Nehram compró todo el equipaje para que Anthon fuera al castillo de Dun; llegó el día de irse en la nave del rey. Anthon estaba emocionado, aunque algo temeroso. Nehram y las muchachas se despedían alegremente y le pedían les contara a su regreso como le había ido. Cebi, Samme y Tayne lloraban quedamente, tendría que cuidar muy bien a su tío, quería grabar los rostros de todos en su memoria. Nehram le lanzó un pequeño objeto y Anthon lo atrapó en el aire. Nehram gritó:

— ¡Póntelo cuando ya estés instalado en el castillo!—y vitoreó junto con sus hijas. Cebi y los niños se alejaron hacia la casa. La nave real era espaciosa y tenía sillones amplios. Él era el tercero por el que habían pasado, faltaban nueve más. Se sentó al lado de un joven de cabello rizado y ojos oscuros. Anthon se asomó por la ventana y vio como sus tierras se hacían pequeñas.

— Hola, me llamo Nuhe—le dijo el muchacho de al lado—soy hijo de Sag-Han, jefe de la casta de Nien ¿Cómo te llamas?

— Anthon, hijo de Nehram, de Fash-Ka—contestó.

— Nehram el Grande ¿eh?—dijo otro chico, de cabello rubio y piel grisácea… no parecía muy amable y lo dijo con algo de sorna.

— ¿El Grande?—preguntó Anthon.

— Sí, el gran tonto, el gran tragón, el gran imbecil… ése era Nehram el Grande—mostró su sonrisa burlona nuevamente. Anthon sin demostrar enojo le preguntó:

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— ¿Y tú cómo te llamas?

— Yo soy Manti, hijo de Seón, de Lish-Ik—dijo con orgullo.

— Sí, Seón, el Gran Tramposo—dijo Nuhe—no era capaz de estudiar para los exámenes porque siempre estaba de juerga y borracho con mujeres del pueblo, así que compraba las respuestas a los compañeros más aventajados. Nunca fue muy listo. Por lo menos Nehram era valiente y dedicado, mientras que Seón era miedoso y traicionero.Manti palideció y en su rostro se pintó una mueca de odio. Se cambió de sitio inmediatamente. Nuhe lo miró de manera socarrona, no ocultando su triunfo.

— No te preocupes de él, Anthon. Manti es como una serpiente, pero no tiene mucha astucia como para saber responder a un buen adversario ¿sabes una cosa? Tu padre y el mío fueron excelentes amigos en el tiempo de instrucción, y espero que tú y yo también lo seamos.

— Gracias, Nuhe. De veras lo necesito, me siento fuera de lugar con todo esto ¿Cómo es que sabes tanto de mi padre?

— Mi padre estaba orgulloso del tuyo y siempre nos contaba de su fuerza y dedicación, que era algo comilón también, pero que nunca traicionó a un amigo—Miró a Manti de reojo quien observaba las nubes en el cielo, continuó—¿sabes? es peligroso el adiestramiento, y todo va a ser difícil en estos días. Va a haber guerra con los Mehte y el rey está preocupado, dice mi padre, sino ¿por qué tanta urgencia de tenernos en Dun? Solo los mejores practicaban ahí.

— Sí, algo supe de eso ¿tienes tu armadura?

— Sí, la forjé yo mismo hace como un año. Seguro Manti la compró en una tienda de lujo o se la forjaron y su padre le impuso las manos porque me imagino que él no sabe ni hacer eso.

— No juegues con eso, la imposición es sagrada y él pudo haber comprado su armadura o hacerla por sí mismo, eso depende de él y no importa. Lo importante es su propia dignidad.

— Es verdad, perdona. Me dejé llevar ¿Qué color y qué figura tiene la tuya?

— Es negra, tiene una bola de fuego con listas y el escudo tiene flamas ¿La tuya?

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— Es gris y tiene un hesh azul cabalgando y en el escudo una espada y una lanza cruzadas. Mi padre y yo le impusimos las manos hace unos tres días y dice que es la más bella figura que haya visto jamás en una armadura. Te la enseñaré al llegar.

— Muy bien, yo lo haré también.Poco a poco fueron yendo a cada una de las casas de los nobles de Fuego y recogieron a los hijos de estos. Farn de Gat, Leist de Hasm, Lehran de Athros, Soruh de Gunzer, Dirku de Agher, Teh-Kur de Arese, Bentho de Amedy, Lorti de Pesam y Teru de Mien. Todos se fueron presentando y sentando en sus respectivos lugares, todos eran nobles de casta… y serían caballeros del Rey. Anthon se quedó pensativo y vio el pequeño objeto que le había dado su padre. Era una especie de brazalete de color azul eléctrico. Pensó en ponérselo, pero su padre le pidió que lo hiciera al instalarse en el castillo, tal vez fuera algo importante. Esperaría, no había prisa… aún no.

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CAPÍTULO III

LA BIENVENIDA

Aterrizaron en el castillo de Dun esa misma tarde, las otras dos naves estaban ya en los hangares reales y los primogénitos bajaban de ellas ordenadamente. Se les mandó que se formaran en tres columnas junto con el ejército del reino. Ésos soldados también eran miembros de las castas pero no tenían todos los poderes y estirpe que los jóvenes nobles. Anthon sintió que esos hombres valían mucho más que algunos seres que él mismo conocía, pues ellos trabajaban por amor a su Rey, no por vanidad y presunción. Sin darse cuenta estaba pensando en Manti, se obligó a sí mismo a ver hacia enfrente mientras oía la bienvenida que les daba el Rey Ancet.

— Queridos jóvenes, nobles y soldados del pueblo de Orid. Se os ha citado a éste centro de entrenamiento militar del castillo de Dun por un motivo muy importante. Vosotros seguro sabéis por vuestros padres que el pueblo de Banze está sitiado por tropas del rey Nae, emperador de los Mehte. Aquellos son un pueblo débil y no dado a la pelea, pues son agricultores y viven de sus tierras. Han sido defendidos valientemente por las Elas, quienes por lo regular no toman partido entre los dos pueblos, pero que notando la debilidad de los Banzíes no dudaron en ponerse a las órdenes del jefe Sahit, cuyo hijo nos acompaña en ésta ocasión como miembro de casta, igual que vosotros. Tenéis la responsabilidad de cuidar de ese pueblo, y de nuestras valientes amazonas, que no han dudado en usar sus poderes y repeler al rey Nae. Los entrenarán el príncipe Kum y el príncipe Maled a partir de hoy, y esperamos que en los siguientes veinticinco días aprendan de ellos y muestren vuestra habilidad y coraje en la defensa de nuestros hermanos. Los entrenamientos serán pesados, así que sólo podrán descansar para sus alimentos y dormir, teniendo un día de reposo cada cinco días, rolándose para no dejar al castillo sin protección. Recordad a vuestras familias y orad por ellas, al igual que por las familias de quienes están sufriendo ésta difícil situación. Sean bienvenidos os repito. Instalaos en las tres torres del castillo, la azul es para la casta de Agua, la roja para la casta de Fuego y la gris para la casta de Metal. Dios os bendiga, mis jóvenes nobles—terminó el rey y se alejó junto con sus hermanos y la princesa Kara, Anthon no había podido evitar observar su belleza. Sus ojos eran amielados y su piel era tersa y azul, ligeramente más clara que la del rey Ancet, la piel de Kum era algo rojiza y Maled era verde claro. Destacaba el rey por su rostro sereno y sus facciones limpias mientras Kum estaba surcado de arrugas por el esfuerzo físico y Maled mostraba ser mucho mayor que sus dos hermanos, pero los tres tenían esa aureola de autoridad

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y de poder que parecía que ellos solos pudieran defender el reino. Nuhe le dio un codazo a Anthon pues ya todos se dirigían a sus habitaciones y él se había quedado contemplando a las cuatro figuras reales alejarse. Se instalaron en sus habitaciones correspondientes y ellos decidieron quedar en una habitación junto con Bentho. Éste chico era bastante alegre y venía de una ciudad muy próspera.

— Entonces Anthon, tú eres de los Fash-Ka—comentaba—es un lugar rústico y tranquilo, dicen ¡Pero yo en un pueblo no estoy seguro de poder vivir mucho tiempo! Necesito estar en algo, hacer algo. Yo trabajo con mi padre en las industrias y tecnología y me gusta bailar e irme a veces de paseo en mi Dahde 1000 ¡enloquecería si estuviera sin hacer más que cuidar ganado o entrenar para ser guerrero!—Nuhe escuchaba entusiasmado.

— ¿Tienes una Dahde 1000? ¡Esas naves son muy poderosas! Alcanzan grandes velocidades y no generan ningún ruido o contaminación. Yo tengo una Rayo 400 y aunque es veloz no es tan atractiva como una Dahde. Anthon ¿Tú qué nave tienes?—A Anthon no le gustaba alardear, por su forma de ser, pero les confesó la verdad.

— Tengo una Huracán E-K20.

— ¿¿¿¿¿QUEEE?????—Gritaron ambos. Era la mejor nave de competencia en el planeta y sólo se habían hecho cien. El diseño era de su padre, que era dueño de la mejor fábrica de autonaves. Eso no lo sabían los muchachos, y el primer prototipo lo había hecho Anthon, así que era natural que la poseyera.

— ¡No nos mientas, esa es de colección!—dijo Nuhe. Eso siempre pasaba cuando decía que tenía esa nave. Sacó una pequeña tarjeta y oprimió un botón. Ahí se mostró la fábrica de su padre, las líneas de producción y el prototipo de Anthon. Era la mejor que ellos hubieran visto y sus miradas se centraron en cada detalle del vehículo. Anthon deseaba ser menos tímido, pero no podía evitarlo. Guardó la tarjeta.

— No puedo creerlo—dijo Bentho. seguía sorprendido y por primera vez lo vieron callado y con asombro. Nuhe se sentía orgulloso de ser amigo del creador de las E-K20.

— Oye Anthon—le dijo—quedamos que al llegar me mostrarías tu armadura ¡a ver póntela!

— De acuerdo, espero que les guste.

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— Si, Anthon, yo también quiero ver su diseño—dijo Bentho. Anthon se sentía a gusto entre ellos dos. Se puso el cinturón negro y oprimió un botón en medio de la hebilla. Se desplegó la armadura rápidamente y cubrió cada parte de su cuerpo como una segunda piel, unos lentes grises cubrieron sus ojos. Las llamas rojas de la bola de fuego se mostraban elegantemente. Con su mano derecha hizo un movimiento y la espada surgió de entre sus manos. Con la izquierda hizo lo mismo y el escudo se abrió como un abanico. Se veía esbelto y fuerte.

— ¡Vaya, excelente!—exclamó Nuhe—la mía no te va a sorprender tanto como la tuya a mí. Tiene un diseño más simple.

— A ver… muéstranosla—dijo Bentho, quien estaba acostado en su cama viendo a sus compañeros ¿me permitirían mostrarles la mía después?

— ¡Por supuesto!—dijo Nuhe—¿Verdad Anthon?—éste asintió.Nuhe se puso su cinturón, oprimió la hebilla y se desplegó también su armadura, ésta era menos fina que la de Anthon, y contaba con escamas de Simthe, un material plástico muy resistente. El hesh se veía cabalgando en el pectoral. La espada era parte de la muñeca del brazo derecho, y el escudo lo sacaba del muslo izquierdo, como un pedazo de piel que se endurecía al blandirlo.

— A mi me parece una excelente armadura, Nuhe—sin embargo, eso significa que no puedes cambiar la espada de mano ¿no es así?—comentó Bentho—es verdad que tenemos nuestros poderes, pero cansados es difícil usarlos.

— Cierto, pero tengo otra arma—extendió la mano izquierda y de sus dedos salieron unas puntas disparadas hacia la cabecera de la cama de Bentho, a unos diez centímetros de su mejilla. Éstas tenían unas cuerdas muy delgadas de pikem. Bentho miró con espanto a Nuhe.

— ¡Pudiste haberme matado!

— No te preocupes, no lo haría, además sólo las pienso usar en casos de extrema urgencia. ¿Qué te parece, Anthon?—éste sonreía viendo el rostro de Bentho, cuya roja piel se había vuelto amarilla del susto.

— Está muy bien, pero sí le encuentro un defecto. El Simthe es un policarburo que se desgasta después de cierto tiempo y tienes

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que volver a forjar las capas perdidas, lo que haría difícil darle un mantenimiento adecuado. Las escamas están algo separadas y un golpe bien asestado puede llegar a tus carnes y hacerte una herida profunda.

— El joven Anthon tiene razón—se oyó una voz detrás de ellos, era el príncipe Kum. Los tres jóvenes se pusieron de pié al ver al miembro de la familia real—siéntense, no hay necesidad de que se pongan tensos. Nuhe, permítame uno de sus guantes, por favor—extendió la mano y recibió de Nuhe el guante que le solicitaba—excelente tecnología. Hilos de pikem, pero debe ser cuidadoso, un mal movimiento podría disparar los ganchos y herir a usted o a alguien más. El escudo de escamas… Muy bien hecho. Es ligero y manejable. Su otro guante… la espada tiene un defecto. Solo puede ser blandida hacia delante, no puede defender hacia los lados o atrás. Toda arma debe ser escudo y defensa joven noble, si no puede ser peor para usted mismo. En el castillo hay suficiente material para que usted forje una nueva espada y un guante. Bentho, por favor, muéstrenos su obra.Bentho estaba listo. Sacó un cinturón y se lo ajustó al cuerpo, al oprimir el botón se ajustó a su cuerpo una armadura de puntos verdes con café, que simulaban el pasto, tenía un árbol en medio y en el escudo un sol. De su pierna derecha sacó la empuñadura de la espada y de la izquierda una maza, que con un movimiento calculado se convertía en un escudo. La armadura estaba hecha de Fajde y de Saisema. Bentho confesó algo triste:

— Yo no soy muy bueno en el diseño de armaduras, así que la compré, pero la bendije con todo mi corazón, Alteza. De ahí salió éste árbol, la armadura era plateada, y cambió su color cuando le impuse las manos.

— No se preocupe, amigo mío. Les diré algo y no lo olviden. El arma no hace al caballero, el caballero llena el arma. Sin el caballero el arma no es más que un cacharro, por más cara y fina que ésta sea. Es su alma la que mueve y sostiene estos trajes, nada más. Fortalezcan su espíritu y nada los detendrá. Les diré algo de ustedes tres: Bentho, usted ama la naturaleza y la paz, aunque lo niegue. Nuhe; usted desea el reconocimiento de los demás y Anthon, usted ama a su familia por sobre todas las cosas. Despreocúpense por lo que pueda suceder en sus vidas, la naturaleza no se va a acabar, no necesitamos ser reconocidos por las multitudes y nuestras familias serán protegidas—se puso de pié y se dirigió a la puerta. Anthon le dirigió la palabra.

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— Señor ¿Cómo es que sabe tanto de nosotros?—Kum le miró por unos instantes y contestó con una sonrisa:

— Si llegas a los ciento veinte años de edad, sabrás la razón—salió tranquilamente cerrando la puerta—jóvenes, duérmanse temprano que empezaremos al amanecer con la instrucción.

— Ciento veinte años… es una eternidad—dijo Nuhe.Los tres ya estaban acostados, y Anthon recordó el brazalete de su padre. Lo sacó del bolsillo de su chaleco y se lo puso. Al hacerlo oprimió accidentalmente un botón y una pequeña imagen holográfica se mostró frente a él; era Nehram. Se oyó una grabación. Anthon se alejó para escucharlo a solas.

“Hijo mío, para este momento espero que estés instalado en el castillo y te encuentres bien, hay tantas cosas que cuando eras un niño no participé contigo y el tiempo se escurre rápidamente entre nuestros dedos. Anthon, quiero compartirte un secreto, algo que sólo tu madre y yo sabemos y ahora tú lo vas a conocer. Guárdalo en tu corazón.No sé si recuerdes que cuando eras niño tenías una facultad heredada de tu madre que a mí me irritaba mucho y la cual le decía a ella no te permitiera usar, porque no era de hombres, según yo pensaba entonces. De ahí la educación tan dura que te di y de lo cual aunque sé que fue injusto te ha hecho fuerte y valeroso, inteligente y lleno de amor hacia tu familia. Bueno, intentaré ser claro. Tu madre es hija de la nieta de Dahre y la princesa Lyne, Menahi. Por lo que tú eres su bisnieto, y tataranieto del rey Fike. Tu tío en tercer grado es el rey Ancet, tu madre y tu tía Bany son del pueblo de las Elas y Bany es reina de ése pueblo. Tienes sangre real en las venas, pero es no es lo que te quiero decir. Tú y los otros treinta y cinco nobles tienen que proteger al pueblo donde se crió tu madre y a las amazonas que defienden a ese pueblo. Es labor difícil, y no es grato tener que decirte que yo soy descendiente de los Mehte. El rey Nae tiene más de trescientos años, es un hombre peligroso y muy malo. Es desertor del ejército de Fike, y desafortunadamente también es mi verdadero padre. Llegó al trono después de matar a Adpe, anterior rey de los Mehte y casarse con su hija, Laina, a la que también asesinó unos años después. Yo escapé de mi pueblo al ver todas las atrocidades que ellos realizaban cuando mi querida madre fue inmolada por ésos bárbaros y su sangre vaciada en un recipiente para después devorarla tranquilamente por órdenes de su propio esposo. Yo tenía la edad de 12 años, huí vagando por el desierto de Erk y cuando estaba a punto de morir de hambre y sed fui recogido y adoptado por

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Girde, duque de Fash-Ka. Él me consoló de mi dolor y me enseñó con bondad y nobleza. Cuando él murió yo quedé a cargo del ducado y entré al servicio del rey. El rey Ancet es todo lo contrario a lo que es mi padre, pero Nae tiene el secreto de la vida, que el rey Ancet no ocupa directamente aunque sabe cual es. Nuestra sangre posee un compuesto que si es sintetizado puede evitar el envejecimiento de quien lo bebe, el brebaje se llama bagur y está en el Templo del Explorador, sobre un plato de oro. Éste templo es desmontable y siempre lo llevan donde va el rey. Destruye la vasija y al hechicero de mi padre, él es quien lo elabora y nadie sabe su secreto. Cuando Nae deje de beber ese compuesto morirá por sí mismo, será cuestión de días… o de horas. El que usa el rey Ancet es de hojas del árbol de sipshe, lo mantiene vivo pero sin dañar a nadie. Sé que el rey cuando decida que es justo dejará de tomarlo y morirá plácidamente entregando el alma al Creador, pero mi padre no. Él desea inmortalidad y poder absolutos. Por favor, hijo… protege al pueblo de tu madre, pero no mates a mi padre. El pueblo Mehte tiene muchos secretos que deben ser destruidos, todo te lo enseñarán en el entrenamiento, y sobre todo el príncipe Maled, porque en cuanto a lo físico y tu poder están bien desarrollados, según pude percibir. Otra cosa, no olvides la lealtad hacia los otros nobles y dales todo tu amor fraternal. Ellos te lo agradecerán. Hasta pronto, Anthon, que Dios te bendiga y regreses sano y salvo a casa. Usa todas tus facultades sabiamente, también las de tu madre. En ésta pulsera hay imágenes de la casa, y de la familia, para que cuando nos extrañes mucho estemos cerca, no te la quites, pues te puede servir cuando estés triste y sientas dolor. Te amamos, hijo mío.”La imagen se fue disipando lentamente mientras Anthon pensaba en todo lo que su padre le había dicho. Debía lealtad al rey y a su padre, evitar que mataran a Nae pero hacer que muriera de manera pacífica, proteger a sus tíos… ¿Cuál facultad quiso decir su padre? Trató de recordar, pero no pudo.

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CAPÍTULO IVEL ENTRENAMIENTO

Fueron despertados muy temprano por los sonidos de decenas de trompetas anunciando el nuevo día. Los nobles se reunieron en el patio exterior con los reclutas y el príncipe Kum, cada uno tenía ya puesta su armadura. Anthon no pudo evitar la curiosidad y ver la de Manti, por lo que habían platicado Nuhe y él se preguntaba cómo era. Gris claro, ajustada, de malla de lienke. Su escudo brotaba de su guante, igual que en la suya, y la espada colgaba de uno de sus muslos. Una excelente armadura, el símbolo de su cota era un Shamt rojo con líneas negras, una especie de dragón. Su escudo portaba el mismo dibujo pero con las alas desplegadas. Admirable trabajo.Ese día Kum les mostró las posibilidades de cada uno de sus poderes haciendo pasar a diferentes nobles al frente para probarlos. Primero a Nimehi de Huse, noble de Agua lo pasó enfrente y le pidió que le arrojara una daga de hielo.

— Mi señor ¿está usted seguro de eso?

— Sí, Nimehi, con toda su fuerza—respondió y se puso alerta el príncipe. Nimehi inhaló, soltó el aire y arrojó una afilada daga de hielo que brotó de sus propias manos con mucha fuerza mientras el príncipe esperaba pacientemente. Nadie vio como pasó, pero antes de que todos se dieran cuenta Kum la atrapó en el aire y se la lanzó de regreso a Nimehi, el cual, sorprendido y por instinto puso su escudo enfrente y recibió el golpe, que lo hizo trastrabillar unos pasos hacia atrás y caer al suelo. Eso provocó la risa de los demás jóvenes porque fue la manera menos elegante de caer en un charco.

— Una espectacular caída, joven noble. Excelente daga, tengo que admitir, por poco no la atrapo, pero debe usted estar listo para ese tipo de circunstancias. Su escudo no lo protegerá si su brazo no lo maneja correctamente. Pudo haberla detenido con una descarga eléctrica o con su látigo. El escudo siempre debe ser el último recurso. El último recurso… Pensó Anthon. Él usaba demasiado el escudo. Alguien de los nobles levantó la mano, era Ti-Har, de Metal.

— Dígame, Ti-Har.

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— ¿Eso quiere decir que nuestra táctica siempre debe ser el ataque?

— No, joven noble. Lo que quiero decir es que el escudo no lo es todo, ni el ataque, un guerrero tiene cinco materias en su haber. Agilidad, ataque, defensa, espíritu e inteligencia. Si usa las cinco en batalla será invencible; sobre todo si trabaja en equipo. Un solo guerrero no puede acabar con un ejército, pero un equipo consciente de lo que va a hacer, sí. Aunque nuestra labor no es destruir un pueblo, es salvar a otro. Usted mismo, Ti-Har, muéstreme una de sus habilidades. Quiero ver qué hace ahora—Kum, aspirando creó unos discos dentados de metal y los arrojó hacia Anthon. Ti-Har saltó ágilmente, dio un giro, transformó sus manos en cuchillas y los cortó en el aire. Los pedazos cayeron en el piso partidos por la mitad. El príncipe volvió a lanzar otros dos, Ti estaba de espaldas, así que Anthon se paró en firme y lanzó un pequeño haz de luz que partió ambos discos. Una de las mitades iba a caer sobre un distraído noble y Nuhe lo arrojó al piso antes de que lo tocara, el disco rebotó sobre su armadura sin causarle daño alguno.

— Perfecta reacción, jóvenes. Anthon, hubiera lanzado una bola explosiva para destruir los discos en vez del rayo, porque si bien Ti-Har los lanzó al suelo, los suyos por inercia siguieron el mismo curso que llevaban. Pudo haber herido a Dunthan o a Nuhe.

— Sí señor, lo siento.

— No se preocupe. Nuhe ¿está usted bien? Muéstreme su hombro.

— Oh, no me pasó nada. Un ligero roce en la armadura nada más.

— Vaya a la armería, repare su armadura y refuércela, como le dijimos el día anterior. Anthon, debe de recordar algo—dijo en voz muy alta, para que todos lo oyeran—hay que ser sabio al elegir sus acciones. Fue bravo al proteger a su compañero, pero pudo herir a otro. Es verdad que Dunthan no estaba prevenido en ese instante, pero son equipo, ¡recuérdenlo todos!—Dunthan estaba más verde de lo común por lo cerca que vio su fin—Dunthan, usted debe estar alerta en todo momento, pues siempre puede haber un objeto que lo toque y lo pueda herir o matar, usted es del clan de Hierro, y pudo hacer lo que fuera para escudarse, pero no lo hizo ¡Jamás se distraiga! Sigan practicando con los cinco elementos que les dije, yo los estaré viendo y corrigiendo.

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— ¡Si Señor!—se oyó el grito como un rugido.Cuando Nuhe se dirigía a la armería oyó una voz detrás de él.

— Nuhe, gracias por salvarme.

— No fue nada Dunthan. Actué por instinto.

— No, de verdad gracias.

— Dunthan ¿éste castillo no era de tus antepasados?

— Sí, así es. Se convirtió en uno de los campos de adiestramiento del reino después de que el padre de mi tatarabuelo lo donó al rey Fike.

— ¿Es verdad que aquí hay dragones y monstruos?

— Eso dicen. ¿por qué lo preguntas?

— No sé, sería emocionante enfrentarse a uno ¿no crees?

— De hecho, sí.

— Bueno, ya está ¿qué te parece cómo quedó mi armadura?

— Bien, pero ¿no te dijo algo acerca de tus guantes el príncipe Kum ayer?

— ¿Lo oíste?

— Sí. Y creo que podrías cambiar el diseño de tu espada… ¿sabes una cosa? Yo tengo dos espadas, puedo regalarte una en de ellas en agradecimiento mientras cambias tu guante.

— Gracias. Está bien—dijo Nuhe haciendo una mueca de resignación—estaba orgulloso de mi guante-espada, pero si es necesario lo haré.

— Voy por ellas y eliges la que más te guste ¿de acuerdo?

— De acuerdo—Dunthan corrió hacia el castillo mientras Nuhe elegía sus nuevos guantes, para reforzarlos como dijo el príncipe Kum. Dunthan regresó rápidamente.

— Aquí están, elige la que más te guste.

— ¿Cómo llegaste tan rápido?

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— Recuerda que éste castillo fue de mis antepasados, yo sé todo acerca de los pasadizos secretos y las cámaras, así que aproveché eso y fui a las habitaciones ¿Cuál te gusta?

— Con razón oíste lo que me dijo el príncipe Kum ayer. Tu torre es la gris... elijo la café.

— Bien, es tuya. Quiero que hagas algo, oprime éste botón—Nuhe obedeció y de pronto el filo de la espada se volvió blanco y muy brillante.

— ¡Impresionante!—dijo Nuhe—es mejor que mi guante.

— Muy bien, golpea ese tubo—Nuhe blandió la espada y asestó un golpe a un grueso tubo de entrenamiento. Lo atravesó de lado a lado, sin que éste se moviera, como la espada de Anthon lo hizo con el tronco de su padre. De repente la parte superior cayó al piso humeando.

— Es un arma magnífica, pero creo que demasiado fuerte para mí, no quiero dañar a nadie.

— La espada está sujeta a tu voluntad, lo que tú desees es lo que harás, como tus guantes ¿recuerdas?

— Es verdad. Gracias Dunthan. Oye ¿Cuándo me muestras los pasadizos secretos?

— Después, mientras debemos ir a practicar con los demás.

— Sí.Toda la tarde los jóvenes practicaron, Manti fue pareja de entrenamiento de Anthon, y ambos lo hicieron con mucha habilidad. Aunque Manti era muy agresivo, Anthon lo hacía con mayor concentración y devolvía golpe tras golpe, evitando lastimar a Manti. Éste era más brusco, pero se medía también para no lastimar a Anthon, excepto en una ocasión en la que con la empuñadura de la espada golpeó el rostro de su compañero. Anthon cayó de costado, mientras Manti lo miraba de soslayo. No dijo nada, sólo lo ayudó a levantarse. Anthon se limpió la sangre y siguió peleando, él dio una patada circular al pecho de Manti en una ocasión y se le montó en el cuello, después de lo cual lo tiró con una llave al piso. También ayudó a Manti a levantarse. Sentía algo de placer al hacerlo, no sabía por qué. Se había formado un corrillo alrededor de ellos. Manti le hizo una tijera a las piernas y Anthon cayó de bruces al piso, Manti sonreía divertido como diciendo que siguiera con el juego, y Anthon lo hizo, agarrando de espaldas a Manti y dándole una vuelta,

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haciendo que cayera al piso estrepitosamente. Manti se levantó y brincó hacia enfrente buscando darle una patada de látigo al rostro, Anthon la desvió y agarrando el pié de Manti lo acostó pecho a tierra doblándole la pierna hacia atrás con fuerza. Manti se zafó, saltó hacia una pared y después cayó de pié sobre los hombros de Anthon, equilibrándose con agilidad asombrosa y agarrando a Anthon del cuello, Anthon tomó ambas piernas de su contrincante y se aventó de frente al suelo, haciendo caer de cara al piso a Manti, dándole una vuelta completa, Manti ya no pudo con el ataque y levantó una mano. Suplicó:

— Ya, Anthon, ya ¡me rindo!—dijo riendo—eres bueno, nunca nadie me había vencido en lucha cuerpo a cuerpo—se levantó, respirando con dificultad y apoyándose en sus rodillas—¿Dónde aprendiste eso?

— Mi padre me enseñó desde muy chico.

— Yo aprendí en las calles, peleando. Mi padre nunca me puso mucha atención, sólo a su estirpe. Oye...

— Dime.

— Siento haberte ofendido la otra vez, a veces no me controlo y digo tonterías... por eso me meto en problemas a menudo.

— No te preocupes ¿quieres seguir practicando?

— Espera unos minutos que estoy deshecho, al rato sólo será práctica ligera, por favor. Vamos a tomar algo, que tengo una sed horrible. Yo invito.

— ¡Claro!

— Me duelen mis rodillas... de veras eres bueno.

— Manti, Anthon ¿a dónde van?—dijo Tah-Se, de Hume.

— A tomar un poco de líquido, estamos algo cansados ¿quieres venir?—dijo Manti.

— ¡Por supuesto!Kum los miró de reojo y ordenó un descanso. Vio toda la pelea y permitió que continuara para ver la habilidad de sus jóvenes, también vio que la vieja enemistad entre sus familias se estaba disipando gracias a éstos. También el rey y la princesa habían visto desde las habitaciones superiores toda la acción. Kum volteó hacia

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arriba y los miró, sonriendo y haciendo un guiño al rey. Kara le dijo a Ancet.

— Padre ¿está bien que hagan eso?

— Me temo que sí, si no los mandaríamos sin nada a la guerra, sólo armaduras, le diré a Kum que evite ese tipo de peleas y vuelva a los métodos regulares de entrenamiento: Los simuladores holográficos. Sólo que va a tener que ser a su máximo nivel. Kara, en unos días tendré que enviarte al castillo real con tu madre para tu protección, sería bueno que te dispusieras a partir hoy o mañana—la miró y le dio un beso en la frente—mi hermosa hija, te quiero mucho.

— Yo también, padre. No sabes cuánto—sonrió la joven princesa.

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CAPÍTULO VEL DRAGÓN BAUD

Fueron días duros entre las prácticas de lucha cuerpo a cuerpo reales y holográficas y las clases de alquimia y ciencias, Maled era exigente pero muy buen maestro. Kum les hacía ver sus puntos débiles y hacía que todos aprendieran y se atrevieran a pensar al mismo tiempo. Al cuarto día Anthon advirtió que entre los soldados se encontraba uno que no había visto. Era un poco más bajo que él, su cabello era rojizo y su piel era verde clara. Ostentaba una ligera barba y era serio, le parecía demasiado joven para estar ahí, sin embargo podía ser alguien que no se ve su edad fácilmente, su voz era gruesa, no era uno de los nobles, un soldado únicamente, pero lo que destacaba de él era su armadura, blanca azulada y muy nueva, mientras que las de los demás soldados eran más gastadas y de color gris. Luchaba muy bien, era un joven respetuoso, pero algo le intrigaba de él a Anthon. Ésa noche le dijo a Nuhe y a Bentho:

— Oigan ¿se han fijado en el soldado nuevo, el de la armadura blanca?

— ¿Qué hay con él?—dijo Bentho, quien estaba comiendo una pieza de carne de gad y tenía la boca llena.

— Es bastante extraño, juraría que lo he visto antes.

— Es lo que me estaba preguntando—dijo Nuhe—me parece demasiado extraño que llegara cuatro días después que nosotros al castillo si ellos fueron citados desde hace más de un mes, y su armadura es muy nueva, su forma de ser es más cortés que la de muchos y es algo... raro.

— ¿No querrás decir que es...?—dijo Bentho.

— No me refiero a eso, como Anthon, creo que lo he visto antes.

— Pregúntenle, pues más fácil que eso nada.

— No sé si sea correcto ahondar en eso—dijo Anthon—sería como meternos en su intimidad. Tal vez conociéndolo más a fondo, o no sé ¿tú que opinas, Nuhe?

— Tal vez siendo sus amigos—dijo Manti desde el vano de la puerta.

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— Ah, eres tú—dijo Nuhe.

— Vamos, Nuhe. Ya le pedí disculpas a Anthon, perdóname tú, estoy consciente de mis errores y de las faltas de mi padre, pero yo procuraré no ser así.

— Está bien—dijo cortante. Nuhe no parecía muy convencido, aún no le agradaba mucho Manti, así que pensó que debía cuidarse mucho de él, y a sus amigos.

— Manti tiene razón—dijo Bentho—Tal vez sepamos algo más de él. Su rango, su familia, si tiene hermanas.

— Tú nada más piensas en mujeres ¿Verdad?—dijo Nuhe.

— Bueno, en ellas nada más no. También en naves y buena comida—dijo socarrón.Sonaron las trompetas que anunciaban la hora de acostarse, y todos se fueron a sus respectivos lechos, despidiéndose. A los de Hierro les tocaba hacer guardia en el castillo así que aquellos se dispusieron en sus respectivos puestos y vigilaron toda la noche, la siguiente noche le correspondía a los de Fuego, y por eso los acostaron más temprano.Nuhe sintió que alguien le agitaba el hombro en la madrugada.

— Nuhe, Nuhe ¡Despierta!—era Dunthan quien le susurraba.

— ¿Qué te pasa? Tengo que dormir, pues mañana es clase de ciencias, y hoy practiqué mucho. Estoy muerto.

— ¡Levántate! ¿no querías conocer los pasadizos del castillo?

— Ah, mañana—Nuhe volteó hacia la pared cerrando los ojos.

— ¡No! Éste es el momento ideal, mañana estarás de guardia tú y no podrás hacerlo.

— ¿Y no se supone que tú deberías estar de guardia hoy?

— Sí, pero conseguí un reemplazo, el nuevo soldado.

— ¿el nuevo? ¿y sabes su nombre?

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— No, sólo le dije que le pagaría si ocupaba mi lugar y lo hizo con mucho gusto.

— Bueno, oye ¿me permites llevar a Anthon?

— Sí, despiértalo pronto. Pero no hagan ruido—Nuhe despertó a Anthon de la misma manera que Dunthan lo hiciera con él. Le explicó la situación.

— ¿Uh? Oye Nuhe, déjame dormir, ve tú con Dunthan.

— Quedamos en que seríamos los mejores amigos, y los amigos no se abandonan, además, recuerda lo que dijo el príncipe Kum, si trabajamos en equipo seremos invencibles.

— Ya ¡Párate Anthon!—Dunthan lo descobijó y obligó a levantar.

— Ya, esta bien, pero yo no me quiero meter en problemas ¿de acuerdo?

— Si, vístete y vamos.Los tres salieron hacia el pasillo y Dunthan removió una piedra, que resultó ser una pequeña puerta. Los tres salieron por ahí y treparon por una gastada escalera de mano. Ahí había un corredor que los llevaba hacia la cara oeste del castillo, ahí había una especie de foso, un puente y una cueva.

— Dicen que ahí vive el dragón Baud—dijo Dunthan—Mi abuelo me contó que lo llegó a ver y que era negro, muy grande, y sus ojos eran blancos, igual que sus grandes colmillos. Algo muy temible.

— ¿De veras van a entrar?—era Manti, quien los había seguido sin que ellos lo supieran—yo no me arriesgaría mucho. Se los va a comer vivos.

— ¿Le tienes miedo?—dijo Nuhe—supongo que una pequeña lagartija no te va a atemorizar ¿eh?

— ¡Claro que no!—dijo Manti, muy molesto.

— Vamos pues, si te atreves.

— Oye Nuhe, prende tu espada para que podamos ver—dijo Dunthan. Hay que tener cuidado en la oscuridad.

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Anthon iba detrás de ellos en silencio, la espada de Nuhe brillaba e iluminaba la gran cueva, de repente varias cosas se movieron arriba de la cueva y un tremendo ruido de chillidos y aleteos se oyó arriba de ellos. Eran shues, parecían grandes conejos con alas. Éstos atacaron furiosamente a los jóvenes. Nuhe y Anthon blandieron sus espadas y los asustaron a todos, matando a unos cuantos. Manti los recogió y los puso en una bolsa de cuero.

— Uno nunca sabe cuando los va a necesitar—dijo.

— Por esta vez estoy de acuerdo—contestó Nuhe. La carne de los shues era sabrosa y de fácil cocción. Siguieron su camino, olía a azufre y hacía frío. Pasaron junto a un pequeño monte.

— ¿Lo rodeamos o subimos en él?—dijo Manti, tocando la fría superficie. De repente un gran ojo se abrió frente a él asustando a todos. Tanto que no movieron ni un músculo ni pudieron articular sonido alguno. Sólo un rictus de terror se dibujó en sus rostros.

— ¿Rodearme? ¿subirse en mí?—se oyó su gruesa voz. Era el dragón Baud—ustedes, semillas de hombre, quieren subirse en mí como si fuera un tug o un bak, y yo soy un dragón ¡un Kahj Negro! ¡el mayor de los dragones! Eso es una ofensa para mí ¡vayan a montar a un animal de carga, insectos!—se levantó en sus miembros inferiores, mostrando su gran cuerpo y sus magníficas alas.

— ¡Lo sentimos, señor!—habló por fin Dunthan—¡venimos a conocerlo, no a montarlo! No distinguimos su figura y creímos que era una roca, lo íbamos a rodear para llegar a usted ¡de veras!—el gran animal acercó su rostro a él, resoplando. Su caliente aliento envolvía al joven haciendo que Dunthan tropezara y cayera atemorizado al piso. Después el dragón se levantó sorpresivamente.

— ¡Ja, Ja, Ja, Ja, Ja, Ja!—rió con fuerza el gran ser—¡de verdad se asustaron, semillas de hombre! Kum me advirtió que un día de éstos vendrían jóvenes a visitarme, pero no creí que fuera tan pronto. Ésta juventud tan loca ¡dejen que le cuente a Maled y a Kum cuando los vea!

— ¿Estaba usted sobre aviso?—dijo Manti, quien aún tenía los ojos completamente abiertos y sudaba copiosamente.

— ¡Sí!—el dragón reía y se sujetaba el estomago con sus dos manos, mientras se agitaba con todas sus fuerzas. Se acostó en el suelo golpeando con sus patas y su cola el piso y levantando gran

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polvareda. Los chicos se vieron entre sí y comenzaron a reír también. Sus risas sonaban en las rocas.

— Bueno, bueno—dijo respirando con dificultad—Hacía mucho que no me reía tanto... ¿qué hacen cuatro nueces humanas acá en mi humilde morada?

— ¿Nueces humanas?—gritó Manti.

— Sí, sus armaduras son como cáscaras de nuez para mí, pero no se preocupen, no me gusta la carne humana, me gustan más los shues o las wibas—su nariz humeaba y él sonreía alegremente—miró a los ojos a Dunthan y le dijo:

— Tú eres uno de los Dun ¿Verdad? Reconozco tus facciones.

— Así es—contestó éste. El padre de mi tatarabuelo donó éste castillo al rey Fike.

— ¡Ah, esos tiempos!—suspiró mientras se recostaba en la roca tranquilamente—¡pero siéntense, ésta también es su casa! Yo era un joven dragón. Uno de tus antepasados salió corriendo de aquí cuando le hice la misma broma, no dudo que te haya dicho lo horrible que soy.

— La verdad, sí.

— ¡Oye, Hok! ¡Tenemos visitas, ven!—gritó y su voz retumbó en la cueva. Pasos fuertes hicieron temblar la tierra mientras Baud cruzaba las piernas cómodamente. Un gran gigante de roca se presentó por detrás de él. Era fuerte y más o menos de la misma estatura del dragón, sólo que no era tan ancho—Éste es Hok, mi mejor amigo y ayudante. Ambos mantenemos encendido el fuego que les calienta a ustedes en el castillo. Hok, te presento a... ¿cómo se llaman?Nuhe se atrevió a tomar la palabra y su voz sonó como el chillido de un shu cuando lo hizo. Carraspeó.

— Bu-bueno, él es Anthon, al que ya conoce se llama Dunthan, el gruñón se llama Manti y yo soy Nuhe—Baud iba asintiendo con cada uno de ellos y Hok dijo con una voz monótona y algo ronca:

— Mucho gusto. Yo soy Hok de la tierra de Zuhde. A su servicio cuando sea necesario—se retiró de la misma manera que había entrado. Pasos lentos y seguros.

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— Es algo seco, pero es un gran amigo—dijo informalmente Baud—tal vez sea porque es de roca—sonrió por su propia broma—bueno, ya me vieron ¿qué quieren saber de mí? Supongo que quieren conocerme, no por nada vienen a mí tan valientemente.

— Cierto, señor—Habló por fin Anthon. Queríamos saber todo de usted, porque lo que sabemos no es muy confiable.

— Tutéame, muchacho. Sólo dime Baud, no soy tan viejo, apenas tengo setecientos noventa y seis años. Mírame, mis escamas son lozanas y casi no tengo arrugas.

— No es nada vanidoso ¿eh?—le susurró Dunthan a Nuhe.

— Eso lo oí, jovencito. Los dragones tenemos un oído privilegiado.

— Lo siento, señor, era una broma—palideció Dunthan.

— ¡Olvidalo! Recuerda que estás en tu casa. Permítanme poner algo de fuego, ésta habitación está fría—agarró algunos troncos de árbol de maw seco y los amontonó en una gran chimenea, después tomó uno de éstos y le sopló una ligera llamarada, colocándolo sobre los demás. Un suave calor y un aroma agradable se extendieron en la cueva. Los chicos vieron unas sillas al lado del fogón.

— Siéntense, son las sillas que usan los príncipes cuando vienen. Hay unos sillones por ahí, aunque no recuerdo donde. Hok y yo no arreglamos a menudo el lugar, y se pierden esas miniaturas quién sabe donde ¿quieren algo de beber? ¿o un shu asado? Tengo por ahí tazas, un excelente vino de jugo de giha y Hok hizo varios shues hoy—Baud se recostó de lado sobre un codo para ver más de cerca a los jóvenes—Así que ustedes son de los jóvenes nobles que van a la guerra contra los Mehte. Necesitan mucho valor para enfrentar a esos animales. Los cuatro jóvenes habían tomado platos de shu y vino que encontraron, las tazas resultaron ser cuencas de barro, parecidas a dedales de dragón, aunque eso no le importó a ninguno, ni a Manti, quien era algo delicado para eso.

— Ellos son de lo más inútil y falto de bondad. Destruyeron a muchos dragones, hembras de dragón sobre todo. Ellas eran muy vulnerables y no se defendían por su gran nobleza. Sin ellas no había crías de dragón y los bárbaros comieron los huevos de dragón que encontraron. Hay pocos dragones, y de muchos no sé dónde puedan

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estar. Mi esposa y mis hijos... se perdieron, no he sabido de ellos desde hace más de doscientos cuarenta años—sus blancos ojos enrojecieron y una lágrima rodó al suelo. Se limpió con el dorso de su mano—Yo quedé herido y casi muerto. Fue cuando Dun y Hok me recogieron y me trajeron a éste castillo. Yo he prometido cuidarlo desde entonces. Hok, yo y Daku, un gigante de un solo ojo vivimos en las cercanías y cuidamos éste y otros dos castillos cercanos.

— ¿Por qué no se defendieron siendo ustedes tan grandes y fuertes?

— Nos emponzoñaron. Su hechicero puso en nuestros abrevaderos algo que nos confundió por completo y nos atacamos unos a otros. Las hembras vivían en otra zona, así que no fueron afectadas, pero... las mataron igual. yo quedé malherido y me desmayé por la pérdida de sangre. Quienes sobrevivieron huyeron y se escondieron, por eso nada sé de mi familia, si murieron o no. Cuando desperté Dun y Hok me estaban cuidando y me contaron lo que sucedió y cómo los gigantes de roca atacaron a los Mehte al ver lo que habían hecho. De ahí mi gran amistad y cariño hacia ese ladrillo ambulante y a tu antepasado, Dunthan. Kum, Maled y Ancet vienen a menudo a visitarme, y son buenos amigos míos. A ellos los conocí como a ustedes, cuando visitaron por primera vez ésta cueva buscando al temible dragón del castillo de Dun ¡Vaya sorpresa que se llevaron! Aunque esa vez no los intenté asustar, yo huí tan despavorido como ellos, sólo que Maled se cayó y como se rompió una pierna... tuve que regresar a ayudarles. La saliva de dragón es curativa ¿saben? Una buena lamida y quedó como nuevo, desde entonces no me gusta la carne humana. Creo que no se había bañado o se había hecho pipí del susto.—rió—¡Es broma! Los dragones no comemos humanos.

— Vaya, quién lo dijera—comentó Dunthan—Toda una historia la tuya, Baud ¿y no sales?

— Sí. A veces voy a Leved a buscar a mis amigos y a preguntar si saben de mi familia, pero sólo he encontrado a algunos de ellos y nadie sabe de mi amada Bina y mis dos hijitos. Ya han de ser unos grandes dragones, fuertes y valientes, si es que viven—el rostro de Baud se entristeció y volvió su rostro hacia arriba. Se veía majestuoso y bello

— Baud—dijo Nuhe—no estés triste. Nosotros buscaremos también a tu familia al terminar la guerra. Yo lo prometo.

— Yo también—dijo Anthon.

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— Y yo—dijo Dunthan.Finalmente y tras de pensarlo un poco, Manti dijo:

— Yo también lo haré. Lo prometo. Él empezó a hablar y los jóvenes lo escuchaban con atención mientras él les contaba de la historia de Orid y de los antiguos pobladores, los dragones, las kupas sagradas y los daries (pegasos y unicornios) el fénix de la tierra de Banze. Y les dijo que tal vez era esa la razón de que los Mehte hayan elegido ése lugar para pelear. Les contó lo siguiente:

— Según la leyenda —miró pensativo al techo—el fénix aparece cada 50 años y prendiéndose en una pira de maderas aromáticas se consume y renace ahí mismo, joven y hermoso. Donde se pose habría bonanza, salud, alegría y amor. Sus cenizas son entregadas al jefe en turno y se usan para diferentes cosas. Desde purificar el agua hasta curar todo tipo de enfermedades. Algo que también se dice es que sólo hay un fénix en Orid, siempre ha sido así y siempre lo será, y si le sucediera cualquier desgracia al fénix, sería desastroso para el planeta. Éste fénix, es el hijo del único fénix del planeta Tierra, el único huevo que puso aquel y regaló a sus científicos para ser enviado con el Explorador, y a su vez fue obsequio de Fike a Bekap-Hek, primer jefe de Banze después del establecimiento del reino. El fénix nació poco tiempo después, narrando su propia historia a Bekap-Hek y pidiéndole asilo en una de sus montañas, bajo la promesa de que nunca revelaría su ubicación a nadie. Si cumplía su promesa él regresaría cada 50 años y le haría el regalo de sus cenizas, si no... la destrucción vendría al planeta. Hasta hoy es un secreto, nadie mas que el jefe lo sabe y cuando muere el viejo jefe su sucesor entra a una cámara escondida donde le es revelado bajo la promesa que ya les comenté, jóvenes. Al salir presta juramento como nuevo jefe de Banze y protector del secreto del fénix—ellos le miraban con los ojos muy abiertos.

— ¿y crees que los Mehte lo desean?—dijo Nuhe.

— Es lo más seguro. Nae siempre ha deseado tener todo lo que lo haga eterno, poderoso, rico y único. Es sabido que desea al fénix para que con una de sus bellas plumas, sus cenizas y el elixir de la vida que él posee se vuelva inmortal. Los Banzei no usan sus cenizas más que cuando sea sumamente necesario... para ellos es un legado y son capaces de sacrificarse con tal de que esté en paz. De ahí que hicieran un juramento y quemaran

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todas sus armas, dedicándose a la labranza y cría de animales. Nunca matarán, es su promesa. —suspiró—Bueno, ya es tarde. Lo siento, jóvenes, pero casi es de día y sé que tienen clases hoy. Siempre estaré aquí para ayudarles si me necesitan. Maled les tiene preparada una buena clase.

— ¿Cómo sabes todo eso?—dijo Manti, animado por primera vez.

— ¿Quién crees que le enseñó química?—contestó con orgullo el dragón—pero corran, deben descansar aunque sea un rato para poder entender todo lo que les van a enseñar, otro día vienen a verme.

— ¡Sí! ¡Vamonos!—gritó Dunthan, agitando la mano hacia su nuevo amigo, lo mismo hicieron los demás y se alejaron hacia sus respectivas habitaciones.

— Anthon—Baud susurró—Sé tu secreto. Estará seguro conmigo. Y sé que cumplirás los deseos de tu padre.

— Gracias, Baud—su mirada era agradecida. Se alejó corriendo tras sus amigos.

— ¡Ah, que chicos! ojalá que el Eterno los proteja de esos malvados asesinos—dijo Baud cuando los vio alejarse. Volvió a recostarse en la misma posición en la que lo habían encontrado, sonrió divertido y al poco rato ya se oía su tranquila respiración mientras dormía.

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Notas del Capítulo V

Vuelvo a hacer un pequeño paréntesis en la historia para explicar algunas cosas, espero que el lector me disculpe por esto.

1. la nomenclatura de algunos de los animales y lugares obviamente difieren a la de los terrestres, a excepción de algunos cuantos, entre ellos el mismo dragón Baud y el fénix debido a que en primera a los dragones se les conocía en la tierra y fue recibido también el mismo nombre en Orid, adoptándosele y en segunda a que el fénix no era conocido por los Oridi hasta que llegó a su planeta.

2. el nombre Baud es una referencia a “baudio” y el de su esposa Bina a “binario” y los usé en cierta forma porque mucha de la información la obtuve de Internet usando mi viejo módem de 56,000 baudios por segundo. Baud, como todos los dragones, es un ser muy sabio, su conocimiento se extiende desde la naturaleza hasta las ciencias, pasando por miles de cuestiones interesantes (como en el caso de Internet, que es un gran dragón, demasiado, a veces. Bueno, en eso no voy a ahondar) y de ahí su nombre.

3. en cuanto a Hok, hace tiempo oí en el radio una leyenda del lejano oriente que hablaba de un gigante de piedra que cuidaba y alimentaba a un dragón, en parte por eso agregué al buen Hok, también porque lo imaginé un poco como a “Largo”, el mayordomo de la serie de televisión “los locos Addams”.

4. Acerca del nombre del lugar donde Baud se reúne con los demás dragones, Leved, son siglas. “le” es la palabra “el” invertida, y “ved” es “Valle Escondido de los Dragones”. Así de simple.

5. originalmente se supone que un fénix vive 1000 años, pero si hubiera puesto ése dato en el libro, se supondría que el mismo aún no se habría consumido en fuego y surgido de sus cenizas ni siquiera una sola vez, así que como el fénix ya lleva más de 400 años en Orid, éste ya se ha consumido 8 veces y sus cenizas guardadas con total reverencia y respeto. En cuanto a la llegada del huevo de fénix a Orid, digamos que es un regalo del sabio fénix de la tierra, pues como ya lo mencioné, es un ser único, ya que según la leyenda en el mismo planeta no pueden existir dos aves de éste tipo. En sí, el fénix es relacionado con la bondad y el amor, pues si éstos desaparecen de la faz de la tierra simplemente la destrucción sería un hecho. Simbólicamente es como si una madre no amara y alimentara a sus hijos, éstos morirían inevitablemente.

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Los chicos despertaron esa mañana con grandes ojeras y cansados, aún así se presentaron a clases de química y ciencias, donde les enseñaron a preparar bombas tóxicas para uso de los Banzíes, quienes no poseían poder alguno y medicina para las heridas a base de hierbas. Los jóvenes también aprendieron a hacer preparados para todo tipo de cosas. El príncipe Maled les explicaba:

— Como les hemos dicho todos estos días, no queremos destruir a los Mehte, sólo proteger Banze. Las armas tóxicas son para irritar sus ojos, garganta y piel, lo que los inutilizará durante el suficiente rato como para que puedan ser atacados con facilidad. Como ellos confían demasiado en su fuerza y están orgullosos de sus heridas no se cubren ni brazos ni cara con armaduras y cascos, solo petos, hombreras y mallas de metal, lo que aprovecharemos nosotros. A pesar de ello tienen guerreros especializados que son el equivalente a ustedes, nobles. Tienen el poder de la tierra, lo que les permite hacer tormentas de arena, grandes piedras o pequeñas bolas que lanzan con gran fuerza y habilidad. No tienen tecnología avanzada por lo que usan como transporte animales, ya sea tugs para cargar sus armas, pumies para volar o tenwas para transportarse en tierra, como éstos últimos animales son muy veloces ellos se sienten invencibles, pero nosotros tenemos varias aeronaves del duque de Lish-Ik y vehículos de la fábrica del duque de Fash-Ka, acondicionados para la batalla—Manti y Anthon se vieron entre sí, ninguno de los dos sabía que sus padres habían donado parte de su equipo para la guerra. Maled continuó—Ya ustedes recibirán su propio vehículo y algunos soldados son expertos en el uso de las aeronaves de combate. En un rato ustedes irán al campo a probar sus naves y armamento, junto con sus propios poderes en una nave en movimiento.

Terminando la clase el príncipe Kum habló al oído a Maled. Después de un rato se llevó aparte a Anthon, Nuhe, Dunthan y Manti. les dijo que tomaran asiento. Ellos obedecieron mudamente.

— Estoy enterado de su travesura de anoche. Hoy fui a ver a Baud y me contó todo.

— ¿Todo?—preguntó Dunthan, preocupado.

— Todo. Jóvenes nobles, tal vez les parezca duro, pero ustedes no están aquí de vacaciones. En diecisiete días estarán en un campo de batalla y no tenemos tiempo para jugar. Es emocionante estar aquí para un grupo de jóvenes como ustedes, pero no pueden ser tan irresponsables e irrespetuosos

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como para tomar esas decisiones tan a la ligera ¿de quién fue la idea?

— Mía, Alteza—dijo Dunthan.

— No señor—contestó seguidamente Nuhe, yo le había pedido que me mostrara los pasadizos secretos.

— Señor, creo que todos somos culpables—dijo Manti—simplemente no debimos salir del castillo durante la noche.

— Bien—Kum se acarició la barba—bueno, síganme.Los cuatro jóvenes fueron tras el príncipe, quién los llevó al gimnasio del castillo, ahí había unos aparatos de ejercicio que tenían unas poleas y unos cepos, abajo había unas pesas encadenadas al piso.

— Bueno, éste es un excelente equipo de ejercitamiento. Los cepos se cierran en los pies, ustedes serán levantados de cabeza; tendrán que agarrar de las manijas éstas bonitas pesas, jalando su propio cuerpo hacia abajo y levantando las pesas que sujetan los cepos de sus tobillos. Cincuenta series de éstos ejercicios y después quitando los candados de las pesas de enfrente los ponen atrás, levantan con sus manos las pesas hasta las rodillas sin doblarse, cincuenta series también, todo esto sin descolgarse, al final oprimen este botoncito rojo y serán liberados. Dos soldados estarán vigilando que cumplan su labor.

— Sí, Alteza—dijeron y se dejaron poner los cepos en los tobillos. Fueron levantados y empezaron su castigo. Kum se alejó de ellos, pero antes de salir del gimnasio volteó y les dijo:

— En realidad hicieron bien en ir a ver a Baud, desde ahora pueden verlo cada tercer día hasta que partamos, él es un gran maestro y amigo, y los quiere mucho. Verán que de él aprenderán muchas cosas.

Los cuatro chicos empezaron sus series, las primeras diez fueron fáciles, a las veinte estaban cansados, a las treinta y nueve Manti estaba echando pestes contra lo lejos que estaba el piso. A las cuarenta y cinco los soldados les acercaron un poco de agua, lo que los refrescó un poco. Al cambiar de ejercicio sus piernas estaban agarrotadas, no podían cambiar los candados porque los dedos no les obedecían con facilidad y aún así siguieron, levantando pesas sin perder la vertical. De nuevo los soldados les dieron agua al llegar a las noventa y al terminar oprimieron el botón, lo que les pareció como una bendición del cielo. Cayeron al piso rendidos, y los

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soldados les entregaron sus ropas secas y unas toallas, Dunthan casi se desmayó, Manti lo mantuvo de pié. Fueron a bañarse y se vistieron como pudieron, era difícil cuando tanto tiempo habían levantado pesas, las piernas les temblaban y se sentaron en el piso bastante cansados y maltrechos.

— Oye, Anthon—dijo Manti—¿te arrepientes de haber ido con Baud?

— No, en absoluto ¿y tú?

— Sinceramente, yo tampoco—sonrió y recargó su cabeza en la pared.

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CAPÍTULO VILA PARTIDA HACIA BANZE

Los siguientes días fueron aún más pesados, entre las instrucciones de los príncipes y las guardias, siempre alertas a las primeras horas de la mañana. El único descanso eran las visitas a Baud, quien les enseñaba de Astronomía, Filosofía, Química, Biología, defensa y ataque, poniendo sus propias manos como si fueran guerreros Mehte y haciéndoles pelear contra ellas. Era hábil y nada fácil de vencer, los chicos se divertían mucho viendo cómo el gran dragón les vencía uno a uno usando una sola mano, recostado sobre un codo, como si jugara con soldaditos de juguete. Los obligaba a pensar por sí mismos y a hacer buen uso de los elementos, lamentaba que les faltara un noble de Agua, porque podrían hacer grandes cosas según él, pero se conformó con enseñarles cómo trabajar con sus elementos respectivos. Manti y Nuhe bromeaban más, y Anthon era menos tímido, Dunthan era alumno destacado del dragón y todos empezaron a ser un gran equipo. Baud daba buenas referencias de ellos a Maled y a Kum cuando era visitado por ellos. Una de esas ocasiones Baud le dijo a Kum, quien tomaba un poco de vino.

— Kum, creo que esos chicos tienen grandes posibilidades.

— ¿Quiénes?

— Tú sabes; Anthon, Dunthan, Nuhe y Manti.

— ¿Por qué lo dices, viejo amigo?

— Son excelentes en la lucha e inteligentes, los cuatro han demostrado su gran interés al venir conmigo, y seguro han dado muestras de lo mismo al estar en clase con ustedes.

— Pues sí—comentó Maled—Manti era un poco rebelde al principio, como su padre, pero se ha disciplinado, Dunthan era distraído y Anthon era tímido, de Nuhe nunca tuve queja, pero hoy es más paciente que antes. Hoy son líderes natos.

— Creo que debemos hacer que ellos guíen a sus compañeros ya en la batalla, saben más que todos y por lo menos dos de ellos tienen familia entre ambos pueblos—dijo Kum.

— ¿Te refieres a Anthon y Manti?

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— Sí, como sabes, nuestra prima Bany es tía de Anthon, y Gerd, consejero del jefe Sahit es primo de Manti. Ellos pueden ser portavoces de los demás jóvenes y soldados, es importante que tengan comunicación constante con ellos y unir a los tres pueblos.

Una voz resonó en las mentes de Kum y Maled, era el rey Ancet:

— Hermanos, es necesario que vengan al castillo, tengo que anunciarles algo importante.

— De acuerdo, Ancet—contestó Maled—iremos en seguida.

— Bien. Los espero en la sala real.

— Lo sentimos Baud, tenemos que irnos. Nos necesitan en el castillo—dijo Kum.

— Sí, amigos míos. Espero verlos pronto aquí, saluden de mi parte a Ancet.

— Lo haremos—ambos salieron de la cueva hacia el exterior. Baud podía leer el pensamiento de la gente de bien y sabía lo que les iba a decir Ancet. Bajó la cabeza y lloró quedamente.

Ya en presencia de Ancet, éste les dijo con seriedad:

— Es hora de partir—los príncipes sintieron un gran dolor en sus almas y Kum dijo con pesar.

— ¿Es urgente?

— Sí, Kum. Ve el mensaje que acabo de recibir de Bany—se encendió la holopantalla y la voz e imagen de la reina Bany se oyó en el recinto.

“Querido primo Ancet, estamos en grandes problemas. Te pido ayuda inmediata, debido a que los Mehte han superado el tamaño de nuestras fuerzas. Nosotros no podemos defender y atacar al mismo tiempo y según nuestros servicios de inteligencia ellos han decidido pedir refuerzos a los guerreros de Mohok, nosotras somos pocas y el pueblo de Banze está agotado, estamos sitiados por los cuatro puntos cardinales, los pocos pobladores que quedaron para defender tienen voluntad, pero no tienen experiencia y no hay suficiente alimento ni en nuestros almacenes ni en los suyos. Por favor, apresura a tu ejército y vengan pronto. Necesitamos alimento,

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medicinas y toda la ayuda que puedas dar, te lo ruego, primo. Tú eres nuestra esperanza. Yo te lo agradeceré de corazón.”La holopantalla se apagó lentamente mientras los tres miraban hacia enfrente.

— Será necesario avisar a cada uno de los líderes de grupo—dijo Ancet—llama a los capitanes del campo para que formen grupos de tres castas cada uno, junto contigo, que se organicen batallones de ciento veinte soldados y las naves de la misma manera. Cuatro aeronaves por batallón. Usen cañones de concusión para los Mohok, ellos son guerreros de lodo y es la única arma que los detiene. Esos cañones son lentos así que pongan dos en cada nave capitana y descárguenlos al último para sitiar a los Mohok en sus campamentos. A ellos destrúyanlos, son seres que no tienen alma, prácticamente zombis. A los Mehte intenten no destruirlos a menos que sea completamente necesario. Destruyan sus animales y armamento para enlentecer su avance y den todas las bombas tóxicas y trajes de protección a los Banzíes. Maled, lleven naves de reabastecimiento blindadas con semillas, frutas y carnes secas, medicamentos, agua, carbón y todo lo necesario. Partimos en seis horas. Yo regresaré a Mulik con Kara y Alida, quienes hace tiempo me esperan allá. Manténganme informado y si me necesitan yo iré inmediatamente.

— Muy bien, hermano. Ya está preparada tu nave desde hace días, sólo es cuestión de que tú lo ordenes.

— Perfecto. Kum, ve por los capitanes Cizr, Tolwan y Herka.

— Sí, Ancet.Ya ahí Ancet les explicó a los tres lo que se tenía que hacer y pidió que ellos dieran su opinión al respecto. Desde hacía semanas los capitanes habían pensado que sería bueno contar con la ayuda de otros pueblos. Ancet estuvo de acuerdo pero pidió que se llamara a pueblos leales que tuvieran suficiente entrenamiento militar, ya no había tiempo para que se les instruyera, por lo que se consideró a los Giordeks a los Nejy y a los Hukon. Los tres pueblos tenían amplia experiencia en lucha cuerpo a cuerpo. Por lo pronto los Oridi irían al campo de batalla y Ancet solicitaría ayuda a los otros tres pueblos ése mismo día. Se dio la alarma y todos los soldados se reunieron en el patio del castillo. El rey Ancet les habló con fuerza y decisión.

— Guerreros del pueblo de Orid, desgraciadamente ha llegado el momento de ir a la lucha, queremos que sepan que todo lo que habéis aprendido es parte de nuestra alma, y que

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nosotros estamos conscientes de lo que es la guerra, que no es buena, y que sólo es un recurso que se debe usar cuando se agoten todas las demás opciones. Los Mehte ya están atacando abiertamente a las Elas y a los Banzíes y a éstos las provisiones se les están agotando rápidamente. Quiero deciros en éste momento que estamos orgullosos de vosotros, y que no os abandonaremos a su suerte, pues el príncipe Kum irá con el grueso del ejército y será él quien dirija personalmente la estrategia y acción del campo. No os digo que no temáis, os digo lo siguiente: dominad vuestro temor y convertidlo en valor, cuidad a nuestros hermanos y hermanas y traedlos a salvo aquí, cuidándolos como sus propias vidas. Orad porque ésta guerra acabe pronto y no haya mayores consecuencias para nuestros pueblos. Vosotros desde hoy, hijos del pueblo de Orid, sois los defensores de la Rosa ¡que Dios os bendiga y que su manto os cubra del mal!—el rey lloraba al hablar y no ocultaba su tristeza. El príncipe Kum gritó desde el patio:

— ¡Soldados! ¡En formación!Un solo ruido se oyó, cuando todos se alinearon ordenadamente. tres de cada casta por fila, cuatro batallones, frente a ellos, doce enormes naves de combate con armamento y motonaves en su interior, ocho naves de abastecimiento y medicinas y finalmente doce cazas de combate para los pilotos. Manti miró a Anthon y a Bentho y éstos entendieron el sentido de su mirada. Nuhe no se atrevía a voltear y Dunthan estaba en otra columna, pero sentía que le temblaba el labio inferior. Manti susurró para sí mismo “por mi linaje y mi padre”. Anthon sólo oró unos segundos.La voz de Kum se oyó de nuevo como un rugido:

— ¡A las naves!Los reclutas entraron a sus respectivas naves y éstas despegaron una tras otra silenciosamente. Era impresionante ver cómo levantaban el vuelo como águilas y entraban en formación. Anthon no pudo evitar voltear a la gruta y ver que Baud estaba asomando el rostro por primera vez desde que lo conoció. Podía jurar que estaba llorando y gimiendo amargamente.Tras horas de vuelo se divisó el campamento Oeste de los Mehte.

— ¡que tres naves de asalto aterricen tras de las líneas hacia el campamento Norte y que las demás las rodeen en círculo, así hasta llegar hasta el Sur!—ordenó Kum en los intercomunicadores—¡Las naves de medicamentos y alimentos escóndanse, los cazas enfrente!—todas las naves se estacionaron y los soldados bajaron con las motonaves

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apagadas para no hacer ruido, se acercaron y esperaron la señal de que los demás estaban listos.

— ¡Ahora!—gritaron los capitanes, los cazas y las motonaves se adentraron en los flancos de los campamentos Mehte y los soldados y nobles atacaron a las huestes por todos lados. Destruyeron los vehículos y armas, quemaron las tiendas de campaña y los puestos de víveres que encontraron, muchos fueron heridos e hirieron a varios Mehte. Un Mehte agarró del cuello a Gak de Agua y lo tiró de la motonave, que se fue a estrellar contra otro Mehte. Gak le enterró una daga de hielo en el estómago y se soltó. Manti lo recogió y huyeron mientras disparaban hacia ellos y gritó sorpresivamente.

— ¡Sujétate!—saltaron una barricada y golpearon directamente contra un grupo de tiendas de campaña. Anthon los alcanzó—¿¡están bien!?

— ¡Sí! ¡Vámonos!Se dirigieron a Banze casi volando y Anthon gritó a los sitiados:

— ¡Abran las puertas! ¡Abran las puertas!—éstas se abrieron rápidamente y los chicos vieron que todos habían llegado a la ciudad excepto...

— ¡Nuhe! ¿¿¿Dónde esta Nuhe???—gritó Anthon. el capitán Cizr le contestó:

— No sabemos, Anthon, pero cálmese, no podemos hacer nada mientras no llegan las naves de pertrechos—cuando Anthon estaba a punto de subirse a su motonave un ruido se oyó en los portones exteriores.

— ¡¡¡Ábranme!!! ¡¡¡ÁBRANME!!!—sonidos metálicos de pelea se oían y gritos ahogados también. Las Elas abrieron rápidamente las puertas...

— ¡Gracias! Éstos dos salvajes casi me comen. ¡Dios, nunca sentí tanto miedo!—afuera se veían los brazos de dos Mehtes y sus espadas. De repente Nuhe se desmayó. Gran cantidad de sangre brotaba de uno de sus costados. Anthon lo levantó y lo llevó a una casa. Las naves de pertrechos llegaban en esos instantes. Habían ganado una batalla.

Cuando Nuhe despertó vio a sus amigos de pié junto a él.

— Hola, chicos. Estuvo buena la batalla ¿verdad?

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— Sí, Nuhe. Vaya que la hiciste. Mataste a dos Mehte y aparte les cortaste los brazos—Manti respondió—Lo bueno es que esos bárbaros comen hasta a sus muertos. Eso nos conviene, de cierta manera. Nos evita la tarea de recoger sus restos.

— Te dije que tenías que reforzar tu armadura, Nuhe.

— Joven Anthon—dijo un soldado, entrando al recinto—la reina Bany quiere hablar con usted y el joven Manti.

— Sí, soldado. Gracias—dijo Anthon—Vamos Manti.

— Sí Anthon.Al llegar al cuartel principal, la reina Bany, la consejera Jin, el jefe Sahit, el consejero Gerd y el príncipe Kum los esperaban. Ellos hicieron una reverencia a la reina. Bany era una mujer algo mayor, pero muy hermosa, era muy parecida a Cebi, su hermana. Jin era joven, su piel era color canela y su cabello era rubio. Sus ojos eran rasgados y de un color verde muy hermoso. Sahit era un hombre de cierta edad, de rostro bondadoso y las manos curtidas de un hombre de campo. Gerd era alto y buen mozo, respetuoso y amable, aunque estaba algo tenso en esa ocasión. Su piel era del mismo tono grisáceo de Manti, y su pelo era rojizo.

— Buenas noches, jóvenes nobles—dijo la reina Bany—pasen, por favor, y siéntense.

— Sí, Majestad—dijo Manti.

— Jóvenes. El príncipe Kum me ha dicho todo acerca de ustedes, de su gran empeño y lo que han logrado en estas semanas. Queremos decirles también que apreciamos lo que hicieron por nuestros pueblos—su voz sonaba agradecida—Ustedes dos han sido elegidos como representantes de los nobles de Orid y además serán portavoces del príncipe Kum y míos. Pueden elegir a uno o dos ayudantes para además organizar a sus compañeros en batalla, junto con los capitanes. Su misión es muy grande, pues han sido entrenados no solo por Kum y Maled, sino también por el dragón Baud, así que ustedes saben más que sus compañeros acerca de defensa, ataque, tecnología y magia. El rey Ancet también me ha solicitado que a ustedes se les suba de rango a tenientes, con sus derechos y responsabilidades ¿están dispuestos a aceptar éste compromiso para con su pueblo?—los dos se miraron mutuamente.

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— Su majestad, con gusto—dijo Manti—pero por lo menos yo no sé si pueda con esa carga. Es algo muy difícil debido a la situación.

— Reina Bany—dijo Anthon—tal vez no estemos preparados, pero si usted lo pide lo haremos. Yo apoyo a Manti en cuanto a que es difícil, pero ambos estamos preparados para lo que venga—Manti sintió mayor seguridad e hizo una inclinación de cabeza, si Anthon lo apoyaba él lo haría también.

— De acuerdo, jóvenes. Serán informados los demás y a ustedes se les ascenderá a tenientes y a sus asistentes serán ascendidos a sargentos, quedando directamente a las órdenes de Kum y los capitanes. Pueden retirarse—ambos jóvenes hicieron una inclinación y se dispusieron a salir. Bany dijo:

— Anthon, espera.

— ¿Sí Majestad?

— Hijo mío, cómo has crecido—lo abrazó—es una lástima que vinieras en estas circunstancias a Banze—sus ojos estaban tristes—me habló tu madre hace poco, y me dijo que cuidaras de Ladde y de mí, Cebi se preocupa mucho por nosotros, el pobre de tu tío está cansado y no puede pelear. Él apoya a su pueblo, pero es ya mayor, y yo tengo que hacerme cargo del mío. Mi pobre hermano. Hijo mío, quisiera pedirte que lo fueras a ver pronto.

— Sí, Majestad, lo haré.

— A solas no soy una reina. Soy tu tía. —Le dijo y tomando a Anthon de la cara le dio un beso en la frente—Dios te bendiga, hijo mío.

— Sí, tía Bany. También a ti—la abrazó con cariño.Anthon se retiró, regresando junto a Nuhe. Éste parecía estar algo incómodo.

— ¡Ay!—se quejó después de tocarse la herida—ojalá que estuviera aquí Baud, con una babeada estaría yo curado.

El doctor del pueblo estaba cerca, así que le dijo lo siguiente:

— Nosotros no tenemos saliva de dragón, joven Nuhe, pero sí entre otras cosas cenizas de fénix, que son casi tan buenas como aquello. Normalmente las usamos para nuestras tierras,

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pero debo tener un poco para uso medicinal por aquí—se puso a buscar en un estante—¡Ajá! He aquí: cenizas de fénix—era un polvo color gris plata, en una botellita de cristal.

— ¿y cómo se debe de usar?

— Pues, ingiera una cucharadita de este polvo, en poco tiempo se le cerrará la herida.

— ¿así, sin diluir?

— Exacto. Si se diluye pierde casi todas sus propiedades, recuerde que el fénix es el pájaro de fuego—el doctor le extendió la cuchara, Nuhe no pudo evitar hacer una mueca, abrió la boca y se comió el contenido de ésta. Era casi metálico, seco y muy irritante. Nuhe hizo un gesto de desagrado. A continuación el polvo se convirtió en una pasta de buen sabor y pasó por su garganta suavemente. Nuhe sintió un alivio casi inmediato. Lentamente y con cuidado abrió su vendaje y vio cómo la gruesa herida de su costado se cerraba sin dejar marca. La tocó y se dio cuenta de que nada parecía estar mal en él.

— ¡Vaya! ¡son milagrosas!

— Algo así, joven noble. Sin embargo, debe ser uno juicioso en su uso y no tratar cualquier mal con ellas. Son por convenio para usos muy específicos y por eso éstas cenizas son sagradas. Como usted se sacrificó por nosotros esto es una pequeña compensación, pero de otra manera no se pueden usar, sería un sacrilegio.

— Sí, lo comprendo. Me siento como un bebé—se puso de pié y se quitó las vendas. Anthon lo miraba complacido.

— Que bien, Nuhe, porque tienes mucho trabajo que hacer.

— ¿Y eso?—la afirmación le cayó de sorpresa.

— Pues... hemos sido llamados Manti y yo como portavoces, nos dijeron que podíamos llamar a uno o dos auxiliares y si tu lo permites me encantaría que tú me ayudaras, porque tú sabes lo mismo que yo en cuanto a tácticas y lo que nos enseñó Baud. Más al rato nos conferirán el grado de teniente y sargento.

— Perfecto. Aunque yo no vine a la guerra para ganar galones...—Nuhe parecía triste—te diré algo, Anthon. En un principio yo quería pelear a muerte con los Mehte, pero hoy

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además de que vi muy cercana mi hora, también vi la de dos hombres a los que maté. Rostros que aún con esa mirada de odio tienen mucho de humano ¿serán hijos, padres o esposos? No sé, no sé nada. Y me angustia.

— Es por eso que el rey nos pidió que evitáramos matar a los Mehte. A pesar de todo... son nuestros hermanos.

— Uno de ellos era joven, Anthon. Su rostro triste me dolió hasta el alma. Fue cuando dudé y otro Mehte me hirió.

— Comprendo, pero cálmate un poco. Ya pasó.

— No sé, Anthon... me cuesta trabajo entender la guerra. Te diré algo: en un principio creí que iba a ser un héroe y que nunca tendría miedo. Al salir del castillo ya sentía el peso de la guerra y no me estaba gustando, y ahora con éstas dos muertes en mi conciencia pues no sé, no me siento complacido conmigo mismo.

— Te entiendo. Lo que pasa es que eres un hombre de paz, y no te gusta la violencia. Yo sentí lo mismo, un sentimiento de impotencia porque quieres evitar la muerte de alguien pero el temor de que ésa misma persona te mate a traición te corroe. De todas formas, no fuiste el único en matar a alguien. Algunos más lo hicieron, pero como tú, en defensa propia.

— Sí... así es. Pero maldito sea Nae, está destruyendo a su pueblo y quiere destruir al nuestro.

Anthon pensó con tristeza que eso era cierto, y que además, era su abuelo quien lo hacía. Era muy doloroso que gente a quien amara fuera destruida por alguien de su propia familia.

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CAPÍTULO VIILOS KOHMID

Manti, y Anthon, habían sido nombrados portavoces del ejército. Y Nuhe había sido elegido por Anthon como su auxiliar.

— Manti—dijo Nuhe—¿a quién piensas elegir como tu ayudante?

— No sé, Nuhe. Estoy entre Bentho y Dunthan. Eso porque Bentho es conocido por todos y Dunthan es excelente motivador.

— ¿y si los eliges a los dos?

— Pudiera ser una buena idea, pero en ese caso faltaría otro ayudante para Anthon—en eso entró Anthon a la sala de reuniones.

— Yo tengo una buena idea, Manti—dijo—¿y si llamaramos al nuevo para ser auxiliar?

— ¿Crees? Bueno… no estaría mal, nunca nos dijeron que debía ser un noble el que estuviera con nosotros, y es una persona responsable. Está bien, lo llamaremos. Por cierto ¿Cómo se llama?

— Su nombre es Hako Gudze. Acabo de hablar con él preguntándole sus datos. Entonces, déjenme ir por ellos y regreso.

— No, Anthon—dijo Nuhe—déjame estrenar mi nuevo compromiso que estoy emocionado—Salió de la habitación haciendo un saludo militar que en él se vio algo gracioso.

— Ese Nuhe—dijo Manti—bueno. Hay que reunirnos con el príncipe Kum para presentarle a nuestros ayudantes y que los asciendan.

—Muy bien. Vamos.Ambos se dirigieron al Salón de Consejo, donde se encontraban Kum, Bany y Jin. Manti y Anthon se dirigieron respetuosamente a la reina.

— Majestad, hemos traído nuestras propuestas de auxiliares.

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— Muéstrenmelas, por favor.Anthon y Manti extendieron los pergaminos con los datos de sus ayudantes… y cuando Bany leyó el de Hako Gudze preguntó:

— Éste recluta no es un noble ¿verdad?

— No, Majestad—contestó Manti—pero tenemos excelentes referencias suyas que nos han convencido de que es una excelente elección.

— Gudze… esa familia era de mucho abolengo a pesar de no ser nobles, pero Hako Gudze murió hace mucho tiempo, era un patriarca entre el pueblo—dijo en un susurro Bany—aunque pudiera ser un sobrino, primo o hasta alguien que no fuera familiar suyo. ¿de dónde es?

— Aquí indica que es de Dal-Zemi, al norte de Banze—dijo Kum—Es muy joven… qué curioso, el viejo Gudze no tuvo hijos y que yo sepa, era el último de su estirpe.

— Primo, yo creo que puede ser alguien que se llama igual, simplemente.

— Tráiganlos para que se les ascienda y puedan trabajar en su labor de inmediato.

— Si, Alteza—contestó Manti—en seguida regresamos.Anthon se dio cuenta de que Jin en todo ese tiempo no le había quitado la vista de encima, y cosa poco común en él, la vio de frente fijamente antes de salir y le sonrió. La joven se ruborizó ligeramente y devolvió una tímida sonrisa. Le era simpática y además era muy hermosa. Manti y Anthon salieron a paso firme.

—Anthon.

—Dime, Manti.

—Linda chica ¿verdad?

—Sí, mucho.

—Creo que le gustaste.

—No creo—dijo, pensando que Manti pudiera tener razón—demasiado hermosa para mí.

—Vamos, hombre ¡no te subestimes!

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—No sé… ¿Crees que le guste?

—No sé, ¿y a ti te gusta?Anthon se ruborizó, y su piel azul se tornó ligeramente violeta.

— Prométeme que no te vas a reír.

— Lo prometo

— ¡ME ENCANTA!Manti sólo le palmeó la espalda y siguieron caminando.Al otro día el príncipe Kum mandó llamar a Anthon, Nuhe, Manti, Bentho, Duntan y Hako a los cuarteles que estaban en la sala de gobierno.

— Jóvenes, necesitamos hacer inspecciones al área para proteger las inmediaciones de Banze y para saber los movimientos de los Mehte. Quiero que hagan cuatro grupos de cinco soldados cada uno y les asignen una zona cubriendo los cuatro puntos cardinales. Uno de ustedes dirigirá a cada grupo y dos de ustedes estarán a cargo de las comunicaciones en la base de operaciones aquí en la ciudad. Llevarán el armamento básico además de motonaves de inspección ligeras, las Di’gar, que son pequeñas, potentes y muy silenciosas. Elijan de entre las tres castas los que consideren mejores para la misión, deben tener por lo menos uno de cada una para hacer ataques y defensas más efectivos.

— Señor—Levantó la mano Ciz’r—¿Se van a asignar áreas cuadradas? Porque si dejamos puntos sin recorrer sería muy arriesgado.

— No, Ciz’r. Se ubicarán en áreas trapezoidales, dependiendo del terreno y su ubicación.

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