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De la Esclavitud a la Libertad

De la Esclavituda la Libertad

De laEsclavitud

a la Libertad

Por F. T. Wright

El Amanecer de un Nuevo Día

Publicado por la:COMUNIDAD ADVENTO-REPOSO-SABATICA

Producción y despacho:Sabbatruhe-Advent-GemeinschaftWaldstrasse 37D-57520 DickendorfAlemania

Título original en inglés:From Bondage to Freedom

Segunda edición:Enero 2001

(From Bondage to Freedom, Spanish edition)

Prefacio

Esta publicación es una versión acabada de loque fue originalmente la grabación de un estudiopresentado por el autor en 1965 en Australia. Losque lo escucharon fueron tan bendecidos, que so-licitaron que el estudio se convirtiera en un mate-rial impreso. Finalmente se acordó en hacer unaimpresión provisional de la grabación agregandoun material adicional con el propósito de mejorar-la. Esto se hizo y se preparó bajo el título De la Es-clavitud a la Liberación.

Aproximadamente 10 años después, el autoremprendió la tarea de hacer una revisión comple-ta del manuscrito original. Era mucha la expe-riencia que se había obtenido hasta la fecha, y mu-cho el testimonio que había sido dado en una vidatras otra, de la certeza de victoria ganada por losque fielmente aplicaron los principios expuestos.Esta nueva versión ampliada, sale ahora a la luzcon un título levemente revisado, De la Esclavituda la Libertad

Los Editores

Contenido

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7Parte 1: El Problema . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9Parte 2: La Solución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57Parte 3: Luego del Nuevo Nacimiento . . . . . . 101En Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 114

Introducción

Toda publicación se produce con un propósito.El propósito de este estudio es enseñar al lector acómo entrar en una vida de victoria sobre los insi-diosos problemas que tan persistentemente arrui-nan la experiencia de la humanidad hoy.

No se trata de un estudio para recomendarle loque usted debe ser. Hay muy poca necesidad deeso, ya que la persona común y corriente, a menosque esté desprovista de cualquier ambición que lohabilite a ser un mejor individuo de lo que es, sabede antemano lo que quiere ser y se empeña en lo-grar dicho objetivo. Si el lector es un miembro deuna iglesia con altos ideales y normas, entonces lacomprensión de lo que uno debe ser, resulta aúnmás clara. No sólo es más obvia la comprensión,sino que la premura en la persona misma en lo-grar ese ideal, es aún más urgente.

El problema es: ¿Cómo puedo lograr aquello queen mi fuero interno sé que es correcto y que deseolograr por encima de toda otra cosa? Esa es la pre-gunta que innumerables personas hoy procurandiligentemente hallar la respuesta

Si usted es una de ellas, entonces este estudioes para usted. Ha sido escrito, no basado en la sim-ple teoría de alguien, que sentado en un sillón, ha

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especulado sobre un camino de victoria que segúnsu parecer percibe como el camino correcto, sinopor uno que habiendo buscado con intensa diligen-cia alcanzar los más altos ideales de la vida cris-tiana, encontró finalmente la senda de la libera-ción de la esclavitud de su propia naturaleza per-versa. Por consiguiente lo que se expone aquí esun procedimiento probado y experimentado. Peroes también un procedimiento fundamentado enlas Escrituras. Además, se trata de un procedi-miento que, una vez es presentado a las otras al-mas en conflicto, ha demostrado ser tan eficaz ensus experiencias como lo fue en la del autor de estapublicación.

Este estudio va a la imprenta en respuesta a lainsistente urgencia de aquellos que, siguiendo elrumbo establecido en esta publicación han halla-do por sí mismos la solución a los problemas deesta vida. ¡Que este estudio haga en usted lo queha hecho por nosotros! Constituye el motivo másimportante de las oraciones del autor y de otrostantos.

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Parte 1

El Problema

Todo el mundo sabe hoy que hay profundos pro-blemas a los que el hombre procura con intensadeterminación hallar soluciones. Pero sólo hay unlugar en donde puede ser hallada la solución, y esen la Palabra del Dios Viviente. Hay una buenarazón para que esto sea así, porque, cuando losapóstoles, Pedro y Juan, puestos de pie delante desus perseguidores Judíos, hablaron con relación aCristo Jesús, con estas palabras: “Y en ningúnotro hay salvación; porque no hay otro nombrebajo del cielo, dado a los hombres, en el que poda-mos ser salvos.” Hechos 4:12.

Por lo tanto, no es al psicólogo, médico, científi-co, sociólogo, o cualquier otro por ante quienes de-ben acudir en aras de encontrar la solución a es-tos problemas. Sólo hay un lugar, y ese lugar es laPalabra de Dios en donde esta revelado el podersalvador de Cristo Jesús, y la manera en la cualese poder salvador puede llegar a ser personal yefectivamente nuestro

En esa Palabra tenemos el conmovedor testi-monio de uno que conoció por sí mismo el podersalvador de esa palabra, y conociéndolo declara:“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque

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es poder de Dios para salvación a todo aquel quecree; al Judío primeramente, y también al Grie-go.” Romanos 1:16.

Hubo una razón muy válida por la que no seavergonzó Pablo del evangelio de Cristo Jesús,una razón que compartió feliz y diligentemente.“Porque es poder de Dios.”

Piense en todo lo que Pablo podía haber decla-rado al definir lo que es el evangelio. Él podía ha-berlo definido como una teoría, un argumento,buenas nuevas o algo semejante. Sin embargo nousó ninguna de estas definiciones. El evangelio,proclamó, “es poder de Dios.” Para Pablo era unpoder, pero no un poder cualquiera, sino, que espoder de Dios.

Es definitivamente esencial que desde el mismocomienzo de este estudio comprendamos lo que enverdad es el evangelio. Haríamos bien si ponderá-ramos la majestad y grandeza de ese poder. Fuemediante el poder de Dios, que los cielos y la tie-rra vinieron a la existencia. No hay tiempo ni lu-gar aquí para comentar algo de los hechos y cifrasastronómicas con relación a la inmensidad del es-pacio. Si lo pudiéramos hacer, entonces algo deltremendo poder, el cual es el poder de Dios, comen-zaría a iluminar nuestras mentes.

Este mismo poder por el cual los mundos vinie-ron a la existencia, es el evangelio. Es el poder queantiguamente habiendo sido dedicado al trabajode llamar la creación a la existencia, está destina-

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do ahora para nuestra salvación. Puesto que pormedio del apóstol Pablo la Palabra de Dios decla-ra, “Es poder de Dios para salvación.”

El texto no dice específicamente de qué nos sal-va el evangelio. Pero ¿es necesario que lo diga?Esto ha quedado ya bien establecido en las Escri-turas. Cuando el ángel del Señor vino a José, el es-poso de María, la madre de Jesús, para anunciarel nacimiento, él dijo: “Y dará a luz un hijo, y lla-maras su nombre Jesús, porque Él salvara a supueblo de sus pecados” Mateo 1:21.

La Escritura ha de ser comparada con la Escri-tura. Las verdades, una vez que han sido estable-cidas en la Palabra de Dios no necesitan ser repe-tidas otra vez con las mismas palabras. Jesús esel centro y el poder del evangelio. Por tanto si Je-sús vino para salvar a su pueblo de sus pecados,entonces cuando Pablo nos dice que el evangelioes el poder de Dios para salvación, es evidente quese trata de la salvación del pecado.

Cuando tan enorme poder, que no puede sercomparado con otro, es dedicado a la salvación decada ser humano de sus pecados, entonces se des-prende que no debe haber en modo alguno, excu-sa para el pecado en la vida de ningún ser huma-no en la faz de la tierra. No hay excusa. Las ma-sas por supuesto no sienten preocupación por elproblema del pecado. Viven conforme a sus deseos,y el Señor les da perfecta libertad para que hagancomo desean. Pero son culpables, y en virtud de

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que son culpables, segaran los resultados de supropio proceder

Pero los que se esfuerzan en ajustarse al patróndivino y mediante una fe viviente echan mano delpoder de Dios, también por la fe, serán tan cam-biados, que su condición natural será una de amor,paciencia y pureza. Experimentarán en ellos laobra del poder majestuoso de Dios, y conoceránque no hay poder en esta tierra, que los induzca apecar. Por tanto, no necesitan pecar en lo absolu-to. Todos pueden vivir una vida de perfecta victo-ria sobre cada pecado si lo desean, mientras creanen el poder salvador del Todopoderoso.

El evangelio es para todos, pero el evangelio noes poder de Dios para todos.

“Es el poder de Dios para salvación a todo aquel quecree; al Judío primeramente y también al Griego.”

Solamente para el creyente el evangelio consti-tuye el poder de Dios para salvación del pecado.Para el resto no es mas que una teoría, historia odoctrina, o algo parecido. Para el creyente es sólopoder de Dios.

En el siguiente versículo Pablo nos dice los re-sultados del poder del evangelio: “Porque en elevangelio la justicia de Dios se revela por fe y parafe, como esta escrito: mas el justo por la fe vivirá.”Romanos 1:17.

En el evangelio se revela la justicia de Dios. Con-sideremos el poder de esa palabra “se revela”. Sig-nifica que la justicia de Dios se muestra de tal modo,

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que es vista claramente por los espectadores de laescena. Pero ¿dónde se revela el evangelio de Cris-to? Se revela en las vidas de aquellos en quienes elevangelio se ha convertido en una agencia operan-te. En la misma vida de Cristo cuando estuvo en latierra, el evangelio era el poder de Dios. Este poderlo salvó de incurrir en pecado día tras día mientrasestuvo en la tierra. En esa vida la justicia de Diosfue revelada de fe en fe. Cristo es el ejemplo de loque nosotros debemos ser. “Pues para esto fuisteisllamados; porque también Cristo padeció por noso-tros dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisa-das” 1 Pedro 2:21. Exactamente, como la justicia deDios a través del poder del evangelio fue reveladaen la vida de Cristo día tras día, así, debe ser hoyrevelada en la vida de todos sus seguidores.

La vida de Jesucristo mientras estuvo en estatierra, es la revelación para nosotros de lo que Diosespera que sean nuestras vidas. A medida que todohijo profeso de Dios contemple esa vida, y vea allíla continua corriente de amor, misericordia, gra-cia, paciencia y todas las otras virtudes cristianas,él, muy naturalmente deseará copiar el ideal. Perouna vida de fracasos o de frustraciones en el pasa-do inhabilita el pensamiento de que esto pueda seralguna vez posible. Pero desde el mismo comienzode este estudio, es importante que la fe se aferrede la poderosa verdad, que el evangelio es el po-der de Dios para salvación del pecado, a fin de queen la vida de cada verdadero creyente, la misma

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justicia de Dios pueda revelarse de fe en fe. Quedaabierta ante cada creyente la estupenda esperan-za del glorioso logro personal mediante el poder deCristo Jesús nuestro Salvador.

Esto es, pues, el evangelio. Es el poder que Je-sús usó para cumplir su cometido de tomar alhombre pecador, corrupto, contaminado, deshe-cho, malicioso, odioso, lleno de pasiones perversasy todos los frutos de la mala naturaleza, para sa-car todo eso y llenarlo de amor, gozo, paz, amabi-lidad, mansedumbre, paciencia, y de todos los fru-tos del Espíritu, a fin de que la misma justicia deDios se revele en su vida. Esto es el evangelio, ynada más y nada menos puede ser el evangelio deCristo Jesús.

Pero ¿es esta la experiencia del cristiano comúny corriente de hoy? Para hallar la respuesta, pro-cedamos a hacer un experimento

Vaya ante un cristiano común y corriente, inde-pendientemente a la iglesia a la que pertenece y for-múlele la simple pregunta, “Respóndame con todahonestidad, ¿usted comete pecado diariamente?”

Si la persona verdaderamente es honesta, su res-puesta invariable será “Sí, debo admitir que así es.”Debemos elogiar a dicha persona por haber dadouna respuesta tan honesta y apegada a la verdad.

Procedamos ahora con la siguiente pregunta.“Cuando comete ese pecado y siente el peso de laculpabilidad por haberlo cometido, luego ¿quéhace usted?”

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En respuesta dirá, “Confieso mi pecado y le pidoa Dios que me perdone y me ayude para no volver-lo hacer.”

Una vez mas y la respuesta es verdadera y ho-nesta. De nuevo elogiamos a la persona por esto.Pero ahora proseguimos y lo interrogamos dandoun paso más. “ Y luego que usted ha confesado supecado, y ha pedido perdón y la ayuda para no vol-verlo a cometer nunca más, ¿qué sucede ahora?¿Siente que ese pecado llega a ser una cosa del pa-sado o siente que aún está allí acosándolo en su ca-mino igual que antes? En otras palabras, ¿Descu-bre que comete el mismo pecado repetidas veces?”

Aeste punto una mirada de asombro aparece enla persona que esta siendo interrogada como siquisiera decir, “¿Por qué me hace usted preguntastan necias? ¡Por supuesto, el mismo pecado estaallí! Soy todavía un ser humano, y siempre tendréque luchar con esto. Cometo el pecado vez tras vez,y tengo que confesarlo una y otra vez.”

¿Puede tal experiencia ser llamada liberacióndel pecado? La respuesta inequívoca es ¡NO! Estaes una experiencia de pecar y confesar, pecar yconfesar, pecar y confesar.

Piense en su propia experiencia del pasado. Pien-se en el pecado más insidioso en su vida. Sintió re-mordimiento de culpabilidad; procuró el perdón deDios; Le suplicó de todo corazón que lo ayudara a novolverlo a cometer. Prometió fervorosamente que novolvería a hacerlo de nuevo, y luego descubre que lo

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volvió a cometer una y otra vez. ¿Acaso no es verdadque a menos que usted sea uno que habiendo descu-bierto y empleado el camino de la liberación del pe-cado, se encuentra con que el mismo pecado que hacediez años, era en usted el mayor problema, perma-nece aún en su vida?

Si con toda honestidad reconoce que esto es así,entonces ha dado uno de los primeros e importan-tes pasos en aras de obtener la libertad de esta si-tuación. No es la voluntad del Señor que usted fue-ra así, y no será así en la experiencia de ningúncreyente que conoce el evangelio como el poder deDios para salvación.

Hoy hay grandes diferencias en las creenciasdoctrinales sostenidas por cada una de las diferen-tes iglesias denominacionales. Cada una pretendeque porque cree en ciertas doctrinas, en su meraaceptación esta el camino de la salvación. Pero elhecho real es, que no importa cuan correcta puedaser la doctrina, si uno no entiende ni experimentael poder del evangelio, todavía continúa siendo unperdido como si nunca hubiera creído nada en loabsoluto. Uno puede tener una teoría religiosa di-ferente; un credo diferente; el edificio de la iglesiapuede ser diferente; un sistema de religión diferen-te; pero esto no necesariamente va a traer salva-ción. Lo que importa es lo que la religión hace enla persona. A la postre lo que cuenta es el resulta-do. Si el evangelio en el que creemos ha hecho me-nos de lo que el evangelio de Cristo Jesús hace, en-

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tonces ese evangelio es falso y por consiguiente noes el real, o si es el evangelio de Jesucristo, no seha aplicado, como es el caso de las vírgenes fatuas.

Sólo aquellos que tienen una victoria personalsobre el pecado, que conocen por sí mismos lo quesignifica ser salvo de sus pecados, y que notan unverdadero crecimiento en sus vidas, tienen elevangelio de Cristo y, por tanto, pueden predicarel evangelio de Jesucristo. Nadie puede predicarlo que no conoce. Sólo un hombre justo puede serun maestro de justicia.

Lo que tiene que ser reconocido hasta aquí, esque la obra de salvación involucra nuestra sabiacooperación. Hay una obra que hace el Señor, yuna obra que nos toca hacer a nosotros. Dios cono-ce perfectamente cual es su parte y esta prepara-do para realizarla en todo tiempo y lugar. El pro-blema es que el hombre no entiende cual es la par-te que le corresponde hacer y así hace imposibleque Dios realice Su parte.

Que tenemos una parte que desempeñar, es evi-dente de conformidad con las siguientes palabrasde Cristo: “Y conoceréis la verdad, y la verdad oshará libres.” Juan 8:32.

El verdadero propósito de este estudio es hacerclara la verdad que hemos de conocer, la cual noshará libres. Sin necesidad de más preámbulo so-bre la necesidad de conocerla, nos trasladamos di-rectamente al estudio de ese conocimiento en ellenguaje más claro y simple que nos sea posible.

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La experiencia y la verdad de la palabra deDios han demostrado que la primera preguntaque debe formularse y contestarse es ésta, “¿quées el pecado?” Sea enfatizado que la pregunta noes “¿qué son pecados?” Sino, “¿qué es el pecado?”A la primera pregunta rápidamente respondería-mos, asesinato, mentira, hurto, etc. Pero la res-puesta a la última pregunta es algo más. No haymucho que decir, que si esta pregunta no puedeser respondida con toda precisión, entonces noserá posible hallar el camino de la liberación delpecado, ya que debemos entender primero el pro-blema que ha de ser resuelto, antes de poder en-tender la solución.

Con todo, muchos Cristianos profesos aseguranque entienden la respuesta a esta pregunta. Siem-pre que se les hace esta pregunta, tienden rápida-mente a responder con las palabras de las Escri-turas, que dice: “El pecado es transgresión de laley” 1 Juan 3: 4.

Esta es una respuesta Bíblica, por lo tanto, hade ser correcta como definición de lo que es peca-do, con tal de que entendamos todo lo que el textoesta diciendo en verdad, y no un concepto limita-do de lo que está diciendo. La palabra “transgre-sión” es traducida en la mente de la persona co-mún dando la idea de acción. Así, la comprensiónque corrientemente se da a este versículo es queel pecado es una acción producto de un procederequivocado. A causa de estas acciones de mal pro-

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ceder, la condición del transgresor delante de Dioses de culpabilidad que merece condenación, mien-tras que el remedio divino para esto es el perdón.Esto se puede expresar de la manera siguiente:

A este punto no es difícil mostrar la importan-cia de entender la respuesta a la pregunta “¿Quées pecado?” Para hacerlo así, sólo hemos formula-do varias preguntas.

La primera de éstas es “¿Podrá alguien algunavez obtener el perdón si no lo pide?”

La respuesta es ¡NO!“¿Pedirá alguien perdón si no tiene un sentido

de culpabilidad?” La respuesta es ¡NO!“¿Puede alguien tener un sentido de culpabili-

dad si no sabe que lo que esta haciendo es peca-do?” Una vez más la respuesta tiene que ser ¡NO!

Por lo tanto, una persona debe conocer cuálesacciones son pecaminosas, a fin de poder tenerun sentido de culpabilidad tal que lo conduzca abuscar el perdón por ello. De este modo la pre-gunta tiene que ser formulada y respondidacomo elemento imprescindible del conocimiento

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Definición Condición Remedio

Acción Culpable Perdón

para quienes obtendrán el remedio divino parael pecado.

Pero la pregunta no ha sido respondida hastaahora con la suficiente profundidad requeridapara garantizar la salvación del pecado. Pecado esmucho más de lo que hacemos. Lo que hacemos essolamente el fruto de lo que somos. Esta definiciónmás amplia de lo que es pecado, constituye un co-nocimiento esencial para liberarse de su poder.

El Maestro se vio envuelto en una discusión conlos fariseos. Él presentó ante ellos una clara defi-nición de lo que es el pecado. Para ellos Él dijo: “Yconoceréis la verdad y la verdad os hará libres.”

Estos hombres revelaron su ignorancia de losprincipios básicos del problema del pecado, porsus respuestas: “Linaje de Abraham somos, y ja-más hemos sido esclavos de nadie, ¿cómo dices tú:Seréis libres?”

Ahora, en la respuesta de Cristo, tenemos unacompleta definición de lo que es el pecado: “Decierto, de cierto os digo, que todo aquel que hacepecado, esclavo es del pecado” Juan 8:32-34.

Aquí el pecado es identificado, no como una ac-ción, sino, como un amo, porque si el pecador essiervo del pecado, el pecado tiene que ser el amodel pecador. Para ser tal amo, el pecado tiene queser un poder, porque nadie puede gobernar comoamo si no tiene poder para gobernar como tal, es-pecialmente cuando los siervos no desean rendirobediencia a ese poder.

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El pecado es un amo. No se trata de un amo querecibe un servicio amante de sus siervos, sino unoque obliga a sus siervos a rendirle obediencia. Deeste modo debemos pensar del pecado como sien-do un esclavizador. En realidad la palabra origi-nal Griega de la cual la palabra “siervo” es tradu-cida, fue la palabra usada para el esclavo, y queusualmente es traducida como esclavo en las ver-siones más modernas de la Biblia.

Esto significa pues, que nuestra definición delpecado tiene que ser ampliada ahora de la si-guiente manera. El pecado es un amo que nos go-bierna contra la voluntad, a fin de que estemosen la condición de esclavitud. Para este proble-ma, la solución no es el perdón, en el sentido enque generalmente se entiende esta palabra. Loque necesitamos ahora es la libertad. Para expre-sar esto una vez mas en forma diagramada, tene-mos lo siguiente:

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Definición Condición Remedio

Acción Culpable Perdón

Esclavizador Esclavitud Liberación

Como con el perdón, así es también con la libe-ración, nadie la puede recibir si no la pide. Nadiela pedirá si no reconoce que se halla en esclavitud,y nadie sabrá que está en esclavitud, a menos quecomprenda la naturaleza del pecado como esclavi-zador sobre él. Por lo tanto una vez más debe serclaro, que el primer paso para conocer el caminode la liberación es comprender la respuesta a lapregunta, “¿Qué es el pecado?”

Y, con todo, ¿no es verdad que la comprensiónde la mayoría de la gente hasta aquí en lo que alpecado concierne, se detiene en el ámbito de ac-ción - culpa - perdón? A causa de esto ser así, el ha-cha nunca es puesta en la raíz del árbol, el escla-vizador nunca es erradicado, así el profeso religio-so se adapta a las exigencias y aparienciasexternas de su religión, creyendo que está cimen-tado en algo genuino, dejándolo envuelto en un en-gaño que lo conducirá irremediablemente a la per-dición y al olvido.

El esclavizador es la raíz del pecado, y en la Bi-blia es mencionado por diferentes nombres. EnRomanos 8:7 se le llama la “mente carnal”. En Ro-manos 6:6 es llamado “el viejo hombre”, en Eze-quiel 36:26 se denomina “el corazón de piedra”. Yestá simbolizado por la lepra. Pero en ningunaparte se destaca mejor la obra del pecado que enRomanos 7. Por lo que comenzaremos a leer des-de el versículo 9, donde Pablo dice: “Y yo sin la leyvivía en un tiempo; pero venido el mandamiento,

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el pecado revivió y yo morí.” Pablo se refiere aquíal tiempo preciso cuando la ley entró en su vida.Hasta ese tiempo, el tiempo cuando el manda-miento vino, Pablo simplemente dice, “Yo sin la leyvivía en un tiempo,” en otras palabras, él fue sim-plemente un pecador voluntario. Este es el estadodel hombre en el mundo antes de llegar al conoci-miento de la ley de Dios. Él está satisfecho siendoun pecador. Se siente feliz de ser lo que es. Eso nolo preocupa en lo absoluto.

Pero finalmente llega el momento cuando la leyentra en su experiencia. Cuando la ley entra, letrae el conocimiento de su justicia, la cual apelasobre su vida y conducta. Esto constituye el pri-mer paso hacia Cristo—el conocimiento de la ley.Esto le llega a través de la lectura de la Palabrade Dios, o por medio del predicador consagrado, ode alguna otra manera, pero tiene que venir si esque ha encontrado a Cristo como el Salvador delpecado.

Este conocimiento de la ley de Dios guía a unsegundo conocimiento, el conocimiento de lo queuno mismo es delante de Dios. A esto se le llama“Convicción”. Este es el segundo paso esencial ha-cia Cristo.

La Convicción, a su vez, guía al arrepentimien-to, con tal que no sea apagada por el converso cre-ando una resistencia a la obra del Espíritu en elcorazón. Esto sucede, porque no es una agradableexperiencia la de uno mismo contemplarse como

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Dios nos ve. La tendencia natural de la naturale-za humana es rehusar esto como una desagrada-ble revelación. Un ejemplo de esto se encuentra enla historia de Félix y Drusila, según se registra enHechos 24:24-27. “Pero al disertar Pablo acerca dela justicia, del dominio propio y del juicio venide-ro, Félix se espantó, y dijo: ahora vete; pero cuan-do tenga oportunidad te llamaré.”

El temor de Félix es clara evidencia de su esta-do, bajo esa profunda convicción que lo hubieraguiado al arrepentimiento si él no hubiera procu-rado rechazar la molesta revelación de sí mismo.Pero él despidió al apóstol en el momento que másnecesitaba de ese ministro, para guiarlo paso apaso al Maestro. Así también nosotros debemos te-ner mucho cuidado para que cuando el Señor nosmuestre un cuadro verdadero de lo que somos, nolo rechacemos, sino que lo aceptemos con un espí-ritu de verdadero arrepentimiento que nos dará elSeñor en el mismo instante.

Arrepentimiento no es solamente odiar el peca-do sino apartarse de él. No basta con odiar el pe-cado por lo que nos ha hecho. Judas y Balaam, am-bos odiaron las consecuencias del pecado, peroellos no odiaron el pecado en sí mismo. Justamen-te como odiamos la impureza porque es impureza;así hemos de aprender a odiar el pecado porque especado. Hacer esto significa que, en lo sucesivoamaremos la justicia porque es justicia.

Este no es un proceder natural para el ser hu-

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mano. Es algo que no podemos generar por noso-tros mismos. Por consiguiente el arrepentimientoes un don de Dios. Esta es una verdad establecidaen las Escrituras, cuando dice: “A Éste, Dios haexaltado con su diestra por Príncipe y Salvador,para dar a Israel arrepentimiento y perdón de lospecados” Hechos 5:31.

El arrepentimiento, una vez que ha sido reci-bido como un don de Dios, como un resultado dela obra del Espíritu Santo a través de la Pala-bra, debe ser acompañado por una confesión depecado.

Estos, entonces, son los primeros cuatro pasospara ir a Cristo, conocimiento, convicción, arre-pentimiento y confesión. La verdad es que mu-chos han pasado por cada una de estas experien-cias como lo mejor que han conocido en cuanto alas experiencias concierne, y han sentido que el-las han satisfecho los requerimientos que dancomo resultado la libertad del pecado, y sin em-bargo, descubrieron que no fueron liberados. Locierto es que cuando hayan sido logradas esas ex-periencias como en realidad el Señor ha designa-do que sea, entonces se habrá obtenido la libera-ción. El problema radica en el hecho de que mu-chos no han entendido justamente lo que significaen verdad cada una de estas experiencias. Lacomprensión general que existe es que uno searrepiente de, y confiesa todo aquello que uno hahecho, mientras ha habido un fracaso en entender

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que debe haber un arrepentimiento más profun-do por lo que somos y consecuentemente una con-fesión de eso.

Piense en aquel momento conmovedor cuandopor primera vez vino a usted un conocimiento dela verdad de Dios. ¡Qué hermosa y consistente lepareció la verdad por un lado, pero cuán convin-cente fue por el otro! Contempló su vida pasadallena de egoísmo y pecado, y profundamente arre-pentido, no deseó otra cosa mas que terminar contodo eso. Determinó que obedecería todo los man-damientos de Dios. Semejante a Israel en el Anti-guo Testamento cuando dijo: “Haremos todas lascosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos,” Éxo-do 24:7; Usted también tomó la resolución de obe-decer todos los mandamientos de Dios.

Halló que en cierto modo tenía éxito en lo que aciertas actividades exteriores se refiere. Fueronganadas grandes victorias sobre esas atraccionesdel mundo que anteriormente tenía. Pero de unamanera u otra observó que la impaciencia, el maltemperamento, y otros problemas internos toda-vía permanecían. Ellos se levantaron para vencer-lo, y usted se postra a la convicción de que tienesiempre que pecar. Confesó los pecados y determi-nó que a partir de ahora sería diferente, pero nofue así. Los mismos problemas reaparecieron unay otra vez sólo para darle una experiencia de in-tento y derrota, confesar e intentar de nuevo paravolver a fracasar.

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Esta es precisamente la experiencia de la cualel apóstol Pablo testifica en Romanos 7:15-24.“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hagolo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago. Y silo que no quiero, esto hago, apruebo que la ley esbuena, De manera que ya no soy yo quien hagoaquello, sino el pecado que mora en mí. Y yo sé queen mí, esto es en mi carne, no mora el bien; por-que el querer el bien esta en mí, pero no el hacer-lo. Porque no hago el bien que quiero, sino el malque no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quie-ro, ya no lo hago yo, sino el pecado que mora enmí. Así, que queriendo yo hacer el bien, hallo estaley: que el mal esta en mí. Porque según el hom-bre interior, me deleito en la ley de Dios. Pero veootra ley en mis miembros, que se rebela contra laley de mi mente, que me lleva cautivo a la ley delpecado que esta en mis miembros. ¡Miserable demí! ¿Quién me librara de este cuerpo de muerte?”

Sería imposible que Pablo hubiera hecho unadescripción de nuestra experiencia pasada comoprofesos hijos de Dios mejor de lo que lo ha hechoaquí. Cuantas veces he leído estas palabras, lagente ha respondido diciendo, “Este es el cuadroexacto de mi experiencia. Pablo estaba escribien-do acerca de mí cuando él escribió esas palabras.”

En cuanto se lea este pasaje, se verá que Pablohabía dado los primeros pasos hacia Cristo. Queconocía la ley en su propia condición con relacióna ella, es evidente, en virtud de que él, repetidas

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veces admite que ha fallado tratando de alcanzarlo que exige la ley. Al comienzo del capítulo él lohabía testificado directamente al decir, “De mane-ra que la ley a la verdad es santa, y el mandamien-to santo, justo y bueno.”

Y luego continúa diciendo: “Porque sabemosque la ley es espiritual,” versículo 14. Ya antes eneste estudio habíamos observado que el conoci-miento de la ley va acompañado por un conoci-miento de nosotros mismos. Por consiguiente, in-mediatamente Pablo dice: “Porque sabemos que laley es espiritual,” él confiesa, “mas yo soy carnalvendido al pecado.”

Tales convicciones son seguidas por un arrepen-timiento, si las condiciones no son suprimidas. Nohay duda que Pablo tiene el don del arrepenti-miento a este punto, porque él odia el pecado,como lo testifica: “Sino lo que aborrezco eso hago.”Además él vuelve la espalda al pecado con la ma-yor determinación posible. No hay duda de que setrata de un verdadero arrepentimiento.

Detrás de todo hay también una confesión. Enverdad todo este pasaje es una confesión.

Es obvio entonces, que Pablo da estos primeroscuatro pasos hacia Cristo; conocimiento, convic-ción, arrepentimiento y confesión. Es igualmenteevidente que él no obtiene liberación del pecado.Es de suma importancia que esto sea visto, pues-to que hay un gran peligro en pensar que a causade que hemos dado estos pasos, o creer que los he-

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mos dado, por esta razón ya aseguramos la salva-ción. Sin embargo este pasaje de la Escrituramuestra claramente que es posible haber dado es-tos pasos, al menos en cierta medida, y todavía seresclavos del pecado, todavía estar sin la liberacióndel poder dominante de ese amo que nos gobiernacontra nuestra voluntad. Esta es en verdad unaexperiencia de pecar y arrepentirse, pecar y arre-pentirse de los mismos pecados persistentes añotras año. Esta es la vida de un esclavo, pecar aúncuando el individuo conoce lo mejor y desea hacerlo mejor.

Cuando una persona ha llegado a un conoci-miento de la verdad de Dios y ha experimentadoconvicción por el pecado, se ha arrepentido de él ylo ha confesado, es apto para creer que ha halladosalvación aun cuando él es todavía un esclavo desu vieja naturaleza pecaminosa. El testimonio dePablo en Romanos 7 es además una confirmaciónpara él de que esto es así. Sin duda, Pablo fue ungran hombre de Dios. Él comprendió el evangelioy el plan de salvación. Él estará en el reino deDios, con todo, él fue carnal, vendido al pecado, yun esclavo del pecado. Él hizo lo que conoció queera bueno, pero se dio cuenta a sí mismo que ha-cía las mismas cosas que sabía que eran malas. Siesta fue la experiencia de Pablo en ese tiempocuando fue un verdadero cristiano, y, por lo tanto,tenía la esperanza de la salvación, entonces noso-tros debemos esperar que nuestra experiencia

EL PROBLEMA 29

cristiana ha de ser la experiencia descrita en Ro-manos siete. En otras palabras, se cree que la ex-periencia del hombre de Romanos siete, es la ex-periencia del verdadero nuevo nacimiento del hijode Dios.

La falta en este argumento consiste en asumirque en Romanos siete, Pablo está describiendo suexperiencia de lo que él era después de ser Cris-tiano, mientras que él lo que hace aquí es relatarlo que estaba ocurriendo en su vida en el procesode llegar a ser un Cristiano victorioso.

Para ilustrar este punto un poco mas, permí-tanme recalcar una experiencia que una vez tuve.Se me hizo la invitación para que hablara acercadel camino de la liberación a un hombre que ocu-paba una alta posición en la administración de laiglesia. Además, él era el director de una institu-ción religiosa, estaba bien versado en las doctri-nas de la iglesia, ciertamente guardaba la ley has-ta entonces en lo que a los requerimientos exter-nos concierne. Por años había estado parado en elpúlpito predicando a la gente. Con todo, cuando yole leí las palabras de Pablo en Romanos siete, élme dijo, “ese es el cuadro exacto de mi experien-cia, desde que yo me entregué al Señor. Nací conla maldición de un mal temperamento y todavíatengo ese problema conmigo. Me vence el mal tem-peramento. Siento la convicción del pecado. Loconfieso y resuelvo que nunca sucederá otra vez.Entonces viene el poder de la tentación y me ven-

30 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

ce una y otra vez y así repetidas veces. Puedo real-mente sentirme en lugar de Pablo en este pasaje.”

Este hombre fue tan franco y abierto como lo fuePablo en Romanos. Sin necesidad de establecer unjuicio sobre este hombre en particular, es conve-niente formular la pregunta; ¿Podrá un hombreen este estado levantarse en la resurrección de losjustos o estaría eternamente perdido? Asegúreseantes que intente contestar la pregunta que ustedcomprende lo que es la experiencia, exactamentecomo esta declarada en Romanos siete. Aquí estael hombre. Él conoce la ley de Dios y esta guardán-dola lo mejor posible. Tiene cargos de alta respon-sabilidad en la iglesia. Es muy fiel en asistir a lasreuniones de la iglesia cada semana. Paga losdiezmos y las ofrendas. Activamente se ocupa enlos proyectos misioneros de la iglesia. Es altamen-te respetado por la comunidad. Pero él ha declara-do que a pesar de todo lo que hace, es un esclavode su propia naturaleza y no puede hacer las co-sas, las cuales sabe en su corazón que deben serhechas.

Este es el hombre de Romanos siete. Este hom-bre no es el pecador voluntario en el mundo quetiene muy poco cuidado por las cosas de Dios y porla eternidad. Sabemos que el hombre del mundo,mientras permanece en tal condición, nunca se le-vantara en la resurrección, pero ¿Qué del hombrede Romanos siete? Esta es la pregunta, y es muyimportante por cierto.

EL PROBLEMA 31

Hay dos factores aparte del argumento con res-pecto a la vida de Pablo que influenciarían de ma-nera muy poderosa la mente para decir que estaes la experiencia de un verdadero hijo de Dios. Pri-mero, existe el testimonio de que nuestras vidasdurante nuestra asociación completa con la igle-sia, han estado conforme al patrón establecido enRomanos siete. Somos capaces de pensar en todoslos sacrificios que hemos hecho a favor de la ver-dad y no estamos renuentes a admitir que todoesto ha sido por nada.

Una vez mas, pensamos en esos seres amadosquienes han muerto y de quienes sabemos que vi-vieron en la experiencia de Romanos siete. Hemosabrigado la esperanza de verlos en el reino de loscielos. Ahora, si hemos llegado a la conclusión queel hombre de Romanos siete no es un hijo de Dios,entonces tememos que nunca los volveremos a verotra vez. He visto a personas aferradas a la cre-encia que el hombre de Romanos siete, es un ver-dadero hijo de Dios, sin dar razón alguna. Falla-ron en reconocer que no importa lo que creyeran,la realidad del caso es otra. Su rechazo en acep-tar esa realidad no cambia la situación en lo masmínimo.

Por tanto la pregunta sigue siendo de importan-cia capital para nosotros

¿Es la experiencia de Romanos siete la expe-riencia de un verdadero hijo de Dios o no?

Siempre que se hace esta pregunta general-

32 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

mente se producen tres tipos de respuestas. Hayquienes contestan inmediatamente que si, que selevantaría en la resurrección. Luego la respuestade los que no están seguros, mientras que hayotros que dicen que este hombre habiendo muertoen esta experiencia, no se levantará en la resu-rrección de los justos.

De este modo es claro que hay algo de confusiónrespecto a si el hombre de Romanos siete, es la ex-periencia de los que son salvos o no. Es extrema-damente importante que este asunto se establez-ca con la mayor claridad posible en las mentes detodos los que procuran la vida eterna. Hay muybuena razón para esto. Considere la peligrosa po-sición del individuo que sabe que está viviendo enla experiencia descrita en Romanos siete, y contodo, al mismo tiempo, cree que esta es la expe-riencia cristiana normal, cuando en realidad no esasí. Tal persona no buscará nada más, sino que sesentirá satisfecha con lo que tiene. Sólo los quebuscan hallarán. Por lo tanto, debido a que él nobusca más allá, no encontrara nada mas que esto.Cuando, en el gran día final de cuentas, él descu-bra que ha estado apoyándose sobre una falsa es-peranza, su perdición será terrible. No hay nadamás pavoroso que pasar la vida pensando que todomarcha a la perfección, sólo para descubrir dema-siado tarde que lo que era idea de salvación, no essalvación en lo absoluto.

Es muy importante que las interpretaciones y

EL PROBLEMA 33

34 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

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opiniones humanas no tengan lugar en la deter-minación de este asunto. La única autoridad esla Palabra de Dios. Hay un lugar donde la res-puesta tiene que ser hallada y es sólo aquí. En-tonces cuando la respuesta haya sido hallada enla palabra de Dios, debe ser aceptada porque esla palabra de Dios dada a nosotros para nuestrasalvación.

Sin dudas, el hombre de Romanos siete, está enla esclavitud. Él conoce lo que debe hacer, pero ha-lla la imposibilidad de hacerlo. El no es en ningúnsentido de la palabra un pecador voluntario, sinoun pecador involuntario. Él es un pecador que estasirviendo al poder del pecado y está, por lo tanto,sirviendo a Satanás.

Si él esta sirviendo a Satanás, entonces no pue-de estar sirviendo a Dios, porque “Ninguno puedeservir a dos señores; porque aborrecerá al uno yamara al otro, o estimará al uno y menospreciaráal otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”Mateo 6:24.

Si él no esta sirviendo a Dios, entonces, ¿cómopuede ser un hijo de Dios? Si no es un hijo de Dios,¿cómo puede entones tener salvación? Una vezmás la respuesta es, él no puede. Por lo tanto, ba-sándose en esta evidencia, es claro que el hombrede Romanos siete, no puede ser salvo.

Pero hasta aquí sólo hemos dado un testimonioal efecto de que el hombre de Romanos siete, notiene salvación. Esto es claro y convincente, pero

EL PROBLEMA 35

no es suficiente, por lo del principio Bíblico quedice, “Para que en boca de dos o tres testigos cons-te toda palabra” Mateo 18:16. Por lo tanto, prosi-gamos en la búsqueda de otros testimonios Bíbli-cos al efecto.

En los últimos versículos de Romanos siete Pa-blo llega al final de su descripción de la experien-cia del estado de esclavitud del poder del pecado.En la irremediable desesperación a la que la expe-riencia lo trajo, él exclama: “Miserable de mí;¿quién me librara de este cuerpo de muerte?”

Es propio formular la pregunta a este punto lacual fue en ambos sentidos bien expresada y con-testada por el Dr. E.J. Waggoner en su libro,Christ and His Righteousness, págs. 86,87. “¿Esuna verdadera experiencia cristiana un cuerpode muerte tan terrible que el alma es obligada asuplicar por liberación? No, de ninguna mane-ra. . . ¿Cristo libera a uno de tan verdadera expe-riencia cristiana?-No, en lo absoluto. Entonces laesclavitud del pecado de la cual el apóstol se que-ja en el séptimo capítulo de Romanos, no es la ex-periencia de un hijo de Dios sino la del siervo delpecado. Fue a liberar a los hombres de esta cau-tividad a lo que Cristo vino; no a liberarnos du-rante esta vida, de la guerra y contienda, sino dela derrota; para facilitarnos ser fuertes en el Se-ñor, y en el poder de su grandeza, de modo quepudiéramos dar gracias al Padre, “el cual nos halibrado de la potestad de las tinieblas, y trasla-

36 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

dado al trono de su amado Hijo, por cuya sangretenemos redención.

El argumento empleado por E.J. Waggoneraquí, es que Cristo nunca salvaría de una genui-na experiencia cristiana. Con todo aquí Pablo pideser liberado de la experiencia de Romanos siete,El hecho mismo de que él está en la luz de la ver-dad de que Cristo nunca lo salvaría de esa autén-tica experiencia cristiana, es una prueba positivaque la experiencia de Romanos siete, no es la ex-periencia de un verdadero hijo de Dios. Este es elsegundo testimonio.

Dirijamos nuestra atención al tercer testimonio.No fue sino hasta que Pablo hubo exclamado

por la liberación con la fe firme de uno quien en-tiende que no únicamente hay salvación en Dios,sino que el evangelio es el poder de Dios para sal-vación del pecado, que en respuesta a la pregun-ta, “¿Quién me librara?” Él pudo decir entonces,“Gracias doy a Dios por Cristo, Señor nuestro”Romanos 7:25.

Entonces inmediatamente todo el cuadro cam-bia. El se detiene sólo lo necesario para luego re-sumir la experiencia de Romanos siete, en estaspalabras: “Así que, yo mismo con la mente sirvo ala ley de Dios, mas con la carne a la ley del peca-do.” Este es el cuadro exacto del hombre de Roma-nos siete. Él conoce lo que es recto y con su mentedetermina que sirve a Dios. Él cree en su mentelas verdades de Dios. Su mente es fiel al Señor y

EL PROBLEMA 37

dedicada al servicio de Dios, pero las actividadesreales de su vida están dedicadas al servicio delpecado aunque, en su mente, sabe que es incorrec-to, y, en su mente, desea hacerlo de otra manera.

Haciendo un resumen, Pablo describe el cambioabsoluto de la escena, que posteriormente llega aser la consecuente rendición de su corazón cla-mando por liberación, y su agradecimiento por ha-berlo recibido. “Ahora, pues, ninguna condenaciónhay para los que están en Cristo Jesús, los que noandan conforme a la carne, sino conforme al Espí-ritu. Porque la ley del Espíritu de vida en CristoJesús me ha librado de la ley del pecado y de lamuerte.” Romanos 8:1,2.

Entonces, en todo el resto del capítulo, él hablade la libertad, de la victoria, de la condición de hi-jos de Dios y termina con el triunfante testimonio:“Antes, en todas estas cosas somos más que ven-cedores por medio de Aquel que nos amó. Por elcual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida,ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo pre-sente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo, nininguna otra cosa creada nos podrá separar delamor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nues-tro.” Romanos 8:37,39.

Es imposible leer a Romanos siete, y a Roma-nos ocho, sin ver que en ellos hay dos experienciascompletamente diferentes. En Romanos siete estála experiencia de un esclavo que es obligado encontra de su voluntad a hacer las obras del peca-

38 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

do, mientras que en Romanos ocho, se halla la vic-toria de una persona hecha libre del poder del pe-cado, para hacer lo que es recto y lo que desea ha-cer. Las dos no pueden ser la descripción de la ex-periencia cristiana. Una de ellas puede ser, perono ambas. Mientras usted ha tenido algunas difi-cultades en ver que la experiencia en Romanossiete, no es la experiencia de un hijo de Dios, taldificultad no debe existir hasta aquí en lo que serelaciona a Romanos ocho. Cualquiera debe estaren la capacidad de ver que esta es verdaderamen-te la experiencia de un cristiano. En Romanosocho, “ninguna condenación hay, versículo 1; él es‘’libre de la ley del pecado y de la muerte”, versí-culo 2. La justicia de la ley esta siendo cumplidaen él, y camina “no conforme a la carne, sino con-forme al Espíritu”, versículo 4. Él es nacido deDios y por consiguiente es un hijo de Dios, versí-culo 14-16. Por lo tanto, él es un heredero, y, enrealidad, un “coheredero con Cristo”, versículo 17,él es “mas que vencedor por medio de Aquel quenos amó,” versículo 37.

Esta es una experiencia cristiana. Ningunopuede hallar la mínima dificultad en ver esto.Pero ¡cuán diferente es la experiencia descrita enRomanos siete! Por lo tanto, si en Romanos ocho,está la descripción de una experiencia Cristiana,entonces, en Romanos siete, debe estar la descrip-ción de algo diferente. Esta no puede ser la des-cripción de la experiencia de un Cristiano.

EL PROBLEMA 39

Pero esta no es toda la evidencia para apoyar larealidad de esto. Al final de Romanos siete, Pabloexclama por liberación y, en cuanto aparece elgran cambio, él agradece al Señor por eso. Enton-ces su inmediato testimonio fue: “Ahora, pues,ninguna condenación hay para los que están enCristo, los que no andan conforme a la carne, sinoconforme al Espíritu” Romanos 8:1.

Es bueno enfatizar a este punto el significadode dos palabras en este texto, ellas son: “pues o poresto”, y “ahora.” La primera es una palabra muycomún en los argumentos de Pablo. Vez tras vezeste es su estilo para exponer hechos reales, y lue-go extraer las conclusiones de esos hechos. Encuanto él saca la conclusión de los hechos, la in-troducirá con la palabra “por cuanto”. Lo que enefecto él esta diciendo es esto: Debido a estos he-chos, los cuales ya han sido declarados, por consi-guiente, se deducen estas cosas.

En este caso en particular, él ha descrito el pasoa través de la horrible experiencia de estar en laesclavitud del poder del pecado, de su clamor porliberación y de su otorgamiento. Como esto secumplió, se deduce que no podía ser de otra mane-ra. Por tanto, no hay condenación. La palabra“ahora”, añade fuerza al uso de “por tanto,” ello in-dica que hay un cambio. Las cosas fueron tales,pero ahora son diferentes.

Para hacer una doble confirmación a todo loentendido con relación a por qué no hay ahora

40 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

condenación, se declara que no hay ninguna“Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Je-sús me ha librado de la ley del pecado y de lamuerte” Romanos 8:2.

En Romanos siete, él tenía un testimonio muydiferente que dar. Allí, con toda seguridad, no eralibre de la ley del pecado y de la muerte. Ahora éles libre, y a causa de que lo es, no hay condena-ción. Con esto se desprende que cuando no era li-bre de la ley del pecado y de la muerte, había con-denación.

Hay una simple palabra que significa lo mismoque “no-condenación”, y es la palabra “justificación”.

Ya hemos visto que donde hay libertad de la leydel pecado y de la muerte, como en Romanos ocho,después de haber sido liberado de la esclavitud deRomanos siete, no hay condenación, lo que quieredecir que hay justificación. Esto es lo mismo quedecir que en Romanos siete, hay condenación, esdecir, que no hay justificación. Entonces, es igualque decir que el hombre de Romanos siete aún notiene justificación o el perdón. Y si él no posee es-tas cosas, entonces, ¿cómo puede tener la posibili-dad de levantarse en la resurrección de los justos?

Bajo ningún concepto hemos agotado los testi-monios que declaran que el hombre de Romanossiete no tiene salvación, pero estos son mas quesuficientes para establecer lo propuesto.

Se le pide al lector a que considere muy cuida-dosamente lo que esto significa hasta aquí, en lo

EL PROBLEMA 41

que concierne a su propia experiencia. Si su testi-monio hasta este punto es que Romanos siete esel cuadro perfecto del estado de su vida espiritual,entonces la verdad es que no tiene la salvación delpecado, y, si muriera en este momento, no se le-vantaría en la primera resurrección.

Para cualquiera que haya sido por mucho tiem-po fiel miembro de una iglesia, y se haya mante-nido ocupadísimo en sus actividades, apegado asus creencias y con liberalidad ha apoyado susprogramas y al mismo tiempo tiene una buena re-putación en su vecindario, pero con todo, tiene laexperiencia de Romanos siete, la comprensión deque no posee la salvación pudiera resultarle algoespantoso. Sin embargo es de suma importanciaque esta comprensión aflore en su mente, puestoque es esencial que se entienda la verdadera si-tuación, a fin de que sean dados los pasos corres-pondientes y se eche mano de lo que el Señor tie-ne realmente para usted.

Hay dos posibles reacciones al llegar a estacomprensión. La tendencia de la naturaleza hu-mana es rehusar aquello que causa molestia a loestablecido y fijado como un patrón en la vida.Después de haber permanecido por tanto tiempoen la cómoda, aunque falaz seguridad de creerque se está bien, hay un fuerte deseo de no afron-tar la realidad de la verdad sobre nosotros mis-mos. No deseamos esa verdad. Por tanto, existe elverdadero peligro de que descartemos esta ver-

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dad, para continuar con aquello que es más acep-table y placentero.

Si usted sucumbiera a esta tentación, entonceshallará que sus labios prorrumpirán con una do-cena de argumentos para contrarrestar las evi-dencia de la Palabra de Dios. Dirá en ansioso apre-suramiento: “¿Por qué? ¡Claro que soy Cristiano!¡Miren todo lo que he dejado para seguir a Cristo!Ya saben de mi vasto conocimiento de las Escritu-ras, el tiempo que dedico estudiando y orando, laposición cimera que tengo en la iglesia, etc.”

Ningún error puede ser más fatal que este. Haymucha gente en la historia que ha perdido la vidaeterna, porque no tuvieron el coraje y la honesti-dad de afrontar la verdad sobre ellos mismos eneste punto. El resultado fue que el Espíritu deDios no pudo hacer nada más por ellos, y las im-presiones hechas desaparecieron.

La otra reacción que usted podría experimen-tar, es una terrible desesperación. Es suficientehonesto al reconocer la verdad de la palabra deDios cuando claramente le dice que la experienciaen la que usted ha estado no es salvación. El sen-timiento de estar perdido y condenado lo abrumay siente que está eternamente separado de Dios.

Si a este punto, esto es lo que siente, nada podríaser mejor para usted. El hecho de haber sido traí-do a este estado, es obra del Espíritu Santo. El Es-píritu sabe que es esencial, que su verdadera con-dición sea revelada. Es de suma importancia que el

EL PROBLEMA 43

hechizo de la falsa seguridad sea descartado demodo que el Espíritu de Dios pueda hacer la si-guiente obra en su favor. Muchos han estado vi-viendo en la condición de Laodicea como está des-crita en Apocalipsis 3:14-22. No saben que son in-felices, y miserables, y pobres, y ciegos, y desnudos.

Pero esto ha de ser conocido, porque si no es co-nocido, entonces el alma permanecerá en el sueñoprofundo de la falsa seguridad hasta que llegue aser demasiado tarde. Por lo tanto, regocíjese y seafeliz, si ha llegado a este punto, al lugar donde sehalle a sí mismo como engañado, imposibilitado yeternamente perdido.

Regocíjese también, porque hay un camino deliberación del poder del pecado. Usted no necesi-ta permanecer en la experiencia de Romanos sie-te, derrotado y frustrado en su ansioso y sincerodeseo de servir al Dios viviente. Además, ese ca-mino, el camino de la liberación, no es un secre-to. De ninguna manera intentamos traerlo a unpunto de desesperación, sin que comprenda el ca-mino genuino de la liberación que lo conduce algozo de la salvación de Dios. Le imploramos en-tonces, que se mantenga estudiando este tema,hasta que la fe se aferre del poder de Dios y seasanado completamente.

Habiendo quedado establecido que el hombrede Romanos siete, ciertamente no es un Cristiano,necesitamos entender a qué se debe que aún cuan-do él conoce la ley y desea observarla, con todo es

44 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

incapaz de hacerlo. Entender el porqué de esto, esparte definitiva de la solución del problema.

La Naturaleza del Hombre

La comprensión de este problema yace en el co-nocimiento de la naturaleza del hombre. El hom-bre es un organismo muy complejo, en quien hayuna interrelación entre todas sus partes. Contodo, mientras existe esta interrelación, debe ha-cerse al mismo tiempo, una distinción entre laspartes principales en consideración al papel juga-do en cada una sucesivamente.

Así, para ser más específico, cada uno de noso-tros, primero que todo tiene una inteligencia, unamente para pensar. En este departamento, recibi-mos una información por medio de varios senti-dos, los ojos, los oídos, el gusto y el olfato. De estemodo los mensajes de Dios llegan al individuo, demodo que viene a conocer lo que él necesita cono-cer de su propia condición personal, su necesidad,y lo que el Señor hará por él.

La mente no acepta todo lo que se le ofrece, sinoque rechaza algunas cosas, por diferentes razo-nes. Podrá incluso rechazar la verdad que el indi-viduo mas necesita, debido a que la mente ya hasido entrenada para creer a la mentira o porquela aceptación de la verdad sería inconveniente ycostosa

Para lograr esto la mente tiene que razonar y

EL PROBLEMA 45

sacar conclusiones. Esas conclusiones sucesiva-mente exigen hacer decisiones, las cuales apelana acciones correspondientes por parte del indivi-duo. Esto se da en el marco de la voluntad.

Cuando todo este trabajo ha sido completado enla mente, entonces el cuerpo es llamado a obede-cer o a llevar a cabo las decisiones logradas en lamente. Porque el propósito de este estudio es ha-cer entender que el cuerpo es un instrumento de-signado a cumplir los propósitos de la mente delhombre. En lo sucesivo, como el estudiante avan-ce en el estudio de la obra de reforma, la cual si-gue a la experiencia del nuevo nacimiento, seránecesario entender que el cuerpo es también ca-paz de ejercer bastante presión sobre la mentepara satisfacer sus necesidades auto-gratificacióny auto-conservación

Que el cuerpo es un instrumento, se hace evi-dente en estas palabras: “Ni tampoco presentéisvuestros miembros al pecado como instrumentosde iniquidad, sino presentaos vosotros a Dioscomo vivos de entre los muertos, y vuestrosmiembros a Dios como instrumentos de justicia”Romanos 6:13.

No debiera haber ninguna dificultad para na-die, entender que el cuerpo ha de ser el siervo dela mente. Piense en esta simple ilustración. Comoresultado de la información que tiene y consecuen-temente a ulteriores decisiones en la mente, diga-mos que usted desea viajar de donde está a otro

46 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

lugar. La información almacenada en la mente, ledice que lo primero que tiene que hacer es cami-nar desde donde se encuentra hasta la estación detren. La mente no puede ir allá sola, pero sí pue-de ordenar a los miembros del cuerpo, es decir, alos pies y a las piernas en particular, para que lotrasladen hasta allí. El cuerpo lo hace siguiendola dirección de la mente.

Muchos otros ejemplos podrían darse a partir deeste arreglo. Cada persona podría recordar en sudiario vivir la manera en que funciona esto, peroen el caso de Romanos siete, el cuerpo no siemprehace lo que la mente desea que haga. Lea la clarademostración de esto en el versículo quince.

“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hagolo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.”

Aquello que es hecho, es hecho por medio delinstrumento del cuerpo físico. Pero aquello que eshecho en este ejemplo, no es permitido al cuerpohacerlo, mientras aquello que él desea hacer, elcuerpo no lo hace, sino que hace exactamente loque más odia hacer. Es claro que es en la menterazonable en donde existe el aborrecimiento deesta cosa. Esto esta allí aunque no lo quiera. Heaquí un caso claro de una situación donde la men-te conoce lo que debe ser hecho, desea hacerlo, en-vía instrucciones a los miembros del cuerpo parahacerlo, pero para su completa desilusión descu-bre que el cuerpo hace otra cosa en vez de lo quequiere hacer.

EL PROBLEMA 47

No debiera haber ninguna dificultad en enten-der esto, porque estoy seguro que todos lo han ex-perimentado en algún momento. En realidad, siusted todavía testifica que está o se encuentra enla experiencia de Romanos siete, entonces conocemuy bien de lo que estamos hablando. Usted haresuelto, por ejemplo, que nunca volverá a decir alos demás palabras obscenas y ligeras. Realmen-te es sincero en sus intenciones. Su voluntad estádispuesta a hacer esto, y por un tiempo todo mar-chará bien, pero viene el día cuando ese indoma-ble instrumento, la lengua, habla esas sucias pa-labras de amarga recriminación contra otro.¡Cuán avergonzados nos sentimos por ello, des-pués de haber agotado todas nuestras fuerzas tra-tando de hacer lo contrario!

Indudablemente que, el hombre de Romanossiete sabe lo que es correcto. Él conoce la ley deDios y se goza en las grandes verdades de la pala-bra de Dios. “Porque el querer el bien esta en mí,pero no el hacerlo.” Versículo 18.

La pregunta ahora para ser afrontada es esta:¿Por qué es que en la situación descrita en Roma-nos siete, el instrumento humano—el cuerpo—noobedece las direcciones de la mente? Ha de haberuna razón bien clara y definida para esto, una ra-zón que, cuando sea conocida y entendida se con-vertirá en un paso decisivo hacia la solución delproblema.

La situación en Romanos siete no es correcta.

48 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

Dios no creó al hombre con la intención de que sucuerpo fuera rebelde contra su mente. Dios le dioal hombre un cuerpo destinado a llevar a cabo losdeseos de la mente, para que sea obediente a la vo-luntad, pero mientras éste no es el proceder en Ro-manos siete, sí es el proceder en Romanos ocho,donde vemos el cuadro del creyente, acercándoseal punto donde puede hacer con el cuerpo aquelloque sabe que es correcto.

A este punto la persona normal concluye que elproblema es que la voluntad es demasiada débilpara traer al cuerpo bajo la verdadera sujeción, demodo que lo que se necesita es ejercer la voluntadcon mas determinación y poder, a fin de que elcuerpo sea puesto bajo sujeción de la mente. Pero,no importa cuanta determinación se ejerza, si unoencuentra que la situación no cambia. La respues-ta a este punto no consiste en un poder más fuer-te de la voluntad o en cuán grande sea la determi-nación. Esta consiste en detectar otro aspecto dela naturaleza humana la cual no ha sido mencio-nada hasta aquí en este estudio.

Toda persona normal tiene una mente y uncuerpo. Ella también tiene una tercera entidad lacual desempeña un papel muy significativo en laexperiencia de su vida. Identificar y separar estatercera entidad no es cosa muy fácil, pues, haymuchos que niegan su existencia como entidad se-parada. En otras palabras, ellos consideran a lanaturaleza de carne humana y la entidad a la que

EL PROBLEMA 49

nos estamos refiriendo como si fuera la mismacosa. Este es un serio error, que los inhabilita a serliberados de este enemigo

Debido a que la identificación y separación deeste tercer aspecto de nuestras vidas, es tan vitalpara el éxito en la búsqueda de la positiva victo-ria sobre el pecado, dedicaremos un corto espaciopara mostrar su existencia y diferenciarla de lanaturaleza física humana.

Con toda certeza y claridad, Pablo hizo referen-cia de las tres justo en este mismo capítulo de Ro-manos: “Porque según el hombre interior, me de-leito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mismiembros, que se rebela contra la ley de mi men-te, y que me lleva cautivo a la ley del pecado queesta en mis miembros” Romanos 7:22, 23.

Considere con mucho cuidado este versículo.Primero Pablo testifica que él tiene deleite en laley de Dios en su hombre interior. Tal deleite sólopuede estar en el razonamiento y la mente inte-lectual. Es evidente que es a eso a lo que se estárefiriendo, por lo que dice el siguiente versículo23. “Pero veo otra ley en mis miembros, que se re-bela contra la ley de mi mente.” Por tanto, mien-tras que en la mente se deleita de la ley de Dios,hay otra ley en los miembros la cual batalla con-tra la mente. El resultado es que él es traído a cau-tividad o a esclavitud de esta ley del pecado queesta en sus miembros.

Note bien, que la ley del pecado no es la carne

50 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

en sí misma, sino, que se trata de algo que resideen esa carne. Previamente en el versículo 17 Pa-blo declara que, “De manera que ya no soy yo qui-en hace aquello, sino el pecado que mora en mí.”Aquí la misma idea de “morar en,” se expresa conlas palabras, “que mora en mí.”

Esta “ley del pecado” en los miembros no es lacarne ni la sangre de la naturaleza humana de lapersona, sino, que es algo más, lo cual reside en lacarne y la gobierna contra la voluntad de la men-te educada y razonable. Es obvio que esto es asípor lo que dicen otros pasajes de las Escrituras:“Os daré un corazón nuevo, y pondré un espíritunuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra car-ne el corazón de piedra, y os daré un corazón decarne” Ezequiel 36:26.

Lo que Pablo llama “la ley del pecado” en Roma-nos, aquí, en Ezequiel, se le llama, “el corazón de pie-dra.” En Romanos siete, se dice que reside en la car-ne, mientras que en Ezequiel, la promesa es queserá expulsado de la carne. Será quitado y separa-do de la carne. Cuando “el corazón de piedra” seaechado fuera y separado, la carne todavía permane-ce ahí, porque la carne en sí misma no es echada niseparada de él, pero hay algo que es echado fuera yseparado de la carne. Debe quedar bien claro queexisten las tres entidades. Está la mente, está lacarne, y está la ley del pecado o el corazón de piedrael cual habita en la carne y la gobierna de acuerdoa su voluntad y contra la voluntad de la mente.

EL PROBLEMA 51

En Romanos 8:7, se hace referencia a esta mis-ma tercera entidad, con el nombre de: la mentecarnal, en estas palabras: “Por cuanto los desig-nios de la carne son enemistad contra Dios; porqueno se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden.”

Este texto probablemente es una de las prue-bas más fuertes de que existe esta tercera enti-dad en el individuo. Considere muy cuidadosa-mente lo que se dice en este versículo, lo cual nopuede ser, a su vez, aplicado a la carne o a la na-turaleza humana. En primera instancia, mien-tras que es enteramente posible que la carne caí-da y pecaminosa del hombre sea un instrumentode justicia, estando sujeta a la ley de Dios, porotro lado, es imposible que la mente carnal logreeste objetivo.

La mente carnal no simplemente está en ene-mistad contra Dios, sino que es enemistad. Sumisma constitución, su misma naturaleza, lo queella es, es en sí misma enemistada contra Dios. Siella simplemente estuviera en enemistad, enton-ces podría ser reconciliada con Dios. Pero porcuanto ella misma es la enemistad, entonces nun-ca puede reconciliarse con Dios, y no puede suje-tarse a la ley de Dios. Esto es imposible.

Pero la carne puede. En realidad, en Romanos6:13, Pablo hace un llamado a la persona conver-tida a presentar “vuestros miembros a Dios comoinstrumentos de justicia.”

De manera que tenemos una naturaleza o po-

52 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

der en el ser humano que está en enemistad con-tra Dios y no puede servirle, y tenemos otro poder,es decir, la carne, que sí puede. Por lo tanto, ellosno pueden ser una y la misma cosa. Deben ser doscosas diferentes, porque una cosa no podría estaren una posición donde fuera imposible servir a laley, y al mismo tiempo, ser usada como instrumen-to de servicio a la ley. Esto es imposible.

La mente carnal es la ley del pecado, el corazónde piedra y el poder del pecado, que gobierna lavida del individuo contra la voluntad de la mente.No es que la carne sea el amo de la mente. Por elcontrario, la carne está sujeta a otro poder al cualse halla compelida a obedecer durante todo eltiempo que este poder permanezca en control.

Pablo resume todo el problema muy hermosa-mente en el último versículo de Romanos sietecuando dice: “Así que, con la mente yo sirvo a laley de Dios, más con la carne a la ley del pecado.”Queda claro entonces que hay dos poderes obran-do en la vida del hombre de Romanos siete. Unoes el gran Maestro de toda la verdad, al cual lamente es dedicada en servicio, el otro es la ley delpecado del cual la carne es esclava. De este modola mente y la carne están en servicio a dos pode-res diferentes, y es por esta razón que la carne nohace aquello que la mente le ordena que haga. Ellaestá sujeta a otro amo, que es un enemigo despó-tico y mortal de la ley de Dios.

Hemos llegado ahora al corazón del problema, el

EL PROBLEMA 53

cual consiste en que lo que hacemos es solamenteel fruto de lo que somos. Es exactamente como Je-sús dice: “No es buen árbol el que da malos frutos,ni árbol malo el que da buen fruto, porque cada ár-bol se conoce por su fruto; pues no se cosechan hi-gos de los espinos, ni de las zarzas se vendimianuvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su co-razón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal te-soro de su corazón saca lo malo; porque de la abun-dancia del corazón habla la boca” Lucas 6:43-45.

Aquí la referencia de Cristo es en cuanto a la leyde la naturaleza que nunca ha sido quebrantaday con la cual aun el niño es familiar. Este es unprincipio enteramente confiable. Se trata de quesi usted desea tener buen fruto, tiene primero quetodo tener un buen árbol—es decir, el tipo de ár-bol indicado. Entonces, habiendo remitido la men-te a lo familiar y a los principios probados de an-taño, como está revelado en la naturaleza, el Sal-vador declara que así como es en lo natural, asítambién es en el mundo espiritual. El mismoprincipio ha de ser hallado aquí. Por lo tanto, sideseamos tener una vida llena de buenas obras,entonces, primero que todo tenemos que ser bue-nas personas.

54 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

Pagina Opuesta: “¿Acaso se recogen uvas de los espinos? Así, todobuen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo dafrutos malos.” Mateo 7:16,17.

EL PROBLEMA 55

Pero nadie puede ser una persona buena, mien-tras tiene todavía la mente carnal y el corazón depiedra. Tener ese poder y mala naturaleza dentrode nosotros, es ser una persona mala, y como talllevar frutos malos en lugar de buenos.

Entonces este es el problema. No es la mente,porque ya vimos que ella está convertida al servi-cio a Dios y a las verdades de la palabra de Dios.No es la naturaleza de carne humana, pues éstaestá en esclavitud a otro poder, al poder de la leydel pecado que reside en los miembros y los con-trola contra la voluntad.

Esto no quiere decir que la mente y la carne nopueden ser un problema. Ellos pueden, pero noson el problema una vez que la persona ha sidotraída a la experiencia de Romanos siete. Él ha lle-gado allí, porque ha visto la belleza de la verdad yse ha convertido a ella. Su carne no es el proble-ma, puesto que está en esclavitud de otro poder,de modo que hasta que sea liberado de aquel po-der, no es posible escapar del dominio del pecadoy hacer aquello que la mente le ordena que haga.

La ley del pecado en los miembros es el proble-ma. Ésta es la raíz, la causa principal y la fuentefundamental de la dificultad. Si este es el proble-ma, entonces obviamente es aquí donde tiene queser aplicada la solución. Por lo tanto, a este puntoprocederemos a buscar y a entender cómo ha deser aplicada esa solución.

56 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

Parte 2

La Solución

Ahora que se ha separado el problema real, loque sigue entonces, tiene que ver con la manerade tratar este asunto satisfactoriamente.

Desde el mismo principio se ha enfatizado queno debe hacerse ningún intento de obligar a lamente carnal para que sirva a la ley de Dios, pues,se estaría intentando lo imposible. Basta con querecordemos las palabras de Jesús cuando dio lailustración del espino, para saber que ningunacompulsión resultará jamás provechosa en el es-fuerzo de producir buenos frutos de un corazónmalo. Considere el espino. Por su misma natura-leza está en enemistad con la ley que hace que unárbol produzca manzanas. Si una persona encon-trare en su jardín un espino, se dará cuenta quetodo esfuerzo en el cultivo, tales como irrigación,fertilización, podaduras, y cuidados podrá algunavez producir tan siquiera una manzana de ese ár-bol. Se sabe que esto no puede ser.

Ojalá que la persona que está buscando la victo-ria sobre el pecado pueda convencerse hasta losumo de que no importa cuanto esfuerzo haga; concuanta intensidad estudie la palabra de Dios; concuánta frecuencia acuda a la iglesia; cuán activo

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sea en la obra misionera, ni cuán devota sea en susoraciones o en su manera generosa de ofrendar,porque esto en modo alguno va a causar que lamente carnal produzca los frutos del Espíritu. Estano es la manera, porque la mente carnal. . . “no estásujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede.” Esto estan seguro, como que el espino no está sujeto a laley de producir manzanas, ni tampoco puede.

Por lo tanto, cualquier persona que, aún reten-ga la mente carnal, intentando guardar la ley deDios para producir los frutos activos del Espíritu,dicha persona está intentando una imposibilidadabsoluta. No es, sino hasta que la mente carnalsea tratada de modo que su poder quede destrui-do, que la persona podrá comenzar a guardar laley de Dios. El hacha tiene que estar puesta en laraíz del árbol. No hay otra manera.

Luego están en el mundo religioso de hoy, losque piensan que la solución del problema quedaresuelto poniendo fin a la ley. Un análisis cuida-doso mostrará que esto no puede ser. Un hombreignorante pensó poner fin al problema del calorrompiendo el termómetro, pero cuando él lo hubohecho el problema del calor no cambió en lo másmínimo. El problema aún permanecía allí. Un ca-lor implacable e incambiable. Lo que perdió fue unmedio seguro que lo ayudara a determinar cuáncaliente estaba en verdad.

Asimismo, si se invalida la ley, en cuanto al peca-do no hará diferencia alguna. El pecado todavía está

58 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

ahí. Lo que habrá sucedido es que ahora el hombrese encuentra desprovisto de un indicador seguroque lo capacite a conocer lo que es el pecado.

Esta verdad está muy bien delineada en la pri-mera parte de Romanos siete, en la ilustración delmatrimonio. Aquí se demuestra claramente queno hay necesidad de cambiar la ley. Ésta es perfec-ta y no necesita ser cambiada. Lo que necesita sercambiado es el individuo porque es allí en donderadica el problema.

“¿Acaso, ignoráis hermanos, (pues hablo con losque conocen la ley,) que la ley se enseñorea delhombre entre tanto que éste vive? Porque la casa-da está sujeta a la ley del marido mientras éstevive; pero si el marido muere, ella queda libre dela ley del marido. Así que, si en vida del marido seuniere a otro varón, será llamada adúltera; perosi el marido muriere es libre de esa ley, de tal ma-nera que si se uniere a otro marido, no será adúl-tera” Romanos 7:1-3.

La situación aquí es una con la cual todos estánfamiliarizados, en la medida en que todos entien-dan la ley del matrimonio. Cuando la mujer es le-galmente casada con su esposo, la ley condenacomo adulterio cualquier intento que ella haga decasarse con otro hombre. Pero una vez que el es-poso esté muerto, entonces la misma ley que an-teriormente la condenaba para casarse con otro,ahora lo permite. Un cambio ha tenido lugar, perono ha sido en la ley. Este cambio se ha operado en

LA SOLUCIÓN 59

la mujer. Ella ha cambiado, de mujer casada, auna mujer soltera.

Lo mismo sucede en el reino espiritual. En rea-lidad, Pablo no está aquí haciendo una disertaciónen materia matrimonial, sino que ha usado la leydel matrimonio como una ilustración del matrimo-nio espiritual con Cristo.

“Así también vosotros, hermanos míos, habéismuerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, paraque seáis de otro, del que resucitó de los muertos, afin de que llevemos frutos para Dios” Romanos 7:4.

No existe la más mínima insinuación en este ver-sículo de algún cambio hecho en la ley, pero hay unaclara referencia de que se ha operado un cambio.Éste ha de ser hecho en el individuo. El debe morir,a fin de que pueda casarse con otro, con Cristo, por-que Él es el único que se levantó de los muertos.

Todo el propósito de la obra de Jesús es salvardel pecado, como está escrito: “Y llamarás su nom-bre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pe-cados” Mateo 1:21.

Ser salvo del pecado es ser salvo de la transgre-sión de la ley, porque el pecado es transgresión dela ley como está escrito: “pues el pecado es trans-gresión de la ley” Juan 3:4. Transgredir la ley esdesobediencia. Por lo tanto, ser salvo de la trans-gresión de la ley, es ser salvo en obediencia.

Es claro, entonces, que ni haciendo un supremoesfuerzo en el ejercicio de la voluntad, ni poniendofin a la ley, constituyen la solución del problema.

60 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

Luego de haber analizado lo que no es la solu-ción, vayamos ahora a lo que es la solución en ver-dad. La solución yace en la erradicación de la vie-ja naturaleza, y su correspondiente reemplazo poruna nueva. No hay nada más claro que esto, ense-ñado en las Escrituras. Considere la claridad deeste versículo como una afirmación de lo que veni-mos diciendo.

“Y les daré un corazón, y un espíritu nuevopondré dentro de ellos; y quitaré el corazón depiedra de en medio de su carne, y les daré uncorazón de carne, para que anden en mis orde-nanzas, y guarden mis decretos y los cumplan,y me sean por pueblo, y yo sea a ellos por Dios”Ezequiel 11:19, 20.

En un lenguaje tan claro como éste, el Señor de-clara que Él quitará el corazón pecaminoso denuestra carne, y nos dará un nuevo corazón en sulugar. El no dice que nos dará un nuevo corazónjunto con el viejo. Este no es el mensaje de esteversículo. Note muy cuidadosamente que Él decla-ra que el viejo corazón será quitado de su carne yun nuevo espíritu y un nuevo corazón tomará ellugar del viejo.

Todo esto se hace con un propósito. Esto se hacepara lograr ciertos resultados. Se hace “para que (conla intención o propósito) anden en mis ordenanzas yguarden mis decretos y los cumplan, y me sean porpueblo, y yo sea a ellos por Dios.”

Cuán claramente vimos que en Romanos siete,

LA SOLUCIÓN 61

la misma razón por la que el dedicado siervo deDios no podía hacer lo que deseaba, se debía a quetenía la vieja mente carnal en él, gobernándolocomo un amo. Se ha enfatizado que la presenciade este poder, es el problema para este hombre.Ahora ha de ser visto que el Señor sabe que estees el problema, y que la única solución al proble-ma consiste en eliminar al infractor y en su lugarcolocar un corazón completamente nuevo.

Al volver a la ilustración de Cristo con relaciónal espino, hallamos la misma respuesta aquí. Enel jardín, el espino permanece verde y floreciente,pero inútil como árbol productor. Está plantado enla vera del camino, ocupando buena tierra y ha-ciendo pedazos el vestido de todos los que le pasancerca. Por tanto, el jardinero tiene un problema.Él desea tener buen fruto, tales como manzanas onaranjas, pero tiene un espino. Sabe que la únicasolución es arrancarlo de su lugar y reemplazarlopor un árbol bueno. Sabe que a su debido tiempoobtendrá buen fruto por la simple razón de queahora tiene un árbol bueno.

Por tanto, asimismo, el hombre de Romanos sie-te desea producir las buenas obras de la ley en laforma de los frutos del Espíritu, los cuales son:amor, gozo, paz, etc. Pero tiene una mala naturale-za dentro de él que es la fuente no de la obedienciade amor, sino de odio, orgullo, celos y cosas semejan-tes. Su apuro es el mismo que el del jardinero con elespino, y la solución es la misma. Esa mala natura-

62 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

leza tiene que ser desarraigada del cuerpo humanohecho del polvo de la tierra y reemplazada por unanaturaleza nacida de lo alto. Sólo así él puede ser

LA SOLUCIÓN 63

No es suficiente cortar el árbol malo.El hacha tiene que estar en la misma raíz del

árbol. De otra manera el árbol retoñaría de nuevo.

un hijo de Dios; sólo así puede producir los buenosfrutos del Espíritu.

Esta verdad se haya establecida repetidas ve-ces en las Escrituras, de modo que los repetidostestimonios de ella no dejarán duda en la mentede nadie con respecto al camino de la liberacióndel terrible problema del pecado. “Porque la ley devida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pe-cado y de la muerte. Porque lo que era imposiblepara la ley, por cuanto era débil por la carne, Diosenviando a su Hijo en semejanza de carne de pe-cado y a causa del pecado, condenó al pecado en lacarne; para que la justicia de la ley se cumplieseen nosotros, que no andamos conforme a la carne,sino conforme al Espíritu” Romanos 8:2-4.

Dios envió a su Hijo al mundo para condenar alpecado en la carne. Se necesita reconocer aquí unadistinción muy importante. Las acciones del peca-do pueden bien ser limitadas al pecado de la car-ne, mientras el poder interior del corazón de pie-dra o de la mente carnal, es el pecado en la carne.Ahora note que Jesús no vino a hacer un trabajosuperficial de condenar meramente el pecado enla carne. El vino para condenar el pecado que estáen la carne, y que como tal es la misma raíz delproblema y la causa de la continua derrota expe-rimentada por todos los que todavía poseen estepoder maligno en el interior.

¿Por qué vino Él a condenar el pecado en la car-ne? Fue una vez que el pecado había sido conde-

64 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

nado, “para que la justicia de la ley se cumplieseen nosotros, que no andamos conforme a la carne,sino conforme al Espíritu.”

Una y otra vez el mensaje es el mismo. Lo viejoes condenado, es erradicado y es removido, demodo que un cierto objetivo pueda cumplirse. Esepropósito es que podamos ser puestos donde sea-mos capaces de vivir la vida de justicia de Dios,por medio de Jesucristo, nuestro Señor.

Cuando Cristo vino y efectuó la condenación delpecado en la carne, ¿A qué lo condenó? ¿Lo conde-nó para ser colocado bajo sujeción y control? ¿Locondenó al destierro? ¿Lo condenó simplementecomo una manifestación de desaprobación? El nolo condenó a ninguna de estas cosas. Él lo conde-nó a la muerte, a una muerte que se hizo efectivacomo resultado de su muerte y resurrección.

En ninguna otra parte es declarada más nítida-mente esta verdad, que en Romanos 6:1-6.

“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en elpecado para que la gracia abunde? En ningunamanera. Porque los que hemos muerto al pecado,¿cómo viviremos aún en él? ¿O no sabemos que to-dos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús,hemos sido bautizados en su muerte? Porque so-mos sepultados juntamente con Él para muertepor el bautismo, a fin de que como Cristo resucitóde los muertos por la gloria del Padre, así tambiénnosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimossepultados juntamente con Él en la semejanza de

LA SOLUCIÓN 65

su muerte, así también lo seremos en la de su re-surrección; sabiendo esto, que nuestro viejo hom-bre fue crucificado juntamente con Él, para que elcuerpo del pecado sea destruido, a fin de que nosirvamos más al pecado.”

El versículo 6 es el punto culminante del argu-mento contenido en estos versículos. Mientras losprimeros versículos han dejado bien claro que losque están en Cristo Jesús, y son, por lo tanto, ver-daderos hijos de Dios, que tienen justificación ypor consiguiente tienen un título en el reino dearriba, han muerto y han sido levantados, como Élmurió y fue levantado, este versículo específica-mente dice lo que ha muerto.

Pero antes que la atención vuelva a lo que tie-ne que ser muerto y antes que seamos libres delpecado, permitamos que sea vista la fuerza delmensaje de los versículos anteriores. El mensajeaquí, es que solamente los que han muerto puedenvivir. Otra manera de decir esto es que el viejohombre tiene que salir primero, antes que el nue-vo pueda entrar. La muerte siempre destierra loviejo; la resurrección trae lo nuevo.

En los términos más fuertes de este pasaje, estaverdad queda expresada en el versículo 5, “Porquesi fuimos plantados juntamente con Él en la seme-janza de su muerte, así también lo seremos en lade su resurrección.”

La primera parte de este texto es una cláusulacondicional. “Porque si fuimos plantados junta-

66 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

mente con Él en la semejanza de su muerte. . .”Esto expresa la gran verdad de que a menos queesta condición sea cumplida el resto no puede con-tinuar, porque solamente los que han muerto conCristo pueden volver a vivir con Él. Es decir, úni-camente cuando lo viejo ha sido desterrado puedeentrar lo nuevo. Primero, tiene que ser erradica-do el espino, antes que el manzano tome su lugar.Ellos no pueden desarrollarse y crecer en el mis-mo sitio.

Ahora, ¿qué es lo que Pablo está diciendo en es-tos versículos? ¿Está solamente pronunciando agrandes voces insignificantes retóricas o son esaspalabras reales, de experiencias reales? Cuando éldeclara que tenemos que morir en Cristo, ¿quéquiere decir con esto? ¿Tenemos que morir verda-deramente o es sólo un cambio en las actitudesmentales o algo parecido?

Lo que hace más difícil que la gente crea que setrata de una muerte real, es el fracaso en distin-guir entre carne pecaminosa y la mente carnal pe-caminosa, a la que se le dan también otros nom-bres, tales como el corazón de piedra, el antiguoesposo y el amo de pecado. Debido a que la perso-na común y corriente piensa de la naturaleza pe-caminosa como siendo la carne y debido a que sa-bemos que la persona no termina su vida terrenalpara nacer otra vez, se asume la posición de quesólo se trata de una muerte ficción. Se imaginanque ha de ser algo que simplemente es atribuido y

LA SOLUCIÓN 67

contado a la persona, pero realmente en la vida deCristo.

Ahora es enteramente cierto que la personaque deja atrás la experiencia de Romanos siete yllega a ser un verdadero hijo resucitado de Dios,no muere físicamente. Él tiene la misma carne ysangre de un hombre convertido, como la teníacuando estaba en el mundo de pecado. No ha ha-bido ninguna muerte ni cambio allí. La carne pe-caminosa es carne mortal. Nadie será liberadohasta la grandiosa mañana de la resurreccióncuando Cristo descienda para llevar a Su puebloa su hogar celestial.

Pero él muere, porque si no muere, entonces élno puede estar en Cristo. ¿Qué es lo que entoncesmuere? La respuesta está en el versículo 6, “Sa-biendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucifi-cado juntamente con Él,. . .” Aquí hay algo indica-do, “nuestro viejo hombre.”

¿Qué significa esta expresión? ¿Quién o qué esel viejo hombre? Para estar seguros de que enten-demos, la siguiente parte del versículo nos diceque el viejo hombre está crucificado. “Para que elcuerpo de pecado sea destruido. . .” Pablo podríahaber escrito lo siguiente: “Sabiendo esto, quenuestro viejo hombre fue crucificado juntamentecon Él, para que el viejo hombre pueda ser destrui-do. . .” Pero en lugar de usar el término, “nuestroviejo hombre” la segunda vez él usa otro nombre,“el cuerpo del pecado”. Así tenemos ayuda para co-

68 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

nocer que el “viejo hombre” y el “cuerpo del peca-do” son una misma cosa.

En Romanos 7:24 es llamado “el cuerpo demuerte”, lo cual es también otra manera de expre-sión, que en el mismo capítulo él había llamadoantes “la ley del pecado”. Del estudio ya dado enesta publicación, ahora sabemos que “el viejo hom-bre”, “el cuerpo del pecado”, “el cuerpo de muerte”y “la ley del pecado”, todo se refiere al tercer fac-tor, la mente carnal, la cual “no se sujeta a la leyde Dios, ni tampoco puede.”

Esto es lo que es crucificado a muerte en la vidade los que siendo inconversos pasan a ser conver-sos. Esto es lo que debe desaparecer mediante lamuerte, de modo que una nueva vida pueda ser re-sucitada en lugar de la antigua.

No se acepte ningún malentendido en cuanto alhecho de que esta ha de ser una muerte real. Cru-cifixión no es destierro. No es simplemente serpuesto en prisión, encarcelado por toda la vida. Noes estar encadenado o puesto bajo control. Cruci-fixión es una forma de muerte. Su propósito es mo-rir, y los que crucifican no están satisfechos hastaque logren este resultado.

Por lo tanto, cuando Pablo dice que el viejo hom-bre es crucificado, quiere decir que es puesto amuerte. Para estar seguros de que este significa-do es comprendido por el lector, él dice que estácrucificado, de modo que el cuerpo del pecado seadestruido. Cuando algo es destruido, entonces

LA SOLUCIÓN 69

simplemente deja de existir. Cesa la historia de suvida y no existe más.

En cada uno de los otros textos e ilustraciones,vimos, que este trabajo ha sido realizado con unpropósito definido. Se hace para que la personapueda pasar de la desobediencia a la obediencia,para que pueda dejar a un lado las quejas de queno puede hacer lo que desea hacer para obtener lajusticia de la ley cumplida en su vida. Por tanto,en este versículo el viejo hombre es crucificado yel cuerpo de pecado es destruido, “a fin de que nosirvamos más al pecado.”

La naturaleza ilustra maravillosamente la ver-dad del evangelio. La verdad de este versículo serávista en su grandioso poder si substituimos la si-tuación del espino por la del viejo hombre, y enton-ces leemos el versículo como si se aplicara al jardi-nero quien desea obtener buen fruto pero que tieneen su lugar un espino. Él lo arranca y lo reemplazapor la semilla del manzano. Entonces dice:

“Sabiendo esto que el antiguo árbol ha sido des-arraigado para que el espino fuera destruido, a finde que de ahora en adelante no produzca más es-pinas.” Nadie tendrá la mínima dificultad en verestos principios operando en la naturaleza. Vea losmismos principios de operación en el mundo espi-ritual, y la comprensión será igualmente clara conrespecto a la obra de purificación como un elemen-to preliminar a la victoria sobre el problema delpecado.

70 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

LA SOLUCIÓN 71

La Liberación

Hasta aquí, se ha dedicado suficiente espacio alestudio de este problema. De este estudio ha de serclaro que hacemos lo que hacemos, no a causa de ladebilidad o poder de la voluntad, sino debido a lo quesomos. Mientras la ley del pecado y de la muerte semantenga internamente en nosotros, tendremos lafuerza del mal, la cual tomará control del instrumen-to humano de carne y sangre y lo usará conforme ala voluntad del amo del pecado, sin respetar el cono-cimiento, los deseos o la conciencia de la mente.

Por lo tanto, para ser liberados de este poder, elindividuo tiene que haberlo erradicado, y una nue-va vida será puesta en su lugar. No hay otro cami-no de entrada a la experiencia del nuevo nacimien-to. No hay otro camino para pasar de la esclavitudde Romanos siete a la libertad de Romanos ocho.

Mientras que es de vital importancia la necesi-dad de comprender este problema para adquirir laliberación, sin embargo, tiene que ser aún contes-tada la pregunta en cuanto a cómo pasar de la es-clavitud a la libertad.

Yo recuerdo muy bien cuando presenté este es-tudio por primera vez a una familia. Muy cuida-dosamente le expliqué el problema justamentecomo lo hemos hecho hasta aquí en esta publica-ción. En esta fase completa del estudio, hicimosuna pausa para tomar un descanso.

La esposa dijo: “sabe usted, nosotros oímos un

sermón justamente igual a éste, unas pocas sema-nas atrás.”

“Verdad que sí” dijo el esposo. “El predicador ex-tendió el problema mucho más de lo que usted loha hecho aquí. Lo escuché cuidadosamente porquedeseaba entender el problema y su solución. Yo sa-bía que me hallaba en Romanos siete y deseaba li-beración. Pero cuando el predicador hubo termi-nado de exponer el problema, se sentó. En mi de-seo de conocer la respuesta que no la habíapresentado, me levanté y dije, “pastor Usted nosha dado a conocer el problema. Ahora, por favor,díganos la solución. Díganos cómo podemos ser li-berados de ese poder.”

“En ese momento el pastor se puso en pie y dijomuy tristemente, “perdone. Yo no puedo decirlecuál es la solución, porque todavía no he encontra-do la respuesta para mí mismo.’ Tal fue mi desilu-sión que no pude decir nada más, y volví a sentar-me, desanimado.”

Por un momento el hombre permaneció senta-do pensando en la experiencia pasada. Entoncesvolviéndose me dijo: “¿Va usted también a traer-nos el problema y a dejarnos sin la solución?”

Fui muy feliz al poder decirle que habíamospausado por un momento y que la solución estabapara continuar en muy claros términos. Por tantoen esta publicación no lo dejaremos a usted con elproblema solamente. Nosotros presentaremos lasolución en términos muy claros.

72 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

El evangelio es la solución. Es el poder de Diospara salvación del pecado.

Usted bien puede preguntar, entonces, por quéno ha sido salvo del pecado, si el evangelio es en símismo el poder de Dios para efectuar esta libera-ción. La respuesta es que el evangelio no es el po-der de Dios para salvación de todos.

Leamos en Romanos 1:16, y cuidadosamenteveremos esto. Allí ha de ser visto que Pablo no dijo:“porque no me avergüenzo del evangelio, porquees poder de Dios para salvación de todos.” AunquePablo usó estas palabras en este exacto ordencomo aparecen escritas, no dijo lo que esas pala-bras dicen, si nos detenemos en este punto. Lo queél dijo es que el evangelio es el poder de Dios parasalvación a todo aquél “que cree.” Esto marca todala diferencia en el mundo. Para el incrédulo elevangelio consiste no más que en bellas palabras,pero para el creyente, es el poder de Dios para sal-vación del pecado.

El apóstol Juan declara la misma verdad en laspalabras; “Esta es la victoria que vence al mundo,nuestra fe” 1 Juan 5:4.

Si uno preguntara al cristiano común y co-rriente de hoy; “¿tiene usted fe?” Uno recibiría larespuesta inmediata que él se siente seguro deque tiene fe. En un sentido la respuesta es co-rrecta, porque la persona tiene fe en la Bibliacomo la palabra de Dios. Él tiene fe en Dios quees el Ser supremo. El debe creer que el pecado

LA SOLUCIÓN 73

74 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

“Y dije: Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelan-te, y ahí parará el orgullo de tus olas.” Job 38:11.De esta misma forma, Dios ha puesto límites alpecado a través de Su palabra. Él ha prometidouna vida de completa victoria.

recibirá su castigo y que sólo en Jesús puede serhallada la salvación.

Pero uno puede tener fe en todas estas cosas ysin embargo no tener fe en el evangelio como el po-der viviente de Dios para salvación del pecado. Escierto decir que cualquiera que ya está en la expe-riencia de Romanos siete, no tiene la fe que es lavictoria que vence al mundo. Fe no sólo trae la vic-toria. Ella es la victoria. Por lo tanto, si Usted tie-ne la fe de la cual Pablo habla en Romanos y Juanen su epístola, entonces no está en la experienciade Romanos siete, sino en la liberación de Roma-nos ocho.

Fue de esta fe que habló Jesús cuando dijo:“Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallaráfe en la tierra?” Lucas 18:8. Esta clase de fe quetrae liberación del pecado no es poseída común-mente por el mundo de hoy. Jesús sabía que estosería así, y es por esta razón que Él formuló la pre-gunta, la cual, daba a entender que no esperabaencontrar mucho de esa fe cuando viniera.

Sin embargo sin fe, la victoria es imposible. Porlo tanto, cómo ejercer esta fe, es la tarea que tene-mos por delante. Vayamos a la historia del oficialdel rey que vino a Jesús desde Capernaúm pararogarle que sanara a su hijo.

“Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea,donde había convertido el agua en vino. Y había enCapernaúm un oficial del rey cuyo hijo estaba en-fermo. Este, cuando oyó que Jesús había llegado de

LA SOLUCIÓN 75

Judea a Galilea, vino a Él y le rogó que descendie-se y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir.Entonces Jesús le dijo: Si no vieres señales y pro-digios, no creeréis. El oficial del rey le dijo: Señordesciende antes que mi hijo muera. Jesús le dijo:Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra queJesús le dijo, y se fue. Cuando ya él descendía, sussiervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, di-ciendo: Tu hijo vive. Entonces él les preguntó a quehora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron:Ayer a las siete le dejó la fiebre. El padre entoncesentendió que aquella era la hora en que Jesús lehabía dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda sucasa. Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue deJudea a Galilea” Juan 4:46-54.

Lo que este hombre buscaba era curación físi-ca para su hijo quien estaba tan enfermo que nose esperaba que viviera más que unas pocas ho-ras. Obviamente los médicos terrenales lo habíandeclarado como desahuciado para que muriera,habiendo hecho todo lo que pudieron hacer parasalvarlo.

Mientras esto es una historia concerniente alejercicio de la fe con respecto a la curación física,hay lecciones de directo valor para nosotros conrespecto a la curación de las enfermedades espiri-tuales. En realidad, el profundo propósito de laobra de Cristo en la curación de las enfermedadesfísicas, fue enseñar su poder y el camino para re-cibir liberación de las enfermedades espirituales.

76 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

Si solamente miramos a Cristo como alguien quetiene poder para sanar la lepra, la parálisis, etc.,entonces habremos fracasado al leer el mensajereal de su ministerio salvador. En la palabra deDios, la enfermedad es un símbolo del pecado.Véase a Isaías 1:4-6. Además, es un símbolo muyapropiado y adecuado del pecado.

Compare lo que ya hemos estudiado acerca delproblema del pecado, con el problema de la enfer-medad. El hombre enfermo tiene una mente y tie-ne un cuerpo. En esa mente él desea hacer ciertascosas, pero la enfermedad es un poder que resideen su carne y la controla, de modo que no puedehacer las cosas que quisiera hacer. Hasta que laenfermedad haya sido destruida, no tiene la espe-ranza de hacer las cosas que deseaba hacer. ¿Quécuadro más perfecto podría uno conseguir parailustrar la triple naturaleza del problema del pe-cado, que este problema de la enfermedad? Difícil-mente podría haber otro.

Así, entonces, como el oficial del rey que viajódesde Capernaúm hasta Caná para buscar la ayu-da de Cristo, iba buscando una solución para unproblema que es idéntico al problema del pecado.Él necesitaba erradicar la enfermedad dominantedel mismo cuerpo del muchacho, justamente comonosotros necesitamos quitar el esclavizador delpecado de nuestros mismos cuerpos.

Sin vacilar fue ante la única Persona que podíaayudarlo, y esa persona era Jesús. Él iba buscando

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aquello que el Señor deseaba que él tuviera. Por lotanto, fue en búsqueda de la persona real por algoreal. Pero Jesús rehusó honrar su petición. Este re-chazo no fue porque Cristo eligiera hacerlo de esamanera o porque el hombre no estuviera en los fa-vores de Dios. Cristo no lo aceptó, porque la formadel oficial venir a Él, hizo imposible que Cristo sa-nara a su hijo.

Cuántas veces nos hemos arrodillado en ora-ción pidiendo perdón por un pecado rogando al Se-ñor que nos dé la victoria sobre una tentación y sinembargo, descubrir a la postre, que el pecado si-gue allí como si nunca hubiéramos orado. Nos he-mos ido por nuestro camino confundidos y perple-jos por esto, incapaces de entender por qué el Se-ñor no contestó nuestras oraciones. De igualmanera este hombre se hubiera ido por su cami-no, tan sólo para hallar a un hijo muerto en el ho-gar, si no hubiera visto el error de la forma encómo se había presentado a Cristo y revisado laforma de hacerlo, conforme a la verdadera cienciade la oración. Su oración fue oída y contestada,cuando el vino creyendo.

Jesús no dejó ir a este hombre en ignorancia encuanto a la falta de su fe. Él le dijo tristemente: “sino viereis señales y prodigios, no creeréis” Juan4:8. Decirle a este hombre “no creeréis,” es decir-le en el lenguaje más llano, usted no cree aún; us-ted es un incrédulo.

No debe ser pasado por alto el hecho de que este

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hombre sabía que tenía una gran necesidad. Us-ted también sabe esto. Él sabía que ningún poderterrenal podía sanar a su hijo. De igual modo us-ted sabe que ningún poder sobre la tierra puedesalvarlo del pecado. Este hombre fue a Cristo consu petición. Por lo tanto, también, usted ha veni-do a Cristo suplicándole que lo salve de sus peca-dos. Este hombre oró a Cristo, porque hacer unapetición a Cristo, es orar. Por tanto usted tambiénha orado a Cristo muchas veces.

Sin embargo Cristo le dijo en términos clarosque, a pesar de todo, él era un incrédulo. Cristo,bajo las circunstancias del momento, no podía ha-cer nada por él.

Es decir, que habiendo hecho todo lo que ustedha hecho para adquirir la victoria sobre su peca-do, si todavía se halla en Romanos siete, entonceses un incrédulo también. Si es un incrédulo, en-tonces necesita entender el camino de la fe, la feque obra por amor y purifica el alma.

¿Cómo vino este hombre a Cristo? Las palabrasde Cristo nos revelan eso. “Si no viereis señales yprodigios, no creeréis.” En otras palabras, el hom-bre vino a Jesús con una petición. Él hizo su soli-citud ante Él. Entonces esperó ver si Jesús podíacumplir su petición. Si Él podía hacerlo, entoncesse convertiría en un creyente de Cristo.

Este no es el camino de la fe salvadora, y ja-más puede ser este el camino de la fe salvadora.Con todo, si cada uno de nosotros, con la mayor

LA SOLUCIÓN 79

franqueza, revisara la forma en la cual hemos ve-nido a Dios en oración, entonces descubriríamosque hemos venido justamente como el oficial delrey lo hizo. Hemos venido al Señor y le hemos pe-dido que nos bendiga. Luego nos hemos ido en es-pera de que la bendición se derrame antes de queestemos preparados para creer que tenemos eldon que ha sido prometido. De hecho, se puededecir con toda seguridad que si el Señor nos otor-gara la bendición que hemos pedido, mas biennos sorprenderíamos al verla llegar.

El gran momento de la verdad llegó para el ofi-cial como puede llegar para nosotros si estamos enla experiencia de la fe salvadora. Cuando el Sal-vador nos habla palabras de reproche, entonces elEspíritu de Dios como Uno que convence de peca-do, lleva esas palabras a lo profundo de la concien-cia para revelarnos los defectos del carácter. Porconsiguiente, las palabras de Cristo fueron sufi-cientes bajo el ministerio del Espíritu para reve-lar al hombre la clase de incredulidad que plagósu corazón. En cuanto él viera lo que el Salvadortenía que mostrarle, tuvo que haber aceptado elreproche. Debió haberse aferrado al poder que viorevelado en la vida de Cristo, su fe tuvo que asir-se de ese poder, porque la reacción del Salvadorante la siguiente oración que el oficial hiciera, fuediferente de la primera.

El hombre suplicó a Jesús con estas palabras:“Señor, desciende antes que mi hijo muera.”

80 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

Hay una diferencia en esta oración. No es posi-ble discernir la diferencia en sí, en los términos dela oración, pero por el proceder divino, sabemosque hay una diferencia. La primera oración sólotrajo una triste reprensión, la segunda trajo la li-beración. ¿Cuál es la diferencia? La diferenciaahora consiste en que el hombre es un creyente.Sabemos esto, porque así lo dice La Escritura: “yel hombre creyó las palabras que Jesús le dijo, yse fue.”

Caná no estaba a gran distancia de Caperna-úm. No era más que veinticinco kilómetros de dis-tancia. Cristo habló con el padre del muchacho ala séptima hora, lo cual es cerca de una hora des-pués del mediodía, de modo que el padre podíamuy fácilmente haber caminado al hogar esa mis-ma tarde. Pero él no quiso hacerlo. Pero así lo ha-bría hecho, si hubiera necesitado ver con sus pro-pios ojos que el muchacho en verdad estaba sano.

Él sabía que el muchacho estaba bien. Cuandollegó al hogar al día siguiente, los siervos le dije-ron sólo aquello que la fe le había dicho el día an-terior. Sin duda que se sorprendieron al ver que élno se sorprendió con el anuncio que les dieron.

Compare ahora la forma tan diferente con queeste hombre vino a Cristo. Esta es la comparaciónde un creyente con un incrédulo. En la segundaocasión, él vislumbró el poder que reside en Jesúscomo el Hijo de Dios. Su fe se aferra a ese poderviendo en él la respuesta completa a su necesidad.

LA SOLUCIÓN 81

82 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

El oficial del rey,conocía su necesidad,vino,y pidió

Luego esperó ver

El cumplimiento

Para entoncescreer

Este proceder no le dio buenos resultados. Como él,debemos aprender la manera correcta, antes que

podamos recibir la victoria viviente de la fe.

Debemosconocer las promesas,creer en ellas,venir en pos de él,pedir y recibir por fe,agradecer a Dios por lo quehemos recibido.

El cumplimientovendrá cuando

más lonecesitemos

Luego emprendemos nuestro camino,poseyendo el don por la fe,

aunque no lo veamos.

Este es el proceder de la fe viviente.Este es el proceder de la ciencia divina de la oración.

Esto sí traerá resultados.

Entonces pidió el don, se aferra a él por fe, sabeque ya es suyo, y entonces se va por su camino,consciente de que la bendición que ya posee seráotorgada cuando él más la necesite.

En esto nos es revelada la fórmula del éxito delcamino de la fe.

Primero, debemos tener un conocimiento cabaldel problema que afrontamos. ¿Cuán a menudo enel pasado usted ha venido a Dios suplicando per-dón por lo que ha hecho sin un reconocimiento realdel problema y pidiendo que sea quitada la ley delpecado que está en sus miembros? Ha habido unaseria deficiencia en entender que se está tratandorealmente con el problema del pecado, una defi-ciencia que debe ser vencida antes que podamosorar inteligente y exitosamente.

En segundo lugar, hemos de conocer las prome-sas de Dios hasta que ellas sean no meramente pa-labras en la Biblia, sino que sean el mismo poderde Dios para nosotros. Para que esto suceda, tie-nen que ser leídas y estudiadas, hasta que seanabsorbidas por nuestro pensamiento hasta el pun-to en que lleguen a ser parte nuestra.

Aunque con mucha frecuencia me he paradodelante de un grupo de profesos cristianos y leshe pedido que repitan las grandes promesas de laBiblia de una victoria personal sobre el pecado,he hallado que la gente es incapaz de hacerlo.Para aquellos que desean tener y mantener unavictoria personal sobre el problema del pecado,

LA SOLUCIÓN 83

estas promesas tienen que ser parte del indivi-duo mismo. Ellas deben estar verdaderamenteallí, listas para fluir de los labios en respuesta acualquier ataque del enemigo o a cualquier su-gestión de duda al poder de Dios para salvar delpecado.

No intentaríamos hacer tal cosa, como es daruna lista comprensiva de todas las grandes pro-mesas de la Biblia, porque ellas son tan numero-sas, como efectivamente poderosas para salvar dela ley del pecado y de la muerte. Cada personadebe indagarlas por sí mismo. Aquí están algunosejemplos para aquellos que desean comenzar a co-leccionar estas cápsulas de poder.

“Porque el pecado no se enseñoreará de voso-tros” Romanos 6:14. Lea estas palabras hasta quese dé cuenta que ellas son promesas personales deDios para usted, de que el pecado no tendrá domi-nio sobre usted.

“No os ha sobrevenido ninguna tentación queno sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejaráser tentados más de lo que podéis resistir, sino quedará juntamente con la tentación la salida, paraque podáis soportar” 1 Corintios 10:13. Como unpadre nunca le permite a su hijo afrontar peligrosdemasiado grandes por su tierna edad, de igualmodo el Señor no permite que una tentación ven-ga a usted que sea demasiado fuerte para sopor-tarla. Para toda tentación, Él ha provisto la sali-da de liberación, de modo que no hay excusa para

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ninguna clase de pecado. “Todo lo puedo en Cristoque me fortalece” Filipenses 4:13.

De esta forma pudiéramos seguir, pero es mejorque cada persona indague las promesas por sí mis-mo. Aquí están algunas referencias más. Mateo1:21; Juan 8:36; 1 Corintios 15:35, 57; 2 Corintios2:14; Gálatas 3:14; Filipenses 1:6; 1 Tesalonicen-ses 4:3; 5:23, 24; 1 Pedro 1:5; 2 Pedro 1:4; y Judas24. En el Antiguo Testamento, Salmos 24 y 46 sonparticularmente promesas de poder para la libe-ración. Absorba también la fuerza del contenidode Ezequiel 11:19, 20; 36:26.

El gran objetivo con el conocimiento de laspromesas es edificar la fe, la cual obrará la puri-ficación del alma. Cuanto más sean leídas y es-tudiadas y hechas propias, tanto más edificaránla fe en la experiencia y llegará al punto culmi-nante en donde usted se hallará echando manodel poder, y experimentando la liberación quesólo ese poder puede traer. Fe no es algo que te-nemos por naturaleza. Es algo que no podemosgenerar en nosotros mismos. Esto es imposible.“Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabrade Dios” Romanos 10:17.

Cuando se alcance el tiempo en que esa fe vi-viente se apoye y crea en las promesas de Dios, en-tonces habrá llegado la oportunidad de dar el ter-cer paso. Éste, consiste en venir a Cristo y pedir labendición. No haga la antigua oración que por mu-cho tiempo ha fallado en traer el éxito, cuyo patrón

LA SOLUCIÓN 85

en el pasado responde por ejemplo a esta oración,“Señor, yo he pecado. Por favor perdóname ese pe-cado y ayúdame para no volverlo a cometer.”

Este tipo de acercamiento a Dios no le ha traí-do victoria en el pasado, y no se la traerá tampo-co en el futuro. Tiene que haber un cambio justa-mente como el oficial del rey tuvo que cambiar suforma de acercamiento ante Jesús. En cambio, us-ted tiene ahora que orar en este sentido: “Señor,yo he llegado al punto donde veo que el problemareal ha sido hallado en esta naturaleza mala, lacual está en mí. Es “la ley del pecado”, “la ley dela muerte”, “el cuerpo de muerte”, “la mente car-nal” y “el corazón de piedra.” Mientras eso estéallí, yo soy un árbol malo y solamente puedo lle-var malos frutos porque mi cuerpo está bajo el con-trol de ese poder. Señor, tú has prometido quitarel corazón de piedra y al mismo tiempo darme unonuevo. Yo creo totalmente que harás esto, y por esote doy este viejo corazón. Quítalo de mí. No lo ne-cesito más. Entonces, al mismo tiempo, pon unocompletamente nuevo en su lugar. Hazme partíci-pe de tu divina naturaleza. Por la fe, y por lo tan-to en hecho, recibo esta bendición y te doy graciaspor ello. En el nombre salvador de Jesús. Amen.”

Si la fe viviente ha llegado a ser su posesión, en-tonces en esta oración usted no esperará ver quellegue la bendición antes de saber que la tiene. En-tonces sabrá exactamente allí, en ese momento,que ha sido liberado, que el pecado no tiene más

86 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

LA SOLUCIÓN 87

Una vista de la tierra desde una nave espacial. Elhombre ha hecho una enorme conquista de sumedio ambiente, pero la verdadera victoria quenecesita obtener, es la conquista de sí mismo.

dominio sobre usted y que por fin, ha llegado a serun verdadero hijo de Dios. Resista a todo costo latendencia humana de desear, esperar, y ver los re-sultados antes de creer. No espere sentir que hasido transformado. Créalo, porque la palabra deDios así lo dice, y muy pronto hallará que es así.

El oficial del rey no esperó ver a su hijo vivo ybien para creer que estaba completamente sano.No necesitó verlo, porque tenía la palabra de Diospor medio de Cristo que así era, y eso fue suficien-te. La fe descansa en la palabra de Dios, no en vis-ta ni sentimientos, los cuales cambian fácilmentede un día para otro. Por lo tanto, para entenderdónde está usted con relación a Dios, mire la Pa-labra de Dios y no permita que su respuesta seadada conforme a sentimientos, sino conforme a laPalabra de Dios.

Mi Testimonio

El apóstol Juan declara: “Lo que hemos visto yoído, eso os anunciamos, para que también voso-tros tengáis comunión con nosotros” 1 Juan 1:3.Los que mejor pueden ayudar a su prójimo, son losque dan testimonio de su propia experiencia per-sonal. Ellos pueden decir lo que conocen, no unasimple teoría de lo que podría ser. Por consiguien-te, yo quiero decir cómo esto obró en mi vida comouna garantía a otros de que este es un camino se-guro al éxito. Mucha gente alrededor del mundo

88 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

que han oído la misma presentación, puede contarla misma historia exitosa por este mensaje.

En 1953, me uní al personal de un colegio misio-nero como profesor. En los años siguientes fui elegi-do anciano de la iglesia. Amaba la iglesia y quedéabsorbido en sus actividades. Entendía y amaba lasdoctrinas y predicaba el mensaje con seriedad y en-tusiasmo. Creía que estaba tan seguro de la salva-ción como cualquier pudiera estarlo, y descansabadía tras día en la esperanza de la vida eterna.

Gozaba de buena reputación y vivía una “bue-na” vida, pero interiormente tenía problemas so-bre los cuales no podía ganar la victoria. Era pro-fesor de carpintería y parecía que los muchachosno podían hacer bien los temas teóricos que leseran asignados en esta clase. Algunos de esos mu-chachos desarrollaron una fuerte resistencia enaprender, hasta que la clase llegó a ser una esce-na diaria de luchas entre mi esfuerzo por enseñar-les y su resistencia por aprender.

Descubrí que mi paciencia era probada más alláde sus límites, de modo que se encendió mi furiacontra ellos. Había ocasiones cuando gozosamen-te podía golpear sus cabezas contra la pared. Perohabía una poderosa influencia que me impedía ha-cer eso. Yo tenía buena reputación que debía pre-servar. No deseaba la censura de los principalesde la junta administrativa, por tanto, disimulabami ira y la mantenía escondida, de modo que no senotara de afuera tan fácilmente.

LA SOLUCIÓN 89

Si Usted toma una caldera de vapor y enciendesuficiente fuego debajo de ella, y ésta se encuen-tra herméticamente cerrada, es verdad que lo so-portaría un tiempo. Pero la presión se acumularíamás y más. Si el fuego fuera quitado por un mo-mento, la presión bajaría sin que haya una explo-sión, pero en cuanto se mantenga en el fuego, lle-gará el momento en que la caldera explotará.Cuanto más tiempo se mantenga la caldera some-tida a la acumulación de presión, tanto más gran-de será la explosión al final.

Así sucedió conmigo. Amedida en que la presiónde la tentación sobre mí durante la semana calen-tara mi ira día tras día, yo cerraba todas las sali-das de escape, de manera que la ira en mi no po-día fugarse. Pero permanecía allí, de modo que eltiempo había de venir cuando mi ira explotaría.Cuanto más tiempo yo resistiera esta tentación deira, peor sería la explosión cuando el momento lle-gará. Esto sucedía generalmente en el fin de se-mana cuando estaba en el hogar. Luego inmereci-damente mi esposa e hijos eran los recipientes dela ira que otros habían generado.

Cuando todas esas crueles palabras eran profe-ridas, entonces me sentía culpable y con remordi-miento. Venía al Señor para pedir perdón y prome-ter muy seriamente que nunca volvería a cometereste error otra vez. Con firme y decidida determi-nación volvía al salón de clase tan sólo para repe-tir la misma historia. Otra vez, la actitud de los

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muchachos agitaría mi ira. De nuevo cerraría lassalidas de escape. Otra vez, iba a sentir el aumen-to de presión y luego la explosión. Otra vez, debíapedir el arrepentimiento y suplicar por el perdón.Luego vendría otro fracaso.

Yo estaba intentando y fracasando, pecando yarrepintiéndome, pecando y arrepintiéndome unay otra vez. Esta era una experiencia de Romanossiete sin duda. No podía comprender y el libro deRomanos me parecía el libro más difícil de enten-der en la Biblia. Buscaba respuestas. Escuchabaa otros predicadores para ver lo que ellos decíanacerca del asunto, pero por todos lados era eviden-te que aun la mayor parte de los dirigentes esta-ban experimentando las mismas frustracionesque yo.

Así que me escudé en una filosofía protectora enla que justificaba mi experiencia en el marco de laexperiencia de un salvado. Sabía que era diligen-te y sincero, que estaba haciendo lo mejor que po-día y que en el gran día del juicio el Salvador di-ría: “Este hombre hizo lo mejor aunque vivió unavida de pecado en la tierra. Por tanto lo perdona-remos y le daremos un lugar en el reino.”

Luego vino el día cuando me encontré con un jo-ven que estaba realmente lleno del brillo de unaexperiencia de liberación. No había nada que de-seara tanto como de este tema. Al comienzo de suconversación conmigo me pareció semejante a unlenguaje extraño, porque él estaba hablando de

LA SOLUCIÓN 91

una experiencia y de una vida de la cual yo no sa-bía nada.

Entonces de repente se dirigió a mí de la mane-ra más directa. “¿Sabe usted lo que significa teneruna victoria sobre todo pecado conocido, cadadía?” Preguntó.

Yo me reí de eso. “¿Cómo puede ser?”, le dije in-crédulamente. “He buscado por diez años esta cla-se de experiencia. Nadie ha orado más diligente-mente o tratado con más firmeza que lo que yo lohe hecho para obtener esto. Tengo, sin embargoque hallar a otra persona que la tenga. Mire, tra-to de hacer lo mejor cada día. Cuando el día ter-mina, pido perdón por mis pecados. Creo que Diosme perdona y el día de la resurrección Dios meaceptará de acuerdo a lo mejor que haya hecho, ycreo que seré salvo.”

Nunca olvidaré su respuesta. No en palabras,sino en su mirada. La expresión de su rostro cla-ramente decía: “Hermano usted necesita ayuda yla necesita urgentemente.” Ese mensaje que él medio a través de su mirada hizo una profunda im-presión en mí, de modo que cuando me preguntóque si podía venir a darme estudios Bíblicos sobreel tema, rápidamente hice arreglos para eso.

Supongo que nunca se me ha dado un estudiomás extraño que ese. Él me leía un texto de las Es-crituras. Luego hacía un esfuerzo para comentar-lo y darle una explicación, pero parecía estar con-fundido y luego volvía al siguiente texto para de-

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fenderse. De esta manera el estudio progresaba demodo que no aumentaba más que la lectura de untexto tras otro. Yo copiaba fielmente todos los tex-tos en un papel.

Al terminar discutía los argumentos de incre-dulidad, y luego lo observaba partir. Estaba segu-ro que se iba como un hombre desanimado com-pletamente persuadido que yo era un pobre suje-to por quien trabajar con el mensaje de liberación.

Pasaron varios días durante los cuales el poderde esos pasajes obraba en mi mente. No habíanada claro o bien definido. Esto me recordaba delhombre ciego que comenzó a ver. “Él, mirando,dijo: veo los hombres como árboles, pero los veoque andan” Marcos 8:24.

Cuatro días pasaron. Esto fue un miércoles porla tarde. Vine por un momento a la casa aprove-chando un receso en el trabajo, y me senté con lalista de textos de las Escrituras. Comencé a leer-los una y otra vez. “Porque el pecado no se ense-ñoreará de vosotros.” “Pero gracias sean dadas aDios, que nos dio la victoria por medio de CristoJesús.” “Quien es poderoso para guardaros sincaída.”

Mientras leía cada texto lo hacía con un espíri-tu reflexivo, y despacio dejando que el significadodel texto entrara en mi mente. Sé que el EspírituSanto estaba allí para iluminar la Palabra de Ver-dad. Por lo tanto, continuaba estudiando la seriede textos en la lista y cuando llegué al tercero me

LA SOLUCIÓN 93

vino una tremenda convicción. Hasta ese momen-to yo había creído que no podía vivir sin pecado.De repente, pavorosas implicaciones de esta cre-encia llegaron a mi mente con notoria fuerza. Vique si creía que cada día tenía que pecar, enton-ces era creer que Satanás era más fuerte que Cris-to y que el pecado era más fuerte que la justicia.En el instante que entendí esta realidad, vi que mivida no había sido un testimonio por el poder deDios, sino por el poder de Satanás. Lo que hacíaese testimonio aún más revelador para Satanás,era el hecho de que yo sostenía la posición y man-tenía la profesión que hacía.

Ahora el Espíritu Santo pudo hacer el trabajo.De repente, vi separarse de mí todo aquello en locual había confiado como una evidencia que era unhijo de Dios, mi conocimiento, mi celo, mi posición,mi amor por la verdad como yo la había entendi-do. Todo esto ahora nada significaba, en cuanto aseguridad concernía. Me vi como Dios me vio—desamparado, perdido, eternamente condenado.Allí me sobrecogió la amargura de una terribledesesperación, la oscuridad del terrible reconoci-miento de que no me levantaría en la resurrecciónde los justos. Nunca he conocido un momento másterrible y oscuro en toda mi vida, y pude entenderlo que los impíos sentirán cuando parados alrede-dor de la ciudad de Dios reconozcan que estáneternamente perdidos.

De algún modo, y no sé cómo, el Señor puso al

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desnudo mi honestidad para admitir que todoesto era realmente verdad. Yo no retrocedí paraargüir que era un anciano de la iglesia, un profe-sor del colegio, un hombre bien versado en las Es-crituras, un predicador, un hombre de buena re-putación y de sacrificado celo por la causa de laverdad. Yo agradezco al Señor por esto, y suplicoa cada lector que cuando el terrible momento dela verdad llegue, lo afronte y lo acepte tal como es;si ahoga las convicciones que el Espíritu Santo letrae, cerrará las puertas a la siguiente obra degracia hecha para usted. Eso sería eternamentedesastroso.

El Señor nunca hiere para no curar. En aquelmismo momento que me vi como un desamparadoy perdido pecador y acepté la verdad de esto, el Se-ñor abrió ante mis ojos las promesas como nuncalas había visto antes. Fueron como si ellas hubie-ran sido escritas para mí personalmente. Una feviviente saltó en mi corazón mientras me posesio-né de la Palabra viviente. Caí de rodillas e hiceuna nueva oración, la primera en mi vida. “Señor,veo que el problema no es lo que he hecho, sino loque yo soy. Esta mala vida en mí, es la fuente delproblema. Semejante a una enfermedad, ella es elamo de mi cuerpo, de modo que no puedo hacer lascosas que deseo hacer, y que sé que debo hacer.Aquí está la vieja vida, quítala y dame Tu nuevavida en lugar de la vieja. Señor, te doy gracias poresto, en el nombre salvador de Jesús, Amen.”

LA SOLUCIÓN 95

Me puse de pie. En todo mi ser sentí la certezade que había nacido de nuevo. No fue un senti-miento. No sentí nada diferente. Fue una convic-ción. Fue el testimonio de la fe basada en la pala-bra de Dios. Fue la misma conciencia que guió aloficial del rey a tomar muy pausadamente su ca-mino de regreso al hogar porque sabía que su hijoestaba sano. No había necesidad de correr para sa-ber como estaba su hijo. Yo lo sabía también, y losupe entonces. El testimonio visual vendría des-pués, como en el caso del oficial del rey.

En aquellos días poseíamos un carro Ford, Mo-delo A. Mi esposa frecuentemente lo conducía has-ta la ciudad, pero no siempre lograba traerlo de re-greso. Había ocasiones cuando recibía llamada te-lefónica de ella, debido a que se encontraba enproblemas con el carro. Dejar mi trabajo para ayu-darla, resultaba de lo más inconveniente en oca-siones, y antes de los días de mi liberación me irri-taba por este motivo. Con palabras enojosas y deimpaciencia, le decía eso a ella también. Debido aesos problemas nuestro hogar estaba en peligro dedestruirse. Me sentía muy mal por mi mala con-ducta después que todo terminaba, y confesaba mipecado y resolvía que esto no volvería a suceder.Recuerdo el día cuando ella llamó una vez más.Me acordé que había determinado portarme pa-cientemente y con dulzura. Todo marchó bien poralgunos instantes. De pronto la llave resbaló. Segolpearon los nudillos de mis dedos. La ira se le-

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vantó en mí y pronto el torrente de palabras flu-yó. Un triste sentimiento de “No tiene sentido”vino sobre mí. Me fui a casa frustrado e incapazde entenderme a mí mismo.

Cuando el día de liberación vino, no sentí nadadiferente dentro de mí. No había ninguna presiónparticular sobre mí hasta entonces. El fuego de lacaldera se había apagado, y había sido un tiempode descanso, y vivía feliz día tras día. Luego llegóel viernes por la tarde cuando una vez más mi es-posa había llevado el carro a la ciudad, me hizo lallamada de apuro desde un pueblo a cuatro kiló-metros de distancia.

Sin pensarlo dos veces en lo que se refiere a lamanera como debía portarme, salí para ayudarlatan pronto como fue posible. Empecé a reparar elcarro, y cuando no funcionó, envié a mi esposa alhogar con un vecino que en ese instante pasabapor allí. Finalmente tuve que remolcar el carro deregreso a la casa. Luego fui al hogar a cenar. Des-pués de haber asistido al servicio de la noche en lacapilla, regresamos al hogar para el descanso dela noche.

Me quedé casi dormido. Mi esposa se habíaacostado a mi lado muy cuidadosa y pensativa-mente. No presté ninguna atención al respecto,hasta que ella de repentinamente me dijo: “¿Quéha pasado contigo?”

No tenía la menor idea de lo que ella se estabarefiriendo, y le pedí que me explicara.

LA SOLUCIÓN 97

En respuesta, ella me dijo: “Algo ha pasado con-tigo y quiero saber que fue eso.”

Otra vez le dije que no sabía a que se estaba re-firiendo y le pedí una explicación.

“Esta tarde yo esperaba en el sitio del inciden-te como era usual, recibir tus bruscas acusacionescuando llegaste. Pero en lugar de eso, simplemen-te hiciste lo que podías y me enviaste a casa. Es-tuve muy contenta al regresar, pero me decía a símisma que cuando vinieras a casa, allí sería ultra-jada. Pero cuando llegaste aún no decías nada. Yopensé, cuando la hora de la comida llegue enton-ces vendrá el problema, pero otra vez te vi en pazy de una manera tranquila. Finalmente concluíque te habías restringido de hacerlo en esa hora,pero que cuando vinieras cansado al final de lareunión, y cuando fuéramos a dormir, entoncesesto por fin vendría. Pero no lo ha habido aún. Algote ha pasado y quiero saber que fue eso.”

Fue entonces cuando la visible evidencia es-tuvo delante de mí, del gran cambio que habíatomado lugar internamente. Inmediatamenteconocí que durante mi proceder había actuadofuera de la persona que ahora era, como previa-mente había actuado fuera de la persona que en-tonces había sido. Mientras que mis anterioresreacciones naturales eran una continua impa-ciencia e ira, eran ahora paz y paciencia. La ma-ravilla de todo eso me sobrecogió, de tal maneraque no pude responder, mientras en mi corazón

98 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

surgió el testimonio de mi alma: “De parte de Je-hová es esto, y es cosa maravillosa a nuestrosojos” Salmos 118:23.

Querido lector, cuando usted llegue a ese puntodonde conozca por sí mismo esta maravillosatransformación interna y vea la obra de esto conuna reacción frente a las presiones de la vida to-tal y completamente nueva y diferente, entonces,sabrá y entenderá cómo me sentí en ese momen-to. Fue maravilloso y bendito, es lo menos que pue-do decir en verdad.

Muchos años han pasado desde entonces. Mesiento feliz por ello, porque esos han sido años enlos cuales el poder de esta verdad ha sido experi-mentado en los campos de batalla de la vida. La-mento que no pueda testificar que nunca hayapecado en ese tiempo, pero puedo regocijarme ytestificar que la preciosa realidad todavía obraexactamente como lo hizo en aquella ocasión.Cuando he pecado siempre ha sido mi falta. Hafaltado mi fe, me he descuidado en mantener miconexión con el poder de Dios, o algo semejante.Nunca ha sido falta de la verdad de Dios.

Pero la vida ha sido tan diferente desde esosdías de fracaso. Era entonces, una continua repe-tición de las mismas contiendas contra los mismospecados sin poder salir del círculo vicioso de pecary confesar con el mismo problema año tras año.Ahora todas esas cosas han quedado atrás, mien-tras la obra de victoria se mueve a nuevas áreas,

LA SOLUCIÓN 99

y de este modo llega continuamente cada vez másluz. El libro de los Romanos, no es más un miste-rio. Me es placentero leerlo ahora porque puedoentender lo que Pablo está diciendo.

100 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

Parte 3

Luego del NuevoNacimiento

No de Esclavitud a Esclavitud

A este punto, debemos hacer una aclaración, afin de contrarrestar la impresión errónea que mu-chos han adquirido de las verdades presentadashasta aquí en estas páginas. Cuán a menudo meencuentro con personas que cuando les leo la ver-dad de Dios, que dice que la vieja naturaleza tie-ne que ser erradicada y reemplazada por una nue-va, han argumentado que “esto entonces significaque usted no puede jamás volver a pecar, de don-de se desprende entonces que uno está apto parairse directo al cielo.”

Esto no significa tal cosa, porque no pasamos deesclavitud a esclavitud, sino que pasamos de la es-clavitud a la libertad. Mientras que la personabajo el control de la mala naturaleza no es librepara hacer las obras de justicia, el Cristiano es li-bre de pecar si lo desea. Un estudio breve de lasdiferencias entre los dos amos, aclara esto muybien.

En la situación descrita en Romanos siete, el

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individuo tiene dentro de él, la mente carnal, un es-clavizador despótico cuyo poder pesa más que el dela voluntad del individuo. Este amo gobierna la vo-luntad para servir a todos los deseos de la carne pe-caminosa y usar esa carne como un instrumento deiniquidad. Estudie cuidadosamente los diagramasen la página siguiente para ver la verdad de esto.

El hombre de Romanos ocho, no tiene la natu-raleza carnal. Él tiene la mente divina, incluso, lamente de Cristo. Él ha sido hecho nuevo y tiene unnuevo amo en lugar del viejo. Hay una vital dife-rencia esencial entre las naturalezas de estos dosaños. La mente carnal es un amo despótico que go-bierna por la fuerza. Pero Dios no gobierna por lafuerza. Él gobierna por amor. Dios nunca obliga alindividuo a servirle. Él llama, Él invita, Él ofrece,pero nunca usa la fuerza. Por lo tanto, a menosque la persona haga una elección definida de ser-vir a Dios, ella nunca lo logrará. ¡Cuán diferentees esto a la manera en que Satanás gobierna! Unavez que él lo tenga a usted bajo su poder, entoncesle servirá quiéralo o no.

Cuando Jesús vino a esta tierra, Él dijo: “Comoel Hijo del Hombre no vino para ser servido, sinopara servir, y para dar su vida en rescate por mu-chos” Mateo 20:28. Este es el gran principio en lavida de Cristo y de su Padre. Por tanto, la mentedivina es un siervo que sirve a la voluntad parasujetar y controlar la naturaleza humana, caída ypecaminosa de la persona.

102 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

Esto no quiere decir que el cristiano que hanacido otra vez puede usar la mente divina comoun siervo, porque no es así. Por el contrario, ese

LUEGO DEL NUEVO NACIMIENTO 103

EL HOMBRE DE ROMANOS SIETE

EL HOMBRE DE ROMANOS OCHO

La mente carnal:Un amo cruel ydespótico que gobiernala voluntad, a fin decontrolar la carnehumana, débil,pecaminosa y caída

La mente divina:Un poder que cooperacon la voluntad parasometer la mismacarne humana, débil,pecaminosa y caída.

poder maravilloso está allí para servir a la volun-tad, siempre y cuando esa voluntad esté dispues-ta a oír el llamado de Dios a obedecer sus justosmandamientos.

En Términos Prácticos

Para dejar esta situación completamente clara,no tenemos más que trazar la obra de todo esto,primeramente en el caso del hombre de Romanossiete, y luego el del hombre de Romanos ocho.Para el hombre de Romanos siete, la tentación vie-ne la tentación del maligno, la cual apela a los de-seos o a las debilidades de la carne. En su mente,el hombre sabe que esto es incorrecto. Definitiva-mente decide no hacer las cosas incorrectas y en-vía al cuerpo las instrucciones de cómo debe ac-tuar en este caso.

Pero la mente carnal es el amo real del hombre.Este poder en él domina ahora la escena para ha-cer completamente inefectiva la voluntad del hom-bre, de modo que los deseos de la carne no se man-tengan bajo control sino que se manifiesten en pe-cado abierto. De manera que es claro que en estasituación la mente carnal es el centro de control.

En el caso del hombre de Romanos ocho, la si-tuación es diferente. Una vez más la misma ten-tación viene a la misma carne. Una vez más lamente es llamada tomar una decisión con relacióna lo que será hecho, porque cada tentación es un

104 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

punto de elección. Si la mente en este momento de-cidiera definitivamente no ceder a la tentación,entonces, con tal de que esa decisión sea hecha conabsoluta fe, que el poder de Dios en él, y el poderde Dios de lo alto, se combinarán para hacer esadecisión efectiva, esos grandes poderes se levan-tarán en auxilio de la voluntad a fin de que la de-cisión sea positivamente victoriosa. La carne seráguardada en perfecto control y la perversidad delpecado no aparecerá.

No se puede enfatizar con más fuerza, que es lafe la que da la victoria. El centro de control ha sidotrasladado de la mente carnal a la voluntad, peroesa voluntad puede únicamente ser verdadera siejerce su fuerza en la fe de que el Señor hará la de-cisión efectiva. Esta fe involucra la confianza deconocer el poder y la certeza que hay en Dios parahacer esto. Cualquiera que habiendo nacido denuevo, piense que ahora es suficientemente fuer-te en sí mismo para resistir el poder del pecado,con toda seguridad caerá bajo la tentación. “Mas,el justo por la fe vivirá” Romanos 1:17.

Perseverancia

Por lo tanto, ha de comprenderse que hay unanecesidad real de mantener viva la experiencia queha sido obtenida. “Mas el justo por la fe vivirá.”Pero la fe puede morir y perderse. De ahí que, ellanecesita no sólo ser mantenida, sino desarrollada y

LUEGO DEL NUEVO NACIMIENTO 105

fortalecida. La fe es algo vivo y a menos que las co-sas vivas estén creciendo continuamente, morirán.

Así que la fe ha de ser alimentada diariamentecon la palabra de Dios. El acto de entrar en estaexperiencia de liberación del viejo hombre, es lla-mado, “el nuevo nacimiento” en la palabra deDios. Es por esta razón que a un nuevo Cristianose le llama “una nueva criatura.” Un niño reciénnacido acaba de comenzar el largo viaje de la vida,y necesita inmediatamente sustento diario, demodo que pueda desarrollarse en todos los aspec-tos hasta alcanzar la completa madurez de unhombre o una mujer. Así que desea beber lechepara su sustento. “Desead como niños recién naci-dos, la leche espiritual no adulterada, para quepor ella crezcáis para salvación” 1 Pedro 2:2.

La necesidad que hay de que el nuevo Cristia-no y también de los viejos, estudien diariamentela palabra de Dios, no puede dejar de enfatizarse.En ello hay fortaleza. Sin este alimento espiritual,la fe decrecerá cada vez más, de modo que cuandola poderosa tentación del enemigo venga, es segu-ro que caerá. Caerá aun cuando tenga el poder deDios dentro de usted.

Usted podría preguntarse, cómo puede ser po-sible cuando se reconoce que el poder de Dios es elpoder más grande en existencia y es ciertamentemás poderoso que el poder del pecado. Si ese po-der está en nosotros, entonces ¿cómo podría el pe-cado tener dominio sobre nosotros?

106 DE LA ESCLAVITUD A LA LIBERTAD

Para demostrar en los más claros términos,cómo es que la presencia del poder de Dios en lavida no es una garantía automática para no pecarotra vez, analice la siguiente ilustración.

Un poderoso ejército, suponga uno comandadopor César o Alejandro el Grande, sala a la bata-lla. Los ejércitos que ellos comandaron, fueron ensu tiempo los más poderosos ejércitos en la tierray no hubo enemigo que osara igualárseles o desa-fiarlos. Al considerar a cualquiera de estos dosejércitos, ha de ser visto que hay dos divisiones—por un lado, el general que comandaba el ejércitoy por otro lado, el poder colectivo del ejército queestaba constituido por los soldados de a pie, consus armas, y la caballería con sus carros, hombresde a caballo y sus armas. El general por sí solo notiene poder con el cual comenzar a hacer frente ala más pequeña fuerza enemiga que pueda venircontra él. Su poder es el poder del ejército, y úni-camente como éste, esté dedicado a su servicio po-drá marchar en forma victoriosa. De igual mane-ra el ejército tiene que tener la destreza y la di-rección del general, a fin de operar efectiva yeficientemente. El general es la voluntad del ejér-cito y todo depende de la acción correcta de esa vo-luntad, si la victoria ha de ser asegurada.

Supóngase que se trata de un poderoso ejércitoque en toda su trayectoria no ha conocido más quela victoria en toda su existencia. Ahora permane-ce ante él una batalla más que librar, antes que

LUEGO DEL NUEVO NACIMIENTO 107

haya sido lograda la conquista de toda el área. Unenemigo relativamente menos numeroso es des-plegado al pie de la cordillera, y se requiere de unenfrentamiento para asegurar el control del país.

Pero el general y sus oficiales han llegado a con-fiar demasiado en sus destrezas, habilidades y po-deres, por lo que deciden que antes de ir a la ba-talla, celebrarán una fiesta en donde tomarán li-cor durante toda la noche. Por consiguiente elgeneral y sus más importantes oficiales dejan elejército y su campamento, y se dedican durantetoda la noche a sus festividades con el resultadode que al día siguiente estaban tan intoxicadosque quedaron completamente inconscientes.

Supóngase que el enemigo en ese momento de-cide hacer un sorpresivo e inesperado ataque alejército. Repentinamente se levantan los guardia-nes, el ejército enfrenta el enemigo, pero ellos ne-cesitan las órdenes del general para organizar ydesplegar sus fuerzas, porque el enemigo es astu-to y fiero. Pero en la condición en la cual el gene-ral se encuentra, es incapaz de hacer la menor de-cisión, por lo tanto no puede dar las órdenes a suejército que está bajo su control.

Pronto el ejército se encuentra sin un coman-dante, sin una voluntad y sin sabia dirección. Esel más grande y el más poderoso ejército sobre latierra afrontando un enemigo considerablementemás pequeño y débil que el suyo, y debe por lo tan-to tener una rápida señal de victoria, pero bajo es-

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tas circunstancias ¿quién ganará la victoria? Larespuesta es que el más pequeño y débil enemigoserá el victorioso en el campo.

La equivalencia a la anterior ilustración escomo sigue: La grandeza del poder del ejército esel símbolo de la presencia del poder de Dios en lavida. Este poder es el más grande y majestuoso enexistencia, y no hay nadie que pueda permanecercontra él. El comandante en la experiencia de Ro-manos ocho, es la inteligente y sabia voluntad. Elenemigo es la carne, impura y pecaminosa, y a tra-vés de la cual el diablo trabaja para efectuar la rui-na y la destrucción completa del hombre.

Ahora, mientras que el ejército terrenal es ca-paz de hacer algo sin la voluntad ni la dirección desu comandante, el poder de Dios en nosotros nopuede hacer nada por nosotros sin la correcta ac-ción de la voluntad. Por tanto, si en la hora de latentación, fallamos en tomar las decisiones correc-tas y decirle NO, resueltamente al enemigo, en-tonces el poder de Dios no podrá hacer nada pornosotros y seremos las víctimas del poder del dia-blo a través de nuestra carne caída.

Esto es algo muy poco entendido, con el resul-tado de que muchos se encuentran cayendo bajo elpoder del enemigo, cuando sus vidas debieran serun continuo canto de victoria sobre el pecado. Unestudio especial ha de ser dado al papel de la vo-luntad por un lado, y lo engañosa y pecaminosa dela carne por el otro. Necesitamos como lo hicieron

LUEGO DEL NUEVO NACIMIENTO 109

los santos apóstoles, confesar la pecaminosidad deesta naturaleza, y no confiar en lo absoluto en lacarne.

Tal derrota es real cuando la fe es débil, peronunca tiene que ser así. La fe puede mantenerseviva y tiene que ser mantenida viva.

Recuerde esto, cuando la nueva vida es dada, esperfecta, justamente como el niño es perfectocuando nace. Para que el niño crezca en su perfec-ción, tiene que ser adecuadamente alimentado ycuidado. El Señor provee el alimento, pero noso-tros tenemos que dárselo. Dios automáticamenteno alimenta al niño día tras día. Esa es tarea delos padres humanos. Así también, Dios proveetodo el alimento necesario en la Biblia con el cualsustenta al niño espiritual, pero es nuestra res-ponsabilidad alimentarlo. Dios no lo hará por no-sotros. Una Biblia cerrada es semejante a una des-pensa sellada. No es de beneficio alguno.

Velad

Jesús dijo: Velad y orad, para que no entréis ententación; el espíritu a la verdad está dispuesto,pero la carne es débil” Mateo 26:41.

Entrar en la vida Cristiana es prepararse en elejército del Señor. El viaje de ahora en adelante esuna batalla y marcha de todos los días. No esta-mos para meriendas. Estamos en guerra. El ene-migo está en el campo buscando el punto más dé-

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bil, de modo que pueda derrocarnos hasta la des-trucción. “Sed sobrios, y velad; porque vuestro ad-versario el diablo, como león rugiente, anda alre-dedor buscando a quien devorar” 1 Pedro 5:8.

Ningún ejército puede entrar a la guerra sin co-locar centinelas, a fin de que el enemigo no vengasobre ellos sorpresivamente. De igual manera elCristiano debe colocar centinelas cada día. La Bi-blia revela todas las tácticas del maligno, de talmanera que podamos conocer dónde y cómo velarpara salir a su encuentro con la Palabra de Diosantes que él pueda ganar ventaja.

La Batalla es del Señor

No es lo más importante que intentemos pelearcon el diablo, nosotros mismos. El gran conflictoes entre Cristo y Satanás. No intente pelear la ba-talla de Cristo por Él. Entonces, cuando Satanásvenga a usted, entrégueselo al Salvador y permi-ta que Él trate con Satanás. Tan cierto como lohaga, Satanás huirá de usted, porque sabe queCristo ya lo derrotó.

Sin duda que aparecerán algunos que sonreiráncon esta ilustración, pero he hallado que ha sidode gran ayuda para algunas personas:

Usted está en una expedición en las selvas vír-genes del África central. Llega el día cuando tieneque atravesar un área espesa y peligrosa. Ustedno está familiarizado con el campo ni con la clase

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de animales que se encuentran en esta área. Peroun guía le ofrece su servicio. Este hombre ha ca-minado esta senda con éxito en innumerables oca-siones. Él conoce el campo y cómo tratar con losanimales salvajes. Además viene con todas las ar-mas necesarias para combatir en las posibles ba-tallas que deba librar.

Después de un momento usted se encuentracara a cara con un peligroso y terrible gorila quese lanza al ataque tan pronto lo ve. Ahora supon-ga que usted se enfrenta a la fiera peleando amano limpia. ¡Habría que tener mucho valor! Perousted no se ha olvidado del guía que ha comisio-nado, así que, en cuanto se lanza contra el gigan-tesco animal, llama al guía, “venga rápidamentepara que me ayude a pelear contra este gorila.”

Pero ¿qué dirá el guía desesperado? Él gritará:“¡Retírate de ahí! No puedo usar mis armas con-tra ese monstruo a menos que te retires.”

Así, quedaría frustrado el trabajo del guía ase-gurando su propia derrota. Por tanto, asimismo,tenemos que dejar a Cristo el trabajo que sólo a Élle pertenece. Cuando el enemigo venga, no tratede pelear con él “Porque de Jehová es la batalla”1 Samuel 17:47. “Porque no es vuestra la guerra,sino de Dios” 2 Crónicas 20:15.

No somos tan fuertes como Satanás, pero Cris-to es más fuerte que él. No podemos sostener unargumento contra el diablo. Sólo Dios puede hacereso. Por lo tanto, recuerde siempre que la simple

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resistencia al diablo ha de ser hecha con el poderde la Palabra y no con su propio poder. Cuando élvenga, dígale simple y llanamente que está equi-vocado. La persona que acostumbraba a respon-der a esas tentaciones no reside ya más en usted.Las cosas han cambiado y la nueva vida en Ustedno hace esas cosas. Tan pronto como el diablo oyela voz de la fe declarando esas cosas, huye, y latentación se torna en nada.

LUEGO DEL NUEVO NACIMIENTO 113

En Conclusión

Los que apliquen los principios expuestos eneste estudio y sigan los procedimientos esbozadosaquí, serán librados del dominio del pecado y seiniciarán en el cuerpo de Cristo.

Entonces sigue el proceso de educación, por elcual el alma es liberada de ideas y teorías equivo-cadas aprendidas en la escuela de Satanás. La ter-minación de una obra es el comienzo de la otra.Una vez implantada, la semilla debe crecer hastasu completa madurez. Día tras día habrá un firmecrecimiento si el creyente se alimenta diligente-mente de la Palabra viva.

Satanás procurará de manera insidiosa desviarde Cristo el alma que ha nacido de nuevo, y tris-temente, a veces tiene éxito. Sin embargo, esto noquebranta el matrimonio con Cristo. Un rápidoarrepentimiento, el perdón y la limpieza, renova-rán el compañerismo con Dios, y se aprenderánlecciones de inestimable valor; el alma estará mássegura en el futuro.

Este estudio no es la última palabra en el plande salvación. Sólo describe la entrada inicial a lafamilia de Cristo. Se han ofrecido algunas direc-trices para mantener la experiencia, pero la obrade reforma no ha sido descrita con profundidad nidetalle. Una obra acompañante, Reavivamiento y

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Reforma, cubre este aspecto de manera más ade-cuada, y está disponible en La Comunidad Adven-to Reposo Sabático.

El camino de Dios para cada uno de Sus hijos esde victoria y paz, no de derrota y miseria. ¡Quecada uno se deshaga de las cadenas del pecado yviva como Dios ha destinado que sea!

EN CONCLUSIÓN 115

Para un estudio adicional recomendamos los libros siguientes:

Los Vivos y los Muertos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F. T. WrightConfesión Aceptable . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F. T. WrightJusticia Viviente y el Sábado de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . F. T. WrightLos 144.000 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F. T. WrightLos Tres Templos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F. T. WrightLa Venida de Cristo Demorada — ¿Por Qué? . . . . . . . . . . . F.T. WrightLa Iglesia de Dios no Es Babilonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightAfrontando el Juicio — ¿Estas Listo?. . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightYo Pienso Como un Hombre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightJustificado — por Fe! . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F.T. WrightVed Aquí al Dios Vuestro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F. T. WrightReposo del Sábado de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F. T. WrightSalvación del Niño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F. T. WrightReavivamiento y Reforma. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F. T. WrightLos Siete Angeles . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . F. T. Wright

El camino Consagrado a la Perfección Cristiana . . . . . . . . . A. T. JonesIndividualidad en Religión. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . A. T. Jones

Carta a los Romanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . E. J. Waggoner

Estos libros están también disponibles en otras lenguas:inglés, alemán, francés, portugués y rumano.

Tarde o temprano a todo individuo le llega el momen-to en que se da cuenta que él no es su propio amo,o dueño de sí mismo. Sino, que es un prisionerosometido a una situación que no puede explicarplenamente.

De la Esclavitud a la Libertad, describe el pro-blema desde un punto de vista Bíblico. Esta presenta-ción, no es una disertación teológica difícil, se trata,mas bien una explicación práctica del tema. En pri-mer lugar, se describe lo que es la esclavitud en símisma, y en segundo lugar, se enseña el camino queconduce a la verdadera libertad.

Los que han experimentado el poder viviente de Dios–el evangelio de Jesucristo–saben ya que la oscuridadha sido desterrada de sus vidas, y que ha comenzadoun grandioso nuevo día. La libertad del pecado hadestituido la esclavitud y la desesperación. El creyenteha llegado a ser parte del cuerpo de Cristo, quien dis-fruta cada día de un feliz compañerismo con su Liber-tador, recientemente encontrado. Para los que experi-menten esto, esta transición señala la gran línea divi-soria de la vida. Nada volverá jamás a ser igual, porquetodo ha sido hecho nuevo, en verdad.

From Bondage to Freedom, Spanish edition