Curso de formación cristiana Semana 9

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    Semana 9

    LA DIGNIDAD DEL TRABAJO

    a) La dimensión subjetiva y objetiva del tabajo

    !"#  El trabajo humano tiene una doble dimensión: objetiva y subjetiva. En  sentido

    objetivo, es el conjunto de actividades, recursos, instrumentos y técnicas de las que el

    hombre se sirve para producir, para  dominar la tierra, según las palabras del libro del

    Génesis. El trabajo en sentido subjetivo, es el actuar del hombre en cuanto ser dinámico,

    capaz de realizar diversas acciones que pertenecen al proceso del trabajo y que

    corresponden a su vocacin personal! " El hombre debe someter la tierra, debe dominarla,

     porque, como #imagen de $ios%, es una persona, es decir, un ser subjetivo capaz de obrar 

    de manera programada y racional, capaz de decidir acerca de s& y que tiende a realizarse a s&

    mismo. Como persona, el hombre es, pues, sujeto del trabajo '.(*

     El trabajo en sentido objetivo constituye el aspecto contingente de la actividad humana,

    que var&a incesantemente en sus modalidades con la mutacin de las condiciones técnicas,

    culturales, sociales y pol&ticas.  El trabajo en sentido subjetivo se configura, en cambio,

    como su dimensión estable, porque no depende de lo que el hombre realiza concretamente,

    ni del tipo de actividad que ejercita, sino slo y e+clusivamente de su dignidad de ser 

     personal. Esta distincin es decisiva, tanto para comprender cuál es el undamento último

    del valor y de la dignidad del trabajo, cuanto para implementar una organizacin de los

    sistemas econmicos y sociales, respetuosa de los derechos del hombre.

    !"$  La subjetividad confiere al trabajo su peculiar dignidad, que impide considerarlo

    como una simple mercancía o un elemento impersonal de la organiación productiva.  El

    trabajo, independientemente de su mayor o menor valor objetivo, es e+presin esencial de

    la persona, es " actus personae '. -ualquier orma de materialismo y de economicismo que

    intentase reducir el trabajador a un mero instrumento de produccin, a simple  fuera!

    trabajo, a valor e+clusivamente material, acabar&a por desnaturalizar irremediablemente la

    esencia del trabajo, privándolo de su inalidad más noble y proundamente humana.  La

     persona es la medida de la dignidad del trabajo! " En eecto, no hay duda de que el trabajo

    humano tiene un valor ético, el cual está vinculado completa y directamente al hecho de

    que quien lo lleva a cabo es una persona '.(

     La dimensión subjetiva del trabajo debe tener preeminencia sobre la objetiva, porque es la

    del hombre mismo que realiza el trabajo, aquella que determina su calidad y su más alto

    valor. /i alta esta conciencia o no se quiere reconocer esta verdad, el trabajo pierde su

    signiicado más verdadero y proundo! en este caso, por desgracia recuente y diundido, la

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    actividad laboral y las mismas técnicas utilizadas se consideran más importantes que el

    hombre mismo y, de aliadas, se convierten en enemigas de su dignidad.

    !"!  El trabajo humano no solamente procede de la persona, sino que est" tambi#n

    esencialmente ordenado y finaliado a ella. 0ndependientemente de su contenido objetivo,

    el trabajo debe estar orientado hacia el sujeto que lo realiza, porque la inalidad del trabajo,

    de cualquier trabajo, es siempre el hombre. 1un cuando no se puede ignorar la importancia

    del componente objetivo del trabajo desde el punto de vista de su calidad, esta componente,

    sin embargo, está subordinada a la realizacin del hombre, y por ello a la dimensin

    subjetiva, gracias a la cual es posible airmar que el trabajo es para el hombre y no el 

    hombre para el trabajo y que " la inalidad del trabajo, de cualquier trabajo realizado por el

    hombre 2aunque uera el trabajo #más corriente%, más montono en la escala del modo

    común de valorar, e incluso el que más margina2, sigue siendo siempre el hombre mismo

    '.(

    !"% El trabajo humano posee tambi#n una intrínseca dimensión social . El trabajo de un

    hombre, en eecto, se vincula naturalmente con el de otros hombres! " 3oy, principalmente,

    el trabajar es trabajar con otros y trabajar para otros! es un hacer algo para alguien '.(4

    5ambién los rutos del trabajo son ocasin de intercambio, de relaciones y de encuentro. El

    trabajo, por tanto, no se puede valorar justamente si no se tiene en cuenta su naturaleza

    social, " ya que, si no e+iste un verdadero cuerpo social y orgánico, si no hay un orden

    social y jur&dico que garantice el ejercicio del trabajo, si los dierentes oicios, dependientes

    unos de otros, no colaboran y se completan entre s& y, lo que es más todav&a, no se asocian y

    se unden como en una unidad la inteligencia, el capital y el trabajo, la eiciencia humana

    no será capaz de producir sus rutos. 6uego el trabajo no puede ser valorado justamente niremunerado con equidad si no se tiene en cuenta su carácter social e individual '.(47

    !"&  El trabajo es tambi#n $ una obligación,  es decir, un deber   '.(48  El hombre debe

    trabajar, ya sea porque el -reador se lo ha ordenado, ya sea porque debe responder a las

    e+igencias de mantenimiento y desarrollo de su misma humanidad. El trabajo se perila

    como obligacin moral con respecto al prjimo, que es en primer lugar la propia amilia,

     pero también la sociedad a la que pertenece9 la :acin de la cual se es hijo o hija9 y toda la

    amilia humana de la que se es miembro! somos herederos del trabajo de generaciones y, a

    la vez, art&ices del uturo de todos los hombres que vivirán después de nosotros.

    !"' El trabajo confirma la profunda identidad del hombre creado a imagen y semejana de

     %ios! " 3aciéndose 2mediante su trabajo2 cada vez más due;o de la tierra y conirmando

    todav&a 2mediante el trabajo2 su dominio sobre el mundo visible, el hombre, en cada

    caso y en cada ase de este proceso, se coloca en la l&nea del plan original del -reador9 lo

    cual está necesaria e indisolublemente unido al hecho de que el hombre ha sido creado,

    varn y hembra, #a imagen de $ios% '.(4

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    universo! no es el due;o, sino el depositario, llamado a relejar en su propio obrar la

    impronta de 1quel de quien es imagen.

     b) Las ela(iones ente tabajo y (a)ital

    !"* El trabajo, por su car"cter subjetivo o personal, es superior a cualquier otro factor de producción. Este principio vale, en particular, con respeto al capital . En la actualidad, el

    término " capital ' tiene diversas acepciones! en ciertas ocasiones indica los medios

    materiales de produccin de una empresa9 en otras, los recursos inancieros invertidos en

    una iniciativa productiva o también, en operaciones de mercados bursátiles. /e habla

    también, de modo no totalmente apropiado, de " capital humano  ', para signiicar los

    recursos humanos, es decir las personas mismas, en cuanto son capaces de esuerzo laboral,

    de conocimiento, de creatividad, de intuicin de las e+igencias de sus semejantes, de

    acuerdo rec&proco en cuanto miembros de una organizacin. /e hace reerencia al " capital 

     social  ' cuando se quiere indicar la capacidad de colaboracin de una colectividad, ruto de

    la inversin en v&nculos de conianza rec&proca. Esta multiplicidad de signiicados orece

    motivos ulteriores para rele+ionar acerca de qué pueda signiicar, en la actualidad, la

    relacin entre trabajo y capital.

    !"" La doctrina social ha abordado las relaciones entre trabajo y capital destacando la

     prioridad del primero sobre el segundo, así como su complementariedad.

     El trabajo tiene una prioridad intrínseca con respecto al capital ! " Este principio se reiere

    directamente al proceso mismo de produccin, respecto al cual el trabajo es siempre una

    causa eiciente primaria, mientras el #capital%, siendo el conjunto de los medios de

     produccin, es slo un instrumento o la causa instrumental. Este principio es una verdad

    evidente, que se deduce de toda la e+periencia histrica del hombre '. (4= > " pertenece al

     patrimonio estable de la doctrina de la 0glesia '.(4?

     Entre trabajo y capital debe e&istir complementariedad . 6a misma lgica intr&nseca al

     proceso productivo demuestra la necesidad de su rec&proca compenetracin y la urgencia de

    dar vida a sistemas econmicos en los que la antinomia entre trabajo y capital sea

    superada.(4( En tiempos en los que, dentro de un sistema econmico menos complejo, el "

    capital ' y el " trabajo asalariado ' identiicaban con una cierta precisin no slo dos

    actores productivos, sino también y sobre todo, dos clases sociales concretas, la 0glesiaairmaba que ambos eran en s& mismos leg&timos.(4* " :i el capital puede subsistir sin el

    trabajo, ni el trabajo sin el capital '.(4 /e trata de una verdad que vale también para el

     presente, porque " es absolutamente also atribuir únicamente al capital o únicamente al

    trabajo lo que es resultado de la eectividad unida de los dos, y totalmente injusto que uno

    de ellos, negada la eicacia del otro, trate de arrogarse para s& todo lo que hay en el eecto

    '.(4

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    !"+ En la refle&ión acerca de las relaciones entre trabajo y capital, sobre todo ante las

    imponentes transformaciones de nuestro tiempo, se debe considerar que $ el recurso

     principal ' y el " factor decisivo ' (44 de que dispone el hombre es el hombre mismo y que "

    el desarrollo integral de la persona humana en el trabajo no contradice, sino que avorece

    más bien la mayor productividad y eicacia del trabajo mismo '.*77 El mundo del trabajo, en

    eecto, está descubriendo cada vez más que el valor del " capital humano ' reside en los

    conocimientos de los trabajadores, en su disponibilidad a establecer relaciones, en la

    creatividad, en el carácter emprendedor de s& mismos, en la capacidad de arontar 

    conscientemente lo nuevo, de trabajar juntos y de saber perseguir objetivos comunes. /e

    trata de cualidades genuinamente personales, que pertenecen al sujeto del trabajo más que a

    los aspectos objetivos, técnicos u operativos del trabajo mismo. 5odo esto conlleva un

    cambio de perspectiva en las relaciones entre trabajo y capital! se puede airmar que, a

    dierencia de cuanto suced&a en la antigua organizacin del trabajo, donde el sujeto acababa

     por equipararse al objeto, a la máquina, hoy, en cambio, la dimensin subjetiva del trabajo

    tiende a ser más decisiva e importante que la objetiva.

    !"9 La relación entre trabajo y capital presenta, a menudo, los rasgos del conflicto, que

    adquiere caracteres nuevos con los cambios en el conte&to social y económico . 1yer, el

    conlicto entre capital y trabajo se originaba, sobre todo, " por el hecho de que los

    trabajadores, oreciendo sus uerzas para el trabajo, las pon&an a disposicin del grupo de

    los empresarios, y que éste, guiado por el principio del má+imo rendimiento, trataba de

    establecer el salario más bajo posible para el trabajo realizado por los obreros '.*78

     (ctualmente, el conflicto presenta aspectos nuevos y, tal ve, m"s preocupantes! los

     progresos cient&icos y tecnolgicos y la mundializacin de los mercados, de por s& uente

    de desarrollo y de progreso, e+ponen a los trabajadores al riesgo de ser e+plotados por losengranajes de la econom&a y por la búsqueda desenrenada de productividad.*7

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     bien su aislamiento en un complejo de relaciones de e+acerbada competencia y de rec&proca

    e+clusin '.*7=

    c) El tabajo, t-tulo de )ati(i)a(ión

    !+$ La relación entre trabajo y capital se realia tambi#n mediante la participación de lostrabajadores en la propiedad, en su gestión y en sus frutos. Esta es una e+igencia

    recuentemente olvidada, que es necesario, por tanto, valorar mejor! debe procurarse que "

    toda persona, basándose en su propio trabajo, tenga pleno t&tulo a considerarse, al mismo

    tiempo, #copropietario% de esa especie de gran taller de trabajo en el que se compromete

    con todos. Cn camino para conseguir esa meta podr&a ser la de asociar, en cuanto sea

     posible, el trabajo a la propiedad del capital y dar vida a una rica gama de cuerpos

    intermedios con inalidades econmicas, sociales, culturales! cuerpos que gocen de una

    autonom&a eectiva respecto a los poderes públicos, que persigan sus objetivos espec&icos

    manteniendo relaciones de colaboracin leal y mutua, con subordinacin a las e+igencias

    del bien común, y que orezcan orma y naturaleza de comunidades vivas, es decir, que los

    miembros respectivos sean considerados y tratados como personas y sean estimulados a

    tomar parte activa en la vida de dichas comunidades '.*7? 6a nueva organizacin del

    trabajo, en la que el saber cuenta más que la sola propiedad de los medios de produccin,

    conirma de orma concreta que el trabajo, por su carácter subjetivo, es t&tulo de

     participacin! es indispensable aceptar irmemente esta realidad para valorar la justa

     posicin del trabajo en el proceso productivo y para encontrar modalidades de participacin

    conormes a la subjetividad del trabajo en la peculiaridad de las diversas situaciones

    concretas.*7(

    d) Rela(ión ente tabajo y )o)iedad )ivada

    !+! El *agisterio social de la +glesia estructura la relación entre trabajo y capital tambi#n

    respecto a la institución de la propiedad privada, al derecho y al uso de #sta . El derecho a

    la propiedad privada está subordinado al principio del destino universal de los bienes y no

    debe constituir motivo de impedimento al trabajo y al desarrollo de otros. 6a propiedad,

    que se adquiere sobre todo mediante el trabajo, debe servir al trabajo. Esto vale de modo

     particular para la propiedad de los medios de produccin9 pero el principio concierne

    también a los bienes propios del mundo inanciero, técnico, intelectual y personal.

    6os medios de produccin " no pueden ser pose&dos contra el trabajo, no pueden ser ni

    siquiera pose&dos para poseer '.*7* /u posesin se vuelve ileg&tima " cuando o sirve para

    impedir el trabajo de los demás u obtener unas ganancias que no son ruto de la e+pansin

    global del trabajo y de la riqueza social, sino más bien de su limitacin, de la e+plotacin

    il&cita, de la especulacin y de la ruptura de la solidaridad en el mundo laboral '.*7

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    !+%  La propiedad privada y pblica, así como los diversos mecanismos del sistema

    económico, deben estar predispuestas para garantiar una economía al servicio del 

    hombre, de manera que contribuyan a poner en práctica el principio del destino universal de

    los bienes. En esta perspectiva adquiere gran importancia la cuestin relativa a la propiedad

    y al uso de las nuevas tecnolog&as y conocimientos que constituyen, en nuestro tiempo, una

    orma particular de propiedad, no menos importante que la propiedad de la tierra y del

    capital.*7 Estos recursos, como todos los demás bienes, tienen un destino universal 9 por lo

    tanto deben también insertarse en un conte+to de normas jur&dicas y de reglas sociales que

    garanticen su uso inspirado en criterios de justicia, equidad y respeto de los derechos del

    hombre. 6os nuevos conocimientos y tecnolog&as, gracias a sus enormes potencialidades,

     pueden contribuir en modo decisivo a la promocin del progreso social, pero pueden

    convertirse en actor de desempleo y ensanchamiento de la distancia entre zonas

    desarrolladas y subdesarrolladas, si permanecen concentrados en los pa&ses más ricos o en

    manos de grupos reducidos de poder.

    e) El des(anso .estivo

    !+& El descanso festivo es un derecho.*74 " El d&a séptimo ces $ios de toda la tarea que

    hab&a hecho ' D-n 

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    !+* Las autoridades pblicas tienen el deber de vigilar para que los ciudadanos no se

    vean privados, por motivos de productividad económica, de un tiempo destinado al 

    descanso y al culto divino. 6os patronos tienen una obligacin análoga con respecto a sus

    empleados.*8* 6os cristianos deben esorzarse, respetando la libertad religiosa y el bien

    común de todos, para que las leyes reconozcan el domingo y las demás solemnidades

    litúrgicas como d&as estivos! " $eben dar a todos un ejemplo público de oracin, de

    respeto y de alegr&a, y deender sus tradiciones como una contribucin preciosa a la vida

    espiritual de la sociedad humana '.*8 5odo cristiano deberá " evitar imponer sin necesidad

    a otro lo que le impedir&a guardar el d&a del /e;or '.*8