Davidson Andrew - La Gargola

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Andrew Davidson

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Die Liebe ist stark wie der Tod, hart wie die Hlle. Der Tod scheidet die Seele vom Leibe, die Liebe aber scheidet all Dinge von der Seele...

MEISTER ECKHART, deutscher Mystiker Predigt: wige Gerburt

* * *

El amor es tan fuerte como la muerte, tan duro como el Infierno La muerte separa el alma del cuerpo, pero el amor lo separa todo del alma.

MAESTRO ECKHART, mstico alemn Sermn: Nacimiento eterno

NDICECaptulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo Captulo I..................................................................4 II...............................................................19 III..............................................................38 IV.............................................................55 V..............................................................62 VI.............................................................80 VII.............................................................83 VIII............................................................89 IX.............................................................95 X..............................................................99 XI...........................................................104 XII...........................................................124 XIII..........................................................132 XIV.........................................................140 XV..........................................................152 XVI.........................................................160 XVII........................................................168 XVIII.......................................................176 XIX.........................................................182 XX..........................................................192 XXI.........................................................198 XXII........................................................212 XXIII.......................................................216 XXIV.......................................................221 XXV........................................................227 XXVI.......................................................237 XXVII......................................................246 XXVIII.....................................................256 XXIX.......................................................261 XXX........................................................285 XXXI.......................................................300 XXXII......................................................308 XXXIII.....................................................311

AGRADECIMIENTOS..................................................323 RESEA BIBLIOGRFICA...........................................324

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Captulo ITodos los accidentes emboscan a los desprevenidos, a veces con violencia, igual que el amor. Era Viernes Santo y el alba empezaba a disolver las estrellas. Por costumbre, me acariciaba la cicatriz del pecho mientras conduca. Los ojos me pesaban y se me nublaba la vista, nada extrao teniendo en cuenta que me haba pasado la noche inclinado sobre un espejo esnifando rayas de polvo blanco que parecan barrotes que encarcelaban mi rostro en una jaula de cristal. Crea que la droga afinara mis reflejos. Me equivocaba. A un lado de la sinuosa carretera haba un barranco profundo; al otro, un bosque oscuro. Trat de mantener los ojos pegados a la carretera pero tena la inquietante sensacin de que algo estaba a punto de abalanzarse sobre m desde los rboles, quiz una banda de mercenarios. As es como funciona la paranoia de las drogas, por supuesto. Mi corazn lata a martillazos y aferr el volante con ms fuerza, sintiendo que el sudor se me acumulaba en la base del cuello. Entre las piernas llevaba encajada una botella de bourbon, que intent coger para echar otro trago. Se me escurri y antes de caer al suelo del coche rebot sobre mi regazo, salpicando por todas partes. Me agach para recogerla antes de que se derramara el resto del contenido y cuando levant la vista me encontr con la visin, la ridcula visin, que lo empez todo. Vi un enjambre de flechas encendidas saliendo de los rboles directamente hacia mi coche. El instinto tom las riendas y di un volantazo para alejarme del bosque que ocultaba a mis invisibles agresores. No fue una buena idea, porque lanc mi coche contra la alambrada que me separaba del precipicio. Hubo un aullido de metal contra metal cuando la puerta del pasajero choc contra los tensos cables y una docena de golpes sordos cuando embest los sucesivos postes de madera, cada impacto como la descarga elctrica de un desfibrilador. Compens en exceso y me met en el carril contrario, casi chocando con una furgoneta. Para evitarla gir con demasiada fuerza el volante, lo que me llev de nuevo contra la valla. Los cables se rompieron y restallaron por todas partes, como tentculos letales de un pulpo arponeado. Uno de ellos agriet el parabrisas y recuerdo que pens que haba tenido suerte de que no me alcanzase mientras el coche se precipitaba convulsionndose en brazos del abismo. Hubo un breve instante de ingravidez: un punto de equilibrio entre aire y tierra, suelo y cielo. Qu extrao, pens, qu parecido al momento entre vigilia y sueo cuando todo es hermoso y surrealista y nada es corpreo. Qu parecido a flotar hacia la plenitud. Pero igual que ese perodo entre el mundo real y los sueos, este momento ms all del borde acab con una despiadada sacudida que me trajo de vuelta a la realidad. Un accidente de trfico parece durar una eternidad y siempre existe

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un punto en el que crees que puedes corregir el error. S, piensas, es verdad que me estoy despeando montaa abajo en un coche que pesa una tonelada y media. Es cierto que hay una cada de treinta metros hasta el fondo del barranco. Pero seguro que si giro el volante con fuerza hacia un lado, todo acabar bien. Una vez que has girado ese volante y descubierto que no arregla nada, te sobreviene un pensamiento, claro y puro: Oh, mierda. Durante un glorioso instante alcanzas el estado de bendito vaco que los filsofos orientales se pasan la vida buscando. Pero al alcanzar esa trascendencia tu mente se convierte en un superordenador capaz de calcular los giros del coche, multiplicarlos por la velocidad de la cada y el ngulo de descenso, aplicar al resultado las leyes de Newton sobre el movimiento y, en una dcima de segundo, llegar a la terrorfica conclusin de que esto va a doler mucho. Tu coche gana velocidad mientras desciende por el terrapln dando tumbos. Pronto se demuestra correcta tu hiptesis: es, desde luego, bastante doloroso. Tu cerebro cataloga las distintas sensaciones. Estn las vueltas de campana, el remolino de desorientacin y los chillidos de dolor del coche mientras practica su macabro yoga. Est el crujido del metal, presionando contra tus costillas. Luego est el malicioso olor del diablo, su tridente clavndosete en el culo y el sabor del azufre en la boca. El Cabrn est ah, claro, no lo dudes. Recuerdo el abrasador relmpago cuando los bajos del coche me cortaron todos los dedos del pie izquierdo. Recuerdo que la columna de direccin pas volando sobre mi hombro. Recuerdo la erupcin de cristales que me rode por completo. Cuando el coche se detuvo al fin, qued colgando boca abajo, sujetado por el cinturn. Oa el siseo de diversos gases escapando del motor y las ruedas todava dando vueltas afuera, arriba, y, al cesar las sacudidas, qued el crujido del metal del coche, aposentndose como una tortuga panza arriba. Justo cuando empezaba mi deriva a la inconsciencia, hubo una explosin. No una explosin como en las pelculas, sino una explosin pequea, de las de la vida real, como la ignicin de un desdichado horno de gas que le guarda rencor a su dueo. Un relmpago de llamas azules recorri el techo del coche, que haba quedado inclinado bajo mi cuerpo colgante. De mi nariz salt una gota de sangre que cay expectante entre las felices y jvenes llamas que haban cobrado vida debajo de m. Primero sent que mi cabello se quemaba, luego pude olerlo. Mi cuerpo empez a tostarse como si yo fuera un pedazo de carne en una barbacoa y escuch cmo mi piel rompa a hervir cuando las llamas empezaron a lamerla. No poda alcanzarme la cabeza para apagar mi cabello en llamas. Mis brazos no respondan. Imagino, querido lector, que habr tenido alguna experiencia con el calor. Quiz haya servido t hirviendo en un ngulo incorrecto y el vapor le haya subido por la manga; o, con el atrevimiento de la juventud, quiz sostuvo una cerilla entre los dedos tanto como pudo. Hay alguien que no haya llenado la baera de agua demasiado caliente y olvidado probar la temperatura antes de meter todo el pie? Si alguna vez le ha sucedido alguno de estos percances menores, quiero que imagine algo nuevo. Imagine ir a uno de los fogones de su cocina, digamos que es una cocina

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elctrica con fogones negros. No ponga un cazo con agua sobre el fogn, pues el agua se limita a absorber el calor y utilizarlo para hervir. Quiz asciendan del fogn pequeos hilillos de humo de algn residuo que haba quedado la ltima vez que cocin. De entre los aros negros surge un ligero tono violeta, y luego el fogn asume un tono prpura rojizo, como la zarzamora antes de madurar. De ah pasa al naranja y finalmente finalmente! a un rojo intenso y brillante. Es bonito, verdad? Ahora baje la cabeza hasta que sus ojos queden alineados con la superficie de la cocina y pueda ver a travs de las relucientes olas de aire ascendente. Piense en aquellas pelculas antiguas en las que el hroe otea a travs del desierto un inesperado oasis. Ahora quiero que pase suavemente las yemas de los dedos de la mano izquierda sobre la palma de la mano derecha, apreciando cmo la piel registra hasta el contacto ms ligero. Si fuera otra persona la que lo hiciera es posible que se excitase. Ahora, quiero que pose con fuerza esa mano sensible y receptiva sobre el fogn al rojo vivo. Y mantngala all. Mantngala all mientras el fogn le graba a fuego los nueve crculos de Dante directamente en la palma, permitindole tener a mano el Infierno para siempre. Deje que el calor marque la piel, los msculos, los tendones; deje que cale hasta el hueso. Espere hasta que la quemadura se meta tan dentro de usted que no sepa si jams ser capaz de apartarse de ese fogn. No pasar mucho hasta que le alcance la peste de su propia carne quemada, un hedor que se apoderar de los pelos de su nariz y se negar a marcharse. Oler cmo arde su cuerpo. Quiero que siga apretando la mano contra el fogn mientras cuenta lentamente hasta sesenta. Sin hacer trampas. Un Miss-is-sip-pi, dos Missis-sip-pi... Al llegar a sesenta Miss-is-sip-pi la mano se habr deshecho rodeando el fogn y se habr quedado fundida a l. Ahora librela de un tirn. Tengo otra tarea para usted: agchese, ponga la cabeza de lado y apoye la mejilla en el mismo fogn, apretando con fuerza. Le dejo escoger el lado de la cara que prefiera. De nuevo, aguante sesenta Mississippis, sin trampas. Le resultar prctico tener la oreja ah mismo para capturar los chasquidos, el crepitar y los borboteos de su carne. Puede que ahora se haga vagamente una idea de lo que sent inmovilizado en aquel coche, sin poder escapar de las llamas y lo bastante consciente como para disfrutar la experiencia hasta que entr en shock. Hubo unos pocos piadosos segundos en los que pude or, oler y pensar, seguir documentndolo todo, pero sin sentir nada. Por qu ya no me duele? Recuerdo que cerr los ojos y dese una oscuridad bella y completa. Recuerdo que pens que deb haberme hecho vegetariano. El coche se balance de nuevo y cay al riachuelo al borde del cual se haba detenido. Como si la tortuga hubiera podido ponerse de nuevo en pie y se hubiera arrastrado hasta la fuente de agua ms cercana. Este acontecimiento que el coche cayera al riachuelo me salv la vida al extinguir las llamas y refrescar mi carne recin asada.

* * *Todos los accidentes emboscan a los desprevenidos, a veces con

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violencia, igual que el amor. No s si empezar con mi accidente es lo mejor que poda haber hecho, pues ste es el primer libro que escribo. Lo cierto es que he empezado por el accidente porque quera captar su inters y engancharle a esta historia. Contina leyendo, as que parece que ha funcionado. Me estoy dando cuenta de que lo ms complicado de escribir no es el acto en s de construir frases, sino decidir qu es lo que vas a poner, y dnde, y qu lo que vas a dejar fuera. Dudo constantemente. Escog el accidente, pero poda haber empezado por cualquier otro punto de mis treinta y cinco aos de vida. Por qu no empezar diciendo Nac el ao 19__ en la ciudad de_______? Y es ms, por qu debo limitar el inicio al perodo de mi vida? Quiz debera empezar en Nremberg a principios del siglo XIII, donde una mujer con el desafortunadsimo nombre de Adelheit Rotter se retir de una vida que consideraba pecaminosa para convertirse en una beguina mujeres que, aunque no formaban parte oficialmente de la Iglesia, llevaban una vida de pobreza en imitacin de Cristo. Con el tiempo, Rotter atrajo a una legin de seguidoras y en 1240 se mud a una granja de vacas en Engelschalksdorf, cerca de Swinach, donde un benefactor llamado Ulrich II von Knigstein les permiti instalarse a cambio de que trabajaran all. Erigieron un edificio en 1243 y, al ao siguiente, lo convirtieron en un monasterio y eligieron a la primera priora. Ulrich muri sin heredero varn y leg todas sus posesiones a las beguinas. A cambio exigi que el monasterio ofreciera un lugar donde enterrar a sus parientes y que se rezara, para siempre, por la familia Knigstein. En una muestra de buen juicio orden que el nombre del lugar pasara a ser Engelthal, o Valle de los ngeles, en lugar de Swinach, Lugar de los cerdos. Pero fue la ltima provisin del testamento de Ulrich la que tendra un impacto mayor en mi vida: dispuso que en el monasterio se creara un scriptorium.

* * *Ojos abiertos a un relampagueante torbellino de rojo y azul. Un estruendo de voces y ruidos. Una vara de metal atraviesa el costado del coche y abre un boquete. Uniformes. Dios, estoy en el Infierno y aqu llevan uniformes. Un hombre grita. Otro dice con voz tranquilizadora: Vamos a sacarle de ah. No se preocupe. Lleva una placa. Todo va a salir bien, promete a travs de su bigote. Cmo se llama? No me acuerdo. Otro enfermero grita a alguien que no puedo ver. Al verme, retrocede asqueado. Es as como se supone que debe reaccionar? Oscuridad. Abro los ojos. Estoy atado a una camilla. Una voz: Tres, dos, uno, arriba. El cielo se abalanza sobre m y luego se aleja. Dentro, dice la voz. Cuando la camilla encaja en su sitio suena un chasquido metlico. Un atad, por qu no tiene tapa? Demasiada antisepsia para ser el Infierno y de verdad es posible que el techo del Cielo sea de metal gris? Oscuridad.

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Abro los ojos. De nuevo ingrvido. Caronte viste una tela azul mezcla de polister y algodn. Una sirena de ambulancia rebota sobre un Aqueronte de asfalto. Han insertado una va en mi cuerpo por todas partes?. Estoy cubierto por una capa de gel. Humedad, humedad. Oscuridad. Abro los ojos. Las ruedas suenan como las de un carrito de supermercado sobre cemento. La maldita voz dice Vamos!. El cielo se burla de m y pasa de largo, luego un techo de yeso blanco. Unas puertas dobles se abren. Quirfano 4! Oscuridad. Abro los ojos. Fauces abiertas de una serpiente, embistindome, riendo, hablando: ESTOY LLEGANDO La serpiente trata de tragarse mi cabeza. No, no una serpiente: una mscara de oxgeno. Y NO PUEDES HACER NADA PARA IMPEDIRLO. Caigo hacia atrs en una oscuridad de mscara de gas. Los ojos se despejan. Las manos arden, los pies arden, fuego por todas partes aunque estoy en medio de una ventisca. Un bosque alemn con un ro cerca. Una mujer en la cresta de una colina con una ballesta. Siento como si me hubieran atravesado el corazn. Lo oigo sisear al rendirse. Intento hablar pero slo emito un graznido y una enfermera me dice que descanse, que todo va bien, que todo va bien. Oscuridad. Una voz flota sobre m. Duerma. Slo duerma.

* * *Despus del accidente me hinch como un frankfurt recin asado. Mi piel se quebr para dar paso al desbordamiento de mi carne. Los doctores, con sus hambrientos escalpelos, aceleraron el proceso con unas pocas incisiones rpidas. El procedimiento se llama escarotoma y permite que el tejido inflamado se expanda. Es como si el ser secreto que llevas dentro se rebelase y finalmente se abriera camino hasta la superficie. Los doctores creyeron que al abrirme empezaban a curarme pero, de hecho, slo liberaron al monstruo: una cosa hecha de carne dilatada y supurante. Mientras que una quemadura leve produce una ampolla llena de lquido, quemaduras como las mas provocan una severa deshidratacin. En mis primeras veinticuatro horas en el hospital, los mdicos me administraron veintisiete litros de lquido isotnico para contrarrestar la prdida de fluidos corporales. El lquido supuraba por todo mi cuerpo casi tan rpido como me lo inyectaban, de modo que me convert en algo similar a un desierto durante una repentina inundacin. Este intercambio demasiado rpido de fluidos provoc un desequilibrio en la qumica de mi cuerpo y el esfuerzo por estabilizarme hizo tambalearse a mi sistema inmunolgico, un problema que se agravara en las semanas siguientes, durante las cuales el mayor peligro era la muerte por una infeccin sptica. Una simple infeccin se puede llevar por delante rpidamente incluso a un quemado que haya

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evolucionado bien durante bastante tiempo tras su accidente. Precisamente cuando ms falta hacen, las defensas del cuerpo apenas funcionan. Mi exterior arrasado estaba recubierto por una capa sanguinolenta de tejidos carbonizados que se denomina escara, el Hiroshima del cuerpo. Igual que no se puede llamar edificio a un montn de bloques de cemento destrozados despus de que haya detonado la bomba, despus del accidente no se poda llamar piel a mi capa externa. Todo yo era un estado de emergencia y sobre mis restos sembraban in de plata y crema de sulfadiazina. Sobre ello tendieron vendajes, que descansaban sobre la devastacin. Yo no me enter de nada de esto, me lo contaron luego los mdicos. En aquel momento yo yaca comatoso con una mquina midiendo el tenue metrnomo de mi corazn. Me administraban fluidos, electrolitos, antibiticos y morfina a travs de una serie de tubos (sonda intravenosa, sonda de yeyunostoma, sonda endotraqueal, sonda nasogstrica, sonda vesical, en verdad tena un tubo para cada ocasin!). Una manta aislante mantena mi cuerpo lo bastante caliente como para sobrevivir, un respirador me daba aliento y me hicieron tantas transfusiones de sangre que hasta Keith Richards se hubiera quedado asombrado. Los mdicos se deshicieron de mi yermo exterior desbridndome, rascando la carne quemada. Trajeron tanques de nitrgeno lquido que contenan piel de cadveres recin cosechada. Las lminas se descongelaban en baldes de agua y luego se disponan ordenadamente sobre mi espalda y se fijaban con unas grapas. As, como si fueran poniendo parches de csped nuevo en las reas problemticas de los patios traseros de sus residencias veraniegas, me envolvieron en piel de muertos. Aunque limpiaban mi cuerpo constantemente, rechazaba esas lminas de necro-carne; nunca he sido un buen jugador de equipo. Tras cada rechazo, me cubran de nuevo con ms piel de cadveres. Yo yaca, llevando piel de difuntos como armadura contra la muerte.

* * *Los primeros seis aos de mi vida. Mi padre se march antes de que yo naciera. Evidentemente era un charlatn encantador, rpido con la polla y todava ms rpido para marcharse. Mi madre, abandonada por ese annimo Lothario 1, muri en el parto mientras yo vena al mundo deslizndome sobre un torrente de sangre. La enfermera que sostena mi grasiento cuerpo de recin nacido resbal en un charco de esa sangre cuando sala de la sala de partos, o eso me dijeron. La primera vez que mi abuela me vio yo estaba en brazos de una enfermera con un uniforme blanco manchado de rojo como si fuera una prueba del test de Rorschach. Tampoco a m me fue bien en el parto. Nunca me contaron exactamente qu sucedi, pero por algn motivo me abrieron el cuerpo desde el estmago hasta el pecho, dejndome una larga cicatriz, quiz obra de algn escalpelo errante mientras trataban de salvar a mi madre.1 Personaje de The Fair Penitent, obra de teatro de Thomas Rove. Se utiliza como sinnimo de mujeriego. (N. de la T.)

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Simplemente no lo s. Al crecer yo la cicatriz mantuvo el mismo tamao hasta que al final se convirti en una marca de slo unos pocos centmetros centrada en la parte izquierda de mi pecho, donde un romntico dibujara el corazn. Viv con mi abuela hasta los seis aos. Era obvio que me guardaba rencor porque me consideraba la causa de la muerte de su hija. No creo que fuera mala persona, sino ms bien que nunca esper sobrevivir a su hija ni verse cargada, a esas alturas de su vida, con el cuidado de otro nio. Mi abuela no me peg, me aliment bien y se encarg de que me pusieran todas las vacunas necesarias. Simplemente, yo no le gustaba. Muri durante uno de aquellos escasos das en que estbamos divirtindonos juntos, mientras me empujaba en los columpios. Sub hacia el cielo y estir las piernas hacia el sol. Volv hacia la tierra esperando que me atrapara, pero pas junto a su cuerpo doblado. Cuando al caer hacia adelante pas de nuevo junto a ella, se haba derrumbado y se sostena con los codos apoyados en el suelo. Luego cay de cara sobre el barro del patio. Corr hasta una casa cercana para alertar a los adultos y luego esper en los columpios hasta que, demasiado tarde, lleg la ambulancia. Cuando los enfermeros la levantaron, los corpulentos brazos de mi abuela colgaban como las alas de un murcilago muerto.

* * *Desde el momento en que entr en el hospital dej de ser una persona y me convert en un historial. Despus de pesarme, los mdicos sacaron la calculadora para introducir la extensin de mis quemaduras y calcular las posibilidades que tena de sobrevivir. No eran muchas. Cmo lo hicieron? Como en cualquier cuento de hadas que se precie, hay una frmula mgica, que en este caso se llamaba la regla de los nueves. El porcentaje de quemaduras se determina y marca sobre un diagrama que se parece a un mapa vud del cuerpo humano, dividido en secciones basadas en mltiplos de nueve. Los brazos cuentan como el 9 % de la superficie total del cuerpo; la cabeza tambin es un 9 %; cada pierna es un 18 %, y el torso, por delante y por la espalda, vale un 36 %. Por eso se llama la regla de los nueves. Por supuesto, hay otros factores que influyen al valorar una quemadura. La edad, por ejemplo, los muy ancianos y muy jvenes tienen menos posibilidades de sobrevivir, pero si los jvenes sobreviven, tienen una capacidad de regeneracin mucho mayor. Bueno, as que tienen eso a favor. Est bien. Tambin se debe considerar el tipo de quemadura: escaldaduras producidas por lquidos hirviendo, quemaduras elctricas producidas por cables o quemaduras qumicas, sean por cido o alcalinos. De toda la carta, yo slo ped las quemaduras termales, las producidas por llamas. Qu, puede que se pregunte, es lo que le pasa a la carne viva puesta al fuego? Las clulas estn formadas bsicamente por lquido, que puede hervir y hacer explotar las paredes de la clula. Eso no es bueno. Un segundo escenario es que las protenas de las clulas se cocinen, igual que un huevo en una sartn, mudando su contenido de un lquido ligero a

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algo viscoso y blanco. Si sucede esto ltimo, se detiene toda actividad metablica en la clula. As que aunque el calor no fuera suficiente para matar a la clula, la prdida de la habilidad de absorber oxgeno asegura que el tejido muera pronto. As que la eleccin est entre una capitulacin lenta y una inmolacin rpida.

* * *Desaparecida la abuela, fui a vivir con Debi y Dwayne Michael Grace, unos tos mos, la quintaesencia de la escoria, para los que supuse una molestia desde el momento en que aparec. Lo que s que les gustaba, sin embargo, eran los cheques que el gobierno enviaba para mi manutencin. Con ellos podan seguir comprando drogas con ms facilidad. En mi poca con los desgraciados Grace nos mudamos de un parque de caravanas a otro hasta que encontraron una fiesta que no cesaba en toda la noche y que se convirti en un festival de metaanfetaminas que dur tres aos. Estaban muy por delante de su tiempo: el cristal no era ni mucho menos tan popular en aquellos das como lo es hoy. Si no encontraban pipa en que fumarlo utilizaban una bombilla vaciada. A veces necesitaban tantas que vivamos en la ms completa oscuridad. Las drogas, sin embargo, parecan no faltar nunca. Los Grace, sonriendo como pianos rotos, le daban hasta el ltimo cntimo que tenan al camello. Uno de nuestros vecinos cambi el uso de su hija, unos pocos aos ms joven que yo, por su equivalente en drogas. En caso de que se lo pregunten, el valor en la calle de una nia de ocho aos es de 35 dlares o, al menos, se era cuando yo era nio. Cuando a la madre se le ponan ojos de salvaje y le empezaba el mono, la nia vena a llorar de miedo a mi pequea habitacin, anticipando otra inminente venta. Lo ltimo que supe de la madre es que se desintoxic, se libr de la adiccin y encontr a Dios. Lo ltimo que supe de la nia (ahora adulta) es que es una embarazada adicta a la herona. La mayor parte de mi infancia no fue agradable, pero nunca me subastaron sexualmente para que mis tutores pudieran chutarse. Sin embargo, eso no debera ser lo mejor que un hombre puede decir de su infancia. La nica forma de sobrevivir en aquel mundo de mierda era imaginar mundos mejores, as que lea cuanto caa en mis manos. Al principio de mi adolescencia pasaba tantas horas en la biblioteca que las bibliotecarias me traan bocadillos. Guardo un recuerdo feliz de aquellas mujeres, que me recomendaban libros y luego hablaban conmigo durante horas sobre lo que haba aprendido. Mi naturaleza compulsiva ya se revel antes de que descubriera el deseo por las drogas que ocupara mi vida adulta. Mi primera, y ms duradera, adiccin fue siempre el estudio obsesivo de cualquier materia que despertara mi curiosidad. Aunque nunca me interes mucho la escuela no fue porque creyera que la educacin no era importante. Ni mucho menos: mi problema era que la escuela interfera siempre en cuestiones mucho ms fascinantes. Los cursos estaban diseados para transmitir informacin prctica pero, como aprehenda tan rpido los conceptos bsicos de cada tema, perda

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pronto el inters. Me distraan los conocimientos esotricos que aparecan, por ejemplo, en una nota a pie de pgina de un libro o en el comentario casual de un profesor. Por ejemplo: si mi profesor de geometra mencionaba algo sobre que Galileo dio clases sobre la estructura fsica del Infierno, se me haca imposible mantener el inters cuando continuaba hablando de los lados de un paralelogramo. Me saltaba las tres clases siguientes para ir a la biblioteca y leer todo lo que poda sobre Galileo y luego, cuando volva a la escuela, en el examen de matemticas no haba ninguna pregunta sobre la Inquisicin y me suspendan. Conservo esta pasin por el aprendizaje autodidacta, como debera ser evidente despus de la descripcin que he hecho del tratamiento de las quemaduras. El tema tiene tal importancia personal para m que me resultara imposible no aprender tanto como pudiera sobre l. Y no basta con eso: la investigacin sobre el monasterio de Engelthal, por razones que tambin se harn evidentes, tambin me ha ocupado muchas horas. Aunque es cierto que fuera de la biblioteca he llevado una mala vida, dentro de ella siempre me he dedicado al conocimiento como un santo a su Biblia.

* * *Las quemaduras, segn he aprendido, se evalan tambin segn cuantas capas de la piel estn daadas. Las quemaduras superficiales (de primer grado) slo afectan a la epidermis, la capa superior. Las quemaduras de espesor parcial (segundo grado) afectan a la epidermis y a la segunda capa de la piel, la dermis. Las quemaduras profundas de espesor parcial son quemaduras de segundo grado especialmente graves. Y luego estn las quemaduras de espesor total (tercer grado), que afectan a todas las capas de la piel y dejan cicatrices permanentes. Casos graves como el mo habitualmente presentan una mezcla de tipos de quemaduras porque no hay nadie girando el asador para asegurarse de que la pieza se cocine igual por todas partes. Por ejemplo, mi mano derecha est completamente intacta. Sufri quemaduras superficiales y el nico tratamiento que requiri fue una locin de manos que se puede comprar en cualquier farmacia. Mis quemaduras de segundo grado estn localizadas principalmente en las piernas por debajo de la rodilla y alrededor de mis nalgas. La piel se arrug como las pginas de un manuscrito al fuego y tard unos meses en curarse. Hoy la piel no est perfecta pero, diablos, tampoco est tan mal. Todava me noto el culo al sentarme. Las quemaduras de tercer grado son como el filete que tu viejo se olvid en la barbacoa cuando se emborrach. Estas quemaduras destruyen: el tejido al que afectan no se cura. La cicatriz es blanca o negra o roja; es una herida seca y dura, siempre sin vello porque los folculos se han asado. Por extrao que parezca las quemaduras de tercer grado son en algn sentido mejor que las de segundo grado: no duelen nada, porque las terminaciones nerviosas de la zona estn todas fritas. Las quemaduras en las manos, cabeza, cuello, pecho, orejas, cara, pies y regin del perineo son especialmente delicadas. stas son las zonas que tienen porcentajes ms altos en la regla de los nueves; un centmetro

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de cabeza quemada gana a un centmetro de espalda quemada. Por desgracia, stas son las zonas donde se concentran mis quemaduras de tercer grado, as que al tirar los dados me sali un dos. Hay cierto debate en la comunidad mdica sobre si realmente existen las quemaduras de cuarto grado, pero los que avivan esa disputa son un grupo de mdicos con buena salud que se renen en algn saln de conferencias y discuten sobre semntica. Si se acepta esa nomenclatura, las quemaduras de cuarto grado son las que se abren paso hasta huesos y tendones. Yo tambin tuve de stas. Por si no bastara que los bajos del coche me cortaran los dedos del pie izquierdo, estas llamadas quemaduras de cuarto grado se llevaron tres dedos de mi pie derecho y un dedo y medio de la mano izquierda. Y ojal sas fueran todas las partes de mi cuerpo que consumieron. Recordar que me derram bourbon sobre los pantalones momentos antes del accidente, de modo que difcilmente pude escoger un momento peor. En efecto, mi regazo estaba empapado con una substancia acelerante que hizo que esa rea ardiera todava ms fuerte. Mi pene era como una vela que emerga de mi cuerpo y como tal ardi, dejndome slo una mecha calcinada donde antes estuvo el tronco. Era insalvable y me lo extirparon poco despus de mi ingreso utilizando un procedimiento conocido como penectoma. Cuando pregunt qu se haba hecho con los restos de mi masculinidad, la enfermera me inform de que eran deshechos mdicos y como tales se haban tirado. Como si quisiera animarme, me explic que los mdicos haban conseguido salvar mis testculos y escroto. Supongo que quitrmelo todo les debi parecer excesivo.

* * *Los Grace murieron en una explosin de un laboratorio de metaanfetaminas nueve aos despus de que yo llegara a su caravana. No me sorprendi: a alguien le parece buena idea que drogadictos cocinen sus propias drogas en un espacio cerrado con ingredientes que incluyen combustible, disolvente de pintura y alcohol puro? No me entristec particularmente. El da del funeral fui a hablar con las bibliotecarias sobre la biografa de Galileo Galilei que estaba leyendo pues, de hecho, mi profesor de geometra s despert mi inters por el cientfico. Cualquier estudiante puede contarle que a Galileo lo persigui la Inquisicin, pero la verdadera historia de su vida es algo ms compleja. Nunca pretendi ser un mal catlico y cuando le ordenaron dejar de ensear la idea del universo heliocntrico, Galileo obedeci durante muchos aos. Su hija Virginia entr en un convento bajo el adorable nombre de hermana Maria Celeste, mientras que su otra hija, Livia, tambin tom los hbitos bajo el igualmente extraterrestre apelativo de hermana Arcangela. En todo esto hay algo poticamente adecuado porque aunque su nombre se usa hoy como ejemplo de la ciencia oprimida por la religin en la vida de Galileo se hermanaron la religin y la ciencia. Se dice que Tommasso Caccini, un joven sacerdote dominico que fue el primero en denunciar que Galileo apoyaba la teora copernicana, acab el

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sermn en que le acus con un versculo de los Hechos de los apstoles: Hombres de Galilea, por qu miris hacia el cielo? Lo que Caccini no sospechaba, sin embargo, es que cuando Galileo miraba al cielo haba las mismas posibilidades de que estuviera rezando que midiendo el movimiento de los astros. A los veinticuatro aos de edad Galileo present su candidatura a profesor en la universidad pronunciando dos clases sobre la fsica del Inferno de Dante. La mayora de los pensadores modernos consideraran esa clase maravillosamente caprichosa, pero en tiempos de Galileo el estudio de la cosmografa de Dante era un tema candente. (No fue casualidad que las clases las pronunciara en la Academia de Florencia, la ciudad natal del poeta.) Aquellas conferencias tuvieron un xito enorme y ayudaron a Galileo a hacerse con el puesto de profesor de matemticas en la Universidad de Pisa. No fue hasta ms adelante cuando Galileo comprendi que la postura que haba defendido en aquellas clases era incorrecta y que su punto de vista de que la estructura cnica del Infierno era indiferente a su escala es decir, que poda aumentar de tamao sin perder integridad ni consistencia no era cierto. Si el Infierno realmente exista en el interior de la Tierra, la inmensidad de tal oquedad provocara que su techo (la corteza terrestre) se hundiera a menos que las paredes del Infierno fueran mucho ms anchas de lo que haba imaginado originalmente. As que Galileo se puso a trabajar en la naturaleza de las escalas y, en la ltima parte de su vida, public sus descubrimientos en su Dilogo sobre dos nuevas ciencias, un libro cuyos principios contribuyeron a crear la fsica moderna, una ciencia que existe gracias, en parte, a que Galileo se dio cuenta de que haba cometido un error en su aplicacin de las leyes de la naturaleza a un lugar sobrenatural. Pero si el Infierno fuera un lugar real, estoy casi seguro de que Debi y Dwayne Michael Grace estaran all ahora.

* * *Permanec inconsciente casi siete semanas, envuelto en mi saco de dormir de carne muerta. Fue la conmocin lo que produjo el coma, pero luego los doctores decidieron alargarlo mediante medicamentos para facilitar mi curacin. No tuve que lidiar conscientemente con el colapso de mi sistema circulatorio ni preocuparme de los daos renales. No me enter de que mis intestinos se cerraron. No supe nada de las lceras que me hacan vomitar sangre ni de cmo las enfermeras tenan que esforzarse para que no me asfixiara mientras eso suceda. No me inquiet por las infecciones que podan producirse tras cada ciruga de emergencia o injerto de piel. No me notificaron que mis folculos capilares estaban calcinados ni que mis glndulas sudorferas estaban destruidas. No estuve despierto cuando succionaron el holln de mis pulmones, un tratamiento que, por cierto, recibe el nombre de limpieza pulmonar. Por si mis amputaciones no fueran bastante, tena la pierna derecha rota por varias partes. Despus de estabilizarme, me operaron para reconstruir mi fmur destrozado y mi maltrecha rodilla. Mis cuerdas

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vocales sufrieron graves daos a consecuencia de la inhalacin de humo y se me realiz una traqueotoma para que mi laringe pudiera curarse sin la irritacin que producira un tubo presionndola. Mantenerme con vida era ms importante que una voz bonita o poder caminar sin cojera. Durante el coma no se pudo evitar que se me atrofiaran los msculos. Por un lado estaba mi inmovilidad y por otro que, con grandes porciones de piel erradicadas, mi cuerpo se alimentaba de s mismo. Consuma las protenas que tena a mano y gastaba una cantidad enorme de energa slo esforzndose por mantener una temperatura constante. La manta aislante no bastaba, as que mi cuerpo dej de llevar sangre a las extremidades. Lo que le preocupa al cuerpo es el centro, y a las afueras que les den. Literalmente, me convert en un parsito de m mismo. Dej de producir orina y me volv txico. Conforme mi cuerpo se contraa, mi corazn se expanda, no por amor, sino por estrs. Estaba cubierto de gusanos, un tratamiento que se haba usado con frecuencia en el pasado y que recientemente ha vuelto a ponerse de moda entre los mdicos. Los bichos se coman la carne con necrosis, engordando con mis ruinas, y dejaban la carne viva intacta. Los doctores me cosieron los prpados para protegerme los ojos y si alguien se hubiera molestado en ponerme una moneda sobre cada uno el cuadro habra quedado completo.

* * *Slo conservo un recuerdo feliz de mi poca con los Grace: feliz, aunque marcado por un suceso de lo ms curioso. La exhibicin area se celebr un da caluroso de mediados de agosto en un aerdromo cercano. Los aviones no me interesaban, pero s los paracaidistas acrobticos, con sus paracadas abiertos a los cielos y las estelas de humo de colores que dejaban tras de s. La cada del cielo a la tierra, un picado como el de Hefesto amortiguado solamente por flameantes ondulaciones de seda, me pareca un milagro. Los paracaidistas tiraban de sus palancas mgicas dando vueltas alrededor de enormes dianas dibujadas sobre el suelo, acertando siempre su objetivo justo en el centro. Fue lo ms asombroso que haba visto nunca. En un momento dado, una mujer asitica se puso detrs de m. La sent antes de verla; era como si mi piel se hubiera sobresaltado por su mera presencia. Cuando me di la vuelta, all estaba, en pie con su pequea sonrisa. Yo era joven y no tena ni idea de si era china, japonesa o vietnamita; slo que su piel y ojos eran orientales y que apenas era tan alta como yo, que slo tena diez aos. Llevaba un hbito oscuro de un tejido sencillo que me hizo pensar que deba pertenecer a alguna orden religiosa. Su vestimenta estaba totalmente fuera de lo normal, pero nadie le prestaba atencin, e iba completamente rapada. Quera concentrarme en los paracaidistas, pero no pude. No con ella tras de m. Pasaron unos instantes durante los que intent no volver a mirarla, pero no pude contenerme. Todos los dems tenan la cara vuelta hacia el cielo, pero ella me estaba mirando directamente a m. Qu es lo que quieres? mi voz fue firme. Simplemente quera una respuesta. Continu sonriendo y no dijo nada. No puedes hablar?

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pregunt. Neg con la cabeza y me entreg una nota. Dud antes de aceptar el papel. Deca: No te has preguntado nunca de dnde viene realmente tu cicatriz? Cuando levant la vista de la nota, la mujer haba desaparecido. Todo lo que vi fue la multitud mirando al cielo. Volv a leer la nota, pues no poda creer que conociera mi imperfeccin. Estaba en el pecho, oculta bajo mi camisa, y yo estaba seguro de que no haba visto a aquella mujer en mi vida. Pero incluso en el improbable caso de que hubiera olvidado un encuentro anterior con una pequea mujer asitica vestida con un hbito, era imposible que le hubiera enseado mi cicatriz. Empec a moverme entre la gente, buscando algn rastro de la joven un hbito escurrindose entre la masa, un cogote rapado pero no vi nada. Me guard la nota en el bolsillo, aunque la saqu unas cuantas veces durante el da para asegurarme de que era real. Dwayne Michael Grace debi sentirse especialmente generoso, porque me compr algodn de azcar en un quiosco. Luego Debi me abraz, casi como si furamos una familia. Despus del espectculo asistimos a una bonita exhibicin de lmparas de papel flotando en un ro cercano, un espectculo bastante bonito, diferente a todo lo que haba visto. Cuando llegamos a casa, bastante tarde, la nota haba desaparecido de mi bolsillo a pesar de que haba sido extremadamente cuidadoso.

* * *Durante el coma, so sin parar. Las imgenes se superponan unas a otras, compitiendo por la pista central del circo. So con una granjera que calentaba el agua de una baera. So con la sangre del tero de mi madre. So con los brazos flcidos de mi moribunda abuela empujndome hacia el cielo azul. So con templos budistas a orillas de ros fros y rpidos. So con la nia a la que sus padres vendieron por drogas. So con el macabro horno que fue mi coche. So con un drakar vikingo. So con el yunque de un herrero. So con las manos de un escultor tallando furiosamente la piedra. So con flechas gneas cayendo desde el cielo, so con una lluvia de fuego. So con cristal explotando por todas partes. So con un ngel que deliraba sumergido en agua helada. Pero sobre todo so con grgolas esperando nacer.

* * *Fue despus del incidente en el aerdromo cuando acariciarme la cicatriz de nacimiento de mi pecho se convirti en un hbito. Nunca me daba cuenta de que lo estaba haciendo, pero otros s. Dwayne lo odiaba y me quitaba la mano del pecho de una palmada y me gritaba deja de hacer el idiota. Luego se iba a fumar ms droga, lo que haca difcil tomarse su admonicin en serio.

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Cuando Dwayne y Debi murieron perd los ltimos parientes que me quedaban por parte de madre, al menos; por parte de padre nunca hubo ms que un interrogante. Me colocaron en un centro de acogida de menores llamado La casa de la Segunda Oportunidad que hizo que me preguntara cundo me haban dado la primera. Fue en Segunda Oportunidad donde recib la mayor parte de mi educacin patrocinada por el gobierno. Fui a las clases del instituto de forma regular, a pesar de que parecan aburridas, y aprend los rudimentos de las matemticas y la ciencia. Todas mis horas en la biblioteca no fueron en vano. Mucho antes de que nadie tratara de ensearme nada, yo ya haba aprendido a aprender. Con la ayuda de otros chicos de Segunda Oportunidad pronto descubr toda una serie de drogas con las que experimentar. Aunque no me gustaba el cristal me intrigaban la marihuana y el hachs. De hecho, mi to y mi ta ya me haban animado a probar esas substancias pues, incapaces de comprender que alguien pudiera sobrevivir sin ayuda qumica, trataban de protegerme de las drogas ms fuertes ofrecindome las blandas. Descubr un tercer pasatiempo con el que complementar las bibliotecas y los narcticos: el milagro de la gimnasia de cama. Empec intercambiando mamadas con mi nuevo mejor amigo, Eddie. Es lo tpico de los adolescentes: uno le dice al otro que no se atreve a chuparla y cuando lo hace le llama marica. La noche siguiente, lo mismo. Me gust el sexo, pero la homosexualidad no era lo mo, de modo que pronto pas a algunas de las residentes femeninas. En particular a una chica llamada Chastity, que ignoraba por completo el significado de su nombre. Ignoraba, de hecho, muchas cosas. La primera vez que oy la expresin sexo oral pens que tena que ver con el odo. Sexo sonoro, supongo que pens. Para cuando cumpl los diecisiete ya haba pasado a satisfacer mi curiosidad sexual con una de las tutoras. Ser funcionaria del gobierno tena algunas ventajas. Sarah era un caso de libro de adulta con problemas: una alcohlica de treinta y tantos con un marido infiel y una crisis de los cuarenta temprana. Yo le daba consuelo y emocin y ella me daba sexo. No iba mal que mi belleza, que hasta entonces se haba limitado a una bonita cara rolliza, hubiera florecido. En mis pmulos se haban formado ngulos marcados, se me haba rizado el pelo con gracia y mi cuerpo se haba musculado elegantemente. Cuando, a los dieciocho, lleg el momento de licenciarme, haba adquirido dos habilidades. Una era fumar drogas, la otra follarme a mi tutora. Necesitaba que una de las dos me sirviera para conseguir techo y comida. No pareca que consumir drogas fuera un trabajo bien pagado, pero s result fcil encontrar un empleo posando desnudo por cincuenta dlares, pues en el mundo sobran hombres de mediana edad dispuestos a pagar a jvenes para que se desnuden en sus salas de estar. Yo no haca ningn juicio moral sobre ello: estaba demasiado ocupado calculando cuntas hamburguesas podra comprarme con cincuenta dlares. De ah pas a cobrar ciento cincuenta dlares por fotografas que incluyeran actividad sexual y puesto que ya ests posando para las fotos era de sentido comn duplicar o triplicar las ganancias actuando en vdeos.

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Adems, quin no quiere ser una estrella de cine? Cada rodaje llevaba, como mximo, un par de das y la mayor parte de las veces slo unas pocas horas. Y, de una forma tan simple como sta, empez mi carrera en el porno. Era mucho dinero para un chaval de dieciocho aos sin ninguna otra habilidad.

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Captulo IIObserv la luz esparcirse por el interior de mis prpados y me despert con la serpiente remontando lentamente mi columna vertebral, tragndosela con sus mandbulas desencajadas. Oa el flic flic flic de su lengua siseando ESTOY LLEGANDO Y NO PUEDES HACER NADA PARA IMPEDIRLO. La voz era femenina por eso s que era hembra y acariciaba con la lengua cada una de las vrtebras conforme buscaba el camino hacia la cima de mi columna. Cuando lleg, lami la cavidad de la base del crneo y luego se retorci unas cuantas veces para hacerme saber que haba anidado ah. Sus escamas hacan que me escocieran los rganos y cuando mova la cola me golpeaba el hgado. Yaca sobre un colchn de aire que reduca las rozaduras y facilitaba la curacin; los vendajes ondeaban ligeramente con el aire ascendente. A cada lado de la cama haba una barandilla, pintada de blanco como huesos lavados con leja, para evitar que me cayera o intentara levantarme. A esa cama la llamaba la tripa del esqueleto y yo yaca entre el viento que pasaba entre sus costillas, mientras sus mismos huesos impedan que me marchase a otro cementerio. Para cuando me despert me haban retirado el respirador pero todava tena tantos tubos salindome del cuerpo que pareca un acerico con forma de mueco. Estos tubos daban vueltas a mi alrededor, por todas partes, y pens en Minos presidiendo la entrada del Infierno, dirigiendo a los pecadores a su destino final envolvindolos con su cola. Cada vuelta de la cola era un crculo inferior en el Infierno. As que cont mis adorables tubos, por simple curiosidad: a qu profundidad iba a enviarme el pavoroso examinador de culpas y pecados?

* * *La enfermera pareci alegrarse de encontrarme despierto. La doctora Edwards modific su medicacin para sacarle del coma. Voy a llamarla. Intent hablar pero era como si alguien me hubiera metido a presin una botella de Coca-Cola por la garganta y luego la hubiera hecho estallar en pedazos; donde antes estaban mis cuerdas vocales senta los trozos de vidrio. La enfermera me pidi silencio con un gesto y contest las preguntas que saba que le habra hecho si hubiera podido. Estaba en un hospital, en la unidad de quemados, me dijo. Haba sufrido un accidente. Haba tenido mucha suerte. Los mdicos haban trabajado muy duro en mi caso. Etctera, etctera, etctera. Al fin pude obligarme a farfullar: Cunto... tiempo? Casi dos meses. Me concedi una sonrisa compasiva y dio media vuelta sobre sus talones para ir a buscar a la doctora.

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Examin las costillas del esqueleto. En unos pocos lugares la pintura blanca brillante haba sido rascada por dedos inquietos. Por supuesto, haban vuelto a pintar encima, pero todava se podan ver las hendiduras. Mis pensamientos empezaron a vagar a lo largo de las capas de pintura. Cada cunto pintan estas camas? Las pintan para cada paciente nuevo? Para cada seis, cada doce? Cuntos han yacido aqu antes que yo? Quise llorar pero el fuego haba sellado mis conductos lacrimales.

* * *No tena mucho ms que hacer que perder y recuperar la conciencia. La morfina caa gota a gota y la serpiente habitaba cada centmetro de mi columna, lacerando la base de mi crneo con su diablica lengua. Gota a gota goteaban las medicinas, siseando hablaba la serpiente. Los sibilantes sermones de la serpiente que discursaba sobre el estado de mi espritu pecador no cesaban. En el recibidor retumbaban y resonaban las pisadas de mil personas que venan a presentar sus respetos a los moribundos. Las habitaciones reverberaban con el ruido de los culebrones. Familias angustiadas susurraban sobre lo peor que poda pasar. No poda comprender la gravedad de mi situacin y me preguntaba cosas como cundo podra volver a trabajar en mi productora o cunto me costara la estancia en el hospital. Todava no haba comprendido que era posible que no pudiera volver a trabajar nunca y que la estancia iba a costarme todo lo que tena. Fue durante las semanas siguientes, conforme los doctores fueron explicndome los horripilantes detalles de lo que le haba sucedido y le iba a suceder a mi cuerpo, cuando empec a entender cmo estaban las cosas. La inflamacin de mi cuerpo haba bajado y mi cabeza se haba encogido hasta recobrar unas proporciones casi humanas. Al acariciarlo con la mano sana, senta que mi rostro haba quedado rugoso. Me mantenan elevadas las piernas, atadas a unos soportes, y estaba envuelto en vendajes ajustados que me restringan los movimientos para que no pudiera rascarme los injertos. Mir el naufragio que era mi pierna derecha y vi un asombroso nmero de agujas clavadas en mi carne. A los quemados no pueden ponerles escayolas de fibra de vidrio son demasiado irritantes, as que crecan de m araas mecnicas. Haba tres enfermeras principales en el pabelln de quemados: Connie, Maddy y Beth. No slo se encargaban de los tratamientos fsicos sino que tambin proporcionaban discursos para que no decayera mi nimo, dicindome que ellas crean en m, de modo que yo tambin deba creer en m mismo. Estoy seguro de que Connie se crea la basura que me soltaba, pero senta que Maddy y Beth eran ms como verduleras que le decan Que tenga un buen da al cliente. Cada una haca un turno de ocho horas, juntas cubran todo el da. Beth trabajaba por las tardes y era responsable de mi masaje diario, estirando suavemente de mis articulaciones y masajendome los msculos. Incluso esas modestas manipulaciones me provocaban un dolor intenso que se abra paso a travs de toda la morfina. Si no hacemos esto la piel se tensar y no podrs mover las articulaciones en absoluto. Lo hemos estado haciendo todo el tiempo

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mientras estabas en coma. Sus explicaciones no hacan que doliera menos. Es importante cuidar las contracturas. Si pudieras verte los dedos de los pies que te quedan podras ver las tablillas que llevan. Puedes empujar contra mi mano? Trat de empujar, pero no not si lo haba logrado o no. La sensacin o, mejor dicho, la falta de sensaciones era simplemente demasiado confusa. Ya no poda determinar dnde terminaba mi cuerpo. La doctora Nan Edwards, mi mdico principal y directora del pabelln de quemados, me explic que me haba operado regularmente durante mi coma, extirpando la piel daada y envolvindome en injertos. Adems de los injertos alognicos (de piel de cadveres humanos), me haba hecho autoinjertos utilizando piel de reas no daadas de mi cuerpo, e injertos xenognicos, de piel de cerdo. Uno no puede evitar preguntarse si musulmanes o judos reciban el mismo tratamiento. Lo cierto es que ha sido muy peligroso, pues tena daos muy graves en los pulmones. Tuvimos que subir constantemente el nivel de oxgeno de su respirador, lo que nunca es buena seal dijo la doctora Edwards. Pero lo logr. Debe de esperarle algo muy bueno en el futuro. Qu idiota. Yo no haba luchado por mi vida. No me haba dado cuenta de que estaba en coma y ciertamente no haba hecho el menor esfuerzo para salir de l. Ni una sola vez cuando estaba en la oscuridad tuve la ocurrencia de que tena que volver al mundo. La doctora Edwards dijo: Si no hubiera sido por los avances en el tratamiento a quemados que se hicieron durante la guerra de Vietnam... Dej de hablar, como si fuera mejor que yo terminara la frase y comprendiera lo afortunado que era de vivir en la poca en que viva. Cmo me hubiera gustado haber recuperado mi voz. Le hubiera dicho que ojal todo aquello me hubiera sucedido en el siglo XIV, cuando no hubiera habido la menor esperanza de que sobreviviera.

* * *Empec mi carrera como actor porno especializndome en sexo heterosexual con varias mujeres en un corto perodo de tiempo sin perder nunca la ereccin. Pero, por favor, no me imagine como una persona unidimensional; como artista, siempre andaba en busca de nuevos desafos. A base de concienzudos ensayos aument mi cartera de prestaciones, que acab incluyendo cunniligus, beso negro, tros, cuartetos y dems orgas. La homosexualidad no era lo mo, aunque siempre admir a los hombres que podan penetrar en cualquier direccin. No me interesaba particularmente el sadomasoquismo aunque s que hice algunas pelculas con ligeros motivos de bondage. No estaba dispuesto a participar en ninguna pelcula que promoviera inclinaciones pedfilas, que me parecen espantosas, aunque debo confesar que Humbert Humbert me hace rer. Me abstena estrictamente de la escatologa, pues en ningn recodo de mi psique albergaba el deseo de cagar sobre alguien y mucho menos de que se cagasen sobre m. Y si se quiere decir que soy un esnob por no participar en pelculas que impliquen sexo con animales, pues bien,

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soy un esnob.

* * *Yaca en mi cama, intensamente consciente de mi respiracin. En comparacin con cmo respiraba antes del accidente era tan... qu palabra la describe mejor? Trabajosa no acaba de explicarlo. Opresiva es mejor y es lo ms que puedo acercarme a definirla. Mi opresiva respiracin se deba en parte a los daos que haba sufrido en el rostro, en parte a los tubos que bajaban por mi garganta y en parte a mi mscara de vendajes. A veces imaginaba que el aire tema entrar en mi cuerpo. Mir bajo los vendajes de mi cuerpo, curioso por saber qu quedaba de m. La marca de nacimiento que llevaba toda mi vida sobre mi corazn ya no estaba sola. De hecho, me cost encontrarla, pues se camuflaba a la perfeccin en el caos nudoso en que se haba convertido mi pecho. Cada da una procesin de enfermeras, doctores y terapeutas entraban en mi habitacin para obsequiarme con sus ungentos y pomadas y masajear el paisaje rojo Pompeya de mi piel. Los estiramientos pasivos me decan son muy importantes. Los estiramientos pasivos, pensaba yo, son un infierno. Llamaba al timbre de las enfermeras constantemente, suplicndoles ms morfina para saciar a la serpiente, slo para or cmo me contestaban que todava no tocaba. Exiga, mendigaba, negociaba y lloraba; ellas insistan que las jodan que hacan lo que era mejor para m. Demasiada medicacin impedira que mis rganos funcionasen correctamente. Demasiada medicacin me creara adiccin. Demasiada medicacin hara que, de alguna manera, las cosas fueran a peor. Dentro de m viva una serpiente. Yo estaba encerrado en el costillar de un esqueleto. La guerra de Vietnam, por lo visto, haba tenido lugar para m. Haba perdido dedos de manos y pies y haca poco que me haban dicho que aunque los mdicos podan llevar a cabo una faloplastia para reconstruir mi pene sacando tejido de un brazo o una pierna, nunca ms volvera a tener una ereccin. Cmo exactamente, me preguntaba yo, puede ms morfina empeorar las cosas?

* * *Cuando las enfermeras se cansaron de mis splicas por ms droga, me dijeron que me enviaban un psiquiatra. La bata azul que llevaba sobre la ropa, para proteccin de los pacientes quemados, le iba justa y poda or cmo rozaba contra sus pantalones de pana cuando caminaba. Tena una calva cupular, luca una perilla mal cuidada para tratar de ocultar su mentn partido y sus mejillas sonrosadas delataban que obtena todos sus alimentos de mquinas expendedoras. Su equivalente en el reino animal hubiera sido una ardilla listada con un problema glandular. Extendi la zarpa como si fuera mi nuevo mejor amigo. Soy Gregor Hnatiuk. No, gracias. Gregor sonri de oreja a oreja.

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No me vas a dar ni una oportunidad? Le dije que escribiera lo que quisiera en la hoja de evaluacin y que fingiramos que yo me haba esforzado. En condiciones normales me hubiera divertido un rato con l le hubiera dicho que me haban dado el pecho durante demasiado tiempo y echaba de menos a mi madre, o que haba sido abducido por extraterrestres pero mi garganta no soportaba el esfuerzo de pronunciar tantas palabras seguidas. Aun as, consegu transmitirle que no tena el menor inters en ningn tratamiento que pudiera ofrecerme. Gregor se sent y se coloc la carpeta como un estudiante que trata de ocultar una ereccin. Me asegur que slo quera ayudarme y luego us los dedos para entrecomillar el hecho de que no estaba all para meterse en mi cabeza. De nio, los abusones del barrio deban de pegarle todos los das. Consegu pronunciar unas palabras definitivas: Ms calmantes. Me dijo que no poda drmelos, as que le dije que se fuera. Me dijo que no tena que hablar si no quera, pero que me enseara algunos mtodos de visualizacin creativa para enfrentarme al dolor. Me tom al pie de la letra su sugerencia y visualic creativamente que se marchaba. Cierra los ojos y piensa en un lugar al que quieras ir dijo. Ese lugar puede ser un recuerdo o un destino al que quieras viajar en el futuro. Cualquier lugar que te haga feliz. Dios mo.

* * *La doctora Edwards me advirti que la primera vez que estuviera consciente durante una sesin de desbridamiento el dolor sera tan intenso que la morfina no podra aliviarlo, ni siquiera aumentando la dosis. Lo nico que o fue aumento de dosis y, aunque nadie pudo verla bajo los vendajes, una sonrisa asom a mi rostro. La droga extra empez a hacer efecto poco antes de que me movieran y estaba flotando en un viaje perfecto cuando o acercarse por el pasillo los pasos cortos de la doctora, calzada con zapatos cmodos. La doctora Edwards era, en todos los sentidos, normal. Ni guapa ni fea, poda arreglarse la cara para estar adecuadamente agradable, pero rara vez se molestaba en hacerlo. Podra haberle dado ms volumen a su pelo si se lo hubiera cepillado cada maana, pero sola limitarse a recogrselo por detrs; quiz por motivos prcticos, pues es poco recomendable que un mechn suelto caiga sobre la herida de un quemado. Tena un ligero sobrepeso y, puestos a adivinar, uno dira que haba llegado a un punto en que simplemente se haba cansado de contar caloras. Pareca como si se hubiera crecido en su normalidad y la hubiera aceptado, o quiz haba decidido que, al trabajar entre supervivientes de quemaduras, demasiada atencin a su apariencia podra considerarse un insulto. La doctora Edwards hizo un gesto al ordenanza que haba trado consigo, un tiarrn rubio cuyos msculos se tensaron cuando se estir para alcanzarme. Juntos me trasladaron de mi cama a una camilla. Chill como un cerdo atrapado, aprendiendo en un instante lo mucho que mi

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cuerpo se haba acomodado a la inmovilidad. La unidad de quemados suele estar en el ala ms remota de un hospital porque las vctimas son tan susceptibles a infecciones que deben mantenerse alejadas de los dems pacientes. Ms importante todava, quiz, es que esa ubicacin minimiza el riesgo de que un visitante se tope con un humano hecho al horno. No pude evitar darme cuenta de que la sala de desbridamiento era la habitacin ms remota de aquella remota ala. Para cuando la sesin hubo terminado, comprend que era para que los dems pacientes de quemados no oyeran los gritos. El ordenanza me estir en una mesa de acero inclinada sobre la que flua agua tibia en la que haba medicinas mezcladas para equilibrar la qumica de mi cuerpo. La doctora Edwards me retir los vendajes y dej al descubierto la sangrienta pulpa que era mi cuerpo. Uno a uno, los fue dejando caer en un cubo de metal. El golpe que hacan al caer resonaba en toda la habitacin. Al limpiarme, haba asco en la curvatura de los extremos de sus labios y tristeza en las yemas de sus dedos. El agua que flua empez a teirse de rosa. Luego rosa oscuro, rojo claro, rojo oscuro. El agua sucia se arremolinaba alrededor de mis pedazos de carne, que parecan las entraas de un pez descartadas por un pescadero. Y todo eso fue slo el preludio. El desbridamiento es el desguace de una persona, el cortar tanto como puede soportarse. Tcnicamente, consiste en la extirpacin del tejido muerto o contaminado de una herida de modo que ese espacio pueda ser ocupado por piel sana. El trmino procede del sustantivo francs debridement. Es sencillo deducir su etimologa: la extirpacin del tejido contaminado del cuerpo la eliminacin de la materia que lo constrie evoca la imagen de quitarle la brida a un caballo, pues la brida en s es una constriccin. La persona desbridada debe ser liberada de aquello que la contamina, por as decirlo. Los daos afectaban a un rea tan grande de mi piel que extirpar el tejido putrefacto significaba ms o menos rascarlo todo. Mi sangre salpicaba a la doctora Edwards, dejando latigazos de rojo en la pechera de su bata mientras ella usaba un aparato afilado para cortar la dermis de mi cuerpo de forma similar a como un pelador de vegetales le quita la piel a una verdura. La doctora Edwards hizo... no, eso es demasiado formal. La situacin cre entre nosotros ms intimidad que la que existe entre amantes ms crueles, as que por qu no llamarla por su nombre? Nan hizo largas y profundas pasadas por mi espalda. Yo oa el ruido de la cuchilla al deslizarse por mi cuerpo, cortando la piel. La nica forma que Nan tena de saber si haba alcanzado tejido sano era llegar a cortarlo. Si yo gritaba de dolor, es que haba escarbado lo bastante hondo como para encontrar terminales nerviosos activos. Como Blake escribi en El matrimonio del Cielo y el Infierno: Nunca sabes cunto es suficiente hasta que sabes cunto es ms que suficiente. Nan depositaba las finas capas de mi carne en el mismo cubo de metal en el que haba tirado mis vendajes sucios. Era como verme desaparecer a m mismo, el tejido de mi existencia recortado unos pocos milmetros cada vez. El dolor, mezclado con la morfina, haca que aparecieran en mi mente las imgenes ms curiosas: el senador Joe

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McCarthy gritando Antes muerto que rojo; un carpintero montando las cruces en las que se clavara a los crucificados; una diseccin en la clase de biologa con escalpelos de octavo abriendo estmagos de ranas. Una vez acabado de desbridar haba que cubrir las partes de mi cuerpo expuestas con injertos, fueran de cadver o de cerdo. Nunca me import demasiado porque mi cuerpo los rechazaba todos por igual. Era de esperar, pues se supona que no deban ser permanentes. Se ponan slo para evitar infecciones. Durante mi estancia en el hospital me arrancaron la piel a tiras una y otra vez. En muchos sentidos el desbridamiento es ms sobrecogedor que las quemaduras originales porque, a diferencia del accidente, saba cundo iba a suceder. Desde la tripa del esqueleto tema cada futuro corte de la hoja y lo anticipaba cientos de veces en mi imaginacin. El dispensador de morfina era autorregulable para darme el control, me dijeron y yo apretaba el botn con furia. Pero haba un bloqueo al llegar a cierta cantidad mxima de modo que no poda administrarme una sobredosis: vaya control ms miserable.

* * *A los veintitrs aos haba actuado en ms de cien pelculas porno de diversa calidad. La mayora de las primeras eran primitivas, pero hay unas cuantas, de los ltimos aos, que considero sinceramente buenos trabajos. La pornografa es como cualquier otra carrera profesional: empiezas con empresas pequeas pero, conforme mejora tu currculo, vas ascendiendo. Al principio trabajaba con directores que eran poco ms que amateurs pero, de todas formas, tambin yo lo era, pues no haba comprendido todava que el sexo, cinematogrfico o no, no era simplemente taladrar hasta el orgasmo. Aprend el sexo igual que todo el mundo: practicando. Por una vez las bibliotecas no me sirvieron de nada. La prctica, no la teora, me ense que un actor que llega demasiado pronto al clmax decepciona al espectador y tambin que no se puede follar indefinidamente sin hacerse aburrido, de modo que haba que alcanzar un punto de equilibrio. Igualmente aprend que no hay ningn conjunto de maniobras estndar y que los ajustes necesarios slo se pueden realizar de forma adecuada si se atiende a las rdenes del otro cuerpo. No quiero fanfarronear, pero el aumento de mi destreza fue admirable. Otros se dieron cuenta: creci la demanda de mis servicios, mis directores tenan mejor reputacin, las mujeres con las que trabajaba ms talento y se me pagaba ms. Mi fama, por mis actuaciones y mi dedicacin, se extendi entre los consumidores y entre la gente de la industria. Al final ya no me satisfaca trabajar slo a un lado de la cmara y ped responsabilidades en la produccin. Los equipos, siempre desbordados de trabajo, me recibieron con los brazos abiertos; yo les ayudaba colocando las luces y preguntaba a los cmaras cmo saban dnde iban a caer las sombras. Observaba cmo los directores preparaban la escena y, llegados a este punto, ya haba actuado bastantes veces como para ofrecer de vez

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en cuando alguna buena sugerencia. Si el productor tena problemas una actriz cancelaba su aparicin en el ltimo momento o se rompa una cmara, yo tena tantos amigos dentro de la industria que habitualmente poda solucionarlo con unas pocas llamadas. No pas mucho tiempo antes de que asumiera tambin el papel de guionista, al menos hasta el punto donde uno puede decir que una pelcula porno tiene guin. El guionista puede detallar una situacin pero, cuando llega el momento de la accin, lo nico que puede hacer es insertar aqu escena de sexo. Cada actriz hace una serie de cosas distintas: algunas se niegan a practicar sexo anal, otras rechazan escenas lesbianas, y as infinitas variables, y puesto que nunca sabes seguro qu actriz va a hacer qu escena, no se puede entrar en detalles. La decisin final se toma siempre en el rodaje. A pesar de una adiccin a las drogas tan fuerte que mosquitos blancos gigantes venan a hacerme visitas a primera hora de la maana, no era un joven desprovisto de inteligencia. Era consciente de las ventajas financieras del porno no importaba cmo fuera la economa, siempre haba mercado pero haba mucho ms. Me gustaba escribir y actuar y consideraba mi trabajo como una manera de satisfacer mis impulsos artsticos tanto, o ms, que como un mero acto de comercio. Despus de dirigir unas pocas pelculas, deduje que donde haba dinero de verdad no era en actuar en pelculas de otros, sino en conseguir que otros actuaran en mis pelculas. As que fund mi propia productora siendo todava relativamente joven y me convert en un ejecutivo de xito del mundo del cine con ingresos substanciosos. He descubierto que a veces es mejor presentarme as que como porngrafo.

* * *Naturalmente, yo no era la nica vctima de la unidad de quemados. Otros sufridores iban y venan. Algunos terminaron su tratamiento y se marcharon. Otros murieron. Un ejemplo: una paciente era Thrse, una nia preciosa con cabello rubio y ojos color zafiro. A simple vista no se dira que Thrse hubiera sufrido quemaduras, pues los daos que haba padecido eran internos. Thrse haba tenido una reaccin alrgica no muy diferente a un incendio qumico en sus pulmones a los antibiticos que le recetaron para aliviar sus ataques de asma. O cmo un mdico se lo explicaba a un interno: Fue como si hubiera inspirado una enorme dosis de agente naranja. La madre de Thrse, vestida con una bata verde oscuro que la identificaba como visitante, trajo muchos ramos enormes de flores artificiales. (Las flores de verdad, portadoras de docenas de bacterias, podran causarnos la muerte.) La madre era muy devota y no paraba de decirle a la nia que todo lo que ocurra en la Tierra era parte del Gran Plan de Dios. No podemos saber por qu suceden las cosas, slo que Dios tiene un plan para cada uno de nosotros. Sus razones son siempre justas, aunque a veces no podamos comprenderlas. Personalmente, creo que es una mala idea decirle a una nia de siete aos que el fantstico plan de Dios consiste en incinerarle los pulmones.

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Howard era otro paciente del pabelln. Se quem mucho antes de que yo llegara, en un incendio en su casa cuando su abuela, enferma de Alzheimer, se durmi con un cigarrillo entre los dedos. Ella no sobrevivi, pero l s, y ahora trabajaba diligentemente en todos los aspectos de su rehabilitacin. Utilizaba los andadores, levantaba diligentemente sus pequeas pesas y caminaba diez pasos un da y doce al da siguiente. Cada avance le haca resplandecer y me deca constantemente que iba a poder con esto y a recuperar su vida. Estas proclamaciones se intensificaron despus de que su prometida le informara de que ya no tena intencin de casarse con l. Cuando le dieron el alta, su familia en pleno y una docena de amigos (entre ellos la ex prometida) vinieron a la unidad a celebrarlo. Trajeron pastel y todos le comentaron el buen aspecto que tena y lo orgullosos que estaban de l. Howard dijo que aqul era el primer da del resto de su vida. Todo fue un puto espectculo, incluso la forma en que recogieron y empaquetaron sus cosas. Howard se acerc a mi cama y me cogi la mano buena. Ya te dije que podra con esto. Te lo dije. T tambin lo vas a lograr! Me hizo un guio para intentar animarme pero, debido a que la piel se haba contrado alrededor de sus ojos, me hizo pensar en una mosca esforzndose por salir de la taza de un vter. Cuando sali de la sala, con su madre y su padre flanquendolo, no se volvi para echar un ltimo vistazo al pabelln de quemados que haba sido su hogar durante tantos meses; era obvio que estaba decidido a no mirar nunca atrs. Es, supongo, una historia reconfortante del triunfo de una persona: determinacin, el amor de la familia y los amigos y una actitud positiva! Pero, de verdad, a quin quera engaar? Su ex prometida se haba ido con toda la razn: quin iba (poda) amar a un orco? Volvera alguna vez a hacer el amor? Iba a ir por la vida cogido de la mano de sus padres para no perder el equilibrio como si tuviera perpetuamente dos aos? Qu tipo de victoria, me pregunto, hay en eso? Howard se haba esforzado mucho ms de lo que yo tena intencin de hacer. Le oa hablar sobre cmo iba a mejorar. Escuch cmo todo el mundo le deca que tena muy buen aspecto cuando, de hecho, pareca el tipo de monstruo ante el que cualquier persona cuerda cambia de acera para rehuirlo. Quise gritar cuando me cogi la mano, porque no quera ni que me tocara. Me daba asco, esa cosa, mi hermano. Lo cierto es que mi reaccin tuvo poco que ver con l; surgi al darme cuenta de que no importa lo que hiciera, nunca volvera a ser el mismo. Poda hacer los ejercicios cada da, poda someterme a cientos de operaciones quirrgicas y, aun as, seguira siendo una pstula humana. No existe cura para lo que yo soy. Eso es lo que yo saqu del gran logro de Howard. Eso es lo que comprend mientras yaca en la tripa del esqueleto con la serpiente tragndose mi columna. L ES COMO T, sibil el reptil, PERO SU ALMA ES MEJOR. Lo peor de todo fue comprender que incluso si hubiera podido volver a ser lo que fui antes del accidente, qu hubiera ganado con ello? S, haba sido guapo. S, tena dinero y una carrera pero (seamos sinceros) era un porngrafo adicto a la cocana. Me dijeron que mis amigos, que haban redo mis chistes cuando comparta con ellos mi droga al borde de

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mi piscina, vinieron a visitarme mientras estaba en coma, pero todos me miraron durante menos de un minuto antes de marcharse y no volver jams. Una ojeada bast para convencerles de que mis das de esnifar cucharas haban terminado para siempre. Cuando despert, la nica de mis antiguas amistades que se esforz de verdad fue Candee Kisses, una joven muy dulce que haba acabado en la pornografa slo porque el universo no es justo. A los diecisiete se cans de que su padrastro la violase y estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para escapar de l. Y lo hizo. Debera haber vivido en una granja en alguna parte, casarse con un tipo trabajador llamado Paul o Bill y ganarse la vida sin tener que chupar pollas frente a una cmara. Candee vino unas cuantas veces. Me traa pequeos regalos y trataba de animarme dicindome que tena mucha suerte de seguir vivo, pero la mayor parte del tiempo la pasaba llorando. Quiz era mi aspecto la causa de sus lgrimas, pero creo que lo ms probable es que llorara por su propia vida. Despus de tres visitas le hice jurar que no volvera. Cumpli su promesa y no regres. Lo ms curioso es que a pesar de que la conoca desde haca ms de cinco aos, habamos mantenido relaciones sexuales y me haba contado historias sobre su padrastro, nunca supe su verdadero nombre. Quiz hay algunas cosas que es mejor dejar atrs cuando empiezas una nueva vida. Cuando Howard y sus padres desaparecieron por la puerta del pabelln de quemados, perd el poco autocontrol que me quedaba. Mi pecho se convulsion con la furia y la autocompasin que ascendieron desde mis entraas como un vmito. Mi garganta destrozada haca que respirase en largos y agudos jadeos. Entonces Thrse, la nia, se acerc a m. Para ella fue un esfuerzo increble y doloroso. Oa crujir sus pulmones cada vez que respiraba. Lleg exhausta junto a mi cama. Se encaram junto a m y me cogi la mano. No mi mano sana, sino mi destrozada mano izquierda a la que le faltaban dedo y medio, y la sostuvo como si fuese normal. El dolor que me caus el contacto fue intenso, pero aun as lo agradec. En mi desesperacin, le implor que se fuese y me dejase solo. No me contest. Mi pecho segua convulsionndose sin control. Es que no ves lo que soy? S respondi. Eres igual que yo. Sus grandes ojos azules, que brillaban a travs del dolor, no se apartaron ni un momento de mi rostro destrozado. Vete orden. Dijo que necesitaba descansar un poco antes de regresar a su cama, y aadi: Eres bello a ojos de Dios, sabes? Ella cerr lo ojos y observ su rostro mientras el agotamiento la arrastraba al sueo. Entonces mis propios ojos se cerraron un momento. Las enfermeras me despertaron. Thrse segua en mi cama, todava prendida de mi mano, sin respirar. Slo se tarda un instante.

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De acuerdo, lo admito: intent el mtodo de visualizacin creativa que me propuso Gregor. Reduje el ritmo de mi respiracin y me concentr en sentir el peso de mi cuerpo, empezando por los dos dedos de los pies que me quedaban: peso, peso. Luego mis pies, luego los tobillos. A continuacin fij mis pensamientos en mis pesadas pantorrillas, mis pesadas rodillas y mis pesados muslos. Segu hacia arriba, el torso, el pecho, el cuello, la cabeza... concentrndome en mi respiracin: inspirar, expirar, inspirar, expirar, constante, relajado... Aqu fue cuando empec a pensar en vaginas. Supongo que era natural, pues haba estado dentro de cientos de ellas. Hay hombres que querran hacerte creer que todas las mujeres son iguales, pero obviamente esos hombres no han estado con muchas. Cada vagina tiene su textura propia, su profundidad y humedad caractersticas: cada una tiene personalidad propia. Eso es un hecho. Yo era muy bueno en el sexo. Era una aficin, adems de una profesin. Fuera del horario laboral mi pasin era encontrar mujeres que fueran todo lo contrario de aquellas con las que haba rodado. Si trabajase en un restaurante francs, le apetecera comer caracoles en su da libre? Difcilmente. Saldra a tomar algo en el bar de la esquina. Si trabajase en una productora de televisin, acabara el da en casa leyendo libros. Y como un follador profesional de muecas de silicona, disfrutaba probando otros tipos de mujer. Con palabras bien escogidas, que sin ser sinceras pronunciaba como si lo fuesen, pude crear los sueos ms majestuosos y los futuros ms idlicos. Con el don de la elocuencia me regal 1001 mujeres, desde Scherezade hasta Selma la Sucia. El acto sexual frente a la cmara produce poca satisfaccin porque te rodea el equipo de rodaje, el cheque ya est en el correo y, con todo eso, dnde queda el romanticismo? Pero la sensacin de seducir de conquistar mujeres que no estaban en el mercado es una cosa totalmente distinta. La satisfaccin estaba en las amas de casa, policas y secretarias. Editoras. Granjeras. Atletas, pescaderas, jardineras, escritoras feministas, profesionales de lucha libre, artistas, camareras, cajeras de banco, catequistas, diseadoras de moda y funcionarias. Tu madre, tu hermana, tu novia. Deca cualquier cosa para poseer a una mujer, aunque slo fuera durante una hora. Fing ser de izquierdas, de derechas, tener inquietudes artsticas, ser muy macho, ser sensible, dominador, tmido, rico, pobre, catlico, musulmn (slo una vez), estar a favor del aborto, estar en contra, homfobo, homosexual (un anzuelo para mujeres heterosexuales que quisieran rescatarme), cnico, brutalmente optimista, un monje budista y un ministro luterano. Lo que fuera necesario segn la situacin. Recuerdo a una mujer llamada Michelle. El sexo con ella fue lo ms cerca que he llegado nunca a la perfeccin. Era una camarera con un poco de barriga que ola ligeramente a huevos fritos y salsa y tena una cicatriz de apendicitis. Vi cmo discuta a gritos con su marido fuera de su cafetera barata. El marido se march y ella se sent en un banco del parque, decidida a no llorar. Me acerqu a ella y empezamos a hablar. Pronto estaba rindose y al poco fuimos a mi casa. Tomamos un poco de cocana y nos remos un poco ms y luego empezamos a golpearnos

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juguetonamente los hombros. Cuando empezamos a follar, al principio haba cierta urgencia y luego la sorpresa de lo bueno que fue y luego gemidos. Empez a rerse de nuevo, yo la segu, y luego empez a llorar. Llor hasta el final del sexo, no de pena, sino de alivio. Dur horas. Pareca que caminramos al borde de un precipicio con los nervios a flor de piel. Me cont todo lo que haba pasado (y no pasado) en su cama durante su matrimonio. Me dijo que tema no haber amado nunca a su marido. Me cont que fantaseaba con la hermana de su marido y que se tocaba en pblico cuando crea aunque no estaba segura que nadie la miraba, y me dijo que robaba cosas pequeas de la tienda de la esquina porque eso la pona caliente. Me cont que crea en Dios y que le gustaba pensar que la miraba cuando haca todas esas cosas. Le dije que era una chica muy ocupada. No dejamos de follar en ningn momento y yo tambin acab llorando ante lo descarnado del asunto. Mi piel no volver nunca a funcionar de ese modo, a ser tan consciente de otra persona que ignore dnde acaba ella y empiezo yo. Nunca ms. Nunca ms mi piel podr comunicarse de una manera tan perfecta; al perder mi piel en el fuego, perd tambin la oportunidad de hacerla desaparecer junto a otra persona. En general estoy contento de haber conocido ese tipo de conexin fsica, aunque slo fuera una vez, pero ciertamente me hubiera gustado que fuera con alguien a quien hubiera vuelto a ver. Quiz mis muchas aventuras sexuales eran perversas. Pero quiz no. Por favor, considere que ofrec un consuelo notable a muchas mujeres que lo necesitaban. Qu importa si Lola Lo-quesea crea que yo era un pintor incomprendido recin divorciado? Su marido prefera beber cerveza con sus amigos a llevarla a bailar, as que probablemente le fue la mar de bien follarse a un extrao. La clave de todo el asunto era mi capacidad para adaptarme inmediatamente a la forma requerida por la fantasa de la mujer. Conseguirlo, descodificar a una persona de modo que puedas ofrecerle lo que quiere y necesita es un arte y yo era un artista del sexo. Las mujeres no queran mi yo real y tampoco queran amor. Queran una aventura carnal breve, que llevaban tiempo calentando en el roco de sus muslos, revelando en sus reuniones de grupos de lectura. Yo era slo un cuerpo un cuerpo de singular belleza, adems con el que podan hacer realidad sus ms profundos deseos. sta es la verdad: todos deseamos conquistar a la guapa, porque con ello afirmamos nuestra vala. Hablando en nombre de los hombres del mundo, queremos poseer la belleza de las mujeres que nos tiramos. Queremos agarrar con fuerza esa belleza entre nuestros avariciosos dedos para poseerla autntica y verdaderamente, para hacerla nuestra. Queremos hacerlo mientras la mujer alcanza un orgasmo deslumbrante. Eso es la perfeccin. Y aunque no puedo hablar en nombre de las mujeres, imagino que ellas lo admitan o no quieren lo mismo: poseer al hombre, ser dueas de su belleza curtida, aunque sea slo durante unos pocos segundos. Despus de todo, en qu cambiaban las cosas mis engaos? No tena ni sida ni herpes y aunque es cierto que me he llevado mi parte de jeringazos en el culo, quin no se la ha llevado? Un poco de penicilina hace milagros. Reconozco tambin que es fcil recordar con cario los

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das de infecciones genitales menores despus de que te hayan extirpado el pene. Creo que la visualizacin creativa no es para m.

* * *Connie, del turno de la maana, era la ms joven, ms rubia y ms guapa de mis tres enfermeras y revisaba mis vendajes cuando me despertaba. En general era demasiado alegre para mi gusto, pero tena una sonrisa adorable con unos dientes ligersimamente torcidos y un Buenos das! siempre sincero. Cuando le pregunt una vez por qu era siempre tan condenadamente amable una frase difcil pero que consegu sacar de mi garganta, Connie me contest que no quera ser mala. El hecho de que ni siquiera pudiera imaginar por qu me haba tomado la molestia de hacerle esa pregunta rezumaba encanto. Siempre esforzndose por ser infaliblemente amable, rara vez empezaba su turno sin traerme algn pequeo regalo: una lata de refresco que sostena mientras yo sorba por una pajita o un artculo de peridico que lea en voz alta porque crea que poda interesarme. Beth, la ms vieja de las tres enfermeras por no pocos aos, me daba un masaje por la tarde. Era demasiado delgada y se lo tomaba todo demasiado en serio. Tena el pelo rizado, a veces un poco despeinado, pero al verla sabas que no iba a dejar nunca que se le escapase de las manos. Quiz fuera debido a que haba trabajado muchos aos en unidades de quemados, pero no daba pie a nada personal mientras trabajaba. Maddy, del turno nocturno, tena pinta de preferir estar en un bar tentando a algn miembro de una fraternidad universitaria. No necesariamente satisfacindolo, pero decididamente calentndole la bragueta. Incluso mientras nos atenda a nosotros, las vctimas de quemaduras, se aseguraba de mover las caderas sugestivamente bajo su falda blanca. Tena lo que siempre he llamado un culo lemming, es decir, un culo al que seguiras aunque saltase por un acantilado. Era una chica muy, muy mala y pas por mi cabeza que quiz se haba hecho enfermera para tener todo eso de chica mala en uniforme de enfermera trabajando a su favor. Una vez me pill mirndola y dijo: Eras un autntico bastardo antes del accidente, verdad? Fue ms una declaracin que una pregunta y no pareci enfadada, slo divertida.

* * *La madre de Thrse vino ms tarde esa semana a recoger los efectos personales de su hija. Me cont el funeral; al parecer el alcalde haba enviado un magnfico buqu de lirios y todo el mundo haba cantado plegarias con la voz elevada hacia el Cielo. Entonces perdi el hilo de lo que deca y mir con aoranza por la ventana hacia el parque que haba frente al edificio, del que llegaban voces de nios jugando a bisbol. De repente pareca doce aos ms vieja que el instante anterior y cuando se rompi el trance se sinti terriblemente azorada de que yo lo hubiera visto.

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Thr...? empez a preguntar. Tengo entendido que mi hija muri en su cama. Fue...? No respond. No sufri. Por qu vino... hacia usted? No lo s. Me dijo que Dios cree que soy bello. La madre asinti e intent ahogar un sollozo. Era una buena nia. Mereca tanto... La madre no pudo acabar la frase. Se dio la vuelta y cuanto ms trataba de permanecer impasible ms le temblaban los hombros. Cuando finalmente pudo volver a mirarme, dijo: El buen Dios nunca nos enva ms de lo que podemos resistir. Usted saldr adelante. Camin hacia la puerta, se detuvo a medio camino. No es ste un tizn sacado del fuego? se enderez. Se dice en Zacaras 3:2. El mundo es bueno. Entonces se puso las flores de plstico bajo el brazo y se march.

* * *Cualquiera que haya pasado un largo perodo en un hospital sabe que la nariz pierde su capacidad de discernir olores en la atmsfera de amoniaco. Durante una de las sesiones de desbridamiento, mientras Nan estaba rascando mi cuerpo, le pregunt: A qu huelo? Se sec el sudor de la frente con el reverso de su manga blanca y comprob que estaba decidiendo si me deca la verdad o intentaba contarme algo un poco ms agradable. Llegados a este punto la conoca bien: iba a escoger la verdad. Siempre lo haca. No tan mal como crees. Ese olor, es decir, tu olor, es mustio y viejo. Como una casa en la que no vive nadie y lleva demasiado tiempo con las ventanas cerradas. Despus sigui trabajando, rascando y remozando esta casa cuyo propietario haba abandonado. Me hubiera gustado decirle que no haca falta que se molestase, pero saba que Nan simplemente curvara hacia abajo los extremos de su boca y seguira trabajando.

* * *En un hospital, incapaz de valerte por ti mismo, los extraos te acosan: extraos que te desollan vivo; extraos que nunca te ponen el suficiente Eucerin como para calmar el picor; extraos que insisten en llamarte cari o querido a pesar de que lo ltimo que eres en este mundo es un cario o un querido; extraos que suponen que enlucir una sonrisa como un tablero de yeso sobre sus repugnantes caras va a animarte; extraos que te hablan como si tu cerebro estuviera ms frito que tu cuerpo; extraos que tratan de sentirse bien haciendo algo por los menos afortunados; extraos que lloran simplemente porque tienen ojos para ver, y extraos que quieren llorar y no pueden, y por eso tienen ms miedo de s mismos que de ti quemado. Cuando me cans de la televisin cont los agujeros del techo perforado. Los cont de nuevo para verificar el dato. Memoric el

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movimiento furtivo de las sombras que el sol poniente arrojaba contra las paredes. Aprend a saber si cada enfermera tena un buen o un mal da por el sonido de sus pasos. El aburrimiento era mi compaero de cama y se estaba quedando todas las sbanas. La serpiente segua siseando en la base de mi crneo, la muy zorra, ESTOY LLEGANDO. Yo estaba sobrecogido de blancura y atragantado de antisptico. Quera arrastrarme por mi uretra y ahogarme en mi propia orina. Por mal que fuera todo, empeor cuando Nan me explic que el da en que se me diera el alta para el que an faltaban muchos meses me pondran en un centro de rehabilitacin donde me prepararan para la reintegracin en la sociedad. Con el tiempo, me dijo, sera capaz de realizar por m mismo la mayora de las tareas y podra vivir solo. Diecisiete aos despus de haber salido de un albergue del gobierno me iban a meter en otro. Al menos, cuando era un nio sin un centavo, tena toda la vida por delante. A los treinta y cinco era una cerilla usada. As que escuch a los mdicos y asent con la cabeza cuando me explicaron las operaciones que me quedaban por delante, pero por lo que a m respecta podran haber estado hablando de mi inminente viaje a la ciudad secreta del fondo del mar. Firm los documentos de consentimiento y me deshice de mi casa y todas mis posesiones personales. El tratamiento de quemaduras como las mas costaba medio milln de dlares y sin mucho esfuerzo poda subir hasta ms de un milln. Me vino a ver mi abogado, incmodo en su bata. A diferencia de los dems visitantes, llev tambin una mascarilla; sera caritativo pensar que fue para protegerme, pero lo ms probable es que fuera su miedo paranoico a contagiarse de algo. En cualquier caso, me pareci apropiado: cada vez que miraba su rostro enmascarado pensaba en un ladrn que vena a atracarme. Dijo unas pocas palabras sobre lo mucho que senta mi accidente; entonces, acabadas las formalidades, se lanz a explicarme la grave situacin en que estaba mi productora. En su origen, el problema era que no estaba cumpliendo los contratos que me obligaban a surtir de contenidos nuevos a los clientes. Los rodajes se haban parado en cuanto no estuve all para dirigir la empresa, pero los contratos de entrega se haban firmado antes. Me plante una serie de opciones pero, debido a que nunca prepar a nadie para ocupar mi puesto si por algn motivo quedaba totalmente incapacitado, slo me quedaba una opcin viable: declarar la quiebra. No quera molestarme continuamente en unos momentos tan delicados, me explic, as que haba preparado de antemano los documentos necesarios para que mis acreedores se apr