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Darío Fernández-Morera Northwestern University UNA APROXIMACIÓN JUNGIANA A LA DUALIDAD DEL QUIJOTE A don Quijote lo llamamos generalmente don Quijote, pero lo podríamos llamar con plena justificación Alonso Quijano, pues el personaje de Cervantes es un caso clásico de "yo doble." En tales situaciones, el yo número dos es a menudo el opuesto sicológico o negativo del yo número uno. Por su parecido con el de Alonso Quijano/don Quijote, recordemos un caso clínico famoso analizado por la "sicología profunda": el de Maty Reynolds, una chica norteamericana que luego de un profundo sueño que duró veinticuatro horas olvidó su pasado y adoptó una nueva personalidad: Her personality and way of Ufe were completely changed. Formerly a rather melancholy woman, she was now cheerful, even boisterous; previously shy, she became outgoing to thepoint of suciness; from a homebody, she was transformed into a madcap roaming on horseback through woods and mountains. After five weeks of this nomadic life, she again fell into a deep sleep, coming to as her first self (Stern 46). No tanto los detalles del "caso" de Alonso Quijano/don Quijote, sino más bien su estructura general, presenta un paralelo con el caso de "doble yo" de Maty Reynolds -especialmente en lo del change from a homebody to a madcap roaming on horseback through woods and mountains, y aquello del deep sleep final, del cual en el texto de Cervantes el yo inicial Alonso Quijano resurge o resucita al deshacerse del yo segundo don Quijote y en el proceso se deshace de sí mismo también, pues la simbiosis de los dos yoes es demasiado íntima para sobrevivir la separación; por ello podría decirse que la muerte de Alonso Quijano la causa, literalmente, la muerte de don Quijote. Valga aclarar que con esta comparación no deseo convertir a Cervantes, de manera anacrónica, en un sicólogo moderno. Pero a través de los siglos los lectores atentos han notado el gran interés sicológico de los personajes de Cervantes; conocemos también la curiosidad contemporánea (como en el caso de los

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UNA APROXIMACIÓN JUNGIANA A LA DUALIDAD DELQUIJOTE

A don Quijote lo llamamos generalmente don Quijote, pero lopodríamos llamar con plena justificación Alonso Quijano, pues elpersonaje de Cervantes es un caso clásico de "yo doble." En talessituaciones, el yo número dos es a menudo el opuesto sicológico onegativo del yo número uno. Por su parecido con el de AlonsoQuijano/don Quijote, recordemos un caso clínico famoso analizado porla "sicología profunda": el de Maty Reynolds, una chica norteamericanaque luego de un profundo sueño que duró veinticuatro horas olvidó supasado y adoptó una nueva personalidad:

Her personality and way of Ufe were completely changed.Formerly a rather melancholy woman, she was now cheerful, evenboisterous; previously shy, she became outgoing to thepoint ofsuciness; from a homebody, she was transformed into a madcaproaming on horseback through woods and mountains. After fiveweeks of this nomadic life, she again fell into a deep sleep, comingto as her first self (Stern 46).

No tanto los detalles del "caso" de Alonso Quijano/don Quijote, sinomás bien su estructura general, presenta un paralelo con el caso de"doble yo" de Maty Reynolds -especialmente en lo del change from ahomebody to a madcap roaming on horseback through woods and mountains, yaquello del deep sleep final, del cual en el texto de Cervantes el yo inicialAlonso Quijano resurge o resucita al deshacerse del yo segundo donQuijote y en el proceso se deshace de sí mismo también, pues lasimbiosis de los dos yoes es demasiado íntima para sobrevivir laseparación; por ello podría decirse que la muerte de Alonso Quijano lacausa, literalmente, la muerte de don Quijote. Valga aclarar que con estacomparación no deseo convertir a Cervantes, de manera anacrónica, enun sicólogo moderno. Pero a través de los siglos los lectores atentos hannotado el gran interés sicológico de los personajes de Cervantes;conocemos también la curiosidad contemporánea (como en el caso de los

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escritos del doctor Huarte de San Juan), que Cervantes sin dudacompartía (a juzgar, entre otros ejemplos, por su creación de la figura delgran "loco"), en las enfermedades mentales (Johnson: 1983; Salillas); yestas preocupaciones e intuiciones del autor y de su época bien puedenarticularse y aún refinarse hoy día a través de nuestros propios mediosconceptuales.

La dualidad del héroe adquiere matices diferentes a lo largo del libroy se manifiesta entre otras cosas por medio de "efectos de espejo" que heseñalado en otro lugar (Fernández-Morera, "Cervantes and the Aestheticsof Reception"). Un episodio que se presta de manera especial para llevara cabo un examen "en profundidad" es el encuentro entre don Quijote yel Caballero del Verde Gabán (Don Quijote II: xvi-xviii). Caballerosformidables vestidos de un color brillante que retan al héroe y amenazansu visión del mundo son frecuentes en los romances medievales. Pero enel episodio del caballero del verde gabán Cervantes reinterpreta demanera selectiva la donnée caballeresca y al hacerlo disuelve, por lomenos de manera aparente, el peligro temático del enemigo medieval. Latimidez del caballero del verde gabán socava la amenaza física delpersonaje tradicional. Además, al caballero le falta el aura sobrenaturalde los caballeros verdes de los romances: el personaje ceervantino es unaversión "naturalista," por así decirlo, de los caballeros sobrenaturales delmedioevo. El caballero del verde gabán funciona entonces como unavisión degradada del enemigo medieval, así como don Quijote funcionacomo una visión degradada del héroe caballeresco. Durante este procesode socavamiento temático, Cervantes parece burlarse de ciertos aspectosdel simbolismo de los colores. Folkloristas alemanes e ingleses hanargüido que un caballero verde en un romance medieval funciona demanera arquetípica al encarnar las fuerzas de la naturaleza quesimbolizaría el color verde (Chambers I, 117, 185-86; Nitze 351-66;Zimmer 67-95). Pero el caballero verde de Cervantes no es un serprimordial, sino una especie de dandy (como lo llama Don Quijotecuando lo ve: señor galán; y también Márquez Villanueva 150-151).

Lo interesante de este socavamiento es que, en realidad, el peligroque tradicionalmente se relaciona con la figura medieval no desaparecede la versión cervantina: el autor español simplemente transforma elpeligro de la donnée caballeresca, de modo que la amenaza adopta unaforma diferente a través de un desplazamiento de lo físico a favor de losicológico. Este tipo de desplazamiento se da en otras obras de Cervantes:

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Martín de Riquer señaló algo semejante en El curioso impertinente conrespecto a un episodio que Cervantes parece haber tomado prestado delOrlando Furioso (Riquer 327). De manera característica, en nuestroepisodio el autor socava y altera el significante recibido al tiempo quepreserva y aún enriquece lo significado. Para entender mejor este manejodel motivo tradicional, es útil notar las semejanzas y diferencias en eltratamiento del adversario caballeresco.

En las narrativas medievales, el caballero enemigo adoptaba algunasveces una segunda identidad en la persona de un "anfitrión amable." EnLe Conté du Graal, el hombre orgulloso del claro del bosque es tambiénel futuro "anfitrión amable" el rey de Cavalon; en Le Chevalier a l'Epée elcaballero del bosque funciona también como "anfitrión amable";combinaciones semejantes existen en el Lanzelet holandés y en el romanceinglés Sir Gawain and the Green Knight. En consonancia con esta tradición,en Cervantes el caballero del verde gabán es también el anfitrión amabledon Diego de Miranda. También Cervantes toma prestado el motivotradicional de la prueba del héroe en el castillo del anfitrión, pero conuna diferencia. En las narrativas medievales el anfitrión amable hacepasar al héroe por una prueba en la que una hermosa doncella,generalmente la mujer o la hija del anfitrión, aparece como fuente detentación sexual. Pero Cervantes modifica la situación al hacer que donDiego pida a su hijo que hable con don Quijote y que ponga a prueba demanera verbal al huésped y a su salud mental. En las narrativasmedievales así como en Cervantes, la doble identidad del caba-llero/anfitrión amable sirve como figura juez que pasa un veredictosobre el héroe; y en ambos casos el anfitrión amable prepara a su víctimacon buena comida y un ambiente agradable, en una versión medieval deldilema clásico de Hércules. Ppr lo general, el héroe medieval sesobrepone a la tentación, pero no sin cometer algún error que lo hacemerecedor de un castigo. Ello ocurre en Yder, Le Chevalier a l'Epée, SirGawain and the Green Knight, y otros (por lo menos en una versión,Parsifal es uno de los pocos héroes que no comete errores aún en lascircunstancias más delicadas; véase la "Tercera continuación de Percevalen Roach V, 197). En Cervantes, don Quijote triunfa sobre la tentación dela vida muelle, pues decide marcharse después de haber logrado unavictoria con su defensa de la poesía y de la ficción narrativa; pero fallaen el acto de probar su salud mental ("loco entreverado" es el veredictofinal del caballero del verde gabán).

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El combate mismo, por lo tanto, toma formas diferentes en Cervantes:desde sus preferencias literarias hasta su modo de vida, don Diego deMiranda como enemigo axiológico presenta alternativas claras conrespecto a los valores y al comportamiento de don Quijote; y no solopara Sancho, quien besa los pies del caballero, sino también para muchoseruditos, lo que representa el del verde gabán ha aparecido como algodeseable ("sin duda un símbolo del ideal," lo describió Francisco GarcíaLorca 44; "Sencillo, equilibrado y libre de la ambición," lo interpretóRafael Lapesa 230). De modo que Don Diego es todo aquello que AlonsoQuijano "pudo haber sido" (como escribe Cervantes en otra parte) perono fue: un exitoso padre de familia, y un hombre de criterio y de mentesanos. No es por lo tanto por casualidad que Cervantes presenta alcaballero como muy semejante a don Alonso Quijano/don Quijote. Puesel hidalgo castellano don Diego de Miranda comparte con ellos el mismoorigen social; viene de la misma región de España; además esaproximadamente de la misma edad y apariencia física; y como donQuijote, va montado y armado. En otras palabras, Cervantes haconvertido a la figura tradicional, con medios ejemplares, en una réplicao imagen de espejo, más o menos distorsionada, de Alonso Quijano/donQuijote.

Pero el caballero del verde gabán es mucho más que una réplica oimagen. Pues el caballero es también una negación de Alonso Quija-no/don Quijote una negación que resulta aún más efectiva al ser articu-lada por medio de la existencia de su doble. Las diferencias, en otraspalabras, Cervantes las hace más notables precisamente por medio de lassemejanzas. Podría decirse que el caballero del verde gabán es unaespecie de otro yo, de un Otro que es como un "correlativo objetivo" deaquel aspecto de la personalidad de don Quijote que rechaza y teme ellado consciente de la mente de don Quijote. El caballero del verde gabánfuncionaría entonces como una encarnación de los "complejos del yo,"que incluyen no sólo los aspectos inaceptables de la siquis, sino tambiénlos deseos no realizados del individuo (Sandner y Beebe 298-99),

Estas no son las únicas ocasiones en que el héroe de Cervantesconfronta a su alter ego. Por ejemplo, el episodio de la Cueva deMontesinos narra un huracán sicológico comparable que podríacaracterizarse como un conflicto interno como la insurrección, favorecidapor el adormecimiento temporal de la conciencia de don Quijote, de unyo primario vulgar contra el dominio de un yo secundario idealizante.

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En el estado onírico o alucinatorio de don Quijote en la cueva (¿tendríaque ver con ese estado de debilidad el efecto físico de un posible desva-necimiento al colgar de la soga?), su distraída conciencia idealizante nopuede contrarrestar el resurgir del yo corrientón, cuya pedestre facultadimaginativa, influenciada además por el anterior e igualmente pedestreencantamiento de Dulcinea a manos de Sancho, logra fabricar solamentevisiones vulgares de doncellas medievales, caballeros, aventuras, y lamisma Dulcinea. En otras palabras, en medio de la distracción de unestado onírico o halucinatorio, los indeseables modos de pensar noquijotescos, que la mente de don Quijote lucha continuamente porsuprimir y reemplazar con sus opuestos, escapan de su controlidealizante y toman forma en el sueño o halucinación de don Quijote. Deaquí lo degradado de la visión caballeresca en el episodio de la cueva deMontesinos. Desde este punto de vista, el caballero del verde gabánpodría verse una vez más como el correlativo objetivo de lo que, enAlonso Quijano, el "cascarón personal" de costumbres recibidas e idease imágenes condicionadas asumió que Alonso Quijano debería ser perono podía ser sino de manera imperfecta, es decir, un hombre bueno, desentido común, capaz de ocuparse de su familia y de su hacienda, un"cascarón personal" rechazado por aquel yo llamado don Quijote. Dehecho, en el libro de Cervantes a Alonso Quijano se le llama "el bueno,"de manera que la admiración casi abyecta de Sancho por el buencaballero del verde gabán llama la atención una vez más a la semejanzaentre don Diego y aquella parte de don Quijote de la cual don Quijotehuye, y la cual reside, amplificada, en la existencia potencial yalternativa de Alonso Quijano "el bueno": en don Diego de Miranda. Apropósito es señalar aquí también la vulgaridad esencial de don Diego,cuya vida algunos críticos han calificado de "compendio de valoressanchescos" y, como la de Alonso Quijano, de estar "atrincherada en elprosaísmo aldeano" (Márquez Villanueva 168-69).

Podemos por lo tanto ver a don Diego como a un doble de donQuijote, como a un Otro, quien projecta una serie de rasgos que paradon Quijote son indeseables y aún peligrosos; los cuales, por medio deuna poderosa insurrección síquica, don Quijote ha tratado de rechazarjunto con la persona de Alonso Quijano; pero rasgos que suben a lasuperficie en don Quijote a lo largo de la novela, especialmente enmomentos, como el de la cueva de Montesinos, de gran "distracciónsíquica." De modo que en don Diego don Quijote se enfrentaría a sí

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mismo, en la forma de su yo rechazado —de aquel Otro que siemprecontinúa escondido en don Quijote y que al final lo dominará de nuevo,a cambio de su vida. Es en este sentido, también, que don Quijote es donDiego de Miranda, pues en el acto de rebelarse contra los valorescorrientones de su existencia, Alonso Quijano/don Quijote señala yexpresa quizá los ideales de esa vida ("We express the ideáis of ourfamily group and cultural environment even when we hate or rebelagainst them" [Whitmant 337]). Si ello es cierto, los valores profundos deAlonso Quijano/don Quijote serían precisamente los que ostenta su"imagen," don Diego de Miranda.

El concebir a don Diego como una especie de "sombra amenazadora"lo apoya el hecho del peligro que los placeres de la casa de don Diego,a la manera de las narrativas medievales, le presentan a don Quijote.Como a Sancho, a su amo lo tienta el permanecer en la "casa de placer"de su sombra amenazadora. Don Quijote vence a la tentación, y elnarrador nos informa que don Quijote se ha dado cuenta que su sabrosomodo de vida en la casa de don Diego no es digno de un caballeroandante. Por ello el encuentro entre don Quijote y su enemigo notermina en una victoria de don Diego en su papel de Otro, de sombraamenazadora, de doble que es también un enemigo espiritual delcaballero don Quijote. Sin embargo, la palinodia al final de la novelaconstituye una vindicación inevitable de don Diego, y quizá unaexpresión de los valores más profundos de Alonso Quijano/don Quijote.

La "otredad" del caballero se señala además por medio de atributosque "históricamente" (y no sólo "sicológicamente" o "simbólicamente")claramente significan otredad: como el conspicuo alfanje (¿pues por quéle daría Cervantes esta arma a un caballero de la católica Castilla?), quepuede relacionarse con valores culturales (musulmanes en este caso)ajenos a la cristiandad militante de la España de don Diego; y de nuevocomo el plurivalente color verde, que da la casualidad de ser el color dela bandera del Islam. El papel de don Diego como otro yo amenazadorse refuerza con las referencias textuales a sus actividades cinegéticas:pues en las narrativas medievales a veces se relacionaba a un caballerocazador con figuras emblemáticas como "le Chasseur Maudit," y aún conel Diablo mismo (Robertson 472); y esta asociación maléfica se haceevidente en obras como Le Conté du Graal (Loomis 472). Por lo demás, elCazador Maldito, así como el Diablo, han sido relacionados porNeumann con la llamada "sombra," y por lo tanto con los aspectos más

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destructivos del subconsciente (Neumann 83). Los signos cinegéticosquedan preservados en la versión cervantina del enemigo medieval,aunque reducidos paródicamente al "perdigón manso" y al "hurónatrevido."

Valga añadir que este papel de don Diego como un Otro yoamenazador lo sugiere también el ubicuo color verde. Pues en la edadmedia ese color indicaba el otro mundo (Robertson 470-472), y el mismocolor ha sido más modernamente relacionado con el subconsciente(Cirlot 51, 54; Jung 48). Debemos siempre recordar que el materialutilizado por Cervantes estaba cargado de simbolismo, del que Cervantespuede burlarse, pero que entiende y puede no rechazar: compárese porejemplo su complejo tratamiento de los libros de caballerías.

Como las de otros héroes caballerescos, la marcha de don Quijotehacia la casa de don Diego (el paródicamente reducido "castillo") sepresenta como llena de peligros a causa de las bestias de las selvas (unleón, por ejemplo). Estos obstáculos tradicionales, como aquellos de lacueva de Montesinos (también paródicamente disminuidos en la formade los pájaros negros y los arbustos de la entrada), pueden verse comoparte de la jornada más profunda, la sicológica, que sigue de maneraparalela a la jornada física, y que don Quijote enprende al cabalgar haciala casa donde lo esperan placeres y pruebas que amenazarán su prácticade la caballería. La aventura del caballero del verde gabán podría verseentonces como un paso más hacia las profundidades más oscuras delsubconciente, a las que don Quijote llega quizá en la próxima granaventura de su carrera (después del ingenioso interludio de las "Bodasde Camacho"): la aventura de la Cueva de Montesinos, que de manerabrillante Helena Percas de Ponseti ha analizado como un descenso a lasiquis de don Quijote (Percas de Ponseti 987-94). El famoso episodio delcaballero del verde gabán sería como un gran preludio a la otraigualmente poderosa aventure una introducción del héroe, a través de losservicios de "transición" de su sombra amenazadora, al viaje hacia elsubconsciente en el episodio de la Cueva de Montesinos.1

Notas

1 Este trabajo es ampliación de la última parte de un artículo en inglés muchomás largo destinado a aparecer en el Hispanic Review: "Chivalry, Symbolismand Psychology in Cervantes' Knight of the Green Cloak."

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