De fronteras. Fuerza bruta y ternura de Claudia Hernández.

Si Latinoamérica entera está al margen de la civilización occidental, al punto de dudar que forme parte de la misma, Centroamérica se encuentra al margen del mundo. Un país como México, que ha sido alguna vez considerado como parte de Centroamérica, se encuentra aún más informado de los problemas que aquejan a África Subsahariana o al Sureste Asiático y pocos hemos sabido de la guerra de los 12 años en el Salvador o del Estado dictatorial guatemalteco.

Esta discreción, además de los problemas inherentes de los países centroamericanos son un par de las posibles causas para el desconocimiento de la Literatura que se ha desarrollado y desarrolla en la regióni.

Pasemos a la literatura salvadoreña. En este caso también hay una falta inmensa e cuanto a su presencia en la literatura hispanoamericana. En este caso encontramos dos grandes ejemplos en Salvador Salazar Arrué (Salarrué) y, el poeta y activista, Roque Antonio Dalton García o Roque Dalton. El primero figura como un gran personaje de la narrativa criollista latinoamericana y el segundo como un autor comprometido de tremenda capacidad.

Quizás ya se pueda situar dentro de estos ejemplos didácticos de la literatura salvadoreña a Claudia Hernández. Ella es una escritora de cuentos que nació en 1975 en San Salvador. Ha cobrado una fama considerable, para un país que edita 22 libros de literatura al año, después de seis libros y un par de premios. En 1998 obtuvo el premio honorífico en el concurso “Juan Rulfo” de Radio Francia Internacional y en el 2004 obtuvo el premio “Anna Seghers” de Alemania.

Este último premio se otorgó por el libro que se llamaba “Mediodía de frontera” en su primera publicación y pasaría a “De fronteras. Si se tuvieran que tomar dos ideas generales de los cuentos de Claudia Hernández tendría que tomar las palabras que ella misma usa: “fuerza bruta y ternura”. El ejemplo que más resalta en esta descripción es el cuento “carretera sin buey”.

Otra palabra clave en la narrativa que nos presenta esta autora es “absurdo”. Pude comprobar que es una de las primeras impresiones para las personas que leen sus cuentos. Pero es sólo un absurdo que va en contra del pensamiento racional moderno, porque las narraciones guardan en sí una coherencia dentro del mundo creado por la autora. Si estamos dentro de este mundo de fuerza bruta y ternura todo es absolutamente coherente.

Tras lo anteriormente fijado, me atrevería a decir que Claudia Hernández está afiliada a la herencia de Kafka, con mundos propios que se parecen a la realidad pero tienen sus propias dinámicas que son completamente coherentes dentro de este mundo, aunque no lo sea para nosotros y cause extrañeza. También se podría situar en esta línea narrativa (en la que muchas veces está Juan José Arreola) por relatos que son válidos en su propio mundo y también como alegorías de verdades profundas de nuestro propio mundo. Como en el cuento “Fauna de alcantarilla” que tiene una validez en sí mismo como narración y también puede trascender a nuestro mundo mediante diversas interpretaciones, como el problema de la indigencia en las ciudades.

En estas narraciones la violencia se encuentra rondando constantemente como el fantasma que recorría Europa. La violencia es cruel sólo en contadas ocasiones. Se viste de empatía y causa ternura el dolor de las personas y esta empatía permanece incluso en los relatos más nauseabundos (Lluvia de trópico y Trampa para cucarachas #17) porque los personajes son muy humanos. También sería bueno agregar que hay matices surrealistas (invitación) que recuerdan, en tema, al Borges que se encuentra consigo mismo.

Las narraciones de Claudia Hernández, desde que son válidas como alegorías, muestran verdades desgarradoras del habitante urbano del Salvador, pero también del habitante urbano de casi todo el mundo: muertes repentinas, amputados con mascotas extrañas, arrepentimiento, convivir con el prójimo, migración en busca del trabajo y los hijos asesinados por alguien a quien nadie quiere conocer.

i Resaltando las grandes excepciones como Rubén Darío o Augusto Monterroso.