Pinto-Julio Cuestión Social o Cuestión Política COMPLETO

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    HISTORIA. Vol. 30 . 1997: 21 1-261

    Instituto de HistoriaPontificia Universidad Catlica de Chile

    Julio Pinto Valleios*

    CUESTIN SOCIAL O CUESTIN POLTICA?LA LENTA POLITIZACIN DE LA SOCIEDAD POPULARTARAPAQUEA HACIA EL FIN DE SIGLO (1889-1900)**

    "S i la s clases dirigentes de Chile quieren la tranquilidaddel pas, para qu obligan a las clases trabajadoras apedir por la fuerza lo que se les puede conceder de buengrado?", "Mirabeau" , en El Liberal Democrt ico(Iquique), 7 de febrero de 1897.

    Abstract

    This article explores th e first attempts at formal political participation by th eworking class sector in th e nitrate regin towards th e en d of th e 19th century.The first part reviews the current literature regarding th e politicalization ofthe working class during the period of the "social question". The second andthird part cover th e alternative forms of popular politicalization evident in thenitrate regin, which are applicable to the rest of the country: the "endo-genous" form stresses worker autonomy as proposed by the Demcratas,Socialists and Anarchists while the other is "induced" by th e lite parties, inparticular the Balmacedistas and th e Radicales. The former al ternat ive is notvery evident in th e period under study, whereas th e latter appears to havebeen much more successful preparing th e ground fo r th e popuhst Alessan-drismo in th e future.

    * Universidad de Santiago de Chile.** Este artculo forma parte de una investigacin financiada po r la Direccin de Investiga

    ciones Cientficas y Tecnolgicas de la Universidad de Santiago de Chile. Se agradece muyespecialmente la colaboracin de Pablo Artaza Barrios y Carolina Faras Antoine.

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    1 . EL PUEBLO SE POLITIZA?A medida que el siglo XIX se aproximaba a su fin, diversas voces procedentesde la lite comenzaron a alertar a sus pares sobre la aparicin en Chile de latemida "cuestin social"1. Qu era exactamente lo que se tema? Las desigualdades sociales y el descontento popular eran realidades demasiado antiguascomo para que su sola presencia hubiese justificado ta l alarma. Ms bien, loque llamaba la atencin oligrquica pareca ser la manifestacin inusual deproblemas con los que, en su aspecto tradicional, ya se haba acostumbrado aconvivir. En un contexto as, el trmino "cuestin social" serva para denotarnuevas modalidades de existencia popular, asociadas al hacinamiento urbano,el trabajo industrial, o la despersonalizacin de las relaciones laborales. Perotambin, y ta l vez ms determinantemente, para dar cuenta de nuevas formasde interpelacin popular, ms organizadas y discursivas, ms explcitamentepolticas. Como lo ha expresado el his toriador Mario Garcs, "la distanciaentre ricos y pobres, que tantos autores reconocieron al cambiar el siglo, se fuetensando, confrontando, reconociendo, hacindose ms evidente y expresndose en diversos campos de la vida social. En una palabra, la distancia entre ricosy pobres se fue politizando"2. O en la opinin anloga de Bernardo Suberca-seaux, "enfrentados a la 'cuestin social' que los aflige, los sectores populares-con la mediacin de algunos intelectuales ilustrados- se van apropiando dedistintas corrientes del pensamiento social europeo (desde el socialismo cientfico hasta el anarquismo) ... Se apropian adems de una perspectiva de lucha yesperanza y de una confianza casi mesinica en la victoria finar'3. Incluso

    1 Una de las ms clebres entre estas reacciones fueron los artculos publicados en 1884 porAugusto Orrego Luco en La Patria, de Valparaso, y reimpresos en 1897 bajo la denominacinde "La cuestin social". Tambin son muy ilustrativos de esta actitud los artculos de ZorobabelRodrguez aparecidos en El Independiente de diciembre de 1876. Estos y otros textos atingenteshan sido publicados in extenso por Sergio Grez Toso en La "cuestin social" en Chile, deas ydebates precursores (1804-19021. Santiago 1995. cuyo "Estudio crtico" preliminar es tambinmuy til para una mayor comprensin del concepto. Al mismo efecto puede verse el trabajo deLuis Alberto Romero "Cmo son los pobres'1 Miradas de la lite e identidad popular en Santiago hacia 1870". Opciones N 16. Santiago 1989.

    2 Mario Garcs Duran. Crisis social y motines populares en el 1900. Santiago 1991 ; 235,3 Bernardo Subercaseaux, Fin de siglo. La poca de Balmaceda. Santiago 1988; 1 12. Ntese

    tambin el siguiente trozo: "Los nuevos partidos y la readecuacin de los partidos histricosconlleva. ..un importante cambio en la concepcin de lo poltico. Se trata de una transformacincomprobable en el discurso y en los programas partidarios de la poca: se empieza a vincularexplcitamente lo poltico a lo social y a los intereses de los distintos sectores. El advenimientodel nuevo escenario va acompaado po r un cambio en la concepcin de lo social y en el modelodel proceso de informacin respectivo: la divisin de la sociedad en clases se incorpora comodato de realidad, los diversos partidos de la poca podan diferir en la interpretacin pero no en elreconocimiento del hecho.": Ibid. 1 19.

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    J. PINTO V. / tCUESTI0N SOCIAL O CUESTIN POLTICA' ' 213Gabriel Salazar, habitualmente receloso de aquellas interpretaciones de la historia popular que enfatizan lo poltico, ha propuesto que frente a la crecientedificultad de "desenvolver la autonoma popular en un sentido estrictamenteempresarial", y frente a "la crisis progresiva del Estado portaliano...el bajo pueblo se hall, a comienzos del siglo XX, luchando por el sociocratismo poltico"4. Esa politizacin ms o menos autnoma de la accin popular, esa proyeccin programtica e invasora de un terreno hasta entonces reservado casiexclusivamente a la oligarqua, era en efecto un fenmeno bastante nuevo, ymarcaba una gran diferencia con la tradicional efervescencia "peonal". Allpudo radicar, a final de cuentas, la verdadera esencia de la "cuestin social"5.

    No todos los autores que se han ocupado del tema comparten plenamenteesa apreciacin. Incluso quienes destacan la importancia de la penetracin popular en lo s espacios pblicos se cuidan de distinguir explcitamente entre laadopcin de un discurso poltico por parte de algunos sectores, y la represen-tatividad o eficacia de dicho discurso dentro del conjunto del marco institucional vigente. As por ejemplo, Jorge Barra no vacila en afirmar que "Frenteal surgimiento del movimiento obrero o, como se denominaba en el lenguaje dela poca, la 'cuestin social', los partidos tradicionales y el gobierno asumen lapoltica de considerarlo un problema policial, o simplemente declarar que 'n oexiste'"6. Bernardo Subercaseaux, por su parte, agrega que "la modernizacinde la burocracia estatal y de la administracin pblica, no signific. ..una ampliacin de la vida poltica, ni la participacin en ella de los nuevos sectoressociales... De all que el fin de siglo fue precisamente el momento en que sepuso en evidencia, por primera vez, la c risis de participacin poltica de lo ssectores medios y populares"7. Gonzalo Vial, finalmente, concluye su acida crtica a la oligarqua parlamentaria subrayando la ceguera de ese grupo frente alas nuevas realidades y desafos que surgan del "bajo fondo" popular: "...elrgimen poltico era ya impenetrable. Amarguras, ironas y llamados a la con-

    4 Gabriel Salazar, "Crisis en la altura, transicin en !a profundidad: la poca de Balmaceday el movimiento popular". Luis Ortega (ed.). La Guerra Civil de 1891. Cien aos hoy, Santiago1993.

    5 Aparte de la recopilacin de Sergio Grez nombrada en la nota 1, el concepto "cuestinsocial" tambin ha sido analizado po r Ximena Cruza t y Ana Tironi, "E l pensamiento frente a lacuestin social en Chile", en Mario Berros y otros, El pensamiento en Chile 1830-1910. Santiago 1987; 127-151; y James O. Morris, Las lites, los intelectuales y el consenso, Santiago 1967,captulo 4. La dimensin poltica de la "cuestin social" ha sido resaltada con especial fuerza pornuestra historiografa marxista "clsica", como por ejemplo Julio Csar Jobet, Ensayo crtico deldesarrollo econmico-social de Chile, Santiago 1953; Hernn Ramrez Necochea, Historia delmovimiento obrero en Chile. Antecedentes, siglo XIX, Santiago 1956, 201-254; Jorge BarraSern, El movimiento obrero en Chile, Santiago 1971, 15-25.

    6 Barra, op . cit.. 21 .7 Subercaseaux, op. cit.. 143-144

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    ciencia, no podan conmoverlo. La cuestin social no hall remedio legislativo", sino por el contrario una represin desmesurada que vino a quebrantardefinitivamente una ya muy resentida unidad nacional8. En rigor, estas fo rmulaciones no niegan el hecho m ism o de la politizacin popular, pero senfatizan su marginalidad respecto del orden establecido. Este ltimo, que hastacierto punto segua siendo el nico espacio propiamente "poltico", aparentemente continuaba bajo el ms estricto monopolio de lo s partidos e institucionesoligrquicas.

    A partir de esta separacin entre "poltica formal" y "poltica popular", algunos autores han incursionado aun ms lejos. Peter De Shazo, por ejemplo, ensu exhaustivo estudio sobre los trabajadores urbanos y los sindicatos a comienzos del siglo XX, no vacila en declarar que "la mayor parte de los trabajadoresurbanos evidenciaron muy poco inters en la poltica tradicional o en la polticaobrera antes de 1925... La accin poltica le sirvi de poco a la c la se obre radurante la Repblica Parlamentaria". Ms adelante aade que "para la mayorade los trabajadores chilenos, la posibilidad de establecer un partido obrero capaz de ejercer una accin poltica eficaz en su favor pareca muy lejana, almenos hasta la eleccin presidencial de 1925"9. En la percepcin de este autor,las etapas ms tempranas del movimiento obre ro hab ran sido virtualmentemonopolizadas por las luchas reivindicativas, sin mayor proyeccin poltica.Reflejo de ello a nivel ideolgico fue el predominio, no reconocido suficientemente por la historiografa tradicional, de corrientes que desconoc an toda validez a la lucha partidista-electoral y a cualquier tratativa con lo s poderes pblicos, como el anarquismo o el anarcosindicalismo.

    Pero aun aceptando que estas consideraciones poseen algn grado de validez, ellas no debieran necesariamente conducir a una negacin total de la posibilidad de estudiar polticamente la cuestin social, sobre todo cuando la aparicin de nuevos marcos interpretativos y la acumulacin de conocimientoemprico sobre la historia popular chilena permiten ahora hacerlo desde perspectivas diferentes10. En lo que toca especficamente a la influencia del anar-

    8 Gonzalo Vial. Historia de Chile (1891-1973). volumen I, tomo II: La sociedad chilena enel cambio de siglo (1891-1920). Santiago 1981. La cita es de la pgina 549; la referencia alquiebre de la unidad nacional por la va del divorcio social es desarrollada en el captulo 15 delmismo volumen y tomo.

    9 Peter De Shazo. Urban Workers and L abor Unions in Chile. 1902-1927. Madison.Wisconsin 1983; xxvii-xxviii

    10 Hago aqu alusin a la "nueva historiografa popular" producida despus de l golpe deestado de 1973. y cuya expresin ms relevante -y cuestionadora de los paradigmas tradicionales- es la obra de Gabriel Salazar. a la que tambin h ab ra que agregar el trabajo de MaraAnglica Ulanes, Jos Bengoa, Sergio Gonzlez, y otros: ver al respecto Mara Anglica lllanes."L a historiografa 'popular'; una epistemologa de 'mujer'. Chile, dcada de 1980", en Sotar-Estudios Latinoamericanos, Santiago 1994 .

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    quismo, que sin duda fue muy relevante y real, ella no denota necesariamenteuna ausencia de discurso poltico, sino ms bien un rechazo a los trminos enque ste era definido por el orden oligrquico. "Los anarquistas", apunta unestudio reciente sobre el tema, "ven en el Estado y sus aparatos la encarnacindel principio de autoridad y de represin al individuo, desarrollando su actividad al margen y en contra del Estado"". De igual forma, un editorial anarquista de 1905 aclaraba que "los que como nosotros son socialistas revolucionarios debemos exclamar: Somos comunistas y queremos igualdad absoluta.desconociendo en lo establecido su legalidad y su derecho"'2. Pero as definido,el propsito anarquista de no reconocer al Estado ni a la s instituciones era detodas formas un acto poltico, basado en un antagonismo explcitamentediscursivo no muy presente en rebeldas populares anteriores. Asimismo, suspostulados sobre un orden social alternativo, ms justo y mejor organizado,implicaban una construccin programtica que slo cabe definir como poltica.En suma, aquellos trabajadores que optaron por el anarquismo o el anarcosindicalismo rechazaban la poltica como entonces se la entenda formalmente,pero lo hacan desde una ptica igualmente poltica. Ser anarquista era, sinlugar a dudas, ser poltico13.

    Por otra parte, tampoco es efectivo que todo el mundo popular haya esperado hasta f ines del siglo XIX para comenzar a actuar polticamente. Sergio Grezy otros estudiosos del artesanado han demostrado que al menos en ese estratosocial, que por cierto no formaba parte del "bajo pueblo", el inters por la scuestiones polticas se remontaba a una etapa incluso anterior a la experienciade la Sociedad de la Igualdad de 1850-51. Con posterioridad a la destruccinde esa organizacin, y bajo el alero del ascendente movimiento mutualista delos aos 60 y 70, se fue incubando un pensamiento que el historiador mencionado denomina "liberalismo popular", para distinguirlo del "liberalismo oficial" promovido hegemnicamente por la s lites. En tanto concebida explcitamente como un impulso a la accin, esta formulacin ideolgica habra sido un

    ' ' Eduardo Mguez y Alvaro Vivanco, "E l anarquismo y el origen de l movimiento obrerochileno, 1881-1916", Andes N 6, Santiago 1987; 110.12 El Martimo, de Antofagasta, 2 de septiembre de 1905, transcrito por Garcs, op . cit., 249.13 Aparte del libro de De Shazo, el papel del anarquismo en el periodo de la cuestin socialha sido rescatado de l olvido historiogrfico por la tesis de Licenciatura en Historia de ClaudioRolle Cruz, "Anarquismo en Chile (1897-1907)", Pontificia Univers idad Catl ica de Chile(1985), a n indita; por la tesis de maestra de Hcto r Fuen tes Mancilla, "E l anarcosindicalismoen la formacin de l movimiento obrero. Santiago y Valparaso 1901-1907", Universidad deSantiago de Chile (1992), tambin indita; y por el artculo ya citado de Eduardo Mguez yAlvaro Vivanco, que a su vez se origina en una te sis d e licenciatura de la Universidad Catlica deValparaso. Para el aspecto poltico-programtico del anarquismo a travs de la prensa salitrera,ver el artculo de Pierre Vayssire, "M ilitantisme et messianisme ouvriers travers la pressenitrire", Caravelle.

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    verdadero "proyecto de regeneracin popular", entre cuyas principales aspiraciones se inclua "el proteccionismo a la industria nacional, la reforma o abolicin del servicio en la Guardia Nacional, la educacin o ' ilustracin' del pueblo, adems de una aspiracin genrica de justicia y redencin social". Lacercana con muchos de los postulados modernizadores o "progresistas" delliberalismo de lite hizo que, al menos hasta los aos 80, este liberalismopopular tendiese a actuar en concordancia con y bajo el liderazgo del segundo,pero distinguindose de l por su nfasis en los principios democrticos y supromocin de la ms amplia participacin social en la esfera pblica. As, amedida que la s lu chas sociales cob raban mayor virulencia y que los cambiossociales engendraban nuevas formas de identidad popular, algunos gruposartesanales fueron radicalizando posiciones y aumentando sus distancias respecto de l "liberalismo oficial". El desenlace de este proceso, siempre siguiendola misma lnea argumental, fue el nacimiento en 1887 de un partido que no porcasualidad se identific con un adjetivo tan eminentemente poltico como el de"democrtico".14

    Desde la perspectiva que aqu interesa destacar, la fundacin del PartidoDemocrtico reviste una doble relevancia: como culminacin de una estrategiapoltica que sentaba sus bases en el mundo popular; y como apertura de unespacio desde el cual se fue gestando el movimiento propiamente socialista de lsiglo XX, para el cual la accin poltica sigui ocupando un lugar fundamental.En el primer aspecto, todos lo s estudiosos del Partido Democrtico coincidenen destacar -algunos como elogio y otros como crtica- su firme voluntad dealcanzar sus fines de "emancipacin poltica, social y econmica del pueblo"den tro del marco institucional vigente, y priorizando el uso de los instrumentospoltico-electorales que la legalidad oligrquica ofreca15. La mejor prueba de

    14 La argumentacin resumida en este prrafo ha sido desarrollada en su forma ms exhaustiva por Sergio Grez Toso, particularmente en su te sis doctoral titulada "Les mouvementsd'ouvriers et d'artisans en milieu urbain au Chili au XlXme sicle (1818-1890)". Ecole de sHautes tudes en Sciences Sociales, Pars (1990); una versin ms breve es la aparecida en larevista Proposiciones NQ 24 . Santiago. SUR Ediciones 1994, con el ttulo "Los artesanos chilenos de l siglo XIX: un proyecto modemizador-democratizador", de donde se han extrado lospasajes citados entre comillas. La dimensin poltico-ideolgica de l movimien to a rt esanaldecimonnico tambin ha sido destacada por Mara Anglica Illanes, La revolucin solidaria,Santiago 1990: Luis Alberto Romero, La Sociedad de la Igualdad. Los artesanos de Santiago ysus primeras experiencias polticas. 1820-1851, Buenos Aires 1978; Eduardo Devs, "E l pensamiento de Fermn Vivaceta y de l mutualismo en la segunda mitad del siglo XIX", en MarioBerros y otros. El pensamiento en Chile 1830-1910. Santiago 1987; y Mario Garcs, op . cit.. captulo 1.15 El estudio ms completo dedicado al nacimiento de l Partido Democrtico y su insercinden tro del movimiento mutual-artesanal es la tesis doctoral de Sergio Grez, ya citada. El tema esretomado especficamente en su artculo "Los primeros tiempos del Partido Democrtico chile-

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    J. PINTO V. /CUESTIN SOCIAL O CUESTIN POLTICA? 217ello fue su propia constitucin como partido, que hasta cierto punto violentabala tradicional reticencia de las organizaciones mutualistas para actuar abiertamente en trminos partidistas16.Es verdad que el Partido Democrtico no se ajustaba estrictamente a laconcepcin tradicional de los partidos chilenos, tanto en sus objetivos, queapuntaban a lo econmico-social ms que a lo poltico-religioso, como en susestilos de accin, que al comienzo al menos privilegiaron la convocatoria masiva y la "poltica callejera" por sobre los acuerdos cupulares y la "poltica desaln". Pero su opcin de desenvolverse dentro de la normativa establecidamarc una tnica "legalista" que presupona la viabilidad de una solucin poltica a lo s problemas sociales, as como la conveniencia de que el mundo popula r actuase polticamente. "El medio de conquistar para nuestra cara patria lo sprogresos que ansia la opinin," sealaba el lder democrtico Malaquas Concha en una carta fechada en marzo de 1888, "consiste en asociarnos, en constituir un partido poltico, fuerte y poderoso, capaz de llevar a la representacinnacional mandatarios genuinos de la voluntad popular, sostenedores ardientes yconvencidos de la s reformas sociales y econmicas que reclaman el progreso yel bienestar de la nacin"17. El Estado oligrquico deba ser a lo menos interpelado, y eventualmente incluso penetrado, por lo s representantes del mundopopular18.

    La irrupcin de un partido con base popular en la arena poltica no dej dedespertar temores en la opinin oligrquica, que tempranamente vio en aquelfenmeno el escenario ms pesimista a que poda dar lugar la "cuestin socia l":

    no". Dimensin Histrica de Chile N 8. Santiago 1991. Hernn Ramrez Necochea, pese a considerar que "E l Partido Democrtico no fue un partido de la clase obrera", pues "en l convivanelementos de diversa extraccin social qu e tenan, en consecuencia, diversos intereses econmico-sociales", reconoce no obstante qu e " la cal idad de trabajadores que ostentaron muchos dirigentes y el contenido avanzado de su programa, hicieron que el Partido tuviera gran raigambrepopular y llegara a ser -incuestionablemente- el primer partido autnticamente popular, de masas, que hubo en Chile", op . cit., 215-216. Ver tambin Mario Garcs, op . cit.. 242, GonzaloVial, op . cit.. 547-549, 576-577; Rene Millar, "E l parlamentarismo chileno y su crisis 1891-1924", en Osear Godoy (ed.), Cambio de rgimen poltico, Santiago 1992, 272; y Julio Heise ElPerodo Parlamentario 1861-1925. Tomo II: Democracia y gobierno representativo en el perodo parlamentario, Santiago 1982, citado en adelante como Julio Heise (II), 329-332.16 Grez, passim: Garcs, op . cit., 238-239; Vial, op . cit., 85317 Malaquas Concha. "La democracia en Chile bajo el punto de vista social, poltico yeconmico". La Discusin. Chillan), 20 y 21 de marzo de 1888; reproducido en Grez, La "cuestin social"..., 369-375.18 Adems de la carta de Malaquas Concha citada en la nota anterior. lo s principiosprogramticos del Partido Democrtico pueden ser vistos en el "Manifiesto de l Partido Democrtico al pueblo de Chile" y el "Programa de l Partido Democrtico", ambos reproducidos en Grez.La "cuestin social".... 363-367

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    el germen de un socialismo destructor de la propiedad y el orden19. A la postre,sin embargo, los anlisis han tendido a coincidir en que el institucionalismo delPartido Democrtico, que ya hacia 1894 daba sus primeros frutos con la eleccin del militante ngel Guarello a la Cmara de Diputados, termin entrampndolo en las redes del sistema parlamentario y anulando su capacidad de darsolucin efectiva a los problemas populares. Julio Heise llega incluso a afirmarel carcter "burgus" del partido, haciendo referencia a la extraccin social demuchos de sus dirigentes y al "arribismo" que rpidamente se apoder de suaccionar20. Esta circunstancia explicara, se dice, la temprana deslegitimacinde las estrategias poltico-electorales entre los sectores populares, y el ascensode las ideas anarquistas y anarcosindicalistas. Dicho de otro modo, la "cooptacin" de l Partido Democrtico por parte de ] sistema habra confirmado lainviabilidad intrnseca de un camino poltico para el pueblo trabajador.La situacin admite, sin embargo, una lectura diferente. "El PD", sostienenpor ejemplo Mguez y Vivanco en su estud io sobre los orgenes del anarquismoen Chile, "haba minado su original fervor popular y reformista y entrado delleno a las prcticas parlamentarias y componendas al ms puro estilo de lospartidos oligrquicos". Pero en lugar de alejar al elemento ms "clasista" de lalucha poltica, continan, esta situacin llev a la constitucin de diversos"ncleos populares" que se presentaban "como alternativa a dicho partido y respondan a la necesidad que tiene la clase obrera de afirmar su autonoma, conun proyecto poltico propio"21. Es verdad que en algunos casos ese "proyectopropio" tom la ruta anarquista, alejndose de las prcticas polticas ms cotidianas para privilegiar la accin exclusivamente reivindieativa y so cial. Conigual frecuencia, sin embargo, los defensores de la causa popular procuraronalcanzar ta l autonoma sin renunciar del todo a la interlocucin con el aparatoinstitucional, a cuyo efecto dieron origen a las primeras agrupaciones de carcter "socialista", como el Centro Social Obrero, la Agrupacin Fraternal Obrera.La Unin Socialista y el Partido Obrero Socialista Francisco Bilbao, todasformadas durante la segunda mitad de los aos 9022.

    19 Estas expresiones fueron especialmente notorias en el campo clerical-conservador, que yahacia fin es de los aos 80 denunciaba abiertamente la llegada a Chile de l "peligro comunista",pero tambin se hicieron presentes en el pensamiento de voceros liberales como ArturoAlessandri Palma y Valentn Letelier; ver Sergio Grez, La "cuestin social"..., 29-38 y textospertinentes. Tambin Ramrez Necochea. op . cit.. 201 -207 ; Gonza lo V ia l. op . cit.. 538-547; yXimena Cruza t y Ana Ti ron i. op . cit., 129-139.-() Julio Heise (II); 282; algo similar sugiere Rene Millar, aunque ms en el sentido de suidentificacin plena con el rgimen de gobierno que en el de la extraccin social de sus militantes, op . cit . 272,

    -' Mguez y Vivanco. op . cit.. 105-10622 La historia de estas agrupaciones ha sido narrada con c ie rto deta lle por RamrezNecochea, op . cit., 226-245. y es tambin incluida en su anlisis por Garcs, op . cit.. 254-260, ySubercaseaux. op . cit .. 224-228.

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    I. PINTO V. / CUESTIN SOCIAL O CUESTIN POLTICA? 2 1 9En rigor, las diferencias iniciales entre esta corriente y la anarquista fueron

    muy difusas, incluyndose entre lo s primeros militantes "socialistas" variasfiguras que la posteridad ha identificado ms bien con la segunda vertiente.como Luis Olea, Magno Espinoza y Alejandro Escobar y Carvallo23. Asimismo, la ruptura de muchos de ellos con el Partido Democrtico fue slo pasajera,lo que revelaba cierta reticencia a abandonar para siempre el primer vehculoaglutinador de la inquietud poltica popular. Incluso ideolgicamente, como loha manifestado Bernardo Subercaseaux, la s primeras formulaciones "socialistas" no se alejaban mucho del "liberalismo popular" articulado por el programademcrata24. De modo que fue slo durante la primera dcada de l siglo XX quese decant de verdad una propuesta propiamente "socialista", diferenciada delanarquismo por su adhesin a la lucha poltica, y del Partido Democrtico porsu reivindicacin de la autonoma de clase y de un programa al menos nominal-mente revolucionario. Sobre ta les bases se fundara en 1912 el Partido ObreroSocialista de Luis Emilio Recabarren, que a contar de la Primera Guerra Mundial pas a encarnar los ms negros temores de la oligarqua parlamentaria. Aspareca culminar, cuestionando lo s fundamentos mismos del orden imperante, lapolitizacin obrera nacida al calor de la "cuestin social".

    Existi tambin, sin embargo, otra vertiente de politizacin popular, cuyasimplicancias para la supervivencia del sistema resultaban bastante ms tranquilizadoras. En teora, desde la ruptura con el coloniaje espaol la institucio-nalidad chilena descansaba en un concepto de soberana popular que involucraba alguna forma de participacin ciudadana, vale decir, de intervencin del"pueblo" en la generacin de la esfera pblica25. Como en casi todo el mundo2- As por ejemplo, la antologa de textos socialistas realizada por Eduardo Devs y CarlosDaz bajo el ttulo de El pensamiento socialista en Chile. Antologa 1893-1933, Santiago 1987exhibe un captulo denominado "E l socialismo crata" qu e incluye varios artculos publicados

    por las agrupaciones mencionadas. Por su parte, Sergio Grez advierte que "Hasta comienzos delsiglo XX la diferenciacin entre estas corrientes no fue c la ra . Al interior de l Partido Democrticoexistan tendencias radicales influenciadas por el anarquismo y el socialismo. Por otra parte, lasfronteras entre el socialismo marxista y el socialismo libertario eran ms bien difusas". La "cuestin social" .... 38, n. 107

    24 "Todas estas agrupaciones esgrimieron algunas demandas que fuer on t ambi n planteadascomo tales por lo s partidos demcrata, radical y liberal-democrtico o balmacedista. Fundamentalmente demandas por una instruccin gratuita y obligatoria para el pueblo, por la creacin deescuelas y talleres nocturnos en todo el pas, por instruccin e igualdad civil para la mujerPidieron adems separacin de la Iglesia de l Estado, promocin de una cultura laica y protecciny fomento de la industria nacional. De esta franja comn de demandas puede colegirse que lacultura poltica de orientacin socialista no fue a fin de siglo una cul tu ra obrera de carcterautrquico, sino que estuvo fuertemente permeada por planteamientos de l laicismo ilustrado y poruna matriz iluminista compartida por amplios segmentos de la sociedad.", Subercaseaux. op . cit..226.

    25 Sobre este tema, ver Alfredo Jocelyn-Holt. La independencia de Chile. Tradicin, modernizacin y mito. Madrid 1992. especialmente sus captulos 6, 7 y 9.

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    occidental, sin embargo, durante gran parte del siglo XIX esa intervencin sevio fuertemente restringida en la prctica por una definicin de ciudadana queexclua a la inmensa mayora de la poblacin, ya fuese por criterios socioeconmicos, de instruccin formal, de edad o de gnero. Adems, hasta la derrotade Balmaceda en 1891 oper una restriccin adicional representada por la m anipulacin de las elecciones por parte de l Ejecutivo, la que res taba toda efectiv idad incluso a la limitada participacin poltica que el sistema permita.

    A contar de los aos 70, sin embargo, el liberalismo de lite inici un proceso de ampliacin de l electorado que termin por consagrar formalmente, aunantes de la Guerra Civil de 1891. el derecho al sufragio de todos los varonesalfabetos mayores de edad. Despus de esa fecha, la conquista definitiva de la"libertad electoral" y el predominio del Legislativo transform a las eleccionesy a los partidos polticos en instrumentos todava ms reales de poder, con loque la movilizacin de ese electorado cobr un valor, ahora s, estratgico. Eraese proceso el que los historiadores l iberales tenan en mente cuando hab labande la creciente "democratizacin" del sistema poltico chileno, lo que de algnmodo implicaba una valorizacin -al menos como votante- del ciudadano popular26.

    Es verdad que ya desde los aos 60 -o, en el sentir de algunos autores, desde el propio proceso de independencia- la poltica chilena vena exhibiendo unrecurso creciente a la agitacin callejera a travs de "asambleas electorales" y"pobladas", donde el elemento popular ejerca una presencia fsica no desdeable, prctica que hasta cierto punto encontr su culminacin en la campaapresidencial de Benjamn Vicua Mackenna en 1875-76, y tambin en lastumultuarias jornadas convocadas en 1888 por ej naciente Partido Democrtico27. Pero no cabe duda que fue la consolidacin del rgimen parlamentario la

    -6 La argumentacin es desarrollada con minucioso cuidado por Julio Heise en su segundotomo de El Perodo Parlamentario, citado en la nota 15. y que precisamente lleva por subttuloDemocracia v gobierno representativo en el perodo parlamentario. Ver tambin Millar, op . cit..289.

    2/ Sobre las "asambleas" y "pobladas" ver Julio Heise (II). 36-37; tambin Sergio Grez. enun libro a n indito, se extiende prolongadamente sobre lo que l denomina "convocatoriapoltica utilitaria" de l bajo pueblo por parte de la lite, prctica qu e se habra inaugurado con lasluchas que condujeron a la independencia nacional. Un argumento anlogo ha sido desarrolladopara los procesos nor-Atlnticos de modernizacin social por el historiador George Rud. quienseala la complementariedad entre elementos "inherentes" y "derivados" en la ideologizacin dela protesta popular; ver su artculo "Ideology an d Popular Protest" en The Face of the CrowdSuiches in Revolution. Ideology and Popular Protest. Nueva York y Londres 1988. Sobre lacampaa de Vicu a Mack enna . Julio Heise (II). 66-70. 346 y Vial. op . cit.. 578-9; sobre los " tumultos" democrticos de 1888. Grez "Los primeros tiempos de l Partido Democrtico chileno".45-52. Para el caso argentino existe un estudio anlogo de Hilda Sabato titulado "Citizenship.Political Participation and th e Formation of th e Public Sphere in Buenos Aires I850s-I880s".Past & Presen/ N 136. agosto de 1992.

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    que otorg a un eventual electorado de masas un atractivo poltico sin precedentes, especialmente cuando los ndices de alfabetismo masculino venan tambin experimentando un sostenido ascenso. Dicho de otro modo, lo s propiospartidos oligrquicos pasaban a interesarse en una politizacin del mundo popula r -siempre y cuando, desde luego, sta no amenazase desbordar lo s mecanismos de contencin. De hecho, en tanto ofreca una nueva forma de interlocucin controlada entre lo s de arriba y los de abajo, una politizacin de estetipo poda incluso convertirse en el mejor antdoto frente a lo s excesos de la"cuestin social". La politizacin popular poda ser un agente de integracintanto como un elemento de ruptura social28.

    Esta doble funcionalidad de una movilizacin poltica popular manejada"desde arriba" puede ayudar a comprender la aparicin ms o menos simultnea , entre fines de lo s 80 y principios de los 90, de motivos cada vez ms"sociales" en el discurso de varios partidos t radic iona les. As por ejemplo, laprimera Convencin Nacional realizada por el Partido Radical en 1888 estableca entre sus principales puntos programticos el mejoramiento de la condicinde la clase trabajadora, preocupacin que ya en 1887 haba impulsado a algunos de sus jvenes militantes a romper con el tronco histrico para contribuir ala fundacin del Partido Democrtico. Durante lo s 90, sta sigui echandoraces a travs de la influencia y el pensamiento de Valentn Letelier, registradoen su famoso escrito de 1896 "Los pobres"29. De igual forma, durante la Guerra Civil de 1891 el bando balmacedista esgrimi un discurso violentamenteantioligrquico destinado a atraerle un mayor apoyo popular, estrategia que suspartidarios seguiran empleando eficazmente despus de! retorno a la vida legal30. En este sentido, no deja de ser sugerente que el balmacedismo de lo s 90se haya reagrupado bajo la denominacin de "Part ido Liberal Democrtico", el

    28 A esta idea apunta Heise cuando dice qu e "Nuestros hombres dirigentes saban que elsufragio universal presupone propaganda poltica y genera abundante cohecho. Ellos comprendieron desde un comienzo que la extensin del sufragio no era lo ms decisivo. Mucho msimportante era la tcnica de organizar, dirigir y financiar una eleccin. En el siglo pasado y aunen nuestros das una eleccin se pone en movimiento por el dinero y slo en inters de l grupo ode la persona que lo posee.", op . cit., 54.29 Reproducido en Grez. La "cuestin social".... 425-4.35.30 El tema ha sido analizado, con el fin de desvirtuarlo, por Julio Heise en el tomo I de suHistoria de Chile. El Perodo Parlamentario. Santiago 1974, citado en adelante como JulioHeise (I), 108-120. La nocin del balmacedismo popular est muy ligada a la obra de HernnRamrez Necochea, Balmaceda y la contrarrevolucin de 1891. 3a- edicin. Santiago 1972. Otrasconsiderac iones sobre el tema en Micaela Navarrete Araya, Balmaceda en la poesa popular1886-1896. Santiago 1993; Sergio Grez. "Balmaceda y el movimiento popular", SergioVillalobos y otros. La poca de Balmaceda. Santiago 1992; y Julio Pinto Vallejos, "E lbalmacedismo como mito popular: lo s trabajadores de Tarapac y la Guerra Civil de 1891", enLuis Ortega (ed.). La Guerra Civil de 1891. op . cit.

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    mismo nombre, como lo ha sealado Gonzalo Vial, de l "grupo liberal que habaapoyado (en 1875) a Vicua Mackenna"21. As, para las elecciones parlamentarias de 1894, primeras desde la implantacin definitiva de la libertad electoral,Julio Heise afirma que radicales y liberales democrticos se presentaron como"redentores de la democracia oprimida por los partidos oligrquicos y por labanca personificados en el conservantismo", sindicando "a la clase alta y alclero como culpables de la miseria y de la pobreza"32.

    A decir verdad, ni siquiera la vapuleada ala "clerical" de la oligarqua, quese aglutinaba polticamente en torno al Partido Conservador, se mostr lenta enaprovechar electoralmente el ascendiente que ya tena sobre el mundo popular,o en resolverse a afianzarlo entre aquellos sectores a los que la prdica materialista y atea haca cada vez menos controlables. Para ta l efecto se vali, precisamente desde 1891, de las directrices contenidas en la encclica Rerum Novaran, punto de partida del cristianismo social que hacia el fin de siglo comenza disputarle nuevamente los espacios populares al anticlericalismo y a la izquierda33. La eficacia de esta accin proselitista puede inferirse de los excelentes resultados electorales que obtuvo el Partido Conservador a partir de 1891, loque, al igual que balmacedistas y radicales, lo hizo figurar sistemticamenteentre los partidos ms votados. Resumiendo, y como lo ha reconocido BernardoSubercaseaux, "es cierto que a fin de siglo la injerencia de los partidos populares en el Estado o en el nivel poltico-institucional es casi nula. El contingentedel pueblo y de las capas medias que vota lo siguen haciendo, fundamentalmente , por los partidos tradicionales"34. El punto a retener, para lo s efectos de estadiscusin, es que ese contingente era a la vez ms numeroso y ms necesarioque en el pasado.

    El argumento no debe ser exagerado. Los ndices de participacin electoralse mantuvieron hasta la dcada de 1920 en cifras sumamente bajas, siempreinferiores al 10% de la poblacin total35. Como lo ha sealado el socilogo

    31 Vial. op . cit.. 578-579.32 Heise (II). 108.33 El tema ha s ido anal izado por Vial, op . cit., 541-545; James Morris, op . cit.. captulo 5;Cruzat y Tironi, op . cit.. 132-137; y Grez, La "cuestin social".... 29-35; en este ltimo librotambin figuran varios textos representativos de l discurso social de la Iglesia de los 90, como la"Pastoral qu e el limo, y Rvmo. Seor Don Mariano Casanova, arzobispo de Santiago de Chile.dirige al clero y fieles al publicar la encclica de nuestro santsimo padre Len X III sobre lacondicin de los obreros" (379-387); "Pastoral sob re la propaganda de doctrinas irreligiosas yantisociales", por el mismo arzobispo Casanova (401-410); "L en X III y la clase obrera", porJos Ramn Gutirrez (419-424) y "Cuestiones obreras", por Juan Enrique Concha Subercaseaux(457-517).

    34 Subercaseaux. op . cit.. 1 14.33 Segn un cuadro aparecido en Heise (II), 204, la mxima participacin electoral antes de1924 se obtuvo en las elecciones parlamentarias de 1912, cuando vot un 8,34% de la poblacintotal. Durante los aos 90 . la cifra nunca excedi el 5% .

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    Atilio Born: "parecera claro que la extensin de lo s derechos polticos a unacategora de ciudadanos no garantiza de por s la movilizacin de los mismos,tanto en la dimensin puramente cuantitativa como en la referida al contenidopoltico de su voto"36. Adems, la participacin que efectivamente existi fuesistemticamente distorsionada por prcticas como el cohecho y el caciquismoelectoral, que en ltima instancia representaban un nuevo mecanismo oligrquico para seguir ejerciendo su antiguo monopolio poltico37. Con todo, y comobien lo han sealado diversos historiadores de l perodo, el hecho mismo deextorsionar o comprar votos denotaba un situacin nueva en la historia de l pas,que podra definirse como de creciente poder de intervencin poltica, en la-tencia si no en la prctica, de la masa popular. Es esto precisamente lo que hallevado a analistas como Julio Heise o Mara Rosara Stabili a reconocerle alvilipendiado Perodo Parlamentario al menos el mrito de haber servido como"escuela cvica del pueblo chileno" o como etapa de "construccin de un mercado poltico", con todo lo que ello implicaba en trminos de mayor libertadciudadana. En palabras del primer autor mencionado, "la completa paz polticay la tranquilidad social que caracterizaron a esta etapa de nuestro desenvolvimiento histrico slo estuvieron interrumpidas por la revolucin balmacedistade 1891, que, entre otras consecuencias, permiti afianzar slidamente esa pazpoltica y esa tranquilidad social... (Todos los) sectores inspirados en lo s mismos ideales de respeto a la ley y a las garantas constitucionales pudierondesenvolverse polticamente dentro de un ambiente apacible y de recprocaconsideracin. A la sombra de este riguroso respeto a la ley se mantuvo la tranquilidad pblica y se hizo posible la educacin poltica de gobernantes y gobernados"38. La "tranquilidad social" nombrada por Heise resulta claramente discutible, pero no as el respeto a la s libertades pblicas y la ausencia de represinpoltica, que sin duda facilitaron el aprendizaje popular. De ese modo, la incorporacin del mundo popular a lo s espacios polticos aparece una vez ms,aunque por un camino diferente, como uno de lo s rasgos fundamentales deltiempo de la "cuestin social".

    En conclusin, a partir de la Guerra Civil de 1891 la sociedad chilena viviun proceso mediante el cual algunos segmentos del mundo popular incursio-

    36 Atilio A. Botn, "Movilizacin poltica y crisis poltica en Chile (1920-1970)", 67 .37 Julio Heise (II) las califica como "factores ajenos a la legislacin que configuran larealidad electoral", 225-275.3S Heise (I), 272. Ver tambin Mara Rosara Stabili, "Mirando las cosas al revs: algunasreflexiones a propsito de l perodo parlamentario", en Luis Ortega (ed.), La Guerra Civil de1891. Cien aos hoy : Karen L. Remmer, "The Timing, Pace an d Sequence of Political Change inChile, 1891-1925". Hispanic American Histrica! Review, vol. 57, N 2 (1977); y Subercaseaux.op . cit.. 53-54.

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    naron en los espacios polticos que antes les haban sido vedados -o en los quenunca se haban interesado-, transformndolos tan profundamente que sus efecto s dominaran la problemtica nacional durante casi todo el siglo XX. Segn laargumentacin desarrollada hasta aqu, esto se verific bsicamente a travs detres conductos, que a menudo se transitaron en forma combinada: la deslegitimacin frontal del Estado y la priorizacin de la sociedad civil postuladas porel anarquismo; la interlocucin ms o menos beligerante y programtica propiadel socialismo; y la cooptacin en diversos grados que ofrecan un PartidoDemocrtico ya "domesticado" o unos partidos tradicionales con posturas cadavez ms "populistas". Tomando como base geogrfica la provincia de Tarapac,uno de los principales ncleos del emergente proletariado industrial y tempranobastin de politizacin popular, las pginas que siguen intentarn registrar losprimeros pasos de esta transformacin entre fines de la dcada de 1880 y elcambio de siglo. A ese nivel de especificidad regional, que por lo dems ocupael mismo escenario en que posteriormente se desenvolvera el accionar de laprimera Mancomunal, se fundara el Part ido Obrero Socialista, y se iniciara laleyenda "populista" de Arturo Alessandri (el "Len de Tarapac"), deberapercibirse m s fcilmente cmo lo s trabajadores chilenos comenzaron su trnsito desde una "cuestin" predominantemente social a una "cuestin" cada vezms marcada por lo poltico. Es decir, de cmo la "cuestin social" termin pordevenir "cuestin poltica".

    2. La fantasmal poli t izacin "endgena"

    En Tarapac, como en todo Chile, la primera agrupacin poltica que seidentific unvocamente con la clase trabajadora fue el Partido Democrtico. Acomienzos de marzo de 1889, poco ms de un ao despus de su fundacin anivel nacional, el sastre y antiguo mutualista Jos 2 Leiva aprovech unmeeting popular organizado en honor a la visita del Presidente Balmaceda paraproponer, segn l "a instancias de varios amigos", que en Iquique tambin "seecharan las bases de l Gran Partido Democrtico". Al parecer, ese acto le granje la desaprobacin de algunos otros directores del meeting, contrarios a "hacer poltica en esa reunin, ni mucho menos tocar personalidades de ningunanaturaleza"39. Esto a su vez indujo a Leiva a ridiculizarlos a travs de la s columnas del peridico La Industria, acusndolos de "arrepentirse, golpendose elpecho y cantando muy en alto el mea culpa, para congraciarse con las autorida-

    39 El Progreso. 12 de marzo de 1889; salvo qu e se indique lo contrario, todos los peridicoscitados en adelante son de la ciudad de Iquique.

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    des civiles y militares". Fuese por este inauspicioso comienzo, o por la tradicional reticencia del mutualismo local a involucrarse en poltica (en 1885 el propioLeiva hab a encabezado una disidencia de la Sociedad de Artesanos y SocorrosMutuos El Porvenir por "no tender sino a fines puramente polticos, escudandoesos propsitos con el nombre de sociedad de artesanos"40), el hecho fue que,por el momento al menos , la convocatoria no tuvo mayores consecuencias.Aunque a esas alturas Iquique ya haba sido teatro de importantes movilizaciones obreras, las condiciones an no se manifestaban propicias para el nacimiento de un partido que enarbolara polticamente las banderas de reivindicacin social41.

    La situacin no vari mayormente has ta fines del gobierno de Balmaceda,pese a que en el intertanto se produjo la huelga general de julio de 1890,respecto de la cual, como lo ha resaltado Sergio Grez, el Partido Democrticosantiaguino tampoco se pronunci de modo alguno, presuntamente por indiferencia frente a los "sectores de trabajadores ms pauprrimos y con menorcapacidad de organizacin y representacin en el estrecho cuadro poltico de lapoca"4-. Ello no obstante, cabe consignar que en la versin iquiquea delconflicto se destac como conductor de masas el futuro dirigente demcrataCsar Augusto Cceres, cuya figuracin d ist mucho de ser insignificante43.Con todo, fu e slo con el inicio de la campaa preparatoria de la s eleccionesque deban tener lugar en 1891 que lo s demcratas iquiqueos pudieron finalmente establecerse en forma ms permanente. A ta l efecto, el 1 1 de octubre de1890 se invit a travs la prensa local "a la clase obrera y al pueblo en generala una reunin que tendr lugar el domingo 12 del presente... con el objeto deorganizar el Partido Democrtico"44.

    Pese a que los promotores de la nueva agrupacin se identificaban genricamente como "miembros del cuerpo de artesanos y dems que firman", un examen ms minucioso de sus nombres revela que los artesanos se hallaban enfranca minora. De las 18 personas que firmaron la proclama slo ha sidoposible distinguir plenamente como tales al ya nombrado Jos 2 Leiva, sastre,

    1 E l V ein tiu no d e Mayo. 13 de marzo de 1885. Este incidente ha s ido t ra tado ms extensamente en mi artculo "En el camino de la Mancomunal: Organizaciones obreras en la Provinciade Tarapac, 1880-1895". en Cuadernos de Historia. N 14. Santiago, 1994. Respecto de la ortografa de l apellido de Jos 2o Leiva, quien reaparecer varias veces en estas lneas, las fuentes laexhiben indistintamente como "Leiva", "Leyva" o "Leyba", ta l vez porque l mismo variaba sumanera de firmar.41 La tentativa frustrada de fundacin de l Partido Democrtico iquiqueo en marzo de 1889ha quedado registrada en La Industria, ediciones de l 9, 1 2 y 1 3 de marzo de 1 889, y El Progreso,de la misma ciudad, ediciones de l 1 0 y 1 2 de marzo de 1889.42 Grez, "Balmaceda y el movimiento popular", op . cit., 99 .-*-1 Ver Julio Pinto, "E n el camino de la Mancomunal...", op . cit.44 La Voz de Chile. 1 1 de octubre de 1 890.

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    y a Juan de Dios Astudillo, hojalatero, en tanto que el mundo no artesanalaportaba al mdico Santiago del Campo, eventualmente elegido presidente dela agrupacin, a lo s profesores Clodomiro Rodrguez y Juan de Dios Andaur, yprcticamente a todo el cuerpo de redaccin del peridico El Nacional, anteriormente sindicado por la s autoridades y prensa regional como uno de los principales instigadores de la huelga de julio45. Curiosamente, el texto de la convocatoria no aluda a lo s temas "sociales" con los que se hab a ven ido identificandoel accionar democrtico en otros lugares, y s en cambio a temas estrictamente"polticos" como la incidencia en las elecciones de las nuevas leyes municipalesy la prctica del fraude electoral. "Estas consideraciones", conclua el llamado,"obligan a todo buen ciudadano amante de su patria, celoso por sus leyes einteresado en su progreso a no desentenderse en asunto de tanta magnitud y detan vital importancia". De esa manera, la formacin de l Partido Democrticoiquiqueo se justificaba ms por la necesidad de movilizar electoralmente alpueblo que por buscar soluciones polticas a lo s problemas de orden social.

    Esta vocacin estrictamente "electoralista" conserv su pureza durante toda lacampaa, convirtindose la inscripcin de votantes en la principal ocupacinde la naciente militancia demcrata. El logro de ese objetivo incluso justific laadopcin de prcticas motivacionales por las cuales ms de alguna vez se habacriticado a los partidos oligrquicos, como lo indica un aviso que ofreca aquienes acudieran a firmar los registros elec tora les " lunch y licores gratis"46.Otro indicador sugerente de la "moderacin" democrtica fue la expulsin detodos lo s militantes vinculados a El Nacional, luego de que la imprenta de LaVoz. de Chile, diario antagonista de aqul, fuese saqueada por una turba. Elperidico asaltado se ident if icaba estrechamente con los intereses del consorcioNorth, y haba formulado duras crticas a la accin "agitadora" promovidadesde la s columnas de El Nacional antes y durante la huelga de julio. Considerando que los saqueadores haban acompaado su accin con gritos de "abajolos extranjeros!" y "mueran los gringos!", lo s editores de La Voz de Chile notitubearon en culpabilizar directamente del atentado a "esos espritus pervertidos" que, cobijados en el peridico rival, "desde principios de este ao predican , con cnica petulancia, la comuna, el ataque a la propiedad, la guerra alcapital, la muerte al extranjero"47.

    45 Sobre la participacin de El Nacional en la huelga de 1890 ver mis a rt cu lo s "1890 : una o de crisis en la sociedad tarapaquea". Cuadernos de Historia N 2, Santiago 1982: "E l ba lmacedismo como mito popular; los trabajadores de Tarapac y la Guerra Civil de 1891". en LuisOrtega (ed.). La Guerra Civ il de 1891 . Cien aos hoy, Santiago 1991, y el ya citado "E n el camino de la Mancomunal...".

    4 La Voz de Chile. 8 de noviembre de 1890.47 La Voz. de Chile. 1 1 de noviembre de 1890

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    Enfrentado a tales hechos, el directorio democrtico opt por distanciarseinequvocamente de los participantes en el saqueo, sealando que stos nopodan identificarse con ninguna agrupacin poltica puesto que, al no saberleer ni escribir, ni siquiera tenan derecho a ser electores48. El repudio tambinse expres en la expulsin de los redactores de El Nacional, pese que su editoren jefe, Juan Vicente Silva, haba estado poco antes disputando la presidencialocal del partido al doctor Santiago de l Campo. Tan drsticas medidas llevarona una complacida Voz de Chile a desconocerle a El Nacional su carcter pretendidamente popular ("ayer no ms el gran partido democrtico desair a uno desus redactores que, infatuado y lleno de pretensiones, quiso disputar la Presidencia"), y aplaudir la voluntad demcrata de desembarazarse de "todo lo quehuele a huelga y desorden"49. Y aunque el pasado reciente del partido, al menosen su versin santiaguina, no estaba precisamente libre de "huelgas y desrdenes", el propio Malaquas Concha aprob el alejamiento de los "elementosviciados, que a la sombra de nuestra bandera inmaculada pretenden hacer medrar intereses particulares o servir desde nuestro campo, amparados con nuestronombre, ajenas causas". En suma , y pese a que Concha se cuid de aprovecharla ocasin para reiterar la total autonoma del partido "contra lo s candidatos dela intervencin presidencial y de la intervencin congresal", a los incipientesdemcratas iquiqueos claramente no le s interesaba aparecer en una posturaconfrontacional50.

    Como en otras partes del pas, la Guerra Civil de 1891 fractur a la agrupacin iquiquea entre balmacedistas y congresistas. Csar Augusto Cceres,conductor de la s grandes movilizaciones populares de 1890 y director del Partido Democrtico desde noviembre, fu e encarcelado por las autoridades balmacedistas en enero de 1891, como lo fue tambin el director democrtico JosAntonio Miranda, catalogado en la s listas electorales como "empleado"51. AJos 2o Leiva, en cambio, se le acusaba aos despus de haber seguido un camino zigzagueante, inclinndose primeramente por el bando balmacedista paraconvertirse poco despus en "revolucionario" y terminar una vez ms como"dictatorial", volviendo al sur "como vctima de la revolucin e implorandoalgunos beneficios de don Juan E. Mackenna", acaudalado caudillo de los bal-

    4X La Voz. de Chile. 12 de noviembre de 1890.49 La Voz. de Chile. 1 1 y 12 de noviembre de 1 890.50 Carta enviada al directorio de Iquique, transcrita en La Voz. de Chile. 6 de diciembre de1890, subrayado en el original. Sobre el accionar agitativo de l Partido Democrtico santiaguino.

    ver Sergio Gre z "L os primeros tiempos del Partido Democrtico chileno...", op . cit.51 La Voz de Chile. 13 y 14 de enero de 1891. La divisin de l Partido Democrtico durantela Guerra Civil de 1891 ha sido tratada po r Grez, "Los primeros tiempos del Partido Democrtico...". 60-62.

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    macedistas derrotados52. En trminos globales, este quiebre provoc la desaparicin de los demcratas tarapaqueos como agrupacin, pero al restaurarse launidad partidaria en 1892 no ta rdaron mucho en reconstituirse. Aunque el futuro no iba a estar exento de nuevas divisiones, esta vez la colectividad s logrconsolidar una presencia ms duradera.

    Ello no obstante, al analizar el accionar concreto de l Partido Democrticoiquiqueo durante los aos 90 lo primero que llama la atencin es su muydiscreta figuracin. A diferencia de otras capitales de provincia con una concentracin obrera mucho menos marcada, como Parral, Chillan, Talca o SanFelipe, Iquique no fue capaz de engendrar durante esa dcada ningn peridicodemcrata53. Ms an: el nico diario genuinamente obrero surgido en la ciudad por esos aos, El Obrero (1896), no dedic ninguno de sus veinte nmerossiquiera a informar sobre el partido, cuidndose por el contrario de explicitartaxativamente su voluntad de no prestar sus columnas para registrar "nada concerniente a la poltica". Es verdad que entre sus promotores se hallaban variosdirigentes mutualistas de reconocida rnilitancia demcrata, y que su declaracinde principios inclua conceptos propios de esa agrupacin, como lo s de que"constituyendo la clase trabajadora la mayora de la nacin, de ella depende elprogreso de la Patria", o que "La seguridad personal de l obrero, la garantaindividua] que le otorga la Constitucin y las leyes, ser un deber primordialpara nosotros defenderlas... y haremos que todos comprendan los derechos quetienen como ciudadanos de una Repblica democrtica"54. Ni con eso, sin embargo, este rgano dedicado explcitamente "a las sociedades obreras y de socorros mutuos" se animaba a deponer una prescindencia partidista que el pensamiento democrtico deba juzgar incomprensible.

    Tampoco fue muy brillante para los demcratas tarapaqueos el desempeoelectoral, pues pese a su clara opcin por la va poltico-institucional no lograron sacar partido del creciente universo de votantes populares para levantarsecomo el principal partido obrero de la localidad. En esta materia no resulta fcilformarse una nocin muy precisa de las fuerzas democrticas, debido a quedurante casi toda la dcada enfrentaron las elecciones en mancomunin con lospartidos tradicionales, segn el emergente esquema de "Alianza" y "Coali-

    52 El Heraldo del Norte. 25 de enero de 1 897.53 El Nacional. 17 de noviembre de 1896. Mguez y Vivanco afi rman en su artculo citado,

    101, que El Jornal, diario iquiqueo aparecido en 1893, era demcrata, pero como se ver en latercera parte de este trabajo su verdadera f il iac in era balmacedista, lo que tambin ha sidoestablecido por Gonzalo Vial, op . cit., vol. II, 104. Sobre la prensa demcrata en general, verOsvaldo Arias Escobedo. La prensa obrera en Chile. 900-1930. Chil lan 1970; pese a lo indicado en su ttulo, este trabajo da cuenta de los peridicos fundados desde 1 890 en adelante

    34 El Obrero. 1 de febrero de 1896.

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    cin"55. Cuando no lo hicieron, como en las parlamentarias de 1894, lo s resultados fueron claramente desalentadores: mientras que el balmacedista ManuelSalinas se coronaba vencedor con 2.471 votos, escoltado por el radical DavidMac-lver con 1.137, y el liberal Francisco Antonio Pinto con 998, MalaquasConcha apenas lograba reunir 187 sufragios -un 3,9% del total56. Hay que reconocer que d icha deb ilidad no fue un atributo exclusivo de lo s demcratastarapaqueos, pues sus similares santiaguinos o porteos tampoco exhibierondurante esos aos resultados demasiado espectaculares -entre otras cosas porque no disponan de recursos comparables a los de otros partidos para la prctica del cohecho57. Pero as y todo, en las mismas elecciones de 1894 el PartidoDemocrtico de Valparaso haba logrado elegir a ngel Guarello como el primer diputado de la colectividad, mientras que en la s de 1897, junto con lareeleccin de Guarello, Concepcin llev a la Cmara al caudillo MalaquasConcha58. En la fuertemente obrera Tarapac, en cambio, lo s demcratas debieron conformarse con apoyar candidatos ajenos, generalmente radicales o balma-cedistas.

    Esta situacin fue particularmente notoria en las elecciones de alcance nacional, como las ya nombradas parlamentarias o la s presidenciales. Al aproximarse los comicios de 1897, por ejemplo, "Un Demcrata" exhortaba a suscorreligionarios a travs de las columnas de El Liberal Democrtico a ver en elpartido balmacedista el mejor instrumento para promover "el batallar incesantede las clases proletarias por equipararse con la pudiente, o al menos porque stale d el sitio que le corresponde en el gobierno poltico del pas"59. Llegado elmomento de la eleccin, la Agrupacin Democrtica de Iquique adhiri a lacandidatura senatorial de Jos E lia s Balmaceda, balmacedista, y a la de diputado de David Mac-lver, radical60. Algunos meses despus Tarapac debi repeti r su eleccin para diputado, apoyando en esta ocasin lo s demcratas alradical Carlos Toribio Robinet. En el acto de proclamacin de dicha candidatura, el lder democrtico Jos 2 Leiva present una lista de siete peticiones quesegn l representaban "las expresiones ms legtimas de la clase obrera ytrabajadora de Tarapac", y a cuyo cumplimiento presuntamente se condicionaba la adhesin de sus correligionarios. Se incluan entre ellas reivindicaciones

    55 El significado y caractersticas de estas alianzas polticas, que dominaron todo el "Perodo Parlamentario", ha s ido t ra tado por Heise (II), 286-290, y Vial, volumen I, tomo II, 574-585.56 El Nacional. 13 de marzo de 1894. El Jornal de la misma fecha, peridico balmacedista,da a Malaquas Concha aun menos votos: 1 10.^7 Ese y otros obstculos que conspiraron contra un ms rpido desarrollo de l PartidoDemocrtico han sido apuntados por Heise (II), 330-332.58 Heise (II), 110, 120; El Nacional. 14 de marzo de 1897.5y El Libera l Democrt ico . 14 de enero de 1897

    60 El Heraldo de l Norte, 6 de marzo de 1897.

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    ya clsicas de l mutualismo chileno, como la creacin de ms escuelas primarias, el establecimiento de un liceo industrial y la mejora del liceo ya existente;la organizacin de una biblioteca pblica y el despacho de una ley que promoviese la fundacin de cajas de ahorro; pero tambin cuestiones de inters estrictamente local, como la terminacin de la caera de desages y el mejoramiento del servicio de agua potable. Se peda finalmente al candidato Robinet que"sin desatender los intereses del partido en cuyas filas milita, consagre especialmente su atencin al mejoramiento de la s clases trabajadoras que hoy, msque nunca, gimen de miseria y de hambre", esto ltimo debido a la prolongadacrisis en que por entonces se debata la industria salitrera61.

    Una vez elegido, sin embargo, el poltico radical pareci consagrarse ms a"los intereses del partido en cuyas filas militaba" que a sus compromisos con lac la se obre ra tarapaquea. As al menos opinaba un indignado elector que unao despus le enrostraba pblicamente el "haber olvidado Ud. sus hermosaspromesas,... (ocupndose) ms de poltica que de trabajar en favor del puebloque le confi su representacin en el Congreso Nacional. Nosotros no queremos poltica; lo que queremos, lo que deseamos ardientemente lo s obrerostodos es trabajo, progreso y bienestar"62. As y todo, para las parlamentarias de1900 nuevamente faltaron los candidatos demcratas, debatindose la eleccinentre el supuestamente desacreditado Robinet, quien pese a todo conserv suasiento en la Cmara, y lo s balmacedistas Manuel S alin as y Daniel Balmaceda63.

    Considerando la dificultad objetiva de competir a nivel nacional con lospartidos ms establecidos, y haciendo abstraccin del exitoso precedente deValparaso y Concepcin, parece ser que los demcratas tarapaqueos se inclinaron por defender su autonoma e le cto ra l ms bien en el plano local. En loscomicios municipales de 1894. sin embargo, sus candidaturas tampoco tuvieronmayor fortuna frente a la avalancha balmacedista, que ocup cinco de losnueve cargos disponibles, y el arrastre consagrado de caciques oligrquicos deantigua data como el liberal Antonio Valds Cueva s y el radical Pablo Restat.As, mientras el menos votado de los balmacedistas obtuvo 1.364 preferencias,los demcratas Froiln Aros y Santiago del Campo apenas reunieron 466 y405, respectivamente, seguidos muy de lejos por Juan de Dios Are llano (88votos)64. En 1897 el partido volvi a probar suerte, aunque la divisin entre"aliancistas" y "coalicionistas" se tradujo en la presentacin de listas demcra-

    61 El Nacional. 28 de agosto de 1897.: El Pueblo, Santiago). 1 1 de septiembre de 189863 El Nacional, 13 de marzo de 1900.64 El Jornal. 13 de marzo de 1 894 : El Nacional. 6 de marzo de 1894,

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    tas separadas. El ya mencionado Juan de Dios Arellano, propietario de unbillar, capitaliz el apoyo de radicales y balmacedistas "aliancistas" para obtener la sptima mayora (1.163 sufragios), transformndose en el primer demcrata iquiqueo que integraba el cuerpo de regidores explcitamente en

    su calidad de tal65. Los "coalicionistas", por su parte, no tuvieron igual xito con suscandidatos, Santiago del Campo (mdico) y Federico Gonzlez (mueblista),pese al prestigio de que ambos gozaban entre el mundo popular. Como se vioms arriba, el primero haba sido fundador y primer presidente del partidolocal, mientras que Gonzlez era fundador y varias veces dirigente de la msnumerosa e influyente de las mutuales iquiqueas, la Sociedad Internacional deArtesanos y Socorros Mutuos66. A juzgar por su pobre desempeo en la s urnas,la figuracin en el mbito de la s organizaciones sociales aun no garantizaba unxito anlogo en materia poltico-electoral.Un fenmeno muy sugerente verificado en estas mismas elecciones de1897 fue el protagonizado por el antiguo dirigente demcrata Jos 2 Leiva,quien pese a aparecer hasta poco antes de la votacin como uno de lo s lderesindiscutidos de la colectividad67, finalmente opt por presentarse como independiente. En el acto de proclamacin, presidido por el dirigente de la G ranUnin Martima y socio de la Internacional de Artesanos y Socorros MutuosJos del Carmen Ruiz Beas, se tuvo especial cuidado en recalcar el carcter"eminentemente popular" y "apoltico" de la candidatura. As, en su discursode apertura Ruiz Beas afirm "que la reunin no tena carcter poltico, puestoque al tratarse de la eleccin de municipales stos no tenan fisonoma polticaalguna, sino que simplemente eran adminis tradores comunales de la localidad,encargados de cautelar los intereses del municipio y velar por la correcta inversin de sus fondos". Por su parte, Leiva acept la proclamacin haciendo"formal declaracin de que l no llevaba al seno de la Municipalidad compromiso poltico alguno con partido determinado, pues reservaba su libertad deaccin y de criterio para obrar segn la s circunstancias". Para corroborar la santeriores declaraciones intervino tambin pblicamente el conocido mutualista

    65 El Heraldo de l Norte, 6 y 9 de marzo de 1897; sin embargo. El Nacional de l 9 de marzode 1897 slo le reconoce a Arellano 1.154 votos , relegndolo al octavo lugar detrs de l "liberalerrazurista" Pedro Fontecilla, que haba obtenido (de acuerdo a ambos diarios), 1.16266 Las candidaturas aparecen consignadas en El Nacional. 21 de febrero de 1897. La figuracin de la Sociedad Internacional de Artesanos y Socorros Mutuos de Iquique ha sido tratada conalgn detalle en mi trabajo "En el camino de la Mancomunal...", op . cit.67 As. una crnica santiaguina de enero de 1895 identifica a Leiva como "elec tor demcrata". El Ferrocarril, 16 de enero de 1895, mientras que a comienzos de 1897 aparece integrandouna comisin -en la qu e tambin est Federico Gonzlez- qu e se acerca al Partido LiberalDemocrtico coalicionista para ofrecerle la adhesin de l Partido Democrtico iquiqueo; El Libera l Democrtico, 4 de enero de 1 897.

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    Manuel Miranda, otro socio fundador de la Sociedad Internacional de Artesanos y Socorros Mutuos, a quien, a diferencia del antes nombrado FedericoGonzlez, no se le conoca militancia partidaria:

    Jos 2o Leiva es mi amigo, pero aunque no lo fuera tendra siempre el convencimiento de que es el verdadero ciudadano por quien debemos trabajar. Me preguntarn la s razones? de ms sera decirlo: todo Iquique lo conoce, yo aunque pobreobrero como l lo garantizo al pueblo entero de Iquique por su conducta, susconocimientos, su talento y celo que siempre se le ha notado cuando se trata deesta poltica ambiciosa como desconocida. Cuando se trata de un obrero y que sedestina al rango de municipal siempre hay dificultades, pero hoy por hoy se tratade un hombre como Leiva y todo ciudadano que le conozca no trepidar en abrazarlo con su voto, como yo desde ya lo hago, y con ta n unnime pensamiento nohay duda alcanzaremos lo que anhelamos, esto es que nuestro prestigioso y amadoamigo Jos 2 Leiv a ser municipal, para que por medio de su celo y amor a lainstitucin y al pueblo, repare en adelante por medio de su vigilancia y circunspeccin el olvido de las necesidades de l obrero.68

    Sea por su larga trayectoria pblica, por el decidido apoyo de la s organizaciones obreras o por su imagen de independencia partidista, el hecho es quecon sus 1.503 sufragios Leiva derrot a todos sus contendores "polticos" y secoron con la primera mayora, pese a lo cual, al realizarse algunas semanasdespus la distribucin de lo s cargos, la hostilidad de los partidos tradicionaleslo releg al puesto de sexto regidor69. Por lo dems, el alejamiento de Leiva delas filas democrticas parece haber sido o muy efmero o una mera tcticaelectoral, pues en agosto de 1897 volva a figurar oficialmente como dirigentede esa agrupacin70. De ser as, la tctica habra dado resultado, pues nuncaantes ni despus durante esa dcada un candidato obrero obtuvo una primeramayora como la mencionada. El propio Leiva, en las elecciones municipalesde 1900, apenas alcanz a re un ir 498 votos, quedando relegado al vigsimolugar71. A juzgar por las apariencias, en el Iquique de lo s aos noventa elapoyo de la s organizaciones obreras resultaba electoralmente mucho ms rentable que el auspicio de l Partido Democrtico.

    En otro trabajo se ha argumentado que el perodo 1891-1900 fue efectivamente uno de intensa sociabil idad obrera en Tarapac, con un notable creci-

    68 El Nacional, 28 de enero de 1897; ver tambin El Heraldo del Norte, 25 de enero de1897.

    69 El Heraldo de l Norte. 9 de marzo de 1 897; El Nacional. 9 de marzo y 4 de mayo de 1 89770 El Nacional. 28 de agosto de 1897.71 El Nacional. 9 de marzo de 1900.

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    miento en el nmero de organizaciones y asociados, y su expansin haciaesferas cada vez ms diversas de l quehacer social72. El contraste entre esta fo rtaleza y la persistente debilidad del Partido Democrtico resulta por tanto bastante curioso, especialmente considerando lo s mltiples conductos que tradi-cionalmente unieron a uno y otro entre s. Esta cercana, bastante constatada anivel nacional, no encontr en Iquique una excepcin: tambin all se percibeuna fuerte trayectoria mutualista entre los principales dirigentes y militantesdemcratas. Ya se ha nombrado al carpintero-mueblista Federico Gonzlez,fundador de la Sociedad Internacional de Artesanos y candidato demcrata amunicipal en 1897, a quien el peridico mutualista El Obrero destacaba comoejemplo de trabajador que haba logrado su independencia econmica gracias ala sobriedad y el ahorro73. Tambin habra que mencionar en ese contexto alzapatero Frailan Aros, igualmente elogiado por El Obrero, quien actu comodirigente demcrata desde 1890 y fue alguna vez tesorero de la Sociedad Internacional de Artesanos74. Jos Antonio Valenzuela, presidente del Partido Democrtico tarapaqueo a fines de 1896, figura a fines de 1899 como presidentede la Sociedad Internacional de Artesanos, mientras que Damin Leiva, dirigente de la Gran Unin Martima al menos desde 1 894, era tambin secretariodemcrata en 1890 y segua sindolo a fines de 189975. El propio Jos 2 Leiva,como ya se ha dicho, comenz su vida pblica en Iquique como socio fundadorde la sociedad de socorros mutuos La Protectora, en 1885, y aunque en los 90parece haberse alejado de la actividad gremial, igualmente se le nombra a finesde 1894 como segundo director de la Sociedad de Panaderos, lo que no deja deser curioso, considerando que su oficio era el de cortador o sastre76.

    En otras palabras, el Partido Democrtico iquiqueo tambin se nutri, almenos en sus cuadros dirigentes, de artesanos y trabajadores formados en lamatriz del mutualismo, pero sin que ese proceso se expresase en trminos numricamente significativos. Comprese al respecto, por ejemplo, lo s 110 votosobtenidos por Malaquas Concha en 1 894 con los 700 socios que por ese mismotiempo contaba la Gran Un in Martima de Iquique, o lo s 899 que componan laSociedad Internacional de Artesanos y Socorros Mutuos77. Hacia comienzos de

    72 Julio Pinto V.. "En el camino de la Mancomunal...", op . cit.73 El Obrero. 5 de febrero de 1 896.74 Aros fue tesorero del primer directorio demcrata en 1890, La Voz. de Chile. 1 1 de no

    viembre de 1890. Ver tambin El Obrero. 5 de febrero de 1896; El Democrt ico Liberal. 4 deenero de 1897; El Nacional, 13 de diciembre de 1896.75 Referencias a Jos Antonio Valenzuela en El Heraldo del Norte. 14 de diciembre de1 896, El Nacional. 1 7 de diciembre de 1 899; a Damin Leiva en La Voz de Chile. 1 1 de noviembre de 1890, El Nacional. 25 de diciembre de 1894, 19 de noviembre de 1897, 31 de diciembrede 1898, 9 de febrero de 1899, El Heraldo del Norte, 14 de diciembre de 1896.16 El Nacional, 30 de diciembre de 1894.77 El Nacional, 1 de enero de 1894 y 8 de enero de 1895.

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    1896, la proliferacin de asociaciones incluso motiv la constitucin enIquique de una Liga de Sociedades Obreras, que pese a no lograr consolidarse en eltiempo, de todas maneras reflejaba el optimismo y confianza de sus promotores.Fruto de sus esfuerzos fue la aparicin del varias veces referido diario El Obrero, primer peridico tarapaqueo enfocado exclusivamente hacia el mundo trabajador y que sin embargo, como se dijo antes, des lind todo vnculo con lapoltica partidista78. Se revelaba as, slo por dar un ltimo ejemplo, que unabullente sociabil idad obrera no era condicin suficiente para garantizar el xitoen la s urnas, o al menos no lo era para un partido presuntamente obrero como elDemocrtico. Al menos en Tarapac, el paso de lo social a lo poltico anpermaneca bloqueado.

    Si ello suceda con un partido obrero en franco proceso de consolidacin ylegitimacin, su incidencia deba ser aun ms previsible en el caso de expresiones polticas todava ms incipientes, como el socialismo. Ya se ha sealadoque, si bien la mayora de los historiadores coincide en identificar a lo s 90como la fecha de l "amanecer de) movimiento socialista en Chile", existe unconsenso semejante en sealar que "has ta comienzos de l siglo XX la diferenciacin entre la s corrientes demcratas, socialistas y anarquistas no fue clara"79. As por ejemplo, Ramrez Necochea a firma que los primeros indicios desocialismo chileno se confunden con "una especie de fraccin o ala socialista"dentro del Partido Democrtico, la que se habra expresado a travs de losescritos de militantes demcratas como Luis Pea y Lara80. De igual forma,cuando en 1897 y 1898 surgieron las primeras agrupaciones polticas que seidentificaban explcitamente con el nombre de "socialistas", la Unin Socialistay el Partido Obrero Socialista Francisco Bilbao, sus integrantes incluan tantoantiguos demcratas como mutualistas y anarquistas81. Entre los redactores polticos de El Proletario, rgano oficial de la Unin Socialista (rebautizada endiciembre de 1897 como Partido Socialista de Chile), se destacan Luis Olea,Magno Espinoza y Alejandro Escobar y Carvallo, posteriormente ms vinculados a) anarquismo que al socialismo propiamente tal82. Pese a ello, no es insignificante que el concepto comenzase en esos aos a tomar mayor difusin, y

    78 La organizacin de la Liga de Sociedades Obreras es cubierta por El Nacional, 17. 24 y28 de d ic iemb re d e 1895, 23 de enero de 1896, y por los los 20 nmeros de El Obrero. Io de febrero a 15 de abril de 1896.

    79 La frase sobre el "amanecer socialista" corresponde al ttulo que da Ramrez Necochea alcaptulo pertinente de su Historia del movimiento obrero en Chile. La frase entrecomillada pertenece a Sergio Grez, La "cuestin social" en Chile, 38 y nota 107.80 Ramrez Necochea. op . cit.. 217-226.

    81 Ramrez Necochea, op. cit., 225-245.s2 Algunos de estos escritos han sido reproducidos por Eduardo Devs y Carlo s D az en Elpensamiento socialista en Chile. Antologa 1893-1933. Santiago 1987. 35-48.

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    que se organizaran colectividades partidistas dispuestas a adoptarlo como ensea. Aunque se estaba lejos todava de la fundacin de un Partido Obrero Socialista como el de Recabarren, el camino al menos pareca quedar abierto.

    En Tarapac, sin embargo, nada de esto tuvo mayor repercusin. Es verdadque uno de lo s primeros textos en que, al decir de lo s historiadores, lo s conceptos "socialismo" y "socialista" se emplearon "de manera sistemtica y en suacepcin actual"83 -e l artculo "El catolicismo y el socialismo" de Vctor JosArellano- apareci en el peridico iquiqueo El Jornal antes de su publicacindefinitiva como folleto en Valparaso, en mayo de 189384. Este, sin embargo,era un peridico balmacedista, como lo fu e tambin el propio Arellano durantetoda su carrera poltica (habra incluso llegado a ser Gobernador de Tocopilla),no obstante que su escrito de 1 896 El capital y el trabajo volviese a exhibir unaevidente familiaridad con el pensamiento socialista85. Otro nexo curioso entre elsocialismo naciente y la provincia de Tarapac fue la correspondencia sostenidaen 1897 entre Luis Olea, a la sazn dirigente de la Asociacin Fraternal Obrerade Santiago y definido por Ramrez Necochea como "francamente socialista", eincluso "marxista", y el periodista David Acosta, domiciliado largos aos enIquique86. Durante su estada en dicha ciudad, Acosta efectivamente haba mostrado simpatas por el mutualismo e inters por la s cuestiones obreras, lo queentre otras cosas le vali ser nominado por la Intendencia para integrar lacomisin que procur arbitrar la huelga de 189087. De igual forma, a su regresoen Santiago a comienzos de 1 897 escriba al Presidente de la Repblica ofrecindose para organizar un saln de lectura nocturna en la Biblioteca Nacionalpara que los artesanos "se ilustren en lo s diversos ramos de las artes e industriasmanuales y mecnicas"88. Como V ctor Arellano, sin embargo, Acosta fue

    83 Las palabras son de Devs y Daz. op . cit., 19.84 Este h echo h a sid o consignado por la mayora de lo s autores interesados en el tema, comoRamrez Necochea, op . cit., 224-5 (aunque l no hace alusin a la publicacin iquiquea); Grez,La "cuestin social" en Chile, 38; Subercaseaux, op . cit.. 222-223; Heise (I), 217-218. Devs yDaz reproducen el artculo ntegro entre las pginas 21 y 27 de su antologa.85 Este segundo texto ha sido reproducido parcialmente por Devs y Daz, op . cit.. 27-32, entegramente por Grez. La "cuestin social" en Chile, 437-455. La militancia balmacedista deArellano ha sido establecida por Vial. op . cit.. vol. I, tomo II, 544-545; y especialmente el vol. II,103-104. en que se relata qu e al trmino de la Guerra Civ il fu e perseguido por los congresistas,para reaparecer posteriormente en la prensa liberal-democrtica. Reconociendo tambin esamilitancia, Subercaseaux, de quien se ha obtenido la informacin sobre el desempeo de Arellanoen Tocopilla, agrega por su parte qu e "n o hay indicios de que Arellano haya estado vinculado alos partidos populares de la dcada", interpretando su inters por el socialismo como s e al d e que"en los sectores liberales y librepensadores de entonces las ideas socialistas eran percibidas conmenos temor y prejuicios que hoy en da"; op . cit.. 222-224Kf' Ramrez Necochea, op . cit., 228.87 Ramrez Necochea, op . cit.. 298-299: El Nacional. 12 de abril de 1890.K8 El Liberal Democrtico (Iquique), 4 de enero de 1897

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    siempre balmacedista, y no parece haber tenido contactos de ningn tipo -salvoel epistolar indicado ms arriba- con agrupaciones de orientacin socialista89.

    As. la impresin general es que "e l amanecer de l socialismo chileno" notuvo una presencia muy marcada en las provincias del salitre. El propioRamrez Necochea, al explicar el fracaso de l efmero Partido Socialista de 1898en su presunto afn de convertirse en partido de masas, seala como uno de losprincipales motivos su incapacidad para aglutinar "a la clase obrera propiamente hablando, sobre todo al sector ms cohesionado de ella como era el proletariado nortino"90. Otro indicador en igual sentido es el silencio casi absoluto querodea al tema en la prensa regional "burguesa" de los noventa, sugiriendo que laamenaza socialista an no se perciba all claramente como tal. Hay, es verdad,algunas excepciones de inters, cuya extrema ocasionalidad termina por confirmar la impresin inicial. En el plano discursivo, por ejemplo, junto a lo s numerosos y hasta cierto punto tradicionales pronunciamentos de los dirigentes obreros en favor de las asociaciones de clase, e incluso de la lucha contra el capital,comienzan sutilmente a deslizarse algunas frases ms polticamente "socializantes". En 1892, al inaugurarse en Iquique una cooperativa de ventas bautizadacomo "Sociedad Mercantil de Obreros", su Vicepresidente, Antonio Grate, novacil en calificar la iniciativa, "una de las primeras en su gnero en los pueblosde la Amrica meridional", como una verdadera "revolucin social". En otropasaje agregaba que "Nada (es) ms bello, ms sublime, que la aspiracin universal: la libertad, la libertad obtenida en sentido prctico que haga efectiva laemancipacin de las clases sociales, segn el crculo en que giran y las facultades morales y materiales que deben acompaarlas para llegar al fin que lasociedad humana se ha propuesto". Y conclua, tras una referencia explcitamente condenatoria hacia los que "sin conmiseracin, explotan a la clase obrera", exhortando a sus compaeros a unirse tras la divisa del trabajo y la honradez,

    ...que el porvenir ser nuestro, si la conviccin de poseerlo es firme, y si el xitocorona nuestros esfuerzos habremos conquistado un recuerdo en la s pginas de lahistoria, pues no slo merecen esa honra los que por defender un principio polticovierten sangre en los campos de batalla, sino que t ambin alcanzan gloria imperecedera lo s que, sin m s apoyo que la unin ni ms armas que sus justos deseos,luchan en el inmenso campo de l trabajo por el adelanto y el bienestar de la s clasesdesvalidas.91

    89 As. la crnica de El Liberal Democrtico, sealada en la nota anterior, lo identificacomo "correligionario". En 1890. por otra parte. Acosta aparece como orador en actos electoralesbalmacedistas. El Nacional. 12 de noviembre de 1890.

    90 Ramrez Necochea. op . cit.. 236-237.91 El Nacional. 17 de abril de 1892.

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    Las expresiones de esta naturaleza fueron hacindose progresivamente mscomunes en la sociedad tarapaquea de los 90, pero es de notar que ellas, yotras de sentido anlogo, en ningn momento emplean en forma explcita lapalabra "socialismo", ni llaman a organizarse polticamente en torno a talesprincipios. De las muchas ins ti tuciones obreras y populares que se formarondurante esa dcada, slo una, la Sociedad Internacional Republicana de Socorros Mutuos "Giuseppe Mazzini", aparece identificada explcitamente comosocialista. Era sta una asociacin fundada en junio de 1892 por ocho "entusiastas obreros italianos" luego de celebrar "e l 87 aniversario del nacimientode esa gran repblica", y cuyo principal objetivo se defini como el de "trabajar por el adelanto del pueblo". Abandonando su inicial perfil italiano, a comienzos de 1895 se reconstituy como sociedad "internacional", lo que le valicuadruplicar el nmero de asociados y expandirse ms rpidamente hacia otraslocalidades portuarias y de la pampa92. Aunque su denominacin la sealabacomo una entidad "republicana", ya en mayo de 1896 la "Giuseppe Mazzini"apareca convocando a la s dems instituciones obreras de Iquique a embanderarsus locales en conmemoracin del Io de Mayo, "Fiesta del Trabajo que ta ncelebrada es en Europa por los socialistas de todas las naciones"93. Pocos mesesdespus, esa misma orientacin llev a un nmero de socios chilenos -entrequienes se contaba el ya mencionado demcrata y mutualista Federico Gonzlez- a retirarse de la institucin y formar otra, bautizada como Sociedad Manuel Rodrguez, que no se identificase "con lo s principios socialistas de la quehan abandonado"94. Sin desanimarse por ta l defeccin, en marzo de 1897 ladirectiva de la "Giuseppe Mazzini" saludaba el nacimiento de una nueva sociedad femenina que, en su opinin, vena a ser "un valioso sostn, un rganopoderoso de propaganda del ms grandioso de los ideales, El Socialismo"95.Despus de esto, sin embargo, la s fuentes consultadas no vuelven a nombrar nia la "Giuseppe Mazzini" ni a sus profesiones de fe socialista.

    La inusual desinhibicin de esta entidad para alinearse pblicamente junto aun concepto que en el Chile de los 90 an suscitaba fuertes recelos oligr-

    92 Hay una breve resea histrica de la Sociedad "Giuseppe Mazzini" en El Obrero. 22 defebrero de 1 896.93 El Nacional. 2 de mayo de 1896. Es interesante sealar qu e esa fecha no se comenz a

    conmemorar en forma estable y masiva en Chile hasta comienzos de la dcada de 1900. segn lasinvestigaciones de Mario Garcs y Pedro Milos. Referencias de El Nacional de 1894 y 1899, enque se reitera el carcter "socialista" de la tradicin -aunque tambin se celebraba entre losanarquistas, cf. De Shazo. op . cit.. 133-, sugieren que tampoco era habitual qu e ella se conmemorase en Tarapac. En esta ocasin, sin embargo, las sociedades iquiqueas s acogieron el llamadode la Giuseppe Mazzini. Se agradece en este aspecto la informacin brindada por Miguel Urrutia.94 El Nacional, 28 de agosto, 4, 1 1 y 22 de septiembre, 22 de diciembre de 1896.95 El Nacional. 25 de marzo de 1 897.

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    quicos, pudo estar relacionada con la nacionalidad de sus fundadores y principales conductores, ms familiarizados con el debate poltico que por entoncescomenzaba a prevalecer en Europa. En ese sentido, resulta muy sugerente quela nica de las entidades chilenas revisadas que en algn momento expressimilares inclinaciones fuese una sociedad femenina, la Protectora Internacionalde Seoras. En rigor, ms que la sociedad en s fue una de sus dirigentas, RosaIsmenia Varas, quien en una o dos ocasiones hizo pblica su admiracin por elsocialismo. As por ejemplo, al celebrarse en 1897 el cuarto aniversario de lasociedad, manifest en un discurso que la "base de su labor y el secreto de sua lborozo emanaba de una santa palabra...: el socialismo". No se trataba, porcierto, de un socialismo que buscase subvertir el orden constituido:

    S. socialismo, que no significa lucha de clase, horrores y exterminio, como algunos espritus retrgrados quisieran hacernos creer; sino adelanto, progreso, amor atodo lo bello, grande, noble, sublime, abolicin de todos los peligros y de toda lacasta, olvido de toda la injusticia, cooperacin comn basada sobre la gran masacristiana. Uno para todos o todos para uno.

    Y conclua l lamando a los dems asistentes a la ceremonia a gritar "Vivael Socialismo! Viva la fraternidad universal!"96

    Algunos meses despus, al celebrarse el aniversario de otra sociedad obrerade la ciudad, Rosa Ismenia Varas aprovech su condicin de representanteoficial de su institucin para insistir en sus conceptos, en un discurso que fue"muy aplaudido":

    De aqu, seoras y seores, lo bello y sublime del verdadero socialismo, de lo quesignifica esta gran palabra tantas veces mal interpretada. Muchos lo han dicho bajola inspiracin de ideas pequeas y de menguadas miras, que el socialismo significaconspiracin de principios nuevos encaminados a derrocar los viejos principios. Yno ha faltado quien tratndose de la misin delicada y noble de nuestras instituciones, de nuestras sociedades, dijera que aqul era tambin el objeto de ella; perobien sabis vosotros, como lo sabis tambin vosot ras , que se es un temerario einjusto juicio -humano al fin!- El bien del progreso, en general y de l compaero.del consocio en especial, he ah vuestro objeto, he ah el verdadero anhelo devuestros principios, he ah, seores, el verdadero socialismo.97Pero incluso este socialismo "pacfico" predicado por la dirigenta de la

    Internacional Protectora de Seoras no encontr mayor eco en el ambientetarapaqueo, o al menos as lo sugiere la ausencia absoluta de otras referencias

    96 El Nacional, 20 de julio de 1897,97 El Nacional. 23 de noviembre de 1897.

  • 7/30/2019 Pinto-Julio Cuestin Social o Cuestin Poltica COMPLETO

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    concretas al fenmeno durante la dcada en estudio. Es verdad que la proliferacin de huelgas que entonces se apoder de la regin llev ocasionalmente asectores de la clase dirigente a pronunciar siniestros pronsticos sobre agitadores que buscaban "seguir desarrollando huelgas y conmociones con fines exclusivamente polticos y sediciosos"98. Hacia comienzos de 1895, por ejemplo, losindustriales salitreros atribuan el origen de varios conflictos suscitados en lasoficinas en meses anteriores a la actuacin de "promotores de desorden", que atravs de "una propaganda tan activa como sostenida contra el orden y marcharegular de la s relaciones entre empresarios y patrones, sin razn alguna que lajustifique", perturbaban las labores de esa estratgica industria99. Las denuncias, sin embargo, no hacan mencin alguna de agitaciones de tipo ideolgico,ni mucho menos socialista. Un escri to l iterario publicado en Iquique por esemismo tiempo, con el objeto de dar a conocer lo s males de la condicin obrera,recoga explcitamente la efervescencia social que se viva en las salitreras, ascomo el ensaamiento que iban cobrando las luchas entre el capital y el trabajo,pero tampoco asociaba a dichas expresiones ningn esbozo de socialismo100.Antes bien, las nicas herramientas organizativas que sus personajes popularespareca