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Fecha de recepción: 8 de febrero de 2013 Fecha de aceptación: 24 de octubre de 2013 Cuestión social, prácticas culturales y modelo asistencial en la modernidad liberal. Córdoba, Argentina, 1900-1930 BEATRIZ I. MOREYRA Centro de Estudios Históricos Prof. Carlos S. A. Segreti-CONICET Universidad Nacional de Córdoba/Universidad Católica de Córdoba [email protected] NICOLÁS DOMINGO MORETTI Centro de Estudios Históricos Prof. Carlos S. A. Segreti-CONICET Universidad Nacional de Córdoba [email protected] Resumen Esta contribución tiene por objetivo estudiar las prácticas y representaciones culturales arti- culadas por las elites asistenciales como estrategias tendentes a lograr un consenso activo acerca del modelo benéfico asistencial y como mecanismos de legitimación y reproducción de las relaciones de poder imperantes en Córdoba en la modernidad liberal. Este consenso es entendido como el ordenamiento de las distintas configuraciones mentales para la percepción de la protección social como una cultura asistencial que consideraba que la atención de la pobreza y de los marginales era competencia de la filantropía y la beneficencia con la ayuda subsidiaria del Estado. Palabras clave: cuestión social; beneficencia; prácticas culturales; representaciones; consenso; resistencia. Social Issues, Cultural Practices and Welfare Model in Liberal Modernity. Córdoba, Argentina, 1900-1930 Abstract This contribution seeks to study the cultural practices and representations proposed by the welfare elites as strategies for achieving an active consensus on the welfare model and as mechanisms for the legitimation and reproduction of the prevailing power relations in Córdoba in liberal modernity. This consensus is understood as the arrangement of the various mental configurations for the perception of social protection as a welfare culture that regar- ded poverty alleviation and the care of the marginalized as a matter for philanthropy and charity with the subsidiary support of the state. Key words: social issue; charity; cultural practices; representations; consensus; resistance. Secuencia (2015), 93, septiembre-diciembre, 106-136 ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464

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Fecha de recepción:8 de febrero de 2013

Fecha de aceptación:24 de octubre de 2013

Cuestión social, prácticas culturales y modelo asistencialen la modernidad liberal. Córdoba, Argentina, 1900-1930

BEATRIZ I. MOREYRA

Centro de Estudios Históricos Prof. Carlos S. A. Segreti-CONICET

Universidad Nacional de Córdoba/Universidad Católica de Có[email protected]

NICOLÁS DOMINGO MORETTI

Centro de Estudios Históricos Prof. Carlos S. A. Segreti-CONICET

Universidad Nacional de Có[email protected]

Resumen Esta contribución tiene por objetivo estudiar las prácticas y representaciones culturales arti-culadas por las elites asistenciales como estrategias tendentes a lograr un consenso activoacerca del modelo benéfico asistencial y como mecanismos de legitimación y reproducciónde las relaciones de poder imperantes en Córdoba en la modernidad liberal. Este consenso esentendido como el ordenamiento de las distintas configuraciones mentales para la percepciónde la protección social como una cultura asistencial que consideraba que la atención de lapobreza y de los marginales era competencia de la filantropía y la beneficencia con la ayudasubsidiaria del Estado.

Palabras clave: cuestión social; beneficencia; prácticas culturales; representaciones; consenso;resistencia.

Social Issues, Cultural Practices and Welfare Model in Liberal Modernity.Córdoba, Argentina, 1900-1930

Abstract This contribution seeks to study the cultural practices and representations proposed by thewelfare elites as strategies for achieving an active consensus on the welfare model and asmechanisms for the legitimation and reproduction of the prevailing power relations inCórdoba in liberal modernity. This consensus is understood as the arrangement of the variousmental configurations for the perception of social protection as a welfare culture that regar-ded poverty alleviation and the care of the marginalized as a matter for philanthropy andcharity with the subsidiary support of the state.

Key words: social issue; charity; cultural practices; representations; consensus; resistance.

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Secuencia (2015), 93, septiembre-diciembre, 106-136ISSN: 0186-0348, ISSN electrónico: 2395-8464

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Secuencia, ISSN 0186-0348 █ núm. 93, septiembre-diciembre de 2015 █ pp. 106-136 [107]

Cuestión social, prácticas culturales y modeloasistencial en la modernidad liberal.

Córdoba, Argentina, 1900-1930

Beatriz I. Moreyra y Nicolás Domingo Moretti

INTRODUCCIÓN

Apartir de los años ochenta del sigloXX, las ciencias sociales y huma-nas experimentaron un resquebra-

jamiento del amplio proyecto consensualde la historia social y de la causalidadsocial y al mismo tiempo un movimientode recuperación del análisis cultural comoperspectiva de estudio capaz de interve-nir de un modo significativo en algunosde los campos de discusión centrales deestas disciplinas. Es decir, parafraseandoa Theda Skocpol, se asistió a un retorno dela cultura a un primer plano (Evans, Rues-chemeyer y Skocpol, 1985, pp. 3-43). Elloimplicó la confirmación del potencial cog-nitivo del estudio de la cultura, transfor-mado en instrumento central para captarel sentido de una época (Eley, 2009, p.151). Es decir, comenzaron a cuestionarselos dualismos que predominaban en lasciencias sociales y humanas, rechazándosela necesidad de optar entre valores y rela-ciones sociales, pues ambos son interde-pendientes y se refuerzan mutuamente.Este deslizamiento consideró a lo cultu-ral como la expresión simbólica de la con-ducta social que gozaba de la misma “rea-lidad” que los considerados hechos socialesobjetivos. Es decir, el giro cultural con elénfasis en la cultura y el lenguaje socavó

el enfoque jerárquico en la explicación delas realidades sociales y postuló comosupuesto esencial que toda realidad socialestá culturalmente construida y consti-tuida discursivamente.

La incorporación de la dimensión so-ciocultural tuvo un impacto notable en laexplicación histórica, porque se comenzó areconocer la importancia de los factoressubjetivos en la comprensión de los hechosy procesos sociales. El énfasis en la culturasupone que las creencias y los rituales inte-ractuaban con las expectativas sociales yeconómicas de la población y no sólo refle-jaban su situación socioeconómica.

En esta perspectiva, Hans Medick haafirmado que la cultura no se refiere única-mente a un tema específico, ella no es con-siderada solamente como un subsistemasocial que es relativamente estático y limi-tado a sí mismo, sino que la cultura aludea un factor dinámico y formativo en la “rea-lización” de cada día y en la transforma-ción de las relaciones sociales, económicasy políticas. La cultura y las expresiones cul-turales no pueden ser decodificadas sim-plemente como un sistema de normas,símbolos y valores que están presentes y“dados”, constantes e invariables en todaslas relaciones cotidianas y no cotidianas.Por el contrario, precisamente desde laperspectiva proveniente de la antropología

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social y cultural, la cultura y las expresio-nes culturales deben ser exploradas comoun elemento y un medio de la activa cons-trucción y representación de las experien-cias y relaciones sociales y sus transforma-ciones. Los modos culturales y las formasde expresión están así presentes como unmotor histórico, como un elemento quemodela las expectativas, los modos deacción y sus consecuencias en el hecho his-tórico y también operan como factores enla estructuración del mundo social de laclase, la autoridad, las relaciones económi-cas y su transformación histórica.1

Estos virajes afectaron también losestudios e interpretaciones sobre la cues-tión social y los modelos de asistenciasocial, proporcionando una visión máscompleja y matizada de las políticas socia-les. Dentro de este cambiante contextohistoriográfico, el interrogante central queatraviesa este trabajo es por qué después detres décadas de diversas iniciativas regula-doras por parte del estado provincial ymunicipal sobre la cuestión social, de losdeslizamientos discursivos a favor de unamayor equidad en la distribución del bie-nestar y de la necesidad del reconoci-miento de los derechos sociales, siguióprevaleciendo un modelo asistencial confuerte participación de las institucionesciviles de protección social.

Muchas respuestas se han explorado.En algunos casos se han enfatizado, entreotros factores, las limitaciones de las capa-cidades estatales –administrativas y finan-cieras– para atender las demandas socialesen la coyuntura histórica analizada;2 otrosestudios han resaltado la centralidad delliberalismo y su escasa preocupación porlo social y/o la conveniencia económica dederivar la atención social de los sectoresmás empobrecidos al ámbito de la socie-dad civil en calidad de deber moral (véan-se Castel, 1997; Moreyra, 2009a).3 Menosatención se ha prestado a las prácticas cul-turales como mecanismos de legitimaciónde un modelo de asistencia social, más allá de la racionalidad disciplinadora queha estado siempre presente en las inter-pretaciones esgrimidas.

En este marco, este artículo se proponeofrecer una interpretación integradora que,sin descuidar los factores políticos, econó-micos e ideológicos, rescate el poder es-

1 La mayoría de los historiadores que adoptaronel giro cultural nunca abandonaron la creencia en larealidad objetiva del mundo social y sostuvieron quelo cultural y lo social eran indisociables. Por el con-trario, la creciente atención al lenguaje y a las estruc-turas discursivas condujo al desplazamiento del focode la investigación histórica desde el fenómeno socialal discurso y a través de la ortodoxia textual se soste-nía que el discurso producía el sujeto, que no consti-tuía un agente dotado de libertad y conciencia, sinomás bien una posición creada por el discurso.

2 Entre otros trabajos, para el caso de Córdobavéase Moreyra (2000), y Remedi (2001).

3 En este sentido, en los mensajes de los intenden-tes elevando los presupuestos y en los debates sobreampliación de partidas, estaba muy presente la preo-cupación prioritaria por el equilibrio fiscal y la deudapública y por no expandir los gastos más allá de loque consideraban servicios indispensables. La reitera-ción de esta idea de “economizar” se convirtió en unode los fundamentos más sólidos que sustentaba lavigencia del modelo benéfico asistencial. En 1924,respecto a delegar a las damas de la sociedad de bene-ficencia el mantenimiento de las casas de inquilinatomunicipal, este argumento aparecía con meridianaclaridad: “en resumidas cuentas, no se trata de dádiva,sino de una operación conveniente para la comunapues las casas son municipales y las damas las refac-cionan con la mitad de gastos que tendrá que hacer lamunicipalidad para ese fin, así es conveniente darletodo lo que ellas piden para esa reparación”.

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tructurante de las prácticas culturales. Estavisión de la cultura como un factor estruc-turante implica considerarla no solamentecomo un sistema coherente de símbolosy/o como mecanismo de control que go-bierna la conducta, sino que la concibecomo posibilidad de agencia de los indi-viduos, dada la ambigüedad del mundosimbólico, la pluralidad de interpretacio-nes posibles y las luchas entabladas porlos recursos tanto simbólicos como mate-riales. El objetivo es desentrañar cómo seconfiguran, se negocian y se transformanlas significaciones a través de las prácti-cas, las representaciones, los imaginarios yla eventualización como espacios y proce-sos de producción de sentido a través delos diferentes y contrapuestos ámbitossociales (Hering y Pérez, 2012, p. 27).

Esta concepción de lo cultural ha sido,precisamente, el fundamento del cuestio-namiento a las perspectivas basadas única-mente en la suficiencia explicativa de losmecanismos disciplinadores y la ponde-ración de otras variables explicativas, comoson la generación de un consenso activopor parte de los asistidos con los modelosde atención social y con los fundamentosideológicos y políticos subyacentes a lacultura benéfico-asistencial de las elitesdirigentes. Ellas no sólo utilizaron meca-nismos de control social sino también sevalieron de prácticas culturales para ci-mentar y reforzar ese consenso entre losasistidos, buscaron inculcar un sentidosocial de pertenencia entre los protegidosque les permitiera identificarse como tal yactuar en consonancia. En otras palabras,se perseguía que, a través de una identidadde proyecto, los participantes, tomandocomo referentes los materiales culturalesque se les presentaban a su percepción yapropiación, construyeran una identidad

que redefiniera su posición en la institu-ción y en la sociedad. Es decir, que el indi-viduo en sus prácticas sociales reconocieraa los demás como miembros de la mismacomunidad y se viera como parte de ellaal ser reconocido por los otros en su situa-ción de dependencia. En síntesis, nos pro-ponemos rescatar las prácticas y represen-taciones en la construcción compleja deese consenso activo, entendido como elordenamiento de las distintas configura-ciones mentales para la percepción delmundo social por los actores sobre la basede la fuerza estructurante de una culturaasistencial fuertemente arraigada en lasociedad, las instituciones y los hombres–asistentes y asistidos–, que considerabaque la atención de la pobreza y de los mar-ginales seguía siendo competencia de lafilantropía, la beneficencia y de la “cari-dad oficial reglamentada y fría”, pero cari-dad necesaria.

Este propósito direccionado por las eli-tes asistenciales adquiere mayor impor-tancia si se consideran dos aspectos inte-rrelacionados. En primer lugar, comoMichel de Certau ha argumentado, las for-mas culturales, los actos o los artefactosnunca han tenido un significado fijo, porcuanto el sentido se atribuye durante laapropiación individual o colectiva (Heringy Pérez 2012, p. 27).

Si las categorías culturales, como fenó-menos históricamente constituidos, estánsujetas constantemente a los efectos de lareevaluación funcional y resignificaciónpor parte de los agentes, nunca puedenser totalmente estabilizadas (Moreyra,2007, pp. 153-182). En segundo lugar,y en íntima relación con lo anterior, ladudosa efectividad de las interpretacionesortodoxas sobre las políticas de controlsocial puesta de manifiesto en la heteroge-

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neidad de las formas en que las personaslas apropiaron, reelaboraron o resistieronen sus vidas.4 Esta mirada, consideradadesde el punto de vista de su propia yespecial dimensión interpretativa, poten-ció la importancia explicativa de las estra-tegias de las elites asistenciales encamina-das a configurar, modificar y reconvertir,según las cambiantes circunstancias his-tóricas, los mecanismos de interacciónsocial, reciprocidad y control, tendentes ala legitimación del modelo asistencial.

Por otra parte, la cultura no es apolí-tica. Las expresiones y prácticas culturalesson también mecanismos de reproducciónde las relaciones de poder imperantes; esdecir, la cultura como una red de signifi-caciones, en las que se dirimen o refuerzanlas relaciones de poder. La cultura, comola sociedad, es un campo de juego con suslímites y sus armonías internas menos apa-rentes, en el cual actores y grupos com-piten por posiciones de poder; concreta-mente, por el control de los significados.

Para demostrar el poder configurativoy cambiante de las prácticas culturales, lainvestigación pone énfasis en dilucidar elheterogéneo universo de las mismas, su fun-ción pedagógica y sus estrategias de con-trol y de poder. En otras palabras, el sis-tema de protección social era también unaconstrucción cultural dotada de significa-ción política, recursos simbólicos y ritua-les sociales (Moreyra, 2009a, pp. 13-26).

En este sentido, el artículo analiza lasfiestas, rituales y conmemoraciones consus productos y artefactos culturales –can-tos, himnos alusivos, poesías, discursos yotras formas literarias–, la actividad edi-

torial, los momentos de esparcimiento–como las representaciones teatrales y elcine– y los espacios de lectura, que cons-tituyeron herramientas culturales de pro-fundas implicancias políticas, ideológicase identitarias, a través de las cuales las eli-tes asistenciales se proponían generar unsentimiento compartido e identidad co-mún, una comunidad emocional y fueronesenciales para transmitir ideas y dar res-puestas a las preocupaciones sociales; esdecir, se procuraba generar espacios dondelos asistidos se reconocieran, generaranvínculos con sus protectores, reconocie-ran las jerarquías sociales y adoptaran unmodelo de sociedad y lo difundieran entreellos. Pero el trabajo no sólo se focaliza enla conformación de un consenso con laacción social desplegada por las institu-ciones, sino que también aborda las ten-siones y resistencias que traía aparejado elproceso de apropiación de las prácticasculturales. La apelación al modelo benéficoasistencial devino así una respuesta fun-cional a las manifestaciones más críticasde la cuestión social en un contexto enque la acción estatal no era sólo subsidia-ria, sino que el Estado mismo considerabaque la acción de las entidades civiles eramás adecuada desde el punto de vista eco-nómico y de la cultura asistencial predo-minante consustanciada, especialmente enlas dos primeras décadas del siglo XX, conla protección y ayudada brindada por lasasociaciones y damas católicas.

LA CUESTIÓN SOCIAL, EL DESARROLLO DELMODELO BENÉFICO ASISTENCIAL Y LOSENFOQUES HISTORIOGRÁFICOS

Hacia finales del siglo XIX y principiosdel XX, Argentina mostraba los alcances

4 Entre otros trabajos que cuestionan la ortodo-xia de estas interpretaciones véase Di Liscia yBoholavsky (2005, pp. 9-25).

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de un proceso de expansión económicaque había iniciado años antes y que, sus-tentado sobre las bases del desarrollo dela exportación de bienes primarios, ma-terializaba el ideal de progreso y moder-nización del país anhelado por la elitegobernante. Sin embargo, este proceso detransición hacia la modernización, exte-riorizado en el anhelo de lograr la transfor-mación económica, el progreso materialy una sociedad ordenada, integrada, salu-dable y culta, no estuvo acompañado poruna redistribución significativa del podery de la riqueza, sino que, por el contrario,involucró la marginación y la exclusiónde vastos sectores sociales que experimen-taron en sus vidas necesidades básicas insa-tisfechas y la ausencia de oportunidadesque impedían el desarrollo integral y par-ticipativo de los ciudadanos (Moreyra,2009a, p. 15). En este sentido, la emer-gencia de la denominada cuestión social con-secuencia del proceso de modernización enArgentina, comprendía un conjunto deproblemas como el pauperismo y la mar-ginalidad, la aparición de carencias mé-dico-sanitarias y de salubridad, la propa-gación de enfermedades y epidemias, elhacinamiento habitacional, la difusión de “males sociales” (criminalidad, pros-titución), los conflictos del mundo del trabajo, el surgimiento de institucionesorientadas a defender los intereses de lostrabajadores desde el punto de vista gre-mial, ideológico y político y la difusión deideologías radicalizadas, que representabanuna amenaza de fractura de la sociedad.

Ante estos problemas, las elites diri-gentes se enfrentaron al temor de unaposible pérdida de control sobre los secto-res populares, por lo que fue tomandoforma un conjunto de acciones para ate-nuar el déficit que caracterizaba el estado

material y moral de los más empobreci-dos y para resolver un problema que setornaba una amenaza evidente para elorden público (Suriano, 2000, p. 3). Así,la modernidad liberal incluyó un proyectocivilizador que pretendió moralizar lascostumbres, encauzar los comportamien-tos y promover gestos y valores que hicie-ran posible alcanzar la condición de“honorabilidad cívica”, implantando unmodelo de pedagogía social tendente alprogreso moral, la paz social y el ordenpolítico (Lionetti, 2005, pp. 1225-1259).

En ese marco, las principales respues-tas a la cuestión social provinieron, ini-cialmente, de un conjunto asistencial querespondía a un modelo pluralista no pla-nificado con fuerte predominio de la bene-ficencia privada y una limitada participa-ción del Estado. La tupida y dispersa redasistencial que desarrolló diversas textu-ras, comprendía un buen número de con-gregaciones religiosas, sobre todo feme-ninas (las mercedarias, las concepcionistas,las dominicas, las adoratrices, las francis-canas, etc.) y asociaciones seglares dedica-das al ejercicio de la caridad como las socie-dades de beneficencia de la capital y de lasciudades del interior, las Damas de la Mi-sericordia, las Damas de la Providencia,la Asociación de la Inmaculada Concep-ción, la Corte de las Mercedes y las Confe-rencias de San Vicente de Paul –entreotras– que regenteaban una variada tipo-logía de asilos y hospitales. A ellas sesumaban diversas instituciones ideadaspara el reparto de limosnas, especialmentealimentos y vestidos (comedor de pobresde la Liga Argentina de Damas Católicasy ollas populares en algunos barrios), unagama de iniciativas mixtas que combina-ban la instrucción popular y profesionalcon la beneficencia, la moralización y la

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catequización (la escuela para aprendices yobreros adultos, escuelas dominicales,escuelas para servicios domésticos de laasociación Propaganda Católica, talleresde las Hijas de María, asilo y taller de laSagrada Familia, Taller del Niño de Dios,etc.), escuelas de artes y oficios para niñospobres y los círculos obreros (véanse Eraso,2009; Vagliente, 2010; Vidal, 2002;Vidal, 2012, entre otros). Las principalesciudades y pueblos del interior provincialreproducían, en menor escala, ese modelode asistencia social de la ciudad capitalconsistente en una dispersa red asistencialde asociaciones de fuerte filiación religiosaque atendía las necesidades apremiantesde los sectores carenciados.

En un periodo de fuerte liberalismoeconómico, la cuestión social debía resol-verse mediante una política sin Estadoque no comprometiera a la estructura es-tatal o lo hiciera sólo en parte mediantepolíticas de reglamentación y control.Además, el desarrollo de ese modelo seanclaba en la creencia de que el pobre sólotenía derecho a la protección y que lamisma se cumplía por medio de la filan-tropía y la beneficencia (Moreyra, 2009a,p. 17).

Con respecto a las perspectivas de aná-lisis, en las últimas décadas del siglo XX lahistoriografía sobre la cuestión social y laspolíticas sociales manifestó una preocu-pación por dilucidar el papel de los acto-res no estatales en los modelos de asisten-cia social prevalecientes en la modernidadliberal en Latinoamérica. Esta atenciónobedeció al creciente interés de los histo-riadores sociales por los procesos institu-cionalizadores del mundo social, especial-mente por el papel del Estado y de lasinstituciones de la sociedad civil, lo que sehizo extensivo a la actividad política, que

dejó de percibirse como una cuestiónextraña al campo de estudio (Moreyra,2009b, p. 363). Por su parte, la crisis delEstado de bienestar produjo, además, unrevival académico de los estudios dedica-dos al papel de las instituciones de lasociedad civil en la historia de los mode-los de asistencia social. Pero lo más sig-nificativo fue que esta resignificaciónimplicó también un deslizamiento en losmarcos interpretativos de los modelos deasistencia social consistente en un cues-tionamiento a la visión canónica caracteri-zada por el desarrollo de un enfoque exce-sivamente teleológico de la historia delbienestar, que consideraba los serviciossociales públicos y estatales como supe-riores en relación con la esfera ineficientey particularista de la caridad voluntaria.Por otra parte, esa perspectiva se caracte-rizó por un excesivo apego a explicacio-nes exclusivamente unidimensionales entorno a la suficiencia explicativa de losmecanismos de control social, que inspi-raron una pléyade de estudios que poníanel acento en los mecanismos de coacciónmoral tendentes al control de las clasessubalternas y de las poblaciones reputa-das como peligrosas, para aumentar losbeneficios de la clase dirigente y para laestabilidad del orden social (Moreyra,2009b, p. 364).

Pero a partir de los años ochenta delsiglo XX, una nueva perspectiva –en uncontexto permeado por las críticas alEstado benefactor y la voluntad del Estadode transferir responsabilidades al mercado,a las asociaciones voluntarias y a los indi-viduos– planteó una revalorización delpapel de las asociaciones civiles en los aná-lisis históricos de los modelos asistencia-les y, por ende, una ponderación del mo-delo mixto de asistencia social entre el

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Estado y la sociedad civil. Por otra parte,el colapso de los regímenes comunistasestimuló también el interés por la socie-dad civil y el énfasis en la importancia dela democracia. Esta visión renovadora hizosuya los aportes del giro cultural en losestudios sociales e históricos al considerara la caridad y la beneficencia como meca-nismos culturales extraordinariamente fle-xibles. Con esta mirada culturalista, sehan indagado el lenguaje, el simbolismoy los rituales de la caridad y cómo ella esproducida discursivamente.

FIESTAS Y CONMEMORACIONES

La fiesta era inherente a toda organizaciónsociocultural y constituía una celebraciónque no sólo evocaba un objeto o aconteci-miento, sino que mostraba y patentizabael valor que se le otorgaba. Se vinculabacon el ámbito de lo colectivo, con la sacra-lización, la resacralización y con los proce-sos de identidad. En lo formal, estabanconstituidas por rituales, conjunto de ac-ciones sucesivas cargadas de sentido, conun determinado fin y efectuados en espa-cios cuya entidad poseía un simbolismoparticular. Los ritos reforzaban los tradicio-nales vínculos sociales entre los indivi-duos; hacían resaltar el modo en que laestructura social de un grupo se veía for-talecida y perpetuada por la simboliza-ción ritual o mítica de los valores socia-les subyacentes en que ella descansaba.

La construcción de espacios de identi-dad en las asociaciones se efectuó sobreesa base simbólica donde tenían sumaimportancia las celebraciones en conme-moración de los acontecimientos más sig-nificativos. En efecto, la rutina cotidiana,inmersa en carencias importantes, era

periódicamente alterada por las fiestasorganizadas en el interior de los estableci-mientos que permitían la interacción entreel asistente y el asistido, la visibilidad dela obra caritativa, el control del tiempolibre y la ritualización de la legitimidaddel modelo de interdependencia del Es-tado y las asociaciones. Así, las fiestas ydemás expresiones de sociabilidad insti-tucional eran utilizadas como un fenóme-no de cohesión de la comunidad y el ritualfestivo como elemento activador de lasidentidades. Las imágenes, los símbolos,los emblemas, los estandartes presentesen las celebraciones eran formas simbóli-cas a las que se apelaba para lograr que elindividuo generara cohesión social y ac-tuara de acuerdo con las exigencias delgrupo que los acogía y le brindaba losmedios para subsistir y para integrarse al medio “civilizado”.

A través de su exteriorización, las fies-tas institucionales eran una instancia vale-dera para exhibir los logros de la acciónsocial benéfica en diferentes espacios dedi-cados a difundir los contenidos del pro-yecto civilizador, de la educación y delcontrol de los sectores empobrecidos yexcluidos. Las elites gobernantes reivin-dicaban el manejo de los pobres y el orde-namiento de la pobreza que las asociacio-nes emprendían aunque ello significarauna posición de poder.

En este sentido, es ilustrativo el caso dela denominada “fiesta angélica” dedicadaa los niños, que se realizaba anualmenteen Río Cuarto por la Conferencia Vicen-tina de Santa Rosa de Viterbo. Para esasocasiones, se les obsequiaba a los niñoscon objetos piadosos, masas, caramelos yrifas a la par que se les inculcaba mediantecánticos alusivos la grandiosidad del actocelebratorio. Después de la misa, más de

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2 500 niños recorrían las calles de la ciu-dad, llevando las imágenes protectoras enandas y numerosos estandartes de los cen-tros catequísticos, coreando cánticos pia-dosos que constituían un factor esencialen la construcción de representaciones. Eneste aspecto, también se destacó la obrade los distintos círculos de obreros, en cu-yas sedes se instalaron bibliotecas popula-res y se realizaron fiestas.5 En efecto, cadacírculo tenía un local para recreo de lossocios los días domingos y feriados, orga-nizándose bandas de música, cuadros dra-máticos y pequeñas orquestas.

Otro canal eran las celebraciones de lasbodas de plata de las asociaciones u otrasfiestas conmemorativas consideradas comola unión de los ideales y la festiva alegría de loséxitos, ocasiones en donde, además de laretórica discursiva de los oradores, se rea-lizaban representaciones teatrales, poesíase himnos alusivos de carácter laudatorio yconmemorativo. En este sentido, en 1918adquirió ribetes destacados la fiesta cómicalírica musical en el asilo de Santa Infancia,donde se representaban los cuadros vivos“La caída de Luzbel” y “Dios y patria”,que inculcaban los sentimientos del debery de amor a Dios.6 En cada una de estascelebraciones –como fueron las de losCírculos de Obreros– el programa cons-taba de dos partes: una que comprendíalos actos eclesiásticos y piadosos, y otra,la velada literario musical donde se repre-sentaban piezas como Piedad, cuadros plás-ticos de tres momentos alusivos a la patria,la libertad y la paz y otros sobre la Misiónde los Círculos Obreros, el tango Haragán y

el Himno o Marcha Final. Esta sociabili-dad conmemorativa donde se hacía galade una discursividad celebratoria de lasprácticas caritativas se convertía así en unaocasión para exaltar las virtudes de laacción social cristiana.

Ribetes similares alcanzaron los feste-jos de las bodas de plata de la Pía Uniónde San Antonio de Padua que culmina-ron con un himno de la institución queensalzaba los beneficios de la pertenenciainstitucional. Los actos conmemorativosdel VII Centenario de la Orden TerceraFranciscana, que adquirieron gran rele-vancia, consistieron en la celebración dela Semana social franciscana, con veladasliterarias, musicales, conferencia del secre-tario de la Unión Popular Católica Argen-tina y una rifa gratuita de terrenos cedidospor los miembros de la Orden para la edi-ficación de viviendas obreras. 7

Otra eventualización de contornos re-levantes fueron las conmemoraciones sale-sianas, ejemplo paradigmático del ritua-lismo asociativo. Los salesianos, llegadosa Córdoba en la primera década del siglopasado, emprendieron su labor educativacon fuertes contenidos de pedagogíasocial, fundada en la formación técnicoprofesional de los niños y jóvenes mar-ginados y de escasos recursos. Ellos al-ternaron la vida interna de sus obras einstitutos con una importante presenciapública en las calles de la ciudad. Ani-versarios, actos conmemorativos, inaugu-raciones, premiaciones, bendiciones yhasta las fiestas propias del calendario li-túrgico y del santoral salesiano eran moti-

5 Memoria del ejercicio 1919-1920 de las Confe-rencias de las Señoras Vicentinas de Santa Rosa deViterbo Río Cuarto, 1922, pp. 19 y 20.

6 Los Principios, 29 de octubre de 1918, p. 5.

7 Memoria presentada ante la V Orden TerceraFranciscana de Córdoba, correspondiente al periodoterminado el 11 de junio de 1922, Córdoba, 1922,pp. 3-29.

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vos suficientes para desplegar todo unaparato ceremonial en donde la solemni-dad de los actos manifestaba la impor-tancia dada por los organizadores a estaclase de eventos.

La participación en varias oportunida-des de las máximas autoridades de gobier-no de la provincia y la ciudad se cumplíagracias a las gestiones de los cooperadores8vinculados estrechamente con la clase diri-gente. En este sentido, desde un primermomento, nombres fuertes del ámbitopolítico local, desde concejales, legislado-res, ex ministros, hasta gobernadores eintendentes, formaron parte de la mismacomisión de Cooperadores Salesianos. Losestrechos vínculos creados con la elite diri-gente civil y eclesiástica aseguraron a lossalesianos, no sólo la indispensable ayudamaterial de aquellos “caballeros distingui-dos, honorables y progresistas”, sino lalegitimación necesaria para poder actuar yhacer prosperar su obra. Para la ocasióndel primer gran acto realizado por los sale-sianos en Córdoba, a fines de 1905, elgobernador de la provincia José VicenteOlmos y el intendente municipal doctorAlejandro Ortiz, junto con el prelado dio-cesano Monseñor Zenón Bustos y losrepresentantes del clero regular y de todas

las órdenes religiosas9 ocuparon un lugaren el “ancho tarimado” construido en lasprecarias instalaciones del Colegio Pío X.La misma confluencia de autoridades civi-les y eclesiásticas fue la tónica de los actosrealizados con motivo de la inauguracióndel nuevo edificio destinado a la Escuelade Artes y Oficios en mayo de 1907, conla presencia del gobernador electo doctorOrtiz y Herrera, el vicegobernador doc-tor Félix T. Garzón y un gran número de“distinguidos caballeros y damas de la“haute social”.10 La frecuente asistencia delas significativas figuras del ámbito polí-tico y eclesiástico envestía de jerarquía unevento que pretendía, entre otras cosas,captar la adhesión de la comunidad engeneral, particularmente de aquellos queestaban en mejores condiciones para co-laborar con su sostenimiento, de la mismamanera que también legitimaba el accio-nar educativo de la congregación. Por otrolado, la participación asidua en los actos dealtos funcionarios gubernamentales juntocon los numerosos cooperadores salesia-nos, da cuenta de la estrecha interacciónexistente entre el Estado y la elite asisten-cial en la atención de las demandas socia-les en ese periodo.

El programa de los actos también des-tinaba un importante espacio a los discur-sos, donde los oradores manifestaban suadhesión a la obra y legitimaban el apoyobrindado a la labor educativa y civiliza-dora de los salesianos, apuntando a losenormes beneficios que este tipo de ini-ciativas reportaban para la comunidad. Envarias ocasiones, la prensa local solíaincluir los discursos más sobresalientes

8 Los Cooperadores Salesianos era una institucióncreada por el fundador de los salesianos, Don Bosco,para formalizar el aporte económico y todo tipo deayuda que las personas de buena posición realizabanpara el sostenimiento de su obra, constituyendo, ade-más, una suerte de apostolado entre las clases altas.Así, miembros de la elite social, “personas distingui-das”, “caballeros respetables”, “familias acomodadas”,ayudaron con donaciones y colectas, hicieron uso desus influencias y realizaron una ininterrumpida pro-paganda en los periódicos de la época a favor de laacción educativa de los sacerdotes italianos.

9 La Patria, 4 de diciembre de 1905, p. 3.10 La Patria, 10 de mayo de 1907, p. 1.

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luego de la crónica del acto, dando mayordifusión a las ideas que, generalmente,también aparecían impresas en pequeñosopúsculos o folletines a manera de re-cuerdo para los asistentes.

En estos actos, la recepción dispuestapara las autoridades adquiría, según lamagnitud del evento, grandes proporcio-nes. Con motivo de la conmemoración delcincuenta aniversario de la llegada de lossalesianos a Argentina, tuvo lugar, en1924, quizás la mayor puesta en escenade las dos primeras décadas. En un marcofestivo que se extendió a lo largo de sietedías, titulado la “Semana salesiana”, se desarrolló un imponente desfile de alre-dedor de mil alumnos de los colegios sale-sianos por las calles de la ciudad. Partiendode la puerta del colegio Pío X, la columnaabarcó un extenso recorrido de varias cua-dras, pasando al frente del arzobispado, lacasa del gobernador y del intendente. Encada una de las estratégicas paradas reali-zadas, varios alumnos pronunciaron sendosdiscursos ante el obispo, el gobernador yel intendente, donde expresaban palabrasde agradecimiento hacia las autoridadespor la ayuda dispensada a la obra de DonBosco en Córdoba, dejando además en evi-dencia los valores y principios en los cua-les eran educados. En su discurso, uno deesos alumnos, al detenerse la columnafrente a la casa del gobernador, declamaba:

Traemos el saludo de los mil niños salesianosque en estos momentos veis desfilar ante labandera de la patria, enarbolada en esta casa,asiento de gobierno. Recibid, excelentísimoseñor gobernador y distinguidos señores, elhomenaje que en estos instantes la obra deDon Bosco tributa al gobierno, a la socie-dad y al pueblo de Córdoba, por el cariñocon que siempre le han favorecido. Amor a

Dios, amor a la Patria, amor a la virtud y altrabajo; he ahí señores, nuestros ideales; esoes lo que se nos enseña y eso es lo que que-remos practicar para llegar a ser dignosargentinos.11

Además de escenificar la alianza entrelas elites y los detentadores de las insti-tuciones respecto al tratamiento de lacuestión social, estos actos y celebracio-nes constituían una manera de abrir laspuertas de la institución al espacio pú-blico, para mostrar los alcances del pro-yecto sociopedagógico y las trazas de lamodernidad en el interior de la institu-ción, en el oratorio y en el colegio. En esoseventos singulares pero funcionales a laoperatividad social del modelo educativosalesiano, los alumnos tenían una activaparticipación en el programa de los feste-jos. En este sentido, los salesianos dabanuna gran importancia a la enseñanza dela música entre los internos. Los superio-res aspiraban a “que la música se cultivaseen todas sus casas como un poderoso ele-mento de educación y un fuerte alicientepara llevar el pueblo a la piedad” (Ves-pignani, 1922, p. 238). En consonanciacon esa aspiración, una de las primerastareas realizadas por los salesianos apenasllegados a la ciudad fue la creación de uncoro y una banda de música formados porlos niños y jóvenes. Si en un primer mo-mento se dedicaron a amenizar las fun-ciones religiosas mediante cánticos piado-sos y melodías alegres para los días defiesta, pronto comenzaron a tomar partede diferentes celebraciones, actos y festivi-dades realizadas más allá de los muros delcolegio. Las actuaciones públicas de los

11 Los Principios, 23 de octubre de 1924, p. 7.

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pequeños músicos fueron en aumento lle-gando a tomar parte de importantes mani-festaciones públicas, como el caso delCongreso de la Federación Católica deCórdoba realizado en el mes de octubrede 1918, en donde encabezaron una mani-festación de 60 000 personas, ejecutandolas estrofas del himno nacional.12 El paseode estos alumnos por las calles de la ciu-dad, con su uniforme característico y elsonido de los instrumentos ejecutados,constituyó un espectáculo recreativo y unespacio de sociabilidad para los vecinosdel barrio y los demás habitantes de laciudad y representó un mecanismo muypotente para exhibir y difundir la laborcivilizadora llevada a cabo con aquellosniños callejeros que se tenían por futuroselementos de desorden. A su vez, la par-ticipación de estos niños y jóvenes en actosy celebraciones públicas tan relevantes enla vida de la ciudad, favorecía la interac-ción y la adhesión con un grupo y un pro-yecto determinados. De esta manera, através de estas fiestas y conmemoraciones,las elites asistentes se apropiaron del espa-cio público, con la consecuente profundi-zación del consenso social.

Como el trabajo era considerado elprincipal elemento de regeneración y laherramienta más eficaz para borrar losvicios del ocio y la vagancia, los salesia-nos aprovechaban las festividades y con-memoraciones para mostrar los logrosalcanzados por los alumnos artesanos dela Escuela de Artes y Oficios mediante larealización de exposiciones con los traba-jos realizados. Así, sacos, pantalones, cha-lecos, sotanas, sobretodos, mesas, cuadros,botines, todo confeccionado en los talleres

de sastrería, zapatería y carpintería, eranexpuestos por varios días y, en algunoscasos, la muestra era instalada fuera del co-legio mismo, como en los salones del ClubCatólico, favoreciendo la visita de unpúblico más numeroso que pudiera apre-ciar la importante labor social y educativaque se realizaba.

Finalmente, los rituales sociales organi-zados a través de colectas, funciones y fes-tivales de caridad –como los realizados el“día de la flor”, “de la casa cuna”, “deltuberculoso”, “los premios a la virtud”–por una tupida y dispersa red asistencialde congregaciones religiosas –sobre todofemeninas–, constituían no sólo una obje-tivación de ese modelo mixto de acciónsocial, sino una estrategia tendente a gene-rar un sentimiento de pertenencia a unacomunidad determinada, una recreaciónsimbólica de las fuentes de legitimidadde ese modelo de protección social, unmecanismo para reforzar el consenso delos diversos sectores sociales y, fundamen-talmente, un espacio privilegiado paragenerar una relación de reciprocidad entreasistente y asistido. La siguiente descrip-ción de uno de esos eventos deja percibirestas múltiples representaciones:

el Taller de la Asunción de la Corte Sabatinade la Compañía de Jesús que preside doñaLaura Carranza de Del Viso y a quien secun-dan las señoras Rosa Tiseira de Del Viso yFelisa Luque, interpretando la buena volun-tad del gobierno de la provincia consiguió ladonación de una suma de dinero con el pro-pósito de distribuir ropas a los pobres. Estaefectuóse el 15 del corriente mes en la pla-zoleta frente al templo de la Compañía y enel edificio de los Josefinos, obsequiándosecon trajes y alimentos, sirviéndose a la vez undesayuno a cien mujeres del pueblo. El acto12 Los Principios, 15 de octubre de 1918, p. 5.

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resultó muy simpático, habiendo concurridoa él las autoridades provinciales, varios sacer-dotes y numerosas damas. La banda de laescuela Presidente Roca ejecutó varias piezasde su repertorio.13

Los espacios de reclusión como las cár-celes también fueron objeto de atenciónmediante la organización periódica de fies-tas consistentes en la representación deuna zarzuela cómica con lo cual se bus-caba romper “la enervante monotonía quese encierra dentro de aquellas cuatro mu-rallas”.14 En el asilo de varones, ademásde atender las necesidades materiales, seprocuraba la reforma moral por medio de un trabajo consciente y sostenido enconversaciones familiares, conferencias ymisiones.15

En sus actos, las diversas institucionesotorgaban centralidad a los momentos pia-dosos, como las ceremonias de bendicióny las misas. En ocasión de inaugurarse laprimera parte del edificio de los salesia-nos, el programa contempló la bendiciónde varios salones y de nuevas máquinaspara los talleres de la Escuela de Artes yOficios, de los instrumentos nuevos parala banda de música del colegio y de losuniformes del batallón de exploradores.La bendición, además de acompañar y serparte de la inauguración, era una formade agradecer y hacer extensiva la “gra-cia del Señor” hacia aquellos que habíancolaborado en la adquisición de aquellos

elementos materiales, lo que constituíaotra forma de resaltar la importancia dela ayuda recibida por los cooperadores. Lasmisas constituían la parte central de losmomentos de piedad. Generalmente, unasola misa solemne, rezada por el obispo oalguna otra autoridad diocesana con laparticipación de las autoridades y de loscooperadores, ocupaba el programa matu-tino de los festejos. Para algunas ocasio-nes especiales, esta misa tomaba forma detedeum en la catedral, pero previamentesolían rezarse misas más sencillas destina-das a los niños y jóvenes del oratorio y elcolegio y las llamadas misas de “comu-nión general” para los vecinos y la comu-nidad. Reforzando el carácter religioso dela educación impartida a los alumnos, erande gran importancia las celebraciones con-memorativas de los meses dedicados a lavirgen como la de algunos santos repre-sentativos. En este sentido, se destacabala procesión anual en honor de la patronade los salesianos, María Auxiliadora. Enlos primeros años, esta fiesta no pasaba deser una sencilla celebración piadosa des-tinada sobre todo para los alumnos delcolegio, los cooperadores y aquellos quesimpatizaban con la obra. Pero con el pasodel tiempo, la sofisticación de esa fiestatan importante para la vida interna de lainstitución fue en aumento. Hacia 1913,ocho años después de llegados los salesia-nos a Córdoba, tenía lugar la primera pro-cesión de María Auxiliadora por las callesde la ciudad. Durante los días previos ala fecha de la procesión se acostumbrabarealizar una novena destinada al públicoen general, con algunas conferencias dic-tadas por cooperadores y sacerdotes, siendotambién una ocasión propicia para la ben-dición de banderas y estandartes de la vir-gen que las diversas cofradías y asociacio-

13 Actas del Concejo Deliberante. Año 1916. T.A-1-43, f. 228. Archivo Histórico Municipalidad deCórdoba (AHMC), Argentina.

14 Memoria de la Juventud Antoniana de RíoCuarto, Año 1919.

15 Serie Documentos. Año 1905. T A-2-34, f.225. AHMC, Argentina.

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nes de laicos llevaban con orgullo en laprocesión.

Estos actos rituales, con sus emblemasy símbolos –las cruces, banderas, estan-dartes, uniformes– constituían otra mane-ra de generar la adhesión de los asistidosy del pueblo en general a un modelo desociedad anclada en los valores cristianos,reforzando la cohesión social en momentosdonde la cuestión social representaba unaseria amenaza de fractura de la sociedad.

El modelo de interdependencia delEstado y las asociaciones en relación con laasistencia social y al proyecto civiliza-dor, adquiría también formas rituales quereforzaban su legitimación. Ello se mani-festaba tanto en la presencia de las auto-ridades en los actos de beneficencia (colec-tas, reparto de comida y ropa, funcionesteatrales) como en las adhesiones que lasinstituciones benéficas realizaban a loshomenajes públicos y fiestas patrias. Enel primer caso, un acontecimiento tradi-cional era la entrega de los “premios a lavirtud” en un acto en el Teatro RiveraIndarte por parte no sólo de la elite feme-nina de la Sociedad de Beneficencia, sinotambién por el gobierno y las institucio-nes políticas, con lo que se buscaba refor-zar el modelo de asistencia social. En elsegundo caso, las fiestas patrias eran unaoportunidad privilegiada para demostrarla adhesión de las elites asistenciales alproyecto civilizador de la elite gobernantey para cultivar las relaciones de cercaníacon los espacios de poder institucionali-zados, que subsidiaban a las entidades parasu funcionamiento, le garantizaban unlugar preponderante en el espacio asisten-cial y en el manejo de los pobres y en elmantenimiento del orden social. En lasfestividades patrias se ponía particularénfasis en destacar cómo los niños, asila-

dos, huérfanos y pobres eran instruidos enlos más puros sentimientos de nacionali-dad y amor a la patria. La escenografía deestas celebraciones tendía a ensalzar la tría-da patria, ejército y religión como garan-tía de orden y progreso de la sociedad. Enefecto, superadas las tensiones entre ambasesferas del poder gestadas en la década de1880, durante los primeros años del sigloXX y sobre todo hacia el centenario, sereconocía por parte de las elites gobernan-tes que la Iglesia era un baluarte insusti-tuible del orden social y el catolicismo unelemento irrenunciable de la nacionali-dad. La religiosidad constituía una dimen-sión que permitía amalgamar la pobla-ción heterogénea y cimentar, medianteformas rituales y devociones específicas,su nacionalización. Esa amalgama era unaexpresión de la ambigüedad que mante-nía el liberalismo argentino de esa épocacon los sectores católicos (Blasco, 2002,pp. 49-76). Así, en ocasión de los feste-jos del centenario de la Revolución deMayo, tuvo lugar en el colegio Pío X una“hermosa academia literario musical a lapatria”, donde se declamaron composicio-nes y diálogos con títulos como “SanMartín y Aníbal”, “Los granaderos de SanMartín” y “Saludo a la bandera” (Massa,1930, p. 76).

Los actos gimnásticos de los colegios sale-sianos eran un componente relevante enocasión de las festividades cívicas y exhi-bían la ejecución de juegos y maniobrassimétricamente realizados por decenas deniños y jóvenes uniformados. Estas des-trezas y ejercicios físicos se enmarcaron enun contexto donde la educación física eraatravesada por diferentes discursos queentendían de diferente manera el desarro-llo de esta disciplina en la escuela. El cre-ciente militarismo producto del conflicto

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limítrofe con Chile hacia fines del sigloXIX y principios del XX, sumado a unclima internacional que acentuaba lafuerte competencia entre naciones, llevóa que grupos pertenecientes al ejército,clubes y asociaciones deportivas fomenta-ran un enfoque militarista que entendía ala educación física como una instrucciónmilitar y veía a la institución educativacomo una escuela del soldado (Bertoni,1996, p. 35). Por otro lado, el entusiasmoexpresado en las celebraciones patrióticasse trasladaba, además, a las exhibicionesdeportivas y gimnásticas a las que se lesatribuía un “valor moral, según una con-cepción que entendía la actividad físicacomo manifestación de la unión ideal delcuerpo y el alma, en su más plena entregaa la patria” (Bertoni, 1996, p. 41).

La influencia del estilo de educaciónfísica militarista quedó evidenciado tam-bién en el uniforme que vestían los alum-nos en los desfiles y ejercicios físicos.Buscando la uniformidad y la prolijidad yhaciendo una clara referencia a los coloresde la bandera nacional, el “traje sport” delos alumnos del Pio X se componía de boina azul oscura, corbata celeste, ca-misa sport blanca y cinto trenzado celestey blanco, completado por un pantalónazul marino, medias negras y zapatillasblancas.16 De esta manera, se presentabael paso de los gimnastas escolares con untono nacionalista:

Ostentando, el cuerpo de Gimnastas, en elcolor de sus uniformes los colores de la azuly blanca bandera de su patria que juran

defender, se presentan al mundo, ebrios decoraje y pletórico el corazón de juveni-les entusiasmos, como la esperanza másgrande de una patria querida a quien debenllevar por las vías del progreso y de la ci-vilización.17

En esta misma línea de acción, en laMemoria del Círculo de Obreros de SanVicente de 1926, se testimonia la concep-ción de la asistencia social como un acto depatriotismo, de crucial importancia para elproyecto de las elites gobernantes:

Como la finalidad de estos círculos de obre-ros que, como estandartes de avanzada delos trabajadores de orden y de progreso. […]no solamente es de socorros mutuos, valedecir sólo material, sino que principalmentetiende a ilustrar y educar a las masas obre-ras en los grandes ideales de Dios y de laPatria; o lo que es lo mismo: a moralizarlasy enfervorizarlas; nuestro círculo ha estadoatento y ha sido oportuno en adherirse,teniendo a tal fin, a todos los acontecimien-tos públicos celebrados en homenaje a ins-tituciones o personalidades de nuestra patriay fuera de ella. Así por ejemplo con nues-tro ejército nacional, cuando las maniobrasdel año pasado, en que Córdoba entera letributó cariño y simpatía, nuestra institu-ción fue la única obrera que en sentida ymeditada nota saludó en la persona de sugeneralísimo, el general José Uriburu, a sushuestes gloriosas. […] el 25 de mayo se con-memoró con carácter de fiesta oficial delCírculo, lo que se hará todos los aniver-sarios. A tal efecto se hizo oficiar en la igle-sia parroquial de este pueblo un solemne

16 Folleto dirigido a los señores padres de fami-lia de la sección externos. Colegio Pío X. Década de1930. Archivo Colegio Pio X (ACPX), Córdoba,Argentina.

17 Solemne distribución de premios. Colegio PíoX. Año1929, p. 27. ACPX, Córdoba, Argentina.

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Te-Deum con orador sagrado y cantoresescogidos.18

LUGARES DE ESPARCIMIENTO Y CONTROL:LAS REPRESENTACIONES TEATRALES, ELCINE, Y LOS ESPACIOS DE LECTURA

Los espacios de esparcimiento adquirieronun lugar central para la cooptación de losasistidos y para el ejercicio de los mecanis-mos de control, a través de una “atentavigilancia” sobre los contenidos transmi-tidos e inculcados en los usos del tiempolibre. Y en este aspecto, la acción de laselites asistenciales no se limitó a conjurarlos peligros de la penetración de las ideasanarquistas, socialistas y fuertemente lai-cistas o a obturar representaciones reñidascon la moral religiosa, sino que ellas noescatimaron las tensiones y los conflictosque acompañaron sus intentos de hegemo-nizar el campo sociocultural, auspiciandoiniciativas y poniendo en práctica diferen-tes representaciones culturales como partede su pedagogía social de filiación católica.

Las comedias infantiles que se exhi-bían a las niñas de los colegios y de losasilos constituían, por su contenido doc-trinario, una estrategia muy asiduamenteutilizada para generar consenso con el mo-delo educativo y de sociedad. Era el casode la comedia ejemplificadora dedicada ahistoriar la trayectoria biográfica de SantaRosa de Viterbo, que se exhibió para lasniñas de los colegios de las hermanas ter-ciarias como

modelo y guía de las niñas, con el fin quese educasen en la fe, la pureza y la virtud:

La conducta de Rosa es el espejo en que debéismiraros… exhortándolas a imitar la inocen-cia y la modestia, la devoción y la humil-dad, la sencillez y la obediencia de la ilustreniña de Viterbo así como sus prácticas vir-tuosas y sus valores.19

Las funciones “lírico dramático-musi-cal”, cantos, cuadros poéticos, diálogos yobras de teatro de contenido moral eranotras de las actividades en las cuales losalumnos de los colegios salesianos teníanoportunidad de expresarse. Las comedias,dramas, farsas, zarzuelas y sainetes puestasen escenas en la vida de las distintas ins-tituciones y abiertas al público, en su granmayoría, constituían verdaderos manua-les del buen hijo, alumno, obrero o pobre.Los personajes y sus acciones representa-ban los valores éticos y morales, las for-mas de conducta y las maneras de obraresperables en un niño o adulto cristiano,a la vez que mostraban las diferenciasentre las buenas acciones y las consecuen-cias aparejadas de una vida en la mentira,la holgazanería, la mala conducta y elescaso celo religioso. A modo de ejemplo,es ilustrativa la comedia titulada Veinteaños después, escrita por un sacerdote sale-siano, que narraba el reencuentro, luegode dos décadas, de un grupo de niñoscompañeros de colegio. De una maneraexplícita, se mostraba el devenir de cadauno de ellos vinculando directamente lasacciones de su pasado como escolares y elpresente de su vida adulta. Así, de loscinco amiguitos, aquellos tres que mos-traban constancia, esmero y esfuerzo en el

18 Serie Documentos. Año 1926. T. A-2-86, f.414. 32. AHMC, Argentina.

19 Santa Rosa de Viterbo. Comedia Infantil en unacto y en verso, dedicado a las alumnas de las herma-nas Terciarias de San Francisco de Asís. Barcelona1878.

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estudio y cumplimiento de sus obligacio-nes, de grandes llegaron a ser capitán denavío, sacerdote y comerciante, respectiva-mente. En cambio, aquel que en su infan-cia se mostraba perezoso, irresponsable ypoco afecto al estudio, tuvo que confor-marse con el “vil oficio de changador”.Sin ahorrar componentes trágicos, la tramamuestra al quinto protagonista, quien ensu infancia osaba escaparse de clase,hablando mal de los maestros, de los com-pañeros que se apegaban a las normas ydesafiaba la autoridad establecida, termi-nando su vida como mendigo, lamentán-dose por ser un “infeliz, un miserable, elmás desgraciado de los hombres”, supli-cando por comida en las calles. La mora-leja, lejos de dejarla librada a la interpre-tación de los espectadores, se hacíaexplicita hacia el final de la obra en pala-bras de uno de los personajes:

¡Queridos niños! Ahora ponemos término aesta sencilla comedia, compuesta con elúnico objeto de educaros, de formar nues-tro corazón. ¿Qué seréis vosotros de aquí aveinte años? Yo no sé […] lo que sé de ciertoes que vosotros seréis lo que sois ahora en elcolegio. Habéis visto las esplendidas carre-ras que consiguieron esos que fueron hijosobedientes, discípulos sumisos y respetuo-sos, y el fin desgraciado de aquellos que noescucharon los consejos y correcciones de suspadres y maestros. Sed siempre hijos obe-dientes y discípulos dóciles y algún día oshallaréis contentos […].20

Los salesianos también bregaron porel control del tiempo de ocio fundando el

batallón de Exploradores de Don Boscodel que participaban los jóvenes que fre-cuentaban con “más regularidad y buenaconducta” el Oratorio Festivo “que entre-tenía en ocupación buena y provechosa, atanta juventud alejándola del ocio y losprepara para ser más tarde buenos servido-res de la patria: sanos, robustos, morales yelementos de disciplina y orden”.21

La vigilancia sobre los espacios de re-creación llevó a la Tercera Orden Fran-ciscana a instalar, en 1919, el BiógrafoCórdoba, en la calle Entre Ríos, solici-tando al gobierno la exención de impues-tos de entradas y avisos teatrales. Pero lointeresante de destacar son los fundamen-tos que ponen de manifiesto explícita-mente cómo el modelo benéfico-asistencialde filiación cristiana, con fuerte improntamoralizante, buscaba monopolizar y dis-ciplinar el esparcimiento, la instrucción yla educación moral de los niños:

El Biógrafo Córdoba, señor, no es unaempresa comercial. Es una fundación gene-rosa en pro de la moralidad y la educacióndel pueblo que se propone utilizar el admi-rable invento del Cinematógrafo […] dándo-le su aplicación natural y lícita y ofreciendopor su medio al público y especialmente a lajuventud de nuestra capital la ocasión deesparcimiento sano y provechoso que no sóloprocure al espíritu el necesario y convenientesolaz sino que á la vez instruya y eduqueestimulando nobles sentimientos e idealeslevantados.22

20 Comedia en dos actos. Veinte años después. Imp.Colegio Pío IX, 1905. ACPX, Córdoba, Argentina.

21 Folleto dirigido a los señores padres de fami-lia de la sección externos. Colegio Pío X. Década de1930. ACPX, Córdoba, Argentina.

22 Serie Documentos. Año 1919. T. A-2-60, fs.107-109. AHMC, Argentina.

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La difusión de la denominada “buenalectura” fue otra estrategia tendente a lo-grar un consenso activo interinstitucionalcomo etapa previa a su difusión en am-plios espacios y sectores de la sociedad,entendiendo por “buena lectura” las obrasliterarias, de erudición, obras instructivas,recreativas y la prensa católica, “todo aque-llo que pueda llenar con beneficio de lacultura y sin perjuicio de la moral, la nece-sidad de leer y proporcionar al espírituuna nutrición sana”.23 Pero esta iniciativacultural no se circunscribió al ámbito decada asociación, sino que se pensó comoun mecanismo irradiador de cultura, pro-paganda y reproductora de consenso hacialos sectores más marginales a través de laorganización de campañas de lectura, aus-piciadas en 1922 por el Congreso TerciarioFranciscano, enviando libros a los barriosapartados de la ciudad por medio de un vendedor ambulante y, al interior pro-vincial, a través de los párrocos y de lasestaciones de ferrocarriles. Estas campa-ñas tendían a contrarrestar la influenciaemprendida por los protestantes y los“mercachifles turcos”. Acciones como estaseran representativas de un mix de estrate-gias educativas y de control hacia los sec-tores subalternos.24

Otra iniciativa fue la creación de bi-bliotecas, como la Biblioteca BeneditoXV de la Tercera Orden Franciscana enRío Cuarto, en el año 1916, con la finali-dad –expresada en su reglamento– de tra-bajar “en la propaganda de los buenos

libros y defiendan a ellos y a todos los que de ellos dependan de las lecturas perniciosas a las virtudes cristianas y so-ciales”.25

PROTAGONISMO EDITORIAL E IDENTIDADINSTITUCIONAL

Las sociedades dedicadas a la protecciónsocial ejercieron un verdadero protago-nismo editorial estrechamente vinculadocon la tarea de propaganda, no sólo de losbeneficios de su accionar social hacia lossectores subalternos, sino también comoun canal para vehiculizar su pensamientoe influencia a favor de un tipo de organi-zación social sustentada en el orden, elprogreso y la moral de filiación cristianaen tiempos de profundas transformacio-nes políticas, sociales, económicas y cultu-rales involucradas en la modernidad. En laprimera década, esas prácticas adquirie-ron la modalidad de propaganda-poderdirigidas a la concientización de la acciónsocial a través de la publicación de revis-tas o folletos propagandísticos que combi-naron la profusión de imágenes con untexto autocomplaciente y en tono entu-siasmado, cuando no exaltado. Su estiloedulcorado y entusiasta era sintomáticode la imagen idílica que se quería trans-mitir de la vida de los protegidos, espe-cialmente en el caso de los niños. En esteaspecto, la Serie Vida fue una colecciónde folletos especialmente destinada a la propaganda de los ideales cristianosdonde se publicaron trabajos del padrePalau, jesuita especialmente dedicado a

23 Tercer Congreso Terciario Franciscano de laPaz Cristina Argentino-Uruguayo. Buenos Aires,1922, pp. 176-177.

24 Tercer Congreso Terciario Franciscano de laPaz Cristina Argentino-Uruguayo, Buenos Aires,1922, pp. 176-177.

25 Reglamento y Catálogo de la biblioteca Bene-dito XV de la venerable Orden Terciaria de SanFrancisco, Río Cuarto, año 1916.

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los jóvenes, y los folletos de la Serie Cul-tura, el primero de los cuales estaba dedi-cado a la escuela social católica, publicadospor la Liga Argentina de la JuventudCatólica.

Además, las memorias institucionales,los periódicos, los folletos, las edicionesconmemorativas y de congresos, las con-ferencias –entre otros– fueron una partesustancial de ese protagonismo editorialque se propuso la difusión benefactora delas prácticas asistenciales, pero fundamen-talmente generar una identidad puertasadentro como etapa previa y necesaria parareplicar ese consenso y adhesión en el uni-verso de todos los necesitados. Esas memo-rias, elaboradas por las distintas comisio-nes directivas de las diversas asociacionestuvieron como objetivo principal darcuenta de los trabajos realizados, reco-giendo todos los datos útiles que resalta-ran la importancia de la asistencia socialbrindada y de la obra educativa realizada.Las memorias anuales que presentaban lasinstituciones contenían el alcance y lamagnitud de la acción social, moraliza-dora y civilizadora cometida, pero tam-bién contenían una finalidad propagan-dística con artículos alusivos en su mayoríade autores eclesiásticos y laicos de filia-ción católica, no sólo provinciales sinonacionales y extranjeros, donde se aunabael énfasis en la necesidad de la protecciónsocial a los desheredados y la prosa lauda-toria confesional que reivindicaba elmodelo cristiano como el camino correctopara afrontar los desajustes sociales y lle-var a cabo el proceso de civilización einclusión tutelada. En otras palabras, eranportadoras de las representaciones de laelite asistencial y, en menor medida, dela de los necesitados, que daban sentidoa la práctica benéfica.

Por otra parte, las obras realizadas fue-ron narradas con un tinte heroico, mien-tras que los logros alcanzados fueron escri-tos con una prosa que pretendía hacerlosadmirables. Además, contenían una seriede imágenes, cuadros estadísticos y citastextuales a través de las cuales se buscabaconstruir un criterio de veracidad sobrelo que se afirmaba. La combinación derepresentaciones escritas y visuales confi-guró un potente dispositivo de comunica-ción a través del cual se desplegaba unaimagen del pobre, del enfermo, del ex-cluido, de las mujeres viudas, de los niñospobres y abandonados como necesita-dos y al asistente como redentor. Más aún,las memorias hacían gala de unas prácti-cas discursivas que transmitían los idealesque subyacían a ese modelo asistencial:“orden y compostura de los niños”, conun conocimiento básico de lo que se con-sideraba cultura, trabajo en los adultos,“conformidad en los ancianos” y oclusiónde las manifestaciones de “insubordina-ción” y todo ello sustentado por las leyesde la moral cristiana.26 Con respecto a esteúltimo aspecto, las representaciones con-tenidas como sujetos protectores, los convertía en los únicos indicados para am-parar, civilizar y controlar a los nominadoscomo “desheredados de la vida”. Más aún,el discurso enfatizaba que sólo a través deltutelaje de la elite asistencial, que incluíatanto una instrucción católica y cívi-ca como la inserción en el mundo del trabajo, los asistidos podían lograr la capa-citación para la integración a una socie-dad ordenada y sin conflictos

26 Memoria de la Conferencia de señoras vicenti-nas “Santa Rosa de Viterbo”, Río Cuarto, años 1932-1933, p. 9.

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Mande el poder sin tiranía, obedezca el súb-dito sin servidumbre, legislen las AsambleasRepresentativas, para el bien de los habitan-tes del país, organismos vivos del cuerposocial, adminístrese la justicia con humani-dad, distribúyase la fortuna y las cargaspúblicas con equidad, no sea la libertadlicencia o desenfreno. Sea el derecho el res-peto a lo ajeno y la seguridad del bien quees adquirido por el trabajo honrado; la fami-lia un dulce y caliente hogar de indisolublesafectos. Reine la paz e impere sobre todo elamor y la virtud… El trabajo ennoblece yasegúranos el pan nuestro de cada día; laoración nos devuelve a Dios.27

Junto con las memorias, los discursosde los directores espirituales de las aso-ciaciones de protección social tenían comoobjetivo la legitimación del modelo; esdecir, constituía una práctica discursivalaudatoria que apelaba a la “magnanimi-dad” de las mujeres y a su voluntad comomisioneras de la caridad, como sostene-doras del modelo benéfico asistencial:

todas tenemos obligaciones en nuestroshogares pero diariamente nos confortamoscon una obra buena, aliviando el dolor delenfermo, formando hogares cristianos einfundiendo en los corazones infantiles lamás sana educación.28

Pero al mismo tiempo, la retóricainterpelaba también a “los ricos y favo-recidos por la fortuna” para que hicieranuso de las prácticas caritativas, no escati-

mando recursos literarios como las odas yla poesía. En este sentido, en la memoriade la Asociación de Beneficencia de RíoCuarto, del año 1932, esa interpelacióna favor de los pobres se hizo recordandolas estrofas del renombrado Antonio deTrueba:

Verás al huérfano débilVerás al caduco ancianoVerás a la triste viudaVerás al artista inválidoFamélicos y ateridosCubiertos ¡ay Dios¡ de haraposTu compasión implorandoLlora con ellos y cubreSu desnudez con el mantoDe la caridad, ¡O ricoA la molicie entregado!Mira que Dios premia al bueno,Mira que castiga al maloMira que te mira DiosMira que te está mirandoMira que te has de morirSin saber cómo ni cuándo.

Estrofas estas que reivindicaban lamanera paternalista de atender las dimen-siones más críticas y deshumanizadas de lacuestión social.

Las conferencias de destacados católi-cos sociales eran siempre objeto de aten-ción y de difusión por los órganos institu-cionales. En este sentido, en 1921, en lapublicación del Tercer Congreso TerciarioFranciscano de la Paz Cristina Argentino-Uruguayo se publicó la conferencia de un católico social militante, como JuanCafferata, quien se explayaba acerca de suconcepción sobre la cuestión social, consi-derando que era “en el fondo una cues-tión moral que la ley es incapaz de resol-ver por sí sola porque en último término

27 Tercer Congreso Terciario Franciscano de laPaz Cristina Argentino-Uruguayo, Buenos Aires,1922, p. 188.

28 Memoria de Sociedad de Beneficencia de RíoCuarto, 1932-1934.

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está librada a imperativos de conciencia[…] que sólo desaparecerá con la frater-nidad cristina”.29

Las publicaciones anuales que los cole-gios salesianos distribuían con motivo dela finalización del cierre del ciclo escolar,donde se consignaban el elenco de alum-nos sobresalientes en las diferentes mate-rias, era otra evidencia singular orientadaa generar el consenso activo en la comuni-dad sobre los méritos de aquellos quemejor habían transitado el camino que losformaba como “buenos cristianos y honra-dos ciudadanos”. Bajo el título de Solemnedistribución de premios, esa publicación des-tacaba los premios obtenidos por los alum-nos artesanos y estudiantes en las diferen-tes disciplinas. Sin dudas, la mención másimportante la constituía el premio en edu-cación moral y religiosa; además, era pro-clamada la “corte de la doctrina cristiana”,formada por los ganadores del certamencatequístico realizado anualmente. Todaesta simbología y teatralidad constituíauna forma más mediante la cual fomenta-ban el sentido de pertenencia al colegioen niños y jóvenes que en su ampliamayoría carecían de un espacio de con-tención. La intención era destacar cómoaquellos jóvenes caracterizados por su“rudeza”, rescatados de las inmoralidadesy vicios de la calle, eran regenerados y con-vertidos en “modelos de cortesanía” y enexponentes de las virtudes y moral cris-tianas, del esfuerzo, el trabajo, la modes-tia y la piedad digna de los futuros “ciu-dadanos honrados” de la república.

La importancia dada a las prácticas edi-toriales se reflejaba de manera particular

en la tarea educativa de los salesianos.Desde sus orígenes, consideraron a laprensa como un excelente medio para sos-tener la religión católica. El mismo funda-dor de la congregación, Don Bosco, leconcedió una gran importancia a lo quedenominaba el “apostolado de la buenaprensa”, por lo que favoreció el desarrollode tipografías e imprentas para la ediciónde libros católicos que eran, en su granmayoría, de su autoría, sino además im-pulsó el desarrollo de periódicos y pu-blicaciones de tirada consecutiva. Entreellos, el llamado Boletín Salesiano se convir-tió en el principal medio de difusión de lasobras benéficas de la congregación, sir-viendo para “obtener limosnas, atrayendoel afecto de las personas”.30 Creado en1877, fue el órgano mensual del Coope-rador Salesiano, donde se encontraban lasnormas oportunas para el cumplimientodel reglamento.

El taller de Imprenta y Encuaderna-ción, inaugurado en 1926 como parte delplan de formación profesional y educacióntécnica de la Escuela de Artes y Oficiosdel colegio Pío X, a la vez que cumplía sutarea de formación de los futuros impren-teros y encuadernadores, se constituyó en un importante órgano de difusión denumerosas publicaciones religiosas. Hacia1935 eran editados en los talleres del cole-gio más de 7 000 ejemplares de periódi-cos y revistas católicas propias y de otrascomunidades, entre las que se destacabanel periódico destinado a la comunidad ita-liana, Vita Coloniale; el avisador religiosode la parroquia María Auxiliadora, de en-tre seis o siete páginas de tirada semanal;

29 Tercer Congreso Terciario Franciscano de laPaz Cristina Argentino-Uruguayo, Buenos Aires,1922, pp. 140-153.

30 Don Bosco en el mundo. Estudios monográficossobre la Congregación Salesiana y el Instituto de lasHijas de María Auxiliadora, LDC, 1958, p. 159.

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las revistas parroquiales de devoción Unióny El Santuario, del Sagrado Corazón deMaría y los Padres Dominicos, respec-tivamente, y otras revistas internas delcolegio dirigidas principalmente a losalumnos, como Mi Colegio y Mies Divina,destinadas a publicitar las actividades edu-cativas y recreativas realizadas en los ins-titutos salesianos y a despertar, mediantelecturas morales con mensajes de devo-ción y piedad, la vocación religiosa entrelos jóvenes.31 Además de estas publica-ciones periódicas, la imprenta funcionabacomo proveedora de textos escolares y deformación moral y religiosa. Libros de lec-tura con la vida de santos, obras de tea-tro de contenido moral, historias de devo-ciones marianas, publicaciones de actas decongresos de cooperadores, sumado a unsinnúmero de folletos, opúsculos y folle-tines informativos de todo tipo, eran pro-ducidos por los alumnos del colegio bajola dirección de los maestros imprenteros,con maquinarias que “estaban a la van-guardia del progreso”.32

Otros periódicos, aunque de tirada noconsecutiva, fueron los boletines delCírculo de Obreros de Córdoba y de RíoCuarto y, con motivo de la fiesta conme-morativa del VII Centenario de la fun-dación de la Orden Tercera Franciscana,se editó una hoja periódica denominadaVII Centenario. En todos ellos se reseña-ban las prácticas de acción social y se pro-porcionaba información sobre los eventosculturales.

LA MODERNIZACIÓN DEL PATERNALISMO,LA CUESTIÓN SOCIAL Y LAS PRÁCTICASCULTURALES

Las carencias sociales se acrecentaron conmotivo de la crisis económica de 1913que produjo una sensible retracción de lasactividades productivas y comerciales ypor la desaceleración del crecimiento eco-nómico que se operó en la década de 1920por la cuasi-estabilización de la produc-ción agrícola-ganadera. En el contexto delavance del capitalismo, esa transforma-ción implicó, por un lado, un aumento dela pobreza estructural; es decir, el incre-mento del número de mendigos y pobrespermanentes y, por otro, la consolidaciónde un nuevo tipo de pobreza ligada almundo del trabajo, definible por la pre-cariedad de las condiciones de vida y detrabajo. Esa coyuntura produjo una inten-sificación del protagonismo de las asocia-ciones católicas de protección social. Unamanifestación de ese proceso fue laampliación del perfil de los sujetos asis-tidos que ya no se limitaba sólo a los des-heredados de la vida sino también a la clasetrabajadora, es decir a los obreros.

En ese contexto, en 1920, se consti-tuyó el Centro Social Pro Trabajo bajo ladirección del padre José M. Liqueno y eldoctor Garzón Agulla,

un grupo selecto de hombres de pondera-ción social, intelectual y económica empeña-dos en cooperar activamente en la tareaimpuesta de conseguir para Córdoba unmayor bienestar entre la clase trabajadora[…] la equidad y la justicia en las relacio-nes sociales obreras, la consideración y el res-peto mutuo entre las clases, las necesariasgarantías de la libertad de trabajo, el ordenen todas las soluciones de los conflictos que

31 Monografía sobre la historia del taller deimprenta. ACPX, Argentina.

32 Monografía sobre la historia del taller deimprenta. ACPX, Argentina.

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se planteen, la instrucción y la agremiaciónobrera.33

Para ello se constituyeron varias comi-siones, entre ellas las comisiones de pro-yectos y agremiación social obrera.

Por su parte, la Asociación Obrera de laSagrada Familia reunió más de 500 adhe-rentes, poseía oficina de correo postal, asis-tencia médica y bonificaciones en las casasde comercio para los obreros asociados.

El lento deslizamiento en el perfil delos asistidos se hizo evidente también enel cambio de la oferta asistencial de algu-nos asilos. Así, en 1927, la conferencia deSan Ignacio de Loyola solicitó un subsi-dio extraordinario para la casa para obre-ras levantada en la calle Paraná 140, adu-ciendo que la finalidad del asilo que allífuncionaba había cambiado: antes era parafamilias pobres y abandonadas y ahora seproponía recibir en ella a las madres e hijasobreras.34

Las acciones dirigidas a la organiza-ción de los obreros implicaron una moder-nización del paternalismo tradicional, con unafuerte base antiliberal y antisocialista, perotambién con una preocupación por tomardistancia de las relaciones patriarcales mástradicionales, si bien todavía era percepti-ble un desnivel entre la enunciación dis-cursiva y las prácticas sociales. Un ejem-plo elocuente fue la realización de laasamblea de la Unión Popular y los Círcu-los de Obreros realizada en noviembre de1920, donde se exterioriza esa coberturahacia los sectores obreros y el desliza-miento discursivo:

no se hace nacionalismo con la mera venera-ción de las glorias viejas o de los símbolospatricios […] sería un sarcasmo, una ironíay un embuste pretender que se hace obranacionalista, por ejemplo, con sólo levantarcon sus propios caudales un hospital o unasilo bautizándolo con el nombre de un pa-triota e inaugurarlo un 25 de mayo bajo losauspicios del Himno Nacional y de la voca-ción mágica de las efemérides si ese asilo seconstruye y se levanta con dinero acumu-lado, explotando con salarios de hambre yjornadas excesivas de trabajo a pobres muje-res que el industrialismo liberal en malahora arrojó a las fábricas y que el egoísmocapitalista convirtió en derechos humanos[…] Querer dar unas migajas de limosna alas víctimas de la injusticia pasada es aten-tar contra el interés colectivo, contra el biende la patria, contra la Justicia social. Queno se redime del grave pecado de la explo-tación solo con buscar asilo a una porciónde víctimas hechas. Se hace nacionalismoprocurando que los obreros tengan confianzaen la sociedad que viven, cosa que ha de con-seguirse cuando la ley proteja el trabajo,limitando a ocho horas la jornada dura yobligando que los pagos de jornales se haganen dinero efectivo.35

En esa misma perspectiva, Los Prin-cipios, al insistir en el problema de la niñezabandonada y en la necesidad de inculcarel trabajo rural en los niños y jóvenes, afir-maba la necesidad de realizar

el paso de una orientación de la caridadargentina hacia el concepto social de lamisma […] la caridad transitoria individual-mente realizada es de muy problemáti-33 Los Principios, 15 de mayo de 1920, p. 1, c. 3

y 4.34 Serie Documentos. Año 1927. T. A-2-85, f.

117. AHMC, Argentina.

35 Los Principios, 16 de diciembre de 1920, p. 2,c. 3-7.

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cos efectos porque ella no responde a unafinalidad social, sino cuando más a la muyloable satisfacción de los sentimientos cris-tianos.36

Manifestaciones claras y precisas de laconformación de un protoestado socialsobre la base de una modernización delpaternalismo tradicional como etapa detransición hacia el reconocimiento de losderechos sociales por parte de las elitesgobernantes. En este sentido, es impor-tante resaltar que la asistencia vicentinamezclaba estrategias modernas y tradicio-nales. La retórica de sus reglamentosrecuerda el viejo discurso católico de amaral pobre para salvar sus propias almas yganarse las indulgencias que se otorgabana las que participaban en las conferencias.Pero otras de sus obras no fueron merascontinuaciones de viejas prácticas carita-tivas sino que las voluntarias no siempreaceptaban la pobreza como una condiciónnormal sino que trataban de erradicar suscausas (Eraso, 2009, p. 74). Así lejos deexaltar al pobre, la filantropía vicentinaprocuraba cambiar las costumbres y valo-res populares. Las señoras no se limitabana resolver las cuestiones religiosas sino queabarcaban la cuestión social del día.

En ausencia de una política social de la Iglesia, resalta el crédito político de lahabilidad de las mujeres católicas paraobtener fondos para sus programas de asis-tencia (Eraso, 2009, p. 224). En efecto,las matronas constituyeron pacientementela reputación de buenas administradorasde los fondos ajenos, una cualidad que fuerespetada igualmente por liberales y anti-clericales.

Este viraje en las prácticas asistencia-les impactó en las culturales que comen-zaron a experimentar un deslizamientodesde la modalidad propaganda-poderhacia una mayor preocupación por lasituación y demandas sociales de los tra-bajadores con miras a un mejoramientode las condiciones obreras y a concientizarsobre la importancia de la sanción de unalegislación social que atendiera los fuer-tes desajustes sociales. Esa preocupaciónse hizo perceptible en la frecuente alusióna esas problemáticas sociales en el discursoperiodístico de filiación católica y en losdocumentos, conferencias y publicaciones–folletos y revistas– emanados de las aso-ciaciones de protección social.

Así, a partir de 1918 se proyectaroncentros de estudios “los más popularesposibles” que no se concebían como aca-demias de estudio con un programa fijo,sino como espacios abiertos donde los trabajadores de las fábricas y talleres pu-diesen asesorarse sobre sus problemas so-ciales37 y, en 1919, se inauguraron confe-rencias populares para ilustrar a la clasetrabajadora sobre sus derechos, a la vezque fueron tribunas abiertas para peticio-nar la sanción de una legislación obrerabajo los postulados del catolicismo social.Estas conferencias populares se realizaronen distintos barrios y paseos. En las delbarrio General Paz y en el Paseo Sobre-monte –organizadas por los CírculosObreros, los Artesanos de San José y laSociedad Católica Obrera Italiana– lastemáticas abordadas giraban en torno a la armonía entre el capital y el trabajo, lanecesidad de legislar sobre el trabajo fe-menino a domicilio –modalidad sujeta a

36 Los Principios, 15 de febrero de 1919, p. 1. 37 Los Principios, 19 de diciembre de 1918, p. 1.

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graves distorsiones en sus condiciones yen los salarios percibidos– la justicia social,la Iglesia, la democracia y el socialis-mo, la propiedad y la libertad de trabajo,el salario mínimo y el abaratamiento dela vida.38

Así en el Boletín Mensual del Círculo deObreros de Río Cuarto, que en la década de1920 se denominó La lectura del obrero–sustitución del léxico que reflejaba loscambios en el contenido factual del len-guaje– se insistía en el objetivo de difun-dir las buenas doctrinas entre los obrerospero también sobre la necesidad de contri-buir a la mayor instrucción y cultura delos mismos, a la función dignificadora deltrabajo y a los beneficios de la ayudamutua y el ahorro.39 En 1927, profundi-zando la tendencia hacia la centralidad dela cuestión social y obrera en el modelocatólico de asistencia social, los Círculosde Obreros pusieron en marcha la de-nominada “Semana social”, iniciativa destinada, por un lado, a profundizar lasenseñanzas sociales católicas y, por otro,al estudio de las reformas tendentes al bie-nestar común. La “Semana social” era con-siderada una expresión doctrinal, científicay práctica.40

Por su parte, la concepción social de laeducación de los salesianos, anclada en la visión del trabajo como instrumento deregeneración moral y como herramientade inclusión para aquellos “alumnos des-heredados”, significó una modernizacióndel paternalismo, diferenciándose de otras

congregaciones y obras religiosas queactuaban en la ciudad. La opción por losmás pobres, eje del carisma de la Congre-gación, sumado al desarrollo de una edu-cación práctica en los talleres de la Escuelade Artes y Oficios, operaba como unaestrategia de inclusión de los alumnos enel circuito laboral.

En síntesis, si bien la administraciónde los sacramentos y la enseñanza de lareligión siguieron siendo la puerta deentrada al mundo civilizado, estas insti-tuciones consideraban que con esto no bas-taba para integrar de manera definitiva alos marginales a la sociedad, de allí que, allado de los discursos y las prácticas relacio-nadas con la evangelización, se ejecutaronotras relacionadas con los deberes patrió-ticos –la formación del ciudadano–, conla pedagogía social, con las actividadesproductivas y con el reconocimiento deciertos derechos para paliar los desajusteshumanos más críticos que generaba elavance del capitalismo.

LAS PRÁCTICAS Y REPRESENTACIONESCULTURALES: ENTRE EL CONSENSOY LA RESISTENCIA

Las prácticas culturales tendentes a gene-rar un consenso con la acción social de lasasociaciones no constituyeron un procesosin tensiones y conflictos; es decir, ellasno sólo reflejaron la cohesión social sinotambién las diferencias y resistencias quese manifestaron entre actores desigual-mente dotados de poder. El desarrollo delas prácticas y dispositivos culturales queanalizamos páginas arriba lograron segu-ramente construir un cierto consenso ac-tivo o al menos cierta conformidad dentrode los asistidos, producto de sus caren-

38 Los Principios, 4 de mayo de 1919, p. 1 y 10 demayo de 1919, p. 1.

39 Caja 87. Archivo Histórico del Convento deSan Francisco (AHCSF), Argentina.

40 Los Principios, 21 de octubre de 1927, p. 1, c. 1 y 2.

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cias de capital económico, social y culturaly, por ende, de su situación de dependen-cia y de la escasa oferta de servicios dis-ponibles, lo que hizo menos complicada latarea de vigilancia y control por parte delas instituciones. Más aún, los sectorespobres vieron en la ayuda de las asocia-ciones de protección social un mecanismode supervivencia a través de distintas mo-dalidades: la ayuda directa mediante laentrega de dinero o comestibles, el auxiliocomo complemento del magro jornal, larecomendación para obtener un albergue,para conseguir trabajo, para ser internadaen algún hospital y/o para tramitar la jubi-lación a la vejez. Es decir, no eran sujetosinarticulados sometidos rígidamente alcontrol social o disciplinamiento, sino másbien agentes históricos conscientes y acti-vos que hacían uso y se beneficiaban delsistema asistencial o establecían relacio-nes de reciprocidad aunque desiguales conlos detentadores de la asistencia. Por otraparte, en el aspecto laboral, hay que re-cordar que la enseñanza impartida en lamayoría de las asociaciones benéficas com-prendía la adquisición de diferentes habi-lidades para la obtención de un jornal quepermitiera atender las necesidades bási-cas. Además, los propios talleres para ar-tesanos y costureras que poseían las aso-ciaciones, las escuelas primarias y las nocturnas, le otorgaban a la relación unsentido de reciprocidad con miras a evitarla destitución futura de sus asistidos, a loque se sumaba un recurso adicional prove-niente de las ventas de los productos, parala continuidad y mantenimiento de la ca-dena asistencial. Al encontrarles puestosa los padres de familia y regalarles herra-mientas de trabajo, les permitían a estosvalerse por sí mismos. Es el caso de lasnumerosas familias que solicitaban ayuda

en las diferentes sedes de las ConferenciasVicentinas, porque evidentemente habíanincorporado en sus estrategias de sobre-vivencia, a través de la acción propagandís-tica y del protagonismo editorial, los ser-vicios de las mismas; utilizaban el sistemavicentino de vales para conseguir comi-das y otros artículos. Otra estrategia bas-tante extendida era solicitar el aval de losdirigentes de instituciones para la obten-ción de un trabajo dependiente o actividadde comercio de baja calificación. En esteaspecto, las vicentinas en sesión del año1921 otorgaron al pobre Amaya la reco-mendación para que se pueda dedicar a laventa de cigarrillos; en ese mismo año, ensesión del 24 de abril, la conferencia deci-dió otorgar una ayuda extraordinaria a lapobre recomendada por el R. P. Taborda. El 9de octubre del mismo año, el consocioCalixto Gómez daba cuenta de haber con-seguido la jubilación para la vejez al pobreIbarra y, el 30 de julio de 1922, ante laenfermedad de la pobre Gutiérrez concinco hijos y una madre enferma, se leconcedió una recomendación a su hijoCésar de catorce años para ingresar a laescuela de mecánica.41

Con la modernización del paterna-lismo, vastos sectores obreros participa-ron e incorporaron todas aquellas iniciati-vas tendentes a concientizarlos de susderechos laborales. Es decir, los trabaja-dores, con una racionalidad limitada ycontextual, usufructuaban la ayuda regla-mentada por los marcos normativos y laproveniente de la interacción que mante-nían con sus benefactores.

41 Libro de Actas de la Conferencia Vicentina deLa Merced. Año 1921, ff. 106 y 136 y 176. Archivodel Convento de la Merced de Córdoba (ACMC),Argentina.

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El alcance de ese consenso estuvo lejosde ser un proceso desprovisto de disonan-cias y de resistencias hacia las formas,modelos de vida y las prácticas impuestasdesde arriba. En este sentido, los mismosdocumentos institucionales daban cuentade las dificultades en la integración de algu-nos sectores, especialmente en el cumpli-miento de las normas religiosas.

En su visita al Colegio Pío X en 1913,el padre inspector de los salesianos, JoséVespignani, informaba a los maestros ysuperiores de la casa sobre las precaucionesnecesarias que había que tener frente aciertos alumnos que al parecer no lograbandespegarse de los “malos hábitos” apren-didos en la calle y constituían un peligropara los demás compañeros:

Entre los externos hay graves peligros, porcierto elemento callejero, que no ha entradoni participa en la vida del colegio, y estáesparcido en todas las clases, en pequeñasproporciones en los grados superiores, perocon sede principal en tercer grado y algo en las clases inferiores. Debe practicarse coneste elemento peligroso la vigilancia queprescribe nuestro sistema preventivo y serecomienda la acción unida del prefecto yconsejero para impedir las reuniones afueradel colegio y las reciprocas influencias deestos niños en las clases, donde hay maes-tros externos que no alcanzan prevenir yremediar estos males.42

Es fácil inferir la dificultad encontradapor los educadores en lograr la aceptacióny el cumplimiento del reglamento y lasnormas institucionales por parte de niñosy jóvenes que habían carecido de un espa-

cio reglado y disciplinado como la fami-lia y la escuela y cuya existencia habíatranscurrido lejos de ambientes cerradosy regulados como se les presentaba.

En la Memoria de la Unión Pía de SanAntonio, se reconocía

la tarea de moralizar los hogares para ini-ciarlos en el camino de la virtud no era fácil,debemos muchas veces vernos obligados arogarles, predicarles y atraerles y como a losniños por medio del obsequio ya sea enremedios, ropas, etc., para que se convier-tan en forma en un hogar cristiano y cualsería nuestro pesar al ver que algunos de loscónyuges encontrándose moribundo noaceptaban los sacramentos por falta de fe; lamisericordia de nuestro señor es tan grande,que gracias a ella, que aunque fuese a últimahora los recibieron arrepentidos de verdad.43

Una manifestación clara que los asisti-dos eran actores conscientes en la cons-trucción de la relación asistencial y nomeros receptores pasivos, eran las distin-tas estrategias que debieron utilizar lasvisitadoras de pobres de las Conferenciasde San Vicente de Paul para lograr adoc-trinar a los subalternos:

Las visitadoras debían ser seleccionadas deacuerdo a la condición de los pobres, selec-cionando para algunos casos una visitadoraque se les imponga por la gravedad de susmaneras y su carácter, mientras que de otrosno se obtendrá nada sin ganar su confianzaa fuerza de paciencia, dulzura y perseveran-cia […] las visitadoras deberán buscar todoslos medios posibles para instruir a los pobressobre sus deberes y para hacérselos compren-

42 Memoriale. Visita Inspectorial Colegio Pío X.Año 1913. ACPX, Argentina.

43 Memoria de la Pía Unión de San Antonio, pp. 6 y 7.

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der. Unas veces se entrará en materia pormedio de una buena palabra dirigida al niño;otras veces por medio de un libro, de unaimagen o de un crucifijo que se regale, o poruna lectura edificante que se hace a unenfermo, se procura instruir, edificar y con-solar […]. Oremos para convertir a nuestrospobres.44

CONSIDERACIONES FINALES

Esta contribución constituye una aproxi-mación a la significación de lo cultural enel análisis histórico como posibilidad his-toriográfica, en su contextualización y variabilidad temporales. A través de la misma, se ha intentado reconstruir lacomplejidad de la relación asistencial,mediante el estudio de las distintas y hete-rogéneas prácticas culturales articuladaspor las diversas instituciones de protec-ción social con miras a hegemonizar lasrespuestas a la cuestión social en las prime-ras tres décadas del siglo XX. Específica-mente, se han reconstruido las estrategiasculturales implementadas por las elitesasistenciales tendentes a lograr un con-senso activo que implicara la aceptación,no sólo del saber y la influencia del manejoasistencial de las organizaciones de asis-tencia social, sino su participación y com-promiso en “la grandeza del país” porparte de los asistidos y de la sociedad engeneral. Esta perspectiva supone una posi-ción equidistante tanto de la leyendanegra que otorgaba la centralidad explica-tiva a los mecanismos disciplinadorescomo de la visión laudatoria de algunosdocumentos oficiales que destacaban una

imagen optimista, autocomplaciente ybenévola de las instituciones asistencia-les. En este sentido, las prácticas y repre-sentaciones culturales analizadas generaronentre los actores participantes un consensorelativo con ese modelo asistencial y rela-ciones de reciprocidad entre los actoressociales y estaban estrechamente relaciona-dos con lo que significaba, para las pri-meras décadas del siglo XX, ser un “ciuda-dano, católico, laborioso y civilizado”. Porotra parte, el estudio de las prácticas cul-turales permite cuestionar la imagen este-reotipada del modelo benéfico asistencialcomo distante de los discursos sobre elprogreso y las transformaciones económi-cas, si se tiene en cuenta la labor que desa-rrollaron en los márgenes y en los margi-nales orientada a modificar las costumbresde las clases populares y a difundir el sen-tido del progreso entre las clases inferio-res, estrategias no descontextualizadas, porcierto, de las relaciones de dependencia yde poder existentes en el campo asisten-cial. Lo que emerge a través del análisisde las prácticas, de las representaciones y de las autorrepresentaciones emana-das de los documentos institucionales esuna forma particular de llevar a cabo elproceso de modernización en un periodohistórico en el cual, si bien la influenciadel modelo societal católico era muy fuer-te, se estaba operando una transforma-ción no sólo económica, sino cultural, conla recepción de nuevas ideas acerca de lacuestión social y sus soluciones. Es decir,lo que se quiere señalar en este aspecto esque, frente a las perspectivas exclusiva-mente disciplinadoras, la acción de las asociaciones civiles de fuerte improntareligiosa operaron como correas de trans-misión del proyecto de civilización em-prendido por las elites locales en la medida

44 Documentos. Año 1926. T. A-2-82, f. 107v.AHMC, Argentina.

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que se propusieron la recuperación y or-denación de las clases desheredadas a través de la educación, la moralización de los comportamientos, la higienizacióny la dignidad del trabajo. Por otra parte,se trataba al mismo tiempo de vínculosde dominación y de dependencia. Comotoda relación entre desiguales, estos víncu-los comportaban una posición de auto-ridad, una subordinación a los principiosemanados desde arriba, pero también lainteracción y reciprocidad entre los suje-tos participantes en la rutinización de lasconductas de la vida cotidiana, en losámbitos de trabajo y en los espacios derecreación.

Además, el análisis puntual al interiordel espacio asistencial ha permitido com-probar que su evolución no fue lineal nihomogénea, sino que estuvo sujeta a in-flexiones dotadas de significado para lasprácticas y representaciones de los actoresinvolucrados. En efecto, a partir de la pri-mera posguerra, y por los factores con-textuales analizados, se produjeron dosdeslizamientos no menores. En primerlugar, la modernización del paternalismoque significó un distanciamiento al menosdiscursivo de prácticas tradicionales y unhito importante en la conformación de laasistencia como derecho porque impli-caba, aun cuando estaba basada en la infe-rioridad o desamparo innato, algo muydistinto al discurso y a la práctica de lalimosna. En segundo lugar, es importanteresaltar que esa puesta en alocución porparte de los detentadores de las asociacio-nes de protección social se basaba en cier-tas características de la política y de lasociedad provincial; entre estas, figurabanun creciente reconocimiento sobre la nece-sidad de los servicios sociales y una elitepolítica que no logró extender las obliga-

ciones del Estado al campo asistencial atal punto de poner en peligro el modelobenéfico asistencial en el gran campo delbienestar social.45 A pesar de ello, pero nodesconectado de ese mismo proceso, lamodernización del paternalismo tambiénimplicó un posicionamiento defensivopara preservar la hegemonía del espacioasistencial frente a los avances del proto-estado social a partir de la segunda décadadel siglo XX. Eso explica que las asocia-ciones civiles siguieran teniendo un pro-tagonismo central en el campo asistencialcomo una tendencia de larga duración.Prueba de ello es la creación –entre otras–a fines del periodo de la Asociación deAyuda Mutua, que reunía “a distinguidasdamas” de la sociedad cordobesa para pro-teger moral y materialmente a tanta personaque por distintas causas han quedado desam-paradas. Una tendencia de largo plazo queretiene los mismos objetivos, mecanismosde reclutamiento del personal asistencialsimilares y las reiteradas interpelacionesa la moralización de las clases deshereda-das.46 La vigencia de esta forma de acciónsocial, con sus transformaciones coyun-turales, permite, a su vez, repensar inter-pretaciones relativas a la decadencia delmodelo benéfico asistencial. Si bien elavance del protoestado social fue un pro-ceso importante en la conformación delfuturo Estado social, ello no implicó lapérdida de protagonismo de las asociacio-nes civiles si se ponderan dos fenómenosno suficientemente considerados. Uno,que el mayor financiamiento estatal de lasdemandas sociales no alcanzó los nivelesnecesarios para la sustitución de otras for-

45 La Voz del Interior, 25 de mayo de 1921, p. 21.46 Los Principios, 19 de abril de 1928, p. 5, c. 2 y 3.

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mas de asistencia no estatales; en segundolugar, porque las instituciones de protec-ción social buscaron defender sus posicio-nes de poder en el campo asistencial.

El otro aspecto que interesa destacar, en consonancia con los trabajos más re-cientes de la historiografía latinoamericanay argentina sobre la asistencia social en lamodernidad liberal (véase Eraso, 2009;Ortiz, 2009), es que las relaciones pater-nalistas tradicionales, basadas en la protec-ción y la obediencia estaban arraigadas en ladesigualdad de las partes integrantes, perola parte dependiente no careció completa-mente de poder de negociación o resisten-cia, sobre todo si los asistidos sentían que elpacto paternalista no se cumplía.

En síntesis, la ayuda social no estabadestinada exclusivamente al control socialni era una actividad residual en el com-plejo proceso de construcción de un Esta-do social; por el contrario, se elaboraronsoluciones a los conflictos sociales delperiodo y se prefiguró una modernizaciónde la asistencia. Más precisamente, lasprácticas asistenciales constituyeron unmix de estrategias tradicionales y moder-nas, en el sentido que si bien la meta eraasistir a los “desvalidos” y trabajadores,ellos constituyeron una nueva prácticaorganizada e institucionalizada. En defini-tiva, una narrativa históricamente cons-truida que revela una pléyade de estrate-gias culturales tendentes a la búsqueda deconsenso con el modelo de asistencia socialprevaleciente y a la integración de los sec-tores marginales y excluidos a través deltrabajo y la civilización de las costumbres,pero también reveladora de la dependen-cia, la negociación y la resistencia de losasistidos frente a las acciones implemen-tadas por los detentadores de esa hetero-génea red asistencial.

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