Debron y Dalila

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Danilo Pazán Jurado

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Danilo Pazán Jurado

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Para Deborita

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I

Esta es la historia de dos jóvenes tan semejantes y tan diferentes a la vez. Esta es

la historia de Debron y Dalila. Esta es la historia de un amor remoto, de tiempos

ancestrales que sería puesto a prueba por la distancia y el tiempo. Pero, un

momento. ¿Puedo yo acaso, un miserable bardo, ser digno de contarla?

Seguramente habrá otros más dignos que yo. Los que realmente merecen

recapitular aquello que ha sucedido probablemente han muerto ya. En tal caso,

soy el único que queda, a la orilla de este río inmenso, sosteniendo una simple

pipa de caoba. Veo las infinitas volutas de humo elevarse por encima de mi

cabeza. Se alejan de mí constantemente. Así que, antes que mi memoria lo haga,

he de recordar los sucesos que me llevaron a contar la historia que ahora estoy a

punto de contar.

Quizá no sea un bardo hecho y derecho pero desde hace mucho tiempo he sabido

que me agrada contar historias. Debo ser más bien un relator, un cuenta cuentos

puesto que hay quien ha de considerar a los bardos como trovadores y poetas y

yo de poesía sé muy poco. La poesía, si la encuentro en la historia de Debron y

Dalila, la impregnaré en estas páginas que han de sobrevivir al tiempo y la

distancia; tal y como lo debe hacer el amor de Debron y Dalila ¡Vaya jóvenes

enamorados!

Estos son los hechos que me llevaron a contar esa historia cuyo final yo tampoco

conozco, queridos lectores.

Estaba yo cabalgando por prados y valles relucientes de verdes follajes y

pintorescas flores. Me deleitaba el aroma de aquellos tulipanes tan resistentes a la

briza y tan dóciles al momento de ser acariciados por ella. El viento, a veces

helado a veces tibio, abofeteaba mi cara. El corcel me llevaba hacia la región sur

conocida como Logadaya. Allí habría de encontrarme con una insospechada y

benévola bruja escaldufa que me daría a conocer algo un tanto interesante.

Pues bien, continuaba galopando hacia la vivienda de esta extraña mujer, quién

llevaba unos cuantos años muerta. Este hecho me daba a entender que tendría

que ser cuidadoso con ella. Los muertos no merecen la confianza de los vivos.

Bueno, al menos, aquello es lo que mi padre me había dicho en alguna ocasión.

Yo debería creerle, como es lógico. Sin embargo, la bruja, a pesar de estar

muerta, tenía reputación de gitana y santa a la vez. Seguramente su muerte había

influido un tanto en aquello. De cualquier manera, era el momento en que probaría

suerte con ella.

Como he explicado ya, soy un cuenta cuentos y los cuentos me los suelen proveer

a veces. En ciertas ocasiones acudo a donde está la acción y recojo, a través de

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mi vieja pipa de caoba, aquellos sucesos que valen la pena ser contados a un

vasto y atento público. En otras ocasiones como ésta, escucho los rumores

propagados por ciertos personajes que hablan sobre brujas, brujos y magos que

tienen en su posesión alguna que otra historia. Historias que se almacenan en las

extrañas vasijas de Jiné. Las vasijas protegen las historias almacenadas por

aquellos brujos y brujas. Los bardos como yo, buscan esas vasijas y tratan de

guardar las historias en sus sortilegios o talismanes. Por mi parte, yo cuento con

mi pipa de caoba, ya que mi memoria es frágil como todas las demás. Lo que

puedo hacer con ella, tomando en cuenta su fragilidad, es contar este tipo de

cosas. Las llamaría: preludios a la historia. Una vez que consigo, de parte de su

dueño, una de las historias de las vasijas de Jiné entonces, puedo almacenarla en

mi pipa y regarla en ríos de indeleble tinta sobre hojas de pergamino que

perdurarán para siempre. Ese es mi oficio. Debo realizarlo de esta manera porque

las vasijas de Jiné están hechas de un material glorioso y muy difícil de encontrar:

el llamado marfil de elefante circense. Los rateros y viles comadrejas suelen

robarles estas vasijas a los brujos y magos para destruirlas y extraer el marfil. Al

hacer esto la historia contenida adentro se pierde para siempre. Así que aparte de

contador de historias también soy un salvador de las mismas. No puedo permitir

que se pierdan, así que debo rescatarlas. Por ello es que acudí a esta bruja para

rescatar la historia de Debron y Dalila. En el momento en que lo hacía no sabía de

qué historia se trataba solo sé que, sabía que debía rescatarla antes de que

lleguen las comadrejas y la destruyan.

El caballo se apresuró por la pradera hasta que divisé una choza de paja dorada

con un enorme letrero de madera de roble. La inscripción rezaba: “Aquí habita

Furlein, la bruja” Me detuve a escasos metros de la choza para contemplarla. Era

redonda y dorada, tenía apenas dos ventanas de vidrio inmarcesible y

transparente que destellaban la luz del sol. Las paredes estaban cubiertas con

cañas doradas que se inclinaban a ratos dando la impresión de que la vivienda

estaba habitada o bien parecía a punto de estallar. Imaginé que algo no andaba

bien por lo cual me apeé del caballo para ingresar cuando de pronto una

impresionante llamarada de fuego salió despedida por las ventanas y me cerró el

paso. Entonces una dulce voz, venida de las llamas que asumieron la forma de

mandíbulas aserradas, habló conmigo

_ Descúbrete viajero, di a qué vienes

_ Vengo a ver a la bruja_ respondí un tanto temeroso

_ La bruja se encuentra disponible solo para aquellos que revelan un noble

propósito

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_ Mi propósito es noble. Tan solo busco una de las historias que se almacenan en

las vasijas de Jiné.

_ Como saber que no eres un ratero en busca del marfil de la vasija

_ Entonces he de decirte infernal llama, que soy el bardo a quien le fue dado el

nombre de Breto, y lo único que quiero es rescatar la historia que dentro de la

vasija se encontrare para poder contarla, para poder rescatarla.

_Hablas con vehemencia y de corazón, bardo. Puedes entrar

Dicho esto la llamarada se evaporó y pude ingresar a los aposentos de la

hechicera. Atravesé la puerta, aun sintiéndome intimidado por el fuego y su

inquisición. Al entrar en lo que aparentemente era la única habitación de la choza

me vi embelesado ante tantos objetos venidos de comarcas perdidas. Encontré

cabezas reducidas colgadas del techo las cuales reflejaban caras de terror y

cuencas sin ojos. Vi escobas colgadas de las paredes con inscripciones en

idiomas desconocidos. Velas encendidas y apagadas descansaban sobre varas

metálicas de cuatro pies de altura que parecían abrir un laberinto a los visitantes.

Plantas en forma de racimos y látigos se exponían en mostradores de madera.

Cada una se encontraba sujeta por una cadena que llevaba un pequeño rótulo

dando a conocer el nombre de la planta que se sujetaba con tanta fuerza. Había

espadas de empuñaduras de cobre y jaulas en posiciones concéntricas alrededor

de la estancia. Las ventanas una vez que uno se encontraba dentro no existían.

La choza era oscura, se iluminaba por las pocas velas encendidas.

La bruja se encontraba descansando en una hamaca sostenida por dos postes

ubicados a los extremos de la habitación. Sostenía una vasija blanquecina con

tapa dorada. Parecía juguetear con ella como quién juega con una piedra

preguntándose si se puede romper. No me miraba, su atención se concentraba en

la vasija de Jiné. Presentí que era mi deber presentarme nuevamente o hacer

algún ruido para llamar su atención.

_ No te molestes en anunciarte, bardo. Yo era quien hablaba a través del fuego.

No te pongo atención porque trato de ver si la historia que se encuentra aquí

dentro vale la pena.

_Toda historia vale la pena, mi señora. No sé de qué trate pero quiero pedirle que

me la entregue por su bien y el de ella. Como debe ser de su conocimiento, los

viles rateros deben estar buscando esta vasija atraídos por el oro que la corona y

el marfil que la envuelve. Así que le ruego que me entregue la historia que

contiene_ me arrodillé frente a ella y bajé la cabeza.

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_ Vaya, vaya. Eres valeroso como caballero y elocuente como gobernante.

Increíble pues pensar que seas un simple cuenta cuentos. Pues bien, si he de

desembarazarme de esta vasija de Jiné, quien mejor que tú para hacerme ese

favor.

_ Nada más quiero el relato que contiene.

_ ¡Soberbio! Ni siquiera eres codicioso, eso es agradable. De acuerdo, entrégame

tu talismán o sortilegio pues lo que aquí recibes es una historia. Llévate la vasija

también. Imagino que le encontrarás utilidad. Esta es la historia de dos jóvenes tan

semejantes y tan diferentes a la vez. Esta es la historia de Debron y Dalila. Esta es

la historia de un amor remoto, de tiempos ancestrales que sería puesto a prueba

por la distancia y el tiempo.

Le entregué la pipa de caoba que ella no recibió en sus manos sino que con un

poder maravilloso la hizo levitar por encima de su mano. Abrió la vasija y una

lengua azulada salió de ella y se introdujo en mi pipa. Había adquirido una nueva

historia.

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II

Finalmente sonaron los gritos de la bebé, su llanto resonaba en toda la estancia.

Llenábala de desaforadas lágrimas y sonidos de vida. Por fin había nacido la luz

que llenaría este hogar. La bebé parecía una criatura angelical, un tanto extraña

en apariencia. Un tanto solitaria si había de ser comparada con los demás en la

familia, pues sobre su pequeña cabecita comenzaban a aparecer diminutos rizos

de ébano, cosa que no se veía en los demás. Su madre la observó cariñosamente.

Prestaba atención a sus movimientos y la infante hacía lo mismo. Se reconocían

en una escena colmada de ternura. El padre se había acercado al oír los primeros

sonidos hechos por su nueva hija. Ahora, parado a una distancia más cercana,

distinguió entre los demás sonidos del ambiente, los vigorosos latidos del corazón

de ella. Podía sentirlos retumbar en sus oídos. Entendió, entonces que estaba

viva, viva y fuerte.

Pensó que la niña sería una justa sucesora y heredera. Habría de criarla para

convertirse en musa de las artes y en diosa de sabiduría. Su belleza intelectual y

sutilmente demostrada sería conocida por aquellos que la conocieran. Habría de

afrontar retos y salir victoriosa. Pensó que la letra D era la apropiada para

designarle un nombre, un nombre inmortal si fuera posible. La letra D llevaba una

carga cósmica y mística. Si el nombre habría de influir en su vida, en su carácter o

su fortaleza o su determinación, era apropiado que iniciara con D. Era la D de

dragón, de delfín; la que con sus cualidades harían de ella una princesa, una

guerrera, una sabia. Cavilando sobre estas reflexiones se encontraba el padre

cuando dijo:

_ ¿Qué nombre sería apropiado para ella?_ Su esposa lo observó dubitativa. Lo

que había pensado su esposo auguraba un futuro brillante para la niña basado en

su nombre. Observó nuevamente a la pequeña y se dio cuenta de que su piel era

suave. La piel delicada de la niña parecía resplandecer cual naciente sol.

Tomando eso en cuenta decidió proponer:

_ Llamarémosla Dalila. Por ser su piel delicada y porque al crecer será tentación

de los hombres.

El padre la levantó en sus manos, estaba totalmente de acuerdo con la

satisfactoria decisión de su esposa. La arrojó al aire y al caer la atrapó, se dio una

vuelta con ella y empezó a bailar un vals carente de música. Le sonreía, se

enorgullecía de haber generado una niña tan linda y esplendorosa. Era ella y solo

ella su princesa Dalila.

Mientras esto transcurría en el sureño reino de Logadaya, en un lugar muy lejano

llamado Ambiadaya algo parecido tomaba lugar. La comarca conocida como

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Ambiadaya era un lugar tan apartado de Logadaya que tomaría meses o más bien

años llegar allá caminando. Tomaría dieciocho meses llegar atravesando el

caudaloso y un tanto peligroso Río de la miel. Cabalgar en burro significaría un

viaje de un año. Y volar en fénix tomaría cuatro meses. Aparentemente, este

último modo de viajar era el más efectivo, el problema aparecería si es que alguien

trataba de conseguir un fénix. De por sí, eso ya sería una hazaña.

En Ambiadaya, en una pequeña casa rodeada de árboles y lomas rojas,

aconteció el mismo día otro nacimiento. Los padres del nuevo bebé eran granjeros

cuyas relaciones con los duendes zapateros eran puro negocio. El padre solía

proveer de materiales para la elaboración de botas a aquellos duendes a cambio

de alfalfa y hebras de paja. La madre solía elaborar sombreros con la paja que se

le daba. Ellos tenían afición por la sabiduría tal como los padres de la pequeña

Dalila. Querían que este nuevo bebé, quien había resultado ser un niño, sea un

justiciero, un gobernante, un poeta o un sabio. De la misma manera y por una

extraña coincidencia la madre del niño escogió un nombre, cuya primera letra

fuera la D. El niño sería llamado Debron.

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III

La luz penetró por la ventana del cuarto de Dalila. Hoy sería un día importante

para ella. Contando con apenas seis años de edad, ya era conocida por su

perspicacia y habilidad para recordar. Tenía una voz dulce y vehemente a la vez.

Podía enternecer como podía convencer. Estaba empezando a desarrollar aquel

tan peculiar acento de la gente de Logadaya. Cantarina y de piel delicada, la

pequeña Dalila se preparaba para salir con su padre a conocer al maravilloso

cisne de la Laguna de Yipirio. Por ello este día habría de recordarlo.

El cisne de la laguna de Yipirio era una de las criaturas más hermosas jamás

vistas. Su fama trascendía los confines de Logadaya y llegaba a lugares tan

aparatados como Ambiadaya, desde los cuales venían muchas personas a

presenciar espectáculos tales como el vuelo del cisne. Cuando era la época del

año apropiada, es decir en los meses veraniegos, los habitantes de Logadaya se

preparaban para presenciar ese tan afamado vuelo. El cisne permanecía en el

centro de la laguna sin moverse apenas, por semanas y meses, a ratos se lo veía

sacudir plumas y alas o sumergir la cabeza en el agua, pero nunca se lo veía

siquiera acercarse a la orilla de la laguna. Era un animal muy misterioso sin lugar a

dudas.

Precisamente, el día en que el padre de Dalila alzó en sus brazos a su pequeña

hija y le dijo que era momento de visitar al cisne de Yipirio; transcurría el caluroso

verano. Por alguna de tantas razones indescifrables, aquel animal no se dejaba

ver por los niños menores de seis años. Cualquiera que se acercara a la orilla de

la laguna debía ser mayor de seis porque si no lo era simplemente le era imposible

observar al ave flotando sobre la cristalina superficie del agua. Entonces, por

alegre coincidencia el verano encontró a una Dalila con seis años recién

cumplidos y rebosante de ganas por ver al cisne volar. Aquella era precisamente

otro de los misterios que rodeaban al cisne. Nadie podría explicarlo pero siempre

en uno de aquellos días se podía observar al ave volar durante todo el día

alrededor del reino de Logadaya. Las familias de campesinos y acomodados

señores y señoras se asomaban a la ventana o detenían sus actividades

momentáneamente para poder ver la danza aérea del cisne de Yipirio.

Dalila se levantó temprano y bajó las gradas. Llegó a la estancia con una sonrisa

en el rostro que anunciaba expectante que la niña estaba lista para observar el

vuelo del ave.

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_Vamos papito, estoy lista_ decía Dalila una y otra vez, observando a su padre,

quien con una tranquilizadora sonrisa disfrutaba de la ansiedad de la niña. El

padre se emocionaba cada vez que escuchaba hablar a su hija.

_Listo, princesa. Vamos para allá_ dijo finalmente el padre.

Aquella mañana no había donde poner un pie. Los habitantes de Logadaya se

mostraban sonrientes, acudían en gran cantidad a aquella laguna de Yipirio para

observar el espectáculo. Dalila era llevada de la mano por su padre. El hombre,

trataba de abrirse paso por entre la multitud. Incluso se habían construido gradas,

asientos y orto tipo de ubicaciones alrededor de la laguna. Todos los años se

hacía precisamente lo mismo. De esta manera el cisne se convertía en la

atracción estelar de la mañana, en esa época del año. Dalila estaba impresionada

por la cantidad de personas que estaban allí. En su mayoría eran familias con

niños de su misma edad. Tal y como se le había explicado, los menores no podían

ver al cisne quieto, mucho menos habrían de verlo levantar vuelo. Por ello, Dalila

estaba en Yipirio por vez primera tal y como tantos otros infantes sin rostro.

De todos aquellos infantes venidos de varias latitudes, se encontraba el pequeño

Debron con sus padres y su hermano mayor, el cual disfrutaba viajar a Logadaya.

Habían viajado en burro desde la lejana comarca de Ambiadaya y como es lógico

suponer tardaron mucho en llegar. Hicieron varias paradas y en resumen, el viaje

fue pesado. Debron era un niño débil para los viajes. Se mareaba con facilidad y

se ponía enfermo cuando viajaba de esa manera. Un viaje tan extenuante hacía

que Debron odie tener que venir a la tierra de Logadaya. Ni siquiera le interesaba

el cisne. Sus padres trataron de hacerle ver lo genial que era presenciar el vuelo

de aquel pájaro pero él no respondía como lo hacían niños o niñas como Dalila. El

padre de Debron era original de Logadaya, así que desde su niñez conocía al

cisne y su misterioso vuelo. Al formar una familia en Ambiadaya, esperaba que

ellos compartieran la tradición. No tenía problema de parte de su esposa o su

primogénito pero Debron no toleraba el viaje y mucho menos los dos días que

llevaba en aquel reino. Finalmente, se resignaron y decidieron llevarlo aunque sea

a rastras, pero el niño debía presenciar el espectáculo como los demás.

La multitud se ubicó alrededor de la laguna. El sol se alzaba airoso por entre las

cabezas y parecía propiciar un día glorioso para que el cisne tuviera todo el ánimo

para volar. Era tiempo. Aquellos que veían esto por enésima vez se preparaban y

si sonreían, solo lo hacían al ver la cara emocionada de los pequeños que lo

presenciaban por primera vez. Por supuesto, no debía uno tener tan solo seis

años para presenciar aquel acontecimiento. Obviamente, los lugareños se

regocijaban al ver a los visitantes; muchos de ellos adultos, quienes venían a ver

al cisne llamados por lo que se contaba de él pero que no habían tenido el placer

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de conocerlo. Los duendes por otro lado podían verlo a cualquier edad, no había

problema alguno con eso. Ellos solían desconfiar de los humanos así que, en su

mayoría observaban al ave a la luz de la luna. No obstante, se debe tomar en

cuenta las típicas excepciones. Había varios duendes, amigos de los humanos

que estaban tan atentos como cualquier otro. El cisne estaba por fin rodeado.

Parecía indiferente ante tantas miradas de personas y duendes que lo observaban

atentos ante todos sus movimientos que, por cierto, no eran muchos. Estaba

quieto con la mirada al frente. Así permaneció por casi una hora.

Entonces sucedió.

Las fantásticas alas se expandieron. Dalila y Debron colocados a los extremos de

la laguna prestaron atención. Aquellas alas parecían medir por lo menos quince

pies de largo. Ante una mirada de asombro y expresiones de la misma índole

propagadas por jóvenes y viejos, quienes sin importar su edad no podían dejar de

sorprenderse como si fuera la primera vez, el cisne echó la cabeza para atrás. Su

blanco cuello empezó a moverse en zigzag. Entonces, sus alas ya expandidas

empezaron a batirse y balancearse. Se empezaron a formar ondas alrededor del

ave que bajó un poco el pico hasta tocar la superficie del agua que se abrió

salpicando gotas y formando un pequeño remolino. En ese momento el cisne alzó

la cabeza hacia el dorado sol y voló.

Se empezó a elevar por encima de la multitud, que gritaba y aplaudía

alegremente. Dalila tenía los ojos y la boca abiertos como platos. Simplemente no

lo podía creer. Era fascinante ver incluso al pequeño Debron poner atención al

vuelo del cisne. Siguió aleteando hasta encontrarse a tal altura que se hizo tan

pequeño a la vista como un insecto visto de cerca. Entonces dio una vuelta a la

laguna, a la que siguió otra y otra y otra. Todos balanceaban sus cabezas de un

lado al otro sin perder de vista al cisne. Entonces, el cisne se empezó a sumergir

en la lontananza, se estaba alejando. Entonces, los padres tomaron aquella

oportunidad para escuchar las reacciones de sus hijos.

_ Estuvo lindo, papi_ dijo Dalila con una sonrisa radiante.

Debron se quedó sin palabras. Su hermano por otro lado dijo que era genial poder

verlo una vez más. Sus padres les explicaban a los chiquillos que el cisne se daría

una vuelta alrededor del reino y luego regresaría al anochecer. Para ese

momento, los duendes estarían cercando la laguna para verlo posarse en el agua

suavemente y quedarse quieto en estática posición, carente de movimiento por

otro año.

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IV

El cisne se elevaba majestuoso por encima del firmamento. Aleteaba sin descanso

alrededor de Logadaya. Estaba alejándose y acercándose a la vez. Aquella

manera de volar era hipnotizante. Los moradores simplemente cesaban de realizar

cualquier tarea para observarle. Lo observaban surcar los cielos como si al hacerlo

pudieran ser transportados con él por regiones peregrinas y desconocidas. Nadie

sabía si el cisne algún día dejaría aquellas tierras para siempre o si se quedaría en

ellas. Muchos decían que por cincuenta años había permanecido en la laguna y

que por cincuenta años había repetido aquella rutina. Cumplido con aquella

extraña tradición de volar solo por un día y regresar al anochecer.

Tan impactada se encontraba la gente del lugar con el vuelo del ave que no se

percataron de un grupo de bandidos que se acercaba al escenario. Eran

muchachos cuyas barbas todavía no se habían desarrollado del todo. No

conocerían de las calamidades de la vida y sus dificultades de primera mano pero

seguramente creían conocerlas. ¿Por qué otra razón, entonces, se acercarían al

escenario con intenciones desagradables a los ojos de la comunidad? Eso era

precisamente lo que hacían. Acercarse con malas intenciones.

Este grupo de bandidos y pícaros estaba compuesto por siete mozuelos. Llevaban

atuendos de color negro y sus ojos cubiertos hallabánse por antifaces verdes que

no permitían el reconocimiento visual. Sus manos derechas llevaban guantes

verdes que se coronaban de muñequeras o manillas-como les llamarían en

Logadaya-puntiagudas y aserradas. Su sonrisa maliciosa anunciaba sus malas

intenciones. Acercáronse sigilosos a la multitud y colocaron un trípode que en la

parte superior sujetaba una catapulta de madera lijada. Esta catapulta estaba

apuntando hacia el cielo. Su presa: el cisne legendario.

Los mozuelos sonreían, burlábanse de los incautos moradores y espectadores.

Éstos no sospechaban nada. Los mozuelos querían matar al pájaro para poder

vanagloriarse de poseer la cabeza del legendario cisne y negociar su carne.

Conservarían la cabeza a manera de trofeo. Esta idea se la había ocurrido al líder

de estos bandidos. Él se hacía llamar Zorrillo. La idea de acabar con el cisne le

llegó precisamente la noche anterior a su vuelo por lo que hizo los preparativos

con su banda de maleantes, dándoles a entender que la caza del ave les daría

joyas, riquezas de todo tipo. La mejor parte, según les contó zorrillo, era que los

moradores de Logadaya no prestarían atención al crimen porque estarían

embobados observando al cisne volar. Uno de sus compinches habíale

preguntado porque no hacerlo cualquier otro día, tomando en cuenta que el cisne

jamás se movía de la laguna. Zorrillo dijo que era más divertido hacerlo a la luz del

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día y en pleno evento para aumentar el riesgo de la operación y la dulzura de la

victoria.

Entonces, el arma había sido colocada y cargada con una piedra forrada de

afiladas flechas que habrían de destrozar al animal. Mientras colocaban la carga

sobre la catapulta, Dalila se percató del ruido que hacían los chicos al esforzarse.

_Papito, esos señores no están viendo al cisne ¿Por qué?_ dijo ingenuamente

El padre regresó a verlos y se dio cuenta de que aquellos mozuelos tenían cierta

reputación de buscapleitos. Cualquier cosa que estuvieran haciendo solo podría

significar problemas, pensó el padre de Dalila. Entonces, observó la catapulta y

entendió que debían estar pensando hacerle daño al ave. Como un orgulloso hijo

de Logadaya, él no podía permanecer indiferente ante tal fechoría.

_No te lo sabría decir, princesa. Parece que tienen malas intenciones._ dijo el

padre mientras miraba con gesto suspicaz en dirección a los maleantes._

Espérame aquí.

Se acercó poco a poco a los mozuelos y empezó a hablarles. Les preguntó que

pensaban hacer con la catapulta. Ante la interrogante, el Zorrillo dijo “Aléjate de

aquí viejo. No es asunto tuyo”. El padre de Dalila no se intimidó ante la respuesta.

La esperaba.

_Desarmen esa máquina y aléjense de acá si no quieren tener problemas

conmigo.

_Te lo advertimos, viejo. Si no te vas calladito a tu casa, el que tendrá problemas

serás tú._ dijo el Zorrillo

Al escuchar la discusión próxima varios moradores, campesinos y duendes

voltearon para observar el origen del problema.

_Algo está pasando allí, miren_ diría uno de los que se encontraban en los

alrededores de la laguna. Poco a poco la atención de los demás se concentraba

en el padre de Dalila y el Zorrillo. Incluso los padres de Debron se interesaron en

el asunto. Definitivamente, los mozuelos no inspiraban confianza.

_Zorrillo, están mirándonos. Será mejor que nos larguemos antes de que se

acerquen más viejos._ el zorrillo le lanzó una mirada asesina al padre de Dalila.

Más personas se acercaban a los mozuelos, que empezaron a intimidarse. Los

compañeros del Zorrillo pusieron pies en polvorosa. El Zorrillo se vio en

desventaja y maldijo la cobardía de sus compañeros. Pensó que se las cobraría

con aquel sujeto en otra ocasión.

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_Esto no se queda así viejo. Ya nos veremos_ le espetó.

_Mira como tiemblo niño_ respondióle el padre.

Cuando los demás estaban a tan solo unos pasos, el muchacho se echó a la fuga.

Dejó armada la catapulta. Su trofeo se perdía por culpa de aquel entrometido. Si

no podía conseguir lo que anhelaba, entonces habría de desquitarse. La dulzura

del cisne, su captura parecían perderse. Eran reemplazadas por otro objetivo. Así,

los otros preguntáronle al padre de Dalila lo sucedido. Él respondió que una banda

de malhechores planeaba matar al cisne. Varios duendes al escuchar esto

persiguieron al Zorrillo. Sin preocuparse por si le darían alcance o no, el padre

nada más se preocupó por su hija. Ella estaba a salvo. A pesar de no habérsela

encargado a nadie, ella decidió pedirle a un extraño, quien resultó ser el padre de

Debron, que la ayudara a reunirse con su padre.

_Esta es su hija, me parece_ le diría un padre al otro.

_Muchas gracias, señor.

_No fue nada. Lo importante es evitar que unos pícaros quieran hacerle daño al

cisne

_Fue valiente de su parte_ dijo la madre de Debron

_No fue nada_ dijo esta vez el padre de Dalila_ veo que ustedes vienen con sus

hijos también. Mi esposa no pudo venir a causa de una enfermedad. El cisne es

sin duda alguna una maravilla. Me parece que no la he visto a usted por acá

_ Ni debería, soy de Ambiadaya. Mi esposo es más bien de aquí. Siempre quise

conocer Yipirio y Logadaya en su conjunto. Tiene razón: este espectáculo ha

valido la pena. Incluso mi hijo que se mostraba reticente a la idea de venir, le ha

gustado. ¿No es así, mi amor?

Debron por toda respuesta, movió la cabeza. El padre de Dalila se rió. Después de

ello propuso que los niños jugaran y se conocieran mientras ellos hacían otro tanto

paseando por los alrededores de la laguna. Los padres de Debron aceptaron y se

unieron al padre de Dalila. Ella parecía muy interesada en la idea de hacer nuevos

amigos. Por otro lado, Debron no quería tener cerca a nadie que no fuera su

madre. El hermano de Debron, en cambio, accedió a la idea de jugar a las

escondidillas con Dalila. Debron fue prácticamente obligado a jugar con ellos. Pero

a lo largo de un rato pareció integrarse un poco más al juego. De hecho llegó a

sonreír y saltar mientras correteaba alrededor de Dalila. “A que no me agarras”

gritaría ella. Debron simplemente correría un poco más rápido para agarrarla. Eran

niños de seis años nada más. Excepto por el hermano de Debron, quien se

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acercaba a los nueve. Después de un rato habíase cansado de corretear y fue a

tomar un refresco con los adultos. En tanto Debron y Dalila seguían correteando

por los alrededores hasta que él logró agarrarla por la cintura y lo hizo con tanta

fuerza que rodó con ella colina abajo por un campo suave y lleno de flores. Ella

reía a carcajadas. Debron por su parte se asustó. El susto se le pasó cuando se

detuvieron boca arriba, uno al lado del otro. Miraban al cielo.

_ ¿Te gustó el cisne?_ preguntó ella

_Sí_ respondió él

_ No eres tan conversón, ¿eh?_ declaró Dalila con una sonrisa ladina y lo

observó_ pero juegas muy bien ¿Quieres ser mi amigo?

_ Bueno, está bien. ¿Qué tengo que hacer?

_ Nada, bobo. Lo que hacen los amigos_ dijo ella mostrándole una angelical

sonrisa.

_ Me gusta tu cabello. Es rizado como el de mi mamá_ dijo Debron a lo que ella

respondió: A mí me gusta tu pancita_. Después se levantó, se rió y se echó a

correr

La tarde estaba empezando a caer sobre la laguna de Yipirio en la sureña tierra de

Logadaya. Los adultos se despidieron igual que los niños. Los padres de Debron

anunciaron que regresarían a Ambiadaya al día siguiente, al anochecer. Esto

pareció entristecer a Dalila, quien se despidió de Debron ondulando su manita.

Esa noche el padre de Dalila la acostaría. Le leería un cuento. Le daría un beso en

la frente. Le desearía dulces sueños y luego saldría a observar la luna, en el patio

de su casa. Trataría de localizar al cisne, trataría de verlo regresar a la laguna.

Entonces, en la luna se recortó una figura alada que permaneció estática por un

segundo y se precipitó a tierra describiendo hermosas espirales. “Hasta el próximo

año” pensó el padre de Dalila. Se dio media vuelta para ingresar a su casa cuando

de pronto y salida de la nada una flecha de hueso se le clavó en el cuello. El padre

de Dalila abrió los ojos llenó de sorpresa y horror. Luego, se desplomó. Una

sombra armada con un arco se acercó a él. Lo observó por un instante y luego

desdobló el sacó en el que se lo llevaría para siempre lejos de su familia.

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V

Tiempos difíciles empezaron a dibujarse en el horizonte de la familia de Dalila. Su

padre había desaparecido. Ella estaba devastada. Su madre no atinaba a

encontrar consuelo alguno que pudiera ayudarla a reducir la pena que se

apoderaba de su corazón. Su madre trataba de decirle que las cosas se

arreglarían, que no debía seguir llorando por la desaparición de su padre. Ella

también era víctima de la angustia omnipresente, desde entonces en la familia.

Había llorado la partida inesperada de su esposo pero aun así decidió que debía

mostrarse fuerte por el bienestar de su hija. Incluso, a costa de su propio

sufrimiento ella había jurado que Dalila no podía ser testigo de la debilidad de su

madre; debía ocultarla de ella. Si Dalila no encontraba fortaleza en su madre no la

encontraría en ningún otro lado. Al menos eso era lo que pensaba ella y por ahora

era necesario que la convierta en su roca.

Mientras tanto, sin saber siquiera que le había pasado al padre de Dalila, la familia

de Debron abandonó Logadaya. Nuevamente, aquel tortuoso viaje para el chico se

manifestaba. Él detestaba como el que más tener que viajar por más de diez

meses a Logadaya o desde Logadaya. Para él todo era el mismo martirio. Sin

embargo, solamente el trayecto resultaba insoportable para él porque en lo que

respecta a la estadía; su goce era visible. Había conocido a una nueva amiguita.

Una pequeña niña de su edad que parecía haber hallado un lugar en su corazón.

Como conclusión de su viaje ahora conocía a una niña llamada Dalila. Eso no le

alentaba mucho. Como a cualquier otro niño de su edad la idea de fraternizar con

una niña le parecía repulsiva. Su propia madre trataba de “unirlo” a una niña que

era hija de una amiga suya. Las comadres simplemente le salían por todas partes.

Lo que buscaban la madre de Debron y su amiga era emparentarse a través del

futuro matrimonio entre Debron y la hija de ella. Sin embargo, aquello no fue más

que un fracaso porque los niños no llegaron a entablar una conversación que

durara más de un minuto.

Dalila empezaba a crecer de otra manera. Maduraba y formaba su carácter

prematuramente. Dada la pérdida de su padre, su madre se convirtió en padre y

madre para ella. La niña tenía otros familiares pero en su casa solo vivían las dos

que sembraron una relación mucho más sólida y amistosa. La madre de Dalila, en

realidad, llegó a convertirse en su mejor amiga pues estuvo junto a ella en todos

los momentos difíciles en la vida de su hija. Tuvo que consolarla cada vez que

encontraba problemas con los y las pequeñas de los alrededores. Tuvo que

explicarle acerca del nacimiento de los bebés. Tuvo que hablarle de mujer a

mujercita cuando llegó la hora. Su madre simplemente tuvo que estar ahí para

ella.

Page 17: Debron y Dalila

Por años, se sentaron juntas a leer a los sabios. Aprendió Dalila a pensar a

medida que leía y para ella fue fascinante descubrir un mundo de posibilidades

ajenas a la ignorancia. El conocimiento se volvía de esa manera un nuevo amigo,

un amigo muy útil pero de cualquier manera frío y callado. Mientras iba madurando

se daba cuenta de que en el mundo existían personas malvadas que buscaban

desquitarse de aquellos que poseían ventajas. Por ejemplo, comprendió que la

desaparición de su padre probablemente había sido propiciada por gente

desalmada cuya meta era el ver materializado el máximo ideal de la venganza. Su

madre aconsejóle que no debía preocupar su mente en turbios asuntos ni pensar

en lo que pensarían los malvados. Para su madre, la desaparición de su esposo

había sido causada por gente sin escrúpulos y de mente podrida. Había pensado

en conducir una investigación para encontrar a los responsables. De hecho visitó a

una bruja a los pocos meses de la desaparición de su esposo para que ella le

revelara la identidad de los malhechores. Sin embargo, lo que obtuvo fue una

negativa de parte de la hechicera. Explicóle que para hallarles necesitaría la

misma sed de venganza expresada en una botella tanto por ella como por su hija.

La madre no quiso obligar a Dalila a odiar. Por ello decidió que era mejor

enseñarle a perdonar y olvidar a quienes la injuriaban. Eran las palabras que le

decía justamente cuando Dalila necesitaba consuelo.

Debron había continuado con su crecimiento al amparo de sus padres quienes

trataban de hacer llegar a él las nociones básicas de conocimiento social, en el

caso de su madre, y el valor del arduo trabajo, en el caso de su padre. Su

hermano también inculcó parte de su sabiduría en él. Enseñóle a tensar el arco y

la flecha. De vez en cuando se lo llevaba a los verdes prados a practicar su

puntería. Reíase de él cada vez que fallaba por lo que Debron se planteó un

objetivo primario: sorprender a su hermano mayor al clavarle una flecha a un

incauto venado pastando a cuatrocientos pies de distancia. Se dedicó días y

noches a utilizar el arco y la flecha. Disparaba a los árboles, a las plantas

pequeñas, a los animales que encontraba a su alcance. Muchas veces no probaba

más que el fracaso o como los llamaría su padre: intentos fallidos. Llegó a

perderse días enteros de trabajo y su propio cumpleaños número nueve pero por

fin su arduo trabajo le dio los resultados que esperaba. Alcanzó a asesinar a una

paloma que volaba frente a su casa a no menos de cien pies de distancia. Se

alegró tanto que se sintió con la suficiente confianza para atravesar el gaznate de

un venado ubicado a trescientos pies de distancia. Correría a decírselo a su

hermano. Luego pensó que su hermano no sería suficiente sino que, además sus

padres debían observarlo hacer precisamente lo mismo. Los reunió a todos a las

afueras de su casa. Incluso mandó llamar a varios vecinos y duendes con los que

negociaba su padre para que observaran el espectáculo. Los duendes, por cierto,

ignoraban por completo lo que planeaba hacer el joven Debron. Para ellos la vida

Page 18: Debron y Dalila

de los animales era tan sagrada como la de ellos que, en cierto punto de la historia

habían sido considerados animales por los seres humanos. Su sorpresa les cayó

como golpe directo al corazón cuando vieron a Debron apuntando al venado. De

pronto, cual fugaz estrella la flecha hecha de madera y piedra atravesó el viento y

en un par de segundos la piel del animal. La indignación de los duendes no se

hizo esperar.

Debron festejaba junto a su sorprendido hermano. A pesar de que su madre se

esforzó por otorgarle conocimientos generales sobre la vida. Debron nunca llegó a

saber que los duendes respetaban la vida de los animales a tal extremo de perder

la compostura cuando vieran algo por el estilo. Uno de ellos decidió castigar al

joven. Sacó de entre sus túnicas una corneta de madera incrustada de rubíes en

simétricas posiciones. La sopló y las nubes tornáronse de un extraño color

anaranjado después de lo cual desde los cielos surgió un negro espíritu que

aparentemente acudía al llamado de los duendes o su extraña corneta.

Arrodilláronse los duendes y fruncieron el entrecejo al mismo tiempo. Uno de

ellos declaró que no toleraría un asesinato por parte de los seres humanos. La

familia de Debron y las personas que allí se encontraban sintiéronse atemorizadas

especialmente después de ver el extraño fenómeno atmosférico manifestarse ante

sus atónitos ojos.

El duende que tocó la corneta le dijo a Debron que merecía un severo castigo por

lo que había hecho. Díjole que el precio por llevarse una vida era perder una vida

y dado que Debron no contaba con más de una, seríale arrebatada la de su padre.

Escogieron al padre de Debron porque al comerciar con él, era el único miembro

de su familia que conocían, así se lo describieron al espíritu que era ciego. El

espíritu reconoció al padre, quien no tuvo defensa alguna cuando el espíritu entró

dentro de su cuerpo. El padre de Debron fue poseído por unos instantes ante la

vista e impotencia de todos y todas. Cuando el espíritu ciego salió del cuerpo del

padre de Debron llevaba consigo una bolsa con forma de corazón, dentro de la

cual hallábase su alma.

Una vez que hicieron esto los duendes que allí se encontraban hicieron un

ademán muy peculiar con sus manos. Tan sincronizados estaban que incluso

realizaron una educada reverencia para desaparecer después dentro de la corneta

en una nube de humo. El espíritu ciego recogió la corneta y luego ascendió a los

cielos de los cuales había descendido.

Page 19: Debron y Dalila

VI

Debron abrió sus ojos. Estaba listo. Levantóse decidido a acabar con los duendes.

Tomó su arco y veinte flechas que cuidadosamente seleccionó durante semanas

para poder llevar a cabo su noble tarea. Matar duendes no era precisamente una

costumbre de los seres humanos, pero era la nueva costumbre de Debron.

Observó el horizonte que saludaba a un resplandeciente y cálido sol. Había

llevado a cabo su plan por años. Solía levantarse en las mañanas para encontrar a

aquellos responsables por la desaparición de su padre. Su hermano se había

marchado hacia el norte en busca de sus sueños. La resignación simplemente

apoderose de él pues después de tres años de esperar la oportunidad de atrapar a

los duendes o en su defecto esperar a su regreso, decidió que no tenía sentido

seguir pensando en él. Para él su padre estaba tan muerto como el cuerpo que

dejó sin alma. Su madre por otro lado decidió encomendarse a los astros, a los

dioses. Encendía diez velas en honor a ellos en el templo familiar que

conservaban en el campo de atrás. Ella sostenía la esperanza por siempre en su

corazón; su esposo habría de regresar algún día por ello conservaba su cuerpo sin

alma con sales y otras especies de tal manera que cuando él regresara encontrara

su cuerpo tal y como lo había dejado. Ciertamente lloró mares por él. Detestaba a

los duendes tanto como el resto de los habitantes en Ambiadaya. Desde el día en

el que cometieron el crimen no se los había vuelto a ver por aquella región.

Finalmente, la madre de Debron habíase acostumbrado a la ausencia de su

esposo, pero aún así lo esperaba. Además, el pequeño Debron había crecido y él

concentraba sus esperanzas de rescatar el alma de su ausente padre.

Debron prácticamente no tuvo una adolescencia muy normal. No correteaba

detrás de las muchachas como lo harían otros, como su hermano, quien decidió

buscar su propio destino lejos de la familia. Él, en cambio, se concentraba en su

deseo de vengar o rescatar a su padre. A veces, se pasaba horas sentado en la

roca del pensamiento ubicada frente a su casa cavilando, dándole vueltas al

asunto de los duendes. Él y su familia, junto con algunos vecinos habían perdido

el tiempo tratando de encontrar una cura, si se le puede llamar cura, para el

estado de su padre. En Ambiadaya no se tenía acceso a muchas de las maravillas

de la magia o las ciencias ocultas. Por tres años habían intentado resucitar al

padre de Debron a través de los métodos que se les ocurría. Habían incinerado

doce árboles de gulia para honrar a los dioses y así lograr que el alma regrese. No

funcionó. Prepararon una danza de siete llamas para lograr el mismo fin. No

funcionó. Intentaron contactar a alguna bruja pero no fueron capaces de encontrar

ninguna en toda la región. La madre de Debron inició aquella costumbre de

encender velas. No funcionaba.

Page 20: Debron y Dalila

Cuando Debron había alcanzado los doce años decidió que el dogmatismo y la fe

no llevaban a nada. Tendría que tomar acción. Tendría que buscar por sí mismo el

alma de su padre. Para ello decidió entrenarse por cinco años. Dedicóse a

practicar en las técnicas del combate cuerpo a cuerpo. Aprendió más sobre armas

como el arco y la flecha. Aprendió sobre el manejo de la pluma y la espada.

Aprendió a escribir con belleza literaria y aprendió a combatir con fiereza guerrera.

Aprendió sobre venenos y pociones. Aprendió a cabalgar burros y caballos. Aparte

de lo ya mencionado, aprendió a dominar su miedo a las alturas y a sobrevivir a

largos viajes sin marearse. Viajo muchas veces al norte. En algunas ocasiones

tuvo la oportunidad de viajar en el lomo de un fénix pues al mejorar sus técnicas

para el combate y su astucia, logró capturar a un fénix con una trampa

improvisada. Así dejó de temerle a las alturas. Viajando tantas veces al norte, para

visitar a otros miembros de su familia y para buscar el alma de su padre, logró

perder aquellas nauseas y mareos que le provocaban los viajes. Así transcurrieron

los años entre esperanzas aparentemente perdidas y otras reencontradas hasta

que Debron cumplió diecisiete años y decidió alejarse de su hogar para acometer

su vengativa empresa en las tierras del sur.

En Logadaya, Dalila era ahora una joven hermosa de dieciocho años. Sus largos

cabellos resbalaban sobre sus hombros y brillaban con las auroras matinales que

entraban en su habitación y la acariciaban. Tenía cabello rizado y negro de ébano.

Sus ojos claros centelleaban con la luz y cada vez que sonreía se volvían mucho

más claros y resplandecientes. Su sonrisa era amable y digna de verse. Cuando

realmente estaba contenta no paraba de reír en todo el día. Era delgada y alta.

Cuando cambiaba drásticamente de humor unas pequeñas pecas aparecían en

sus mejillas lo cual, al ser notado por sus amigos y amigas, hizo que le dieran el

sobrenombre de “Manchitas”. A ella no le molestaba este apelativo de hecho le

gustaba.

En una ocasión acudió con su madre a visitar a otro de los animales que

representaban a la tierra de Logadaya: La jirafa parlanchina. Encontrábanse

ambas a prudente distancia de la jirafa y la contemplaban embelesadas. Dalila,

como era de suponerse, la veía por primera vez.

_ Mamá, es bellísima ¿cómo se llama?

_ ¿Por qué no se lo preguntas tu misma Manchitas?_ Respondióle su madre

después de reír ligeramente.

_ Pero ¿Acaso ha de responderme?

_ Algo que no te he dicho, hija, es que la jirafa puede hablar. Como puedes darte

cuenta; a su alrededor hay muchas personas en este momento y todas tratan de

Page 21: Debron y Dalila

hablar con ella, preguntarle algo. Pero he aquí el pequeño dilema: ella no

responde a todos. Muchos a ella se acercan para aprender o hablarle o escucharla

pero son muy pocos los que alguna vez la han oído. De hecho, eso la hace tan

especial; ella no habla con todos por ello es que tantos lo intentan.

_ ¿Y por eso es que quieres que le pregunte su nombre personalmente? ¿Es que

los que hablan con ella no se lo han preguntado?_ Preguntaba Dalila mostrándose

entusiasmada por lo que se le contaba

_ Pues, tal vez no me creas_ Respondió su madre y rió de nuevo_ pero los que

han hablado con ella se han negado a revelar su nombre bajo pedido de la propia

jirafa.

_Eso sí que suena a mentira mamá. Si no lo dicen es porque no han hablado con

ella y no lo saben_ respondió Dalila y miró a su madre con gesto ladino

_ Pues eso lo tendrás que averiguar tú. Si es que la jirafa te habla, claro está.

_ ¿Y tú has hablado con ella mamá?

_ No, pero mi padre sí. Y pude ver la verdad a través de sus ojos. A mí en realidad

me ha dejado con la palabra en la boca.

_ Entonces, si el abuelo pudo conversar con la jirafa yo también podré_ dijo

decidida la muchacha.

_ Pues por eso te traje. Inténtalo._ La muchacha se dio la vuelta y dispúsose a

encarar a la jirafa cuando diose cuenta de un detalle

_Un momento_ dijo_ ¿Por qué me traes a conocer a la jirafa ahora que tengo

dieciocho y no antes? Siendo un animal símbolo de Logadaya debí conocerle

antes. Puedo ver chicos menores que yo alrededor de ella.

_Pues, me atrapaste, Manchitas. Tú eres más especial que aquellos chicos. Y

sabes una cosa los animales en Logadaya tienen cierta aversión hacia los niños y

niñas pequeñas, por eso consideré mejor que si ibas a hablar con la jirafa, como

sé que lo harás, era mejor que lo hagas cuando fueras mayor.

_Vaya mamá, eres genial_ dicho esto, la muchacha caminó hacia la jirafa con una

sonrisa en el rostro.

La madre la vio dirigirse hacia el animal místico y famoso con determinación. Si

habría alguien en aquel corro de gente que entablaría una conversación con la

jirafa, sería ella; pensó. La observó a prudente distancia como se mezclaba con la

Page 22: Debron y Dalila

multitud. La vio hablarle a la jirafa pero aparentemente ésta no respondía.

Finalmente, Dalila regresó un tanto decepcionada con su madre.

_No quiso hablarme. Pero pienso volver esta noche cuando esté sola. Seguro que

lo consigo_ dijo Dalila

_Tu padre me dijo algo muy parecido cuando la jirafa se negó a dirigirle la

palabra._ dijo nostálgicamente la madre de Dalila.

Aquello provocó en la bella Dalila una sonrisa dulce pues, ella también pensaba en

su padre a menudo. Despidióse de la jirafa y tomó a su madre para emprender el

regreso a casa. A Dalila los retos no la asustaban y consideró a éste un reto

importante. Tenía la intención de hacerse amiga de la jirafa. Quería saber su

nombre y se preguntaba si otros animales la llamaban Manchitas igual que a ella.

Le pareció un sobrenombre muy apropiado porque, después de todo era una

jirafa. Se rió para sí al pensar tan infantilmente y su madre lo notó.

A su madre le encantaba contemplar a su hija tan risueña que llamaba a los

famosos artistas del óleo para que la inmortalizaran en retratos que colgaba

alrededor de su casa. Los artistas del óleo eran criaturas extravagantes que

asemejaban a los humanos pero no lo eran. Tenían el cabello largo y terminado en

puntas muy afiladas. Este no crecía en sentido gravitacional sino que elevábase

por encima de sus cabezas dando la apariencia de llamas infinitas. Sus atuendos

tenían toda clase de colores. Sus caras eran blancas y sus ojos eran saltones,

propensos a cambiar de color. Tenían largos y huesudos brazos terminados en

largas y negras uñas. Sus combinaciones de ropa eran tan extrañas que

cualquiera podía identificarlos en un grupo social de duendes o seres humanos.

Ellos no eran discriminados por los humanos pero no eran tratados muy a

menudo. Los humanos les hablaban por puro negocio. Cada vez que deseaban

inmortalizarse con un retrato los llamarían por medio de una señal que solo ellos

reconocían. Debían llenar una tina con agua y aceite, esto producía un olor

solamente perceptible para ellos; una vez captado se materializaban en la tina. Así

convocó la madre de Dalila a uno de ellos.

_Dalila, preciosa. ¿Quisieras ser inmortalizada en un retrato? Ahora que eres una

mujer o una jovencita creo que sería lindo tenerte en la flor de la juventud

mirándome sonriente día y noche.

_Mamá_ respondióle ella con cierto tono de reproche_ No necesito estar hecha

cuadro o pintura para sonreírte siempre. Sabes, eso te lo doy sin pedir nada a

cambio.

Page 23: Debron y Dalila

_Pero de cualquier manera, es tradición familiar posar para un enorme retrato al

alcanzar esta edad_ dijo su madre un tanto burlona.

_ ¿Ah si?_ dijo Dalila mientras ponía los brazos en jarras y sonreía suspicaz_ Y

dime entonces, ¿Dónde están todos los retratos familiares?

_Pues verás hijita. Esos se colocan junto a la tumba de los muertos. Bueno, en

realidad me lo inventé pero sí que podría ser una tradición desde ahora si tú lo

quieres ¿eh?

Dalila abrazó a su madre y aceptó posar para el retrato. La señora se asomó a la

ventana y llamó al retratista. El artista del óleo entró en la habitación y observó

detenidamente a Dalila. Su expresión ausente cambió inmediatamente al poner los

ojos en ella. Una extraña sonrisa apareció en su cara y sus saltones ojos se

salieron de sus cuencas. Quedaron colgando horizontales en dirección a la

muchacha. Los artistas del óleo solo hacían esto cuando veían a alguien que

realmente les agradaba. Eran capaces de hacer miles de retratos de esa persona

sin cobrar nada. Lo hacían por iniciativa y guardaban celosamente los cuadros en

lugares desconocidos para todo el mundo excepto para ellos.

_Dalila. He mandado a llamar a este artista del óleo para que te inmortalice.

Compórtate bien y estate quieta.

_Dalila. Dalila. Dalila _ empezó a repetir el artista con aquella enigmática sonrisa_

Disculpa tú el atrevimiento pero pocas veces encuentra un humilde pintor como yo

semejante beldad. Si me permites quisiera retratarte para tu madre y después,

reitero si no es mucha molestia, quisiera realizar un retrato para mí.

_ Un momento_ dijo Dalila_ Encantada aceptaría si al menos te conociera. No te

parece un poco atrevido el venir a pedir algo así tan súbitamente.

_ Pero lo he pedido con humildad y respeto.

_ Pues no te daré el retrato hasta que te tenga confianza. Dime tu nombre al

menos.

_ Oh, pero que modales los míos, señorita. Permítame presentarme. Mi nombre es

Quarduj pero puede usted dirigirse a mí como Kyo. Por lo menos así lo harían mis

amigos_ dijo el artista e inclinó su cabeza en señal de reverencia.

_Muy bien Kyo puedes retratarme, pero ten cuidado de que yo no salga fea ¿eh?

El pintor rió de manera cortés. Colocó sus implementos en posición y dijo:

_ Yo soy simplemente un profesional, princesa Dalila. No cometo errores.

Page 24: Debron y Dalila

VII

La noche se coronaba de hermosas y resplandecientes estrellas. Llamaba a los

cantantes a dedicarle hermosas melodías para elogiar su belleza. El lago de

Yipirio asemejaba un espejo reluciente. Sobre él una única figura reposaba

inmóvil. Su tan famoso vuelo se acercaba y no daba señal alguna de saberlo. A fin

de cuentas era un ave ¿Qué sabe un ave? Por otro lado, las estrellas fugaces

atravesaban el firmamento dejando tras de sí estelas multicolores e inspiradoras.

Los setos y arbustos se movían al ritmo del helado viento de la noche. La

penumbra cubría muchos y pocos rincones. Las sombras eran proyectadas por los

árboles en una noche adornada con una redonda luna llena que llenaba el valle de

luz cálida. La jirafa observaba las estrellas fugaces y las lejanas tierras ubicadas a

su izquierda. Parpadeaba. Sentía aproximarse otra sombra a través de los

arbustos.

“Genial, no me ve todavía” pensó Dalila. Se arrastró por debajo de las acacias y

escondióse detrás de los arbustos que a menos de veinte yardas rodeaban a tan

majestuoso animal. Asomó sus tiernos ojos por encima de las hojas que la

escondían. Sonrió al pensar que tenía a la jirafa para ella sola. “Ahora si me va a

tener que hablar”. A punto estuvo de levantarse y sorprender a la jirafa pensando

que, quizá aquello le provocaría tal sobresalto que la obligaría a exclamar algún

improperio o por lo menos dirigirle la palabra, pero ella resultó ser la sorprendida

cuando reparó en la presencia que se encontraba frente a la jirafa. Era un joven.

Tal era su decepción que pensó en volver. Sin embargo, descartó aquella idea

cuando se dio cuenta que, ya que ni el joven ni la jirafa le habían descubierto,

podía observarles y saber de una vez si la jirafa tenía el don del habla. Trató de

ocultarse mejor y observar calladita lo que pasaba.

El joven iba ataviado con un sombrero de pluma roja. Una camisa de color azul y

pantalones del mismo color. Su cinturón era de cuero negro al igual que sus botas.

Llevaba colgadas en la espalda al menos diez flechas. Dalila distinguió además,

un arco un poco maltratado que descansaba en el suelo a su lado. Estaba

sentado, se veía algo cansado. Su rostro, que llevaba un buen tiempo sin

afeitarse, estaba en el campo visual de ella mientras la jirafa le daba la espalda.

No se había dado cuenta al principio pero el joven llevaba un semblante algo

triste. El detalle que más le llamó la atención a Dalila era que el joven estaba

hablando con la jirafa. Le veía mover los labios en lo que parecía más un diálogo

que un monólogo.

_Le está hablando_ se escuchó decir ella. No se había percatado de que lo dijo en

voz alta ni tampoco de que tenía los ojos bien abiertos y concentrados en él. Sin

pensarlo dos veces decidió levantarse y caminar hacia aquellos dos. Estaba en

Page 25: Debron y Dalila

una especie de trance se movía casi por instinto. Ya había dejado su escondite y

hallábase a escasos pies de la jirafa cuando el joven reparó en su presencia. La

mirada del joven se desvió inmediatamente de la jirafa a Dalila. Y ella al verse

descubierta pegó un gracioso chillido. Luego, pensó que no tenía salida alguna y

se quedó allí mismo observando detenidamente el arco del joven. Creyó incluso,

que el joven era el guardián de la jirafa y por ello iba armado.

_Yo lo siento mucho… No quise molestarles_ se apresuró a decir y rió

nerviosamente. El joven se levantó lentamente mas no tomó su arma. Sólo

observó a la muchacha un tanto confundido. La jirafa también se volteó y observó

inquisitivamente a Dalila.

_ ¿Cómo te llamas?_ preguntóle el joven

_ Me llamo Dalila y solo vine para hablar con la jirafa. Pero veo que ya se me

adelantaron_ sonrió nuevamente al joven que la observaba detenidamente. Él

también le sonrió, y a pesar de su aspecto descuidado, a Dalila le pareció el

hombre más guapo del mundo.

_Sí, ella es mi nueva amiga. La conocí hace dos días y la veo en las noches para

conversar un poco.

_ ¿En serio?_ dijo Dalila._ Ella te habla. Eso es sorprendente. Entonces, debes

ser especial o simplemente es porque ya eres mayor. Quiero decir, ella no le habla

a cualquiera.

_ ¿Ah sí?_ dijo el joven sorprendido._ Yo no lo sabía. Simplemente la encontré

aquí y le dije que era muy hermosa. Entonces, ella me respondió.

_ Cómo que no lo sabías. Todos en Logadaya lo saben. Esta jirafa es

prácticamente una deidad aquí.

_Pues verás, yo no soy precisamente de aquí. Soy de Ambiadaya me llamó

Debron.

En ese momento, Dalila lo reconoció. Lo miró directamente a los ojos y se alegró

de tal manera que se olvidó totalmente de la jirafa y corrió a abrazarle. Fue tan

fuerte la embestida de Dalila que logró tumbar a Debron. Ella terminó encima de él

riendo muy complacida.

_ Eres Debron. Mi amigo Debron. No sabes el gusto que me da verte pero si te

ves tan lindo. ¿Qué haces en Logadaya? ¿Dónde está tu familia? ¿Vienes a ver el

vuelo del cisne?

Page 26: Debron y Dalila

Debron trató de quitársela de encima. La levantó con tal fuerza que calló

inmediatamente a la curiosa Dalila. La colocó suavemente en el piso. Se sacudió

la ropa y la miró alegremente.

_Son muchas preguntas sabes. Yo debería hacerte algunas también. ¿Acaso eres

tú la pequeña que conociera hace doce años?

_Sí soy yo. Y tú eres tú, me alegro tanto de verte_ dijo ella divertida_ Difícilmente

me olvido de las personas y mucho menos de las personas especiales como tú.

Ya sabía yo que no eras como los demás. Y ahora, sé que tenía razón pues le has

hablado a la jirafa y ella te ha contestado. Por mi madre, ¡La jirafa!

Entonces, Dalila volteose y le hizo una reverencia a la jirafa. Se disculpó por su

displicencia hacia ella utilizando como argumento que no había visto a Debron en

años y que comprendiera que su emoción era incontenible. La jirafa, a su vez

parecía no escucharla hasta que una dulce y cálida voz empezó a sonar en la

cabeza de Dalila, lo cual la enmudeció y obligó a abrir la boca, demostrando su

sorpresa

_ No necesitas disculparte, Dalila. Este muchacho ha causado un efecto increíble

en tu corazón. Ni siquiera yo acabo de comprender como es que lo recuerdas y le

recibes tan calurosamente, si ha de tomarse en cuenta que no se han visto ni

hablado en muchos años._ dijo la voz dentro de la cabeza de Dalila. Ella se alegró

bastante al escuchar hablar por fin a la jirafa, que hasta le contestó como si fueran

viejas amigas.

_ Pues, no lo sé Manchitas creo que tienes razón_ dijo Dalila sin darse cuenta de

que había llamado Manchitas a la jirafa y se volteó hacia Debron para observarlo.

_ Creo que has causado un efecto en mí pues, jamás me olvidé de ti. Debe ser

porque tengo una gran memoria_ añadió

_Vaya, vaya. Dalila, parece que eres una chica muy modesta._ dijo

sarcásticamente Debron pero no se disipó la sonrisa de su rostro.

_ Je, je. Estas haciéndote el gracioso Debron._ contestó ella con similar

gesticulación. _Es increíble verte otra vez. Sabes, yo soy muy honesta y debo

decir que te ves muy guapo. Pero si que necesitas un baño. Imagino que has

estado viajando por mucho tiempo. Tal vez esto te parezca atrevido pero ¿no

quieres venir a mi casa? Como te digo, necesitas un baño y nosotros podemos

conversar y recuperar el tiempo perdido.

Page 27: Debron y Dalila

VIII

“El tiempo puede pasar rápidamente cuando te diviertes, pero ahora el tiempo solo

pasa inadvertido” pensaba Debron mientras se despojaba de sus vestiduras.

Observaba el agua. Era un tazón enorme de sopa lo que le parecía tener en

frente. Sonrió ante la graciosa idea de que en realidad Dalila era una bruja que

disponíase a cocinarlo. Después de todo lo había llamado guapo. Lo único que no

le dijo fue “me apetecería comerte”. “Sería capaz de eso y mucho más” pensó.

Súbitamente sentíase atraído hacia ella. Tan cansado como estaba anhelaba ser

mecido en los tiernos brazos de cualquier mujer, amante o madre. Decidió que ya

habría tiempo para ello o más bien que la cálida agua que lo esperaba sería aun

más tierna y saludable.

Su arco descansaba en el suelo frente a la piscinita. Debía estar alerta ante

cualquier posible ataque. Siempre lo había estado. Lo estaba desde que era un

infante en busca de venganza hasta ahora que era un adulto en busca de

venganza. No podía permitirse pensar en aquella enigmática muchacha llamada

Dalila. Tenía que pensar en su misión. Debía tener en cuenta que sin la

determinación de rescatar a su padre, el resto sería simplemente inútil. No tendría

otro sentido. Puso un pie en el agua y ésta lo recibió expectante casi con caricias.

Tuvo plena noción de su desnudez en una casa ajena. Pensó que Dalila o su

madre podían atravesar aquella cortina y observarlo sumergido, sentado en su tina

desnudo. No le incomodaba para nada la idea de que le vieran desnudo. Hace

tiempo que había perdido ese tipo de vergüenza infantil. Sentía estarse

aprovechando de la hospitalidad de aquellas mujeres. Nuevamente supo que no

podía permitirse pensar en ella. Ciertamente le alegraba verla otra vez, mas ella

no era su razón para estar en Logadaya. Prácticamente le aceptó la invitación a

bañarse a regañadientes. Su misión iba más allá de aquella atractiva chica.

El agua, contrariamente a lo que había pensado, lo estaba relajando. Temió

dormirse en los brazos de las aguas sino en las de una doncella. En ese momento

el agua actuaría de esa manera. Sin darse cuenta, el agua empezó a levantarlo y

a mecerlo cual dulce hamaca o esponjosa nube. Lo llevó a paseos insospechados

sin tener siquiera que levantarlo plenamente de donde se hallaba. La tina de baño

alargóse y encogióse. En un instante era tan ligero como una pluma flotando en la

inextinguible ola que lo arremolinaba alrededor de su propio ser. Lo sumergía y lo

rescataba de la profundidad. Él no se daba cuenta de nada, de hecho el sueño lo

había anestesiado. Haciendo que todo lo que sintiera fuera parte de un sueño

propiciado por la maravillosa tina de Dalila…

_ ¿Te sientes más relajado ahora?_ le preguntó el agua.

Page 28: Debron y Dalila

_ No creo haberme relajado así en años, te lo aseguro

_ Entonces, puedes salir pues tenemos tantas cosas de las cuales hablar ¿no lo

crees?

Dicho esto Debron se dio cuenta de que no era el agua quien le hablaba sino la

mismísima Dalila, quien con una ladina sonrisa, le observaba junto a la tina. No

había notado siquiera que le estaba acariciando los cabellos. Sintióse como un

pelmazo que habla con el agua. Inmediatamente, olvidó el descanso e incorporóse

sobre la tina, levantando una pequeña ola que inundó un poco el lugar. Dalila

lanzó una exclamación fingida de quien se sorprende y espanta pero la verdad

encontrábase admirando el físico de Debron, quien estaba de espaldas a ella sin

mostrar la menor vergüenza. Entonces, la enfrentó. Sintióse cautivada ante la

opulencia física de su invitado y no pudo evitar sonreír extasiada. Pensó que si

debía haber alguien digno de ser retratado en ese momento debía ser Debron.

Posó sus hermosos ojos sobre la anatomía de Debron deteniéndose en sus

anchos hombros y fuertes brazos. Cuando estaba bajando su mirada la voz del

joven la sacó de su ensimismamiento.

_ ¿No me ibas a dar privacidad o acaso es que te sentías tentada a espiarme?_

dijo Debron con tono atrapado entre la diversión y el reproche.

_ Oh, lo siento_ respondióle Dalila tratando de mirarlo a los ojos_ llevas aquí casi

una hora. Era mi deber verificar que no te hayas ahogado.

_ Pues creo que lo hubiera hecho si no me salvabas_ dijo él mostrándole una

amplia sonrisa. Salió de la tina y tomó su arco_ Estoy maravillado con tu cuarto de

baño. Es increíble el poder que tienen estas aguas. Pero ya que me has

despertado y alejado de su tierno abrazo creo que, con tu permiso, me ceñiré mis

armas nuevamente ya que, he abusado lo suficiente de tu hospitalidad. He de

marcharme ya.

_ ¿Tan pronto? Pero si no he acabado de verte… quiero decir si no he acabado de

saludarte. Recuerda que no nos hemos visto en muchos años. Además, no creo

que tengas la prisa que aparentas llevar. De seguro, puedes quedarte un

momento más y contarme de aquella empresa tan problemática y secreta que te

ha traído a esta región. A menos de que me hayas venido a visitar.

_ Lo siento tanto pero si he de ser sincero contigo Dalila. No te tenía en mente al

venir acá.

_Entonces, puedes decirme por qué estás aquí. Quizá pueda ayudarte_ respondió

ella un tanto resentida.

Page 29: Debron y Dalila

Él, por toda respuesta, la miró un poco desconfiado y dirigióse al cuarto contiguo

donde se hallaba su ropa. Vistiose con paciencia y tranquilidad, sin pedirle a la

chica que salga. Ella lo observaba intrigada pues al mencionar su motivo de visita

a la tierra de Logadaya, él había mudado su expresión. Ella sentía una obvia

atracción física por él pero pensó que sería mejor proceder con cautela pues, el

muchachito que conociera de niño ahora era un joven fuerte y sin asomos de

inocencia. Lo tomó de la mano y lo condujo a la habitación donde encontrábase su

madre también. No solo era su madre sino también una amiga y confidente. Dalila

no pretendía esconderle nada a su madre. Además, supuso que su consejo podría

resultar importante si la empresa que Debron acometía era difícil o siniestra.

Sentóse junto a él, mientras su madre servía esencia de limón dulce como un

aperitivo. Esta bebida tornábase de color rojo una vez que se la llevaba a los

labios. Era muy apetecida en Logadaya.

_ Muy bien, Debron. Cuéntanos qué te trae por aquí_ comenzó Dalila.

_ Pues verán, como ya se lo he explicado a su hija, mi señora. No he venido aquí

a visitarlas aunque de seguro pienso convertirlo en una prioridad para otra

ocasión. Son muy amables al alojarme en su vivienda, les estoy agradecido por

ello. Sin embargo, lo que me trae acá es una misión propia. Una misión auto

impuesta y probablemente peligrosa porque involucra aquel sentimiento que los

seres humanos llamamos venganza. Y no se molesten en reprocharme con la

mirada porque estoy decidido a desquitarme. Como se habrán percatado me

encuentro solo en Logadaya porque mi familia es precisamente causa de mi

búsqueda y deseo vengativo. Hace algunos años el alma de mi padre le fue

arrebatada y por consiguiente mi padre me fue arrebatado a mí. Esos malditos

duendes con los que él solía comerciar, lo traicionaron y se llevaron su alma. La

guardaron en una corneta o bocina. Me temo que no lo recuerdo muy bien.

_ Espera un momento_ interrumpió Dalila._ ¿Crees que ellos se esconden aquí?

_ De eso no estoy seguro. Lo que sé es que en Ambiadaya no hay más duendes,

ni creo que los habrá. Sé que varios de ellos viven aquí por eso he venido a

buscarlos. Voy a interrogarlos. Utilizaré la fuerza de ser necesario. Y si no

encuentro duendes o el trato con ellos me resulta infructuoso cuento con encontrar

a una bruja. De seguro, hay hechiceras aquí en Logadaya que podrán ayudarme a

encontrar a esos desgraciados. Los voy a masacrar, a mutilar, voy a arrebatarles

el alma de mi padre a cualquier precio.

_ Debron, muchacho. Me apena mucho tener que conocerte de esta manera.

Déjame decirte que me estoy llevando una mala impresión de ti. Los duendes no

cometen maldades a propósito y sin razón o causa justificable. Perdóname si esto

Page 30: Debron y Dalila

te ofende, pero tú o tu familia debieron haber hecho algo que les molestó

demasiado. ¿Has considerado simplemente perdonarles?

_ No saben cómo me siento. Yo…_ dijo Debron mirando a un lado con el ceño

fruncido.

_ Déjame decirte que te equivocas_ cortó Dalila._ Mi padre también desapareció y

eso me dejó destrozada pero no estoy buscando venganza. He encontrado fuerza

en mi madre y sé que la medicina para olvidar el rencor es precisamente el

perdón, aunque tal vez no olvides lo que se te ha hecho.

_ ¡Ustedes no saben cómo me siento!_ gritó Debron. Las palabras de las dos

mujeres le habían hecho ver un punto que se negaba a revisar. Y el aceptar la

posibilidad de dejar de lado el rencor lo incomodaba y alejaba de su misión. Su

determinación flaqueaba.

No se había percatado de que ahora enfrentaba a las mujeres de pie. Había

golpeado involuntariamente el vaso de esencia de limón y éste se había roto.

Dalila y su madre lo observaban bastante serias. Sintióse él, por su parte,

incomprendido, casi como un niño regañado. Así que, sin mediar palabra alguna,

caminó hacia la puerta y abandonó la casa de Dalila.

Page 31: Debron y Dalila

IX

A la mañana siguiente, Debron observaba el lago del cisne con un gesto vacío. Se

veía inconsciente, ausente. Sus ojos no se movían ni tampoco parpadeaba.

Debron simplemente veía la nada. Daría exactamente lo mismo que el cisne no se

encontrara frente a él porque ni el uno se movía ni el otro parecía verlo. Parecían

ser cortados con la misma tijera en ese instante. Los solitarios espíritus de la

nada.

La muchacha se acercó despacio a él. Caminaba sin anunciar su presencia-no

quería hacerlo- procurando hacer todo el silencio posible. Se quedó parada, ahí,

observando la escena de la soledad; del ensimismamiento, la nostalgia, la quietud,

la paz o como quiera llamársele. Ella era la espectadora de aquella lánguida

escena. Acercóse a Debron y se sentó a su diestra. Miró hacia el centro de la

laguna tal y como lo hacía él. No deseaba mediar palabra todavía. Quería

hablarle; es más, sabía que debía hablar con él pero temía que se encontrara

todavía demasiado furioso como para hacerle caso o escucharla. Temía que

nuevamente le diera por alejarse de ella consumido por la rabia. Pero no lo había

hecho; al menos todavía. Era una muy buena señal el hecho de que le haya

permitido sentarse a su lado. No sabía si debía romper el silencio.

Lo observó con un poco de timidez. Volteó su rostro lentamente. El cisne no era su

motivo de preocupación ni mucho menos. Ni siquiera le preocupaba que el cisne

volara o desapareciera. Observó la triste expresión de Debron y notó algo que no

creería encontrar en su mejilla: una lágrima negra. Resbalaba dibujando sinuosos

e inocentes caminos por su mejilla. Hasta caer al suelo. Él, nuevamente, demostró

que no le importaba un rábano la presencia de Dalila en una manifestación como

aquella; ya fuera que estuviera desnudo o llorando silenciosamente, él

simplemente se mostraba indiferente.

_ Sabes_ comenzó ella_ las lágrimas pueden tener efectos curativos en una

persona. Lamento ver que las tuyas sean negras porque eso, me temo, significa

que tienes el alma contaminada. Tu sed de venganza se está mostrando. Debes

dejar de pensar en matar duendes. Eso no te hará bien. Será todo lo contrario,

puedes terminar convirtiéndote en un ser, no solo triste y amargado, sino maligno.

Un depravado con sed de sangre que no dudará en ofrecer su poluta alma a la

parca en la primera oportunidad que se le presente.

_ No sabes cómo me siento. Los responsables deben ser ajusticiados. He de

acabar con esos malditos_ declaró él nuevamente.

_ Por favor, ya deja de decir eso_ contestó ella dejando notar la molestia que le

provocaban sus palabras_ No es buena justificación y de hecho creo que no existe

Page 32: Debron y Dalila

ninguna. Sé cómo te sientes. Lo peor de todo es que estas ganas de mutilar y

desquitarte que tienes ni siquiera son recientes. Se puede entender que un niño

herido, y escúchame bien Debron, un niño es propenso a querer actuar como tú. O

más bien una persona carente de razón. Qué no entiendes que, si buscas

venganza, ésta te va a hallar y será perpetuo huésped en tu corazón. Lo que han

hecho con tu padre ha sido terrible. Y si quieres rescatar su alma, pues tendrás

apoyo en mí pero no consiento para nada tu idea de matar a…_ Debron se levantó

en ese momento iracundo y levantó la voz hasta casi alcanzar los gritos de un

hombre enfurecido.

_ ¡No vengas a querer decirme lo que debo hacer! ¡No me conoces! ¡No tienes

derecho a aconsejarme! No entiendes lo que quiero hacer.

_ ¿En serio lo crees? _ Se defendió ella y a la vez se levantó_ Acaso crees que yo

no me llené de malos pensamientos cuando mi padre me fue arrebatado. Estás

tan sumergido en tu egoísmo que estas dejando de ser una persona buena para

ser un maligno asesino.

_ ¿Dejando de ser bueno? ¿De qué demonios hablas? Actúas y hablas como si

me conocieras. Te recuerdo que apenas éramos niños cuando nos conocimos y…

_ Sí, éramos niños. Y te digo una cosa, señor arquero vengador._ decía ella con

furia y lágrimas brotándole de sus preciosos ojos_ Yo vi algo bueno en aquel niño

pequeño. Al menos eso es lo que creí, mas ahora observó defraudada que de él

parece no quedar nada.

Dicho esto, ella se dio media vuelta con tal brío que sus rizados cabellos se

alzaron y terminaron fustigando el pecho de un Debron que quedo mudo ante las

palabras de Dalila. Él la observó marcharse llena de un aparente remordimiento

por haberlo conocido pero sobre todo era la decepción impregnada en su

semblante lo que lo impactó más. Mientras ella se alejaba, Debron percibió por el

rabillo del ojo que el cisne estaba aleteando en el agua generando crecientes

ondas sobre la superficie de la laguna. Unos segundos después comenzó a llover

inclementemente.

Page 33: Debron y Dalila

X

Que fuerte era la consternación. Qué grande había sido el impacto. Y qué pesada

era la lluvia. El agua resbalaba lentamente por el cuerpo de Debron. Lo dejaba sin

aliento, lo empapaba, en lo que parecía una contribución a Dalila, de sus funestas

palabras. Eran palabras que él no esperaba para nada. Eran las palabras de

alguien que para todo fin y propósito, era una desconocida. Alguien a quien había

visto una vez. Lo que no llegaba a comprender es porque aquellas palabras

parecían haber hecho mella tan profunda en su pecho. No lo entendía. Su

desanimo lo aniquilaba y la lluvia era firme y desoladora. El cisne en el centro de

la laguna permanecía quieto ante las heladas gotas celestiales. No se podía hallar

consuelo en los alrededores. Debron había pasado los últimos años alimentando

un odio que lo motivaba, pero ahora le llamaban infundado.

_ ¡Quién se cree ella para venir a soltarme aleccionadoras reprobaciones!_ decía

Debron en voz alta. Hablaba como si hablara con la nada. Como si el cisne fuera

capaz de escucharlo.

Empezó a caminar alrededor de la laguna de Yipirio. El lugar no se veía tan

hermoso bajo aquellas circunstancias desagradables. El consuelo brillaba por su

ausencia. Debron imaginaba que no encontraría quien dé tregua a su sorpresa y

desolación. Pensaba que una mujer, casi desconocida por cierto, no merecía que

se le dedique tantos pensamientos. Ella era la causa de sus actuales tribulaciones.

Era obvio que él se sentía atraído físicamente hacia ella, pues era hermosa y de

eso no había la menor duda. Lo que le preocupaba era verse a sí mismo regañado

por ella. Incluso por su madre. Estaba sintiéndose como un niño maleducado y

recalcitrante. No concebía la idea de que Dalila reprochase sus ideales. Ella

carecía de toda autoridad en su vida. Sin embargo, sus palabras lo lastimaban y a

pesar de la lluvia, estaba reflexionando sobre aquello que se le había dicho.

Sentíase herido por una mujer que aparentemente no merecía atención pero que

la estaba obteniendo. Desde que la vio junto a la parlanchina jirafa, estaba

pensando en ella. Y le confundía hacerlo porque su razón para encontrarse en

aquella tierra no tenía que ver con nadie más que su padre y los duendes que su

alma se habían llevado.

_ No puedo pensar en ella, Demonios_ volvió a decirse a sí mismo_ Pero ¿Por

qué es que no me saco de la cabeza lo que me ha dicho? Pero en qué estoy

pensando.

Dalila había llegado a su vivienda con su madre. Estaba decepcionada de Debron.

Ella quería retomar su amistad con él pero lo que él parecía manifestar eran solo

Page 34: Debron y Dalila

deseos de venganza y retribución. Eso era precisamente lo que la decepcionaba y

enfurecía: su testarudez. No podía creer que bajo tales circunstancias se

mantuviera firme en la idea de matar duendes o vengarse de ellos. Le parecía

admirable que quiera reencontrar a su padre pero no concebía que se negara a

dejar el pasado atrás. Lo peor de todo es que le haya gritado, es más, no solo

gritado sino asegurado también que ella no entendía como él se sentía. “Pero

quien se cree”, pensaba Dalila. Y si acaso existía algo peor o capaz de superar la

gravedad de lo ya mencionado era el hecho de que Debron le gustaba. Lo había

encontrado muy atractivo y la llenaba de rabia tener que verlo como hombre

cuando estaba decepcionándola como persona.

_ Cuéntame hija, ¿Qué pasó?_ preguntó su madre al verla llegar, mas ella por

toda respuesta sollozó. Con lágrimas en los ojos se encerró en su alcoba.

Dalila daba vueltas alrededor de su cama. Tenía ganas de echarse a llorar como

una niña despechada pero la rabia la retenía. La frustración la sujetaba. Además,

tampoco consideraba que Debron mereciera sus lágrimas. “Aquel bobo debe estar

mojándose con las lágrimas del cielo y eso es suficiente” pensó. Al pensarlo, no se

dio cuenta de que le había dado gracia aquel pensamiento pues una sonrisa

dibujose en su rostro. Recordó que Debron era de otra región y probablemente no

tenía donde quedarse, después de aquel encontronazo con ella debía estar solo y

abandonado en la lluvia. “Se lo merece” pensó.

Decidió decirle a su madre que simplemente no había logrado hacerlo entrar en

razón y que, tan enojado como estaba, de seguro se regresaría a su tierra o

trataría de retomar su idea belicosa. Había dado tan solo dos pasos hacia la

puerta cuando escuchó un ruido al pie de su ventana. Eran seguramente las gotas

de lluvia que se incrementaban o arremetían con fuerza contra la casa. Decidió no

hacer caso pero nuevos sonidos la disuadieron. Se trataba de unos golpecitos.

Volteó y observó la silueta de una persona en el vidrio. Obviamente, la imagen no

era clara debido a los vidrios empañados. Preguntose si sería posible que Debron

quisiera disculparse por lo acontecido. Entonces, acercóse a la ventana y la abrió.

_ Hola, disculpa que te incomode y sé que no me has llamado pero estoy

pensando en ti muy a menudo_ dijo el artista del óleo que la había retratado_

nosotros no somos tan atentos con los humanos pero Dalila creo que me has

hechizado y heme sentido en la obligación de acercarme a tu ventana y rogarte

una inmortal sonrisa.

_ Pero ¿qué haces aquí?_ dijo Dalila desoyendo las declaraciones del artista.

_Estoy aquí. Aun a pesar de la lluvia…espera un momento. Recuerda que soy un

artista y quizá pueda decírtelo de esta manera:

Page 35: Debron y Dalila

Con cántaros de lluvia sobre mi cabeza

Aun sintiendo del cielo, la tristeza

Encuéntrome hoy bajo el alfeizar de una ventana

Recitando versos, y no por una idea vana

Pues de perderse lo que digo en el olvido

He de condenarme y en tormentos verme embebido

Es vuestra majestad la razón de mi presencia

Y ruego de vuestra dulzura una gota o reminiscencia

Que mis noches llene de añoranza

Que mis días llene de templanza

Y en mis horizontes dibuje ansiada esperanza

_Quiero decir que, doncella, vuestra imagen en mí ha calado profundo y no puedo

más que deciros que os habéis convertido en mi inspiración._ decía hechizado el

pueril artista.

Dalila terminó por conmoverse por las palabras que habíale dedicado el artista del

óleo. Era tanta su estupefacción que olvidó donde estaba o más bien olvidó la

razón de su enojo y frustración.

_ Me dejas sin habla y no sé qué contestarte o decirte. No me esperaba aquella

declamación._ Decía Dalila

_ No pido que digas más de lo que has dicho, Dalila. Me entristece llamarte Dalila

y que tú ni siquiera me invites a entrar a tu casa o me llames por mi nombre._

replicó el artista

_ Lo siento, Kyo. Es sólo que estoy sorprendida de verte. Y no te he invitado a

entrar porque no vienes a hacer ningún encargo para mí o mi madre. Eso ya lo

hiciste._ Dalila recordaba haber aprendido alguna vez que los artistas del óleo solo

debían ser convocados por agua y aceite. Y si pedían permiso para entrar a la

casa de algún humano es porque tenían intenciones ajenas al trabajo que

ejercían. Muchos humanos evitaban tratar a los artistas de óleo más allá de lo

necesario o relativo a pinturas y retratos.

Page 36: Debron y Dalila

_ Lo sé Dalila. Pero he estado pensando en ti. Quiero ser tu amigo.

_ Creo que debemos hablar de eso en otra ocasión Kyo. Ahora estoy algo

cansada. Creo que ya he sido bastante amable contigo al dejarte retratarme.

Además, es muy tarde.

Kyo puso una cara enternecedora, en realidad la tarde apenas comenzaba.

Desapareció sin molestarse en insistir sobre su pedido o intenciones. Al verlo

desaparecer en la nada Dalila se preocupó. Cierto es que habíase mostrado

amistosa con Kyo pero le preocupaba el modo en que se había aparecido en su

casa, sin mencionar que invadía su espacio personal al pedir atrevidamente las

cosas. Dalila no quiso pensar más en el asunto y dejóse caer sobre la cama. Unos

instantes más tarde, cuando sentía que el sueño vespertino se cernía sobre ella,

creyó ver en la ventana una nueva silueta. Se asustó al creer que Kyo había

regresado y se levantó súbitamente. Sentada sobre la cama observó atentamente

hacia la ventana, solo para descubrir que no había nada allí. Decidió acercarse y

cerrarla, asegurándose de que se había imaginado aquella sombra o imagen fuera

lo que fuera.

La lluvia había terminado ya. Afuera de la casa de Dalila, el frío se manifestaba

con las últimas gotas de lluvia que resbalaban por el cuerpo de Debron, quien

esperaba no haber sido visto por la preciosa Dalila.

Page 37: Debron y Dalila

XI

La mañana saludaba a Dalila con un sol parcialmente escondido y nubes grises

que se apiñaban a su alrededor. Por alguna extraña razón Dalila sentíase extraña,

acosada. Cómo describir aquella situación le incomodaba, pues la confusión

tomaba su lugar en su corazón. La visita del artista del óleo no podía significar

nada bueno. Al menos es lo que creyó en un comienzo pues el contexto no era tan

alentador. Pensaba que no había razón para alarmarse si un artista se presentaba

después de ser invocado y para cumplir un encargo. Sin embargo, en esta ocasión

el susodicho se presenta voluntariamente en la casa de una muchacha con

románticas intenciones. Los breves versos recitados por el artista parecíanle

conmovedores mas inapropiados. Dalila no tenía problemas con la idea de ser

amiga de Kyo pero se hablaba de un caso totalmente diferente cuando se

consideraban sus emotivas palabras y el hecho de que no fuera un humano.

Al desayunar con su madre, Dalila hablóle de la situación en la que se encontraba.

Contole sobre las aparentes intenciones de Kyo y esto alarmó a su madre. Dijo su

madre que un artista del óleo no merecía la confianza de un humano más que

para un encargo profesional. Los artistas se dedicaban a retratar gente y la gente

a pagar por el servicio prestado. Si un artista se acercaba a la casa de un cliente

por razones ajenas a la pintura como este caso era necesario ser precavida

porque los artistas del óleo tenían códigos diferentes a los de los humanos. Si Kyo

demostraba estar interesado en Dalila era probable que la convirtiera en una

obsesión y la obsesión acarrea peligros. Su madre dijo también que los artistas

eran criaturas astutas y oportunistas. Si eran invitados a una casa, enseguida

establecían un vínculo de confianza con la persona que lo hacía, generando cierta

clase de abuso y acoso. Por ello Dalila no debía invitar a Kyo a entrar en la casa

pues lo tomaría como señal de aceptación para cortejarla.

Dalila entendió por completo y decidió evitar a Kyo ya que no era su tipo. Decidió

más bien hablar con la jirafa aquella mañana para averiguar un poco sobre el

irascible Debron. Después de una noche de sueño y confusión ya no se sentía

enojada con él y más bien deseaba retomar un vínculo de amistad. Encontró a la

jirafa comiendo de un árbol justo en el lugar donde la había conocido. Habíase

percatado de que no había entablado una conversación formal con ella debido a la

inesperada aparición de Debron. Todavía quería saber el nombre de la jirafa

aunque prefería llamarla “Manchitas”.

_ Buen día, Manchitas._ saludó alegremente Dalila. La jirafa la observó por un rato

antes de contestar

_ Eres Dalila ¿verdad? ¿Qué te trae por aquí, chica?

Page 38: Debron y Dalila

_ Oh, me alegra tanto que me hayas respondido. De hecho, hasta hace poco creía

que el haberte escuchado no era más que una ilusión. Es increíble. Sí, soy Dalila.

Y quiero saber tu verdadero nombre pues, aunque a mí me agrada llamarte

manchitas, no estoy segura de que tu lo apruebes; es decir, si te gusta pues no

hay problema pero si no también. Puedo llamarte como gustes, no tengo problema

al respecto.

_ Vaya, y a mí me llaman parlanchina. Dalila, yo no tengo problema con el nombre

que me pongas, en realidad son solo palabras. Las palabras no significan nada a

no ser que sean acompañadas de un concepto creado precisamente por ustedes,

los humanos. Yo no sería llamada jirafa si no fuera porque a aquella combinación

de letras se le dio la imagen que ahora ves frente a ti. Los nombres realmente no

importan, incluso varían conforme al idioma. Si así lo deseas puedes llamarme

Manchitas. No obstante, no sería el único apelativo inventado para mí. De hecho,

tu amigo arquero me había llamado Minerva. Otros antes de ustedes me han

puesto tantos nombres como: Elenia, Fadia o Galia.

_ Tal vez por ello es que quienes dicen haber hablado contigo se niegan a revelar

tu nombre. Es porque no tienes uno. Dicen que tú pides que guarden silencio.

_ No, eso no es cierto. Son rumores, mi querida Dalila. Aquellos con quienes

hablo reciben la misma información que tú. Les digo que no me interesa el nombre

que me otorguen. Tú puedes deducir que no lo revelan porque no pueden ponerse

de acuerdo en un solo nombre de tantos que me ponen. Es relativo.

_ Genial, entonces, solo yo puedo llamarte Manchitas. Sabes, realmente considero

una bendición poder hablar contigo. Y no sé si puedo abusar de tu confianza

preguntándote más cosas. Después de todo creo que eres toda una celebridad

aquí en Logadaya. Esto es un honor.

_Pregunta lo que quieras, niña.

_ ¿Por qué no hablas con todo el mundo?

_ Porque no todo el mundo merece que se le hable. No todo el mundo vale la

pena. No todo el mundo tiene el don de la palabra y su fluidez. Tú habrás notado

Dalila que muchas personas son malas para conversar. Suelen responder con

monosílabos a lo que dices, o bien carecen de amplios conocimientos como para

poder seguir el ritmo de una conversación. Cada quien conversa animadamente

con quien le es afín. Varias de las personas que se acercan a mí no tienen nada

importante que decir o simplemente me hablan porque buscan los placeres de la

presunción. Eso no es agradable.

Page 39: Debron y Dalila

_ Sorprendente, Manchitas. Puedo ver que te muestras segura con tus palabras.

Me pregunto si eres buena consejera. Dime otra cosa ¿Sabes algo sobre los

artistas del óleo?

_ No me son tan conocidos, Dalila. Sé que pueden ser criaturas maniáticas y

engañosas. Su oficio es el arte y el arte está lleno de mentiras así que su moral es

diferente. No dudarán en usar mentiras para alcanzar sus fines. ¿Conoces tú a

alguno?

_ Sí, de hecho recientemente conocí a uno llamado Kyo. Se mostró muy amable y

lisonjero conmigo, yo le correspondí pensando que podíamos ser amigos. Creí

que no había problema, es una criatura de la naturaleza como tú o yo.

_ Debes mostrarte cuidadosa con la gente que tratas Dalila. Muchos se presentan

ante una con fachadas agradables y ostentosas máscaras. Sus intenciones

siempre nos están ocultas. Eres joven y por eso la experiencia no está de tu parte

pero te digo ahora que, no es buena idea hacer amigos tan rápido o mostrar

demasiada confianza con personas parcialmente desconocidas. Los amigos se

hacen con personas que has conocido durante un buen tiempo. Después de que

te aseguras de que una persona es: leal, desinteresada, amable, sincera y carente

de prejuicios; es cuando puedes empezar a llamarle amiga. Las personas que

llamamos conocidos, vienen y van. Un amigo aparecerá cuando ellos te

abandonen.

Dalila quedó muda ante las palabras de la jirafa. Reflexionó y recordó a las

personas que había conocido a lo largo de su vida. Llegó a pensar que Debron ni

siquiera era su amigo pues no había podido demostrar su lealtad. Estaba

confundida. En ese momento, recordó que quería preguntarle a la jirafa por

Debron puesto, que había sido en su presencia que ellas se conocieron. Y

además, el muchacho, al igual que ella, había llegado a bautizar a la jirafa.

_Por cierto, Manchitas ¿Sabes dónde está Debron?

_ Él vino a hablar conmigo esta mañana antes de que llegaras. Me dijo que tenía

mucho en que pensar y se dirigió a la laguna de Yipirio.

_ Gracias

La laguna era más bien un espejo. El cisne no movía una sola de sus plumas. Se

mostraba indiferente ante el mundo como siempre. Al contemplarlo, Debron

preguntóse si el ave era capaz de hablar de la misma manera que lo hacía la

jirafa. Preguntóse si sería capaz de demostrar la misma sabiduría. Debron jugaba

con el césped en sus manos mientras pensaba en estas cosas y no apartaba la

vista del solitario cisne de Logadaya.

Page 40: Debron y Dalila

Las montañas que servían de fondo para la laguna que ante él se presentaba

cubríanse de blancos copos de nieve. Había averiguado, gracias a la jirafa que los

duendes tenían viviendas en esas montañas. Se le aclaró que no necesariamente

vivían allí pero que era un indicio. Observando aquellas montañas Debron

entendía que al acercarse a ellas podía estaría un paso más cerca de rescatar a

su padre pero no estaba seguro de querer hacerlo. Por lo menos, el centro de su

vacilación era la cuestión de la muerte. La idea de asesinar a los secuestradores

del alma de su padre no le entusiasmaba tanto como antes. Desde la noche

pasada, la idea de guerra y venganza poco a poco estaba siendo desplazada por

otra imagen: Dalila.

Desde el momento en que la vio sintió que ella se convertía en el centro

gravitacional de su mundo. Era un sentimiento inexplicable al principio pues, lo

atribuyó a la belleza de la chica, que era considerable. Sin embargo, después de

conversar con ella o más bien gritarle y ser reprochado por ella, manifestábase en

su corazón una sensación de culpa. Un remordimiento asociado a sus acciones.

“Tal vez ella tiene razón” pensó. “No, no puede tener razón, es decir; soy yo el que

decide y maneja su propia vida. Si he venido a buscar venganza pues, es lo que

debo hacer”. Pero por qué se sentía culpable era la cuestión. No lo entendía.

Acaso, Dalila representaba una voz importante.

_ Me dijeron que estarías aquí._ dijo Dalila sacándolo de sus cavilaciones

Él regreso a ver rápidamente alerta ante cualquier amenaza. En realidad se había

asustado.

_ Dalila ¿Qué haces aquí ?_ dijo Debron casi tartamudeando

_ Pues, quisiera hacer las paces contigo. Creo que no tenía autoridad para

reprocharte nada. Creo que me deje manejar por la rabia…y…

_ No, espera. Escúchame tú a mí. Soy yo quien debe disculparse. Yo me deje

llevar por la furia. Y todo lo que dijiste, aunque no lo comparto del todo, es cierto.

Tal vez no debería seguir buscando vengarme de aquellos duendes. Lamento

haberte gritado y a tu mamá también. Me siento avergonzado._ replicaba Debron

con la mirada en el piso

_Tranquilo, Debron. Acepto tu disculpa. Quisiera que retomáramos nuestra

amistad. Bueno, claro está, si es que tuvimos alguna en algún momento. O

podemos empezar desde cero y ser amigos_ Dijo Dalila y una maravillosa sonrisa

se dibujo en su rostro.

Dalila abrió los brazos invitando a Debron a un acto de reconciliación un poco más

simbólico. Entonces, Debron la tomó en sus brazos y prolongó un abrazo que en

Page 41: Debron y Dalila

realidad levantó su animó por completo. Mientras, Debron abrazaba a Dalila una

corriente de calor que inicio como una punzada en su pecho se extendió por el

resto de su cuerpo. Sintió las formas femeninas de Dalila contra su cuerpo y se

sintió emocionado de tenerla junto a él. Sintiose más fuerte y capaz de enfrentar

retos. Por otro lado, Dalila sintió su alegría crecer al abrazar a Debron. Su corazón

empezó a palpitar un poco más fuerte. Una extraña mezcla entre nerviosismo y

emoción se manifestó en ella. Temía que su corazón palpitara demasiado fuerte

de tal manera que Debron fuera capaz de oírlo y así delatar sus emociones. En un

principio pensó soltarlo rápido pero después no le importó un bledo si él oía el

corazón de ella. Finalmente se soltaron cuando simultáneamente y sin

proponérselo empezaron a acariciarse.

_ Pues me alegra que no te hayas marchado_ dijo Dalila nerviosamente después

de soltarlo.

_ Y eso por qué. No me digas que quieres que me quede.

_ Claro que sí. Ven_ dijo Dalila tomándolo de la mano._ Quiero enseñarte más de

Logadaya. De seguro te va a fascinar.

Así es como Dalila llevó a Debron alrededor de las planicies de Yipirio. Le contó

sobre las plantas silvestres que allí crecían las cuales habían demostrado ser muy

útiles para tratar a las personas. Existía una planta capaz de lograr que la persona

refleje imágenes de su pasado al inhalar el polen de sus diminutas flores. Una

especie de espejo circular aparecía encima de la cabeza del inhalador y ante el

asombro de quien se encontrase cerca las imágenes se proyectaban en orden

cronológico. Lo tomó de la mano y lo llevó por praderas que debían ser conocidas

para él pues, fue por ellas que se revolcaban y jugaban cuando apenas eran unos

niños. Siguieron caminando hasta llegar a los árboles del pequeño bosque de las

gardenias en el cual, las personas podían sujetarse a las lianas que colgaban de

los árboles y tener experiencias llenas de adrenalina porque estas lianas

bandidas, como las llamaban los habitantes de Logadaya, sujetaban a una

persona por la cintura y la hacían rebotar dándole la capacidad de alcanzar hasta

cuarenta pies de altura. Dalila lo animó a dejarse atrapar por una de ellas y

Debron, al principio reticente, terminó por ceder. Se llevó la sorpresa de su vida

cuando a medio viaje una liana se unió a otra y a otra de tal manera que en lugar

de hacerlo rebotar más bien se lo estaban pasando entre ellas. Después de

suplicar que lo bajen y amenazar a Dalila; entre risas y morisquetas, las lianas lo

soltaron sobre un arbusto. Dalila acudió a su encuentro solo para ser recibida por

las incontrolables carcajadas de Debron.

Page 42: Debron y Dalila

Caminaron por los valles agrestes del este. Montaron un par de borricos que se

encontraban pastando por los alrededores. Iban siempre tomados de la mano y

Dalila le daba a conocer aspectos de la vida de aquellos animalitos. Cabalgaron

junto a varios riachuelos hasta alcanzar las cascadas de Vilma. Dalila le dijo que

quien soportaba un día entero bajo las estruendosas aguas de la cascada recibiría

una codiciable longevidad. Las personas que lo hacían, por cierto no eran muchos,

se retiraban un poco más al sur, más allá de los nevados detrás de Yipirio.

Alcanzaban edades muy avanzadas aquellos que vivían allí. Era un lugar llamado

Villa Vilma. Las aguas al parecer habían prolongado la vida de los habitantes de

Villa Vilma quienes se bañaban en ellas. Dalila le comentó que su madre lo había

intentado en alguna ocasión pero salió después de dos horas totalmente

empapada pero muy divertida. No se conocía de muchos que lograran soportar un

día entero allí. Sin embargo, Dalila conocía a un par de ancianos que contaban

con ciento dieciséis años cada uno y venían a visitar parientes en Logadaya de

vez en cuando. Ellos eran la prueba de que el rumor de las cascadas era real.

Aunque quien lo dudaba argumentaba que habían logrado esa edad sin necesidad

de tocar la cascada. Aquellos ancianos eran gemelos y se les conocía

simplemente como los hermanos Gemelli.

Cuando el ocaso se presentaba frente a ellos ya se hallaban en lo alto de un

pequeño monte que recibía los últimos rayos del sol. Allí el frío no llegaba y los

colores variaban sus tonalidades. Los naranjas se mezclaban con rojos y violetas

mientras los árboles proyectaban lánguidas sombras sobre los vastos prados.

Había llamingos en los alrededores pastando sin hacer la menor alusión a la tarde

que lentamente fenecía frente a ellos. Los manzanos de verdes hojas adquirían

colores más oscuros mientras cobijaban a aquella pareja que sin necesidad de

decirse nada contemplaba los efectos del atardecer. Cuando la luna saludaba al

cielo y las titilantes estrellas se encendían como fugaces antorchas inalcanzables,

Debron se vio a sí mismo reflejado en los brillantes ojos de Dalila. Sin mediar

palabra, sin prestar atención al resto del mundo fueron acercándose lentamente.

El sol había desaparecido ya y las estelas nocturnas eran solitarios testigos del

inmarcesible beso que entre Debron y Dalila nacía para perdurar por siempre en

aquel paraje.

Page 43: Debron y Dalila

XII

Por un segundo y una hora a la vez, por un minuto y un siglo también todo en el

universo se detuvo. Las gardenias quietas estaban y el sol por su ausencia

brillaba. Los arboles eran ignorados por el viento y las rocas parecían aun menos

importantes. El murmullo de un arroyo cercano se volvió imperceptible mientras

las aves parecían haber suspendido su vuelo o acaso su trinar. Precisamente, no

había mayor centro de atención que el que protagonizaba aquel cuadro. En un

principio solamente habían rozado sus labios pero a medida que lo hacían, la

pasión se fue apoderando de sus cuerpos y voluntades. La atracción era

permanente y no solamente la de sesgo físico, ya que luego de una tarde de risas

y charlas habían llegado a sentir algo más. Manifestábase algo diferente en sus

corazones; algo que no habían previsto. Contra todo consejo y sugerencia de la

jirafa, Dalila se dejó llevar por sus emociones. Tenía claro que no conocía

perfectamente bien al muchacho que la besaba pero ella, con sus ojos cerrados y

la mente en las nubes, decidió que no le importaba un bledo aquello. Debron por

su parte sentía una gran liberación. Sintió que la venganza había desaparecido de

su corazón, al menos mientras besaba a aquella chica. No concebía otra cosa en

el mundo diferente a Dalila.

Debron acariciaba su rizada cabellera y ella hacía lo propio con el fibroso cuello de

él. Los sonidos desaparecían de la atmosfera y sus rostros no podían estar más

cercanos. Ella buscaba su boca. El no resistía sus encantos, reaccionaba a ella y

le respondía. La inocencia fue reemplazada gradualmente por una desaforada

pasión emergente. No solo se acariciaban con los labios sino también hicieron

contacto con sus lenguas. Y cuando todo debía empezar y acabar, ella lo soltó.

_ Disculpa_ dijo ella casi reprochándose, casi justificándose_ No sé si esto está

bien, creo que me deje llevar.

_ Yo también_ respondió él_ Emocionante ¿verdad? Creo que acá es donde las

explicaciones mueren porque no tengo una sola. No sé porque te besé

_ Yo tampoco. Pero Debron lo hicimos y como dijiste: casi ni nos conocemos. Pero

he de ser honesta contigo de una vez. Me atraes mucho_ Dalila hablaba tan

rápidamente que sus palabras se atropellaban tal como los latidos de su corazón.

Contemplaba a Debron tratando de dejar en claro su honestidad y tratando de

esconder el deseo.

_ Wow ¡Qué bien que lo dices! Yo no estaba seguro de cómo decírtelo, es decir, ni

siquiera se me ocurre que decirte ahora.

Page 44: Debron y Dalila

_Como que no. Vamos dime lo primero que se te ocurra. Tienes un segundo_ dijo

ella sonriendo tan astutamente como complacida estaba.

_Eres preciosa_ dijo él rápidamente tomando el límite de tiempo que se le dio

como un asunto muy serio.

_Creo que eso ha estado bien para empezar_ dijo ella después de soltar una

carcajada.

_ Bueno, está bien. ¿Qué tengo que hacer?_ dijo Debron un tanto confundido.

Dalila sintióse trasladada al pasado, a la infancia y dijo:

_ Nada, bobo. Lo que hacen los enamorados_ dijo ella mostrándole una angelical

sonrisa.

_ ¿Qué dijiste?_ pretendió preguntar Debron casi como un niñito cuando de pronto

Dalila lo besó de nuevo. Lo besó de nuevo y ejerciendo control físico sobre él se lo

llevó al piso. En medio de risas y besos se lo llevó rodando por el pastizal tan

verde y suave.

Mientras ellos se besaban y se revolcaban por los pastos de aquella colina, la luna

iba tomando su lugar en el firmamento. Los grillos ensayaban una sinfonía que los

cobijaba con sus extrañas notas. Diéronse cuenta de la hora que era y decidieron

dejar de jugar. Se levantaron y tomaron rumbo a la casa de Dalila. Ella le aseguró

que su madre no estaría en contra de la idea de recibirlo nuevamente y en calidad

de huésped permanente. Él se mostro inseguro y avergonzado sobre todo por la

actuación que dio en frente de ellas.

_ He querido decirte esto por un buen rato_ empezó a decir Debron_ Ya no me

siento con ganas de asesinar a nadie. Imagino que tú me abriste los ojos.

_ Ya me lo habías dicho, bobito._ replicó ella

_ Sí, sí es cierto. Creo que me he perdido en tu mirada y pues simplemente no

recuerdo

_ Tal vez mis ojos tiene algún efecto en las personas o más convenientemente

solo en ti

Ambos rieron. Decidieron no tocar el tema de su nuevo “estado civil”, por ponerle

un nombre. Al decir la palabra enamorados Dalila no se refería precisamente a un

noviazgo ni un matrimonio sino al naciente amor que había surgido entre ellos.

Contra toda lógica y reglas de comportamiento normal, ellos se habían besado y

enamorado. No se preocuparon de cumplir reglas tales como llegar a conocerse

primero. De hecho, sentían conocerse desde hace un buen tiempo y no solamente

Page 45: Debron y Dalila

porque eso había pasado, sino porque sentían estar destinados. Existían

moradores que afirmaban que la reencarnación existía y las personas que se

enamoraban en realidad lo estaban haciendo de nuevo porque, según ellos,

siempre; en otra época y bajo diferentes circunstancias dos almas entrecruzaban

sus caminos.

Debron decidió dejar de lado el asunto de sanguinaria venganza para enfocarse

en la búsqueda del alma de su padre para lo cual Dalila y su madre propusiéronle

hacer una visita al Orbe de las Lágrimas. Según explicó la madre de Dalila, el

Orbe tenía la capacidad de señalar el camino deseado por el portador de una

lágrima desesperada. En el caso de Debron, el Orbe señalaría un destino o

emplazamiento en el cual el muchacho podría tener noticias de su padre o, de

hallarse con suerte, encontrar el alma. El precio a pagar era obvio: una lágrima. La

diferencia radicaba en que la lágrima solo podía ser de desesperación. Si Debron

no se encontraba desesperado el conjuro no surtiría efecto. Por ello, Dalila

propuso que recurrieran a ello como último recurso. Debron se opuso totalmente y

les dijo que al enojarse con ella la otra noche estaba seguro de su desesperación.

A la mañana siguiente Debron y Dalila acudieron al santuario del famoso Orbe

de la Lágrimas. Decidieron acudir temprano porque Logadaya hallábase repleta de

gente devota y necesitada por lo cual dedujeron que el lugar estaría copado de

gente en busca de respuestas y favores.

_ Logadaya está llena de maravillas_ notó Debron

_ No tienes idea_ respondió Dalila.

El templo era en realidad un lugar muy pequeño. No tenía capacidad para más de

una persona. Estaba hecho de brillantes piedras de mar cinceladas de manera tan

preciosa que todo el lugar parecía constituirse de un solo bloque. El techo

terminaba en una punta muy pronunciada y estaba formado de reluciente caoba.

En el interior ardían diez velas inextinguibles ordenadas de acuerdo a la circular

forma del templo. El Orbe reposaba en el fondo del templo dentro de un

compartimento. Cualquier visitante sugeriría que era demasiado fácil robar el Orbe

pues estaba casi a la intemperie y en un lugar público. Nadie lo robaba, en

realidad, porque al sacarlo de su pequeña cámara el Orbe hecho de cristal violeta

se convertía en roca incandescente y milagrosamente se restauraba al ser

depositado en su lugar de origen. El templo no había sido construido por los

humanos para albergar el Orbe sino que cuenta la leyenda que simplemente

apareció de la nada con el Orbe adentro. Sería un forastero quien haría públicos

los poderes del Orbe después de depositar su lágrima de desesperación. En un

principio nadie le creía pues decía que una nube negra le había contado del poder

Page 46: Debron y Dalila

y ubicación del Orbe. Sin embargo, poco a poco la gente fue probando suerte y

muchos eran testigos de su poder. El templo no llevaba ni tres días en Logadaya

cuando, naturalmente, alguien trató de robar el Orbe. Después de quemarse las

manos decidió devolverlo y alejarse del lugar por ello no había la necesidad de

colocar guardias en el templo.

Al llegar, Debron y Dalila solo encontraron a dos personas que habían terminado

de utilizar el Orbe. Uno se alejó decepcionado y otro muy decidido corrió en la

dirección que de seguro le había señalado el orbe. Dalila espero fuera mientras

Debron averiguaba el paradero de su padre. Se detuvo frente a la cámara del orbe

y trató de mostrar su determinación como si el orbe tuviera ojos. Buscó la

desesperación dentro de sí pero no la encontró. Lo único que sintió al respecto fue

la necesidad de hallar a los duendes mas no el alma de su padre. Se negaba a

pensarlo pero supo que si una solo lágrima brotaba sería por despecho y rabia. En

realidad, lo que lo trajo a Logadaya era la retribución y no el amor. Después de lo

que le dijo Dalila sus deseos de matar desaparecieron y ahora, su razón para

estar allí estaba injustificada. Al darse cuenta de la verdad, se sintió impotente y

engañado. Se dejo caer de rodillas mientras le temblaban los labios. Así que de la

nada dejó escapar un grito de agonía y frustración porque la verdad lo había

decepcionado.

Dalila ingresó inmediatamente a la pequeña habitación. Sin importarle la

incomodidad física que le producía estar dentro del templo, arrodillose junto al

muchacho y le preguntó asustada que le sucedía. El se negó a responder mientras

la miraba con amargura. Una lágrima brotó de su ojo izquierdo y Dalila la tomó

instintivamente para depositarla en el Orbe. Sin embargo, no sucedió lo que ella

esperaba. Cuando la lágrima hizo contacto con el orbe una voluta de humo salió

de él para perderse sin trascendencia en el aire. Dalila comprendió que no era una

lágrima desesperada o que Debron no la soltó pensando en su padre. Lo miró a

los ojos incrédula.

_ Creo que no lo quiero, Dalila. Tal vez no lo quise jamás_ decía Debron

sollozando_ Sin darme cuenta, vine aquí solo para desquitarme de los que me

hicieron daño. Soy un egoísta. Lo peor de todo es que… que… otra vez quiero

matarlos.

Page 47: Debron y Dalila

XIII

Hizo lo posible por calmarlo, por convencerlo; mas parecía inútil. “La verdad libera”

dice cierto dicho pero en realidad la verdad entristece. Trae pensamientos

desoladores a una mente que una vez creyó tener claro su propósito. Dalila no

podía creer lo que le decía Debron. Ella se veía a sí misma incapaz de concebir

que el hombre al que amaba, el hombre del que se había enamorado, el nuevo y

antiguo objeto de su deseo en realidad era una criatura disoluta cuyos motivos

respondían al egoísmo y no a la moral; mucho menos al amor. “¡No puedes

creértelo Dalila!”, se repetía a sí misma. En realidad, ella tenía que encontrar otra

solución para tranquilizar su alma y la de su amante.

_ No te reproches, no te lastimes, Debron. Simplemente el Orbe no ha

funcionado._ Decía Dalila. Al hacerlo ella misma sentía que estaba tratando de

auto convencerse

_ Como que no. Claro que ha funcionado. Mi motivo es el rencor, Dalila ¿No lo

ves? Yo no llegué aquí pidiendo ayuda para recuperar a mi padre sino con la idea

de encontrar a sus captores. La jirafa ya me lo había dicho la noche en que se lo

conté.

Debron recordó la escena y se la describió a Dalila. Le contó que frente a la jirafa

reveló su motivación al aducir que su padre había sido secuestrado por

duendecillos cuya vida no debía ser perdonada. Dio a entender a la jirafa que una

sonrisa habría de aparecer en su semblante al ver cadáveres en lugar del alma de

su padre sana y salva. Por ello la jirafa le había aconsejado tener cuidado y

pensar bien en sus motivaciones y en sus objetivos en aquellas tierras. Él no hizo

caso. Ahora estaba postrado frente al orbe con Dalila a su lado.

Debron creyó que no habría consuelo para su alma. Era la frustración lo que

acaparaba su pensamiento, el remordimiento y más que todo: la infame posibilidad

de haber desperdiciado el tiempo. No lo podía soportar. No iba a tolerarlo. Decidió

levantarse. Ignoró a Dalila y salió del templo. Sus pasos volvíanse agigantados

conforme se alejaba de Dalila, que no quería ser abandonada así.

_ ¡A dónde vas, regresa!

Debron dejo de caminar. Si había de asegurarse, entonces necesitaba

información.

_ Necesito ver a una bruja_ dijo sin ver a Dalila

Dalila lo llevó a la choza de Furlein, quien gozaba de fama entre los moradores de

Logadaya. Dalila lo llevaba motivada por el temor a la incertidumbre. Temía que

Page 48: Debron y Dalila

Debron cometiera acciones irremediables o terminara por hacer daño a alguien.

Ella detestaba verlo en ese estado y estaba dispuesta a ayudarlo en lo que

necesitase con tal de evitar su sufrimiento. Arribaron a la choza y fueron recibidos

por un saludo hecho de llamas proyectadas por las ventanas. Dalila intercedió

pidiendo una audiencia amistosa con la bruja. Les fue concedido el ingreso y una

vez dentro, la bruja los invitó a acercársele. Encontrábase recostada en una

hamaca jugueteando con un diente de león.

_ Veo que traes a un forastero, muchacha_ dijo la bruja sin más preámbulos

_ Sí_ respondió Dalila_ Él es Debron y necesita de tu sabiduría, Furlein

_ Pues, tú dirás Debron ¿En qué puedo servirte?

_ Furlein_ explicó Debron. Mantenía una voz firme y seria. Se presentaba

solemnemente_ Dalila me habla de tu fama y sabiduría. No dudo de la veracidad

de sus palabras. Así que vengo a pedirte un favor. Deseo que me reveles mis

verdaderas intenciones pues me encuentro en un estado de confusión. Vine a este

lugar creyendo que quería rescatar el alma de mi padre pero un siniestro

pensamiento acomete contra mí. Pienso que tal vez he estado equivocado todo

este tiempo y en realidad, mi motivación fue sed de venganza. Cuéntame, amable

Furlein, ¿Esta suposición es correcta?

_ Debron, Debron, Debron. Quién más puede conocer tu propio corazón que tú.

Vienes a que te confirme lo que tú ya sabes. Lo que puedo decirte es que te

atemoriza la respuesta a la pregunta que has hecho y los efectos que puedan

causar en esta mujer aquí presente, pues tienes fuertes sentimientos por ella.

Temes decepcionarla.

Debron escuchaba las palabras de la bruja con la cabeza gacha. Tenía los ojos

cerrados. Dalila le puso su tibia mano en el hombro. El instante en que lo hizo,

Debron no pudo contener un sollozo. Una lágrima negra resbaló por su mejilla y

cayó a tierra. Entonces, enfrentó a Dalila y con los ojos enrojecidos le dijo:

_ Perdóname, amor_ dijo Debron, sorprendiéndose por haber dicho la palabra

“amor”. No lo había planeado. Acarició suavemente el rostro de Dalila quien tomo

su mano mientras él la hacía resbalar por su mejilla. Alzó la mirada y al contemplar

su rostro, Dalila se sintió apenada y ella misma soltó gruesas lágrimas

transparentes al imaginarse lo que pasaría.

Debron se movió rápidamente. Tomó una vasija de barro que se encontraba sobre

la mesa más cercana a ellos y salió apresuradamente de la choza sin decir más

nada.

Page 49: Debron y Dalila

_ ¿Pero qué?_ preguntó Dalila confundida. Observó a la bruja en busca de una

explicación y ella con la mirada le demostró su indiferencia.

_ ¿Qué es lo que se ha llevado? ¿Qué hay en la vasija?_ inquirió Dalila tornando

su bello rostro en uno de angustiada preocupación.

_ Cenizas de Fénix_ dijo Furlein y Dalila echó a correr detrás de Debron.

Debron corría lejos de la choza. Al dejar siquiera treinta yardas entre él y la

vivienda, detúvose en seco y soltó un grito desgarrador. Era un desaforado grito

de liberación, en el cual iban cargadas su frustración y su impotencia frente a la

situación, pero sobre todo llevaba la verdad y su pesadumbre. Tomó la vasija con

ambas manos la ofreció a los cielos y la arrojó violentamente contra el piso. La

vasija se rompió al hacer contacto y toda la ceniza empezó a derramarse y de a

poco, a elevarse con el viento. Debron la observó, acercóse a ella, la inhaló y dijo:

_ Yo te resucito ahora

Inmediatamente, un fénix de larga cola y relucientes plumas se manifestó en las

cenizas. Surgió majestuosamente frente a Debron envuelto en doradas y

cegadoras llamas, de las cuales Debron alejó su rostro. Mientras el fénix aparecía,

Debron alcanzó a escuchar los gritos de Dalila corriendo tras él, pidiéndole que no

se marchara. Él la miró una última vez y sujetó la cola del fénix.

_Perdóname_ le gritó

_ No te vayas._ gritó a su vez Dalila

Sus gritos fueron sofocados por el propio y característico sonido que emitió el

renacido fénix. Expandió sus alas y despegó, llevándose a Debron consigo. Dalila

llegó tarde al pie de la destrozada vasija porque el Fénix se alejaba velozmente

hacia el norte. Dalila no lo podía creer, se estaba quedando sola. Sentía ganas de

insultarlo y maldecirlo mas no podía. No podía negarse a sí misma que estaba

enamorada de él. Así que con lágrimas en los ojos lo vio volar de regreso a

Ambiadaya.

Page 50: Debron y Dalila

XIV

Por un espacio de cincuenta días, Dalila estuvo desolada. Ciertamente su vida

continuaba y se dedicaba a realizar las tareas y trabajos que esperábanse de ella.

Sin embargo, mucho de lo que hacía, lo hacía a regañadientes. Empezó a discutir

sin razón con otras personas. Algunas noches no podía evitar llorar

silenciosamente mientras contemplaba el ocaso. Su madre había notado el

cambio, el impacto que tuvo Debron en la vida de su hija. Creyó, al principio, que

se le pasaría. Creyó que en una semana estaría renovada. Creyó que maldeciría a

Debron y juraría no verlo más. Nada de eso ocurrió.

Dalila amaba a Debron. No podía negárselo a su madre ni a sí misma. Estaba

triste, estaba melancólica. Creía que Debron era un imbécil por comportarse así.

Luego creía que ella misma era una estúpida por no haberle propuesto quedarse

con ella en Logadaya. Jugó con la idea de buscar ella misma a los duendes y

obligarlos a confesar el paradero del alma de aquel desdichado pero al querer

tomar acción, no pudo porque ella no era así. El rencor no la dominaba. Sentía

lastima por el estado anímico en el que Debron partió de su lado. No podía dejar

de amarlo porque en su memoria permanecían las palabras de Debron. Habíala

llamado “amor”, había llorado al partir de su lado. No lo olvidaría.

En su melancólico estado decidió escribir.

Has partido de mi lado

Has volado lejos

Partido, con tu mirada en el resplandeciente ocaso

Y quizá no haya más que esperar

Las palabras no han de expresar mi angustia

Pues en mis brazos ya no te tendré, mi gran amor extraviado

Y aunque mi futuro refleje una mirada mustia

Puedo afirmarte que por mi pecho, amor, no serás olvidado

Page 51: Debron y Dalila

Las tormentas pueden llorar mares de incertidumbre

Pueden augurar noches oscuras sin amor

Pero gritaré en lo más alto de cualquier cumbre

Que mientras en mi pensamiento estés, no me dejará tu calor

Dirán que las flores son consuelo

Dirán que los cielos sonríen gloriosos

Mas yo maldigo al suelo

Que no supo retener para mí, tus bellos ojos

Una vez que acabó de escribir decidió guardar su obra en una medalla de Jiné. Al

principio, se colocó la medalla alrededor del cuello y la llevó consigo por semanas.

Sin embargo, cuando se habían cumplido cuarenta días desde la partida de

Debron, se acercó a las orillas del río Efigio y dejó caer la medalla en sus oscuras

y trepidantes aguas.

Debron llevaba cincuenta y tres días lejos del lado de Dalila. Ella sabía ahora, que

aquello que se afianzaba fuertemente en el corazón, no desaparecía fácilmente.

La distancia y el tiempo estaban probando su amor por Debron. Ella se negaba a

creer que él la había olvidado. Los hechos, por supuesto, la contradecían. Debron

no daba indicios de querer regresar. Ella se sumergía en la amargura un día y

recobraba la serenidad al siguiente. No pensaba ir a buscar a Debron porque la

inseguridad se lo impedía. No sabía dónde estaba o si él en realidad la amaba

Aferrábase al recuerdo que le dejó y al amor que en ella sembró. Aferrábase a las

palabras de Furlein, a quien había visitado varias veces desde que desapareció

Debron. Ella le repetía lo mismo en cada visita: “Tú eres muy importante para él”

“él no te ha olvidado”. Dalila replicaba, insistía en que la bruja le dijera si él la

amaba o no; entonces la bruja simplemente diría: “Si él te ama, él te lo debe decir”

No obstante, tal como lo sugirió su madre estaba empezando a perder la

esperanza.

Salió a pasear por la pradera. Estaba ocultándose el sol. Las palomas volaban por

encima de las copas de los árboles. Las flores despedían aromas agradables a los

sentidos. El césped reflejaba la lozanía de la vida que parecía llamar a un futuro

esperanzador para todo aquel que se atreviera a creer en él. Las nubes

Page 52: Debron y Dalila

empezaban a juntarse unas a otras. Estaban tomando un peculiar color

anaranjado, lo cual auguraba gotas de lluvia mensajeras. Dalila las contempló

perezosamente, aunque siempre se preguntaba lo mismo al observarlas.

Entonces, las gotas empezaron a caer sobre ella. Eran trasparentes, relucientes y

cristalinas. Ella las sentía golpear su rostro. Las recibía gustosa creyendo que la

lluvia era capaz de purificar. Finalmente, sin que ella lo prevea, una gota, más

grande que cualquier otra que haya visto se detuvo frente a ella. La gota solo se

distinguía de las otras por su tamaño, el cual fue creciendo más y más conforme

Dalila la contemplaba sin poder evitar sonreír y sollozar a la vez. La gota fue

transformándose hasta adoptar la forma de la tan inesperada y esperada señal del

cielo. Era una carta.

Amada Dalila:

Que no te sorprenda el hecho de que te llame “amada” porque me temo que es

verdad. Las palabras que ahora te lleva esta insignificante gota mensajera no

pueden ser más veraces. No puedo dejar de disculparme. Te pediré perdón cien

mil veces de ser necesario. Lamento haberte dejado sola en Logadaya pero

comprenderás que no era dueño de mí mismo ni de mis acciones. Temía

lastimarte o lastimar a otros, puesto que estaba sumergido en las negras aguas

del odio. Mi frustración crecía a cada momento y cuando esa bruja me apuñaló

con sus palabras no pude evitar maldecirme. Tenía que pensar, necesitaba estar

solo.

Ahora vuelo, me alejo de ti y mi nostalgia crece. Ya extraño tus besos, he

extrañado tu piel desde el momento en que nos separamos. Siento que mi rostro

palidece al no tenerte a mi lado y espero que podamos reencontrarnos. Necesito

purificarme. Necesito derramar todas aquellas lágrimas negras que están dentro

de mí. Tengo que regresar con mi madre y confesarle que he fallado. Dudo que mi

padre regrese a nosotros. Lo único que nos queda de él es su cuerpo sin vida.

Mentiría si te dijera que ya no busco venganza. Mentiría si te dijera que solo quiero

rescatar a mi padre. A ti no te puedo mentir ni te pienso mentir. Así que solo puedo

decirte que no sé ya lo que quiero. Lo único que sé es que te amo. Y vaya, sí que

es fácil decirle esto a una carta. Te amo intensamente, quisiera tenerte frente a mí

y confesártelo con toda la vehemencia de la que soy capaz. Te juro que te llevo en

el alma a cada instante. Al contemplar el cielo no se me ocurre otra cosa que tu

nombre. El murmullo del aire y el soplar de los vientos me recuerdan tu fragancia.

No podré olvidarte y maldigo la distancia que nos separa.

Quiero que me recuerdes. Quiero que sepas que estás en mi mente. Sin embargo,

también quiero que sepas que estoy contaminado y necesito deshacerme del odio.

Page 53: Debron y Dalila

Por ello regreso a mi tierra. Tardaré mucho en llegar y tardaría mucho más en

volver. No sé si volveremos a vernos pero espero de corazón que suceda. Haré lo

que pueda por regresar pues tú eres mi recuerdo más hermoso de cuantas

maravillas descubrí en Logadaya. No puedo asegurarte cuándo ni tampoco si nos

volveremos a ver.

Antes de despedirme indefinidamente, te dejo mis imborrables besos y mi

constante memoria. Espero verte en mis sueños y que me veas en los tuyos.

Tu melancólico amante

Debron

Dalila sostuvo la carta contra su pecho. Estaba sumamente conmovida por las

palabras de Debron. No pudo evitar soltar gruesas lágrimas, que resbalaban

lentamente por su bello rostro. Sentóse en el césped y contempló nuevamente el

cielo. Mientras lo observaba vislumbró una figura preciosa que se recortaba

claramente entre las nubes. El cisne volaba airoso y se veía muy elegante por los

cielos. Había olvidado por completo que lo haría aquel día. Agachó la cabeza y

sonrió al percatarse que el espectáculo más fabuloso en Logadaya se le había

pasado por alto. Alzo la vista y lo observó divertida, preguntándose cuantas

personas se habían sentido enamoradas al contemplar a aquella enigmática ave

mientras se paseaba de manera arrogante, totalmente ajena e indiferente a los

problemas de los humanos.

Page 54: Debron y Dalila

XV

Pensó que era momento para purificarse. Contemplaba las cristalinas y diáfanas

paredes de la cámara. Lo que tenía al frente era una de las maravillas de

Ambiadaya. Parecería mínimo comparado con lo que se encontró en Logadaya.

Esta era la resplandeciente Cámara del Renacer. Ubicábase en uno de los

templos en el pueblo. Era probablemente tan o más antigua que la población en

aquel lugar pues nadie recordaba a ciencia cierta cuándo o cómo es que apareció

la bendita cámara. Ésta consistía de de seis paredes y tenía el aspecto de un

diamante. Apenas había lugar allí para una persona. Pero no era el espacio sino

sus poderes. Decíase de ella, que sus poderes eran inigualables y místicos.

Aquellos que caían en la desgracia de contaminar su alma recurrían a ella para

purgar su odio. Eso era precisamente lo que necesitaba Debron.

Había llegado a Ambiadaya el día anterior. Encontrábase sumamente fatigado por

el viaje pues había demorado cuatro meses. Su barba había crecido mucho y lo

mismo había sucedido con su cabello. Al contemplarse en un espejo no pudo

reconocerse. Su rostro tenía el aspecto de quien había sentido en carne propia la

carencia y la desidia. Veíase macilento, lánguido y cansado. Al arribar, lo primero

que hizo fue reencontrarse con su madre. Ella estaba bien de salud pero la

soledad la había hecho una mujer distante, su mirada se extraviaba con facilidad

en el cielo y le costó trabajo reconocer a su propio hijo. Obviamente el nuevo

aspecto de Debron habría engañado a cualquiera pero se esperaría de una madre

reconocer a su hijo inmediatamente. De cualquier manera, eso no era importante.

Más bien debe recordarse y aplaudir la forma en que ella recibiera al muchacho.

Levantóse eufórica de su pequeño asiento para sofocar a su hijo con besos y

lágrimas. Lo primero que le preguntó fue precisamente si había llegado a cumplir

su objetivo. La triste mirada de Debron le dio una rápida respuesta.

_ Lo siento, madre mía. No solo he fracasado en esa búsqueda sino que descubrí

algo terrible_ dijo Debron mientras observaba el piso de manera avergonzada.

Su madre negaba moviendo de un lado a otro la cabeza, negándose a creer lo que

empezó a contarle.

_ No puede ser, hijo. Cómo vas a decir semejante barbaridad. Claro que amabas a

tu padre. Por eso acudiste a esas tierras tan lejanas, para encontrar y recuperar su

alma. Tú no eres una mala persona

_Mis negras lágrimas me delatan, madre. Mi alma está contaminada y he de

purificarme. Mañana acudiré a la Cámara del Renacer.

Page 55: Debron y Dalila

Ingresó a la cámara recordando aquel breve encuentro con su madre. Cerró los

ojos y se dijo a sí mismo que Dalila sería su única preocupación ahora. Su padre

estaba muerto definitivamente. Ya no había nada que pudiera hacer para

recuperar su alma. Tan fatigado lo había puesto el trayecto que no tenía ánimo

para dedicarle tiempo a ese pensamiento. De hecho, no lo había hecho sino hasta

que su madre se lo preguntó. Durante todo el viaje lo único que miraban sus ojos

era el rostro de Dalila pintado en las nubes. No era capaz de sentir el viento

abofetear su cara sino las cálidas caricias de su amada. “Debo estar perdiendo la

razón” se dijo. Tan impaciente estaba por aclararle las cosas a Dalila que a medio

viaje le había hecho llegar una carta. Nuevamente se arrepintió por haberla

abandonado así.

La Cámara del Renacer era un lugar frío que proyectaba su propia luz. Ya sea en

el día o en la noche, la Cámara resplandecía de la misma manera. El cuidador del

templo observó al hombre que dentro de la cámara se encontraba y se preguntó

que podía causar tantas almas contaminadas, porque recibía visitas a diario desde

hacía dos años. “Es que la gente se está volviendo mala” pensó. El muchacho

llamado Debron le hizo la señal y el viejo cuidador comenzó con el ritual. Encendió

la vela fosforescente de cera dorada y la insertó en el orificio inferior de la cámara.

Inmediatamente, la luminosa cámara se volvió más luminosa que casi cegaba,

entonces el viejo tomó el manto oscuro con que ocultaba la cámara y lo aventó por

encima de ésta hasta cubrirla por completo. Así disminuyó en buen porcentaje la

luminosidad de la cámara que de otro modo lo hubiera dejado ciego. Ya cubierta la

cámara empezó a recitar las palabras que purificarían el alma de Debron. Lo hacía

en un idioma ancestral y desconocido para la mayoría de habitantes del pueblo.

Una vez que lo hizo solo era cuestión de esperar.

Debron sentía que una docena de cuchillos le atravesaba la espalda. Después

sentía que su pecho le era perforado. Del pecho el dolor pasó a las piernas y a los

brazos. Finalmente, su cabeza parecía agrandarse y el pecho reducirse. El

impacto fue tal que chilló de dolor. Sus gritos eran ahogados por la cámara y su

interminable luz. El proceso se repetía cíclicamente tal y como se ha descrito cinco

veces. Al a cuarta, Debron perdió el conocimiento.

Al día siguiente despertó en su casa. Su madre le pasaba una tela húmeda por la

frente. Estaba desorientado y lo primero que quiso saber es cómo había llegado a

la casa. Ella lo tranquilizó diciéndole que el viejo cuidador del templo lo había

traído de vuelta. El proceso de recuperación iba a ser lento y lo tendría

inmovilizado por un tiempo. Tal vez serían dos meses o quizá cuatro. Al conocer

esta noticia, Debron empezó a desesperarse, más aun cuando se dio cuenta de

que no podía sentir el resto de su cuerpo.

Page 56: Debron y Dalila

_ Maldita sea, madre. ¿Qué pasa conmigo? ¿Por qué demonios no puedo

moverme?_ gritaba Debron sumido en la desesperación.

_ Calma, calma hijo. Debiste pedir más información antes de deshacerte de tu

odio. Tranquilízate pues no estás paralítico ni nada por el estilo. Por lo menos no

definitivamente. Volverás a moverte con el tiempo. Lo que sucede es que el odio

es una parte del ser humano tan característica y común que al ser arrancada deja

fuertes secuelas. Me dijo el anciano que en otras personas solo se manifestaba la

falta de sensibilidad en las extremidades. _ dijo la madre mientras gradualmente

se ponía más triste y las lágrimas de compasión le empezaban a brotar_ Si tú no

eres capaz de sentir todo el cuerpo entonces, tenías toda la razón al afirmar que tú

alma estaba contaminada. En realidad, llevabas mucho odio.

Debron escuchaba estas desalentadoras palabras y su corazón se llenaba de

vergüenza. Le parecía imposible. Le resultaba inconcebible, pensar que era tan

rencoroso. Le pidió a su madre que lo dejara descansar. Ella entendió

rápidamente y no se opuso. Debron estaba tendido en su cama lamentándose por

haber querido vengarse. Luego, sonrió al sentir que el mal ya no habitaba en él.

Sin embargo, recordó en ese momento que al solicitar el ingreso a la Cámara del

Renacer, el viejo le dijo que su alma se podía purificar por medio de ella pero que

no olvidara que una vez fuera, el odio podía regresar si se dedicaba a cultivarlo.

“La cámara no es tan milagrosa después de todo”, había pensado Debron. De

todas formas, decidió purificarse.

Horas después, recordó que aparte de la reveladora carta, Dalila no tenía más

noticias suyas. Quiso enviarle otra. Así que pidió a su madre que le ayudara.

Cuando ella le preguntó a quién pensaba enviársela, él respondió:

_ Madre, creo que finalmente he conocido el amor._ ella lo miraba atónita.

Pensaba hablarle inmediatamente sobre el tema. Pero no articulaba palabra

alguna pues no sabía cómo reaccionar. No sabía si felicitarlo o prevenirlo. Él no le

permitió decir nada así que, más tranquilo y sabiendo que tenía todavía tiempo

para recuperarse, se lleno de un aire optimista y le contó sobre la maravillosa

chica que dejó en Logadaya.

_ Tal vez no estás realmente enamorado, hijo; es decir, cómo estás seguro. No lo

has sentido antes ¿verdad?_ dijo la madre tratando de no soltar alguna palabra

imprudente que lo hiriera.

_Tranquila madre, ella es mi amor. Estoy seguro de ello. No puedo explicarte

cómo sé que es amor porque este maravilloso sentimiento no existe para ser

explicado sino para ser sentido y compartido.

Page 57: Debron y Dalila

_ Me dejas sin habla, Debron. Sí que has madurado; espero que no estés

equivocado._ Debron rió

_ Madre mía, mejor no discutamos sobre el tema y ayúdame a hacer una carta

para ella. Será una de muchas que pienso enviar porque como me has dicho

tengo un buen tiempo antes de recuperarme y regresar a Logadaya nuevamente.

Dalila:

Quiero que sepas, amor mío, que he librado mi cuerpo del mal que lo

atormentaba. Sin embargo, las secuelas no se han hecho esperar,

lamentablemente estoy postrado en una cama sin poder mover mi cuerpo. Temo

decirte que estaremos separados por más tiempo.

Mas no temas, pues si nuestro amor es fuerte- y sé que lo es- no habrá distancia

ni tiempo que pueda debilitarlo. Me recuperaré pronto, tardaré según me dijeron

de dos a cuatro meses pero yo haré todo para recuperarme en menos tiempo.

Junto a esta carta envío mi promesa de regresar a ti algún día. Quiero que

respondas a mi carta, yo responderé a la tuya y nuestro amor permanecerá intacto

siempre que tengamos noticias uno del otro.

Esperaré cada mañana tenerte a mi lado y disfrutar de tu incomparable compañía.

Quiero creer que me amas tanto como yo a ti, pero en caso de que me equivoque,

mantengo firme mi promesa y mis sentimientos. No voy a olvidarte.

Debron

Page 58: Debron y Dalila

XVI

Dalila no tenía posibilidades para viajar hasta Ambiadaya. Tenía varias cosas que

hacer en su casa. Al desaparecer su padre, Dalila y su madre se habían

encargado juntas del manejo y sustento de la casa. Dalila tenía que trabajar junto

a su madre en la construcción de instrumentos musicales. Ambas habían tenido

que aprender sobre este noble arte al quedarse solas y se requería de ambas que

lo hicieran constantemente. Un viaje a Ambiadaya tomaría meses y mucho trabajo

se perdería si lo realizaba. Su madre comprendía el pesar que sentía y no podía

simular indiferencia ante la falta de ánimo de su hija. Le reprendió varias veces por

no poner atención al trabajo. Incluso le reprochaba por presentarse con mal

semblante. En una ocasión tuvieron un altercado en el que ella cuestionó el amor

que Dalila sentía por Debron. No obstante, después de recibir la carta la

muchacha cambió su actitud.

Después del vuelo del cisne, pensó en responder la carta. Mas no estaba segura

de qué escribiría. Estaba segura de amar a Debron pero no quería decirlo en una

carta, quería decírselo a la cara. Estaba atrapada en un dilema. Había echado el

poema que le había escrito al río y ahora se arrepentía de ello. Quiso escribir otro

pero no encontraba tiempo pues había mucho trabajo que cumplir. Con sus

constantes visitas a Furlein, había dejado varios pedidos sin cumplir y su madre no

podía hacerlo todo ella sola. No tenía tiempo para sus amigos. No encontraba una

sola noche de luna que la inspire para escribirle a Debron.

Había visitado a la jirafa en varias ocasiones pero en ninguna le había hablado

abiertamente de Debron. Incluso después de recibir la carta. La jirafa era

sumamente sabia pero no estaba segura de qué tanto sabía de amor entre seres

humanos. Fue a visitarla una tarde de viento y hojas secas.

_ Hola Manchitas, discúlpame por no venir tan a menudo. Quisiera hablar

seriamente contigo._ dijo mirándole a los ojos aunque se encontraban tan alto

que no sabía bien si los miraba.

_ Tú dirás Dalila._ respondió

_Estoy enamorada de Debron_ dijo Dalila después de respirar profundamente con

toda la seriedad que pudo expresar.

La jirafa la observó detenidamente y replicó solemnemente.

_ Estoy pensando que tal vez no utilizaste correctamente tus palabras, Dalila. Has

dicho “Estoy enamorada de Debron” mas no has dicho “amo a Debron”. Y

entiende que, como ya te he dicho antes, las palabras son palabras hasta que se

Page 59: Debron y Dalila

les da significado y me temo que hay cierta diferencia entre el significado de

aquellas palabras. Estar enamorada no es lo mismo que amar ¿No lo crees?

_ Yo creo en lo que siento Manchitas. Y siento que lo amo. Pero esa no es la

cuestión exacta de la que quiero hablarte. Estoy un tanto confundida. Escucha,

Debron está ahora en su tierra y yo me muero por verlo pero tengo trabajo acá. Mi

mamá dice que no puedo dejarla con toda la carga pero yo siento que mi amor me

llama. Luego, está esta carta que me envió en la que me declara su amor pero yo

quiero escucharlo de sus labios también. Por ello no sé si enviarle una o esperar a

verlo para decirle todo lo que siento por él.

_ Te sugiero paciencia. Porque la carta que te envió no la pudo mandar desde su

tierra porque llegó demasiado rápido. Te aconsejo que esperes una segunda carta

antes de tomar una decisión. Imagino que él te dirá cuándo regresará así que no

sería muy buena idea que tú te vayas y él venga.

_Gracias, Manchitas. Aunque no me agrada mucho la idea de esperar_ dijo Dalila

con tristeza.

Dalila continuó con sus actividades cotidianas e incluso obtuvo tiempo para

divertirse con sus amigos. Pero su pensamiento siempre estaba con Debron. Entre

las personas, o más bien criaturas, que veía constantemente estaba el retratista

Kyo. Esta obsesiva criatura aparecía muchas veces cerca de Dalila. Cuando hacía

mandados o dejaba pedidos lo encontraba observándola desde algún escondite.

Los escondites eran tan malos que nunca cumplían su propósito porque Dalila

podía ver a su acosador personal todo el tiempo. Él parecía no darse cuenta de

que ella lo descubría porque no hacía el menor esfuerzo por ocultarse mejor de

ella. Es más, parecía que deseaba ser visto. En una ocasión se aproximó a ella

mientras paseaba alrededor de la laguna de Yipirio.

_ Oh, beldad encarnada. Qué caprichoso es el destino al traerte a esta orilla, en la

cual justamente yo me asoleo. _ declaró galantemente Kyo.

_ De qué destino hablas. Sé perfectamente que me has estado siguiendo y

acechando._ respondió Dalila con un claro tono de molestia.

_ Es que ya no quieres ser mi amiga. Vamos, no seas ingrata ni displicente con

éste, tu humilde siervo

_ Pero si no somos amigos. Quiero dejarte claro algo de una buena vez. Tu modo

de actuar revela que tus intenciones van más allá de una simple amistad y en

realidad me estas asustando. Parecería que estás obsesionado conmigo.

Page 60: Debron y Dalila

_ ¡Le has dado al clavo! Estoy locamente enamorado de ti, Dalila. Quiero que te

conviertas en mi musa personal. Quiero tenerte por la eternidad. Quiero…_ Dalila

no lo dejo terminar.

_ Yo no puedo amarte Kyo. Mi corazón pertenece a alguien más. Además,

lamento decirte esto y no quiero sonar grosera pero tú no eres un ser humano;

eres un retratista del óleo, un artista.

Kyo continuó observándola con ojos inyectados en sangre. Parecía hacer caso

omiso a sus palabras pues, no reaccionaba a ellas. Más bien, sus ojos se estaban

volviendo de color esmeralda. Dio un paso hacia Dalila y sacó la lengua en un

extraño gesto lujurioso. Dalila se asustó y le advirtió que no se acercara. Él,

nuevamente mostróse sordo a lo que se le decía y más bien extendió sus manos

de largas uñas hacia ella hasta sujetarla por las muñecas. Ella demostró

claramente su rechazo con un enérgico “Suéltame”. Él no le hizo caso. Ella se

llenó de cólera y lo pateó en el estómago. Lo hizo con tanta fuerza que Kyo perdió

el equilibrio y terminó por caer en la laguna. Dalila echó a correr, confirmando lo

que se le había dicho de aquellas criaturas.

Al llegar a su casa, su madre le dijo que había llegado la segunda y tan ansiada

carta. Dalila se asustó al saber de la condición de su amado pero tuvo la certeza

de que se recuperaría. Inmediatamente le escribió, ahora estaba segura de lo le

diría, una respuesta para que él no se preocupara por ella.

Adorado Debron:

Me alegra tanto saber que te has purificado y ya no padeces de malos

pensamientos. Déjame decirte que tu carta me alegró tanto que me conmoví como

no tienes idea. Yo también te amo pero sostengo la idea de que debemos

decírnoslo a la cara. Mi corazón salta ahora de alegría con la esperanza de que te

recuperaras pronto y podremos estar juntos nuevamente. Créeme que la distancia

no podrá conmigo tampoco y que el tiempo solo acrecentará mi amor por ti.

Quiero disculparme contigo por no poder acudir a tu lado pues quisiera cuidar de

ti. Y consolar tu sufrimiento con cálidos besos. Debo decirte que tenía un pequeño

poema que estaba destinado a ti pero en un momento de duda me deshice de él.

Creo que si tengo dotes de poetisa puedo escribir uno nuevo para que me

recuerdes en la belleza de la literatura. Ojalá pudieras verme pues me muero de

pena y nostalgia por no tenerte. Yo también espero ansiosa el día de nuestro

encuentro. Te esperaré. No olvides que te adoro. Por favor, no me olvides.

Tuya ahora y siempre

Dalila

Page 61: Debron y Dalila

XVII

Las hojas caían de los árboles y el frío se acrecentaba. El tiempo transcurría. Los

capullos de las flores se cerraban. Después de un tiempo se abrían. La luna

atravesaba su ciclo y se mostraba brillante, hermosa y diferente en algunas

ocasiones, pero en otras simplemente no se la podía ver y aquellos quienes

gozaban del romance al estilo clásico habían de buscar otra fuente de inspiración.

La espera no daba tregua en la vida de los enamorados. Dos enamorados, una

pareja particularmente vivía una prueba difícil. Definitivamente la distancia no sería

el olvido para esta muchacha llamada Dalila. Y tampoco el tiempo sería capaz de

hacer mella en la memoria de este muchacho llamado Debron.

Postrado en una cama, Debron se dedicaba a soñar con Dalila. El alivio adquiría

formas fugaces en las que el único rostro que se repetía adquiría aroma de mujer

y nombre propio: Dalila. A veces Debron deliraba por la fiebre que acompañaba el

proceso de recuperación y soñaba; imaginaba. Sin hacer nada, estaba amando a

Dalila. Sin moverse siquiera la acariciaba. Sin pensarla siquiera soñaba con ella y

sentíase a su lado. Dalila constituía su único recuerdo en momentos en que la

conciencia se tomaba una larga siesta. Su razón de ser era ella.

Dalila veía la luna y pensaba en Debron. Escuchaba a las aves, las veía volar y

fantaseaba con su regreso. Tenía claro que le tocaba esperar más. El amar a

Debron convertíase en una adicción llena de reproches y alucinaciones. La falta

de convivencia, la separación lograba ponerla de mal humor cuando no quería

esperarlo más y buscarlo de la manera que sea. Al cepillarse el cabello se

sorprendía a sí misma imaginando que él estaba tan cerca que incluso le hablaba.

Dormida también hablaba; balbuceaba palabras como: “te extraño” o “por qué no

vienes”. Entonces, su consuelo, el detonante de su apasionado enamoramiento;

aquello que la calmaba cuando la esperanza disminuía, eran las cartas. Mantenían

una constante correspondencia aunque los intervalos entre carta y carta variaban

mucho, de tal manera que a veces transcurrían semanas sin saber uno de la otra.

Su amor estaba presente y resistente a los inclementes vendavales que

interminablemente enviaba el tiempo con el pretexto de la distancia y en nombre

de la maledicencia. Entre varias cartas llegaron a transcurrir dos meses, al cabo

de los cuales Debron había recuperado prácticamente el movimiento de todo su

cuerpo. Lo único que lo detenía era la debilidad física porque al levantarse, caía

inmediatamente pues sus miembros no se acostumbraban todavía a moverse.

Con ayuda de su madre y su hermano, quien había llegado junto con su esposa

para pasar un tiempo con ellos, empezaba a valerse por sí mismo. Una vez que su

hermano estuvo nuevamente en Ambiadaya, se planeó el funeral definitivo del

padre de Debron. Los muchachos no pensaban seguir buscándolo. A propósito de

Page 62: Debron y Dalila

ello, el hermano de Debron hizo sus propias averiguaciones en las tierras del

norte y descubrió que la posibilidad de devolver el alma al cuerpo de su padre era

imposible. La razón era el tiempo que el cuerpo y alma estuvieron separados,

tanto había sido que seguramente no se reconocerían. Además, no sabían si los

duendes habían soltado el alma en el otro mundo, en otra dimensión o si, en el

peor de los casos y valiéndose de magia negra, la habían destruido. Entonces, al

discutir este asunto acordaron que lo mejor era guardar la memoria de su padre

como se hace con un difunto. Era tiempo, pensaban ellos, de dejar el pasado y

proyectarse hacia el futuro. Así conoció Debron a su cuñada. Así le contó sobre el

amor que tenía en Logadaya. Después de enterrar el cuerpo de su padre, Debron

empezó con los preparativos para marcharse.

En Logadaya, la hermosa Dalila se encaminaba a su casa después de charlar con

la jirafa. Pensaba escribir esa misma tarde a Debron, pues en su última carta éste

le habló de su parcial recuperación por lo cual Dalila tenía la sospecha de que

Debron estaría ya en camino. Tan feliz hallábase con esta idea que incluso

empezó a saltar como conejito. Su madre le avistó cuando estaba a tan solo a

veinte yardas de su casa. Entonces, ocurrió lo inesperado. Un pájaro con forma de

esqueleto verde lanzó un ensordecedor grito que asustó a Dalila y a su madre. Al

verlo Dalila encontró que la bestia era dos veces más grande que una persona. Su

descomunal pico era la parte más sobresaliente pues estaba decorada con negras

púas en la parte superior y por colmillos del mismo color en el interior. Sus alas

despedían nauseabundos olores al batirse. Sus patas en realidad parecían manos

humanas por su peculiar forma. El ave dejó de gritar y se echó en picada a tierra.

Dalila cubrió rápidamente su cabeza con las manos y se lanzó de rodillas a la

grava. Esto le sirvió de muy poco porque la habilidad de la bestia era

incuestionable. En un segundo y ante la vista de su inofensiva madre, la levantó

de los suelos y la elevó con incontenible fuerza. La madre empezó a vociferar mas

todo lo que pudo hacer fue ver como su hija se alejaba de su lado. Dalila fue

secuestrada.

El viaje fue incómodo y atemorizante. Elevábase la bestia cada vez más mientras

la muchacha forcejeaba inútilmente. Pensó en gritar en el mismo instante en que

se la llevaron pero descubrió que no le serviría de nada. Se la estaban llevando

con rumbo desconocido. No entendía tampoco que clase de animal era el que la

sostenía, pues no tenía conocimiento de la existencia de semejante monstruo.

Imaginó que se la comería o la serviría como alimento para sus crías. Sin

embargo, conforme diviso una extraña construcción a lo lejos supo que se trataba

de un secuestro. Ahora no tenía duda porque los animales cazaban en las

planicies abandonadas y además no solían tocar a los seres humanos.

Page 63: Debron y Dalila

El edificio al que se aproximaban era una suerte de castillo y choza. Tenía cuatro

torres ubicadas en cada esquina. Era inmenso y algo lóbrego. Hallábase revestido

de planchas de cobre que le daban cierto aspecto miserable. A diferencia de un

castillo con patio central, este lugar tenía un tejado de paja que parecía más bien

una maltrecha cúpula redondeada en su centro. Tenía una puerta principal de

madera y un innumerable número de ventanas. El animal empezó a rodear el

edificio hasta dar con un saliente balcón en el lado oriental, por el cual ingresó

acertadamente.

Dalila fue soltada dentro y ante sí halló una cámara de paredes pintadas con color

amarillo chillón. El monstruo voló alrededor de la habitación y salió por donde

había entrado. La única ventana tenía cortinas azules con borlas doradas. El piso

era de piedra y tenía en el centro una alfombra reluciente de formas

extravagantes. Las paredes estaban decoradas con decenas de cuadros de

diferentes tamaños. Cada uno era un retrato de una persona diferente. Algunos

solo presentaban la cara y otros el cuerpo entero. Eran muy ostentosos, eran

verdaderas obras maestras. Dalila los observó maravillada hasta que soltó una

fuerte exclamación de sorpresa al ver su propia cara observándola en uno de

ellos. Justo al lado del cuadro de sí misma encontrábase otro en el que

nuevamente ella era la protagonista, solo que esta vez tenía al lado a Debron. La

escena representada por el óleo los ubicaba en una loma observando el ocaso.

Dalila no se sorprendió al confirmarse quién estaba detrás del secuestro.

_ Te gustan_ dijo una voz rompiendo el silencio. Dalila volteó lentamente la

cabeza para enfrentarse al origen de la voz. La criatura que le había hablado

estaba parada en la esquina del cuarto que ella no había notado. Dalila nunca

había sentido tanto desprecio por ver aquel rostro de ojos saltones.

_ Es una galería rimbombante ¿no lo crees? A mí me encanta, especialmente la

pintura que estabas mirando_ dijo Kyo burlonamente_ es mi favorita.

Page 64: Debron y Dalila

XVIII

Debron estaba preparándose. Tomó una gran bolsa en la que colocó su ropa y

algunos otros implementos necesarios. Observó el arco pensando que

seguramente no lo necesitaría ya que iba a visitar a su enamorada no a un

enemigo. Tomó el arco entre sus manos y pensó que tan inútil le había sido. En

ese instante, entró su hermano violentamente en la habitación y le hablo

agitadamente

_ Hermano, hay un mensaje para ti de Logadaya. Tienes que venir

inmediatamente.

Debron se angustió al ver el estado de su hermano. No esperaba nada bueno al

ver que en la habitación central su cuñada le tendía una carta roja lo cual solo

podía significar un asunto urgente. Las cartas rojas tenían la facultad de hablar o

por lo menos reproducir la voz de quien las había escrito.

_ Es que algo le pasó a Dalila_ dijo tomándola entre las manos

La carta asumió la voz de la madre de Dalila y habló fuerte y claro, reflejando

incluso el tono de desesperación que tenía la mujer al escribirla.

Debron:

¡Mi hija fue secuestrada por un monstruo con forma de ave esquelética. Tienes

que venir inmediatamente. Tenemos que encontrarla. Tienes que ayudarla!

Debron arrojó la carta al piso y golpeó una pared fuertemente.

_ ¡Maldición! Cómo diablos voy a llegar a tiempo si el viaje en fénix toma

demasiado tiempo.

_Tranquilo hermano. Te tengo la solución inmediata. No te desesperes. Desde el

norte traje precisamente este polvo dimensional. Lo que debes hacer es arrojarlo

sobre la superficie del agua y ésta se convertirá en una puerta que ha de llevarte

inmediatamente a donde debas ir.

_Eso es fantástico hermano _ dijo Debron y lo abrazó agradecido.

_Muy bien. Amor, préstanos la bolsa con el polvo porque este insensato y yo nos

vamos a rescatar a Dalila.

_ ¿De qué hablas?_ preguntó Debron sorprendido_ En serio quieres

acompañarme

Page 65: Debron y Dalila

_ Claro, Debron. Necesitarás mi ayuda. Si no estoy mal escuché algo sobre un

secuestro.

_ Qué hay de tu esposa_ replicó Debron señalándola.

_ Yo estaré bien_ respondió ella._ Además, alguien ha de quedarse con su madre.

No querría que esté sola mientras viajan a Logadaya. Yo ya conozco a tu hermano

Debron y estoy segura de que se te será de mucha utilidad pues es un excelente

espadachín y nadador.

_ No se hable más, pues_ dijo Debron tomando confianza

Agarró el arco y por lo menos cuarenta flechas. Salió junto a su hermano hacia el

caudaloso Río de la Miel. Tomaron un puñado de polvo dimensional y lo vertieron

en el agua.

_ Ahora, Debron. Toma mi brazo y no olvides que nos vamos a Logadaya.

_ No pienso en otro lugar

Se lanzaron al río e inmediatamente fueron arrastrados por la corriente. No habían

avanzado mucho cuando de repente fueron halados hacia el fondo. Aquella

dorada agua lucía preciosa al encontrarse dentro de ella. Mientras eran

arrastrados sentían que el aire se les escapaba. El hermano de Debron tenía más

experiencia en el agua y se mostró calmado todo el tiempo. Debron, por otro lado,

empezaba a perder el control de sí mismo. Cuando sentía que su conciencia se

alejaba de él, todo a su alrededor se tornó oscuro.

Debron abrió los ojos e inhaló el tan preciado aire. No había soltado el brazo de su

hermano en ningún momento. Miró su alrededor mientras flotaban en una nueva

superficie de agua. No se trataba de un río sino de una laguna. Lo habían

logrado, el polvo funcionó perfectamente porque se encontraban en Yipirio.

Nadaron hasta la orilla. Debron fue ayudado a salir, pues su experimentado

hermano había llegado antes. Una vez en tierra Debron respiró aquel aire familiar

de la laguna y sus alrededores.

_ Ya había olvidado a ese cisne_ comentó su hermano.

_ Yo jamás podría_ respondió Debron y sonrió al observar al impasible animal en

el centro de la laguna. No parecía haber hecho el menor caso a sus intrusos.

Súbitamente, Debron recordó el por qué se hallaban allí. Apuró a su hermano y

corrieron a la casa de Dalila. Una vez que llegaron aporrearon la puerta. La madre

de Dalila los recibió impresionada.

Page 66: Debron y Dalila

_ Pero si te envié la carta hace seis horas. Cómo has llegado tan rápido_ dijo

mirándolo sin dar crédito a sus ojos.

_ No se preocupe, señora. Se lo explico luego._ respondió Debron. La

desesperación se dibujó en su cara a medida que hablaba. _Él es mi hermano y

va a ayudarme a rescatar a Dalila. Ahora dígame a donde debo ir.

_ No sé, muchacho. Estoy desesperada. Ni siquiera sé por qué te contacté si se

suponía que no llegarías sino en varios meses. Al percatarme de ello busqué a

dos de los amigos de Dalila. Están buscándola ya. Solo sé que el monstruo se fue

en aquella dirección con mi niña. _dijo señalando hacia las montañas ubicadas al

norte del pueblo. Sus ojos estaban hinchados y las lágrimas brillaban en ellos.

_ Tranquila, mi señora. No necesita transmitirnos su desesperación. Pues mi

hermano ya tiene…

_ ¡Eso es!_ exclamó Debron_ Desesperación. Venga conmigo señora. Vamos_

dijo Debron mirando a su hermano también y la tomó de la muñeca.

Debron hizo caso omiso a las protestas de la mujer que insistía en ir en dirección

contraria. El hermano de Debron también se sentía intrigado pero se decía a sí

mismo que Debron debía saber bien lo que hacía. Avanzaron rápidamente hasta

llegar al centro del pueblo en donde hallaron el templo individual. Había cuatro

personas esperando su turno para hacer uso del fantástico orbe. Al ver el templo,

la madre de Debron dejó soltar un fuerte grito de satisfacción y entendimiento. Con

las emociones que se arremolinaban en su cabeza no se había dado cuenta.

Entonces, empezó a abrirse paso entre la gente que le reprochaba y se quejaba.

En realidad, aquellos cuatro no eran más que adolescentes. Debron les ordenó

básicamente que se apartaran argumentando que la vida de alguien estaba en

riesgo.

Una vez adentro la mujer dejó caer gruesas lágrimas en el orbe. Al tocar su

superficie, las lágrimas se fusionaron con el orbe y sucedió algo maravilloso. Ante

el asombro de los chiquillos, los muchachos y la propia madre de Dalila, el orbe

empezó a elevarse sobre su depósito. Todos los presentes le observaban

embelesados. El orbe proyectó una flecha de color violeta que señaló hacia el

norte y al final de la flecha se manifestó claramente la imagen de un extraño

castillo con cúpula de paja.

_ Ahí es. Démonos prisa hermano.

Dejaron a la madre de Dalila en el templo y le prometieron rescatar a su hija.

Apresuradamente, tomaron prestados dos caballos en una posada cercana.

Galoparon velozmente hacia el lugar indicado. Debron no se explicaba cómo

Page 67: Debron y Dalila

podía haber un lugar así al norte de Logadaya. Él había venido un par de veces ya

y no lo había divisado nunca. A medida que se acercaban, Debron sacó una flecha

preparándose para enfrentar al monstruo del cual le habló la señora. Su hermano

desenvainó su espada también.

Llegaron a las puertas del edificio y lo contemplaron asombrados preguntándose

qué clase de aristócrata desalmado podía vivir allí y tomar presa a tan hermosa

doncella. Bajaron de los caballos y patearon la puerta principal que para su

sorpresa no estaba atrancada ni asegurada. Ingresaron impacientemente. Ante

ellos se alzaba una especie de galería de alto techo repleto de cuadros de

paisajes y retratos. Alrededor de las pinturas, hallabánse decenas de, lo que para

Debron y su hermano, eran extrañas criaturas de cabello puntiagudo y saltones

ojos. Cada uno era diferente, especialmente por los colores que usaban en sus

atuendos. Vestían con extraños trajes multicolores. Cada combinación era más

curiosa que la otra. Las criaturas no se veían amenazantes y más bien les miraban

extrañadas y sorprendidas.

_ ¿Quiénes o qué son ustedes?_ inquirió Debron tensando su arco

Uno de ellos se adelantó diciendo: Somos artistas de óleo. Luego le preguntó si

venían a contratar sus servicios.

_ No venimos por negocio. Buscamos a una muchacha_ intervino el hermano de

Debron_ Sabemos que ella está aquí. Así que devuélvanla o aténganse a las

consecuencias_ alzó amenazadoramente su espada.

_ Si no vienen por negocio entonces, deben irse._ gritó uno de ellos.

_ Váyanse o los atacaremos con pintura ácida._ dijo otro

_Sus cuerpos se derretirán_ exclamó un tercero maliciosamente. Sacó un balde

llenó de un líquido ocre que al parecer tenían en un rincón. Los demás tomaron

uno también.

_Estamos en desventaja hermano. Estos son artistas. No los podemos matar.

Debron pensó atravesar con sus flechas a todos impulsivamente pero se percató

de que no le convenía. Finalmente, accedió y ambos salieron por donde habían

entrado. Una vez afuera, Debron fue conducido por su hermano al extremo

opuesto del edificio diciéndole que seguramente había otra entrada o algún modo

de entrar alternativo. Al recorrer la estructura vieron las planchas de cobre que

parecían imposibles de escalar. Llegaron al otro lado del edificio y contemplaron

la torre que ante ellos se alzaba.

Page 68: Debron y Dalila

_ Hey, hermano. ¿Ves aquella ventana? Tenemos que llegar hasta ella para

entrar. Espero que no se encuentren allí más de esas criaturas._ dijo Debron

_ Yo sé cómo. Seguro que trajiste cenizas de fénix contigo.

_ Tienes toda la razón, hermano._ respondió emocionado Debron. Entonces, sacó

de su bolsillo un paquete amarrado con una cinta. Lo abrió y arrojó la bolsa boca

abajo con violencia. Entonces, el enorme pájaro apareció entre leguas de fuego

después de que ambos gritaran: “Te resucito ahora”. Cada uno se agarró

fuertemente de la emplumada cola y el fénix emprendió su ascenso. Ambos reían

hasta alcanzar la ventana. Saltaron dentro de la habitación. Debron tensó su arco

y su hermano desenvainó la espada nuevamente. Sin embargo, la habitación

hallábase vacía. Lo único que allí se encontraba era un montón de cuadros en las

paredes.

_ No hay nadie aquí, hermano_ dijo un Debron que empezaba a preocuparse

_ Tranquilo. Vamos a ver en la otra torre. Como habrás notado hay un puente para

unir cada una. _Cruzaron la habitación y abrieron la puerta que no estaba cerrada

con llave.

Avanzaron rápidamente por el puente. Estaban a medio camino cuando, de

repente el monstruo alado apareció. Era tal como se los habían descrito. Claro que

la imagen real era aun más espeluznante.

_ ¡Adelántate, Debron. Yo me encargaré de él!_ gritó el hermano y saltó del

puente hacia el vació.

Debron se asomó para ver impresionado, que su hermano montaba sobre el lomo

del fénix. Y se enfrentaba al fénix con su espada. Debron supo que no podía

perder el tiempo. Cortó la distancia que lo separaba de la siguiente torre y entró

pateando la puerta. Al entrar encontró una habitación muy similar a la anterior. La

diferencia radicaba en que ésta si estaba ocupada. En el centro, estaba su amada

Dalila, parada sobre una plataforma en una posición de bailarina. Tenía una

mirada ausente. Parecía que no miraba a ningún lugar. Estaba inmóvil, era como

si estuviera congelada en esa posición eternamente. A sus pies estaba otro de los

artistas del óleo. Tenía ante sí un cuadro pintado a medias. Dalila era su modelo.

_ ¡Maldito. Suéltala!_ gritó Debron. Sin embargo, el artista ni siquiera se inmutó.

No le puso ni un mínimo ápice de atención. Ya le parecía extraño a Debron porque

su irrupción en el cuarto debió ser suficiente para desconcentrarlo.

Tenía su cabeza a tiro pero no se atrevía a disparar pues, gracias a la Cámara del

Renacer había perdido los deseos de matar. Además, estaba mucho más aliviado

Page 69: Debron y Dalila

ahora que tenía a su preciosa Dalila ante sí. Aunque ella tampoco había dado

señal alguna de reconocerlo. Parecía estar en trance. Debron se enojó y se

aproximó al artista. Tenía sus saltones ojos ubicados en su obra. Debron volvió a

gritarle y nuevamente no obtuvo respuesta. Entonces, tensó el arcó e hincó la

flecha en la espalda de aquel extraño personaje. Cuando la flecha hizo contacto

con la piel de Kyo, éste pareció salir finalmente de su estado de concentración.

_ Quién eres, déjame en paz._ dijo autoritariamente Kyo

_ Tú deja en paz a Dalila o te atravesaré._ respondió Debron mostrándose más

amenazante.

Kyo sonrió irónicamente. Entonces, levantó las manos en señal de rendición y

lentamente empezó a incorporarse. Debron no le apartó el arma de la espalda.

Parecía que todo estaba bajo control, cuando se escuchó un grito afuera. Era su

hermano. Debron dejó de prestar atención a Kyo y se volvió preocupado hacia la

ventana abierta pero no vio nada. En ese momento, Kyo aprovecho para golpear a

Debron en el estómago.

Debron cayó de rodillas por el dolor. El artista le propinó un rodillazo en la frente

que, lo hizo volar al otro lado de la habitación. Debron no se había percatado pero

el momento en que interrumpió el trabajo de Kyo, Dalila empezó a recobrar la

conciencia y la movilidad. Poco a poco, Dalila salió de la hipnosis y entendió que

pasaba a su alrededor. Por lo tanto, saltó de la plataforma y encima de Kyo.

Empezó a ahorcarlo. Kyo luchaba ahora con Dalila. La tomó por los cabellos y la

inmovilizó nuevamente pero esta vez utilizando la fuerza física. Debron, al ver

aquello alcanzó a tomar su arco y apuntó una nueva flecha a la pierna de Kyo.

Para júbilo suyo y desgracia del otro, acertó de llenó. Kyo cayó al piso y soltó a

Dalila.

_ Ahora, vas a dejarnos ir sin perseguirnos o te mato, imbécil_ dijo Debron

apuntando al pecho de Kyo

_ Llévatela. Pero no me hagas más daño._ decía Kyo entre agonizantes gemidos.

Debron bajo el arco y Dalila se arrojó a sus brazos. Estaba tan feliz de volver a

verlo que le echó los brazos al cuello y empezó a llenarlo de besos. Debron

respondía a ellos pero la soltó para llevársela fuera de la torre no sin antes

propinarle un puntapié en el estómago a Kyo para dejarlo fuera de guardia

mientras ellos escapaban. Salieron al puente y él buscó a su hermano por el aire

mas no lo veía. Debron pensó que la prioridad era Dalila y se resignó a buscar a

su hermano después. Se dirigió a la primera torre en la que había notado una

segunda puerta que creyó, los conduciría a la planta baja. Para su sorpresa, al

Page 70: Debron y Dalila

entrar encontraron al hermano de Debron luchando contra el monstruo en el

centro de la habitación. El pico de aquel pájaro le servía de espada contra la de su

adversario. Había varios retratos descolgados y otros estaban deshechos. Debron

actuó rápidamente, apuntó a la cabeza del monstruo y disparó. Nuevamente, su

puntería habló por él. La bestia cayó de bruces al ser impactada y el fatigado

muchacho cayó de rodillas llenó de alivio.

_ Gracias, hermano. Veo que lograste rescatarla.

_ No hables tan pronto, hermano. Esto todavía no ha terminado. ¿Dónde está el

fénix?

_ Este monstruo lo mató. Al hacerlo caí y me golpeé el brazo izquierdo con el

techo de la torre. Creo que está lastimado. Por fortuna para mí, caí precisamente

en el balcón y me refugié aquí. El animal venía a acabar conmigo cuando llegaste.

Los muchachos se apresuraron a abrir la segunda puerta y tal como sospecharon

hallaron una escalera de caracol. Llegaron a un rellano que los condujo a la

galería principal, la cual excepto por dos artistas de óleo, estaba vacía. Corrieron

sin presarles atención hasta alcanzar la puerta principal. Los dos no habían

reparado en su presencia pues, como Kyo, estaban cada uno pintando

independientemente; tomando como modelo al otro.

Salieron y montaron los caballos. Debron cabalgaba con Dalila. Estaba totalmente

alegre de que el rescate haya sido un éxito. Regresaban al pueblo celebrando su

victoria con otro prolongado beso. Después se decían mutuamente cuanto se

habían extrañado. El hermano de Debron los observaba con su propia sonrisa de

satisfacción. Tenía el brazo adolorido pero no le importó. Sólo preguntábase si la

madre de Debron tendría esencia de limón dulce.

El reencuentro con su madre también fue emotivo. A pesar de no haber estado

separadas por tanto tiempo, Dalila no pudo ocultar su alegría al ver otra vez a su

madre. Incluso Debron se ganó un par de muestras de afecto por parte de la

señora. Tal como lo deseaba el otro muchacho de Ambiadaya, les fue servida la

tan apetecida esencia de limón dulce. Mientras el hermano de Debron le contaba a

la señora lo que habían hecho para rescatar a su hija, los dos enamorados

salieron a contemplar el ocaso.

_ Te amo_ dijo Debron mirándola a los ojos._ Creo que no te lo había dicho a la

cara

Los ojos de Dalila se iluminaron

Page 71: Debron y Dalila

_ Yo también te amo. ¡Ay, no sabes cuánto te extrañé!_ respondió ella. Y lo besó

apasionadamente otra vez. Al separarse Debron mostraba la sonrisa que ella tanto

añoraba

_ Eso ya me lo habías dicho, tontita._ dijo él riéndose

Ella lo imitó y comenzó a reírse. Finalmente, se habían reencontrado. Finalmente

sentían que el mundo era suyo. Finalmente, el final de su martirio había llegado. Al

dejar de reír, Dalila lo observó y abrió la boca para decirle otra cosa. Sin embargo,

ocurrió lo inesperado. La muchacha no llegó a articular palabra alguna pues, su

rostro se tensó en una mueca de terror; la misma que se reflejó en el rostro de

Debron al no entender que sucedía. Debron empezó a llamarla por su nombre, a

sacudirla, a besarla pero ella poco a poco iba transformándose. Ante la mirada de

espanto de su amado, Dalila fue reduciéndose hasta que tras ella apareció un

fondo negro. Su rostro se fue aplanando cada vez más hasta que se pegó a la

lona que inexplicablemente apareció tras ella. La tonalidad de su piel cambió, se

convirtió en pintura. La expresión de terror de Dalila cambió por una sonrisa, una

sonrisa falsa. Debron negaba lo que sus ojos veían. Su amada Dalila se había

convertido en un retrato de ella misma.

Debron sujetó el cuadro y gritó al ver a su amada Dalila mirándolo sin vida en una

pintura. Empezó a llorar desconsoladamente. Su hermano y la madre de Dalila

salieron de la casa, llamados por el llanto de Debron. Al ver lo que había sucedido,

la señora se desmayó. Los hermanos observaron el retrato, incrédulos. De pronto,

en la esquina inferior derecha se empezaron a trazar palabras de tinta, por arte de

magia. Debron dejo de llorar y se llenó de rabia al leer el texto

“No creíste que te la iba a devolver tan fácilmente, ¿verdad?”

Page 72: Debron y Dalila

XIX

¡No puede ser! Me parece increíble que la vasija de Jiné esté vacía. Me temo,

queridos lectores que esta es toda la historia. Pero me niego a creer que acaba

allí. Esa bruja me debió haber engañado. Me ha dado una historia incompleta. El

amor de Debron y Dalila ha probado que puede perdurar. Ha probado que la

distancia y el tiempo no son rivales para él. Sin embargo, parece que una nueva

prueba se presenta ante ellos. Yo quiero saber que más sucede. Repito ¡No puede

acabar así!

Claro que si aquella bruja Furlein, tiene una justificación para esto es que, la

historia de Debron y Dalila todavía no tiene final. Voy ahora mismo a encontrarme

con Furlein y le pediré el resto de la historia. Les dejo ahora, queridos lectores.

Volveré pronto para continuar

Page 73: Debron y Dalila

Anotación póstuma

Discúlpenme ustedes pero debo contarles que al buscar a aquella condenada

bruja, me encontré con la sorpresa de que su casa ha desaparecido. El misterio

me está desesperando. Pero no debo preocuparme porque solamente debo

buscar a los protagonistas de esta historia y escribirla yo mismo. Aprovecharé que

me encuentro ahora muy cerca a Logadaya.

Creo que esto es todo por ahora pero no acabaré la historia que acabo de contar

con un definitivo “FIN” sino con un intrigante:

Continuará…