Cuestiones de Infancia 2004 Vol8

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CUESTIONES DE I N F A N C I A CRISIS SOCIAL Y SUBJETIVIDAD Juan José Calzetta Gabriel Donzino Alicia Gamondi Beatriz Janin Mabel Maffezzoli Diego Moreira Silvia Morici Nilda Neves Mabel Rodríguez Ponte María Cristina Rojas Ana Lía Ruiz María Eugenia Schieroloh Alicia Stolkiner Paraguay 1338, 6º Piso (C1057AAV) Ciudad Autónoma de Buenos Aires Tel.: (05411) 4815-3290 (líneas rotativas), Int. 364 y 366. E-Mail: [email protected]www.uces.edu.ar Revista de Psicoanálisis con Niños - Año 2004 Vol. 8 tapa niños FINAL 3/21/06 2:37 PM Page 1 ramon OMEGA:z z z año 2004:marzo:Libros MARZO:CUEST. DE INFANCIA:tapaaa:

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CUESTIONES DE

I N F A N C I ACRISIS SOCIAL Y SUBJETIVIDAD

Juan José Calzetta

Gabriel Donzino

Alicia Gamondi

Beatriz Janin

Mabel Maffezzoli

Diego Moreira

Silvia Morici

Nilda Neves

Mabel Rodríguez Ponte

María Cristina Rojas

Ana Lía Ruiz

María Eugenia Schieroloh

Alicia Stolkiner

Paraguay 1338, 6º Piso (C1057AAV) Ciudad Autónoma de Buenos AiresTel.: (05411) 4815-3290 (líneas rotativas), Int. 364 y 366.E-Mail: [email protected] • www.uces.edu.ar

Revista de Psicoanálisis con Niños - Año 2004 Vol. 8

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“Cuestiones de Infancia” Revista de Psicoanálisis con Niños es una publicaciónde la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños,Instituto de Altos Estudios en Psicología y Ciencias Sociales

de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES),Asociación de Psicólogos de Buenos Aires (APBA).

Paraguay 1338, (C1057AAV) Buenos Aires, Argentina. Directora: Beatriz Janin

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Protesorero: Sr. Alberto Fernández Calvo

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Cuestiones de InfanciaRevista de Psicoanálisis con Niños

Publicación de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños,Instituto de Altos Estudios en Psicología y Ciencias Sociales de laUniversidad de Ciencias Empresariales y Sociales, Asociación de

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Los artículos firmados no expresan necesariamente la opinión de ladirectora de la revista ni de las autoridades de UCES y APBA.

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INDICE

EDITORIAL 9BEATRIZ JANIN

TRAUMA, DUELO, E IDENTIDAD 11MARÍA CRISTINA ROJAS

LA CRISIS ACTUAL EN LA ARGENTINA Y SUS EFECTOS ENLOS NIÑOS. MEMORIA Y FUTURO 22BEATRIZ JANIN

CLÍNICA PSICOANALÍTICA INFANTIL EN TIEMPOS DE CRISIS SOCIAL 45SILVIA MORICI

EL ANÁLISIS CON NIÑOS EN EL CONTEXTO DE CRISIS 67NILDA NEVES

TODO BIEN Y ME BORRO 78MARÍA EUGENIA SCHIERLOH

LA TRANSMISIÓN GENERACIONAL EN LA CONSULTA POR UN NIÑO 90MABEL MAFFEZZOLI

EL CASO LUIS. ENTRE EL SÍNTOMA Y LOS FANTASMAS PARENTALES 97GABRIEL DONZINO

EXORCIZAR AL DESTINO. REFLEXIONES EN TORNO AL CONCEPTODE RESILIENCIA 108ALICIA GAMONDI

LA DEPRIVACIÓN SIMBÓLICA 119JUAN JOSÉ CALZETTA

CON LA RESISTENCIA EN LA LENGUA 128DIEGO MOREIRA

LAS FAMILIAS Y LA CRISIS 135ALICIA STOLKINER

CREACIÓN DE UN ESPACIO PSÍQUICO DURANTE EL EMBARAZO ENTIEMPOS DE CRISIS 150MABEL RODRIGUEZ PONTEANA LÍA RUIZ

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EDITORIAL

Esta revista es producto de reflexiones compartidas durante el año 2002 poralumnos y profesores de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis conNiños sobre la grave crisis que se vivió en la Argentina y los cambios socia-les que se produjeron a partir de diciembre de 2001.

Esto nos llevó a incluir en este número artículos en los que se teoriza sobrelos efectos de lo social en la subjetividad, en los diferentes momentos de laestructuración del psiquismo, otros en los que el eje está ubicado en la in-cidencia de lo vivenciado-compartido por analista y paciente en la clínicapsicoanalítica, así como trabajos que realizan un análisis de lo social des-de diferentes enfoques teóricos.

El ser humano se constituye en una trama social y las modificaciones de ellainciden en esa constitución.

Trauma, crisis, duelo, catástrofe... diversos modos de nombrar aquello queirrumpió y nos sacudió y generó diferentes replanteos.

Trauma, crisis, duelo, catástrofe... y tratamos de conceptualizar el modo enque los niños sienten y sufren estas situaciones.

En diferentes artículos se hace referencia a la apertura a la creatividad... losnuevos modos de conexión, de producción, de inserción social que se ge-neraron a partir de la crisis.

Así, todo lo vivido puede llevarnos a producir conocimientos teórico-clíni-cos que nos permitan desafiar la repetición, sobre todo en lo que hace alasesinato de los niños y adolescentes (ya sea como muerte efectiva o comopérdida de identidad e ilusiones). Es decir, lograr que puedan ser, porque elriesgo es que terminen en la nada, en un inexistente, ya sea a través demuertes por desnutrición o transformados en seres sin pensamiento ni sen-timiento, robots al servicio del poder, desubjetivizados, desvitalizados, sinfantasías ni proyectos.

Es por esto que, si bien en este momento hay un consenso de esperanza,nos parece fundamental seguir revisando la historia para poder aportar, des-de nuestro lugar, a la construcción de un futuro.

Lic. Beatriz Janin

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TRAUMA, DUELO E IDENTIDAD

María Cristina Rojas*

El gato y el ratón

n noviembre de 2002 un diario de Buenos Aires publicó una entrevis -ta a un médico cardiólogo, quien se ocupaba del incremento de losproblemas del corazón en la Argentina de la catástrofe. El mismo rela-

tó al periodista un experimento que será mi primera viñeta en esta presen-tación. “Ud. pone un gato en una jaula y en la jaula de al lado, pegada, pe -ro sin acceso de una a otra, un ratón. Pasan los días y el ratón ve que el ga -to no se acerca, pero no sabe si en algún momento podrá hacerlo; vive pa -deciendo una amenaza constante que no se hace efectiva, pero tampocodesaparece. El ratón empieza a perder peso, tiene taquicardia y mil proble -mas de salud; finalmente se muere. El estrés crónico lo llevó a ese final”(“Clarín”, 3/11/2002).

El dramático experimento me evocó sucederes humanos característicos delas que, a partir de Bettelheim, se denominaran situaciones-límite, tambiéndesignadas como situaciones de traumatización extrema.

Sabemos que, a diferencia del ratón, el psiquismo humano cuenta con con-diciones elaborativas y pensantes que pueden, en ocasiones semejantes a ladescripta, preservar una supervivencia más allá, aún, de lo autoconservati-vo. Creación e ilusión, productividad representacional transformadora delmundo, son intrínsecas a la condición humana, constituida en la produc-ción simbólica, que trasciende su sustrato productivo, el cuerpo biológico.No obstante, en situaciones de catástrofe y ruptura social el desmantela-miento sin relevos de las lógicas y la afectación del propio pensamiento yde la palabra suponen un factor de riesgo que es, para la supervivencia delpsiquismo, lo que el hambre a la sobrevida del cuerpo.

En la experiencia extrema de los campos de exterminio Agamben (Agam-ben, G; 1999) se refiere al pasaje de “viviente” a “existente”, siendo este

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* Profesora de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en conveniocon APBA).

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quien sobrevive en la desubjetivación, por fuera de la vida simbólica, en loque él denomina la “nuda vida”. Salvadas las distancias entre nuestra situa-ción social actual y la de dichos campos, deseo formular uno de los inte-rrogantes que en mí convoca este año de padecimientos, pero también dereflexión sobre el trauma, el duelo, el dolor, la identidad, y por qué no, lacreatividad, ¿cuáles son, me pregunto, las operatorias y condiciones quepermiten al humano transitar situaciones potencialmente traumáticas, per-sistentes y acumulativas, sin sucumbir a esa violencia social con el arrasa-miento de la propia subjetividad ni convertirse, como el ratón aludido, envíctima de una autoaniquilación generada por la constancia de la angustiay el terror?

Difícil objetivo constituye para nosotros reflexionar sobre el terremoto -porusar una metáfora- sobre sus efectos y concomitancias mientras este dura,cuando nos pensamos a la vez como afectados sociales, operando siempreen implicación. En tanto psicoanalistas que, junto a otros, vamos a la bús-queda de nuevos sentidos, nos vemos también interpelados por los requeri-mientos de la crisis cotidiana. Difícil tarea esta reflexión que puede, sin em-bargo, ser condición misma de cualquier forma de supervivencia.

Nuestra situación social de hoy difiere de la catástrofe natural: carece deinstantaneidad o de final previsible. Los pequeños sismos que suceden a labrevedad del terremoto van desapareciendo hasta atenuar el estado de ame-naza: esto da lugar a la elaboración de lo acontecido y del miedo y el do-lor suscitados. Entre nosotros, la actividad sísmica se ha instalado no al mo-do cíclico, sino como forma misma, al menos por ahora, de existencia. Setrata de alteraciones profundas y persistentes del ámbito social, lo cual im-plica un alto grado de exigencia de trabajo psíquico para los sujetos que lohabitan. Entiendo que el sujeto, perteneciente a una trama sociovincularabierta y en constante devenir, tiene la posibilidad de ir construyéndose/ re-construyéndose a todo lo largo de su vida, transformarse y generar cualida-des nuevas; lo que puede desencadenarse a partir de los cambios del me-dio y de los otros. Aparecen así modalidades novedosas en consonanciatanto con los impactos del proceso social, como con la productividad de losencuentros intersubjetivos, que al desequilibrar activan -desde la perspecti-va del pensamiento de la complejidad- el proceso autoorganizador. Autoor-ganización supone autonomía, pero no en el sentido antiguo de libertad.Por el contrario, es una noción ligada a dependencia, ya que para ser autó-nomo, y esta es la paradoja de la autoorganización, hay que depender delmundo externo, en un sentido de interdependencia; cuestión que nos exi-me también de perspectivas solipsistas (Morin, E., 1994; Rojas, M. C.,

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2002). El psiquismo aparece, de este modo, como configuración abierta,susceptible de nuevas inscripciones, aún cuando la misma organizaciónsubjetiva establezca ciertos topes y constricciones. En los bordes de la apti-tud autoorganizadora puede generarse -ante la intensidad y reiteración delos estímulos- la potencialidad traumática.

En el caso de los niños, se van conformando como sujetos en el seno de lacrisis devenida nueva realidad, por ende, si la subjetividad es una produc-ción de dispositivos sociales, más allá todavía de lo familiar, y si la familiamisma se altera y transforma en la crisis, hemos de pensar en rasgos subje-tivos otros para los niños de nuestro tiempo.

Identidad y pertenencia

La identidad no fue establecida como concepto en el corpus freudiano, noobstante, aparece en numerosos trabajos psicoanalíticos, en particular losreferidos a la adolescencia, ya que la construcción del “yo soy yo” ha sidotradicionalmente considerada una de las tareas centrales de ese momentode la vida. Dicha construcción aparece sin embargo como un imposible, unlugar al que siempre se está arribando. “Yo soy yo” alude a las representa-ciones que yo me hago de mí, también construidas a partir de la imagenque los otros me devuelven y de sus investimientos. Dicho conjunto repre-sentacional se ve siempre afectado por la presencia, el devenir y la discon-tinuidad, que sustraen toda pretensión de identidad completa y perenne.Kaës (Kaës, R., 2002) sostiene a la identidad como concepto multidimensio-nal de gran complejidad y propone partir de dos raíces que lo componen:el autos griego, que excluye la alteridad y se refiere sólo a sí mismo, comoen el autismo, y el ídem latino, de donde provienen identidad e identifica-ción, que implica la idea de un comparativo: “lo mismo que yo”. De tal mo-do, afirma, la vertiente intrapsíquica de la identidad se entreteje en otra, in-tersubjetiva, que corresponde a las investiduras y las representaciones nar-cisistas del grupo familiar sobre “His Majesty”, (Freud, S., 1914), es decir, alapuntalamiento narcisista mutuo del bebé y su familia. Pongo en relaciónla cuestión de la identidad con las consideraciones que realicé sobre el su-jeto, sujeto-con-otros, entramado en redes sociales y vinculares en constan-te flujo y transformación; desde esta perspectiva, el sentimiento de identi-dad se va conformando durante todo el fluir vital, en un proceso marcadopor permanencias y novedad, momentos que pueden experimentarse comoestables e hitos críticos que constituyen puntos de inflexión en el devenir;carece, pues, como ya dije, de punto de llegada o conclusión. Se edifica apartir de la matriz identificatoria en el nexo con los otros, articula de modo

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complejo el narcisismo, el conflicto, la pulsión, la visión de la propia histo-ria. Se trata de una experiencia correspondiente al reconocimiento del pro-pio ser, sostenida también en lo que hace a su dimensión imaginaria por lailusión de un sí mismo unificado, continuo e inmortal. Dicha vivencia seproduce y sustenta a la vez en el mundo intersubjetivo y sociocultural.Puesta en estos términos, la identidad es también la forma en que el sujetose vive a sí mismo en relación con los otros y el mundo. Operan en dichapercepción de sí factores intrapsíquicos, familiares, grupales, instituciona-les, es decir, sus múltiples pertenencias. Por otra parte, mi propio yo es otro,aun para mí (“Converso con el hombre que siempre va conmigo... mi soli -loquio es plática con este buen amigo”, dice Machado). En tanto otro, ex-cede mi representación, es decir, supone presencia inasible, cuestión estafundante del propio Psicoanálisis. Pienso que las primeras investiduras libi-dinales y narcisistas a las que Kaës, haciendo pie en Freud se refiere,ofrecen el sustrato inicial identitario: soy “yo”, y me es posible recono-cerme –inicialmente, en el júbilo del espejo– en tanto otro/s me ama/n, mi-ra/n, toca/n, sustenta/n mi vida, le/s intereso. Puedo entonces sentirme “yo-”–“yo con otros, entre otros”, “yo en el mundo”, por relación al menos a unalter. Ello inaugura -castración mediante- la posible instalación de una renun-cia narcisista (si soy “yo” no soy el/ los otros), (Ladame, 2001) lo que podráconstituir una restricción a la fusión con el conjunto, como recorte singular.Por otra parte, dada la multiplicidad de facetas de cada sujeto, configurado yemergente de modos otros en distintas situaciones y pertenencias, podemoshablar no de una identidad unificada sino de su d iversidad. No se trataría ade-más de un “yo s oy yo”, sino de un “ir siendo”. Tampoco “concluiría” en lamutualidad familia/ bebé, ya que se extiende a través del transcurrir vital delsujeto entra m a d o. Me refiero así al sentimiento de ir siendo yo, nunca idénti -co, pero el mismo, apto para suponer que me reconozco, a un tiempo, enquien soy/ fui/ seré. Ir siendo yo, en mi productiva singularidad.

Aulagnier (Aulagnier, P., 1975), al formular el contrato narcisista, planteaprecisamente la cuestión del reconocimiento que el sujeto demanda al gru-po; este lo designa como perteneciente, como parte de un todo y espera acambio que el sujeto sostenga y trasmita los enunciados del fundamento,asegurando su continuidad. Es visible hoy el quiebre de este contrato, vio-lado por una sociedad excluyente que desconoce a muchos de sus integran-tes como tales, con la consecuente pérdida de apuntalamiento y referentesde la subjetividad y la posible perturbación del autorreconocimiento. Loscambios tolerables tienen cierto margen más allá del cual aparece algunaforma de ruptura, la angustia vinculada al fracaso de la posibilidad de esta-blecer ligaduras y realizar procesos elaborativos.

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Podemos así relacionar la precariedad del sentimiento de identidad, una delas dimensiones de la integración yoica, con la fragilidad de los apuntala-mientos. No obstante, pensar hoy al sujeto-en-el-mundo en equilibrio siem-pre inestable, vulnerable a continuas desestabilizaciones, pero también ap-to para nuevos armados equilibrantes, implica movilidad e inestabilidad ensus pertenencias y pone en cuestión el propio requerimiento de estabilidaddel psiquismo tan presente en nuestras concepciones, lo cual queda, a mijuicio, abierto al intercambio y la reflexión. Hasta acá, y sobre la base deexperiencias clínicas y vitales, el sujeto parece requerir y tiende a construirpuntos de consistencia o cristalización que conformen equilibrios situacio-nales dinámicos: ello se sustenta en tramas de pertenencia, siendo esta ladimensión sociovincular de la identidad. Lejos nos encontramos de la bús-queda moderna de autenticidad, del “yo” verdadero coherente, unificado,tan ligado a la fuerte valoración de la interioridad. Otros imaginarios deses-timan al íntimo y profundo sujeto moderno, todo razón, abarcado en la re-presentación y enfrentado con su objeto, sin implicancias.

Por otra parte, entiendo que la confrontación constante con la no perma-nencia y el tránsito hace equivalencia con la finitud, lo cual se ve a la vezfavorecido por la soledad extrema y la frágil inconsistencia de los lazos; to-do ello activa el riesgo de disolución yoica y la angustia de aniquilación,que amenaza con el pánico de no ser. Cuando los niveles de inestabilidady la carencia de certezas se agudizan, parecen vaciarse las coordenadasque sostienen el yo y el sentimiento de identidad. (“Con la garganta seca, elcuerpo anudado… y tan sólo que hubiera podido dispensarme de ser yo”;Héctor Bianciotti: “El paso tan lento del amor”).

Dado que el trabajo ha ocupado un lugar importante en nuestra sociedaden lo que hace al apuntalamiento subjetivo, la nueva sociedad del “no tra-bajo” nos exige repensar esta cuestión. La desocupación, sin esperanzas depronta reocupación, es pues crítica y desapuntalante: conformar nuevasidentidades y posiciones subjetivas constituye un modo constructivo de sa-lida de la grave situación de riesgo psíquico. Para ello deben ponerse enmarcha procesos de duelo, ligazones que tramiten lo traumático, desidenti-ficaciones. Las nuevas identidades son tales en tanto estén regidas por otroscentros y referentes que las identidades previas; de tal manera, pueden de-jar de ser no-identidades o marginalidad, ya que esta se define tomando co-mo eje y referencia el propio sistema expulsivo.

Destaqué ya la eficacia de las múltiples pertenencias en la producción delsujeto y su sentimiento de identidad; quiero señalar, aún con brevedad, los

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distintos modos del pertenecer. Los agrupamientos conforman una apoyatu-ra indispensable del psiquismo, una de las condiciones necesarias para sos-tener la coherencia de las identificaciones. Para el niño es la familia, en par-ticular, quien ha de ofrecerle una primera pertenencia que, en el momentoinicial, requiere asimetría, fusión, amparo extremo; luego, las formas depertenecer podrán ligarse a aspectos más discriminados. Cuando un grupoofrece un sustrato al predominio narcisista se establece lo que algunos au-tores denominan “identidad de pertenencia” (Kordon, D., Edelman, L.,1987; Bernard, M., 1987); se trata de grupos que alienan la singularidad entanto se convierten en único dador posible de identidad, constituyendo unapatología de la pertenencia que anula la multiplicidad (modalidad que apa-rece en su extremo en la inclusión en sectas).

Es preciso también volver a pensar los modos de pertenencia del niño a lasfamilias afectadas. “His Majesty” debía solamente jugar y educarse prepa-rándose para el mañana: alimento, seguridad y cuidados dependían en for-ma exclusiva de los adultos, al menos en las clases favorecidas. Hoy se ex-tiende a numerosos grupos familiares el modelo de la pobreza, ya que lospadres no pueden garantizar los anteriores modos de subsistencia; este mo-delo supone niños con otras funciones y responsabilidades más ligadas almundo adulto.

Se han creado a partir de la crisis nuevas condiciones, procesadas de mo-do diverso según la pauperización familiar sea extrema o solamente hayandisminuido los consumos y la seguridad del futuro. De cualquier modo y endistintos grados, encontramos familias afectadas como conjunto por las pér-didas y los duelos, padeciendo la amenaza de continuar perdiendo. Las vin-culaciones se transforman, con frecuencia los hijos se parentalizan o al me-nos comparten tareas y responsabilidades ligadas al ahorro o a la supervi-vencia misma, según los grupos. Veamos dos opciones novedosas: Dany, de10 años, quien fuera el hijo consentido de un papá bien empleado, que havisto seriamente comprometida su posición económica, utiliza por propiadecisión el dinero que recibe de los abuelos –antes destinado a helados ochocolates– para la compra de sus útiles escolares “así no le pido a mi pa-pá, que no tiene”. Irina, de 6 años, consultó recientemente a raíz de episo-dios de angustia. En los primeros encuentros dibujaba con insistencia “ojosmuy abiertos”. En la entrevista familiar encuentro un padre agotado y au-sente, que permanece buena parte del tiempo con los ojos entrecerrados,mientras Irina, pendiente de esta condición, alude a ella con frases como“tiene sueño…”, “se va a dormir…”, junto a carcajadas ansiosas que com-parte a veces con su madre y el hermano menor. David, el padre, enfrenta

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su situación de decadencia económica con “ojos bien cerrados”, que aludena depresión y rechazo de la realidad. Recordemos que Freud (Freud, S., 1917)señala que la aceptación de la realidad material habilita el trabajo del dueloy diferencia de tal modo el duelo normal del patológico; cuestión entoncesque no puede ser pensada apelando solamente a la realidad psíquica.

En otros niveles sociales los hijos participan, como se ve en las familias de“cartoneros”, en esas nuevas prácticas, que denominaré prácticas de subsis-tencia; de tal modo, comparten con sus padres una ardua lucha por la vi-da. Vemos así hasta qué punto hoy se replantean los modos del pertenecer,del compartir, del dar y el recibir, fundamentos mismos de las vinculacio-nes humanas ¿No son estos niños –unos y otros– niños diferentes de los“modelos” anteriores? Nos convocan pues a variar puntos de vista y abor-dajes, a la vez que interrogarnos en cuanto a la posible incidencia de estoscambios en las funciones del lazo familiar.

Trauma y duelos

Para Freud el duelo es “[...] la reacción ante la pérdida de una persona ama -da, o de una abstracción que haga sus veces, como la patria, la libertad, unideal, etc.” (Freud, S., 1917:241). Los duelos por los ideales, por el país queya no es, por un cúmulo de ilusiones y creencias caídas y para muchos di-fícilmente renovables atañen al colectivo mismo, más allá aún de las posi-bles y generalizadas pérdidas personales. Las rupturas del contexto socialhacen emerger en múltiples sujetos situaciones de dolor y desorganización,en otros términos, se establece un peculiar campo de vulnerabilidad. Es enrelación con esto, que la población argentina constituiría hoy una pobla-ción en riesgo psíquico.

Las teorías del duelo y del trauma se conectan: la hipótesis del duelo es co-herente con la traumática, ya que se trata de procesos de ligadura y desli-gadura que debe realizar el psiquismo luego de la pérdida y el impacto.Pienso que su elaboración está siempre bajo la influencia de los diferentesdiscursos sociales, familiares, institucionales, así como de los recursos au-toorganizadores de cada sujeto, que no son aislables respecto del conjuntode condiciones. Retomo así el interrogante inicial acerca de las operatoriasque permiten al humano transitar situaciones potencialmente traumáticas,persistentes y acumulativas, sin sucumbir. Entiendo que los efectos de estasformas de violencia social en el psiquismo difieren en tanto opera en cadacaso un entramado singular de condiciones sociales, intersubjetivas e in-trapsíquicas. Es decir, la posibilidad de la actividad elaborativa no se define

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de modo exclusivo a partir de la organización yoica previa, sino a partir deun psiquismo entramado en situaciones complejas, donde juegan diversi -dad de factores en simultaneidad. Por otra parte, no puedo dejar de men -cionar el papel que el azar y lo indeterminado juegan en las vidas huma -nas.

No es posible transitar tales situaciones de impacto social y proseguir intac-tos. La subjetividad se ve afectada, ya sea bajo el modo de la alteraciónconstructiva o de la ruptura generada por el trauma. No es posible el retor-no a ningún equilibrio anterior idéntico: ha de generarse algo nuevo; la vi-da humana tiene continuidades, pero no hay igualdad en la permanencia.Por otra parte, como ya señalé, nuestro “terremoto” no es tal, sino una alte-ración social sin punto de retorno y sin claridad respecto del futuro.

Es preciso sí restituir, bajo modos novedosos, lo que ha estallado en lacatástrofe; para ello deben ponerse en juego las inve s t i d u ras narc i s i s t a s ,construirse nuevos contratos, cohesionarse en la dispersión, crear a par-tir de los fragmentos y de recursos diferentes inexplorados. El sujeto nopuede realizar estos procesos de rescate en aislamiento: es necesarioque otros testifiquen, enuncien, apuntalen. La pertenencia grupal mov i-liza las funciones representativas del preconciente, específicamenteafectadas en la experiencia traumática. Entiendo, en fin, que las redeshumanas pueden operar como espacios transicionales facilitadores, yme refiero a la riqueza del ser-con-otros, más allá de las situaciones es-trictamente terapéuticas.

Primera versión: 4/8/03Aprobado: 1/10/03

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Resumen

La autora se interroga sobre las condiciones que permitirían al sujeto tran-sitar situaciones de violencia social, potencialmente traumáticas, sin sufrirarrasamiento de la propia subjetividad. Propone una concepción del sujetoligada al pensamiento de la complejidad, perteneciente a una trama socialen fluir constante y en proceso de autoorganización.

Desarrolla luego ideas relacionadas con el sentimiento de identidad y lo ar-ticula con pertenencia, considerando en particular cómo se ven afectadaslas modalidades del pertenecer en la actual situación argentina. Examinatambién la cuestión del duelo y el trauma.

Plantea, para concluir, que los efectos de la violencia social en el psiquis-mo difieren en tanto opera en cada caso un entramado singular de condi-ciones sociales, intersubjetivas e intrapsíquicas, es decir, la posibilidad ela-borativa no se define exclusivamente a partir de la organización yoica pre-via. La subjetividad se ve afectada, ya sea bajo el modo de la alteraciónconstructiva o de la ruptura generada por el trauma.

Palabras claves: situación límite; desubjetivación; autoorganización; catás-trofe social; sentimiento de identidad; pertenencia; trauma; trabajo de due-lo; transformación subjetiva.

Summary

The present article discusses the conditions that would let the human beingbear potentially traumatic situations of social violence without suffering hisown subjectivity’s destruction.

The paper expounds and then articulates concepts related to the feeling ofidentity and belonging, taking into account the way in wh i ch the modes of be-longing have been altered due to the current situation in Argentina. It also exa-mines aspects of mourning and trauma. Fi n a l l y, it states the differences amongthe effects of social violence in psychism, since in each case a unique fra m e-work of social, intra p s y chic and intersubjective conditions is invo l ved, that isto say, the possibility of elaboration is not defined exclusively by the prior or-ganization of the self. The subjectivity is then affected, either by the kind ofc o n s t r u c t ive alteration or by the break generated by the tra u m a .

Key words: limit situation; desubjectivation; self-organization; social catas-

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trophe; feeling of identity; belonging; trauma; mourning work; subjectivetransformation.

Résumé

L’auteur s’interroge sur les conditions qui permettraient à l’être humain detraverser des situations de violence sociale, potentiellement traumatisantes,sans subir la dévastation de sa propre subjectivité. Il propose une concep-tion du sujet en cours d’auto-organisation et faisant partie d’une trame so-ciale en constant mouvement, selon la pensée de la complexité.

Ensuite, il développe des idées liées au sentiment d’identité et il l’articuleavec celui de l’appartenance, en considérant comment sont affectées lesmodalités de l’appartenance dans la situation argentine actuelle. Il examineégalement la question du deuil et du trauma. Il pose enfin que les effets dela violence sociale sur le psychisme sont différents étant donné que danschaque cas opère un tissu singulier de conditions sociales, intersubjectiveset intrapsychiques; c’est-à-dire que la possibilité d’élaboration n’est pas dé-finie exclusivement à partir de l’organisation préalable du moi. La subjecti-vité est donc atteinte, soit sous la forme de l’altération constructive, soit dela rupture entraînée par le trauma.

Mots clés: situation extrême; désubjectivation; auto-organisation; catastrop-he sociale; sentiment d’identité; appartenance; trauma; travail de deuil;transformation subjective.

María Cristina RojasVuelta de Obligado 2912(1429) Ciudad de Buenos AiresTel.: 4701-3303/[email protected]

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LA CRISIS ACTUAL EN LA ARGENTINA Y SUSEFECTOS EN LOS NIÑOS. MEMORIA Y FUTURO*

Beatriz Janin**

“Cada día nos levantamos para la misma tarea: comprender lo incompren -sible; vamos adelante, por este tiempo terriblemente lacerante, como a tra -vés de un zarzal”.

Lou Andreas Salomé (Carta a Freud - 19 de noviembre de 1914)

e un modo poético, Lou Andreas Salomé plantea el tema del dolor enrelación con fenómenos sociales (en ese caso, la guerra). Atravesar uncampo de zarzas es una tarea de la que se sale inevitablemente heri-

do, con marcas. Clara metáfora de esa travesía inevitable y lacerante quenos impone a veces la realidad social.

Este trabajo plantea algunas reflexiones sobre las consecuencias, en el psi-quismo infantil, de la crisis socio-económica que se vivió en la Argentinadurante los últimos años (con un momento culminante en diciembre de2001) y cuyos efectos siguen pesando. Crisis que tiene una larga historia yque produjo modificaciones importantes en las representaciones que soste-nemos los argentinos de nosotros mismos. A la vez, demandas excesivas,desesperación y un exceso de violencia fueron tiñendo los vínculos íntimosy sociales.

El futuro incierto

“ Yo me quería ir de vacaciones, pero no nos fuimos porque mis papástenían miedo”. ¿Miedo a qué?, pregunto. “A lo que va a pasar... al futu-r o . . .”, dice una nena de ocho años en su primera sesión después de lasva c a c i o n e s .

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* Este trabajo tiene como antecedente el trabajo publicado en la revista Aperturas Psicoanalí -ticas, www.aperturas.org ** Psicoanalista. Directora de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños deUCES (en convenio con la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires). Miembro titular de laSociedad Psicoanalítica del Sur. Profesora titular en la Carrera de Psicología de UCES.

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Miedo al futuro. Si el mundo venía siendo inseguro, si predominaba el “sál-vese quien pueda”, de pronto, una serie de acontecimientos vertiginosos noslanzaron a una especie de abismo en el que nadie sabía qué podía pasar ma-ñana y en el que nada de lo que fue dicho o escrito valía en el momento si-guiente. Toda previsión de futuro quedó desestimada inmediatamente.

La realidad social, política, económica, golpea y nos lleva a pensar en el va-lor de la irrupción de un “afuera” (que por momentos se confunde con eladentro), en la constitución de la subjetividad.

El bombardeo de estímulos sorpresivos y desorganizantes se hizo insopor-table por intensidad y duración. Es decir, lo vivenciado se tornó imposiblede ser tramitado porque los acontecimientos se dieron de un modo vertigi-noso y tomaron todas las áreas, desde lo público hasta lo íntimo. Esto aca-rreó diferentes tipos de respuestas.

“A mí mucho no me afecta, porque yo voy a conseguir lugares donde com-prar todo más barato y me las voy a arreglar...”, afirma un paciente en el di-ván. “No duermo, siento que todo se desmorona, de esto no voy a podersalir...”, dice otro. Desde la desmentida y el refugio en fantasías omnipoten-tes hasta la depresión, la desesperación, el estado de angustia permanente...todas las variables se despliegan.

Si bien veníamos en un mundo marcado por la exclusión, en el que el que-darse afuera era equivalente a no tener un lugar, de pronto se hizo eviden-te que el país se había quedado “afuera” (¿de los sueños de primer mundo?)y que eso implicaba, nuevamente, muchas muertes.

Sensaciones de vértigo, de caída al vacío, de terror, de fin de mundo, se pre-cipitaron. La cotidianeidad se vio trastocada.

Una familia está por emigrar. En una entrevista familiar, el hijo varón, dequince años, afirma: “Yo puedo ir a cualquier lado con tal que mi papá ten-ga trabajo. Así es insoportable”.

Retomemos, siguiendo a Piera Aulagnier, la “función metapsicológica quecumple el registro sociocultural”1. Esta autora plantea que: 1) “la relación

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1 Aulagnier, Piera: (1975) La violencia de la interpretación . Amorrortu edit. Buenos Aires,1977, pág. 169.

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que mantiene la pareja parental con el niño lleva siempre la huella de la re-lación de la pareja con el medio social que la rodea”, 2) el grupo inviste,antes del nacimiento de un sujeto, el lugar que se supone ocupará, 3) el su-jeto deberá encontrar en el discurso del grupo referencias que le permitanproyectarse en un futuro, para poder alejarse de los padres sin perder todosoporte identificatorio (cuestión central en los adolescentes actuales, que noreciben enunciados identificatorios del contexto) y 4) la posición que la pa-reja ocupa en el medio social desempeñará un papel en el modo en que elniño elaborará sus enunciados identificatorios. Ideas que nos permiten pen-sar cómo se inscribe la realidad sociocultural en el niño y qué representa-ciones identificatorias promueve. Así, por sobre las vicisitudes individuales,la realidad social se nos impuso a los argentinos (y no es la primera vez queesto sucede). Pero los modos de inscripción y las posibilidades identificato-rias son diferentes en los niños de diferentes sectores sociales.

Y es que los grandes temas en juego, el trabajo y los ahorros, involucranmucho más que una mera cuestión económica. Se trata de cuestiones quehacen a la construcción de la propia imagen. A la vez, permiten predecir yplanificar el futuro y armar sueños...

La desocupación conmueve y golpea a los niños, en tanto que la caída delpadre como proveedor puede ser vivida como una debacle narcisista en laque el niño queda sin sostén.

Cuando el futuro se supone catastrófico, evoca en cada uno imágenes de lapropia historia (social e individual). Caos, hambre, guerra, desapariciones,se ligan en cada uno de nosotros a historias de antepasados y de nosotrosmismos y van tomando forma en terrores particulares. Terrores que se trans-miten de diferentes modos.

La economía lo invadió todo y, supuestamente, es la razón última. Una ra-zón deshumanizante que deja reducidos a números y a ganancias posiblesa los seres humanos.

Con la cabeza llena de una información improcesable, tristes por las espe-ranzas perdidas, con continuos cambios de reglas... nos encontramos todosen un alerta permanente, sujetos a un afuera impredictible.

El ser humano cuenta con barreras de protección contra los estímulos. Soninstancias de transformación y mediación entre el adentro y el afuera. Perolos filtros frente al exceso de estímulos que cada uno pudo ir armando re-

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sultan insuficientes, en tanto la vertiginosidad de los sucesos impide meta-bolizar las situaciones. Es difícil inscribir, grabar, en una vorágine en la queel diario trae noticias atrasadas.

Quedamos desbordados por afectos que no podemos procesar. Si el afectoes un primer registro de la vitalidad propia y ajena, el quedar inundados porun monto de excitación insoportable, el que predomine el afecto, angustiaa la vez que estados afectivos contradictorios e imposibles de ligar, nos de-jan en un estado de confusión y, muchas veces, de desvitalización.

La transmisión de lo traumático

El miedo al futuro, la dificultad para hacer proyectos, ¿cómo incide en losniños?

“Este país no existe”, “se cae todo”, “el derrumbe es total”, “lo que se vie-ne es peor”, “la Argentina se hunde”, son aseveraciones cotidianas de losadultos. Frases que se asocian en los niños a imágenes de películas, decuentos, a las propias pesadillas, a lo vivenciado y a lo transmitido, ligadasa la angustia con la que son dichas... ¿cómo tramitarlas?, ¿cómo ayudarlosa sostener deseos y proyectos en medio de estas profecías? Vaticinios delhorror, de la soledad... “no va a quedar nadie”, declaraciones de impoten-cia por parte de los adultos “no sé qué hacer”... Y una imagen siniestra detransgresión a ultranza: “todo está permitido”.

Más de un paciente adolescente me dijo en estos días: “muchos se llenaronde plata”... con un tono entre cuestionador y admirativo... Si esos son los“vencedores” de hoy, ¿cómo procesar el que sus padres sean “perdedores”?

Un niño de siete años, en una sesión en un hospital de la ciudad deBuenos Aires, jugando con muñecos que luchaban todos contra to-dos, se mataban y volvían a empezar (en una pelea confusa y violen-ta), frente al intento de la analista de ordenar la pelea en buenos ymalos, afirma: “la ley no existe y si existe, no sirve para nada”. En lamisma sesión, cuando la analista le dice (en el juego): “los policíasapresaron a los ladrones”, el nene se ríe y le contesta: “te engañaron,cuando los detengas se sacan las caretas y vas a ver que los ladronesson policías disfrazados”. (Esto cobra un sentido particular al ser afir-mado por un niño de una familia de escasos recursos, en un país enel que la policía suele estar invo l u c rada en hechos delictivos). Es unniño encoprético en el que se reitera la transgresión a toda norma. Pe-

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ro lo nove d o s o fue que planteaba la transgresión como legítima.

Quizás todo sea posible... o imposible... en un mundo caótico, sin ningunaregla clara.

A los niños, la contradicción entre palabras y acciones, entre principios mo-rales, normas y actos, les dificulta constituir su propio sistema normativo,pero también sentirse parte de un mundo protector, que sostiene reglas cla-ras. El mundo pasa a ser peligroso, impredictible.

¿Cómo constituir la propia subjetividad en un mundo sin reglas? ¿Cómo or-ganizar el pensamiento si lo que predomina es la confusión más absoluta,si la transgresión es la norma? ¿Cómo ayudar a este niño a organizar el caosinterno que lo desborda, si el mundo le ofrece otro caos en el que él no tie-ne un lugar? Lo único que impera es la violencia, en tanto la justicia, quepodría ponerle freno, “no existe”.

Cuando la opción es entre el sometimiento a un poder omnímodo y laidentificación con ese poder, los niños y los adolescentes quedan ence-r rados en una disyuntiva tramposa que arrasa con posibilidades elabora t i-vas propias.

Freud sostiene que la ética supone una limitación de lo pulsional. Conside-rando el movimiento de la pulsión sexual y el entramado de Eros y Tánatosen ella, podemos decir que la ética implica una limitación en el movimien-to de retorno de la pulsión, es decir, en el efecto de la pulsión de muerte.Al proponer nuevos caminos, los principios éticos se oponen al cerramien-to, a la descomplejización que implica la desaparición de la pulsión mismacomo motor y a la vez fortalecen el movimiento de búsqueda permanente,como derivación a otras metas.

Pero cuando en una sociedad predomina la transgresión de las normas éti-cas, los chicos quedan atrapados en un mundo de terrores en el que se lescombinan las representaciones parentales con las propias escenas temidas.Así, las representaciones que en cada uno reverberan y que remiten a per-secuciones, muertos, miseria... ¿cómo les son transmitidas si muchas vecesno son hablables, ni pensables siquiera para nosotros mismos? ¿A qué his-torias fantásticas remitirán en ellos? ¿A qué vivencias de padres, abuelos, bi-sabuelos?

La idea de una debacle, de un no-futuro o de un futuro espantoso, produce

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una inundación de afectos y fantasmas ligados a lo temido por uno mismoy por las generaciones que lo precedieron.

Pienso que si lo traumático tiene siempre que ver con las posibilidades me-tabolizadoras de cada uno, hay situaciones en las que los recursos de la ma-yoría de la gente se ven desbordados.

En este sentido, cuando se deja de pensar en términos de futuro, de proyec-tos, el pasado vuelve, ya no como historia, como relato de sucesos pasados,sino como retorno de lo temido, inundando y aplastando al presente...

Durante estos meses, vengo observando que lo temido para cada uno demis pacientes es diferente: la miseria, el caos social, el ser víctima de un ac-to delictivo, la segregación, la guerra, la persecución política, etc. Es decir,el pasado en su aspecto temido vuelve como único futuro posible, en unaespecie de cierre que no permite otro tipo de circulación. Lo que deja a losniños detenidos en una “falsa infancia”, siendo eternamente niños y en rea-lidad nunca niños, en tanto ausencia de un contexto protector.

Y me pregunto: ¿es posible la construcción de un futuro sin utopías?

La historia

Sabemos que para construir un futuro hay que poder recuperar la historia.Y pienso que eso, en el caso de nuestro país, no es sólo recordar lo sucedi-do sino hacer justicia.

Eugène Enriquez escribe: “una sociedad sin memoria o con memoria alte -rada es una sociedad alienada, [...] una sociedad sin memoria no ha casti -gado (o ha castigado insuficientemente) a los autores de los crímenes. Enello reside el mayor escándalo.”2

Freud, en El Malestar en la Cultura, plantea en relación a la justicia: “Estasustitución del poder del individuo por el de la comunidad es el paso cul -tural decisivo. Su esencia consiste en que los miembros de la comunidad selimitan en sus posibilidades de satisfacción, en tanto que el individuo no

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2 Enriquez, Eugène: (2000) “Plus jamais ça”. Revue Française de Psychanalyse. Devoir de mé -moire: entre passion et oubli . 1. 2000. Tome LXIV - pág. 193. Presses Universitaires de France- París.

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conocía tal limitación. El siguiente requisito cultural es, entonces, la justi -cia, o sea, la seguridad de que el orden jurídico ya establecido no se que -brantará para favorecer a un individuo.”[...] “El resultado último debe ser underecho al que todos –al menos todos los capaces de vida comunitaria– ha -yan contribuido con el sacrificio de sus pulsiones y en el cual nadie puedaresultar víctima de la violencia bruta.”3

En un país en el que los autores de torturas, asesinatos, robos de niños, es-tán libres, es difícil para un niño constituir un sistema sólido de normas, unespacio en el que él logre ubicarse como parte integrante de un cuerpo so-cial reglado.

Chasseguet-Smirgel afirma: “Deshacer las desmentidas y las represiones daacceso al recuerdo y a la realidad.”... “El “deber de memoria” reposa antetodo en un trabajo colectivo de deconstrucción de renegaciones.”4 Trabajocolectivo al que seguramente los psicoanalistas podemos hacer aportes...

Las culpas

“¡Basta, basta!, ¿no ves que no se puede más?”, entra gritando a la prime-ra sesión después de las vacaciones una nena de diez años, en un estadode desenfreno. (Durante su primer año de análisis, en las sesiones predo-minaban los ataques de furia y desesperación, pero en los dos años si-guientes estas situaciones habían desaparecido por completo). Y comien-za a tirar todos los juguetes, tizas, sillas, mientras dice: “No hay plata. Ymi papá chocó el auto... porque cruzó un perro... y entonces ¿quién tie-ne la culpa?... el perro... pero ahora tiene que arreglar el auto... y no tie-ne plata... ¿Y quién tiene la culpa?”... Hay que encontrar un culpable...¿es ella la culpable?... Es necesario que le hable despacito, la haga sentary le explique que están pasando muchas cosas que ella no entiende, quelos grandes tampoco entendemos todo y que ella no tiene la culpa de queel papá no tenga plata, y entonces llora, dice que todo les salió mal, seacuerda de la muerte reciente del abuelo y después comienza a dibujaruna nena y otra nena... en un intento de “dibujarse” nuevamente, de reen-c o n t ra r s e . . .

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3 Freud, Sigmund: (1930 - 1929) El Malestar en la Cultura. Amorrortu Editores. Vol. 21. Pág.94. Buenos Aires, 1988. 4 Chasseguet-Smirgel, J.: (2000) “Trauma et croyance”. Revue Française de Psychanalyse. 1.2000. Pág. 45. PUF. París.

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En los adultos, frente a todo lo perdido (léase trabajo, dinero, tiempo, pro-yectos, confianza y autonomía) aparecen autorreproches: “¿cómo pude sertan tonto/a?” en referencia a tener dinero en el banco o a haber sacado uncrédito (es decir, por haber realizado acciones lícitas). Impera una represen-tación que divide a los tontos y a los vivos, los que no saben y los que saben,pero que alude a un saber sobre la estafa, sobre los cambios de reglas, sobreel poder omnipotente de algunos sobre el conjunto. Un saber que supuesta-mente deberíamos tener de que en este país toda ley puede ser quebra d a .

La otra frase de autorreproche es: “¿Cómo no hicimos? ¿Por qué no salimosantes? ¿Por qué dejamos que robaran?”. Modo de plantear una “culpa co-lectiva” que vuelve a borrar las responsabilidades efectivas.

Así, quedamos con una imagen devaluada y culpabilizada de nosotros mis-mos.

Los niños repiten: “¿quién tiene la culpa?”, sintiéndose posibles culpablesde algo indefinido, sin tener claro si los padres (aquellos que deberían estaridealizados) son tontos o malos. Padres que se autodescalifican permanen-temente y estallan a cada instante...

Cae entonces sobre niños y adolescentes la exigencia de sostener a los adul-tos, de hacerse cargo de lo que sus padres no pueden resolver. Ya en los úl-timos años, las demandas parentales vienen siendo desmedidas y se vienetransmitiendo a los hijos un vaticinio catastrófico: “nunca va a poder sólo”,“se piensa que lo voy a mantener toda la vida”. “¿No se da cuenta de queno doy más?”. Vaticinio que no es más que la proyección en el hijo de lapropia sensación de fracaso en relación con los propios proyectos. No hayproyectos para ellos y, cuando los hay, estos tienen tal distancia con las po-sibilidades reales del niño, que su cumplimiento se torna imposible. Mien-tras los adultos fluctúan entre la furia y la tristeza, los adolescentes se depri-men: “No me quieren, nunca están conformes conmigo”. “No sé qué es loque esperan de mí”. “Si nada sirve, para qué seguir estudiando”. La muerteaparece como alternativa. Mientras tanto, los niños se desvitalizan o entranen funcionamientos maníacos, tratando de “alegrar” a los adultos, sintien-do que fracasan en el intento por causas que desconocen y que suelen atri-buir a fallas propias.

Los duelos

Separaciones matrimoniales desencadenadas por pérdidas de trabajo, sepa-

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raciones de padres e hijos porque unos u otros emigran... Hay una especiede hemorragia lenta y continua, de pérdidas de lugares, de posiciones, devínculos.

Y los niños sienten la crisis directamente (por restricción de los gastos, porpérdida de colegios, clubes, regalos, vacaciones, o más brutalmente por res-tricciones en la satisfacción de las necesidades básicas, como la alimenta-ción y el abrigo), pero fundamentalmente a través de los efectos de ella so-bre los padres. Es decir, tienen que afrontar la depresión, el desborde y laangustia de los adultos. Y se ven obligados a hacerse cargo de más de lo quepueden.

Un nene de tres años, después de una pelea entre los padres, dicen: “No sépor qué se pelean... porque si no, yo voy al hospital... porque son malos...y yo les voy a pegar. Mi papá es el ladrón, mi mamá no... no, mi papá es elpolicía y maneja el auto y mi mamá va atrás, no, yo manejo el auto y les di-go que no se peleen... ¡Portate bien!, les digo”. La confusión infantil frenteal desborde de los adultos es total. ¿Cómo no referirlo a sí mismo como cau-sa de todo lo que ocurre?

El que los adultos carezcan, muchas veces, de recursos para generar otrasposibilidades es consecuencia del estado de aturdimiento en el que que-dan, sorprendidos frente a las situaciones nuevas. Esto lleva a que los niñosse queden frente a padres que no pueden sostener su función como serespensantes.

En un mundo en el que hay, para muchos, carencia de comida, de abrigo,de vivienda, también nos encontramos con carencia de representaciones.No encontramos palabras para nombrar lo que ocurre. Hay un incrementode afectos que no pueden ser traducidos en sentimientos y un bombardeo deestímulos visuales. Y hay agujeros en la representación de sí mismo en tér-minos de sujeto productor, con derechos, autónomo. Y cuando los adultosquedan arrasados por las circunstancias, habiendo perdido la identidad, siquedaron reducidos al registro de la necesidad, ¿cómo reconocer a los hijoscomo seres deseantes? Porque para ubicar a otro como tal, como un sujetocon derechos, hay que reconocerse a uno mismo como alguien igual a otros,con derechos y obligaciones y al prójimo como un semejante diferente.

Podemos preguntarnos: ¿cómo construir una identidad en esta situación si,como plantea Piera Aulagnier, el contrato narcisista entre el niño y el grupose quiebra, porque “en el momento en que el Yo descubre lo exterior a la

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familia, en el momento en que su mirada busca allí un signo que le dé de -recho de ciudadanía entre sus semejantes, encuentra un veredicto que leniega ese derecho, que apenas le propone un contrato inaceptable: en efec -to, su respeto implicaría que en la realidad de su devenir renuncie a ser otracosa que un engranaje sin valor al servicio de una máquina, que no ocultasu decisión de explotarlo o excluirlo”?5

Y si una función parental “suficientemente buena” implica que los padrespermitan al hijo la reasunción transformadora singular de su cuerpo y de suhistoria, a través de la constitución de una representación narcisista establey coherente, ¿en qué sostener el amor a sí mismo si predomina la vergüen-za y la culpa por pertenecer a un grupo?

Los niños, frente a la depresión de los padres, suelen ubicarse como causade la depresión o identificarse con el otro deprimido. Al dirigirse a otro queno responde, porque está ocupado en otras cuestiones, el niño queda lan-zado a un vacío de sentido.

Sabemos que la depresión se transmite a los hijos... muchas veces sin pala-bras... Comienza a haber un vacío en los intercambios, un silencio pesado...y los chicos tienen que elaborar más de lo que pueden, solos, conectadoscon el vacío del otro.

¿Qué perdieron los niños en estos meses? Perdieron a los padres como fuen-te de seguridad. Y perdieron un espacio en la cabeza de los padres, ocupa-dos en otras cuestiones... También, perdieron a los padres como filtros. Entanto desbordados, sobrepasados por los estímulos, los padres no puedenfuncionar como filtros de lo que el niño recibe.

Cuando ha habido pérdidas económicas pero se conservó el lugar de traba-jo (aunque se haya perdido el poder adquisitivo del sueldo y aún cuandoeste no se cobre), los adultos suelen mantener la estabilidad psíquica. Es de-cir, hay que tener en cuenta que la marginalidad no implica sólo cuestioneseconómicas sino fundamentalmente la imposibilidad de armar redes pararesolver cuestiones. Así, en las inundaciones en la provincia de Santa Fe,fue muy diferente la situación de las familias de clase media “inundadas”,que podían recurrir a casas de familiares y amigos que la de aquellas que

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5 Aulagnier, Piera: (1975) La violencia de la interpretación. Amorrortu edit.. Buenos Aires,1977 - pág. 167.

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no tenían donde ir porque todo el entorno había quedado “bajo las aguas”.También en esa situación hubo diferentes respuestas que dejaron marcas.Así, los niños de los barrios pobres, además de perder sus posesiones, se en-contraron con miradas de recelo, desconfianza y gestos expulsivos por par-te de algunos de los habitantes del “centro” de la ciudad, que se sentían asu vez invadidos por los “de la periferia”.

La transmisión y los chicos

Hay diversos modos de transmisión de las historias y diferentes memorias:memoria corporal, memoria sensorial, memoria cinética, memoria en imá-genes, memoria de palabras. Serían diferentes escrituras (en el cuerpo, en lasensorialidad, en acciones, en percepciones visuales y en representaciones-palabras).

Y también hay una memoria de agujeros representacionales que promuevenla no-inscripción, la desligazón, el “desaguar” recuerdos (una memoria delno-pensamiento, en términos de Bion).

Y lo que está claro es que se transmite mucho más de lo que se dice y delo que se quiere transmitir.

Serge Tisseron afirma, con relación a la transmisión transgeneracional de lostraumas: “Cuando en una generación, después de un traumatismo que pue -de ser un duelo, pero que también puede ser cualquier tipo de experienciatraumatizante, no se hace el trabajo de elaboración psíquica, resulta enconsecuencia un clivaje que va a constituir para las generaciones ulterioresuna verdadera prehistoria de su historia personal”.[...] “El acontecimientoen cuestión puede denominarse “indecible” en la medida en que está pre -sente psíquicamente en aquel (o aquellos) que lo ha vivido, pero de tal ma -nera que este no puede hablar de ello, lo más a menudo a causa de una ver -güenza”. En los hijos, de lo que se trata entonces es de convivir con el cli-vaje de los padres y en ellos los acontecimientos se tornan innombrables,“es decir, que no pueden ser objetos de ninguna representación verbal,mientras que en los nietos serán impensables. Aquí se ignora la existenciade un secreto que pesa sobre un traumatismo no superado”.6

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6 Tisseron, Serge: (1995) Introducción. El psicoanálisis frente a la prueba de las generaciones.En El psiquismo ante la prueba de las generaciones. Amorrortu Edit. Buenos Aires, 1997.Pág. 18 y 19.

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“Tu ve un sueño en el que todos los edificios estaban semi-vacíos... Yocaminaba por la calle y no había nadie”, cuenta una paciente. E inme-diatamente asocia con el hecho de que gran parte de sus amigos y pa-rientes se están yendo del país, lo que le provoca un estado de deso-lación y desamparo, en tanto debe realizar permanentemente duelos.“Lloro todo el día, pero con mis hijos estoy bien... ellos no se dancuenta de nada”. ¿No se dan cuenta de nada o el silencio los deja enuna situación de desprotección mayo r, sin poder poner palabras a latristeza materna?

A la vez, se les propone a niños y a adolescentes la emigración comoúnica salida, en un movimiento expulsivo en el que todos esperan que“ellos” puedan armar un futuro en el afuera (y esto se escucha en con-sultas hospitalarias a padres que no podrían pagar un pasaje). Es decir,el futuro posible implica el abandono de los vínculos cercanos, es un fu-turo de separaciones y duelos. (En este sentido, me parece que es muydiferente el posibilitarle a un hijo irse como proyecto armado por él, aesta situación en la que se desea que se vayan como única vía de “sal-varse”). Este drenaje permanente de gente joven, en un país que se ca-racterizó por ser un lugar que recibía a “todos los hombres del mundo”,se torna muy doloroso, dejando agujeros en la representación del paíscomo grupo de pertenencia. A esto se le agrega la búsqueda genera l i z a-da de la nacionalidad de los abuelos o bisabuelos, como modo de ad-quirir una identidad va l i o s a .

Los proyectos

Sabemos que un niño puede aceptar ser dependiente y que sus deseos nosean satisfechos, a partir de la promesa de que va a ser grande y autónomoy que, como plantea Freud, tendrá una vida mejor que sus padres, cumpli-rá los sueños que los padres no han realizado... Pero ahora, la caída de sue-ños los involucra. Se supone que su vida va a ser peor, que deberá realizarenormes esfuerzos para sobrevivir. El conjunto de los enunciados identifica-torios que recuerda, en tanto aparecen como proyecto identificatorio, que-dan desestimados, borrados. El mañana, el proyecto diferido, queda anula-do o ubicado como catastrófico. Frente a esto, en un puro hoy que lo des-miente como niño, puede apelar a un funcionamiento maníaco y moversesin sentido o armar una coraza protectora y desmentir percepciones y afec-tos (y enfermarse) o quedar en estado de alerta (lo que los maestros leen co-mo desconcentración, falta de atención) o deprimirse o entrar en estados dedesborde.

33CUESTIONES DE INFANCIA

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Piera Aulagnier afirma: “Si este futuro es ilusorio, lo que es indudable, eldiscurso de los otros debe ofrecer en contraposición la seguridad no iluso-ria de un derecho de mirada y de un derecho de palabra sobre un devenirque el yo reivindica como propio; solo a ese precio la psique podrá valori -zar de lo que “por naturaleza” tiende a huir: el cambio”.7 Es decir, el temoral futuro deja a los niños y adolescentes en una “eterna niñez”, en una de-pendencia sin salida.

Un tema fundamental es el sostenimiento de proyectos por parte de los pa-dres. Cuando estos pueden armar salidas (aunque sea fantaseadas) permitenque el niño siga conectado con cosas vitales, aunque haya perdido bienesmateriales.

Rosine Crémieux8 plantea que uno de los elementos constitutivo sdel psiquismo es la esperanza de obtener ayuda externa. ¿Qué efec-to de desfallecimiento psíquico puede acarrear el que no haya espe-ranzas a nivel colectivo y que el mundo externo aparezca como pe-l i g r o s o ?

Las consecuencias psíquicas de la crisis

Depresión, enfermedades psicosomáticas, estado permanente de ansiedad,hiperkinesia, dificultades de concentración, insomnio...

C o n t ra c t u ras, gastritis, dolores de cabeza, son motivos de consultahabituales y reiterados en este momento en los consultorios pediátri-cos.

Los maestros plantean que los niños están tristes y desconcentrados. La des-vitalización es uno de los problemas acuciantes.

En los adolescentes, se han incrementado las situaciones de violencia y ladrogadicción, como “tentativa ineficaz de autocuración de sufrimientos im-pensables”9.

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7 Aulagnier, P. : Ob. cit. Pág. 169.8 Crémieux, Rosine: (2000) “Stücke or not Stücke”. En Revue Française de Psychanalyse 1.2000. Tome LXIV. PUF Paris. 9 Hachet, Pascal: (1995) “Criptas y fantasmas en toxicomanía”. En El psiquismo ante la prue -ba de las generaciones. Amorrortu Edit. Buenos Aires, 1997. Pág. 119.

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La apatía, el ensimismamiento, y sobre todo la desvitalización, son cuestio-nes que se reiteran. En relación con esta última, es importante tener encuenta que niños y adolescentes quedan en un estado semejante al de lasvíctimas de episodios de violencia, en ese límite en que son “muertos-vi-vos”, con poco registro de sensaciones y afectos.

Frente a la crisis de los ideales colectivos y lo riesgoso o inadecuado de losvalores sostenidos por otras generaciones, hay una tendencia a centrarse enlos ideales del yo-ideal, ideales de omnipotencia y perfección, lo que deri-va en la idealización del funcionamiento infantil como mágico y todopode-roso. Pánico a crecer, apatía por lo externo, indiferencia por los otros, o so-breadaptación, con la constitución de un falso self, son modos en los quela conflictiva se manifiesta.

Cuando los ideales colectivos tambalean, es mucho más difícil sostener ytransmitir ideales. Y sin ideales, no hay proyectos ni idea de futuro. El sos-tenimiento de proyectos y de ideales en los adultos posibilita pensar a loshijos con proyectos propios.

A la inversa, el borramiento activo de la memoria, la supeditación a la vio-lencia de otro y la ausencia de justicia son exigencias incompatibles con laconstrucción de la subjetividad.

Como plantea Janine Chasseguet-Smirgel, “el ideal del yo implica la idea deproyecto. Fain y Marty (1959) hablan, más concretamente todavía, de espe -ranza. Esperanza y proyecto implican posposición, rodeo, inscripción tem -poral, que son característicos de un modo de funcionamiento mental segúnel principio de realidad. El conjunto evoca la idea de desarrollo, de evolu -ción” 10. Podemos decir que los proyectos son la presencia de la pulsión devida allí donde el narcisismo primario se quiebra, muestran la distancia conel ideal y a la vez lo ubican como posible. Proyectos y esperanza permitendesplegar el empuje pulsional de un modo mediatizado, frenar la pura in-sistencia de la muerte.

La desmentida de lo vivenciado por parte de una generación, ¿cómo se ins-cribe en la siguiente?

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10 Chasseguet-Smirgel, J.: (1975) El ideal del yo. Amorrortu Edit. Buenos Aires, 1991. Pág.50/51.

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Frente al dolor de la pérdida, la justicia funciona como organizador. Al mo-do de la vivencia calmante, posibilita conexiones que no lleven a la expul-sión del recuerdo, que frenen la tendencia hacia la muerte.

Pero si no hay justicia, lo que queda inscripto es el agujero, las puras marcas deld o l o r, el devenir desinscriptor, el territorio arrasado como llaga permanente.

En un mundo en el que se privilegian los números y lo que se ve, los niñosdeben cualificar sensaciones, armar cadenas representacionales, traducirafectos, construir una imagen de sí... y corren el riesgo de que predomineel vacío, como ausencia de cualidades y matices o de hacer un armado queencubra un vacío.

Vacío de sentimientos y pensamientos que aparece siendo el gran protago-nista de la psicopatología infantil y juvenil en la actualidad.

Si diferenciamos los tipos de depresión en los adultos tomando los desarro-llos de H. Kohut sobre el Hombre Culpable y el Hombre Trágico en térmi-nos de: “qué es lo que no hice o hice mal” (la culpa ligada al pasado) o “soyinsuficiente para cumplir con lo que debería hacer; no voy a poder” (la in-suficiencia, ligada al futuro), es decir, si pensamos en el peso del Superyó ydel Ideal del yo, podemos distinguir (en un intento sistematizador, que qui-zás sea un poco esquemático):

Adultos deprimidos (por culpa en relación con el pasado).

Adultos deprimidos (por insuficiencia en relación con el futuro).

Adultos desbordados (suelen ponerse violentos).

Adultos paralizados y expectantes (en alerta constante).

Y podemos inferir que esto trae diferentes tipos de efectos.

Frente a los adultos deprimidos por culpa, los niños suelen: a) ubicarse co-mo culpables (ellos son los malos que provocaron la situación actual; b) ha-cer actuaciones maníacas (sobreexcitación) intentando alegrar a los adultoso, por lo menos, mantenerlos vitales; c) tener funcionamientos que puedenser catalogados como hiperkinesia.

Así, podemos pensar que los adultos deprimidos por insuficiencia (caída

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de proyectos y de esperanzas) promueven en los niños: a) temor al futuro(no quieren crecer); b) sensaciones de insuficiencia (no pueden conformara los padres); c) apatía (nada les interesa); d) renuncia a aprender, a com-p e t i r, a luch a r... en un “bajar los brazos”, rendirse antes de comenzar lap e l e a .

Los adultos desbordados suelen favorecer: a) sopor, desconexión; b) trastor-nos de pensamiento; c) estado de alerta angustioso; d) actitud vengativafrente al mundo; e) dificultades para atender en el ámbito escolar.

Frente a los adultos expectantes los niños suelen entrar en: a) estado de re-pliegue narcisista; b) depresión (por no ocupar un lugar para el otro).

En términos generales, se ha notado un aumento en los niños de las enfer-medades psicosomáticas, los trastornos de la alimentación, las reaccionesde angustia, los trastornos de aprendizaje en general y las situaciones de pá-nico, entre otras patologías.

Otro elemento a tomar en cuenta es la diferencia entre hombres y mujeresen su respuesta frente a la crisis. En la provincia de Santa Fe, entre los refu-giados por la inundación, las que han salido a conseguir comida, ropa, fra-zadas y se ocuparon de los chicos fueron las mujeres. Esto también lleva apreguntarse qué pasa con las identificaciones de los niños con sus padres,con quién se identifican y cómo se construye el lugar de hombre y de mu-jer en las situaciones de crisis.

De lazos fraternos

Sin embargo, no solamente hay tristeza y desesperanza en este momento.Se han producido, con los cacerolazos, las asambleas barriales, las fábricasautogestionadas por los obreros, el trueque, nuevas formas de resistencia yde conexión.

Los niños se han quedado con padres deprimidos, confundidos, por mo-mentos furiosos. Pero también con padres que se ligan a otros, que salen ala calle, que defienden sus derechos y que levantan valores como “justicia”y “solidaridad”.

Entonces, también hay transmisión del apoderamiento, como dominio delos problemas, como acción coordinada (en el dominio de uno mismo y delmundo).

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Desde hace mucho venimos diciendo que es fundamental, frente al capita-lismo salvaje, armar redes de reflexión, de contención, de trabajo... En lacrisis actual, a través de diferentes formas de encuentro, mucho más que lafigura del líder, lo que está en juego son redes fraternas. Se van recompo-niendo lazos solidarios.

Los niños han participado de los cacerolazos, en una actividad (“hacer rui-do” en señal de protesta) que les resulta familiar.

“A la noche, hay un ruido feo que no me deja dormir... En casa cerramostodo pero igual se escucha...”, dice angustiada una paciente de ocho años.Esa misma nena, a las pocas semanas, me cuenta: “Con mi papá fuimos ala esquina, al cacerolazo... y había fuego para que no pasaran los autos yyo fui y no tuve miedo... porque era yo misma la que golpeaba la cacero-la... ¡yo misma!...”.

La acción compartida permite apoderarse de lo desconocido y ligarla angustia. Un trabajo de apropiarse de los espacios, de tomar la pa-l a b ra, de ser protagonista de la historia, parece estar en marcha. Meparece central, en este sentido, pensar que los traumas pueden ligar-se vitalmente y producir reorganizaciones psíquicas complejizado-ra s .

Situaciones como estas, de un intenso bombardeo de estímulos dolorosos,llevan a estados de desborde, a estallidos. Lo que se inscribe son huellasque empujan a la desinscripción. Y se hace difícil la elaboración individualde estos acontecimientos sociales. Por eso, las acciones colectivas tienen un“plus” de sentido: permiten el procesamiento del dolor, del desamparo, dela caída de la propia imagen a través del armado de nuevas cadenas repre-sentacionales; se construye una memoria compartida que se opone al olvi-do y a la muerte. Hay así posibilidades de abrir recorridos más complejos,de que se vayan armando nuevas tramas... en espacios compartidos. Paralos niños esto parece ser fundamental. Los padres pueden no estar en con-diciones de contenerlos, pero el grupo social puede operar como continen-te protector.

Así, en un barrio marginal de la zona sur del Gran Buenos Aires, ungrupo de mujeres fueron armando un comedor infantil que se constitu-yó en eje de sus actividades y también de las de sus hijos. Mujeres queno se sentían contenidas en otros espacios, comenzaron a festejarsemutuamente los cumpleaños, a compartir dificultades y, de ese modo,

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a poder ir otorgándole a los niños del barrio un sostén diferente.

Cuando hay posibilidades de respuesta por parte de los padres, los niños sesienten mucho más contenidos. El sostén grupal da mayores posibilidadesde complejizar psíquicamente. Las acciones colectivas tienen un efecto li-gador y permiten identificaciones grupales fundamentales.

Cuando la memoria se transforma en historia colectiva, compartida, se pue-den abrir puertas de elaboración, se puede empezar a metabolizar, armandouna transmisión que no sea repetición en acto. Considero que en este mo-mento la gente ha salido a la calle en un intento de apropiación de la histo-ria, transformando la pura repetición en tramitación colectiva de lo siniestro.

Rosine Crémieux, hablando de los campos de concentración, dice: “Me pa -rece que lo que contribuye a reforzar la voluntad de sobrevivir, es la posi -bilidad de establecer un lazo entre nuestras acciones pasadas y nuestrascondiciones presentes. En ese esfuerzo de ligazón, aún cuando cada unoutilice los recursos de los que dispone, el lazo al otro es esencial. La soli -daridad es comunmente descrita como un elemento indispensable de la so -brevida.”11

Pienso que esto es particularmente importante ahora. Poder reconocerse enun antes y proyectar un futuro, seguir siendo uno y mantener lazos conotros. Porque también se trata de sobrevivir “con” el otro.

El “sálvese quien pueda”, el predominio del individualismo, deja indefen-sos a niños y a adultos, expuestos a una puesta afuera de la pulsión demuerte que es puro remedo narcisista: o él o yo. A veces, los niños quedancomo depositarios de las angustias de los padres, operando como un “de-pósito” en el que va a parar lo que los padres no soportan de sí mismos, in-virtiéndose los lugares. Hay una exigencia implícita por parte de estos pa-dres de ser maternados por sus hijos. A veces, un niño no se puede separarde uno de sus padres como modo de cuidarlo, de evitar que caiga en esta-dos de depresión o de desborde. ¿Cómo ubicarse en una continuidad conlos antepasados y construir el propio yo con ese acervo representacional?¿Cómo ubicarse como ser vivo, valioso, en un mundo en el que los mensa-jes implican un descuido de la vida?

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11 Crémieux, Rosine: (2000) “Stücke pr mpt Stücke”. En Revue Farnçaise de Psychanalyse 1.2000. Tome LXIV. PUF París. Pág. 49.

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Si el “sálvese quien pueda” deja desprotegidos a niños y a adultos, la soli-daridad y la acción conjunta protege, por una doble vía, a los niños. Enprincipio, porque se pueden insertar en un contexto grupal, se pueden iden-tificar con otros y porque si el adulto se hace cargo del trabajo de elabora-ción, el niño no queda como aquel que tendrá que cumplir con un manda-to imposible.

Una transmisión que suponga la consideración del otro como tal y una éti-ca que no sea la del sacrificio sino la de la defensa de la vida, puede ayu-dar a los niños y adolescentes a tramitar lo vivenciado sin desmentirlo y aencontrar salidas complejizadoras frente a la crisis.

Pienso que, como plantea Bernard Golse, se puede diferenciar entre trau-matismos de vida y traumatismos de muerte. Es decir, los traumas puedenligarse vitalmente y producir reorganizaciones psíquicas complejizado-ras.12

Me parece que trabajar con los pacientes a partir del reconocimiento de es-ta intrincación particular de historia colectiva, transmisión transgeneracio-nal y entramado representacional subjetivo, pensar y compartir con otroscolegas lo que podemos generar en el trabajo cotidiano, cuestionarnos ypreguntarnos sobre nuestra práctica y sobre todas las modificaciones que lasituación actual le impone... puede llevarnos a nuevos desarrollos y a enri-quecer el campo del psicoanálisis.

La cuestión es que se vayan abriendo, en los pacientes y en nosotros mis-mos, posibilidades creativas a partir del procesamiento del dolor... y piensoque en esta tarea los analistas tenemos mucho que construir.

Un año después

Como efecto de movimientos político-sociales, se han producido cambiosimportantes en el país. La impunidad y la corrupción comienzan a ser ja-queadas. Y renació la esperanza, con todo lo que esto implica.

Sin embargo, es mucho lo que hay que remontar y elaborar para no volvera repetir. Muchos habitantes han quedado “fuera”, excluidos socialmente.

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12 Golse, Bernard: (2000) “Du traumatisme entre pulsions de vie et pulsions de mort ou de lapassion à l’oubli”. En Revue Française de Psychanalyse 1 - 2000. Tome LXIV.

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Y es un trabajo colectivo crear espacios de inclusión social, sobre todo pa-ra los niños que quedaron en los márgenes, “fuera del mapa” y sin futuro.Nosotros, como analistas, tendremos que seguir reflexionando sobre el pe-so de la realidad social en la constitución de la subjetividad y en nuestra ta-rea cotidiana.

Considero que la creación de un funcionamiento predominantemente éticoposibilitará a niños y adolescentes el armado de una representación másconfiable del entorno social y, por consiguiente, facilitará la construcciónde proyectos y de vínculos sociales. También ayudará a tramitar lo vivencia-do sin desmentirlo y a encontrar salidas complejizadoras frente a la crisis.

Podemos recordar lo que afirma Freud en “La transitoriedad”13: [...] “Sabe -mos que el duelo, por doloroso que pueda ser, expira de manera espontá -nea. Cuando acaba de renunciar a todo lo perdido, se ha devorado tambiéna sí mismo, y entonces nuestra libido queda de nuevo libre para, si todavíasomos jóvenes y capaces de vida, sustituirnos los objetos perdidos por otrosnuevos que sean, en lo posible, tanto o más apreciables. Cabe esperar quecon las pérdidas de esta guerra no suceda de otro modo. Con sólo que sesupere el duelo, se probará que nuestro alto aprecio por los bienes de lacultura no ha sufrido menoscabo por la experiencia de su fragilidad. Loconstruiremos todo de nuevo, todo lo que la guerra ha destruido y quizá so -bre un fundamento más sólido y más duraderamente que antes.”

Primera versión: 4/8/03.Aprobado: 2/9/03.

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Resumen

Este trabajo trata de las consecuencias psíquicas en niños y adolescentes,de la crisis socio-económica que atravesó la Argentina en los últimos años.Se afirma que esta crisis ha traído aparejados la imposibilidad de preveer elfuturo y la caída de parámetros. Se articula la idea del no futuro con unaactualización de los fantasmas del pasado, así como de aquello que ha si-do transmitido por las generaciones precedentes. Se postula su incidenciaen la psicopatología infanto-juvenil actual.

Finalmente, se plantea la importancia de los proyectos colectivos y de la ac-ción solidaria, que funcionan como instancias de organización que prote-gen, y a la vez permiten, la representación de un futuro posible.

Palabras claves: trauma; ideal del yo; psicopatología infanto-juvenil; fantas-mas del pasado; proyecto colectivo.

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Summary

This paper deals with psychic consequences on children and teenagers dueto the socio-economic crisis which Argentina has been undergoing duringthe last few years. It is maintained that this state of affairs has brought aboutan impossibility to foresee the future, as well as the loss of standards andnorms. The idea of no-future is articulated with a revival, not only of thephantoms of the past, but also of what has been transmitted by former ge-nerations. Its influence on the psychopathology of infancy and youth is pos-tulated.

Finally, stress is laid on the importance of collective enterprise, as well as ofaction based upon solidarity, which function as organisers, not only protec-ting, but also enabling the representation of a possible future.

Key words: trauma; ego ideal; psychopathology of infancy and youth; phan-toms of the past; collective enterprise; future.

Résumé

Le présent travail aborde les conséquences psychiques, chez les enfants etles adolescents, de la crise socio-économique traversée par l’Argentine aucours des dernières années. Il affirme que cette crise a entraîné l’impossibi-lité de prévoir l’avenir et la chute des paramètres. Cette idée de non-avenirest articulée avec une actualisation des fantasmes du passé, ainsi qu’avec cequi a été transmis par les générations précédentes. Son influence est poséecomme évidente sur la psychopathologie infanto-juvénile actuelle.

Finalement, le travail expose l’importance des projets collectifs et de l’ac-tion solidaire, qui jouent le rôle d’instances d’organisation protectrices etqui permettent en même temps la représentation d’un avenir possible.

Mots clés: trauma; idéal du moi; psychopathologie infanto-juvénile; desfantasmes du passé; des projets collectifs.

Beatriz JaninAv. Córdoba 3431, 10º “A”(1188) Ciudad de Buenos AiresTel.: 4963-2777; [email protected]

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CLÍNICA PSICOANALÍTICA INFANTIL ENTIEMPOS DE CRISIS SOCIAL

Silvia Morici*

Introducción

n diciembre de 2001, la República Argentina se declara en quiebra in-ternacional y entra en default económico. Este hecho precipita la ma-yor crisis económica y social de los últimos ochenta años, compitien-

do con los índices de pobreza de los años 30. La desocupación, recesióneconómica, la pobreza extrema y el hambre, alcanzan cifras récord.

En marzo de 2002 arranca el año laboral y lectivo, después del recesovacacional que no fue tal, en tanto la banca local en un hecho inéditohabía retenido los ahorros de los ciudadanos, obligando a miles de aho-rristas a hacer colas interminables en los bancos para intentar rescatarlo confiscado.

En los consultorios psiquiátricos y psicoanalíticos, aumentan las consultaspor crisis de ansiedad, somatizaciones, depresión y por migraciones. La cla-se media, devenida en baja, emigra desgranando familias.

Se comienzan a suceder, entonces, en la ciudad de Buenos Aires, una seriede encuentros donde profesionales de distintas disciplinas se reúnen paraanalizar cómo afecta esta profunda crisis en las distintas variables sociales.Es así como se realizan múltiples mesas redondas, conferencias, talleres,encuentros que intentan anticipar sus posibles efectos.

El objetivo de esta comunicación intenta, a partir de una casuística extraí-da de consultas contemporáneas con el momento agudo de la crisis socialvivida en la Argentina, analizar los efectos que proviniendo del campo so-cial pueden impactar sobre el espacio singular, y particularmente en la es-tructura psíquica infantil.

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* Psicoanalista de niños y adolescentes. Profesora de la Carrera de Especialización en Psicoaná-lisis con Niños de UCES (en convenio con A P BA). Miembro titular de Referencia Buenos Aires.

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La posición del psicoanalista en momentos de crisisAlgunos relatos clínicos

Una niña de seis años de edad, en la ciudad de Buenos Aires, a fines deenero de 2002, coincidente con el momento agudo de la crisis social argen-tina, asiste como lo viene haciendo todas las semanas durante el últimoaño, a su sesión psicoanalítica.

Esta niña, extremadamente inteligente y perspicaz, entra al consultorio desu analista y ocupa, como ya lo venía haciendo en las últimas sesiones, ellugar que habían convenido asignar a la analista.

La analista le señala este hecho y agrega: “Definitivamente has decididoapropiarte de mi lugar” .

En el momento de expresar este señalamiento, este deviene inmediatamen-te en interpretación, ya que la analista siente sorpresa por su propia formu-lación y súbitamente recuerda que la niña había comentado en sesiones an-teriores, que alguien en su colegio se apropiaba de cosas ajenas. Esta inter-pretación abrió la siguiente cadena asociativa:

La niña: Y qué tiene, si este lugar (el sillón de la analista) es más lindo queel mío, es más cómodo, a mí me gusta más. Lo quiero usar yo, y no que seatuyo.

A n a l i s t a : Pero entonces, quiere decir, que cambiaste vos sola las reglas acor -dadas entre las dos, porque no te podés aguantar las ganas de tener las cosasque te gustan mucho y te parecen más lindas que las tuya s .

La niña: Claro, por supuesto, lo que me gusta mucho me lo quedo, porqueno me aguanto que no sea mío... me lo robo, pero eso qué tiene de malo...¡si en este país se puede robar!

La idea no es continuar con el relato de la sesión, sino detenernos en lasimplicancias de una afirmación que, si bien no escapa a su analista su ca-rácter psicopático, entra en la sesión con carácter perturbador ya que sealude efectivamente al cambio de las reglas ordenadoras que sostenían unadeterminada ética.

La niña puede “confesar” un acto que sabe contradice ese real consensua-do implícito en un orden social, cuando comenzó a escuchar lo que segu-

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ramente sus padres y todos los adultos de su alrededor habían comenzadoa decir: En este país las reglas ya no responden a las de la ética.

Caída la legalidad ordenadora exterior, aparece el desborde pulsional. Loque es deseado por ella es obtenible, y por ende temible.

Si bien esta ruptura de los diques represivos en esta niña, pertenecen a suestructura psíquica, ya que esta niña tiene un padre con una estructura psi -cótica, la intersección con una contextualidad social que legaliza la infrac-ción (el robo de ahorros por parte de los bancos o la corrupción impune delos gobernantes, como algunos ejemplos), le habilita el acto psicopático,subvirtiendo la legalidad imperante en el encuadre analítico.

Otro niño, de seis años de edad, con una enuresis pertinaz desde que suspadres se separaron un año atrás, entra a su sesión luego de que la madrerelata haber sido asaltada en presencia de su hijo. Le sustrajeron el auto, sinsignos de violencia, pidiéndole que “sacara al pibe del coche y que no hi-ciera movimiento alguno”.

Nuevamente, como en el caso anterior, la analista siente la intrusión de unreal compartido en la sesión. Ya que ella misma había sido asaltada unosdías antes, así como su hijo de trece años de edad.

Sin poder evitar la asociación con sus propias experiencias recientes, se an-ticipa a la comunicación del niño y dice:

Analista: Qué susto el que pasaron con mami ¿no? (probablemente su pro-pio miedo y el temor por el posible daño a un hijo a través de la vejacióndel robo).

Niño: No, ¿porqué decís que tuve miedo?, yo no tuve nada de miedo. Yo siquería lo reventaba a ese. ¿Sabés lo que dijo?: “Sacá al pibe”... ¡qué pibe,ni qué pibe... yo no soy ningún pibe! Yo, porque no quise, si quería lo re -ventaba a patadas. Qué pibe, ni qué pibe... (gesto de indignación y ofensa).

Acá, la cercanía del hecho traumático de la analista con el del niño, no per-mitió la posición de escucha necesaria que hubiera habilitado el desplieguede la cadena significante del niño, sino que abrió los contenidos del incons-ciente de la analista. Para el niño el traumatismo pasaba por la herida nar-cisista infringida a su omnipotencia “absoluta”, y no por el temor a ser da-ñado, ya que no percibió la violencia implícita en el acto de robo.

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Aunque admitamos el uso del mecanismo de negación por el accionar dela homeostasis de su aparato, este no se constituyó en traumático por losmotivos que la analista le atribuyó, sino por la ofensa narcisística implica-da en la lucha edípica en la que este niño está embarcado. Ese real social,traumático, cercenador de raciocinio, se entrometió en el real de la sesiónanalítica, provocando el déficit de escucha en la analista, así como en el ca-so anterior, la declamación de la pérdida de la ética, operó en la parálisisde la función analítica.

Otra niña muy pequeña, de apenas cuatro años de edad, consulta por unaanorexia psicógena a partir de recibir la noticia de irse a vivir a España consu mamá y el novio de esta.

El novio, convertido apresuradamente en marido para adquirir la ciudada-nía española, precipitó la convivencia de esta pareja endeblemente confi-gurada.

La niña tiene un fuerte vínculo de apego con su padre a quien ve regular-mente. Desde que sabe que se va a separar de su papá evita el alimento. Lapediatra encontró detención del crecimiento y peso por debajo del normal.Plantea la posibilidad de alimentación por sonda.

La niña es extremadamente inteligente y con una leve sobreadaptación. En-tiende con claridad su situación y tiene absoluta noción de que va enfren-tar una migración y la separación con su padre.

En una sesión le muestra a su analista fotos de donde va a vivir, e insiste queen ese lugar no va a encontrar nada de lo que ella necesita: las figuritas pre-feridas, los marcadores que usa, etc. La analista percibe una profunda tris-teza en la niña y en todo el medio familiar que la llama recurrentemente,manifestando el desgarro por la situación.

La analista súbitamente se escucha a sí misma, contándole a la niña que ellatambién emigró siendo muy pequeña como ella, y que aunque fue triste alprincipio, en ese nuevo país encontró muchas cosas que le gustaron y queella pensaba que a la niña le iba a pasar lo mismo.

La niña deja las fotos de lado y dice mientras acuna tiernamente a una mu-ñeca: ¿Y Silvias va a ver allá? Papá va ir a verme ¿no?

La analista sabe que esto es bastante improbable porque el padre está sin

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trabajo, sin embargo también sabe del dolor del padre por esta separacióny dice: Yo pienso que papi te quiere mucho.

La analista piensa que tiene que reforzar la percepción de la niña sobre laposición deseante de sus padres, ya que su anorexia delata la vivencia deno deseo que a la niña le despertó “el abandono” del padre y el de la ma-dre (quien la deja por “otro”).

Sin embargo también se sorprende por compartir con la niña un recuerdoautobiográfico. Se lo reprocha en tanto reconoce en ese acto un corrimien-to de la ley de abstinencia. No corresponde al análisis “tradicional”, ni a supráctica habitual.

Entonces, ¿porqué nuevamente como en los casos anteriores, ve desviadasu conducción de la cura?

La respuesta creo que en la misma línea anterior, obedece a que las proble-máticas en juego exceden a lo “tradicional”, en tanto hay un real consen-suado doloroso que atañe tanto al paciente como al analista. El caso de es-ta niña, donde se combinan migración y separación, desgranado de una de-terminada trama familiar, es un caso habitual y repetitivo durante el mo-mento de la crisis argentina.

Es inevitable que en este caso singular se represente, a su vez, una realidadsocial: miles de familias argentinas emigrando, miles de hijos separados desus padres, y otros tantos padres, abuelos, tíos, separados de hijos, nietos,etc. El dolor de la niña se potencia en el de la analista ante la evidencia deun país que duele por esos días.

Aún así, en la función analítica, virada en función anaclítica, predomina lanecesidad de aliviar el sufrimiento de una niñita que aún no cuenta, por loincipiente de su estructuración psíquico-cognitiva, con elementos compen-satorios del dolor de la separación.

¿Cómo acompañarla en el desgarro, metaforizado por un cuerpito deteni-do,en un tiempo mítico atemporal donde todos estos dolores no existían? Yahí surgió el acompañamiento, con el propio recuerdo de una experienciamigratoria temprana. La analista tenía la certeza que salvo por su propiacensura psicoanalítica, la confesión no iba a perjudicar a la niña y quizás,sólo quizás, mitigaría en algo su soledad, al verse reflejada en una especu-laridad acompañante.

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Otra niña de seis años entra furiosa al consultorio, diciendo malas palabrascontra su madre y sus hermanos. Aparentemente, el hermano la había cul-pado injustamente por haber roto un objeto apreciado por la madre. La ma-dre, dando crédito a las palabras de su hermano, le había “lavado la bocacon jabón”, acusándola de mentirosa.

D u rante la sesión, la niña no puede cesar de decir malas palabras y deinsultar a “todos los hermanos y a su madre”. Dice: ojalá que se vaya n. . .“que se vayan todos” ( f rase popularizada por las manifestaciones coti-dianas de ciudadanos en contra de los políticos y gobernantes en esosdías de crisis).

La analista permanece en silencio ante la asociación de la frase dicha por laniña y la ocupación del padre, quien es un conocido y repudiado político.

La niña dice, como si leyera los pensamientos de su analista: ¿Vos sabés dequé trabaja mi papá? Te lo cuento si me prometés no decírselo a nadie. Mipapá es político.

¿La niña muestra su identificación con un padre repudiado? Vivió el acto desu madre como injusto, en similitud con las quejas de su padre hacia unasociedad injusta, incomprensiva, que no le permite “ni salir a la esquina”sin correr serios riesgos en su integridad?

Más preguntas que respuestas, más incógnitas que certezas, más improvisa-ción que técnica, impregnan los consultorios psicoanalíticos en tiempos decrisis.

Prevalecen en los analistas sentimientos de perplejidad e inseguridad fren-te a la pérdida de fronteras, entre la intimidad de la sesión con su represen-tación del mundo interno del niño, y ese mundo externo con característicasintrusivas y devastadoras.

Lugar del “jugar” en un contexto de crisis socialOtro relato clínico: un juego grupal

A fines de marzo de 2002, una madre realiza una consulta, muy angustia-da por su hijo mayor de nueve años de edad, quien se había escapado dela casa la noche anterior, y había permanecido vagando por la calle duran-te tres horas, sin ponerse en contacto con los padres, hasta que decide ir ala casa de la abuela.

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A lo largo de diferentes entrevistas, donde los padres aportaron datos fami-liares y vinculares que comenzaron a arrojar cierta luz a este episodio defuga en un niño aún pequeño para la realización de un acting de esta natu-raleza, comentan tangencialmente, un episodio ocurrido en la escuela a laque asiste este niño.

Es de este particular suceso del que podemos extraer algunas conclusiones,con relación al impacto que determinados hechos sociales pueden tener, eneste caso, en la producción de juegos en los niños.

Recientemente había aparecido en los diarios, la noticia acerca de un cole-gio privado de la ciudad de Buenos Aires, donde presuntamente habríanocurrido una serie de secuestros de alumnos a la salida de dicha escuela.Esto ocasionó que padres en estado de pánico, interpelaran duramente a lasautoridades de la institución reclamando por la seguridad de sus hijos.

Los directivos realizaron una investigación para esclarecer la veracidad dela información, comprobando finalmente que esta era una noticia falsa quehabían echado a correr un grupo de padres molestos por no haber recibidouna respuesta favorable de parte de las autoridades del colegio, a sus recla-mos de disminución de la cuota arancelaria.

Con una modalidad persuasiva, cercana a lo coercitivo, estos padres de-mostraron así su fastidio por no haber sido atendidos en sus reclamos.

Días posteriores a este hecho, estando Sebastián, el niño de la consulta, enel patio del colegio en cuestión, durante un recreo se le acercaron cuatrocompañeros del grado (4º grado), quienes mientras le cubrían el rostro vio-lentamente con una campera, lo llevaron a la rastra hasta un baño alejadodentro de la escuela.

Allí lo amenazaron y le dijeron que si quería que no lo “vuelvan a secues-trar más”, les tenía que dar dinero.

Sebastián se niega a hacerlo si bien está genuinamente asustado, y agregaque los va a “delatar” a la directora.

Ante el giro inesperado de los hechos, los cuatro niños, frecuentes amigosde Sebastián, ahora asustados por su amenaza, le ofrecen “dinero por su si-lencio”. Están dispuestos a darle dos pesos cada uno si no revela lo ocurri-do.

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Sebastián realiza rápidos cálculos: el dinero recaudado le permitiría com-prar un juego de computadora muy preciado; si bien se ve tentado de acep-tar, se le intercepta este deseo por la figura de su madre, y piensa, “me va amatar”. Finalmente, se escapa por la fuerza, ya que es un niño robusto pa-ra su edad, y cuenta todo el episodio a su madre, quien a su vez se lo co-menta a la directora.

La reacción de la madre, finalmente coincide con lo que Sebastián temía, yaque esta efectivamente se enoja con él, y en un relato confuso (es una madrecon una estructura border), lo acusa por haber dudado en aceptar “coimas”,r e p r o chándole que un verdadero hombre no se vende por dinero.

El niño se desorienta por este intento de explicación que ensaya la madre,pero no le sorprende, ya que está habituado a las frecuentes confusiones deella. Sin embargo, se muestra genuinamente contento con su decisión “ho-nesta”, aunque no sin cierto dejo de lamento por los ocho pesos fáciles, quese perdió de ganar.

Lo que es interesante de analizar, es la reacción, ahora sí de total indigna-ción de Sebastián, frente a la respuesta que surgió de los otros adultos encuestión en esta historia, es decir, de las autoridades de su colegio, a lo quesuponemos fue un intento (nuevamente confuso, como el accionar de lamadre) de castigo rectificador a estos “niños secuestradores”.

Ese colegio a su vez, como es habitual en las escuelas privadas, apadrina aotra escuela de bajos recursos o escuelas especiales.

En el caso de este colegio se trata del apadrinamiento de una escuela di-ferencial. Como ejercicio didáctico a sus alumnos, para trabajar los va-lores de solidaridad y responsabilidad (es de suponer) en los niños, lesdan cargos jerárquicos que estos deben asumir para “dirigir” esta escue-la adjunta.

Así se distribuyen entre los chicos, los cargos de director, subdirector, secre-tario, tesorero, etc.

La dirección, entonces decide insólitamente, suponemos que a modo derectificación ejemplificadora, nombrar a estos cuatro niños “secuestrado-res”, en los cargos más importantes.

Acá sí, Sebastián, mejor alumno de la clase, estalla, se indigna, dice no que-

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rer ir más a ese colegio, ya que le debería haber tocado a él, por mérito aca-démico, ocupar uno de esos cargos.

Entonces verbaliza: “Podés creer lo que hizo la directora ¡Los nombró aellos! ¡Ellos son el director, el secretario, y todo lo demás! Yo no voy más aese colegio de mierda. ¡Cómo puede ser!, son los corruptos y los coimeroslos que terminan en los cargos más altos. ¡Esto es reinjusto. Yo no me es-fuerzo más. No hago más deberes, que mi mamá no me joda más! Soy elmejor alumno de la clase, estos son unos brutos y además me secuestrarony me quisieron coimear y ellos están en los cargos directivos! ¡Yo no voy aestudiar nunca más, y la próxima vez voy a agarrar la plata, qué me impor-ta lo que me dijo mi mamá. Los corruptos son ellos, y encima los premia-ron! La directora es una boluda, y mi mamá también es una boluda. Yo nole hago más caso a nadie y no me va a importar nunca más sacarme bue-nas notas. ¡Se van todos a cagar!”.

Fin (¿o comienzo?) de la historia.

Como se ve, lo impactante del relato es la reproducción en una instituciónen este caso educativa, de lo que estaba ocurriendo en la institución “edu-cativa madre”, representada por el Estado.

El juego de este grupo de niños exponía en una particular dramática la evi-dencia del estado de corrupción al que había llegado la dirigencia de la Re-pública Argentina: la corrupción había ganado a la ética.

Este relato nos permite extraer alguna conclusión sobre la reacción del ni-ño por el cual se realizó la consulta, como el interesante comportamientogrupal de niños pertenecientes a una escuela donde los padres habían tra-tado de “apretar”, en un acto que proviene del código de la mafia, a los di-rectivos, para adquirir un beneficio económico.

En cuanto al niño de la consulta, en este acting out desesperado represen-tado por la huida de la casa, luego de haber optado por el respeto de la ley,aún en detrimento de sus propios intereses (el juego de la computadora), es-te adquiere un carácter simbólico, al convertirse en un signo de llamado aun otro sordo y confundido entre el verdadero orden social y la legalidadsubvertida (los adultos en juego en esta historia, que incluye a sus propiospadres).

Y en cuanto al comportamiento grupal expresado en un juego singular, que

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podemos denominar “ juego del secuestro”, me surgen más dudas que res-puestas: sabemos que el juego en los niños posibilita la tramitación tanto deconflictos intra s u b j e t ivos como de situaciones traumáticas. Realiza en activolo padecido pasivamente, lleva al acto una dramática inconciente guiadaprincipalmente por el atravesamiento edípico y la historia sexual infantil.

¿Podemos inferir, entonces, que este juego particular da lugar a la tramita-ción de lo pulsional a predominio sádico en niños prepúberes?

¿O es la puesta en acto de la dramática del imperio de lo pulsional, por so-bre la legalidad que dirigía a los adultos de su época?

¿Remedan de esta forma, tomando el aspecto imitativo del juego, la subver-sión de una legalidad sostenida por un orden social, en la impunidad de lailegalidad que detentan los adultos encargados de dirigir los destinos de sus“hijos ciudadanos”?

¿Representan con su juego la situación traumática de ver caer sus referen-tes adultos, haciendo activo, (convertirse en corruptos), ante el padecimien-to de ser víctimas activas de un sistema que impuso al corrupto en el lugardel justo?

¿Este juego tiene la suficiente distancia con el hecho real para considerarlouna transicionalidad simbólica, o su particular adherencia con el hecho, loacerca más a una reproducción de un real no metabolizado, que irrumpedevastando recursos elaborativos propios del aparato?

Es inevitable no recurrir a ejemplos de otros juegos en otras situaciones decrisis social.

Podemos recordar a los niños de la guerra, jugando entre las ruinas de unLondres devastado por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Ni-ños jugando con objetos que remedaban rifles y armas de fuego, “jugando”a los soldados, “matando enemigos”, “siendo” el héroe que muere y mataen una Guerra como probablemente le haya sucedido a un padre, herma-no o familiar hombre que aún no regresa de esa guerra.

¿Por qué no pensar que en este caso, estos niños contemporáneos “juegana la corrupción”, como los otros “jugaban a la guerra”, en el mismo inten-to de elaboración de un real social arrasador que extermina los recursos ela-borativos del aparato psíquico infantil?

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En uno y otro caso, ¿son actos creativos o meras repeticiones automáticas?¿No es este el riesgo de un probable efecto en el psiquismo infantil? ¿La pér-dida del referente simbólico no pondrá en riesgo el propio registro simbóli-co, dejando al niño expuesto a “ser” el corrupto para no “parecer” y pade-cer a un otro perverso?

La caída de un orden externo ordenador, indispensable para establecer unorden interno, es lo que precipita al aparato psíquico infantil a la ineficaciade sus dispositivos internos, provocando el desborde de lo pulsional, conpasajes al acto.

En este juego grupal infantil, acaecido en la Argentina durante el punto agu-do de su crisis social y ética, mas allá de los diferentes análisis que podría-mos hacer, no podemos desconocer su carácter de alerta a la sordera deladulto. Ellos nos hacen recordar que la repetición es un recurso defensivogenuino del aparato en momentos de trauma y crisis, así como la identifi-cación con el agresor que nos permite hacerle a otros lo que nosotros pa-decemos con dolor.

Los efectos en la estructuración psíquica infantil de un contexto social encrisis, que ha dejado caer sus valores éticos al límite de la indefensión, pue-den ser devastadores del propio orden interno, cuyas consecuencias noci-vas se medirán con el paso del tiempo.

Y esto queda dramáticamente metaforizado en el fin de la historia, que im-plica la reproducción exacta de la subversión de valores representadas porlas instituciones madre (el estado nación protector del que habla Leuco-wicz) tanto por la madre del niño, como por las madres protectoras de lainstitución educativa (las directoras).

Estas “boludas”, en el decir del niño, y los padres mafiosos, los otros adul-tos de este relato, realizan pasajes al acto que son mera reproducción de es-tos otros adultos pertenecientes a la institución madre corrompida.

Desde ahí es que pienso que este juego no puede ser considerado un recur-so lúdico, ya que no alude a una situación traumática que es posible de serelaborada, sino a un acontecimiento catastrófico que devasta un estado or-denador, perturbando la capacidad de pensar y de aplicar una lógica (“lasboludas”, citadas por el niño).

Entonces, lo que se reproduce no es un hecho traumático, sino un aconte-

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cimiento catastrófico y el recurso lúdico deja de serlo, para convertirse enun mero pasaje al acto, con características de repetición y no de elabora-ción, lo que evidencia el efecto devastador (imposibilidad de pensar), queesta catástrofe obtiene sobre el psiquismo.

Nuevamente la distinción entre crisis, que puede ser elaborada bajo el mo-delo de lo traumático, de catástrofe que devasta los genuinos recursos quepuede tener el aparato psíquico, al subvertir el orden de sentido preestable-cido. Esta última deja lugar al sin sentido y la capacidad de pensar se veperturbada; es el imperio del pánico.

Recordemos que el afecto de pánico, no sólo está asociado con angustiasprimordiales intrasubjetivas preexistentes, sino que es considerado unareacción frente al malestar social extremo. Es decir, que terrores actuales re-vivirán angustias pretéritas.

Esto lleva a la reflexión sobre el lugar que ocupa el adulto, con relación aun niño que inevitablemente lo observa como modelo.

¿Crisis o catástrofe social?

La clínica que los analistas vimos desfilar en nuestros consultorios, duranteesa época, es la que nos obligó a definir con mayor precisión a qué corres-pondían los efectos en el psiquismo infantil, a los cuales nos estábamos en-frentando.

¿Se trataba de crisis o de catástrofe social?

Comenzaré entonces, intentado definir, desde el Diccionario de la RealAcademia Española, los términos involucrados en esta cuestión.

Al recurrir al Diccionario, encontré que el término crisis está definido co-mo:• Cambio considerable y súbito, favorable o adverso, en una enfermedad.

Es decir esta primera definición proviene del modelo médico, de lo críticocon relación a la vida o la muerte

Luego hay otras acepciones:• Juicio que se hace de una cosa después de haberla examinado cuidado -samente.

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Es decir que en una crisis está implicado un juicio, una toma de decisión.

Y luego hay una serie de acepciones, a mi modo de ver sorprendentes, quele otorgan al concepto una adherencia a una significación específica:• Momento decisivo y grave de un negocio, o de la política. • Caída o descenso de las magnitudes que determinan la actividad econó -mica, como la inversión, el consumo, la creación de puestos de trabajo, etc.

Y culmina con:• Escasez, carestía.

Vemos que estas últimas provienen del modelo Económico, aludiendo a lossentimientos de caída, descenso, escasez, de pérdida.

Si ahora acudimos al Psicoanálisis, en busca de su concepción del término,encontramos que si bien no está aislado como tal en ningún Diccionario dePsicoanálisis, es un término de absoluta familiaridad para él.

Pa ra esta ciencia, el desarrollo del Humano es a partir de crisis. Estamos to-dos familiarizados con las crisis endógenas a partir de las cuales el ser huma-no arma su aparato psíquico, crece y se desarrolla: crisis del nacimiento, delo c t avo mes, de la pubertad, adolescencia, madurez, terc e ra edad, etc.

Es decir que el Psicoanálisis toma el término en su primera acepción, endonde los c a m b i o s, si bien c o n s i d e ra b l e s y s ú b i t o s, son factibles de undestino favo rable, lo cual da cuenta de la presencia en el sujeto de und i s p o s i t ivo con capacidad de acercarlo a la vida, al desarrollo, al creci-m i e n t o .

Por supuesto, la literatura psicoanalítica no obvió la pérdida que está impli-cada en toda crisis. Pero al señalar la paradoja intrínseca al armado del apa-rato psíquico, donde el movimiento de ganancia implica al de pérdida, leotorga a esta pérdida un valor estructurante. Para acceder al Objeto hay queperder al objeto, para acceder a la simbolización hay que perder la ilusión,para acceder a una nueva etapa se pierde la anterior, etc.

Es decir, que es impensable el concepto de crisis, sin la asociación con elde duelo, con su pasaje obligado implicado en este concepto, de tener quedilucidar qué partes del sí mismo se pierden, a su vez, con cada pérdida.

Por ello, creo que podemos encontrar en el desarrollo que el psicoanálisis

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realiza sobre la crisis de la adolescencia, al modelo que condensa la con-cepción del concepto de crisis.

Se habla de la crisis de la adolescencia como ese momento caracterizadopor la intensidad de los cambios físico psíquicos, por los que debe atrave-sar el sujeto, que acarrea un esfuerzo y trabajo extra, pero posible, por par-te de su psiquismo para tramitarlo. Debe duelar las pérdidas que conlleva ycrear neoformaciones, soportando entrar en lo que Winnicott definió comoun estado patológico normal. Es decir, que en lo que se ha dado en llamarla crisis normal del adolescente, marcando su carácter paradojal, se graficael dispositivo de recursos con los que cuenta el psiquismo, habilitándolopara el atravesamiento de las diferentes crisis vitales.

Es un claro ejemplo de cómo el Psicoanálisis tomó esta acepción de crisisen su sentido más constructivista.

Llegado a este punto del recorrido, concluí que entonces, no se trata de es-te concepto de crisis, al que nos vemos confrontados hoy. A este concepto,así desarrollado, le falta agregar algo más que dé cuenta de lo que estamosviviendo en la actualidad y de los efectos que estamos viendo en el psiquis-mo infantil. Nos hace falta una ampliación de la categorización del concep-to. Es como si tuviéramos que remedar la distinción entre, por ejemplo, cri-sis normal y crisis patológica; o mejor aún, distinguir entre crisis internas decrisis externas.

Podemos coincidir, que lo que no concuerda teóricamente en el desarrolloanterior, es el hecho que para las crisis internas, el psiquismo está prepara-do, posee el dispositivo, tiene recursos para generar un cambio estructuran-te ante ella. Está capacitado, de mejor o peor manera, para generar recur-sos con función constructivista.

Entonces la cuestión se problematiza para el psiquismo, cuando la crisis sedesencadena por uno o un conjunto de acontecimientos que no son endó-genos sino que provienen del afuera.

Ahora, nuevamente no estamos diciendo nada que el Psicoanálisis no hayaprevisto, ya que este definió al acontecimiento que, proviniendo por fueradel sujeto impacta sobre él, como trauma.

Si queremos precisar este concepto, en el Diccionario de Psicoanálisis deLaplanche y Pontalis (1968), lo encontramos como:

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“Acontecimiento de la vida del sujeto caracterizado por su intensidad, la in -capacidad del sujeto de responder a él adecuadamente y el trastorno y losefectos patógenos duraderos que provoca la organización”.

O el modelo energético:“Esfuerzo extra de energía que debe realizar el aparato psíquico para en -contrar respuestas adecuadas al influjo de sensaciones intensas que provie -nen del exterior”.

Entonces, pareciera que con el concepto de trauma nos vamos acercando,de una manera más precisa, a categorizar las vivencias que acompañan alos acontecimientos que se están viviendo hoy en la Argentina. Una pruebade ello son los efectos que comienzan a describir psicoanalistas y psiquia-tras de adultos a partir del incremento de consultas en adultos por depre-sión, o como las definió Luis Hornstein recientemente, por patologías de latemporalidad (sensación de pérdida de futuro), entre otras manifestaciones.

Ahora, si bien con el agregado de la concepción de trauma, pareciera quenos acercamos a dar cuenta de los efectos que estamos observando en losniños en la actualidad, más esclarecedora resulta la combinatoria de los trestérminos en cuestión: crisis, con su carácter temporal de algo súbito y pe-rentorio; duelo, por la sensación de pérdida asociada y trauma, por el es-fuerzo extra que conlleva y su traducción en efectos.

Hallé entonces, que hay un término que puede de alguna manera conden-sar, enriquecer y dar aún más cuenta del padecimiento psíquico actual. Es-te es el término catástrofe.

Volvamos al diccionario:• Abatir, destruir.• Suceso infausto y extraordinario que trastoca y altera el orden natural delos acontecimientos.• Desenlace del poema dramático, especialmente cuando es funesto o do -loroso.

Creo que lo que agrega y enfatiza este concepto es el carácter destructivodel acontecimiento ya que implica la alteración de un orden natural con ex-tensiones al orden social, político, jurídico, etc.

Implica la prevalencia del sentimiento de impotencia, y por ende de abati-miento, al asistir a la precipitación de ese orden indispensable para la su-

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pervivencia. Un ordenador, o varios, caen con mayor rapidez que la capa-cidad de reconstruirlo. La metáfora en imagen sería la del derrumbe por ex-plosión súbita, por ejemplo, de un edificio. La sensación es de devastación.El movimiento de caída parece superar al movimiento de construcción.

Los sentimientos que imperan en la catástrofe, entonces, son el de abati-miento, arrasamiento y por ende depresión. Ahora, nuevamente esta nociónde sensación catastrófica, tampoco es ajena al Psicoanálisis, ya que en estecaso fue Winnicott (1965), quien se percató de la existencia en el psiquis-mo incipiente del ser humano, de una angustia muy primitiva desencade-nada toda vez que el niño atraviesa la pérdida de un estado de sostén inte-grador, necesario para mitigar lo que este autor denominó sensación de caí-da sin fin, o angustia catastrófica.

De hecho, Kaës (1979), en su libro Crisis, ruptura y superación, cita un pá-rrafo de Thom donde este destaca que la crisis conlleva al sujeto a una ame-naza de muerte y a la integridad del sujeto. Textualmente, en dicho libro,Thom afirma: “Generalmente esta amenaza moviliza medios de acción pa -ra la supervivencia, para nuevos comportamientos reguladores. Toda crisisgenera una señal de alarma que pone en movimiento los mecanismos deextensión de la crisis. Cuando ciertas condiciones fisiológicas, psicológicaso sociológicas no se conjugan para contribuir a la eficacia de los mecanis -mos de extinción (entre los cuales el carácter paralizante de la angustia esun factor importante) sobreviene la catástrofe”.

Este intento de encontrar un marco teórico al concepto de crisis es simple-mente para poder pensar juntos los efectos que esta crisis–catástrofe aca-rrea en el psiquismo de los niños.

Recurro, entonces, a la observación de la clínica de lo que podríamos llamarla clínica de la crisis. Me refiero a lo que nos confrontamos como psicoana-listas de niños en nuestros consultorios, al igual que otros agentes de salud,como pediatras y educadores, desde sus diferentes espacios de tra b a j o.

Me arriesgaría a decir que, si cotejamos todas nuestras experiencias, no du-daríamos en coincidir al categorizar a la situación social de ese momento,como una catástrofe social.

Es decir, que si nos guiamos por los efectos devastadores que observamosen el psiquismo de los adultos responsables del necesario sostén de los ni-ños a su cargo, esto es, la primacía de sensaciones angustioso-catastróficas,

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la imposibilidad temporal de generar respuestas adecuadas por su carácterperentorio, la sensación de escasez de recursos, de caída vertiginosa, sinfin, de pérdidas de sostén, de que el orden simbólico cae más rápido de loque se puede construir, podemos concluir que ese fue un momento dondelo que prevalecía en el psiquismo adulto, era angustia catastrófica.

¿Juego elaborativo o representativo de devastación del aparato?

Si consensuamos que el juego infantil, en tanto producción del incons-ciente, interviene activamente en el armado del aparato psíquico en for-mación, ¿cuándo este puede ser considerado evidencia del t rabajo ela-b o ra t ivo de tra u m a y cuándo repetición de lo no procesado ni pro c e s a-b l e , por un psiquismo puramente impactado por la d eva s t a c i ó n de unreal impensable?

Si como venimos desarrollando en esta comunicación, consideramos que lacrisis social detallada adquirió categoría de catástrofe, entonces el afectoimperante en el psiquismo no es de angustia sino de pánico.

En esta posición panicosa el adulto pierde pie, siente una subversión del or-den de sentido demasiado veloz para poder reordenarlo en otra cadena desentido. Siente la pérdida de recursos y simetriza su posición frente al niño(nuevamente “las boludas” del relato del niño). El niño pierde al adulto, asu vez, como figura ordenadora de sentido, quedando expuesto al senti-miento de pánico él mismo, o a pasajes al acto (lo opuesto al juego).

Si observamos hoy con atención a los niños y adolescentes de nuestros con-sultorios, podemos comprobar cómo están siendo demandados por los padresp a ra cumplir con responsabilidades excesivas, como pensar en ganar dineroprecozmente, resolver su futuro y en algunos casos, el de toda la familia.

Pareciera que, súbitamente, los adultos hubieran decretado el fin de la mo-ratoria de la infancia y adolescencia, catapultando a los niños al mundo delos problemas y responsabilidades adultas, cuyo extremo está representadopor los niños sostenedores de hogares.

Y en consonancia con esto, es sorprendente escuchar cada vez con mayorfrecuencia, a los hijos nombrar a sus padres por sus nombres de pila, en ellugar del tradicional: “papá” o “mamá”. Todos observables, de mayor o me-nor gravedad, con mayores o menores consecuencias en las posibilidadesde sobrellevar los malestares crecientes de la vida cotidiana, pero todos ine-

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ludiblemente, marcas, trazos, que dejarán huella en las subjetividades deestos niños del año 2002, en nuestra Argentina de hoy.

Clínica de la crisis

La comprensión del impacto psíquico por la que atraviesan los adultos enesta crisis-catástrofe es fundamental, para analizar su efecto en el psiquis-mo infantil.

En estos momentos, nos estamos encontrando en la clínica con niños, confamilias que deben tomar decisiones que muchas veces se acercan más aactos desesperados: migraciones de todo el núcleo familiar; migración deuno de los miembros provocando la separación forzada de la pareja conyu-gal; migración de uno o varios hijos jóvenes; separaciones y crisis conyuga-les y familiares, precipitadas o agudizadas por la crisis; abandono de algu-no de los miembros de la pareja conyugal.

Con respecto a los niños nos encontramos con niños que tienen que emi-grar súbitamente con sus familias, que atraviesan por el abandono o lejaníade uno de sus padres o hermanos, que han tenido que mudarse de escuela,de casa, de barrio, perdiendo habituales espacios de referencia, de historia,de contención, lazos afectivos y sociales.

Es decir, nos encontramos con niños que están recibiendo estímulos trau-máticos bajo un efecto duplicador. Están confrontados con pérdidas propiasy con las de sus padres. En este lugar particular, que ocupa el niño en la es-tructura parental de dependencia física y psíquica, está también sujeto a losefectos del trauma en sus padres, quienes a su vez transmitirán de manerasingular el propio atravesamiento. Entonces, comienza a darse un fenóme-no de simetrización en donde adultos y niños comparten angustias e incer-tidumbres, llegando incluso, en algunos casos, a la subversión del proceso,siendo el niño quien ocupa el lugar de sostén frente a un adulto vulnerable.Se simetrizan o invierten, entonces, los lugares de sostén y vulnerabilidad.

Es así como los efectos en el psiquismo infantil de lo padecido, tanto en for-ma directa como por transmisión indirecta, de los acontecimientos desen-cadenados en la situación catastrófica, se traducen en niños excesivamentepreocupados y ocupados por sus padres, con sintomatología adultomórfica,como cefaleas, migrañas, hipertensión arterial, gastritis, contracturas mus-culares, depresión, etc.

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Y en otros, toman la forma de desorganizaciones psicosomáticas o emocio-nales más propias de lo infantil, como trastornos de sueño, pesadillas, in-somnio, enuresis, dolores estomacales, estados ansiosos, bulimia, dificulta-des de atención, estados angustiosos, etc.

Y para finalizar, quiero resaltar lo que creo que es el efecto más dramático y cu-yos alcances catastróficos, probablemente superen nuestra capacidad de pre-dicción: es la cifra alarmante publicada por el Gobierno a principios de año, so-bre el incremento de la deserción escolar y el hambre en la niñez.

Esa cifra, que nos golpea en nuestra función de adultos responsables, nos con-fronta con una ve r d a d e ra catástrofe social. Estamos asistiendo a la creación detoda una generación que no sólo no puede acceder a lo que es su justo dere-cho, contemplado en la Convención de los Derechos del Niño, sino que estásiendo destinada a ser espectadora, desde la periferia, y la marginalidad, al de-sarrollo de otra infancia que sí va a acceder al privilegio (no más un derech o )de convertirse en sujeto de conocimiento. Esto implica el fin de la equidad.

Conclusiones

Cuando acordamos que un determinado momento social vira del momen-to de crisis, concepto que conlleva un carácter constructivo, al de catástro-fe, estamos reconociendo el movimiento desconstructivista que este llevaimplícito. Entonces, como psicoanalistas, estamos capacitados para preverque nos vamos a ver inmersos, junto con nuestros pacientes, en una sensa-ción de caída destructiva. Todo cae a nuestro alrededor con mayor rapidezque nuestra capacidad de reconstrucción.

La caída de la que hablamos es la del referente simbólico. Desaparece lalegalidad consensuada, la justicia, la equidad y, por ende, la ética.

Caen los valores simbólicos ordenadores: un genocida debe estar preso; unladrón, un corrupto, deben recibir penas; la propiedad e integridad privadano pueden ser invadidas, un niño tiene el derecho constitucional de no pa-sar hambre, de obtener una vivienda digna, de recibir afecto y de accedera la educación. Todos estos valores simbólicos, representativos de una so-ciedad que pretende ser democrática y solidaria, se desmoronan, desapare-ciendo del eje de la escena social y dando lugar al desborde de lo pulsional:corrupción impune, robo, asalto, secuestros, violación de la propiedad priva-da, obscenidad del hambre, etc. El Psicoanálisis en tanto disciplina, interpre-tación y reflexión, tiene que incluir a su vez los efectos de esta catástrofe so-

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cial en su práctica, para sobrevivir como teoría y para adecuar su eficacia.

Primera versión: 6/8/03Aprobado: 12/10/03

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Resumen

Esta comunicación intenta hacer un análisis de los efectos de la crisis so-cial, padecida por el psiquismo infantil, en la Argentina, entre fines del año

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2001 hasta nuestros días.

Se intenta diferenciar el concepto de crisis del de duelo y trauma, para lue-go redefinir el concepto de catástrofe.

A partir de una serie de viñetas clínicas, contemporáneas con el momentoagudo de la crisis social padecida a fines de 2001, se analiza la posición delanalista en su doble función de observador del mundo interno y como su-jeto impactado, por un real con características devastadoras.

A su vez, se intenta reflexionar sobre lo que ocurre con el juego en los ni-ños que ven atravesada su vida cotidiana por adultos devastados e impreci-sos en su función ordenadora y protectora, al estar bajo el predominio desentimientos panicosos, frente a la sensación del derrumbe de valores orde-nadores, provocados por la catástrofe social.

Para finalizar, se describe una clínica imperante en momentos de crisis ex-trema, resaltando el predominio de sintomatología psicosomática y estadosangustiosos, que completa el panorama sobre los efectos observados en laconstrucción de subjetividades de los niños, impactados por un contextosocial inhóspito.

Palabras claves: crisis; duelo; trauma; catástrofe.

SummaryThis paper intends to analyse the effects of the social crisis -which Argenti-na has undergone since the end of 2001- on infantile psychism.

It endeavours to distinguish between the concept of crisis and the ones ofmourning and trauma in order to re-define the concept of catastrophe.

This work also analyses the events in the play field of children whose every-day life has been run through devastated adults that, overwhelmed by thecollapse of former values due to the social catastrophe, and under a state ofpanic, will imprecisely carry out both the forming and protecting functions.

Regarding a series of clinical vignettes from the worst time of the social cri -sis -end of 2001- the analyst’s position is evaluated at it’s double function:as an observer of the internal world as well as an individual affected by areal devastating situation.

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Finally, it describes a ruling clinic in extremely critical situations, highligh-ting the emergence of both a prevailing psychosomatic symptomatologyand a state of anguish, as a complement to the mentioned effects in theconstruction of subjectivities of children impacted by an inconvenient so-cial environment.

Key words: crisis; mourning; trauma; catastrophe.

Résumé

La présente communication essaye de faire une analyse des effets de la cri-se sociale, subie par l’Argentine entre la fin 2001 et nos jours, sur le psy-chisme des enfants.

Le texte essaye de distinguer le concept de crise de celui de deuil et de trau-ma, pour redéfinir ensuite le concept de catastrophe.

À partir d’une série de vignettes cliniques contemporaines au pire momentde la crise sociale subie à la fin 2001, la position de l’analyste est analyséedans son double rôle d’observateur du monde intérieur et de sujet frappépar une réalité aux caractéristiques dévastatrices.

En même temps, l’auteur essaye de réfléchir sur ce qui se passe dans le jeu desenfants qui voient leur vie quotidienne traversée par des adultes dévastés et im-précis dans leur fonction ordonnatrice et protectrice, étant donné qu’ils se trou-vent sous l’emprise des sentiments de panique, face à la sensation de l’effondre-ment de valeurs ordonnatrices provoqué par la catastrophe sociale.

Pour terminer, l’auteur décrit une clinique qui s’impose lors d’une crise ex-trême, où est mise en valeur la prédominance de symptomatologie psycho-somatique et d’états d’angoisse, qui complète le panorama des effets obser-vés dans la construction de subjectivités des enfants sous le choc d’un con-texte social hostile.

Mots-clés: crise; deuil; trauma; catastrophe.

Silvia MoriciArenales 3504, 10° “47”(1425) Ciudad de Buenos AiresTel.: [email protected]

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EL ANALISIS CON NIÑOS EN ELCONTEXTO DE CRISIS

Nilda Neves*

n los momentos de crisis social, en los diversos ámbitos de pertenen-cia, independientemente de su condición social, cultural o económi-ca, en forma explícita o solapada, se bombardea a los individuos con

mensajes contradictorios donde una precaria fachada moral o ética coexis-te con la preconización de posturas de exaltación del individualismo desdelas cuales se califican como utópicas otras en que se sostienen valores so-ciales que otorgan significatividad a los vínculos interpersonales.

Sabemos que cada aparato psíquico produce la eficacia de lo cultural, noes un receptor pasivo de la ideología sino que la coloca como eficaz en sufuncionamiento anímico en relación con los determinantes internos que ha-cen a su historia libidinal y yoica. Sin embargo, la progresiva disolución delos nexos identificatorios que posibilitan la solidaridad grupal y la creaciónde ciertos ideales sociales resulta un obstáculo para el desarrollo de los mis-mos en el individuo en formación y es a la vez un efecto de la pérdida dela capacidad intrapsíquica de generarlos.

Las dificultades que nos plantea el trabajo clínico psicoanalítico en contex-tos de crisis social son múltiples, en gran medida vinculadas a la claudica-ción de las condiciones mismas que aseguran la vida subjetiva y la existen-cia social y cultural. Dichas condiciones afectan al conjunto de la sociedad,adultos y niños y también a los profesionales, haciendo muy difícil la con-ceptualización del estado general y el específico y también su instrumenta-ción terapéutica.

Janine Puget y Leonardo Wender (1998) analizaron hace ya varios años unconjunto de manifestaciones que relacionaron con la situación de catástro-fe de la dictadura militar al que llamaron fenómeno de los “mundos super-puestos” para referirse a las inquietudes y preocupaciones del contexto de

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* Profesora de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en conveniocon APBA). Coordinadora de la Maestría en Problemas y Patologías del Desvalimiento deUCES.

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la vida cotidiana que afectan al mismo tiempo a pacientes y analistas.

Rene Käes (1991, pág. 144), por su parte, postula que “ciertos aconteci -mientos nos permiten interrogarnos acerca de las relaciones entre realidadpsíquica y realidad social y que el cuestionamiento se produce cuando ladistancia entre esos dos órdenes heterogéneos de realidad -que habitual -mente y necesariamente es posible distinguir en el encuadre psicoanalítico-parecen haberse esfumado al punto de que vivimos la experiencia extrañay inquietante de una confusión de límites entre lo de adentro y lo de afue -ra. La violencia social se confunde con la violencia psíquica o bien lo quellega de adentro se extiende sin discontinuidad con el medio ambiente so -cial”.

Hasta qué punto y de qué modo esta confusión de límites nos involucra ge-nerando situaciones sobre las que se hace necesario reflexionar.

El trabajo clínico con niños nos enfrenta permanentemente con la vulnera-bilidad propia de ese momento vital, podríamos decir que es esa su condi-ción esencial en cualquier época y lugar, ese es nuestro terreno de trabajoy sabemos de la complejidad del mismo. Los factores asociados a la crisissocial agregan elementos en ocasiones tan perturbadores, que devienen enestados de inermidad y angustia. Como psicoanalistas uno de los principa-les interrogantes que nos surgen en estos casos es, a qué categorías de nues-tro marco teórico apelar para rescatar y sostener nuestro pensamiento y ac-cionar.

Cada vez con mayor frecuencia nos enfrentamos con manifestaciones deadultos: padres, maestros, profesionales, que se sienten impotentes paraasumir roles de cuidado, amparo o sostén de otros. Es muy común escucharexpresiones, que aluden a lo invasivo de la realidad, al sentirse desborda-dos por estímulos insoportables, a veces, sin tomar en cuenta que el estadode abrumamiento que deviene de esta inundación proviene tanto del mun-do exterior como del pulsional.

Dice Freud: (1926, pág. 157): [...] “en el nexo con la situación tra u m á -tica, frente a la cual uno está desvalido coinciden peligro externo e in -terno, peligro realista y exigencia pulsional, sea que el yo vivencie enun caso un dolor que no cesa, en otro una estasis de necesidad que nopuede hallar satisfacción, la situación económica es, en ambos casos, lamisma, y el desvalimiento motor encuentra su expresión en el desva l i -miento psíquico” .

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El mundo del desvalimiento orgánico, psíquico y comunitario es sumamen-te amplio y diversos problemas clínicos y no clínicos pueden ser incluidosen este agrupamiento: discapacidades físicas, afecciones psicosomáticas,enfermedades crónicas, adicciones y también los desamparos sociales quegeneran víctimas de la marginalidad, violencia, segregación así como lasneurosis traumáticas colectivas.

Podríamos apelar a diferentes categorías conceptuales para tratar de expli-car la lógica dominante en situación de desvalimiento: podríamos teorizar,por ejemplo, acerca de la falta de ley o función paterna sustituida y corrom-pida, también sería pertinente hablar de que la ausencia de ley permite elmantenimiento de situaciones patológicas previas como vínculos fusionan-tes narcisistas y que tales vínculos operan contra la admisión de las pérdi-das, podríamos destacar también la importancia que adquieren ciertos me-canismos defensivos como son la desmentida y la desestimación.

Si bien todas estas conceptualizaciones son pertinentes no son lo bastanteespecíficas ya que suelen aparecer asociadas con muy diversas situacionesclínicas. En cambio, para este grado de indiferenciación extremo al que nosestamos refiriendo, lo que planteamos como específico es un estado trau-mático y tóxico temporario o duradero. Hablamos de situaciones en que haclaudicado la posibilidad de tramitación interindividual de las exigenciaspulsionales y de la realidad. Dicho de otro modo, las alianzas interindivi-duales fracasan en su función antitóxica o en la producción de una corazade protección antiestímulo de manera temporaria o duradera (Freud, 1920).

Bion se refirió (1959) a un tipo particular de funcionamiento interindividualal que denominó “sistema protomental” en el cual lo físico y lo psicológi-co se hallan indiferenciados. Dice que tanto en las patologías grupales co-mo en los trastornos psicosomáticos ciertos supuestos básicos que deberíanoperar en el vínculo interindividual quedan sofocados en un nivel proto-mental.

Estos supuestos básicos (apareamiento, dependencia, lucha-fuga), corres-ponden a modos de relación basados en la primacía de una emoción quefunciona como factor de enlace interindividual (esperanza mesiánica, cul-pa y depresión, disgusto-odio).

La hipótesis de Bion acerca de la sofocación de un supuesto básico puedeequipararse con la freudiana sobre el estancamiento libidinal por el cualuna pulsión pierde su enlace con un objeto o proyecto determinado. Para

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Freud en cada proyecto individual o colectivo se expresa un conjunto deideales y valores y cada valor surge como destilación de una determinadaerogeneidad.

El proceso sublimatorio que sufre la pulsión mediante un cambio de metay objeto, permite que la pulsión quede trasmudada en ideal. Las pulsionesparciales resignan sus metas para sumar su empuje integrando las llamadaspulsiones sociales, los lazos solidarios y la amistad, el sentido comunitario.

La progresiva disolución de los nexos identificatorios que posibilitan la so-lidaridad grupal y la creación de ciertos ideales sociales resulta un obstácu-lo para el desarrollo de los mismos en el individuo y es a la vez un efectode la pérdida de la capacidad intrapsíquica de generarlos, ya que cada apa-rato psíquico produce la eficacia de lo cultural, no es un receptor pasivo dela ideología sino que la coloca como eficaz en su funcionamiento anímico.

La pérdida de esta función cultural, que es la generación de valores plasma-dos en proyectos comunitarios, constituye una catástrofe de una magnitudaún mayor que aquella con que comienza una disgregación del yo en laspsicosis.

Así como Freud (op. cit.) plantea que la muerte para cada individuo obede-ce a causas internas, por la imperfecta eliminación de sus propias toxinas,los sistemas comunitarios corren el riesgo de disgregación en la medida queel grupo dirigente no logra hallar la forma de conciliar las aspiraciones sec-toriales con los valores e ideales colectivos. En tal caso las toxinas en elcuerpo social aumentan desmesurada y mortíferamente. La progresiva diso-lución de los vínculos identificatorios que unifican a los grupos lleva a susintegrantes a procurar satisfacciones pulsionales individuales por sobre lasaspiraciones comunitarias.

La descomposición de las pulsiones sociales de meta inhibida da lugar a de-senfrenos voluptuosos, y simultáneamente ocurre un trastorno de la pulsiónde autoconservación que puede culminar en triunfo de la pulsión de muerte.

A medida que los liderazgos pierden su legitimación sobreviene en el indiv i-duo o la comunidad un estado tóxico con un afecto predominante, el terror,ya que la exterioridad está constituida por líderes en quienes predomina unadesestimación desaforada de la subjetividad ajena (Maldav s ky, 1991).

Las elaboraciones teóricas en Psicoanálisis de los últimos años permiten

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abordar los problemas clínicos derivados de estas situaciones en un marcomás amplio que el de las neurosis y cuadros narcisistas psicóticos y no psi-cóticos, caracterizados todos por conservar la eficacia del mundo simbóli-co, representacional. Esto implica que la defensa de que se trate opera im-pidiendo que lleguen a la conciencia ciertas representaciones, representan-tes de un deseo (como en las neurosis) o como representantes de la reali-dad (perversiones y psicosis).

La corriente defensiva que domina en los cuadros tóxicos se opone al desa-rrollo y la conservación de la conciencia misma, fundamentalmente de laconciencia primaria, ligada a la captación y cualificación de impresionessensoriales y sobre todo de matices afectivos. En tal situación pasa a predo-minar una defensa radical: la desestimación que, a diferencia de lo queocurre en las psicosis, no se dirige contra la realidad sino contra el sujetomismo del sentir.

A medida que el individuo deja de ser sujeto de sus estados pulsionales esta po-sición pasa a ser ocupada por otro, el sujeto del que depende el ser es un espe-culador loco puesto en el mundo, para quien el paciente empieza siendo unnúmero y termina siendo un despojo sin va l o r, un cero a la izquierda.

Podríamos decir que cuando predomina este estado de indefensión frente auna realidad social dominada por el fanatismo y el despotismo ciegamenteindiferente al sufrimiento de la comunidad, queda arrasada la coraza pro-tectora de los individuos, produciendo un estado de claudicación de la con-ciencia y sus contenidos (los registros perceptivos y afectivos).

La captación del mundo diferencial queda sustituida por una percepción defrecuencias numéricas, por estados de vértigo o la intrusión dolorosa por losgolpes y el consecuente aturdimiento.

Los matices del afecto son reemplazados por estados de sopor, crisis de pá-nico y estallidos de furia.

La inundación de la conciencia por los estímulos desbordantes impide quese produzcan inscripciones de matices afectivos como registro primero yprivilegiado de la subjetividad, lo cual deriva en un empobrecimiento cre-ciente de los procesos de investidura, entre ellos de la percepción y los ob-jetos del mundo.

Entre los modos verbales aparece un discurso de fachada no creíble al que

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denominamos inconsistente, otro catártico caracterizado por la tendencia aeliminar el problema del que se habla y fundamentalmente al sujeto mismoque lo expresa, y otro en el que predominan los cálculos numéricos o es-peculativos (Maldavsky, 1996).

Problemas clínicos

Cómo sostener una postura clínica eficaz cuando el tratamiento transcurre enun clima de violencia, sopor, o apatía; en lugar de las actividades, palabras yjuegos simbólicos que expresen sentimientos, pensamientos y fantasías lo quep r e valece es un universo cuantitativo, monótono y desvitalizado.

Los problemas que se nos presentan en la clínica son variados y complejos,ya que en los estados de desvalimiento predomina un tipo de resistencia ex-trema ligada a la perturbación de la autoconservación, la que ha experi-mentado un trastorno (Freud, 1940) de tal magnitud que los individuos afec-tados parecen no perseguir otra cosa que la autodestrucción. A esta situa-ción parece corresponder la desubjetivación en sus diversas modalidades,como aparece en los cuadros psicosomáticos severos, las adicciones entrelas que ubicamos a los trastornos de las conductas alimentarias, la violen-cia familiar y otros cuadros.

Una de las dificultades más serias en los tratamientos es la ubicación en elterapeuta o en alguno de los miembros del equipo tratante, de este perso-naje despótico, brutalmente no empático, omnipresente en la vida psíquicadel paciente (Maldavsky, 1995).

Desde esta perspectiva entendemos que la meta clínica consiste en desper-tar y conservar la conciencia ligada al sentir y al percibir, como base paraque se desplieguen afectos no desbordantes de la gama de la ternura y pa-ra ello el orientador básico de que dispone el analista es su capacidad deempatía.

Muchas son las dificultades que pueden hacer naufragar la posibilidad em-pática del profesional ya que la situación tóxica en diversos grados suele in-volucrar a ambos y muchas veces al estado de inermidad del niño o del ni-ño y la familia: puede superponerse a la inermidad de los profesionales quelos asisten.

Uno de los problemas consiste en sustraerse al contagio afectivo que deri-va de las identificaciones con los pacientes. En esta gama incluimos el so-

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por que puede culminar en el letargo que describe Cesio (1991) como laverdadera enfermedad profesional del analista y que es efecto de su inermi-dad frente a los procesos tóxicos propios y ajenos.

El contagio afectivo también puede promover fenómenos de tra n s f e r e n-cia telepática de pensamiento (Freud, 1933), que en el terapeuta puedecombinarse con un estado de pánico, con una alucinación o fascinaciónfrente a la violencia derivada de intensas mociones agresivas hacia símismo y hacia los otros. Sin embargo como esta gama de fenómenos in-forman acerca de estados padecidos por el paciente, superado el embo-tamiento inicial (a través del intercambio empático con un supervisor ocompañero de tareas) es posible extraer material útil para el tra t a m i e n-to del paciente.

Otra constelación diferente es la que deriva de los fenómenos contratrans-ferenciales (Freud, 1910), ya que en este caso la identificación se realiza apartir de elementos psíquicos sofocados en el terapeuta: furor curandis, sor-presa, furia, indiferencia. En este caso las dificultades son mayores y mayo-res los riesgos de que el tratamiento fracase con altos costos para los pacien-tes y también para el profesional cuyo malestar puede culminar en un con-flicto ético importante.

Las situaciones de desvalimiento por razones que hacen a la historia perso-nal y familiar o a factores traumáticos circunstanciales, se multiplican y po-tencian en momentos de crisis social.

Las causas internas confluyen con los peligros externos, las sensaciones deabrumamiento, parálisis, impotencia constituyen transformaciones de afec-tos desbordantes imposibles de tramitar en soledad.

Es imprescindible para el transcurrir del proceso terapéutico el aporte em-pático del analista, que sostenga con su vitalidad anímica la posibilidad dedevolver la propia al paciente, como punto de partida para la recuperaciónde procesos de investidura que puedan restablecer lazos libidinales y gene-rar los proyectos correspondientes a su momento vital. Del mismo modo escondición para que los profesionales inmersos en situaciones tóxicas salgande su desvalimiento, contar con el aporte libidinal de sus pares tanto comocon el marco contenedor de la teoría.

Primera versión: 5/9/03Aprobado: 8/11/03

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Resumen

Las dificultades que nos plantea la clínica en contextos de crisis son múlti-ples, en gran medida vinculadas a la claudicación de las condiciones mis-mas que aseguran la vida subjetiva y la existencia social y cultural. Dichascondiciones afectan al conjunto de la sociedad, adultos y niños y tambiéna los profesionales, haciendo muy difícil la conceptualización del estadogeneral y el específico y también su instrumentación terapéutica.

Se plantea que el estado de abrumamiento proviene tanto del mundo exte-rior como del pulsional y que corresponde a un estado de desvalimientoque abarca un sin número de situaciones clínicas. Lo común a todas ellases que las alianzas interindividuales fracasan en su función antitóxica o enla producción de una coraza de protección antiestímulos tanto en el niveldel individuo como en de los grupos que experimentan la disolución devínculos identificatorios. Pasa a predominar entonces una defensa radical:la desestimación de los afectos, cuyos matices son reemplazados por esta-dos de sopor, crisis de pánico y estallidos de furia. En estos casos la metaclínica consiste en despertar y conservar la conciencia ligada al sentir y alpercibir, como base para que se desplieguen afectos no desbordantes de lagama de la ternura y para ello el orientador básico de que dispone el ana-lista es su capacidad de empatía. Del mismo modo es condición para quelos profesionales inmersos en situaciones tóxicas salgan de su desvalimien-to, contar con el aporte libidinal de sus pares tanto como con el marco con-tenedor de la teoría.

Palabras claves: disolución de vínculos identificatiorios y pérdida de idea-les; estado traumático y tóxico; desestimación de los afectos; pérdida de lacapacidad empática.

Summary

The difficulties arisen from the clinical work in contexts of crisis are many,and they are generally related to the claudication of conditions that enablethe development of a subjective life as well as a social and cultural existen-ce. Such conditions affect adults, children and professionals and also so-ciety as a whole, impeding the conceptualization of both general and spe-cific conditions and thus a proper therapeutic instrumentation. The overw-

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helming state is considered as arising from both the external and the drivingworld, and due to the state of abandonment in which most clinical situa-tions are embraced. What they have in common is a failure in either the per-formance of intersubjective alliances as anti-toxic function, or in the cons-truction of an individual or group barrier to the driving dash when identif-ying bonds are broken. Thus, a radical defence will prevail: by denying af-fections, degrees would be replaced by states of lethargic sleep, panic at-tacks and rage outbursts. In such situations, the clinical goal lies on the ac-tivation and preservation of a feeling and perceptive conscience as a basefrom where controlled tender affections could be displayed. For such achie-vement, the analyst’s capability of empathy is vital as a basic tool for instru-mentation. Also, in order that professionals involved in toxic situationscould escape from abandonment, peer’s driving contribution and a holdingtheoretical framework are vitally important.

Key words: identifying bonds’ dissolution; loss of ideals; traumatic and to-xic states; rejection of affection; loss of empathic capability.

Résumé

Les difficultés posées par la clinique dans les contextes de crise sont multi-ples: la plupart d’elles sont liées à la claudication des conditions mêmes quiassurent la vie subjective et l’existence sociale et culturelle. Ces conditionsfrappent l’ensemble de la société, adultes et enfants, et aussi les profession-nels, ce qui rend très difficile la conceptualisation de l’état général et duspécifique, aussi bien que leur instrumentation thérapeutique.

L’auteur pose que l’état d’accablement provient aussi bien du monde exté-rieur que du pulsionnel et qu’il correspond à un état de délaissement quicomprend un grand nombre de situations cliniques. Ce qui est commun àtoutes c’est que les alliances interindividuelles échouent dans leur fonctionantitoxique ou dans la production d’une cuirasse de protection antistimulusau niveau de l’individu aussi bien qu’au niveau des groupes éprouvant ladissolution de liens d’identification. Une défense radicale prédomine alors:la déconsidération des émotions, dont les nuances sont remplacées par desétats de somnolence, des crises de panique et des accès de colère. Dans cescas, le but clinique consiste à éveiller et à conserver la conscience liée ausentir et au percevoir, en tant que fondement pour que puissent se déployerdes émotions non débordantes de la gamme de la tendresse, et pour cela leguide dont l’analyste dispose est sa propre capacité d’empathie. Également,pour que les professionnels submergés dans des situations toxiques sortent

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de leur délaissement, il faut qu’ils comptent sur l’apport libidinal de leurscollègues aussi bien que sur le cadre théorique qui les englobe.

Mots clés: dissolution de liens d’identification et perte d’idéaux; état trau-matique et toxique; déconsidération de l’émotion; perte de la capacité em-pathique.

Nilda NevesVirrey Avilés 3564(1426) Ciudad de Buenos AiresTel.: [email protected]

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TODO BIEN Y ME BORRO

María Eugenia Schierloh*

Presentación

l siguiente caso trata sobre la clínica de un niño de seis años a quienllamaré Luis.

Para dicha presentación me detendré en el discurso de sus padres para lue-go reseñar algunas cuestiones de la clínica con él. En este caso, el niño, co-mo efecto de la estructura simbólica donde se halla inmerso, está atravesa-do por duelos y traumas consecuentes con la crisis de la sociedad... crisisde la sociedad parental, de los vínculos entre ellos y con él. Esta crisis se re-fleja en la caída de la palabra y en la declinación de las funciones, hacien-do síntoma en el niño.

Sus padres están separados desde que Luis tiene tres años y desde entoncesel papá se volvió a su ciudad natal, donde trabaja en la organización de ca-rreras de caballo. El niño vive con su hermana de diez años y su mamá enotra ciudad de la misma provincia, donde lo atiendo con una frecuenciaquincenal. Ella es profesora en un gimnasio propio y esta actividad le de-manda demasiado tiempo, por lo cual el niño pasa gran parte del día consu niñera o en casa de sus abuelos maternos

La consulta la realiza la mamá, motivada por el hecho que su hijo “come sinp a ra r ”, además la preocupa su conducta en la escuela. “Luis se enoja con laseñorita cuando ella no hace inmediatamente algo que él le pide, se escondedetrás o debajo de un mueble negándose a salir... Con sus compañeros se hapuesto muy agresivo, es violento y cuando le dicen gordo se ataca”.

Entrevistas con la mamá

En la primera entrevista la mamá se presenta diciendo “no sé por donde em -pezar”. Cuando le pregunto por qué decide la consulta responde “son mu -

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* Licenciada en Psicología. Alumna de la Carrera de Especialización en Psi-coanálisis con Niños de UCES.

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chas cosas” y enseguida me cuenta que Luis come sin parar, sin hambre,que el pediatra le dijo que era ansiedad y le recomendó que consulte.

“Luis se trepa a la alacena y agarra lo que encuentra, el otro día le dije queno comiera pan que ya iba a estar la comida y de repente lo vi sentado co -miendo pan desaforadamente, lo reté y se hizo pis encima, me preocupémucho y me di cuenta que esa no era la forma de tratarlo... A mí me preo -cupa que la gordura le cause limitaciones”.

Le pregunto hace cuánto tiempo que el niño come así y me cuenta: “Haceun tiempo bastante largo, dos años tal vez, pero ahora me preocupa porquelos compañeritos lo cargan, le dicen gordo chancho y él llora, se enoja y lespega”.

Indago la posibilidad de un hecho desencadenante. Y enseguida empieza ahablar de la separación. Recuerda que las cosas andaban mal con su espo-so, peleaban mucho e incluso llegaron a irse a las manos delante de los chi -cos. Ella cree que él nunca asumió la responsabilidad de padre y por eso noespera nada económico de él, pero sí que, por lo menos, lo venga a ver.Cuando se separaron ella le aseguró a su hijo (le dio la palabra) que iba aseguir viendo al padre y hoy las cosas no son así. Ella no sabe qué decirley frente a esta situación, mantiene la ilusión que algún día se haga cargo.“Pasan meses sin que venga a verlo... Luis llora antes de acostarse pide porsu papá diciendo que lo extraña...”.

Antes de la separación el niño pasaba mucho tiempo con el papá, la mamátrabajaba todo el día y como el papá estaba desocupado era él quien lo re-tiraba del jardín, le daba de comer y se ocupaba del niño. Hoy llegan a pa-sar hasta tres meses sin que venga a verlo. El papá no cumple con su pala-bra, le dice que va venir a verlo y no lo hace, le promete venir a buscarlo yel niño se queda esperándolo con el bolso listo para irse con él, hasta queal final del día lo vence el cansancio y se queda dormido.

La mamá supone que al principio el niño no lo notó, porque el papá veníaseguido a visitarlo, pero al poco tiempo dejó de hacerlo, se borró, siendoésta ausencia además de sorpresiva, insoportable y muy dolorosa.

El papá del niño no puede cumplir con su palabra y frente a esta imposibi-lidad alega no disponer de medios económicos. Ella le pide que venga, queesté mas presente, que lo llame mas seguido, pero él no puede sostener suspromesas, no puede cumplirlas. Según la mamá: “es un mentiroso”

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Luis lo extraña. Llora angustiado manifestando el dolor que le causa la pérdidade esa figura idealizada que representó para él su p a d re. “ E ran muy pegados ycuando pasa mucho tiempo sin saber de él se pone agresivo, sus compañerosno quieren jugar con él... y lo dejan solo”. Ella teme por el destino de Luis: “L efalta relación con chicos de su misma edad y me da miedo que por la relaciónque tiene conmigo el día de mañana sea homosexual”.

Indago sobre las representaciones que fundan esta fantasía y dice: “me aca -ricia la panza y me dice qué linda pancita... me llama mi reina e intentadarme besos en la boca, yo no quiero que deje de vivir su vida por compla -cerme a mí”.

Ella afirma que el padre del niño nunca se dio cuenta que era padre, quenunca quiso ese rol y por eso nunca pudo asumirlo. Cree que su propia his -toria lo marcó al momento de ser padre y recuerda que una vez él le dijo:Sabes que feo es no conocer tu identidad...

Cuenta cómo lo conoció, fue un verano, ella bailaba en una comparsa quese presentaba en su ciudad y al mes de conocerlo queda embarazada. Alprincipio la apoyó en todo, estaba todo bien, pero al poco tiempo le dijoque no quería seguir y se borró.

Pasados algunos meses, lo llama para una ecografía, y aunque no creía queél viniera, aparece. Cuando nace Luis, la abuela materna presiona para quese casen ya que no soportaba que su hija sea madre soltera por segundavez.

Ella reconoce la presión que ejerció su madre y dice: “todavía me siento suhija... fue ella quien me hizo casar, como a los quince años me hizo hacerun aborto...”.

En otro momento del tratamiento de Luis, su mamá me pide una entrevista.Se presenta diciéndome que estuvo muy mal, tomó pastillas y tuvieron quehacerle un lavaje. Quería dormir y olvidarse por un momento de todo.

Su propio padre tiene una familia paralela, es bígamo, y hace poco tiempoella se enteró que tenía otro hermano por parte de él. “Mi mamá lo descu -brió, lo sabe y siguen juntos porque a ella siempre le importó el qué di -rán...”.

Insiste y se repite un modo particular y significativo de funcionamiento p a-

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terno: b o r ra r s e, f a l t a r. El padre falta al encuentro con su hijo. Falta a su palabra .No hay palabra, en tanto ésta, queda desmentida constantemente. Po d r í a m o spensar que si el papá cumple con su palabra ella no tendría nada que decir deél, quedando-se de este modo sin existencia para el otro. Ella reconoce que lecuesta mantener las decisiones que toma respecto al padre del niño.

Durante el receso escolar de invierno el padre busca a Luis, pero vuelve afaltar a su palabra, ya iniciadas las clases, no trae al niño en la fecha acor-dada. Por tal motivo ella deja constancia en la policía: “el padre no cum -plió con lo que dijo”. Y decide no dejarlo entrar más a la casa motivo porel cual, el padre vuelve a desaparecer... Al tiempo la mamá de Luis cambiade opinión permitiéndole incluso quedarse a dormir en la casa, con él, asícomparten más tiempo juntos.

Acuerdo que termina cayendo, cuando una vez dormido Luis, el papá pre-tende salir asegurando volver antes que el niño note su ausencia.

Mientras no tienen noticias del padre, Luis se escapa de la escuela y estaconducta alarma mucho a la maestra y directivos. Su mamá se angustia y sepregunta: “¿si ahora se escapa de la escuela qué va a hacer cuando sea masgrande...”. En la escuela no le pueden poner límites y frente a los diferentesepisodios, primero, la llaman a ella para que lo saque de atrás de un arma-rio, donde se ha escondido y se niega a salir o para decirle que Luis se es-capó y no saben dónde está. Y acto seguido, tratan de localizar al padre.

“Luis es rebelde por naturaleza”.

¿A qué naturaleza se refiere su madre?

Luis no reconoce la autoridad, en la escuela no puede acudir a la maestrapara resolver situaciones problemáticas y se defiende con “ataques”. Patea,arremete, se esconde o se escapa. La mamá interpreta que estas conductasson motivadas por la ausencia del padre “por el tiempo que hace que el pa -dre está borrado”.

Retomando algo que la mamá refiere en otra oportunidad acerca de ciertatranquilidad que parecía sostenerse, intervengo diciéndole que cuando elpadre permanece mucho tiempo borrado y las cosas parecen estar más tran-quilas Luis llama la atención: se esconde y no quiere salir teniendo ella quevenir a sacarlo... o se escapa y entonces localizan al padre, porque ya nosaben qué hacer con él.

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Estos modos de actuar, podrían leerse como formas de calar un lugar en elotro. Funcionamiento tomado del modelo paterno que borrándose, esca-pándose, saliéndose de la escena cobra existencia para el otro. Existe.

Por otro lado, en la casa, la actitud de Luis parece ser diferente a la que ob-servan en la escuela. “Conmigo es obediente (dirá su madre), me hace ca -so, es muy dependiente... muy “sí mamá”, es como si no quisiera que yome enoje con él... a veces cuando le pongo alguna pena por algo que hizoen la escuela, me da lástima... lo hemos privado de tantas cosas, que se latermino levantando”.

Si la mamá de Luis tampoco sostiene sus decisiones, si ella tampoco cum-ple con su palabra, los invita a hacer macanas, a actuar. Tanto al padre co-mo al hijo que se identifica “naturalmente”a la rebeldía de él.

Entrevistas con el papá

El padre lo ve bien, en la primera entrevista dice: “no creo que Luis tengaalgún problema, conmigo se adapta, me respeta, no me molesta... lo queLuis no puede superar es la separación y todo es por lo mismo. Antes vivía -mos juntos, íbamos a los jueguitos, comíamos siempre juntos, yo lo retira -ba de la escuela... y ahora no puedo venir a verlo”.

“Yo lo amo a Luis”, dice intentando mantener la rudeza que refleja su ima-gen.

Cuando le pregunto si no cree necesario este espacio, responde que él nole gusta verlo gordo y que la mamá no lo cuida con las comidas. Ensegui-da continúa hablando de él: “Yo tengo una confusión, soy ciclotímico pri -mero estoy bien y después me borro... yo sé que no puedo ser un buen pa -dre para él porque no le puedo dar todo... y cuando no vengo porque pre -ferí salir de noche después me arrepiento”.

Me cuenta que cuando la mamá de Luis queda embarazada él estaba de no-vio con otra mujer y que los primeros seis meses de embarazo se borró yapareció para la ecografía. “Hoy le agradezco a Dios que me iluminó, nome arrepiento”.

Reconoce que su vida antes de casarse era una joda, frecuentaba la noche,salía con minas, tomaba. “Cuando me casé al principio todo bien, pero des -pués empecé a engañarla”.

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Después de relatar estas cuestiones dice que él no cree en los psicólogos,pero quiere que su hijo esté bien... que no sufra”. Cuando expresa esto seangustia y se disculpa tratando de reponerse. Enseguida me dice: “yo notengo a nadie para hablar sobre estas cosas, tal vez me haga bien, porquecon mis amigos no puedo hablar de ésto ellos me ven distinto, para ellossoy todo joda, piensan en mí y se imaginan la joda, aunque yo esté hechomierda por dentro”.

Antes de irse, llegando a la puerta, se frena y me dice: “yo era igual de te -rrible que Luis en la conducta”.

Le digo que tal vez él no sabe por qué era tan terrible pero que quizá po-damos saber qué le está pasando a su hijo.

Ante esta intervención, levanta la vista y dice: “Creo que sé... yo nunca tu -ve un padre”.

Lo vuelvo a citar.

Cuando llega a la segunda entrevista dice: “viste cumplí, vine, no me podésdecir nada”.

En esta oportunidad empieza hablando de su padre cuenta que él nunca loconoció y que nunca le preguntó a su mamá por él. Sabe que cuando él na-ce, al poco tiempo su mamá conoce a un hombre y se va, dejándolo al cui-dado de su abuela, para volver cuando él tiene trece años (“sin pareja y conun hermanastro”).

Recuerda que mentía un montón para lograr lo que quería. Un día llegó ainventar que su mamá había tenido un infarto para que lo dejaran salir delservicio militar. “Mentía, me daban franco el fin de semana y salía... de chi -co empecé”.

Le pregunto: ¿empezaste a mentir?

“Siempre me gustó la joda, las mujeres, empecé a estudiar derecho y dejépor boludo, muchas minas y nunca entraba a cursar... me encanta esa vida,salir, estar con minas, andar en la noche. Pero me equivoqué de rumbo, em -pecé a ganar mucha plata en un negocio... invertí mal, andaba en una nu -be y me perdí. Entré en el negocio del contrabando, entraba mucho dinero,plata fácil y descuidé el puesto que tenía en el banco”. Cree que cuando

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conoce a la mamá de Luis era su peor momento y no estaba preparado pa-ra ser padre. Entonces, siguió en lo suyo hasta el día que viajó al bautismoy lo apretaron para que se casara.

“Como yo estaba en cualquiera le dije a ella que haga lo que quiera, le de -jé $ 4.000 y me fui; organizaron todo y yo horas antes del casamiento nome había ni siquiera comprado el traje... En ese momento me investigaba lapolicía me quitaron toda la mercadería y me quedé sin trabajo. Me case yme fui a vivir con ellos”. “Siempre es así yo nunca tomo ninguna decisión”.

Recuerda que al principio estuvo sin salir, deprimido por todo lo que habíaperdido. “Al poco tiempo le empecé a ser infiel, incluso llevaba minas a lacasa cuando ella estaba de viaje, una vez Luis me vio en la cama con otramujer...”.

Luego de las entrevistas y de la última vez que trajo a Luis al consultorio,estuvo borrado, y antes del día del padre, recibo un llamado telefónico. Sedecidió a llamarme porque estaba muy angustiado a causa de la situaciónparticular que se encontraba viviendo. Estaba internado en el hospital Fer-nández, porque recibió un tiro en la pierna, a la salida de un boliche... Loangustia mucho la posibilidad de no poder volver a caminar y me dice queha estado pensando mucho en Luis y en todo.

“Yo le había prometido a mi hijo que íbamos a pasar juntos el día del pa -dre y ahora no voy a poder estar con él... lo voy a llamar pero no sé qué de -cirle, no quiero contarle la verdad porque se va a asustar mucho...”.

La clínica con Luis

Cuando invito a Luis a pasar solo al consultorio, acepta sin problemas. Sepresenta entonces decidido y dispuesto a quedarse. Se sienta frente a mí yme sonríe. Volvemos a recordar por qué viene, citando el motivo manifies-to por la mamá y abriendo además la posibilidad que él mismo pueda des-plegar un motivo propio. Le cuento lo que podemos hacer en el consulto-rio: hablar, jugar, dibujar y le digo que haciendo esto tal vez pueda ayudar-lo y que juntos vamos a tratar de pensar las cosas que a él le pasan...

En esta primera entrevista como en varias otras el niño elige armar una se-rie de rompecabezas, cada uno de los cuales posee de ambos lados un po-kemon diferente. Este armado es algo que repite tanto al inicio como al fi-nal de cada sesión. Dicha insistencia podría estar simbolizando algo del or-

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den de la angustia de castración, que se resignifica ante la falta, frente a ca-da pérdida, vivenciadas por el niño. Luis trata de unir las partes separadasde lo que se supone un todo unificado y para esto me convoca: “dale vostambién armá, ayudame...”.

Si bien la separación de los padres no es un hecho para el cual un niño pue-da estar preparado, en este caso, es la ausencia del padre, el borramientodel padre justo ahí donde debería hacerse presente, lo que se constituye co-mo una situación insoportable. El papá le promete venir a buscarlo, élapronta su bolso y el padre falta al encuentro con su hijo. Lo terrible es laintensidad misma del impacto de la ausencia, junto a la caída del pacto,que dejan al niño sin palabra e inmerso en la angustia.

Podríamos pensar que es la presencia del padre lo que el niño intenta rea-lizar con su acto (comer desaforadamente, atacarse, esconderse...) revirtien-do así la situación de pasividad vivenciada en cada espera interminableque se prolonga en el tiempo con la ausencia del padre, con la falta del pa-dre al lugar que el niño lo convoca.

Luis juega a “las luchas” entre animales. Para esto elige un dinosaurio, unbúfalo y un tigre. Cada uno de los animales es “todo poderoso” y siempre,indefectiblemente ganan, matando al rival. Frente a éste resultado irreversi-ble me aclara “los tuyos no lo pueden vencer porque tienen sólo un ataquey el dinosaurio, tiene muchos por eso triunfa, es invencible”.

Antes de irse me dice que va a dejar los animales “comiendo para revivir -los” así la próxima vez vuelven a atacar.

La misma escena de las luchas es armada en cada nueva sesión; los anima-les luchan con un rival, de a uno por vez y el resultado siempre es el mis-mo, los otros son derrotados. De forma un tanto arbitraria es él quien dicecómo tienen que luchar los míos, qué ataques tienen y de esta manera do-mina la situación. “Triunfa”.

Le pregunto por qué sus animales tienen los mejores ataques y me respon-de: “porque se entrenan”. En otro momento de la escena lúdica cuando Luisinsiste con el entrenamiento de sus animales, le pregunto de qué se trata eseentrenamiento y entonces me responde: “tienen que comer mucho así tie -nen mas fuerza”.

Cuando el niño me responde no interpreto, pero empiezo a pensar la posi-

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bilidad que el síntoma de comer, además de poner en juego una zona eró-gena privilegiada junto a la tensión constante de la pulsión oral, respondea un sentido inconciente. Algo se enquista en ese síntoma: entrenar equiva-le a comer para recuperar fuerzas y hacerse fuerte, hacerse grande abre laposibilidad de hacerse ver, de hacerse escuchar.

“Hay que comer mucho para tener mas fuerzas, yo por eso como muchosplatos...”, dice el niño en otra oportunidad, mientras “entrena” sus anima-les.

Le digo que parece que hay que comer mucho para ser fuerte y no perder.

La sesión siguiente llega y me dice que se le salió un diente y se lo tragó.Paralelamente en una entrevista con la mamá ella me cuenta que habló conel padre de Luis: “le dije que se estaba perdiendo muchas cosas importan -tes que le pasan a su hijo, por ejemplo la caída de su primer diente... quehaga algo para que no se corte la relación...”.

En otra sesión Luis llega y me dice que quiere hacer un dibujo “lo dibujoprimero a mi papá porque es más grande (enseguida que termina de dibu-jar al padre hace el sol y flores) a mi mamá no la puedo dibujar porque nome queda más espacio”.

A través del dibujo Luis hace presente al padre, rellena la ausencia y ocu-pando todo el espacio con su representación intenta sostener al padre dan-do cuenta de su idealización.

Cuando veo a al niño luego del llamado telefónico del padre, lo primeroque me dice es: “sabés que cuando a mí me dicen muchas veces gordo yoles pego... me siento mal y parezco un oso peleando... yo ahora como mu -cho porque estoy triste por mi papá, por mi abuela y por mi tío... los extra -ño (familia paterna) y además mi papá está enfermo, hablé con él por telé -fono y me dio tristeza porque hace mucho que yo no lo veo y tengo mie -do que le pase algo...”.

Le pregunto que le puede pasar a su papá y me dice: “encima todos vamosa morir, mi abuela tenía unas gatitas, le pusieron una inyección y se murie -ron y a la perrita Rita la tuvieron que enterrar porque se enfermó”. Se detie-ne me mira y me pregunta “¿Si sos un ángel podés bajar a la tierra... a míme parece que yo nunca vi un ángel, si yo viera uno le pediría un deseo:nadar en billetes de dólares para tener mucha plata y que mi mamá pueda

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comprarme comida y alimento, mi mamá me dijo que ella plata para com -prar hamburguesas y pizzas no tenía, algunas veces nos da comida sana,antes cuando estaba mi papá íbamos a comes pizza juntos y después a losvideojuegos...”.

A modo de cierre...

Resumiré una sesión de la clínica con Pablo en la que estuvo presente el papá.

Llegan juntos, el papá me dice que vino a acompañar a Luis porque él se lopidió. Los invito a pasar y le pregunto al niño si tiene ganas que papá paseal consultorio (agradeciendo al destino la posibilidad de indagar el vínculopadre-hijo).

El papá permanece parado sin saber qué hacer hasta que el niño lo invita asentarse al lado de él y le propone jugar con nosotros a modelar unos ani-males con plastilina. Armamos una tortuga, un conejo y un elefante. Cuan-do terminamos Luis dispone “vos sos la tortuga, (le dice al papá) y vos el co -nejo (a mí). Yo soy el elefante”.

Enseguida propone luchar, armando una vez mas la escena de luchas y ata-ques. Primero todos pelean contra todos, perdiendo las diferentes partes delcuerpo y quedando finalmente destruidos. Luis se ríe a carcajadas y hastael momento parece disfrutarlo.

Cuando los animales están completamente despedazados, decide armar,con el resto del elefante, una tortuga y dice “es el papá de la otra, porquees más grande”.

Ahora las dos tortugas hacen alianza y luchan contra el conejo, el tercero(que lo represento yo) En un momento el papá del niño apoya la tortuga so-bre la de Luis y le dice “te meo para darte fuerzas”, y repitiendo la escena,para darle fuerzas, también lo caga “te cago para darte fuerzas”.

Luis explota en carcajadas, intervengo, utilizando el conejo como terceri-dad, decido introducir un corte, un dique que sirva como barrera al desbor-de pulsional en juego. Las tortugas se separan y se dirigen al conejo. Gananla lucha. Cuando el niño vuelve a insistir con la escena le digo que ya fuesuficiente, que no vamos a repetir otra vez lo mismo. Dichas intervencionesintentan abrir la posibilidad de algo diferente, de un despliegue lúdico no-vedoso. Si el papá deja de hacer cagadas, deja de cagarlo para darle fuer -

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zas, tal vez el niño pueda encontrar un modo distinto de relación con elotro, posibilitándole un modo de existencia diferente.

Primera versión: 9/10/03Aprobado: 10/12/03

Resumen

Luis es traído a consulta porque come sin parar. Cuando le dicen gordo seataca y reacciona de manera violenta. En situaciones particulares, en la es-cuela, se escapa o se esconde negándose a salir.

Según la mamá sus reacciones son motivadas por el cambio de actitud delpadre, quien luego de la separación, le hace promesas al niño y no cumplecon su palabra.

El padre se ve a sí mismo cuando era chico, reflejado en la conducta terri-ble de su hijo, reconociendo su propia causa en la falta de un padre.

Cobra particular relevancia, en el caso, el discurso de los padres como re-presentante de la estructura familiar y del lugar que ocupa el niño en estacompleja trama vincular.

Palabras claves: caso clínico; discurso parental; estructura familiar; tramavincular.

Summary

Luis cames to consultation because he eats contantely, when they tell himcat he gets really ungry and reacts in a violen way.

In particular situations, in the school, he escapes or hides refusing to leave.Acording to the mother, his reactions are due to the change of acttitude hisfather after the sepatation.

His father sees his self reflected in his sons terrible behavior, recognizing hisawn cause to the lack of father.

It takes particular relevance, in this case, the spech of the parents like a re-presentante of the family structure and the place the boy occupies in thiscomplex vincular net.

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Key words: clinical case; spech of the parents; family structure; vincular net.

Résumé

Louis est venu en consultation car il mangeait sans arrêt, lorsque quelqu’unlui dit gros il réagit violemment. En certains cas il s´échappe et se cache re-fusant de sortir.

Selon sa mère, ses réactions se doivent au changement d´attitude du père,lors de son divorce, il fait des promesses à l´enfant et puis il ne tient pas saparole.

Le père se voit lui même lorsque enfant reflété à la conduite de son fils, re-connaissant comme cause l´absence d´un père.

Il est remarquable, dans ce cas clinique, le discours des parents donnée parla valeur représentative que lui même a de la situation familiale et de la pla-ce occupée par l´enfant dans cette complexe trame relationnelle.

Mots clés: cas clinique; discours parental; structure familiale; trame rela-tionnelle.

María Eugenia SchierlohAguirre 50, 11° “B”(1414) Ciudad de Buenos AiresTel.: [email protected]

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LA TRANSMISIÓN GENERACIONAL EN LACONSULTA POR UN NIÑO

Mabel Maffezzoli*

nte la consulta por un niño, se abre un abanico de posibilidadesrespecto de: ¿Cómo pensarla? ¿Con quiénes comenzar? ¿Ver al niño?¿Cuándo?

En este punto, sigue vigente esa alusión de Freud (1933) en las “Nueva sConferencias”, texto en el que reconoce que el niño es un objeto muy favo ra b l ep a ra la terapia analítica, pero además nos dice: “suele ser necesario aunar alanálisis del niño algún influjo analítico sobre sus progenitores” ( p á g . 1 3 7 ) .

Pensar estas cuestiones cercanas a la técnica nos remite a la especificidaddel Psicoanálisis con niños.

Coincido con la colega que presenta el material clínico, quien alude a losconceptos de traumas y duelos al escuchar las historias que rodean a Luis.

Parafraseando el título de esta Jornada1, la creatividad estaría del lado delanalista y del paciente y de ese espacio tan singular que entre ambospuedan construir, ya que la cita de Freud tiene la virtud de dejar caminosabiertos que de algún modo estamos tratando de recorrer.

Vayamos a Luis. ¿Qué es lo que preocupa de él?. “Come sin parar”; en laescuela, si la maestra no hace lo que él dice: “pega, “ataca”, “se esconde ycrea situaciones de riesgo”, es decir que en la escuela, no es él quien debeatender, quien debe adecuarse al ámbito escolar, escuchar a la maestra sinoque es a la inversa, la maestra -¡y ya!-, es quien debe obedecerlo a él.Aparece una clara imposibilidad de sujetarse a normas culturales y ciertopredominio de desmentida frente a situaciones que le resultan problemáti-

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* Profesora de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en conveniocon APBA). Docente en la Cátedra Psicología Evolutiva Niñez, UBA. Supervisora externa de laAsociación de Psicólogos de Buenos Aires.1 VIII Jornada “La crisis y los niños. Duelos, Traumas y Creatividad”, organizada por la Carrerade Especialización en Psicoanálisis con Niños, Buenos Aires, 22 y 23 de noviembre de 2002.

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cas; Luis intenta resolverlas a través de la acción y a veces violentamente yaque patea, ataca, se escapa, se esconde. Parece que la acción a través de sucuerpo, la investidura de la pulsión de dominio es su modo de comuni-carse. Se da en su cuerpo la transformación de pasivo a activo como descar-ga pulsional directa, sin mediatización a palabras. En Luis son muchos losmomentos en que la motricidad domina la acción como descarga motrizinmediata. En todos los años de la infancia, es a través de los juegos en quese pone en evidencia esta fuerte significación erótica del movimiento.

Al decir de Gutton (1973): “el juego se transforma en el proceso de defen -sa privilegiada contra la acción inmediata: el niño que juega, puedeempezar a integrar sus exigencias pulsionales más arcaicas. Para un niñoque juega, todo es posible. La estructura del juego sustituye a la acción conuna especie de pacto” .

¿Qué sucede con esta motricidad desordenada? ¿Erotizada?

Beatriz Janin (2000) escribe: “El dominio de la motricidad, el manejo delpropio cuerpo se constituye en una historia [...].

Podemos pensar en la constitución de la pulsión de dominio (dominar losobjetos, dominar al propio cuerpo, dominar al otro). Si la pulsión dedominio se constituye en un recorrido que va de dominar-dominarse-serdominado y el órgano por excelencia es la mano, podemos pensar en losavatares del dominio de sí en relación a la construcción de la pulsiónmisma, en el interjuego activo - pasivo. Caminar, hablar, manipular objetosmuestran los efectos de la separación y a la vez el deseo de anularla.Evidencian la constitución de la representación de sí y del otro, esbozos derepresentaciones preconcientes, un cierto grado de escisión ello - yo y defractura narcisista.

Pero si el narcisismo materno borra diferencias, [...] el niño puede intentarser, demostrar que está vivo a través del despliegue motor” (pág.83/84).

Leemos en el material acerca de este vínculo incestuoso-fusional de lamadre con Luis. Dice la madre: “me acaricia la panza y me dice qué lindapancita... ; me llama mi reina, intenta darme besos en la boca... yo noquiero que él deje de vivir su vida por complacerme a mí”.

Al escuchar este relato pensamos en el devenir edípico de Luis y cómo esteniño es aún un juguete en manos de su madre. Esta relación dual madre-

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hijo nos lleva a la cuestión de la prohibición del incesto y qué lugar tieneel padre para Luis y para su madre.

Considero muy valiosas las entrevistas vinculares de Luis y su papá, por laposibilidad de dar un espacio en el que pudo hacerse presente un padre tan“escurridizo”.

El despliegue transferencial que se logra en las sesiones nos permiteinternarnos en la fantasmática que se juega dentro del ámbito lúdico.

Luego de las luchas entre las tortugas, surge en Luis un cierto deseo de fil-iación, de ordenar o de entender esa relación entre ambos: “es el papá [...]porque es más grande”.

Es interesante observar cómo en el medio de la lucha, la terceridad puedeser instalada por la analista, y con relación al padre, aparece su conflictivapersonal. Se recrea lúdicamente la búsqueda de la satisfacción de las pul-siones parciales anales y uretrales.

Un interrogante es pensar cómo se dará este intento de transmisión delmandato paterno, no a través de palabras, sino de sustancias que emanandel cuerpo. Se puede inferir cómo usa el cuerpo de su hijo-tortuga al servi-cio de su propio placer: desde sus constantes transgresiones, desde sus“cagadas”, caga al hijo.

Cuando Beatriz Janin (1998; 2000) escribe sobre los trastornos tempranos enla estructuración psíquica nos habla de fallas en la constitución del apara t opsíquico y que derivan de conflictos, que si bien se expresan a través dem ovimientos intrapsíquicos, incluyen en su producción a los otros.

En Luis se dan efectos de identificaciones masivas al estilo “yo soy el otro”.Cuando el padre dice: “yo era igual de terrible que Luis en la conducta”, loubica en una serie representacional en que ambos son equivalentes, algo delo siniestro se presentifica, el niño sólo puede ser una reedición.

“Todo niño implica una puesta en juego de proyectos, pero es muy difer -ente cuando los ideales que se ponen en juego, son los ideales del yo ideal,los ideales de, de perfección, omnipotencia, grandeza, en un ahora “ya”,que marca la insistencia de la muerte, del no-tiempo, de que no hay futuro.Por el contrario, los ideales del ideal del yo [...] motorizan hacia un futuro”(Janin, 1998; pág.13).

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Considerando el material, ambos padres están en crisis. El niño queda libra-do a sí mismo. Tampoco pueden poner límites a Luis: “lo hemos privado detanto que yo no puedo hacerle cumplirle las penitencias”, dice la madre,quien recientemente intentó suicidarse.

Por su parte, el padre se define: “soy todo joda. Salgo todas, las noches,estuve con miles mujeres”. Padre que hace poco fue herido de bala.

Dice la madre en referencia a su propia madre: “ella me hizo casar. Ella mehizo abortar a los quince años”. El padre acota: “me presionaron paracasarme y dar el apellido a la primera hija”. En tanto la certeza esté del ladode la abuela ellos no van a tomar decisiones por sí mismos, ni van a actu-ar de acuerdo a deseos.

En ambos padres las historias vivenciales nos remiten a violencias, trans-gresiones, infidelidades, abandonos.

Tisseron, se refiere a traumatismos no superados. Nos dice: “Cuando en unageneración después de un traumatismo, que puede ser un duelo, pero tam -bién cualquier tipo de experiencia traumatizante, no se hace el trabajo deelaboración psíquica, [...] el acontecimiento puede denominarse indecible”(Tisseron, 1995, pág.18).

En la abuela materna está presente psíquicamente la historia de la bigamia.Su marido tuvo, tiene, otra familia paralela. La abuela lo sabe, pero no lopuede decir, se avergüenza y lo calla.

Con respecto al padre, al nacer él, su madre lo dejó al cuidado de los abue-los paternos hasta los trece años momento en que la madre regresa sola ycon un hermanastro. Nunca conoció al padre y con la madre no se habla,no mantiene trato.

En la generación siguiente, que sería la generación de los padres de Luis,estos acontecimientos ya no son indecibles, sino que se han convertido eninnombrables porque ya no pueden ser objeto de ninguna representaciónverbal, ya que sus contenidos son ignorados y su existencia es sólo presen-tida e interrogada y en la generación siguiente, (ya sería la generación deLuis) los acontecimientos de que se trata que corresponden a las historiasvivenciales de los abuelos se han vuelto no sólo innombrables sino impens -ables se ignora la existencia misma de un secreto que pesa sobre un trau-matismo no superado.

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En estos niños la búsqueda del pasado puede darse a través del Psicoanálisisque Tisseron llama “arqueología del psiquismo”.

Veamos qué se recrea en cada sesión.

Es interesante tener presente la repetición de un juego: Luis arma una serie derompecabezas cada uno de los cuales posee de cada lado una imagen difer-ente de Pokemon. Este juego se repite al inicio o al final de las sesiones. Estocoincide con los momentos de encuentro y separación de paciente y analista.

Cuando Luis dice: “dale vos también armá, ayúdame”, es un niño que nobusca jugar en presencia de otros, sino que busca jugar con otros, con suanalista.

Estos conceptos, los podemos asociar con lo que dice Winnicott (1960):Como resultado del éxito del cuidado materno, en el infante se estableceuna CONTINUIDAD DE SER que constituye la base de la fuerza del yo,mientras que el resultado de cada fracaso del CUIDADO MATERNO, con -siste en que la continuidad del ser, se ve interrumpida por reacciones a lasconsecuencias de este fracaso” (pág.67).

Parece que Luis quiere asegurarse que en cada sesión se dé esa continuidadque no tiene en su ámbito familiar, busca un sostén para poder jugar, parapoder pensar, para poder crear.

Primera versión: 10/10/03Aprobado: 10/12/03

Bibliografía

Freud, Sigmund: (1933) N u e vas conferencias. Conferencia 34. T. X X ,Amorrortu.

Gutton, Philippe: (1973) El juego de los niños, Nova Terra, Barcelona, 1976.

Janin, Beatriz: (1998) “Los trastornos tempranos en la estructuración delpsiquismo: la historia vivencial”, en Cuestiones de Infancia V. 3, “Patologíastempranas”, APBA, Buenos Aires.

(2000) “¿Síndrome de ADD?”, en Cuestiones de Infancia V. 5, “¿Niños o sín -dromes?”, APBA, Buenos Aires.

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Tisseron, Serge: (1995) “Introducción. El Psicoanálisis ante la prueba de lasgeneraciones”, en Tisseron, S. [et al.], El Psiquismo ante las pruebas de lasgeneraciones, Amorrortu, Buenos Aires, 1997.

Winnicott, Donald: (1960) “La teoría de la relación entre progenitores-infante” en Los procesos de maduración y el ambiente facilitador (1965),Paidós, Buenos Aires, 1993.

Resumen

Se comenta el material clínico de la consulta por Luis, un niño de cincoaños de edad.

Se infiere la complejidad que encierra toda consulta por un niño, que nosólo remite a cuestiones técnicas (a quienes citar, cuándo), sino también aconceptos teóricos (traumas, duelos, crisis de la sociedad parental).

Se destacan los aportes de las entrevistas vinculares con cada uno de lospadres, ya que permiten realizar hipótesis teóricas acerca de los fun-cionamientos parentales y en consecuencia del psiquismo en constitucióndel niño.

El análisis de la transcripción parcial del discurso parental, permite un acer-camiento a las historias familiares que anteceden a Luis.

Se observa cómo se fue dando la transmisión generacional, a través de laaparición en el niño, de situaciones no metabolizadas, no elaboradas porsus respectivos padres.

Palabras claves: comentario de caso clínico; transmisión generacional; cri-sis parentales.

Summary

The clinical material on the five-year-old boy, Luis, is discussed. It is inferredthe complexity involved in all children’s consultation, not only leading totechnical issues (who/when to interview), but also to theoretical concepts(traumas, mournings, parental society crisis.)

The interviews the child attends together with each of his parents is high-lighted, since it makes it possible to put forward theoretical hypotheses

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related to the parental behaviour, and thus, to the child’s developing psyche.

An analysis on the partial transcription of the parental speech, provides acloser approach to Luis’s family antecedents.

It is studied how the generational transmission evolved, through the arisingmanifestations in the child of non-metabolized situations or non-elaboratedcircumstances by his parents.

Key words: discussion of a clinical case; generational transmission; parentalcrisis.

Résumé

On comment le matériel clinique de la consultation concernant un enfantde cinq ans: Luis.

Dans ce cas nous pouvons trouver la complexité que toute consultationconcernant à l´enfant: elle se reporte non seulement à las questions tec-niques (à celui qui se cite, à quel moment), mais a conceptes teoriques(traumatismes, deuiles, crises de la société parentele).

L´auteur souligne l´apport d´avoir entrevues avec tous les deux parentspuisqu´elles permettent reáliser hypothèses teoriques sur les fonctionnementsparenteles et sur le psychisme en procès de constitution de l´enfant.

L´analyse de la transcription partielle du discours parentel, fait possible unrepprochement aux histoires familiales que précedent à Luis.

On y observe comment se produit la transmission d´une generation à l´autre àt ravers l´apparition dans l´enfant de situations ni processés ni elaborés par sesp a r e n t s .

Mots clés: commentaire d´un cas clinique, transmission generational; crisesparenteles.

Mabel MaffezzoliRodríguez Peña 565, 10° “D” (1020) Ciudad de Buenos AiresTel.: [email protected]

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El CASO LUIS. ENTRE EL SÍNTOMA YLOS FANTASMAS PARENTALES

Gabriel Donzino*

a reflexión sobre este material clínico requiere dos observa c i o n e sprevias, válida para éste como para cualquier otro caso:

1) la selección de datos y discursos se nos impone como un hecho inevita-ble y necesario en tanto es el/la analista quien privilegia, para una acotadaexposición, uno de los múltiples hilos lógicos que a lo largo de una cura seentrecruzan y emergen en cada sesión. Aquél da cuenta de una de sus hi-pótesis de trabajo que no agota -ni da cuenta- del resto del trabajo realiza-do. Ese recorte es el texto a trabajar.

Quizás la riqueza de exponer un material clínico a consideración de la es-cucha y opiniones de otros colegas, sea la de aportar otros elementos y deeste modo no realizar una repetición de lo ya escrito.

2) La otra observación es que cada material clínico posee alguna particula-ridad que lo hace especialmente apto como paradigma de complejas situa-ciones clínicas.

Teniendo en cuenta estas dos observaciones, me ceñiré al texto lo más fiel-mente posible para mostrar lo que, ejemplarmente, este caso permite estu-diar y analizar. A mi juicio: la interrelación de la fantasmática parental, conel sintomático del hijo según la particular estructuración de su psiquismo.Dicho de otro modo: las crisis de la pareja parental, la de cada uno de esospadres, con las crisis subjetivas por las que el niño ha debido atravesar.

Al inicio del texto leemos la siguiente consideración: [...] “En este caso, elniño, como efecto de la estructura simbólica donde se halla inmerso, estáatravesado por duelos y traumas consecuentes con la crisis de la sociedad...crisis de la sociedad parental, de los vínculos entre ellos y con él. Esta cri -sis se refleja en la caída de la palabra y en la declinación de las funciones,

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* Profesor de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en conveniocon APBA).

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haciendo síntoma en el niño”. Reflexión, indudablemente cierta, pero queno nos muestra aún su eficacia sobre el síntoma del niño: comer sin parar,desaforadamente.

Fue Maud Mannoni (1964; 1967; 1980) quien recapacitó sobre los variosfactores que participan en la enfermedad psíquica de un niño: los fantasmasparentales, fundamentalmente los de la madre, el contexto social y culturalasí como el campo del discurso donde estos campos se entrecruzan.

[...] “El niño que nos traen -escribe Mannoni- no está solo, sino que ocupaun sitio determinado en el fantasma de cada uno de los padres. En cuantosujeto, él mismo se encuentra a menudo alienado en el deseo del Otro. Elniño no puede ser aislado artificialmente de cierto contexto familiar; desdeel comienzo tenemos que contar con los padres, con su resistencia y con lanuestra. Por el hecho de que estamos implicados en la situación -nosotrosy nuestra historia personal- podemos encontrar un sentido al mensaje delniño, pero por eso mismo nos vemos llevados a resistirnos a él. El discursodel niño (sobre todo el del psicótico y el del débil mental) nos revela siem -pre un tipo particular de relación con la madre. La enfermedad del niñoconstituye el lugar mismo de la angustia materna, una angustia privilegiadaque generalmente interfiere la evolución edípica normal. El valor otorgadopor la madre a determinada forma de enfermedad transforma a esta últimaen objeto de intercambio, creando una situación particular en la que el ni -ño tratará de escapar al dominio paterno.”1

Silvia Bleichmar (1986), si bien valoriza el aporte mannoniano, cuestionaalgunas de sus premisas en tanto no dan cuenta de la especificidad sinto-mática. Según su perspectiva, la ubicación del niño en relación con el de-seo materno fue deslumbrante en cuanto a “poner en correlación el deseomaterno con la patología infantil” abriendo de esta manera “nuevas posibi-lidades de comprensión para esta misma patología”. “Sin embargo -escribe-[...] ¿no se anula el concepto de inconciente como sistema intrapsíquico?¿No se termina remitiendo el conflicto a una tópica intersubjetiva que, sipuede ser generadora de patología, no alcanza para explicar las peculiari -dades del conflicto psíquico?”.2

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1 Mannoni, Maud: (1967) El niño su “enfermedad” y los otros, pág. 65, Nueva Visión, Bue-nos Aires, 1982.2 B l e i ch m a r, Silvia: (1986) En los orígenes del sujeto psíquico; del mito a la historia, pág.24-26. Amorrortu editores, Buenos A i r e s .

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Con el afán de no aplanar ninguna de estas dos direcciones de investiga-ción, puntualizaré desde el material clínico, el universo fantasmático paren-tal a la par de algunas hipótesis respecto del nivel sintomático de Luis y desu patología.

Ya desde la “Presentación”, el material nos remite a “separaciones”: la de lapareja conyugal (acontecida cuando Luis tenía tres años de edad), y a otrasactuales y cotidianas (de su padre -quien vive en otra ciudad- y también desu madre quien “es profesora en un gimnasio propio y esta actividad le de -manda demasiado tiempo, por lo cual el niño pasa gran parte del día consu niñera o en casa de sus abuelos maternos”).

El compromiso sintomático de Luis, angustia a su madre quien consulta porrecomendación del pediatra ante la ansiedad manifestada al comer sin pa-rar: “Luis se trepa a la alacena y agarra lo que encuentra, el otro día le dijeque no comiera pan que ya iba a estar la comida y de repente lo vi senta -do comiendo pan desaforadamente, lo reté y se hizo pis encima, me preo -cupé mucho y me di cuenta que esa no era la forma de tratarlo... A mí mepreocupa que la gordura le cause limitaciones”.

Esta conducta ya es observada por la madre, aproximadamente, desde loscuatro años del niño, pero le “preocupa ahora porque los compañeritos locargan, le dicen gordo chancho y él llora, se enoja y les pega”.

Ciertos datos hacen suponer fallas en la simbolización de la ausencia, antepérdidas tempranas y fallas en la continuidad del vínculo temprano con lamadre, sostenidas cotidianamente por la ausencia materna debidas a su tra-bajo y por la pérdida de la relación con su padre: “Antes de la separaciónel niño pasaba mucho tiempo con el papá, la mamá trabajaba todo el día ycomo el papá estaba desocupado era él quien lo retiraba del jardín, le da -ba de comer y se ocupaba del niño”.

La aparición de estados de agitación y nerviosismo en los niños, a vecesasociados con ingesta compulsiva, suele ser una manifestación ante pérdi-das y duelos. Luis come de un modo que angustia a su madre: d e s a f o ra d a-mente. Esta vo racidad podría mostrar una necesidad de incorporación delobjeto desde fantasías orales ante temores de pérdida del objeto (“ yo aho -ra como mucho porque estoy triste por mi papá, por mi abuela y por mitío... los extra ñ o ”). Pero el fragmento de material que me parece más in-teresante es la reacción de Luis ante el reto de su madre: se orina. Esta re-gresión transitoria denota nuevamente la necesariedad de que algo (en e s-

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te caso, la incorporación compulsiva) no se interrumpa bruscamente.

La analista, al indagar respecto del factor desencadenante de los síntomasrelatados por la madre, detecta que éste es ubicado alrededor de “la sepa-ración”. ¿Cuál? ¿De quién?... Luis dice extrañar a su papá y ponerse triste.“Pasan meses sin que venga a verlo... Luis llora antes de acostarse, pide porsu papá diciendo que lo extraña...”. Separación sin reencuentro, distanciaque remite tal vez a la pregunta ¿qué soy para el otro...?, trabajo que -si-guiendo a Piera Aulagnier (1982)- debe realizar el yo intentando inteligiruna explicación causal ante una fuente de sufrimiento y displacer3. Enigmaque tal vez remita a Luis a responder con un fantasma de desaparición porno ser querible, ser malo.

Transcribo el párrafo que me parece refleja lo escrito arriba: “Luis se enojacon la señorita cuando ella no hace inmediatamente algo que él le pide, seesconde detrás o debajo de un mueble negándose a salir...”. “En la escue -la no le pueden poner límites y frente a los diferentes episodios, primero, lallaman a ella para que lo saque de atrás de un armario, donde se ha escon -dido y se niega a salir o para decirle que Luis se escapó y no saben dóndeestá”. “Mientras no tienen noticias del padre, Luis se escapa de la escuela”.“Patea, arremete, se esconde o se escapa. La mamá interpreta que estas con -ductas son motivadas por la ausencia del padre, ‘por el tiempo que haceque el padre está borrado’ ”.

“Retomando algo que la mamá refiere en otra oportunidad acerca de ciertatranquilidad que parecía sostenerse, intervengo diciéndole que cuando elpadre permanece mucho tiempo borrado y las cosas parecen estar más tran -quilas, Luis llama la atención: se esconde y no quiere salir teniendo ella quevenir a sacarlo... o se escapa y entonces localizan al padre, porque ya nosaben qué hacer con él”.

100 CUESTIONES DE INFANCIA

3 Según esta autora, el equilibrio entre la pulsión de vida y la de muerte se debe, en parte, aléxito de este trabajo del Yo; trabajo paradojal ya que debe investir una fuente de displacer sien-do su principio regulador la evitación del displacer y el mantenimiento de las ligaduras conlos objetos fuente de placer. Ante una frustración o sufrimiento, el Yo tiende a apartarse del ob-jeto, momento de desinvestidura ante el cual las fuerzas tanáticas (tendientes a la disgregacióny desinvestidura), se activan y acoplan, en forma transitoria, a este movimiento. El predominiodel caudal erótico del sujeto impide que la tendencia a la desinvestidura de Tánatos se impon-ga, evitando de este modo degradaciones somáticas, depresiones y desmantelamientos psicó-ticos. Ese caudal es heredero de la capacidad materna para neutralizar los estímulos displa-cientes, ayudar a metabolizarlos y hacerlos pensables (lo que Bion conceptualiza como “rêve-rie materna” y “función alfa”).

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Ante la ausencia de significación por la ausencia del otro, Luis desaparecey se hace (lo hace) buscar.

Considero que estos momentos de caída narcisista:

a) lo deprimen (“el niño se queda esperándolo con el bolso listo para irsecon él, hasta que al final del día lo vence el cansancio y se queda dor -mido”) y

b ) lo llevarían a reaccionar con violencia ante las cargadas de los compañe-ritos de escuela (“le dicen gordo ch a n cho y él llora, se enoja y les pega”).

Ambas hipótesis toman relieve en el fragmento siguiente, elocuentementedescripto por la madre: “Eran muy pegados y cuando pasa mucho tiemposin saber de él, se pone agresivo, sus compañeros no quieren jugar con él...y lo dejan solo”. “Con sus compañeros se ha puesto muy agresivo, es vio -lento y cuando le dicen gordo, se ataca”.

Lo intersubjetivo: del lado de la madre

El relato inicial de la madre gira, con insistencia, en torno al “padre”(¿Cuál?). A su ausencia y a la violencia entre ellos. Hace hincapié en el efec-to que sobre Luis tuvo la falta de compromiso con las visitas y su palabra“mentirosa”.

El destino de Luis es lo temido por la madre: “Le falta relación con chicosde su misma edad y me da miedo que por la relación que tiene conmigo eldía de mañana sea homosexual”.

Es interesante observar aquí la secuencia en este tramo del discurso mater-no, donde produce un desplazamiento desde las quejas sobre al ausenciapaterna hacia la falta de relación con pares y su fantasma de homosexuali-dad sobre el hijo. Estimo que denota con claridad una interpretación fantas-mática materna de las conductas del niño: la ausencia del padre lo exponea una relación exclusiva con ella. Ello lo pasiviza y desviriliza “Conmigo esobediente -dirá su madre-, me hace caso, es muy dependiente... muy “símamá”, es como si no quisiera que yo me enoje con él... a veces cuando lepongo alguna pena por algo que hizo en la escuela, me da lástima... lo he -mos privado de tantas cosas, que se la termino levantando”.

Las fantasías maternas respecto de la homosexualidad temida, se enlazan auna lectura distorsionada de las manifestaciones edípicas del niño (“me

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acaricia la panza y me dice qué linda pancita... me llama mi reina e inten -ta darme besos en la boca, yo no quiero que deje de vivir su vida por com -placerme a mí”). Qué secuencia discursiva tan sugestiva... ¿Los besos en laboca son para complacerla a ella?...

Los párrafos siguientes del relato, anudan este fantasma de dependencia desu hijo para con ella, con lo que estimo es central en lo que del lado ma-terno se aporta a la relación con el hijo: su propia dependencia y subordi-nación subjetiva a los dictámenes de su propia madre (“Cuando nace Luis,la abuela materna presiona para que se casen ya que no soportaba que suhija sea madre soltera por segunda vez.

Ella reconoce la presión que ejerció su madre y dice: “todavía me siento suhija... fue ella quien me hizo casar, como a los 15 años me hizo hacer unaborto...”).

Seguidamente, la analista describe una entrevista donde aparece en escena,otra vez, “el padre”. En esta oportunidad el materno.

(“En otro momento del tratamiento de Luis, su mamá me pide una entrevis -ta. Se presenta diciéndome que estuvo muy mal, tomó pastillas y tuvieronque hacerle un lavaje. Quería dormir y olvidarse por un momento de todo. Su propio padre tiene una familia paralela, es bígamo, y hace poco tiempoella se enteró que tenía otro hermano por parte de él. “Mi mamá lo descu -brió, lo sabe y siguen juntos porque a ella siempre le importó el qué di -rán...”).

La constelación edípica materna está planteada completa: madre a la queno se puede eludir; padre cuyo deseo se lee referido a la otra “familia para-lela”; palabras mentirosas, esta vez las de su propia madre que sabe y ocul-ta por “el que dirán”.

Lo intersubjetivo: del lado del padre

Las entrevistas con el padre ponen su historia en el centro de la escena deun modo más directo. Su teoría sobre los problemas de Luis se centran enla separación con él (“No creo que Luis tenga algún problema, conmigo seadapta, me respeta, no me molesta... lo que Luis no puede superar es la se -paración y todo es por lo mismo. Antes vivíamos juntos, íbamos a los jue -guitos, comíamos siempre juntos, yo lo retiraba de la escuela... y ahora nopuedo venir a verlo”).

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Sus “faltas” como padre, fomentan un sentimiento de culpa que le hace re-prochar no ser un buen padre para Luis (“Yo tengo una confusión, soy ci -clotímico primero estoy bien y después me borro... yo sé que no puedo serun buen padre para él porque no le puedo dar todo... y cuando no vengoporque preferí salir de noche después me arrepiento”).

A diferencia de las entrevistas con la madre, en el material del padre emer-ge la angustia. La falta de su propio padre y lo igual de terrible de su con-ducta con la de su hijo los alinea bajo un mismo rasgo. Luego de desmen-tir lo que sucede en transferencia con la analista de su hijo (“no cree en lospsicólogos”), dice que “quiere que su hijo esté bien... que no sufra”.

Y lo que emerge es su propio sufrimiento: “Yo no tengo a nadie para hablarsobre estas cosas, tal vez me haga bien, porque con mis amigos no puedohablar de esto; ellos me ven distinto, para ellos soy todo joda, piensan enmí y se imaginan la joda, aunque yo esté hecho mierda por dentro”.

Empieza a desplegar su historia: un padre desconocido del que nunca pre-guntó nada; una madre que lo abandona yéndose con un hombre dejándo-lo al cuidado de su abuela; un reencuentro con su madre a los trece años“sin pareja y con un hermanastro”. Las mentiras, la joda, las mujeres y suencuentro con la paternidad de Luis. Sus angustias ante sus inconsistenciascomo padre; un tiro en la pierna y el desencuentro para el “día del padre”(“Yo le había prometido a mi hijo que íbamos a pasar juntos el día del pa -dre y ahora no voy a poder estar con él... lo voy a llamar pero no sé qué de -cirle, no quiero contarle la verdad porque se va a asustar mucho...”).

El lugar del padre es significativo en la historia de los padres de Luis. Por di-ferentes razones, ambos quedan expuestos al designio caprichoso de susmadres. Ausencias y abandonos, ocultamientos y mentiras se hacen oír enambos linajes.

El relato paterno impresiona con más posibilidad de desplegar lo que Ma-rie Cécile y Edmond Ortigues (1987) denominaron “el registro polifónico deuna entrevista”, índice de mejor pronóstico desde los primeros encuentros,para iniciar una cura. Estos autores consideran que: “Podemos pensar quelas entrevistas preliminares permitirán una decisión de cura analítica viablecuando tienen un carácter polifónico, cuando utilizan varios registros entrelos cuales se presienten, esbozan o anudan determinados nexos: registrosdel presente, del pasado, descripción de acontecimientos, de emociones,vivencia personal, vivencia y palabra relativa al entorno, eventualmente

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evocación de un sueño o de una asociación espontánea [...] La polifonía, lared de relaciones que ella anuncia, indica que unos y otros pueden, quie -ren movilizar sus posiciones, y por lo tanto que está abierto el campo parauna psicoterapia donde otras movilizaciones y nuevas luces podrán tomarlugar sin dejar maltrecho a uno o a otro”.4

Creo que así lo interpretó la analista de Luis ya que consigna parte del tra-bajo vincular realizado con Luis y su padre.

Luis, su juego y sus síntomas

El primer juego con el que Luis responde a la invitación de su analista a ha-blar de su padecer, es el “rompecabezas”.

Coincido con su terapeuta en la afirmación de que Luis “t rata de unir las par -tes separadas de lo que se supone un todo unificado”, -temática asociada a laangustia de castra c i ó n - . c o nvocando para ello a su analista (“dale vos tambiénarmá, ay u d a m e . . .”). Aunque agregaría a su consideración de que lo que resul-ta insoportable para Luis es el “ b o r ramiento del padre, justo ahí donde debe -ría hacerse presente”, que esta ausencia lo deja solo ante la madre. Estimoque esto es lo insoportable: una madre que ocupe todo el espacio.

Sus siguientes juegos consistentes en desplegar la fuerza y el poder para pe-lear y combatir al rival creo que sostienen mi digresión anterior. Luis nece-sita “entrenar” para recuperar su padre y junto a él, su potencia fálica. Lohace a través de fantasmas orales de incorporación y anales de transmisiónde poder (“Tienen que comer mucho así tienen más fuerza”; “Hay que co -mer mucho para tener más fuerzas, yo por eso como muchos platos...”; “Temeo para darte fuerzas”; “Te cago para darte fuerzas” ).

Hay un pasaje en el material que querría resaltar ya que permite articular loque considero serían dos momentos de estructuración subjetiva en Luis sibien con un mismo emergente “sintomático”, con sentidos bien diferencia-bles.

Dice Luis en una sesión: “Si sos un ángel podés bajar a la tierra?... A mí meparece que yo nunca vi un ángel, si yo viera uno le pediría un deseo: nadar en

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4 Ortigues, Marie Cécile y Edmond: (1987) Cómo se decide una psicoterapia de niños. Gedi-sa, Buenos Aires, pág. 38).

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billetes de dólares para tener mucha plata y que mi mamá pueda compra r m ecomida y alimento, mi mamá me dijo que ella plata para comprar hamburgue -sas y pizzas no tenía, algunas veces nos da comida sana, antes cuando estabami papá íbamos a comer pizza juntos y después a los videojuegos...”.

En este fragmento observo la aparición de una fantasía edípica típicamentemasculina:

• dar a la madre aquello que reconoce que ella no tiene (billetes de dó -lares para tener mucha plata y que mi mamá pueda comprarme comi -da y alimento), a la vez que la restaura como dadora y nutricia.

• Temor por la muerte del padre.

• Además, se enlaza una privación materna (“mi mamá me dijo que ellaplata para comprar hamburguesas y pizzas no tenía”), con el recuerdoy la añoranza de los encuentros con el padre con el que sí podía comer“comida no sana”.

Los vínculos orales y la comida nuevamente en escena. Aunque creo quesu aparición en distintos momentos de la estructuración subjetiva respon-den a causas metapsicológicas bien diferenciables. La aparición del comerdesaforado la madre lo ubica, aproximadamente, hacia los cuatro años deLuis. En aquél momento, las ausencias y mentiras paternas serían un agra-vio narcisístico para el niño, al romperse rutinas, ritmos de reenlace objetaly referentes identificatorios. Las manifestaciones observadas serían sínto-mas reactivos a la situación familiar imperante, planteando un conflicto anivel del sostén del narcisismo.

En cambio, lo que observamos en el juego de Luis ya supone otra reorgani-zación psíquica donde “el comer” se despliega con un valor significante.Remite a diferentes formas simbólicas de representar su conflictiva edípicatanto positiva como negativa.

En transferencia el triángulo se reinstaura, gracias al juego simbólico: tortu-ga, conejo y elefante se enlazan en una “lucha” que los destroza y que ha-ce reir a Luis a carcajadas y disfrutarlo. Excitación ante las fantasías de es-cena primaria y de alianza y lucha (desde el Complejo de Edipo) contra eltercero, tanto materno como paterno. Excelentes manifestaciones en análi-sis para ser “castradas” (Dolto, 1984), es decir, metabolizadas, simbolizadasy sublimadas.

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Mientras su madre insiste en la ausencia del padre (esta vez ante la caídadel primer diente de leche), el hijo pide hacer un dibujo: “Lo dibujo prime -ro a mi papá porque es más grande (enseguida que termina de dibujar al pa -dre hace el sol y flores) a mi mamá no la puedo dibujar porque no me que -da más espacio”.

Toda una frase... Tal vez empiece a llenar su espacio psíquico interior deotros modos y con un costo menor...

Primera versión: 10/10/03Aprobado: 10/12/03

Bibliografía

Aulagnier, Piera: (1982) “Condenado a investir”, en (1986) Un intérprete enbusca de sentido , Siglo XXI, México, 1994.

Bleichmar, Silvia: (1986) En los orígenes del sujeto psíquico; del mito a lahistoria, Amorrortu, Buenos Aires, 1986.

Dolto, Françoise: (1984) La imagen inconciente del cuerpo, Paidós, BuenosAires, 1986.

Mannoni, Maud: (1964) El niño retardado y su madre, Paidós, Buenos Aires,1984.

(1967) El niño su “enfermedad” y los otros, Nueva Visión, Buenos Aires,1982.

(1980) “Prefacio a la edición argentina”, en M. Mannoni; D. Wi n n i-cott, J. Lacan y otros: Psicosis infantil, Nueva Visión, Buenos A i r e s ,1 9 8 0 .

Ortigues, Marie Cécile y Edmond: (1987) Cómo se decide una psicoterapiade niños. Gedisa, Buenos Aires, 1987.

Resumen

Se plantean algunas reflexiones y comentarios sobre el caso de Luis, un ni-ño de seis años de edad.

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Se puntualizan desde el material clínico, el universo fantasmático parentala la par de algunas hipótesis respecto de las características de las expresio-nes sintomáticas del niño y el tipo de conflicto presentado en diferentes mo-mentos de su estructuración subjetiva.

Palabras claves: comentario de material clínico; fantasmas parentales; sín-tomas reactivos; síntomas depresivos infantiles; juego simbólico.

Summary

Some comments and reflexions on the six-year old boy Luis are stated.

Parting from the clinical material it is pointed out the universe of the paren-tal phantasies, together with a number of hypotheses regarding the featuresof the child’s symptomatic expressions, and the kind of conflict showed inthe different stages of his subjective structuration.

Key words: comment on a clinical material; parental phantasies; reactivesymptoms; symbolic game; children’s depressive symptoms.

Résumé

On fait quelques réflexions et commentaires sur le cas Luis, un enfant de sixans.

On soulignes depuis le matériel clinique, l’univers fantasmátique parental àl’égal de certaines hypothèses en ce qui concerne les caractéristiques desexpressions symptomatiques de l’enfant et le type de conflit présenté à dif-férents moments de sa structuration subjective.

Mots clés: commentaire de matériel clinique; fantasmes parentaux; symptô-mes réactifs; symptômes dépressifs enfantins; jeu symbolique.

Gabriel DonzinoSánchez de Bustamante 2010, 1° “C”(1425) Ciudad de Buenos AiresTel.: [email protected]

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EXORCIZAR AL DESTINO. REFLEXIONES ENTORNO AL CONCEPTO DE RESILIENCIA.

Alicia Gamondi*

Introducción

a clínica con sujetos que han atravesado situaciones de alto impacto oque viven en contextos donde parece sobreabundar el dolor y escasearel placer, nos estimulan a una búsqueda que -parafraseando a Mal-

raux- definiría como: “Busco la región crucial del alma donde la fraternidadresiste al mal radical.”1

Me interesará, entonces, en estas páginas, no tanto ahondar en la proble-mática de la experiencia extrema (y su efecto posible, el trauma) como enel abordaje de los recursos, las potencialidades, con las que alguien, puederesistirla y superarla.

Tomaré para ello, el concepto de RESILIENCIA como un “concepto venta-na” para asomarme a cuestiones que han venido tratándose desde tiemposantiquísimos, mucho antes incluso de que existiera este vocablo.“Resilio” proviene del latín y significa “volver atrás, volver de un salto, re-botar”. En Física el concepto se utiliza para dar cuenta de “la capacidad deun material para recobrar su forma original después de ser sometido a unapresión deformadora”.

En Medicina, fundamentalmente en Epidemiología, se lo relaciona con lacapacidad de “inmunidad”.

El concepto como tal, ingresó al circuito de las Ciencias Sociales hace yatreinta años y ha venido siendo trabajado de manera dispar en las distintasépocas y según distintos contextos ideológicos y epistemológicos. Respec-to de muchos de estos enfoques guardo una postura crítica.2

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* Profesora de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en conveniocon APBA).1 M a l raux decía: “Busco la región crucial del alma donde el mal radical se opone a la fra t e r n i d a d ” .2 Un comentario crítico a este concepto ha sido desarrollado por la Lic. Alicia Torres en

“Desde la Psicología de Frontera, cuestionamientos al concepto de Resiliencia”, PremioBeatriz Perossio del X Congreso Argentino de Psicología. Rosario, 2001.

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En esta exposición tomaré aquellas cuestiones que, entiendo, pueden enri-quecer nuestra producción teórico-clínica.

Más allá del Trauma

“Habilidad para surgir de la adversidad, adaptarse, recuperarse y acceder auna vida significativa y productiva” (ICCB, 1994).

“Enfrentamiento efectivo ante eventos severamente estresantes y acumulati -vo” (Lösel, Blieneser y Köfler en Brambing et al. , 1989).

“Resistencia a la destrucción y capacidad de construcción” (Vanistendael,1994).

Del desglose de estas definiciones, se sigue que la otra cara de la Resilien-cia es el trauma definido como el arrasamiento del Yo consecuente al im-pacto de un estímulo improcesable.

Ahora bien, sabemos que tal característica letal del estímulo, deviene, enúltima instancia, de la autoevaluación que el Yo hace de sus recursos conrelación a dicho estímulo, en el contexto de una realidad conjetural que semide por su eficacia.

Importa tener en cuenta, que si el Yo es una entre varias instancias psíqui-cas, y el individuo es tal con relación a un cuerpo social, la evaluación delefecto desbastador va a estar condicionada en un antes-durante y despuésdel impacto, por la determinación que estos conjuntos (el intrapsíquico y elinterpersonal) hagan, según un sistema representacional valorativo, de lo to-lerable o intolerable en cada situación.

En este punto, me parece interesante la vinculación que Rutter hace entreResiliencia y Negociación, cuando define a la Resiliencia como “Negocia -ción que las personas hacen frente a situaciones de riesgo” (Rutter, 1992).

Por mi parte agrego: negociación no coloquial; por el contrario, negocia-ción radical, en extrema tensión. Negociación que convoca la Causa, Aitía,esa instancia que se interroga sobre la diferencia de fuerzas entre los diosesy los hombres. La pregunta que crece en el seno de la Tragedia.

Si, como decía Cesar Vallejos, “No poseo para expresar mi vida sino mimuerte”, el modo en que una persona o grupo defina su posición ante cir-

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cunstancias extremas, ha de decir mucho respecto de su reconocimientoidentitario y su capacidad para construir y sostener su subjetividad.

Sobre la Experiencia Extrema

Lo propio de la Experiencia Extrema es que “da vuelta la realidad como unguante”, en el sentido en que deja expuesto todo aquello que, habitualmen-te, acordamos poner entre paréntesis para seguir viviendo con relativa tran-quilidad. Lo más temido, lo más rechazado, lo “improbable” que elegimoscreer “imposible”.

Altera el sentido común entendido como el conjunto de recursos en los quehabitualmente nos sostenemos para llevar adelante nuestra vida y que no essino una de las complejizaciones de la confianza básica que sustenta nues-tro Yo.3

El impacto de este fenómeno, amenazará directamente al Yo en su funciónmás esencial, la de “dar sentido”. En otras palabras, si la capacidad inter -pretante del Yo se ve afectada, resultarán condicionadas también sus funcio-nes de autoevaluación y reconocimiento de los recursos disponibles paraenfrentar con éxito la exigencia.

Así, la identidad, entendida aquí como la vivencia de unicidad resultantedel trabajo de percepción del Yo sobre la continuidad del Yo, dejará de serun refugio para constituirse en un terreno dramáticamente conflictivo.

La identidad, se sustenta en un ecosistema social (individual, colectivo, ins-titucional) atravesado por un ethos epocal y que incluye las alternativas pro-pias de los distintos momentos del desarrollo evolutivo, así como el sesgode género.

Esta referencia constante del Yo a los otros, también resultará afectada en es-tas experiencias.

En el plano afectivo, amenazando la capacidad de empatía y la expectativade vínculos tiernos. En el plano lógico, dificultando los vínculos consensua-les entendidos como la capacidad de adherir, acordar y discrepar.

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3 Pienso el concepto de Confianza Básica en acuerdo con las teorizaciones de Goffman, Guid-dens y Laing.

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De este somero paneo sobre algunas de las problemáticas implicadas en es-te tipo de situaciones, se sigue la conclusión de que la RESILIENCIA (y enesto hay total coincidencia entre todos los autores que tratan el tema desdediversas vertientes) es la capacidad de llevar a cabo dos operaciones psíqui-cas de igual importancia y que deben co-implicarse: “resistir” y “construir”.

De contextos

Es sabido que el análisis de la capacidad resiliente en un individuo o gru-po, implica tener en cuenta la interacción de factores de riesgo (que poten -cian los aspectos de fragilidad yoica), factores protectores (que fortalecen lacoraza antiestímulo) y mecanismos de respuesta (recursos disponibles) conrelación al suceso amenazante.

La ponderación de cada uno de estos ítems pondrá en juego la postura ideo-lógica del investigador y la complejidad de su aparato teórico. No es lo mis-mo afirmar que “la pobreza”(definida como carencia de recursos materia-les) constituye un factor de riesgo predisponente, que pensarlo como factorprecipitante o directamente no incluirlo como elemento significativo en la“columna riesgos” o, incluso pensar que algunos recursos simbólicos de losgrupos con carencia de recursos materiales pueden generar dispositivos deprotección.

No es lo mismo pensar al individuo o grupo con capacidades resilientes co-mo un sujeto definido a priori como inmune, que pensar la consecución ysostenimiento de la salud como la resultante de un interjuego constante en-tre los individuos y los contextos no sólo micro sino macro social.

En la misma línea de reflexión, podemos decir que, si el horizonte contra elque se recorta el concepto de Resiliencia es el de la respuesta saludable4

importará sobremanera que definamos con la mayor precisión qué entende-mos por tal.

Por mi parte, considero que, tanto los factores de riesgo y de protección, co-mo los mecanismos de respuesta, deben interpretarse como contextuales y,por lo tanto imposibles de codificar “a priori”. Por otra parte, esta misma ca-racterística, determinará la variabilidad de la efectividad de respuesta en las

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4 “Conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que posibilitan una vida sana en un medioinsano”. Rutter, M. ; 1997.

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distintas circunstancias de los distintos momentos de la vida del sujeto, conlo que no deberemos considerarlos como una característica continua y mu-cho menos adscribirla como rasgo, de algún modo, “estructural”.

Respuesta saludable

La evaluación de una conducta como “saludable” o “patológica” no puede,a mi entender, cifrarse en el ámbito de lo meramente observable, sino querequiere que se reconozcan, en el Sujeto o grupo, la eficacia o el fracaso,de ciertas funciones que abonan la riqueza y complejidad del sistema másallá de las apariencias.

Como guía para ahondar en este desglose, propongo algunos “indicado-res de salud psíquica” que decantan tanto de la teorización metapsico-lógica, como de las apreciaciones de distintos autores interesados en laproblemática de la salud psicosocial (Mitszerlich, Pichón Rivière, Kaës,etc.) y que encontramos confirmados en la clínica y en las interve n c i o-nes sociales.

• Confianza básica.• Capacidad para dominar pulsiones y mantenerlas integradas.• Control de la realidad. (Capacidad de reconocimiento y adaptación

creativa).• Autodistanciamiento crítico.• Autonomía. (Capacidad de tolerar situaciones de dependencia e inde-

pendencia)• Sentido de intimidad. (Capacidad de reconocer los límites yo, no-yo y to-

lerarlos)• Sentido de generatividad.• Sabiduría. (Capacidad de historizar las experiencias vividas y compartir-

las)

Por supuesto, este punteo no pretende ser acabado, no excluye otros indi-cadores que puedan puntualizarse, pero da una idea base para pesquisar lacomplejidad de entramados implícitos en cada observable.

Esta observación cualificada, resulta de especial importancia a la ho-ra de discriminar si una conducta da cuenta de “la capacidad paraconstruir en adversidad y ser transformado por ella” ( Va n i s t e n d a e l ,1994), o si remite a una pseudoadaptación o al armado de un falsos e l f .

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Pensar, sentir y actuar

Decíamos en un apartado anterior, que la capacidad de respuesta a expe-riencias extremas comprometerá episteme, sensibilidad y operacionalidaden una trama donde siempre interjuega lo intra, lo inter y lo transubjetivo.

Anteriormente nos referimos a la función interpretante del Yo. Los teóricosde la Resiliencia relacionan la capacidad de superación de las situacionesextremas con la cualidad de la interpretación subjetiva que cada sujeto déa los acontecimientos de su vida (Kobasa, 1989).

La eficacia de tal interpretación dependerá de que guarde pertinencia éticacon el Yo.

En su sentido más existencial, la ética remite, como lo plantea Alicia Bru-nero a ese momento en que “toda persona percibe que dentro de sí mismatiene la posibilidad de hacer elecciones que alteren los resultados previsi -bles” a partir de la percepción de que a los seres humanos “no todo nos daigual” (Brunero, 2003).

Desde otro contexto, Steiner afirma que “toda civilización o individuo tie -ne en su interior una respuesta a las insinuaciones de la sensación de inmi -nente catástrofe” (Steiner, 1992).

Podemos inferir entonces que, en gran medida, la capacidad de resistenciay superación de una experiencia extrema dependerá de que pueda ser pen-sada adjudicándosele un sentido que ubique al Yo en una posición diferen-te al estupor propio del sinsentido.

En esta dirección, planteamos que el mito (como producción del pensa-miento que da cuenta de un sentido cifrado en los orígenes y que contienecódigos preestablecidos que ordenan la supervivencia del cuerpo y del es-píritu) y la utopía (como ese modo del pensar que organiza la tensión desi-derativa como sostén de subjetividad) han de constituirse en verdaderos an-clajes de racionalidad que organizan la relación del Yo consigo mismo ycon el mundo.

Ricoeur teoriza que la identidad se sostiene en un relato autobiográfico. Eserelato, organizará tanto la imprescindible continuidad del Yo (mismidad),como la posibilidad de futuras variaciones tolerables (ipseidad) en aras deuna promesa de desarrollo futuro (Ricoeur, 1974).

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Aún los niños más pequeños tienen la potencialidad de construir, a su ma-nera, un relato autobiográfico que (al referirlos a un mito de origen y pro-yectarlos a un futuro utópico) les permita sostenerse ante las amenazas dela vida.

Ahora bien, de lo que venimos planteando, se sigue que el pensar no pue-de sino estar profundamente entramado con el sentir.

La noción misma de relato autobiográfico lleva implícita la referencia a unparadigma estético en el que el Yo reconocerá la exclusividad de sus trazosy lo que éstos le sugieren como placentero o displacentero, oscuro o lumi-noso, encierro o libertad.

Por otra parte, la transmisión de la experiencia, exigirá también respetarpautas estéticas que la vuelvan tolerable para los receptores. En buena me-dida, la eficacia de la comunicación requerirá de cierto distanciamiento(más o menos conciente) del Yo de la vivencia.

Como muy bien lo explica Cyrulnik, en tanto la transmisión de la experien-cia implica la necesidad de “metamorfosear el horror”, se acerca a la pro-ducción artística y deberá pagar un cierto costo. “Se puede hablar de unomismo con la condición de no decir nunca Yo” (Cyrulnik, 2001).

Según sean las condiciones de este interjuego entre el Yo y los Otros, se se-guirá la mayor o menor necesidad de distanciamiento entre la vivencia pro-funda y su traducción, con relación a un abanico de posibilidades que pre-sentan, en un extremo el riesgo de enquistamiento y en otro la plasticidadsuperadora.

No se tratará, meramente, de que se trace la línea que une pasado y futuro.

Si el pasado resulta hipertrofiado (Cyrulnik hablará de “memoria abusiva”)o el futuro unidireccional (“porvenir petrificado”) el Yo no podrá efectivizarsu liberación.

La capacidad de resistir y construir será directamente proporcional a la po-sibilidad del Yo de preservar la plasticidad del sentimiento por sobre la fije-za del “resentimiento”.

Por último, podemos agregar que una de las funciones de este relato ha deser la de orientar al Yo en su actuar.

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La movilidad yoica remite al sostenimiento de una praxis (definida como un“ hacer con sentido”) que, no sólo de cuenta de sus potencialidades sinoque las realimente.

El triunfo ético del construir yoico, se evidenciará en que “pueda hacerseresponsable de sus objetos” aún de aquellos, que tras la experiencia, re-quieran un esforzado trabajo de “restauración” durante el cual, el Yo, debe-rá aprender a tolerar nostalgias e incertidumbres.5

Entramados

Para ir concluyendo estas acotadas reflexiones sobre tan compleja temática,quiero detenerme en una definición de Cyrulnik que, considero, alude auna cuestión medular: “La Resiliencia no es una substancia, es una obra depunto” (Cyrulnik, 2001).

Aunque no lo tengamos presente al momento de valorar y disfrutar un teji-do, esa obra que tenemos en un momento en nuestras manos, condensa lavitalidad de muchos. Naturalezas diversas, en tiempos y espacios diversos,han aportado lo suyo para hacerlo posible. Incluso, el devenir de la obra es-tará signado por sucesivas multiplicidades de hacedores y beneficiarios, in-fluencias de todo tipo que ratificarán o no su utilidad, o factores que pue-dan alterarlo. Del mismo modo, la posibilidad de un sujeto de sostenerse ydesarrollarse vitalmente, dependerá de la cualidad del entramado que pue-da tejer en el encuentro con otros (reales o imaginarios, presentes o ausen-tes) en, por lo menos, dos sentidos fundamentales.

Por una parte, de lo que éstos le aporten como materiales y saberes, impres-cindibles para llevar adelante la tarea. Por otra, y no menos importante, dela valoración que hagan del resultado.

Tener siempre presente la naturaleza de esta dinámica, resultará de funda-mental importancia en la ponderación de situaciones y en la estructuraciónde las intervenciones que pudieran resultar necesarias.

Anteriormente, nos referimos al hecho de que la resistencia y superación de

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5 El autor, elige el concepto de “restauración” como más rico que “reparación” en tanto per-mite notar que “cuando un cuadro ha sido restaurado, asistimos a un embellecimiento, a ve-ces una metamorfosis”, (op. cit. pág. 91).

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situaciones extremas implica, para los afectados, una inevitable modificaciónidentitaria. Habremos de recordar, también, que para nosotros, como pro-fesionales de la Salud (o como meros integrantes del Género Humano)acompañar estos procesos exigirá que estemos dispuestos a aventurarnoshacia zonas desconocidas de nosotros mismos, incluso, hasta resultar trans-formados.

Así como Azar y Destino, nombran por igual la impotencia del Yo, su en -mudecimiento. (ya sea que resulte abrumado por lo disruptivo, o que nopueda vencer la inercia de un recorrido preanunciado), lo que llamamosResiliencia da cuenta de los esfuerzos del Yo por rescatar sus voces, aunque,para ello, deba exorcizar fantasmas propios y ajenos.

Primera versión: 1/9/03Aprobado: 3/1/04

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Resumen

El artículo plantea la problemática de la experiencia extrema ahondando enel abordaje de los recursos y potencialidades con las que un individuo ogrupo social puede resistirla y superarla.

Plantea distintas cuestiones ligadas al concepto de Resiliencia al que tomacomo “concepto ventana” para acceder a operadores conceptuales que per-miten analizar la problemática del Yo en su encuentro con estímulos poten-cialmente traumatizantes.

Resalta el hecho de que el análisis y ponderación de los indicadores de re-siliencia pone en juego la postura ideológica del investigador y la comple-jidad de su aparato teórico.

Desarrolla el concepto de identidad narrativa como construcción del Yo quele permite articular pensamiento, sentimiento y acción en una interpreta-ción del sentido de la situación y de su implicación en la misma de modotal de rescatarse del potencial arrasamiento.

Palabras claves: trauma; resiliencia; relato autobiográfico.

Summary

This paper examines the problem of extreme experiences, the resources andpotentialities with which individuals or social groups resist and overcome,the above mentioned experiences.

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It raises questions related to the concept of Resilience, a “frame concept”which is introductory to the researching of the problem of Ego when mee-ting potentially traumatic stimulus. It is remarkable, that the analysis andpondering of resilience rates, reveals the researcher’s ideology and the com-plexity of his theoretical device.

The work also considers the concept of “narrative identity” as an Ego cons-truction that allows it articulating, thought, feeling and action when inter-preting the meaning of a situation, as well as the ego involvement, so savingitself from being overwhelmed.

Key words: trauma; resilience; autobiographical story.

Résumé.

Cet article pose la problématique de l´expérience extrême approfondissantdans l´abordage del ressources et des potentialités avec lesquelles l´indivi-du ou le groupe social peut la résister et la supérer.

Il pose de différentes questions liées au concept de Résilience auquel ilprend comme “concept fenêtre” afin d´accéder aux opérateurs conceptuelsqui permettent d´analyser la problématique du moi lorsqu´il rencontre desstimuli potentiellement traumatisants.

Il attire l´attention sur le fait que l´analyse et la pondération des indicateursde résilience met en rapport la position idéologique de l´investigateur et lacomplexité de son appareil théorique.

Il développe le concept d identité narrative comme construction du moi quilui permet d´articuler la pensée, le sentiment et – l´action dans une interpre-tation du sens de la situation et – de son implication dans la même, de te-lle manière de se racheter du potentiel ravagement.

Mots clés: expérience extrême; trauma; résilience; récit autobiographique.

Alicia GamondiGascón 526, 6° “C”(1181) Ciudad de Buenos AiresTel.: [email protected]

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LA DEPRIVACIÓN SIMBÓLICA

Juan José Calzetta*

l trabajo cotidiano en análisis con niños obliga a confirmar que la edadde los pacientes no los hace inmunes a la crisis que forma parte de lavida cotidiana. No existen aún, probablemente, investigaciones que

registren el fenómeno en términos cuantitativos, pero no puede dejar de ad-vertirse, como cuestión general, la proliferación de nuevas formas del ma-lestar en la población infantil: trastornos atípicos del estado de ánimo, de laatención, de la alimentación, del control de los impulsos -en particular epi-sodios de agresividad extrema-, crisis de angustia incontrolable, etc. No es,por supuesto, que sean realmente nuevas en sí mismas; lo novedoso es, másbien, la frecuencia con que se presentan. Hace falta profundizar la miradapara discernir si se trata en verdad de una tendencia general, si tal efectoresponde a una mutación en las formas predominantes de organizaciónsubjetiva, si es propio sólo de nuestra escena o se asemeja a lo que ocurreen otros países o continentes, si es posible encontrar en la clínica los nexoscausales entre la situación de disgregación social y los padecimientos espe-cíficos, y varias otras cuestiones igualmente fundamentales.

Pero resulta también pertinente desplazar el acento a otro aspecto del pro-blema, tal vez menos ligado a la cotidianeidad de la práctica clínica –porlo menos a la del consultorio-, y que, sin embargo, hace en forma directa ala formación como psicoanalistas y como trabajadores de la salud. Se tratadel efecto más general de la crisis sobre quienes se encuentran en situaciónde riesgo psicológico y social. O sea, para expresarlo de manera directa ysimple, los niños pobres, que son, en realidad, la mayoría de los niños ar-gentinos. Tal vez, para muchos de los que habitan el país esta estadística esen sí misma un verdadero hecho traumático; tanto, que se corre el riesgoque la repetición de las imágenes y las palabras terminen tornando banal elhorror, como en una especie de desmentida colectiva.

La elección de este enfoque obliga a enfrentar cuestiones previas. En primerlugar, el tema de la crisis en sí, lo cual naturalmente excede el campo del

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* Profesor Titular de la Cátedra Psicología Evolutiva Niñez. Facultad de Psicología. UBA. Pro-fesor invitado de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES.

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psicoanálisis. A modo de referencia superficial, se impone la convicción deque, en su dimensión económica y en sus consecuencias sociales, dista deser de comienzo reciente. Los análisis de especialistas en el tema confirmanesta intuición y remiten sus inicios tal vez a varias décadas atrás, dicho seaesto tan sólo como para plantear una idea aproximada del contexto en elque se manifiestan los efectos a los que se refiere esta reflexión. Otro temarelacionado con el primero: ¿Cuál es la participación que nos compete co-mo psicoanalistas frente a esta realidad abrumadora? ¿Es compatible nues-tra formación con el abordaje de la dimensión social del problema, o biendeberíamos restringirnos prudentemente al caso aislado o, cuanto mucho,al pequeño grupo?

Pistas para la respuesta pueden encontrarse ya en los comienzos del psicoa-nálisis: en la obra de Freud es manifiesta la preocupación y el aporte sobretemas de la actualidad colectiva. Numerosos escritos señalan la posibilidady la necesidad de la injerencia del psicoanálisis en temas que abarcan a lasociedad en su conjunto, ya que esa manifestación de lo psíquico a nivel delo general constituye también, legítimamente, el campo de estudio especí-fico de esta disciplina (ver, entre otros ejemplos, Freud, 1908, 1915, 1921,1929, 1933). Los aportes de los últimos años confirman, por cierto, esa afir-mación (Ver, por ejemplo, Castoriadis, 1997).

La pregunta a formular sería entonces sobre la peculiaridad del actual fun-cionamiento social y la subjetividad que en su seno se produce; tal vez conla ambición de agregar algún aporte sobre las nuevas formas del malestaren la cultura. El tema es, por cierto, demasiado vasto; este artículo sólo tra-tará de mostrar lo que constituye, probablemente, uno de los aspectos másominosos pero menos evidentes de la crisis; a saber, un efecto subjetivo per-manente sobre buena parte de la población, generador en sí mismo de re-sistencia al cambio y productor de un movimiento de profundización de ladesintegración de los vínculos sociales y del malestar colectivo.

Es un lugar común repetir que en esta crisis la niñez está en situación deriesgo. Ahora bien: ¿no es acaso el riesgo inherente a la infancia misma?¿Para qué harían falta, si no, tanta protección, tanto sostén, tanto homenajea los padres abnegados? El problema debe precisarse: ¿Qué ocurre cuandoun cataclismo arrasa todo sostén y la potencialidad del riesgo se hace agre-sión desembozada?

Una agresión cuya manifestación primaria consiste en una sustracción depuntos de apoyo para la constitución subjetiva. A partir de la teoría psicoa-

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nalítica se sabe, por ejemplo, que el aporte amoroso materno no es tan só-lo un suministro conveniente; es más bien la sustancia básica desde la cualse construye la esencia del sujeto psíquico, es decir, su dimensión desean-te. La tarea constructora de la pulsión de vida se apoya en el cuidado ma-terno y se realiza, en primer lugar, en el armazón del sistema representacio-nal. La acción contraria, la de la pulsión de muerte, tiende a la desinvesti-dura. Ésta debe concebirse como una pérdida en el órgano de cualificaciónde las cantidades de excitación; tal es el efecto primigenio de la pulsión demuerte en su labor intrapsíquica (Green, 1972).

Esto equivale a afirmar que, cuando el sostén y la protección faltan –y setrata tanto del sostén materno como el de la familia que sostiene a la díada,el de la comunidad que sostiene a la familia, y así en círculos concéntricos,si se aborda el problema de la constitución subjetiva desde una perspectivaecológica- la armazón del aparato psíquico resultará perturbada. Ello se ob-serva en la clínica, por ejemplo, en un aumento notable en la frecuencia demecanismos de defensa primitivos, como la disociación o la desmentida, enlugar de la represión y el consiguiente retorno de lo reprimido, característi-cos de las neurosis de transferencia. Se ve allí un efecto de la pulsión demuerte que, desmezclada de Eros, ataca las condiciones mismas del funcio-namiento psíquico.

Creo que debe centrarse el foco en los efectos que la carencia de holdingadecuado produce en los distintos momentos del desarrollo. En cada fasede la estructuración psíquica se hace necesario un determinado suministroprovisto por el auxiliar –que no se trata tan sólo de un agente personal, si-no más bien de una función cuyos límites se confunden con la acción delentorno sociocultural-. Fue abordado por varios autores (Spitz, 1968; Win-nicott, 1980, entre otros) el efecto contrario a la organización psíquica dela falta de sostén materno en los momentos iniciales de la constitución psí-quica. Puede prolongarse el sentido de esos descubrimientos, y sostenerque cada uno de los períodos ulteriores exige aportes específicos en la mis-ma dirección. En otras palabras: durante todo el proceso de constitución delas estructuras psíquicas es necesario para el sujeto contar con un siste-ma de apuntalamiento en que el otro (o, mas bien, los otros) logre ejer-cer cada una de las posiciones posibles: auxiliar, modelo, objeto y aúnr ival. A partir de vivir esos modos de la experiencia podrá el sujeto enconstitución establecer y consolidar aspectos como el de la alteridad ra-dical del otro, un logro sin el cual la vida en comunidad se haría impro-bable. Es frecuente que ese camino, que apunta a la autonomía y tam-bién, al respeto, no logre transitarse en su totalidad. La falta de esos pun-

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tales, o su claudicación prematura, influirá en el alcance de tal limitación.

El conflicto inevitable entre Eros y pulsión de muerte (Freud, 1920), perma-nente a lo largo de la vida, admite dos direcciones posibles. O bien seorienta hacia la consolidación de un sistema capaz de lograr una mayorcomplejización, discriminación y organización psíquica (condiciones de lacreatividad, la posibilidad de demora, la aceptación de las diferencias), obien tiende a la simple eliminación de tensiones, a la búsqueda del cero, alnarcisismo de muerte (Green, 1972). En el primer caso, la tendencia disgre-gadora encuentra su lugar dentro del proyecto vital; es destructividad al ser-vicio de la vida. Son sus rendimientos, entre otros, el pensamiento basadoen el símbolo lógico de la negación y la posibilidad de tolerar, elaborar yaún aprovechar los desprendimientos que sobrevienen en el curso de la vi-da. Castoriadis enfatiza en este sentido el significado de la imaginación ra-dical como propiedad inherente a la especie humana (Castoriadis 1998) Enel segundo caso, los apremios vitales, exigencias de trabajo para el aparatopsíquico, llevan al fracaso de los mecanismos cualificadores de mayor com-plejidad. El psiquismo se verá obligado entonces a apelar a recursos elabo-rativos más primitivos, más ligados a la destructividad. Dos conclusiones seimponen de inmediato. La primera, que este último parece ser un caminodolorosamente frecuente en la violenta actualidad de nuestra sociedad. Lasegunda, que quedará ubicada en el centro del problema la calidad del sos-tén, condición de la complejización psíquica, en el caso de los niños ca-rentes de la presencia o la protección de adultos.

Es posible encontrar en la realidad mundial un contexto para lo antedicho,en la desaparición de las seguridades que sostenían hasta hace algunas dé-cadas la organización social. Se propone, para definir la característica de laépoca, una crisis que lleva al derrumbe de la auto representación de la so-ciedad, al punto de que ésta deja de representar algo para sí misma; es de-cir para el conjunto de individuos que la sostienen en su comunidad ima-ginaria (Castoriadis 1997). Nuestra realidad nacional, dramáticamente agra-vada en los últimos tiempos, agrega su parte a la sinergia destructiva con-traria a la contención y el sostén necesario para la organización psíquica.

Los así llamados “chicos de la calle” dan un testimonio extremo, compren-sible en relación con el mencionado déficit de sostén. Se trata de niñosabandonados o carentes de la presencia o la protección de adultos, o conpadres ausentes o violentos, a menudo en la medida en que ellos mismosfueron o son violentados. Son protagonistas de un movimiento adaptativoextremo: deben aprender a vivir en un medio no protector, generando ellos

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mismos, con sus propios recursos, las condiciones de la supervivencia. Elejemplo permite intentar una transposición, hacia un momento posterior dela constitución subjetiva, de la fértil contribución de Winnicott sobe “El pa-pel de espejo del rostro de la madre” (Winnicott, 1969) donde reflexiona so-bre las consecuencias que para el psiquismo del niño tiene el que su madreno funcione como espejo, devolviéndole su sentimiento de existencia, sinocomo una realidad externa que debe ser prematuramente tomada en consi-deración. Los chicos de la calle logran sobrevivir en sus propias circunstan-cias porque organizan, también prematuramente, formas adaptativas quesalvan su vida pero limitan su desarrollo. Faltos del sostén de sus familias,se juntan en las “ranchadas”, una forma espontánea de organización socialque los sostiene en su trama. Carentes de lugares y objetos en cuya pose-sión logren apuntalarse, encuentran en el mapa impersonal y ajeno de laciudad los escondrijos secretos donde ocultan sus pocas pertenencias: unafoto vieja, un juguete, los restos de una carta.

Un efecto mayor -que no sólo se refiere a los chicos de la calle, que tal vezconstituyan un ejemplo extremo- es que se consolida una clase particularde excluidos de la cultura, condenados a compararse, diariamente, conquienes a metros de distancia gozan de sus bienes. Esta oposición tiende agenerar un crudo antagonismo, en tanto la afirmación de sí sólo puede pro-venir, a menudo, de la negación de los otros. No puede dejar de advertirseque esta polarización radical del lugar del otro es la primera consecuenciade una considerable fragilidad psíquica como característica generalizada,producto de las condiciones descriptas, en la que el peligro que amenazaal Yo es el de la aniquilación. Es ciertamente, como se señaló, mucho másque el fracaso de la represión y el retorno de lo reprimido, movimiento quereconocemos sin dificultad en las manifestaciones de las neurosis de trans-ferencia: se trata, en cambio, de la pérdida de investiduras, lo que equivalea decir una pérdida en la misma esencia del Yo, en tanto órgano de cualifi-cación, que obliga a la puesta en marcha de mecanismos defensivos extre-mos. A partir de tal circunstancia, los sistemas de valores que se generan enámbitos más o menos determinados se organizan alrededor del ejercicio dela violencia: se es en la medida en que se pueda eliminar físicamente al otrodiferente, o dañarlo de alguna manera. No parece un exceso pensar en lagénesis de un Ideal del Yo peculiar, antagónico con lo que el resto de la so-ciedad concibe como valor.

La pérdida de la trama social –sostén de cada una de las subjetividades- esuna realidad que puede verse crecer día tras día. Pero esa pérdida no se sos-tiene como mero vacío, sino que reclama de inmediato nuevas ligaduras.

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Cuando la realidad hace insostenible la complejidad, sello de Eros, las so-luciones halladas deben derivar sin remedio hacia lo determinado más dellado de la pulsión de muerte; es decir, de las investiduras que reclaman me-nor complejización.

La búsqueda de límites para la inestabilidad y la tendencia a la desin-ve s t i d u ra pueden manifestarse, por ejemplo, en el desesperado aferra-miento a objetos como las drogas que, aunque dañinos, garantizan almenos su permanencia, además de proveer alguna forma de identidad–como ilusión unificadora y sustancializante– en la pertenencia a gru-pos marginales. En el extremo sádico se muestra la violencia en sus másvariadas y gratuitas formas.

Insisto con lo que señalé al comienzo: la consecuencia de los años demarginación, de crisis económica, de destrucción del tejido social esinsidiosa. No se advierte con claridad en los indicadores económicospero está allí para quien quiera verlo. Se instala una ve r d a d e ra resis-tencia al cambio propia de la marginalidad y la carencia, una fuerzainterna a la organización de la subjetividad que se construye en talescondiciones, que se opone a los intentos de modificar la situación. Ca-be introducir aquí el concepto de “deprivación simbólica”, cuyo sefectos destructivos se agregan a los de la carencia alimenticia y a lad e p r ivación afectiva y abarcan a franjas crecientes de la población. Nis i q u i e ra hace falta recurrir a los ejemplos impresionantes, como los delos niños más pequeños, que viven drogados en brazos de quienes losusan como señuelo para la limosna, o los de los otros que, apenas ma-yores, procuran encontrar un rastro de comunidad en la ocupacióncompartida de aspirar vapores de una bolsa con pegamento. Sin llegara esos extremos, un número creciente de niños es excluido, por ejem-plo, de la posibilidad de la lectura y de la consiguiente reflexión ana-lítica que ella facilita, o de la del jugar como actividad central de suvida.

Entre las formas de abuso y maltrato –como la desnutrición, la depriva-ción afectiva, el abandono, la violencia económica, las continuas mi-g raciones y desarraigos- la “deprivación simbólica”, más sutil, provo c ad e s valimiento psíquico y el intento obligado, a posteriori, de estra t e-gias de elaboración que terminan dañando al sujeto mismo o al medio.Se trata, en definitiva, de la exclusión de una franja de sujetos de losbienes simbólicos propios de su cultura, huérfanos entonces en esesentido y obligados a inventarse una forma de autosostén que, a menu-

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do, no puede orientarse sino en el sentido de la destructividad.

En resumen: el recurso simbólico cuyo ejercicio queda sancionado por lapertenencia sólida a un entramado social parece ser el único válido para latarea psíquica primordial de la elaboración de lo cuantitativo. Su falla tien-de a conducir a la repetición de conductas que procuran ligar apelando almasoquismo primario, al sadismo, a las formas más primitivas de dominio.Es más fácil y de aprendizaje más temprano la destrucción que la construc-ción. Si se carece de la posibilidad de apoderamiento simbólico, las formasmás primitivas de la tendencia al apoderamiento serán entonces las únicasdisponibles.

No hay un sencillo camino de salida. Pero en este terreno, el colmo de las“actividades imposibles” a las que se refería Freud, espera al psicoanálisisel desafío mayor de los próximos años.

Primera versión: 8/10/03Aprobado: 12/11/03

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125CUESTIONES DE INFANCIA

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Resumen

El trabajo relaciona ciertas formas del malestar infantil con circ u n s t a n-cias que corresponden al ámbito social, en particular, la crisis que afli-ge a la Argentina en los últimos años. Aborda la cuestión en relacióncon los niños más pobres –y, por tanto, más expuestos- e introduce elconcepto de “deprivación simbólica” para dar cuenta de la particulars u b j e t ividad que se produce en tales condiciones. Se intenta una apro-ximación metapsicológica tomando en consideración el conflicto entreEros y Pulsión de Muerte.

Palabras claves: malestar; disgregación social; población en riesgo; exclu-sión; producción de subjetividad; pulsión de muerte; falta de sostén; des-tructividad.

Summary

This paper relates certain kinds of infantile uneasiness to matters arisenfrom the social environment, particularly, the crisis wh i ch Argentina hasgone through within the past years. The subject is developed by focusingon the poorer children –and therefore, the most exposed– introducingthe concept of “symbolic deprivation” to explain the particular kind ofs u b j e c t ivity produced in such conditions. A metapsychological approxi-mation is intended by considering the conflict between Eros and thedeath instinct.

Key words: uneasiness; social dissociation; population at risk; exclusion;

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production of subjectivity; death instinct; absence of support; destructive-ness.

Résumé

Le travail mis en rapport certaines formes du malaise chez l’infant avec descirconstances qu’appartiennent à l’entourage social, en particulier la crisequi frappe à l’Argentine dans les années dernières. Il aborde la question parrapport aux enfants plus pauvres -et par conséquent plus exposés- et il in-troduit à la fois la notion de “deprivation symbolique” pour rendre comptede la particulière subjectivité que l’on produit dans telles conditions. On es-saie une approche métapsychologie en prenant à considération le conflitentre Eros et Pulsion de Mort.

Mots clés: malaise; désagrégation social; population à risque; exclusion;production de subjectivité; pulsion de mort; manque de soutien; destructi-vité.

Juan José CalzettaAnchorena 1317, 4º “7”(1425) Ciudad de Buenos AiresTel.: [email protected]

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CON LA RESISTENCIA EN LA LENGUA1

Diego Moreira*

penas oscurece y una multitud de niños y adolescentes, en carritos obicicletas, salen hacia diversas calles de la ciudad. Diluvio de niñosharapientos, enfermos y hasta desnutridos, pero todos sin excepción

revisan minuciosamente cada bolsa, cada tacho, cada esquina. De Once aRetiro, de Constitución a Puente de la Noria, los pequeños diez o doce ho-ras por día, entre risas y llantos, juegan su trabajo.

Me temo que no hemos prestado suficiente atención a este sordo crujido,no teníamos allí nuestro oído, ni siquiera nuestra mirada. ¿Qué es lo quesuena? Perplejos nos frotamos las orejas ¿Qué ocurrió?

Nosotros, psicoanalistas, ¿nos violentamos a nosotros mismos, cuando noescuchamos la voz de los márgenes? Recuerdo la advertencia dura y sere-na de Michel Foucault: el psicoanálisis se pierde si no se realiza cerca delos marginados.

¿Acaso nuestro singular oficio del psicoanálisis con niños, no se originó enla periferia de un corredor del Hospicio de las Mercedes? ¡El psicoanálisiscon niños en Argentina y en su origen, no disponía, ni siquiera, de un con-sultorio! Y esto no es contingente, puesto que nuestro oficio de conjeturasy develamientos, sustentado en el amor a la verdad, sólo se puede consti-tuir en los márgenes.

¡Todo indica que el psicoanálisis cerca del poder se corrompe y envilece!Un poder que habitualmente se ha encontrado estrechamente ligado a undiscurso especulador y numérico, que ha confrontado con una lógica basa-da en el trabajo y el amor.

Pero no sólo la pauperización de estos niños y sus familias impresiona, si-no su capacidad de resistencia ante la autoridad sin límite y sin responsabi-

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1 Texto redactado en el contexto de la crisis del año 2001.* Profesor de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en conveniocon APBA).

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lidad. Una resistencia vinculada a una marca original de cada destino, unitinerario escrito en un lenguaje, que opera como un fundamento ético, acuyo desvío el sujeto responde con actos, síntomas, juegos, incluso con undejarse morir.

Borges (1974), quizás, se preguntaría: ¿este crujir de ruedas, no es símbolode un destino irresistible? ¿De una interminable repetición?

Un destino cuya descripción tan acertadamente efectuara Dolto (1993): “Escomo si hubiera una libertad de elección: ciertos seres humanos, niños, pre -fieren acabar mudos, vivir con dificultades [...] para no volverse, si son sa -nos, perversos delincuentes.”

¿Acaso, el acto de Sócrates de tomar la cicuta no se transformó, como re-sultado del logos y de la fundamentación del Fedón de Platón, en recursode liberación y salvación? Así, quizás, también el niño elige enfermar inclu-so morir para que otros vivan.

Pero esta forma de resistir ¿es una posición masoquista?

Considero que no, se trata más bien de una posición ética establecida porun texto del deseo. Aquí, es necesario diferenciar ética de masoquismo, co-mo lo propuso Freud. Recordemos que en el masoquismo la moral es rese-xualizada.

Sin embargo, en ocasiones, algunos sujetos pueden ceder en su deseo, trai-cionar su itinerario, su dirección, y atenuar su “manera” propia, para ade-cuarse a la ajena, y quedar inmersos en un goce irrestricto vinculado al do-lor. Son aquellos a los que es inútil interrogar, que ejercitan la incoherenciay la especulación: denuncian la desnutrición, pero opinan que los recursosdeben cancelar deudas de organismos internacionales; veneran la educa-ción, pero reprueban con énfasis todo presupuesto educativo; se dicen ar-gentinos, pero vindican y proclaman la lengua y el pensamiento único.

Afortunadamente y aunque no lo saben, por este goce irrestricto, procuranser derrotados, y de un modo ciego y cotidiano trabajan por su inevitabledesaparición.

Ahora bien, este destino ético se refiere indudablemente a la propuesta freu-diana del “Más allá...” y por la cual todo sujeto, alentado por el deseo, pro-cura morir “a su manera”. El apartamiento de “esta manera” genera una in-

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tensa resistencia, es decir, un modo diferente en que la verdad expresa y de-nuncia su imposibilidad.

La ética de la que hablamos esta encarnada en nuestra lengua: el “argenti-no” que es diferente al español. Y por eso la lengua única perturba nuestrosfundamentos éticos.

Cuando hablamos de lengua, nos referimos fundamentalmente a la lenguamaterna, a un sedimento histórico de equívocos, que invoca una melodíaimposible de olvidar y en la cual el sujeto se constituye y se siente amado.En este sentido la lengua argentina, como lengua materna se estructura enla nostalgia de un tiempo perdido. Ella está hecha sobre todo de operacio-nes y olvido.

Así como Fernando Pessoa afirmó que su patria era la lengua portuguesa,nuestra patria es la lengua argentina, ya que en ella, y sólo en ella nos cons-tituimos como sujetos deseantes.

Una lengua que se constituyó de la azarosa conjunción de las lenguas au-tóctonas, europeas y africanas, de la traducción, siempre inadecuada, deunas en otras. Afín con las lenguas que se encuentran en su origen, pero di-ferente.

Es por eso que un editor español, hace algunos años, rechazaba los textosde Julio Cortázar porque escribía en “argentino”. El editor que lo censura-ba no se resignaba a escuchar una voz, una entonación, y una sintaxis, queno fuese la que se escuchaba en Madrid y sus cercanías. Cortázar no escri-bía como era debido. Es decir, como lo exigían los custodios de la lenguaespañola, me refiero al “Prontuario de ortografía de la lengua castellana” dela Real Academia Española, de 1844, y sus diversas actualizaciones. No ha-bía lugar para una escritura propia y diferente, es decir, para un Borges,Fuentes, Rulfo, García Márquez, Onetti, Monterroso o Cabrera Infante.

Y es precisamente en esta lengua y su música donde podemos resistir lasafrentas a nuestra subjetividad.

Pero entonces ¿Hay en esta resistencia de los niños y adolescentes, una éti-ca que les impide estructurarse de acuerdo a las exigencias del lucro des-mesurado?

Indudablemente, se trata de una ética que requiere de una praxis del suje-

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to, ligada “a su manera” de morir y desde luego, de vivir. Esta ética resistea un infanticidio deliberadamente planificado, que no comenzó con la histo-ria de las ultimas décadas, sino que se enlaza a los orígenes de nuestro país,a la época del virreinato y de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Esa historia, y ya lo sabía Heidegger, no es otra cosa que el olvido del ser,su enajenación, por lo que se requiere su develamiento, su primacía. El su-jeto (niño o adolescente) actual sólo puede encontrar su consistencia si re-cupera el momento inaugural de su pensamiento.

Este escrito ha tenido un afán similar, recuperando un sujeto y una ética quese constituyó mucho antes de quienes ordenaron que en América Latina lahistoria y el sujeto comenzara con ellos. De quienes hicieron de la conquis-ta, y en palabras de Octavio Paz (1999), “una violación, no solamente en elsentido histórico, sino en la carne misma de las indias”.

En este contexto, el término historia puede ser una angustiosa solicitud delpasado. Hablar del niño y su historia es postular una angustiosa pesadilla,es evocar el pequeño de los pueblos originarios, es recordar la hipótesis queaventuró el imperio hispano: este niño (y adolescente) tenía alma, pero ca-recía de razón, lo que habilitaba el trabajo de evangelización, por lo tantose lo podía someter a la encomienda.2 Y así estos niños eran destinados aciertos propietarios que debían promover su reconversión a la nueva lenguay religión.

A Europa no le bastó con observar los efectos de sus ideas sobre el peque-ño originario, sino que adelantó la hipótesis que el niño traído de Africa ca-recía no sólo de razón como el originario sino también de alma, por lo cualse lo sometió a la esclavitud durante tres siglos.

Ambos niños, el negro y el originario, sostuvieron con sus cuerpos el gocede los acumuladores de capital. La razón de la que carecía el niño origina-rio y el negro, a la que el imperio hispano supeditó su accionar, no era pre-cisamente la llamada razón sino su religión e ideología o sea un conjuntoimaginario derivado de Platón y sus ideas.

Pero Europa no sospechó que tales hipótesis acumulaban retazos de la his-

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2 En verdad, en los primeros cincuenta años de la conquista, el niño originario era conside-rado sin alma y sin razón.

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toria de sus propios niños, que recorrieron desde el lugar de objeto de unsacrificio ritual (Grecia y Roma), pasando por el infanticidio, el abandono ydesamparo real, el abandono mediante una nodriza, hasta la consideracióndel niño como sujeto darwiniano y hoy, como un sujeto globalizado, no di-ferenciado, o bien marginado y excluido.

Ya Séneca, filósofo español, en “Ensayo Moral”, explica lo inexplicable ennombre de la razón: “A los perros locos les damos un golpe en la cabeza;al buey fiero y salvaje lo sacrificamos; a la oveja enferma la degollamos pa-ra que no contagie al rebaño; matamos a los engendros; ahogamos a los ni-ños que nacen débiles y anormales. Pero no es la ira, sino la razón la quesepara lo malo de lo bueno”.

En estos diversos períodos, el maltrato y aprovechamiento sexual del niño,fue una constante, por eso, esas hipótesis sólo eran la repetición de la his-toria del pequeño europeo.

A h o ra bien, quienes llegaron en el siglo XVI sólo venían a hacerse la A r-gentina, y si era posible “hacerse la América”, para luego partir. La ló-gica extra c t iva y especuladora, persiste y se repite siglos después a cos-ta de la indigencia y el horror de las carencias cotidianas de la comuni-dad. Y en todos los casos esta lógica de un mundo darwiniano requierenecesariamente de niños, mujeres y familias desnutridas, o adormecidaspor el alcohol y la droga. Nadie ignora que el alcohol, la droga y la des-nutrición, ayer como hoy, colaboran y son instrumentos de una exclu-sión, que ubica a muchos niños latinoamericanos en una situación aúnmás precaria que los proletarios, los siervos de la gleba, incluso que losniños esclavo s .

Tampoco estos criterios especuladores son sólo locales, sino que se enlazaníntimamente a la llamada globalización, al pensamiento único, a la lenguaúnica, es decir, a la utopía comunitaria de un mundo globalizado instituidopor el terror y cuyo único destino es el fracaso.

Las ilusiones de un mercado puro y perfecto no tienen término y se ba-san, en el decir de Bordieu (1986) en una ficción matemática, que ubi-ca entre paréntesis los requisitos y las estructuras económicas y socia-les que constituyen la condición de su ejercicio. Así, el discurso neoli-b e ral como teoría implica la desocialización y la deshistorización y co-mo práctica destruye de manera sistemática los vínculos entre las per-s o n a s .

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La globalización implica una revolución, y su culminación en el discursodel Amo, o sea, el retorno al mismo lugar.

Por eso la Argentina no necesita una revolución como re-vuelta, sino uncuestionamiento profundo del sujeto darwiniano, que posibilite una nuevaversión.

Primera versión: 4/10/03Aprobado: 5/1/04

Bibliografía

Borges, J. L.; (1974) O b ras completas, 1 9 2 3 - 1 9 7 2. Buenos Aires. Emecé editores.

Bourdieu, P. (1986) Razones prácticas: Sobre la teoría de la acción (1994),Anagrama, Barcelona. 1997.

Dolto, F.; (1993) La causa de los niños, Ed. Paidós. 1993.

Freud, S. (1920g) Más allá del principio del placer, AE., Vol.18.

Paz, O. (1999) El laberinto de la Soledad. Emecé, pág. 94. 1999.

Séneca, Epístolas morales a Lucilio. 2 vol., Biblioteca Clásica Gredos, Ma-drid, 1994.

Resumen

Ante la pauperización creciente de los niños argentinos y sus familias, im-presiona su capacidad de resistencia ante la autoridad sin límite y sin res-ponsabilidad. Una resistencia vinculada a una marca original de cada des-tino, un itinerario escrito en un lenguaje, en una lengua: el argentino, queopera como un fundamento ético, a cuyo desvío el sujeto responde, con ac-tos, síntomas, juegos, incluso con un dejarse morir, que operan como recur-so de liberación.

Palabras claves: resistencia; lenguaje; lengua.

Summary

In the face of the increasing poverty of Argentine children and their families,

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it strikes us, their capacity to resist authorities, which know no limit or res-ponsibility.

Endurance linked to the original mark of each destiny, an itinerary writtenin the language, in a tongue: the Argentine, which operates as ethicalground. When this itinerary becomes altered the subject answers with acts,symptom, playing or even allowing himself to die as a way to freedom.

Key words: resistance; language; tongue.

Résumé

Face à la paupérisation croissante des enfants argentins et de leurs familles,on est impressionné par leur capacité de résistance à l’autorité sans limiteet sans responsabilité. Une résistance qui est liée à une marque originellede chaque destinée, un itinéraire écrit dans un langage, dans une langue:l’argentin, qui opère comme un fondement éthique, à toute déviation du-quel le sujet répond par des actes, des symptômes, des jeux, voire par l’at-titude de se laisser mourir, qui opèrent comme ressources de délivrance.

Mots clés: résistance; langage; langue.

Diego MoreiraAcuña de Figueroa 710, 1° “1”Ciudad de Buenos AiresTel.: [email protected]

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LAS FAMILIAS Y LA CRISIS

Alicia Stolkiner*

Introducción

fin del año 2001 se evidenció, en su fase más aguda, la crisis econó-mica social y política que se gestó durante más de una década. Estacrisis encontró a las formas familiares en un proceso de cambio y

transformación producido en un ciclo más largo, profundamente imbricadocon las modificaciones generales de la sociedad occidental y con las parti-cularidades del desarrollo de la Argentina. En el marco de este proceso detransformación, casi la mitad de los hogares quedaron bajo la línea de po-breza o indigencia produciendo modificaciones en su composición, víncu-los y estrategias de vida.

Hace casi una década, en un trabajo sobre problemáticas del campo de lasalud mental, planteaba que era necesario reconocer, en nuestra época, unadoble tendencia en las instituciones en general y en la familia en particular:por un lado la tendencia al cambio o transformación y por otro (o simultá-neamente) la tendencia a la fragilización o precarización (Stolkiner, A.,1994).

Desde ese tiempo hemos trabajado en investigación tratando de comprendery analizar las modificaciones en las representaciones y prácticas de los usua-rios pobres y los trabajadores del sector salud, en el contexto de la reformasectorial y en el macrocontexto de las transformaciones de la relación entreestado, mercado y sociedad, sucedidas en el período. En este proceso de in-vestigación delimitamos como unidad de análisis para la comprensión de lase s t rategias de cuidado de la salud a las familias/ grupos domésticos1.

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* Profesora Invitada de la Carera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES. Pro-fesora de Sanitarismo de la Maestría en Patologías del Desvalimiento de UCES. Profesora deSalud Pública/Salud Mental, Facultad de Psicología, UBA. Directora de Proyectos de Investiga-ción de UBACyT.1 Se trata de tres investigaciones financiadas por la Secretaría de Ciencia y Tecnología de laUniversidad de Buenos Aires -UBACyT- en un período que va desde 1995 a 2003, con sede enla Facultad de Psicología de la UBA y dos financiadas por el IDRC/CIID de Canadá.

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Este proceso nos llevó a indagar sobre los estudios de la familia en sus dis-tintas dimensiones y a reflexionar sobre el modo en que su transformacióny/o fragilización revierte en el cuidado y crianza de los niños, especialmen-te en lo relativo a salud.

El objetivo de este trabajo es exponer algunas reflexiones teóricas sobre latransición en que se encuentran las formas familiares y formular algunos in-terrogantes, basados en la experiencia en terreno, sobre la relación entreellas y la crisis. Más allá de sus transformaciones y diversidades algún ám-bito familiar parece ser indispensable para el desarrollo de “la cría” huma-na y por ende reflexionar sobre la familia es hacerlo sobre las condicionesde la infancia.

El método de análisis de una problemática compleja, como la que se abor-da, requiere necesariamente de una multireferencialidad teórica y vuelveineludible el enfoque interdisciplinario. En nuestro trabajo de investigación,hemos mantenido una línea que intenta articular dimensiones macro, mesoy microsociales de análisis, tratando metódicamente de rastrear las tranfor-maciones en lo económico, lo institucional y la vida cotidiana como vía decomprensión de la producción subjetiva. Estas transformaciones son vistascomo simultáneas e interactuantes, renunciando a la idea de causalidad odeterminación unidireccional. Como muestra de que las estrategias familia-res pueden, a su vez, marcar tendencias en fenómenos macrosociales, bas-ta mencionar que en algunos países de América Latina (tal el caso de Ecua-dor), las pequeñas remesas de dinero que los emigrados giran para mante-ner a sus familias en su país, constituyen una de las fuentes más importan-tes de ingresos de divisas, un factor no previsto por la macroeconomía y queproviene de la dimensión colectiva de acciones “individuales” frente a lacrisis.

Algunas precisiones teóricas

El objetivo de este punto es señalar, someramente, algunas precisiones: laheterogeneidad de las formas familiares, la articulación entre la familia y losocial, y las diferencias entre el concepto de familia y el de unidad domés-tica e incorporar el concepto de estrategias familiares de vida.

Preferimos hablar de formas familiares, porque el término “familia” coadyu-va a velar la diversidad de modelos existentes. Tal diversidad ha sido larga-mente invisibilizada por la prevalencia de un modelo de familia -nuclear,conyugal, patriarcal- que se presentaba como “natural”. La misma defini-

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ción de familia se complejiza pese a su aparente transparencia. Sólo un pro-ceso extremo de “naturalización” puede llevar a homologar la familia hu-mana a los lazos de consanguinidad biológica. Al respecto, Elizabeth Rou-dinesco cita a Levy-Strauss: “[...] lo que diferencia realmente al hombre delanimal es que, en la humanidad, una familia no puede existir sin sociedad,es decir, sin una pluralidad de familias dispuestas a reconocer las existen -cia de otros vínculos al margen de los lazos de la consanguinidad, y que elproceso natural de la filiación sólo puede proseguir a través del proceso so -cial de la alianza” (Roudinesco, E., 2002, pág. 15).

Esta articulación entre la familia y “lo social” ha sido el eje de la indagaciónde Jaques Donzelot, quien afirma: “veremos entonces como este primer ob -jeto, la familia, se esfuma en provecho de otro, lo social, del que es a su vezreina y prisionera. Ni destruida ni piadosamente conservada, la familia esuna instancia en la que la heterogeneidad de las fuerzas sociales puede serreducida o funcionalizada, estableciendo una práctica que ponga en flota -ción las normas sociales y los valores familiares, y que cree al mismo tiem -po una circularidad funcional entre los social y lo económico: Freud conKeynes” (Donzelot, J.,1979, pág. 11).

Desde la lectura social y demográfica se introduce -y diferencia del de fa-milia- el concepto de unidad doméstica o grupo doméstico. A diferencia dela familia, la unidad doméstica se define por la convivencia -una familia nonecesariamente co-reside-. Esto permite analizar las múltiples actividadescompartidas que, en el análisis social, componen las estrategias familiaresde vida. Configura el ámbito doméstico que se delimita por el conjunto deactividades comunes o compartidas ligadas al mantenimiento cotidiano deun grupo social, que se conforman y cambian en su relación con las demásinstituciones y esferas de la sociedad. En esta relación, la organización do-méstica no cumple solamente un papel adaptativo o “funcionalmente nece-sario” para la reproducción social, sino que contiene en si un potencial deinnovación y politización que se extiende más allá de sus límites (Jelin, E.,1984).

Analizar las unidades domésticas en su función en el proceso de produc-ción y reproducción social no implica desconocer que son, simultáneamen-te, ámbitos donde se configuran identidades, se establecen vínculos básica-mente afectivos y se dirimen posiciones de poder. El mismo concepto de es-trategias familiares no debe ser entendido como decisiones racionales y pla-neadas o necesariamente logradas con la unanimidad de los miembros delgrupo. Son un conjunto de prácticas que constituyen la cotidianeidad y cu-

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ya lógica no necesariamente las precede, al modo de una decisión “con-ciente”. La división del trabajo, la distribución del poder, la utilización ypriorización de los recursos, la recreación, el cuidado de los cuerpos y delas “almas” son elementos de análisis de las estrategias familiares. Resultaimposible comprenderlas sin cruzar estos observables con las categorías degénero, generación y clase social o estrato.

La crisis de la familia: transformaciones y posibilidades

Mencionaba en la introducción, que se trata de una institución en acelera-do proceso de cambio en occidente. Este proceso parece tener una combi-nación de factores relacionados con las transformaciones globales de la so-ciedad. Un eje de transformación, de largo plazo y ligado a la modernidad,es la declinación del patriarcado. Se trata de una reformulación global delas relaciones de poder y “representatividad” del poder al interior de la fa-milia, consonante con las transformaciones del estado y de las representa-ciones y prácticas de género.

Un cambio significativo de la modernidad fue la relativa desvinculación delmatrimonio y la familia con respecto a los acuerdos económicos y de po-der, pasando los afectos y “el amor” a ocupar un lugar fundamental comomotivo de unión conyugal. De hecho la institución del matrimonio se labi-lizó notablemente en el siglo XX: lo que fuera un estado destinado a durartoda la vida se transformó en una posible sucesión de procesos de disolu-ción y configuración de nuevos vínculos conyugales. La nupcialidad decre-ció a expensas de uniones consensuales y buena parte de los niños nacenfuera de vínculos matrimoniales establecidos.

Tanto los divorcios como las uniones consensuales redundaron en un incre-mento cuantitativo de los hogares monoparentales, en general encabezadospor una mujer. También dan lugar a las “familias ensambladas”, donde lapareja conyugal tiene a cargo niños concebidos en uniones anteriores, queguardan distinto tipo de vínculo con los progenitores originales. Por último,cabe señalar, no por su frecuencia pero sí por el desafío que conlleva, laaparición de familias fundadas en parejas del mismo sexo como un signode época.

Para complejizar aún más la situación, el desarrollo científico tecnológicoinaugura posibilidades antes impensables, de las cuales la más extrema esla clonación: un niño que se origine biológicamente de un solo progenitor.Más vigentes, son las variadas formas de fertilización asistida incluyendo la

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posibilidad del “alquiler” de úteros. En el mismo proceso en que se vuelveposible que un niño sea genéticamente hijo de una persona distinta que laque lo gesta durante el embarazo y de que sea concebido sin relación se-xual, se logran formas de probar casi sin duda la paternidad biológica. Escierto que estas prácticas constituyen más una complejización simbólicaque concreta en sociedades -como la nuestra- donde buena parte de susmiembros tienen difícil acceso a servicios de salud básicos, pero no dejande actuar en el escenario de las formas de representar la procreación y la fi-liación.

Simultáneamente la prolongación de la esperanza de vida en las poblacio-nes que tienen acceso a bienes y servicios prolonga la intergeneracionali-dad de las formas familiares, por primera vez en la historia asistimos, de ma-nera no demasiado infrecuente, a grupos familiares en los que interactúancuatro generaciones. A esto se suma que la acelerada transformación tecno-lógica y su incorporación a la vida común, producen efectos en las relacio-nes intergeneracionales: no siempre los padres “saben” más que los hijos ymuchas veces su experiencia no sirve para la resolución de cuestiones co-tidianas en las que se es más experto cuanto más joven.

Al hacer esta somera enumeración he unido lo que, distintos autores, con-sideran dos estadios de evolución de la familia en los países desarrolladosy que suelen denominar familia “moderna” y familia “contemporánea” o“posmoderna”. La primera es una transición que se extiende desde finalesdel siglo XVIII hasta la década del 60 del siglo XX. “Fundada en el amor ro -mántico, sanciona a través del matrimonio la reciprocidad de sentimientosy deseos carnales. Pero también valoriza la división del trabajo entre cón -yuges, a la vez que hace del hijo un sujeto cuya educación está a cargo dela nación. La atribución de la autoridad es entonces objeto de una divisiónincesante entre el Estado y los progenitores, por un lado, y entre los padresy las madres, por otro” (Roudinesco, E., 2002, pág. 19). Este “pacto funcio-nal” entre familia y estado, entroniza lo femenino al interior del hogar, co-mo lo describe el trabajo de J. Donzelot (1979).

La articulación entre familia y estado adquirió nuevas formas a partir de laaparición de los modelos de estado social o benefactor, que por la vía delas políticas sociales universales inscribió a los asalariados en un orden dederecho y reconoció la responsabilidad de la sociedad en su conjunto so-bre el proceso de reproducción social. En este contexto, a mediados de los60, una serie de factores sociales y culturales (incorporación creciente de lamujer al trabajo extradoméstico, posibilidad de control de la fecundación

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por anticonceptivos, la expansión de la idea de derechos y la irrupción delos jóvenes como actores sociales revulsivos, entre otros) delinearon unnuevo escenario donde las aspiraciones individuales comenzaron a entraren contradicción con los mandatos reguladores del orden familiar moder-no. El período de expansión más potente del capitalismo, el que va de laspostrimerías de la segunda guerra hasta la crisis de mediados de los 70 mar-có el pico de una ve r d a d e ra revolución de las relaciones entre géneros y ge-n e raciones, y por ello de las formas familiares. También, durante los sesentay los setenta, la familia fue una de las instituciones cuestionadas: frente a laidea preexistente de ámbito de armonía y afecto se la señaló como espaciode dominación y de reproducción de condiciones de sometimiento.

Sin embargo, en la sociedad que siguió a esa época, la de la caída de tra-bajo asalariado y la sustitución del estado social por los modelos sometidosa la lógica de mercado, las familias tuvieron una abrupta revalorización. Lossujetos, frente a una sociedad donde se profundizaban las formas de desam-paro y un estado que tendía a replegarse de su rol de redistribuidor y sopor-te, reencontraron en ella una institución aún capaz de acogida y cuidado.También la hegemónica corriente económica neoclásica la definió como launidad social que podía (y debía) hacerse cargo de las funciones que decli-naba el estado, unidad de consumo de servicios en el mercado, levementeapoyada por los programas focalizados, en los casos de extrema pobreza.La así llamada familia contemporánea o posmoderna es el polifacético pro-ducto de estos cambios.

A lo largo de este proceso de transformación, con no pocas incertidumbresy padecimientos, algunas tendencias en el polo de la transformación permi-ten visualizar potencialidades impensadas. Un proceso como éste debe seranalizado con sumo cuidado evitando toda tendencia a prejuzgar en térmi-nos de “bien” o “mal”. De esta crisis y transformación pueden aparecer for-mas nuevas que necesariamente redundarán en nuevos modos de subjeti-vación. Quisiera señalar un ejemplo: las nuevas formas de paternidad. Sibien son incipientes y limitadas a determinados sectores, son notables. Con-figuran lo que me parece correcto llamar “paternidad de vínculo primario”.Estos varones que comparten el cuidado del bebe con las madres, que par-ticipan de su nacimiento y que acceden a algo que les fue negado durantesiglos: el vínculo primario de cuidado de un lactante; incorporan la ternuraa la paternidad, uno de sus aspectos más negados. Ellos suelen sostenerconsistentemente el vínculo con los hijos luego de la disolución de la pare-ja, pugnando incluso por preservar espacios de convivencia cotidiana. Aldesaparecer del hogar la posibilidad del ejercicio atributivo de la autoridad,

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aparece el conflicto pero también la posibilidad de negociación y búsque-da de consenso. De alguna manera puede decirse que se trata de una es-tructura más frágil y, simultáneamente más flexible y democrática.

Dice Elizabeth Roudinesco: “el principio mismo de la autoridad -y del logoss e p a ra d o r- sobre el cual se fundó la familia está hoy en crisis en el seno dela sociedad occidental. Por un lado, ese principio, por la afirmación majes -tuosa de su soberanía caduca, se opone a la realidad de un mundo unifica -do que borra las fronteras y condena al ser humano a la horizontalidad deuna economía de mercado cada vez más deva s t a d o ra; pero, por otro, incitade manera incesante a restaurar en la sociedad la figura perdida de Dios pa -dre en la forma de una tiranía. Enfrentada a ese doble movimiento, la fami -lia se muestra ante el sujeto como la única capaz de asumir ese conflicto yf avorecer el surgimiento de un nuevo orden simbólico... desde el fondo desu desamparo la familia parece en condiciones de convertirse en un lugar deresistencia a la tribalización orgánica de la sociedad mundializada. Y sin du -da logrará serlo, con la condición de que sepa mantener como un principiofundamental el equilibrio entre lo uno y lo múltiple que todo sujeto necesi -ta para construir su identidad” (Roudinesco E, 2002, pág. 214).

Las mujeres entrevistadas en Eldorado2, de hogares pobres, reconocíancambios negativos y positivos entre su familia de origen y la actual. Entrelos primeros señalaban que “hay menos respeto”, entre los segundos que“ahora se habla más”, en general había consenso en que “a los hijos ahorano se les ordena, ellos tienen que entender para hacer caso”, señalaban asíla modificación entre una autoridad atributiva y un ejercicio de la autoridadbasado en el reconocimiento.

Estas mismas mujeres centraban su felicidad en los vínculos familiares yen la maternidad. Una lo sintetizaba de esta manera: “yo siempre digoque aunque uno coma lo mismo todos los días, mientras no falte eseplato... lo más importante son las relaciones... yo tengo buenas relacio-nes con mi marido y con mis hijos... él es un buen hombre, tra b a j a d o r. . .no tendremos otra cosa... pero nos llevamos muy bien... somos feli-ces”... Pero esta percepción de felicidad se derrumbaba en aquellos ca-sos en que el hogar había quedado en le desamparo del desempleo (Bar-

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2 Estas observaciones forman parte del trabajo en terreno de mi tesis de doctorado en la Facul-tad de Psicología de la UBA: “Contexto y Vivencia: reforma sanitaria, grupos familiares y en El-dorado, Misiones”, que se inscribe en la Investigación UBACyT que dirijo.

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cala A, y Stolkiner A. 2001).Este ejemplo sirve para comenzar a abordar el otro polo, el de la implica-ción entre las familias y la crisis económico social del último período ennuestra realidad.

La familia en la crisis

Para comenzar este punto sirve el contraste entre las preguntas que se for-mula Elizabeth Roudinesco, desde un país central donde el desmantela-miento del estado social ha sido relativo, y las que finalizan el libro de Su-sana Torrado sobre la historia de la familia moderna en Argentina. En Eliza-beth Roudinesco el ocaso del patriarcado, las nuevas formas de procreacióny sus impactos simbólicos y subjetivos, y los nuevos modos de parentalidadentre ellas la homoparentalidad, constituyen los ejes de su reflexión.

Susana To r rado marca una diferencia entre los estudios europeos y los depaíses como la Argentina: refiriéndose al período económico social que seinicia en el 76 y culmina en los 90, precipitándose a la crisis de principiosdel siglo XXI, afirma: [...] “entre los excluidos, la pérdida de protecciones so -ciales favorece diversas formas de fra c t u ra del tejido familiar que, perve r s a -mente, refuerzan el proceso de pauperización de quienes ya eran vulnera -bles antes de la ruptura... El resultado es que, entre nosotros, el interrogantea c e rca del futuro de la familia asume una enunciación diferente a la de lospaíses avanzados. Se trata de inteligir, no ya si la organización familiar seráapta para producir la fuerza de trabajo que requiera la acumulación capita -lista, sino más bien si esta última será capaz de compatibilizar algún meca -nismo que vuelva a incluir a los vastos contingentes de población (es decirde familias) que demandan (hoy, pacíficamente; quizás no así mañana) seraceptados en el ‘banquete de la vida’ ” (To r rado, S, 2003, pag 661).

Las políticas económicas y sociales desarrolladas en el período de aperturade mercados devuelven a las unidades familiares responsabilidades com-partidas previamente con el estado, es decir, reconocidas como responsabi-lidad de la sociedad en su conjunto. No contemplan -salvo para proponerapoyos focalizados que no revierten la situación de exclusión- que despro-vistas de soporte, las familias se labilizan. El desarrollo de sus estrategias seamolda a las circunstancias y su capacidad de contención a los miembrosmás débiles (ancianos, niños, discapacitados, etc.) disminuye o se modifi-ca. También se modifican las estrategias de vida a fines de contrapesar latendencia centrífuga excluyente del funcionamiento social.

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No es posible una generalización que refiera más que a tendencias. Las mo-dificaciones de estrategias y prácticas, así como de funciones, varían segúnlos sectores sociales. No es lo mismo la situación de los sectores medios oasalariados estables que caen por debajo de la línea de pobreza, que la si-tuación de los pobres estructurales. Ni tampoco es similar la situación deaquellos en los que el empobrecimiento es producto de la caída de capaci-dad adquisitiva del salario que los que están en situación de desempleo.

Pero en todos los casos, se da la tendencia, prácticamente universal, a con-trapesar la caída del ingreso con la participación de más miembros del ho-gar en el mercado de trabajo, en el que simultáneamente decrece la ofertade empleo y se informaliza. La ampliación del número de miembros queentran -o intentan hacerlo- en el mercado laboral no se reduce a las muje-res y los jóvenes.

Una investigación del 2003 sobre niños trabajadores callejeros de la zonade Constitución, Buenos Aires (Cserniecki, S., 2003) mostró que el 84 % vi-vía con su grupo familiar. En la mayoría de los casos se trataba de hogaresnucleares (82%) o extendidos (14,4%). Casi la mitad de ellos se encontra-ban acompañados por la madre y/o el padre o hermanos. Es de señalar queel 50% manifestó que todos los adultos de la familia estaban desempleadosy el 80% que había por lo menos un desempleado entre estos. Aún en es-tos casos, en que la estrategia familiar parece haber incorporado directa-mente el trabajo infantil como forma de sobrevivencia, la escolaridad se-guía teniendo adhesión: el 68% de los niños entrevistados manifestó con-currir a la escuela, aunque al relacionar la edad con el grado cursado se evi-denciaba un alto índice de repitencia. La mayoría de estos niños reconocíatrabajar para contribuir al ingreso familiar.

Importa preguntarse sobre qué significación adquiere para los niños y losadultos este temprano rol de proveedores. La crisis ha sido disruptiva en losroles y las identidades familiares. Hay estudios sobre la transformación delas representaciones y relaciones de género al ocupar la mujer el lugar desostén familiar, pero no hay mucho indagado acerca de qué sucede en lasrelaciones intergeneracionales cuando el lugar de sostén económico lo ocu-pan, precariamente, los niños. De hecho, implica una deconstrucción delugar de la infancia construido en la modernidad.

La necesidad de sobrevivir impulsa acciones disonantes con las representa-ciones hegemónicas. Es distinto que un varón participe de las tareas domés-ticas como parte de una transformación sobre sus roles de género, a que de-

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ba arribar a ellas como consecuencia ineludible de la situación de desem-pleo. Lo mismo puede decirse de esta situación para la mujer. Antes decualquier generalización es necesario reconocer que las estrategias y lasprácticas son altamente heterogéneas aún dentro de grupos o estratos.

En un grupo focal realizado con mujeres pobres del Gran Buenos Aires3,muchas de las cuales desarrollaban tareas con planes jefas de hogar, se re-lataban situaciones distintas acerca del lugar de sus maridos en la actividaddoméstica y, particularmente en el cuidado de la salud de los niños. Una deellas había delegado en el marido el cuidado doméstico y, aunque mante-nía un rol de supervisión, reconocía la habilidad de él para esa tarea -a laque designaba como tarea “de mamá”-: ”Mi marido se queda en casa y esla mamá de la casa, él cuida a los chicos cuando están enfermos, él cum -ple el rol de mamá, yo puedo venir tranquila a trabajar porque él hace loque tiene que hacer... si alguno tiene fiebre él me llama”.

A diferencia de esta situación, otra de ellas vivía esta delegación co-mo un mal inevitable y no pensaba que él estuviera capacitado parareemplazarla en el hogar: ...“ Yo le dejo a mi marido anotado todo, yél hace todo al revés. Cuando el menor estaba con tos lo nebulizó conel antibiótico y le dio a tomar el líquido de la nebulización (se ríen to -das). Yo t u ve que ir a tra b a j a r, yo siempre cuidé a los chicos, hace seismeses que tra b a j o ” .

Otra, que reconoce haber trabajado siempre, asume que su marido cumplefunciones de contención emocional, clásicamente femeninas, y lo ejempli-fica con una situación: ”si la nena se hace señorita se lo va a decir primeroal papá. Esa seguridad yo la tengo”.

En ese mismo grupo, otra mujer que “trabaja en un plan” y cuyo marido tie-ne trabajo, afirmaba: “Los míos están mas acostumbrados a mí porque elpapá no está tanto en casa, soy yo la que está encima de ellos, el papá es -tá mas que nada a la noche, con quien quedan es con la hermana”. En es-ta resolución, clásica desde el punto de vista de género, la delegación de laactividad doméstica y del cuidado se hace a la hija mayor.

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3 Este grupo focal fue parte del trabajo en terreno de la Investigación “Equity and Decentrali-zation: Accessibility of poor families from Buenos Aires province to health public services ofBuenos Aires City.” Realizada en 2001, financiada por el IDRC de Canadá.

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Una mujer sola a cargo de hogar y problemas de salud, manifestaba el ma-yor desamparo: ”Yo soy sola con mi hijo, vivo sola y me arreglo sola, nopuedo traerlo a la escuela, tengo ataque de epilepsia y presión alta... mearreglo como puedo porque no tengo quien me ayude”.

Interesa señalar, de estos ejemplos, la gran heterogeneidad de soluciones yestrategias planteadas en un grupo homogéneo en cuanto a su nivel econó-mico, educativo y lugar de residencia. Esta diversidad marca los límites decualquier generalización posible. No obstante, con relación a las estrategiasde cuidado de la salud hay tendencias comunes que observamos en las fa-milias de Eldorado, de Ciudad de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires, enlos distintos procesos de investigación.

Las mujeres entrevistadas en Eldorado pertenecían a hogares con Nece-sidades Básicas Insatisfechas y con características de pobreza estructu-ral (bajo nivel educativo, empleos de baja calificación y alta informali-dad, etc.) y conservaban algunas prácticas de población rural o semiru-ral, como el cultivo doméstico. Las entrevistadas en ciudad de BuenosAires tenían más alto nivel educativo y características propias de la po-breza urbana. Las usuarias de servicios de la Ciudad de Buenos A i r e sp r ovenientes de la provincia de Buenos Aires provenían fundamental-mente de hogares nucleares completos y tenían un nivel educativo com-p a ra t ivamente alto con relación a la media de los pobres del conurba-no; no obstante que su nivel de ingresos los situaba por debajo de la lí-nea de pobreza o indigencia. Estas últimas parecían pertenecer funda-mentalmente a sectores trabajadores empobrecidos. Pese a estas dife-rencias aparecían características y algunos emergentes comunes en lase s t rategias de cuidado de la salud:

En todos las casos había una percepción de aumento de las barreras deacceso a los servicios, en general producto de una combinatoria entrela disminución de los ingresos y modificaciones en los servicios -en elcontexto de la reforma sanitaria- que les implicaban mayor gasto de bol-sillo. Frente a estas barreras, una de las respuestas era mantener los cui-dados médicos de los niños a expensas del de los adultos. Las mujerestienden a consultar sólo cuando los recursos para su atención no son in-dispensables para otra necesidad del hogar. Los varones sólo lo hacencuando los síntomas son muy avanzados y, en general, promovidos porlas mujeres. ...”Los hombres son tercos para ir al médico, ellos son jefesde hogar y tendrían que darnos todo y no dan porque no se puede, en -tonces no van a gastar en ellos, el hombre está muy dolido por eso, pue -

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den estar muriéndose y no te dicen nada, no gastan en remedios, está lasituación tan fea que hay que preservar a la cría, a los chicos y uno bue -no, ya existió, ya vivió, no nos queda otra o vos que opinás?” (entrevista-da del Gran Buenos Aires).

En Eldorado, detectamos casos donde los adultos abandonaban tratamien-tos que sabían necesarios, a conciencia de que significaba un riesgo seve-ro (tal el caso de tratamientos de hipertensión). Este dato resultó concordan-te con el aumento de consultas en guardia y por patologías más avanzadas(Barcala y Stolkiner, 2000).

El esfuerzo centrado en el cuidado de los niños es concomitante a unaalta va l o ración de la maternidad y de los vínculos familiares: ”uno delos lindos momentos que pasé fue cuando estaba en casa de mi mamá,él tenía seis meses y estaba mamando y dejo un rato y dijo bien clarito“mamá”, fue un momento tan lindo que lo recuerdo cada día cuando élesta en el cole”... (entrevistada de Villa Zavaletta, Ciudad de Buenos A i-res, en Scavino, C., 2002), “el recuerdo más lindo que tengo son mis hi -jos. Yo les digo a ellos, la cosa más linda que Dios me dio son ustedes”(entrevistada de Eldora d o ) .

La preocupación por los hijos es mayor cuando se trata de los adolescentes.Estos son percibidos como en riesgo permanente por sus madres, por la po-sibilidad de las drogas, el SIDA y la violencia.

Si bien los roles y representaciones de género muestran la gran variedad deun momento de transición, es notable la fragilización de la imagen de losvarones en el discurso de las mujeres.

Las acciones sociales de ayuda producen diferentes efectos subjetivos. En elcaso de los comedores colectivos, las mujeres tendían a percibirlos cómouna práctica inevitable que desmantelaba el control sobre la alimentacióne inclusive la cohesión familiar: ...“si no comemos juntos, qué familia so -mos” (entrevistada de Eldorado); “Ahora cambió mucho, los chicos comenen la escuela y en el comedor comunitario, son ya distintas manos, el ritualde la alimentación ya fue, podemos ciudarlos que no se mojen los pies, queno se mojen la cabeza pero el cuidado de la alimentación ya fue” (entrevis-tada de Provincia de Buenos Aires).

Hay, todavía, en estas unidades familiares que investigamos, una fuerte po-tencia de cuidado y preservación. Nos basta haber investigado el notable

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esfuerzo que hacen quienes vienen desde los cordones del Gran Buenos Ai-res para buscar un servicio que suponen mejor en la Ciudad de Buenos Ai-res. Esta vitalidad y potencia desplegada en la lucha por la sobrevivencia,que constituye un capital social invaluable, se vulnera todos los días antelas situaciones extremas de desamparo. Los profesionales de servicios de fa-milia de Hospitales de la Ciudad de Buenos Aires, manifiestan percibir quelas familias que llegan a la consulta tienen problemas más complejos y gra-ves. Una de ellas decía: “extrañamos la época en que venían porque un chi-co tenía enuresis, casi nada de lo que llega ahora se pude resolver con unsolo tipo de intervención”. Los servicios de salud mental en este caso, reci-ben a los que fracasan o se desmoronan en este proceso de sobrevivencia.Entre el eje de transformación y potencia y el de precarización y disgrega-ción, la línea divisoria es frágil y depende de la articulación con lo societalen su sentido más amplio.

Primera versión: 11/10/03Aprobado: 10/1/04

Bibliografía

Barcala, Alejandra y Stolkiner, Alicia (2000): “Accesibilidad a servicios desalud de familias con necesidades básicas insatisfechas: estudio de caso” VIIAnuario de Investigaciones de la Facultad de Psicología de la Universidadde Buenos Aires.

C i c e rchia, Ricardo (1996): “Familia: la historia de una idea. Los desórdenesdomésticos de la plebe urbana porteña”. Buenos Aires 1776-1850” en: Viv i -rá en Familia, comp. Catalina Wainerman, UNICEF/LOSADA, Buenos A i r e s .

Cserniecki, Silvina (2003): “Prácticas de salud de los niños trabajadores ca-llejeros de Constitución”, inédito. Tesis de Maestría en Salud Mental Comu-nitaria, UNLA. Beca de Maestría OPS. Directora: Alicia Stolkiner

Donzelot, Jaques (1979): La policía de las familias. Ed. Pre-Textos, Va-l e n c i a .

Jelin, Elizabeth (1984): Familia y unidad doméstica: mundo públicoy vida priva d a, Centro de Estudios de Estado y Sociedad, Buenos A i-r e s .

Roudinesco, Elizabeth (2002): La familia en desorden, Fondo de Cultura

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Económica, Buenos Aires.Scavino Carolina (2002): “Notas sobre trabajo en terreno” de la Beca demaestría de UBACyT: Representaciones, prácticas de crianza e intervencio -nes sobre niños de 1 a 4 años en la consulta pediátrica. En curso. (Directo-ra: Alicia Stolkiner)

Stolkiner, Alicia (1994): “Tiempos “posmodernos”: ajuste y salud mental”,en Políticas en Salud Mental. Comp. Osvaldo Saidón y Pablo Trianovski, Lu-gar Editorial, Buenos Aires.

Torrado, Susana (2003): Historia de la Familia en la Argentina Moderna(1870-2000), Ediciones La Flor, Buenos Aires.

Resumen

El objetivo de este trabajo es exponer algunas reflexiones teóricas sobre latransición en que se encuentran las formas familiares y formular algunos in-terrogantes, basados en la experiencia en terreno, sobre la relación entreellas y la crisis. Más allá de sus transformaciones y diversidades algún ám-bito familiar parece ser indispensable para el desarrollo de “la cría” huma-na y por ende reflexionar sobre la familia es hacerlo sobre las condicionesde la infancia.”

Palabras claves: estrategias familiares; desamparo; sobrevivencia.

Summary

This paper endeavours to expose theoretical issues related to the transitionthe family formations are going through. It also elaborates questions basedon both the field experience and the relation between the mentioned forma-tions and the crisis. Beyond its transformations and variety, a family environ-ment appears to be vital in order to assure the development of the human“breed”. Thus, thinking of the family requires taking into consideration theconditions of infancy.

Key words: family strategies; helplessness; survival.

Résumé

Le but du présent travail est d’exposer quelques réflexions théoriques sur latransition où se trouvent les formes familiales et de poser quelques ques-

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tions, basées sur l’expérience du terrain, sur le rapport entre elles et la cri-se. Au-delà de ses transformations et ses diversités, un certain milieu fami-lial semble être indispensable pour le développement de “l’élevage” hu-main. Et par conséquent, réfléchir sur la famille c’est réfléchir sur les condi-tions de l’enfance”.

Mots-clés: stratégies familiales; abandon; survie.

Alicia StolkinerConde 665(1426) Ciudad de Buenos AiresTel. [email protected]

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CREACIÓN DE UN ESPACIO PSÍQUICODURANTE EL EMBARAZO EN TIEMPOS DE CRISIS

Mabel Rodríguez Ponte*

Ana Lía Ruiz**

Introducción

n este trabajo1 vamos a exponer en parte los resultados de la investiga-ción “Transformaciones en las representaciones paternas” centrándo-nos en el relato de dos de los casos entrevistados que significaron una

modificación del encuadre de investigación en función de las necesidadesque surgían en un contexto de urgencia, relacionadas a la crisis social quese vivía en esos momentos.

Fundamentación

La paternidad y maternidad se desenvuelven en una estructura cultural y fa-miliar existente, que impone ciertas reglas que hacen al ejercicio de funcio-nes y roles de padres, madres y recién nacido.

Ambos, padre y madre necesitan los nueves meses de gestación biológicadel hijo para su otra gestación, la psíquica que estará entretejida con suspropias historias, movilizando deseos, fantasmas.

Lebovici (1973), habla de diferentes representaciones de hijo, construidas alo largo del embarazo del niño. Estas son el hijo real, el hijo imaginario, elhijo fantasmático y el hijo mítico (1979).

B razelton y Cramer (1990) plantean que las etapas físicas del embara-zo estarían ligadas a la preparación psicológica de ambos padres. Detal manera que a los nueve meses tanto la madre como el padre tienen

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* Profesora de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en conveniocon APBA).** Profesora de la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Niños de UCES (en conve-nio con APBA).1 Este trabajo ha sido realizado bajo la supervisión de la Lic. Gabriela Iglesias perteneciente alDepartamento de Investigaciones de la UCES a quien dirigimos nuestro agradecimiento.

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la sensación de estar completos y listos para recibir a su hijo.

Desde la clínica el conocer las representaciones gestadas por los padres alo largo del embarazo y primeros meses del bebé permiten una prevenciónacerca de dificultades vinculares entre padres e hijo, y la inscripción de ex-periencias temprana que pueden llevar a afectar los primeros inicios de laconstitución subjetiva del bebé.

En este trabajo presentaremos los relatos obtenidos de entrevistas semi-diri-gidas llevadas a cabo en los consultorios externos de Obstetricia de un hos-pital público del Gran Buenos Aires, las que permitieron escuchar a las mu-jeres embarazadas, y el lugar que ocupaban los fantasmas y entretejidosimaginarios en este período crucial del desarrollo del bebé en el cuerpo dela madre, siendo estos importantes factores de influencia sobre el mundo re-presentacional del niño. El contexto social en el que se desarrollaron nosllevaron a enfrentarnos con cuestiones clínicas que hacen referencias a unmodelo económico neoliberal, con sus derivaciones en la exclusión, deso-cupación, desamparo, pobreza, marginalidad. Así relataremos dos expe-riencias que reflejan el peso de la situación social y que nos permitieron de-velar la estructura en la que estaban insertas algunas pacientes. Como asítambién la necesidad de crear un espacio en el que se puedan sostener co-mo sujetos deseantes y no como víctimas que deben “arreglárselas comopuedan” con ese real. Se trataría entonces de “concebir” una escucha y nocaer en el desconocimiento de la incidencia de lo social o seguir una lógi-ca segregativa.

Entrevistamos a cuarenta y una madres gestantes que concurrían a los con-sultorios externos del servicio de Obstetricia de un hospital público del co-no urbano para sus controles prenatales y un grupo de madres internadasen la sala de Maternidad de dicho hospital que cursaban los últimos mesesde sus embarazos Las futuras madres eran invitadas a participar en el estu-dio por las médicas obstetras y parteras finalizada la consulta clínica.

La edad promedio de las madres era de 27,04 años (± 5,44). En relación ala escolaridad el 12% tenía primaria incompleta, el 66% secundaria incom-pleta y el 22% secundaria completa. El 85% eran amas de casa. El 76% te-nía una pareja estable y el 22% eran madres solteras y mantenían una rela-ción estable sin convivir con el futuro padre. La edad paterna promedio erade 29,25 años (± 0,56). Con relación a la ocupación paterna se analizarondos categorías 1): categoría ocupacional, el 51% eran trabajadores porcuenta propia, el 37% asalariados y 2): condición de actividad, el 29% se

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encontraban desocupados. Con relación al tiempo de gestación el prome-dio era de 7,07 meses (± 1,47), el 78% eran multíparas; el número de hijospromedio era de 2 hijos (± 1,47).

Se debe señalar que las entrevistas fueron realizadas en los meses de no-viembre- diciembre del 2001 y enero de este año, momentos en los que rei-naba una profunda crisis política social en todo el país. De hecho algunasmadres fueron entrevistadas el 19 de diciembre del 2001.

Se realizó una entrevista semidirigida empleando el modelo de la entrevis-ta “R” versión modificada F-3-95 (Stern, D.N., Robert-Tissot, C., Besson, G.,Serpa, S., Muralt, M., Cramer, B., Palacio, F.); esta analiza las representacio-nes (fantasías, miedos, distorsiones, percepciones, atribuciones) que tiene lamadre acerca de su hijo, de sí misma como madre y de su propia madre.En este caso se utilizó una versión modificada y adaptada a las característi-cas de esta población (Missio, M.; Ruiz, A.L., 1998). Por último se incluye-ron una lista de life events o acontecimientos de vida con el fin de conocerla presencia de situaciones de estrés que estuvieran cursando las futurasmadres durante el embarazo.

Análisis y discusión

La mayoría de las madres atribuyeron cualidades positivas a sus futu-ros hijos, (alegre = 100%; lindo = 98%; sociable = 80 %; 78%= fuer-te). Tres madres lo describieron como triste y a su vez seleccionaroneste vocablo para definir el estado emocional en el cuál se encontra-ban. Lo cuál nos lleva a pensar en el lugar del hijo como fruto de lasidentificaciones de la madre. La mayoría de las madres se mostró máscómoda al poder ser orientadas con relación a la descripción de su fu-turo hijo. Como respuesta espontánea la más frecuente se refirió al se-xo y al ser “sanito”.

Gran parte eran multíparas y en ellas aparecían muy claramente las repre-sentaciones de hijo muy ligadas a sus hijos anteriores. A la pregunta comoimaginaban el futuro bebé aparecían descripciones concretas de los hijosanteriores con los cuales comparaban ya sea en más o en menos algunascaracterísticas. Esto nos daría un indicio del tipo de pensamiento presenteen estos casos, muy ligada a lo concreto y con pocas posibilidades de fan-tasear, de imaginar algo diferente.

De treinta y cuatro madres consultadas sobre la planificación del embara-

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zo, 85% contestaron no haber planificado y deseado el futuro hijo.

Las descripciones espontáneas del futuro bebé se referían al sexo y al ser“sanito” situación que podría estar dada por el contexto hospitalario dondela mayor preocupación suele ser por la salud o siguiendo a Aulagnier(1975), quien explica “el contrato narcisista”, lo que estas madres dicen es-perar de su bebé, hace alusión a los atributos compartidos por el conjuntosocial al que pertenecen. Al menos lo que expresan la mayoría seguramen-te tiene que ver con enunciados que pertenecen a modelos idealizados pa-ra el conjunto también ellos hacen referencia a la importancia de la refe-rencia histórica y los relacionan al lugar que cada uno de los miembrosocupa frente al grupo social al que pertenecen.

En lo que se refería a como se imaginaban ellas como futuras madres nue-vamente contestaban “cómo eran” como madres actuales y a partir de ahíen pocos casos diferenciaban alguna características. En esto vemos nueva-mente que lo que aparece imposibilitado es lo que se refiere a imaginar afuturo. Se privilegia más lo presente e inmediato.

El 68% de las madres expresó “estar preocupadas por su salud”, “ansiosas”= 95%, “expectante” = 90%, “miedosa” = 71%. El 51% de las madres refi-rieron imaginarse a su futuro hijo como “llorón” y así mismas “como mie-dosas”. Surgen interrogantes acerca de los futuros vínculos madre-bebé y elposicionar al bebé en determinados espacios, en este caso como “llorón” yla posibilidad de modificación de estas representaciones frente a la presen-cial real del niño. El 73% de las madres describieron a su futuro hijo como“activo” basándose en los movimientos fetales y señalaron cierta capacidaddel bebé relacionada con fenómenos de autonomía y poder de éste. Estasrepresentaciones coinciden con lo planteado por Defey y Correas(1993), con relación a que ciertos pensamientos y fantasías de la emba-razada pautan el modo de representarse al feto y por lo tanto intera c t u a rcon él. Las madres que expresaron satisfacción en relación a esta per-cepción corporal del bebé en gestación como “activo” manifestaríanuna representación de hijo ligada a una mutualidad y sincronía en laque ambos transitan el mismo proceso psicológico y al mismo tiempo;implica reencontrarse con otro que comparte todo, si la madre está con-tenta, tranquila, sentirá que el feto lo está. En otros casos las madres re-presentaron al bebé en gestación centralizado en la capacidad de con-trol de éste, que nos remite a la idea de que éste todo lo sabe o lo per-cibe, no hay posibilidad de huir o esconderse, transformándose en un“perseguidor interno” (difícil = 24%; agresivo = 22%).

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Desde los procesos identificatorios el 73% describen a sus madres como“cariñosas” y así mismas como tal, expresando el deseo de ser una madreomnipotente como su propia madre, en un juego de “identificaciones en es-pejo” como miradas narcisísticas en el que una hija mira a su madre que asu vez mira a su madre en una línea transgeneracional. Con relación a lasrepresentaciones de sí mismas como futuras madres el 90% se definió co-mo madre “cariñosa”, 83% “paciente” y 76% como “protectora”. Estasidentificaciones e ideales maternos nos remitirían a las funciones maternasdefinidas por Winnicott (1960), entre ellas la función de “holding” (sosteni-miento). Este autor se refiere al mismo enunciando que el sostenimientoprotege contra la afrenta fisiológica; toma en cuenta diferentes sensibilida-des como tacto, temperatura, presión, tono de voz, contacto visual, sensibi-lidad a las caídas. Incluye los cuidados diarios brindados al bebé y subrayaque las madres por naturaleza son capaces de prestar un cuidado satisfac-torio, y que son susceptibles de ejercer mejor sus funciones de sostenimien-to si ellas son objetos también de cuidados. Y aclara que las madres que noreúnan tal condición naturalmente no mejorarán a base de instrucción.

Esto nos lleva al análisis de factores de riesgo que pueden interferir en lavulnerabilidad biopsíquica de la mujer embarazada. El 90% de las madresexpresó tener dificultades económicas graves y el 51% haber sufrido la pér-dida laboral de su pareja, en otras aparecía la precariedad del mismo, re-presentado en las expresiones por “changas” y “hay… no hay”. La mayoríade las madres se definía como “ama de casa”, pero en muchos casos surgíaque habían dejado el trabajo o la búsqueda por el embarazo. A pesar de lasdificultades económicas señaladas no siempre se mostraban conectadasafectivamente en relación a la precariedad de la situación que describían.Si bien en otra parte de la entrevista señalaban “estar triste” (58%), en rela-ción a la problemática económica y laboral manifestaban: “lo normal”,“como siempre”. Podría pensarse en una negación al menos en este perío-do del embarazo, parecían estar más fuertemente conectadas con su futurobebé y con ellas mismas más que con la realidad que las rodeaba. En estesentido se podría pensar que el “ser madres” les permitía definirse en eselugar encontrando una identidad como “madres” dentro de su entorno fa-miliar y social y así poder tolerar, tal vez “resistir” el lugar de “víctimas” queson llevadas a ocupar por una sociedad que las excluye e impide su inser-ción laboral. Estas experiencias de “expulsión” se ven reproducidas por lasprácticas hospitalarias como puede ser el lugar del padre o cuando algunosprofesionales intentan rechazar ciertas consultas que consideran no perti-nentes a un servicio de psicopatología porque consideran “casos sociales”.En esta población encontramos una sumatoria de factores de riesgo psico-

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social lo cual aumenta la “fragilidad o vulnerabilidad” materna con relacióna la gestación y futura crianza de un niño creando un estado de desvali-miento psíquico por la alta toxicidad del medio en el cual están gestando.Las prácticas hospitalarias muchas veces inciden en la posibilidad de trami-tación psíquica del embarazo. De acuerdo a nuestras observaciones la ma-yoría de los padres no ingresan a la consulta obstétrica y no participan enla atención prenatal. Si tomamos lo planteado por Winnicott acerca de lanecesidad de la madre de ser contenida afectivamente y la presencia de unporcentaje elevado de factores psicosociales, la participación del padre enel cuidado del niño desde la gestación, podría ayudar a mejorar el estadoafectivo materno y superar sus estado de exclusión ligados a la gestación desu futuro hijo y a factores que hacen a su inserción al mercado laboral.

De la investigación a la clínica

De acuerdo a lo desarrollado podemos decir que el embarazo presentificay pone en escena la vida previa a la concepción de cada mujer desde susvínculos primarios, experiencias, conflictos en la dinámica edípica, juegosinfantiles, etc. influyendo en su función materna y en el vínculo con su fu-turo hijo.

Varios psicoanalistas se han ocupado de escuchar a las mujeres embaraza-das, y el lugar que ocupaban los fantasmas y entretejidos imaginarios en es-te período (Aberasturi, Langer, Videla, Stern).

Bibring (1959), señala la tendencia de las mujeres embarazadas a hablar li-bremente de sus fantasías y de poder conectarse con su mundo interior. M.Bydlowski (1991), describe este estado en términos de “transparencia psí-quica” como un estado de susceptibilidad donde los fragmentos del incons-ciente vienen a la conciencia y conducen a la movilización de recuerdosque quizás habían permanecido ocultos durante mucho tiempo y F. Molè-nat (1999), habla de la “fluidez” del inconsciente que es observado en en-trevistas clínicas llevadas a cabo con embarazadas.

Leff (1993, citado por Gautier, 1998), describe un fenómeno semejante yhabla también de la “permeabilidad del inconsciente” y sugiere que unoencontrará en los relatos de las madres embarazadas un material clínicomuy significativo.

Bydlowski (1989), plantea que las condiciones que rodean al trabajo en unamaternidad son excepcionales para el psicoanálisis. El ambiente médico ge-

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nera un estado en el cuál las pacientes (madres embarazadas) son cuidadasy atendidas, estableciendo una confianza infantil que permite una alianzaterapéutica con el equipo de atención enfermeras, parteras, obstétricas. Alocuparse del cuerpo generan en transferencia una envoltura psíquica queprotege a la futura madre y a su bebé en gestación.

En el inicio de este trabajo habíamos relatado como eran invitadas las ma-dres a participar en la investigación por parte de las médicas obstétricas,quisiéramos transmitir dos experiencias que nos llevaron a interrogarnosciertas cuestiones ligadas al cuidado psíquico de la embarazada y a la crea-ción de un espacio de escucha.

La mirada atenta del equipo de atención médica, sus preguntas, sus obser-vaciones permiten una mejor comprensión de los estados de vulnerabilidadpsíquica de las futuras madres y el bebé en gestación. Fenómenos de des-plazamiento, de confusión, permiten comprender lo emocional que circulaa partir de un evento orgánico (el descubrimiento de una patología de lamadre o del feto) o social como la decisión de una madre de separarse desu bebé o no contar con ningún sostén familiar.

Relataremos dos situaciones que se presentaron a lo largo del trabajo decampo:

-La mujer se sienta en la silla con dificultad para ser entrevistada, se obser -va el estado avanzado del embarazo. No tiene en claro la fecha probablede parto dice que supone estar casi de 9 meses de gestación. Comenta quetienen dos hijos de 14 y 8 años.

Le pregunto cómo le gustaría que fuera el futuro bebé, cómo se lo imagina,cómo será, no responde a las mismas y me pregunta sobre quién preguntosi por ella o por el bebé, le contesto que por el bebé a lo que expresa nopoder imaginarlo y queda en silencio, baja la cabeza. Dejo de lado la en -trevista “R” y le pregunto donde vive, qué hace.

Me cuenta que hace un mes vino de Paraguay donde vivía en el campo. Tu -vo sus otros hijos de diferentes padres. “Todos cuando quedo embarazadase van”, dice refiriéndose a sus parejas quienes la maltrataban. Cuando seentera de este embarazo y queda sola decide venir a Buenos Aires con sushijos ya que no tenía trabajo. Aquí aún no buscó. Vive con su madre quiénhace muchos años que reside en Buenos Aires. Sus hijos están bien aquí.Me dice que le gustaría que fuera una nena, el futuro bebé y a continuación

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comienza a hablar de la madrina que es una señora que la acompaña a loscontroles prenatales, le ha comprado todo para el bebé.

Le pregunto por ella, cuántos hermanos tiene, qué hacía en el campo, etc.y comenzamos a armar su propia historia.

Nos despedimos y le deseo suerte con el parto y futuro bebé. La médicaobstétrica que había atendido a la madre me dice que “ésta lo da en adop -ción” y refiere que cuando hablan de “una señora muy buena que les com -pra todo para el bebé y que será la madrina” ella ya sospecha de la adop -ción. Además marca las diferencias entre las dos mujeres en relación a laforma de vestirse, lo cual la lleva a reafirmar sus suposiciones.

Adquieren significado los silencios de esta madre y el no poder imaginar albebé. Una de nosotras se acerca a ésta en el momento en que estaban porrealizar un monitoreo fetal y se le explica en qué consiste el mismo. La ma -dre parece asustada y expresa las diferencias con los otros dos partos quehabía tenido en el campo. Ante esta actitud acompañamos a la madre du -rante el estudio ayudándola a escuchar los latidos del corazón de su bebé.

A los 15 días vuelvo a encontrar a la madre con un bebé en brazos. Me di -ce que ha nacido “Romilda Beatriz, mujer como yo quería” Viene a un con -trol con la obstetra. Me relata que sus dos hijos “no la quieren dar” y “quese queda con ellos”. Me habla del bebé que duerme mucho, igual que ellay corre la manta para que la vea. Es una beba de tamaño mediano, rosada,permanece dormida, sus manos están juntas en la línea media. Me dice quea los días de la entrevista comenzó a sentirse mal, la internaron por que es -taba hipertensa y comienza con contracciones y el equipo médico decideque nazca el bebé; por suerte “fue por parto como yo quería”.

Vemos cómo la creación de un espacio de escucha para esta mamá posibili-tó el armado de su propia historia y la historia de su futuro bebé, al sentirsecontenida desde lo orgánico y lo psíquico quizás posibilitó la emergencia desu función materna, de sus deseos y la posibilidad de comenzar una nuevahistoria juntas con su bebé. Se mencionó anteriormente la necesidad de crea-ción de un espacio de escucha en los controles obstétricos por el momentoespecial que vive la mujer embarazada y su necesidad de contención, poro t ra parte se señaló las situaciones de exclusión social y como son reprodu-cidas por los servicios hospitalarios, asaremos a relatar otra experiencia:

-Una paciente se acerca a una de nosotras pidiendo “ayuda” y pregunta si

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soy psicóloga ya que vivía situaciones de violencia cotidiana con su pare -ja, agudizadas a partir de su embarazo. Esto era tan complejo que en esemismo momento se había ido de su casa con sus dos hijos pequeños vivien -do en la calle y no tenía a donde ir. A su vez este tipo de situación no leocurría por primera vez sino que ya se había repetido en embarazos ante -riores. Se conversa con la obstetra que luego de atenderla llama al serviciode psicopatología para derivarla y rechazan la derivación diciéndole que esun “caso social”.

Podríamos preguntarnos qué se considera un caso social y porqué rechazar-la antes de escuchar a la paciente que venía pidiendo ella misma por unapsicóloga. Si bien los servicios se encuentran probablemente desbordadospor cantidad de pacientes que llegan con este tipo de dificultades, creemosque la crisis nos atraviesa a todos incluidos los profesionales y que la peorrespuesta ante este tipo de situaciones es la del acto expulsivo como en es-te caso y que desgraciadamente esto parece ser frecuente en numerosas ins-tituciones aunque no siempre de manera tan explícita. Esto es tanto másgrave cuando ocurre en los servicios de psicopatología, ya que sabemosque la crisis social tiene su propia dinámica que lleva a situaciones traumá-ticas y de exclusión como el desempleo y las dificultades económicas engeneral.

Pero si a esto le agregamos que en algunos pacientes aparece con toda sufuerza “la compulsión a la repetición” que nos hablaba Freud en las neuro-sis de destino, tienden a reproducir situaciones violentas que el medio so-cial les refuerza y cuando buscan salir de esto, los profesionales les respon-den con más violencia quedando en una situación sin salida.

En nuestros casos era común la combinación de embarazos no planificadosen familias con serias dificultades económicas que a raíz del embarazo lasmujeres perdían su trabajo. Como decía una paciente internada: “me echa-ron justo cuando más lo necesitaba”, u otra paciente que esperaba su no-veno hijo estando su pareja y ella sin trabajo, frente a la pregunta de situa-ciones de violencia contesta “no, lo normal”. ¿Podríamos preguntarnos si esnormal la violencia para estas mujeres? ¿Cómo responden las institucionesa esto? Es verdad que no todos los profesionales reaccionan igual ante es-tos casos y hasta las mismas internaciones obstétricas en algunos casos,eran un intento de contención. De todas maneras los psicólogos debería-mos estar especialmente atentos para no reproducir situaciones traumáticasa los pacientes. De ahí la importancia de crear espacios de escucha que fa-cilite la posibilidad de representar o fantasear lugares diferentes.

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Conclusión

Este trabajo fue realizado como parte de una investigación que como tal co-bra sentido en la cadena de sucesivas investigaciones ya que una investiga-ción por sí sola no debería llevarnos a extraer conclusiones generales o de-finitivas si no incluir en un proyecto más amplio o abarcativo. Lo que sí ocu-rrió en esta investigación es encontrarnos con casos donde la crisis socialse presentifica con toda crudeza y esto llevó a las investigadoras a tener queintervenir en función de los hechos.

Si bien pensamos que en este tipo de investigaciones se suele modificaraquello mismo que se investiga en nuestro caso se hizo evidente la necesi-dad de contención y de escucha de algunas de las pacientes entrevistadas.También llevó a que se replanteen algunas prácticas institucionales.

Uno de los aportes que encontramos en este trabajo es su vinculación conla clínica, ya que nos acerca a las consecuencias de una realidad más com-pleja que la que normalmente llega a los consultorios.

En el caso de esta población y con relación a la crisis social, las madres entre-vistadas no parecían estar tan afectados por la crisis coy u n t u ral que se vivían enesos momentos en nuestro país y si en cambio sufrían los efectos de una crisis(“lo normal”, “como siempre”) que como tal lleva un proceso de muchos años.

Primera versión: 9/11/03Aprobado: 7/1/04

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Winnicott, D.: (1960). El proceso demaduración en el niño. Cap. III “La teo-ría de la relación paterno-filial”. Buenos Aires. Editorial LAIA.1975.

Resumen

El propósito de este trabajo es presentar algunos resultados de la investiga-ción “Transformaciones en las representaciones paternas” que consistió enun estudio exploratorio llevado a cabo con cuarenta y una madres que cur-saban en promedio el séptimo mes de embarazo y concurrían a sus contro-les prenatales en un hospital público del Gran Buenos Aires. Las mismasfueron realizadas en los meses de noviembre-diciembre del año 2001, mo-mentos en el que reinaba una profunda crisis político-social en nuestro país.Las entrevistas llevadas a cabo, permitieron escuchar a las mujeres embara-zadas, y el lugar que ocupaban los fantasmas y entretejidos imaginarios eneste período crucial del desarrollo del bebé en el cuerpo de la madre, sien-do estos importantes factores de influencia sobre el mundo representacio-nal del niño.

En esta población encontramos una sumatoria de factores de riesgo psico-social que aumenta la “fragilidad o vulnerabilidad” materna con relación ala gestación y futura crianza de un niño. Si pensamos que el embarazo depor sí es un estado de vulnerabilidad este puede ser aumentado por la pre-sencia de otros factores de índole psicosocial que inciden en la construc-ción de las representaciones de hijo y de madre, creando un estado de des-valimiento y riesgo biopsíquico. Por último se relatan dos experiencias quesignificaron una modificación del encuadre de investigación en función delas necesidades que surgían en un contexto de urgencia, relacionadas a lacrisis social que se vivía en esos momentos. Se subraya la necesidad decrear un espacio de escucha y no caer en el desconocimiento de la inciden-cia de lo social o seguir una lógica de segregación.

Palabras claves: embarazo; vulnerabilidad; crisis social; representacionespaternas.

Summary

The purpose of this work is to introduce the results of an exploratory studycarried out with 41madres that studied in their seventh pregnancy month,who attendant to their prenatal controls in an state hospital located in thesuburbs of Buenos Aires. The interviews where made on november-decem-ber, 2001. During this period the country was going through a deep politi-

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cal and social crisis. Due to the interviews we were able to listen to thepregnant women, and the place that occupied the ghosts and imaginary in-terwoven that take place during this crucial period of the baby’s develop-ment in the mother’s body. This are important factors that influence on thechild’s representational world.

In this population we found a sumatoria of psychological and social risksfactors that increase the maternal “fragility or vulnerability” connected tothe gestation and to child’s future upbringing. As the pregnancy is a vulne-rable state by itself, it could be even increased by other psychosocial factorsthat influence in the construction of child’s and mother’s representationsThis produce a helplessness state and a biopsychological risk. At the end ofthe work, two cases presented that forced us to introduce changes in inves-tigation led to the requirements of an urgency context, related to the socialcrisis of the moment. It’s important to focus on the creation of a space whe-re the patients could be listening and not to forget the influence of socialfactors neither making segregation.

Key words: pregnancy; vulnerability; social crisis; representational world.

Résumé

Le but du présent travail est de présenter quelques résultats de la recherche“Transformations dans les représentations paternelles” qui a consisté en uneétude exploratoire réalisée avec quarante et une mères qui traversaient enmoyenne leur septième mois de grossesse et qui faisaient leurs contrôlesprénatals dans un hôpital de l’État de la banlieue de Buenos Aires. Ces con-trôles ont été effectués en novembre-décembre 2001, moment où sévissaitune profonde crise politico-sociale dans notre pays. Les entretiens réalisésont permis d’écouter les femmes enceintes et d’appréhender la place qu’oc-cupent les fantasmes et les entrelacements imaginaires dans cette périodecruciale du développement du bébé dans le corps de la mère, ceux-ci étantd’importants facteurs d’influence sur le monde représentationnel de l’en-fant.

Dans cette population nous avons trouvé un total de facteurs de risque psy-chosocial qui accroît la « fragilité ou vulnérabilité » maternelle par rapportà la gestation et au futur élevage d’un enfant. Si l’on pense que la grossesseen elle-même est un état de vulnérabilité, celui-ci peut être augmenté par laprésence d’autres facteurs d’ordre psychosocial qui influencent la construc-tion des représentations de l’enfant et de la mère, créant un état de délais-

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sement et de risque biopsychique. Pour terminer, sont relatées deux expé-riences qui ont signifié une modification de l’approche de recherche enfonction des besoins qui apparaissaient dans un contexte d’urgence, relati-ves à la crise sociale vécue à ce moment-là. Les auteurs soulignent le be-soin de créer un espace d’écoute et de ne pas tomber dans la méconnais-sance de l’influence du social ou de poursuivre une logique de ségrégation.

Mots-clés:grossesse; vulnérabilité; crise sociale; representations paternelles.

Mabel Rodríguez Ponte Gavilán 465, ACiudad de Buenos AiresTel.: [email protected]

Ana Lía Ruiz Cortázar 3503(1417) Ciudad de Buenos AiresTel.: [email protected]

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UCES (Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales)

APBA (Asociación de Psicólogos de Buenos Aires)

CARRERA DE ESPECIALIZACIÓN ENPSICOANÁLISIS CON NIÑOS

Aprobada por el Ministerio de Educación. Resol. 684/99Acreditada por resolución 341/00 de la Comisión Nacional de Evaluacióny Acreditación Universitaria Título de validez Nacional

Directora: Lic. Beatriz Janin

Comité Académico: Dra. Silvia Bleichmar, Dra. Emilse Dio Bleichmar, Lic.Beatriz Janin, Dr. David Maldavsky, Lic. Nilda Neves, Dra. Marilú Pelento,Lic. Mario Waserman.

Coordinadora Académica: Lic. Alicia HassonCoordinadora de Pasantías: Lic. Mabel Maffezzoli

Docentes: Juan José Calzetta, José Cernadas, Rubén Dimarco, Gabriel Don-zino, Aurora Favre, Osvaldo Frizzera, Alicia Gamondi, Alicia Hasson, Ga-briela Iglesias, Beatriz Janin, Elsa Kahansky, Ruth Kazez, Mabel Maffezzoli,Diego Moreira, Silvia Morici, Nilda Neves, María Rita Pousa Camba, MaríaCristina Rojas, Mabel Rodríguez Ponte, Ana Lía Ruiz, Rosa Silver, MarioWaserman; Beatriz Zambianchi.

Docentes invitados: Ricardo Antar, Luis Hornstein, Isabel Lucioni, AídaSaks, Alicia Stolkiner.

Fundamentos de la EspecializaciónEl gran requerimiento de atención psicológica para niños, así como la im-portancia de este campo de trabajo, hacen imprescindible formar especia-listas que puedan dar una respuesta idónea a esta demanda.

La formación específica que los psicólogos y médicos deben tener para tra-bajar con niños, emerge de la especificidad de los problemas y de las téc-nicas necesarias para escucharlos y para incluir en el tratamiento a los quelos rodean.

Los ejes de la especialización comprenden la articulación teoría/clínica y la

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Psicopatología infantil desarrolladas a partir de los conceptos centrales delpsicoanálisis freudiano.

Plan de estudiosLa carrera se dicta en tres años (seis cuatrimestres).

1er. Año• Teoría y Clínica del Psicoanálisis con Niños.• Psicopatología Infantil I.• Seminario de Observación de Lactantes.• Supervisiones.

2do. Año• Psicopatología Infantil II.• Psicoanálisis con Niños: Desarrollos Po s t - Freudianos I (los aportes de M.Klein y Anna Fr e u d ) .• Problemas Centrales del Psicoanálisis con Niños I.• Psicoanálisis con Niños: Desarrollos Po s t – Freudianos II (los aportes de J. Lacan).• Supervisiones.

3er. Año• Psicopatología Infantil III.• Cuestiones Técnicas I.• Problemas Centrales del Psicoanálisis con Niños II.• Cuestiones Técnicas II.• Supervisiones.• Pasantías en hospitales durante 2do. y 3er. año.

Modalidad MensualDesde 1997 funciona la Carrera de Especialización en Psicoanálisis con Ni-ños para profesionales residentes fuera de la Ciudad de Buenos Aires.

La misma se dicta en cursos intensivos de viernes a sábados, una vez pormes durante nueve meses, requiriéndose práctica supervisada y trabajos es-critos. Se refuerzan las horas presenciales con material escrito, cassettes, yvideos de conferencias y mesas redondas.

Informes e inscripción: UCES - Pa ra g u ay 1338, 6° piso.Ciudad de Buenos Aires, de 10hs. a 20hs. Tel.: 4815–3290, internos 360 y 362. E-mail: [email protected] ; www.uces.edu.arE-mail: [email protected] / [email protected]

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