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Dedo retorcido de CJC de tanto apretar la pluma al escribir

El recuerdo más cercanoGabinete bibliográfico de Camilo José Cela

Instituto Cervantes, Madrid

Septiembre-octubre 2016

Exposición inaugurada

bajo la presidencia de

Sus Majestades los Reyes

De los textos e imágenes ©Fundación Charo y Camilo José Cela, 2016Citas de Cela, piel adentro y La rosa ©Camilo José Cela Conde

Fundación Charo y Camilo José Cela • C/ Sor Francesca Verònica Bassa, nº 7 • 07015 Palma de Mallorcawww.universocela.es

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acto de conmemoración del centenarioCoordinación: Departamento de Relaciones Externas e Institucionales del Instituto CervantesJefa del Departamento de Relaciones Externas e Institucionales: Beatriz Rodríguez Martínez

Coordinación técnica: María José Romero • Hilda Martín Jiménez •Ximo Albors Cloquell • María Navarro Navarro

gabinete bibliográficoComisario: Camilo José Cela CondeDiseño del montaje: David PérezCoordinación: Área de Cultura del Instituto CervantesJefa del Departamento de Bibliotecas: Yolanda de la IglesiaJefe del Departamento de Actividades Culturales: Ernesto Pérez ZúñigaCoordinación técnica: Luz Bejarano Coca • Cristina Gonzalo • Joaquín Pérez Fuertes Difusión: Área de Comunicación y Promoción del Instituto Cervantes

ediciones del viento, s.l. • C/ Alfredo Vicenti, nº 32 - 9º a • 15004 A Coruña www.edicionesdelviento.esDiseño y maquetación: Inés de la Peña

nipo: 503-16-035-3Depósito Legal: C 1465-2016Impreso por: SigráficaImpreso en España / Printed in Spain

ÍNDICE

EL RECUERDO MÁS CERCANO 15

VIDA, PLUMA, PAPEL, PALABRA 19

PRIMEROS PASOS 23

LOS AÑOS DIFICILES 29

LA AVENTURA AMERICANA 35

LOS PAPELES DE SON ARMADANS 41

MIRÓ Y CELA 45

EN BUSCA DE PICASSO 49

LOS LIBROS CON PICASSO 53

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[...] Las cosas se entienden mejor no viéndolas aisladas, sino en relación con el mundo en que se desenvuelven, y con el estado, bonancible o tumultuario, cariñoso o repleto de oprobio y de indignación, desde el que el actor inicia su caminar.

Por eso he creído conveniente tomarme, como me he de tomar, esta licencia que me permite situar al personaje CJC en el medio desde el que arrancó, un medio del que, ciertamente, no puede quejarse. Ni tampoco lo hace.

Yo sé muy bien todo lo que en mi personaje de hoy hay de heredero o de aprendido en sus primeros años. Y el lector, si yo no se lo digo, corre el riesgo de quedarse sin saberlo. Un riesgo, sin duda, que no debe preocuparle demasiado, porque se puede vivir muy feliz sin saber quiénes fueron Fernando el Católico, o Cristóbal Colón, o Napoleón Bonaparte. Pero, en fin, puestos a averiguarlo...

La Rosa. Camilo José Cela, 1959 «Prólogo en forma de aparente divagación»

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EL RECUERDO MÁS CERCANOGabinete bibliográfico

Este Gabinete bibliográfico reúne testimonios de Camilo José Cela que su mujer, Charo Conde, conservó en el arcón en que guardaba sus tesoros.

Quedó allí aquello que iba saliendo de la mano de CJC. A menudo cartas; cada poco, notas; en ocasiones libros. O dibujos. O poemas.

Gracias al entramado de sus piezas, el gabinete El recuerdo más cercano compone un verso suelto. Verso que reúne, en una hermosa paradoja, el recorrido largo y la más cercana intimidad.

Si no hubiera sido por Charo…

La muestra sigue buena parte de un apunte bio-bibliográfico de la vida de CJC cuyo título lo puso de su puño y letra el propio escritor encabezando tres páginas mecanografiadas. El apunte se enseña en la primera vitrina de este Gabinete; de tal suerte el visitante podrá comprobar que en él se desgranan, como las cuentas de un rosario, año tras año, los acontecimientos que puntúan el medio siglo mal contado que va entre 1916 («Nace C.J.C. en iria Flavia…») y 1967 («Viaje a USA»).

A partir del renglón correspondiente al año 1960, tanto CJC como Charo añadie-ron a mano anotaciones para ir completando los apuntes acercándolos a la verdad. Antes de esa fecha, apenas alguna corrección o alivio como el que sirve para elimi-nar la fórmula «Publicación de» que resulta redundante.

Aunque hay un cambio inicial, eso sí, que nos da una pista de cierta enjundia. El apunte se titula de esa forma, «Esquema biobibliográfico» tras desechar el nombre

1.- Charo y CJC, Torre-lodones, 1942

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recuerdos cercanos, recuerdos magníficos. Recuerdos que salen ahora a la luz porque no es de ley que se hurten a la mirada de los amigos que quisieron a ambos, a Charo y a CJC, o de los lectores que se emocionaron con las cuartillas que el uno iba creando y el otro —la otra— hacía posible que llegasen hasta las páginas del libro.

Las cartas que le enviaba CJC a Charo explican el milagro de la mudanza desde el manuscrito a la obra editada. Aquí sólo se recoge apenas un puñado de las más de mil que se cruzaron durante el noviazgo y en el matrimonio. Con eso, basta.

Entre los recuerdos que Charo conservó aparecen aquéllos que dan testimonio de lo que sucede cuando dos genios se encuentran y —se diría que a título de otro mi-lagro más— el choque de trenes deja paso a los guiños de la amistad. De nuevo, sólo aparece en este Gabinete una pizca a título de muestra; unas pinceladas de lo que CJC llegó a hacer yendo de la mano de Joan Miró y Pablo Picasso. Quien crea que entre ellos dieron a la luz sólo algunos libros no habrá entendido nada de la historia.

El esquema biobibliográfico nombra a Picasso; a Miró, no porque no se reseñan los vecinos; ni Joan (Miró), ni Manuel (Viola), ni César (González Ruano).

¿Acaso hace falta?No, claro que no. Porque estamos, si no entre vecinos, entre cómplices. Aquellos

para los que a ciencia cierta Charo guardó sus recuerdos Los tesoros de este Gabinete nunca se enseñaron antes. Cualquiera sabe cuándo

podrán volver a mostrarse.

original que decía «Resumen cronológico de la vida de Camilo José Cela». La mu-danza de resumen en esquema no niega que se esté contando la vida de CJC pero confirma que es el propio escritor el que nos está diciendo cómo se debe puntuar el paso de sus propios años, cuáles son los acontecimientos que merecen que el recuerdo quede por escrito. Las primeras menciones hablan de lugares: Iria, Inglaterra, Vigo, Madrid por fin. Luego vienen los estudios, los amigos de la facultad, la enfermedad.

La guerra civil.Seis apuntes para el drama. Entre ellos se encuentra la única clave que puede

explicar los porqués del viaje infinito que lleva desde los amigos de la Facultad de Letras —María Zambrano, Pablo Neruda, Enrique Azcoaga, Antonio Sánchez Barbudo, Arturo Serrano Plaja, Miguel Hernández—, todos republicanos, a las filas del ejército nacional.

En el apunte del año 1936, el escritor anota lo siguiente:«Guerra civil. C.J.C. en Madrid, donde su familia es gratuitamente perseguida».

La vida sigue y vienen luego las noticias de los libros, bien escuetas porque no es necesario adornarlas. Nos sabemos bien la lección: 1942, La familia de Pascual Duarte; 1943, Pabellón de reposo; 1944, Nuevas andanzas y desventuras de Lazari-llo de Tormes; 1945, Pisando la dudosa luz del día y Esas nubes que pasan.

Se llega así al final de la hoja que abre el esquema. Los libros primeros son los que se regalan a la novia con el deseo recogido en la dedicatoria. Con ellos da comienzo este Gabinete bibliográfico. Sigue luego el resto, un espigado de lo que Charo atesoró,

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VIDA, PLUMA, PAPEL, PALABRA

CJC cuenta con no pocos biógrafos que se han empeñado en la tarea casi imposible de seguir los pasos del escritor. Cabría recurrir a ellos pero quizá no sea necesario.

El propio CJC redactó y ordenó lo que debe tomarse como el esquema de su vida. Seguro que lo hizo a mano, como siempre, con la pluma que mojaba en el tintero porque no sabía cargarla y tenía que pedir ayuda.

—Charito, cárgame la pluma…

Una vez lista, la pluma se desliza por el papel y da vida a las palabras. A los gritos de auxilio. A las novelas excelsas. A los poemas al dorso.

11.- Despacho de CJC en José Villalonga

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Luego Charo pasaba a máquina los manuscritos, incluso aque-llos que, como el del esquema, se han perdido, para que CJC fue-ra a continuación corrigiendo, añadiendo, enmendando lo nece-sario. Todo salía en último término de la pluma de CJC y de lo que, con ella en ristre, alcanzó a lo largo de una parte, la mejor, de su carrera literaria.

Una vida entera palabra a palabra, línea a línea, libro tras libro hasta que todo se acaba.

La biografía que CJC quiso brindarnos termina en el año 1967. ¿Por qué? No se sabe; no lo sabe al menos el amanuense de estas notas, cuyo nombre no viene a cuento. Quizá se cansase el escritor de anotar tantos logros, tan larga retahíla de obras, de premios, de homenajes. A lo mejor pensó que con ese golpe inicial bastaba.

Si es así, acertó. Los grandes títulos de CJC, salvo San Camilo, están casi todos aquí. La salvaguarda tiene que ver con esa Made-ra de boj postrera, el canto del cisne que nos devolvería al CJC de siempre cuando lo dábamos ya por perdido.

(—Oiga: se olvidan de los premios: Príncipe de Asturias, No-bel, Cervantes).

No; no nos olvidamos. Aunque tampoco importaría porque los premios más excelsos son una consecuencia de lo que CJC incluyó en su biografía confesa. El primero, la entrada en la Real Academia Española, figura en este esquema cuyo nombre escribe CJC a mano. El Premio de la Crítica, también. Los otros llegarían más tarde.

Pero ¿hay premio mejor que el de las obras memorables? No, no lo hay; al menos para nosotros, para nuestro placer, para nuestro pasmo. Las obras más aplaudidas, las de los tiempos difíciles. Las que corresponden al esquema bio-bibliográfico que CJC nos dejó. Las obras más bellas, aquellas en las que arte y literatura se dan la mano.

111.- En la ducha antes de entrar en la Real Aca-demia Española1v.- Ya académico 111 1v

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PRIMEROS PASOS

El mejor verso que se guarda bajo la almohada es el del deseo. El primer ejemplar de Pascualillo una vez que levantó cabeza. Las plumas que había que cargar aunque no se supiese cómo hacerlo. La crónica del pabellón en el que una carretilla verde trasla-da las cajas hasta el camposanto cuando nadie escucha. Las cartas de pasión que son un grito de socorro. Los libros que se levantan desde el refugio de la amistad mejor.

Lo saben hasta los escolares: los primeros pasos de CJC como escritor se dieron con La familia de Pascual Duarte. Tenemos aquí el primer ejemplar de esa novela que recibió CJC de la imprenta; también se dispone del primer ejemplar de su no-vela siguiente, Pabellón de reposo. Ambos libros se publicaron estando el escritor soltero todavía; ambos ejemplares se los dedicaría CJC a la persona con la que iba a casarse poco después.

Las dedicatorias lo dicen todo.Tanto ese primer ejemplar de La familia de Pascual como el de Pabellón de reposo

fueron encuadernados por el propio CJC años después de que se los diese, con toda las ilusiones por medio, a Charo. La encuadernación impide ver la cubierta original pero si compara el tamaño del Pabellón de reposo con el de un ejemplar común de la primera edición se verá que el que CJC regaló a Charo es mucho mayor. Se trata de una edición especial, de bibliófilo; la primera de las muchas que CJC iría hacien-do en adelante cada vez que un libro especial salía de sus manos. En este gabinete aparecen algunos de ellos, los que creó con Joan Miró y Pablo Picasso. v.- CJC en 1932

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¿Un libro especial? Quizá exageremos. Todos lo son cuando se habla del autor más señalado de la literatura española de la postguerra. En particular lo es el que abre la cuenta, La familia de Pascual Duarte; el que convirtió a CJC en un escritor de cuerpo entero.

Leyendo la dedicatoria del ejemplar aquí mostrado se diría que miente. Declara allí que Charo es el único motivo por el que se toma la molestia de vivir. No es el único, no. Está el motivo crucial de escribir un enjambre de obras, una tras otra, ¿no es cierto? Pero CJC mentía muy pocas veces. Será, tal vez, que somos nosotros quienes nos equivocamos. Que Charo y sus libros son en el fondo lo mismo.

Quienes conocieron a los Cela aseguran que CJC no habría logrado nunca sacar sus novelas memorables sin Charo a su lado; sin sus ánimos, sin su presencia, sin su ayuda, sin su aliento.

En especial en aquellos primeros años.

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Transcripción de la carta, reproduciendo fielmente los textos sin corregir errores tipográficos ni ortográficos

21 de julio de 1942

Queridísima Charo:Ayer pensé escribirte, después de cenar, pero preferí no hacerlo por-

que te hubiera escrito una carta demasiado negra. No sé que pasa con el cariño que te tengo, que siempre creo que es tanto que jamás podrá au-mentar y siempre me encuentro con que te quiero más cada día. Ayer me marché fastidiado como no lo había estado nunca; por el camino iba mi-rando el anillo con tu nombre dentro y después lo sacaba y, con disimulo, lo besaba por donde pone «Charo, 6-1-40». Momento hubo en que tuve que hacer verdaderos esfuerzos para que no se me saltaran las lágrimas.

Hoy ya es martes; dentro de ocho días será otra vez martes y después… solo faltarán cinco días para verte y abrazarte. Es el consuelo que me queda; mi pobre consuelo, realmente, pero el único que tengo.

Queridisima mujercita mía, estoy hecho un joven Werther. ¡Si Pascual Duarte levantara la cabeza!

Hoy se escaparon dos novillos que tenían encerrados en Miralpardo —el Sanatorio que está al lado— y fué verdaderamente emocionante su captura. Yo quise probar mi dotes de torero y sufrí una decepción al ver lo escasas que eran. ¿Me quieres igual aunque no sea jamás banderillero?

Te quiere más que todo el resto del mundo juntos y te envía montones de millones de besos, tu

Marido1

1.- Charo y Camilo José Cela no se casaron hasta 1944

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LOS AÑOS DIFICILES

Si Pascual Duarte levantara la cabeza...Fueron tiempos felices. Fueron tiempos tremendos.

Gracias a las cartas que CJC envió a Charo todos los días en los que se encontra-ban separados disponemos de un testimonio directo del ánimo y la mente, de las alegrías y las angustias, de los proyectos y los pesares del escritor desde los tiempos aquellos en que estaba escribiendo su primera novela.

Las ausencias se debieron, en primer lugar, al veraneo de CJC en la casa de sus tíos Eduardo Rodríguez-Losada y María Trulock (hermana de Camila, la madre del escritor). Estaba situada en el número 30 de la calle coruñesa de Tabernas. CJC utilizaba para escribir sus cartas cualquier papel disponible; incluso los contratos del despacho de arquitectura de su tío.

Más tarde se produce el ingreso de CJC en el sanatorio de Hoyo de Manzanares; una nueva separación que nos brinda nuevas cartas.

Los viajes a América, los vagabundeos por España o las conferencias en Europa fueron añadiendo la necesidad de escribir a Charo día a día. Gracias al deseo, a la esperanza, a la angustia en ocasiones, contamos con el regalo de más de mil cartas cruzadas entre los dos.

Las cartas contienen a veces poemas, a veces, dibujos. Los poemas retratan a CJC. Los dibujos, a menudo, a Charo.

vi.- CJC, Torrelodones, 1942

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Esas cartas son en buena medida una novela más del escritor, desconocida hasta ahora y tan próxima en emociones a los personajes del Pascual Duarte, de Pabellón de reposo o de La colmena como alejada de la imagen pública, hierática, de CJC. ¿Una novela inédita? Más de una, en realidad: está la novela del deseo que se refleja en las cartas del noviazgo; la de la desesperación, cuando el matrimonio sobrevive en los años de la postguerra; la de la aventura indiana por Argentina, Chile, Colom-bia y Venezuela; la novela de la lucha por el triunfo.

La muestra que se ofrece aquí, una parte mínima de esa correspondencia como ya se ha dicho, incluye cartas interesantes. Las del 6 y del 8 de julio de 1942 hablan del comienzo de Pabellón de reposo. En la primera de ellas llama gente ruin a los tísicos pero, antes de pensar en un desprecio, cabe recordar que CJC era tuberculoso. En la del día anterior, 5 de julio, CJC menciona a Felisa Aldecoa, la hija de quien habría de ser el editor de La familia de Pascual Duarte, y da instrucciones a Charo sobre cómo debe ir vestida para viajar en moto.

Todas las cartas elegidas obedecen a una determinada razón, distinta en cada caso. No resulta difícil averiguar cuál es ésta. Algunas ya se han mencionado; respecto de las restantes, tenemos desde la broma de escribir a Charo desde Londres en un in-glés peculiar al ejercicio de clasificación de las ciencias o el testimonio de una regata en la que CJC llegó el último y recibió el consuelo de una copa de coñac. Nadie se extrañará de que hayamos incluido aquella en la que narra su fallido intento de novillero. O alguna enviada cuando la aventura indiana.

vii.- CJC toreandov111.- CJC con Luis Miguel Dominguín1x- CJC en Trulock Road, al norte de Londres

v11 v111 1x

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Transcripción de la carta de CJC a Charo desde

La Coruña el 30 de junio de 1941

Queridísima Charo:Me preguntas en una de las dos cartas tuyas que recibí hoy si me acuer-

do de aquellos besos que nos dábamos, tan largos que teníamos que pa-rar para respirar. ¿Cómo eres capaz de hacerme esa pregunta? ¿Cómo crees posible que pueda olvidar aquellos ratos tan felices pasados contigo, aquellos ratos que eran la única compensación que tenía a los muchos bandazos que hube de pasar el otro invierno?

[…]

Tan pronto como llegue a Madrid he de ponerme a trabajar; mejor dicho, de ponerme a buscar dónde trabajar. Me horroriza la idea de pa-sarme otro año dando patadas de un lado para otro sin encontrar nada, haciendo proyectos de Revistas que después me roban… ¿Sabes tú de algo donde pueda meter la cabeza? Estoy tratando de convencer a mi tío Eduardo para que ponga un bar; yo creo que podría ser un gran negocio ¿qué te parece? Algo así por el estilo de Xanen, hacia la calle de Goya, podría ser una buena cosa. Yo no sé si acabaré de director de una revista, de barman, o de chupatintas, lo único que puedo asegurarte es que de algo tengo que terminar porque si no no sé lo que va a ser de mi. Tienes la desgracia de que te quiera muchísimo, tu

Camilojosé2

2.- Cela, piel adentro. Camilo José Cela Conde. Destino, Barcelona 2016

Mi tío EduardoEl color de la mañana. ABC, domingo 2 de mayo de 1999

Un jilguero silba en un sauce del camino y una ardilla salta de rama en rama mientras los ánge-

les tocan la lira, incluso sin entusiasmo, cada uno en su nube de poético algodón en rama. El alma de un justo le dice al oído al alma del otro justo cómplice.

—No es preciso que desentrañes la sabiduría, basta con que adivines una esquina del misterio. Muchas cuentas tendrás que dar a Dios por tu conducta: has corrompido a la juventud enseñándoles gramática y eso debes pagarlo con muy duro castigo.

Las mil trompetas de la paz sonaron al tiempo y se oyó la voz de un arcángel tartamudo y soltero pre-gonando que la lengua de la poesía no sobrevivirá al mundo.

En algunas familias proclives al misterioso juego del mayong se produce, cada dos o tres generacio-nes, la serenísima presencia de algún raro espécimen que transforma los supuestos previos, revuelve los tópicos domésticos y no deja títere con cabeza en la relación social, ni profesional ni familiar (tampoco religiosa, ni económica, ni militar). Entre nosotros, quiero decir entre las siete familias que formamos el clan, este saludable agitador vivió en la generación anterior, entre quienes tendrían ahora ciento veinte años de edad, más o menos, y fue mi tío Eduardo, el marido de mi tía María, la hermana mayor de mi madre, un hombre breve de cuerpo e inmenso de alma, rubio y con los ojos azules, arquitecto de

oficio, poeta de sentimiento, músico de vocación y caballero de la Tabla Redonda de temple, valor sin límite y desusadas energías.

Mi tío Eduardo supo siempre que la verdad era un arma invencible y una coraza capaz de resistir todos los embates y esta convicción, unida a su aspecto dulce y delicado, le daba una fuerza en la que se pin-taban todas las resistencias.

Mi tío Eduardo fue músico y toda su vida se la pasó al piano y apuntando sus descubrimientos y adivinaciones en el pentagrama. Debo admitir con toda humildad —me dijo una vez jugando al cha-pó en el Nuevo Club, cuando en La Coruña aún había Nuevo Club— que el sonido es un producto de nuestra mente, es lo mismo la delicada nota de un violín que el chasquido de esas bolas chocando, mientras que el espacio tiene una realidad fuera de ella, de ahí que no podamos describirla si no es se-ñalando sus propiedades.

Le dije que lo pensaría y a los pocos días le di la razón. Hoy, a los varios años de muerto, vuelve a te-ner razón. Decía Cicerón que la verdad se corrom-pe con la mentira o con el silencio, pero esto no es cierto del todo ya que la verdad existe por sí misma y sólo se inventa la ficción.

Mi tío Eduardo fue la realidad misma del arte más sutil e inaprensible, a sus contemporáneos sólo les cabe el remordimiento de conciencia.

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LA AVENTURA AMERICANA

En los años 1952 y 1953, CJC probó fortuna al otro lado del charco.Con la segunda edición de La familia de Pascual Duarte prohibida y La colmena

secuestrada por la censura, expulsado de la Asociación de la Prensa, CJC no tiene de qué vivir. Toma el avión y se va a las Américas. A Argentina y Chile la primera vez. A Colombia y Venezuela en la segunda ocasión.

Las cartas enviadas a Charo cuentan sus miedos y sus esperanzas.

CJC sostenía a menudo que la inspiración no existe, que las musas te han de sor-prender metido en el trabajo.

Tampoco el azar existe. Aparece en ocasiones pero sólo sirve si te sorprende me-tido en plena tarea, dispuesto a darle la mano.

En América CJC cambió su vida gracias al azar que le pilló trabajando. El encar-go de una novela, La catira, le permitió escribir en adelante sin tantos agobios. Pero tenía que redactar el libro a tiempo y los Cela se fueron a Mallorca en busca de la paz necesaria para poder hacerlo.

Mallorca. El lugar en el que el escritor vivió más tiempo. La cuna de los éxitos. De la entrada en la Real Academia. De Papeles de Son Armadans. De la vuelta a las grandes obras.

Darían comienzo así los años de gloria, años para cuyo esbozo el escritor nos brindó un autorretrato y cartas memorables en que se atreve a clasificar las ciencias o a escribir a Charo en un inglés que no existe porque Inglaterra impone sus reglas.

x.- CJC de liqui-liqui en Villa Clorinda, recién vuelto de la aventura venezolana

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Contamos con una instantánea de la familia entera en aquellos tiempos mallor-quines.

Mallorca. El lugar en el que el escritor vivió más tiempo. La cuna de los éxitos. De la entrada

en la Real Academia. De la vuelta a las grandes obras. De Papeles de Son Armadans.

En Venezuela3

Un año después de su primera descubierta indiana, CJC volvió a probar for-tuna. El viaje anterior le debía haber convencido de que, frente a las miserias de la posguerra en España, en los países de Sudamérica se volvía razonable el proverbio que había de atar a los perros con longaniza.

Quien dude de mi valor como testigo de lo que aquí se narra puede sacar provecho de la primera carta que escribió mi padre con papel de Avianca, «La empresa de Aviación más antigua de América», el 24 de mayo de 1953, cami-no de Lisboa para seguir luego a Bermudas, Barranquilla y Bogotá.

Queridísima Charo,Esta nueva aventura ha empezado ya. Llevo un cuarto

de hora de vuelo y mi primer recuerdo —mi único recuer-do— es para ti. Voy bien —¡buena diferencia con el viaje a la Argentina!— y el avión, quizá por el calor, da algún que otro salto.

En Barajas, ya en el avión, hubo un momento que creí que no me ibas a ver. La idea de no haber recibido tu última despedida, no me gustaba nada, esa es la verdad. Por fortu-na, acabásteis por descubrirme entre todos. El único que no me dijo adiós sino de una manera muy rara y general fue el nene. Se conoce que el «Constellation» le tenía sorbida toda su capacidad de atención.

Voy a leer algo de prensa colombiana, a ver si me docu-mento.

3.- Cela, piel adentro

Cúidate mucho. No dejes de comer. Distráete. Etc.Cuida también tu moral. Todo está en función de todo.Besos al nene. Saludos a todos.Te abraza muy fuerte tu

Marido

[...] El ministro del Interior, Laureano Vallenilla Lanz, tenía el proyecto de en-cargar a un escritor famoso una novela con la única condición de que su argu-mento versase sobre aquel país y, antes de que mi padre llegase a Venezuela, dudaba entre Hemingway, Albert Camus y Camilo José Cela. Ya fuese por la oportunidad de su presencia, o por las ventajas de la lengua común, CJC se llevó el encargo.

[...] Pero esa historia pública tiene un envés mucho menos conocido —nada conocido, en realidad— que surge a través de las cartas que CJC le envía a dia-rio a Charo. Vuelven a ellas esas mismas muestras de la personalidad labrada a brochazos que parecen contradecirse entre sí, como en los retratos soberbios y crueles de Lucien Freud.

[...] Las cartas auguran una fortuna nueva e insólita, pero la pincelada de la nos-talgia termina por aparecer. Veamos un ejemplo que nos llega con membrete del hotel Ávila de Caracas:

1-x-53

La separación la llevo mal, aunque procuro sobreponerme pensando en lo mucho bueno que nos espera. Efectivamente, vivo como un príncipe: hotel de lujo; un departamento en un barrio lujoso con wiskhey para los

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amigos, nevera eléctrica, radio, televisión, cama por si me quiero quedar a dormir y una criada negra y gorda para atenderme; un chalé en la costa del Caribe, con servicio y despensa y bodega, para los fines de semana, y un coche oficial. Pero me faltas tú. Y no para cogerme de la mano si estoy malo, que esto lo puede hacer cualquier admiradora. No interesa.

Viaje a Mallorca4

[...] En una de las últimas cartas que CJC envió a Charo desde Caracas le pro-mete que podrían regalarse por fin la luna de miel a la que tuvieron que renun-ciar por falta de medios cuando su boda, sugiriéndole que viajasen a Palma. A Charo le daba cierto reparo irse a un sitio tan cursi como Mallorca, un tópico propio de las parejas de recién casados que se anunciaba en la prensa con unos dibujos en los que salían dos palomas enlazadas por el pico. Pero al fin se ani-maron a pasar allí una semana así que, aprovechando la circunstancia favorable de que yo estaba en un colegio del que no me habían echado en todo un tri-mestre, Charo y CJC, a principios de aquel invierno del año 1954, se subieron al avión de Palma para huir del ajetreo madrileño. Nunca volverían a él. La escapada a Mallorca terminó, como es sabido, en un exilio voluntario y gozoso. Hasta que se torcieron las cosas.

Iria Flavia fue, en la vida de CJC, el recuerdo nostálgico de una infancia feliz: Madrid, el tumulto violento y gozoso de una lucha barojiana por la vida. Pero el escritor, para encerrarse a escribir una parte excelsa de su bien larga obra, eligió un lugar del todo diferente a esos dos mundos que tanto influyeron en su forma de ser: la isla de Mallorca. El motivo de la marcha de Madrid fue, desde luego, más pragmático que visceral: entre el café Gijón, los amigos y la abun-dancia de dinero, a CJC le hubiera sido imposible hacerse, en la ciudad, con la paz necesaria para redactar sus libros. 4.- Cela, piel adentro

x1.- CJC y un vaga-bundo en el Portitxol. Palma

x11.- Charo y CJC con Tomeu Buadas en For-mentor

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LOS PAPELES DE SON ARMADANS

Desde Mallorca CJC conquistó el mundo entero. Y en el mundo de la literatura fue una revista creada por el escritor, Papeles de Son Armadans, la que se encargó de hacerlo.

El primer número de Papeles de Son Armadans vio la luz en el mes de abril de 1956 en el barrio palmesano del que toma la revista su nombre. Constaba Papeles de ca-torce pliegos de ocho páginas cada uno, a los que se sumaba un cuadernillo de papel de color, puesto al final del volumen, con los anuncios. Se tiraron mil quinientos ejemplares a un precio de venta al público de veinticinco pesetas, si bien la edición de hilo, en papel verjurado de la casa Guarro, costaba hasta cinco veces esa cifra.

Después del editorial componían el índice del primer número artículos de Gre-gorio Marañón, Alonso Zamora Vicente, José María Castellet, José María Moreno Galván y Ricardo Gullón. Los versos corrían por cuenta de Dámaso Alonso y Carles Riba (cuyo Cor delatat se publicó en catalán; recuérdese que estamos ha-blando de 1956 y era la primera vez desde la guerra civil en que aparecía en España un texto escrito en esa lengua. Luego le seguirían otros en gallego). Un relato breve de Rafael Sánchez Ferlosio y las secciones de chismes literarios y noticias de libros concluían la nómina.

Los Papeles de Son Armadans se componían a mano en la imprenta Mossèn Al-cover de la calle de la Calatrava, en el barrio de igual nombre situado en la ciudad antigua de Palma, mirando a la mar, junto a la catedral y los restos de la muralla.

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Luis Ripoll era el dueño y Moll, el cajista. La máquina que se utilizaba era una Minerva antiquísima, con unas patas metálicas que terminaban en sendas garras de león entre las que quedaba sujeta media esfera terrestre.

La lista de los colaboradores de Papeles de Son Armadans sirve para escribir la crónica del mundo intelectual español de los años cincuenta en adelante con auto-res como Cossío, Marañón, Castellet, Zamora Vicente, Ferlosio, Aranguren, Ba-rral, Bousoño, Julián Marías, Lázaro Carreter, Gerardo Diego, Jorge C. Trulock, Pío Baroja, Josep Pla, Carmen Conde, Gil de Biedma, Laín Entralgo, Julio Caro Baroja, Josep Mª Llompart, Ángel Crespo, Tovar, Américo Castro, Antonio Vila-nova, Cernuda, Juan Goytisolo, Aub, Cirlot, García Nieto, Rof Carballo, Jaime Ferrán, José María Valverde, Vicente Aleixandre... Desde los primeros números se incluyeron en Papeles poemas en gallego (Aquilino Iglesia Alvariño, Manuel María, Celso Emilio Ferreiro) y en catalán (Carles Riba, como ya se ha dicho; J.V. Foix, Salvador Espríu, Blai Bonet). Sólo se indican algunos de los que colaboraron en los dos primeros años.

El alma de la revista era, por supuesto, el propio CJC; a él se debió tanto la res-puesta masiva de los colaboradores como el celo insólito de las suscripciones. Pero cuando CJC estaba de viaje, o se dedicaba a otros menesteres, la revista quedaba en manos de valedores abnegados de Papeles de Son Armadans como Fernando Sán-chez Monge, Baltasar Porcel, Miguel Nicolau o los secretarios, que hacían a me-nudo de director accidental. El primero de ellos fue Pepe Caballero Bonald. Luego vinieron Josep Mª Llompart, Jorge Cela Trulock, Sergio Vilar, Antonio Fernández Molina, Juan Benito Argüelles y Fernando Corugedo.

La colección de Papeles de Son Armadans contiene números extraordinarios, en ocasión dedicados a pintores memorables. Como Joan Miró.

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MIRÓ Y CELA

La relación entre Miró y CJC no fue cotidiana, pero sí mucho más intensa de lo que cabría suponer. Se trataba de un caso de admiración y respeto mutuos.

Hubo un número de homenaje de Papeles de Son Armadans a Joan Miró. En realidad fue el primero de todos esos números especiales y al pintor le hizo mucha ilusión que se le dedicase a él. Pero quedaba pendiente un detalle espinoso. El con-

x111.- De derecha a iz-quierda, Charo, CJC, Miró y La Chunga

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tenido debía empezar con una entrevista del director al homenajeado, y Joan Miró era el paradigma perfecto del personaje al que no se puede en forma alguna sacar las palabras.

Ante cualquier pregunta, fuera la que fuese, Joan Miró se quedaba pensativo un buen rato y luego contestaba con un monosílabo. A veces soltaba una nombre en-tero pero poco más.

La cabeza de todo pintor genial, por suerte para nosotros, está tapizada de líneas y de colores, no de palabras.

Cualquiera que lea la entrevista que le hizo CJC a Joan Miró en el número de homenaje de Papeles de Son Armadans podrá comprobar que Miró se muestra en ella comunicativo, ingenioso y hasta brillante. Cuando CJC le enseñó las pruebas de imprenta, el pintor se quedó maravillado. Es una entrevista excelente. Y puede serlo porque tanto las preguntas como las respuestas son del propio CJC. El es-critor interrogaba al pintor, esperaba un rato, le sugería por dónde salir, y Miró, muy aliviado, decía que sí de manera vehemente. Se nota que anhelaba volver a sus pinceles, a sus colores y a sus lienzos.

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EN BUSCA DE PICASSO

Por sugerencia de Joan Miró, CJC viajó a Cannes con la pretensión de ver a Picasso. Cuatro cartas enviadas a Charo el 31 de julio de 1958 desde el hotel Mont-Fleury

de Cannes documentan que no fue empresa fácil.Esas cartas cuentan los problemas de CJC y su estado de ánimo un tanto maltre-

cho hasta que, gracias a la intercesión de David Douglas Duncan, el fotógrafo de cámara de Picasso, pudo entrar en La Californie.

«Queridísima Charo,Son las 2 de la madrugada. Anoche me acosté a las 9 ½, rendido del

madrugón y del viaje, y ahora me acabo de despertar. Sin poder hablar absolutamente con nadie, la sensación de soledad es total. Estoy un tanto desmoralizado. Llamé, tras esfuerzos tremendos para hacerme entender, a Jacqueline, y me dijeron “que no estaba”. Mañana —hoy— al medio-día, insistiré. No sé si será mejor presentarme por las buenas. Estoy lleno de dudas y —lo que es peor— sin nadie con quien poder comentarlas y quizás aclararlas. Me hubiera hecho muchísima falta alguien que me hiciera de intérprete, pero no sé como se busca. En fin, quizás mañana, más descansado, sea más claro. [...]

Cannes es —todo él— una inmensa plaza de Gomila. Los maricones se ponen florecitas blancas en la barba y el único que anda de chaqueta por el pueblo soy yo. Me siento más que nunca un campesino. En fin…»x1v.- CJC con Picasso

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«Ante mi fracaso de ayer, hoy me presenté por las buenas en casa de Pi-casso, a las 11 ½ de la mañana, y pensando que nunca es tan fiero el león como lo pintan. Me costó mucho trabajo que me abrieran la puerta. Con la portera no me entendí, pero salió un fotógrafo norteamericano que, tras mucho dudarlo, me dejó entrar e incluso se hizo amigo mío. Picasso dormía y Jacqueline había ido al dentista. Mala suerte. El fotógrafo me aconsejó que volviera al hotel y que llamara por teléfono a la 1 ½. Eso es lo que haré, a ver si con mejor fortuna que ayer [...].

Te escribo estas cartas-noticiario, un poco para que te vayas enterando y otro poco para poner algo de orden en mi cabeza. Por lo menos, me animó mucho hablar algo en español con el fotógrafo».

«Esto es un poco la lucha contra dos cosas: el reloj y el sistema nervioso. Son las 2 de la tarde y te estoy escribiendo desnudo y en un baño de su-dor. Acabo de comer, aquí en el hotel. A la 1 ½ llamé por teléfono y hablé con Jacqueline: “El maestro está en el estudio y no puedo interrumpirle; vuelva usted a llamar a las 5”. La lucha —que es difícil— ha barrido mis soledades y mis tristezas. No sé si veré, o no, a Picasso. Lo que sí sé es que habrá un nº extraordinario de Papeles dedicado a Picasso. Si no lo veo, he arbitrado una fórmula elegante y nobilísima para redactar mi editorial; decir, paladinamente, que no pude verlo. No se me debe caer ningún anillo por hacerlo así. De todas maneras, a las 5 volveré a llamar. Todo, menos dejar que se le encoja a uno el ombligo».

«He dormido una pequeña siesta y he bajado a telefonear al hall (en mi cuarto no tengo ni baño ni teléfono). El baño —y cagatorio— que está dos habitaciones más allá de la mía tiene la bañera al aire e historiada, una inmensa cómoda de caoba, dos sillas, un espejo de luna y chimenea de mármol blanco. Es precioso».

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LOS LIBROS CON PICASSO

En una visita posterior del escritor a Cannes, en junio de 1960, Pablo Picasso leyó para sus amigos en voz alta un poema que CJC copió al vuelo. Se dispone de ese manuscrito, que daría paso al libro Trozo de piel.

«Ajonjolín hecho sopa y más borracho que una cuba y un jaleo de 1ª, de 2ª y de 3ª echando chispas y capirotes renegando y torciendo meándose encima del piano y tirándose pedos en el cometín de su mujer, la Jacinta [...]»

En la justificación de tirada se aclaran los detalles y fechas del acontecimiento.

«El 13 de junio de 1960, Picasso leyó en Cannes, a C.J.C. y sus amigos, el poema Trozo de piel del cual se publican ahora las hojas VII, VIII y IX, las tres escritas el 9 de enero de 1959. La primera apareció, en versión to-mada al oído, como los premios de la lotería, en el número LII de Papeles de Son Armadans, julio de 1960, y de ella se hicieron dos tiradas aparte: una, de 50 ejemplares numerados, sobre papel de edición, y otra, de 50 ejemplares numerados, sobre papel de hilo fabricado por la casa Munné (Capellades); ninguna de ellas se destinó a la venta. De las hojas VIII y

xv.- De izquierda a dere-cha: Tomeu Buadas, Pi-casso, Jacqueline y CJC, en La Californie, Cannes

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IX no hay más edición que ésta de hoy. Es el primer poema de Picasso escrito en lengua castellana que se publica.

En la presente edición se ofrecen, en las páginas impares, los facsími-les de su caligrafía y, en las pares inmediatamente anteriores, la versión literal del texto, con un absoluto respeto a su peculiar y pintoresca orto-grafía».

Del segundo libro de Picasso editado por CJC, Dibujos y escritos, también da cuenta la noticia de la tirada.

«NoticiaEl lunes 26 de septiembre de 1960, en el castillo de Vauvenargues, C.J.C. entregó a Picasso el primer ejemplar de Trozo de piel, VII, VIII y IX, libro recién nacido. Para celebrarlo, Picasso le sentó a su mesa y, al final del almuerzo, brindaron con la botella de Dom Perignon que, vacía de vino pero llena de recuerdos, figura hoy en la bodega del viajero. En la etiqueta y sobre la vieja y gustosa leyenda del champán, corre la caligrafía del pintor: “Con Camilo José y Tomeu [Buadas] Jacqueline el Paulo. Picasso en Vauvenargues el 26.9.60”. El miér-coles 28, en Cannes, en su villa La Californie, Picasso firmó todos los ejemplares e hizo un dibujo en cada uno de los preferentes; por error, los fechó el 29. En aquellos dos días comenzó a tomar cuerpo la idea de publicar el presente volumen.

El día 21 de noviembre, Jacqueline escribió una carta a CJC: “Aquí están los escritos acompañados —no de una flor mía— pero de los dibujos del Maestro mío tuyo nuestro. Así tendrás el álbum completo, etc.”. La carta de Jacqueline traía una posdata de Pi-casso, dibujada —más que escrita— a pincel. El material que vino en su compañía figura, íntegro, en esta edición y es el siguiente: dos hojas diferentes, con el título; dos dibujos verticales, fechados, nueve dibujos apaisados, fechados y numerados; una hoja de texto,

fechada el 8.1.59 y sin numerar, y otras seis hojas de texto, fechadas el 9.1.59 y numeradas del I al VI. El envío de Jacqueline llegó a Palma de Mallorca el 25, con el sobre roto y su precioso contenido milagrosa y casi inexplicablemente intacto.

En la edición figuran, además de lo dicho, dos dibujos en colores: el sol de la portadilla I, Dibujos, que es el mismo de la filigrana del papel de los ejemplares corrientes (el Gran Molí Vell en el que se tiraron los ejemplares preferentes no admite la filigrana, dadas sus características), y el picador de toros de la portadilla II, Escritos. El uno fue hecho por Pi-casso, en Cannes, el 28 de septiembre de 1960, en la vuelta de la portada del ejemplar núm. 36 de la separata en papel corriente de Trozo de piel (Papeles de Son Armadans), LII, julio de 1960); el otro lo realizó Picasso, también en Cannes, el 13 de junio de 1960, sobre la página 3 del ejem-plar de hilo núm. 50 de Papeles de Son Armadans, XLIX, abril de 1960; ambos pertenecen a la colección particular de C.J.C.».

El tercero y más conocido de todos los libros que hicieron de la mano Picasso y CJC es la Gavilla de fábulas sin amor.

«Este libro Gavilla de fábulas sin amor original de C.J.C. con ilus-traciones de Picasso se empezó a redactar el día 4 de noviembre de 1961 en Palma de Mallorca. Se compuso a mano y se terminó de imprimir en los talleres de la Sociedad Alianza de Artes Gráficas (S.A.D.A.G.) de Barcelona bajo la dirección de Jaume Pla el día 20 de mayo de 1962. Las ilustraciones de color fueron dibujadas el 13 de junio de 1960 en Cannes. La plancha de la punta seca se grabó el día 20 de marzo de 1962 en Mougins. Los estuches y encuader-naciones los hizo Ramón Roig con tela fabricada especialmente por Gavaldá, S.A».

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Pero la Gavilla debía pasar aún por una prueba inesperada. El libro caía fuera de lo tolerable para la censura de la época del franquismo. CJC recurrió a Saturnino Álvarez Turienzo, sacerdote y teólogo de gran prestigio, llevándole el manuscrito. Álvarez Turienzo no encontró en él nada de especial gravedad para la Iglesia católi-ca y, con su nihil obstat de un hombre de Iglesia como Álvarez Turienzo la censura no tuvo más remedio que dejar pasar el libro. Pero una vez impreso se cursó orden de prohibición y amenaza de secuestro.

El azar se puso, una vez más, del lado de CJC. Unos meses más tarde de la salida de la Gavilla, en el verano de 1962, el general Franco impuso un cambio de ministros que estaba destinado a pasar a la historia. La cartera de Información se dejaba en manos de un político gallego joven y prometedor, desconocido hasta el momento, que se llamaba Manuel Fraga Iribarne. Una de las primeras iniciativas de Fraga fue la de levantar el veto que pesaba sobre las novelas de Camilo José Cela. La Gavilla de fábulas sin amor echó a volar igual de libre que las palomas que pintaba Picasso.

Termina aquí el gabinete del recuerdo más cercano. Las palomas, lo dijo Alberti, a veces equivocan su rumbo. A veces el vuelo impone demasiada distancia, un vuelo más allá del horizonte que lleva lejos de la mar y de la brisa y ni siquiera deja al alcance de la mano el recurso de unas cartas últimas a título de clavo ardiendo.

A veces el recuerdo parece que se borra pero no es cierto. Charo lo guardó con esmero cuidadoso para todos nosotros.

De no haber sido por Charo…

xv1.- Charo por CJC

xv1.- Picasso dedicando una cera a Charo, junto a Jacqueline