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Cultura y cultura material: aproximaciones a los conceptos e inventario epistemológico Ismael Sarmiento Ramírez* Centre de Recherche sur l Amérique Espagnole Coloniale (CRAEC) Université Paris III-Sorbonne Nouvelle Culture and material culture: approaches to the concepts and epistemological inventory Resumen Se presenta un conjunto de aproximacio- nes a los conceptos de cultura y de cul- tura material, seguido de un inventario epistemológico sintetizado; ŭ ltima labor que permite distintas miradas a través de las cuales la antropologia, la arqueologia y la historia económica y social han estu- diado la cultura material. Sin embargo, se advierte que, en los m ŭ ltiples debates efectuados, más que aportar una defini- ción nominal de iqué es la cultura mate- rial? sólo se llega a circunscribir el campo de investigación y a precisar el proyecto propuesto para el estudio de la vida material. Palabras clave: Cultura, cultura Material, conceptos, epistemologia, interdisciplina- riedad Abstract This article discusses a series of approaches to the concepts of culture and material culture. It also provides an abridged epistemological inventory with an overview of the perspectives from which anthropology, archaeology and economic and social history have studied material culture. The author nonetheless maintains that rather than putting forward a definition of what material culture is, debate on the subject merely delimits the scope of research and profiles suggested projects for studying the conditions of material life. Key words: Culture, material culture, concepts, epistemology, interdisciplinarity I. Introducción Con el presente articulo intento saldar, en parte, una deuda contraida con mis com- pañeros, a inicios de este año en la Real Academia de España en Roma, mientras disfrutaba de una estancia de investiga- ción concedida por el Ministerio de Asuntos Exteriores de España, en la espe- cialidad de Estética y Museologia. En una de las sesiones organizada por la Directora, las que bautizamos como «Las tardes de Charo», mientras intentaba explicar el proyecto de investigación que alli realizaba, se entabló una discusión en torno al concepto de cultura material, teñida de cierto pesimismo epistemológi- co. Alguien Ilegó a manifestar la decaden- cia de estos estudios, amparándose, tal vez, bajo la sombra del postmodernismo', y hasta se Ilegó a dudar de los aportes de reconocidos investigadores de los anti- guos paises socialistas en el campo de la cultura material y la arqueologia históri- co-cultural; desconociéndose, además, el papel que jugó el Instituto de Historia de la Cultura Material creado en la URSS y Polonia. Lo positivo de tan desanimado encuen- tro fue que luego pude reorientar la investigación alli iniciada 2 , donde se intenta dar respuestas a cada una de esas y otras interrogantes, incluyendo las manifestadas por alumnos y colegas en otros encuentros. Ahora, el proyecto: Teoría, metodología y fuentes para el estu- dio de la cultura material, en el capitulo dedicado a "Las interpretaciones contem- poráneas de la cultura materiaP, cuenta con nuevos epigrafes, tales como: Antropologia de la tecnologia, Cultura material e identidad y Cultura material y circuitos mercantiles. Es por esto que me ANAIES ofa. MusEo DE AMÉRICA 15 (2007). PÁGs. 217-236 [217]

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Cultura y cultura material:aproximaciones a los conceptose inventario epistemológico

Ismael Sarmiento Ramírez*Centre de Recherche sur l AmériqueEspagnole Coloniale (CRAEC)Université Paris III-Sorbonne Nouvelle

Culture and material culture: approaches to the concepts andepistemological inventory

Resumen

Se presenta un conjunto de aproximacio-nes a los conceptos de cultura y de cul-tura material, seguido de un inventarioepistemológico sintetizado; ŭ ltima laborque permite distintas miradas a través delas cuales la antropologia, la arqueologiay la historia económica y social han estu-diado la cultura material. Sin embargo, seadvierte que, en los mŭ ltiples debatesefectuados, más que aportar una defini-ción nominal de iqué es la cultura mate-rial? sólo se llega a circunscribir el campode investigación y a precisar el proyectopropuesto para el estudio de la vidamaterial.

Palabras clave: Cultura, cultura Material,conceptos, epistemologia, interdisciplina-riedad

Abstract

This article discusses a series ofapproaches to the concepts of cultureand material culture. It also provides anabridged epistemological inventory withan overview of the perspectives fromwhich anthropology, archaeology andeconomic and social history have studiedmaterial culture. The author nonethelessmaintains that rather than putting forwarda definition of what material culture is,debate on the subject merely delimits thescope of research and profiles suggestedprojects for studying the conditions ofmaterial life.

Key words: Culture, material culture,concepts, epistemology, interdisciplinarity

I. Introducción

Con el presente articulo intento saldar, enparte, una deuda contraida con mis com-pañeros, a inicios de este año en la RealAcademia de España en Roma, mientrasdisfrutaba de una estancia de investiga-ción concedida por el Ministerio deAsuntos Exteriores de España, en la espe-cialidad de Estética y Museologia. En unade las sesiones organizada por laDirectora, las que bautizamos como «Lastardes de Charo», mientras intentabaexplicar el proyecto de investigación quealli realizaba, se entabló una discusión entorno al concepto de cultura material,teñida de cierto pesimismo epistemológi-co. Alguien Ilegó a manifestar la decaden-cia de estos estudios, amparándose, talvez, bajo la sombra del postmodernismo',y hasta se Ilegó a dudar de los aportes dereconocidos investigadores de los anti-guos paises socialistas en el campo de lacultura material y la arqueologia históri-co-cultural; desconociéndose, además, elpapel que jugó el Instituto de Historia dela Cultura Material creado en la URSS yPolonia.

Lo positivo de tan desanimado encuen-tro fue que luego pude reorientar lainvestigación alli iniciada 2, donde seintenta dar respuestas a cada una de esasy otras interrogantes, incluyendo lasmanifestadas por alumnos y colegas enotros encuentros. Ahora, el proyecto:Teoría, metodología y fuentes para el estu-dio de la cultura material, en el capitulodedicado a "Las interpretaciones contem-poráneas de la cultura materiaP, cuentacon nuevos epigrafes, tales como:Antropologia de la tecnologia, Culturamaterial e identidad y Cultura material ycircuitos mercantiles. Es por esto que me

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ISMAEL SARMIENTO RAMIREZ

apresuro, en esta primera página, a darlas más sinceras gracias a mis comparie-ros becarios y a la Directora de la RealAcademia de Esparia en Roma.

Desde hace algunos arios he dedicadocasi la totalidad de mis investigaciones ala temática de la cultura material; porcierto, parte de esta producción se hapublicado en Anales3 y algunos de losciclos de conferencias y cursos se hanimpartido en el Museo de Arnérica. Unalabor luego extendida a otras institucio-nes culturales y docentes de Esparia,Francia, Portugal, Cuba y recientementeItalia4 ; siempre teniendo a estos estudioscomo interés intrinseco de las cienciashistóricas y antropológicas y a los muse-os como vínculos de tal materialización.

Las docencias impartidas versan entorno a la teoría, metodología y fuentespara el estudio de la cultura material y lasinvestigaciones publicadas, básicamentedel período colonial cubano (siglosXIX), no han sido más que la aplicaciónde este instrumental teórico-metodológico,con la utilidad de determinadas fuentes;muchas de ellas colecciones museables.

Sin embargo, son muchas las limitacio-nes que se encuentran en el campo teó-rico-metodológico a la hora de enfrentarcualquier estudio que verse en torno a lacultura material en general y que partadesde la interdisciplinariedad de la histo-ria, la antropología y la museología. Lasmismas dificultades que luego se tienenal intentar trasmitir estos conocimientos.

Ante tal impedimento de índole cogni-tivo, he centrado el análisis de estasinvestigaciones y las docencias imparti-das en el estudio de los diferentes con-ceptos de cultura y de cultura material;en el grado de incidencia de la arqueolo-gía y la antropología en estos estudios,por ser las principales disciplinas quemás hacen uso de ellos; en el papel pre-ponderante que concedo a los museos enesa materialización; y, principalmente, enla elaboración de un inventario epistemo-lógico de los estudios publicados, lasdiferentes metodologías aplicadas y lasfuentes existentes en Europa, EstadosUnidos y América Latina, relacionadoscon el tema en cuestión.

Y es que sucede, tanto con el conceptode cultura como con el de cultura mate-rial, que hoy no se tiene una definiciónque acepten todos o la mayor parte de losespecialistas que hacen uso de estos tér-minos. Como se verá en el cuerpo delartículo, la definición más operativa decultura es la que asume la UNESCO en1982 y la de cultura material la que ofre-

cen Hunter y Whitten (1981: 201) en laEnciclopedia de antropología. Por otraparte, no todos los estudios que se pre-sentan bajo el sello de cultura materialresponden a tal concepción. Por muypoco definido que esté todavía el término,de ninguna manera hay que confundir,por ejemplo, un manual de corte y con-fección con una investigación etnográficadel vestido y un simple recetario de coci-na con un estudio de los alimentos.Ambas fuentes pueden aportar y auxiliara la investigación de la cultura material,pero en ningŭn momento deben tenerseo confundirse como estudios específicosde esta parcela del conocimiento.

Como explico en Anales (2006), casisiempre, cuando se habla del estudio dela cultura material se establece una rela-ción casi directa primero con la arqueolo-gía -la llamada ciencia de los objetos- ysegundo con la antropología —la cienciaque estudia la naturaleza de los sereshumanos— y la inserción de la histo-ria—narración y exposición de los aconte-cimientos pasados y dignos de memoria-queda en un tercer plano.

En la bibliografía escasean los trabajosde cultura material eminentemente históri-cos. La historiografía en su conjunto hasituando a la historia de la cultura materialen un lugar menos preferente, sin parcelapropia, y algunos autores la subordinan ala historia económica y a la historia de lastécnicas; aunque, no debe descuidarse laincidencia que igualmente ha manifestado-no obstante los nuevos enfoques históri-cos o antropológicos- en la historia de lasmentalidades, la microhistoria, la vida coti-diana, la historia social y las historias devida, lo que igualmente hoy alcanza ser deutilidad en la nueva historia de la cultura;porque viene facilitando a todas estascorrientes -tal vez a una más que a otras-los objetos materiales como fuente histári-ca, con los que también algo se puedeinferir acerca de una determinada situa-ción social en el tiempo. Pudiendo ser lomás comŭn entre todos estos campos delsaber -aŭn cuando en algunos de ellos sedefiendan o se rechacen las investigacio-nes globalizadoras y las condicionantes delo abstracto como acción y resultado de lohistórico- la bŭsqueda del equilibrio entrelo material y lo mental: las dos dimensio-nes que abarcan lo humano, sin tenernecesariamente que despersonalizarlo oimponer fronteras.

A propósito de los extremos, ni ha sidobuena la trivialización de los más ortodo-xos pensadores marxistas, ni la es hoy lade los que hacen de las representaciones

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mentales el motor fundamental de la his-toria (véase Fontana, ob.cit.). Respecto alos primeros, tanto dimensionaron lasestructuras materiales que no prestaron lasuficiente atención a los fenómenos men-tales. De los segundos, Fichtenau (1991:XVII), al referirse a la historia de las men-talidades, ha advertido que "los produc-tos del pensamiento y la interpretaciónno pueden separarse de la existencia dela gente en este mundo".

II. Cultura

La palabra cultura comienza a aplicarseen la historia y en el resto de las cienciashumanas después de 1750; lo que inicial-mente sucede en el ámbito germánico.Con antelación, las lenguas románicas yel inglés utilizaban la palabra «civiliza-ción» para referirse precisamente al culti-vo, mejora o progreso social en cuantoderiva del latín •civis», •civitas», «civilitas»,que hacen referencia al ámbito urbano ociudadano frente al hombre tribal.

Un conocido texto que publicanKroeber y Kluckhohn (1952), recoge másde ciento cincuenta definiciones diferen-tes de cultura, propuestas por antropólo-gos, sociólogos, psicólogos y otros espe-cialistas de las ciencias humanas, a lasque hoy se ariaden muchas más. Kroebery Kluckhohn clasificaron el concepto decultura, de acuerdo con las entoncescorrientes antropológicas, en seis grupos:descriptivas, históricas, nominativas, psi-cológicas, estructurales y genéticas.Clasificación que queda ampliamenteexplicada en la antología presentada porKahn (1975). Distintas nociones de cultu-ra que pueden ampliarse, además, en laEnciclopedia que coordina Sills (1974).En este artículo sólo se recoge una meraenunciación:

Definiciones descriptivas; aquí se ads-cribe la clásica definición de Tylor (1871),el introductor del término en la antropo-logía: "En su sentido etnográfico másamplio, cultura o civilización es ese todocomplejo que comprende conocirnientos,creencias, arte, moral, ley, costumbres ycualquier otra facultad y hábito adquiri-dos por el hombre como miembro de lasociedad". Esta enunciación tyloriana seimpuso, además de en Alemania, enNorteamérica, los países nórdicos y enAmérica Latina; en los países latinos eInglaterra encontró resistencia hasta hacemuy poco tiempo.

Definiciones históricas; agrupan las queenfatizan uno de los componentes de la

cultura. En ellas se contrapone la heren-cia social o tradición social a la herenciabiológica. Esta corriente la inició Sapier(1921), para quien: la cultura es "el con-junto socialmente heredado de prácticasy creencias que determinan la textura denuestra vida". Dentro de este grupo entrael concepto de cultura aportada porMalinowski (1931: 621-624) en su conte-nido material; para él: "La cultura com-prende artefactos, bienes, procesos técni-cos, ideas, hábitos y valores heredados".Opinión que mantiene en A scientific the-ory of cultttre and other essays, cuandoresponde a eQué es la cultura?: "Totalidaddonde entran los utensilios y los bienesde consumo, las cartas orgánicas queregulan los diversos agmpamientos socia-les, las ideas y las artes, las creencias y lascostumbres" (Malinowski, 1968: 35)5.

Definiciones normativas; éstas se divi-den en dos subgrupos. El primero, desta-ca la cultura como regla o paunta de con-ducta; donde, en palabras de Wissler(1926), su introductor: "el modo de vidaseguido por la comunidad o la tribu esconsiderado como una cultura" [e] "inclu-ye todos los procedimientos socialesestandarizados". El segundo, recoge a lacultura como idea o valor orientador dela conducta, una corriente hoy abandona-da. Hacia 1940, tuvo aceptación entre losfilósofos, especialmente germanos, y porlos sicólogos europeos. Sus máximosrepresentantes fueron Bibney (1952) ySorokin (1973), para quienes los ideales yvalores se constituyen en pautas directa-mente polarizadoras y canalizantes delcomportamiento grupal e individual.

Definiciones psicológicas; aquí lossubgrupos son cuatro: en el primeroestán las definiciones que acentŭan lafunción psicológica de la cultura comoajuste social, en el segundo se recogenlas de la cultura como aprendizaje, en eltercero las de la cultura como hábitoadquirido y en el cuarto se agrupan lasque son puramente psicológicas de cul-tura.

Definiciones estructurales; se introdu-cen a partir de 1940, y en esta corriente lacultura es un diserio o un sistema de dise-rios para vivir, no el mismo vivir. SegŭnLinton (1965): "una cultura es la configu-ración de la conducta aprendida y losresultados de la conducta, cuyos compo-nentes son compartidos y trasmitidos porlos miembros de una sociedad particular".

Definiciones genéticas; abarca las queenfatizan en: la cultura como producto oartefactos, en las ideas como raíz de lacultura y sobre los símbolos.

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ISMAEL SARMIENTO RAMÍREZ

Después de casi siglo y medio, desdeque Tylor (1871) introdujera el términocultura en la antropología, sigue sin exis-tir una definición ŭnica que goce de con-senso general entre los investigadores, yaque cada uno de ellos ha adquirido unaimpresión peculiar del vocablo. Sinembargo, por encima de las discusionesteóricas y de las perspectivas ideológicas,hoy existe una definición de Cultura,digamos «operativa», asumida por laUNESCO y que incorpora al mismo tiem-po las dimensiones humanísticas y antro-pológicas. Me refiero a la definición queaprobaron casi 130 gobiernos, adscritos aesta organización, y que se incorporó ala Declaración de México de 1982:

En su sentido más amplio, la culturapuede considerarse como el conjunto derasgos distintivos, espirituales y materia-les, intelectuales y afectivos, que caracte-rizan a una sociedad o un gn_ipo social.Además de las letras y las artes, compren-de los modos de vivir, los derechos fun-damentales del ser humano, los sistemasde valores, las tradiciones y las creencias(Carrier 1994: 156).

Es obvio que el alcance de esta defini-ción de la cultura pone a la personamisma en el centro del interés universal.Se trata de una concepción de la culturabasada en unos elementos normativos yéticos, abierta tanto a los valores espiri-tuales como materiales y que cobra ahorauna dimensión tanto histórica como an-tropológica, aplicable a cualquier grupohumano y no solamente a una élite inte-lectual.

No obstante, la conceptualización quede la cultura hace cada autor, a juzgar porla bibliografía consultada, depende unasveces de las escuelas antropológicas yotras de sus perspectivas ideológicas.Cuando el concepto de cultura se con-fronta con el concepto de sociedad seproyectan unas perspectivas teóricas ymetodológicas muy diversas, en las quela relación entre cultura e historia tam-bién se entiende de forma distinta: lo queha sido la gran diferencia en la antropo-logía social entre la tradición americana yla tradición europea.

En la tradición americana se ha visto ala cultura como noción central del análi-sis antropológico y se ha tendido a sepa-rarla conceptualmente de las relacionessociales. En este nŭcleo se considera quela cultura forma parte del comportamien-to aprendido de la especie humana y quees diferente de los factores biológicos. Lapráctica viene desde los tiempos deKroeber (1945), antropólogo cultural,

etnohistoriador y lingilista, consideradoel decano de la antropología americana;para quien la cultura se identifica comolo «supraorgánico». Postulados de los quetambién se hicieron eco, entre otros,Goodenough y Geertz.

Para Goodenough -uno de los repre-sentantes del estructuralismo contempo-ráneo en la antropología, conocido sobretodo por el papel que ha desemperiadoen el desarrollo del análisis componen-cial de los sistemas de parentesco y porsu investigación en Truk-, la cultura noera un fenómeno material, ni un conjun-to de objetos, personas, comportamientosy emociones, sino una suma específica deconocimientos, más exactamente, unmodelo de interpretación de lo que laspersonas dicen y creen. Seg ŭn este autor,para el hombre que es portador de unadeterminada cultura, las manifestacionesculturales son signos que representandeterminadas formas culturales o mode-los. De esto se desprende que la descrip-ción de la cultura no puede ser reducidaa la relación de los hechos observados,sino que es necesario crear modelos con-ceptuales, mediante los cuales estoshechos sean representados (Goode-nough 1957: 36-39).

Los estudios teóricos de Geertz —entrelos posteriores defensores de este con-cepto de cultura, no estrictamente vincu-lado a la evolución de las relacionessociales— tratan de religión, cambio eco-nómico, ecología cultural y cultura encuanto a «sistema de signos y símbolos» ocomo «estructura de significados». Él iden-tifica la noción de cultura con las dimen-siones ideacionales del comportamientohumano y limita, o deja en un segundoplano, sus componentes materiales ysociales. Está convencido de que: "Laenorme variedad de diferencias que pre-sentan los hombres en cuanto a creenciasy valores, costumbres e instituciones,segŭn los tiempos y lugares, no tiene sig-nificación alguna para definir su naturale-za. Se trata de meros aditamentos y hastade deformaciones que cubren y oscure-cen lo que es realmente humano -loconstante, lo general, lo universal- en elhombre" (Geertz 2000: 44).

A diferencia de Kroeber, Goodenoughy Geertz, ya desde mucho antes, el fun-cionalista polaco Malinowski, considera-do el padre de la etnología, no sólo habíaaceptado en parte la celebre definicióntyloriana, sino que, en su propia concep-tuación, le había agregado los objetosmateriales, no presentes en Tylor; sindudas, una de las mejores contribuciones

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a la rectificación del concepto. No obs-tante diga Leach (1974: 291), que él "diva-gando sobre la cultura en general, es unpelmazo" y aparezca en el Diccionariotemático de antropología, editado porAguirre Baztán (1993: 156), que "el sim-plismo reduccionista de su método beha-viorista no le permitiera explicar, desdeeste determinismo unitario biologista, lapluralidad de las culturas". Así y todo, elmismo Leach (1974: 291) afirma que"Malinowski transformó la etnografía, deun estudio museográfico de piezas decostumbres, en un estudio sociológico desistema de acción".

Por su parte, en la tradición europea,tanto en la antropología social británicacomo en la etnología francesa, el concep-to de cultura no separa lo espiritual de lomaterial, y la cultura se concibe interrela-cionada con el contenido de las relacio-nes sociales. Asimismo, el concepto de«sociedad», uso más difundido, no exclu-ye el análisis de las dimensiones ideacio-nales y simbólicas [de la cultura], ya quese consideran integradas en sí (véase,Argemir, 1996: 105). Godelier (1984) noadmite lo «material» separado de lo«ideal», y para Godoy (1992) aislar el con-tenido de la cultura del sistema social obien de las interacciones materiales conel entorno, empobrece el análisis y lo dis-torsiona.

Realmente, la cultura es un fenómenocomplejo y multifacético, y se puede ana-lizar desde muchos puntos de vista,incluido el de la semiótica (véase, Eco,1987 y Sebeok Bloomington, 1996); porlo que, no hay por qué limitarla sólo a lasrelaciones o pensar que es satisfactoriasu descripción sin tomar en cuenta suaspecto material. Parte principal de la cul-tura son las manifestaciones espirituales,en ocasiones acompariadas de lo materialcomo realidad física e influida por la téc-nica.

III. Cultura material

Es axiomático que en los testimonios decultura material se puede, sin dudas, Ile-gar a conocer el alma humana. A travésdel estudio de la cultura material, el his-toriador puede ser capaz de Ilegar aconocer al hombre en su época; porque,es en las relaciones sociales donde hayque buscar la significación de los hechosmateriales.

De esta forma, todo queda involucradodentro de la cultura material:

"Expresión tangible de los cam-bios producidos por los humanosal adaptarse al medio biosocial yen el ejercicio de su control sobreel mismo. Si la existencia humanase limitase meramente a la super-vivencia y satisfacción de las nece-sidades biológicas básicas, la cul-tura material podría consistir sim-plemente en los equipos y herra-mientas indispensables para lasubsistencia, y en las armas ofensi-vas y defensivas para la guerra o ladefensa personal. Pero, las necesi-dades del hombre son múltiples ycomplejas, y la cultura material deuna sociedad humana, por mássimple que sea, refleja otros intere-ses y aspiraciones. Cualquier ejem-plo representativo de las manifes-taciones de la cultura deberáincluir obras de arte, ornamentos,instrumentos de mŭsica, objetosde ritual y monedas u objetos detrueque, además de la vivienda,vestido y medios de obtención yproducción de alimentos y detransporte de personas y mercan-cías.Cada objeto del inventario mate-rial de una cultura representa laconcretización de una idea osecuencia de ideas. Estas, juntocon las aptitudes adquiridas y téc-nicas aprendidas para la fabrica-ción y empleo de productos enactividades tipificadas, constituyeun sistema tecnológico. La rela-ción entre la capacidad tecnológi-ca y la naturaleza y alcance delinventario material de una socie-dad pueden parecer obvias, perono debe ignorarse que la tecnolo-gía conforma asimismo la estructu-ra social del grupo y fija su dimen-sionalidad y desarrollo cultural"(Hunter y Whitten 1981: 201).

El arqueólogo Gasiorowki (1936)6 defi-nía la cultura material como "el conjuntode grupos de actividades humanas queresponden a una finalidad consciente yposeen un carácter utilitario, realizado enobjetos materiales". Así, al ser sólo laciencia de los artefactos (objetos fabrica-dos), se excluía de su campo a los obje-tos de arte y a los objetos de culto. Sintenerse en cuenta que las obras de arteposeen un soporte material y que muchasde ellas se producen con el empleo deherramientas y técnicas que no son otrasque las habitualmente usadas en las acti-

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vidades humanas. También escapaba aesta definición la utilidad del valor estéti-co del objeto para los etnólogos. Pero,hoy en día, el término cultura material esmás amplio en la arqueología; y cuandoha de referirse al pasado, es el mejorobjeto que puede asignarse a la investiga-ción arqueológica.

En las nuevas perspectivas enfocadaspor los prehistoriadores el término cultu-ra material -asociado al material que ana-lizan- ha pasado de tenerse en cuentacomo un pequerio nŭmero de elementostécnicos a ser representativo de una cultu-ra; donde engloban, con el empleo deeruditas tipologías: herramientas líticas,luego cerámica y después armas de metal.Tampoco la arqueología clásica ha olvida-do a la cultura material, ya que constituyeuna parte relativamente importante de lostemas del arte antiguo; cuando define alas civilizaciones por sus aspectos super-estructurales tiene presente a la culturamaterial al estudiarse las creencias, repre-sentadas por los monumentos de culto ylos testigos de los ritos funerarios, la orga-nización política en sus manifestacionesmateriales, el urbanismo y la red de carre-teras. Asimismo, la arqueología medievalse sirve de la cultura material y la mues-tra se ve en los logros alcanzados por laarqueología eslava; meritoria en sus exca-vaciones, muchas de las cuales se hicie-ron bajo la dirección de Francastel en1960, y en las que se descubrieron barriosenteros con sus calles, viviendas y talleresartesanales'.

Para Braudel (1984:1-2), el historiadormás relevante del siglo )0C, "la vida mate-rial es como la planta inferior de unaconstrucción cuya planta superior estáconstituida por lo económico" (Pesez1988: 122). A juzgar por las criticas queles hace el arqueólogo italiano Carandini(1984: 79), el autor francés: "Nos habla entérminos literalmente sugestivos de «pol-vo de historia», de «cotidiano inconscien-te», de «planta baja de la vida económica»,de «nivel cero de la historia», dpero quépodemos determinar de estas agudas de-finiciones?". No obstante, a estas y a otrasmetáforas utilizadas por Braudel, en loexpresado en su obra —tal vez la historiade la cultura material algo infravalorada ycon evidente brevedad en la definicióndel término— se encuentran aportacionesque aquí merecen destacarse; y todavíamucho más, cuando se habla de unaépoca en la que el tema objeto de estu-dio "no ha conseguido forjar sus propiosconceptos, ni desarrollar todas sus impli-caciones" (Pesez, 1988: 122). Segŭn él:

"La vida material son los hombres y lascosas, las cosas y los hombres. Estudiarlas cosas -alimentación, vivienda, vestido,lujo, herramientas, instrumentos moneta-rios, pueblos y ciudades-, en suma todoaquello que el hombre utiliza, no es laŭnica manera de valorar su existenciacotidiana. El nŭmero de los que se repar-ten las riquezas de la tierra tiene tambiénsu significado" (Braudel, 1984: 1, 8).

Y con esta expresión, Braudel estable-ce un vínculo entre la historia de la vidamaterial y la demografía; utilidad mutuade sus contenidos en los que también seconstruyen lazos, por ejemplo, con la his-toria económica, la arqueología y la etno-grafía.

El polaco Kula, estudioso y metodólo-go del sistema feudal, ha renovado losmodelos marxistas en historia económicay social y está considerado el autor quemejor ha elaborado el concepto de cultu-ra material. En su estudio relaciona la his-toria económica con la historia de la cien-cia, de las técnicas y de la cultura mate-rial, y verifica que la «historia de la cul-tura material» es una disciplina que seocupa de "los medios y los métodos prác-ticamente utilizados en la producción, esdecir de cuestiones relativas a la produc-ción y al consumo en el más amplio sig-nificado de estos términos" (Kula 1974:65-68). Esta disciplina se distinguiría de la«historia de la ciencia» como historia delpensamiento científico y de la «historia delas técnicas» como historia de las cienciastécnicas. Tanto la historia de las técnicas,como la historia de la cultura materialdependen de la historia económica. Alnivel organizativo de los estudios, la dis-ciplina implicaría si no la unificación, porlo menos la cooperación de las materiasque afrontan precisamente temas de his-toria de la cultura material: la arqueologíaprehistórica o protohistoria, la arqueolo-gía histórica y la etnografía.8.

Al decir del arqueólogo Renato Peroni:

"Las investigaciones de la culturamaterial no se acaban en la histo-ria de las técnicas... Detrás del uni-verso de los objetos de la culturamaterial se halla el universo de loshombres y de sus relaciones socia-les. No tanto de los hombres comosujetos originales sino comomiembros de familias, órdenes yclases sociales, es decir comomasa" (Peroni 1967: 155-172).

Así, para Carandini, en una concepciónmás ampliada:

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"La historia de la cultura material seocupa de la actividad laboral y delas relaciones sociales, yendodesde los objetos de trabajo (omaterias primas), a los medios deproducción y de comunicación, alos medios de consumo. Sin embar-go [acentŭal es necesario ariadirinmediatamente que tales distincio-nes se refieren no solamente alproceso inmediato de producción,sino también al conjunto de activi-dades que utiliza la producción engeneral, digamos a la generacióntotal de una determinada sociedad"(Carandini 1984: 20).

Esta definición puede ser para lacultura material de los pueblosmás simples y más «primitivos»,pero las necesidades humanassuelen irse haciendo cada vez másdiversas y complejas por la propianaturaleza del progreso: lo que enuna época se consideraba un lujopreciado como residencia, alimen-to o menaje doméstico, se convier-te en una necesidad a la siguiente.La simple categoría de necesidadya no es adecuada, pues la satis-facción de una carencia facilita lasatisfacción de otras. Así, la agri-cultura proporcionó el materialpara la construcción de casas ypara la fabricación de tejidos; eldesarrollo de la metalurgia contri-buyó tanto al éxito de la agricultu-ra como a la construcción y elmobiliario de las casas; y con elprogreso de tecnologías interrela-cionadas, el hombre Ilegó a sercapaz de satisfacer sus necesida-des elementales y, al mismo tiem-po, ir más allá de las mismas(Greville Pounds 1999: 22-23).

No quiero dar fin a esta relación-sínte-sis de conceptos sin antes cederle un sitioa la dermición que brinda el colombianoVíctor Manuel Patirio. Tan prolífico autor,entiende por cultura material:

"el complejo de logros, actividadesy realizaciones tocantes a la vidadiaria y congruentes con la satis-facción de las necesidades físicas,que el hombre comparte con losotros miembros de la escala zooló-gica, pero también con los compo-nentes síquicos y religiosos que leson privativos y hacen de él el ani-mal social por excelencia. Con-quistas como el uso y dominio delfuego; la integración con el medioambiente y su eventual sojuzga-miento; la domesticación y el cul-tivo de plantas y animales; la ali-mentación, la vivienda y el vesti-do; el amparo inherente a cadaacto de la vida, incluyendo las fun-ciones fisiológicas, todo quedainvolucrado dentro del conceptode la cultura material" (Patirio1990: I, XIII).

Como se ha podido ver —y a pesar detan detalladas explicaciones dadas porinvestigadores de diferentes campos delsaber humanístico—, con la definición decultura material sucede algo similar quecon la de cultura dada por los antropólo-gos. El término ha estado ligado a la his-toria y, fundamentalmente, a la arqueolo-gía, las disciplinas que más emplean sunoción y expresión, y en ninguno de losdos casos se esclarece de manera concre-ta y adecuada lo que significa (véase,Bucaille y Pesez 1978: IV, 271-305). Elmayor esfuerzo por dotar a la culturamaterial de una acertada definición pro-viene de los debates entablados inicial-mente en Polonia y luego en Italia, "perose ve -como manifiesta Pesez (1988: 116)-que [los historiadores y arqueólogos] a finde cuentas se reducen sobre todo a cir-cunscribir el campo de investigación y aprecisar el proyecto propuesto para elestudio de la vida material".

Esquemas de campo y proyecto bastan-te visibles en los análisis efectuados porGieysztor y Kulczyski; en ambos casos,dirigidos a acentuar el lugar que ha ocu-pado la cultura material en la construc-ción histórica mandsta, aunque sin verseen la práctica una mayor implicación.Para Gieysztor (1958: 148), apoyado enDunajewcki, son cuatro los elementos dela cultura material: los medios de trabajo,el hombre y las herramientas; el objetodel trabajo, las riquezas materiales y lasmaterias primas; las experiencias delhombre en el proceso de producción, lastécnicas; y la utilización de los productosmateriales, el consumo. Mientras que

Por su parte, la conceptualización decultura material que Greville Pounds ofre-ce sólo es de tipo genérico; el mismocomodín que utilizan otros autores ads-critos a las publicaciones bajo el nombrede «La vida cotidiana». Para él, culturamaterial es "los distintos modos en que sehan satisfecho las necesidades humanaselementales de comida, cobijo y vestido";aunque, como bien observa enseguida:

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Kulczyski (1955) sédo reduce a tres estoscomponentes: los medios de producción,éstos sacados de la naturaleza, e incluyenlas condiciones naturales de vida y lasmodificaciones producidas por el hombreen el medio natural; las fuerzas producti-vas, los ŭtiles de trabajo, los medioshumanos de la producción y el hombremismo con su experiencia y la organiza-ción técnica del hombre en el trabajo; ylos productos materiales obtenidos deestos medios y por estas fuerzas, que noson otros que los ŭtiles de la produccióny los productos destinados al consumo.

Estoy totalmente de acuerdo con Pesez(1988: 118) en que, todavía en la actuali-dad, no podemos hablar de una definiciónnominal, digamos de consenso, que décuenta brevemente y de manera adecuadade lo que significa la expresión culturamaterial o «civilización material»9; aprecia-ción que se avala después de haber anali-zado las diversas definiciones que dan losautores que utilizan el término.

En los estudios de cultura material, concierta preocupación por el contenido teó-rico, se observa, tanto la falta de unidadentre los especialistas de una misma dis-ciplina, la tendencia a repetir, sin mayormeditación, conceptos que responden aun campo determinado de las cienciassociales, como criterios en los que secontradice lo expresado dentro de lamisma definición.

Los que incursionamos en este campo,aun con horizontes teórico-metodológi-cos por descubrir, se nos hace necesariauna definición con pretensiones definiti-vas y universales en la que se sustentetodo lo que concierne a la materialidadasociada a la cultura. Es evidente -y eneste planteamiento sí existe el mayor con-senso- que la cultura material tiene unaestrecha relación con las exigencias mate-riales que pesan sobre la vida del hombrey a las que el hombre opone una res-puesta que es precisamente la cultura.

No obstante, Pesez (1988: 118) opinóque, no todo el contenido de la respues-ta se ve afectado por la cultura material.La materialidad implica que, en elmomento en que la cultura se expresa demanera abstracta, la cultura material nadatiene que ver con ello. Esto designa nosólo el campo de las representacionesmateriales, del derecho, del pensamientoreligioso y filosófico, de la lengua y de lasartes, sino igualmente las estructurassocioeconómicas, las relaciones socialesy las relaciones de producción, en suma,la relación de hombre a hombre. La cul-tura material está del lado de las infraes-

tructuras, pero no las recubre: sólo seexpresa en lo concreto, en y medianteobjetos. En resumen, porque el hombreno puede estar ausente, puesto que setrata de cultura, la relación del hombre alos objetos (pues el hombre mismo, porsu parte, en su cuerpo físico, es un obje-to material).

IV. Estudios que aportan a lahistoria de la cultura material

En 1919, en plena guerra civil, Leninfirmó el decreto que establecía laAcademia de Historia de la CulturaMaterial de la URSS, un proyecto en ente-ra alianza con el materialismo históricom,que desde sus inicios se vio más repre-sentado por arqueólogos que por los res-tantes profesionales de las ciencias socia-les. Lo mismo que sucedió en Poloniacuando, a partir de 1953, se creó idénticainstitución", y en Italia", Francia' 3 yEsparia", donde el mayor nŭmero de lasinvestigaciones de la cultura materialrecae al campo de la arqueología. No hayque olvidar que es la llamada ciencia delos objetos, que nos permite conocer elpasado del hombre a través de los restosde sus manifestaciones materiales quetodavía nos quedan. Fuente de estudio dela arqueología muy bien empleada en losEstados Unidos. En la Universidad deCambridge los supuestos de la culturamaterial han cobrado mayor interés en lasinvestigaciones de Pounds (1999); reflejosde los «New studies in archaeology» quetambién tienen sus frutos en los trabajosde: Shanks y Tilley (1987), Hodder(1982) y Cotterrell y Kamminga (1992),entre otros.

Comparado con otros temas, en loslibros de historia se le dedica muy pocoespacio a la cultura material y cuandoesto sucede la sintesis se reduce a unospocos siglos. Fundamentalmente, en labibliografía destacan los estudios de ali-mentación, vivienda y vestido, y siemprevistos como las necesidades materialesmás elementales del hombre; otra de lascuestiones más tratadas tal vez sea la delas técnicas, implícitas algunas veces enlas demás manifestaciones de la culturamaterial y otras tan aisladas de éstas queparecen no pertenecer al mismo campode estudio. No obstante saberse que elobjeto engloba más aspectos y que deellos, aunque sea en menor medida y deforma dispersa, igualmente se da cuenta.

Además de la alimentación -vista a tra-vés del régimen, los equilibrios caláricos

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y nutricionales, y del gusto, entre otrosdeterminantes-, y de sus inherentes con-notaciones sociales, económicas y psico-lógicas; de la vivienda y el mueble inte-rior; del traje y su variedad, debida a lastécnicas textiles, estructuras sociales, exi-gencias materiales que impone la funciónpara la que está destinado, diferenciassexuales que pueda sugerir y de las acti-tudes psicológicas, ideológicas y políticaque manifieste; y de las técnicas, su evo-lución y las relaciones que en torno aellas la sociedad emana; son raros los tra-bajos de cultura material dedicados a loscaminos y transportes, otros que pongande manifiesto la topografía urbana o ruralconjuntamente a los condicionamientoscolectivos, y hasta los que incluyan a lastécnicas agrarias y las técnicas textiles enestrecha vinculación con la alimentacióny el traje.

Después de indagar en la bibliografíaque he tenido a mi alcance, termino porcomprender que la historia de la culturamaterial todavía sigue sin prender deltodo entre los historiadores. De estemodo, coincido con Pesez (1988:117) -másarqueólogo que historiador- en que hoyen día continúan estando los historiadorespoco acostumbrados a separar la elabora-ción de sus tesis del análisis de los mate-riales que en él concurren; estandomenos prestos, aún, a disociar los esque-mas explicativos de las realidades vividasen que se expresa la cultura material. Unnivel que sólo se alcanzará con la prácti-ca continua y otorgándosele a la culturamaterial el interés científico que merece.Y para llegar hasta este punto se requie-re mayor intervención de los investigado-res en el centro del asunto y, de una vezy por siempre, dejar de minimizar o vercomo algo poco importante su contenidointrinseco, extrayéndose de su pasadoepistemológico lo más positivo.

Desde estas perspectivas, consideroque aún siguen siendo válidas las aporta-ciones de los historiadores marxistas alestudio de la cultura material en su rela-ción con el hecho socioeconómico; por-que, aunque se inviertan los términos,este hecho da cuenta de los rasgos de lacultura material y la interrelación es axio-mática.

Marx en El Capital no empleó el térmi-no de cultura material pero sí se refirió alas condiciones materiales de la evolu-ción de la sociedad. En su pensar Ilegó arelacionar una historia de la tecnologíacon los medios de trabajo del hombre, enel proceso de producción, y con el estu-dio de la producción misma".

De igual forma, estimo que, a pesar dela poca acogida que ha tenido entre loshistoriadores, la cultura material hoysigue estando esencialmente vinculada ala historia y que tal vez requiera, más queotro descubrimiento forzoso -lo que suce-dió cuando los primeros marxistas-, elfundamento de una definición consen-sual de su objeto aplicable a las distintasciencias sociales; y se logre con este ricocampo de investigación una sólida disci-plina que aporte al mejor conocimientodel hombre y de sus relaciones sociales.

En la etnología, no obstante la subesti-mación que han tenido los estudios de lacultura material, se cuenta con un corpusconsiderable de trabajos con esta temáti-ca; donde, tanto por las técnicas emplea-das como por muchos de los resultadosalcanzados son dignos de tenerse encuenta por las restantes disciplinas de lasciencias sociales donde incida igual obje-to; esto sin excluir, por el mero hecho desu peso en el asunto, a la arqueología.

Durante arios la antropología culturalanglosajona ha abordado la cultura mate-rial y en el centro de etnología francesa,figuras como Leroi-Gourhan (1964-1965 y1988) no han sido indiferentes a lasinvestigaciones con incidencia en la cul-tura material. También en Esparia estosestudios han dado sus frutos y así se dejaver, por ejemplo, en los trabajos publica-dos por la Revista de dialectología y tra-diciones populares (1983: 54-58); si bien,existe entre todos los autores uno quemerece ser destacado, me refiero a J.Caro Baroja, situado entre los primerosde su especialidad en incursionar en losestudios teórico-prácticos de esta temáti-ca", además de ser promotor de un diá-logo interdisciplinario entre la antropolo-gía y la historia (véase, Sarmiento Ra-mírez, 2005: 317-338).

De igual manera, la etnografía ha mos-trado interés por la cultura material, ya nosolo en los antiguos países socialistasdonde han estado más arraigados estostipos de estudios, con una superextensabibliografía subdividida en disímilestemas de investigación 17 , sino también enotros muchos países del orbe. Los etnólo-gos cuando, dentro de sus patronesestructurales, analizan la tecnología, laeconomía y la organización social en suvínculo con el hombre, necesariamenteestán estudiando la cultura material deese grupo humano; porque para ellos,dice Maget (1953: 15-16), "el objeto noexiste (como no sea físicamente) al mar-gen de su importancia para el hombre".Al estudiar el objeto, recalca este autor, es

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preciso tomar en cuenta también a todaslas personas que "tienen la capacidad, elderecho y la obligación, exclusiva o no,de producir, distribuir, vender y usar eseobjeto8.

Tal vez, puede que sea un poco exage-rada la valoración de Pesez (1988: 117)cuando afirma que durante arios losestudios etnográficos se han relegado alnivel de los trabajos preparatorios, mera-mente analíticos y descriptivos. Es ciertoque en la etnografia predomina la des-cripción y que los fenómenos de la vidamaterial (alimentación, vivienda, mue-bles, vestido, adornos, vajilla, evolucióntécnica, etcétera) se intentan detallar conla máxima exactitud y plenitud; pero,como aclara Tókarev:

"todas esas descripciones «cosisti-cas• han sido siempre, y contin ŭansiendo, sólo procedimientos auxi-hares, y no la finalidad del estudioetnográfico cientifico. De lo con-trario, el estudio etnográfico de losfenómenos de la cultura materialperdería rápidamente su especifi-cidad: la investigación etnográficadel vestido se convertiria en unmanual de corte y confección; elestudio de los alimentos, en unode recetas culinarias; y el estudiode la vivienda popular, en unapartado de un manual de arqui-tectura" (Tókarev 1971: 37).

No obstante, ser consciente Tákarev,después de revisar la bibliografia soviéti-ca, de que sus colegas no extraian de losestudios de la cultura material todas lasconclusiones oportunas y que muchas delas investigaciones carecían de un funda-mento teórico. De su amplio análisis, aquiextraigo los temas que con mayor fre-cuencia trataban los etnógrafos de la anti-gua URSS, en la década de 1970:

"Cómo dependen los objetos de lacultura material del medio naturaly de las ocupaciones económicas;Su vinculo con las tradiciones étni-cas, aquí los objetos de la culturamaterial como fuentes para elestudio de las cuestiones de laetnogénesis, la historia étnica delpueblo y los vinculos culturalesentre los pueblos;La pertenencia de determinadasformas de la cultura material a unau otra esfera histórica-etnográfica;La ligazón de la cultura materialcon las diferencias del estado

familiar, de sexo y edad de susportadores: esto se refiere espe-cialmente al vestido y los adornosy, en menor medida, a la comida yla vivienda;Cómo dependen los elementos dela cultura material de la estructurasocial de la sociedad, de las dife-rencias de clases;El vinculo entre las formas de lacultura material y las creencias yritos religiosos: en particular, elestudio de la comida ritual, de lavestimenta ritual, menos frecuente,la designación ritual de los edifi-cios o parte de ellos;El nexo con el arte: el aspectoartistico de la arquitectura populary el vestir (adornos arquitectóni-cos, bordados y tejidos ornamen-tales en la ropa, estilos de orna-mentos, etcétera);Los cambios en la cultura materialdel pueblo en la época del capita-lismo, bajo el influjo de la penetra-ción de las relaciones mercantiles,del modo de vida urbano, de ladesaparición de las peculiaridadesétnicas tradiciona les;Los cambios de las formas de lavida material en la época contem-poránea, vinculados con la trans-formación socialista" (Tókarev1971: 38-39)'9.

Respecto a América Latina, como expli-co el nŭmero 14 de Anales del Museo deAmérica (véase, Sarmiento Ramírez, 2006:285-326), los estudios de la cultura mate-rial se presentan de manera similar aEuropa y Estados Unidos, con la especifi-cidad de que en Cuba el modelo marxis-ta de los países de la Europa del Este calómucho más que en otros países del con-tinente. Sin embargo, en toda el áreaamericana la temática de la cultura mate-rial sigue siendo crucial para la arqueolo-gía, de menos participación para la histo-ria económica, mientras que en la antro-pologia es cada vez más vinculante con lahistoria social y se tiende a las investiga-ciones con resultados de mayor inserciónen la vida actual.

En Colombia, la obra de Patirio (1990-1993), aŭn cuando adolece de la ausenciade un capitulo teórico en torno a la his-toria de la cultura material, es consultaobligada tanto por su diversificada temá-tica como por las fuentes que en ella elautor utiliza. En su extensa obra, divididaen ocho tomos, Patiño ofrece estudiosmonográficos de la alimentación, la

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vivienda y el menaje, las vías, transportesy comunicaciones, el vestido, adornos yvida social, la tecnología, el comercio, lavida erótica y las costumbres higiénicas, yel trabajo y la ergología.

Respecto a Cuba, realidad que me esmás familiar, puede ser que, por la expe-riencia adquirida de los antiguos paísessocialistas, la balanza se equilibre entrelos estudios de la arqueología y la antro-pología, siendo menores los de la histo-ria.

Los historiadores han sido los más reza-gados en llegar a beber de la fuente de lacultura material, tema que no ha sido tra-tado explícitamente en ninguna de lasHistoria de Cuba". Marrero es quien másaporta a estos estudios, información quese encuentra dispersa en cada uno de losquince tomos que integran su máximaproducción: Cuba: econornía y sociedad(1878-1992)2 '; seguido de MorenoFraginals, con su conocida obra El inge-nio (1 978)22; y, de Le Riverend con suHistoria económica de Cuba (1974)23.También, entre los libros más recientes,destacan las Historia de Cttba (1995 y1996), coordinadas por el Instituto deHistoria de Cuba24.

Desde la arqueología, las investigacio-nes en torno a las comunidades aboríge-nes cubanas han permitido un mejorconocimiento de las corrientes de pobla-miento, las etapas de la economía, laorganización social, las manifestacionesmágico-religiosas y las restantes formasde vida de los primigenios habitantes dela mayor de las Antillas. Asimismo, hanposibilitado que se compruebe la existen-cia de un intercambio de materias primasy objetos de las actividades productivasentre las áreas".

Los antropólogos cubanos se ubicanentre los especialistas de Latinoaméricaque más utilizan la esfera de la culturamaterial como fuente de estudio y entresus temas sobresalen los que tratan de laetnografía negra cubana y los dedicadosa la cultura popular tradicional, en losque se hace especial énfasis a la culturarural en el siglo XX.

Para un acercamiento a la contribuciónafricana en Cuba, es imprescindible elestudio, primero, de la obra de Ortiz, reu-nida tanto en artículos como en mono-grafías y ensayos independientes26 . Esteautor da a conocer el trabajo de los niriosy las mujeres en los ingenios y describela vivienda (barracón-cárcel o bohíos), elvestido (11amado esquifación), la alimen-tación y hasta los instrumentos con quecastigaron y torturaron al esclavo rural

afrocubano (látigo, cepo, grillete, maza,collar, etcétera)". Manifestaciones de lacultura material que, además de Ortiz,centran el interés de otros investigadores,entre los que destacan: Pérez de la Riva(1975) y Franco (1973).

Desde finales de la década del noven-ta, del siglo XX, el estudio más importan-te de la antropología cubana es el AtlasEtnográfico, coordinado por CardosoDuarte (2000); labor de donde surge lapublicación de otros textos monográficosbajo el título genérico de Cultura populartradicional cubana (1999). En estas dosobras, relacionadas entre sí, han compar-tido protagonismo tanto las manifestacio-nes de la cultura espiritual como las de lacultura material y desde entonces se halogrado sistematizar los estudios sobrecultura tradicional cubana. Además, algomuy significativo, los resultados, tanto delas monografías de cada fenómeno comodel Atlas en su distribución espacial ydinámica histórica, abarcan todo el ámbi-to nacional; labor realizada por un equi-po multidisciplinario durante más deveinte arios y de lo que ha quedado, almismo tiempo, un valioso banco de infor-mación cuyos datos corresponden a lasegunda mitad del siglo XX.

Sin embargo, en ambas obras, se care-ce de un capítulo teórico introductorio oinicial dedicado a la historia de la culturamaterial y espiritual y a sus aportacionescubanas. Tampoco se profundiza en eldesarrollo que estas expresiones cultura-les adquieren en la Isla durante los sigloscoloniales y la primera mitad del sigloXX, ya que las aportaciones básicamentese reducen al período revolucionario queinicia en 1959. Y, un aspecto todavía másimportante para los objetivos trazados enel proyecto: las monográficas no siemprelogran conjugar las mŭ ltiples incidenciasque tiene la cultura material y espiritualen la vida del hombre29.

Por lo antes dicho, considero que Cubasigue necesitando de estudios en los quese analice la cultura material de conjuntoy con las implicaciones de todos sus valo-res. A la excepcional labor de acopio,ordenamiento, análisis y clasificación delmaterial que han hecho estos especialistasdel Atlas durante arios, lo que es válidocomo patrón metodológico para otros paí-ses latinoamericanos, le faltó profundiza-ción del acontecer histórico, vacío queprincipalmente siente el lector especializa-do3°, y, en el caso específico de la culturamaterial, mayor interrelación de los aspec-tos etnográficos con la historia económicay social, y la historia de las técnicas3'.

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Por ŭ ltimo, he de reseriar el libro:Somos lo que compramos... , de Bauer(2002). El autor se refiere a las principa-les manifestaciones de la vida materialdurante los pasados cinco siglos enAmérica Latina; y, al estudiar el alimento,el vestido, la vivienda y la organizacióndel espacio p ŭblico, se sirve del transpor-te como instnamento de distribución deestos otros bienes. Además, con el viviractual de los países latinoamericanos,ejemplifica cómo el tipo de bienes queconsume la población ayuda a definir suidentidad o identidades; sin pasar poralto que la manera más efectiva paracambiar de identidad es cambiar de cul-tura material, de forma de consumir bien-es. Así, enfatiza en la influencia cada vez

mayor que ejercen los medios de comu-nicación en la definición de la culturamaterial, consciente de que los patronesde consumo tienden a uniformar a indivi-duos, comunidades, pueblos y países,atentando contra una de las fundamenta-les riquezas humanas: la diversidad cultu-ral. Como tampoco ignorara la muchaoriginalidad que existe en la comida,indumentaria, arquitectura y literaturavernácula de todos los países latinoame-ricanos; no obstante insistir en que, comoregla general, el poder y la atracción ejer-cida por Europa y Estados Unidos es sig-nificativo en la conformación de su cultu-ra material, existiendo una larga luchaentre la tendencia a la estandarización ylos valores de la identidad local.

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CULTURA Y CULTURA MATERIAL: APROXIMACIONES A LOS CONCEPTOS E INVENTARIO EPISTEMOLÓGICO

Notas

Este trabajo se enmarca dentro de una investiga-ción mayor: <Teoría, metodología y fuentes parael estudio de la cultura material». Proyecto dividi-do, desde sus inicios, en tres fases: La primera,realizada entre Cuba y España; la segunda, la queha finalizado en la Real Academia de España enRoma, con financiación del MEC; y, la tercera, elperíodo que, acto seguido a los meses de estan-cia en Roma, se inicia en la Université Paris III-Sorbonne Nouvelle.

i. Mucho papel se ha Ilenado al escribir el análisisde las nuevas tendencias historiográficas, en par-ticular con la Ilamada postmodernidad que recha-za toda teoría -especialmente la marxista; al decirde Aróstegui (1995: 139-140): "bajo la máscara deuna b ŭsqueda de nuevas aproximaciones a lohumano"- y tendiente a cuestionar la capacidadde la historia por conocer el pasado con la actitudrelativista que atribuye a las ciencias. Por ejem-plo, una de sus principales críticas es al papel delas fuentes para conocer la verdad histórica, al«otro». Se señalan todos los peligros tales comolas diferencias de culturas o la imposibilidad dedespojarse del presente, el eurocentrismo o lacrítica al progreso (véase, Touraine 1993; Lyotard1983; Sebreli 1992; Hellere y Féher 1989; Mo-rales Moya 1992; y, Aróstegui 1993). Todas pue-den estimarse justas, pero no pueden nunca Ile-gar a anular la noción de verdad. Al analizar estemovimiento, Fontana ha considerado que lo másque se pretende es "un desarrollo extremo de lareducción de la historia a lo meramente cultural,que implica la negación de todo tipo de visionesde conjunto el rechazo de las periodizacionesy de las interpretaciones globales, el reemplazodel grand récit de la Historia en mayŭ sculas por elpetit récit de las historias en min ŭ sculas y de lasafirmaciones sobre la realidad por metáforas"(Fontana 1999: 271.). Aunque, sin dejar de reco-nocer "que existen formas de tomar en cuentabuena parte de los problemas que ha denunciadoel postmodernismo -de enriquecer nuestro utilla-je con nuevos métodos, sin desdeñar nada quepueda resultarnos ŭtil desde un punto de vistainstrumental" (Fontana, 1999: 274-275); porque,desde su experiencia y reconocidísima autoridad,considera que "no parece que los principios delpostmodernismo le sirvan tal historiador, en con-creto] más que como herramienta crítica paracorregir errores de visión y como cautela sobretodo en el análisis de los textos" (Fontana 1999:274). Siendo cierto, además, que en la mayorparte de las historiografías se dejan ver lasinfluencias del postmodernismo antropológico,en concreto, el motivado por Geertz y sus segui-dores.

z En Italia los estudios de cultura material han esta-do vinculados con la museología y sus resultadosson referentes obligados para quienes nos intere-samos en profundizar en este campo. Hablamos

de uno de los países europeos que cuenta conmayor tradición en los estudios de la historia decultura material; por cierto, conjuntamente conFrancia, los dos sistemas educativos que másincluyen en sus programas docentes universita-rios esta materia como asignatura independientey los museos como sede de sus clases prácticas.Por tal sentido, se hizo necesario estudiar, in situ,el vínculo que C. Brandi logró establecer entrerestauración pictórica, restauración arquitectóni-ca y restauración de los vestigios arqueológicos;los avances alcanzados en los museos; la teoríade los arqueólogos R. Peroni, A. Carandini, D.Moreno y M. Quaini; las leyes del patrimonioartístico-histórico; los inventarios de los vestigiosmateriales; la totalidad de los trabajos aparecidosen las revistas Quademi Storice, Quademimedieval y Archeología medieval, más otrasbibliografías específicas; y, de cara a futuros pro-gramas docentes europeos, los planes de estu-dio en torno a la historia de la cultura material apli-cados en universidades específicas.Con cierta específicidad, y como ejemplos a tener-se en cuenta de las m ŭ ltiples fuentes que ofrecenlos museos italianos al estudio de la historia de lacultura material, se brindó especial interés al análi-sis integral de determinadas colecciones, ejem-plos: En Florencia, en el Museo dell Opera delDuomo, a las herramientas que Brunelleschi utilizópara construir este edifico; en la Galleria degliUffizi, a las obras de los venecianos Veronese yTintoretto; en el Museo Nazionale del Bargello, a latapicería islámica, la joyería renacentista, el marfily las armaduras; en la Galleria del Costume, a laamplia muestra de vestidos que reflejan los cam-bios de estilo de la corte y alta costura desde fina-les del 1700 hasta los años sesenta del siglo XX;en el Museo Archeologico, a las extraordinariascolecciones de piezas etruscas, griegas, romanasy del Antiguo Egipto, que abarcan desde objetoscotidianos hasta esculturas ceremoniales clásicas;en el Museo dell Antropologia e Etnologia, a ungrupo de instrumentos musicales, apenas conoci-dos, que Ilevaron viajeros italianos. Y, en Nápoles,en la ciudad de Pompeya, el Templo de Iside, por-que muchas de las decoraciones y objetos sagra-dos que hoy se conocen fueron recobrados eneste recinto en perfecto estado de conservación, ylos hornos y molinos pompeyanos, mecanismosque son ŭtiles al estudio primario de la historia dela técnica. Además, en el Museo ArqueologicoNazionale, el más antiguo y el más importantemuseo arqueológico de Europa, una selección delmaterial salido del área vesubiana.

3 Véase, Sarmiento Ramírez, op. cit.4 En el Departamento Studi Americani, Universitá

degli Studi Roma Tre, el Seminario: "Teoría, meto-dología y fuentes para el estudio de la Culturamaterial en la Cuba colonial: impartido a alumnosde doctorado.

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ISMAEL SARMIENTO RAMIREZ

5. Malinowski, ofreció varias definiciones al concep-to de Cultura y en ellas veía esta herencia socialcomo «concepto clave de la antropología cultu-

ral»; no obstante, este autor ambivalente, ha sidoobjeto de amplios comentarios, tanto positivoscomo negativos. La obra compilatoria de Firhh(1974) es muestra de lo que aquí se dice y en ellael estudio de Leach, "La base epistemológica de

Malinowski", es de los más radicales.

8. Apud, Pesez 1988: 139-140).7.De tan ejemplar período en la arqueología habla

W. Hensel (1992), uno de los presidentes delInstytut Historii Kultury Materialnej [Instituto deHistoria de la Cultura Materiall de la Academia deCiencias de Polonia.

8.La explicación de la elaboración teárica de Kula seha desarrollado con el apoyo de la obra de

Carandini (1984:78-79). Otro estudio de Kula(1980) muestra cómo la historia de las luchassociales se desarrolló a menudo en torno a losinstrumentos de la vida cotidiana.

e. Este ŭ ltimo término utilizado, entre otros, porSrejski (1962); véase Pesez (1988: 119) y Braudel(1984).

10. La teoría y el método del materialismo histáricodesarrollados por Marx y Engels se encuentranprácticamente en todas sus obras y es abundan-te la bibliografía en torno a su génesis y evolu-ción. También estas tesis fueron ampliadas porLenin (1975 y 1981) y Plejánov (1973 y 1974),principalmente.Los estudios de la cultura material estuvieronentre los más afectados por el dogmatismo y elesquematismo conceptual que predominó entrelos intelectuales soviéticos hasta después de1950: una tendencia a interpretaciones economi-cistas lineales; un arsenal técnico primario, limi-tado a las reglas del método crítico positivista; y,en las polémicas y tomas de posiciones, sereflejaban más consideraciones ideológicas queargumentos basados en la investigación científi-ca (por ejemplo, el tema de la periodización his-tórica y la naturaleza y sucesión de los modos deproducción).Hasta entonces, la versión aceptada del materia-lismo histórico se había transformado, por m ŭ lti-

ples motivos que aquí no entro a analizar y por (auniversalización del esquema unilineal de loscinco estadios de J. Stalin, en una vulgar filoso-fía de la historia, una entidad metafísica queordenaba desde el exterior el curso del devenir

histórico.En 1938, Stalin estableció que eran cinco losestadios característicos del desarrollo histárico:

comunidad primitiva, esclavismo, feudalismo,capitalismo y socialismo (Stalin, 1946: 539-553).Un esquema que los especialistas soviéticosredujeron, bien o mal, a sus investigaciones, yque tuvo muy pocos resultados. Salvando laarqueología y la prehistoria, en el resto de lasciencias sociales hubo menos avances a partirde los aportes de Marx, Engels y Lenin.

Después del XX Congreso del Partido Comunistade la Unión Soviética (1956), se aceleran las crí-ticas al stalinismo y se discuten conceptos fun-damentales que hasta entonces eran dados porseguros y por definitivamente establecidos,entre ellos, los de modo de producción, forma-

ción económico-social, carácter «típico» y uni-versalidad de los modos de producción. Se com-probaba así que en la práctica los mecanismosempleados para hacer coincidir la realidad con elesquema diseñado por Stalin no siempre armo-

nizaban.De estos mecanismos en los que se ve talimperfección interesa aquí destacar sólo tres:

1. 0 En la práctica, la noción de modo de produc-ción era vaciada de su contenido dialéctico. Talcontenido se afirmaba en principio, pero cuando

se definía concretamente a un modo de produc-ción, se lo hacía dejando de lado el problema delnivel y formas de organización de las fuerzas pro-ductivas, y haciendo derivar la definición sobretodo de las relaciones de producción. La nociónde relaciones de producción era reducida, ade-más, a las simples relaciones de explotación,cuando se trataba de las sociedades de clases;esclavitud, servidumbre y trabajo asalariado

constituían una lista juzgada completa de las for-mas de explotación, y en la práctica se asimila-ba, por ejemplo, feudalismo a servidumbre.

Claro está que se decía, ocasionalmente, quedeterminado modo de producción, en esta o enaquella fase de su evolución, «favorecía» o «fre-naba» el desarrollo de las fuerzas productivas;pero estas ŭ ltimas se hallaban ausentes de ladefinición concreta que se ofrecía de cada modode producción.2.° Establecíase una confusión entre los concep-tos de modo de producción y formación econó-mico-social, o sea, se confundía el modelo esta-blecido a partir de un análisis que retiene sólo loque de más esencial y general existe en cierton ŭ mero de sociedades consideradas de unmismo tipo (modo de producción), con la socie-dad concreta, siempre caracterizada por la coe-xistencia de estructuras que se explican por unmodo de produccián dominante con otras cuyaexplicación depende de otros modos de produc-

ción, o elementos de modo de producción(forma económico-social).3.° La idea de Marx de una sucesión de «épocasprogresivas» se transformaba en una relación defiliación entre los modos de producción o estu-dios sucesivos, cada uno de ellos engendrandoal siguiente por el simple juego de sus contradic-ciones internas, en forma lineal y casi automáti-ca de evolución. Como, además, las fuerzas pro-ductivas aparecen descartadas del plano princi-pal de análisis de los modos de producción, ladinámica interna de éstos era explicada casiexclusivamente por las luchas de clases, consi-deradas sin vinculación efectiva al desarrollo delas fuerzas productivas y más particularmente a

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CULTURA Y CULTURA MATERIAL: APROXIMACIONES A LOS CONCEPTOS E INVENTARIO EPISTEMOLOGICO

la división social del trabajo, aunque tal correla-ción podía ser indicada de una manera exterior alanálisis propiamente dicho, o mencionada al

paso.Ŭ ltimo análisis extraído de la obra de SantanaCardoso y Pérez Brignoli (1977: 63); quienes, asu vez, se apoyan en Goblot (1969: 57-197).Majewski, especialista en arqueología clásica,fue el primer director del Kwartalnik HistoriiKultury Materialnej (Instituto de Historia de laCultura material) de la Academia de Ciencias dePolonia, que agrupaba a cuatro grupos de inves-tigadores: arqueología de la Polonia prehistórica

y medieval, arqueología del mediterráneo, etnó-grafos e historiadores de la economía (véaseMajewski 1975: 2 t; 1965: 357-360; y Wasowicz

1962: 75-84).12.Arqueólogos como Carandini (1984), Moreno y

Quaini (1976: 5-37) fueron influyentes. Asi-mismo, el estudio de la cultura material en Italiafue tema principal del primer editorial de la revis-

ta Archeología medivale.

13.La escuela de los Annales en su primer tiempo,

cuando hizo extensivo el campo de la historia,dio cabida a la cultura material y de ello dan fetres de los trabajos publicados en este período:Dos de Bloch; uno, donde escribe: "Nada másdesconcertante, a primera vista, en las obras de

historia com ŭ nmente ofrecidas al p ŭ blico, como

el silencio bajo el cual han pasado casi universal-mente, a partir de los últimos tumultos de la pre-historia hasta el siglo XVIII, las vicisitudes de lainstrumentación técnica; [...1 estas investigacio-nes están demasiado al margen de las corrientestradicionales de nuestros estudios y como aremolque de la «historia grande» [...1 lo que setrata de conocer (las técnicas medievales) con-cierne a la parte más profunda de la vida social,la más determinante y la más sintomática"(1978: 203 y 207); y, el otro, un artículo publica-

do en Annales...(1935: VII, 634-6431. Y, el terce-ro, de Febvre (1925). Además de dos obras de

Braudel (1976 y 1984) De esta ŭ ltima, Civilización

material..., Pesez ha dicho que es, "la primera

gran sintesis sobre la historia de la cultura mate-rial" y que "ha hecho brotar lla cultura materiallde los titubeos de la historia, y frente a la esteri-lidad de las teorías, la ha plantado, tupida y com-pleja vida" (Pesez, 1988: 121 y 124).De España prefiero resaltar investigaciones rela-tivamente recientes que son de carácter regio-nal: Fernández López de Pablo (1999); Barrio

Martí (1999); Fábregas Varcarce y de la FuenteAndrés (1988); Acién Almansa (1993: 155-172); Y.

Agud (1980).15.Véase, K. Marx (1973: I, passim).

16.De la amplia obra de Caro Baroja, en la bibliogra-

fía se recoge una selección mínima que incluyelibros, artículos e intervenciones en congresos.

17. Entre los etnógrafos soviéticos destacan:Bogdánov, Kuftín, Lébedeva, Blomkvist, Tókarev,Chesnovo, Káunova, Ivanova, y Márkov. Además,

muchos de los trabajos de los etnólogos rusosaparecen en la revista Soviétskaya Etnografía.

18.Véase, también, la obra de Le Roy Ladurie(1981).

19.En otros estudios posteriores a esta fecha no hasido posible sopesar el estado científico de laetnografía rusa y en la actualidad tal producciónes extremadamente deficiente; hasta al puntode haberse perdido la concepción originaria de laorganización institucional que sustentaba estasinvestigaciones: la Academia de Ciencias de laURSS, y reducirse al mínimo los presupuestospara los investigadores y publicaciones.

20 Desde la época de Pezuela, en que aparece la pri-mera obra titulada: Ensayo histórico de la Isla de

Cuba (1842) y luego su Historia de Cuba (1868-1878), pasando por Guerra Sánchez (1921-1925 y1938), Portuondo del Prado (1945 y 1953) y Maso(1976), entre otros, y sin omitir La historia de la

nación cubana (1952), el interés ha sido limitado:

se aportan datos pero no se entra a analizardirectamente la cultura material del pueblo cuba-no; lo más que ha sucedido es su utilizacióncomo enganche en páginas dedicadas a la vida

cotidiana.21 Entre los temas tratados por Marrero: las comu-

nicaciones, los caminos, el establecimiento delprimer servicio regular de correos, los buques devapor en la navegación de cabotaje, la puesta enmarcha y la evolución del ferrocarril, la vivienda yel mobiliario campesino, el vestido: expresiónostensible de la condición social y el vestido, cal-zado y sombrero en la economía popular, la ali-mentación: abundancia, gusto e importaciones,los abastos y la dieta popular, las bebidas hela-das, el aprendizaje de artes y oficios en los talle-res, gremios y sociedades de artesanos y losmedios empleados para combatir las endemias y

las epidemias.22. Moreno Fraginals, sin renunciar a su formación

de historiador, logra combinar aspectos econó-micos y sociales con datos de la historia de lastécnicas, la demografía y la historia antropológi-

ca. En El Ingenio, es reconfortante ver córno, através del estudio del complejo económico

social cubano del az ŭcar, este autor es capaz debrindar en paralelo más de un aspecto de la his-toria de Cuba; en los que representaciones de lacultura material sirven de nudos al tejido tantode la historia del ingenio cubano como de la his-toria de la esclavitud, ambas tan unidas. El análi-sis que él realiza del trabajo y la sociedad escla-va: del hombre como equipo, la tecnología, elfunche (comida), las esquifaciones (vestido), losbarracones (vivienda) y del tratamiento a las bes-tias, tan forzado y brutal como el dado al escla-vo, es digno de tenerse en cuenta en cualquierestudio que trate la historia social y económicade Cuba en el período colonial.

Le Riverend, a ŭn cuando pueda parecer mínima

su contribución, ha dejado un presupuesto quees básico para el estudio de la historia de la cul-

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ISMAEL SARMIENTO RAMIREZ

tura material en Cuba, (siglos el pro-greso industrial, la transformación de la estructu-ra y el desarrollo agrícola, la organización delcomercio, los impulsos demográficos, las comu-nicaciones, el predominio del ferrocarril y el telé-grafo, entre otros temas, forman parte de lasrelaciones que los hombres establecen en tornoa los fenómenos materiales.

24 En esta obra aparecen valoraciones del desarro-llo técnico en la Cuba colonial y aspectos signifi-cativos de la alimentacián, la vivienda y el vesti-do. Si bien, considero que lo más significativodel estudio, desde un punto de vista teórico-

metodológico, es ver cómo se relaciona la histo-ria social con aspectos de la historia económica,la historia de la ciencia y la historia antropológi-ca, y todo desde la perspectiva que ofrece elanálisis histórico, lo que engrandece a ŭ n más elvalor de su contenido. De este modo, estando eltema de la cultura material sin delimitar, el lectorno Ilega a sentir una total ausencia de sus mani-festaciones; indicativo que señala se ha tomadoun buen camino y muestra de mayor interés yutilidad por un campo que tanto puede aportar acualquiera de las ciencias sociales.

25 Por ejemplo, gracias al estudio de los burenesfue posible conocer las diferentes intensidadesde la producción agrícola entre asentamientos;con los recipientes cerámicos se logró una apro-ximación a la complejidad gentilicia de unos yotros asentamientos en Cuba; y sobre todo, lostrabajos arqueológicos han facilitado suficientesindicios para establecer similitudes y diferenciasentre las distintas culturas asentadas en la Isla yotras del contexto caribeño, de la península de laFlorida, el valle del Mississippi, Centroamérica yVenezuela. La utilidad de la cultura material delos aborígenes cubanos como fuente de investi-gación a otras manifestaciones del período pre-colombino puede verse en: Herrera Fritot (1970):

Pichardo Moya (1956); Tabio (1989); Tabio y Rey(1979); Dacal (1978); Dacal y Rivero de la Calle(1989); y Guanche (1976) y (1978).

28. Entre las revistas cubanas que Don Fernandofundó, dirigió o colaboró destaco: RevistaBimestre Cubana, Archivo del Folklore Cubano,

Surco, Revista de Arqueología y Etnología,Estudios Afrocubanos, Azul y Rojo, Revista Cien-

tífica Intemacional y Casa de Américas.

27.Véase, Ortiz, op. cit.28.Las manifestaciones de la cultura material que se

estudian en las monografías y el Atlas son: losasentamientos rurales, la vivienda y las construc-ciones auxiliares rurales, el mobiliario y el ajuarde la vivienda rural, las comidas y bebidas de lapoblación rural, los instrumentos de trabajo agrí-cola, los modos y medios de transporte rural, lasartes y embarcaciones de la pesca marítima, y laartesanía popular tradicional.

29.Por ejemplo, al tratarse las diferentes manifesta-ciones de la cultura material, se carece de unavisión general donde se analicen los valores eco-nómicos, sociales, culturales, estéticos, religio-sos, u otros, de forma concatenada.

30.Al estudiar algunas de estas manifestacioneshice mis acotaciones e incorporé una sintesisde su historia y periodización en los siglos colo-niales; véase Sarmiento Ramírez, las obras quese citan.

31.Aunque, es de justicia decir que desde los iniciosen que se elabora el Atlas y mucho más a raíz desus resultados, en Cuba han aumentado losestudios de cultura material desde la perspectivaantropológica. Destacan publicaciones que resal-tan las aportaciones hispánicas, franco-haitianasy chinas al etnos cubano y otras más específicasen torno a la artesanía popular y los asentamien-tos, vivienda e instrumentos de trabajo del cam-pesino.

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