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deporte yulieski gourriel 14 pág. kaloian santos crónicas josé martí que el vaso no sea más que la flor la niña de guatemala 3 pág. cultura, historia y un águila que sí caza moscas 4 NÚMERO • ENERO 2014 • • ISSN: 1999-8090 • $1.00 • pág. 2 pág. 7 EDITORIAL ESTIMADOS LECTORES: El primer mes del año reunió en La Habana a casi todos los mandatarios de América Latina y el Caribe en la II Cumbre de la CELAC. El tema central del encuentro fue la pobreza y las desigualdades entre los ciudadanos de la región, por lo que mostramos un ex- celente ensayo fotográfico de Kaloian que ilustra esa triste realidad. Aprovechando el aniversario de su natalicio homenajea- mos a nuestro Apóstol de la independen- cia y de la unidad. Recomendamos en es- pecial dos textos de opinión sobre nuestro país, escritos por Luis Toledo Sande uno, y por Santiago Alba Rico el otro. Y traemos los temas habituales: de la programación televisiva: los famosos doramas coreanos; y del deporte cubano: un nuevo acerca- miento a ese excepcional y polémico pe- lotero que es Yulieski Gourriel. Hay más, usted lo descubrirá por sí mismo. Pronto estaremos en Internet, pero antes le avisa- mos. Gracias. CM televisión gente viaje de ida © vicente bonachea © archivo 6 los doramas ensayo fotográfico 69 gente MERCHANDISING ingenuidades peligrosas igualando la leyenda de su padre 12 pág. daniel chile un cine comprometido con mi tiempo © archivo © archivo © archivo

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• ENERO 2014 •

• ISSN: 1999-8090 • $1.00 •

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l estimados lectores: El primer mes del año reunió en La Habana a casi todos los mandatarios de América Latina y el Caribe en la II Cumbre de la CELAC. El tema central del encuentro fue la pobreza y las desigualdades entre los ciudadanos de la región, por lo que mostramos un ex-celente ensayo fotográfico de Kaloian que ilustra esa triste realidad. Aprovechando el aniversario de su natalicio homenajea-mos a nuestro Apóstol de la independen-cia y de la unidad. Recomendamos en es-pecial dos textos de opinión sobre nuestro país, escritos por Luis Toledo Sande uno, y por Santiago Alba Rico el otro. Y traemos los temas habituales: de la programación televisiva: los famosos doramas coreanos; y del deporte cubano: un nuevo acerca-miento a ese excepcional y polémico pe-lotero que es Yulieski Gourriel. Hay más, usted lo descubrirá por sí mismo. Pronto estaremos en Internet, pero antes le avisa-mos. Gracias. CM tele

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José Martí: que el vaso no sea más que la flor

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cRóNic

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«…la riqueza no es culpa, ni la elegancia y el arte de la vida,

cuando se los gana con el trabajo lícito».José Martí.

Patria, Nueva York, 27 de agosto de 1892

CArLOS rODríguEz ALMAguEr

El 2 dE fEbrEro dE 1895, a bordo del vapor Athos, navegando hacia Cabo Hai-tiano en su azaroso viaje a Cuba para in-corporarse finalmente a la guerra de in-dependencia que él había organizado y de la que era su líder político, José Martí sacaba tiempo de sus múltiples preocu-paciones y tristezas para escribirle una breve carta a su niña del alma: María Mantilla. En ella le habla del destino su-perior de cada persona, y de las trampas de que habrá de salvarse en el difícil ca-mino de ascenso desde la criatura bioló-gica que nace, hasta la hermosa condi-ción de ser humano. En este mensaje ín-timo, en que revela aquella cosmovisión universal que lo mantendrá vigente mientras existan sociedades humanas, le confiesa a su niña, con pudor y ternu-ra: «Para la gente común, su poco de mú-sica común, porque es un pecado en es-te mundo tener la cabeza un poco más alta que la de los demás, y hay que ha-blar la lengua de todos, aunque sea ruin, para que no hagan pagar demasiado ca-ra la superioridad.—Pero para uno, en su interior, en la libertad de su casa, lo puro y lo alto».

Cuando vemos las sociedades actua-les donde, después del triunfo casi uni-versal del Humanismo en el que la cul-tura del Ser era exaltada sobre la cultu-ra del Tener, se nota un retroceso suici-da hacia el privilegio de la forma sin im-portar la esencia; y el hombre es ante todo esencia. Llevado al extremo por los ambiciosos y los oportunistas, el consu-mo, que es necesario y contribuye a me-jorar la calidad de vida, ha derivado en consumismo feroz que dispara los ins-tintos y exacerba los ímpetus de la fiera que habita en cada uno de nosotros. ¡Dichosos los de alma fuerte, que han podido dominar sus fieras! ¡Pobres los espíritus enclenques que sucumben, sonrientes, hostiles o enajenados, entre garras y dientes! «El pan no vale que se le amase con la propia vergüenza».

Los cubanos, que tenemos la dicha de contar en nuestro acervo con ese ma-ravilloso tesoro espiritual que es la doc-trina martiana, debemos recordar aque-

ra con la época en que vive. El que no se respeta ni se cuida; el que se deshonra o se humilla o permite que los demás lo humillen, es una vergüenza para lo me-jor de su especie. Debe preservarse por sobre todo en cada ser consciente aque-lla voluntad y atrevimiento de querer mirar de frente al sol cada mañana, y de sentir sus pies bien firmes en la tierra.

Pero hay ideas y palabras que «pasan de moda», o que, hablando en propiedad, son «sacadas de moda» y ocasión de bur-las sin que nos demos cuenta, por aque-llos que se asustan de sus efectos prácti-cos; porque ni las ideas ni las palabras entrañan cambio alguno sino cuando son encarnadas por personas que deci-den convertirlas en actos. Honra, honor, dignidad, belleza, respeto, ternura, deli-

cadeza… son algunas de ellas, hermosas para todos en su enunciado: terribles en su traducción práctica para las almas vi-les. Y así como los hombres del Renaci-miento primero y de la Ilustración des-pués pusieron todo su empeño en hacer-las brillar como derecho de todos hasta la Modernidad, así los pseudoheraldos del posmodernismo y del «Fin de la His-toria» apoyados por los vertiginosos avances de las ciencias y las tecnologías, frutos del saber acumulado por la inteli-gencia y la pasión del hombre en su de-venir, diluyeron su significado y arre-metieron contra la condición humana rebajándola o manteniéndola al nivel de simple biología instintiva. Las ciencias, separadas en compartimientos estan-cos, han reducido la visión integral del ser humano amputándole las capacida-des arduamente conquistadas, y el egoís-mo, la vanidad y los vicios se han queri-do extender como infalible noche por sobre las naciones. Frente a las fanfa-rrias y las lentejuelas de un hedonismo burdo y ramplón, los seres humanos van perdiendo su fe, y aún aquella cu-riosidad que conduce al asombro y les preserva su corazón de niños.

Era en los niños en los que Martí ponía sus esperanzas, por la pureza de sus sentimientos y la sinceridad de sus afectos. Por eso a aquella niña de su co-razón, en la última carta que le escribe, un mes y diez días antes de caer en combate frente a las balas españolas, defendiendo el derecho de los cubanos a ser libres y su deber de trabajar siem-pre «por la dignidad plena del hom-bre», le dice que la elegancia «está en el buen gusto, y no en el costo. La elegan-cia del vestido –la grande y verdadera– está en la altivez y fortaleza del alma. Un alma honrada, inteligente y libre, da al cuerpo más elegancia, y más po-derío a la mujer, que las modas más ri-cas de las tiendas. Mucha tienda, poca alma. Quien tiene mucho adentro, ne-cesita poco afuera. Quien lleva mucho afuera, tiene poco adentro, y quiere di-simular lo poco. Quien siente su belle-za, la belleza interior, no busca afuera belleza prestada; se sabe hermosa, y la belleza echa luz». Más adelante, al refe-rirse a la belleza del carácter, expresa: «Procurará mostrarse alegre, y agrada-ble a los ojos, porque es deber humano causar placer en vez de pena, y quien conoce la belleza la respeta y cuida en los demás y en sí». Y concluye este evan-gelio íntimo, tan útil para las almas sensibles en estos vertiginosos días que corren, alertando lo impropio de poner «en un jarrón de China un jazmín: pon-drá el jazmín, solo y ligero, en un cris-tal de agua clara. Esa es la elegancia verdadera: que el vaso no sea más que la flor». CM

MArIAN VELázquEz Publicado en el blog un pedacito de Mar

José tenía apenas veinticuatro años cuando la conoció. Era maestro, de voz segura y exu-daba pasión por cada célula. No era un hombre físicamente atrayente, pero cuando hablaba consumía el alma. María en cambio, era una adolescente hermosa de 16 años y como to-da muchacha, impresionable.

Yo me hubiese enamorado de Martí si lo hubiese conoci-

do. María, que lo conoció, tampoco pudo resistirse. Pero (siempre hay un pero en las his-torias de amor), ya Martí esta-ba comprometido con Carmen Zayas y aunque la sinceridad se impuso desde el inicio, para la niña la realidad fue devastado-ra. Martí volvió a Guatemala ya de la mano de la Zayas, solo pa-ra dar comienzo a uno de sus más tristes poemas.

La niña, que continuaba enamorada, desafió una helada

lluvia para encontrar a su José. Apenas unos días antes le ha-bía escrito:

«Hace seis días que llegaste a Guatemala, y no has venido a verme. ¿Por qué eludes tu vi-sita? Yo no tengo resentimien-to contigo porque tú siempre me hablaste con sinceridad respecto a tu situación mo-ral… Te suplico que vengas pronto, Tu niña».Así enfermó María… de

neumonía. Y los médicos no

podían salvarla. Su padre, uno de esos militares rectos que cumplen a pie de fusil con la moral, finalmente se derrumbó y mandó a llamar al maestro. El único consuelo para la niña, el único alivio sería abrazar, aunque fuera por última vez, a su Martí.

Años más tarde nació el poema: «Quiero, a la sombra de un ala, / contar este cuento en flor: / la niña de Guatemala, /la que se murió de amor…». CM

La niña de Guatemala

llas palabras del anciano Salustiano Leyva, guajiro humilde y sabio, ado-lescente aún cuando Martí y Gómez atravesaron las abruptas montañas de Guantánamo en medio de la guerra, quien confesó que «Martí sirve para vi-vir»; porque la enseñanza que encierra su vida toda, en palabras y en actos es doctrina suficiente para salvarse por la bondad y la ternura de los azares y las embestidas de la vida, en cuyos lances suelen destruirse los incautos, los egoís-tas y los enajenados. Acercarnos a Martí solo como a una figura histórica anclada en los 42 años de su existencia física, en la segunda mitad del siglo XIX, es un crimen de lesa humanidad. Porque aten-ta contra todos el que desconoce, des-cuida o abandona su cuota de deber pa-

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tElEvis

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Considero que la televisión es tan educativa... que cada vez que al-

guien pone en marcha el televisor salgo de la habitación y me instalo

en otra para leer un libro. Groucho Marx

MAurICIO ESCuELA

ConfiEso que antes de escri-bir una letra de este trabajo no había visto un solo capítu-lo de los famosos doramas. Se trata de esas series facturadas en Corea del Sur o Japón, y que imitan la estructura del drama telenovelesco latino-americano. Episodios sobre temas amorosos, con abun-dancia de los estándares con-sumistas, y un gusto distinti-vo por cierta estilización del canon masculino.

Traducidos a disímiles idio-mas, dichos materiales ocupan la programación durante un promedio de nueve y dieciséis capítulos. Resulta interesante que el mundo occidental se halle entre los destinos de mayor consumo ni siquiera Cuba escapó a la difusión de los doramas, a través de me-morias flash, computadoras y otras vías alternativas.

Un análisis a vuelapluma de las series arroja que si bien responden a fuertes intereses clasistas de la sociedad de con-sumo, no deben obviarse el po-der de las mediaciones cultu-rales y la globalización de los patrones del capitalismo neoli-beral. Corea y Japón son dos naciones con un pasado bas-tante común, de hecho ambas conformaron el Imperio que, en la Segunda Guerra Mundial, hizo frente a un desmantela-miento «modelo» y a la cons-trucción de otro país, más ape-gado a los términos ideológi-cos, sociales y económicos del ocupante norteamericano.

La huella de la posguerra en Corea del Sur se manifiesta en dos aspectos aún patentes: la fragmentación política del país y la presencia de un capitalis-mo exuberante, que sigue fiel-mente el modelo occidental por oposición al norte socialista, a China y a la extinta URSS. La parte sur de la península pasó de un sistema imperial a uno capitalista de gobierno autocrá-tico, cualquier análisis cultural del modelo surcoreano, deberá

tener en cuenta el contexto y ese pasado inmediato y lejano.

Japón conservó la estructu-ra imperial, pero cambió sus bases económicas hasta trans-formarse en la potencia más exitosa del campo capitalista, tras dejar en manos norteame-ricanas lo referente al plano militar y geopolítico. Como Co-rea del Sur, el País del Sol Na-ciente sirvió de baluarte antico-munista durante la Guerra Fría; sus fronteras estaban entre las zonas de tensión, donde capita-lismo y socialismo se miraban frente a frente.

Era obvio que dos naciones con un pasado tan común y un presente tan parecido, reforza-ran sus lazos en la política, y mantuvieran elementos simila-res en lo cultural. Además, el modelo capitalista floreció allí como una vitrina ideológica de enfrentamiento al sistema ene-migo, sobre esa misma lógica se edificó la República Federal de Alemania. En ese contexto de imposición de patrones occiden-tales, no obstante, se evidenció la permanencia del imaginario imperial de los ancestros.

Relaciones de vasallaje feu-dal, sistemas de sumisión en castas y familias, flotan por de-

trás de la permanencia del ca-pital como principio y fin de to-das las cosas. Si el contenido ca-pitalista de las series coreanas y japonesas se muestra con des-parpajo, el ropaje del asunto no escapa a la mediación cultural del pasado y las tradiciones im-periales. Ello explica el uso de un vocabulario que resulta cho-cante a los oídos del occidental, con palabras como «amo», y otras reverencias propias del ideario medieval tan distante hoy de la realidad globalizante y capitalista.

Pero Corea y Japón son po-tencias tradicionales y moder-nas, cosmopolitas; en ellas se vio la explosión de las tecnolo-gías y su uso abusivo, además del surgimiento de una espe-cie de «hombre nuevo». Dicho canon se cualifica por una be-lleza facturada a la medida de la pantalla televisiva, el culto

al poder del dinero, y a la creencia de la supuesta supe-rioridad de los ricos por enci-ma de aquellos menos benefi-ciados por el sistema. Dicho hombre: metrosexual, maqui-llado, recreado casi artificiosa-mente; echa mano a elementos que en ocasiones contradicen el ideal machista occidental, sin abandonar la noción asiáti-ca de dominación masculina sobre la mujer.

Belleza, fragilidad, delicade-za son palabras que en nuestra cultura se asocian a la mujer, y que son vinculadas a la idea del poder del hombre de clase pu-diente, que se coloca por encima del resto. Relaciones de sumi-sión que el oprimido no solo acepta, sino que magnifica. Di-cha pasividad tiende a transmi-tirnos que en aquella sociedad moderna y dividida en clases, todo es perfecto; el viejo cuento de la «naturalidad» del capita-lismo y la «artificiosidad» de cualquier plan o modelo que se le oponga. Obvio que el proce-so no resulta novedoso: las tele-novelas latinoamericanas legi-timan el sistema con el uso de resortes culturales propios del contexto nativo. Si en Corea, el amo encarna la belleza y el po-der; en México sucede lo mis-mo, sobre cánones más apega-

dos a la ortodoxia machista oc-cidental. Asimismo, los papeles menos protagónicos y planos se delegan a personas de clases bajas, las cuales aceptan de for-ma estática su situación.

El consumo pasivo y acríti-co de estos materiales garanti-za el éxito de quienes diseñan productos con un fuerte conte-nido reaccionario. Se logra que el televidente mire de manera idílica al modelo y que aspire en su subconsciente a adquirir-lo. La lógica sigue el mecanis-mo del anuncio comercial, una historia esquemática que acti-va referentes culturales en la mente del receptor y los usa pa-ra transmitir la ansiedad del consumo.

Debemos ver las series asiá-ticas desde un punto de vista activo, crítico, no meramente formal. En este caso como en otros materiales de talante co-mercial, la máxima será el aná-lisis, el apego a la concepción más actual de los modelos co-municativos, donde tanto emi-sor como receptor asumen pa-peles de co–creadores del men-saje. Recalco que antes de ha-cer este artículo nunca visioné los famosos doramas. Ahora que las conozco, debo recono-cer otras virtudes que los acom-pañan: la fotografía, el guion fielmente aristotélico, el logro de mensajes bien estructura-dos; pero todo ello puesto en función de un paradigma so-cial que no resulta para nada ingenuo ni casual. CM

Ingenuidades Peligrosas: los doramas

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Cultura, historia y un águila que sí caza moscas

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LuIS TOLEDO SANDE

HaCE CErCa de un año, en un coloquio fértil –y celebrado en Cuba, no en otros lares–, oí una ponencia que ahora rozaré levemente. Si quien la presentó, persona joven y de notable inteligencia, solo se hu-biera propuesto enaltecer las edificacio-nes de utilidad pública hechas construir antes de 1959 en Cienfuegos –también pu-dieran ponerse ejemplos de otras ciuda-des cubanas– por la alta burguesía local, que tenía los recursos para ello, habría poco o nada que discutir. El valor social, masivo y sin racismo de tales edificacio-nes creció con una revolución que triun-fó en el año mencionado y las puso ver-daderamente en función de intereses na-cionales y populares que –¿saldrá so-brando recordarlo?– no caracterizaban a los millonarios, por muy grande que fue-ra o se considere su filantropía.

Pero la ponencia iba más allá de sos-tener que aquella burguesía en particu-lar era buena, generosa, aparte de en-cantadora y democrática: según el texto, a tal punto lo era que integrantes suyos hasta iban a los entierros de sus emplea-dos. En algún momento brotó lo que pu-diera tenerse como tesis central: dando por sentado lo antes dicho, el caso de esa urbe mostraba que un hijo suyo, Carlos Rafael Rodríguez, cuyo centenario se cumpliría apenas unos días después del coloquio en el cual se presentó la ponen-cia, había errado al calificar de conser-vadora y antinacional a la alta burguesía cubana.

Era difícil que tales criterios pasa-ran inadvertidos. Entre quienes les sa-lieron al paso estuvo el autor de un texto dedicado poco antes a la recordación de aquel eminente intelectual y político a quien no habrá que perdonar las impre-cisiones o errores que hubiera cometido (hasta donde sabemos, no era un dios ni pretendió serlo). Pero más injusto aún sería responsabilizarlo por el hecho de que hoy el marxismo y los ideales co-munistas en general no estén de moda en el mundo. Lo más probable es que es-ta circunstancia figure entre revisiones como la dirigida a su obra en aquel en-cuentro.

La aludida refutación a la ponencia recordó que entre las grandezas históri-cas y culturales de las que puede blaso-nar Egipto, e incluso sacar dividendos de ellas por la vía del turismo, sobresa-len las famosas Pirámides. Solo que se-ría por lo menos tan cuestionable afir-mar que los faraones allí sepultados las concibieron con ese fin, como olvidar que ellos ordenaron su construcción, no las hicieron. Con ese trabajo corrieron incontables seres humanos cuyos nom-bres hoy nadie conoce, y a quienes habi-tualmente se pasa por alto, aunque muchos de ellos habrán muerto en el esfuerzo hecho para levantar obras que hoy siguen desafiando la imaginación y

mereciendo que se les considere mara-villas.

Tal vez aquellas personas creían que acataban un mandato divino, o simple-mente cumplían el papel que «les toca-ba», pero nada echa por tierra esta ver-dad: fueron brutalmente explotadas, condenadas a trabajar para erigir tum-bas que ratificarían como imagen y rea-lidad el poder político y económico, ase-gurado por la ideología dominante, de monarcas que, de paso, procuraban ase-gurarse, o hacer ver que se aseguraban, la perpetuidad y el bienestar de su alma, ya fueran ellos el poetizado Tutanka-món o cualquier otro.

No hay que retacearles a los burgue-ses cienfuegueros ni de ningún otro si-tio las virtudes personales que tuvieran, ni olvidar que sus «pirámides» –de eti-queta y encanto que constituían eviden-cia de sus riquezas– se construían con mano de obra explotada, un hecho que no debemos ignorar cuando la explota-ción de unos seres humanos por otros sigue siendo realidad generalizada en el planeta. Tampoco se necesita ignorar la posible sinceridad de gestos como el de ir a entierros de empleados fieles para suponer que acciones como esas podían figurar entre los recursos extraeconó-micos válidos para ganar la lealtad de los siervos, sobre todo en ciudades rela-tivamente pequeñas, donde resultaba o resulta más factible exhibir relaciones patriarcales de signo feudal.

No insistamos más en una ponencia que no carecía de acier-tos en otros órdenes, ni ha de verse como un hecho aislado, si-no como expresión de tenden-cias contemporáneas en las cua-les se trenzan marcas diversas, como las del repliegue de las iz-quierdas y la propensión de re-presentantes suyos a perpetuar códigos de poder nacidos de las desigualdades sociales, y como la euforia de las derechas exito-sas, que tienen de su lado aquel repliegue, cuyo significado se re-fuerza con la extendida resigna-ción que los medios dominantes cultivan con abarcadora efica-cia. En ello los auxilia la desprevención de al-gunos, sin descon-tar el posible ser-vilismo volunta-rio de otros, ni ignorar el peso de la realidad.

El culto a los valores del llamado Occi-dente cristiano –dígase con ma-yor exactitud: del ca-pitalismo dominante, concentrado en un im-

perio que explícitamente revalida la guerra entre civilizaciones– lo fomen-tan los centros de poder con el concurso de sus potentes recursos mediáticos. Procuran que la lucha ideológica parez-ca «demodé», cosa del pasado, mientras ellos mantienen una incesante campaña –enmascarada por imágenes diversas incluso cuando se trata de acciones béli-cas genocidas– para que su ideología sea la única o, por lo menos, se acepte con pasividad como si no hubiera otra posible.

El imperio ha impuesto la imagen de una globalización con arreglo a la cual el mundo es una aldea homogénea, a pe-sar de las abismales diferencias que hay entre unos países y otros, y dentro de cada país, por poderoso que sea. A la vez, difunde la idea de que se ha llegado a una modernidad que representa los valores e intereses imperiales, y a la cual no es razonable, en caso de que sea posi-ble, oponerse.

Ambos extremos o rostros de una misma realidad se apoyan en la coloni-zación cultural, y en las últimas déca-das el centro de influencia «académica» se trasladó a los Estados Unidos. Lo que huela a violencia revolucionaria, es calificado de terrorismo, y la violencia imperial, es un recurso para defender o imponer la democracia, intereses ci-vilizados, aunque los frutos consegui-dos sean los que están a la vista en Irak

y en Libia, por ejemplo.

Si en tal ur-dimbre hay tex-tos que cuenten con la propul-sión en medios dominantes, no son los que ten-gan visos de de-fender ideales co-munistas, sino los que se enfilen a devaluarlos. Es al-

go que se puede ha-cer, o se hace, a pro-

pósito de sucesos identificables con los

excesos del lla-

mado estalinismo, y si en medio de eso se puede citar el asesinato de un intelec-tual y político víctima de la persecución soviética, mejor. Similar rasero se aplica para devaluar realidades como la Se-gunda República Española, proyecto de-mocrático y fundador derrocado por un bando fascista que durante décadas su-mió a España en el terror.

Cualquier hecho puede ser sometido a lentes de tal índole, siempre que hacer-lo invite a la parálisis social, y refutar esas maniobras puede ser tenido por ac-to inculto, de muy mal gusto. La desmo-vilización de las izquierdas en gran par-te del mundo es el mayor aliado que en su afán de perpetuarse puede tener el imperio, cuyo poderío mediático ni re-motamente supone la exclusión del uso de la fuerza militar. A las personas hon-radas podría servirles de brújula, para orientarse en hechos y pensamiento, saber qué defiende el imperio. No coin-cidir con él no necesariamente garanti-zará abrazar siempre lo más acertado, pero será una guía para no caer en el bando de los mayores errores y horro-res. Parézcalo o no lo parezca, el impe-rio mete su hocico en todas partes, o tiene quienes lo metan por él.

Si un país conoce esa realidad es Cu-ba, que lleva más de medio siglo enfren-tándola con firmeza, y debe seguir ha-ciéndolo: en primer lugar, para bien de su pueblo, y también porque es objeto de la mirada expectante o inquieta de quienes en el mundo siguen buscando en su resistencia pabilo para la esperan-za. Por tanto, debe proponerse, para al-canzarlo, el mayor acierto en sus deci-siones de toda índole, y su prensa debe contribuir con eficacia a señalar peli-gros, vengan del asedio enemigo o de errores propios.

Los planes enemigos incluyen sem-brar confusiones y cizaña. Reciente-mente un despacho aparecido en un si-tio digital contrarrevolucionario anun-ció que el águila yanqui volverá al onu-mento que frente al Malecón de La Ha-bana recuerda a las víctimas del hundimiento del acorazado Maine. El mismo sitio, que afirma haber recibido la supuesta información de cubanos bien enterados sobre el programa de restauración constructiva de la capital del país, sostiene –como dando voz a presuntos estados de opinión– que unos reaccionan ante la noticia «con sorpresa y otros con la esperanza de que Cuba vuelva a la normalidad».

Así, según la nota, se rectificaría un «disparate»: el cometido en mayo de 1961, días después de la victoria del pueblo cu-bano sobre mercenarios del imperio en Playa Girón, dato que el texto pasa por al-to, al derribar «el águila norteamericana» que coronaba el monumento, y –añade el texto– «los bustos de Leonard Wood, Wi-lliam McKinley y Theodore Roosevelt». Llama la atención que, al reclamar la vuelta a su estado original, no se mencio-nen las más de doscientas cincuenta víc-timas del hundimiento del Maine en cu-ya memoria se inauguró el monumento en 1925, como expresa una de las dos tar-jas centrales que se conservan hoy. Re-claman, aunque no sabemos que forma-ran parte del monumento –no aparecen en fotos ni se mencionan en textos con-sultados anteriores a mayo de 1961, ni los recuerdan personas que lo conocieron antes de esa fecha–, la restitución de los bustos de tres representantes conspi-cuos del imperio directamente vincula-dos, dos de ellos, con la intervención en la guerra que los patriotas cubanos li-braban contra el colonialismo español,

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A.A.g.

nuEstra sECCión vuelve sobre la poesía de Víctor Casaus (La Habana, 1944). Licenciado en Lengua y Literatura Hispáni-cas y con una extensa obra lírica publicada, Víctor es también cineasta, narrador y periodista. Estuvo entre los jóvenes inte-lectuales que a mediados de los 60 fundaron la revista El Cai-mán Barbudo. En 1996 fundó el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, institución que dirige desde entonces. Allí está al frente, además, de las Ediciones La Memoria y de los Salo-nes y Coloquios Internacionales anuales de Arte Digital. Den-tro de su bibliografía destacan, entre otros, los libros de testi-monio Girón en la memoria (1971); Pablo: con el filo de la hoja (1983); Otro tiempo, otro vivir (1984) y Que levante la mano la guitarra (1984) –en colaboración con Luis Rogelio Nogueras– y los poe-marios Amar sin papeles (1980); Los ojos sobre el pañuelo (1982); De un tiempo a esta parte (1985)-antología personal; El libro de María; Presentación de Juan Gelman (San Juan, Puerto Rico, 2001 / La Habana, 2002), y Perfume y secuencia de mujer –antología perso-nal (Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2008). Sus versos, en los que se transparenta un estilo muy personal, han sido traducidos al inglés, francés, ruso, portugués, italiano, checo y polaco. Entre otros reconocimientos, ha recibido el premio la-tinoamericano de Poesía Rubén Darío (1982) y el premio de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro (2009). En el año 2000, el Consejo de Estado de la República de Cuba le otorgó la orden Juan Marinello.

Víctor Casaus

INCLUYE POEMAS DE...

· declaracion de principios de finales de siglo ·

Me jode la gente que se economiza Frantz Fanon

No he aprendido a economizarme tengoferocidades y ternuras para repartir sobre la tierraEsa furia no me salvará de los infartos de las ansiedadespero sí de esa muerte lentísimaque el amor llama costumbre

Esa rabia no detendrá lo indeteniblepero mientrasqué alegría poder adivinarla composición del arcoírisel contorno de ciertas neblinasel ritmo interior de las conversaciones

No he aprendido a economizarmey vivoentre ferocidades y ternurassoñando y malqueriendoel amanecer y las lunas posibles e imposibles

Esa rabia no me salvará de lo insalvablepero mientrasqué alegríatararear el himno a la alegría(incluso tararear mal el himno a la alegría)recordando ferocidades y ternuras.

· un amigo me dijo ·

Un amigo me dijo una vez en Méxicoque alrededor de los 50 se había vuelto invisibleEl no sabía de física ni de químicatampoco podía explicar ese procesodesde el punto de vista de las ciencias ocultasperoun día alrededor de los 50 años de su edad sobre la Tierralas mujeres comenzaron a pasar la vista sobre élsin detenersecomo si su figura se hubiera disueltosúbitamente en el aireMe lo dijo en México una vez un amigo

Ahora yo escribo apresurada/afortunadamente como puedoeste recuerdo mientras esa muchachame mira desde el fondo de sus ojos negrísimosdios sabrá por qué pero me mira desde el fondo de sus ojos negrísimosy yo quisiera desde el fondo de los cincuenta años / de mi edad sobre la Tierrasaber por qué me mirarompiendo las leyes de la físicadestruyendo los acertijos de la químicareavivando algún misterio de las ciencias ocultasponiendo sobre la superficie de esta mesa de este fin de milenio

lo que me dijo una vez en Méxicocasi llorandoun amigo

· amor ·

Sobre todo cuando me ensimismo en ti misma

· test ·

Emite tu opiniónOmite tu opiniónImita tu opinión

Marque con una cruzla frase(políticamente)correcta

· aforismo para principios de siglo ·

La burocracia daría risasi no fuera una cosatan seria

· reformistas ·

Su problema (comprendamos) realmente nunca fue sencillo: empujar la Historia con una mano sin que la otra soltara el bolsillo

· autonomistas ·

Guerrearon combatieron pelearon no tuvieron un minuto de paz que ofrecerle a las palabras

· independentistas ·

En una mano llevaba el machete destellandoEn la otra sangre sol nostalgia y otras sustancias que terminaban mezclándose con el polvo denso que levantaba su caballoDetrás otro machete sangre historia sol nostalgiapolvo y detrás otro caballo. CM

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y, el tercero, con la instauración en Cuba de una república maniatada por la En-mienda Platt, contexto en el cual se cons-truyó el monumento, y que algunos qui-sieran restablecer junto con el águila.

Los contrarrevolucionarios dejan ver su orientación: «Si los Estados Uni-dos se hubieran apoderado de Cuba, al-go que fácilmente habrían logrado al fi-nalizar la guerra de independencia», los cubanos no sufrirían «una dictadura militar de más de medio siglo, ni el país estuviera destruido». Anexionistas –y autonomistas– de hoy son continuado-res de aquellos a quienes José Martí re-pudió a lo largo de su vida, como ratificó en carta a Manuel Mercado el día antes de caer en combate para frenar los pla-nes de los Estados Unidos desatados con su intervención militar de 1898, que frustró la independencia de Cuba.

Según investigaciones –alguna de ellas hecha incluso en la Cuba revolucio-naria– el hundimiento del Maine, suce-so utilizado como pretexto por los go-bernantes de los Estados Unidos para desatar la intervención que Martí quiso impedir, no fue el resultado de una ope-ración española ni de un autoatentado de los Estados Unidos, sino de un acci-dente. Ahora bien, cualquiera que haya sido la causa del desastre, los marinos estadounidenses muertos en él fueron víctimas físicas de la explosión, y vícti-mas morales del imperio que usó su muerte como pretexto para consumar sus planes injerencistas. El siglo XX traería nuevas evidencias de cómo actúa ese imperio: ahí están los sucesos de Pearl Harbor; y el XXI casi se estrenó con el derribo de las Torres Gemelas, que aún genera graves sospechas.

A diferencia de otras, la Revolución cubana no se caracterizó precisamente por la iconoclasia que en otros lares derribó monumentos. Para la vocación independentista del pueblo cubano de-rribar de aquel monumento el águila imperial –no la tarja que recuerda a las víctimas del hundimiento del barco, ni la que cita la Resolución en que el go-bierno de los Estados Unidos supuesta-mente se comprometía a reconocer la plena independencia de Cuba– era un acto más legítimo que perpetuar aque-lla insignia. No hay por qué restable-cerla para obedecer un sentido acrítico de la restauración urbana, y menos aún por aceptación de una «normalidad» que negaría la historia revolucionaria del pueblo cubano y de su lucha, pasa-da y presente, y futura en un plazo que se prevé largo, contra el imperio encar-nado en fuerzas que Martí calificó de ultraguilistas.

El monumento sería fiel a la histo-ria, y a la voluntad del pueblo cubano si en vez de restituir el águila imperial se añade adecuadamente una placa en la cual se informe sobre su derribo, y se expliquen, para quienes no las conoz-can, las razones. Incluso, dado que no llegó a hacerse realidad la ilusión de que su lugar lo ocupase una paloma de la paz, obra de Picasso, tal vez lo más acertado sería poner al pie del monu-mento, como símbolo de rotundo re-chazo al imperio, la que se derribó en 1961 esté como esté. Un proverbio lati-no en el que se valora ese animal, gené-ricamente, como símbolo de grandeza, sostiene: «águila no caza moscas», pero la imperial, que representa la voraci-dad ajena a toda norma ética, caza cuanto convenga a sus intereses. La di-ficultad para ello, en este caso, no radi-ca en el instinto de la voraz ave, sino en que Cuba no es un insecto. CM

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fotos: KALOIAN SANTOS CAbrErA

«Me pregunto si la vida moderna no esta-rá teniendo más de moderna que de vida»,

Mafalda

Merchandising es un término anglo-sajón y es el conjunto de estrategias para llamar la atención, dirigir al cliente hacia el producto y, finalmente, lograr la acción de consumo. Aunque ese mundo de pu-blicidad y mercado promulga que es pa-ra todos, son los menos los que acceden a él. En contraste, como si fuera natural, conviven alrededor de todas las publici-dades, la mayoría de los que no pueden acceder a esa parafernalia. Ese contras-te diario es el que intenta mostrar este trabajo. CM

* Este ensayo fotográfico es una muestra del trabajo que el autor ha venido reali-zando hace un par de años en diferentes ciudades de Latinoamérica.

Merchandising*

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XENIA bALóN DE LA CuESTA

Esta EntrEvista no será la tí-pica que comience con la des-cripción del lugar donde encon-tré al entrevistado, de sus ras-gos o de alguna frase impor-tante mencionada por él que haya dejado una huella en mí. Sin este previo contacto la en-trevista se valió de la ayuda de las nuevas tecnologías en nues-tro contexto.

A pocos días de mi entre-ga final, cuando ya desistía de entrevistarlo por premuras y escaseces de tiempo, el joven holguinero de 32 años, me en-vía al correo sus respuestas.

Holguín, provincia de ri- ca tradición histórico-cultu-ral, vio nacer el 25 de febrero de 1981 al fotoperiodista Ka-loian Santos Cabrera. Inquie-to y soñador, a los 19 años descubrió que no era él quien debía quedar enmar-cado en recuerdos del foto-grama, sino las personas y los lugares por donde pasaba.

«Llegaron unos amigos ha-baneros que estaban haciendo un “viaje de mochileros” por Cuba. Ellos andaban con cáma-ras fotográficas analógicas. Me invitaron a sumarme al periplo y desde entonces cambió mi vi-da. Comencé todos los años a viajar por Cuba y conocerla profundamente. Para registrar esos viajes, me compré una cá-mara soviética Zenit (analógi-ca, de 35 mm) y, con esos ami-gos, aprendí a manejarla».

Esos primeros viajes le die-ron la certeza a Kaloian de que había descubierto su vocación: captar la realidad a través del lente fotográfico y dejarla con-gelada en dimensiones y for-mas variables. «Desde un pri-mer instante mi lente vio en la cuestión social un punto impor-tante. Mi medio está fuera de un estudio de fotografía, prefie-ro la calle, la vida diaria. La fo-tografía documental y, específi-camente, el fotoperiodismo».

Es por ello que comienza a estudiar periodismo y paralela-mente fotografía, por medio de algunos cursos y lecturas parti-culares. Se incorpora a la carre-ra cuando su grupo estaba en segundo año. Venía con el pelo largo y muchos sueños. Kalo, co-mo cariñosamente le llamaban sus compañeros, desechó la ma-nida y trillada frase de que «una foto vale más que mil palabras», en la que se jerarquiza la ima-gen por encima del texto. Para él era necesario combinar am-bos soportes. «Si te pido, por ejemplo, una foto que represen-te «amor» o «caos», se podrán hacer miles de fotos para repre-sentar esas únicas palabras. En-tonces para mí, una palabra también podría valer más que miles de fotos.

»Hay que entender la pala-bra y la fotografía, al menos dentro de la fotografía docu-mental y el fotoperiodismo, co-mo un complemento; más aún en los nuevos tiempos, donde han cambiado por las bonda-

asignaturas pendientes toda-vía. Desde cualquier perspecti-va urge su estudio. Por años, es-ta temática ha sido abordada de modo separada, siendo la ima-gen (el objeto icónico) el más trabajado.

Esta situación influye, se-gún Marissa Martínez Mosco-so en su análisis Fotoperiodismo. Apuntes para su estudio, en que los resultados, «parezcan in-completos, carentes de un aná-lisis profundo de la imagen o bien de la importante interven-ción del fotógrafo, la organiza-ción periodística y su vínculo con el ámbito social. Quienes se centran en el estudio de la imagen a partir de la semiótica poco pueden esclarecer sobre la toma de decisiones que se da entre los numerosos actores que participan en el proceso de producción de la información periodística».

No obstante, la carrera de periodismo no abarca la asig-natura de Fotografía en toda su extensión. «Me armé, paralela-mente a mi carrera de periodis-mo y como pude, una especie de carrera fotográfica. Siempre creí importante la formación teórica y académica. Como una clase de matemática, puedes aprender la parte práctica de la fotografía, esa donde aprendes velocidad y diafragma, compo-sición, a revelar e imprimir o en estos tiempos, las herra-mientas de Photoshop.

»Por ello leí mucho sobre fotoperiodismo, veía –veo– dia-riamente muchas fotografías de distintos autores, revistas, li-bros. Me nutro de conversacio-nes constantes con grandes fo-torreporteros cubanos que me abrieron sus puertas y especial-mente, asistí al Instituto Inter-nacional de Periodismo José Martí con el gran profesor Fé-lix Arencibia.

»En Cuba, ahora es que co-mienzan a proliferar acade-mias de fotografía. Sin embar-go, sigue faltando una escuela dedicada especialmente al foto-periodismo. En Argentina, por ejemplo, existe la Escuela de ARGRA (Asociación de Repor-teros Gráficos Argentinos), don-de tuve la oportunidad de asis-tir durante un año. Algo como eso debía tener la Unión de Pe-riodistas de Cuba (UPEC) en Cuba», precisó Kaloian.

Félix Arencibia, profesor de fotografía, fue otra vía de preparación importante para Kaloian. En las clases prelimi-nares, aunque algunos consi-deran que no es necesario, se imparte la historia de la foto-grafía, origen y desarrollo. Si uno no la conoce puede pensar que en tu trabajo has descu-bierto o innovado algo impor-tantísimo, sin saber de la exis-tencia de maestros o padres fundadores que en años ante-

riores, con menos posibilidades tecnológicas, ya habían instau-rado esa misma tendencia.

Cada profesional siempre trata de buscar su estilo. Para Kalo la forma de mirar, de rela-tar en fotografías, está influen-ciada por muchos artistas. «Den-tro de todos, particularmente en Cuba, me influenciaron maes-tros como Ernesto Fernández, Figueroa, Liborio Noval o Al-berto Korda. También fotorre-porteros que para mí son para-digmas de la profesión hoy en Cuba. Me refiero a profesiona-les como René Pérez Massola y Ricardo López Hevia.

»Extranjeros es imposible no mencionar a Henry Cartier Bresson y otros maestros. Pero, particularmente, “copio” y me ha influenciado más la obra del fotógrafo argentino Eduardo Grossman».

Este joven profesional, des-de el año 2000 se dedica a la fo-tografía y, desde el 2003, lo ha-ce de forma profesional.

Sus trabajos fotográficos y escritos periodísticos son cono-cidos en buena medida, y han sido publicados en libros, revis-tas, periódicos o sitios web de Cuba, Argentina, Chile, Méxi-co, España, Turquía, Canadá, Alemania, Noruega y Estados Unidos.

Kalo, con gran destreza en el arte de la fotografía, ya ha participado en varios concur-sos y exposiciones personales y colectivas, de las cuales ha ob-tenido premios y menciones que avalan su carrera.

Cuba: un objetivo en el lenteEste loco soñador, amante

de la música de Silvio, Sabina, Fito, y los Van Van, también vi-ve enamorado de su país. Se-gún un amigo del entrevistado, Leandro Estupiñán, «Kaloian ama su tierra como los autos aman el asfalto. Y esto, a unos le podría parecer cursi, a otros, tonto, y al resto le terminará pareciendo un empacho patrió-tico. Sin embargo, todos se equivocan».

De este apego a su origen y la tierra que lo vio nacer, surge de casualidad Cincuenta veces Cuba. La bandera cubana fue el pretexto para iniciar esta aven-tura. Se dispuso a capturar 50 momentos en los que este símbolo apareciera. En un mo-mento, se pudo pensar que el autor caminaría por la cuerda floja al trabajar con la insignia cubana. Pero no, Kalo nos brin-dó –relata Estupiñán, hermo-sas instantáneas como «una ni-ña que contempla las flores en sus manos, una joven que toma el sol en la playa, los pasajeros de un ómnibus, una de esas ca-lles habaneras eclécticas donde la destrucción se convierte en atractivo, el campeón deporti-

vo, el cantante, los niños, la ciu-dad, el campo».

Continúa explicando Estu-piñán: «En cada situación sur-ge la bandera como centro o parte de la composición, pero convertida siempre en un sím-bolo misteriosamente trastoca-do por los encuadres, por los objetos que ha advertido inge-niosamente el fotógrafo en con-traste con ella o por las som-bras que hacen de su forma una conjugación de líneas y colores casi inquietantes».

Para Kaloian, «esta serie na-ció también para homenajear al oficio y a los fotógrafos de los años 60. No era una exposición o un libro sobre la bandera cu-bana, sino sobre Cuba, con la bandera como hilo conductor. Salí por el país de mochilero, con mi cámara y la idea de bus-car esas banderas, y descubrí que la gente las tenía como algo sagrado. Quise captar lo ínti-mo, como el que la tiene tatua-da en el pecho, o el que la dibu-jó en su carretón en medio de Baracoa, o se hace un vestido con ella. Eso es llevar a Cuba».

Su proyecto pasó de ser una serie de fotos a un ensayo foto-periodístico que recorrió fábri-cas, escuelas, galerías de arte, pueblitos… hasta que se concre-tó en un libro.

«Conozca a Cuba primero», parece ser la meta que impulsa a Kaloian a sus viajes mochile-ros. «Creo que viajar y conocer mi país no es algo profesional, sino más bien una elección per-sonal. No me pagan por ello. Gracias a esos viajes de mochile-ro por la isla y la fotografía me enamoré de mi país y mis com-patriotas. Y terminé de confor-mar mi patria al zapatearla de punta a punta y compartir con la gente. Por eso es imposible que no esté presente en mi obra fotográfica. Así, en estos tres años viviendo entre Cuba y Ar-gentina, no siento desarraigo al-guno y me mantengo colaboran-do con medios cubanos.

«Cuba, o mejor dicho, la Pa-tria, que puede estar donde sea, es la familia y los amigos, los olores, los sabores y los héroes con los que uno se identifica, las canciones, el sufrimiento… Y esa Patria no se va aunque te mudes a Alaska. Cuando hice Cincuenta veces Cuba, que luego se convirtió en el libro Con luz propia, incluí todo eso y los 50 años de Revolución, contexto en el que nací y que me da el derecho de criticar lo que quie-ra criticar, porque hay cosas que duelen y que quiero cam-biar. El “no callar”», con el arte de la fotografía, del periodis-mo, denunciar lo que esté a mi vista y pueda ser denunciado, es mi propósito».

Viajar por Cuba lo enamoró de su país y para compartir ese enamoramiento encontró a la fotografía. Desde los 19 años lo atrapó y, hoy a los 32, no se arrepiente de ello. Por primera vez sintió que era la fotografía su esencia, a lo que se quería dedicar. Fue un viaje de ida. CM

des de las tecnologías las for-mas de hacer periodismo y fotoperiodismo».

Pero Kaloian va más allá. «Para mí no hay fronteras entre el arte, el periodismo y el foto-periodismo; es una herramienta para la denuncia. Aunque ex-ponga mis obras en una galería o una web de arte que les intere-se y las cuelgue, seguiré hacien-do fotoperiodismo. Mis medios siguen siendo los periódicos y las publicaciones en sentido en general, por eso no me des- vinculo del hecho de escribir».

Su trabajo de diploma al graduarse, en el año 2008, no podía estar relacionado con otro tema que no fuera el foto-periodismo, su gran pasión. De ahí que caracterizó el proceso de producción del mensaje foto-periodístico en el diario Gran-ma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba. «En con-clusión, creo que los que diri-gen la prensa en Cuba le dan poca importancia al fotoperio-dismo. En tiempos donde reina la información en el ciberespa-cio y diariamente podemos te-ner el mundo circunscrito a la pantalla de los ordenadores, el periodismo apuesta por lo vi-sual, lo iconográfico».

Al respecto apunta, «mien-tras esto sucede y la inmensa mayoría de los medios en el mundo buscan y construyen imágenes fotoperiodísticas co-mo un arma de primer orden, en nuestro país la función de esa imagen se pierde entre la marea de bloques de textos y subvaloraciones. La foto está a la deriva, en muchos casos supe-ditada a cubrir pequeños espa-cios preasignados. Quedamos aislados, a merced del empiris-mo, sin ninguna brújula que marque la salida del holocausto visual que tenemos en casa».

Comenta Kaloian que aún sobre fotoperiodismo, en Cuba y el mundo, existen muchas

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SANTIAgO ALbA rICOEspecial para LA CALLE DEL MEDIO.

En 2004 el realizador cubano Arturo Infante escribió y diri-gió un cortometraje de nombre Utopía. Es un corto hilarante, pero que da también que pen-sar. Compuesto de varios epi-sodios, en uno de ellos se ve a cuatro cubanos de barrio, des-camisados, rudos, jugando al dominó y bebiendo ron en una mesa de plástico al lado de un carro viejo y destripado, en una especie de garaje poblado de ruedas y piezas de recambio. En otro, una improvisada pelu-quería en un horizonte de ropa tendida y frijoles guisados re-úne a dos amas de casa de ex-tracción popular, vestidas de andar por casa y con rulos en la cabeza. Son dos escenas tí-picas que acaban típicamente en reyerta, los hombres derri-bando la mesa y las fichas del dominó y golpeándose salva-jemente con los puños, las mujeres enzarzadas en el sue-lo en un cuerpo a cuerpo de patadas y tirones de pelo. For-ma parte de la cultura popular, inculta e ineducada, discutir a gritos por cualquier banalidad. Pero estamos en Cuba y aquí no se habla de fútbol, carros o bo-das de princesas. ¿Por qué dis-cuten? Los mecánicos que jue-gan al dominó polemizan sobre el concepto de arquitectura ba-rroca y la existencia o no de un «barroco latinoamericano»; las

mujeres en la peluquería discu-ten violentamente acerca de si la ópera La Traviata es de Verdi o de Puccini y si el aria de la ago-nía de Violeta está escrito en cla-ve de sol o en clave de mi.

El corto de Infante admite dos interpretaciones. Según la primera, el título Utopía sería irónico y contrastaría con el contenido inmutable de la cul-tura popular cubana: el conoci-miento no basta para «educar» a la gente y modificar al mismo tiempo sus costumbres y sus condiciones de vida. Natural-mente en Cuba la gente habla de pelota y de bodas de prince-sas –y ahora probablemente también de marcas de carros. Pero si hablara de arquitectura y música lírica –lo que solo en Cuba es verosímil–, se compor-taría exactamente igual que cuando hablan de sexo, de de-portes o de política. La revolu-ción, pues, ha fracasado.

La otra interpretación es más razonable y se ajusta mejor al espíritu travieso, juguetón y complacido de la película. Más que poner en cuestión el título, parece decirnos que esta es la máxima Utopía que podemos alcanzar en este mundo: la de una cultura popular que inte-gra en sus costumbres –y se apropia con pasión– la alta cul-tura considerada «burguesa». Esta pasión barriobajera y cari-beña de jugadores y cocineras no es el fracaso de la revolución; lo que constituiría un fracaso y

además un error sería tratar de rebañar estos impulsos popula-res montados trabajosa –y a ve-ces injustamente– por los cuer-pos y las sociedades para impo-ner en su lugar un arquetipo de humano emancipado– emanci-pado, al mismo tiempo, de la historia y de las pasiones.

La liberación de los seres humanos, ¿pasa por liberarse del dominó y las peluquerías? ¿No hay ninguna Utopía posi-ble en la que se pueda seguir siendo caribeño –o eslavo o me-diterráneo o germano– y socia-lista? ¿En la que las pasiones más bajas tengan un contenido refinado y hasta razonable? ¿Y en la que la razón y el refina-miento acaben felizmente a cu-chilladas? Creo que aceptamos con demasiada ligereza la ecua-ción que establece una relación directa entre instrucción y aculturación. Aceptamos que se puede hablar del barroco y al mismo tiempo jugar al billar y beber whisky escocés, pero no jugar al dominó y beber ron barato. Aceptamos que se pue-de disfrutar de la ópera y al mismo tiempo vestir de alto di-seño y lucir un piercing en el párpado, pero no ponerse una bata de guata y rulos en la cabe-za. Aceptamos finalmente que el racismo y el machismo –pro-blema que aún tiene Cuba, co-mo todos los otros países del mundo– se difunden más de-prisa y mejor en un medio po-pular que en los grandes restau-

rantes de París o en los think tank de Nueva York. Olvidamos que han sido las clases cultas europeas las que han llevado al mundo muchas veces en los últi-mos quinientos años a guerras destructivas de religión en las que raza y patriarcado han ser-vido para justificar y atizar to-da clase de atrocidades.

El racismo y el machismo no son costumbres y tradicio-nes, aunque parasiten las cos-tumbres y las tradiciones, y por lo tanto es no solo absurdo sino peligroso, pensar que la mejor manera de acabar con las dis-criminaciones raciales y de gé-nero es acabar con las costum-bres y las tradiciones –sustitu-yéndolas por una cultura uni-versal burguesa o proletaria. Lo que constituye una Utopía nefasta es la pretensión de aca-bar con la cultura popular. Eso se llama, de hecho, capitalismo. Si hay una fuerza que ha ero-sionado, socavado y finalmente imposibilitado en su raíz la cul-tura popular es –bien lo expli-caba Pasolini– el consumo ca-pitalista de mercancías. El re-sultado no ha sido un mayor conocimiento ni un mayor inte-rés por el barroco o la ópera ni una dulcificación de las cos-tumbres ni una mayor armonía interhumana a nivel global. Tampoco una disminución del racismo o del machismo, que siguen cómodamente instala-das en nuestras leyes europeas de extranjería y en nuestros

programas de televisión. Lo que ha producido la generali-zación de las relaciones de mer-cado, desactivando las relacio-nes entre cuerpos, es una ma-yor indiferencia: todos los obje-tos y todos los conceptos son iguales a condición de que se puedan comprar, y lo que no se puede comprar es, ya se trate de un sentimiento o de una flor, sencillamente residuo. El con-sumo capitalista de mercancías solo distingue entre dinero y basura. Los seres humanos que no se pueden comprar, porque están, por ejemplo, fuera del mercado laboral, y que, por tanto, tampoco pueden com-prar pertenecen a esta última categoría: son basura y contra ellos y contra sus costumbres –mecanismos a menudo de su-pervivencia solidaria, todo está permitido.

El racismo y el machismo son relaciones de poder que atraviesan la lucha de clases y parasitan costumbres y tradi-ciones. El socialismo ha creído a menudo que se trataba solo de acabar con las clases; el capita-lismo ha creído que se trataba de acabar con las costumbres y las tradiciones. Hoy sabemos que en la cultura popular cre-cen, desde luego, el racismo y el machismo, pero también la re-sistencia. Existe, por ejemplo, una cultura popular feminista y una cultura popular negra; y existe, desde luego, una cultura popular indígena que ilumina y combate las amenazas que el mercado proyecta sobre los lí-mites del planeta. Hoy sabe-mos, al mismo tiempo, que en la universalidad abstracta se acantonan, como chinches o quistes, el racismo y el machis-mo, pero también posibilidades de progreso y liberación: no te-nemos derecho a imponer a los otros ningún yugo de clase, de género o de raza y menos en nombre de la universalidad abstracta (que deja en ese mo-mento de ser las dos cosas: uni-versal y abstracta). Verdi, el rap y las convenciones contra la tortura son producciones cul-turales de las que puede y de-be apropiarse cualquier cuer-po y cualquier comunidad. No creo que acabemos nunca con las pasiones; creo que no sería bueno acabar con ellas. En el mejor mundo posible habrá re-laciones de poder, celos, bra-vuconería, coquetería y hasta cuchilladas. Pero me gusta imaginar una Utopía en la que los mecánicos(as) citan a Bor-ges y los profesores(as) de Uni-versidad juegan al dominó, co-cinan frijoles y tienden la ropa. Y todos se toman tan en serio sus buenas ideas y sus absur-das costumbres que, como es inevitable que ocurra, acaban confundiéndolas. CM

Utopía con frijoles

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Morir en Londres

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JOrgE WEJEbE CObO

El banquEro Roberto Calvi sufrió una muerte rápida en la ciudad más tranquila del mundo. Solo tuvo la cer-teza del final cuando en la cubierta de una chalupa en el río Támesis, le llena-ron de ladrillos los bolsillos de la cha-queta y le colocaron el dogal al cuello bajo el puente londinense de Black- friars, durante la madrugada del 17 de junio de 1982. Fue visible a las prime-ras luces del día colgado de un arco del viaducto, con la mitad del cuerpo en el agua y movido por la corriente como un muñeco roto.

Ese amanecer terminó la búsqueda de la policía italiana y la incertidumbre de sus familiares. Hasta año antes había sido director del banco Ambrosiano en Roma, encargado de capitales del Vati-cano y centro de una investigación bajo acusación de manejo fraudulento de fondos, en complicidad con la mafia y una organización secreta que operaba bajo la cubierta de la logia del siglo XIX denominada P-2, que llevaba adelante uno de los capítulos de la guerra secreta contra el socialismo y las causas progre-sistas en Europa y América del Sur.

Los investigadores ingleses dictami-naron la muerte de Calvi como suicidio en una primera versión, pero pesquisas realizadas posteriormente confirmaron el asesinato, ratificado por investigacio-nes más recientes realizadas por gestio-nes de su familia.

Después de estar detenido por breve tiempo en 1981, Roberto Calvi viajó a In-glaterra y manifestó su intención de re-velar a sus familiares y al Papa Juan Pa-blo II, la verdad del entramado de los manejos de los millones de dólares bajo su custodia y la componenda conspirati-va en la que participó. Al parecer, esto definió su suerte y apresuró el trabajo de sus verdugos en Londres.

El escándalo tomó forma a princi-pios de 1981 cuando las autoridades ita-lianas que investigaban a Calvi descu-brieron las relaciones del banquero con Licio Gelli, quien era cabeza de una logia masónica secreta del siglo XIX denominada P-2, y ex oficial de las SS alemanas en la Segunda Guerra Mun-dial, viejo colaborador de la CIA desde finales de la contienda e invitado espe-cial de los presidentes Ronald Reagan y George Bush (padre) a sus tomas de posesión.

En el registro realizado en el domi-cilio de Gelli, se obtuvo una lista con más de 900 nombres de los miembros de la organización, muchos de ellos impor-tantes funcionarios del gobierno italia-no, entre los que había cuatro ministros, destacados políticos, Victor Emmanuel, Príncipe de Nápoles, varios generales en activo y muchos jefes y oficiales del Servicio Secreto italiano. También apa-reció el político de derecha Silvio Ber-luscconi, quien sería algunos años des-pués jefe de estado.

Además se ocupó un programa ideológico y de acciones para imponer regímenes anticomunistas de extrema derecha en Europa, y para colaborar con dictaduras militares en América del Sur. La organización estaba estruc-turada en redes con incidencia en los círculos más importantes de la econo-mía, los negocios e instituciones profe-sionales. Hasta la actualidad, se consi-dera que quedaron cientos de miembros de la Logia P-2 sin descubrir.

También entre los miembros de la organización se encontraban el Almi-rante Eduardo Massera, el político José López Rega, fundador en la Argentina de la organización terrorista Triple A, involucrada en asesinatos a revoluciona-rios, así como el general Jorge Rafael Vi-dela y otros militares argentinos, res-

ponsables de crímenes durante las dic-taduras militares en ese país.

Calvi y Gelli viajaban con regulari-dad a Buenos Aires, y fungían como coordinadores de los grupos de extre-ma derecha europeos con sus iguales ar-gentinos en el poder dentro del contexto de la Operación Cóndor, organizada principalmente entre las dictaduras mi-litares de Paraguay, Argentina y Uru-guay para asesinar a revolucionarios de esos países.

Richard A. Brenneke, agente de la CIA, reveló en la televisión italiana en 1990, que los servicios secretos norte-americanos habían subvencionado a tra-vés de Gelli a su estructura terrorista en Italia durante la década de 1980 y que organizaron el asesinato del primer mi-nistro sueco Olof Palme, por sus posi-ciones de amistad con los movimientos revolucionarios del Tercer Mundo.

En 1990 el presidente italiano de la época, Julio Andreotti, reconoció el des-pliegue de la Operación Gladio –dirigida por la CIA y los servicios especiales de la OTAN durante la Guerra Fría–, en su país y en toda Europa Occidental, con un sal-do de centenares de muertos. Gelli volvió a ser noticia al aparecer vinculado como responsable de esa red terrorista.

La Operación Gladio era similar a la Logia P-2 en su estructura y funciona-miento, y tenía como objetivo implantar el terror principalmente en Italia, para impedir que los movimientos de iz-quierda, en especial el Partido Comu-nista, llegara a tener preponderancia en la vida política de la nación. Por todos estos delitos Gelli no permaneció en la cárcel más de dos meses, y hoy, con 95 años todavía se entusiasma en narrar sus experiencias ante los medios de di-fusión masiva.

La otra urdimbre descubierta por la justicia italiana alrededor del Banco

Ambrosiano y la Logía P-2 fueron las relaciones del Obispo norteamericano Paul Marcinkus, del Instituto para las Obras Religiosas, el IOR, más conocido como el Banco del Vaticano, y su parti-cipación junto a Calvi en un desvío de millones de dólares de la Santa Sede para costear el sindicato Solidaridad en Polonia, que para 1981 encabezaba la oposición al gobierno comunista en esa nación.

El religioso no fue sometido a la jus-ticia italiana, por su alta jerarquía ecle-siástica, pero en 1987 fue separado de su cargo por el Papa Juan Pablo II y pasó a retiro en una residencia de Arizona, de 180 000 euros, cerca de un campo de golf, deporte que era su pasión junto con el gusto por los puros cubanos. Falleció a los 84 años en el 2006 y hasta sus últi-mos días negó su participación en los delitos imputados.

La muerte de Roberto Calvi es un enigma sin descifrar. Nunca se descu-brieron sus asesinos materiales ni inte-lectuales. Nadie fue condenado final-mente por el escándalo de la Logia P-2 y se impuso la ley no escrita de la mafia y las organizaciones terroristas de pagar con la vida aquel que viole el código de silencio. CM

fuentes principales

http://es.wikipedia.org/wiki/Propaganda_Due

ht tp://elpais.com/diario/1990/08/02/internacional/649548005_850215.html

http://www.lanacion.com.ar/1488199-carlo-calvi-roma-necesita-los-negocios-sucios

http://www.cubadebate.cu/opinion/2009/ 02/23/berlusconi-y-la-logia-p-2/

http://www.lanacion.com.ar/1488199-carlo-calvi-roma-necesita-los-negocios-sucios

http://www.biografiasyvidas.com/biogra- fia/m/marcinkus.htm

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YuLIAT DANAY ACOSTA

CiErto CinEasta dijo una vez que nunca nada es tan claro co-mo cuando se ve en el cine, que la mayoría de las personas no saben lo que desean o lo que sienten, y que solamente en las películas se identifican bien los problemas y cómo resolverlos. De esa manera, llegó a la con-clusión de que el cine es una in-vestigación sobre nuestras vi-das, sobre lo que somos. Ami-gos y familiares se unieron pa-ra realizar lo que más tarde lla-marían una película. Investigar se convirtió en un vicio, y de vi-cio devino en obsesión.

Aunque el tiempo ha pasa-do, la historia, caprichosa, nos vuelve a situar en el mismo lu-gar, frente a situaciones simila-res y con actores diferentes. El cine sigue empeñado en no de-jar escapar, sin registrar antes, nuestra impronta en el tiempo. Jóvenes se lanzan una y otra vez a la avanzada del antiguo oficio de investigarnos, retra-tarnos y situarnos delante de nuestros ojos, imaginados, so-ñados y vencidos por esa capa-cidad de extrapolarnos en la pantalla.

Daniel Chile no escapó al virus fatal del artista. Ni a su herencia.

La película es resultado colectivo. El director intenta plasmar su vi-sión de la obra, pero también hay una serie de personas involucra-das o no, que le imprimen su sello, que interactúan, median por así decirlo, que transforman desde sus diferentes perspectivas. ¿Cómo concuerda eso con el acto de crea-ción personal?

El cine tiene su caso parti-cular. Hay personas alrededor de la filmación que quizás no le dan el mismo valor que el di-rector o el guionista, a quienes se les ocurrió la película y quie-ren llevarla adelante. Eso no significa que las demás perso-

nas del mundo entero. Muchas veces lo corrompe, pero existe también el cine independiente, que posee otras libertades crea-tivas. Todo esto se debe al pro-ductor, a la distribución, a las salas de cine, las cuales tienen una fuerza increíble sobre las películas. Por ejemplo, una pelí-cula de larga duración, muchas veces no la quieren proyectar porque se verían obligados a hacer menos funciones y enton-ces ganarían menos dinero.

Entonces el productor es «el malo de la película».

Depende como lo veas. No me gusta mirar las cosas en blanco y negro. A veces es el malo, pero también puede sal-var la película. Los productores tienen una gran visión. Siem-pre digo que el productor tiene la mirada más objetiva de la obra. Es una persona que en ocasiones no es un artista, pero su visión es desinhibida. A ve-ces el mejor consejo puede ve-nir de un productor. Y como puede salvar una película, tam-bién la puede ahogar, la puede destruir. A través de la historia, se ha visto cómo grandes direc-tores han luchado con sus pro-ductores, y algunos no han sa-bido ganar la batalla.

Lo que parece y no es, y lo que es y no parece, ¿un dilema filosófico en tu obra?

Me interesa contar una his-toria en la cual la gente pueda entender, digerir, sugerir ideas, pero también sentimientos. Ese concepto donde más se ve es en Tarde para Ramón, mi úl-timo cortometraje; ya como concepto total de la obra, don-de lo que parece no es, y lo que es, no parece. Sobre todo por-que en él abordo los diferentes puntos de vista de una situa-ción, las perspectivas físicas, morales que puede tener un mismo hecho. De manera ge-neral, me gusta sugerir y que las personas vuelvan a casa

creando su historia por el ca-mino, se vayan cuestionando, haciéndose preguntas.

¿Cómo describirías Tarde pa-ra Ramón?

Es un corto donde me hice preguntas que ya me venía for-mulando desde mi segundo cortometraje Túnel. Aborda el tema de los padres y los hijos, y una gran temática que ha po-blado mis libretos desde mi pri-mer corto: el de la incomunica-ción humana, la soledad que muchas veces sentimos las per-sonas en este mundo lleno de tecnología y de tantas cosas que nos hacen pensar que esta-mos acompañados, cuando en realidad a veces estamos muy solos. Esa es una especie de ob-sesión en todos mis cortome-trajes.

Tarde para Ramón es un can-to para ese ser humano muchas veces aplastado, agobiado, an-gustiado por la vida rápida, ver-tiginosa, compleja que nos ha tocado vivir en estos tiempos. Eso se ve en una relación rota por algo ocurrido hace mu-chos años. Ahí aproveché para hablar de las relaciones huma-nas, sus conflictos, sus dile-mas; temáticas que también me atrapan.

¿Apuestas por conflictos uni-versales e intemporales o por un ci-ne más apegado a tu realidad y a tu tiempo?

Mis trabajos han abordado conflictos universales apega-dos al tiempo que vivo. Hay te-mas realmente universales que están presentes en la vida. La tristeza al perder algo querido, es la misma que puede sentir un europeo, un latinoamerica-no o un estadounidense.

No quisiera que mis hijos o mis nietos en un futuro vean mis trabajos y no se sientan identificados, porque no vean una época o la ciudad en la que viví. Por eso te digo, me intere-sa el contexto, me interesa mi

Daniel Chile: un cine comprometido con mi tiempo

país y sin estar sermoneando, sin juzgar, pienso que hay te-mas de la juventud cubana que pueden ser tratados de una ma-nera sugerente, artística, uni-versal, sin caer en discursos ni panfletos. El camino que quie-ro llevar es ese, hacer un cine comprometido con mi tiempo.

¿En qué medida te sientes parte de una generación? ¿Qué compar-tes y en qué te diferencias de los nuevos jóvenes realizadores?

No pienso que esté fuera de mi generación o que sea un en-te aparte. Todos los jóvenes rea-lizadores cubanos enfrentamos quizás los mismos conflictos generales, las mismas ganas de hacer, y he visto trabajos cuan-do voy a la Muestra y al Festi-val de Nuevo Cine Latinoame-ricano, con los que también me puedo sentir identificado, por-que son cosas que a todos nos preocupan. Sobre todo los do-cumentales. Son a veces muy críticos sobre ciertos temas. Los documentales deben ser críticos y serios, no es criticar por criticar.

Hay un discurso común en-tre los jóvenes, no me siento apartado, más allá de que a mí me interesen temáticas muy particulares por mi modo de ver la vida, por mi filosofía con-migo mismo y con Cuba. Pero en general pienso que vivimos aquí, somos cubanos y tene-mos, en muchos casos, las mis-mas problemáticas y los mis-mos deseos de que las cosas mejoren. Esto no significa que mi obra comparta los mismos cánones que las de otros jóve-nes realizadores. Cada cual tie-ne su individualidad, sus histo-rias. Hay a quien le interesa di-rigir una comedia y a quien le interesa dirigir un drama, pero todos tenemos algo en común. Deberíamos unirnos más y tra-tar de hacer proyectos en con-junto. Estoy seguro de que van a resultar mejores obras. CM

nas del equipo trabajen sola-mente por dinero o sin sentirlo, pero eso siempre ha sido una contradicción. Además, no es solamente el staff, después vie-ne el proceso de postproduc-ción y el proceso de distribu-ción; porque el cine, como dijo Luis Buñuel, es arte, pero sobre todo es industria. Ya ahí la obra cae en manos de una industria demoledora, a la que no le inte-resa el trabajo realizado para hacer la obra.

Hay productores que quie-ren limitar el tiempo de la pelí-cula, incluso restringir las te-máticas desde el momento en que estás escribiendo. El proce-so de creación se te va de las manos por la maquinaria arri-ba de esa obra. A veces, el resul-tado en la pantalla no es exac-tamente la intención del direc-tor. Por lo tanto, lamentable-mente, o para bien de otros, el cine siempre va a caer en ese rango poco beneficioso para una obra artística. A diferencia de la música o del teatro, que quizás tienen otra libertad, el cine siempre va a estar atado a este tipo de cosas.

¿El dinero entonces corrompe al cine?

El dinero a veces corrompe al cine. No solamente se ve en los países desarrollados con una fuerte industria como Es-tados Unidos, la India, China o países de Europa, sucede tam-bién en América Latina, donde las industrias son más peque-ñas. El cine siempre va a depen-der de ese productor interesa-do en vender una idea, una te-mática en específico; sabe lo que la gente está esperando y utiliza fórmulas prefabricadas en el guion.

En muchos lugares del mun-do, el cine se hace pensando en la taquilla. El dinero está me-diando este arte, como ese dia-blo, que media no solo en el ci-ne, sino en la vida de las perso-

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ArACELYS AVILéSPublicado en el blog Chelydoscopio

El último rECuErdo de un tren había sido el de mis ami-gos y yo caminando en fila por un pasillo oscuro, cargando bultos, tropezando con la cabe-za y el hombro de la gente que dormitaba en los asientos, es-quivando sombras en los pasos de un vagón a otro, «polizones», pensé, como si yo fuera un per-sonaje de un policíaco.

Esta vez el tren desplegaba una hilera de luces encendidas y los pasajeros viajaban todos en sus asientos, sin sobresalto, embutidos en el monótono chi-rriar de las ruedas y los carri-les de hierro.

Solo los uniformados (poli-cías, ferromozas) se movían entre un vagón y otro, olfa-teando como sabuesos, cui-dando el orden.

En otras circunstancias hu-biera aplaudido tanta limpieza, organización y control. Siem-pre he sido del bando de los «le-gales», de los que hacen bien las cosas, sacan sus pasajes, via-jan en su puesto, no fuman, be-ben, o ensucian el vehículo. Pe-ro esta vez, mi ticket no cubría el tramo completo. Desde Cie-go de Ávila hasta Guayos (Sanc-ti Spíritus) sería, para los ins-pectores y el resto de los pasa-jeros, una polizón.

Desde mi asiento, ubicado al revés, los sembrados, las ca-sitas de madera, la continuidad de los cables de electricidad ve-nían desde atrás y yo me entre-tenía en verlos alejarse, disfru-tando la tranquilidad de tener aún un sitio seguro donde me-terme.

Los que me aconsejaron que montara al tren sin tener todo el tramo cubierto, me contaron, y yo lo había visto, que los representantes por norma recorren los vagones y cobran el doble del costo del pasaje a quienes encuentran

sin asiento. El tren se llenaba entonces de la capa más hu-milde y menos prometedora de la sociedad: tipos mal vesti-dos, con la barba de una sema-na y el olor de la calle, del alco-hol, del peligro; mujeres ojero-sas, con paños en la cabeza, llena de bultos.

Sin embargo, por lo vacío que se veían los pasillos y el en-trecoche no me pareció que la tolerancia fuera la política esta vez. Y yo percibía una sanidad, un orden que no había sentido otras veces, como una casa lim-pia y desahogada, sin zapatos viejos, pomos vacíos, cucara-chas, rincones putrefactos.

Las voces de una disputa me despertaron de la modorra. Un policía discutía con alguien en el entrecoche. Me asomé al pasillo. El oficial interpelaba a una mujer de mediana estatu-ra, de quizás unos 40 o 50 años que miraba hacia abajo sin res-ponder. Por los comentarios a mi alrededor deduje que le re-clamaba por estar haciendo el viaje gratis, sin pasaje alguno.

No quisiera estar en su lu-gar, pensé, sintiendo un poco la desprotección que debía estar experimentando ella. El policía nos pasó por el costado y la mu-jer se quedó, quieta, muda, en el mismo lugar.

El tren había ido cambian-do con el amanecer. Los vende-

dores se movían con más facili-dad por los coches, si alguno veía a un uniformado, guarda-ba sus productos, daba media vuelta y escapaba corriendo. Vi otras caras que también deam-bulaban por el corredor. Noté –porque estaban fuera de sus puestos y medio intranquilos– que dos o tres de los que venían sentados perdieron sus asien-tos o se les terminó el ticket, co-mo me sucedería a mí. Mejor mirar el paisaje, estar fuera que dentro.

Ya habíamos pasado la Ter-minal de Camagüey cuando es-cuché de golpe, como si de re-pente le subieran el volumen a un radio: «¡pero mija es que tú vienes parada ahí desde Santia-go!». El policía volvía a recla-mar. Vacas, casitas, verde, ver-de, más vacas, más casitas, más verde, el paisaje era intermina-ble. «No-no-no-no-no», decía como una carretilla el policía. Ella replicaba bajito. Luego al-guien dijo: «está llorando» y otro agregó: «sabrá Dios el pro-blema que tiene».

Aún faltaban algunos kiló-metros para Ciego, sin embargo el llanto de esa mujer, a quien no podía ver de frente y escuchaba apenas, comenzó a darme esca-lofríos.

Me arrellané y me concentré en el paisaje, con la ilusión de que ningún avileño hubiese compra-

LILIbETh ALfONSO MArTíNEzPublicado en el blog La esquina de Lilith

Castillo decía que cuando la herida de la espalda comenzaba a molestarle ve-nía lluvia seguro. Y acertaba, o por lo menos cada vez que lo oía decirlo entre dientes acertaba, y la tarde se ponía os-cura y cerrada, así la predicción fuera dicha mientras todavía el sol doraba las piedras.

Castillo, que era como la noche y te-nía una sonrisa de luna llena, creía tam-bién que los seres más extraños podían bajar de las lomas cuando cesaba la llu-via, y en esos días prefería quedarse con su tabaco, sentado tranquilamente, en la sombra del secadero de café de aquel pueblo campestre de Yateras.

A mi abuela, guajira dura de tanto arar y recoger café en los campos, la llu-via se la anunciaban los huesos, que co-menzaban a restregarle los años y la du-reza del trabajo labriego. Entonces ese día regresaba más temprano de la finca

y ponía al fuego la sopa para calentarse el cuerpo.

Y así en cada etapa de mi vida, en ca-si cada espacio que he compartido, siem-pre hay alguien que «le sabe» a eso de pronosticar el tiempo, «amparado» por saberes ancestrales o la simple confir-mación de la práctica, dando fe al filoso-feo popular que dicta que dentro de to-do cubano, además de un manager de pelota, hay un meteorólogo. Los más grandes y los más míticos, están en el campo.

Algunos se fijan en el comporta-miento de los animales, otros se dejan llevar por las hormigas con alas, la con-formación de las nubes, el vuelo de las aves de rapiña, si es muy alto o circular, que si lleva cerco la luna y estrellas den-tro, agua al momento…

Otros, como mi abuela Pura, nacida en una zona imprecisa entre la ciudad y el campo, pueden convencerte con las cabañuelas, un término reconocido por Wikipedia como «método de predicción

meteorológica utilizado en el sur de Es-paña y América (…) que pretende prede-cir el tiempo atmosférico a largo plazo», que al parecer proviene de festividades judaicas antiguas.

Cada enero, explicó, tiene días que simbolizan meses del año, de delante hacia atrás y de detrás para delante, que

Juaniquita, va a llover* te dicen cómo será el clima de esos me-ses. Hoy, por ejemplo -me dijo ayer- son las cabañuelas de julio, y llovió, lo que te dice que julio será un mes lluvioso.

Eso remató, me lo decía mi papá, y la gente del campo planificaba la siembra con las cabañuelas.

Los citadinos tampoco nos salvamos de querer pronosticar el tiempo. Según los viejos, en Guantánamo solo llueve cuando el agua «está puesta en vuelta de Jamaica», el resto son nubes pasajeras o nubes de frío, de esas que solo dejan llo-vizna.

La ciencia moderna por supuesto, no cree en Moscú ni en lágrimas. Poco a poco ha ido desmontando mitos y cuen-tos de los abuelos, que no importa lo que «diga» el televisor, siguen confiando en su sabiduría, esas que heredaron de sus abuelos, y en sus huesos. CM

* Juaniquita va a llover es un personaje real de la ciudad de Guantánamo que, dicen los mayores, enloquecía cuando le anun-ciaban lluvias, como consecuencia de una tragedia familiar. En algunos lugares se usaba en sustitución del hombre del saco para intentar disciplinar a los niños.

CAbAñuELAS DE IDA

CAbAñuELAS DE VuELTA

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Día de enero

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1 enero 13 diciembre2 febrero 14 noviembre3 marzo 15 octubre4 abril 16 septiembre5 mayo 17 agosto6 junio 18 julio7 julio 19 junio8 agosto 20 mayo9 septiembre 21 abril10 octubre 22 marzo11 noviembre 23 febrero12 diciembre 24 enero

do el número de mi asiento. No sé en qué terminó la discusión, si es que terminó, pero al menos no escuché más nada.

En vano tuve la esperanza de conservar mi puesto. En cuanto llegamos a la estación, mi vagón se llenó de gente ex-traña que ocupaba nuestros lu-gares con toda la autoridad de sus papelitos acuñados. Salí con mis cosas, como una figura en reposo que sale del dibujo, y empecé a deambular entre los otros que también se quedaron de pie.

Los «sentados» nos mira-ban con recelo y me recordé a mí misma, un viaje atrás, mo-lesta ante el tránsito zigza-gueante por el pasillo, con el te-mor de que alguien se llevara mi equipaje y con el deseo de que el corredor se limpiara de gente con un solo plumazo, pa-ra tener un viaje tranquilo, «co-mo debiera ser».

Ahora era yo quien estaba parada en una esquina del va-gón, con mi mochila, como un perro sin dueño. Una mucha-cha, parada también, me miró y cambió la vista. Puede pare-cer muy dramático, pero me re-cordó una de las escenas fina-les de Titanic: el barco está a punto de hundirse por comple-to, Rose y una chica han logra-do llegar a la proa, y se miran, temblando, sin decir nada.

Los policías no estaban. Tampoco vi a la mujer. Unos ins-pectores se acercaron y empe-zamos a movernos para despis-tar, antes de llegar a nosotros se detuvieron y se sentaron.

Por suerte, el viaje hasta Guayos solo duraba media ho-ra, no era gran cosa, aunque en los primeros minutos me pare-ció interminable. Caminé hasta el primer coche con la justifica-ción de que quería estar más cerca de la puerta que queda sobre el andén cuando pararan en la estación, y allí terminé los últimos minutos del viaje, sin que las ferromozas, los policías u otros agentes del orden me molestaran.

Llegamos por fin a Guayos, en realidad a una estación en medio de la nada donde dos ni-ños veían muñequitos en un te-levisor pegado a la pared. Me fui a tomar un camión para la ciudad, y ya rumbo al centro espirituano, volví a acordarme del conflicto de la mujer.

¿No tendría dinero ni pa-ra los veintipico del pasaje? ¿Tendría un pariente enfer-mo y no pudo conseguir tic-ket a tiempo? Pensé también en el policía, en que segura-mente bajar a la mujer habría sido una medida ejemplari-zante para los demás polizo-nes, bajar a la mujer o a cual-quier otro, a mí por ejemplo, tirar a uno por la borda, cum-plir el reglamento.

Nadie podría culparlo por querer un mejor servicio: tre-nes limpiecitos, puntuales, or-ganizados, sin gente que se monte sin pagar y ande por ahí incomodando a los otros… «me molesta haber tenido que ser uno de ellos», iba pensando en el camión. Al final no supe qué pasó con la mujer ¿Qué habrá hecho el policía?, ¿Qué habría hecho yo en su lugar… dejar a la mujer, no solo a ella, sino a to-dos los demás? ¿Qué habrían hecho ustedes? CM

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h. rOMO SIgLEr

la Jornada del 9 de junio de 1984 to-dos en la casa estallaron de alegría, an-te la «magia» que hizo posible levantar en brazos al pequeñín Yulieski. Poco más de dos años atrás, exactamente el 17 de febrero de 1982, habían experi-mentado similar sensación con la llega-da de Yunieski, el primogénito de lo que tiempo después devendría en el «Clan Gourriel».

Nadie pudo sospechar sin embargo, en la segunda ocasión en que el mundo pareció detenerse en torno a los porme-nores del alumbramiento de la esperada criatura, que el momento sublime se reeditaría nueve años más tarde cuando el 17 de octubre de 1993, Lourdes Yuniel-ki se encargó de rematar el jolgorio de esta prole espirituana.

Lourdes, por su parte, nunca renun-ció a que alguno de sus retoños rebasara la formidable actuación por él conse-guida en Series Nacionales. ¿No quere-mos acaso los padres, invariablemente, que nuestra descendencia (todavía más si se trata de varones inmersos en la ac-tividad muscular) nos supere en fuer-za, altura, inteligencia y velocidad?

En todo ello meditaba presenciando a Yulieski –al que le falta mucho por es-cribir en nuestros predios y allende los mares– igualar la marca de cuadrangu-lares de su progenitor.

El acontecimiento, conseguido en el epílogo del segundo episodio del primer juego de un programa doble frente a Holguín en el parque Latinoamericano, el sábado 28 de diciembre, significa proeza no solo antillana sino del béisbol universal, debido a la extraordinaria complejidad que supone imaginar que, con los rigores del alto rendimiento, pa-dre e hijo despacharán tantas esféricas por encima de las cercas.

La marca en sí impuesta por Lour-des de 247 bambinazos, durante 20 tem-poradas, posee gran relevancia, al pun-

to de que ocupa el escaño 19 de todos los tiempos de la pelota cubana. En el caso de Yulieski su hazaña impresiona aún más por el hecho de que la logró, con ba-te de madera, apenas antes de finalizar la mitad de su decimotercera campaña.

Sucede que representa exclusiva-mente la segunda oportunidad, en ligas de cualquier geografía y nivel, en que el hijo logra imitar o desbancar el lideraz-go de un antecesor filial, que haya en-viado al pavimento más de doscientas pelotas. El único referente planetario, previo al hecho consumado en el Coloso del Cerro esa tarde, descansaba en Bo-bby y Barry Bonds dentro de la Major League Baseball.

Es oportuno añadir que se trata de dos jugadores extraclases, con guaris-mos de primerísimo orden. El padre Bo-bby, a lo largo de toda su trayectoria en la Gran Carpa, anotó 1 258 carreras, im-pulsó 1 024, despachó 332 jonrones y ro-bó 461 bases en 630 intentos, para un ex-celente 73,17 % de efectividad. Barry lar-gó 762 pelotas al público y encabeza ade-más del codiciado departamento el casi-llero de anotadas, con dos 1 227. Obtuvo asimismo 1 996 impulsadas y 514 bases por su velocidad en 655 ocasiones en que se lo propuso, para una fenomenal efica-cia del 78,47 %. Bobby compiló average de 268, por 298 el talentoso hijo, ensom-brecido en el ocaso de su carrera por el vínculo con los esteroides, en el escán-dalo asociado a los Laboratorios BAL-CO. Los dos integran el exclusivísimo club de peloteros con más de 300 jonro-nes y 300 bases robadas.

Cualquier valoración que se escriba resultaría insuficiente para reverenciar a papá Gourriel por su extraordinario desempeño dentro de los diamantes. Lourdes, cuyos estadísticas se encuen-tran por derecho propio dentro de lo más selecto de nuestras Series Nacio-nales (C: 1 122; H: 2 026; Ave: 323;

2B: 326; 3B: 39; Hr: 247; TB: 3 171; SLU: 506; BR: 121; CI: 1 077; BB: 927 y SO: 372) es, para la mayoría de los entendidos y de la afición en general, el bateador más sereno y oportuno de la pelota re-volucionaria.

El hijo pródigo de Meneses, nacido el 9 de marzo de 1957, se estrenó en la tem-porada 1976-1977. Fue tal su irrupción que obtuvo la distinción de «Novato del Año», en cerrada porfía con el igualmen-te futuro estelar Luis Giraldo Casanova, al que con justicia bautizó el inolvidable Boby Salamanca, como el Señor Pelote-ro. Dos años más tarde Gourriel se con-virtió en bujía en la conquista de la única corona de Sancti Spíritus, con Cándido Andrade como timonel.

En justas internacionales (8 Copas Intercontinentales, 6 Mundiales, 5 Co-pas José Antonio Huelga, 4 Panamerica-nos, 4 Centroamericanos, 1 Olimpíada, 1 Copa Meteoro de la Confraternidad –en República Dominicana, 1997– y los Jue-gos de Buena Voluntad de Seattle, en 1990) sus dígitos son también de en-sueño con 264 anotadas, 387 indiscuti-bles, 75 tubeyes, 13 triples, 58 estacazos de vuelta completa, 261 impulsadas, 79 bole-tos, 42 ponches, 664 bases recorridas, con promedio de 395 y slugging de 678.

Aquí se agenció varios lideratos, en-tre ellos, uno en hits (1980); dos en do-bles (1979 y 1994) y dos en boletos inten-cionales (1990 y 1995). En la xxxiii Se-rie, en 1994, resultó champion bate con 73 incogibles en 185 turnos oficiales, para excelente average de 395. En convocato-rias internacionales fue tres veces el mandamás en dobles, dos en bateo, hits, carreras impulsadas y triples, y en una oportunidad en jonrones y anotadas.

El mérito con el que no puede emu-lar la mencionada pareja foránea –y pro-bablemente ninguna otra en el futuro si el béisbol prosigue fuera del programa bajo los cinco aros– es el hecho de que

los espirituanos son campeones olímpi-cos; distinción que en Cuba no atesora, considerando cualquier modalidad atlé-tica, ni un solo dueto padre-hijo que, a otros niveles, tanto brillo tributaron a nuestra causa. El caso que más se les aproxima es el del pugilista Emilio Correa, monarca en Munich 1972, y el de su hijo de igual nombre, también den-tro de un cuadrilátero, que obtuvo la presea de plata en Beijing 2008. El más-til de los Gourriel se tituló en Barcelona 1992, al tiempo que Yulieski lo hizo en Atenas 2004. Ambos resultaron estan-dartes dentro de dichas nóminas.

Por cierto, el fenomenal desempeño del joven yayabero-capitalino con el madero, en cuanto a conexiones sidera-les, de alguna manera relegó a un se-gundo plano la proeza de impulsar mil carreras. El millar de anotaciones pro-pulsadas acaeció el viernes 20 de diciem-bre de 2013, cuando Yulieski remolcó a Yoasan Guillén, que se encontraba en la intermedia.

El estacazo de vuelta completa que da origen a estas líneas fue su quinto ataviado con el uniforme azul, todavía distante de los 41 que despachó contra conjuntos capitalinos cuando era el ma-yor estandarte de los Gallos espiritua-nos. El entonces enfundado en la cami-seta marcada con el 10, ahora transfor-mada en el 01, le botó 22 pelotas a los monticulistas de su actual novena y 19 a los desaparecidos Metropolitanos.

Hasta el presente, en los casilleros tradicionales, Yulieski ha sido líder en Series Nacionales en la mayor parte de ellos. En el 2006, durante la Serie xlv, no tuvo rivales en anotadas, al pisar la re-gistradora 89 veces. Cuatro años des-pués fue nuevamente el rey de este ren-glón con 90. En hits no aceptó disputas, con 126, en el 2005, mientras que en los tubeyes todos le vieron las espaldas en el 2007, resultado de sus 27 biangulares.

Yulieski Gourriel se suma a la leyenda de su padre

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En relación a las impulsadas igualó en el 2006 el récord, para ese momento de Javier Méndez, con 92, liderazgo que rei-teró en el 2010 con 105. En la propia con-tienda del 2006 comandó los triples, con 11, y los cuadrangulares, con 27.

Esa actuación dorada, ser de manera simultánea el monarca de dos batazos antagónicos: el triple como expresión de velocidad en el corrido de las bases, y el cuadrangular como testimonio de fuer-za en el empleo de la «macana», no la ha conseguido nadie más en estas 53 Series Nacionales.

En la Liga Cubana Profesional, entre 1878 y 1961, únicamente pudieron ser los primeros de estos departamentos en el mismo año, Alfredo Arcaño, del Haba-na, en 1888-1889, con un cuadrangular y tres triples si bien en los jonrones estu-vo empatado con Felipe Blanco de Ma-tanzas. La temporada siguiente Antonio María García, del conjunto Fe, conectó una pelota más allá de las bardas, con cuatro triples, renglón en el que conclu-yó abrazado con el propio Arcaño, quien en 1891-1892, repitió en la cima con tres jonrones e igual cantidad de triples.

En 1903 Julián Castillo, del Habana, con dos HR y cuatro 3B, no fue alcanza-do por otro jugador, en tanto en 1907, en-tonces defendiendo la franela del Fe, acu-muló dos HR y cuatro 3B. En los batazos más codiciados Castillo finalizó ese año igualado con Luis Padrón, del Habana.

Durante la cita de 1915-1916, el em-blemático Cristóbal Torriente –exaltado en el 2006 al Salón de la Fama de Co-operstown por el Comité Especial a car-go de examinar la actuación en las Ligas Negras– logró con los azules del Almen-dares dos pelotas por encima de los lí-mites y seis triples.

En la arena internacional Yulieski ha cosechado numerosos reconocimientos. Ahora mismo acude a mi memoria el he-cho de que se incluyera dentro del All Stars de varias competencias de renom-bre, tanto como camarero o antesalista. En el primer caso sobresale su desem-peño en el I Clásico Mundial, en el 2006, mientras que en la Copa del Mundo del 2005 y la Intercontinental del 2010, fue la tercera base más prominente.

Padre e hijo, cuyos méritos parecen interminables, están incluidos asimis-mo en la privilegiada decena de jugado-res con más de 200 bambinazos y 100 bases robadas. Ese conglomerado de al-tos quilates lo integran Lázaro Junco (405 HR y 110 BR); Omar en Linares (404 HR - 246 BR); Luis Giraldo Casanova (312 HR - 120); Fernando Sánchez (280 HR - 135 BR); Víctor Mesa (273 HR - 588 BR); Yulieski Gourriel (247 HR - 134 BR); Lourdes Gourriel (247 HR - 121 BR); Ermidelio Urrutia (221 HR - 180 BR); Os-car Machado (207 HR - 113 BR) y Rolan-do Meriño (215 HR - 120 BR).

Si bien las comparaciones resultan desacertadas la mayoría de las veces, nadie como Lourdes (a quien admiro profundamente) festejó el aconteci-miento descrito en estas páginas que apuntala, sin la más mínima posibili-dad de réplica, a su segundo hijo den-tro de lo más granado de la pelota revo-lucionaria.

¿Quién le hubiera dicho a la tropa de Yaguajay que, por los azares de la vida, el brillante antesalista arribaría a marcas galácticas, con el mismo con-junto con el que su predecesor logró el indiscutible dos mil y su cuatriesqui-nazos 247? El mejor premio, sin duda alguna, es la calurosa acogida tributa-da por la exigente afición industrialis-ta a los hermanos Gourriel. CM

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AhMED PérEz MOrEJóN

a partir del próximo primero de febre-ro, y a lo largo de una semana, la exigente afición nacional estará enfocada, con total concentración, en el devenir de la LV Serie del Caribe, a efectuarse en predios de la bella Isla de Margarita en la hermana República Bolivariana de Venezuela. El jolgorio de las bolas y strikes, sin discusión alguna, manten-drá de plácemes a los amantes de esta disciplina atlética más allá incluso del área caribeña.

Si bien la asistencia cuba-na es solo como invitada –y no en calidad de miembro pleno del certa-men auspiciado por la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe (CBPC)- para nuestro país representa reincorpo-rarse, al menos por esta ocasión, a un torneo del que somos fundadores.

Aprovechando que en plazas, aveni-das y dentro de las numerosas peñas de-portivas de San Antonio a Maisí, coexis-te un envidiable ambiente de polémica beisbolera, les regalamos a los lectores de LA CALLE... una síntesis de los principa-les acontecimientos históricos relacio-nados con la incursión de la mayor de las Antillas durante la primera etapa de estas justas así como breves referencias a otros sucesos relevantes. En ese senti-do, lo que no acepta miramientos es que los parciales de nuestro archipiélago cerrarán fila apoyando a los Leopardos Naranjas de Ramón Moré, que de ma-nera tan espectacular se impusieran en la Serie Nacional anterior.

La primera edición de estas lides tu-vo como escenario al imponente Gran Stadium del Cerro, en La Habana, entre el 20 y el 25 de febrero de 1949. En la competencia se impusieron invictos, en seis salidas a la grama, los jugadores lo-cales almendaristas. El lanzador Agapi-to Mayor ganó tres choques, resultando elegido además como el «Más Valioso». Ese número de victorias de un serpenti-nero (dos ante Puerto Rico y una ante Panamá) constituye récord para la cele-bración anual de estas contiendas. Di-cha novena estuvo comandada por Fer-mín Guerra, quien curiosamente fue también el timonel de Occidentales, elenco monarca en la I Serie Nacional celebrada en 1962. Guerra volvió a diri-gir a los almendaristas en 1950, en la confrontación del área, justa en la que se desempeñó también como receptor.

En varias de las competencias cele-bradas durante la primera etapa, varios peloteros cubanos se erigieron como campeones de bateo. El primero de ellos fue el formidable antesalista azul Héc-tor Rodríguez en la II Serie, acogida por Puerto Rico en 1950, al compilar 474, producto de 9 inatrapables en 19 visitas oficiales al home plate. Un año después el recio inicialista Lorenzo, Chiquitín, Ca-brera, promedió 619 (13 en 21), que signi-fica aún el tope máximo para cualquie-ra de los champion bate que le sobrevi-nieron en todos estos años. En el 52, esta vez en Panamá, Edmundo, Sandy, Amo-rós, ganó la codiciada corona con 450 (9 en 20). En la V Serie, organizada por Cu-ba, el temible patrullero Pedro, Perico 300, Formental, no tuvo rivales con 560 (14 en 25), llegando incluso a hilvanar se-

tradicionalmente sotanero, y de que in-cursionó en aquellos lares a punto de cumplir los cuarenta años, el Premier tu-

vo foja de 39 ganados y 40 perdidos, y 3,67 de PCL.

Entre los muchos atletas del pa-tio que se destacaron en estas festi-

vidades, además de los reverencia-dos con antelación, están el torpede-ro Avelino Cañizares y el receptor Gilberto Valdivia, en la I Serie; el de-

fensor del primer cojín An-drés Fleitas y el guarda-bosque Roberto Ortiz (tres veces as jonronero

dentro de la Liga Cubana), en 1950; el todoterreno Gilberto, el Jibari-to, Torres (que dirigiera la selección na-cional en los Centroamericanos de Kingston, en 1962, y San Juan, en 1966, y los Panamericanos de Sao Paulo, en 1963), y el enmascarado Alejandro Cres-po, en 1951; el short stop Manuel, el Chino, Hidalgo, y los lanzadores Rogelio, Limo-nar, Martínez, y Julio, Jiquí, Moreno, en 1952; el estelarísimo parador en corto Willie Miranda, el jardinero Ángel Scull y Julio Bécquer, en 1954; el guardabos-que central Ramón Mejías, en 1955; el short stop Humberto Fernández y el lan-zador René, el Látigo, Gutiérrez, en 1956; el mítico jardinero Asdrúbal Baró, en 1957; el patrullero derecho Juan, Cacha-no, Delís y el torpedero José Valdivieso, en 1958; el camarero Tony Taylor y el lan-zador Orlando, el Guajiro, Peña, en 1959; mientras que el center Tony González y el inicialista Rogelio, Borrero, Álvarez brillaron en la competencia de 1960.

Los elencos cubanos no solo gana-ron 7 de los 12 campeonatos regionales en que irrumpieron, sino que fueron el único país que vio titularse a cada uno de los elencos (cuatro en total) que com-ponían su liga doméstica. El Almenda-res lo hizo en 1949 y 1959; Habana en 1952; Cienfuegos en 1956 y 1960 y Maria-nao en 1957 y 1958. La racha de cinco diademas consecutivas, entre 1956 y 1960, es la más larga alcanzada por un nación en estos eventos. La segunda ca-dena es de apenas tres éxitos en fila y corresponde a conjuntos dominicanos, con la Águilas Cibaeñas, en 1997 y 1998, y los Tigres de Licey, en 1999.

Napoleón Reyes, como timonel del Marianao, es uno de los seis directores que ha ganado estas celebraciones en dos oportunidades. Además del cubano repitieron el éxito Benjamín Reyes, con Hermosillo, en 1976, y Mexicali, en 1986; Mako Oliveras, con Santurce en 1993 y 2000; Francisco Estrada, con Culiacán, en 1996 y 2002; Félix Fermín, con las Águilas Cibaeñas, el 2003 y 2007 y Ken Oberkfell, al frente de los Leones del Es-cogido, en 2010 y 2012. El director anti-llano es el único que consiguió sus tro-feos sin intervalos, en 1957 y 1958.

Diez cubanos han sido exaltados al Pabellón de la Fama de la Serie del Cari-be. Son ellos los jugadores: Camilo Pas-cual (1996), Atanasio Pérez (1998), Héc-tor Antonio Rodríguez (1998), Edmundo Amorós (1999), Orlando Peña (2000), Diego Seguí (2004), Orestes Miñoso (2005) y Pedro Formental (2006), así co-mo el árbitro Armando Rodríguez (2005) y el locutor-comentarista Rafael Ramí-rez (2003). CM

guidilla de 4-4, que destrozará en 1957 el venezolano Pompeyo Davalillo al obte-ner de 5-5. En la Viii Serie, Rafael, Son, Noble, se impuso con 400 (6 en 15). Otros coterráneos que alcanzaron liderazgos fueron los lanzadores Pedro Ramos y Camilo Pascual que, como representan-tes de los Elefantes del Cienfuegos se lle-varon las palmas correspondientes a los mejores serpentineros. Pascual, ese pro-pio año 1956, consiguió el reconocimien-to de «Más Valioso». El prominente mon-ticulista repitió ambas distinciones en las Series de 1959 y 1960. En los tres ca-sos obtuvo foja de dos triunfos sin reve-ses, elevando su cosecha a seis sonrisas sin contratiempos en estas convocato-rias. En la IX Serie, en 1957, el emblemá-tico Orestes Miñoso fue el que mayor cantidad de carreras remolcó, como bu-jía de los Tigres de Marianao, con 7. En lo colectivo, en 1953, los Leones del Habana completaron una cadena de 11 triunfos en estos certámenes el día 21 de febrero, cuando derrotaron 6x1 a Panamá. Una jornada más tarde, sin embargo, cayeron ante los Cangrejeros de Santurce, a la postre ganador invicto de esa Serie. Por cierto que dos años más tarde, en 1955, la novena de Santurce repitió su éxito, dán-dose el lujo de ser el único elenco en el mundo, descontando a la estrellas de la Liga Nacional, en colocar dentro del line up a los jardineros Roberto Clemente y Willie Mays, dos de los más grandes pe-loteros de todos los tiempos.

Conrado Eugenio Marrero Ramos, leyenda del béisbol planetario, participó en las Series de los años 1949; 1950; 1954 y 1957. En las tres primeras vistió la frane-la del Almendares, mientras que en la úl-tima defendió los colores de Marianao. En el 49 ganó un partido y no perdió, re-pitiendo la dosis cinco años después, en predios borinqueños. A la serie de 1950 se presentó con menor efectividad y su-cumbió ante Puerto Rico y Panamá. En total, su balance fue de dos éxitos e igual cantidad de descalabros, con excelente 1,59 de promedio de carreras limpias permitidas en 28,1 entradas de actua-ción. Marrero, quien nació el 25 de abril de 1911, en la Finca Laberinto, en el cen-tro del país, es el pelotero vivo de mayor edad que haya pisado los terrenos de la Major League Baseball. En dichos circui-tos se desempeñó con los Senadores de Washington, entre 1950 y 1954. Indepen-dientemente de militar en un conjunto

Cuba en las Series del Caribe

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LA CALLEDEL MEDIOENErO 2014

69ENERO

2014

NÚMERO directorenrique ubieta gómez

jefa de redacciónrosana berjaga

diseño10kzardoyas

correcciónmarilin balmaseda

fotografías

colaboradoresa.a.g.santiago alba ricolilibeth alfonso martínezaracelys avilésxenia balón de la cuestayuliat danay acostamauricio escuelaijorki moralesailer pérez

ahmed pérez morejóncarlos rodríguez almaguerh. romo siglercarmen souto anidoluis toledo sandemadelaine vázquez vázquezmarian velázquezjorge wejebe cobo

direccióncalle 21 no. 406, vedado, la habana, cuba. cp 10400.

[email protected]

impresiónimprenta federico engels

vaRia

dOs

CD Sin frenosintérprete: Manolito Simonet y su Trabucobis Music, 2013

propuEstasmusiCalEs

A cargo de AILEr PérEz, IJOrKI MOrALESy CArMEN SOuTO

Cuando tú dices que me amasautor: Osmani Espinosaintérprete: qva LibreCD La psicodélica estelarProducción independiente, 2013

Abriendo todas las puertas ft. ruso Orishasautor: Ernesto blanco Ponsodaintérprete: Ernesto blancoCD Abriendo todas las puertasbis Music, 2013

El artista soy yoautor: Maykel blanco Cuevasintérprete: Maykel blanco y su Salsa MayorCD A toda máquinabis Music, 2013

Vivir sin tiautor: Leoni Torresintérprete: Leoni TorresCD SalseandoEgrem, 2012

Deja de llorarautor: Waldo Mendoza y Alejandro rodríguezintérprete: Waldo MendozaCD repartiendo amorbis Music, 2013

tEM

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Dolor con amor se curaintérprete: Kelvis OchoaDir.: Magda Wodecka, gregory Szeps, Omar Leyva y Charles Cabrera

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EspaciO

COMEr EN CASA las frutas constituyen alimentos de gran importancia para una adecuada nutrición. Desde el punto de vista botá-nico se originan por el desarrollo del ovario de la flor. Constan de semillas y de una envoltura formada a partir de las paredes del ovario que se denomina pericarpio. Este a su vez se divide en tres capas: epicarpio o capa externa, mesocarpio o capa media y endocarpio o capa interna. También se clasifican en función de su composición nutricional. Por ejemplo, en dependencia del conte-nido de agua, se distinguen las frutas carnosas, con un porcentaje hídrico mayor de 50, y los frutos secos y oleagi-nosos, cuya parte comestible posee un porcentaje menor de esa cifra. Algunos especialistas también las clasifican por su grado de acidez, por lo que pueden ser ácidas, agridulces y dulces.

En el caso de las frutas carnosas ge-neralmente se dividen en frutas cítricas, que proceden de la familia de las Rutá-ceas; y en frutas tropicales, por ser pro-pias de regiones más cálidas. Las frutas carnosas en su mayoría tienen un alto porcentaje de agua, y son ricas en azú-cares, fibra, vitaminas, minerales y fito-nutrientes, siendo más pobres en proteí-nas y lípidos. Además de la presencia de ácidos orgánicos, poseen aceites esen-ciales y pigmentos que les confieren colores determinados así como compo-nentes aromáticos volátiles, responsa-bles del sabor y aroma de estos alimen-tos. Su contenido calórico regularmente es bajo, por lo que son muy recomenda-bles en dietas para adelgazar.

Respecto a las vitaminas, el grupo de los cítricos es muy rico en vitamina C. Las que poseen pulpas de color ana-ranjado o amarillo oscuro son muy ri-cas en provitamina A. Entre los mine-rales, se destacan el potasio (sobre todo en el plátano y la naranja) y el fósforo. Además presentan zinc, calcio, sodio, cobre y hierro. En este grupo los azúca-res simples más abundantes son la glu-cosa y la fructosa. La sacarosa también puede estar presente, siendo importan-te en algunas frutas como el melocotón y el plátano. También aportan fibra so-luble (sustancias pépticas) e insoluble (celulosa y lignina), de gran importan-cia para la reducción del colesterol en la sangre y prevención del estreñimiento, entre otras propiedades terapéuticas.

A medida que transcurre la madu-rez, se producen una serie de transfor-maciones. De esta forma, el contenido de almidón y ácidos orgánicos dismi-nuye, mientras que los azúcares sim-ples aumentan. Durante ese proceso las enzimas pectínicas reblandecen su textura y son responsables de la apari-ción de sus aromas.

En el caso de los frutos secos y oleagi-nosos, son semillas encerradas en una cáscara. Almendras, castañas, marañón, macadamia, avellanas, nueces, ajonjolí, maní y coco, entre otras, conforman el universo de este popular grupo de ali-mentos. Estos frutos, con excepción del coco, aportan notables cantidades de gra-sas polinsaturadas de gran utilidad pa-

ra el organismo. Son ricos en vitami-nas, en especial del complejo B y vita-mina E, y en minerales como hierro, calcio, potasio, magnesio y fósforo. Los frutos secos contienen importantes cantidades de proteínas de alto valor biológico, similares a las de las legumi-nosas, y presentan un valor energético más elevado.

Para una buena selección de las fru-tas, tenga en cuenta las recomendacio-nes siguientes: escójalas sin presencia de hongos ni síntomas de podredum-bre; descarte las frutas con golpeadu-ras, partes blandas y negras o descolo-ridas; prefiera las que presenten una textura firme y suave; selecciónelas con coloración, brillo, tamaño y aroma pro-pios de su especie, y elíjalas preferible-mente pintonas para que terminen su maduración en la casa, siempre y cuan-

· i n g r e d i e n t e s ·p a r a c u a t r o r a c i o n e s

· i n g r e d i e n t e s ·p a r a s e i s r a c i o n e s

filete de pescadosal

pimienta molidazumo de limón

perejilcebollino

mantequillaaceite

piñafrutabomba

suprema de naranja

jugo de naranjavino seco

azúcar moreno

piña en dadosazúcar refinozumo de limón

salmenta fresca

4 unidades1 cucharadita¼ cucharadita2 cucharadas2 cucharadas1 cucharada1 cucharada2 cucharadas 1 rodaja1 tajada pequeña

8 unidades3 cucharadas2 cucharadas1 cucharadita

2 tazas1½ tazas1 cucharada1/8 cucharadita10 hojitas

LAS fruTAS, OfrENDA NATurAL (I)

··········

····

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fILETE DE PESCADO TrOPICAL

DuLCE DE PIñA A LA MENTA

· e l a b o r a c i ó n ·Adobar los filetes con la sal, la pimienta, el zumo de limón, el perejil y el cebollino ¶ Pa-ra la salsa de frutas, derretir la mantequilla con media cucharada de aceite en una sartén, añadir los dados de frutas, las supremas de naranja, el jugo de naranja, el vino seco y el azúcar ¶ Dejar reducir, durante dos minutos ¶ Reservar ¶ Poner en una sartén de fondo grueso los filetes de pescado y grillar por am-bos lados ¶ Servir en plato apropiado, con la salsa de frutas por encima.nota: La salsa de frutas se puede espesar con

un poco con maicena. Los filetes se pueden servir sobre un lecho de vegetales o frutas. También se pueden agregar dados de mango u otra fruta carnosa.

· e l a b o r a c i ó n ·Hervir la piña en poca agua durante quince minutos y reservar media taza del líquido de cocción ¶ Colocar en una cacerola el azúcar y el líquido, luego dejar hervir ¶ Agregar la piña, el zumo de limón, la sal y las hojitas de menta, y cocinar hasta que el almíbar ad-quiera punto.

Peña de Karamba, todos los viernes a las 10:00 p.m. en el Centro Vasco (Calle 4 esq. 3ra., El Vedado)

m.v.gkaloian santos cabrera

rnps: 0583

do no presenten partes duras o exceso de madurez con partes muy blandas.

En el caso de las frutas sometidas a la acción de la deshidratación, median-te tecnologías caseras o industriales, se distinguen las pasas de diversas varie-dades de uvas, las pasas de Corinto (de pequeñas uvas sin semilla) y las cirue-las pasas (de pulpa dulce y compacta). También se producen dátiles, higos y al-baricoques secos; aunque casi todas las frutas pueden asimilar el proceso de secado para su conservación y obten-ción de productos con diferentes carac-terísticas y sabores. En Cuba existen experiencias de secado de frutas como el plátano y el mango, que se distin-guen por su peculiar sabor.

Las frutas son muy utilizadas en la cocina, y debieran estar siempre pre-sentes para la conformación de un menú equilibrado. La mejor recomen-dación es su consumo natural y en per-fecto estado de madurez. Las frutas carnosas se preparan en jugos, batidos, mermeladas, jaleas, y como acompaña-miento de platos exóticos, entre otros usos. Los frutos secos son muy frecuen-tes en la repostería, panadería y paste-lería (como cobertura de pasteles, relle-nos, turrones, etc.). Además sirven de acompañamiento o relleno a diversos alimentos o preparaciones (pescados, pollos, pavo, asados, ensaladas, cremas, entre otros).

En el próximo artículo se describi-rán las características de algunas de las frutas más representativas en nuestro universo culinario. CM

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