Cultura y mentalidad en la edad moderna. Capítulo 12,13 y 14. Franco Rubio.

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12- El triunfo de la cultura escrita. (Gloria A. Franco Rubio)12.1. La de la imprenta y la cultura del libro En relación a la imprenta y al papel que había cumplido como instrumento difusor de la cultura escrita aparecieron en los años 60 dos estudios pioneros, el L. Febvre y H.J. Martín L’apparition du libre (1958), centrado en el análisis del libro como agente activo de la civilización europea y como mercancía en circulación por los diferentes espacios culturales, y el de M. MacL

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12- El triunfo de la cultura escrita. (Gloria A. Franco Rubio)

12.1. La <revolución> de la imprenta y la cultura del libro

En relación a la imprenta y al papel que había cumplido como instrumento difusor de la cultura escrita aparecieron en los años 60 dos estudios pioneros, el L. Febvre y H.J. Martín L’apparition du libre (1958), centrado en el análisis del libro como agente activo de la civilización europea y como mercancía en circulación por los diferentes espacios culturales, y el de M. MacLuhan The Gutemberg Galaxy (1962), indagaba en las modificaciones culturales que trajo consigo la difusión de la imprenta y la multiplicación del número de libros, que contribuyeron al desarrollo de una corriente historiográfica que ha producido numerosas investigaciones, siendo la Historia del Libro y de la lectura una de sus ramas más dinámicas, junto a la historia de la alfabetización o de la escritura. A estos primitivos trabajos pronto se añadirán otros autores franceses como Furet y el propio H. H. Martin.

En los años 80 cuando aparece una Histoire de l’Edition Française (1982-86), habían colaborado nuevos historiadores cuando se dio un vuelco a la historia del libro. Esta nueva corriente, en la que destaca R. Chartier, ha abundado en una historia del libro que resalta la continuidad existente entre la era del manuscrito y del impreso. Por esos mismos años hubo un gran desarrollo de esta corriente en la historiografía anglosajona destacando E. Eisentein (The printing revolution in early modern europe, 1983), en la que la autora volvía a la vieja tesis de Febvre al caracterizar la imprenta como un agente revolucionario de las comunicaciones; para ella el hecho más importante fue la invención de la imprenta, que provocó una revolución en las comunicaciones y la consolidación del renacimiento como movimiento cultural.

La sociedad europea se convirtió en una civilización escrita gracias a la confluencia de una serie de factores como el desarrollo de la imprenta, la difusión de las lenguas vernáculas- pronto habrá una identificación entre lenguaje hablado y escrito-, el avance de la alfabetización con la organización de una red escolar generalizada y el acceso a la lectura por parte de grupos sociales hasta ahora incapaces de hacerlo, y del incremento de la cultura escrita tanto a nivel público- acopio de documentación oficial por los estados burocráticos- como privado.

El libro impreso es heredero directo del manuscrito, tanto en la grafía como en el formato, pero la imprenta muy pronto le dio unos nuevos caracteres.

La producción de libros gira en torno a varios personajes, el escriptor, que escribe o copia a mano el libro, el iluminador que lo decora y el impresor que lo reproduce mediante medios mecánicos.

Muchos libreros hacían de tipógrafos, encuadernadores o doradores, haciendo todo el trabajo; los modestos artesanos del libro, encuadernadores y doradores, así como los tipógrafos solían tener tienda de libros, y reinvertían parte de sus ganancias en la financiación de ediciones, jugando un importante papel en la publicación de obras comunes. Junto a ellos los mercaderes de libros son una pieza fundamental ya que eran los encargados de ponerlo en circulación por toda Europa a

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través de una red de ciudades que va a posibilitar una ampliación de la cultura desconocida hasta entonces.

La imprenta revolucionó los medios de comunicación, siendo el vehículo más importante para la difusión de informaciones científicas y médicas; su mayor contribución fue al progreso de las ciencias naturales y de la medicina y cirugía, sobre todo gracias a la calidad de sus ilustraciones. Aunque sin duda ninguna la gran deudora de la imprenta es la reforma; desde el primer momento todos los líderes protestantes la consideraron un don maravilloso y divino.

La creación de una red de venta ambulante de libros e impresos de todo tipo que recorría todas las ciudades reformadas, desde Ginebra a Estrasburgo y de allí a toda Europa ayudó a difundir las nuevas ideas.

Para entender la importancia de la imprenta y su incidencia en la cultura hay que tener en cuenta diversas variables, desde los hábitos de lectura y las maneras de leer, hasta los lugares de lectura y las técnicas de venta desarrollada por los editores, quienes publicaban diferentes obras por iniciativa personal o por encargo.

La multiplicación de los textos amplió el número de lectores, que a modo de espiral diversificaba la producción intelectual con la aparición de nuevos textos y nuevos autores. En el S. XVIII la producción y venta de libros siguió creciendo en toda Europa aunque siguió siendo todavía la base de la vida intelectual y administrativa.

Muchos libros eras leídos por todo el mundo, de manera directa o indirecta, mientras otros solo llegaban a una pequeña parte de la población; los lectores de toda condición y cultura solían compartir los mismos libros que circulaban en el conjunto de la sociedad pero los mismos textos podían tener múltiples lecturas ya que cada lector, individualmente tomado, dispone de distintas herramientas intelectuales que le sitúan frente al texto y le indica la forma en que debe interpretarlo o apropiarse de su contenido.

La lectura tuvo una función liberadora personal en cuanto elevaba el horizonte moral y espiritual del lector, al tiempo que sirvió de medio de promoción social.

12.1.1 Los hábitos de lectura

Entre los católicos el Concilio de Trento adoptó una postura doble respecto al libro; los libros sagrados solo podrían ser interpretados por la iglesia. Respecto a la Biblia establecieron un control estricto sobre las ediciones oficiales, de hecho nadie fuera de la iglesia podía acceder a su lectura sin autorización del Obispo o del Inquisidor, con un informe previo del párroco y del confesor; hasta 1757 no se aplicaría el breve pontificio de Benedicto XIV autorizando el uso generalizado de la biblia en lengua vulgar al conjunto de la comunidad de fieles.

Vemos que en el S. XVIII la lectura regular está ya instalada de forma irreversible en la vida cotidiana de los europeos, pidiéndose reseñar algunas características importantes: en esta centuria veremos que surge entre los lectores una ansia de leer, laizada e individual, netamente

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moderna, que no solo satisface el objetivo de formación individual sino que da salida a la recreación, a la lectura como placer, como literatura de evasión. En definitiva, el interés por la lectura iría orientado por nuevos caminos, lejos ya de la única intención pedagógica o formativa que había tenido hasta el momento.

Acerca de los libros que leían los europeos podemos decir que no hay unos criterios homogéneos a la hora de establecer la tipología de los libros más leídos, más demandados o más recomendados; teniendo en cuenta el nivel cultural de la mayoría podemos deducir que la lectura era bastante indiscriminada, ya que la mayoría de los lectores no estaban suficientemente formados por lo que no tenían suficiente capacidad intelectual para realizar una crítica a donde del contenido del libro o de su forma literaria.

En la segunda mitad de la centuria los libros de temática civil han superado ampliamente los de contenido religioso, se constata un avance enorme de los libros científicos mientras que los jurídicos se mantienen. La popularidad de las novelas creció mucho, sobre todo entre las mujeres.

Sin embargo, durante el S. XVIII lo que aumentó verdaderamente fue la tirada de obras especializadas en geografía, ciencias naturales, política, pedagogía y literatura, también se leían libros de viajes, económicos y científicos con claro sentido utilitario.

En cuanto a las formas de leer habría que distinguir entre leer en voz alta y leer en silencio, Entre los S. XV-XVII hubo una trayectoria ascendente de la primera a la segunda; la práctica de la lectura oralizada, escrita o buscada en los textos creaba en las ciudades un amplio público de lectores que incluía a semialfabetos y analfabetos. En el mundo rural la lectura oral era prácticamente la única existente.

Los ilustrados fomentaron mucho la lectura en voz alta como un medio de sacar a las masas de la ignorancia, a la vez que contribuía a la politización, ya que la lectura en voz alta sugiere el comentario, el debate y la crítica, y la propia discusión desarrollada alrededor de un texto puede servir de invitación a la lectura de terceras personas.

12.1.2- Las bibliotecas

Vamos a referirnos a ellas no como un lugar de lectura, sino como lugares de conservación de libros. Como herencia del Medievo existían grandes bibliotecas universitarias y monacales que difundían y transmitían la cultura sabia, a las que vinieron a añadirse en los albores de la edad moderna las cortesanas, las señoriales y las municipales, pronto acrecentadas aún más con las particulares. Lógicamente las primeras bibliotecas las montaron las instituciones oficiales.

Muchos impresores o libreros crean bibliotecas para el público en sus establecimientos, propiciando la lectura sin compra sino por préstamo, de manera que por iniciativa privada o pública se montó una red d bibliotecas en muchos países que contribuyeron a afianzar el hábito de lectura entre la población europea y acceder a la cultura escrita en sus diversas manifestaciones.

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La época del préstamo bibliotecario se inicia en París en los años sesenta de la centuria ilustrada, cuando el famoso librero Quillan decide adoptar esta nueva modalidad en su librería, además de la tradicional compraventa de libros.

Esta forma de divulgar la cultura escrita fue objeto de recelo por parte de las autoridades, de tal manera que a la altura de 1800 en muchos puntos de Europa, como Alemania, se había impuesto su prohibición o se habían expedido una serie de reglamentos para su control por las autoridades, viéndose la lectura como un elemento subversivo que había que controlar.

12.2- El género periodístico: gacetas, revistas y diarios

La primera publicación que pertenece al género periodístico fue la gaceta, editada en Estrasburgo en 1605, que incluía noticias sobre sucesos ocurridos recientemente en el ámbito europeo, cuyo modelo fue imitado rápidamente en otros países.

A comienzos del S. XVIII solo existían dos tipos de periódicos, las gacetas y los que ofrecían información y crítica literaria o científica.

A lo largo de la centuria los diarios, revistas y periódicos se desarrollaron muchísimo. Su gran contribución estriba en haber sabido desarrollar una nueva forma de transmisión de la cultura, sobre todo la científica, antes muy restringida a los círculos intelectuales y académicos, y de esta manera asequible a las masa, y en la politización de la sociedad al poder seguir de cerca los debates a medidas políticas llevados a cabo en las instituciones de estado.

Tuvieron una circulación internacional, sobre todo los de contenido científico. Esta lectura útil y formativa sobre todo en el terreno político y cívico encontró mucho eco entre la burguesía y las clases medias urbanas.

12.2.1- La prensa informativa y política

En el primer grupo, además de las gacetas, órgano de expresión de los gobiernos para sus anuncios o comunicados oficiales, este género, menos desarrollado que la prensa especializada, combina las noticias de sucesos con información relativa a precios, ofertas de trabajo y publicidad variada, desde alquileres de inmuebles hasta complementos de moda.

A comienzos del XVIII se desarrollan los newspaper. En los años veinte aparecieron muchos periódicos, todos ellos dedicaban un espacio a la actualidad, aunque insertaba un artículo de fondo o essay donde se exponía las argumentaciones políticas del autor, abierto al debate, y por la misma época se consolidan los diarios donde aparecen combinados noticias políticas y anuncios. En los años sesenta se publican ya periódicos políticos puros.

12.2.2- La prensa de opinión

En Inglaterra la revista Spectator publicada por Addison y Steele entre 1710-24 siento un modelo de publicación que sería imitado en otros países, cuya figuración se hacía a base de los comentarios de un noble rural que visita Londres y como espectador asiste a multitud de

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acontecimientos que va comentando poco a poco mediante breves pero impactantes disertaciones.

En este grupo hay que incluir a muchas sociedades literarias que crearon o editaron sus propios periódicos para difundir sus ideas y captar mayores adhesiones.

12.2.3- La prensa erudita y científica

Estaba orientada a la divulgación de obras literarias o de carácter científico que se habían editado recientemente en algún punto de Europa, realizando críticas o reseñas bibliográficas, o teatrales, transcribiendo parte de la obra, algunos capítulos o resumiendo su contenido. Además de ese afán divulgador, insertaba artículos de fondo sobre todos aquellos asuntos que despertaban interés social.

Los periódicos económicos fueron muy populares en Francia, casi todos centrados en la agricultura o en los principios de la fisiocracia.

12.3- La publicística

Es otro medio de transmisión de la cultura, casi siempre con una finalidad religiosa, política o educativa; es el medio propagandístico por excelencia, que utiliza la imagen o la lengua escrita de forma directa e impactante para impresionar o captar los sentidos, la inteligencia y la voluntad del receptor, moviéndole a la acción. En todas sus modalidades, ya sea como folleto, panfleto, hoja suelta, estampa, va dirigido a todo el mundo, empleando a veces un lenguaje retorcido o metafórico, para ser leído entre líneas, cuando el destinatario pertenece a un sector de la población culta mientras el de carácter popular tiende a la sencillez y a la simplicidad en el lenguaje para ser comprendido por el mayor número de gente.

Casi siempre representan una forma crítica al poder establecido, a las autoridades civiles y eclesiásticas; son una forma de oposición política oficial aunque en ocasiones, dado su valor propagandístico, fue utilizado por el estado como un medio de exaltación del poder (caso de Luis XIV).

La ideología política encontró en ella un medio idóneo para hacer propaganda constructiva o destructiva, descalificar al enemigo interior o exterior, ejercer la crítica, ironizar sobre las costumbres o las medidas gubernamentales y, sobre todo, desarrollar una labor de oposición al sistema. A través de ella los pensadores políticos difundieron sus idead, igual que los reformistas, amparados en el anonimato.

Fue también utilizada como instrumento de xenofobia y exaltación patriótica en el curso de las guerras, como ocurrió en la de los treinta años.

13- Los centro educativos: el hogar, el taller, la parroquia y la escuela

El ser humano, como ente social, desde su nacimiento está sometido a la influencia de una serie de manifestaciones ideológicas y culturales que irá asumiendo paulatinamente bajo la forma de

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creencias, ideas, hábitos de conducta, sentimientos y afecto, todo un acervo cultural que permite al individuo conectar sus estructuras psicológicas personales con las disposiciones sociales.

En los inicios de la modernidad la familia se encargaba de procurarle ese bagaje de convenciones necesarias para convertirse en un ser social.

Las instituciones públicas por un lado y la iglesia protestante o católica por otro, provocan determinados cambios en las formas de transmisión de la cultura y en las manifestaciones culturales haciendo que la familia pierda su papel hegemónico como principal agente educador del niño ante la presión de otros conductos, como la parroquia, el taller y la escuela.

13.1- La educación doméstica

Católicos y protestantes ponen su confianza en ella y en la autoridad paterna para la educación religiosa y moral de los niños mediante las devociones, la lectura piadosa y los rezos familiares.

La comida familiar podía ser un buen momento para el aprendizaje del niño repitiendo las oraciones.

Los propios manuales de urbanidad insisten en la doble acción educativa de la familia y la escuela.

13.1.1- La instrucción familiar

La familia era la principal referencia educativa del niño, donde aprendía a asumir el conjunto de las conductas que realizan los adultos, muchas veces de manera inconsciente pero que le preparaba para vivir en la comunidad; a menudo el hogar es el ámbito donde niño adquiere conciencia del mundo que le rodea, de las demás personas, de las convenciones sociales y de los aprendizajes necesarios para la vida. Los varones mimetizan las conductas del padre y las niñas la de la madre.

La transmisión de los saberes femeninos y el papel de las mujeres como depositarias de una amplia cultura popular son fundamentales

13.1.2- Privacidad y civilidad: normativa social y manuales de urbanidad

La cultura occidental, en un proceso de larga duración, fue generando unas nuevas formas de comportamiento social que desembocó en el triunfo de la llamada “civilización”. En un primer momento la civilidad, desarrollada fundamentalmente en la Italia renacentista comprendía un conjunto de reglas de urbanidad, decoro y decencia.

EL proceso de civilidad comenzó entre grupos privilegiados, desde la nobleza de la burguesía, y después se fue imponiendo como modelo al resto de la sociedad, como un signo de distinción y refinamiento. No obstante, parece que la civilidad, conforme se fue extendiendo entre grupos más amplios, sufrió una cierta perversión en sus contenidos y objetivos, quedando desvirtuados y reducidos a una mera apariencia o formalidad, lo que suscitó numerosas críticas.

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Los manuales de urbanidad tenían un doble destinatario, el educador y el educado, siendo muy difícil deslindar la parte que iba orientada a los niños de la que iba dirigida a los adultos. Generalmente los destinados a los niños eran pequeños libritos, a modo de cartillas escolares donde se incluía las reglas sobre cómo hablar y gesticular, no decir palabras obscenas, algunas formas elementales sobre el uso del cuerpo, higiene y apariencia externa.

Se multiplican los manuales de este tipo, llegando a crear un verdadero género literario, en la idea de que la civilidad era también un aprendizaje que debía ser adquirido desde la infancia, formando parte de la instrucción.

Los nuevos gestos refinados y corteses fueron divulgados estampados en imágenes que después se difundieron con profusión para ser asimilados por toda la población; fuentes iconográficas como el grabado y la pintura, la literatura y el teatro sirvieron como un medio de adoctrinamiento más en la formación de la civilidad.

13.2- El taller

Hasta la creación sistemática de las Escuelas de Oficios en la Europa del S. XVIII, los únicos centros que procuraban una enseñanza adecuada para el desempeño de un oficio eran los talleres de los gremios.

Los niveles de especialidad eran: el más bajo, el aprendiz, el medio, el oficial, el más alto, maestro.

13.2.2- El servant-life-cycle

Con esta expresión, acuñada por P. Laslett, se hace referencia a la práctica corriente en Inglaterra, Francia, Alemania y otros países europeos, sobre todo en el S. XVIII de colocar a los hijos en hospedaje- los niños como aprendices y las niñas como criadas, dependientas de tiendas institutrices o maestras- en el seno de otras familias a ser posible sin lazos de parentesco, para recibir un aprendizaje durante un periodo de varios años.

Las consecuencias de esta educación fueron diversas; fue una experiencia vital única al procurar a los jóvenes la posibilidad de desarrollar una personalidad más definida e independiente de su familia lo que revertía positivamente en una mejor preparación ante la vida, pero también podía ser considerado algo negativo a nivel psicológico al carecer de afectividad, factor importante en una época crítica como la adolescencia, además de ser una etapa vivida pasajeramente con un status social distinto al que le pertenecía por nacimiento, lo que podía suponer un cierto desclasamiento.

13.3- La parroquia

La parroquia había sido siempre la forma básica de encuadramiento de los fueles en la iglesia cristiana, siendo el punto de contacto entre la población y la institución eclesiástica. Como consecuencia de las reformas religiosas verá forzado su papel doctrinal como centro de instrucción de niños y adultos en las verdades de la fe y en los principios elementales de la religión.

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13.3.1- El sermón

Entre la catequesis y el discurso moral, el adoctrinamiento religioso a través del sermón fue uno de los mayores esfuerzos desplegados por católicos y protestantes en su lucha contra la herejía, por eso era muy importante que los predicadores contasen con una elevada formación teológica y moral y profundos conocimientos de la Oratoria Sagrada.

En el S. XVI la predicación católica fue reforzada a través de las llamadas Misiones pedagógicas, grupos de sacerdotes o religiosos que se desplazaban de unas ciudades a otras durante un corto periodo de tiempo para hacer un adoctrinamiento intensivo.

El sermón (había muchas clases de sermones) se predicaba en el transcurso de la misa y en numerosos oficios litúrgicos, servía para explicar el evangelio, enseñar las verdades de la fe, encauzar las manifestaciones religiosas, exigir el cumplimiento de la normativa eclesiástica y moralizar las costumbres, siendo obligatorio en ambas iglesias asistir al sermón dominical.

En el S XVIII hubo una profunda transformación en la oratoria sagrada depurándose muchos de sus contenidos y la forma expositiva.

13.3.2- La catequesis

Entre los protestantes el pastor solía ejercer un adoctrinamiento los domingos en la iglesia; al acabar los oficios religiosos congregaba a los niños para enseñarles el catecismo. Una campaña de ideologización que fue sistematizada a través de las escuelas dominicales.

Lutero propuso un modelo de catequesis para realiza en el seno de la familia, bajo la orientación del padre; más tarde Calvino propuso una catequesis para la juventud (1537), posteriormente desarrollada en forma más sencilla y asequible a los niños (1541) y Teodoro Beza, por su parte, también escribiría otro catecismo especialmente dirigido a los niños de nueve a diez años.

Antes de las reformas religiosas no se había concedido excesiva importancia a la catequesis, salvo algunas excepciones como España.

Antes de Trento los catecismos existentes desarrollaban una religión interiorizada. Además, eran instrumentos de adoctrinamiento por excelencia.

El español Juan de Avila recomendó elaborar un modelo único de catecismo para toda la Cristiandad, orientado en una triple dirección: hacia los niños, hacia los adultos poco instruidos y hacia los catequizadores.

13.4- La escuela

La escuela como instrumento socializador de la cultura fue un descubrimiento de la iglesia, que la utilizaría como uno de los instrumentos fundamentales de difusión de sus principios; a través de ella quiso cristianizar, moralizar y aculturar a las masa, embarcando en ese proceso al estado y a los municipios, quedando comprometidas ambas instituciones en el diseño de la escuela como un

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medio de control de las costumbres, una forma de sometimiento al poder político y de respeto al ordenamiento social vigente, a la vez que moto de progreso.

El principal objetivo de la escuela era difundir la religión cristiana, de ahí su consejo de empezar cada jornada escolar con una oración.

De esta manera, escuela y colegio suponen una nueva forma de control de la infancia y de la adolescencia al margen de la familia, en centros especiales, ajenos a la sociabilidad tradicional, sometidos a la autoridad de especialistas que marcan los principios de la educación.

14- El progreso de la educación

14.1- El debate educativo y la reflexión pedagógica

Debido al carácter de la educación como vehículo de transmisión cultural y conformación ideológica, durante los siglos modernos la preocupación por la enseñanza estuvo siempre presente en los grandes temas de discusión entre intelectuales, moralistas, eclesiásticos y servidores del estado.

Fueron los humanistas los primeros en plantear como una necesidad social que el aprendizaje y la educación eran imprescindibles para obtener buenos ciudadanos.

El idearium humanista con su nueva concepción del hombre y de la sociedad afirmaron el principio de que la cultura debía ser el instrumento mediante el cual el hombre pudiera recibir una educación total- moral y cívica- u así lo plasmaron en los studia humanitatis. Los maestros italianos al combatir la escolástica y plantear nuevas alternativas educativas contribuyeron a renovar enormemente el campo de la educación.

La enseñanza humanística pronto se extendería por toda Europa, gracias a la labor desarrollada por numerosos intelectuales formados con esos maestros italianos.

En Inglaterra, Colet, Grocyn y el también erasmista Tomás Moro. Con ellos el humanismo afirmó que el fin de la educación era formar al hombre dándole libertad, haciéndole tomas consciencia de su potencialidad para que pudiera desempeñar su puesto en un mundo cristiano.

La obligatoriedad de la instrucción, la recomendación de los padres de una educación responsable en el seno de la familia y en la escuela, junto al entusiasmo de muchos protestantes hicieron avanzar la educación en el conjunto de la Europa reformada.

La Contrarreforma también realizo nuevas aportaciones en este terreno, sobre todo intentando conciliar humanismo y cristianismo.

A finales del quinientos la educación humanística se había desprestigiado al convertirse en pura retórica. Era también el fin de los ideales de una generación ya superada por las nuevas circunstancias sociales, económicas y religiosas de la comunidad europea.

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En Inglaterra la renovación educativa fue debida a John Locke, que partiendo de la tradición humanística inglesa revoluciona la pedagogía en su obra Algunos pensamientos referentes a la educación (1693) al anteponer la educación a la instrucción. Había que conseguir hombres virtuosos, útiles y capaces de desempeñar las tareas de su dedicación. Locke no pensaba en la educación de los pobre, sino en la elites.

El compromiso de los gobernantes con el progreso se tradujo en la multiplicación de los centros escolares, en la imposición por el estado de la obligatoriedad de la enseñanza primaria en muchos países, en la creación de escuelas de formación profesional para el estamento llano. Pero lo más importante de esta renovación educativa fue que a partir de entonces la educación será un tarea fundamental del estado.

Sin embargo, el sistema educativo recién creado no sería del todo renovador, ya que siguió estando basado en la desigualdad y en la discriminación social y de género.

Durante la edad moderna el progreso educativo es indudable, esto hizo posible extender la alfabetización u la instrucción a sectores hasta ahora marginados de la enseñanza. Para entender la verdadera significación de este proceso hay que tener en cuenta que la educación avanzó porque el estado moderno lo necesitaba, la instrucción estuvo en función de las necesidades de éste, y fueron aumentando los recursos conforme necesitaba dotarse de un personas especializado.

Fueron relativamente pocos los que pudieron acceder a los diversos grados de enseñanza, debido a las diferencias estamentales o morales. Además, los educadores procedían en su gran parte del clero. También las herramientas pedagógicas eran escasas y rudimentarias.

A pesar de todo esto la educación tuvo un efecto transgresor, ya que rompía con la sociedad estamental, y también tuvo un efecto democratizador al revelarse como un instrumento de ascenso social.

14.2- Alfabetizacion e Instrucción

La alfabetización es uno de los indicadores más significativos para poder medir la educación y establecer los niveles educativos de una sociedad en un momento determinado de su historia.

Por su parte, el grado de instrucción se mide por tres factores, el número de centros escolares, el número de profesores y el porcentaje de la población que asiste regularmente a la escuela.

La Europa moderna no era un espacio homogéneo en lo que se refiere a la alfabetización, tanto a local como regional. Tampoco fue un proceso lineal en el tiempo.

14.2.1- Diferencias derivadas del género

El género aparece como uno de los factores más claros de la alfabetización ya que el analfabetismo siempre mayo entre las mujeres, independiente del grupo social a que

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pertenecieran. La educación en el antiguo régimen discriminaba a las mujeres. Cuando aprendían algo, era relacionado con un oficio.

En el S. XVII Francia se va a colocar en la vanguardia en los que a educación femenina se refiere cuando algunas mujeres ricas den su respaldo para la creación de congregaciones religiosas o establecimientos privados dedicados a la docencia femenina.

14.2.2- El status socio-profesional y la riqueza

Dada la jerarquía social existente y el papel que jugaba en la sociedad cada uno de los estamentos, se puede decir que la posición social incide claramente en la alfabetización. La mayoría de los analfabetos se encuentran en las capas más bajas, aunque para ellas fueron creadas escuelas de caridad gratuita en varias partes de Europa.

La instrucción de la nobleza se hacía en la propia casa, confiándose los hijos a prestigiosos preceptores, humanistas, etc. hasta los 16 años.

En el S. XVIII esta costumbre desapareció y muchos jóvenes de la nobleza y de las elites fueron a ocupar los pensionados, la mayoría de ellos controlados por órdenes religiosas o manos privadas.

14.2.3- El medio urbano y el medio rural

Durante esta época hubo enormes contrastes y variedad de un medio a otro, estando siempre las ciudades más alfabetizadas que el campo. Generalmente las poblaciones pequeñas disponían de una escuela parroquial, en ellas se enseñaba una educación muy básica. Durante el renacimiento el progreso de la alfabetización fue muy elevado, sobre todo en el primer tercio del S. XVI, pero gradualmente se pierde dinamismo y se estanca un poco.

En las ciudades, por el contrario, lo índices de alfabetización son mayores, existían escuelas municipales con un mayor número de alumnos. Se impartía una enseñanza mediana y de buena calidad.

14.2.4- diferencias religiosas

Los reformadores, a diferencia de los humanistas que solo les preocupaba la educación de las elites, pensaron en una educación para la infancia en general, había que enseñar a todos los niños a leer y escribir para que pudieran acceder a la Biblia.

La Contrarreforma, a través de las órdenes religiosas, se volcó sobre todo en la enseñanza secundaria, proporcionando instrucción fuertemente religiosa y orientada a las elites.

14.3- La escolarización

Durante los tres siglos modernos, de forma lenta pero en un proceso irreversible, hubo una transferencia de aprendizaje desde el entorno familiar hacia la escuela, pública o privada. Con el tiempo muchos de estos centros se transformaron en escuelas de oficios al compás de la demanda

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de trabajadores manuales, mientras el colegio y la universidad quedan restringidos a un público más limitado.

14.3.1- Los centros docentes y la red escolar

Durante la edad moderna la red escolar existente no respondía a unos criterios fijos ni uniformes, sino a un florecimiento muchas veces espontáneo para responder a la demanda social, por iniciativa de la iglesia, protestante o católica. No existía unidad en los criterios a seguir en cada una de las escuelas acerca de los planes de estudio, contenidos y materias a impartir. Tampoco había una estructura educativa a nivel nacional que permitiera una estratificación de los diferentes grados de enseñanza que posibilitara un proceso curricular completo. A pesar de los defectos y de la ausencia de orden, cumplió un importante papel en toda Europa.

La pedagogía aplicada fue variando con el tiempo; aunque nadie discutía el principio de disciplina. Se concedía gran importancia al doble principio de gratificación-sanción como medio de estimular o disuadir al niño en sus conductas.

14.3.2- Los sectores educativos

La enseñanza primaria podía impartirse en un convento, en una taberna, en una tienda, etc. impartían a los niños una instrucción muy simple.

La enseñanza secundaria se impartía a través de las Escuelas de Gramática que proliferaron en toda Europa en el S. XVI. Mejor organizada tanto en sus planes de estudio como en los criterios de selección de su alumnado y del profesorado, recibieron el constante apoyo del estado y de la iglesia, y fueron las encargadas de formar las elites europeas de la época. Hasta el S XVIII no lograron desprenderse de la tutela eclesiástica.

Paralelamente a la escuela secundaria surgen las Academias para paliar lagunas y deficiencias del sistema educativo, se adquirían conocimientos especializados en ciertas actividades mercantiles, financieras, marítimas o militares.

La enseñanza superior o universitaria constituía el vértice del sistema educativo europeo desde la época medieval; cerradas a las mujeres y a los grupos sociales inferiores, diseña una enseñanza marcada por la desigualdad. Estuvieron dirigidas por la iglesia prácticamente hasta finales del Antiguo régimen. Cumplen un papel fundamental al mediatizar o entorpecer el avance científico e intelectual de la cultura europea. Su cifra aumentó de manera espectacular en el S. XVI así como el número de estudiantes.

Durante el S. XVII y parte del XVIII las universidades languidecen y muchas de ellas caen en la decadencia o inoperancia intelectual, casa de esto fue la facilidad de otorgar grados académicos en función de las clientelas sociales y no de los meritos personales.

14.3.3- El material pedagógico

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El material pedagógico brillaba por su ausencia o era demasiado rudimentario. Los instrumentos básicos eran los Abecedarios, los silabarios, y las cartillas. Los primeros instrumentos de lectura son los llamados cartapolos, grande carteles con el abecedario que colgaban en las paredes.

En un nivel superior estaban los libros y manuales de todo tipo.

Dada la importancia concedida a la memorización era frecuente la lectura en clase de textos provenientes de la literatura culta, romances y dísticos famosos.

Las representaciones escolares permitió la integración del teatro entre las costumbres docentes en el S. XVI, cuando se descubrió su carácter pedagógico, alcanzando un gran desarrollo en el S XVII.

14.3.4- El periodo escolar

El tiempo escolar es una manera de regular u organizar la actividad docente; su análisis es un revelador privilegiado de los comportamientos económicos, sociales y culturales de la época moderna. Puede ser estudiado desde una doble óptica: la edad escolar, la cantidad de tiempo que cada persona dedica a la escuela en el curso de su vida, y la frecuentación escolar, el tiempo efectivamente consagrado a la escuela por cada niño durante cada día, cada semana cada mes del año. Ambos factores fueron bastante irregulares, en la época moderna, sobre todo en los S. XVI y XVII.

La necesidad de imponer un ritmo a la enseñanza era vital para lograr un sistema educativo estable. Este calendario escolar, estaba influido por las estaciones agrícolas.

La jornada escolar se fija en el S. XVI en dos jornadas de igual duración, una por la mañana y otra por la tarde.

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Page 14: Cultura y mentalidad en la edad moderna. Capítulo 12,13 y 14. Franco Rubio.

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