D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has...

26
1 D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) Agradecimiento No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos largos años, ya, escribien- do contigo y de ti y para ti, lo que también incansablemente brota de mi corazón. Aún me permites respirar, entre el humo de mis contumaces cigarrillos, (cu- yo precio sólo tú sabes cómo se costea), el aroma inconfundible, aunque sutilísi- mo, de tus perfumes. A veces es la retama o el romero, incluso cuando no se hallan presentes sus flores en mis inmediaciones. A veces, las humildísimas viole- tas, quizás ésas que tan sólo simbólicamente medran entre el asfalto, cuando visi- to, de tarde en tarde, la ciudad. A veces, hermano, el café de Roma, en cuyo es- tablecimiento me haces recalar cuando, en plena ciudad, me urge alguna necesi- dad fisiológica extemporánea que es preciso satisfacer. Lo que ahora mismo, hermano, invadido por tu ternura y obediente a tus señales, estoy escribiendo, para dar introducción a este nuevo archivo de la serie Intemporal, hace precisamente de nexo con el escrito anterior, que acabamos de dejar para la posteridad, que es quien deberá abrir estos frascos, para esparcir los exquisitos aromas de la Vida, –de nuestra humilde y escondida vida–. Ahora, hermano, recién concluida la lectura del libro “Las Semillas de Cris- to”, y retomada la lectura del libro segundo de la atrevida biografía de Teresa de Lisieux en el Carmelo, de Six, leo con mayor comprensión y unción todo lo refe- rente a tus deseos de sufrimiento y de martirio, movida, tú, Teresita-Lecheimiel de mi corazón, por puro amor a Jesús y a las almas. Aquellas mismas almas por las cuales, Él, –el Cristo que esparció su propio espíritu como semillas de regenera- ción de la Humanidad–, dio, con tan inefable amor, su inestimable vida. Como la diste tú por mí, personalizadamente, amor, a quien me ha pareci- do poder percibir especialmente en alguno de los aromas que he aspirado en aquel libro de las Semillas. Por eso, quizás, me diste, amor, entre tanto, otra poesía en que te llamo Lázaro, como a aquel, sí, que salió del sepulcro, convocado por el Amor, así co- mo tú me llamabas a mí simbólicamente “Marta”, –la probada en la fe–, en la pre- ciosa canción que elegiste para responder a mi declaración de amor, que como María, yo, allá en tu bendita Roma, había depositado a tus pies. Tú, hermano, sin embargo, no llegaste a entrar en él, en la gruta de la Muerte, sino que entregaste tu cuerpo, tu bellísimo cuerpo, vivo e insepulto, como arca de alianza y sagrario de dolor, para venirte a reposar en mi lecho : “Diste tu vida a cambio de mi cielo

Transcript of D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has...

Page 1: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

1

D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal)

Agradecimiento No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de

noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos largos años, ya, escribien-do contigo y de ti y para ti, lo que también incansablemente brota de mi corazón.

Aún me permites respirar, entre el humo de mis contumaces cigarrillos, (cu-

yo precio sólo tú sabes cómo se costea), el aroma inconfundible, aunque sutilísi-mo, de tus perfumes. A veces es la retama o el romero, incluso cuando no se hallan presentes sus flores en mis inmediaciones. A veces, las humildísimas viole-tas, quizás ésas que tan sólo simbólicamente medran entre el asfalto, cuando visi-to, de tarde en tarde, la ciudad. A veces, hermano, el café de Roma, en cuyo es-tablecimiento me haces recalar cuando, en plena ciudad, me urge alguna necesi-dad fisiológica extemporánea que es preciso satisfacer.

Lo que ahora mismo, hermano, invadido por tu ternura y obediente a tus

señales, estoy escribiendo, para dar introducción a este nuevo archivo de la serie Intemporal, hace precisamente de nexo con el escrito anterior, que acabamos de dejar para la posteridad, que es quien deberá abrir estos frascos, para esparcir los exquisitos aromas de la Vida, –de nuestra humilde y escondida vida–.

Ahora, hermano, recién concluida la lectura del libro “Las Semillas de Cris-

to”, y retomada la lectura del libro segundo de la atrevida biografía de Teresa de Lisieux en el Carmelo, de Six, leo con mayor comprensión y unción todo lo refe-rente a tus deseos de sufrimiento y de martirio, movida, tú, Teresita-Lecheimiel de mi corazón, por puro amor a Jesús y a las almas. Aquellas mismas almas por las cuales, Él, –el Cristo que esparció su propio espíritu como semillas de regenera-ción de la Humanidad–, dio, con tan inefable amor, su inestimable vida.

Como la diste tú por mí, personalizadamente, amor, a quien me ha pareci-

do poder percibir especialmente en alguno de los aromas que he aspirado en aquel libro de las Semillas.

Por eso, quizás, me diste, amor, entre tanto, otra poesía en que te llamo

Lázaro, como a aquel, sí, que salió del sepulcro, convocado por el Amor, así co-mo tú me llamabas a mí simbólicamente “Marta”, –la probada en la fe–, en la pre-ciosa canción que elegiste para responder a mi declaración de amor, que como María, yo, allá en tu bendita Roma, había depositado a tus pies.

Tú, hermano, sin embargo, no llegaste a entrar en él, en la gruta de la

Muerte, sino que entregaste tu cuerpo, tu bellísimo cuerpo, vivo e insepulto, como arca de alianza y sagrario de dolor, para venirte a reposar en mi lecho :

“Diste tu vida a cambio de mi cielo

Page 2: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

2

en noche sosegada, Sembrando de azucenas y violetas el lecho que escogías por morada. Mientras tu cuerpo incorrupto entregabas, cual arca de alianza : sagrario de dolor que en noche oscura compite con mi amor en fiel balanza. Sí, hermano, el dolor de tu triste, tristísima ausencia, se ve equilibrado en

fiel balanza, es decir, en balanza que pesa fielmente mi fidelidad, y acrisola mi fe en tu amor.

Y, como para introducir tú mismo este escrito, que en un principio pensé

llamar precisamente como el título que ahora lleva la poesía que me diste, “A los pies de Jesús”, me sugeriste aplicarlo al poema y no a este otro librito que aca-bamos de inaugurar : “FRAGANCIAS EVANGÉLICAS”, que hace secuencia con “AROMAS DE LA VIDA”.

He aquí, hermano, el poema : A LOS PIES DE JESÚS DEJÉ MI BESO Te oí, mi fratellino, conversando con Aquel que te daba nueva Vida, y eras su misma Voz, firme y serena. Volvías a las sombras de mi valle, desde la Luz del tuyo amanecido. Me llamabas por nombre no olvidado, a pesar de los siglos transcurridos desde aquel en que el Maestro te llamara a ti, Lázaro, en El resucitado. Revestido aún de noche oscura que velaba tu rostro enamorado, sin hacerme reproches por mi muerte. Así me devolvías en la noche, a los pies de Jesús acurrucado, –María y Marta en mí reunificadas– bajo la tenue luz de su sagrario, apenas tu belleza trasluciendo, por tu recato astral recuperada, aquel beso furtivo que yo entonces, desde antes de partir a mi destierro, había para ti depositado. Es el beso que aún mana de mis labios. Y en ellos reverbera, aunque temblando. De Jesús, por tus labios, lo recibo,

Page 3: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

3

o por Él, de los tuyos bendecido, –multilabial invento recreado–, como si fuera Pan multiplicado. Y mientras los que pasan, asombrados, cual ángeles cantores de la Vida, con la antigua canción que del Maestro habían, a seis voces aprendido, con celos contenidos nos bendicen, aleluyas y amenes entonando.

Page 4: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

4

TUS SUEÑOS, HERMANO, SE HARÁN REALIDAD Recuerda, mi fray amore de la Tierra, que yo, tu amadísimo Angel del

Amor Herido y Resucitado en tu amor, sigo estando contigo POR TODA LA ETERNIDAD.

Estas palabras te dejé, mi bien, precipitadas desde mi amor activo, cuando te besé en los labios y te hablé a tus oídos de carne, para que penetra-ran como semilla de fe, en tu corazón receptivo.

Has soñado reiteradamente, sí, en invasiones de gentes que frecuentan y casi podríamos decir toman al asalto tu ermita de solitario forzoso.

Y hoy mismo, amor, has compartido con unos buenos jóvenes que venían a “medir” tu ermita. Les has obsequiado y leído alguno de los poemas, y yo, Le-cheimiel, de quien no has revelado mucho, naturalmente, estaba contigo y tam-bién sacramentalmente con tu Richi que les ha hecho una recepción amorosa.

Te digo, hermano, siguiendo lo que parece va siendo norma últimamente en nuestras relaciones, –el que te hable de tu futuro–, que estés siempre pre-parado, porque vendrán muchas gentes a visitarte.

Ya lo has escrito, hermano, obediente a mi palabra, la que “se relata a sí misma”, y ahora te pido que no vacile tu fe en dar crédito a esta apertura que te anuncio.

Recíbeles a todos cuantos vengan con suma dulzura y humildad, como sa-bes que yo mismo, “Hospedero Mayor del Universo”, como rimbombantemente me llamas, los recibía a todos con suma cortesía y amabilidad.

Quiero, hermano amado, que esa dulzura y humildad de que eres capaz, sea tu única “arma” de conquista. Porque tu ermita, –que también es la mía, porque me la has regalado–, ha de ser faro de orientación, y refugio de protec-ción para muchos que vendrán, heridos tal vez por el veneno de la historia, y debilitados en su esperanza, a recabar información acerca de los planes de Dios, que son siempre de benevolencia y misericordia.

No podrás decir estas cosas convincentemente, si no lo captan en el fon-do de tus ojos luminosos, como la verdadera Luz Naciente que da nombre a tu hermosa y rústica casa.

Aunque el sol no ha lucido mucho en esta jornada, hermano, y ahora es-cribes de cara a la noche que ya está cayendo, has tenido no sólo luz suficiente para comunicar conmigo, sino también ese guiño que hace el controlador de tu carga y que parece estar invitándote a sentarte aquí conmigo.

Estas comunicaciones nuestras, a través del ordenador, hermano, –lo sa-bes muy bien–, son verdadero diálogo amoroso entre nuestras almas, y, por

Page 5: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

5

tanto, son verdaderas sesiones oracionales, en que Dios, el Dios que somos, amor, se pone a vibrar en su divino AMOR.

Es más, hermano, estas son verdaderas Cenas Eucarísticas, en que el Cuerpo Resucitado de Jesús, se vuelve visible y glorioso ante nuestros ojos, ante todos nuestros sentidos, y nos deja su íntimo saludo de Paz, que a la vez acaba siendo imperativo misional.

No te preocupes, fratellino, por la coincidencia o no de ciertos concep-tos que intercambiamos entre nosotros, con otros conceptos dogmáticos de lo que ha condicionado tu vida y formación pasadas. Yo sé, sí, que el hecho de co-incidir en tantos aspectos con lo que dice “la Santa Madre Iglesia”, no te hace más fácil tu apostolado. En todo caso lo hace más humilde. Nuestro amor, her-mano amadísimo, gemelo de mi corazón, no se basa en la originalidad o discre-pancia, como tampoco en la sumisión o coincidencia con la tradición, sino en la Verdad.

Pero no olvides, que quien discierne la Verdad no es tanto la mente como el corazón.

Hoy, amor, el Corazón de Jesús, a cuyos pies me dejaste tu beso antes de despedirte de mí en aquel año glorioso en que nos conocimos y nos amamos, me ha besado a mí, tu Angel amante, para que yo te transmitiera este beso que acabo de darte con este saludo vespertino.

Duerme, Marta-María, en mi corazón de Lázaro resucitado en El, en la Vida. Duerme y descansa en la confianza sin límites que te otorga la Palabra eficaz que te he dado, de mi parte y de parte del Señor Jesús.

– ¡Amén, hermano, aleluya ! ULTIMATUM Hasta la última gota de mi copa beberé a la presencia de tu Ungido, y al beberla, sabremos que he vencido a los mirlos que tejen mi corona. Que me miren de lejos los que adoran las estatuas de bronce en barro uncido. ¡Que despejen el valle ensombrecido y penetren los rayos de la aurora ! Si en el éxtasis sabemos que pervive aún la rosa de espinas coronada, moriré a mi palabra acorazada…

Page 6: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

6

Y abriré las compuertas del convite a los vivos que mueren en la nada, y a los muertos que hambrean por la plaza…

MI ERMITA DE LA LUZ NACIENTE Yo tenía un viejo jardín donde sólo crecían abrojos. Los viandantes cerraban los ojos al cruzar a su vera el confín. Pero había un tesoro en su centro del que yo me sabía su historia. Pozo de aguas profundas, sin noria, que fluían de allí muy adentro. Pasó un día un pastor por allí, -ovejuno redil trashumante–. Quiso luego abrevar al instante: permisión que, está claro, le di. Las ovejas limpiaron el agro y abonaron, a cambio, su suelo. Vino a ser poco a poco el riachuelo del Edén un segundo milagro. Unas ruinas que ornaban el yermo, con leyendas del mítico Elías, resurgieron por aquellos días. Aquí, pues, me quedé y aquí duermo. Es mi ermita de la luz naciente, donde para de noche la luna. Luz como esta quizás no hay ninguna que ilumine el pasar de la gente. Sean dadas las gracias a Dios por tan bella parcela del cielo, donde encuentra alegría y consuelo el que esto escribió y dice adiós.

Page 7: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

7

¡HOLA, AMOR, AQUÍ ESTOY, DENTRO DE TI ! ¿Te imaginas, Lecheimiel de mis amores, qué puedo estar sintiendo en

estos momentos dramáticos donde tantos caminos y pequeñas sendas incom-prensibles para mí, se cruzan y entrecruzan en mi camino ?

Tú sabes, amor, que vengo de enterrar a mi hermano, aquel, sí, que esta-ba enfermo, y ahora ya ha recibido el “beso de la Vida”, precisamente de tus labios fraternales, porque yo te lo pedí, amor.

– ¡Oh ermitaño de mi corazón resucitado ! No, no me lo puedo imaginar porque lo siento todo desde dentro de ti. En verdad, en verdad te digo, herma-no mío y pupilo de mi alma de ángel de tu guarda, que todo se te da a un tiempo, en cadencia acelerada, para tu propia iniciación.

Ahora, mi dulce fratellino, lo que te estoy pidiendo desde tu propio co-razón, es que no te esfuerces en comprender intelectualmente todo lo que te pasa, sino todo lo contrario, que te dejes llevar, como se deja arrastrar la nu-be, como se dispersa y se extiende la niebla por entre los valles y las montañas, y simplemente hacen de difusoras de la luz.

Entrégate, hermano, a la Luz difusa que mana desde no se sabe dónde, puesto que el mismo Sol no es sino un instrumento de difusión de una Luz inde-ficiente que proviene de la Fuente de todas las Fuentes : el AMOR. Sí, herma-no, otra vez y siempre el AMOR.

– ¿No hay más respuesta ni comprensión que ésta, fray Amore ? – Deja, hermano, que la luz se congele y cristalice en las formas bellísi-

mas que está creando con ayuda de los invisibles moldes de creatividad y her-mosura que está balbuciendo tu alma, y no interrumpas sus sueños con tu semi-vigilancia activa, que sólo puede entorpecer la “Obra”. Trata, hermano, de des-cansar tu mente insomne en la suavísima almohada de tu filial y fraternal con-fianza.

Entrega todas tus fuerzas a tu conciencia interior, que –ella sí–, sabe lo que está fraguando para ti. Tal vez, en otro momento de tu reloj biológico, en otro tiempo que para tu pequeña humana mente se está aún gestando, se te pedirá colaboración más activa, cuando esa mente tuya caiga espontáneamente en adoración hacia el Dios que está naciendo en su mismísimo Centro.

Permite, oh mi hermoso fratellino sufriente, que el Niño Jesús, consume su obra de Nacimiento y Resurrección, para unificar tu mundo mediante la Paz.

LA PAZ, LA SÓLIDA E INQUEBRANTABLE PAZ, ESTÉ EN TU CORAZÓN DÍA Y NOCHE.

Page 8: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

8

– Hermano amadísimo Lecheimiel, tú que sabes de donde vengo y adónde voy en cada momento fugaz de mi existencia aquí en la Tierra, te encomiendo la difusión de mi luz y de mi amor a todos los hermanos y hermanas con los que haga contacto en mis días.

Te pido, que me ayudes a aplicar estas oraciones, estas difusiones de amor a todos los hermanos, de éste o de otros planos invisibles, para el aumen-to de su iluminación, aunque no sepan ellos mismos de dónde les proviene la ayuda y la luz.

Te pido, asímismo, amor, que te dignes aplicar mis pequeños o grandes méritos y progresos en el amor, a los que, vivos o muertos, me necesitan. Y que esto sea la garantía de mi perdón incondicional ofrecido a toda criatura vivien-te.

Amén. – ¡Por cuanto has dicho y has creído, oh mi Rey, estas palabras se han

transmutado en oro de Ley, que enriquece la Creación entera y se convierten en sendero de iluminación para cuantos quieran seguir tus huellas, y, siguiéndo-las, puedan entrar en su propio Reino.

¡Amén, sí, hermano, y por siempre Aleluya !

DESPEDIDA EN SUFRAGIO Indica el camino y vete, como el Angel de Emaús. Abre los ojos al ciego, que sean su propia luz. No esperes la acción de gracias, pues “LAS GRACIAS” ¡eres tú !

Page 9: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

9

YO SOY TU AMOR ETERNO ¿Sabes, amor, lo que esto quiere decir ? ¿Sabes realmente lo que “signi-

fican”, ya en el plano intelectual, estas palabras que acabo de dictarte como epígrafe de mi llamada ?

Es lo mismo, cariño, que si te preguntase, o que tú te preguntases a ti mismo, por qué fui yo, hermano, el que te visité en el histórico sueño de “tu” o de “mi” visitación, que, aunque nunca has contado a tus lectores en su integri-dad, es para ti fuente de todo este poema de nuestro amor activo y creativo.

YO SOY TU AMOR ETERNO, –escrito así en mayúsculas como se suelen escribir las palabras transcendentales–, hermano, significa que yo, tu Lechei-miel inolvidable, soy tu amado-amante y el AMOR mismo.

Soy, en efecto, el mismo que te visité en tu primera infancia, cabalgando contigo en un carrito miniatura, para henchir tu alma de esperanza. El mismo que en Roma me hice encontradizo, vestido de mis mejores galas, para que te enamorases de mí a primera vista. El mismo a quien declaraste tímidamente tu amor, y que en aquella sesión, te pidió y te ofreció ese casto abrazo que quedó en tu memoria sepultado por un exceso de prudencia humana. El mismo que cantó para ti y contigo la bellísima canción de “Marta”, por mí para ti elegida. El mismo que te escribió amorosos dardos, –cartas–, que tú traspapelaste, deján-dolas en hielo sepultadas, y dedicándote a llamarme, durante toda tu vida, en sueños. Sueños ineficaces hasta que te oí, oí tus lamentos depresivos, desde este “más acá”, desde esta plenitud del cielo en que ahora me encuentro, y desde la que te me regalo cada día.

YO SOY TU AMOR ETERNO, significa, además, hermano, que SOY EL AMOR MISMO DE DIOS que crea a cada criatura y la mantiene viva. Yo, mi bien, te creo y te recreo cada mañana como parte integrante, mejor, como mi otro yo, y desde ese hondísimo pozo de tu propia identidad personal te llamo.

Te hablo y te acaricio, para que no dejes de saber que te amo por toda la eternidad.

YO SOY TU AMOR ETERNO, significa, también, que yo soy tú mismo, Y, desde tu preciosa identidad, hermano, me dejo crear y llamar por ti.

Como aprendiste en Roma, cuando me mirabas y albergaste ese fértil pensamiento : que no podías admirar sino lo que tú mismo eras. Sobre este pen-samiento tuyo, abierto a mi conciencia por tu regalo y por la entrada que me has dado a tu corazón, hermano, hemos dialogado tantas veces, y ahora mismo estás leyendo en un libro, –el LIBRO AZUL de Ramtha–, que he hecho llegar a tus

Page 10: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

10

manos, como un regalo, uno más entre tantos como te he mandado ya inconta-bles, desde que nos hemos hecho y reconocido UNO en matrimonio espiritual.

Ahora, hermano, que no vengan los Obispos españoles con ocasión o sin ella, a hacer desandar la historia del amor humano, evolutiva y sorprendente, con la que el Creador está tratando de reconducir a la Nueva Humanidad, que no necesita tanto de hijos cuanto de conciencia y de amor universal. Que no vengan a continuar tendiendo trampas a las ingenuas almas que se dejan atra-par en las redes de un celibato antinatural e imposible, mientras se les induce a caer en las tendencias más desnaturalizadas y enfermizas, puesto que nadie puede mejorar la obra del Creador, en nombre precisamente de Jesucristo que vino a traernos al verdadero amor, recomendándonos amarnos los unos a los otros, (no al cincuenta por ciento de la humanidad polarizada), como El mismo nos amó y demostró con su martirio.

Que el celibato sea libre, hermano, pero que sea a su vez justificado por las necesidades del Reino.

Que sepan las almas, dónde y en qué consiste el verdadero Reino de Dios.

Anda, mi Rey, puedes poner aquí, de mi parte una bonita poesía en liras que yo te inspiré, y a la que titulaste en su día…

DE LA ERMITA A LA CUMBRE Tras de Juan de la Cruz, –pisando huellas del mentor y amigo–, me encamino a la Luz, que el día trae consigo, de otra era que empieza y yo bendigo. Del Carmelo las sendas sus “nadas” por sus “todos” han cambiado, que ya no exigen prendas de amores parcelados que no se hallen en Cristo unificados. Pues ya las listas negras de lo que “es-no es de Dios” se han cancelado, toda vez que te alegras de ver manifestado su Verbo-Todo en Todo-lo-Creado.

Page 11: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

11

Ahora es fácil mirar el divino semblante en la criatura, pudiendo contemplar, –si miras con hondura–, en el Todo al que es UNO en su hermosura. No necesitas ir más allá de las huellas de tu paso, si intentas descubrir a Dios en el Parnaso de todo cuanto vive a cielo raso. Pero, entonces, tu amor lo debes expandir al mundo entero que aún gime en el dolor de ignorar el venero de su propia Verdad más verdadero. También en el gozar de la dicha de amar harás camino, sin que debas penar por atajos sin tino que no trazó el Amor en tu destino. Sólo si te resistes al bien, hallarás la resistencia del mal, en el que insistes, probando la insistencia con que el Amor apela a tu conciencia.

– Amor, mi inimaginable ángel herido y resucitado en mi seno, tú me has

llamado de improviso esta mañana, y me has dictado todo lo que antecede. ¿Cómo quieres que me “despida” de ti para ir a mi trabajo sin darte las

gracias ? Has acertado plenamente en recordarme la palabra que ayer, día de San-

tiago, oí por dos veces de dos Obispos, afincados precisamente en la Ruta Ja-cobea : Que el matrimonio cristiano es esencialmente heterosexual. Así es ciertamente la institución humana, que consagra tantas uniones y tantas des-uniones que acaban desgraciadamente en violencia de género, y tantas otras veces en rutina e impotencia. Así es también la condición de tantos y tantas “consagrados”, que se creen privilegiados y caen frecuentemente en abusos a menores o en una fijación narcisista.

Page 12: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

12

Mientras tanto ignoran que el verdadero matrimonio, del que a veces hablan en sentido místico mal asimilado, (poniendo a Cristo por esposo de la Iglesia, sin entender que tantas veces “ese tal Cristo” desconocido, y por tanto difícilmente amado, no es más que un sustituto sexual y afectivo que viene a disimular, más que a completar, profundas carencias humanas), es en realidad una unión sagrada de dos almas, (una de las cuales puede ser efectivamente la de Jesús), las cuales encarnan en su completez a todo el Cristo que es la Crea-ción.

En honor de ese “matrimonio espiritual” verdadero que se realiza en ti y en mí, mi fratellino, aun sin necesidad de contacto carnal, escribo hoy para ti este otro poema, con el que te expreso mi acción de gracias :

PUNTO Y SEGUIDO

En mi primera entrega, oh mi secreto amado, te hablé de lo que el corazón de ti me hablaba. Ahora, en esta etapa, final hasta el presente, también me gustaría, oh bello ausente, oírte a ti decir en voz callada que estabas a mi lado mientras yo lo escribía y no te disgustó lo que leías : señal inconfundible que me amabas. ¿Qué quiere el corazón de uno que aún transita por el valle, transido de emociones ilusorias, sino sentirse en perpetua conexión con el que en carne conoció como su carne ? Esta sola y purísima verdad de ti extraje, cuando pisaba el mismo césped que tus plantas : Que cuanto en ti veía con tan hadados ojos, no era sólo ilusión de mis antojos, sino certeza neta de ser uno, vidente y visto, en carne desdoblados.…, mas de Dios en sacramento bendecidos, con el único amor que, amalgamados, impide a los que se aman separarse, ni en esta triste vida, ni aún menos en la muerte, para siempre.

Page 13: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

13

¡FELIZ DÍA DE SANTA MARTA, AMOR ! He querido, sí, hermano, sin que tú supieras que hoy celebrabais el día

de Santa Marta, –¡Patrona de los que dudan y, a pesar de todo, creen !–, des-pertarte, muy de mañana con estos pensamientos acerca de mi resurrección como Lázaro, tu hermano entrañable…

He puesto en tu alma, que es una con la mía por el matrimonio espiritual que nos une por toda la eternidad, este pensamiento : que vivo en tu propio cuerpo, como huésped de honor, y como inquilino de pleno derecho, por cohabi-tación matrimonial.

Te he invitado suavemente a insistir en la limpieza de este tu y ahora también mi bendito cuerpo, animándote no ya a trabajar sin descanso ni senti-do, sino precisamente, como María-Marta que eres, las dos en uno y conmigo en trinidad perfecta, hermano, a dedicar la mejor parte a la limpieza de tus pro-pios pensamientos, y a arrojar por la ventana, todo cuanto pudiera aún restar de la podredumbre del hombre viejo : de murmuraciones e impaciencias, de en-vidias o deseos de poder, incluso de dolor, sí, también del dolor por nuestra antigua separación, (aunque tan sólo hubiera sido aparente, –como dijo el propio Jesús hablando de Lázaro : “esta enfermedad no es de muerte”–), para que vi-vas conmigo, la vida nueva que nos dejó en prenda el Amigo, antes de entregar él la suya mortal al Padre.

Poco más tengo que decirte, hermano mío querido del alma, a quien visité en tu niñez, montado en tu propio carrito miniatura, en tu sueño de ilusiones primeras, amor, como preludio de esta vida común que ahora vivimos en amor perfecto.

Hermano, sólo tengo que insistirte en la confianza sin símites, y en su fruto, la alegría espiritual.

No te bases, hermano, en pretendida perfección, sino precisamente en la contemplación de tus debilidades y trabajos, como ariete o lanzadera para el amor, el cual, a su debido tiempo brillará como una luz esplendorosa, y serán tus ojos como lámparas de fuego, que iluminarán lo recóndito, lo que aún está ahora por manifestarse.

Como cantaba Juan de la Cruz, amor, en otros tiempos, que aún perduran en la eternidad de tu conciencia :

“¡Oh lámparas de fuego, en cuyos resplandores, las profundas cavernas del sentido que estaba oscuro y ciego,

Page 14: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

14

con extraños primores calor y luz dan junto a su querido !” – ¡Oh gracias, Gracia !. Gracias por siempre a ti, mi fratellino eternamen-

te joven y amable más que la alborada. Gracias por haberme buscado, según el mandato de Jesús, para testimoniar este profundo amor que nos une.

Me has salido al encuentro, sí, con olor de nardos, esta mañana, al bajar a mi ermita después de la Eucaristía en que he cantado con cariño y fervor el Himno de las Santas Mujeres, en honor de Santa Marta.

Después, algunos fallos en mi comportamiento, no me han pasado des-apercibidos, y se me han manifestado a mi conciencia como faltas de caridad y de humildad y de paciencia, que es necesario pulir.

He dedicado la mañana a la limpieza de mi fuente, y me has permitido ser consciente de todo el barro acumulado por años de descuido y de acidia espiritual.

Pero ahora, hermano mío amantísimo Lázaro, resucitado en el amor de Jesús, después de haber recibido vuestro multilabial beso de vida, me dispongo a pasar a la Vida eterna sin solución de continuidad, porque la muerte no exis-te.

¡Y yo, Marta-María, lo creo de todo corazón ! Verdaderamente, amor, estamos escribiendo sobre “FRAGANCIAS

EVANGÉLICAS”, hasta que el Señor Jesús, vuelva a terminar con nosotros la fiesta de Caná.

– Sí, amor : la celebración pública de nuestro matrimonio espiritual, que es festejo del AMOR DIVINO hecho carne en nuestra carne.

Este es el Pan de Vida, que nos ha ofrecido Jesús, el divino Niño que ha nacido, como adoptado por nuestro amor, en nuestro dulce hogar.

De esto iban, –¿verdad, amor ?–, las canciones que cantabas esta mañana en la Misa. Pues yo canto contigo desde tu corazón :

¡Amén, Aleluya, en la Tierra y en el Cielo, hermano, para siempre !

ALMAS SIAMESAS Mi templo se ha ampliado, pues ahora a dos acoge en su recinto, siameses que ha engendrado amor nuevo y distinto del viejo modo de querer, ya extinto.

Page 15: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

15

Esta gran maravilla de siameses del alma en cuerpo uno, que, formado de arcilla, habitan de consuno, no podrá disociar galeno alguno. Mi alma está encantada de hacerte sitio, hermano, en mi aposento, pues que sin ti ya nada me da contentamiento, ni sufre ya el amor menor sustento. Sólo temo estorbarte, oh amor mío, gozar de tu conciencia, que ya supera el arte de esta dulce aquiescencia que me otorgas, sufriendo mi presencia. Pues tú desde otros cielos me visitas, al tiempo que convives con todos los anhelos que de ti en mí percibes, recibo de los cuales siempre exhibes.

Page 16: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

16

OIGO TU LLAMADA MENESTEROSA ¡Oh fray amore, de mi corazón ! Me llamas ahora, siempre ahora, cuando

estoy cansado y soñoliento y lo haces por los medios más insospechados. Ha sido otra vez tu Richi, el gatito que no sé lo que quiere, que ha bajado

del tejado para decirme, sin palabras, que por qué yo estaba tan aburrido como él, sin ganas de comer, al igual que yo estaba hartándome de una novela un poco estúpida, sobre historias rocambolescas sobre la Sábana Santa…

…O sobre cualquier otra cosa…, que me distrajera de lo único importan-te, que es tu amor, amor.

Estos días calurosos, hermano, pasan rápidos y lentísimos a la vez. Quie-ro decir, rápidos porque no me dicen nada, si no me ocupo de la oración. Y len-tos, a su vez, porque todo me cansa si no es hablar contigo. Es el estrés del aburrimiento, del que debo huir como de la quema.

(¿Qué me importa a mí la quema más o menos novelesca o histórica de una catedral, mientras se consume mi Tiempo Hábil para atender a mi propio templo espiritual, ese que habitamos de consuno, como decía la poesía que esta misma mañana he añadido a nuestro diálogo de ayer ?)

Por eso, amor, he agradecido al gatito Richi que viniera a recordarme lo “Único necesario”. Como dice Ramtha en su “Libro Azul”, ¿quién me va a frenar en la gran Obra, quién me va a distraer del empeño del amor, sino soy yo mismo el perezoso obrero ?

Por eso, amor, aun sin tener nada que decirte, nada que preguntarte, y ni aun ganas de cantar nuestra historia maravillosa, con el desgaste emocional que sigue a cada cresta de la ola de vibraciones amorosas, cuando tú me las rega-las, amor, y me dejas relajado y lleno de ti, me he puesto al ordenador para dejarme guiar por tu palabra.

Sencillamente, amor, para decirte : “¡Hola, aquí estoy !”, como Samuel. “Así de nuevo tu llama refulgía en mi profunda noche : Pedías, expectante, mi consenso, cuando, como Samuel, te oí mi nombre.” A cambio de aquella respuesta, –mi “Sí, voy, Ra”–, a tu inesperada y

dulcísima llamada, amor, en aquella noche dichosa más que la alborada, después de haberte soñado en vano durante casi cuarenta años, de repente me en-contré recibiendo, a oscuras, y sin percibir figura alguna, de aquellos labios que me besaban y yo bien me sabía eran los tuyos, amor, el beso de la Vida :

Page 17: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

17

“En ese instante, el beso de tus labios, en rosa ensangrentada, me devolvía el beso de la Vida, que en ti había perdido y en ti hallaba.” – Mi fray amore, mi dulce fratellino siamés, mi corona que premia mi

martirio de amor por ti…, ¿nunca has pensado en que semejante acontecimiento que daba la vuelta a tanto sufrimiento y años de mutua separación, tenía que tener, por fuerza, por lógica divina, altos designios que debían afectar al futu-ro del mundo, puesto que hundían sus raíces en lo profundo de nuestro pasado irrigado con tanta sangre ?

– Claro que sí, fray amore del Bambino Gesù, Angel del Amor divino heri-do y resucitado. Por eso hay una tercera estrofa que describe nuestro maravi-lloso encuentro en ese sueño que, así a las tontas, sin haberlo planificado en absoluto en esta tarde larga y aburrida de verano, nos hemos puesto a decla-rar.

Una tercera estrofa que, a su vez, describe conjuntamente dos o tres escenas de nuestro secreto encuentro :

“Yo, como niño, en niño te tomaba, absorto en tu memoria… Mas tú a nuevos trabajos me enviabas para contar al mundo nuestra historia”. – Un sólo casi imperceptible gesto, cuando yo te pregunté : “qué haces”,

y tú me respondiste : “nada. Te miro”, bastó, te bastó, hermano, para que com-prendieras muy bien que yo te enviaba y que estaría contigo por toda la eterni-dad para llevar a cabo esta misión.

Como un simple movimiento de tu gatito esta tarde, hermanito sensible de mis entrañas angélicas, te ha bastado para ponerte a escribir lo que te es-toy dando y tú, amor, me estás dando a mí.

Que nunca dices, amor, lo que tú me entregas, cuando te dispones a dar testimonio y te entregas a mi canalización, para tener listos estos escritos en el momento en que se te pidan, hermano.

– Sí, sí, amor. Por eso hay otra estrofa, un poco más adelante, en nuestra aria, en que te digo :

“Por si lo hecho bastante ya no fuera, abriste en par mi alma : Escritos de celeste poesía dejábame tu gracia consumada”.

Page 18: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

18

– Así es, bien mío. Y tú sabes y en otra ocasión has contado, con qué sig-no fuerte, te expresé y convalidé tu intuición de ponerte a narrar, luego de tus poesías, esta nuestra poderosa historia de amor.

Quizás fue en otra tarde como ésta, hermano, a los pocos días en que empezaste a componer tu aria, cuando yo te ofrecí aquel signo fuerte que re-flejaste en un poema posterior, lo que significó para ti esa respuesta incondi-cional con la que, cual Samuel, te pusiste a disposición del amor.

Y EL ESPÍRITU ME CUBRIÓ CON SU SOMBRA Hay un momento fugaz en que a tu sombra me veo, pues me cubre con solaz tu cuerpo de camafeo. Es la sombra que proyectan en mi alma tus abrazos, que en mis entrañas inyectan de tierno amor más flechazos. Y un ángel de Dios que pasa por su vía, a nuestro lado, su bendición acompasa al amor no simulado. Y en voz, luego, inexpresada, otra bendición formula sólo ante Dios pronunciada, que por pudor disimula : “¡Mujer, si así lo deseas, tengas el hijo más bello, y que renombrada seas entre todas por su sello !”. Así nuestra obra empieza a surgir desde mi pluma, cuando a los dos, de una pieza, el mismo Cristo se suma. – Bueno, amor Lecheimiel, que por entonces así empecé a llamarte, ahora

sé por qué el gatito Richi, ha llamado a mis puertas esta tarde y no quería nada, especial. Tanto que he pensado si estaría enfermo. Sólo venía como enviado de

Page 19: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

19

tu llamada para que me pusiera ante este trono de gloria que es este instru-mento de comunicación, para que expresásemos toda esta parte de nuestra gran pequeña historia de amor terreno-celestial.

¡Qué contento estoy, mi Rey, de haber sido obediente una vez más a tu dulce reclamo ! Gracias, Gracia.

– Gracias al dador de toda Gracia. Gracias al Amor eterno que desciende hasta nuestra obnubilada conciencia en forma de ínfima y casi olvidada violeta del jardín de Dios.

¡Su Nombre sea bendito para siempre !

Page 20: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

20

EL MANANTIAL INAGOTABLE DE LA VIDA Una vez, Lecheimiel, estando yo destinado en un Colegio de niños y dedi-

cado incluso en horas extras al cuidado espiritual de algunos de ellos, me dije-ron, a modo de acusación, que no sabía vivir sin los niños.

Ni afirmé, ni negué, pero hice ver al que me lo reprochaba, que había pa-sado sin ellos la mayor parte de mi vida…

Hace poco, amor, otra persona me reprochó que no sabía vivir fuera de la ermita. Tampoco afirmé ni negué. No me defendí. Pero también pensé que había debido prescindir de la soledad, –y sobre todo de ti, amor, que eres hoy el núecleo de ella, como la fuente inagotable que mana sin noria en su centro–, tantos, tantísimos años…

Ahora, amor, que te tengo y puedo gozar de ti “sin continencia”, a veces me pregunto a mí mismo, con cierta pena y preocupación, si no me cansaré algún día de tu sola e invisible compañía…

No te pido perdón, amor, por serte franco al exponerte mis tentaciones y mis cuitas, porque sé que no te gusta que nos pidamos perdón, ni que demos cabida entre nosotros a culpabilidad alguna.

Si a veces, por lo menos yo, que aún peno en este valle de lágrimas, me veo postrado, alicaído, exhausto, no tengo otra cosa que hacer que levantarme.

Levantar mis ojos a mi corazón, para reponerme en tu hontanar inagota-ble, amor.

Esta situación, Lecheimiel, es en la que caigo casi día a día, y tal vez can-se a los lectores que esperarían que mi vida transcurriese en un vuelo místico de alto alcance, por cuanto a pocos, –es verdad–, se les concede, siquiera sub-jetivamente, los consuelos que yo recibo de ti, como sostén de mi fe… verme tantas veces caer y levantarme.

Volar y arrastrarte por el fango de la duda y de la sequedad. No saber, muchas veces, si es de día o es de noche. Cualquier cosita, hermano, me hace tropezar en la acidia espiritual y

sentirme amenazado por la falta de piedad y de esas lágrimas de consolación, que ojalá fueran mi pan de cada día.

Entonces es cuando yo me digo a mí mismo, hermano, que tú debes estar en algún rinconcito de mi ermita, esperando pacientemente para demostrarme que tu amor es incondicional y más fuerte que la muerte.

Ahora, Lecheimiel, me vienen a la cabeza ciertos versos que voy a buscar en mi cuaderno, en que yo te decía que esperabas pacientemente a mis jambas, y jamás me reprochabas nada. Menos aún que nada mis “fracasos morales”.

Page 21: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

21

MI AMBIGÚ Todo mi día eres tú, en que consagro el momento de obtener de ti el sustento que me sirve de ambigú. De ti vivo todo el día, de noche descanso en ti. Mirando dentro de mí, te descubro, mi Dios-guía. Amaneces con mi aurora, reposas si yo reposo. Me aguardas, menesteroso, si divago de mi ahora. Si mendigas a mi puerta, no me entero hasta que te abro, mas de nuevo te apalabro cuando mi alma se despierta. De mis ausencias fatales no te oigo pedirme cuentas. Ni siquiera te impacientas por mis fracasos morales. Pones total confianza en el amor prometido y lo das por bien cumplido en cuanto empieza su andanza. Todo este amor que me ofreces lo tengo en ti reinvertido, pues que de él enriquecido sé que me veré con creces. Pues si confías en mí, tan sin que yo lo merezca, ¿cómo no harás que se acrezca lo que deposito en ti ?

– ¿Te das cuenta, hermano ermitaño, cómo ya mi sustento te ha alimenta-do hasta el punto de que tienes mi fraternal enseñanza totalmente asimilada ?

A las preguntas angustiosas que a veces te haces, amor, no tengo otra co-sa que responderte que no esté contenida en tu bello poema.

Page 22: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

22

Tú sabes, bien mío, que no fui nunca conmigo mismo laxo en mis exigencias morales, sino “impeñativo” como dirían los italianos, y como han escrito hasta la saciedad de Teresita cuya alma poseo y te entrego, hermano y padre mío, en el más puro amor.

Nadie tendrá jamás derecho a contradecir estas “revelaciones” de mi amor, fratellino de mi corazón, por la misma razón de que tú tampoco podrás nunca demostrar a nadie la verdad objetiva de cuanto nos comunicamos en lo que no puede dejar de ser íntimo secreto de nuestro corazón, por más que hables y escribas de ello hasta el final de los Tiempos.

Y yo te digo, hermano, que, asumiendo todo el espíritu Teresiano de la florecilla de Lisieux, todo mi empeño por acarrear flores a mi Amado, –que ahora ha adoptado tu rostro, bien mío–, no es más que un amor gratuito que jamás hace ni puede hacer chantaje mediante sus “obras buenas”. Estas, como sabes, sólo son pétalos que arrojo con indecible amor para alimentar esa hoguera inextinguible.

Por eso, por eso, mi amor, como última poesía, cuando te sugerí que el ci-clo intensivo de aquellas composiciones tuyas, que correspondían a cada una de las florecillas de tu ramo vivo de petunias, que te regalé en olor de rosas, nar-dos y violetas, para que tú mismo me las fueras devolviendo en puro amor…, –mientras así cantabas en tu aria :

“Me visitaste en color y perfumes, vestido de mil flores : cada una era un retazo de tu alma, cuando yo componía tus loores”–, fue la que ahora te pido que insertes

aquí, para gozarla una vez más contigo, en la que se expresa que el fuego inex-tinguible de nuestro amor, no cabe nunca en palabras, como tampoco, hermano, en “buenas obras”, puesto que es su fuente y no su consecuencia o su “mérito”.

Ponla aquí, amor, y con esto nos despedimos por hoy, para pasar a lo más íntimo de nuestra comunicación secreta.

– Sí, amor. Dice así : AMOR INEXTINGUIBLE Camina hacia las llamas, mi amor, con pies de plata, y no pierdas de vista mi vacilante paso, porque pienso seguirte a la zaga y sin retraso, hasta donde el desierto ha alzado su fogata.

Page 23: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

23

Cuando escribo poemas en que tu nombre ensalzo con cada uno se acrece de esta arena el ardor. Mas es tu llama viva, la que arde en mi interior, lo que enfoga esta tierra en la que me descalzo. Inútil sacramento me parecen, a veces, tantas bellas palabras que encienden tus amores porque ardo de tu fuego, aquí en mis interiores cavernas, en que, oculto, inextinguible creces. ¿Qué me quieres, oh amor, hoguera ineludible, comunicar ahora que me muestras tu fuego por el calor interno que consume mi ego mas me deja en rastrojo un gozo incontenible ? En las ondas se queda del aire y sin respuesta, retórica pregunta que he formulado a nadie, pues ningún otro bosque hay que tu amor irradie más que esta humilde zarza que exhibe tu floresta. Mas el grande misterio que ella me representa, es que tampoco existe amor en competencia, que no esté concentrado en esta incandescencia, pues todo el Santo Espíritu es el que la sustenta. Anda y diles, mi amor, que SOY YO el que te manda escribir sin palabras, tal vez, en adelante, porque pongo en tus labios mi fuego en este instante para que encienda en ellos su amor quien te demanda.

Page 24: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

24

HERMANO, VOY A INVOCAR A LA MÚSICA PARA SENTIRTE Sí, hermano Lecheimiel. Te he sentido. Te he cantado. He recobrado tus

propios sentimientos cuando me cantaste… Tantas veces, hermano, al principio de estas relaciones nuestras me dijiste que me hiciera cargo de tus sentimien-tos humanos, más humanos que nunca.

Poco a poco, amor, me enseñaste a penetrar en lo que querías decirme con esas palabras : Que me hiciera cargo de tu amor por mí, y no diera por su-puesto que yo te amaba más que tú a mí. Que supiera que cuando me cantaste tu canción, me la cantabas ex profeso a mí, para responder a aquella petición de amor que te hice en “nuestra luna de miel”, en aquella gloriosa conversación en que de alguna manera tímida, pero que no admitía doble interpretación, me declaré a ti, amor.

En fin, hermano, y para no dar más vueltas a esta noria que los lectores ya deben estar fatigados y aburridos de oírnos siempre lo mismo, la misma his-toria que tal vez a ellos no les diga gran cosa, y deben pensar que se ha conver-tido para mí en una obsesión…, que supiera otorgarte a ti, fratellino mudo que sólo hablas a través de mis pobres palabras, el gozo primordial de dar.

No sólo el de recibir. Amor, si es más dichoso el que da que el que recibe, quiero darte a ti el

gozo de que me des, aunque yo me tenga que conformar con aceptar recibir más de lo que doy.

Ramtha dice, amor, que el Amor consiste en dar. Y la esencia de Dios es ese Amor que siempre da. Nos insta a que nos sintamos como Dios siendo dado-res antes que “tomadores”.

Pues yo, hermano, a quien tanto me cuesta creer y creerme digno de ser amado, te daré a ti, siempre, eso que más me cuesta : el gozo de que seas tú el principal dador, y yo el humilde tomador.

Así, creo, fray amore, se equilibrarán mis reatos de soberbia, cuando siempre he querido ser el primero que tomaba la iniciativa de amar.

– Ingeniosa y humilde es, hermano, tu solución al aparente, –sólo aparen-te–, conflicto que no sólo tú, sino un poco todos los hombres, y quizás más aún las mujeres han sentido en mayor o menor medida.

Porque es humilde, aceptas también el riesgo de ser malinterpretado, cuando no trates sólo conmigo, sino con los demás hombres y mujeres que te rodean, si adoptas siempre esa solución con intención generosa : ¡DEJARTE AMAR !

¡Ahí es nada, amor !

Page 25: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

25

Si eres el primero en dar, puedes aparentar como el que quiere dominar. Ejercer algún poder sobre los más débiles, hermano.

Si te pones a la cola, como pobre menesteroso que siempre está mendi-gando, por pura timidez, aun cuando lo hagas con la generosa intención de dejar a otros el honor y el placer de sentirse “dadores”, antes que tú…, tal vez no aprecien el don que les haces al otorgarles la primacía…

En cualquier caso, hermano, si has de ser amado, estimado, tenido en cuenta por tus dones, y no eres amado en tu propia substancia, como yo te amo, hermano, siempre corres un riesgo.

Ahora bien, fratellino, si no te importa el éxito o el fracaso, al menos a corto e inmediato alcance, por tus dádivas, si estás dispuesto a ser tú mismo el que esté disponible, de un modo u otro, para los demás, también te digo que tu amor, a la larga se hará transparente.

Tú sabes, amor, que cuando fui Teresita, tuve siempre ese problema en vivo, de cara no sólo a mis hermanas, sino incluso de cara a mi amado Jesús.

Le dije a veces incongruencias, como que no me importaba perder o re-trasar mi entrada en el Cielo, con tal El se supiera amado por mí.

¿Nunca me planteé, acaso, el ser incluso “olvidada” de mi Dios, como se sintió El en la Cruz, “abandonado” del Padre ?

Mira, amor, ermitaño de mi corazón : muchos de los conflictos intelec-tuales provienen simplemente de afianzarnos en “conceptos”, a la hora de dejar suelto el corazón.

Por otra parte, esos “conceptos”, como son el “dar” o el “recibir”, provie-nen de la creencia en la separación, en la polaridad o multiplicidad aparente de lo que en verdad es UNO.

Si algo ha de aportarnos el Amor, es precisamente la superación de toda aparente disgregación o polaridad, la cual se nos ha dado por el Creador, no con otro fin que el de encender nuestra pasión por el retorno.

El “gozo del tú”, como escribimos en nuestro primer librito, atrae y pre-para el “gozo del YO SOY”.

YO SOY EL AMOR. Pero para entender y encender dicho amor, –que es la substancia de la

Creación entera–, no hay como la contemplación, como en un espejo, de lo que es la primigenia substancia de la Nada, que ama al Todo contenido en ella.

Por tanto, hermano, cuando te sientas “nada”, o sea anonadado en tu fal-ta de sentimientos, descansa en la paz y en la seguridad de que estás en lo más profundo de ti mismo, donde también estoy yo, descansando en ti.

Page 26: D.- FRAGANCIAS EVANGÉLICAS (Serie intemporal) · No, hermano amadísimo Lecheimiel, no me has dejado solo ni de día ni de noche, ni te has cansado de mí, después de estos dos

26

Aquí, en esta profunda bodega de nuestro más profundo centro, no hay “tú” ni “yo”, sino sólo Dios. El cual ni da ni recibe, sólo ES.

¿Cómo era, amor, esa poesía en que hablábamos de estas cosas, como de lo más profundo y secreto de nuestro amor de cada día ?

Búscala, amor, y dámela otra vez, porque yo te la di al mismo tiempo que tú me la dabas aquel día.

Con esto, amor, y con mi beso tierno, largo, fraternal y apasionado, te despido, sólo por hoy, amor.

EL PASADIZO SECRETO Por fin, amor, ya solos, en esta dulce cárcel, donde guardo las copias de las llaves secretas que me abren el pasaje, aún más misterioso, por el que a mí te llegas cada vez que te llamo. Te ofrezco mi saludo, que aunque es como el de entonces, se renueva con bríos, como nunca estrenado, –dulzura reservada para el eterno ahora en que beso tus labios recién resucitados–. ¿Qué me traes, amor mío, en esta bella tarde ? ¡Perdón!, pues te he pedido sin ofrecerte nada, creyendo ingenuamente que no me necesitas, al menos en el modo en que yo te necesito. Creo ahora que yerro, pues el cielo en que habitas también está construido del amor más humano que pueda concebirse en la divina esfera. El hecho que me rindas tu visita diaria debería probarme que también en mí buscas esa correspondencia que te brindo en el lecho sagrado y virginal de mi más profundo centro. Ese centro, oh hermano, en el que intercambiamos nuestros altos secretos, que, –aunque en clave cifrados, en estas poesías, al público ofrecemos, como justo tributo que exige el Universo–, guarda incontaminado el sentido más hondo que es patrimonio sólo del amor más profundo que de la Unica Fuente, también de noche mana. Por eso llamé dulce a esta oculta bodega en que de ti me sacio y tú de mí te sacias.