Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

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1 TESIS DOCTORAL CULTURA SANITARIA EN TIEMPOS DE EPIDEMIA. EL CÓLERA MORBO- ASIÁTICO EN PLASENCIA (1832-1835) DANIEL LENO GONZÁLEZ DEPARTAMENTO DE ENFERMERIA 2015

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TESIS DOCTORAL

CULTURA SANITARIA EN TIEMPOS DE EPIDEMIA. EL CÓLERA MORBO-

ASIÁTICO EN PLASENCIA (1832-1835)

DANIEL LENO GONZÁLEZ

DEPARTAMENTO DE ENFERMERIA

2015

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Asunto: Rtdo. Impreso de

Conformidad Defensa Tesis para su

Conocimiento y Difusión

Destinatario: Sr. Director de

Departamento

Como Director/es de la Tesis doctoral titulada:

CULTURA SANITARIA EN TIEMPOS DE EPIDEMIA. EL COLERA MORBO

ASIÁTICO EN PLASENCIA (1832-1835). Realizada por D. Daniel Leno González,

de la cual se adjuntan dos ejemplares encuadernados, un ejemplar en formato digital

(junto con el resumen en castellano, si procede) y el documento de actividades, para el

cumplimiento de lo establecido en el artículo 141.1 de los Estatutos de la Universidad

de Extremadura.

INFORMO/INFORMAMOS

Al Consejo de Departamento que la elaboración de la Tesis ha concluido y que la

misma cumple con los criterios de calidad necesarios para que el doctorando pueda

optar al Título de Doctor/a, por lo que:

SOLICITO/SOLICITAMOS

Del Consejo de Departamento que otorgue su conformidad para la presentación de la

Tesis a la Comisión de Doctorado.

Cáceres, a 1 de octubre de 2015

Fdo: Javier Marcos Arévalo.

Fdo: Francisco Javier Barbancho Cisneros.

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“El estudio de las enfermedades en las sociedades del pasado, además de su interés

intrínseco, suministra claves que permiten una mejor comprensión de las actuales

reacciones sociales ante la enfermedad e iluminan la búsqueda de respuestas eficaces

frente a ella”

Arrizabalaga 1992.

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“Las enfermedades contribuyen a la definición de una cultura. Cada siglo tiene su

estilo patológico propio. Los males del cuerpo revelan a los hombres en la prueba

individual y, durante las grandes epidemias, hacen aparecer como el entramado de la

sociedad.”

Sendrail 1983.

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CULTURA SANITARIA EN TIEMPOS DE

EPIDEMIA: EL CÓLERA-MORBO ASIÁTICO

EN PLASENCIA (1832-1835)

AGRADECIMIENTOS.

PRESENTACION.

I. MARCO TEÓRICO-METODOLÓGICO:

1. Estado de la cuestión.

2. Objetivos e hipótesis de partida.

3. Marco metodológico.

4. La mirada antropológica: Textos y contextos.

II. AXIOMAS ETNOGRAFICOS DEL CÓLERA-MORBO ASIÁTICO

CONSIDERADO INDIVIDUALMENTE:

1. Teorías patogénicas sobre el cólera-morbo asiático.

2. Sensación subjetiva de la enfermedad según autores de la época.

3. Causas predisponentes.

4. Pronóstico del cólera-morbo asiático.

5. Métodos para precaverse del cólera-morbo.

6. Método curativo.

7. Apuntes etnográficos sobre la diversidad terapéutica.

8. Cuidados al enfermo de cólera.

9. Conclusiones sobre la nueva enfermedad del cólera-morbo asiático.

III. CÓLERA: EPIDEMIA Y PANDEMIA:

1. Breve aproximación a las principales epidemias del pasado.

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2. Primera epidemia de cólera en España.

3. Reales Órdenes y Decretos del Estado Español, referentes a la lucha

contra el cólera durante 1833 y 1834.

4. El cólera-morbo asiático como problema científico.

5. Primera epidemia de cólera en Extremadura.

IV. EL ESCENARIO Y SUS ACTORES:

1. Plasencia en la primera mitad del siglo XIX.

1.1 . Las Juntas Municipales de Sanidad.

1.2 . Composición de la Junta Municipal de Sanidad de Plasencia durante

1832 y 1833.

1.3 . Urbanismo y población.

1.4 . Hospitales salud pública y beneficencia.

2. La sanidad española en la primera mitad del siglo XIX.

2.1. Salud Pública: Marco teórico y conceptual.

2.2. Organización sanitaria española en torno a 1833.

V. PLASENCIA (1832-1835), REACCIONES SOCIO-SANITARIAS ANTE

LA EPIDEMIA DE COLERA: RESPUESTAS SIMILARES EN

CONTEXTOS DIFERENTES.

1. El cólera se acerca (1832-1833):

1.1. Instalación de la Junta Municipal de Sanidad Placentina en

1832: primeras medidas contra el cólera.

1.2. “Miasmas del miedo”.

1.3. Medidas de incomunicación:

1.3.1. Guardias de Sanidad.

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1.3.2. En busca de un lazareto de observación.

1.3.3. Acordonamiento Cordones Sanitarios.

1.4. Medidas de higiene pública:

1.4.1. El problema de los enterramientos.

1.4.2. Aguas corrompidas.

1.4.3. Necesidad de alcantarillado.

1.4.4. Ganado de cerda.

1.5. Prevención simbólica.

1.6. Preparación de un hospital para coléricos.

1.7. Fondos para luchar contra el cólera.

1.8. Última sesión de la Junta Municipal Placentina (diciembre de

1833).

2. Reafirmación del contagio:

2.1. Reactivación de las medidas frente al cólera.

2.2. Del aislamiento a la higiene como el preservativo más eficaz frente

al cólera.

2.3. El cólera invade Plasencia:

2.3.1. Declaración oficial de “enfermedad sospechosa”.

2.3.2. El Gobernador Civil de la provincia visita Plasencia.

2.3.3. Objetivo: mantener la serenidad y la alegría: Rituales

Religiosos y “eficacia simbólica”.

2.3.4. La desigualdad social ante la enfermedad.

2.3.5. De la prevención simbólica a la prestación de auxilios

espirituales.

2.4. Asistencia al enfermo de cólera:

2.4.1. Hospitales.

2.4.2. Número de enfermos.

2.4.3. Cuidados generales.

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2.5. Final de la epidemia y vuelta a la vida cotidiana:

2.5.1. Te Deum de acción de gracias.

2.5.2. Reconocimiento a los facultativos.

2.5.3. Normalización de la vida municipal.

VI. CONCLUSIONES-APORTACIONES.

VII. GLOSARIO.

VIII. FUENTES.

IX. DOCUMENTACIÓN Y BIBLIOGRAFÍA:

1. Fuentes documentales.

2. Bibliografía.

X. ANEXOS-APÉNDICES DOCUMENTALES.

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AGRADECIMIENTO

Toda investigación encierra un esfuerzo por parte del autor, pero también el aliento y

la colaboración de una serie de personas. A todas ellas deseo expresar mi más sincero

agradecimiento, en especial:

- Al Doctor Francisco J. Barbancho Cisneros, que me animó y ayudó en un

principio, a él le debo el tema de éste trabajo, las primeras orientaciones, y los

útiles comentarios y sugerencias que me ayudaron en mi investigación.

- Al Doctor Javier Marcos Arévalo, que confió en mí y dirigió ésta tesis de

principio a fin, porque si importantes han sido la hipótesis de partida, la

metodología y las fuentes empleadas por éste doctorando, el rigor y la

constante disponibilidad del profesor Javier Marcos, sus oportunas

orientaciones y agudas observaciones y, sobre todo su conocimiento de la

bibliografía sobre antropología médica y la lectura concienzuda y minuciosa

de los manuscritos, al tiempo que han exigido de mí el máximo esfuerzo, me

han demostrado que en éste largo camino no sólo he contado con un director

ejemplar sino con un verdadero compañero de viaje que se ha comprometido

hasta el final para llevar a buen puerto éste proyecto.

- Al personal de los centros documentales consultados, sobre todo a Esther del

Archivo Municipal de Plasencia y a Mª Carmen del Archivo de la Catedral de

Plasencia.

- Al Departamento de Enfermería de la Universidad de Extremadura, por su

generosidad al acogerme en su programa de doctorado posibilitándome así mi

desarrollo y aprendizaje como investigador.

- A las personas que trabajan en la biblioteca y el servicio de préstamo

interbibliotecario del Centro Universitario de Plasencia, por su ayuda y

profesionalidad facilitándome el acceso a los libros, artículos y documentos

que me fueron necesarios para la construcción teórica de ésta investigación.

- A mis padres y a mi abuelo Pedro (que en paz descanse), por enseñarme a

apreciar que la dignidad del hombre se centra en el trabajo, manual o

intelectual.

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- A los más cercanos, mi mujer Mª. Carmen, y a mis hijos David y Marta, que me

han dado el ánimo y el calor constantes e imprescindibles a la hora de

continuar día a día con ésta tarea, con ellos comparto mi vida y esperanzas, y

espero que no olviden nunca que solo el estudio y el trabajo hacen libres a los

seres humanos.

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A mi mujer Mª Carmen y a mis hijos David y Marta que

hicieron posible este sueño.

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PRESENTACIÓN

Volver una vez más al estudio del Cólera-Morbo Asiático en su primera visita a

España, debiera seguir suscitando atracción y estímulo para los investigadores y lectores

de la historia de la medicina, por ser una de las enfermedades preñada de ideas y

proyectos renovadores orientados a transformar radicalmente la tradicional lucha contra

las enfermedades epidémicas. El problema surge al reparar en que, en efecto, es “una

vez más” entre las múltiples ocasiones en las que ya se ha estudiado dicha epidemia y

un nuevo análisis sobre la primera epidemia de cólera podría percibirse como

redundante. Sin embargo, éste temor no frena mi empeño de volver la vista por enésima

vez hacia ésta enfermedad para descubrir en ella algo que, aunque “sucintamente” se ha

tratado en las miradas anteriores, no por ello me impide profundizar en un campo como

las actitudes y comportamientos de las autoridades, principalmente locales, pero

también provinciales, regionales y nacionales ante una nueva situación de crisis

sanitaria y social. Se trata de analizar cómo a través de la experiencia con éste primer

brote, primero en el extranjero y posteriormente en España, de los médicos que

conviven con ella emerge una nueva cultura sanitaria que permita establecer una nueva

relación entre las autoridades y el colectivo médico, que se traduzca a su vez en un

avance en la lucha contra las enfermedades epidémicas.

La investigación parte de la hipótesis, de que la cultura sanitaria, entendida como el

conjunto de ideas, valores y creencias que subyacen y dan coherencia al

comportamiento sanitario de un grupo social, constituye un componente más del

sistema comunitario y social, el cual ante nuevas situaciones de crisis manifiesta

similares respuestas socio-sanitaras a pesar de producirse en contextos socio-históricos

distintos, al ser conducidas aquellas por una emoción humana primaria, el miedo, en

éste caso el miedo a la muerte.

De acuerdo con esta premisa, en Plasencia urge constatar si la sensación de cercanía en

un primer momento, y la presencia de la enfermedad después, a la transformación en

corto periodo de tiempo de las tesis sobre la misma en cuanto a su carácter contagioso o

no, le acompaña un cambio en la cultura sanitaria de la población que posibilite que la

forma de pensar, las actitudes y los comportamientos de las autoridades placentinas se

adapten a los principios y valores que en materia de lucha contra la enfermedad son

preconizados por el colectivo médico. Hay que dilucidar si la instauración de antiguos y

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nuevos instrumentos de lucha conlleva paralelamente la aparición entre dichas

autoridades de una cultura acorde con la mentalidad médica que trastoca sus conciencias

y sus actitudes ante el proceso salud-enfermedad. El análisis de tales factores permite

determinar el grado de penetración real de una nueva cultura sanitaria en las autoridades

placentinas, y la adopción consecuente de mejoras en higiene y saneamiento de la

ciudad, que pudieran ser consecuencia de una evolución, si es que se produjo, de los

diferentes discursos (político, económico, religioso, científico, etc.). De éste modo, y

una vez concluida la tesis, creo haber abordado las principales facetas que encierra un

fenómeno tan rico en matices; lo que no impide el ser consciente de que en

determinados aspectos me he limitado simplemente a arañar la superficie.

Lejos, por tanto, de la línea descriptiva y cuantitativa seguida por buena parte de la

abundante historiografía tradicional nacional sobre el cólera-morbo asiático en su

primera visita, esta investigación se plantea desde una perspectiva analítica e

interpretativa de los elementos culturales que integran y explican las actitudes y

comportamientos de las autoridades locales placentinas en la lucha contra una nueva

enfermedad, cuyo desconocimiento en cuanto a etiología y mecanismo de transmisión

era total, y para la que no existía remedio conocido, elementos que la presentaban como

una enfermedad nueva y terrible, de consecuencias nefastas.

Mi vocación sanitaria-social que hunde sus raíces en mi doble formación académica,

enfermera y antropológica, unidas a mi interés por los estudios históricos, ha generado

en mí una curiosidad. Razón igualmente para seguir esta línea de investigación desde un

principio. En mi condición de enfermero y antropólogo tuve la suerte de ser acogido por

los Doctores del Departamento de Enfermería de la Uex, y así pude realizar los cursos

de doctorado durante los años 2007 y 2008 en el programa de Avances en atención

sociosanitaria. La lectura de trabajos realizados por diversos autores a nivel local,

provincial, regional y nacional, especialmente y en el mismo orden, Sánchez de la Calle,

Clemente Fuentes, Peral Pacheco, Rodríguez Flores y Rodríguez Ocaña, me animaron a

presentar mi proyecto a los Doctores Barbancho Cisneros y Marcos Arévalo, quienes

amablemente accedieron a la dirección del estudio.

Pese a la acotación espacial y temporal del objeto de investigación, y a riesgo de caer

en una contradicción, no me he privado de salir puntualmente del marco local, al

estimar positivo la contextualización del fenómeno y el establecimiento de puntos de

comparación con otras poblaciones del país, principalmente en lo tocante al

comportamiento de los sectores sociales e institucionales implicados.

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I.

MARCO TEÓRICO-

METODOLÓGICO

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1. Estado de la cuestión

A lo largo del siglo XIX la viruela en el plano internacional, y la fiebre amarilla

en el caso de España, fueron sustituidas por el cólera. Esta enfermedad, endémica de

ciertos países asiáticos, se desbordó sobre Europa en el segundo cuarto de siglo a través

de cuatro oleadas sucesivas que convirtieron la endemia en auténtica epidemia. Hoy

sabemos que el cólera es una enfermedad infectocontagiosa, tal y como aparece en la

mayoría de los textos, aunque el concepto contagio en la literatura médica hace

referencia a la transmisión por contacto, dejando el de enfermedad transmisible para las

que son transmitidas por vías específicas, como por ejemplo la oral-fecal, incluyendo en

el concepto no sólo las infecciones sino también las infestaciones. Por lo que el término

más actual sería el de enfermedad transmisible; y teniendo en cuenta que se trata de una

infección y no de una infestación, sería lícito decir que se trata de una enfermedad

infecciosa. De cualquier modo el término infectocontagioso es usado por algunas

tradiciones médicas para hacer notar las altas tasas de incidencia, en las que destacaría

su facilidad de transmisión, o su enorme capacidad de infección. Sea como fuere, su

organismo responsable es el Vibrio Cholerae, bacteria que descubriera en 1883 el

médico y bacteriólogo alemán Robert Koch, y que la principal forma de

contagio/transmisión es a través del agua y alimentos contaminados por heces (en las

que se encuentra la bacteria) de enfermos de cólera. El vibrión entra en el intestino y se

adhiere a sus paredes, donde se multiplica y libera una toxina que altera el

funcionamiento intestinal normal. Esto genera la aparición de síntomas: fiebre, vómitos,

diarreas profusas, que llevan a la deshidratación y a la pérdida de electrolitos, lo que

determina la aparición de calambres, oliguria o anuria y shock por disminución de la

volemia hasta llegar a la muerte del paciente. En 1833 se produce la primera epidemia

en la Península Ibérica; Portugal primero y España después sufrirán el primer contagio

del siglo. Para entonces el desconocimiento etiológico y terapéutico era total, motivo

por el cual se presentaba como enfermedad nueva, terrible, y de consecuencias nefastas.

Su expansión iba precedida de una alarma general, un miedo generalizado.

E1 cólera está considerado clásicamente como la última de las grandes

enfermedades epidémicas que asolaron occidente, pero independientemente de su

importancia objetiva (o sea, medida en términos demográficos y económicos), lo que

nadie pone en duda es la relevancia subjetiva que la presencia de la enfermedad

epidémica alcanzó en las comunidades afectadas. E1 cólera fue, en todo lo largo del

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siglo XIX, sentido como una amenaza gravísima, por la aparatosidad de su cuadro

clínico, la ausencia de un tratamiento eficaz y el sentido impredecible de su marcha,

características todas que se encontraron exacerbadas con motivo de la primera pandemia

(en Europa, 1829-1837).

Las razones para seleccionar esta enfermedad como motivo de estudio radica

en que padecimientos como el cólera y otras, cuando se presentan de manera epidémica,

son patologías cuyo estudio facilita comprender las multideterminaciones de fenómenos

como la enfermedad y la muerte; así como sus componentes sociales, políticos,

económicos y culturales, porque ayudan a demostrar el vínculo entre éstos. A

enfermedades como el cólera se le reconoce una estrecha relación con las condiciones

de vida y, particularmente con las condiciones higiénicas del espacio físico y de sus

habitantes. Desde este punto de vista la enfermedad, las categorías salud-enfermedad,

adquiere una dimensión cultural.

Plasencia fue una de las ciudades en las que se detectó de una forma temprana

la preocupación por el riesgo del contagio. La Junta Local de Sanidad pronto se hizo eco

de las noticias que llegaban de Portugal, iniciando con ello un auténtico despliegue de

prevenciones. Sin embargo éstas no impidieron que la epidemia en la ciudad se

caracterizara por presentar una muy elevada mortalidad.1 Los estudios historiográficos

placentinos sobre ésta epidemia son escasos, sólo se conoce el análisis demográfico

realizado por Sánchez de la Calle, que se encuadra dentro de otro de mayor envergadura

dedicado a la ciudad. El urbanismo asociado con las condiciones de vida y la obra

pública, el funcionamiento de las instituciones asistenciales dentro del marco de la salud

pública, la sanidad a través del manejo de la prevención y el control de la epidemia por

parte de las autoridades locales y que tiene sus repercusiones en los aspectos anteriores,

no han sido abordados.

El impacto editorial de dicha enfermedad, junto con la persistente presencia de

la misma, han contribuido a formar la memoria histórica, en nuestra cultura, del cólera

como enfermedad terrorífica y de importancia trascendental en nuestro desarrollo

cientifico-social. Sin embargo, dentro del panorama historiográfico español sobre el

cólera, la primera pandemia fue la menos atendida. Posiblemente por dificultades

1 Sánchez de la Calle, J.A. (1994): Plasencia: Historia y población en la época

contemporánea (1800-1990). Asamblea de Extremadura. Mérida.

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heurísticas (parquedad y escasa fiabilidad de los datos oficiales existentes; dispersión,

pérdida o difícil acceso de fuentes documentales, etc.). En este sentido, hay que destacar

que son escasos los informes impresos en su momento por las Academias de Medicina.

Los investigadores que en España se han interesado por ésta epidemia, en algunos

casos, han podido localizar otros en copia manuscrita original, habiendo permanecido

inéditos, según nuestros conocimientos, desde 1834 hasta la fecha.

A partir de éstos y otros informes, y en lo que se refiere a la historiografía

española sobre ésta primera epidemia, hay que decir que los estudios de investigación

son abundantes, y por lo general podríamos ubicarlos en el área de la historia de la

medicina o de las enfermedades. No obstante, en el estudio histórico de las epidemias

intervienen varias disciplinas: historia, medicina, demografía, sociología, antropología,

epidemiología, etc. Cada una, de acuerdo con sus objetivos y planteamientos, inclina el

enfoque de su estudio. Los estudios realizados sobre esta epidemia en España dan

referencia de cómo se transmitió la enfermedad y qué medidas se adoptaron para

impedir la extensión de la enfermedad. Del mismo modo, otros autores realizan un

análisis de lo que ocurrió en una población o en una región cuando se vio afectada por

el cólera morbo, profundizando no sólo en la incidencia que tuvo sobre la morbilidad

y/o mortalidad, sino también sobre los aspectos más sociales y cotidianos que son

alterados por la epidemia colérica. Dentro de esta vertiente historiográfica que sobre el

cólera entra de lleno en las historias locales, entre otros se han ocupado los siguientes

autores:

- Amador Maestre Sánchez: “El cólera en Santander: la epidemia de 1834”.

- Esteban Orta Rubio: “El cólera: la epidemia de 1834 en la Ribera de Navarra”.

- Esteban Rodriguez Ocaña: “El cólera de 1834 en Granada: enfermedad catastrófica

y crisis social”: Se trata de una investigación histórico-médica sobre la epidemia,

estudiada en su forma de presentación y difusión, su impacto demográfico y las

consecuencias sociales de todo tipo que determinó en el ámbito de la ciudad de

Granada. La lectura del texto muestra las complejas relaciones que se llegan a

establecer entre la medicina y el medio social en el que se desenvuelve, como

apunta el autor, cuando el hecho de enfermar se convierte en problema de

primerísimo orden para la comunidad, la tensión social generada en torno a él

revela perfectamente los límites de la autonomía intelectual y las servidumbres de

la práctica médica.

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- Manuel Ferreiro Ardións: “El cólera en las transformaciones del siglo XIX en

Álava. La epidemia de 1834”

- Carmen Otal Entraigas: “Epidemia de cólera en Girona del año 1835: brotes de

1835 y 1837”.

- Fernando Zubiri Vidal: “Epidemias de peste y cólera morboasiático en Aragón:

Zaragoza 1652 y 1885, Caspe 1834, Alcariz y Jaca 1885”.

- Jose Antonio Ayala Pérez: “Aspectos sociales de la epidemia de cólera de 1834 en

Murcia”.

- Antonio Mejide Pardo: “Incidencia del morbo colérico de 1834 en la provincia de

Lugo”.

- Amadeo Valoria Martínez: “La epidemia de cólera morbo de 1834 en la ciudad de

Orihuela”.

- Asunción Segura Artero: “Pobreza, enfermedad y muerte: las epidemias de cólera

de 1834-1855-1885 en Lorca”.

- Francisco Javier Puerto Sarmiento y Carlos San Juan de Laorden: “La epidemia de

cólera en 1834 en Madrid”.

- María Jesús Merinero Martín: “El cólera de 1834 en Cáceres”.

- Florentina Vidal Galache: “La epidemia de cólera de 1834 en Madrid: Asistencia y

represión a las clases populares”.

- Alejandro Braña Vigil: “La epidemia de cólera de 1834 en Noreña”.

- Antonio Villanueva Edo: “Estudio social e histórico de la epidemia de cólera de

1834 en Bilbao”. Trabajo que muestra las vicisitudes históricas y sociales en las

que se desarrolló la epidemiaen Bilbao, muestra cómo la enfermedad anidó en las

capas inferiores de una sociedad debilitada por la escasez alimentaria y las malas

condiciones higiénicas, en un ambiente favorecido por el desarrollo de la primera

Guerra Carlista.

- José Miguel Abad González, Francisca Amorós Vidal, María del Rosario Martínez

Guillamón: “La epidemia de cólera de 1834 en Archena y el Valle de Ricote”.

- Guerra Martínez, A. M.:”Morfología del cólera morbo de 1834 en Murcia”.

- Jimenez, M. R.: “La epidemia de cólera de 1834 en Zaragoza y su provincia”.

- Donato Gómez Díaz, Emilio García Campra: “El cólera-morbo en Almería, 1834:

crisis psicológica y catástrofe sanitaria”.

- Delange, David A.: “La epidemia de cólera de 1833-34 en Malaga: La actuación de

las autoridades locales”. Trabajo en el cual se analiza la respuesta ofrecida por el

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municipio, en primera instancia, pero también por el gobernador y las Juntas de

Sanidad provincial y local, a una situación presentada como caótica, al ser una

enfermedad nueva, de la que la ciencia médica desconocía su etiología, profilaxis y

tratamiento. Se hace una aproximación a las maniobras del ejecutivo, que califica

cómo desordenadas, lo que en definitiva originó una enorme confusión.

- Gabino Ponce Herrero: “El cólera en Alpera y Bonete. Siglo XIX”.

- Dolors Terradas Viñals:” Las epidemias de cólera en Bañolas en el siglo XIX”.

- Jose Luis Munoa, María del Carmen Mendinueta: “Epidemias de cólera morbo

sufridas por la ciudad de San Sebastian durante el siglo XIX”.

- Primitivo J.Pla Alberola: “El cólera en Cocentaina en la primera mitad del siglo

XIX. Aspectos demográficos”.

- Antonio Arjona Castro: “La epidemia de cólera de 1834 en la provincia de

Cordoba”.

- Ignacio María Barriola: “El cólera de 1834 en San Sebastian”.

Se observa la cantidad de estudios historiográficos en diversos entornos locales

realizados sobre la primera visita del cólera, pero en la mayoría se pasa por encima el

alcance real de la enfermedad, por lo que quizás sea necesario reivindicar la necesidad

de investigaciones locales a fondo, como parte esencial de la evolución demográfica

social y cultural de estas poblaciones. Seguramente el desinterés se deba a que

tradicionalmente se ha infravalorado el cólera respecto a otras pandemias mucho más

mortíferas, caso de la peste o de la fiebre amarilla, aunque la mayoría de los autores

coinciden en el tremendo impacto psicológico que supuso para todas las comunidades

que se vieron afectadas por ella, sin duda por las características que presentaba su

cuadro clínico y por la impotencia de la medicina para combatirla. Desde aquí

reivindico el estudio de esta enfermedad a niveles locales pero superando las

orientaciones histórico-médicas, y la necesidad de introducir enfoques

multidisciplinares de ciencias sociales, especialmente la antropología, sociología,

demografía, economía política, que sin duda aportarán interesantes renovaciones tanto a

nivel temático como conceptual y metodológico.

Entre los autores que han abordado el estudio de ésta primera epidemia a nivel

general cabe destacar a:

- Peset, M. y J. L. (1972): La Muerte en España: política y sociedad entre la peste y

el cólera, Seminarios y Ediciones S,A. Madrid.

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- A. Fernandez García: “Repercusiones sociales de las epidemias de cólera del siglo

XIX”. V Congreso Nacional de Historia de la Medicina, V.I págs. 127-154.

De todos los autores señalados quiero mencionar al doctor Esteban Rodriguez

Ocaña como uno de los investigadores que más ha contribuido al conocimiento de la

historia de esta epidemia en nuestro país. Y destacar no sólo su estudio sobre el cólera

de 1834 en Granada, sino también numerosas publicaciones sobre la misma. El Cólera

de 1834 en Granada: Enfermedad catastrófica y crisis social, como se apunta más

arriba, es una investigación histórico-médica sobre la primera epidemia de cólera,

estudiada en su forma de presentación y difusión, su impacto demográfico y las

consecuencias sociales de todo tipo que determinó en el ámbito de la ciudad de

Granada.

Entre las publicaciones de Rodriguez Ocaña conviene mencionar:

- Higiene y Terapéutica anticoléricas en la primera epidemia de cólera en España

(1833-1835). Analiza una faceta de la historia social del cólera: las relaciones

existentes entre las propuestas profilácticas formuladas por los médicos

españoles y el grado de cumplimiento que alcanzaron efectivamente en el seno

de la colectividad. También se estudia el problema estrictamente médico de la

terapéutica anticolérica, destacando el escaso eco que la incipiente terapia salina

tuvo en la práctica profesional española de la época.

- La Correspondencia entre Mateo Seoane, Francisco Cea Bermúdez y el Gobierno

español con motivo de la epidemia de cólera en Gran Bretaña (1831-1832). Tal y

como el autor apunta, pretende contribuir a aclarar las circunstancias político-

administrativas en que se produjo el contacto de Mateo Seoane y Sobral, con el

Gobierno español y la Real Junta Superior Gubernativa de Medicina y Cirugía,

desde su destierro en Gran Bretaña y con motivo de la presencia del cólera en las

islas (1832-1832).

- La dependencia social de un comportamiento científico: Los médicos españoles

y el cólera de 1833-35. Aquí presenta que el comportamiento de los médicos

españoles frente al cólera, en tanto que teóricos de la patología, estuvo

determinado principalmente por factores socioeconómicos. Analiza el contenido

de la política sanitaria española frente al cólera, deteniéndose especialmente en

señalar los efectos sociales de la misma, y a continuación discute la actitud

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médica en relación a los tres puntos clave: etiología, diagnóstico y profilaxis del

cólera.

Otro trabajo que merece mención particular es la compilación hecha por el

doctor Diego Peral Pacheco: Cólera y Sanidad en las Reales Órdenes de 1833 a 1835.

Se trata de un trabajo en el que el autor aplica sobre las Reales Órdenes un método de

análisis (tipología del discurso). Pretende conocer la base conceptual que subyace en la

manifestación discursiva del texto. De éste autor se hace necesario destacar otro trabajo:

“La epidemia de cólera en la legislación española”.

En lo que se refiere a la historiografía de la epidemia de cólera en Extremadura

hay que mencionar la tesis de María del Pilar Rodríguez Flores: Morir en Badajoz. El

cólera de 1833. Medicina y Sociedad. Se trata de una investigación médico-social sobre

el cólera morbo. El tema objeto de éste estudio entra de lleno dentro de la historia local

de Badajoz, al ser un acontecimiento súbito, al que se enfrentó la ciudad. Rodríguez

Flores reconstruye el proceso epidémico, realzando en él, primero, los aspectos

sociodemográficos, y después los sanitarios e higiénicos, tratando de dar luz a unos

comportamientos ante una crisis coyuntural muy concreta.

Hay autores que entran de lleno en la investigación social y política, que indagan

en aquellos aspectos que se vuelven permeables a un examen directo de la presencia de

la epidemia como circunstancia excepcional, tal es el caso de Conde Gargollo2, y

también el de Otero Pedrayo3, autores que han intentado valorar las posturas de los

grupos sociales.

Lejos de la línea descriptiva y cuantitativa seguida por buena parte de esta

abundante historiografía tradicional sobre la primera epidemia de cólera en España, y

por supuesto, sin invalidar ni menospreciar estos estudios, sino muy al contrario,

partiendo de ellos y con el propósito de ampliarlos y enriquecerlos, y sobre todo de

circunscribirlos al ámbito de Plasencia, y teniendo en cuenta que el proceso salud-

enfermedad influye en la vida de cualquier grupo social, en los factores económicos,

religioso-morales, políticos, las decisiones que los hombres y mujeres toman en relación

2 Conde Gorgollo, E. (1969): “Invasiones de cólera en la España del siglo XIX”.

Asclepio. V. XXI. 3 Pedrayo Otero, R. (1969): “El cólera de Galicia en el siglo XIX”. Asclepio. 21, pgs.

289-297.

Page 25: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

25

con normativas que afectan su estado físico y mental, así como procedimientos

concretos para remediar las consecuencias inmediatas de los padecimientos,4 planteo

una investigación desde una perspectiva analítica e interpretativa de los elementos

culturales que integran y explican las actitudes y comportamientos en materia sanitaria

de las autoridades locales de la época, y que tienen su repercusión en los aspectos de la

vida cotidiana de los habitantes de Plasencia.

El interés de la investigación se centra por tanto en la cultura sanitaria en ésta

época de crisis, cultura sanitaria que podemos entender como el conjunto de ideas,

valores y creencias que subyacen y dan coherencia al comportamiento sanitario de un

grupo social; elementos aún no lo suficientemente abordados por los trabajos existentes

a nivel local y que constituyen posibles nuevos factores explicativos del desenlace final

de la epidemia.

La novedad de esta investigación consiste en aplicar metodologías surgidas en

los campos de la salud pública, epidemiología, demografía y sobre todas la

antropología, a problemas tan antiguos como los de la enfermedad y la salud. Se trata

por tanto de un esfuerzo por integrar en la historia algunos de los métodos y teorías

utilizados en otras disciplinas: demografía, medicina, antropología y epidemiología,

entre otras. Es una incursión en la historia social y urbana por medio de un tema viejo,

el de las epidemias, pero con ojos nuevos; una investigación en la que la metodología se

diseña de acuerdo con el objeto de estudio y cuyos resultados invitan a adentrarnos en

campos distintos y de manera diferente. El intento de eliminar, por tanto, el enfoque

puramente biológico e individualista de la enfermedad marcará el estudio desde el inicio

hasta su conclusión. La explicación causal bajo la investigación histórica buscará

identificar los procesos socioculturales y descubrir cómo éstos se traducen, por medio

de mecanismos biológicos en “el proceso colectivo de salud-enfermedad”.

Cuando me planteo la elaboración de la tesis doctoral decido esta problemática

de estudio como perspectiva que me permita analizar aspectos de la vida de los

habitantes de Plasencia, principalmente en el ámbito de la salud, considerando que la

enfermedad y la muerte son parte de la vida cotidiana, pero que en determinadas

circunstancias éstas se incrementan por diversos factores. Interesa constatar si la

aparición de la enfermedad en Plasencia se acompaña o no de un cambio en la cultura

4 Santo Tomás, M. (2003): La asistencia a los enfermos en Castilla en la Baja Edad

Media. Valladolid. Tesis Doctoral. Universidad de Valladolid.

Page 26: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

26

sanitaria de las autoridades locales, que posibilite que la forma de pensar, las actitudes y

los comportamientos de estas autoridades se adapten a los principios y valores sanitarios

preconizados por el colectivo médico de la época; es decir, hay que dilucidar si la

epidemia conlleva paralelamente la aparición entre las autoridades de una cultura

sanitaria acorde con las “ponencias” médicas de la época, o si por el contrario

cuestiones de otra índole influyeron en la toma de decisiones.

A partir de una concepción dinámica de la historia se propone abordar el

análisis de estas decisiones tanto desde una perspectiva diacrónica, que recoja la

evolución de los acontecimientos y los cambios ocurridos en el “tiempo corto”, como

desde un punto de vista sincrónico, enlazando el devenir de las autoridades locales con

el medio global en el que se desarrolla y con las variables diversas que en él inciden.

El análisis de los imaginarios en materia de salud de los individuos o

colectividades, conformadores de la cultura sanitaria predominante en la sociedad y la

comprensión a partir de ellos, de los comportamientos y actitudes en materia de salud de

las autoridades, constituye por tanto el objetivo de este trabajo. De esta manera, las

aportaciones metodológicas y conceptuales que pueda aportar la antropología son

transcendentales.

Los resultados de esta investigación han de permitirnos determinar qué causas

influyeron en de las decisiones adoptadas en materia de sanidad.

2. Objetivos e hipótesis de partida

Durante mucho tiempo la enfermedad ha estado ligada, casi en exclusiva, a los

estudios demográficos, y cuando no, a la historia de la Medicina, que era a su vez tenida

en cuanta tan sólo como un capítulo más de la historia de la ciencia, preocupada por el

saber médico. El enfoque social de los estudios históricos y la conciencia de que la

medicina es primariamente un esfuerzo colectivo para luchar contra la enfermedad, han

conducido a que hoy sean considerados inaceptables estos enfoques unilaterales. Tanto

Page 27: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

27

o más que un capítulo de la historia de la ciencia, la historia de la medicina es una parte

de la historia social.5

Se pretende realizar una investigación histórico-sociocultural con la enfermedad

como objetivo fundamental de trabajo. La historia de la enfermedad ha sido un campo

de estudio al que se ha concedido especial atención desde diferentes disciplinas

historiográficas. Este interés se justifica por el valor que el hombre concede a la salud y

por el hecho de que “el estudio de las enfermedades en las sociedades del pasado,

además de su interés intrínseco, suministra claves que permiten una mejor comprensión

de las actuales reacciones sociales ante la enfermedad e iluminan la búsqueda de

respuestas eficaces frente a ella”.6 La relación de dependencia entre historia de la

medicina e historia social ha sido resaltada por autores ilustres como el propio Dr. Pedro

Laín Entralgo, para quien si la primera aportaba “el marco, orientación, conceptos

generales y métodos”, la segunda proponía “saberes concretos, que unas veces

contribuyen a completar el cuadro general y otras irradian luces sobre la totalidad de

él”.7

La historia de la humanidad es inseparable de la historia de las epidemias y

pandemias. No sólo han cobrado millones de víctimas, sino que han logrado modificar

condiciones de trabajo, poderío de unas naciones sobre otras, conocimientos de la

medicina, etc.

La aparición del SIDA y la conmoción social que provocó en la sociedad

occidental reveló hasta qué punto tienen relevancia e interés los estudios históricos

sobre la enfermedad, y en concreto sobre la enfermedad epidémica. Arrizabalaga

destacó como a principios de los 90 se incrementó el número de obras dedicadas a

estudiar la enfermedad en diversos contextos y la reimpresión y traducción de algunos

textos publicados con anterioridad. Tradicionalmente esta estrategia ha formado parte

de la respuesta a la aparición de nuevas pandemias y epidemias.

Hasta nuestros días la fe en el progreso de los avances médicos y sanitarios,

impulsada desde los tiempos de la Ilustración y propagada por el capitalismo liberal de

5 López Piñero, J.M. (1973): Medicina. Historia. Sociedad. Barcelona. Ariel.

6 Arrizabalaga Valbuena, J. (1992): “Nuevas tendencias en la historia de la enfermedad,

a propósito de constructivismo social”. Albor, ciencia pensamiento y cultura, nº. 558-

560. Pgs. 147-196. Edita: Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, 7 Prólogo al estudio de López Piñero, J. M.; García Ballester, L.; y Faus Sevilla. P.

(1964): Medicina y sociedad en la España del s. XIX. Madrid. Sociedad de Estudios y

Publicaciones.

Page 28: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

28

los siglos siguientes, al margen de desterrar causalidades providencialistas de antaño,

parecía habernos convencido de lo poco probable que resultaría que la humanidad

tuviera que someterse una vez más a las amenazas de nuevas y gravísimas epidemias.

La globalización de la economía mundial, la agilidad y masificación actual de las

comunicaciones humanas por todo el planeta han derribado, sin embargo, tal

argumento.8

Durante las últimas décadas se han producido brotes de enfermedades

infecciosas previamente desconocidas que, en función de su virulencia y modo de

transmisión, han disparado las alarmas de los sistemas de salud públicos. A la ya citada

aparición del SIDA en 1981, cuando se identificaron los primeros casos, hay que añadir

en 1987 la aparición del virus ébola, que fue el causante de repetidos brotes de fiebres

hemorrágicas de alta mortalidad; en 1995 fueron los priones del mal de las vacas locas;

en el 2003 apareció el síndrome agudo respiratorio severo (SARS) y en el 2004 la gripe

de las aves en humanos. Cuando comencé ésta investigación experimentamos el avance

de la gripe porcina, conocida como gripe A, cuyos resultados, afortunadamente, fueron

mucho menores que el miedo generado y las medidas preventivas desarrolladas. Ahora

que me dispongo a escribir las conclusiones desayunamos con noticias tales como que

la epidemia de ébola que se extiende por África occidental. Desde el pasado diciembre

vive un pico nunca visto. Sierra Leona ha declarado el estado de emergencia sanitaria, al

igual que Liberia que además, ha cerrado las escuelas, suspendido la actividad pública

no esencial, y ha puesto a varios pueblos en cuarentena. La OMS pasa a considerarla

como emergencia sanitaria internacional, y en España aparece el caso 1, es decir, la

primera persona contagiada de ébola fuera de África. El escenario confirma que, a pesar

de todos los avances biomédicos, las enfermedades infecciosas siguen dando sorpresas

y siendo una amenaza para la humanidad. El hombre ha eliminado al lobo como

competidor ecológico, pero no a los microorganismos.

La OMS es consciente de este hecho, y considera que las enfermedades

infecciosas se están propagando más rápido en todo el planeta, surgiendo con mayor

velocidad y volviéndose cada vez más difíciles de tratar. Vivimos en un mundo cada

vez más interconectado, nuevas enfermedades están emergiendo de un modo sin

precedentes y a menudo con la capacidad de cruzar fronteras y extenderse de forma muy

8 Beltrán Moya, J.L. (2006): Historia de las epidemias en España y sus colonias (1348-

1919). La Esfera de los libros, S.L. Madrid.

Page 29: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

29

rápida. Con más de 2.000 millones de personas viajando vía aérea cada año, un brote o

epidemia en una parte del mundo puede convertirse en apenas pocas horas en una

amenaza inminente en cualquier otro sitio. En 2007, en su informe anual de la Salud

Mundial, la agencia de las Naciones Unidas advertía de la existencia de una gran

posibilidad de que otra pandemia mayor y con el potencial de matar a millones de

personas, como la gripe aviar, el síndrome respiratorio agudo y severo o SARS, el SIDA

o la fiebre del ébola, pueda aparecer en los próximos años.

Los estudios históricos sobre la enfermedad han experimentado una renovación

temática, conceptual y metodológica. Destaca, en primer lugar, la atención que se viene

prestando al estudio de otras enfermedades (epidémicas, endémicas, degenerativas,

carenciales, laborales...), y no solo a las grandes epidemias. Por otra parte se hace

necesario destacar las aportaciones metodológicas y conceptuales que otras ciencias

sociales, (Antropología, Sociología, Demografía, Economía Política...) proporcionan al

estudio histórico de la enfermedad. Se produce de esta manera una superación de las

orientaciones histórico-médicas más tradicionales, al introducir un enfoque

interdisciplinar en los estudios históricos sobre la enfermedad.

El estudio de aspectos como la pobreza, las condiciones higiénico-sanitaras de

las viviendas, las instituciones hospitalarias, etc., ha estimulado a los historiadores la

necesidad de investigar acerca de los aspectos sanitarios, al considerar las conexiones

entre la historia de la sanidad y la historia social. El proceso salud-enfermedad influye

en la vida de un grupo social, en los factores económicos, religioso-morales, políticos,

las decisiones que hombres y mujeres toman en relación con normativas que afectan su

estado físico y mental, así como en procedimientos concretos para remediar las

consecuencias inmediatas de los padecimientos.9

La existencia hoy en día de un mapa planetario de enfermedades caracterizado

por un mundo pobre con enfermedades infecciosas endémicas y un mundo rico con

enfermedades crónicas y degenerativas no puede entenderse desde la doctrina de la

etiología específica, sino a partir del papel que los factores sociales y culturales juegan

en las redes multicausales que producen la enfermedad y la muerte.10

En cuanto al estudio concreto de ésta epidemia de cólera, al poner en guardia a

una sociedad, proporciona al investigador un campo de estudio que puede aportar datos

9 Santo Tomás, M. (2003): opus cit.

10 Martínez Hernáez, A. (2008): Antropología Médica. Teorías sobre la cultura, el

poder y la enfermedad. Barcelona. Anthropos.

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30

partiendo de diferentes fuentes; por ejemplo las comisiones del Ayuntamiento pueden

aportar descripciones elocuentes de las viviendas de las clases populares, las posibles

causas que se barajan sobre el origen del cólera, pueden ilustrar sobre la alimentación, el

tema del aislamiento y los cordones sanitarios y cuarentenas a él vinculados, pueden

contribuir al mejor conocimiento de rasgos de solidaridad e insolidaridad entre la ciudad

y otras poblaciones cercanas, e incluso entre las clases sociales; así mismo los perjuicios

que éstos remedios causan al comercio pueden ilustrar sobre las actividades económicas

de la ciudad. Y por último la medicina de la época y su situación también pueden

quedar reflejados: actitud de la clase médica, sectores sociales más expuestos, atención

o abandono de los enfermos, etc.

A la vista de lo anterior, y lo apuntado en el apartado dedicado al estado de la

cuestión, los objetivos concretos que se plantea cubrir ésta tesis son los siguientes:

- Describir las condiciones higiénicourbanísticas y sanitariosociales de la ciudad

de Plasencia en el momento de iniciarse la epidemia.

- Estudiar el curso de la epidemia de cólera de 1833 a 1835.

- Determinar las repercusiones de la epidemia sobre la ciudad de Plasencia.

- Valorar el comportamiento y actitud, es decir, la cultura sanitaria adoptada no

solo por parte de las autoridades locales ante la situación de epidemia, sino

también del Gobernador y las Juntas de sanidad provincial y local, con las que

aquellas mantenían una estrecha relación de colaboración y dependencia, frente

a una situación que a priori se presentaba caótica, pues además de ser la primera

vez que el cólera alcanzaba éstas latitudes, la ciencia médica desconocía su

etiología, profilaxis y tratamiento.

- Mostrar el discurso científico de los médicos españoles sobre el cólera, y evaluar

en qué medida las decisiones tomadas en materia sanitaria por parte de las

autoridades locales fueron coherentes con dicho discurso.

- Evaluar si la epidemia dinamizó las iniciativas conducentes a introducir mejoras

de carácter sanitario o social en Plasencia.

Con el fin de poder cumplir los objetivos propuestos se ha considerado dividir

la investigación en cinco grandes apartados, que incluyen desde diversos ángulos, los

temas propuestos, ya sea a manera de hipótesis generales y concretas o de preguntas

sencillas o complejas, según el caso. En el marco teórico-metodológico, en el cual

Page 31: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

31

estamos, se aborda el planteamiento general, el método y las técnicas en las que se basa

la investigación. Se describen los “modelos” utilizados para el estudio de la enfermedad

(en general), y también se mencionan las investigaciones más importantes respecto a

esta epidemia de cólera en España. Se decide no utilizar un modelo formal único; sino

seguir varias líneas de investigación, (al igual que L. Márquez Morfín en su estudio

sobre el cólera y el tifo en la ciudad de México), pero con un eje central que es la

Cultura Sanitara de las autoridades locales. Por tanto, con el objeto de no aplicar

mecánicamente ningún modelo, se ha preferido trabajar una línea central de estudio,

alrededor de ciertas prioridades de investigación.

El segundo apartado describe la enfermedad del cólera. Es un intento de

mostrarla a través de los ojos de aquellos cronistas, testigos directos que la vivieron y

estudiaron. Se trata de un capítulo en el que soy totalmente consciente del abuso que he

realizado de la trascripción literal, pero que considero necesaria, ya que de ésta manera,

a modo de apuntes etnográficos se describe su sensación subjetiva, las medidas de

precaución que se recomendaron, su tratamiento, sus cuidados, etc.

El tercero muestra de qué modo ha respondido la humanidad ante las grandes

epidemias, y pone de relieve los principales datos relativos a la historia de la primera

epidemia de cólera en España y Extremadura. Se desarrollan aspectos relacionados con

las grandes epidemias en general, y con el cólera en particular, su conflictividad

científica en torno a la contagiosidad o no de la enfermedad, etc. Nos pone en situación

para comprender la relación del cólera con la salubridad e higiene.

El cuarto apartado se dedica a mostrar el contexto histórico y social en el cual se

desarrolla el devenir de los acontecimientos. Dentro de un capítulo titulado el escenario

y sus actores se muestran las condiciones de Plasencia a nivel local. La descripción de

la ciudad en sus diversos sectores, con respecto a la salubridad, así como a sus

habitantes, ocupaciones, etc; debe ser un aspecto relevante dentro del trabajo; y debe

ser, además, una incursión minuciosa dentro de la historia urbana del momento. Esta

área de estudio debe permitir familiarizarnos con la situación y tipo de vida que

llevaban los placentinos, según su inserción en la sociedad; así mismo debe acercarnos

al análisis de la enfermedad como fenómeno social a partir de una diversidad de

indicadores, tanto biológicos (endógenos), como los del medio (exógenos); es decir, las

manifestaciones de la enfermedad por medio de las distintas condiciones de vida,

Page 32: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

32

trabajo, alimentación, vivienda, higiene, hábitos y cuidados. Más aún, si se pretende

conocer el proceso colectivo de la enfermedad, y cómo se manifiesta en un momento

determinado en la población, es imprescindible situar los datos con los que contamos en

su contexto. Pero además será necesario contextualizar a un nivel más general las

condiciones sanitarias, es decir, realizar un repaso de la sanidad española en la primera

mitad del siglo XIX.

El quinto lleva por título la hipótesis de partida de ésta investigación:

“Respuestas sociosanitarias similares en contextos socio-históricos diferentes”. Se

presentan las reacciones sociosanitarias de la epidemia de cólera en Plasencia,

reacciones, comportamientos y actitudes de las autoridades locales ante una enfermedad

de la que no se conocía su causa, ni remedio para combatirla. Todo ello forma parte del

capítulo más extenso (Plasencia -1832-1835- reacciones sociosanitarias ante la epidemia

de cólera: respuestas similares en contextos diferentes), que muestra el devenir de los

acontecimientos dentro de un escenario concreto (las reuniones de las autoridades

locales). Este apartado es el más importante, vincula las ideas vigentes sobre la causa

de la enfermedad y la implementación de las medidas preventivas para combatirla, y

analiza el papel que jugaron las autoridades locales en la aplicación de las políticas de

salud pública. Trata de conocer la estructura institucional que se creó a nivel local,

cuáles fueron las dificultades que existieron para la implementación de esas medidas, si

fueron similares o diferentes a las llevadas a cabo en otros contextos, las personas que

participaron en ésta coyuntura, los mecanismos de control y las consecuencias de la

epidemia.

En el apartado sexto se presentan las conclusiones, las cuales deben ser

reveladoras en cuanto a la relación entre condiciones de vida y salud; asimismo, para los

aspectos relativos a la organización socioeconómica y política, a los hábitos y

costumbres, así como a los factores ideológicos.

En el apartado séptimo se presenta un glosario de términos que aclaran

conceptos diferentes.

En el octavo de detallan los archivos y bibliogecas visitados y las fuentes

consultadas.

El apartado noveno se dedica a la documentación y bibliografía.

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33

Y en el décimo se reproducen documentos, manuscritos, etc., que considero

representativos por su capacidad de ilustrar sobre diversos aspectos tratados en la tesis.

3. Marco metodológico

El mundo de la historiografía médica experimentó una auténtica renovación y

un notable impulso tras la argumentación hecha por Sigerist en 1945 a propósito de la

necesidad de emprender estudios que destacasen cómo las mejoras operadas en los

factores integrantes de la infraestructura sanitaria de una sociedad repercutían en la

salud de sus habitantes.11

Algunas décadas más tarde, el doctor José María López Piñero

insistió en la urgencia de construir el discurso histórico en el campo de las

investigaciones médicas sobre nuevos supuestos metodológicos.12

De acuerdo con un

enfoque multidisciplinar, el estudio epidémico ni podía ni debía ceñirse exclusivamente

al tratamiento de textos médicos, como fue la pauta seguida en líneas generales hasta la

fecha; por el contrario debía ampliarse todo lo posible el abanico de fuentes, como

respuesta a las muy diversas variables que intervienen en el proceso morboso.

El enfoque de este trabajo es multidisciplinario; esto es, se relacionan los

resultados de las estadísticas obtenidas en la epidemia con diversas variables, sociales,

de índole demográfica, epidemiológica y de comportamiento urbano. Las metodologías

utilizadas son propias de la historia, la demografía, la antropología y la medicina. Se

analizan cuestiones de carácter epidemiológico y de salud pública, pues las

determinaciones biológicas de la epidemia no pueden deslindarse del contexto en el que

se produjeron. De acuerdo con la pauta metodológica planteada tratamos de construir un

discurso histórico global, y a tal fin será necesario extender la investigación a aquellos

campos que a priori arrojen alguna luz sobre el tema, con el objeto de aprehender de

qué modo vivió la sociedad placentina aquella situación de catástrofe y cómo respondió

(cultura sanitaria).

Una vez planteado el objeto de estudio y la metodología mediante la que

abordaré el análisis de la epidemia en Plasencia, creo oportuno esbozar algunos

enfoques aplicados y mantenidos respecto al tema del estudio de la enfermedad y a otros

11

Sigerist, H. E. (1945): Civilization and Disease. New York. Cornell University Press,

págs. 35-36. 12

López Piñero, J.M. (1975): Las nuevas técnicas de investigación histórico-médica”.

Valencia. Real Academia de Medicina de Valencia.

Page 34: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

34

afines, es decir, se hace necesario realizar un repaso a cómo se ha estudiado la

enfermedad: “los modelos”.

El estudio particular de las enfermedades del pasado adquirió forma a partir de

las grandes epidemias como ésta. De ahí que en torno a ellas se constituyeran los

trabajos de historia de la medicina y de sociología de las enfermedades, así como el

concepto de la patología en los grupos populares, opuestos a los dominantes. La

enfermedad ha sido un tema abordado por especialistas de todas las épocas. Varios

enfoques o modelos de análisis han predominado en correspondencia con situaciones

históricas concretas, así como con los objetivos y formación de cada investigador:

1. El enfoque de la historia de la medicina o historia natural de la morbidez: Este

enfoque busca origen, manifestaciones, número y tipo de padecimientos; así

mismo considera la enfermedad como un proceso biológico acontecido en

sujetos determinados. En esta concepción, son destacados los fenómenos que

crean una dicotomía entre el ser social y el ser biológico. Se centra en los medios

(tecnologías, avances médicos, descubrimientos, descubridores) con los que ha

contado la medicina, en su enfrentamiento con la enfermedad. El modelo incluye

cuadros generales de las especies mórbidas, donde el enfermo y el médico

quedan abstraídos .13

La medicina de finales del siglo XVIII y principios del XIX

asumió como axioma una tajante dicotomía entre el hombre y la enfermedad;

sobre todo, a partir de la clínica. En ésta el cuerpo se convierte en un espacio

observable: “se abre a la mirada y al saber”; se vuelve objeto científico.14

La principal problemática para el estudio de la enfermedad mediante esta

perspectiva de investigación radica en insertar la enfermedad dentro del discurso

histórico de la medicina y de las instituciones médicas. En palabras de Lebrun,

reduce el cuerpo a su estricta corporeidad y convierte el infortunio en objeto de

observación y contabilidad.15

Este autor, y otros como Biraben, proponen el

estudio de la población buscando los factores que expliquen la mortalidad dentro

de un grupo social en una época determinada. Resaltan la importancia de

encontrar relaciones entre las condiciones alimentarias, sanitarias y médicas en

13 Foucault, M. (1986): El nacimiento de la clínica. Siglo XXI. México. 14

Revel, J. y Peter, J.P. (1980): “El cuerpo. El hombre enfermo y su historia”, en Le

Goff y Nora, Hacer la Historia. Laia. Barcelona. 15 Lebrun, F. (1971): “Les hommes et la mort en Anjou aux 17º et 18º siècles. Essai de

demographie et de psychologie historiques”. Mouton. Paris.

Page 35: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

35

las cuales vive el grupo. Por lo general estos trabajos se han efectuado dentro del

ámbito médico.

2. Enfoque de la sociología de la enfermedad: El estudio de la enfermedad, si se

considera el plano socioeconómico y político, parte de un esfuerzo orientado a

vincular al individuo y la sociedad dentro del problema que la teoría plantea

acerca de aquélla. Tuvo su origen en el campo del funcionalismo estructural; en

particular, en los de la psicología, la sociología y, más concretamente, la

epidemiología. Sin embargo, no ha sido fácil integrar lo social, pues a pesar de

que es posible detectar distribuciones específicas de ciertas enfermedades en

ciertos grupos sociales, muchas veces no se logra llegar a una interpretación

cabal debido según Vasco a que el marco teórico necesita ser concretado. Autor

que considera que este hecho limita las probabilidades de integrar lo social, pues

en el nivel conceptual sólo es posible aspirar a una formulación de las llamadas

teorías del entendimiento. Primero, porque hay una insuficiencia explicativa en

ella, aún cuando utiliza el método de evaluar la distribución de las enfermedades

en ciertos grupos sociales; sin embargo, hace falta trabajar con un modelo teórico

que permita comprender estos fenómenos.16

Esta vía de análisis Revel y Peter la llamaron sociología de la enfermedad.

En ésta, los historiadores han tratado de incorporar categorías que les permitieran

entender la presencia de la enfermedad en diferentes sociedades, y la

relacionaron con datos demográficos. De esta manera se evalúa el papel de las

instituciones sanitarias, los procesos de marginación y segregación de los

enfermos pobres; asimismo, aspectos socioeconómicos, desempleo y alimentos,

etc. En estudios así se intentan revelar el efecto de la presencia de la peste, de las

enfermedades epidémicas o de las cotidianas; no obstante, no sólo se hace desde

el punto de vista cuantitativo, sino tratando de encontrar el significado de las

distintas conceptualizaciones acerca de lo que eran las enfermedades. Estos son

modelos de investigación mórbida, en los cuales se diversifica el enfoque y se

intenta integrar los datos de esta sociología de la enfermedad con un análisis más

16 Vasco, A. (1979): Enfermedad y sociedad. Editorial Hombre Nuevo. Colombia.

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36

rico. Ejemplos de éste tipo de investigaciones los tenemos en: Lebrun, 1971,17

Bardet, 1983,18

Oliver 1986,19

y Pérez Moreda 1980 20

.

3. El estudio de la enfermedad a través del enfermo: Esta tendencia pretende

describir la vivienda del sujeto, para el cual la enfermedad adquiere sentido. Esta

visión implica hacer hablar al enfermo, interrogarlo, dejarle expresar. A

diferencia del discurso médico, no interesa solo y exclusivamente el cuerpo del

sujeto como objeto científico. Esto ha hecho que los historiadores no puedan leer

ese cuerpo silencioso en los archivos y en sus relaciones de médicos; en la

correspondencia administrativa de los hospitales; en los manuales eclesiásticos;

en los tratados de los boticarios y cirujanos. En palabras de Revel y Peter (1980),

el historiador debe tener una actitud distinta: “nuestros textos, tejidos de

certidumbre, están llenos de silencios y de fugas (…): Hay que estar atento a

estos jalones alrededor de los cuales en el documento lo dicho y lo no dicho,

solidarios se articulan”.21

Entraríamos entonces dentro del rol del enfermo para el que Parsons plantea

cuatro atributos universales básicos, a pesar de las diversidades culturales

previsibles en cuanto a su materialización en la acción social. El primero supone

una exección de las obligaciones sociales asociadas a otros roles, pasando el

actor a una situación de dependencia e incapacidad. El segundo es que no se le

atribuye al enfermo ninguna responsabilidad en cuanto a su enfermedad,

interpretándose ésta socialmente como una situación que se produce al margen

de la voluntad del actor. Los dos últimos tienen que ver con las expectativas que

la sociedad deposita en el enfermo: éste tiene que entender su situación como

17 Lebrun, F. (1971): “Les hommes et la mort en Anjou aux 17º et 18º siècles. Essai de

demographie et de psychologie historiques”. Mouton. Paris. 18 Bardet, J.P. (1983): Rouen aux XVII et XVIII siècles. Le mutations de un espace

social. Sedes. Paris. 19 Oliver, L.V. (1986): Un verano mortal. Análisis demográfico y social de una

epidemia de cólera en Guadalajara 1833. UNED. México. 20 Perez Moreda, V. (1980): La crisis de mortalidad en la España interior (siglos XVI-

XIX). Siglo XXI. Madrid. 21 Revel, J. Peter, y J.P. (1980): art cit.

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37

algo no deseable y debe buscar ayuda técnica competente para resolver su

disfunción.22

Estando de acuerdo con Herzlich y Pierret, que en cada época es el individuo

el que está enfermo; sin embargo, lo está a los ojos de la sociedad, en función de

ella y dentro de las relaciones sociales del individuo. Hay que buscar bajo

diversas formas, dar la palabra a quienes habitualmente no la tenían.23

En cuanto

a la salud recordemos que la OMS la define como “un estado de completo

bienestar físico, mental y social”, y no simplemente la ausencia de enfermedad o

invalidez. Aquello que se entiende por bienestar es ciertamente diverso, no solo

transculturalmente, sino dentro de un mismo contexto social.24

Dentro de esta tendencia, Revel y Peter plantean que la enfermedad puede

ser un lugar privilegiado desde donde observar mejor la significación real, por

ejemplo, de algunos mecanismos administrativos, prácticas y costumbres, las

relaciones entre los poderes y la imagen que la sociedad tiene de sí misma.25

Esto

implica rebasar la simple búsqueda de relaciones estadísticas entre fenómenos de

índole biológica y las condiciones sociales; estas se convierten en variables que

supuestamente explican la presencia de la enfermedad, la cual es el objetivo de la

sociología de la morbidez. Se trata, por lo tanto, de abordar un aspecto cotidiano

como el de las enfermedades, pero con ojos nuevos; es decir, partiendo de

concepciones distintas; insertándolo en esa corriente historiográfica que no sólo

plantea nuevas rutas, sino objetos de estudio muy poco comunes.26

Este tipo de

estudios se ha desarrollado particularmente en Francia, gracias a las

características de la documentación de sus archivos, así como al desarrollo de

esta metodología.

22 Martínez Hernáez, A. (2008): Antropología médica: teorías sobre la cultura, el poder

y la enfermedad. Barcelona. Antropos Editorial. 23 Herzlich, C. y Pierret, J. (1984): “Maladies d´hier, malades d´aujoud´hui. De la mort

collective au devoir de guérison”. Payot. Paris.

24 Martínez Hernáez, A. (2008): Opus cit. 25 Revel, J. y Peter, J.P. (1980): Art cit. 26 Revel, J. y Peter, J.P. (1980): Art cit.

Page 38: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

38

4. El estudio de la enfermedad como producto de la forma de vida: Se trata de

modelos para la investigación sobre la salud y la enfermedad que proceden del

campo de la medicina actual; en particular de la epidemiología, como el de

Alberto Vasco, autor que propone abordar el tema mediante el análisis de la

forma de vida, entendida como: “la materialización de un individuo relacionado

de una manera históricamente determinada y específica, a otros individuos y a

una organización que se expresa no sólo en conductas, actitudes, posiciones

políticas e ideológicas, sino en situaciones subjetivas, sintomáticas que

constituyen o determinen el comportamiento social del individuo”.27

Este

planteamiento es general, pero su autor lo propone con categorías comprensivas

y con un cuerpo de proposiciones de igual nivel. Con el fin de concretar el

concepto de forma de vida, Alberto Vasco plantea que éste puede ser entendido

como las condicionantes por las cuales ciertas personas y ciertos grupos tienen

una forma específica de relacionarse con los demás, en los niveles político,

laboral, etc. Vista así, la enfermedad es una forma particular de vida, “resultante

de las sobredeterminaciones que a partir de los conocimientos científicos se han

ido detectando”.28

Tal modelo lo ha aplicado a sus investigaciones sobre la salud

de poblaciones actuales. El cólera como enfermedad que nos ocupa está

producida por la acción de un agente microorgánico, pero la pobreza, por

ejemplo, está en la base de la distribución mundial de éste proceso mórbido de

igual manera que en el substrato de múltiples enfermedades infecciosas, como la

tuberculosis o la disentería.29

Autores procedentes de la antropología médica

italiana como Tullio Seppilli, Paolo Bartoli o Paola Falteri plantean un rescate de

la dimensión histórico-cultural y política de la enfermedad, y especialmente de la

medicina popular. En lo subalterno, en lo popular, en ese discurso que el

positivismo siempre ha asociado al error, es precisamente en donde la

antropología italiana ha tratado de articular una aproximación crítica y aplicada

como la educación sanitaria. Esta es la línea de investigación que ha mantenido

el Centro Sperimentale di Educazione Sanitaria de Perugia con la aportación de

antropólogos como Sepilli y Bartoli. El objetivo no es el de ejercer una simple

27 Vasco, A. (1979): Enfermedad y sociedad. Editorial Hombre Nuevo. Colombia. 28 Vasco, A. (1979): Ibidem.

29 Martínez Hernáez, A. (2008): Opus cit.

Page 39: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

39

asesoría a la biomedicina para que complete su empresa de inculcación, sino el

de hacerle ver, en su contraposición con los saberes populares, el juego de

dominación en donde se inserta y de permitir, en una relación dialéctica, la

intervención de los propios actores en los mecanismos de comunicación y

transformación de las doctrinas en materia de salud.30

5. El enfoque del “proceso salud-enfermedad”, que define éste como un fenómeno

histórico, como proceso biológico y social que se va a expresar en el individuo;

pero cuyas características estarán sujetas al tipo de movimiento de la estructura

de la sociedad, en cada formación social históricamente determinada. Ejemplos

de investigaciones llevadas a cabo bajo este modelo los tenemos en Cuellar y

Peña 1985,31

Laurell 1979,32

y Menéndez 1981 33

. Responde a un planteamiento

fundamentado en las investigaciones del proceso salud-enfermedad en las

poblaciones actuales y aplicado a éstas. Ha sido desarrollado, en parte, por

especialistas en el campo de la salud pública y de la medicina. Dentro de éste

enfoque también tendría cabida la etnografía y con ella el método etnográfico,

que en los últimos años se ha revelado como un potente instrumento para la

promoción de la salud, para la adaptación regional de las políticas sanitarias

internacionales y para afrontar los retos locales de una salud cada vez más global

e interdependiente.34

El desarrollo de éste enfoque ha sido criticado por Vasco,

quien piensa que se encuentra en un alto grado de generalidad y, a veces, aislado

del nivel geográfico de grupo (gente que vive en una misma región, clima, etc.);

así como del nivel personal (edad, sexo, ingreso socioeconómico, ocupación,

hábitos, costumbres, creencias…). Por otro lado, dice, se trata de categorías

surgidas en otro campo y tomadas como patrón. Sin embargo, éstas no han

partido de una práctica concreta, y por lo tanto, impiden derivar de ellas más

conocimientos, más posibilidades; se convierten muchas veces en aplicaciones

30 Martínez Hernáez, A. (2008): Opus cit. Pg. 166. 31 Cuéllar, R. y Peña, F. (1985): El cuerpo humano en el capitalismo. Ed. Folios.

México. 32 Laurell, C. (1979): La salud-enfermedad como proceso social. UNAM. México. 33Menéndez, E. (1981): “Poder, estratificación social y salud. Análisis de los

condicionantes sociales y económicas de la enfermedad en Yucatán”. Cuadernos de la

Casa Chata, 13. México.

34 Martínez Hernáez, A. (2008): Opus cit. Pg 175.

Page 40: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

40

mecánicas. Se abusa de términos y conceptos provenientes de la biología, la

clínica y los conceptos de clase, modo de producción, lucha de clases; quedan

como investigaciones con falta de rigor o mecanicistas. Este autor, especialista

en salud pública y epidemiología, analiza de una manera clara el desarrollo de las

investigaciones sobre el proceso salud-enfermedad. Para él “la inclusión de

categorías como modelo de producción, clases sociales, explotación… en el

lenguaje de quienes se proponen estudiar la enfermedad y los enfermos, se ha

traducido en la apertura de un nuevo camino, pero también en una serie de

afirmaciones que, si bien pueden ser ciertas, correctas, se mueven en un tal

grado de generalidad, que los hace poco utilizables en el quehacer cotidiano de

los trabajadores de la salud”.35

En lo que a Enfermería se refiere, el fenómeno de la disciplina ha planteado

interrogantes dirigidas hacia una exploración del foco social y el compromiso de la

profesión. En los últimos años se ha manifestado una búsqueda de identidad

profesional, esfuerzo que se ha canalizado a través del campo de la investigación

histórica. Publicaciones recientes muestran una fuerte tendencia a indagar los orígenes

sociológicos, antropológicos y los antecedentes históricos de las prácticas de

Enfermería.36

La investigación ha cumplido a través de la evolución de la profesión un

papel preponderante, otorgando los elementos que han servido para sustentar el

conocimiento que fundamenta y justifica la existencia de los cuidados profesionales. A

Florence Nightingale se le reconoce como la primera investigadora de Enfermería,

porque sus reformas se basaron en una investigación cuidadosa. El interés por los temas

de historia, igual que ocurre con los aspectos metodológicos de la Enfermería, arranca a

partir de los años 80 del pasado siglo con un ascenso y consolidación en la década de

los 90 y primera de éste siglo. En éste tiempo las tendencias y modelos utilizados en el

estudio histórico de la profesión han sido los siguientes:

1. Modelo centrado en aspectos sociológicos de los cuidadores e instituciones.

Uno de los trabajos de mayor interés en éste campo es la tesis de Domínguez

35 Vasco, A. (1979): Enfermedad y sociedad. Editorial Hombre Nuevo. Colombia.

36 D´Antonio P. (1997): “Toward a history of research in nursing”. Nursing Research.

Mar-Apr (2): 105-10.

Page 41: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

41

Alcón,37

quien estudia el trabajo de los cuidadores y la atención a los

enfermos en los hospitales medievales. Otro es el trabajo publicado por

Eseverri Chaverri38

centrado en la historia de la Enfermería

hispanoamericana, y que da cuenta de los entresijos de la vida interna de los

hospitales y las distintas órdenes que se dedicaban al cuidado de los

enfermos y marginados, así como de los estatutos y normas que regulaban su

funcionamiento interno.

2. Aproximación a la historia de la Enfermería desde una mirada antropológica,

es decir, examina los cuidados de enfermería desde sus elementos culturales.

Esta tendencia o modelo cumple el importante papel que debe cumplir la

historia, que es la función de explicar para ayudarnos a los cuidadores a

comprender nuestro papel y poder producir cambios democratizadores en la

estructura sanitaria. En éste sentido y dentro de una ideología de género, los

textos ponen en evidencia las distintas formas de exclusión y manipulación

vividas por las mujeres en contacto con la institución médica. Las profundas

reflexiones acerca del papel de subordinación y absolutamente secundario de

matronas y enfermeras, frente a la hegemonía médica en los últimos siglos,

como resultado de la discriminación de las trabajadoras de la sanidad por

razones de sexo, nos abren una puerta para tratar el tema de la ideología de

género en el campo de la salud desde la corriente de la “Historia

Antropológica”.39

Dentro de ésta tendencia o modelo de aproximación desde la

antropología y las ciencias sociales están los estudios de historia social, que

apuestan por reconstruir la historia de los cuidados de Enfermería a través de

la historia social, donde encaja perfectamente el campo de los cuidados

enfermeros, porque su historia es una historia desde abajo, cuyos actores y

escenario están en contacto directo con el mundo marginal de pobres,

enfermos y desvalidos, con la gente de la calle que pierde la salud, a menudo

por la miseria y falta de recursos; y es además la historia de cuidadores que

37

Domínguez Alcón, C. (1986): Los cuidados y la profesión enfermera en España.

Madrid. Pirámide. 38

Eseverri Chaverri, C.(1995): Historia de la enfermería española e hispanoamericana.

Madrid. Univérsitas. 39

González Canalejo C. y Márquez Membrive J. (2000)“¿Hacia dónde va la historia de

la enfermería?”. Cultura de los cuidados. Año IV. Nº 7 y 8.

Page 42: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

42

simultanean las tareas de las instituciones hospitalarias en las que trabajan

con la asistencia domiciliaria, y que interactúan con lo que hoy se denomina

“el sujeto social”.40

Dentro de éste campo, que bien se podría considerar

como el de la microhistoria antropológica, González Canalejo y Márquez

Membrive proponen diversos temas de investigación, como el de la trilogía

religión-enfermedad y remedios populares. Experiencias determinadas en el

proceso salud-enfermedad de individuos, familias y grupos sociales, el

comportamiento de los pacientes ante la muerte, aspectos de salubridad de

una comunidad teniendo la salud como indicador de bienestar social, por

ejemplo el estudio de los condicionamientos sociales y su relación con las

epidemias y la higiene pública en cualquier periodo de la historia.

3. Otra corriente es la que se centra en estudios que profundizan en el proceso

de profesionalización de la Enfermería. Un ejemplo es el de M. Santo

Tomas; quien se centra en proporcionar una visión global acerca de las

causas que han favorecido el hecho de que la profesionalización de la

Enfermería, dentro de un marco laboral y de laicización de las enseñanzas a

los cuidadores, se haya realizado en nuestro país mucho más tarde que en el

resto de los países de cultura occidental.41

Dentro de éste modelo, hay

trabajos que analizan el control e influencia que la Iglesia ha ejercido en el

desarrollo de la profesionalización enfermera a lo largo de los siglos, tanto

en la enseñanza como en la administración de las instituciones prestadoras

de cuidados.42

Dentro de ésta tendencia, hay autores como González Canalejo

y Márquez Membrive, quienes consideran que a menudo falta objetividad

dentro de ella; es decir, respecto al tema eclesiástico consideran que es un

campo necesario para profundizar debido a la escasez de estudios

comparativos respecto al modelo pedagógico de las escuelas no católicas

europeas en relación a las escuelas de los países de la cuenca mediterránea,

las cuales siguieron bajo el control de la Iglesia católica de forma

ininterrumpida a lo largo de la historia. De ésta forma se podría entrar de

lleno en las causas que frenaron el proceso de profesionalización e

40

González Canalejo C. y Márquez Membrive J. (2000). Ibidem. 41

Santo Tomás M. (1994), en C. Fernández Ferrín y otros, Máster de Enfermería,

Enfermería Fundamental. Masson. Barcelona. Pgs. 3-131. 42

Hernández Conesa J. (1995). Historia de la Enfermería, un análisis histórico de los

cuidados de enfermería. Madrid, Interamericana McGraw-Hill.

Page 43: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

43

institucionalización de las enseñanzas en España.43

Y dentro de ésta

tendencia también hay trabajos centrados en aspectos de la docencia (planes

de estudio, perfil docente, aparición de escuelas, funcionamiento…), y en el

asociacionismo profesional.

¿A partir de qué modelo en particular relacionaré la perspectiva de esta

investigación?. He preferido seguir el camino de otros investigadores, sobre todo el de

Márquez Morfín44

, al no relacionar la perspectiva de mi trabajo con un modelo

particular, sino que trato de desarrollar, eclécticamente, varias líneas de investigación,

pero con un eje central, que es la Cultura Sanitara de las autoridades locales. Por tanto,

con el objeto de no aplicar mecánicamente ningún modelo, se ha preferido trabajar una

línea central de estudio, alrededor de ciertas prioridades de investigación:

1. Los planteamientos presentados en los modelos que analizan las condiciones

de vida y salud (Vasco, Laurell, Menéndez), me sirven de punto de partida

para estudiar la enfermedad del cólera en Plasencia; si no de manera formal,

sí para elaborar el orden de prioridades de investigación y una hipótesis de

trabajo; sobre todo al llamar la atención sobre la manera cómo actúa el modo

de vida para permitir la presencia y gravedad de algunas enfermedades.

2. La base teórica del análisis del proceso “salud-enfermedad” puede ser útil

para entender que la enfermedad no es únicamente un proceso biológico,

sino que tiene determinaciones externas; éstas pueden ser sociales,

económicas, ideológicas, etc. Lo cual es necesario considerar en el momento

de hacer interpretaciones de resultados de la investigación. Será necesario

reconocer que no se trata de asociaciones causales estadísticas entre aspectos

sociales y enfermedades, sino que es necesario resaltar los factores causantes

de posibles desigualdades sociales.

3. En la línea central de investigación se hallan relacionadas las ideas acerca de

la enfermedad, se examinará cómo los discursos de las autoridades (locales

sobre todo, pero también provinciales y nacionales), de las instituciones

médicas, de las eclesiásticas, pudieran ser diferentes entre si, o si por el

43

González Canalejo C. y Márquez Membrive J. (2000): Art. cit. 44 Márquez Morfín, L. (1994): La desigualdad ante la muerte en la ciudad de México:

El tifo y el cólera. Siglo XXI. México.

Page 44: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

44

contrario siguen una misma línea, acorde con la seguida por las autoridades

locales; se investigará si las decisiones adoptadas en materia de prevención y

lucha contra la enfermedad iban en consonancia, o no, con intereses

particulares de cada grupo, con el nivel de conocimiento médico del

momento, o vinculados a aspectos de índole cultural tradicional.

4. Desde la microhistoria antropológica me acerco a la vida cotidiana y a una

desigualdad social ante la enfermedad; a su etnografía.

Desde el punto de vista de la ciencia médica, el siglo XIX estaba impregnado de

nuevas ideas y descubrimientos que iban cambiando las concepciones mantenidas

durante siglos; ideas sobre el origen de las enfermedades como castigo divino. A

medida que los conocimientos científicos avanzaban, las grandes epidemias que

asolaban a la humanidad dejaban de ser castigo de Dios por una conducta errada del

hombre y adquirían causas concretas; gérmenes, virus o bacterias. Los avances médicos

llevaban a asociar suciedad, hacinamiento, viviendas inadecuadas y falta de alimentos

con la aparición de ciertas enfermedades. En el siglo XIX cobra vida y adquiere fuerza

la idea de cambiar esas condiciones, así como el tema de la higiene y la sanidad; de esa

manera las autoridades también se enfrentan al problema de organizar y administrar los

servicios de salud, y de tomar medidas sanitarias adecuadas.45

Se trata de indagar en la cultura sanitaria, es decir, las actitudes de las

autoridades y de los médicos respecto a la enfermedad, su etiología, mecanismo de

transmisión, medidas de prevención y control etc.; así como respecto a su

reconocimiento social y las circunstancias especiales que la rodearon, y las teorías,

conceptos e ideas que daban respuesta a tales interrogantes, las explicaban y que sirven

de base para la asistencia social.

Seleccionado el tema en el que se centra la investigación y la proposición de la

metodología para abordarlo, el siguiente paso será acudir a las fuentes, es decir será

necesario llevar a cabo todo el trabajo de acopio de información. El material que

considero necesario para la elaboración de ésta tesis, tanto en lo referente a las fuentes

primarias como lo relativo a la bibliografía crítica, aparece detallado en el apartado

45 Sigerist, H. (1984): Hitos en la historia de la salud pública. Siglo XXI Editores.

México.

Page 45: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

45

reservado a la bibliografía. La búsqueda documental y la recogida se ha realizado en

diversos archivos y bibliotecas, principalmente el Archivo Municipal de Plasencia, en

el que se han revisado los libros de actas de sesiones municipales, actas de la Junta

Municipal de Sanidad, y el Boletín Oficial de la provincia; también el Archivo de la

Catedral de Plasencia, donde he consultado sus actas capitulares; y el Archivo histórico

provincial. De los Registros parroquiales he recogido la información necesaria para

evaluar la mortalidad por cólera, y las bibliotecas visitadas (la nacional, la municipal de

Plasencia y la del centro universitario de la Uex), me han aportado abundante

bibliografía sobre la epidemia con fondos desde 1833 hasta la actualidad.

La labor de recogida y revisión de documentación bibliográfica tiene como

resultado la elaboración de un doble fichero:

1. Fichero bibliográfico: En él se pretende incluir la información necesaria relativa

al tema de investigación, y me sirve además para detallar al final del trabajo la

relación de la bibliografía consultada. Al elaborar cada ficha bibliográfica, si se

trata de un libro se anota con mayúsculas las iniciales del nombre, luego en

minúsculas los apellidos, seguido del título, en cursivas, lugar de edición, editorial

que lo publica y año de su publicación. Si se trata de artículo de revista aparece

apellidos y nombre del autor, a continuación título del artículo, entre comillas, el

título de la revista en cursivas, el lugar de la edición, mes y año de la publicación

y número de las páginas que ocupa el artículo en la revista. La consulta de libros y

artículos publicados sobre la materia en la que se centra la investigación me

proporciona información relevante para enmarcar el tema de estudio, sirviéndome

de base para encajar comparativamente mis posibles aportaciones sobre las

investigaciones ya realizadas con anterioridad.

2. Fichero de contenidos: La consulta de publicaciones va generando a su vez un

fichero de contenidos, en el que he ido reseñando y sintetizando la información

más significativa de cada una de las obras consultadas. En cada ficha de contenido

se indica la palabra o palabras clave (descriptores) que hacen referencia al aspecto

concreto del tema de investigación al que se alude en cada ficha. Con ello se da

operatividad a su posterior uso. De cada ficha de contenido va surgiendo a su vez

un subfichaje. Elaboradas las fichas de contenido se van ordenando siguiendo un

criterio de catalogación por apartados de la tesis y por orden cronológico. Por

Page 46: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

46

último he de decir que a efectos prácticos en éste fichero dejo constancia también

de autores y de donde procede la información.

En cuanto a la documentación primaria, es decir, la procedente de actas de

sesiones, boletines, bandos, cartas, etc.; provinientes de los archivos consultados, ya sea

impresa o manuscrita, y que constituye la base argumental en la que se sustenta mi

modesta aportación al conocimiento de éstos hechos históricos, se analiza con rigor,

teniendo en cuenta el contexto en el que surgen estos documentos. Se realiza un examen

pormenorizado de la temática y datos que me aportan. Con ella también realizo un doble

fichero:

1. Fichero bibliográfico de fuentes primarias: Al igual que con la documentación

bibliográfica, cada documento empleado en la investigación ha sido fichado

convenientemente, al objeto de elaborar el repertorio documental que se incluye

en el informe de la investigación. En la ficha de cada documento se hace constar

los siguientes datos: título del documento, fecha en la que se produce (lugar, día,

mes y año), archivo de procedencia y los datos referidos a su catalogación

(sección y signatura).

2. Fichero de contenido de fuentes primarias: Para cada documento examinado se

va elaborando una ficha de contenidos, similar a la referida a libros y artículos de

revistas. En ella, además de los datos identificativos del documento se incluyen

las ideas principales de la información que proporciona, incluyendo si se estima

enriquecedor, alguna cita literal del documento. En algunos casos, teniendo en

cuenta la riqueza del documento, se transcribe éste en su integridad en el apartado

referido al anexo documental.

Todo este trabajo de recopilación me ha permitido:

1. Definir el objeto de mi investigación y el planteamiento de hipótesis de

partida, además de realizar una acotación cronológica y geográfica del tema

objeto de estudio.

2. Contextualizar la investigación en el ámbito de los estudios ya publicados

sobre el tema.

3. Identificar fuentes primarias consultadas.

4. Exponer los fundamentos que justifican la argumentación de las conclusiones

finales.

Page 47: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

47

5. Y por último establecer las conclusiones de la investigación.

4 La mirada antropológica: textos y contextos

Una de las múltiples paradojas de nuestro tiempo es que cuanto mayores son

los avances médicos y cuanto más destacado es el desarrollo biotecnológico más

necesitados estamos de teorías sociales que nos inviten a repensar la salud y la

enfermedad en nuestro mundo desigual y diverso. Por obra de nuestros imaginarios ya

sedimentados estamos demasiado inclinados a percibir la enfermedad como un

fenómeno exclusivamente biológico e individual y a omitir la manera en que las

desigualdades sociales, las estructuras de poder y los modelos culturales afectan y

determinan la salud. Este ejercicio parcial del pensar enmascara algunas evidencias,

como el impacto de la pobreza en la distribución mundial de las enfermedades o la

influencia de la moderna cultura del consumo en las nuevas concepciones sobre el

cuerpo, la salud y la subjetividad. El desarrollo de la biomedicina, con sus horizontes

reales e imaginarios de éxitos terapéuticos que prometen una contínua prolongación de

la vida, no puede sustituir el análisis cultural y sociopolítico de la enfermedad y los

tratamientos médicos.46

Dentro del campo de la Antropología se ha desarrollado un auténtico espacio

especializado, Antropología de la Salud, en torno al complejo salud / enfermedad /

cuidado y en conexión cada vez más fecunda de las ciencias sociales con otras

perspectivas demográficas, clínicas, epidemiológicas, sociológicas e históricas. En éste

campo caben diversas áreas de investigación que se pueden ver representadas en la que

se pretende realizar. Uno es el estudio de diferencias socioculturales en patrones de

morbi-mortalidad, en su distribución o su definición por los propios afectados, o en

cuya epidemiología intervengan factores culturales que requieran intervenciones

específicas y culturalmente adecuadas. Por ejemplo, las diferencias demográfico-

sanitarias que presentan minorías culturales en Occidente; o los síndromes específicos

asociados a ciertos grupos como el Kuru en Nueva Guinea o el LOM en gitanos

búlgaros, o el diseño de intervenciones específicas en relación a la pandemia de SIDA

46

Martínez Hernáez, A. (2008): Antropología médica: teorías sobre la cultura, el poder

y la enfermedad. Barcelona. Antropos Editorial.

Page 48: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

48

en poblaciones culturalmente definidas. En relación a ésta última, hace ya más de dos

décadas que emergió, y en el año 2003 se convirtió en la primera causa de muerte de los

menores de sesenta años en todo el mundo (2,2 millones de muertos). En algunos

lugares del planeta como Sierra Leona, en África, ha provocado actualmente la

reducción de la esperanza de vida a tan sólo 36 años, es decir, menos de la mitad de la

que goza un hombre occidental. A éste se ha unido recientemente el temor al SARS

(siglas que en Ingles definen el llamado síndrome respiratorio y agudo), iniciado en el

sudeste asiático. Durante la expansión de la gripe porcina, deberíamos recordar que la

OMS nos alertó sobre las gravísimas consecuencias que podría tener si pasara la cadena

humana otra enfermedad llamada “gripe del pollo”, o la seriedad con que ahora se

declara el Ébola como emergencia sanitaria, y aparece el primer caso en España, siendo

además el primero que se declara fuera de África. La aparición de estas nuevas

enfermedades ha originado el resurgimiento de ciertas actitudes intolerantes que

parecían superadas y que derivan, en el fondo, del temor tan humano a la muerte. Se

puede observar con frecuencia en los últimos años que a la prevención que

habitualmente se siente hacia el que es sencillamente diferente de nosotros se le ha

añadido, como peligroso criterio de rechazo moral, la asociación entre el origen o la

difusión de algún síndrome y la diferencia étnica o sexual. Así, con las primeras noticias

sobre la aparición del SIDA ha sido frecuente encontrar testimonios diversos que la

caracterizaban como enfermedad de los gays. Hoy, tras las noticias alarmantes del

SARS o de la “fiebre del pollo”, es fácil entrever el miedo del Occidente opulento hacia

la pobreza del llamado Tercer Mundo, que parece vengarse de aquél con esta nueva

epidemia.47

Pero es necesario recordar que éstas posturas no son nuevas, la medicina

recuperó entre el siglo VI y XVIII el papel político-social que había ejercido en la

Grecia clásica a través del neohipocratismo, una teoría naturalista sobre las causas de las

epidemias (miasmas y malos aires que emergían de los núcleos de pobreza de las

ciudades), que no cuestionaba los fundamentos de la sociedad y el poder, y que podía

sustentar la prevención y la terapéutica. De ella podía surgir un discurso revolucionario

sobre las causas sociales de la pobreza, o una postura pragmática o acomodaticia

resultante de ver a la pobreza en sí misma como causa de los miasmas.48

47

Beltrán Moya, J. L. (2006): Historia de las epidemias en España y sus colonias

(1348-1919). La Esfera de los libros, S.L. Madrid. 48 Comelles, J.M. y Martínez Hernáez, A. (1993): Enfermedad, Cultura y Sociedad.

Madrid. Edudema.

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49

Otra área de investigación puede ser el estudio de las teorías, saberes y

prácticas culturales relacionadas con la enfermedad y curación y que suponen una

alternativa, variación o complemento respecto al sistema biomédico hegemónico:

etnomedicina y etnofarmacología, etnosiquiatría, medicina tradicional, etc. Este campo

no es nuevo y penetrar en él, según el profesor Comelles, representó para el médico

luchar con alternativas sólidamente asentadas, puesto que eran fundamentales para la

reproducción social. Exigió de ellos un profundo conocimiento empírico del papel que

jugaban las prácticas terapéuticas y entidades morbosas delimitadas culturalmente,

puesto que en ellas debía articularse su práctica.49

Es en éste campo donde es necesario

profundizar, según el doctor Martínez Hernáez, ya que por ejemplo el fracaso de las

primeras campañas internacionales de salud pública llevadas a cabo en los años cuarenta

y cincuenta se debe a razones tan evidentes como la falta de sensibilidad ante las

concepciones culturales y las prácticas médicas de las sociedades autóctonas, y aconseja

el conocimiento de la realidad local por parte de los profesionales de la salud para poder

desarrollar con más acierto sus programas de promoción y educación para la salud. El

médico o agente de salud debe tener un adiestramiento antropológico para evitar que se

levanten barreras de resistencia que obstruyan o retarden el éxito de los programas.50

Otra puede ser el área dedicada al análisis del sistema biomédico imperante en

Occidente como un sistema sociocultural, incluyendo el análisis simbólico y cognitivo

de sus presupuestos, teorías y rutinas de intervención, como la etnografía de los

servicios e instituciones que lo configuran; y, por último, la investigación aplicada para

su transformación y mejora.

Una última área de investigación es la que aquí se propone, es decir, la

convergencia entre Antropología y Epidemiología. No se pueden diseñar programas

preventivos sin conocer aquellos aspectos culturales que favorecen o dificultan su

aceptación. Comelles destaca la necesidad de estudiar además las relaciones entre la

salud y las condiciones de vida determinadas por la posición social. Y destaca cómo los

factores patógenos existentes en algunos colectivos eran consecuencia de la posición

social y las variables que ejercían una influencia morbosa sobre la salud e impedían

alcanzar el bienestar, la salud y la felicidad.51

El análisis de las prioridades detectadas

49 Comelles, J.M. y Martínez Hernáez, A. (1993): Opus cit. 50

Martínez Hernáez, A. (2008): Opus cit. 51 Comelles, J.M. y Martínez Hernáez, A. (1993): Opus cit.

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50

desde la salud pública para enfrentarse a la epidemia debe contar con la aportación de

las ciencias sociales, particularmente de la antropología. Desentrañar la maraña de

significados, símbolos, comprender las reglas, normas, ideas y creencias que subyacen

y rigen los comportamientos es indispensable para modificar de manera socialmente

aceptable y asumible las conductas implicadas. Para lograr en definitiva que la respuesta

social a la enfermedad sea más acorde a las necesidades de cada tiempo y facilitar la

transición de aquellas formas iniciales y primitivas de alejamiento y huída hacia la

comprensión y la aceptación de la nueva enfermedad.

Con un objetivo específico, como el que aquí se propone, que tiene un

contenido más etnográfico e historiográfico y que tiene que ver con la comprensión de

las funciones sociales que la ciencia ha desempeñado en las relaciones del complejo

salud– enfermedad–sociedad, se hace necesaria también esa convergencia entre

Epidemiología y Antropología. Aunque la epidemiología, como ciencia heredada del

positivismo decimonónico occidental puede enseñarnos la naturaleza biológica de toda

enfermedad, para los historiadores el estudio sobre la incidencia de los episodios

epidémicos del pasado pasa por su contextualización histórica.

Desde la perspectiva holística, con análisis globales de la sociedad, y dentro de

la división artificial de la Antropología Médica expuesta por De Miguel, quien habla de

una epidemiología y estudios ecológicos, un análisis de las actitudes de la población

sobre la sanidad y los sistemas sanitarios, y una etnomedicina o “medicina

popular”,52

ésta investigación se plantea claramente dentro del segundo apartado.

Si el objetivo de ésta tesis es el estudio de la cultura sanitaria, es decir,

actitudes, comportamientos, percepciones y construcciones-representaciones sociales

generadas en las autoridades locales acerca de la enfermedad, el enfoque

interdisciplinario es necesario. Y dentro de éste enfoque interdisciplinario se debe

plantear desde la Antropología de la Salud y la Enfermedad, ya que desde aquí

podremos conocer el significado que la enfermedad adquirió en éste contexto cultural e

histórico y los usos sociales a que se prestó. El análisis de ésta cultura determinada que

se presenta como “otra”, me permitirá percibir su “particular existencia”, y comprender

que “hubo” otras formas de organizar la vida. Pero además, si hablamos de actitudes,

52

Kenny, M. y De Miguel, J.M. (1980): La Antropología Médica en España. Editorial

Anagrama. Barcelona.

Page 51: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

51

comportamientos, percepciones, construcciones sociales, opiniones, ideales, etc.,

entramos de lleno en el estudio del mundo de las mentalidades, un campo que surgió

hace ya varias décadas en el seno de la Nouvelle Histoire a través de nombres como

Georges Duby o Jacques Le Goff. Aun sigue teniendo un enorme poder de

convocatoria, debido a su indudable interés para reconstruir lo que se ha denominado el

“imaginario colectivo”, entendiendo por tal cómo los hombres y las mujeres de una

determinada época interpretan su propio mundo. Desde hace varias décadas, la historia

de las mentalidades viene ampliando su campo de investigación a toda clase de temas,

fuentes y campos del conocimiento, entre otros, la Antropología, la Arqueología, la

Historia del Arte y de la Literatura o la Historia Cultural. Para Michel Vovelle, su

análisis constituye la clave de la historia social, entendido como "el estudio de las

meditaciones y de la relación dialéctica entre las condiciones objetivas de la vida de los

hombres y la manera en que la cuentan y aun en que la viven".53

El estudio de las mentalidades en las catástrofes colectivas se presenta muy

complejo, ya que interactúan factores condicionantes de todo tipo y porque son

susceptibles de analizarse desde puntos de vista muy dispares también.

La incorporación de lo “científico” y lo biomédico al repertorio de la mirada

antropológica puede entenderse como una respuesta culturalista y relativista que

amortigua la ofensiva de las teorías biológicas en la exploración de terrenos como la

subjetividad y la cultura con una duda introducida por la puerta trasera. Una duda que

vendría a recordar que la biomedicina y la ciencia son también productos de la vida

social y la imaginación cultural.54

Vemos la enfermedad como construcción social, siendo configurada a partir

de los modelos simbólicos y cognitivos que una sociedad dispone y utiliza para

aprehenderla. Tratar antropológicamente una enfermedad ha sido, en gran medida,

relativizar el saber médico, percibiendo las conexiones existentes entre los paradigmas y

axiomas sobre los cuales se asienta el valor, las representaciones e intereses sociales

más amplios.55

Como apunta Akerknecht, enfermedad y medicina son funciones de la

cultura, evidentemente sobre una base biológica, pero no basta con que uno tenga una

53

Vovelle, M. (1985): Ideologías y mentalidades. Barcelona. Ariel, pág. 19. 54 Martínez Hernáez, A. (2008): Opus cit. 55

Carrera S. Naves Ribeiro, S. y Soares Musumeci, B.: “O tributo a Venus –

Contribucao a historia do combate as doencas sexualmente transmissiveis no Brasil”.

En Cuadernos de Historia e Saúde. Casa de Oswldo Cruz. Nº 2. 1992. Río de Janeiro.

Page 52: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

52

infección o esté enfermo, es necesario que la sociedad lo sancione como tal.56

En éste

sentido me pareció importante llevar a cabo un trabajo de acopio de axiomas

etnográficos que recogieran las percepciones médicas acerca de ésta terrible

enfermedad, las concepciones acerca de la contagiosidad o no, las teorías a las que ellos

se adscribían para tratar de explicar las causas de la enfermedad, los consejos y

cuidados que se debían implementar sobre el enfermo, y cómo todo esto se traduciría o

no en las decisiones que en materia de Salud Pública tomaron las autoridades

municipales. Esta tarea de revisión ha quedado ampliamente plasmada en el apartado

segundo, en el que he dejado hablar “largo y tendido” a los propios protagonistas, los

médicos que vivieron y trataron la enfermedad en España.

Pero la Antropología además me ha permitido realizar un trabajo de

etnógrafo histórico mediante un acercamiento al objeto de estudio, que a priori me es

extraño. Siendo ésta una de las características más notables de la antropología, tal

aproximación a una nueva realidad, como cualquier etnógrafo o antropólogo, la realizo

en gran parte mediante la convivencia con el grupo de actores sociales que pretendo

investigar (miembros de la Junta Municipal de Sanidad, autoridades municipales,

eclesiásticas, militares, etc.).

Cualquier enfermedad, cualquier epidemia sólo adquiere sentido e

importancia dentro de un contexto humano por las formas en que se infiltra en la vida de

sus gentes, por las reacciones que provoca y por el modo en que da expresión a los

valores culturales y políticos de una época determinada, que trata de enfrentarse

colectivamente a aquella. La propia etimología de la palabra griega epidemos (sobre el

pueblo) confirma plenamente esta idea.

Evidentemente no dispongo de una máquina del tiempo que me sitúe en esos

años del siglo XIX, ni conozco a nadie que viviera entonces, y mucho menos que fuera

miembro de la Junta de Sanidad Municipal, por ejemplo. Por lo que la revisión de

fuentes documentales como las actas de dicha Junta, las actas capitulares, etc.; me van a

permitir realizar una etnografía histórica presentándo un escenario teatralizado, directo,

una representación de un aquí y ahora específico. Me va a permitir además “escuchar

voces diferentes”, apreciar dudas y vacilaciones, alcanzar en definitiva un

acompañamiento insonoro del discurso, aunque privándome de ese “puesto de honor”

56Ackerknecht,E.H. (1985): Medicina y antropología social. Madrid. Akal/Universitaria.

Page 53: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

53

del que disfruta todo etnógrafo: el poder ser partícipe activo e “in situ” de la escena que

pretendo investigar.

¿Podemos decir entonces que se trata de una etnografía histórica?, bajo estos

planteamientos apuntados en el último párrafo me sumo parcialmente a los antropólogos

que defienden la idea de que es posible aplicar, por lo menos parcialmente, el programa

metodológico de la etnografía en terrenos históricos. Reconocen que el trabajo de

archivo no es monopolio de los historiadores, que es posible promover un enfoque de

los archivos que no sería “extractivo” sino “etnográfico”. Se trata, en particular, de

intentar recuperar algunas voces habitualmente difíciles de oír, voces que a priori se

considera que “escapan a los archivos”. Pero a pesar de éste reconocimiento de la

posibilidad de trabajar con la dimensión temporal dentro y desde una perspectiva

antropológica, asumo que el campo de la etnografía histórica sigue muy inestable, a no

ser que se convierta en etnohistoria o que las fuentes documentales se analicen desde el

punto de vista y la mirada etnológica.

Antes de su triste fallecimiento, tuve la suerte de coincidir en un curso de la

Universidad de Extremadura con el Dr. José Antonio Fernández de Rota, un

antropólogo que profundizó en el campo de la etnografía y antropología histórica, y al

que planteé mis dudas en éste campo. Él me explicó entonces cómo actualmente se

aceptan los trabajos de antropología y etnografía histórica en los que se trata de

contextualizar al máximo y dar el relieve más cercano posible a los personajes y grupos.

Por otra parte me posiciono cercano a Carmelo Lisón, antropólogo que defiende que es

posible escudriñar aspectos del pasado con lupa antropológica, que historia y

antropología se superponen, que ambas disciplinas estudian al otro, distante en espacio

o en tiempo, siempre diferente y difícil de entender, alteridad, diferencia y distancia,

voces extrañas, discursos mentales ajenos que se dan y producen al otro lado de nuestra

frontera por lo que es necesario traducirlos. Antropología e historia tienen que hacer

hablar a los silencios de los documentos, reconstruirlos, rellenar huecos, tolerar cierta

incertidumbre, ser un tanto generoso con los datos57

. Hacerles hablar, pero también

formularles preguntas inteligentes.

57

Lisón Tolosana, C. (1996): “Antropología e Historia: diálogo intergenérico”. Revista

de Antropología Social, nº 5. Servicio de publicaciones, UCM.

Page 54: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

54

La fuente principal de éste trabajo son las actas de la Junta Municipal de

Sanidad Placentina, un conjunto de textos que pueden reflejar no sólo las diferentes

voces que hablan en él sino la cultura de una época, y más concretamente la cultura

sanitaria. Desde ésta perspectiva, estoy de acuerdo con la antropóloga Beatriz Moncó,

cuando escribe que los textos nos están hablando de unos actores socio-culturales, de

sus instituciones, de sus construcciones mentales, de sus creencias, símbolos y

realidades y de cómo éstas se configuran para alertarnos sobre problemas existenciales,

de pasiones humanas, de imbricaciones y usos del poder y la autoridad. Me posiciono

también cercano a ésta autora, quien no borra las líneas que separan antropología e

historia, sino que muestra dónde y cómo se cruzan en unas fronteras mucho más porosas

de lo que a simple vista parecen. Ambas disciplinas se asemejan, se ayudan, en

ocasiones se entrecruzan, pero también ambas se distinguen. La mayor diferencia viene

por lo más característico del trabajo etnográfico, es decir, la experiencia de la palabra

directa, la convivencia con el actor social, el “estar allí”.58

Referido por Clifford Geertz

a la antropología y la escena de la escritura en su celebre obra: El antropólogo como

autor (1989). Bien es cierto que el etnógrafo tiene luego que traducir a texto lo vivido y

experimentado, y que quizás por esto mismo una etnografía histórica pueda partir de

textos escritos por otros que recogieron el momento; que al penetrar en el texto, el

etnógrafo puede observar cómo revela significado, intención, valor y generalidad. Que

seguramente también los textos hablen y que hay que saber escucharlos, preguntarles y

desmenuzarlos. Que también ofrecen silencios, huecos, y algunas veces datos falsos por

error o intención, elementos éstos últimos que no deben ser escollos, sino faros que

guían nuestra investigación, que exigen la búsqueda de nuevos datos, etc. El resultado

final de éste quehacer interpretativo de continua devolución del texto al contexto para su

exégesis será interpretar aquello que significa la nueva enfermedad del cólera-morbo

para los propios actores.

A día de hoy ese no poder estar presente y vivir en un aquí y ahora específico

como el que se estudia en éste trabajo, un tiempo histórico-pretérico, supone para mí

una puerta infranqueable que me permita llamar a éste estudio etnografía histórica.

Defiendo esa frontera porosa en la que el etnógrafo poco a poco se va convirtiendo en

un micro-historiador, y por ello prefiero llamar a ésta investigación estudio Etnográfico

58

Moncó, B. (2000): “Antropología e Historia: un diálogo interdisciplinar”. Revista de

Antropología Social, 9: 159-176. UCM.

Page 55: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

55

Histórico. En suma: sobre fuentes historiográficas, documentales, proyectar la

sensibilidad antropológica.

Page 56: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

56

Page 57: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

57

II.

AXIOMAS ETNOGRÁFICOS

SOBRE EL COLERA-MORBO

ASIÁTICO CONSIDERADO

INDIVIDUALMENTE.

Page 58: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

58

A modo de presentación de esta mortífera enfermedad infecciosa digamos que

se caracteriza por un cuadro clínico de vómitos, deposiciones alvinas, acuosas y

copiosas, calambres, postración y supresión de orina. Su origen se halla en el bacilo

vírgula, vibrio comma, descubierto por el bacteriólogo alemán Robert Koch en 1883, y

se transmite por conducto digestivo al ingerir agua, bebidas o alimentos contaminados

por heces infectadas por el cólera, por manos sucias o material infectado. La

enfermedad se caracteriza por una gran letalidad, sobreviniendo la muerte por

agotamiento, asfixia o congestión pulmonar. Se ha comprobado que la falta de líquido

puede resultar fatal, si es que no se contrarresta rápidamente con una terapia hidratante,

ya que el enfermo puede llegar a perder hasta un 10% de su peso en cuatro horas. Para

hacernos una idea de la importancia de un eficaz tratamiento médico conviene saber que

un colérico puede restablecerse en veinticuatro horas con los debidos cuidados, o morir

en seis sin ellos; de ahí se desprende la enorme inquietud y frustración que causó la

enfermedad en una época en la que se desconocía su etiología y contra la que nada

pudieron hacer los remedios médicos clásicos.

Investigando la posición científica, nuestro interés se centrará ahora en los

presupuestos teóricos desde los que se afrontó la gran incógnita del cólera durante su

primera visita a España en los años 1833 y 1834: de qué modo interpretó su naturaleza,

cuáles fueron a su juicio las vías de transmisión, qué métodos se recomendaron para su

prevención, la terapéutica empleada, el cuidado de los enfermos etc. Para ello he

acudido a la Biblioteca Nacional, y los fondos etnográficos que la misma me ha

aportado son básicamente publicaciones que se movían en dos frentes; preventivo y

curativo; el primero consistía en la publicación de instrucciones populares para que el

pueblo pudiese conocer los pormenores del mal. Se trata de textos de médicos que

podemos considerar como auténticos cronistas observadores directos de los

acontecimientos. Las publicaciones utilizadas como fuentes etnográficas son las

siguientes:

- “Instrucción clara y sencilla para todas las clases del pueblo sobre los medios

más convenientes y seguros de precaverse del cólera-morbo asiático, y curarse

de sus primeros ataques”. Publicado en Barcelona en 1834, siendo su autor el

Dr. D. Félix Janer.

- “Instrucciones generales sobre el modo de precaverse del cólera-morbo

epidémico, con indicaciones acerca de su método curativo”. Publicado en

Madrid en 1834. Su autor el Dr. D. Mateo Seoane.

Page 59: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

59

- “Instrucción Popular formada por la Comisión Central del Consejo de Sanidad

y aprobada por la Prefectura de Policía de París”. Traducida al castellano.

Madrid 1832.

- “Observaciones sobre la curación del cólera asiático”. Publicadas en Madrid en

1834. Su autor el Dr. Stevens, siendo traducidas del inglés por el Dr. D. José

María Velázquez.

- “Breve descripción del cólera-morbo oriental, que se padeció en la ciudad de

Sevilla en los meses de septiembre, octubre y parte de noviembre del año de

1833”. Publicada en Barcelona en 1834. Su autor el Dr. D. Francisco De Paula

Folch y Amich.

- “Cartas sobre el cólera-morbo”. Publicadas en Zaragoza en 1834. Su autor el

Dr. Gillrrest.

- “Historia de la epidemia llamada cólera-morbo, que ha sufrido Sevilla en 1833,

seguida de algunas reflexiones sobre el variado asiento, naturaleza y método

curativo de ésta enfermedad, y sobre la tan controvertida cuestión del contagio”.

Publicada en Sevilla en 1834. Su autor el Dr. Francisco Porrúa y Velázquez.

- “Memoria histórica del cólera morbo epidémico, con la exposición de sus

causas, síntomas, naturaleza, duración, terminaciones, pronostico, curación y

medios de precaución”. Publicado en Madrid en 1834. Su autor D. Mariano

González Sámano y Carranza.

- “Informe general de la comisión facultativa enviada por el gobierno español a

observar el cólera-morbo en países extranjeros”. Publicado en Madrid en 1834.

Sus autores los Doctores D. Lorenzo Sánchez Núñez, D. Pedro María Rubio y D.

Francisco De Paula Folch.

- “Observaciones sobre el cólera-morbo de la India”. Publicadas en Madrid en

1832. Su autor el Dr. D. Antonio Ortiz de Traspeña.

La lectura de éstas primeras monografías, y en general las que vendrían después

muestran una enfermedad de fácil transmisión y diseminación, es decir, condiciones

tales que le van a permitir expandirse de manera epidémica y pandémica. Los relatos de

los coetáneos podrían perfectamente confundirse con el de la peste. Pero es más, si

hablamos de las revisiones históricas contemporáneas sobre el cólera observamos

referencias contínuas a unas pésimas condiciones higiénico-sanitarias que hacen de la

enfermedad como algo inevitable, pero situándo ésta pandemia y las que vendrán

Page 60: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

60

después a lo largo del siglo XIX como algo distante temporalmente y parecería que

incluso superado; pero desgraciadamente no es así, el cólera sigue siendo hoy en día una

amenaza.

2.1. Teorías patogénicas sobre el cólera-morbo asiático

Durante la primera visita del cólera existieron en Europa y en España tres

principales teorías patogénicas sobre el morbo: la humoral, la gastroentérica y la

nerviosa. El término “humoral” procede de la época de la medicina hipocrática, en la

que los líquidos orgánicos recibían el nombre de “humores”, y la alteración de los

mismos se consideraba la causa de la enfermedad. A principios del siglo XIX se

instaura el humoralismo en las Facultades de Medicina como una recuperación teórica

del hipocratismo. Esta corriente, al llegar a la mitad del siglo, se ve enfrentada con la

corriente anatomoclínica. Al aplicar ésta el método científico en su desarrollo de la

teoría celular, con la demostración del origen de la enfermedad en la lesión de la célula

(Virchow), junto a la incapacidad por parte de la teoría humoral para integrar el estudio

de los humores en una vía más rigurosamente científica, da como resultado la

implantación de la teoría celular como base de la medicina académica. A partir de ese

momento las técnicas de la medicina humoral quedaron relegadas al ámbito de la

medicina popular. Los médicos defensores de la teoría humoralista encontraban en la

alteración circulatoria, sanguínea, la sede originaria de los fenómenos patógenos, bien

como resultado de un “envenenamiento miasmático”, bien por la constitución de una

“diátesis colérica” producida por la causa general epidémica que podía traducirse

incluso por una “debilidad de los ventrículos cardíacos”. El resultado, de cualquier

manera, sería el estancamiento sanguíneo y la pérdida de sus características por la

sangre arterial, que se haría semejante en todo a la venosa. Según Rodríguez Ocaña, no

se puede decir explícitamente que existieran médicos españoles defensores de ésta

teoría, exceptuando la obra de un oscuro licenciado madrileño, José Lanzarot. 59

59 Lanzarot y Cortés, J. (1832): Conjeturas fisicoquímicas sobre la causa de la epidemia

considerada hasta ahora como Cólera-Morbo. Nueva teoría Imp. Jordan. Madrid.

Page 61: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

61

Otra fue la teoría gastroentérica o inflamatoria, que suponía que la lesión

primaria era de carácter inflamatorio, afectando al tracto gastrointestinal. Sus partidarios

se reclutaron especialmente entre los médicos seguidores de la “medicina fisiológica”

de F.J.V. Broussais (1772-1838), notablemente numerosos en España en 1833.60

En

1834, cuando el cólera ya había pasado por la casi totalidad de la península, los médicos

que convivieron con la enfermedad en Madrid, redactaron en el Boletín de Medicina,

Cirugía y Farmacia lo que sigue: “El Dr. Broussais, y con él muchos de sus discípulos y

partidarios han sostenido que el cólera es una inflamación violenta de la mucosa del

tubo digestivo, aunque producida por una causa especial, si bien desconocida, y por lo

mismo acompañada de síntomas peculiares y de una rapidez y violencia inusitadas.

Esta opinión es a nuestro modo de ver la que más se aproxima a la verdad de todas

cuantas se han emitido hasta el día, por más que sus antagonistas crean haber probado

lo contrario, y así lo publiquen en un aire de triunfo; puesto que las razones que alegan

para demostrar su falsedad están muy lejos de ser convincentes. Procuraremos

hacernos cargo de los principales, para demostrar la exactitud de lo que acabamos de

decir”.61

Por último la teoría nerviosa o espasmódica, cuyos partidarios afirmaban que la

lesión central y primitiva radicaba en el sistema nervioso, para unos en el “sistema

espinal”, para otros en el “gangliónico o simpático”. Esta lesión ocasionaba una falta de

inervación de la economía con una rápida disminución del tono vital y cese de la

circulación sanguínea en la periferia. Defensor notable de esta teoría fue Mateo Seoane.

2.2. Sensación subjetiva de la enfermedad según autores de la

época

Las enfermedades y sus síntomas, al igual que la vida cotidiana, son

construcciones de significado que se articulan en un contexto cultural.62

A partir de

60

Rodríguez Ocaña E. (1982): “Higiene y terapéutica anticolérica en la primera

epidemia de cólera en España, 1833-1835”. Asclepio, 34: pgs. 71-100. 61

Biblioteca Nacional de España: Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves, 20

de noviembre de 1834. 62 Martínez Hernáez, A. (2008): Antropología médica. Teorías sobre la cultura, el poder

y la enfermedad. Anthropos. Barcelona.

Page 62: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

62

1831, coincidiendo con los años del azote del cólera, se produjo en España una

avalancha de monografías referidas al desarrollo que la enfermedad había tenido en los

distintos países europeos. En febrero de 1832, Fernando VII envió a París, Viena y

Munich una comisión de médicos con la finalidad de estudiar a fondo la enfermedad. En

su informe, los médicos que convivieron con el cólera en éstas ciudades y otras decían:

“El cólera-morbo epidémico oriental presenta una serie de síntomas tan constante en

la mayor parte de los sujetos que la padecen, que no es fácil confundir ésta enfermedad

con otra alguna. Los primeros casos que aparecen en un pueblo pueden hacer vacilar a

los médicos que no hayan tenido aún la triste ocasión de observar el mal; pero luego

que éste ha atacado a un cierto número de sujetos no le desconocerá el que haya

estudiado bien sus caracteres”.63

Los médicos españoles no estaban exentos de información y la sensación

subjetiva de la enfermedad o los indicios de ella se empiezan a describir. Una de éstas

descripciones aporta información que explica el interés por el tema: “... mareos,

vómitos, agitación nerviosa, pulso débil, despeños que depositan una materia acuosa,

las facciones se contraen, los ojos se hunden, todo el cuerpo adquiere un color

aplomado azul..., la piel se pone fría, la secreción de orina se suspende del todo..., el

síntoma más urgente y peculiar es la depresión de los espíritus vitales..., el enfermo

deberá envolverse en mantas, procurando conservar el calor...”. La experiencia en

Europa era la que servía en la práctica para el conocimiento en nuestro país, por lo que

las referencias a ella eran continuas: “...si es cierto, como asegura, que en muchos

pueblos del Norte, del Este de Alemania y en Francia ha precedido a la aparición, el

catarro convulsivo”.64

También desde Paris en 1832 se reciben instrucciones en torno a las medidas para

precaver la invasión del cólera-morbo, así como los medios más convenientes y seguros

de disminuir sus estragos en caso de que llegue a propagarse. Y en referida instrucción

se describe la conducta que ha de observarse cuando se declara el cólera-morbo en un

individuo, destacando la necesidad de conocer las primeras señales que indicarían en

una persona el ataque de Cólera-Morbo, ya que se había evidenciado un mayor éxito de

63

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y de Paula Folch, F. (1834): Informe general de

la comisión facultativa enviada por el Gobierno Español a observar el Cólera-Morbo

en países extranjeros, Remitido desde Berlín el 31 de mayo de 1833 por los profesores

comisionados por S.M. Madrid. Imprenta Real. 64

Rodríguez Flores. M.P. (1991): Morir en Badajoz. El cólera de 1833. Medicina y

Sociedad. Badajoz. Uex. Pg. 23.

Page 63: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

63

los cuidados si éstos eran iniciados con prontitud. Citaban una serie de señales, no

necesariamente de aparición en el orden que exponían, ni presentes en su totalidad en

todos los enfermos, pero la sola presencia de alguna de ellas se hacía necesaria la

llamada al médico:

“Flojedad repentina, o sensación instantánea de fatiga en todos los miembros;

Cierta pesadez de cabeza, análoga a la que se experimenta con el tufo del

carbón; Vértigos, aturdimiento de cabeza: cierta palidez del rostro, unas veces

aplomada, y otras azulada; manifestándose al mismo tiempo una alteración

particular en todas las facciones; el modo de mirar es algo extraordinario, y los

ojos pierden su viveza y brillantez, el apetito disminuye, y el enfermo tiene sed y

deseos de satisfacerla con bebidas frías; padece cierta opresión y angustia en el

pecho, y una sensación ardorosa en la boca del estómago, latidos momentáneos

en las costillas falsas (es decir, en las costillas que se hallan partiendo de la

boca del estómago hacia los vacios); rugidos de tripas acompañados sobre todo

de cólicos, y a continuación de ellos evacuaciones o cursos de vientre: con éstas

evacuaciones parecen disminuirse en ocasiones los dolores: la piel se queda fría

y seca, y algunas veces se cubre de un sudor frío. Hay enfermos que

experimentan escalofríos a lo largo del espinazo, y una sensación particular en

los cabellos, como si se soplase en ellos un aire frio”.65

En 1834 en España se publicaron unas cartas que habían sido traducidas del

inglés, y que a su vez fueron publicadas en Londres durante los meses de septiembre,

octubre y noviembre de 1831. El autor, el Dr. Gillrrest, era portador de una gran

extensión de conocimientos médicos sobre la enfermedad, fruto de su experiencia

práctica con la misma. El Dr. Gillrrest fue inspector general de hospitales en su país, y

al momento de publicarse en España la traducción de sus cartas era médico general de la

guarnición de Gibraltar. Fruto de su experiencia londinense describía una enfermedad

con síntomas totalmente semejantes a los del cólera de la India o Rusia, y negaba a su

vez su carácter transmisible: “colapso, frialdad mortal con una piel pegajosa,

irritabilidad del estómago, y portentosa evacuación de un fluido opaco seroso (sin

mezcla de bilis en mínimo grado) con la correspondiente contracción de la carne y

65 Instrucción Popular formada por la Comisión Central del Consejo de Sanidad y

aprobada por la Prefectura de Policía de París (1832). Traducida al castellano. Madrid.

Miguel de Burgos, impresor por S.M. de la Real Junta de Aranceles.

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64

tegumentos, los extremos lívidos y sin pulsación, el aspecto cadavérico y hundimiento

de los ojos, el desasosiego tan grande que el paciente no podía permanecer un

momento en ninguna postura; más a pesar de todo esto, nadie imaginó que ésta

enfermedad fuese comunicable, ni en tales ocasiones se tomaron medidas de

precaución para impedir la propagación del mal, y no le siguió una propagación

epidémica.66

Cualquiera que fuera la causa del cólera, algunos autores se atrevieron a afirmar

que era la sangre el primer componente del cuerpo que sentiría su efecto, Sámano, por

ejemplo, la consideraría de éste modo una enfermedad puramente humoral, y la

inflamación observada sobre todo a nivel digestivo sería consecuencia de la plasticidad

sanguínea, mostrando como prueba de tal aseveración, la rápida coagulación de la

sangre extraída al enfermo. El admitir ésta hipótesis le permitía a su vez explicar la

sintomatología de la enfermedad, es decir, debido a la plasticidad de la sangre, su

circulación a través de los grandes y pequeños vasos se vería dificultada, y tendería a

concentrarse tanto en los grandes troncos como en las vísceras: “Ve aquí el pronto

desarrollo de los síntomas de diversa naturaleza, rapidez con que el mal corre, su

marcha, y lo que es aún más a tener en consideración, su tan deletérea acción.

Explicado esto así no tendremos inconveniente en creer con unos prácticos en que el

cólera es de naturaleza inflamatoria, con otros nerviosa, pues de cualquiera manera

esto será siempre un efecto de la plasticidad de la sangre y de su acción sobre los

centros de la vida. Si no quisiéramos admitir estas razones por creerlas hipotéticas y

puramente escolásticas, pudiéramos muy bien hallar una en su favor en el modo de

obrar de la sangría en los coléricos, pues según que en las otras inflamaciones

comunes obran las emisiones sanguíneas disminuyendo la irritación que ha dado

margen al aflujo de humores en el órgano enfermo; aquí según yo contemplo es al

contrario, pues la sangre no hace otra cosa a su salida que presentar vacío en el

sistema arterial para el mejor círculo de la restante, de suerte que he visto los más

grandiosos efectos de ésta evacuación practicada con constancia hasta la presentación

de serosidad, en cuyo tiempo el equilibrio circulatorio se ha formalizado, y es cuando

se presenta la reacción; si esto no se consigue, si la masa sanguínea no puede

disminuirse, especialmente en el periodo de reconcentración interior, o bien equilibrar

66

Gillrrest (1834): Cartas sobre el cólera-morbo. Publicadas en Zaragoza. Imprenta de

Roque Gallifa. Pg: 15.

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65

la circulación interior con la exterior por medio de los revulsivos, los enfermos perecen

indudablemente, no porque los mate la inflamación tal o cual, sino porque se les

asfixian los órganos y centros interiores por la acumulación en ellos de una sangre

espesa, plástica, hidrogenada y hasta cierto punto inservible para la nutrición

molecular orgánica”.67

Otro autor inglés, Stevens, cuyas observaciones fueron traducidas al castellano

por el Dr. José María Velázquez, quien fuera Ayudante Director del Cuerpo de Médicos

Cirujanos de la Real Armada, diría que independientemente de la causa primera del

cólera, sería sumamente probable que ésta residiera en el aire de los lugares infectados

en forma de veneno que contagiaría la atmósfera, de tal manera que al respirar éste se

introduciría en vía pulmonar, pasando a circulación arterial, siendo por tanto la sangre el

primer elemento del cuerpo en sentir el efecto de esa supuesta causa remota, y

presentaba como prueba los siguientes hechos:

“Primero.- Cuando se sangra a una persona después de haber sido

expuesta a la acción del veneno del cólera, pero antes de desarrollarse

en ella la enfermedad, la sangre no solo sale más oscura y enferma en

la apariencia, sino que por su exposición al aire toma un color azulado

que nunca la adquiere la de los individuos que no han sido expuestos a

la acción del expresado veneno.

Segundo.- Si mezclamos sal común con la sangre que se halla bajo la

influencia del veneno colérico, se vuelve más roja, pero no toma aquél

brillante color arterial que la misma porción de sal da a una cantidad

igual de sangre sana.

Tercero.- Los agentes que obran directamente sobre el sistema nervioso,

producen siempre un efecto inmediato, como sucede por ejemplo con la

luz respecto de la retina; más aquellos que los padecen por el

intermedio de la sangre obran lentamente, puesto que primero

impresionan a ésta y después al corazón, al cerebro y demás sólidos; y

ésta es la razón porque el veneno del cólera no produce ningún efecto

67

González Sámano. M. (1834): Memoria histórica del cólera-morbo epidémico, con la

exposición de sus causas, síntomas, naturaleza, duración, terminaciones, pronóstico,

curación, y medios de precaución. Madrid. Imprenta de Verges. Pgs. 58-61.

Page 66: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

66

sensible hasta pasadas veinte y cuatro horas cuando menos de su

introducción en la economía”.68

Este mismo autor hablaría de la diarrea como un síntoma que precedía al

cólera, y que consideraba como el primer período de la enfermedad. Esta diarrea,

producida según él por el veneno del cólera, se presentaría de un modo peculiar y

diferente, que facilitarían su distinción con una diarrea común, y es que la observada en

el enfermo de cólera rara vez era precedida de molestias, de inicio súbito y violento. El

resto de la sintomatología la describía así: “En el segundo experimenta además el

paciente una sensación incómoda en el estómago, y arroja por arriba y por abajo

cantidades considerables de un líquido que tiene muchísima semejanza con el agua de

arroz; en éste periodo atormentan mucho al enfermo los calambres fuertes,

particularmente en las extremidades; sobreviene al mismo tiempo una repentina

postración de fuerzas; el pulso en la radial se hace repentinamente muy pequeño y a

poco rato casi no se percibe. En el tercer periodo, este desaparece enteramente, la piel

se arruga, las extremidades se enfrían, se ponen azules y en algunos casos casi negras;

las facciones se contraen, los ojos se hunden profundamente, la voz se pierde casi del

todo, el aire que se espira es frío y la lengua lo está tanto como el hielo; los riñones y el

hígado cesan enteramente de desempeñar sus funciones respectivas, hay una grande

opresión en el corazón, y si el enfermo queda abandonado a sí mismo, o se somete a un

método curativo indiscreto, la muerte en muy corto plazo pone fin a sus padecimientos.

Tal es el bosquejo de los síntomas”.69

Pero continuemos con las descripciones realizadas por autores de la época. Por

ejemplo Sámano, gran conocedor de la epidemia, dirá: “... en 1832 permanecíamos

impasibles, como desafiándola, siendo tan incrédulos en nuestra invulnerabilidad, que

no despertamos del letargo hasta después de transcurridos ocho meses”. El mismo

autor en 1833 describe la enfermedad como “... intoxicación aérea ocasionada bien sea

por un cuerpo sólido o gaseoso de naturaleza miasmática, o por uno de los elementos

que constituyen el aire atmosférico”. De Sámano es también la consideración de una

68

Observaciones sobre la curación del cólera asiático (1834). Por el Dr. Stevens.

Traducidas del Inglés por el Dr. D. José María Velázquez, Ayudante Director del

Cuerpo de Médicos Cirujanos de la Real Armada”. Madrid. Imprenta de Don Pedro

Sanz. Pgs. 3-4. 69

Ibidem. Pgs. 4-5.

Page 67: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

67

enfermedad rápida, como toda enfermedad nerviosa, y reconoce por otra parte como

posible la influencia atmosférica en el desarrollo del cólera, pero no para el efecto.70

En 1833 ya se considera como enfermedad infectiva, contagiosa y epidémica, lo

cual supone una propagación por infección y en poco espacio de tiempo, también por

contacto. Se distinguía en estos momentos, si atendemos a las palabras de D. Florencio

Gómez, facultativo que asistió la epidemia en Badajoz, entre colerilla o colerina, y un

cólera grave, siendo el primero, según anota, “una afección despreciable si se sabe

dirigir”. Palabras confirmadas por el Dr. Folch en su informe en el que afirma “que el

cólera leve o colerina se ha curado casi siempre, resultando ser el grave el que ofrece

la mortandad”.71

Ante la realidad del cólera, se reconocía que “no sabemos lo que es y

es evidente su carácter transmisible, pues los pueblos que se han aislado completamente,

se han librado de él”. Su cualidad de epidémica explica la importancia concedida a este

tipo de enfermedades desde el punto de vista histórico.72

Descripción realizada de la sintomatología por la comisión facultativa enviada al

extranjero:

El primer médico de Cámara, don Pedro Castelló, consiguió de Fernando VII la

autorización para enviar en febrero de 1832 una comisión compuesta por los médicos

Pedro María Rubio, Lorenzo Sánchez Núñez y Francisco Paula y Folch, a estudiar el

cólera en París, Viena y Munich, siendo el resultado de su viaje el informe remitido

desde Berlín el 31 de mayo de 1833, no publicado hasta 1834. El informe remitido por

ésta comisión decía con respecto a la sintomatología: “Los síntomas característicos con

los que vimos presentarse el cólera-morbo epidémico oriental en cuantos pueblos le

hemos observado son: vértigos, zumbido de oídos, dolores gravativos y constrictivos,

vómitos y diarrea de un humor claro como el agua, o seroso y con copos albuminosos,

disminución o supresión de las secreciones y excreciones, particularmente de la

urinaria, sed viva y ardiente, deseo de bebidas frías y ácidas, ronquera, metal de voz

particular o específico, calambres más o menos fuertes, debilidad del pulso, y sucesiva

o repentina desaparición de él, ojos hundidos, empañados y entreabiertos, relajación,

lividez y frialdad de la lengua, cianosis general e intensa, o lividez de los labios, de la

70

Rodríguez Flores, M.P. (1991): Opus cit. Pg. 43. 71

Rodríguez Flores, M.P. (1991): Ibidem Pg. 43. 72

González de Sámano, M. (1858) Monografía histórica del cólera-morbo asiático en

España. Imp. Manuel Álvarez. Madrid. Vol II, pg. 629.

Page 68: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

68

nariz, de los párpados, de las manos y de los pies, frialdad glacial de las extremidades,

y sucesivamente de todo el cuerpo, abatimiento de ánimo y expresión característica de

la fisonomía, colapso progresivo o repentino de las fuerzas musculares, y profundo

trastorno del curso y cualidades de la sangre. Este grupo de síntomas reúne cuantos

fenómenos morbosos presenta la enfermedad en los casos graves; pero ni todos se

hayan siempre reunidos, ni es indispensable su existencia simultánea para reconocer la

presencia del cólera. Dicho mal se presenta con grados de intensidad tan diferentes que

media una gran distancia entre los casos leves y fulminantes”.73

Estos mismos facultativos hablaban cómo en la práctica se observaban casos,

leves, graves o vehementes; o también, de corta duración y benignos, largos y

peligrosos, y rápidos y mortales, dividiendo la enfermedad en: colerina, cólera

confirmado y cólera vehemente:

- De la Colerina decían que podría ser tanto un ataque de cólera leve, como los

pródromos de la enfermedad, y recomendaban considerarla siempre como

anuncio premonitorio del Cólera. “Los síntomas de colerina son por lo común los

siguientes: desazón general, abatimiento físico y moral, insomnio, vértigos,

ansiedad epigástrica, sensación de peso y de ardor en la boca del estómago,

náuseas o ligeros vómitos, borborigmos, lengua algo seca y saburrosa o limpia y

húmeda, inapetencia, pulso débil, pequeño y lento, a veces frecuente, sudores,

orinas espesas, encendidas y escasas, cámaras de un olor sanguinolento,

amarillento o verdoso, o mucosas líquidas, serosas, pero casi siempre con

grumos albuminosos. La alteración de la fisonomía, el enfriamiento de los pies, y

algunos ligeros calambres, señalan ya el grado más intenso de ésta forma. La

duración de la colerina varía desde algunas horas hasta una o dos semanas. Si

no pasa a cólera confirmado es una afección bastante benigna y siempre la

hemos visto terminar por una especie de reacción proporcionada a la intensidad

de los síntomas con que comenzó”.

- El Cólera confirmado se iniciaba con unos pródromos, que podrían presentarse

con cefalea, palpitaciones y diaforesis, unas veces, otras con una simple diarrea,

y generalmente con la sintomatología manifestada en la colerina. A los

pródromos les seguía el periodo cianótico (llamado por ellos álgido), momento

73

Sánchez Nuñéz, L; María Rubio, y P. de Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pgs. 2-3.

Page 69: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

69

en el que aumentaban en intensidad los síntomas descritos, de tal manera que

irían evolucionando síntomas como vómitos, calambres, sed, color de la orina

etc. En cuanto a los vómitos, éstos irían desde alimenticios a biliosos, los

calambres fuertes y duraderos, se llegaría hasta la anuria, sed en aumento, pulso

débil etc., de tal manera que ya en el periodo “álgido” el enfermo presentaba:

“enfriamiento de todo el cuerpo, pero particularmente de los pies, de las manos

y de la nariz; alteración o descomposición profunda y característica de la

fisonomía; ojos hundidos en las cuencas y entreabiertos; esclerótica marchita,

seca y algunas veces equimosa; párpados lívidos o negruzcos; zumbido de oídos;

lengua húmeda, fría, laxa y azulada en su punta y bordes, limpia o cubierta de

una ligera capa mucosa blanquecina en su centro; sed intensa; voz ronca o de

un metal o sonido particular, baja o débil y a veces imperceptible; respiración

corta, difícil y lenta; hipo, aliento frío; opresión precordial; alguna vez síncopes,

grande ansiedad e inquietud, sensación dolorosa y constrictiva en la región del

estómago o del diafragma, vientre hundido o retraído y muy sensible al tacto

sobre todo hacia el epigastrio; náuseas y vómitos frecuentes de materias claras

como el agua o serosas con copos albuminosos: cámaras repetidas de un humor

análogo; los líquidos son arrojados del cuerpo como por la acción de un

émbolo; suspensión de la mayor parte de las secreciones y excreciones;

supresión completa de la secreción urinaria; calambres muy fuertes con

especialidad en los músculos del antebrazo y pantorrillas; pulso y latidos del

corazón blandos, débiles, lentos, casi imperceptibles y muchas veces

absolutamente insensibles; piel pastosa, sin elasticidad, adelgazada, seca o

bañada de un sudor frío y pegajoso, aplomada, lívida, ciánica o casi negra en

las manos y en los pies, arrugada y como macerada del mismo modo que si estas

partes hubieran permanecido mucho tiempo en agua caliente, uñas azuladas,

postración de fuerzas, aunque no correspondiente a la gravedad de los otros

síntomas; integridad de las facultades intelectuales; alteración profunda y

manifiesta de la vitalidad y de las cualidades físicas de la sangre”. Y terminaba

el Cólera confirmado con lo que denominaban periodo de reacción, al que

consideraban como un estado de transición hacia la recuperación o a la muerte,

evidenciándose en el enfermo: “el restablecimiento de la turgescencia vital, del

calor de la piel, del pulso, de la sensibilidad y contractilidad; la cesación

sucesiva de los calambres y de las evacuaciones por vómitos y cámaras; la

Page 70: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

70

aparición de las secreciones y excreciones de la saliva, de la bilis, de las

lágrimas, de la orina y de la traspiración cutánea; la recuperación graduada del

apetito y de las fuerzas musculares, y la mezcla normal de los principios de la

sangre”. Tales evidencias no se presentaban por igual en todos los enfermos, en

unos de manera moderada, en la que la recuperación se mostraba de un modo

lento y regular, en otros de manera irregular, con la aparición de síntomas de

diversa índole, y una última de manera violenta.

- Y en cuanto al Cólera Vehemente, se trataba de un cuadro fulminante,

caracterizado por una enorme rapidez de presentación y terminación de la

enfermedad, siendo ésta por lo común la muerte del enfermo. “Sus síntomas son

los del período álgido cianótico, pero llevados al último grado de intensidad. El

frío es glacial, la cianosis completa, la fisonomía cadavérica, los calambres

encorvan los dedos de los pies y de las manos hacia fuera, la voz es casi

imperceptible o interrumpida con sollozos, suspiros y gritos penetrantes, el

aliento sale helado, las evacuaciones por vómitos y cámara son abundantes y

acuosas, el pulso no late, el corazón no palpita, las venas y las arterias abiertas

no dan sangre, pero el enfermo mueve con bastante facilidad sus miembros y

conserva casi ilesas sus funciones sensitivas e intelectuales hasta pocos

momentos antes de la muerte. Algunas veces muere el enfermo a impulsos de los

síntomas asfícticos sin que se presenten los vómitos y la diarrea, lo que ha hecho

dar a estos casos el nombre de cólera seco.74

Descripción de la sintomatología realizada por el Dr. de Paula Folch

Uno de estos tres facultativos comisionados por el Gobierno para observar la

enfermedad en el extranjero, también fue enviado a su llegada de los países del norte,

para observar el curso del cólera-morbo oriental que se manifestaba en Huelva y dirigir

la asistencia y curación de los enfermos. Se trataba del Dr. D. Francisco de Paula Folch,

que se cita más arriba, quien tras vivir también la epidemia sufrida en Sevilla publicó la

“Breve Descripción del Cólera-morbo oriental que se padeció en la ciudad de Sevilla

en los meses de septiembre, octubre y parte de noviembre del año 1833”. Publicación

que, en lo que se refiere a la sintomatología, relata minuciosamente la enfermedad bajo

74

Sánchez Nuñéz, L.; María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Ibidem Pg. 8-18.

Page 71: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

71

su verdadero punto de vista diagnóstico, sus diferentes formas, los distintos períodos y

terminaciones, etc. Al igual que la anterior, considero una publicación de enorme valor

etnográfico, por lo que en el apartado de apéndice documental incluyo gran parte de la

misma.

En ésta breve descripción el Dr. de Paula describía la enfermedad desde sus

puntos de vista diagnósticos, sus diferentes formas, y los distintos períodos y

terminaciones que seguiría en su curso. Describe los caracteres diagnósticos como:

“Fuerte alteración de la fisonomía en términos de desconocerse los más íntimos

amigos; ojos hundidos y rodeados de un círculo lívido; nariz afilada y fría; labios y

mejillas moradas; frío glacial de todo el cuerpo, y en particular de la cara y

extremidades; sudor general frío y viscoso; tinte entre morado y azul en diferentes

partes del cuerpo; manos arrugadas, como si hubiesen estado metidas por mucho

tiempo en agua caliente; tegumentos sin ninguna elasticidad; uñas azules; fuertes

calambres; vértigos; zumbido de oídos; integridad de las facultades intelectuales;

lengua húmeda, ancha, cubierta de un ligero moco de color de plomo y sumamente fría;

vómitos muy repetidos de un material parecido al cocimiento del arroz; sensación

dolorosa en el epigastrio; diarrea muy abundante, y varias veces sin que el enfermo lo

advirtiese, de un líquido claro, poco fétido, y con copos albuminosos; sed insaciable;

vientre retraído; supresión completa de orinas; respiración corta y difícil; aliento frío;

voz ronca, y muy baja; latidos del corazón casi imperceptibles; pulso pequeño y

contraído, y en varios enfermos nulos”.75

En cuanto a las formas, describe dos modos de manifestación que estarían

diferenciadas por la intensidad de sus síntomas y gravedad, de ésta manera hace

distinción entre un cólera leve o colerina y un cólera grave o asfíctico, presentándose la

primera con síntomas como: “calosfríos, cuerpo cubierto de un ligero sudor algo

fresco, fisonomía alterada, ojos más o menos hundidos, y con un poco de círculo lívido

en su alrededor, alguna sed, lengua húmeda, limpia y caliente, náuseas repetidas, y

algunas veces ligeros vómitos de un líquido claro como el agua o bien de carácter

colérico, peso en la región del epigastrio, diarrea serosa, y un tanto blanquecina, o

75 De Paula Folch y Amich, F. (1833): Breve descripción del Cólera-Morbo Oriental

que se padeció en la ciudad de Sevilla en los meses de septiembre, octubre y parte de

noviembre de 1833. Barcelona. Imprenta de J. Verdaguer, Calle del Gobernador, 10.

Pgs. 9-19.

Page 72: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

72

decididamente blanca y con copos albuminosos; orinas escasas, turbias, y muy espesas,

o casi del todo suprimidas, respiración un tanto difícil, sistema venoso muy lleno en las

extremidades y de un color azul bastante oscuro, y pulso algo pequeño y concentrado”,

y advirtiendo además varios signos patognomónicos para el diagnóstico de un cólera

grave o asfíctico, por ser síntomas que de estar presentes asegurarían que el sujeto

padecería la enfermedad, siendo tales “la descomposición de la fisonomía, el frío

general, la cianosis o color azulado del cuerpo, los calambres, el cambio de la voz, el

color blanquecino de los vómitos y cámaras, la retracción del vientre, la ansiedad

precordial, la supresión de orinas y la suma concentración o falta absoluta de

pulsos”.76

Por lo que respecta a los períodos de la enfermedad hace notar que en ambas

formas se distinguirían tres fases y que se corresponderían con un período prodrómico,

uno álgido o de frio, y uno de reacción o calor, con la advertencia de que en los casos

muy leves las diferencias entre períodos podrían ser muy sutiles y en los graves sería

donde se observarían con toda claridad.

Los pródromos se manifestaron por “una ligera desazón de todo el cuerpo, un

poco de cefalalgia, y algunas veces vértigos, inapetencia, dificultad de digerir,

borborigmos, tristeza, propensión al sudor siendo éste algo viscoso, y ligera frecuencia

del pulso; pero en muchos individuos al paso, que se observaban algunos de éstos

síntomas se les notaba también una diarrea más o menos abundante de un líquido

estercoráceo o seroso amarillento, verde o con algún otro color, pero de ninguna

manera el blanquecino o colérico (…). La duración de éstos ha variado desde una a

dos horas, hasta cuatro o seis días”. Era cuando el enfermo pasaba al periodo álgido

cuando “sobrevenían el enfriamiento más o menos repentino de todo el cuerpo, las

manchas azules, la descomposición de la fisonomía, los calambres, los vómitos y

diarrea de carácter coléricos, el dolor epigástrico, la ansiedad, la supresión de orinas,

y la parvedad o cesación del pulso”. Y por último, si a pesar de la gravedad en que se

encontraría el enfermo en el período álgido, mediante cuidados y tratamiento adecuados

se vencía la enfermedad, el enfermo pasaría al período de reacción, notándose aunque

no de manera uniforme, cómo “las manchas azules se convertían en rojas; la fisonomía

se animaba y ponía más natural; las conjuntivas se inyectaban; la lengua se resecaba

76

De Paula Folch y Amich, F. (1833): Ibidem. Pgs. 9-19.

Page 73: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

73

un poco y ofrecía una ligera rubicundez, resultando no obstante ser menor la sed del

enfermo, que cuando ésta se encontraba húmeda y de color aplomado; los vómitos y la

diarrea eran menos frecuentes, y empezaban a cambiar de color; comparecían las

orinas, aunque en corta cantidad; la respiración se elevaba; la voz era menos ronca, y

el pulso se desplegaba, y ponía algo frecuente”. Este último período de reacción se

manifestaba de tres modos diferentes, de tal manera que el Dr. de Paula hablaba de una

reacción moderada, otra irregular y una tercera excesiva:

Reacción moderada.- Un calor regular en todo el cuerpo, las mejillas

sonrosadas, la fisonomía natural, las conjuntivas ligeramente

rubicundas, una pequeña cefalalgia frontal, el sueño moderado y

tranquilo, un ligero mador en toda la superficie, la poca sed, la

humedad y ligera rubicundez de la lengua, la suma disminución o falta

absoluta de los vómitos y diarrea, el no quejarse de dolor alguno en el

pecho ni abdomen, el restablecimiento de las orinas, la respiración

ligeramente aumentada, y el desarrollo y pequeña frecuencia del pulso

constituían la reacción moderada.

La irregular consistiría en una manifestación desordenada de síntomas

regulares y propios según las circunstancias de cada enfermo, y de la

que el autor daba una pequeña descripción de lo que serían las señales

que más generalmente acompañarían al enfermo en éste momento, tales

como: “El persistir la alteración de la fisonomía, el hundimiento de los

ojos, el estrabismo, la dilatación de las pupilas, la inyección de las

conjuntivas, las alternativas de frío y calor en todo el cuerpo, la mezcla

de manchas moradas y rojas, el sudor pegajoso, la cefalalgia muy

intensa, el sopor y el subdelirio, las respuestas tardas e inconexas, el

lentor de los dientes, la resecación de la lengua y algunas veces su

enfriamiento, la continuación de los vómitos y la diarrea persistiendo de

carácter colérico o de color muy verde, la supresión de orina, el hipo, la

respiración corta y algunas veces muy fatigosa, y la pequeñez y

frecuencia del pulso”.

Pero si el cambio de síntomas se presentaba “con mucho calor y

resecación de toda la piel, cara muy encendida, conjuntivas

excesivamente inyectadas, pupilas contraídas, delirio más o menos

Page 74: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

74

fuerte, sopor, y algunas veces coma, mucha sed, lengua seca y

rubicunda, sin vómito, con constipación de vientre y dolor fuerte en el

pecho, o abdomen, suma agitación, respiración difícil y acelerada, y

pulso fuerte y frecuente, o tal vez concentrado” sería entonces cuando

habría que hablar de un cuadro que nos situaría en una reacción

excesiva.

Escribía el Dr. de Paula en su descripción también de un período de

convalecencia, igual en importancia en cuanto a su observación y cuidados, y que se

manifestaba con una ausencia casi total de la sintomatología del período de reacción, si

bien algunos podrían describir un ligero dolor en epigastrio, dificultad en la digestión

aún a pequeñas cantidades, cansancio, etc.

Por último, dentro de la descripción de la enfermedad el Dr. de Paula exponía los

diferentes modos en que podría acabar la misma, siendo éstas la muerte, el

restablecimiento completo de la salud, o el tránsito desde el cólera a otras

enfermedades. En cuanto a la muerte, si sobrevenía ésta en el período álgido, el enfermo

no superaría las veinte y cuatro horas, en cambio si sucedía el fatal desenlace durante el

período de reacción, podía seguir con vida incluso hasta diez días. En aquellos enfermos

que recuperaban la salud, observó el Dr. de Paula, cómo todos habían pasado por los

tres períodos, siendo el término más corto de recuperación observado de cuarenta y

ocho horas, el más frecuente de ocho a diez días, y algunos hasta de un mes. Esta

terminación en el restablecimiento de la salud se manifestaba “muchas veces por la

disminución sucesiva de los síntomas sin señal alguna crítica, pero varias otras, estas

fueron bien manifiestas por sudores abundantes, orinas sedimentosas, diarreas muy

verdes o amarillas, erupciones generales bastante anómalas algo parecidas a la

urticaria, y por parótidas y diferentes otros abscesos”. Y por último, las enfermedades

consecutivas en las que con más frecuencia manifestaba haber terminado el cólera eran:

“el marasmo general, la tisis pulmonar, las gastritis, y gastroenteritis crónicas, y las

diarreas habituales”.77

Y para el buen servicio a los médicos que trataran la enfermedad, el Dr. de Paula

terminaba éste apartado dando relevancia a aspectos tales como que la cianosis y la falta

de elasticidad de la piel, pues eran síntomas siempre presentes en los casos graves, de la

77

De Paula Folch y Amich, F. (1833): Ibidem. Pgs. 9-19.

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75

misma manera que los sudores fríos, los cuales eran tan duraderos y abundantes que

llevaban al enfermo al estado de postración, que la diarrea precedió casi siempre a los

ataques de cólera, y que la materia evacuada, en los casos graves era de tipo

sanguinolento acompañadas de un olor pútrido, y de un color verde primero y

amarillento después en aquellos enfermos que pasaban del período álgido al de

reacción, siendo ésta diarrea, aún en los casos de recuperación de la salud uno de los

últimos síntomas en desaparecer, que los vómitos fueron vistos desde los primeros

momentos de manifestación de la enfermedad, siendo su contenido entonces

alimenticio, pasando posteriormente a “ un líquido claro, inodoro, blanquecino, y con

copos albuminosos, con cuyo carácter seguían muy abundantes hasta al anunciarse la

reacción, en cuyo caso se mudaban en verdes y espumosos y se hacían más raros y

cortos, hasta que pasando a amarillos terminaban del todo; que la cesación completa

de vómitos y cámaras, continuando los síntomas que caracterizaban el período álgido,

se vio con mucha frecuencia en los casos que han sido llamados de cólera seco, o

cholera sine cholera; que la sed era inextinguible en la mayor parte de los enfermos,

siendo ésta mucho mayor en el segundo período, y cuando la lengua estaba húmeda y

cubierta de una mucosidad parduzca, que en el tercero, y cuando ofrecía alguna

sequedad y rubicundez; que la voz se observó casi siempre alterada en todos los

enfermos sin que se exceptuasen los casos leves, aunque en éstos era mucho menos

perceptible; que la disminución de las orinas en los casos de la primera forma, y la

cesación completa de ellas en los de la segunda fueron fenómenos constantes en

Sevilla; que cuando los ataques eran muy repentinos y ejecutivos se veía con mucha

frecuencia efectuarse indebidamente los fenómenos de la visión y la audición, y

perturbarse las facultades intelectuales, juntándose a éstos síntomas los de la falta de

acción del tubo digestivo; que los calambres solo se notaron en los casos graves, siendo

tan pertinaces y fuertes, que obligaban a los enfermos a dar gritos espantosos; y

finalmente que se observó bastante a menudo presentarse los enfermos con síntomas

muy poco alarmantes al parecer, y quedarse muertos sin que apenas lo advirtiesen los

asistentes, ni diesen señales de sufrir algo en aquel momento”.78

78

De Paula Folch y Amich, F. (1833): Ibidem Pgs. 9-19.

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76

Descripción de la sintomatología realizada por el Dr. González de Sámano

Sámano en 1834 describía la sintomatología del cólera en tres períodos, un primer

período de cólera incipiente, uno segundo de reconcentración o “álgido”, y un tercero de

reacción, pero antes de enumerar los síntomas de cada uno decía: “Aunque variados los

gritos que presentan en éste padecimiento los diferentes órganos de la economía, no lo

son tanto que dejemos de conocer el mal cuando ha llegado a su apogeo, pues en sus

principios es muy fácil confundirle con otras afecciones del tubo digestivo si no se

tienen presentes la disposición atmosférica reinante y modo de invadir de éste mal;

equivocaciones que pudieran acarrear perjuicios a los enfermos”, para pasar a

continuación a describir y distinguir en los tres períodos los aparatos y sistemas

afectados, así como los síntomas que determinarían el diagnóstico en cada uno de los

tres:

- Cólera incipiente: Hábito exterior: cansancio y frío general, abatimiento, cara

desanimada. Aparato digestivo: Desazón en el vientre, donde sienten los

enfermos un susurro y como desprenderse de las entrañas los materiales, que

después se excretan por las tres cámaras, inapetencia, lengua pastosa y húmeda

con frialdad, a veces vómitos y diarreas regularmente de materiales

blanquecinos, aunque también lo son de otros colores. Respiración: ésta función

se ejecuta con alguna dificultad, especialmente en la inspiración. Circulación y

sanguificación: Pulso siempre tardo y como contraído, y el calor de la piel

disminuido, se sienten latidos en la celiaca. Secreciones y excreciones:

regularmente suprimidas en éste periodo, pero constantemente la de las orinas,

siendo éstas de un color lechoso.

- Período de reconcentración o álgido: hábito exterior: cansancio y abatimiento

general, sudores viscosos, fríos y pegajosos, cianosis o manchas esparcidas por

la piel de un color azulado, cara desfigurada, ojos cristalizados, hundidos en sus

órbitas, y rodeadas éstas de un círculo azulado, frente arrugada, orejas

retraídas, pómulos prominentes, nariz afilada. Sistema nervioso: Dolores

generales, especialmente en el vientre, que parece desgarrarse, calambres

atroces que principian por las extremidades inferiores, recorriendo todo el

trayecto de la médula espinal y las extremidades superiores, llegando a veces al

extremo de doblarse los enfermos sobre sí mismos que parecen un ovillo.

Aparato digestivo: lengua algo sucia, ancha y fría, inapetencia, horror a los

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77

líquidos que no sean puramente agua fresca, ardor y calor interiores, vómitos de

diferentes colores, pero más regularmente blanquecinos mezclados a veces con

porciones de bilis, diarrea frecuentísima de materiales iguales a los del vómito.

Respiratorio: voz aplanada, baja y como si saliese de una ave domesticada como

una urraca, respiración difícil, y a veces congestión de éstos órganos.

Circulatorio y de sanguificación: cesación completa de la acción del corazón y

sus dependencias, y por ende falta absoluta de pulso, menos en la arteria

celíaca, frío general marmóreo. Secretorio y excretorio: aumentadas las del tubo

digestivo, pulmón y cutis, según se ha dicho en sus correspondientes aparatos, y

suprimida la urinaria. Si éstos síntomas se presentan, y aún cuando no guarden

toda ésta regularidad, los enfermos han pasado al período de más intensidad, o

llámese de algidez, del que algunos solamente pasan al tercero o de reacción.

- Reacción: Hábito exterior: el abatimiento y cansancio son menores, el sudor

viscoso se hace caliente, las facciones de la cara se animan, la cianosis o

manchas azuladas desaparecen o se vuelven bermejas. Sistema nervioso:

disminución notable, y a veces completa de los dolores y calambres, no

quedando más que cierta ansiedad en el epigastrio. Aparato digestivo: la lengua

se pone reseca, encendida, no hay tanta sed, cesan los vómitos y la diarrea, o al

menos son más tardíos y de un color bilioso que siempre denota pronto

restablecimiento. Respiratorio: ésta función se efectúa con más libertad, la voz

vuelve, aunque no completamente a su estado normal, el aliento es más cálido

que frío. De circulación y sanguificación: la acción del corazón y sistema

vascular se presenta, notándose el pulso, pero profundo y tardo, se advierte

algún calor en la periferia. Secreciones y excreciones: parece que todas guardan

las armonías que en el estado sano, y la orina sale con más facilidad y

abundancia”.79

Descripción de la sintomatología realizada por Purrúa y Velazquez (médicos

sevillanos)

Otro médico sevillano posicionándose como defensor del origen miasmático y,

conteniéndose en los límites de un mero observador, hasta que según decía él “me sea

79

González Sámano. M. (1834): Memoria histórica del cólera-morbo epidémico, con la

exposición de sus causas, síntomas, naturaleza, duración, terminaciones, pronóstico,

curación, y medios de precaución. Madrid. Imprenta de Verges. Pgs. 49-55.

Page 78: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

78

lícito deducir algo de mis observaciones”, tras describir toda la sintomatología

manifestada por los enfermos a los que trató, resumía: “1º que el cólera –morbo se

manifestó ya por diarrea, y ha sido la más común, ya por vómito, o ambas

evacuaciones a la vez de materiales más o menos biliosos, ya con vértigos al mismo

tiempo, o por éstos solamente ligeros o fuertes; y ya por último la diarrea con vómito o

sin él de sustancias de color de agua de arroz, y algunos síntomas del periodo álgido

han sido los primeros efectos de la acción del miasma; 2º que cualquiera que fuese el

modo de invasión, si se lograba detener los progresos del mal, quedaba siempre una

sobreirritación en la mucosa del tubo digestivo, que tardaba muchos días en

desvanecerse; 3º y últimamente que si la enfermedad continuaba progresando y se

presentaban los síntomas del periodo álgido, sobrevenían precisamente, si se conseguía

que el paciente salvase de tan inminente peligro, diferentes irritaciones, o

inflamaciones ya de los órganos sobre los cuales había habido una fuerte inervación,

ya de los que habían sufrido una congestión durante dicho periodo; pero se ha de

advertir que la gastroenteritis acompañaba constantemente a cualquiera otra flegmasía

que se presentase”.80

Más sensaciones subjetivas

Janer es otro autor que en 1834 al referirse a la sintomatología del Cólera-morbo

argumentaba cómo, “Algunos experimentan una desazón, un mal estar y una laxitud o

dejamiento desacostumbrados, quizá con pesadez o dolor de cabeza y aún vahídos, bien

que sin trastorno notable de las demás funciones, y tal vez sin haber perdido el

apetito”.81

El terror pánico que precedía y acompañaba al cólera llegaba también a hacerse

epidémico, extendiéndose infinitamente más que la propia enfermedad y esto es lo que

sucedió, mal que ha inspirado mayor terror acaso que ningún otro.82

El miedo al

contagio era terrible. El médico extremeño D. Bernardo Antonio Zapa reconoce “...

80

Porrúa y Velázquez, F. (1834): Historia de la epidemia llamada cólera-morbo que ha

sufrido Sevilla en el año de 1833, seguida de algunas reflexiones sobre el variado

asiento, naturaleza y método curativo de ésta enfermedad, y sobre la tan controvertida

cuestión del contagio. Sevilla. Imprenta de D. Mariano Caro. Pgs. 19-20. 81

Janer, F. (1834): Instrucción clara y sencilla para todas las clases del pueblo sobre

los medios más convenientes y seguros de precaverse del cólera-morbo asiático, y

curarse de sus primeros ataques. Barcelona. Imprenta del Gorhs, Bajada de la Cárcel. 82 Seoane, M. (1834): Instrucciones generales sobre el modo de preservarse del cólera-

morbo epidémico, con indicaciones de su método curativo. P. 32. I. De Calero, Madrid.

Page 79: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

79

nada se ha adelantado en los conocimientos..., tanto miedo se tiene, que hasta los

mismos profesores ya no vemos otras enfermedades... y todo es cólera”.83

Porrúa

presentaba un escenario patético: “Muy desgraciada es la situación de un pueblo que se

ve acometido de un mal, que al mismo tiempo que se generaliza sacrifica muchas e

interesantes víctimas: ninguna otra especie de plaga le iguala en desolación y terror;

nada efectivamente consterna tanto, pues el rico y el pobre, el animoso y el pusilánime,

el robusto y el débil, el sano y el achacoso, , el anciano, el joven y el niño; y en una

palabra toda la población se haya casi igualmente expuesta a sufrir los desastrosos

efectos de una enfermedad tan general y perniciosa. Y si esto sucede con cualquier mal

epidémico conocido ¿Cuánto más terror deberá producir la aparición de uno nuevo?,

¿y cuanto se aumentará si al mismo tiempo que desconocido es rápido en su funesta

marcha o carrera, de suerte que a veces el momento de la muerte diste muy poco del de

la invasión?. A más de todo esto ¿qué paralización no sufren todos los negocios de

cualquier naturaleza que sean?, ¿y cuántos males no se originan de aquí?. No solo el

comerciante suspende su tráfico, el labrador sus faenas, y el fabricante sus labores,

sino el jornalero, el desgraciado y miserable jornalero, no encuentra donde ganar su

precisa subsistencia, la que tiene que mendigar de la generosidad y beneficencia de los

poderosos; y ¿cuánto no contribuye la miseria al aumento y mortalidad de cualquier

enfermedad general?.84

En Julio de 1834 el Boletin de Medicina, Cirujía y Farmacia publicaba notas

recopiladas de la publicación Anales de medicine phisiologique, que en Junio de 1832

definía el cólera-morbo como: “Lesión de los órganos digestivos y grande alteración de

los centros nerviosos y de la enervación”.85

El mismo Boletín cita otro síntoma presente

en el enfermo de cólera, la disnea: “El estado de asfixia en el que aparecen los

coléricos…”; y publica un método para su tratamiento que se detalla más adelante. En

el mismo Boletín, un mes más tarde, cuando el cólera atacaba duramente a la población

de Madrid, los médicos que convivían entonces con ésta realidad, describían los

síntomas y el curso de la enfermedad también en tres períodos: “de invasión, álgido y

de reacción; pero no es indispensable que existan todos tres, pues hay casos en que sin

83

Boletín Oficial de la Provincia. 4/Nov/ 1833. En M. P. Rodríguez Flores (1991):

Morir en Badajoz, El cólera de 1833, Medicina y Sociedad. Badajoz. Uex. Pg. 43. 84

Porrúa y Velázquez, F. (1834): Opus cit. Pg. 71. 85

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina Cirugía y Farmacia. 24-julio-

1834.

Page 80: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

80

notarse apenas el primero se presenta desde luego el segundo; otros en que desde el

primero se pasa al tercero; y muchos en que se verifica la muerte antes de llegar a éste

último”.86

En Barcelona en 1837, cuando ya la primera epidemia de cólera había pasado a

la historia, se publicó un librito titulado Manual de Medicina Doméstica ó El Pueblo

Médico, el cual contenía una serie de recetas médicas para la utilización por el gran

público. En él se daba la siguiente definición de cólera: “Cólera-Morbo, Enfermedad

caracterizada por vómitos y cámaras frecuentes y dolorosas de bilis, con ansiedad

general, alteración profunda de fisonomía, síncopes y movimientos convulsivos. El

método de curación debe prescribirlo el facultativo, por ser una enfermedad grave, y

que necesita siempre prontos auxilios”. La anterior definición reconocía entonces el

alto índice de morbi-mortalidad atribuible al cólera, a la vez que incidía en la necesidad

de que fuesen los médicos los profesionales que trataran la enfermedad; observación

ésta tanto más remarcable cuanto que se incluía en una obra que sustancialmente

apuntaba a que, en la medida de lo posible, los ciudadanos pudieran remediar por ellos

mismos sus dolencias sin necesidad del recurso inmediato a un profesional de la

medicina. No es aventurado pensar que esta advertencia, que negaba a los “amateurs”

de todo tipo y a los profanos la capacidad y los conocimientos suficientes para intentar

con visos de éxito poner remedio al cólera y sus consecuencias, tuviera una motivación

o antecedente inmediato en la epidemia de cólera vivida por Cataluña en la segunda

mitad de 1834 y en los resultados, negativos cuando no nefastos, que se derivaron de la

propensión inconsciente, o quizás desesperada y sin alternativa, que entonces tuvo la

sociedad catalana a adoptar indiscriminadamente prácticas curativas de valor nulo,

dudoso o contraproducente.87

Quiero finalizar éste apartado con las recomendaciones que realizara en su día el

Dr. D. Mateo Seoane, médico que desde Londres envió varios informes en 1832 y 1833

a la Real Junta Superior Gubernativa de Medicina y Cirugía, y que versaban sobre

medidas sanitarias aplicadas al cólera-morbo epidémico, y otros muchos escritos

86

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina Cirugía y Farmacia. 14-agosto-

1834. 87

Jacob Calvo, J. y Jorda I. Olives, M. (1982): “Algunos métodos curativos utilizados

en Barcelona durante la epidemia de colera de 1834”. I Jornades d´Antropología de la

Medicina, Comunicacions: II Coloqui de l´I.C.A. Tarragona, Vol. 3, (Curanderos,

Shamanes y Medicina Tradicional ), pgs. 312-328.

Page 81: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

81

relativos a la enfermedad. En todos los países donde se había extendido la enfermedad

se habían publicado por los primeros cuerpos facultativos instrucciones relativas al

modo de preservarse. Seoane, que se encontraba en circunstancias muy favorables para

observar todos los fenómenos de la enfermedad, creyó que la publicación de lo que

serían “Instrucciones generales sobre el modo de preservarse del cólera-morbo

epidémico, con indicaciones acerca de su método curativo”, haría “un servicio a su

patria y llenaría los deseos que le había indicado la Real Junta, recogiendo y

redactando muy compendiosamente la parte útil para España de aquellas instrucciones,

añadiendo los resultados de su propia experiencia en la materia”. Seoane destaca por

encima de todo la necesidad de que los síntomas sean tratados por facultativos, huyendo

por tanto de métodos milagrosos transmitidos por la charlatanería: “Desde que apareció

el cólera en la India se ha hecho constantemente la observación de que mientras reina

en un paraje y frecuentemente también inmediatamente antes de que aparezca en

alguna parte se notan en muchas personas desarreglos de vientre, cursos y una desazón

tan penosa como inexplicable en la boca del estómago, comúnmente acompañada de

ardor y falta de apetito. Aunque en algunas ocasiones estos síntomas sean accidentales,

en otras efecto del cambio total en el género de vida ocasionado por el exceso de

cuidado que produce ordinariamente el miedo de las personas muy cobardes, y en otras

en fin sean un resultado directo de las pasiones de ánimo, hay poca duda que en la

mayor parte de los que sufren aquellos síntomas son un efecto inmediato de la acción

de la causa epidémica. Es pues necesario siempre que se presente cualquiera de ellos

no perder un momento en recurrir al facultativo, pues el descuido en semejante estado

podría tener las consecuencias más fatales”. Para Seoane, el avance impredecible del

cólera, la gravedad y aparatosidad de su cuadro clínico y la ausencia de medidas

preventivas y terapéuticas eficaces fueron los responsables de que, efectivamente, el

terror pánico llega también a hacerse epidémico, extendiéndose infinitamente más que

la enfermedad misma.88

2.3. Causas predisponentes

Todos los autores partían de una misma base al afirmar que: “la causa

determinante específica del cólera morbo epidémico oriental, aquella en virtud de cuya

acción existe, nos es hasta ahora desconocida, a pesar de todas las opiniones

88

Seoane, M. (1834): Opus cit.

Page 82: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

82

hipotéticas y conjeturas que sobre ella se han publicado”.89

Desconocida la causa

primera o determinante, algunos autores en sus informes hacían referencia a una serie de

causas predisponentes que la experiencia le otorgaba el permiso para poderlas describir,

tal es el caso de los facultativos enviados al extranjero para estudiar el curso de la

enfermedad, quienes advertían de una serie de cuestiones a tener en cuenta:

- Excesos en el régimen dietético: Pueden dañar los alimentos; o por su excesiva

cantidad, o por su mala calidad, (…), el uso abundante de vegetales crudos, de

las frutas, de legumbres secas, de los embuchados, del tocino fresco, del vino de

mala calidad, y de la cerveza recién hecha, han dado ocasión a muchísimos

ataques. Conviene observar que los casos de cólera que resultan de esos

excesos, no son siempre los más violentos ni peligrosos.

- falta de abrigo y limpieza convenientes: La exposición a un gran frío, el carecer

de buenos vestidos, el tomar el sereno, el mojarse todo el cuerpo, o meter los

pies en agua fría; en una palabra, cuanto pueda suprimir repentinamente el

sudor o la traspiración, ha sido muy frecuente causa de ataques de cólera. La

falta de limpieza en las ropas, que siempre lleva consigo la suciedad de la piel,

siendo otro de los motivos que se oponen a la libre traspiración, pueden también

dar lugar a la enfermedad.

- vehementes pasiones de ánimo: Toda conmoción fuerte del ánimo, la cólera, la

tristeza, el miedo, el terror, desarrollan la enfermedad con terrible prontitud.

Entre las pasiones deprimentes del ánimo, merece particular mención el miedo a

la epidemia. Podríamos citar muchos ejemplos de la influencia de ésta sola

causa en diferentes personas, y especialmente en los médicos. Los casos que

reconocen por causa las vehementes afecciones del ánimo son por lo regular

sumamente agudos y de fatal terminación.

- habitar en sitios estrechos, poco ventilados, bajos, húmedos y próximos a los

ríos o lagunas”.90

Causas del cólera según Sámano

En apartados anteriores se cita a Sámano como autor con gran conocimiento de

la enfermedad y de la que viene escribiendo desde 1832. En 1834 publica su “memoria

89

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pg. 55. 90

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y de Paula Folch, F. (1834): Ibidem. Pg. 72-75.

Page 83: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

83

histórica sobre el cólera-morbo epidémico”, y al hablar de sus causas divide éstas en

predisponentes interiores, exteriores y eficientes:

- Interiores: Entre ellas coloca la edad adulta, y en cuanto al sexo describe cómo el

femenino, al menos en Europa, y especialmente en España, ha sido mucho más

acometido que el masculino, argumentando que “según mi juicio consiste en que

en aquél la fibra más laxa y débil para poder resistir, está por otro lado dotada

de una exquisita irritabilidad para favorecer el repentino modo de obrar de las

otras causas predisponentes y de la eficiente misma: un temperamento nervioso

e irritable por la más mínima causa, modificando el resto de la economía, es

muy a menudo causa predisponente”. Y una tercera causa predisponente interior

será la existencia ya de enfermedades crónicas en el enfermo, “mayormente si

éstas viven en vísceras abdominales, en cuyo caso favoreciendo la alteración en

sus acciones y funciones respectivas, hacen que pueda desarrollarse con más

prontitud la enfermedad de que tratamos: una idiosincrasia gastro-hepática, o

sea la activa acción del hígado y tubo digestivo comparada con la de los otros

órganos, hacen que aquellos estén de continuo sobre excitados, que sus

funciones se alteren en alguna manera, y que sus excreciones no dejen de

pervertirse, y tomar a veces cualidades acres; finalmente un temperamento

linfático, una diatésis escrupulosa etc. son causas interiores de predisposición a

padecer el cólera morbo por la obvia razón de que no teniendo éstos sujetos el

vigor y robustez proporcionados en sus respectivos sistemas y aparatos de

órganos, éstos no pueden por lo mismo rechazar, o al menos neutralizar a las

otras causas predisponentes externas, y a las eficientes cuando éstas llegan a

obrar sobre el organismo”.91

- Exteriores: Entre las causas de predisposición exteriores, Sámano dice que estas

actúan sobre diferentes órganos:

Las variaciones de temperatura tienen su centro diana en la piel, por lo

que “cuantas más alternativas se noten en el calor del día y frio de la

noche, tanto más se ve predispuesto el sujeto a padecer la enfermedad,

(…) disminuida y aún suprimida la traspiración cutánea, tiene

91

González Sámano. M. (1834): Memoria histórica del cólera-morbo epidémico, con la

exposición de sus causas, síntomas, naturaleza, duración, terminaciones, pronóstico,

curación, y medios de precaución. Madrid. Imprenta de Verges. Pgs. 18-20.

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84

precisamente que aumentarse la gastrointestinal, teoría con que hasta

cierto punto podemos explicar las diarreas que se presentan como

precursoras del padecimiento y que indican su venida. Si a ésta causa

de predisposición se reúne, como muy a menudo sucede, la infección en

la atmósfera misma para obrar inmediatamente en el aparato

respiratorio, y alterar por éste medio la hematose, tendremos como

algunos quieren, y no sin fundamento, que esta causa es al mismo

tiempo predisponente y ocasional”. Por lo expuesto dice que el frío, la

permanencia en sitios calurosos, cambiando rápidamente de sitios fríos y

húmedos, el vestir ropas sucias y mojadas, pueden ser causas

predisponentes, del mismo modo que algunas profesiones como pueden

ser las de segadores, herreros, etc. 92

Sobre el tubo digestivo menciona como elementos exteriores los

alimentos, venenos y medicamentos.

De los alimentos dice que: “todos en general, por escogidos que

sean, llegan a predisponer al padecimiento de ésta enfermedad si se

abusa de ellos, pues sobrecargando entonces el estómago con

sustancias suculentas y nutritivas, no puede digerirla según era

preciso, o para hacerlo alguna vez necesita redoblar su acción

orgánica, resultando una de dos, o en el primer caso no se efectúa

una buena digestión, por lo que resulta un infarto gástrico, o en el

segundo se aumenta la excitación del órgano quimificador, cuyos

dos efectos son muy a menudo predisponentes en la producción del

cólera. Otros alimentos hay que sin tomarse en abundancia como

los acabados de expresar, predisponen por las mismas razones,

tales son aquellos que en sus principios constitutivos tienen malas

cualidades, o que por cualquiera causa las hayan adquirido, y son

entre estos todos los vegetales en general, y más particularmente

aquellos que favorecen el desprendimiento de gases en los

intestinos, las frutas que no estén en un estado de perfecta madurez,

los pescados salados, las carnes muy excitantes o manidas, y por

último, todos aquellos que no estando en armonía de antemano con

92

González Sámano. M. (1834): Ibidem. Pgs 20-23.

Page 85: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

85

la sensibilidad orgánica del estómago sean capaces de excitarle,

aun cuando por otra parte gocen aquellos de buenas cualidades. El

abuso en las bebidas, si éstas son espirituosas, su mala elaboración,

las aguas de pozo, estancadas, privadas por ésta causa de oxígeno,

o que hayan conservado y macerado cuerpos ya vegetales o

animales, son causas predisponentes para éste cruel azote”.

En lo que a los venenos se refiere, destaca cómo por parte de

algunos autores son presentados no como causa predisponente, sino

como elemento causal de la enfermedad: “Algunos han querido

atribuir el cólera a una materia sutilísima y séptica, que introducida

en la máquina, bien sea por el aire, alimentos, bebidas etc. le

desarrollaba, poniendo en prueba de ello la prontitud con que mata

la enfermedad igual al resultado observado en algunos

envenenamientos; y si esto tiene algo de verosímil, ¿Qué extraño

será que éstos agentes, sean del reino que fueren, obren sobre el

individuo, no digo predisponiéndole, sino a veces desarrollando en

él la enfermedad en cuestión?. Yo por mi parte no hallo duda en

creerlo; y la semejanza que se nota entre muchas enfermedades por

envenenamiento y el cólera-morbo testifican ésta opinión. Aunque

por otra parte no tendremos duda alguna en admitir que los venenos

introducidos de cualquier manera en la economía, y obrando ya en

la sangre por la absorción o tiempo de la hematose, o lo que es más

regular, sobre el tubo digestivo, puesto que los más son introducidos

en éste, predisponen a la economía, al desarrollo del cólera por la

acción más mínima de otra causa cualquiera ocasional, o llámese

eficiente”.

Respecto a los medicamentos dice que la toma indiscriminada de los

mismos y sin indicación, o en dosis desproporcionadas a las

circunstancias de cada paciente, pueden ser causas predisponentes

para el cólera-morbo: “pero entre ellos hay algunos que lo hacen

muy particularmente, y de los que debemos huir cuando haya

sospechas de la existencia o pronta aparición del mal; hablo de los

purgantes, cuya doble acción en la economía, de excitar la acción

orgánica intestinal, y promover evacuaciones abundantes, son por

Page 86: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

86

esto capaces muy a menudo de desarrollar la enfermedad”. Es por

esto que expone, por lo que critica además la administración de

purgantes por parte de algunos cirujanos romancistas: “¿Y cómo de

otro modo pudieran obrar los agentes farmacéuticos, que como los

purgantes tienen la particularidad de presentar a su administración

seguida, uno de los síntomas diagnósticos de la enfermedad, cual es

la diarrea?. Y esto sabido, ¿porqué muchos facultativos,

regularmente cirujanos romancistas, no han de conocer lo

perjudiciales que son tales medicamentos en éstas circunstancias,

para administrarles con más prudencia, y no que justamente es muy

rara la enfermedad que en sus principios no sea tratada por ellos

con uno o más eméticos, seguidos de otros tantos purgantes, por

creer que los males consisten siempre en la alteración y acrimonia

biliosa?. Por lo mismo es necesario insistir en hacer notar que los

purgantes administrados sin justa indicación causan más perjuicios,

que utilidades suelen reportar a otros padecimientos…”.93

Asegura Sámano que muchas causas productoras de la enfermedad del

cólera-morbo tienen acción directa sobre el cerebro, que al estar en

conexión con el resto de órganos, puede ser el origen de la alteración de

diversas funciones: “así que, todas las impresiones recibidas por los

sentidos y trasmitidas al sensorio, pueden muy bien predisponer al

sujeto, mayormente si éstas mismas producen resultados desagradables,

y por lo tanto son muy acertadas las medidas de precaución, que

consisten en alejar del sujeto todo aquello que sea capaz de excitarle

miedo, y recordarle el estado de sus convecinos; por lo que la

prohibición de tocar al muerto, hacer sufragios ruidosos, excitar la

compasión con la vista de los difuntos etc. son medidas muy acertadas,

al paso que por el contrario serían causas predisponentes en la

producción del cólera-morbo. Las pasiones de ánimo, bien sean

deprimentes o excitantes, los raptos de cólera, el terror, el recelo de ser

invadido, las vigilias prolongadas, el excesivo estudio y cuanto obre

modificando de cualquier modo el estado normal del sistema nervioso;

93

González Sámano. M. (1834): Ibidem. Pgs. 26-30.

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87

todo esto es capaz de predisponer al sujeto para el padecimiento del

cólera”.94

- Eficientes: Sámano parte del hecho evidente en 1834 de la ignorancia sobre la

causa cierta que produce la enfermedad, pero por otra parte muestra cómo éste

hecho poco le preocupa para trazar el tratamiento; “Unos han supuesto ser el

arroz tomado en abundancia; pero ésta causa no merece refutarse, pues en sí

misma tiene las pruebas en contrario, siendo críticamente éste alimento el que

más aprovecha a los coléricos, y de cuya simiente nos servimos con buen éxito

para el tratamiento del mal; Otros han creído que la causa eficiente consistía en

unos insectos o animalillos esparcidos por la atmósfera; hipótesis gratuita,

puesto que las más exquisitas investigaciones para probarlo nada han podido

adelantar; otros creían al principio, y algunos todavía, que la causa del cólera

consistía en un virus introducido en el sujeto, y que se propagaba de uno en

otro; y otros en fin, siendo entre éstos la mayoría, creen que la causa reside en

la atmósfera, aunque por otro lado, no se conoce su naturaleza”. De éstas dos

opiniones es donde reside, según Sámano, la controversia entre contagionistas y

anticontagionistas: “el creer que el morbo es contagioso, o en otros términos que

se propaga del sujeto enfermo al sano por el roce mutuo, que es lo que se

entiende por contagio inmediato, o bien por el uso de utensilios que hubieran

servido al paciente, como ropas, cama etc. lo que se dice contagio mediato; al

paso que los defensores de la segunda no admiten tal propagación, y sólo que el

cólera-morbo acomete indistintamente a los sujetos por residir su causa en el

aire, y de aquí deducen que es epidémico”95

2.4. Pronóstico del cólera-morbo asiático

Emitir juicios en cuanto al pronóstico en los casos de cólera-morbo asiático

experimentados por médicos de la época sería una tarea arriesgada, en tanto en cuanto

hablamos de una enfermedad que hasta ahora había ocultado sus causas productoras, su

naturaleza, el modo de propagarse, etc. Algunos decían que “el caso más grave, el más

agudo y repentino, el que se observe acompañado de todos los síntomas más

imponentes no debe abandonarse jamás, y sería arriesgado el asegurar su infeliz éxito,

94

González Sámano. M. (1834): Ibidem. Pgs. 30-32. 95

González Sámano. M. (1834): Opus cit. Pgs. 24-25.

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88

así como el más benigno, el más lento y que solo se manifiesta por algún síntoma leve,

no puede mirarse con desprecio, ni pronosticarse categóricamente su feliz terminación,

pues son infinitos los casos que nos ha presentado ésta epidemia de ambos ejemplos”.96

El que habla es el Dr. De Paula Folch, al que la experiencia con la enfermedad en

varios países le facultaba para incluir éste apartado en su publicación, en la que hace

una corta reseña de todo aquello que indicó un estado de mayor peligro, así como las

señales que anunciaban más constantemente un resultado favorable. Se atrevió a

aseverar cuestiones tales como que la llamada colerina se había curado en la mayoría de

los casos; sin embargo el cólera grave o asfíctico casi siempre era mortal, de la misma

manera su experiencia y observación verificó que aquellos casos que se presentaron en

el período ascendente de la epidemia fueron más mortíferos en igualdad de

circunstancias, que los que observó en el período estacionario y mucho más que los de

su descenso. De ésta manera, y tras exponer lo anterior podía decir que en

circunstancias iguales el pronóstico mejora en su terminación; que en aquellos enfermos

en los que el período prodrómico casi se solapaba con el “álgido”, siempre fueron más

graves las consecuencias que en aquellos en los que en dicho tránsito mediaban algunos

días. De igual manera destacaba la necesidad de diagnosticar con prontitud el período

prodrómico, ya que si la atención se descuidaba por unas horas la invasión colérica

sobrevenía en el enfermo de una manera más alarmante y temible; que a mayor edad en

período álgido peor pronóstico, que aquellas personas robustas y que gozaban de buena

salud resistieron mejor la enfermedad; que en cuanto a sexos, el cólera ha atacado más

al femenino que al masculino, siendo además más difícil su curación, pero si además la

mujer estaba embarazada, el pronóstico era peor; que al contrario de lo ocurrido allí

donde había atacado el cólera, en su experiencia sevillana no encontró diferencia

significativa en mortalidad en cuanto a pobres y clase acomodada, de la misma manera

el aislamiento de familias en sus casas no ha preservado de la enfermedad; que aquellos

profesionales del cuidado al enfermo, así como sus familiares no llegaron a padecer la

enfermedad en mayor grado que el resto de la sociedad; que el temor a enfermar y la

consiguiente conducta de disminución de la actividad, guardar cama, etc., predispuso a

éstas personas a contraer el cólera y a padecerlo de manera más grave e incluso a morir.

Y de cualquier manera destaca al período “álgido” como el momento de mayor peligro

y en el que se observó un número mayor de víctimas.

96

De Paula Folch y Amich, F. (1834): Opus cit. Pg. 19.

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89

En cuanto a la sintomatología y su relación con el pronóstico de la enfermedad,

el Dr. De Paula, observó en sus enfermos que: “cuando se presentaban los síntomas de

frío glacial en el rostro y extremidades, las manchas azules del cuerpo eran muy

extensas y manifiestas, había perdido la piel su elasticidad natural, se ofrecían las

manos arrugadas como si hubiesen estado mucho tiempo en maceración, la lengua y el

aliento fríos, la fisonomía muy alterada, la voz casi imperceptible, y el pulso había

desaparecido del todo, el enfermo solía morir a las pocas horas, y antes de entrar en la

reacción. Cuando cesaban absoluta y repentinamente los vómitos y la diarrea,

persistiendo los síntomas de algidez, la muerte era infalible (…). La abundancia ni

frecuencia de los vómitos y cámaras no constituían el mayor peligro, con tal que no

fuesen acompañados de los síntomas fuertes de asfixia, pasando generalmente los

enfermos al período de reacción. Si al remitir un poco los síntomas álgidos se

reproducían éstos de nuevo con la misma vehemencia, o tal vez mayor, perecían

enseguida los enfermos. Si en éste mismo período y en un estado cianótico y

verdaderamente asfíctico se fijaba un dolor agudísimo en la región del diafragma, la

muerte era inevitable. Los casos en los que a los síntomas de algidez se unía desde el

principio la enajenación de las facultades intelectuales, y decían los enfermos que se

encontraban bien, fueron todos desgraciados. Cuando en el período de reacción se

mezclaban síntomas del álgido y sobrevenía el delirio, los enfermos sucumbían en breve

tiempo. La disminución de casi todos los síntomas del período álgido y la presencia de

algunos de reacción moderada no fueron por lo general de buen agüero, si no iban

acompañados de la elevación del pulso y la presencia de las orinas. La aparición de

erupciones anómalas en toda la superficie del cuerpo y la de parótidas fueron señales

de mala terminación, cuando se presentaron inmediatamente del período álgido o en el

principio de la reacción, y sobre todo si después de su erupción no cesaban los

síntomas de gravedad; pero indicaron constantemente una terminación feliz y la

entrada a la convalecencia, cuando se manifestaron en el quinto o sexto día de la

invasión o sea a la terminación del tercer período, sofocándose con su salida los

síntomas principales. El cambio de los vómitos y cámaras de blancas y albuminosas a

verdes o amarillas siempre se consideró como una señal favorable; pero es por sí solo

un signo tan inconstante, que no nos debe inspirar la mayor confianza, pues son

infinitos los enfermos que han perecido después de ésta variación. Los vómitos

sanguinolentos o que precipitan en su fondo de una sustancia rubicunda y algo

parecida a la orina, y la diarrea disentérica, han sido casi siempre señales de muerte.

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90

El hipo en el período álgido anunció frecuentemente una pronta y fatal terminación;

pero en el medio y fin de la reacción nada significaba. Una reacción moderada, por

más que subsiguiese a un período álgido muy intenso era de muy buen agüero, así

como la irregular o excesiva, aun cuando sobreviniera el más ligero ataque, se

consideró siempre como un signo temible. La torpeza de las facultades intelectuales, el

sopor profundo, la fuerte inyección de las conjuntivas, ofreciéndose en forma de

manchas o equímoses, los ojos entreabiertos y con las pupilas vueltas hacia arriba, el

pervertirse la visión, la fuerte sordera y el susurro de oídos, fueron muy a menudo

malas señales en el período de reacción. La extremada agitación de todo el cuerpo y

los fuertes suspiros sin poder dar razón los enfermos de la causa que se los ocasionaba,

así como el guardar siempre una misma posición sin quejarse de cosa alguna,

manifestaron frecuentemente un estado de grande peligro. Un sudor disuelto, caliente y

no muy abundante, sobre el cuarto o quinto día de la enfermedad, ofreció por lo

regular una crisis saludable. En el fin de la reacción y cuando se habían disminuido la

mayor parte de los síntomas de gravedad, el sobrevenir una diarrea biliosa, sin que se

abatiesen las fuerzas de los enfermos fue una señal de terminación crítica. En

cualquiera circunstancia una recaída comprometió la vida del enfermo, sin que por eso

pasase a ser el caso absolutamente mortal; pues se vieron varios enfermos curarse

completamente, a pesar de haber sufrido dos, tres, y hasta cuatro recaídas”.97

Pero el Dr. De Pula Folch, como ya se ha dicho también formó parte de la

comisión enviada a investigar el cólera-morbo en el extranjero, en cuyo informe, en lo

que respecta al pronóstico de la enfermedad, y reconociendo desde un principio la

peligrosidad de la misma, afirmaban que la experiencia les había mostrado una serie de

ataques en los que el cólera era mortal y ante los que nada podían hacer los cuidados y

recursos terapéuticos entonces disponibles, siendo por desgracia el número de personas

atacadas de ésta manera muy considerable. Posicionándose al lado de aquellos que

defendían que el cólera provenía de un envenenamiento miasmático, les era fácil

afirmar que había casos mortales de necesidad, y otros que gracias a los cuidados y

terapéutica adecuada recuperaron su salud, defendiéndose con tan sencilla distinción a

las acusaciones consideradas por ellos injustas por parte de algunos detractores de la

medicina. Admitida por tanto la mortalidad absoluta y relativa del cólera pasaban en su

informe a examinar aquellas circunstancias que variaban en peligro y los signos que

97

De Paula Folch y Amich, F. (1834): Ibidem. Pgs. 19-24.

Page 91: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

91

podrían indicar el éxito de los auxilios. De ésta manera consideraban transcendental el

momento de contraer la enfermedad en relación con la aparición de la epidemia en una

localidad; es decir, afirmaban que aún en los casos más benignos, si éstos aparecían en

los primeros momentos de una irrupción repentina en un pueblo, o en el período de

mayor fuerza de la epidemia, tenían peor pronóstico incluso que aquellos graves

aparecidos durante la declinación de la misma. También, la mayor o menor rapidez con

que se desarrolla la enfermedad puede servir de indicio de su éxito, es decir, los ataques

repentinos y sin pródromos acarrean por regla general la muerte del sujeto. La edad, el

sexo, la robustez, el estado de salud y las afecciones del ánimo son también

circunstancias que pueden influir en el pronóstico. En general, cuanto más joven es el

sujeto, tanta más probabilidad hay de curación. Los niños de pecho son rara vez

atacados, pero mueren comúnmente. Al contrario de lo aseverado por el Dr. de Paula en

su informe tras la experiencia sevillana, en éste informe se afirmaba que las mujeres

parece que se curan por lo general mejor que los hombres. La robustez y un estado

habitual de buena salud permiten esperar en ciertas ocasiones la feliz terminación del

mal. El temor y abatimiento de ánimo debían ser motivos de recelos para los médicos.

Variaba también el pronóstico en razón a los diversos grados y períodos de la

enfermedad, de ésta manera afirmaban que, la colerina no ofrecía en sí misma gran

peligro, pero advertían en la necesidad de no olvidar que puede ser un pródromo del

ataque más violento, el cólera confirmado era muchísimas veces necesariamente mortal,

los pródromos podían ser combatidos en muchas ocasiones con esperanzas de buen

éxito. El mayor grado de intensidad se correspondería con el estado más grave, de ésta

manera el período “álgido” llevaría consigo los mayores peligros y podían asegurar que

la mayor parte de los enfermos perecían en él. En cuanto al pronóstico y su relación con

la sintomatología observada, “cuando el frío de los miembros, de la nariz y de la lengua

es excesivo, la cianosis y lividez intensas, evidente la falta de elasticidad y maceración

de la piel de las manos, profunda la alteración de la fisonomía, y completa la

desaparición del pulso, el enfermo muere sin llegar al estado de reacción. La absoluta

y repentina cesación de los vómitos y la diarrea en tales circunstancias, es indicio

seguro de la proximidad de la muerte. Cuando los síntomas asfícticos son ligeros,

aunque las evacuaciones por vómitos y cámaras sean abundantes y repetidas, puede

esperarse que el enfermo pase al periodo de reacción. La vuelta del calor, la

desaparición de la cianosis, el cambio favorable de la fisonomía y aún la sucesiva

disminución de las evacuaciones por vómitos y cámaras, no deben inspirarnos gran

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92

confianza mientras no corran las orinas. Las reacciones irregular y tifoidea son estados

tan peligrosos como el periodo álgido. El sopor profundo, las equimosis o manchas de

las conjuntivas; y los ojos entreabiertos con las pupilas vueltas hacia arriba son

síntomas que en dichos períodos indican una mala terminación. Las inflamaciones en

cualquiera órgano o aparato durante la reacción violenta, si no van acompañados de

síntomas nerviosos o congestión cerebral, pueden en algunos casos ser combatidas con

esperanzas de buen éxito. En el cólera vehemente cuantos síntomas le caracterizan son

otros tantos signos de muerte inevitable. En todos los grados y períodos, el frío, la falta

completa de la elasticidad de la piel, la cianosis intensa o la lividez uniforme, los

sudores parciales de un humor pegajoso, la falta de pulso y la alteración de la sangre,

la frialdad de la lengua y el aliento y el color aplomado de aquél órgano, la ronquera,

los quejidos y los gritos, la ansiedad precordial, y la dificultad de respirar, la profunda

alteración de la fisonomía, la pérdida del oído o de la vista, la indolencia de los

enfermos y la indiferencia sobre su propia suerte, el delirio, la somnolencia y el sopor,

son signos de una muerte casi segura. Los calambres fuertes y el hipo no tienen por sí

solos tan gran valor como se les ha querido dar. En muchos casos graves son ligeros

los calambres, y en otros leves molestan infinito. El hipo aparece y desaparece con

facilidad, y en algunas ocasiones dura tres y cuatro días en enfermos que pasan a una

reacción moderada. Relativamente a las evacuaciones por vómitos y cámaras deben

hacerse algunas consideraciones importantes: Los vómitos biliosos, y aún de bilis pura,

no anuncian por sí solos la feliz terminación de la enfermedad. Muchas veces se

presentan desde el principio del ataque y esto no impide el que el mal corra todos sus

períodos y acabe del modo más funesto. Las cámaras serosas, espesas y con estrías

sanguinolentas, las mucosas sanguíneas, y en general las llamadas disentéricas hemos

visto que anuncian en todos los grados y períodos del mal una muerte próxima. Por lo

que hace a los fenómenos morbosos considerados como críticos, hemos tenido muy

pocas ocasiones de observar los sudores generales de que tanto se ha hablado; y ésta

terminación de la enfermedad, es a nuestro parecer bastante rara. La crisis por orinas

es la más positiva y evidente. La que sobreviene por cámaras biliosas, pocas veces se

verifica de una manera franca y favorable. La erupción semejante a la urticaria, las

erisipelas y los abscesos externos, presentándose por lo común envueltos con síntomas

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93

de una reacción irregular o violenta, no permiten pronosticar en todos los casos de un

modo positivamente lisonjero”.98

Los había que auguraban un peor pronóstico si los atacados por el mal eran

ancianos y mujeres, aunque ante la pregunta ¿qué pronóstico podrá hacerse de la

terminación del mal en cada uno de sus diferentes períodos?, la contestación que se

daba entonces era contundente: “Ninguno cierto”, y añadían además: “No obstante

puede asegurarse que en igualdad de circunstancias los viejos y las mujeres tienen más

que temer que los demás, los cuales no se han de creer salvados hasta haberse

restablecido del todo, pues la mayor parte de los que se curan es de los que no han

pasado del primer periodo, cuya duración es indeterminada, y en éste tiempo están

expuestos a recaer, siendo entonces constantemente mayor el peligro. Si pasado el

primer periodo siguen los síntomas del álgido, es muy dudosa y mas generalmente

funesta la terminación, y tanto más cuanto más graduados estén los síntomas; y aún

cuando alguna vez se incline uno a que el enfermo salvará de tan inminente peligro, no

debe dejar de advertir el nuevo aunque comúnmente menor riesgo a que está expuesto

desde que aparece el período de reacción. Por las diferentes inflamaciones que suelen

fijarse en las vísceras del paciente cansado de sufrir. Resulta pues, que aunque siempre

hay peligro, nunca es tan grande ni próximo como en el estado álgido, y por

consiguiente es mucho mayor si la enfermedad comienza casi desde luego por él”.99

Sámano en 1834 se postulaba a favor de un carácter epidémico del cólera, y

siendo así, al hablar de su pronóstico, advertía de su gran diferencia con respecto a las

enfermedades “esporádicas”, viéndose entonces agravado el cólera-morbo por causas

que nada tienen que ver con el padecimiento mismo, como pudieran ser el terror, la falta

de recursos, el abandono, etc. Y concluía afirmando que: “1º, el pronóstico no es tan

cruel como se ha creído, 2º, que en el primer periodo suele muy a menudo ser favorable

si los enfermos, sanos por otra parte, acuden y se sujetan a tiempo a los facultativos, 3º,

que aún en el segundo se salvan bastantes, siendo muchos de los desgraciados sujetos

achacosos y valetudinarios, 4º, que en el tercero se puede decir que con respecto al

98

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pgs. 49-55. 99

Porrúa y Velázquez, F. (1834): Opus cit. Pg. 49.

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94

cólera no hay pronóstico, puesto que la muerte proviene por lo regular de otras

afecciones”.100

2.5. Métodos para precaverse del cólera-morbo

Las iniciativas preventivas menudearon por todo el país durante la primera visita

del cólera-morbo asiático a España; aunque revestidas de muy precarias condiciones

económicas, en algunos sitios, por falta de fondos no llegaron a imprimirse en bandos,

que publicaran las medidas que debían observarse en caso de contagio, y por supuesto,

mucho menos iniciar el acondicionamiento de lazaretos para recoger a los

contaminados; ni llevar a cabo otras previsiones al uso. Se realizaron publicaciones que

se movían en dos frentes; preventivo y curativo, el primero consistía en la publicación

de instrucciones populares para que el pueblo pudiese conocer los pormenores del mal.

Algunas de estas publicaciones son utilizadas como fuentes etnográficas para desarrollar

éste apartado dedicado a los métodos de precaverse del cólera-morbo:

- “Instrucción clara y sencilla para todas las clases del pueblo sobre los medios

más convenientes y seguros de precaverse del cólera-morbo asiático, y curarse

de sus primeros ataques”. Publicado en Barcelona en 1834, siendo su autor el

Dr. D. Félix Janer.

- “Instrucciones generales sobre el modo de precaverse del cólera-morbo

epidémico, con indicaciones acerca de su método curativo”. Publicado en

Madrid en 1834 por el Dr. D. Mateo Seoane.

Seoane, estudioso del cólera, llegó a ser una autoridad en la materia. Exiliado en

Londres por sus ideas liberales, tras su vuelta a España en 1834 se convirtió en el asesor

permanente del Real Consejo de Sanidad, siendo el promotor de toda una serie de

medidas que también se aplicarían en las epidemias de 1855 y 1865.101

100

González Sámano. M. (1834): Opus cit. Pg. 71. 101 Peral Pacheco, D. y Sánchez Álvarez, J.L. (2009): “La epidemia de cólera de 1855 en

Olivenza”. Revista de Estudios Extremeños. Tomo LXV, Número III. Pgs. 1289-1320.

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95

A la altura de 1834, cuando fueron publicadas, se había escrito ya mucho sobre

los medios preservativos y curativos del cólera-morbo. Las consecuencias de padecer la

enfermedad se conocían de primera mano en España, puesto que se venían padeciendo

desde el año anterior; más aún, algunos de los autores de éstas instrucciones, tal es el

caso de Seoane, la conocían bien por haber convivido con ella en sus experiencias en el

extranjero, y en sus instrucciones dejaba claro que: “El dar consejos acertados acerca

del género de vida o de la conducta que ha de observar cada individuo mientras reina

un epidemia tan general y devastadora como el cólera, es una empresa más difícil de lo

que a primera vista parece. En esta materia, así como en cuantas tienen relación con la

máquina animal, y quizá también con las demás cosas humanas, todo es relativo, y por

consiguiente por grande que sea la exactitud de las reglas que se den para dirigir la

conducta particular de los que estén expuestos a la influencia de las causas de la

epidemia, tienen que sufrir aquellas reglas necesariamente, modificaciones importantes

en la mayor parte de los casos, no solo con respecto a la edad, sexo, temperamento,

profesión, oficio, empleo o hábitos de vida de cada persona, sino también a la estación

y aún al tiempo en que reina la epidemia. Sería por tanto necesario en instrucciones de

esta clase, no solo fijar con la mayor exactitud posible las reglas preventivas generales

para precaverse de la influencia de las causas que directa o indirectamente son

capaces de producir un ataque del cólera, sino también hacer una explicación

minuciosa de las modificaciones que pueden hacer en ellas las circunstancias

accidentales. Estas circunstancias son sin embargo tan variadas y numerosas que se

necesitaría un escrito voluminoso para explicar por menudo aquellas modificaciones,

por lo cual es imposible hacer más que indicarlas, dejando a cada individuo que

aplique las diversas indicaciones a su propio caso, guiándolo por lo que le haya

enseñado su propia experiencia acerca de los efectos, que ocasionen en su máquina las

impresiones tanto de los estímulos físicos como de los morales. Entre las causas que

directa o indirectamente, pueden producir el cólera hay unas que ocasionamos

nosotros mismos, y cuya existencia es un efecto de nuestros desarreglos en el método de

vida, como los excesos de todo género, la falta de limpieza personal y gran parte de las

que son un resultado de las pasiones de ánimo; otras hay que no dependen tan

directamente de nosotros mismos cuales son las que consisten en el estado de los

lugares que habitamos por ser húmedos, sucios, estrechos o mal ventilados, y otras en

fin que existen sin dependencia alguna de nosotros. Podemos evitar casi siempre con

facilidad que se produzcan las primeras con un método arreglado de vida; nos es

Page 96: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

96

posible también algunas veces impedir que se formen las segundas, y cuando no se

pueda impedir, lo que por desgracia sucede frecuentemente, debemos tratar de evitar el

que obren sobre nosotros, y esto último es lo único que se puede hacer para

contrarrestar la influencia de las tercias. Las medidas preservativas contra el cólera

deberán por consiguiente ser de dos especies, una comprenderá las que se dirijan a

arreglar nuestra conducta y método de vida como que no puedan formarse las causas

que contribuyen a producirle, cuando nos es posible el evitarlo, y la otra las que se

deben dirigir a impedir que obren las que existen sin intervención alguna de

nosotros”.102

La huída

El Dr. Félix Janer comienza sus recomendaciones con la fuga, una medida de

precaverse que al parecer había tenido buenos resultados con la anterior epidemia de

fiebre amarilla; sin embargo a estas alturas ya se sabía que estaba lejos de parecerse al

cólera-morbo. El autor hablaba de la huída de las poblaciones y mostraba una serie de

recomendaciones y advertencias: Decía que ésta huída debía hacerse hacia una

población que se encontrase a bastante distancia del pueblo infectado. Podemos afirmar

que Janer era defensor del carácter contagioso del mal, a pesar de encontrarnos ya en

1834, año en que ésta defensa empieza a ser abandonada, reconocía que el cólera se

extendía sobre pueblos vecinos a un mismo tiempo y con poco intervalo, por lo que la

huída a un pueblo cercano no ofrecía excesiva seguridad, más aún cuando se había

observado la gran celeridad con la que se propaga la enfermedad, pero además en la

elección del punto de destino recomendaba tener en cuenta la existencia de medios

necesarios para tratar el cólera en éste, reconociendo la necesaria urgencia en la

aplicación de cuidados, por lo que se hacía necesario verificar la existencia de médico,

sangrador, botica, etc. Pero además advertía de salir del pueblo antes que éste se declare

infectado o al menos al principio, reconociendo que la ignorancia de la existencia del

mal era motivo para que la población no guardase reglas saludables de preservación, por

lo que sería fácil pensar en la existencia del cólera ya en las personas que deciden

emprender la huída en breve. Por lo que de la misma manera aconsejaba salir estando

sano y nunca cuando se padeciere la colerina, ni aún cuando se hubieren sentido los

primeros síntomas. Reconociendo tras su experiencia que ésta colerina se podría curar,

102

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pgs. 5-8.

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97

serían sus cuidados y tratamiento más ventajosos si eran aplicados en el lugar de

residencia, aunque ya existiere en él el cólera, al poder ser recibidos con urgencia y

mayor comodidad que en el viaje, donde las diversas incomodidades, tales como el frío,

calor, viento, malos alimentos, cansancio, etc., no podrían impedir que la colerina

terminase en evolucionar hacia un período de mayor peligro. Reconocía además Janer

que muchos habían perecido por ésta causa. Y en cuanto a la vuelta recomendaba

posponerla “hasta algún tiempo después de haberse concluido el cólera. Este tiempo no

se puede señalar a punto fijo, y siempre lo más acertado será el que se tarde a volver,

no volviendo a lo menos que no hayan pasado quince días o un mes. Si cuando se ha

declarado el pueblo ya libre del cólera, se puede tener una entera confianza en esta

declaración, como tal declaración suele hacerse solo después de haber pasado algunos

días sin que se hubiese manifestado caso alguno de cólera, pueden entonces los

fugitivos volver más o menos pronto. En circunstancias opuestas, cuando no se puede

poner una gran confianza en semejante declaración, como por desgracia sucede

muchas veces, los fugitivos harán bien en retardar su vuelta y solo verificarla al saber

por avisos particulares, pero de suma confianza, que realmente el cólera ha

desaparecido del todo y bastantes días hace del pueblo. El retardo que encargamos

para la vuelta es de suma importancia, pues peligran muchísimo los sujetos que

habiéndose ausentado vuelven mientras existe todavía el cólera, por más que se diga

que ya no hay sino uno u otro caso, por cuanto suelen más fácilmente coger el mal los

recién venidos”.103

Seoane, en sus recomendaciones también hace referencia a la salida de las

poblaciones ante la sospecha del acercamiento del cólera a éstas. Podemos afirmar, por

tanto, la posición en éste momento del autor a favor del contagionismo. Presenta la

huída como una posible medida de precaución, pero al igual que Janer advierte al

mismo tiempo de sus inconvenientes, de tal modo que cada uno elija la mejor opción en

consecuencia : “Nada hay más natural que cuando se teme la aparición próxima del

cólera en una población cualquiera el instinto mismo de la conservación impela a los

que residen en ella, a procurar huir de aquél paraje a otro donde haya menos

probabilidad de que se manifieste, y considerada en general esta medida preservativa,

ninguna hay más eficaz bajo todos aspectos. Sin embargo, aunque muchas veces un sin

103

Janer, F. (1834): Instrucción clara y sencilla para todas las clases del pueblo sobre

los medios más convenientes y seguros de preservarse del cólera-morbo asiático y

curarse de sus primeros ataques. Barcelona. Imprenta de Gorchs, Pgs. 4-8.

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98

número de circunstancias imposibles de vencer no impidiesen absolutamente tomar este

medio de salvarse, no se le debería creer tan libre de inconvenientes, cuando se trata de

huir de los ataques del cólera, como se hace a menudo, y como a primera vista parece.

Si se abandona la población donde se reside, cuando hay miedo de que va a aparecer

en ella aquél mal, es muy fácil ir a otra donde aparezca primero, y caer así en el

peligro de que se huye, pues lo caprichoso de sus ataques hace imposible el poder

señalar con anticipación cual será el camino que tomará, o los pueblos que acometerá,

según se vaya propagando. Cuando con el objeto de evitar este inconveniente se espera

a que el cólera aparezca en la población donde se vive para abandonarla, puede

suceder y ha sucedido muchas veces que saquen ya el germen del mal dentro de sí

mismos los huidos y que se vean acometidos de él fuera de su casa, no solo privados de

las comodidades que no se encuentran por lo común más que en ella, sino aún también

destituidos de los auxilios médicos o de otra clase. Estos inconvenientes y en que en el

último caso es muy posible que aquellos huidos lleven consigo el mal y le propaguen,

deben tenerse siempre muy presentes antes de tomar la resolución de abandonar su

residencia para huir del cólera, a fin de comparar las ventajas de la emigración con

sus desventajas y de investigar detenidamente cual es la determinación que en el caso

particular de que se trate será menos peligrosa”.104

Dentro de las medidas adoptadas en el año anterior ante la presencia del cólera

estaban las de aislamiento, y dentro de éstas existía la necesidad de portar cédulas de

sanidad que acreditasen la no procedencia de lugar invadido por el cólera, previo paso a

la entrada en las poblaciones. La Corona, basándose en el empirismo había ordenado el

abandono de las autoridades de sus poblaciones ante la supuesta cercanía del cólera, en

agosto de 1834. Esta medida no sólo no era permitida sino que se castigaría duramente.

Higiene y limpieza

Para precaverse del cólera también se hace mención especial a la higiene y

limpieza, tanto de la casa como de la propia persona. De ésta última Seoane decía que

su falta era una de las cosas que podían contribuir más a ocasionar el mal por el

desarreglo que ocasiona en las funciones de la piel. “Toda porquería pegada a ésta

104

Seoane, M. (1834): Ibidem. Pgs. 35-37.

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99

puede llegar a producir efectos tan perniciosos, que se debe tener el mayor cuidado en

mantener el cuerpo lo más limpio posible”105

:

Janer recomendaba mudarse de ropa interior con más frecuencia, y que ésta

estuviese bien seca y aún en invierno algo caliente. Aconsejaba los baños de agua tibia

pero no excesivamente frecuentes para no debilitar el cuerpo, y tomando una serie de

precauciones, tales como acostarse inmediatamente, tras un correcto secado a fin de

evitar la impresión del aire en la piel, motivo por el que no aconsejaba el baño a los no

acostumbrados al mismo, a no ser que la suciedad de la piel lo exigiere pero tomando

las debidas precauciones para no resfriarse. Advertía de la necesidad en la limpieza de

la ropa de cama, de la movilidad diaria de la misma, de barrer bien los aposentos, siendo

necesario hacerlo diariamente en verano, regándolos primeramente con el agua precisa

para no levantar demasiado polvo, que el basurero de la cocina se limpiase bien todos

los días, no permitir de ninguna manera inmundicia amontonada en la casa que pudieran

ser causa de emanaciones de materiales animales o vegetales en descomposición y

putrefacción. Especial cuidado con la ropa sucia de los enfermos, la cual debería ser

lavada fuera de la casa. Cuidado con los parajes que despidiesen mal olor, tales como

cloacas, alcantarillas, pozos de aguas inmundas, etc. Para ellos advertía la necesidad de

tenerlos siempre bien tapados, y destaparlos únicamente cuando fuera necesario, de la

misma manera no debería haber aguas sucias o encharcadas en casas, patios, etc., ni

cerca de éstas, y mucho menos echar en ellas materias animales o vegetales susceptibles

de ser corrompidas, siendo necesario, según Janer, denunciar a la autoridad cuando los

particulares no pudieran hacerlo por sí mismos. Tan importante como la limpieza,

debería ser la ventilación, necesaria para respirar un aire puro, de ésta manera

recomendaba abrir balcones y ventanas cada día, pero generalmente no muy de mañana,

y solo cuando el sol haya disipado la humedad y frescura del aire, cerrándolos al

anochecer, sobre todo en el otoño e invierno. Recomendaba que no durmieran muchos

individuos en un mismo aposento, lo cual sería fácil de conseguir en familias

acomodadas, pero no así en los pobres, que por otra parte iban a ser los más

perjudicados por la enfermedad. Si hubiere enfermos recomendaba que nadie durmiera

en sus cuartos, que se extremase la limpieza de los mismos, que no entrasen en ellos

sino las personas encargadas de su cuidado, los cuales saldrán de vez en cuando a

respirar otro aire más puro, y sacar rápidamente de las casas los cadáveres. Y En cuanto

105

Seoane, M. (1834): Ibidem. Pg. 37.

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100

a los medios que se deberían utilizar para desinfección decía: “La pureza del aire en las

casas no se logra con aguas olorosas, ni con espíritus y esencias, ni con humos de

plantas u otras sustancias aromáticas, ni con vinagre, ya solo, ya aromatizado por

haber hecho hervir en él espliego, romero u otras plantas semejantes. Todo esto

solamente sirve para el olfato, y podrá usarse en el caso de querer dar un buen olor a

los aposentos. Los medios mejores de purificar el aire son ciertamente la ventilación y

la limpieza que hemos dicho; y así no se ha de poner sobrada confianza en las

fumigaciones clóricas, nítricas, ni otras discurridas hasta ahora, no debiendo nunca

esta confianza impedir que se practiquen los diversos medios de precaución expuestos

en éste escrito. Sin embargo podrá ser útil el hacer las fumigaciones del cloro,

especialmente en los aposentos donde hubiere habido muertos, bien que si tales

aposentos no fuesen pintados, sería mejor volverlos a blanquear. Las letrinas, sobre

todo las que huelen mal, se desinfectarán echando en ellas dos o tres veces al día una

cantidad de disolución de cloruro de cal. Los que tengan mucha aprensión por haber

tocado a un enfermo o un muerto podrán lavarse las manos con el agua clorurada,

bastando comúnmente lavarlas con agua y vinagre. También los aprensivos podrán

llevar consigo un frasquito tapado que contenga cloruro de cal sólido; y cada vez que

se quiera respirar cloro o desinfectar la porción de aire que rodea al individuo, bastará

destapar el frasco. El cloruro se ha de renovar cuando el olfato indique que ya no se

desprende cloro. Si se quiere una mayor cantidad de este, no hay sino echar en el

frasco algunas gotas de vinagre, el que podrá aromatizarse con otras gotas de algún

aceite esencial, como de jazmín, de espliego, de rosas, etc. si el gas incomodase

demasiado el olfato”.106

Los médicos de la comisión enviada al extranjero, en el apartado de la limpieza

personal como medida preservativa, decían: “la limpieza de la piel es también un medio

importante de preservación. Ordinariamente se practica tomando algunos baños de

agua tibia, seguidos de ligeras friegas. No puede dudarse de la utilidad de ésta

precaución higiénica; con todo, el que no esté acostumbrado a ella puede muy bien

omitirla en tiempo de epidemia”.107

En lo que se refiere a las características de las poblaciones donde se residía,

Seoane hacía mención especial a la influencia de las condiciones que contribuyen al

106

Janer, F. (1834): Ibidem Pgs. 11-19. 107

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pg. 318.

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101

desarrollo del cólera, procedentes exclusivamente del estado de las localidades mismas

cuando están mal situadas: “la historia de la carrera del cólera demuestra que en todas

las poblaciones donde ha hecho estragos, ha reinado muy particularmente en aquellos

parajes que eran húmedos, estrechos, mal ventilados o sucios, en fin, en los sitios donde

existía alguna causa para que el aire fuese poco puro y se renovase con dificultad,

mientras que en aquellos, cuyas condiciones eran opuestas, solo acometía por lo común

a los que hacían excesos. Hay pues una seguridad muy grande de escapar ilesos, aún

viviendo en un pueblo epidemiado, cuando además de guardar un método regular de

vida se tiene cuidado de evitar los sitios muy húmedos, o cuyo aire sea impuro, ya

consista esta impureza en la falta de ventilación, o ya en las emanaciones de las

inmundicias de cualquier clase. Todos deben pues tener el mayor interés no solo en

evitar estas causas individualmente, sino también en contribuir del modo más activo a

destruir los agentes que las producen, haciendo que se pongan en completa ejecución

las disposiciones que sobre la materia tomen las autoridades, a quienes toca ordenar la

ejecución de las medidas convenientes para destruirlas. Al mismo tiempo todos

aquellos que se vean obligados a residir en parajes mal situados deberán dar

diariamente dos o tres paseos moderados al aire libre en sitios bien ventilados y

secos”.108

En ésta primera visita del cólera, la enfermedad estuvo estrechamente relacionada

con las condiciones de vida, y particularmente con las condiciones higiénicas de las

poblaciones y de sus habitantes. Conviene tener en cuenta el grado de miseria y

sufrimiento de las capas más humildes, una realidad que, en 1834, alcanzó cotas

especialmente elevadas, no sólo como consecuencia de la epidemia, sino también por la

situación coyuntural de guerra y de crisis de subsistencias. Por todo ello es fácil pensar

en la gran cantidad de gente que no podría seguir las recomendaciones de habitabilidad,

así como las de higiene personal y doméstica, o las de alimentación y otras que se

describen a continuación.

Alimentación

En cuanto a la alimentación se recomendaba no hacer excesos huyendo de las

comidas copiosas, pero aclarando que sería pernicioso en éste sentido el cambiar

repentinamente mucho en el método usual de vida, siendo conveniente en general

108

Seoane, M. (1834): Ibidem. Pgs. 38-39.

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102

preferir aquellos alimentos que sienten por lo común mejor al estómago de cada uno o a

los que se esté habituado, habiendo otros que sí será necesario considerar como dañinos

y por tanto será útil no usar en ningún caso mientras dure la epidemia. Entre éstos

últimos Seoane cita como tales “los vegetales muy acuosos particularmente los

pepinos, sandías, las frutas poco maduras o muy pasadas, la carne en cecina, el

pescado en escabeche o salado de cualquier modo, toda especie de carne, tocino o

pescado en mala condición y todo género de pasteles, y hay también otros que aun

cuando no sean tan malos como los anteriores, pueden llegar a serlo fácilmente, cuales

son los vegetales crudos, las setas, los guisados cargados de grasa o especias y las

salchichas, morcillas y demás alimentos muy grasientos. Y no solo se debe evitar todo

lo posible el hacer uso de éstos alimentos, sino también de todos aquellos que aún

cuando sean tenidos por saludables, la experiencia particular de cada uno le haya

demostrado que sientan mal a su estómago, y con mayor razón de los que le causen por

lo común soltura de vientre, pues nada hay más peligroso mientras reina el cólera que

tener cursos. Por ésta razón es preferible conservar el vientre poco estreñido y excepto

en aquellos casos en que el estreñimiento sea habitual o llegue a hacerse incómodo, lo

que también puede ser dañoso, no se tomarán ni medicinas, ni aún alimentos que sean

capaces de hacerse mover por fuerza, prefiriéndose a todos ellos las lavativas, cuando

sea absolutamente necesario hacerlo”.109

Tanto Seoane como Janer coinciden en señalar lo pernicioso de salir de casa por

la mañana en ayunas y los beneficios de una cena moderada, si bien el segundo advierte

que aquellos que estén acostumbrados a cenas copiosas harían mal en cambiar

repentinamente éste modo de vida, por lo que recomienda en éstos casos una ligera

moderación. Y en cuanto a la elección de alimentos, éstos deben ser de buena calidad,

de fácil digestión y que nutran bien sin fatigar el estómago, porque tal y como afirma

Seoane “nada puede contribuir más a la manifestación del cólera que una indigestión”.

Ambos recomiendan la dieta animal, si bien especifican:

- Seoane reconoce que “se ha disputado mucho sobre la influencia de los

vegetales en la producción del cólera, y no se puede dudar que una dieta animal

sencilla es preferible, generalmente hablando, a la dieta vegetal; más el

limitarse absolutamente o casi absolutamente a tomar sustancia animales puede

109

Seoane, M. (1834): Ibidem. Pgs. 10-11.

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103

ser muy dañoso, en particular para aquellos que han estado y estén habituados

al uso de vegetales en gran cantidad. Es pues preciso seguir usando una dieta

mixta, prefiriendo los vegetales no dañosos, y teniendo siempre cuidado de no

tomar crudo ninguno de ellos, excepto las frutas maduras, que usadas en

cantidades muy cortas no son malas, y aún en muchos casos pueden ser útiles.

La misma discrepancia ha habido acerca del uso del tocino; hay poca duda de

que todos los alimentos cargados de grasa son no solo no saludables sino aun

también muy dañosos, mas es preciso advertir que los estómagos fuertes

acostumbrados a digerir alimentos también fuertes, principalmente cuando se

trata de trabajadores, necesitan para mantenerse en su estado natural ciertos

estímulos, sin los cuales se debilitarían mucho y se ocasionaría un mal

irremediable. Por ésta razón el uso del tocino puede no ser dañoso a los que

estando ya acostumbrados a él, le digieran con facilidad, más harán bien en

tomarlo con la mayor moderación y evitar casi enteramente su uso los que

tengan estómagos debilitados, o pasen una vida sedentaria”.110

- Janer recomienda que se ha de preferir la comida de carne a la de pescado,

advirtiendo a aquellos aficionados a éste la necesidad de elegirlo fresco y blanco.

En cuanto a las carnes “que sean tiernas, nada pasadas, ni cargadas de mucha

grasa, que no sean de animales ni muy tiernos ni viejos, que bien cocidas o

asadas, se preferirán a las demás; dejando comúnmente las carnes saladas, las

ahumadas, el tocino, particularmente rancio, la pesca salada, las langostas y

langostinos, los cangrejos, jibias y calamares, los mariscos, los caracoles, los

hongos, higos, habas, acelgas y coles. Son buenos los huevos, con tal que no se

cuezan o guisen de un modo que los haga indigestos, como es cuando son duros.

También es buena la leche, bien que no para aquellos a quienes le sienta mal, o

a quienes afloja el vientre, entendiéndose lo mismo de la manteca, queso y

demás preparados de la leche, que sin embargo siempre se han de comer con

moderación. Sólo se comerán las legumbres tiernas y se dejarán las secas que

suelen ser pesadas y flatulentas. En el puchero se pondrán con preferencia

garbanzos, solos o con un poco de cebolla, o de patata, o de escarola o de judías

tiernas. La sopa preferible será la de pan o de arroz, el que también puede

usarse mucho en los guisados. Los condimentos o salsas se han de usar los más

110

Seoane, M. (1834): Ibidem. Pgs. 12-13.

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104

suaves, y siempre con moderación, siendo nocivos los más excitantes. El pan

debe ser de buena harina, bien cocido, y no demasiado tierno ni caliente, no

comiendo sino después de algún tiempo salido del horno”.111

Janer, siendo además consciente de las diferencias sociales, y teniendo en cuenta

lo expresado arriba, incluye entre sus prevenciones una dieta para “las personas

arregladas y de medianas connivencias”, “y en cuanto a los sujetos de pocas

conveniencias se acercarán cuanto puedan al método de vida expresado, dejando los

alimentos duros y malos que por gusto o por capricho tal vez comen sin necesidad; y en

el caso de no poderse escoger los alimentos como se desea, o en el caso de haber

carestía en el pueblo, como por desgracia sucede demasiadas veces, entonces entre los

alimentos menos malos o menos caros se escogerán también los que más nos convienen

cuanto se pudiese. Mas si la necesidad aun obligase a comer los indigestos y malos, se

cocerán bien y se comerán en una moderada cantidad para que se digieran”.112

Cuando se publicaron éstas medidas de prevención se desconocía que la

trasmisión del cólera era fecohídrica, y que el agua de bebida tiene un papel crítico en la

misma. Dentro de los aspectos a tener en cuenta con respecto al consumo de agua

Seoane escribió entonces: “se deberá preferir la que sea más pura, siendo por

consiguiente mejor la de los ríos o fuentes que la de los pozos o algibes, aunque la de

los últimos puede ser muy buena después de haberla batido o cambiado muchas veces

de unas vasijas a otras para que se una con ella el aire. Si hubiese medios de filtrar el

agua será muy útil, más en ningún caso se debe hervirla para purificarla, como se hace

en algunas partes, a no ser que sea absolutamente necesario beber agua muy mala por

falta de otra mejor, en cuyo caso será necesario ejecutar con el agua hervida lo mismo

que según queda dicho, se debe hacer con la de los algibes. Mientras reine el cólera

epidémicamente se deben tomar con mucha precaución las aguas minerales, aún

cuando sean gaseosas, pues sin embargo de haberse aconsejado las aguas cargadas de

gas ácido carbónico como muy útiles, yo creo que las naturales gaseosas rara vez lo

harán, a consecuencia de que el efecto malo de las sales que tienen en disolución,

contrarrestará el buen efecto que se atribuye a la acción del gas en el estómago”.113

111

Janer, F. (1834): Opus cit. Pgs. 22-23. 112

Janer, F. (1834): Ibidem. Pg. 25. 113

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pgs. 14-15.

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105

También se permitía beber vino y cerveza, del primero Janer recomendaba

ingerirlo mezclado con agua, y preferiblemente el tinto, pero “los que estuvieren

acostumbrados a beber vino puro y soportaren con dificultad la mezcla del agua y vino,

podrán beberlo solo, pero con mucha moderación”.114

Seoane indica también como el

vino tinto es preferible al blanco, y considera además que “los peores son los muy

dulces, en particular cuando lo sean artificialmente, poco menos malos son los

acídulos, los amargos no lo son tanto a no ser muy espirituosos, y los mejores de todos

serán los secos o los ásperos”.115

Este mismo autor habla de la cerveza como una

bebida “que ha sido también mirada como muy saludable mientras reina el cólera, mas

aunque tomada con moderación y estando bien hecha, no hay razón para creerla

dañosa; su utilidad depende casi enteramente del hábito que se tenga de beberla, y en

todos los casos si no ha fermentado bien o es ácida será mala, pudiéndose aplicar todo

lo que digo de la cerveza al uso de la sidra”.116

Tanto uno como otro destacan los grandes perjuicios de la ingesta de licores

destilados, a los que consideran extremadamente perniciosos mientras reine el cólera, y

“apenas se puede exceptuar de ésta regla general ninguno de ellos, pues aún cuando se

consideran por muchos como inocentes ciertos licores, y aunque ha sido muy común el

aconsejar como preservativos algunos en que se habían tenido en infusión plantas

amargas y aromáticas, y ciertas tinturas que no eran otra cosa que una mezcla de estas

plantas con alguno de aquellos licores, no hay razón alguna para creer que esta mezcla

les haga mucho menos dañosos. Una experiencia constante de muchos años en todos

los países donde ha reinado el cólera, ha demostrado que entre las causas que con más

actividad pueden contribuir a producirle, ninguna es más mala que los excesos en el

uso de los líquidos fermentados o destilados. En todas partes se ha observado que los

que abusan por hábito de licores, no solo eran los primeros a quienes atacaba, sino

también que casi siempre era mortal en ellos. Aún los excesos accidentales de esta

especie son más peligrosos que los de todas las cosas”.117

Al parecer era muy común la costumbre de desayunar con aguardiente, de la que

Seoane habla como muy perniciosa, particularmente cuando no se come nada al mismo

114

Janer, F. (1834): Opus cit. Pg. 25. 115

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 15. 116

Opus cit. Pgs. 12-13. 117

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 16.

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106

tiempo, y “lo será mucho más mientras reine el cólera. En general se debe evitar con el

mayor cuidado tomar ningún líquido fermentado o destilado en ayunas”.118

Seoane le da gran importancia al hábito en cuanto a la producción del cólera, en

éste sentido, “los que estén acostumbrados a tomar vino a sus comidas deben seguirlo

tomando, pues les será necesario para hacer la digestión, bebiendo siempre muy

moderadamente”. Y previene de la muy perniciosa costumbre de tomar, después de

comer, licores compuestos, que será más aún mientras reine una epidemia “en que la

menor cosa que afecte la digestión es capaz de producir un daño incalculable. El vino

de Champaña y todo otro líquido que haga espuma es también malo después de la

comida, pues el gas que se desprende de ellos no puede hacer otra cosa que dilatar el

estómago y detener la digestión”.119

Se prevenía también a aquellas personas en quienes la leche “mueve casi siempre

el vientre, y a aquellas otras en quienes aunque no obra por lo común de éste modo

produce a veces repentinamente cursos copiosos”. En todas ellas se aconsejaba no

tomarla hasta no pasar enteramente el peligro de epidemia. De la misma manera se

informaba del peligro de tomar grandes cantidades de líquidos, principalmente agua “de

un golpe” para calmar la sed en época de estío: “esta costumbre puede hacer mucho

daño en particular si se llena repentinamente de líquido el estómago cuando se esté

haciendo la digestión”. Y por último en lo que refiere a la temperatura de los líquidos

que se beben mientras reina el cólera, se informaba del daño que podrían causar los

demasiado fríos, especialmente si son ingeridos cuando el cuerpo está acalorado o

sudado “siendo por supuesto tanto más perniciosas las bebidas cuanto más frías sean o

esté más acalorado el cuerpo”, en éstos casos podía ser bueno el mezclar el agua con

vinagre o con vino que no sea demasiado “espirituoso”, o con zumo de limón o naranja,

con una pequeña cantidad de azúcar, y bebiendo siempre el líquido en cortas

cantidades.120

Y por último, en cuanto a la ingesta de líquidos se refiere, se prevenía de los

perjuicios que podría conllevar el uso de café, el té y el chocolate mientras reinara el

cólera. Estos si no se tomaban en exceso, su influencia en la producción del mal sería

muy pequeña en los que no estén acostumbrados a tomarlos, más aún en aquellos en que

118

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 16. 119

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 18. 120

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 20.

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107

su uso moderado constituye un hábito. Lo que solo no es dañoso sino que “aun les será

provechoso”.

Para concluir con el apartado de la alimentación, se informaba a aquellas personas

que habitualmente sufrieran digestiones “penosas y largas, los que padecen alguna

indisposición del estómago e intestinos, y los que por ésta causa y de cualquier modo

tuvieran luego el vientre demasiado suelto, han de sujetarse a un régimen de vida algo

más riguroso que los otros”. Para el estreñimiento, y partiendo de sus perjuicios en

época de cólera, se aconsejaba a aquellos que lo sufrieran el uso de lavativas y no de

purgantes. Las primeras bastaría que fueran de “agua de malvas con aceite”; los

segundos, sobre todo los fuertes, no debieran ser usados durante la epidemia de cólera,

“porque nada es más común que sobrevenir éste luego después de la acción del

purgante”. Y para aquellas personas que aún no fueran habitualmente estreñidas, que

estando en estado de perfecta salud no tuvieran una evacuación sino cada dos o más

días, “sin que ésta tardanza les causare incomodidad alguna, no deben tampoco mover

el vientre con lavativas, mientras no fuera demasiada la tardanza, ni se apartare

bastante del estado natural”.121

La ropa

Otro de los apartados que incluían las medidas recomendadas para la prevención

estaba dedicado a la ropa. Con objeto de evitar resfriados se recomendaba ir bien

arropado en invierno, a la vez que un poco más de lo normal en verano, mientras durase

la epidemia de cólera. En la creencia de que la acción de la temperatura del aire sobre el

cuerpo pudiera llegar a ser con mayor facilidad una causa activa sobre el cólera, se

recomendaba evitar tanto la impresión del calor como la del frío cuando fueren

excesivos, así como también el cambio repentino del calor al frío, especialmente si se

estaba sudado, pues de igual manera se creía que la supresión de la traspiración podía

ser causa que influyera en el desarrollo del cólera.

Janer precisaba además que: “no se ha de salir de casa, si no conviene mucho,

antes de estar un poco alto el sol y de haberse puesto, evitando siempre con el mayor

cuidado la frescura de la noche y la humedad del aire. Si fuere necesario salir de casa

por la noche o a la madrugada, conviene abrigarse un poco más que de día y tomar

121

Janer, F. (1834): Opus cit. Pg. 22.

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108

todas las precauciones posibles para no mojarse los vestidos, ni recibir humedad en los

pies. Se han de quitar pronto los vestidos mojados o humedecidos. El que se hubiere

mojado, hará muy bien, después de haberse puesto una camisa más o menos caliente,

en meterse en la cama, arroparse bastante y aún tomar una taza de agua de flor de

violas o malvas, o sola, caliente y con azúcar, no saliendo de la cama hasta que haya

sudado algún tanto. Conviene mantener constantemente un temple moderado en las

habitaciones, que no deben ser demasiado frescas, pero tampoco demasiado calientes.

Será muy útil vestirse interiormente de punto de estambre o de franela luego que se

ponga algo fresco el tiempo, manteniendo también los pies calientes con medias de

lana, a fin de sostener la traspiración de los mismos que es muy conveniente. Se ha de

poner mucho cuidado en el calzado, especialmente en los países y habitaciones

húmedas, y nunca se han de poner los pies desnudos en el suelo. Tampoco se dormirá

con las ventanas o balcones abiertos, abrigándose siempre, más o menos según el

tiempo, para dormir”.122

Seoane por su parte recomendaba prestar la mayor atención al modo de vestir

“abrigándose en cada una de las estaciones lo bastante para que la impresión

repentina del frío no pueda hacer que se destemple o resfríe el cuerpo fácilmente, y

teniendo aún mayor cuidado de éste abrigo en parajes donde, después de un calor

intenso por el día, suele enfriarse mucho la atmósfera a la entrada de la noche. El uso

de la franela o de tejidos de lana, llevados interiormente, es muy útil para impedir la

acción repentina del aire frío en el cutis, y como aquella impresión puede ser mucho

peor en los pies y vientre que en ninguna otra parte, podrá ser útil usar una faja o

cinturón de franela que cubra el vientre, riñones y caderas y se tendrá siempre el

mayor cuidado que el calzado sea capaz de cubrir y defender el pie del frío y la

humedad, evitando cautelosamente el no pisar con los pies desnudos en los pisos fríos

de las habitaciones”.123

Tanto Seoane como Janer escriben de la necesidad de precaverse de las

corrientes de aire frío, sobre todo si el cuerpo está cansado, acalorado o sudado, de no

desnudarse o descubrirse parte del cuerpo sin precaución en sitios muy fríos, con

especial atención al fresco de la caída de la tarde y sobre todo del sereno de la noche, al

que se le consideraba responsable de destemplar el cuerpo fácilmente cuando reina el

122

Janer, F. (1834): Opus cit. Pg. 27. 123

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 24.

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109

cólera. Motivo por el cual Seoane recomendaba “evitar su impresión cuanto sea

posible, no durmiendo nunca con las ventanas abiertas, andando por la noche al aire

libre lo menos que se pueda y teniendo en los países cálidos la precaución de tomar el

fresco en las habitaciones con las cortinas de las ventanas corridas”.124

Se sostenía también que la humedad fría era un elemento desfavorable en la

traspiración, y se precavía de “los malísimos resultados de ella con respecto a la

producción del cólera”. Seoane precisaba que “no solo se ha observado que los sitios

natural o artificialmente húmedos son los peores para vivir mientras reine aquél mal, y

que el residir por mucho tiempo en medio de aire muy húmedo es muy pernicioso, sino

aún también que la impresión accidental del aire cargado de vapores fríos en el cutis, o

la de los fluidos a la misma temperatura puede ser muy dañosa. Es preciso pues, evitar

todo lo posible, no solo estar por largo tiempo en medio de una atmósfera húmeda y

fría, sino también el no mojarse, o cuando no se haya podido evitarlo será necesario

mudarse inmediatamente de ropa, pues nada es capaz de hacer más daño que el

mantenerse mucho tiempo con vestidos mojados. Sobre todo se debe tener el mayor

cuidado en que no se mojen y enfríen los pies al mismo tiempo, y cuando no se les haya

podido precaver de la impresión de la humedad fría, será absolutamente preciso el

mudarse sin tardanza el calzado”.125

Janer extendía las recomendaciones para prevenir la humedad a las habitaciones

o aposentos dedicados al descanso nocturno, para los que aconsejaba que no fueran

regados “sino lo más preciso para barrerlos, ni se extenderá en ellos ropa mojada, ni

se tendrán líquidos en evaporación, etc. Los aposentos húmedos no se han de habitar, si

fuere posible, o se estará en ellos lo menos que se pueda; y los que por precisión

hubieren de pasar la noche en los mismos, han de dormir bastante abrigados,

colocando las camas cerca de las paredes menos húmedas, y cubriendo a estas con

tablas, esteras, mantas, o del modo que pudieren”.126

Se ha escrito más arriba de la utilidad de mantener la libre traspiración de la piel,

y para favorecerla Janer presentaba también la utilidad de las friegas secas, “dadas con

suavidad por la mañana o mañana y noche con una bayeta seca o perfumada con el

humo de alguna planta aromática, como romero, espliego, etc. Los enfermizos, los

124

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 24. 125

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 25. 126

Janer, F. (1834): Opus cit. Pg. 29.

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110

débiles, los propensos a resfriarse, los miedosos, los convalecientes deben usar mas

estas friegas y aún ir siempre mas arropados que los otros. Las evaporaciones

naturales o artificiales y las erupciones de la piel, que por haber durado por algún

tiempo más o menos largo ya se hubiesen hecho habituales, no se suprimirán con

remedios mientras dure la epidemia, se mantendrán en un grado moderado, y si se

suprimieren por sí mismas, se volverán a restablecer del modo conveniente”.127

Realización de ejercicio

Otro apartado que se aborda en las recomendaciones de precaución era el

ejercicio, del que su exceso y todo género de fatiga pudiera contribuir de un modo muy

activo al desarrollo del cólera. De la misma manera que lo era el extremo contrario, por

lo que Seoane recomendaba que “un moderado ejercicio es necesario para conservar la

salud, y la necesidad es más grande aún para los que estén obligados a vivir entonces

en sitios no muy ventilados, quienes deberán dar paseos cortos dos o tres veces al día

por los parajes más secos y abiertos que puedan escogerse”.128

Y Janer precisaba

además que sería necesario evitar las fatigas excesivas y por tanto “los trabajos

forzados, los ejercicios violentos, las velas prolongadas, los estudios serios y

abstractos, los trabajos mentales intensos, los excesos con mujeres, los placeres

demasiado vivos de cualquiera especie, la vida sobrado ociosa y sedentaria, las

pasiones de ánimo, y en particular el terror, la tristeza, la ira, y el miedo al mismo

cólera”.129

Afectos de ánimo

Otro aspecto al que ambos autores dedican especial atención es el que Seoane

titula como “Afectos de ánimo”. Es preciso recordar cómo el cólera en 1834 seguía sin

un remedio curativo específico, un hecho bien conocido por todos, como también el que

se trataba de una enfermedad que saltaba fronteras y que en éste momento se extendía

por toda España. Todo ello nos hace pensar en un escenario desolador donde el miedo al

contagio inundaba las poblaciones. En las narraciones de aquellos que convivieron con

la enfermedad no faltan las representaciones sociales, más que colectivas, de miedo y

127

Janer, F. (1834): Opus cit. Pg. 28. 128

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 29. 129

Janer, F. (1834): Opus cit. Pg. 30.

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111

terror, en las que se resalta ese carácter simbólico común en la construcción mental del

cólera, una identificación quizás con el subconsciente histórico de la peste.

Seoane en un intento de aplacar éste miedo y basándose en la experiencia del

recorrido del cólera por otros países nos presenta una enfermedad de la que es fácil

precaverse. Como parte del colectivo médico presentaba los estados melancólicos como

predisponentes para padecer la enfermedad, y destacaba un miedo, pánico, terror que

llegan a hacerse epidémicos igual que la propia enfermedad:” Esto es lo que ha

sucedido precisamente con el cólera, mal que ha inspirado acaso mayor terror que

ningún otro, a pesar de que considerado por lo que tiene de epidémico, quizá no hay

enfermedad de ésta clase de que sea posible librarse con más facilidad, siguiendo un

método arreglado de vida, y de que considerado capaz de pegarse de una persona a

otra, la actividad de su propiedad contagiosa es mucho menos que la de ningún otro

mal de esta especie. Sin necesidad aun de aplicar el cálculo de las probabilidades a los

resultados de los ataques de esta enfermedad, se puede afirmar que el riesgo de caer

con el cólera en circunstancias favorables es muy pequeño, pues la historia de su

carrera desde 1817 demuestra ser aún raro que acometa a una persona entre cada

treinta de las que se hallan expuestas a las condiciones más desfavorables. Así es que

siempre se le ha mirado con más terror desde lejos, y que cuando la experiencia ha

reducido a su justo valor todas las exageraciones, no se ha dado más importancia a sus

estragos que las que ordinariamente se da a los que causan los tifos, viruelas,

escarlatas, sarampión y otras enfermedades que a pesar de ser con frecuencia tan

devastadoras al menos como el cólera, cuando reinan epidémicamente, y siempre

mucho más contagiosas, el hábito hace que nunca produzcan una alarma universal y

perniciosa. Considerados todos éstos hechos, que son el resultado de la experiencia de

un gran número de observadores en muy diversos países y por el espacio de diez y seis

años, no debe ser difícil a las personas capaces de impedir que su razón se someta a

terrores exagerados, el no entregarse a un amilanamiento que puede contribuir al

mismo mal que se tome, y el oponer la serenidad del alma a un peligro tanto menos

importante cuanto menos se cree su existencia. Pero hay otros afectos de ánimo más

peligrosos aún que el miedo, particularmente cuando son intensos y obran de repente.

Un arrebato de ira, un susto grande, la tristeza llevada al extremo y continuada por

algún tiempo, en fin todas las pasiones o afectos del alma muy vivos puede producir un

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112

sacudimiento fuerte en los nervios y contribuirán muchísimo al desarrollo del mal, por

lo cual se deben evitar con el mayor cuidado”.130

Janer destaca cómo la tranquilidad de ánimo, el valor y la serenidad son útiles en

tiempos de epidemia, por lo que será fundamental estar tranquilo, animoso y sereno, lo

mismo que el extremo contrario predispone a contraer el mal. A aquellos más miedosos

les aconseja que siguiendo éstas recomendaciones, en cuanto a estilo de vida, van a

poder librarse del cólera. A aquellas personas propensas al enfado, y a las que sin serlo

tuvieran motivos para ello, les aconseja serenidad, en la creencia de que un enfado

fuerte les ocasionaría el cólera con mayor prontitud. Por ello, escribió:” Se han de evitar

cuanto fuere posible toda especie de espantos. Conviene mucho dormir bien por la

noche, no debiendo por lo tanto trasnochar, ni madrugar demasiado. La buena

conversación, la amena lectura, las tertulias de pocos individuos que no hablen de

muertos, enfermos, ni otros asuntos tristes y aflictivos, sino de cosas agradables o a lo

menos indiferentes, serán sin duda ventajosas, distrayendo y recreando el ánimo y

dándole más vigor para soportar las penas y disgustos indispensables en unos tiempos

tan calamitosos como son los de las epidemias. Los trabajos largos y muy pesados, ya

del cuerpo ya del entendimiento, si no fueren necesarios, será muy del caso que se

dejen para después de haber cesado la epidemia. En una palabra, se ha de evitar con

suma prudencia y cuidado todo lo que de un modo u otro puede acalorar, conmover y

trastornar el cuerpo y el espíritu; y así es que la experiencia ha manifestado que los

desórdenes y tumultos populares aumentan mucho el peligro en las epidemias, pues

caen luego más enfermos, el mal se vuelve más grave y funesto, y los auxilios se hacen

más difíciles y menos eficaces. Conviene sobre manera no tomar parte alguna en

semejantes tumultos, obedecer pacíficamente a las autoridades, cooperar con ellas a

evitar toda especie de desastres, y hacerse el debido cargo de que si en todo tiempo el

orden público y la tranquilidad general contribuyen necesariamente a la dicha y

prosperidad de los pueblos, no dejan de ser también en tiempo de epidemia unos

medios eficaces de preservación y salud”.131

130

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pgs. 33-34. 131

Janer, F. (1834): Opus cit. Pgs. 31-32.

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113

Uso de medicamentos

Seoane advertía también sobre los efectos que sobre el estómago pudieran tener

ciertos medicamentos que utilizados por motivos distintos al cólera pudieran ser

ingeridos mientras reinase la epidemia: “Todo lo que puede obrar activamente en el

estómago o en las otras partes que concurren a que se haga la digestión, puede también

contribuir mucho al desarrollo del cólera y nadie duda que las medicinas obran muy

activamente en ellas. En general se deberá evitar cuanto sea posible tomar

medicamentos, principalmente los que no sean muy simples, mientras reine el cólera

epidémicamente, y entre ellos ningunos son más perniciosos que los purgantes, en

particular el crémor, sal de higuera, tártaro soluble y demás purgantes salinos. Poco

menos malos serán entonces los tónicos y estimulantes, que no sean absolutamente

necesarios para curar algún mal que se haya presentado en aquella época, y los

funestísimos resultados que han sobrevenido del uso de un sin número de preservativos,

cuya base estaba formada de medicamentos de aquella especie, ha hecho demasiado

patente cuan necesaria es la mayor precaución para usarlos sin una necesidad absoluta

y reconocida por un facultativo. Hay aún algunos males cuya cura se debe emprender

con el mayor cuidado mientras dure la epidemia, cuales son las erupciones cutáneas

sin calentura, y las úlceras y evacuaciones que se hayan hecho habituales, pues el

suprimir entonces estas sin tomar las mayores precauciones, puede producir y ha

producido muchas veces un ataque fuerte de la enfermedad”.132

El mismo autor

prevenía de los funestos resultados que pudieran ocasionar los medicamentos llamados

preservativos por parte de la charlatanería: “Es al menos tan absurdo creer que puede

existir un medicamento capaz de impedir que acometa el cólera, como el persuadirse

que un método dado de curación puede curarle en todos los casos. El único

preservativo es evitar la acción de las causas que concurren en producir el mal, y los

medicamentos usados como preservativos están tan lejos de ocasionar este efecto, que

no hay quizá ninguno solo de los usados hasta ahora con aquél objeto…”.133

Reglas de precaución en convalecientes

En cuanto a los convalecientes se les aconsejaba seguir las mismas reglas de

precaución señaladas para los sanos, pero aún con mucho mayor cuidado, ya que de lo

132

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pgs. 21-23. 133

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 23.

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114

contrario podría recaer con suma facilidad, por lo que deberían ir muy poco a poco

tomando alimento: “el que al principio y quizá aun por algunos días solo deberá ser

una sustancia de pan o de arroz, después un ligero caldo y así consecutivamente con

gran tiento y sin precipitación alguna”.134

Lo mismo se aconsejaba para cuando la epidemia fuera cesando, en el sentido de

no abandonar de pronto el arreglo de vida que se ha guardado; es más, el consejo era

prolongarlo por un tiempo tal vez bastante largo, “pues durante aquella, una sola

imprudencia pudiera hacer perder el fruto de tantas precauciones tomadas hasta

entonces, ocasionando el cólera con suma prontitud; y siempre conviene mucho pasar

poco a poco y por grados de un género de vida a otro para que la salud no se resienta,

como puede suceder y con frecuencia sucede, de un tránsito repentino”.135

Recomendaciones de otros autores

Otros autores dentro de sus monografías dedicaban también algún apartado a los

métodos para precaverse del cólera, uno de ellos era Sámano, quien en 1834 se

postulaba como defensor del carácter epidémico del cólera y por ende, según él, de

residir su causa en el aire, y como no se pueden poner barreras a éste elemento, apunta

cómo conveniente evitar aquellas causas, que si bien por sí solas no serían capaces de

desarrollar la enfermedad, sí predisponen a contraerla, y potenciar la higiene tanto

personal, doméstica y exterior, así como otras medidas. En cuanto a las medidas

personales y domésticas recomendaba extremar el aseo, para las que bastaría con tener

bien barridas y ventiladas las casas, regadas con agua y vinagre, pero con cuidado de no

quedar húmedas las habitaciones, utilizar plantas aromáticas, como la salvia, romero

etc., sacar de las habitaciones objetos que pudieran contener inmundicias, mudar a

menudo las ropas de cama y vestir, usándolas algo calientes. Y por último, en la higiene

personal, tener esmero en favorecer la transpiración de la piel, para lo que se podrían

usar friegas secas en todo el cuerpo. Para el exterior, destacaba lo perjudicial que para la

salud resultaban las inmundicias y aguas empantanadas con el influjo de sus

emanaciones alrededor de las casas, calles, paseos públicos, etc. Por lo que era

necesario retirar todos los materiales y allanar los lugares pantanosos y bajos. En el

interior de las casas se hacía necesario evitar el hacinamiento, “…especialmente si su

134

Janer, F. (1834): Opus cit. Pg. 33. 135

Opus cit. Pg. 34.

Page 115: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

115

grandor no guarda proporción, ni tiene buenas ventilaciones. Debemos hacer lo posible

porque los sujetos que habiten una misma casa estén separados para dormir, no por

creer que la enfermedad pueda propagarse de individuo a individuo, sino por estar bien

convencidos que éstas reuniones forman, por las emanaciones de los sujetos, un foco de

infección, que después sería muy fácil se convirtiera en causa eficiente para aquellos

mismos que habían favorecido su formación”. Recomendaba además seguir un buen

régimen alimenticio: “…cuidado de no excederse en los alimentos, que éstos sean de

buena calidad y tomados a sus horas, la privación de los pescados salados, carnes

manidas y frutas inmaduras (…), régimen que debe extenderse también a las bebidas,

pues si éstas se toman en abundancia y espirituosas, excitan sobremanera el aparato

digestivo haciéndoles susceptible a tal padecimiento; así que la mejor bebida será el

agua pura o mezclada con algún tanto de vino tinto o a las comidas, pudiéndola usar

por entre el día a todo pasto y endulzada con algún poco de jarabe gomoso”. Especial

atención al mínimo síntoma gastrointestinal, y destacaba la necesidad de luchar contra

la pobreza: “…proporcionando trabajo a la clase indigente, con lo que se logran dos

objetivos: primero, alimentar a un sinnúmero de individuos, y acaso a sus familias

mismas; segundo, hacer en los pueblos obras útiles al vecindario mismo y al resto de la

sociedad”.136

2.6. Método Curativo

Anarquía terapéutica

Motivo nada desdeñable del impacto psicológico del anuncio de la existencia del

cólera en España fue la escasa concordia observada entre los médicos europeos respecto

de la terapia más idónea, así como el escaso resultado obtenido por todas ellas. Como

señala el aventurero Falp, desde Polonia: “...Esta fue verdaderamente una época de

anarquía para la terapéutica, en que cada uno recetaba lo primero que le pasaba por

la imaginación”. Falta de acuerdo, pues, por un lado: el número de planes o métodos

curativos prácticamente igualó al de facultativos que atendieron la enfermedad. Uso

extensivo de remedios por otro, hasta el punto que: “...fuera preciso la enumeración de

136

González Sámano, M. (1834): Memoria histórica del cólera-morbo epidémico, con

la exposición de sus causas, síntomas, naturaleza, duración, terminaciones, pronóstico,

curación, y medios de precaución. Madrid. Imprenta de Verges. Pgs. 84-88.

Page 116: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

116

toda la materia médica para contar los medios empleados contra esta

enfermedad...”.137

Esta anarquía terapéutica de la que se escribe en el párrafo anterior es un hecho

constatable en las publicaciones médicas de la época:

- El Dr. De Paula Folch, en 1834, escribió: “Siendo el cólera-morbo una afección

desconocida en su esencia, causas, sistema primitivamente afectado, y en una

palabra, en todo lo que constituye el conocimiento íntimo de la naturaleza de

una enfermedad, nada debemos de extrañar de que hayan divagado tanto los

médicos de todas las naciones sobre el modo de combatir semejante dolencia y

que ansiosos de encontrar el específico o método propio para curarla, se

entregasen decididamente a experimentar, no solo todos los medios ordinarios

que emplea el arte para destruir las demás afecciones, sino aún aquellos más

activos y arriesgados, y cuyo uso en medicina fue desconocido hasta el presente.

Porque ¿cómo podían con indiferencia, que una enfermedad que ofrecía

síntomas tan alarmantes, y desconocidos, arrebatase tantas víctimas, sin que los

esfuerzos de la medicina se remontasen mucho más allá de donde habían

llegado, y sin que los médicos hiciesen los mayores sacrificios para obtener el

antídoto deseado?. Seguramente que si no hubiesen obrado de un modo tan

heroico y decidido, habrían dado un ejemplo de punible indiferencia, pero

afortunadamente no presenta la historia de la medicina una época en la que los

profesores del arte del curar hayan dado pruebas menos equívocas de su amor a

la humanidad doliente y su ardiente celo por el honor de la ciencia, que el que

han manifestado al presentarse una enfermedad tan temible. Pero si

desgraciadamente todas las tentativas hasta aquí practicadas no han producido

el efecto deseado, no debemos dejar de conocer por eso que han sido de grande

utilidad por los muchos conocimientos negativos que nos han facilitado, y por

habernos ilustrado sobre los graves perjuicios que acarrean en dicha afección

las medicaciones exclusivas, y la suma necesidad de combatir ésta dolencia por

un método racional y ecléctico, que acomodándose a las circunstancias del

individuo, a las variedades de los climas y de los habitantes, y a las diferencias

137 Rodríguez Ocaña E. (1982): “Higiene y terapéutica anticolérica en la primera

epidemia de cólera en España, 1833-1835”. Asclepio- XXXIV-.

Page 117: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

117

que manifiesta la enfermedad, tanto en sus grados de intensidad, como en sus

diferentes periodos, proporcione a los enfermos socorros acomodados a cada

una de éstas circunstancias”.138

- Sámano en su monografía publicada en 1834, tras haber tratado a 300 enfermos

atacados por el cólera-morbo, no entendía cómo desconocida la etiología del

cólera se hubieran preconizado para su tratamiento un número tan elevado de

medicamentos, muchas veces poco usados y desconocidos, teniendo incluso

algunos considerados como específicos anticoléricos, si la experiencia venía

demostrando sus resultados negativos. Reconocía por tanto una verdadera

confusión cuyo origen residiría en ese desconocimiento de su causa primera, y

las diversas teorías al respecto; de tal manera que aquellos defensores de un

origen nervioso en la enfermedad, serían los que administrarían

antiespasmódicos como el pio, éter, alcanfor, almizcle, etc: “al paso que los

otros, teniéndola por un espasmo, y creyendo que la única indicación era el

aumentar la disminuida acción del sistema dermoides, propinaban todos los

excitantes capaces de reanimar el calor apagado de éste, y promover su

traspiración, sin que para su logro se haya dejado de usar cuanto se conoce útil,

principiando por la simple cataplasma y concluyendo por el cáustico más fuerte;

de otro lado éstos, siguiendo la doctrina galénica, creían que el mal era de un

carácter bilioso atendidos los vómitos y evacuaciones de vientre, y en su

consecuencia usaban los eméticos y purgantes so pretexto de alejar del

estómago e intestinos la materia pecante, causa próxima de la enfermedad;

cuando, éstos otros por el contrario, trataban de suspender desde los primeros

momentos estas mismas evacuaciones por creerlas la esencia del mal, en cuyo

caso usaban todos los embotantes y astringentes conocidos, entre cuyos

medicamentos, el opio gozaba la preferencia, y por lo regular en estado líquido;

últimamente el plan antiflogístico en toda su extensión y dirigido con

expecialidad al tubo digestivo ha sido puesto en práctica, infiriéndose que aquí

la enfermedad en cuestión ha sido tenida por una verdadera inflamación de éste

aparato, o sea por una gastro-entero-colitis. Estos han sido los planes

138

De Paula Folch y Amich, F. (1834): Breve descripción del Cólera-Morbo Oriental

que se padeció en la ciudad de Sevilla en los meses de septiembre, octubre y parte de

noviembre de 1833. Barcelona. Imprenta de J. Verdaguer, Calle del Gobernador, 10.

Pgs. 25-26.

Page 118: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

118

terapéuticos más seguidos; y si fuésemos a exponer el sin número de

prescripciones tenidas por específicas, y que llevan el pomposo epígrafe de Para

curar el Cólera, sería preciso y necesario numerar todos los indicamentos

conocidos, y otros muchos abandonados en otras dolencias por perjudiciales; y

en medio de tanto decir y proponer, ¿se ha adelantado alguna cosa con éstos

diferentes métodos?, Nada, sin duda, pues como que la naturaleza de la

enfermedad era muy diferente a la idea formada por los facultativos, muy

diferentes eran también los resultados de curación, de modo que en ésta

dolencia como en las otras de su clase, será el mejor tratamiento aquél que se

fije en combatir, no todo el padecimiento de una vez, sino que trate de corregirle

según sus diferentes períodos, pues muy cierto que según el mal cambia de

aspecto en sus mutaciones, así también las indicaciones son muy otras…”.139

- La comisión enviada al extranjero por Fernando VII, en su informe decía:

“Emprender la curación de una enfermedad cuyas causas y naturaleza

desconocemos, parece a primera vista acometer un imposible; pero si bien se

reflexiona, esto no quiere decir otra cosa, sino que no nos es dado llegar por la

vía del raciocinio al conocimiento de los medios de combatirla: quédanos aun

abierta la de la experiencia, no menos fecunda en descubrimientos útiles”.140

Como característica común a todo el período que se ha dado en llamar de la

“medicina heroica”, asistimos a un estimable avance de la clínica, de los métodos

fisicoquímicos de análisis y anatomoclínicos de inspección necrópsica, mientras que la

terapéutica quedó rezagada en el desarrollo científico. En pocas ocasiones está más

justificado decir, con Ackerknecht (1973), que la relación entre la teoría y la práctica

terapéuticas obedeció más que nada a una racionalización de medidas empíricas

preexistentes y aun antiquísimas, como es el caso de la sangría.141

Tratamiento de la colerina

Antes de la enfermedad incipiente, ya se ha apuntado en apartados anteriores cómo

podrían aparecer ciertas incomodidades que se han de considerar como unos principios

o unos correos del cólera, los cuales no deben ser despreciados, y antes al contrario se

139

González Sámano, M. (1834): Opus cit. Pgs. 72-74. 140

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pg. 123. 141

Rodríguez Ocaña, E. (1982): Art cit.

Page 119: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

119

aconsejaba combatir, dado que aunque algunas veces podrían pasar y desaparecer por sí

mismas, si fueran descuidadas podrían ser la puerta al cólera. Janer destacaba cómo eran

muy pocos los enfermos que no pasaban por ella y la necesidad de una urgente atención,

en la que sería necesaria una pronta atención de sus síntomas. Consistiría en comer con

moderación, en aquellos en los que no se evidencian sígnos, y sólo caldos en aquellos

en los que ya se sienten los primeros síntomas. A éstos además se les aconsejaba no

salir de casa, encamarse si se encontraban mal y tomar algún preparado caliente y

azucarada de malvas o viola de flores, té, manzanilla; etc., y si los síntomas fuesen en

aumento, de tal manera que: “ Si hubiese ya mucho ruido de tripas y algunos dolores

cólicos, en cualquier parte del vientre que fueren, entonces es preciso ponerse

inmediatamente en cama (tanto más si al mismo tiempo hubiere calosfríos o

quebrantamiento de huesos), adietarse con todo rigor e ir bebiendo alguna taza de

dichas aguas, de las que serán las unas o las otras según la diferencia de sujetos que se

ha dicho, favoreciendo aún más con el abrigo la traspiración, y procurando así un

copioso sudor que dure algún tiempo”. 142

Tratamiento en estado de pródromos

Para el tratamiento de la sintomatología que pudiera aparecer en el momento de

pródromos, al describir su método el Dr. De Paula Folch exponía diversas alternativas,

en función de las manifestaciones clínicas de la enfermedad en éste período; de tal

manera que, si éstas eran leves, pequeños escalofríos, un poco de sed, dolores leves en

hipogástrio, escasez de orina, alguna lentitud en el pulso, etc., les recomendaba

encamarse, y aplicación de algunos cuidados de abrigo como friegas calientes, o la

ingestión de infusiones calientes de té, manzanilla, salvia etc., además de una dieta

basada en caldos, tratamiento que prescribía para uno, dos y a lo más tres días. Pero si

éste resultaba ineficaz, y aparecía ya la diarrea: “…empleaba entonces los mismos

medios, excepto que en vez de la infusión aromática administraba cada dos horas una

jícara de cocimiento de arroz con media dracma de láudano líquido de Sydenham por

libra del cocimiento y dos onzas del jarabe de goma, haciéndoles echar dos o tres

lavativas al día de una solución de almidón o de cocimiento de linaza, cuando la

diarrea era muy fuerte y duradera (…). Del buen tratamiento de los pródromos

depende por lo general la mayor o menor mortalidad de la población, con proporción

142

Janer, F. (1834): Opus cit.

Page 120: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

120

al número de invadidos. En dos o tres casos en los que continuaron éstos síntomas por

el espacio de tres días a pesar de los medios referidos, y en los que la diarrea

empezaba ya a ofrecer caracteres sospechosos, siendo estos individuos de

temperamento sanguíneo y de constitución robusta, me produjo excelente efecto una

sangría de siete a ocho onzas, y en cuatro o cinco enfermos, que no gozaban de un

temperamento florido, fueron muy útiles las aplicaciones al ano de diez o doce

sanguijuelas. En algunos individuos se notaba junto con los síntomas referidos,

amargor de boca, y suciedad amarillenta de la lengua, y en éste caso la administración

de un escrúpulo de ipecacuana repetido dos o tres veces al día, cortó de raíz los

pródromos e impidió el desarrollo completo de la enfermedad. En los casos de simple

colerina traté a los enfermos con los medios que acabo de indicar para los pródromos,

pero con la adicción de frotarles el cuerpo con una disolución alcohólica de alcanfor o

alguna otra sustancia excitante, y sin descuidar de estimular las extremidades y muchas

veces el epigastrio por medio de fuertes sinapismos”.143

Tratamiento de la alteración circulatoria: La sangría

Se ha señalado como el acuerdo anduvo ausente en lo referido al asiento de la

lesión primaria determinante del cólera, sin embargo sí hubo cierta conformidad en

interpretar la alteración de la circulación como un elemento fundamental en la patogenia

de la enfermedad, se provocara directamente, o a través de la falta de inervación

primaria.

Las alteraciones circulatorias presentaban dos aspectos principales: el desarreglo

de la hematosis y la composición desordenada. El estudio de dichas alteraciones se

afrontó con los métodos de la física y de la química, y es de resaltar la prontitud con que

en nuestro país se tuvo noticia de dichos estudios. En efecto, entre junio y julio de 1832

se leían ante la Academia médica madrileña las siguientes traducciones efectuadas por

Ortiz de Traspeña: Análisis química de la sangre de los coléricos por el doctor

Thompson, profesor de Química en la Universidad de Glasgow; Examen comparativo

del aire espirado por sujetos sanos y coléricos, respectivamente al oxígeno absorbido

por Rayer y Person; Estudio de la sangre respecto de su aptitud para combinarse con el

oxigeno del aire, por los profesores Rayer y Yung. Falp (1832) recogió las experiencias

del francés Foy, con quién coincidió en Polonia. Lanzarot (1832) expuso las

143

De Paula Folch y Amich, F. (1834): Opus cit. pgs. 29-30.

Page 121: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

121

aportaciones del inglés O´Shaughnessy. La revista “Repertorio Médico Extranjero”,

publicó también comentarios franceses (Delpech, Masuyer, Moreau de Jonnès) sobre la

obra química de los ingleses Thompson y O´Shaughnessy. Mateo Seoane informó

igualmente de dichos trabajos durante su corresponsalía.144

Esta serie de trabajos demostraron que la sangre de los coléricos contenía menor

proporción de agua, mayor proporción de albúmina y mucha menor cantidad de sales

minerales. De ello deducían la menor aptitud para el transporte de oxígeno:”...(la sangre

de los coléricos) contiene menos suero y menos sales que la sangre no colérica, y por

esta razón es menos oxigenable”. Todo ello explicaba el estado de extrema pastosidad y

la negra coloración de la sangre arterial, obtenida por sangría o por autopsia, a este

respecto, Rodríguez Ocaña, en su artículo Higiene y Terapéutica anticolérica..., recoge

la descripción extraída de Observaciones sobre la curación del cólera morbo asiático,

Madrid, 1834: “... El líquido... que compone la diarrea colérica no es otra cosa que el

suero o la parte acuosa de la sangre. El suero es un fluido salino y, a proporción que es

arrojado del torrente circulatorio, la sangre no sólo se vuelve negra, sino que se

espesa, por la pérdida de agua y se desvirtúa por la de sus sales”.145

A pesar de lo expuesto en el párrafo anterior, no habiendo oposición en las

investigaciones y análisis químicos, el mecanismo humoralista de la enfermedad no se

impuso clara y universalmente como referencia justificada al tratamiento, y aún donde

lo hizo, dio lugar a medidas contradictorias e incluso aberrantes frente a su propia

fundamentación teórica. Para Rodríguez Ocaña la explicación básica a esta paradoja

estriba en el peso que lo que podemos denominar paradigma lesional alcanzó en la

mentalidad médica de la época, tan reacia a admitir la existencia de alteraciones

patógenas no objetivables a la exploración anatómica. Por esto, los discípulos de

Broussais, los más férreos defensores de la mentalidad anatomoclínica, puesto que

llegaron al extremo de identificar en una misma lesión orgánica (gastroenteritis) el

asiento primario de toda enfermedad general, ni siquiera tomaron en consideración los

datos provenientes del estudio físico-químico como un sistema que pudiera mitigarse.

Esta defensa de la identidad esencial (lesional) de todas las enfermedades

generales entre los partidarios de la “medicina fisiológica” tuvo un antecedente

144

Rodríguez Ocaña E. (1982): Art. Cit. 145

Rodríguez Ocaña E. (1982): “Higiene y terapéutica anticolérica en la primera

epidemia de cólera en España, 1833-1835”. Asclepio- XXXIV-.

Page 122: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

122

próximo, por lo que se refiere al abandono del concepto de especificidad nosológica, en

los médicos ingleses, de la sangría. Como ellos, igualmente los seguidores de Broussais

favorecieron el empleo de evacuaciones sanguíneas generales o tópicas (“... para evitar

la plasticidez que va adquiriendo la sangre...”). La sangría, mediante sanguijuelas

aplicadas al epigastrio y/o al ano, era el remedio de elección contra esa inflamación

gastroentérica. El hielo al interior y la sangría al exterior se complementaban, en esa

terapéutica “fisiológica” con la aplicación de calor a las extremidades (mediante

fricciones, cataplasmas, etc.), manteniendo una dieta severa y utilizando

discrecionalmente el láudano, en particular con lavativa. Un indicador social de la

extensión que alcanzó el uso de la sangría lo tenemos en la intervención de los poderes

públicos en la regulación del comercio de sanguijuelas. Así, la Real Orden de 8 de

agosto de 1833 prohibía la importación de sanguijuelas a la península, mientras que en

Granada, en el verano de 1834, hubo de efectuarse un concurso público patrocinado por

el capitán general para abastecer la ciudad del escaso remedio. Por éstas fechas,

también, la Junta Superior de Sanidad de la provincia de Madrid, coincidiendo con el

ataque de la enfermedad a la capital del Reino, ante el escaso número de sanguijuelas

para utilizar en el tratamiento del elevado número de enfermos, remite circular

“encargando a los propietarios de estanques y depósitos de aguas en donde se críen

sanguijuelas presenten qué número de ellas podrán reunir para los fines que se

expresan:

“Con motivo de las enfermedades que se padecen en ésta Capital y otros pueblos

de su provincia, ha sido necesario como uno de sus remedios el uso de sanguijuelas, y

habiendo llegado a escasear éste insecto así en los varios hospitales como en el

público, lo ha tomado en consideración, no sólo el Gobierno, sino la Junta Superior de

Sanidad de ésta dicha villa, y una de las medidas adoptadas es la de ponerlo en

conocimiento de V.S. excitando su celo para que por todos los medios que estén a su

alcance, se sirva contribuir a proporcionar y remitir a ésta corte el mayor número de

dicho insecto de sanguijuelas que le sea posible, teniendo la bondad de noticiarlo a ésta

Junta, como igualmente su coste para que pueda ser abonado inmediatamente…”146

Los médicos que trataron la enfermedad en Sevilla en 1834 llamaban

Antiflogístico al plan curativo en el que la sangría era la protagonista de la terapéutica

146 Archivo Municipal de Plasencia. Boletin Oficial de la Provincia. 4 de agosto de

1834.

Page 123: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

123

en los pródromos, y ese mismo año decían al respecto que: “los que adoptaron el

antiflogístico riguroso sangraban una o dos veces al paciente en los pródromos o en el

período álgido, cuando éste se había desarrollado sin que se hubiesen sangrado los

enfermos; aplicaban sanguijuelas en el ano, o en la región epigástrica, excitando al

mismo tiempo las extremidades por medio de fuertes vejigatorios, sinapismos y botellas

de agua caliente; administraban al interior pedacitos de nieve cada cuarto de hora,

agua helada en corta cantidad y a pequeños intervalos y la solución gomosa o el

cocimiento blanco de Sydenham, una jícara cada hora siempre que la diarrea era muy

pertinaz; cuyo método seguían en la reacción más o menos activamente, según la

intensidad de los síntomas y las circunstancias individuales; pero apartándose muy

rara vez del uso de los remedios, que acabo de manifestar, y haciendo guardar a los

enfermos dieta absoluta durante todos los períodos de la afección; concediéndoles

solamente un ligero cocimiento de arroz terminada la reacción, el que se iba

aumentando muy lentamente a proporción del alivio, sin que se pasase a los caldos

animales hasta algunos días después de entrada la convalecencia”.147

La experiencia con la terapéutica en Sevilla también planteaba que si el enfermo

durante el período álgido presentaba síntomas como cianosis marcada, respiración

difícil, dolor en la región del corazón, pulso muy concentrado, si se trataba de un

enfermo joven, de constitución robusta y de “temperamento sanguíneo bien decidido,

entonces fue algunas veces muy útil el procurar con todo empeño sacar al enfermo

ocho, diez o doce onzas de sangre; pero, siempre dicha emisión sanguínea debía

practicarse con mucha circunspección, y solo en los casos idénticos al referido, pues de

lo contrario se vieron algunos malos resultados de la sangría general efectuada en

dicho período”.148

Los médicos de la comisión enviada al extranjero para estudiar el cólera

hablaban de la sangría como uno de los medios más utilizados, sobre todo en el período

de reacción, practicándose las evacuaciones abriendo una arteria o vena mediana, o

haciendo escarificaciones, o aplicando sanguijuelas. Y en sus conclusiones exponían

que:“La arteriotomía no hemos visto que produjese buenos resultados, porque siempre

se hacía en enfermos en quienes la circulación estaba muy débil o enteramente

147

De Paula Folch y Amich, F. (1834): Opus cit. Pgs. 27-28. 148

Opus cit. Pg. 33.

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124

suspendida. La sangría de las venas medianas es un remedio poderosamente eficaz y de

los más útiles; pero como del uso al abuso no hay más que un paso, no todos han

sabido contenerse en los justos límites. En los sujetos de mucha edad, débiles por

constitución o falta de buenos alimentos, gastados por los excesos, y sobre todo muy

nerviosos, las sangrías abundantes pueden ser perjudiciales; por el contrario son

indispensables en los jóvenes robustos, pletóricos y de pulso fuerte. En el periodo de

reacción todos están conformes en usarlas, para moderar los movimientos circulatorios

desordenados; en los pródromos, muchos convienen en que hacen abortar la

enfermedad; más en lo que aún están los prácticos divididos es en el grado de utilidad

que la sangría presta en el período álgido. Por descontado en la mayor parte de los

casos, la circulación se halla en tal estado de abatimiento, que es imposible sacar

sangre de las venas ni aun de las arterias; pero suponiendo que pueda lograrse

calentando los miembros o frotándolos fuertemente, unos tienen por peligrosa la

sangría, fundados en que muchos enfermos han muerto en el acto de perder una ligera

cantidad de sangre, y otros aseguran por el contrario, que si se le logra sacar bastante

porción de ella, el círculo se restablece y el enfermo se salva. Nosotros hemos visto

ejemplos de lo uno y de lo otro; pero nos parece arriesgada la sangría cuando el pulso

está para extinguirse. Como el efecto que de ella se espera, es por decirlo así, más bien

mecánico que vital, debe sacarse, cuando se crea indicada, la cantidad necesaria para

que el corazón se desembarque de la sangre que le oprime; y de nueve a doce onzas

bastan generalmente para lograrlo. La importancia de éste auxilio terapéutico es bien

fácil de comprender, si recordamos que uno de los fenómenos constantes y radicales,

por decirlo así del cólera, es la alteración de la sangre acompañada del trastorno de la

circulación. Ni las escarificaciones, ni las sanguijuelas pueden ser de ninguna utilidad,

cuando la circulación capilar de la piel está enteramente suspendida. Los coléricos

cianóticos, con el vientre o el cuello cubierto de sanguijuelas, no pierden apenas

sangre, aun dado caso que éstas muerdan, lo que no sucede siempre. En el período de

reacción las evacuaciones sanguíneas locales se muestran utilísimas para combatir los

síntomas de congestión e inflamación que se desenvuelven en varios órganos, y

frecuentemente hay que insistir en éste medio con constancia”.149

149

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pgs. 178-

180.

Page 125: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

125

El método conocido como “plan estimulante”

Un plan opuesto teóricamente al “fisiológico” era el denominado estimulante, por

corresponder a la idea de falta de inervación o tono vital. Se fundamentaba con el

empleo de medios revulsivos enérgicos al exterior tanto como al interior del organismo.

Sobre el interior pretendía alcanzar sus efectos mediante bebidas fuertes, espirituosas,

junto con narcóticos y purgantes. Al respecto de éste plan De Paula Folch escribió en

1834 lo siguiente: “El uso de infusiones diaforéticas, tales como las de té, flores de

manzanilla, hojas de salvia oficinal etc. administradas en los pródromos guardando

cama el paciente, y procurando excitarle el sudor, la continuación de éstos mismos

remedios alternados con las mixturas etéreas bastante cargadas, con la administración

del opio, alcanfor, almizcle, aceite esencial de yerba-buena, amoníaco líquido etc. del

cocimiento de quina, del sulfato de quinina etc. auxiliados de los rubefacientes, y

vejigatorios aplicados en las extremidades, tanto superiores como inferiores, y algunas

veces en lo largo de la columna dorsal, así como de las fuertes fricciones alcohólicas

en toda la periferia del cuerpo, y de la aplicación del calórico, ya por medio de

ladrillos de sal, ya por el de botijas llenas de agua caliente etc. en el período álgido,

disminuyendo los estimulantes internos en la reacción según el grado en que ésta se

presentase, y concediendo algunos caldos más o menos nutritivos luego que había

pasado el período álgido, fueron los medios más generalmente usados por los médicos

que siguieron el plan estimulante”.150

El método ecléctico

De gran predicamento fue también el método considerado ecléctico que empleaba

sucesivamente la sangría, los vomitivos y purgantes, los diaforéticos, los estimulantes

externos y los narcóticos. Todos ellos, pues, recurrían a las evacuaciones sanguíneas en

mayor o menor grado. No deja de ser paradójico que fuera Ortiz de Traspeña, redactor

del Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia (la publicación más claramente partidaria

del método antifisiológico), el traductor al castellano de la obra de Thompson, en cuya

introducción se señalaba que dicho trabajo tenía como fruto “... el abandono progresivo

de tan fatal preocupación a favor de un medio (la flebotomía = sangría general) que

150

De Paula Folch y Amich, F. (1834): Opus cit. Pg. 27.

Page 126: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

126

puede ser perjudicial en el tratamiento del cólera...”. Su periódico publicó numerosos

alegatos a favor de la sangría, y se enorgulleció de que el tratamiento aplicado por los

médicos madrileños concordase ampliamente con sus posiciones.151

El método ecléctico fue seguido en Sevilla en 1834 por De Paula Folch, y de él

decía lo siguiente: “Los que siguieron una medicina verdaderamente ecléctica pusieron

en contribución a toda la materia médica conforme a las circunstancias, que

concurrieron en los enfermos; pero sin dejar por eso de observarse un cierto rumbo

metódico, que era fácil seguir en la mayor parte de los casos, y que se puede asegurar

fue el plan más unánimemente adoptado por los médicos. Cada uno de ellos le hacía

alguna pequeña modificación, pero en lo general todos convinieron en los mismos

principios (…). Aunque no he tenido motivo alguno de arrepentirme de él, y si

suficientes para estar bastante satisfecho, distaré mucho de asegurar lo que

acostumbran escribir no pocos médicos al tratar de sus métodos curativos, pues la

mayor parte de ellos afirman haber salvado casi todos los enfermos, achacando a

causas accidentales e imprevistas los casos desgraciados, sin querer conceder la

fiabilidad de su método; yo por el contrario confesaré de buena fe, que con el mío

seguido estricta y cuidadosamente, he perdido varios enfermos; pero tampoco, debo

ocultar, que he salvado muchos, y entre ellos alguno de los que daban malas

esperanzas”.152

Porrúa, médico que también trató la enfermedad en Sevilla, tras describir el

método utilizado por él, resumía: Primero.- que los esfuerzos del médico han de

dirigirse a detener la enfermedad en su primer periodo, en que con más facilidad y

menos riesgo se consigue. Segundo.- que para conseguirlo son necesarias las

evacuaciones tópicas, y aun las generales, siempre que haya inflamación en cualquier

punto del tubo digestivo. Tercero.- que también suelen ser útiles aunque no haya

inflamación, no solo cuando el cerebro se congestiona, sino cuando hay una viva y

sostenida irritación nerviosa, pues no conoce la medicina otro medio más directo para

destruirla. Cuarto.- que las congestiones, aunque sean pasivas, que se forman en los

órganos de la respiración, reclaman a veces imperiosamente el uso de la sangría.

Quinto.- que en el período álgido se han de procurar excitar fuertes y repetidas

151 Rodríguez Ocaña, E. (1982): Art. cit.

152 De Paula Folch y Amich, F. (1834): Opus cit. Pgs. 28-29.

Page 127: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

127

estimulaciones en el sistema dermoides, pues tienen el inconveniente de aumentar las

que existen en el interior, como sucede en el uso de los llamados antiespasmódicos, que

por consecuencia repruebo. Sexto.- que el opio interiormente y en lavativas puede ser

útil cuando no haya inflamación en el tubo digestivo. Séptimo.- que el agua tibia

azucarada, cuando la enfermedad empieza por vómitos, es el único emético, que sin

perjudicar es siempre útil. Octavo.- que las bebidas, aunque refrigerantes y

mucilaginosas, perjudican en mucha cantidad, por lo cual se han de dar en muy

pequeña dosis, y mejor usar solo el hielo. Noveno.- que el régimen por lo general ha de

ser muy severo, con especialidad cuando el mal se halla en su mayor incremento en la

población”.153

Método antiflogístico directo

Más arriba se apuntaba cómo los redactores del Boletín de Medicina, Cirugía y

Farmacia, se posicionaron como firmes defensores de éste método y de su protagonista,

la sangría. En su número correspondiente al 25 de septiembre de 1834 publicaban varias

observaciones a favor de las ventajas del método antiflogístico, alegando pruebas y

argumentos que sirvieran para corroborar su opinión, siendo una de ellas la redacción de

un caso clínico referido a un enfermo que padecía neuralgia intestinal, el cual, por mala

costumbre se cubría de sanguijuelas antes de llamar al médico siempre que se veía

acometido de los primeros síntomas, sin que por ello se curasen éstos, sino por la

utilización de opio, baños calientes y el sulfato de albúmina disuelto en jarabe de altea,

pero no así por las repetidas aplicaciones de sanguijuelas, que unidas a los continuos

ataques de la neuralgia poco a poco iban debilitando al enfermo, situación que por

desgracia se complicó aún más al ser atacado por el cólera, encontrándole el médico a

su llegada en un estado de salud lamentable, debido a los dolores intensos y los

episodios de vómitos y diarreas frecuentes, ante los que sospechó en una muerte

inminente. Ante tan mal pronóstico se optó por utilizar el “Método Antiflogístico

directo”, basado en la utilización de repetidas sangrías y los atemperantes internos y

externos, tales como el baño cada vez más fresco, y el uso interno de cantidades cortas

pero repetidas de agua fresca. De ésta manera el enfermo fue poco a poco mejorando en

su estado, de manera que comenzó a ingerir alimentos, consistiendo primeramente en

sustancia de arroz y agua cuanta pidiese, y “solo fue menester para concluir su curación

153

Porrúa y Velázquez, F. (1834): Opus cit. Pgs. 69-70.

Page 128: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

128

aplicarle un golpe de sanguijuelas al epigastrio y darle la leche aguada a pasto, con lo

cual pudo empezar a comer al día sexto después del ataque, y se levantó al inmediato

con más fuerzas que las que había tenido al salir de los cólicos; y no solo no ha tenido

recaída ni la menor indisposición gástrica, sino que adquirió rápidamente unas fuerzas,

carnes y color que hacía tiempo no había tenido. Verdad es que sigue todavía con el

uso de la leche, que, como he observado en esta epidemia, ha sido el medio que he visto

más a propósito para conseguir una rápida convalecencia e impedir las recaídas”.154

Método seguido por González de Sámano

González de Sámano decía que en el tratamiento del cólera era preciso seguir su

marcha, y atender a sus síntomas, y al describir en su monografía el método curativo

utilizado por él lo hacía dividiendo éste en tres períodos que se corresponden con los de

su evolución:

En lo que Sámano denominaba “Curación del primer período”,

destacaba la necesidad de una dieta severa, que no pasaría del

cocimiento de arroz y alguna porción de jarabe gomoso y láudano, el

reposo en cama, y el suministro de calor periférico por medio de la

ingesta de pociones de té y friegas secas; si con esto no se conseguía

detener el mal, se hacía necesario entonces aumentar el uso de

evacuaciones tópicas y generales, “aquellas en el vientre, no para

disminuir la irritación, sino para evitar la plasticidad que va

adquiriendo la sangre, y por lo tanto una congestión visceral; con la

administración de los cocimientos gomosos de Sydenhan, pudiendo a

cada toma añadir medio escrúpulo de su láudano, las lavativas

embotantes con la disolución de almidón, yema de huevo, y aún el

mismo láudano, y finalmente los tópicos emolientes y tibios al vientre,

como las cataplasmas de simiente de lino rociadas también con

láudano, las friegas con aguardiente alcanforado, y sinapismos en

ambas extremidades”.155

154 En el apartado dedicado al Apéndice documental se detalla el caso práctico.

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 25 de

septiembre de 1834. 155 González Sámano, M. (1834): Opus cit. Pgs. 75-84.

Page 129: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

129

En el apartado que Sámano llamaba “Curación en el segundo periodo”,

destaca los buenos resultados que las emisiones sanguíneas han

aportado, desde los primeros momentos de éste período y repetidas

posteriormente hasta que la sangre presente en su salida “signos de

proporción entre su fibrina y serosidad”. Siendo necesarias, además de

éstas evacuaciones generales, el uso de las tópicas sobre diferentes

partes del cuerpo. Este método, que Sámano denomina evacuante, lo

completa con diferentes medios utilizados como revulsivos exteriores,

tales como la aplicación a las piernas de tejas calientes envueltas en

bayetas, fricciones calientes por todo el cuerpo, y agua natural bien

fresca para calmar la intensa sed. Manteniendo en todo momento

vigilancia extrema para corregir cualquier desorden que pudiera

presentarse y acomodarse a las circunstancias particulares de cada

enfermo. “De todo lo expuesto en la curación del cólera-morbo se

deduce: que en los principios es fácil y sencilla, si los enfermos acuden

a tiempo; que pasando el período de algidez, ya es muy difícil, y que

para lograrla necesitamos ser muy activos, y usar pródigamente de los

métodos evacuante y revulsivo; y que en el de reacción tiene el

tratamiento que amoldarse , o bien a observar la marcha del mal, o bien

a combatir las diversas afecciones en que, por decirlo así, viene a

terminar esta terrible enfermedad”.156

Y en cuanto al período de convalecencia Sámano partía de una base, la

de tratarse de un estado intermedio entre la enfermedad que se supera y

la salud que comienza a restablecerse, por lo que los síntomas no se

habrían disipado del todo, ni la acción orgánica y funciones de los

aparatos han vuelto completamente a su estado normal. Siendo así

recomendaba iniciar dieta que se limitaría básicamente al cocimiento de

arroz y pan, sopas de caldo de pollo o ternera, ascendiendo

paulatinamente a su régimen alimenticio, “esta conducta es tanto más

necesaria cuanto que la enfermedad ha atacado a los órganos

destinados a la digestión y demás esenciales de la vida, de modo que no

guardando tal conducta sería muy difícil la recaída; también en éste

156 González Sámano. M (1834): Opus cir. Pg 75-84

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130

estado suelen los enfermos conservar o una diarrea rebelde, o por el

contrario una pertinaz astricción ventral, cuyos extremos es preciso

evitar, el primero con el uso de algunos emolientes ligeros, y el segundo

con las lavativas emolientes, pero no muy repetidas, ni con mucho

líquido”.157

Método recomendado por la comisión enviada al extranjero

Con especial orden y claridad exponían en su monografía el método curativo que

consideraban más conveniente tras la observación y estudio de los métodos seguidos en

París, Viena, Londres, etc. Para ello dividieron éste apartado dedicado al tratamiento

según los períodos que admitían en la enfermedad, siendo necesario además muchas

veces combatir aisladamente ciertos síntomas predominantes, tales como la diarrea,

vómitos, calambres, etc., destacando éstos autores que no consideraban necesario

oponer a cada síntoma un remedio durante los dos primeros períodos del mal:

- Primer período o pródromos: Consideraban con respecto a éste como una leve

indisposición, teniendo en cuenta que comienza muchas veces por una ligera

laxitud de miembros, insomnio, pesadez de cabeza, indolencia, falta de apetito, y

algo de estreñimiento, síntomas que en las circunstancias particulares de

situación de epidemia no debieran despreciarse de manera alguna, teniendo en

cuenta que a pesar de no padecerse aún el cólera, se manifiesta un trastorno

evidente y “de ésta indisposición al ataque más violento solo hay un paso”. Las

recomendaciones consistían en extremar las precauciones frente al frio y la

humedad, reducir la ingesta de alimentos “al uso de la sopa, de las carnes

asadas y de un poco de vino, si el sujeto lo bebe habitualmente, y el tomar por

noche y día una taza de té no muy cargado. El agua de Seltz, o cualquiera otra

gaseosa carbónica, sola o mezclada con un poco de vino, es preferible al agua

pura”. Si el enfermo a pesar del tratamiento administrado progresaba hacia la

colerina, sería necesario el reposo en cama, dieta absoluta, y combatir la sed

únicamente con agua de arroz dulcificada, fría y en cortas cantidades. “Si hay

motivos para atribuir el ataque a excesos en el régimen, si el estado de la lengua

es decididamente saburroso, y el enfermo se queja de peso en el estómago y de

157

En el apartado Apéndice documental se detalla el método seguido por el Dr.

González de Sámano.

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131

cefalalgia suborbitaria, la ipecacuana en polvo a dosis vomitiva, logra muchas

veces disipar todos los síntomas. Si el sujeto es joven, robusto, pletórico, y no se

halla en las circunstancias referidas, puede hacérsele una sangría del brazo, de

ocho a diez onzas, con bastantes esperanzas de buen éxito”. Cuando el único

síntoma de la colerina consistía en una abundante diarrea, “las lavativas con una

fibra del cocimiento de simiente de lino, solución de almidón o agua de arroz, y

diez o doce gotas de láudano líquido de Sidenham, bastan muchas veces para

cortarla”. A éste remedio en ocasiones se le sumaba el uso de la sangría y la

aplicación de sanguijuelas al ano antes de usar lavativas con láudano si se

evidenciaban síntomas de irritación de la mucosa gastrointestinal. “En los casos

en que una supresión de traspiración haya precedido inmediatamente al ataque,

los baños de vapor tomados en la misma cama pueden ser muy convenientes, y el

uso de éstos no es incompatible con el de la sangría y las lavativas.

Generalmente bastan entonces para auxiliar la acción de los remedios internos,

el abrigo, las friegas secas o con mixturas excitantes, y la aplicación al vientre

de un sinapismo hecho con mostaza y vinagre”.158

- Período “álgido”: Para exponer con mayor claridad su curación, dividían éste

período en partes según su sintomatología, cuyo inicio era anunciado por la

aparición de vómitos, calambres, oliguria y anuria, sed, bradicardia, frio, etc.,

pudiendo ser utilizado con éxito, a pesar del peor pronóstico, idéntico o similar

tratamiento al de los pródromos, de tal manera que para la sed, recomendaban

pequeños sorbos de agua de nieve y pedacitos de hielo, para favorecer la

circulación capilar, las friegas en los miembros, primero secas y después con

jaboncillo amoniacal, sinapismos bien calientes de mostaza y vinagre, y “la

aplicación de una larga tira de emplasto de cantáridas a lo largo del espinazo,

favorece notablemente la acción de los demás auxilios terapéuticos”. Si el mal

continuaba su curso y el enfermo entraba de lleno en el período álgido,

sobreviniendo la debilidad o falta absoluta de pulso, la cianosis, frialdad de

extremidades, del rostro y la lengua, la ronquera, y las fuertes contracciones

espasmódicas de los músculos, los autores de éste informe echaban mano de los

métodos curativos utilizados por los médicos de todos los países, pero

reconociendo desgraciadamente la inutilidad de la mayoría de ellos: “Nosotros

158 Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pgs. 193-

199.

Page 132: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

132

nos limitaremos a aconsejar que se insista con toda energía en la estimulación

externa, repitiendo las fricciones excitantes y las aplicaciones de sinapismos

activos; que se irrite vivamente la piel del dorso; que se administre más a

menudo a los enfermos el agua de nieve y los pedazos de hielo, pero aquella

siempre a sorbos, y este en pequeños pedazos; que se echen lavativas de agua y

vinagre frías, y que se mantenga al enfermo muy abrigado. Cuando la economía,

ayudada de tan sencillos pero enérgicos auxilios, logra salir del gravísimo

estado referido, renacen naturalmente las esperanzas de curación; mas debe

tenerse presente, que muchas veces mudando el mal de carácter no pierde nada

de su gravedad y peligro”.159

- Período de reacción: Si el enfermo ha llegado a ella consideraban los médicos

que estaban entonces en el estado al que querían traerlo: “La reacción irregular

que ha recibido el nombre de comatosa, soporosa, atáxica, tifoidea, etc. debe

combatirse principalmente con las evacuaciones sanguíneas generales y locales,

las aplicaciones de fomentos fríos a la cabeza, las bebidas mucilaginosas, las

refrigerantes, como la limonada vegetal y el agua carbónica, las lavativas

emolientes y los vejigatorios en la nuca, brazos y piernas. Para dirigir con

acierto el uso de todos éstos remedios, y con particularidad las evacuaciones

sanguíneas, deben tenerse presentes las circunstancias individuales, de que es

casi necesario prescindir en el período anterior. La reacción violenta o

congestiva, que va acompañada de síntomas de inflamación en uno o varios

órganos, reclama un tratamiento antiflogístico riguroso, cual se emplearía para

combatir estas flegmesías, si proviniesen de cualquiera otra causa. Entonces es

cuando las aplicaciones de sanguijuelas al epigástrio, al ano, detrás de las

orejas, o sobre las clavículas, según el sitio en que se presente la congestión, se

muestran sumamente útiles y es preciso repetirlas sin miedo”.160

Tratamiento de la diarrea

Mención aparte merece el tratamiento de éste síntoma. Algunos autores, caso de

Seoane, consideraban que de toda la sintomatología que presenta el enfermo colérico la

principal y por tanto más urgente en tratar es la diarrea: “la diarrea exige

particularmente la mayor atención, pues nada predispone mas al cólera que el tener

159

Ibidem. 160

Ibidem.

Page 133: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

133

cursos, sean producidos por la causa que se quiera, y en todos los casos el no cortarlos

en aquella época puede tener las consecuencias más fatales. Es tanto más útil tratar de

remediar lo más pronto que sea posible la diarrea, el ardor y desazón en la boca del

estómago y los calambres, cuanto muy a menudo el cólera principia a mostrarse de este

modo y en aquellos casos, a poco que se abandonen los síntomas indicados arriba, la

enfermedad aparece inmediatamente con la mayor violencia. Por otra parte, la

probabilidad de curar el cólera se aumenta o disminuye considerablemente según la

mayor o menor prontitud con que se principie la cura y por consiguiente no debe

perderse un momento en acudir al facultativo y tratar de aliviar los sufrimientos del

enfermo”.161

El Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, desde octubre de 1834, dedicó un

apartado a explicar la naturaleza y asiento del cólera, y en sus conclusiones sobre éste

particular, el 4 de diciembre decía que, “el síntoma más constante, el más pronunciado

es sin duda alguna la diarrea y vómito, pues si bien es verdad que algunas veces falta el

vómito y otras la diarrea, muy rara o ninguna deja de presentarse una u otra de éstas

evacuaciones…”162

De Paula Folch defendía el no detener la diarrea durante el período álgido, su

experiencia en la terapéutica le demostró que si ésta se suspendía continuando los

demás síntomas, era un signo infalible de muerte, considerando por tanto práctica

imprudente las lavativas de agentes astringentes. Decía el autor que “apenas

administraba remedio alguno contra la diarrea en semejante período, y aún convencía

a los enfermos de que no se debían intimidar por semejante evacuación, pues les era en

aquél momento más útil que perjudicial; más si las evacuaciones por cámaras

presentaban el carácter disentérico, que casi siempre anunciaba una mala terminación,

entonces les hacía administrar tres o cuatro lavativas al día del cocimiento de linaza

con el fin de acallar la irritación intestinal, que suponía semejante evacuación”.163

Porrúa consideraba que respecto a la diarrea sería preciso examinar, si la

irritación intestinal consiste sólo en una mayor inervación y aumento consecutivo de las

secreciones propias de las membranas mucosas, o si hay una verdadera flegmasía en

161

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 46. 162

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 4

de diciembre de 1834. 163

De Paula Folch y Amich, F. (1834): Opus cit. Pg. 32.

Page 134: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

134

ella, “pues en el primer caso, la abstinencia de todo alimento y bebida en las primeras

horas, o el uso del agua gomosa fría, si la sed lo exige, la quietud, el abrigo, y aún la

acción del calórico en las extremidades, por medio de las botijas de agua caliente,

saquillos de arena etc. y las lavativas pequeñas de agua de almidón u otra

mucilaginosa, en que se haya disuelto el estracto acuoso de opio, o mezclado algunas

gotas de láudano, bastarán por lo común para obtener la curación. Digo por lo común,

porque a veces aunque no se haya fijado en el colon una verdadera inflamación, dista

tan poco de ella, y por otra parte es tan violenta la inervación, que amenaza trasmitirse

la irritación a los mismos ganglios, y venir más pronto el período álgido; y entonces es

menester, si el sujeto es robusto y joven, hacer preceder al plan dicho una o dos

sangrías del brazo, o si tanto no permitiesen las fuerzas del enfermo, al menos una

buena aplicación de sanguijuelas en las regiones ilíacas, especialmente en la izquierda.

Por estas evacuaciones no tan solo se trata de combatir y destruir la irritación existente

en el intestino, sino también de precaver la intensísima, que amenaza a los ganglios

nerviosos, para la cual aún no posee la medicina otros auxilios terapéuticos que

directamente la destruyan. No me atrevo a asegurar siempre el triunfo con tal método,

pero sí creo que con él se logrará la más de las veces detener tan formidable enemigo.

Mas aunque esto se consiga, queda constantemente una irritación en la mucosa

intestinal, que suele extenderse a todo el tubo digestivo, la cual exige mucha cautela

con su tratamiento; porque, aun cuando sean muy poco intensos los síntomas que la

denotan, y algunos casi imperceptibles, sucede con frecuencia que el más pequeño

exceso trae tras de sí una recidiva algunas veces mortal, y por tanto no se ha de creer

salvo al enfermo por haber cesado la diarrea y disminuido los demás síntomas, y se le

ha de dirigir con mucho cuidado, aunque solo con el régimen, pues él efectivamente

basta para el completo restablecimiento”.164

Los médicos de la comisión enviada al extranjero estimaban la diarrea como el

síntoma más constante y fatal, mencionaban además cómo contra ella se habían usado

infinitos remedios, tales como las soluciones amiláceas, el opio, los calomelanos, las

aplicaciones de sanguijuelas al ano, etc., siendo éstas últimas las que consideraban más

útiles, seguidas de las lavativas ligeramente laudanizadas, “cuando la diarrea es

164

Porrúa y Velázquez, F. (1834): Opus cit. Pgs. 53-54.

Page 135: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

135

disentérica y hay señales de flegmesía de la membrana mucosa intestinal, y los

calomelanos en cortas dosis si las cámaras son decididamente coléricas”.165

Método salino

Hacia 1834 se propusieron algunos métodos foráneos utilizados para paliar los

efectos del cólera; constituían entonces una novedad terapéutica, avalada por el

prestigio de su procedencia extranjera, los cuales provocaban gran impacto, filtrándose

con aureola de panacea y ejerciendo un influjo irresistible sobre la sociedad atemorizada

y desarmada. Tal es el caso de la publicación, ya citada más arriba, “Observaciones

sobre la curación del cólera Asiático”, por el Dr. Stevens, y que fue traducida del

inglés por el Dr. D. José María Velázquez. Al igual que ocurría con todas las

publicaciones presentaba como “el método curativo que hasta ahora ha producido

resultados más satisfactorios”. Siendo la diarrea el primer síntoma describía así el

modo de combatirla: “Cuando una persona que reside en una población donde reina el

cólera se vea atacada de diarrea, tomará un polvo de sal de Seidlitz o de la higuera, lo

más pronto que le sea posible. Si no tiene a mano éste medicamento, usará en su lugar

doce granos de ruibarbo con un escrúpulo del carbonato de sosa, y se mantendrá

quieto en la cama caliente, o cuando menos en una pieza bien abrigada. Durante éste

periodo tomará de media en media hora una tacita de caldo ligero bien sazonado con

sal, y beberá agua fría a pasto. Cuando se sigue éste método con exactitud, el paciente

por lo regular se pone bueno en pocos días; pero si la enfermedad pasa al segundo

periodo, o el ataque se hace más fuerte, es necesario apelar a un plan más activo”. El

autor dice que el primer período del cólera es siempre muy peligroso, aunque se

consigan moderar los síntomas y disminuir la diarrea, en cuanto al plan más activo del

que habla se refiere ya al tratamiento de éste síntoma, pero también de los otros, tales

como vómitos, calambres, etc. Y al referirse al mismo lo llama “el método salino”. A

la diarrea hace referencia también en el tratamiento para el último período, y dice que

“si las evacuaciones de vientre son tan considerables que comprometan la vida, pueden

contenerse con la tintura de quina, la mistura absorbente, y aún con el acetato de

plomo; y cuando éstos remedios hayan producido su efecto, se empleará el método

salino con el mejor éxito”. Y describe además que en algunos casos, aunque raros,

puede sobrevenir el colapso sin ser precedido éste de diarrea, matizando además que, si

165

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pg. 199.

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136

éstos pacientes quedan abandonados, o se les sujeta a un tratamiento poco conveniente

mueren por lo general en pocas horas, y dentro del método salino, dice que “en

semejantes casos son sumamente útiles las sales eméticas y purgantes, y aún algunas

veces pueden administrarse con buen éxito una o dos gotas de aceite de crotón. Mas si

la enfermedad se exaspera con el uno de los remedios internos, se salvarán muchas

vidas, sin duda alguna, inyectando en las venas un fluido salino caliente. Cuando no se

adopta el método salino hasta lo último de la enfermedad, no produce siempre la

reacción inmediata, pero con mucha frecuencia detiene instantáneamente los progresos

de aquella. He visto algunos pacientes permanecer más de 30 horas en el estado de

colapso y curarse después en poco tiempo. En éstos casos se han usado algunas veces

con ventaja el carbonato y el muriato de amoniaco. Cuando desde el principio se

adopta y se continúa con exactitud con el tratamiento salino es seguido generalmente

de un dichoso resultado”. 166

De la propia experiencia, extranjera tras convivir con el cólera-morbo, llega

también un intento de aproximación a su causa, y partiendo de ésta se entenderá la

defensa del método salino. En éste sentido dice que “el cólera es sin contradicción el

efecto de un veneno narcótico que tiende directamente a disminuir la vitalidad, no solo

de la sangre sino de todo el cuerpo”. Por lo que se considera necesario extraer el

veneno del cuerpo lo antes posible, antes incluso de tratar la sintomatología. Se

considera que en éste sentido todo intento de disminuir la diarrea, ya sea con opio,

mistura absorbente u otros astringentes, alivian durante un tiempo, pero el veneno queda

dentro y si el ataque es violento el enfermo puede perecer. Considera el autor que éste

ha sido el gran error que se ha cometido en todas partes en la curación del cólera, pues

la diarrea que sobreviene en el primer período del cólera “no es otra cosa que un

esfuerzo del poder preservativo de la naturaleza para lanzar el veneno del torrente

circulatorio, y este esfuerzo es esencialmente necesario para la seguridad del paciente.

Los casos en que no se presenta son por lo general fatales en muy pocas horas; mas por

fortuna son sumamente raros, pues de 50 enfermos, en los 49 principia el mal con la

diarrea, y el gran secreto de la curación consiste en promoverla en lugar de reprimirla.

166

Observaciones sobre la curación del cólera asiático”. Por el Dr. Sstevens. (1834).

Traducidas del Inglés por el Dr. D. José María Velázquez, Ayudante Director del

Cuerpo de Médicos Cirujanos de la Real Armada. Madrid. Imprenta de Don Pedro

Sanz. Pgs. 6-9.

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137

Si ayudamos a la naturaleza con los medios que he indicado, el veneno se arroja

prontamente y la enfermedad pasa en muy pocos casos al segundo periodo”.167

Al hablar de las características de la sangre de los enfermos coléricos dice que el

líquido parecido al agua de arroz que constituye la diarrea colérica, no es otra cosa que

el suero o parte acuosa de la sangre que probablemente esté impregnada del “veneno

colérico”. Hay que considerar que por entonces el suero era tenido como un fluido

salino, que al ser arrojado del torrente sanguíneo confería a la sangre su color más

oscuro, y carácter más espesa al eliminar de ella gran cantidad de su parte líquida,

principalmente agua y sales. El autor matizaba aún más éste hecho diciendo que: “creo

que en el día está admitido casi generalmente que no es el hierro, sino las sales

naturales de la sangre la verdadera causa de su color rojo. Ellas son así mismo una de

las principales de su fluidez, porque la fibrina en su estado natural solo es soluble en

un líquido salino. Las deyecciones coléricas contienen en una cantidad muy notable las

sales de la sangre, y si no son reemplazadas por la absorción de los fluidos salinos toda

ella se vuelve negra y tan espesa que no puede circular por los vasos pequeños.”.

Consideraba que ésta sangre “inerte” no podría estimular el corazón y tendría

consecuencias sobre otros órganos aun después de expelido el veneno, provocando por

sí misma ésta alteración sanguínea la muerte del paciente. Por lo que en éste tratamiento

consideraba fundamental, como se apunta más arriba, la inyección en vena de los

fluidos salinos, “que son trasladados rápidamente a la circulación por las venas del

estómago y de los intestinos. Estos no solamente diluyen y enrojecen la sangre negra,

sino que le dan el poder de estimular el corazón, y la acción de los órganos vasculares

se sostiene hasta que han desaparecido enteramente todos los síntomas del cólera. En

cualquiera parte del mundo en que se ha analizado la sangre en su estado natural, se

ha notado que constantemente contiene una determinada cantidad de materia salina,

que es al parecer el más esencial de los principios que la constituyen. La adicción del

oxígeno puede contribuir en parte a las propiedades de la sangre arterial, pero siempre

es un agente secundario. La sal puede enrojecer la sangre sin el auxilio del oxígeno;

mas éste por sí solo no puede dar el color arterial a la sangre negra que ha perdido sus

sales. La diferencia esencial entre la sangre negra en el último periodo del cólera, y la

sana nace de que en la primera se ha disminuido considerablemente la materia salina,

pues que sin éste elemento no puede el oxígeno enrojecerla aunque se exponga

167

Ibidem. Pg. 11.

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138

directamente a su acción en los órganos pulmonares. La sangre es un fluido viviente, y

como todo lo que goza de la vida, está expuesto a contraer enfermedades, en el estado

sano una pequeña cantidad de sus sales naturales es suficiente y capaz para producir

en la superficie interna de los órganos vasculares la impresión que es en realidad la

causa de sus acciones; pero cuando éste fluido se halla bajo la influencia de un veneno

narcótico que disminuye su vitalidad, se necesita una cantidad mayor de dichas sales

para ayudar al poder preservativo de la naturaleza a expeler o resistir la acción de

aquellos agentes dañosos que son tan enemigos de la sangre del hombre. En cuanto al

resto de órganos afectados, el autor cita al hígado y los riñones, al considerar que la sal

es también necesaria para el curso de las secreciones, “cuando la materia salina natural

de la sangre se ha disminuido hasta cierto punto. El hígado y el riñón cesan de

segregar los líquidos que elaboran, y la acción suprimida de estos importantes órganos

es pronto seguida de la muerte. Una vasta experiencia ha demostrado que podemos

conservar, y aún restablecer cuando ha cesado del todo, la acción de dichos órganos

por el uso de las sales no purgantes, mejor que por los demás remedios que hasta ahora

se han administrado”.168

En la descripción del método salino el autor también recomendaba el uso de las

sales no purgantes para los últimos períodos del cólera, en el cual la postración de

fuerzas del enfermo era considerable: “el paciente puede recobrarlas por el momento

con el aguardiente, el opio y los otros estimulantes; pero el primer efecto de éstos

agentes es seguido muy pronto de un grande abatimiento: un veneno se agrega a otro

veneno, y el paciente cae al instante en una situación peor que en la que antes se

hallaba. Las sales no purgantes son por el contrario los mejores remedios para

producir un aumento permanente de acción en los órganos vasculares, siendo una de

sus grandes ventajas que su uso no es seguido de la debilidad consecutiva. Cuando en

el estado de salud se introduce en el estómago un fluido salino fuerte, una parte es

absorbida inmediatamente por las numerosas venas de aquél órgano y conducida en

derechura a la sangre, produce por su medio una excitación inmediata en toda la

economía que se sostiene hasta que el exceso es arrojado, lo que se efectúa

principalmente por el aparato urinario. Cuando administramos los fluidos salinos en el

cólera, la fiebre amarilla y otras enfermedades, en las cuales hay una disminución de

las sales naturales de la sangre, se aumenta por cierto tiempo la acción de todos los

168

Ibidem. Pgs, 13-16.

Page 139: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

139

sólidos vasculares. Al expelerse el veneno de la circulación se arroja también el exceso

de aquellas, y queda la cantidad natural que es esencialmente necesaria, porque la

sangre privada de sus sales no puede desempeñar sus funciones, así como el aire sin

oxígeno no puede sostener la vida”.169

De todos modos, y así lo reconoce el autor, existen circunstancias en las que el

tratamiento salino produce por lo general efectos menos ventajosos: “En los sujetos que

antes del ataque padecen una afección orgánica en alguno de los órganos importantes,

y en los enfermos a quienes antes se han propinado grandes dosis de opio: en éstos

casos se han frustrado con frecuencia mis esperanzas; pero con éstas excepciones me

aventuro a asegurar que si el cólera es socorrido a tiempo y curado convenientemente,

será mucho menos fatal que lo ha sido hasta ahora”.170

Consideraciones de Mateo Seoane

Seoane critica duramente los remedios y métodos curativos, podemos decir

populares, divulgados a diestro y siniestro, y al igual que Folch defendía la

modificación y orientación del tratamiento en función de la sintomatología. Por lo que

no se puede hablar de un único método sino de varias orientaciones en función de las

manifestaciones clínicas, y en definitiva de la evolución de cada enfermo en particular:

“… con el último objeto y para que se pudiera dar este alivio aun cuando no hubiera

facultativo, en todas las instrucciones publicadas sobre los medios preservativos se han

insertado descripciones del mal que llamaban populares, acompañadas de un método

también popular de curación en que no se han detenido en aconsejar el uso de las

medidas más enérgicas. Este método no solo no ha correspondido a los buenos deseos

de los autores de las instrucciones, sino que ha producido los mayores daños, pues

como en las descripciones del mal no se ha podido menos de enumerar el conjunto de

síntomas que se han notado en diferentes enfermos en todos sus periodos, la pintura

que ha resultado ha sido mucho más terrible que lo que es en sí el cólera, a pesar de

serlo bastante muy a menudo, y ha aumentado extraordinariamente el terror de los que

leían aquella larga relación de cosas horrorosas. Por otra parte nada es en todas

ocasiones más dañoso que el confiar la administración de medicamentos energéticos a

los que no conocen sus efectos generales o a la razón de usarlos, y lo debe ser mas en

169

Ibidem. Pg. 17. 170

Ibidem. Pg. 18.

Page 140: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

140

el cólera, enfermedad en la que es absolutamente necesario modificar el sistema de

curación casi en cada enfermo, según un gran número de circunstancias, y en la cual el

efecto bueno o malo de los remedios depende tan enteramente de la oportunidad con

que se administren, hasta casi poderse afirmar que es mucho mejor no hacer nada que

dar un paso en falso. Nada tiene pues de extraño que la experiencia haya probado

demasiado por desgracia cuan perniciosas han sido las descripciones y métodos

curativos populares, siempre incompletos e inútiles para facultativos y demasiado

extensos para los que no lo son. Por todas estas razones deberán solamente entrar en

las descripciones que han de andar en manos de todos, aquellas reglas generales que

enseñen el mejor modo de asistir a los coléricos y los medios de aliviar a éstos que

pueden usarse sin temor de hacer daño y solo cuando no haya facultativo”. Este

fragmento está extraído del libro que el autor publicaría en el año 1834 bajo el título

“Instrucciones generales sobre el modo de precaverse del cólera-morbo epidémico, con

recomendaciones de su método curativo”, y que es fruto de su experiencia cercana con

el cólera durante su estancia en Inglaterra171

. Hay que tener en cuenta que el cambio

hacia la medicalización fue un proceso lento, tal y como apunta el antropólogo Josep

María Comelles, en bastantes países es tan reciente que explica la vigencia de prácticas

consuetudinarias y del recurso a la fé. Penetrar en el campo representó para el médico

luchar con alternativas sólidamente asentadas, puesto que eran fundamentales para la

reproducción social. Exigió de los médicos un profundo conocimiento empírico del

papel que jugaban prácticas terapéuticas y entidades morbosas delimitadas

culturalmente, puesto que con ellas debía articular su práctica.172

Seoane cita y aconseja en su método algunos elementos de la terapéutica, que

serán empleados en función de la sintomatología que presente el enfermo, y sus

características físicas: goma arábiga, sangrías y sanguijuelas, lavativas de almidón,

láudano, baños pedilavios, “polvos de Dover”, hielo, nieve, fajar el vientre, carbonato

de sosa, ácido tartárico, tintura de cantáridas, linimento amoniacal, emplasto de gálbano,

azufre sublimado, alcanfor, tártaro emético, linaza, malvas, etc. Y finaliza ésta obra con

las opiniones claras del autor en cuanto a la diversidad terapéutica y bajo qué figura

debe estar tutelada su administración: “En fin, se equivocaría mucho quien creyese que

lo dicho hasta aquí acerca del método curativo comprende cuanto puede o debe

171

Seoane, M. (1834). Opus cit. Pgs. 57-86. 172Comelles, J.M. y Martínez Hernáez, A, (1993): Enfermedad, Cultura y Sociedad.

Madrid. Eudema Antropología Horizontes.

Page 141: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

141

hacerse para curar el cólera, pues hay otros muchos medios que será imprudentísimo

enumerar en un escrito no destinado exclusivamente a los facultativos, por ser tan

enérgicos que se necesita para usarlos con acierto no solo el conocimiento más exacto

de su modo general de obrar y el del estado particular de todos los órganos en cada

uno de los periodos del mal, el que no se puede conseguir sin conocimientos médicos,

sino también tener mucho tino práctico. El cólera como las otras enfermedades muy

graves que corren su carrera con mucha violencia, no solo se modifica infinito según la

edad, constitución y un gran número de circunstancias naturales y accidentales, sino

que muy a menudo predomina tanto en él uno u otro síntoma que mata, por decirlo así,

al enfermo antes que la enfermedad haya corrido la mitad de su curso regular. Es de

consiguiente imposible que pueda haber un método exclusivo de curación para todos

los casos de cólera, y se necesita el conocimiento de los principios generales de la

medicina para saber lo que se ha de hacer en cada caso un poco grave, pues la cura se

habrá de modificar según las circunstancias del enfermo y se tendrá con frecuencia que

dirigir exclusivamente a remediar los síntomas particulares que predominen, cuando

lleguen a hacerse extraordinariamente violentos. Lo primero que se deberá por

consiguiente ejecutar es recurrir en todos los casos al facultativo, y solo cuando sea

imposible, lo que puede fácilmente suceder algunas veces, se podrán poner en

ejecución las reglas dadas arriba, las cuales no sólo podrán ser útiles para aliviar a los

enfermos colocados en tan triste estado, sino también para impedir indirectamente que

se hagan otras cosas, más enérgicas sin duda, pero por la misma razón muchísimo más

dañosas cuando no se den a tiempo oportuno, lo que deberá suceder casi siempre

cuando no dirija el método de curación un facultativo”.173

2.7. Apuntes etnográficos sobre la diversidad terapéutica

Contra esta nueva enfermedad no existía remedio conocido para combatirla,

había una falta de precedentes que hacía volver la vista hacia la divinidad o al

saneamiento de las costumbres. Una vez instaurada la enfermedad, curarla era

prácticamente imposible por lo que la terapéutica se encaminaba al control de la

sintomatología. No se contaba más que con los medicamentos tradicionales para recibir

173 Seoane, M. (1834). Opus cit. Pgs. 57-86.

Page 142: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

142

al nuevo azote.174

De esta forma algunos médicos (como se ha visto en el apartado

anterior), recomendaban la quinina, el opio, las hierbas aromáticas, como la salvia, tila

y menta; los ácidos minerales y vegetales; los productos nitrados y las sales neutras.

Otros se decantaban por medicamentos estimulantes que combatiesen la relajación y el

debilitamiento del cuerpo enfermo. Incluso sería conveniente evitar, en opinión de

algunos, pasiones deprimentes. Y no faltaban prestigiosos galenos que proponían

maravillosos remedios a base de alcanfor, calomelanos, sal de cocina, acíbar y borraja,

en lavativas, fricciones y tostadas, y remojado todo en aguas y alcoholes salados,

sedativos y alcanforados.175

Por tanto, la falta de acuerdo en las causas y los

mecanismos de acción, por un lado, y el limitado arsenal terapéutico, por otro (ésta es la

época que se ha denominado “edad heroica” de la medicina), se conjugaron en un

lamentable espectáculo de confusión, donde cada cual reclamó para su método las

mayores virtudes.176

En su informe los facultativos que fueron enviados para estudiar la enfermedad

en el extranjero exponían cómo los médicos de París, por ejemplo, se arrojaron

decididamente a hacer toda clase de experimentos durante los primeros días de

epidemia; de tal manera que probaban y ensayaban de nuevo cuanto ya habían

empleado, (“aún cuanto habían desechado por inútil o perjudicial los demás médicos

de Europa”) , y al igual que los rusos habían experimentado los baños calientes, secos y

de vapor; del mismo modo los polacos utilizaron los estimulantes internos activos,

además de los vomitivos, el hielo al interior y exterior, la estimulación de la piel, las

infusiones simplemente acuosas o de soluciones salinas en las venas, la inspiración de

diferentes gases, la acupuntura, los baños y friegas, el magnetismo mineral, que también

fueron ensayados en Alemania, las evacuaciones sanguíneas, los purgantes fuertes, los

narcóticos y los astringentes, que ya se habían puesto también en práctica en Inglaterra

etc. Y concluían cómo “sólo después de muchas tentativas inútiles, y tristes desengaños,

se establecieron algunos planes generales de curación, los cuales, como tenían por

base principal la idea que cada uno se había formado del mal en virtud de su propia

174 Peset, M. y J.L. (1972): La Muerte en España: política y sociedad entre la peste y el

cólera. Seminarios y Ediciones S.A. Madrid. Pg. 225. 175 Sánchez de la Calle, J.A. (1994): Plasencia: historia y población en la época

contemporánea (1800-1990). Mérida. Asamblea de Extremadura. Pg. 177. 176 Rodríguez Ocaña, E. (1983): El cólera de 1834 en Granada. Universidad de

Granada. Granada. Pgs. 84-85.

Page 143: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

143

experiencia, diferían bastante entre sí. Los facultativos de Paris debieron aprovecharse

más del fruto de las observaciones de los que le habían precedido en el estudio de ésta

terrible enfermedad, y así se habrían ahorrado muchos ensayos, cuyo menor

inconveniente era el de su inutilidad. Su conducta en ésta ocasión, así como todo lo que

vimos después, nos enseñó que es más provechoso empezar por donde los otros acaban,

que dar principio por donde ellos comenzaron”.177

Estos mismos médicos de la comisión enviada al extranjero expusieron en su

informe los principales métodos curativos utilizados en París, Viena y Berlín, y tras su

análisis estaban en disposición de poder clasificarlos (estimulante-narcótico, vomitivo-

estimulante, especiales o específicos y antiflogísticos), compararlos, exponer resultados

que permitieran deducir cuales se mostraron generalmente útiles, concluyendo en la

composición de un método curativo ecléctico que reuniera todo cuanto les pareció

provechoso.178

Tras la exposición de un gran número de métodos detallaban las

siguientes deducciones: “Que no se conoce aún el remedio específico del cólera

oriental. Que no se ha encontrado un método curativo exclusivo, aplicable a todos los

sujetos y circunstancias. Que la enfermedad abandonada a sí misma no ha sido

necesariamente mortal en Europa. Que a pesar de la diversidad de métodos curativos

no parece haber tenido un influjo muy marcado en la mortandad de los coléricos,

considerada ésta en diferentes países y en un número crecido de enfermos, la

observación individual manifiesta, que hay remedios con los que se pueden conseguir

algunas ventajas. Que de la comparación de todos los planes terapéuticos expuestos

resulta, que el uso de los estimulantes y del opio al interior ha sido abandonado por la

mayoría de los médicos de Viena y de Berlín después de una larga experiencia, y que

las evacuaciones sanguíneas, los vomitivos, el frío y la estimulación externa son los

medios cuya eficacia está más generalmente reconocida.179

Los “planes terapéuticos”, como vemos, aparecieron por doquier y por tanto se

ejercieron sin evaluación ninguna de sus resultados y con nulo espíritu crítico. No es

177

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pgs. 124-

125. 178

En este libro se pueden consultar diversos planes y métodos curativos puestos en

práctica en París durante 1832, así como los resultados de cada uno de ellos: Dr. Petit,

Dr. Magendie, Dr. Chomel, Dr. Bally, Dr. Gendrin, Dr. Guenau de Mussy, Dr.

Fouquier, Dr. Andral, Baron Alibert, Dr. Biett, Dr. Gerdy, y Dr. Broussais. 179

Sánchez Núñez, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pg. 177.

Page 144: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

144

pues de extrañar que florecieran en multitud pautas de orígenes extraprofesionales y que

algunas de ellas llegaran a tener gran predicamento popular.

Antes de hacer su aparición en España, el desarrollo de la enfermedad en Lisboa

motiva la publicación de los Remedios o Prevención que deban tenerse en casa, donde

aparecen descritos los siguientes antídotos: “Mostaza molida, dos libras en una botella;

una onza de láudano líquido de Syndenham; masa de cantáridas canforadas, dos onzas;

magnesia de calcinada, una onza de vidrio; adormideras, dos onzas; manzanilla flor de

tila y yerba buena de sabor de pimienta, dos onzas cada una.180

Los conocimientos médicos por esos años, deficientes entonces, aunque no

exentos de buen sentido en muchos casos, se van a mezclar con creencias populares y

con teorías no científicas de todo tipo, dando lugar a una variada profilaxis. El sentido

de supervivencia hará surgir milagros y maravillosos remedios. Proliferaron los

remedios más inauditos, desde la aplicación en el vientre de helechos verdes

humedecidos con agua fresca, hasta atracones de caldo de vaca o gallina, “con muchos

garbanzos y verduras”, entre vómito y vómito provocados.181

Los llamados “polvos de

viboreras” parece ser que fue el remedio que alcanzó más fama en la época, mereciendo

incluso la atención de la Regente: “Desde que la enfermedad conocida con el nombre de

Cólera-morbo, traspasó los límites del Asia, los profesores del arte del curar se

afanaron con noble celo para hallar un específico que contuviese los estragos de ésta

plaga. Los progresos hechos en la medicina, y en sus ciencias auxiliares en estos

últimos tiempos, hicieron concebir fundadas esperanzas de que la humanidad hallaría

al fin un remedio contra ésta calamidad, como felizmente lo halló respecto de otras que

por largo tiempo la afligieron. Desgraciadamente hasta ahora no han correspondido

completamente a la expectación pública los esfuerzos de los hombres más distinguidos

por sus conocimientos en las ciencias de la naturaleza, aún en Inglaterra y Francia,

donde el cólera ha producido sus peculiares estragos. Mas no por esto deben

desanimarse las personas benéficas, dedicadas a examinar el mal y los medios de

atenuar su maligna influencia; y los Gobiernos, especialmente interesados en la

conservación de la salud pública, no deben mirar con indiferencia nada que tenga

180

Rodríguez Nilo, J.R. (1833): Noticias sobre el cólera-morbo, sus medios

preservativos, primeros socorros y curación que conviene a los invadidos por él. Imp

del Diario de Sevilla. Pg. 7. 181

Rodríguez Ocaña, E. (1983): El cólera de 1834 en Granada. Universidad de

Granada. Granada. Pg. 133.

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145

relación con materia de tan alta importancia. Los Diarios de Sevilla de 15 y 16 del

actual, hablan del feliz resultado con que se ha aplicado a muchos enfermos atacados

gravemente del Cólera la raíz de la aristoloquia redonda, llamada vulgarmente raíz

viborera. Enterada S.M. de éstos hechos confirmados por varias cartas de aquella

ciudad, se ha servido prevenir por extraordinario, a la Junta Provincial de Sanidad de

la misma, que manifieste sin dilación, oyendo a los profesores que han administrado

dicha medicina, lo que haya ocurrido en el particular, expresando los casos y el modo

en que haya producido mejores resultados.182

Siguiendo investigaciones realizadas por Ayala Pérez, el difusor y distribuidor de

los famosos polvos de viboreras fue un farmacéutico de Yeste, en el valle del Segura. Se

llamaba José Antonio Ruiz Melgarejo, quien confiesa que debe los polvos a “un amigo

curioso” que como él era aficionado a recorrer los alrededores de Yeste en busca de

plantas. El descubrimiento había sido experimentado en un hospital de Madrid gracias

al botánico José Antonio Cabanilles y sus características descritas y publicadas en los

“Anales de Historia Natural”, aunque el tiempo había sepultado en el olvido sus

virtudes. De hecho desde hacía cuarenta años se vendían en la botica del señor Ruiz

Melgarejo, en Yeste, con el nombre de “contraveneno”. Era un remedio específico

contra los “males más desesperados de venenos animales, vegetales y minerales,

mordeduras de perros rabiosos, en personas racionales, y toda clase de ganados”. Con el

tiempo, los polvos de viboreras se habían mostrado eficaces también en los carbuncos,

los fuertes catarros y, por último, y principalmente contra el cólera. La fórmula de los

polvos, publicada por el mismo Ruiz Melgarejo era la siguiente, en su doble

nomenclatura botánica y popular:183

182

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia, de 4 de agosto de

1834. 183

Ayala Pérez (1975): “Aspectos sociales de la epidemia de cólera de 1834 en Murcia”.

Revista Murgetana, nº 40. Murcia. Pg. 53.

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146

NOMBRES BOTÁNICOS NOMBRES ESPAÑOLES

Erygium campestre lin Cardo corredor

Echuun vulgare Lin Lengua de buey salvaje

Alisum Spinosum Lin Aliso espinoso o Bufalaza

Nepeta Marifolia Lam Melisa Cretica o Poleo

Dichas plantas había que cogerlas en sazón, secarlas, pulverizarlas y mezclarlas

después a partes iguales, meterlas en una botella hasta su aplicación. Su utilización

promovía enseguida, un copioso sudor y aumento de la orina; ello y en ocasiones, si era

necesaria, una sangría, restituían al enfermo a su estado normal, según los resultados

dados a conocer por algunos médicos murcianos de la época. Era sin embargo muy

importante que las plantas empleadas fuesen las específicamente reseñadas, y, al

parecer, que fueran también de la zona.

En un curioso folleto publicado por algunos facultativos se clama contra la

adulteración de la fórmula que hacía ineficaces sus efectos184

: “ quien sustituye las siete

especies del Equio al vulgar o Viborera, no cuidando que su origen lo tenga en las

sierras de Segura o Mariola, o en otro punto de poca confianza: este por Bufalaza, que

solamente se encuentra en el término de las Peñas de San Pedro en la llanura llamada

Sauco y en la falda del castillo, sin excluir algunos parajes de las referidas sierras,

pone una especie bastarda como el Bellote o Marrubio negro fétido, u otro vegetal de

figura análoga al Aliso Espinoso: el otro usa indiferentemente cualquiera de los

Poleos, cuyas especies difieren entre sí en actividad, y no equivalen de modo alguno ni

la Zamarrilla amarilla, ni el de hojas de Espliego y otros al suave y aromático Poleo

Blanco legítimo, que solo vegeta en nuestra provincia en Elche de la Sierra, en Ferez,

Letur, Yeste, y en la accesoria de Tovar y su valle; y no se quieren tomar la molestia de

proporcionárselo a toda costa”.

En Julio de 1834 en el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia podía leerse con

respecto a los polvos de viboreras lo siguiente:

184

Ayala Pérez (1975): Art. Cit. Pg. 54.

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147

“Tenemos verdadera satisfacción en dar entrada preferente en nuestro Diario a

cuantas producciones, advertencias o notas tengan relación con el experimento de la

aristoloquia o raíz viborera como remedio contra el cólera-morbo. Hasta de presente

podemos asegurar que todos los ensayos de que se hace generalmente referencia han

sido felices, y que no se cita dato alguno contra la casi evidente virtud curativa que

respecto de aquella traidora enfermedad se le concede. Si la sucesión de pruebas

favorables continúa acreditando su eficacia, y en fin, si llega a calificarse de un

verdadero específico para curar éste mal ominoso, que puede decirse no se ha

combatido hasta ahora sino con recursos problemáticos e insuficientes, habrá obtenido

la humanidad un triunfo comparable solo con el descubrimiento de la vacuna y el de la

virtud antifebril de la quina para las calenturas intermitentes”.185

Similar al anterior fue un método basado en la “aristoloquia redonda o rotunda”,

también llamada raíz de viborera, ensayado por el farmacéutico sevillano A.M. Fabié,

quién concibió la idea que esta raíz podía curar el cólera, ya que se utilizaba con éxito

en los envenenamientos por mordedura de víbora y porque conocía las curaciones de

mordeduras venenosas hechas en la isla de Cuba a partir de plantas. La fórmula

utilizada era: “Mucílago de goma dos onzas: miel depurada tres; polvos de raíz de

aristoloquia redonda dos dracmas; subcarbonato de magnesia dos gracias”. Se

administraba como dosis una cucharada del producto con la menor cantidad posible de

agua cada media hora hasta que se manifestaban los efectos positivos y el mal se

transformaba en una fiebre sin peligro y fácil de curar. Su método fue publicado en el

Boletín Oficial de la Provincia en agosto de 1834, cuando el cólera aún no había llegado

a Plasencia.186

Aunque el farmacéutico sevillano atribuía a su método un notable éxito,

discreparon abiertamente un grupo de médicos murcianos, quienes con intención

seguramente clarificadora escribieron: “recelamos de los buenos resultados, porque

estamos convencidos de que las aristoloquias no poseen otra virtud sobre la economía

que la emenagoga, tal cual vez la abortiva; y siempre la incitante: con más energía

según su escala de aristoloquia, serpentaria o viperina exótica de América, redonda,

185

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, Jueves, 7

de julio de 1834. 186 En el apartado de Apéndice documental se recoge el método seguido por el Dr. Fabie,

que fue publicado en el Boletín oficial de la Provincia. Archivo Municipal de Plasencia.

Boletín Oficial de la Provincia, de 4 de agosto de 1834.

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148

larga, pequeña, y dermatitis indígenas”. Los galenos murcianos creían que las

manifestaciones coléricas eran consecuencia de la acción de sustancias venenosas y,

reivindicando la raigambre murciana de la única composición que a su juicio podía

denominarse con propiedad “viborera”, proponían como fórmula de los polvos la

apuntada más arriba, pero más matizada: “Eryngium campestre de Lineo, vulgo cardo,

corredor ó setero, ó panical campestre; Echium vulgare de Lin, vulgo viborera comun,

ó equio, ó lengua de buey salvage, ó sardineta ó borraja silvestre. Alsum spinosum Lin,

vulgo Aliso espinoso ó bufalata. Nepeta marifolia ó melisa crética de Lamarck, vulgo

yerba gatera, con hojas de maro, ó poleo blanco, algunos añaden también la

agrimonia”. Para combatir el cólera esta fórmula se preparaba en dosis variables según

la circunstancia y estado del enfermo. Si la reacción al tratamiento era fuerte había de

ser favorecidos para que, libre el cuerpo de bilis y de productos gástricos alterados, se

pudiese administrar adecuadamente el remedio.187

El tratamiento de las viboreras

murcianas sería desechado por una R.O. de 10 de diciembre de 1834, la cual “…negaba

la solicitud para expender los polvos de viboreras”.188

En Barcelona se utilizó y comercializó un remedio muy sencillo, la llamada

“agua anticolérica”, que al parecer vendía en su establecimiento de la calle Ancha un

ciudadano llamado Maneja, el cual aseguraba que tomar cada día una cucharada de su

líquido mezclada con dos dedos de agua era un excelente preventivo del cólera que,

caso de contraerse, podía ser combatido con tres o cuatro dosis diarias; aunque afirmaba

que su producto estaba elaborado a partir de sustancias vegetales, algunos químicos que

lo analizaron afirmaron que era una mezcla de agua corriente y ácido sulfúrico, también

llamado aceite vitriolo, negando al “agua anticolérica” propiedad curativa o preventiva

alguna contra el cólera.189

Frente a la proliferación de tratamientos milagrosos, a través de anuncios y

opúsculos, las Academias poco podrán hacer, a falta de ofrecer un tratamiento eficaz,

187 Jacob Calvo, J. y Jorda I Olives, M. (1982): “Algunos métodos curativos utilizados

en Barcelona durante la epidemia de colera de 1834”. I Jornades d´Antropología de la

Medicina, Comunicacions: II Coloqui de l´I.C.A. Vol, 3. (Curanderos, Shamanes y

Medicina Tradicional ), pgs. 312-328.

188 González de Sámano, M. (1854): Monografía histórica del cólera-morbo asiático en

España. Imp. Manuel Álvarez. Madrid. 2 vols. Vol II, pg. 308.

189 Jacob Calvo, J. y Jorda I Olives, M. (1982): Art. Cit. Pgs. 312-328.

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149

más que censurar aquellas publicaciones que les eran remitidas y rechazar las que no

encontraban “conformes con los sanos preceptos” 190

. La Real Academia de Medicina y

Cirugía de Granada recomendó públicamente el siguiente plan terapéutico:

- A utilizar en cuanto apareciese la diarrea: dieta severa, infusiones tibias y

lavativas opiadas. Si no consiguiese restablecer el sudor, se debía emplear el

agua de nieve o hielo bebida, estimulantes externos (como fricciones, calor

local, etc.) y emisiones sanguíneas, mediante aplicación de sanguijuelas en

epigastrio y ano.

- Si el mal progresaba se debía emplear una actuación enérgica, por lo menos

en la misma medida de intensidad de aquél: hielo, sudoríficos internos,

sangrías “copiosas de los grandes vasos, principalmente de las yugulares”,

junto con los estimulantes externos de mayor poder, tales como “fricciones

secas o con linimentos excitantes de álcalis, lejía, tintura de cantáridas, aceite

esencial de mostaza; ladrillos de sal o de los comunes (aplicados) a las

extremidades; botellas de agua hirviendo, baños de vapor dejando la cabeza

fuera y arropamiento..”.

La Junta Gubernativa de Medicina y Cirugía redactó un método curativo

basado en la experiencia adquirida en otros países, y es el resultado del examen

comparativo de los diferentes métodos propuestos hasta el día: “si el enfermo está en

una primera fase se le sujetará a la rigurosa observancia de las reglas higiénicas, se le

dietará y se le hará guardar cama. Lavado el cuerpo con agua jabonosa, se le

envolverá en una manta, dándole infusiones de manzanilla, té o similares, añadiendo

después si pareciera conveniente, unas 15 gotas de espíritu de Mindero. Si los síntomas

se acentúan, se le dará a beber agua tibia, para diluir la acción del agente morboso, ya

que promueve el vómito. A los enfermos jóvenes y robustos antes de darle el agua se les

puede sangrar una o más veces en el brazo. Si los síntomas permanecen, los sinapismos

y las lavativas deberán administrarse, el emplasto de cantáridas se aplicará a

continuación. Si el enfermo llega al período álgido incipiente, se le dará sorbos de

agua muy fría o hielo para calmar el vómito, y si la situación empeora se hará sangría

190 Rodríguez Ocaña, E. (1983): El cólera de 1834 en Granada. Universidad de

Granada. Granada. Pgs. 133-134.

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150

en la vena yugular y aún en la arteria temporal para evacuar aquella con prontitud y

oponerse a su encamamiento. 191

Para inducir el vómito, en Sevilla se recomendó el “vomitivo ipecacuana”:

“Un farmacéutico de los de primera nota de ésta capital nos anuncia haber

sido puesto en práctica el siguiente método por dos médicos de crédito,

siendo la receta del célebre profesor Arrieta, con cuyo método se han

notado ventajas positivas para la curación de las enfermedades reinantes,

Nos ruega que le publiquemos, y cedemos a su instancia, por si realmente

fuese útil; circunstancia que nosotros no podemos decidir, y que queda

completamente sometida a la investigación de los facultativos.

Vomitivo ipecacuana: Té para calmar los vómitos si son excesivos. Paños

de agua y vinagre en la boca del estómago y vientre, templados al principio

y luego fríos si se pueden resistir. Dieta rigurosa con caldos hechos con

carnes blancas de tres en tres horas. Agua de naranja y limón a todo

pasto”.192

El plan curativo de la Academia granadina, y que se detalla más arriba, tuvo “el

mayor séquito en toda Europa”; y como tal se registra en el Informe de la Comisión

médica al extranjero, la parte en la que se hace referencia al tratamiento fue publicada

por la Junta Provincial de Sanidad de Sevilla.193

También en Granada y seguramente en el tratamiento de la epidemia en

Andalucía, dentro de lo que podemos denominar remedios generales, a gran escala, hay

que destacar la difusión de los cloruros de cal, en forma de agua clorurada o de

Labarraque. La disolución acuosa fue empleada como desinfectante en letrinas, suelos,

etc., y en forma gaseosa para fumigar habitaciones donde había enfermos o fallecidos.

Aunque el médico de Alhama dijera de ellos que “son vanos y de nada aprovechan”, a

primeros del siglo XX se demostró la efectividad del cloro libre contra los vibriones

coléricos, al igual que los ácidos, por débiles que sean. Este conocimiento empírico lo

encontramos ya en las recomendaciones de la época:

191

Biblioteca Nacional de España. Gaceta de Madrid. Octubre de 1833. 192

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia, de 4 de agosto de

1834. 193

Rodríguez Ocaña, E. (1983): El cólera de 1834 en Granada. Universidad de

Granada. Granada. Pg. 134.

Page 151: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

151

“Con buen vinagre

Recibir baños:

Con él lavarse

La boca y manos…”.194

El 24 de junio de 1834 el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, publicaba un

método curativo que había recogido de la publicación dos años antes en el Anales de

medicine phisiologique de junio de 1832: “Método curativo: Periodo álgido;

enfriamiento y cianosis; baño caliente de diez minutos; sangría de la vena cuando el

pulso lo ha permitido, aunque éste haya sido o no sensible en la arteria radial; de

veinte a treinta sanguijuelas en el epigastrio y otras tantas en el ano; repetición de las

mismas según la necesidad, y a veces en las apófisis mastoides. Inmediatamente

después de las primeras sangrías aplicación de una tira ancha de vegigatorio encima

de las porciones cervical y dorsal del raquis. Cataplasmas emolientes sobre el

abdomen, y sinapizadas en las extremidades inferiores. Bebidas diluentes frías en

pequeña cantidad, y chupar naranjas. Dieta absoluta prolongada mucho tiempo, y por

primer alimento algunas cucharadas de panatela clara”.195

En 1836 se propuso como medicación para el cólera el cloroformo, el cual

acababa de ser descubierto y ensayado como anestésico. El investigador Martínez

Fernández apunta cómo desde Mondoñedo, donde existía una Oficina de Farmacia

facultada para la docencia, y atenta seguramente a las investigaciones y descubrimientos

verificados en otros países, partió un informe que recomendaba la utilización del

cloroformo en la terapéutica: “Se pone en cama al paciente entre mantas muy calientes;

se le da una copa de aguardiente diluido en agua caliente; se le dan friegas con franela

caliente impregnada en una mezcla compuesta de linimento Saponis, linimento

alcanforado, opio y belladona. Aplicándose a toda la superficie del cuerpo sacos llenos

de salvado caliente, se somete al paciente a la influencia del cloroformo por inhalación

y se le mantiene suavemente bajo esta influencia mientras que vuelvan a manifestarse

los malos síntomas, lo que muchas veces sucede cuando cesa el efecto del cloroformo y

vuelve en sí el enfermo. Es preciso administrarle de cuando en cuando pequeñas

194

Rodríguez Ocaña, E. (1983): Ibidem. Pg. 136.

195

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina. Cirugía y Farmacia 24 julio

1834.

Page 152: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

152

cantidades de aguardiente y agua, para alimento arroz claro; para bebida leche

aguada o agua de soda con un poco de aguardiente. Conviene abstenerse de cualquiera

otra cosa en forma de medicina y confiar en los esfuerzos de la naturaleza para librarse

de la infección de la enfermedad (…). No necesito recomendar grandes precauciones en

la administración del cloroformo, y el cuidado en no exagerar la inhalación. En

algunos casos el paciente dormirá veinte minutos o media hora, en otros varias horas;

y al despertarse volverán a atacarlo los vómitos y los calambres, en este caso será

preciso volver a emplear el cloroformo y volver a colocar con mucho cuidado al

paciente bajo su influencia hasta que desaparezcan estos síntomas. En una ocasión

hemos aplicado el cloroformo durante veinticuatro horas con intervalos. Además, la

reacción después de la aplicación del cloroformo, puede ser bastante fuerte para exigir

una sangría general; esto nos ha sucedido dos veces con dos personas de complexión

repleta y de temperamento sanguíneo; una de ellas era un ama de leche, y la otra un

campesino. Si no se posee el sencillo aparato que se usa en los hospitales para

administrar el cloroformo, basta derramar la cantidad que puede contener una

cucharita en una servilleta (…). Viendo que los métodos más aplaudidos no servían

para nada, tanto en el caso del nuevo enfermo, como en los dos que habían sido

atacados el día antes, y uno de los cuales se estaba muriendo, y viendo que nuestro

paciente iba a expirar en pocas horas a menos que se le aliviara inmediatamente, Mr.

Fergusson propuso emplear el cloroformo por inhalación. El paciente fue sometido a la

acción del cloroformo una hora después del primer ataque del mal y todos los síntomas

funestos se detuvieron. El sistema nervioso se tranquilizó inmediatamente, cesaron los

vómitos y los calambres, la evacuación se contuvo y volvió el calor al cuerpo. El

resultado satisfactorio nos estimuló a perseverar”.196

El informe remitido desde Mondoñedo incluía otros remedios además del

cloroformo, tal es el caso del “Veratrum” y el “Cupreum”; el primero, también

conocido como rizoma de eléboro blanco procede del Veratrum album L, planta erguida

de un metro y más de altura, la cual pese a no contener el alcaloide Veratrina, es uno de

los venenos más violentos del reino vegetal. Fue descubierto en 1819, y se usaba como

parasitacida y purgante drástico en veterinaria; al no contener Veratrina, carece de las

196

Martínez Fernández, J. (1978): “Algunos remedios contra el cólera en Asturias en el

siglo XIX”. Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos, Año 32. nº 95. Oviedo.

Pgs. 605-609.

Page 153: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

153

propiedades eméticas que posee otro compuesto, el eléboro verde.197

El segundo es

cobre en forma de sulfato, el cual se empleaba al interior como emético en dosis

cercanas a 0,2-0,3 gramos: “Los mejores preservativos contra la infección colérica

durante la epidemia son el Veratrum (eléboro blanco) y el Cupreum, preparados por

los procedimientos homeopáticos (se refiere al método para obtener medicamentos de

una sola substancia sin manipulaciones ni mixturas, no al concepto de medicación

homeopática). Se usan estos preservativos de la misma manera que la vacuna y el

azufre contra las viruelas y la belladona contra la escarlatina. Algunos homeópatas

opinan que basta sólo el Veratrum; pero el mayor número recomiendan el uso

alternativo de ambos remedios con el intervalo de cuatro a cinco días. Este remedio es

el que generalmente se aconseja y se practica. Se comienza a hacer uso de los

preservativos por el Veratrum; cuatro o cinco días después se empieza el Cupreum;

después se vuelve al Veratrum, para volver a tomar, siempre con cuatro o cinco días de

intervalo, el Cupreum; y así sucesivamente mientras dure la epidemia, o mientras se

permanece en la población infectada”.198

El Veratrum y el Cupreum fueron empleados también en Badajoz, donde al

parecer se utilizó una píldora de cobre homeopático, de las que habría que tomar una

cada semana, con carácter preventivo. En ésta ciudad el método utilizado para curar el

cólera, al igual que los síntomas, siguió el sistema de otros países que ya lo habían

padecido. Desde principios de 1830 se conocían en la ciudad ciertos remedios eficaces:

“…bebidas calientes, láudano, suero mezclado con especies para restaurar la

circulación”. Parece ser que éste tratamiento había sido recomendado por el Colegio de

Médicos de Inglaterra. En una farmacia de la ciudad, en octubre de 1833, se vendía la

medicina Caprum, “cobre de Samuel Hahnemann”. Se recomendaba tomar una

pildorilla de esta medicina cada cinco días. En dicha farmacia se ofrecían sustancias

medicinales para la preservación y curación del cólera, al tiempo que se aportaba un

impreso que explicaba el modo de utilización; tales sustancias eran “cobre metálico,

espíritu de alcanfor, que se puede elaborar disolviendo una parte de alcanfor en ocho de

espíritu de vino, veratrum o eláboro blanco y aceite de crotom tiglium o piñón de la

India”. Tales remedios causan polémica al no haber sido presentados antes a las Juntas

197 La raíz del veratrum album se utilizaba como sedante y depresivo. Rodríguez Flores,

M.P. (1991): Morir en Badajoz, El cólera de 1833, Medicina y Sociedad. Badajoz.

Uex. 198

Martínez Fernández, J. (1978): Art. Cit. Pgs. 605-609.

Page 154: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

154

de Sanidad para su autorización. Al parecer el espíritu de alcanfor del Dr. Hahnemann

eliminaba los vómitos dando dos gotas en un poco de azúcar, pero si se continúa

tomando el enfermo no mejora, por lo que es necesario abandonar el tratamiento por

perjudicial y sospechoso. Esta es la llamada de aviso hecha por D. Florencio Gómez

sobre este remedio presentado por la charlatanería popular, la cual especula con mil

remedios mortíferos. En ésta ciudad, en agosto de 1834, se publica un Bando que

recomienda la utilización de botellas de cloruro, anotando a continuación: “… que los

pobres pueden usar vinagre evaporado por el fuego”, y que muestra cómo los

condicionamientos económicos son causa de soluciones de segunda clase, de forma que

la medicina y sociedad implicadas determinan menores posibilidades curativas para los

más débiles.199

En Bilbao, una vez declarada la epidemia en agosto de 1834, el Ayuntamiento

vuelve a recordar la necesidad de llevar a cabo todas y cada una de las medidas

profilácticas advertidas previamente, y además advierte que toda persona que se

encuentre mal debe llamar al médico en los primeros momentos y si no hubiere médico

a mano, aconseja algunos remedios mientras aquél llega: “Si se presentan tres o cuatro

evacuaciones líquidas, deben aplicarse lavativas con agua de arroz, almidón, dos

yemas de huevo y 24 gotas de láudano. Si tuviera frío en las piernas, escalofríos,

pesadez y dolor de cabeza, ardor en el estómago, sed y calambres, se encamará al

enfermo, se le darán friegas secas o con líquidos estimulantes, se le pondrán botellas de

agua caliente, ladrillos en los pies, sinapismos con mostaza y agua caliente en las

piernas, muslos y brazos cada cuarto de hora. Para mitigar los dolores de vientre se

podría poner en el abdomen del enfermo hasta 12 sanguijuelas, y una vez desprendidas,

una cataplasma caliente de linaza con agua con un poco de manteca y sal. Hasta que el

médico llegue se dará al enfermo agua con goma arábiga y azúcar. Si desde el

principio hubiera vómitos se pondría un sinapismo a lo largo de todo el espinazo y se

dará al enfermo cada cinco minutos un pedacito de hielo y de dos en dos horas, una

jícara de agua de arroz con doce gotas de láudano, y si los vómitos aumentan se

agregará un grano de extracto acuoso de opio. Si las diarreas se mantuvieran, el

enfermo se extenuara y el médico aun no hubiere llegado, podrán ponerse las lavativas

arriba aconsejadas, poniendo en vez de láudano, un escrúpulo de alumbre de roca. En

199

Rodríguez Flores, M.P. (1991): Opus cit. Pgs. 84-85.

Page 155: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

155

el caso de que se agravara, habrá que mantener el calor de las extremidades con

sinapismos, botellas de agua y ladrillos muy calientes”. 200

Delange destaca cómo cuando la enfermedad se introduce en Andalucía durante

el verano de 1833, desde Ayamonte, punto infectado en agosto del mismo año, se

restaba importancia al hecho pues, “aunque eran muchos los enfermos, su carácter era

benigno”, resaltándose así mismo la sencillez del remedio empleado contra la

enfermedad (unas fricciones de aguardiente, agua de salvia, consumo de té…), a la que

se veía como un leve resfriado.201

Al principio de éste apartado se apunta cómo algunos proponían remedios a base

alcanfor, éste es el estearopteno de la madera del Cinnamonum o Laurus Camphora y

otras Lauráceas de Asia. Se trata de un excitante de los centros respiratorio, vasomotor y

cardiaco, antiespasmódico, diaforético e irritante local. En el informe Mondoñedo se

alude a él y se le llama Camphora: “ El Camphora es el remedio más excelente para

las pequeñas incomodidades que preceden a los verdaderos síntomas del cólera, y ha

bastado muchas veces para evitar la enfermedad. Su demasiado uso perjudica el efecto

del remedio que se hubiese tomado, dado caso de que accidentes propios del cólera

reclamasen el uso de medicamentos más adecuados. El uso del alcanfor debe cesar

cuando cedan los síntomas. Uno de los efectos que produce el alcanfor tomado con

abuso es el colerina o cólera artificial (quizás una gastroenteritis medicamentosa). En

éste caso se toma una taza de café negro. El alcanfor no conviene igualmente a todas

naturalezas. Los temperamentos fuertes y robustos lo soportan bien; pero es por lo

general contrario a los sensibles y delicados. Las mujeres y los niños deben usarlo con

gran cuidado. Se puede emplear de diferentes maneras; pero la más conveniente y la

más usada es la de servirse de él en tintura. Se toma una gota en un terrón de azúcar,

una, dos y hasta tres veces por día.202

200

Villanueva Edo, A. (2004): “Estudio social e histórico de la epidemia de cólera de

1834 en Bilbao”. Boletín de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. Bilbao.

Pg. 556. 201 Delange, D.A. (1997): “La epidemia de colera de 1833-34 en Málaga: La actuación

de las autoridades locales”. Isla de Arriarán, Revista Cultural y Científica. 1997 (10):

157-178. Málaga. Pg. 161. 202

Martínez Fernández, J. (1978): “Algunos remedios contra el cólera en Asturias en el

siglo XIX”. Boletín del Real Instituto de Estudios Asturianos, Año nº 32. nº 95. Oviedo.

Pgs. 605-609.

Page 156: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

156

El alcanfor también era elemento utilizado en la elaboración de ciertas mezclas,

como por ejemplo el compuesto utilizado por los judíos de Wiernez: “… se toma un

cuartillo de vino y medio de vinagre, una onza de alcanfor, otra de mostaza en polvo y

la cuarta parte de una onza de pimienta negra en polvo, a la que se añade una

cucharada de ajo manchada y media onza de polvos de cantárdas. Todo esto se pone en

una botella y en sitio caliente.203

Rodríguez Flores, en su análisis del recorrido de la epidemia por la ciudad de

Badajoz, también da cuenta cómo en el Boletín Oficial se recoge la utilización del

alcanfor: “Espíritu de alcanfor, porque sus vapores preservan de toda infección, en dos

o una gota, en un terrón de azúcar o rociándose el suelo del cuarto. Al mismo tiempo se

dará al enfermo una cucharilla de nieve… Si han pasado las dos primeras horas y el

enfermo no ha tenido este socorro, ya no se le dará, pues el espíritu de alcanfor ya no

se aprovecha y habrá que darle unas píldoras de veratrum, cada hora de dos en dos”.

El mismo boletín en septiembre de 1833 publica un sistema que había sido utilizado en

la villa de Olivenza, que padeció la enfermedad antes que Badajoz. Este tratamiento se

componía de “sangrías, dieta, fuertes sinapismos, baños de pies y escrúpulo de láudano

de Ledeman, con cualquier jarabe y agua de melisa, al tiempo que va acompañado de

una gran vigilancia de la dieta”. Afirman los facultativos de esta villa, D. Manuel

Celma, D. Victoriano Parra y D. Ignacio Arviña, que lo han experimentado con buenos

resultados.204

Durante la epidemia de 1834 en Barcelona también se realizó la impresión de

varios “métodos curativos” y prácticas higiénico-sanitarias que se le iban ofreciendo

para combatir la enfermedad y sus efectos que, en general, constituían una adaptación al

caso catalán de las tentativas ya ensayadas con anterioridad en otros puntos de Europa o

de España:

- El método del “Licenciado” Pedro Vázquez. Al parecer fue uno de los de

mayor difusión, por su sencillez y popularidad que alcanzó en Sevilla un año

antes con motivo del paso de la enfermedad por tierras andaluzas. Su autor,

que criticaba otros remedios (sangrías, sanguijuelas, sinapismos, vejigatorios,

ladrillos calientes, fricciones, sudoríficos, y toda clase de remedios

203

Rodríguez Flores, M.P. (1991): Opus cit. Pg. 83. 204

Ibidem. Pg. 84.

Page 157: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

157

antiflogísticos y debilitantes), partía de la base de que las manifestaciones

clínicas orientaban su profilaxis y tratamiento, al observar que los coléricos

presentaban una constante sed que no les abandonaba hasta el mismo instante

de su muerte: “la bilis se deposita en el estómago, y chupa y consume toda la

humedad que necesita el cuerpo humano para su conservación”. El remedio

consistía en provocar fuertes vómitos al enfermo y suministrarle gran cantidad

de agua. El vómito se lograba con la ingestión de aceite y abundante agua

tibia y con la irritación persistente de la garganta mediante una pluma

empapada en aceite. Liberado el enfermo de las sustancias nocivas, se

cortarían los vómitos con ingestión de abundante agua fría y se le alimentaría

facilitándole en horas alternas caldo, y un vaso de vino y mucha agua fría.

Esta dieta se mantendría dos o tres días al cabo de los cuales se le permitiría

alimentarse durante una semana a base de sopa precedida de un vaso de vino,

y transcurriendo este plazo ya podría comer con normalidad exceptuando el

queso, la leche y la mantequilla. Con éste sistema se aseguraba la curación y

la imposibilidad de recaída pudiéndose alcanzar una especie de inmunidad

preventiva con la ingestión de aguardiente anisado, vino y agua en abundancia

en ayunas y antes de las comidas.205

- El médico catalán Francisco de Paula Folch y Amich, que había conocido el

cólera europeo directamente, y que también lo vivió en Sevilla, criticó el

método de Pedro Vázquez. En un librito que sintetizaba su experiencia,

presentaba los sistemas curativos que se utilizaron en Sevilla (estos han sido

los métodos curativos racionales que se practicaron en Sevilla durante los

horrorosos estragos de tan desoladora enfermedad), método al que calificó

de “ecléctico” por no tener una única orientación, (como quedó reflejado en

el apartado anterior) variaba sus procedimientos en función de las

características, circunstancias y estadio que la enfermedad presentaba en cada

paciente; es decir, se caracterizó por su complejidad y fluctuación, por lo que

cualquier particular prefería otros más sencillos. Folch procedía a encamar al

205

Vazquez, P. (1834): “Método curativo del Cólera-Morbo, por el Licenciado

Vázquez. Aumentado con un apéndice por el mismo autor”. Impreso en Sevilla y

reimpreso en beneficio de la Humanidad por el Alcalde mayor y Subdelegado de

policía de la Ciudad de Lorca y su partido. Barcelona. Reimpreso por Antonio y

Francisco Oliva, 15 pags.

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158

paciente a las mínimas y primeras manifestaciones clínicas, a la vez que le

hacía frotar el cuerpo con una bayeta caliente y a la administración dos o tres

veces al día de una infusión caliente de manzanilla, té o salvia, consistiendo la

alimentación en cuatro tazas de caldo al día, tratamiento que duraba apenas

tres días. Si el enfermo manifestaba diarrea, en lugar de la infusión se

administraba cada dos horas: “una jícara de cocimiento de arroz con media

drácma de láudano líquido de Sydenham por libra de cocimiento y dos onzas

de jarabe de goma, haciéndoles echar dos o tres lavativas al día de una

solución de almidón o de cocimiento de linaza, cuando la diarrea era muy

fuerte y duradera”. Si persistía, “me produjo excelente efecto una sangría de

siete a ocho onzas, y en cuatro o cinco enfermos, que no gozaban de un

temperamento tan florido, fueron muy útiles las aplicaciones al ano de diez o

doce sanguijuelas”. Cuando el cólera se manifestaba en un período álgido,

“les hacía aplicar inmediatamente un fuerte vejigatorio en la región

epigástrica de cosa de dos pulgadas y media de diámetro, y darles friegas

muy repetidas en ambas extremidades, o bien con la tintura de cantáridas, o

con la pomada entibiada de Autenrieth, o con una mezcla de dos partes de

alcohol alcanforado con una de aceite esencial de trementina, o con el

jaboncillo amoniacal etc; usando las dos primeras en los casos más graves, y

las restantes en los de menor urgencia, cubriendo enseguida dichas

extremidades con cataplasmas sinapizadas, y propinando interiormente

pequeños pedacitos de hielo repetidos cada cinco minutos, y un sorbo de

nieve de cuando en cuando para apagarles la sed; pero sin concederles en

este estado la menor cantidad de caldo ni sustancia alguna alimenticia, y

procurando que todos estos medios se renovasen a menudo hasta que el

enfermo diese señales de querer entrar en la reacción”. Si el cuadro grave no

revertía, y los vómitos eran fuertes, frecuentes y abundantes, administraba

“con muy buen efecto por una sola vez o a lo más dos veces en el espacio de

dos horas, una píldora compuesta de un grano de opio gomoso con otro de

almizcle, o bien una pequeña cucharada cada media hora de una mixtura en

la que entrasen seis onzas de agua destilada de yerba buena con dos

escrúpulos de alcohol de melisa, un grano de almizcle y una onza de jarabe

de corteza de cidra, sin descuidar al mismo tiempo el uso de la nieve y de la

excitación exterior (…) si al desarrollarse los síntomas álgidos se notaba en

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159

los enfermos perturbación de las facultades intelectuales, les aplicaba un

largo vejigatorio desde la nuca hasta la cuarta vértebra dorsal”. Cuando los

enfermos mejoraban, sólo mantenía el agua de nieve a sorbitos cada media

hora, consistiendo la alimentación en “cocimiento de arroz o caldo, y en

algunos casos en los que apareció meteorismo y suma sensibilidad de vientre,

se acallaron estos síntomas por la aplicación de un redaño de carnero

recientemente sacado del animal”.206

- Otro método fue el “vomi-purgativo” del médico francés Le Roy, el cual

proponía combatir el cólera a base de vomitivos y purgantes que expulsasen

con rapidez del cuerpo las sustancias nocivas que producían la enfermedad.

Su tratamiento pretendía ser enérgico y combatir el mal de raíz mediante un

vomi-purgativo inicial y dos purgantes administrados respectivamente doce y

veinticuatro horas después; la medicación se suavizaba o detenía si la

enfermedad retrocedía o cesaba. Su producto se administraba en distintas

dosis según la edad y estado físico del enfermo y según la virulencia de la

enfermedad, cuya gravedad o estadio se diagnosticaba según el color de los

vómitos y de las evacuaciones. Se componía de vino blanco, sen de plata,

tártaro emético, escamonea de alepo, raíz de turbita, raíz de jalapa, alcohol de

20º y azúcar, sustancias con las que se formaban los purgantes y el vomi-

purgativo con distintas fórmulas de composición.207

Siendo consciente de la dificultad de llegar al conocimiento de todos los

métodos curativos de carácter estrictamente popular o tradicional que entonces se

pudieron aplicar, quizás y a modo de conclusión de éste apartado se podría destacar el

carácter rudimentario de la medicina oficial, y la poca diferenciación que existía entre

unas prácticas que pretendían ser obra de profesionales y científicos y otras prácticas a

las que se acusaba de ser obra de charlatanes, embaucadores o aprovechados.

206

Folch y Amich, F. (1834): Opus cit. 207

Jacob Calvo, J. y Jorda I Olives, M. (1982): Art. cit. pgs. 312-328.

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160

2.8. Cuidados al enfermo de cólera

De acuerdo con un filósofo inglés, la palabra cuidar tiene al menos cuatro

aceptaciones. En primer lugar, cuidar significa ansiedad, preocupación, angustia o

sufrimiento mental. En segundo lugar también puede significar una preocupación o

interés básico por las personas, las instituciones o las ideas que tienen importancia para

uno mismo. En tercer lugar, el cuidar es la atención solícita y responsable ante el

trabajo. Y por último, el cuidar implica tener un respeto y atender a las necesidades

específicas de una persona en particular. Todos estos significados comparten al menos

un elemento en común, una actitud de preocupación.208

En este apartado se pretende profundizar en una parcela concreta, los cuidados

que se recomendaron para prestar al enfermo de cólera en ésta primera epidemia. Se

utilizan para el desarrollo de éste apartado varias “fuentes etnográficas”, siendo la

principal el libro de Mateo Seoane titulado: “Instrucciones generales sobre el modo de

precaverse del cólera-morbo epidémico, con recomendaciones de su método curativo”.

La importancia de éste libro queda recogida en su introducción (1834): “Entre varios

informes sobre medidas aplicadas al cólera-morbo epidémico, y otros muchos escritos

relativos a éste mal, que el autor dirigió desde Londres en 1832 y 1833 a la Real Junta

Superior Gubernativa de Medicina y Cirugía, lo fueron también las siguientes

instrucciones acerca del modo de precaverse de él. En todas las naciones por donde se

había extendido la enfermedad, se habían publicado por los primeros cuerpos

facultativos instrucciones de ésta clase; y el autor, que se encontraba en circunstancias

muy favorables para observar todos sus fenómenos, creyó que haría un servicio a su

patria y llenaría los deseos que le había indicado la Real Junta, recogiendo y

redactando muy compendiosamente la parte útil para España de aquellas instrucciones,

añadiendo los resultados de su propia experiencia en la materia. Tal fue el objeto que

tuvo al redactar este escrito, que sale ahora a la luz, porque habiendo sido publicado

sin su anuencia ni conocimiento en países extranjeros, lleno de faltas muy groseras, no

tiene otro medio de evitar que corran bajo su nombre más errores que los que él mismo

haya cometido”209

.

208

Reich, W.T. (1996): “Contemporary Ethics of Care”: En Warren Reich (ed.)

Encyclopedia of Bioethics 2ª ed. Vol. 1 New York: Simon & Shuste/MacMillan. pgs.

336-344. 209

Seoane, M. (1834): Opus cit.

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161

Miedo al contagio por parte de los cuidadores

Se establecieron Casas de Socorro, donde se ofrecían los primeros auxilios y

hospitales de coléricos. Las primeras en algunos sitios eran consideradas meras casas de

observación, o lazaretos (diferentes a aquellos donde el sospechoso debía pasar

cuarentena), custodiadas por militares, y en las que la incomunicación con el exterior

debía ser absoluta. En las enfermerías de las mismas se encerraban un médico, un

sangrador, que hacía las veces de practicante, un enfermero, un cocinero y un sacerdote

para la asistencia espiritual. La tropa cuidaba de que ni estas personas ni los enfermos

tuvieran el menor contacto con el exterior, mandándose partes diarios que tenían que ser

dejados en librillos con vinagre colocados a cierta distancia de la casa.

Muchos enfermos debían ser cuidados en sus propios domicilios, por lo que

existió un miedo exagerado y la creencia en un gran peligro de contagio entre las

personas que deberían asistir a los enfermos atacados del mal. Para minimizarlo Seoane

asevera que el peligro es mucho menor del que se corre “asistiendo a los enfermos de

cualquier tabardillo grave”, y recalca el corto número de facultativos y enfermeros que

proporcionalmente han sufrido el cólera en todas partes tras el contacto con el enfermo,

“a pesar de que en algunas, por ejemplo Inglaterra, no se han tomado casi nunca, ni

aún las precauciones más sencillas que deberían tomarse en todos los casos de

epidemia”. Será necesario adoptar una serie de precauciones en las casas donde se cuide

al enfermo: Adecuada ventilación en toda la casa pero principalmente en “el aposento

donde está el enfermo”. Jamás se le deberá cuidar en alcobas o cuartos que no

dispongan de comunicación directa e inmediata con el aire exterior y a la luz, y a ser

posible en salas que dispongan de chimenea o estufa, “pues se podrá entonces mantener

la ventilación haciendo fuego en ellas, cuando el estado del tiempo no permita tener

abiertas las ventanas o vidrieras”. Escrupulosa limpieza en los cuartos de los enfermos,

suelos, paredes, ropa, vasos, etc. Pero además “en los rincones del cuarto se pondrán

vasijas chatas y muy anchas llenas de la solución del cloruro de cal, que se tendrá

cuidado de menear varias veces al día; se podrán también colgar trapos empapados en

la misma solución en varias partes del aposento, y aún se echará una porción de ella en

los servicios luego que se laven”. Las personas que asistan a los enfermos “deben no

hacer excesos en la comida o bebida, observando con esmero la limpieza personal”.

Será necesario impedir que se visite a los coléricos por solo curiosidad, (salvo aquellas

personas encargadas del cuidado), quienes serán las autorizadas para entrar en las

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162

habitaciones, “pues independientemente de otras consideraciones, la experiencia ha

probado que hay más peligro en tener accidentalmente comunicación con un colérico,

que el asistirle en su enfermedad, así como también ha probado no pocas veces cuan

perniciosa puede ser la impresión repentina que produce en muchas personas el

cambio extraordinario que se suele observar en la cara de los coléricos”. En las casas

donde hubiese muerto algún enfermo se tomarían las siguientes precauciones: Será

necesario regar el cadáver y el aposento donde esté con la solución del cloruro. En

cuanto a la ropa, aquella que haya servido al enfermo se empapará también en

solución de cloruro de cal, la restante se colgará en un cuarto que se calentará lo más

que sea posible y debajo de ella se pondrán vasijas con aquella solución para que

reciba los vapores. Enseguida se podrá lavar la ropa que no se pudiese echar a perder,

mojándola en agua caliente, bastando con tender al sol y al aire libre la que no pudiese

lavarse. Las paredes del cuarto se blanquearán con cal, y la cama, particularmente si

es de madera, se deberá también lavar con solución de cloruro.210

Esta tranquilidad que persigue transmitir Seoane a las personas que asisten a los

enfermos es similar a la que se recibe de la experiencia con la enfermedad en otros

países. Dentro de la controversia contagiosidad-anticontagiosidad, en aquellos lugares

que precedieron a España en la convivencia con la enfermedad, los detractores del

carácter contagioso del cólera publicaban en sus escritos diversas evidencias de

médicos, familiares, enfermeras, etc., que no contrajeron el mal tras el contacto con los

enfermos. En Moscú por ejemplo se contaba que ni los familiares de enfermos de cólera

que atendieron a los pacientes en sus casas ni las enfermeras que les visitaban

contrajeron la enfermedad, ni tampoco los médicos que usaron por ejemplo el mismo

agua que había servido de baño a los enfermos: “La convicción ya asegurada de que la

comunicación con los enfermos no aumenta el riesgo, debiera disminuir de aquí en

adelante el temor que inspira ésta enfermedad (el cólera), la cual a diferencia de la

peste, no quita al doliente toda esperanza de ser socorrido, ni destruye todos los

vínculos de parentesco y el afecto. De ahí en más, los que fueren atacados no carecerán

de auxilios y consuelos, y la separación o remoción a un hospital, causa de

210

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg: 45-48.

Page 163: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

163

desesperación, no vendrá ya a aumentar el peligro. Los enfermos serán asistidos en lo

futuro sin que uno tema por sí mismo ni por aquellos con quienes vive”.211

La comisión enviada al extranjero reflejaría al respecto en su informe que: “Los

enfermeros y enfermeras vivían y dormían en las mismas salas de los enfermos, sin más

separación que la de sus cortinas, les daban las friegas, les ayudaban a levantarse, les

arreglaban la cama y se veían continuamente ensuciados con la materia de sus

deyecciones etc. pues no obstante, en todo el tiempo que nosotros visitamos los

hospitales (estío y otoño de 1832), no vimos que un solo enfermero contrajese el

cólera”.212

En el Boletín de Medicina Cirugía y Farmacia para tranquilizar a los cuidadores

también se reflejaría las pocas posibilidades de contagio: “…En efecto, por punto

general, como dice el Dr. Falp, se ha notado que los individuos empleados en el

servicio de los enfermos durante ésta epidemia, que son los más expuestos a la

influencia de los miasmas, han sido menos acometidos que los demás. En Moscow en el

hospital de Ordinka solo una enfermera entre diez y seis contrajo la enfermedad, y fue

a consecuencia de un enfriamiento repentino; que en los hospitales se practicaron

ensayos muy expuestos; que no se adoptaron por la mayor parte de profesores y

dependientes medidas preservativas; que se despreció en fin el riesgo del contagio y

que los que así se condujeron y sus familias no tuvieron el menor mal. (…) En los

hospitales de Varsovia (Polonia) en donde las salas destinadas a los coléricos bajas y

privadas de ventilación contenían de sesenta a ochenta enfermos, y en donde los

practicantes y mozos tenían que permanecer día y noche respirando sin cesar aquella

atmósfera viciada; y en donde se sirvieron a menudo de las camisas, sábanas y

cubiertas acabadas de quitar de las camas y cuerpos de los enfermos y cadáveres, no

hubo más que un caso de cólera que fue un enfermero de una sala a cargo del Dr. Foy

que falleció a las seis horas de invadido; pero aún este accidente fue determinado por

211

En el apéndice documental se detallan diversas evidencias de casos en los que éste

autor muestra la mínima posibilidad de contagio por parte de aquellas personas

encargadas del cuidado a los enfermos. Gillrrest. (1834): Cartas sobre el cólera-morbo.

Zaragoza. Imprenta de Roque Gallifa. Pgs. 127-128. 212

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pg. 307.

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164

haberse embriagado fuera del hospital poco antes de la invasión según confesión del

finado”.213

Sin embargo, la anterior postura no era mantenida por todos, como por ejemplo

algunos partidarios de un origen miasmático o atmosférico. Tal es el caso del Dr.

Francisco Purrúa, que como se indica más arriba detalla su experiencia derivada del

contacto con los enfermos en Sevilla durante la epidemia de 1833: “Prescindiendo de

Triana, de cuyos enfermos nada puedo decir con seguridad, repito que en los otros

arrabales baratillo, Cestería etc., no se presentó el mal hasta que vino al primero el

estivador de lana con la misma enfermedad que habían padecido algunos de la

tripulación del buque inglés; y no se propagó en dichos arrabales, sino por las

comunicaciones, que no cesaron entre los sanos y éste primer enfermo (…). Más

adelante se extendió por dentro de los muros de Sevilla, habiendo influido en ello las

mismas causas: lo que demuestra que los enfermos son otros tantos focos capaces de

transmitir o comunicar el mismo mal a los individuos que le rodean, aunque no se

pongan en contacto inmediato; pues la observación ha enseñado que personas sin roce

de ninguna especie con los inválidos fueron acometidos de la enfermedad, y más digo,

hasta los animales la contrajeron a veces en las casas en que había entrado ya; lo cual

prueba que el agente propagador es un miasma sutilísimo, capaz de que le sirva de

vehículo la atmósfera que circunda al paciente”.214

La cama del enfermo y otros utensilios del cuidado

En cuanto a la cama donde debía estar el enfermo se recomendaba que se colocara

en un lugar de la habitación que no estuviera bajo la influencia de corrientes de aire

provenientes de puertas y ventanas, pero además se aconsejaba que no fuera pequeña,

sino que hubiera bastante espacio por todos lados para poder manejar al enfermo y

poder administrarle medicamentos, darle friegas, etc., moviéndole lo menos posible, ya

que “nada puede hacer más daño a los coléricos que el incorporarse o moverse,

particularmente en un periodo avanzado del mal, y se debe tener el mayor cuidado en

tomar todas las precauciones imaginables para que no necesiten hacerlo”. Para ello

está claro que todos aquellos utensilios necesarios para el cuidado, tales como vasos,

213

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 9

de octubre de 1834. 214

Porrúa y Velázquez, F. (1834): Opus cit. Pgs. 21-22.

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165

vasijas, instrumentos o medios de cualquier tipo que sean precisos para que pudieran los

enfermos hacer sus necesidades y tomar medicinas y alimentos, deberían estar

preparados para que no fuera necesario levantarlos. Se recomendaba que “si hubiera

que sacarle de la cama para mudar la ropa u otra cosa, se les sacará entre dos, tres o

cuatro personas en una manta, no dejándoles que se sienten ni se incorporen cuando no

sea absolutamente necesario. En la cama deberán estar entre mantas hasta que pasado

ya el periodo de frio se haya presentado la calentura, y en todo aquél tiempo será

preferible el uso de las camisas comunes , el de las de franela tan largas que les cubran

enteramente los pies y que deberán tener separada la parte delantera de la trasera,

uniéndolas con cintas todo a lo largo de los costados a fin de que no haya necesidad de

remangarlas cuando tengan que darles friegas, sangrarlos o poner cantáridas etc. y

para que no haya que incorporarles cuando se les mude la camisa. Se tendrán siempre

prontas vasijas de barro fuertes de varios tamaños y figuras para poderlas aplicar a las

diversas partes del cuerpo con agua muy caliente, siendo preferibles las de barro a las

de cristal o vidrio, por resistir aquellas mucho más al calor y poderse por tanto echar

en ellas el agua casi hirviendo. Se tendrán también preparadas fajas anchas de franela

fuerte para fijar el vientre, y fajas muy estrechas de lo mismo para ponerlas en los

brazos, muslos o piernas cuando haya calambres. Por último puede ser muy útil tener

vejigas en que aplicar el agua caliente a la boca del estómago, así como también

ladrillos de sal, saquillos de arena y cuantos medios sean capaces de proporcionar a la

aplicación de calor al cutis de los coléricos, aunque en general el uso del agua muy

caliente en vejigas de barro es preferible a los otros medios usados para aplicar el

calor a la piel, tanto por la facilidad con que se puede en casi todas las circunstancias

calentar el agua, como porque en general es más agradable a los enfermos el calor

aplicado de ésta manera”.215

Pero las anteriores medidas, claro está, sólo se podrían cumplir en casas

acomodadas, no así en aquellas viviendas donde pudieran residir pobres y mendigos,

entre los que reinaba la miseria, el hacinamiento y las malas condiciones higiénicas,

tanto personales como de sus hogares, en los que destaca la humedad, suciedad,

estrechez y mala ventilación. Seoane es consciente de esto y en sus instrucciones

menciona la necesaria actuación sobre las condiciones de pobreza, ya que “siendo uno

de los hechos confirmados por la experiencia adquirida en todos los países donde ha

215

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pgs. 61-64.

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166

reinado el cólera, que aparece siempre primero entre las clases pobres, y que ellas

forman el medio de propagación para que se extienda a las clases acomodadas, el

interés personal aun cuando no existiera otro motivo más noble, debería hacer a los

individuos de éstas últimas procurar por todos los medios imaginables remediar las

causas que hacen a los infelices ser víctimas predilectos de la epidemia. Estas causas

son principalmente la miseria, la estrechez y poca limpieza de las habitaciones donde

viven, la poca limpieza de sus personas, y más que todo, los malos alimentos y el mal

régimen que ordinariamente observan. Es bastante difícil el hacer perder a los pobres

la indiferencia suma con que miran a menudo la limpieza tanto de sus personas como

de sus casas, es más difícil aún más el que vivan amontonadas en chozas o casas

miserables y que vayan cubiertos de ropas que apenas les cubran, y no lo es poco el

ponerles en disposición de que se alimenten regularmente bien, pues unas veces

tendrán poco con qué alimentarse y otras guardarán en un día cuanto ganen en una

semana, pasándolo malísimamente todo el resto de ella, más a pesar de éstas

dificultades todos los que tengan influencia con los pobres deberán procurar por

cuantos medios sean imaginables hacerles ver las ventajas de la limpieza, sobriedad y

regularidad de vida. Sobre todo es un deber tanto como una medida de interés personal

de las personas acomodadas el aliviar la miseria de los infelices no solo con consejos,

sino con auxilios efectivos. Mil ejemplos se podrían citar en que la distribución de

ropa, particularmente franela, y la de alimentos han contribuido a contener los

progresos de la epidemia más que todas las demás medidas, y en cuyos casos la

caridad ha hallado en los mismos resultados que producía, no solo la más dulce, sino

también la más completa recompensa”.216

Sintomatología a controlar en el enfermo de cólera

Seoane describe claramente la serie de signos y síntomas que nos ponen sin lugar

a dudas ante un enfermo de cólera:“Cuando a los cursos o calambres se reúna una

laxitud o cansancio general con gran abatimiento o desasosiego; cuando el ardor y

desazón en la boca o hueco del estómago aparece con violencia si no lo ha habido

antes, o se aumenta si lo ha habido hasta el punto de quejarse el enfermo de una

sensación de quemadura en aquella parte; cuando los vómitos principian con mucha

fuerza y la sed es intolerable; cuando hay vértigos o vahídos de cabeza pasajeros, una

216

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pgs. 54-60.

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167

sensación de tirantez u opresión incómoda en el pecho, más particularmente hacia la

región del corazón; cuando la cara toma una expresión de ansiedad grande y se pone

pálida y aplomada, hundiéndose las facciones y formándose un círculo lívido alrededor

de las cuencas de los ojos; en fin cuando aparecen reunidos éstos síntomas o una gran

parte de ellos, pues rara vez se manifiestan todos a un tiempo, puede quedar poca duda

de que ha principiado ya el ataque del cólera, en particular mientras reina

epidémicamente y es necesario echar mano de medios más enérgicos”.217

Si con estos síntomas se evidencia además que el enfermo va quedándose frío y el

pulso va desapareciendo, los cuidados que se recomiendan son principalmente el abrigo

y la sangría:“Se le pondrá entre mantas, aplicando todo alrededor del cuerpo botellas

de agua muy caliente, en las cuales se renovará el agua según se vaya enfriando. Si el

enfermo no tuviese una constitución débil, o si aún teniéndola robusta no estuviese

debilitado por alguna causa accidental será útil sangrarle antes de que se quede frío y

si sintiese mucho ardor en el estómago, o que al tocar con la mano en aquella parte se

quejase de dolor en ella, se le podrán aplicar allí o alrededor del ano quince o veinte

sanguijuelas según su edad y robustez. Es siempre conveniente hacer la sangría y

aplicar las sanguijuelas antes que el enfermo se quede completamente frío, pues será la

mayor parte de las veces imposible después que lo esté, el hacer que piquen aquellas o

que salga sangre por la abertura que haga la lanceta”.218

En apartados anteriores se han descrito los períodos por los que pasaba el enfermo

de cólera según el médico De Paula Folch, tras pasar unos pródromos y la colerina, si la

curación no había sido posible aparecía el período álgido manifestándose con intensidad

toda su sintomatología, “notándose en los enfermos la alteración profunda de la

fisonomía, la cianosis o color azulado de la piel con la falta de elasticidad de la misma,

la frialdad de la lengua y del resto del cuerpo, la ansiedad precordial, los vómitos

repetidos, y la continua diarrea, el cambio de voz, los calambres, la supresión de orina

y la suma lentitud y concentración del pulso, o su total cesación”. En tales

circunstancias De Paula Folch al describir los auxilios prestados al enfermo narra cómo

“les hacía aplicar un fuerte vejigatorio en la región epigástrica de cosa de dos

pulgadas y media de diámetro, y darles friegas muy repetidas en ambas extremidades, o

bien con la tintura de cantáridas, o con la pomada estibiada de Autenrieth, o con una

217

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 65. 218

Ibidem. Pg. 66.

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168

mezcla de dos partes de alcohol alcanforado con una de aceite esencial de trementina,

o con el jaboncillo amoniacal etc. usando las dos primeras en los casos más graves, y

las restantes en las de menor urgencia, cubriendo enseguida dichas extremidades con

cataplasmas sinapizadas, y propinando interiormente pequeños pedacitos de hielo

repetidos cada cinco minutos, y un sorbo de agua de nieve de cuando en cuando para

apagarles la sed; pero sin concederles en éste estado la menor cantidad de caldo ni de

sustancia alguna alimenticia, y procurando que todos éstos medios se renovasen a

menudo hasta que el enfermo diese señales de querer entrar en la reacción”.219

Otros autores, como por ejemplo Porrúa en lo referente a éste período crítico,

decía: “si después de entablado todo el plan la enfermedad no se detiene, antes al

contrario se aumenta y empiezan a manifestarse los síntomas que anuncian la venida

del período álgido, el cual consiste en la concentración grande de la vida al sistema

nervioso ganglionario y aun espinal, se deberá poner el mayor empeño en excitar

fuertes impresiones en el sistema dermoides, para lo que se usará, además del calórico,

de las fricciones con un cepillo o bayetas secas o empapadas de sustancias alcohólicas

u otras, como el aceite de mostaza, el de trementina, álcali volátil, alcanfor etc. cuyas

friegas se repetirán de hora en hora, o más frecuentemente si las circunstancias lo

exigen. También se pueden poner sinapismos, que se mudarán de un punto a otro, no

olvidando que recorran la columna vertebral, y dejándolos por más tiempo en la región

lumbar; pues he visto frecuentemente promoverse con su acción la secreción de la

orina. Los cáusticos fijos suelen ser útiles, y aún necesarios, cuando la irritación de los

ganglios y de la médula amenaza también al cerebro”.220

La sed intensa, con o sin vómito, era otro de los síntomas característicos. Será

necesario entonces un aporte adecuado de agua y bebidas preparadas, según diferentes

recetas, para su alivio; pero éste será diferente dependiendo de otros signos y síntomas

que pudieran ir asociados, tanto a la polidipsia como a la ingestión de agua:“Si el

enfermo no tuviese vómitos y se quejase de una sed intensa se le dará todo el agua que

quiera. Lo mismo se hará cuando tenga vómitos, si vomitase con facilidad o si se viese

que después de tomar el agua no le causa gran desazón en el estómago, si no existe ya

ésta, o se le aumenta cuando exista en un grado moderado; Pero cuando se note que el

malestar, ardor o dolor de estómago toma mucho incremento, después de beber el

219

De Paula Folch y Amich, F. (1834): Opus cit. Pg. 31. 220

Porrúa y Velázquez, F. (1834): Opus cit. Pgs. 57-58.

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169

agua, o que luego que se bebe ésta los vómitos son más penosos, se le darán solo

pedazos pequeños de hielo muy a menudo, o a falta de ellos cortas cantidades de agua

fresca.Cuando además de ser los vómitos copiosos sintiese el enfermo una ansiedad

muy grande en el estómago, se le dará cada cuarto de hora o media hora la bebida

número 1º “.221

Porrúa decía que si la sed fuera muy intensa, “se tratará de calmar con bebidas

ácidas y frías, como el agua de naranja o agraz; y si sobrevienen vómitos, entonces

únicamente se usará la nieve, repitiéndola muy a menudo, aunque en corta cantidad; y

aún antes de los vómitos me parece oportuno el uso de éste auxilio, que debe

considerarse como un poderoso y eficaz sedante”.222

La utilización de agua de nieve a sorbos, y aún mejor pedacitos de hielo también

eran utilizados para calmar la insaciable sed. Al respecto de esto, los médicos enviados

al extranjero para estudiar la enfermedad decían: “refrescan sus secas fauces y ardoroso

estómago; se oponen a la concentración del calor en el interior, y favorecen de éste

modo su diseminación por toda la economía; cambian el estado vital de la mucosa

gástrica, y por consiguiente se oponen a la congestión de los humores que la naturaleza

dirige hacia ella; contienen las exhalaciones y excreciones patológicas de todo el canal

intestinal; y por último regularizan los movimientos desordenados del sistema nervioso,

disminuyendo o haciendo desaparecer los calambres. Todos éstos efectos, o la mayor

parte de ellos, son bastante constantes, y muchas veces traen consigo una rápida y feliz

terminación de la enfermedad”.223

En el apartado anterior pudimos comprobar cómo desde el extranjero llegaban

planes terapéuticos surgidos de la experiencia con la enfermedad en otros países. De la

traducción realizada por el Dr. D. José María Velázquez, ya se ha hablado sobre cómo

combatir la diarrea. En lo que se refiere al vómito, en la traducción de éstas

observaciones decía: “Si el enfermo siente incomodidad en el estómago y no puede

vomitar libremente, se disolverán tres cucharadas ordinarias de sal común en una taza

grande de agua caliente; se le dará primero la mitad de ésta disolución, y si a los

221

En el apéndice documental se detallan las recetas preparadas para éste fin y otros.

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 67. 222

Porrúa y Velázquez, F. (1834): Opus cit. Pg. 58. 223

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pg. 186.

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quince minutos no produce un vómito franco, tomará la restante. En éste periodo puede

usarse el té caliente, pero después que el estómago se haya evacuado bien y con el

objeto de disminuir la irritabilidad de éste órgano, se le aplicará un gran sinapismo al

epigastrio, y se le dará un polvo de sosa común en el estado de efervescencia cada

veinte minutos. Tan luego como la irritabilidad del estómago se haya disminuido con

éste método, se propinarán de media en media hora los siguientes polvos con agua fría

o en caldo ligero: Muriato de sosa (un escrúpulo), Carbonato de sosa (media dracma),

clorato de potasa (siete granos). Se continuarán usando éstos polvos hasta que hayan

desaparecido completamente los síntomas del cólera, y después se disminuirán por

grados”.224

De Paula Folch observa que si a pesar de la prestación de los primeros auxilios

continuaban los síntomas con la misma intensidad, de tal manera que los vómitos fueran

frecuentes y abundantes, si no había rubicundez de la lengua y el enfermo era nervioso o

caquéctico, en tales circunstancias podría resultar efectivo dar “por una sola vez o a lo

más dos veces en el espacio de dos horas, una píldora compuesta de un gramo de opio

gomoso con otro de almizcle, o bien una pequeña cucharada cada media hora de una

mixtura en la que entrasen seis onzas de agua destilada de yerba-buena con dos

escrúpulos de alcohol de melisa, un grano de almizcle y una onza de jarabe de corteza

de cidra, sin descuidar al mismo tiempo el uso de la nieve y la excitación exterior”.225

Dentro de ésta sintomatología, la abdominálgia asociada o no a vómito, calambres,

pirosis, etc., era también característica del cólera. Y dentro de los cuidados que se

recomendaban para su alivio estaba el aplicar fajas al enfermo a veces empapadas en

linimentos preparados previamente:“Cuando los cursos sean muy copiosos o haya

retorcijones de tripa, una faja de franela o de lana que oprima moderadamente el

vientre, suele no solo aliviar los dolores sino también los cursos. En éstos casos y

principalmente cuando el enfermo vaya quedándose sin pulsos y frío puede ser muy útil

antes de apretar la faja poner sobre el ombligo un pañito empapado del linimento

número 2º, que se podrá calentar mediante la botellita donde esté en agua caliente. Si

después de hecho esto no solo siguen los cursos copiosamente sino que presentan

calambres en el vientre, o una sensación muy grande de ardor en el hueco del

224

Observaciones sobre la curación del cólera asiático. Por el Dr. Sstevens. (1834). Pg.

7. 225

De Paula Folch y Amich, F. (1834): Opus cit. Pgs. 21-32.

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171

estómago, se podrá usar la aplicación número 3º, en un lienzo o trapo que coja todo el

vientre, poniendo sobre el trapo la faja, y teniendo cuidado de levantarle así que el

enfermo se queja de que le pica”:226

Cuando el enfermo se ha quedado o va quedando frío y sin pulso y cuando la

diarrea, vómitos, el ardor en la boca del estómago y los calambres van aumentando en

intensidad, pero además los cursos no son solamente copiosos, sino que el enfermo los

hace casi involuntariamente, entonces es cuando entra en escena otro elemento de la

terapéutica y los cuidados, las lavativas de almidón, que se repetirán con más o menos

frecuencia según el tiempo que las contenga el enfermo, “pues si las arrojase al

instante nada importa que se le echen a menudo. Se podrá también aumentar a cada

lavativa media dracma de láudano cuando los dolores de vientre sean muy penosos,

pero en caso de usar el láudano no se ha de repetir nunca una segunda lavativa

mientras el enfermo haya obrado después de echada la primera. Se ha de tener muy

presente para usar las lavativas con el objeto de contener los cursos, o la medicina nº

1º con el de contener los vómitos que si al mismo tiempo que principiasen a cesar unos

u otros se notase que la lengua se pone muy seca, que se aumenta el desasosiego

general o la sed, que se eleva el vientre y siente el enfermo dolor al tocarse en él, y por

último que la cabeza principia a afectarse, se deberán suspender las lavativas y la

medicina pues sería muy peligroso entonces tratar de contener con fuerza aquellas

evacuaciones”.227

En cuanto a los calambres en las piernas, brazos y muslos, cuando fueren muy

fuertes se recomendaba el “fajar el miembro que sufre con una faja de franela fuerte

poco ancha, poniéndola en forma espiral y un poco apretada, después de haber untado

el sitio donde se sientan los calambres con el linimento nº 2º y de haber dado por

algunos minutos friegas en él con un cepillo o cosa semejante”.228

La experiencia de la

enfermedad en el extranjero recomendaba al respecto “un baño salino templado, y no

siendo esto posible se frotarán bien las partes afectadas con una franela caliente”229

De Paula Folch escribió que “si los calambres eran muy fuertes y pertinaces,

226

En el apartado Apéndice documental se detalla la composición de éstos linimentos y

aplicaciones. Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 69. 227

Ibidem. Pg. 71. 228

Opus cit. 229

Observaciones sobre la curación del cólera asiático. Por el Dr. Sstevens (1834). Pg.

7.

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172

encargaba que frotasen las extremidades con un cepillo empapado de un linimento

fuerte cargado de opio y alcanfor, repitiendo ésta operación cada diez minutos; pero si

eran moderados, no tomaba indicación alguna particular, pues remitían con los

remedios generales a la par que los demás síntomas”.230

De los calambres Porrúa decía que “incomodan tanto que exigen la aplicación de

sustancias calmantes para procurar su paliación: yo he usado en éstos casos las

unturas de láudano líquido mezclado con el aceite de almendras dulces”.231

La

comisión facultativa enviada al extranjero exponía cómo habían sido combatidos con la

sangría, los baños calientes, diversas preparaciones de opio al interior, el subnitrato de

bismuto, cataplasmas emolientes y con láudano, fricciones hechas con la esencia de

trementina y el éter acético, la ligadura circular de los miembros, etc., siendo los

preferidos por éstos médicos “siempre los remedios, que como la sangría y los

excitantes cutáneos, alivien los calambres y satisfagan al mismo tiempo las

indicaciones generales de la enfermedad”.232

El uso de la sangría y sanguijuelas dentro de los cuidados

La sangría y el uso de sanguijuelas como sinapismos es otro elemento de la

terapéutica y su modo de aplicación, dentro de los cuidados. Seoane los describía así:

“Cuando los vértigos o vahídos de cabeza son muy penosos desde el principio, y

aparecen acompañados de dolor intenso de cabeza, zumbido de oídos y mayor o menor

desorden en las facultades intelectuales; en éste estado es más necesario el uso de la

sangría o de las sanguijuelas, que se podrán poner detrás de las orejas, aplicando

también sinapismos muy fuertes a los pies y a las piernas. Cuando se note que el

enfermo va quedándose completamente frio, que el pulso no puede distinguirse al tacto

o que apenas se siente, que el color pálido de la cara, manos y pies se va cambiando en

un color ceniciento oscuro que se vuelve poco a poco más o menos azulado, y que la

voz va disminuyendo de fuerza, será necesario ponerle sinapismos en los pies, piernas y

brazos, si no se han puesto antes. En éste caso si no se ha usado el linimento nº 3º se le

podrá aplicar a la boca del estómago por dos o tres horas si antes no produjese granos,

escoriaciones o cualquier otra impresión visible en la parte, y se pondrá todo a lo largo

del espinazo en emplasto nº 4º teniéndole allí puesto hasta que el enfermo se queje de

230

De Paula Folch y Amich, F. (1834): Opus cit. Pgs. 32-33. 231

Porrúa y Velázquez, F. (1834): Opus cit. Pg. 58. 232

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pg. 200.

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173

que le pica. Es necesario mirar como regla general en la aplicación de sinapismos que

se han de poner lo más calientes que sea posible, y en la de toda clase de remedios

exteriores que se han de quitar cuando causen mucha picazón, dolor o incomoden

demasiado a los enfermos. Esta regla se deberá observar con más cuidado con respecto

al linimento nº 3º y la cataplasma nº 4º. Si después de haber estado el enfermo más o

menos tiempo frio y sin pulso, al volver éste a rehacerse y a sentirse otra vez el calor

natural se nota que la cabeza está muy cargada y que hay zumbido de oídos y turbación

en las facultades intelectuales, será útil poner algunas sanguijuelas detrás de las orejas

y usar algunas lavativas estimulantes, tales como la de la receta nº 5º. En éstos casos

será útil también poner sinapismos no solo en los pies, piernas y brazos si no se han

puesto antes en alguna de estas partes, sino también en lo interior de los muslos y en

las espaldas entre las paletillas, cuando no se haya aplicado el emplasto nº 4º o si

aunque se haya aplicado no ha producido efecto viable sobre el cutis. Otras veces

cuando va pasando el periodo de frio principia el enfermo a sentir un calor intolerable

en el estómago, la sed se aumenta y sigue muy intensa si lo era antes, la lengua pierde

la frialdad húmeda tan característica que tiene durante el frio, y se pone seca, desigual

y muy puerca, y el vientre se eleva haciéndose a veces tan sensible que el enfermo no

puede sufrir la menor presión en él. En éste caso si no está muy debilitado se aplicarán

sanguijuelas al vientre aún cuando se hayan aplicado antes; se pondrán cataplasmas

calientes de plantas aromáticas sobre el estómago, se echarán al enfermo lavativas de

cocimientos muy fuertes de malvas o linaza, y si hay vómitos como sucede muchas veces

en éste caso, será muy útil darle cada media hora mientras duren los vómitos, la bebida

nº 1º siempre que se observe después de tomarla que erupta con facilidad, y que no le

aumenta la desazón ni el bulto del vientre. Es importante hacer algunas observaciones

sobre el uso de la sangría y sanguijuelas. Esta clase de evacuaciones ha sido

considerada por unos como el principal remedio contra el cólera, mientras otros han

creído y creen todo lo contrario. Parece sin embargo indudable que cuando el colérico

no ha estado muy mal alimentado, cuando su constitución no es muy débil, o está

estenuado por cualquier causa que sea, las evacuaciones sanguíneas no solo pueden

ser útiles sino necesarias, siempre que pueda sacarse sangre, lo cual es imposible

muchísimas veces. Con el objeto de hacer en éstos casos salir la sangre se ha usado no

solo meter el brazo en agua caliente y dar friegas fuertes en él, secándose de arriba

abajo, sino también dar ipecacuana hasta que produjese vómito, aprovechando éste

momento para sangrar. Los dos primeros medios son tan simples que cualquiera puede

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174

ponerlos en práctica, pero el último aunque muy útil generalmente hablando,

demasiado arriesgado para que pueda ser usado por quien no sea médico. Las

sanguijuelas también en los casos de cólera confirmada no quieren a menudo picar, o

aunque piquen no sale sangre alguna, en cuyo caso es mejor desistir hasta otro

momento más favorable que molestar inútilmente al enfermo.233

La utilización del baño dentro de los cuidados

Cuando el enfermo se notase completamente frío y sin pulso, se podrá dar un

baño de agua caliente, y para ello Seoane realizaba las siguientes recomendaciones: “Se

pondrá en una parte cerca de donde esté el colérico una [cama] de cuerda con un

jubón pequeño de paja y almendras; se tendrá a la mano agua bien caliente, en la que

se meterá una manta y desnudo el enfermo por dos o tres personas de su cama a la otra

con todo cuidado, se le envolverá en la manta empapada en agua caliente y con una

regadera se echará más agua caliente por todo el cuerpo, siguiendo echándole después

cada cuatro o cinco minutos por un tiempo más o menos largo según la sensación que

experimente el enfermo pues si principiase a sudar copiosamente será necesario

continuar el baño lo que pueda sufrirle, y si por el contrario le produjese mucha

ansiedad y desasosiego será necesario suspenderlo al instante. Mientras esté en el baño

podrá tener puestos los sinapismos y emplastos y tomará a menudo tacitas de una

infusión caliente de amapolas, o de flor de malva si no demostrase como sucede muchas

veces, gran repugnancia a las bebidas calientes, en cuyo caso se le podrá dar agua

fresca. Si el enfermo no estuviese debilitado y no se le hubiese podido sangrar, casi

siempre se consigue después de estar algún tiempo en éste baño y puede ser muy útil el

sangrarle y rara vez será dañoso si ha principiado a volver el calor natural a la piel y

sentirse el pulso. Al mudar al colérico de cama donde ha tomado el baño a la suya no

se ha de permitir que se incorpore y se le pondrá entre mantas muy calientes,

aplicándole botellas de agua caliente alrededor del cuerpo, dándole a menudo

pequeñas porciones de cualquier infusión de las mencionadas en el párrafo anterior; y

en los casos en que el baño haya producido sudor o una tendencia a él sin ansiedad o

ardor grande del estómago, se le darán cada media hora de tres a cinco granos de

233

En el Apéndice documental se detallan las recetas de los linimentos, emplastos,

cataplasmas etc., citados en éste apartado.

Page 175: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

175

polvos de Dover con un poco de azúcar hasta que haya tomado cinco o seis tomas, si

antes no se notase que aumenta la sed o aquel ardor.234

Otros medios para el aporte de calor

La comisión enviada al extranjero en su informe también recogía los beneficios

de aportar calor al enfermo dentro de sus cuidados, la utilización de mantas y cobertores

dobles en las camas, las lámparas de alcohol entre las sábanas, los ladrillos y saquitos de

salvado y de arena calientes, las botellas de barro, de cristal, o de metal, llenas de agua

hirviendo, los baños de agua tibia o a 30º, los baños de vapor a temperaturas altas, etc.

Eran los principales medios con que se procuraba restituir el calor a la helada piel de los

coléricos, abandonándolos a la vez poco a poco ante la evidencia de la poca utilidad que

aportaba la experiencia. Desde el conocimiento actual ese aporte de calor es totalmente

contraproducente puesto que aumenta la deshidratación ya de por sí presente en el

enfermo de cólera. Decían éstos médicos que “el calor que puede darse al cuerpo por

tales medios es bien diferente del que se consigue por las friegas secas, o aún

sustancias más o menos estimulantes, sinapismos etc. con éstos últimos auxilios se

puede reanimar mejor la circulación, y con ella la temperatura natural de las partes.

(…) Puede asegurarse que en algunas ocasiones los baños de agua caliente, y los de

vapor aceleraron el curso del mal, favoreciendo la congestión sanguínea al interior,

como se conocía por el aumento en la ansiedad y dificultad de respirar que

experimentaban los enfermos”.235

La dieta dentro de los cuidados

Otro elemento de los cuidados a tener en cuenta es la dieta. Se recomienda “dar a

los enfermos caldo ligero de pollo, un cocimiento de arroz, y cuando vaya cediendo el

mal, suero bien colado, cuidando mucho en todos los casos no darles caldos con

grasa”.236

Porrúa consideraba que el estado en que se hallare la epidemia en la población

influía también, y es un punto a tener en cuenta a la hora prescribir el régimen dietético

e incluso en la aplicación de los medios terapéuticos: “porque he observado que tanto

en su principio como en su declinación, a medida del menor número de invadidos, se

234

Seoane, M. (1834): Ibidem. Pgs. 75-77. 235

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pg. 191. 236 Seoane, M. (1834): Opus cit. Pgs. 75-77.

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176

nota generalmente menos gravedad, y mortandad proporcionada, que cuando se halla

en su mayor vigor; en cuyo tiempo por consiguiente se debe tener más energía y

actividad en el uso de las medicinas, y mayor severidad en la dieta”.237

Cuidados en el período de reacción

Con todo el arsenal de terapéutica y cuidados el enfermo podía evolucionar hacia

el período de reacción descrito en apartados anteriores y cuyos síntomas eran:

recuperación del calor, desaparición de color azulado de la piel, regularización de la

fisonomía, mejillas sonrojadas, regularización del pulso, etc. Es entonces cuando los

médicos que convivieron con la enfermedad en Sevilla recomendaban suspender los

excitantes externos, prohibir el uso del hielo, “y solo mandaba pequeños sorbos de

agua de nieve cada media hora, y una jícara de una mixtura nítrica tomada de hora en

hora, o bien una ligera emulsión o agua de naranja etc, consultando el gusto del

enfermo, y concediéndole solo por alimento el cocimiento de arroz si el sujeto era

robusto, o unas pequeñas cucharadas de caldo en el caso contrario. Si la diarrea

continuaba abundante en los enfermos a pesar de la remisión de los demás síntomas,

les disponía dos pequeñas lavativas al día de solución de almidón, o del cocimiento de

linaza. En éste estado la naturaleza era la que vencía, y rara vez se le excitaba o

perturbaba sin que se notase algún mal resultado; por cuyo motivo aconsejo, que el

médico en éstas circunstancias se constituya en mero espectador, y que jamás intente

apresurar la marcha que sigue felizmente la naturaleza. En la reacción irregular (…)

una o dos sangrías generales, si el enfermo era muy robusto y los síntomas indicaban

alguna tendencia a formar congestiones sanguíneas sobre algún punto, las aplicaciones

de sanguijuelas o las ventosas escarificadas sobre la parte más afecta, sinapismos y

aún vejigatorios sostenidos en las extremidades, fomentos de agua de nieve en la

cabeza y de oxicrato en el vientre, lavativas emolientes, una bebida atemperante

tomada a menudo y en pequeñas cantidades, agua de nieve a pasto para apagar la sed,

y el cocimiento de arroz edulcorado por alimentos”.238

Estos tratamientos y otros parecidos vemos como se ciñen aún a los conceptos

humorales, y salvo la utilización de algún medicamento que pudiera ser paliativo del

dolor, eran contraproducentes desde el conocimiento actual.

237

Porrúa y Velázquez, F. (1834): Opus cit. Pg. 55. 238

De Paula Folch y Amich, F. (1834): Opus cti. Pg. 34.

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177

Cuidados al enfermo convaleciente

Al período de convalecencia se le consideraba igual de importante en cuanto a

los cuidados como al incipiente. Era peligroso por la facilidad de recaída especialmente

si no se seguía un régimen dietético estricto que pasaba por no hacer exceso alguno, “a

lo cual tienen casi siempre grande inclinación, a causa de que en la mayor parte de los

casos salen de la enfermedad con muchísima hambre”. Las recomendaciones eran las

siguientes: “Se debe comer muy poco de cada vez, y huir de todo alimento animal fuerte

o que haga mucho gordo, caldos de pollo, gallinas tiernas etc. tomados en pequeñas

proporciones y a menudo podrán ser útiles para acallar el hambre, pudiéndose tomar

de cuando en cuando un poco de carne de aquellos animales, ya sea disuelta en caldo o

asada; Serán también útiles las gelatinas simples de los vegetales, el arroz y demás

farináceos, teniendo sin cesar presente que nada puede ser más dañoso que cargar el

estómago de una vez, sea el alimento que se quiera; Sobre todo no se debe volver al

método usual de vida sino por grados casi imperceptibles.239

La comisión enviada al extranjero destacaba cómo los coléricos recobran

prontamente el apetito, siendo por tanto éste el mayor peligro de la convalecencia, y

decían: “concédaseles alimento luego que lleguen a desearlo, pero empiécese por un

caldo ligero cada seis horas, al que podrá añadirse en el día siguiente una miga de pan

o un poco de sémola de arroz, y pásese después al uso de las carnes, empezando por las

de pluma. El vino en pequeña cantidad podrá ayudar a la digestión en las personas que

lo beben habitualmente; pero es menester observar con cuidado sus primeros

efectos”.240

Porrúa era partidario de una dieta absoluta durante los períodos álgido y de

reacción, justo cuando los cuadros de diarrea eran más abundantes, e ir introduciendo

alimento a medida que mejoraban los síntomas, y se pasaba al estado de convalecencia,

recomendando entonces alimento líquido vegetal en los primeros días, “y para

aumentar la dieta deberá servir de guía con especialidad el estado de la lengua, que es

frecuentemente casi la única que por su grande capa blanquecina indica el estado de

irritación mucosa que existe. La disminución de dicha costra y su desaparición

239

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 78. 240

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pg. 201.

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178

permiten ya más libertad en el uso de los alimentos; aunque en cualquiera época en que

se sustituya el caldo animal a la sustancia vegetal, se procederá con mucha

circunspección y lentitud, encargando que sea muy tenue, como el de un poco de

ternera o pollo, y que se dé en pequeñísima cantidad; una o dos cucharadas cuando

más, y eso alternando con la sustancia vegetal. No parezca esto nimiedad; he visto

caminar aceleradamente hacia el sepulcro enfermos que se hallaban ya en muy buen

estado, o agravarse por el uso intempestivo de una taza de caldo: así es que en mi

práctica solía mandar a los convalecientes que tomasen alimentos sólidos, pero

vegetales, antes de permitirles un sorbo de sustancia animal”.241

No era raro que el enfermo experimentase estreñimiento durante la

convalecencia, éste se procurará remediar desde luego por medio de lavativas hechas

más o menos fuertes, cargándolas de sal común o sal de higuera.242

La comisión enviada al extranjero también hablaba del estreñimiento como una

de las incomodidades más frecuentes en la convalecencia, y recomendaban “guardarse

bien de administrar purgantes para combatirle, porque una diarrea en éste estado

reproduce todos los síntomas. Las medias lavativas de cocimiento emoliente, o un

cortadillo de agua de Seltz bebido en ayunas, bastarán para mover el vientre en la

mayor parte de los casos”.243

Igual de importante en cuanto a los cuidados fue el período de convalecencia para

los médicos sevillanos, el objetivo era prevenir recaídas, que al parecer fueron

frecuentes y peligrosas. Estos reconocían pequeñas indisposiciones en el enfermo a las

que era necesario prestar atención: “Si en los convalecientes se notaba aún un poco de

diarrea, solía ponerles una jícara cada tres horas del cocimiento de arroz con media

dracma del electuario de diascordio por cada seis onzas de cocimiento, y una onza del

jarabe de goma, administrándoles al mismo tiempo una o dos lavativas al día del

cocimiento de linaza, pero siendo éstas en muy corta cantidad, pues no convenía jamás

en semejante afección introducir en el cuerpo grandes cantidades a la vez. Si

desvanecidos ya casi todos los síntomas se quejaban los enfermos de un dolor

incómodo en el epigastrio, y se notaban señales de irritación gástrica, entonces

disponía la aplicación sobre la parte de una dracma de triaca mayor en forma de

241

Porrúa y Velázquez, F. (1834): Opus cit. Pgs. 54-55. 242

Seoane, M. (1834): Opus cit. Pg. 78. 243

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pg. 202.

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179

epitima, la que solía corregir dicha incomodidad; pero si esto no era suficiente les

mandaba un linimento compuesto de una onza de manteca de puerco con dos granos de

acetato de morfina. Una de las cosas que exigía mayor cuidado en la convalecencia fue

el plan de alimentos, pues si bien hubo varios individuos que después de un grave

ataque de cólera pudieron pasar prontamente y sin riesgo al uso de los caldos

animales, de las sopas de arroz, carnes, etc. no obstante se notaron muchos otros, en

los que su estómago quedó sumamente excitable, que vi en dos o tres en los que se

empezó su alimentación por una sola jícara de caldo, que inmediatamente introducida

esta sustancia en el estómago, se produjeron los síntomas de algidez, y sucumbieron los

pacientes como si se les hubiese administrado un veneno. Así pues, para evitar éste

inconveniente empezaba casi siempre por solas dos cucharadas de un caldo muy tenue,

tal como el de pollo, ternera, etc. mas si notaba repugnancia en el enfermo para los

caldos, y desazón en el estómago al recibir dichas pequeñas cantidades, los nutría con

cremas de arroz, féculas de patatas, tapioca, salep, o una ligera sopa de pan cocido con

agua y aceite, cuyos alimentos solían ser bien recibidos y disponían de vías digestivas

para aceptar mejor las demás sustancias más analépticas. El uso del vino tinto en

pequeñas cantidades, y mezclado con agua fue bastante útil en la convalecencia de los

que acostumbraban beberle, pero el menor exceso en ésta parte les causaba dolores al

epigastrio, sed, y algunas veces recaídas funestas. También se notaron muchas veces

restricciones de vientre muy pertinaces, que exigieron el uso de una o dos lavativas

emolientes cada cuatro o cinco días. Fue del mismo modo muy interesante el no dejar

salir de casa demasiado pronto a los convalecientes, pues las variaciones atmosféricas,

y con particularidad la humedad, reprodujeron en varios los síntomas coléricos. Por

ésta razón, solo permitía que saliesen a dar algún ligero paseo al cabo de seis o siete

días de comer ya sustancias animales, y esto solo lo permitía en los días muy serenos, y

desde las doce hasta las tres o las cuatro de la tarde. El regular abrigo de la cama, y el

que los vestidos pecasen más bien por calientes que por fríos, pero sin acalorar mucho

al convaleciente, fueron preceptos muy útiles para evitar las recaídas. Finalmente el no

entregarse con prontitud a un trabajo personal cansado, el evitar las fuertes pasiones

de ánimo, tales como el terror, la ira, la excesiva sensibilidad, los placeres amorosos,

etc. y en una palabra, el guardar los preceptos higiénicos generales con todo su rigor,

han sido circunstancias indispensables para acabarse de restablecer los

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180

convalecientes, habiéndolas violado pocas veces sin experimentar enseguida, o alguna

incomodidad, o un nuevo y funesto ataque de cólera”.244

2.9. Conclusiones sobre la nueva enfermedad del Cólera-

Morbo Asiático.

Algunos autores concluyen sus monografías sobre la experiencia con ésta nueva

enfermedad aportando una serie de conclusiones, tal es el caso de González de Sámano,

quien era considerado como un firme defensor de las tesis anticontagionistas del cólera.

Sus conclusiones o “principios cardinales”, como él los definió, fueron las siguientes:

“1ª.- El cólera morbo ha sido conocido no solo de nuestros predecesores, sino también

de los médicos griegos según denota la voz misma, con la diferencia sola de haber por

entonces reinado esporádicamente. 2º.- Que su causa eficiente existe en la atmósfera, y

por lo tanto es de carácter epidémico y no contagioso, razón por la que han sido

inútiles, cuando no perjudiciales las medidas de aislamiento tomadas para evitar su

propagación. 3º.- Que su síntoma constante y diagnóstico es la evacuación superior e

inferior de materiales de diferentes aspectos, y no como ha querido suponerse

blanquecinas siempre, consistiendo su naturaleza en la plasticidad y espesura que

adquiere la sangre en el tiempo de la sanguificación, y que tiende a sofocar la acción

orgánica de los principales centros de la vida. 4º.- Que su duración es muy limitada, no

pasando muchas veces de horas, y terminando muy a menudo en la muerte o en otra

cruel enfermedad, por lo que su pronóstico, no solo es incierto (según sucede en las

infecciones agudas) sino peligrosísimo. 5º.- Sus principales indicaciones se llenan con

oponerse a la mayor plasticidad sanguínea, evitando así la sofocación interior

orgánica, y favoreciendo al propio tiempo el equilibrio circulatorio por medio de la

reacción. 6º.- Y último, que los únicos mejores medios de precaución no consisten,

como algunos juzgan, en la huída, sino sí en la moderación y buen uso de las seis cosas

no naturales, evitando cuantos extremos puedan perturbar la normal marcha de los

diversos órganos y sistemas de nuestra economía, sin que por esto neguemos la

oportunidad de las medidas higiénicas tan útiles en todas enfermedades.245

244

De Paula Folch y Amich, F. Opus cit. Pgs. 36-38. 245

González Sámano. M. Opus cit. Pgs. 94-96.

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181

III.

EL CÓLERA: EPIDEMIA Y

PANDEMIA

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182

1. Breve aproximación a las principales epidemias del

pasado.

El impacto de las enfermedades epidémicas es incuestionable, tal y como ha

quedado sobradamente demostrado a lo largo de la historia. En tan dramáticas

circunstancias el tiempo parece detenerse, a la vez que se trastoca completamente la

vida cotidiana. Por supuesto, la respuesta que las sociedades han ofrecido a tal

fenómeno ha evolucionado en el tiempo, y así se han desarrollado diferentes formas de

prevención, atención e interpretación, etc. A éstas y a otras muchas cuestiones, como

sus fluctuaciones o sus múltiples facetas y consecuencias, tratan de dar respuesta

numerosas disciplinas científicas. De todas somos deudores, en especial de la Historia

de la Medicina246

y de la Historia Social247

.

Comienzo ésta revisión histórica en la Antigüedad Clásica, época que viene

marcada por las sucesivas oleadas de “peste”, de las que han dejado constancia

numerosas crónicas de ese extenso período. Con total independencia de que esas

epidemias fueran poseedoras de la misma identidad nosológica de lo que en la

actualidad se entiende por “peste”, lo que no cabe duda es de que asoló Atenas en el año

430 a.C, y así es descrita por Tucídices, o la que se presentó y arrasó en Roma entre el

año 165 y el 180 d.C. y que fue conocida como la “peste de Antonio” o “de Galeno”.

Sirven para mostrar cómo ya en ese período de la historia de la Humanidad los hombres

se vieron atacados por esa terrible forma de expresión de la enfermedad que es la

epidemia.248

El paludismo hacía estragos en muchas comarcas romanas llegando hasta la

ciudad “Madre”. No es necesario buscar otras causas para explicar las relaciones

246 Desde este campo se han aproximado al impacto de la enfermedad infecciosa a lo

largo de la Historia autores como: Ackerknecht, E. (1965): History an geography of the

most important diseases. New York, Hafner; Temkin, O. (1977): An Historical Analysis

of the Concept of Infections, en: The Double Faxe of Janus. Baltimore. The Johns

Hopkins University Press, págs. 456- 471; Burnet, M.S.; White, D. O. (1982): Historia

natural de la enfermedad infecciosa. 4ª ed., Madrid. Alianza; Mcneill, W. H. (1984):

Plagas y pueblos. Madrid. Siglo XXI. 1984. 247 El interés de la historia social por el cólera se remonta a mediados del siglo XX, con

nombres como: Charles Rosenberg, Asa Briggs o Norman Longmate. Mucho más

recientes son los trabajos de: Bourdelais, P.; Raulot, J. Y.: Une peur bleue. Histoire du

choléra en France, 1832-1854. París. Payot, 1987; Bardet, J. P., Bourdelais, P.,

Guillaume, P., Lebrun, F. y Quetel, C.(dirs.): Peurs et terreurs face à la contagion.

París. Librairie Arthème Fayard, 1988. 248 Albarracín Teulón, A. (coord) (1987): Historia de la Enfermedad. Madrid. Saned.

172-281. Pg. 173.

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183

clínicas. Desde el primer siglo antes de nuestra era, Varron había denunciado el peligro

que los pantanos suponían para los habitantes de la vecindad: engendran pequeños

animales imperceptibles que penetran en el cuerpo por la boca y las narices con el aire

que se respira y provocan enfermedades molestas. El amontonamiento urbano y el

popular de los tugurios justificaba un recrudecimiento de la tuberculosis. En tiempos de

los flavios, Arete nos traza un cuadro de la tisis, donde se refleja una observación

personal: Los jóvenes, hasta que llegan a la plenitud de la edad adulta están

amenazados por esta afección, en el curso de una hemoptisis; pueden curarse, no sin

dificultad; los niños se restablecen más fácilmente, pero a partir de este momento son

frágiles; mas rara y mas grave es la enfermedad de los viejos. Entre los factores

constitucionales que predisponen a ella hay que destacar la gracilidad de las formas, la

palidez de color, la delgadez de tórax, la prominencia de los omóplatos semejantes a

alas.249

El crecimiento demográfico de los siglos XII y XIII y el desarrollo urbano, la

afluencia creciente a grandes ferias y la multiplicación de corrientes comerciales, las

navegaciones de altura, estimuladas por los descubrimientos del timón y de la brújula,

abrían a los gérmenes pestilentes más amplios caminos hacia un continente hasta

entonces preservado en su mitad. A partir de 1300 tendió a instaurarse un desequilibrio

entre las necesidades de avituallamiento de una población más densa y las capacidades

de producción de donde las frecuentes carestías que favorecían la receptividad de las

agresiones microbianas. El hambre y la guerra llama a la peste. En 1346 se inaugura el

siglo de los grandes conflictos armados. Fue entonces cuando, en una estela de horror,

la muerte negra se abalanzó sobre Europa, una muerte que imponía a todos una

igualdad rechazada a los vivos; esta igualdad siniestra y sarcástica que llevaba

indistintamente a la fosa y a los gusanos, en la danza macabra, reyes y labriegos,

prelados y mendigos. En 1348 sonó el tañido del miedo. La peste esperaba su hora,

parece ser, después de tiempos muy antiguos, agazapada en las altas mesetas de Asia

central.250

Efectivamente, al adentrarnos en la época Medieval en Europa la “peste” marcó

en gran medida la vida cotidiana. La pandemia de 1348 de “Peste Negra” marcó el

inicio de una serie de oleadas que se fueron sucediendo de manera regular en Europa

hasta los primeros años del siglo XVIII. Entre los episodios más señalados de la misma

249

Sendrail, M. (1983): Historial cultural de la enfermedad. Espasa-Calpe. Madrid. 250

Ibidem.

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184

hay que destacar la epidemia de Milán de 1576-1577, que acabó con casi el 20% de su

población; la de 1630 de esa misma ciudad que redujo a un 50% el número de

habitantes; y la de Londres de 1665 que provocó un elevadísimo número de

defunciones.251

A lo largo del Renacimiento tres enfermedades provocaron episodios de carácter

epidémico: el “tabardillo”, que se ha identificado con el tifus exantemático252

; el

“garrotillo”, un proceso morboso que se ha relacionado con la difteria253

; y la

“sífilis”254

. El siglo XVIII verá cómo algunas enfermedades se van a ir añadiendo y

tomando protagonismo de tal manera que en algún momento de éste pasado asolan

Occidente en forma de epidemia. Entre ellas podemos señalar: la viruela255

; el

paludismo256

; la fiebre amarilla257

; y el dengue258

. Aunque algunas de ellas, como son el

paludismo o la viruela, ya se habían presentado con anterioridad, las nuevas condiciones

de vida en Europa las hicieron más relevantes. En el caso de la fiebre amarilla y el

dengue su difusión Europea se vio favorecida por las comunicaciones marítimas con

América.

A comienzos del siglo XIX, en 1819 la fiebre amarilla vuelve a España, y hasta

1823 continúa con nosotros. Afortunadamente la gravedad de la epidemia fue menor

que en visitas anteriores. Las cifras de mortalidad fueron muy bajas, consiguiéndose en

muchos sitios donde la enfermedad atacó detener su avance, lo que a principios de siglo

era inconcebible. A las medidas sanitarias mejores debe añadirse que la quina era ya

siempre bien empleada. Sin embargo, epidemias hubo, y con ellas el pueblo español de

nuevo sintió el pánico. Durante el trienio liberal, la fiebre amarilla trajo de nuevo el

251

Burnet, S.M; White, D.O. (1982): Historia natural de la enfermedad infecciosa.

Madrid. Alianza. Pg. 284. 252

Theodorides, J. (1991): Des miasmes aux virus. Historie des maladies infectieuses.

Paris, Louis Pariente. Pgs. 195-199. 253

Ibidem. Pg. 155. 254

Ibidem Pgs. 177-178. 255

Ibidem Pgs. 223-229. 256 Domínguez Carmona, M. y Piédrola Gil, G. (1988): “Enfermedades transmitidas por

artrópodos. Etiología, epidemiología y prevención del paludismo”, en : Piedrola Gil, G.

y cols: Medicina Preventiva y Salud Pública. Barcelona. Salvat, pgs. 644-664. 257

Theodorides, J. (1991): Opus cit. Pg. 282. 258

Opus cit. Pg. 288.

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185

miedo, especialmente porque no vino sola. En 1820 la peste bubónica, largo tiempo

olvidada ya en España, asoma por el levante.259

En el siglo XIX circunstancias tales como la presencia del ferrocarril, el

movimiento de tropas hacia Asia y el desarrollo urbanístico al que se une la aparición de

suburbios, tuvieron mucho que ver con la irrupción en Europa de la enfermedad

protagonista de éste trabajo, el Cólera Morbo Asiático260

, que durante cuatro oleadas

sucesivas convirtieron su presentación epidémica en autenticas pandemias. La

demografía del siglo XIX difiere de la del siglo anterior por la ausencia de grandes

cataclismos. La peste ha desaparecido; y, el hambre, sí afectaba a amplias capas de la

población, excepto en los años de la guerra de la independencia, no fue causa de

grandes alteraciones. Asistimos, pues, a la aparición de un nuevo modelo demográfico,

que se caracterizará por la desaparición de las epidemias catastróficas y por una

disminución lenta pero continua de las tasas de natalidad y mortalidad261

. Este cambio

demográfico no acontece sino lentamente. Si es evidente el retroceso de las

enfermedades catastróficas, tardan en remitir las “enfermedades sociales”. Para Nadal,

el siglo XIX como se apunta más arriba, es el siglo del cólera, que viene a tomar el

relevo a la viruela, y en España a la fiebre amarilla262

. De 1817 a 1923 el cólera se

convertirá en enfermedad universal debido a la aparición de los transportes rápidos, el

incremento del comercio internacional y las migraciones transoceánicas263

.

En el período precientífico de la medicina y antes de que las causas esenciales de

muchas enfermedades y epidemias fueran conocidas o sospechadas, las condiciones de

vida, especialmente entre las clases más pobres, y la falta general de facilidades

sanitarias, eran las principales responsables de la existencia de toda clase de

enfermedades y de los estragos de las epidemias. La experiencia había enseñado la

necesidad del aislamiento en los padecimientos contagiosos, y el elevado índice de

enfermedades y de mortalidad bajo condiciones insalubres en poblaciones

sobrepobladas estaba despertando gradualmente la conciencia nacional en el sentido de

que no todo andaba tan bien como parecía, y llamando la atención hacia el

259 Peset, M. y J.L. (1972): Muerte en España (política y sociedad entre la peste y el

cólera). Seminarios y Ediciones S.A. Madrid. 260

Theodorides, J. (1991): Ibidem Pgs. 115-116. 261

Urquijo y Goitia, J.R. (1980): “Condiciones de vida y cólera: la epidemia de 1854-

1856 en Madrid”. Estudios de Historia Social, nº 15; pg. 108. 262

Nadal, J. (1986): La población española. S XVI al XX. Barcelona, Ariel. Pg. 149. 263

Rodriguez Ocaña, E. (1983): El cólera de 1834 en Granada. Enfermedad

catastrófica y crisis social. Granada. Servicio de Publicaciones. Pg. 3.

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186

alcantarillado, suministro de aguas, habitaciones e higiene de fábricas, hospitales,

prisiones e instituciones públicas de toda clase. Sin embargo, puesto que cada

enfermedad tiene su causa particular y requiere métodos especiales para su prevención,

y puesto que éstos eran todavía desconocidos, no fue posible tomar medidas efectivas y

atacarlas en sus fuentes hasta que la medicina científica, y especialmente la

bacteriología, hubieron descubierto el origen de muchas de ellas.264

Durante el siglo XX los profundos cambios socioculturales, políticos y sanitarios

se traducen en una modificación paulatina de la frecuencia y distribución de las

enfermedades. Poco a poco las neoplasias, las enfermedades sociales, y en general las

enfermedades crónicas tomaron el relevo de los procesos infecciosos. La patología

infecciosa más aguda parecía relegada a los países subdesarrollados, en los que una

actuación adecuada acabaría controlándola también. Por ello, algunos autores pensaron

que la pandemia de gripe que se presentó a primeros de siglo (1918-19) habría sido la

última gran plaga.

Peset (Mariano y Jose Luis) escribían en 1972: “las grandes epidemias de los

siglos pasados han desaparecido de Europa y de España. Las condiciones higiénicas y

de desarrollo de estos países hacen imposible un retroceso a épocas pretéritas. La

sanidad y la medicina cuentan con poderosas armas para combatirlas y evitar su inicio

y posterior propagación. Esta es la tranquila realidad en que se halla instalado el

europeo actual”.265

Sin embargo, la aparición del SIDA, la imposibilidad de controlar la patología

infecciosa en los países subdesarrollados y de detener el cólera endémico, así como la

aparición de formas infecciosas más virulentas secundarias al desarrollo del SIDA, y a

los procesos migratorios, como ha ocurrido en el caso de la tuberculosis, obligan a

matizar aquello de “última gran plaga”. En éste sentido Grmek señaló antes de finalizar

el siglo XX que la pandemia gripal habría sido la “última de las pestilencias de tipo

clásico”, y el SIDA sería la “primera de las pestilencias postmodernas”.266

Ya que la

ciencia, aplicada a la medicina, es eficaz, se puede esperar que sabrá descubrir los

medios de lucha activos contra las enfermedades, y esto es lo que sucede: aspectos

264 Hayward, J.A. (1956): Historia de la Medicina. Mexico. Brevarios de Fondo de

Cultura económica. 265 Peset, M. y J.L. (1972): Muerte en España (política y sociedad entre la peste y el

cólera). Seminarios y Ediciones S.A. Madrid. Pg. 230. 266 Grmek, M.D. (1989): Historie du sida. Debút et origine d´une pandémie actuelle.

Payot / Bibliothèque scientifique. Paris. Pg. 16.

Page 187: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

187

enteros de la patología (en particular la patología infecciosa) se desmoronan y

desaparecen. Pero al mismo tiempo, como la ciencia introduce en las sociedades

avanzadas técnicas y productos nuevos, es de temer qué enfermedades se producirán y

se desarrollarán: y esto es lo que estamos viendo.267

2. Primera epidemia de Cólera en España

Los historiadores de la Medicina españoles han subrayado que el cólera

reemplazó como gran amenaza sanitaria a la fiebre amarilla, también conocida como

“vómito negro” por su típica sintomatología. Son muchos los autores que han defendido

el carácter revulsivo que tuvo el cólera para las ideas sobre medicina y salud heredadas

del Antiguo Régimen, por convertirse en uno de los motores de la higiene y de la

medicina preventiva y social moderna.268

De hecho, figuras ilustres de la medicina

decimonónica se refirieron a él como “nuestro aliado”. Sin embargo, a la hora de

plantearse el grado de letalidad del llamado “monstruo del Ganges”269

no existe

demasiado consenso, en función de los fragmentarios datos oficiales y de la a escasez de

estudios de alcance nacional. Pese a todo existe una tendencia a considerar que a lo

largo del siglo XIX la enfermedad perdió virulencia y que, en consecuencia, el número

de defunciones se redujo paulatinamente en cada ataque. En ese proceso influyeron no

pocos factores, como las mejoras introducidas en el abastecimiento de aguas y en la

infraestructura del saneamiento urbano, el aumento de la higiene pública y privada, así

como una toma de conciencia, cada vez mayor a todos los niveles, de que el vehículo

transmisor de la enfermedad era el agua.270

Junto a este conjunto de premisas no

conviene olvidar la progresiva, aunque lenta, mejora de la “calidad de vida” de la

población española.

267 Sendrail, M. (1983): Opus cit. Pg. 414. 268

Fresquet Febrer, J. L. (1990): Francisco Méndez Álvaro (1806-1883) y las ideas

sanitarias del liberalismo moderado. Madrid. Ministerio de Sanidad y Consumo, pg.

221. 269

Cfr. Martínes Pérez, J.: “Contra el monstruo del Ganges: la aportación de Philipp

Hauser (1832-1925)”. En J. L. Carrillo (ed.) (1996): Entre Sevilla y Madrid: estudios

sobre Hauser y su entorno. Sevilla. A. Pinedo. pgs. 165-191. 270 Fernández Sanz, J. J. (1990): “Incidencia en la población del País Valenciano del

cólera de 1885”, en Actas II Congreso de la Asociación de Demografía Histórica.

Congreso Hispano-Luso de Historia de la Población. Alicante. Asociación de

Demografía Histórica, pg. 1026.

Page 188: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

188

El hecho de que tales catástrofes afectasen especialmente a las zonas y clases

populares corrobora la desigualdad socioeconómica existente ante la enfermedad. De tal

modo, se ha demostrado que el cólera y otras patologías infecciosas como la

tuberculosis estuvieron estrechamente ligadas al ámbito urbano, a la revolución

industrial y a las deficientes condiciones de vida generadas por el modelo de producción

capitalista. No olvidemos que este proceso revolucionario se acompañó de la creciente

proletarización de la población, según se ha encargado de subrayar la historiografía de

corte marxista y, en general, la mayoría de los investigadores preocupados por la

cuestión social. Todos han insistido en las enormes carencias, tanto en el ámbito de las

relaciones laborales: escasez de salarios, jornadas agotadoras que alcanzaban las catorce

horas, mal acondicionamiento de las instalaciones fabriles, con escasa o ninguna

ventilación, con el aire muy viciado, etc.; como en el de las condiciones de vida, a

saber: hacinamiento doméstico, mala alimentación y peor vestimenta, falta de atención

médica, pozos negros como sistemas de evacuación de las viviendas, sin suministro de

agua potable, etc.

Un determinado sentimiento se extendió por toda la sociedad: el miedo a contraer

la enfermedad. Toda Europa tembló ante su presencia. Se conservan abundantes

testimonios sobre reacciones populares generadas en países de nuestro entorno. Por

ejemplo, la población parisina acusó como responsables de la epidemia a ricos, curas,

médicos, boticarios, etc., y fueron tantas las personas ajusticiadas que acabó

interviniendo el ejército. En Varsovia y en otras ciudades centroeuropeas los judíos

volvieron a convertirse en chivos expiatorios, por las tradicionales razones económicas

y religioso-culturales.271

En España, el suceso más grave registrado del que se tiene

constancia es la matanza de frailes ocurrida en Madrid en 1834, a los que se acusó de

arrojar un veneno en polvo al agua de los pozos. Lo que se ha interpretado como una

temprana expresión de anticlericalismo visceral.

Si realizamos un rápido repaso al recorrido geográfico de la pandemia desde su

origen asiático272

, podemos decir que en 1817 la enfermedad se desplazó desde la India,

271

Sendrail, M. (1983): Historia cultural de la enfermedad. Madrid, Espasa-Calpe, pág.

372. 272 La descripción de la marcha del cólera puede leerse en Moreno y Fernández (1885),

pgs. 72-81; Stickner, G (1912), pgs. 110-120, especialmente exhaustivo para la zona de

los países germánicos y centroeuropeos. También puede consultarse la síntesis de

Ackerknecht (1965), o la de Morris (1976). Y sobre el cólera en Europa una de las obras

más completas es la de Hauser (1987), pgs. 86-96.

Page 189: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

189

donde tiene carácter endémico -de ahí el apelativo de índico o asiático-, hasta las

provincias limítrofes, para después recorrer Próximo Oriente y Europa, siguiendo

preferentemente las vías fluviales y las tradicionales rutas terrestres de comunicación.

En 1823 se localizó en Rusia, desde donde se extendió hacia occidente: Polonia,

Austria, Hungría, Alemania, Gran Bretaña, Francia y España (1830-1835).273

La

universalización del cólera se ve favorecida por la industrialización y el desarrollo de

los transportes, teniendo en cuenta además que la enfermedad presentaba un corto

período de incubación y su curso era muy rápido. Rotas las barreras tradicionales, por

los movimientos realizados por las tropas británicas en la India, los contemporáneos

asocian la epidemia con las vías de comunicación.274

En España, a raíz de que el Ejecutivo conociera su proximidad desplegó un

importante servicio informativo para seguir su evolución y recorrido, según confirma la

intensa correspondencia diplomática registrada entre los años 1830 y 1833 con puntos

de Europa, América y norte de África.275

Muy pronto se pone en funcionamiento el

aparato preventivo dirigido a controlar las fronteras, y así en 1831 los buques que se

acercaban a nuestro territorio, desde lugares presumiblemente sospechosos, van a ser

obligados a ir al lazareto de Mahon ante la más mínima sospecha.276

En 1832 la

enfermedad invadió Francia, en enero de 1833 el cólera llega a Vigo desde los puertos

portugueses; en agosto del mismo año aparece otro foco en Andalucía donde se

detectaron los primeros enfermos en Ayamonte y Huelva, lugares a los que se desplazó

desde el foco ubicado en el litoral portugués, infectado como consecuencia de un buque

de la armada inglesa sospechoso. Desde Portugal también penetra en territorio

extremeño invadiendo poblaciones fronterizas como Olivenza y Badajoz. A pesar de las

medidas preventivas aislacionistas adoptadas por el Gobierno central nada pudo detener

su expansión, pues pronto se extendió por el resto de Andalucía y unos meses después

alcanzaba la costa levantina.

273

López Piñero J.M. García Ballester, L. y Faus Sevilla, P. (1964): Medicina y

sociedad en la España del s. XIX. Madrid. Sociedad de Estudios y Publicaciones, pgs.

299-300. 274

Morris R.J. (1976): Cholera 1832, The social response to an epidemia. Croom Helm,

London. Pg. 14. 275

Pérez Moreda, V. (1980): La crisis de mortalidad en la España interior siglos XVI-

XX. Madrid. Siglo XXI, pg. 392. 276

Rodríguez Flores, M.P. (1991): Morir en Badajoz: El cólera de 1833, medicina y

sociedad. Uex. Badajoz. Pg. 42

Page 190: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

190

El foco iniciado en el sur del país remite con los rigores del invierno, pero el

asalto definitivo lo dará durante 1834 siguiendo la dirección de sur a norte llevado el

virus por las tropas del General Rodil que desde los cuarteles del Algarve en Portugal

marchaban al País Vasco y Navarra, principales escenarios de la guerra carlista. Esta

presentación y desplazamiento del cólera, atribuida a las tropas de mencionado General,

es sin duda defendida por los partidarios del contagionismo, y del mismo modo es

rebatida en octubre de 1834 por sus oponentes del no contagionismo:

“…La presentación del cólera en ésta corte se ha atribuido por algunos a las

tropas del general Rodil, pero sin fundamentos, sin datos, y contra toda

razón. Hemos sabido y averiguado con la mayor certeza, que en dicho

ejército se conservaba la más completa salud respecto del particular, y que

únicamente enfermaron algunos soldados de males hijos de las fatigas de un

viaje precipitado durante el cual, por muchas comodidades que se les

proporcionasen, no podían prescindir de existir causas abonadas para

trastornar su estado normal: si a ésta observación se agrega la certeza de

que a primero de junio ya se había observado en ésta población algún caso

de cólera; que la mayor parte de los pueblos a donde paró la tropa a las

inmediaciones de ésta corte se conservaron y se conservan sanos, y

finalmente que si algunos de los que los albergaron ha sufrido el mal se halla

en la línea donde se sintió más particularmente el efecto de la nube

tormentosa del día 17 de junio. ¿Quién podrá dudar de la falsedad de la

trasmisión del mal por semejante medio?”.277

Hasta mayo se mantiene estable en el sur pero con los primeros calores su avance

se hace incontenible: en junio Murcia y Toledo, en julio Madrid, en agosto Zaragoza y

Valencia, a finales de septiembre Barcelona, que tendrá su punto alto en el mes de

Octubre. Hasta finales de 1835 no desapareció completamente.

No se posee una estadística exacta sobre su impacto demográfico, dada la escasez

y disparidad de fuentes, aunque sí podemos facilitar algunos datos aproximativos; por

ejemplo, los hermanos Peset han estimado el número total de víctimas en medio

277

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves, 23

de octubre de 1834.

Page 191: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

191

millón278

, cifra que supera ampliamente los 300.000 contabilizados por Hauser.279

El

encubrimiento de la epidemia siguió siendo práctica habitual y, por supuesto, no fue

exclusiva de nuestro país. Generalmente se justificó por la necesidad de evitar que se

lesionasen los intereses económicos de las poblaciones afectadas, considerados más

importantes que la propia incidencia de la enfermedad.

Sea como fuere el cólera va a tomar posesión de una sociedad convulsa por las

pasiones políticas, sobresaltada por la guerra y aterrorizada por la enfermedad que

avanza inexorablemente. Un escritor de la época nos deja un vivido cuadro del terror

ante la nueva enfermedad: “Una palabra pavorosa resonó por el ámbito de nuestra

ciudad… ¡El cólera! ¡La muerte! A los gemidos lúgubres de estos dos fantasmas me

estremecí de espanto, yo que más de una vez había deseado ver llegar el término

prematuro de mi existencia. ¡El cólera! ¡La muerte! Estas tremendas palabras fueron

durante algunos días sinónimos espantosos. ¡El cólera! Se pronunciaba en los

umbrales de una casa y la muerte se llevaba las llaves con el último de los cadáveres

que conducía silenciosamente a la huesa la carreta enlutada”.280

En el escenario que se

muestra, con una enfermedad que avanza y una comunidad científica impotente para

combatirla, el pueblo lleno de desesperanza se manifestó con hechos tan lamentables

como la matanza de frailes al comienzo de la epidemia en Madrid, a los que se atribuyó

como autores de la contaminación de fuentes públicas.

En un país como la España del primer tercio del siglo XIX, invertebrada, sin

apenas comunicaciones e intercambios económicos a nivel nacional, se vivía en estado

de casi total autoabastecimiento, sobre todo en los núcleos rurales, que agrupaban la

mayor parte de la población. En éste tipo de sociedad, subalimentada, encuentran caldo

de cultivo adecuado las enfermedades epidémicas. No es pues casualidad que el azote

278 Peset, J.L. (1972): La Muerte en España: política y sociedad entre la peste y el

cólera. Seminarios y Ediciones S,A. Madrid.pg. 217. 279 Hauser, Ph. (1887).: Estudios epidemiológicos relativos a la etiología y profilaxis de

cólera. Madrid. Imp. Manuel Tello, 3 vols.

280 Pastor Díaz, N. (1858): De Villahermosa a China, 2 Vol. Madrid. Tomo I, pg. 71.

Extractado de Mariano y J.L. Peset (1972): Muerte en España: política y sociedad,

entre la peste y el cólera. Seminarios y Ediciones S.A. Pg. 223.

Page 192: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

192

del cólera alcance tanta virulencia en los años 1833 y 1834. A la guerra se une su

compañero inexorable: El hambre y las miserias venían de lejos.281

3. Reales Órdenes y Decretos del Estado Español, referentes

al la lucha contra el Cólera durante 1833 y 1834

En éste apartado se sigue la línea de autores que han estudiado las Reales

Órdenes y Decretos emitidos desde la Corona, como por ejemplo el profesor Diego

Peral Pacheco, y el método de análisis de la “tipología del discurso”, introducido en

Extremadura por Rodríguez De las Heras, catedrático de Historia Contemporánea. En su

investigación el Dr. Peral considera que la Corona va a jugar un papel decisivo en la

primera epidemia de cólera. La Corona se preocupa y quiere mantener la salud de su

pueblo, ratificando en un primer momento una serie de disposiciones que van

encaminadas a ”preservar el contagio” de sus habitantes. Se preocupa por la prevención

y en un primer momento decreta medidas de aislamiento.

El 28 de agosto de 1833, conocida la existencia el cólera en Huelva, se publica

una Real Orden en la que se dan una serie de disposiciones para preservar a España del

contagio. Siguiendo a los defensores del contagionismo se ponen en práctica medidas

similares a las utilizadas hasta entonces en la lucha contra las epidemias, aprobándose el

acordonamiento de la ciudad de Huelva y la vigilancia de los pueblos que la rodean

mediante cordones sanitarios, con especial cuidado de provisionar de alimentos a los

habitantes y cuantas medidas fueran necesarias para asistir a los enfermos. De la misma

manera se prohíbe la salida al mar de embarcaciones de Huelva y los que se reciban

serán calificados de sospechosos actuando sobre ellos en consecuencia. Y si el

“contagio” llegase hasta Sevilla se ordena la huída, es decir, las autoridades centrales y

provinciales saldrán de ella, de tal manera que la Junta Superior de la provincia se

situará en un punto sano, quedando sólo las locales y municipales, y por tanto la Junta

Municipal. Para el auxilio a los enfermos se pide además la contribución de personas

pudientes y el traslado hasta el punto de “contagio” de los facultativos que fueron

enviados al extranjero para estudiar la enfermedad: “De los tres individuos de la

281

Orta Rubio, E. (1984): El cólera, la epidemia de 1834 en la Ribera de Navarra.

Príncipe de Viana Pamplona Año 45 nº. 172. Pg. 274.

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193

Comisión Médica que han recorrido por orden del Gobierno diferentes países de

Europa, afligidos por el cólera morbo y que se hallan ya de vuelta en Madrid, se

trasladarán inmediatamente a Sevilla, el uno para permanecer al lado de la Junta

Superior de aquella provincia y el otro para pasar a la villa de Huelva a fin de atender

a la curación y asistencia de los enfermos y ayudar con sus luces y experiencia a los

facultativos del territorio contagiado, quedando el tercer individuo de dicha Comisión

en Madrid como vocal de la Junta Municipal de Sanidad de la Corte. Además de los

medios y auxilios que se han proporcionado y se proporcionen a la Junta Superior de la

provincia de Sevilla y de los recursos locales para atender a los gastos sanitarios

indispensables en tan dolorosas circunstancias, la misma Junta y las autoridades

superiores de aquella provincia invitarán a todas las personas pudientes y amantes del

bien público para que contribuyan, según sus facultades, al socorro y alivio de sus

compatriotas afligidos por aquella plaga desoladora, habiéndose abierto al efecto una

suscripción, en la que no duda S.M. tomará parte el caritativo vecindario,

corporaciones eclesiásticas y seculares, y el de los particulares y acomodados,

prestándose gustosos a un acto de humanidad que redunda en beneficio de todos; pues

se dirige no solamente a auxiliar a sus semejantes en tan terrible conflicto, sino

también a evitar los funestos efectos y propagación del contagio”.282

Esta Real Orden remite en varias ocasiones a disposiciones previas, leyes

antiguas con las que en su día se realizó la defensa contra las enfermedades epidémicas,

concretamente la Real Instrucción Sanitaria de 25 de agosto de 1817. Se piensa que

tales disposiciones serán suficientes para impedir el contagio. Son leyes sanitarias

publicadas al dictado de la experiencia, basadas en el empirismo, y que se vienen

proponiendo para epidemias de enfermedades ya conocidas, siendo la principal la peste.

Predominan las medidas de aislamiento defendidas por las teorías contagionistas, que

por otra parte son menos costosas, más fáciles de poner en práctica por parte de las

autoridades, y con la ventaja añadida de poder disponer de multas con las que recaudar

fondos para la lucha.

Durante el mes de septiembre de 1833 el cólera empieza su recorrido por tierras

españolas y empieza a extenderse por el sur, momento en el cual la R.O. de 19 de

282 Esta Real Orden se reproduce íntegramente en el apartado Apéndice Documental. De

Ferrater, E. y Ferigle, P. (1841). Recopilación de las Leyes y Reales Disposiciones

promulgadas en los años desde el 1833 hasta 1841 incluyendo las de la anterior época

constitucional que han sido revalidadas. Tomo tercero. Barcelona. Imprenta de Don

Ramón Martin Indar.

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194

septiembre de 1833 suma a las medidas sanitarias otras de búsqueda de fondos para

evitar que a la enfermedad se añadan otras desgracias. La situación que se está dando en

Sevilla por el cólera hace que “enterada de ello S.M (…) proporcionar a aquellos

desgraciados habitantes, y los de otras poblaciones igualmente afligidas … cuantos

auxilios sean posibles…”. La salud de la población está ahora invadida “por la

horrorosa calamidad del cólera-morbo”, y la Corona decide poner en práctica una serie

de medidas para auxiliar a los “distritos contagiados”. Las medidas que se adoptan van

encaminadas a socorrer a los más débiles de la población, “enfermos y convalecientes, y

a las viudas y huérfanos que lo sean por efecto del contagio”. La mitad de los fondos

que había en los Pósitos se destina para tal fin. Así mismo, el dinero de “la suscripción

voluntaria” y el que había la Corona “destinado ya”, pasan junto al otro fondo, a

engrosar los recursos con que atender las necesidades que se están planteando en la

población que padece la enfermedad. Todo este dinero se pone en manos de o “en poder

de las Juntas de Sanidad”.283

Las medidas de aislamiento adoptadas no consiguen detener o circunscribir el

cólera a Andalucía, de tal manera que en el mes de septiembre aparece en Extremadura.

Mediante la R.O. de 23 de septiembre de 1833, que pretende “preservar a los pueblos

del contagio del cólera-morbo”, la Corona quiere ahora adoptar una serie de medidas

para evitar que los pueblos sanos enfermen, y considera que el “contagio”, que es el

mecanismo de transmisión que las autoridades conceptúan como la vía por la que la

enfermedad progresa de pueblo en pueblo, puede ser detenido mediante el aislamiento

entre los pueblos. Por tanto se dictan nuevas disposiciones en la línea del aislamiento en

apenas un mes: “podrá suceder que a pesar de los esfuerzos constantes del Gobierno

para circunscribir la calamidad, la experimenten otros pueblos; y por lo tanto conviene

haya reglas fijas y seguras para evitar los daños que la arbitrariedad, la incoherencia o

la exorbitancia de las preocupaciones mismas podría acaso agravar…”.284

Esta Real

Orden de 23 de septiembre indicaba al Capitán General de Extremadura que ordenase el

establecimiento de cordones de tropas y voluntarios realistas en todos los pueblos que

presentaron algún caso sospechoso de epidemia para evitar, de esta forma, el abandono

de los mismos. Se establecieron también líneas de vigilancia para la observación de las

procedencias sospechosas, con las correspondientes cuarentenas en el lazareto que, a tal

283

Peral Pacheco, D. (1994): Cólera y Sanidad en las Reales Órdenes de 1833 a 1835.

Asamblea de Extremadura. Mérida. 284 Ibidem.

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195

efecto, se estableció en Almaraz. La R.O. del 23 de septiembre de 1833, en su art. 15,

prohibía también, mientras durase el contagio, la celebración de todas las ferias de

Extremadura y Andalucía, con el quebranto económico para estas regiones, sin otro fin,

como reza en su art. 13, que evitar el contagio de la capital y provincias interiores285

.

Tras un año aplicándose las medidas de aislamiento, el cólera sigue su curso y se

reconocen los efectos nocivos de cordones y cuarentenas sobe los pueblos aislados. Por

lo que es ahora cuando la Corona decide que “los pueblos coléricos o sospechosos”

entren en comunicación, y deja a aquellos que “continúen en perfecta salud” la opción

de aislar o incomunicarse con los que se encuentran en los dos estados anteriores,

convirtiéndose, de ésta manera, los pueblos sanos en aisladores de los otros. Esto se

recoge en la Real Orden de 1 de julio de 1834 sobre que dejen expeditas las

comunicaciones con los pueblos coléricos y sospechosos: “He dado cuenta a S.M. la

Reina Gobernadora de la exposición en que esa Junta manifiesta los funestos

resultados que ocasiona a los pueblos de la provincia, en la mayor parte de los cuales

se padece el cólera morbo, la incomunicación con esa capital y con los que se hallan en

estado sospechoso, y conformándose S.M. con el parecer de la Junta Suprema de

Sanidad, se ha dignado mandar que los pueblos, así infectos como sospechosos, ya sean

de una misma provincia, ya de distintas abran y conserven francas y expeditas sus

relaciones mutuas y que no puedan impedir esta libertad de comunicaciones, sino

aquellos que se hayan mantenido y continúen en estado de perfecta salud, los que, al

incomunicarse deberán hacerlo con el tino propio para conciliar el buen resultado de

esta medida con los demás objetos de primera atención e interés para los mismos

pueblos.286

La Corona, para mantener la salud del pueblo, necesita la colaboración de los

médicos. El miedo que despertó en la población la epidemia de cólera hizo que también

“un corto número” de médicos abandonasen su puesto de trabajo habitual para huir de

la enfermedad.287

En la R.O. de 4 de julio de 1834 la corona informa que castigará con

la inhabilitación a aquellos médicos que abandonasen el pueblo en caso de epidemia,

publicándose además los nombres de los mismos. De la misma manera, aquellos que

destaquen por su “filantropía”, y en su quehacer, serán nombrados “en los mismos

285

Clemente Fuentes, L. (2008): “Los azotes del cólera morbo en la provincia de

Cáceres durante el siglo XIX”, Ars et Sapientia. Año IX. 2008. Agosto. Pg. 103. 286 De Ferrater, E. y Ferigle, P. (1841): opus cit. 287 Peral Pacheco, D. (1994): Cólera y Sanidad en las Reales Órdenes de 1833 a 1835.

Asamblea de Extremadura. Mérida.

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196

periódicos” que los anteriores. Esta R.O. se publicaba en el B.O de la provincia de

Cáceres el día 23 de julio de 1834: “Ha llegado a noticia del Gobierno que algunos

facultativos de medicina y cirugía, faltando a los deberes más sagrados de su profesión,

y quebrantando el juramento que prestaron para poder ejercerla, abandonaron los

pueblos de su residencia en los momentos en que debían ser más necesarios sus

servicios, pues de su presencia y auxilio dependía acaso la vida de sus conciudadanos.

El interés público y el honor mismo de la facultad exigen que tan criminal conducta no

quede impugne, y que los nombres del corto número de profesores que por vergonzosa

cobardía los mancharon de esta manera, no se confundan con los demás médicos

españoles, que tanto se han distinguido siempre y se distinguen en la actualidad por

repetidos rasgos de filantropía, por celo y noble emulación con que disputan las

víctimas a la enfermedad que aflige a varios pueblos, y por la noble ambición de

sorprender a la naturaleza el secreto de su curación.”288

Vemos en ésta actitud de huída por parte de los médicos una de las múltiples

muestras de conductas derivadas del miedo; esa evidencia de la muerte no como hecho

potencial sino absolutamente real, y que afecta a todos. Se trataría de aquellos

facultativos que movidos por ésta emoción primaria desoían los testimonios de colegas

de profesión que habían convivido con la enfermedad en el extranjero y que ofrecían

numerosos datos en contra de contraer la enfermedad por el acercamiento en el cuidado

a los enfermos. Pero ese desconocimiento de la enfermedad y la evidencia de la nula

efectividad de tratamientos utilizados sobrepasaban la barrera del miedo hacia el pánico

llevando a éstos médicos al abandono de las poblaciones.

A mediados de julio de 1834, en el B.O. de la provincia de Cáceres se publica

una R.O. que recoge las medidas y recomendaciones que desde la Corona se ofrecen

para precaverse del cólera-morbo y de los primeros medios de su tratamiento. Será

ahora cuando la enfermedad amenaza la capital cuando se decida dar instrucciones

claras y sencillas a la población de métodos de precaución y tratamiento. Y dentro de

éstas últimas se recomendaban las medidas de abrigo y lavativas que a la postre

resultarían ineficaces, y fáciles de entender desde el conocimiento actual si tenemos en

cuenta que la principal consecuencia del cólera es el shock por deshidratación

importante, luego toda medida de aporte de calor agravaría el cuadro. En ésta Real

Orden se destaca “la esmerada limpieza de las personas, de las casas y de todo lo

288 Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia de 23 de julio de

1834.

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197

demás que sirva a los usos ordinarios; evitar en lo posible exponerse a un aire frío y

húmedo y sobre todo al que por su olor manifieste tener cualidades poco saludables; no

exponerse a un calor excesivo, tener un arreglo juicioso en la comida y bebida, no

cometer género alguno de abusos, y esforzarse en olvidar todo lo que, no estando a

nuestro alcance su remedio, entristezca, y abatiendo el ánimo predisponga muy

particularmente a contraer varias enfermedades”.289

A medida que nos adentramos en el verano de 1834 el cólera avanza por el país

sin encontrarse una solución al problema, y la angustia se apodera de las autoridades

locales, provinciales y nacionales. De ésta manera “la salud pública es la primera de las

atenciones, y que a ella deben ceder los intereses de las demás”. Mediante la R.O. de

11 de julio de 1834, la Reina expresa su deseo de “facilitar a los pueblos afligidos por

el cólera morbo todos los auxilios”, y sitúa éstos en los facultativos de la medicina, a

los que da la oportunidad para que alcancen la “gloria”, y en determinadas condiciones,

incluso una “pensión vitalicia” a cargo de los fondos municipales. Siendo además

consciente de la necesaria financiación organiza un plan para obtener fondos entre las

clases pudientes, tocando para ello la fibra sensible de la filantropía humana, y dando la

oportunidad para que a aquellos individuos que se destaquen “por sus esfuerzos en

atenuar los estragos de la enfermedad, auxiliar a los enfermos…”, redunde en

beneficio de su ascenso profesional. Todo ello previa precaución de si las donaciones no

fuesen suficientes los Gobernadores Civiles tomen los fondos necesarios “de pósitos, de

los propios, de la policía urbana y ornato, de los destinados a obras de utilidad

pública…”; pero es que además si no fuera suficiente con lo expresado, se permite

aprobar arbitrios a propuesta de los Ayuntamientos durante los meses en que la

epidemia visite los pueblos y suprimiéndolos cuando ésta los abandone. Destaca en ésta

Real Orden el protagonismo que se le da a los facultativos y su necesaria presencia en la

asistencia a los enfermos, pero aún no se oyen las recomendaciones que desde éste

colectivo se vienen difundiendo desde finales del siglo XVIII en referencia a la lucha

contra las enfermedades epidémicas en general: “Los Profesores de Medicina, a quienes

los rigores de la enfermedad epidémica ofrecen ocasión para cubrirse de gloria en su

noble carrera, que acrediten haberse distinguido por su celo en la asistencia a los

289 Esta Real Orden que recoge minuciosamente las medidas de tratamiento

recomendadas y realizadas en ese momento de la epidemia se reproduce íntegramente

en el apartado Apéndice documental.Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de

la Provincia. Suplemento al del 11 de julio de 1834.

Page 198: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

198

enfermos, merecerán la particular consideración de S.M. para ser atendidos en sus

solicitudes, así en las de su profesión como en cualquiera otras, siempre que tengan la

debida aptitud: y los que teniendo su habitual residencia en pueblos sanos, acudiesen

invitados por los Gobernadores Civiles, a la asistencia de los enfermos en los

epidemiados, y sean atacados en este servicio por la enfermedad, gozarán a propuesta

de los mismos Jefes, una pensión vitalicia de 200 a 300 ducados sobre los Propios de la

provincia donde hubiesen contraído éste mérito. Los Gobernadores Civiles de las

provincias, los Alcalde Mayores de los pueblos, los individuos de los Ayuntamientos,

Juntas de Sanidad y Caridad, los funcionarios públicos de todas clases, y las personas

particulares que más se distingan en sus esfuerzos por atenuar los estragos de la

enfermedad, auxiliar a los enfermos, y evitar la reproducción del contagio por medio de

escrupulosas desinfecciones en tiempo oportuno, y demás medidas que aconseja el arte

y están prevenidas por Reales Órdenes, podrán alegar éste mérito en las solicitudes que

entablen en sus respectivas carreras, y será considerado como preferente a otros en

igualdad de aptitud…”290

.

Un hecho lamentable se está produciendo en algunos pueblos, y es el abandono

de las autoridades ante la presencia de la enfermedad, o incluso antes por el miedo a la

invasión del cólera. A finales de julio ésta realidad, si bien antes, y basándose en el

empirismo fue ordenada por la Corona, y recogida en Real Orden. Ahora sin embargo la

huída de autoridades y empleados no es consentida por la misma. No permiten que

“abandonen los pueblos en casos de contagio”, dando ya otro valor a la palabra

“contagio”, distinto al de mecanismo de trasmisión, e identificándolo con la propia

presencia de la enfermedad:

Real Orden imponiendo ciertas multas a los individuos de los Ayuntamientos

que abandonen sus pueblos por la invasión del Cólera-morbo:

----------------------

El Exmo Sr Secretario de Estado y del despacho de lo Interior, con fecha 1º del actual

me comunica de Real Orden lo que sigue.

Ha llegado a noticia de S.M. La Reina Gobernadora con el mayor desagrado que

varias autoridades locales, e individuos de ayuntamientos de los pueblos invadidos por

el cólera morbo en algunas provincias los han abandonado, huyendo cobardemente, y

290 Esta Real Orden se reproduce íntegramente en el apartado e Apendice documental.

Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. De 16 de julio de

1834.

Page 199: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

199

dejándolos expuestos, con mengua de su honor y menosprecio de sus sagradas

obligaciones, a los horrores de la anarquía y de la miseria, precisamente en los

momentos en que es más necesaria la presencia de las autoridades, y exige de ellas

mayores esfuerzos el estado de aflicción de los pueblos. Y deseando S.M. poner término

a un abuso tan escandaloso, y reducir al cumplimiento de sus deberes a los que así los

desconocen, ha tenido a bien mandar lo siguiente:

1º Los Gobernadores Civiles impondrán y harán efectivas multas proporcionadas a las

facultades de los individuos, que siéndolo de Ayuntamientos en los pueblos invadidos de

la enfermedad los abandonen sin la competente licencia.

2º Estas multas serán de mayor consideración respecto a los Alcaldes, los que como

Autoridades gubernativas, tienen una obligación especial de subsistir en los pueblos, y

procurar preservarlos de los males que debe ocasionar su ausencia”.291

A pesar de los medios puestos en funcionamiento, el cólera sigue su curso por

España, y la Corona reconoce ahora varias cuestiones:

- Haber adoptado las mismas medidas que “en circunstancias análogas de

contagios exóticos…”,

- Que “al dictar éstas medidas no estaba poseída de gran confianza en su

resultado…”,

- Que el motivo principal de su puesta en marcha fue “para tranquilizar los

ánimos, como uno de los medios de atenuar los estragos del azote…”,

- Que las actividades económicas y administrativas de las poblaciones se han

visto afectadas causando “ evidentes y trascendentales perjuicios…”.

- Que el aislamiento no sólo no ha ayudado a prevenir la enfermedad sino que

ha aumentado sus males.

Lo que provoca la disolución de los cordones sanitarios, y centrarse ahora en la

higiene a la que califica como “el preservativo más eficaz contra el cólera y toda la

clase de enfermedades”. Se reconoce que hasta ahora en la lucha contra el cólera se

había incidido en las medidas utilizadas hasta el momento en otras enfermedades, pero

se acaba haciendo pública su inutilidad y sobre todo la poca o nula confianza en obtener

resultados positivos. La sensación de amenaza llevó a considerar la necesidad de

tranquilizar los ánimos de la población, y éste es el motivo que se aduce ahora para

291 Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. 15 de agosto de

1834.

Page 200: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

200

poner en práctica los cordones sanitarios. El avance del azote por Andalucía y

Extremadura evidencia los problemas de abastecimiento que la incomunicación provoca

en las poblaciones aisladas en las que el aumento de la miseria agrava aún más los

estragos de la misma enfermedad. Por todo lo apuntado La Reina Gobernadora ordena

ahora: “Se disuelvan todos los cordones establecidos con el objeto de impedir la

propagación del Cólera, y se restablecerán las comunicaciones interiores en toda la

extensión que tenían antes de formarse aquellos. Los Gobernadores Civiles y

Autoridades locales, tanto gubernativas como municipales protegerán la libre

comunicación de los pueblos entre sí, y evitarán las vejaciones que arbitrariamente se

causan en algunos puntos a los viajeros, a pretexto de precauciones sanitarias,

haciendo conocer a sus administrados los funestos males que acarrea el sistema mal

entendido de aislamiento e incomunicación. Las mismas Autoridades desplegarán la

mayor actividad para hacer observar las leyes y reglamentos de policía urbana e

higiene pública, cuidarán del abundante abasto de alimentos sanos en los pueblos; y

procurarán convencer a los habitantes, por cuantos medios les dicte su celo, de que el

aseo y buen régimen son el preservativo más eficaz contra el Cólera y toda clase de

enfermedades. Cuando la enfermedad epidémica invada un pueblo, adoptarán las

Autoridades, todas las medidas que estimen conducentes para mantener la serenidad y

el ánimo de los habitantes, evitando todo lo que pueda afectarlos melancólicamente.

Cuidarán por consiguiente de que los auxilios de nuestra Santa Religión sean

dispensados a los enfermos, de modo que no causen impresiones tristes y perjudiciales

en los sanos, y de que el fallecimiento de los fieles no dé motivo a ocupar su

imaginación con ideas lúgubres; a cuyo fin prohibirán las referidas Autoridades el uso

de las campanas con tales motivos mientras se padeciere dicha enfermedad. El

establecimiento de hospitales en sitios ventilados, la distribución de sopas económicas,

la ocupación de los jornaleros en obras útiles; y el recogimiento de los mendigos

llamarán muy particularmente la atención de las Autoridades en los pueblos atacados

del Cólera; haciendo uso, para ocurrir a éstos objetos, de los fondos de la suscripción

que deberán abrir desde luego, y de los demás que expresa la Real Orden expedida en

11 de julio último por el Ministerio de mi cargo”.292

292 Este documento se reproduce íntegramente en el apartado Apéndice documental.

Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del día

9 de septiembre de 1834.

Page 201: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

201

El cólera aceleraría las posturas que sobre la higiene y salubridad se venían

defendiendo por una parte del colectivo médico desde finales del siglo XVIII en la lucha

contra las enfermedades epidémicas. La llegada de ésta nueva enfermedad haría que

éstas medidas, que fueron ideadas para otras, tomaran protagonismo en la lucha contra

el cólera-morbo.

4. El Cólera-Morbo Asiático como problema científico

En una epidemia resulta casi imposible discernir aspectos científicos y sociales.

El análisis de una epidemia comporta el tratamiento de una amplia gama de factores, en

los que los aspectos políticos y científicos se entremezclan tan profundamente que

resulta imposible su separación. Así lo han puesto de relieve los estudios de Peset293

al

tratar las epidemias relacionando las teorías médicas con praxis políticas; porque las

epidemias, si no crean situaciones anormales, revelan el aspecto usual de las

anormalidades preexistentes. Su estudio en ámbitos territoriales muy concretos nos

permite una visión global, totalizadora, de los mecanismos que aseguran la coherencia

de tal comunidad.294

El primer médico de Cámara, don Pedro Castelló, consiguió de Fernando VII la

autorización para enviar en febrero de 1832 una comisión compuesta por los médicos

Pedro María Rubio, Lorenzo Sánchez Núñez y Francisco Paula y Folch, a estudiar el

cólera en París, Viena y Munich, siendo el resultado de su viaje el informe remitido

desde Berlín el 31 de mayo de 1833, no publicado hasta 1834, (al que hago referencia

en el apartado anterior). Por otra parte, en el año 1831 se recibía desde Londres y se

hacía público el informe solicitado al médico español, liberal y exiliado, don Mateo

Seoane. Al mismo tiempo una auténtica avalancha de monografías sobre el desarrollo

293

Peset, M. (1972): La Muerte en España: política y sociedad entre la peste y el cólera,

Seminarios y Ediciones S.A. Madrid.

294Rodriguez Ocaña, E. (1983): El cólera de 1834 en Granada. Enfermedad catastrófica

y crisis social. Granada. Universidad de Granada, Servicio de publicaciones. Pg. 5.

Page 202: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

202

de la enfermedad en distintos países se traducían y editaban en el nuestro, pudiéndose

citar, entre otras las de Broussais295

, La Mare-Picquot296

, Moreau de Jonnés297

, etc.

Por tanto, gracias a éste precoz interés, los médicos no recibieron la primera incursión

del cólera en España ayunos de teorías científicas con las que poder explicar y hacer

frente a la enfermedad.

En apartados precedentes se han expuesto y explicado las principales teorías que

sobre la enfermedad se mantenían en el momento, y cómo la principal circunstancia de

discusión científica se centró en el carácter contagioso o no del cólera. La actitud del

Gobierno en éste sentido se inclinó a aceptar como válida la primera teoría, ya que esto

le permitía, de una parte, ofrecer la esperanza de detener la invasión mediante los

tradicionales mecanismos antiepidémicos: y de otra plantear una serie de medidas

preventivas de carácter represivo basadas en acordonamientos y cuarentenas. En el caso

contrario, es decir admitiendo la no contagiosidad, implicaría la aceptación de la

inutilidad de los acordonamientos y cuarentenas que deberían ser sustituidos entonces

por otras medidas más costosas y más difíciles de llevar a la práctica, tales como la

supresión de focos de insalubridad, el aumento del nivel de vida y la mejora de los

saneamientos, que unidas a la aceptación de la inexistencia de métodos certeros de

curación, podría ser un caldo de cultivo en contra de mantener la tranquilidad pública.

En 1831 y 1832 no sólo era la opinión del Gobierno favorable a la consideración del

cólera como enfermedad epidémico-contagiosa en el sentido tradicional; es decir,

aquella de la que había que librarse mediante el exclusivo recurso del aislamiento;

también la clase médica oficial mantenía por entonces ésta tesis. Y en ese sentido

estuvieron todas las manifestaciones públicas acerca de la enfermedad durante esos

años. Por ejemplo los informes de las Academias médicas de Granada, Cádiz y Sevilla.

La memoria que Manuel Codorniu Ferreras, (recién vuelto del exilio), dirigida en

octubre de 1831 a la Academia de Madrid, criticaba el excesivo apego a las medidas de

incomunicación y definía el cólera como enfermedad epidémica (que a veces podía ser

295Broussais, F.J.V. (1833): Memoria sobre el cólera morbo epidémico observado y

tratado en París por F.J.V. Broussais protomédico del hospital militar de Val de Gracia

de París, traducido de la segunda edición francesa que ha aumentado el autor con notas

y un suplemento por el doctor don Ramón Trujillo, catedrático del Real Colegio de

Medicina y Cirugía de San Carlos de esta Corte. Madrid. 296 La Mare- Picquot (1832): Observaciones sobre el cólera morbo de la India hechas en

Bengala y en la Isla de Francia. París. 1831. 297Moreau de Jonné, A. (1832): Monografía o tratado completo del cólera morbo

pestilencial. Madrid.

Page 203: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

203

contagiosa). No obtuvo permiso para publicarse. Según su autor, tal circunstancia fue

debida a dicha posición teórica.298

Las teorías contagionistas como vemos fueron durante un primer momento más

atractivas para la mayor parte de los médicos de la época, pues se asociaban a un talante

liberal de la clase media a la que ellos mismos pertenecían. La idea de contagio se

vinculaba con la cuarentena y el control burocrático de las enfermedades, mientras que

el anticontagionismo se relacionaba con ciertas ideas de progreso, liberalismo, libre

actividad mercantil y reacción a la burocracia.299

Las medidas de aislamiento fueron tomadas tanto por vía del mar como terrestre.

La aparición del cólera en Portugal supuso, progresivamente, la consideración de

patente sucia para toda la costa a 20 leguas de Oporto (Real Orden de 15 de febrero de

1833), para la costa gallega hasta 5 leguas al norte de Muros (R.O. de 3 de marzo) y

para toda la costa atlántica a excepción del sur de Algarve (R.O. de 19 de abril), zona

que se consideraba solo sospechosa, sometida a 30 días de observación.

En cuanto a las medidas cuarentenarias en tierra firme marcharon en paralelo con

las marítimas, una vez que la enfermedad colérica se presentó en las naciones limítrofes

y aún en el propio suelo patrio. Estas, que comenzaron en Andalucía entre el 18 y el 24

de octubre de 1831 ante la enfermedad sospechosa aparecida en Gibraltar, se

extendieron a la frontera francesa con la noticia de la aparición del cólera en París,

desde primeros del mes de abril de 1832. En agosto se obligaba cuarentena de 15 días

en los únicos puntos de paso habilitados, Irún y La Junquera. Posteriormente abarcaron

la frontera portuguesa, donde la R.O. de 15 de febrero de 1833 estableció un punto de

entrada único para cada provincia española colindante. La R.O. de 19 de abril de 1833

estipulaba un período cuarentenario de 20 días en la raya fronteriza y otros 20 en

lazareto español para todos los viajeros del país vecino.300

El aislamiento terrestre incluía dos elementos fundamentales, el cordón sanitario

y el lazareto. El que se alzaba en las fronteras estaba básicamente compuesto por tropas,

pero también eran éstas las que cercaban las sucesivas poblaciones del interior conforme

298Codorniu, M. (1849): “Aviso preventivo contra el cólera epidémico, Madrid, Imprenta

Fuentenebro. En: Rodriguez Ocaña, E. (1981): La dependencia social de un

comportamiento científico: los médicos españoles y el cólera de 1833-35. Dynamis.

Vol. 1, pgs. 105-134. 299Martínez Hernáez, A. (2008): Antropología médica. Teorías sobre la cultura, el poder

y la enfermedad. Barcelona. Anthropos. 300 Rodriguez Ocaña, E. (1981): La dependencia social de un comportamiento científico:

los médicos españoles y el cólera de 1833-35. Dynamis. Vol 1. Pg. 105-134.

Page 204: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

204

se iba declarando en ellas el cólera. De la misma manera las ciudades y pueblos sanos

establecían “guardias de sanidad”, donde se controlaban los documentos sanitarios en

la forma de “cédulas de sanidad”, y se exigía el rígido cumplimiento de la normativa

establecida en cuanto a medidas de incomunicación. En cuanto a los lazaretos o casas

de observación, debían ser lugares apartados donde los viajeros, bajo vigilancia médica,

debían cumplir cuarentena. Esto en teoría, porque al parecer en la práctica los lazaretos

fueron lugares precariamente abastecidos y carentes de asistencia médica en la mayor

parte de los casos; de tal manera que los médicos llegaron a negarse a prestar servicio

en ellos, realizando los reconocimientos sólo al cumplir el plazo estipulado de

cuarentena y traído el sospechoso a las puertas de la población.

En cuanto a las mercancías y enseres, éstos debían ser ventilados y fumigados.

Se empleó como desinfectante el cloruro de óxido de cal.

Consecuencias graves de las medidas de aislamiento sobre las poblaciones fueron

principalmente las perturbaciones en los abastecimientos, cuya falta acarrearía el

encarecimiento de las existencias. Situación que se agravaría con un hecho coyuntural,

los consecutivos malos años en las cosechas agrícolas. A medida que el cólera

continuaba invadiendo poblaciones, los médicos advertían de la poca utilidad de las

medidas de aislamiento, y crecía la oposición del medio social.

La clase médica realizó una “resistencia pasiva” frente a unas disposiciones

íntimamente desacreditadas: discutieron hasta la saciedad el diagnóstico exacto de la

enfermedad reinante, obstaculizando de ese modo la prerrogativas de la Administración.

Se dio la curiosa circunstancia de que las autoridades, presionadas por su Ministerio y

por el clamor popular ante la mortandad creciente, se vieron imposibilitadas de aplicar

las medidas legalmente establecidas, pues “los que debían declarar la enfermedad

dijeron y dicen no existir contagio”.301

Ejemplos los tenemos en Galicia durante el

brote ocurrido en el invierno de 1833, y la actitud tomada por los médicos que deciden

“esperar a que la presentación de nuevos casos marcase más claramente el verdadero

carácter de su dolencia; puesto que una equivocación en punto tan interesante podría

acarrear las consecuencias más importantes, no sólo para esta ciudad y provincia sino

para todo el Reino”.302

301 Rodriguez Ocaña, E. (1981): Ibidem. Pgs. 105-134. 302

González, V. “Memoria histórica de la enfermedad que ha reinado en ésta ciudad

(Vigo)”. En Rodriguez Ocaña, E. (1981): Ibidem Pgs. 105-134.

Page 205: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

205

En algún otro sitio se soportó la enfermedad sin jamás aceptar oficialmente que

se tratara de cólera-morbo. El motivo, el no alarmar a la población, en la convicción de

que el cólera refleja diferentes aspectos de una colectividad, porque afecta de manera

múltiple a la vida social, y puede llegar a producir estados de convulsión en la misma.

Se estaba firmemente convencido de que el miedo sería el origen de estos estados de

convulsión, y se podría llegar a convertir en motor de la multitud.

La aparición progresiva de casos de cólera en territorio peninsular comenzó a

sembrar dudas entre el colectivo médico, de tal menera que la opinión cambiaba de

signo a medida que la enfermedad se extendía:

- Los médicos de Vigo discutieron la naturaleza contagiosa o epidémica del

mal que afectó a sus costas. Ante la inexistencia de contactos entre las

poblaciones más afectadas (Vigo, Muros, Redondela y Pontevedra),

dedujeron: “otro dato para creer que la enfermedad fue desarrollada allí

mismo; en cuyo caso es preciso creer que es estacional, o que si fuese el

cólera, se produce espontáneamente, lo que vale tanto como decir no ser

contagioso, punto que se agita hasta ahora con muchísimo calor”.303

- La Academia de Granada, proponiendo un plan profiláctico contra el cólera en

septiembre de 1833, aducía: “El Cólera-morbo es una enfermedad epidémica

y no contagiosa… por lo cual las medidas coercitivas de incomunicación son

ventajosas pero no seguras”.304

- El médico de Puente Genil en mayo de 1834 argumentaba que: “El cólera

morbo no se trasmite de un individuo a otro por contagio. Se trasmite por

infección… siendo los miasmas coléricos especialmente volátiles… siete días

debe ser el máximo de las observaciones sanitarias”.305

- Sámano, quien en 1832 era firme defensor de las opiniones contagionistas, en

el verano de 1834 pasó a postular que: “su causa eficiente existe en la

303González, V. (1833): “Continuación de la memoria histórica de la enfermedad que

apareció en Vigo el 19 de enero de 1833”. En: Rodriguez Ocaña, E. (1981): La

dependencia social de un comportamiento científico: los médicos españoles y el cólera

de 1833-35. Dynamis. Vol. 1. Pgs. 105-134. 304

Torres, J.M. (1833): “Dictamen dado a esta Junta Superior de Sanidad, sobre las

preocupaciones y método curativo que debe adoptarse para el cólera morbo indiano,

Granada, Imp del Ejército, Pgs. 3-4. En: Rodriguez Ocaña, E. (1981): Opus cit. Pgs.

105-134. 305

Arjona Castro, A. (1979): La población de Córdoba en el siglo XIX. Sanidad y crisis

demográfica en la Córdoba decimonónica. Córdoba. Publ. del Instituto de Historia de

Andalucía. Pgs. 61-62.

Page 206: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

206

atmósfera y que por lo tanto es de carácter epidémico y no contagioso, razón

por la que han sido inútiles, cuando no perjudiciales, las medidas de

aislamiento”.306

Y en la monografía que publicara, tras exponer motivos en

contra y a favor de una y otra postura, concluía diciendo: “Concluyamos pues

con juzgar que el carácter de la enfermedad es puramente epidémico; y que si

es dado alguna vez que se trasmita de uno a otro, será debida circunstancia

tal, o al hacinamiento de los enfermos, o a las malas medidas que se tomen en

su curación; las que favorecen la formación de un foco de infección del cual

se esparcen los gérmenes productores del cólera-morbo”307

- En junio de 1834 se fundó el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, y

desde el principio se propuso mantener una información completa y serena

sobre cuestiones relativas al cólera. En su número cuatro decía: “Según las

noticias que tenemos, y que confirman los datos oficiales publicados, el

cólera ha aparecido casi simultáneamente en infinitos puntos de la vasta

extensión de las Andalucías, Extremadura, Mancha y Reino de Murcia, si

bien no es tan matador como el que reinó en el año próximo pasado. Estas

dos circunstancias, que ya se han observado en varias ocasiones, nos hacen

dudar de la propagación del cólera por contacto, (o lo que es lo mismo, de su

propiedad contagiosa), y de la eficacia y utilidad de los cordones sanitarios.

Acordémonos de que para penetrar en Viena traspasó, siete de estos

cordones, y antes de afligir a los pueblos con una medida tan llena de

inconvenientes, meditemos bien y procuremos convencernos de su necesidad

y utilidades”.308

A través de las Reales Órdenes, el discurso de la Corona en cuanto al

mecanismo por el cual se transmite la enfermedad va cambiando a medida que el cólera

invade el país. Al principio habla de “pueblos contagiados”, para después hablarnos de

“pueblos epidemiados”. Esto es una prueba de la contradicción existente sobre si el

cólera es contagioso o atmosférico. La revalidación de tal afirmación se demuestra

306

Rodriguez Ocaña, E. (1981): Ibidem. Pgs. 105-134. 307

González Sámano. M. (1834): Memoria histórica del cólera-morbo epidémico, con

la exposición de sus causas, síntomas, naturaleza, duración, terminaciones, pronóstico,

curación, y medios de precaución. Madrid. Imprenta de Verges. Pg. 49. 308

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina Cirugía y Farmacia. Número

cuatro. Jueves 12 de junio de 1834.

Page 207: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

207

cuando se unen en el discurso ambos conceptos, diciéndonos “y evitar la reproducción

del contagio por medio de escrupulosas desinfecciones…”. La desinfección es una

llamada a la higiene de la población.309

En cuanto a métodos curativos, ya hemos expuesto en apartados precedentes la

anarquía existente. Para generalizar el conocimiento de los métodos curativos del cólera

la Junta Superior Gubernativa de Medicina y Cirugía, recibiendo el guante de las

experiencias utilizadas en otros lugares redactó un oficio, con el objetivo de servir

“para gobierno de los facultativos y asistentes de los enfermos”.310

Este oficio, (al que

ya se ha hecho referencia en el apartado de apuntes etnográficos sobre la diversidad

terapéutica), fue publicado en la Gaceta de Madrid y en todos los Boletines Oficiales de

provincias, por lo que muy probablemente rigió la terapéutica empleada por gran parte

de los médicos del país. En la exposición del método curativo dividían la enfermedad en

cinco períodos: primer período o principio, segundo período o álgido incipiente, tercer

período o álgido, cuarto período o de reacción, y quinto período o convalecencia.

Describían los síntomas en cada uno de ellos y recomendaban la medicación a su

parecer adecuada, de tal manera que una buena observancia de las reglas de higiene y de

guardar cama era aconsejada para el primer período, para el segundo, infusiones,

fricciones y calor, hacer vomitar al paciente por medio de la ingestión de agua caliente,

y en el caso de que fuera joven aconsejaban sangrarle, siendo otros remedios los

sinapismos, lavativas o mucilaginosas, etc. En el período álgido incipiente se

recomendaban sorbos de agua fría o nieve tomados con frecuencia, sangría, si era

preciso abriendo la vena yugular o la arteria temporal, friegas secas o con linimentos y

calor proporcionado por ladrillos de sal muy calientes. Para el período álgido se volvían

a aconsejar los sorbos de agua o nieve y las lavativas de agua y vinagre, y para los dos

últimos períodos, terapéutica sintomática en el caso de reacción y normas higiénicas

tendentes a fortalecer el organismo durante la convalecencia.311

Desde la perspectiva que nos da el tiempo, y conociendo hoy la etiología del

cólera, es fácil decir que ésta terapéutica utilizada en ésta primera epidemia resultó

309

Peral Pacheco, D. (1994): Cólera y Sanidad en las Reales Órdenes de 1833 a 1835.

Asamblea de Extremadura. Mérida. 310

Biblioteca Nacional de España: Gaceta de Madrid: suplemento a la del 8 de octubre

de 1833: 0ficio de la Junta Superior Gubernativa de Medicina y Cirugía firmado por

Pedro Castelló, Manuel Damián Pérez y Sebastián Asotravieso. 311

Puerto Sarmiento F.J. y San Juan, C. (1980): “La Epidemia de Cólera de 1834 en

Madrid”. Estudios de Historia Social: (15). Pgs. 9-61.

Page 208: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

208

inútil, y en ocasiones contraproducente, ya que la ingestión de agua facilitaba la

resiembra de vibriones coléricos en el enfermo.

La experiencia vivida en ésta primera epidemia y posteriores hizo comprender a

los Gobiernos de la segunda mitad del siglo la importancia del abastecimiento de agua

en las poblaciones, del saneamiento, de los hospitales higiénicos y modernos, del

Cuerpo Médico, de la Sanidad Internacional. Y hasta para valorizar la figura del

médico, hasta entonces poco más que simple barbero o sangrador. Muchos fueron los

errores que se cometieron, cordones sanitarios, cuarentenas, lazaretos mal organizados,

etc., que años más tarde hicieron exclamar a Sámano: “las medidas que adopta el

Gobierno hacen más daño a la nación que el propio cólera”. Finalizaría el siglo sin

descubrirse el remedio de la enfermedad, pero, con todo, el triunfo de un cierto grado de

higiene y una rudimentaria organización de Sanidad hicieron desaparecer de Europa el

Cólera.312

5. Primera epidemia de Cólera en Extremadura

La ausencia de publicaciones periódicas coetáneas a la epidemia en los archivos

locales revaloriza aún más la importancia del Boletín Oficial de la Provincia, que

proporciona información detallada sobre la respuesta del Gobernador y la Junta

Provincial de Sanidad, desde que se conoció la presencia del cólera en Portugal, así

como su avance por tierras extremeñas, y además permite un seguimiento de las órdenes

emanadas del gobierno de Madrid y de la Junta Suprema de Sanidad; y por tanto de toda

la política preventiva y sanitaria desplegada para atajar la enfermedad.

Antes del inicio de la primera invasión colérica, el colectivo social y también las

Instituciones seguían el curso de la enfermedad por Europa y de una forma más

exhaustiva en el vecino Reino de Portugal. El Diario de Badajoz difundía noticias que

de forma cotidiana familiarizaban a los vecinos con una realidad que podía estar muy

cercana.313

En julio de 1833 se avisa de su proximidad, y diversos autores publican en el

Boletín Oficial de la Provincia artículos de opinión con la intención de preparar al

pueblo ante la terrible amenaza: “llegado es el tiempo, amados comprofesores, de

312 Angolotti Cardenas, E. (1975): Las invasiones de cólera en España. Contagionistas y

anticontagionistas. Dirección General de Sanidad. 313

Rodriguez Flores, M.P. (1991):. Opus cit. Pg. 89.

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209

ilustrar a el público y prepararle para que sepa repeler la enfermedad que ha llenado

de espanto a Europa”.314

La situación fronteriza de Extremadura es la que en 1833 le proporciona el

contagio de cólera que desde Portugal se extiende, no sólo a los puertos más cercanos

tales como Vigo en febrero y Huelva, Sevilla y Badajoz en agosto y septiembre: “el

cólera, después de haber recorrido la mayor parte de Europa, invadió a España,

apareciendo por agosto de 1833 en la desembocadura del Guadiana…”315

.

En el verano de 1833 los enfermos coléricos van a estar localizados en la zona

fronteriza con Portugal. En Olivenza en un primer momento se niega su presencia: “la

falsa noticia que circulaba en ésta ciudad de haber aparecido el cólera en Olivenza

(…) pues en la citada villa se goza de mejor estado de salud que en años anteriores, sin

embargo de hallarse más de 400 quintos en depósito, cometiendo los excesos que son

consiguientes a su estado (…) habiendo solo fallecido dos de calenturas

intermitentes”316

. Sin duda ésta Circular insertada en el Boletín Oficial de la provincia

perseguía un objetivo claro, que no era otro que la tranquilidad del vecindario, ya que

según un informe del médico titular Olivenza estaba invadida por el cólera: “…desde

principios de agosto se empezaron a manifestar en ésta, unas calenturas intermitentes,

y a la segunda exacervavación se hacían perniciosas, sincopizándose los enfermos, de

cuyas resultas perecían algunos. También aparecían cólicos biliosos, de los que

murieron cuatro. El calor del día, los vientos frescos que se movían por la noche, el

cólera que reinaba en Villaviciosa y Yelves y la comunicación que tenían ambos

pueblos por el débil cordón sanitario (…) me hicieron mirar con bastante atención el

temor que tenía de que se manifestase el cólera en ésta Plaza. El día 2 de septiembre, se

manifestaron dos casos de cólera y en la misma noche, entraron en el hospital los

quintos con la misma enfermedad (…) no quedándonos duda de que había el cólera en

este pueblo (…), si se descuida cuatro o cinco horas se desarrolla la enfermedad con

314

Boletín Oficial de la Provincia, nº 55. Pgs. 3 y 4 del 15 de julio de 1833. En Peral

Pacheco, D. y Pérez Torralba, T. (2007): “Las enfermedades epidémicas en el Boletín

Oficial de la provincia de Badajoz en el siglo XIX (1833-1873)”.Norba. Revista de

Historia, Vol 20: 143-160. 315

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia, 12 de septiembre

de 1833. 316

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 28/Agosto/1833.

Page 210: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

210

todos sus síntomas y algunos perecen a las ocho o diez horas de su invasión”317

. A

pesar de haber hecho salir del pueblo a los quintos y la tropa, y recluirles en un hospital,

la permanencia del cólera en Olivenza se prolongó hasta el 11 de octubre, día en que no

se dio ningún caso de persona invadida318

.

A pesar de notar la presencia existía excesiva tranquilidad ante la epidemia, que

en Extremadura se acentúa por su “quietud, conformismo y apatía”319

. En Badajoz, por

ejemplo: “…el cólera se presentó el día 13, manteniéndose las autoridades incrédulas

que no tomaron medidas cuando el mal reinaba en Elvas y Olivenza.”320

Estando el

curso de la epidemia tan próximo a la ciudad, no resultaba difícil de vaticinar, por lo que

meses antes de su aparición el vocal de la Junta de Sanidad, D. Florencio Gómez,

anunciaba: “… las comunicaciones continuadas de gentes de ésta ciudad con aquellas

como consecuencia del contrabando, más la estación de verano, me hicieron sospechar

que en el verano sufriríamos éste azote, vaticinio que estaba al alcance de todo médico

con conocimiento de epidemias (…), y llegó el tiempo fatal, los convalecientes de los

dos hospitales que trataba, disentéricos, cachéticos, hemothóicos, tercianos y los que

padecían inflamaciones crónicas en las vísceras del vientre, pulmones y cerebro, y

algunos de fiebres agudas fueron atacados de cólera”321

. El día 5 de septiembre figura

como fecha inicial, si atendemos a una nota enviada al Obispo de la Diócesis, cuando ya

la epidemia tocaba a su fin: “La Divina Providencia se ha servido ahuyentar de ésta

ciudad, según lo afirmaron los facultativos el cólera-morbo, que tantas víctimas había

conducido al sepulcro, desde el día 5 de septiembre”322

. Pero corresponde al día 12,

fecha en que las defunciones se acercan a 100, el momento de la declaración oficial de

la epidemia. La Capitanía General, en nota reservada enviada al Obispo, informa que:

“los facultativos han declarado que ésta ciudad se haya invadida del cólera”323

. Texto

redactado el día 11 por la Junta Municipal de Sanidad y que irá seguido de un parte

317

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia.17/Septiembre/1833. 318

Merinero Martin, M.J. (1985): “El cólera en 1834 en Cáceres”. Revista Norba V.

Cáceres. Pgs. 235-247. 319

Rodríguez Sánchez, A. (1983): “Extremadura: historia y mentalidad”. Estudios

jurídicos y económicos de Extremadura. Uex. 1983. Plasencia. Pg. 111. 320

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 16/Octubre/1833. 321

Boletín Oficial. 16/Octubre/1833, en Rodríguez Flores, M.P. (1991): Opus cit. Pg.

93. 322

Archivo Diocesano de Badajoz. Leg 13/79, nº 70. En Rodriguez Flores, M.P. (1991):

Opus cit. Pg. 93. 323

Archivo Diocesano de Badajoz, Leg. 13/79, nº 70 (12 de sept de 1833). En

Rodriguez Flores, M.P. (1991): Opus cit. Pg. 94.

Page 211: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

211

oficial con fecha de 14 de septiembre que será conocido a través del Boletín Oficial el

día 16.324

Podemos constatar que la mortalidad ocasionada por el cólera-morbo en

Badajoz presentó signos catastróficos, al producirse un alto índice de defunciones, en un

reducido número de días325

. Desde Badajoz pasaría el 25 de septiembre a la vecina

localidad de Talavera la Real, cuya Junta Municipal de Sanidad realizó el siguiente

comunicado: “Desde el 25-IX al 7-X-1833, la situación es de: 33 invadidos, 18 curados

y 15 muertos. Y el 22 de octubre se declara libre la comunicación, aunque desde el 10

de octubre no ha vuelto a existir ningún caso”326

.

El dos de octubre de 1833 otra población fronteriza con Portugal declara la

presencia del cólera. Se trata de Alcántara, cuya Junta Municipal de Sanidad suscribía

en boca de su presidente una circular que fue enviada a los pueblos de la zona

informándoles que en citada villa se padece el Cólera Morbo o una complicación que

hace mortíferas las demás estaciones reinantes327

.

El 21 de octubre de 1833 la Junta Superior de Sanidad de Extremadura declara el

estado de desinfección de la ciudad de Badajoz y de Olivenza. Pocos días después

también la villa de Valverde de Leganés, de Oliva, Alcántara, Talavera la Real y de

Almendral.328

Parece ser que por el momento son las zonas cercanas a Portugal las castigadas

por la enfermedad, a tenor a las respuestas ofrecidas por las respectivas Juntas

Municipales de Sanidad, a la circular que el Capitán General de la provincia de

Extremadura envió a los pueblos extremeños el 22 de septiembre de 1833: en Collado

“no se conoce enfermedad alguna contagiosa”329

, en Hernán Pérez “se goza de buena

salud y no ha ocurrido novedad alguna de contagio ni otra enfermedad contagiosa”330

,

324

Ibidem. Pg. 94. 325

Ibidem. Pg. 94. 326

Merinero Martin, M.J. (1985): “El cólera en 1834 en Cáceres”. Revista Norba V.

Cáceres. Pgs. 235-247. 327

Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Sección Real Audiencia, Legajo 569.

Expediente 114. 328

Peral Pacheco, D. y Pérez Torralba, T. (2007): “Las enfermedades epidémicas en el

Boletín Oficial de la provincia de Badajoz en el siglo XIX (1833-1873)”. Norba,

Revista de Historia, Vol. 20: 143-160. 329

Archivo Histórico Provincial de Cáceres, Sección Real Audiencia. Legajo 569,

Expediente 139. 330

Ibidem. Expediente 145.

Page 212: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

212

el pueblo de Mirabel “se halla libre de toda enfermedad contagiosa”331

, y lo mismo se

puede decir de Santibañez el Bajo332

. Otros comunicados sobre el estado de salubridad

en la provincia son los siguientes: Almendral: el 28-IX-1833, no se dio ningún caso,

pero el 27 hubo tres casos. Carmonita: Del 27 del IX al 20 del X de 1833, no se

presentó ningún caso. Guadalcanal: El 30-IX-1833, ningún caso. Jerez de los

Caballeros: El 10-X-1833, ningún caso. Valverde de Leganés: hasta el 25 de

septiembre de 1833: Invadidos 15, Muertos 6, Curados ninguno, el 2-X-1833:

Invadidos 2, Muertos 1, Curados 3, y desde el 10—X-1833, no hubo ningún otro

atacado en Valverde, Talavera la Real: Desde el 25-IX al 7-X-1833 la situación es de:

33 invadidos, 18 curados y 15 muertos. Y el 22 de octubre se declara libre la

comunicación, aunque desde el 10 de octubre no ha vuelto a existir ningún caso.333

Una de las poblaciones extremeñas más castigadas fue Alcántara, la tabla y

gráfico siguientes son elocuentes respecto a la magnitud que alcanzó el azote durante el

mes de octubre de 1833:

FALLECIDOS

Ene Feb Mar Abr May Jun Jul Ago Sep Oct Nov Dic

5 7 2 4 4 5 9 6 15 148 15 8

331

Ibidem. Expediente 154. 332

Ibidem. Expediente 168. 333 Merinero Martín, M.J. (1985): Art. cit. Pgs. 235-247.

Page 213: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

213

Evolución de la Mortalidad en Alcántara durante 1833

Las primeras partidas de defunción que indican como causa de muerte la

afección colérica aparecen fechadas el 30 de septiembre. Muertes provocadas, según

reza el texto de las mismas, por cólico epidémico. Al día siguiente se produce un nuevo

óbito que el facultativo achaca también a la misma causa y otras dos, pertenecientes a

dos hermanos que, al parecer, murieron en cinco horas de cólico. A partir de este

momento la consigna permanentemente utilizada como causa de defunción es la de

cólera. La intensidad que el morbo alcanzó en esta población durante la mayor parte del

mes de octubre fue enorme334

.

Poblaciones cercanas a Alcántara también fueron contagiadas, tal es el caso de

Villa del Rey, cuya Junta Municipal de Sanidad el día 11 de octubre informaba acerca

del reconocimiento efectuado a dos enfermos atacados de cólera, una mujer y un

“tambor” del Regimiento provincial de Trujillo335

. El día 27 eran cuatro las personas

fallecidas a causa del morbo, que en días posteriores aumentaron de tal manera que a

fecha de 30.X.1833 el registro era de que “había 15 atacados y 5 fallecidos” 336

.

Otros pueblos cercanos a los que el cólera atacó en otoño de 1833 fueron

Ceclavin y Navas del Madroño. Según los partes facilitados por sus Juntas Municipales

334

Clemente Fuentes, L. (2008): “Los azotes del cólera morbo en la provincia de

Cáceres durante el siglo XIX”. Ars et Sapientia. Año IX. Agosto. Pgs. 97-123. 335

Ibidem. 336

Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Sección Real Audiencia, Legajo 569.

Expediente 116.

Page 214: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

214

de Sanidad: en Ceclavín, el día 2-X-1833 hubo 3 cadáveres, y el día 3-X-1833 hubo 14

cadáveres337

; en Navas del Madroño, el día 4-X-1833, comunica que el día 2 existieron

5 muertos y el día 4 otros 14 muertos por el cólera338

.

Parece ser que desde estas zonas fronterizas el cólera va invadiendo la provincia

en un recorrido de sur a norte. En septiembre de 1833 la villa de Garrovillas prohíbe la

entrada de todos los feriantes que pudieran concurrir a la feria de San Mateo y que

procedieran de una línea trazada desde Trujillo, Montánchez, Salorino, Santiago de

Carbajo y Herrera339

. La epidemia presentará una extraordinaria gravedad en los

pueblos de Badajoz340

. En el mes de diciembre de 1833 se difunde la noticia de que el

cólera-morbo asiático ha llegado a Cáceres y al Casar de Cáceres341

.

En invierno, con el descenso de las temperaturas, la bacteria responsable de la

enfermedad disminuyó notablemente su actividad, aunque a comienzos de 1834

aparecieron en algunos pueblos de Cáceres ciertos síntomas que hicieron sospechar a las

autoridades que se trataba del cólera. No obstante, todo quedó en una falsa alarma.342

Pero con la llegada de la época estival la epidemia se reactivó, y al ser la frontera el

lugar por donde apareció el morbo un año antes, será ésta objeto de estrecha vigilancia,

y más aún cuando tras ser estudiados varios casos por parte de facultativos pacenses, se

certificase la existencia del morbo en el hospital militar de Yelves (Elvas). A partir de

aquí se decide la incomunicación con ésta ciudad portuguesa y alrededores, observación

de 15 días de cuarentena para todas las personas, caballerías, géneros y efectos,

procedentes del referido lugar; especial precaución con la correspondencia, advertencia

de pena a las personas que auxilien, protejan o encubran a los contrabandistas que

traigan géneros de Portugal, así como a los protectores o encubridores de los infractores

de las reglas antes apuntadas, los que supieren la contravención de cualquiera de éstas

medidas y no la manifieste inmediatamente a la autoridad de Sanidad, y toda persona

que estando en observación se fugase de ella, así como la que extraiga del lazareto

337 Merinero Martín, M. J. (1985): Art. cit. Pgs. 235-247. 338

Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Sección Real Audiencia, leg. 569.

Expediente 80. 339

Archivo Municipal de Garrovillas de Alconétar: Actas de la Junta Municipal de

Sanidad. Sesión de 12 de septiembre de 1833. 340

Clemente Fuentes, L. (2008): Art. cit. Pgs. 97-123. 341

Archivo Municipal de Garrovillas de Alconétar. Actas de la Junta Municipal de

Sanidad. Sesión de 18 de diciembre de 1833. 342

Sánchez de la Calle, J.A. (1994): Plasencia: Historia y población en la época

contemporánea (1800-1990). Asamblea de Extremadura. Mérida. 1994. Pag. 115.

Page 215: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

215

efectos puestos en observación sin permiso de la Junta Municipal. Se encarga también

el aseo de los pueblos, y la obligación de los médicos de dar parte de cualquier

novedad343

.

Es notoria la preocupación por el ejercicio del contrabando, al que se le

consideraba como “el verdadero conducto, por donde se comunica la mortífera plaga

del Cólera morbo y otras enfermedades contagiosas”. Por lo que desde la Corona se

determina que “por ahora toda persona que se dedique a tan ruin tráfico y sea

aprehendido con él, o justificado que lo ha tenido en su poder, sea incomunicada por

veinte días, o los que se señalen según las circunstancias en el punto en que se designe,

y entregado enseguida a la Autoridad competente para su condigno castigo. Los sujetos

conocidos por notoriedad ocupados en dicho tráfico serán obligados a presentarse

diariamente a las respectivas Autoridades, para que les conste su residencia personal,

observándoles por todos los medios que están a su alcance”.344

Pero no solo desde la capital se enviaron comisionados para estudiar el estado de

salud en los pueblos portugueses cercanos, poblaciones de la “raya” también hicieron lo

propio, como el caso de Villanueva del Fresno, cuya junta municipal, habiendo recibido

noticias de la existencia del cólera-morbo en la villa de Morón, en Portugal, “comisionó

un facultativo para reconocer la enfermedad que allí reina, y ha declarado éste a su

regreso en 6 del corriente que efectivamente la villa de Morón se halla invadida del

Cólera-Morbo”345

.

Desde Andalucía se reciben noticias de los estragos que la epidemia seguía

causando entre su población. La Junta Superior de Sanidad de Granada informa que “la

salud pública de ésta Capital de seis días a ésta parte se ha alterado en el número de

fallecidos, aunque no de un modo alarmante. En los pueblos de su Vega ha vuelto a

reproducirse la enfermedad reinante en bastante grado; y en las ciudades de Guadix,

Loja y Alhama, pueblos de Illora, Montefrío y otros varios se sufre la misma calamidad

…”346

.

El 16 de julio de 1834 la Junta Superior de Sanidad de Extremadura hace saber

al Capitán General de la provincia la aparición del cólera en poblaciones cercanas a

343 Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia, nº. 37, 23-6-1834.

Circular nº. 20. 344

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 23 de julio de

1834. 345

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 8 de julio de 1834. 346 Ibidem.

Page 216: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

216

Badajoz, una correspondiente a su partido, Salvaleon, y otra en Portugal, Campo

Mayor:“Hallándose invadida de la enfermedad del Cólera morbo, la villa de Salvaleon,

en el partido de ésta Capital, según los partes oficiales que aquella junta municipal ha

dirigido a ésta superior; se ha dado las órdenes correspondientes para la

incomunicación con los demás pueblos de su circunferencia, así como por las mismas

se provea a aquella de los artículos de subsistencia y medicinas que necesite. También

se sabe por noticia dada por sujeto fidedigno, que en la vecina plaza de Campo mayor

en Portugal, han ocurrido cinco casos de Cólera morbo asiático desde el día 5 al 14 del

corriente mes, habiendo muerto un individuo, restando dos de gravedad, y los otros dos

están fuera de peligro”.347

El recrudecimiento de la epidemia durante el verano conllevó, por segunda y

última vez en la historia, a que el Gobierno estableciera un cordón sanitario destinado a

aislar las provincias de Extremadura y La Mancha de las de Andalucía, formado por

tropas de línea extendidas desde Fregenal de la Sierra hasta Lorca. Como puntos de

paso de viajeros, provistos de lazareto, se establecieron para Extremadura los de

Guadalcanal, Monesterio y Fregenal, además de otros intermedios en Azuaga, Fuente

Ovejuna y Segura348

. Además continúa la incomunicación de los pueblos afectados,

nunca bien aceptada y a veces mal establecida, como el caso del pueblo de Berlanga en

el que “por haber incomunicado a esta villa de los pueblos circunvecinos, suponiendo

existir en ella el Cólera morbo, se hace notorio al público que en Berlanga se disfruta

hasta la fecha la mejor salud, pues así consta de las diligencias oficiales practicadas al

efecto”.349

El 24 de julio de 1834 se reúne la Junta de Sanidad de la provincia de Cáceres

para acordar que: “las personas y procedencias de Madrid u otro pueblo infectado

desde el día 15 de julio siempre que lleguen a ésta Capital sin haber hecho cuarentena,

la harán de nueve días de observación desde el de su salida del último punto

contagioso; y será de más tiempo si se observa novedad en su salud, debiendo ser

reconocidos, pasados los nueve días, y purificadas sus ropas y efectos”.350

347

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 30 de julio de 1834. 348

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia, nº 41, 2-7-1834.

Circular nº 22. 349

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 8 de julio de 1834. 350 Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 4 de agosto de

1834.

Page 217: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

217

El aislamiento se extenderá hasta el mes de septiembre, fecha en que el

Gobierno, convencido claramente de la ineficacia de los cordones sanitarios, emite un

comunicado exponiendo y reconociendo la inutilidad de los mismos así como los

perjuicios sobre la economía de las poblaciones351

.

De la extensión del cólera por la geografía extremeña dan fe las declaraciones de

las juntas municipales de los pueblos afectados. El ocho de julio el Boletín Oficial de la

Provincia de Cáceres publica el parte emitido desde Quintana, en el que su junta

manifiesta que “… desde el día 29 de junio anterior, al 4 inclusives del corriente han

sido acometidas del cólera 59 personas, habiendo muerto 16, curándose 19, y existen

21 enfermos” 352

.

Ante la presencia del morbo toda aportación particular es poca y necesaria, y

ante la petición realizada por la Corona se informa a ésta de “los señores suscriptores y

cantidades que han ofrecido hasta el día para socorrer a los enfermos que puedan ser

invadidos del Cólera-morbo en ésta provincia”.353

A finales de julio de 1834 la Junta Municipal de Sanidad de otra población del

interior, Villafranca, pueblo de la provincia de Badajoz, hace oficial que: “el facultativo

comisionado de la villa de Zafra para reconocer las enfermedades que reinan en

Villafranca de los Barros; ha declarado que dicha villa se halla invadida del Cólera

morbo”.354

El cólera es una realidad en todo el territorio nacional, y el abandono de

autoridades locales e individuos de ayuntamientos de pueblos invadidos en algunas

provincias es un hecho, “huyendo cobardemente, y dejándolos expuestos, con mengua

de su honor y menosprecio de sus sagradas obligaciones, a los horrores de la anarquía

y la miseria, precisamente en los momentos en que es más necesaria la presencia de las

autoridades, y exige de ellas mayores esfuerzos el estado de aflicción de los pueblos”.

Por los que desde Madrid se reciben órdenes para “poner término a un abuso tan

escandaloso y reducir al cumplimiento de sus deberes a los que así lo desconocen”:

351

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día1-9-1834. 352

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 8 de julio de 1834. 353

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 23 de julio de 1834. 354

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 6 de agosto de

1834.

Page 218: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

218

1º Los Gobernadores Civiles impondrán y harán efectivas multas proporcionadas a

las facultades de los individuos, que siéndolo de Ayuntamientos en los pueblos

invadidos de la enfermedad los abandonen sin la competente licencia.

2º Estas multas serán de mayor consideración respecto a los Alcaldes, los que como

Autoridades gubernativas, tienen una obligación especial de subsistir en los pueblos, y

procurar preservarlos de los males que debe ocasionar su ausencia”.355

En pueblos no invadidos, ante el temor de un riesgo que se ve inminente, se

decide por parte de sus autoridades encarnadas en las juntas municipales de sanidad,

suspender la celebración de sus ferias anuales, “como medida a adoptar para librarse

del Cólera morbo”. Tal es el caso de la villa cercana a Extremadura de Arenas de San

Pedro.356

A finales de agosto se reciben noticias de que “el Cólera va disminuyendo

considerablemente en Madrid. Del día 17 al 18 murieron 24 personas, y del 18 al 19

veinticinco, incluyendo en uno y otro día hospitales y población”.357

El 25 de agosto de 1834 se anuncia en el Boletín Oficial de la Provincia de

Cáceres la existencia de un periódico que se redacta en la misma, cuyo autor es el

médico y cirujano don Rafael de Cáceres. En sus números 1 y 2, hasta entonces

publicados, se cuenta lo siguiente:

Número 1º, contiene el itinerario del cólera morbo, medidas sanitarias, inteligencia

que debe darse a las palabras, contagio, infección, endemia, y epidemia, bibliografía

nacional, anuncio.

En el número 2º. Aristoloquia redonda: nuevas observaciones sobre ésta planta,

informe de la comisión de facultativos de la ciudad de Murcia: Feliz hallazgo de los

polvos de Gijona contra el cólera morbo: recetas de una y otra viborera.

Se anuncia que éste periódico interesa a todas las clases, y en especial a los

facultativos de los tres ramos, a las municipalidades, a las juntas de sanidad, etc. Se

355 Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 15 de agosto de

1834. 356

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 22 de agosto de

1834. 357

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento 25 de

agosto de 1834.

Page 219: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

219

suscribe a 12 rls por trimestre, y cinco por mes, en todos los puntos en que se admiten

al Boletín Oficial, y se publica todos los días 10, 20 y 30 de cada mes.358

A principios de septiembre, la Reina Gobernadora en su afán por facilitar todo

género de auxilios a los pueblos afligidos por el Cólera Morbo, y evitar el desaliento

que origina la ausencia de las autoridades de los puntos donde deben desempeñar sus

respectivos destinos, como también los excesos y delitos graves que provienen muchas

veces de la falta de una constante vigilancia, y siendo consciente que los deberes de los

funcionarios públicos son tanto más imperiosos cuanto mayores son los riesgos, y las

dificultades, ordena lo siguiente:

1º.- Todos los empleados en actual servicio de cualquiera clase dependientes de ésta

Secretaría de mi cargo, que con Real licencia o la de sus jefes inmediatos, se hallen

fuera de los pueblos donde deben servir sus destinos, se restituirán a aquellos, sin más

dilación que la necesaria para disponer su viaje.

2º.- Los que sin previa autorización competente que sólo se concederá para objetos del

Real servicio abandonaren el pueblo donde ejercen sus funciones desde que se haya

declarado existir en él, la dicha enfermedad, hasta que hubiera desaparecido quedarán

privados de su destino.

3º.- Los Regentes de las Audiencias dentro de su respectivo territorio quedan

encargados de vigilar sobre el cumplimiento de ésta resolución Soberana, dando

cuenta a S.M. de cualquiera contravención.359

Coincidente con éstas fechas en las que el cólera ataca duramente al territorio

extremeño, son varios los Ayuntamientos de los pueblos contagiados que reclaman con

urgencia a la Junta Superior se les auxilie con facultativos para la asistencia a los

enfermos. De ésta manera, la Junta Superior de Sanidad acuerda “se invite por los

Boletines Oficiales, a los profesores de Medicina que quieran desempeñar sus

funciones a alguno de los pueblos indicados, abonándoseles diariamente el honorario

de 160 reales vellón. En consecuencia ésta Junta Superior, se promete que en honor de

su profesión y alivio de la humanidad doliente, se prestarán a éste servicio

voluntariamente los facultativos necesarios al efecto; en cuyo caso los que deseen

358

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento 25 de

agosto de 1834. 359 Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 1 de septiembre de

1834.

Page 220: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

220

prestarse a ésta invitación, avisarán su conformidad a ésta Junta para designarles el

punto en el que han de prestar su asistencia”.360

La erradicación de toda medida de aislamiento es decretada por la Corona en

éstos momentos.361

Noticia que permitiría la celebración de ferias por toda la geografía

española en general y extremeña en particular. Lo cual podía dar lugar a la recuperación

de las maltrechas economías de las zonas afectadas. Al hilo de lo anterior, algunos

pueblos salen al paso para desmentir las noticias que afirmaban la suspensión de sus

ferias: “Las ferias de Arroyo del Puerco y Garrovillas no se suspenden como

falsamente se ha dicho. La primera principia el 12 del presente mes de Septiembre, y la

segunda el 21 del mismo, según es de costumbre”362

. De la misma manera se conceden

permisos a los pueblos que así lo habían solicitado para la celebración de mercados

semanales: “S.M. La Reina Gobernadora se ha servido aprobar la concesión hecha por

V.S al Ayuntamiento de Jarandilla para celebrar un mercado el jueves de cada semana:

la de verificar igualmente un mercado semanal el domingo a los vecinos de Zarza de

Granadilla, a los de Navalmoral de la Mata, y a la villa de Alcántara: como así mismo

ha tenido a bien S.M. trasladar la Feria que se celebraba en esa Capital el día 11 de

junio, a los días 20, 21 y 22 de agosto”.363

Ahora que el cólera invade toda la geografía extremeña, comienza a declinar en

Madrid: “Considerada ya casi extinguida la enfermedad epidémica que afligió a la

Capital se manda proceder al expurgo y desinfección de la población”. De la misma

manera se reciben noticias de remedios utilizados en lugares remotos: “En Tepatellan,

(estado de Jalisco), ninguno ha muerto del Cólera, haciendo simplemente uso de la raíz

de una planta que llaman Amujo la Silvestre, muy abundante en aquél país”. Sin

embargo, de otros lugares las noticias no son tan buenas, ya que “El Cólera está de

nuevo en Londres”.364

360

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 1 de septiembre de

1834. 361

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día1-9-1834. 362 Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 5 de septiembre de

1834. 363

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 8-9-1834. 364

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 3 de octubre de

1834.

Page 221: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

221

El Cólera Morbo remite en la capital, pero se ha extendido y hace estragos por

toda la península, disparándose con ello la venta de medicinas sin recetas, lo cual obliga

a la Junta Superior Gubernativa de la Facultad de Farmacia denunciar actos de

intrusismo:

“Noticia de la Real Junta Superior gubernativa de Farmacia de que en algunas

droguerías y en muchas tiendas o almacenes de abacería de varias ciudades y pueblos

del Reino, a aún por diferentes personas, y otros que a manera de drogueros o

especieros ambulantes, discurren por ellos, se venden al público medicinas simples y

compuestas en grandes y pequeñas cantidades en rama o pulverizadas según se piden,

hasta por recetas, en contravención y menosprecio de lo terminantemente prevenido

por las leyes y señaladamente en los artículos 13, 14, 15 y 16 de la 8ª título 13, libro 8º

de la Novísima Recopilación: que en algunos pueblos se hallan boticas de viudas o

pupilos, de comunidades Religiosas, hospitales o casas de beneficencia, sin estar al

cargo de regentes aprobados; y que en otros se establecen botiquines dirigidos y

gobernados por intrusos en la facultad, todo con grave perjuicio de la salud pública y

de los legítimos derechos de los profesores de Farmacia, que si en algún tiempo deben

corregirse y castigarse, en ninguno con mayor motivo que en las actuales

circunstancias en que el Cólera Morbo se ha extendido y hace estragos por la mayor

parte de la península; sin que hayan alcanzado a remediar tales desórdenes las

providencias tomadas hasta aquí por dicha Real Junta; deseando ésta corregir y

castigar pronta y eficazmente tan punibles excesos, ha autorizado, en uso de las

facultades gubernativas que la están concedidas por la expresada ley, a la

Subdelegación Farmacéutica de ésta Capital, compuesta de los profesores don Nicolás

Roldan, don Manuel Salas y don Fabián Pérez, para que con los Subdelegados de

Partido que se considere conveniente nombrar, se ocupe desde luego en reprimir y

castigar dichos excesos con arreglo a lo dispuesto en los precitados artículos e

instrucciones de dicha Real Junta. En éste supuesto, y en el de que la unidad y armonía

en los agentes del poder, da a éste verdadera fuerza, que se disminuye y aún enerva en

el caso contrario;…”365

.

En Badajoz, el 27 de septiembre marca el inicio de la epidemia que iba a durar

hasta finales del mes de octubre, falleciendo el día 31 las dos últimas personas. Esta

365Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 6 de octubre de

1834.

Page 222: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

222

segunda invasión en la ciudad tuvo una duración de 34 días, a lo largo de los cuales se

producen 45 defunciones.366

Desde la Intendencia de la provincia limítrofe de Toledo se reciben buenas

noticias: “Ya gracias a la divina misericordia cesó en ésta ciudad la enfermedad

epidémica que nos afligió, según se anunció en el Boletín Oficial…”367

.

Zafra anuncia que su feria de San Miguel se celebrará el día de Todos los Santos

“del próximo venidero noviembre”. El motivo no es otro que la esperada noticia de que

“ha cesado ya la enfermedad epidémica que se padeció en la villa”368

. Desde Mérida,

sin embargo, las noticias que se reciben no son tan buenas, y es que al parecer “los

facultativos de la ciudad dieron parte a la autoridad de que en éstos últimos días

habían muerto ocho personas con síntomas del Cólera morbo”. A pesar de ello, no se

está o no se quiere estar en la certeza de que el cólera sea la causa: “a pesar de que sea

cierto la muerte de los ocho individuos, sabemos que la gente sensata duda de que

hayan sucumbido de afecciones coléricas; pues todos ellos padecían enfermedades

habituales, que dan motivo para creer que hubieran perecido sin necesidad del

cólera”.369

Desde Plasencia en octubre de 1834 se da parte al Gobernador Civil de la

aparición del Cólera morbo, y se informa de una ciudad inserta en la mayor

consternación, su ayuntamiento lleno de apuros, de malas relaciones de éste con otras

autoridades, y de falta de facultades. Ante éste panorama la visita del Gobernador Civil

a la ciudad se considera como crucial en el cambio de un escenario totalmente

desolador.370

Noviembre será un mes en el que otras poblaciones se verán también duramente

atacadas por el cólera, tal es el caso de Don Benito, cuya Junta Municipal de Sanidad

366

Rodriguez Flores, M.P. (1991): “La ciudad de Badajoz y el cólera de 1834”, Revista

de Estudios Extremeños, Vol. 47, nº 1. 367

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 6 de octubre de

1834. 368 Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 13 de octubre de

1834. 369

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

13 de octubre de 1834. 370

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 24 de noviembre de

1834.

Page 223: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

223

suplica al Cabildo Placentino “se sirva con algún socorro para los infelices de aquél

vecindario afligidos con el cruel azote del cólera morbo”.371

A principios de diciembre la Dirección general de Pósitos pide una razón de las

cantidades que se han extraído de éstos fondos para socorrer a los pueblos invadidos por

el cólera: “El Excmo Sr Secretario del despacho de lo Interior en ésta fecha me

comunica la Real Orden siguiente: he dado cuenta a S.M. la Reina Gobernadora de

varias exposiciones de la Dirección General de Pósitos en que manifestando haberse

extraído por disposición de algunos Gobernadores civiles cantidades de consideración

de los de sus respectivas provincias, ya con calidad de reintegro de otros fondos, y ya

sin éstas circunstancias reclamase ponga término a éstas arbitrarias extracciones. Y

S.M. considerando los piadosos fines de éstos establecimientos, erigidos muchos por

fundaciones particulares, y sostenidos todos por los labradores para su ayuda mutua en

beneficio de la agricultura; y teniendo presente lo mandado en la instrucción del ramo,

y en diferentes Reales Órdenes para que éstos caudales no se distraigan a otros fines

que los de su instituto, bajo la responsabilidad de los que se acordaren y ejecutaren lo

contrario, a no prevenirlo S.M. expresa y terminantemente se ha servido mandar que se

cumplan y observen todas las disposiciones de la materia, previniéndose a los

Gobernadores Civiles que sin Real facultad no dispongan de los fondos de los pósitos, y

hagan sean reintegradas inmediatamente de las partidas que no hayan sido sacadas de

ellos, en virtud y con arreglo de la Real Orden de 10 de septiembre de 1833 para el

socorro de los pueblos invadidos por el Cólera o mediando Real determinación

especial; en inteligencia de que serán responsables las Juntas interventoras de las

cantidades que entreguen sin los requisitos prevenidos por instrucción, o precediendo

Real Orden o autorización de la Dirección General de Ramo, a la cual remitirán sin

demora los Gobernadores Civiles una razón circunstanciada de las sumas extraídas de

éstos fondos para objetos extraños, dándole cuantas noticias pudiere sobre el

particular. Lo inserto a V.S. para su inteligencia y puntual cumplimiento, y disponga se

inserte esta soberana resolución en el Boletín Oficial de esa provincia para noticia de

las Justicias y Juntas de intervención de los pósitos de ellas, remitiendo V.S. a ésta

Dirección la razón circunstanciada de las sumas extraídas para el socorro de los

pueblos invadidos del Cólera; y de su recibo se servirá V.S. darme aviso”.372

371

Archivo de la Catedral de Plasencia. Actas capitulares de 25 de noviembre de 1834. 372 Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 1 de diciembre de 1834.

Page 224: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

224

El final del año 1834 y la llegada de 1835 trae consigo el anuncio en la mayor

parte de Extremadura de “que la terrible enfermedad del cólera se hallaba enteramente

extinguida”,373

y la celebración de Tedeum “en acción de gracias al Todopoderoso por

el restablecimiento de la salud pública después de haber sufrido más de dos veces el

terrible azote del cólera morbo”.374

Según Angolotti Cárdenas, ésta primera invasión colérica terminaría en

Extremadura y en España en el pueblo de Ceclavín (Cáceres) el 31 de enero de 1835.375

Pero la epidemia no había desaparecido del todo, durante 1835 continúa por tierras

extremeñas, para desaparecer en el año 1836, cerrándose éste primer ciclo

epidemiológico que iba a verse continuado en décadas sucesivas.376

373

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 21 de noviembre de

1834. 374

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 1 de enero de 1835. 375

Angolotti Cárdenas, E. (1971): “Datos para la historia del cólera en España”. Revista

de Sanidad e Higiene Púbica. Pg. 224. 376 Rodriguez Flores, M.P. (1991): Art. cit.

Page 225: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

225

IV

EL ESCENARIO Y SUS ACTORES

Page 226: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

226

Con el fin de intentar una demarcación y delimitación del campo de estudio

realizo a continuación una descripción de la comunidad elegida. Dentro de este

escenario teatralizado que me presenta el trabajo etnográfico histórico, pudiera parecer

lógico centrar esta descripción en las autoridades locales, pero estaríamos entonces

conociendo sólo a los actores principales. Se hace necesario entonces conocer también a

los secundarios (¿o más importantes que los principales?), es decir, la comunidad que

sufre el azote epidémico, la ciudad de Plasencia. Por tanto realizo un repaso a cómo

funcionaba, cómo era administrada y dotada de servicios, quienes eran sus habitantes, a

qué se dedicaban, cómo eran sus viviendas, etc. Para lograrlo se hace necesario localizar

planos y recurrir a padrones y a estudios sobre la historia urbana de la ciudad. Toda esta

información se analiza y presenta en este capítulo mediante la narración del estado de la

ciudad y de su gente. En ésta intercalo los relatos presentes en la bibliografía de autores

contemporáneos y su particular visión de la ciudad, de sus gentes, de los edificios,

calles, plazas, etc., con los resultados de las investigaciones actuales sobre el tema y con

los documentos localizados en los archivos. Este tipo de descripción de la ciudad nos

ubica en el contexto donde se desarrolló la epidemia que se estudia. Pero para situarnos

en el escenario conviene también familiarizarse con la organización sanitaria de la

época. En este sentido se analiza la estructura organizativa, los médicos y otros

profesionales sanitarios, etc.

1. Plasencia en la primera mitad del siglo XIX.

1.1. Las Juntas Municipales de Sanidad:

Es difícil precisar el origen de las Juntas Municipales de Sanidad, pero no así

los acontecimientos que favorecieron el desarrollo de estas primeras estructuras

sanitarias: las epidemias que azotaron el país durante los siglos XVII (la peste), en el

siglo XVIII (la viruela) y el cólera en el siglo XIX, pusieron de manifiesto la carencia

de una organización nacional eficaz y una legislación adecuada. Los únicos órganos

centrales con competencias sanitarias eran el Protomedicato, cuya antigüedad se

remonta al siglo XV, y la Junta Suprema de Sanidad, creada en el seno de Castilla, por

una Real Cédula de 1720, para combatir la lucha contra una epidemia de peste que había

brotado en la vecina Marsella377

.

377 Muñoz Machado, S. (1995): La formación y la crisis de los servicios sanitarios

públicos. Ed Alianza. Madrid.

Page 227: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

227

Frente a la imperiosa necesidad de atajar las enfermedades, estos órganos se

vieron ineficaces y desbordados por ellas, por lo que la sanidad pública recayó, en

principio, en los entes locales, los cuales se posicionaron como los únicos capaces de

organizar la lucha contra las epidemias. Es por esto que en torno a la figura del alcalde

se constituyeron las primeras Juntas Municipales de Sanidad integradas por distintos

vecinos, cuya misión era auxiliarles en la toma de decisiones378

.

En las Cortes de Cádiz se regula éste régimen local: La Constitución de 1812

reconoce y atribuye a los ayuntamientos la policía de comodidad y salubridad

encargada de remover todo lo que en los pueblos o en los términos, pudiera alterar la

salud pública. Las funciones de la policía de comodidad y salubridad de los

ayuntamientos fueron desarrolladas por la instrucción para el Gobierno económico y

político de las Provincias de 13 de julio de 1813 (artículo primero). Se concedía,

además, especial importancia a las epidemias que, con diferencia, rebasaban el resto de

las cuestiones sanitarias. Se entiende entonces que estas Juntas Municipales tenían sus

funciones limitadas estrictamente a la actuación en aquellos casos en que se manifestase

en el pueblo alguna enfermedad epidémica o epizoótica, actuando entonces como

órganos asesores del jefe político que era quien tenía atribuida la competencia; es decir,

el Gobernador Civil en la provincia y los alcaldes en los municipios. El artículo 4º de la

citada Instrucción de 1813 disponía lo siguiente:

“ Para cuidar en cada pueblo de la salud pública (...), se formará cada año por el

Ayuntamiento, donde el vecindario lo permita, una Junta de Sanidad, compuesta por el

Alcalde primero o quien sus veces haga, del cura párroco más antiguo, donde hubiera

más de uno, de uno o más regidores y de uno o más vecinos, según la extensión de la

población y de las ocupaciones que ocurran, pudiendo el ayuntamiento volver a

nombrar los mismos regidores y vecino y aumentar el número en la Junta cuando el

caso lo requiera”379

.

En los comienzos del verano de 1813 las Cortes continúan el arreglo de

Ayuntamientos y Diputaciones. De nuevo se enfrentan con la sanidad pública. El

decreto de 23 de junio de 1813 regulaba la composición y atribuciones de las Juntas de

378 Mangas Roldán, J.M. (2001): “Anotaciones sobre las Juntas Municipales de

Sanidad”. VI Jornadas nacionales de historia de la Veterinaria. Valencia. 379 Biblioteca virtual Miguel de Cervantes.

Page 228: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

228

Sanidad municipales y provinciales, que se regirían por los reglamentos existentes. La

actuación principal en caso de epidemias o enfermedades contagiosas correspondía al

jefe político de la provincia quien, auxiliado por su reespectiva Junta, habría de adoptar

todas las medidas, “a fín de cortar los progresos del mal y auxiliar al pueblo con los

medicamentos y demás socorros que puedan necesitar”. 380

Las Juntas municipales de sanidad se encontraban dentro de un engranaje mayor,

que constituían las Juntas territoriales, siendo organismos que duraban poco. En

realidad y como se apunta más arriba, duraban el tiempo en que aparecía y desaparecía

la epidemia. A las municipales les seguían en el escalafón las de partido, provincial y de

capitanía general. En su composición participaban ciudadanos acomodados, junto a

eclesiásticos, miembros del ayuntamiento y autoridades militares, a quienes

correspondía la presidencia en los niveles provincial y superior.

En el momento de aparición del cólera las Juntas de sanidad ostentaron la

máxima autoridad en sus respectivos ámbitos territoriales, en materia relativa a la salud

pública. No solamente regulaban sobre la enfermedad, tenían también facultad de

intervención en los mercados, vigilando los alimentos expuestos, facultad de decisión

sobre la localización de industrias o actividades consideradas insalubres (curtidos,

mataderos, etc.), facultad de organizar los medios de vigilancia continua de entradas en

su territorio, para lo que contaban con guardias de vecinos y tropas de línea que

impedían la entrada de personas o materias sospechosas, y decretaban el traslado

forzoso de los pobres indigentes, facultad de entregar y revisar los certificados o boletas

de salud pública, indispensables, si no para viajar, sí para entrar en cualquier lugar

habitado, facultad de decidir sobre las medidas purificadoras de las mercancías

supuestamente contaminadas, que podían variar desde la destrucción de las mismas a su

fumigación o simple cuarentena al aire libre, facultad de dirigir la habilitación y el

gobierno de los lazaretos, o casas de observación, donde eran retiradas las personas o

bienes procedentes de lugares sospechosos de contagio, responsabilidad suprema y

absoluta sobre la declaración del estado de sospecha o del estado de epidemia en su

territorio, teniendo en cuenta la obligación de comunicarlo inmediatamente a la Junta

Superior del escalafón y a la Suprema. Estas y otras grandes líneas del aparato

380 Peset, M. y J.L. (1972): Muerte en España (política y sociedad entre la peste y el

cólera). Seminarios y Ediciones S.A. Madrid.

Page 229: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

229

preventivo emanaban a su vez de la Junta Suprema de Sanidad, la máxima institución en

materia sanitaria durante ésta época381

.

La Junta Suprema de Sanidad y el Protomedicato, como organismos herederos

del Antiguo Régimen, dirigieron la sanidad española hasta la etapa de la transición,

1847-1855, cuando se elaboraron “los fundamentos legales y administrativos de una

nueva regulación del ejercicio profesional y de la lucha comunitaria contra la

enfermedad”.382

Si las Juntas eran los organismos políticos con capacidad de gestión,

las Reales Academias de Medicina eran los organismos asesores en materia sanitaria.

En lo que respecta a la Junta Municipal de Sanidad de Plasencia, y antes de

abordar sus actuaciones frente a la epidemia de cólera, en el Archivo Municipal se tiene

constancia de su existencia desde por lo menos el año 1800, en que con motivo de la

enfermedad epidémica que se padece en las ciudades de Cádiz, Sevilla y sus

inmediaciones, para evitar que se propague la enfermedad, se recibe una Carta Orden de

la Real Audiencia en la que se adjunta una Instrucción. Para que entre otras cosas se

forme una Junta de Sanidad. Dicha instrucción consta de 34 puntos haciendo los dos

primeros mención al tema en cuestión:

“En los pueblos cabezas de partido, y en los de crecido vecindario en que hubiere

Gobernador, Corregidor o Alcalde mayor de Letras, se formará una Junta de Sanidad

compuesta de las principales personas, sin distinción de clases ni estado, pues todas

deben concurrir a un servicio tan interesante al público, y a la humanidad”.

“Serán principalmente individuos de esta Junta uno o dos de los del Ayuntamiento, los

Curas Párrocos, y en donde haya Cabildos eclesiásticos podrán ser algunos de sus

individuos; y también lo serán los Médicos y en defecto de éstos los Cirujanos titulares,

pero sin precisar a los últimos a una concurrencia diaria, sino en caso que haya

381 Rodriguez Ocaña, E. (1983): Opus cit.

382 Granjel, L. (1974): El ejercicio médico y otros capítulos de la medicina española.

Universidad de Salamanca. Salamanca.

Page 230: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

230

necesidad de oír su dictamen, o quando tengan que proponer alguna cosa interesante a

la salud pública, porque su atención principal debe ser el cuidado de los enfermos”.383

En el mes de julio 1818, con motivo de la epidemia de peste que azotaba

África, se recibe también una Real Orden desde de la Capitanía General de

Extremadura, en la que entre otras medidas, se debe constituir la Junta de Municipal de

Sanidad:

“...Para que en esa ciudad se forme Junta de Sanidad (...) para que bajo de la más

estrecha responsabilidad tome las disposiciones que tenga por convenientes para

evitar el contagio de la peste, disponiendo que se formen por el mismo orden Juntas

subalternas en todos los pueblos de sus jurisdicciones y particularmente los de la

frontera (...) y Portugal, cuidando de la inspección de pasaportes a toda clase de

personas, (...) y de evitar la introducción de géneros sin los requisitos rigurosos de

registro y precauciones y de que se establezcan lazaretos para su caso, como de que se

tomen las demás medidas que exige un asunto de tan importante trascendencia...”384

.

El cuatro de agosto del mismo año se reúne la junta para constituirse de nuevo

y hacer pública dicha Real Orden recibida de la Capitanía General de Extremadura, y de

la que además es posible extraer la existencia de un enorme miedo a que la peste que

azota África se introduzca en la península. En ésta orden se aconseja controlar las

entradas y salidas, comunicaciones con el campo, etc; haciendo ver la importancia de

colaborar todos a tal fin, penándose incluso su incumplimiento:

“... tendrán disponer todo lo necesario para cazar a la peste las entradas y salidas, o

comunicaciones con el campo dejando solamente uno a cada lado del pueblo con el

preciso espacio para pasar un carro”

“Se exigirá irremisiblemente a todos sin excepción de clase ni condición el pasaporte

que califique la persona y su procedencia”.

383 Archivo Municipal de Plasencia. Instrucción Provisional de 1800.

384Archivo Municipal de Plasencia. Real Orden recibida de la Capitanía General de

Extremadura. 1818.

Page 231: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

231

“Se prohíbe bajo la pena de dos años de presidio al noble, y dos años de trabajos en las

obras públicas al que no lo sea, que en ninguna casa de campo, cortijo ni cabaña se

(...) a persona alguna que no sea conocida; pues todo el que no lo sea, debe ser

sospechoso (...). Todos debemos ser centinelas y espiarnos recíprocamente afín de

hacer imposible la entrada de mal tan grande (...).. de los labradores, caminantes,

pastores, todos están obligados bajo la misma pena a dar parte inmediatamente a la

justicia (...) de los individuos no conocidos o sospechosos que hayan visto, (...) serán

puestos fuera de toda comunicación a la más pequeña sospecha...”

“... y Juntas de Sanidad me remitirán (..) una relación circunstanciada de toda

ocurrencia relativa a lo prohibido anteriormente, avisándome igualmente de

qualquiera noticia que adquieran y se refiera a este particular...” 385

.

1.2. Composición de la Junta Municipal de Sanidad de Plasencia durante

1832 y 1833

La Junta Municipal de Sanidad de Plasencia va a ser la que soporte el peso de

la vida sanitaria y la ejecutora de gran parte de las medidas que se van a tomar en la

ciudad, al estar en mayor contacto con la población. En su composición, que se

transformó a lo largo de 1832 y 1833, entraban Canónigos Doctorales, Previsores,

Vicarios del Obispado, Regidores Perpétuos y Médicos. En el día de su instalación,

como podremos comprobar en el apartado siguiente, era su Presidente D. Francisco de

la Plata, Regidor Perpetuo, siendo los demás componentes, D. Manuel Gómez Borja,

Corregidor Subdelegado de todas Rentas Reales Policía y demás ramos, D. José López

Regidor, el Licenciado D. José Pedro de Alcántara Rodríguez Previsor y Vicario

General de este obispado y D. Juan Sánchez Matas Médico titular de esta ciudad”.

Desde mayo de 1832, cuando el cólera se padece en Portugal, hasta diciembre

de 1833, cuando ya realiza estragos en España (sobre todo en Andalucía), y se siente su

cercanía, al estar varias localidades Extremeñas invadidas, nuevas incorporaciones se

van a ir produciendo:

385 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de 4

de agosto de 1818.

Page 232: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

232

- 3 de junio de 1832: El Sr. Marqués de Mirabel, D. José Cándido López, D.

Miguel Hernández, Regidor y Diputado del mismo Ayuntamiento.

- 12 de junio de 1832: D. Mariano Villanueva, Canónigo Doctoral Previsor y

Vicario de éste Obispado, D. Juan Sevillano, D. Esteban Corps y Planas,

facultativo titular.

- 23 de septiembre de 1833: Sr. Comandante de Arnas.

1.3. Urbanismo y población

Datos urbanísticos:

Dentro de los rasgos urbanísticos de Plasencia hay que hablar de una estructura

heredada del pasado, con escasas modificaciones desde el siglo XVI. De calles estrechas

y tortuosas, rodeadas de murallas, donde los edificios religiosos ocupan casi la tercera

parte del recinto, y donde destacan los conventos, los hospitales y las casas

nobiliarias.386

El urbanismo en Plasencia estaba delimitado por la muralla, elemento

separador de dos espacios claramente diferenciados, intra y extramuros. Durante la

epidemia, al igual que en épocas bélicas, la muralla adquirió importancia por su valor

defensivo.

La ciudad presenta una trama urbana de tipo radiocéntrico, con la plaza como

centro de interacción comercial y de acogida, y con rápida comunicación con los puntos

más débiles de la muralla (sus puertas). Presentaba entonces un tejido urbano que, en

líneas generales, reproducía la trama heredada desde tiempos medievales en el recinto

intramuros, pero que ya apuntaba a una tímida ampliación del casco urbano hacia los

espacios próximos de extramuros y arrabales, articulando las escasas nuevas

construcciones en torno a la muralla (adosadas a ellas en muchos casos) y de edificios

386

Redondo González, A. (1978): Geografía urbana de Plasencia. Universidad

Complutense de Madrid. Tésis doctoral inédita. Madrid.

Page 233: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

233

religiosos significativos, tal que iglesias (San Juan), ermitas (Santa Elena, San Antón,

San Lázaro, San Miguel, Santiago) y conventos más cercanos.387

Plano de F. Coello en 1853

Durante gran parte del XIX la ciudad sigue estructurada en parroquias. En

función del número de éstas la ciudad se dividía en barrios o “sesmos”, siendo su

387

Flores del Manzano, F. (2004). Plasencia y su entorno durante el reinado de

Fernando VII y la regencia de María Cristina (1808-1840). Exmo Ayuntamiento de

Plasencia. Plasencia. Pg. 440.

Page 234: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

234

número de seis. A cada uno le correspondía un “alcalde de barrio”, con funciones de

policía y vigilancia. La división por parroquias se mantiene hasta 1834.388

388 Dominguez Carrero, M.M. (1992). La plaza mayor de Plasencia: vida urbana en el

siglo XIX. Institución Cultural El Brocense. Cáceres.

Page 235: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

235

Plaza Mayor de Plasencia (principios del siglo XX)

En 1830 había en Plasencia mil setenta y siete casas, de muy diferentes

amplitudes y calidades por lo que podían establecerse seis clases de casas, aunque el

valor medio de una se calculaba en cuatro mil reales. El largo millar de casas se repartía

por un callejero constituido por calles, plazas y plazuelas, cuyo número ascendía a

setenta y cuatro vías públicas. Aunque se contabilizaban siete plazuelas, el eje de la vida

urbana lo componía la entonces denominada Plaza Real (la Mayor). Esta además de

concentrar la actividad comercial diaria y semanal (los martes) en su condición de zoco,

oficiaba así mismo como centro de la vida social, lúdica, festiva, etc.389

Las viviendas de la Plaza Mayor y alrededores no podían ser muy amplias ni

cómodas, tal como parece deducirse del reducido tamaño de las parcelas. Las casas son

estrechas y profundas, normalmente repartidas entre varias plantas. No se conserva

plano alguno de distribución de viviendas de la época, tampoco contamos con ningún

tipo de estadística que recoja metros cuadrados de las viviendas.390

389 Ibidem. 390

Ibidem. Pg. 122.

Page 236: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

236

Vista parcial de la plaza Mayor con bestias de visitantes de pueblos cercanos.

La antigüedad de sus rasgos urbanos, manteniendo un carácter medieval

(como se apunta más arriba), será una de las circunstancias en las que más insista años

más tarde Vicente Paredes:

“…las calles son estrechas hasta de un metro y setenta centímetros, son casas altas

hasta de cuatro pisos; hacinada la población a causa de ocupar los edificios religiosos

casi la tercera parte, corresponden a cada habitante veinte y cinco metros escasos de

superficie… privadas de sol y aire suficiente para impedir que el suelo fuera

impregnado hasta grandes profundidades de materias putrefactas, capaces de germinar

epidemias de que han sido víctimas muchas veces”.391

391

Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 110, nº. 202.

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237

Calle del Sol

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238

Con una antigüedad de varios siglos, el tipo de pavimento de la práctica

totalidad de las calles placentinas era el empedrado.392

Datos de higiene pública:

A lo largo del siglo XIX es notoria la precaria situación de la higiene pública en

Plasencia. Son continuas las referencias:

“ Tienen las calles de piso desigual, tortuosas, estrechas y mal empedradas, la mayor

parte carecen de aceras y alcantarillado y en las pocas donde ésta existe, más bien que

desagüe de letrinas son depósitos de éstas, por su mala construcción y por la carencia

de aguas para limpiarlas… se agrega que cada una de ellas es un urinario,

especialmente en las puertas de las tabernas y sitios próximos a escuelas; que en

muchos sitios existen albañales o sumideros descubiertos que despiden gases

deletéreos”.393

Los factores causantes de la insalubridad son: las malas costumbres del

vecindario, la inoperancia de las disposiciones legales, la falta de personal de vigilancia

y la deficiencia de las infraestructuras y los servicios urbanos. Como natural

prolongación de la casa la calle era el sitio más idóneo para deshacerse de todo tipo de

desperdicios, ya fuesen animales muertos, excrementos, basuras y restos de comida,

aguas sucias o estiércol de las cuadras anejas a las viviendas.394

Desde principios de

siglo las autoridades locales muestran preocupación por el asunto, apresurándose a

aprobar un articulado de policía urbana. En ellas se prohíbe “verter las aguas mayores

por las ventanas, ni en las calles, callejas, plaza ni plazuelas”, prescriben también que

“las aguas menores, sin ninguna corrupción, se podrán verter en todo tiempo con la

precisa circunstancia de decir tres veces agua va, pues de lo contrario se deberá exigir

al dueño de la casa la multa de un ducado…”.395

En 1835 decide el Ayuntamiento iniciar los trámites para la construcción de una

red de alcantarillado que condujera fuera de la ciudad las aguas impuras, a fin de lograr

“un mayor aseo y limpieza de sus calles”. Se dirige un escrito al Gobierno Civil y se

392

Dominguez Carrero, M.M. (1992). Opus cit. Pg. 86. 393

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión de 23 de septiembre de

1812. 394

Dominguez Carrero, M.M. (1992). Opus cit. Pg. 147. 395

Archivo Municipal de Plasencia. Actas capitulares. Sesión de 14 de febrero de 1817.

(Artículos de policía: Artículo 17).

Page 239: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

239

comunica a la Sociedad Económica de Amigos del País, en Plasencia, “invitándola para

que se una al Ayuntamiento y promover las solicitudes que convengan a fin de

conseguir tan laudables fines”.396

Posterior a la fecha que se estudia, con la progresiva dotación de alcantarillado,

quedará totalmente prohibido arrojar aguas a la calle. En aquellas zonas donde aún no

existiesen se establecerá un horario para los vertidos: “desde las diez de la noche en

adelante en invierno y desde las once en verano”.397

La circunstancia de no contar con

un servicio de recogida de basuras y de limpieza de calles empeoraba notablemente la

situación higiénica. Para paliar tal defecto el municipio hacía a los vecinos responsables

de sus propias calles: “No siendo menos útil y conveniente a la salud pública el aseo y

limpieza de las calles… que todo vecino indispensablemente cada ocho días, si la

necesidad no lo exigiese antes, haga barrer la pestilencia de su casa respectiva…”. 398

Poco después se adquirió un carro para recogida de basuras. Igualmente la calle

hacía las veces de patio o corral, que faltaba en muchas casas, donde dar suelta a los

animales domésticos durante el día. Animales y personas solían convivir en un mismo

edificio. La continua presencia de animales por las calles constituía un grave problema

de higiene, de no fácil solución, especialmente señalado en el caso de los cerdos:399

“Dentro de su pequeño perímetro duermen 7500 personas, 500 ovejas, 600

caballerías, 800 cerdos, 1200 aves de corral, 3000 gatos, y unos 400 perros

aproximadamente”.400

En las disposiciones de policía estaba totalmente prohibida la permanencia de

cerdos u otros animales en las calles. Un funcionario municipal estaba exclusivamente

encargado de recoger cerdos que encontrase sueltos y “encerrarlos en el Bodegón

destinado para éste efecto”.401

Años más tarde, coincidiendo con el último trimestre del

siglo, aún se trataba de un auténtico problema, y conscientes de ello se creó la plaza de

396

Archivo Municipal de Plasencia. Actas capitulares. Sesión de 16 de enero de 1835. 397

Archivo Municipal de Plasencia. Ordenanzas de 1849. Artículo 122. 398

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión de 14 de febrero de 1817. 399

Dominguez Carrero, M.M. (1992). Opus cit. Pg. 148. 400

Archivo Histórico Provincial de Cáceres: Legado Paredes. Leg. 110 nº 202. 401

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión de 14 de febrero de 1817.

(art. 23.).

Page 240: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

240

porquero popular encargado de recoger todos los cerdos que encontrase, llevándolos a

encerrar al corral de concejo.402

Vemos entonces cómo, en cuanto a las medidas de higiene y policía, Plasencia

presenta una situación precaria, a pesar de las escrupulosas normas establecidas en las

ordenanzas municipales y los bandos de policía urbana al respecto. La calle se considera

un vertedero al que van a parar los desechos orgánicos y excrementos del hogar, las

basuras y las aguas sucias. El ganado doméstico campaba por las vías públicas

placentinas y se le asistía en el mismo portal de la casa.403

La presencia de numerosas

cuadras para alojar animales, dentro de la propia ciudad, representaba un nuevo foco

infeccioso. El estiércol sacado de ellas perfectamente podía pasar varios días depositado

en la calle, hasta ser conducido a alguno de los muladares existentes en las afueras de la

población. Tampoco era infrecuente que se formasen éstos dentro de la ciudad, en calles

o rincones poco transitados.404

Las autoridades señalaban mediante bandos los

muladares donde arrojar las inmundicias:

“… Se señalan para vertederos de inmundicias los sitios siguientes: en la puerta de

Talavera, las excavaciones que hay en el cerro situado a la izquierda conforme se sale

de la ciudad, y que están contiguas al camino o paseo del Caño Soso; en la puerta del

Sol, el terremoto frente de ella por el costado que mira al rio; en el sitio de Santa Ana,

la cava chica, contigua a la misma fortaleza; en el postigo del Salvador, el terremoto

que se forma en frente de él hacia el lado que dice a los cercados y callejas; en la

puerta de Berrozana, el cerro que está después del huerto de San Julián, y confina con

el arroyo que baja al matadero; en la puerta de Trujillo, las excavaciones que hay

detrás de los toriles de la plaza de la salud”.405

En 1829 el Marqués de Mirabel se quejaba ante el consistorio municipal del poco

celo en su trabajo del empleado de limpieza, alegando que calles y plaza se hallaban

llenas de basura y excrementos de cerda.406

402

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión de 16 de septiembre de

1872. 403

Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. Pg. 443. 404

Dominguez Carrero, M.M. (1992): Opus cit. Pg. 148. 405

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión 9 de agosto de 1813. 406

Archivo Municipal de Plasencia. Actas capitulares. Sesión de 15 de octubre de 1829.

Page 241: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

241

Abastecimiento de agua:

En cuanto al agua potable podemos afirmar que era todo menos potable. Rasgo

éste que se acentuaba hasta extremos intolerables en los meses de verano. El agua servía

de vehículo para virus, bacterias y demás elementos causantes de enfermedades

epidémicas o endémicas. Típicamente veraniegas eran las gastroenteritis, las fiebres

tifoideas o tercianas, (y la enfermedad que nos ocupa: el cólera). La proliferación de

éste género de microorganismos era favorecida por el tremendo caldeamiento del agua,

tanto en las tuberías de barro (muy superficiales) como en el lugar donde se almacenaba

antes de su distribución.407

El abastecimiento de agua presentaba serias deficiencias tanto por los deterioros

de las cañerías y acometidas como por la falta de caudal en los veranos más secos, como

el de 1812. El agua de la ciudad se traía desde las sierras de Cabezabellosa y el Torno,

donde se había practicado la captación de una docena de fuentes. Por cañerías

compuestas de tubos de barro llegaba a Plasencia a través del vistoso acueducto, con

espléndidas arcadas berroqueñas de medio punto, que vertía el líquido en “el Arca del

agua”, sita junto a la Fortaleza. Desde éste enorme depósito, debidamente protegido, se

distribuía por 32 fuentes, de las que sólo algunas tenían carácter público y las demás

eran exclusivas de unas cuantas familias privilegiadas (Palacio de Mirabel, los Mora,

Leal, Silos, Delgado y otros ilustres apellidos que podían permitirse pagar lo que se

denominaba un “hilo de agua”) y de comunidades religiosas, hospitales, cárcel, etc. Por

tanto se constata un reparto muy desigual de un bien tan escaso y preciado como el agua

para consumo humano. Bien es cierto que, en caso de necesidad, siempre se disponía de

la corriente del Jerte, de dudosa potabilidad y de caudal muy irregular, sometido a

severas fluctuaciones, pues en invierno y primavera se desbordaba con facilidad y en

verano casi se secaba. Motivo este por el que la ciudad ejercía un férreo control sobre el

curso del río, impidiendo con mano dura que los vecinos de los pueblos ribereños lo

cortasen o desviasen.408

407

Dominguez Carrero, M.M. (1992). Opus cit. Pg. 150. 408

Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. Pgs. 444-445.

Page 242: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

242

Plasencia. Antiguo acueducto.

La fuente era un elemento de gran importancia en la vida urbana del siglo

XIX y único medio de abastecimiento de agua para la inmensa mayoría. Es importante

su número y su emplazamiento, que debía tender a dar satisfacción a todos los barrios

de la ciudad, de forma equitativa.409

Las fuentes de las que se surte la ciudad se hallan a

unas tres leguas de distancia y fundamentalmente son las siguientes: Hoyuelos, Fuente

Perdida, Tángalos, Garganta de las Bobas, Garganta del Torno, Garganta de Romanejos,

Fuente de los Riscos, Fuente del Monge, Fuente de los Reyes, Fuente del Mortero,

Fuente de la Higuera, Fuente del Naranjo y Fuente del Chorro. En los manantiales se

realiza la toma mediante excavaciones y arquetas de unos cincuenta centímetros de

profundidad y totalmente descubiertas, sin ninguna protección.

409

Dominguez Carrero, M.M. (1992). Opus cit. Pg. 81.

Page 243: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

243

Plasencia. Fuente Pública

De las tomas parte la cañería, consistente en tubos de barro empalmados y

colocados en una zanja superficial, ajustada al diámetro de los tubos. Estos se protegen

con losetas graníticas a flor de tierra. Cada 30 metros existen catas abiertas al aire, que

sirven de registros. Hasta las proximidades de la ciudad, en donde se transforma en

acueducto, la cañería “baja serpenteando entre berrocales por terreno quebradísimo”,

pasando junto a la ermita de la virgen del Puerto, patrona de la ciudad. El acueducto

tiene su principal desarrollo a través del paseo o alameda de San Antón, continuando

hasta las proximidades de la Fortaleza, donde se ubica “el arca del agua”. Se eleva sobre

una hondonada, con más de ochenta arcos, según unas fuentes, y con cincuenta y tres,

según otras. Fue construido con sillares de granito, pero por su antigüedad ofrece

Page 244: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

244

numerosas deficiencias, siendo objeto de frecuentes reparaciones. El Arca del agua

estaba junto a la desaparecida Fortaleza, consistía en una especie de depósito o pila

protegida con una caseta, tal como puede verse en un plano de Plasencia de 1750. Desde

ella se distribuía el agua a las fuentes públicas y privadas mediante conducciones de la

cañería urbana.410

Alimentación:

El Interrogatorio de la Real Audiencia de 1830 refleja las comidas más usadas

en general en Plasencia: “el pan de harinas de trigo; carnes de cerdo, vaca, carnero y

macho cabrío; garbanzos, judías verdes y secas, patatas, castañas, lechugas, escarolas,

coles y otras legumbres; alguna caza de conejo y perdices; gallinas, huevos y pollos, y

la pesca que produce el país”.411

El Interrogatorio ofrece un testimonio preciso de los

productos alimentarios de mayor consumo en la ciudad de la primera mitad del siglo

XIX. De acuerdo con Flores del Manzano, el problema estaría en el reparto desigual de

esos alimentos, en función de las categorías sociales. Probablemente los que

cumplimentan el citado Interrogatorio hablan del pan hecho con harinas de trigo, porque

estaba a su alcance para gastarlo; mientras que el pueblo llano se conformaría con el pan

moreno que elaboraban las 58 panaderas de ese género.412

Enterramientos:

Muy nociva era también la arraigada y vieja costumbre de dar sepultura dentro

de los muros de la ciudad, en las parroquias. A finales del siglo XVIII la Real Cédula de

3 de abril de 1787 promueve la construcción de cementerios fuera de las poblaciones y

en sitios convenientemente ventilados. Durante el siglo XIX las Reales Ordenes de

1806, 1833, 1834 y 1840, insisten sobre esa necesidad. En los primeros años del siglo

aún se utilizan los cementerios de las parroquias de Plasencia, circunstancia que era

objeto de vigilancia municipal:

“Que se reconozcan los Campo Santos señalados, y tanto en éstos como en las iglesias

o ermitas donde se entierren cadáveres, se harán las sepulturas de vara y media de

410

Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 110 nº. 171. 411

Archivo Municipal de Plasencia. Interrogatorio de 1830. 412

Flores del Manzano, F. (2004). Opus cit.Pg. 472.

Page 245: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

245

profundidad, bajo la responsabilidad de los curas párrocos, sacristanes y

enterradores”.413

En 1820 se eligió para establecer el cementerio municipal la ermita de Santa

Teresa, próxima a la ciudad, en el camino de Malpartida de Plasencia. Pero hasta su

definitivo establecimiento en éste lugar (año 1822) hubo muchos titubeos y discusiones.

Varias ermitas eran estimadas convenientes para tal fin: San Antón, Santiago o Cristo

de las Batallas, Santa Elena y Santa Teresa. Aunque ésta última resultó elegida, tenía

muchos detractores por considerarla muy húmeda, y en un terreno hundido y poco

aireado.414

Veintinueve años más tarde, en el texto de las Ordenanzas, se dice: “…ninguna

persona sea de la clase o condición que quiera, a excepción del Prelado y de las

monjas, podrá ser sepultada en las iglesias, conventos o capillas, sino única y

precisamente en el cementerio construido fuera de la ciudad”.415

Demografía. La estructura social

El período que va de 1816 a 1839 supone, dentro del terreno demográfico, una

breve etapa de recuperación de la natalidad, pero tan tímida que debe conceptuarse

como una estabilización hasta 1830, año que marca el punto de inflexión hacia un

brusco descenso demográfico, que toca fondo en 1833. A partir de ahí se inicia una

lenta recuperación.416

Del archivo municipal se han podido extraer datos de población

referidos a 1821 que permiten realizar un análisis de su composición según tramos de

edad (de diez años) y el estado civil de los habitantes417

:

413

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares, sesión de 14 de febrero de 1817. 414

Dominguez Carrero, M.M. (1992). Opus cit. Pg. 151. 415

Archivo Municipal de Plasencia. Ordenanzas. 1849. Art. 135. 416

Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. 417

Archivo Municipal de Plasencia. Disposiciones: 1821. Se trata de la Respuesta a la

circular nº 178 del Gobierno Político de Extremadura, con fecha de 8 de abril de 1821.

Page 246: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

246

Edades Solteros Casados Viudos

Tramos Varón Hembra Varón Hembra Varón Hembra Total

0-10 506 514 - - - - 1020

10-20 301 390 6 13 - - 710

20-30 121 201 201 256 4 4 787

30-40 30 57 309 331 8 26 761

40-50 20 28 227 204 25 65 569

50-60 10 22 157 130 21 87 427

60-70 5 10 68 43 20 53 199

70-80 - 2 7 2 3 21 35

80-90 1 1 - 1 1 5 9

90-

100

- - 1 - 2 - 3

Total 994 1225 976 980 84 261 4520

Total de

Estados

Solteros:

2219

Casados:

1956

Viudos:

345

General:

4520

El Clero

Como sede episcopal Plasencia siempre tuvo un clero abundante y poderoso.

Controlaba amplias parcelas del poder económico, social e ideológico, llegando incluso

a imprimir un carácter sumamente peculiar a la ciudad. Al igual que la nobleza, el clero

fue un estamento privilegiado. Su poder era grande y se organizaba en una compleja

estructura integrada por numerosos miembros. La iglesia en Plasencia tenía un prestigio

Page 247: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

247

social, ejerciendo un control ideológico sobre un alto porcentaje de la población. Esto

era a través de dos canales de adoctrinamiento: los sermones (tengamos presente la

fuerte tasa de analfabetismo) y la enseñanza (en sus niveles medio y elemental en manos

del clero). La influencia ideológica del clero en Plasencia era muy fuerte. Puede

caracterizarse como una sociedad provinciana, reducida y cerrada, muy conservadora,

agobiada por la presencia masiva y poderosa del estamento clerical.418

Podemos decir que el grupo con mayor peso social en Plasencia era el clerical.

En la época estudiada el nivel de vida del clero, en lo material y en lo humano, se había

degradado a límites impensables por los recortes económicos que conllevaba la reforma

eclesiástica promovida por los liberales. Hubo clérigos de aldeas escasamente dotadas

que confesaban pasar necesidades. La postura reaccionaria de gran parte del clero

placentino se entiende desde esa perspectiva y no es de extrañar verlo alineado con los

contrarrevolucionarios realistas primero y con los carlistas posteriormente419

.

Existen tres referentes que nos pueden orientar sobre el número de clérigos que

residían en la ciudad: el Padrón de 1817, 1822 y el Interrogatorio de 1830. Tras su

revisión he elavorado la siguiente tabla420

en la que se muestra una tendencia creciente:

Año Clero secular Regular

masculino

Regular

femenino

1817 61 - -

1822 78 51 52

1830 82 55 73

Del Interrogatorio de 1830 se muestra la división del clero secular agrupado por

categorías y funciones421

:

418

Domínguez Carrero, Mª.M. (1992): Opus cit. Pg. 96-97. 419

Flores del Manzano, F. (2002): La contrarrevolución realista en Extremadura.

Badajoz. Universitas Editorial. 420

Archivo Municipal de Plasencia. Tabla de elaboración propia. 421

Archivo Municipal de Plasencia. Interrogatorio de 1830.

Page 248: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

248

Cargo Eclesiástico Nº de Clérigos

Obispo 1

Déan 1

Dignidades 7

Canónigos 15

Racioneros 8

Beneficiados de coro 6

Capellanes de número 8

Capellanes de memorias 11

Capellanes propios 2

Capellanes episcopales 9

Párrocos 7

Beneficiados de parroquias 7

Total 82

El cuadro anterior muestra cómo el mayor número de clérigos se relaciona con

los diferentes empleos dentro de la catedral (68); empleos a los que se accedía mediante

oposiciones422

. Se entiende entonces la poderosa influencia del alto clero en una ciudad

de corto vecindario como era entonces Plasencia. En lo que se refiere a párrocos y

beneficiados parroquiales el número total era de 14.

El Interrogatorio de 1830 también aporta datos sobre religiosos regulares de

ambos sexos423

:

422

Archivo de la Catedral de Plasencia. Diversos expedientes de las oposiciones a

cargos capitulares. 423

Archivo Municipal de Plasencia. Interrogatorio de 1830.

Page 249: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

249

Regulares masculinos Número

Dominícos (S. Vicente) 24

Franciscanos Observantes 24

Franciscanos Descalzos 7

Total frailes 55

Regulares Femeninos Número

Dominicas (Encarnación) 10

Franciscanas (Santa Clara) 22

Terceras S. Francisco (Ildefonsas) 11

Capuchinas 14

Carmelitas Descalzas 16

Total monjas 73

Total ambos sexos 128

La milicia

Otro grupo importante de la vida placentina es la milicia, que contaba con fuero

y jurisdicción propios. Plasencia, como sede y cuartel general del Regimiento Provincial

que ostentaba su nombre, tenía una población militar estable, de varios cientos de

hombres, con su correspondiente plana mayor y oficialidad. El número de militares, sin

embargo, en el período objeto de estudio cambió sustancialmente en los períodos

conflictivos, cuando se acantonaban y acuartelaban temporalmente en la ciudad diversas

fuerzas con objetivos estratégicos precisos y con intención de avituallarse. Plasencia

estaba considerada la principal plaza militar de la derecha del Tajo y en ella residía de

forma habitual el comandante de armas de la misma, jefes y oficiales y demás mandos

Page 250: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

250

castrenses424

. Las autoridades militares disfrutaban de enorme aceptación en una ciudad

pequeña como Plasencia y tenían reservados sitiales en las ceremonias religiosas de la

catedral y en los actos oficiales programados por el Ayuntamiento425

.

La nobleza

Tenía una corta representación numérica en Plasencia, reducida a unos pocos

linajes de apellidos. Había aristócratas secularmente vinculados con la ciudad, siendo la

casa del marquesado de Mirabel la más representativa, y otros que eran simpes

caballeros o hidalgos, es decir, que ocupaban el escalón más bajo de la nobleza, como el

marqués de Santa Cruz Paniagua. Algunos (de tales apellidos) iban ligados a una

nobleza rancia y terrateniente, asentada en la ciudad desde tiempos medievales, que

poseían inmensos latifundios y cabañas ganaderas. Eran, por tanto, linajes con enorme

poder, riqueza y peso social, si bien en la etapa fernandina se hallaba en fase decadente

la nobleza titulada española, entre la que no resultaba difícil encontrar familias medio

arruinadas426

.

La residencia del marquesado de Mirabel constituye una de las construcciones

palaciegas más emblemática de Plasencia. Dicha casa señorial gozaba de un enorme

predicamento dentro y fuera del término placentino. En la ciudad se le reservaban no

pocas preeminencias, ya que, además, ostentaba el cargo, honorífico ya, de Alférez

Mayor de Plasencia y en calidad de tal exigió oficiar en determinados actos solemnes,

enarbolando el pendón o estandarte de la ciudad, renovado a su costa en esta época.

Ostentaba una regiduría permanente en la corporación, y en determinadas situaciones de

apuro la corporación municipal recurrió a la generosidad del Marqués de Mirabel, quien

adelantó, cuando no donó, sumas respetables de dinero en claros gestos paternalistas. En

tal sentido es preciso resaltar la labor benéfica de la Casa de Mirabel para con el

vecindario, bien en trances delicados como brotes epidémicos, bien contribuyendo a

espectáculos festivos427

.

424

Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. Pg. 398. 425

Ibidem. Pg. 399. 426

Sánchez Mantero, R. (1996): “Fernando VII. Un reinado polémico”. Colección

Historia de España de Historia, 16. Pg. 134-135. Madrid. 427

Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. Pg. 400.

Page 251: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

251

Palacio del Marqués de Mirabel

Palacio del Merqués de Santa Cruz Paniagua. Luego destinado a colegio.

Page 252: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

252

Hacendados y pudientes

El latifundismo y la desigualdad en el reparto son dos notas distintivas de la

propiedad de la tierra en el término placentino. Los dueños de las grandes dehesas, en

1817, eran en este orden: el estado eclesiástico (obispo, cabildo catedralicio, cabildo de

curas y beneficiados, órdenes religiosas), que suman casi ocho mil fanegas de tierra,

divididas en 20 dehesas, valoradas solo las del cabildo catedralicio en más de un millón

y medio de reales de vellón. Sin contar con los cercados de pan llevar, huertas, etc. El

segundo gran propietario institucional es el ayuntamiento, cuyos propios se acercan a

las cuatro mil fanegas de tierra, repartida en 10 dehesas. También figuran como

propietarios latifundistas los apellidos nobles, como el Marqués de Mirabel (con

dehesas en distintos términos) e Inés de Vargas Carvajal, dueña esta última de una

enorme dehesa (Torrecilla de Marirrodriguez) de casi mil fanegas de extensión, además

de media docena de cercados, huertas, etc. También la nobleza foránea poseía en la

jurisdicción placentina amplios latifundios: al Conde de la Oliva le pertenecían 2000

fanegas; al de Santibáñez, 900 fanegas, etc. Sin embargo los señores de Barrado, es

decir, los Vargas y Laguna, tan solo tenían una dehesa (Las Veguillas) de medio

centenar de fanegas428

. El archivo municipal de Plasencia conserva un documento que

permite elaborar cuadros que detallan las dehesas que aparecen en el primer cómputo y

sus principales propietarios429

:

PARTICULARES:

Propietario Dehesa Extensión Valor Producto

bruto

Manuel López Palacios 2185

fanegas

761.450

reales

25.275

reales

Manuel López Casa del

Manco

800

fanegas

267.500

reales

9000

reales

428

Flores del Manzano, F. (2004): Ibidem Pg. 401. 429

Archivo Municipal de Plasencia. Dehesas, cercados, tierras de pan llevar, ganados de

todas especies, sus valores y producto. Tasado y regulado todo por Pascual de Piélagos

y Manuel Serrano, vecinos de ésta ciudad. Año de 1817.

Page 253: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

253

Manuel López San

Pedrillo

480

fanegas

195.600

reales

5600

reales

Conde de Oliva Aldeas

Nuevas

2100

fanegas

717.000

reales

18000

reales

Inés de Vargas Torrecilla 950

fanegas

365.000

reales

11000

reales

Conde de

Santibáñez

San Pedro

Verona

900

fanegas

372.500

reales

11350

reales

J. Domínguez La Romana 590

fanegas

193.000

reales

5600

reales

A. Villanueva Fuente la

Zarza

250

fanegas

81250

reales

2850

reales

Señoría Barrado Veguillas 50 fanegas 20000

reales

590 reales

AYUNTAMIENTO

Dehesa Extensión Valor Producto bruto

Dehesilla 500 fanegas 170000 reales 5500 reales

Navacebrera 310 fanegas 109000 reales 2850 reales

Valcorchero-

Umbría

520 fanegas 188000 reales 6200 reales

Los Caballos 370 fanegas 137500 reales 4800 reales

Calzoncillos/S.ª

Teresa

210 fanegas 124000 reales 2500 reales

Coto San Antón 280 fanegas 100000 reales 3800 reales

Page 254: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

254

Gamo/Tudales 450 fanegas 67000 reales 1900 reales

Miramontes 660 fanegas 211200 reales 5800 reales

Ejido Bazagona 470 fanegas 175700 reales 2500 reales

S. Hipólito 70 fanegas 45000 reales 930 reales

CLERO

TITULAR NOMBRE EXTENSIÓN VALOR PRODUCTO

BRUTO

Obispo La Torrecilla 240 fanegas 93000 reales 2200 reales

Cabildo

Catedral

Berrocalillo 215 fanegas 107500 reales 2500 reales

Cabildo catedral Bohona 230 fanegas 115000reales 2620 reales

Cabildo

catedral

Río Bermejo 1800 fanegas 606000 reales 19600 reales

Cabildo

catedral

Larios 900 fanegas 358500 reales 13250 reales

Cabildo

catedral

Corral del

Medio

200 fanegas 63500 reales 2700 reales

Cabildo

catedral

La Solana 520 fanegas 178300 reales 8000 reales

Cabildo

catedral

Matasanos 420 fanegas 135000 reales 5500 reales

Cabildo

catedral

Pardalilla 250 fanegas 79000 reales 2700 reales

Cabildo

catedral

Terzuelo 150 fanegas 45000 reales 1250 reales

Cabildo curas Valsalgado 200 fanegas 77000 reales 2800 reales

Page 255: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

255

Cabildo curas Valparaíso 210 fanegas 81000 reales 3100 reales

Cabildo curas Ventosa 80 fanegas 52000 reales 900 reales

Cabildo curas Cuarto moro 520 fanegas 169000 reales 5200 reales

Cabildo curas Revellada 250 fanegas 92500 reales 4000 reales

Cabildo curas Calamoco 240 fanegas 85500 reales 4100 reales

Cabildo curas Casa judío 620 fanegas 206000 reales 6700 reales

Cabildo curas Fuenti dueñas 310 fanegas 109000 reales 4400 reales

Cabildo curas Umbría osada 450 fanegas 163500 reales 5750 reales

Cabildo curas Navalonguilla 320 fanegas 215700 reales 7500 reales

Cabildo curas La vinosilla 580 fanegas 202000 reales 6850 reales

En 1830 había en el término de Plasencia 43 dehesas dedicadas a pasto y

labor. El Interrogatorio de 1830 refleja el nombre de sus propietarios: “Los dueños de

las indicadas dehesas son el Ilmo Sr Deán y Cabildo de Plasencia; el Conde de la

Oliva, vecino de Almendralejo; Doña Inés de Vargas y Carvajal, residente en Madrid;

La Encomienda de Fuenti Dueñas; Don Ventura Delgado, vecino de Plasencia; los

herederos de Antonio de la Calle, vecino que fue de Casas del Castañar; el Marqués de

Mirabel, de esta vecindad; el Cabildo de curas de Plasencia; Doña María Francisca

Fernández, de dicha vecindad; el Marqués del Reino y Camarena, vecino de Cáceres;

Don Juan Z Torres, de la misma vecindad; El Excmo Sr Marqués de Cerralbo, vecino

de Madrid; el Conde de Santibañez, vecino de Segovia; El convento de las religiosas de

San Ildefonso de Plasencia; los vecinos en común de esta ciudad; las Memorias de la

parroquia de San Boal de Salamanca; el Ilmo Sr Obispo de Plasencia; los Propios de

Plasencia; los labradores de Plasencia; el Conde de las Lomas, vecino de Sevilla; los

acreedores del Excmo Sr Conde de Tamames, vecino de Madrid; el Conde de

Page 256: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

256

Berberana, cuya vecindad se ignora, que se cree ser de Madrid; el Señor de Valero,

vecino de Madrid.430

Profesionales:

Plasencia disponía de un nutrido grupo de profesionales relacionados sobre todo

con la justicia (abogados, escribientes y oficiales de pluma, notarías, etc.), los servicios

sanitarios (médicos, cirujanos, sangradores, boticarios…), así como otros empleados de

los diferentes ramos de la administración pública nacional (correos, juzgados,

dependientes de Hacienda, etc.) y de la local (escribanos de número y ayuntamiento,

escribientes, y otros funcionarios y ministriles). A estos se añaden los dependientes de

la administración eclesiástica, desde los diezmeros, recaudadores varios, cillereros,

empleados de tribunales y notarías del obispado. Profesionales de considerable

influencia social eran los relacionados con la sanidad. Plasencia tenía médico y cirujano,

a cuyos titulares pagaba el ayuntamiento. Su número, incluidos los que trabajaban por

libre, en 1817 era de media docena. Además de boticarios, los albéitares desarrollaban

su trabajo sanitario con los animales. Su número en Plasencia era de cinco en 1817. El

oficio de sangrador lo ejercían, en ocasiones, los barberos. De los que había nueve en la

ciudad según referido censo de 1817.431

Los comerciantes y trajineros, pese a su reducida presencia que no sobrepasaba

el par de docenas en la ciudad, eran personas destacadas y con poder económico y

social. En 1830 aparecen censados seis tenderos que venden géneros diversos, tanto de

producción nacional como extranjera. En torno a los comerciantes se agrupaban los

regatones, es decir, que vendían al por menor por las calles, plazas y pueblos. Con el

comercio se vinculan otros oficios tal que trajineros y tratantes de especies diversas

(pieles, lanas, ganado, etc.). La arriería aparece ligada asimismo al comercio y daba

empleo a casi una docena de vecinos, que transportaban efectos variopintos en sus rutas

con la corte madrileña o importantes ciudades extremeñas, andaluzas o castellanas.

Todos estos oficios sufrieron duramente la represión del bandolerismo en la primera

mitad del siglo XIX. Los facinerosos desvalijaron por igual a humildes arrieros que a

carros cargados de objetos valiosos. Y en éste apartado se incluyen también a los

430

Archivo Municipal de Plasencia. Interrogatorio de 1830. Respuesta a la pregunta nº.

84. 431

Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. Pg. 406.

Page 257: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

257

mesoneros (once figuraban en 1817), y quienes regentaban los figones y tabernas, de los

que había varias docenas en la ciudad.432

Artesanos:

La revisión del censo de 1817, así como del interrogatorio de 1830, permite

realizar el siguiente cuadro referido al número de artesanos:

OFICIO Censo de 1817433

Interrogatorio de

1830434

Aguardenteros 9 0

Albañiles 19 11

Albarderos 3 3

Alfareros 3 5

Armeros 0 3

Caldereros 0 1

Carboneros 7 0

Carpinteros 21 11

Carreteros 0 1

Cereros 3 3

Confiteros 0 4

Chocolateros 17 6

Esparteros 0 1

432

Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. Pg. 407. 433

Archivo Municipal de Plasencia. Censo de 1817. 434

Archivo Municipal de Plasencia. Interrogatorio de 1830.

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258

Guarnicioneros 2 1

Herradores 0 4

Herreros 13 7

Hojalateros 0 3

Horneros 6 0

Latoneros 0 1

Molineros 18 12

Panaderos 60 62

Picapedreros 0 3

Plateros 0 3

Relojeros 0 1

Sastres 33 21

Silleros 0 1

Sombrereros 3 0

Tejedores 0 15

Tejeros 0 2

Tintoreros 0 1

Zapateros 50 34

Page 259: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

259

Molinos de SanLázaro.

Capas populares:

Labradores minifundistas, hortelanos de las arrendadas huertas ribereñas del

Jerte, ganaderos de cortos hatos, pastores, criados, dependientes asalariados, jornaleros

o braceros…, componen las capas populares de la población placentina. Constituyen

éstas el segmento más abultado, pues son centenares de vecinos los que entran en estas

clases bajas. Bien es cierto que no pueden equipararse todos por igual, pues mientras los

labradores y hortelanos viven con aceptable nivel, los braceros pasan largas temporadas

en paro, entre graves apuros familiares para subsistir dignamente.435

Son el último

componente de la estructura social, las llamadas clases populares. Se dividían en dos

troncos: las masas campesinas y los obreros industriales. Son grupos desposeídos,

explotados, oprimidos y analfabetos que vivían en condiciones deplorables y

continuamente amenazados por la miseria. Constituyen la mayoría de la población.436

El campesinado continúa siendo el grupo más numeroso, ya que la sociedad

española mantenía su carácter rural. En su práctica totalidad son jornaleros sin tierras,

435

Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. Pg. 410. 436

Domínguez Carrero, Mª.M. (1992): Opus cit. Pg. 101.

Page 260: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

260

mal alimentados y periódicamente reducidos a la mendicidad.437

Dado que en Plasencia

la estructura económica es eminentemente agraria, serían los jornaleros del campo el

grupo social mayoritario, junto con un reducido sector de humildes artesanos y

trabajadores asalariados de talleres artesanales e industrias artesanas.438

La agudizada subalimentación de los jornaleros les convertiría en fácil presa de

enfermedades, (como la que aquí se estudia, y otras como la viruela, el sarampión, tifus,

gripe, etc.), desencadenando graves epidemias con fuerte aumento de la mortalidad.

Durante éstos angustiosos momentos desempeñaban una gran labor social y

asistencial las diversas instituciones benéficas, sostenidas por el clero y por el

municipio: hospitales, asilos de mendicidad, repartos de comida y limosna…439

Foráneos y transeúntes:

En cuanto a la población foránea asentada en la localidad, Plasencia fue siempre

una ciudad imantada que atrajo con fuerza a personas, en especial de las comarcas de su

entorno. En el primer tercio del siglo XIX las vicisitudes históricas (guerras, destierros,

inestabilidad política, hambrunas, crisis de subsistencia) favorecen el trasiego humano y

empujan hacia la ciudad a muchos sujetos foráneos. Otros muchos buscaban tan sólo el

amparo temporal hasta superar esas fases de miseria ambiental440

.

En septiembre de 1834, cuando la enfermedad del cólera está próxima a llegar a

Plasencia, el ayuntamiento se vería obligado a expulsar de la ciudad a aquellas personas

sin vecindad conocida, o lo que es lo mismo, sin licencia municipal, si en el tiempo de

24 horas no regulaban su situación solicitando carta de nueva vecindad.

Jornaleros y sirvientes resultaban las dos ocupaciones más frecuentes de la gente

foránea, si bien vivían también en Plasencia otros muchos empleados en diversos

oficios menestrales: tejedores, albarderos, sombrereros, cardadores, banasteros,

horneros, regatones, arrieros, quinquilleros… Escasean los entregados a trabajos más

especializados y dignificados socialmente. En cuanto a la distribución por el tejido

437

Lacomba Abellan, J.A. (1982): Historia Contemporánea. Tomo I. Editorial

Alhambra. Madrid. 438

Archivo Municipal de Plasencia. Padrones de población y Padrones de la riqueza

urbana del siglo XIX. 439

Domínguez Carrero, Mª.M. (1992): Opus cit. Pg. 102. 440

Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. Pg. 388.

Page 261: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

261

urbano se destaca la preferencia por asentarse en el recinto intramuros, especialmente

por la plaza (donde residen muchos forasteros empleados en el servicio doméstico de

familias distinguidas), la manzana primera (calles Zapatería, Ancha, Santo Domingo,

Santa Isabel…), donde se asentaban los vinculados a la artesanía. En las calles

periféricas se alternan los sirvientes con los jornaleros y estos últimos se distribuyen

también por arrabales de extramuros, como San Juan y San Miguel441

.

En cuanto a los transeúntes, Plasencia se les presenta como una población

atractiva en la que resulta fácil sobrevivir, bien empleándose ocasionalmente en labores

agrarias esporádicas (cavado de viñedos, recolección de uvas y aceitunas etc.), bien

pordioseando abiertamente, apelando a la caridad ajena442

.

En épocas de crisis, la ciudad se invadía de una importante masa de harapientos,

enfermos, jornaleros sin trabajo, mendigos…, buscando el auxilio de la beneficencia.

Ello provocaba situaciones realmente críticas en el orden público, la tranquilidad del

vecindario y en la economía local, incapaz de hacer frente a las auténticas legiones de

mendigos que toman la ciudad.443

1.4. Hospitales, Salud Pública y Beneficencia

Adversa coyuntura fue el primer tercio del siglo XIX para los hospitales

placentinos.444

Comienza la centuria con la ocupación de los mismos por las tropas

francesas, que los utilizan como alojamiento, dejándolos en lamentable estado. En 1812

las autoridades placentinas acuerdan reparar el Hospital de la Cruz, para ser utilizado

como auxilio de mendigos y colocar en él un morador permanente.445

A comienzos de 1813 resultaba preocupante el “desarreglo y desorden” reinante

en el Hospital de Santa María, el principal y único que funcionaba de los tres que había

en aquellos momentos. Además, el administrador del mismo se negaba (excusándose en

441

Ibidem. Pg. 389. 442

Ibidem. Pg. 390. 443

Domínguez Carrero, Mª.M. (1992): Opus cit. Pg. 102. 444

Rodríguez Peña, J.L. (1972): Los hospitales de Plasencia. Edita Caja de Ahorros de

Plasencia, Servicio de Publicaciones. Plasencia.

445 Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitiulares, sesión de 8 de mayo de 1812.

Page 262: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

262

la carencia de fondos) a admitir a más enfermos miserables, algunos de los cuales

acabarían muriendo en la soledad de casas arruinadas, en sitios inmundos o en la propia

cárcel. Este hospital estaba muy arraigado en la ciudad desde su fundación en el siglo

XIV. Estaba bajo patronazgo episcopal. Otro hospital, el llamado de la Merced, situado

extramuros, en la calle de ese nombre que conducía hacia el barrio de San Juan, hay que

señalar que en 1813 se encontraba sin uso, derruidas en gran parte sus dependencias y

atrasadas o destruidas sus rentas. Su patronato correspondía a la corporación municipal.

Se le conocía así mismo como “Hospital de las Llagas” porque en él se curaban, desde

hacía mucho tiempo, enfermedades venéreas, como el morbo gálico o bubas,

probablemente contraídas en la cercana mancebía de San Juan. En 1820 tenemos

constancia que sigue acogiendo y tratando enfermedades vergonzantes. Igualmente en

estado desastroso estaba, tras la francesada, el Hospital de San Marcos, conocido

también por “Hospitalillo”, donde se albergaba a los pobres forasteros.446

Siete años más tarde se constata el funcionamiento de los Hospitales de la Cruz y

de la Merced, los cuales en 1820 no disponen de fondos para hacer frente al pago de

cirujano, cuyo hijo reclama ocho mil reales que se le deben a su padre (enfermo y

necesitado) por servicios prestados y en concepto de jubilación.447

.

En 1824 el Hospital de la Merced es motivo de preocupación por parte de las

autoridades municipales. La falta de liquidez les obliga, como patronos, a adoptar

medidas extraordinarias, y a dotar de nuevos fondos con los que aumentar el número de

camas. Del mismo modo, el regidor comisionado por el ayuntamiento exige al cirujano

estar más presto en las atenciones a los enfermos. Además, a los agresores que causen

heridas violentas se les obligará a pagar los gastos de las víctimas que sean curadas por

dicho motivo en los dos hospitales que están bajo su patronazgo. Se acuerda además

admitir a los enfermos que sean rechazados por el Hospital de Santa María, y al

hospitalero se le dará una gratificación, que será proporcional al celo mostrado en su

trabajo, en vez de la asignación diaria que venía disfrutando.448

Al inicio de la década de los treinta, y próximos ya a la llegada del cólera-morbo,

sólo un hospital se encontraba abierto. Se trataba del Hospital de Santa María, el cual se

encontraba sostenido por una pensión de cincuenta mil reales anuales sobre la mitra del

446

Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. Pg. 448. 447

Archivo Municipal de Plasencia. Negocios de Ayuntamiento: 1820. 448

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión de 10 junio de 1824.

Page 263: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

263

obispo, que llevaba varios años sin cobrarse. Disfrutaba, así mismo, de diversos bienes

raíces, fincas y dehesas, que, si antes producían mucho, en ese tiempo no subían de doce

mil reales, según testimonia su administrador en el Interrogatorio de ese año.449

Las plazas de médico y cirujano municipales gozaban de una gran demanda, pues

eran numerosos los titulados en medicina que a ellas concurrían. Como ejemplo, cabe

decir que en 1818 se presentaron más de doce solicitantes, procedentes de puntos

diversos, entre los que había algún claustral de la Universidad de Salamanca.450

En

Plasencia eran dos las plazas de médicos; una era municipal y la otra exclusiva del

cabildo catedralicio. También había un cirujano municipal y otro destinado a los

hospitales de patronato municipal. Había otros profesionales de la medicina que

trabajaban por libre en la ciudad, atendiendo a la clientela que los contrataba mediante

el pago de igualas.451

A cargo de éstos profesionales corría la sanidad pública y la salud

de la población placentina. Una Junta Municipal de Sanidad, integrada por autoridades y

titulares de las plazas médico-sanitarias, controlaba el estado de la misma, pero como se

apunta en el apartado 4.1, sólo se instalaba y trabajaba a fondo cuando llegaban noticias

de una nueva amenaza epidémica.

En lo que se refiere a la Beneficencia, en Plasencia el 22 de febrero de 1813 se

crea su Junta, la cual en éste primer momento la integraban cuatro miembros, uno

representaba al ayuntamiento, otro al cabildo catedralicio, otro al cabildo de curas y

beneficiados, y el cuarto era un representante del pueblo llano. En cuanto a sus

atribuciones se encontraban las de supervisión de la administración de aquellos bienes

inmuebles que fueran dejados por personas altruistas y benevolentes para con las capas

sociales más necesitadas, y también la supervisión de los establecimientos destinados a

ésta tarea, que por éste año, coincidiendo con el final de la guerra, se encontraban en

estado lamentable.452

.

Entre los establecimientos destinados a beneficencia estaban la casa de niños

expósitos y el hospicio. La Inclusa placentina era del patronato del obispo y en 1813 se

denuncia la falta de medios de subsistencia con que socorrer a los infelices allí

449

Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. Pg. 449. 450

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión de 20 de julio de 1818. 451

Flores del Manzano, F. (2004). Opus cit. Pg. 450. 452

Archivo Municipal de Plasencia. Disposiciones, 1813.

Page 264: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

264

acogidos, faltos del “celo y diligencias paternales”.453

No era ésta la primera vez que se

denunciaba la mala situación de la institución benéfica. Dos años antes Rafael Aznar,

presbítero, abogado de los Reales Consejos, Gobernador, Provisor y Vicario general de

la ciudad y obispado de Plasencia, envió el siguiente escrito a todos los párrocos de la

diócesis:

“Entre las urgentes necesidades que la actual época infeliz nos presenta, ninguna al

parecer lo es más que aquella en que se halla la Obra pía de Niños Expósitos de ésta

ciudad. Extenuada en sus rentas y debilitada en sus recursos, se ve expuesta a la mayor

decadencia. Este establecimiento, tan piadoso como interesante y conforme a los

principios de toda sociedad, se halla en el día reducido a lo extremo del apuro. Un

crecido número de nuestros semejantes, que en éstos lamentables tiempos ha recibido

un extraordinario incremento, sufrirá los golpes de la indigencia, si la piedad no les

suministra auxilio en su deplorable situación. Estas inocentes víctimas del antojo y del

infortunio, abandonadas por sus progenitores desde el momento mismo en que se

constituyeron miembros de ésta gran familia, justamente reclaman los derechos de la

humanidad, con razón exigen la compasión de las almas sensibles y excitan el celo de

todo ciudadano (…). En cuya atención mandamos a todos los párrocos y tenientes de

ésta Diócesis que exhortando eficazmente a sus respectivos feligreses a que contribuyan

a tan loable objeto con las limosnas que sus circunstancias, celo y prudencia les

dictaren, nombren dos sujetos de probidad y carácter, para que por el tiempo de

nuestra voluntad pidan, y recojan las que se les ofreciere, cuidando remitirlas a este

Administrador, de quién recogerán el componente recibo, para que pueda producir en

tiempo oportuno los efectos convenientes. Dado en la ciudad de Plasencia a 14 de

enero de 1811”.454

En el Interrogatorio sobre fábricas, artes y oficios de 1802 se afirmaba que

existía una casa cuna de niños expósitos donde se les alimentaba y educaba. La

lactancia era provisional, hasta que se les proporcionaba un ama de alguno de los

pueblos de alrededor (especialmente de las Hurdes y la Sierra de Gata). Una vez

conseguido el ama, ésta los criaba hasta los seis años, edad en que si no se les prohijaba

eran recogidos de nuevo por la casa cuna para su educación. En ella se les mantenía

453

Archivo Municipal de Plasencia. Disposiciones de 1813. 454

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta de Caridad y Beneficencia. Folio

inserto en su carpeta.

Page 265: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

265

hasta que aprendiesen un oficio y “tomaran estado·”, es decir, se casaban o ingresaban

en un convento, etc. En 1802 el número de niños expósitos y criándose era de 96.

Existían dos amas provisionales. En el establecimiento también vivía un administrador

con su familia, con el cometido de recoger a los niños, vestirlos y educarlos.455

En 1830

la cifra de niños acogidos era de “186 niños de padres desconocidos”.456

En 1831 la situación del Hospicio pasaba por serios problemas, hasta el punto

de que el propio director de ésta institución benéfica y el Ayuntamiento se dirigen al

Rey, a través de la Superintendencia de Establecimientos Piadosos, exponiendo la

crítica situación de la Casa Cuna y Hospicio Placentinos, y solicitando permiso para

establecer nuevos impuestos en la ciudad para atender las urgentes necesidades de los

acogidos.457

Se recibió la siguiente contestación por parte del Primer Secretario de Estado:

“He dado cuenta al Rey N.S, del informe de esa Junta de Establecimientos Piadosos

del 28 de julio próximo pasado, sobre las exposiciones del R. Obispo de Plasencia y del

Ayuntamiento de la misma ciudad en solicitud de que se señalen arbitrios para atender

a las subsistencias de los expósitos que aquél tiene a su cargo. Y enterado S.M. de que

por Real Orden de 25 de abril de 1794, se mandó establecer en Plasencia una Casa

General para recoger, criar y educar los expósitos de la misma Diócesis y se dotó

competentemente dicha casa, en la cual debía incorporarse la Casa Cuna con las

ventajas economía que de su incorporación debían originarse y que han quedado

frustradas por la repugnancia de aquél prelado a dicha incorporación, sin que por otra

parte hayan desaparecido los apuros de dicha Casa Cuna, en la soberana voluntad de

S.M. que se lleve a efecto la Real Orden de 25 de abril de 1794. Y para no privar por la

referida incorporación de las dos casas a los RR. Obispos de Plasencia del Patronato

que les corresponde de la Pía Memoria o Casa Cuna, se ha servido S.M. declarar a

dichos prelados patronos de todo el Departamento de expósitos aunque la Casa

General deberá estar a cargo del Director nombrado por S.M. y que si verificada esta

incorporación e introducidas con ella las economías consiguientes, se observase

455

Archivo Municipal de Plasencia. Interrogatorio sobre fábricas, artes y oficios de

1802. Pregunta número 11. 456

Archivo Municipal de Plasencia. Interrogatorio de 1830. 457

Sánchez de la Calle, J.A. (1998): La mortalidad infantil en Plasencia durante los

siglos XIX y XX. Hacia una historia de la Casa-cuna y el Hospicio. Ed. Excmo

Ayuntamiento de Plasencia. Concejalía de Cultura y Deportes. Plasencia. Pg. 17.

Page 266: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

266

todavía déficit en las rentas, para llenar sus obligaciones, entonces es cuando deberá

pasarse el examen de los arbitrios propuestos o de otros más asequibles (…). Madrid,

25 de agosto de 1831, Dirigido a Valentín Zorrilla de Velasco, Director del Real

Hospicio de Plasencia”.458

El Hospicio placentino había sido creado en 1796, y ocupó lo que había sido el

colegio de los expulsados jesuitas, Santa Ana. Era un establecimiento de beneficencia

acogido al Real Patronato, donde se hallaban recogidos bastantes individuos de uno y

otro sexo. Allí se les enseñaba los rudimentos de doctrina cristiana, a leer, escribir,

dibujar, etc. También se les formaba profesionalmente en el oficio que eligiesen.

Desempeñaba, pues, un papel social extraordinario para los desheredados de Plasencia y

entorno.459

En 1831, por una Real Orden del 11 de agosto, la Casa de Expósitos pasará a

unificarse con el Hospicio, manteniendo el Señor Obispo el patronato de la institución,

según queda recogido en el reglamento de 1833.460

En 1834 el Jefe Político dispuso que

la corporación placentina destinase ocho mil reales (procedente de los fondos de

hospitales), para la dotación de recursos al Real Hospicio y Cuna de Expósitos,

concienciada ésta máxima autoridad provincial de “la necesidad de alimentar y educar

a aquellos desgraciados y de pagar las amas que lactan a otros en recompensa de la

sangre con que sostienen su existencia”.461

2. La sanidad española en la primera mitad del siglo XIX

Antes de examinar en una exposición diacrónica el devenir de los

acontecimientos, conviene familiarizarse con la organización sanitaria de la época. Es

por ello que se va a analizar en este apartado la estructura organizativa en materia de

sanidad, entendiendo siempre ésta como el conjunto de servicios gubernativos

ordenados para preservar la salud del común de los habitantes. Pero antes aún de

458

Archivo de la Catedral de Plasencia. Documentación del Archivo Diocesano de

Plasencia. Legajo nº. 209. Expediente nº 426. 459

Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. Pg. 446. 460

Opus cit. Pg. 447. 461

Archivo Municipal de Plasencia. Disposiciones. Orden del Jefe Político, 1 de

diciembre de 1834.

Page 267: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

267

abordar este apartado, con el objeto de clarificar más el tema de esta tesis, estableceré

algunos conceptos que se utilizan en el campo de la salud pública, y describiré algunos

modelos teóricos que se han dado al respecto. Para ser más explícito abordaré primero

un marco teórico y conceptual donde estableceré algunos conceptos de salud pública y

enfermedad, describiré algunos modelos interpretativos que han sido utilizados para ésta

problemática, así como la utilización de disciplinas auxiliares como la epidemiología y

la demografía.

2.1. Salud Pública: Marco Teórico y Conceptual

En cuanto al concepto de salud no cabe duda que casi todo el mundo sabe lo que

representa la enfermedad por haberla experimentado o sufrido durante algún momento

de su vida. Sin embargo, las dificultades empiezan cuando hay que definir la salud. Y

éstas dificultades según Domínguez Carmona derivan de que la salud no es una

identidad, una realidad en el sentido de la cosa, res rei, como pudiera ser una caja o una

mesa, sino que, igual que ocurre con la belleza o la fecundidad, es una abstracción

mental, o mejor, como dice Bertrand Russell, una construcción lógica. Cada persona

tiene su propia percepción y vivencia personal de lo que es la salud, de acuerdo con lo

que considera normal en función de los conceptos vigentes en los grupos sociales en los

que vive inserto y de sus experiencias personales. Todo ello muy modulado por factores

culturales, socioeconómicos, religiosos, etc.462

Durante mucho tiempo la salud ha sido definida en términos negativos

(ausencia de enfermedades e invalideces); sin embargo ésta definición no es real ni

operativa, principalmente por tres razones: en primer lugar, porque para definir la salud

en términos negativos, es preciso trazar el límite o la línea divisoria entre lo normal y lo

patológico y ello no siempre es posible; en segundo lugar, porque los conceptos de

normalidad varían con el tiempo, y lo que ha sido considerado como normal en un

momento dado puede que no lo sea en una época posterior; y, por último, por que las

definiciones negativas no son útiles en las ciencias sociales. La salud no es la ausencia

de enfermedades e invalideces, de la misma forma que la riqueza no es la ausencia de la

pobreza, ni la paz, la ausencia de guerra.

462

Piédrola Gil, G. et al. (1994): Medicina Preventiva y Salud Pública. Masson, Salvat.

Ediciones Científicas y Técnicas, S.A. 9ª Edición. Barcelona. Pg. 3.

Page 268: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

268

La OMS, en su Carta Magna o Carta Constitucional (1946), definió la salud

como “el estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la

ausencia de afecciones o enfermedades”. Esta definición, que marcó un hito en su

momento, se reconoce actualmente que junto a aspectos muy positivos e innovadores,

presenta más aspectos negativos y criticables. Entre los innovadores está el definir la

salud en términos afirmativos o positivos. No sólo se refiere al área física del ser

humano, sino que por primera vez se incluyen las áreas mental y social. Entre los

aspectos negativos o criticables destacan el equiparar bienestar a salud, lo cual no

siempre es verdad; el tratarse más de un deseo que de una realidad; el ser una definición

estática y subjetiva. Estas dos últimas características de la definición, junto a una

tercera, utópica, llevaron a Térris a realizar una definición operativa de la salud: “estado

de bienestar físico, mental y social, con capacidad de funcionamiento y no únicamente

la ausencia de afecciones o enfermedades”.463

Pero la salud también es un concepto dinámico, aplicado tanto a individuos

como a colectividades. Podemos comprobar cómo la salud y la enfermedad forman un

continuo, cuyos extremos son el óptimo de salud (completo estado de bienestar, según

la OMS), por un lado, y la muerte por el otro. En este continuo existe una zona neutra

no muy bien definida. Entendiéndose entonces cómo la separación entre una y otra no

es absoluta, ya que muchas veces no es posible distinguir lo normal de lo patológico. Es

de destacar que a uno de los extremos del continuo, la muerte, se llega en todos los

casos por imperativos biológicos, mientras que el otro, el estado óptimo de salud, se

alcanza muy raramente. En la zona neutra y los extremos existen diferentes grados de

pérdida de salud (enfermedad) y de salud positiva. La salud y la enfermedad no son,

pues, estáticas, sino dinámicas, existiendo diferentes niveles de salud positiva y de

enfermedad. En este contexto, y teniendo en cuenta que bienestar no siempre equivale a

salud, Salleras propone definir la salud, desde un punto de vista dinámico, como “ el

logro del más alto nivel de bienestar físico, mental y social, y de capacidad de

funcionamiento, que permitan los factores sociales en los que viven inmersos el

individuo y la colectividad”.464

Este concepto positivo de salud es el que en 1941 pretendió enfatizar Sigerist al

afirmar que “la salud no es sólo la ausencia de la enfermedad, sino que es algo

463

Ibidem. Pg. 4. 464

Ibidem. Pg. 4.

Page 269: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

269

positivo, una actitud gozosa ante la vida y una acpetación alegre de las

responsabilidades que la vida hace recaer sobre el individuo”. En 1976, Gol enfatizó

los mismos aspectos al definir la salud como “una forma de vivir libre, gozosa y

solidaria”.465

Vemos, por tanto, cómo la salud podemos entenderla desde diferentes

perspectivas, por ejemplo la biológica (el estado de equilibrio y armonía entre las

diversas funciones orgánicas, adaptación al medio y resistencia a factores morbosos), o

la ecológica (capacidad del individuo para su continua adaptación al ambiente en todos

sus niveles).

El término salud pública presenta las siguientes acepciones: el adjetivo pública

señala la acción gubernamental, se relaciona con los servicios ambientales o colectivos,

comprende los servicios de salud personales, de naturaleza preventiva, dirigidos a

grupos vulnerables. Por lo tanto, un problema de salud pública se refiere a

padecimientos de alta frecuencia o peligrosidad. Como modelo teórico implica:

“Aquellos hechos que han permitido analizar y conocer mejor los fenómenos de salud y

enfermedad de los grupos de población”.466

En el presente tema de investigación, la

salud pública denota la acción institucional por parte de las autoridades locales con

respecto a las medidas de aseo de las calles y el saneamiento ambiental a través de las

mejoras en la obra pública; las medidas de aislamiento de las poblaciones y también el

funcionamiento de los servicios asistenciales.

El tema de la salud pública ha sido estudiado a partir de diferentes enfoques; en

primer lugar, desde la historia clásica de la medicina, iniciada a finales del siglo XIX y

principios del XX. Fue escrita por médicos higienistas para justificar la función social y

trascendencia de la medicina científica. En este contexto, los temas se enfocaron en la

biografía de médicos y los avances que presentaron en la ciencia médica. En segundo

lugar, la historia de la medicina constituye una forma de observar la perspectiva

histórica de la salud a través de los avances en la práctica profesional. Sin embargo, el

tema de la salud implica una visión más amplia con respecto a la historia de la

medicina, porque obliga al investigador a la observación de factores económicos,

políticos y sociales, para delimitar la salud desde una postura individual hacia lo

465

Ibidem. Pg. 6. 466

Alcalá Ferráez, C.R. (2008): Asistencia Sanidad y Población en la ciudad de San

Francisco de Campeche, 1812-1861. Universidad de Barcelona. Barcelona. Pg. 19.

Page 270: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

270

colectivo. Por lo tanto, su definición implica una discusión más amplia, principalmente

si el enfoque se aplica a un colectivo, siendo importante, adjuntar la palabra pública

como categoría de análisis. En este caso, la historia de la medicina al igual que la salud,

a pesar de que son términos relacionados, tienen diferencias marcadas en los aspectos

que estudian cada una de ellas, aunque estuvieron íntimamente vinculadas por el

impacto que ambas tienen en la sociedad.467

Con la variedad de fuentes y métodos para abordar problemas como la

mortalidad, las epidemias y el impacto de las políticas de salubridad e higiene en la

población, áreas del quehacer histórico como la historia social y la historia cultural

permitieron un mayor desarrollo de temáticas que abordaron el desarrollo demográfico,

el contexto económico y social, así como las políticas de control social. A partir de esta

perspectiva, desde 1970 se desarrolló la historia social de la medicina en Europa y los

Estados Unidos. En éste ámbito surgieron seis áreas temáticas que desarrollaron

problemas teórico metodológicos: los hospitales, la creación de comunidades médicas,

aspectos socioculturales de las enfermedades, eugenesia y contracepción en las

sociedades liberales, presión de los grupos sociales populares por mejorar la higiene y

niveles de vida, el control social, el género y la medicina, así como las prácticas

médicas en relación con el estado benefactor.468

Desde una perspectiva social, el estudio de los hospitales ha permitido el

conocimiento de comunidades médicas, el análisis de experiencias humanas, la relación

médico-paciente, así como la percepción del dolor y la muerte. También se ha

relacionado el contexto social y político con el acontecer cotidiano de estas

instituciones. Los estudios hospitalarios permiten establecer las transformaciones y

funciones que experimentaron a través del tiempo, así como la evolución de la práctica

médica. Desde una visión epidemiológica, la frecuencia de enfermedades y las causas

de los fallecimientos.469

Para una historia de la sanidad las investigaciones deben establecer, en primer

lugar, la estructura socioeconómica, la ideología de los profesionales de la salud, las

autoridades y la población. En segundo lugar, la relación entre la enfermedad, la

467

Piédrola Gil, G. et al. (1994): Opus cit. Pg. 19. 468

Marín, J. (2001): “Balances y perspectivas para una historia social de la medicina en

Costa Rica”, en Revista Española de Sociología, 3. Madrid. Pgs. 69-85. 469

Marín, J. (2001): Ibidem. Pgs. 69-85.

Page 271: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

271

legislación sanitaria y la actitud frente a las clases sociales, los hospitales y la higiene

pública en tiempo-espacio. El estudio de la sanidad debe tomarse como factor

condicionante y determinante, para la comprensión de la historia social, económica e

incluso de las mentalidades, lo que implica una visión más integral de la sociedad. En

efecto, el estudio del proceso salud-enfermedad es importante porque modifica la forma

de vivir de una sociedad.470

Por otra parte, la historia adoptó otras disciplinas para el estudio de la salud, por

ejemplo la demografía para cuantificar ciclos vitales durante períodos de tiempo y

establecer tasas de crecimiento y mortalidad. Por lo que fue necesario recurrir a los

eventos que incidieron en los estados de salud del hombre como las epidemias, las

hambrunas y los conflictos políticos. Los indicadores demográficos han sido utilizados

por la epidemiología histórica para estudiar “la frecuencia y la distribución en el tiempo

y en el espacio de los problemas de salud de las poblaciones humanas, así como el papel

de los factores que los determinaron”.471

Los objetivos de esta disciplina son todos los

aspectos concernientes al estado de salud de las poblaciones: las defunciones, las

enfermedades agudas, crónicas y transmisibles, así como sus consecuencias. Existen dos

niveles de análisis; por un lado el nivel descriptivo que estudia la frecuencia y la

distribución de los problemas de salud en las poblaciones, a través de indicadores de

salud que permitan su análisis en función de las características de las personas,

distribución geográfica en niveles territoriales variables y su evolución en el tiempo y

utiliza indicadores de salud-tasas que reflejan la frecuencia en un momento

determinado. Por otro lado, el nivel explicativo que investiga las causas de los

problemas de salud o los factores que intervienen. Por lo tanto, colabora con otras

ciencias y disciplinas como las ciencias sociales y las biomédicas. El objetivo es

comparar los riesgos de determinados grupos de individuos expuestos a ciertos factores

de riesgo.472

Relacionando lo hasta aquí expuesto con la epidemia de cólera objeto de

estudio, la historiografía en España se ha centrado en la dimensión político-social de

470

Santo Tomás, M. (2003): La asistencia a los enfermos en Castilla en la Baja Edad

Media. Universidad de Valladolid. Valladolid. Pgs. 32-34. 471

Bernabeu, J. (1994): Enfermedad y población. Introducción a los problemas y

métodos de la epidemiología histórica. Seminari d´estudis sobre la Ciencia. Valencia.

Pgs. 24-28. 472

Ibidem. Pgs. 24-28.

Page 272: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

272

ésta primera epidemia, así como en el desarrollo médico científico y su influencia

externa. Se han estudiado las condiciones sociales de la coyuntura epidémica, las

técnicas y políticas implementadas para combatirla; reacciones de los gobiernos, los

grupos profesionales responsables y el colectivo, poniendo al descubierto el estado de

salud colectiva en la mayoría de los casos, así como la infraestructura sanitaria y de

atención.

Descritos dentro del contenido del trabajo los modelos teóricos, se realiza a

continuación un repaso a la organización sanitaria que recibe la epidemia en España.

2.2. Organización sanitaria española en torno a 1833

El organigrama administrativo del momento atribuye las competencias en

materia de salud pública a la Suprema Junta de Sanidad, cuerpo con funciones

consultivas y ejecutivas. En el apartado 1.1 de éste tema sinteticé el origen y evolución

de las juntas de sanidad, por lo que ahora basta decir que ésta Junta Suprema de Sanidad

se va a articular por una R.O. en 1833, en una Junta Suprema y subsidiarias Juntas

Superiores, con sede en ciudades de asiento de Capitanías Generales y juntas de rango

inferior, cuyas competencias eran fundamentalmente la prevención de padecimientos

infecciosos y la lucha contra las epidemias. Las Juntas de Sanidad fueron en estos

momentos el brazo armado del Gobierno en materia sanitaria. En 1834 el Gobierno, por

una R.O. de 27 de marzo,: “…suprime la Junta de Sanidad de lo interior del Reino”.

Por lo que quedarán sólo con el carácter de provinciales y seguirán siendo presididas

por el Capitán y Comandantes Generales de las Plazas de guerra.473

Junto a la estructura sanitaria encabezada por las Juntas, otros organismos

prestan servicio, tales como las Reales Academias de Medicina y Cirugía. Sus

reglamentos datan de enero de 1831, y configuran nueve Reales Academias que

controlan otros tantos departamentos: Madrid, Barcelona, Cádiz, Sevilla, Granada,

Palma, Santiago, Valencia y Zaragoza. Los subdelegados de Medicina y Cirugía

componían estas Academias, nombrados por la Real Junta Superior Gubernativa. Eran

funcionarios locales encargados de hacer cumplir las disposiciones de la Academia y

actuaban como inspectores en nombre de las Juntas de Sanidad.

473

Rodríguez Flores, M.P. (1991): Opus cit. Pg. 32.

Page 273: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

273

Capítulo aparte merecen las Instituciones Asistenciales que completaban el

entramado sanitario del momento. Las medidas desamortizadoras, adoptadas por Carlos

IV, significan para los hospitales, reservados a los sectores sociales en total desamparo

económico, un descenso en sus recursos, a lo que se vino a añadir la grave destrucción

ocasionada por la guerra napoleónica. La Constitución de 1812 propone dar a los

organismos municipales la gestión de hospitales. El Trienio Liberal ratifica esta medida,

que perdió vigencia bajo el absolutismo de Fernando VII. La asistencia estaba en una

situación de franca decadencia, como se reconoce en una circular de 1833… “ lastimoso

estado a que por la calamidad de los tiempos han llegado la mayor parte de los

Hospicios, Hospitales y Casas de Expósitos del Reino”.474

Pero para hacernos una idea

del contexto sanitario en el que se va a desarrollar la primera epidemia colérica de 1833,

es necesario realizar un repaso a la sanidad española, no sólo de la primera mitad, sino

de todo el siglo XIX.

En los años previos a la aparición del cólera en España se producen una serie

de transformaciones en la sanidad española. La actividad en la vida sanitaria se

transfiere a las Juntas de Medicina Cirugía y Farmacia, cuya actuación es paralela al

protomedicato, que desaparece de forma definitiva en 1822, perdurando la ordenación

sanitaria del Antiguo Régimen hasta mediados de siglo. En palabras de José Javier

Viñes, las medidas sanitarias a lo largo del siglo XIX y buena parte del XX no tienen un

carácter estable, sino que son adoptadas por el Estado cuando “santabárbara truena”;

cuando la mortalidad epidémica es asoladora; cuando hay que sacar a los muertos de las

ciudades y poblados, lo que obliga a recuperar y reactivar la legislación sobre

cementerios; se prohíbe en las iglesias “tocar al muerto”, para que no se alarme la

población, y los “funerales de cuerpo presente”, realizándose enterramientos durante la

noche; en tanto que en los períodos interepidémicos, el Gobierno, los delegados

gubernativos y los alcaldes se olvidan de la salubridad. Esto, según Viñes, tiene una

comprensión: la sanidad a lo largo del XIX en España no es una organización técnica o

administrativa, sino una actividad gubernativa correspondiente al ámbito de la política

de salubridad confiada a jefes políticos y alcaldes, que toman medidas según el estado

de necesidad de protección de un bien de propiedad individual como es la salud. No

habían llegado todavía las doctrinas que sobre salud pública (como permanente

obligación del gobierno, del gobernante o del rey), se habían iniciado en el imperio

474

Ibidem. Pg. 18.

Page 274: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

274

austriaco a través de las propuestas de J.P. Frank para una verdadera política médica

completa; sobre todo la doctrina social de protección de la salud individual en caso de

enfermedad. Estas propuestas centroeuropeas van a entrar de manera muy paulatina en

España y fueron casi inexistentes en todo el siglo XIX.475

Este momento histórico es calificado por P. Laín como “la rebelión del sujeto”

fuente de una doble alienación: el ser tratado como simple “objeto cósmico” y ser

considerado simple “objeto económico” que resulta como consecuencia una situación

social sanitaria deplorable denunciado por Turner, Villermé, Chadwick, Engels, y

Virchow entre otros, que determinó la ayuda social al enfermo, novedad incipiente hasta

la primera guerra mundial y arrolladora desde ella. La respuesta más significativa en el

siglo XIX fue la creación del seguro médico unificado y centralizado por Bismarck en

1884.476

En 1814, restablecida la monarquía absoluta con la vuelta de Fernando VII al

trono, de nuevo se aborda un “Reglamento General de Sanidad” por la Junta Suprema

de Sanidad, que el Rey lo envía a informe al doctor Jáuregui, su médico de cámara para

su estudio, a la vez que le remite la “Ordenanza de sanidad” de Benito Puente. El doctor

Jáuregui solicita una comisión de apoyo. El informe es más favorable a la ordenanza

anterior que al proyecto de “Reglamento” de la Junta Suprema, diciendo que “el

proyecto de reglamento formulado por la Junta Suprema valía poco” .477

Mas tarde el

doctor Jáuregui aborda por su parte la redacción de su propia norma en noviembre de

1815, llamándola “Reglamento de sanidad marítima y terrestre”.

En 1820 de nuevo una Real Orden encarga a una comisión creada al efecto la

redacción de un “Proyecto de Ley Sanitaria” en base a los documentos anteriores

incluido el del doctor Jáuregui. El proyecto fue remitido a la Junta Suprema y ésta

corporación “se desquitó ampliamente haciendo trizas el proyecto del médico de

cámara”.478

Se somete también al arbitraje de la Academia de Medicina de Murcia muy

activa y presente en la sanidad española de la época, que favoreció a los dos proyectos

por igual, quedando en consecuencia en dique seco todo intento de organización.

475

Viñes, J. (2006): La Sanidad Española en el siglo XIX a través de la Junta

Provincial de Sanidad de Navarra (1870-1902). Gobierno de Navarra. Pamplona. 476

Laín Entralgo, P. (1982): Historia Universal de la Medicina. Salvat. Barcelona. 477 Monlau, P.F. (1862). Elementos de Higiene pública o arte de conservar la salud de

los pueblos. Imprenta y esterotipia de M. Rivadeneyra. 2ª ed. Madrid.

478 Ibidem.

Page 275: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

275

En 1821, durante el trienio liberal, de nuevo se intenta desarrollar la necesaria

norma y se creó por R.O. una nueva comisión para que redactara el “Proyecto de Ley

Orgánica de sanidad pública de la Monarquía española”, que se sometió a las Cortes en

enero de 1822. Revisada por la comisión de salud pública de las Cortes, dio lugar al

Proyecto de Reglamento General de Sanidad, con 469 artículos, que fue desechado por

el Pleno. La misma Comisión de Salud Pública insistió en un nuevo texto: el “Proyecto

de Código Sanitario para la Monarquía española” en abril de 1822, en cuyo proyecto

como médico-político intervino Mateo Seoane. Este proyecto embarrancó de nuevo en

el Pleno de las Cortes en octubre de 1822, siendo devuelto a la Comisión, la cual se

negó decepcionada a incorporar y corregir las observaciones recibidas y dictaminó que

fuera el Gobierno quien hiciera un reglamento y que lo mandara a las Cortes. En 1823

otro intento de Ley de Cortes volvió a fracasar.479

El proyecto de código sanitario de 30 de abril de 1822 es una de las grandes

obras legislativas del trienio, resumen de un esfuerzo desesperado contra la epidemia de

fiebre amarilla. Aun cuando no se alcanza su aprobación, fue el primer código europeo

de la materia, si bien por su detalle se asemeja a los reglamentos de sanidad que

entonces surgían en todo el mundo, como instrumentos políticos contra las epidemias

existentes. Sus contenidos prevenciones siguen pautas tradicionales, ensayadas en siglos

precedentes. Todavía no se ha descubierto el camino certero para erradicar las grandes

plagas infecciosas, todavía al vómito negro sucedería el cólera morbo, esparciendo la

muerte por Europa. Las prácticas antiguas contra la pesta bubónica se recogen (con

cuidadoso orden y mejoradas) para enfrentarse con la fiebre amarilla, para evitar su

invasión por vía marítima o aislarla en sus primeros brotes.480

En 1823 la Junta Suprema vuelve al tema a solicitud del Gobierno con un

Proyecto de Ordenanza General de Sanidad con 325 artículos. Pasa a informe de

ministerio en ministerio, como también al dictamen del Consejo Real, donde naufragó.

Hay que esperar hasta 1839 para que la reina regente doña Mª Cristina, fallecido

Fernando VII, ordene un nuevo proyecto de “Ley Orgánica de Sanidad” remitido y

redactado por la Junta Suprema; pero los acontecimientos políticos de 1840 con la

479

Viñes, J. (2006): Opus cit. 480 Peset, M y J.L. (1972): Muerte en España (política y sociedad, entre la peste y el

cólera). Seminarios y Ediciones, S.A. Madrid. Pag. 198.

Page 276: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

276

renuncia obligada y el correspondiente exilio de doña Cristina de Borbón, mandó el

proyecto “al panteón donde descansaban sus antepasados”.481

La Junta Suprema asume en 1840 el gobierno y la administración de los

asuntos de sanidad hasta que en 1847 desaparece este órgano para dar paso a una

organización más eficaz y estable de la sanidad española. Sorprende que Monlau no

haga referencia a la organización sanitaria del período constituyente de las Cortes de

Cádiz, ni del trienio liberal 1821-1823 que tan fructífero fue en normas y actividad

sanitaria, tanto en el ámbito de la Gobernación como en el de la competencia municipal.

El período que se inaugura en 1847 con los reales decretos “Orgánico de Sanidad” y

“Reglamento del Consejo y juntas de sanidad”, son herederos en buena parte de las

ideas liberales. Se hace necesario hacer referencia como antecedente de estas normas a

la Real Orden de las Cortes de Cádiz por la que se crean y organizan las juntas

provinciales y municipales de sanidad, y lo que es más importante, la distribución de

funciones en materia de policía de salubridad, entre el poder central y gubernativo por

un lado, y los ayuntamientos por otro. Lo que les confiere funciones comprendidas en la

Instrucción Municipal de 1813.482

No menos importante va a ser en la organización sanitaria la creación de los

médicos municipales y la obligación de su contratación por los ayuntamientos ordenado

en la “Ley Municipal” de 1823. Reforma esta última del trienio liberal, que va a ser el

germen de una futura organización asistencial benéfica individual y luego inspectora

sanitaria en el ámbito local. El sistema sanitario tendrá un carácter estrictamente

preventivo. La Administración liberal debía atender al indigente enfermo porque era,

con excepción social, incapaz de satisfacer sus propias necesidades, encuadrada en el

conjunto de las prestaciones de beneficencia.483

En este período constituyente primero, y liberal radical después, es de destacar

también la concepción política de la autoridad sanitaria que se atribuye al estado central

y a los delegados o jefes políticos gubernativos provinciales, y en cierta medida a los

alcaldes. Este elemento ha de ser crucial en la concepción de la salud pública y en la

481

Monlau, P.F. (1862). Opus cit. 482

Viñes, J. (2006). Opus cit. 483 Muñoz Machado, S. (1975): “La concepción sanitaria decimonónica”. En: La

sanidad Pública en España. Instituto de Estudios administrativos. Madrid. Pgs. 25-33.

Page 277: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

277

protección de la salud colectiva a lo largo del siglo, en cuanto que se protegen bienes

individuales, fundamento de la actuación del poder público liberal.484

A pesar de los repetidos fracasos legislativos comentados, a lo largo del siglo

XIX el Estado va a ir adquiriendo un entramado organizativo sanitario. Hereda parte de

las estructuras anteriores al siglo, como el Protomedicato, la Junta Suprema de Sanidad,

y las juntas superiores gubernativas de medicina, cirugía, y farmacia. Se desarrollan

sucesivas reformas legislativas sustituyendo a estos caducos organismos a mediados de

siglo, entre 1847 y 1855, culminando con el fin del siglo XIX con la “Instrucción

General de Sanidad de 1904”, hija y heredera ya de los avances técnicos que por fin se

incorporan. Lo que se puede considerar el colofón sanitario de las voluntades y

conocimientos del siglo XIX, que alcanzan hasta el comienzo de la primera guerra

mundial en 1914, verdadero fin del siglo XIX, en lo político y en lo social. En lo

científico-médico y en lo organizativo este siglo culminó con un conjunto de

dispositivos constituidos por “corporaciones y funcionarios” que están encargados, en

primer término, de secundar las disposiciones del Gobierno en lo referente a la sanidad,

de asesorarle y de velar en su esfera por la salud pública y que son: El Real Consejo de

Sanidad, las academias de medicina y cirugía, los colegios de médicos, farmacéuticos y

veterinarios, las juntas provinciales de sanidad, las juntas municipales, los subdelegados

de medicina, farmacia y veterinaria y los inspectores sanitarios. Este es el panorama de

los recursos de la organización sanitaria que ha creado el siglo XIX y que llegan al siglo

XX en el año de 1914, momento en el que se considera el inicio de la era actual de la

medicina; y en consecuencia de una nueva era técnica y científica de la higiene pública.

Son los órganos que han dejado en activo las normas legales del siglo XIX: el real

Decreto Orgánico de Sanidad de 1847, la Ley Orgánica de Sanidad de 1855 y la

Instrucción General de Sanidad de 1904.485

Estos órganos han tenido una senda y vicisitudes diferentes que es preciso

considerar desde su inicio histórico en épocas pretéritas, con caminos separados para

cada uno de ellos hasta 1847 en que se puede considerar como el comienzo de una

verdadera organización integrada en una jerárquica administración sanitaria. Tales

484

Viñes, J. (2006). Opus cit. 485 Laín Entralgo, P. (1982): Historia Universal de la Medicina. Salvat editores.

Barcelona.

Page 278: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

278

órganos van a poner en orden las áreas temáticas permanentes del arte de curar. La

primera será garantizar el ejercicio de las profesiones sanitarias: médicos (físicos),

farmacéuticos (boticarios), cirujanos (barberos, sangradores), matronas o ministrantes; y

la segunda situar la autoridad sanitaria en representación del poder público, bien central

(el Rey, el Presidente de la Nación, el Consejo, el Gobierno, las Cortes) o en el orden

periférico, las atribuciones de la sanidad provincial y municipal. En este último campo

va a ser donde se experimenten las mayores transformaciones respecto al ámbito

competencial en el área de la salubridad pública. Las juntas municipales de sanidad y en

consecuencia los titulares municipales van a estar condicionados por la competencia

municipal en la “policía de salubridad” que la constitución les atribuye. En su desarrollo

la “Instrucción para el Gobierno político-económico de las provincias” de 13 de junio

de 1813 desarrolla estas obligaciones que han pervivido largamente “estando a cargo

de los ayuntamientos de los pueblos la policía de salubridad y comodidad, deberán

cuidar de la limpieza de calles, mercados, plazas públicas, hospitales, cárceles y casas

de caridad o beneficencia; velar sobre la calidad de los alimentos de toda clase; cuidar

de que en cada pueblo haya cementerio convenientemente situado; cuidar así mismo de

la desecación o bien de dar curso a las aguas estancadas o insalubres, y por último de

remover todo lo que en el pueblo o en los términos pueda alterar la salud pública de los

ganados”.486

Otra de las transformaciones se produce en la asistencia y cuidados a los

pobres (beneficencia). El que los médicos contratados puedan también asistir a los

ciudadanos pudientes en régimen de igualas o conducidos se recoge por primera vez en

la “Instrucción para el Gobierno económico y política de las provincias”; de 3 de

febrero de 1823, cuyo artículo prevé que “haya facultativo o facultativos en el arte de

curar personas y animales, según las circunstancias de cada pueblo, señalando a los

médicos o cirujanos la dotación correspondiente, a lo menos a la asistencia a los

pobres, sin perjuicio de que si los fondos públicos lo pueden sufrir, se extienda también

la dotación de la asistencia sanitaria a todos los demás vecinos. Los facultativos serán

atendidos y contratados por el ayuntamiento, pero si sus sueldos u honorarios se

486 Muñoz Machado, S. (1975): Art. cit. Pgs. 25-33.

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279

hubieran de satisfacer por igualas o repartimiento vecinal, sólo se sujetará a este pago

a los que quieren servirse de los facultativos elegidos”.487

La asistencia a los ciudadanos fuera de la Beneficencia va a ser un problema

individual en el que el Estado y por tanto la administración pública no va a intervenir,

salvo cuando se requieran actuaciones de policía y asistencia sanitaria en caso de

necesidad por amenaza colectiva o de asistencia benéfica. Esas áreas temáticas sobre el

ejercicio de las profesiones y la distribución de poderes central y municipal, encuentran

un “corte”, un antes y un después, a mediados del siglo: en 1847 cuando nace en España

la verdadera salud pública como función plena del Estado, que adquiere conciencia de

que es suya la responsabilidad de la salud de los ciudadanos.488

487 Muñoz Machado, S. (1975): Art. cit. Pgs. 25-33. 488

Viñes, J. (2006): Opus cit.

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280

Page 281: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

281

v.

PLASENCIA (1832-1835),

REACCIONES SOCIO-SANITARIAS

ANTE LA EPIDEMIA DE COLERA:

RESPUESTAS SIMILARES EN

CONTEXTOS DIFERENTES.

Page 282: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

282

El concepto de epidemia se refiere a una patología que afecta a una población

(o parte de ella) en un momento determinado. Su principal característica es que ataca a

un elevado número de sujetos, lenta o violentamente. A pesar de que las enfermedades

son compañeras del hombre desde su pasado más remoto, son las enfermedades

epidémicas las que han acaparado la atención; por su trascendencia, efecto y sobre todo

por el enorme número de muertos que causan. La realidad de cada época estuvo y está

impregnada del temor a ciertas epidemias, llámense éstas viruela, peste, tifo, cólera,

lepra o SIDA.489

La epidemia aparece marcada por varios elementos: elevado número de sujetos

atacados, impotencia para enfrentar la enfermedad, muerte como peligro inmediato; o

bien, la exclusión y el rechazo social, que es una muerte social en vida. Las epidemias

son un fenómeno colectivo y social. Durante su ataque, no sólo el sujeto está enfermo,

ni únicamente sucumbe el individuo; también la familia, el barrio, la provincia o la

ciudad. Precisamente por eso la representación que se forja de las epidemias es social,

colectiva. Se les teme porque implican una forma de muerte: inmediata, algunas veces;

otras lenta y simbólica. Están rodeadas de rituales, como en el caso de la lepra o la

sífilis, en las cuales la respuesta social, la socialización del mal, tomará la forma de

reclusión y aislamiento. Las epidemias eran una manera de morir para el mundo. En el

caso de la peste, palabra que todavía en el siglo XIX era utilizada para denominar a

varias enfermedades de carácter epidémico, se trataba de una amenaza a la colectividad.

De ahí el interés del momento por la enumeración de los atacados y muertos, pues uno

de los mayores efectos fue el causado por la alta mortalidad.490

A lo largo de la historia de la humanidad la respuesta frente a las epidemias ha

sido similar en algunos aspectos pese a los diferentes contextos geográficos e históricos

en los que se ha producido; pero también ha adoptado formas distintas según la

naturaleza de la enfermedad epidémica de que se trataba y las circunstancias sociales,

culturales y políticas que concurrieron en cada momento. Los acontecimientos se

habrían desarrollado, según Rosenberg, siguiendo una secuencia narrativa predecible en

distintos actos: I) Revelación progresiva; II) Manejando la aleatoriedad; III) Negociando

la respuesta pública; IV) Vuelta a la calma y mirada retrospectiva. Desde el punto de

489

Márquez Morfín, L. (1994): La desigualdad ante la muerte en la ciudad de México:

El tifo y el cólera. Siglo XXI. México. 490

Márquez Morfín, L. Ibidem.

Page 283: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

283

mira de las ciencias sociales este autor defiende que una epidemia permite seccionar

transversalmente una sociedad, reflejando la particular configuración de sus

instituciones y su cultura. Cada sociedad particular construye una respuesta

característica a una epidemia. Como fenómeno social, una epidemia cumple una

estructura dramática, es decir, comienza en un momento en el tiempo, procede en un

período espacio-temporal en el que la tensión lleva a una crisis individual y colectiva, y

finalmente sucumbe.491

Según Slack la similitud de las reacciones sociales a una epidemia se justifica

por los problemas comunes que todas las epidemias y otros desastres presentan y han

presentado: la necesidad de ser explicadas y combatidas.492

A esto se le habría intentado

dar respuesta desde tres ámbitos distintos (popular, político y médico) que habrían sido

diferentemente predominantes según los distintos momentos históricos. No obstante, la

asociación de los elementos provenientes de los tres ámbitos seguramente han

configurado y configuran la respuesta ante una epidemia.493

Slack,494

tras los estudios realizados, destaca cómo la respuesta popular frente a

una epidemia dada en un momento concreto guarda relación con múltiples factores.

Unos tienen que ver con la naturaleza de la enfermedad responsable de la epidemia y el

modo de percibirla por los miembros de esa sociedad. Otros se encuentran relacionados

con las circunstancias sociales, culturales y políticas que concurran en ese momento. De

la combinación de todo ello dependerá el tipo de reacción y su intensidad. Hay que

señalar también que en todos los casos hay una serie de elementos comunes que

integran esa respuesta, siendo uno de ellos la búsqueda del culpable de esa situación

siguiendo unos patrones más o menos establecidos. Un ejemplo de ello es el hecho de

491

Rosenberg, CH. E. (1989): Waht is an epidemic? AIDS in Historical Perspective.

Daedalus, 118, nº. 2.

492 Slack, P. (1992): Epidemics and ideas. Essays on the historical perception of

pestilence. Cambridge. Cambridge University Press.

493 Fox, D.M. (1989): “The History of Responses to Epidemic Disease in the United

States since the 18th Century”. The Mount Sinai Journal of Medicine, Vol. 56, nº. 3,

May.

494 Slack, P. (1992). Opus cit.

Page 284: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

284

que, generalmente, se responsabiliza de la enfermedad a determinados grupos sociales

marginales, a ciertos estilos de vida, a comportamientos considerados inmorales, etc.

Las características de la enfermedad epidémica se consideran como

determinantes importantes de la reacción popular que suscita. Así, la novedad o

familiaridad, la violencia, la incidencia geográfica y social, los síntomas de la

enfermedad y secuelas que genere, la percepción del riesgo. Todo ello configura el tipo

de respuesta y su intensidad.495

Generalmente se acepta que las respuestas más radicales

corresponden a epidemias nuevas, violentas, intensas, casuales y asociadas a otros

desórdenes sociales.496

En epidemias con las características antes apuntadas aumentaría la percepción

del riesgo y las reacciones sociales estarían presididas por el miedo, tal y como ocurrió,

por ejemplo, en las diferentes epidemias de peste en las que fue frecuente la aparición

de fenómenos de histeria colectiva. A grandes rasgos si realizamos un repaso de las

principales pandemias se pueden observar reacciones como: persecución de leprosos,

judíos, homosexuales, pobres, etc.; exaltación de las prácticas religiosas (procesiones,

invocaciones a diferentes santos, etc.), flagelaciones en público, danzas, etc. Es a partir

de la Edad Media cuando a esas primitivas reacciones frente a la enfermedad epidémica,

que como se ha apuntado se caracterizarían por las creencias populares, les

acompañaron las medidas políticas que se iban tomando en función de los

conocimientos médicos del momento. Pudiera parecer que el motivo de estas medidas

sería el mantenimiento de la salud pública, pero las distintas investigaciones que se han

realizado ponen de manifiesto otras muchas motivaciones, como por ejemplo prejuicios

sociales, miedo y sentimiento de lástima hacia el pobre (durante la Baja Edad Media e

inicios del Mundo Moderno), o intereses mercantiles (siglo XIX sobre todo).497

A estos

motivos apuntados se van a ir incorporando de manera progresiva las ideas médicas que

van apareciendo.

La lucha colectiva contra la peste desde mediados del siglo XIV estuvo

protagonizada sobre todo por la sociedad más pudiente, que obraría en base a la idea de

contagio .498

Ésta sociedad pondría en marcha las primeras medidas, consistentes en

495

Porras Gallo. M.I. (1994): Una ciudad en crisis: La epidemia de gripe de 1918-19 en

Madrid. Universidad Complutense de Madrid. 496

Slack, P. (1992). Opus cit. 497

Ibidem. 498

Ackerknecht, M.D. (1982): A Short History of Medicine. Baltimore & London: The

Johns Hopkins University press. (Edicción revisada, 1ª edicción en Inglés 1955).

Page 285: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

285

colocación de guardias de sanidad a las puertas de los lugares contaminados,

establecimiento de la cuarentena, necesidad de portar billetes de salud, aparición de

distintos reglamentos que recogían las normas y obligaciones a cumplir mientras durase

la epidemia, contabilidad de fallecidos, creación y puesta en marcha de medidas de

ayuda a los pobres, y la habilitación de hospitales especiales para enfermos de peste,

que en muchos casos fueron los anteriormente dedicados a la lepra, que habían quedado

libres tras el retroceso de ésta al final de la Edad Media.499

Durante los siglos XVI y

XVII se siguieron aplicando medidas colectivas de lucha, básicamente similares a las de

los siglos anteriores, si bien algo más perfeccionadas. Y contando ya con un apoyo

ideológico, la noción de contagio introducida por Fracastoro, medidas que no se

limitarían únicamente a las ciudades y pueblos afectados, sino que se extenderían

también a las sanas.

En el siglo XVIII apareció entre otras la viruela, cuya lucha a través la

variolización se realizó desde mediados de siglo. Técnica que se aplicó antes de la

invención de la vacuna por Jenner, y que consistía en hacer una incisión en la piel y

colocar el polvo de las costras de la viruela, cerrando posteriormente la herida y dejando

al enfermo aislado hasta que la enfermedad le atacaba de forma leve. En España la

variolización fue empleada por los médicos desde 1750, aunque no contó con el apoyo

oficial hasta 1798, introduciéndose dos años más tarde la vacunación, y dictándose en

1804 las normas relativas a dicho proceder, que se introdujo con carácter gratuito.500

También apareció en éste siglo el paludismo, para el que los médicos recomendaban

medidas de carácter general, como la desecación de aguas pantanosas, recomendada por

Lancisi y otros médicos europeos,501

el aumento del número de médicos en las zonas

afectadas, la contabilización del número de enfermos y fallecidos durante el año, y el

establecimiento de normas y organismos de control que velaran por el cumplimiento de

estas medidas.

La experiencia que proporcionó la lucha contra la peste influyó de modo

importante en algunas de las medidas que se tomaron posteriormente contra otras

enfermedades, y en algunos cambios que se introdujeron en la lucha contra las

enfermedades epidémicas. Así en nuestro país, bajo la amenaza de la peste en Marsella

499

Albarracín Teulón, A. (1987): (Coordinador). Historia de la Enfermedad. Saned.

Madrid. 500

Ibidem. 501

Pérez Moreda, V. (1980): La crisis de mortalidad en la España interior (siglos XVI

al XIX). Siglo XXI. Madrid.

Page 286: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

286

(1720), se decidió centralizar la lucha contra las epidemias y dotarla de un carácter

laico. Para ello se creó la Junta Suprema de Sanidad. Una de sus primeras actuaciones

fue frente a las epidemias de fiebre amarilla que se desarrollaron durante los siglos

XVIII y XIX en nuestro territorio.502

La primera epidemia de cólera en nuestro país se caracterizó, más que por la

gran extensión que pudiera alcanzar, por la intensidad que llegó a adquirir en breve

período de tiempo, en cada una de las regiones o demarcaciones en las que azotó. Por un

lado estuvo su fuerte capacidad de contagio de lo que se deriva, junto a las enormes

dificultades que era necesario superar para controlar su difusión, una rápida extensión

de la misma en breves espacios de tiempo. Por eso es considerada como una de las

infecciones que mejor sirven para medir la capacidad de la sociedad a la hora de ofrecer

respuestas socio-sanitarias eficaces. Estamos, pues, ante un tipo de enfermedad cuya

manifestación tiene lugar, casi en exclusiva, de una forma epidémica. Y es precisamente

esta manifestación epidémica, unida al carácter exótico que caracterizaba a la infección,

la que le otorgaba un carácter catastrófico y alarmante entre la población, cuyos

componentes llegaron a sentir un verdadero pánico ante el simple rumor de un azote

colérico. A los ciudadanos llegaba siempre una información plagada de calificativos

como enfermedad terible, feroz, azote, etc. La aparatosidad de las manifestaciones

clínicas que este proceso morboso provocaba en los enfermos, unida a su fuerte grado

de letalidad, la convertían en una de las enfermedades más temidas de la sociedad

decimonónica.503

Al abordar el desarrollo histórico de la epidemia que se estudia se ha hecho de

la actuación municipal el hilo conductor del discurso. Analizamos su respuesta frente a

un fenómeno dislocador de la vida ciudadana, que le exigió atender entre otras muchas

materias: la organización del dispositivo preventivo y curativo, la erradicación del

problema de la mendicidad, el fortalecimiento de la seguridad ciudadana, etc., pero

también vemos su impotencia frente al caos social y los desajustes económicos, la

huida de personas importantes en la lucha, bicefalias de poder, desconfianza entre

diferentes sectores sociales, y escasa colaboración de algunos estamentos. Pero no solo

502

Blasco, L. (1990): Higiene y Sanidad en España al final del Antiguo Régimen. Tesis

doctoral inédita. Facultad de Medicina. U.C.M. Madrid. P.7.

503 Clemente Fuentes, L. (2008): “Los azotes del cólera-morbo en la provincia de

Cáceres durante el siglo XIX”. Ars et Sapientia. Año IX. Agosto. Pgs. 97-123.

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287

la actuación municipal es analizada aquí, también la respuesta de otros colectivos

sociales y profesionales implicados frente a un fenómeno que, aunque anunciado y

recurrente, atacó con intensidad, sin duda por la impotencia del mundo científico, pero

también por las profundas repercusiones sobre la vida cotidiana.

1. El Cólera se acerca (1832-1833)

1.1. Instalación de la Junta Municipal de Sanidad de Plasencia con motivo de la

primera epidemia de Cólera: Primeras medidas:

Las Juntas municipales de Sanidad, como he expuesto en el apartado IV,

dependían jerárquicamente de las Provinciales, organizadas éstas por distritos de zonas

asimiladas a las Capitanías Generales, y presididas por el Gobernador Militar.

Centrándome en la epidemia de cólera en Plasencia, este proceso organizativo se

cimentó en los años anteriores a 1833, acelerado por la presencia de la epidemia en

Portugal, mediante una circular de Capitanía General que decretaba la instalación de

las Juntas de Sanidad en la Provincia. De esta forma se crea la Junta Provincial de

Sanidad en el mes de mayo de 1832, cuyas atribuciones estaban dirigidas

fundamentalmente a la toma de medidas sanitarias ante la epidemia, y de forma más

concreta a la organización de las Juntas Municipales en todos los pueblos de la

provincia, a las que se irán comunicando los métodos higiénicos y de precaución así

como cualquier medida de salubridad que según los principios científicos de la época

son reconocidos como útiles. A tal fin el 27 de mayo de 1832 se reúnen en Plasencia los

siguientes señores: “... Don Manuel Gómez Borja Corregidor Subdelegado de todas

Rentas Reales Policía y demás ramos, Presidente Don Francisco de la Plata Regidor

perpetuo, Don José López Regidor, el Licenciado Don José Pedro de Alcántara

Rodríguez Previsor y Vicario General de este obispado y Don Juan Sánchez Matas

Médico titular de esta ciudad”.

“... Se hizo notoria la orden circular de la Junta Provincial de Sanidad de

Extremadura, inserta en el diario de Badajoz fecha 12 del que sigue señalado con el nº

131 por la cual se manda entre otras cosas que se instalen Juntas de Sanidad en todos

los pueblos de esta provincia; En cuya consecuencia enterados referidos señores de

citada orden se sirvieran quedara y declarara por instalada esta Junta Municipal de

Page 288: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

288

Plasencia, y los Señores vocales prometieran dedicarse con el más fervoroso y

acentuado celo a desempeñar sus funciones en obsequio de la humanidad, y de la Salud

Pública”.504

Por lo tanto queda instalada la Junta Municipal de Sanidad Placentina,

compuesta básicamente por la oligarquía civil y eclesiástica a la que se sumaba el

asesoramiento sanitario, y desde éste momento, de acuerdo con los planes elaborados

por esta Junta en lo que sería su primera fase de trabajo ante el cólera, el Ayuntamiento

propone una serie de medidas higiénicas y sanitarias. Se toman acuerdos referidos a

limpieza en la ciudad, muladares, cuadras de las posadas y casas particulares..., y

destacando que su incumplimiento llevará aparejada multa, y quién debe pagarlas: “...

para que se barran y limpien las plazas, calles, callejas y extramuros (...), se acuerda

de conformidad que se repita la publicación del Bando, recomendando su ejecución

bajo de las multas impuestas y prehibiendo que se limpien los expresados muladares y

las cuadras de las posadas y casas particulares, bajo las indicadas multas, y

apercibimiento de que se reconocerán por las personas que al efecto se designarán, y

de que los moradores de las propias posadas y casas serán responsables de las

multas”.505

Hay que tener en cuenta que por éstas fechas fueron publicadas las medidas

de prevención recibidas desde París. Traducidas al castellano tienen por objetivo que

“todas las familias y personas sepan tomar por sí mismas las medidas oportunas para

precaver la invasión del cólera-morbo, y adoptar los medios más convenientes y

seguros de disminuir sus estragos en el caso que llegue a propagarse”. En ellas se

recoge claramente el hecho de haberse observado que cuanto más puro es el aire en que

se vive, menos exposición hay de padecerse el cólera, es decir, queda patente en su

redacción la influencia de las teorías miasmáticas: “El aire húmedo de las habitaciones,

mal sano en todos tiempos, se hace muy peligroso cuando reina el cólera-morbo; por

tanto, es preciso guardarse bien de hacer secar la ropa lavada en la pieza en que se

habita, y con más razón si se duerme en ella. Se procurará ventilar las alcobas y piezas

504 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

27 de mayo de 1832. 505 Ibidem.

Page 289: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

289

de dormir; que en toda la casa haya la mayor limpieza y aseo, que es el único medio de

que reine en ella la salubridad”. 506

La amenaza del cólera despierta como se ve el interés de las autoridades, y se

traduce en ésta temprana reacción con indicación de acciones directas sobre elementos

considerados predisponentes o facilitadores de la aparición del mal, basados en

postulados defendidos desde el punto de vista del higienismo miasmático, aunque no

sea en éste momento la teoría dominante. Se hace mención en estas fechas al crecido

número de pobres que se habían introducido a mendigar en la ciudad: “... y se haga

saber a los pobres forasteros que se han introducido a mendigar en crecido número

cuyas disposiciones...”. Flores del Manzano observa cómo por éstas fechas menudearon

los pobres de solemnidad en Plasencia. En 1830 se destacaba el hecho de que los

numerosísimos pobres de solemnidad que existían en Plasencia por diversos motivos,

“la mayor parte son forasteros transeúntes que se vienen aquí”. Entre ellos destaca la

benignidad climática que disfruta la ciudad, la cual, a su vez, se convierte en punto

estratégico de paso. Lo que permitía la convergencia en ella de forasteros procedentes

tanto de Portugal como de tierras castellanas, manchegas, andaluzas y bajoextremeñas.

Afluyen los pobres, forasteros al reclamo de las muchas instituciones humanitarias con

que contaba la ciudad: obispo, cabildos y comunidades religiosas de ambos sexos,

donde comer, al menos, la llamada “sopa boba” conventual. Disponía así mismo de

hospitales en que recogerse y curar las enfermedades de sus maltrechos cuerpos. Pero

no sólo acudían personas pordioseando abiertamente, apelando a la caridad ajena,

también aquellos que buscaban un empleo ocasional en labores agrarias esporádicas que

no requirieran de especialización. No faltaban en la ciudad oportunidades de

subsistencia y ocupación temporal a los que llegaban con deseos de mitigar su miseria o

de conseguir algún dinero507

. Es de entender el hacinamiento y las malas condiciones

higiénicas en las que se encontrarían los pobres. Entre las medidas recibidas desde

París también se hace mención a la prevención de éste hecho: “Así, pues, nunca será

por demás el esmero que se tenga en la salubridad de las habitaciones; y por

506

Instrucción Popular formada por la Comisión Central del Consejo de Sanidad y

aprobada por la Prefectura de Policía de París (1832). Traducida al castellano. Madrid.

Miguel de Burgos, impresor por S.M. de la Real Junta de Aranceles. 507

Flores del Manzano, F. (2004): Plasencia y su entorno durante el reinado de

Fernando VII y la regencia de María Cristina (1808-1840). Excelentísimo

Ayuntamiento de Plasencia.

Page 290: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

290

consiguiente, es preciso evitar que viva, y mucho mas el que duerma demasiada gente

en una misma habitación, ventilarla por la mañana y durante el día, abriendo puertas y

ventanas con frecuencia, y por largo rato”.508

Cuando dos años más tarde la enfermedad recorriera España, es posible que

aumentara aún más el número de pobres y mendigos en la ciudad, retornados éstos a su

lugar de origen desde ciudades en las que ante el miedo a la epidemia se procedió a la

expulsión del proletariado no natural de la ciudad. Circunstancia ésta que se produjo en

ciudades como Bilbao509

y Madrid510

.

En esta primera reunión el médico titular Juan Sánchez Mattas hace mención a

un problema en los enterramientos, destacando que se llevan a cabo con poca

profundidad: “…El Sr. Don Juan Sánchez Mattas como médico consultor hizo presente

que los sepulcros en que se entierran los cadáveres se hacen con poca profundidad y

que consideraba necesario que se dispusiera lo conveniente por resultar perjudiciales a

la salud pública.511

Antes de hacer su aparición el cólera en España y sembrar el miedo, la Junta

Municipal Sanidad de Plasencia se reunió en tres ocasiones más (3,10 y 17 de junio),

correspondientes a tres domingos sucesivos como había sido acordado en la segunda

sesión: “…Habiéndose conferenciado lo conducente para determinar los días y horas

en que debe celebrarse junta de sanidad, se acordó que todos los domingos a la hora de

las once se sirvieran concurrir los Sres vocales a la casa morada del Sr Presidente

para realizar la junta, sin necesidad de que preceda convocatoria ni llamamiento; sin

perjuicio de que si ocurriese alguna cosa extraordinaria tendrá el Sr Presidente la

bondad de mandar convocar a junta por medio de llamamiento expuesto”512

. En todas

ellas se vuelve a hacer mención al aseo y limpieza en calles, plazas, cuadras,

508

Instrcucción Popular formada por la Comisión Central del Consejo de Sanidad y

aprobada por la Prefectura de Policía de París (1832). 509 Villanueva Edo, A. (2004): “Estudio social e histórico de la epidemia de cólera de

1834 en Bilbao”. Boletín de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País. Bilbao. 510 Vidal Galache, F. (1989): “La epidemia de cólera de 1834 en Madrid. Asistencia y

Represión de las clases populares”. Revista: Espacio, Tiempo y Forma. Historia

Contemporánea. Madrid. 511

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

27 de mayo de 1832. 512

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

3 de junio de 1832.

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291

muladares...: “... Acordó que se haga saber a los Alcaldes de Barrio, al Celador y

Alguaciles que cuiden de la limpieza de calles y muladares, exijan las multas impuestas,

den parte al Sr Presidente de lo que ocurriese, y pongan dichas multas en poder del

Depositario nombrado para los efectos...”513

. Se hace mención también al vagabundeo,

y a la falta de recursos económicos necesarios para satisfacer las necesidades de la

junta, hándicap con el que como se verá más adelante, se va a encontrar en repetidas

ocasiones, : “... de facilitar medios y arbitrios para evitar la vagancia, contener los

excesos y desordenes que de la misma proceden, y mantener y socorrer a los pobres

vecinos de esta ciudad que acrediten hallarse notoriamente impedidos y necesitados;

con tan laudables fines se hicieron por los Sres Vocales de esta Junta diferentes

proposiciones útiles y bien acomodadas, pero estrellándose todas en la sensible

imposibilidad de ser efectuadas por carecer absolutamente de los caudales y recaudos

necesarios (...) se acordó de conformidad que los Sres Regidores que al mismo tiempo

son individuos de precitada junta se sirvan hacer presente al M.N. y M.L. Ayuntamiento

la necesidad de que proporcione algunos intereses, utensilios y herramientas, invitando

atentamente a esta corporación para que despliegue su energía y piadoso celo a favor

de esta empresa tan ventajosa a la humanidad desvalida y a la salud pública514

”.

En lo que sería la segunda reunión (3 de junio) queda patente el enorme peso

que el clero tenía en ésta ciudad. Todavía en la época de la epidemia existía la vieja

estructura de sociedad estamental, basada en privilegios de dos estamentos: la

aristocracia y el clero, y el total desposeimiento del tercer orden: el pueblo. Aristocracia

y clero ostentaban el poder absoluto, fundamentado en sus privilegios, en la propiedad

de la tierra, en la tradición y en los títulos. Al igual que la nobleza, fue un estamento

privilegiado. Su poder era grande y se organizaba en una compleja estructura, integrada

por numerosos miembros. En esta segunda sesión de trabajo sólo se habló de la

epidemia al despedir la reunión, ya que el debate (que no existió), tras la lectura del acta

anterior giró en torno al descontento por parte del Previsor por aparecer su nombre con

posterioridad al de los Señores Regidores del Ayuntamiento, reclamando entonces su

lugar por delante de éstos e inmediato al del Sr. Presidente: “… El Sr. Previsor hizo

513 Ibidem. 514 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

10 de junio de 1832.

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292

presente que ha notado que se halla colocado su nombre con posterioridad a los de los

Sr. Regidores del Ayuntamiento y pidió que se colocase previamente que a su Señoría

compete, el lugar inmediato al del Sr. Presidente, tanto por su carácter, quanto por ser

juez que ejerce jurisdicción ordinaria eclesiástica cuya distinción y prerrogativa le da

el derecho que reclama; En cuya virtud instruida la fuerza precisa de la proposición

presente; Después de haber conferenciado con la debida reflexión, y de haber oído

individualmente a los Sres vocales, y al Sr. Marqués de Mirabel que dijo cedía por su

parte sin perjuicio del derecho que corresponda a la clase de Regidor Decano, acordó

que mencionado Sr. Previsor Vicario General ocupe el asiento y disfrute, la voz y voto

inmediato al Sr Presidente y con preferencia a los demás Sres de citada junta”515

.

En todas y cada una de estas sesiones también se interesó la Junta municipal por

el tipo y el número de enfermedades que aquejan a los vecinos de la ciudad. Para ello se

preguntaba al médico titular, vocal también de dicha Junta: “... continúa la enfermedad

de fiebre catarral estacionada, con diferentes complicaciones según la constitución de

los pacientes y añadió que referida enfermedad no es epidémica ni contagiosa (...),”...

habiéndose corregido y templado los temporales, se habían aminorado

considerablemente las enfermedades, y que se habían aliviado algunos enfermos de

modo que ya es mucho menor el número de estos, los cuales juzga y opina que irán

convaleciendo poco a poco”516

.

Los informes emitidos por el médico sirvieron para acordar la anulación de las

sesiones periódicas. Y consideraron que una vez concretado todo lo que se debía hacer,

y en vista de la ausencia de enfermedad preocupante en la ciudad, la Junta quedase en

suspenso de momento: “...y advirtiéndose que por ahora no hay cosa que llame las

atenciones de la Junta, se acordó de conformidad que se suspendan sus sesiones sin

perjuicio de que si ocurriese cualquiera novedad o indicio ya sea de enfermedades o de

cualquiera otro incidente correspondiente a las obligaciones de esta Junta se sirva el

515 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de 3

de junio de 1832. 516 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

10 de junio de 1832.

Page 293: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

293

Sr. Corregidor Presidente mandarla convocar por el medio que sea de su agrado en

cuyo caso se reunirá sin dilación...”517

.

Primera página del acta de instalación de la Junta Municipal de Sanidad de Plasencia.

Se percibe cómo en éste momento la medicina juega un papel de mero consultor.

Vamos a comprobar que el discurso de prevención tanto cuando el cólera es una

amezaza como cuando es una verdadera realidad proviene de las autoridades. El papel

del médico no presenta novedad por tanto en cuanto al ejercido en las epidemias del

pasado. La Junta Municipal no se volvería a reunir ya hasta entrado el año 1833.

517 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

17 de junio de 1832.

Page 294: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

294

1.2. Miasmas del miedo:

Es inevitable que el imaginario colectivo reaccione, ante una situación de

emergencia sanitaria, a partir de una de las emociones morales más básicas: el miedo. Y

que éste se contagie más extensamente, persista más tiempo y cause más daño que las

infecciones biológicas. En nuestra memoria cultural colectiva permanecen una serie de

epidemias que la humanidad sufrió y sobrevivió. Aún hoy en día, el miedo al contagio

de una epidemia sigue siendo uno de los resortes emocionales más poderosos en la

sociedad contemporánea. Pero, desde luego, el miedo es irracional y desencadena toda

una gama de reacciones exacerbadas, desde la incredulidad hasta la paranoia y la

agresividad, e incluso a la segregación y rechazo social. La reacción discriminadora

impulsada por el miedo más primario y primitivo: el miedo a enfermar y morir, parece

natural y hasta cierto punto inevitable. La discriminación hacia otros que deriva de este

miedo es, desde el punto de vista ético, siempre condenable. Por ello debe ser

contrarrestada, y todo uso simbólico y político de este miedo proscrito, dado que

estigmatiza a todo un grupo poblacional o étnico, y lo pone en situación de

vulnerabilidad político-social, además de la posible vulnerabilidad biológica que

efectivamente sufra.

En 1832 se publican las instrucciones, que sobre medidas de prevención fueron

dictadas por la Comisión Central del Consejo de Sanidad, y aprobadas por la Prefectura

de Policía de París. Estas fueron “traducidas al castellano por Superior Disposición con

las modificaciones que requieren las costumbres, necesidades y situación de los

españoles”.518

En ellas se hace referencia al cólera como enfermedad grave, pero no

obstante se realiza la advertencia de que es mayor el miedo que causa el esperarla, que

el riesgo que se corre cuando existe. Y al compararla con otras enfermedades

epidémicas, tales como las viruelas, la escarlatina, y ciertas fiebres nerviosas, destaca el

hecho de que éstas han hecho más estragos en las regiones de Europa donde ha reinado

el cólera, destacando el hecho de que, aun cuando hubieran sido muy favorables las

circunstancias a su propagación, únicamente ha atacado a un individuo sobre 75, y aún

en algunas ciudades la proporción ha sido solamente de un individuo sobre 200.

518

Biblioteca Nacional de España. Instrcucción Popular formada por la Comisión

Central del Consejo de Sanidad y aprobada por la Prefectura de Policía de París.

Traducida al castellano (1832). Madrid. Miguel de Burgos, impresor por S.M. de la

Real Junta de Aranceles.

Page 295: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

295

En éste apartado y los restantes se podrá comprobar cómo este miedo al cólera

tendrá sus repercusiones sociales y culturales, que a su vez influirán sobre las actitudes

y comportamientos de la comunidad. La mayoría (por no decir todos) los trabajos sobre

el cólera destacan la presencia de ese miedo, al que hay que atribuirle un origen no tanto

en su impacto demográfico, sino más bien en la aparotisidad de sus manifestaciones

clínicas, a las que se habrían de sumar los rituales religiosos en torno a la muerte.

En los primeros meses de 1833 las noticias que llegaban sobre el curso de la

enfermedad por Europa y sobre todo en Portugal y Andalucía empezaron a despertar

alarmas sociales e institucionales. Podemos decir que “los miasmas del miedo”

empezaron a hacerse sentir. La presencia del cólera en Huelva se puede considerar

como el momento de mayor esfuerzo en la consecución de medidas tratando de evitar su

propagación, para lo que son redactadas unas disposiciones: En ellas “Se aprueba el

acordonamiento de la villa de Huelva”, dispuesto por el capitán general de Andalucía

en la forma que está prevenida de antemano por los artículos 6º y 11º de la Real

Instrucción sanitaria de 25 de agosto de 1817”, una maniobra de actuación que nos

sitúa ante el principal elemento de lucha contra las epidemias utilizado hasta el

momento, el aislamiento. Herramienta que no aporta nada nuevo, que proviene de los

postulados de las tesis contagionistas y que conlleva además la vigilancia de “los

pueblos que se hallan situados al radio de diez leguas de la villa de Huelva, y se

establecerá a la referida distancia tan pronto como sea posible el segundo cordón de

tropas repartidas en los puntos y cruceros que designe el capitán general”. Pero

además, siendo conscientes de los perjuicios de éstas medidas se manda que “no falten

víveres ni ninguno de los artículos necesarios para la subsistencia de sus habitantes, y

para la curación y asistencia de los enfermos y convalecientes”. Para los barcos se

prohíbe su salida al mar y aquellos de procedencia sospechosa se enviarían a Mahon

donde se había acondicionado un lazareto para pasar cuarentena. Si la enfermedad

proguesara en su avance hasta Sevilla, en éstas disposiciones se recoge otra medida

arcaica y que a la postre resultará ineficaz, se trata de la huída de las autoridades hasta

lugares sanos desde donde poder operar. Sólo las locales o municipales deberían

permanecer en la capital, las restantes, es decir las autoridades centrales o provinciales,

así como la Junta Superior de Sanidad de la Provincia de Sevilla también debería

efectuar su salida. Para asesorar a las Juntas de Sanidad, así como para asistencia a los

enfermos se reclama la presencia de los tres facultativos que habían sido enviados al

Page 296: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

296

extranjero para estudiar la enfermedad, y para la provisión de los recursos necesarios “la

misma Junta y las Autoridades superiores de aquella Provincia invitarán a todas las

personas pudientes y amantes del bien público para que contribuyan, según sus

facultades, al socorro y alivio de sus compatriotas afligidos por aquella plaga

desoladora, abriéndose al efecto una suscripción, en la que no duda Su Majestad

tomará parte al caritativo celo de los Prelados, Corporaciones eclesiásticas y

seculares, y el de los particulares acomodados, prestándose gustosos a un acto de

humildad que redunda en beneficio de todos, pues se dirige no solamente a auxiliar a

sus semejantes en tan terrible conflicto, sino también a evitar los funestos efectos y

propagación del contagio. El producto de esta suscripción y los nombres de los

suscriptores se publicarán para que puedan ser vistos por los vecinos, en el Boletín

Oficial de la Provincia.519

Al tiempo que se incrementa el miedo entre la población crecerán los

oportunistas y los remedios milagrosos. Fenómeno habitual durante todas las epidemias

de cólera del XIX y buena muestra de las creencias populares, alimentadas sin duda por

la ineficacia médica. Se trataría de remedios empíricos de no más dudosa efectividad

que los propuestos por los médicos.

Plasencia, por su parte, fue uno de los núcleos donde se detectó de forma

temprana la preocupación por el riesgo de contagio, el cólera estuvo muy presente en el

imaginario social y especialmente en las preocupaciones de sus dirigentes desde 1832.

La documentación de aquel año recoge una temprana reacción de las autoridades

políticas con discursos, bandos y normativas, pero sobre todo con acciones directas y

urgentes sobre aquellos elementos que se consideraban predisponentes o facilitadores de

la aparición del mal. Esta documentación alusiva al cólera prácticamente se reduce a la

generada por la Junta Municipal de Sanidad, organismo temporal creado expresamente

para responder a la amenaza. La reducida documentación, pero especialmente su

parcialidad, para mí no supone, sin embargo, una enorme dificultad para tratar de relatar

una crónica de la epidemia en su contexto social y político.

519

Estas Disposiciones se reproducen íntegramente en el apartado Apéndice

ddocumental. Biblioteca Nacional de España. Decretos del Rey Nuestro Señor D.

Fernando VII y la Reina de su Augusta esposa (1834). Imp. Real, Madrid, T. XVIII,

pg.91.

Page 297: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

297

Desde febrero se tomaron varios acuerdos como el interrumpir las

comunicaciones con Portugal, adoptar severas precauciones con los sujetos, caballerías

y géneros procedentes del país vecino, establecer lazaretos, cuarentenas y fumigaciones,

disponer guardias exigiendo la documentación, el pasaporte y la cédula de sanidad; y,

por último, que las Juntas de Sanidad dieran continuos partes del estado de la salud

pública520

. Las autoridades se van haciendo eco del avance y comienzan, como vemos, a

dictarse diversas disposiciones que podemos considerar marcadas por la ambigüedad del

lenguaje, tratando de no alarmar a la población pero disponiendo medidas preventivas.

Todo esto se detalla a continuación.

Efectivamente, el jueves 7 de febrero de 1833 el Diario de Badajoz hace pública

una circular de la Junta Superior de Sanidad en la que se comunica a las Juntas de la

Provincia el recelo de la existencia del cólera morbo en Oporto, así como la indicación

de reglas de prevención que manda S.M. Desde la Junta Superior se pone en marcha

entonces un despliegue en cascada de instalación de Juntas de Sanidad y medidas

higiénico-sanitarias a requerimiento de la superioridad, de igual manera se pide adoptar

las medidas necesarias para que ninguna persona se interne en España procedente del

país vecino sin antes pasar observación de quince días en Portugal y otros quince en el

lazareto que se establezca en territorio español y “Que las disposiciones que tome entere

sin demora a los Capitanes generales de Extremadura, Galicia y Castilla la Vieja y

demás autoridades fronterizas, para que en el caso de haber estallado el cólera en

Oporto u otro punto, corten la comunicación e impidan la entrada en España a los que

venga de él hasta que hayan cumplido la cuarentena susodicha”521

.

Vemos de nuevo como éstas primeras medidas vienen marcadas por el

predominio en este momento de los defensores del contagionismo. Sin embargo lo

anterior no fue motivo para descartar el uso de todo tipo de medidas de carácter

esencialmente higiénico, encaminadas a conservar la pureza del aire como profiláctico

básico de la epidemia, y que eran orientadas por las teorías miasmáticas de la medicina

del momento, como veremos a continuación. Pero éstas primeras recomendaciones de

higiene pública serían en su mayoría las mismas que hasta entonces se habían

formulado en otras epidemias por ejemplo en la peste, si bién como se irá comprobando

520 Sánchez de la Calle, J.A. (1994): Opus cit.

521Archivo Municipal de Plasencia. Diario de Badajoz. Jueves Febrero de 1833.

Page 298: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

298

con la lectura de ésta investigación, se irán modificando, teniéndo su punto de partida

no en el cólera, como se nos hace ver por los historiadores, sino en los planteamientos

ilustrados del siglo XVIII de lucha contra la enfermedad epidémica en general.

En Extremadura la Junta Provincial de Sanidad queda instalada, celebra sesión y

ante la evidencia de “que siendo la salud pública un interés de todos”, acuerda

transmitir a las municipales una serie de “medidas precaucionales de conocida

salubridad” contenidas en cinco artículos y que hacen referencia a: instalación una vez

más de juntas municipales, y quienes deben componer dicha junta, retirar zonas de

vertido de estiércol próximas a la localidad y colocarlas en lugares elevados, cegar

pantanos próximos en los que hubiere aguas detenidas, aseo de calles y plazas, casas (en

las que debe estimularse a los vecinos al blanqueo), caballerizas y corrales, así como en

fuentes y pozos potables, dar salida a las heces de los lagares de vino y molinos de

aceite “a fin de que no se estanquen y exhalen miasmas y gases nocivos”, profundizar

en los enterramientos, esmero en carnicerías y mataderos a fin de no perjudicar a la

salud pública, acopio de “plantas aromáticas como el romero, tomillo, y otras de esta

especie, para quemarlas en las calles cuando las circunstancias lo exigieren”. Además

la Junta es consciente de que “Uno de los males temibles en la provincia, es la cría y

estancia de ganado de cerda dentro de las poblaciones: en las pequeñas no es de tanto

influjo por que están más ventiladas: pero en las grandes o que suben de cuatrocientos

vecinos, la existencia de dicho ganado en el interior es perjudicialísima, y por lo tanto

las juntas municipales deberán tomar en consideración este interesante punto, y

remover los obstáculos que se presenten, para si es posible, colocar el ganado de cerca

en corrales u otros puntos fuera de la población. La junta provincial considera

suficiente cuanto se contiene en los cinco artículos precedentes, dejando a las

municipales que desplieguen su celo en otras medidas que serán útiles en unos pueblos

y no posibles en otros. Queda no obstante en una vigilante observación para atender a

donde convenga con sus providencias, para proteger a cuantos concurran de todos

modos a la conservación de la salud pública, y para usar de la severidad que designa la

ley contra el que por malicia, indolencia u otra falta se oponga o interrumpa lo que ella

misma o las municipales dictaren para llenar el grandioso objeto de sus respectivas

atribuciones; y para ello y que llegue a noticia de todos, se hará saber por medio del

diario de la capital. La junta que está en obligación de averiguar por todos medios la

existencia o inexistencia del mal para adoptar las disposiciones más eficaces del caso,

Page 299: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

299

y elevar a noticia de la Junta Suprema del Reino cuanto pueda adquirir y por cuya vía

han de recibirse sucesivamente las órdenes e instrucciones que acordare S.M. , encarga

especialmente a las Juntas particulares de los pueblos con singularidad a la de los

fronterizos a Portugal, se dediquen con todo esmero y solicitud a inquirir

conocimientos positivos a la novedad de tan perniciosa epidemia hasta cerciorarse del

verdadero estado de salud que reina en aquel punto y demás inmediatos, avisando todo

con puntualidad a esta Junta Superior.522

Primera página de la Circular de la Junta Superior de Sanidad.

Vemos cómo aún desconocido el reservorio del cólera las medidas apuntadas se

dirigen hacia su control, los mecanismos de aislamiento tradicionales, que

desconociéndose todavía la etiopatología de la enfermedad, resultarían ineficaces,

igualmente algunas prácticas contra las humedades en pantanos etc., que efectivamente

eran más proclives al desarrollo del vibrión, se realizaron arbitrariamente guiados por su

522 En el apartado Apéndice documental se reproduce íntegramente ésta Circular.

Archivo Municipal de Plasencia. Diario de Badajoz. Jueves Febrero de 1833.

Page 300: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

300

mayor o menor impacto olfatorio en relación a procesos de putrefacción y fermentación

que acontece en ellos, la quema de plantas aromáticas defendida por los partidarios de la

transmisión aérea (“miasmática”) en un momento en que mandaban los contagionistas,

prácticas en definitiva que de la misma manera no se tradujeron en limitación alguna de

la enfermedad. No se observa en éste momento acción directa sobre el reservorio

principal, es decir, el ser humano, responsable además de uno de los dos mecanismos de

transmisión más importantes, la vía fecal-oral, que va provocando poco a poco la

progresión del contagio hasta la vía hídrica responsable de los brotes epidémicos.

Lógicamente en ésta primera pandemia, tanto el reservorio humano como ambas vías de

transmisión eran desconocidas, y dentro de esas recomendaciones que se describen más

arriba apenas alguna pudiera haber sido parcial e indirectamente efectiva, y que son las

que se orientan hacia la contaminación aérea eliminando contenidos para que ni se

vieran ni se olieran, pero que no evitarían en definitiva que restos contaminados en

deposiciones se filtraran hacia puntos de abastecimiento al no existir una correcta

eliminación de excretas y que en último lugar no se habría actuado correctamente sobre

este eslabón de la cadena epidemiológica.

Pero por lo tanto la preocupación por el riesgo de contagio en Extremadura se

deja sentir ya por estas fechas. En Plasencia en febrero de 1833 se tomaron varios

acuerdos que obedecían al edicto remitido desde Badajoz por el comandante general del

ejército y provincia de Extremadura y presidente de las Juntas de Sanidad. El edicto era

una medida elaborada por el Gobernador militar y político de la Plaza de Badajoz, que

al mismo tiempo era también Comandante general del Ejército en la Provincia de

Extremadura, Presidente de la Real Audiencia y de las Juntas de Sanidad. Como se

indica más arriba el miedo al contagio cunde en Extremadura, a decir del gran número

de prevenciones que se desarrollaron, una de ellas es éste edicto. La palabra edicto

significa mandato, decreto o aviso publicado por la autoridad competente, para ser

expuesto en lugares públicos. La intención era que llegase a los vecinos y habitantes de

espacios geográficos necesitados de esta información. En momentos en los que la

transmisión de noticias, obviamente era difícil, Bandos, Edictos,… etc., cumplían esta

indispensable labor social. El edicto informa de la presencia de enfermedad contagiosa

en la cercana provincia del Alentejo portugués, que aunque no plenamente identificada,

se sospecha que pudiera ser el cólera-morbo. Esto provoca terror y desencadena el que

se adopten una serie de medidas, y la advertencia de que el incumplimiento en algunos

Page 301: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

301

casos puede estar penado con la muerte. Lo que da idea de su visión como auténtica

catástrofe y amenaza contra el cuerpo social.

“ La Junta Provincial de Sanidad ha recibido noticia oficial de haberse

presentado una enfermedad contagiosa en Aveiro y otros pueblos de la Beira alta del

limítrofe Reino de Portugal, habiendo fallecido doce de ochenta personas que fueron

atacadas en un día, y ocurrido otros casos que dan a conocer el contagio y la gravedad

del mal, ignorase todavía si es el cólera-morbo asiático, aunque los síntomas de la

invasión simultánea en distintos pueblos y la rapidez de los efectos hacen temer sea

esta la enfermedad de que se trata....”

“... es indudable que el contagio existe, y que por lo mismo ha llegado el caso de

adoptar medidas para impedir que este azote invada la España por la frontera de

Extremadura.(...) Una triste experiencia acredita que el menor descuido, la más

pequeña omisión en semejantes casos, dejando el campo libre a la desolación del

contagio, arrastra al sepulcro a millares de víctimas, y llena de luto las familias, los

pueblos y los Reinos: este cuadro horroroso debe precaverse a toda costa...”523

.

Se vuelven a poner en evidencia cómo ante la epidemia en ciernes se producen

nuevas manifestaciones de miedo, y se observa cómo se palpa un riesgo inmediato. El

edicto forma parte de una importante labor legislativa llevada a cabo por las autoridades

provinciales durante el año 1833, especialmente cuando el territorio español se ve

amenazado por la epidemia que se extiende en Portugal y se acerca a las fronteras de

Huelva y de Badajoz. Normativa contextualizada en una general, de carácter nacional,

que se desarrolla de forma paralela a las medidas puntuales, gestadas por las autoridades

locales de aquellos lugares más próximos al posible contagio epidémico524

. El edicto de

febrero consta de dieciocho artículos en los que se abordan una serie de medidas

preventivas:

- Incomunicación con Portugal, sobre todo en lo que se refiere a Aveiro y Beira.

En cuanto a Algarves y Alentejo se admite el paso tanto de naturales como

extranjeros, debiendo sin embargo pasar cuarentena y portar célula de sanidad.

523 Archivo Municipal de Plasencia. Edicto. D. Antonio María Peón y Heredia Carrió. 524

Rodríguez Flores. M.P. (1997): “El desarrollo de un marco jurídico y la epidemia de

cólera de 1833”, Norba 14. Revista de historia. Cáceres.

Page 302: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

302

“ 1ª. Se prohíbe la libre comunicación con Portugal, en conformidad

con el artículo 1º de dicha Real Orden, y en virtud de las noticias

recibidas del contagio.

2ª. Se prohíbe la entrada a toda persona procedente de Aveiro y demás

puntos en que exista y en adelante existiere contagio, bajo la pena de la

vida; la cual se ejecutará con las que se sorprendan introduciendo

géneros de contrabando de igual procedencia, en conformidad de la

Real orden de 12 de Julio último, procediéndose a la quema de los

mismos géneros como en ella se mandó.

3ª. Se establece la observación de quince días de cuarentena para todas

las personas procedentes de los Algarbes, Alentejo y Beira Baja, así

naturales como extranjeros, cualquiera que sea el tiempo que hayan

pasado en dichas provincias debiendo traer célula de Sanidad, sin la

que no serán admitidas ni después de la observación”.

- Precauciones en géneros de comercio, y correspondencia pública, adoptando

severas medidas con los sujetos, caballerías y géneros procedentes del país

vecino:

“ 4ª. Se establece igual observación para todas las caballerías, géneros

y efectos, y se impedirá la entrada de todos los susceptibles de

contagio, como está mandado en el artículo 7º de la Real orden de 15

de Febrero.

5ª. Se establece la observación de seis días para las personas

procedentes de la provincia de Extremadura portuguesa, y demás

pueblos comprendidos en la distancia de diez a cuatro leguas de la

raya, los procedentes del radio de veinte leguas de puntos contagiosos

sufrirán la cuarentena de quince días después de otros quince de

observación, como se previene en el artículo 2º de la dicha real orden.

6ª. La correspondencia pública se recibirá con las precauciones

debidas y será fumigada según reglas de costumbre, para lo cual se

situará un empleado de Correos en el cortijo del río Caya, y en la

parte opuesta de dicho río se detendrán los conductores y recibirán las

balijas de la de España recíprocamente”.

Page 303: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

303

- Establecimiento de Lazaretos y guardias de sanidad:

“ 7ª. Aunque de conformidad de dicha Real orden se ha establecido el

lazareto señalado a Extremadura en el punto de la ermita de Carrión

próxima a Alburquerque, siendo muy posible que muchas personas

procedentes de Portugal eludan la vigilancia o se introduzcan por los

innumerables pasos y veredas de una frontera tan extensa, señalarán

las Juntas Municipales de toda la provincia, local o sitio en que sufran

la observación prevenida en los artículos 3º, 4º y 5º procediendo

después a expulsar a los que contraviniendo las reglas vigentes hayan

eludido la cuarentena del lazareto establecido por dicha orden, con

cuya medida se evitan las consecuencias que podrían seguirse del libre

paso y viajes de estas personas.

8ª. Las mismas Juntas establecerán desde luego las guardias de

Sanidad acostumbradas en casos de epidemia para cuidar del

cumplimiento de las medidas de sanidad”

- Control del contrabando: El carácter fronterizo de Extremadura ha hecho que

tradicionalmente haya desempeñado un importante papel en la vida económica.

Su práctica se debía a los bajos precios del tabaco y a otros productos en

Portugal, convirtiéndose en un medio para salir de la miseria y luchar contra el

monopolio real525

. Especial y constante interés va a suscitar el control y

persecución de los contrabandistas, tanto por su relación con el comercio ilegal

en épocas de escasez, cuanto por su carácter de sospechoso en relación con su

pertenencia a uno de los bandos de la guerra portuguesa. Y más tarde, en

relación a las facciones carlistas que se levantarán en la región. Y siendo, sin

duda, junto a las migraciones de jornaleros en busca de trabajo de unas

regiones a otras, uno de los canales más importantes de propagación del

525

Marcos Arévalo, J. (1995): La construcción de la Antropología Social Extremeña:

(Cronistas, interrogatorios, viajeros, regionalistas y etnógrafos). Universidad de

Extremadura. Madrid.

Page 304: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

304

contagio.526

En el edicto se recogen con especial interés una serie de medidas

para su control:

“ 9ª. Las de todos los pueblos situados en el radio de las seis leguas de

la frontera, mantendrán patrullas de vecinos que sin intermisión de día

y noche vigilen sobre los caminos, veredas y avenidas de Portugal, a

fin de que quede permanente la línea de vigilancia que impida la libre

comunicación, cuyo servicio se recomendará al cuerpo de Carabineros,

y se considerará, en dichos pueblos como carga vecinal.

10ª. Las personas que auxilien, protejan o encubran a los

contrabandistas trayendo géneros de Portugal, sufrirán la pena

señalada en el artículo 2ª.

11ª. Los protectores o encubridores de los infractores de los artículos

3º, 4º y 5º, sufrirán las penas que imponen las leyes sanitarias.

12ª. El que llegare a saber la contravención de cualquiera de estas

medidas y no lo manifieste inmediatamente a la autoridad de Sanidad

sufrirá la misma pena que el infractor.

- Estricto control de toda persona que se mueva por el territorio, imponiendo la

obligatoriedad de circular con pasaporte y células de sanidad, disponiendo para

ello guardias que exigieran dicha documentación. Esta “certificación sanitaria”

no era algo nuevo en España; en agosto de 1720 ante el temor de la llegada de

la peste bubónica, se dictaron medidas de sanidad marítimas y terrestres, dentro

de éstas últimas se incluían “boletas de sanidad” para el control del tránsito de

personas527

:

13ª. Toda persona que circule por lo interior de la provincia sin

pasaporte y sin célula de sanidad sufrirán la observación de diez días y

de tres si solo careciese del segundo de estos documentos, quedando

arrestadas las del primer caso hasta que indagándose su procedencia y

viaje recaiga resolución de esta Junta.

526

Merinero Martín, M.J. (1984): “El cólera de 1834 en Cáceres”. Norba. Revista de

historia. Uex. Nº 5. Cáceres. Pgs. 235-246. 527

Rodriguez Ocaña, E. (1983): El cólera de 1834 en Granada. Enfermedad

catastrófica y crisis social. Universidad de Granada. Granada.

Page 305: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

305

14ª. Toda persona que estando en observación se fugase de ella será

arrestada y sufrirá la pena prevenida por dichas leyes. Igual pena

sufrirá la persona que extraiga del lazareto efectos puestos de

observación sin permiso de la Junta Municipal.

- Se recomienda la atención a las medidas de higiene, aseo, y lucha contra el

estancamiento de aguas, y sobre todo del aire, así como la eliminación de focos

de emanación, recomendaciones todas que se suponían válidas contra cualquier

brote epidémico. Este objetivo que perseguía la modificación de pautas de

higiene pública, ya lo podemos encontrar entre los postulados del siglo XVIII,

siendo éste un hecho constante en la lucha contra las enfermedades epidémicas

hasta entonces, al igual que sería su incumplimiento una vez pasado el brote:

15ª. Se reencarga nuevamente el puntual cumplimiento de las reglas

dictadas en las anteriores circulares sobre el aseo de los pueblos para

conservar la pureza de la atmósfera, tan necesaria a la salud pública.

- Petición a los facultativos, así como a las Juntas de Sanidad, de que estén alerta

a cualquier eventualidad sospechosa, al igual que a los vecinos, y que aquellos

comuniquen a base de partes continuos el estado de la salud pública:

16ª. Todas las Juntas municipales darán parte semanalmente a ésta, el

estado de la misma salud pública.

17ª. Los médicos tienen obligación de comunicar a las Juntas de los

pueblos donde ejercen su profesión cualquiera accidente o enfermedad

sospechosa, o si supieren de alguno que con síntomas peligrosos perece

en poco tiempo, en cuyo caso las mismas Juntas adoptarán las medidas

más activas para contener el mal, dando parte a ésta sin pérdida de

momento por el medio más breve.

18ª. Las Juntas de los pueblos limítrofes tendrán siempre dispuestos

dos vecinos de cada uno respectivos con el objeto de comunicar con

más prontitud, las órdenes o noticias que se ofrezcan sobre el

particular.

Page 306: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

306

Edicto de D. Antonio María Peón y Heredia Carrió.

En febrero de 1833 era mera sospecha, pero en junio del mismo año, cuando la

Junta Municipal de Sanidad placentina se vuelve a reunir, se habla ya del auténtico

cólera morbo asiático al referirse a la enfermedad que se padece en El Alentejo: “…

previene que se tomen las medidas más eficaces para impedir la propagación del cólera

morbo aparecido ya en la provincia del Alentejo cerca de España..”528

.En ésta reunión

correspondiente al 12 de junio se acuerda mandar limpiar y asear las calles, plazas,

casas, cuadras y extramuros de la ciudad; el nombramiento de cuatro comisarios para

que vigilaran las distintas manzanas: “…quedando todos cuatro plenamente autorizados

para vigilar y procurar la apurada limpieza y aseo de la ciudad, sus extramuros (…).

Los cuatro Alcaldes de Barrio celarán y vigilarán igualmente cuidando de que las

calles y plazas de sus manzanas se mantengan limpias y sin objetos de putrefacción o

fétidos529

; el cierre de cuatro de las ocho puertas que tenía la ciudad, la colocación de

guardias de sanidad y, a partir de las once de la noche, el cierre de todas las puertas sin

528 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

12 de junio de 1833.

529 Ibidem.

Page 307: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

307

excepción, pudiendo abrirse no obstante a las tres de la mañana para el paso de

labradores: “…quedando abiertas para la entrada y salida de vecinos y forasteros las

(…), en las cuales se pondrán guardias de sanidad, compuestas de tres personas por

ahora (…), quienes cuidasen de que se abran las puertas a las tres de la mañana para

que no se impidan las operaciones de tráfico de los labradores, durante la siega y

recolección de mieses. Así mismo, se señaló un edificio extramuros de la ciudad (ermita

de Santa Teresa), como lugar donde habría de pasar la cuarentena en el caso de recibir

personas procedentes de Portugal o de cualquier otro país sospechoso de contagio:

“…se señaló por la Junta y Ayuntamiento previo consentimiento (…) el edificio

llamado, Hermita Casa de Santa Teresa que se halla extramuros y a distancia

proporcionada de esta ciudad”. Se acordó también la forma de obtención de arbitrios

para costear los gastos necesarios para llevar a efecto los citados acuerdos, nombrando

así mismo quienes debían ser los depositarios de los mismos. Y se hicieron públicos los

bandos amenazando con penas y multas a los vecinos y forasteros que contravinieran las

medidas acordadas530

.

En una R.O. del día 17 de abril se instaba al expurgo, ventilación y fumigación

de los efectos procedentes de Lisboa. Medidas que estaban en relación con la R.O. de 3

de marzo último, especialmente con su artículo 4, en el que se decía que se ejecutase

con el más escrupuloso cuidado el expurgo y ventilación de estos efectos, así como la

correspondencia general y la de oficio, sin excepción de la que conduzcan los correos de

gabinete, tanto españoles como extranjeros: “Las autoridades españolas respectivas y

los alcaldes de lazaretos de la frontera pondrán el mayor cuidado en el expurgo de los

efectos de los viajeros procedentes de Portugal, siendo responsables de cualquier

omisión en ésta parte531

.

530 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

12 de junio de 1833. 531

Archivo Municipal de Plasencia. Diario de Badajoz. 24 de abril de 1833.

Page 308: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

308

Primera página del acta correspondiente al día 12 de junio de 1833.

La Junta Municipal de Sanidad Placentina también debatió por éstas fechas

sobre el tratamiento que se debía dar a géneros procedentes de Portugal encontrados en

los almacenes de la administración, aunque por el momento no despertaban excesiva

preocupación: “… Se hizo notorio un oficio que con fecha 27 de Mayo ante próximo

pasó a esta Junta de Sanidad el Sr. Administrador de Rentas Reales (…) manifestando

que en los almacenes de la Administración, existen algunos de estos de rayón y varios

pañuelos de algodón introducidos de Portugal y aprendidos por la patrulla volante, y

preguntado al mismo tiempo que la Junta se sirva indicar lo que deban practicarse con

ellos: en cuya vista enterada la Junta y Ayuntamiento, habiendo informado al Sr.

Subdelegado de Rentas que dichos géneros fueron desinfectados reconocidos y medidos

hace más de dos días que se hallan ya bien evaporados y que los aprensores

reconocedores y medidores tocaren los expresados géneros no han tenido novedad en

su salud; habiendo conferenciado referida junta con estos antecedentes acordó; que no

se encuentra motivo ni reparo para que no se hagan ni se vendan citados géneros por

ahora; sobre lo cual podrá determinar el Sr. administrador lo que conste reste justo

Page 309: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

309

inmediatamente para que adopten las medidas de observación y las precauciones

conducentes …”532

.

A pesar de todas las medidas tomadas no se logró frenar mínimamente la

expansión del cólera, observándose por tanto la inutilidad práctica de las mismas. Desde

nuestra concepción actual la mayoría de las medidas apuntadas hasta ahora podrían

entrar en lo que llamaríamos “sanitariamente correcto”, pero comprobaremos como no

se controló la enfermedad con ellas.

Lo hasta aquí expuesto se puede considerar como los cimientos de toda la

política preventiva que como vamos a comprobar se perfila durante el verano de 1833;

pero, paralelamente, asistimos asimismo muchas veces, por una parte, al

incumplimiento de las normas, y en otras podremos comprobar la ineficacia de la Junta

Municipal de Sanidad Placentina, motivada por los graves problemas económicos que

van a derivar, en definitiva, en que los buenos propósitos en muchas ocasiones no

puedan hacerse efectivos.

1.3. Medidas de incomunicación:

Ledermann sostiene que desde las primeras pandemias que azotaron a la

humanidad se había observado que el riesgo de enfermar aumentaba al aproximarse a

los enfermos o, dicho de otra manera, que los enfermos irradiaban el mal. Nació así el

concepto de contagio aéreo. Avicena, el célebre médico del siglo XI, había reparado en

que antes del inicio de la peste las ratas comenzaban a morir en las calles, pero ni él ni

nadie en muchos siglos encontró una explicación, aunque Atanasius Kircher en 1659

vio a los animaliculus al microscopio. Luego se observó que las ropas usadas por

quienes habían fallecido también podían trasmitir la enfermedad. Estas observaciones

fueron confirmadas ampliamente durante la peste negra, dada su duración y extensión,

que permitieron hacer muchas constataciones. Las consecuencias fueron dos conceptos

profilácticos: el aislamiento (huída), y el acordonamiento (cuarentena, protección de

532

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

12 de junio de 1833.

Page 310: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

310

fronteras). ¿Contagio?: Eludir a los enfermos, sepultar o quemar a los muertos,

abandonar y cordonar los lugares533

.

Ante las plagas sociales, la medicina desarrollará al máximo las medidas de

aislamiento e individualización. Las cuarentenas, la incomunicación, la asignación a

cada individuo de un espacio de reclusión, la imposición de lo que Foucault ha

denominado modelo de la peste, ha sido definido por los médicos, como el mejor medio

de curación porque, entre otras cosas, destruye mejor que ningún otro las

complicaciones y las manifestaciones colectivas asociadas al contagio534

.

En la España del año 1833 las noticias que llegaban sobre la gravedad de los

efectos del cólera motivaron una alarma tan grande como la que antes había

acompañado a las mortíferas epidemias de fiebre amarilla o de peste. Como entonces, el

principal recurso preventivo de las autoridades fue la disposición de barreras a la libre

comunicación, tanto por vía marítima como terrestre. Toda la normativa desplegada en

éste momento se orienta sobre todo a intensificar el control socio-político. El contagio

era uno de los temas obligados y constituye ahora la cuestión más debatida tanto en el

terreno político como en el científico. No sólo la normativa, también la prensa, tanto

política como médica, recoge un ingente número de artículos que versaban sobre esa

temática y en los que se vertían numerosas teorías, muchas de ellas contradictorias entre

sí. Ello nos da una idea de lo poco claras que estaban las cosas al respecto535

. El

Gobierno, en un principio, parece aceptar las teorías contagionistas. Era lo más cómodo,

ya que permitía con ello establecer los tradicionales mecanismos antiepidémicos

(acordonamientos sanitarios y cuarentenas), los cuales, además, le permitían ejercer

actividades represivas. De no haber aceptado el carácter contagioso del morbo, las

medidas tendentes a la supresión de los focos de insalubridad, al aumento del nivel de

vida y a la mejora de los saneamientos que hubiera debido aplicar, le habrían resultado,

aparte de más costosas, bastante más difíciles de llevar a cabo.536

533 Walter Ledermann, D. (2003): “El hombre y sus epidemias a través de la historia”.

Rev Chil Infect. Edición Aniversario. 534 Biblioteca virtual Miguel de Cervantes. 535

Clemente Fuentes, L. (2008): “Los azotes del cólera morbo en la provincia de

Cáceres durante el siglo XIX”. Ars et Sapientia. Año IX. Pg. 103. 536

Puerto F.J. San Juan, C. (1980): “La epidemia de cólera de 1834 en Madrid”. En

Estudios de Historia Social, Nº15. Madrid. Pgs. 9-62.

Page 311: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

311

Estas medidas de aislamiento, desde el punto de vista epidemiológico las

podríamos incluir dentro de lo que pudiera ser el control de determinantes de factores

medioambientales, impidiendo un acercamiento entre el reservorio (aunque en 1833 se

desconocía) y el sujeto sano susceptible. Los determinantes dependientes de factores

medioambientales son un amplio conjunto de factores que tienen como común

denominador ser externos al individuo y que, en general, no pueden ser manipulables

por éste en sentido individual; aunque de manera grupal una comunidad o sociedad

humana puede interaccionar tan decisivamente en ellos que los condicione, pasando el

propio modelo social y su desarrollo tecnológico a convertirse por sí mismos en

determinantes medioambientales de la salud de sus individuos. Inicialmente se

orientaron a los aspectos físicos y químicos de la naturaleza (con claras similitudes a los

conceptos propios de las constituciones neohipocráticas del XVIII) y del entorno laboral

(tan presentes en la incipiente medicina social del XIX), a los que se sumaban aspectos

biológicos claramente herederos de la bacteriología reinante durante la primera mitad

del XX. Con posterioridad, han ido cobrando valor aspectos relacionados con lo

psicosocial y cultural al tomar conciencia del brusco desequilibrio producido en la

segunda mitad del siglo XX en la relación de los grupos humanos con la naturaleza,

provocando una rápida transformación de modelos sociales, laborales y económicos,

que parecen haber roto mecanismos de compensación tradicionales exponiéndonos a

formas nuevas de deteriorar la salud.537

La política de incomunicación, seguida por el Gobierno puede parecer, y de

hecho lo fue en parte, titubeante y confusa. Se observan dos épocas bien marcadas; la

primera corresponde a los últimos tiempos de la década absolutista y comienzos de la

Regencia (que corresponde al momento que aquí se estudia) y se caracteriza por el

establecimiento de cordones de tropas, generalmente dobles, sobre las ciudades o

pueblos epidemiados, fundamentalmente andaluces. En Andalucía las medidas de

incomunicación se habían comenzado a aplicar desde agosto de 1831 ante la noticia de

que en Gibraltar se padecía una “enfermedad sospechosa538

. Luego un breve período de

restablecimiento de la circulación de toda España propulsado por la mejoría que el

537

Ferreiro Ardións, M. (2012): El cólera en las transformaciones del siglo XIX en

Alaval. La epidemia de 1834. Vitoria. Universidad del País Vasco. 538

Beltrán Moya, J.L. (2006): Historia de las epidemias en España y sus colonias

(1348-1919). La Esfera de los Libros. Madrid.

Page 312: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

312

invierno de 1833-34 hizo experimentar en la salud pública, se volvió en el verano de

1834 a las medidas antimorbosas tradicionales, efectuadas en esta ocasión a gran escala

al separar completamente la región andaluza del resto de la nación. Sin embargo, los

inconvenientes y protestas que el sistema planteado acarreó impulsaron un cambio en la

táctica del Gobierno, que propició en esta segunda etapa un nuevo esquema de

acordonamientos, fundamentado en mantener la libre comunicación entre las

poblaciones atacadas o sospechosas y permitir el aislamiento de las sanas539

.

En las Reales Órdenes (28 de agosto de 1833) se puede comprobar cómo la

Corona, ante la epidemia de cólera se preocupa y quiere mantener la salud de su pueblo,

y para ello ratifica una serie de disposiciones que van encaminadas a “preservar el

contagio” a sus habitantes. La prevención es para la Corona la forma de preservar o

prevenir la enfermedad540

. Estando de acuerdo con el profesor Peral Pacheco, estas

leyes sanitarias son fruto de una rudimentaria forma de luchar contra la enfermedad, que

no pasa del empirismo. No hay que olvidar que el hecho de que se ponga en marcha la

prevención para luchar contra el mecanismo de transmisión de la enfermedad (o lo que

es lo mismo, el aislamiento basado en el empirismo) lo que trata es de detener el

contagio, y la barrera que encuentra la Corona es la prevención a través de la

incomunicación, que se basa en el empirismo. La experiencia acumulada da como

resultado una serie de leyes o reglamentos sanitarios.

Desde el conocimiento actual se podría estar de acuerdo en las medidas

implantadas, ya que el control del cólera es eminentemente preventivo y no terapéutico,

pero las autores erraron al partir de una posición contagionista. Las medidas hubieran

sido muy diferentes, y seguramente más fructíferas desde el posicionamiento no

contagionista, al incidir desde el principio en el control de los determinantes

medioambientales y de estilos de vida, aunque no existiera una estructura sanitaria

mínima, como sucedía en 1833 en Plasencia. Desde aquí se puede partir para analizar

qué elementos realmente pudieron servir como facilitadores o predisponentes, y cuáles

como protectores, en la epidemia de cólera un año después en Plasencia.

539 Puerto Sarmiento, F.J. San Juan de la Orden, C. (1980): “La epidemia de cólera en

1834 en Madrid”. Estudios de Historia Social. Madrid. 540

Peral Pacheco, D. (1994): Cólera y Sanidad en las Reales órdenes de 1833 a 1835.

Asamblea de Extremadura. 1994.

Page 313: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

313

El localismo de las medidas fue una de las notas dominantes. Cada ciudad

organizaba su propia protección, aislándose de las contaminadas, sin ninguna o poca

coordinación. En Plasencia se llevaron a efecto algunas medidas, como la colocación de

guardias de sanidad, y se programaron otras, como el establecimiento de cordones

sanitarios, lazaretos, etc; que no llegaron a ponerse en práctica debido a un cambio en la

lucha contra el cólera cuando la enfermedad hizo su aparición en la ciudad. Momento

éste que se produjo oficialmente en octubre de 1834. A continuación se muestra el

devenir de los acontecimientos en cuanto a medidas de incomunicación:

1.3.1. Guardias de Sanidad.

En apartados anteriores se cita como en Plasencia, ante las noticias que

confirmaban la cercanía de la epidemia devastando Portugal, se empezaron a tomar

medidas de aislamiento con el cierre de cuatro de las ocho puertas de la ciudad, y la

custodia de cada una por guardias de sanidad, constituyéndose en una medida

preventiva dirigida a la vigilancia de las comunicaciones. En la composición de los

guardias de sanidad se observa un conjunto heterogéneo de personas que prestaban

servicio en las puertas de forma rotatoria a las órdenes de un Comandante de Guardia:

“… se pondrán guardias de sanidad. Compuestos de tres personas por ahora, de las

cuales una realizará las funciones de Comandante de Guardia y será obedecida y

auxiliada por las dos personas restantes (…) La puerta Berrozana se custodiará por los

Señores (…) seculares y regulares, según se sirva disponer el Sr. (…) Vicario General

del Obispado: las otras puertas se guardarán por los vecinos seculares sin exención de

personas (…) que a las once de la noche se cierren todas las puertas, quedando las

llaves en poder de los Comandantes de Guardias (…) los guardias permanecerán al

término de 24 horas y serán relevados a las 6 de la mañana de cada día (…) que siendo

preciso que haya personas de notoria honradez y providaz que lleven asiento formal y

nombren por turno las personas que deben hacer guardias de sanidad en las tres

puertas públicas llamadas de Trujillo, Talavera y Sol, nombró y eligió la Junta de

conformidad con el Ayuntamiento a Don José Domínguez y Don José Regadera de esta

vecindad pronunciándose que desempeñasen este servicio tan favorable al público con

el celo y puntualidad propia de su carácter541

.

541

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

12 de junio de 1833.

Page 314: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

314

Puerta del Sol

En éste entramado de inspección traducido en la colocación de guardias de

sanidad y que tiene su base en la defensa del contagionismo, se vuelve a echar en falta

la figura del médico como autoridad directa. Su misión vemos como se reduce a una

presencia mas o menos institucional en las Junta de Sanidad, donde como hemos visto

las autoridades civiles y religiosas son mayoría.

Page 315: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

315

Asistimos a un momento en que la percepción del riesgo va en aumento y cómo

las tesis contagionistas dirigen toda la ofensiva contra la enfermedad; es decir, se

distribuyen grupos dirigidos por un comandante de guardia y su objetivo principal es la

vigilancia de las comunicaciones como medida de control social, a pesar de que como

hemos visto en apartados anteriores también se recibieron recomendaciones para el

control de la salubridad, en la documentación consultada no aparecen instrucciones para

que éstos grupos de control se adentraran en las casas, cuadras, patios, etc., en busca de

focos de inmundicia.

En la siguiente sesión de la Junta de Sanidad (20 de junio), se decide que debe

elaborarse un reglamento que recoja las obligaciones de los comandantes de guardia,

que incluye inspección, vigilancia y acción policial, y que ponen en marcha medidas

que suponen mecanismos de control social, tales como la creación de la sospecha y los

castigos económicos. De esta manera, y mientras se elabora dicho reglamento, se

entiende que es obligación del jefe de los guardias:

- Impedir la entrada en la ciudad de las personas desconocidas que no acrediten

sanidad ni procedencia de país sano, y permitir la entrada a las personas de

pueblos cercanos, donde consta que no hay contagio, pero advirtiendo que en lo

sucesivo no serán admitidos sin el debido documento que acredite procedencia y

sanidad.

- Reconocer todo género que pretenda introducirse en la ciudad, con especial

cuidado en los procedentes del contrabando, a los que no se permitirá su entrada:

“…los mismos comandantes de los guardias reconozcan todas las cargas y fardos

que vengan para introducirse en la ciudad y si resultare que trae géneros de

contrabando detendrán con vigilancia y seguridad dichas cargas caballerías y

conductores sin dejarles entrar y sin dilación dará parte al Sr Corregidor de esta

Junta para que tome las disposiciones necesarias según corresponde a su

autoridad”542

.

- Reconocer los pasaportes de los mendigos y si se verifica que proceden de la

frontera de Portugal se les impedirá la entrada a la ciudad, permitiendo sólo una

estancia de veinticuatro horas a los que vengan de países sanos: “… que acredite

542 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

20 de junio de 1833.

Page 316: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

316

el día y hora de su entrada, y la precisión de salir a las veinte y cuatro horas sin

falta ni pretesto alguno”543

.

- Recaudo de impuestos en mercados: “… arbitrios para sufragar y atender a los

gastos indispensables de Sanidad el impuesto de cuatro maravedíes sobre cada

carga de toda clase de granos… loza, frutas, cal y cualquiera otra especie de

géneros o manufacturas que se introduzcan en esta ciudad para la venta… en los

días del mercado semanal sea obligación y cargo de referidos comandantes de

guardias la cobranza y exacción de referido impuesto y la de poner los intereses

que recaudaren en poder del Diputado D. Miguel Hernández Depositario

nombrado por la Junta”544

.

Desde este momento, como queda de manifiesto, cualquiera puede convertirse

en persona sospechosa; y la relación unívoca entre vagabundo y extranjero con

sospechoso y criminal, se pone en acción. Para un mejor control de estas

identificaciones se crea, como se ha visto, la carta personal de sanidad, necesaria para la

libre circulación. Vemos cómo la propia población actúa también de vigilante de sus

mismos vecinos. Se observa además cómo existe la necesidad de recaudar fondos para

la organización sanitaria, (cuya financiación saldrá de las arcas municipales), o la

creación de arbitrios especiales, que como queda de manifiesto van a exigir de mayor

colaboración.

Las obligaciones provisionales detalladas en los cuatro puntos anteriores

quedaron recogidas y se difundieron entre los comandantes de guardia, los cuales a su

vez comunicaron y difundieron entre sus auxiliares, quedando por el momento en las

cuatro puertas como reglamentos provisionales. Se acuerda además en ésta sesión quien

debe custodiar las cuatro llaves sobrantes correspondientes a las puertas que

permanecerán cerradas. Se acuerda además quien debe decidir las personas que entren

de guardia, al que se da instrucciones precisas para éste fin, advirtiéndole que debe

nombrar personas decentes para cada una de las guardias545

. Estas primeras medidas de

aislamiento alteran la vida cotidiana y pronto tuvieron respuesta por parte de los

543 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

20 de junio de 1833. 544 Ibidem. 545

Ibidem.

Page 317: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

317

vecinos. El 23 de junio se vuelve a reunir la junta para debatir en torno a las primeras

quejas que empezaron a aparecer sobre la mesa de la Junta Municipal de Sanidad:

- El 19 de junio Don Anselmo Sánchez Bueno presenta un Memorial en el

Ayuntamiento en el que entre otras cuestiones plantea una petición de apertura de

la puerta del Postigo llamado del Salvador. A este señor, al parecer propietario de

varias casas alquiladas en la zona intramuros, llegaron quejas de sus inquilinos,

algunos manifestaban el trastorno de tener que realizar un enorme rodeo para salir

por cualquier causa, pero principalmente para el acarreo de agua. Don Anselmo

manifiesta que el trastorno no lo es solo para los vecinos que tienen que salir de la

zona intramuros, sino también para los que tienen que entrar: “…los vecinos del

barrio del Salvador, en que hay labradores de consideración, para ir al campo

tienen que pasar por las puertas cerradas, San Antón y el Postigo y los vecinos de

afuera de este último para entrar en la ciudad y buscar víveres y oír misa sienten

más molestias…”. Ante las quejas planteadas este señor propone alternar por

semanas el cierre de las puertas Berrozana y del Salvador546

. La Junta desestimó

esta petición: “…y enterada la Junta acordó de conformidad que por ahora no se

considera con facultades para mandar abrir la puerta de Postigo del Salvador

que con otras se mandó cerrar en cumplimiento de órdenes superiores”547

.

- El 22 de junio Don Pedro Ocaña presenta un oficio en el que manifiesta el

perjuicio que le ocasiona el cierre de la Puerta de la Fortaleza. Al parecer este le

impide el acarreo de la piedra necesaria para las obras que tiene abiertas dentro de

la ciudad, y cuyo cierre afectaría a treinta familias, por lo que solicita la apertura

de esta puerta durante unas horas al día, ofreciéndose incluso él mismo para pagar

a las personas necesarias para su apertura: “…solicitando se abra la puerta

llamada de la Fortaleza en las horas precisas para acarreo de la piedra que anda

reuniendo y necesita para las obras que tiene abiertas en las que se hallan

empleados ganando sus jornales más de 30 personas cabezas de familia, siendo

de su cuenta el pago de las personas que la Junta tenga por conveniente

546 Archivo Municipal de Plasencia. Memorial presentado en el Ayuntamiento por Don

Anselmo Sánchez Bueno, con fecha 19 de junio de 1833. 547

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

23 de junio de 1833.

Page 318: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

318

nombrar…”548

. La Junta desestima también esta petición aduciendo idénticos

motivos que en la anterior: “…en cuya virtud enterada la Junta de su contenido,

después de haber conferenciado detenidamente acordó de conformidad que por

ahora no se considera con facultades para abrir la Puerta de la Fortaleza que con

otras mandó cerrar en virtud de órdenes superiores…”549

.

Primera página del Memorial presentado por D. Anselmo Sánchez Bueno.

548

Archivo Municipal de Plasencia. Oficio de Pedro Ocaña. De fecha 22 de junio de

1833. 549

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

23 de junio de 1833.

Page 319: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

319

Última Página del oficio presentado por D. Pedro Ocaña.

Pronto empezaron también a aparecer quejas sobre el abandono de las

obligaciones de guardia, concretamente con fecha de 22 de junio se recibe un oficio por

parte del Sr. Don Francisco Plata Regidor y Comisario de la tercera manzana, en el que

manifiesta: “… que dando vuelta al distrito que se le ha confiado en cumplimiento de

sus obligaciones, encontré abandonada y sin guardia la Puerta del Sol 550

”. La

respuesta severa dada a éste hecho es demostrativa de la rigidez de las autoridades

municipales: “…en consecuencia enterada la Junta acordó se reconvenga y aperciba

seriamente a las personas que fueran nombradas para hacer la guardia de esta Puerta

en referido día, y que para lo sucesivo se imponga y exija dos ducados a cada una de

las personas principales y sus reales a la ordenanza si no asisten o abandonan sus

guardias durante el término de veinticuatro horas que se ha señalado”551

.

550

Archivo Municipal de Plasencia. Oficio de Don Francisco Plata Regidor y Comisario

de la tercera manzana. De fecha 22 de junio de 1833. 551

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

23 de junio de 1833.

Page 320: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

320

Como queda de manifiesto la instauración de castigos económicos va asociada,

no sólo a la finalidad coercitiva, sino a la necesidad antes apuntada de recaudar fondos

para la organización sanitaria.

Por estas fechas se empieza a ver ya cómo en el plano económico la capacidad

de actuación de ésta junta era limitada. En ésta sesión se acuerda que a aquellos

comerciantes foráneos que acuden a la ciudad a realizar la venta de sus productos se les

haga extensivo el pago de cuatro maravedíes a todos los días del año: “… Que se

adiccione en los oficios dirigidos por el régimen interno de los guardias que el arbitrio

de cuatro maravedíes impuesto sobre cada carga de granos, semillas, frutos, cal y otra

clase de géneros y manufacturas que para su venta se introduzca en esta ciudad por los

comerciantes o trajinantes forasteros sea extensivo a todos los días del año y los

comandantes de las guardias los cobren y pongan en poder del Depositario por medio

de las ordenanzas, quienes deberán ejecutarlo como un servicio propio de la misma

guardia…”552

.

En la siguiente sesión (11 de agosto), el presidente manifiesta que le habían

llegado quejas por parte de los comandantes de guardia, referidas a que no se les

facilitaba el aceite necesario para el alumbrado de las noches, acordando la Junta

entonces de donde debe provenir el arbitrio necesario para éste suministro: “… y

enterada la Junta acordó que se suministren del arbitrio de 2/4 en carga de trigo y

otros dos en toda clase de carga que los forasteros introduzcan para su consumo en

esta ciudad”553

. Se acuerda además que se exijan de todos los revendedores de la plaza

dos reales mensuales según se mandó, al parecer, en el mes de julio, quedando bien

claro a los contribuyentes que esta medida es transitoria: “… en el ínterin dura la

necesidad de tener guardias de sanidad y que concluido se entenderán con quien

corresponda”554

.

552

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

23 de junio de 1833. 553 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

11 de agosto de 1833. 554

Ibidem.

Page 321: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

321

Puerta del Sol.

Page 322: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

322

Puerta del Sol

En este mes la Junta Municipal de Sanidad de Plasencia se moviliza al sentirse

muy ofendida con la recepción de una orden enviada desde la Junta Superior de

Sanidad, y en la que se pone en duda uno de sus cometidos principales, el

mantenimiento de la higiene pública:

“ Teniendo conocimiento esta Junta Superior de Sanidad que en esa ciudad se halla

en total abandono la salubridad pública sin haber dado cumplimiento a las órdenes

comunicadas con objeto de preservar la provincia del contagio de la terrible

enfermedad del cólera, ha acordado póngase en su conocimiento en cuantas medidas

hayan adoptado esa junta desde su instalación, procurando en lo sucesivo desplegar

todo su celo en un punto tan interesante. Al Presidente de la Junta de Sanidad de

Plasencia”555

.

555

Archivo Municipal de Plasencia. Orden remitida desde la Junta Superior de Sanidad

con fecha 8 de agosto de 1833.

Page 323: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

323

Vamos a poder comprobar cómo los problemas económicos surgen muy pronto

y van a enfrentar a la Junta Municipal con la Superior, aquella, que se siente

tremendamente ofendida por la orden remitida desde la superior expone toda la política

preventiva desplegada y elude responsabilidades si no tiene los medios necesarios para

comenzar su andadura:

“ Exmo Sr.

Luego que recibí la orden de esa Junta Superior de Sanidad que con fecha dos del

que rige se sirvió usted comunicarme, convoqué a esa Junta Municipal y se les

inteligenció del contenido de precitada orden: En cuya virtud no puedo menos

convencerme de que dicha Junta Superior había sido molestada con algún parte

siniestro o representación infundada y dirigida por el espíritu de la intriga y

maledicencia con el fin de sorprender su autoridad, pero hallándose persuadida y bien

segura de que ha llenado sus atribuciones en cuanto permite su autoridad, hace

presente a V.S. que desde su instalación encargó a los facultativos eficazmente que

observen con esmero a los enfermos, analizasen las enfermedades, y diesen parte de la

más mínima novedad, sospecha o indicio de enfermedad contagiosa o epidémica que

notare. Por fortuna nada de esto ha resultado ni actualmente aparece.

Se determinó que se limpiasen las calles, plazas, plazuelas, cuadras y casas, como

también los muladares públicos y extramuros; previniéndose desde el principio que

referidas plazuelas y calles se barriesen dos veces cada semana, y todo se realizó

puntualmente por este fiel vecindario.

Posteriormente, cumpliendo las órdenes de V.S. acordó y mandó esta junta que se

cerraran cuatro puertas o entradas públicas de las ocho que tiene la ciudad, y que en

las otras cuatro quedaran abiertas poniéndose guardias de sanidad compuestas de tres

vecinos honrados cada uno, que cuidasen de sus respectivas puertas relevándose a las

24 horas. Igualmente acordó que se barriesen, regasen y limpiasen las calles todos los

días; que se recompusiesen los empedrados y se limpiasen las fuentes públicas; que se

repitiese la limpieza y aseos de muladares y extramuros, que se nombraran además de

los cuatro Alcaldes de Barrio, cuatro comisarios individuos de este M.N. y M.L.

Ayuntamiento autorizándoles para que todos y cada uno en su respectivo cuartel y

manzana celasen y vigilasen con la mayor eficacia para que se cumpla y tenga debida

observancia las órdenes de la superioridad y los acuerdos de esta Junta Municipal, y

para que si advirtiesen falta o exactitud lo corrijan y hagan practicar cuanto

consideren oportuno.

Page 324: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

324

Así se ha ejecutado, y su resultado ha sido que las calles, casas, cuadras y muladares

se hallan en el mejor estado de aseo y limpieza. Que las fuentes públicas se han

limpiado, que las entradas de la ciudad están defendidas con sus puertas y cerraduras,

y las otras cuatro con sus guardias que celan y observan sobre la entrada y salida de

las personas para impedir la introducción y propagación del cólera morbo. Que las

enfermedades comunes y ordinarias del país se han disminuido según lo informado por

el médico consultor. Se ha señalado para lazareto de observación el edificio llamado de

Santa Teresa; y los referidos celadores y sus auxiliares, los cuatro alcaldes de barrio

han procurado y procuran llenar sus deberes, acreditando la experiencia y el buen

efecto de sus cuidados. La misma Junta Municipal se ha ocupado varias veces en

buscar y meditar arbitrios que proponen a V.S. para sufragar los gastos más precisos

de su Instituto, y siempre ha sufrido el disgusto de no hallarlos, porque cuanto se han

podido imaginar están ya propuestos anteriormente para el armamento y equipo de los

voluntarios realistas y para otros objetos interesantes al real servicio; Más sin

embargo de este posible apuro continúa y continuará sus meditaciones para investigar

y proponer citados arbitrios; Manifestando entre tanto a V.E. que por ahora carece de

todo, hasta del fondo necesario para satisfacer el aceite que consumen los cuatro

guardias de sanidad.

Esta Junta Municipal presenta y ofrece a V.E. esta fiel y sencilla exposición y

manifestación de sus operaciones apoyada en la verdad y en la legalidad de sus

acuerdos añadiendo que esta ciudad se halla dividida en distintas opiniones, de que

nace la rivalidad de unas personas con otras y por lo mismo no extraña que alguna o

algunas hayan desangrado sus sentimientos dirigiendo a V.S. Excelencia quejas

inciertas, que si son fundadas debieran haber manifestado a la autoridad de esta misma

ciudad, para que se hubieran remediado en el momento y con la urgencia que requiere

este asunto, y sin las indispensables dilaciones que ofrece la distracción, a pesar de la

rapidez de los correos, bajo cuyo supuesto espera la junta que V.S. Excelencia mirará

esta manifestación con su ilustrada justificación y notoria prudencia y que determinará

como acostumbra lo que considere justo.

Dios Guarde…...”556

.

556 Archivo Municipal de Plasencia. Respuesta que con fecha de 9 de agosto la Junta

Municipal de de Sanidad de Plasencia contesta a la Orden remitida desde la Junta

Superior de Sanidad con fecha 8 de agosto de 1833.

Page 325: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

325

Puerta de Trujillo

La respuesta ofrecida por la Junta Municipal de Sanidad pone de relieve varias

cuestiones. En primer lugar, el supuesto bulo y campaña difamatoria manifiesta las

relaciones enturbiadas entre diferentes sectores. Las acusaciones sobre las posturas de

las autoridades parece ser que proceden de la oposición, con lo que la epidemia se

convierte en detonante de las tensiones políticas, y en segundo término la falta de

arbitrios pone de manifiesto el lugar que ocupa la sanidad en cuanto a prioridades por

parte de las autoridades, sobre todo provinciales y nacionales.

Es preciso contextualizar la situación política del momento. La presencia de la

enfermedad exótica en España coincidió cronológicamente con el fin de una época. Nos

encontramos próximos a la muerte de Fernando VII y el problema dinástico que se

plantea, resuelto éste a favor de los intereses de la hija de María Cristina, la reina niña

Isabel II, desencadena el primer conflicto armado con el carlismo, que defendía los

derechos legítimos, según la tradición de la Ley Sálica, al trono del hermano del

monarca, Carlos María Isidro, y no reconocía la Pragmática Sanción, derogada y puesta

de nuevo en vigor por el monarca desde su promulgación en 1830. Años atrás, el 10 de

junio de 1823 se organizaron los denominados Cuerpos de Voluntarios Realistas, se

trataba de un cuerpo paramilitar de carácter urbano creado para salvaguardar los

intereses absolutistas, es decir, servir de sostén del “Altar y del Trono”, a la par que

asegurar el orden y tranquilidad público: “deben basarse en una lealtad acendrada con

Page 326: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

326

la mayor honradez, y un amor decidido a la sagrada persona del Rey, nuestro

Señor”557

. En el caso de Plasencia, según Flores del Manzano, se constituyó con

bastante antelación respecto a otros puntos de la región una Compañía de Voluntarios

Realistas que portaba el nombre de la ciudad. Esta nueva institución paramilitar

necesitaba fórmulas de financiación, y desde su inicio se encomendó a los

ayuntamientos que se iban sumando a la causa absolutista que costeasen inicialmente de

sus propios fondos municipales a las compañías de voluntarios. De esta manera los

municipios debían ingeniárselas para extraer recursos con los que poder formar,

organizar, unificar, armar y sostener sus respectivas compañías, necesidades que no

siempre podían ser cubiertas únicamente con fondos municipales, por lo que se solicitó

en algún momento la colaboración de los estamentos sociales a favor del absolutismo

fernandino, como la nobleza y el clero, solicitando éste del ayuntamiento quedar exento

de la carga de alojamientos militares, reconociendo así su generosidad558

.

En el devenir de los acontecimientos que analizamos estamos próximos a la

desaparición del Cuerpo de Voluntarios Realistas, en los que la esposa del monarca veía

un verdadero escollo para sus anhelos y aspiraciones. Por lo que antes del fallecimiento

del rey suprimió éste cuerpo paramilitar, del que después saldrían los más destacados

cabecillas del carlismo, tanto en Extremadura como fuera de ella. Pero en agosto de

1833 vemos cómo aún el Cuerpo de Voluntarios Realistas sigue debilitando las arcas

municipales e impidiendo destinar los fondos necesarios para el beneficio de la salud

pública.

La situación social tensa que dejan ver esas manifestaciones de relaciones

enturbiadas y de desconfianza entre diferentes sectores se agravan ahora con un

conflicto de bicefalia en el poder, entre Corregidor e Intendente provincial. El 18 de

agosto se vuelve a reunir la Junta Municipal de Sanidad y en ella el Sr. Presidente hace

saber a los miembros de la misma que como Subdelegado de Rentas con fecha de 12 de

agosto había recibido un oficio del Intendente, en el que exigía tener en su poder las

llaves de las puertas de la ciudad, y la retirada de algunos de los arbitrios impuestos:

557

Flores del Manzano, F. (2004): Plasencia y su entorno durante el reinado de

Fernando VII y la regencia de María Cristina (1808-1840). Excelentísimo

Ayuntamiento de Plasencia. Plasencia. 558

Ibidem.

Page 327: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

327

“ … Se recogiese en su poder las llaves de las puertas de la ciudad por las noches,

sin permitir se abran sino a horas señaladas y con la concurrencia de los encargados

en la recaudación de las rentas provinciales, para evitar que los guardias de sanidad

puedan hacer introducciones fraudulentas o que los agentes del arrendamiento puedan

abrir a deshoras, y así mismo que diesen las correspondientes órdenes para que cesare

inmediatamente la exacción del arbitrio impuesto (…) de cuatro maravedíes por carga

a cada forastero que concurra a vender géneros o artículos (…), por haberse infringido

con su imposición el artículo cuatro del Real Decreto de 16 de abril de 1816 mediante

a que con estas determinaciones de la Junta se irrogaba un perjuicio considerable a los

arrendatarios de dichas rentas previniendo su señoría que desde éste día se cesare en

la exacción del impuesto, y que la junta adoptare otras medidas para cubrir sus

atenciones y gastos559

.

La Junta Municipal de Sanidad Placentina utilizó la epidemia como excusa

frente a las reclamaciones de la Intendencia Provincial, poniendo nuevamente de

manifiesto la escasez de fondos municipales para cubrir las necesidades mínimas a favor

de la salud pública, y eximiéndose de toda responsabilidad en el supuesto de tener que

levantar la incomunicación. Hecho que no se va a producir, ya que las noticias de la

aproximación a la frontera de Portugal del cólera morbo pone de manifiesto la

necesidad de aumentar la vigilancia y con ello los gastos. La Junta Municipal prioriza

entonces a favor de la salud pública y expone al Sr. Intendente las razones que llevan

no solo a consentir la exacción del referido impuesto, sino también a aumentar otros

arbitrios si fuese necesario, y defiende el trabajo responsable que están realizando las

personas encargadas de realizar las guardias de sanidad:

“… Lo que oído por la misma contestó que no contando con otro recurso para

atender al gasto de aceite que es de necesidad absoluta para dar luz a los guardias de

sanidad más que con el escasísimo producto de este impuesto insuficiente para cubrir

este objeto (como acredita la experiencia y conocido el estado presentado por el

depositario), no podría convenir de modo alguno en que se cesare en su exacción

manifestando al mismo tiempo que las llaves y puertas de la ciudad son una propiedad

de la misma, con lo que nada tiene que ver los arrendatarios de Rentas Provinciales

559

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

18 de agosto de 1833.

Page 328: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

328

como no han tenido en ningún tiempo más que cuando por una gracia particular las ha

solicitado de la ciudad, y esta se las ha concedido, que su queja sobre este particular es

muy infundada y mucho más en suponer que los sujetos que se elijan para las guardias

de sanidad puedan permitir introducciones fraudulentas, pues que estos sujetos son

elegidos con toda escrupulosidad y pertenecen a la clase más distinguida, son más

exactos en el cumplimiento de un deber que los agentes de la recaudación, y no se ha

podido hacer semejante suposición sin ofender su pundonor y delicadeza, atribuyéndole

una falta en el cumplimiento de su encargo, puesto que por el reglamento que esta junta

aprobó para dichas guardias se le prohíben absolutamente semejantes introducciones

(…), en cuyo estado considerando la junta que carece absolutamente de fondos para

llenar sus deberes y atenciones que ningún otro arbitrio puede adoptar sin incurrir en

la misma prohibición que el referido impuesto aunque tan escaso que no produce más

que 22 reales mensuales, según el estado presupuestado contribuye no obstante a

cubrir el objeto a que está destinado (aceite), y que no hay fundamento alguno para que

los arrendatarios puedan quejarse de perjuicios (…), y si reportan por otra parte

beneficios y comodidades en su recaudación por las disposiciones sanitarias y entre

ellas la utilidad de 16 a 20 reales diarios sobre lo que se hará una demostración más

temática si fuere necesario. Suplica al Sr. Presidente consintiese la exacción del

impuesto hasta que la Junta Superior de la provincia en cuyo conocimiento se pondría

todo inmediatamente, si ya antes no se había hecho como está acordado, adoptándose

otras medidas añadiendo que en otro caso se vería en la necesidad de suspender las

guardias sanitarias y demás providencias acordadas en beneficio del objeto más

interesante hoy en la ciudad, provincia y que no respondía a la sanidad pública de esta

ciudad, protestando no le pasare perjuicio cualquier omisión que demandare de falta

de medios o fondos para cubrirla y ponerlo todo en noticia de la Superior,

manifestando las razones que le asisten para suspender las medidas adoptadas y

abordadas. Lo que visto por el Sr. Presidente Subdelegado en consideración que hay la

mayor importancia el destino a que se aplica el impuesto, y que de suspender su

cobranza pueden ocasionarse perjuicios incalculables a la salud pública a cuyo objeto

deban sacrificarse todos los demás contextos, mas quedan en noticia del Sr Intendente

las razones que la junta acaba de manifestar (…).

… Penetrada la Junta de que aproximándose a la frontera de Portugal el cólera

morbo es indispensable aumentar la vigilancia y que ocurrirán mayores gastos.

Teniendo al mismo tiempo presente que los arbitrios adoptados son insuficientes para

Page 329: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

329

suplir el costo de las operaciones indispensables acordó la junta: Que con arreglo de lo

presumido en la circular de 7 de mayo último se haga la propuesta de los arbitrios

relacionados en los acuerdos anteriores y se remitan sin dilación a la Superior de esta

provincia sin perjuicio de aumentar otros arbitrios si se hallaren según diste la

necesidad” 560

.

El asunto adquirió prioridad absoluta, de tal manera que al día siguiente los

hechos se pusieron en conocimiento del Sr. Capitán General Presidente de la Junta

Superior de Sanidad de Extremadura, al que se le hizo saber la insuficiencia de los

arbitrios acordados y la necesidad de ser aumentados, pidiendo para ello su aprobación:

“Exmo Sr.

Luego que recibió esta Junta la Circular de VE. fecha de 7 de mayo último de la que

previene se propongan arbitrios para satisfacer los indispensables gastos del ramo de

sanidad, se ocupó en meditar lo que hubiere y fuere menos gravoso al vecindario, y al

momento conoció la suma dificultad de hallar tales arbitrios porque cuantos se han

considerado productivos están ya propuestos y aplicados para el armamento y equipo

de los voluntarios realistas y otros objetos interesantes al real servicio. En tal

perplejidad siendo indispensable facilitar recursos para el fin explicado se vio la junta

en la sensible necesidad de acordar unos arbitrios notoriamente insuficientes para

proponerlos a la ilustrada (…) de VE. y son:

1. Las multas que se cobren y exijan por contravenciones a los bandos de la junta de

sanidad.

2. Que los revendedores que ocupan los puestos públicos fijos en esta plaza real

paguen dos cada mes por citados puestos.

3. Cuatro maravedíes vellón por cada carga de granos, lozas, frutas, cal y cualquiera

otra especie que se introduzca para su venta en esta ciudad.

Bien persuadida la junta de que los precontenidos arbitrios no pueden producir los

intereses que precisadamente son necesarios, suspendió llevar la propuesta a usted

hasta ver si hallaba proporción de aumentarlos; mas a pesar de haber tratado

diferentes veces sobre referido asunto jamás encontró otros arbitrios; y habiéndosela

560

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

18 de agosto de 1833.

Page 330: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

330

manifestado la precisión de aumentarlos para satisfacer el costo del aceite que se

invierte para las luces de las cuatro guardias de sanidad, único gasto que se ha pagado

hasta esta fecha, pues resulta que mencionados arbitrios desde el día 23 de julio hasta

13 del que rige han producido por mayor 77 reales y 12 marabedíes vellón, acordó que

el arbitrio tercero de cuatro reales en carga se aumentara hasta cuatro maravedíes

vellón, atendiendo a que de todos modos es poco gravoso porque no llega a un

marabedíe en cal por un concepto general del peso de las cargas; bajo de estas

consideraciones no puede menos esta citada junta de proponer a VE. los tres arbitrios

explicados, a saber:

Los dos primeros según y cómo quedan escritos y el tercero aumentado hasta ocho

maravedíes por carga; de cuyos productos e inversiones promete referida junta dar la

debida cuenta y razón cuanto contengan, o se lo mande VE. que se digne a prestar y en

su conciencia de toda súplica a VE. que se digne prestar su aprobación a citados tres

arbitrios como único que se ha hallado y mandar y pedir la competente orden para que

conste su aprobación y demás efectos conducentes de acuerdo de mencionada junta

municipal lo elevó a la Superior Inteligencia y conocimiento de VE. para el efecto

indicado y demás fines convenientes al real servicio. Dios guarde a VE. muchos años.

Plasencia a 19 de agosto de 1833…”561

.

Tal y como se había acordado en sesiones previas se elaboró una ordenanza

que servirá “para el gobierno de los Sres Comandantes de las guardias de sanidad”, y

que hacía referencia a composición de las guardias de sanidad, horarios de cierre y

apertura de puertas, duración del servicio de guardia, prohibición de entrada a toda

persona que no porte cédula de sanidad y no pertenezca a país donde se padezca el

contagio... Esta fue presentada en la sesión celebrada el 18 de agosto por el Sr.

Comisario Don José Fernández Dorado, acordando la Junta que, con el fin de que tenga

puntual cumplimiento el reglamento sea entregado a los respectivos comandantes de

guardias para su oportuna difusión.

“ La Junta Municipal de Sanidad de esta ciudad ha acordado a los comandantes de

las guardias establecidas en los puestos observen bajo su responsabilidad los artículos

siguientes:

561

Archivo Municipal de Plasencia. Notificación que con fecha de 19 de agosto, Don

Manuel Gómez Borja (Corregidor), envía al Exmo Sr. Capitán General, presidente de la

Junta Superior de Sanidad de Extremadura.

Page 331: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

331

1. Para el tráfico de los vecinos y forasteros quedan hasta ahora practicables las

puertas de Trujillo, Talavera, Sol y Berrozana, y en ellas habrá una guardia

compuesta de tres personas honrradas de los que dos tendrán el carácter de

comandantes y la otra solo la obligación de ejecutar sus órdenes.

2. La Berrozana será controlada por los Sres Eclesiásticos, seculares y regulares a

cuyo conocido celo y vigilancia la recomienda la Junta, si bien, con sujeción a las

bases establecidas para las demás guardias.

3. Los comandantes de las guardias cerrarán las puertas a las once de la noche, y

las abrirán a las tres de la mañana, mientras lo exijan las tareas de los

labradores se hace necesario esto, pero después la Junta señalará otra hora más

cómoda.

4. El servicio de las mismas durará 24 horas y se reabrirá a las seis de la mañana

por ahora, no permitiendo serlo por muchachos ni mujeres, por ningún pretexto

se puede delegar esta importante función.

5. La prohibición de entrada en la ciudad a toda persona que no venga autorizada

con el correspondiente pasaporte y cartas de sanidad, y si la procedencia es de

país contagioso aún con estos registros será detenida dando luego parte a la

Junta.

6. Se confrontarán las señas de los pasaportes con los portadores, y si difieran se

asegurarán estos, y dará parte a la Junta por conducto del comisario de guardia

a quien corresponda.

7. Todos los efectos sin excepción sufrirán antes de permitirles la entrada un

riguroso registro y serán detenidos, así como sus conductores, si se encontraran

alguno que pueda comprometer la salud pública, dando luego parte.

8. No obstante lo prevenido en el artículo tercero, cuidarán los comandantes que un

ordenanza recorra a distintas horas de la noche el espacio comprendido entre la

puerta que guarda y la inmediata por que habiendo como en público en la

muralla muchas puertas accesibles, puedan muy bien introducirse contrabandos y

personas infectadas por ellas.

9. Con ningún pretexto consentirán los guardias que en esa inmediación se viertan

aguas corrompidas ni otra alguna cosa que puedan infeccionar el aire, por si

alguien lo encontrare se tomará su nombre y dará parte a el comisario del cuartel

respectivo.

10. Este reglamento se entiende con toda clase de personas.

Page 332: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

332

La Junta Municipal velará incesantemente la conducta de los guardias y castigará con

todo rigor de las leyes a los que no lleven bien y cumplidamente sus obligaciones, en

cuyo exacto desempeño están interesadas la salud y tranquilidad pública.

Plasencia 19 de Agosto de 1833. Por orden de nombrada Junta

Jose Mª Dorado.562

A finales de agosto la ciudad se veía libre de contagio, como pone de

manifiesto Don Juan Sánchez de las Matas, médico consultor al ser preguntado: “…

informó que no hay indicio alguno de enfermedad epidémica ni contagiosa en esta

ciudad y que van disminuyendo el número de enfermos que han padecido y sufrido

fiebres o enfermedades estacionales…”563

. Sin embargo esto no era obstáculo para que

algunos vecinos pertenecientes a los estratos más destacados abandonaran Plasencia

huyendo de la posibilidad de invasión. Este fue el caso del chantre de la Catedral Juan

Antonio Lucio, quien dejó la ciudad según él por asuntos de salud y familiares. Este tipo

de actuación era una práctica común por parte de los individuos más destacados a nivel

local, los cuales en cuanto una epidemia asolaba o amenazaba, con todo tipo de

pretextos, huían al campo o a otras localidades donde el peligro de invasión fuera

inexistente. Y es que la enfermedad colérica tenía tendencia clasista pues respetaba

más a los individuos de los estratos superiores de la sociedad, mientras se ensañaba con

los inferiores564

. Vemos en ésta huída una nueva manifestación del miedo.

A principios de septiembre Anselmo Sánchez Bueno vuelve a presentar queja

ante la Junta de Sanidad referida a los perjuicios que las medidas de incomunicación le

acarrean, y que giran en torno a los derivados del cierre del postigo del Salvador.

Motivo por el cual algunos inquilinos de las casas que tiene alquiladas se han visto

obligados a abandonar sus moradas, por lo que vuelve a pedir el alterne en el cierre con

la Puerta de Berrozana, y la exclusión del pago de parte de sus impuestos:

562

Archivo Municipal de Plasencia. Bando con fecha de 19 de agosto de 1833. 563 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

18 de agosto de 1833. 564

Sanchez de la Calle J.A. (1994): Plasencia historia y población en la época

contemporánea (1800-1996). Asamblea de Extremadura. (pág 114).

Page 333: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

333

“Sr. Presidente y Junta de Sanidad de esta Ciudad… Anselmo Sánchez Bueno,

vecino de la misma a vuestra Señoría con obsequio digo: que a poco de haberse

cerrado las puertas de la ciudad con motivo de la epidemia de cólera que amenaza

nuestro suelo, manifesté a la Junta los perjuicios que se me seguían en permanecer

siempre cerrado el postigo del Salvador, por que los moradores de las casas que tengo

extramuros en aquél sitio sufren incomodidades privaciones de entidad, que les obligan

a abandonar dichas casas. Con motivo de citada representación hecha por mí a

vuestras Señorías y las noticias favorables que corrían de que el cólera iba

desapareciendo en el inmediato Reino de Portugal, los moradores de las casas se

tranquilizaron algún tanto y resolvieron permanecer en ellas. Hoy al día que se retrasa

la apertura de puertas por que desgraciadamente sigue el contagio, los inquilinos se

han decidido a dejar cerradas las casas y entregarme las llaves de ellas. Ya son cuatro

de las ocho las que están sin moradores (…), y considerando que a las otras cuatro les

suceda lo mismo se provee de algún pronto remedio que lo impida, teniendo por el más

análogo, justo y equitativo el que antes expuse a vuestras Señorías, a saber:

De que por semanas alternase la puerta de Berrozana con el Postigo del Salvador en

su apertura (…), ahora suplico a usted se sirva adoptarla para evitar de este modo la

ruina de un vecino honrado y cuando a esto no haya lugar excluirme de la contribución

de pajas y utensilios, recargo de deudas de Francia, por lo respectivo a dichas casas y

proveerse del documento correspondiente tanto para acreditar a la Real Hacienda que

no me producen y que por consiguiente no debo pagar frutos civiles, cuanto para los

demás efectos me convengan.

Plasencia 4 de Septiembre de 1833”. 565

La respuesta vuelve a ser negativa: “Enterada la Junta acordó: que subsistiendo

como subsisten las mismas causas que había cuando se acordó el cerramiento de

puertas se guarde y cumpla lo acordado sobre éste asunto; y que por lo tocante a reales

contribuciones recuerda al interesado debe corresponder”566

.

Y para que nadie escape al pago de sus obligadas contribuciones, volviendo a

constatar la falta de fondos con que afrontar las necesidades en materia de salud pública,

565 Archivo Municipal de Plasencia. Oficio de Don Anselmo Sánchez Bueno, de fecha

de cuatro de septiembre de 1833. 566 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de 5

de septiembre de 1833.

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334

se acuerda un mayor control en el cobro de referidos impuestos: “Experimentada la

Junta la falta de fondos con que atender a los más precisos gastos acordó se proceda a

recaudar las cantidades señaladas en las listas formadas para dicho fin, y al intento

suplicó al Sr. Corregidor Presidente que se sirva nombrar un Alcalde de Barrio que

haga la presentación y cobranza de dicha lista; En cuya virtud considerando dicho

Señor a esta invitación nombró a D. Manuel Silverte, Alcalde de la primera manzana

previniendo se le facilite referida lista”567

.

Para un mayor control en el sistema de incomunicación puesto en marcha

mediante la colocación de guardias de sanidad, evitando fallos originados por

ignorancia u olvido de sus obligaciones se acuerda fijar éstas en cuatro tablas, una para

cada guardia: “Para evitar que los comandantes de las guardias de sanidad cometan

faltas por ignorar sus obligaciones acordó la Junta que se fijen las ordenanzas en

cuatro tablas y que se pongan una en cada guardia y que habiendo ocurrido alguna

dificultad en proporcionar dichas tablas, fue allanada por el Sr. subdelegado interino

quien las ofreció gentilmente”568

.

A pesar de todo lo acordado en lo que se refiere a incomunicación mediante

guardias de sanidad, y de su escrupulosa puesta en marcha, se constató la existencia de

zonas porosas susceptibles de servir de entrada a la ciudad. De esta manera en ésta

sesión celebrada el 5 de septiembre se acuerda tapar un portillo en la zona de la puerta

de Coria por el que al parecer entraban y salían personas a sus anchas: “… La Junta

acordó igualmente que los señores comisarios se sirvan encargarse de que se arreglen

las puertas públicas en término de que puedan cerrarse y abrirse continuamente y que

se tape solamente un portillo abierto en la puerta de Coria por el cual parece que salen

y entran personas a pesar de hallarse cerrada. Que habiendo cesado la recolección de

granos se abran las puertas a las cuatro de la mañana…”569

.

A mediados de septiembre y coincidiendo con las noticias de los estragos

producidos por la epidemia en territorio español, las sesiones de la Junta son casi

diarias. En una de ellas se vuelve a resaltar la indispensable necesidad de portar cédulas

de sanidad para la entrada a la ciudad: “… Que se publique bando previniendo que

todos los vecinos y personas mayores de catorce años recojan cédulas de sanidad sin

567 Ibidem. 568 Ibidem. 569

Ibidem.

Page 335: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

335

falta bajo apercibimiento de que no se les permitirá entrar en la ciudad desde el 21 del

que rige en adelante sin citada cédula de sanidad. Que nadie salga ni entre por debajo

ni por encima de las puertas públicas, ni salte por cima de las murallas bajo la pena de

dos ducados aplicados a los gastos de sanidad, o de diez días de prisión en la Real

Cárcel y doble por cada reincidencia”570

. La inquietud de las autoridades es una

constante, que de nuevo se ve reflejada al extender la anterior recomendación a las

personas procedentes de pueblos cercanos, para ello se determina, “que se libren y

dirijan circulares a los pueblos del partido manifestando que las personas que vengan a

esta ciudad traigan para su resguardo cédulas de sanidad y nota expresiva del día en

que salgan de sus domicilios bajo apercibimiento de que no se las permitirá entrar sin

dichas circunstancias y de que se procederá a lo que haya lugar”571

.

El contenido exacto de la circular remitida a los pueblos de su partido era corto

pero contundente:

“ Deseando la Junta continuar sus disposiciones para impedir la introducción del

cólera-morbo acordó entre otras cocas lo que sigue:

Que se libren y dirijan circulares a los pueblos del partido manifestando que las

personas que vengan a esta ciudad traigan para su resguardo cédulas de sanidad, y

nota expresiva del día en que salgan de su domicilio bajo apercibimiento de que no se

les permitirá entrar sin dichas circunstancias, y de que se procederá a lo que haya

lugar. Lo traslado a usted para su inteligencia y que lo hagan noticial a sus respectivos

vecindarios para los efectos conducentes; transmitiendo la presente circular de justicia

en justicia con la mayor rapidez y urgencia según conviene al Real servicio de la salud

pública.

Sres Justicia de los pueblos anotados al margen572

.

570 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

18 de septiembre de 1833. 571

Ibidem.

572 Archivo Municipal de Plasencia. Circular a pueblos de su partido. Septiembre de

1833.

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336

Puerta de la Fortaleza.

Se supone que se enviaron copias de esta circular por zonas o comarcas, ya que

la encontrada en el archivo municipal incluye los siguientes pueblos: Galisteo,

Aldehuela, Carcaboso, Valdeobispo, Montehermoso, Aceituna, Santa Cruz, Villanueva,

Pozuelo, Guijo de Coria, Guijo de Galisteo, Morcillo, Coria, Calzadilla, Huelaga,

Perales, Hoyos, Casas de Don Gomez, Portaje, Torrejoncillo, Pedroso, Holguera,

Riolobos. Desde Coria se contesta que ésta ciudad y los pueblos de su partido

únicamente darán curso a circulares a que estén sujetos, no siendo éste el caso por tener

facultades autónomas en éste ramo:

“Oficio al Sr. Corregidor de la Ciudad de Plasencia, quien para lo sucesivo tendrá

entendido que esta ciudad ni los pueblos de su partido, no están sujetos a su

jurisdicción más que de Rentas y Pósitos, y no de sanidad, y por consiguiente que las

circulares de estas serán las únicas a que se les darán curso, y no a las de los demás

ramos como la presente, por tener su merced iguales facultades y comunicadas las

Page 337: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

337

órdenes oportunas a sus pueblos: ofíciese a los pueblos del Guijo y Morcillo,

haciéndoles entender que en lo sucesivo volvieran a cumplimentar las circulares de

otros partidos como los de que aquí se trata, sin tener el cúmplase de éste tribunal, se

llevarán a efecto la multa que para éste caso les está impuesta. Lo mandó y firmó el Sr.

Don Diego Martínez Pelayo, Abogado de los Reales Concejos, Corregidor y Capitán de

Guerra por su Majestad que Dios Guarde de ésta Ciudad de Coria y su partido a 3 de

octubre de 1833”573

.

Primera página de la carta circular remitida a los pueblos de su partido.

En ésta sesión celebrada el día 18 de septiembre se vuelve a incidir en la

necesidad de extremar la vigilancia para que “ nadie salga ni entre por debajo ni por

cima de las puertas públicas ni salte por cima de las murallas bajo la pena de dos

573 Archivo Municipal de Plasencia. Oficio recibido del Corregidor de la Ciudad de

Coria, con fecha de 3 de octubre de 1833.

Page 338: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

338

ducados aplicados para los gastos de sanidad, o de diez días de prisión en la real

cárcel y doble por cada reincidencia”574

.

También por estas fechas siguen llegando quejas a la Junta de Sanidad, como la

presentada por el vecino Alonso Aparicio, quien gustosamente cedió su portal, cercano

a la puerta del sol, para establecimiento de las guardias en esa zona, y que entre otras

cuestiones manifiesta el hurto de algunos objetos y desperfectos en su propiedad:

“Sres de la de Sanidad de esta Ciudad. Alonso Aparicio, vecino de la misma, con la

mayor atención hace presente a V S.S. que desde el día que se establecieron en ella las

guardias, para examinar los pasaportes de cuantos forasteros llegan a ella, con motivo

del contagio que se experimenta en varios pueblos de nuestro Reino, se eligió el portal

del exponente para que los señores nombrados pudieran estar más inmediatos a la

puerta del sol, cuya casa es la primera de su entrada, el que representa cedió gustoso

no solamente aquél sino también los asientos y demás utensilios, que su estado

miserable le permitió, mas es el caso que en el tiempo que lleva ha experimentado

vejación, que aunque no de mucha consideración, porque no pueden ser visto con harto

dolor de su corazón que se le ha hecho pedazos las sillas, candil y aún la mesa que

puso en el portal, y que no contentos con esto hasta la chaqueta única que tenía

también le faltó, y al cabo de dos meses pudo recobrar ya estropeada del todo; esto lo

hizo presente a dos Sres Regidores, y al Alcalde de Barrio, quienes le contestaron

acudiese a Vuestras Señorías y hacerlo presente, quienes no desatenderían sus justos

clamores y menos dejarán de abonarle lo que con motivo de las guardias les hubiesen

inutilizado, en esta atención:

Suplica a los S.S. que en consideración a lo expuesto, ser todo esto un hecho de

verdad como así bien que por dicha causa de la ocupación del portal, en donde tenía

algunas verduras para su venta, no puede verificarlas, por las razones que quedan

manifestadas, se dignarán V.S.S. mandar, como así lo espera que desde luego de

permanecer la citada guardia en su casa, se le señale aquél estipendio diario que su

justificación tengan por conveniente, y que de prestar sus efectos para otro fin se le

rompiese sea de cuenta de la Real Junta su abono. En Gracia espera conseguir de S.S.

cuya virtud guarde Dios muchos años.

574

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

18 de septiembre de 1833.

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339

Plasencia 21 de septiembre de 1833. Alonso Aparicio”575

.

Primera página del Oficio presentado por D. Alonso Aparicio

1.3.2. En busca de un Lazareto de observación

Otro elemento indispensable para cumplir las medidas de incomunicación y

aislamiento es el lazareto. Se trata de casas de observación en las que cumplían su

cuarentena las personas y los objetos que procedían de lugares sucios o sospechosos.

Estos lazaretos debían estar en lugares apartados y bien aireados. En los momentos

anteriores a la invasión del cólera, las cuarentenas eran consideradas la mejor forma de

evitar la expansión de la epidemia, al sentirse incapaces de la curación. Pero al tratarse

de medidas coercitivas eran mal recibidas dando lugar algunas veces a su

incumplimiento, de forma que las incomunicaciones no han sido como debieran, por

575

Archivo Municipal de Plasencia. Oficio de Don Alonso Aparicio. 21 de septiembre

de 1833.

Page 340: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

340

sus escasos resultados576

El 12 de agosto de 1833 el Boletín Oficial de Badajoz

publica un Reglamento que sirve a todos los pueblos de la provincia donde haya

lazaretos, pero especialmente a Alburquerque, por ser el elegido para lazareto

provincial. En una serie de artículos se expresa la necesidad de velar por la estricta

incominicación de las personas que lo habiliten, para ello se nombraría un celador jefe

del lazareto con una dotación de 20 rs. diarios, y que estaría igualmente incomunicado,

un caminero con caballería propia y al que se le señalarían 8 rs. diarios y una vivienda

próxima al lazareto. De la misma manera se señala la necesidad de proveer a éste último

de útiles necesarios y púramente precisos, los indigentes que pasaren cuarentena en él

serían auxiliados con 2 ½ rs diarios y los que no tuvieren tal condición pagarían 5 rs

diarios por persona, y dispondría además de guardia permanente577

.

El reglamento también recoge las obligaciones de los empleados del lazareto y

en lo que se refiere al celador será el encargado de mantener el orden, valiéndose para

ello del auxilio de la guardia si fuere necesario, de velar por la higiene de tal manera que

será también responsable de cuidar del aseo de todas las piezas haciendo que se barran

y ventilen diariamente, y avisar a la Junta cuando haya necesidad de que se blanqueen

con cal para realizarlo, como también que las aguas sucias y todas las inmundicias se

depositen y viertan en puntos separados y oportunos, distantes del edificio, del

suministro de medicinas a los enfermos y de la asistencia sanitaria en general, de dar

parte al Excmo. Sr. Presidente de la Junta Superior de Sanidad de cuantas novedades

ocurran en él, y al Sr Administrador de Rentas de Alburquerque de los baúles y bultos

que depositen los cuarentenarios, con objeto de que a su salida puedan ser reconocidos

por la Real Renta. De la misma manera dispondrá de un libro de entradas y salidas de

los cuarentenarios, donde se reflejará su procedencia, estado, día y mes de entrada y

salida, así como los que sean socorridos por la Junta y los que se mantengan a sus

expensas, y por último cuidará de la separación de los sexos, no entendiéndose esta

medida con los matrimonios, elegirá una pieza separada y pequeña para las

fumigaciones de expurgo y otra para prisión; debiendo él mismo hacer las

fumigaciones, para lo cual se le darán instrucciones y se le proveerá de los simples

necesarios al efecto, cuya medida producirá gran economía en los gastos. En lo que se

576

González de Sámano, M. (1858): Monografía histórica del cólera-morbo asiático en

España. Imp. Manuel Álvarez. Madrid. 2 vols. Biblioteca Nacional. 577

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia, de 12 de Agosto de

1833

Page 341: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

341

refiere a las obligaciones del comandante de guardia, éste deberá acudir a la señal del

celador siempre que lo necesitase, impedirá además escrupulósamenta la comunicación

absoluta de los cuarentenarios con los de afuera, y la de éstos con aquéllos, como la

del caminero y demás personas que vayan a vender al palenque, y de la misma manera

si fuera necesario la entrada de la guardia al lazareto a poner orden, luego que vayan a

salir serán fumigados por el celador. Y en cuanto a las reglas de fumigación el

reglamento recoge lo siguiente: “El aire infestado por la mucha reunión de sujetos

sanos o enfermos se purifica rociando el suelo y paredes de la pieza con cloruro

mezclado en 25 a 30 partes de agua común, en vasijas destapadas, puesto que en

ningún caso puede ser nociva cualquiera que sea su cantidad, y que los afectados de

asma nerviosa respiran más fácilmente en medio de este gas, este método puede servir

en los lazaretos, hospitales, cárceles y demás edificios, donde se reúnan muchas gentes.

Los aposentos de los enfermos se purificarán con una cucharada de cloruro en 6 de

agua en cuya mezcla se mojarán los paños o telas de hilo o algodón, que se colocan

sobre la cama de los enfermos y en otros puntos. Los enfermos y asistentes se lavarán

las manos al acercarse y retirarse de los enfermos, en una mezcla compuesta de una

parte de cloruro y 20 de agua. Con el agua clorurada a la proporción de un cuartillo,

en 40 de agua de fuente se puede desinfectar en el acto los sumideros y caños

corrompidos, las letrinas, pescaderías, carnicerías, mataderos y cementerios”.578

Vemos en éste reglamento un solapamiento entre las teorías contagionistas y no

contagionistas, es decir desde el lazareto como un elemento más dentro de las medidas

de aislamiento, a las recomendaciones de fumigación como elemento de higiene

recomendado por las teorías miasmáticas para aquellos sitios donde se produjeran

aglomeraciones de gentes.

La aparición del cólera-morbo en la ciudad de Huelva, después de haberlo hecho

en Vila Real de San Antonio, origina la publicación de la R.O. de 28 de agosto, que en

su artículo nº 6 establece lazaretos provisionales en cortijos y casas aisladas, situadas en

el confín de la línea de observación. Ordenaba que estos lazaretos provisionales

debieran estar provistos de todos los auxilios y útiles necesarios donde concluida la

cuarentena se procedería a los expurgos del uso579

.

578 Ibidem. 579

Rodríguez Flores. M.P. (1991): Opus. cit.

Page 342: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

342

En Plasencia es a principios del mes de septiembre de 1833 cuando las

autoridades empiezan a buscar un edificio que hiciera las veces de lazareto de

observación por si llegaban personas sospechosas. Y, al estar alejado de la ciudad, se

pidió al Sr. Obispo que cediera la casa de Santa Bárbara, de la que era propietario:

“… Enterada la Junta de la necesidad que hay de preparar un edificio colocado en

sitio alto y acomodado para que sirva de lazareto de observación, en el caso de que por

desgracia lleguen a esta ciudad algunas personas sospechosas o indicios de venir de

países contagiados de cólera-morbo, después de haber conferenciado detenidamente

acordó: Que debía señalar y señaló para el lazareto de observación la ermita y edificio

de Santa Bárbara, situada en lo alto de la sierra a que da nombre, y que a el intento se

pase el oficio más atento al Iltmo Sr Obispo de esta Diócesis, invitando su notorio y

acreditado celo para que se sirva facilitar dicho edificio con el objeto expresado…”580

.

La respuesta, negativa en éste caso por parte del Obispo no se hizo esperar, y

así el 20 de septiembre éste manifiesta los perjuicios que acarrearían en algunos

habitantes de Plasencia la utilización de la ermita de Santa Bárbara como lazareto de

observación:

“No obstante la gran capacidad y ningún recurso que ofrece la Hermita de Santa

Bárbara para lazareto de observación, desde luego lo pongo a discreción de V.S con la

remisión de las llaves que entregará el dador; debiendo advertir se impide de este

modo el que más de trescientas familias usen del único recurso que les queda de poblar

todas las casas de las viñas, por su local y temperaturas, en el caso que el Sr por sus

inescrutables juicios nos aflija con el azote que ya se experimenta en la capital de la

provincia. En hacer a usted esta sencilla manifestación no llevo otro objeto que el de

mirar por los habitantes de la ciudad, y que los que se constituyan en el lazareto

designado tengan los recursos de nuestro Soberano (q. D. G.) con sus sabias

disposiciones mandar se les proporcionen, de que indudablemente carecerán para su

local, distancia de esta ciudad, y demás circunstancias que no se ocultan a la sabia

penetración de la Juntas.

580

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

13 de septiembre de 1833.

Page 343: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

343

Dios que Guarde a V.S. Servir. Casa de Campo de Plasencia. Septiembre 20 de

septiembre de 1833.

Cipriano Varela. Obispo de Plasencia

Sr. Presidente de la Junta Municipal de Sanidad de la Ciudad de Plasencia581

En previsión de que la invasión epidémica llegara a Plasencia, la Junta de

Sanidad también realizó petición al Ayuntamiento, para convertir el Hospital de Nuestra

Señora de la Merced en hospital de curación, y para la realización de guardias en dicho

hospital y en el lazareto. Debido a la gran dificultad que existía para obligar a los

vecinos a prestar dicho servicio se pidió al Capitán General de Extremadura que se

cediera a la ciudad una o dos compañías de infantería para tal fin:

“ Conociendo la Junta la precisión de poner guardias respetables que cuiden de

vigilar sobre la custodia de las personas que se depositen y pongan en el lazareto de

observación y en el hospital de curación de los indicados o atacados de cólera-morbo,

para con su fuga no propaguen el contagio de tan devoradora y terrible enfermedad y

teniendo presente la gran dificultad que habría para obligar a los vecinos a prestar este

servicio, acordó: Que se represente con el mayor respeto y atención al Exmo Sr.

Capitán General de Extremadura suplicando encarecidamente que se sirva procurar a

esta ciudad el auxilio militar de una o dos compañías del regimiento de infantería que

sea de su agrado para que hagan dicho servicio; y no pudiendo facilitar el esperado

auxilio militar se suplicará igualmente a S.E. que dé la orden conducente para que

referido servicio se preste por los voluntarios realistas de esta ciudad, reduciendo su

sueldo o estipendio lo mas que sea posible mediante que citado servicio ha de hacerse

extramuros y dentro del término de la misma ciudad; y previniendo que dicho sueldo se

abone de los fondos destinados al equipo de los mismos voluntarios realistas por que

los propios y fondos públicos de esta ciudad carecen absolutamente de caudales y de

recursos con que sufragarlos”582

.

581

Archivo Municipal de Plasencia. Oficio del Ilmo Sr. Obispo en contestación a la

petición de la ermita de Santa Barbara para lazareto de observación.

582 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

13 de septiembre de 1833.

Page 344: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

344

Primera página del Oficio del Ilmo Sr Obispo, en el que se deniega la petición.

A pesar de que la enfermedad tardaría aún un año en llegar a Plasencia, su

cercanía se hacía sentir, motivo por el cual se decide que Don Juan Sánchez Matas,

como médico consultor de la Junta Municipal de Sanidad, no escatime en proponer todo

cuanto considere necesario para impedir la entrada del cólera en la ciudad, y atender a

cuantas personas sean depositadas en el lazareto de observación y hospital de curación

si el terrible morbo llega a aparecer. Se solicitó, igualmente, de la Inspección de

Sanidad de Extremadura la licencia para repartir 8.000 reales de vellón entre los vecinos

para atender a los gastos necesarios tanto de preparación como mantenimiento del

lazareto y del hospital de curación, así como de los derivados de los acuerdos que en pro

de la salud pública se vienen suscribiendo desde mayo de 1832. Para ello deben

contribuir también los Sres Eclesiásticos:

“Con los mismos fines acordó la junta que su médico consultor Don Juan Sánchez

de las Matas con presencia de la Circular del 9 de mayo de 1832, proponga las

medidas que juzgue conducentes, y que pueden contribuir para preservar a los

habitantes de esta ciudad de la desoladora enfermedad del cólera-morbo. Siendo cierto

Page 345: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

345

y evidente que a pesar de la falta total de fondos públicos, ha de llegar el caso de hacer

crecidos y costosos gastos para preparar el lazareto de observación y el hospital de

curación, como también para mantener a los individuos que se pongan en cuarentena y

a los atacados del cólera que sean depositados en el hospital de curación, pero así lo

exige la humanidad y conociendo que llegados tales casos no hay más arbitrio que

remediar la imperiosa necesidad a costa de sacrificios que jamás se proporcionarán

con la debida igualdad; deseando evitar las fatales consecuencias de estos extremos

acordó esta junta municipal que se represente sin dilación a la Superior de Sanidad de

Extremadura pidiendo y suplicando que se sirva conceder la facultad y permiso que sea

necesario para repartir por una vez la cantidad de 8000 reales vellón entre los vecinos

de Plasencia por la base de utensilios y que mediante que las rentas del citado ejercicio

no está comprendida en dicha base y que como interesado en el sostenimiento de la

salud pública deben contribuir los Sres eclesiásticos, Seculares y Regulares a tan

laudables fines, se les exponga y haga un repartimiento por la base del subscrito que

guarde proporción con el de 8000 que se repartirá al vecindario; previniendo que para

la mas pronta ejecución se sirvan los repartimientos cobrar por la Contaduría de

Rentas de este partido y se cometa su ejecución al Sr. Subdelegado de las mismas

Rentas Reales poniéndose de acuerdo para este fin con el Sr. Intendente General de

esta provincia si fuese necesario”583

.

Coincidiendo con los acuerdos para buscar un futuro lazareto y hospital de

curación, a la ciudad van llegando noticias de la proximidad del cólera. Se sabe que la

enfermedad “…hace crecidos estragos en Badajoz”584

, lo que da lugar a que se acuerde

nombrar un escribiente para servir en la secretaría de la Junta, pedir al Ayuntamiento

1000 reales de vellón para sufragar gastos, recordar a los comandantes de guardia la

obligación de impedir entrada desde zonas sospechosas, así como la necesidad de

aumentar el número de vocales de la Junta:

“ Enterada la Junta de que se ha conocido la noticia funesta de que la terrible

enfermedad del cólera-morbo hace crecidos estragos en Badajoz, y presumiendo que

583

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

13 de septiembre de 1833. 584

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

16 de septiembre de 1833.

Page 346: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

346

podrá extenderse desgraciadamente por la provincia, conferenció detenidamente,

animada de los mejores deseos de impedir su propagación, acordó los particulares

siguientes:

- Que se imprima una resma de papel en cédulas de sanidad, a fin de que se

faciliten a los habitantes de dicha ciudad.

- Que se nombre un escribiente para que sirva en la secretaría para el más pronto

despacho de los asuntos de esta Junta, y que con dicho fin se abonen seis reales

diarios, como también una resma de papel común para las ocurrencias de la

misma Junta.

- Que se pidan al M.N. y L. Ayuntamiento 1000 reales de vellón por vía de

anticipación para sufragar los gastos necesarios de compostura de puertas,

escribiente, papel y demás urgencias precisas con la calidad del mas pronto y

religioso reintegro de los primeros fondos que ingresen a disposición de esta

Junta de Sanidad.

- Que los señores comandantes de las guardias reconozcan los pasaportes de todos

los viajeros y pongan la nota de Pase, o admitan a los que procedan de países

sanos sin que ese requisito no se admitirán en las posadas públicas, ni en las

particulares bajo multa de dos ducados por primera vez y doble por cada

reincidencia. Con la responsabilidad de los daños y perjuicios que se originasen

por cualquiera falta de cumplimiento al presente acuerdo, que se hará saber a los

dueños o arrendatarios de dichas posadas por el alcalde de Barrio Alejandro

Oliva.

- El Sr. Dorado dijo: que considera necesario aumentar el número de Señores

vocales de la Junta de Sanidad a lo menos nombrando un Sr. Eclesiástico y otro

vecino secular, y que para esto propone al Sr. Prevendado Manuel Paredes y al

Sr. Administrador de correos de esta vecindad, en virtud de que se multiplican

infinito las obligaciones y ocupaciones de citada Junta y es preciso que se

repartan entre mayor número de individuos para su desempeño585

.

En la sesión celebrada el día 22 del mismo mes se satisface parcialmente dicha

petición: “…Se renovó la proposición del Sr. Dorado explicada en la Junta de 16 del

corriente; y habiéndose conferenciado tuvo a bien la Junta elegir por uno de sus

585

Ibidem.

Page 347: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

347

vocales al Caballero Comandante de las armas de esta ciudad sin perjuicio de nombrar

a otros vecinos en clase de auxiliares cuando lo estime necesario. Acto continuo se

avisó atentamente a dicho Señor Comandante el Capitán Don Juan Lugan, a quién se

instruyó de su nombramiento, en cuya virtud se prestó muy expresiva y urbanamente a

facilitar cuantos auxilios estén a su alcance para que tengan efecto las medidas y

providencias sanitarias en que tanto se interesa la humanidad”586

Esta sesión correspondiente al día 22 de septiembre había comenzado con

pregunta al médico titular sobre el avance de la epidemia: “… preguntado el Médico

Titular dijo: que por ahora no hay en ésta ciudad indicios ni sospecha de enfermedad

contagiosa”. Se hace necesario seguir buscando un edificio para lazareto, ya que el día

20 se había recibido la negativa por parte del Ilustrísimo Señor Obispo en relación a la

petición de la ermita de Santa Bárbara: “…Franqueando las llaves de la Hermita y

Edificio de Santa Bárbara, acordó la Junta que se depositen por ahora en otro edificio

como Lazareto de observación las personas que por su procedencia deban ser

observadas para impedir la introducción del Cólera Morbo”. La necesidad crece ante

el parte facilitado por el Comandante de Guardia de la Puerta de Trujillo, en el que

notifica que tenía detenido a Don José Varcalcel, procedente de Mérida: “… y enterada

la Junta deseando evitar todo motivo de sospecha acordó que se deposite por ahora en

el lazareto de observación a cargo de dos Realistas quienes comparecieron y recibieron

las instrucciones convenientes”587

. No se especifica qué edificio hace por ahora las

veces de lazareto, y por tanto dónde está detenido al citado Don José Varcalcel. En la

sesión siguiente se designa la casa de la Dehesa de Palacios como lazareto de

observación: “… Que mediante se ha informado de que el edificio de Santa Bárbara no

es apropósito para lazareto de observación nombraba y eligió el de la casa de la

dehesa de Palacios, previniendo que se pase oficio a Doña María Francisca

Fernández, para que inmediatamente lo ponga a disposición de la Junta”588

.

586 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

22 de septiembre de 1833. 587

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

22 de septiembre de 1833.

588 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

23 de septiembre de 1833.

Page 348: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

348

Pero los deseos de la Junta de nuevo se ven truncados, ya que la respuesta dada

por esta señora, que no se hizo esperar, igual que la del Obispo vuelve a ser negativa.

Doña María Francisca Fernández en un oficio remitido al Sr. Corregidor, expone las

razones, y propone otros edificios:

“ En contestación al oficio de V.S. del día de ayer en que me manda ponga a su

disposición la llave de mi casa de Palacios por haberse destinado ésta para lazareto

debo decir a V.S. que a pesar de que mis deseos son siempre contribuir al bien de mis

semejantes, y de que estoy bien persuadida de las atribuciones que facultan a la junta

para disponer de cualquier propiedad en semejantes casos, no obstante, creo estar en el

deber de hacer presente a la misma que sin necesidad de que haya epidemia ni

contagios, contraen casi todos mis criados, que tienen precisión de estar en expresados

caseríos, dolencias graves porque su posición más honda y húmeda que acaso habrá en

todo el término de ésta ciudad, se hacen sumamente enfermizo, siendo sin duda la

causa su inmediación al río y estar al mismo nivel de éste. Por otra parte carece de

aguas puras por que las de expresado río están apuradísimas embarrancadas y sucias

con motivo de los muchos ganados que hay en la dehesa; y la fuente que mandé

construir cerca del caserío es de agua sosa, que endurece los alimentos que con ella se

guisan, y se halla casi sin uso, por que la mayor parte de los que beben los causa daño;

verdades que están a la vista, y que la junta puede mandar inspeccionar porque es

público, como que dicha casa está casi en todas las estaciones del año envuelta con la

niebla y vapores del río hasta que la fuerza del sol la destruye y es bien extraño que si

alguno de los señores de la junta que habrán estado en ésta mi casa en diferentes

épocas, no hallan advertido que para lazareto es la menos apropósito que encontrará

en tantos caseríos como hay en las inmediaciones de ésta ciudad, a más larga distancia

del río en sitios más ventilados de aíres más sanos y aguas más puras y abundantes,

tales son la de Don Fernando Díaz, una legua de distancia como Palacios de ésta

ciudad, caserío diez veces más capaz que Palacios por que tiene muchas habitaciones

divididas y con todas las comodidades necesarias a media legua del río, en la falda de

una sierra y con la fuente más hermosa de todo el término, también son más apropósito

las dos Floridas de los P.P. Dominícos, y Espartal, la primera ha sido convento y tiene

hasta sus celdas divididas y una capacidad considerablemente mucho mayor que mi

casa de Palacios, con un pozo abundantísimo, y éstas mismas circunstancias tiene la

otra de Espartal, situada menos de un tiro de balas de aquella, cuya posición,

Page 349: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

349

comodidad y próxima situación a la de los Dominicos, ofrecen mayores y conocidas

ventajas por la separación en que pueden estar cualquiera persona sospechosa de

contagio, estas casas son más apropósito que la mía, no sólo por las razones dichas,

que son de primera consideración, por que los lazaretos deben estar en sitios enjutos y

ventilados, bien porque sus dueños no las tienen ocupadas más que con un casero, que

puede acomodarse donde quiera, cuando yo tengo llenas los encerraderos y esquileos,

con más de 300 carros de heno y paja para la manutención de tres gañanías de bueyes

míos, de mi hija y de mi mayoral, y en la casa se pajean y crían los bueyes y criados

necesarios a estas respectivas labranzas. También sucede que la mayor parte de los

labradores de ésta ciudad tienen sus labores en dicha dehesa y con éste motivo, acaso

con sus criados no bajarán de 150 personas las que andan alrededor del caserío a su

trabajo. También tiene el inconveniente de que la carrera que baja a Andalucía pasa

por la misma puerta de dicha mi casa, y es bien seguro que pronto se hallarán en ella

detenidas muchas personas por temores de infección, como los que estén de

observación si no habría una fuerza considerable que lo impidiese. Pero no obstante si

la junta no haya razones para variar su plan, ni cree cuanto llevo dicho, es necesario

que se me dé tiempo para desalojar tanto heno, pajas, grano y efectos de labranza y

ganadería como tengo en la casa, y esto no se hace en 24 horas, es preciso 8 ó 10 días,

pues no es justo que habiendo otros sitios a los que puede agregarse Navamojada, San

Polo, San Esteban y Retortillo, se me grave a mí con perjuicios de consideración, es

necesario que usted lo manifieste así a la junta y en el caso de desentenderse pido

testimonio de éste oficio y resolución de aquella, para usar de mi derecho donde viere

conveniente. Dios Guarde a Usted.

25 de septiembre de 1833

Sr. Corregidor de ésta Ciudad”589

.

589 Archivo Municipal de Plasencia. Oficio de Dª Francisca Fernández. 25 de septiembre

de 1833.

Page 350: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

350

Primera página del Oficio presentado por Dª Francisca Fernández.

A pesar de todo lo anterior la respuesta dada por ésta Señora, negándose a

poner a disposición de la junta el edificio solicitado, no pareció convencer a nadie:

“…que mediante la difusa explicación hecha por parte de Dª Francisca Fernández en

su oficio de 25 del corriente reducida a manifestar que el edificio de la casa de palacios

está ocupada y no es edificio apropósito para lazareto de observación, a pesar de que

conoce bien la Junta la debilidad de las vulgaridades pueriles de que abunda el

expresado oficio, y que debe hacer que se lleve a efecto lo decretado por interesarse la

salud pública que es el objeto muy preferente al interés y conveniencia de cualquiera

vecino particular…”590

. A partir de aquí se empieza a buscar lazareto partiendo de una

base sólida que entendemos mejor si tenemos en cuenta que algunos autores, como por

ejemplo Sámano, en 1833, defendían como posible la influencia atmosférica en el

desarrollo del cólera, pero no para el efecto. De ésta manera las autoridades dan

590 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

25 de septiembre de 1833.

Page 351: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

351

importancia a la dirección de los vientos en la ubicación del lazareto, y se pide al

médico que busque el lugar más idóneo atendiendo a éste fenómeno: “… deseando

siempre fundar sus disposiciones y buscar el acierto acordó de conformidad, que el

lazareto de observación no debe colocarse al oriente de la ciudad, porque siendo el

viento de levante o solano el que frecuentemente corre por éste país infectaría muy

pronto la población y que no habiendo edificio apropiado para dicho fin en ésta

circunferencia más que las casas de la Pardala, y de las dehesas de San Esteban y

Palacios se reconozcan éstas por el Médico Consultor Don Juan Sánchez de las Mattas,

acompañado por el Procurador Síndico Don Pablo Huebra, quienes se servirán

informar lo que crean más conveniente”591

.

Desconocidas las vías de transmisión de la enfermedad, eran los teóricos del

higienismo los que otorgaban una gran influencia en la propagación de las epidemias a

los vientos y otros elementos meteorológicos para su propagación, pero al igual que

Seoane no en su génesis ni desarrollo.

La sesión celebrada el día 25 se cerró con la correspondiente pregunta al

médico consultor, el cual sigue manifestando que por ahora no hay indicios ni

sospechas de enfermedad contagiosa; pero en la siguiente, que corresponde al día 30 del

mismo mes de septiembre, ante los rumores de cercanía del cólera-morbo, se ve la

necesidad de traducir éstos en noticias exactas y fidedignas, por lo que se acuerda abrir

comunicación con las Juntas de Sanidad de ciudades más cercanas a Portugal, como

Mérida y Cáceres: “…que se abra comunicación con las Juntas de Sanidad de Cáceres

y Mérida, que son las capitales de partido más inmediatas al país contagiado del

cólera-morbo, con el fin de tener noticias exactas de los progresos o disminuciones que

hubiere de dicha y terrible y desoladora enfermedad; sin perjuicio de intentar y

mantener igual correspondencia con las Juntas de Trujillo, Alcántara y cualquiera otro

pueblo que fuese necesario”592

.

Se recibirían noticias por parte de algunas juntas de sanidad, en concreto la de

Alburquerque, la cual informa de la ausencia del cólera-morbo, a pesar de su cercanía, y

del celo en las medidas de incomunicación:

591 Ibidem. 592

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

30 de septiembre de 1833.

Page 352: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

352

“ Sin embargo de las funestas noticias que a cada paso se reciben de los estragos

que causa en Badajoz una enfermedad epidémica, sino contagiosa, cuyo carácter es

todavía desconocido a ésta Junta de Sanidad por la falta absoluta de comunicaciones

de la Superior de la Provincia, le cabe la lisonjera satisfacción de que la salud pública

de esta villa, ni siquiera ha sido alterada por enfermedades graves común es con la

estación, hasta el punto de poder asegurar que en todo el presente mes no han fallecido

en ella más de dos personas, una de ellas muy anciana y ambas de resultas de

padecimientos eventuales. Las extraordinarias y rigurosas medidas sanitarias adoptada

por esta Junta, su constante desvelo en impedir la comunicación con la capital y el

contacto con sus procedencias (…), la saludable localidad de esta población (…) ha

implorado en fervorosas oraciones y públicas rogativas, se inclinan fundamentalmente

a expresar que esta población habrá de preservarse de los estragos que como en la

vecina Badajoz la enfermedad mortífera que aflige a sus habitantes, y de acuerdo de

esta Junta lo participo a V.S. para su conocimiento y demás efectos que convengan.

Dios que a V.S Guarde

Alburquerque 18 de octubre de 1833”.

Sres de la Junta de Sanidad de Plasencia593

.

En la misma sesión del mes de setiembre se acuerda poner en libertad a Don

José Varcálcel tras haber pasado diez días de observación, sin especificar en qué

edificio se ha mantenido a éste viajero procedente de Mérida: “…que se permita la

salida del lazareto y entrada en esta ciudad a Don José Varcalcel mediante haber

pasado 10 días de observación sin haber tenido novedad en su salud”594

.

1.3.3. Acordonamiento. Cordones Sanitarios

Del acordonamiento como medida de prevención ante las epidemias tomamos

tempranamente nota en Boccaccio. Recordemos como unas nobles damas y gentiles

caballeros huyen de la ciudad y se aíslan en una villa, donde matan el tiempo

relatándose historias picarescas. Huyen así del mal aire que rodea a los enfermos y a los

593 Archivo Municipal de Plasencia. Contestación de la Junta Municipal de Sanidad de

Alburquerque, 18 de octubre de 1833. 594

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

30 de septiembre de 1833.

Page 353: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

353

muertos. Mucho más tarde Daniel Defoe, autor conocido más que nada por su

Robisnson Crusoe, aporta otros antecedentes en el año de la peste, donde relata cómo

Inglaterra, que hasta entonces se había escapado de la enfermedad por su insularidad,

fue finalmente afectada por una gran epidemia en 1665. Algunos ingleses imitando a los

personajes de Boccaccio pusieron agua por medio y se fueron a los buques anclados mar

afuera, donde perecieron igual, pues llevaban la bacteria con ellos. Defoe relata las

crueles prácticas de aislamiento adoptadas, que condenaban a muerte a familias enteras,

obligándoles a permanecer encerrados en sus casas junto a los moribundos, con guardias

en las puertas delantera y trasera, los que muchas veces fueron asesinados595

.

El modo de hacer prevención contra el cólera será aislando los pueblos

enfermos con un acordonamiento que ejecutarán las tropas sobre los pueblos afectados.

La incomunicación será entonces la mejor medida contra la propagación defendida por

los gobernantes, la incomunicación mantendrá entonces la salud596

. El acordonamiento

de las ciudades favoreció, entre otras cosas, la falta de comunicación, y la confusión en

la recepción de noticias sobre el estado sanitario en las diversas ciudades. Esta

confusión sembró el desconcierto y el acuerdo de medidas, a veces contradictorias,

sobre la permisividad de entrada de personas llegadas de fuera.

En la sesión que la Junta Municipal de Sanidad celebra el 13 de septiembre de

1833 se acuerda prohibir a los vecinos recibir a cualquier persona procedente de

Andalucía, Extremadura baja o Portugal. (El país vecino padecía la enfermedad desde

hacía meses, en Andalucía se presentó a primeros de agosto a través de la costa

onubense, y en Extremadura a primeros de septiembre Olivenza y a mediados del

mismo mes Badajoz, eran declaradas poblaciones invadidas por el cólera)597

. Tampoco

se permitía hospedar a nadie, aunque viniese de una zona no infectada, sin dar parte al

Subdelegado de la Policía. Todo ello bajo multa de cuatro ducados o diez días de

trabajos públicos:

“Para impedir por cuantos medios sean imaginables la introducción y propagación

del cólera en esta ciudad acordó la Junta que se publique bando previniendo que

595 Walter Ledermann, D. (2003): El hombre y sus epidemias a través de la historia.

Rev. Chil Infect. Edición Aniversario. 596

Peral Pacheco, D. (1994): Cólera y Sanidad en las Reales órdenes de 1833 a 1835.

Asamblea de Extremadura. 597

Rodríguez Flores, M. (1991): Opus cit.

Page 354: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

354

ningún vecino admita en su casa persona alguna de cualquiera clase y distinción, que

fuere y venga de Andalucía o raya de Portugal; y que al momento que lleguen a sus

casas algún huésped o personas que vengan de cualquier país que no esté infectado ni

se tenga por sospechoso de citada enfermedad epidémica, den parte al Sr Subdelegado

de la Policía bajo la multa de cuatro ducados o diez días de trabajos públicos por la

primera vez y doble por cada reincidencia, sin prejuicio de tomar las demás

providencias que correspondan; siendo este extensivo citado bando a que se barran,

rieguen y limpien las calles, casas, cuadras, muladares y extramuros según está

mandado repetidas veces”598

.

El 23 de septiembre de 1833 una Real Orden indicaba al Capitán General de

Extremadura que ordenase el establecimiento de cordones de tropas y voluntarios

realistas en todos los pueblos que presentaron algún caso sospechoso de epidemia para

evitar, de esta forma, el abandono de los mismos. Se establecieron también líneas de

vigilancia para la observación de las procedencias sospechosas, con las

correspondientes cuarentenas en el lazareto que, a tal efecto, se estableció en Almaraz.

La R.O. del 23 de septiembre de 1833, en su art. 15, prohibía también, mientras durase

el contagio, la celebración de todas las ferias de Extremadura y Andalucía, con el

quebranto económico para estas regiones, sin otro fin, como reza en su art. 13, que

evitar el contagio de la capital y provincias interiores; pero, si esto no era suficiente para

dañar la economía de un gran número de extremeños, las comunicaciones Madrid-

Trujillo también se interrumpieron un mes más tarde. La actividad mercantil resultó, por

ello, notablemente perjudicada. Y así lo evidencian las quejas dirigidas tanto a la Junta

Provincial de Sanidad, como a la Regente por los dueños de la mensajería de

Extremadura solicitando el restablecimiento del servicio de diligencia599

.

Es de destacar que el Capitán General de la provincia de Extremadura, don

Ramón Rodil, era consciente de los perjuicios que ésta situación de incomunicación

podían tener no sólo en el comercio sino en la misma Administración de Justicia, y por

ello un día antes desde Montijo envió una Circular en la que ordenaba reducir el

598 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

13 de septiembre de 1833. 599

Clemente Fuentes, L. (2008): “Los azotes del cólera morbo en la provincia de

Cáceres durante el siglo XIX”. Ars et Sapientia. Año IX. 2008. Agosto. Pg. 103.

Page 355: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

355

aislamiento únicamente a las poblaciones que por entonces sufrían el azote del cólera, es

decir, Badajoz y Olivenza600

.

Recordemos que la epidemiología se hallaba aún dividida entre los

contagionistas, que propugnaban la transmisión del cólera por contacto, y los

infeccionistas o no contagionistas, que aseveraban una transmisión por miasmas

deletéreos (lo que propiamente denominaban epidemia). Éstos últimos postulaban que

no había cordón que frenase su expansión, siendo los primeros los que defendían el

aislamiento con cordones sanitarios. Estamos en un momento en el que la posición

oficial sigue siendo favorable a las tesis contagionistas, y por tanto al aislamiento, pero

ya se atisban cambios hacia la miasmática, siendo como se verá más adelante, los

condicionantes socioeconómicos más decisivos aún que los médicos en la supresión de

los cordones.

Las medidas de aislamiento mediante la utilización de cordones sanitarios,

estando de acuerdo con el doctor Peral Pacheco en el sentido de representar una

rudimentaria forma de lucha contra la enfermedad, separaban claramente la profilaxis de

la etiología, que por otra parte aún era totalmente desconocida. Está claro que no se

quería oír a la comunidad científica en torno a este asunto. En el Informe de Mateo

Seoane quedaba meridianamente claro: “los cordones generales sanitarios son poco

útiles cuando los contagios son débiles y pueden hacerse epidémicos, sin embargo si el

mal está limitado, es posible establecerlos”601

. El gobierno, no estando poseído de gran

eficacia en sus resultados, estableció los cordones sanitarios quizás para minimizar y

tranquilizar los ánimos de la población, la cual por otra parte según Sámano no se

mostraba del todo conforme: “murmura el pueblo de todo cuanto cree ser gravamen por

más que le traiga los más positivos bienes”602

.

600

Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Sección Real Audiencia. Legajo 569,

Expediente 2. Pg. 56 y 56v. 601 Seoane, M. (1834): Instrucciones generales sobre el modo de preservarse del cólera-

morbo epidémico, con indicaciones de su método curativo. Tip. de M. Calero. Madrid. 602

González de Sámano, M. (1858): Monografía histórica del cólera-morbo asiático en

España. Imp. Manuel Álvarez. Madrid.

Page 356: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

356

Plasencia. Puente de San Lázaro

Pero muchos pueblos empezaron a incomunicarse sin permiso previo debido al

miedo y a la sensación de que era lo único que disponían junto a la huida ante la

epidemia. Si los cordones sanitarios se hubieran llevado escrupulosamente habrían

traído la miseria y el hambre que por sí solos son la mayor de las epidemias. Al mismo

tiempo se denunciaba el sistema de cordones en la forma que estaba implantado.

Durante el mes de julio de 1833 la Junta Superior de Sanidad había advertido a las

Juntas Municipales que desplegaran todo su interés en satisfacer la solicitud de Su

Majestad, llevando a cabo las medidas de precaución comunicadas y especialmente que

se castigue “con el último rigor a los que quebranten los cordones”603

.

Durante los últimos tiempos de la década absolutista y comienzos de la

Regencia las medidas de incomunicación a base de cordones sanitarios los llevan a cabo

la tropa. En Plasencia se deja sentir la necesidad de dar mayor rigor en las medidas de

incomunicación a partir del mes de octubre de 1833, coincidiendo con la recepción de

noticias sobre la invasión del cólera en la villa de Alcántara y Cáceres a punto de

603

Rodríguez Flores, M.P. (1991): Opus cit.

Page 357: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

357

contagiarse. Pero, a pesar de éste sentimiento de cercanía, la Junta Municipal de

Sanidad no cree necesario por el momento la intervención militar en las medidas

preventivas:

“…Reunida la Junta para llenar los deberes de su instituto y por la noticia de haber

aparecido en la Villa de Alcántara el cólera-Morbo; y de que ha principiado sus

estragos acostumbrados, conferenció detenidamente y acordó lo siguiente:

- Que se redoble la vigilancia para cumplir las medidas sanitarias y que no se

permita entrar en la ciudad a persona alguna procedente de Alcántara ni de

pueblos de su circunferencia.

- Que habiéndose observado la falta de cumplimiento en la expulsión de forasteros

y especialmente de las familias y personas que se han introducido en esta ciudad

para vivir mendigando a expensas del vecindario y con perjuicio de los pobres

necesitados de esta población, para cuya medida se tuvo presente la facilidad con

que se puede introducir el contagio por medio de los mendigos, se hace preciso

que se cumpla y ejecute referida expulsión con la actividad en el preciso término

de 24 horas y así se pidió al Sr. Presidente que ejerce la real jurisdicción.

El Sr. Subdelegado propuso que los acuerdos de la Junta no se han ejecutado, ni

podrán ejecutarse con la celeridad necesaria por las muchas atenciones y forzosas

ocupaciones del Sr. Presidente, que la necesidad apura cada vez más, y que por lo

mismo conviene que la Junta en cuanto puede y debe cometer la ejecución y

cumplimiento de sus acuerdos al Sr. Comandante de [armas], quien tiene disposición

para hacerlo y lo realizará pronta y eficazmente según requieran las circunstancias.

El Sr. Presidente dijo que no se halla esta ciudad en el caso de obrar militarmente, y

que no cree conducente delegar su jurisdicción real ordinaria por ahora, que por sí

mismo y por medio de los Alcaldes de Barrio ejecutarán y harán cumplir cuanto sea

conducente a la salud y tranquilidad públicas”604

.

604

Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

5 de octubre de 1833.

Page 358: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

358

Un mes antes ya se había solicitado al Exmo Sr. Capitán General de

Extremadura una o dos compañías de cualquier regimiento de infantería o de milicias

provinciales:

“Exmo Sr.: La Junta Municipal de Sanidad de ésta ciudad de Plasencia, desde su

instalación con motivo de que la fatal enfermedad del Cólera-Morbo no parase ni se

propagara en ésta provincia, acordó las conducentes medidas sanitarias con arreglo a

las órdenes que comunicadas por la Junta Superior de Sanidad de Extremadura:

señaló para edificio de lazareto de observación, y previno cuanto creyó propio de

aquellas circunstancias en que citada enfermedad epidémica distaba mucho de éste

país; al paso que por desgracia se ha ido aproximando el peligro de tan terrible y

desoladora enfermedad, se han aumentado dichas disposiciones; y persuadida la Junta

de que podrá llegar muy pronto el caso de hacer necesario uso del lazareto poniéndose

en cuarentena algunas personas que traigan su procedencia de pueblos sospechosos o

contagiados, ha considerado como preciso recurrir a la Superior autoridad de V.E.

suplicando que se digne facilitar el auxilio de una o dos compañías de cualquiera

regimiento de infantería o de milicias provinciales, para que se dediquen a prestar las

guardias correspondientes a dicho lazareto y al hospital de curación de los enfermos

afectados del terrible azote del Cólera-Morbo, a fin de que con su fuga no infecten a los

habitantes de los pueblos por donde transiten. La Junta pide a V.E. éste favor y espera

que por efecto de su justificada bondad se dignará concedérnoslo; pero si las

actuaciones del ejercito no permitiesen la remesa de dichas compañías a ésta ciudad

para tan importante servicio, es de suma urgencia que V.E. se sirva expedir su orden

superior para que se hagan y ejecuten referido servicio por los Voluntarios Realistas,

reduciendo sus sueldos diarios cuanto sea posible, y previniendo que se paguen de los

fondos y arbitrios destinados a su equipo y armamento, mediante que mencionado

servicio ha de realizarse a la población por lo tocante al hospital y dentro de su

término en lo perteneciendo al lazareto, y en atención que se carece absolutamente de

caudales y arbitrios y recursos con que costear los indicados sueldos.

V.E. conoce muy bien que los fervorosos anhelos de ésta Junta, siempre dirigidos a

favor de la humanidad y al mejor cumplimiento de las Reales órdenes, la impulsarán y

estimularán para que dirija la presente representación; por lo cual confiando en el

distinguido y muy acreditado celo y amor a la humanidad y al Real Servicio con que

V.E. se ha distinguido siempre:

Page 359: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

359

Suplica que fijado de V.E. las altas consideraciones (…) se digne dispensar su

protección Superior, y conceder ésta solicitud según queda explicada para los fines

relacionados, pues decretándola así adjudicará V.E. justicia y llevará la gratitud de los

vecinos de Plasencia y precitada Junta que pide a Dios guarde la importante vida de

V.E. muchos años.

Plasencia septiembre 16 de 1833

Exmo Sr. Capitán General de Extremadura”605

.

Está claro que en el cólera, y en lo que a los mecanismos de aislamiento se

refiere el control de los factores medioambientales se presenta fundamental, como la

experiencia con la enfermedad ha demostrado hasta nuestros días, por intervenir éstos

en los tres eslabones de la cadena epidemiológica, es decir, reservorio, mecanismos de

transmisión y sujeto sano susceptible. A lo largo de los años se ha ido demostrando que

el control de ésta cadena es mucho más importante que la propia asistencia sanitaria y el

avance en la terapéutica. Podríamos decir que las medidas aplicadas para aislar a las

personas tendrían una base lógica, pero la enfermedad iría pasando barreras, y la

inutilidad de los cordones sanitarios, cuarentenas, etc., se demostraría un año después,

quedaría entonces por buscar qué falló en ésta política de prevención. El principal

reservorio es el hombre, por lo que su aislamiento y control se presentaría como

fundamental, y en ese control se incluye el diagnótico precoz. De ésta manera, aislar ese

eslabon de la transmisión, que es el que excreta bacilos al ser el portador es

fundamental, pero ya escribiré más adelante de las dificultades que encontraron los

médicos para ese diagnóstico, agravándose el problema si los enfermos traspasaban las

medidas de aislamiento en períodos prodrómicos de la enfermedad, sin evidencia

sintomatológia o larvada, que contaminarían el agua, y que a su vez podría ser ingerida

o ser utilizada para lavar o cocinar alimentos. Hecho que sería frecuente porque de ésta

se le desconocía entonces su protagonismo como vía de difusión indirecta. En

definitiva, al no ser controlada el agua de consumo humano, por mucho que se

controlaran las personas y mercancías, la epidemia se extendió irremediablemente.

605 Archivo Municipal de Plasencia. Carta remitida desde la Junta Municipal de Sanidad

de Plasencia al Exmo. Sr. Capitán General de Extremadura, con fecha de 16 de

septiembre de 1833.

Page 360: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

360

En cuanto a la transmisión directa, la fecal-oral, es posible que se viera

favorecida además por el ocultamiento de casos. En éste sentido se sabe que en la

epidemia que se estudia hubo casos que fueron ocultados por los propios afectados,

estando el motivo en el miedo a la estigmatización, y a ser excluídos socialmente, ya

que se asociaba el cólera con la pobreza.

En la puesta en práctica de las medidas de aislamiento hemos podido asistir a

una auténtica muestra de mecanismos en los que no se tiene en cuenta la voluntad de las

personas para tomar decisiones conscientes que debieran estár basadas en el pleno uso

de su inteligencia. El miedo aparece como auténtico elemento de anulación de esa

voluntad y capacidad de la población, y como veremos más adelante catalizarán

automatismos de supervivencia. Por parte de las autoridades vemos en el aislamiento un

auténtico control social, con información interesada, parcial y dirigida, con medidas de

coerción extrasanitarias de tipo legislativo-punitivo. Se otorgan el poder de decir qué

comportamientos son correctos y cuales no, cercenando la autonomía individual

fundamentadas en teorías sin confirmar y que el trascurrir del tiempo demostrarían ser

falsas.

1.4. Medidas de Higiene Pública

La preocupación por la higiene pública no es algo nuevo sino que se vendría

gestando desde finales del siglo XVIII. La obra del francés Foderé será traducida y sus

disposiciones se meditan y desenvuelven en los primeros años del siglo XIX. Las

epidemias de fiebre amarilla y la peste sembraron la necesidad de profundizar en estos

estudios. Aunque de manera genérica el proyecto de 1822 atiende la salubridad

encerrándo en él diversas medidas de higiene pública. Sus artículos regulan el futuro

establecimiento de aguas dulces (potables) en las poblaciones, la urbanización de

amplias y ventiladas calles empedradas, con árboles y fuentes, que debían regarse con

frecuencia; los mataderos y las fábricas. Los cementerios, situados en el extrarradio

(vieja aspiración ilustrada), sin que se tolerasen los enterramientos en las iglesias;

indicando dimensiones de las fosas, formas y requisitos de las inhumaciones. Las

basuras destinadas a beneficio de la tierra (en la España agrícola) deberían depositarse

fuera de las poblaciones, en estercoleros adecuados, y en las ciudades populosas debería

Page 361: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

361

abolirse la cría y mantenimiento de animales de pezuña hendida, que exalan hediondez,

como los cerdos, vacas, cabras, ovejas, etc… Otras medidas, como la construcción de

canales de riego y la plantación de arbolado, eran propagadas, así como la limpieza y

arreglo de las cárceles, cuarteles, hospitales y demás establecimientos públicos.606

Independientemente de cuáles fueran las opiniones de los médicos respecto de

la “causa general” del cólera, todos (contagionistas y anticontagionistas) recomendaban

el cuidado de las condiciones locales como preservativo conveniente frente al mal

exótico. No había más que diferencias de matiz: los contagionistas insistían en el

cuidado de la salubridad pública una vez que las barreras cuarentenarias nacionales

habían sido sobrepasadas; los anticontagionistas cifraban en dichas medidas higiénicas

el arma principal de la profilaxis anticolérica607

.

Mateo Seoane, como el médico más destacado representante español de los que

en Inglaterra se llamó “contingent contagionism”, o sea, favorecedor de una difusión

preferentemente no contagiosa del cólera, sin excluir la posibilidad de contagio, afirmó

en su informe dirigido a las autoridades españolas: “El método más eficaz de contener

su propagación es evitar las causas predisponentes locales e individuales”608

. Seoane

se convertiría, años más tarde, en uno de los mayores protagonistas de la cultura del

higienismo en la lucha contra las enfermedades epidémicas. Por entonces estando

exiliado en Londres por motivos políticos, se encontraba en circunstancias muy

favorables para observar los fenómenos de la enfermedad. Desde allí envió varios

informes en 1832 y 1833 a la Real Junta Superior Gubernativa de Medicina y Cirugía.

Versaban sobre medidas sanitarias aplicadas al cólera-morbo epidémico, y otros escritos

relativos a la enfermedad.

Pero no sólo Seoane, la gran mayoría de autores coetáneos que han historiado

ésta epidemia y posteriores, destacan las deficiencias higiénicas del lugar, grupo social

etc., afirmando en 1832 y 1833 que por regla general se desconocía la utidad de la

higiene como verdadera herramienta en la lucha. La revisión de ésta literatura, plasmada

en el apartado segundo de ésta tesis, muestra cierto discurso anticolérico en lo que a

606

Peset, M. y J.L, (1972): Muerte en España (política y sociedad entre la peste y el

cólera). Seminarios y Ediciones S.A. Madrid. Pg. 209. 607

Rodríguez Ocaña, E. (1982): “Higiene y terapéutica anticoléricas en la primera

epidemia de cólera en España, 1833-1835”. Asclepio- XXXIV. Madrid. 608

Seoane, M. (1834): Opus cit.

Page 362: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

362

higiene se refiere. En los historiadores posteriores a los descubrimientos bacteriológicos

se palpa una clara ruptura a partir de éste hecho que se produciría a finales del siglo

XIX, de tal manera que para toda epidemia anterior las alusiones a las mismas van a ir

en la dirección de resaltar esas condiciones pésimas en cuanto a higiene unidas a la

incapacidad médica para la curación. Se observa una clara y recíproca asociación entre

higiene y cólera que irá cambiando hacia asimétrica. Si realizamos acotaciones

temporales desde finales del siglo XVIII hasta el momento que estudiamos y

posteriormente se van a ir viendo modificaciones del discurso higienista. Se irá viendo

cómo el cólera influye en la necesidad de mejorar las condiciones de higiene, pero no al

revés, es decir no se presenta a la higiene como herramienta que controle la enfermedad

(actuar en origen que diríamos hoy). El conocimiento científico por entonces no

identificaba los aspectos higiénicos como elementos protagonistas de la transmisión.

Se desprende de lo anterior que todas las recomendaciones realizadas y las

acciones ejecutadas en materia de salud pública se hicieron sin la más mínima evidencia

científica de su efectividad, el conocimiento limitado por entonces de la epidemiología

del cólera sería el motor de esa lucha con la higiene como protagonista, por lo que sería

lícito decir que sólo parcialmente las medidas higienistas en el momento de la epidemia

resultarían eficaces. No quiero decir con esto que la aportación fuese nula.

Aunque en las fechas que se analizan la cultura del higienismo en la lucha

contra las epidemias en general, y el cólera en particular, no se había desarrollado

plenamente, en apartados anteriores vemos como desde el principio la Junta Superior de

Sanidad ordenará una serie de precauciones que hacen que desde la Junta Municipal de

Sanidad se tomen acuerdos en pro de alcanzar mayores niveles de salubridad, así como

el cumplimiento de todas las reglas de higiene pública, tales como limpieza de calles

plazas y muladares. Medidas preventivas que se recordarían en repetidas ocasiones,

como por ejemplo en la sesión celebrada el 13 de septiembre: “… siendo este extensivo

citado bando, a que se barran, rieguen y limpien las calles, casas, quadras, muladares

y extramuros según está mandado repetidas veces”.609

Y la correspondiente al 18 del

mismo mes, en la que se advierte de medidas coercitivas si no se lleva a efecto lo

mandado: “…Que se barran las calles y plazuelas de la ciudad en los días miércoles y

609 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

13 de septiembre de 1833.

Page 363: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

363

sábados de cada semana y que se rieguen, bajo la pena de dos ducados aplicables a los

gastos de sanidad y que el pregonero barra y limpie la Plaza en dichos días, bajo la

misma pena de dos ducados”.610

Además se van a tratar asuntos en torno a la normativa sobre el ganado de

cerda, enterramientos, vertido de aguas sucias, etc. Aspectos todos ellos que en un

momento en que la enfermedad se siente cerca ponen de manifiesto que la sensibilidad

ante el problema social era grande, que la situación higiénica de la ciudad es de un

desolador panorama de desidia. Ni particulares ni autoridades parecen haber sentido una

especial preocupación por el rango de la limpieza. Sólo la amenaza de una enfermedad

mortífera va a actuar de acicate, y que por tanto la necesidad de seguir las

recomendaciones médicas y adoptar políticas en pro de una mejora higiénica y sanitaria

debe ser prioridad absoluta para la Junta de Sanidad Municipal.

Esta primera experiencia con el cólera en Plasencia dejaría en evidencia la

inadecuación de éste sistema temporal y puntual de trabajo de la Junta Municipal de

Sanidad, que limita su acción a cortos períodos de crisis como éste, sin continuidad

hasta ahora, en el seguimiento de las posibles reformas que se pudieran emprender en

materia de higiene pública. Pero el énfasis que acompaña al discurso higiénico del

cólera en éste año y el siguiente no responde a un nacimiento ahora. A ésta epidemia

hay que atribuirle el mérito de generalizar posteriormente las teorías higiénico-

sanitarias en un capítulo que nace ahora, el higienismo, hasta otro que nacerá en 1885,

la bacteriología. El interés por estas cuestiones vendrá en primer lugar desde los

médicos y de ellos pasará a la población general que poco a poco irá cambiando

conductas y comportamientos en materia de higiene no sólo personal sino también

medioambiental.

1.4.1. El problema de los Enterramientos

Una de las medidas administrativas más importantes del siglo XIX, que quedará

para la posteridad como uno de los logros en el perfeccionamiento de las medidas

higiénicas y en la lucha contra las enfermedades, es el traslado de los cementerios desde

las iglesias y el centro de las poblaciones a sus afueras. Las autoridades españolas de

610 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

18 de septiembre de 1833.

Page 364: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

364

fines del siglo XVIII, y en consecuencia su legislación, deseaban que los enterramientos

se realizaran de forma distinta en bien de la salud pública española. De este modo

encontramos que en una Ley se dice: “no habiendo cosa que más se oponga á salud de

los hombres que enterrar los cadáveres dentro de los Templos, en sus bóvedas é

inmediaciones…”. Esto se produce en 1796 y sin embargo en 1833 no se ha llevado a

efecto. Sólo una fuerza mayor hará que se unifiquen criterios para el traslado de los

cementerios y ésta fue sin lugar a dudas la enfermedad colérica.611

Desde una mirada antropológica, el traslado de los cementerios con

enterramientos individuales extramuros frente a las ihumaciones colectivas en iglesias,

se puede apreciar como una lucha entre Iglesia y Medicina por apropiarse de la muerte.

Los rituales mortuorios en la primera la muestran como la vía hacia la vida eterna,

mientras que la segunda lo hace testificando el final de la vida, cuya consecuencia será

la descomposición del cadáver siendo necesario entondes desde la óptica de la higiene

el aislamiento del mismo. Y en ésta lucha la salubridad y la higiene pública ganarán la

batalla, destruyendo el contenido simbólico del enterramiento colectivo. Pero es que,

además, desde la perspectiva social podemos apreciar también diferencias esta vez de

clases; es decir mientras que en el enterramiento común la iglesia muestra la igualdad de

todos ante los ojos de Dios tras la muerte, en los cementerios se podrían seguir

manteniendo y apreciendo las diferencias sociales. Aunque el hecho de que el lugar que

ocupaban los enterramientos en las iglesias estén en relación de cercanía o distancia con

el altar mayor también indica las diferencias de estatus y consideración social.

En Plasencia, siguiendo una disposición gubernamental del 6 de diciembre de

1813 el ayuntamiento, asesorado por médicos y cirujanos, propuso estos dos

emplazamientos: 1) Dos cercados frente al Postigo del Salvador, más allá del arroyuelo

de bajada hasta el río desde los Arcos de San Antón. En su elección se había tenido en

cuenta la ventilación del lugar, ya que la ciudad intentaba huir “de los mortíferos

miasmas que se desprenden de los sepulcros a cada instante”. 2) Cercados próximos a

la ermita de Santa Teresa. El cementerio se hizo en el primer lugar sugerido, próximo al

río, aunque en septiembre de ese año el médico José Torrent denunció lo inapropiado

del lugar. En su opinión los vapores emanados del río iban envueltos “miasmas

pútridos” que penetraban en la ciudad y resultaban sumamente nocivos. Por ello,

611

Peral Pacheco, D. (1991-1992): “El cólera y los cementerios en el siglo XIX”, Norba

11-12. Revista de Historia. Cáceres: 269-278.

Page 365: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

365

recomendó que se trasladase a un sitio elevado lo antes posible. Se recomendó su

traslado a los cercados propuestos en segunda opción. De éste modo, a mediados de

enero de 1814 se bendijo el campo santo por el párroco de San Nicolás. Con la primera

restauración fernandina se retorna a los enterramientos en las iglesias que, según

informan los párrocos placentinos a la Real Audiencia en 1818, ofrecen proporción

suficiente para tan corto vecindario. Por lo que no se estimaba necesario un cementerio

municipal. Durante el trienio resurge de nuevo el asunto del cementerio con fuerza. Tras

conversar con los facultativos, el ayuntamiento vuelve a proponer los terrenos contiguos

a la ermita de Santa Teresa para camposanto. Pero a comienzos de 1821 aún no se había

decidido el lugar, al no coincidir las propuestas del nuevo ayuntamiento (ahora

decantado por el cercado de San Marcos) y las de los párrocos. El 2 de marzo de ese año

el regidor Manuel Moreno expone en un pleno que el camposanto provisional de Santa

Teresa no lo consideraba idóneo para los enterramientos debido a que se inunda

fácilmente en temporales de lluvia. Propone que se inhumen los cadáveres en las

ermitas extramuros y en la iglesia de San Francisco, que iba a quedar pronto desierta por

la política de exclaustraciones. El 4 de abril se fija un reparto preferente de las ermitas

aptas para enterramientos: Cristo de las Batallas o Santiago, San Antón, Santa Elena,

San Miguel; y si fuese necesario, la iglesia de San Juan y la ermita de Santa Teresa, más

alejada. Será al año siguiente cuando se designen categóricamente los cercados de la

ermita de Santa Teresa como cementerio. Durante la Regencia de María Cristina aún no

estaba enteramente resuelto el tema. El 29 de julio de 1834 las autoridades municipales

solicitan al cabildo catedralicio que le ceda el corral de la ermita de Santa Teresa para

que sirva interinamente de lugar de cementerio mientras se concluye el camposanto.612

En la sesión celebrada el 27 de mayo de 1832, en la que quedaba instalada la Junta

Municipal de Sanidad Placentina, se hizo referencia al problema de los enterramientos,

pero será la única oportunidad que se aproveche para abordar el problema. El médico

consultor de dicha junta advierte de la poca profundidad que se les da, sin hacer

referencia al lugar donde se están llevando a cabo: “El Sr. Juan Mattas como médico

consultor hizo presente que los sepulcros en que se entierran los cadáveres se hacen

con poca profundidad y que consideraba necesario que se dispusiera lo conveniente

para que se hagan hondos en lo sucesivo para prevenir resultas perjudiciales a la salud

pública; y enterada la Junta de la exposición precedente la tomó en consideración

612 Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit.

Page 366: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

366

como digna de su atención. Y el Sr. Previsor, estimulado de su acreditado celo tuvo la

bondad de manifestar que haría la prevención conducente a los Sres curas párrocos

para que se ponga remedio a el abuso indicado por el Sr Mattas”.613

1.4.2. Aguas corrompidas

Los informes médicos sobre el cólera insistían también en la erradicación de los

focos de insalubridad que hubiera en las localidades. A Plasencia, al igual que en otras

ciudades, llegaron Instrucciones, Dictámenes, Bandos y Oficios de Sanidad, que

contenían los consejos para evitar la propagación del cólera-morbo. Directa o

indirectamente debió llegar el Dictamen realizado por la Academia de Medicina de

Granada en septiembre de 1833, el cual resumía la formas de contener y prevenir la

epidemia en los primeros momentos de invasión, y aconsejaba la conveniencia de

disponer de un severo régimen de Policía Urbana y domiciliaria, evitando focos de

infección, posibles propagadores de la enfermedad; así como la rapidez en la asistencia

médica, sobre todo de los pobres, que al vivir dentro de unas condiciones higiénicas

poco convenientes, tenían una mayor predisposición al contagio, tal y como era

considerado por los contemporáneos.614

La gran cantidad de disposiciones emanadas de las autoridades provocó la

concienciación del mal estado sanitario de la ciudad. Se volvieron a retomar cuestiones

ya planteadas durante el Trienio Constitucional y olvidadas. Fue el caso de la cárcel. De

antaño el estado de la misma era verdaderamente infecto y en muchas ocasiones

constituía un auténtico foco de infección. Pues bien, es ahora que el peligro es

inminente, cuando se vuelve a ver el mal estado de las dependencias como el posible

causante o favorecedor de la invasión urbana. 615

613 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

27 de mayo de 1832. 614Nepomuceno Torres. J. (1833): Dictamen dado a esta Junta Superior de Sanidad

sobre las precauciones y método que debe adoptarse para el cólera-morbo indiano.

Imp. del Ejército. Granada, Pg.4. 615

Sánchez de la Calle, J. (1990): “El cólera de 1834 en Plasencia”. Alcántara: revista

del Seminario de Estudios Cacereños. Cáceres.

Page 367: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

367

Plasencia. Vista del río Jerte y la Catedral

En apartados previos se apunta cómo es a mediados de septiembre y

coincidiendo con las noticias de los estragos producidos por la epidemia ya en territorio

español, cuando las sesiones de la junta se celebran casi diariamente. En la sesión

celebrada el día 13 se ponen sobre la mesa varios temas, entre ellos el referido al mal

estado de los bodegones de la cárcel: “…Enterada la Junta de que en las Reales

cárceles de esta ciudad hay en sus bodegones una infinidad de inmundicias y aguas

corrompidas de suma fetidez y ediondez, que hace muchos años se hallan detenidas y

estancadas, por que dichos bodegones no tienen ancantarilla ni acueducto por donde

salgan de la ciudad referidas inmundicias, cuya putrefacción es capaz por sí sola de

infectar la ciudad, sin haberse podido poner remedio a tan grave y pestilente daño por

carecerse de caudales públicos con gran coste a las obras y operaciones más precisas

creyendo la Junta que este daño tan inminente y próximo debe llamar sus principales

atenciones y que no puede menos de precisar su más pronto remedio acordó: Que se

represente a la Junta Superior de Provincia suplicando que se digne conceder la

competente autorización para repartir la cantidad de 20.000 Reales Vellón a que

ascenderán las indicadas obras; según declaración de peritos, entre esta ciudad y

pueblos de su partido para limpiar y extraer las inmundicias de referidos depósitos, y

Page 368: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

368

poner mencionada cárcel en estado de salubridad, a cuyas obras deben contribuir con

esta ciudad los pueblos mediante que siendo la capital del partido se depositan en

citada cárcel muchos reos de los explicados pueblos por ser así preciso para mantener

el buen orden y la tranquilidad pública, dando comisión para la formación y cobranza

del indicado repartimiento al Sr. Subdelegado y a la Contaduría de Rentas Reales del

propio partido para su más fácil y pronta ejecución.616

He mencionado cómo el reservorio natural de Vibrio Cholerae es el hombre, si

bien se sabe de una gran supervivencia del bacilo en el agua. En concreto un serotipo

del mismo, el inaba, presentando también supervivencias variables en función de la

tipología de los suelos, del zooplancton que puedan tener las aguas, de su pH,

temperatura, etc., si bien éstos no se considerarían reservorios per se, sí que es

conveniente tenerlos en cuenta durante una epidemia, ya que pueden intervenir en el

mecanismo de transmisión dentro de la cadena epidemiológica. La preocupación por

aguas corrompidas y estancadas no estaba exenta de motivo. La teoría miasmática las

presentaba como generadores espontáneos de esas misteriosas sustancias que llamaban

miasmas, los cuales producirían y transmitirían por vía aérea el cólera. Lógicamente

entonces no se sabía que esas aguas estancadas y con olor fétido; en definitiva,

contaminadas que reunían unas excelentes condiciones para el mantenimiento y

proliferación del Vibrio Cholerae. Por otra parte, ¿era el serotipo inaba el causante de la

epidemia en cuestión?. Nadie lo sabe, por lo tanto no podemos establecer una relación

entre el bacilo y aguas en mal estado, y en definitiva considerarlos como reservorio.

Las orientaciones de higiene pública no acertaron a corregir el mecanismo más

peligroso, que como ya he mencionado es la mezcla de aguas residuales con las de

abastecimiento público.

1.4.3. Necesidad de alcantarillado

El período coyuntural que se analiza (aparición de una epidemia) coincide con

un momento clave de una Normativa escalonada que se promulga para el resguardo de

la salud. Se trata de una serie de textos legales que no resultaban demasiado eficaces,

616 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

13 de septiembre de 1833.

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369

pues las infraestructuras urbanas dejaban todavía mucho que desear, teniendo en cuenta

que solo en la segunda mitad del siglo XIX se llevan a cabo las obras de conducción de

aguas y alcantarillado necesarias para el saneamiento de las poblaciones de una forma

general en nuestro país.617

En muchas ciudades, como en Plasencia, esto se lleva a

efecto en la segunda mitad del siglo XIX. Tal y como destaca Flores del Manzano, en

cuanto a medidas de higiene y policía, Plasencia presenta una situación precaria, a pesar

de las escrupulosas normas establecidas en las ordenanzas municipales y los bandos de

policía urbana al respecto. La calle se consideraba un vertedero al que van a parar los

desechos orgánicos y excrementos del hogar, las basuras y las aguas sucias… Era

arriesgado caminar y salir indemne de una lluvia maléfica de inmundicias volanderas, ni

aun estando alerta con los preceptivos avisos de ¡agua va!. El ganado doméstico

campaba por las vías públicas placentinas y se le asistía en el mismo portal de la casa.

En algunos momentos hubo un empleado municipal de limpieza, pero con tan poco celo

en su trabajo que el propio Marqués de Mirabel llegó a quejarse de sus servicios, pues

las calles y la propia plaza se hallaban llenas de basura y excrementos de cerda.618

Las

enormes deficiencias del equipamiento urbano de Plasencia quedan patentes durante

todo el siglo XIX. La pésima situación de la limpieza, higiene y la salud pública serán

repetidas veces denunciada por las autoridades locales que se empeñan en ponerle

remedio.619

La gestión municipal de una epidemia no sólo se basaba en los efectos reales,

sino también entraban en juego las percepciones sociales y mentales de la población,

factores que el Ayuntamiento debía sopesar. El Ayuntamiento de Plasencia trató tanto

de evitar la crisis epidémica en un momento en que se siente cercana, como de articular

respuestas higiénico-sanitarias a largo plazo que minimizarán en el futuro posibles

nuevos rebrotes. Dentro de éste orden de cosas, la Junta Municipal de Plasencia en su

sesión celebrada el 13 de septiembre de 1833 avisa de la necesidad de hacer alcantarillas

públicas:

“… Penetrada la Junta que es sumamente útil y aún preciso que se hagan

alcantarillas públicas que atraviesen la ciudad por diferentes direcciones y que por

617 Perez Moreda, V. (1980): Las crisis de mortalidad en la España interior. Siglos XVI-

XIX. Siglo XXI. Madrid. 618 Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. 619

Domínguez Carrero Mª. M. (1992): La Plaza Mayor de Plasencia: Vida Urbana en

el siglo XIX. Institución Cultural El Brocense. Cáceres.

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370

ellas se trasladen al río las inmundicias y aguas excusadas de las casas de esta ciudad,

teniendo presente que esta localidad naturalmente inclinada hacia el mismo río

presenta y ofrece facilidad para esta obra y que teniendo honrosa y abundante cañería

de aguas potables, pueden dirigirse los sobrantes de los caños públicos a las mismas

alcantarillas para que permanezcan limpias y corrientes; deseando dedicar todos sus

desvelos y cuidados en facilitar la mejor policía urbana y todos los medios de aseos y

economías y ventajas públicas, acordó: Que se presente a la Superior de la Provincia

implorando que usando de su autoridad y muy acreditado celo se sirvan expedir la

orden conducente para que todos los vecinos y propietarios de casas o edificios de ésta

ciudad, sin distinción de clases y dignidad ni estados contribuyan por una sola vez con

la sexta parte del valor de los arrendamientos que tengan o se guarde que deben tener

dichas casas y edificios, sin escusa ni pretexto alguno, ya estén habitadas por sus

mismos dueños o cerradas por qualquiera causa o arrendadas a distintos inquilinos en

cuyo importe pueden constituirse citadas obras que son de mucha utilidad y de

conveniencia eterna; sin que la privación de mencionada sexta parte del producto

anual de casas y edificios ocasione a nadie un gravamen insoportable”.620

La transmisión hídrica del cólera fue desconocida hasta los estudios de John

Snow durante la epidemia de 1849 en Londres; en 1833 no hubo por tanto preocupación

por el agua como mecanismo de transmisión de la enfermedad. Está claro que el sistema

de gestión que existía en Plasencia en 1833 adolecía de importantes errores que con el

cólera se convertirían en fatales. Al poder ser contaminadas las aguas de consumo con

heces humanas, bastaría con que un solo punto de abastecimiento quedase contaminado

para generar un brote epidémico.

620Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

13 de septiembre de 1833.

Page 371: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

371

Vega de las huertas

1.4.4. Ganado de cerda

En el siglo XIX en una ciudad pequeña y rural los animales conformaban con

su presencia lo cotidiano. Vivos y muertos, chicos y grandes, estaban en las casas,

corrales y caballerizas. Perros, gatos, conejos, gallinas, cerdos, asnos y caballos

integraban la fauna urbana. La presencia de los “cochinos” junto a los hombres es

motivo de preocupación de las autoridades:

“… Que habiéndose decretado repetidas veces que se saque de la ciudad el ganado

cerdoso y no habiendo tenido efecto acaso por falta de sitio donde carearse y

resguardándose para evitar dilaciones y pretextos se destina la Dehesa de los Caballos

propia de los vecinos de Plasencia para careo y estancia del ganado de cerda; Que los

porqueros los saquen precisamente dentro del término de cuatro días y que los

encierren de noches para su custodia en el corral de dicha Dehesa, sin permitir que

cerdo alguno vuelva a la ciudad bajo responsabilidad de dichos porqueros y la multa

Page 372: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

372

de dos ducados que pagarán éstos o los dueños del ganado a costa de los citados

porqueros.

Que los que tengan cerdos para cebarse o engordar y que les sirvan de matanzas los

saquen fuera de la ciudad en dicho término de cuatro días bajo la pena de dos ducados,

y demás que haya lugar, sin que tengan consideraciones en tan interesante objeto de

cuya tolerancia puedan resultar graves perjuicios a la salud pública”.621

Ganado de cerda en la orilla del río Jerte.

El asunto no queda en el olvido, ya que en sesiones posteriores se vuelve a

recordar la necesidad de hacer salir los cerdos de la ciudad, discrepando en si debe

permitirse o no la permanencia en la misma al ganado de cerda, que llamado de ceba se

destina a matanza doméstica, para lo que se solicita la opinión y dictamen de los

facultativos locales:

“… Se propuso nuevamente la determinación de hacer salir los cerdos de la ciudad,

según lo acordado anteriormente. No hubo conformidad en cuanto a la salida del

ganado llamado de ceba destinado para muerte; Se oyó el Dictamen del Médico

621 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

23 de septiembre de 1833.

Page 373: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

373

Consultor y deseando la Junta no arriesgar el asunto y fundar su acuerdo en

fundamentos y bases sólidas acordó: Que para las cuatro de la tarde del día inmediato

se estén y reúnan todos los facultativos de Medicina y Cirugía residentes en esta

ciudad, a quienes se propondrá la cuestión de si la permanencia del llamado ganado

cerdoso dentro de la población es o no nociva y perjudicial a la salud pública, y si de

su tolerancia puede resultar el germen o aumento de la terrible y contagiosa

enfermedad del Cólera-Morbo; afín de que manifiesten su opinión, que se entenderá

por escrito para que vista y observada por la Junta acuerde y determine lo que

contemple más acertado a la salud pública; El Sr. Presidente se sirvió tomar a su cargo

la citación de referidos facultativos.622

Niños cuidando cerdos a la orilla del río Jerte.

Estas costumbres heredadas de cría de cerdo e incluso la utilización de

excrementos humanos para estiércol dentro de la ciudad, llevaría a los defensores de las

tesis anticontagionistas a formular acusaciones de saturar el aire con miasmas

peligrosos, y lo que es peor, estigmatizaría a los vecinos como potenciales

colaboradores de propagar la enfermedad.

622Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de 5

de octubre de 1833.

Page 374: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

374

Oleo de Joaquín Sorolla imagen de 1917

Vemos cómo en un momento en el que las tesis contagionistas son las que

dirigen las medidas de protección, también los malos hábitos higiénicos son tenidos en

cuenta y ante los que se amenaza del mismo modo que aquellos que quebrantaban las

mediadas de aislamiento; es decir, existe el castigo directo para aquellas personas que

atenten contra un elemento que luego se entenderá como casual, por la teoría

miasmática, la falta de higiene, pero que ahora es considerado como mal público. De tal

modo que si tengo en mi casa ganado de cerda, o de cualquier otro tipo, acumulo

estiércol y estoy atacando contra la higiene pública de tal manera que esas inmundicias

contaminan la atmósfera emitiéndo a la mismas miasmas que producen el cólera. Pero

no parece que la amenaza y la multa como respuesta punitiva contra el bién público

Page 375: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

375

estuviera en la base de éste discurso, ya que, como expongo arriba, son las tesis

contagionistas las que dirijan en éste momento la acción. Parece por tanto una necesidad

de recaudar para hacienda municipal.

1.5. Prevención Simbólica

En 1833 las medidas de prevención se dirigen en un doble sentido, unas hacia el

espíritu y moral de los vecinos de las poblaciones infectadas y otras encaminadas al

propio enfermo, su régimen de vida y entorno. Ambas podemos verlas resumidas en las

palabras del facultativo pacense Regino de Miguel, quien asume la relación entre

situación social y enfermedad: “…nuestras costumbres llevan consigo la falta de aire,

luz, alimentación, y en el orden moral una constante agitación engendrada por las

pasiones de todas clases y cuyos efectos trascienden al mismo organismo, afectando en

su constitución física”623

.

Las medidas dirigidas hacia el espíritu y moral se encuadran dentro de lo que

podemos denominar prevención simbólica, y a ellas hace referencia el Boletín Oficial

de la Provincia: “… serenidad de ánimo, moderación de las pasiones, placeres y

costumbres (…) si éstas se poseen, la curación es posible, pues el terror a ser

invadidos, ejerce influjos en las vísceras, alterando las funciones…” 624

.

Entre los medios conducentes a conservar la tranquilidad, en Plasencia se pidió

la celebración de servicios litúrgicos solemnes, rituales que siguiendo a Kottak y a

Rappaport, entendemos por el comportamiento formal, repetitivo y estereotipado,

realizado como un acto social. Los rituales se desarrollan en momentos y lugares

preestablecidos y tienen un orden litúrgico, es decir incluyen secuencias de palabras

(verbo) y acciones (actos). De manera que el ritual como escribe el profesor Javier

Marcos Arévalo, es una manera específica de “decir” y de “hacer” las cosas. Mediante

el ritual se busca la eficacia simbólica: “haciendo algo [...]” se “consigue algo”...625

.

623

Rodríguez Flores, M.P. (1991): Opus cit. 624

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia, de 17 de julio de

1833. 625

Marcos Arévalo, J. (2014): “Iconos religiosos, rituales de aflicción y ciclos de

rogativas en una ciudad del suroeste español entre los siglos XVI y XVIII”, en

Santuarios, Vol II: 229-251. Editado Mº de Educacao e Ciencia. Lisboa.

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376

Por tanto el temor al cólera se plasmaría en actos religiosos como los propuestos por el

Alcalde Mayor, siguiendo la disposición del rey, que instaba la celebración de rogativas

públicas y la prohibición de toda diversión pública y secreta y toda clase de reuniones:

“Don Antonio Fernández Villanueva, Abogado de los Reales Concejos. Alcalde Mayor

por su Majestad de esta M.N. y Leal Ciudad y único juez ordinario de la misma y su

partido hace saber:

Que en vano nos fatigamos buscar y adoptar medidas de prevención para evadirnos

del Terrible peligro que nos amenaza y tenemos próximo en ésta provincia del Cólera-

Morbo, si no tratamos principalmente de implorar al Todo Poderoso, que como Padre

piadoso, nos libre de semejante castigo, por ello nuestro monarca el Sr. Don Fernando

VII además de las Sabias y Reales órdenes que ha dictado en beneficio de sus vasallos,

ha dispuesto que se celebren Rogativas Públicas y severas en todos sus dominios, como

su debido cumplimiento se está practicando en la Santa Iglesia Catedral de esta M.N. y

Leal Ciudad desde el día 19 del presente mes, con asistencia de ambas Autoridades

según que así es notorio por el anuncio de campanas; mas vuestro juez que desea el

bien espiritual y temporal de sus gobernados, no solo promete la asistencia de

semejantes actos tan religiosos y obligatorios, sino que le sería sumamente grato en

obsequio de los Reales Decretos como su ejecutar, ver corregidos los vicios y males

costumbres en todos sentidos que puede haber en éste común de vecinos, para que

hermanándose con vuestros actos de religión puedan contener este azote de la Divina

Justicia; y para mejor conseguirlo se prohíbe absolutamente toda diversión pública y

secreta y toda clase de reuniones; Debiendo manifestar en cumplimiento de su cargo

que le sería muy sensible deber echar mano de las penas que se señalan en los Reales

Decretos.

Plasencia 21 de septiembre de 1833. Antonio Fernández Villanueva”.626

626

Archivo Municipal de Plasencia. Bando del Alcalde Mayor Don Antonio Fernández

Villanueva, de fecha 21 de septiembre de 1833.

Page 377: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

377

Catedral vieja y nueva de Plasencia.

Estas rogativas se llevaron a cabo en Plasencia a partir de finales de

septiembre durante diez días en la Catedral:

“… Después de Completas se abrió un pliego que se acababa de recibir por el

correo, el que contenía una R. Orden de S.M. fecha de 16 del corriente por el que el Sr

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378

D. Mariano Millo (…) de Cámara y de Gobierno del Real y Supremo Consejo, en la

que se manda se celebren Rogativas públicas y secretas en todas las Iglesias de la

monarquía invocando al Todo Poderoso, se digne contener los fatales progresos del

contagio que ya se experimenta en varios pueblos del Reino del Cólera-Morbo; y el

Cabildo en cumplimiento a la pronta obediencia que manda S.M., acordó: que desde

mañana viernes se den principio en ésta Santa Iglesia Rogativas públicas y privadas,

continuándose las primeras por 10 días: las tres primeras a Mª Santísima con misa

solemne (…), las tres siguientes al Santísimo Sacramento exponiéndose durante las

misas y los cuatro días restantes de Morado con los correspondientes (…),

solemnizándose el domingo 29 del corriente después de Completas Procesión General

de penitencia. Que se pasen los oficios competentes, notificando esta disposición al

Ayuntamiento de ésta M.N. y L. ciudad para su (…) y al Iltmo Sr. Obispo que aún se

halla (…) en su casa de campo, por si su salud le permite bajar a solemnizar estos

actos Religiosos; Que por el Maestro de Ceremonias según costumbre se de

inteligencia al Sr. Previsor, y por (…) se comunique las órdenes necesarias a los

dependientes para que nada falte, acusándose el recibo de referida R. Orden y su

pronto cumplimiento…”627

.

Se acordó además que para el domingo 27, y para solemnizar aún más los actos

de éste día se sacase en procesión la imagen de Jesús Nazareno:

“…El domingo próximo por la tarde con motivo de la procesión general de Rogativa

acordada celebrar para la preservación de la epidemia conocida con el nombre de

Cólera-Morbo, que anda vagando por ésta provincia, después de conferenciar se

acordó que la hora de andar el esquilón en la tarde del citado domingo se (…) media,

dándose principio a las (…) de las tres = Con éste motivo y para solemnizar más la

procesión general acordó igualmente el Cabildo se saque en ella la Divina imagen de

Jesús Nazareno que se halla en el Claustro de ésta Santa Iglesia, sirviéndose el Sr.

Mayordomo de [fábrica] disponer todo lo necesario para que vaya con la mayor

magnificencia”628

.

627

Archivo de la Catedral de Plasencia. Actas del cabildo 19-09-1833. 628

Archivo de la Catedral de Plasencia. Actas del cabildo 27-09-1833

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379

1.6. Preparación de un hospital para coléricos

Para el caso de la llegada del Cólera-Morbo a la ciudad, dentro de los planes

asistenciales trazados por las autoridades locales, y teniendo como fin una rápida

Page 380: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

380

atención a las personas aquejadas del mal y eliminar el “foco de infección” que pudiera

representar la existencia de enfermos de cólera, vivos o muertos en viviendas insalubres,

en el verano de 1833 (un año antes de declararse la enfermedad oficialmente en la

ciudad) ya se buscaba un hospital de curación.

En la actualidad, al referirnos a la lucha contra lo que son los determinantes de

salud dependientes de la estructura sanitaria, hablamos de todos los recursos, tanto

humanos como materiales que posee la comunidad para cubrir las necesidades sanitarias

de la población; es decir, personal sanitario, hospitales y centros de atención primaria,

servicios de prevención de riesgos laborales, laboratorios, unidades de vigilancia

medioambiental, etc. Todo éste entramado, y en lo que se refiere a la lucha contra el

cólera es crucial, ya que permite el diagnóstico precoz, y un tratamiento eficaz de

rehidratación y antibioterapia, con los que se obtienen excelentes resultados.

Desgraciadamente aún hoy existen zonas en las que no se cuenta con una respuesta

sanitaria adecuada, con la que hacer frente mediante la herramienta más eficaz, la

prevención, que se basa fundamentalmente en la corrección de los determinantes

medioambientales y los estilos de vida. Es posible encontrar países en los que no existe

una correcta cobertura de hospitales, déficit de medicamentos, escasa agua potable,

estructuras deficitarias de eliminación de excretas, etc.

En 1833, como ya he dicho antes, el papel del hombre como principal

reservorio, y el del agua como mecanismo de transmisión se desconocían; tampoco

existían antibióticos ni se había descubierto vacuna alguna. Y los cuidados y la

asistencia sanitaria mostraban graves carencias, unido todo esto a que la palabra de los

médicos era poco tenida en cuenta, estando siempre supeditada a las decisiones de las

autoridades. Los esfuerzos de la estructura sanitaria fracasaron. La experiencia con el

cólera y su reflexión posterior serían el punto de partida para las transformaciones que

en materia sanitaria vendrían después.

Al iniciarse la tercera década del siglo XIX un único hospital se encontraba

abierto en Plasencia, el Hospital de Santa María. Los restantes que existieron durante el

primer tercio del siglo XIX sufrieron de una adversa coyuntura. En la Guerra de la

Independencia fueron ocupados repetidas veces por las tropas invasoras que, tras

alojarse en ellos, los dejaron casi destrozados. A partir de 1812 las autoridades tomaron

conciencia de la situación crítica del Hospital de la Cruz, por lo que acordaron nombrar

Page 381: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

381

un morador permanente, que después de adecentarlo y repararlo, albergase en él a los

mendigos. A comienzos de 1813 resultaba preocupante el “desarreglo y desorden”

reinante en el Hospital de Santa María, el principal y único que funcionaba de los tres

que había en aquellos momentos. Además el administrador del mismo se negaba

(excusándose en la carencia de fondos) a admitir a más enfermos miserables, algunos de

los cuales acabarían muriendo en la soledad de las casas arruinadas, en sitios inmundos

o en la propia cárcel. Este importante establecimiento, de magnífica arquitectura, estaba

muy arraigado en la ciudad desde su lejana fundación, en el siglo XIV, y estaba bajo

patronazgo episcopal. En 1813 también existía el denominado Hospital de la Merced,

situado extramuros, en la calle del mismo nombre que conducía hacia el barrio de San

Juan, aunque sin uso en ese año, derruidas en gran parte sus dependencias, y atrasadas o

destruidas sus rentas. Su patronato correspondía a la corporación municipal. En 1820 se

tiene constancia de seguir acogiendo y tratando enfermedades vergonzantes. Otro

hospital que quedó en estado desastroso tras la francesada fue el de San Marcos,

conocido también como “hospitalito”, donde se albergaba a los pobres forasteros. 629

Como se apunta más arriba, un año antes de la llegada a la ciudad del terrible

mal, se busca un edificio que fuera destinado a hospital de coléricos; y será el antiguo

Hospital de la Merced el elegido para prestar a los enfermos los cuidados necesarios:

“Considerando la Junta muy preciso preparar un edificio que sirva de Hospital de

curación para los enfermos que se hallen atacados de la terrible y fatal enfermedad del

cólera-morbo, si por desgracia llegan a manifestarse en ésta ciudad, habiendo

conferenciado con la debida meditación se convenció de que no hay otro edificio más

acomodado y capaz que el hospital llamado de Nª Sª. de la Merced. Y como tal lo

señaló para hospital de curación en su respectivo caso, previniendo que se pase el

oficio más atento al M.N. y L Ayuntamiento, como patrono de dicho hospital para que

se sirva prestarle para el servicio explicado”630

.

629 Flores del Manzano, F. (2004): Opus cit. 630Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

13 de septiembre de 1833.

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382

Edificio que albergaba el antiguo hospital de la Merced (actualmente sólo en pie su

parte trasera –La capilla-).

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383

Hospital de la Merced.

1.7. Fondos para luchar contra el Cólera

La epidemia de cólera durante el mes de septiembre de 1833 ha empezado a

extenderse por el sur de España, dando lugar a que, aparte de las medidas sanitarias,

haya que adoptar algunas de otro tipo. La Corona en Real Orden de 19 de septiembre de

1833, coincidiendo con la situación que se está dando en Sevilla por el cólera, decide

“proporcionar a aquellos desgraciados habitantes, y a las otras poblaciones igualmente

afligidas cuantos auxilios sean posibles”. Quiere en definitiva ayudar a su pueblo en los

momentos en que está siendo cruelmente atacado por la epidemia, para lo que adopta las

siguientes medidas: La mitad de los pósitos se destina para tal fin, así mismo el dinero

de la “suscripción voluntaria” y el que había “destinado ya”la corona pasan, junto al

otro fondo, a engrosar los recursos con que atender las necesidades que se están

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384

planteando en la población que padece la enfermedad del cólera. Todo este dinero se

pone en manos de o “en poder de las Juntas de Sanidad”. En ellas se hace recaer el

peso de la salida del dinero o grano, según conviniese a la población.631

En apartados anteriores se ha podido comprobar cómo la coyuntura económica

de la ciudad no era la más apropiada para hacer frente a la llegada del cólera. Dentro de

las principales preocupaciones de los jefes locales una fue la obtención de recursos

suplementarios para hacer frente a la situación, ante el precario estado del erario. En

septiembre de 1833 las autoridades observan cómo las necesidades van en aumento, y

tres días antes a la publicación de la R.O. de 19 de Septiembre de 1833, la Junta

Municipal de Sanidad de Plasencia pone en conocimiento no sólo de la Superior, sino

también del Excmo Sr. Secretario de Estado y del despacho Universal del Fomento, la

precariedad de la ciudad en cuanto a salubridad se refiere, y con el objetivo de llevar a

cabo las necesarias obras de mejora, suplica a todos ellos la autorización para obtener

los fondos necesarios, y lo hace a través de una carta en la que expone primeramente la

actuación de ésta Junta desde su instalación la cual “acordó providencias y bandos

frecuentes para poner las plazas, calles, casas, cuadras, mesones y muladares en el

mejor estado de aseo y limpieza. Previno que no anduvieran por las calles los ganados

cerdosos, superando para todo los inconvenientes que dificultan y obstruyen semejantes

medidas, por la confianza y apatía de los vecinos, informó de la búsqueda y

acondicionamiento de lazareto y hospital de curación, del mal estado de la cárcel donde

se acumulan grandes depósitos de inmundicias y aguas corrompidas. Con éste motivo

dilató sus ideas a generalizar el remedio necesario para evitar la estancación de aguas

inmundas y de putrefacciones nocivas; y se penetró de la suma conveniencia, utilidad y

limpieza que recibía la ciudad, haciéndose alcantarilla o canales generales, que

atravesando las calles reciban y extraigan de la población las aguas sucias y sobrantes

de todas las casas en las cuales deberá hacerse conductos particulares para que sus

aguas se incorporen y marchen por referidas alcantarillas. Este proyecto es de tan

conocido interés que no necesita esfuerzo alguno para demostrarlo, y mucho más en

ésta ciudad cuya localidad invita imperiosamente a ejecutarlo, pues se haya cuasi

circunvalada por el rio jerte y tiene la declinación o declive necesario para que no sea

tan costosa y difícil la operación, y para que las aguas corran sin obstáculo que las

631Peral Pacheco, D. (1994): Cólera y Sanidad en las Reales órdenes de 1833 a 1835.

Asamblea de Extremadura.

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385

detengan; a lo cual se agrega la especial circunstancia de que hay una hermosa y

abundante cañería de aguas potables. De la misma manera informó la Junta del

cerramiento de algunas puertas y de la colocación de guardias de sanidad. Pero pasa a

continuación a exponer la falta de fondos públicos para llevar a cabo toda la política de

prevención y actuación, ya que la subscripción que se concedió en su día ha producido

200 reales, que apenas sufragan un mes el alumbrado de las guardias de sanidad, por

ello pide la aprobación de ésta Junta Superior para imponer una serie de impuestos:

- El Primero se reduce a impetrar la gracia y permiso para repartir y cobrar de

una vez 8000 reales entre los vecinos de dicha ciudad por la base de utensilios y

que los Sres Eclesiásticos como interesados a la salud pública contribuyan con

otra cantidad que se repartirá por las bases del Real Subsidio, guardando

proporción con la correspondiente a los seculares, con el preciso y urgentísimo

objeto de socorrer a las personas que por necesidad se dirijan al lazareto y al

hospital de curación; pues sin tales auxilios perecerían de inanición y afrenta de

la humanidad.

- Por el segundo se desea y suplica la licencia conducente para repartir 20000

reales entre esta ciudad y pueblos de su partido, cuya cantidad se necesita para

limpiar y extraer las inmundicias y putrefacciones fétidas que se hayan

depositadas en los bodegones de la cárcel real y para ponerla en estado de

salubridad y de seguridad.

- Por tercero se solicita y ruega que V.E. se digne expedir la orden conveniente

para que todos los vecinos y propietarios de casas y edificios de referida ciudad,

sin distinción de clases, dignidades, ni estados contribuyan por una sola vez con

la sexta parte del valor de los arrendamientos anuales que tengan o se gradúe que

deben tener, ya estén habitadas por sus dueños o cerradas por cualesquiera

casos, o arrendadas a distintos inquilinos, sin excusa ni pretexto alguno; cuyo

importe se aplicará inexcusablemente y con una suma urgencia a las interesantes

obras de fabricar las precitadas alcantarillas o azequias generales, que al paso

de ser muy necesarias facilitarán el aseo, limpieza, y mejor aspecto de la

población, y en las críticas actuales circunstancias producirán semejantes

medidas las muy atendibles y preferentes de invertir los braceros o jornaleros que

por falta de trabajo en la actualidad yacen en un estado de miseria que se

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386

aumentaría a su extremo horroroso si ésta población tiene la desgracia de ser

invadida de contagio.632

Última página de la carta remitida a la Junta Superior de Sanidad de

Extremadura

Como se apunta más arriba el Excmo Sr. Secretario de Estado y del Despacho

Universal del Fomento también es informado: “nos dispensará V.E. que la Junta

Municipal de Sanidad de Plasencia en Extremadura, eleve a sus manos la adjunta

copia de la exposición que con ésta fecha dirige a la Superior de ésta provincia a fin de

que si fuese objeto digno de la consideración de V.E. se sirva dispensarles su

protección para que su Majestad que Dios Guarde se digne conceder los arbitrios que

se proponen con las urgencias que necesitan las necesidades de esta ciudad, y la

632

Esta carta se reproduce íntegramente en el Apéndice documental. Archivo Municipal

de Plasencia. Carta remitida desde la Junta Municipal de Sanidad de Plasencia a la

Superior de Extremadura, con fecha de 16 de septiembre de 1833.

Page 387: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

387

absoluta falta de todo fondo con que se haya ésta Junta para llenar las atenciones de la

misma en el día y los que puedan ocurrir en lo sucesivo”.633

Última página de la carta remitida al Exmo Sr Secretario de Estado y del Despacho

Universal del Fomento.

La respuesta se recibe desde una Real Orden de la Reina Gobernadora, que

pasa al Secretario de Fomento y a su vez al Capitán General de Extremadura,

denegando en definitiva la petición de acceder a la imposición de los arbitrios

solicitados, por considerarlos demasiado gravosos y porque la ciudad no padece los

terribles estragos, que la epidemia está dejando en su recorrido por otras zonas del país,

sobre todo en Andalucía:

“Junta Superior de Sanidad de Extremadura. 22 de octubre de 1833:

El Excmo Sr. Capitán General del ejército y provincia con fecha 8 del actual me

comunica la Real Orden siguiente:

633 Archivo Municipal de Plasencia. Carta remitida desde la Junta Municipal de Sanidad

de Plasencia al Excmo Sr. Secretario de Estado y del Despacho Universal del Fomento,

con fecha de 16 de septiembre de 1833.

Page 388: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

388

El Exmo Sr. Secretario de Estado del Fomento General del Reino, con fecha 3 del

corriente me comunica la Real Orden siguiente:

Exmo Sr. su Majestad la Reina Gobernadora se ha enterado de la exposición hecha

en 16 del mes anterior por la junta municipal de sanidad de Plasencia en que se felicita

se le aprueben diferentes arbitrios que a falta de otro caudal dice propuso a esa

superior con destinado resguardo y conservación de la salud pública (…), la Junta

Superior de Sanidad del Reino no ha tenido a bien acceder a la imposición de dichos

arbitrios, tanto por considerarlos demasiado gravosos a los contribuyentes, como por

no conceptuar propios de las circunstancias del día de los objetos de policía urbana

para que se piden algunos de ellos. De Real orden lo comunico a vuestra excelencia

para su inteligencia, la de esa junta superior y a fin de que lo ponga en conocimiento

de la municipalidad de Plasencia:

Y la traslado a Vuestro servicio para su inteligencia y la de esa junta superior con

el fin de que la comunique a la municipalidad de Plasencia según se me ordena.

Y la traslado a vuestro servicio para su inteligencia y la de esa junta de sanidad que

preside.

Dios Guarde a V.S. muchos años

Badajoz 22 de octubre de 1833.

Al Presidente de la Junta Municipal de Sanidad de Plasencia”634

1.8. Ultima sesión de la Junta Municipal de Sanidad Placentina

La última sesión de la Junta Municipal Placentina que consta en los documentos

del archivo municipal corresponde al 14 de diciembre de 1833. En ella únicamente se

deja constancia de una Real declaración presentada por Subdelegado de Rentas al

Administrador de Rentas, en la que se solicita “se le declare la presidencia de ésta

junta”. Se acuerda llevar el tema a consulta y que la ciudad a partir de ahora quede en

“comunicación con los demás pueblos del Reino; por lo cual se suspenderá el

634 Archivo Municipal de Plasencia. Carta remitida desde la Junta Superior de Sanidad

de Extremadura con fecha de 22 de octubre de 1833.

Page 389: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

389

nombramiento de guardias = Que se pongan las puertas públicas a disposición del MN

Ayuntamiento y se pase oficio a los arrendatarios de Rentas Provinciales.635

En 1833 surgió la figura de los Subdelegados de Fomento gracias al Real

Decreto de 30 de noviembre de la Reina Gobernadora, Doña María Cristina de Borbón,

viuda de Fernando VII y madre de Isabel II, quien estableció la división territorial de

España en provincias, fijando en cada una de ellas los asuntos que interesaban al

Gobierno y disponiendo que, los relativos a la salud pública, pasaran a depender casi

exclusivamente, de estos funcionarios: médico, farmacéutico y veterinario “…que

excitarán la solicitud paterna de la Administración, con el fin de remitir los datos

precisos destinados a impedir la propagación de las enfermedades infecciosas con el

fin de intentar controlarlas”.636

En este contexto, la Sanidad era competencia del Gobernador Civil de cada

provincia, ya que las epidemias, por ser asunto de orden público, quedaban bajo la

jurisdicción de la máxima autoridad política provincial, a quien correspondía cuidar de

la salud de la colectividad. A los Ayuntamientos, en cambio, sólo les quedó la facultad

de contratar bajo las condiciones prescritas en las leyes o reglamentos, a los facultativos

de Medicina, Farmacia y Veterinaria. Tal fue el protagonismo de estos nuevos

Subdelegados, que una Real Orden de 27 de marzo de 1834 suprimió la mayoría de las

Juntas de Sanidad, traspasándole a ellos sus funciones.

La enfermedad haría su aparición oficial en Plasencia un año más tarde, en el

otoño de 1834; pero para entonces la Junta Municipal de Sanidad como tal habría

desaparecido.

635 Archivo Municipal de Plasencia. Actas de la Junta Municipal de Sanidad. Sesión de

14 de de diciembre de 1833. 636

Muñoz Machado, S. (1995): La formación y la crisis de los servicios sanitarios

públicos. Ed. Alianza. Madrid.

Page 390: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

390

Acta correspondiente a la última sesión celebrada por la Junta Municipal de Sanidad

de Plasencia.

2. Reafirmación del contagio en Plasencia (1834-1835)

2.1. Reactivación de las medidas frente al Cólera

Durante el invierno se suspende la Junta de Sanidad Interior dejando sólo las

marítimas, y empiezan a olvidarse las medidas sanitarias, que no volverán a reactivarse

hasta que en el verano de 1834 se vuelva a sentir la amenaza de una nueva invasión del

cólera. Efectivamente, durante los primeros meses de 1834 la enfermedad permaneció

aletargada. Pero a comienzos de 1834 aparecieron en algunos pueblos de Cáceres

Page 391: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

391

ciertos síntomas que hicieron sospechar a las autoridades que se trataba del cólera. No

obstante, todo quedó en una falsa alarma.637

En el verano, en cambio, la epidemia se reactivó. Hoy sabemos que la época

estival proporciona el calor necesario para que el bacilo que vive en el agua se

reproduzca, unido esto a un mayor consumo, cambio en los usos (por ejemplo el baño),

consumo de alimentos ligados a la misma, como pueden ser las verduras y hortalizas, ya

lavadas o en crudo. Por otra parte también sabemos que la temperatura ideal para la

reproducción del Víbrio Colerae se encuentra por encima de 37.5ºC, pudiéndo

sobrevivir por varios días a más de 22ºC; por tanto en ríos, pantanos, arroyos etc, el

agua podría llegar a esas temperaturas llamemos ideales, por lo que el agua sería a la

vez vector en la transmisión y reservorio junto al hombre.

En Extremadura se redobla la vigilancia de la frontera, lugar por donde había

penetrado el cólera-morbo un año antes. Se reciben noticias sobre la posible presencia

del morbo en la vecina ciudad portuguesa de Yelves, y por ello desde Badajoz se

acuerda enviar a varios facultativos para que certifiquen la veracidad de los rumores. De

ésta manera el profesor don Florencio Gómez, en unión con el médico-cirujano don

Agustín García, tras realizar observaciones en el hospital militar de Yelves, por las

consultas que tuvieron con los médicos locales, y por el examen individual que hicieron

de los pacientes coléricos, certificaron la certeza de la existencia del cólera-morbo

asiático en citada ciudad. A partir de aquí se decide adoptar varias medidas sanitarias,

como la incomunicación con la ciudad portuguesa y alrededores, observación de 15 días

de cuarentena para todas las personas, caballerías, géneros y efectos, procedentes del

territorio señalado, y especial precaución con la correspondencia, advertencia de pena a

las personas que auxilien, protejan o encubran a los contrabandistas que traigan géneros

de Portugal, así como a los protectores o encubridores de los infractores de las reglas

antes apuntadas. “Los que supieren la contravención de cualquiera de éstas medidas y

no la manifieste inmediatamente a la autoridad de Sanidad, y toda persona que estando

en observación se fugase de ella, así como la que extraiga del lazareto efectos puestos

en observación sin permiso de la Junta Municipal”. Se encarga también el aseo de los

pueblos, y la obligación de los médicos de “comunicar a las juntas de los pueblos

637 Sánchez de la Calle, J.A. (1994): Plasencia: Historia y población en la época

contemporánea (1800-1990). Asamblea de Extremadura. Mérida. Pg. 115.

Page 392: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

392

donde ejercen su profesión, cualquier accidente y enfermedad sospechosa, o si supieren

de alguno que con síntomas sospechosos perece en poco tiempo, en cuyo caso las

mismas juntas adoptarán las medidas más activas para contener el mal, dando parte a

ésta sin pérdida de momento por el medio más breve. Las juntas de los pueblos

limítrofes tendrán siempre dispuestos dos vecinos de cada uno respectivo, con el objeto

de comunicar con más prontitud las órdenes o noticias que se ofrezcan sobre el

particular”.638

El recrudecimiento de la epidemia durante el verano conllevó, por segunda y

última vez en la historia, a que El Gobierno estableciera un “cordón sanitario” destinado

a aislar las provincias de Extremadura y La Mancha de las de Andalucía, formado por

tropas de línea extendidas desde Fregenal de la Sierra hasta Lorca. Desde Capitanía

General se recibe una circular que recoge las disposiciones que es necesario observar en

el acordonamiento establecido y que incluyen los puntos desde los cuales se establecerá

la línea de incomunicación, aquellos que servirán como “únicos pasos para los viajeros

y tragineros”, en los que se cumplirían todas las reglas y precauciones de sanidad, el

establecimiento de casas de observación tanto para personas como para efectos

procedentes de puntos infectados o sospechosos, la división de la vigilancia por distritos

a las órdenes de un Gefe militar que dependerá a su vez del Gefe principal de la línea,

que a su vez sin perjuicio de estar a las órdenes del Capitán general de la provincia, en

cuanto al servicio militar, se entenderá respecto al sanitario con los Gobernadores

Civiles encargados especialmente de la sanidad, de quienes recibirán las

correspondientes instrucciones, y a quienes dirigirán los partes y noticias. Además de

éste cordon que aislaba Andalucía, se estableció un cordón de observación del Tajo para

asegurarse aún más las precauciones derivadas del aislamiento y evitar en lo posible la

propagación de las enfermedades epidémicas a la Capital de la Monarquía, y demás

pueblos libres hasta ahora de ellas. De ésta manera los transeúntes sólo podrían cruzar

el rio por puntos donde existieran puentes o barcas y nunca por los vados.639

A partir de entonces el cólera cobra un claro protagonismo en todo el país

desde la perspectiva del gobierno central, pues no sólo la normativización de capital y

638

En el apartado Apéndice documental se recoge íntegramente ésta circular. Archivo

Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 23-VI-1834, nº. 37. Circ. 20. 639 En el apartado Apéndice documental se recoge íntegramente ésta circular. Archivo

Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 23-VI-1834, nº. 37, Circ. 22.

Page 393: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

393

reino se influyeron mutuamente, sirviendo de base a las ordenanzas provinciales y

locales, sino porque la prensa general y médica o estaba en Madrid o se nutría

esencialmente de lo publicado en ella. Especial interés para el cólera, por el seguimiento

que hizo y por la coincidencia en sus inicios, tiene la fundación del Boletín de

Medicina, Cirujía y Farmacia en Madrid el 4 de junio de 1834.

No cabe duda de que la vida en las poblaciones queda en función de los

acontecimientos que se suceden para evitar la llegada del cólera; es decir, en la creencia

de que el trasiego de gentes puede aproximar la epidemia. Se lleva a cabo otra vez el

cierre de caminos y el consecuente estancamiento del comercio ante la imposibilidad de

llegar a los lugares convenientes, la no celebración de ferias y fiestas para el solaz de los

vecinos, los cuales, ante éstos acontecimientos interrumpen su “cotidianidad”.

En Plasencia, en el verano los rumores de cólera se hacían sentir en la

ciudad.640

El ayuntamiento teme que a pesar de las medidas preventivas llevadas a cabo

el año anterior haya muchas posibilidades de que la epidemia llegue a la ciudad, y será a

partir de junio cuando empiecen a ponerse en práctica medidas derivadas de una política

más centralizada y racionalizada:

El 3 de julio se vuelve a poner sobre la mesa cuestiones planteadas el año

anterior, concretamente en lo referido a las medidas a adoptar con el ganado de cerda:

“ El Sr. Presidente hizo presente al Ayuntamiento como indispensable se señalare

sitio fuera de la ciudad donde estuviese el ganado de cerda para evitar estuviese como

se experimentaba en las calles y plaza y se señaló la Dehesa de los Caballos y el

Lejido”641

.

En agosto se buscaba afanosamente dinero con el que hacer frente a las

necesidades que vendrían aparejadas con la llegada de la enfermedad, “…la que en el

día de hoy aflige a la ciudad de Salamanca, distante solo de esta 22 leguas…” .642

Por estas fechas, en diversas ciudades se había procedido a la expulsión de

vagabundos. Esta decisión queda lejos sin embargo de estar relacionada con una

640 Sánchez de la Calle, J. (1990): Art. cit. 641

Archivo Municipal de Plasencia. Actas capitulares del Ayuntamiento de Plasencia,

sesión del 3 de julio de 1834. 642

Archivo Municipal de Plasencia. Actas capitulares del Ayuntamiento de Plasencia,

sesión del 16 de agosto de 1834.

Page 394: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

394

creencia absoluta del origen de la enfermedad en la suciedad, presente ésta a su vez en

mendigos y pordioseros. Estaría más próxima a asegurar los reducidos recursos de lucha

para los vecinos de la localidad, y más cercana creo yo, a una reacción movida

nuevamente por el miedo y aprovechando la ocasión por parte de las autoridades

poniendo como escusa las malas condiciones higiénicas, para meter mano a un

problema en las poblaciones, como es vagabundeo.

En Plasencia el día uno de agosto se publicó bando para que todos los vecinos

no naturales de la ciudad presentasen las cartas de vecindad. El fin perseguido por las

autoridades locales estaba claro, y no era otro que trasladar a aquellas personas, sobre

todo mendigos que no eran naturales ni residentes, a sus lugares de origen. No cabe

duda de que los contemporáneos de la invasión colérica tenían muy clara la relación

entre miseria y las posibles consecuencias derivadas de ella, y especialmente con las

enfermedades epidémicas:643

“… bando que en el día de ayer se publicó por el que se

manda que todos los que cierto tiempo a esta parte se hayan establecido en ésta ciudad

sin obtener carta de vecindad, la pida en el tiempo de cuatro días con presentación de

atestado de la justicia de su pueblo en crédito de su buena conducta”.644

Al

ayuntamiento van a acudir en masa trabajadores foráneos (pero residentes en Plasencia)

pidiendo carta de vecindad, ante el temor de que pudieran llegar a ser expulsados si no

se disponía de la misma:

“… En virtud al bando que está publicado para que todos los vecinos que no sean

naturales de ésta ciudad presenten las cartas de vecindario, y no hallando dicha carta

por no habérmela dado aunque hace catorce años que estoy en ésta ciudad empleado

en oficio de cardador (…), suplico A,V, se sirva mandárseme la carta de vecindad y se

me tenga como tal vecino…”645

.

El tiempo máximo para pedir carta de vecindad era tan solo de cuatro días,

pero es que además se requería también la presentación de “atestado de la justicia de su

pueblo en crédito de su buena conducta”, por lo que el trasiego de personas en busca de

643

Rodríguez Flores, M.P. (1991): “ La ciudad de Badajoz y el cólera-morbo de 1834”.

Revista de Estudios Extremeños, T. XLVII, Nº 1. Badajoz, pgs. 110-111. 644

Archivo Municipal de Plasencia. Bando publicado el 2 de agosto de 1834. 645

Archivo Municipal de Plasencia. Solicitud de carta de vecindad presentada en el

ayuntamiento con fecha de 14 de agosto de 1834 por parte de Andrés Ledo.

Page 395: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

395

tal documento tuvo que ser enorme a tenor de las numerosas peticiones que llegaron al

ayuntamiento:

“… Ha llegado a su noticia el bando que en el día de ayer se publicó por el que se

manda que todos los que cierto tiempo a ésta parte se hayan establecido en ésta ciudad

sin obtener carta de vecindad la pidan en el término de cuatro días con presentación de

atestado de la justicia de su pueblo en crédito de su buena conducta…”646

.

Diferente trato se esperaría para los pobres de solemnidad vecinos de la ciudad

y que por tanto serían merecedores de asistencia y cuidados, pero como veremos más

adelante se van a producir verdaderas muestras de abandono por parte de algunas

autoridades, en éste caso eclesiásticas.

A mediados de septiembre otra personalidad cuyo trabajo era determinante

para el control del estado sanitario de la población abandonó la ciudad; se trataba del

cirujano titular, Esteban Planas, quien expuso como causa de su marcha la necesidad de

resolver asuntos importantes en su ciudad de origen, Barcelona. La realidad era más

prosaica pues la falta de fondos municipales impedía que le fuera abonado su salario.647

“… Se dio cuenta de una solicitud del Cirujano Titular D. Esteban Planas

manifestando que asuntos importantes le precisan a marchar a Barcelona, pueblo de su

naturaleza, despidiéndose de su destino y plaza de Cirujano titular que ha servido diez

y seis años, pidiendo al Ayuntamiento un atestado de la conducta moral y política

durante dicho tiempo y el debido permiso para retirarse esperando le disimulen sus

faltas involuntarias que haya tenido, solicitando al mismo tiempo que el ayuntamiento

tenga a bien mandar se le facilite el oportuno documento que acredite el débito que

tiene contraído contra fondos de propios correspondiente a su sueldo desde el año

pasado de 1829 hasta el día con arreglo a los acuerdos de la corporación, enterado de

todo el ayuntamiento acordó: que admita y admitió su despedida al cirujano Don

Esteban Planas, que se le dé el correspondiente atestado de su buena conducta moral y

política, que ha observado durante su permanencia en ésta ciudad y que se le facilite la

646

Archivo Municipal de Plasencia. Solicitud de carta de vecindad presentada en el

ayuntamiento con fecha de 3 de agosto de 1834 por parte de Santiago Fernández. 647

Sánchez de la Calle, J.A. (1994): Opus cit. Pg. 116.

Page 396: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

396

certificación del crédito contra los fondos para su abono si viniera a mejor estado de

fortuna según decretos anteriores…”648

.

Aún no se había presentado caso alguno de la enfermedad en Plasencia, por lo

que la huída del cirujano placentino no parece corresponderse con la presencia del

cólera en la ciudad, aunque quizás sí por el sentimiento de cercanía. La salida de las

poblaciones era una de las recomendaciones del año anterior pero no en éste, aún así

aunque en escaso número, en lugares atacados se produjeron casos de abandono: “ha

llegado a noticia del Gobierno que algunos facultativos de medicina y cirugía, faltando

a los deberes más sagrados de su profesión, y quebrantando el juramento que prestaron

para poder ejercerla, abandonaron los pueblos de su residencia en los momentos en

que debían ser más necesarios sus servicios, pues de su presencia y auxilio dependía

acaso la vida de sus conciudadanos”.649

La Corona no permitió que tan cobarde actitud

quedase impune y como tal estableció severas penalidades como por ejemplo la

inhabilitación para seguir ejerciendo la medicina o cirugía: “El interés público y el

honor mismo de la facultad exigen que tan criminal conducta no quede impune, y que

los nombres del corto número de profesores que por vergonzosa cobardía los

mancharon de esta manera, no se confundan con los demás médicos españoles, que

tanto se han distinguido siempre y se distinguen en la actualidad por repetidos rasgos

de filantropía, por celo y noble emulación con que disputan las victimas a la

enfermedad que aflige a varios pueblos y por la noble ambición de sorprender a la

naturaleza el secreto de su curación. La vista de éstas consideraciones, S.M. la Reina

Gobernadora se ha servido mandar:

1º Queden inhabilitados para ejercer la medicina o cirugía, recogiéndoseles los

títulos desde luego, los profesores que bajo cualquier pretexto hayan abandonado o

abandonaren los pueblos de su residencia, desde el momento en que por las Juntas de

sanidad, se consideren éstos amenazados de cualquier enfermedad epidémica y

especialmente de la que se califica de cólera-morbo.

2º La Junta Superior Gubernativa de medicina y cirugía, y las demás Autoridades y

Corporaciones a quienes corresponda, procederán inmediatamente, con arreglo a los

648

Archivo Municipal de Plasencia. Actas capitulares del Ayuntamiento de Plasencia,

sesión del 18 de septiembre de 1834. 649

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 23 julio 1834.

Page 397: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

397

reglamentos y disposiciones vigentes, a la provisión de las cátedras de colegios, plazas

de establecimientos públicos, partidos de médicos de pueblos, y demás destinos

servidos por los profesores comprendidos en el artículo anterior, declarándose en el

acto vacantes dichas cátedras, plazas, partidos o destinos.

3º Se dará noticia al Gobierno de los facultativos, privados en virtud de ésta Real

Orden, de ejercer la medicina y cirugía, y se publicarán sus nombres en la Gaceta de

ésta Corte, en el Diario de la Administración y en los Boletines Oficiales de las

provincias para conocimiento de los pueblos; y a fin de que a los contraventores de esta

Soberana determinación se impongan las penas señaladas en el reglamento de la

facultad para los intrusos en ella”.650

De igual manera “en los mismos periódicos se hará mención honorífica a los

profesores que más se distingan en el cumplimiento de sus deberes, prodigando a los

enfermos los socorros del arte con esmerado celo e imperturbable constancia”.651

Por tanto resultaba necesario despertar la sensibilidad de las personas que

mantenían un contacto más directo con la situación conflictiva. A la clase médica,

aparte de recibir un incremento de sueldo, vemos cómo se le ofrece la ocasión de

“cubrirse de gloria en su noble carrera para quienes logren distinguirse por su celo en

la asistencia a enfermos, y merecerán la particular consideración de S.M. para ser

atendidos en sus solicitudes. Todos aquellos que se ofreciesen para el servicio de los

pueblos epidemiados acabarían gozando de una pensión vitalicia de 200 a 400 ducados

sobre los Propios de la provincia donde hubiesen contraído este mérito”.652

Sería lícito ver también en la “huída” del facultativo placentino una nueva

respuesta coherente del miedo. De cualquier modo en éstos comportamientos habría que

diferenciar el abandono por precaución (propio de las clases pudientes y que se producía

antes de la llegada de la enfermedad y con un destino definido), del abandono por

desesperación, que llegaría a producirse en masas, sin rumbo y ante la posibilidad de ser

rechazados en otros pueblos. Hecho éste último que pudimos comprobar el año anterior,

cuando eran rechazados si no procedían de lugares sanos.

650

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 23 julio 1834. 651

Ibidem. 652

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 14 julio 1834.

Page 398: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

398

Pero la noticia de la marcha del cirujano titular se conocía en la calle, ya que

en la misma sesión el ayuntamiento concedió la plaza que D. Esteban Planas dejaba

libre al Cirujano D. Francisco de Silva:

“… Se dio cuenta de un Memorial presentado por D. Juan Fernandez Muñoz de ésta

vecindad, presentado a nombre de su hermano político D. Francisco de Silva, profesor

de Cirujía, solicitando la plaza de Cirujano de la ciudad con dotación de hospitales y

de propios que ha disfrutado D. Esteban Planas. Enterado el Ayuntamiento conferenció

detenidamente sobre el particular y en su consecuencia acordó: admitir y admitió como

Cirujano a D. Francisco de Silva con la dotación que se señala de hospitales y con

respecto al haber de propios en los términos que lo ha ganado D. Esteban Planas y

aparece de los últimos acuerdos hechos sobre particulares; y que pase la solicitud a los

Sres Chamorro, Platta y Silva Regidores y Procurador Síndico para que arreglen las

condiciones con que deben escriturarse…”653

.

En pueblos de comarcas cercanas se pedía cubrir plazas de facultativos,

ignorándose si el motivo de la vacante fue la huída del titular, tal es el caso de

Talaveruela de la Vera, que a través del Boletín Oficial de la Provincia, meses más tarde

informaría que: “Se halla vacante la plaza de Cirujano de éste pueblo que consta de

130 vecinos, su dotación es de 300 ducados anuales pagados por repartimiento vecinal;

el que lo solicite dirigirá sus memoriales a la secretaría de éste Ayuntamiento franco de

porte, y se ha de proveer el día 10 de noviembre próximo”.654

En el año anterior pudimos comprobar cómo se mandó sacar al ganado de

cerda fuera de la ciudad. Es ahora cuando se extiende ésta obligación a otro tipo de

animales; de ésta manera se publicaron bandos que ampliaban la prohibición de tener en

las casas gallineros con gallinas, pollos, pavos, etc. Circunstancia ésta que llevó a la

imposición de multas y a la presentación ante el Ayuntamiento de recursos contra las

mismas, como el memorial presentado por el presbítero Don Miguel Irribarren y el

Licenciado Don Pedro Pizarro, que fue leído en sesión celebrada el día cuatro de

septiembre, pero al que no se pudo dar respuesta definitiva al no estar presente el Sr.

Alcalde Mayor:

653

Archivo Municipal de Plasencia. Actas capitulares del Ayuntamiento de Plasencia,

sesión del 18 de septiembre de 1834. 654

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 13 de octubre de 1834.

Page 399: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

399

“Vista una exposición hecha por el Presbíteo Don Miguel Irribarren y Don Pedro

Pizarro reclamando la multa de cuarenta y cuatro reales impuesta y exigida por el Sr

Alcalde Mayor por tener en su casa para sus necesidades o regalos una gallina, tres

poyos y cuatro pavos (…) se acordó que mediante que el Sr. Alcalde Mayor Presidente

no asiste al Ayuntamiento por las indisposiciones de salud, suspéndase por ahora el

acuerdo y dese cuando dicho Sr. concurra para que informe”.655

Al parecer éste eclesiástico se había presentado en el Ayuntamiento en actitud

de soberbia y orgullo, mostrando además un tono descortés, motivo que obligó a su

retirada:

“Estando pendiente el acuerdo sobre la solicitud presentada por el Presbítero Don

Miguel Irribarren y el Licenciado Don Pedro Pizarro, sobre la multa impuesta y

exigida por orden del Sr. Alcalde Mayor Presidente, por tener en su casa dos gallinas y

tres pavipollos, con los demás que de la misma aparece, enterado el Sr. Presidente

instruyó al Ayuntamiento sobre su contenido, manifestando que la multa ha sido

impuesta con arreglo a los bandos publicados y en usos de sus atribuciones: que es

falso que permitan y toleren gallinas y gallineros en las casas donde habitan bajo

pretexto alguno y que es así mismo falso el que tratase al Presbítero Irribarren como

éste supone, antes bien, ejercitó el Sr. Presidente la prudencia e imposibilidad para

contener el ímpetu de soberbia y orgullo con que se le presentó expresado eclesiástico,

a quién por el tono descortés fue necesario mandarle retirar para que usase de su

derecho según expresaba, y administrarle que el tribunal ejercitaría también su

autoridad. En cuya vista el Ayuntamiento acordó que estando comprendido en los

artículos del bando publicado se guarde lo mandado por el Sr. Presidente facilitando al

interesado si lo pidiere el conducente testimonio”656

.

655

Archivo Municipal de Plasencia. Actas capitulares del Ayuntamiento de Plasencia,

sesión del 4 de septiembre de 1834. 656

Archivo Municipal de Plasencia. Actas capitulares del Ayuntamiento de Plasencia,

sesión del 18 de septiembre de 1834.

Page 400: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

400

2.2. Del Aislamiento a la Higiene como el preservativo más eficaz contra el

Cólera

Hasta el momento hemos podido comprobar cómo el principal instrumento de

lucha contra el cólera era el aislamiento, como lo había sido con la peste, la fiebre

amarilla y epidemias en general desde tiempo inmemorial. Sin embargo, ahora el

discurso de los médicos empieza a ser otro, algo ha cambiado en la mentalidad

colectiva. Se ha podido comprobar cómo los cordones sanitarios se han mostrado

antieconómicos, antipopulares e ineficaces para controlar la enfermedad. De hecho será

la última vez que sean empleadas las medidas de aislamiento, en sucesivas epidemias de

cólera no aparecen entre las medidas a tomar.

Plasencia. Ermita y puente de San Lázaro

La primera oposición abierta a las medidas de aislamiento provenía de

sectores comerciales. Desde primeros de julio ante la situación que está creando el

cólera en España el gobierno comenzó a mostrarse sensible ante las presiones sociales,

reconoce el resultado dañino y perjudicial que la incomunicación produce en los

pueblos “infectos y sospechosos”. De ésta manera la Corona opta por permitir que éstos

que se encuentran en esas condiciones entren en comunicación.657

En cuanto a aquellos

que “continúan en perfecta salud”, la Corona deja que ellos mismos decidan si se

657

Archivo Municipal de Plasencia Real Orden de 1 de julio de 1834

Page 401: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

401

incomunican con los que se encuentran en los estados anteriores, convirtiéndose estos

pueblos sanos en aisladores de los otros, siendo esto un mecanismo que les aísla a ellos

mismos también.

Según Peral Pacheco, ésta R.O. de 1 de julio expresa un cambio en el terreno

sobre las ideas del cólera. La Corona admite “los funestos resultados” del aislamiento,

pero ¿cuándo?, ahora que la epidemia afecta a la provincia de Madrid, es decir, cuando

el aparato del Estado está viendo más a las claras las consecuencias de la

incomunicación. Aparece ahora una contradicción, es decir, si antes se negaba el

concepto de incomunicación o aislamiento para los pueblos infectos y sospechosos, se

reivindica ahora para los sanos. La Corona duda de la virtualidad de la incomunicación,

y está presionada por las dificultades en las transacciones económicas que el aislamiento

provoca. Por tanto el concepto de aislamiento ha perdido fuerza para defender la salud,

y sólo se utiliza para los pueblos sanos contra los infectos o sospechosos. Además se

debía sopesar el aislamiento: “con el tino propio para conciliar el buen resultado de

esta medida con los demás objeto de primera atención é interés para los mismos

pueblos”. Para nada se habla en éste discurso sobre cómo se transmite la enfermedad, es

decir, el contagio al que se aludía solo se hace mención a los pueblos infectos y

sospechosos.658

En el apartado anterior asistíamos al aislamiento completo del territorio

andaluz mediante un “cordón sanitario” formado por tropas de línea extendidas desde

Fregenal de la Sierra hasta Lorca, a mediados de junio. Esta incomunicación fue

levantada en agosto por real orden firmada por José María Moscoso de Altamira,

ministro de Fomento, al ver que el objetivo perseguido (limitar la extensión de la

enfermedad epidémica) no se había conseguido y por las dificultades que tales medidas

suponían para la vida diaria, especialmente para las actividades económicas. A partir de

entonces la mayoría de los médicos pasaron de defender las medidas de incomunicación

a combatirlas forzosamente, conforme experimentaban sus efectos. Desde ese momento,

la petición de que la política preventiva oficial renegara de cuarentenas y cordones y se

658

Peral Pacheco, D. (1994): Opus cit.

Page 402: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

402

concentrara en las medidas de saneamiento urbano y de auxilio a los enfermos fue cada

vez más una bandera esgrimida por una gran parte de los galenos españoles.659

También se empiezan a traducir publicaciones de monografías extranjeras, que

detallaban la experiencia en la lucha contra el cólera en lugares como Londres, París,

Moscú, etc; y en ellas se detalla la ineficacia de cordones y cuarentenas: “que había

cometido un error, adoptando las incómodas y más que inútiles medidas de cordones y

cuarentenas contra el cólera”.660

Fueron los médicos los que se erigieron en portavoces del sentir popular y en

todas partes trataron de convencer a las autoridades de la inutilidad y perjuicio de los

cordones sanitarios.661

Rodriguez Ocaña considera que éste cambio de actitud por parte

de los médicos españoles frente al cólera, en tanto que teóricos de la patología, estuvo

determinado principalmente por factores socioeconómicos: “En un momento en que la

medicina carecía de medios objetivos para garantizar el diagnóstico, enfrentándose

distintas posiciones en torno a la etiología del cólera, parece evidente, a tenor de los

testimonios reflejados, que el peso de las consideraciones sociales arrastró en una

determinada dirección las teorías médicas, de manera que la original creencia

universal (en España) acerca de la contagiosidad del cólera (años 1831-32) se pasó a

la negación rotunda de dicha postura. Significativamente, dicha posición teórica se

alcanzó de la mano de la inutilidad de las medidas coercitivas sanitarias en la

prevención del cólera, medidas ampliamente rechazadas por sus tremendas

repercusiones socioeconómicas. Puede afirmarse que la parte importante de la

agitación o campaña contra las medidas de incomunicación fue obra de médicos

llevados de consideraciones eminentemente no médicas” 662

.

El Jueves 12 de junio en el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia se hacía

referencia a la existencia del cólera en Andalucía, Extremadura y Murcia, de las dudas

659

Beltran Moya, J.L. (2006): Historia de las epidemias en España y sus colonias

(1348-1919). La esfera de los libros. Madrid. Pg .150. 660

Gillrrest (1834): Cartas sobre el cólera-morbo. Publicadas en Zaragoza en 1834.

Imprenta de Roque Gallifa. Pg. 105.

661 Orta Rubio, E. (1984): “El cólera, La epidemia de 1834 en la ribera de Nabarra”.

Prícipe de Viana, Año nº 45, nº 172, pgs. 271-308. 662

Rodríguez Ocaña, E. (1981): La dependencia social de un comportamiento

científico: Los médicos españoles y el cólera de 1833-35. Dynamis, 1.

Page 403: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

403

de su propagación por contacto y por tanto de la eficacia y utilidad de los cordones

sanitarios:

“Según las noticias que tenemos, y que confirman los datos oficiales publicados, el

cólera ha aparecido casi simultáneamente en infinitos puntos de la vasta extensión de

las Anadalucías, Extremadura, Mancha y reino de Murcia, si bien no es tan matador

como el que reinó en el año próximo pasado. Estas dos circunstancias, que ya se han

observado en varias ocasiones, nos hacen dudar de la propagación del cólera por

contacto (o lo que es lo mismo, de su propiedad contagiosa), y de la eficacia y utilidad

de los cordones sanitarios. Acordémonos de que para penetrar en Viena, traspasó siete

de estos cordones, y antes de afligir a los pueblos con una medida tan llena de

inconvenientes, meditemos bien y procuremos convencernos de su necesidad y

utilidades”663

.

En el mismo boletín un mes más tarde el colectivo médico se posicionaba en la

inexistencia de un período de incubación en el cólera y por tanto manifestaba la

inutilidad de los lazaretos:

“Los lazaretos de observación son, en mi concepto inútiles en el curso de la

enfermedad: serán útiles en el de aquellos males que guardan cierto periodo de

incubación; ¿pero existe acaso éste en el cólera?, nos parece que nadie lo ha

demostrado hasta el día de hoy”.664

Desechando rotundamente las tesis que defendían para el cólera su carácter

contagioso, advertían los médicos de las nefastas consecuencias que acarreaba el

abandono de personas en el campo al no permitírseles la entrada a las poblaciones:

“Causa horror oír a los viajeros que vienen de las provincias atacadas del cólera, la

relación de las vejaciones que han sufrido durante su viaje de parte de algunos pueblos.

Ha llegado el terror de éstos hasta el extremo de no permitir que los viajeros se

acerquen a ellos ni a ninguno de sus habitantes en mucha distancia, amenazándolos

con armas de fuego si se aproximaban a implorar los precisos recursos para apagar la

sed y hambre que les atormentaba, y dejándolos en el más aflictivo abandono en el

medio del campo. Estas desgracias son irremediables por más que se esfuerce el

663

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina Cirugía y Farmacia. 12 de junio

de 1834. 664

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina Cirugía y Farmacia.10-7-1834.

Page 404: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

404

gobierno para evitarlas, si no se procura combatir la errada opinión en que están los

pueblos de que el cólera es eminentemente contagioso. Vean ahora el fruto de su

tenacidad aquellos que antes de haber observado la enfermedad en cuestión, y

contrariando la opinión de los que la veían y observaban, se empeñaron en sostener

que era eminentemente contagiosa, aterrando de éste modo el espíritu de gobernantes y

gobernados, y siendo causa de las ruinosas providencias que en el año anterior se

tomaron en Andalucía, y que al presente se apresura a revocar el ilustrado gobierno

que nos rige, convencido de sus incalculables perjuicios, y sobre todo de que, lejos de

servir para contener los progresos del mal, le dan pábulo, aterrando la imaginación,

que es el verdadero vehículo del supuesto contagio”.665

En el mismo boletín, en agosto, reiteraban los médicos lo dicho meses antes,

y es su consideración de la epidemia como el resultado particular de la atmósfera,

siendo éste la verdadera causa predisponente, y excitante a su vez, de la enfermedad.

Estando aún por determinar, sin embargo, en qué consiste éste estado particular

atmosférico, “puesto que se ve a la epidemia aparecer bajo todas las condiciones

conocidas de ella, tanto higrométricas, como eléctricas y barométricas…”, y

considerando además algunas causas predisponentes individuales, tales como “todos los

excesos higiénicos que debilitan la economía, o que aumentan la susceptibilidad de los

sujetos…”666

.

Reconociendo la Corona la inutilidad de los cordones sanitarios y

evidenciando los perjuicios económicos para los pueblos, ésta se digna escuchar a la

Junta Suprema de Sanidad del Reino, y en consecuencia actuar disolviendo y

eliminando todas las medidas de aislamiento:

“ La observación del curso seguido por el Cólera no fue completamente estéril, ni

para el Gobierno ni para los pueblos. Varias autoridades y Corporaciones han elevado

al Trono su dolorido acento pidiendo con ardor patriótico se modifique el sistema de

incomunicación que siendo inútil para evitar la transmisión del mal de unas

localidades a otras, causa evidentes y trascendentales perjuicios bajo el aspecto

económico y administrativo; pues paralizando el tráfico, e imposibilitando el

665

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina Cirugía y Farmacia. 12 de

junio de 1834 666

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 14

de agosto de 1834.

Page 405: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

405

abastecimiento de comestibles, condena a los pueblos, por evitar un mal dudoso, a

sufrir los seguros e inevitables que nacen de la escasez y la miseria, aumenta las

víctimas de la enfermedad, y produce finalmente la ruina de la fortuna pública,

extendiendo las consecuencias de la epidemia aún a los pueblos que no la padecen”.667

“Corroboradas éstas reflexiones por el sistema adoptado y seguido por los Gobiernos

de las Naciones, cuya Ilustración las coloca a la cabeza de la civilización europea, y

aún con el de las demás, que habiendo adoptado al principio los cordones acabaron

para reconocer y confesar su ineficacia; S.M. La REINA Gobernadora se dignó mandar

que la Junta Suprema de Sanidad del Reino propusiera, las reformas que creyese

oportunas en las disposiciones sanitarias vigentes. Y conformándose con lo informado

por dicha Corporación, ha tenido a bien resolver:

Artículo 1º: Se disolverán todos los cordones establecidos con el objeto de impedir la

propagación del Cólera, y se restablecerán las comunicaciones interiores en toda la

extensión que tenían antes de formarse aquellos.

Artículo 2º: Los Gobernadores Civiles y autoridades locales, tanto gubernativas como

municipales protegerán la libre comunicación de los pueblos entre sí, y evitarán

vejaciones que arbitrariamente se causan en algunos puntos a los viajeros, a pretexto

de precauciones sanitarias, haciendo conocer a sus administrados los funestos males

que acarrea el sistema mal entendido de aislamiento e incomunicación”.668

La noticia anterior permitiría la celebración de ferias por toda la geografía

española en general y extremeña en particular. Lo cual podía dar lugar a la recuperación

de las maltrechas economías de las zonas afectadas, como la provincia cacereña, que

había sufrido la escasez de cereales debido a una mala cosecha, y ante la necesidad de

conducir el alimento desde Castilla, donde “la abundancia y baratura de aquel

importante ramo de primera necesidad temple el temor que causa la esterilidad de las

cosechas”, el Gobernador Civil se ve en la necesidad de reparar el camino que desde la

capital va a Salamanca por el puerto de Baños, pero “persuadido sin embargo de que

ésta benéfica medida no era bastante a lograr objeto tan deseado, que pudieran

atenuar y aún inutilizar las medidas sanitarias a causa del cólera que pudiera invadir

667

Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 1-9-1834. 668

Ibidem.

Page 406: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

406

alguna provincia limítrofe (afortunadamente derogadas por Real Orden) he accedido a

la petición del Ayuntamiento de Baños, para que formándose en aquél punto un

depósito de granos se celebre un mercado todos los Sábados de cada semana, en que

se compre y venda aquél género, sin gravamen, gabela, ni imposición alguna, como

previene el Real Decreto de 29 de enero último, procurando el Ayuntamiento

proporcionar el local correspondiente conforme a la ley de abastos”669

.

La narrativa de la época también toma parte en la polémica, Larra con su

aguda ironía declara el 31 de julio de 1834: “No sé si me dejo algo a qué contestar, si

así fuese, en otra carta irá, pues a la hora que es ando deprisa por tener que formar

una lista de los señores procuradores que no han venido aún y otra de los cordones

inútiles que hay en España que cogerá algunos pliegos”.670

Por otra parte también, y volviendo al colectivo médico, se hace preciso

destacar que desde finales del siglo XVIII, y particularmente desde la muerte de

Fernando VII, los médicos se lanzan a una ofensiva sin precedentes, buscando extender

sus dominios.”Dicha ofensiva, en la medida en que la Medicina cedía más y más ante

los poderes públicos, tenía que terminar por convertirse en una baza política que más

tarde le permitiría integrarse, con relativa autonomía, en el interior del aparato del

Estado burgués. Su expansión se hará posible gracias al establecimiento de un

compromiso tácito con el poder político: La Medicina se compromete a conjurar los

peligros sociales mediante la aplicación de la Higiene Pública: la introducción de

estancias de supervisión y control en la revisión y tratamiento de los enfermos…”671

.

El 28 de agosto el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, publicaba el

dictamen emitido por parte del “cuerpo facultativo de los Reales Hospitales de ésta

Corte sobre el contagio del cólera”, que les fue requerido por parte de la Real Junta

Superior de Medicina y Cirugía, con el fin de que dichos profesores emitieran su

opinión acerca del carácter contagioso o no contagioso del cólera-morbo, en el que éstos

se manifestaron por unanimidad en favor de no considerar a la enfermedad de índole

contagiosa, y apoyándose ésta postura en las siguientes observaciones: el reducido

669

Ibidem. 670

De Larra, M.J. (2009): “Carta de Fígaro a un Bachiller, su corresponsal”. En: Obras

completas de Mariano José de Larra, vol I. Editorial Cátedra. Biblioteca Avrea, 2009,

pg. 301. 671

Alvarez Uría, F. (1983): Miserables y locos. Barcelona, Tusquets; pgs. 89-90.

Page 407: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

407

número de facultativos, practicantes, hermanas de la Caridad, enfermeros, mozos, etc.,

que han contraído la enfermedad, la inutilidad de los cordones militares, la no

transmisión entre enfermos hospitalizados: “al ataque colérico verificado en una de las

salas, y en uno de sus enfermos, no seguían inmediatamente, como pudiera esperarse,

otro u otros ataques en los enfermos de aquella misma sala, sino que iba saltando el

mal por todas indistintamente, acometiendo a uno u otro de sus individuos, y dejando

intactos a los demás; esto mismo se empezó también a observar en aquellos primeros

momentos con respecto a varios dependientes del hospital, de los cuales caían

enfermos, no los que estaban asistiendo inmediatamente a los coléricos en sus salas,

como era regular que así sucediese, en vista de la mayor concentración y actividad que

en ellas debía suponerse tendría el contagio, sino los que se hallaban en otras salas

diferentes, en las que quizá no se había notado caso alguno de cólera”. Por tanto

consideran que “las medidas sanitarias de cordones militares, cuarentenas y lazaretos,

adoptadas hasta ahora para contener y sofocar el desarrollo y progresos de ésta

enfermedad, no solo han sido y son inútiles, sino también perjudiciales, vejatorias y

ruinosas para los pueblos, y particulares, a quienes desgraciadamente se aplican”.672

Infinitos hechos e innumerables razones alegaban, por tanto, los médicos por

estas fechas en contra del contagio del cólera, sin ánimo de reiterar y dejando ya

dilucidada ésta cuestión por parte de los facultativos, aporto los últimos datos

etnográficos: “Hallándose el Real sitio de San Ildefonso defendido por el cordón y

medidas sanitarias más enérgicas, perfectamente vigilada su observancia y teniendo la

mayor seguridad de no haber habido la menor transgresión, se presentó el cólera en

dicho sitio, como todos sabemos, burlándose de los que osaron oponer a su pérfido

influjo unas barreras cuyos perjuicios e inutilidad había ya revelado la experiencia en

otras partes. Igual resultado han tenido por desgracia, los esmerados y ya excesivos

cuidados de los barceloneses. No han bastado a evitar la funesta enfermedad a que con

672

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 28

de agosto de 1834. En el número siguiente, se publicarán los argumentos a favor del

contagio, esgrimido por médicos que habían tratado el cólera en la India, siendo éstos

ampliamente rebatidos en las sucesivas publicaciones del mes de septiembre y parte de

octubre por los partidarios del no contagionismo.

Page 408: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

408

tal tesón se propusieron resistir, presentándose el fatal cólera al fin. Y ¿a quién podrán

atribuir racionalmente su importación?”.673

A partir de aquí vamos a asistir a un cambio en el principal elemento en la

lucha contra la epidemia, del aislamiento se pasará a la higiene: “Las mismas

Autoridades desplegarán la mayor actividad para hacer observar las leyes y

reglamentos de política urbana e higiene pública, cuidarán del abundante abasto de

alimentos sanos en los pueblos; y procurarán convencer a los habitantes, por cuantos

medios les dicte su celo, que el aseo y buen régimen son el preservativo más eficaz

contra el cólera y toda clase de enfermedades”.674

Un pueblo con higiene es capaz de

defenderse de las enfermedades. En una población donde se descuida las normas de

higiene se favorece la enfermedad. La suciedad es uno de los sitios donde viven los

miasmas, que son responsables de las enfermedades. Pues bien: si estos miasmas son

afectados por unas condiciones atmosféricas especiales podrían causar la epidemia. Una

de las condiciones de higiene que aparece en el discurso es que los hospitales estén

ubicados en “sitios ventilados”, para evitar la concentración de estos miasmas. Todo

ello nos pone en la pista que el mecanismo de transmisión por el que creen que se

produce el cólera es la atmósfera. De ahí que se quiera fortalecer la higiene, impidiendo

que se den esas condiciones especiales que provocarían la enfermedad.675

El repaso a los escritos de los historiadores de la medicina nos muestra al

cólera como la enfermedad que reactivó profundos cambios en los comportamientos

higiénicos, hasta el punto de que algunos le llaman “nuestro aliado, el cólera”. Si

tenemos en cuenta que, en general éstos, además de historiadores son mayoritariamente

médicos, presentan tales cambios como una gran conquista médica, pero obviando los

errores. Parece evidente que existía una conciencia médica previa a la llegada del cólera

que alimentaba esa necesidad de cambios en los comportamientos higiénicos, y

presentan a ese aliado como el punto de partida para cconvencer a la clase política de la

urgente necesidad de cambios, tanto en higiene pública como en la estructura sanitaria.

Sin embargo, lo que acabo de exponer pecaría de partir de una posición acrítica con lo

673

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 23

de octubre de 1834. 674

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. suplemento al del

día 1 de septiembre de 1834. 675

Peral Pacheco, D. (1994): Opus cit. Pg. 45.

Page 409: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

409

que nos cuentan éstos historiadores y en general los cronistas de la época; es decir,

parecería que previo al cólera no existían comportamientos higiénicos, posición

etnocéntrica que si reflexionamos aún se da en nuestros días, o sea somos capaces de

negar erróneamente la presencia de higiene en aquellos países que no participan de

nuestros rituales en ésta materia, hablamos de pobreza, hacinamiento, escasez de agua

etc., y no reconocemos que en ellos se dan conductas higiénicas que irían en

consonancia con los recursos disponibles, y en las que habría que resaltar el gran valor

que la dan al agua o a minuciosos rituales de limpieza.

El discurso de la higiene toma protagonismo y gana la batalla al aislamiento.

Se asocia ahora el cólera no sólo a los malos hábitos higiénicos, sino también a los

estados de ánimo, dos elementos de predisposición del ámbito privado, y a la falta de

higiene pública como elemento que emana del higienismo y que centra su énfasis en

aquellos puntos productores de miasmas: pantanos, ríos, inmundicias en calles, plazas, y

que provienen o pueden llegar a las casas, en las que a su vez puede estar presente el

hacinamiento, etc.

Por tanto a partir de ahora la lucha contra la enfermedad va a tomar un rumbo

distinto. Olvidadas las medidas proteccionistas se va a poner el acento en otras dos

cuestiones. El informe de los comisionados enviados al extranjero para investigar la

patología colérica y la abundante bibliografía traducida sobre el tema, habían puesto de

manifiesto la importancia que en la erradicación de la enfermedad tenía la eliminación

de los focos de insalubridad y la instrucción sanitaria de las poblaciones: “La mayor

parte de los que han escrito hasta ahora de ésta enfermedad, están acordes en decir,

que no se conoce ningún preservativo de ella; séanos sin embargo permitido

apartarnos de la opinión común, para seguir la que nos ha sugerido la experiencia.

Existe un medio bastante seguro, y de eficacia bien comprobada, para sustraerse al

rigor de tan temible azote, ¿Cuál es?, ¿en qué consiste?.... Hele aquí: la rigurosa

observancia de los preceptos higiénicos. Esta sencilla respuesta ya conocemos que no

puede satisfacer a varios médicos, que desearían tener a su disposición un

preservativo, tan expedito y fácil de manejar como el sulfato de quinina, que han

preconizado algunos profesores alemanes, como las preparaciones del cobre y del

alcanfor, cuya eficacia han ponderado los homeopatistas, o como los cloruros, en que

tanto confiaron los franceses. No contentará tampoco a cierta especie de gentes, que

preferirían tomar la medicina más repugnante, al esfuerzo que exige el imponerse las

Page 410: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

410

privaciones y soportar la monotonía de un régimen de vida arreglado a los preceptos

higiénicos; mas sin embargo, este es el único medio de preservación de cuyos benéficos

efectos no es posible dudar”.676

En este sentido, en lo que a la nueva provincia de Cáceres se refiere, y antes

de la eliminación del aislamiento, el Gobierno Civil cacereño ya difundió dos meses

antes, a través del Boletín Oficial de la Provincia, una circular de la Junta de Sanidad

madrileña, a la cual la Reina había solicitado:

“forme una instrucción sencilla, que esté al alcance de todos, comprensiva del método

que se debe adoptar para precaverse del cólera-morbo y de los primeros medios de su

tratamiento: en su consecuencia la propia Junta manifiesta que el medio más poderoso

conocido para precaverse de todo género de enfermedades, por malignas que sean, es

la esmerada limpieza de las personas, de las casas y de todo lo demás que sirva a los

usos ordinarios; evitar en lo posible el exponerse a un aire frío y húmedo y sobre todo

al que por su olor manifieste tener cualidades poco saludables; no exponerse a un calor

excesivo, tener un arreglo juicioso en la comida y bebida, no cometer genero alguno de

abusos, y esforzarse en olvidar todo lo que, no estando a nuestro alcance su remedio,

entristezca, y abatiendo el ánimo predisponga muy particularmente a contraer varias

enfermedades”.677

En lo que a la higiene respecta: “…Para conseguir tan importante objeto,

será muy conducente tomar algún baño general de agua templada, a fin de limpiarse

toda la piel, teniendo cuidado de no exponerse al aire frio al salir porque esto podría

ocasionar todos los males que sobrevienen, cuando las personas dejan de sudar o se

enfría la piel repentinamente; a mas es necesario lavarse con frecuencia cara, manos,

brazos y pies, y esto podrá suplir hasta cierto punto por el baño general en los sujetos

que sus circunstancias no les permiten bañarse. Las casas deben barrerse una vez al

día, y dos las habitaciones más frecuentes; han de ventilarse cuanto se pueda por la

mañana al salir el sol, y por la tarde media hora después de traspuesto, se entiende en

el verano, porque en el invierno convendrá que sea antes de tras ponerse; también se

ventilará el aposento en que se hayan reunido y permanecido bastante tiempo muchas

676

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pgs. 75-

76. 677 Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 11-7-1834.

Page 411: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

411

personas, inmediatamente que se concluya la reunión, cualquiera que sea la época del

día. Es preciso que siempre que se ventilen las casas cuiden las personas de no ponerse

a la corriente del aire. Cuando por cualquiera causa se perciba mal olor en las

habitaciones, será bueno rociarlas con el agua clorurada, y será muy oportuno que en

los comunes que dan habitualmente mal olor, después de bien tapados, se pusiera

encima una taza de dicha agua, renovándola de veinte y cuatro en veinte y cuatro

horas, o bien suplir esto echando dentro del mismo común un cubo de lechada de cal.

Con cuanta más frecuencia pueda mudarse la ropa de uso diario, tanto más se

contribuirá a conservar la salud, siempre que se haga con las debidas precauciones:

además es necesario vestirse con arreglo al frio o calor que se observe, en términos que

ni se sienta frio, ni tampoco se tenga un calor excesivo; y en razón de que se nota con

frecuencia en un mismo día, que ya hace calor, ya hace frío, será bueno que se use una

faja de lienzo en el verano, y de franela en el invierno, que ciña vientre y lomos...”.678

.

Se dan también orientaciones alimentarias referidas al estado y consumo de los

alimentos: “…Los alimentos por lo general deben ser los mismos que se tiene

costumbre usar, a no ser que fuesen notoriamente perjudiciales; téngase entendido que

los de mejor calidad son vaca, ternera, cordero, aves, huevos, leche, pescados blancos

y frescos, arroz, patatas, fideos y garbanzos; las demás legumbres, las verduras, así

como las frutas, a no estar bien sazonadas, son por lo común malas, en particular las

acuosas; igualmente son perjudiciales los pescados salados y los escabechados; de los

salados se exceptúa el bacalao, que siendo de buena calidad, no es dañoso. Los

alimentos, aunque sean de buena calidad, son dañosos cuando se come más de lo

necesario. El vino debe beberse con mucha moderación, sin perder de vista que la

embriaguez ha sido causa que el Cólera haya hecho horrorosos estragos en la mayor

parte de los pueblos que lo han tenido: en las actuales circunstancias el uso de los

condimentos picantes, en extremo, el del aguardiente y el de los helados, aunque sea

moderado, es muy posible que haga daño: el agua natural, fría en el verano y un poco

templada en el invierno, es la bebida que usándola según dicte la necesidad, y no

estando sudado o muy acalorado el sujeto, por lo común jamás dañará. Téngase

678 Ibidem.

Page 412: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

412

presente que todo género de abuso, cualquiera que sea su especie, y por alicientes que

tenga, es sumamente dañoso…” (…)679

Desde el conocimiento actual es evidente que cualquier bebida que sustituyera

al agua de riachuelos y acequias ya era de por sí un elemento protector, además el vino

que se aconseja su moderación, al igual que el aguardiente, tal como se producía en

1834, aumenta la acidez gástrica, lo que convierte al estómago en una barrera eficaz

frente al bacilo del cólera. Hoy se conoce la mala tolerancia del bacilo colérico a los

medios ácidos, por lo que las personas con hiperclorhidria gástrica, innata o adquirida,

ofrecen mayor resistencia a la colonización y desarrollo de la enfermedad, mientras que

la hipoclorhidria aumenta la susceptibilidad del huésped. Del mismo modo dietas ricas

en proteínas y bajas en grasas serían facilitadoras.

En el apartado de axiomas etnográficos se expone cómo las alusiones a los

alimentos por parte de autores de la época era constante. Exponían sus efectos

profilácticos o de predisposición, se basaron en el efecto que se les pudiera atribuir para

tratar la sintomatología, aconsejando alimentos alcalinizántes frente a ácidos, o

astringentes frente a ricos en residuos, dietas blandas frente a comidas flatulentas, etc.,

recomendaciones que la experiencia ha demostrado que resultaron en su mayor parte

inútiles al desconocer que el efecto de los alimentos sobre el cólera se debe

mayoritariamente a su incidencia en el pH gástrico. De ésta manera actúan como

protectores los que acidifican al contrario de los que alcalinizan. Vemos cómo esos

autores de la época erróneamente advertían del peligro del exceso en las grasas, vinos

agrios, licores, etc. que tendrían un efecto protector.

Se aconsejaba asímismo evitar las pasiones fuertes que podrían poner al sujeto

en el punto de mira de enfermedades, para lo que se aconsejan distracciones como los

paseos frecuentes a temperaturas óptimas y en zonas ventiladas:“Son igualmente

dañosas las pasiones fuertes de ánimo: como la ira, el terror, y aún la tristeza y

melancolías, porque las unas ocasionan inmediatamente enfermedades, a veces muy

terribles, y las otras disponen en términos que el más mínimo motivo sea suficiente para

que el sujeto se ponga malo: el medio de evitarlo es procurarse distracciones inocentes,

que sin agitar extraordinariamente el ánimo, le entregan de un modo agradable, y

conduce mucho a esto, el pasear con frecuencia, y en horas que no haga ni calor ni frio

679 Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 11-7-1834.

Page 413: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

413

excesivo, por paraje bien ventilado y nada húmedo…”(…) …El que observe todas estas

precauciones tiene motivos para esperar con fundamento que no se alterará su salud, o

que si se pone malo, su enfermedad no será tan grave como sería si no las observase”

680.

La evidencia actual muestra que los estados ansioso-depresivos influyen

negativamente en la inmunidad de las personas, haciéndolas susceptibles a las

infecciones; o lo que es lo mismo se reconoce a algunos trastornos del ánimo como más

susceptibles a enfermar. Esto último dista mucho de la causa-efecto directo que se les

achacaba en 1834.

En la dietetica galénica y especialmente en el XIX, dentro del contexto del

debutar de la frenología y ciencias afines, los estados de ánimo cobraron una gran

importancia. De aquí que en todos los apartados de recomendaciones profilácticas del

cólera tuvieran alguna cabida junto al resto de advertencias “dietéticas”.681

Estas recomendaciones provenientes del Gobernador Civil de la provincia

entrarían en lo que actualmente se habla en salud pública, como determinantes

dependientes del estilo de vida, los cuales vienen definidos por el conjunto de hábitos,

conductas y respuestas cotidianas a las necesidades vitales y que pueden influir positiva

o negativamente en la salud. En la adopción de conductas saludables será necesaria por

tanto una buena información por un lado; voluntad y recursos, por otro, condicionantes

sobre los que tienen influencia aspectos socioculturales y económicos.

En buena medida estos estilos de vida ya figuraban en los regimina sanitatis o

“normas de vida” de la dietética clásica que versaban sobre aire y ambiente, comida y

bebida, movimiento y descanso, sueño y vigilia, excreciones y secreciones, y afectos del

ánimo. Estas sex res non naturales formarán parte habitual en las recomendaciones

frente al cólera del XIX y, aunque el conocimiento y evidencia científica posterior

contradijeran muchas de aquellas afirmaciones, lo cierto es que las recomendaciones

presuntamente anticoléricas realizadas en el temeroso contexto de las epidemias

arraigaron en la población. Al margen de la verdad o no de aquellas afirmaciones, el

680

Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 11-7-1834 681

Ferreiro Ardións, M. (2012): El Cólera en las transformaciones del siglo XIX en

Álava. La epidemia de 1834. Vitoria. Universidad del País Vasco.

Page 414: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

414

cólera ayudó a democratizar unos conocimientos o creencias sobre la bondad o riesgo

de los comportamientos cotidianos que, hasta entonces, sólo se destinaban a las clases

más pudientes. Más importante aún es insistir en que estos elementos de estilos de vida

o de regimina sanitatis son los que vienen referidos en los textos del XIX como

“higiene privada”, en los que puede aparecer el aseo, normalmente en relación a la

transpiración (volátil y olorosa como las emanaciones del fango); pero la expresión en

sí, “higiene privada”, de la documentación manejada, no se acerca en absoluto al

concepto actual de higiene personal o íntima.682

Pero las recomendaciones de higiene que se hacen en éste cambio de lucha

insisten más en la pública que en la doméstica y a la postre se verá que no actuaron

tampoco eficazmente sobre los mecanismos de trasmisión directa (fecal-oral). No se

encuentra en la documentación mención expresa al lavado de manos, que hoy

consideramos como fundamental para reducir esa transmisión, lo cual no quiere decir

que no se realizara, pero estaría restringido a las clases acomodadas que usarían

aguamaniles para su uso previo a las comidas. Esta práctica sería menor, sino ausente,

en labradores y en pobres de solemnidad, cuyas viviendas además pecarían por una

ausencia de infraestructuras facilitadoras de comportamientos de higiene adecuados en

lo que se refiere a la eliminación de excretas.

Las teorías higienistas ya hemos visto cómo estaban al alcance de los

médicos, como grupos privilegiados desde finales del siglo XVIII, con la llegada del

cólera y la necesidad de hacerle frente, el conocimiento que emana de esas teorías se va

a difundir y no sólo los sanitarios serán los que lo posean, sino que llegarán también a

las autoridades encargadas de dirigir la lucha contra el cólera en particular y las

enfermedades epidémicas en general. Pero el triunfo del higienismo como mecanismo

de lucha sobre el medio físico para prevenir la enfermedad, convertiría a los médicos en

verdaderos expertos en salud pública, colocándolos en ámbitos de decisión a los que

hasta entonces se les negaba.

Aunque desde 1832 las medidas de saneamiento e higiene se vienen

recomendando, será ahora, y también tras recabar la Corona informe por parte de la

Junta Suprema de Sanidad, cuando empiecen por tanto a cobrar protagonismo en la

lucha: “ Artículo 3º: Las mismas Autoridades desplegarán la mayor actividad para

682

Ferreiro Ardións, M. (2012): El Cólera en las transformaciones del siglo XIX en

Álava. La epidemia de 1834. Vitoria. Universidad del País Vasco.

Page 415: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

415

hacer observar las leyes y reglamentos de política urbana e higiene pública, cuidarán

del abundante abasto, de alimentos sanos en los pueblos; y procurarán convencer a los

habitantes, por cuantos medios les dicte su celo, de que el aseo y buen régimen son el

preservativo más eficaz contra el Cólera y toda clase de enfermedades”.683

Desde la Corona vía Real Orden se pide un esfuerzo conjunto en la lucha

contra la invasión del cólera, invitando a que Obispos, Cabildos y demás autoridades

provinciales, así como a corporaciones, empleados, Gremios de artes y oficios,

Hacendados y Capitalistas de todas clases, consideren la salud pública la primera de las

atenciones, debiendo las demás, por privilegiadas que sean, ceder ante los intereses de

ésta. Los seis primeros artículos de la Real Orden detallan de manera clara cómo

obtener y de donde deben proceder los fondos necesarios para la lucha, cuyo origen no

debe ser otro que las necesarias subscripciones de los estamentos nombrados, cuyos

productos quedarán en poder de un Depositario de conocido arraigo e integridad, que

nombrará el Gobernador Civil respectivo, el cual llevará una cuenta exacta del ingreso

y salida de ellos, y que serán necesarios para facilitar medicinas o artículos que se

necesiten, y si estos fondos no fueran suficientes para el socorro de los pueblos

epidemiados, los Gobernadores Civiles podrán echar mano, en la cantidad en que se

necesite de los fondos de Pósitos, de los Propios, de los de la Policía urbana y ornato,

de los destinados a obras de utilidad pública, de los de Cofradías y Hermandades, de

los sobrantes de los Establecimientos de instrucción y beneficencia, y de cualquiera

otros aplicados a objetos menos urgentes. Si aún así se llegara a una situación de

extrema urgencia las autoridades municipales podrían aprobar los arbitrios que

consideraran necesarios para la asistencia y demás que exija el restablecimiento de la

salud del vecindario, remitiendo el cálculo del producto del arbitrio mientras

permanezca, que solo será hasta que se haya declarado la población libre de contagio,

desde cuyo momento se considerará aquél suprimido.684

Queda meridianamente claro que la salud es ahora prioritaria en el trabajo y

decisiones de las autoridades. Los restantes artículos suponen un compromiso tácito por

parte de la Reina en premiar, condecorar y atender en sus respectivas carreras a todas

aquellas personas que se distingan por sus esfuerzos, aportar fondos, en el auxilio a los

683

Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 1-9-1834. 684 Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 16 de julio de 1834.

Page 416: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

416

enfermos, así como en evitar la propagación de la enfermedad mediante el fomento de

la higiene. Los nombres de los suscriptores a los fondos de sanidad y las cantidades con

las que contribuyeran serían publicadas en los Boletines Oficiales de las provincias, “…

a excepción de los de aquellos que prefieran conservarlos incognitos” y destaca al

colectivo médico, los cuales serán merecedores de una especial consideración: “Los

profesores de Medicina, a quienes los rigores de la enfermedad epidémica ofrecen

ocasión para cubrirse de gloria en su noble carrera, que acrediten haberse distinguido

por su celo en la asistencia a los enfermos, merecerán la particular consideración de

S.M. para ser atendidos en sus solicitudes, así en las de su profesión como en

cualquiera otras, siempre que tengan la debida aptitud: y los que teniendo su habitual

residencia en pueblos sanos, acudiesen invitados por los Gobernadores Civiles a la

asistencia de los enfermos en los epidemiados, y sean atacados en éste servicio por la

enfermedad, gozarán a propuesta de los mismos Gefes una pensión vitalicia de 200 a

400 ducados sobre los Propios de la provincia donde hubiesen contraído éste mérito.

Los Gobernadores Civiles de las provincias, los Alcaldes Mayores de los pueblos, los

individuos de los Ayuntamientos, Juntas de Sanidad y Caridad, los funcionarios

públicos de todas clases, y las personas particulares que más se distingan por sus

esfuerzos en atender los estragos de la enfermedad, auxiliar a los enfermos, y evitar la

reproducción del contagio por medio de escrupulosas desinfecciones en tiempo

oportuno y demás medidas que aconseja el arte y están prevenidas por Reales órdenes,

podrán alegar éste mérito en las solicitudes que entablen en sus respectivas carreras, y

será considerado como preferente a otros en igualdad de aptitud. De Real Orden lo

digo a V.S. para su inteligencia y que disponiendo su publicación cuide de su puntual

cumplimiento”. 685

El Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, desde finales del mes de

noviembre dedicará su apartado de higiene pública, a denunciar el abandono en que se

halla en España éste ramo de la administración, y con el objetivo de advertir a las

autoridades redactarán varios artículos en los que describirán las distintas costumbres

higiénicas, haciéndoles ver “que las pocas leyes que existen sobre el particular están en

el más completo olvido; y ésta es la razón porque nosotros no dejaremos de clamar

685

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 16 de julio de 1834.

Page 417: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

417

porque se hagan leyes a propósito para conservar la salud pública, y que se haga

efectiva su observancia aplicándolas irremisiblemente”.686

Centrándonos por último en Plasencia, es preciso decir que la ciudad

presentaba por entonces una deplorable situación higiénica siendo un caldo de cultivo

bastante apropiado no solo para que se desarrollase la epidemia de cólera sino también

cualquier otro tipo de enfermedad; por lo que, tres meses después, las autoridades

placentinas siendo conscientes de sus limitaciones, piden al vecindario una suscripción

voluntaria para hacer frente a las necesidades que en materia de salud pública van a

presentarse, invitando también al Cabildo, que decide contribuir con mil reales: “…El

Sr. Doctoral, como uso de los comisionados por el Ayuntamiento y Junta de Salud

Pública de ésta ciudad, para invitar a su vecindario a una subscripción voluntaria para

socorro de las necesidades públicas en caso de que la Providencia Divina nos castigue

con el azote que amenaza con la epidemia conocida por el Cólera- Morbo, invitó para

ello al Cabildo, quién después de conferenciar acordó que el mismo Sr. Doctoral tenga

la bondad de manifestar a dicho Ayuntamiento puede contar por parte del Cabildo de

mil reales por una vez, los cuales se pagarán ochocientos de plazos de los Sres

Prevendados y los doscientos de la [fábrica Cateddral]”.687

Vemos, pues, cómo el deficiente estado de salubridad y la higiene eran causa

de preocupación pública. Más adelante asistiremos a la visita del Gobernador Civil en

un momento en que la ciudad sufría los estragos de la epidemia. Autoridad que dictó

“sabias disposiciones higiénicas”, visitó la cárcel la cual calificó de “inmunda e

incapaz de mejora”, también “el arca donde se distribuyen las aguas para más de

veinte fuentes que hay en el pueblo, y sobre todo ello dictó las más acertadas

prevenciones”.688

En las recomendaciones sobre higiene reitero nuevamente que no se hace

alusión expresa al lavado de manos, herramienta básica desde el conocimiento actual en

cuanto medida básica para reducir la transmisión fecal-oral directa, al menos no la he

encontrado en las publicaciones de autores de la época ni en el Boletín de Medicina,

686

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 27

de noviembre de 1834. 687

Archivo Catedral de Plasencia. Actas del Cabildo. Sesión del 29 de octubre de 1834. 688

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 17 de noviembre de

1834.

Page 418: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

418

Cirujia y Farmacia. De cualquier modo las recomendaciones en cuanto a higiene pública

resultarían inútiles, ya que no se orientaron a corregir la posible contaminación de aguas

de abastecimiento por las residuales.

2.3. El Cólera invade Plasencia

2.3.1. Declaración oficial de “enfermedad sospechosa”

La sintomatología del cólera era conocida por los médicos de Plasencia

desde el año anterior. Cuando la enfermedad atacó la parte sur de Extremadura en

particular, y Andalucía en el contexto del territorio nacional, la prensa de Badajoz se

preocupó de describir los síntomas haciéndose eco de la información recibida desde

Inglaterra:

- “…mareos, vómitos, agitación nerviosa, pulso débil, despeños que depositan una

materia acuosa, las facciones se contraen, los ojos se hunden, todo el cuerpo

adquiere un color aplomado azul…, la piel se pone fría, la secreción de orina se

suspende del todo…, el síntoma más urgente y peculiar es la depresión de los

espíritus vitales…, el enfermo deberá envolverse en mantas, procurando conservar

el calor…”689

.

- “… Si es cierto, como asegura, que en muchos pueblos del Norte, del Este de

Alemania y en Francia ha precedido a la aparición, el catarro convulsivo. Ante lo

cual el Dr. Brusseais asegura que sí, pues él pudo comprobar que cinco semanas

antes notó en los enfermos una susceptibilidad en el aparato digestivo, añadiendo

un dato más a la sintomatología conocida en nuestra ciudad”690

.

- “Casi sin presentimiento es el hombre sobrecogido del cólera agudo y como con

vértigos, y en una especie de estupor se tambalea y cae al suelo, súbitamente frío

su rostro, manos, pies y cuerpo… a esto sigue inmovilidad o insensibilidad

universal, dificultad de inspiración, expiración pronta, aliento frío, lengua fría,

ojos hundidos en órbitas, facciones encogidas, indicando extrema agonía, voz

689 Boletín Oficial de la Provincia. 4/Dic/1833. En Rodríguez Flores. M.P. (1991). Opus

cit. Pg. 82. 690 Boletín Oficial de la Provincia.15/Jul/1833. Ibidem. Pg. 82.

Page 419: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

419

hueca, dolor en los dedos…, pero si el enfermo pasa una o dos horas más sin los

auxilios convenientes, el restablecimiento se hace dudoso o imposible”.691

- “…Flojedad repentina o sensación de fatiga en todos los miembros, pesadez y

aturdimiento en la cabeza, vértigos, cólicos, angustia en el pecho…, pero de forma

particular si se presenta sensación ardorosa en la boca del estómago, rugidos de

tripas, se hace necesaria la urgencia de un Médico”.692

En éste año el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia publicaba

ampliamente en cada número sobre la enfermedad, más aún cuando sus redactores

convivían con el cólera que atacaba duramente a la población madrileña. En su

diagnóstico no había duda en asegurar que “el cólera es una violenta irritación del

tubo digestivo, acompañada de gravísimos desórdenes en los centros nerviosos que

presiden a las funciones de éstas vísceras”.693

Y entre su sintomatología:

- “…Se han observado la algidez o frío marmóreo, la pérdida absoluta de pulsos, la

cianosis, los calambres, la cara hipocrática con los ojos escondidos en las órbitas,

la voz débil, ronca y a veces nula, la supresión de la orina, los vómitos y diarreas

pertinaces, copiosos, y de un líquido blanco lleno de espuma y de copos

albuminosos, la ansiedad e inquietud suma, el ardor quemante de las entrañas, la

sed inextinguible, el estupor, la postración, la disnea y la muerte, todo esto en muy

pocas horas, y aún algunos murieron casi instantáneamente, sin más síntomas que

la algidez y cianosis, que en éstos casos era extremada. En los casos menos graves

han faltado muchos de éstos síntomas; por ejemplo no se ha observado la cianosis

en los sujetos privados de sangre por temperamento o enfermedades anteriores, y

los vómitos y los cursos han sido biliosos y de varios colores cuando la irritación

del aparato gástrico no ha sido tan enérgica;”694

.

Algunos Facultativos que diagnosticaban y trataban la enfermedad en

Extremadura también dejaron constancia de su experiencia en la prensa de la

691

Boletín Oficial de la Provincia. 10/Ag/1833. Ibidem. Pg. 82. 692

Boletín Oficial de la Provincia. 5/Sept/1833. En Rodríguez Flores. M.P. (1991).

Opus cit. 693

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 14

de agosto de 1834. 694

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 7

de julio de 1834.

Page 420: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

420

provincia. De ésta manera el B.O. recogía las descripciones realizadas por los médicos

de Olivenza D. Miguel Celma, D. Victoriano Parra y D. Ignacio Arviña:

- “…Calambres y fríos en todo el cuerpo, vómitos y diarreas, sed insaciable y

convulsiones en todos los miembros”.695

- “…el cólera morbo-morbo que se padece en esta Plaza de un modo insidioso y

simulado, produciendo evacuaciones de vientre en sus principios blanquecinas, en

ocasiones por excesos que se cometen con el régimen de alimentos o de ponerse

por la noche desabrigado, tanto como por los efectos del susto que tienen

generalmente muchos habitantes… hay que adquirir valor para no dejarse

acobardar por este enemigo”.696

A finales de octubre, aunque no de manera oficial, el cólera había llegado a

Plasencia. Por éstas fechas los médicos placentinos fueron requeridos para estudiar y

atender a un enfermo “…cuyos síntomas alarmantes sospechan de ser de la devastadora

enfermedad del cólera-morbo”697

. La trágica semblanza de la epidemia que llegaba a

través de los Boletines Oficiales, unida ahora a ésta noticia, sobrecogió profundamente a

las autoridades, que se sintieron en la necesidad de hacerse con los servicios médicos

indispensables. De esta manera se reunieron en sesión extraordinaria en el

Ayuntamiento al objeto de proveer al pueblo de médico dotado competentemente para

asistir a los vecinos:

“ Habiéndose celebrado acuerdo de Sanidad en éste día como consecuencia del parte

dado por los facultativos de ésta Ciudad en que manifiestan haber sido llamados para

ver un enfermo cuyos síntomas alarmantes sospechan de ser de la devastadora

enfermedad del Cólera-Morbo. Con éste motivo se ocupó el Ayuntamiento con la

seriedad e interés que reclaman las circunstancias de proveer al pueblo de Médico

dotado competentemente que asista a los vecinos con más celo y obligación (…)”698

.

695

Boletín Oficial de la Provincia. 17/Sept/1833. En Rodríguez Flores. M.P. (1991).

Ibidem. 696

Boletín Oficial de la Provincia. Ibidem. 697

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares, Sesión del 23 de octubre de

1834. 698

Ibidem.

Page 421: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

421

Recordemos cómo por la falta de propios y otras circunstancias, el número

de facultativos había ido disminuyendo desde tiempo atrás, por lo que la necesidad de

obtener dinero era crucial:

“Esta medida se hace tanto más indispensable cuanto que dado por la falta de fondo

en propios se despidió al médico de la ciudad, y se ha disminuido el número de ocho

facultativos que asistían en el pueblo, ya por muerte o por imposibilidad de ejercer, y

ya por mudarse de domicilio hasta quedar solo dos cirujanos y un médico, sin contar

con el de primera clase que está electo y se espera su llegada, cuyo número no es

suficiente para la asistencia si llegare a efectuarse la invasión del fatal cólera-

morbo”699

.

Por tanto, restaba aún por resolver el problema de la falta de fondos para

ésta dotación. El dinero se obtuvo, a fin, de las rentas de los hospitales de Nuestra

Señora de la Merced y de la Cruz. Ambos bajo patronato del propio Ayuntamiento. Se

reclamaron, igualmente, de la Real Caja de Amortización los réditos de los créditos que

contra el estado tenían las obras pías700

:

“…Y reflexionando los medios para proporcionar dotación competente al médico en

atención a que subsiste la falta de fondos de propios y ya que en la mayor parte este

vecindario es pobre, considera el Ayuntamiento que más que ninguna otra inversión

más propia y análoga a las fundaciones y más útil a la humanidad podría y debería

darse a los sobrantes de restas de los hospitales de Nuestra Señora de la Merced y de la

Cruz, de que es patrono, mientras que la Real Caja de Amortización satisfaga con la

puntualidad (…) los réditos de los créditos que contra el estado tienen éstas obras pías,

acordó fijar la dotación de 600 ducados, pagadera con la proporción que se designará,

atendiendo al estado de obligaciones y rentas de cada hospital para la plaza de médico

de la ciudad”701

.

Como vemos, se estableció una dotación de 600 ducados para un médico

cirujano que sería contratado en base a las siguientes condiciones:

699

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares, Sesión del 23 de octubre de

1834. 700

Sánchez de la Calle, J.A. (1994): Historia y población en la época contemporánea

(1800-1990). Asamblea de Extremadura. Mérida. Pag. 116. 701

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 23 de octubre de

1834.

Page 422: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

422

“…Que ha de servirse por el digno que sea nombrado con las condiciones y reglas

siguientes: será preferido en la elección el pretendiente que reúna la cualidad de

médico cirujano, estando adornado de buenas cualidades y probidad, su dotación 600

ducados anuales pagado por trimestre de los fondos de obras pías, con cargo del

Ayuntamiento, su patrono, con la condición de que ha de asistir a la clase de jornaleros

y demás pobres gratis, y a la enfermería de los Padres Descalzos; y a las demás clases

no ha de poder exigir más de un real por visita excepto los convencionales que pueda

hacer con los vecinos en particular si le acomodare”.702

Debido a la situación de extrema urgencia que se vivía se hacía necesario dar

la mayor publicidad al asunto, por lo que se acordó que ésta convocatoria de plaza de

médico cirujano y sus condiciones de contratación fueran publicadas en la Gazeta de

Madrid y en el Boletín Oficial de la provincia:

“Así mismo acordó el Ayuntamiento que para que tenga efecto esta medida que toma

en uso de sus facultades el patrono de referidos establecimientos, y en circunstancias

tan inminentes de calamidad pública, con la imperiosa urgencia que exigen las mismas,

y con el laudable objeto de empezar desde luego a disfrutar sus beneficios, se ponga

cédula bastante de anuncio y se remita a la redacción de la Gazeta y Boletin Oficial de

esta provincia para su publicación”.703

De ésta manera se acordó realizar valoraciones de posibles candidatos

durante el mes de noviembre: “…llamando opositores por todo el mes de noviembre

próximo y fijando día para su provisión, teniéndose con todo celo noticias exactas de

las ciencias, moralidad y demás grados de que debe estar adornado un facultativo de

ésta clase”.704

El Boletín Oficial de la Provincia de Cáceres, con fecha de 10 de noviembre

recoge la siguiente convocatoria:

“Se halla vacante la plaza de Médico titular de la ciudad de Plasencia: se admiten

solicitudes en todo el mes de Noviembre, que dirigirán los aspirantes, franco de porte, a

la Secretaría del Ayuntamiento; advirtiendo que para su elección serán preferidos los

702

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 23 de octubre de

1834. 703

Ibidem. 704

Ibidem.

Page 423: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

423

profesores que, adornados de sus buenas circunstancias y probidad, reúna la cualidad

de Médico-cirujano. Su dotación anual es de 600 ducados, pagados religiosamente por

trimestres de los fondos de obras-pías, a cargo del Ayuntamiento su patrono; con la

condición de que ha de asistir a la clase de jornaleros y demás pobres gratis, y que no

ha de exigir más de un real por cada visita a las demás clases, excepto los contratos

convencionales que pueda hacer con los vecinos en particular. Plasencia, 31 de octubre

de 1834. = Vicente Corona y Gómez, secretario”.705

De todos modos, conocido el porqué no deja de ser significativa la escasa

asistencia médica en una ciudad inserta dentro de una sociedad corroída por el cólera y

la guerra civil. Plasencia era una población grande en comparación con las demás de su

entorno, pero no lo suficiente para que los facultativos prefirieran asentarse en pueblos

grandes y ciudades que le aseguraran mejores ingresos.

Pero volvamos a la noticia en cuestión. A pesar de haber sido atendido un

enfermo cuyos síntomas pudieran ser sugerentes de padecer la enfermedad, no fue

considerado como tal; es decir, no existió sanción médica, y por tanto la presencia del

cólera en la ciudad no se declaró oficialmente, toda vez que el día 30 de octubre se dio

el visto bueno a la petición realizada por parte de uno de los facultativos que solicitaba

poder viajar a su ciudad de origen, Salamanca, estimando el Ayuntamiento que el

motivo del viaje no se asentaba en una huída ante la posible presencia del morbo:

“Visto un memorial presentado por D. Roque Pascua, Médico de ésta ciudad,

manifestando que teniendo necesidad de efectuar su proyectado viaje a Salamanca, de

donde es natural, para establecerse en ella y con el fin de que su estimación no parezca

de haberse divulgado en esta ciudad la enfermedad del cólera, solicita del

Ayuntamiento el correspondiente atestado del comportamiento y disposición a

permanecer en ella renunciando su marcha si con efecto el mal se manifestaba, con lo

demás que del mismo memorial aparece, en cuya vista el Ayuntamiento acordó: que

con efecto hallándose ésta población con temores de ser invadida por la enfermedad

del cólera, D. Roque Pascua, profesor de Medicina, no obstante, a que él de antemano

tenía pensado marcharse a Salamanca según sus insinuaciones, manifestó estar

dispuesto a ocuparse en beneficio de la humanidad si hubiere necesidad, pero no

705

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 10 de Noviembre

de 1834.

Page 424: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

424

habiéndose presentado caso alguno sospechoso, no encuentra reparo alguno el

Ayuntamiento en que se traslade a su Patria como solicita”.706

Pero los médicos placentinos, ¿taxativamente no dieron por cólera-morbo

asiático el caso sospechoso?, o ¿su actitud respondía a otros intereses?: Se conocía

tradicionalmente en la literatura un cholera morbus de aparición esporádica o epidémica

(el cólera legítimo u otoñal de Sydenham). Una de las primeras obras que se

difundieron por España sobre el cólera, la traducción hecha por Mateo Seoane de un

folleto publicado por el gobierno británico, incluía un cuadro de diferencias clínicas

entre “la cólera morbo según Cullen” y la “cólera indiana”.707

¿Consideraron los

facultativos placentinos que dicho caso, teniendo en cuenta la época del año, respondía

a un cólera otoñal, y por tanto de naturaleza no epidémica?. En algún sitio se habría

llegado al ocultamiento voluntario de casos, quizás porque el estigma del cólera como

“enfermedad de la pobreza” había precedido a la propia epidemia desde los textos

fundamentalmente franceses. De creer que ciertamente estaban ante un caso de cólera-

morbo asiático, no parece que el motivo de tratarlo simplemente de sospechoso residiera

en los efectos perjudiciales que sobre el comercio y sobre la población pudieran acarrear

las medidas llevadas a cabo hasta entonces, la incomunicación de los pueblos

contaminados, ya que como hemos visto éstas medidas ya no se ponían en práctica.

En algún otro sitio se soportó la enfermedad sin jamás aceptar oficialmente

que se tratara de cólera-morbo. El motivo, el no alarmar a la población, puesto que el

cólera refleja diferentes aspectos de una colectividad, porque afecta de manera múltiple

a la vida social, y puede llegar a producir estados de convulsión en la misma. El miedo

como origen de éstos estados de convulsión se puede llegar a convertir en motor de la

multitud. Quizás las autoridades placentinas, conocedoras de terribles sucesos como los

ocurridos en Madrid tres meses antes (matanza de frailes), persiguieran evitar

situaciones similares en la ciudad. El objetivo de ocultar la verdad sería en éste caso

evitar la colectivización de estados de ánimo melancólico.

706

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 30 de octubre de

1834. 707

Rodríguez Ocaña, E. (1981): “La dependencia social de un comportamiento

científico: Los médicos españoles y el cólera de 1833-35”. Dynamis, 1. Pg. 126.

Page 425: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

425

En otros los médicos, encargados del diagnóstico, sufrieron recriminaciones

y ataques personales. No faltaron lugares en los que los propios médicos, conscientes de

las malas condiciones higiénicas, y los escasos medios con que hacer frente a la

enfermedad, les llevara a poner pies en polvorosa y abandonar la ciudad en dirección a

otros donde la enfermedad no hubiere sido declarada. De cualquier manera, no parece

éste el caso del Dr. Roque Páscua, ya que su dirección era Salamanca.

Es posible que la declaración de enfermedad sospechosa y no de cólera como

tal perseguía el objetivo de ir persuadiendo poco a poco a la población del peligro en

que se hallaba, evitando situaciones violentas de terror y pánico. Así lo hicieron los

médicos en Madrid. En julio, cuando la enfermedad comenzaba en la capital, y se

empezaron a dar casos sugerentes de ser cólera-morbo, en el boletín de Medicina,

Cirugía y Farmacia, podía leerse lo siguiente: “No creímos prudente alarmar a nuestros

lectores dándoles tan infausta noticia, pero nos guardamos bien de cometer la

imprudencia de mentir descaradamente, asegurándoles que nada había en el hospital

que se pareciese al cólera; porque juzgamos desde luego que era muy conveniente y

necesario que el público fuese poco a poco persuadiéndose del peligro en que se

hallaba, para que viviendo prevenido no fuese víctima de su descuido, ni formando

ideas equivocadas acerca de la enfermedad que iba a afligirle, se entregase al terror y

a todos los desórdenes que éste ocasiona cuando embarga los ánimos de la

muchedumbre, como por desgracia se había experimentado en las grandes poblaciones

de Europa con las que se había seguido el sistema de ocultar el peligro en que se

hallaban”.708

Es aún más arriesgado pensar que la información sobre el cólera fuera

insuficiente tanto como para poner en duda los criterios diagnósticos utilizados.

Inmersos a la vez los facultativos en un clima de tensión, incertidumbre y miedo, quizás

sería lícito pensar también en la suposición de estar ante un cuadro gastroentérico

común, al no presentar claramente la agresividad de la variante asiática del cólera.

Sobre estos profesionales recayó entonces la responsabilidad de determinar si

lo que acontecía ante sus ojos era un caso de cólera asiático o, por el contrario, se

trataba de cualquier otro cuadro. Es de entender también que eso no sería tarea fácil,

708 Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 7

de julio de 1834.

Page 426: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

426

empezando por la nula experiencia práctica sobre la materia. Como se apunta más arriba

se habían publicado innumerables manuales con descripciones, más o menos correctas,

sobre los cuadros sintomatológicos típicos y atípicos de este nuevo cólera, pero verlo y

diagnosticarlo en directo sería asunto muy diferente, sobre todo si no se manifestaba

como un cuadro exacerbado en su sintomatología.

A pesar de que la declaración oficial fue de “enfermedad sospechosa”, tres

días después el Ayuntamiento reconoce “haberse experimentado ya en algunos casos

de la horrorosa enfermedad del Cólera-Morbo Asiático,”709

y siguiendo las

recomendaciones hechas por la Corona cuando la enfermedad sea una realidad, “pide se

sirva el Cabildo celebrar en la Santa Iglesia Solemnes Rogativas al Todo Poderoso,

para que implorándole con fervorosas oraciones no permita se propague tan cruel

azote”.710

Es impensable que las autoridades locales desconocieran la realidad que

acontecía en Plasencia, no ya por la aparición de éstos casos aislados, sino por que el

número de defunciones venía aumentándose desde el verano.

Días más tarde de declarar la presencia de enfermedad sospechosa, tanto

autoridades como facultativos, trabajan con la certeza de estar ante la presencia del

cólera-morbo asiático en la ciudad. Algunos datos avalan ésta aseveración, por ejemplo,

los recogidos en el archivo parroquial de Santa María referidos a finados en ésta

parroquia y en la de San Nicolás. En ésta parroquia, en uno de sus libros parroquiales

aparece una anotación que dice: “En primero de noviembre de 1834 falleció la primera

víctima del cólera morbo asiático; desde ese día se extendió por toda la feligresía de

San Nicolás, principalmente en la calle Ancha y parte correspondiente a la misma…711

;

y en la parroquia de Santa María consta el fallecimiento fechado en el día 30 de octubre

de una mujer soltera, de 54 años de edad, procedente de Almadén, residente en la calle

Trujillo, a la que se le ofició con misa de cuerpo presente y al año, y cuya causa de

fallecimiento es la enfermedad del Cólera- morbo.712

En noviembre Plasencia estaba completamente invadida por el cólera, siendo

el mes en el que la enfermedad realizó sus mayores estragos. El número de enfermos

709 Archivo de la Catedral de Plasencia. Actas del cabildo 4-11-1834. 710

Ibidem. 711

Archivo Parroquial de Santa María. Libro de defunciones de la Iglesia Parroquial de

San Nicolás, desde 1829-1853, libro 3º Pg. 38 trasera. 712

Archivo Parroquial de Santa María. Libro de Finados de Santa María. Iglesia Matriz

de ésta Ciudad que da principio en año de 1831.

Page 427: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

427

creció de manera alarmante, los fallecidos iban en aumento, aunque en los libros de

difuntos puede haber víctimas que en estos momentos altos del embate se les pudo

asignar otra causa de fallecimiento a personas que fueron atacadas por el cólera cuando

ya tenían otra enfermedad. Algunos de los fallecidos se llevaban directamente al

cementerio sin la realización de actos fúnebres, como lo atestigua una nota recogida en

el archivo parroquial de Santa María: “Nota.- Las partidas siguientes no bien puestas

según el orden que debieran por la falta de noticias, y así que tomo las razones de los

difuntos, las estampo enseguida, la causa es porque no dan parte al [momento] por

llevarlos desde su casa al cementerio en el término de dos horas”.713

De ésta manera, se

dibuja de inmediato un escenario lleno de pánico y angustia. Pero atreverse a poner en

práctica unas medidas con tan significativa alteración del simbolismo sobre la muerte,

sólo puede entenderse desde la evidencia pública de su necesidad. Esto es, el cólera

debía ser en éste momento una realidad públicamente reconocida en Plasencia. Meses

antes el colectivo médico apuntó una causa del abatimiento en el ánimo de la población

atacada por la epidemia, se trataba del aparato con que se administraban los últimos

auxilios a los enfermos, y los honores fúnebres que se hacían a los restos mortales.

Aconsejaron entonces que cesasen los clamores de las campanas, se suprimiera la

pompa con que ordinariamente se administraban los santos Sacramentos y se celebraban

las exequias; y sobre todo que se cambiase el modo de transportar los cadáveres a los

cementerios, por que a su juicio su vista ocasionaba considerables perjuicios. Decían al

respecto que hacerlo en carros cubiertos con un paño negro transmitía quizás la idea de

ser excesivo su número, pero además la lentitud y su detención para cargar cadáveres

“ofrecen un espectáculo tan duradero como imponente, principalmente siendo en medio

del día y en las horas en que más gente circula por las calles”.714

En tan críticas circunstancias cualquier ofrecimiento de ayuda era bien

recibido y más si éste venía de profesionales de la medicina, como el del Dr. José

Gómez del Camino, quien a mediados de mes se personó en el ayuntamiento para

ofrecer sus servicios:

713

Archivo Parroquial de Santa María. Libro de Finados de Santa María. Iglesia Matriz

de ésta Ciudad que da principio en año de 1831. Pg. 40. 714

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 31

de julio de 1834.

Page 428: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

428

“…Previo permiso entró en las Salas Consistoriales D. José Gómez del Camino,

profesor de Medicina, quien manifestó al Ayuntamiento que teniendo noticias hallarse

ésta ciudad afligida con la devastadora enfermedad del Cólera-morbo, deseando de ser

útil a sus habitantes con su facultad, desde luego ofrece sus servicios en obsequio de la

humanidad mientras permanezca dicha enfermedad en ésta ciudad. El Ayuntamiento

vista la generosidad y buena disposición de éste facultativo acuerdan serle muy

satisfactorio sus ofrecimientos y dio las mas (……………..) que en beneficio de la salud

pública y bien de la humanidad promete ocuparse en las presentes críticas

circunstancias”.715

2.3.2. El Gobernador Civil de la provincia visita Plasencia

Las autoridades municipales, siendo conscientes de que no se recibían al

cólera en las mejores condiciones, dieron parte al Gobernador Civil de la presencia del

cólera-morbo en la ciudad, y de las críticas y apuradas circunstancias con que Plasencia

recibía al visitante del Ganges, las cuales provenían principalmente del mal acuerdo

entre algunas autoridades, de la falta de facultativos, de la oposición por parte de las

autoridades eclesiásticas a que cierta clase de enfermos entrasen en el hospital del que

eran patronos, (llegando incluso a morir algunos a las puertas del mismo), y del estado

de indefensión por la marcha de las dos compañías del provincial de Málaga, que hasta

entonces habían protegido una ciudad donde el número de presos era elevado.

Aparece aquí de nuevo una generalización del miedo capaz de devorar

incluso las capacidades de respuesta por parte de las autoridades. La muerte no es ahora

un hecho potencial sino real. Esta situación de pánico e indefensión se vería

incrementada, creo yo, por ser un hecho que se espera irremediablemente desde hacía

año y medio, y la evidencia de la escasa efectividad de los tratamientos médicos.

A nivel político el país vivía una situación especialmente conflictiva. A la

muerte de Fernando VII la sucesión al trono había dado lugar a la primera Guerra

Carlista, la cual en el momento actual se desarrollaba en el norte, pero la inestabilidad

era vivida a nivel general. En tales circunstancias el Gobernador Civil se personó de

715

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares, Sesión del 17 de noviembre de

1834.

Page 429: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

429

improviso en la ciudad levantando el ánimo de las autoridades municipales, no sólo con

su presencia, sino también con su eficaz y pronta actuación:

“… Cuando ésta ciudad se hallaba en la mayor consternación y su ayuntamiento

lleno de apuros, pareció en ella de improviso y como enviado del cielo el Sr. D.

Francisco Ferro, Dignísimo Gobernador Civil de la Provincia, a quien se había dado

parte en propio de la aparición del terrible Cólera-Morbo, del mal acuerdo entre

algunas autoridades, de la falta de facultativos, y sobre todo de que las dos compañías

del Provincial de Málaga destacadas aquí por el temor que inspiran los muchos presos

nos abandonaron inmediatamente”.716

En primer lugar reunió a los facultativos de la ciudad, y una vez recabada

información sobre el estado de salud comenzó el plan de actuación dando consejos y

preceptos sobre la estrategia a seguir:

“ El Señor Gobernador civil tan persuasivo como enérgico, hizo que al punto se

reuniese el Ayuntamiento y los facultativos, y luego que estuvo informado de las

principales desgracias físicas y morales que sufría este pueblo, en el momento se le vio

dar consejos y preceptos los más luminosos y eficaces para que desaparecieran

tamaños males,”717

.

A continuación se dispuso a realizar varias visitas, en primer lugar al

hospital de Santa María, donde pudo comprobar de primera mano el abatido estado en el

que se encontraban los enfermos, no sólo coléricos, sino también aquellos aquejados de

otras dolencias. Dió oportunas instrucciones sobre higiene, y sobre todo resolvió en

poco tiempo una difícil situación de falta de entendimiento entre autoridades civiles y

eclesiásticas, que habían llevado a perecer a muchos enfermos a las puertas de dicho

hospital.

La tardanza en la asistencia motivada por esa negativa a entrar en el hospital

a muchos enfermos, unido a que los casos leves pudieron haber pasado desapercibidos a

los médicos al no ser llamados para su asistencia, multiplicarían el riesgo de contagio

con sus excretas. Esa negativa por parte de las autoridades eclesiásticas a que cierta

clase de enfermos no entrasen en el hospital hace pensar que aún estaban vigentes las

716

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 17 de noviembre de

1834. 717

Ibidem..

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430

“Ordenanzas y Constituciones del buen gobierno del Hospital que fundaron el Abad de

Santander y doña Gracia de Monroy…”, que en el año 1726 publicara el Señor Obispo

don Fray Francisco Laso de la Vega y Córdoba, y que en lo relativo a la entrada de

enfermos dice: “Primeramente ordenamos y mandamos que para recibirse cualquier

enfermo haya de venir confesado y comulgado, y que el médico haya reconocido su

enfermedad, y si fuera de las que con el favor divino siendo curado podrá tener salud,

se le admitirá, y si no, no, porque en este Hospital no se han de recibir bubosos,

sarnosos, leprosos, ni otros enfermos incurables, ni caso de cirujía”.718

Del mismo modo cabría pensar en una nueva vívida expresión de temor

desmedido que nuevamente nos ayudaría a entender las repercusiones mentales del

cólera como enfermedad nueva y terrible para la que no hay solución médica, ésas que

estizmatizan a ciertos colectivos sociales. Vemos cómo en Plasencia llega a crearse un

subconsciente simbólico común en relación a la enfermedad que legitima para hablar de

pánico social, al afectar no sólo de una manera cuantitativa al conjunto de la población,

sino que pone en duda las ideas y creencias religiosas (asistencia a los pobres),

desbaratanto por tanto sistemas psicosociológicos.

Se constata la enorme preocupación del Gobernador Civil por el estado

higiénico de la ciudad, quien pudo comprobar de primera mano las malas condiciones

higiénicas de la cárcel y de los presos en ella recluidos. El lamentable panorama que

encontró en éste lugar le llevó a buscar otro edificio para tal fin. Las siguientes visitas

fueron para el hospicio y casa de expósitos, las aulas de educación, y el arca desde

donde eran distribuidas las aguas para diversas fuentes:

“Por último, el Señor Gobernador examinó el hospicio y casa de Espósitos, las aulas

de educación primaria, y aún de latinidad, el arca donde se distribuyen las aguas para

más de veinte fuentes que hay en el pueblo; y sobre todo ello dictó las más acertadas

prevenciones, que se ejecutarán puntualmente con notables ventajas de éstos

establecimientos”.719

Habiendo observado también necesidades en el hospicio y cuna de expósitos,

días más tarde decidió que ante la falta de alimentos y otras carencias el Ayuntamiento

718

Archivo de la Catedral de Plasencia. Carpeta Hospital de Santa María. Cuaderno 14.

Ordenanzas. Constitución primera, referida a entrada de enfermos. 719

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 17 de noviembre de

1834.

Page 431: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

431

por vía de préstamo entregase 8000 reales vellón al director de dicho establecimiento:

“… Se dio cuenta de un oficio del Sr. Gobernador Civil de ésta provincia que a la letra

en firme sigue: Inteligenciado de la falta de recursos del Real hospicio y cuna de

expósitos de esa ciudad, de la necesidad de alimentos y educar a aquellos desgraciados

y de pagar las amas que lactan a otras en recompensa de la sangre con que se sostiene

su existencia, he determinado que en el Ayuntamiento por vía de préstamo entregue

8000 reales vellón al director de aquél establecimiento bajo la correspondiente

formalidad de los fondos de hospitales, que hay sobrantes, que de las que serán

reintegrados luego que aquél establecimiento haya puesto corrientes sus rentas. Lo

digo a V. para Inteligencia y cumplimiento de su Ayuntamiento avisándome haber

verificado Francisco González Ferro. Sr. Presidente del Ayuntamiento de la Ciudad de

Plasencia. Y el Ayuntamiento enterado acordó: se expida el correspondiente

libramiento de los 8000 reales que se (…) en el anterior oficio contra D. Vicente

Wenceslao Ramos, administrador de propios”.720

Es curioso observar la enorme alegría que provocó en Plasencia la llegada de

la autoridad provincial. De hecho ya se ha visto cómo fue recibido como un auténtico

héroe. Ello constituye una muestra significativa del verdadero estado de indefensión en

que, tanto autoridades municipales como vecinos en general, debían sentirse ante la

invasión colérica.721

Estas decidieron dar parte de todo lo acontecido con motivo de la

visita del Gobernador Civil al Exmo Sr. Secretario de Estado del Despacho de Interior:

“…Con motivo de haberse presentado en ésta ciudad el Sr. Gobernador Civil de

ésta provincia en las críticas apuradas circunstancias de hallarse invadida ésta ciudad

de la enfermedad del cólera, acordó el Ayuntamiento se eleve el correspondiente parte

al Excmo Sr. Secretario de Estado del despacho de interior”.722

Este fue publicado en el boletín oficial con fecha de 24 de noviembre:

Presidencia del Ayuntamiento de Plasencia:

720

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 5 de diciembre de

1834. 721

Sánchez de la Calle, J.A. (1994). Opus cit. Pg. 117.

722 Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 17 de noviembre de

1834.

Page 432: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

432

Excmo, Señor: Cuando esta ciudad se hallaba en la mayor consternación, y su

ayuntamiento lleno de apuros, pareció en ella de improviso, y como enviado del cielo,

el Señor Don Francisco González Ferro, Dignísimo Gobernador civil de la Provincia, a

quién se había dado parte con propio de la aparición del terrible Cólera-morbo: del

mal acuerdo entre algunas autoridades: de la falta de facultades; y sobre todo que las

dos compañías del provincial de Málaga, destacadas aquí, por el temor que inspiran

los muchos presos, nos abandonaron inmediatamente.

El Señor Gobernador civil tan persuasivo como enérgico, hizo que al punto se

reuniese el Ayuntamiento y los facultativos, y luego que estuvo informado de las

principales desgracias físicas y morales que sufría este pueblo, en el momento se le vio

dar consejos y preceptos los más luminosos y eficaces para que desaparecieran

tamaños males, como en efecto han desaparecido los mayores. Visitó por sí mismo y

uno por uno los enfermos coléricos, y aún los de dolencias comunes que hay en los

hospitales, reinando el abatido espíritu de todos, dictando sabias disposiciones

higiénicas; y lo que más importa, allanó sin estrépito, las dificultades, hasta el día

insuperables, que ponían los Señores Obispos para que en el famoso hospital de Santa

María, de que son patronos, entrasen cierta clase de enfermos, y los demás sin ciertas

formalidades que han hecho perecer a muchos en las puertas de dicho hospital,

mientras las autoridades civil y eclesiástica disputaban con escándalo público y horror

de la humanidad. El saludable influjo de ésta Autoridad protectora, se colocó de por

medio, y a gusto de todos, fue en un cuarto de hora determinada aquella fatal cuestión

de tantos años: desde luego se ahorraron los gastos del hospital habilitado, que

servirán para cubrir otras necesidades, y los infelices enfermos, así como todos los

hombres verdaderamente filantrópicos, recordarán llenos de placer el día 15 de

Noviembre en que el Señor Gobernador civil de Cáceres proporcionó a la humanidad

tan señalada victoria.

También ha visitado dicho Sr. Gobernador la cárcel con el mayor detenimiento, y

observando que es inmunda, e incapaz de mejora, fijó los ojos en otro edificio donde, a

poquísima costa, puede formarse la mejor cárcel de toda Extremadura, cuyo proyecto

quedó en dado al Ayuntamiento y Alcalde Mayor, que se esforzarán a realizarle, con la

perentoriedad que exige esta obra en un pueblo a quien tanto cuidado ofrecen los

presos, al mismo tiempo que su lástima de verlos en el estado más abyecto.

Page 433: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

433

Por último, el Señor Gobernador examinó el hospicio y casa de Espósitos, las aulas de

educación primaria, y aún de latinidad, el arca donde se distribuyen las aguas para

más de veinte fuentes que hay en el pueblo; y sobre todo ello dictó las más acertadas

prevenciones, que se ejecutarán puntualmente con notables ventajas de éstos

establecimientos.

Sentimos que éste Señor Gobernador, por falta de Secretario que le represente en la

Capital, no haya permanecido entre nosotros más de veinte y cuatro horas, y solo

podemos recompensarle tantos beneficios elevando su mérito extraordinario al

Soberano conocimiento de S.M. la Reina Gobernadora, por conducto de V.E., a quien

indudablemente servirá de satisfacción el brillante comportamiento de un delegado

suyo. Dios Guarde a V.E. muchos años. Plasencia y sus Casas Consistoriales 18 de

Noviembre de 1834= Excelentísimo Señor.= Francisco de la Plata.= Juan Sevillano y

Montoya.= Agustín Gómez Blanco.= De acuerdo del M.N. y M.L. Ayuntamiento. =

Vicente Corona y Gómez, Secretario. Excmo Señor. Secretario de Estado y del

Despacho de lo Interior. Es copia de su original remitido.= Corona723

.

2.3.3. Objetivo: mantener la serenidad y la alegría: Rituales Religioso-

Populares

Este objetivo no es nuevo, ya se hacía mención en la traducción al castellano

de las instrucciones recibidas desde París y publicadas en 1832: “El poco riesgo que se

corre de ser atacado del cólera-morbo, debe tranquilizar los ánimos. Así, pues, nadie

debe inquietarse, y únicamente conviene pensar en la enfermedad con el fin de adoptar

todas las medidas útiles para precaverse de ella; y siendo la tranquilidad de ánimo uno

de los mayores preservativos, deberá evitarse al mismo tiempo todo lo que pueda

723

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 24 de Noviembre

de 1834.

724 Instrucción Popular formada por la Comisión Central del Consejo de Sanidad y

aprobada por la Prefectura de Policía de París. Traducida al castellano. Madrid 1832.

Miguel de Burgos, impresor por S.M. de la Real Junta de Aranceles. Biblioteca

Universidad Complutense de Madrid

Page 434: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

434

excitar emociones fuertes, como la cólera, el miedo, los placeres demasiado vivos,

etc.”724

.

Una primera lectura nos llevaría ante una medida de control social pero

encierra mucho más. Vemos como en ésta época en la medicina, todavía prebacteriana

del XIX, se consideraba la existencia de una predisposición individual hacia la

enfermedad relacionada con elementos consustanciales a cada persona. Aunque poco

tenía que ver con los determinantes biológicos que desde la medicina y la genética se

defienden en la actualidad. Sin embargo considero importante señalarlo, pues fue

general entre los textos médicos relacionados con la epidemia de 1834, el incorporar

alusiones a estos elementos predisponentes. Dentro de los cuales, además de los afectos

del ánimo, se hacía referencia al aire y ambiente, comida y bebida, ejercicio y descanso,

etc. Serían algo así como una especie de orientaciones de higiene individual que

aproximadamente podríamos asociarlos a los actuales estilos de vida saludable, y dentro

de ellos el referido a los afectos del ánimo, no guarda la misma relación y, por contra,

posee cierta similitud al concepto de los determinantes biológicos. En las publicaciones

de 1834 se aprecia esa importancia dada a los estados de ánimo como factor no ya

predisponente, sino abiertamente causal del cólera, y por tanto desde la prevención se

presentarían como modelables.

Los estados de ánimo se presentan no como elementos generadores de la

epidemia, sino como aquellos que predisponen a sufrir la enfermedad. Estarían dentro

del discurso anticolérico por una parte, y por la otra se les vincula con acciones sobre el

organismo. Esta última iría en consonancia con una predisposición individual, pero

desde el principio vemos en el discurso de los autores, así como en las recomendaciones

que emanan de las autoridades una especie de colectivización de argumentos, se

presentan relatos nuevamente de una epidemia precedida de un miedo, pánico, terror, en

poblaciones incapaces de ser controladas por sus autoridades antes de la llegada de la

enfermedad. Recomendaciones que irían entonces dirigidas a ese control social desde un

momento temprano.

En algunos sitios para no alarmar a la población se prohibió el toque de

campanas en los actos fúnebres. En Plasencia las autoridades llegaron a prohibir incluso

los mismos, como lo atestigua una nota recogida en el archivo parroquial de Santa

Page 435: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

435

María, referentes a los datos de un individuo fallecido por cólera-morbo y que residía en

la calle ancha: “…no testó por no tener de qué, no tuvo misa ninguna ni asistieron las

insignias de la parroquia a su entierro por haberlo prohibido la autoridad, desde su

casa pasara el cadáver al Campo Santo de Santa Teresa, extramuros de ésta

ciudad”.725

La Corona ordenó que para cuando la enfermedad invada una población se

tomaran “todas las medidas que estimen conducentes para mantener la alegría y la

serenidad en el ánimo de los habitantes…”. La serenidad y la alegría son las

herramientas últimas que le quedan a una Corona que se ve rebasada, y en cierto modo

acosada por una epidemia que le ha obligado a cambiar las medidas sanitarias adoptadas

al principio.726

La actividad legislativa se centra también, por tanto, en producir

sensaciones de tranquilidad social. Era preciso que los ánimos no se alterasen y no

afloraran los disturbios y revueltas sociales. Había que calmar el pánico, el terror y la

ansiedad que provocaba la enfermedad en las zonas afectadas.727

Ahora se reconoce que el principal recurso utilizado el año pasado (el

aislamiento) perseguía precisamente éste fin: “… nada omitió para aislar el mal en

aquél punto, estableciendo al efecto cordones sanitarios, y adoptando las demás

precauciones tomadas en circunstancias análogas de contagios exóticos, que en otros

tiempos afligieron a la Monarquía. El Gobierno al dictar éstas medidas no estaba

poseído de gran confianza en su resultado; mas no desconociendo el poder moral de las

preocupaciones populares, creyó oportuno hacerlas servir para tranquilizar los

ánimos, como uno de los medios de atenuar los estragos del azote, que se presentaba

con aspecto amenazador”.728

El informe de la comisión enviada a estudiar el curso de la enfermedad en el

extranjero se había publicado por éstas fechas. En él se hacía mención a las

“vehementes pasiones de ánimo”, presentándolas como causa predisponente del cólera,

“contra la que pueden muy poco los preceptos del arte, las razones y los consejos. El

infeliz que ha perdido sus medios de subsistencia, que siente los efectos de las más

crueles privaciones, y a quien no le anima la esperanza de mejorar de suerte, no puede

725 Archivo Parroquial de Santa María. Libro de finados. 726

Peral Pacheco, D. (1994): Opus cit. Pg. 46. 727

Clemente Fuentes, L. (2008): Art.cit. Pgs. 97-123. 728

Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 1-9-1834.

Page 436: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

436

hallar mucho consuelo en las más dulces exortaciones, ni en las máximas de la

filosofía. La vehemencia es entonces el único medio que puede salvarle, y la sociedad

está obligada a proporcionársele. El miedo a contraer la enfermedad, cuando ésta

reina en el país, es un sentimiento tan natural que nos parece inevitable. El simple

temor de éste peligro, cierto y positivo, lejos de causar perjuicios, puede ser útil

haciendo que se practiquen con esmero las precauciones higiénicas: un grande

abatimiento de ánimo, o un temor excesivo, son los que deben evitarse a toda costa.

Nosotros no nos valdremos para tranquilizar las gentes, del medio singular de repetir

continuamente, que el que teme al cólera es siempre víctima de él, pues ésta sola

proposición es capaz de alarmar al más animoso729

.

En el mes de julio se recomendaba a la población que se: “…esforzarse en

olvidar todo lo que, no estando a nuestro alcance su remedio, entristezca, y abatiendo

el ánimo predisponga muy particularmente a contraer varias enfermedades” (…) “Son

igualmente dañosas las pasiones fuertes de ánimo: como la ira, el terror, y aún la

tristeza y melancolías, porque las unas ocasionan inmediatamente enfermedades, a

veces muy terribles, y las otras disponen en términos que el más mínimo motivo sea

suficiente para que el sujeto se ponga malo: el medio de evitarlo es procurarse

distracciones inocentes, que sin agitar extraordinariamente el ánimo, le entregan de un

modo agradable, y conduce mucho a esto, el pasear con frecuencia, y en horas que no

haga ni calor ni frio excesivo, por paraje bien ventilado y nada húmedo…”730

.

Muchos facultativos aconsejaron la celebración de espectáculos de todo tipo,

con el fin de distraer la mente y no dejarse llevar por las habladurías. Parece ser que

ahora existía consenso profesional sobre la importancia de mantener una actitud

optimista y desenfadada, en contraposición con el año anterior, cuando los defensores

de la teoría del contagio recomendaron la supresión de cualquier actividad que

implicase una concentración humana.

El artículo cuarto de las recomendaciones realizadas por la Corona a primero

de septiembre hacía referencia al recurso más usado en el saneamiento anímico de la

población, la religión: “Cuando la enfermedad epidémica invade un pueblo, adoptarán

las Autoridades todas las medidas que estimen conducentes para mantener la alegría y

729

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pg. 318. 730

Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 11-7-1834.

Page 437: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

437

serenidad en el ánimo de los habitantes, evitando todo lo que pueda afectarlos

melancólicamente. Cuidarán por consiguiente de que los auxilios de nuestra Santa

Religión sean dispensados a los enfermos, de modo que no causen impresiones tristes y

perjudiciales en los sanos, y que el fallecimiento de los fieles no dé motivo a ocupar su

imaginación con ideas lúgubres; a cuyo fin prohibirán las referidas Autoridades el uso

de las campanas con tales motivos mientras se padeciere dicha enfermedad.731

En Plasencia en éstas críticas circunstancias se celebraron Rogativas,

Procesiones y Te Deums. Prácticas en las que se sigue un orden litúrgico, es decir, se

incluyen la palabra y la acción, sometidas a una regulación tanto civil como eclesiástica,

con un protocolo claro de actuación: petición de los interesados, la población civil a su

autoridad civil, o a veces desde las mismas autoridades municipales, las que solicitan a

su vez a la autoridad eclesiástica inmediata la celebración de rogativas, procesiones, etc.

Solicitud que a su vez la autoridad eclesiástica traslada al Obispo para su aprobación, y

una vez aprobado se efectúa la comunicación y la solicitud de participación de la

comunidad guiada por el clero. En el apartado anterior asistíamos a la petición del inicio

de Rogativas por parte del Ayuntamiento, ésta fue contestada por parte del Cabildo en

los siguientes términos: “Y el Cabildo atendió: Que desde luego y por ahora

principiando desde mañana se celebren tres días de Rogativa (…) al Todo Poderoso,

poniendo a la pública veneración durante la misa a María Santísima (…) de esta Santa

Iglesia. Que así se le conteste a referido Ayuntamiento y de que se continuará si la

necesidad lo exige; a cuyo fin se dará el aviso competente: que los Sres (…) y García se

sirvan pasar a visitar al (…) y hacerle presente esta disposición que por ahora y

mientras duran dichas rogativas se suspenda la celebración de Aniversarios, y por

último que se den los oportunos avisos a todos los dependientes para que nada

falte”.732

Para Laín Entralgo estas manifestaciones de dolor y religiosidad popular eran

una nueva puesta en escena de un sentimiento inveterado que relacionaba enfermedad y

pecado, con lo que se perseguía la mediación de las fuerzas divinas.733

Estas

manifestaciones serían empleadas entonces en un sentido mágico, como métodos

731

Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 1-9-1834. 732

Archivo de la Catedral de Plasencia. Actas del Cabildo, fecha 4-Nov. 1834. 733

Lain Entralgo, P. (1961): Enfermedad y pecado, Ediciones Toray. Barcelona.

Page 438: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

438

preventivos taumatúrgicos y nos acercarían al tratamiento primitivo que se centra en

acciones simbólicas, siendo entonces el símbolo de enorme importancia.

Como ha estudiado el profesor Javier Marcos, las prácticas religiosas externas,

exteriorizan miedos, ansiedades, frustraciones, tensiones y canalizan la conciencia de

culpabilidad. Se viven con sentimiento de culpa, bajo la experiencia de pecado

colectivo, por el que la divinidad castiga a la comunidad.734

Era necesario compensar el

mal con la correspondiente penitencia. El retorno al estado normal de las cosas precisa

de un arrepentimiento formal, en reparación por los agravios cometidos. El favor, la

gracia, se solicita a través del rito de las rogaciones. De manera que las rogativas son

una especie de penitencia pública, o recurso suplicatorio, que se corresponden con la

idea de pecados cometidos.735

Es evidente, entonces, que en la mentalidad popular en cuanto a la

enfermedad todavía no existía una aceptación preeminente de la explicación científica

sobre la religiosa, aunque sí se palpara un enfrentamiento entre ambas. En Plasencia las

autoridades eclesiásticas determinaron que siguieran celebrándose rogativas en vista de

que el mal se iba extendiendo de día en día entre el vecindario:”… para que el Cabildo

determine sobre si han de seguir las Rogativas públicas por ser hoy el último día de los

tres que se acordó celebrar a Mª Santísima, y el Cabildo mediante a que el mal va de

día en día desarrollándose en el vecindario acordó: Que se celebren otros tres días de

Rogativas en Exposición del Santísimo Sacramento desde la hora de la misa,(…). Que

así se avise al Ayuntamiento por medio del oficio, y al Ilmo Sr. Obispo por medio de los

Sres (…), dándose las órdenes oportunas a los dependientes.736

Tres días después el número de enfermos iba creciendo, motivo por el que se

decide continuar con tres días más de Rogativas públicas y sacar en procesión al

“Divino Señor de la Cruz”, a quien al parecer el pueblo placentino tiene mucha

devoción: “… Como presidente hizo presente concluir hoy los segundos tres días de

Rogativas públicas para que en su vista dictamine el Cabildo lo que tuviere por

conveniente, quien acordó: Que se continúen otros tres días de Morado cantándose la

Letanía de los Santos, procesionándose por el claustro antes de la Misa y en el jueves

que es el último de ellos después de la hora canónica de (completas), se solemnie

734

Mach, J. (1898): Tesoro del sacerdote, pgs. 732, 734, 1143... Impr. F. Rosal.

Barcelona. 735

Marcos Arévalo, J. (2014): Artº cit. 736

Archivo de la Catedral de Plasencia. Actas del Cabildo, fecha 7-Nov. 1834.

Page 439: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

439

procesión general por la ciudad sacándose en Súplica Veneración a el Divino Sr. de la

Cruz a fuerzas de ésta Santa María, a quien el pueblo tiene mucha devoción y confianza

en conseguir las súplicas que le hacen: Poniéndole en el (…) desde mañana; que los

Señores Irribarren y García se sirvan poner ésta determinación del SSY esperando sea

de su Superior aprobación; que el (Maestre Ceremonias)la haga presente al Sr.

Previsor para que se disponga se (….) los Edictos oportunos para dicha procesión

general y se den las demás órdenes necesarias para que nada falte (…).737

La influencia de la religión en la sociedad placentina del primer cuarto del

siglo XIX es palpable. La fuerza de las doctrinas de la Iglesia es determinante para

comprender esta mentalidad exteriorizada en el ámbito simbólico-cultural a través de las

manifestaciones religiosas, y los rituales articulados en torno a la enfermedad y la

muerte, los cuales se desarrollaron casi a diario en éstos momentos críticos que vive el

pueblo, el cual en nombre de los devotos de la virgen de la Salud solicita ahora poder

sacar en procesión ésta imagen, y realizar Rogativas y Novenario: “…Se leyó Memorial

de Juan Sánchez y Antonio Gata, vecinos de ésta ciudad suplicando por Sí y en nombre

de los Devotos de María Santísima del título de la Salud sita en su capilla a la puerta

de la ciudad, se sirva el Cabildo admitir en su (Santa María) referida Santa Imagen,

hacerla las Rogativas que tenga a bien y sacarla en procesión (…), concluido un

novenario para implorar de su misericordia Divina se digne minorizar y extinguir el

crudo azote que aflige a éste vecindario con la epidemia conocida Cólera-Morbo, para

todo lo que dicen tiene el permiso del Ilmo Sr. Obispo. El Cabildo, como no podría ser

de otra manera en tan críticas circunstancias accedió a la petición y “ En cuya

consecuencia estando a favor siempre decidido y pronto el Cabildo a cooperar cuanto

sea conducente en beneficio de la humanidad y salud pública acordó: Que a referidos

comisionados de la devoción se les haga presente esto mismo, diciéndole que en el

miércoles después de (…) trasladen a la Santa Imagen a sus expensas a ésta (Santa

María) a la que saldrá a recibir el Cabildo a las (…) se colocará al lado de Jesús

Nazareno su hijo, con quién se sacará en Procesión General acordada el Jueves,

quedándose desde el viernes en Rogativa dicha Santa Imagen para los nueve días que

la devoción desea, siendo de cuenta de ésta sus funciones, que podrán celebrarlas en el

Altar que se la coloque antes o después de las horas conocidas, con Sermón o sin él,

737

Archivo de la Catedral de Plasencia. Actas del Cabildo, fecha 10-Nov. 1834.

Page 440: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

440

reservándose el Cabildo el último de los nueve días para hacer de la Santa Imagen una

Rogativa de (costumbre)”.738

Y tal y como se realizó el traslado de referida imagen de la virgen de la

Salud, cuya recepción por parte del Cabildo quedó de ésta manera registrada: “.. Que en

la tarde de éste día después de concluido Laudes, el Ilmo Cabildo y Coro bajó con Cruz

y (…) recibió en la puerta de las Cadenas a María Santísima con título de la Salud, de

la devoción de la misma que procesionalmente la sacaron desde su capilla que he (…) a

la puerta de la ciudad, subiendo toda la calle de Trujillo y bajándola por la de San

Esteban a la Catedral y colocada en el Presviterio se le cantó una (…) y se disolvió éste

acto Religioso, y para que conste lo firmo en Plasencia a 12 de Noviembre de 1834”.739

Puerta de Trujillo. Ermita de la Virgen de la Salud

738

Archivo de la Catedral de Plasencia. Actas del Cabildo, fecha 11-Nov. 1834. 739

Archivo de la Catedral de Plasencia. Actas del Cabildo, fecha 12-Nov. 1834.

Page 441: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

441

Puerta de Trujillo. Arco de la

Salud

Y también se realizaron los actos religiosos programados, y quedaron de ésta

manera registrados: “… de los Sres Deam y Cabildo de ésta Santa Mª, certifico: Que en

la tarde de éste día concluida la hora (canónica) de Completas, dicho Ilmo Cabildo con

toda la Iglesia y Ayuntamiento de ésta M.N. y L. Ciudad, y no el Ilmo Sr. Obispo por

hallarse enfermo, salió en procesión general sacando a la pública veneración al Divino

Sr. de la Cruz a Cuesta, que se venera en su Capilla en el claustro de esta dicha Santa

Iglesia, y a María Santísima con el título de la Salud, que para éste fin fue trasladada a

la misma llevándose adelante la Santa Imagen de María Santísima de la Salud, y poco

detrás a Jesús su hijo, cuya procesión llevó a (…) de la del Santísimo Corpus Cristi;

todo con el fin de implorar la Clemencia Divina del Todo Poderoso y su Santísima

Madre para que teniéndola de (…) católico vecindario contenga el mal azote que ya

experimenta con la epidemia conocida por Cólera-Morbo, para que conste lo firmo en

Plasencia a 13 de Noviembre de 1834”.740

740

Archivo de la Catedral de Plasencia. Actas del Cabildo, fecha 13-Nov. 1834.

Page 442: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

442

En Plasencia, como podemos comprobar, en estos tiempos de epidemia se

implora la intercesión de figuras sagradas a las que, como el Divino Sr. de la Cruz, o la

de María Santísima con el título de la Salud, se les atribuyen papeles de intermediarios;

es decir, en un tiempo de catástrofe como el que se vive el pueblo placentino, como

católico que es, impetra la ayuda de santos y vírgenes bajo éstas advocaciones locales

que se presentan como poderosos focos de sacralidad y de capacidad taumatúrgica

frente a la adversidad colectiva, y se consideran especialmente “eficaces” mediadores

ante el azote de la epidemia. Se recurre a tales imágenes y reliquias pues en el plano

local se les atribuyen poderes o capacidad para intervenir favorablemente, mediante su

acción protectora, en las necesidades de la comunidad. En momentos o circunstancias

de crisis colectiva se acude a ellas en forma de estas manifestaciones religiosas. El

ritual con que se desarrollan las rogativas entra en el ámbito de la excitación sensorial,

el de las emociones y las dramatizaciones espacio-temporales. La celebración de estas

manifestaciones religiosas tienen un fin, el de excitar la piedad de los fieles, implorando

el auxilio divino. Este es el contexto religioso de las rogativas públicas.

Puerta de Trujillo. Ermita de la Virgen de la Salud

Page 443: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

443

“Con la manifestación pública y social de rogativas, procesiones y novenarios

se persigue el bienestar de la sociedad. El ritual en este caso se trata de un acto de

comunicación entre los fieles y la divinidad mediante la intercesión de figuras sagradas

que adquieren el estatus de protectoras y abogadas de la comunidad local. Pero, más

allá del ámbito estrictamente religioso, cumplían unas funciones latentes o no

manifiestas. En su modalidad de rituales públicos y colectivos adquieren una

significación que traspasa los límites de lo eclesiástico remitiendo a un universo y a

una lógica sociales. Los rituales religiosos, como otros tipos de rituales colectivos, se

convierten a la postre en instrumentos creadores de identidad social, dado que, a través

de símbolos comunes, y diferenciadores respecto a otras comunidades, generan

mecanismos de integración e identificación simbólica en el plano local. Pueden

analizarse como instrumentos de cohesión e integración social, pues el santo o la

virgen en torno al que gira el ritual representa la identidad social, cultural y territorial

del grupo. El ritual, sin disolver las diferencias, pone en escena e intensifica el sentido

de pertenencia. De manera que las rogativas, y demás ritos religiosos colectivos,

contribuían a crear la identidad de la comunidad”.741

Llama la atención que en la documentación consultada no se haga referencia a

la bajada de la virgen del Puerto desde su santuario hasta Plasencia en rogativas,

conocida la vocación del pueblo hacia ésta virgen (que aún no había sido declarada

patrona de la ciudad), y cómo desde siglos atrás se realizaron ésas rogativas promovidas

casi siempre por el gremio de los labradores. Se desconoce en cambio si se llevaron a

cabo para “espantar” ésta epidemia.

El estado lamentable y las críticas circunstancias del pueblo no deberían ser

motivo para alterar la vida cotidiana en la ciudad. Las autoridades decidieron no

suspender los actos que festejaban el día de la Reina, para el que en Plasencia se preparó

una corrida de novillos:

“…Con motivo de ser el día diez y nueve el día de la Reina Nuestra Señora Doña

Isabel Segunda que Dios Guarde, acordó el Ayuntamiento se festeje dicho día en la

manera que sea posible, atendiendo a las actuales críticas circunstancias del pueblo, y

que al intento se practique la oportuna divulgación con los abastecedores de carne,

para que faciliten una corrida de novillos, según se acostumbra en ésta ciudad y que se

ponga en conocimiento del Sr. Alcalde Mayor Subdelegado de Policía para que se sirva

741

Marcos Arévalo, J. (2014): Artº cit.

Page 444: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

444

disponer se publique el oportuno bando para que haya iluminación general las noches

del diez y ocho y diez y nueve del corriente”.742

Santuario de Nuestra Señora del Puerto.

Al hilo de lo anterior, el Ayuntamiento también había dado licencia a una

compañía cómica para dar algunas funciones de coro y baile, y que ahora los

comediantes querían ampliar con actuaciones teatrales: “… Al Ilmo Ayuntmiento de esta

Ciudad de Plasencia: La compañía cómica que al presente se halla en ésta ciudad a

VSS. con el mayor respeto hace presente; que deseando dar algunas funciones en su

clase de coro y baile en éste teatro, ha obtenido la correspondiente licencia del Sr.

Alcalde Mayor para dicho fin, y siendo la otra casa teatro propia del Ilustre

Ayuntamiento a VSS. rendidamente: Suplica se digne concederle el correspondiente

permiso para poder efectuar en ella sus funciones teatrales. Gracia que espera recibir

de la bondad de VSS. Plasencia a 24 de noviembre de 1834.743

El Ayuntamiento da luz

verde a la vez que corta de raíz algunos abusos que se venían sucediendo por parte de

personal subalterno: “…visto el anterior memorial en la reunión celebrada con el M.N.

y L. Ayuntamiento de esta ciudad, en reunión de hoy 25 de noviembre de 1834, se

742

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 17 de noviembre de

1834. 743

Archivo Municipal de Plasencia. Carpeta disposiciones. Memorial, petición de

comediantes de fecha 24 de Nov. 1834.

Page 445: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

445

acordó como lo solicitan bajo las condiciones ordinarias que se le entenderá en

secretaría para que las cumplan y no más de los abusos que de las anteriores épocas se

han notado respecto de autoridades subalternas y dependientes de las demás”.744

Pero para mantener la serenidad y la alegría no había mejor noticia que la

esperada por todos, y esa no era otra que la declaración oficial del final de la epidemia.

El 21 de noviembre el Ayuntamiento se reúne en sesión extraordinaria a fin de dar

lectura al manifiesto hecho por los facultativos de la ciudad, en el que anunciaban la

extinción del cólera en Plasencia: “…Se dio cuenta de un oficio de los facultativos de

ésta ciudad fecha de ayer por el que manifiestan tienen la dulce satisfacción de

anunciar que la terrible enfermedad del cólera-morbo se haya enteramente

extinguida”.745

Como se había hecho en todos los pueblos y ciudades visitadas por la

enfermedad, el Ayuntamiento acordó se oficiara al Ilustrísimo Deán y Cabildo para que

se cantara un Solemne Tedeum en acción de gracias: “…En cuya consecuencia el

Ayuntamiento acordó: se oficie al Ilustrísimo Deán y Cabildo para que el jueves

inmediato se cante un Solemne Te Deum en acción de gracias al Todo Poderoso por tan

singular beneficio como su divina misericordia nos ha dispensado con el levantamiento

de dicha enfermedad y por los gloriosos triunfos conseguidos, por nuestras tropas

ordas reales en las provincias del norte”.746

Sin embargo esto no era cierto. La

epidemia no había desaparecido todavía, como lo demuestra el hecho de que en algunas

parroquias seguían muriendo vecinos de cólera. Lo que demuestra que el anuncio hecho

por el Ayuntamiento y refrendado por los facultativos estaba muy lejos de ser verídico.

Y es que éste tipo de actuación tendente a dar por resuelta la epidemia o bien a ocultar y

retrasar su aparición era una costumbre muy extendida en todas las poblaciones

afectadas; de ésta forma se pretendía que la vida económica y social, especialmente el

comercio, se vieran lo menos afectada. Lo que de verdad debió ocurrir fue que a

mediados de noviembre remitió la epidemia, o pareció remitir, circunstancia que

provocó el apresuramiento de los facultativos para declararla terminada.747

744

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 25 de noviembre de

1834. 745

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 21 de noviembre de

1834. 746

Ibidem. 747 Sánchez de la Calle, J.A. (1994). Opus cit. Pg. 118

Page 446: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

446

2.3.4. La desigualdad social ante la enfermedad

La primera epidemia de cólera en nuestro país fue una enfermedad

estrechamente relacionada con las condiciones de vida, y particularmente con las

condiciones higiénicas de las poblaciones y de sus habitantes. La obtención de las tasas

de mortalidad durante los meses en que el cólera nos visitó representa un intento de

investigación epidemiológica por grupos sociales.

De la experiencia adquirida en aquellos países por donde el cólera había

pasado, se desprendía el hecho de que la enfermedad afectaba en mayor número a los

pobres, constituyéndose en medio de propagación hacia clases acomodadas, en éste

sentido, y a modo de apunte etnográfico, me parece interesante incluir en éste apartado

la descripción que al respecto ofrecía en el año 1834 Mateo Seoane: “Aunque en unas

instrucciones escritas con el objeto de dar reglas para precaverse del cólera parece

fuera del caso recomendar la observancia de los deberes morales, hay sin embargo uno

cuya influencia es muy grande en la propagación del cólera: tal es la caridad para con

los pobres. Siendo uno de los hechos, confirmados por la experiencia adquirida en

todos los países donde ha reinado aquella enfermedad, que aparece siempre primero

entre los citados pobres, y que ellas forman el medio de propagación para que se

extienda a las clases acomodadas, el interés personal aun cuando no existiera otro

motivo más noble, debería hacer a los individuos de éstas últimas procurar por todos

los medios imaginables remediar las causas que hacen a los infelices ser víctimas

predilectos de la epidemia. Estas causas son principalmente la miseria, la estrechez y

poca limpieza de las habitaciones donde viven, la poca limpieza de sus personas, y más

que todo, los malos alimentos y el mal régimen que ordinariamente observan. Es

bastante difícil el hacer perder a los pobres la indiferencia suma con que miran a

menudo la limpieza tanto de sus personas como de sus casas, es más difícil aun

remediar el que vivan amontonados en chozas o casas miserables y que vayan cubiertos

de ropas que apenas les cubran, y no lo es poco el ponerles en disposición de que se

alimenten regularmente bien, pues unas veces tendrán poco con que alimentarse y otras

gastarán en un día cuanto ganen en una semana, pasándolo malísimamente todo el

resto de ella; más a pesar de estas dificultades todos los que tengan influencia con los

pobres deberán procurar por cuantos medios sean imaginables hacerles ver las

ventajas de la limpieza, sobriedad y regularidad de vida. Sobre todo es un deber tanto

como una medida de interés personal de las personas acomodadas el aliviar la miseria

Page 447: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

447

de los infelices no solo con consejos, sino con auxilios efectivos. Mil ejemplos se

podrían citar en la distribución de ropa, particularmente franela, y de alimentos han

contribuido a contener progresos de la epidemia más que todas las demás medidas, y

en cuyos casos la caridad ha hallado en los mismos resultados que producía, no solo la

más dulce, sino también la más completa recompensa”.748

El primer médico de Cámara, don Pedro Castelló, como se ha indicado en

otro apartado, consiguió de Fernando VII la autorización para enviar en febrero de 1832

una comisión para estudiar el cólera en París, Viena y Munich, siendo el resultado de su

viaje el informe remitido desde Berlín el 31 de mayo de 1833, no publicado hasta 1834.

Esta comisión destacaba la selectividad social y urbanística de la enfermedad: “por lo

común el cólera empieza atacando a uno u otro individuo aislado, más después se

concentra, por decirlo así, en ciertas calles, ciertas casas y aún en ciertas familias, que

son por lo común las que presentan más circunstancias de insalubridad (…), el mal no

ataca indistintamente, sino que se manifiesta con preferencia en los que se hallan en

ciertas condiciones individuales y locales, como son la pobreza, la mala alimentación,

la habitación de casas mal sanas etc”.749

Años más tarde tras una mirada retrospectiva se escribiría lo siguiente al

respecto: “No todos los individuos de la población donde se presenta el cólera, son

desde luego contagiados, porque no todos tienen los mismos caracteres y recursos,

para impedir el desarrollo del mal. Así el desdichado mendigo que envuelto en harapos

ha sucumbido en medio de los más crueles dolores y privaciones más lamentables, las

clases pobres y desvalidas fueron en Rusia, víctimas de la enfermedad en una

proporción del 95% de las clases acomodadas, por lo que los gobiernos deben

desplegar todas las medidas que reclama la miseria y el abandono de las clases

menesterosas, que son las más expuestas a perecer por ser sus alimentos, aún sin

necesidad de epidemias, nocivos a la salud y hacinados en una sola casa, muchas

personas están expuestas a perecer por que todos los objetos que les rodean, exalan

miasmas deletéreos y convierten estas mansiones de la indigencia, en mansiones de la

muerte. Casi estamos seguros que no se adoptarán en nuestra desgraciada España, a lo

menos con oportunidad, las medidas que reclama semejante situación; sus gobernantes

748

Seoane, M. (1834): Opus cit. 749

Sánchez Núñez, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F. (1834): Opus cit. Pg. 287.

Page 448: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

448

sólo se dedican a las miserables cuestiones de la política, descuidando la más sagrada,

la que tiende a preservar a las clases pobres de la cruel enfermedad que las diezma”750

.

Dentro de la cadena epidemiológica, éste apartado está dedicado al huésped

susceptible, es decir aquella persona que presenta cualidades que favorecen la

supervivencia y replicación de un determinado agente patógeno, de tal modo que si se

produce la infección, en éste caso con el Víbrio Colerae, desarrollará más fácilmente la

sintomatología propia de la enfermedad. La mayor o menor susceptibilidad en el cólera

viene definida por varios elementos: en primer lugar estarían las características del

propio bacilo. Se conoce su mala tolerancia en medios ácidos, por lo que personas con

hipocloridria o aclorhidria en sus jugos gástricos, están más expuestos a desarrollar la

enfermedad; en segundo lugar estaría la mayor o menor exposición a los reservorios y

vectores de la cadena de transmisión, por ejemplo abastecerse de aguas contaminadas,

cuidar a los enfermos, con usos incorrectos en la manipulación de excretas, etc; y en

tercer lugar estarían las propias capacidades inmunológicas de la persona susceptible, en

la que en 1834 no había una inmunidad específica adquirida, al no existir vacuna ni

sensibilización previa.

La pobreza lleva unida a la desnutrición,751

y la fisiopatología de ésta última

se presenta como productora de una depresión inmunológica que explicaría por otra

parte la mayor susceptibilidad de esos individuos para la infección por cólera, es decir la

evidencia de que toda desnutrición se acompaña de un deterioro inmunológico en el

cólera se observa claramente por su sintomatología que influye en que éstos enfermos se

vean más rápidamente afectados por la pérdida de líquidos y electrolítos y por el shock

hipovolémico; pero es más, durante el período de convelecencia, si se sobrevivía a la

enfermedad, no dispondrían de las proteínas necesarias para superarlo.

Por tanto, quienes enfermaron agravarían aún más su estado de desnutrición,

y aún si lograron sobrevivir al cólera carecerían de los recursos alimenticios para

afrontar el período de convalecencia de una manera exitosa, no recuperándose y

750

Antídotos contra el cólera (1848). Imp del Diario de Sevilla, 2 Ed. Folletos de

Medicina, T. 14, P.15. En Rodriguez Flores, M.P. (1991): Opus cit. Pgs. 103-104. 751Desde una concepción clínica actual, hambre y desnutrición no son términos que

deban utilizarse como sinónimos, sin embargo en los modelos de la época estudiada se

asumía claramente que quien tenía dificultades para alimentarse pasaba hambre y estaba

desnutrido.

Page 449: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

449

muriendo de ésta manera diferidamente a la epidemia. Por tanto el binomio hambre-

cólera se une ahora al de higiene-cólera, no como causa-efecto, pero sí como factor que

agravaría la enfermedad. Sin embargo, al contrario de lo defendido por los autores del

siglo XIX, en el sentido de considerar la pobreza y su desnutrición como morada y

punto de partida del cólera, sería más lícito defender que el cólera y todos los cambios

sociales perjudiciales asociados a él produjeron y agravaron la pobreza y el hambre,

elemento éste último que no encontramos en los estudios históricos sobre ésta epidemia.

No cabe duda hoy día que el cólera actualmente produce hambre, como también la

produciría en 1834, apareciendo las manifestaciones de desnutrición, síntomas

gastrointestinales, deshidratación, etc., y a nivel social, aumento de la morbilidad, con

su repercusión en el trabajo y por tanto en el salario necesario para adquirir alimentos.

En el apartado axiomas etnográficos se ha podido comprobar cómo las

recomendaciones en torno a la alimentación fueron muy profusas, de tal manera que se

atribuían efectos profilácticos o predisponentes en función de la acción sobre la

sintomatología asociada al cólera. De manera que eran destacados los efectos

astringentes de ciertos alimentos frente a aquellos ricos en residuos, de la misma menera

alcalinizantes frente a ácidos, o se recomendaban dietas blandas frente a flautulentas,

recomendaciones todas ellas que demostraron su inutilidad.

La Corona había dispuesto en el mes de septiembre que “la distribución de

sopas económicas, la ocupación de los jornaleros en obras útiles; y el recogimiento de

los mendigos llamarán muy particularmente la atención de las Autoridades en los

pueblos atacados del Cólera”.752

Haciendo caso a ésta petición, la Junta Superior de

Sanidad de la vecina provincia de Salamanca, “ocupada incesantemente en precaver de

la cruel enfermedad que aflige una gran parte de España no satisfecha con las medidas

tomadas hasta aquí, ha querido proveer a la indigencia de los menesterosos, abriendo

obras públicas en las que puedan ser empleadas toda clase de personas, de modo que si

el cielo quiere hacernos experimentar su último rigor, no carezca nadie de saludable

alimento, así como tendrá en su caso esmerada asistencia en sus casas o en los

hospitales establecidos a tal fin. En consecuencia, todos los que pretendan trabajar en

las obras que comenzarán desde pasado mañana pasarán a inscribirse en la sección de

policía del Gobierno Civil, en el supuesto de que para los trabajos primeros se admiten

752

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 1 de septiembre de 1834.

Page 450: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

450

canteros, empedradores, peones o meros jornaleros, y muchachos de diez años arriba

con el jornal que se les manifestará. (…) Padres de familia, menesterosos de todas

clases, descansad en el celo de la Junta, que velará por vuestra salud y subsistencia, y

por la de vuestras familias”.753

Claro que no todas las provincias disponían de los fondos necesarios para

llevarse a cabo la ocupación de jornaleros. Tal es el caso de las dos extremeñas: “Con

ésta fecha traslado al Director General de Caminos de Orden de S.M. La Reina

Gobernadora, la exposición de V.E. de 23 del actual, acerca del estado de esa

Provincia con motivo de la falta de cosecha; y de las obras que podrían emprenderse

para proporcionar ocupación a los jornaleros en éste invierno; y le prevengo de Real

Orden, que se ocupe con preferencia de ellas, informando a S.M. de cuales piensa

ejecutar en éste año, y qué cantidades trata de invertir en ellas, en el concepto de que

S.M. quiere que se de principio a la mayor brevedad a las que puedan hacerse para

precaver con tiempo los gastos de la miseria que amenaza. De Real Orden le digo a

V.E. para su inteligencia y efectos correspondientes, añadiéndose de la misma, que

siendo desgraciadamente idéntica, la situación de las provincias de Andalucía, y otras

de la Monarquía siente S.M. amargamente que la escasez de fondos del Real Erario no

permita socorrer exclusivamente a las de Extremadura con los auxilios que reclama la

miseria que las amenaza; por cuya razón espera S.M. que el celo de las Autoridades y

el patriotismo de las Corporaciones y particulares contribuirá a hacer menos sensibles

los males, ya abriendo suscripciones para proporcionar a los jornaleros el alimento

necesario, ya proponiendo arbitrios para emprender obras públicas de utilidad común

en las que puedan aquellos encontrar trabajo y medios de subsistencia, a cuyo fin

prevengo hoy a los Gobernadores Civiles de Badajoz y Cáceres de Orden de S.M. que

poniéndose de acuerdo con V.E. se ocupen de éstos objetos con preferente atención de

otro alguno”.754

Pero la asistencia a los pobres no tendría solo una finalidad de protección

hacia los mismos, sino que llevaría implícita egoístamente una protección hacia los

demás vecinos y las autoridades; es decir, al relacionarse el cólera con la pobreza y sus

753

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 1 de septiembre de 1834. 754

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 8 de septiembre de 1834.

Page 451: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

451

condiciones de vida (hacinamiento, insalubridad, etc.), se la vería como elemento de

predisposición, tendría una imagen de peligro público que salvo a diferencia de los

mendigos no vecinos de la ciudad, sería necesario prestar asistencia.

El cólera fue el causante de un aumento en el número de enfermos y muertos.

El siguiente cuadro y gráfico muestran la estacionalidad de las defunciones en las cinco

parroquias de Plasencia durante la epidemia de 1834:

E F M A M J J A S O N D

10 16 11 4 9 5 10 16 19 20 65 50

La ciudad de Plasencia vería desquiciada su vida diaria aún en mayor grado

que el año pasado, cuando el cólera era sólo una amenaza. Posiblemente los elementos

de defensa estuvieran contados, posiblemente el personal para atender a los enfermos se

quedara insuficiente, así como el personal para enterrar a la cantidad de muertos que se

irían apilando en las calles. También el cólera es una enfermedad que deja de manifiesto

las desigualdades sociales. Los pobres carecían hasta de lo más elemental como el

abasto de agua, y tenían que obtenerla de fuentes públicas, sitios por lo demás con altos

grados de contaminación de todo tipo. En tan críticas circunstancias al Cabildo llegan

Page 452: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

452

peticiones de otras ciudades que al igual que Plasencia están recibiendo el azote, y que

también ven cómo las armas para el socorro de enfermos se encuentran mermadas:

“…Se leyó un memorial del Presidente del Ayuntamiento y Junta de Sanidad de Don

Benito suplicando se sirva el Cabildo con algún socorro para los infelices de aquél

vecindario afligidos con el cruel azote del Cólera-Morbo, y el Cabildo enterado de todo

acordó se conteste a dicho presidente lo doloroso que le es no poder usar de sus

benéficas intenciones como lo ha hecho en otras ocasiones por estar socorriendo en

ésta ciudad con más anhelo que puede a los pobres que padecen la misma

enfermedad”755

.

Uno de los principales rasgos del cólera también dejó su impronta en

Plasencia, su selectividad social y urbanística. Se distingue por su preferencia por las

clases bajas, de higiene precaria y alimentación deficiente, y señala de manera enérgica

lo que se ha denominado “desigualdad social ante la muerte”.

Ciertos oficios relacionados con el agua y las tareas de limpieza, están más

intensamente expuestos al ataque del vibrión.756

Los informes médicos sobre el cólera

insistían como norma preventiva en la necesidad de mejorar las condiciones de vida de

las clases populares, así como en la erradicación de los focos de insalubridad que

existieran en las ciudades. Recomendaciones que ya se venían recitando desde 1832.

También a modo de observación etnográfica expongo a continuación las recogidas en la

traducción publicada en ese año de la instrucción popular emitida desde la Comisión

del Consejo de Sanidad de París:

“Así, pues, nunca será por demás el esmero que se tenga en la salubridad de las

habitaciones; y por consiguiente, es preciso evitar que viva, y mucho más el que

duerma demasiada gente en una misma habitación, ventilarla por la mañana y durante

el día, abriendo puertas y ventanas con frecuencia, y por largo rato. También

convendrá colocar en las piezas habitadas una vasija de agua clara y cloruro de óxido

755

Archivo de la Catedral de Plasencia. Actas del Cabildo, fecha 25-Nov. 1834. 756

Fernandez García, A. (1977): “Repercusiones Sociales de las Epidemias de Colera

del siglo XIX”. V Congreso Nacional de la Sociedad Española de Historia de la

Medicina, Vol I. pg. 127-145.

Page 453: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

453

de sodio líquido; y donde haya cocinillas en los aposentos, podrá renovarse fácilmente

el aire, haciendo durante algún rato un fuego claro de leña que dé mucha llama”.757

Vemos cómo en esa preocupación por la salubridad, que también canalizaba

su foco hacia lo doméstico, se aprecia una intromisión de los médicos hacia la vida

privada, preocupándose por la vivienda y los hábitos de vida como elementos de riesgo

de padecer la enfermedad. Esa triada higienista clásica de aire, luz y agua que

progresivamente tras ésta epidemia se irá universalizando se deja apreciar en el discurso

médico de la época.

Conviene tener en cuenta el grado de miseria y sufrimiento de las capas

placentinas más humildes, una realidad que en 1834 alcanzó cotas especialmente

elevadas. Porque a la epidemia hay que sumar los resultados de la Guerra Carlista, y de

una importante crisis de subsistencias motivada por la pérdida de las cosechas de

granos. A los efectos demográficos de la enfermedad se unieron, pues, los económicos

inmediatos. El comercio sufrió una paralización a causa de de las grandes dificultades

existentes por el movimiento de personas y cosas y el temor del contagio. A

consecuencia de la epidemia se gastó una gran cantidad de dinero en medidas sanitarias

extras, lo cual provocó la carencia de numerario para hacer frente a otras

obligaciones.758

La revisión de actas capitulares, municipales y del Cabildo, sitúan la

enfermedad en los meses de mayor mortalidad, por lo que aislando éstas variables

extraordinarias conocidas (hambre, crisis de subsistencias, etc.), sería lícito atribuir

dichas defunciones al cólera.

El análisis cualitativo de los libros de difuntos demuestra que el cólera tuvo

una diferenciación social muy acusada. El estudio de las partidas de defunción es muy

significativo. En la parroquia de Santa María, de los 21 finados por la epidemia en la

primera colación, 11 tenían categoría de pobres. En San Juan, de 17, aparecen como

mendigos, pobres y pordioseros 14; es decir, el 52,3% y 82,3%, respectivamente.759

El

757

“Instrucción popular formada por la comisión central del Consejo de Sanidad y

aprobada por la Prefectura de Policía de París. Madrid, 1832. Por Don Miguel de

Burgos, impresor por S.M. de la Real Junta de Aranceles. 758

Sánchez de la Calle, J.A. (1994): Opus cit. Pag. 119. 759 Sánchez de la Calle, J.A. (1990): “El cólera de 1834 en Plasencia”. Alcántara:

revista del Seminario de Estudios Cacereños. Pg. 209.

Page 454: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

454

mapa urbano de la epidemia demarca ciertos barrios, en los que con sorprendente

insistencia el embate es más violento. La parroquia de San Pedro registra el mayor

número de fallecidos en noviembre de 1834 (30), seguida por la de San Nicolás (27).

Esta geografía letal urbana ha sido delimitada claramente por las preferencias del cólera,

en la epidemia que se estudia, se superponen las áreas y los focos generadores de la

enfermedad. Los distritos de calles estrechas, escasamente aireadas y soleadas,

presentan unos índices superiores de mortalidad. El cólera prefiere alojarse en las

viviendas insalubres de las familias modestas. Una serie de cuadros patéticos de

hacinamiento nos presentan el hogar de los humildes por dentro, en las situaciones de

normalidad relativamente olvidados. La calle Ancha pertenece a una zona baja de la

ciudad caracterizada por tener vecinos de una clase muy humilde. Por lo cual no es de

extrañar que la enfermedad hiciera presa de una forma marcada en éstos habitantes. Por

otra parte, es lógico pensar que los organismos debilitados se comporten de un modo

más receptivo a las enfermedades que otros mejor alimentados. Para cuando el cólera

llegó a Plasencia ya se había identificado que mataba más a los que carecían de

alimento que a los bien nutridos en una clara asociación entre desnutrición y muerte.

Esa relación de causalidad unidireccional la podemos ver recogida por numerosas

publicaciones de la época, en las que, sin embargo reitero, no se aprecia la relación

inversa, es decir, que fuera el cólera el que produjera hambre. Y es que no solo el

cuadro clínico de la enfermedad ofrece manifestaciones de hambre, también su elevada

morbilidad y mortalidad, afectaría a la mano de obra y por tanto a la producción.

No se puede decir taxativamente, sin embargo, que la pobreza causara el cólera,

pero en general, como se viene apuntando tendrían los pobres más dificultades para

escapar al azote; es decir, peores infraestructuras de abastecimiento de agua, malas

condiciones en la eliminación de excretas, unidas a una menor capacidad para acceder a

los recursos sanitarios proveedores de cuidados, lo que llevaría irremediablemente a que

fueran atendidos por la familia, que a su vez se colocaba en una posición idónea para ser

contagiada también, por otra parte los pobres tendrían menos información, menor

control de factores de riesgo etc. Todo ello justificaría un mayor número de fallecidos

en familias pobres que en acomodadas.

Page 455: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

455

Calle estrecha, escasamente aireada y mal ventilada de una de las parroquias más

castigadas por la epidemia.

Defunciones en las cinco parroquias placentinas durante la visita del Cólera-Morbo

Page 456: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

456

En cuanto al control de los factores de riesgo me cabe una duda sin

embargo, es decir al estar Plasencia amurallada, y la mayor parte de la población residir

en la zona intramuros, las diferencias en cuanto al abastecimiento de agua entre ricos y

pobres serían muy reducidas, los mas pudientes tenían pozos individuales, el resto

recurría a los comunes, (quizás sí en el control de excretas), por lo que la vinculación

con el agua y su contaminación por deposiciones humanas, como factor de riesgo más

importante en el cólera, fue común en ambos (las medidas más eficaces en la actualidad

pasan por el control del agua como mecanismo de transmisión), habría que pensar

entonces aquí en las diferencias en susceptibilidad inmunológica, en la que en lo que al

pobre se refiere juega en su contra, unido a lo ya apuntado de hacinamiento de viviendas

en el principal reservorio de la enfermedad, es decir, el hombre.

Pero es que, además, en Plasencia (y en general en toda España), se produjo

un mayor número de defunciones en mujeres (68%) que en hombres (32%). La razón

pudiera estar en el trabajo, mas relacionado con las tareas de limpieza; además la madre

y esposa han sido quienes tradicionalmente atendían a los enfermos; por tanto las

posibilidades de contagio son mayores, pero hay además un dato interesante, y es el

hecho de que la mayor proporción de mujeres fallecidas correspondía a las viudas

(38%). El porcentaje restante se repartía por partes iguales (31%) entre solteras (entre

las que he incluido las catalogadas como párvulas) y casadas con algo importante que

interesa destacar, es decir, el hecho de que además de viudas la mayoría aparecen en los

libros de difuntos con la denominación de pobres, lo cual, según Sánchez de la Calle, es

algo totalmente lógico: una mujer que a principios del siglo XIX pierde al esposo se

encuentra abocada en muchas ocasiones a perder también su sustento, pues era el

marido el que principalmente lo ganaba. De ahí que en casi todos los casos en que

aparezca el término viuda vayan acompañados de la denominación de pobreza. Este

grupo social pertenecía a los más humildes en Plasencia, y en aquella época las viudas

forman una auténtica legión. 760

760

Sánchez de la Calle, J.A.(1990): Artº cit. Pg. 212.

Page 457: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

457

% De fallecimientos por sexo

Por otra parte hay que recordar la coincidencia con el cólera de una situación

de guerra. Este hecho seguramente conllevaría la reducción de hombres que, voluntarios

o forzosos, por el conflicto bélico, habrían abandonado las labores del campo,

feminizando de ésta manera la población rural que sería abatida por el cólera, dejando

un reguero de orfandad y abandono perceptible.

Estado civil de las mujeres fallecidas

La parroquia de San Nicolás registró 40 fallecimientos durante septiembre,

octubre, noviembre y diciembre. De las que 27 (67,5%) eran mujeres, ocho de ellas

Page 458: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

458

(29,6%) con categoría de viudas, y dentro de éstas además tres (37,5%) quedaron

registradas además como pobres.

En la parroquia de San Juan quedarón registradas 17 mujeres (70,8%) de

un total de 24 fallecimientos, 12 de ellas (70,5%) con categoría de pobres. Cuatro

fueron registradas en la categoría de viudas siendo tres de ellas además pobres.

La parroquia de Santa María, sin embargo, no registra la sobremortalidad

femenina observada en las anteriores parroquias. Entre septiembre y diciembre, cuando

fue declarado extinguido el cólera, habían fallecido 16 hombres (47%) y 18 mujeres

(53%), del total de 34 fallecimientos en 21 de ellos (61,7%). La causa fue el cólera-

morbo, de las mujeres el 38,8% eran pobres, y dentros de éstas el 85,7% eran además

viudas. En ésta parroquia la media de edad de los fallecidos por cólera-morbo era de

52,5 años.

% de fallecimientos pos sexo en la parroquia de San Nicolás

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459

% de falledicos por sexo en la Parróquia de San Juan.

% de mujeres con categoría de pobres fallecidas en la parroquia de San Juan

Page 460: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

460

Causas de fallecimiento en la parroquia de Santa María entre septiembre y diciembre

Pero éste hecho es significativo y coincidente con el resto del país, y en todos

los tiempos; es decir el cólera suele producir también cierta sobremortalidad femenina;

si bien también sería discutible si ello es debido a un factor biológico dependiente del

sexo o si juegan un papel más decisivo los factores sociales antes mencionados y que

están en relación con el tradicional papel femenino como cuidador doméstico.

En cuanto a la edad se observa cómo la mayor parte de los que mueren por

cólera en la parroquia de Santa María tienen una edad elevada para la época. Sólo

aparece un niño de seis años entre los fallecidos. Entre los 11 y 20 años hay también un

solo caso, en el de 21 a 30 no hay ninguno, en el de 31 a 40 aparecen tres, en el de 41 a

50 siete, en el de 51 a 60 dos, y en el de mayores de 61 seis. En lo que se refiere a los

registros parroquiales de San Juan no aparece la edad, y en los de San Nicolás aparece,

pero no así la causa de la muerte, por lo que no permite completar el estudio. Por tanto,

y siendo consciente de tomar sólo una sóla fuente de datos, es decir, la parroquia de

Santa María, en función del análisis de la edad, el cólera-morbo asiático atacó en

Plasencia más a los adultos que a los niños.

Page 461: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

461

Tramos de edad de los fallecidos por cólera en la parroquia de Santa María

En consecuencia, aparece otro determinante biológico básico, la edad, es

decir se sabe que el cólera, cuando ataca a una población no sensibilizada, como sucedió

en Plasencia en 1834, todos los grupos de edad pueden potencialmente verse afectados

por igual; mientras que en las zonas endémicas donde parte de la población tiene algún

grado de sensibilización previa por epidemias anteriores y su contácto con el víbrion, y

al sobrevivir a la infección creando cierta resistencia inmunológica temporal, el cólera

es sobre todo una infección pediátrica. Pero no sólo por ese condicionante los infantes

tienen mayor riesgo, pues las especiales necesidades hídricas del niño y especialmente

del lactante y unido a su incontinencia fecal y comportamiento social e higiénico,

aumentan también la susceptibilidad al cólera. Y otro grupo de especial sensibilidad

respecto a la mortalidad por cólera son los ancianos. Por tanto los grupos más

susceptibles son siempre aquellos con equilibrios hídricos más frágiles, lo que, en

relación al determinante biológico de la edad, señala en general precisamente a niños y

ancianos. El grupo de éstos últimos sería muy reducido al estar la esperanza de vida

también más reducida en edad, y por que la reciente guerra de la independenia habría

mermado la población adulta; pero, aunque baja, la edad avanzada no sería motivo de

predisposición aunque constituiría un factor de mal pronóstico por su gran

susceptibilidad. Pensemos en la presencia de enfermedades crónicas en éste grupo etario

y su papel como factor de riesgo de incremento de la mortalidad en caso de contraer el

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462

cólera. Es más, el padecer una enfermedad podría significar, por otra parte, no trabajar y

con ello no percibir un salario, situaciones que abocan a la pobreza, que agudizan aún

más la enfermedad, entrando en un círculo vicioso cuyo final claramente es la muerte.

De cualquier manera, y situándonos en 1834, éste carácter de cronicidad de la

enfermedad no es el mismo que el actual. Es decir, esa característica de larga estabilidad

sintomatológica y supervivencia relativamente longeva, no es tal, sino por el contrario la

enfermedad crónica entonces conllevaba una acelerada e irreversible pérdida de

autonomía y el abocamiento a una muerte temprana.

De acuerdo con las informaciones ofrecidas por la Gaceta de Madrid los

muertos en Plasencia fueron 123. Cifra que coloca a la ciudad en un lugar preeminente

por lo que a intensidad del morbo se refiere.761

Los resultados obtenidos tras la revisión

de los registros parroquiles no llegan a esa cifra si consideramos las muertes por cólera

en los meses de obtubre, noviembre y diciembre, sin embargo, tal y como queda

reflejado más arriba, se dispara durante esos meses.

Quiero recalcar que para éste estudio, las conclusiones sobre cifras de

mortalidad como datos demográficos y epidemiológicos son necesarias, pero no se

encuentran dentro de los objetivos de ésta investigación, puntualizando además que

éstas recopilaciones directas durante la epidemia quizás no sirvan para estimar la

morbimortalidad real del cólera, es decir, a falta de datos tales como la causa del

fallecimiento en todos los registros parroquiales. Únicamente se podría tratar de inferir

la mortalidad por el cólera a partir del cómputo total de los fallecidos eliminando

aquellos atribuibles a otras causas, o lo que es lo mismo, a partir del aislamiento de

todas las variables que intervinieron en la evidente sobremortalidad del los meses en

que Plasencia convivió con el cólera. Por lo tanto queda claro que se ha partido de una

revisión indirecta de los registros parroquiales de defunciones, y desde la hipótesis de

que el aumento en la mortalidad en esos meses, conocidas y minimizadas otras

variables, como el hambre por malas cosechas (imposibles de aislar), debián obedecer

entonces a alguna causa extraordinaria que coexistiera, y esa era la enfermedad del

cólera.

De todas maneras las características de la infección por cólera, como otras

enfermedades principalmente transmitidas por el agua, tiende a generar una

761

García Pérez, J., Sánchez Marroyo, M. y Merinero Martín, M. J. (1985): Historia de

Extremadura, IV, ed. Universitas. Badajoz.

Page 463: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

463

representación gráfica llamada curva holomiántica, caracterizada por un contagio

masivo desde un reservorio infectivo común -un pozo de agua, por ejemplo- que debuta

de forma relativamente brusca tras el período de incubación y tiende a disminuir más

lentamente. Aunque dicha curva sólo puede apreciarse en poblaciones relativamente

numerosas y que, lógicamente, cumplan el criterio de una infección múltiple en un

breve espacio de tiempo a partir de un mismo foco, podría servirnos para explicar el

aumento en las cifras de mortalidad, unida a otras características observadas y que son

propias de la mortalidad observada por cólera en 1834, como por ejemplo la proximidad

geográfica estrecha con núcleos afectados o la no existencia de un predominio

claramente masculino, o mortalidad llamativa en los meses de estancia de la enfermedad

documentada en fuentes municipales y eclesiásticas.

2.3.5. De la prevención simbólica a la prestación de auxilios espirituales

El estamento religioso prestó servicio a la ciudad durante la epidemia. El año

anterior (1833) pudimos comprobar cómo colaboraron en las Juntas de Sanidad, algunas

veces incluso reivindicando su destacado papel en las mismas en una clara lucha de

apropiación por la gestión de la enfermedad y la muerte, a la vez que cotidianamente

celebraron diversos actos y servicios litúrgicos solemnes encaminados a la prevención

simbólica, tales como procesiones y Rogativas, que en éste año se acentuaron cuando la

epidemia llegó a Plasencia.

A medida que el cólera progresaba, y ante la incapacidad práctica por parte de

la medicina por frenar su curso, aumentaría el fervor religioso haciendo que además de

esas manifestaciones simbólicas y rituales en torno a la enfermedad, se abarrotaran los

confesionarios en un sentido y sincero arrepentimiento. Esto último podría ser muestra

del adoctrinamiento religioso. Cuando la epidemia se encontrare en su momento alto

sería entonces cuando ambos colectivos de actores se verían desbordados en su trabajo,

los sacerdotes no darían abasto en sacramentar, y los médicos en asistir correctamente a

los enfermos.

Siendo ahora el momento de pasar de esa prevención simbólica a la asistencia

espiritual, las autoridades religiosas se preocuparon de tranquilizar al Sr. Obispo

asegurando que por parte de la Santa Iglesia no se negará nadie al servicio de los

auxilios espirituales: “…Se abrió y leyó un oficio del Ilmo Sr. Obispo, su fecha de este

Page 464: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

464

mismo día manifestando espera se sirva el Cabildo de su acreditado celo que ninguno

de sus individuos ni cualquier otro dependiente de la Santa Iglesia estará pronto y no se

negará al servicio de los auxilios espirituales a los que padezcan la enfermedad del

Cólera- Morbo u otra cualquiera, y el Cabildo acordó: Se conteste al L.S.Y. persuadido

y descanse de que todos los individuos capitulares y dependientes de la Santa Iglesia, a

quienes se les previene lo conveniente para ello, estarán prontos como siempre han

estado y nunca se han negado a suministrar los auxilios espirituales a cualquiera que

padezca la epidemia del Cólera ni otra distinta, siempre que les sean llamados para

ello.762

Lo anterior, en cambio, choca frontalmente con una nota recogida en el

archivo parroquial de Santa María, referente a los datos de una mujer fallecida por

cólera-morbo y que residía en la calle ancha, en la que consta la prohibición realizada

por las autoridades de que los sacerdotes asistieran a entierros mientras durase la

epidemia: “…no habiendo recibido más que la Santa Unción que la administró (…)

cura de la parroquia. No testó por no tener de qué, no asistieron los Sres Sacerdotes

(…) de la parroquia a su entierro por haberlo prohibido la autoridad mientras

permanezca el cólera”.763

O los referidos a un canónigo de ésta Santa Iglesia Catedral,

al que “no asistió el Ilmo Cavildo a su entierro por haberlo prohibido la autoridad

mientras dure el cólera-morbo”.764

2.4. Asistencia al enfermo de cólera

2.4.1. Hospitales

Un año antes pudimos comprobar cómo las autoridades se preocuparon, si no

de preparar, por lo menos sí de nombrar un hospital para coléricos, el hospital de la

Merced. El paso del cólera por Plasencia dejaría en evidencia una penosa cobertura

sanitaria, especialmente la benéfica, y la inadecuación de un sistema puntual de trabajo

de la Junta de Sanidad Municipal, de la que no se tienen noticias cuando la enfermedad

atacó a la población. El colectivo médico, a través de su Boletín, a primeros de julio de

1834 informa de las características que deben reunir los hospitales que para la atención

762

Archivo de la Catedral de Plasencia. Actas del Cabildo, fecha 9-Nov. 1834. 763 Archivo Parroquial de Santa María. Libro de finados. 764

Ibidem.

Page 465: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

465

a los enfermos coléricos se establezcan en las poblaciones. Para ello recomienda una

ubicación de los mismos en parajes bien ventilados, así como evitar el hacinamiento de

enfermos por considerarlo foco de infección, por tanto se prefiere un mayor número de

hospitales con pocos enfermos en cada uno:

“Deben establecerse hospitales efectivamente en parajes ventilados, pero no deben ser

grandes ni situarse muy lejos de la población. El número excesivo de enfermos, aun de

males no sospechosos, y su hacinamiento dan lugar a la producción de emanaciones y

miasmas que constituyen focos de infección. Si los hospitales se sitúan lejos, tienen el

inconveniente de hacerse inútiles para los infinitos enfermos que llegan a la hora

extrema: la rapidez del cólera en su curso, y la ineficacia de los auxilios no

dispensados en el principio de la invasión, reclaman la formación de hospitales en

todos los cuarteles, y aún mejor en cada barrio, siempre que los medios pecuniarios lo

permitiese”.765

Se establecieron además en algunos puntos Casas de Socorro, cuyo cometido

era ofrecer los primeros auxilios al enfermo y posterior traslado al hospital. Al respecto

el colectivo médico se posicionó a favor de las mismas en lo que se refiere a su primer

cometido, que consideraban fundamental en la posible curación, pero dudaban de la

utilidad del segundo:

“Se nos ha asegurado que ya hay varias establecidas en distintos puntos de esta Corte

por si viniese el caso desgraciado de necesitarlas, pero que no tenían más objeto que

dar a los individuos los primeros auxilios del momento y mandarlos inmediatamente al

hospital. Nosotros creemos la primera parte de esta noticia, pero dudamos de la

segunda, porque supondría en los que la dictasen muy poca atención a la marcha de la

enfermedad que nos amenaza. Estas casas deben tener dos objetos, uno de estar

prontos los auxilios espirituales y médicos para los enfermos atacados accidentalmente

de las casas inmediatas pudientes, hasta que pudiesen ser asistidos por sus propios

facultativos, y el otro para admitir y curar en sus salas a los enfermos pobres que,

distantes del hospital general, perderían la mayor parte los momentos únicos que

pueden dar esperanza de curación si fuesen conducidos a él. Supongamos que

socorridos en éstas casas hubiesen obtenido algún alivio, quién puede dudar que

sacados entonces de sus camas, para ser trasladados a aquel establecimiento,

765

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina Cirugía y Farmacia.10-7-1834.

Page 466: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

466

perderían en el acto lo que habían ganado, y serían condenados a una muerte casi

inevitable?. No hacemos tan poco favor a los encargados de la salud en estos críticos

momentos”.766

En éstos momentos críticos en el devenir de los acontecimientos los

facultativos postularon su creencia de que establecer hospitales únicamente para la

atención de coléricos sería perjudicial por considerarlos focos de atención. Tanto

contagionistas como anticontagionistas defendieron la instalación de casas de socorro:

“A más de que esto supondría otra disposición no menos nociva que la precedente, es

decir, que el hospital general sería destinado solo para los coléricos, cosa reprobada

por todos los prácticos de esta enfermedad. Prescindiendo por ahora de los infinitos

defectos que tiene el nuestro, un foco de infección tan grande ¿no sería el modo de

aumentar los estragos del establecimiento mismo y aun los de toda la población?.

Según el parecer de todos los prácticos, tanto contagionistas como no contagionistas,

deben multiplicarse todo lo posible estas casas de socorro en forma de pequeños

hospitales provisionales, no solo para proporcionar los auxilios del momento y facilitar

la curación de los enfermos, sino también para evitar las grandes reuniones de estos,

siempre mucho más temibles que las reducidas. En nuestra opinión los coléricos en

detalle no son contagiosos, pero amontonados forman una suma de infección

atmosférica, capaz de reforzar la causa epidémica reinante y hacerla progresar hasta

el infinito”.767

No se determinó por tanto la adecuación de un hospital para coléricos en

Plasencia, pero sí se destinaron salas independientes dentro de los propios hospitales

para atender únicamente a enfermos de cólera-morbo: “…habiendo sido atacada de

cólera-morbo fue asistida en el hospital de Santa María donde está destinada la sala

para coléricos”.768

Cuando el cólera llega a Plasencia son tres los hospitales (si consideramos a

la enfermería de los padres descalzos como parte del hospital de la Cruz) que habrían de

atender a los enfermos de cólera: hospital de Santa María, hospital de la Merced y

hospital de la Cruz. En lo que al hospital de Santa María se refiere, si se acepta la

766

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina Cirugía y Farmacia. 17-7-1834. 767

Ibidem. 768

Archivo Parroquial de Santa María. Libro de finados.

Page 467: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

467

vigencia de las Ordenanzas del Obispo Laso de la Vega en cuanto a admisión de

enfermos, pudiera ser lícito también aceptar la vigencia en cuanto a personal y

obligaciones:

- Obligaciones del cirujano: Item Ordamos que el Zirujano que huviere de asistir a

dicho Hospital que solo será en caso de que estando en él algún enfermo le

sobrevenga enfermedad, tenga obligación de visitarle durante la referida

enfermedad dos veces al día, las demás que convengan hasta que este sano, y le

aplicará todos los medicamentos que necesitare, sobre que también le encargamos

la conciencia. 769

- Obligaciones del médico:“Item Ordamos y mandamos que el Médico que hubiere

de asistir a curar los enfermos de dicho hospital y sus ministros, los visite dos

veces al día a las horas competentes O más si fuere necesario aplicarles los

remedios convenientes cuidando se hagan a su tiempo y que coman y refresquen a

las horas que señalare; y en estado de peligro harán que le den los Santos

Sacramentos, avisándoles del estado en que se hallan para que se preparen y

dispongan de su alma; y en mejorando y en estando libre y si calentura les echará

convalecencia, señalándole los días que han de estar en ella a su discreción y los

asentará en el libro para mejor gobierno de la dicha convalecencia y del referido

Hospital, y si recayeren le volverán a recibir con sólo su parecer y se les harán los

remedios que necesitaren como antes; y, sobre todo, le encargamos su

conciencia.” 770

- Obligaciones del Barbero y Sangrador:“Item ordenamos y mandamos que el

Barbero y Sangrador que asistiere a dicho Hospital revise sus enfermos y

ministros de ordinario haciéndoles las sangrías, echándoles las sanguijuelas y las

ventosas que se necesitaren y lo demás que ordenare el Médico. Así mismo

afeitará y cortará el pelo a dichos enfermos siempre que tengan necesidad de ello

y, sobre todo, se le encarga la conciencia.771

- Obligaciones del Dispensero con relación al Médico:“Llamar al Cura siempre

que sea necesario sacramentar algún enfermo, aunque sea de deshora de la noche,

y lo mismo al Médico, Cirujano, Barbero, porque nunca le falten los remedios

espirituales y corporales. También es de su obligación asistir con el Médico a la

visita de los enfermos, y el Ama de cada sala, para saber lo que ha ordenado e irlo

asentando y asistiendo cuando se ejecutare, porque no se cometa algún yerro,

como se ha experimentado habiendo ordenado el Médico que a un enfermo le

769

Archivo de la Catedral de Plasencia. Carpeta Hospital de Santa María. Cuaderno 14.

Ordenanzas. Segunda Constitución referente a obligaciones del cirujano. 770

Archivo de la Catedral de Plasencia. Carpeta Hospital de Santa María. Cuaderno 14.

Ordenanzas. Tercera Constitución, referente a obligaciones del Médico. 771

Archivo de la Catedral de Plasencia. Carpeta Hospital de Santa María. Cuaderno 14.

Ordenanzas. Quinta Constitución referente a obligaciones del Barbero-sangrador.

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468

sangraran y a otro le diesen una purga, y se hizo lo contrario; de que resultó

haberse muerto el que recibió la purga, como después declaró el Médico”.772

Las ordenanzas mencionan también a otros profesionales del cuidado y

asistencia al enfermo, las amas, pero no recoge sus obligaciones. De la lectura de dichas

ordenanzas se deduce que el médico juega un papel importante en el hospital, siendo

necesario su reconocimiento y posterior visto bueno de los enfermos que desean

ingresar, sino que es también necesaria su firma en las cédulas de confesión y

comunión, junto a la del administrador. Prácticamente el hospital se mueve bajo sus

órdenes, ya que tanto el régimen de los enfermos como todo lo demás referente a ellos

es él quien lo dispone a través de Amas, Dispensero, Barbero, Sangrador, etc.773

Días más tarde de su visita, y tras haber comprobado in situ las carencias y

necesidades de los hospitales placentinos, el Gobernador Civil solicita las cuentas

referidas a dichos establecimientos. El Ayuntamiento se compromete a dar

cumplimiento de lo solicitado en lo que le atañe; es decir, lo relativo a los hospitales de

la Cruz y Merced, de los que es patrono, y transmitirselo al Cabildo para que haga lo

propio con el hospital de Santa María: “…Se dio cuenta de una orden del Sr.

Gobernador Civil de ésta provincia fecha 4 del que rige por la que previene que dentro

de 20 días y bajo la pena de suspensión de sus encargos rinda las cuentas

correspondientes a los hospitales de Santa María, de La Cruz, y de las Llagas, sus

respectivos mayordomos y los presenten al Ayuntamiento para que por éste le sean

remitidos justificados con la última aprobada. En Cuya vista el Ayuntamiento acordó

en exacto y puntual cumplimiento por lo que a su parte le corresponde como patrono de

los dos últimos establecimientos, y con respecto al hospital de Santa María le hagan

saber inmediatamente a su mayordomo D. Carlos Sánchez para que bajo la pena

impuesta por el Sr. Gobernador Civil cumpla con cuanto se previene y manda por dicho

Sr”.774

772

Archivo de la Catedral de Plasencia. Carpeta Hospital de Santa María. Cuaderno 14.

Ordenanzas. octava Constitución referente a obligaciones del Dispensero. 773

Rodriguez Peña, J.L. (1972): Los hospitales de Plasencia. Edita Caja de Ahorros de

Plasencia, Servicio de Publicaciones. Plasencia. Pg. 47. 774

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 8 de diciembre de

1834.

Page 469: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

469

Como era de esperar, el Mayordomo del hospital de Santa María dio a

conocer al ayuntamiento la imposibilidad de presentar cuentas sin la aprobación por

parte del Obispo: “… Se dio cuenta de una exposición del Mayordomo del hospital de

Santa María manifestando no le es posible poner en ejecución la presentación de

cuentas de dicho establecimiento sin aprobo y mandato del Ilmo Sr. Obispo de ésta

ciudad, con quien o a su tribunal de justicia se rinde por ser como es el único patrono.

En cuya vista acordó el Ayuntamiento se haga saber a este administrador no está en

manos de la corporación alterar las disposiciones superiores, y que bajo de su

responsabilidad haga lo que le parezca en éste asunto, y sin perjuicio se dese cuenta al

Sr. Gobernador Civil de ésta provincia con copia de citado oficio para su conocimiento

y efectos que convengan”.775

Ante esto el Gobernador Civil a través del Ayuntamiento

le hace saber al mayordomo la obligación de cumplir ante él con lo mandado: “…Se

hizo notorio un oficio del Sr. Gobernador Civil de ésta provincia fecha 18 del que rige,

contestación al que le dirigió el Ayuntamiento acompañándose copia del que pasó el

administrador del hospital de Santa María sobre cuentas del mismo establecimiento

que debe presentar al Ayuntamiento y éste remitirlas a dicho Gobernador Civil para

que se hagan conocer a citado mayordomo las facultades que le están concedidas por

Real Órdenes de 26 de marzo y 22 de septiembre últimos y que cumpla con lo que le

está mandado. En su vista el Ayuntamiento acordó: se haga enterar así al Mayordomo

por el Secretario D. Antonio María”.776

Y entre oficio de ida y vuelta el Mayordomo

pide ahora el tiempo suficiente para cumplir con lo mandado: “…Se dio cuenta de la

exposición presentada por el mayordomo del hospital de Santa María manifestando

está pronto a cumplir con la presentación de cuentas de aquél establecimiento según

previene, pero para ello necesita se le conceda el término suficiente. En su vista el

Ayuntamiento acordó: que no estando en su mano alterar las disposiciones superiores,

se le haga saber al propio administrador para que acuda a donde corresponda con éste

asunto”.777

775

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 12 de diciembre de

1834. 776

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 22 de diciembre de

1834. 777

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 26 de diciembre de

1834.

Page 470: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

470

En cuanto a los hospitales de la Cruz y Merced, su Mayordomo pregunta si

debe rendir cuentas referidas al año anterior o al año en curso, ya que si de éste se trata

la operación se puede demorar debido al aumento en los gastos por la atención prestada

al elevado número de enfermos del último mes: “…Se dio cuenta de una exposición del

Mayordomo de los hospitales de la Cruz y Merced del patrono del Ayuntamiento

solicitando se le diga si las cuentas que se mandan presentar correspondientes a dichos

establecimientos por el Sr. Gobernador Civil son las que tiene rendidas respectivas al

año de mil ochocientos treinta y tres, o las ha de dar nuevos al día, en cuyo caso se

hace aumentada la operación amontonándose considerables gastos y complicaciones

de operaciones si no se espera a la conclusión del año, con lo demás que de las mismas

resultan: En cuya vista habiendo conferenciado el Ayuntamiento acordó se haga saber

a dicho Mayordomo que entiende sean bastantes las últimas cuentas presentadas, pues

que la instrucción del Sr. Gobernador Civil cree no sea otra que tomar conocimiento e

intervenir las rentas de los Píos establecimientos con uso de sus facultades, sin que por

ello altere el fin de dar las cuentas por años naturales como siempre se ha

acostumbrado por hacer los rendimientos en fin de año muchas de sus rentas.”778

.

Seguramente la actuación de las autoridades en lo que se refiere a la

preparación de hospitales fuese irregular y confusa. Es posible que la improvisación

caracterizara su actividad. Al contrario de lo ocurrido un año antes en cuanto a la puesta

en marcha de medidas de aislamiento. En lo que se refiere ahora a la atención de

enfermos parece que ésta nueva epidemia les cogiera por sorpresa, y que el sistema de

asistencia se estableciera de forma urgente y precipitadamente. Quizás sea éste el

motivo por el que años más tarde, cuando el cólera se presentó por segunda vez en

Plasencia, el acondicionamiento de hospitales se estudiara más minuciosamente:

“Deben establecerse tres hospitales provisionales para la colocación y tratamiento de

los coléricos en los parajes donde determinen, pero preparándose desde luego uno que

sea presto de camas y otros utensilios necesarios en presentándose el cólera, con los

recursos que arbitrará la junta, escogiendo el medio más aceptable y pronto: Que el

personal de cada uno de los tres hospitales contará con un Profesor de Medicina

Director, un Practicante y dos Enfermeros; para cada establecimiento se dispondrá de

778

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 15 de diciembre de

1834.

Page 471: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

471

ocho camas cuyas (prendas) se fijarán a la mayor brevedad y tan presto como la Junta

disponga de algunos fondos; Que a los enfermos que apetezca permanecer en su casa y

con su familia se les socorrerá a domicilio con facultativo y medicinas, debiendo

sacarse éstas en éste caso, y para los hospitales provisionales de la oficina de farmacia

más inmediata, que para facilitar éstos socorros se determinará oportunamente, de la

cual Botica habrán de hallarse los medicamentos de que haga de hacerse uso; Y se

asigne un facultativo para cada uno de los cuatro distritos en que ha propuesto se

divida la población, con los honorarios de sesenta reales diarios si fuese médico, y de

cuarenta si fuese cirujano, cuyos honorarios principiarán a desvengarlos desde el

momento en que comiencen a prestar sus servicios; Todo lo cual debe anunciarse al

público para su conocimiento por medio de bandos; Concluyendo con manifestar

dichos Sres que se han servido traer y entregar en secretaría, el proyecto (…) y que

hechas las explicaciones y aclaraciones que consideran oportuno hacer para mayor

ilustración de la Junta. Abriendo discusión sobre todos y cada uno de los urgentísimos

extremos comprendidos en el procedente informe, después de haber estudiado y

discutido, la junta acordó oportuno tales como la comisión los propone”.779

2.4.2. Número de enfermos

No se dispone de un registro de enfermos que pudieron ser ingresados en los

tres hospitales, pero algunos datos nos pueden dar una idea de la elevada cantidad de

personas atendidas:

- Uno de ellos hace referencia a la petición hecha por parte del boticario D. Juan

Redondo Rivero a la Comunidad de los Padres Descalzos para que se le abone el

importe correspondiente a la medicina despachada desde junio a diciembre de

1834: “…Se dio cuenta de un memorial de D. Juan Redondo Rivero, vecino y

boticario de ésta ciudad en que solicita se le satisfaga la medicina que ha

despachado para la comunidad de los Padres Descalzos desde el día 13 de junio

hasta el 29 de diciembre del presente año importante 328 reales, de cuya cantidad

deberá rebajarse la tercera parte según costumbre, presentando al mismo tiempo

el libro recetario de dicha comunidad, en donde estaban estampadas 45 fórmulas

779

Archivo Municipal de Plasencia. Actas capitulares, sesión de 25 de septiembre de

1854.

Page 472: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

472

despachadas desde referido día, y enterado el Ayuntamiento acordó que se expida

libramiento para que se pague a dicho Rosado doscientos diez y ocho reales y 24

marabedíes de la medicina despachada para ésta comunidad”.780

En ésta misma

sesión de las autoridades municipales, siendo la fecha 31 de diciembre, se acuerda

también aprobar las cuentas de los hospitales de la Cruz y la Merced: “…Vistas las

cuentas de la Fabrica de cañas, hospitales de la Cruz y Nuestra Señora de la

Merced, y la memoria de los Sres Toledo dada por su administrador D. Vicente

Wenceslao Ramos de año y medio vencidas en San Miguel y Navidad de 1833 con

los informes puestos a ellos con los Sres Comisarios, acordó el Ayuntamiento

aprobar como aprobó dichas cuentas y que se franquee al administrador

certificado de éste acuerdo para su despacho”.781

- Otro es la relación de enfermos pertenecientes a la comunidad de San Miguel

atendidos por el facultativo del hospital de la Cruz: “…Se dio cuenta de un

Memorial de Fray Antonio del Montijo, conventual y guarda del colegio de San

Miguel, extramuros de esta ciudad, manifestando en él que hallándose la

comunidad de su cargo en la mayor indigencia y débitos que ha construido [para]

facilitar a los enfermos individuos de la misma [comunidad] en éste año,

presentaba la declaración del facultativo del hospital de la Cruz de que es

patrono, dar orden a fin de que el mayordomo satisfaga de sus rentas lo que

diariamente juzgue conveniente para la asistencia de dichos enfermos según se ha

hecho siempre, y dicho Ayuntamiento habiendo visto al mismo tiempo la relación

que el facultativo daba de los enfermos y el tiempo que lo [ha] estado, pues

ascendía a 1216 acordó que se cobre a razón de seis reales diario por individuo y

día, a cuyo fin se expide contra D. Vicente Wenceslao Ramos, administrador del

hospital de la Cruz el oportuno libramiento para que de los caudales que están en

su poder pague a la comunidad de Fray Antonio del Montijo, Guardia de dicho

Convento la cantidad de 732 reales, importe de los días que los individuos han

estado enfermos en el año de 1834 a razón de seis reales por cada un individuo y

día, y que dicho memorial y lista del facultativo se pase a éste libro de actas”.782

780

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 31 de diciembre de

1834. 781

Ibidem. 782

Ibidem.

Page 473: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

473

Una de las dos puertas del Hospital de Santa María

2.4.3. Cuidados generales

En julio se habían publicado en el Boletín Oficial de la Provincia una serie de

recomendaciones a seguir en caso de encontrarse mal. Se hacía especial hincapié en la

importancia de no perder los primeros momentos, porque de esto depende en gran parte

el que no ocasione extraordinaria mortandad el Cólera Asiático. En primer lugar será

preciso luego que alguna persona enfermase debe llamar al Médico, que es el único

que puede tratar su mal con acierto. Y mientras éste llega, si la enfermedad está ya

presente en el pueblo, con el único e importante objeto de no perder tiempo, se

recomendaron los siguientes remedios:

Si se presentan tres o cuatro evacuaciones de vientre líquidas, se enfrían algo las

piernas, hay además algún escalofrío en varias partes del cuerpo, con sensación

de peso o ligero dolor de cabeza, ardor en el estómago, sed o algún calambre, se

Page 474: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

474

pondrá al enfermo en cama, se le aplicarán botellas de agua caliente, o ladrillos o

bayetas calientes en los pies; enseguida sinapismos hechos solo con mostaza y

agua caliente en las piernas, muslos o brazos, mudándolos de sitio de cuarto en

cuarto de hora, o antes si incomodasen mucho, teniendo cuidado de volverlos a

calentar, cuando estén fríos, y también de no enfriar al paciente. Las friegas secas

o con algún líquido estimulante apropiado serán oportunas, si se pudiesen dar sin

que el enfermo se airease. De hora en hora se echará una lavativa compuesta de

una jícara de agua de arroz, o bien de agua común por ser más pronto, en la que

se disolverán dos pedazos de almidón algo mayores que el tamaño de una

avellana, una yema de huevo, y 24 gotas de láudano líquido. Si hubiese algún

dolor de tripas se pondrá en el vientre una cataplasma caliente hecha con la

harina de linaza y agua, añadiendo encima un moco de manteca sin sal. Hasta que

el Médico se presente no tomará el enfermo otro alimento que alguna jícara de

agua de arroz, poniendo a cada cuartillo de ésta media onza de goma arábiga, y

otra media de azúcar, todo pulverizado, para que se disuelva con facilidad a fuego

lento. Si ya desde el principio con los síntomas referidos se presentasen vómitos, o

éstos se declarasen luego, a más de todo lo dicho, se pondrá un sinapismo a todo

lo largo del espinazo desde la nuca a los lomos, se dará de cinco en cinco minutos

un pedacito de hielo del tamaño de una avellana, y de dos en dos horas una jícara

de agua de arroz espesada, añadiéndole doce gotas de láudano líquido, y si éste

promoviese más el vómito tomará el enfermo un grano del estracto acuoso de

opio, también cada dos horas. Los dolores cólicos en éste caso son fuertes, y para

mitigarlos se ponen en el vientre desde una a dos docenas de sanguijuelas, según

la edad y naturaleza del sujeto, es decir, una en los de corta edad o débiles y dos

en los adultos y robustos; desprendidas las sanguijuelas se pone la cataplasma de

linaza. También se suele observar que los cursos o la diarrea en muy poco tiempo

estenúan por su frecuencia y abundancia a los enfermos, y entonces, si todavía no

hubiese llegado el profesor, podrán ponerse las lavativas aconsejadas arriba, con

la diferencia de que en vez del láudano se deberá poner un escrúpulo de alumbre

de roca. Si el ataque desde luego se presentase con frialdad estremada en la

mayor parte del cuerpo, con color azulado, cara desfigurada, y absolutamente sin

pulso o casi imperceptible, o bien se manifestasen éstos síntomas sin haber

comparecido aún el Médico, es necesario envolver las piernas, muslos y brazos del

enfermo con sinapismos muy calientes, poner en el espinazo reiteradas veces el

Page 475: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

475

largo sinapismo arriba expresado, y mantener el calor a todo trance con botellas

de agua, ladrillos o saquitos de arena muy calientes. De lo demás se practicará lo

que se pueda, pero no se le dará el láudano ni el opio”783

.

Otra de las puertas del Hospital de Santa María

La terapéutica que se debió utilizar en Plasencia estaría en consonancia con la

regla general de aplicar el hielo al interior y la sangría al exterior, complementada con la

aplicación de calor mediante fricciones, cataplasmas, etc. Una dieta severa y la

utilización de medicamentos tradicionales para tratar la sintomatología. Un indicador de

lo apuntado está en el hecho de haberse agotado en la ciudad un elemento de éste plan

terapéutico general, la nieve:

“Con motivo de haberse dado varias quejas a los Señores individuos del

Ayuntamiento sobre la falta de nieve en las botellerías para el socorro y auxilio de

los enfermos, que se mandó que se haga saber a los dos botelleros, Antonio

783

Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 11-7-1834.

Page 476: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

476

Ramírez y Juan Serrano, que sin escusa ni pretexto tengan el correspondiente

surtido de nieve para medicinar a los enfermos bajo la multa de 20 ducados por

cada falta, sin perjuicio de los demás procedimientos a que den lugar”.784

La estructura sanitaria en Plasencia demostraría, al igual que en toda España,

verdaderas carencias, sin negar el esfuerzo del personal sanitario y personas que

cuidaran los enfermos, el trabajo resultaría ineficaz. Errores diagnósticos, ocultación de

la enfermedad, abandono de enfermos, terapéutica centrada en sangrías, vejigatorios,

etc., métodos que lejos de beneficios aportarían mayores males. No hay referencias

documentales que avalen la utilización de la sangría en Plasencia, pero no cabe duda de

que ésta práctica debió realizarse, y que resultaría igualmente inútil, ya que lejos de

corregir los efectos de la deshidratación aumentaría la pérdida de volumen.

2.5. Final de la epidemia y vuelta a la vida cotidiana

2.5.1. Tedeum de Acción de Gracias

Tras el pico de la epidemia cabía esperar una cola alargada y no una

desaparición brusca, además de que algunos enfermos que sobrevivieron al cólera,

como se apunta más arriba, morirían diferidamente por carecer de recursos para una

recuperación completa. Probablemente una vez que disminuyó el número de casos se

volvería quizás a la práctica de ocultar la verdad, en la firme creencia de que la

ignorancia generaba supuestamente tranquilidad social.

A finales de 1834 el cólera estaba oficialmente extinguido en Plasencia,

motivo por el que las autoridades deciden solicitar al Cabildo la celebración de un

Tedeum en acción de gracias por tan excelente noticia:

“… Se leyó y abrió un oficio del Ayuntamiento de ésta muy noble y muy leal ciudad, su

fecha 28 de diciembre (…), invitando por el primero al Ilmo Cabildo para que en el día

de mañana jueves primero de enero de 1835 se cante en la Santa Iglesia un Solemne

Tedeum en acción de gracias al Todo Poderoso por los singulares beneficios que su

Divina Misericordia nos ha dispensado; (…) Enterado el Cabildo de todo acordó se

784

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión de 1 de diciembre de

1834.

Page 477: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

477

den por el (…) las ordenes convenientes y se conteste al Ayuntamiento en la forma

siguiente. = Enterado éste Cabildo de los atentos oficios de V.S.S. de éste día ha

acordado igualmente cantar con toda Solemnidad en el día de mañana después de la

hora de Sexta el Tedeum de acción de gracias por los singulares beneficios que nos ha

dispensado la Divina Misericordia principalmente en ésta ciudad, en que parece su

infinita piedad ha resplandecido con mayor beneficencia por el levantamiento de su

terrible azote…”785

.

Y 1835 se inicia con la decisión por parte del Ayuntamiento de dar

comunicación al Gobernador Civil de la provincia de la celebración del solemne y

esperado Tedeum en acción de gracias por el restablecimiento de la salud pública:

“…Acordó el Ayuntamiento que se dirija al Sr. Gobernador Civil de esta provincia el

oportuno parte circunstanciado de la solemnidad con que se han practicado en esta

ciudad y día de ayer el Tedeum en acción de gracias al Todo Poderoso por el

restablecimiento de la salud pública después de haber sufrido el azote del cólera-

morbo…”786

.

El Sr. Gobernador Civil, como no podía ser de otra manera, recibió con

satisfacción la noticia: “…Se dio cuenta de otro oficio de dicho Sr. y de la misma fecha

manifestando ha visto con particular satisfacción y agrado el expresivo de ´este

ayuntamiento fecha dos del que rige dándole parte de la fiesta que ha celebrado en esta

ciudad el restablecimiento de su salud publica auyentando el azote esterminador del

cólera…”787

.

2.5.2. Reconocimiento a los facultativos

Hemos podido comprobar cómo la presencia de los facultativos en las

estructuras gestoras no aparece documentalmente como de primer orden, no así su

práctica asistencial, que era demandada a pesar de su reducida efectividad curativa para

el alivio de la sintomatología. El Gobernador Civil realizó mención especial a aquellos

médicos que atendieron cumplidamente a los enfermos coléricos durante la epidemia.

De ésta manera premió a los facultativos: Don Juan Quevedo, Don José Rodríguez y

785

Archivo de la Catedral de Plasencia. Actas del Cabildo, fecha 31-Dic. 1834. 786

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 2 de enero de 1835. 787

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 9 de enero de 1835.

Page 478: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

478

Don José Pérez; sin embargo las autoridades municipales destinaron el dinero

correspondiente a tales premios en beneficio de la milicia urbana, aduciendo que en su

día los médicos habían renunciado a tal gratificación, aunque al parecer ahora la

reclamaban:

“Visto un oficio del Sr. Gobernador Civil de ésta provincia fecha 7 del que rige sobre

premios a los facultativos: Don Juan Quevedo, Don José Rodríguez, y Don José Pérez,

señalando el primero sesenta y a los segundos cuarenta (…), en cada día de los que

permaneció en ésta ciudad la enfermedad del cólera-morbo; Enterado el Ayuntamiento

y habiendo conferenciado entre sí acordó: Que habiendo visto por dicho oficio (…) por

el que el Sr. Gobernador Civil de ésta provincia recibió una queja producida por los

facultativos, sin oír las causas y motivos que ésta corporación ha tenido para hacerles

el señalamiento de la cantidad con que se les ha gratificado, en compensación al

trabajo que han prestado por las extraordinarias circunstancias del cólera-morbo, y

que renunciaron voluntariamente, por cuya razón se aplicaron al beneficio de la

Milicia Urbana, se represente al Sr. Gobernador Civil todos los motivos y causas que el

Ayuntamiento ha tenido presente para proceder en aquellos términos, esperando que

enterado su señoría quedará al Ayuntamiento en el lugar y concepto que se merece”788

.

El motivo aducido por las autoridades para no realizar el pago de dicha

gratificación no pareció convencer al Gobernador Civil, puesto que días más tarde

volvería nuevamente a reclamar para los facultativos su merecido premio:

“Visto un oficio del Sr. Gobernador Civil de ésta provincia fecha 16 del que rige,

sobre que se les abone a los facultativos las gratificaciones que les señaló por el tiempo

que asistieron a los enfermos atacados del Cólera-morbo de ésta ciudad…”789

.

La negativa por parte de la corporación municipal pone de manifiesto la

nefasta situación económica que sufría la ciudad. A las consecuencias negativas que

sobre la economía y el comercio local provocó la epidemia de cólera se unieron las

malas cosechas, y sobre todo una situación coyuntural de guerra en España, con el

constante paso de tropas por Plasencia, a las que se debía de alojar y abastecer:

788

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión de 9 de febrero de 1835. 789

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión de 20 de febrero de 1835.

Page 479: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

479

“…y en su consecuencia, enterado el Ayuntamiento así como de que estando

formuladas las cuentas de gastos ocurridas con motivo de dicha enfermedad mediante

lo que informaron los Caballeros Comisionados, acordó: aprobar y aprobó con efecto

dichas cuentas, las cuales con las formuladas por el Ayuntamiento, de los granos de la

Alóndiga se remitan originales al Sr. Gobernador Civil para que en su vista disponga

lo que considere conducente”.790

2.5.3. Normalización de la vida municipal

El inicio del nuevo año trae consigo una normalización progresiva, de tal

manera que acontecimientos y obligaciones suspendidas poco a poco ven la luz, aunque

a consecuencia de carestía por haberse gastado dinero en medidas sanitarias extras,

algunos otros deben todavía esperar, como el caso del Puente de Palmas:

“… Se dio cuenta de un oficio del Subdelegado de Rentas fecha 3 del que rige sobre

que en el término de 6 días se acredite el pago con los correspondientes libramientos de

las cantidades en que se halla en descubierto esta ciudad por los conceptos del Puente

de Palmas, Diario de Administración y Boletín Oficial de la Provincia, para evitar el

apremio que tiene mandado el Sr. Gobernador Civil de la Provincia. En cuya vista

acordó el Ayuntamiento que conteste el Sr. Subdelegado de Rentas que pase lo

respectivo al pago de lo descubierto por el Diario y Anales Administrativos y Boletín

Oficial de la Provincia, se han dado las órdenes oportunas para su satisfacción, y por

lo que hace al Puente de Palmas, no puede verificarse su pago por tener invertida su

importe el Ayuntamiento y Junta de Sanidad en el socorro y alivio de las necesidades de

la enfermedad del cólera-morbo, según las órdenes comunicadas por el Sr. Gobernador

de ésta provincia para el efecto de lo cual se le acompaña copia para su

conocimiento…”791

.

Días más tarde será preciso que el Ayuntamiento valore las existencias de sal

en la ciudad al finalizar el año: “…Se dio cuenta de un oficio del Sr. Administrador de

Rentas estancadas de ésta ciudad fecha 7 del que rige, previniendo que para cumplir

con una Orden de la Dirección General de Retas estancadas, se hace preciso que el

790

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión de 20 de febrero de 1835. 791

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 5 de enero de 1835.

Page 480: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

480

Ayuntamiento tome una razón de las existencias de sal que puedan haber quedado en

fin de diciembre último en poder del mismo ayuntamiento y de cada uno de los vecinos

en particular, remitiéndole testimonio nominal de otra diligencia en el termino de ocho

días, y en cuya consecuencia el Ayuntamiento acordó que sin levantar mano, en el día

se ponga una lista exacta de los vecinos que han sacado sal y en qué cantidad lo han

hecho cada uno en fin de practicar el oportuno reconocimiento vecinal que se precise, y

visto su resultado se proceda al repartimiento de sal existente en poder del

Ayuntamiento en justa proporción, y en éste dato se dará testimonio y se pide al Sr.

Administrador…”792

.

Esta necesidad de conocer las existencias de sal en la ciudad hace pensar,

quizás, en su utilización para la preparación de compuestos químicos, que pudieran

haber sido utilizados como desinfectantes en casas, calles, locales públicos, etc. En julio

de 1834 se hacía referencia en el Boletín de Medicina Cirugía y Farmacia respecto a

que la desinfección de casas y basureros puede verificarse con fruto por medio de los

cloruros de sosa y cal.793

Pero en el mismo boletín también se hacía referencia a su uso

terapéutico, basado en análisis que mostraron en la sangre de los enfermos coléricos una

menor cantidad de las partes hemáticas salinas y acuosas. Por lo que dichos datos

encauzaron el tratamiento en la reposición de éstos elementos. De ésta manera las

disoluciones salinas se utilizaron para detener la descomposición de la sangre y restituir

los elementos que había perdido por la acción morbosa del cólera.794

Finalizada la epidemia decide el Ayuntamiento iniciar los trámites para la

construcción de una red de alcantarillado, “que conduzca las aguas impuras fuera de la

ciudad, para darle el mayor aseo y limpieza de sus calles”. Se dirige un escrito al

Gobierno Civil y se comunica a la Sociedad Económica de Amigos del País, en

Plasencia, “invitándola para que se una al Ayuntamiento y promover las solicitudes que

convengan a fin de conseguir tan laudables fines”.795

792

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión del 9 de enero de 1835. 793

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 10

de julio de 1834. 794

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 31

de julio de 1834. 795

Archivo Municipal de Plasencia. Actas capitulares. Sesión de 16 de enero de 1835.

Page 481: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

481

En éste día aún no se había recibido en el Ayuntamiento contestación por

parte del Gobierno Civil sobre la consulta que se hiciera quince días antes, y que hacía

referencia a la “provisión de la plaza de Médico titular de ésta ciudad, en razón a que

la dotación de seis ducados la ha de percibir de los fondos de hospitales, presumiendo

la corporación no haya llegado a sus manos; Acordó que se le repita citado oficio o

consulta a fin de que si lo tiene a bien se sirva determinar lo que parezca para hacer el

correspondiente nombramiento de tal médico entre los aspirantes que tienen

presentadas solicitudes o suspenderlo”.796

El 30 de enero el Gobernador Civil desea conocer la intensidad y efectos del

cólera en Plasencia. Para ello solicita informe al consistorio municipal, el cual hace

reunir inmediatamente a los facultativos que han tratado la enfermedad en la ciudad:

“Se dio cuenta de un oficio del Sr. Gobernador Civil de ésta provincia fecha 27 del

corriente por el que expresa que, fundado considera ya extinguido el Cólera-Morbo en

la península y no siendo suficientes para conocer su intensidad y efectos en el tiempo en

que afligió a la Monarquía las noticias dadas a consecuencia de Real Orden de 7 de

julio último, previene se den a la brevedad posible los que del mismo oficio consta. En

su consecuencia, enterado el Ayuntamiento acordó:

Que a las tres treinta de la tarde de éste día se curse a los facultativos de ésta ciudad

que han tratado la enfermedad del cólera en la misma para que se reúnan en casa del

Sr. Presidente, a fin de que estudiados del objeto evacuen y absuelvan los particulares

que incluyen precitado oficio”.797

En febrero, y terminado ya el azote de cólera, se presentan ante el

consistorio las cuentas de gastos hechos con motivo de la visita del mal, decidiéndose su

inspección y que se remita posterior informe:

796

Ibidem. 797

Archivo Municipal de Plasencia.Actas capitulares. Sesión de 30 de enero. No se ha

encontrado en el archivo municipal referencia que indique el número de fallecidos y

mucho menos de enfermos. Según informe de la Gazeta de Madrid los fallecidos fueron

123.

Page 482: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

482

“Se presentaron las cuentas de gastos hechos con motivo de la enfermedad del

Cólera-Morbo, y se acordó: que pase a los Sres comisarios Don Francisco Plata y Don

Juan Sevillano para su inspección e informe”.798

Terminado el cólera, España seguía bajo otro azote, la guerra. En Plasencia

el ayuntamiento ofrecía ahora el edificio del hospital de la Merced, desprovisto de

enfermos, para guardar la pólvora que había llegado a la ciudad:

“Se dio cuenta de un oficio del Sr. Subdelegado de Rentas de ésta ciudad, pidiendo se

le facilite inmediatamente local apropósito para colocar 16 (cubas) de pólvora que en

el momento le acababan de llegar, las que se hallaban en la plaza pública, por cuya

razón era urgentísimo el servicio por no poder permanecer en aquél sitio de día y

menos de noche, en cuya vista enterado el Ayuntamiento acordó de la exigencia que

con premura se le hace, y para que no surta retraso alguno tan importante servicio,

acordó:

Se conteste que no hallándose el Ayuntamiento con las facultades bastantes en su

concepto, poner algún edificio o casa de ningún particular, propone no solo lo que

indica en su oficio (…) sino también el edificio conocido como hospital de las llagas y

el de la Alóndiga extramuros de ésta ciudad, para que de ellos elija el que sea más

conveniente, estando presto el Ayuntamiento a franquearle la plaza necesaria”.799

Normalizada la vida ciudadana en cuanto al Cólera-Morbo se refiere, una

espina queda clavada en el corazón de las autoridades municipales: el discutido apoyo

prestado a los enfermos por parte del Obispo y miembros del Cabildo placentino.

Todos ellos, según denuncia expuesta por el Ayuntamiento de la ciudad, se negaron a

ofrecer cualquier tipo de ayuda con motivo de la calamidad epidémica, “huyendo unos,

encerrándose otros y negando casi todos los auxilios que de justicia podían

reclamárseles”.800

798

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión de 13 de febrero de 1835.

No consta cantidad de gastos. 799

Archivo Municipal de Plasencia. Actas Capitulares. Sesión de 16 de febrero de 1835. 800

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 16-1-1835. Copia

del parte dirigido al Sr. Gobernador Civil del Ayuntamiento de Plasencia el 2-1-1835.

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VI.

CONCLUSIONES Y

APORTACIONES

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Una serie de preguntas sin respuestas fueron el origen de ésta investigación.

La mayoría de esos interrogantes se han ido disipando tras las investigaciones

realizadas; otras veces las preguntas se han multiplicado al encontrar algunos datos que

irrevocablemente me han llevado a centrarme más en apartados concretos y a plantear

incluso nuevas cuestiones. No hay duda de que éste es el camino del investigador y por

ello la investigación suele ser siempre apasionada y larga en el tiempo; es, desenredar

una madeja para la que a veces encontramos demasiados hilos que dificultan y

enmarañan el camino. Es más, se nos ofrecen posibilidades nuevas, distintas, no

previstas en un comienzo y dudamos ante el camino a elegir. En ocasiones, sin

embargo, no somos capaces de encontrar el hilo que nos sirva de guía y nos permita

iniciar nuestro camino para poder ver la luz final.

He de indicar que en lo que se refiere a las fuentes consultadas destaca la

abundante información que en materia sanitaria aportan las actas de la Junta Municipal

de Sanidad un año antes de la llegada del cólera a Plasencia, hecho que contrasta con la

excasa documentación que sobre éste particular existe en las actas municipales un año

después cuando la enfermedad es una realidad en la ciudad. La no existencia de actas de

la Junta Municipal de Sanidad referidas a 1834 es suficiente para inferir su no

constitución, en consonancia con los cambios que en el país se van a ir produciendo en

materia de organización sanitaria; no obstante sí se instalaron y dirigieron en la política

de lucha contra el cólera en otras poblaciones en el mismo año. Seguramente la

situación coyuntural de guerra influyó para que desde el gobierno central no salieran

órdenes dirigidas a la instalación de dichas juntas, al contrario de lo sucedido un año

antes. No quiero decir con ello que no se recibieran desde la Corona instrucciones sobre

la lucha contra el cólera. El concurso de éstas dos fuentes, así como de otras, como las

actas del cabildo, libros sacramentales, etc., me ha permitido llegar a las siguientes

conclusiones:

1. La primera epidemia de cólera en Plasencia constituye una circunstancia que

afecta no solamente a la vida de los individuos considerados aisladamente, sino

que supone una alteración profunda de la colectividad: incide en el desarrollo

demográfico, perturba los abastecimientos, provoca gastos elevados, retrata

demográficamente las diferencias de nivel de los grupos sociales y polariza

actitudes políticas.

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2. Queda claro que la actuación higiénico-preventiva de la autoridad era

absolutamente puntual y en concordancia con la aparición de la enfermedad. En

éste caso con la amenaza y aparición del cólera-morbo. La infraestructura

asistencial placentina, tanto hospitalaria como ambulatoria, era insuficiente para

cubrir las necesidades diarias que la aparición de una nueva enfermedad acarreaba.

3. El repaso de lo que serían las maniobras municipales en la lucha contra la

enfermedad en Plasencia, estando en consonancia con las llevadas a cabo en toda

la geografía española, desde el principio pone de manifiesto una estructuración en

torno a dos ejes: uno, la necesidad de control de la enfermedad desde un momento

temprano, y el otro, el miedo a la propagación de un pánico injustificado o

desmedido, estando presente éste segundo eje durante todo el período estudiado.

4. La autoridad municipal placentina, que no aportó ninguna actuación novedosa,

afrontó la prevención de las llamadas “causas locales de predisposición”

(fundamentalmente insalubridad del medio), así como el origen social de la

predisposición individual (la miseria), cuando el cólera era sólo era una amenaza,

en un grado menos decidido que su empleo de las llamadas normas de

incomunicación y cuarentena, coincidiendo por otra parte con las actuaciones

llevadas a cabo en todo el país. Si bien las teorías médicas sobre las que se

basaban eran erróneas, como se comprobará años después con el hallazgo de

Koch, las percepciones sobre la enfermedad y las medidas adoptadas, basadas

fundamentalmente en el empirismo, llevaron a generar medidas de higiene pública

que en última instancia impedían de alguna manera el desarrollo de la enfermedad.

Las medidas adoptadas rápidamente cuando el cólera ataca duramente ponen de

relieve la inexperiencia que tenían las autoridades locales sobre una epidemia de

estas dimensiones. No obstante, aunque la improvisación caracterizó su actividad,

no se puede calificar a las autoridades de inoperantes ante la epidemia. La Junta

Municipal no convocaba reuniones vacías de contenidos, sino que adoptaba las

escasas medidas que estaban a su alcance en su intento, primero, de frenar la

propagación de la enfermedad, y después, de asistir a los enfermos.

5. La revisión de las fuentes documentales seleccionadas permite al investigador

penetrar con bastante profundidad en el conocimiento de las capacidades

disponibles en torno a 1834 para el control y combate de la enfermedad; y

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posibilita conocer, asimismo, las deficiencias de tipo sanitario que la colectividad

placentina tenía por entonces planteada.

6. La epidemia se convirtió en un instrumento eficaz para hostigar al adversario

político. Para ello se utilizaron las graves carencias de la infraestructura higiénico-

sanitaria ciudadana, la apurada situación de las finanzas municipales o el

abandono de las autoridades en sus responsabilidades.

7. Se hace necesario destacar una consecuencia positiva del cólera, esto es, su faceta

como motor urbanístico. No hay que olvidar que buena parte de la política

preventiva en éste momento se orientó a la limpieza o mejora de determinados

puntos de la ciudad, que por su precaria situación higiénica fueron denunciados

como focos insalubres, reclamándose sobre ellos urgentes actuaciones; si bien,

éstas no siempre llegaron a hacerse realidad, al menos a corto o medio plazo,

debido lógicamente a esa pertinaz carencia en los cauces de financiación. Se ha de

destacar, por tanto, el interés de las autoridades civiles y sanitarias (Juntas

provincial y municipal de Sanidad, Gobernador Civil y autoridades municipales)

por la vigilancia de focos insalubres (enterramientos, cárcel, etc.), así como por la

extirpación de los clásicos “puntos negros” (cría de ganado en el interior de la

ciudad, muladares, vertido de aguas a la calle, etc.,) y por la decisión de construir

sistemas de extraordinario interés para la salud pública, entre los que se hace

necesario resaltar el alcantarillado público. Vemos por tanto cómo tras la situación

de pánico ante el cólera en Plasencia se fueron mostrando idénticas respuestas a

las observadas en todo el territorio nacional; es decir, a la información recibida

tras la experiencia, unida a una motivación para cambiar comportamientos

higiénicos, se van agregando elementos de carácter conativos, es decir, aquellos

que van a dotar de recursos a la población que a la larga derivarán en verdaderos y

duraderos cambios de cultura sanitaria.

8. El cólera ilumina la sociedad placentina de la época: Clasifica los grupos sociales,

delimita los barrios de condiciones urbanísticas más precarias, y abre las puertas y

describe las condiciones de hacinamiento de la vivienda proletaria. El estudio de

ésta epidemia a su paso por Plasencia nos ha permitido comprobar cómo son las

clases populares las víctimas propiciatorias de la enfermedad, sumidas como

estaban en unas pésimas condiciones de habitabilidad, en las que predominaba la

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insalubridad de los barrios y viviendas y la mendicidad, siendo éstas las causas por

las que la enfermedad no afectó de forma homogénea al conjunto de la población,

sino de forma especial a las barriadas populares. Lo que en cualquier caso se ha

podido ratificar con la investigación, a través de datos cualitativos (decisiones de

autoridades municipales o eclesiásticas), y de tipo cuantitativo, mediante el

análisis estadístico del impacto demográfico de la enfermedad, que por otra parte

pone de manifiesto la falta de una infraestructura sanitaria capaz de hacer frente

con cierta dosis de eficacia a tan difícil situación.

9. Considerada la ciudad en su conjunto, la incidencia del cólera de 1834 fue más

importante desde el punto de vista psicológico y social que demográfico. El miedo

a la enfermedad llegó a tener casi más importancia que los resultados

demográficos reflejados en las estadísticas. Queda claro cómo la inminencia de la

muerte, actualizada de forma traumática por la súbita aparición de una nueva

epidemia de etiología desconocida, generó una psicosis de pánico colectivo que

puso a prueba todos los mecanismos de integración social.

10. Pero, además, la revisión de fuentes y la recogida de datos me ha permitido asistir

desde la distancia temporal e intelectual a una época y a una sociedad placentina

del primer cuarto del siglo XIX en la que la influencia de la religión es palpable.

La fuerza de las doctrinas de la iglesia es determinante para comprender esta

mentalidad exteriorizada en el ámbito simbólico-cultural a través de las

manifestaciones religiosas y los rituales articulados en torno a la enfermedad y la

muerte. Tales manifestaciones religiosas se explicitaron mediante rogativas,

procesiones, novenarios y Tedeums, cuyo significado social he tratado de explicar.

Si volvemos a la hipótesis de partida “respuestas sociosanitarias idénticas en

contextos sociohistóricos diferentes”, tras la investigación realizada he sentido

continuamente la presencia del miedo, que llega a ser pánico, como catalizador de la

conducta individual y social. Ahora con más motivo animo a volver a releer la cita de

Arrizabalaga que aparece al principio de éste trabajo: “El estudio de las enfermedades

en las sociedades del pasado, además de su interés intrínseco, suministra claves que

permiten una mejor comprensión de las actuales reacciones sociales ante la

enfermedad e iluminan la búsqueda de respuestas eficaces frente a ella”. El miedo

producido por el cólera en particular y en general por la aparición brusca en un

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momento y lugar determinado de cualquier enfermedad mortal lleva a la alienación

humana en un sentido claro de anulación de capacidad para discernir, razonar

claramente, objetar alternativas, etc., (al margen de presiones políticas y económicas).

Pensemos en las respuestas, decisiones, declaraciones de políticos ante situaciones

actuales, y que cada uno saque sus propias conclusiones. Una auténtica situación de

crisis real se presenta como la llave que arranca el motor hacia un cambio verdadero,

como pasó en el siglo XIX con el cólera. Al escribir éste párrafo pienso en Teresa

Romero, esa compañera que afortunadamente ha podido salvar su vida y ganar la batalla

al ébola gracias a la actuación de magníficos profesionales sanitarios. Desgraciadamente

esa misma suerte no la tienen las miles de personas que mueren en África y a las que no

les llegan los avances científico-sanitarios. A día de hoy se palpa en el ambiente una

cierta tranquilidad social al haberse superado el miedo en el mundo occidental. Se

espera sin embargo que esa relajación no exista en las autoridades y que la situación de

pánico continúe de tal manera que catalice ahora respuestas eficaces en origen, es decir,

allí donde la enfermedad produce sus verdaderos estragos.

Entre las aportaciones al conocimiento de la presente investigación deseo

destacar las siguientes:

1. Desde un plano general contribuye, junto a otras realizadas anteriormente sobre

otros espacios sociales y territoriales, a abrir y continuar líneas de trabajo e

investigaión que generen un mejor conocimiento sobre las epidemias de cólera y

otras, así como respecto al desarrollo histórico del higienismo y los avances

médico-sociales.

2. En el plano local y desde la antropología, con ésta investigación creo además

haber demostrado que la enfermedad del cólera en Plasencia tiene su propia

intrahistoria y a la vez forma parte de la historia de la ciudad, con su implicación y

su repercusión en la vida cotidiana, en las decisiones de las autoridades y en las

principales transformaciones de la sociedad placentina, cuyo origen reside en las

percepciones, conocimientos, valoraciones y conductas seguidas; es decir, la

cultura sanitaria, a través de la cual he podido conocer el significado que la

enfermedad adquirió en éste contexto cultural e histórico y los usos sociales a que

se prestó. Puedo decir en definitiva que mi estudio ha indagado en los factores

sociales y culturales implicados en el desarrollo de la enfermedad, con su historia

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natural, su evolución, pronóstico, etc. Es una aportación local al estudio de un

fenómeno histórico-cultural más general.

3. Desde la demografía sanitaria he ampliado los trabajos realizados por otros autores,

además he mostrado que el aumento en la mortalidad en Plasencia en el año 1834

fue sustentado básicamente por el cólera y he generado la necesidad de una

revisión de las tesis demográficas placentinas en relación a otros factores.

4. Desde la epidemiología he aportado una metodología para el estudio de la cadena

epidemiológica (reservorio, mecanismo de transmisión y sujeto sano subceptible) a

través de los determinantes de salud, los cuales he utilizado como herramienta de

investigación de la epidemia desde la evidencia científica.

5. Desde la historia de la medicina, a través de los documentos consultados, he

demostrado que en Plasencia la estructura sanitaria existente en el momento de

llegada de la enfermedad y la puesta en marcha para hacer frente al cólera

(hospitales, personal sanitario, herramientas para el tratamiento y cuidado, etc.)

resultaron ineficaces.

6. He intentado sumarme a un ámbito de preocupación de la historiografía actual, el

del estudio de las mentalidades. El análisis del miedo a morir se convierte en algo

más que una simple preocupación erudita, para hundir sus raíces en lo más

profundo del inconsciente humano, en una de las realidades que han acompañado

la vida del hombre desde el más remoto pasado.

7. Quedan elementos que, aunque no presentes en los objetivos de éste estudio,

pudieran ser materia de investigación, como por ejemplo la dieta en 1834 y su

posible influencia en la inmunocompetencia y por tanto en la susceptibilidad a

enfermar por cólera. Para ello es necesario recabar datos que avalen una posible

hipótesis de partida, como sería que en 1834 existían carencias nutricionales

(déficit de vitaminas, sales minerales, etc.), que influyeron en la competencia

inmunológica, así como tener bien controlados otros elementos favorecedores de

ésta, como pueden ser la actividad física, con trabajos más exigentes de calorías.

Por tanto sería interesante averiguar el tipo de dieta, y valorar si ésta fuese

hipocalórica o hipoprotéica, en que grado o porcentaje pudiera haber influido sobre

el aumento o disminución de los casos de cólera.

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VII

GLOSARIO

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- Acíbar: Producto vegetal que se saca por incisión de la planta del mismo nombre.

- Antiespasmódico: Medicamento que sirve para calmar los espasmos o

convulsiones

- Anuria: Significa la no excrección de orina, aunque en la práctica se define como

una excreción menor de 50 cc de orina al día

- Arteriotomía: Incisión quirúrgica de una arteria.

- Atáxico: Relativo a ataxia, siendo ésta un signo clínico que se caracteriza por

provocar la descordinación en el movimiento de las partes del cuerpo.

- Baños pedilavio: Baño de piés durante un tiempo determinado en agua natural o

cargada con algunos medicamentos.

- Borraja: Planta de la especie fanerógama perteneciente a la familia de las

boragináceas.

- Carne en cecina: Carne curada deshidratada de vacuno, equino, chivo y buey.

- Cianosis: Coloración azulada de la piel, mucosas y lechos ungueles, usualmente

debida a concentraciones iguales o mayores a 5 g/dl de hemoglobina sin oxígeno

en la sangre circulante.

- Conativo: “Empeño y esfuerzo en la ejecución de algo”.

- Curva holomiántica: Contagio en un gran número de personas por una fuente

común (agua, alimentos).

- Diaforesis: Excesiva sudoración.

- Diátesis: Predisposición orgánica a padecer una enfermedad.

- Disentérico: Relativo a disanterís, trastorno inflamatorio del intestino,

especialmente del colon, que produce diarrea grave que contiene moco y/o sangre

en las heces.

- Disnea: Dificultad respiratoria que se suele traducir en falta de aire. Deriva en una

sensación subjetiva de malestar que frecuentemente se origina en una respiración

deficiente, englobando sensaciones cualitativas distintas variables en intensidad.

- Endemia: En epidemiología, una endemia es un proceso patológico que se

mantiene a lo largo de mucho tiempo en una población o zona geográfica

determinada. Generalmente se trata de enfermedades infecciosas. La enfermedad

se mantiene a lo largo del tiempo en un nivel estable, incluyendo variaciones

estacionales.

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- Epidemia: Es una descripción en salud comunitaria que ocurre cuando una

enfermedad afecta a un número de individuos superior al esperado en una

población durante un determinado tiempo.

- Escamonea de Alepo: Jugo lechoso de la raiz de la planta medicinal escamonea,

que al secarse origina la resina conocida como escamonea de Alepo.

- Etiología: En medicina se refiere al origen de la enfermedad.

- Etnofarmacología: Concepto reciente surgido en la década de los sesenta del siglo

pasado centrado en evaluar de manera científica el uso de las plantas medicinales

para su aplicación clínica, o lo que es lo mismo, la observación, identificación,

descripción e investigación experimental de los efectos de las drogas utilizadas en

la medicina tradicional.

- Etnografía: Método de estudio utilizado por los antropólogos para describir las

costumbres y tradiciones de un grupo humano. Este estudio ayuda a conocer la

identidad de una comunidad humana que se desenvuelve en un ámbito

sociocultural concreto.

- Etnohistoria: Es la rama de la historia y de la antropología que estudia a las

comunidades originarias de una determinada región del mundo y su convivencia

con otros grupos humanos, con la complejidad política e identitaria que ello

representa. Relacionada con las nuevas corrientes históricas se ha enfocado

también a las historias sociales que han sido relegadas; así, etnohistoria de las

mujeres, de las imágenes, de los inmigrantes etc.

- Etnomedicina: Estudio o comparación de la medicina tradicional practicada por

diversos grupos étnicos. La palabra etnomedicina se utiliza a veces como sinónimo

de medicina tradicional.

- Etnopsiquiatría: Es el estudio de la interacción entre los procesos culturales y

mentales.

- Flebotomía: Término utilizado para describir una incisión practicada en la vena por

motivos diversos, como por ejemplo una sangría como modalidad de tratamiento

médico consistente en la extracción de sangre del paciente.

- Flegmesía: Edema blando dolorso.

- Frenología: Antigua teoría que afirmaba la posible determinación del carácter y los

rasgos de personalidad, basándose en la forma del cráneo, cabeza y facciones.

- Hipogastrio: Región del abdomen que se sitúa por debajo del ombligo, por encima

de la región púbica y delimitada a izquierda y derecha por las fosas iliácas.

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- Infección: Término clínico que indica la contaminación, con respuesta

inmunológica y daño estructural del huésped, causada por un microorganismo

patógeno, es decir, que existe invasión con lesión tisular por esos mismos

gérmenes (hongos, bacterias, virus etc.), sus productos (toxinas) o ambos a la vez.

- Infestación: Invasión de un organismo vivo por agentes parásitos internos o

externos. La diferencia fundamental con el término infección es que éste se aplica

exclusivamente a microorganismos que tienen como objetivo la reproducción en el

organismo infectado, causando en muchas ocasiones la muerte del mismo, mientras

que el objetivo de los parásitos es su supervivencia a costa del huésped que

parasitan.

- Inmunidad: Término médico que describe el estado de tener suficientes defensas

biológicas para evitar la infección, enfermedad u otra invasión biológica no

deseada.

- Lazareto: Establecimiento sanitario utilizado para aislar a los infectados o

sospechosos de enfermedades contagiosas.

- Marasmo general: Es un tipo de desnutrición por deficiencia energética,

acompañada de emaciación (flaqueza exagerada), resultado de un déficit calórico

total.

- Oliguria: Disminución de la producción de orina (diuresis).

- Palenque: Lugar donde se depositaba el abastecimiento para el lazareto y que

estaba entre la población y éste último.

- Pandemia: Propagación mundial de una nueva enfermedad.

- Patognomónico: Adjetivo que se utiliza en el diagnóstico médico o psicológico

para calificar a aquellos signos clínicos (manifestaciones comprobables por el

especialista) o síntomas (manifestaciones percibidas subjetivamente por el

paciente) que, si están presentes, aseguran que el sujeto padece un determinado

trastorno.

- Polidipsia: Es la denominación médica que se le da al aumento anormal de la sed y

que puede llevar al paciente a digerir grandes cantidades de líquido, habitualmente

agua.

- Polvos de Dover: Medicamento antiguo contra el frío y la fiebre que introdujo el

Dr. Thomas Dover y que se ha usado hasta la década de 1960. Contiene un 10% de

opio, otro tanto de ipecacuana y sulfato de potasio.

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- Pródromos: Término utilizado en medicina para hacer referencia a los síntomas

iniciales que preceden al desarrollo de una enfermedad. Puede utilizarse tanto en

singular como en plural.

- Profilaxis: Aquello que se lleva a cabo o se utiliza para prevenir la aparición de una

enfermedad o el surgimiento de una infección.

- Reservorio: Se considera un reservorio de un agente infeccioso a todo ser humano,

animal, animal, artrópodo, planta, tierra, substancia, o una combinación de los

mismos, donde por lo común, vive y se multiplica un agente infeccioso, del cual

depende primordialmente para su supervivencia y donde se reproduce de forma

que puede ser transmitido a un huésped susceptible.

- Ruibarbo: Especie de planta fenerógama.

- Tisis pulmonar: Es como sellamada antiguamente a la tuberculosis. Infección

bacteriana contagiosa que compromete principalmente a los pulmones, pero puede

propagarse a otros órganos.

- Virulencia: Es el grado de patogenicidad de un serotipo, de una cepa o de una

colonia microbiana en un huésped susceptible.

- Volemia: Término médico que se refiere al volumen total de sangre circulante en

un individuo humano o de otra especie, que es de aproximadamente de 5-6 litros

(humanos), dependiendo del individuo.

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VIII

FUENTES:

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1. Al estar íntimamente conectado el grado de salud y bienestar de la ciudadanía con

la actuación de las autoridades civiles, como máximas responsables de la estructura

urbana, se ha centrado la investigación en la documentación del Archivo Municipal

de Plasencia. La característica común del contenido de los documentos del archivo

es que recogen una información de primer orden para analizar los problemas y las

situaciones que aquejan a la comunidad. Existe un variado repertorio documental, y

tras la toma de contacto global realizada puedo decir que:

1.1. Los Libros de Actas de Sesiones Municipales: Contienen información de

tipo económico, social, demográfico, climatológico y datos

complementarios. Informan sobre los acuerdos adoptados por el

Ayuntamiento, la entidad más representativa de la ciudad, o de sus contactos

con personalidades e instituciones que de una manera u otra se vieron

envueltas en los acontecimientos: Juntas provinciales y superior de sanidad,

Cabildo Catedralicio, etc.

1.2. Libros de la Junta Municipal de Sanidad: La lectura de las sesiones

celebradas por ésta junta informa sobre las medidas adoptadas por las

autoridades locales en materia de prevención, además de la conducta seguida

por los médicos y ciudadanos, la población en general, cuya vida cotidiana

se ve afectada por los acuerdos tomados por dicha Junta. También notas en

cuanto a higiene, noticias ofrecidas sobre los hospitales de la ciudad, etc. Su

consulta permitió obtener información referente a las propuestas, maniobras

e inquietudes de sus miembros, al tiempo que una secuencia básica de los

hechos ocurridos y de la propia dinámica interna de la institución.

1.3. El Boletín Oficial de la Provincia: Constituye una fuente impresa

necesaria para cualquier estudio histórico de la época. Permite hacer un

seguimiento más o menos exhaustivo de las disposiciones adoptadas frente a

la enfermedad, sobre la base de las numerosas órdenes ministeriales, normas

legislativas, artículos de oficio del Gobierno de la Provincia o cualquier otra

clase de noticias de carácter administrativo publicada en sus páginas.

2. Archivo de la Catedral de Plasencia: Como fenómeno de carácter colectivo toda

epidemia genera múltiples reacciones que responden a esquemas ideológicos

diferentes. Este complejo entramado se enmarca en el llamado campo de las

mentalidades. Con independencia del análisis del posicionamiento de los diferentes

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sectores implicados -de forma más o menos directa en el proceso morboso- me

interesé por la actitud del sector eclesiástico local. Un colectivo con un notable peso

y ascendiente en la sociedad de su tiempo. Entre los documentos existentes en sus

fondos se pueden consultar las Actas Capitulares del Cabildo Catedralicio, y a

través de ellas se puede interpretar éste período crítico de epidemia. Revelan la

respuesta ideológica de aquel sector y que, como se ha podido comprobar, tuvo su

traducción básica en la organización de una serie de actos rituales. Tales

manifestaciones se orientaron, según el imaginario creencial, a aplacar la ira de

Dios, responsable en última instancia de la presencia del cólera, pero también a

reforzar su influjo moral sobre la población. De su lectura puede obtenerse por

tanto una visión particular de la sociedad placentina: moralidad, costumbres y

tradiciones del pueblo, rogativas, plegarias, celebraciones religiosas, etc.

3. Archivo Histórico Provincial de Cáceres: En él se pueden consultar actas de Juntas

Provinciales de Beneficencia, y el Legado Paredes, con importante información

sobre la ciudad de Plasencia.

4. Registros Parroquiales: Dentro de ellos, las series de libros sacramentales se

presentan como fuentes demográficas esenciales. Los libros parroquiales recogen

los acontecimientos individuales fundamentales de una comunidad, suministran

datos de interés atendiendo a múltiples variables (sexo, edad, lugar de nacimiento,

dirección, causa de muerte, categoría profesional, etc.). Se han analizado, y se

presenta en forma de gráficas estadísticas dentro del capítulo reservado a las

consecuencias demográficas de la epidemia. Aunque dentro de los grandes

objetivos al iniciar este estudio no fue cifrar la mortalidad ocasionada por el cólera,

no se desperdicia la ocasión de mostrar éstos datos.

5. Archivo Municipal de Garrovillas de Alconétar: Actas de sesiones de la Junta

Municipal de Sanidad.

6. Biblioteca Nacional: Contiene abundante bibliografía del siglo XIX sobre ésta

epidemia y otras posteriores, así como el Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia.

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7. Biblioteca Municipal de Plasencia: En ella he consultado bibliografía necesaria

para la contextualización espacio-temporal. Alberga libros relativos a la ciudad que

sólo pueden consultarse en la sala de lectura.

8. Biblioteca del Centro Universitario de Plasencia (UEX): Se manejan fondos

propios de ésta biblioteca y a través de su servicio de préstamo interbibliotecario

aquellos otros solicitados a bibliotecas de universidades españolas: Universidad de

Santiago de Compostela, Universidad Complutense de Madrid, Universidad

Autónoma de Barcelona, Universidad de Salamanca, Universidad de Granada,

Universidad de Sevilla, Universidad de Alcalá de Henares.

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IX

DOCUMENTACIÓN Y BIBLIOGRAFÍA

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I. FUENTES DOCUMENTALES:

A. Archivo Municipal de Plasencia:

1. Actas de la Junta Municipal de Plasencia: (1818-1833).

2. Actas Capitulares: (1812-1835).

3. Boletín Oficial de la Provincia y suplementos: (1833-1835).

4. Instrucción Provisional de 1800.

5. Interrogatorio sobre fábricas, artes y oficios de 1802. Pregunta

número 11.

6. Interrogatorio de 1830.

7. Real Orden recibida de la Capitanía General de Extremadura. 1818.

8. Censo de 1817.

9. Diario de Badajoz.

10. Disposiciones; 1813.

11. Disposiciones: 1821. Se trata de la Respuesta a la circular nº 178 del

Gobierno Político de Extremadura, con fecha de 8 de abril de 1821.

12. Dehesas, cercados, tierras de pan llevar, ganados de todas especies,

sus valores y producto, Tasado y regulado todo por Pascual de

Piélagos y Manuel Serrano, vecinos de ésta ciudad. Año de 1817.

13. Edicto. D. Antonio María Peon y Heredia Carrió.

14. Memorial presentado en el Ayuntamiento por Don Anselmo

Sánchez Bueno, con fecha 19 de junio de 1833.

15. Oficio de Pedro Ocaña. De fecha 22 de junio de 1833.

16. Oficio de Don Francisco Plata Regidor y Comisario de la tercera

manzana. De fecha 22 de junio de 1833.

17. Orden remitida desde la Junta Superior de Sanidad con fecha 8 de

agosto de 1833.

18. Respuesta que con fecha de 9 de agosto la Junta Municipal de de

Sanidad de Plasencia contesta a la Orden remitida desde la Junta

Superior de Sanidad con fecha 8 de agosto de 1833.

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19. Notificación que con fecha de 19 de agosto, Don Manuel Gomez

Borja (Corregidor), envía al Exmo Sr Capitán General, presidente

de la Junta Superior de Sanidad de Extremadura.

20. Bando con fecha de 19 de agosto de 1833.

21. Oficio de Don Anselmo Sánchez Bueno, de fecha de cuatro de

septiembre de 1833.

22. Circular a pueblos de su partido. Septiembre de 1833.

23. Oficio recibido del Corregidor de la Ciudad de Coria, con fecha de

3 de octubre de 1833.

24. Oficio de Don Alonso Aparicio. 21 de septiembre de 1833.

25. Oficio del Ilmo Sr. Obispo en contestación a la petición de la ermita

de Santa Bárbara para lazareto de observación.

26. Oficio de Dª Francisca Fernández. 25 de septiembre de 1833.

27. Ordenanzas de 1849. Artículo 122.

28. Contestación de la Junta Municipal de Sanidad de Alburquerque, 18

de octubre de 1833.

29. Bando del Alcalde Mayor Don Antonio Fernández Villanueva, de

fecha 21 de septiembre de 1833.

30. Carta remitida desde la Junta Municipal de Sanidad de Plasencia a

la Superior de Extremadura, con fecha de 16 de septiembre de 1833.

31. Carta remitida desde la Junta Municipal de Sanidad de Plasencia al

Exmo Sr Secretario de Estado y del Despacho Universal del

Fomento, con fecha de 16 de septiembre de 1833.

32. Carta remitida desde la Junta Municipal de Plasencia al Exmo Sr

Capitán General de Extremadura, con fecha 16 de septiembre de

1833.

33. Carta remitida desde la Junta Superior de Sanidad de Extremadura

con fecha de 22 de octubre de 1833.

34. Bando publicado el 2 de agosto de 1834.

35. Disposiciones. Orden del Jefe Político, 1 de diciembre de 1834.

36. Solicitud de carta de vecindad presentada en el ayuntamiento con

fecha de 3 de agosto de 1834 por parte de Santiago Fernández.

37. Solicitud de carta de vecindad presentada en el ayuntamiento con

fecha de 14 de agosto de 1834 por parte de Andrés Ledo.

Page 504: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

504

38. Real Orden de 1 de julio de 1834.

39. Carpeta disposiciones. Memorial, petición de comediantes de fecha

24 de Nov- 1834.

40. Negocios de Ayuntamiento: 1820.

41. Padrones de población y Padrones de la riqueza urbana del siglo

XIX.

B. Archivo Municipal de Garrovillas de Alconétar:

1. Actas de la Junta Municipal de Sanidad: (1833)

C. Archivo Histórico Provincial de Cáceres (A.H.P.C):

1. Legado Paredes. Leg. 110, nº 171.

2. Legado Paredes. Leg. 110, nº 202.

3. Sección Real Audiencia. Legajo 569, Expediente 2.

4. Sección Real Audiencia. Legajo 569, Expediente 80.

5. Sección Real Audiencia. Legajo 569, Expediente 114.

6. Sección Real Audiencia. Legajo 569. Expediente 116.

7. Sección Real Audiencia. Legajo 569, Expediente 139.

8. Sección Real Audiencia. Legajo 569, Expediente 145.

9. Sección Real Audiencia. Legajo 569, Expediente 154.

10. Sección Real Audiencia. Legajo 569, Expediente 168.

D. Archivo de la Catedral de Plasencia:

1. Actas del cabildo: (1833-1834).

2. Carpeta Hospital de Santa María. Cuaderno 14. Ordenanzas.

Constitución primera, referida a entrada de enfermos.

3. Carpeta Hospital de Santa María. Cuaderno 14. Ordenanzas. Segunda

Constitución referente a obligaciones del cirujano.

4. Carpeta Hospital de Santa María. Cuaderno 14. Ordenanzas. Tercera

Constitución referente a obligaciones del médico.

5. Carpeta Hospital de Santa María. Cuaderno 14. Ordenanzas. Quinta

Constitución referente a obligaciones del Barbero-sangrador.

Page 505: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

505

6. Archivo de la Catedral de Plasencia. Carpeta Hospital de Santa María.

Cuaderno 14. Ordenanzas. octava Constitución referente a obligaciones

del Dispensero.

7. Diversos expedientes de las oposiciones a cargos capitulares.

8. Documentación del Archivo Diocesano de Plasencia. Legajo nº 209.

Expediente nº 426.

E. Archivo Parroquial de Santa María (Plasencia):

1. Libro de defunciones de la Iglesia Parroquial de San Nicolás, desde

1829-1853, libro 3º Pág. 38 trasera.

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X

ANEXOS-APENDICES

DOCUMENTALES

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1. Apéndice 1: Periodos del cólera según la comisión facultativa enviada al

extranjero (1834):

- Colerina.- Esta puede considerarse o como un ataque de cólera leve, o como el

primer grado, o sean los pródromos del cólera confirmado. Estos dos aspectos

bajo los cuales se manifiesta la colerina son igualmente interesantes para el

médico, porque desgraciadamente solo la terminación del mal puede indicarle

con seguridad si la diarrea colérica era un simple caso de cólera leve, o el

principio de un ataque colérico fuerte. La prudencia recomienda considerar

siempre la colerina como el anuncio probable de una enfermedad muy peligrosa,

que solo puede combatirse con esperanzas de buen éxito antes de su completo

desarrollo (…). Los síntomas de colerina son por lo común los siguientes:

desazón general, abatimiento físico y moral, insomnio, vértigos, ansiedad

epigástrica, sensación de peso y de ardor en la boca del estómago, náuseas o

ligeros vómitos, borborigmos, lengua algo seca y saburrosa o limpia y húmeda,

inapetencia, pulso débil, pequeño y lento, a veces frecuente, sudores, orinas

espesas, encendidas y escasas, cámaras de un olor sanguinolento, amarillento o

verdoso, o mucosas líquidas, serosas, pero casi siempre con grumos

albuminosos. La alteración de la fisonomía, el enfriamiento de los pies, y

algunos ligeros calambres, señalan ya el grado más intenso de ésta forma. La

duración de la colerina varía desde algunas horas hasta una o dos semanas. Si

no pasa a cólera confirmado es una afección bastante benigna y siempre la

hemos visto terminar por una especie de reacción proporcionada a la intensidad

de los síntomas con que comenzó.

- Cólera confirmado.- Este es el grado de la enfermedad en que presentándose

completamente desenvuelta pueden distinguirse diferentes períodos:

Pródromos.- Uno de los pocos hechos que en medio de tantas dudas,

incertidumbres y disputas como ha suscitado el estudio del cólera,

puede darse como completamente averiguado y al mismo tiempo

consolador es, que casi en la mayor parte de los ataques ha habido

síntomas precursores, aunque de duración variable. (…). Los

pródromos consisten a veces en una ligera cefalalgia, palpitaciones y

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sudores espontáneos o sin causa manifiesta, otras en una simple diarrea

serosa, y generalmente en el conjunto de síntomas que hemos designado

con el nombre de colerina.

Período álgido o cianótico.- Se manifiesta el tránsito del período de los

pródromos o de la colerina al álgido-cianótico, cuando el desarrollo de

la enfermedad es progresivo, por un aumento de la intensidad de los

referidos síntomas. Los vómitos que al principio eran de los alimentos

contenidos en el estómago y después de materias más o menos biliosas,

toman el carácter de serosos; las cámaras aparecen más líquidas y de

un humor blanquecino en que nadan copitos albuminosos; los

calambres son fuertes y duraderos; las orinas se suprimen, la sed se

aumenta, y el pulso se contrae y debilita. Los cortos momentos en que

por lo común permanece el enfermo en ésta situación constituyen el

grado transitorio y fugaz que algunos han llamado invasión del cólera.

Siguiendo su curso la enfermedad, aparecen nuevos y cada vez más

terribles síntomas. Un enfermo constituido en el período álgido

enteramente desenvuelto, presenta los siguientes: enfriamiento de todo

el cuerpo, pero particularmente de los pies, de las manos y de la nariz;

alteración o descomposición profunda y característica de la fisonomía;

ojos hundidos en las cuencas y entreabiertos; esclerótica marchita, seca

y algunas veces equimosa; párpados lívidos o negruzcos; zumbido de

oídos; lengua húmeda, fría, laxa y azulada en su punta y bordes, limpia

o cubierta de una ligera capa mucosa blanquecina en su centro; sed

intensa; voz ronca o de un metal o sonido particular, baja o débil y a

veces imperceptible; respiración corta, difícil y lenta; hipo, aliento frío;

opresión precordial; alguna vez síncopes, grande ansiedad e inquietud,

sensación dolorosa y constrictiva en la región del estómago o del

diafragma, vientre hundido o retraído y muy sensible al tacto sobre todo

hacia el epigastrio; náuseas y vómitos frecuentes de materias claras

como el agua o serosas con copos albuminosos: cámaras repetidas de

un humor análogo; los líquidos son arrojados del cuerpo como por la

acción de un émbolo; suspensión de la mayor parte de las secreciones y

excreciones; supresión completa de la secreción urinaria; calambres

muy fuertes con especialidad en los músculos del antebrazo y

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pantorrillas; pulso y latidos del corazón blandos, débiles, lentos, casi

imperceptibles y muchas veces absolutamente insensibles; piel pastosa,

sin elasticidad, adelgazada, seca o bañada de un sudor frío y pegajoso,

aplomada, lívida, ciánica o casi negra en las manos y en los pies,

arrugada y como macerada del mismo modo que si estas partes

hubieran permanecido mucho tiempo en agua caliente, uñas azuladas,

postración de fuerzas, aunque no correspondiente a la gravedad de los

otros síntomas; integridad de las facultades intelectuales; alteración

profunda y manifiesta de la vitalidad y de las cualidades físicas de la

sangre. (…). La terminación de éste período es fatal con muchísima

frecuencia y su duración variable, porque unas veces permanece el

enfermo dos o tres días en tan triste estado, y otros tan corto tiempo que

parece pasar la enfermedad de los pródromos a la reacción más

violenta. La repentina desaparición de los vómitos y de la diarrea

durante el período álgido sin alivio de los síntomas asfícticos indica la

parálisis del tubo intestinal. Los médicos de Viena han dado mucha

importancia a éste estado paralítico, y tienen razón porque es un signo

diagnóstico y pronóstico muy seguro.

Período de reacción.- Los médicos alemanes le consideran más bien

como un estado intermedio entre el cólera y la salud o la muerte, que

como un período de la misma enfermedad. Sin embargo la reacción se

verifica en todos los casos de cólera en que la muerte no corta el curso

de la enfermedad; y nosotros no hemos visto ninguno de los que han

terminado en salud que por leve que fuese no presentase algunos

síntomas de éste período. Esto indica suficientemente, a nuestro

parecer, que la reacción no es un nuevo estado morboso que se

interpone entre el cólera y la salud o la muerte, sino una de las fases

que presenta la misma enfermedad antes de llegar a su término. Este

período está caracterizado por los esfuerzos que hace la naturaleza

para restablecer la debida armonía entre todos los sistemas y aparatos

orgánicos. Los fenómenos que pertenecen a la reacción son: el

restablecimiento de la turgescencia vital, del calor de la piel, del pulso,

de la sensibilidad y contractilidad; la cesación sucesiva de los

calambres y de las evacuaciones por vómitos y cámaras; la aparición

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de las secreciones y excreciones de la saliva, de la bilis, de las lágrimas,

de la orina y de la traspiración cutánea; la recuperación graduada del

apetito y de las fuerzas musculares, y la mezcla normal de los principios

de la sangre. Nada más fácil que concebir la idea de éste período si la

reacción se verificase siempre de un modo regular y constante, pero por

desgracia no sucede así en la mayor parte de los casos. La reacción se

presenta bajo tres aspectos diferentes:

Moderada.- Aquella en que se verifican de un modo suave, lento y

regular los fenómenos que acabamos de referir, lográndose el

restablecimiento de la salud del enfermo por medio de crisis por

sudores, orinas o evacuaciones de vientre.

Irregular.- Presenta un conjunto de síntomas de tan diversa índole

que no es extraño que los observadores la hayan dado

indistintamente los nombres de comatosa, soporosa, atáxica,

adinámica y tifoidea. La descripción de semejante estado morboso

hará ver que participa más o menos de todos éstos caracteres. En la

reacción irregular se encuentran alternativas de frío y de calor;

lividez parcial o general bien marcada; piel húmeda, pastosa algo

fría y viscosa: temblor, salto de tendones y aun movimientos

convulsivos; pulso irregular, concentrado, y a veces muy frecuente;

respiración acelerada, aliento frío; lengua muy seca, de color

encendido en los bordes y la punta, pardusca y como tostada en su

centro, algún sarro negruzco o fuliginoso en los dientes, encías y

aún en los labios; orinas suprimidas; ansiedad epigástrica

considerable; fuerte diarrea, algunas veces sanguinolenta; el vientre

blando al tacto, pero muy retraído; gran postración de fuerzas;

coma o sopor prolongados y en algunos casos delirio.

Violenta.- Que otros han llamado congestiva, presenta por lo común

los caracteres de un estado inflamatorio más o menos manifiesto. La

piel se calienta mucho y se cubre de sudor o está muy seca; la cara

se pone encendida y vultuosa; las conjuntivas se inyectan

considerablemente; la respiración se acelera; sobreviene una

verdadera cardialgia, con grande calor en todo el vientre; y hay

cefalalgia gravitativa, insomnio, agitación o delirio. Esta

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modificación de la reacción es la que hemos visto siempre

acompañada de inflamaciones de las meninges, de los pulmones, del

hígado, de los intestinos, del peritoneo y aún de la matriz. Así como

las crisis propias de la reacción moderada son por sudores, orinas y

evacuaciones de vientre, las que hemos visto seguir a las reacciones

irregulares o violentas han sido erupciones cutáneas muy

semejantes a la urticaria, erisipelas faciales, parótidas y abscesos

en las rodillas.

- Cólera vehemente.- El carácter de la asfixia colérica vehemente, que otros han

llamado cólera fulminante, consiste en la asombrosa rapidez con que se

desenvuelve y la prontitud con que mata. Sin pródromos, o con muy pocos, llega

la enfermedad en cortos momentos a destruir los íntimos resortes de la vida. Sus

síntomas son los del período álgido cianótico, pero llevados al último grado de

intensidad. El frío es glacial, la cianosis completa, la fisonomía cadavérica, los

calambres encorvan los dedos de los pies y de las manos hacia fuera, la voz es

casi imperceptible o interrumpida con sollozos, suspiros y gritos penetrantes, el

aliento sale helado, las evacuaciones por vómitos y cámara son abundantes y

acuosas, el pulso no late, el corazón no palpita, las venas y las arterias abiertas

no dan sangre, pero el enfermo mueve con bastante facilidad sus miembros y

conserva casi ilesas sus funciones sensitivas e intelectuales hasta pocos

momentos antes de la muerte. Algunas veces muere el enfermo a impulsos de los

síntomas asfícticos sin que se presenten los vómitos y la diarrea, lo que ha hecho

dar a estos casos el nombre de cólera seco. Pero esto es más raro de lo que se

cree, porque nosotros habíamos visto muchos cientos de coléricos sin encontrar

uno solo que no hubiese tenido algunas evacuaciones de vientre, hasta que pocos

días de llegar a Berlín tuvimos ocasión de observar el verdadero cólera seco. La

menor duración que nosotros hemos observado en los casos de cólera fulminante

ha sido de tres horas, y aunque en todas partes se han citado por el vulgo

muertes ocurridas instantáneamente por las calles, dudamos de la realidad de

éstos hechos. No nos parece posible que se salve ninguno de los enfermos

atacados con ésta violencia.801

801

Sánchez Nuñéz, L. María Rubio, P. y De Paula Folch, F (1834): “Informe general de

la comisión facultativa enviada por el Gobierno Español a observar el Cólera-Morbo en

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2. Apéndice 2: Descripción del Cólera- Morbo realizada por el Dr. de Paula

Folch (1833):

“Los síntomas característicos o diagnósticos, que ha ofrecido el cólera-morbo en dicha

capital, son exactamente los mismos con que se ha descrito la expresada afección en

todos los países, y los que he tenido ocasión de observar en el cólera de Francia,

Austria, y Prusia, a saber:

Caracteres diagnósticos.- Fuerte alteración de la fisonomía en términos de

desconocerse los más íntimos amigos; ojos hundidos y rodeados de un círculo lívido;

nariz afilada y fría; labios y mejillas moradas; frío glacial de todo el cuerpo, y en

particular de la cara y extremidades; sudor general frío y viscoso; tinte entre morado y

azul en diferentes partes del cuerpo; manos arrugadas, como si hubiesen estado

metidas por mucho tiempo en agua caliente; tegumentos sin ninguna elasticidad; uñas

azules; fuertes calambres; vértigos; zumbido de oídos; integridad de las facultades

intelectuales; lengua húmeda, ancha, cubierta de un ligero moco de color de plomo y

sumamente fría; vómitos muy repetidos de un material parecido al cocimiento del

arroz; sensación dolorosa en el epigastrio; diarrea muy abundante, y varias veces sin

que el enfermo lo advirtiese, de un líquido claro, poco fétido, y con copos albuminosos;

sed insaciable; vientre retraído; supresión completa de orinas; respiración corta y

difícil; aliento frío; voz ronca, y muy baja; latidos del corazón casi imperceptibles;

pulso pequeño y contraído, y en varios enfermos nulos.

Formas.- Las formas o diferencias más generales que me ha ofrecido ésta dolencia

son dos, las que si bien manifiestan siempre la misma índole o carácter de la afección,

no obstante se distinguen suficientemente por la intensidad de sus síntomas, y gravedad

del ataque: divídase pues, en cólera leve o colerina, y cólera grave o asfíctico.

1ª.- La primera forma o diferencia la constituyen los síntomas siguientes: calosfríos,

cuerpo cubierto de un ligero sudor algo fresco, fisonomía alterada, ojos más o menos

hundidos, y con un poco de círculo lívido en su alrededor, alguna sed, lengua húmeda,

limpia y caliente, náuseas repetidas, y algunas veces ligeros vómitos de un líquido claro

como el agua o bien de carácter colérico, peso en la región del epigastrio, diarrea

serosa, y un tanto blanquecina, o decididamente blanca y con copos albuminosos;

países extranjeros, Remitido desde Berlín el 31 de mayo de 1833 por los profesores

comisionados por S.M.”. Madrid. Imprenta Real. Pgs. 8-18.

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524

orinas escasas, turbias, , y muy espesas, o casi del todo suprimidas, respiración un

tanto difícil, sistema venoso muy lleno en las extremidades y de un color azul bastante

oscuro, y pulso algo pequeño y concentrado.

2ª Forma.- La segunda está caracterizada por la mayor parte de los síntomas descritos

al fijar el diagnóstico, siendo sus más patognomónicos la descomposición de la

fisonomía, el frío general, la cianosis o color azulado del cuerpo, los calambres, el

cambio de la voz, el color blanquecino de los vómitos y cámaras, la retracción del

vientre, la ansiedad precordial, la supresión de orinas y la suma concentración o falta

absoluta de pulsos.

Períodos.- En ambas formas he notado constantemente, que se distinguían tres

períodos, pródromos, álgido o de frío, y reacción o de calor, pero no debo dejar de

advertir, que en los casos muy leves eran pequeñísimas éstas diferencias, así como en

los graves fue en donde se pudieron observar con toda claridad, aunque en algunos

otros no muy frecuentes se escapase uno que otro período al que no estaba muy versado

en ver y examinar semejantes enfermos.

- Pródromos.- El período de los pródromos se ha manifestado frecuentemente por

una ligera desazón de todo el cuerpo, un poco de cefalalgia, y algunas veces

vértigos, inapetencia, dificultad de digerir, borborigmos, tristeza, propensión al

sudor siendo éste algo viscoso, y ligera frecuencia del pulso; pero en muchos

individuos al paso, que se observaban algunos de éstos síntomas se les notaba

también una diarrea más o menos abundante de un líquido estercoráceo o seroso

amarillento, verde o con algún otro color, pero de ninguna manera el

blanquecino o colérico, pues éste ya caracterizaba el segundo período del

cólera, y se habría podido confundir fácilmente la forma leve o colerina con los

pródromos. La duración de éstos ha variado desde una a dos horas, hasta cuatro

o seis días.

- Álgido.- Cuando habiendo precedido alguno o todos los síntomas, que acabo de

referir, sobrevenían el enfriamiento más o menos repentino de todo el cuerpo,

las manchas azules, la descomposición de la fisonomía, los calambres, los

vómitos y diarrea de carácter coléricos, el dolor epigástrico, la ansiedad, la

supresión de orinas, y la parvedad o cesación del pulso; el enfermo había

pasado ya al segundo período de la enfermedad o sea al estado álgido o de frío,

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correspondiendo no más que algunos de éstos síntomas y aún en grado remiso

en los casos leves o de colerina, y en mayor o menor grado pero reunidos casi

todos, y algunas veces otros, en la forma grave o asfíctica.

- Reacción.- Si a pesar de la gravedad en que se constituían los enfermos en el

segundo período vencía la naturaleza y se calentaba el cuerpo; las manchas

azules se convertían en rojas; la fisonomía se animaba y ponía más natural; las

conjuntivas se inyectaban; la lengua se resecaba un poco y ofrecía una ligera

rubicundez, resultando no obstante ser menor la sed del enfermo, que cuando

ésta se encontraba húmeda y de color aplomado; los vómitos y la diarrea eran

menos frecuentes, y empezaban a cambiar de color; comparecían las orinas,

aunque en corta cantidad; la respiración se elevaba; la voz era menos ronca, y

el pulso se desplegaba, y ponía algo frecuente; entonces se podría decir que el

enfermo había pasado al tercer período o de reacción. Pero no debe creerse que

semejante cambio siempre se verificase de un modo uniforme, y bien

caracterizado, pues en los casos pertenecientes a la primera forma, por lo

regular sucedía ésta metamorfosis de un modo muy pasajero, y sin que se

ofreciesen más que algunos de los referidos síntomas, pasando el enfermo a la

convalecencia por el intermedio de ellos, aunque de un modo lento y poco

perceptible, pero bastante manifiesto a los ojos de un fiel y escrupuloso

observador; más en el cólera grave era donde se ponía más de manifiesto la

trasformación de los síntomas enunciados, y el tránsito del período álgido o de

frío, al de reacción o de calor. Este período de reacción se manifestaba de tres

modos diferentes: o con síntomas moderados y uniformes que jamás

comprometían la vida de los enfermos; o con fenómenos alarmantes e

irregulares, que se asimilaban mucho a los que ofrece la fiebre tifoidea; o por

último con síntomas y señales bastante evidentes de un estado de inflamación, o

de congestión de alguna víscera principal, en cuyos dos últimos casos se

constituían los enfermos en un peligro casi tan inminente como el que

presentaba el período álgido. Divídase pues la reacción en moderada, irregular

y excesiva, cuya distinción ya la noté con mis dignos compañeros en los demás

países, y la manifestamos al público en el opúsculo impreso bajo el título de

Método Curativo del Cólera-morbo oriental:

Reacción moderada.- Un calor regular en todo el cuerpo, las mejillas

sonrosadas, la fisonomía natural, las conjuntivas ligeramente

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rubicundas, una pequeña cefalalgia frontal, el sueño moderado y

tranquilo, un ligero mador en toda la superficie, la poca sed, la

humedad y ligera rubicundez de la lengua, la suma disminución o falta

absoluta de los vómitos y diarrea, el no quejarse de dolor alguno en el

pecho ni abdomen, el restablecimiento de las orinas, la respiración

ligeramente aumentada, y el desarrollo y pequeña frecuencia del pulso

constituían la reacción moderada.

Reacción irregular.- La irregular es mucho más difícil de describir,

porque consistiendo como el mismo nombre lo manifiesta en la

irregularidad de sus síntomas, se veían muchas veces éstos con todas

las anomalías propias de las fiebres adinámicas, atáxicas etc.

mezclándose otras muchas los síntomas del período álgido con los de

reacción, y ofreciendo mil escollos al médico juicioso que no podía

menos que vacilar sobre si debería atender más a los síntomas, que le

indicaban el abatimiento de la vida, que a los que le anunciaban el

exceso de ella; por consiguiente todo estado, que no ofreciese un orden

de síntomas regulares y propios a las circunstancias del enfermo, se

reducía a la reacción irregular de la que daré una pequeña descripción.

El persistir la alteración de la fisonomía, el hundimiento de los ojos, el

estrabismo, la dilatación de las pupilas, la inyección de las conjuntivas,

las alternativas de frío y calor en todo el cuerpo, la mezcla de manchas

moradas y rojas, el sudor pegajoso, la cefalalgia muy intensa, el sopor y

el subdelirio, las respuestas tardas e inconexas, el lentor de los dientes,

la resecación de la lengua y algunas veces su enfriamiento, la

continuación de los vómitos y la diarrea persistiendo de carácter

colérico o de color muy verde, la supresión de orina, el hipo, la

respiración corta y algunas veces muy fatigosa, y la pequeñez y

frecuencia del pulso, fueron las señales que más generalmente

manifestaron semejante reacción.

Reacción excesiva.- Pero si el cambio de síntomas se ofrecía con mucho

calor y resecación de toda la piel, cara muy encendida, conjuntivas

excesivamente inyectadas, pupilas contraídas, delirio más o menos

fuerte, sopor, y algunas veces coma, mucha sed, lengua seca y

rubicunda, sin vómito, con constipación de vientre y dolor fuerte en el

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pecho, o abdomen, suma agitación, respiración difícil y acelerada, y

pulso fuerte y frecuente, o tal vez concentrado, se colocaba entonces

dicha reacción en el cuadro de las excesivas.

Convalecencia.- La cesión completa de los síntomas de reacción, sin experimentar

el paciente ninguna otra incomodidad más que un ligero peso en el epigastrio, suma

dificultad en digerir la más pequeña cantidad de alimentos, restricción de vientre, y

algún abatimiento de fuerzas, constituía al enfermo en un estado de convalecencia; el

que siendo un medio entre la enfermedad y la salud, exigía las mas minuciosas

precauciones higiénicas, y las que muy pocos individuos violaron, sin experimentar

fatales consecuencias.

Terminaciones.- La terminación de la enfermedad se efectúa de tres modos diferentes;

o por la muerte, o por el restablecimiento completo de la salud, o por el tránsito a otras

enfermedades consecutivas:

- Muerte.- La primera tenía generalmente en el período álgido, a las ocho, diez, o

a lo más a las veinte y cuatro horas de la invasión de éste período, pero sin que

se dejasen de observar muchísimos, que solo duraron dos o tres horas, y algunos

otros tan sumamente ejecutivos, que no mediaron entre la salud y la muerte más

que unos siete minutos; pero si ocurría ésta en el período de reacción no sucedía

ya hasta los cuatro o cinco días de la enfermedad, prolongándose varias veces

hasta el décimo o el undécimo día, si los síntomas ofrecían el aspecto de una

fiebre tifoidea.

- Salud.- La segunda terminación se observó constantemente después de haber

pasado los enfermos por los períodos enunciados, sin que haya tenido jamás

ocasión de ver uno solo, que repentinamente hubiese pasado del período álgido

bien caracterizado a la salud. El término más corto de un ataque colérico

terminado felizmente ha sido el de cuarenta y ocho horas; el más frecuente desde

la invasión a la convalecencia de ocho a diez días, y algunos casos se han

prolongado hasta cerca de un mes. Dicha terminación tenía lugar muchas veces

por la disminución sucesiva de los síntomas sin señal alguna crítica, pero varias

otras, estas fueron bien manifiestas por sudores abundantes, orinas

sedimentosas, diarreas muy verdes o amarillas, erupciones generales bastante

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anómalas algo parecidas a la urticaria, y por parótidas y diferentes otros

abscesos.

- Enfermedades consecutivas.- Las enfermedades consecutivas en que con más

frecuencia ha terminado el cólera son: el marasmo general, la tisis pulmonar,

las gastritis, y gastroenteritis crónicas, y las diarreas habituales.

Si descrita ya la enfermedad bajo su verdadero punto de vista diagnóstico, bajo sus

deferentes formas, y con respecto a los distintos períodos y terminaciones que sigue en

su curso ésta afección, damos una rápida ojeada a los principales síntomas que se han

manifestado en dicha época o han ofrecido alguna variedad, notaremos que la cianosis

o color azulado de la piel, así como la falta de elasticidad de ella, permitiendo

pellizcarla sin que se deshiciese el pliegue resultante, han sido síntomas tan constantes,

que apenas se ha ofrecido caso grave en el que no se hayan observado; que los sudores

fríos y viscosos fueron tan duraderos y abundantes, que postraron en alto grado a los

enfermos, que tuvieron la dicha de escaparse del segundo período, ocasionándoles

muchas veces el que las reacciones fuesen mucho más irregulares, por no tener el

paciente vitalidad suficiente para efectuar una reacción saludable; que la suma

concentración y falta absoluta de pulso permanecía por mucho tiempo, habiéndoseme

salvado dos enfermos en los que desapareció éste por espacio de cuatro días; que la

diarrea precedió casi siempre a los ataques de cólera, deteniéndose éstos o

moderándose mucho cuando se acudía con tiempo a combatirla, y resultando lo

contrario cuando los enfermos la despreciaban; que la materia evacuada por cámaras

en los casos graves era con mucha frecuencia sanguinolenta o muy semejante al agua

en que se ha lavado carne, despidiendo en éste caso un olor pútrido insoportable; que

cuando los enfermos pasaban del período álgido al de reacción, se notaba en la mayor

parte de ellos que las cámaras tomaban el color verde y después el amarillo; que aún

en los casos más felices era siempre la diarrea uno de los últimos síntomas, que

desaparecían; que los vómitos se han visto muy frecuentemente desde los primeros

momentos de la invasión, siendo en su principio de las materias alimenticias contenidas

en el estómago, y convirtiéndose enseguida en un líquido claro, inodoro, blanquecino, y

con copos albuminosos, con cuyo carácter seguían muy abundantes hasta al anunciarse

la reacción, en cuyo caso se mudaban en verdes y espumosos y se hacían más raros y

cortos, hasta que pasando a amarillos terminaban del todo; que la cesación completa

de vómitos y cámaras, continuando los síntomas que caracterizaban el período álgido,

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se vio con mucha frecuencia en los casos que han sido llamados de cólera seco, o

cholera sine cholera; que la sed era inextinguible en la mayor parte de los enfermos,

siendo ésta mucho mayor en el segundo período, y cuando la lengua estaba húmeda y

cubierta de una mucosidad parduzca, que en el tercero, y cuando ofrecía alguna

sequedad y rubicundez; que la voz se observó casi siempre alterada en todos los

enfermos sin que se exceptuasen los casos leves, aunque en éstos era mucho menos

perceptible; que la disminución de las orinas en los casos de la primera forma, y la

cesación completa de ellas en los de la segunda fueron fenómenos constantes en

Sevilla; que cuando los ataques eran muy repentinos y ejecutivos se veía con mucha

frecuencia efectuarse indebidamente los fenómenos de la visión y la audición, y

perturbarse las facultades intelectuales, juntándose a éstos síntomas los de la falta de

acción del tubo digestivo; que los calambres solo se notaron en los casos graves, siendo

tan pertinaces y fuertes, que obligaban a los enfermos a dar gritos espantosos; y

finalmente que se observó bastante a menudo presentarse los enfermos con síntomas

muy poco alarmantes al parecer, y quedarse muertos sin que apenas lo advirtiesen los

asistentes, ni diesen señales de sufrir algo en aquel momento”.802

3. Apéndice 3: Examen crítico de las principales opiniones emitidas hasta julio

de 1834 sobre la enfermedad del cólera:

Me parece importante introducir éste apartado, que trata sobre las opiniones que el

colectivo médico, a través del Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia, emitió sobre el

cólera en el verano de 1834, y que apareciendo en el boletín bajo éste epígrafe, están

basadas en los resultados, meditaciones y trabajos que sobre la enfermedad se habían

realizado hasta la fecha:

Etimología de la palabra cólera

La oscuridad en que se halla envuelta por do quier la historia de esta fatal

enfermedad se presenta ya desde su denominación. Conocida apenas en tiempos

anteriores en muchos países del globo, y no ofreciendo hasta el día la ilustración de

este punto más que un débil y secundario interés, la mayor parte de los autores

802

De Paula Folch y Amich, F. (1833): “Breve descripción del Cólera-Morbo Oriental

que se padeció en la ciudad de Sevilla en los meses de septiembre, octubre y parte de

noviembre de 1833”. Pgs. 9-19. Barcelona, Imprenta de J. Verdaguer.

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530

antiguos se han limitado a seguir sin examen la opinión que veían consignada en las

obras de los prácticos de su mayor aprecio, siendo el resultado indispensable de esta

servil adhesión la oscuridad de este punto interesante, y lo que es peor, la sanción de

un error que ha podido conducir tal vez a otros más trascendentales.

A nuestra época, por desgracia, estaba reservado el detenido examen de la etimología

y verdadera significación de la palabra cólera. Aplicada a una enfermedad mortífera,

que después de haber esparcido el terror y la desolación en una gran parte del globo,

aflige cruelmente nuestras más hermosas y fértiles provincias, y amenaza

próximamente a esta Capital, interesa altamente penetrar este arcano para refutar

corolarios que reposan en falsas acepciones, fijando sino su verdadero sentido, al

menos el más racional y probable.

Es fácil seguramente el emprenderlo, pero no lo es tanto a la verdad de conseguirlo.

Obstáculos cuasi insuperables se oponen a nuestros deseos, puesto que la oscura noche

de los tiempos ha cubierto de un velo impenetrable los verdaderos fundamentos en que

apoyaron estas y otras denominaciones de antiguos creadores. Fiados sin embargo en

la constancia de nuestros esfuerzos, veamos si podemos adquirir alguna ráfaga que

despeje algún tanto las tenebrosas nubes que cubren esta parte de la historia de tan

terrible afecto.

Cólera, según varios autores antiguos, cuyas huellas parecen seguir algunos

modernos, es una voz latina, y significa bilis. El doctor Drument, siguiendo al profesor

de Val-de-Grace, parece adherirse a esta opinión, que estamos muy distantes de

apoyar. Esta palabra se encuentra en efecto en los Diccionarios latinos, pero ningún

sabio deja de reconocer y expresar su origen griego, manifestando indirectamente por

este medio que su uso en el idioma del Lacio es moderno, y que solo figura en la

latinizada como otras infinitas usadas en nuestro castellano, acaso no en el verdadero

sentido que tuvieron en tiempos más remotos, sino en el que la falsa costumbre las

había dado: así pues, creemos inexacto y peligroso inquirir en la lengua latina la

verdadera etimología de la palabra en cuestión, y para cuya aclaración debemos

remontarnos a origen más lejano, aunque por desgracia igualmente confuso y difícil de

alcanzar.

La lengua griega debe reclamar la propiedad de esta palabra, e infinitas razones que

en obsequio de la brevedad omitimos, parecen corroborar el derecho del idioma de

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531

Atenas. El uso de la expresada voz por autores que existieron muchos años antes de la

fundación del imperio de los latinos, su fácil descomposición en radicales puramente

griegas al parecer, la frecuencia del mal que representa en la patria de los Asclepiades,

según aparece de la lectura de obras antiquísimas, son en nuestro concepto razones de

algún peso a favor de esta opinión.

En efecto, al idioma del Melesígenes (Homero) parece deberse la palabra cólera, pero

¿cuál es su sentido etimológico?, ¿cuál su verdadero significado, y cuál la idea que

realmente ha querido representar?. He aquí el punto de la dificultad, lo problemático

del caso; veamos si podemos ilustrar el particular.

Si se indaga el significado de la palabra en los diccionarios del idioma griego, se

observará que representa simplemente una enfermedad por colección de bilis en el

estómago, morbus ex collectione bilis in sthomaco (Lexion greco-latinum à Joanne

Frelonio), resultando empero también de los mismos que suele tomarse impropiamente

por la bilis (vulgus medicorum simpliciter pro bile perperum accipit); pero como las

significaciones de las voces deben emanar de la raíz o raíces de que están formadas, es

indispensable recurrir al más detenido examen de ellas para hallar su verdadera

acepción.

Todos los autores están conformes en descomponer la palabra cólera en dos

radicales, pero disienten bastante en cuales deban ser estas. Algunos, con Galeno,

sostienen su composición del sustantivo hiel, y del verbo fluyo; y otras, conformándose

con la radical primera, solo difieren en la segunda, prefiriendo al verbo otro

sustantivo, flujo.

El célebre Alejandro de Tralles ha creído que emanaba la voz cólera de intestino,

siéndole indiferente que la radical propuesta sea verbo o sustantivo, puesto que ambas

convienen en la esencia de la acción.

A primera vista parece insignificante la variedad y discordancia que acerca del

particular se advierte entre los autores, pero meditando un poco se concibe desde luego

la importancia e ilustración que el triunfo de una u otra opinión puede prestar en la

averiguación de las verdaderas ideas de los antiguos acerca de la enfermedad

designada con la palabra que nos ocupa. Es pues muy interesante ilustrar en lo posible

esta cuestión: pero ¿por dónde salir de tan intrincado laberinto?, ¿cómo dirigirnos en

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532

oscuridad tan tenebrosa?. Únicamente la lectura y examen de las descripciones de la

enfermedad podrán decirnos su mayor o menor analogía con las radicales que se

suponen. Ellas nos suministrarán algunas razones en que fundar la verdadera

etimología de estas.

Al leer en Galeno y algunos otros autores la descripción de la enfermedad designada

por la palabra en cuestión, y al ver figurar la bilis flava de un modo tan terminante y

exclusivo, no dudaremos que el objeto de los primeros médicos fue dar conocimiento

con la palabra cólera de un síntoma que, según sus ideas predilectas, creían el más

significante y acaso de mayor interés, y en verdad que a ser cierta su opinión respecto

de este mal nada habría que objetar contra la radical (…) que todos sabemos que

significa bilis. Empero otros menos preocupados y más filósofos observadores han

combatido tales ideas, y haciendo ver lo ridículo y erróneo, que era suponer siempre a

la bilis único y activo agente de esta enfermedad, han destruido completamente las

bases en que pretendieron apoyar el derecho de la radical expresada. Y en efecto. ¿no

sería el colmo de la ridiculez y de la impropiedad admitir semejante radical cuando

infinitos sabios de aquellos tiempos reconocieron y demostraron en el cólera diferentes

humores de varios colores que nada tienen que ver con la bilis?, ¿Cuándo

establecieron y probaron que la enfermedad expresada podía originarse por otras

causas que aquella?.

Pero lo que parece increíble es que algunos hombres de talento que han escrito en

nuestro siglo, prescindiendo de las luces con que los antiguos aclararon este punto, y a

pesar del ningún fundamento en que se apoya la teoría Galénica, hayan adoptado,

apenas nos atrevemos a decirlo, tan baja y servilmente su opinión. Más por desgracia

es demasiado cierto. La bile-manía, permítasenos ésta expresión, más ridícula y

exclusiva, ha dominado más de cuatro autores, así como en la de otras, en la teoría de

ésta enfermedad (No dudamos se tendrá presente que sólo hacemos el análisis de la

palabra cólera sin aplicación aún al mal terrible que es nuestro objeto).

Pero si como va escrito, la connivencia y relación entre la palabra y los síntomas de la

enfermedad que lo significa, o lo que es lo mismo, la mayor exactitud entre las ideas

que da la voz cólera en las acepciones Galénica y Tralliana, y los fenómenos que se

observan en el mal que representa, es la que debe decidir la cuestión, creemos de buena

fe que a ninguna de las dos puede inclinarse la balanza de la justicia. En efecto, si la

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533

radical de Galeno no presenta en su favor una exactitud que convenza, no la ofrece

mayor ni más clara la de Tralles y sus secuaces. ¿Y cómo podría admitírsele una raíz

que solo da la idea de un flujo intestinal en una enfermedad, en la que simultáneamente

se presentan vómitos y otra multitud de síntomas graves que ninguna relación tienen

con él?, Si Galeno según las razones emitidas, padeció equivocación al creer que la

radical esencial de la voz cólera era o debía ser bilis, Alejandro de Tralles no fue más

exacto en pretender su derivación de intestino, si bien es mas admisible su opinión por

alejarle, en nuestro concepto, mucho menos de la propiedad.

No admitiendo, como no admitimos por inexactas ninguna de ambas radicales, únicas

a que parece se han referido cuantos han escrito sobre el particular, es indispensable

que investiguemos si habrá otra que con alguna propiedad se pueda presentar. El

examen y estudio de los Diccionarios y Gramáticas griegas nos han suministrado una

que, sin que creamos sea exacta, pues esto no cabe en una voz aislada, opinamos que a

lo menos da una idea de la enfermedad, aunque general, menos equívoca y más propia

que las anteriores; raíz que ofrece algunas probabilidades para creer que fuese la

elegida por los antiguos griegos para la formación de la palabra cólera. Vientre, esta

es una voz que unida sea al verbo fluyo, o al sustantivo flujo, encierra un concepto

menos equívoco de una enfermedad en que, como todos saben, uno de los síntomas

predominantes por lo general es un flujo de humores, sin fijar que sean o no biliosos,

como supone la radical de Galeno, ni que dimanen únicamente de los intestinos, según

la opinión de Tralles. Vientre es una palabra que comprende todas las partes

contenidas en la cavidad abdominal, y en verdad que conformándonos con la opinión

de muchos antiguos, creemos que de la reunión de los varios humores que pueden

segregarse en aquella resultará de hecho el flujo tan abundante que observamos en

tamaña enfermedad.

El modo de escribir y pronunciar esta palabra parece corroborar nuestra opinión. Es

sabido que tanto en el idioma latino como en el nuestro se ha escrito la palabra cólera

con Ch o C, pronunciándose la primera sílaba en ambos casos CO, pero como el

alfabeto griego carece de tales caracteres, solo podemos hallar en la Cáppa, el

equivalente para conservar la expresada pronunciación, circunstancia que tiene a su

favor la palabra vientre, y no las radicales bilis e intestino, que teniendo por primera

letra Gi. J, resulta pronunciado con su valor Jolera y no Cholera, como verificamos.

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534

Acaso se reputará trivial esta razón que alegamos a favor de nuestra radical: no

pretendemos tampoco darla un valor decisivo por infinitas causas que omitimos; pero

como la reunión de pruebas débiles constituye a veces una fuerte y convincente, no

hemos querido prescindir de la presente, sea cual fuere su fuerza.

Poco satisfechos sin embargo de nuestro hallazgo, hemos deseado aproximarnos más,

si era posible, a la perfección, y creemos tener la satisfacción de citar otra etimología

más antigua, más probable, más propia y más satisfactoria, fruto de los trabajos de un

sabio y benemérito francés (Mr. Jobard, socio de varias academias científicas). En el

texto hebreo de la Biblia nada menos es donde ha encontrado luminosas ráfagas que

parecen aclarar el punto en cuestión:

Augebit Dominus Plagas tuas, se lee en el Deuteronomio, et plagas seminus tui,

plagas magnas et perseverantes, infirmitates pessimas et perpetuas (choalin-raim, en

acusativo de plural).

Choli-ra est et alisd malum quod vidi sub sole, et quidem frequens apud homines.

Llama la atención Mr. Jobard acerca de la versión de la palabra choli-ra en la

Vulgata, donde se halla por equivalente miseria magna, en vez de morbus malus, exacta

significación de las palabras hebreas choli-ra, término genérico por el que se designa

esta especie de enfermedad, considerada ya como uno de los grandes azotes con que

Dios puede castigar a los transgresores de los preceptos de los libros de la ley.

Sería molesto detenernos en exponer las razones que militan a favor de ésta

etimología pues a primera vista se presentan claramente las más evidentes.

Prescindiendo de la identidad de la palabra choli-ra con la de cholera, en el supuesto

de ser tan conocida esta enfermedad en los tiempos más remotos de la Grecia, ¿qué

dificultad puede oponerse a que los hijos de Greco (primer rey de Grecia, y su creído

fundador), recibiesen y conservasen la denominación etimológica de este fiero mal de

sus antecesores hebreos, de cuyo idioma, como es sabido, tomaron aquellos para el

suyo infinitas voces?. Se dirá acaso que esta etimología expresa menos que la griega,

puesto que no fija uno siquiera de los muchos y terribles síntomas de tan cruel

dolencia, pero ese es cabalmente el motivo en que fundamos su mérito y propiedad.

Reservada la denominación de choli-ra, morbus malus, al grupo de síntomas que

constituyen la enfermedad en cuestión, síntomas todos fatales, todos crueles, y todos de

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535

consideración y cuidado, es menos vicioso, menos equívoco y mas significante usar una

voz que, sino llama la atención acerca de uno solo de ellos en perjuicio de la claridad y

exactitud, da la más completa y expresiva idea de un afecto morboso, que lleva tras de

sí el horror, los padecimientos y la desolación, afecto que no puede confundirse con

otro por hallarse concretada exclusivamente en él, o por mejor decir, a la reunión de

síntomas que representa la palabra choli-ra, enfermedad fatal.803

4. Apéndice 4. Descripción del caso práctico: Método antiflogístico directo

aplicado al enfermo Don Juan Bautista Rossi (1834):

“ Observación 1ª, Don Juan Bautista Rossi, italiano, de 30 años de edad y

temperamento nervioso, artista de ópera que ha sido en éstos teatros, y actualmente

músico de cámara del Serenísimo Señor Infante Don Francisco de Paula, y sujeto bien

conocido en ésta Corte, padeció desde los primeros años de su estancia en ella

repetidos ataques de neuralgia intestinal, conocida con el nombre de cólico de Madrid,

en cuyos ataques fue dirigido y cuidado por el profesor Don José Murcia. Estos ataques

se verificaban durante la primavera y el estío, quedando libre de ellos el enfermo en el

otoño e invierno, en cuyas épocas disfrutaba de la mejor salud.

En los meses de mayo y junio de éste año volvieron a repetirse, como era de

costumbre, los ataques de la neuralgia, y en ésta época fue cuando yo me

encargué de la dirección y cuidado de dicho enfermo. Por una mala costumbre

adquirida por el enfermo de mucho tiempo antes siempre que se veía acometido

de la neuralgia, y antes de llamar al médico, se hacía cubrir de sanguijuelas el

abdomen, sin que por eso consiguiese la curación, que solo se verificaba a

beneficio de los opiados, del baño general tibio, y del sulfato de alúmina disuelto

en jarabe de altea, por el método del Dr Gapellet, mejorado en ésta por mi

amigo Don Lorenzo Boscasa; pero de las repetidas aplicaciones de sanguijuelas,

de los continuos padecimientos ocasionados por la violencia y repetición de la

neuralgia y de la dieta a que ellos mismos le condenaban, se ocasionó un estado

de debilidad, y casi de anemia lamentable.

803

Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. 7-Agosto

de 1834.

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536

Tal era su desgracia situación en la época que repentinamente y con la mayor

violencia se desarrolló la epidemia que nos ha afligido, precisamente en el

barrio en donde habitaba el enfermo (vivía en la calle Hortaleza) causando en él

la impresión de terror que era consiguiente a su temperamento y susceptibilidad,

exaltados por el estado accidental en que se hallaba. No Obstante, a fuerza del

más estricto régimen y cuidado pudo librarse por algunos días del influjo

epidémico; pero el 19 de julio fue repentinamente atacado del cólera a las 11 de

la mañana, y a su consecuencia me hizo llamar en el momento.

Por una casualidad muy rara en aquellos días recibí el aviso a tiempo de poder

ver al enfermo en la primera hora después de su invasión, y a pesar de esto,

cuando llegué ya le encontré en el estado siguiente: color lívido intenso (casi

negro) de toda la piel, excepto de la del abdomen, parálisis extraordinaria y

frialdad marmórea de la misma a excepción de la de la región epigástrica, que

presentaba un ardor quemante; cara hipocrática con los ojos sumamente

escondidos en las órbitas, encendidos y expresando en la inquietud de sus

miradas el mayor terror; afonía completa, respiración difícil, anhelosa, aliento

frío, inquietud suma, movimientos continuos de los miembros, alternando con los

más vivos y dolorosos calambres, pulso nulo en las arterias superficiales,

formando un notable contraste con las palpitaciones enérgicas y desordenadas

del corazón y de la arteria ventral, que se percibían distintamente con solo

aplicar la mano en el pecho y el epigástrio; lengua fría, húmeda, ancha,

descolorida en sus bordes y punta, y cubierta de una capa mucosa muy blanca;

vómitos y diarreas frecuentes y copiosos de un líquido tenue, transparente,

incoloro, mezclado con espuma y copos albuminosos; el enfermo se quejaba

además de una sed inextinguible, de dolor de estómago, y de una sensación de

peso y constricción en el pecho y epigástrio insoportable. ¿Quién no se

estremecería a la vista de un aparato de síntomas tan importantes en un sujeto

tan deteriorado de antemano?. Por mi parte confieso que desconfié de su

curación, y creí que la muerte sobrevendría en pocas horas, mayormente cuando

para aquella fecha ya llevaba vistos más de doscientos coléricos, y había

experimentado con harto dolor no solo la inutilidad, sino el perjuicio del calor y

estímulos externos, de los opiados y difusivos internos, y aún de los terrones de

nieve; métodos que nos habían recomendado tanto los médicos que habían

Page 537: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

537

experimentado la epidemia en países extranjeros, y que estaba ya viendo tan

mortíferos, aún manejados por ellos mismos, de modo que mis esperanzas se

hallaban limitadas al método antiflogístico directo; pero ¿cómo emplearle en

aquél caso?, ¿cómo sangrar a un sujeto nervioso y anémico?. Pero era

necesario hacer algo por él, y la experiencia acababa de enseñarme que sólo en

la sangría y los atemperantes externos e internos podía esperar algo, y así me

decidí por éste último método. En su consecuencia le mandé hacer una sangría

de la mano de 4 a 6 onzas, y que inmediatamente se le sumergiese en un baño

general de 24 grados Reaumur, hecho lo cual corrió la sangre, aunque con

trabajo, y a la salida del baño ya se presentaba el pulso en la radial, habían

cesado los vómitos y diarrea, y desaparecido los calambres; de esto fui

informado por el mismo que le había sangrado, pues la fatiga de siete días y

siete noches consecutivas sin dormir ni descansar me había ocasionado una

disuria tal, que me obligó a meterme en cama y cuidarme en aquél mismo día; en

vista pues de los informes recibidos prescribí a Rossi desde la cama segunda

sangría y más copiosa, segundo baño algo más fresco, y el uso interno de

cantidades cortas pero repetidas, de agua fresca con jarabe de goma y nada

más; encargando que si al salir del baño se notaba ya la piel más caliente, como

yo esperaba, se le fijasen vejigatorios en las cuatro extremidades; todo se hizo

así, y al día siguiente se me informó que después de la segunda sangría había

casi desaparecido la cianosis, se había compuesto la fisonomía, que ya no tenía

palpitaciones de corazón ni de la aorta ventral, que el pulso estaba fuerte y muy

frecuente, que el calor era ya natural, que el enfermo había dormido algunas

horas, y que acusaba sed y pedía alimento, pero que no se lo habían concedido

porque la lengua estaba encendidísima, muy limpia y puntiaguda. Yo aconsejé

que no se le diese más que sustancia de arroz en pequeñas cantidades, y el agua

con goma cuanta quisiese, y por lo demás que nada se hiciese hasta el día

inmediato, en que me proponía salir y verle, por estar ya muy aliviado de mi

dolencia.

Así lo verifiqué en efecto, y cuál fue mi sorpresa al ver a mi enfermo con un

pulso grande, igual y pausado, con su color y calor natural, con su cara

compuesta, y sin quejarse de más incomodidad que la de los vejigatorios,

habiendo orinado copiosamente, y no habiendo vomitado ni depuesto después de

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538

la segunda sangría; todos los síntomas habían desaparecido, y el enfermo

manifestaba aquella tumultuosa alegría que experimentaba el que se ve libre ya

de los más crueles tormentos y de la muerte, y tiene a su lado a la persona a

quien se cree deudor de tantos beneficios. Escena que fue ésta que también

contribuyó no poco a reanimar mi espíritu abatido por las terribles catástrofes

que había presenciado en los días anteriores, y al ver la ineficacia y aún los

palpables perjuicios de todos planes tan decantados por todos los médicos

extranjeros y por algunos españoles contaminados de sus doctrinas. Solo

Broussais, exclamé, y sus discípulos, han conocido el verdadero carácter de ésta

terrible plaga, si bien con su exageración en sacar sangre hasta en la

convalecencia, han perdido muchas veces el fruto de sus triunfos, y dado armas

a la envidia de los enemigos; y yo he podido dejarme arrastrar de los metafísicos

raciocinios con que se ha querido probar que en éste mal solo se veía una

debilidad esencial del corazón y una afección puramente nerviosa. Pues si en un

enfermo nervioso casi anémico, y que habitualmente padecía una neuralgia, ha

producido tan admirables efectos el método antiflogístico, ¿qué no podré

esperar en los robustos y de temperamento sanguíneo?. La experiencia me ha

confirmado en efecto lo fundado de ésta esperanza, y puedo asegurar que desde

entonces todos los enfermos en quienes he conseguido sacar sangre con

abundancia, se han salvado de los más violentos y fulminantes ataques, como iré

probando en lo sucesivo con la publicación de infinitos casos prácticos que he

presenciado. Por lo que respecta a nuestro Rossi solo fue menester para concluir

su curación aplicarle un golpe de sanguijuelas al epigastrio y darle la leche

aguada a pasto, con lo cual pudo empezar a comer al día sexto después del

ataque, y se levantó al inmediato con más fuerzas que las que había tenido al

salir de los cólicos; y no solo no ha tenido recaída ni la menor indisposición

gástrica, sino que adquirió rápidamente unas fuerzas, carnes y color que hacía

tiempo no había tenido. Verdad es que sigue todavía con el uso de la leche, que,

como he observado en esta epidemia, ha sido el medio que he visto más a

propósito para conseguir una rápida convalecencia e impedir las recaídas”. 804

804 Biblioteca Nacional de España. Boletín de Medicina, Cirugía y Farmacia. Jueves 25

de septiembre de 1834.

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539

5. Apéndice 5. Descripción del método curativo seguido por el Dr González de

Sámano (1834):

“Curación del primer período: En éste es muy sencilla cuando los

pacientes, no abandonando los primeros momentos, se sujetan desde

luego a los preceptos médicos, conducta que si se siguiera tendría muy

difíciles resultados, lo que supuesto, se corrigen muy a menudo con una

dieta severa, con el uso de un simple cocimiento de arroz y alguna

porción del jarabe gomoso y láudano, con hacer al momento cama y

tratar de aumentar el calor de la periferia por medio de pociones

teiformes y de friegas secas; mas si esto no obstante siguiesen en

aumento los síntomas y la enfermedad, se hacía ya necesario activar

este mismo plan, y aún aumentarle con el uso de las evacuaciones

tópicas, y aún generales, aquellas en el vientre, no para disminuir la

irritación, sino para evitar la plasticidad que va adquiriendo la sangre,

y por lo tanto una congestión visceral; con la administración de los

cocimientos gomosos de Sydenhan, pudiendo a cada toma añadir medio

escrúpulo de su láudano, las lavativas embotantes con la disolución de

almidón, yema de huevo, y aún el mismo láudano, y finalmente los

tópicos emolientes y tibios al vientre, como las cataplasmas de simiente

de lino rociadas también con láudano, las friegas con aguardiente

alcanforado, y sinapismos en ambas extremidades.

Curación en el segundo periodo: Todos los síntomas en éste segundo

período demuestran indudablemente una vivísima reconcentración en

los centros interiores de la vida, pudiendo creer que no sólo las vísceras

sino también el sistema nervioso padece por ésta congestión (…); por lo

mismo la curación está conocidísima, y limitándome tan sólo a mis

resultados prácticos, he visto el fruto de las emisiones sanguíneas

generales desde los primeros momentos de éste período, y repetidas en

extremo hasta que la sangre presenta a su salida signos de proporción

entre su fibrina y serosidad. Además de éstas evacuaciones, es muy útil

el uso de las tópicas sobre los órganos o vísceras que amenacen

congestiones, que en tales casos son con frecuencia los centros

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540

epigástrico, neumónico y cerebral; algunas veces y sólo con esto he

visto disminuirse la intensidad de los síntomas, y presentarse en alguna

manera la reacción en la piel; pero lo más conforme ha sido tener que

amaridar éste método evacuante con el uso de los revulsivos exteriores

que servía doblemente, lo uno para llamar el calor, y lo otro para

disminuir los calambres. Entre los medios que para esto me han servido

fueron la aplicación a las piernas de tejas calientes y envueltas en

bayetas, las fricciones también calientes y por todo el cuerpo, ya de

aguardiente alcanforado, o ya de dos partes de vino y una de aceite

mezclado, aplicando enseguida y sobre el vientre un vejigatorio que le

cubriera todo; éste mismo revulsivo le aplicaba desde la nuca hasta el

sacro, o sobre todo el esternón cuando en éstos órganos amenazaba una

congestión e interiormente atendido el alarmante síntoma de la sed, no

administraba otra cosa a falta de nieve que el agua natural bien fresca

o ácidas vegetales, teniendo tan solo el cuidado de que las bebiesen en

cortas cantidades y a menudo, cuyo tratamiento fue seguido con

constancia fue el que más felices resultados me ha proporcionado, y al

que creo más metódico, añadiendo en obsequio de la verdad que el uso

de la aristología y demás medicamentos confeccionados tan

preconizados para ésta enfermedad, no me han proporcionado otro

beneficio que el de arrepentirme para no volverlos a poner otra vez en

práctica. Con éste método, modificado en alguna manera según las

circunstancias de los enfermos, he llegado a conseguir en proporción al

número de invadidos bastantes curaciones, y cuando no lo alcanzaba en

éste período, lograba al menos que los enfermos pasasen al tercero o de

reacción con alguna regularidad para tener esperanzas del buen éxito,

en cuyo caso suspendía inmediatamente todos los medios empleados en

el anterior período, sin administrar otra cosa que algunas bebidas

teiformes con el fin de excitar la transpiración. En éste estado, el

médico no debe ser sino hipocrático, esto es, espectador de la

naturaleza para inmediatamente corregir cualquier desorden que

pudiera presentarse, siendo también de advertir que los enfermos

empiezan en éste estado a tener apetito y desear los alimentos a veces

con alguna ansia; pero no por esto deberemos concederles otros que

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541

una decocción de arroz y sustancia de pan; pues cualquier

condescendencia por parte nuestra o abuso por la del paciente sería

muy suficiente para despertar otra vez los síntomas coléricos, , máxime

si atendemos a que los órganos destinados a la digestión habían sido los

afectados. Muchas veces sucedía que la reacción no era tan regular

como se esperaba, en cuyo caso el plan terapéutico tenía precisión de

acomodarse a las circunstancias, y como por lo regular los síntomas

que denotaban ésta reacción indicaban o bien congestiones viscerales, o

bien fiebres de mal carácter, la curación en este caso era según éstas;

así que para la primera repetía sin perder momentos el plan

antiflogístico general y tópico al órgano congestionado, pero siempre

con el cuidado del estado actual del enfermo y con la consideración de

la curación anterior; y si la reacción presentaba signos de alguna

fiebre, entonces las trataba como a tales, y regularmente con un plan

tónico más bien que antiflogístico, sin que por esto hayan en éste

período sucumbido los enfermos en la proporción que debieron si éste

método les hubiera sido contraindicado. No es mi ánimo por esto

sostener que éstas fiebres no sean irritaciones según la nueva doctrina;

séanlo en buena hora, pero siempre serán, al menos para mí, de una

naturaleza sui géneris, y cuyos mejores modificadores y antiflogísticos

me han sido los tónicos, importando bien poco que éstos hayan obrado

revulsivamente, o cambiando a su manera el modo de padecer de los

órganos.

De todo lo expuesto en la curación del cólera-morbo se deduce: que en

los principios es fácil y sencilla, si los enfermos acuden a tiempo; que

pasando el período de algidez, ya es muy difícil, y que para lograrla

necesitamos ser muy activos, y usar pródigamente de los métodos

evacuante y revulsivo; y que en el de reacción tiene el tratamiento que

amoldarse , o bien a observar la marcha del mal, o bien a combatir las

diversas afecciones en que, por decirlo así, viene a terminar esta

terrible enfermedad”.

Convalecencia: Todos los prácticos convienen en que la convalecencia

es el estado medio entre la enfermedad que concluye y la salud que

empieza a restablecerse, de suerte que según ésta definición los

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542

síntomas de ésta enfermedad no se han disipado del todo, ni la acción

orgánica y funciones de los aparatos han vuelto completamente a su

estado normal; por ésta razón limitándonos a la enfermedad en

cuestión, no nos cansaremos en repetir, que el régimen alimenticio debe

ser muy parco, haciendo tan solo uso en los principios del cocimiento

de arroz y del pan, luego de algunas cucharadas de éstas sopas, de

caldo de pollo o ternera; y finalmente antes de tomar los alimentos a

que estaban habituados es preciso pase algún tiempo sin tomar otros

que los mencionados, ascendiendo paulatinamente a su primitivo

régimen alimenticio; esta conducta es tanto más necesaria cuanto que

la enfermedad ha atacado a los órganos destinados a la digestión y

demás esenciales de la vida, de modo que no guardando tal conducta

sería muy difícil la recaída; también en éste estado suelen los enfermos

conservar o una diarrea rebelde, o por el contrario una pertinaz

astricción ventral, cuyos extremos es preciso evitar, el primero con el

uso de algunos emolientes ligeros, y el segundo con las lavativas

emolientes, pero no muy repetidas, ni con mucho líquido”.805

6. Apéndice 6. Método curativo descrito por el Dr. Fabie (1834):

Memoria del Dr. Fabie:

De los males que afligen la humana naturaleza no se ha conocido hasta el día

ninguno más cruel y espantoso, ni que más estragos haya causado que el

conocido con el nombre de Cólera-morbo asiático. Este acerbo mal, cuya

intensidad puede asegurarse ha sido igual en los ardientes climas del Asia, y en

los glaciales del Norte, ha acometido con igual fuerza en todas las estaciones,

sin perdonar clase, condición, sexo, ni edad, llamando demasiado la atención

del género humano, y principalmente la de los hábiles profesores que han

escrito con bastante acierto sobre su invasión, curación y propagación,

ilustrándonos cada cual según sus conocimientos.

805

González Sámano. M. (1834): “Memoria histórica del cólera-morbo epidémico, con

la exposición de sus causas, síntomas, naturaleza, duración, terminaciones, pronóstico,

curación, y medios de precaución”. Madrid. Imprenta de Verges. Pgs. 75-84.

Page 543: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

543

Puede asegurarse con verdad, que son tantos los métodos curativos, cuántos son

los autores que han escrito en la materia; y aunque todos han merecido la

aprobación de hábiles profesores, no han llenado completamente los deseos de

todos, ni tampoco los del público y del gobierno que anhelan porque se publique

un específico, cuya virtud sea tan eficaz, si es posible, como la vacuna en la

viruela.

Estos mismos deseos son los que todas las naciones, y me ha parecido una

empresa bastante ardua el poderlo satisfacer, y principalmente cuanto tantos

profesores beneméritos se han dedicado a ella, sin haber podido conseguir

ningún resultado satisfactorio, siendo la causa la rapidez con que acomete el

mal, destruyendo la existencia en unos casi en el momento de ser invadidos, que

es a lo que con bastante propiedad han denominado fulminante, y corriendo en

otros sus periodos en el corto espacio de veinte y cuatro a treinta horas,

habiéndose dicho con verdad, ser las horas en ésta enfermedad lo que los días

en las agudísimas; no obstante, no me pareció del todo imposible, la empresa

dicha, y concebí cierta esperanza de que algún día podrán quedar satisfechos

nuestros deseos, atendiendo a que así como muchos de los preciosos tesoros con

los que hoy está enriquecida la medicina son debidos a la continua meditación

de las personas dedicadas al benéfico arte del curar, también encierra no pocos

que son debidos a la más feliz casualidad.

Temeroso con los antecedentes que quedan manifestados, y deseando por mi

parte contribuir en cuanto me sea posible a favor de la humanidad afligida, me

dediqué a leer cuantos autores he podido encontrar que tratan de la

enfermedad, cuanto sobre su sintomatología, cuanto de los métodos curativos

puestos en práctica hasta el día, resultando de todos ellos ser poco eficaces,

especialmente cuando ha llegado el periodo o estado álgido.

Mis pocas observaciones en el año próximo pasado durante las enfermedades

del Cólera, los autores que tengo consultados, y una continua meditación me

hicieron concebir la idea de que no cabe en el orden natural que un hombre de

una completa y robusta salud pueda perecer en el espacio de pocas horas, como

no sea a manos de acero o de un activo veneno. Habiendo meditado sobre la

curación del Cólera en la Habana, en la que parece fue eficaz el uso del guaco,

cuya planta es un específico en las mordeduras de las culebras venenosas de las

Américas, como nos refiere Don Mateo Pedro Orfila, y teniendo presente las

Page 544: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

544

observaciones hechas por Don Gerónimo Ortegar y Serrano, profesor de

cirugía, acerca del envenenamiento de la víbora, en donde nuestra raíz de

aristoloquia redonda obra como infalible específico, según se nos ha

transmitido por los redactores del Diario de Ciencias médicas, publicado en

Cataluña, concebí la idea de si podría ser útil el uso de ésta raíz en la curación

del Cólera; lo que me pareció muy verosímil, atendiendo a varios síntomas muy

análogos a una y otra enfermedad.

Comunicado mi pensamiento al profesor de cirugía y cursante de medicina Don

Feliciano Risco y Palacios, se ofreció a ensayarlo tan luego como hubiera

oportunidad: lo que no tardó en presentarse, administrándolo a seis enfermos,

los cuales manifestaban la mayor parte de los síntomas que constituyen el

estado o periodo álgido. Los resultados en los seis fueron felices como podía

apetecerse, pues se vio con sorpresa empezar a disminuirse todos los síntomas,

y presentarse la reacción en el corto espacio de una hora a hora y media,

quedando los enfermos fuera del peligro en el término de veinte y cuatro.

Estos felices resultados, las instancias de varios amigos sabedores de ellos, y

mis deseos de ser útil a mis semejantes, me hicieron participarlo en lo del

presente a Don Manuel Gutiérrez de la Rasilla, de éste vecindario, e individuos

de la Junta Municipal de Sanidad, para que lo hiciera presente a la misma,

manifestándole mis intenciones, y que estaba pronto a suministrar gratis las

cantidades del medicamento necesarias para su ensayo, con tal que fuera por

mano del don Feliciano, por estar instruido en las dosis, y su modo de obrar,

todo lo cual fue manifestado a la junta del siguiente día, y se mandó pasar con

urgencia a la Real Sociedad médico-quirúrgica, la que hasta hoy 14 del mismo

aún no ha resuelto.

La fórmula que se ha usado en los más de los enfermos en quienes se ha

observado, es la siguiente: mucílaga de goma dos onzas, miel depurada tres

onzas, polvos de raíz de aristoloquia redonda dos dracmas, subcarbonato de

magnesio dos dracmas. El método de tomarlo consiste en dar una cucharada en

la menor porción de agua posible, a fin de que no se vomite, y se retenga en el

estómago; si por casualidad se devolviese, se dará otra cucharada al cuarto de

hora, más si se retiene, se dará de media en media hora, continuando de éste

modo hasta tanto que empiece a manifestarse la reacción, en cuyo caso queda a

la prudencia del facultativo, o el prolongar los intervalos, o disminuir las

Page 545: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

545

cantidades del medicamento; advirtiendo que en algunos de los citados casos se

ha desenvuelto una gastroenteritis que ha sido preciso socorrer con el plan

antiflogístico.

Este método se ha seguido en algunos casos sin el auxilio revulsivo externo, mas

en otros se ha agregado el uso de los sinapismos, fricciones estimulantes etc.

según ha parecido conveniente. También se han administrado solo los polvos de

la aristoloquia y la magnesia diluidos en una corta cantidad de agua, por no

haber habido oportunidad para otra cosa, y han resultado los mismos efectos.

El uso de un cocimiento, compuesto con media onza de la aristoloquia y media

de la raíz de altea, en tres libras de agua hasta quedar en dos, y dulcificando

con dos onzas de miel, ha curado una colerina pertinaz, por lo que sería de

desear lo ensayen los profesores cuando se les presente ocasión para

asegurarse de sus efectos: el modo con que se ha administrado este cocimiento

ha sido a pocillos de tres onzas cada dos horas, y en los intermedios, sustancia

de pan y caldos ligeros.

El uso de los medicamentos indicados debe hacerse siempre por facultativos,

para que según sus conocimientos y estado del paciente, puedan aumentar o

disminuir las dosis, y aplicar además como auxiliante el plan externo que les

parezca conveniente. El medicamento del que hemos hecho especial mención,

ha sido administrado solamente en el periodo álgido; mas me parece podría

administrarse desde el principio de la invasión, pues teniendo la propiedad de

verificar la reacción, deberá oponerse a la concentración; mas de esto aún no

tenemos Experiencia.

El inventor de éste medicamento invita a todos los profesores a poner en

práctica éste método, solicitándoles se sirvan comunicar sus observaciones,

teniendo entendido no aspira a otra cosa que el bien de sus semejantes. Se

advierte que en ésta ciudad se encuentra en una de sus droguerías una porción

de aristoloquia desvirtuada por su mal estado de reposición: y para que no pare

en perjuicio de la bondad del medicamento está pronto el inventor a facilitar

gratis la que tiene en su oficina: los caracteres del polvo de la que está en buen

estado son color amarillo verdoso, sabor amargo y olor algo parecido al opio.

Si continuasen los felices resultados, experimentados hasta ahora, si el método

curativo que se presenta en ésta memoria logra destruir una enfermedad que

tantos males ha causado en toda Europa, y que ha llevado el espanto y la

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546

desolación por todas partes, quedarían satisfechos los deseos del profesor de

farmacia, Antonio María Fabie. Sevilla 14 de julio de 1834.806

7. Apéncide 7. Recetas insertas en las instrucciones de Mateo Seoane (1834):

RECETAS: Número 1º: “Se echa medio cuartillo de agua en dos vasos por

mitades, y se pone en el uno medio escrúpulo de carbonato de sosa y el otro seis

de ácido tartárico; así que estén bien disueltos se mezcla el agua de los dos

vasos que beberá el enfermo luego que principie a hacer espuma: se puede usar

zumo de limón con un poco de azúcar en lugar de ácido tartárico. También se

puede hacer, para darlo en una porción más pequeña, poniendo en una copita

de agua seis granos de carbonato de sosa con un poco de azúcar, y echando

sobre ello unas gotas de limón, tomándolo igualmente cuando principie a

fermentar”.

RECETAS: Número 2º: “Disuélvase en media onza de tintura de cantáridas dos

dracmas de alcanfor, y añádanse onza y media de linimento amoniacal, y dos

onzas de aceite de sucino reciclado”.

RECETAS: Número 3º: “Métase un lienzo o trapo en agua muy caliente,

retorciéndole al instante para que no quede en él mucha agua, introdúzcasele

enseguida en aceite caliente de trementina, y aplíquesele inmediatamente a la

parte. Si se secase, se puede renovarle muchas veces”.

RECETAS: Número 4º: Tómese de emplasto de galbano lo bastante para hacer

un parche de un pie de largo y dos pulgadas de ancho: derrítase y mézclense

con él dos dracmas de azufre sublimado y una de alcanfor, extiéndase en valdes

o lienzo y después incorpórense en la superficie tres dracmas de tártaro

emético, de modo que no se caiga. Cuando se quiera aplicar éste emplasto al

vientre se puede hacer cuadrado del mismo modo. La acción de éste emplasto se

puede aumentar pasando varias veces una plancha caliente por encima de él

cuando esté pegado al espinazo.

RECETAS: Número 5º: En un cocimiento muy cargado de linaza o de malvas

échense dos dracmas de asa fétida y un escrúpulo de alcanfor extendido en

806

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia, de 4 de agosto de

1834.

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547

yema de huevo o disuelto en un poco de espíritu de vino o bien en vez del asa

fétida échese media onza de aceite de trementina y el alcanfor.807

8. Apéndice 8. Evidencias del no contagio de la enfermedad por parte de los

cuidadores emitidas por el Dr. Gillrest (1834):

- “Que no es contagiosa la dolencia se convence aún más por lo que se ha

experimentado en ésta ciudad (Moscú). En muchas casas aconteció que un

individuo atacado del cólera fue asistido indistintamente por todos sus

parientes, sin que el mal se extendiese a ninguno de los de la casa. Se halló

que las enfermeras no solamente estaban libres del cólera, sino que también

alternativamente asistían a los enfermos y visitaban a sus conocidos sin

comunicar en lo más mínimo la enfermedad. Hay además casos, los más

auténticos en que las asistentas a fin de tranquilizar algunas mujeres

enfermas del cólera se han acostado con ellas por noches enteras, y no

obstante esto han escapado sin novedad, del mismo modo que los médicos en

los hospitales han usado impunemente el agua tibia (que un momento antes),

había servido para el baño de los enfermos de cólera. Con éstos y otros

infinitos ejemplares que, durante la epidemia (mejor quizás la llamaríamos

endemia) fueron notorios a todos los habitantes de Moscú, han corroborado

éstos su convicción de la naturaleza no infectante del mal; convicción que

estaba tan íntimamente ligada con su seguridad personal”.808

- “Y si no véanse los síntomas en uno de éstos casos según los presenta el

médico que visitaba a aquellos enfermos: el cuerpo estaba frio y cubierto de

un sudor pegajoso; el semblante muy abatido; los labios azules, el rostro

pálido, la lengua húmeda y muy fría, las manos y los pies azules, fríos y como

mojados, a semejanza de las manos de las lavanderas; los extremos fríos

hasta los sobacos y las ingles, y falta de pulsación más debajo de éstas

807 Seoane, M. (1834): “Instrucciones generales sobre el modo de preservarse del cólera-

morbo epidémico”. Madrid. Imprenta de D. M. Calero. 808

Gillrrest (1834): Cartas sobre el cólera-morbo. Publicadas en Zaragoza en 1834.

Imprenta de Roque Gallifa. Pgs. 55-56.

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548

partes, la voz alterada, pocas palabras y con trabajo. Respondía de mala

gana y en monosílabos. Este hombre tenía las deyecciones blanquecinas y

varios otros síntomas que se reputan por característicos de cólera asiático;

pero a nadie comunicó su enfermedad, ni jamás sucederá en otro caso

semejante. Fuera del vómito y las cámaras, es muy grande la semejanza del

estado de los pacientes en ésta forma del cólera con el del primer periodo de

las fiebres maligneas de las lagunas pontinas, y otros muchos parajes en

donde no se acostumbra ni se necesita huir de los enfermos”.809

- “La convicción ya asegurada de que la comunicación con los enfermos no

aumenta el riesgo, debiera disminuir de aquí en adelante el temor que inspira

ésta enfermedad (el cólera), la cual a diferencia de la peste, no quita al

doliente toda esperanza de ser socorrido, ni destruye todos los vínculos de

parentesco y el afecto. De ahí en más, los que fueren atacados no carecerán

de auxilios y consuelos, y la separación o remoción a un hospital, causa de

desesperación, no vendrá ya a aumentar el peligro. Los enfermos serán

asistidos en lo futuro sin que uno tema por sí mismo no por aquellos con

quienes vive”.810

- “En cuanto a los asistentes de los enfermos, no hubo ejemplar de uno solo se

infectase, aunque en muchos casos los cuidaban con el mayor esmero, no se

separaban día y noche del lecho del dolor y atendían a todas las necesidades.

Puedo hablar de cuatro hermanas que asistieron con la mayor solicitud a

otra, atacada cruelmente del cólera, y sin embargo no tuvieron novedad

alguna. En una ocasión visité a un carpintero en un aposento espacioso,

donde había a lo menos treinta hombres, los cuales dormían todos en el suelo

entre las acepilladeras, y aunque fue un caso terrible y mortal, ninguno de

sus compañeros cayó enfermo. En las casas de los particulares que vivían en

comunidad, he visto a la mujer asistir al marido, el marido a la mujer, los

padres a sus hijos, y los hijos a sus padres, y en casos mortales, cuando

agregándose la congoja del ánimo a las molestias de una larga asistencia, la

809

Gillrrest (1834): Ibidem pg. 112. 810

Gillrrest (1834): Ibidem pgs. 127-128.

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549

predisposición debe obrar con tanta fuerza; en ninguno de éstos casos he

visto comunicarse la enfermedad a los asistentes”.811

9. Apéndice 9. Real Orden de 28 de agosto de 1833:

Real Orden de 28 de agosto de 1833, disponiendo lo conveniente para preservar el

contagio a los pueblos del Reino.

Por avisos oportunamente dirigidos al capitán general y la Junta de Sanidad de

Andalucía, ha sabido el Rey nuestro señor con extraordinario sentimiento, que existe

por desgracia el cólera morbo en la Villa de Huelva, según síntomas notados en los

diferentes casos ocurridos.

- Se aprueba el acordonamiento de la Villa de Huelva, dispuesto por el capitán

general de Andalucía, en la forma que está prevenido de antemano por los

artículos 6º y 11º de la Real instrucción sanitaria de 25 de agosto de 1817.

- Serán vigilados, con escrupulosa atención que se encarga en el artículo 16 de

dicha instrucción, los pueblos que se hallan situados al radio de diez leguas

de la Villa de Huelva y se establecerá a la referida distancia, tan pronto como

sea posible el segundo cordón de tropas, repartidas en los puntos y cruceros

que designe el capitán general para estorbar que sin urgente causa,

calificada por el mismo jefe, ninguno de los moradores dentro de esta línea la

traspase para venir a los pueblos del interior.

- Se adoptarán las disposiciones convenientes para que en la Villa de Huelva, u

otro punto que pueda contagiarse no falten víveres ni ninguno de los artículos

necesarios para la subsistencia de sus habitantes y para la curación y

asistencia de los enfermos convalecientes.

- Se prohíbe la salida al mar no sólo de las embarcaciones surtas en Huelva o

que hubiesen de desembocar en el río Odiel, sino también de las que deban

salir por el río Tinto.

- Los barcos procedentes de aquella costa, situados entre la orilla izquierda

del Guadiana y la derecha del Guadalquivir se recibirán con la calidad de

patente sospechosa y con todos los efectos de esta calificación.

811

Gillrrest (1834): Ibidem pgs. 128-129.

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550

- Si penetrase el contagio hasta la capital de la provincia de Sevilla, el capitán

general y las autoridades centrales o provinciales, saldrán de ella conforme a

lo prevenido en la Real resolución de 17 de agosto de 1813, pero deberán

permanecer dentro de la capital sus autoridades locales y municipales.

- La Junta Superior de la Provincia efectuará también su salida en dicho caso,

situándose en algún punto sano no distante de los contagiados y que sea a

propósito para poder atender a las exigencias sanitarias de todo el territorio

de su jurisdicción; pero la Junta Municipal de Sanidad subsistirá dentro de la

capital desempañando las obligaciones de su cargo; y si alguna de las

autoridades locales perteneciente también a la Junta Superior, saliese en

concepto de vocal de ella, será sustituida interinamente en la Junta de

provincia por la persona que designe al efecto el capitán general.

De los tres individuos de la Comisión Médica que han recorrido por orden del

Gobierno diferentes países de Europa, afligidos por el cólera morbo y que se

hallan ya de vuelta en Madrid, se trasladarán inmediatamente Sevilla, el uno

para permanecer al lado de la Junta Superior de aquella provincia y el otro para

pasar a la villa de Huelva a fin de atender a la curación y asistencia de los

enfermos y ayudar con sus luces y experiencia a los facultativos del territorio

contagiado, quedando el tercer individuo de dicha Comisión en Madrid como

vocal de la Junta Municipal de Sanidad de la Corte.

Además de los medios y auxilios que se han proporcionado y se proporcionen a

la Junta Superior de la provincia de Sevilla y de los recursos locales para

atender a los gastos sanitarios indispensables en tan dolorosas circunstancias, la

misma Junta y las autoridades superiores de aquella provincia invitarán a todas

las personas pudientes y amantes del bien público para que contribuyan, según

sus facultades, al socorro y alivio de sus compatriotas afligidos por aquella plaga

desoladora, habiéndose abierto al efecto una suscripción, en la que no duda S.M.

tomará parte el caritativo vecindario, corporaciones eclesiásticas y seculares, y

el de los particulares y acomodados, prestándose gustosos a un acto de

humanidad que redunda en beneficio de todos; pues se dirige no solamente a

auxiliar a sus semejantes en tan terrible conflicto, sino también a evitar los

funestos efectos y propagación del contagio.

Lo comunico a V.E. de Real Orden para, que poniendo en noticia de esa Junta

Suprema, tenga el debido cumplimiento y lo traslade a la Junta de Sanidad de

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551

Sevilla y demás a quienes corresponda. D.G. a V.E. muchos años.- El conde

Ofalia.812

10. Apéndice 10. Real Orden de 4 de julio de 1834:

Real Orden, quedan suspensos y se les recogerán los títulos a los profesores de

ambas facultades que abandonaren los pueblos de su residencia luego que se

presenten casos del Cólera-morbo

------------------

El Exmo Sr. Secretario de Estado y del Despacho de lo Interior, con fecha 4 del

corriente me dice lo que sigue:

“Con ésta fecha digo al Presidente de la Junta Superior Gubernativa de

Medicina y Cirugía lo que sigue: Ha llegado a noticia del Gobierno que algunos

facultativos de medicina y cirugía, faltando a los deberes más sagrados de su

profesión, y quebrantando el juramento que prestaron para poder ejercerla,

abandonaron los pueblos de su residencia en los momentos en que debían ser

más necesarios sus servicios, pues de su presencia y auxilio dependía acaso la

vida de sus conciudadanos.

El interés público y el honor mismo de la facultad exigen que tan criminal

conducta no quede impugne, y que los nombres del corto número de profesores

que por vergonzosa cobardía los mancharon de esta manera, no se confundan

con los demás médicos españoles, que tanto se han distinguido siempre y se

distinguen en la actualidad por repetidos rasgos de filantropía, por celo y noble

emulación con que disputan las víctimas a la enfermedad que aflige a varios

pueblos, y por la noble ambición de sorprender a la naturaleza el secreto de su

curación.

La vista de éstas consideraciones, S.M. La Reina Gobernadora se ha servido

mandar:

1º Quedan inhabilitados para ejercer la medicina o cirugía, recogiéndoles los

títulos, desde luego, los profesores que bajo cualquier pretexto hayan

812 De Ferrater, E. y Ferigle, P. (1841). Recopilación de las Leyes y Reales Disposiciones

promulgadas en los años desde el 1833 hasta 1841 incluyendo las de la anterior época

constitucional que han sido revalidadas. Tomo tercero. Barcelona. Imprenta de Don

Ramón Martin Indar.

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552

abandonado o abandonaren los pueblos de su residencia, desde el momento en

que por las Juntas de Sanidad se consideren éstos amenazados de cualquier

enfermedad epidémica, y especialmente de la que se califica de Cólera-morbo.

2º La Junta Superior Gubernativa de Medicina y Cirugía, y las demás

Autoridades y Corporaciones a quienes corresponda, procederán

inmediatamente, con arreglo a los reglamentos y disposiciones vigentes, a la

provisión de las cátedras de colegios, plazas de establecimientos públicos,

partidos de médicos de pueblos, y demás destinos servidos por los profesores

comprendidos en el artículo anterior, declarándose en el acto vacantes dichas

cátedras, plazas, partidos o destinos.

3º Se dará noticia al Gobierno de los facultativos, privados en virtud de ésta

Real Orden, de ejercer la medicina y cirugía, y se publicarán sus nombres en la

Gaceta de ésta Corte, en el Diario de la Administración y en los Boletines

oficiales de las provincias para conocimiento de los pueblos, a fin de que a los

contraventores de esta Soberana Determinación se impongan las penas

señaladas en el reglamento de la facultad para los intrusos en ella.

4º En los mismos periódicos se hará mención honorífica a los profesores que

más se distingan en el cumplimiento de sus deberes, prodigando a los enfermos

los socorros del arte con esmerado celo e imperturbable constancia. De Real

Orden los traslado a V.S. para su inteligencia y efectos correspondientes a su

cumplimiento”813

.

11. Apéndice 11. Real Orden mandando observar varias medidas adoptadas por la

Junta Suprema de Sanidad de Madrid para precaverse del cólera-morbo y

otras enfermedades (1834):

-------------

El Excmo Sr. Secretario de Estado y del despacho de lo Interior, con decreto

marginal de 6 del corriente me dirige el siguiente documento:

Junta de Sanidad de Madrid.= Amenazada la salud de los habitantes de ésta heroica

Capital, la solicita previsión de S.M. ha tenido a bien disponer en Real Orden de 30 de

junio último, que ésta Junta de Sanidad forme una instrucción, sencilla que esté al

813 Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia de 23 de julio de

1834.

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553

alcance de todos, comprensiva del método que se debe adoptar para precaverse del

cólera-morbo, y de los primeros medios de su tratamiento: en su consecuencia la

propia junta manifiesta que el medio más poderoso conocido para precaverse de todo

género de enfermedades, por malignas que sean, es la esmerada limpieza de las

personas, de las casas y de todo lo demás que sirva a los usos ordinarios; evitar en lo

posible exponerse a un aire frío y húmedo y sobre todo al que por su olor manifieste

tener cualidades poco saludables; no exponerse a un calor excesivo, tener un arreglo

juicioso en la comida y bebida, no cometer género alguno de abusos, y esforzarse en

olvidar todo lo que, no estando a nuestro alcance su remedio, entristezca, y abatiendo

el ánimo predisponga muy particularmente a contraer varias enfermedades.

Para conseguir tan importante objeto, será muy conducente tomar algún baño general

de agua templada, a fin de limpiarse toda la piel, teniendo cuidados de no exponerse al

aire frio al salir porque esto podría ocasionar todos los males que sobrevienen, cuando

la persona deja de sudar o se enfría la piel repentinamente; a mas es necesario lavarse

con frecuencia, cara, manos, brazos y pies, y esto podrá suplir hasta cierto punto por

el baño general en los sujetos en que por sus circunstancias no le permita bañarse. Las

casas deben barrerse todas una vez al día, y dos las habitaciones más frecuentadas;

Han de ventilarse cuanto se pueda por la mañana al salir el sol, y por la tarde media

hora después de traspuesto, se entiende en el verano, porque en el invierno convendrá

que sea antes de trasponerse: también se ventilará el aposento en que se hayan reunido

y permanecido bastante tiempo muchas personas, inmediatamente que se concluya la

reunión, cualquiera que sea la época del día. Es preciso que siempre que se ventilen las

casas cuiden las personas de no ponerse a las corrientes del aire. Cuando por

cualquiera causa se perciba mal olor en las habitaciones, será bueno rociarlas con el

agua clorurada, y sería muy oportuno que en los comunes que dan habitualmente mal

olor, después de bien tapados, se pusiese encima una taza de dicha agua, renovándola

de veinte y cuatro en veinte y cuatro horas, o bien suplir esto echando dentro del mismo

común un cubo de lechada de cal. Con cuanta más frecuencia pueda mudarse la ropa

de uso diario, tanto más se contribuirá a conservar la salud, siempre que se haga con

las debidas precauciones: además es necesario vestirse con arreglo al frio o calor que

se observe, en términos que ni se sienta frio, ni tampoco se tenga un calor excesivo; y

en razón de que se nota con frecuencia en un mismo día, que ya hace calor, ya hace

frío, será bueno que se use una faja de lienzo en el verano, y de franela en el invierno,

que ciña vientre y lomos. Los alimentos por lo general deben ser los mismos que se

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554

tiene costumbre usar, a no ser que fuesen notoriamente perjudiciales; téngase

entendido que los de mejor calidad son vaca, ternera, carnero, aves, huevos, leche,

pescados blancos y frescos, arroz, patatas, fideos y garbanzos; las demás legumbres,

las verduras, así como las frutas, a no estar bien sazonadas, son por lo común malas,

en particular las acuosas; igualmente son perjudiciales los pescados salados y los

escabechados; de los salados se exceptúa el bacalao, que siendo de buena calidad no es

dañoso. Los alimentos aunque sean de buena calidad son dañosos cuando se come más

de lo necesario. El vino debe beberse con mucha moderación, sin perder de vista que la

embriaguez, ha sido causa que el cólera haya hecho horrorosos estragos en la mayor

parte de los pueblos que lo han tenido: en las actuales circunstancias el uso de los

condimentos picantes en extremo, el aguardiente, y el de los helados, aunque sea

moderado, es muy posible que haga daño: el agua natural, fría en el verano y un poco

templada en el invierno, es la bebida que usándola según dicte la necesidad, y no

estando sudado o muy acalorado el sujeto por lo común jamás dañará. Téngase

presente que todo género de abuso cualquiera que sea su especie, y por alicientes que

tenga, es sumamente dañoso. Son igualmente dañosas las pasiones fuertes de ánimo:

como la ira, el terror, y aún la tristeza y melancolía, por que las unas ocasionan

inmediatamente enfermedades, a veces muy terribles, y las otras disponen en términos

que el más mínimo motivo sea suficiente para que el sujeto se ponga malo: el medio de

evitarlo es procurarse distracciones inocentes, que sin agitar extraordinariamente el

ánimo, le entregan de un modo agradable, y conduce mucho a éste el pasear con

frecuencia en horas que no haga frio o calor excesivo, por paraje bien ventilado y nada

húmedo: los paseos que en ésta capital podrán frecuentarse son: el del Real sitio del

Retiro, y aún el del Prado, hasta muy poco después de traspuesto el sol; también son

muy buenos los paseos de la carretera que sale de la puerta de Alcalá, el de Recoletos,

Campo de los Guardias, y el de San Bernardino.

El que observe todas estas precauciones tiene motivo para esperar con fundamento

que no se alterará su salud, o que si se pone malo, su enfermedad no sería tan grave

como sería si no las observase. También es necesario en el caso de sentirse malo, no

perder tiempo en procurar el remedio, esto es muy útil en toda enfermedad, pero se

hace del todo indispensable si Madrid empezase a padecer el mal que ya sufre algún

pueblo de su provincia: y aunque se presenta de un modo muy benigno, es

importantísimo no perder los primeros momentos, porque de esto depende en gran

parte el que no ocasione extraordinaria mortalidad el cólera asiático: así es que luego

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555

que alguna persona enfermase se debe llamar al médico, que es el único que puede

tratar su mal con acierto, y si ya existe el cólera en el pueblo, con el solo objeto de no

perder tiempo, interin viene el profesor, podrá, según las circunstancias que se

expresarán, valerse de los remedios siguientes:

Si se presentan tres o cuatro evacuaciones de vientre líquidas, se enfrían algo las

piernas, hay además algún escalofrío en varias partes del cuerpo, con sensación de

peso o ligero dolor de cabeza, ardor en el estómago, sed y algún calambre, se pondrá

al enfermo en cama, se le aplicarán botellas de agua caliente, o ladrillos, o bayetas de

agua caliente en los pies; enseguida sinapismos hechos solo con mostaza y agua

caliente en las piernas, muslos o brazos, mudándolos de sitio de cuarto en cuarto de

hora, o antes si incomodasen mucho, teniendo cuidado de volverlos a calentar cuando

estén fríos, y también de no enfriar al paciente. Las friegas secas o con algún líquido

estimulante apropiado serían oportunas, si se pudiesen dar sin que el enfermo se

airease. De hora en hora se echará una lavativa compuesta de una jícara de agua de

arroz, o bien de agua común por ser más pronto, en la que se disolverán dos pedazos de

almidón algo mayores que el tamaño de una avellana, una yema de huevo, y 24 gotas

de láudano líquido. Su hubiese algún dolor de tripas se pondrá en el vientre una

cataplasma caliente hecha con la harina de linaza y agua, añadiendo encima un poco

de manteca sin sal. Hasta que el médico se presente no tomará el enfermo otro alimento

que alguna jícara de agua de arroz, poniendo a cada cuartillo de ésta media onza de

goma arábiga, y otra media de azúcar, todo pulverizado para que se disuelva con

facilidad a un fuego lento. Si ya desde el principio con los síntomas referidos se

presentasen vómitos, o éstos se declarasen luego, a más de todo lo dicho, se pondrá

algún sinapismo a lo largo de todo el espinazo desde la nuez hasta los lomos, se dará

de cinco en cinco minutos un pedacito de hielo del tamaño de una avellana, y de dos en

dos horas una jícara de agua de arroz, añadiéndole doce gotas de láudano líquido, y si

éste promoviese más el vómito, tomará el enfermo un grano de estracto acuoso de opio,

también cada dos horas. Los dolores cólicos en éste caso son fuertes, y para mitigarlos

se ponen en el vientre desde una a dos docenas de sanguijuelas, según la edad y

naturaleza del sujeto, es decir, una en los de corta edad o débiles y dos en los adultos y

robustos; desprendida la sanguijuela se pone la cataplasma de linaza. También se

puede observar que los cursos, o sea diarrea, en muy poco tiempo extenúan por su

frecuencia y abundancia a los enfermos, y entonces, si todavía no hubiese llegado el

profesor, podrán ponerse las lavativas aconsejadas arriba, con la diferencia de que en

Page 556: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

556

vez del láudano se deberá poner un escrúpulo de alumbre de roca. Si el ataque desde

luego se presentase con frialdad extremada en la mayor parte del cuerpo, con color

azulado, cara desfigurada y absolutamente sin pulso o casi imperceptible, o bien se

manifestasen éstos síntomas sin haber comparecido aún el Médico, es necesario

envolver las piernas, muslos y brazos del enfermo con sinapismos muy calientes, poner

en el espinazo reiteradamente el largo sinapismo arriba expresado, y mantener el calor

a todo trance con botellas de agua, ladrillos, o saquitos de arena muy calientes. De lo

demás se practicará lo que se pueda, pero no se le dará ni el láudano ni el opio.

No son éstos los solos recursos que tiene la medicina para los casos que se acaban de

describir, pero son complicados, y para decidir de su utilidad y conveniencia son

necesarios conocimientos propios únicamente de los médicos, a quienes ésta Junta

creería agraviar si no los considerase con toda la instrucción necesaria para tratar con

acierto el Cólera asiático lo mismo que otras enfermedades más crueles; y la misma

Junta espera que el público, a quién únicamente se dirige la precedente instrucción, la

recibirá como un nuevo testimonio de las miras filantrópicas y maternales de la

augusta Reina Gobernadora, y como una prueba de la vigilancia con que

incesantemente se procura y se procurará siempre la conservación de la salud, o el

alivio de los males que pueden afligir a éste heroico vecindario.

Lo que se anuncia al público en cumplimiento de lo resuelto por S.M. en la Real

Orden citada de 30 de junio último de acuerdo de la Junta de Sanidad de ésta villa.

Madrid 3 de julio de 1834. = Faustino Domínguez, Secretario

Lo que he mandado publicar en el Boletín Oficial de ésta Capital por medio de

suplemento para inteligencia y gobierno de los habitantes de ésta provincia, y en

debida precaución contra la terrible enfermedad del Cólera morbo. Cáceres 11 de julio

de 1834. = Francisco González Ferro.814

12. Apéndice 12. Real Orden de 11 de julio de 1834:

Real Orden excitando S.M. el celo de los RR. Obispos, Cabildos y demás

Autoridades de la provincia a suscribirse desde luego por si llegase a ser infectada

el Cólera morbo

-------------------

814 Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

11 de julio de 1834.

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557

El Exmo Sr. Secretario de Estado y del Despacho de lo Interior, con fecha 11

de julio me dice lo que sigue:

Deseando S.M. la Reina Gobernadora facilitar a los pueblos afligidos por el

cólera morbo todos los auxilios que reclama su triste situación; considerando

que la salud pública es la primera de las atenciones, y que a ella deben ceder

los intereses de las demás, por privilegiadas que sean, en circunstancias

extraordinarias; y convencida de que el medio más eficaz de disminuir los

funestos efectos de aquella enfermedad consiste en la exacta y oportuna

administración de los auxilios, que la ciencia de curar ha reconocido como más

eficaces para combatirla se ha dignado resolver lo siguiente:

Art 1º.- Los Gobernadores Civiles de las provincias en que se esté padeciendo o

se declare el Cólera morbo excitarán el celo de los RR. prelados Diocesanos, de

los venerables Cabildos eclesiásticos, de las Comunidades religiosas,

Corporaciones, Empleados, Gremios de artes y oficios, Hacendados y

Capitalistas de todas clases, a fin de que se suscriban con las cantidades y

efectos que les dicte su amor a la humanidad para el socorro de los enfermos en

los pueblos contagiados.

Art 2º.- Los productos de estas suscripciones entrarán en poder de un

Depositario de conocido arraigo e integridad, que nombrará el Gobernador

Civil respectivo, el cual llevará una cuenta exacta del ingreso y salida de ellos,

que se publicará una vez por semana en el Boletín Oficial de la provincia.

Art 3º.- Los Gobernadores Civiles, con conocimiento de las necesidades de los

pueblos contagiados les librarán las cantidades que consideren precisas, o les

facilitarán las medicinas o artículos de que necesiten, todo con la debida cuenta

y razón, publicada como queda prevenido en el artículo anterior.

Art 4º.- Si no bastasen los fondos de la suscripción, prevenida en el artículo 1º

para atender al socorro de los pueblos epidemiados, los Gobernadores Civiles

podrán echar mano, en la cantidad que se necesite de los fondos de Pósitos, de

los de Propios, de los de la Policía urbana y ornato, de los destinados a obras

de utilidad pública, de los de Cofradías y Hermandades, de los sobrantes de los

Establecimientos de Instrucción y Beneficencia, y de cualesquiera otros

aplicados a objetos menos urgentes, sin otra excepción que los procedentes de

contribuciones, rentas, y derechos Reales, y cualesquiera otros que deban

ingresar en el Real Tesoro.

Page 558: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

558

Art 5º.- A falta de todos estos recursos se faculta a los Gobernadores Civiles

para que cerciorados de mediar extrema e irremediable urgencia, propongan

con acuerdo del Ayuntamiento de cada pueblo a la aprobación de S.M. el

arbitrio o arbitrios que consideren necesarios para ocurrir a la asistencia de los

enfermos y demás que exija el restablecimiento de la salud del vecindario,

remitiendo el cálculo del producto del arbitrio mientras permanezca, que solo

será hasta que se haya declarado la población libre de contagio, desde cuyo

momento se considerará aquél suprimido.

Art 6º.- Los fondos de los ramos designados en el artículo 4º, que se aplicaren al

servicio de sanidad, ingresarán en las capitales en poder del Depositario, de

que se habla en el artículo 2º, a fin de conservar la unidad de la cuenta y razón,

cuya exactitud recomienda muy especialmente S.M. al celo de los Gobernadores

Civiles.

En los demás pueblos ingresarán en poder del Depositario que nombre el

presidente del Ayuntamiento, el cual pasará la noticia y cuenta de ellos al

Gobernador Civil para los efectos de que tratan los artículos 2º y 3º.

Art 7º.- Los nombres de los suscriptores a los fondos de Sanidad, y las

cantidades, frutos y cualesquiera efectos con que respectivamente contribuyan,

se publicarán en los Boletines Oficiales de las provincias, a excepción de los de

aquellos que prefieran conservarlos incognitos, reservándose S.M. premiar con

condecoraciones y atender en sus respectivas carreras los benéficos esfuerzos

de los que más se distingan en tan importantes servicios, como el más grato a su

augusto corazón, que pueden prestar.

Art 8.- Los Profesores de Medicina, a quienes los rigores de la enfermedad

epidémica ofrecen ocasión para cubrirse de gloria en su noble carrera, que

acrediten haberse distinguido por su celo en la asistencia a los enfermos,

merecerán la particular consideración de S.M. para ser atendidos en sus

solicitudes, así en las de su profesión como en cualquiera otras, siempre que

tengan la debida aptitud: y los que teniendo su habitual residencia en pueblos

sanos, acudiesen invitados por los Gobernadores Civiles, a la asistencia de los

enfermos en los epidemiados, y sean atacados en este servicio por la

enfermedad, gozarán a propuesta de los mismos Jefes, una pensión vitalicia de

200 a 300 ducados sobre los Propios de la provincia donde hubiesen contraído

éste mérito.

Page 559: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

559

Art 9º.- Los Gobernadores Civiles de las provincias, los Alcalde Mayores de los

pueblos, los individuos de los Ayuntamientos, Juntas de Sanidad y Caridad, los

funcionarios públicos de todas clases, y las personas particulares que más se

distingan en sus esfuerzos por atenuar los estragos de la enfermedad, auxiliar a

los enfermos, y evitar la reproducción del contagio por medio de escrupulosas

desinfecciones en tiempo oportuno, y demás medidas que aconseja el arte y

están prevenidas por Reales Órdenes, podrán alegar éste mérito en las

solicitudes que entablen en sus respectivas carreras, y será considerado como

preferente a otros en igualdad de aptitud. De Real Orden lo dirijo a V.S. para su

inteligencia, y que disponiendo su publicación, cuide de su puntual

cumplimiento.

Cuya Soberana Disposición he mandado publicar en el Boletín Oficial de ésta

provincia, no pudiendo menos de excitar el caritativo celo y amor a la

humanidad de los RR. Obispos de Coria y Plasencia, sus venerables Cabildos

eclesiásticos, su clero secular y regular, Funcionarios públicos militares y

civiles, Ayuntamientos, Corporaciones de todas clases, gremios de artes y

oficios, hacendados y capitalistas; a fin de que, sensibles a las calamidades

públicas, se sirvan concurrir con sus dones, ya sean en metálico, ya en efectos,

ropa y cualesquiera otros efectos…815

.

13. Apéndice 13. Disolución de cordones sanitarios (1834):

El Excmo . Sr. Secretario de Estado y del Despacho de lo Interior, con fecha de 24 de

agosto último me dice lo que sigue:

“Desde el momento en que la enfermedad conocida con el nombre de Cólera morbo

asiático, después de haber recorrido la mayor parte de Europa, invadió a España,

apareciendo por agosto de 1833 a la desembocadura del Guadiana, el Gobierno de

S.M. nada omitió para aislar el mal en aquél punto, estableciendo al efecto cordones

sanitarios, y adoptando las demás precauciones tomadas en circunstancias análogas de

contagios exóticos, que en otros tiempos afligieron la Monarquía. El Gobierno al dictar

éstas medidas no estaba poseído de gran confianza en su resultado; mas no

desconociendo el poder moral de las preocupaciones populares, creyó oportuno

815 Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. De 16 de julio de

1834.

Page 560: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

560

hacerlas servir para tranquilizar los ánimos, como uno de los medios de atenuar los

estragos del azote, que se presentaba con aspecto amenazador. Entre tanto, saltando

las barreras con que se intentó evitar su propagación, se extendió bien pronto a Sevilla

y Extremadura, y aun a Córdoba, Málaga y Granada; y si por algún tiempo

permaneció estacionada en ésta última ciudad, brotando después de repente en toda

Andalucía, se presentó simultáneamente en Castilla la Nueva a espaldas de los mismos

cordones destinados a contener sus progresos.

La observación del curso seguido por el Cólera no fue completamente estéril, ni para

el Gobierno ni para los pueblos. Varias Autoridades y Corporaciones han elevado al

Trono su dolorido acento pidiendo con ardor patriótico se modifique el sistema de

inconvenientes, que siendo inútil para evitar la trasmisión del mal de unas localidades

a otras, causa evidentes y trascendentales perjuicios bajo el aspecto económico y

administrativo; pues paralizando el tráfico, e imposibilitando el abastecimiento de

comestibles condena a los pueblos, por evitar un mal dudoso, a sufrir los seguros e

inevitables que nacen de la escasez y la miseria, aumenta las víctimas de la

enfermedad, y produce finalmente la ruina de la fortuna pública, extendiendo las

consecuencias de la epidemia aún a los pueblos que no la padecen.

Corroboradas éstas reflexiones con el sistema adoptado y seguido por los Gobiernos

de las Naciones, cuya ilustración las coloca a la cabeza de la civilización europea, y

aun con el de las demás, que habiendo adoptado al principio los cordones acabaron

para conocer y confesar su ineficacia; S.M. la Reina Gobernadora se dignó mandar

que la Junta Suprema de Sanidad del Reino propusiera las reformas que creyese

oportunas en las disposiciones sanitarias vigentes. Y conformándose con lo informado

por dicha corporación, ha tenido a bien resolver:

Artículo 1º.- Se disuelven todos los cordones establecidos con el objeto de impedir la

propagación del Cólera, y se restablecerán las comunicaciones interiores en toda la

extensión que tenían antes de formarse aquellos.

Art. 2º.- Los Gobernadores Civiles y Autoridades locales, tanto gubernativas como

municipales protegerán la libre comunicación de los pueblos entre sí, y evitarán las

vejaciones que arbitrariamente se causan en algunos puntos a los viajeros, a pretexto

de precauciones sanitarias, haciendo conocer a sus administrados los funestos males

que acarrea el sistema mal entendido de aislamiento e incomunicación.

Art 3º.- Las mismas Autoridades desplegarán la mayor actividad para hacer observar

las leyes y reglamentos de policía urbana e higiene pública, cuidarán del abundante

Page 561: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

561

abasto de alimentos sanos en los pueblos; y procurarán convencer a los habitantes, por

cuantos medios les dicte su celo, de que el aseo y buen régimen son el preservativo más

eficaz contra el Cólera y toda clase de enfermedades.

Art 4º.- Cuando la enfermedad epidémica invada un pueblo, adoptarán las

Autoridades, todas las medidas que estimen conducentes para mantener la serenidad y

el ánimo de los habitantes, evitando todo lo que pueda afectarlos melancólicamente.

Cuidarán por consiguiente de que los auxilios de nuestra Santa Religión sean

dispensados a los enfermos, de modo que no causen impresiones tristes y perjudiciales

en los sanos, y de que el fallecimiento de los fieles no dé motivo a ocupar su

imaginación con ideas lúgubres; a cuyo fin prohibirán las referidas Autoridades el uso

de las campanas con tales motivos mientras se padeciere dicha enfermedad.

Art 5º.- El establecimiento de hospitales en sitios ventilados, la distribución de sopas

económicas, la ocupación de los jornaleros en obras útiles; y el recogimiento de los

mendigos llamarán muy particularmente la atención de las Autoridades en los pueblos

atacados del Cólera; haciendo uso, para ocurrir a éstos objetos, de los fondos de la

suscripción que deberán abrir desde luego, y de los demás que expresa la Real Orden

expedida en 11 de julio último por el Ministerio de mi cargo.816

14. Apéndice 14. Decreto que recoge una serie de Disposiciones dictadas por

Fernando VII en 1833 cuando el Cólera está presente en Andalucía (1833):

1º. Se aprueba el acordonamiento de la villa de Huelva, dispuesto por el capitán

general de Andalucía en la forma que está prevenida de antemano por los artículos 6º y

11 de la Real Instrucción sanitaria de 25 de agosto de 1817.

2º. Serán vigilados con la escrupulosa atención que se encarga por artículo 16 de la

misma instrucción los pueblos que se hallan situados al radio de diez leguas de la villa

de Huelva, y se establecerá a la referida distancia tan pronto como sea posible el

segundo cordón de tropas repartidas en los puntos y cruceros que designe el capitán

general para estorbar que sin urgente causa calificada por el mismo jefe, ninguno de

los moradores dentro de esta segunda línea la traspase para venir a los pueblos del

interior.

816 Archivo Municipal de Plasencia: Boletín Oficial de la Provincia. Suplemento al del

día 9 de septiembre de 1834

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562

3º. Se adoptarán las disposiciones convenientes para que en la villa de Huelva, u otro

punto que pueda contagiarse, no falten víveres ni ninguno de los artículos necesarios

para la subsistencia de sus habitantes, y para la curación y asistencia de los enfermos y

convalecientes.

4º. Se prohíbe la salida al mar, no sólo de las embarcaciones surtas en Huelva o que

hubiesen de desembocar el río Odiel, sino también de las que deban salir por el Río-

Tinto.

5º. Los buques que, a pesar de esta prohibición, dieren la vela de cualquiera puntos de

ambos ríos para algún otro de los nuestros, serán despedidos inmediatamente o con

destino al lazareto de Mahon, o para regresar al parage de su salida.

6º. Los barcos procedentes de los demás puntos de aquella costa, situados entre la

orilla izquierda del Guadiana y la derecha del Guadalquivir, se recibirán con la

calidad de patente sospechosa, y con todos los efectos de esta calificación.

7º. Es de esperar que estas disposiciones y la estricta y rigurosa observancia de lo

prevenido en la citada Real Instrucción de 25 de agosto de 1817, basten a preservar el

contagio a los demás pueblos de Andalucía; más si por desgracia se extendiese a otros,

se adoptarán iguales disposiciones respecto a ellos, colocándose cordones en la

situación y forma que con presencia de las circunstancias designen el Capitán general

y la Junta Superior de Sanidad de Andalucía. En este importante servicio se empleará

no solamente la tropa, sino también en caso necesario voluntarios Realistas, y aún los

vecinos honrados de los pueblos inmediatamente interesados.

8º. Si penetrase el contagio hasta la Capital de la Provincia de Sevilla, el Capitán

general y las Autoridades centrales o provinciales saldrán de ella conforme a lo

prevenido en la Real resolución de 17 de Agosto de 1813, pero deberán permanecer

dentro de la Capital sus Autoridades locales o municipales.

9º. La Junta Superior de Sanidad de la Provincia efectuará también su salida en dicho

caso, situándose en algún punto sano distante de los contagiados, y que sea a propósito

para poder atender a las exigencias sanitarias de todo el territorio de su jurisdicción;

pero la Junta Municipal de Sanidad subsistirá dentro de la Capital desempeñando las

obligaciones de su cargo; y si alguna de las Autoridades locales perteneciese también a

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563

la Junta Superior saliese en concepto de Vocal de ella, será sustituida interinamente en

la Junta de Provincia por la persona que designe al efecto el Capitán General

10º. Cuidarán las Juntas superior y subalternas de Sanidad y también las

Administraciones de Correo de la Provincia, de que la correspondencia procedente de

pueblos contagiados o sospechosos sea expurgada, picada y enviada en la forma

prevenida por los reglamentos vigentes.

11º. Dos de los tres individuos de la Comisión Médica, que han recorrido por orden del

Gobierno diferentes países de Europa afligidos por el cólera-morbo, y que se hallan ya

de vuelta en Madrid, se trasladarán inmediatamente a Sevilla, el uno para permanecer

al lado de la Junta superior de aquella Provincia como Vocal de ella, y el superior de

aquella, y el otro para pasar a la villa de Huelva a fin de atender a la curación y

asistencia de los enfermos, y ayudar con sus luces y experiencia a los facultativos del

territorio contagiado, quedando el tercer individuo de dicha Comisión en Madrid como

Vocal de la Junta Municipal de Sanidad de la Corte.

12º. Además de los medios y auxilios que se han proporcionado, y se proporcionen a la

Junta Superior de la Provincia de Sevilla, y de los recursos locales para atender a los

gastos sanitarios indispensables en tan dolorosas circunstancias, la misma Junta y las

Autoridades superiores de aquella Provincia invitarán a todas las personas pudientes y

amantes del bien público para que contribuyan, según sus facultades, al socorro y

alivio de sus compatriotas afligidos por aquella plaga desoladora, abriéndose al efecto

una suscripción, en la que no duda Su Majestad tomará parte al caritativo celo de los

Prelados, Corporaciones eclesiásticas y seculares, y el de los particulares acomodados,

prestándose gustosos a un acto de humildad que redunda en beneficio de todos, pues se

dirige no solamente a auxiliar a sus semejantes en tan terrible conflicto, sino también a

evitar los funestos efectos y propagación del contagio. El producto de esta suscripción

y los nombres de los suscriptores se publicarán para que puedan ser vistos por los

vecinos, en el Boletín Oficial de la Provincia.817

817

Biblioteca Nacional de España. Decretos del Rey Nuestro Señor D. Fernando VII y

la Reina de su Augusta esposa (1834). Imp. Real. Madrid. T. XVIII, pg.91.

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564

15. Apéndice 15. Comunicado de l Junta Superior de Sanidad ante la sospecha

de Cólera-Morbo en Oporto (1833):

El Exmo. Sr. Presidente de la Junta Suprema de Sanidad del Reino en 30 del

próximo pasado, cuya orden recibí por el correo de ayer, me ha comunicado

una de S.M. que con fecha 28 dirigió el Excmo. Sr. Primer Secretario de Estado

al General en Gefe del Ejercito de observación, y a los Capitanes generales de

las provincias fronterizas con Portugal, en que refiriendo una noticia

participada al gobierno por el Coronel Baron de Ranfort en cuanto a sospechas

de haber aparecido en Oporto el cólera-morbo, se hacen de orden de S.M. tres

prevenciones a precaución de preservar a sus amados vasallos del contagio de

aquella terrible enfermedad; siendo la

PRIMERA

Que el General Gefe del Ejercito de observación aproveche los

momentos para averiguar por todos los medios, sin perdonar diligencias ni

gastos lo que dicha comunicación alarmante tenga de cierta.

SEGUNDA.

Que si lo fuere o tuviere el General en Gefe motivos fundados para temer

que no son vanas las sospechas de la aparición del cólera en Oporto, adopte

con la mayor celeridad en su distrito las disposiciones más eficaces y enérgicas

para que ninguna persona, por elevado que sea su rango, pueda internarse en el

Reino sin sujetarse antes a una observación de quince días en Portugal y otros

quince en la raya de España, en el Lazareto provisional que se establezca al

efecto.

TERCERA.

Que las disposiciones que tome entere sin demora a los Capitanes generales

de Extremadura, Galicia y Castilla la Vieja y demás autoridades fronterizas,

para que en el caso de haber estallado el cólera en Oporto u otro punto, corten

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565

la comunicación e impidan la entrada en España a los que venga de él hasta

que hayan cumplido la cuarentena susodicha818

.

16. Apéndice 16. Circular de la Junta Provincial de Sanidad ante la presencia

del Cólera-Morbo en Portugal (1833):

Esta Junta Superior enterada detenidamente, ha mirado con la sensibilidad que es

propia este motivo de aflicción y de horror, que presuntamente aparece a las puertas de

nuestra nación hasta ahora privilegiada por la Divina Providencia y teniendo presente

la prudencia y circunspección con que debe obrar según también encarga S.M. Ha

acordado que sin detención se circule en extracto esta novedad a todas las Juntas de

Sanidad en todos los pueblos y partidos para que les conste el origen que tiene la

vigilancia, aseo, esmero y policía urbana que la Junta manda observar estrictamente en

las poblaciones, recordándoles a este efecto bajo la estrecha responsabilidad el puntual

cumplimiento de la orden preventiva, y también de precaución que se les circuló en 9

de Marzo de 1832, que a la letra es como sigue.

“La Junta provincial de Sanidad, instalada según las reglas dadas por la suprema

del reino, ha celebrado sesión en el día de ayer para tratar el importante objeto de su

atribución que es la conservación de la salud pública.

Aunque por la misericordia Divina la España no se ve afligida por la calamidad del

cólera-morbo ni por otra ninguna peste, no por eso se cree la junta dispensada de

tomar aquellas medidas precaucionales de conocida salubridad. Ha tenido presente las

muchas enfermedades que han reinado en el invierno y la calorosa estación que ha

principado y conoce cuan necesarias son ciertas disposiciones para que el influjo

estacional no se halle auxiliado por unos agentes nocivos que al nombre es dado

destruir.

La junta ve que siendo la salud pública un interés de todos debería contarse con todos

para lograr su constante conservación, pero también sabe que la experiencia enseña

que en medio de las calamidades más tristes y de las pestes más desoladoras, hay

personas aunque felizmente pocas que sacan su partido de la misma desgracia de sus

818Archivo Municipal de Plasencia. Diario de Badajoz. Jueves Febrero de 1833.

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566

convecinos, y que otras por ignorancia, estupidez u otras causas producen los efectos

de más trascendencia y perjuicio a la sociedad: todo lo ha tenido muy presente la junta

en su sesión, y también ha considerado que no todas las providencias de un país son

aplicables a otros, por lo que, y con conocimiento de la provincia ha acordado y

resuelto lo siguiente:

Artículo 1º. En todos los pueblos de la provincia se instalarán las juntas municipales

de sanidad, que según las reglas últimas se compondrán de los individuos siguientes:

presidente del ayuntamiento, regidor decano, los vocales más electivos del

ayuntamiento, un diputado del común, vicario eclesiástico o párroco más antiguo, jefe

que ejerza la jurisdicción de rentas, y médico titular como consultor: esto se entenderá

en cuanto lo permitan la población y circunstancias de los pueblos.

Artículo 2º. Instaladas las juntas municipales procederán desde luego a mandar se

ejecuten las medidas siguientes:

- 1ª Si hubiere esterqueras acinadas o proximas a la población se retirarán de

esta, procurando colocarlas al norte, y si es posible en puntos elevados.

- 2ª. Se cegarán los pantanos inmediatos a la población en que haya aguas

detenidas.

- 3ª. Se barrerán con frecuencia las calles y plazas, conservándolas aseadas y

limpias, cuidando lo mismo con las casas, caballerizas y corrales.

- 4ª. Se dará salida a las heces de los lagares de vino y molinos de aceite, a fin de

que no se estanquen y exhalen miasmas y gases nocivos.

- 5ª. Se vigilará el que los enterramientos se hagan profundizando mucho los hoyos

o zanjas usando de la cal frecuentemente para la más pronta consunción de los

cadáveres.

- 6ª. Se cuidará de que las fuentes y pozos potables se conserven limpios.

- 7ª . Se pondrá todo esmero en que las carnicerías y mataderos no perjudiquen a la

salud pública adoptando para ello las juntas cuanto consideren oportuno.

Finalmente, se dispondrá cuanto se crea necesario para la conservación de la

salud pública, y para ello los médicos consultores expondrán lo que convenga

atendidas las circunstancias particulares de cada pueblo.

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567

Artículo 3º. Siendo el aseo y limpieza uno de los preservativos más conocidos, las

juntas municipales, estimularán a los vecinos al blanqueo interior y exterior de sus

casas, en lo que se consigue al mismo tiempo que hermosear las poblaciones, el

saludable efecto que produce el uso de la cal.

Artículo 4º. Procurarán las juntas acopiar plantas aromáticas como el romero,

tomillo, y otras de esta especie, para quemarlas en las calles cuando las circunstancias

lo exigieren.

Artículo 5º. Uno de los males temibles en la provincia, es la cría y estancia de ganado

de cerda dentro de las poblaciones: en las pequeñas no es de tanto influjo por que están

más ventiladas: pero en las grandes o que suben de cuatrocientos vecinos, la existencia

de dicho ganado en el interior es perjudicialísima, y por lo tanto las juntas municipales

deberán tomar en consideración este interesante punto, y remover los obstáculos que se

presenten, para si es posible, colocar el ganado de cerca en corrales u otros puntos

fuera de la población.

La junta provincial considera suficiente cuanto se contiene en los cinco artículos

precedentes, dejando a las municipales que desplieguen su celo en otras medidas que

serán útiles en unos pueblos y no posibles en otros. Queda no obstante en una vigilante

observación para atender a donde convenga con sus providencias, para proteger a

cuantos concurran de todos modos a la conservación de la salud pública, y para usar

de la severidad que designa la ley contra el que por malicia, indolencia u otra falta se

oponga o interrumpa lo que ella misma o las municipales dictaren para llenar el

grandioso objeto de sus respectivas atribuciones; y para ello y que llegue a noticia de

todos, se hará saber por medio del diario de la capital.

La junta que está en obligación de averiguar por todos medios la existencia o

inexistencia del mal para adoptar las disposiciones más eficaces del caso, y elevar a

noticia de la Junta Suprema del Reino cuanto pueda adquirir y por cuya vía han de

recibirse sucesivamente las órdenes e instrucciones que acordare S.M., encarga

especialmente a las Juntas particulares de los pueblos con singularidad a la de los

fronterizos a Portugal, se dediquen con todo esmero y solicitud a inquirir

conocimientos positivos a la novedad de tan perniciosa epidemia hasta cerciorarse del

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568

verdadero estado de salud que reina en aquel punto y demás inmediatos, avisando todo

con puntualidad a esta Junta Superior.

Lo que se hace saber por medio del diario de esta Capital para su más pronta y exacta

circulación.- Badajoz a 4 de Febrero de 1833.-.Marqués de Casa-Cajigal.819

17. Apéndice 17. Reglamento para los pueblos de la provincia donde haya

lazaretos, especialmente a Alburquerque (1833):

Art.1. Las personas que lo habiten deben estar en completa incomunicación.

Art. 2. Se nombrará un celador, jefe del lazareto, con la dotación de 20 rs diarios, el

que estará igualmente incomunicado.

Art. 3. También se nombrará un caminero que deberá tener de su cuenta una

caballería capaz, y se le señalarán 8 rs, diarios, o menos si se encuentra.

Art. 4. Para que habite el caminero se elegirá el edificio más inmediato al lazareto, y

no habiendo se construirá una barraca capaz, a proporcionada distancia.

Art. 5. Se proveerá el lazareto de útiles necesarios y puramente precisos que estará a

cargo del jefe, bajo doble inventario, del que debe tener la Junta un ejemplar.

Art. 6. También se construirá una barraca grande para la guardia a distancia

proporcionada, siempre que haya local separado en el lazareto para colocar a su

inmediación.

Art. 7. Se auxiliará a los indigentes con 2 ½ rs diarios los días que estén en

cuarentena.

Art. 8. Se mandará al Ayuntamiento de Alburquerque, que al menor gasto posible y con

maderas de sus montes de Propios, haga construir la barraca o barracas indicadas en

los art, 4 y 6 si hubiera necesidad.

Art. 9. La guardia del lazareto será permanente y tendrá el plus de ordenanza, pagado

por el fondo de sanidad.

819 Archivo Municipal de Plasencia. Diario de Badajoz. Jueves Febrero de 1833.

Page 569: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

569

Art. 10. Con objeto de no molestar la atención de la Junta de continuo y que el lazareto

esté puntualmente al corriente de todo, se nombrará un bocal de ella, con quien se

entenderá el celador directamente en todos los asuntos gubernativos y económicos de

él, subministrar socorros, recaudar la retribución y demás necesario sin perjuicio de

dar cuenta a la junta de sus providencias.

Art. 11. Todos los individuos que entren en el lazareto para pasar cuarentena, excepto

los indigentes, pagarán la retribución de 5 rs diarios por persona, que serán

recaudados por el celador y éste llevará cuenta exacta para hacer su entrega al fondo

de Sanidad de cuyo depositario recogerá recibo.

Art. 12. Se dará por la Junta una copia de este Reglamento y Obligaciones al celador,

al comandante de la guardia y al caminero.

Las obligaciones de los empleados del lazareto se articulan así:

Art. 1. Será obligación del celador que se mantenga el orden evitando cuestiones entre

los cuarentenarios y valiéndose del auxilio de la guardia en caso necesario.

Art. 2. Lo será también cuidar del aseo de todas las piezas haciendo que se barran y

ventilen diariamente, y avisar a la Junta cuando haya necesidad de que se blanqueen

con cal para realizarlo, como también que las aguas sucias y todas las inmundicias se

depositen y viertan en puntos separados y oportunos, distantes del edificio.

Art. 3. También lo será de hacer se le suministren las medicinas a los enfermos que

haya y demás asistencia necesaria, implorando por este auxilio la beneficencia de las

demás personas que se hallaren en el lazareto.

Art. 4. Dará parte al Excmo. Sr. Presidente de la Junta Superior de Sanidad de

cuantas novedades ocurran en él, y al Sr Administrador de Rentas de Alburquerque de

los baúles y bultos que depositen los cuarentenarios, con objeto de que a su salida

puedan ser reconocidos por la Real Renta.

Art. 5. Se entenderá el celador con el vocal que nombre la Junta en todos los asuntos

expresados en el art 10 del Reglamento, y demás que no merezca la atención de la

Junta.

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570

Art. 6. Tendrá un libro de entradas y salidas donde haya apuntado los nombres y

apellidos de los cuarentenarios, pueblos de sus naturales, vecindad, procedencia y

estado, día y mes de entrada y salida, expresando los que sean socorridos por la Junta

y los que se mantengan a sus expensas.

Art. 7. A los indigentes los socorrerá con 2 ½ rs diarios, pero no empezará a pagarles

hasta que la Junta los declare por tales, desde cuya fecha admitirá el cargo en sus

cuentas que rendirá mensualmente.

Art. 8. Cuidará de la separación de los sexos, no entendiéndose esta medida con los

matrimonios, elegirá una pieza separada y pequeña para las fumigaciones de expurgo y

otra para prisión; debiendo él mismo hacer las fumigaciones, para lo cual se le darán

instrucciones y se le proveerá de los simples necesarios al efecto, cuya medida

producirá gran economía en los gastos.

En tres artículos se resumen las obligaciones del comandante de guardia:

Art. 1. Cuidará el comandante de acudir a la señal acordada con el celador, para su

llamada, siempre que lo necesite.

Art. 2. Impedirá escrupulosamente la comunicación absoluta de los cuarentenarios

con los de afuera, y la de éstos con aquéllos, como la del caminero y demás personas

que vayan a vender al palenque no siendo bajo las reglas que quedan marcadas;

auxiliando al celador si fuese necesario, en cuanto se le ofrezca para mantener el

orden, y permitiendo a éste y a los cuarentenarios que se paseen a una distancia

proporcionada que fijará el celador con señales.

Art. 3. Si ocurriese entrar parte de la guardia al lazareto a poner orden, luego que

vayan a salir serán fumigados por el celador con arreglo al Art. 8 de su obligación.

El Reglamento también incluye unas reglas de fumigación que aconsejan lo siguiente:

El aire infestado por la mucha reunión de sujetos sanos o enfermos se purifica

rociando el suelo y paredes de la pieza con cloruro mezclado en 25 a 30 partes de agua

común, en vasijas destapadas, puesto que en ningún caso puede ser nociva cualquiera

que sea su cantidad, y que los afectados de asma nerviosa respiran más fácilmente en

medio de este gas, este método puede servir en los lazaretos, hospitales, cárceles y

demás edificios, donde se reúnan muchas gentes.

Page 571: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

571

Los aposentos de los enfermos se purificarán con una cucharada de cloruro en 6 de

agua en cuya mezcla se mojarán los paños o telas de hilo o algodón, que se colocan

sobre la cama de los enfermos y en otros puntos. Los enfermos y asistentes se lavarán

las manos al acercarse y retirarse de los enfermos, en una mezcla compuesta de una

parte de cloruro y 20 de agua.

Con el agua clorurada a la proporción de un cuartillo, en 40 de agua de fuente se

puede desinfectar en el acto los sumideros y caños corrompidos, las letrinas,

pescaderías, carnicerías, mataderos y cementerios.

18. Apéndice 18. Carta remitida desde la Junta Municipal de Sanidad de

Plasencia a la Superior de Estremadura en la que suplica la autorización

para obtener fondos (1833):

“Exmo Sr.:

La Junta Municipal de Sanidad de esta ciudad de Plasencia desde su

instalación, dedicó sus actuaciones y desvelos a discurrir las medidas y

disposiciones más activas y pudientes para impedir la introducción y

propagación del Cólera-Morbo, contagio terrible que amenaza a los mortales.

Con éste fin acordó providencias y bandos frecuentes para poner las plazas,

calles, casas, cuadras, mesones y muladares en el mejor estado de aseo y

limpieza. Previno que no anduvieran por las calles los ganados cerdosos,

superando para todo los inconvenientes que dificultan y obstruyen semejantes

medidas, por la confianza y apatía de los vecinos. No contentándose la Junta

con dichas prevenciones, consideró que puede ocurrir el caso de haber

personas indiciadas y aún atacadas de citada enfermedad, y que llegaría la

necesidad de poner las primeras en lazareto de observación y a las segundas en

hospital de curación; eligió para estos fines el edificio local de la hermita de

Santa Bárbara distante media legua y colocado lo más elevado de la sierra de

su nombre, que es sitio muy ventilado y apropósito para lazareto; y el hospital

de Nª Sª de la Merced, radicado extramuros de la ciudad; Constante la Junta en

investigar disposiciones sanitarias entendió por los clamores del alcalde y

facultativos titulares que en éstas reales cárceles hay grandes depósitos de

Page 572: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

572

inmundicias y aguas corrompidas que hace muchos años están detenidas en

bodegones subterráneos por falta de acueducto por donde deberían tener su

curso; al momento averiguó la certeza y justicia dichos clamores y se convenció

de que tan excesivos y pestíferos depósitos conminan una explosión capaz de

arruinar la Real cárcel, y de infectar con su edionda y mortífera fetidez a dicha

ciudad con trascendencia a los pueblos del partido y provincia inmediatos a

quienes comunicará el contagio por las muchas personas que concurren a los

mercados; por lo cual creyó la Junta que no puede mirar con indiferencia tan

inminente perjuicio ni descansar hasta remediarlo evitando la indicada ruina y

el peligro de una terrible epidemia. Con éste motivo dilató sus ideas a

generalizar el remedio necesario para evitar la estancación de aguas inmundas

y de putrefacciones nocivas; y se penetró de la suma conveniencia, utilidad y

limpieza que recibía la ciudad, haciéndose alcantarilla o canales generales, que

atravesando las calles reciban y extraigan de la población las aguas sucias y

sobrantes de todas las casas en las cuales deberá hacerse conductos

particulares para que sus aguas se incorporen y marchen por referidas

alcantarillas. Este proyecto es de tan conocido interés que no necesita esfuerzo

alguno para demostrarlo, y mucho más en ésta ciudad cuya localidad invita

imperiosamente a ejecutarlo, pues se haya cuasi circunvalada por el rio jerte y

tiene la declinación o declive necesario para que no sea tan costosa y difícil la

operación, y para que las aguas corran sin obstáculo que las detengan; a lo

cual se agrega la especial circunstancia de que hay una hermosa y abundante

cañería de aguas potables; momento antiguo pero digno de imitación cuya

cañería en la mayor parte del año produce aguas sobrantes, que dirigidas a las

mismas alcantarillas las limpiarán y facilitarán el curso de las aguas

domésticas.

Estos son los objetos principales a que se han dirigido y dirigirán siempre los

anhelos de la Junta. Después de haber producido el cerramiento de algunas

puertas públicas y el celo y guardia de otras con personas honradas: no se duda

que parecerán excesivos éstos proyectos; pero por lo mismo son más atendibles

y llaman incesantemente los cuidados de esta corporación en los más fervorosos

deseos de labrar y cimentar la felicidad presente del pueblo que representa.

Page 573: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

573

Queda, Excelentísimo Señor patentizado el importante plan de esta Junta y no

podrá dejar de merecer la superior aprobación de V.E: Pero Sr es indispensable

y muy doloroso manifestar que nada se puede ni ha podido practicarse por falta

de fondos públicos y de arbitrios productos; Este M.N. y L. Ayuntamiento

respondió y justificó que sus propios están empeñados, y que carece

absolutamente de caudales: se pensó en descubrir arbitrios, y parece que ya

están concedidos y aplicados para otros fines del Real Servicio: Se obsequió

una moderada subscripción y únicamente ha producido 200 reales, que apenas

sufragan un mes el alumbrado de las guardias de sanidad: Cuantas ideas se han

inventado relativas a reunir fondos han sido estériles, y se han desvanecido en

el inmenso calor de la imposibilidad en términos que nada puede practicarse.

Estas tristes imposibilidades serían más suficientes para enervar y anonadar a

la más celosa corporación mirándose imposibilitadamente de plantear sus

acuerdos, pero la Junta de Plasencia siempre firme y muy dispuesta a vencer

cuantas dificultades se presentan y ansiosa de proporcionar la prosperidad de

sus habitantes, no se rendirá, ni se intimida, antes bien trabaja con mayor

vigilancia para conseguir sus fines favorables al público, pues se persuade de

que todas las autoridades coadyuvarán eficazmente a la ejecución; guiada esta

lisonjera, justa y fundada presunción acordó el 13 del corriente mes los

particulares contenidos en el adjunto testimonio; que ofrece a la justificada

Ilustración Superior de V.E implorando su aprobación y protección:

El Primero se reduce a impetrar la gracia y permiso para repartir y cobrar de

una vez 8000 reales entre los vecinos de dicha ciudad por la base de utensilios y

que los Sres Eclesiásticos como interesados a la salud pública contribuyan con

otra cantidad que se repartirá por las bases del Real Subsidio, guardando

proporción con la correspondiente a los seculares, con el preciso y urgentísimo

objeto de socorrer a las personas que por necesidad se dirijan al lazareto y al

hospital de curación; pues sin tales auxilios perecerían de inanición y afrenta

de la humanidad.

Por el segundo se desea y suplica la licencia conducente para repartir 20000

reales entre esta ciudad y pueblos de su partido, cuya cantidad se necesita para

limpiar y extraer las inmundicias y putrefacciones fétidas que se hayan

Page 574: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

574

depositadas en los bodegones de la cárcel real y para ponerla en estado de

salubridad y de seguridad.

Por tercero se solicita y ruega que V.E. se digne expedir la orden conveniente

para que todos los vecinos y propietarios de casas y edificios de referida ciudad,

sin distinción de clases, dignidades, ni estados contribuyan por una sola vez con

la sexta parte del valor de los arrendamientos anuales que tengan o se gradúe que

deben tener, ya estén habitadas por sus dueños o cerradas por cualesquiera

casos, o arrendadas a distintos inquilinos, sin excusa ni pretexto alguno; cuyo

importe se aplicará inexcusablemente y con una suma urgencia a las interesantes

obras de fabricar las precitadas alcantarillas o azequias generales, que al paso

de ser muy necesarias facilitarán el aseo, limpieza, y mejor aspecto de la

población, y en las críticas actuales circunstancias producirán semejantes

medidas las muy atendibles y preferentes de invertir los braceros o jornaleros que

por falta de trabajo en la actualidad yacen en un estado de miseria que se

aumentaría a su extremo horroroso si ésta población tiene la desgracia de ser

invadida de contagio.

Como todos los proyectos en su origen tienen rivalidades y oposiciones, cree la

Junta que los tendrán también los que propone, aunque decidida a realizarlo

jamás desmayará hasta lograr dichos objetos, que bien ejecutados, lisonjearán,

y admirarán a la posteridad, considera necesario, que para facilitar la brevedad

y obsequio de las críticas circunstancias actuales se confiara la comisión

suficiente a la Subdelegación y Contaduría de Rentas Reales de este partido

para la formación de los repartimientos y su cobranza que deberá ejecutarse

por los mismos trámites con que se recaudan los haberes de la Real Hacienda

aunque para esto sea conducente obtener el beneplácito del Sr Intendente de la

Provincia, por cuyas razones.

A Vuestra Excelencia, suplica que penetrándose de los sólidos fundamentos de

ésta representación, ayudados a los datos positivos que consta del acuerdo

inserto en el testimonio que acompaña, se digne aprobar como justo, urgente y

necesario dicho acuerdo, y en su consecuencia mandar que se cumplan y

ejecuten con total autoridad, preferencia, y sin contravención alguna,

explicando a el intento la orden competente, según sea del Superior agrado de

Page 575: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

575

V.E. Pues decretado y mandándolo así administrará V.E justicia, como

invariablemente acostumbra, y hará el más beneficio y singular favor a ésta

ciudad y su Junta Municipal que agradecida Pide a Dios que guarde las

importantes vidas de V.E. muchos años.

Plasencia a 16 de septiembre de 1833

Excmo Sr. Presidente y Junta Superior de ésta Provincia de Extremadura.

Badajoz”820

“Junta Municipal de Sanidad de la Ciudad de Plasencia en Extremadura.

Exmo Sr.: En los actuales momentos en que vemos invadida la capital de ésta

provincia del terrible azote del Cólera-Morbo con que la Divina Providencia

dispone castigar nuestras culpas, según noticias fidedignas aunque no oficiales,

nos dispensará V.E. que la Junta Municipal de Sanidad de Plasencia en

Extremadura, eleve a sus manos la adjunta copia de la exposición que con ésta

fecha dirige a la Superior de ésta provincia a fin de que si fuese objeto digno de

la consideración de V.E. se sirva dispensarles su protección para que su

Majestad que Dios Guarde se digne conceder los arbitrios que se proponen con

las urgencias que necesitan las necesidades de esta ciudad, y la absoluta falta

de todo fondo con que se haya ésta Junta para llenar las atenciones de la misma

en el día y los que puedan ocurrir en lo sucesivo.

La Junta Municipal de ésta ciudad se ha decidido a molestar la Superior

atención de V.E. directamente, teniendo presente para ello que la de ésta

provincia dedicada tal vez con preferencia a dar disposiciones a los puntos

atacados, no pueda darles a lo que se solicita en la citada exposición con la

urgencia que consideramos necesaria para precaver, o al menos aliviar las

calamidades que puedan sobrevenir a ésta ciudad.

Nuestro Sr dilate y prospere la importante vida de V.E. muchos años.

Plasencia 16 de septiembre de 1833

820

Archivo Municipal de Plasencia. Carta remitida desde la Junta Municipal de Sanidad

de Plasencia a la Superior de Extremadura, con fecha de 16 de septiembre de 1833.

Page 576: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

576

Exmo Sr Secretario de Estado y del Despacho Universal del Fomento”821

19. Apéndice 19. Capitanía General de Extremadura. Circular nº 20. Adoptando

varias medidas sanitarias para impedir se propague el contagio en España del

Cólera Morbo aparecido en la ciudad de Yelves (1834).

EDICTO= Don Manuel de Latre, Mariscal de Campo de los Reales Ejércitos,

Gobernador y Capitan general interino del ejército y provincia de Extremadura,

Presidente de las Juntas de Sanidad y Fortificación, e Inspector General de los

Cuerpos de la Milicia Urbana y Compañias de Seguridad Pública de la misma

provincia.

Habiendo tenido noticia ésta Junta Superior de Sanidad, de que en la plaza de Yelves

del limítrofe reino de Portugal, se habían presentado algunos casos de Cólera-Morbo

asiático en principios de éste mes, y que continuaban, el 11 del mismo acordó que

pasase a dicha plaza el profesor de medicina vocal de la misma Junta don Florencio

Gómez, en unión con el médico-cirujano don Agustín García, para que adquiriesen

noticias exactas sobre la existencia o no de la enfermedad expresada. Estos profesores

han hecho indagaciones y observaciones exactas en el Hospital Militar de Yelves, único

punto en el que en el día 12 existían algunos enfermos del Cólera. Por las consultas que

tuvieron con los médicos de Yelves, y por el examen individual que hicieron de los

pacientes coléricos, resulta ser cierta la existencia del cólera-morbo asiático en la

citada plaza, aunque degenerado y complicado en algunos con el tifo y en otros con

enfermedades gástricas, careciendo aún del carácter epidémico, por estár aislado en

algunos soldados del ejército de Don Miguel, procedente de Santarem donde existía

ésta enfermedad, antes de la capitalización de éste. El no haberse comunicado en la

población más que a dos mujeres, y que en el 11 y 12 no ha habido caso alguno, hace

presumir se concluya prontamente. No obstante ésta Junta Superior ha acordado en

éste día la incomunicación con la citada plaza, y demás poblaciones a 10 leguas de su

radio, bajo las reglas siguientes:

1º. Se prohíbe la libre comunicación con Yelves y demás pueblos a 10 leguas de su

radio y las personas que se aprendan introduciendo géneros de contrabando de dicha

821 Archivo Municipal de Plasencia. Carta remitida desde la Junta Municipal de Sanidad

de Plasencia al Excmo Sr. Secretario de Estado y del Despacho Universal del Fomento,

con fecha de 16 de septiembre de 1833.

Page 577: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

577

procedencia, sufrirán la pena establecida por las leyes sanitarias, procediéndose a la

quema de los mismos géneros, que las mismas previenen.

2º. Se establece la observación de 15 días de cuarentena para todas las personas

procedentes del territorio señalado en la regla antecedente, debiendo haber sufrido

otros 15 en territorio portugués, así naturales como extranjeros, cualquiera que sea el

tiempo que allí hayan permanecido, debiendo traer cédula de sanidad, sin la que no

serán admitidos ni después de la observación.

3º. Se establece igual observación para todas caballerías, géneros y efectos, y se

impedirá la entrada de todos los susceptibles de contagio, como está mandado en el

artículo 7º de la Real Orden de 15 de febrero de 1833.

4º. La correspondencia pública se recibirá con las precauciones acostumbradas en el

punto de Caya, por un Comisionado por el Administrador principal de Correros de esta

capital.

5º. Las Juntas Municipales de los pueblos de la frontera de Portugal, establecerán

desde luego las guardias de Sanidad acostumbradas para vigilar el cumplimiento de las

medidas sanitarias.

6º. Se establecerán los lazaretos necesarios, y se publicará el punto que se señale para

éste objeto, luego que se determine por la Junta Superior.

7º. Las personas que auxilien, protejan o encubran a los contrabandistas trayendo

géneros de Portugal; los protectores o encubridores de los infractores de las reglas 1,2

y 3, los que supieren la contravención de cualquiera de éstas medidas y no la

manifieste inmediatamente a la autoridad de Sanidad; y toda persona que estando en

observación se fugase de ella, así como la que extraiga del lazareto efectos puestos en

observación, sin permiso de la Junta Municipal, sufrirán las penas que imponen las

leyes sanitarias.

8º. Se encarga el aseo de los pueblos para conservar la pureza de la atmósfera, tan

necesaria a la salud pública.

9º. Todas las Juntas Municipales de la frontera, darán parte a ésta Superior, sin

dilación alguna, de cualquiera novedad que ocurra, relativa a las reglas aquí

establecidas.

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578

10º. Los médicos tienen la obligación de comunicar a las juntas de los pueblos donde

ejercen su profesión, y cualquiera accidente y enfermedad sospechosa, o si supieren de

alguno que con síntomas sospechosos perece en poco tiempo, en cuyo caso las mismas

juntas adoptarán las medidas más activas para contener el mal, dando parte a ésta sin

pérdida de momento por el medio más breve.

11º. Las juntas de los pueblos limítrofes tendrán siempre dispuestos dos vecinos de

cada uno respectivo, con el objeto de comunicar con más prontitud las órdenes o

noticias que se ofrezcan sobre el particular.

Lo que se manda hacer notorio en ésta Capital y pueblos de la provincia para la común

inteligencia y observancia de cuantos extremos comprende. Badajoz 13 de junio de

1834= Manuel de Latre, Presidente = Manuel Díez Taravilla, Srio.822

20. Apéndice 20. Circular nº 22. Reales Disposiciones que se han de observar

para el cordón sanitario mandado establecer entre las provincias de

Extremadura y La Mancha de las de Andalucía (1834):

CAPITANIA GENERAL DE EXTREMADURA

CIRCULAR NUM. 22

Reales Disposiciones que se han de observar para el cordón sanitario mandado

establecer entre las provincias que se citan.

------------------

El Excmo Sr. Secretario de Estado y del Despacho de Guerra, con fecha 20 del actual,

me incluye de Real orden, la siguiente copia de las disposiciones que S.M ha tenido a

bien mandar se observen en el acordonamiento establecido para las procedencias de

los pueblos de Andalucía.

“La tenacidad con que la enfermedad conocida con el nombre de Cólera-morbo

espasmódico continúa afligiendo varios pueblos de las provincias de Andalucía, hace

indispensable que se adopten medidas de precaución, que sino alcanzasen a contener

en ellas los progresos de la epidemia, permitirán a lo menos establecer con el necesario

822

Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 23-VI-1834, nº 37,

Circ 20

Page 579: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

579

detenimiento los medios de combatirla con buen éxito, preservando a las provincias no

infectadas de los males y trastorno que acompañan a su repentina invasión. Con este

objeto se ha servido S.M. la REINA Gobernadora, oído el dictamen del Consejo de

Ministros, decretar lo siguiente:

1. Las provincias del reino de Murcia, mientras permanecen libres del contagio,

se aislarán de las de Andalucía por una línea tirada de Caravaca por Lorca a

Cartagena, dejando el puerto de Lumbreras a la parte exterior de la línea. Los

puestos de esta se cubrirán por tropa y Milicias Urbanas del reino de Murcia.

2. Las provincias de Extremadura y la Mancha se aislarán de las de Andalucía,

para lo cual se tomará por línea de incomunicación la cordillera que las separa

desde Fregenal a Caravaca, donde se unirá con la línea anterior.

3. En cada una de éstas líneas se determinarán los puntos que deben servir de

únicos pasos para los viajeros y tragineros, y en ellos se cumplirán todas las

reglas y precauciones de sanidad. Habrá casas de observación, unas para los

individuos y efectos procedentes de puntos infectados o sospechosos, y otras

para las de los demás pueblos de Andalucía que no conste se hallen en alguno

de aquellos casos.

4. En estos puntos se establecerán los puestos principales de tropa del ejército.

5. En los intermedios los habrá de Urbanos y cada uno de los pueblos situados

sobre esta línea ejercerá su policía sanitaria con dependencia, y bajo las reglas

dictadas por el Gefe provincial de aquella.

6. La extensión de cada línea se dividirá en distritos cada uno a las órdenes de un

Gefe militar.

7. Estos Gefes de distrito dependerán del Gefe principal de la línea, el cual, sin

perjuicio de estar a las órdenes del Capitán general de la provincia, en cuanto

al servicio militar, se entenderá respecto al sanitario con los Gobernadores

Civiles encargados especialmente de la sanidad, de quienes recibirán las

correspondientes instrucciones, y a quienes dirigirán los partes y noticias. En

caso urgente el Gefe de distrito, al dar conocimiento de lo que ocurra al de la

línea, deberá hacerlo al propio tiempo en derechura al Gobernador Civil; y del

mismo modo podrá este dirigirse al Gefe de distrito, en obsequio de la

brevedad, dando conocimiento al de la línea.

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580

8. La línea de toda la parte fronteriza de las provincias de Andalucía y

Extremadura la mandará un Gefe nombrado por el Capitán general de

Extremadura.

9. La línea fronteriza de la Mancha la mandará el Comandante general de esta

provincia.

10. La línea fronteriza de Murcia y Andalucía la mandará un Gefe nombrado por el

Comandante general de Murcia.

11. Cada Gefe de estas líneas tendrá a sus órdenes otros dos, que como Inspectores

las recorrerán constantemente, el uno del centro hacia la derecha, y el otro del

centro a la izquierda.

12. El servicio de estos cordones sanitarios se hará con la más severa puntualidad y

vigilancia, y en los puntos importantes habrá personas que saldrán de unos

pueblos a otros, recorriendo la línea hasta encontrarse.

13. Se redactarán para gobierno de los Gefes y de los particulares, en términos muy

claros y de fácil ejecución, las reglas que han de observarse en los puntos

determinados para paso de los viajeros y traficantes, e igualmente las que han

de regir en los puntos que no sean de paso con los individuos que por ellos

intenten cortar o traspasar la línea de observación.

14. Los puntos principales que se señalan para el paso de los viajeros en las líneas

expresadas son:

1. Caravaca y Calasparra, como comunicación del E. de la provincia de

Granada con la de Castilla.

2. Ciezar, comunicación de Murcia con Castilla.

3. Alcaraz, punto central entre Murcia y Andalucía.

4. Villamanrrique, ó sea, Barranco Hondo, comunicación del E. del reino

de Jaén con la Mancha.

5. Venta de Cárdenas ó el Visillo, comunicación principal de Andalucía.

6. Pozo ancho, comunicación principal del reino de Córdoba con los

Pedroches, Almadén y otros puntos.

7. Guadalcanal, comunicación del O. del reino de Córdoba con

Extremadura.

8. Monesterio, comunicación principal del condado del reino de Sevilla con

Extremadura.

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581

9. Fregenal, comunicación principal del Condado de Niebla con

Extremadura.

15. Además de estos puntos, por los cuales deberán pasar todos los viajeros y

efectos procedentes de las provincias sospechosas de contagio, debe ejercerse

una activa vigilancia en los intermedios que llaman más la atención, como son

los siguientes:

Hellin y las Peñas de S. Pedro entre Caravaca y Alcaraz.

Puerta Segura, entre Alcaraz y Villamanrique.

Fuencaliente, entre el Visillo y Pozo ancho, como punto de gran comunicación

entre las provincias de Jaén y Córdoba al N. de Andújar.

Azuaga o Fuente Ovejuna, entre Pozo ancho y Guadalcanal, comunicación entre

las provincias de Córdoba y Extremadura.

Y Segura entre Monasterio y Fregenal, comunicación con parte de Extremadura.

CORDON DE OBSERVACIÓN DEL TAJO

16. Para asegurar el resultado de las precauciones adoptadas en los anteriores

artículos, y evitar en lo posible la propagación de las enfermedades epidémicas

a la Capital de la Monarquía, y demás pueblos libres hasta ahora de ellas, se

establecerá un cordón de observación sanitario en la línea del Tajo, que se

dividirá en tres partes, centro, derecha e izquierda.

17. El Comandante general de la provincia de Toledo mandará la derecha, y el

punto que separa esta del centro se fijará entre Toledo y Aranjuez. El centro

será desde este punto al de Ocaña, en el que se establecerá el Gefe; y el de la

izquierda se situará en Fuentidueña.

18. En toda esta línea se guardarán con la mayor vigilancia los pasos del Tajo; y

los transeúntes solo podrán atravesar este rio, mientras duren las medidas de

precaución, en los puntos que se señalen para el tránsito que serán donde haya

puentes o barcas, y no por los vados.

19. El Comandante general y demás Gefes del cordón sanitario estarán bajo las

inmediatas órdenes del General segundo Cabo de Castilla la Nueva, que las

dará desde Madrid, sin perjuicio de reconocer el cordón para asegurarse de

cómo aquellas se cumplen, cuando lo juzgue oportuno.

Page 582: Cultura sanitaria en tiempos de epidemia: el cólera-morbo ...

582

20. Las comunicaciones del Comandante General y Gefes de la línea de

observación con los Gobernantes Civiles de Madrid, Toledo, Ciudad Real y

demás provincias de este distrito se realizarán bajo las reglas dadas en el

artículo 7º observándose igualmente las comprendidas en los demás artículos en

todo lo relativo al servicio de esta segunda línea”

Lo que se inserta en los Boletines oficiales para la inteligencia y cumplimiento de

todas las autoridades y habitantes de los pueblos de Extremadura; advirtiendo, he

determinado que el Brigadier Coronel del regimiento caballería de la Reina 2º de línea,

pase con toda la fuerza del cuerpo su mando a establecer el cordón sanitario

correspondiente a esta provincia en la línea divisoria de Andalucía, nombrándose Gefe

principal del mismo; y a quien prestarán todos los auxilios que reclamare, las Justicias

del distrito de la Capitanía General de mi mando. Badajoz 27 de junio de 1834 =

Manuel de Latre.823

21. Apéndice 21. Real Orden publicada en el Boletín Oficial de la Provincia con

fecha de 16 de julio de 1834:

Artículo 1º.- Los Gobernadores Civiles de las provincias en que se esté padeciendo o

declare el cólera-morbo, excitarán el celo de los RR. prelados diocesanos, de los

venerables Cabildos eclesiásticos, de las Comunidades religiosas, Corporaciones,

Empleados, Gremios de artes y oficios, Hacendados y Capitalistas de todas clases, a fin

de que se suscriban con las cantidades y efectos que les dicten su amor a la humanidad

para el socorro de los enfermos en los pueblos contagiados.

Artículo 2º.- Los productos de éstas suscripciones entrarán en poder de un Depositario

de conocido arraigo e integridad, que nombrará el Gobernador Civil respectivo, el cual

llevará una cuenta exacta del ingreso y salida de ellos, que se publicará una vez por

semana en el Boletín Oficial de la Provincia.

Artículo 3º.- Los Gobernadores Civiles, con conocimiento de las necesidades de los

pueblos contagiados les librarán las cantidades que consideren precisas, o los

823 Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 23-VI-1834, nº 37,

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facilitarán las medicinas o artículos de que necesiten, todo con la debida cuenta y

razón, publicada como queda prevenido en el artículo anterior.

Artículo 4º.- Si no bastasen los fondos de la suscripción prevenida en el artículo

primero para atender al socorro de los pueblos epidemiados, los Gobernadores Civiles

podrán echar mano, en la cantidad en que se necesite de los fondos de Pósitos, de los

Propios, de los de la Policía urbana y ornato, de los destinados a obras de utilidad

pública, de los de Cofradías y Hermandades, de los sobrantes de los Establecimientos

de instrucción y beneficencia, y de cualquiera otros aplicados a objetos menos

urgentes, sin otra excepción que los procedentes de las contribuciones, rentas y

derechos Reales, y cualesquiera otros que deban ingresar en el Real Tesoro.

Artículo 5º.- A falta de todos estos recursos, se faculta a los Gobernadores Civiles para

que cerciorados de mediar extrema e irremediable urgencia, propongan con acuerdo

del Ayuntamiento de cada pueblo a la aprobación de S.M. el arbitrio o arbitrios que

consideren necesarios para ocurrir a la asistencia de y demás que exija el

restablecimiento de la salud del vecindario, remitiendo el cálculo del producto del

arbitrio mientras permanezca, que solo será hasta que se haya declarado la población

libre de contagio, desde cuyo momento se considerará aquél suprimido.

Artículo 6º.- Los fondos de los ramos designados en el artículo 4º, que se aplicaren al

servicio de sanidad, ingresarán en las capitales en poder del Depositario de que se

habla en el artículo 2º, a fin de conservar la unidad de la cuenta y razón cuya exactitud

recomienda muy especialmente S.M. al celo de los Gobernadores Civiles.

En los demás pueblos, ingresarán en poder del Depositario que nombre el presidente

del Ayuntamiento, el cual pasará la noticia y cuenta de ellos al Gobernador Civil para

los efectos de que tratan los artículos 2º y 3º.

Artículo 7º.- Los nombres de los suscriptores a los fondos de Sanidad, y las cantidades,

frutos y cualesquiera efectos con que respectivamente contribuyan, se publicarán en los

Boletines Oficiales de las provincias, a excepción de los de aquellos que prefieran

conservarlos incognitos, reservándose S.M. premiar con condecoraciones y atender en

sus respectivas carreras los benéficos esfuerzos de los que más se distingan en tan

importantes servicios, como el más grato a su augusto corazón, que pueden prestar.

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Artículo 8º.- Los profesores de Medicina, a quienes los rigores de la enfermedad

epidémica ofrecen ocasión para cubrirse de gloria en su noble carrera, que acrediten

haberse distinguido por su celo en la asistencia a los enfermos, merecerán la particular

consideración de S.M. para ser atendidos en sus solicitudes, así en las de su profesión

como en cualquiera otras, siempre que tengan la debida aptitud: y los que teniendo su

habitual residencia en pueblos sanos, acudiesen invitados por los Gobernadores Civiles

a la asistencia de los enfermos en los epidemiados, y sean atacados en éste servicio por

la enfermedad, gozarán a propuesta de los mismos Gefes una pensión vitalicia de 200 a

400 ducados sobre los Propios de la provincia donde hubiesen contraído éste mérito.

Artículo 9º.- Los Gobernadores Civiles de las provincias, los Alcaldes Mayores de los

pueblos, los individuos de los Ayuntamientos, Juntas de Sanidad y Caridad, los

funcionarios públicos de todas clases, y las personas particulares que más se distingan

por sus esfuerzos en atender los estragos de la enfermedad, auxiliar a los enfermos, y

evitar la reproducción del contagio por medio de escrupulosas desinfecciones en

tiempo oportuno y demás medidas que aconseja el arte y están prevenidas por Reales

órdenes, podrán alegar éste mérito en las solicitudes que entablen en sus respectivas

carreras, y será considerado como preferente a otros en igualdad de aptitud. De Real

Orden lo digo a V.S. para su inteligencia y que disponiendo su publicación cuide de su

puntual cumplimiento”

Cuya Soberana disposición he mandado publicar en el Boletín Oficial de ésta

Provincia, no pudiendo menos de excitar el caritativo celo y amor a la humanidad de

los R.R. Obispos de Coria y Plasencia, sus venerables Cabildos eclesiásticos, su clero

secular y regular, funcionarios públicos, Militares y Civiles, Ayuntamientos,

Corporaciones de todas clases, gremios de artes y oficios, hacendados y capitalistas; a

fin de que, sensibles a las calamidades públicas se sirvan concurrir con sus dones, ya

sea en metálico, ya en efectos, ropas y cualesquiera otros efectos en casa del Sr don

Andrés Rega de San Juan, Depositario nombrado a éste objeto; en la inteligencia de

que las personas que gusten suscribirse a obra tan acepta a ojos de Dios y de los

hombres, podrán hacerlo desde luego, aunque sin necesidad de entregar sus donativos,

mediante la buena salud que disfruta esta provincia, Cáceres 14 de julio de 1834. = 824

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Archivo Municipal de Plasencia. Boletín Oficial de la Provincia. 16 de julio de 1834.