Cuerda Cine

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LA ESPAÑA FRACTURADA.

Entre “La lengua de las mariposas” y “Los girasoles ciegos”. Retrato social de la

República y el franquismo a través del cine

Igor Barrenetxea Marañón y Magdalena Garrido Caballero*

1. Introducción

La pluralidad de memorias de la Guerra Civil y el primer franquismo aflora en

relatos académicos y divulgativos. Desde el cine, como expresión no sólo artística sino

cultural, también se ha ofrecido una interpretación del pasado acorde con el ideario de

los realizadores. Su valor como fuente para la historia radica en la representación de

sociedades pretéritas en el tiempo presente, su subjetividad y los mensajes que

transmite, de ahí esta propuesta de análisis de narrativa cinematográfica.

Para este estudio se han escogido los filmes La lengua de las mariposas (1999) y

Los girasoles ciegos (2008), ambos dirigidos por José Luis Cuerda, que conforman una

narración partida, pero continua en el espacio y el tiempo. El primer bloque temático,

“El ideal republicano en La Lengua de las mariposas”, esboza la sociedad republicana

y sus valores, incide especialmente en los aspectos educativos, el laicismo y la guerra

civil como fin de la experiencia republicana. El segundo bloque, “La sociedad de

vencedores y vencidos en Los girasoles ciegos”, se centra en la consolidación de la

dictadura, y aborda los cambios en el ámbito educativo, la implantación del

nacionalcatolicismo y la manipulación de los vencedores de la historia. En síntesis,

estas representaciones del pasado, antes y después de la aprobación de la llamada Ley

de Memoria Histórica, y desde la selección filmográfica y el prisma de Cuerda,

muestran una sociedad fracturada que nace de la contienda, el miedo de los vencidos y

sus memorias reprimidas por el “bando nacional” y el franquismo pero que, tras muchos

años de silencio, reaparecen dignificadas.

2. El ideal republicano en La lengua de las mariposas (1998)1

Galicia, invierno de 1936. Moncho es un niño de 9 años que acude por primera

vez a la escuela. Tras superar sus miedos a las reprimendas del maestro, don Gregorio,

* Igor Barrenetxea Marañón, Universidad del País Vasco; agdalena Garrido Caballero, Instituto de Historia del CSIC. El Estado Español contemporáneo. Proyecto (HUM2007-62675/HIST) 1 España. 1999. Director: José Luís Cuerda. Argumento: basado en los relatos de Manuel Rivas, Un saxo en la niebla, La lengua de las mariposas y Carmina. Guión: Rafael Azcona. Fotografía: Javier Salmones. Música: Alejandro Amenábar. Decorados: Josep Rosell. Vestuario: Sonia Grande. Montaje: Nacho Ruiz Capillas. Intérpretes: Fernando Fernán Gómez, Manuel Lozano, Uxía Blanco, Alexis de los Santos.

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entabla una profunda amistad con él. Don Gregorio es el exponente del maestro

republicano, quiere educar a sus alumnos en el amor por la vida, la libertad y la

naturaleza. Sin embargo, en este contexto atribulado de los meses siguientes a la

victoria del Frente Popular, el enfrentamiento entre modernidad y tradición derivará en

el estallido de la Guerra civil y la clausura de los sueños de cambio que albergaba el

maestro para sus alumnos.

a) La representación de la sociedad española en la Segunda República

El 14 de abril de 1931, Galicia recibió con dispar entusiasmo la llegada de la

Segunda República. En las ciudades con mayor raigambre liberal fue recibida con

ánimo entusiasta mientras que en las zonas rurales, aún con gran presencia y fuerza del

caciquismo, con más desconfianza2. Las candidaturas antimonárquicas lograron una

cómoda victoria en Galicia en 1931, a pesar de ser una sociedad “rural, precapitalista,

arcaica e incomunicada”3. No obstante, la victoria de la CEDA (derecha), en las

elecciones de 1933, hizo que las reformas emprendidas durante el bienio anterior, tanto

en Galicia como en el resto de España, se vieran frenadas o se paralizaran. El proceso

autonómico en Galicia, sin ir más lejos, no se volvió a retomar hasta 1936. Mientras

tanto el clima social se iba inflamando debido a las políticas laicistas practicadas por el

primer Gobierno republicano y las reformas modernizadoras (en el Ejército, en la

Educación, etc.) que no gustaron a los grupos sociales más conservadores, ya que vieron

peligrar su predominio social y vislumbraron en la República la amenaza de una

revolución social. En las elecciones de febrero de 1936, derecha e izquierda se

enfrentaron por definir los rasgos de esta República, con unos grupos extremistas

esgrimiendo la violencia como arma política4.

Analizado este contexto general, incidamos en el filme: Las primeras escenas

muestran la tensión que se vivía a inicios de 1936, tras el triunfo electoral del Frente

Popular. A la salida de misa, en un corrillo formado por el párroco, don Avelino (el

cacique local) y el jefe del puesto de la Guardia Civil hablan sobre lo mal que está la

situación, reflejándose así la preocupación de estos poderes locales ante la victoria

republicana en las urnas. Para don Avelino no hay otro remedio que “plantarse en

Madrid y darle fuego”, lo que para el párroco es un exceso verbal. Con estas palabras se

2 VILLARES, R.: Historia de Galicia, Madrid, Alianza editorial, 1985, pp. 156-161. Cf., ALONSO BOZZO, A.: Los partidos políticos y la autonomía en Galicia 1931-1936, Madrid, Akal, 1976, pp. 11-16. 3 MÁIZ, B.: Galicia na IIª República e baixo o Franquismo, Vigo, Xerais Universitaria, 1988, p. 22. 4 MÁIZ, B.: pp. 22-31. Cf., ALONSO BOZZO, A.: pp. 243-254.

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manifiesta la aversión hacia la República entre los poderes tradicionales. A esta

situación de tensiones sociales sale a colación el tema del anticlericalismo, ya que hay

varias vecinas, entre ellas Rosa, la madre de Moncho, que están comentando la quema

de iglesias en Barcelona.

Rosa defiende a la República afirmando que los republicanos no queman iglesias

y que han permitido que las mujeres puedan votar. A lo que su vecina responde que sólo

votará a Cristo Rey, reafirmando así esa voluntad tradicional y su fervor católico.

Finalmente, con una ingenuidad cómica, otra vecina responde que a los reyes no se

puede votar… Sin duda, estas secuencias destacan cómo “la quema de iglesias [fue] el

suceso más recordado y condenado de la guerra”5; aunque no fuera el único problema

grave al que se enfrentó la República, quedó grabado implícitamente en la memoria

como un rasgo impostado por parte del bando nacional tras la contienda6.

En otro momento del filme, aquellos que son simpatizantes de la Segunda

República conmemoran su quinto aniversario, el 14 de abril de 1936. En un marco

campestre, con la pancarta republicana, se reúnen varias familias, entre ellas, la del

alcalde, la de Moncho, el padre de Roque, Ramón y don Gregorio. Se escucha el himno

de Riego. Aparece a caballo una pareja de la Guardia Civil. Su presencia asusta a Rosa

y Ramón, que está cantando alegremente el himno e intimidado se calla. El temor se

representa en este silencio. La incertidumbre les asola. El mismo triunfalismo del Frente

Popular, tras ganar las elecciones, elevó más el resentimiento en una derecha derrotada.

El 10 de mayo, el recién elegido presidente Manuel Azaña abrigó en un discurso un

mensaje conciliatorio y apaciguador que, ingenuamente, creyó que había calmado los

ánimos. Sin embargo, no fue escuchado por las facciones extremistas7. El filme actúa

como una metáfora del aprendizaje vital evocando a la República a través de la

enseñanza (la escuela), tolerancia (actitudes del maestro), la libertad, la música, el amor,

la sexualidad, vinculadas a los nuevos aires marcados por esta sociedad republicana

frente al arcaísmo, las supersticiones, la intolerancia, el caciquismo, la represión

emocional, etc., de otros sectores de la sociedad más conservadores.

5 NICOLÁS, E.: La libertad encadenada, Madrid, Alianza, 2005, p. 105; GONZÁLEZ, C., GARRIDO, M.: “Violencia iconoclasta e instrumentalización política durante la guerra civil española y la posguerra”, en AZUELA, A. y GONZÁLEZ, C. (eds.): México y España: Huellas contemporáneas. Resimbolización, Imaginarios, Iconoclastia, Murcia, Editum, nº 3, 2010, pp. 131-153. 6 CASANOVA, J.: La Iglesia de Franco, Madrid, 2001, Temas de Hoy, p. 27. 7 PAYNE, S. G.: La primera democracia española. La Segunda República, 1931-1936, Barcelona, Paidós, 1995, pp. 319-360. Cf. MARTÍ GILABERT, F.: Política religiosa de la Segunda República española, Pamplona, EUNSA,1998, pp. 233-272.

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b) Los valores de la escuela republicana

Uno de los pilares más importantes sobre los que se apoyó la Segunda República

fue la educación, al entender que la “extensión de la cultura entre las masas garantizaba

la consolidación de un sistema democrático”8. De ahí que desde el Ministerio de

Instrucción Pública y Bellas Artes, encabezado por Marcelino Domingo se elaborara un

plan apoyado en dos líneas de actuación principales: la construcción de miles de

escuelas por toda España y una renovación pedagógica adaptando las nuevas corrientes

de pensamiento educativas. El sistema de enseñanza público de la Restauración era

pésimo, con una tasa de analfabetismo media del 32 por ciento de la población (siendo

más elevada entre las mujeres y en zonas rurales), con una preocupante falta de

escuelas, malos salarios docentes, etc. Así, bajo la influencia de la Institución Libre de

Enseñanza las nuevas autoridades republicanas abordaron el problema a través de

medidas a favor de una educación básica obligatoria, coeducación, laicismo,

democratización de instituciones, mejora de salarios y formación docente9, para crear

“modelos culturales y éticos” que “propugnaron la difusión de un sentimiento cívico

mezclado con el ideal de la modernización”10.

Este espíritu es el que recoge, sintetiza y enarbola el filme como principal

registro a través de la figura de don Gregorio y la relación que sostiene con Moncho y

que se desarrollará a lo largo de varios momentos importantes del filme. Por ejemplo, al

inicio, Moncho huirá nada más presentarse en el colegio por temor a la figura del

maestro (ya que los castigos y las bofetadas por no saberse la lección estaban a la orden

del día)11. La noche anterior le dice muy serio a su hermano que el “maestro tiene cara

de mal genio”. Ese miedo sintetiza la vieja escuela y los rancios métodos. Sin embargo,

Moncho no podrá estar más equivocado respecto a la forma de ser del maestro. La voz y

el gesto ingenuo de Moncho, aliviado cuando le afirma a su hermano que “el maestro no

pega”, enlaza con la nueva escuela, en la que la autoridad del docente versa en su

habilidad pedagógica y no en la violencia.

8 MORENTE VALERO, F.: La depuración del magisterio nacional (1936-1943), Valladolid, Ámbito Ediciones, 1997, p. 55. 9 MILLÁN, F.: La revolución laica. De la Institución Libre de Enseñanza a la Escuela de la República, Valencia, Fernando Torres Editor S.A., 1983, pp. 125-129. Cf. DE PUELLES, M.: Educación e ideología en la España contemporánea, Barcelona, Labor, 1980, pp. 326-332. Cf. PÉREZ GALÁN, M.: La enseñanza en la Segunda República, Madrid, Mondadori, 1988, pp. 43-46. 10 AGUADO, A. y RAMOS, Mª D.: La modernización de España (1917-1939), Madrid, Síntesis, 2002, p. 155. 11 DE PABLO, S.: Trabajo, diversión y vida cotidiana, Vitoria, Papeles de Zabalanda, 1995, p. 66.

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Un rasgo característico de la escuela republicana, con una reminiscencia al

espíritu de Rousseau12, es la educación del amor por la naturaleza (cuando salen de

excursión), así como generar comportamientos de solidaridad y respeto entre los

compañeros, ya que el alumno es el centro de la educación. Unos valores que,

obviamente, son idealizados, ya que hubo serias resistencias a la renovación pedagógica

y al laicismo que no eran compartidos por todos.

Así, de nuevo en el filme, tras la huida de Moncho al bosque, el maestro irá a

invitarle a volver a la escuela porque “la escuela será un hogar donde el niño pueda vivir

su infancia”13. Nos encontramos en una escuela rural en donde los alumnos no están

escolarizados por edades, tampoco existe la coeducación, lo cual refleja, en rasgos

generales, deficiencias aún presentes en el sistema educativo. Pero son los valores de

don Gregorio los que activan esa nueva escuela14.

Una de las primeras lecciones consiste en leer un poema de Antonio Machado.

El alumno es el que ha elegido la lectura, reflejando esa escuela activa en la que el

propio alumno es el protagonista del aprendizaje. Tanto es así que Moncho llega a casa

con la mente llena de datos y de información, ante el interés que le procura aprender,

más allá de lo que son las nociones básicas de leer y hacer cuentas.

Sin embargo, el filme no evita mostrar las todavía graves deficiencias en las que

vivían los maestros con un mísero sueldo. El cacique local, don Avelino, aparece un

buen día en la escuela y le deja unos capones que D. Gregorio acepta. Un maestro

escribía en 1935: “La Escuela, linterna que ilumina con raudales de luz esas tristes

aldeas, es la llamada a desterrar el caciquismo”15. Sin embargo, en el transcurso del

filme se cercena esta posibilidad. Aparte otras muestras de gratitud hacia el maestro

como la que protagoniza Ramón, al confeccionarle un traje a Gregorio por amistad y

haber sabido actuar con presteza en ayuda a su hijo asmático, contrastarán con el giro

final de los acontecimientos

El maestro les enseña tolerancia y respeto (cuando Moncho se pelea con José

María, el hijo del cacique), aprendizaje dentro y fuera del aula porque “el mundo entero

es su campo de enseñanza”16. Su relación con los alumnos es amigable y dista del

autoritarismo. Se establece un clima de confianza cuando don Gregorio le confiesa a

12 GRIMSLEY, R.: La filosofía de Rousseau, Madrid, Alianza, 1993 13 MILLÁN, F.: p. 198. 14 COSTA RICO, A.: Escolas e mestres, Santiago, Xunta de Galicia, 1989, p. 151. 15 Ibidem., p. 157. 16 MILLÁN, F.: p. 54.

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Moncho que su mujer ha muerto o cuando le presta la novela La isla del tesoro porque

“en los libros podemos refugiar nuestros sueños para que no se mueran de frío”. Y a

tenor del interés que tiene por la naturaleza le regalará un cazamariposas y saldrán

juntos de caza, fuera del horario escolar. Por estas vivencias, Moncho se apenará cuando

el maestro anuncie su retirada porque cree que dejará de cazar bichos con él, pero don

Gregorio le dice que se equivoca. Una mañana, Moncho, ingenuamente le dice al

maestro que quiere ver la lengua de una mariposa. Pero el maestro le indica que para

verla hay que usar un microscopio. Moncho no sabe lo que es. El maestro se lo explica.

Este ejemplo muestra que la República tuvo como objetivo erradicar la ignorancia, pero

no dispuso de tiempo para lograrlo, y “la importancia dada a la cultura y a la

educación como instrumento de transformación social e individual, la extensión de la

ciencia y la cultura como forma de hacer progresar el país”17.

La escena en la que don Gregorio se despide de sus alumnos porque se jubila, y

don Avelino sale airado de allí ante sus palabras, le anuncia a Moncho que, en breve,

llegará el microscopio. Sin embargo, esa generación que ha de educarse para que

“crezca libre” y cimiente las aspiraciones democráticas del país, tal y como lo anuncia

el maestro para enfado del cacique, vendrá a truncarse por el inicio de la guerra. A pesar

de esta apuesta por la educación18, los valores imperantes de la España más

reaccionaria, tal y como trasmite el filme, acabaron por arrastrar todos esos sueños de

modernidad y democracia.

c) El laicismo republicano

Otro pilar de la etapa republicana fue el laicismo del Estado y la educación como

refleja la constitución republicana, que no comulgaron con la sensibilidad religiosa de

parte de la sociedad española. Asimismo, la violencia desatada contra iglesias,

conventos y sacerdotes en 1931 y, más tarde, en mayo de 1936 quedó codificada en la

memoria como una parte de la afrenta contra la Segunda República (y coartada para,

más tarde, representar la Guerra civil como cruzada); aunque, en la educación, la

libertad religiosa se entendió como el “respeto a la conciencia del niño y del maestro”19.

La retirada de crucifijos, la prohibición, en 1933, de que las congregaciones religiosas

impartieran enseñanza de la materia de Doctrina e Historia Sagrada fueron algunas de

17 AGUADO, A. y RAMOS, Mª D.: p. 154. 18 SAMANIEGO BONEU, M.: La política educativa de la Segunda República durante el bienio Azañista, Madrid, C.S.I.C, 1977, pp. 251-257. Cf. COSTA RICO, A.: p. 135. 19 PÉREZ GALÁN, M.: p. 32.

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las cuestiones en las que las familias católicas vieron las nuevas disposiciones como una

amenaza20. Por eso se pidió a los padres una estrecha vigilancia sobre los valores que se

impartían a sus hijos en las escuelas.

En el filme, como se ha comentado previamente, las primeras escenas enlazan

con la quema de iglesias y la importancia que tuvo en el imaginario católico. En otra

escena, Rosa, republicana y católica, pregunta a Moncho, por las enseñanzas que

reciben en la escuela. Cuando ella se interesa por si rezan en el aula, él le dice que sí,

confundiendo el poema que han leído de Machado con una oración. Y éste se interesa

por saber qué es eso de ser ateo y si existe el demonio.

-¿Y el demonio? Insiste curioso Moncho. -El demonio, ¿qué? -Que si existe. -¡Pues claro que existe! Era un ángel, pero se hizo malo. Se rebeló contra Dios. Camino del infierno se iba poniendo pálido. Por eso lo llaman el ángel de la muerte. -Y si era tan malo, ¿por qué no lo mató Dios? -Dios no mata, Moncho.

La religión queda relegada a la esfera privada y se subraya su carácter no

vengativo: “Dios no mata”. Este momento se relaciona con otras dos escenas. Cuando el

sacerdote le espeta a don Gregorio que Moncho iba para monaguillo pero, tras

incorporase a la escuela, se le ha torcido el camino, se sintetiza la colisión de intereses

entre párroco y maestro. Y cuando Moncho, un buen día, tiene curiosidad por saber si

existe el infierno, don Gregorio le responderá filosóficamente – a diferencia de Rosa-

que “a veces, el infierno somos nosotros mismos”. El filme va más allá, convirtiéndose

en un instructor de la conciencia. La explicación que se nos ofrece es metafórica, al

indicarnos que el ser humano es responsable de su Historia, de sus valores y de su

educación, en definitiva, a Moncho le corresponde escoger su propio camino.

Por supuesto, el filme codifica un ideal y, así, el maestro le ofrece a su alumno

“una explicación sencilla para aquello que le es inexplicable”21.

d) La Guerra Civil como final de la Segunda República

En el verano de 1936 se inicia la tragedia: El 28 de junio se había celebrado con

éxito un plebiscito en Galicia a favor de la elaboración de un Estatuto gallego que no

20 DE PUELLES, M.: pp. 316-319. Cf. MARTÍ GILABERT, F.: pp.102-104. 21 MILLÁN, F.: p. 178.

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llegó a aprobarse22. La situación política era bastante grave. Eso se refleja en el filme,

cuando una noche, reunidos alrededor de la radio de la taberna, Ramón, el alcalde, don

Gregorio y otros personajes de simpatías republicanas escuchan la proclama de Gil

Robles de que España puede tener el régimen que sea pero no vivir en la anarquía. Sin

duda, prologa los llamados funerales de la democracia. Se respira tensión y temor entre

los oyentes, aunque el alcalde, como Azaña, cree ingenuamente que la República podrá

con esta situación.

Pero, sin duda, son las escenas posteriores las que calibran mejor esta radiografía

de las actitudes y reacciones tras el inminente levantamiento (Andrés se lo comunica a

Moncho una mañana jugando un partido con sus amigos). Conocida la noticia, los

padres de Moncho saben que se juegan la vida si no borran todos los rastros de sus

simpatías republicanas. Rosa le urge a que queme todos los periódicos. Y le exige a un

Moncho contrariado que diga que su padre nunca ha dicho nada contra los curas y que

nunca le regaló un traje al maestro. Cuando los republicanos del pueblo vienen a buscar

a Ramón para que se una a sus fuerzas, se esconde.

El golpe triunfa en Galicia y todos los simpatizantes republicanos son detenidos.

A continuación, se procedió a la represión. Y “las personas fusiladas o paseadas fueron

consideradas como escoria de la sociedad gallega, como gente que había que eliminar

como se elimina un peligroso virus, a fin de que su presencia no pudiese corromper,

infectar a los demás, a las personas sanas, a la gente de derechas, de orden y patriota”23.

A la mañana siguiente, como se refleja en el filme, sacan de los calabozos al

maestro y a otros simpatizantes republicanos. Ramón no tiene más remedio que

insultarlos por miedo a ser inculpado él mismo por simpatizante y seguir los pasos de

los reos. El inocente Moncho perseguirá al camión que traslada al maestro y a los

demás, insultándolo y también lanzándole piedras, embrujado por estas circunstancias

en las que su propio padre les recrimina que sean “rojos y ateos”.

3. La sociedad de vencedores y vencidos en Los girasoles ciegos (2008)24

Orense, año 1940. La familia de Ricardo Mazo trata de sobrevivir a las duras

condiciones de posguerra ocultando su condición de perdedores de la guerra civil en un

22 COSTA CLAVELL, X.: Las dos caras de Galicia bajo el franquismo, Madrid, Cambio 16, 1977, pp. 11-32. Cf. ALONSO BOZZO, A.: pp. 355-366. 23 COSTA CLAVELL, X.: p. 123. 24 España. 2008. Director: José Luís Cuerda. Argumento basado en el relato de Alberto Méndez, titulado Los girasoles ciegos. Guión: Rafael Azcona y José Luis Cuerda. Fotografía: Hans Burman. Música: Lucio Godoy. Montaje: Nacho Ruiz. Intérpretes: Maribel Verdú, Roger Princep, Javier Cámara, Raul Arévalo, Martiño Rivas.

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manto de silencio. Ricardo, escondido en las paredes de su propio hogar, Elena tratando

de sostener emocional y materialmente a su esposo e hijo, Lorenzo, un niño de 7 años,

inteligente y obediente, que representa una ficción para no exponer a sus familiares a las

represalias del bando vencedor. Salvador, un diácono con dudas vocacionales que vive

obsesionado con la madre del pequeño, resquebraja la frágil atmósfera de ‘normalidad’

artificial de la que se habían rodeado.

a) La representación de la sociedad española de posguerra

La sociedad española tras una guerra civil fraticida es una sociedad oprimida,

fracturada entre vencedores y vencidos, en estos últimos recae el peso de la justicia al

revés25. La austeridad de una posguerra, en la que falta lo imprescindible, de cartillas de

racionamiento hasta 1952 y estraperlo como medio de subsistencia o enriquecimiento.

Años de “aislamiento”, de represión y miedo, matizado por la esperanza de la oposición

antifranquista en una victoria aliada de posibles implicaciones liberadoras para España.

Los Girasoles Ciegos nos sitúan en Orense, que junto a Madrid fueron los

escenarios de rodaje, mientras en el relato de la novela de Alberto Méndez, los

derrotados se sitúan en Madrid, en cuya calle Alcalá 177, cruce con Ayala (sector

pobre) se ubica Ricardo Mazo y parte de su maltrecha familia. Sin embargo, el

desarrollo de la trama trasciende al hecho de ubicarlo en una localidad concreta26. La

elección personal del director se justifica también por el escenario que quiere recrear: no

sólo un entorno de monasterios y bosque, sino también "una tierra de desniveles y

claroscuros, un paisaje visual desequilibrado" donde encajan como un guante los

personajes tan desorientados como los girasoles que dan título a los relatos de

Méndez27. Dos de ellos sirven de argumento a la película.

La unidad familiar fracturada por la derrota está compuesta por Elena, mujer de

vencido, que cuida abnegadamente de su hogar y trata de mantener a su familia

haciendo arreglos de lencería y entregando las traducciones que realiza su marido,

haciéndose pasar por la autora. Lorenzo, un niño maduro para su edad, esconde secretos

para salvaguardar a su familia. Su vida es eco de la infancia adoctrinada a través de las

25 La ley de responsabilidades políticas de 9 de febrero de 1939 y la de Represión de la Masonería y el Comunismo de 1940 contribuyeron a la política del revanchismo. 26 LANERO TÁBOAS, D.: Os remendos da memoria. A represión franquista no concello de Arzúa (1936-1950), Santiago, Xunta de Galicia-Dirección Xeral de Creación e Difusión Cultural, 2006. MÍGUEZ MACHO, A.: Xenocidio e represión franquista en Galicia, Edicions lostrego, s.l.. 2009. 27 HUETE, C.: “José Luis Cuerda regresa al pasado más oscuro con 'Los girasoles ciegos'”, El País, 15 de septiembre de 2007.

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instituciones y guarda paralelismos con la representada en el cómic Paracuellos del

Jarama de Carlos Giménez; la diferencia estriba en que Lorenzo es un pequeño con

familia, que no depende de la beneficencia del franquismo, el Auxilio Social. Sin

embargo, la simulación del pequeño que se presenta como “huérfano de padre” a los

ojos de la sociedad pasa a ser una cruda realidad. Y Ricardo Mazo, profesor

republicano, topo en su propio hogar, cuyo personaje se mueve entre las sombras28,

simboliza la voz de la conciencia soterrada y los ideales republicanos en tiempos de

sinrazón. Los vencedores adquieren distintos rostros como el de Salvador, diácono

desorientado; el falangista, lector de Pemán; el rector y el conjunto de las autoridades,

pero también la atmósfera de miedo e impunidad que envuelve a los personajes.

La venganza ciega acecha las verdades ocultas e irrumpe en el silencio de la noche

en busca de respuestas. Las tropelías nocturnas en casa de los Mazo, la intimidación,

calumnia y difamación para erosionar el honor familiar, infringidas a los vencidos

quedan así representadas en la película:

¿Tienes noticias de tu marido? – (Elena disiente con la cabeza) -Nosotros sí. Está en Francia, ¿Te alegras? En Toulouse, a salvo, lo malo, para ti, digo, es que se ha liado con una furcia” (…) ¿Y de tu hija? ¿Sabes algo? - Nosotros sí, parece ser que se ha largado con su querido, el comunista ese que jugaba al poeta revolucionario. Te estoy hablando, mírame, pero caerán, caerán. (…) “al cabrón de tu marido lo han guillotinado por ladrón y asesino, se dedicaba a atracar bancos”. La vida cotidiana se refleja en “ese cosmos (el reducido mundo conocido por

Lorenzo) netamente dividido en dos mitades: la lóbrega y la luminosa. A la primera

pertenecía el colegio, las preguntas de mis profesores y el silencio, - y habría que

añadir las visitas intimidatorias en mitad de la noche- a la otra pertenecía una parte de

mi barrio y la forma que tenían sus gentes de relacionarse conmigo”29.

Los Girasoles Ciegos engarza con otra memoria de los derrotados, la de Elena,

hija del matrimonio Mazo, que embarazada y junto a su compañero, Lalo, un joven

miliciano, en la terminología del régimen “marxista huido”, encuentran la muerte en el

camino hacia la frontera portuguesa, en una huida desesperada. El testimonio del joven

28 TORBADO, J., LEGUINECHE, M.: Los topos, Madrid, El País-Aguilar, 1977. Radio Utopía, 102.4 FM emitió un programa (el 2 de enero de 2009), en el que se abordó la cuestión de los "topos" (personas escondidas en sus propias casas, en desvanes, etc.) durante el Franquismo. 29 MÉNDEZ, A.: Los girasoles ciegos, Barcelona, Anagrama, 2006, p. 121

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del “Manuscrito encontrado en el olvido” que compone el segundo relato de Méndez,

permanece soterrado en “Los girasoles ciegos”.

De su triste destino, tras tratar de mantener con vida a compañera e hijo, el único

nexo con la vida y razón para su propia existencia, da cuenta la letra impresa del

periódico Región: “Muerte en la frontera portuguesa”. En la represión de los huidos, el

régimen utilizó efectivos de la guardia civil –tal y como se refleja en la película dando

el alto a Lalo y disparando- y el Ejército. En las zonas más conflictivas se formaban

destacamentos, relevados cada tres o cuatro meses. Los controles en los lugares de paso

y frontera se reforzaron30. Sin avales ni salvaconductos, los huidos, a la espera de un

desenlace favorable para los aliados en la guerra mundial, ocultos y en situaciones

extremas, tenían muy difícil la supervivencia.

b) La escuela franquista

El poder se manifiesta en múltiples facetas, y en los regímenes dictatoriales

establece una relación de dominación con el conjunto de la sociedad, no únicamente por

medio de la eliminación física, sino con la reeducación y medios más sutiles31.

El decreto de septiembre de 1936, aplicado en las zonas ocupadas por los

sublevados, hacía desaparecer la educación mixta para moralizar las costumbres, al

tiempo que establecía profesores del mismo sexo que los alumnos, definía la instrucción

española como "la piedra fundamental del Estado" y caracterizaba la enseñanza como

"patriótica, militarista, católica, cívica, física y tradicional". El fascismo llegó a través

de la asignatura Formación del Espíritu Nacional, encaminada a exaltar valores

convenientes al Régimen. Otras medidas atendían a la eliminación del laicismo y el

establecimiento de la Religión con carácter obligatorio, eliminándose así las iniciativas

republicanas. La normativa educativa se completaría con la ley de Bachillerato de 1938,

la universitaria de 1943 y la de educación primaria en 1945, basada en la primacía de la

religión sobre cualquier otro componente, y las excelencias de la patria32.

El ritual del colegio consistía en la formación en el patio, el canto del cara al sol, y

la clase. Un aula segregada por sexos, presidida por el crucifijo (que retorna a las

escuelas tras el interludio de la escuela laica de la Segunda República) y por los valores

30 DÍAZ, B.: “El Periodo de los huidos en el centro de España (1939-1944)”, en ARÓTEGUI, Julio, MARCO, Jorge (Eds): El último frente. La resistencia armada, antifranquista en España, 1939-1952, Madrid, Libros la Catarata, 2008, pp. 127 y 129. 31 BOBBIO, N.: Las ideologías y el poder en crisis, Barcelona, Ariel, 1988, p. 41. 32 http://www.museopedagogicodearagon.com/educacion_guerra_dictadura.php [Acceso el 1 de mayo de 2010].

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del patriotismo. Asimismo en los contenidos tenía un gran peso la Historia sagrada y el

catecismo, que había que “fijar en la memoria, no cuestionar”33:

“En el colegio, Franco, José Antonio Primo de Rivera, la Falange, el Movimiento eran cosas que habían aparecido como por ensalmo, que habían caído del cielo para poner orden en el caos, para devolver a los hombres la gloria y la cordura. No había víctimas, eran héroes, no había muertos, eran caídos por Dios y por España, y no había guerra porque la Victoria, al escribirse con mayúscula, era algo más parecido a la fuerza de la gravedad que a la resolución de un conflicto entre los hombres” 34.

Lorenzo recibe una educación contradictoria, por un lado las enseñanzas de la

educación procurada en las instituciones oficiales externas, la escuela, por otro, las de su

padre a escondidas. Así se evidencia en esta escena:

Lorenzo: Él (Salvador) dice que lo bueno es ser muy español y muy cristiano y lo mejor de todo es ser cura. Ricardo: Tu ni caso ¿Eh?. La curiosidad y hostigamiento del cura doblega los ánimos del niño que no se

siente cómodo en clase. Los alumnos de familias humildes tenían pocas alternativas, en

palabras de Funes, desde el exilio: “limpiabotas o cura”. A la altura de 1940 había un

33’85 por ciento de analfabetos35. Y desde el poder se defendía “la inocencia contra los

males de la cultura”36, una cultura patrimonio de unos pocos, reduccionista, de la que

se habían expurgado libros, censurado nombres, y apartado del oficio del magisterio a

funcionarios afectos a la República, relegados a un exilio interior o exterior.

Lejos quedan las misiones pedagógicas, la proximidad a las necesidades de la

población y también el desarrollo de las ciencias experimentales y sociales, sometidas a

la censura, mediocridad y falta de medios.

En ese mundo reducido, cotidiano, fuera de la escuela, queda el cine, como una

pantalla hacia otra realidad, las escapadas controladas al aire libre y los juegos en casa

(meriendas de pan y chocolate – de baja calidad -) o en la calle formaban parte de una

infancia hipotecada por una guerra que habían realizado sus mayores: “Jugábamos a los

juegos de los niños sin juguetes: a la taba, al rescate, a pídola, al zurriago y a otros

juegos en los que nosotros éramos las víctimas y los verdugos, juegos donde el castigo

33 CANALES SERRANO, A.: “Falangistas contra la hegemonía educativa católica: el Sepem y la movilización contra la Ley de Bachillerato de 1938 (1942-1953)”, en NICOLÁS, M.E. Y GONZÁLEZ, C.: Ayeres en discusión, Murcia, Editum, 2008. 34 MÉNDEZ, A.: p. 130. 35 DE GABRIEL, N.: “Alfabetización, semialfabetización y analfabetismo en España (1860-1991)”, Revista Complutense de Educación, vol 8, 1 (1997), 199-231. 36 Archivo General de la Región de Murcia. Fondo bibliográfico. FUNES, M.: “La Esperanza española”, Bohemia, 29 de octubre de 1955.

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era siempre doloroso y el premio causar daño”37. De esta manera la infancia era reflejo

del mundo de sus mayores.

c) Nacionalcatolicismo, con o sin vocación

La dictadura imitó parte de las instituciones esenciales del régimen fascista

italiano, como las estructuras corporativas y se dotó de una ideología oficial: el

Nacionalcatolicismo. El régimen, aislado internacionalmente hasta los pactos con

Estados Unidos y El Vaticano de 1953 y su inclusión en la ONU en 1955, se refugió en

la autarquía económica, que respondía más a una táctica defensiva frente al exterior, y

tuvo un proyecto monárquico como salida38. Asimismo, contaba con un sustrato social

de apoyo que le permitió consolidarse39, las fuerzas integrantes de la coalición

contrarrevolucionaria y la naturaleza dinámica, tanto de los sectores conservadores,

como de los ‘fascistizados’40.

Tanto en el relato como en la película, la figura del diácono falto de vocación,

Salvador, tiene un peso específico. Tras una guerra civil en la que ha participado con las

armas y ha descendido a los infiernos, deambula como “los girasoles ciegos”, metáfora

que sirve para definir su situación personal pero también la pérdida de valores de toda

una sociedad que camina desorientada, intentando encontrar su sitio en la España de

Franco. Una España en la que se produce un cambio no sólo de régimen y valores, sino

del lenguaje conocido: “Cruzada quería decir guerra, rojos significaba demonios,

nacional quería decir vencedor, era natural que voluntario quisiera decir

obligatorio”41. El diácono se encuentra entre los vencedores de la guerra civil, pero la

victoria no le ha traído la felicidad y se vale de su posición de privilegio para conseguir

sus fines. A pesar del examen de conciencia del diácono el personaje no se arrepiente ni

se libra de sus veleidades más oscuras que, sin embargo, son tapadas gracias a sus

vínculos con el nuevo orden nacionalcatólico y a la doble moral de la época, reducidas a

tres años de rezos. La imagen que se refleja de la Iglesia es la de connivencia con el

régimen. La preocupación por cuestiones de índole moral es propia de un Estado que

37 MÉNDEZ, A.: p. 122 38 GARRIDO, M.: Poder y disidencia. Dos visiones de la represión franquista, Murcia, Universidad de Murcia, 2004 [Tesis de licenciatura inédita], p. 16. 39 DEL ARCO, M. A.: “El secreto del consenso en el régimen franquista: cultura de la victoria, represión y hambre”, Ayer, 76 (2009), 245-268. 40 SAZ, I: “El franquismo: ¿régimen autoritario o dictadura fascista?, TUSELL, J. El régimen de Franco, 1936-1975: política y relaciones exteriores. Madrid, 1993, vol. 1, 189-202; y “Los fascismos”, en Jordi Casassas i Ymbert (coord.): La construcción del presente: el mundo desde 1848 hasta nuestros días, 2005, 263-291. 41 MÉNDEZ, A.: p. 145.

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deja de ser aconfesional, en el que la Iglesia Católica tiene la misión de “recristianizar”,

“reeducar” y “disciplinar” a la sociedad, especialmente a las mujeres, consideradas

como un ser débil y fácil instrumento del pecado, razón esgrimida para justificar su

reclusión en el “Reino del hogar” en una sociedad abiertamente misógina, que asigna a

la mujer el papel de esposa y madre. Y, como expresa Juan Eslava, “aprovechan el

poder que Franco les otorga para imponer a sus feligreses una moral enfermiza que

alcanzará extremos ridículos”42.

d) La memoria oficial de una victoria o “los funerales de la República”

La propaganda del régimen se sostiene sobre la base de la historia tergiversada: la

lucha frente a una revolución comunista en España de la que la sublevación de julio de

1936 se presentaría como salvadora, en vez de una lucha frente a un régimen legalmente

constituido, vencedor en las urnas en febrero de 193643. Los valores de la República

quedan encerrados en los sujetos traumatizados, que viven existencias al límite, en una

atmósfera asfixiante, que tanto Méndez como Cuerda reflejan en un claroscuro de

imágenes contrapuestas, de seres atormentados por las fracturas de una guerra fraticida

y las secuelas de la derrota republicana.

La República aparece alegóricamente representada en el pájaro enjaulado, que

simboliza el presidio que viven los vencidos y leales a su legado. E igualmente en el

mismo Ricardo, exponente de la “república de intelectuales”44, profesor de Izquierda

Republicana que no puede retomar su vida anterior y deambula como ente anacrónico,

topo en su propio hogar. Allí guarda libros ocultos a las miradas delatadoras y trata de

evitar la pira de la cultura republicana. Guarda especialmente con celo un libro de

Antonio Machado, que enseña a su hijo como un preciado tesoro, y del que declama el

poema: “Huye del triste amor, amor pacato”.

Lorenzo no alcanza a comprender el sentido del poema que su padre le recita pero,

con los versos del poeta, Ricardo define su amor por todo lo que le está siendo

arrebatado. Su lealtad inquebrantable a la República y a su familia, queda lejos del

“amor pacato”. De esta manera transmite su bagaje. La esperanza aún anida en Ricardo,

42 ESLAVA, J.: Los años del miedo, Barcelona, Planeta, 2008, p. 65. 43 SOUTHWORTH, H. R.: El mito de la cruzada de Franco, Barcelona, RandomHouseMondadori, 2008. Para una semblanza biográfica del dictador, véase: PRESTON, P.: Franco: A Biography, New York, Basic Books, 1994; El gran manipulador. La mentira cotidiana de Franco, Barcelona, Ediciones B, 2008. 44 FUSI, J.P.: Un siglo de España. La cultura, Madrid, Marcial Pons, 2000.

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bien oculto o planificando la huida final, hasta que se marca la tragedia de la muerte y el

luto de una ausencia fingida pasa a convertirse en un hecho real.

El acoso del diácono en la propia casa de la víctima desvela el secreto vedado a

los ojos del ofensor y de la sociedad disciplinada, de rígida moral y pingües metas que

segrega a los vencidos. Con el desagravio se propicia el desenlace, es entonces cuando

“el otro lado del espejo” aparece en escena. Ricardo Mazo, endeble y angustiado tras

socorrer a su esposa, y descubierto por Salvador se suicida. En la memoria de Lorenzo

queda la voz dulce de despedida de su padre, en la de Elena, tan sólo su rostro

(‘sonriente’ en el relato), y el alivio de dejar de ser una carga para su familia. Esa es la

imagen que se traslada en la pantalla, simbólicamente, la muerte de Mazo lo es también

de la agonía de la República.

El diácono no vuelve al convento. Vencido por sus pasiones, se autoexculpa y

justifica su actuación, pues “el mal está en los otros” (los rojos); sin embargo, su orgullo

por descubrir al topo queda mancillado por el suicido de Ricardo, que le arrebata “la

gloria de la justicia (franquista)” o la posibilidad de chantajear a su familia y, en

concreto, a Elena, la víctima de su pasión. En este mundo al revés, ella es la que aparece

como “culpable”, mientras, ante su confesor, Salvador se representa a sí mismo como

un “mártir” que ha sucumbido a sus encantos. No hay en sus palabras un sincero

arrepentimiento o una súplica del perdón de la víctima, sino impunidad para sus

acciones.

La familia reducida a dos inicia una nueva andadura fuera de Oviedo, gracias a un

familiar de Elena. Si en el relato se desconoce qué sucede con ellos, en el filme, aunque

no puedan desasirse de un doloroso pasado y del estigma de vencido, se vislumbra un

futuro. De manera que la película suaviza las previsibles consecuencias de haber

mantenido oculto a un “rojo” –caso de los castigos y represalias sufridos por esposas de

guerrilleros y de quienes cobijaron a huidos “delito de consorte”-45.

4. A modo de conclusión

Las películas analizadas, tal y como se indicaba al inicio de este texto, están

entrelazadas por la dirección de José Luis Cuerda. También por el guión adaptado de

Azcona; la poesía de Machado y los funerales de la República. Además, los girasoles

ciegos en la continuidad espacio - temporal de la derrota republicana, representa la

45 EGIDO, A.: El perdón de Franco, Madrid, Catarata, 2009.

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desaparición de los logros sociales conseguidos en la Lengua de las Mariposas que

queda eclipsada. La república de los valores democráticos, de laicismo y cultura, de la

Lengua de las Mariposas queda encerrada en actos de rebeldía, como el rastro de un

sueño de un pasado idílico y borroso, en quienes piensan de una manera diferente, no

dejándose uniformar por una sociedad deshumanizada en sus pautas, legislación e

imposición del terror de Los girasoles ciegos. Donde la escuela adoctrina para generar

no ciudadanos sino patriotas españoles, en vez de generaciones libres como enseñaba

Don Gregorio.

A la luz de los acontecimientos del retrato social que se realiza en ambos filmes,

los girasoles ciegos, “los desorientados en su fe y en sus valores”, se acomodan al

Nuevo Estado, cercenan, imponen y doblegan a la España republicana. Los finales

trágicos como el apedreamiento del maestro, Don Gregorio, y la agonía y suicidio de

Ricardo Mazo, minado como ser humano por saber que en el régimen vencedor en las

armas se puede morir por lo que se piensa, se representa en ambas escenas de gran

dramatismo, la alegórica muerte de los valores culturales republicanos a los que se

aferran. No parece haber cabida para la reconciliación o la esperanza en la nueva

sociedad subyugada bajo el franquismo.

Desde el cine y la literatura se nos ofrecen fragmentos de una memoria perdida, la

republicana, acallada en los años de la dictadura, que resurge en un nuevo contexto

caracterizado por un mayor interés social hacia un incómodo y disputado pasado. Así,

tanto creadores, con su revisión cinematográfica de la memoria histórica, historiadores,

como legisladores con la polémica “ley por la que se reconocen y amplían derechos y se

establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la

Guerra Civil y la Dictadura” (2007), rescatan otras lecturas del pasado frente a la

memoria oficial impuesta por los vencedores de la guerra civil española y el olvido.